Sociedad y Estado en la filosofía política moderna · Es verdad que el historicismo en todas sus...

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NORBERTO BOBBIO MICHELANGELO BOVERO SERGIO E. S. DE PIERO Sociedad y Estado en la filosofía política moderna E l modelo iusnaturalista y el modelo hegeliano-marxiano COLECCION POPULAR FONDO DE CULTURA ECONÓMICA MÉXICO

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NORBERTO BOBBIO MICHELANGELO BOVERO

SERGIO E. S. DE PIERO

Sociedad y E stado en la filosofía política

modernaE l modelo iusnaturalista y el modelo

hegeliano-marxiano

C O L E C C I O N

P O P U L A R

FONDO DE CULTURA ECONÓMICAMÉXICO

1970 19 86 1992

P rim era ed ición en italiano , P rim era ed ic ión en e sp añ o l.

P rim era re im presión ,

T ítu lo orig in al:Società e Stalo nella filosofia politica m oderna. M o d e llo g ius-

n atu ralistico e m od ello h e g e lo m a r x ia n o © 1979, Il S agg ia to re , M ilán

D. R © 1986, Fo n d o d e C u lt u r a E c o n ó m ic a , S. A. de C. V Av. de la U n iversidad , 975 ; 0 3100 M éxico , D F.

ISBN 968-16-2190-5

Im p reso en M exico

Primera edición en italiano, 1979Primera edición en español, 1986Primera reimpresión y primera edición

bajo la norma Acervo (FCE Argentina), 2000 IN T R O D U C C IÓ N

N o r b e r t o B o b b i o

Fotocopiar libros está penado por la ley.Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio de impresión o digital en forma idéntica, extractada o modificada, en castellano o en cualquier otro idioma, sin autorización expresa de la editorial.

De estos dos ensayos, el segundo, de Michelangelo Boyero,El modelo begeliano marxiano, bajo diversos aspectos pue­de ser considerado la continuación del primero, escrito por mí, E l modelo iusnaturaljsta.

Las razones por las que se creyó oportuno publicarlos ^ juntos son sobre todo dos: La primera se refiere al méto­do con el que la filosofía política de los iusnaturalistas y la filosofía política de Marx con respecto a la de Hegel han sido examinadas y reconstruidas. Se trata del método del análisis conceptual: para definirlo no encuentro cosa me- jor que repetir lo que escribí hace más de diez años en el

Título original:Società e Stato nella filosofia politica moderna.Modello giusnaturalistico e modello hegelo-marxiano © 1979, II Saggiatore, Milán

prefacio del volumen Da Elobbes a M arx, que incluye en­sayos tanto sobre algunos iusnaturalistas como Hobbes, Pufendorf, Locke y Kant, como sobre Hegel y Marx: “En el estudio de los autores del pasado jamás he sido atraído particularmente por el espejismo del llamado encuadra- miento histórico, que eleva las fuentes a procedentes, las ocasiones a condiciones, y que a veces se dispersa en las

D.R. © 1 9 8 2 , F o n d o de C u l t u r a E c o n ó m i c a , s . a . d e c . v .D.R. © 2000, F o n d o d e C u l t u r a E c o n ó m i c a d e A r g e n t i n a s .a .

Av. Picacho Ajusco 227; 14200, Mexico, D.F.El Salvador 5665; 1414 Buenos Aires, Argentina

particularidades hasta perder de vista el todo. En cambio me he dedicado con especial interés a la explicación de te­mas fundamentales, a clarificar los conceptos, al análisis de los argumentos, a la reconstrucción del sistema.” 1

ISBN 950-557-379-0 No está fuera de lugar agregar que si esta manera de abordar a los autores clásicos se distingue del método his-

Impreso en ArgentinaHecho el depósito que marca la ley 11.723

1 Da Hobbes a Marx. Saggi di storia della filosofía, Ñapóles, Mo- rano, 1965, p. 7.

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características que as_ ' l _ » { _____ _____ A l / - J - .1

tórico, que en una época dominó la tradición cultural de nuestro país, al mismo tiempo se diferencia, con ma­yor razón, de la especie del género “historicismo”, que es la interpretación ideológica hoy en boga. Después de ha­ber juzgado autores variados y diversos en su compleji­dad temática y conceptual, principalmente de acuerdo a la perspectiva de las aspiraciones y de los intereses de cla­se que una teoría determinada refleja y a la vez defiende, esta interpretación no parece que haya llevado a resulta­dos muy significativos además de definir a los autores has­ta ahora estudiados, Hobbes, Max Weber, Kelsen, pasan­do por Locke, Rousseau, Kant, Hegel, Bentham, Spen- cer y así por el estilo, como ideólogos de la burguesía, como autores que a pesar de que las tesis contrapuestas son frecuentemente sostenidas por unos contra otros, siempre son declarados con la horrenda expresión “fun­cionales” a un único y exclusivo interés de clase.

Precisamente en cuanto especie del género, no hay que sorprenderse de que esta manera de tratar la filoso­fía política haya tenido tanto éxito en nuestro país, don­de el historicismo tuvo su patria de adopción y, según algunos, de origen. Hablo de “especie del género”, por­que la interpretación ideológica parte del mismo supues- to que el análisis histórico, es decir, de la idea según la cual, para com prender una teoría política, social, eco­nómica, sea necesario ante todo colocarla en su tiempo y ponerla en relación con las condiciones objetivas de las que surgió. La diferencia está en el hecho de que el análisis histórico había tenido en cuenta principalmen­te los sucesos políticos, la formación del Estado moder­no, la grandeza y decadencia de la monarquía absoluta, las dos grandes revoluciones, el nacimiento de los esta­dos constitucionales y representativos, la llegada de la democracia, etc., en tanto que la interpretación ideoló­

gica tom a en consideración sobre todo las relaciones eco­nómicas, la forma de producción, la estructura de cla­se de una determinada sociedad. Esta diferencia puede explicar también por qué la primera haya dado resulta­dos más variados que la segunda, o bien, que la segun­da haya dado resultados tan monótonos. En efecto, se­gún la filosofía de la historia en la que se inspiran los partidarios de la interpretación ideológica, trayendo de ella frecuentemente conclusiones demasiado rígidas, la base económica de una sociedad es más constante que sus formas políticas.

Naturalm ente la reconstrucción conceptual no ex­cluye el análisis histórico ni la interpretación ideológi­ca: en el universo del saber hay lugar para los más di­versos enfoques que, al contrario, deberían completar­se recíprocamente para un conocimiento más completo y menos parcial del objeto. Por un lado no incluye las dos diferentes perspectivas, por otro puede servir, al me­nos así considero, para hacer más problemática la pri­mera y menos genérica la segunda. •>v“'

La segunda razón de la publicación simultánea de los dos ensayos no es de método, sino de sustancia. Tam­bién se puede encontrar una anticipación de esta segun­da razón en el prefacio ya citado, ahí donde se dice que iusnaturalismo e historicismo dialéctico (comprendía con esta expresión las filosofías de Hegel y Marx) pue­den ser interpretados tanto como filosofías o como filo­sofías de la historia, que tienen en com ún la contrapo­sición entre una tase pre-estatal y una fase estatal, y con­ciben estos dos estados o momentos como dos categorías fundamentales para comprender la historia de la civili­zación: “En cuanto filosofías de la historia -escribía-, si bien una inconsciente y la otra completamente desarro­llada, no son tan lejanas una de la otra como la unilate-

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Realiza un recorrido características que a

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ral insistencia sobre el aspecto ideológico y sobre el éxi­to político ha hecho siempre creer.” 2

Por lo demás, sólo algunos“años más tarde busqué fijar los elementos esenciales del sistema conceptual en el que los iusnaturalistas habían depositado la materia de sus re­flexiones sobre el origen y la justificación del Estado, con­traponiéndolos a los elementos del sistema conceptual clá­sico que desde Aristóteles llegó hasta los umbrales de la Edad Moderna. Llamo al primero “modelo iusnaturalista”, al se­gundo “modelo aristotélico”.3 En 1973, primer año de en­señanza de Filosofía política en la Facultad de Ciencias Po­líticas de Turín, dediqué el curso al tema del gran dualismo entre sociedad civil y Estado, y junto con Bovero publiqué un volumen de fascículos titulado Società e Stato da Hobbes a Marx, en el que reproduje, a manera de introducción, las páginas del artículo sobre el modelo iusnaturalista apareci­do el mismo año. De los autores publicados en este curso yo escribí los capítulos sobre Hobbes, Locke y Marx. Bo­vero, los referentes a Rousseau y Hegel. Este curso y la con­tinua discusión que ha seguido sobre el tema entre noso­tros constituyen el antecedente más directo de los dos en­sayos publicados en el presente volumen.

Salvo el primer parágrafo, pero con el agregado de las notas a pie de página, mi ensayo reproduce el capítulo so­bre el iusnaturalismo escrito para la Storia delle idee politi­che, economiche e sociali, dirigida por Luigi Firpo para la Utet, a la que agradezco por su gentil concesión. El ensa­yo de Bovero, que comienza donde el mío termina y que constituye casi un contrapunto, es completamente nuevo.

2 Ob. cit., p. 7.3 “Il modello giusnaturalistico”, Rivista Internazionale di Filoso­

fia del Diritto, 1973, pp. 603-622; y también en La formazione stori­ca del diritto moderno in Europa (Actas del Tercer congreso Interna­cional de la Sociedad Italiana de Historia del Derecho), Florencia, Olschki, 1977, pp. 73-93.

P r im e r a Pa r t e

EL M O D E L O IUSNATURALISTA

Norberto Bobbio

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ciencia matemática de la naturaleza, y del hábito m en­tal, a la filosofía, a la historia, a la política.”* 34

Es verdad que el historicismo en todas sus formas no se ha limitado a hacer una crítica metodológica del iusna­turalismo, porque muy recientemente la crítica metodo­lógica no ha sido más que un pretexto para una crítica po­lítica. Pero la crítica política ha tenido por lo menos dos caras opuestas (y muchas otras intermedias): la conserva- dora, que ha visto en el abstractismo del derecho de ra­zón el principio de la subversión del orden constituido; la revolucionaria, que ha visto en el mismo abstractismo lailusión, pero no solamente la ilusión, sino incluso el falso pretexto de un nuevo orden basado en la libertad y la igual­dad, mientras la igualdad y la libertad demandadas efec­tivamente eran limitadas y parciales; no un bien de todos, sino un bien de la clase hegemónica. En cambio, la críti­ca metodológica siempre ha tenido una sola cara: desde este punto de vista el iusnaturalismo es acusado de haber querido estudiar el mundo de la historia con los mismos instrumentos conceptuales con que los físicos han estu­diado el mundo de la naturaleza y así aunque parezca un juego de palabras, lo ha “desnaturalizado”.

34 Este juicio se lee en los Eiemenci di politica (1925), que cito de B. Croce, Etica cpolitica, Bari, Laterza, 3* ed. 1945, p. 257. El frag­mento citado continúa sorprendentemente de la siguiente manera: “Es característico que la nueva ciencia que entonces surgió y que se refería a la actividad humana fuese precisamente la ciencia matema- tizante de la utilidad, la Aritmética política (como primeramente fue llamada) o Economía, como la llamamos nosotros. El libro de Rous­seau es una forma extrema, o una de las formas extremas, y cierta­mente la más famosa, de la escuela iusnaturalista” (p. 257). Sobre es­ta tesis de Croce véase el comentario de G. Cotroneo, Croce e l'illu­minismo, Nápoles, Giannini, 1970, pp. 178-183.

III. EL M O D E L O H O B B ESIA N O

La crítica anti-iusnaturalista del historicismo golpeaba so­bre todo la teoría política de la que la doctrina del dere­cho natural había sido creadora y divulgadora. Como ya se ha dicho, en el ámbito de la escuela del derecho natu­ral tradicionalmente han sido incluidos algunos de los más grandes escritores políticos de los siglos XVII y XVI11, de Hobbes a Rousseau. La historia de la filosofía política de estos dos siglos coincide en gran parte con la historia del iusnaturalismo: nadie puede hacer historia de las ideas po­líticas del período que va del Renacimiento al Romanti­cismo sin tomar en cuenta, además de los escritos políti­cos propiamente dichos, los grandes tratados de derecho natural, de Pufendort a Burlamaqui. Con respecto a la tra­dición jurídica anterior, la bibliografía del derecho natu­ral exhibe una innovación que es necesario poner de re­lieve una vez más: en la sistematización general del dere­cho ésta comprende al lado del derecho privado, hacia el que habían sido orientados exclusivamente los intentos de “redigere ius in artem” de los juristas del Renacimiento (cuya materia era el Digesto), también el derecho público. Las grandes discusiones metodológicas que habían sepa­rado a los tradicionalistas de los humanistas, se habían de­sarrollado principalmente en el terreno del derecho priva­do. Que el derecho romano fuese “ratio scripta” y en cuan­to tal gozase del privilegio de una validez que se prolonga y se renueva en el tiempo, era doctrina que se refería al ius privatum y no al ius publicum. No es que el derecho ro­mano no constituyese un fundamento válido para la so-

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lución de algunos problemas capitales también del dere­cho público: baste-pensar en la importancia que tuvo des­de el tiempo de los glosadores la lex de imperio (de la que hablaremos más adelante), con el objeto de establecer el fundamento y los límites de la soberanía para dar cuerpo a una teoría de la legitimidad. Pero derecho privado y de­recho público permanecían normalm ente separados. Mientras que el derecho privado se había venido desarro­llando sin aparentes problemas de continuidad, a través de la interpretado de los juristas llamados a resolver con­troversias que, aun naciendo en una sociedad diferente de la romana, se referían siempre a institutos típicos del de­recho privado como propiedades, contratos, testamentos, el derecho público moderno había nacido de conflictos de poder desconocidos para la sociedad antigua, ante todo el conflicto entre el poder espiritual y el poder temporal que constituyó por varios siglos el principal argumento de los tratados políticos, y así el conflicto entre regna e imperium, o aquel entre regna y civitales.

Indudablemente el derecho público, o mejor dicho el embrión del derecho público que se había venido desarro­llando durante la Edad Media, se había aprovechado enor­memente de las principales categorías del derecho priva­do: piénsese en la equiparación entre imperium y domi­nium que permitía analizar el poder soberano mediante las refinadas categorías utilizadas para la descomposición y re­construcción de los derechos del propietario y de los dere­chos reales en general, y sobre todo en la teoría del pactum o de los diferentes pacta, que debían servir para explicar las relaciones entre soberano y súbdito, y había permitido tra­tar jurídicamente, es decir, como si fuese una cuestión pa­ra resolverse recurriendo a la lógica del discurso jurídico, el problema fundamental de la obligación, o mejor dicho, de los límites de la obligación, de obediencia a las leyes de

parte de los súbditos (del problema de la obligación polí­tica como será llamado después). Pero a una sistematiza­ción general del derecho, que comprendiese conjuntamen­te y en igualdad de grados tanto al derecho privado como al derecho público, jamás se había llegado antes de los tra­tados del derecho natural. Si a la escuela del derecho na­tural se le debe reconocer el mérito de haber hecho la más grande tentativa, jamás antes realizada, de dar una sistema- tización general a la materia jurídica, de racionalizar el de­recho, este mérito debe reconocérsele todavía más en la es­fera del derecho público que en la del derecho privado.

Compárese la primera gran obra política que señala el inicio del iusnaturalismo político y del estudio racional del problema del Estado, el De cive de Hobbes,35 con la más grande obra política y de derecho público que la precede, el De la r¿publique (1576) dejean Bodin (la comparación es válida porque en una concepción esencialmente legalis­ta del Estado, como es la qüe acompaña el nacimiento del Estado moderno y que abarca por completo la escuela del derecho natural, no es posible distinguir netamente la fi­losofía política del derecho público) la diferencia con res­pecto a la manera de tratar los problemas, una vez más de método, es enorme. Es la diferencia que hay entre el mé­todo tradicional del jurista que trae las propias soluciones del análisis de antecedentes relevantes y de las sugerencias que le da el estudio de la historia y el métodcy “geométri­co” que, prescindiendo de todo aquello que pueden haber

35 La primera edición es de 1642. la segunda, destinada a la di­fusión pública, de 1647. El título exacto es Elementa philosophica de cive. Ya en 1640 Hobbes había compuesto una primera redacción de su sistema filosófico con particular referencia a la filosofía política, The Elements o f Natural Law and Politic, publicado solamente en su forma original en 1889 por F. Tónnies; trad. it. a cargo de A. Pacchi. Florencia, La Nuova Italia, 1968.

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dicho los anteriores autores y prescindiendo absoluta­mente de la lección de la historia, busca la vía de una re­construcción meramente racional del origen y del funda­mento del Estado. Antes de Hobbes los tratados de filoso­fía política se apoyaban monótonamente sobre dos pilares, de tal manera que aparecían frecuentemente, sin más, co­mo una repetición de lo que ya se había dicho: la Política de Aristóteles y el derecho romano, más concretamente aquellos fragmentos del Codex, que se referían a la fuente del poder imperial y que de los glosadores en adelante ha­bían sido diversamente interpretados, y de la explicación de los cuales había derivado una extensa red de opiniones de las que ningún escritor político podía prescindir. Toda­vía recientemente ha sido percibida y documentada la es­trecha analogía de estructura entre el tratado de Bodin y el de Aristóteles, además del “panorama medievalista en su conjunto” que aparece aquí en las citas jurídicas de la Ré- publique,36 Junto con la autoridad de la historia, como ha sido resaltado anteriormente, Hobbes suprime la autori­dad de Aristóteles, contra el que toma posición desde las primeras páginas del De cive, contraponiendo a la hipóte­sis del hombre naturaliter social, aceptada ciegamente has­ta Grocio la hipótesis del homo homini lupus, y no parece percatarse de que haya existido una tradición de derecho público que se remonte al derecho romano, aunque utili­ce algunos conceptos importantes como el del pacto que fundamenta el poder estatal y del Estado como persona moral. Hobbes hace tabla rasa de todas las opiniones pre­cedentes y construye su teoría sobre bases sólidas, indes­tructibles del estudio déla naturaleza humana y de las ne-

36 M. Isnardi Párente, Introduzione a J. Bodin, Isei libri dello sta- to, en la colección de los “Classici politici”, dirigida por L. Firpo, Tu- rín, Utet, 1964, vol. I, p. 23.

cesidades que manifiesta esta naturaleza, además de la úni­ca manera posible dados estos puestos, de satisfacerlas.

Por lo que se refiere al problema crucial del funda- m entoj^de la naturaleza del Estado, a partir de Hobbes se puede hablar perfectamente de un modelo iusnatura- lista,37 que es adoptado, si bien con variaciones notables, por lo menos hasta Hegel incluido-excluido, por algu­nos de los más grandes filósofos políticos de la edad mo­derna. Si en la teoría general del derecho lo que integra a los escritores del derecho natural, y permite hablar de una escuela del derecho natural, es, como se ha dicho, el método, sobre todo cuando se le compara con el mé­todo de las grandes escuelas jurídicas que la antecedie­ron y la siguieron, en el derecho público o en la doctri­na del Estado, las obras iusnaturalistas, aquellas que sus creadores y los mismos adversarios consideraron como tales, son distinguibles, no sólo por el procedimiento ra­cional, es decir por un método, sino también por un mo- delo teórico (tan general que es posible llenarlo de los más diversos contenidos), que se rem onta a Hobbes y respecto del cual son deudores, más o menos conscien­tes, Spinoza, Pufendorf, Locke y Rousseau (cito a pro­pósito autores diferentísimos respecto al contenido ideo­lógico de sus escritos). Hablando de “modelo” quiero dar a entender inmediatamente que en la realidad histórica un proceso de formación de la sociedad^civil como el ideado por los iusnaturalistas jamás ha tenido lugar; en

37 Retomo y desarrollo el tema tratado en el ensayo “II modello giusnaturalistico”, Rivista Intemazionale di Filosofía del Diritto, 1973, pp. 603-622 (también en La formazione storica del diritto moderno in Europa, Actas del Tercer Congreso Internacional de la Sociedad Ita­liana de Historia del Derecho, Florencia, Olschki, 1977, pp. 73-93. El ensayo fue presentado en su primera redacción a este congreso en abril de 1973).

la evolución de las insdtuciones de las que ha nacido el Es­tado moderno se ha dado el paso del Estado feudal al Esta­do estamental, del Estado estamental a la monarquía abso­luta, de la monarquía absoluta al Estado representativo; pero el Estado como un producto de la voluntad racio­nal, como es al que se refiere Hobbes y sus seguidores, es una pura idea del intelecto.

El modelo está constituido sobre la base de dos ele- mentos fundamentales: el estado (o sociedad) de naturale­za y estado (sociedad) civil. Claramente se trata de un mo- delo dicotomico en el sentido del tertium non datur: el hombre vive en el estado de naturaleza o en la sociedad ci­vil. No puede vivir al mismo tiempo en uno y en otro. De la dicotomía principal, estado de naturaleza-estado civil, los iusnaturalistas hacen de vez en vez, como sucede con todas las grandes dicotomías, un uso sistemático, en la me­dida en que los dos términos sirven para comprender to­da la vida social del hombre; un uso historiográfico, ahí donde el devenir histórico de la humanidad es explicado como un paso del estado de naturaleza al estado civil y eventualmente como una recaída del estado civil al estado de naturaleza; un uso axiológico, en cuanto a cada uno de los dos términos se le asigna un valor antitético respecto al otro (para quien le atribuye un valor negativo al estado de naturaleza, un valor positivo al estado civil y viceversa).38 Entre los dos estados hay una relación de contraposición: el estado natural es el estado no-político y el estado políti­co es el estado no-natural. En otras palabras, el estado po­lítico surge como antítesis al estado natural, del que tiene

“ Me dediqué por primera vez al estudio de estos tres usos de los sistemas conceptuales en el artículo “La grande dicotomía” en Studi in memoria di Carlo Esposito, Padua, Cedam, 1974, pp. 2187-2200 (en el volumen Dalla struttura alla funzione, Nuovi studi di teoria del diritto, Milán, Edizioni di Comunità, 1977, pp. 145-163). La “gran

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la función de eliminar los defectos, y el estado natural re­surge como antítesis del estado político en el momento en el que éste no logra el objetivo para que ha sido instituido. La contraposición entre estos dos estados consiste en que los elementos constitutivos del primero son individuos ais- lados, no asociados, si bien asociables, actúan de hecho si­guiendo no la razón (que permanece escondida o impo­tente), sino las pasiones, los instintos o los intereses; el ele­mento constitutivo del segundo es la unión de los individuos aislados y dispersos en una sociedad perpetua y exclusiva que sólo permite la realización de una vida de acuerdo con la razón. Precisamente porque el estado de na­turaleza y el estado civil son concebidos como dos momen­tos antitéticos, el paso de uno a_otro no se da necesaria­mente por la misma fuerza de las cosas, sino medianteuno o más acuerdos, es decir, por medio de uno o más actos voluntarios de los mismos individuos interesados en salir fuera del estado de naturaleza, lo que significa vivir de acuerdo a la razón. En cuanto antitético al estado de na­turaleza, el estado civil es un estado “artificial”, producto, se diría hoy, de la cultura y no de la naturaleza (donde vie­ne la ambigüedad del término “civil” que significa al mis­mo tiempo “político” de “¿vitas” y civilizado de “civilitas”). A diferencia de lo que sucede con cualquier otra forma de sociedad natural en la que el hombre puede vivir indepen­dientemente de su voluntad como son, según la tradición, la sociedad familiar y la sociedad patronal, el principio de legitimidad de la sociedad política es el consenso.

dicotomía” de la que hablo es la distinción entre derecho privado y derecho público. Esta dicotomía también la utilicé para analizar la teoría clásica de las formas de gobierno tanto en el artículo “Vico e la teoria delle forme di governo”, Bollettino del Centro di Studi vi- chiani, 1978, pp. 5-27, como en el término Democrazia / Dittadura de la Enciclopedia Einaudi, voi. IV, pp. 535-558 (publicado en 1978).

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V. EL ESTADO DE NATURALEZA

Como se ha señalado, en la literatura de los siglos xvii y xvm el modelo hobbesiano sufre muchas varia­ciones que pueden ser reagrupadas en torno a tres temas fundamentales: el punto de partida —el estado de naturaleza—, el punto de llegada —el estado ci­vil— y el medio a través del cual se da el paso de uno a otro —el contrato social.

Las variaciones que se refieren a las características del estado de naturaleza se reúnen principalmente alrededor a estos tres problemas: a) es el estado de naturaleza un estado histórico o solamente imaginario (una hpótesis racional, un estado ideal, etc.); b) es pacífico o belicoso; c) es un estado de aislamiento (en el sentido de que cada individuo vive por cuenta propia sin tener necesidad de los demás) o social (si bien de una sociedad elemental).

a) El problema de carácter hipotético o la histo­ricidad del estado de naturaleza fue correctamente planteado por Hobbes, aunque frecuentemente su solución no ha sido entendida. El estado de natura­leza universal en Hobbes es una pura hipótesis de la razón, o sea es el estado en el que los hom­bres habrían vivido o estarían destinados a vivir juntos, y al mismo tiempo en el estado de natura­leza derivaría como consecuencia (una consecuencia

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lógica no histórica) el “ bellum oninium contra om- ncs". El estado de naturaleza universal jamás ha existido y jamás existirá (su existencia prolongada habría llevado o llevaría a la extinción de la hu­manidad).Lo que ha existido y continúa existiendo de hecho es un estado de naturaleza no universal sino parcial, circunscrito a ciertas relaciones entre hombres o ent\^ grupos en ciertas circunstancias de tiempo y espacio. Hobbes no cree, como en cambio creerá Rousseau, que el estado de naturaleza universal haya existido por lo menos una vez en el tiempo, al inicio de la historia de la humanidad, es decir, no cree poder identificar el estado de naturaleza con el estado original. Más bien considera verosímil el que "de la creación en adelante el género humano jamás haya estado del todo sin sociedad’’.40

Los casos de estado de naturaleza parcial, o sea, histórico o históricamente posible son, sobre todo, tres: 1. el estado de las relaciones entre grupos socia­les independientes, en la época de Hobbes especial­mente entre estados soberanos (también Hegel que aunque se mofa de la hipótesis del estado de natura­leza, reconoce que los estados soberanos viven recí procamente en el estado de naturaleza); 2. el estado

*» Hobbes, "Q uestions concerning liberty, necessity and chan- ge” (1656), que cito de English W orks, ed. M oleshott, vol. V , p. 193 (En el original está escrito ''M olesh ott” ). En realidad se trata de la obra T h e English W orks of Thom as H ob b es of M alm esbury, por primera vez recopilada y editada por W illia m M olesworth, Barth, London, John Bolín, 1829-45, vol. II . [T .])

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en el cual se encuentran los individuos durante una guerra civil, es decir, cuando se disuelve la sociedad política: es el estado de anarquía; 3. el estado en el que se encuentran ciertas sociedades primitivas, ya sean las de los pueblos salvajes de esta época, como algunos grupos indígenas de América, ya sean las de los pueblos bárbaros de la antigüedad, ahora civili­zados. En la representación hobbesiana del estado de naturaleza confluyen tres inspiraciones diferentes: la representación del estado salvaje de la sociedad humana de acuerdo con la concepción epicúrea trans­mitida por Lucrecio en el quinto libro del D e rerurn n atu ra ;50 las descripciones de los viajeros del nuevo mundo como fue amplia y admirablemente documen­tada recientemente por Landucci,51 y las vivas impre­siones de la guerra civil inglesa.52 60 61

60 "M ultaque per coelum solls volventia lustra/vulgivago vitam tractabant more ferarum ’í pp. 931-932. En la traducción clásica de A. M archetti, recientemente reeditado: “ E. molti, errando delle fere in gu isa/per lo cielo del sol lustri volan- ti/traean lor vita” , T urín , E inaudi, 1975, p. 224.

61 S. Landucci, I filosofi e le macchine (1580-1780), Bari, Laterza, 1972, especialmente por lo que respecta a Hobbes, pp. 114-142. (En esta cita parece haber un error porque el libro de S. Landucci se llam a I filosofi e i selvaggi (1580-1780) Bari, Laterza, 1972, y precisamente en este libro las pp. 114-142 están dedicadas a Hobbes. [T .] ) .

B3 No sin una reminiscencia literaria de Tucídides que h a­bía descrito con colores lúgubres la guerra civil desencadenada en Corcira (nombre antiguo de Corfú, [T.]) en 427 a.C .: "A tal punto de ferocidad llegó aquella guerra civil y pareció todavía más tremenda porque fue la prim era: se puede decir que más tarde toda Grecia fue conmovida, etc.” (III, 82).

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Pufendorf dio forma explícita a la distinción implí­cita de la teoría hobbesiana entre estado de natura­leza universal (solamente hipotético) y estado de naturaleza parcial (históricamente posible), distm-

Et necesario no olvidar que Hobbes tradujo en la prim era parte de su vida la historia de la guerra del Peloponeso, pu b li­cada en Londres en 1629, "in terpreted" como se lee en la portada, "tuiih faith and di l¡ gen ce immecliately out of the Grceke by Thomas H obbes” . He querido reclamar de manera especial la atención sobre la im portancia del tema de la guerra civil en Hobbes, en el ensayo dedicado al autor del Levialan en el vol. III de la Storia delle idee politiche economiche e sociali, dirigida por L . Firpo, T u rín Utet, 1979. Sin embargo, quisiera por lo menos citar un fragmento que no se encuentra en las obras políticas, y precisamente por esto mucho más decisivo.

En el primer capitulo del De corpore, tratando de la utilidad de la filosofía, H obbes escribe: “ Pero (la utilidad de la filo­sofía moral y civil) se debe medir no tanto por las ventajas que derivan del conocimiento de ella como por las calam idades en las que incurrimos por la ignorancia de ella. Además, todas las calam idades que pueden evitarse con la intervención activa del hombre nacen de la guerra, de manera particular de la guerra civil. Efectivamente de ésta derivan masacres, desolación, carencia de todas las cosas , I, 7; trad. it. a cargo Antimo Negri, en la colección de los “ Classici della filosofía” , dirigida por N. Abbagnano, T urln , Utet, 1972, p. 75. De todas las interpretaciones del estado de naturaleza la menos creíble es la que ha tenido en estos años, increíblemente, m a­yor éxito. Me refiero a la obra de C. B. M acpherson, The Political Theory of Possessive Individualism , Oxford, at the Claredon Press, 1962; trad. it. M ilán. Instituto Editoriale Italiano, 1971, en la cual se sostiene con pruebas débiles que, describiendo el estado de naturaleza, H obbes define en rea­lidad, si bien inconscientemente, la sociedad de mercado. Del mismo autor también se puede ver la introducción a la

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guiendo el estado de naturaleza puro o absoluto del limitado: “ Efectivamente, se puede considerar c! ñero humano de dos maneras: o se concibe a todos los hombres en su conjunto y tomados singularmente viviendo en el estado de libertad natural; o bien se consideran algunos vínculos concretos entre ellos en una sociedad civil y unidos con los otros por ningún otro lazo que el de la común humanidad.” 53

También Locke después de haber descrito el estado de naturaleza como una manera de abstracción, sea como el estado en el que los hombres viven o podrían vivir si fuesen tan razonables para respetar las leyes naturales, se pregunta dónde y cuándo los hombres se han encontrado en el estado de naturaleza y responde aduciendo algunos casos: el de los soberanos de los gobiernos independientes; el de dos hombres en una isla desierta; el de "un suizo y un indio en los bos­ques de América” ,54 y el soberano de un Estado con respecto a un extranjero en su territorio.55 Ade­más, también Locke, como Hobbes, considera la diso-

edición del L ev iath an , P enguin Books, 1968, en la que esta tesis se refrenda. H obbes h ab ría usado “ un m odelo m ental que, fuese consciente o inconsciente, corresponde solam ente a la sociedad burguesa de m ercado” (p. 38) , con la consecuencia de q u e "lo s m odelos constru idos por él fueron m odelos b u r ­gueses” y por lo tanto el núcleo principal de su ciencia es "u n a ciencia de Ja sociedad b u rgu esa” ! (p.12).

63 Pufendorf, D e iure n atu rac et gentium , L . II, cap. ir, §1; trad. it., cit., p. 63.

M J- Locke, Two T rcatises of Governm ent (1690), Segundo ensayo, § 14; trad. it. cit., p . 249.

66 Op. cit., § 9; trad. it, pp. 244-215.

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lución del Estado como un regreso al estado de natu- raleza: en un fragmento identifica explícitamente el estado de naturaleza con la anarquía.

En cambio el estado de naturaleza es representado por Rousseau como un estado histórico. Este autor identifica en la primera parte del Discours sur Vori- gine de l’ inégalité (Discurso sobre el origen de la desigualdad) (1753) el estado de naturaleza con el estado primitivo de la humanidad, inspirándose como es sabido en la literatura del “buen salvaje Pero se trata de una historia imaginaria que tiene una función ejemplar en cuanto debe servir para demos­trar la decadencia de la humanidad desde el momento en que salió del estado de naturaleza para entrar en la “sociedad civil” y la necesidad de una renova­ción de las instituciones que no puede ir separada de una renovación moral. Mientras los autores pre­cedentes distinguen netamente la hipótesis racional del dato histórico, Rousseau eleva el dato histórico (o lo que él cree que pueda considerarse como un dato histórico) a idea de la razón. Aquello que para los autores precedentes es uno de los casos de estado de naturaleza, la manera de vivir de los pueblos sal­vajes, es considerado por Rousseau como el caso ejemplar, como el estado de naturaleza por excelencia. Pero también para Rousseau, al igual que para los otros, el estado de naturaleza es al mismo tiempo un hecho histórico y una idea regulativa, aunque, si bien mucho más que en sus predecesores, hecho

30 op . cit., § 225; trac!, it., cit., p. 422.

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histórico e idea regulativa sean recíprocamente inte­grados.

b) La pregunta sobre la que frecuentemente se han detenido los críticos del derecho natural, que cuestiona si el estado de naturaleza es un estado de gueira o de paz, resulta también en gran parte inelevante, y desvía el fin de comprender la pecu­liaridad del modelo iusnaturaüsta. Si efectivamente se cree poder contraponer una visión optimista a una pesimista del estado de naturaleza, no se logra enten­der por qué una de las características comunes de todos los iusnaturalistas sea la tesis de que es nece­sario salir del estado de naturaleza y por qué sea utd (Hobbes y Locke), necesario (Spinoza) u obli­gatorio (Kant) instituir el estado civil: si por estado pacífico se entiende un estado bueno contrapuesto al estado de guerra considerado como malo y el es­tado de naturaleza es un estado pacífico, el estado civil jamás habría surgido o por lo menos no habría que considerarlo como el estado de la razón sino como el estado de la estulticia humana.

El fundamento de la construcción hobbesiana es que el estado de naturaleza es un estado de guerra: el primer capítulo del D e cive está dedicado a expo­ner todos los argumentos por los cuales el estado de naturaleza es un estado de guerra. Hobbes fue seguido p>or Spinoza quien con una expresión hob­besiana afirmó que los hombres estando sujetos a las pasiones, “ son naturalmente enemigos entre ellos” .57

^ Spinoza, Trac la tus politicus, cap. II, § 14; cit., p. 1 7 1 .

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Con una confutación directa, pero a decir verdad forzada, de algunos argumentos de Hobbes, Pufendorf sostiene que como en el estado de naturaleza el hom­bre no sólo puede escuchar a la pasión sino también a la razón “que ciertamente no le sugiere uniformarse solamente a los propios intereses” , este estado es un estado de paz.58 Por lo demás una afirmación de este tipo no tiene ningún efecto en la secuencia del razonamiento que induce a Pufendorf, lo mismo que a Hobbes y Spinoza, a hacer salir a los hombres del estado de aislamiento y a buscar la vida en socie­dad. Si el estado de naturaleza por un lado es un estado negativo a causa de dos características natu­rales y contradictorias del hombre que son el amor de sí (¡precisamente el amor de sí que Rousseau juzgará positivo y distingirá del amor propiol) que lo lleva a preocuparse exclusivamente de la propia conservación, y la debilidad (mfirmitas'), es decir, la insuficiencia de las propias fuerzas que lo obligan a unir los propios esfuerzos a los esfuerzos de los demás. Desde Platón la razón fundamental por la que los hombres se reúnen en sociedad ha sido siem­pre la necesidad de la división del trabajo. El tema había sido recuperado entre otros por Spinoza en el Tratado teológico-políticc (1670), publicado dos años antes del tratado de Pufendorf: " . . . Si los hombres no se prestasen ayuda mutua, faltaría tanto el tiem­po como la capacidad de hacer cuanto les es posible

**• Pufendorf, De iure naturae el gen tium , L. II, cap. II, § 9; tvad. cit., p. 79.

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a fin de procurarse el propio sostenimiento y la propia conservación. Efectivamente, no todos son h á ­biles por igual para todo, ni cada uno por sí solo estaría en condiciones de allegarse aquello de lo que individualmente tiene más necesidad.'’ 60 Pufendorf lo retoma casi con las mismas palabras: parallevar una vida cómoda siempre hay necesidad de recurrir a la ayuda de cosas y hombres, faltándole a cada uno energía y tiempo para producir sin la colaboración ajena, lo que es más útil y extrema­damente necesario” .60

Como se aprecia, el problema importante para ex­plicar el origen de la vida social no es tanto si el estado de naturaleza es pacífico o belicoso, sino un estado positivo o negativo. Para Pufendorf este es­tado, aun siendo un estado de paz, siempre es un estado negativo si bien por una razón, la miseria, la indigencia, la pobreza, diferente de la razón princi­pal adoptada por Hobbes (digo ‘‘principal” porque el estado de naturaleza hobbesiano además de ser violento también es mísero). Pero precisamente lo que importa ya no es que no sea un estado de guerra sino que sea, aun no siendo un estado de guerra, de tal naturaleza que no permita la sobrevivencia y el desarrollo civil de la humanidad.

“ Spinoza, Tractatus theologico-politicus, cap. V, que cito de la edición italiana con introducción de E. Giancotti Bos- chcrini, traducción y comentarios de A. Droctto y de la misma Giancotti Boschcrini, T urín , E inaudi, 1972, p. 129.

cu Pufendorf, De iure ualurac el gelium , L. II, cap. III, § 9, trad. cit., p. 111.

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También Locke describe el estado de naturaleza como un estado de paz y para eliminar la más mínima sospecha de ser hobbesiano lo declara explícitamen­te: “Aquí vemos la clara diferencia que existe entre el estado de naturaleza y el estado de guerra. Sin embargo, ha habido quien los ha confundido, a pe­sar de que se hallan tan distantes el uno del otro como el estado de paz, benevolencia, ayuda mutua y mutua defensa lo está del odio, malevolencia, vio­lencia y destrucción recíproca.” 61 Pero en cuanto estado de paz universal, es tan hipotético como el estado universal de guerra del que habla Hobbes. Hipotético en el sentido de que seria un estado de paz si todos los hombres fuesen siempre racionales: sólo el hombre racional obedece sin necesidad de ser obligado por las leyes naturales. Pero como no todos los hombres son racionales las leyes naturales pueden ser violadas y ya de una violación nace otra, por la falta de un juez sa p e r p artes, en el estado de natura­leza, éste continuamente está en riesgo de degenerar en un estado de guerra. Más aun: una vez quecomienza el estado de guerra, continúa” .62 Así el estado de naturaleza es hipotéticamente un estado de paz, pero de hecho se vuelve un estado de guerra. Es superfluo agregar que no es del estado hipotético sino del estado de hecho que nace la exigencia de la sociedad civil. No muy diferente es la posición kan­tiana: en realidad Kant no plantea expresamente el

“l Locke, Tu-o Treatises of Governm ent, Segundo ensayo, § I!); Lrad cit., p. 252.

«- Op. cit., § 20; trad. cit. p. 253.

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problema de si el estado de naturaleza es belicoso o pacífico, sino llamándolo “provisional", en contraste con el estado civil que llama “perentorio” , muestra claramente que el estado de naturaleza es un estado incierto, inestable, inseguro, desagradable, en el cual el hombre no puede continuar viviendo indefinida- mente.fiJ

La posición de Rousseau es un poco más compleja porque su concepción del desarrollo histórico de la humanidad no es dual —estado de naturaleza o socie­dad civil— como los escritores precedentes, donde el primer momento es negativo y el segundo posi­tivo, sino triàdica —estado de naturaleza, sociedadcivil, república (fundada en el contrato social)_donde el momento negativo, que es el segundo, es puesto entre dos momentos positivos. El estado origi­nal del hombre era un estado feliz y pacífico porque no teniendo el hombre otras necesidades que aque-

La correspondencia de la distinción entre estado de n atu ­raleza y estado civil con la distinción entre estado de derecho provisional y estado de derecho perentorio es fundam ental para comprender la relación entre estado de naturaleza y sociedad civil en Kant. En la Reschtslehre (que es la prim era parte de la M etaphysik der Sitien, 1797) toca el tema en diversas ocasiones en el § 9, a propósito del “ m io” y del “ tuyo” externos, en el § 15, a propósito del título de ad q u i­sición, en el § 44, a propósito de la constitución del Estado; ed. it a cargo de N. Bobbio, L. Firpo, V. Mathieu en la colección de los “ Classici politici” , dirigida por L. Firpo, Utet, 1956, pp. 437, 499. Para un comentario sobre estos fragmentos remito al lector a mi curso de lecciones D iritto e stato nel pensiero di Em avueie Kant, T urn i, G iappichelli, 2a. ed. 1969, p. 141 y ss.

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lias que podía satisfacer en contacto con la natura­leza, no había tenido que unirse ni combatir con sus semejantes; pero era una condición que no podía durar; por una serie de innovaciones de las cuales la principal fue la institución de la propiedad pri­vada que degeneró en la sociedad civil (entiéndase civilizada) donde sobrevino lo que Hobbes había ima­ginado que sucediese en el estado de naturaleza, es decir, el desencadenamiento de conflictos continuos y destructivos por la posesión de los bienes que el progre­so técnico y la división del trabajo habían aumenta­do enormemente. Cuando Rousseau escribe que “ las usurpaciones de los ricos, los latrocinios de los po­bres y las pasiones desenfrenadas de todos” pro­vocaron “ un estado de guerra permanente” evoca a Hobbes:61 en realidad lo que Rousseau reprueba de Hobbes no es el haber tenido la idea de un es­tado de guerra total, sino el de haberlo atribuido al hombre de naturaleza en vez de al hombre civil. Por lo tanto también para Rousseau es perfecta­mente irrelevante la pregunta de si el estado de naturaleza sea una condición de paz o de guerra; lo que importa es que también para él, como para

M J. J. Rousseau, Discours sur Vorigine de l'inégalilé parm i les homes (1754), que cito de J . J . Rousseau, Scritii PoliUc*> a cargo de P. Alatri, en la colección de los “ Classici politici” . ‘'Entre el derecho del más fuerte y el prim er ocupante surge un conflicto perpetuo que sólo terminaba por medio de combates y matanzas. La sociedad naciente dio lugar al más horrible es­tado de guerra” (p. 333). Una vez más el “ estado de guerra" es el paso obligado para el nacimiento del Estado; una vez más el Estado es la antítesis del estado de guerra.

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todos Jos iusnaturalistas, la situación anterior al estado de razón es una condición negativa, y que por lo tanto el estado de razón, la condición en la cual la humanidad deberá encontrar la solución de sus problemas mundanos, surge como antítesis al estado precedente. La diferencia entre Rousseau y los demás es que para éstos la condición anterior es el estado de naturaleza —sea éste un estado de guerra actual (Hobbes y Spinoza), de guerra poten­cial (Loche y Kant), o un estado de miseria (Pufen- dorf)- para Rousseau es la “ société civile” .

c) Fue constantemente discutido dentro de la mis­ma escuela del derecho natural si el punto de par­tida de una teoría racional de ¡a sociedad y del Estado debiera ser el individuo aislado o el individuo asociado en cuanto tal o en alguna forma de socie­dad. Más que la solución dada a las dos alternativas anteriormente examinadas, la solución del problema de si el estado de naturaleza fuese un estado asocial, es decir, compuesto por individuos sin una necesaria relación entre ellos, o social, sirvió como criterio de diferenciación entre las diversas tendencias de filosofía política durante el siglo xvm. En contraste con los partidarios del derecho natural individual, que hoy podríamos llamar individualistas, los otros, los partidiarios del derecho natural social, fueron llamados ya en el siglo xvm "socialistas” .65 En la historia del derecho natural, el kantiano Hufeland

°° F. Venturi, "Socialisti e socialismo nell’Italia del Settecen- to”, Rivista Storica Italiana, 1963, pp. 129-140.

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llama a Pufendorf y a sus seguidores “ Socialisten” porque “ fundan el derecho natural en la sociedad’’.66 T al denominación permaneció durante un largo tiem­po y todavía fue utilizada por Stahl en la historia de la filosofía del derecho, antes mencionada, cuando ya el término “socialista” había asumido un significado muy diferente” .67

Pero también esta distinción es hoy considerada por afuera de las preocupaciones de ortodoxia reli­giosa que hicieron ver a los escritores no “ socialistas” , (aquellos que habían hecho remontar los orígenes en las acusaciones contra Vico por su teoría del “ es­tado salvaje”), como réprobos. Si por “ socialistas” se entienden aquellos que han continuado transmitiendo la concepción aristotélica del hombre animal natu­ralmente social, o movido como había afirmado Gro- cio por el “ appetitus societatis” , ninguno de los

86 G. H ufeland, Lehrsätze des. Naturrechts, que cito de la II edición, Jena, C. H. Cuno’s Erben, 1975 (la. ed., 1970). La denominación de “ socialistas” dada a Pufendorf y segui­dores se encuentra en el § 59 al inicio de una breve historia del derecho natural, en que se propone una periodización, discutida también por nuestro Rosm ini, en Vorzeit (edad de la formación), que comprende los tres grandes, Grocio, Pufen- clorf, Thom asius, y Bestimmte Zeit (edad de la escuela cons­tituida), de Thom asius en adelante. De Thom asius dice "P r i­mero amigo de los socialistas, posteriormente se vuelve su más importante adversario” , § 60.

07 F. J . Stahl, Die Philosophie des Rechts nach geschicht­licher Ansicht, aparecida en dos volúmenes, respectivamente en 1830 y 1837, que cito de la trad. it. Storia della filosofia del diritto, T urin , Società editrice ilaliana, 1855. En la pàg i­na 170 se habla de Tom asio "socialista”.

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escritores que lian contribuido a formar y desarro­llar el modelo iusnaturalista pueden ser distinguidos con este apelativo; ni siquiera Pufendorf. La necesi­dad que el hombre tiene de vivir junto con los demás no deriva en Pufendorf, como en Grocio, de una tendencia natural hacia la sociedad, sino como se ha visto, de dos condiciones objetivas: el amor de sí y la debilidad que hacen que al hombre se le pre­sente deseable la vida en sociedad. Así explicada, la vida en sociedad se presenta más como el producto de un cálculo racional, de un interés, que de un ins­tinto o de un “ appetitus” ; también por esto Pufen­dorf debe ser considerado, una vez más, seguidor de Hobbes y no de Grocio. Así pues, para todos los escritores hasta ahora analizados el estado de natu­raleza es el estado cuyo protagonista es el individuo singular, con sus derechos y deberes, con sus instintos e intereses, en relación directa con la naturaleza de la que toma los medios para su sobrevivencia, y sólo indirectamente, esporádicamente, con los otros hombres. El dato original, un dato del que no se puede imaginar nada más adecuado para una con­cepción individualista de la sociedad no es el a p p e ti­tus societa tis. sino el instinto de conservación, el spinoziano con a tu s sese conseruandi. El instinto de conservación mueve tanto al hombre de Hobbes y de Spinoza como al de Pufendorf y de Locke. La vida del hombre natural de Rousseau se desarrolla en un feliz aislamiento de los demás hombres, movido exclusivamente por el amor de sí que es, como se lee en el E m ilio , “ siempre bueno’’, y es el medio a tra­

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vés del cual el hombre satisface la necesidad funda­mental de la propia conservación. El “ ius in omnia” es el hecho individual del que parten tanto Hobbes como Spinoza. La propiedad es la institución funda­mental del estado de naturaleza de acuerdo con Locke, y la sociedad civil según Rousseau, y es el fruto del esfuerzo inteligente o capcioso del individuo que subroga el estado de naturaleza como momento antitético del Estado. Kant hace coincidir el derecho natural (contrapuesto al derecho civil) con el dere­cho privado (contrapuesto al público).68 El derecho natural privado es esencialmente, si no exclusiva­mente, el derecho que regula las relaciones entre los individuos: no exclusivamente, porque también regula las formas primitivas y naturales de sociedad

88 En la Mclaphysik der Silten sobre este punto fundamental se encuentra el siguiente fragm ento: "L a división del derecho natural no r e s id e ... en la distinción de derecho natural y de derecho social, sino en aquella de derecho natural y de derecho civil, de la que el prim ero es llam ado derecho privado, el segundo derecho público. Y efectivamente al estado de naturaleza no se opone el estado social, sino el estado civil por­que puede haber perfectamente una sociedad en el estado de naturaleza, pero no una sociedad civil, que garantiza lo mío y lo tuyo por medio de leyes públicas” , ed. cit., p. 422. De este fragmento en el que Kant precisa que la contraposición fundamental no es entre derecho individual y derecho social sino entre derecho natural, comprendido en él el derecho de las sociedades, como la fam ilia y las asociaciones parciales, y derecho civil (o derecho de la sociedad civil, que no debe confundirse con las sociedades naturales), resulta claro por qué el derecho natural coincide con el derecho privado y el dere­cho positivo nace con el derecho público.

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que son la familia y las asociaciones privadas. El principio individualista en el que se inspiran las teorías clel iusnaturalismo no excluye que haya un derecho natural social, o sea, un derecho de las socie­dades naturales como la familia, y por lo tanto ha­ya sociedades diferentes de la sociedad civil o polí­tica. Lo que se excluye es que la sociedad política sea concebida como una prolongación de la sociedad natural; la sociedad política es una creación de los individuos, es el producto de la conjugación de volun­tades individuales. La familia es parte del estado de naturaleza, pero no lo subroga. La sociedad política substituye al estado de naturaleza, no lo continúa ni lo prolonga ni lo perfecciona. Los dos términos de la construcción permanecen, el individuo cuyo reino es el estado de naturaleza, y el Estado que no es una sociedad natural. Las sociedades naturales, es decir, no políticas, existen y nadie las puede borrar de la historia, pero en el contraste fundamental entre indi­viduo y Estado desempeñan un papel secundario a diferencia de lo que sucede en el modelo tradicio­nal donde su papel es primordial. Es verdad que Hobbes admite que en una sociedad primitiva la familia, la “ pequeña fam ilia’’, tenga un lugar de Estado,69 y que de hecho en la evolución de la socie­dad del pequeño grupo familiar al gran Estado, ha­ya estados como las monarquías patrimoniales que

" Hobbes, Leviathan, cap. xvir, ed. cit., p. 164. [Hay. ed. esp. FCE.]

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asumen el aspecto de familias en grande;70 igual­mente es verdad que Locke admite que “ mediante una mutación insensible los padres de las familias se convirtieron también en monarcas políticos’’, '1 y que en el origen de los tiempos los primeros go­biernos habían sido monárquicos en cuanto el mismo padre había sido reconocido como rey.72 73 Pero es igualmente claro que en el discurso de Hobbes y de Locke es necesario distinguir la descripción de lo que ha sucedido de hecho, en ciertas circunstancias, de la propuesta de una nueva forma de legitimación política. Desde este punto de vista, o sea, desde el punto de vista del fundamento de un nuevo prin­cipio de legitimidad, ni la sociedad doméstica ni la sociedad patronal ofrecen un modelo válido para la sociedad política.

70 Hobbes, De cive, IX , 10, ed. cit., p. 206; Leviethan, capí­tulo xx, ed. cit., p. 199.

71 Locke, Two Treatises on Government, Segundo ensayo, §76, ed. cit., p. 297.

73 Op. cit., § 107, ed. cit., pp. 224-235.

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VI. EL CONTRATO SOCIAL

E l p r i n c i p i o de legitimación de la sociedad política es exclusivamente el consenso. El tema ha sido plan­teado con la máxima precisión por Locke. La mejor clave de lectura de la segunda parte de los ya citados T w o T re a tise s o f G ov ern m en t [Dos ensayos sobre el g o b ie rn o ] que tiene por subtítulo y es conocida como A n essay co n cern in g the true o r ig in a l, extent an d end o f c iv il gov ern m en t [E nsayo sobre el ver­d ad ero o rigen , ex ten sió n y fin d e l go b ie rn o c iv il1, es la que nos permite interpretarla como un largo y puntual razonamiento que tiende a confutar a todos aquellos que han confundido la sociedad política con la sociedad doméstica o con la sociedad patronal, y a demostrar que lo que distingue las tres formas de sociedad es el diferente fundamento de la autoridad y consecuentemente de la obligación de obedecer, es decir, el diverso principio de legitimidad. Desde las primeras páginas Locke da a entender su propó­sito ahí donde escribe que “ a fin de que pueda dis­tinguirse el poder de un magistrado sobre un súbdito, de la autoridad de un padre sobre sus hijos, de la de un amo sobre sus criados, de la de un marido sobre su esposa y de la de un señor sobre su esclavo” , de manera que es necesario mostrar la diferencia que existe entre el gobernante de una sociedad política,

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el padre de una familia y el capitán de una galera” .73 Como bien saben los juristas, son tres los tipos clá­sicos de fundamento de las obligaciones: ex gencra- tio n e, ex d elic io , ex contráctil. La obligación del hijo de obedecer al padre y a la madre depende del hecho de que ha sido generado por ellos, o sea por la naturaleza; la obligación del esclavo de obedecer al amo depende de un delito cometido, o sea es el castigo por una culpa grave (como es la de haber combatido en una guerra injusta y haberla perdido) ; la obligación del súbdito de obedecer al soberano nace del contrato. Lo que quiere decir que el gober­nante a diferencia del padre y del amo, tiene nece­sidad de que su autoridad sea aceptada para que sea considerada legítima. En principio, un soberano que gobierna como un padre según el modelo del estado paternalista, o peor aún como un amo de acuerdo con el modelo del estado despótico, no es un soberano legítimo y los súbditos no están obligados a obede­cerlo.

Aunque la teoría del contrato social fuese antigua y hubiese sido extensamente utilizada por los juris­tas medievales, solamente con los iusnaturalistas se vuelve un paso obligado de la teoría política, de manera que será común a todos los críticos del dere­cho natural, Hume, Bentham, Hegel, Haller, Saint- Simon, Comte, la confutación de este extraño e inútil expediente (que dos autores tan diferentes como Bentham y Haller, uno independientemente de otro,

n Up. cit., § 2, ed. cir., p. 238.

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;.3¡

llaman ' quimera). Entre los antiguos escritores que habían hecho mención de un posible, y en algunos casos de un real, fundamento coniractualistu del Es­tado están Platón 74 y Cicerón, quien había puesto en boca de Philus, portavoz de las ideas de tendencias ascéticas en torno a la justicia, la siguiente afirmación que hoy diríamos de sabor hobbesiano: “ Sed cum alius timet, et homo hominem et ordo ordinem, tum quia nemo sibi confidit, quasi pactio fit ínter populum et potentes, ex quo existit id quod Scipio laudabat, coniunctum civitatis genus” .75 El acuerdo al que se refieren tanto Platón como Cicerón es aque­lla especie de pacto que los escritores medievales y posteriormente los modernos habrían llamado “ pac- tum subiectionis” (sobre el que trataremos más ade­lante). Pero en la tradición sofística que había puesto en particular y polémico relieve el carácter conven­cional de las leyes y de los gobiernos, y por lo tanto de lo justo y de lo injusto, y luego en la tradición epicúrea, el acuerdo del que nace la vida social hacía pensar en lo que habría sido llamado el “ pacium societatis” , como en este célebre fragmento de Epi-

74 “ Así pues sucedió esto: los reyes y los pueblos de tres reinos [Esparta, Argos, Mesene], con base en las leyes estable­cidas en común para regular las relaciones entre gobernantes y gobernados, se juraron reciprocamente, los unos no hacer más gravoso su poder con el andar del tiempo y con el agranda- micnto de su fam ilia, los otros, no cam biar jam ás el poder real y no perm itir a otros que lo intentasen, con tal que los reyes observasen estas condiciones” (Platón, Las leyes, C84 a).

n Cicerón, De rc[)ubblica, 111, 13.

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c u ro : “ L a ju s t ic ia n o es a lg o q u e e x i s ta ele p o r sí, s in o só lo en la s re la c io n e s re c íp ro c a s y s ie m p r e d e a c u e r d o a los lu g a re s d o n d e se c e le b ra u n a c u e r d o de n o h a ce r ni r e c ib ir d a ñ o . ” 76 E s ta d i fe re n te in te r ­p re ta c ió n de l a c u e r d o o r ig in a l d e m u e s tr a c u a n p o c o e l a b o r a d o e s ta b a el l l a m a d o c o n tr a c tu a l i s m o a n t ig u o en c o m p a r a c ió n con el m o d e r n o . P a r a e l contrac- tu a l i sm o m e d ie v a l fu e m á s im p o r ta n te e l f a m o so f r a g m e n to d e U l p i a n o so b re la lex de im perio (es d ec ir , so b re la ley d e la q u e el e m p e r a d o r d e r iv a b a la a u t o r id a d d e h a c e r leyes), se g ú n el c u a l lo q u e el p r ín c ip e d e l ib e r a t ien e fu e rza d e ley p o r q u e el “ po- p u l u s ” le h a c o n fe r id o el p o d e r d e l q u e o r ig in a lm e n ­te so la m e n te él es el t i t u la r .77 U n a vez m á s , si la d e c la ra c ió n c o n te n id a en el f r a g m e n to p o d í a ser in te r p r e t a d a c o m o u n d o c u m e n t o d e l o r ig e n con- t r a c tu a l i s ta d e lo a u to r id a d , el p a c t o a l q u e el f r a g ­m e n to se re f ie re es el p a c to d e s u je c ió n cu y a c o n d i­c ión n e c e sa r ia y o b je t iv a es la e x is te n c ia d e l “ p o p u l u s ” co m o “ u n iv e r s i t a s ” ya c o n s t i tu id a , in d e p e n d ie n te ­m e n te d e la m a n e r a en q u e h a y a s id o c o n s t i tu id a . D e l r e c o n o c im ie n to p r e l im in a r d e u n a r e la c ió n en tre “ p o p u l u s ” y “ p r í n c ip e s ” se d e s p r e n d ía n d o s in te r ­p re ta c io n e s o p u e s ta s d e l c o n te n id o d e e s ta re la c ió n , ya fu e r a q u e c o n fe r ir la a u t o r id a d al p r ín c ip e fuese in te r p r e t a d o c o m o u n a a l ie n a c ió n to ta l , con secu en -

'* E p icuro , R atae sen tentiae , X X X III , que cito de E p icuro , O pere, trad. G. A rrighetti, T u r in , E in au d i, 1960, p. 132.

■7 “ Q uod princip i p lacu it legis habet %igorem utpote cum popo lu s ei et in cum suum im perium ct potcstatem con ferat” (D. I. 4, 1 ) .

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te m e n te n o só lo d e l e je rc ic io s in o ta m b ié n d e la t i t u la r id a d del p o d e r (o transía lio im p erri), o b ien fu e se in te r p r e t a d o c o m o u n a con cesió n l i m i t a d a en el t ie m p o o tam b iér i en e l o b je to , d e d o n d e el p r ín c ip e r e c ib ía d e l p u e b lo el e je rc ic io p e ro n o la t i t u l a r id a d d e l p o d e r (o concessio imperii).

T a m b i é n el te m a d e l c o n tr a to so c ia l es in te r p r e t a d o p o r lo s d iv e r so s a u to r e s con a lg u n a s v a r ia c io n e s , de las q u e las d o s m á s im p o r ta n te s se re f ie re n a la fo r m a d e r e a l iz a c ió n ( su b a) y a l c o n te n id o (su b b).

L a c u e s t ió n r e la t iv a a la h i s to r ic id a d o n o h i s to ­r ic id a d d e l a c to c o n t r a c t u a l es m e n o s im p o r ta n te q u e p a r a el e s t a d o de, n a tu ra le z a . S o la m e n te L o c k e b u sc a p r o b a r q u e n a d a im p id e q u e se p u e d a c o n s i­d e r a r a l c o n t r a to o r ig in a l c o m o un h e c h o h i s tó r ic o .78 P e ro L o c k e d e b e c o n f u t a r a u n a d v e r sa r io , F i lm e r , q u e d e fe n d ió la l e g i t im id a d d e la m o n a r q u í a a b s o ­lu ta r e c u r r ie n d o a la h i s to r ia (si b ie n a u n a h is to r ia s a g r a d a q u e n o t ien e n a d a q u e v e r con la h i s to r ia p r o f a n a ) . P o r lo d e m á s , t a m b ié n p a r a L o c k e el c o n ­tr a to fu n g e p r in c ip a lm e n t e c o m o in s t r u m e n to n e c e ­sa r io a f in d e p e r m i t i r la a f i r m a c ió n d e u n c ie r to p r in c ip io d e le g i t im a c ió n (la le g i t im a c ió n b a s a d a en el con sen so ) c o n tr a o t ro s p r in c ip io s . Si la ú n ic a ma-

78 Locke, Tuio treatises o f G overnm ent, Segundo ensayo,

§ 100 y ss, ecl. cit., p. S18 y ss. Locke se sirve de dos a rgu m en ­tos p ara sostener la realid ad histórica del contrato o rig in al: a) de estos contratos origin ales generalm ente no se tiene n o­ticia porque los pueblos no han conservado noticia de sus orígenes; b) p ara a lgun os estados como R om a y V enecia, de cuyos orígenes se tiene noticia, el origen con tractu al es verdadero.

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ñera de legitimación del poder p o l í t ic o es el con se n so de aquellos sobre los cuales este poder se e jerce , en el origen de la sociedad c iv il d e b e h a b e r h a b id o u n p a c ­to, si no e x p reso , tá c i to , en tre a q u e l lo s q u e le h a n d a d o vida. E l c o n tr a to es c o n c e b id o c o m o u n a v e r d a d de razón m á s q u e c o m o u n h e c h o h is tó r ico , en c u a n to es un e s la b ó n n e c e sa r io d e la c a d e n a d e r a z o n a m ie n ­tos q u e c o m ie n z a con la h ip ó te s i s ele in d iv id u o s a i s la d o s l ib re s e ig u a le s . Si in d iv id u o s o r ig in a lm e n te lib res e ig u a le s se h a n s o m e t id o a u n p o d e r c o m ú n e l lo n o p u e d e h a b e r s u c e d id o s in o m e d ia n t e u n a c u e rd o re c íp ro co . E n este s e n t id o e l c o n t r a to es, a d e m á s d e u n f u n d a m e n t o d e le g i t im a c ió n , t a m b ié n u n p r in c ip io de e x p l ic a c ió n . L a d i fe re n c ia e n tre el c o n tr a to c o m o h e c h o h is tó r ic o y e l c o n t r a to c o m o fu n d a m e n to d e le g i t im a c ió n es c la r a en R o u s s e a u , d o n d e el p a c to e n tre r ico s y p o b r e s q u e h a d a d o o r ig e n h is tó r ic a m e n te a l E s ta d o , c o m o es d e sc r ito en la s e g u n d a p a r te del Discurso sobre la desigualdad, es u n p a c to a r r a n c a d o con e n g a ñ o (y p o r lo tan to , h a b la n d o r ig u r o sa m e n te , i l íc i to ) ,79 m ie n tr a s q u e el

70 Se trata del célebre fragm en to en el que R ou sseau ex ­plica el origen del E stado, o m ejor dicho de la relación de sujeción política , en el largo periodo h istórico que va del fin del estado de naturaleza a l in icio de la nueva com unidad fundada en el contrato social, im agin an do que los ricos hayan logrado convencer a los pobres p ara som eterse a su poder m ostrando los peligros de la desunión ; ed. cit., p. 334. Es en este m om ento que R ousseau escribe: ‘‘T o d o s corrieron al en ­cuentro de sus cadenas, creyendo asegurar su lib e rtad .” T a l afirm ación constituye el pun to de p artid a del C ontrato social, que comienza con la no m enos célebre frase: “ E l hom bre ha nacido libre, y sin em bargo, vive en todas partes entre cadenas."

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“ c o n ü a t o s o c ia l ” m e d ia n te el cua l el h o m b r e co­r r u p to d e la s o c ie d a d c iv il d e b e r ía r c e c o n tr a r la fe l ic id a d , si no la p u r e z a o r ig in a l , es u na p u r a idea re g u la t iv a de la razón . E n f in , el co n tra to o r ig in a l es d e f in i t iv a m e n te a c e p ta d o p o r Ivant c o m o u n a id ea r e g u la t iv a de la raz ó n . E s te a u to r n o se p r e o c u p a de n in g u n a m a n e r a p o r q u e el E s ta d o h ay a o n o h a y a te­n id o en su fu n d a m e n t o u n a c u e r d o en tre los sú b d i to s . M á s a ú n , c o n s id e ra q u e el o r ig e n del p o d e r s u p r e m o es p a r a el p u e b lo q u e e s tá s o m e t id o a él “ in e s c r u t a b le ” y q u e , p o r lo tan to , n o p u e d e ser o b je t o de in v e s t i­g a c ió n y d e c o n tr o v e r s ia s in o con g rav e p e l ig r o p a r a la s a lv a c ió n d e l E s t a d o .80 L o q u e im p o r ta es q u e el so b e r a n o r i j a el E s t a d o c o m o si su p o d e r e s tu v ie se f u n d a d o en u n c o n tr a to o r ig in a l y d e b a r e n d ir c u e n ­tas a sus s ú b d i to s de l a m a n e r a en q u e lo e je rc e . E n el en say o U c b e r d en G e m e in sp r u c h : D as m a g in d er T h e o r ie rich tig sein , taugt a ber nich fiir die P raxis (S o b re e l d ich o co m ú n “ E sto p u e d e ser ju sto en teoría p ero n o vale en la práctica” ) 1793, K a n t ,

80 "E l origen del poder su perior es para el pueb lo que está bajo él, desde el pu n to de vista práctico, inescrutable, es decir el súbdito no debe especu lar sutilm ente en tom o a este origen , como si se tratase de un derecho dudoso respecto a la o b ed ien ­cia que se le debe ("tu s controversum ") (M elaphysik derSitien R echtslehre, § 49 A. ed. rit., p. 505) . Desde el m om en ­to en que el origen del poder suprem o es in escrutab le , el buscar los orígenes de un eventual contrato o rig in al de parte del súbdito , que no tiene el derecho para ello, no so lam ente es perfectam ente in ú til, sino tam bién delictivo, si se hace con la intención de "cam b iar a continuación p or m edio de la fuerza la constitución existen te” , § 52, ed. cit., p. 530.

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d e sp u é s d e h a b e r re c o n o c id o la e x is te n c ia de u n c o n ­tra to o r ig in a l “ q u e es el ú n ic o en el cu a l p u e d e fu n d a rse u n a c o n s t i tu c ió n civil u n iv e r sa lm e n te j u r í ­d ica en tre los h o m b r e s y se p u e d e c o n s t i tu ir u n a c o m u n id a d ” , n ie g a q u e sea n e c e sa r io s u p o n e r lo co ­m o u n h e c h o h is tó r ic o , p o r q u e c o m o tal, p u n tu a l iz a , ni s iq u ie r a se r ía p o s ib le , y so st ien e p o r el c o n tr a r io q u e él t iene su r e a l id a d c o m o “ s im p le id e a d e la r a z ó n ” , en el s e n t id o d e q u e la id e a d e l c o n tr a to o r i ­g in a l o b l ig a a “ to d o le g i s la d o r a h ace r leyes c o m o si e l la s d e b ie se n d e r iv a r d e la v o lu n ta d c o m ú n de to d o u n p u e b lo y d e c o n s id e ra r a c a d a sú b d i to , en c u a n to q u ie r e ser c iu d a d a n o , c o m o si él h u b ie se d a d o su c o n se n so a ta l v o l u n t a d ” .81 E n este s e n t id o el c o n tr a to o r ig in a l d e s e m p e ñ a su fu n c ió n re a l q u e es la d e c o n s t ru ir u n p r in c ip io d e le g i t im a c ió n d e l p o d e r , q u e , c o m o to d os los p r in c ip io s d e le g i t im a c ió n ( p ié n ­sese en el p r in c ip io d e l o r ig e n d iv in o de l p o d e r ) , n o tiene n e c e s id a d de ser d e r iv a d o de u n h e c h o r e a lm e n ­te s u c e d id o p a r a ser v á l id o .

a) S e g ú n u n a o p in ió n de los e scr ito res d e d e re c h o p ú b l ic o son n e c e sa r ia s d os co n v e n c io n e s su cesiv as p a r a d a r o r ig e n a u n E s ta d o : el pnctum socictatis, e n la q u e u n c ierto n ú m e r o de in d iv id u o s d e c id e n de c o m ú n a c u e rd o v iv ir en so c ie d a d , y el pactum su- biectionis, en la q u e los in d iv id u o s r e u n id o s d e tal m a n e r a se so m e te n a u n p o d e r c o m ú n . E l p r im e r p a c to t r a n s fo r m a u n a “ m u l t i t u d o ” en u n “ p op u - lu s” , el s e g u n d o u n “ p o p u l u s ” en u n a “ c iv i ta s ” .

H1 K ant, Scritli politici, cit., p. 262.

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P u f e n d o r f y la t r a ta d í s t ic a de e scu e la s ig u e n la o p in ió n c o m ú n ( a c e p ta d a to d a v ía a f ines d e l s ig lo x v m p o r A n s e lm F e u e r b a c h e n la p e q u e ñ a o b r a j u ­v en il A nti-H obbes, de 17 9 8 ) .82 D ic e P u f e n d o r f q u e c u a n d o u n a m u l t i t u d d e in d iv id u o s q u ie re p r o c e d e r a la in s t i tu c ió n d e u n E s ta d o , a n te to d o d e b e n e s t i ­p u l a r e n t re e l lo s u n p a c t o “ co n el c u a l m a n i f ie s t e n la v o lu n t a d d e u n ir se en a so c ia c ió n p e r p e t u a ” y lu e g o en u n se g u n d o m o m e n to , d e sp u é s d e h a b e r d e l ib e r a d o so b re c u á l d e b e r á ser la fo r m a d e g o b ie r n o , m o n a r q u ía , a r i s to c r a c ia o d e m o c r a c ia , d e b e n l le g a r a “ u n n u e v o p a c t o p a r a d e s ig n a r a q u e l l a p e r s o n a o a q u e l l a s p e r s o n a s a la s . c u a le s d e b a ser c o n f i a d o el g o b ie r n o d e la a s o c ia c ió n ” .83

U n a d e la s in n o v a c io n e s d e H o b b e s fue la d e e l i ­m in a r u n o d e los d os p a c to s : el pactum unionis, id e a d o p o r H o b b e s , e n el q u e c a d a u n o d e los in d iv id u o s q u e c o m p o n e n u n a m u l t i t u d cede a un te rcero (sea éste u n a p e r s o n a o u n a a s a m b le a ) el d e r e ­ch o q u e t iene , en el e s ta d o d e n a tu r a le z a , d e auto- g o b e r n a r se , con ta l de q u e to d o s los d e m á s h a g a n lo m ism o , q u e es a l m is m o t ie m p o u n p a c to d e a s o ­c ia c ió n y u n p a c to d e su je c ió n : u n p a c to de a so c ia c ió n

82 P. J . A. Feuerbach , A nti-H obbes oder U eber die Grenzen der hóschslcn Gew alt und das Zw angsrecht der B ü rger gegen den O berhcrrn , E rfu rt H en n in g, 1798; trad. it. a cargo de M .A. C attan eo , M ilán , G iu ffré , 1972, los p asa jes relativos a los dos pactos se encuentran en pp . 26 y 29. P ara un com entario ulterior.- cfr. M .A. C attaneo , A nselm Feuerbach filosofo e giu- r is la , M ilán , C om un istá , 1970.

“ P u fendorf, D e iure n atu rae et gentium , L . V II, cap. 2,§§ 7 y 8; trad. cit., pp . 164 y 165.

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p « F ^ :"v

p o r q u e los co n tray e n te s son los in d iv id u o s s in g u la re s en tre e llo s y n o el populas p o r u n la d o y el fu tu r o princeps p o r o tro ; u n p a c to d e su je c ió n p o r q u e a q u e ­llo so b re lo q u e los in d iv id u o s se p o n en d e a c u e r d o es la in s t i tu c ió n de u n p o d e r c o m ú n al q u e d ec id en som eterse . P o r lo d e m á s ya en H o b b e s se d e ja ver la d ife re n c ia , q u e e s ta rá l le n a de con se cu en c ia s , en tre el p a c to o r ig in a l d e la fo r m a d e m o c rá t ic a d e g o b ie r ­no y el de la s o tra s fo r m a s d e g o b ie r n o (a r is to c rac ia y m o n a r q u ía ) . E n u n f r a g m e n to de l D e cive dice : “ U n e s ta d o d e m o c r á t ic o n o se con st itu ye p o r p a c to s q u e m e d ia n en tre los in d iv id u o s s in g u la re s p o r u n a p a r te y el p u e b lo p o r la o tra , s in o p o r p ac to s en tre cada u n o con to d os los d e m á s . ” 84 E s ta id ea q u e d a c o n f i r m a d a a h í d o n d e se d ice q u e el e s ta d o a r i s to c rá t ico “ se o r ig in a de la d e m o c r a c ia ” 85 y q u e el m o n á r q u ic o " d e r iv a de la a u to r id a d d e l p u e b lo en c u a n to éste tra n s f ie re su d erech o , es dec ir , e l p o d e r so b e r a n o a u n in d iv id u o ” .80 E sto s f r a g m e n to s d e ja n e n te n d e r c la ra m e n te q u e m ie n tra s p a r a las fo rm as a r is to c rá t ica y m o n á r q u ic a son n ecesar io s los dos p ac to s ( a d e m á s d e l d e a so c ia c ió n el d e s u j e c i ó n ) , o b ien u n p a c to c o m p le jo c o n s t i tu id o p o r u n c o n tra to soc ia l se g u id o p o r u n a e n t re g a ( H o b b e s in te r p r e ta de e s ta m a n e r a en el D e cive el p a c to de u n ió n ) ; p a ra la fo r m a d e m o c r á t ic a b a s ta u n so lo p acto , o sea el 64 * *

64 H obbes, De cive, V II, 7, ed. cit., p. 182.85 Op. cit., V II, 8; ed. cit. p. 182. T ex tu alm en te : “ A ristocratia

sive curia op lim atum cum sum m o im perio, originem habet a D em ocratia, qu ae jits suura in illam trasfert.”

" Op. cit., V II, 11; ed. cit., p. 184.

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p a c to de a so c ia c ió n , p o r q u e u na vez c o n s t i tu id o el p u e b lo m e d ia n te el c o n tr a to so c ia l ya n o es n e c e sa r io u n se g u n d o p a c to d e su je c ió n , p o r q u e éste sería u n p a c to en tre e l m is m o p u e b lo y p o r lo tan to p e r ­fec tam e n te in ú t i l . P u fe n d o r f se h a b ía d a d o p e r fe c ­tam en te cu e n ta d e esta d i fe re n c ia y de la d i f i c u l t a d q u e de e lla d er iva . E ste a u t o r h a b ía o b se rv a d o q u e con re sp ec to a la fo r m a d e g o b ie r n o d e m o c rá t ic a “ la e s tru c tu ra del s e g u n d o p a c t o n o es m u y c la ra p o r q u e se tra ta de las m is m a s p e r s o n a s q u e b a jo d o s a sp ec to s d ife re n te s m a n d a n y o b e d e c e n ” . P e ro la h a b ía r e ­su e lto o b se rv a n d o q u e “ a u n q u e en los e s tad o s d e m o ­cráticos , este s e g u n d o p a c to , p o r el cu a l e l so b e r a n o y los sú b d ito s in te r c a m b ia n e x p r e sa m e n te u n a p r o ­m e sa sobre los re sp e c t iv o s d e b e re s a c u m p lir , q u iz á s n o p arezca tan n e c e sa r io c o m o en los o tro s t ip o s de es tad o , sin e m b a r g o se d e b e im a g in a r q u e h ay a in te r ­v e n id o p o r lo m e n o s tá c i ta m e n te ” .87

L a re d u cc ió n d e los p a c to s a u n o só lo está re a l iz a d a c o m p le ta m e n te , si b ie n en fo r m a m e n o s e x p l íc i ta , en S p in o z a : en fo r m a m e n o s e x p l íc i ta p o r q u e , a d ife re n c ia d e H o b b e s y t a m b ié n d e R o u s se a u , c o m o se v erá d e n tr o d e p oco , S p in o z a n o e n u n c ia la fó r ­m u la del p a c to y m á s b ie n en el Tratado político, q u e es su ú l t im a o b r a y q u e p e rm a n e c ió in co n c lu sa , n o se d e t ie n e e n e l te m a d e l c o n tra to so c ia l (p e ro n o lo excluy e c o m o le h a p a r e c id o a a lg u n o s ; in c lu so p o r lo m e n o s lo s e ñ a la u n a vez en el § 13 d e l l ib r o II , 67

67 Pufendorf, De ture n aturae et gentium , L. V II, cap. 2,§ 8; trad. cit., pp . 165 y 1GG.

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ah í d o n d e d ice q u e “ si dos se ponen de acuerdo y u nen sus fu e rza s a u m e n t a n su p o t e n c i a ” ). P e ro es ev id e n te q u e la fo r m a d e g o b ie r n o q u e le in te re sa es só lo la d e m o c rá t ic a . E n el cé leb re c a p í tu lo X V I d e l Tra­tado teológico-politico, en el c u a l e x p o n e p o r p r i ­m e ra vez su teor ía p o l í t ic a , se l im it a a d ec ir q u e c u a n d o los h o m b re s se d ie r o n c u e n ta d e q u e n o p o d ía n c o n t in u a r v iv ie n d o en el e s t a d o d e n a tu r a le z a “ d e b ie r o n m u y f irm e m e n te e s ta b le ce r y convivir en tre e llo s en r e g u la r lo todo d e a c u e r d o a l d ic ta m e n d e la r a z ó n ” .88 E n el e s ta d o d e n a tu r a le z a c a d a h o m ­b re (com o, p o r lo d e m á s , c a d a c r ia tu ra ) tiene ta n to d e r e c h o c o m o p o d e r , en o t r a s p a la b r a s , c a d a u n o tiene d e r e c h o d e h a ce r lo q u e esté en su p o d e r h acer . S i H o b b e s h a b ía d ich o q u e e n el e s ta d o d e n a tu ra le z a c a d a h o m b r e tiene d e re c h o so b re to d a s las cosas (“ ius in o m n i a ” ) , S p in o z a p u n tu a l iz a c o r re c ta m e n te q u e el h o m b r e en el e s ta d o d e n a tu r a le z a tiene d e re c h o sobre to d as la s cosas q u e e s tán en su p o d e r ( “ iu s in o m n ia q u a e p o t e s t ” ). E n to n c e s , so la m e n te D io s p u e d e d ec irse q u e t iene d e re c h o so b re to d a s las cosas d e sd e el m o m e n to en q u e , s ie n d o o m n ip o te n te , el d erech o so b re to d o lo q u e está en su p o d e r c o in c id e con el d e re c h o so b re todo. L a s c o n se cu e n c ia s q u e d e r iv a n de e s ta c o n d ic ió n n a tu r a l d e l h o m b r e n o so n d i fe r e n ­tes d e la s p rev is ta s p o r H o b b e s . L a ra z ó n su g ie re a c a d a h o m b re , p a r a sa l i r d e este es tad o , p o n e r se d e a c u e r d o con c u a lq u ie r o tro d e m a n e r a q u e “ c a d a u n o tran sf ie ra to d o su p o d e r a la so c ie d a d , la cu a l

M Spinoza, T rac la iu s theologico-polilicus; ed. cit., p. 3S0.

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d e te n ta rá de e s ta fo r m a y p o r sí so la el d e re c h o n a t u ­ral s u p e r io r a to d o , es d ec ir , el s u p r e m o p o d e r al q u e cad a u n o l ib r e m e n te o p o r te m o r a los castigo s d e b e r á o b e d e c e r ” .89

P o r eso, t a n to p a r a S p in o z a c o m o p a r a H o b b e s , si b ien con u n a m o t iv a c ió n d i fe re n te q u e e x a m in a r é m e jo r m ás a d e la n te , el p a c t o so c ia l con sis te en un a c u e rd o p a r a la c o n s t i tu c ió n d e u n p o d e r com ú n . L o q u e d i s t in g u e a S p in o z a d e H o b b e s es q u e , m ie n tra s p a r a H o b b e s el p a c t o d e u n ió n p u e d e ser c o n f ig u r a d o c o m o u n c o n t r a to a f a v o r d e u n tercero (co m o d ir ía u n ju r i s t a ) , p a r a S p in o z a , q u ie n en este se n t id o a n t i ­c ip a c la r a m e n te a R o u s s e a u y al c o n c e p to t íp ic a m e n te r o s s e a u n ia n o d e la l ib e r ta d p o l í t i c a c o m o a u to n o m ía , el m ism o p a c t o d e u n ió n p re v é la t r a n s fe re n c ia del p o d e r n a tu r a l d e c a d a u n o a la c o le c t iv id a d d e la q u e c a d a u n o fo r m a p a r te . D e d o n d e s ig u e q u e esta so c ie d a d , ‘ ‘ la c u a l se d e f in e c o m o la u n ió n de todos los h o m b re s q u e tiene collegialm ente p le n o d e re c h o a to d o lo q u e e s tá en su p o d e r ” , p u e d e se r l l a m a d a p r o p ia m e n te “ d e m o c r a c i a ” .90 H a b la n d o m á s a d e la n ­te de la n a tu r a le z a d e l g o b ie r n o d e m o c r á t ic o q u e le p arece “ el n a tu r a l , el m á s n a tu r a l y el m á s a d e c u a d o p a r a la l ib e r t a d q u e la n a tu r a le z a p e rm ite a c a d a u n o ” (n o se p u e d e o lv id a r q u e p o r el c o n tr a r io p a r a H o b ­bes l a m e jo r f o r m a d e g o b ie r n o es la m o n a r q u ía ) , lo d e f in e c o m o a q u e l en el c u a l “ n in g u n o t r a n s f ie re a o tro su d e r e c h o n a t u r a l de m a n e r a tan d e f in i t iv a de

89 Op. cit., p. 382.90 Op. cit., p. 382.

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n o ser ya c o n su l ta d o , s in o q u e lo d a a la p a r te m a y o r de la en tera so c ie d a d d e la q u e él es m ie m b r o ” ,91 co n c lu y e n d o con u n a fra se q u e e n u n c ia el n ú c le o del p e n sa m ie n to ig u a l i t a r io q u e p o s te r io r m e n te se rá d e R o u s s e a u : “ P o r este m o t iv o to d o s c o n t in ú a n s ie n ­d o ig u a le s c o m o e ra n en el a n te r io r e s ta d o d e n a t u ­ra le z a .” 92 R o u s s e a u e n c u e n tra la fó r m u la p o r la cu a l ‘c a d a u no , u n ié n d o se a todos, n o o b ed ez ca s in o a sí

m ism o y p e rm a n e z c a tan l ib re c o m o a n te s ” .93E n el fo n d o R o u s s e a u n o h ace m á s q u e l le v a r a sus

ú l t im a s c o n se cu en c ia s la d o c tr in a e sb o z a d a p o r H o b - bes, r e sa l t a d a p o r P u fe n d o r f y f o r m u la d a p o r S p in o z a , se g ú n la cua l en la c o n st i tu c ió n del g o b ie r n o , c u a n d o éste es el g o b ie r n o d e m o c rá t ic o , o sea, e l g o b ie r n o de l p u e b lo so b re el p u e b lo , b a s ta u n so lo co n tra to , el co n tra to so c ia l . L a in s t i tu c ió n d e l c u e rp o p o lí t ic o en el q u e R o u s s e a u ve la t r a n s fo r m a c ió n d e m u c h o s " y o ” en el ú n ic o “ yo c o m ú n ” se d a in s ta n tá n e a m e n te , ya q u e la a so c ia c ió n de c a d a u n o con to d o s los d e m á s y la su m is ió n d e c a d a u n o a to d os son u n ú n ic o y m ism o acto. E l p o d e r so b e r a n o d e s p e r so n a l iz a d o en la v o lu n ta d g e n e ra l es el r e su l t a d o d e la fo r m a e sp e ­cia l en la q u e se p re se n ta la a so c ia c ió n , q u e es al m ism o t ie m p o u n ió n d e to d o s y su m is ió n d e to d os al todo. R o u s se a u , c o n tr a r ia m e n te a P u fe n d o r f , y a su in m e d ia to p red eceso r , el g in e b r in o B u r l a m a q u i q u e tiene m u y p resen te , n ie g a e x p l íc i t a m e n te q u e p a r a in s t i tu ir el g o b ie r n o se a n e c e sa r io u n n u e v o

111 Op. cit., p. 384.02 Op. cit., L . I, caq. 8; ed. cit., p. 735.63 Rousseau II contrallo sociale, L . I , cap. 6; ed. p. 730.

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p acto . E n el c a p í tu lo vil de la I I I p a r te d e l Contrato social, t i tu la d o s ig n i f ic a t iv a m e n te La institución del gobierno no es un contrato, e x p l ic a q u e la in s t i tu c ió n d e l g o b ie rn o , o sea d e l p o d e r e jecu tiv o , n o se d a m e d ia n te u n c o n tr a to a l m e n o s p o r tres raz o n e s : a) p o r q u e la a u t o r id a d s u p r e m a n o só lo n o p u e d e ser a l ie n a d a s in o a d e m á s n o p u e d e ser m o d i f ic a d a p o r la creac ió n d e u n p o d e r su p e r io r ; b) p o r q u e un c o n tra to de l p u e b lo co n e s ta o a q u e l la p e r so n a sería u n acto p a r t ic u la r , y la v o lu n ta d g e n e ra l n o p u e d e e x p re sa r se s in o e n ac to s gen e ra le s , o sea en leyes;c) p o r q u e lo s c o n tra y e n te s e s ta r ía n entre e llo s en un e s ta d o d e n a tu ra le z a , l o q u e d isc re p a con el e s ta d o c ivil u n a vez c o n st i tu id o . D e a q u í v iene la co n c lu s ió n d e f in i t iv a : " N o h ay m á s q u e u n c o n tra to en e l E s ­tad o , el d e a so c ia c ió n y éste p o r sí so lo e x c lu y e c u a l ­q u ie r o t r o ." 94 M e d ia n te el c o n tra to soc ia l n ace con la v o lu n ta d g e n e ra l la so b e ra n ía , ya d e p o r sí m ism a perfecta . C o m o la p r e r r o g a t iv a de la v o lu n ta d g e n e ra l es la de h a c e r la s leyes, é s ta e s tab lece con u n acto so b e ra n o , con u n a ley q u e es u n ac to u n i la te ra l , q u ié n d e b e r á g o b e r n a r , o sea q u ié n te n d rá el t í tu lo p a r a e je rce r el p o d e r e jecu t iv o . Se p u e d e o b se rv a r la a f in id a d en tre el p e n sa m ie n to de R o u s s e a u y el d e S p in o z a ; p e ro a n a d ie d e b e e sca p a r q u e m ie n tra s S p in o z a h a b la h o b b e s ia n a rn e n te de “ p o d e r c o m ú n ” , R o u s s e a u h a b la del “ yo c o m ú n ” . S p in o z a p o n e el a c e n to en el r e s u l t a d o del p ac to , en su a sp e c to obje-

94 R ousseau, II con lratto sociale, L. I II , cap. 16; cd. cit., p. 805.

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livo ; R o u s s e a u en el n u e v o su je to q u e de él d er iva , en su a sp e c to su b je t iv o .

b) E l o b je t o d e l c o n tr a to o de los c o n tr a to s es la tran sfe re n c ia de to d o s o de a lg u n o s d e re c h o s q u e el h o m b re tiene en el e s ta d o de n a tu ra le z a , a l E s ta d o en d o n d e el h o m b r e n a tu r a l se vue lve h o m b r e c ivil o c iu d a d a n o . L a s d iv e r sa s te o r ía s c o n tr a c tu a l i s ta s se d is t in g u e n p o r la c a n t id a d y la c u a l id a d d e los d e r e ­chos n a tu r a le s a los q u e el h o m b re r e n u n c ia p a r a tran sfe r ir lo s a l E s ta d o , o sea si la r e n u n c ia y la su ce ­siva a l ie n a c ió n sean m á s o m e n o s to ta le s . D e todos los iu s n a tu r a l i s t a s el q u e c o n c ib ió la a l ie n a c ió n m á s to ta l fu e R o u s s e a u (de a h í la a c u sa c ió n q u e se le ha h ech o de “ d e m o c r a c ia t o t a l i t a r ia ’ ’) , q u ie n p r e ­c isam e n te in ic ió el Contrato social p o le m iz a n d o con a u to re s c o m o G r o c io q u e c o n s id e ra ro n le g í t im o el ac to p o r el cu a l u n p u e b lo a l ie n a la p r o p i a l ib e r ta d . P e ro el n ú c le o d e l p e n sa m ie n to d e R o u s s e a u es la d is t in c ió n en tre la a l ie n a c ió n a o tro s y la a l ie n a c ió n a sí m ism o : el h o m b r e es l ib re so la m e n te c u a n d o o b ed ece a la ley q u e él m is m o se h a d a d o . E n el e s ta d o d e n a tu ra le z a el h o m b r e n o es l ib re ( a u n q u e sea feliz), p o r q u e n o o b e d e c e a la ley s in o a sus in s­tin tos; en la so c ie d a d c iv il b a s a d a en la d e s ig u a ld a d en tre r icos y p o b re s , en tre o p re so re s y o p r im id o s , el h o m b re no es l ib re p o r q u e si b ien o b e d e c e a la s leyes, éstas n o h a n s id o e s ta b le c id a s p o r él s in o p o r o tros q u e e s tán p o r e n c im a d e él. L a ú n ic a m a n e r a de h a ce r a l h o m b re l ib re es q u e él a c tú e de a c u e rd o con las leyes y q u e éstas se an p u e s ta s p o r él m ism o . L a tra n s fe re n c ia to ta l d e d erech o s n a tu r a le s al cu e r­

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p o p o l í t i c o c o n s t i tu id o p o r la to t a l id a d de los c o n tr a ­yen tes d e b e se rv ir a tal fin , es d ec ir , a d a r a todos los m ie m b r o s de este c u e r p o leyes en las q u e el h o m b re n a tu r a l c o n v e r t id o en c iu d a d a n o reco n o zca la p r o p ia ley q u e é l m is m o se h a b r í a d a d o en el e s t a d o de n a tu ra le z a , si en este e s t a d o h u b ie se p o d id o e je rc e r l ib r e m e n te su raz ó n . E n el m o m e n to en el q u e n ace el c iu d a d a n o m u e r e in m e d ia t a m e n te el h o m b r e n a t u ­ra l . N o se e n t ie n d e a R o u s s e a u si n o se c o m p r e n d e q u e a d i fe re n c ia d e to d o s lo s d e m á s iu s n a tu r a l i s t a s p a r a lo s c u a le s el E s t a d o tiene el o b je t iv o d e p ro te g e r a l in d iv id u o , p a r a este a u t o r el c u e rp o p o l í t ic o q u e e m a n a d e l c o n tr a to so c ia l t ien e la ta rea d e t r a n s fo r ­m a r lo .

E l c iu d a d a n o d e L o ch e es p u r a y s im p le m e n te el h o m b re n a t u r a l p r o te g id o ; el c iu d a d a n o d e R o u s s e a u es o t ro h o m b r e : “ E l p a so d e l e s ta d o d e n a tu r a le z a al e s ta d o c iv il p r o d u c e en e l h o m b r e u n c a m b io m u y n o ta b le , su s t i tu y e n d o en su c o n d u c ta la ju s t i c i a al in s t in to y d a n d o a su s a c c io n e s la m o r a l id a d d e la q u e an te s c a r e c ía n .” 05

A u n q u e t r a d ic io n a lm e n te h a s id o c o n s id e ra d o c o m o te ó r ico d e l a b s o lu t i s m o , H o b b e s n o so st ien e la tesis de la r e n u n c ia to ta l . S e g ú n H o b b e s , p a r a e n t r a r en la so c ie d a d c iv il el h o m b r e r e n u n c ia a to d o lo q u e h a c e in d e se a b le e l e s t a d o d e n a tu r a le z a ; m á s p r e ­c isam e n te , a la i g u a ld a d d e h ech o q u e h ace d i f í ­cil la e x i s te n c ia a u n d e los m á s fu e r te s : el d e r e c h o a la l ib e r t a d n a tu r a l , es d ec ir , el d e re c h o a a c tu a r

06 Op. d i . , cap. 8; cd. cit., p. 735.

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s ig u ie n d o no la razón s in o las p a s io n e s ; el d erech o a r a z o n a r p or sí m ism o , es d e c ir el u so de la fuerza in d iv id u a l co m o d e re c h o so b re to d a s la s cosas, o sea a la p o se s ió n e fe c t iv a de to d os los b ie n e s d e los q u e t iene la fuerza d e a p ro p ia r se . E l f in p a r a el cu a l el h o m b r e co n sid e ra ú ti l r e n u n c ia r a to d o s estos b ie ­nes es la p re se rv ac ió n d e l b ie n m á s im p o r ta n te , la v ida , q u e en el e s ta d o de n a tu r a le z a se v u e lv e in se g u ra p o r la f a l t a de u n p o d e r co m ú n . Se c o m p r e n d e q u e el ú n ic o d erech o a l q u e el h o m b r e n o re n u n c ia , in s t i tu y e n d o e l e s ta d o civil, e s el d e re c h o a la v ida . E n el m o m e n to en el q u e el E s t a d o n o es c a p a z de a se g u r a r la v id a d e su s c iu d a d a n o s p o r in e p t i tu d , o la a m e n a z a él m is m o p o r ex ce so d e c ru e ld a d , el p a c to es v io la d o y el in d iv id u o r e to m a la l ib e r ta d de d e fe n d e r se c o m o m e jo r le parezca .

C u a n d o S p in o z a , d e sp u é s d e h a b e r e x p l ic a d o las razon es p o r la s cu a le s los in d iv id u o s h a n d e c id id o tran s fe r ir su d e r e c h o so b r e to d o a l E s ta d o , a f i rm a q u e “ la s u p r e m a p o t e s t a d ” q u e d e e l lo d e r iv a " n o e s tá s u je ta a n in g u n a ley, p e r o to d o s d e b e n o b e d e ­cerla en to d o ” , y ta m b ié n q u e “ si n o q u e r e m o s ser e n e m ig o s del p o d e r c o n s t i tu id o y a c tu a r c o n tra la razón q u e su g ie re d e fe n d e r lo con to d as n u e st ra s fuerzas , e s tam o s o b l ig a d o s a e je c u ta r a b s o lu ta m e n te to d as la s ó rd e n e s d e la s u p r e m a a u to r id a d , in c lu so en el ca so d e q u e e l l a im p o n g a cosas a b s u r d a s “ ,90 p arece re p e t i r e l te m a t íp ic a m e n te h o b b e s ia n o de la o b e d ie n c ia a b s o lu ta . P e r o n o o b s ta n te la s seme-

“ Spinoza, T ractatu s theologico-politicus; ed. cit., pp . 382-383.

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j a n z a s l i te ra le s , la ló g ica en la q u e se in sp ira el r a z o n a m ie n to de S p in o z a es d ife re n te de la de H o b - bes: de a c u e r d o con éste los hombres sa len d e l e s ­tad o de n a tu r a le z a p o r razon es de se g u r id a d (la b ú s q u e d a d e la paz), se g ú n S p in o z a p o r raz o n e s de p o te n c ia (co m o el d e re c h o se e x t ie n d e en la m e d id a de la p o te n c ia : “ c u a n d o m ás son los q u e se c o n s t i­tuyen en u n id a d ta n to m ay o r es el d e re c h o q u e to d o s ju n to s a d q u i e r e n ” .)07 E l e s ta d o d e n a tu ra le z a es u n e s ta d o d e m u t u a s im p o te n c ia s y p o r lo ta n to de in se g u r id a d . P e r o la p o te n c ia n o es f in en sí m is m a y c u a n d o se v u e lv e fin en sí m ism a el E s t a d o se v u e l ­ve d e sp ó t ico . E l v e r d a d e r o f in del E s t a d o n o es la p o te n c ia s in o la l ib e r ta d . " F in i s r e ip u b l ic a e l ib e r ­tas e s t .” 98

S i p a ra H o b b e s el f in de l E s ta d o es el d e p r o p o r ­c io n a r s e g u r id a d a los h o m b re s , p a r a S p in o z a es el d e h a ce r lo s l ib res , o sea d e b u sc a r la m a n e r a en q u e to d o h o m b re p u e d a d e s a r r o l la r al m á x im o su razón . L a p r im e ra c o n d ic ió n p a r a q u e el f in del E s t a d o se re a l ice es q u e el h o m b r e e n t r a n d o e n el E s t a d o n o re n u n c ie al d e r e c h o d e ra z o n a r : “ N in g u n o p u e d e tran sfe r ir a o tro s , n i p u e d e ser o b l ig a d o a su vez a e l la , [ . . . ] la p r o p i a f a c u l t a d d e ra z o n a r l ib r e m e n te y d e e x p r e s a r su ju i c io en to rn o a c u a lq u ie r c o s a ” .09 P o r c o n s ig u ie n te ta m b ié n p a r a S p in o z a la r e n u n c ia a lo s d erech o s n a tu r a le s n o es to tal. M ie n tra s se g ú n H o b b e s , p a r a el c u a l el f in de l E s ta d o es la paz, el

97 Spinoza, T racta tu s politicus, cap. i, § 15: ed. cit., p . 173 Spinoza, T racta tu s theologico-politicus; ed. cit., p. 482.

99 Op. cit., p. 480.

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d erech o i r r e n u n c ia b le es el d erech o a la v id a , se g ú n S p in o za , p a r a el c u a l el f in del E s ta d o es la l ib e r ta d , el d e re c h o i r r e n u n c ia b le es el d erech o a p e n s a r con su p r o p ia cabeza .

D e a c u e r d o con la co n c e p c ió n de L o c k e la t r a n s fe ­re n c ia d e d erech o s n a tu r a le s es m u y p a rc ia l . L o q u e le f a l t a a l e s t a d o d e n a tu ra le z a p a r a ser u n e s ta d o p e r fe c to es, so b re to d o , la p re se n c ia d e u n ju e z im ­p a rc ia l , o sea d e u n a p e r s o n a q u e p u e d a ju z g a r lo correc to o in co rre c to sin ser p a r te en c a u sa . E s t a n d o en el e s ta d o c iv il los in d iv id u o s r e n u n c ia n s u s t a n ­c ia lm e n te a u n so lo d erech o , a l d e re c h o a h ace rse ju s t ic ia p o r sí m ism o s , y co n se rv a r to d o s lo s d e m á s , an te to d o el d e r e c h o d e p r o p ie d a d q u e ya n a c e p e r ­fec to en el e s ta d o d e n a tu ra le z a , p o r q u e n o d e p e n d e del re c o n o c im ie n to d e los d e m á s s in o ú n ic a m e n te d e u n ac to p e r s o n a l y n a tu r a l c o m o el t r a b a jo . M á s a ú n , e l o b je t iv o p o r el c u a l los in d iv id u o s in stru y e n el e s ta d o c iv il es p r in c ip a lm e n te la tu te la d e la p r o ­p ie d a d (q u e es en tre o tra s cosas la g a r a n t ía d e la tu te la d e o tro b ie n s u p r e m o q u e es la l ib e r t a d p e r ­son al) . S i éste es el o b je t iv o , d e e l lo d e r iv a q u e n o so la m e n te el d e r e c h o a la v id a c o m o p a r a H o b b e s , ni so la m e n te el d e r e c h o a la l ib e r ta d d e o p in ió n co m o p a r a S p in o z a , s in o ta m b ié n y so b re to d o e l d e r e c h o de p r o p ie d a d es u n d e r e c h o ir r e n u n c ia b le . L o c k e d ice p re c isa m e n te a l in ic io d e l Segundo ensayo: “ E n t ie n d o , pues , p o r p o d e r p o l í t i c o e l d e r e c h o d e h a c e r leyes q u e estén s a n c io n a d a s con la p e n a c a p i t a l y, e n su con secu en c ia , d e la s s a n c io n a d a s con p e n a s m e n o s graves, p a r a la r e g la m e n ta c ió n y p ro te c c ió n d e la

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propiedad” .100 En síntesis se puede decir, si bien con una cierta simplificación, que, mientras los indivi­duos de Hobbes y de Spinoza renuncian a todos los derechos excepto uno, los individuos de Locke re­nuncian a un solo derecho, o sea los conservan todos a exclusión d e uno.101

100 Lockc, Tuto Treatises of Government, Segundo ensayo, § 3; ed. cit., p. 238, Sobre el significado de "propiedad", en Locke, que unas veces designa la propiedad en sentido restringido, otras veces la suma de todos los derechos subjetivos naturales del individuo (como el mismo Locke dice expresamente en el § 123), me he dedicado con más am plitud en mi curso universitario, Locke e il d iritlo naturale, T urln , G iappichelli, 1963, pp. 217-128.

101 Ya que hemos citado anteriorm ente a Burlam aqui, a propósito de Rousseau, considero de un cierto interés recordar su conclusión que “ como la libertad civil [es decir la libertad que el hombre adquiere solam ente en la sociedad civil] es mucho más im portante que la libertad natural, tenemos el derecho de concluir que el estado civil que procura al hombre una tal libertad es de todos los estados del hombre el más razonable y consecuentemente el verdadero estado de n atu ra­leza” ; Principes du droit de la nature et des gens, que cito de la edición de Yverdon, 1768, vol. VI, p. 50. T a l conclusión representa el cambio de la tesis de Hobbes por la cual el estado civil es antitético al estado de naturaleza. Aquí por el contrario el estado civil termina por convertirse en el verdadero estado natural. La posición de Locke es intermedia entre las dos: el estado civil no anula el estado natural ni lo resuelve en sí mismo.

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singular y lo colectivo, o sea, para hacer referencia a los momentos esenciales en los que Hobbes sub- dividio el D e exve, del contraste entre L iberta s y P otesta s ,5 El problema de una época en la cual la instancia de la libertad se traduce en la creación de un poder que de alguna manera es instituido por los supuestos sujetos implicados. Se trata de una época en la cual la autonomía se transforma incesantemente en heteronomia, y siempre de nuevo se busca, por diversas vías, la manera de transformar ésta en aquélla.

En sus términos genéricos —que son precisamente términos históricos— es el problema de una edad que todavía es nuestra, por lo menos hasta que, con el ocaso de la división social por rangos y de la depen­dencia persona], después de lo cual se ha vuelto for­malmente posible el discurso sobre los derechos del hombre, no se dé la abolición del gobierno sobre los hombres, por cualquier cosa que ésta signifique en términos positivos. 6

6 Verdaderamente las secciones fundamentales del De cive son tres: pero con la última, Religio, se indica el problema de la comunidad religiosa, que de acuerdo con el diseño hobbesiano debe confluir bajo la Potestas civil.

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