Historicismo, Sujeto y Moral

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Antonio Valdecantos

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  • Historicismo, sujeto y moral(Max Weber y el mito de la transparencia de la razn)

    ANTONIO VALDECANTOSInstituto de Filosofa, CSIC

    Recurso frecuente de lo que hoy re-construimos como Ilustracin fue de-sarbolar supersticiones y mitos. Es, sinembargo. lugar comn redargir quequien derriba dolos no est libre deedificar otros nuevos (ni -tpico steque cunde por doquier- de conver-tir su gesto iconoclasta en mito funda-cional). No menos acostumbrado esapuntar a Max Weber como al primerdesvelador de algn que otro episodiosobresaliente de la historia de la raznilustrada, ya sea para abundar en sudiagnstico, ya para intentar salir de loque se tiene por su crculo hechiza-do. En lo que sigue, se trata de ras-trear algunas de las claves configura-doras de la crtica weberiana de la cul-tura procurando retrotraer a su des-mantelamiento metodolgico del idealhistoricista, los trminos en que ela-bora su problematzacn del sujeto rno-

    derno. La inversin semntica de lascategoras centrales de la epistemolo-ga y la Weltanschauung del historics-mo alemn decimonnico permite aMax Weber descubrir patologas delparadigma ilustrado all donde se suelesituar un momento de critica del mis-mo. Siguiendo los pasos de esta estra-tegia weberiana, nos es posible recons-truir la nocin hpostasiada de racio-nalidad y de sujeto que Weber parecedenunciar como tentacin dogmticade la razn ilustrada. El programa we-beriano constituye as el desenmasca-ramiento de un relato complaciente delo moderno -al que llamo el mitode la transparencia de la razns-e-y sobre ese supuesto cabe releer suspropuestas ticas ms controvertidas,en particular la distincin entre ticade conviccin y "tica de responsab-lidad.

    De la razn y del sujeto se ha hecho usual predicar parejos males. Escorriente que se quiera ver en las patologas de una el ms seguro indi-cio de las del otro, sin que importe mucho por dnde empezar el diag-nstico. Pero cualquier lectura de la historia de la razn moderna, msque una robusta identidad, 10 que arroja es una yuxtaposicin algo de-sordenada de modos de ejercer esa facultad que se tiene por banderasuya. El libertino, el sabio asctico, el maximizador de beneficios, el ar-tista iconoclasta, el revolucionario, el tecncrata, el provocador cultural,el moralista y el cnico son tipos humanos que con parecido derechopueden reivindicar para s la condicin de usuarios de la razn ilustrada-y aun de hijos legtimos suyos-, sin que quepa establecer un orden deprimogenitura libre de expresar un part pris disputable. Cada una de las

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    encarnaciones prototpicas de la subjetividad ilustrada cuenta en su ha-ber con un caudal de razones dudosamente composibles unas conotras. Interrogarse con fruto por lo que esconde el trmino razn ha-bra de equivaler en definitiva a distinguir entre los varios usos -nonecesariamente compatibles- que acertemos a considerar los ms ca-ractersticos suyos y a tratar de definir aquello que, a pesar de todo,hace que tenga sentido examinarlos en su conjunto. La acuacin delbarbarismo Rationalitdt expres en lengua alemana la oportunidad desemejante estrategia diseccionadora y analtica en el examen de la razncontempornea.1 Cuando hablamos de racionalidad nos las habemossiempre con un referente plural, como si sospechramos que el nicotribunal de la razn a que cabe acudir no acostumbra a emitir veredictospor unanimidad y que, desde luego, ningn litigante se somete a l comoa instancia inapelable.

    Suele situarse un episodio crucial de la historia del vocablo racio-nalidad en la obra de Max Weber. Racionalidad, racionalismo oracionalizacin son trminos cuya historia habra sido muy otra siWeber no los hubiera sometido a un uso tan complejo, pluridimensio-nal y polismico como el que hoy puede con justicia atribursele.2Opaco y movedizo sin remisin posble-r' el concepto weberiano deracionalidad (o, en rigor, los distintos conceptos que en l se entrecru-zan) ha proyectado sin cesar su sombra sobre ms de un intento piadosopor rehabilar lo que alguien ha llamado la Razn con mayscula." Laconcepcin weberiana ha proporcionado a la filosofa y la teora socialdel siglo XX el vocabulario con el que an se juzga sobre la racionalidadde las acciones, de las instituciones, de los valores o de la historia. Des-pus de Weber. sabemos mejor que debajo del trmino razn no habi-ta la armona, y que ni mucho menos todo aquello que podemos estardispuestos a reputar racional lo afirmaremos al mismo tiempo como de-seable.

    No ha faltado quien haya atribuido a Weber anlogo papel en lahistoria del sujeto moderno. Al igual que cualquier nocin enftica derazn queda disuelta en el anlisis weberiano de las formas de racionali-dad, la teora de la accin de Weber habra acabado, al trmino de unacrisis de larga duracin del sujeto, con la relacin individuo-sociedadcomo estructura constituyente del vnculo socia1.5 Con ello no se hara,segn Marramao, sino extraer las consecuencias de lo que ya habanpreconizado en otros registros Berkeley, Hume y Nietzsche: el fin delsujeto como ncleo originario y estable de autoconsciencia, centrocompacto y homogneo de la identidad y substrato permanente de lassensaciones-f Resulta difcil disentir de Marramao en su visin del pro-grama cientfico de Max Weber como una plurforme tematizacin de lacrisis de la subjetividad moderna, si bien no es ocioso, aun aceptando las

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    lneas generales de su esquema, tratar de sealar con algo ms de detallequ jalones de la referida crisis de onda larga son aquellos en que secontextualizan los teoremas weberianos. En lo que sigue, tratar de mos-trar la manera como en la obra metodolgica de Max Weber se hallapresente la crtica sistemtica de un ideal de subjetividad plenamenterepresentativo de la crisis de la razn ilustrada. Se trata de la nocin desujeto caracterstica de la autocomprensin metodolgica de las cien-cias del espritu y de la visin historicista del mundo.

    Desde esta perspectiva, la obra metodolgica de Max Weber des-borda los lmites del marco polmico que le sirve de contexto. En losensayos gnoseolgicos weberianos ---confesadamente coyunturales y deforma y contenido a menudo fragmentarios-e/ aparece como motivo re-currente la crtica, junto con aspectos internos al mtodo de la cienciahistrica y econmica, de la nocin de subjetividad que la visin histori-cista del mundo presupone. Al hilo de las crticas a Roscher, Gottl,Knies, Mnsterberg, Lipps, Smmel, Ostwald o Meyer puede descubrirsela forma como Weber se enfrenta a toda una visin del mundo de la queextrae los rasgos definitorios de un ideal de sujeto heredero de las anti-nomias de la racionalidad ilustrada. El desmantelamiento de la nocinhistoricista de subjetividad es un buen hilo conductor con el que guiarsepor el territorio -a menudo selvtico- de las crticas weberianas a lametodologa historicista. Si, para Weber, el patrn epistemolgico histo-ricista es recusable, ello se debe en sustancia a que incorpora un modelode subjetividad y de accin intil para comprender la lgica de la racio-nalizacin con que se define lo moderno. La consciencia weberiana de lapoca oficia como motor de la metodologa, y cualquier instrumentoconceptual que satisfaga ese inters ltimo de la investigacin habr deproporcionar una nocin del agente social apta para entender aquelloque hace de la subjetividad postilustrada un episodio rigurosamente no-vedoso en la historia del sujeto.

    Personalidad es el nombre del sujeto en la semntica historicista.Tambin lo es, como algn autor ha dejado claro, en el vocabulario we-berano/' Pero la construccin historicista del sujeto pasa por una hips-tasis de la personalidad, herencia devaluada del clasicismo y del roman-ticismo, y, primera y fundamentalmente, el desenmascaramiento webe-riano de la ilusin de la personalidad adopta la forma de la crtica epis-temolgica. No podra ser de otro modo, si se tiene en cuenta que elviejo concepto de personalidad total sobrevive fosilizado en las cienciasdel espritu (de las que constituye una categora omnipresente) y, muyen particular, en la autocomprensin metodolgica de las mismas. Elrasgo que hace de la aportacin weberana al Methodenstreit algo msque una toma de partido estrictamente epistemolgica es la maneracorno logra articular las categoras centrales de la metodologa historicis-

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    ta -en particular las de personalidad, vivencia y causalidad porlbertads-s- en un esquema global que permite descubrir tras ellas unintegrado modelo de subjetividad. Pero, adems, las criticas de Weber alos metodlogos de las ciencias del espritu permiten descubrir en laepistemologa historicista supuestos y consecuencias no expresados porla misma. Al incorporar elementos no metodolgicos, la reconstruccinweberiana de la nocin historicista de subjetividad arroja luz sobre lamanera como epistemologa y visin del mundo se articulan en el histo-ricismo. La metodologa de las ciencias del espritu -parece pensar MaxWeber- es el lenguaje en que se expresa la construccin postilustradade la subjetividad, y el cuestionamiento de la lgica de la segunda ha dellevarse a cabo desenredando los equvocos del lenguaje de la primera.

    El examen de los usos de la nocin de personalidad es una cons-tante de la crtica epistemolgica de Weber. El ideal metodolgico de lasciencias del espritu se cifraba en una descripcin de lo individual, en-tendido como lo irrepetible e irreductible a determinacin nomolgica.Slo lo individual es real (wirklich), y captarlo en su especificidad es latarea de una correlativa ciencia de la realidad (Wirklichkeitswissen.-schaft). Con un mximo de comprensin y un mnimo de extensin en elsentido de la lgica tradicional, los conceptos de una ciencia tal -a dife-rencia de los de las ciencias de leyes (Gesetzeswissenschaften)- ha-bran de posibilitar el descubrimiento de los rasgos caractersticos de lasindividualidades objeto de inters (aun a sabiendas de la imposibilidadde un nivel ltimo de anlisis: individuurn est ine{{abile). La individuali-dad de la que las ciencias de realidad se pretenden conocedoras no esen exclusiva el individuo humano. Para Weber, que sigue en esto a Ric-kert, el mbito de competencia de las ciencias de realidad se sita:

    all donde lo esencial, es decir, aquello que de los fenmenos es para noso-tros digno de ser conocido, no se agota con su clasificacin (Einordnung en unconcepto de gnero; all donde es la concreta realidad como tal (die konkreteWirklichkeit als solche) lo que nos nteresa.

    El objeto de las Wirklichkeitswissenschaften es cualquier efectivofragmento de realidad en el que se manifiesten las propiedades tpicasdel individuo: acontecimientos y procesos, colectividades e instituciones,textos y documentos son ndividualidades histricas de pleno derecho.El modelo metodolgico de las ciencias de realidad aspira a una des-cripcin completa de lo especfico de la individualidad histrica, y, si bieneste ideal se proclama de aplicabilidad irrestricta (sin que las ciencias dela naturaleza hayan de quedar necesariamente excluidas del mismo), elparadigma de la individualidad histrica es el sujeto humano en cuantoactor de la historia. En la epopeya historicista, la realidad es la obra de

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    las grandes individualidades -trasuntos del genio y el hroe de otrotiempo-, y la adecuada comprensin de los hechos culturales es unacon la captacin de lo especfico de sus actores. lO

    Pero el ideal historicista de personalidad no slo se alimenta de loque las ciencias del espritu definen como su objeto paradigmtico. Esconocido cmo la reflexin metodolgica historicista formula esquemascognoscitivos que pretenden hacer operativa alguna forma de inmediatacomunin del objeto de conocimiento -por antonomasia la Person-lichkeit excelente captada en su plenitud y especificidad- con el sujetodel mismo. Si la individualidad histrica deviene cognoscible, ello le ocu-rre por ser depositaria de rasgos que potencialmente pertenecen tambinal sujeto cognoscitivo. Lo que el devenir histrico encierra es un caudalde vivencias (Erlebnisse) de personalidades individuales que se ofrecena la comprensin simpattca (Einfhlung) del investigador de lasciencias de la cultura y, para este ltimo, la forma de la comprensin(Verstehen) consiste en revivir (nacherleben) las vivencias de la perso-nalidad a cuyo estudio se consagra. Gracias a una tal reproduccin de latotalidad de los motivos, intenciones y perspectivas del agente histricopor la capacidad de penetracin del estudioso, le ser dado a ste re-construir la trama de la realidad histrica, y ello de manera inmediata yrealista, sin los esquematismos y abstracciones con que las ciencias deleyes estn determinadas a aprehender su objeto.

    Solidario de la comprensin simpattica es el concepto de libertadde la voluntad (Willensfreiheit). Los hechos histricos no son reductiblesa una causalidad de cuo mecancista. y, de acuerdo con el plan delhstorcsmo, el edificio del saber ha de culminar en una metafsica de lalibertad avalada por el ideal cognoscitivo de las Geisteswissen-schaften.El sujeto historicista quiere mirarse en el espejo de su ms preciadoatributo y forjarse con los materiales que ste le proporciona (no harfalta insistir en lo sarcstico de las realizaciones polticas de esta nocinen el contexto alemn coetneo). Las modulaciones de dicho ideal sondiversas, desde la esttica hasta la cientfico-natural (en un intento msbien naif por rehabilitar la tradicin de la vieja Naturphilosophiei." y sucomn enemigo es la causalidad mecanicista, categora vitanda para lametodologa de las ciencias del espritu.

    En el contexto de la trayectoria weberiana, las crticas metodolgi-cas pueden leerse como materiales preparatorios de su sociologa com-prensiva madura. Su conclusin debera desbrozar el camino de unateora de la accin social que exige como instrumento analtico previouna depuracin conceptual de la nocin de Verstehen que la haga vlidapara los fines de una verstehende Soziologie independiente de las tradi-ciones historicista y positivista enfrentadas en el Methodenstreit. Lacomprensin propia de la sociologa comprensiva presupone, en

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    efecto, la crtica de la nocin historicista del Verstehen (muy en particu-lar, del concepto de penetracin simpattica o Einfhlung) y se elabo-ra sobre el patrn de la accin racional con arreglo a fines (zweckratio-nales Handeln) que, como es sabido, corresponde a uno de los cuatrotipos ideales de accin social delimitados en los Soziologsche Grundbe-griffe. Tanto mejor comprenderemos una accin -es el ncleo delargumento de Weber- cuanto ms claramente seamos capaces de des-cubrir los fines de la misma y de juzgar sobre la adecuacin entre stosy los medios dispuestos por los agentes para procurarlos. Poco tiene elloque ver con el concepto de Verstehen prevaleciente en la autocompren-sin historicista de las ciencias del espritu, como no sea la coincidenciaterminolgica (slo que semejante coincidencia ha sido el fruto de privarde sentido a los usos cannicos del trmino). Debe leerse su crtica me-todolgica del historicismo como un serio ajuste de cuentas con unatradicin de pensamiento cuyos conceptos necesita someter Weber a ra-dical reelaboracin. La crtica weberiana de la herencia de la escuelahistrica es el resultado de las insatisfacciones de un neokantiano suigeneris que quiere pasar por una fina criba semntica las categorasusuales de las ciencias de la cultura. De igual modo que no es posibleentender cabalmente las propuestas positivas de la metodologa de We-ber sin proyectarlas sobre su trasfondo neokantiano, es asimismo difcilimaginarlas fuera del sinuoso proceso de reelaboracin semntica delque resultan a partir de su formulacin historicista.

    En el programa weberiano, el concepto de Personlichkeit necesita-ba de una reelaboracin radical. La epistemologa madura de Weber esun individualismo metodolgico que arranca del ideal de la ciencia derealidad y exige, a manera de clave de bveda, un concepto de indivi-dualidad -de personalidade-s- que sea operativo como categora de laaccin social. Ello obliga, claro est, a subvertir drsticamente los su-puestos de la concepcin historicista. La personalidad sigue siendopara Weber el paradigma de la individualidad histrica, pero ha perdidoya toda referencia al ideal de una subjetividad total.12 El cientfico socialno aprehender ya esencias individuales expresadas en la historia ni as-pirar a reconstruir la dinmica de dicha expresin a partir de la cap-tacin previa de una esencialidad supuesta. Por el contrario, la cons-truccin de la personalidad es para Weber el resultado de un proceso deseleccin (Auslese) movido por la determinacin de relaciones de va-10D> (Wertbeziehungen)13 y determinado por domas de posicin "valorati-vas". (

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    ciona la va de ingreso a ninguna totalidad subjetiva, por principio irre-construble,

    Al igual que a la Personlichkeit integral le convena como instrumen-to heurstico una comprensin de carcter simpattico (Einfhlung) en-caminada a la reproduccin de las vivencias en que la esencia de lapersonalidad se expresaba, a una personalidad ahora descentrada lecorresponde por su parte un Verstehen caracterizado por determinar qurasgos del individuo histrico son capaces de satisfacer a los intereses dela interpretacin (Deutung). En los Conceptos sociolgicos fundamen-tales 16 con que se inicia el texto conocido como Economa y sociedad.t'la comprensin de evidencia racional 18 aparece netamente distinguidade la de carcter revividor simpattico y elevada a instrumento cog-noscitivo bsico de la sociologa. En particular, interesarn al conoci-miento histrico y social aquellos fragmentos de realidad en cuyos agen-tes puede descubrirse un obrar definido por la adecuacin de medios afines. 19 Cuanto ms se acerque la realidad social al patrn de racionali-dad definido por este tipo ideal (lo que equivale a decir: cuanto msconsciente sea la adopcin por el agente del patrn de accin racionalcon arreglo a fines), tanto ms hacedera resultar la comprensin; tales su condicin ltima de posibilidad, y no ya la reviviscencia de estadossubjetivos de la personalidad, procedimiento al que Weber reduce ahoraa mero aspecto psicolgico (vlido, si acaso, como fase preparatoria) dela investigacin histrica y sociaL

    La libertad de la voluntad no se libra tampoco de la crtica meto-dolgica, como no poda ser menos a la vista de la huella de Kant en eltrasfondo filosfico del programa weberiano. La necesidad de ajustarcuentas con el problema de la causalidad es patente: no en balde, ladelimitacin del uso de esta categora ser una de las piedras de toquede las propuestas metodolgicas de Weber. Caracterstica de la gnoseolo-ga historicista era la afirmacin de una causalidad sui generis en el te-rritorio de las ciencias de la culturas a saber, la causalidad por libertadIKausalitdt durch Freiheit) como categora apta para subsumir en ella laaccin libre de las individualidades subjetivas en el devenir histrico.La obra de Knies constituye un buen lugar para observar la articulacinde los conceptos de personalidad y de libertad en una de sus formulacio-nes historicistas ms tpicas. Para K.nies, la libertad no se concibe entrminos de ausencia de causacin (

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    integral, concebida como una unidad (Einheit) que se transforma, demanera orgnico-naturalista, en homogeneidad unitaria (Einheitlich-keit) dotada de una "no contradiccin" interna "objetiva"

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    La estricta necesidad del devenir histrico concreto (die strikte Notwen-digkeit des konkreten historischen Geschehens) queda, pues, para la historia noslo como un ideal, sino como un postulado que se sita en el infinito tein in derUnendlichkeit liegendes Postulas), y, de manera inversa, tampoco le es dado [a lahistoria] deducir, a partir de la irracionalidad de aquel devenir individual parcial-mente csmico, ningn concepto de una libertad indeterminista (einer indeter-ministischen Freiheit] que sea relevante para la investigacin histrica y espec-fico suyo. La libertad de la voluntad (

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    dad especfico suyo. En algn lugar, Weber lleg a asociar la ocupacincon la lgica de la ciencia a momentos que hoy estaamos dispuestosa considerar de cambio de paradigma-." Los desplazamientos fuertesde "puntos de vista" (starke Verschiebungen der Gesichtspunkte en elcultivo de una ciencia particular vendran a desencadenar la incerti-dumbre sobre la esencia del propio trabajo y, con ella, la revisin delas formas lgicas de la disciplina, tarea encomendada ms bien al pro-pio paciente que a terapias metodolgicas extemas.I" Tal era en rigorpara Weber el estado de la ciencia histrica en 1906, fecha de su extensocomentario aZur Theorie und Methodik der Geschichte de Eduard Meyer(aparecida cuatro aos antes). No son escasos los lugares en que Webermuestra su desafeccin por la prctica per se de la lgica de la ciencia,actividad para la que en todo caso declara ms apto al propio cientficoque al metodlogo de oficio.4o Y, en efecto, el contexto del trabajo episte-molgico de Weber rebasa con mucho el marco de las preocupacionesde crtica interna del mtodo. Segn he tratado de esbozar, en los escri-tos lgicos weberianos se lleva a cabo una cumplida reconstruccin yuna crtica sistemtica del ideal de subjetividad supuesto por la auto-comprensin gnoseolgica de las ciencias del espritu. La critica de di-cho ideal se formula mediante categoras estrictamente epistemolgicas(Weber no es un dilettante en metodologa), pero parece claro que a lacrtica interna del mtodo cientfico se hallan incorporados intereses ex-teriores que pueden descubrirse en otros contextos de la obra weberiana.En un momento del escrito sobre Roscher y Knies, proclamaba Webersu malestar ante la pretensin de extraer una visin del mundo a partirde los ideales cognoscitivos de las ciencias particulares, seuelo cuyosengaos seran las propias ciencias las primeras en padecer." Resultadifcil, aun prescindiendo de toda noticia sobre el significado que Weberatribua a su labor, no leer en sus criticas metodolgicas la correlativa im-pugnacin de las visiones del mundo expresadas por ciencias que mani-fiestamente haban cado en la seduccin de aquel seuelo. La convenienciade una tal lectura gana en justificacin cuando adems se tiene presenteque las ciencias del espritu y su gnoseologa son precisamente el vehcu-lo ms caracterstico de expresin de la visin historicista del mundo.

    Si lo anterior es cierto, la metodologa de Weber es, ella misma,crtica cultural y, de acuerdo con sus propios trminos, se justifica enltima instancia por serlo. En ese caso, la reconstruccin y la crticaweberianas del ideal historicista de subjetividad habrn de examinarsems all de los lmites estrictos de la epistemologa. El rostro del sujetocognoscitivo trazado por la autocomprensin historicista de las cienciasdel espritu habr de encontrarse entonces entre los perfiles del ideal desubjetividad de la poca, y su correcto escrutinio ser imprescindiblepara hacerse una idea cabal del modelo de sujeto prevaleciente en la

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  • Antonio Yaldecantos

    atmsfera cultural del momento. Kulturkritik y Methodenstreit pertene-cen definitivamente a un mismo contexto: el del desenmascaramiento delas patologas de la subjetividad. Si ello es as, ser lcito preguntarse porel lugar de ese ideal subjetivo en la lgica cultural moderna; su detalladoexamen proporcionar las pistas para comprender la manera como cabedescubrir las ilusiones del sujeto contemporneo sobre su condicin deusuario de la racionalidad. Y no de otra forma cabr determinar elmodo como el individuo contemporneo se comprende en su dimensinde sujeto moral. Como algn autor ha sealado, el objeto de la doctrinade la ciencia42 weberiana es la tica tanto como la epstemologfa.'' Porfortuna} la continuidad entre metodologa y crtica cultural puede esta-blecerse en ms de un lugar fundamental de la obra de Max Weber. Elideal de subjetividad desenmascarado por va metodolgica aparece re-producido con asombroso paralelismo en otros escritos.

    La conferencia de Munich de 1919 Wissenschaft als Beruf 44 es elmejor punto de mira para seguir la pista del desenmascaramiento webe-riano de las patologas de la subjetividad tal como fueron trazadas en losescritos metodolgicos. El punto de partida de la conferencia hereda dela tradicin de la crtica cultural el diagnstico fatalista de la divisin deltrabajo.45 La especializacin creciente de los contenidos de la cultura hallegado al interior mismo de la ciencia: el destino del alma del cientfi-co est empeado en el cumplimiento escrupuloso de su labor de investi-gador, y la entrega a dicha tarea constituye su nica sea posible deidentidad." No cabe duda de que las observaciones webcrianas sobre elBeruf de la ciencia estn trazadas teniendo cerca el modelo del cientficosocial y de la cultura, y la conferencia puede leerse en gran parte comoalegato en contra del ideal tradicional del humanista (cuyo ltimo esla-bn era el Geisteswissenschaitler), lo que contextualiza adecuadamentemuchas de las referencias polmicas del texto. En la tradicin de lasciencias del espritu, el investigador de la cultura constitua el primeranalogado del ideal de la subjetividad integraL47 Intrprete cannico yvicario del hroe histrico, el cientfico cultural exhiba en su labor cua-lidades que lo colocaban en la vecindad de la Personlichkeit excelente,pudiendo as su comprensin del mundo del espritu erigirse en la formaejemplar del saber. El investigador de la historia sealaba as los idealesculturales hegemnicos, ejerca con ello de mediador entre el pasado yun presente vido de identidad y se constitua en fin en rbitro ltimo dela cultura.

    A muy poco de ello, como se ver} puede aspirar el cientfico retrata-do en Wissenschaft als Beruf, Mientras que el Geisteswissenschaitlerelabora en su trabajo prctico y en. su ideal metodolgico el modelo dela subjetividad integral, y oficia de nuncio suyo, el cientfico weberianose enfrentar a un objeto de estudio que exige un patrn de subjetividad

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    fragmentario, y l mismo servir de ejemplo de sujeto parcial, de snto-ma de la escisin de la cultura. La tarea de Weber en la conferencia deMunich consiste en perfilar los contornos de una figura de la subjetivi-dad posthistoricista, desde el supuesto de que una tal configuracin delsujeto slo se realiza de manera plural y esencialmente conflictiva. Elcientfico es ya slo uno de los varios tipos de personalidad practicablesen una cultura de la fragmentacin, y ha dejado de ser posible atribuirlerasgos de privilegiada cercana a sujeto integral alguno. Como en el casodel poltico en la otra conferencia de Munich, el retrato weberiano delcientfico constituye la muestra ms ntida de propuesta de un ideal nor-mativo de subjetividad para el tiempo presente. Lo que confiere, empero,a Wissenschaft als Beruf una mayor densidad conceptual es la formacomo ese ideal se elabora por contraste con la nocin historicista desujeto. Poseemos as dos patrones de subjetividad y de relacin entre laracionalidad y el individuo que deviene su usuario 10 suficientementeligados en su gnesis como para que nos sea dado reconstruir la dinmi-ca weberiana de la subjetividad postilustrada.

    Pero el cientfico no es el nico paradigma del sujeto postilustrado.No es gratuito que Weber se valga de la comparacin del cientfico conel artista para definir una figura que quiere manumitir de su servidum-bre a las categoras del historicismo. En la tradicin clasicista y romnti-ca, el artista vena a ser la encarnacin prototpica de la subjetividadintegral, en manera an ms sealada que la abstracta Personlichkeit deesa amanerada intelectualizacin tardorromntica que conocemos comohistoricismo. La historia semntica del trmino Erlebnis,48 no es un maldocumento del proceso que conduce de la lectura schilleriana de la Crti-ca del Juicio a la metodologa de las ciencias del espritu. Como ha sea-lado Gadamer, Goethe es emblemtico de esta sinuosa tradcri." y noes casual que Weber apunte al referente goetheano en lo que puede con-siderarse su definitivo ajuste de cuentas con la tradicin del genio: lantima entrega a la tarea (die innere Hingabe an die Aufgabe) y slo aella es el nico ideal posible del artista -como el del cientfico--5o y lacifra de su personaldadv." El contraejemplo ms inmediato del artistaweberiano no poda ser otro que Goethe: la aspiracin, goetheana porantonomasia pero tpica de toda una tradicin de crtica cultural quealcanza desde Schiller a las vanguardias, de hacer de la propia "vida"una obra de arte (sein Leben zum Kunstwerk machen zu wollen)s2 esuna de las enunciaciones ms pregnantes del mito de la subjetividadintegral, mientras que, para el Weber de 1919, constituye ms bien unarmora de la genuina personalidad artstica.S3 La filiacin goetheana demuchos de los temas centrales de la obra de Weber es un hecho claro,aunque insuficientemente conocido." La visin historicista del mundo-esa derecha goetheana para funcionarios de Bismarck- elabor a su

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    modo el ideal fustico, del que rescat la entronizacin del paradigmabiogrfico en la ciencia cultural. Hay un aspecto de la crtica epistemol-gica de Weber crucial para comprender las relaciones entre el mito de lapersonalidad total y el ideal biogrfico (que constituye su manifestacinliteraria ms caracterstica en el contexto historicista). En el ensayo so-bre Meyer,55 sale Weber al paso de la tesis de aqul segn la cual elobjeto de la biografa (en cuanto contrapuesto al de la historia) no es elindividuo como factor histricamente eficaz (als historisch wrksamerFaktor), sino, por el contrario, la personalidad en s, .en su totalidad(die Personlichkeit an sich, in ihrer Totalitat)>>.56 Para Weber, semejanteideal del gnero biogrfico apunta a manifiestas confusiones de mtodoque enmascaran a la biografa como una epifana de la subjetividad inte-gral y cuya denuncia har acortar las distancias metodolgicas entre bio-grafa e historia, invalidando la prioridad comnmente atribuida a laprimera. Sobre cules sean las formas de validez epistemolgica de lasvivencias biogrficas realiza Weber una tipologa que tiene como telnde fondo el paradigma ms usual del gnero biogrfico en la poca: lavida de Goethe. Como ejemplo de vivencia biogrfica irreductible parael historicismo a su insercin en una cadena causal, se vale Weber de lascartas de Goethe a Lotte von Stein. Contrariamente a los designios delideal biogrfico historicista, las vivencias expresadas en ese documen-to son siempre interpretables para Weber bien como medios de conoci-miento bien como componentes de la trama histrica, y, por consi-guiente, se hallan dotadas de operatividad causal en la ciencia de la his-toria. 57

    Resultar sorprendente que, despus de sometidas a demolicin tandrstica las categoras de la subjetividad historicista, el sujeto escindidono se sustraiga a su semntica: que su nombre sea tambin Personlich-keit58 y su atributo esencial se llame asimismo Erlebnis, 59 aunque pocotengan que ver uno y otro ya con la historia conceptual que los precede.No es un dato menor el que las seas de identidad del ideal de sujetopropuesto en Wissenschaft als Beruf hereden los nombres de las cuali-dades del ideal historicista del sujeto, bien que subvertidas. Se dira quesu figura est construida con materiales de derribo, lo que slo debemover a asombro si se ignora que la piqueta del edificio del historicismosali forjada de la propia fragua weberiana.f" La personalidad delcientfico -como la del artista- se define tambin por la ndole de susvivencias, pero, frente a la espontnea articulacin de los Erlebnisse dela personalidad historicista, transparentes a una comprensin simpatti-ca que rescataba la totalidad y el centro de la personalidad, la viven-cia de la ciencia configura un ideal subjetivo muy otro. La separacinde esferas de valor constitutiva de la lgica cultural del proceso de racio-nalizacin se ha encargado de desenmascarar el mito de la subjetividad

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  • Historicisrno, sujeto y moral

    integral: la indefinida transparencia de los sujetos queda ahora cegadapor el surgimiento de opacidades infranqueables. El ideal de personali-dad ser interno a cada esfera de valor, y la comprensin de la accinhabr de llevarse a cabo presuponiendo tan slo los tipos ideales de lasformas del obrar -en particular, la accin racional con arreglo a fines-caractersticas de cada compartimiento estanco de la cultura. La laborde Weber en La ciencia como vocacin es delimitar las condiciones delos ideales de sujeto posibles en una cultura escindida. La diferenciacinde esferas de valor y el politesmo de los valores constituyen datosfcticos previos a su diagnstico de la subjetividad contempornea; con-figuran el destino de nuestra cultura61 y trazan los lmites de cualquierdiscurso valorativo que en ella quiera darse.

    Bien poco de las categoras weberianas presentes en La cienciacomo vocacin sera comprensible sin saber que constituyen el produc-to de la crtica de las nociones centrales de la visin historicista delmundo. Pero Weber parece haber dado en 1919 su crtica metodolgicapor concluida (acaso los adversarios haban dejado tiempo atrs de serrelevantes), y los mitos que ahora pugna por desenmascarar son de unageneracin distinta, si bien el aire de familia resulta perceptible paracualquier conocedor de sus progenitores. Los nuevos dolos (GOtzen)del tiempo a los que cumple desarbolar vuelven a llamarse Erleben yPersonlichkeit,62 y, desarraigados ya de la epistemologa, configuran unaretrica popular que halla en el antintelectualismo juvenil surgido alcalor de la derrota blica terreno bien abonado. Acumular vivencias63parece ser el ideal pueril de la nueva personalidad, aorante a su maneradel aniquilado sujeto totaL La apelacin a la vivencia posee todas lascaractersticas de lo enmascarador y, para el catedrtico liberal crticodel mandarinato que habla en el invierno revolucionario de Munich, noes sino que sntoma de debilidad y nostalgia de un destino de la cultura

    ne~ado ahora por la guerra sin cuartel entre las deidades del desencan-to. 4 Levantar, frente a las exigencias de la poca, la bandera de un idealvital cuyas condiciones de realizacin se hallan negadas por la lgica deuna cultura que en otro tiempo cobij la expectativa de un sujeto sinfisuras no puede ser otra cosa para el Weber de 1919 que reprobableingenuidad. Ninguna vivencia puede ya hacer de puente entre el almaque la experimenta y la difana plasticidad del mundo, y lo que para elhistoricismo era una aspiracin an formulable como ideal intelectual esahora mera retrica pstuma. Asir el sentido del mundo y hacer de lapropia vida una obra de arte que se incardine en lo transparente de la natu-raleza y de la historia ha dejado de ser una mxima que quepa erigir enideologema eficaz. La aceleracin de la dinmica cultural lo ha expulsa-do a las regiones ms perifricas de ia ideologa y lo nico de que puedeser emblema es ya una subcultura. Cuando el habitante del mundo de-

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  • Antonio Va/decantas

    sencantado piensa haber prendido con alguno de sus ideales el sentidoltimo de la vida, hallar que no ha hecho sino adoptar uno ms deentre los innumerables valores en disputa. No ocurre slo que el mundodevenga opaco al valor y la reconciliacin uno con otro se convierta enmero ensueo, sino que antes an de medirse con el mundo, habr elsujeto de hacer entrar su conviccin en una irresoluble disputa con lasencarnaciones de otros tantos valores en litigio, iguales todos en fuerzase impotentes para vencer sobre los dems.

    La adopcin consciente del Beruf de la ciencia -o del arte- implicapor el contrario un caracterstico modo de pasin que excluye por smismo la articulacin armnica de la totalidad de las pasiones del indi-viduo y el que lo elija debe abstenerse de mirar allende su nico objcti-va. Al igual que quien abraza cualquier otra vocacin, en su eleccin hadecidido ya por qu dios o en favor de qu demonio va a lidiar, e ignoraresta circunstancia de su eleccin implica ignorar el destino de la cultura.Tan slo comprendindolo y elevndolo a consciencia, le ser dado expe-rimentar no ya un haz plural de vivencias sino la concreta vivencia porla que ha o~tado, y sta con toda su intensidad. Slo as ser una per-sonalidad, 5 La exaltacin ideolgica de la vivencia total no ser por suparte, como se ha visto, sino indicio de debilidad, de la incafacidad demirar de frente al destino del tiempo en su severo rostro:6 los dolosde la poca son los falsos dioses con cuyo culto se quiere eludir la obe-diencia a los verdaderos que han entrado en guerra.

    Para el clima mental que alienta a estos nuevos dolos de la civiliza-cin, la lgica cultural de la modernidad es una rutina difcil de sopor-tar.67 Rutina ---{) cotidianidad (Alltag)- constituye, como es sabido,un trmino clave en la exposicin weberiana del concepto de domina-cin carismtica.68 Lo que carisma (Charisma) mienta en ese contex-to, segn los propios trminos de Weber, es precisamente la atribucin auna personalidad (la coincidencia terminolgica no es casual) de cuali-dades extraordinarias (ausseralltdglich, trmino cuya denotacin es lade extracotidiano), En la fase de la disolucin del carisma, el procesoque adviene es el de su Verallidglichung (

  • Hlstoricsmo, sujeto y moral

    cin weberiana del carisma corresponde a lo que, al final de la seccinVII (e Domnacin poltica y herocraca) de la Sociologa de la domi-nacin de Wirtschaft und Gesellschaft, llama Weber la glorificacin ca-rismtica de la "Razn".69 Lo escueto de la presentacin del conceptode un carisma de la Razn y la ausencia de otros desarrollos explcitosen la obra de Weber que prolonguen por alguna va esta denuncia de loque de carismtico hay en la desencantada racionalidad de la Ilustracinhacen de la cuestin un rarum de la red categorial weberiana." Todointento de superponer tan resbaladiza categora sobre el diagnstico we-beriano de la cultura contempornea se expone a riesgos que no convie-ne dejar libres de cautela. En particular, falta en Weber cualquier obser-vacin sobre los rasgos que, en su condicin de carisma, definen a aque-llo que de carismtico lleg a tener episdicamente la razn ilustrada; ex-traer, pues, las ltimas consecuencias de lo que acaso sea mera analogacorre el riesgo de convertir en central algo que, al pie de la letra, no essino una observacin no agotada en su capacidad explicativa,

    Cabe, pues, en rigor, entender las ilusiones del historicismo -in-cluida su tentacin providencial, que formaba parte integrante del ca-risma raconal--c- como un episodio de ese sueo de la razn que es suapoteosis carismtica? Ciertamente, la pregunta slo puede plantearse acondicin de erigir lo carismtico en dimensin estructural de la racio-nalidad contempornea (o en tentacin ocasional suya, si se prefiere) ysi se est dispuesto a comprender la observacin de Weber sobre el cultorevolucionario de la Diosa Razn corno un ejemplo simblicamente ca-racterstico entre otros posibles ms bien que como un acontecimientohistrico individual irreductible a los efectos de toda determinacin cau-sal. Que esta segunda estrategia no sera weberianamente ortodoxa esalgo que habr quedado claro despus del apresurado repaso a la crticametodolgica de Weber que el lector habr tenido ocasin de efectuarpginas atrs. En el caso, pues, de que nos sea dado entender el caris-ma de la Razn con rigurosa coherencia respecto de la exposicin we-beriana de los rasgos de lo carismtico, no parecer demasiado ilcitoenhebrar ese inquietante cabo suelto de su aparato conceptual en el teji-do al que ms verosmilmente pertenece. Si cabe hablar de un carismade la razn --que, precisamente, no es sino el ltimo carsma>- en laforma tpico-ideal que posee la exposicin weberiana de lo carismtico}resulta obligado buscar la ejemplificacin del mismo en mbitos ajenosa la estricta sociologa poltica (la Razn con mayscula no es una cate-gora reductivamente poltica), as como conferir plena plausibilidad alconcepto de una trivialzacin de ese carisma que lo devuelva al domi-nio de lo cotidiano y ordinario. Si carismtica era la personalidad histo-ricista, no otra cosa que trvializaciones del carisma sern los dolos con-temporneos de la vivencia y de la personalidad.

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  • Antonio Yaldecantos

    Fuera ya de las categorias de Weber, la subjetividad investida de losatributos de lo extraordinario, la figura de una personalidad a la queprestan el carcter sus vivencias y todas ellas, y que gana su valor con supropia espontaneidad vital tiene un nombre propio conocido en la histo-ria de la cultura. Aunque se haya querido ver en temas weberianos afi-nes -yen absoluto es inexacta tal visin- un fuerte eco de Goethe, hayotro clsico que late bajo la argumentacin de Weber, y no es otro queSchiller.! Cuando Weber impugna la posibilidad de encamacin de unasubjetividad armnca y espontnea, su crtca de la sensibilidad contem-pornea podra muy bien leerse sin violencia como la partida de defun-cin del alma bella schilleriana:

    Un alma se llama bella cuando el sentido moral (das sittliche Gefhl) hallegado a asegurarse a tal punto de todos los sentimientos del ser humano tallerEmpfindungen des Menscher, que puede abandonar la direccin de su voluntadal afecto y no corre ningn riesgo de estar en contradiccin con sus decisiones.De ah que en un alma bella no sean en rigor morales las distintas acciones, sinoel carcter todo (der ganze Charakter) e..). El alma bella no tiene otro mritoque el hecho de ser. Con una facilidad tal que parecera que obrara slo el instin-to, cumple los ms penosos deberes de la humanidad, y el ms heroico sacrificioque obtiene del instinto natural se. presenta a nuestros ojos como un efecto vo-luntario precisamente de ese instinto (...). En un alma bella, todos los contornostajantes se han esfumado, y sin embargo la figura ntegra resalta en forma tanto

    , d dera.v . nmas ver a era, VIVa. armoniosa.

    Abandonar al afecto la direccin de la voluntad y armonizar la tota-lidad de los sentimientos de manera que el sentido moral parezca brotarde ellos de forma natural no es ya posible, y. como nos parece sealarWeber, cuando el individuo proclama su anhelo de una tal subjetividad ypretende derivar su personalidad de la totalidad de sus sentimientos-ahora llamados vivencase-i- no constituye en absoluto la realizacindel ideal del alma bella y s alguien ciego para con el destino de la cultu-ra. Ms bien que un alma bella, encama su caricatura trivializada, mien-tras que sus vivencias -que en la subjetividad no escindida resultabanigualadas como manifestaciones de una misma gracia (Anmut, Gra-zie)_73 resultan ahora mudas y no conforman figura alguna verdadera,viva ni armoniosa." Se dira que el individuo contemporneo aspira aser portador de un carisma que ya no puede ser tal, tanto porque losverdaderos carismas han entrado en guerra cuanto porque en verdadslo aspira a un carisma en avanzado estado de rutinzacn. El empleode este concepto no puede ser ajeno a los ecos schillerianos que el trmi-no carisma evoca. El gr. khrisma deriva de khris (sgracia, lat. gra-tia), que en alemn viene traducido por Gnade, por Grazie y por Anmut.El surgimiento del carisma es en la sociologa de la dominacin de

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  • Historicismo, sujeto y moral

    Weber lo nico que puede romper la cotidianidad (Al/lag) de la domina-cin tradicional o de la legal-racional, y, antes de su inevitable Verallt-glichung, debe su vigencia a lo excepcional de su circunstancia (o a laconsideracin de tal por los seguidores).75 El carisma implica, pues, unestado de gracia, o, como en el caso del ethos aristocrtico descrito porMax Weber en un lugar de Wahlrecht und Demokratie in Deutsch-land,76 de Anmut und Wrde (vgracia y dignidad), lo que no en vanocorresponde a los atributos del alma bella y al propio ttulo del ensayode Schiller antes citado.

    Perdida la gracia (en el caso de la sociologa poltica, una vez desa-parecido el jefe carismtico), el carisma se rutiniza y degenera en plidasombra de lo que fue. Vuelve la cotidianidad -aquello que segn We-ber tan difcil de soportar resultaba a los jvenes alemanes de 1919-que tan slo un nuevo carisma podr romper. Cuando el alma bella haperdido la gracia, el carisma se ha trivializado. Al igual que el herederodel jefe carismtico est ya desposedo de carisma y tan slo conserva elaparato ritual, as la juventud antiintelectualista que escuchaba a Weberen Munich se limitaba a querer poseer los rasgos externos del alma bellay crea poder ser tal por la sola vivencia de sus sentimientos. Pero cuan-do el alma bella pierde la gracia (que, segn la fbula, es gratuito regalode Venus), sus sensaciones han quedado despojadas de valor e igualadasen su insignificancia. Querer acumular vivencias sin cuento no es, enefecto, sino pattica debilidad. La batalla sin solucin posible en quehan entrado los rdenes diferenciados de valores del mundo}) (die vers-chiedenen Wertordnungen der Welt)77 ha disuelto la ilusin de una culturaintegral (caracterstica, central donde las haya, del ideal de Bildung delclasicismo) y rom.ge con el ideal de la armonizacin de las facultades dela vida subjetiva. J Nietzsche y Baudelaire son los signos de la poca,muy lejos ya de Goethe y de Schiller.79 Atribuye Weber en la conferenciade Munich la prdida de la unidad del valor al desencantamiento de unmundo gobernado dos mil aos por la tica cristiana. Ello no ha deimpedir, sin embargo, abrir un espacio en el relato weberiano para eseotro intento, rpidamente frustrado, de instaurar un nuevo orden clausu-rado de valores y de aunar .toda experiencia en el registro nico de unasubjetividad triunfal que podemos subsumir bajo el concepto de carismade la razn. Si en verdad la razn ha sido carismtica y ese carisma es elltimo de los conocidos, lo postcarismtico de nuestra cultura habr dedefinirse en relacin privilegiada con l. El sujeto desvelado como impo-sible cuya sombra supersticiosa oscurece al destino de la cultura no serya tanto el alma cristiana de una tradicin inmemorial cuanto esa otraefmera alma ilustrada ahora reducida a espectro, a dolo que abastecetodava al apetito de ilusiones de la Civilizacin.8o

    Una inadecuada estrategia de lectura de Wissenschaft als Beruf

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  • Antonio Valdecantos

    sera la que viera en ella un pliego de descargo en favor de las figurascontemporneas de la razn y del sujeto. No todo pesimismo ha de sernecesariamente cnico ni complaciente, y, si pesimista es el pathos deldiagnstico de Weber, ello no autoriza a atribuirle un perverso amor fatipor los resultados de la historia del racionalismo occidental. Sin embar-go, el malestar frente a los males del presente no exige adherir con entu-siasmo a las mistificaciones consolatorias del mismo. Ilustrado a fuer deiconoclasta, el empeo de Weber parece rescatar algunas de las dimen-siones imprescindibles de toda crtica de la razn contempornea que nodimita de su problemtica aspiracin a la racionalidad (acaso el princi-pal motivo para no abjurar por completo de nuestra problemtica heren-cia ilustrada sea que no podemos imaginar sin repugnancia el regreso delos dolos que ya hemos hecho caer). No fue Weber el primero en apun-tar al lado mitolgico de la razn, pero s el ms coherente en hacersuyas razones que desvelaran lo que de dolo hay en ellas. Su crtica dela cultura tiene, aS, no poco de autocrtica de la razn ilustrada, mien-tras que su examen minucioso de las patologas del sujeto es al mismotiempo la desilusionada exploracin de las formas de subjetividad quean pueden abrirse paso tras el derribo de un sujeto heredero de losexcesos de la razn. Pero los ideales de sujeto que Weber tratar dedefinir siguen formando parte de la constelacin de la racionalidad ilus-trada, aunque ya no giren en tomo a un astro central. Y, por lo pronto,el sujeto de la Ilustracin postcarismtica no se sustrae a aquella proble-matizacin, caractersticamente ilustrada, que busca cmo definir lo quede sujeto moral pueda tener el sujeto sin ms: el ideal weberiano delsujeto es, antes que nada, un ideal normativo.

    El politesmo de los valores constituye el correlato moral de unsujeto fragmentado y, a [ortiori, de esa fractura de la razn ilustrada queadviene cuando se constata que el nico carisma posible de la razn esun carisma trivializado. Mostrar cules pueden ser los ideales normati-vos de las figuras fragmentadas de subjetividad es, por su parte, la preo-cupacin de Weber una vez decretado el politesmo de los valores quecaracteriza al destino del tiempo. Interesa, no obstante, notar que enla caracterizacin del ideal subjetivo de la poca entra un elemento ex-trao a la vena pesimista que impregna Wissenschaft als Beruf. Nadahay de valioso para el ser humano en cuanto ser humano que ste nopueda llevar a cabo con pasin (tvas er nicht mil Leidenschaft tunkann)>>,81 apostilla Weber para describir la vivencia que configura eldestino del alma del cientfico. Sera desorientador pasar por alto estaapelacin weberiana a la pasin, islote de vocabulario de las conviccio-nes en el pilago del lenguaje de la responsabilidad: el sujeto escindidono es un mero calculador de consecuencias, y da la impresin de que nohay tica de la responsabilidad sin una decidida conviccin que la sus-

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  • Hstorcsmo, sujeto y moral

    tente. Aunque no sea ste el lugar de discutir en toda su profundidad latipologa de Weber (cuyo locus clsico son precisamente las dos confe-rencias de Munich) ni de explorar los variados ecos contemporneos delproblema, acaso la contextualizacin de la reflexin tica weberiana enel marco de su crtica cultural sirva para recuperar algunos contenidosde la Verantwortungsethik con frecuencia oscurecidos cuando se acude ala otra conferencia de Munich para documentar sus rasgos principales.La tica de la responsabilidad no es, contrariamente a un uso de laexpresin que tiende a hacerse moneda corriente en los mbitos msdispares, patrimonio exclusivo de polticos pragmticos y de su squitode mandarines. Su formulacin en Wissenschaft als Beruf puede serun buen antdoto contra las simplificaciones.Y Sobre valores, sentenciaWeber, no se juzga ni se decide a la luz de los hechos ni con su ayuda: aligual que al cientfico social no le es dado sancionar -en cuanto hom-bre de ciencia- la validez de tal o cual valor ni prestar apoyo racional aeste o aquel credo o ideologa como resultado de sus tesis cientficas, elindividuo en general se halla cn la eleccin de sus valores parecidamentehurfano de la posibilidad de recurso a cualquier ayuda de carcter fac-tual; tampoco en el terreno de la eleccin moral es lcito inferir valoralguno a partir de sus motivaciones o consecuencias fcticas. Expuestoal politesmo de los valores, el sujeto moral weberiano sirve de solitariocampo de batalla a una encarnizada lucha de dioses y demonios cuyaresolucin no admite componendas, pero el politesmo no es un relati-vismo, y en el interior del campo de batalla no rige la clusula todovale, por ms que carezcamos por entero de medios fcticos que nosabran de par en par la puerta de lo valioso y lo reprobable.Y El paradig-ma del sujeto moral ser el individuo que elige libremente su Beruj.Con todo, en esa eleccin, en el saldo de la correspondiente disputa dedioses y demonios, late, apagada ya la ilusin de la plena realizacin delo humano, una ntima dignidad que no excluye la excelencia ni el cora-je: el preferdor de valores que Weber propugna tiene poco que ver conel individuo hiperestsico abandonado a su propia anoma. (Al menos enesto, y por ms que el lugar que se le ha asignado a la moral no seaprecisamente optimista, quiz hayamos en el final del siglo de recono-cernos an ms pesimistas que el sombro Weber, siguiendo sin poseerasidero alguno para la tica fuera de nuestra propia reflexividad y dandopor perdidas adems las virtudes necesarias para tomar parte en batallascomo las descritas).

    Entre valores sin conciliacin posible, tratase, pues, de decidir.f" Yla decisin no es algo balad, pues compromete a la existencia entera(aunque, sin paradoja, entera ya no valga en el sentido de total), Eltema goetheano del pacto diablico no es ajeno a esta cuestin. Be-denkt, del' Teufel; del' ist alt, so werdet alt ihn zu verstehen (

  • Antonio Valdecantas

    que el diablo es viejo y haceos viejos para cornprenderlo), reza un pro-verbio que cita Weber.s5 Slo tomando partido por una de las deidadesen litigio, podr el individuo contemporneo seguir ejerciendo como su-jeto, y para dicha empresa le resultar imprescindible saberse cumplidorde un designio inevitablemente parcial y expuesto al conflicto: acabarcon ese demonio exige hacerse aliado suyo para conocer bien sus arca-nos.8 El individuo que elige su demonio se sigue alimentando del ansiade vivencia y del anhelo de verdadera pasin, si bien bajo la forma de lanostalgia. Ignorante de su parte en el destino, cree poderse confiar toda-va a unos afectos que ya no le son leales y desconoce que las nicaspasin y vivencia posibles que le aguardan presuponen la renuncia a laarmona de sus vivencias y sus pasiones. Pero el anhelo es insuficiente.La manera de obedecer al demonio que gobierna la existencia propia noes otra ~ue la respuesta a las exigencias de cada da (die Forderung desTages),8 mandato que hace recordar la imposibilidad de carismas extra-cotidianos.

    Consecuenca de ello es el reforzamiento de la tesis de la Wertireiheito neutralidad valorativa aludida en Wissenschaft als Beruf y expues-ta en otros ensayos metodolgcos.f La torna de partido del cientfico enla disputa de dioses y demonios implica su obediencia a los solos man-datos de la esfera cientfica, que no son otros que el ideal de la objetivi-dad y la abstencin de toda valoracin subjetiva o interesada. Tratar deadoptar otra funcin significa para el cientfico ignorar su destino y que-rer suplantar al predicador, al reformador social o al profeta, adems dedefraudar -como seala Weber en varios lugares- la confianza que elEstado ha depositado en l y de erigirse en voz privilegiada que no ad-mite respuesta posible en las aulas.89 Ya vimos cmo la vocacin cientfi-ca no era posible sin pasin ni sin vivencia (bien que de una ndole quepodramos llamar postcarsmtica) y ste es el momento de compro-bar que la neutralidad valorativa y su correspondiente pacto con el dia-blo implican la asuncin de contenidos ticos esenciales, que en mane-ra alguna permiten entender el politesmo de valores como un relativismo.La moral del cientfico, tal como la esboza Weber en la conferencia deMunch, constituye un ejemplo de tica de responsabilidad, algunosde cuyos imperativos se mencionan de soslayo. As, el de una modalidadde agitacin de las conciencias que a 'Weber se le antoja inseparable dela funcin docente y cientfica: ensear a los alumnos'' a saber recono-cer los hechos incmodos (precisamente aquellos que, para la corrien-te de opinin prevaleciente entre los estudiantes, sean ms difciles deadmtr)." El ejercicio de esta tarea constituye el principal tributo ti-co (sttliche I..eistung) del docente, y no es posible sin el ideal de laneutralidad valorativa. Habla de ello Weber como de una trivial evi-dencia. No parece que lo sea tanto cuando se la coloca junto al otro

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  • Historicismo, sujeto y moral

    imperativo a que viene obligado el hombre de ciencia en la poca de suespecializacin y que define adecuadamente a qu valores obedece laneutralidad valorativa misma. Se trata de la misin del cientfico -esclaro que Weber piensa en el cientfico de la cultura, antao sacerdotedel culto a la transparencia de la razn- de aclarar y explicitar la lgicamisma que la valoracin posee. En una cultura de la decisin, el cientfi-co est llamado a definir aquellas decisiones que sean posibles y a eluci-dar sus supuestos y consecuencias. Cuando el cientfico adopta respon-sablemente este papel y al mismo tiempo renuncia a defender cualquiervalor que no sea el de la neutralidad en la exposicin de su disciplina,est cumpliendo los mandatos de su demonio y contribuyendo a aclararcules son los demonios a que en general puede servirse y cmo:

    Con esto llegamos ya al tributo ltimo que la ciencia como tal puede ofreceral servicio de la claridad, e igualmente a sus limitaciones: podemos -y debe-mos- decirles a ustedes que talo cual toma de posicin de carcter prctico (dieund die praktische Stellungsnahme) produce tales y cuales consecuencias internas,y, as, tener la honradez de deducir dichas tomas de postura, de acuerdo con supropio sentido, de tal o cual posicin fundamental ltima relativa a una visindel mundo taus der und der letzien weltanschauungmssigen Grundposition)-puede ser que deriven de una sola o quiz de varias diferentes-, pero de ella yen ningn caso de otra. Dicho de manera figurada: servs a este dios y otendis aeste otro si os decids por tal toma de postura. Llegaris, pues, necesariamente, sipermanecis fieles a vosotros mismos, a tales y cuales consecuencias internas,ltimas y significativas. (...) As pues, si somos conscientes de nuestro cometido,(...) podemos determinar a cada uno, o al menos ayudarlo, a que d cuenta por smismo (sich selbst Rechenschaft zu gebcn) del sentido ltimo de su propio obrar(ber den letzten Sinn seines eigenes Tuns).92

    As sirve la ciencia a su demonio, uno de los innumerables a los queel hombre contemporneo puede encomendarse. Y, cuando el cientficodesempea adecuadamente su vocacin, acoge al mismo tiempo bajo sumirada a todos los dems dioses y demonios, aunque su mirada se enfo-que desde la lejana, y precisamente porque slo desde la distancia pue-de y debe enfocarse. La accin responsable del cientfico --como la delpoltico en la otra conferencia de Munich- es un paradigma de la ac-cin responsable del individuo en una cultura escindida. Lo que con suretrato ha pintado Weber es ms bien la forma en la que cabe pensar alsujeto contemporneo como sujeto moral, y esa viene a ser la ms in-quietante de sus lecciones. Conviccin y responsabilidad se articulan enl de manera compleja; ninguna de las dos parece posible sin la otra,limitndose de manera recproca, y el mandato de pensar las responsabi-lidades propias se constituye en el 'primero de los imperativos morales,que no puede cumplirse sino con una extraa y huidiza pasin. Sectario

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  • Antonio Valdecantos

    de un culto entre muchos, el cientfico comparte con sus contempor-neos un mundo politesta en donde, al igual que el hombre de cienciaslo puede ser agradable a su dios de forma apasionada, todo ser hu-mano ha de satisfacer las exigencias de cada da con parecida fuerzade nimo. Que dicha pasin ya no puede estar adornada del carisma dela gracia es un dato del destino. Pero, volviendo a SchiI1er, debe recor-darse que al alma bella le cumple dar un definitivo paso en orden a superfeccin:

    El alma bella debe (...) transformarse en alma sublime, y sta es la infaliblepiedra de toque por la cual se la puede distinguir del buen corazn o de la virtudpor temperamento. Si en un hombre la inclinacin est de parte de la justiciaslo porque la justicia est afortunadamente de parte de la inclinacin, el instin-to ejercer, en el afecto, un completo poder coactivo sobre la voluntad; y, cuandosea necesario un sacrificio, ser la moralidad y no la sensorialdad quien 10 haga.Si en cambio ha sido la razn misma la que, como ocurre en el carcter bello, hatomado a su servicio las inclinaciones y ha confiado provisionalmente el timn ala sensorialidad, se 10 retirar en el mismo momento en que el instinto quieraabusar de sus poderes ocasionales. La virtud por temperamento desciende, pues,en el afecto, a mero producto natural; el alma bella trasciende a lo heroico y seeleva a la pura inteligencia. La dominacin de los instintos por la fuerza moral eslibertad de espritu y dignidad se llama su expresin en 10 fenomnico.f

    La fenomenologa schilleriana del alma bella constituye uno de losmitos ilustrados por antonomasia. El malestar por las insuficiencias dela razn (en Schiller la razn prctica kantiana) busca remedio en esaotra razn enftica que cree poder ser una con el instinto y mito altiempo que verdad. Slo al alma bella le es dado llegar a ser alma subli-me, libre ya de los peligros de abrazarse al mero instinto. Pero la raznmisma empez pronto a desconfiar de que alguna vez pudiera tener losinstintos a su servicio y confundirse con ellos: en un tercer y definitivomomento que Schiller quiso olvidar, el alma sublime descubre que nofue jams alma bella salvo en el relato de un mito consolador. Algo deeso le ocurre al sujeto fragmentario de Weber y algo de eso notamos atravs suyo que le ha acaecido a la razn ilustrada. La metodologa cien-tfica y la critica de la cultura de Max Weber convergen en la denunciade lo que quiz no sea desafortunado llamar el mito de la transparenciade la razn. El ideal de un sujeto total arrastra tras de s la ilusin deuna composicin armnica de las facultades de la vida espiritual, nicocontexto en que la razn se deja decir de manera carismtica. Aliadas delos hados (criatura tan esclarecida sirvi a seor as de ciego), las lucesde la Ilustracin imaginaron poder iluminar un nexo que va abarcandosin interrupcin la accin plena de' sentido (ein stets umiassender Zu-sammenhang sinnvollen Handelns) y tornar transparente "desde den-

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  • Historicismo, sujeto y moral

    tro". (Van innen heraus durchsichtigf" la raz ltima de la que conoci-miento y accin, autorrealizacin y felicidad no eran sino espontneosfrutos. Pero despus de desvelado el engao, acaso quepa acudir a unadignidad que ahora ya no podr valerse del auxilio de la gracia.9s Digni-dad sin gracia es una divisa posible para la razn contempornea, despo-jada de carisma y heredera suya. Cuando las vivencias ya no conspiranentre s para constituir una personalidad armnica, la libertad del espri-tu se habr de atener tan slo a la fuerza moral que permita elegir viven-cias dignas." Aspirar a convertirse en alma sublime a sabiendas de queno se es un alma bella viene a ser el imperativo de los tiempos: la nostal-gia de la gracia se ha vuelto enemiga de la bsqueda de la dignidad.97

    La relacin de la razn contempornea con su historia (con aquellareconstruccin de la misma que su parcialidad produzca) nos sita enun lugar lejano a su transparencia. Nuestra imagen de la razn ilustrada-como la del sujeto a ella ligado- slo se nos da reconstruyendo elproceso que conduce a su fragmentacin. Los usos de la razn se havuelto opacos, y slo imaginarnos una razn transparente en el ejerciciode nuestra propia opacidad. Medir nuestra distancia de las formas clsi-cas de la razn ilustrada constituye, en ltimo trmino, un ejercicio deautodefinicin. Al igual que la modernidad triunfal -que no es sinni-mo de modernidad cumplida- defina sus perfiles por referencia a unideal clsico, as la crsls de la razn ilustrada tiene tambin sus griegos-que no somos nosotros- y contempla con perplejidad sus ruinas, har-to distintas de las de Pompeya. Nuestro clasicismo y nuestros monumen-tos son ya los de la propia modernidad. Cuando el uso prctico de larazn se vuelve reflexin sobre su cada en desuso, los imperativos de laracionalidad moral pasan a elaborarse en un idioma distinto del que lecorresponda en la era de su transparencia: no podemos reconocernoshablantes del lenguaje de la razn ilustrada, aunque no por ello renun-ciemos a elaborar metalenguajes que la pongan entre comillas. Exami-nar los velamientos de la razn que nos la han hecho opaca sigue siendola manera menos indigna de practicar una racionalidad fragmentaria.

    NOTAS

    1. Cfr., p. ej., Karl-Otto Apel, Das Problem einer phlosophschen Theorie der Ratio-nalitatstypen, en R Schnadelbach (Hrsg.), Rationalitdt. Philosophische Beitrdge, Francfort,Suhrkamp, 1984, pp. 15-31. Sobre la connotacin posfilosfica de una racionalidad ya noexpresable en el lenguaje de la Vemunft, vid. la introduccin de Herbert Schnadelbach adicho volumen (pp. 7-14). Un lugar que se ha hecho ya imprescindible sobre la cuestin esla antologa de K. Baynes, J. Bohrnan, Th. McCarthy (eds.), After Philosophy. End 01' Trans-[ormationr, Cambridge (Mass.), The MIT Press, 1987.

    2. En expresin de Richard J. Bernstein. Cfr. su The Ruge Against Reason, en Ernan

    SEGORA! 2 (1990) 127

  • Antonio Vakiecantos

    McMullin (ed.), Construction and Constraini. The Shaping of Scieniiiic Rationality, NotreDame (Indiana), University al' Notre Dame Press, 1988, p. 198.

    3. Como lo juzga Steven Lukes. Cfr. Sorne Problems About Ratonality, en BryanWilson (ed.), Rationality, Nueva York, Harper & Row, 1971, p. 207. Referencia imprescindi-ble sobre el concepto de racionalidad en Weber es S. Kahlberg, Max Weber's Types ofRationalty: Cornerstones for the Analysis of Ratonalization Processes in History, Ameri-can Journal of Sociology, 85, 5 (1980), pp. 1143-1179. Un ponderado anlisis del problemase hallar en Luis F. Aguilar Villanueva, En torno del concepto de racionalidad de MaxWeber, en Len Oliv (ed.), Racionalidad. Ensayos sobre la racionalidad en tica y poltica,ciencia y tecnologa, Mxico, Instituto de Investigaciones Filosficas (UNAM).Siglo XXI,1988, pp. 76-98.

    4. La expresin es de Javier Muguerza (vd. La razn con minscula o por qu somospostmodernos, en Manuel ClUZ, Miguel Angel Granada, Anna Papiol (eds.), Historia, len-guaje, sociedad. Homenaje a Emilio Lled, Barcelona, Crtica. 1989, pp. 424-430, Y Sobre lacondicin metafsica y/o postmetafsica del sujeto moral, ms, indito).

    5. Cfr. Giacomo Marramao, Poder y secularizacin. traduccin de Juan Ramn Capella,prlogo de Salvador Giner, Barcelona, Pennsula, 1989. pp. 130 ss. En Weber, la estructu-ra constituyente del vinculo social no viene ya dada por la relacin individuo-sociedad, sinopor la relacin entre racionalidad y formas del obrar. El individuo ya no es, como en latradicin clsica occidental, la clula de la sodedad. La posibilidad de representarse estaltima como una totalidad o un organismo que tiene en los individuos sus "partes vivien-tes" queda ya definitivamente superada. tOp, cit., p. 132).

    6. Ibl.7. En su conocido discurso necrolgico, Karl Jaspers no dej de apuntar la filiacin

    entre el carcter fragmentario de la obra de Weber y su consciencia de la poca. vu.K. Jaspers, Conferencias y ensayos sobre historia de la filosofa, traduccin de R. JimenoPea, Madrid, Gredas, 1972, pp. 330-347. Debo a Julin Sauquillo haberme llamado laatencin sobre este texto.

    8. Vd. Wilhelm Hennis, Personality and Lfe Orders: Max Weber's Theme, en ScottLash, Sam Whimster (eds.), Ma.x Weber, Rationality and Modemity, Londres. Allen & Un-win, 1987. pp. 52-74.

    9. cfr. Max Weber, Roscher und Knies und die logischen Problemc del' historschenNationalokonomie, en Gesammelte AufsatZfi zur Wissenschaftslehre, sechste, erneut durch-gesehene Auflage, hrsg. van Johannes Winckelmann, Tubinga, J.C.B. Mohr (Paul Siebeck),1985, p. 6. En adelante, citar simplemente WL los textos recogidos en esta recopilacin.

    10. El ideal metodolgico historicista de la "personalidad total no est exento deconnotaciones que lo retrotraen a la concepcin romntica del Volksgeist. En efecto, elindividuo total gnoscolgicamente apuntalado calca su estructura de la "personalidadigualmente unitaria del "pueblo; el individuo y la comunidad nacional son, as, dos mues-tras, isomorfas en su concepcin, de la nocin historicista del sujeto. La formulacin deKnes, duramente criticada por Weber. es ejemplo eminente de lo anterior; para Knies, "loms propio (die Eigentmlichkeit del ser humano considerado por separado (des einzelnenMenscher, al igual que de la totalidad del pueblo (wie die eines ganzen Volkes) , fluye deun manantial nico (aus einem einheitlichen Springquell erschliessti, y este es el indcode la totalidad a que remite "el entero conjunto de los fenmemos de la actividad huma-na talle Erscheinungskreise der menschlichen Tiitigkeit)>> (Cfr. WL, p. 141). La vida perso-nal -sealaba Knes- "y la falta de un punto medio unitario (Mangel eines einheitlichenMittelpunktes es una contraposicin contradictoria; tan slo donde se descubre una cosa sehalla la otra. (Knies, Die politische Oekonomie vom Standpunkt der geschichtlichen Methode(1853), p. 247. cit. por Weber, MIL, p. 138, nota 1).

    11. No faltaron en el tardohistoricismo intentos de reverdecer temas de la Naturphiio-sophie por medio de un uso irrestricto del concepto de Einfhlung. As, por ejemplo. Lipps:"La categora de "penetracin simpattica" (Einfhlung) no se limita en modo alguno, se-

    128 ISEGORA / 2 (1990)

  • Historicsrno, sujeto y moral

    gn Lipps, a los procesos "psquicos". Por el contrario, tambin "penetramos simpattica-mente" ([Men ein) en el mundo fsico en cuanto "vivimos" sensitivamente (gef.hlmassigerleben) sus componentes como expresin de una "fuerza", de un "esfuerzo", de una "ley"determinada, etc. (p. 188), y, segn Lpps, esta causalidad individual antropomorfa de lanaturaleza, directamente "vvble" de modo fantstico tphantastiscn erlebbare), es la fuentede las "bellezas naturales?, Cfr. WL, p. 107.

    12. Tanto ms se desvanece con ello ese retomo romntico-naturalista de la idea de"personalidad" que, por el contrario. busca la sacralidad autntica de Jo personal (das ei-gentliche Heiligtum des Personlichen) en el sordo, indiferenciado "subsuelo" vegetativo de lavida personal (in dem dumpfen, ungeschiedenen vegetativen "Untergrund' des personlichenLebensi, vale decir, en esa "irracionalidad" que no se apoya sino en la maraa de un sinn-mero de determinaciones pscoffsicas del desarrollo del temperamento y del temple de ni-mo (...). Es este romanticismo, pues, lo que est detrs del "enigma de la personalidad"tRatsel der Personlichkeit) de que habla Treitschke espordicamente, y muy a menudo otrosmuchos, y con el que, all donde es posible. se procura introyectar la "libertad de la volun-tad" a la esfera de la naturaleza. Cfr. WL, p. 132.

    13. Cfr. WL, pp. 123 Y 253.14. ve. nuevamente WL, p. 253.15. (...) la inagotabilidad tUrurusschpibarlceit de un contenido con respecto a los

    posibles puntos de contacto (Ankl1pfu.ngspunkten) de nuestro inters es la caracterstica de"ms alto" rango de las individualidades histricas." (WL, p. 253), Raymond Aran ha co-mentado bellamente este paso del escrito sobre Meyer aludiendo a la riqueza pstuma detodo objeto cultural (cfr. R. Aran, La philosophie critique de l'histoire. Essai sur une thorieallemande de l'histoire, nouveIle dition revue et annote par Sylvie Mesure, Pars, Julliard,1987, p. 246). Es importante sealar cmo esta inagotabilidad de los contenidos cultura-les -extrada a partir de la concepcin rickcrtlana- constituye un referente polmico fren-te al ideal historicista de un rescate de "totalidades de contenidos.

    16. Sozologsche Grundbegrife, WL, pp. 541-581.17. Sobre las circunstancias de este texto, tenido a menudo por la obra de madurez

    de Max Weber, vid. Wolfgang Schluchter, Wirtschaft und Gesellschaft: Das Ende einesMythos, en Religion und Lebensfuhrung: Bd. 2. Studien. zu Max Webers Religions- undIlerrschaitssoziologie, Francfort, Suhrkamp, 1988, pp. 597-634.

    18, Toda interpretacin (Deutung) tiende, como en general toda ciencia, a la eviden-cia (Evidenz) , La evidencia de la comprensin puede ser [a)] racional (y sta bien lgica,bien matemtica) o [b)] ser de carcter revividor simpattco teinihlend nacherlebenderu(emocional, artfstico-receptivo). (WL, p. 543).

    19. El mximo grado de "evidencia" corresponde a la interpretacin racional conarreglo a fines (zweckrationale Deutung). Debe entenderse por comportamiento racionalcon arreglo a fines (z~veckrationales Sichverhalten) aquel que se orienta exclusivamente amedios que se representan (de manem subjetiva) corno adecuados a fines que se adoptan demanera (subjetivamente) unvoca. (

  • Antorlo Valdecamos

    28. Cfr. WL, p. 222.29. En manera alguna el concepto de "libertad de la voluntad" debera ser puesto en

    relacin con el de irracionalidad. Precisamente quien es empricamente "libre" --es decir,quien no acta sino reflexivamente inach Erwagungenj- est, en la medida de la situacinobjetiva, vinculado de manera teleolgica a los medios, diferentes y reconocibles, con quelograr sus fines. (Cfr, WL, p. 133).

    30. Cfr. WL. p. 227.31. Hay ligamen causal tkausale Verkl1pfung) sin teleologa, pero no conceptos teleo-

    lgicos sin reglas causales. (WL, p. 86). Advierte Weber a continuacin contra la confusinentre el ideal de una metodologa teleolgca opuesta al uso de la categora de causalidadeficiente y lo que Rckert llam construccin teleolglca de los conceptos (teleologischeBegriffsbildung), expresin con la que quera denotarse en la terminologa rickertiana laordenacin del material emprico a relaciones de valor. (Ibd.).

    32. Cfr. WL, pp. 136-137. En otro lugar del escrito sobre Roscher y Knies puede leerse:"Si en el mbito de las consideraciones metaftsicas puede caber a tales posturas algnsentido y cul podra ser ste es algo que queda aqu por completo sin resolver, al igual quetampoco cumple tratar de las dificultades reales de la "causalidad por libertad" tKausali-tiitdurch Freiheit) y dems construcciones con ella emparentadas, las cuales podran co-menzarse a abordar justamente en el mbito metafsico. En todo caso, el "psicologismo"-o sea, la pretensin de la psicologa de constituir o crear una "visin del mundo" (Wel-tanschauungi--: es un snsentdo y, para el libre espritu de las ciencias empricas, algo tanpeligroso como un "naturalismo" a partir de un fundamento tomado de la mecnica o de labiologa o un "hstoricisrno" fundado sobre la "historia de la cultura." (WL, pp. 62-63).

    33. vu. KrV A 444-452; B 472-480 YA 532-558; B 560-586.34. Cosa crucial para poner en su sitio los frecuentes usos weberanos del trmino

    destino, bajo el que se agazapan connotaciones muy varias que en ningn caso autorizana pensar en un Weber adalid del fatalismo histrico. Resulta imprescindible tener en cuen-ta esta circunstancia para no dejarse despistar por el empleo metafrico de Schicksal tanhabitual en Weber, segn habr ocasin de comprobar ms adelante.

    35. Lue Ferry ha desarrollado una sugestiva interpretacin de las concepciones de lahistoria prevalecientes en la Modernidad a partir del modelo de las antinomias de la KrV,de cuya "solucin crtica" hace heredero a Weber. El texto de Weber arriba reproducidoconstituye una buena confirmacin de lo pertinente de la estrategia de Ferry. Cfr. L. Ferry,Philosophie politiqueo 2 Le systme des philosophies de l'histoire, Pars, P.U.F., 1984, pp.108-138. Vd. sobre la articulacin de tica y filosofa de la historia en Kant los trabajos deRoberto Rodrguez Aramayo "El "utopsmo ucrnico" de la reflexin kantiana sobre lahistoria (estudio preliminar a Inmanuel Kant, Ideas para una historia universal en clavecosmopolita y otros escritos sobre Filosofa de la Historia, traduccin de Concha Roldan yRoberto Rodrguez Aramayo, Madrid, Tecnos, 1987, pp. ix-xliv), y "La filosofa de la histo-ria en Kant: una encrucijada de su pensamiento moral y polnco, en Claudia La Rocca yotros, Eticidad y Estado en el idealismo alemn, Valencia, Natn, 1987, pp. 5-17.

    36. Si bien, en polmica con Gerke, apunta Weber una interpretacin kantiana alsealar que el estatus del cosmos de ideas y relaciones" expresado por las totalidadescomunitarias agentes de la historia no es el de un misterio mstico que obligue a crear unaontologa especial de la vida histrica, sino, en palabras de Weber, ms bien el de una ideatica (sittliche Idee) regidora de la voluntad y el sentir de los hombres. Cfr. WL, p. 35,nota l.

    37. Aludiendo a Mandeville y a Goerhe, pone en guardia Weber al lector contra losresabios providencialistas de la filosoffa ilustrada de la historia (tambin de la kantiana?).Roscher haba invalidado la pretensin de convertir la historia en teodicea y los ensueosschillerianos de un tribunal universal (aunque su filosofa de la historia tuviera despusque colocar un organicismo ingenuo en el lugar dejado vacante por la teleologa) y, al hilodel comentario de Roscher, ofrece Weber su reinterpretacin de la idea de progreso como

    130 ISEGORA! 2 (1990,

  • Historcismo, sujeto y moral

    la secularizacin de un destino de la humanidad vaciado de fin religioso. Cfr. HlL, p. 33,nota 2.

    38. Vd. HlL, pp. 217-218.39. lbid.40. Cfr. p. e., E. Baumgarten, Max Weber, Werk und Person, Tubinga, J.C.B. Mohr

    (Paul Siebeck), 1964, p. 139.41. Cfr. WL, p. 63.42. Expresin, como se sabe, intencionadamente fchteana debida a Marianne Weber.43. As fue puesto de manifiesto por el clsico trabajo de Dieter Henrich (esencial para

    la comprensin de los escritos epistemolgicos de Weber) Die Enheit der wissenschaitslehreMax Webers, Tubinga. J.C.B. Mohr (Paul Siebeck), 1952.

    44. Pronunciada el 19 de enero de 1919 (y muy probablemente repetida en marzo dedicho ao) por invitacin del Frelstudentische Bund, organizacin de estudiantes liberales-muniqueses, das antes de dictar la no menos conocida "Politik als Beruf. Sobre la data-cin y circunstancias de las dos conferencias de Munch. vid. W. SchIuchter, Wertfreiheitund Verantwortungsethik, Zum Verhaltnis von Wissenschaft und Politik bei Max Weber(

  • Antonio Valdecantos

    54. Jos Mara Gonzlez Garca prepara en la actualidad un apasionante estudio sobreel tema, de cuyas partes ya elaboradas he tenido conocimiento gracias a su amabilidad. Ensu artculo La herencia de Kant en el pensamiento de Max Weber (Vd. Javier Muguerza,Roberto Rodrguez Aramayo (eds.), Kant despus de Kant, Madrid, Tecnos-Instituto de Filo-sofa (CSIC), 1989, pp. 481-499) ha apuntado algunas de las huellas fundamentales deGoethe en Weber. La presencia de Goethe es, en efecto, constante leit motiv, por lo pronto,de Wissenschaft als Beruf, segn habr ocasin de comprobar,

    55. Autor ste accradamente crtico de la subordinacin de la historia al ideal biogrfi-co. La crtica de Weber a Meyer constituye la inversin ms radical del ideal historicista;para Weber ser la biografa la que se resuelva en historiografa causal,

    56. E. Meyer, Zur Theorie und Methodik der Geschichte (1902), p. 56 (cit. por Weber,WL, p. 240).

    57. La tipologa de Weber, cuyo orden expostivo sacrifico aqu en aras de la claridad,se encontrar en WL. pp. 241-245, yes como sigue:

    A) Elemento causal de un nexo histrico.B) Elemento caracterstico de un conjunto coleotivo,

    B.l) Medio de conocimiento de lo caracteristico de la individualidad histrica.B.2) Medio de conocimiento del paradigma de un tipo humano.

    C) Ejemplar de un gnero.el) Medio para la obtencin de un concepto gentico de gJlero.C.2) Ejemplo tpico-ideal de fenmenos no culturales.

    En el caso A, el historiador procura descubrir el modo como las vivencias expresadasen las cartas de Goethe pueden explicar otras partes de su obra, as como su "personali-dad" literaria. De esta forma, los hechos de que nos dan noticia las vivencias de Goethe (eneste caso sus estados de nimo) son miembros reales de una cadena causal. En el caso BiL,pueden deducirse de las cartas rasgos esenciales del "estilo de vida tLebensiuhrung deGoethe, insertando as las vivencias expresadas en las cartas en una trama causal dentrode la cual se convierten en sntoma" o medio de conocimiento" de elementos caractersti-cos de la individualidad llamada Goethe. En B.2 puede buscarse la insercin de las viven-cias en una trama causal que culmine en la determinacin de un tipo humano genrico(p. e. el alemn de la poca); las vivencias operan as como medio" para descubrir rasgoscaractersticos de ese tipo humano. En el las vivencias de Goethe nos pueden servir demedio para descubrir -en el supuesto de que no nos desvelen ninguna peculiaridad indi-vidual de Goethe o caracterstica de su tiempo o circunstancia- fenmenos que sean co-munes a todas las culturas (p. 'e., el ascetismo, cierta concepcin del amor). En ese caso,cabe obtener un concepto de gnero (GattungsbegrifJ) en el que se formule la reglaque se aplic mediante la abstraccin y la generalizacin a partir de lo significado porlas vivencias. Finalmente, en el caso e2 (el de menor inters para Weber) un cultivadorde disciplinas ajenas a la historia puede descubrir en las vivencias de Goethe rasgospsicopatolgicos que configuren un tipo ideal de conducta erticamente aberrante (al modocomo las Confesiones de Rousseau son tiles para el especialista en enfermedades ner-viosas).

    58. Ibid.59. Cfr. WL, p. 589.60. Contra Gottl, sealaba ya Weber en Roscher und Knies ]0 absurdo del ideal de

    comprensin ilimitada de una totalidad de vivencias: "No es correcto (...) hacer un inven-tario de todas las vivencias cotidianas (Alltagserlebnisse) de un da en todos sus elementos,ni sostener que en un tratamiento cientfico -por muy cornprehensvo que llegue a ser-se puedan integrar absolutamente todas las acciones de cualquier tipo que sean. Cfr. WL,p. 95, nota 3, 3.

    61. Cfr. WL, p. 604.62. cfr. WL, p. 591.63. Segn la expresiva traduccin de Francisco Rubio Llorente. Vd. La ciencia como

    132 ISEGORA /2 (1990)

  • Hstorcsmo, sujeto y moral

    vocacin'), en M. Weber, El poltico y el cientfico, introduccin de Raymond Aron, traduc-cin de F. Rubio Llorente, Madrid, Alianza, 1967, p. 195. Cfr. WL, p. 591.

    64. En el escrito sobre Roseher y Knies, haba escrito Weber: "Es menester romper lasorda indiferenciacin de la "vivencia" (die dumpfe Ungeschiedenheit des "Erlebens") (...)para dar el primer paso de una real "comprensin" {;virklichen "Verstehens"; de nosotrosmismos. Cuando se dice que cada "vivencia" (Erlebnis) es lo ms cierto de entre lo delta(das Gewisseste des Gewisseni, se quiere sealar con ello, naturalmente, el hecho de qu.ehemos vivido alguna cosa (dass wir erlebeni. Pero qu cosa sea propiamente la que vivamos(was wir aber eigentlic erleben), esto es algo que a cualquier "interpretacin" (jede "deuten-de" Interpretaran) slo le es dado alcanzar a condicin de abandonar el estadio de la "vi-vencia" iErlebens) misma y de convertir lo vivido (das Erlebte) en el "objeto" de 1.111 juiciocuyo contenido, por su parte, no se reconocer como "vivido" en una indiferenciada tinie-bla (in ungeschiedener Dumpfheit), sino ms bien como "vlido" tgeltend), Cfr. WL, p. 104.

    65. Cuanto ms "libre" -en el sentido que le doy- es la "accin", es decir, cuantomenos muestra su carcter de "devenir natural", tanto ms crecer igualmente en vigor alfin aquel concepto de "personalidad" que halla su "esencia" en la constancia de sus relacio-nes internas con determinados "valores" y "significados" ltimos de la vida, los cuales seacuan en forma de fines en su actuar (die sich in ihrem Tun Zti Zwecken ausmnzen) y aslo transforman en una accin teleolgico racional (tdeologisch-rationales Handeln), Cfr.WL, p. 132.

    66. Cfr. WL, p. 604.67. Ibid.68. Cfr. M. Weber. Economa y sociedad, traduccin de J. Medina Echavarra el alii,

    Mxico, F.C.E., 1984, pp. 193 ss,69. Todas ellas [la libertad de conciencia. la inviolabilidad de la propiedad, la libertad

    contractual, la libre eleccin de profesin] encuentran su ltima justificacin en la creenciapropia de la poca de la Ilustracin, segn la cual la "razn" del individuo, siempre que sele conceda va libre, conducir al mejor mundo posible en virtud de la Divina Providencia ya causa de que el individuo es el que mejor conoce sus propios intereses. La glorificacincarismtica de la "Razn" (que encontr su expresin caracterstica en la apoteosis deRobespierre) es la ltima forma que ha adoptado el carisma dentro de sus mltiples posibi-lidades. Cfr. Max Weber, Economa y sociedad, cit., p. 937.

    70. Una muy sugestiva reflexin sobre el particular se hallar en Jos L. Villacaas."Razn y Beruf: el problema de la eticdad en Kant y Weben), en J. Muguerza, R. Rodr-guez Aramayo (eds.), Kant despus de Kant, cit., pp. 501-529. Guenther Roth se ha servidode este concepto para un excelente anlisis de algunas formas contemporneas del carismaen Charisma and Counterculture (v{d. G. Roth, W. SchJuchter (eds.), Max Weher's Visiono{ History: Ethics and Methods, Berkeley, Unversty of California Press, 1979, pp. 119-143),

    71. Parece documentado el aprecio de Weber por Schiller, al que en algunos aspectosconsidera moralmente superior a Goethe, si bien eclipsado por la fama de ste. En unacarta de juventud a su prima hermana Emmy Baumgarten -de la que estaba enamorado-se expresa ya esta preferencia. Vd. Eduard Baumgarten, Max Weber, Werk und Person,op. cit., p. 627.

    72. Friedrch Schiller, Ueber Anmut und Wrde, Philosophische Schriften, hrsg. vanAlbert Koster, Leipzig, Insel Verlag, s.f., p. 39. Reproduzco la traduccin castellana Sobre lagracia y la dignidad. Sobre poesia ingenua y poesa sentimental. Y una polmica Kant-Schi-ller-Goethe-Hegel, traduccin de Juan Probst y Raimundo Lida, revisada por el Instituto deLiteratura'> Anglo-germnicas de la Universidad de Buenos Aires. Barcelona, Icaria, 1985,p.45.

    73. Es. pues, en el alma bella donde armonizan la sensibilidad y la razn, la inclina-cin y el deber, y la gracia (Gmzie) es su expresin en 10 fenomnico. Slo al servicio de unalma bella puede la naturaleza poseer la libertad y al mismo tiempo conservar su forma. yaque pierde lo uno bajo la dominacin de un nimo severo y lo otro bajo la anarqua de la

    ISEGORA 12 (1990) 133

  • Antonio Va/decantas

    sensorialidad. Un alma bella derrama gracia irresistible (eine unwiderstehliche Grarie) aunsobre una forma que carezca de belleza arquitectnica, y a menudo la vemos triunfar hastade los defectos de la naturaleza. (Friedrich Schiller, Ueber Anmut und Wrde, Phi/oso-phische Schriiten, p. 278 (trad. casto pp. 45-46).

    74. En su trabajo Los sentimientos del alma bella: Schiller, Goethe, Hegel" (ponenciapresentada a la VI Semana espaola de tica y Filosofa Poltica, Oviedo, marzo 1990),Jose M. Gonzlez Garda ha mostrado los rasgos de la aparicin del tema del alma bella enlos Lehriahre del Meister, sealando sus ecos weberanos en las pginas finales de La ticaprotestante. La humanidad integral y bella (volle und schone Menschentum) es, en efecto,la comn renuncia de Goethe y Weber.

    75. La exposicin de los conceptos de dominacin carismtica y de rutinizacin delcarisma se hallar en la Teora de las categoras sociolgicas de Economa y sociedad(pp. 193-203 de la edicin castellana) y su desarrollo ms detallado en la Sociologa de ladominacin de la misma obra (pp. 847-889 de dicha edicin).

    76. Vid. M. Weber, Gesammelte politische Schriiten, dritte, erneut vermehrte Auflage,mit einem Geleitwort van Theodor Heuss, hrsg. van Johannes Winckelmann, Tubinga,J.C.R Mohr (Paul Sebeck), 1971, p. 282.

    77. Cfr. WL, p. 603.78. Consecuencia de la separacin de esferas de valor' es la imposibilidad de un modo

    de conocimiento integrado del sujeto humano en su conjunto. Contra Mnsterberg, impug-na Weber la contraposicin entre una psicologa cientfica" y una psicologa de conoce-dor de hombres" tMenschenkenners) (en un sentido esta ltima que no deja de recordar alnietzscheano), y as, respecto de su frase El conocedor de seres humanos conoce al serhumano entero (den garuen Menschen) o no lo conoce en absoluto, responde que lo queen verdad conoce tal psiclogo es aquello que del ser humano es relevante para determi-nados fines concretos, y, de 10 contrario, nada en absoluto. Cfr. WL, p. 81, nota 1. Elfraccionamiento de los valores -a cada uno de los cuales irn asociados fines igualmenteincomposibles- implica que el sujeto slo sea cognoscible en su relacin con las finalida-des de una investigacin parcial.

    . 79. Cfr. WL., pp. 603-604. No puedo entrar aqu en el espinoso asunto de las relacio-nes Nietzsche-Weber, objeto de amplia tradicin hermenutica. Vd. la relacin bibliogrfi-ca proporcionada por J.M. Gonzlez Garca, op. cit., p. 483, nota 3, a la que puede aadirseRalph Schroeder, Nietzsche and Weber: Two "Prophets" of the Modern World. en ScottLash, Sam Whimster (eds.), Max Weber, Rationality and Modernity, ct., pp. 207-22L

    80. Sobre las metamorfosis del carisma en las sociedades contemporneas puede verseSalvador Giner y Manuel Prez Yruela, La manufactura del carisma, en Carlos Castilladel Pino (ed.), Teora del personaje, Madrid, Alianza, 1989.

    81. Cfr. WL, p. 589.82. El exhaustivo estudio de Wolfgang Sch1uchter constituye la mejor exposicin del

    problema y es, en s mismo, la ms idnea receta contra cualquier simplificacin. Vd.W. Schluchter, Religion und Lebensihrung. Bd: 1. Studien. zu. Max Weber~ Kultur und Wert-theorie, Francfort, Suhrkamp, 1988, cap. 3 (

  • Historicisrno, sujeto y moral

    Press, 1984, pp. 109 ss.), Junto a ms de una observacin sin la que el presente artculo nohabra llegado a escribirse, debo a Helena Bjar (ni en ste ni en ningn otro punto habrel lector de pasarle a ella la cuenta de mis desatinos) haberme llamado la atencin sobrelas consecuencias del nada trivial -aunque s falaz- paralelismo entre la tesis weberianadel "politesmo de los valores y lo que MacIntyre ha designado como contenido social delemotvisrno. Que al emotvsmo contra el que argumenta MacIntyre le convendra mejorla etiqueta de moral psicologista creo que es algo en lo que no me queda ms rem