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1. Principales resultados de la investigación.

La exposición de los principales resultados se ha dividido en tres partes. En primer lugar se expondrá la situación de los fondos destinados y los proyectos realizados. La segunda parte hablará sobre la administración pública, la figura del técnico y su gestión. Y por último, se abordará el ámbito de la participación ciudadana y las organizaciones no gubernamentales.

1.1. Las cifras de la cooperación.

La cantidad de fondos que destinan las administraciones locales de la provincia de Alicante dice muy poco en términos absolutos. Para realizar una adecuada interpretación de los datos, habría que contrastarla en todo caso, con el presupuesto general de cada administración. La adquisición de esta información no ha sido posible. Y tampoco es un objetivo de esta tesis realizar un ranking sobre quién aporta más dinero. Lo que si se ha observado es que, independientemente del número de habitantes del territorio, se dirigen cantidades de fondos distintos a cooperación.

La administración que más fondos ha destinado en los años 2000, 2001 y 2002 es el Ayuntamiento de Elche, con 2 109 552,48 de euros. Le sigue el Ayuntamiento de Alicante con 1 983 339,93 de euros. En tercer lugar se encuentra la Diputación de Alicante con 856 078,86 de euros. El resto de las administraciones presentan cifras parecidas para los tres años estudiados.

Los proyectos presentados por las organizaciones no gubernamentales varían,

en algunas administraciones, para cada año. Por ejemplo, el Ayuntamiento de Alicante

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ha financiado para los tres años del estudio un número parecido de proyectos, alrededor de 20. La Diputación, sin embargo, financió 17 en el año 2000 y 33 en el 2001. Es difícil reflejar el presupuesto medio por proyecto, ya que en general tienen cifras muy dispares, oscilando entre 3.000 y 180.303,63 euros.

La mayor parte de los proyectos están dirigidos a América del Sur. Esta región

se convierte en la principal receptora de proyectos, seguida de Centroamérica, Magreb y África Subsahariana. En este sentido, la cooperación en la provincia de Alicante se presenta prácticamente idéntica a la cooperación de la Comunidad Valenciana. Coinciden las regiones de destino, incluso en el caso de la cooperación con Asia, donde las acciones se concentran, en su gran mayoría, en la India.

El principal país receptor de ayuda de la provincia es Perú, seguido de Cuba, Bolivia y Ecuador. El sector de intervención donde más proyectos se realizan es el de infraestructuras, seguido del sector apoyo comunitario. En la cooperación valenciana, sin embargo, las infraestructuras ocupa el cuarto lugar en el destino de los proyectos, y el apoyo comunitario, el tercer lugar.

Por otra parte, la cooperación descentralizada financia proyectos de cuantías muy diferentes. Aunque es más común el apoyo a acciones de menor coste, más puntuales o a corto plazo, se han introducido en los últimos años los denominados proyectos integrales, a largo plazo.

Existen administraciones que prefieren apoyar más acciones de menor cuantía, y que en su mayoría corresponden a intervenciones más puntuales, como la construcción de un inmueble, la dotación de material o la rehabilitación de infraestructuras.

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Otras administraciones financian menos proyectos de mayor cuantía, que se corresponderían con proyectos que involucran a un grupo de población en un proceso determinado a medio o largo plazo.

1.2. La Administración y el técnico responsable de la

cooperación.

No todas las administraciones de la provincia gestionan la cooperación desde el mismo departamento. Aunque predomina el de Bienestar Social, existen otras que lo han ubicado en Juventud o Fomento, o que han creado una dependencia o concejalía propia de Solidaridad.

La mayoría de ellas financia los proyectos a partir de una convocatoria de subvenciones regida por sus correspondientes bases. Sin embargo, algunas experiencias negativas han llevado a dos de las administraciones estudiadas a incorporar el método del convenio con las ONG. Éste tiene como finalidad asegurarse que los fondos se destinarán adecuadamente previo adelanto de los mismos por parte de la organización. Una vez justificado el gasto, la administración hace efectiva la subvención del proyecto.

El sistema de valoración de los proyectos, cuyo fin sería seleccionar los que serán financiados, presenta diferentes mecanismos. En principio, todos los técnicos afirman realizar ellos mismos la valoración, solos o con el apoyo de otros compañeros del departamento, de perfil técnico o administrativo.

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La forma de valorar varía entre las administraciones que utilizan un sistema de puntuación, hasta los que realizan una valoración comentada, comprobando si el proyecto contiene todas las partes requeridas. En dos de las administraciones se cuenta con la participación activa de las ONG en el proceso de valoración de los proyectos. Una de las administraciones estudiadas, por ejemplo, establece un sistema de valoración basado en la puntuación de los proyectos. Se exige que éstos contemplen todas las partes requeridas para su aceptación: objetivos, justificación, actividades, capacidad de la contraparte, viabilidad, entre otras La adecuada descripción y explicación de estas partes será puntuada, contribuyendo a la suma final. Aquellos proyectos que obtengan una mayor puntuación serán financiados en anterior lugar a los que tienen menos.

Por otra parte, el seguimiento y evaluación de las acciones se dirige casi únicamente a la justificación económica. No se realiza evaluación de proyectos de forma sistemática y organizada por parte de ninguna administración. En algún caso se solicita a la ONG que presenta el proyecto un informe cualitativo de la evolución y situación del mismo. En uno de los casos la administración habría podido ver sobre el terreno alguno de los proyectos financiados, como una actividad puntual.

La cooperación de la provincia se canaliza fundamentalmente a través de las ONG. Apenas se han encontrado experiencias de cooperación directa o de hermanamientos que incluyan entre sus objetivos la cooperación.

Las administraciones que han manifestado haber puesto en marcha este tipo de acciones son aquellas que más fondos destinan a cooperación, y que han realizado una mayor cantidad de actividades.

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La figura del técnico de cooperación es interpretada de forma diferente por los propios técnicos entrevistados. Hay una serie de cuestiones que destacan en los resultados:

el técnico piensa que le falta formación sobre el trabajo que está

realizando. Esta cuestión parece generar cierta inseguridad a la hora de valorar los proyectos. Además afirman no sentirse preparados profesionalmente para tomar las decisiones, que, sin embargo, están tomando.

Creen que hay una ausencia de control respecto a las acciones que

realmente se realizan en los países receptores de la ayuda. Admiten resignados que no pueden saber si el proyecto ha tenido impacto o no en relación a los objetivos que se planteaba. Esta situación les suscita cierta desconfianza con las ONG que avalan dichos proyectos, ya que dependen de lo que ellas digan y hagan respecto a los mismos.

En general, según los resultados, el control sobre el destino y uso de los

fondos públicos destinados a cooperación sería unos de los principales problemas destacados por los técnicos.

1.3. Participación ciudadana y ONG.

Aunque en general todos los entrevistados admiten que existe una buena relación entre las administraciones y las ONG, algunos han manifestado cierta desconfianza con ciertas organizaciones. El principal motivo parece haber sido el incumplimiento de los plazos de justificación económica de las subvenciones por parte de algunas de

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ellas, lo que ha provocado la puesta en marcha de mecanismos de financiación que aseguraran la solvencia económica de las ONG previo adelanto de los fondos destinados a los proyectos.

La principal vía de participación ciudadana desde la cooperación descentralizada parece ser, actualmente, las ONG. Solamente en un caso los ciudadanos u otras asociaciones participan a través de otros canales en diferentes proyectos promovidos por el departamento de cooperación.

Por otra parte, la participación ciudadana se manifestaría a través de la asistencia a las diferentes actividades de sensibilización realizadas por el departamento y en coordinación con las ONG.

La mayoría de estas actividades consisten en exposiciones, talleres y jornadas

relacionadas con la difusión de la situación de los países más pobres o de los proyectos que se están llevando a cabo en estos países. Las actividades realizadas en la calle tendrían un carácter lúdico, tratando de acercar la cooperación a los ciudadanos.

En resumen, la cooperación descentralizada se caracterizaría por su dependencia de las organizaciones no gubernamentales. Las administraciones admiten una ausencia de control sobre el uso de los fondos, sobre la identificación de los proyectos, sobre la participación de la comunidad receptora de la ayuda y sobre los resultados de la acción. Esta situación la resume uno de los técnicos entrevistados con la siguiente expresión: “no tenemos más remedio que fiarnos de la ONG”.

La participación e influencia de las ONG en la gestión de la ayuda, sus formas

de funcionar y los objetivos que persiguen parecen condicionar, en gran medida, las bases de la cooperación desde los entes locales.

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2. Las políticas de cooperación para el desarrollo a debate.

La cooperación descentralizada en la provincia de Alicante presenta pautas diferentes en cada administración, ya que éstas han creado mecanismos distintos de gestión en función de su propia situación y características. Es por ello que la heterogeneidad de sus objetivos e instrumentos hace difícil una generalización del fenómeno. Más bien se ha tratado de reflexionar, en este apartado, acerca de la propia dinámica partiendo de sus aspectos sobresalientes.

2.1. ¿Crisis en la cooperación internacional?

En los últimos años ha aparecido una fuerte crítica a los objetivos y acciones de la cooperación internacional por parte de diferentes autores. Esta literatura abarca desde el cuestionamiento al fenómeno del desarrollo tal y como se concibe en la actualidad, hasta la crítica de los instrumentos y resultados de la ayuda al desarrollo.

2.1.1. Del desarrollo a la lucha contra la pobreza.

El desarrollo ha sido calificado por determinados autores como fe o mito (Rist, 2001). Esto significa que no sería una meta abordable, sino una excusa de los países ricos para ampliar su dominación sobre los países pobres. O una situación inalcanzable en el marco de las relaciones internacionales establecidas.

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Estas críticas podrían considerarse herederas, de alguna forma, del pensamiento alternativo sobre desarrollo desde los años 50 del siglo XX. La idea básica habría sido que el desarrollo deseable para todos no tendría por qué ser necesariamente el promovido por los países ricos y poderosos. Y que los problemas del subdesarrollo y del maldesarrollo de los pueblos serían la consecuencia del funcionamiento histórico del capitalismo (Tortosa, 2001).

El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, en su Informe sobre Desarrollo Humano de 2003, plantea una posible crisis del desarrollo basándose en el empeoramiento de la situación social, política y económica de un grupo de 21 países que han visto perjudicados sus indicadores de bienestar (PNUD, 2003).

Las agencias de la ONU, además, tratan de llamar la atención para que el proceso promovido por la cooperación sea verdaderamente humano y sostenible. Para ello, proponen estrategias que influyan en nuevos modelos de buenas prácticas para las políticas.

La crítica al desarrollo como objetivo y modelo único ha llevado a los gobiernos a sustituir el discurso sobre desarrollo por la lucha contra la pobreza. En este sentido, se encuentra que la Ley de Cooperación para el Desarrollo española identificó la lucha contra la pobreza como objetivo rector de su política (Rodríguez-Carmona, 2004: 115).

Además, nuevos conceptos están siendo destacados como fundamentales para alcanzar el bienestar. Se trata de la democracia, el good governance (o buen gobierno), y la transparencia política. La reforma del Estado, el fortalecimiento institucional y del Estado de Derecho, el respeto por los derechos humanos y la creación de un contexto idóneo para el desarrollo político y económico se habrían convertido en requisitos y objetivos de la cooperación internacional (Lasagna en Alonso, 2000).

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2.1.2. La ayuda oficial al desarrollo: nuevas palabras para un viejo

discurso.

La idea de que los países ricos debían dedicar el 0,7 % de su PNB al desarrollo mundial fue propuesta por primera vez en 1969. Esta cifra ha sido aceptada como un objetivo para las políticas de ayuda oficial al desarrollo. En 1970 fue ratificada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, formando parte de la estrategia internacional para esa década.

En la actualidad, prácticamente ningún país habría cumplido con este objetivo.

Sin embargo, si los miembros del CAD (los 23 donantes más grandes del mundo) proporcionaran realmente una AOD igual al 0,7 % de su PNB, la ayuda alcanzaría los 165 000 millones de dólares anuales. Esta cifra sería tres veces superior a la actual y estaría por encima de los recursos necesarios para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio (PNUD, 2003:146).

Sin embargo, las agencias de la ONU y el Banco Mundial recomiendan que aumentar la ayuda no es suficiente. Ésta tiene que ser eficiente en su uso para los países receptores. Por ello, las recomendaciones que realizan estos organismos se centran en tres premisas: consolidación de la gobernabilidad, aumento del sentido de propiedad y mejores prácticas de ayuda.

Visiones más críticas se basan en la evaluación de los resultados de las políticas de ayuda en todo el mundo. Sus defensores admiten que “en muchas

ocasiones, la ayuda al desarrollo ha sido un problema más que una solución” (….) “A

menudo parece haber favorecido a los países equivocados, los líderes equivocados y

los sectores equivocados, además de haber sido mal supervisada” (Sogge, 2002: 8).

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Habría actuado además como una distracción: “mientras ella avanza y capta

atención, otras fuerzas están al mismo tiempo actuando: comercio desigual, flujos de

capital, (…...). La ayuda contribuye a camuflar dichas tendencias y a dirigirlas” (Sogge, 2002: 9). En este sentido, diferentes organizaciones han llamado la atención sobre la exclusión que genera el sistema económico en la actualidad, los abusos de las grandes multinacionales y la sumisión de los derechos fundamentales a las reglas del mercado (Brundtland, Estébanez y Martín en Estébanez, 2002: 23-51). Y en este contexto cuál sería el papel que cumpliría la cooperación.

Otros autores han puesto en entredicho este instrumento ya que lo consideran

integrado en un modelo de desarrollo desigual e injusto. La ayuda formaría parte de la propia dinámica que genera pobreza y exclusión, puesto que se nutre y participa del sistema y de los mecanismos que excluyen a muchas sociedades (Martínez Peinado, 1999)12 .

Diferentes visiones, sin embargo, admiten que una adecuada utilización de la ayuda puede contribuir a los procesos de desarrollo en los países receptores (Alonso en Alonso y Fitzgerald, 2003). Si la ayuda se gestiona en unas condiciones favorables, de carácter político e institucional, podría considerarse un instrumento útil para alcanzar objetivos de bienestar.

En el caso español, la experiencia parece poner de manifiesto una problemática de carácter estructural en la ayuda relacionada con las bases de su sistema político-organizativo. Durante el periodo 1998-2001, la orientación geográfica 12 En una de las obras más críticas con la cooperación internacional se ha planteado que: “Una afirmación que no se hace en este libro es: que la ayuda produce desarrollo” (Sogge, 2002: 15). El autor se pregunta “¿Puede la ayuda externa al desarrollo producir un mayor empobrecimiento de la gente? Quizás, ya que la cuestión es que la ayuda y el desarrollo son cosas diferentes y no necesariamente compatibles… El libro muestra la relación entre la ayuda externa en la actualidad y el desarrollo, como algo más problemático y complejo de lo que se presume de la unión entre lo que se llama hospitales y salud o entre las noticias televisivas y los públicos bien informados” (Sogge, 2002: 16).

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de la ayuda oficial al desarrollo española privilegió los países de renta intermedia, que acapararon el 54 % de los recursos, además de dirigirse a ámbitos muy alejados de la lucha contra la pobreza (Rodríguez Carmona, 2004:115)

Observando el panorama de la ayuda en la actualidad, parece que ésta ha creado un complejo organigrama compuesto de nuevos conceptos. En sus documentos oficiales se hace referencia a la lucha contra la pobreza, la gobernabilidad, la democracia, el desarrollo local o la participación comunitaria y parece haberse superado el objetivo únicamente económico de la cooperación.

Además, se ha clasificado la ayuda en términos burocráticos en técnica, de emergencia, humanitaria, reembolsable, no reembolsable. En definitiva, ha establecido una jerarquía de mecanismos, instrumentos y responsabilidades. Sin embargo, los datos apuntan a que los resultados siguen siendo los mismos, y que los efectos deseados en su planteamiento parecen no producirse. Aunque se habría modernizado su marco conceptual, el discurso de la ayuda parece seguir siendo el que era en su origen, ampliamente cuestionado, especialmente, en los últimos años.

2.2. La cooperación en la Provincia de Alicante: ¿un enfoque

diferente?

2.2.1. Proyectos versus procesos.

La cooperación descentralizada en la provincia de Alicante financia fundamentalmente proyectos dirigidos a América del Sur destinados al sector de infraestructuras. Aunque

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existe un predominio en el destino de los proyectos hacia Latinoamérica, la cooperación en la provincia habría intervenido, desde el año 2000 hasta el año 2002, en 40 países del mundo.

Entre los datos obtenidos se encuentran multitud de proyectos en países o sectores que no vuelven a ser abordados en años posteriores. Solamente aparece una cooperación constante con los campamentos de refugiados saharauis, siendo el único ámbito que es financiado cada año por las administraciones estudiadas.

Los expertos y organismos que estudian la cooperación descentralizada, sin embargo, le han atribuido una especial capacidad para evitar la dispersión de la ayuda y para concentrar esfuerzos en pro de países donde se venga cooperando de manera permanente. Esto significa que podría ser promotora de procesos o acciones a largo plazo y de carácter más integral (Rodríguez Gil en Nieto Pereira, 2001).

Entre sus potencialidades incluyen la capacidad de promover lazos estables de cooperación en el marco de hermanamientos o de compromisos para fomentar el desarrollo local y la cooperación directa (de municipio a municipio). De esta forma la cooperación podría ser presentada como un instrumento de apoyo a procesos de desarrollo más que como la financiación de acciones puntuales en diferentes países y sectores.

2.2.2. Valoración de las expectativas.

La cooperación descentralizada ha sido caracterizada como aquella que puede ser más cercana a la ciudadanía (González Parada, 1998). Parece que la posibilidad de

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tomar decisiones al margen de la administración central ha conformado una heterogeneidad de estilos y modelos entre las entidades locales, favoreciendo el protagonismo de la población.

Los técnicos han manifestado a lo largo de las entrevistas lo que debería o podría ser la cooperación descentralizada en contraste con su propia realidad. Las expectativas políticas y sociales que suscita la cooperación local vendrían avaladas por dicha cercanía a los ciudadanos, por una mayor accesibilidad en la toma de decisiones y por una posible influencia social en las políticas (Rodríguez Gil en Nieto Pereira, 2001).

Sin embargo, el análisis de los datos ha mostrado un contexto escasamente regulado y en ocasiones poco transparente. La participación social no se daría en la cooperación descentralizada al margen de las ONG. Los técnicos reclaman formación para desarrollar su trabajo y destacan la dificultad que supone el desconocimiento de los resultados de los proyectos que se subvencionan.

Las organizaciones no gubernamentales se han acercado más al modelo de

cooperación local. En este ámbito tendrían la posibilidad de participar y de influir en la toma de decisiones. También en este contexto descubren sus intereses y demandas, mostrando, cada una de ellas, los valores que las llevan a actuar (Sogge, 1998). Por otra parte, los técnicos parecen no estar familiarizados con la denominación cooperación descentralizada ya que es una expresión desconocida para la gran mayoría de los entrevistados. Actualmente no se utilizaría para referirse a la cooperación para el desarrollo que se lleva a cabo en los entes locales de la provincia de Alicante.

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En definitiva, las virtudes atribuidas a la cooperación descentralizada parecen contrastar con la experiencia cotidiana de los profesionales y con las decisiones políticas.

2.2.3. Sobre las fuentes y métodos.

Las fuentes de datos secundarios encontradas para la investigación en cooperación descentralizada son escasas. Mientras que la literatura sobre desarrollo y cooperación internacional en general parece haber evolucionado considerablemente en los últimos años, no ha sido así respecto a la cooperación local.

Apenas se han hallado estudios empíricos que desvelen sus mecanismos de funcionamiento o el esquema de actuación de determinadas administraciones locales. En España estas investigaciones parece que todavía son menos frecuentes.

Se han encontrado sin embargo multitud de artículos teóricos y de opinión en fuentes relacionadas con organizaciones no gubernamentales y diversas asociaciones. También abundan los documentos desde la Unión Europea, las Agencias de la ONU o los Gobiernos Europeos respecto a los principios y potencialidades de la cooperación descentralizada, siempre desde una perspectiva teórica.

En definitiva, se observa que la investigación científica realizada sobre este tipo de cooperación es escasa. Sin embargo, las acciones y los proyectos se han multiplicado en los últimos años, lo que podría constituir un motivo para promover los estudios.

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En cuanto a las fuentes primarias utilizadas en la investigación, hay que destacar que dos de las administraciones no suministraron una parte de los datos solicitados, aunque toda información aprobada por un pleno municipal tiene carácter público por ley y debe estar a disposición de todo el que la demande. La cooperación no constituye una excepción en este sentido. Su política, sus objetivos y actividades habrían de ser transparentes y accesibles para los ciudadanos.

Respecto a los métodos, y tras los resultados obtenidos, puede concluirse que en especial, la entrevista ha sido una técnica apropiada para esta investigación. Ha permitido profundizar en múltiples aspectos que explican los mecanismos de la cooperación descentralizada, y que son difíciles de extraer a través de otras técnicas.

En definitiva, el proceso de realización de las entrevistas ha sido valorado positivamente por el investigador. El tiempo necesario y las condiciones apropiadas fueron ofrecidos por los técnicos entrevistados de forma adecuada.

7.3. Sugerencias para futuras investigaciones.

Tras realizar una primera aproximación a la realidad de la cooperación descentralizada en la provincia de Alicante, han surgido en el investigador nuevas inquietudes sobre las que profundizar.

En primer lugar, la escasez de estudios encontrados podría ser causa suficiente para proponer nuevas investigaciones. Por otra parte, también parece interesante abordar experiencias concretas, estudios de casos. Por ejemplo, cómo se diseñan y se ponen en marcha las políticas de cooperación desde diferentes administraciones, quién participa en el proceso, cómo enfocan la cooperación. Podría

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ser muy ilustrativo comparar las políticas entre diferentes comunidades autónomas y entre provincias, de tal forma que puedan extraerse modelos de buenas prácticas en función de los resultados de la cooperación ofrecidos por cada entidad.

En esta línea, se han elaborado diferentes documentos y materiales con el fin de apoyar a las administraciones en sus tareas de gestión (CONGDE, 2000). Sin embargo apenas se encuentran estudios sobre los resultados de dicha gestión en términos, por una parte, de resultados reales de la ayuda, y por otra, de efectos sobre la movilización ciudadana.

En general, no parece haberse estudiado el impacto de los proyectos de cooperación sobre la población destinataria de los mismos. Tampoco se conocería el efecto real de la presión ciudadana sobre la adquisición de compromisos políticos relacionados con la cooperación.

Parece no existir evidencia empírica de que la cooperación descentralizada sea especialmente positiva para dinamizar recursos locales, acercar la cooperación al ciudadano o socializar las decisiones políticas. Eso no significa que no sea potencialmente positiva, sino que sus resultados hasta ahora no han demostrado que esta cooperación, por ser competencia de los entes locales, sea mejor que otra. Esto confirma la necesidad de futuros estudios.

Siguiendo esta línea, un reto investigador podría ser comparar el impacto de los proyectos financiados y gestionados por la cooperación descentralizada y los promovidos por otros tipos de cooperación, como la bilateral o multilateral. Para destacar las potencialidades de un modelo de cooperación habría que, en primer lugar, contrastar sus resultados con los del resto de tipologías de cooperación.

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En definitiva, sería más interesante profundizar más que en la eficiencia, en la capacidad de lucha contra la pobreza que habrían demostrado dichos proyectos. Esta premisa debería ser, según los principales organismos multilaterales y los gobiernos del mundo, el principal objetivo promotor de la cooperación para el desarrollo.

7.4. Reflexiones finales.

En este último apartado se realizará una exposición sobre lo que diferentes autores han afirmado acerca la cooperación descentralizada y su relación o contraste con los resultados surgidos en esta investigación. Entre la literatura escrita sobre cooperación descentralizada se encuentran dos tipos de documentos. En primer lugar están aquellos que hablan de las potencialidades de la cooperación descentralizada como una posible nueva hipótesis de trabajo (González Parada, 1998: 142). Se trataría de una visión de la cooperación basada en la participación social, en el rol del desarrollo local y en las posibilidades de apoyo a la democratización de los países receptores de la ayuda. En segundo lugar, en los últimos años se han realizado informes que hablan de los mecanismos o instrumentos de gestión de la cooperación descentralizada. Ante la escasa experiencia que parecen tener los agentes de cooperación en este campo, se ha tratado de aportar ideas y recomendaciones para superar los obstáculos (CONGDE, 2000). Respecto al primer tipo de literatura, tanto sus autores como los técnicos entrevistados en esta investigación coinciden en las posibilidades y capacidades que

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parece tener la cooperación descentralizada, especialmente la cooperación municipal. Uno de los autores lo resume de la siguiente forma: “ (…..) más allá del peso de los montos que dediquen, los

ayuntamientos pueden, por un lado, estar contribuyendo a poner en marcha una

cooperación pública cualitativamente diferente, en su génesis, en sus destinos y en sus

contenidos, de la que realizan el gobierno central y las comunidades autónomas, y por

otro lado, esta nueva actividad puede contribuir en alguna medida a transformar

aspectos de la cultura política y administrativa de nuestros ayuntamientos, haciéndolos

más abiertos hacia el exterior y más sensibles hacia el interior. Cuando un

ayuntamiento empieza a contribuir a la cooperación para el desarrollo, también suele

ampliar su sensibilidad y sus actuaciones hacia aspectos de la polarización económica

del mundo que se manifiestan en su territorio, como puede ser la emigración, el

racismo o los refugiados, y hacia la creciente polarización social y económica que se

da en nuestro país” (Rodríguez Gil en González Parada, 1998). En teoría, el compromiso de la cooperación descentralizada puede contribuir a una mayor sensibilización de los agentes políticos y de la población. Y este es un valor que ha sido destacado por algunos de los entrevistados. Sin embargo, la experiencia en la provincia de Alicante parece insuficiente para evaluar un objetivo tan a largo plazo. Es posible que en próximos años pueda observarse mejor si las ventajas atribuidas a este tipo de cooperación pueden realmente desarrollarse en el ámbito local. Por otra parte, en los últimos años han predominado los informes que tratan de mejorar los mecanismos de gestión de la cooperación descentralizada. Quizá el documento más completo al respeto sea “Homogeneización de criterios en la

cooperación descentralizada”, puesto en marcha por la Coordinadora de ONG para el Desarrollo de España y presentado en el año 2000.

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Este documento tuvo en cuenta en su elaboración los principales problemas y necesidades de la cooperación descentralizada española a partir de un estudio encargado al Instituto Universitario de Desarrollo y Cooperación de la Universidad Complutense de Madrid. Las recomendaciones abarcan cómo gestionar la convocatoria de proyectos, los requisitos que habrían de exigirse a las ONG o los requisitos técnicos que tendrían que contener los proyectos. También cómo crear líneas de financiación correspondientes a distintos tipos de proyectos: de cooperación para el desarrollo, de ayuda humanitaria y/o emergencia, y de sensibilización, educación e investigación para el desarrollo (Piqueras Candela, 2000). Aunque estas ideas están puestas a disposición de las administraciones, pocas de ellas se han puesto en marcha en los entes locales de la provincia de Alicante. En primer lugar, las limitadas dimensiones de algunos municipios simplifican su gestión, ya que cuentan con poco presupuesto y por lo tanto con pocas actividades. Sin embargo algunos de sus problemas podrían verse resueltos o visiblemente mejorados si asumieran algunas de estas recomendaciones, por ejemplo especificar los requisitos técnicos de los proyectos para una mejor valoración de los mismos. Por otra parte, autores y entrevistados coinciden en algunos problemas de fondo de la cooperación descentralizada, como la ubicación de la cooperación en la administración, la escasa formación de los técnicos en materia de cooperación, la falta de leyes autonómicas de cooperación, la ausencia de investigación en cooperación y la insuficiente coordinación de la cooperación descentralizada. En general, existe consenso respecto a la problemática a superar desde la cooperación descentralizada. Sin embargo no está claro que las administraciones

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estén dando los pasos necesarios para mejorar su situación o estén tomando decisiones sobre cada uno de los obstáculos que se le presentan. Podría ser que las entidades vieran algo utópica la idea de una cooperación participativa y transparente, ya que la realidad de cada día parece reproducir los mismos mecanismos que caracterizan a otros tipos de cooperación. El objetivo de concebir líneas de acción diferentes parece enfrentarse al propio funcionamiento de la administración, a los intereses y expectativas de cada uno de los agentes de cooperación y a las directrices que llegan desde el gobierno central. Sin embargo, parece que los recursos pueden utilizarse de forma que contribuyan al desarrollo humano, como se ha expuesto a partir de la experiencia del municipio italiano de Milán: “los recursos privados y públicos destinados a la solidaridad y a la

cooperación internacional deben promover el desarrollo humano y comunitario y

pueden contribuir al mejoramiento de las relaciones internacionales diplomáticas y

comerciales, pero no están subordinadas a ellas…” (González Parada, 1998: 143). Finalmente, la autonomía de las administraciones locales en la gestión de la cooperación puede convertirse en una oportunidad para potenciar la horizontalidad y solidaridad en las relaciones entre los pueblos, contribuyendo así a fomentar las potenciales ventajas de la cooperación descentralizada.