TERCERA PARTE - laparroquiadelensanche.es

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TERCERA PARTE

Jesús, nuestro Maestro

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¿QUE ES ESTE LIBRITO? Este librito es el tercero de la serie JESÚS, ¿QUIÉN ERES TÚ?" Son libros que te pueden ayudar a conocer y querer más a nuestro Señor Je-sucristo y crecer así mucho en tu vida de hij@ de Dios. Estos libros no están escritos para ser leídos como se leen los demás, sino para ponerte en contacto con la Palabra de Dios en los Evangelios y ayudarte a pensar y hablar con Dios. Están escritos para niños y niñas que desean vivir como verdaderos amigos de Jesús. Este tercer libro presenta al Señor Jesús como MAESTRO DE LOS HOM-BRES. Son 22 meditaciones muy sencillas que te pueden ir orientando para comprender y vivir mejor algunas enseñanzas de Jesús sobre el Padre Dios y la manera de unirnos más con él. Las primeras 14 meditaciones te guiarán en el conocimiento de Dios, según nos lo enseñó su Hijo Jesucristo. Las 8 restantes, centradas en el "Padre nues-tro" te enseñarán a hablar mejor con el Padre del cielo y quererle mucho, como nos lo enseñó Jesús con sus palabras y su ejemplo. Si no recuerdas bien cómo se hace la "meditación", puedes consultar la pri-mera página de cualquiera de los dos libros anteriores, donde se te pone una breve instrucción. Que el Espíritu Santo de Jesús te ilumine por dentro, para que cada día vayas conociendo mejor a Jesucristo y te dé fuerzas para quererle de verdad y seguir-le fielmente.

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Tiene cinco meditaciones sacadas del Evangelio de San Lucas, capítulo 15, versículos 11 al 24. Este Evangelio dice así:

Jesús contó esta parábola: Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: -Padre, dome la parte que me toca de la herencia. El padre les repartió los bienes No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se marchó aun país lejano y allí derrochó su fortuna, viviendo como un sinvergüenza. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible y empezó a pasar necesidad. Buscó entonces trabajo y tanto le insistió a un granjero de aquel país que éste le mandó a sus campos a cuidar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos, porque nadie le daba de comer. Reflexionando entonces, se dijo: -Cuántos trabajadores de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino a donde está mi padre y le diré: Padre, he pecado contra Dios y contra ti. Ya no merezco llamarme hijo tuyo. Trátame como a uno de tus trabajadores. Se puso en camino adonde estaba su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió. Y echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: -Padre, he pecado contra Dios y contra ti. Ya no merezco llamarme hijo tu-yo. Pero el padre dijo a sus criados: -Sacad enseguida el mejor traje y vestidle. Ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies. Traed el ternero cebado y matadlo y celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido, estaba perdido y lo hemos encontrado Y comenzó el banquete.

JESÚS NOS DICE: DIOS ES VUESTRO PADRE

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NOTA SOBRE LA PARÁBOLA DEL PADRE BUENO Jesús conoce perfectamente a Dios, porque es su Hijo y quiere enseñarnos cómo es su Padre y nuestro Padre, para que también nosotros tengamos la alegría de conocerlo. Tal vez sea ésta la enseñanza más importante y bonita que nos enseñó Jesús. Nos lo explicó de muchas maneras, especialmente con esta preciosa página del Evangelio que acabas de leer. Se llama “Parábola del Padre bueno” (otros la llaman Parábola del hijo pródigo). Es una bonita narración, como una precio-sa fotografía de Dios que nos ha presentado su Hijo Jesús. En ella, el padre bueno representa a Dios y el hijo que se marchó representa al pecador, a noso-tros. Si lo leemos con atención, advertiremos que Jesús nos enseña bastantes cosas de Dios, por ejemplo, que es nuestro Padre, que es todo amor, que nos quiere siempre, aunque seamos malos y otras cosas. Para hacerte más fácil la comprensión de este Evangelio, te propongo estas cinco meditaciones: Meditación 1: Dios es nuestro Padre.

Meditación 2: Dios es amor. Meditación 3: Dios nos quiere aunque seamos malos. Meditación 4: ¿Cuánto nos quiere Dios? Meditación 5: ¡Soy hij@ de Dios!

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Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió. Y echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo.

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MEDITACIÓN 1

Dios es nuestro Padre

● DIOS ME HABLA Jesús contó esta parábola: -Un hombre tenía dos hijos...

(Lucas 1571J

● REFLEXIONO

Los judíos de la época de Jesús y aun los anteriores, sabían que Dios era el Padre de su pueblo, Israel, porque lo dice la Biblia en el Antiguo Testamento. Pero no le sentían tanto como Padre personal de cada uno de ellos. Se fijaban más en la idea de que Dios es el Señor todopode-roso, el creador de cielos y tierra, el fuerte defensor de Israel ante los enemigos, el dueño absolu-to de cuanto existe...

Pero Jesús dijo claramente que Dios es ante todo nuestro Padre, el Padre de todos y de cada uno de nosotros, no solamente de todo el mundo en general. En los Evangelios aparece esta idea unas ¡ciento setenta veces! Con esto verás la importancia que daba el Señor a esta enseñan-za sobre Dios. Muchos dicen que es lo más importante que nos enseñó.

Piénsalo: ese Ser maravilloso, poderoso y grande que ha hecho las estrellas, el mar, las montañas, los animales, a los hombres y mujeres y todo cuanto existe, ese Ser invisible pero que está en todas partes y que todo lo llena de vida y alegría, ese Ser infinitamente bueno, que está dentro de ti ... ¡ES TU PADRE, NUESTRO PADRE!

Ahora, mientras piensas estas cosas, él te está mirando con un cariño grandísimo, como nadie puede quererte en este mundo. Te está dando la vida en cada momento, te regala hasta el aire que respiras y se alegra al ver que piensas en él y le quieres... Él piensa continuamente en ti, está contigo, dentro de ti.

Reflexiona unos momentos sobre todo esto, en profundo silencio, como sintiendo la ca-ricia amorosa de sus manos.

Todas estas ideas que nos enseña Jesús tienen que llenar tu corazón de alegría y de amor hacia Dios, como también llenaban el corazón de Jesús.

● RESPONDO A DIOS

Ponte en pie y cruza las manos sobre el corazón en señal de amor a tu Padre Dios que está dentro de ti. Habla con él para decirle lo content@ que estás de que sea tu Padre y lo que le quieres.

Dios bueno, Dios grande y poderoso, me da mucha alegro pensar que eres mi Pa-dre. Nos lo ha enseñado tu Hijo Jesús, que te conoce perfectamente. ¡Te doy gra-cias porque eres mi Padre, nuestro Padre!

Tú me formaste dentro de mi madre, me diste la vida, el cuerpo, el alma. Me has dado todas las cosas y me sostienes en tus manos, como la madre a su hijo. Estás conmigo día y noche, me hablas al corazón y quieres verme feliz en la tierra y en el cielo. ¡Gracias, Padre Dios!

Yo también te quiero y deseo amarte más cada día. Quiero ser buen/a hij@ tuy@. Quiero ser buen@ con todos, como lo eres tú. Ayúdame a cumplirlo. Así sea.

MEDITACIÓN 2

Dios es amor

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● DIOS ME HABLA Cuando el hijo estaba todavía lejos, su padre lo vio y se conmovió, Y echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo.

(Lucas 15, 20) ● REFLEXIONO

Comienza la meditación de hoy recordando los detalles de la parábola del padre bueno: -el padre bueno piensa continuamente en el hijo que se marchó -está profundamente apenado porque se alejó el hijo a quien tanto quiere -lo sigue amando entrañablemente, a pesar de lo que ha hecho. Frecuentemente sale al camino para ver si vuelve su hijo -cuando regresa, no le riñe ni le castiga, sino que, olvidando el disgusto que le ha dado, le perdo-na, le abraza y le besa. -lo único que desea es que su hijo esté ya siempre con él y hace una fiesta para celebrar que su hijo ha vuelto. Teniendo en cuenta que este padre tan bueno representa a nuestro Padre del cielo, está claro que Jesús nos ha querido enseñar algo precioso de Dios y es que DIOS ES AMOR. Mira lo que dice la Primera Carta de San Juan: "Quien no ama, no ha conocido a Dios, porque Dios es amor" (capítulo 4, versículo 8). Para que sientas mejor lo que esto significa, piensa lo que es el amor, por ejemplo el que te tienen tus padres: sacrificios continuos para que no te falte nada, se interesan por todo lo tuyo, piensan en ti con cariño, se alegran de tus alegrías, sufren cuando tú sufres, están llenos de ilu-sión por ti, desean estar contigo, te lo dan todo, te defienden, te corrigen, te acogen, cuidan de ti, te besan, te quieren... Todo eso y mucho más es el amor verdadero. Pues Dios es eso, pero en grado infinito, es todo AMOR. El amor que te tienen tus padres es una chispita en comparación con el que te tiene Dios. Él es todo amor sin fallos, sin límites, sin fin.

● RESPONDO A DIOS

Ponte en pie y junta las manos. En esta postura respetuosa, procura sentir que Dios te está mirando lleno de alegría porque le quieres.

Háblale y dile cuánto le quieres. Déjate llevar del cariño hacia él. Lo mejor es que le digas tú mísm@ lo que sientes. Pero sí no aciertas, aquí tienes algo para decirle:

¡Gracias, Padre Dios, porque eres todo amor, todo bondad y cariño! Esto es lo más bonito que puedo pensar de ti y nos lo ha enseñado tu Hijo Jesús.

Padre Dios, ¿cómo eres? ¿Serás como mis padres, pero mucho mejor, con un ca-riño que no se acaba nunca? Me gustaría verte con los ojos, abrazarte como abrazo a mis padres. Pero sé que esto no puede ser todavía. Te veré y te abrazaré cuando vaya al cielo.

Mientras tanto, procuraré verte en mis padres, quererte en ellos, porque ellos son la mejor imagen de tu bondad. Sentiré tu amor cuando sienta el de ellos, gozaré de tu presencia cuando esté con ellos, te amaré mucho en ellos. ¡Gracias, Padre Dios!

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MEDITACIÓN 3 Dios nos quiere, aunque seamos malos

● DIOS ME HABLA

Cuando todavía estaba lejos, su padre le vio y se conmovió. (Lucas 15, 20)

● REFLEXIONO

¿Sabes por qué contó Jesús esta parábola? Porque había unos fariseos y unos doctores de la Ley que hablaban mal de él. Decían que Jesús no era bueno porque se juntaba con gente mala, comía con ellos y era su amigo. Entonces Jesús quiso enseñarles que, si quería tanto a los peca-dores, era porque también los quiere el Padre Dios, que Dios nos quiere a todos, aunque seamos malos y su mayor deseo es que seamos buenos hijos suyos y estemos siempre con él.

Recuerda que, en la parábola de Jesús, el padre bueno representa a Dios. El hijo que se mar-chó es el pecador, nosotros (cuando hacemos algo malo, es como que nos apartamos un poco de Dios). Y recordarás que el padre bueno sintió una gran alegría cuando regresó su hijo y no le riñó, ni le castigó. Sólo pensó que su hijo, al que ya creía perdido para siempre, había vuelto a sus brazos. Por eso celebró una gran fiesta, le dio vestido y sandalias nuevas y puso en su dedo el anillo de familia.

Comprenderás que, al contar esto, Jesús quiere enseñamos que el buen Padre Dios ama a todos, por malos que seamos. Solamente desea que volvamos a sus brazos, que nos arrepinta-mos del mal que hayamos hecho y vivamos felices siempre junto a él.

Así es Dios y así es su Hijo Jesús. Por eso, tenemos que estar llenos de alegría y no querer apartarnos nunca de Dios por los pecados. ● RESPONDO A DIOS

Para hacer hoy la oración, ponte en la presencia de Dios. Piensa que te está mirando con un cariño infinito. No importa que a veces tengas pecados, que hayas sido mal@. No importa. Él te quiere siempre, tal como eres, con tus fallos y tus cosas buenas. Sólo desea que seas cada día mejor y vivas feliz con él. Procura sentir su amor dentro de ti...

Luego, con las manos juntas, o cruzadas sobre el pecho, dile lo que quieras, por ejemplo:

Padre Dios, tu Hijo Jesús nos ha dicho que tú quieres a todos, aunque seamos malos. Que sólo deseas perdonarnos y hacernos buenos y felices.

Te voy a decir una cosa que siento dentro algunas veces: cuando soy mal@ y he cometido algún pecado, me viene la idea de que estarás enfadado conmigo...

Pero ahora veo que me quieres siempre, aunque me haya portado mal. Estoy muy content@ al ver que eres tan bueno, al ver que me quieres tanto a

pesar de mis fallos. Padre bueno, tengo una pena y es que hay personas en el mundo que no quieren

volver a ti, que no te hacen caso ni les importa ser hijos tuyos. Sé que tu corazón de Padre los sigue queriendo y deseas perdonarlos y darles tu amistad. Te pido por ellos. Que se den cuenta de que los quieres, que sientan el arrepentimiento de ha-berse alejado de ti y vuelvan a tus brazos, como el hijo arrepentido de la parábola que nos contó Jesús. Así sea.

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MEDITACIÓN 4

¿Cuánto nos quiere Dios ?

● DIOS ME HABLA Su hijo le dijo: -Padre, he pecado contra Dios y contra ti. Ya no merezco llamarme hijo tuyo. Pero el padre dijo a sus criados: -Sacad enseguida el mejor traje y vestidle. Ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies, Traed el ternero cebado y matadlo y celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido, estaba perdido y lo hemos en-contrado.

(Lucas 15, 21-24) ● REFLEXIONO

El amor se nota en muchas cosas, por ejemplo en la sonrisa, en la mirada, en las palabras, pero especialmente se nota en la entrega a la persona querida. Por ejemplo: si vas por la calle y ves a una persona amiga de tus padres y te llama, te acaricia, te hace un pequeño regalo..., ves que te quiere. Si otra persona te ayuda en algo importante y dificultoso, ves que te quiere más. Y si alguien se sacrifica verdaderamente por ti y está dispuesto a darte lo que necesites, ves que te quiere muchísimo. Y es que el amor se nota en dos cosas: en lo que hacen por ti y en el cariño que te tienen.

Pues verás: el amor que Dios te tiene es tan grande que te ha dado todo lo que tienes. El mundo entero, la naturaleza, tu cuerpo y tu alma, tu vida, todo, todo, te lo ha dado él y es señal de su inmenso cariño hacia ti. Ya ves cuánto te quiere. Parece que ya no se puede amar más, ¿verdad?...

Pues hay algo en lo que el amor que Dios nos tiene desborda todo lo que podíamos imaginar y es esto: Dios nos ama tanto que ha llegado hasta a entregarnos su propio Hijo para salvamos. Mira lo que dice la Biblia: "Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna" (Juan 3,16).

Más amor no se puede tener. Dios nos ama hasta entregarse él mismo a nosotros en su Hijo Jesucristo.

Después de pensar estas cosas, es natural que crezca mucho en ti el amor que ya tienes a Dios. ● RESPONDO A DIOS

Para hablar hoy con Dios, imagínate todo lo que te ha dado: el cielo, la tierra, la vida, tu cuerpo, tu in-teligencia.. . Imagínate también a Jesús muerto en la cruz para nuestro bien...

Luego levantas los brazos y haces esta oración (u otra que tú quieras):

Padre Dios, ¡cuánto me quieres! Yo ya sabía que me quieres mucho, más que mis padres, más que todo el mundo. Veo tu amor en todo lo que me has regalado: en el sol y en las estrellas tan bonitas, en el agua y en el fuego, en las montañas y en el mar, en las flores y en los animales. Todo me dice cuánto me quieres. Pero ahora veo que tu amor es aún ma-yor, es más de lo que yo podía imaginar. Ahora veo

que me tienes un amor tan grande que has llegado a entregar a tu propio Hijo Jesús para salvarme. En Jesús me lo das todo. En Jesús me das el cielo. ¡En Jesús te das tú mismo! Gracias, Padre bueno.

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MEDITACIÓN 5

¡Soy híj@ de Dios! ● DIOS ME HABLA

Mirad qué amor tan grande nos tiene el Padre Dios que nos llamamos hijos suyos ¡y lo somos de verdad!

(Carta primera de San Juan, capítulo 3, versículo 1) ● REFLEXIONO

¡Soy hij@ de Dios! Esta idea debería hacemos saltar de alegría. Es tan maravilloso saber que somos hijos e hijas de Dios, que ninguna pena del mundo debería ser capaz de quitamos la alegría.

Pero, ¿cómo podemos ser hijos de Dios, verdaderos hijos de Dios? Porque para ser hijos de Dios tendríamos que tener la misma vida de Dios... Intentaré explicarlo de manera sencilla para que lo sientas y te llenes de gozo: tú eres hij@ de tus papás porque tienes su misma vida, su misma naturaleza. Eres un ser humano como ellos. Ellos te dieron su vida, la misma que ellos tienen. Imagínate a un señor que quiere muchísimo a un niño amigo suyo. Pero por más que le quiera y le dé todo, este niño no será nunca hijo suyo verdadero, porque no lleva su misma vida, su misma sangre, ¿verdad? Pues bueno, si ser hijo es tener la misma vida de los padres, ser hijo de Dios será tener la misma vida de Dios... Al leer esto, seguramente habrás pensado: pero entonces, ¿tengo yo vida de Dios? ¡Así es, aunque parezca imposible! Cuando naciste, eras una criatura de Dios, pero no su hij@, porque aún no tenías su vida; tenías solamente vida humana. Eras hij@ de tus papás, pero no de Dios. Pero unos días más tarde, tus padres te llevaron a bautizar. Entonces fue cuando Dios puso en ti su propia vida. Desde ese momento, eres hij@ de Dios, tienes derecho a llamarle Padre, eres herman@ de Jesús y de todos los cristianos y tienes derecho a ir al cielo porque es tu propia casa, la casa de tu Padre Dios. Realmente, no podemos tener mayor alegría ni mayor grandeza que ser hijos de Dios. Si algún día puedes visitar la pila bautismal donde te hicieron hij@ de Dios, no dejes de ha-cerlo. Te pones allí de rodillas y das las gracias a tu Padre Dios. Da también las gracias a tus papás porque quisieron llevarte a bautizar. Seguro que esto les gustará. ● RESPONDO A DIOS

Como eres hij@ de Dios, ponte en su presencia con mucha alegría. Procura sentir que Dios, tu Pa-dre, está contigo... Cruza las manos sobre el cora-zón en señal de amor y dile lo content@ que estás de ser su hij@. Padre Dios, es tan estupendo que casi no puedo creerlo: ¡soy tu hü@!. No solamente una criatura tuya como los pájaros y las flores, como el mar y las estrellas... ¡Soy hij@ tuy@ de verdad! Tengo tu vida aquí, dentro de mí. Esto te pido, Padre: que nunca pier-da tu vida, que nunca me aparte de ti y que siempre viva como buen/a hij@ tuy@. También quiero pedirte por mis hermanos los hombres y mujeres, niñas y ni-ños de todo el mundo. Haz que sean hijos tuyos, para que vivan contentos, se quie-ran mucho y vayan al cielo contigo. Así sea.

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Tiene cuatro meditaciones sacadas del Evangelio de San Juan, capítulo 10, versículos 3 al 30 (selección de versículos). Este Evangelio dice así:

Dijo Jesús: -Los ovejas atienden a la voz de su pastor y él va llamando por el

nombre a sus ovejas y las saca afuera. Cuando ha sacado todas, camina delante de ellas y las ovejas lo si-

guen, porque conocen su voz. Yo soy el pastor bueno y conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mi,

igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre. El pastor bueno da la vida por sus ovejas. Yo doy mi vida por mis ove-

jas. Por esto me ama el Padre: porque yo entrego mi vida para poder recupe-rarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente.

Tengo además otras ovejas que no son de este redil (1). También a és-tos las tengo que traer y escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo pastor.

Mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco y ellas me siguen y yo les doy la vida eterna. No perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mi mano.

Mi Padre, que me las ha dado, es más fuerte que todos y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. El Padre y yo somos uno.

(1) "Redil" es un sitio donde se guardan las ovejas, rodeado con una valla para que no se escapen.

NOTA SOBRE EL EVANGELIO DEL PASTOR BUENO Nuestro Padre Dios nos quiere y cuida de nosotros. Desea llevarnos por el camino del bien para que todos nos queramos y vayamos al cielo. Pero nosotros solos no acertaríamos, porque somos egoístas y tenemos muchos fallos. Seríamos como ovejas sin pastor, perdidas, desorientadas. Entonces, Dios dice a su Hijo: -Cuida tú de ellos, guíalos como un pastor bueno guía a sus ovejas. Yo te los entrego. Ahora comprenderás mejor el significado de la parábola del pastor bueno que acabas de leer. Es el Evangelio del amor del Padre Dios por sus hijos, que cuida de nosotros y nos guía por Jesús. Y Jesús lo cumple maravillosamente bien, hasta el extremo de dar la vida por salvar a sus ovejas, que somos noso-tros.

JESÚS NOS DICE: DIOS OS CONOCE Y CUIDA DE VOSOTROS

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El pastor camina delante de sus ovejas y ellas le siguen, porque conocen su voz.

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MEDITACIÓN 1

Jesús me conoce y me llama por mí nombre ● DIOS ME HABLA Dijo Jesús: -Yo soy el pastor bueno y conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí.

(Juan 10, 14)

● REFLEXIONO Tú sabes que tus padres son quienes mejor te conocen. Habrás notado que, a veces, saben lo que te pasa, aunque no se lo digas. Además, el conocimiento que tienen de ti está lleno de cariño y de interés por todo lo tuyo. Pues mira: Jesús, nuestro pastor bueno, nos conoce a cada uno, pero a fondo, más que nues-tros padres, más aún que nosotros mismos. Él sabe lo que pensamos, lo que sentimos en cada momento. Su mirada penetra hasta lo más profundo de nuestro corazón. Y es un conocimiento lleno de cariño. Te conoce y te quiere como nadie jamás podrá hacerlo. Para Jesús eres un ser querido, importante. Él, fíjate bien, hubiera dado la vida solamente por ti, como la dio por todos. Jesús goza cuando tú estás content@, siente tus problemas y es tan amigo tuyo que está dentro de ti. Pero el amor tiene que ser mutuo, es decir, que tú también debes conocer a Jesús y quererle. Él dice que sus ovejas (los que creemos en él) le conocen. Tú conoces a Jesús y le quieres since-ramente, pero siempre debes aspirar a más. La meditación, la oración, los sacramentos, te irán dando la fuerza y la luz del Espíritu Santo para que crezcas mucho en el conocimiento y en el amor a Jesús. ● RESPONDO A DIOS Hay en la Biblia un Salmo (el 138) que puede orientar hoy tu oración. Copio aquí algunas de sus fra-ses para que las vayas rezando con mucho cariño a Jesús que tanto te quiere:

Señor, tú me ves por dentro y me conoces. Tus ojos ven siempre lo que hago.

Penetras hasta lo más profundo de mis pensamientos. Si corro o si descanso, me estás viendo. Todos mis sendas te son familiares.

Antes de abrir los labios para hablar, ya sabes lo que voy a decir. Tú me envuelves por todas partes, me proteges con tus manos.

Hiciste mi cuerpo dentro de mi madre. Y, cuando me iba formando en el vientre de mi madre,

tus ojos veían mis acciones y sabes cuántos años viviré. Esto es maravilloso y casi no puedo entenderlo.

Mira mi corazón, Señor, tú que tan bien me conoces. Y si ves que voy por mal camino, guíame, Pastor bueno. Amén.

A partir de ahora, cuenta a Jesús todo lo que te suceda, tanto las alegrías como los sufrimientos y preocupaciones. Ábrele tu corazón en la oración, pues sabes que él te conoce, te comprende y te quiere. Esto te dará mucha paz y mu-chas alegrías a lo largo de tu vida, porque Jesús es un amigo que nunca falla.

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MEDITACIÓN 2

Jesús me guía ● DIOS ME HABLA Dijo Jesús: -El pastor bueno camina delante de sus ovejas y ellas lo siguen.

(Juan 10, 4)

● REFLEXIONO ¿Has visto alguna vez un pastor de ovejas

guiando a su rebaño? Yo sí lo he visto. Era un hombre sencillo, cordial, bastante charlatán, con una manta al hombro y un palo largo en la mano. Llevaba un zurrón de piel de oveja, grande y muy usado, colgado a un lado con una correa. Iba delante del rebaño para señalar el camino a las ovejas. El perro, simpático y corretón, se colocaba detrás del rebaño. Si alguna oveja se quedaba atrás, mordisqueando por los hierbajos de la cuneta, ladraba el perro y corría la oveja a reunirse con las de-

más. Caminé un rato charlando con el pastor. Aquel día llevaba el rebaño a pastar algo más le-jos, junto a unos rastrojos, porque allí tenían brotes tiernos que se podían aprovechar. También me contó que a veces tenía que coger en brazos a las crías más pequeñas que aún no podían se-guir el paso de las demás, o arreglar la pata de una oveja herida. Se le veía encariñado con su rebaño y su oficio. A muchas las llamaba por el nombre, cosa que me extrañó, porque a mí me parecían todas iguales. Cuando me despedí de él, mientras regresaba solo a casa, me vino a la memoria la frase de Jesús: "Yo soy el pastor bueno". Pensaba que Jesús es realmente nuestro buen Pastor. Él nos conoce y nos guía por el buen camino. Él, con su manera de vivir, nos seña-ló cómo hemos de caminar en la vida. Jesús fue delante de nosotros dándonos ejemplo para que sigamos sus pasos.

Si queremos ser verdaderos hijos de Dios, es preciso que sigamos a Jesús, que vivamos co-mo él, que nos sacrifiquemos por los demás como él, que amemos al Padre Dios y le digamos en todo SÍ como él.

Reflexiona un poco para descubrir si en tu vida actual sigues a Jesús de verdad. ● RESPONDO A DIOS

Cuando hayas terminado de reflexionar, ponte en la presencia de Jesús pensando que te ve, se inte-resa por ti, te llama por tu nombre... Cuéntale lo que hayas descubierto en la reflexión. Pídele también su ayuda para seguirle siempre. Si lo haces con tus propias palabras, mejor. Si lo prefieres, usa esta oración: Jesús, gracias porque nos guías por el camino del cielo. Me gusta pensar que eres mi Pastor y que yo soy como una oveja tuya. Siguiendo tus pasos, imitando tu ejem-plo, seré un/a buen/a hij@ de Dios como tú. Pero tú sabes, Señor, que algunas ve-ces no soy fiel a tus ejemplos, me desvío por el camino del mal y prefiero esos hierbajos de mis caprichos. Sabes también que otros días me encuentro como dé-bil, estoy desanimad@, como si nadie me comprendiera. ¡Soy la oveja coja! Y tam-bién me has visto herid@, Señor, roto mi corazón por el pecado, apartad@ de ti. En ti confío, buen Pastor. No permitas que me aparte de ti. Dame fuerzas con tu ejemplo, cúrame con tu perdón y dame el alimento de tu Pan santo ¡Ayúdame, Je-sús!

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MEDITACIÓN 3

Jesús da su vida para darnos vida eterna ● DIOS ME HABLA

Dijo Jesús: -El pastor bueno da la vida por sus ovejas. Yo doy mi vida por mis ovejas... Yo les doy la vida eterna. No perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mi mano.

(Juan 10, versículos 11, 15 y 28)

● REFLEXIONO

Tal vez te haya llamado un poco la atención eso que dice Jesús de que "el pastor bueno da la vida por sus ovejas". La frase puede parecerte algo rara, porque un pastor no tiene obligación de dar la vida por sus ovejas, por lo menos queriendo. Ni siquiera es conveniente que lo haga, por-que es más importante la vida de un hombre que la de los animales.

Pero es que Jesús se refiere a si mismo y sus ovejas somos nosotros. Si miras a Jesús clava-do en la cruz, tienes la mejor explicación de esa frase del Evangelio. Sí, porque Jesús dio real-mente su vida por sus ovejas. Y la dio porque quiso, ya que él es Dios y nadie puede quitarle la vida si él no quiere.

En el fondo, Jesús nos está hablando del amor infinito de su Corazón. Nos está diciendo que su amor por nosotros es tan verdadero y tan grande que llega hasta a dar su vida por noso-tros. Esto es algo que no puede meditarse sin sentir el corazón lleno de profundo respeto, admi-ración y cariño hacia Jesús.

Este increíble amor de Jesús por nosotros es reflejo del amor que nos tiene el Padre Dios. Jesús mismo dice que es su Padre quien le ha entregado las ovejas (los cristianos) y que el Padre le ama porque da su vida por nosotros. Gracias al sacrificio de Jesús, ofrecido en la cruz para nuestro bien, estamos salvados y somos hijos de Dios. El pecado ha sido borrado por Jesús y ahora tenemos abiertas las puertas del cielo.

¿Vas conociendo mejor todo lo que es Jesús para los hombres, para ti? Ámale mucho, sé siempre fiel amig@ suy@ y vive alegre, muy content@, porque Jesús te quiere. ● RESPONDO A DIOS

Podrías hacer la oración de rodillas, imaginándote que estás al pie de la cruz donde está clavado Je-sús. Tú le miras y él te mira...

Dile que le quieres y que deseas ser siempre amig@ suy@. Pídele la fuerza de su Espíritu Santo.

Señor mío Jesucristo, mi amigo, mi buen pastor: cuando te veo clavado en la cruz, comprendo mejor quién eres para mí. Te entregaste por mí, te sacrificaste para salvarme y me has dado vida eterna.

Yo no sé cómo agradecértelo. Sólo puedo decirte que yo también te quiero. Voy a procurar darte gusto en todo y voy a quererte mucho en los demás por-

que tú así lo deseas. Mis padres y mis hermanos serán Jesús para mi, también mis amigos y amigas y aun aquellos con los que no me entiendo bien. En ellos te amaré, Señor.

Dame la fuerza de tu Espíritu para que en la vida y en la muerte sea siempre tu verdader@ amig@. Así sea.

Puedes terminar rezando a la Virgen el Ave María para que ella te lleve a Jesús y te enseñe a quererte de verdad.

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MEDITACIÓN 4

Las otras ovejas de Jesús

● DIOS ME HABLA Dijo Jesús: -Tengo además otras ovejas que no son de este redil. También a éstas las tengo que traer y escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo pastor.

(Juan 10, 16) ● REFLEXIONO

"Ovejas de Jesús" son aquellos que creen en él y le siguen. Eran ovejas de Jesús los doce apóstoles, los muchos discípulos que le escuchaban, la gente sencilla que le seguía a todas par-tes, los pobres, los niños y todos los que le hacían caso.

Pero Jesús sabía también que, a lo largo de los siglos, miles, millones de personas íbamos a creer en él por la predicación de los apóstoles y sus sucesores. Ésas son las "otras ovejas" de Jesús. Sabía el Señor que él iba a ser nuestro Pastor y que, cuando subiera al cielo, sería Pedro su representante, el Pastor del rebaño de Jesús, como él mismo se lo encargó. Y luego serían sus representantes los sucesores de Pedro, que son los Papas. Así se iba a formar un solo rebaño y un solo Pastor. El rebaño de Jesús es la Iglesia y el Papa su pastor.

Jesús, cuando dijo esto, pensaría también en los que aún no tienen la alegría de conocerle: en los miles de millones de hombres y mujeres de todo el mundo, gentes buenísimas, sencillas, pobres o ricos, niños como tú, ancianos, jóvenes... Jesús los ama, son sus "otras ovejas" y tam-bién dio su vida por ellos. ● RESPONDO A DIOS

Conviene que la oración de hoy sea de súplica, pidiendo a Dios por las "otras ovejas" de Jesús que aún no pertenecen a su rebaño, que todavía no son cristianos.

Una postura buena es de rodillas, con las manos juntas. Puest@ así, concentra tu atención, piensa en esos millones de seres humanos que no conocen a Jesús y pide por ellos.

Padre bueno del cielo, te pido por las ovejas de Jesús que aún no le conocen: por esos niños y niñas como yo, por esos hombres y mujeres, hermanos míos aunque tengan otro color en la piel, por esos pobres seres humanos de piases atrasados, por esos millones que aún no pertenecen al rebaño de Jesús.

Por todos ellos te ofrezco esta oración, unida a la de Jesús. Por ellos te ofrez-co mis estudios, alegrías, juegos, sufrimientos y todo cuanto hago.

Haz que todos vengan al redil de Jesús. Que lleguen a conocerle por el trabajo de los misioneros y misioneras. Que oigan la voz del buen Pastor Jesús y sigan su llamado y se forme pronto, en todo el mundo, un solo rebaño y un solo Pastor. Así sea.

Procura acordarte con frecuencia de las “otras ovejas" de Jesús y renueva tu ofrecimiento al Padre cuando vayas a empezar las clases, a jugar, al ir a dormir..

También puedes decir a la Virgen, de vez en cuando, esta oración:

Virgen María, ruega por nosotros y por los que no conocen a Jesús.

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JESUS NOS DICE:

DIOS ES AMIGO DE LOS NIÑOS Tiene, tres meditaciones sacadas del Evangelio de San Mateo, capítulo 9 versículos 36-37 y capítulo 10, versículos 13 al 16. Este Evangelio dice así:

Un día, acercó Jesús a un niño, lo puso en medio de sus discípulos, lo abrazó y les dijo:

-El que acoge (1) a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mi. Y el que me acoge a mi, no me acoge a mi, sino al que me ha enviado (2).

Otro día le acercaban niños para que los tocara (3), pero sus discípulos les regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: -Dejad que los niños se acerquen a mi, no se lo impidáis. De los que son como ellos es el Reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el Reino de Dios como un niño, no entrará en él. Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos. (1) "Acoger” es aquí lo mismo que recibir con cariño. (2) El que ha enviado a Jesús es el Padre Dios. (3) "Tocara" quiere decir poner las manos sobre los niños para bendecirlos. Solían hacerlo los sacerdotes. También se hace así hoy día, por ejemplo en el bautismo, en la confirmación, en la confesión cuando te dan el perdón de los pecados y en otras ocasiones.

JESÚS NOS DICE: DIOS ES AMIGO DE LOS NIÑOS

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NOTA SOBRE EL EVANGELIO DE JESÚS Y LOS NIÑOS El Evangelio que acabas de leer está compuesto por dos bellísimas esce-nas del Evangelio llamado de San Marcos. No están seguidas, en la misma pá-gina, sino que la primera pertenece al capítulo 9 y la segunda al 10. En la primera dice el Evangelio que los apóstoles habían estado discutien-do a ver quién de ellos era el más importante en el Reino de Dios que anuncia-ba Jesús. El Señor lo supo y quiso aprovechar la ocasión para enseñarles que el más importante ante Dios es el más humilde, el último, el servidor de todos. Esto se lo dijo bien claro. Y además llamó a un niño y lo puso en medio de ellos como ejemplo de humildad. Entonces fue cuando dijo que quien acoge a los niños le acoge a él y al Padre Dios. En la segunda, presenta el Evangelio la preciosa escena de Jesús abra-zando y bendiciendo a los niños. Este Evangelio te enseñará varías cosas muy bonitas sobre Dios. Creo que te gustará meditarlas. Te propongo tres meditaciones que puedes ir haciendo estos días:

Meditación 1. Dios se hace uno con los niños. Meditación 2. Dios toma en serio a los niños. Meditación 3. Jesús abraza y bendice a los niños.

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Los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos

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MEDITACIÓN 1

Dios se hace uno con los niños ● DIOS ME HABLA Un día, acerc6 Jesús a un niño, lo puso en medio de sus discípulos, lo abraz6 y les dijo: -El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí, Y el que me acoge a mí, no me acoge a mí sino al que me ha enviado.

(Marcos 9, 36-37) ● REFLEXIONO

Imagínate que están pegando a un niño en la calle y llega su papá. ¡Inmediatamente a de-fenderlo! Y si le dijeran: -Oiga, señor, que no nos metemos con usted... Él respondería: -¡Es mi hijo! Le estáis pegando y es peor que si me pegáis a mí.

Otro ejemplo: un peque va por la calle de la mano de su mamá. Un señor amigo de la fami-lia se encuentra con ellos, acaricia al niño y le da una golosina... La madre se alegra, sonríe y da las gracias a aquel señor. Claro, se lo han hecho a su hijo ¡y es mejor que si se lo hacen a ella misma! Esto es natural, porque los padres quieren tanto a sus peques que sienten como propio todo lo que se hace a sus hijos. Ellos, los papás, están como identificados, es decir, hechos uno con sus hijos por el cariño que los tienen.

Pues ahora vas a hacer esto: vuelve a leer, pero despacio, las frases de arriba, en DIOS ME HABLA... Lo entiendes, ¿verdad?

Es que Dios os quiere tanto a los niños que se identifica con vosotros, se hace uno con vo-sotros y siente como hecho a sí mismo todo lo que se hace con vosotros. El Padre Dios os tiene un cariño especial. ¡Dios es vuestro amigo!

Por eso debes sentirte agradecid@ a Dios. Has de mirarle con verdadero cariño. Intenta es-tar siempre muy unid@ a él, content@, muy content@, porque Dios te mira con cariño.

Procura sentir esto ahora, en este rato de silencio y reflexión que estás haciendo ante tu Pa-dre Dios... ● RESPONDO A DIOS

Hoy puedes hablar con el Padre del cielo sobre lo que has sentido al leer su Palabra. También pue-des pedirle por los demás, sobre todo por los niños que no le conocen.

Padre Dios, he leído tu Palabra, he reflexionado sobre lo que me dices y estoy contentísim@. Porque es una alegría saber que nos quieres tanto a los niños.

Yo quisiera ser siempre niñ@ ante ti, ser sencill@, humilde y alegre, aunque mi cuerpo crezca y se haga grande. Dame un alma de niñ@, limpia y sincera durante toda mi vida.

Beso tus manos santas que me lo dan todo y quiero estar siempre contigo, como un/a niñ@ con su padre.

Haz que sean así también mis padres, mis hermanos y todos los de mi familia. Que sean así todos los cristianos. También te pido por los niños y niñas de todo el mundo, especialmente por los que aún no te conocen. Me da pena pensar que tú los quieres tanto sin que ellos lo sepan.

¡Tráelos a ti, Padre! Y haz que sientan, como yo ahora, este gozo tan grande que me llena el corazón. Así sea.

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MEDITACIÓN 2

Dios toma en serio a los niños

● DIOS ME HABLA

Otro día acercaron a Jesús niños para que los tocara, pero sus discípulos los regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y dijo:

-Dejad que los niños se acerquen a mí, no se lo impidáis. De los que son como ellos es el Reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el Reino de Dios como un niño, no entrará en él.

(Marcos 10, 13-5) ● REFLEXIONO

No creas que las palabras que acabas de leer en DIOS ME HABLA, tan agradables para un niño o niña, son frases sin importancia, palabras de mero cariño y simpatía del Señor hacia los pequeños. ¡No, nada de eso! Hay que saber por qué las dijo Jesús y el significado que tenían en aquellos tiempos. Solamente así podrás comprender bien lo que Jesús te quiere decir.

Verás: en tiempos de Jesús los niños significaban muy poco para la sociedad y aun para la religión. Casi no eran tenidos en cuenta. Aseguraban los doctores de la Ley que la religión era sólo para hombres, porque, según ellos, los niños no tenían capacidad para pensar lo suficiente, ni para decidirse por su cuenta en las cosas de Dios, tan serias e importantes.

Aquel día, cuando trajeron niños y se los presentaron al Señor, los discípulos (que estaban aún con las ideas de aquellos tiempos) pensaban que Jesús no era cosa de niños, que iban a mo-lestar al Señor, que lo iban a cansar. Por eso los quisieron echar y hasta los reñían. Y ya ves la reacción de Jesús: llegó hasta a enfadarse con los discípulos, como para hacerles ver que, al echar a los niños, estaban cayendo en una tremenda equivocación. Porque los niños son impor-tantes para Dios y los toma muy en serio.

Y así es. Al Padre Dios le interesa tu alma de niñ@, tu manera de ser y sentir las cosas, tus juegos, tus alegrías, tus estudios, tus preocupaciones... Por eso, no tengas nunca reparo en hablar con él de todo lo tuyo, también de tus juegos y problemillas..

Es muy bueno que sientas deseos de estar con Jesús, como él los siente de estar contigo, so-bre todo cuando le recibes en la Comunión o hablas con él, porque realmente Jesús te quiere. ● RESPONDO A DIOS

Haz hoy la oración con una gran confianza en Dios y un enorme cariño hacia él. Sentad@ tranquilamente, le dices que te ha gustado mucho lo que hoy te ha enseñado su Hijo Jesús

en el Evangelio. Luego le cuentas tus cosas: tus ilusiones de niñ@, tus preocupaciones (si las tienes), lo que quieras...

Habla también con Jesús como lo haces con tus padres o con tus mejores amigos y amigas. No te pongo ninguna oración aquí, para que hagas la prueba de decírselo tú sol@. Verás qué bien te sale..

Terminas rezando a la Virgen el Ave María para que te ponga con su Hijo y te enseñe a ser siempre amig@ suy@ de verdad.

MEDITACIÓN 3

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Jesús abraza y bendice a los niños

● DIOS ME HABLA ... y Jesús abrazaba a los niños y los bendecía imponiéndoles las manos.

(Marcos 10, 16)

● REFLEXIONO

Te aseguro que, al leer esas palabras del Evangelio que están en DIOS ME HABLA, los mayores sentimos un poco de envidia de los niños. Supongo que los niños y niñas senti-réis alegría. Jesús os abraza y os bendice. A todos, ¡también a ti! Porque, creo yo, en aquellos niños de Israel, Jesús veía a todos los niños y niñas del mundo, de todos los tiempos y razas y claro, también a ti. Sí, Jesús te abraza y te bendice. Sus manos santas, las que curaban a los enfermos, las que ayudaban a los pobres, las que fueron clavadas en la cruz pa-ra salvarnos, te bendicen para darte la paz y la alegría de Dios, te abrazan para desearte lo mejor, para hacerte sentir su amistad y su inmenso cariño hacia ti. Él te abraza y te bendi-ce sobre todo cuando le recibes en la Comunión. Hazlo siem-pre que puedas, ¡no te lo pierdas!

Pero todavía hay otra cosa y es que Jesús os quiere también porque los niños y niñas creéis sinceramente en Dios. Creéis en Jesús, le aceptáis de corazón y le amáis con cariño verdadero. Vosotros recibís el Reino de Dios con sencillez. Vuestra fe es sencilla y sincera porque vuestro corazón no está endurecido ni oscurecido por grandes vicios, que muchas veces nacen de la so-berbia o de la mala vida. Los niños decís SÍ a Jesús y Jesús os dice SÍ a los niños. Él os abraza porque vosotros le abrazáis con sencillez de corazón. Os bendice porque vosotros le aceptáis sinceramente. Lo bonito sería que pudieses decir: ¡Vaya bien que me entiendo con Jesús! Yo creo que Jesús es ya mi mejor amigo... Supongo que, con todo esto que vas pensando y sintien-do, irá aumentando mucho en ti el conocimiento y el amor a Jesús. Son fruto del Espíritu Santo, que está dentro de ti. ● RESPONDO A DIOS

Ponte de rodillas y junta las manos para que también ore tu cuerpo. Piensa que Jesús te mira y te bendice… Luego dile esta oración u otra que tú quieras:

Jesús, amigo de los niños, gracias porque me has abrazado y bendecido. Pusiste tus manos santos sobre mí el día de mi bautismo. Me abrazaste en la Primera Co-munión y me sigues abrazando siempre que comulgo. Me perdonas cuando me con-fieso. Me sonríes y me llamas amig@ cuando pienso en ti y hablo contigo como aho-ra. Me estás mirando siempre con cariño. ¡Gracias porque me haces sentir la caricia de tus manos! Haz que siempre, siempre, siempre, crea en ti y te quiera.

Pero mira, Señor: he oído que hay personas mayores que apartan de ti a los ni-ños, que les enseñan cosas malas, que les dicen que tú no eres verdad. ¡No lo permi-tas, Jesús! Te pido por esos mayores y por esos niños. Por ellos te ofrezco todo lo que haga este día, tanto en casa como en el colegio o en mis juegos. Y voy a procu-rar ser mejor para que tú los bendigas. Así sea. Si quieres, dile también algo a la Virgen, la Madre de Jesús, que tanto os quiere a los niños y niñas y goza al ver que sois amig@s de su Hijo.

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Tiene dos meditaciones sacadas del Evangelio de San Juan, capítulo 14, versículos 7 al 11. Este Evangelio dice así:

Durante la última cena, Jesús dijo a sus discípulos: -Si me conocierais a mi, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya le co-nocéis, porque le habéis visto. Felipe le dice: -Señor, enséñanos al Padre y nos basta. Jesús le responde: -Hace tanto tiempo que estoy con vosotros ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mi, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: enséñanos al Pa-dre? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mi?... Creedme: yo es-toy en el Padre y el Padre en mi.

NOTA SOBRE EL EVANGELIO QUE HAS LEÍDO ARRIBA Como final de estas meditaciones de las enseñanzas de Jesús sobre Dios, he querido ponerte este trozo del Evangelio de San Juan. Se trata de un diálogo que tuvo Jesús con sus apóstoles al final de la cena de despedida antes de morir en la cruz. Durante el diálogo, Felipe pidió a Jesús que les enseñase al Padre y Jesús le respondió con esa frase impresionante: -"Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre". Conviene que lo pienses despacio. Para ayudarte, aquí tienes estas dos meditaciones:

Meditación 1. ¡Yo quisiera ver a Dios! Meditación 2. ¿Quieres ver a Dios? íPues mira a Jesús!

JESÚS NOS DICE: QUIEN ME VE A MÍ, VE A DIOS

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“Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre”

MEDITACIÓN 1

¡Yo quisiera ver a Dios! ● DIOS ME HABLA

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Durante la última cena, Felipe le dice (a Jesús): -Señor, enséñanos al Padre y nos basta.

(Juan 14,8-9)

● REFLEXIONO

Nadie puede ver al Padre Dios en esta vida, porque él es espíritu puro y el espíritu no tiene cuerpo, no se puede ver. Además, Dios es infinitamente grande y no hay entendimiento humano, por más que se esfuerce, que sea capaz de conocer a Dios como es. ¿Crees que podría caber to-do el mar en un calderito de ésos que usan los niños para jugar en la playa? ¡Claro que no! Pues menos puede caber Dios en nuestro entendimiento.

Y sin embargo, a todos nos gustaría ver a Dios y conocerle tal como es. ¿A que a ti también te gustaría? Ver a Dios, conocerle, sentir su bondad, admirar su inmenso poder y sabi-duría, gozar de su luz maravillosa... ¡Parece que es lo que más nos gustaría de la vida! Estos de-seos son muy buenos y son señal de que queremos a Dios de verdad.

Pero ya ves: Dios es como un gran silencio para nosotros. Admiramos sus obras, el universo que él ha hecho, pero a él no le vemos. Tenemos sus palabras en la Biblia, pero no oímos su voz. Y es que por nosotros mismos somos incapaces de conocerle plenamente. ¡Nos desborda en todo!

Pero mira: con la ayuda de Jesús sí que podemos conocerle un poquito ahora, en esta vida y mucho más en el cielo, donde, gracias a Jesús, le veremos cara a cara. En la siguiente medita-ción verás por qué. ● RESPONDO A DIOS

Ponte de rodillas en señal de profunda humildad. Haz un esfuerzo de fe, creyendo sinceramente que Dios está dentro de ti, aunque no puedes verlo. En esta postura y con las manos juntas, adórale durante unos segundos...

Luego puedes decirte frases como éstas (algunas son de la Biblia):

Dios mío, yo te busco. Tengo sed de ti.

Todo mi ser te desea, como la tierra reseca desea el agua. Como un ciervo sediento busca el agua,

así mi alma te busca a ti, Dios mío. Me gustarla verte, me gustarla sentir tu presencia aquí en mi coraz6n, donde sé

que estás, aunque no puedo verlo. Tú lo llenas todo, estás en todas partes. Sé que el sol, las flores, la lluvia, el ai-

re, el cariño de mis padres, la vida toda, son una imagen de ti mismo, ¡pero no son tú!

Solamente te veré en el cielo. Padre Dios, espero ir a verte al final de mi vida en este mundo.

Pero ya desde, ahora me gusta decirte: ¡Padre Dios, te quiero!

Desde hoy, cuando veas algo bonito, como una montaña, un animal que te guste, una flor, o cuando sientas el ca-riño de tus padres, piensa: pues ¿cómo será Dios que lo ha hecho? De esta manera todo te puede hablar de Dios y crecerás mucho en su amor.

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MEDITACIÓN 2

¿ Quieres ver a Dios ? ¡Pues mira a Jesús! ● DIOS ME HABLA Jesús responde a Felipe: -Hace tanto tiempo que estoy con vosotros ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre.

(Juan 14, 9)

● REFLEXIONO Conviene que te detengas a pensar estas palabras de Jesús que acabas de leer en DIOS ME

HABLA. Significan, más o menos, esto: la mejor y más completa manera de conocer al Padre Dios es Jesús mismo, su persona, sus obras, su vida. Conociendo a Jesús estamos conociendo al Padre. Verás por qué:

Jesús está completamente unido al Padre, identificado, es decir, hecho uno con él. Jesús ha-ce lo que quiere el Padre, piensa, ama y vive como el Padre. Por eso, cuando vemos a Jesús en el Evangelio curando a los enfermos, podemos decir: así es el Padre Dios, todo bondad. Cuando vemos a Jesús acariciando a los niños, ayudando y dando alegría a los pobres, librando a los hombres de todas sus miserias, podemos decir: así es el Padre Dios, todo sencillez, justicia y amor. Cuando vemos a Jesús dominando la tempestad del mar o resplandeciente en el monte, podemos pensar: así es el Padre Dios, poderoso, Señor del universo, maravillosamente alegre y resplandeciente. Pero sobre todo cuando vemos a Jesús muerto en la cruz y resucitado por amor a nosotros, para nuestra salvación, entonces sí que podemos decir: ¡así es el Padre Dios!

El Padre Dios se refleja en Jesús como en un espejo. Dios se ha hecho visible en Jesús. Entonces, si queremos conocer bien al Padre Dios, tiene que ser en Jesús.

● RESPONDO A DIOS

Puest@ en pie, o sentad@, como más te guste, procura caer en la cuenta de que Dios está dentro de ti. Cuando hayas logrado concentrarte en esta presencia de Dios, puedes decirle que le das las gracias por habernos dado la alegría de conocerle en Jesús.

Gracias, Padre Dios. ¡Ahora si que puedo conocerte! Nos has dejado verte, es-cucharte y sentir tu amor en Jesús. Me pasaba como al apóstol Felipe: que quería verte con mis ojos. Pero ¿cómo iba a verte con los ojos, si tú eres espíritu?

En Jesús has cumplido mis deseos. Te has dejado ver en tu Hijo Jesucristo y esto ¡me gusta mucho!

Espero conocerte cada día un poco más al hacer la meditación y pensar en Je-sús, porque sé que, conociendo a Jesús, te estoy viendo a ti.

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-23- Tiene ocho meditaciones sacadas del Evangelio de San Lucas, capítulo 11, versículos 1 al 4. Este Evangelio dice así:

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: -Señor, enséñanos a orar, como Juan (1) enseñó a sus discípulos. Él les dijo: -Cuando oréis, decid:

Padre, santificado sea tu nombre.

Venga tu Reino. Danos el pan de cada día.

Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo.

Y no nos dejes caer en la tentación. (1) Se refiere a San Juan Bautista, que también enseñó alguna oración a sus discípulos. Los "maestros" en Israel

solían enseñar a sus discípulos alguna oración que fuera como el distintivo de familia, del grupo de sus discípu-los. Éstos la aprendían de memoria y la recitaban con especial respeto a su "maestro" y a Dios.

JESÚS NOS ENSEÑA A HABLAR CON DIOS

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NOTA SOBRE EL EVANGELIO DEL PADRE NUESTRO

Habrás notado que este “Padre nuestro" del Evangelio de San Lucas es al-

go distinto del que todos sabemos de memoria. El que sabemos nosotros es el que está en el Evangelio de San Mateo, capítulo 6, versículos 9 al 13. He prefe-rido ponerte aquí el de San Lucas para que lo conozcas y lo medites.

El “Padre nuestro" es como un Evangelio en pequeño, como el resumen de todo el Evangelio, porque en él están concentradas las principales enseñanzas de Jesús y los deseos más vivos de su corazón.

Los cristianos lo rezamos como la oración de familia, la que nos enseñó nuestro Maestro Jesucristo y que se ha ido pasando de padres a hijos desde el comienzo del cristianismo.

Por eso debemos procurar entenderlo bien, meditarlo profundamente y vivir-lo como Jesús.

Para ello he preparado esta serie de ocho meditaciones que te vayan orien-tando estos días. Son las siguientes:

Meditación 1. Señor, enséñanos a orar Meditación 2. Jesús, haz que todos oremos como tú Meditación 3. Me gusta llamar “Padre" a Dios Meditación 4. Padre, santificado sea tu nombre Meditación 5. Padre, venga tu Reino Meditación 6. Padre, danos el pan de cada día Meditación 7. Padre, perdónanos, que también nosotros perdonamos Meditación 8. Padre, no nos dejes caer en la tentación

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Cuando oréis, decid: ¡Padre!

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MEDITACIÓN 1

Señor, enséñanos a orar

● DIOS ME HABLA Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discí-

pulos le dijo; -Señor, enséñanos a orar...

(Lucas 11, 1) ● REFLEXIONO

Jesús aprendió a orar cuando era pequeño. Le enseñaron su padres José y María. Rezaba to-dos los días y se sabía de memoria muchas oraciones, como todo buen israelita. Solían rezar tres veces al día: al amanecer, a media tarde y al anochecer. Mas las veces que cada uno quisiera hacer oración. Creo yo que Jesús oraría mucho. ¡La oración era su vida!

Cuando se hizo mayor y salió por los pueblos a extender el Reino de Dios, dice el Evangelio que solía retirarse por las noches a algún lugar solitario para hacer oración a solas con su Padre Dios. A veces se pasaba toda la noche así... También hablaba con Dios durante el día. Desde luego, Jesús, dentro de su corazón, es-taba siempre unido con su Padre del cielo por la oración.

Y ¿cómo oraba Jesús? Por algunos datos que aparecen en los Evangelios, y por las costumbres que conocemos de aquella épo-ca, podemos decir que Jesús oraba ante todo con profundísimo respeto: el cuerpo de Jesús oraba realmente. Elevaba los ojos al cielo y también, a veces, alzaba las manos. En alguna ocasión apa-rece Jesús orando de rodillas (en la oración del huerto de los oli-vos). Así oraba Jesús por fuera.

¿Y por dentro? ¿Qué pasaba en el corazón de Jesús cuando hablaba con su Padre? Sería es-tupendo saberlo, pero es lo más profundo del gran misterio que se encierra en Jesús, nuestro Se-ñor. Podemos sospechar, por ejemplo, que adoraba al Padre reconociendo su grandeza, que le daba gracias por todo, que se ofrecía a su voluntad sin condiciones, que le pedía por nosotros y que reflexionaba mucho para descubrir los planes de Dios. Y siempre oraba con una confianza y un amor grandísimos a Dios. Esto es lo que podemos saber sobre la oración de Jesús, según las narraciones de los cuatro Evangelios.

Y ahora reflexiona un poco: ¿oras tú también así? ¿Oras todos los días? ¿Oras con respeto, confianza y amor a Dios, como Jesús? ¿Te acuerdas mucho de Dios durante el día?

● RESPONDO A DIOS Hoy estaría bien que hicieses la oración en forma de CONTEMPLACIÓN, procurando ver con tu ima-ginación a Jesús mientras hablaba con su Padre. Figúrate que estás junto a él, le miras, le oyes, sientes lo mismo que él... Después pídele que te enseñe a orar como él y a buscar la voluntad de Dios en tu vida, como también lo hacía él. Así habrás hecho hoy una buena meditación. Puedes terminar rezando a la Virgen el Ave María para que ella te enseñe a orar como le enseñó a su Hijo Jesús cuando era niño.

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MEDITACIÓN 2 Jesús, haz que todos oremos como tú

● DIOS ME HABLA Señor, enséñanos a orar.

(Lucas 11, 1) ● REFLEXIONO

Esta meditación de hoy es como una continuación de la anterior. La oración es tan impor-tante para la vida cristiana, que conviene insistir más en este tema. Aquí tienes más ideas que te podrán orientar sobre la oración.

Jesús nos enseña con su propio ejemplo que debemos orar mucho, todos los días y con fre-cuencia, porque ¿crees que sería buen hijo el que nunca, o casi nunca hablara con sus padres?

También nos enseña que la oración tenemos que hacerla con todo nuestro ser, con el alma y con el cuerpo. Con el cuerpo: orando con gran respeto, en la postura que mejor te ayude a orar, en el sitio y hora que te vengan bien para concentrarte mejor. Y con el alma: poniendo mucha atención, amor y sinceridad.

Otra cosa que Jesús nos enseña para orar bien es a reflexionar sinceramente ante nuestro Padre Dios para encontrar lo que él quiere de nosotros en nuestra vida de cada día y pedirle la fuerza necesaria para cumplirlo.

Nos enseña finalmente que nuestra oración debe ser de verdaderos hijos, es decir, que ore-mos llenos de gozo, de sencilla confianza en el buen Padre Dios y de cariño hacia él.

Así oraba Jesús y así deberíamos hacerlo nosotros. Mira a ver si oras tú así...

● RESPONDO A DIOS Vas a hablar con Dios y tienes que hacerlo como lo has pensado en la reflexión: postura correcta,

atención, confianza y mucho cariño al Padre. Puedes decirle lo que quieras, o ir leyendo despacio estas frases:

Señor Jesús: con los ojos de la fe te he visto orar al Padre y te pido que me en-

señes a hacerlo como tú. Enséñame a adorar al Padre con el cuerpo y con el alma, como lo hacías tú. Enséñame a quererle de todo corazón. Que ponga en él toda mi confianza, que piense mucho en él y que descubra y cumpla su voluntad.

Pero también quiero pedirte por los que están apartados de Dios, por esos her-manos míos que no oran ni piensan nunca en Dios y ya no sienten la llamada del Pa-dre, ni le toman en serio en sus vidas y ni siquiera creen en él.

Por ellos te ofrezco mi oración, también mi trabajo, sufrimientos y alegrías. Deseo unirlo a la ofrenda que tú ofreciste al Padre en la cruz y as¡ seré contigo herman@ de todos. Amén.

MEDITACIÓN 3

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íAbba, Padre! ● DIOS ME HABLA Jesús les dijo: -Cuando oréis, decid: Padre.

(Lucas 11, 2) ● REFLEXIONO

Siempre que Jesús hablaba con Dios, comenzaba llamándole “Padre”. Esto está clarísimo en los Evangelios. Y, cuando nos enseñó a orar, también dijo que comenzáramos llamando a Dios con esa palabra tan bonita: “Padre”.

Jesús lo decía, claro está, en su propio idioma (el arameo) y tenemos la alegría de saber cuál era la palabra misma que él decía: “Abbá”. Esta palabra significa algo así como padre querido. Lo más parecido en nuestro idioma es la palabra "papá", que tiene sentido de cariño y confianza y que tanto la usas tú para hablar con tu padre.

Pero en la época de Jesús, la palabra “abbá” tenía también significado de gran respeto. El padre era no solamente "papá", sino también "señor", el jefe supremo de la familia. Se respetaba profundamente a “abbá”, pero con un respeto lleno de cariño y confianza.

Ahora comprenderás mejor lo que quiso decir Jesús cuando nos enseñó a llamar a Dios “Abbá”: Papá, Padre querido. Cuando Jesús llamaba a Dios “Abbá”, su corazón de Hijo se lle-naba de alegría, de confianza total y de amor hacia su Padre.

Al hablar nosotros con Dios, nos gustaría sentir lo que sentía Jesús, pero para eso haría falta tener su mismo corazón... y esto es imposible. Sin embargo, enseñados por Jesús, tenemos la alegría de poder llamar a Dios “Abbá”, Padre querido. ● RESPONDO A DIOS Si quieres, ponte de rodillas, junta las manos y llama a Dios “Padre", o si te gusta más, “Abbá”. Díselo varias veces, procurando sentir verdadero cariño al llamarle así. Luego dile otras cosas que quieras, o esta oración:

Abbá, Padre querido, te doy gracias porque me das la alegría de poderte llamar así. Yo no me hubiera atre-vido a llamarte papá. ¿Cómo iba a llamarte así, si tú eres Santo y yo pecador/a? ¿Cómo iba a llamarte as¡, si tú eres infinitamente grande y poderoso y yo una criatura débil, incapaz de hacer o tener nada si no me lo das tú?

Pero me lo ha enseñado Jesús. Por eso, confiado en su palabra, me atrevo a llamarte ¡Abbá, Papá! y al hacer-lo, siento alegría y confianza, como cuando hablo con mi papá, cuando le miro y él me mira, como cuando siento su caricia o le abrazo y estoy a gusto con él.

Haz que todos los cristianos te llamen Padre, como nos lo enseñó Jesús y, al llamarte así, te quieran mucho y vivan como hijos tuyos y luego vayan a verte para siempre en el cielo. Así sea.

MEDITACIÓN 4

¡Abbá!

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Padre, santificado sea tu nombre ● DIOS ME HABLA Dijo Jesús: -Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu nombre.

(Lucas 11, 2) ● REFLEXIONO Tú tienes un nombre. Todos tenemos el nuestro y nos gusta que nos llamen por él. Cuando quieres conocer a una persona, preguntas cómo se llama. Y cuando te refieres a una persona, dices su nombre. Es que el nombre representa a la persona, es como la persona, pero en palabra. Y así, cuando yo digo "Pedro es un chaval majísimo", estoy alabando a ese chico que tiene por nombre Pedro. Esto es importante para conocer el significado de la frase de Jesús: "Padre, santificado sea tu nombre". Es lo mismo que decir: "Padre, santificado seas tú". Pero ¿qué significa "Padre, santificado seas tú"? Es reconocer la grandeza de Dios, su per-fección total y darle respeto, honor y gloria. Ahora ya puedes entender fácilmente que la frase "Padre, santificado sea tu nombre" significa más o menos esto: Padre, deseo que todos reconoz-can tu grandeza y tu perfección y te alaben, te glorifiquen y respeten. Jesús desea que todo el mundo santifique el nombre de Dios como él lo hace. Por eso nos dijo que se lo pidiéramos al Padre en la oración. Y realmente es importante que se lo pidamos. Porque habrás oído (es horrible, pero verdade-ro), habrás oído por la calle palabras malas contra Dios, eso que se llama "blasfemias", esas gro-serías, insultos asquerosos y desprecios hacia el santo nombre de Dios. ¡Pobres hombres y muje-res! ¡Atreverse a insultar a Dios! Yo creo que muchas veces no saben quién es Dios porque, si lo supieran, no dirían esas cosas... Tu, cuando lo oigas, di por dentro: ¡Padre, santificado sea tu nombre! ● RESPONDO A DIOS Con el fin de que también tu cuerpo ore, ponte en postura de gran respeto, por ejemplo de pie y con las manos juntas sobre el corazón. Dile a Dios lo que quieras, con mucho cariño y sinceridad. Si no acier-tas, puedes decirle esto:

Padre, santificado sea tu nombre! Yo también, como tu Hijo Jesús, reconozco tu grandeza y te alabo porque eres bueno con todos y porque eres perfecto y ma-ravilloso. Deseo que todo el mundo te conozca, que todos te respeten y te den gloria, que todos te quieran de verdad. Unid@ a los sentimientos del corazón de tu Hijo Jesús, yo también quiero ala-barte y decirte: ¡Santo, Santo, Santo eres, Señor, Dios del universo! ¡Bendito tu nombre santo y glorioso! Sí estás sol@ y sientes deseos de adorar a Dios aún con mayor respeto, te pones de rodillas, te inclinas hasta tocar con las manos y con la frente en el suelo (es el GRAN SALUDO) y dices despacio:

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

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MEDITACIÓN 5

Padre, venga tu Reino ● DIOS ME HABLA Dijo Jesús; -Cuando oréis, decid: Padre, venga tu Peino.

(Lucas 11, 2) ● REFLEXIONO

"Reino de Dios" quiere decir eso: que Dios reine en los corazones de los hombres y muje-res, niñas y niños de todo el mundo, que todos hagan lo que Dios quiere. Éste era el más vivo deseo de Jesús cuando iba por los pueblos enseñando a la gente. Y era su más vivo deseo porque el Reino de Dios es la justicia, la hermandad y el amor entre todos. Es lo que hace al hombre más noble y feliz, lo que le hace parecerse a Dios. Y esto es lo mejor. Por eso lo deseaba tanto nuestro Señor Jesucristo: porque quiere para nosotros lo mejor.

El Reino de Dios se ha cumplido del todo en Jesús porque toda su vida fue un SÍ continuo a la voluntad del Padre. Por eso Jesús es el hombre perfecto, el modelo de todos los hombres, porque es el hombre como quiere Dios, el Hombre en el que reina Dios.

Así, podemos decir que el Reino de Dios ya está en el mundo desde el nacimiento de Jesús, porque Dios reina ya del todo en Jesús. En él triunfa el amor del Padre y en él ha sido destruido el pecado, la maldad que estropea al hombre.

Pero ese Reino tiene que crecer y llenar el mundo con su luz. Por eso quiere Jesús que pi-damos al Padre que venga su Reino.

Y no podemos conformamos con pedírselo al Padre. Hemos de trabajar y hacer cuanto po-damos para extender por el mundo el Reino de Dios. Tú lo puedes hacer ofreciendo a Dios tus oraciones, estudios, juegos, alegrías y sufrimientos para que Dios reine en todo el mundo. Y procurar que reine Dios en ti, como reinaba en Jesús, haciendo todo como Dios quiere. ● RESPONDO A DIOS

Habla con Dios de lo que has pensado, o de lo que tú quieras. Él te ha hablado, tú has reflexionado sobre lo que te ha dicho y ahora puedes responderle con sencillez y cariño. Como casi siempre, aquí tie-nes una oración que te puede servir si no se te ocurre nada:

Buen Padre Dios, enseñad@ por Jesús, yo también te pido: ¡Venga tu Reino! Me entrego a ti del todo y deseo hacer las cosas como quieres tú. Te pido que

reines en mí como reinas en Jesús. Deseo que reines en el corazón de todos, grandes y pequeños y que el mundo

sea como tú quieres. Te pido, como nos enseñó Jesús, que todos digamos SÍ a tu voluntad. Así, el mundo sería como un paraíso donde todos podríamos querernos como hermanos y vivir felices.

¡Venga a nosotros tu Reino! Así sea.

Pide también a María que reine Dios en nosotros como reina en ella. Haces a Dios un saludo y terminas con la señal de la cruz bien hecha.

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MEDITACIÓN 6

Padre, danos el pan de cada día ● DIOS ME HABLA Dijo Jesús: -Cuando oréis, decid: Padre, danos el pan de cada día.

(Lucas 11, 3) ● REFLEXIONO

Decir "el pan de cada día" es lo mismo que decir "lo necesario para alimentarse". Decimos “ganar el pan de cada día" para significar el trabajo con que una persona gana lo suficiente para vivir. En este sentido, la palabra "pan" quiere decir todo aquello que necesitamos para vivir: alimento, ropa, casa... Pero fíjate que no significa lujos, ni caprichos, ni excesivas comodidades o cosas de sobra... Por lo tanto, la petición "danos el pan de cada día" quiere decir: Padre, danos lo suficiente para vivir con sencillez. Como ves, es contrario a dos extremos: al de no tener lo suficiente para vivir como personas (piensa en los pobres del llamado Tercer Mundo, en los ni-ños que mueren de hambre, en los que no tienen casa, trabajo o cultura) y al de tener excesivos lujos y ansias de tener siempre más.

Con estas palabras, Jesús nos enseña a pedir al Padre que todos tengamos lo suficiente para vivir con dignidad, pero no que vivamos con demasiado de todo, ni con ansias de tener siempre más, porque entonces nos haríamos pobres por dentro y hasta soberbios o viciosos.

No termines este rato de reflexión sin pensar un poquito en ti mism@, en tu vida actual: ¿vives con sencillez, o tienes demasiadas cosas y aún quieres más? ¿Y qué te parecen esas per-sonas (también chicos y chicas de tu edad) que presumen de tener ropa de la mejor marca o ju-guetes y aparatos supercaros y desprecian a otros que no lo tienen? ● RESPONDO A DIOS

Recuerda que la meditación es un diálogo con Dios. Él te ha hablado por las palabras del Evangelio. Has acogido sus palabras con la reflexión y ahora, ¿qué le respondes? Hazlo con sencillez, como cuando hablas con tus padres.

Buen Padre Dios, enseñad@ por tu Hijo Jesucristo, te pido: ¡danos el pon de cada día!

Haz que a nadie falte lo suficiente para vivir con paz. Que no haya niños ham-brientos, ni hombres o mujeres sin trabajo, ni familias sin casa. Que todos tengan educación y cultura, como seres humanos.

También te pido que no haya egoístas en el mundo, de ésos que tienen demasia-do, o se entregan a los vicios, mientras otros se mueren de hambre.

Para mis fami1iares y para mí te pido también que nunca nos falte lo suficiente, pero no te pido mas.

Danos a todos el Espíritu de Jesús para que vivamos con sencillez, sin excesos ni lujos, ni vicios, ni caprichos. Que busquemos tu Peino con paz, como Jesucristo nos enseñó. Así sea.

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MEDITACIÓN 7

Padre, perdónanos, que también nosotros perdonamos

● DIOS ME HABLA Jesús dijo: -Cuando oréis, decid: Padre, perdónanos nuestros pecados, porque también noso-tros perdonamos a todo el que nos debe algo.

(Lucas 11, 4) ● REFLEXIONO

Recordarás que el mayor deseo de Jesús era y sigue siendo el Reino de Dios, porque esto es lo que nos hace buenos y felices a todos. Pero la dificultad más grande para que reine Dios en nosotros son nuestros pecados. Sí, porque Dios reina en nosotros cuando cumplimos su volun-tad, cuando le decimos SÍ y el pecado es precisamente un NO que damos a Dios.

Vamos a pensarlo mejor con un ejemplo: un niño puede ayudar a otra persona que lo nece-sita y sabe que Dios lo quiere, pero por pereza o por egoísmo, no le ayuda. Entonces ha ocurrido esto: Dios le pide que ayude a esa otra persona y el niño dice NO. Esto es el pecado. En ese momento, el corazón del niño se ha cerrado a Dios. Ya no reina Dios en él, sino que reina el egoísmo o la pereza. Por eso, cada vez que pecamos, estamos poniendo una barrera al Reino de Dios. Y no solamente por dentro de nuestro corazón, sino también por fuera, porque no dejamos que se extienda por el mundo ese Reino que es todo amor de unos a otros. Por eso Jesús nos di-ce que pidamos al Padre: ¡Perdónanos nuestros pecados!

Pero a esta petición, Jesús nos manda añadir esta otra frase: "porque también nosotros per-donamos a todo el que nos debe algo". Realmente, pensando bien las cosas, hace falta mucha cara para pedir a Dios que nos perdone si nosotros no queremos perdonar a otros... Es como si Dios me dijera: -Perdona a quien te haya ofendido. Y yo le respondiera: no quiero perdonarle, pero perdóname tú a mí. ¡Mal!, ¿verdad? ● RESPONDO A DIOS

La mejor postura para hacer hoy la oración será de rodillas. Puest@ así, pide perdón a Dios por todo lo malo que haces. Esta oración es muy personal, porque nadie sabe mejor que Dios y tú lo que hay en tu corazón, tus fallos... Por eso, la oración que hay a continuación es sólo para orientarte.

Padre, perdona nuestros pecados. Perdona a todos. Perdóname a mí, que buena falta me hace. Porque reconozco que muchos veces

he dicho NO a tu voluntad. Unas veces fue por debilidad, casi sin darme cuenta, pero otras veces fue con malicia, sabiendo que no lo querías tú.

Yo también perdono a los que me han hecho algún mal, o no me comprendieron. As¡ puedo pedirte perdón

Haz que todos te encuentren y te quieran, que todos vivamos como hermanos y se extienda tu Reino por todo el mundo. Así sea.

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MEDITACIÓN 8

Padre, no nos dejes caer en la tentación ● DIOS ME HABLA

Jesús dijo:. -Cuando oréis, decid: Padre, no nos dejes caer en la tentación.

(Lucas 11, 4)

● REFLEXIONO

Las tentaciones son esas ganas que sentimos algunas veces de hacer algo malo. Jesús no nos manda pedir a Dios que no tengamos tentaciones (esto es imposible, todos las tenemos y hasta el mismo Jesús las tuvo), sino que no nos deje caer en ellas. Porque tener tentaciones no es pe-cado. Solamente cuando decimos SÍ a la tentación cometemos pecado.

En la meditación anterior pensaste en la petición "Padre, perdona nuestros pecados". En esta meditación, la petición que Jesús nos manda hacer a Dios es "Padre, no nos dejes caer en la ten-tación".

Creo que vas a entender muy bien esta última petición del Padre nuestro si piensas en esta comparación: no es lo mismo sacarle a uno de un pozo al que ha caído, que ayudarle para que no caiga en él. El pozo es el pecado. Al pedir a Dios que perdone nuestros pecados es como de-cirle: Padre, he caído en el pozo (el pecado), sácame de él, perdóname. Pero al pedir a Dios que no nos deje caer en la tentación, le estamos diciendo: no nos dejes caer en el pozo (en el peca-do).

Por eso, esta petición de la oración que nos enseñó Jesús es como un grito de socorro que dirigimos al Padre Dios al terminar nuestra oración. Porque sentimos el peligro de apartarnos de Dios y rechazar su Reino por el pecado, si caemos en la tentación de cometerlo. Realmente, so-mos débiles y, por nosotros mismos no tenemos la fuerza suficiente para no caer en las tenta-ciones. Por eso necesitamos la ayuda del Padre Dios, que tanto nos quiere. ● RESPONDO A DIOS

Ponte hoy también de rodillas, como Jesús cuando estuvo orando en el huerto de los olivos (¡que menudas tentaciones tuvo entonces para no hacer lo que Dios quería). En esta postura y con un gran amor y respeto hacia el Padre Dios, puedes decirle:

Padre Dios, yo deseo ser buen@, como Jesús y hacer siempre lo que tú quieres. ¡Pero a veces no tengo fuerzas! Tú sabes que con frecuencia me vence la tentación. Me ofreces tu ayuda, me llamas por dentro, pero no te hago caso.

Te pido que no se haga mi voluntad caprichosa, sino la tuya, que es siempre lo mejor para todos. Padre, cuando me veas en peligro, cuando me ciegue la tentación, en esos momentos en que parece que no soy cristian@, ¡ayúdame, no me dejes caer!

Te lo pido también para todos tus hijos, especialmente para los que se han ale-jado de ti. Lo espero así porque eres bueno y porque te lo pidió para nosotros tu Hijo Jesucristo. ¡Que así sea!

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ÍNDICE de la tercera parte

Página

¿QUÉ ES ESTE LIBRITO? ................................. . ...................................................................... .…….3 21. JESÚS NOS DICE: DIOS ES VUESTRO PADRE ……………………………………………….4

Nota sobre la parábola del padre bueno ......………………………………………………...………..6 Meditación 1. Dios es nuestro Padre……………………………………………………………………7 Meditación 2. Dios es amor………………………………………………………………………………8 Meditación 3. Dios nos quiere, aunque seamos malos……………………………………………….9 Meditación 4. ¿Cuánto nos quiere Dios?….…………………………………………………….……10

Meditación 5. ¡Soy hij@ de Dios!………………………………………………………………………11 22. JESÚS NOS DICE: DIOS OS CONOCE Y CUIDA DE VOSOTROS………………………….12 Meditación 1. Jesús me conoce y me llama por mi nombre….……………………………………..14

Meditación 2. Jesús me guía…………………………………………………………………………..15 Meditación 3. Jesús da su vida para damos vida eterna……………………………………………16 Meditación 4. Las otras ovejas de Jesús.…………………………………………………………….17

23. JESÚS NOS DICE: DIOS ES AMIGO DE LOS NIÑOS………………………………………..…18 Nota sobre el Evangelio de Jesús y los niños……………………………………………..…………19

Meditación 1 . Dios se hace uno con los niños .......... .... .............................................. . ........... 21 Meditación 2. Dios toma en serio a los niños ............................................................ .......... .. ... 22 Meditación 3. Jesús abraza y bendice a los niños ............. ................. . .. . ............................... 23

24. JESÚS NOS DICE: QUIEN ME VE A MÍ, VE A DIOS… .................................................... 24

Meditación 1. ¡Yo quisiera ver a Dios! ........ ........ ........ ..... ............................ ............................ 26. Meditación 2. ¿Quieres ver a Dios? ¡Pues mira a Jesús!………… ....... ...... ............................... .27

25. JESÚS NOS ENSEÑA A HABLAR CON DIOS ......................... ... ................... ............... …....28

Nota sobre el Evangelio del "Padre nuestro" ………………………………………………..………29 Meditación 1. Señor, enséñanos a orar ............................................................. .. . ................... 31 Meditación 2. Jesús, haz que todos oremos como tú ........................................ ......... ... ... ....... 32 Meditación 3. ¡Abba, Padre!…………………………………………………………………………...33 Meditación 4. Padre, santificado sea tu nombre…………………………………………………….34 Meditación 5. Padre, venga tu Reino ................ ........................ … ....................................... …35 Meditación 6. Padre, danos el pan de cada día ........... ........... ... . ……………….………………..36 Meditación 7. Padre, perdónanos, que también nosotros perdonamos…………………………. 37 Meditación 8. Padre, no nos dejes caer en la tentación……………………………………………38

ÍNDICE. . ...... .................................. . .......... . ....................................................................................... .39