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    CRISIS DEL SINDICALISMO EN

    AMRICA LATINA?Francisco Zapata1

    ABSTRACT

    Crisis in Latin American Labor?

    Economic adjustment policies, trade liberalization, privatization of State enterpriseand transformation of labor markets and labor market institutions relate to a process oftransition between a model of import substitution industrialization and a new economicmodel characterized by the transnationalization of Latin American internal markets. Allthese elements contribute to change the premises of the organization of unions and toweaken their role in the negotiation of salaries and working conditions, their intervention inthe regulation of employment and their participation in the administration of social securityand health benefits. On the basis of the cases of Brazil, Chile and Mexico, the presentationwill provide a context in which to pose the question of the crisis of Latin American laborand examine some of the alternatives that are available for trade unions in the new economicconditions.

    1 Francisco Zapata is Professor of Sociology at El Colegio de Mexico and has been visitingProfessor in both European and North American Universities. Among his most recentpublications are :Acero y Estado. Historia de la siderurgia integrada de Mxico, UniversidadAutnoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, 1999 (with Daniel Toledo Beltrn); Flexibles yproductivos? Estudios sobre flexibilidad laboral en Mxico, El Colegio de Mxico,1998)

    (editor); El sindicalismo mexicano frente a la restructuracin, El Colegio de Mxico, 1995).

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    Crisis del sindicalismo en Amrica Latina?(con particular nfasis en los casos de Argentina, Brasil, Chile y Mxico)

    Francisco Zapata2El Colegio de Mxico

    El sindicalismo latinoamericano, despus de haber desempeado un importantepapel en la organizacin de los trabajadores en Amrica Latina, en sectores como laminera, la industria manufacturera y la burocracia pblica, de haber establecidoestandares laborales y la negociacin de contratos colectivos de trabajo, de haberdesarrollado canales de participacin poltica y haber contribuido al desarrollo de lademocracia, atraviesa por una crisis cuyas dimensiones constituyen el objeto de estedocumento de trabajo.

    Las dimensiones de esta crisis guardan relacin con las profundastransformaciones econmicas y sociales que han afectado a los pases latinoamericanosdesde 1982, con la modificacin del contenido y de la forma de operar de los sistemaspolticos y con la redefinicin de la democracia. Tambin tienen que ver con loscambios de las estructuras ocupacionales y el paso al predominio de la economa de losservicios. El impacto de estas transformaciones ha tenido como resultado que elmovimiento obrero latinoamericano dej de cumplir con las funciones que jugaba en uncontinente fuertemente marcado por las caractersticas de los estados nacionales que seformaron en el siglo XIX y por las estructuras polticas que se derivaron de los cambiosocurridos en la primera mitad del siglo XX en pases como Argentina, Brasil, Mxico oChile. La democracia poltica dej de ser un reflejo de las estructuras sociales y las

    estructuras ocupacionales dejaron de estar centradas en las actividades manufactureras,los servicios de utilidad pblica (electricidad, gas y agua) y la burocracia estatal. Por locual, al proponernos analizar la crisis del sindicalismo, son estas cuestiones las que hayque considerar en detalle.

    La historia y la sociologa nos informan que el sindicalismo surge a partir de dosprocesos sociales animados por los trabajadores: el primero reside en la bsqueda delcontrol del proceso productivo, de los mercados de trabajo y del acceso y permanenciaen el trabajo; el segundo reside en el acceso a las instancias polticas, que se encarna enla posibilidad de lograr el primer objetivo a travs del Estado, por medio de la presinque se puede realizar sobre este agente a travs de los partidos polticos.

    Por ello en este trabajo, presentaremos en primer lugar el contexto de la crisissindical en Amrica Latina. En segundo lugar, abordaremos especficamente el tema delas consecuencias de la apertura comercial, la privatizacin de las empresas estatales yla desregulacin laboral sobre la articulacin entre el sindicalismo y el Estado. En tercerlugar, enfocaremos la evolucin de los mercados de trabajo y su impacto sobre la

    2 Centro de Estudios Sociolgicos, El Colegio de Mxico, Camino al Ajusco 20, 01000Mxico D.F. Tel. (52-55-5449-3000 ext. 4125); Fax (52-55-5645-0464) E-mail:

    [email protected]

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    conformacin de la clase obrera.3Por ltimo, antes de concluir, buscaremos caracterizar las relaciones entre el sindicalismo y

    los partidos polticos en el perodo reciente, a partir de los casos de Argentina y Chile.

    I - El contexto de la crisis sindical en Amrica Latina.

    Dentro del anlisis del sindicalismo en Amrica Latina merecen particularatencin los procesos concretos que han tenido lugar en la regin desde 1982, y que hanrepercutido sobre las dos fuentes de poder del sindicalismo mencionadas arriba, por unlado las ligadas al control del proceso de trabajo y de los mercados de trabajo, y por elotro lado las ligadas el acceso al poder poltico y al Estado.

    Es necesario presentar tambin los aspectos coyunturales ligados a las dostransiciones por los cuales ha transitado esta regin del mundo en los ltimos veinteaos: la transicin entre modelos de acumulacin - desde el modelo de desarrollo de laindustrializacin por sustitucin de importaciones (ISI) al modelo de desarrollo de latransnacionalizacin del mercado interno (TMI) (Reinhardt & Peres 2000) - y latransicin entre modelos de dominacin poltica - desde los regmenes dictatorialesencabezados por los militares a las nuevas democracias actuales.

    En la transicin entre modelos de desarrollo es importante tener presente que setrata de un trnsito entre un modelo en el que el mercado interno y el capital nacional

    jugaron un papel central a un modelo en el que el mercado externo y el capitalextranjero constituyen los mecanismos principales de dinamismo econmico, lo que noimplica que en la ISI el capital extranjero no haya desempeado un papel importante en

    el financiamiento de ciertos sectores de la industria pesada (siderurgia por ejemplo) nique en el TIM el capital nacional no se haya involucrado en la privatizacin de lasempresas de propiedad estatal (como en la electricidad o en las telecomunicaciones). Noobstante, es importante recalcar la centralidad del capital nacional, privado o pblico,durante la ISI y el peso del capital financiero internacional en el modelo de la TMI..

    En esta transicin tambin es importante sealar la fuerte disminucin del papeldel Estado y de la soberana financiera junto con fuertes bloqueos al crecimientoeconmico y a la movilidad social. El paso del modelo de desarrollo de la ISI al TMIimplica tambin la separacin progresiva de la economa y de los marcos institucionalesy polticos que la regulaban. Por otra parte, la transicin poltica entre el autoritarismo y

    los regmenes re-democratizados (en los pases que sufrieron la dominacin militar)implica el restablecimiento o el establecimiento de los mecanismos de la democraciarepresentativa y por lo tanto la diferenciacin entre sociedad civil, sistema poltico yEstado (Touraine 1995), los cuales estaban confundidos bajo la dominacin estatal enlos regmenes autoritarios o dictatoriales.

    Por lo cual, nuestro anlisis de la crisis del sindicalismo en Amrica Latina debe

    3 En una versin previa y ms larga de este trabajo, discutamos dentro de este contexto elimpacto de la evolucin del mercado de trabajo sobre las tasas de sindicalizacin a travs de

    los casos divergentes de Brasil y Mxico.

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    encuadrarse (a) en el marco general de las dos fuentes del poder sindical sealadas y (b)en el contexto de las dos transiciones mencionadas. Ambas dimensiones puedencontribuir a comprender mejor las razones por las cuales el sindicalismolatinoamericano se encuentra hoy en crisis. Es a partir de estos dos elementos que

    podemos abordar los temas especficamente ligados a la crisis del sindicalismolatinoamericano contemporneo.

    II - Apertura comercial, privatizacin y desregulacin laboral.

    La liberalizacin comercial, la privatizacin de las empresas estatales y ladesregulacin de la institucionalidad laboral repercutieron sobre las transformaciones delos mercados de trabajo. Si bien dichas transformaciones se pueden explicar tambin portendencias de largo plazo, como han sido el crecimiento del sector terciario de laeconoma, la intensificacin de la urbanizacin y otras, el impacto de esos tres procesosha acelerado considerablemente la intensidad de los cambios de la poblacin ocupada ydesocupada, las tasas de participacin en la actividad econmica y la entrada de lasmujeres a trabajos no-domsticos. Tambin ha contribuido a bloquear la expansin delempleo pblico. A su vez, la estructura por tamao de las empresas se ha atomizado enla medida que las empresas son ms y ms pequeas. De manera que estas empresaspequeas sustituyen a las grandes empresas del pasado como el lugar de la estructuraproductiva en dnde se generan ms empleos, al considerarlas en forma agregada. Porotro lado, la redistribucin de la poblacin ocupada en el territorio y la intensificacinde los procesos migratorios internos y de las migraciones internacionales han afectadolas condiciones de vida de los trabajadores. El incremento de la movilidad territorial dela fuerza de trabajo ha repercutido en las tendencias de los salarios mnimos reales y de

    los salarios medios urbanos, los cuales han tendido a estancarse o disminuir en la mayorparte de los pases (OIT 2001). Y tambin han contribuido a debilitar considerablementeal sindicalismo que no ha sabido, no ha podido o no ha querido desarrollar estrategiasque pudieran hacer frente a esos impactos.

    (a) Los efectos sociales de la apertura comercial

    El proceso de apertura comercial tuvo implicaciones que fueron ms all de unasimple reduccin de aranceles. Buscaba un aumento de la competitividad del aparatoproductivo a travs de la reduccin de los costos laborales, la reorganizacin de lasempresas, la introduccin de la flexibilidad, el alineamiento de los salarios sobre los

    vigentes en los mercados de exportacin, la restriccin de las prcticas corporativastanto por parte de las empresas como por parte del liderazgo sindical y lareestructuracin de la poltica social (Birch 2000; Covarrubias & Sols 1993; De LaGarza 1992; Guimaraes & Castro Araujo 1991).

    No se trat solamente de facilitar el acceso de las empresas multinacionales almercado interno sino tambin de un proceso de transformacin organizacional einstitucional. Vale la pena agregar que la apertura comercial estableci lmites a lalibertad para formular polticas macroeconmicas, las cuales pasaron a dependerfuertemente de las decisiones tomadas fuera de las fronteras nacionales.

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    No obstante, dentro del anlisis de la crisis del sindicalismo, el impacto centralde la apertura no se limit a los aspectos estrictamente comerciales. Tuvo efectos sobrelos espacios de desenvolvimiento de la accin sindical, sobre los temas de lanegociacin colectiva, sobre la relacin entre el sindicalismo y el Estado, sobre la

    dinmica de creacin o eliminacin de empleos y sobre su localizacin geogrfica ascomo sobre la estructura de las ocupaciones. Es decir, el libre comercio redefini losmecanismos de organizacin de la vida productiva en forma estructural. Fue un impactoal corazn de lo que fuera un sindicalismo centrado en la defensa del puesto de trabajo,del mercado interno, del consumo y del bienestar de los trabajadores de una industriaorganizada para satisfacer una demanda acotada por reglas proteccionistas.

    Adems, el libre comercio exacerb las presiones sociales derivadas de laintensificacin de la urbanizacin (que ya existan antes de la apertura comercial). Enefecto, la baja de aranceles para los productos agrcolas est reforzando la dinmicamigratoria de los campesinos tanto hacia las ciudades como hacia el exterior 4. As, la dinmica de la apertura comercial desde fines de la dcada de 1980 en adelantedemuestra ser una moneda de dos caras: si bien contribuye a un aumento del valor y delvolumen de las exportaciones en caso de gozar de bajos costos relativos de la fuerza detrabajo, no es capaz de crear empleos a la misma velocidad con la que los elimina, tanto en elcampo como en las ciudades (Reinhardt & Peres 2000).

    En este sentido, cabe sealar que la puesta en marcha del Tratado de LibreComercio de Amrica del Norte (TLCAN) entre Canad, Mxico y Estados Unidos en1994, adems de los efectos sobre la migracin indocumentada entre estos dos ltimospases, no ha cumplido con muchas de las expectativas que en l se depositaron y en

    particular respecto de la oferta de empleo, del mejoramiento de las condiciones de vidade la poblacin y del acceso a servicios urbanos esenciales en las regiones en las que laactividad econmica se vio particularmente favorecida por las nuevas inversionesderivadas del TLCAN (Smith 2002; EPI: Policy Forum: NAFTA and RegionalIntegration). Adems, a medida que se cumplen los plazos para liberalizar los mercadosde los productos agrcolas, se advierte que los productores del campo no podrn hacerfrente a la importacin de ellos desde economas, como la norteamericana, que otorgasubsidios cuantiosos a sus productores.

    Por ejemplo, en Mxico, entre 1994 y 2000, los salarios mnimos urbanosdisminuyeron en trminos reales y los salarios medios solo crecieron marginalmente con

    muchas altas y bajas en el perodo. Incluso en los sectores econmicos muy ligados a lasexportaciones (industria automotriz, auto-partes, electrnica, etc.) la evolucin de lossalarios no guard relacin con el incremento del valor de las exportaciones, que semultiplic varias veces despus de 1994. Es decir, que a pesar del incremento de lacompetitividad de la economa y de la productividad del trabajo como resultado de lareestructuracin inducida por el libre comercio, su impacto sobre los salarios y lascondiciones de vida de los trabajadores fue nula.

    4 Como es el caso entre Mxico y Estados Unidos. Se prev que una vez que dejen deoperar los aranceles al maz y a otros productos agrcolas a partir de enero del ao 2003,

    estas presiones se intensifiquen.

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    No obstante, si bien los salarios no reflejaron el aumento de la competitividad, elTLCAN contribuy a un modesto aumento del nmero de empleos entre 1994 y 2000,casi en su totalidad en la industria maquiladora. Ese incremento del empleo en la

    maquila se explica por la estrategia intensiva en mano de obra que utilizaron lasempresas para insertarse en el mercado global, caracterstica central de esa industria.Vale la pena agregar que cuando el ritmo de crecimiento de las exportaciones disminuya mediados del ao 2001, la expansin del empleo se detuvo y empez una ola dedespidos, sobre todo en la industria maquiladora, muy sensible a la demanda de laeconoma norteamericana. Es decir, que, a la luz de la experiencia de los primeros ochoaos de funcionamiento del TLCAN, se puede concluir que el libre comercio, al ligarlas dinmicas econmicas recprocas entre Canad, Estados Unidos y Mxico establecefuertes dependencias entre esos pases. Quizs sea pertinente subrayar que si bien losaspectos econmicos tienden a fluctuar en funcin de esas dinmicas, no ocurre lomismo con las condiciones de vida de los trabajadores que se ven congeladas en un pascomo Mxico que basa su competitividad en el bajo costo de la mano de obra, en laausencia de polticas sociales en las ciudades en dnde se genera el mayor volumen delas exportaciones, y en proporcionar servicios bsicos como electricidad, agua y otros aprecios subsidiados.

    (b) Las implicaciones econmicas y polticas de la privatizacin de las empresasestatales.

    Un segundo proceso que guarda relacin con la transformacin de los mercadosde trabajo es la privatizacin de las empresas estatales (Birch 2000). Esta fue

    acompaada de una fuerte reestructuracin de esas empresas en trminos de empleo,organizacin empresarial, contratacin colectiva y atribuciones de los dirigentessindicales en las plantas. Por lo tanto, el sentido de las privatizaciones no se limit alcumplimiento de metas econmicas relacionadas con la bsqueda de recursosfinancieros para el Estado o en un mejoramiento de la eficiencia productiva de empresassituadas en lugares estratgicos del sistema econmico. Contribuyeron tambin aromper las formas corporativas de operacin de la economa pues, en los hechos, comofue el caso de las telecomunicaciones, de la generacin de energa elctrica o de laminera y de la siderurgia, la eficiencia econmica de esas empresas no estaba en duda.En este sentido, en pases como Brasil, Chile o Mxico, al privatizar se estaba al mismotiempo reformulando los trminos de las relaciones entre el Estado, los empresarios y

    los sindicatos que, hasta ese momento, estaban fuertemente ligados entre s. Con laprivatizacin se rompieron los lazos corporativos entre funcionarios pblicos yempresarios. Esto no quiere decir que se rompiera todo el sistema de articulacionesentre esos tres actores y los comportamientos que, incluso despus de lasprivatizaciones, continuaron existiendo ahora entre el aparato poltico de los gobiernosde cada pas y los nuevos dueos de las empresas privatizadas.

    La privatizacin afect el poder del sindicalismo porque era en las empresasestatales en donde se haba desarrollado con mayor fuerza y en dnde haba logradoobtener los mejores contratos colectivos. Al mismo tiempo, para la capacidad denegociacin del Estado, la privatizacin tuvo efectos sobre el crculo de relaciones

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    corporativas que ste necesitaba para mantener su fuerza electoral o su control de lasinstancias legislativas. En pases como Argentina, Brasil o Mxico (Murillo 2001), endnde las estructuras corporativas jugaron y hasta cierto punto todava juegan un papelcentral en la articulacin del sindicalismo con el sistema poltico, la privatizacin

    contribuy a modificar las formas de negociacin, debilit los contratos colectivos y elpoder del sindicalismo.

    A la luz de estos antecedentes, podemos pensar que las privatizaciones noobedecieron slo a una lgica econmica que buscaba la rentabilidad de las empresasestatales. Por ello es que hay que considerar tambin sus implicaciones polticas quepodran ser tanto o ms importantes que sus connotaciones econmicas.

    (c) La desregulacin laboral

    El tercer elemento que contribuye a la transformacin de la base institucional delpoder del sindicalismo es la aplicacin de una serie de medidas que conforman lo quegenricamente se denomina desregulacin laboral5. Estas medidas se identifican con lo que algunos textos del Banco Interamericano deDesarrollo y del Banco Mundial han denominado las reformas de segunda generacin, quedeben profundizar lo que las reformas de primera generacin (apertura comercial yprivatizaciones) iniciaron en los aos noventa.

    Las reformas de segunda generacin buscan flexibilizar las condiciones decontratacin y de empleo, los modos de remuneracin del trabajo, los procedimientos dedisciplinamiento en las fbricas y en las oficinas, entre otras. Para llevar a cabo esos

    propsitos buscan desmantelar los cdigos del trabajo que se promulgaron en muchospases del continente desde los decretos de Billinghurst en el Per de principios del sigloXX hasta los cdigos del trabajo promulgados en Chile y Mxico en 1931. En 1979, lainstauracin del Plan Laboral por el gobierno militar de Pinochet, que sustituy alCdigo del Trabajo que haba estado vigente desde 1931, inici un proceso dedesregulacin laboral que se realizara tambin en Argentina durante el primer gobiernode Menem (1989-1994) (Senn Gonzlez & Bosoer 1999) y en Brasil durante el primergobierno de Cardoso (1995-1998) (Von Blow 2000).

    En otros pases, como en Mxico, la desregulacin laboral no ocurri en lostextos legales sino que se realiz en las clusulas de los contratos colectivos con la

    intervencin activa de la Secretara del Trabajo y Previsin Social (STPS) en el perodo

    5 La desregulacin laboral incluye (a) la derogacin y los cambios a las disposicioneslegales vigentes (cdigos del trabajo y leyes laborales) (b) la derogacin y los cambiosintroducidos en las clusulas de los contratos colectivos de trabajo y (c) las prcticasque fortalecen la unilateralidad patronal en el proceso de toma de decisiones sobre losrecursos humanos de las empresas, sobretodo en el mbito de lo que ocurre dentro de lasinstalaciones. Entre stas figuran en forma prominente las atribuciones relativas a lamovilidad horizontal y vertical de los trabajadores, el otorgamiento de horasextraordinarias, el rediseo de los puestos de trabajo para ampliar las responsabilidades

    de los trabajadores.

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    1982-1991 (Zapata 1995). Tambin han tenido lugar a travs del establecimiento de losdenominados cdigosdeconducta que las empresas transnacionales han introducido enlas empresas proveedoras que poseen en los pases de Amrica Central y del Caribe(Frundt 1998).

    En todos lo casos, la desregulacin laboral contribuye a reducir el margen demaniobra de los sindicatos, de las federaciones y confederaciones y de sus dirigentes yafecta las negociaciones colectivas sobre los salarios y las condiciones de vida de lostrabajadores. Delimita los temas que son negociables y el mbito de validez de lasdisposiciones que tienen por objeto proteger a los trabajadores.

    La desregulacin laboral tiende a cuestionar los procedimientos de contrataciny despido, el nivel de la negociacin colectiva (por empresa o rama, por oficio o porempresa, por empresa o territorial), la naturaleza de los contratos individuales de trabajo(permanente, temporal, parcial), la reglamentacin del derecho de huelga e incluso suprohibicin a travs de la supresin de todas aquellas clusulas contractuales queotorgaban la posibilidad a los sindicatos de intervenir en las decisiones que losempresarios consideraban de su exclusiva incumbencia como los horarios de trabajo, laexistencia de federaciones o confederaciones del trabajo, entre muchos otros aspectos6.

    A lo largo de la dcada de 1980 y en pases como Argentina, Brasil, Chile, Pery Venezuela se realizaron importantes cambios en todos o en algunos de estos asuntos.Durante la dcada de 1990, se realizaron modificaciones adicionales y todava a fines de2002 los temas de la desregulacin laboral figuraban entre los ms sensibles. La

    presencia continua del tema de las reformas laborales en las agendas de los gobiernos deMenem (Argentina), Cardoso (Brasil), Fujimori y Toledo (Per) o Frei y Lagos (Chile)se explica tanto por motivaciones polticas como por la bsqueda de mayorcompetitividad, cuya profundizacin descansa, sobre todo en la opinin empresarial, enla idea de la desregulacin laboral.

    Por ejemplo, en Chile (1990-2002), la reforma laboral aprobada a fines de 2001encareci el costo de los despidos para los trabajadores que tenan una antigedadinferior a cinco aos, limitando as el arbitrio empresarial pero sin cambiar lo dispuestoen 1979 en relacin a las causales de despido, que siguieron siendo tan vagas como lohaban sido hasta ese momento, especialmente debido a que el patrn conserv el

    derecho a despedir sin causa alguna.

    Como contrapartida que permitiera acordar algunas de las reformas propuestasse le otorg el derecho de existencia a las confederaciones sindicales y se les dioseguridad en el trabajo y fuero a sus dirigentes. Se redujo a ocho el nmero mnimo detrabajadores para crear un sindicato manteniendo, no obstante, la libertad sindical queimplic, en los hechos, debilitar fuertemente el margen de maniobra sindical. Semantuvo la prohibicin de la sindicalizacin para los trabajadores del sector pblico y selimit fuertemente el derecho de organizar sindicatos inter-empresas.

    6 Para un anlisis de este proceso en Chile, vease Frank, 2000 y 2002.

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    El derecho de huelga fue limitado en su eficacia al permitir que el patrn puedacontratar personal sustituto durante la duracin de la huelga. El campo de la negociacincolectiva se limit a los temas salariales as como a los beneficios y condiciones de

    trabajo prohibiendo explcitamente la consideracin de cuestiones como la organizacino las finanzas de la empresa o la existencia de delegados sindicales en las plantas de lasempresas.

    Los contratos individuales de trabajo mejoraron los derechos de los trabajadores,al otorgrseles el derecho de vacaciones, licencia familiar, el salario mnimo para lostrabajadores mayores de 65 aos y la extensin de la jornada de 48 horas de trabajo aotras categoras de trabajadores, protegiendo a ciertos trabajadores de la realizacin detareas peligrosas o requiriendo contratos especiales de trabajo para las empleadasdomsticas o los trabajadores temporales de la agricultura. Esas medidas fueronrevisadas en el ao 2001, sin que se fortaleciera significativamente al sindicalismo ni seintrodujeran beneficios adicionales para los trabajadores (Barrett 2001; Frank 2000,2002; Humeres 2002; Schurman 2001).

    En Brasil (1995-2002), a pesar de que la Consolidaao de Leis do Trabalho(CLT), promulgada en 1943, sigue siendo parte del sistema de reglamentacin deltrabajo, y que la Constitucin de 1988 introdujo una serie de derechos en el campolaboral, los sucesivos gobiernos democrticamente electos desde 1985 han introducidouna serie de disposiciones que han modificado profundamente la institucionalidadlaboral. As, se ha establecido la posibilidad de que las empresas contratasen personalpor perodos cortos, elevando la rotacin del personal y disminuyendo los costos

    laborales. Adems, se han establecido los contratos por plazo determinado hasta en un20% de la fuerza de trabajo, con la nica restriccin de que debe tratarse de nuevospuestos de trabajo. Se ha flexibilizado la jornada de trabajo eliminando el uso de horasextraordinarias a travs de su reemplazo por el banco de horas. A travs de laparticipacin de los trabajadores en las utilidades de las empresas se han flexibilizadolas remuneraciones de los trabajadores. Por lo tanto, la desregulacin laboral en Brasilimplica modificar los contenidos de las relaciones laborales al nivel de la negociacincolectiva y reestructurar completamente las relaciones entre el Estado, losrepresentantes de los trabajadores y los empresarios (Cardoso 1999, 2001; French 1992;Keck 1992; Von Blow 2000).

    No obstante los cambios mencionados, en Brasil existen todava tres asuntospendientes que son objeto de debate. stos tienen que ver con la continuacin de lavigencia de tres disposiciones de la CLT: el sindicalismo nico por categoraprofesional, el impuesto sindical obligatorio y el poder normativo de la justicia deltrabajo. Su supervivencia se explica porque no existe consenso en el movimiento obrerorespecto de su modificacin.

    Adems, vale la pena aludir al hecho que de manera similar a lo ocurrido enChile, en Brasil los cambios que han tenido lugar se han realizado sin una negociacingeneral con las grandes confederaciones sindicales, especialmente con la Central nicade los Trabajadores (CUT) y con Fuerza Sindical o la CGT. Adems, ha sido una

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    reforma fragmentada que no tiene principios articuladores generales y quefrecuentemente no se aplica en forma plena sino parcialmente. Est mucho ms ligada alos problemas de coyuntura generados por el crecimiento del desempleo abierto que poruna poltica laboral comprensiva (Rodriguez 2002).

    Por lo tanto, a la luz de lo ocurrido en Brasil y Chile, la desregulacin laboralbusca flexibilizar las condiciones de contratacin, establecer causales de despidogenricas en la esperanza de que las empresas creen empleos sin que las inversionesintensivas en mano de obra repercutan negativamente sobre la competitividad. Buscalimitar fuertemente la intervencin sindical en el funcionamiento de los mercadosinternos de trabajo al excluir de la negociacin colectiva todos aquellos aspectos quepuedan incidir en los costos laborales (movilidad vertical y horizontal, despidos ycontrataciones, aspectos financieros del funcionamiento de las empresas). En lo que serefiere a los salarios, la desregulacin permite mantenerlos independientes del aumentode la productividad que resulta de la implementacin de las dos medidas anteriores. Aspuede explicarse que el considerable aumento de la rentabilidad de las empresas y de laproductividad del trabajo y el aumento del volumen de produccin no se encuentrereflejado plenamente en el nivel de los sueldos y de los salarios de los trabajadores.Finalmente, al limitar el espacio de la negociacin colectiva a la relacin directa entrepatrones y trabajadores sin la intervencin del Estado y al limitar fuertemente el derechode huelga, la desregulacin laboral ha debilitado dramticamente la capacidad de lossindicatos para representar a los trabajadores y para mejorar sus condiciones de vida.

    Pero, como si esto fuera poco, existen otras formas de desregulacin laboral quese aplican sobre todo en los pases de Centroamrica y del Caribe. Estas formas tienen

    que ver con lo que se denominan los cdigos de conducta de las empresas contratistasque son proveedores de las grandes empresas multinacionales de la industria del textil yde la confeccin, de la fabricacin de auto-partes, del calzado y de partes para laindustria electrnica.

    En Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Repblica Dominicana yotros pases, las empresas multinacionales establecen reglas laborales que deben regir enlas instalaciones de los contratistas, sin que las leyes laborales de los pases anfitrionesse respeten en esas instalaciones y sin que los sindicatos legalmente constituidos puedanintervenir. De manera que los cdigos de conducta han puesto de manifiesto unainstitucionalidad laboral paralela a la de los cdigos de trabajo (Frundt 1998).

    Los sindicatos consideran que esas disposiciones contribuyen ms aproporcionar una imagen para consumo externo de que tal o cual multinacional respetalos derechos de los trabajadores que se desempean en las fbricas de sus proveedoresque a proteger las condiciones de trabajo de stos. En Guatemala, esos cdigos deconducta, que son documentos muy voluminosos, fueron elaborados por los propioscontratistas. Pueden interferir en las actividades sindicales y pueden contradecir lasdecisiones de los ministerios de trabajo. Los cdigos de conducta pueden ser utilizadospara sustituir leyes y obstaculizar su implementacin. Como dichos cdigos no tienenfuerza legal, pueden ir en contra de la legalidad vigente pero como los estados dependenfuertemente de esas empresas que proporcionan empleo, las autoridades no intervienen

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    para hacer realidad la legislacin del trabajo vigente (Comisin de la Industria deVestuario y Textiles 2001).

    Existe entonces una gran ambigedad entre lo que son las leyes de trabajo y la

    influencia de los cdigos de conducta que rigen en las empresas contratistas que formanparte de las asociaciones de proveedores de las multinacionales. Como se trata de unaprivatizacin de los estndares de trabajo, la intervencin sindical se hace imposible y almismo tiempo se debilita su capacidad para representar a los trabajadores dado que lasformas de la negociacin colectiva pasan a ser reguladas por las propias empresas.

    Como lo veremos, el impacto de la desregulacin laboral puede explicar, en lamayora de los pases, la desaparicin del sindicalismo como un actor relevante, no soloen la negociacin colectiva, sino sobre todo en la participacin de los trabajadores endiscusiones tan importantes como son, por ejemplo, las que tienen que ver con laapertura comercial.

    El caso del TLCAN de Amrica del Norte es un buen ejemplo de esadesaparicin. Quizs en las negociaciones del MERCOSUR la participacin sindicalhaya sido mayor. Sin embargo, ah tampoco es posible inferir que la mayor presenciasindical hubiera tenido efectos dignos de mencin a la hora de la construccininstitucional de dicho acuerdo comercial. En otras negociaciones, como son las quetuvieron lugar recientemente entre Mxico y la Unin Europea (2001), entre Chile yCanad (1999) o las que tienen lugar entre Estados Unidos y Chile (2002) y entre estepas y la Unin Europea (2002), la ausencia de la participacin del liderazgo sindical enlas negociaciones es notoria. A la luz de estos antecedentes podemos ahora documentar

    ms precisamente las transformaciones en los mercados de trabajo y sus impactosespecficos sobre la accin sindical.

    III - La evolucin de los mercados de trabajo

    A continuacin abordaremos la evolucin de los mercados de trabajo partiendode la premisa que sta tiene efectos sobre la situacin del sindicalismo latinoamericanodesde el punto de vista del grado en que ste est en condiciones de poder controlar elacceso de los trabajadores a los puestos de trabajo y de regular sus remuneraciones y suscondiciones de trabajo.

    De acuerdo con la primera fuente del poder sindical, la que est ligada a lacapacidad de control del mercado de trabajo, es importante reconocer que, en AmricaLatina, esa capacidad no ha sido nunca muy grande, lo que no quita que es importantepresentar alguna evidencia que permita visualizar cmo la evolucin de los mercados detrabajo ha contribuido a generar la crisis sindical, aunque sea en forma parcial.

    (a) Desempleo abierto, informalizacin de los mercados de trabajo y des-proletarizacin de la fuerza de trabajo.

    Un primer tema tiene que ver con el desempleo abierto y la informalidad y elimpacto que ambos fenmenos tienen sobre la capacidad del sindicalismo para afiliar a

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    los trabajadores econmicamente activos que estn, legalmente, en condiciones deorganizarse. El anlisis de las estadsticas de la OIT (2001) indica que el desempleoabierto no es el fenmeno central de los mercados de trabajo latinoamericanos. Enefecto, el peso del empleo informal en esos mercados es mucho ms significativo que el

    del desempleo abierto.

    Adems, en la dcada que se inicia en 1990, el peso de la informalidad tendi aincrementarse. Los datos disponibles para el perodo 1985-2000 indican que el nivel dedesempleo abierto promedio en Amrica Latina fue de un 8.3% en ese perodo. Existenexcepciones como son las de Argentina, Colombia, Ecuador y Panam en donde esastasas promedio de desempleo abierto alcanzaron niveles superiores al 15% pero, inclusoen esos casos, lo sobresaliente tuvo que ver con el peso que alcanz el empleo informal.En efecto, en el ao 2000, en esos mismos pases, el peso del empleo informal en eltotal del empleo no agrcola era equivalente al 46%. Analizada al nivel nacional, laproporcin del empleo informal en la PEA total supera al promedio latinoamericano enArgentina (49.3%), Brasil (47.3%), Colombia (55.1%), Ecuador (51.6%), Honduras(60.7%), Per (59.2%) y Venezuela (50.6%).

    De manera que el anlisis de las tendencias del desempleo abierto y de lainformalizacin indica que la poblacin trabajadora, en la ausencia de una oferta deempleos dinmica y en la ausencia de mecanismos como el seguro de desempleo, aceptatrabajar en las condiciones que sea, con tal de generar un ingreso y poder sobrevivir.Esto explica porqu, incluso con las tasas de desempleo abierto existentes, la tasa departicipacin en el mercado de trabajo de la poblacin econmicamente activa seincrement sistemticamente durante la dcada de los aos 1990 (con la excepcin de

    Brasil y El Salvador en que disminuye) y Chile y Uruguay (en donde se estanca).Otras investigaciones confirman el fuerte incremento del nmero de personas

    por hogar que participan en la actividad econmica y generan ingresos, a pesar de queno tienen empleos formales, definidos stos en funcin de que implican jornadassemanales de 40 o 48 horas, con salarios superiores a los mnimos, acceso a la seguridadsocial y a la salud pblica. Lo que quiere decir que altos niveles de desempleo abiertosera un fenmeno particular del mercado de trabajo de algunos pases (comoArgentina) mientras que en otros, que tienen tasas relativamente bajas pero muy establesde desempleo abierto (como Mxico o Chile), esta tendencia tendera a convertirse enuna caracterstica estructural del mismo. Lo cual puede explicar que en muchos pases

    latinoamericanos pueda existir al mismo tiempo crecimiento econmico, desempleoabierto, tasas crecientes de informalizacin y aumentos en los salarios mnimos ymedios reales.

    Valdra la pena aclarar que la desregulacin laboral ha establecido unainformalizacin de facto de algunos empleos que poseen las caractersticas mencionadaspero que en realidad no lo son. En efecto, existen una serie de prcticas de trabajo en elsector formal cuyo contenido se asemeja a las prevalecientes en el sector informal. Porejemplo, la precarizacin de las condiciones de trabajo que se manifiesta en la difusindel trabajo a tiempo parcial, la subcontratacin de tareas, la contratacin de jvenes pordebajo del salario mnimo y la introduccin de una serie de mecanismos de

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    flexibilizacin del trabajo en las empresas, que contribuyen a la informalizacin deactividades que pertenecen al sector formal.

    Aqu, cabe sealar tambin que los procesos migratorios, sobre todo a nivel

    internacional, contribuyen tambin a la creacin de mercados de trabajo formales dedistinta intensidad; como si existiera una formalidad de distinta velocidad. Esto es loque ocurre con los mexicanos y centroamericanos que cubren la oferta de empleos endiversas regiones de Estados Unidos a un ritmo que crece ao con ao y que al menosen lo que se refiere a salarios pueden ser considerados empleos formales. En Chile,peruanos y cubanos cubren la oferta de empleos en los servicios personales en elturismo, en el trabajo domstico y en la medicina social y se encuentran en el lmite dela informalidad a pesar de que sus empleos estn ubicados en el sector formal: en efecto,hoteles, casas habitacin y centros de salud comunitarios pertenecen al mbito delempleo formal pero sus trabajadores estn en situaciones tan precarias que es difcilconsiderarlos como trabajadores formales. En Argentina, bolivianos y paraguayosdesempean el mismo papel. En todos estos casos, las remuneraciones y las condicionesde trabajo se sitan en la frontera de lo que es formal e informal pero como esosempleos no cubren el pago de asignaciones familiares, no son estables y estn sometidosal arbitrio patronal (es decir que los trabajadores pueden ser despedidos en cualquiermomento), no permiten la inscripcin en los servicios de salud, e incluso, en el caso delos mdicos, admiten la prctica profesional sin el reconocimiento de sus ttulos por lasinstituciones que velan por el cumplimiento de ese requisito, estamos frente atrabajadores que pertenecen al sector informal de los mercados de trabajo7.

    Algo similar ocurre con las migraciones internas. En efecto, el desplazamientode grupos de poblacin hacia los lugares en dnde existe una oferta de empleo seintensifica y se hace permanente. En las zonas de agricultura comercial en el noroestemexicano, en el sur de Brasil, en el valle central de Chile, en la costa ecuatoriana, en laselva amaznica alrededor de Manaos y en diversos otros parajes de la geografalatinoamericana se organizan enganches que proveen de mano de obra temporal a bajocosto (Lara 1996).

    Esta evidencia permite afirmar que las condiciones bajo las cuales debe operar elsindicalismo son radicalmente distintas a las que enfrentaba cuando predominaba elempleo formal, cuando la estabilidad en el empleo permita desarrollar estrategias de

    afiliacin consistentes y prolongadas en el tiempo y cuando la movilidad de la fuerza detrabajo era reducida.

    7 Es relevante mencionar en relacin a la migracin internacional entre los pasesmencionados que las remesas en dinero que envan los emigrantes a sus pases de origensuman cantidades que empiezan a jugar un papel central en la supervivencia de susfamilias y de amplias regiones. En 2001, esas remesas llegaron a 1.500 millones dedlares por parte de los salvadoreos y a 10 mil millones de dlares por parte de losmexicanos que trabajan en ambos casos en Estados Unidos (datos de Inter-American

    Dialogue, 2002).

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    (b) La subcontratacin de tareas.

    Lo mismo ocurre con polticas de subcontratacin de tareas en sectores como laminera, la industria manufacturera y los servicios financieros, en dnde una serie de

    actividades que, hasta hace algn tiempo, haban sido realizados por trabajadores queformaban parte del empleo estable de las empresas ahora son realizadas por los mismostrabajadores que han sido desplazados a empresas subcontratistas (De Laire 1999). Lageneralizacin de esta prctica por parte de las empresas ha tenido efectos muy difcilesde contrarrestar por los sindicatos que se ven enfrentados a una profunda divisin de laclase obrera.

    Por ejemplo, en la gran minera privada en Chile, las tareas de limpieza yreparacin de las instalaciones, el transporte de los trabajadores de sus hogares a lasfaenas, las faenas de construccin civil, entre otras tareas, son realizadas porsubsidiarias de las empresas matrices cuyas condiciones de trabajo no guardan ningunarelacin con las imperantes en la matriz. Esto acarrea consecuencias perversas queimpiden la organizacin sindical. Ese propsito del sindicalismo, el poder controlar elacceso al puesto de trabajo, al que aludimos al inicio, es imposible de cumplir.

    Otro ejemplo es el de los servicios financieros (bancos, casas de bolsa) queencargan el procesamiento de datos a empresas subcontratistas, incluso localizadas enpases diferentes de los que se encuentran las empresas contratantes. Estas prcticasgeneran fuertes diferencias de ingreso y en los beneficios sociales que reciben lostrabajadores de las empresas contratantes y las subcontratistas. Y, en aos recientes, lasubcontratacin se desplaza hacia el cumplimiento de las tareas propiamente

    productivas a travs del sistema de vendor-in-house que aplican empresas comoInternational Business Machines (IBM) o fbricas automotrices como Volkswagen ensus plantas de Guadalajara o Ro de Janiero respectivamente (Partida 2002).

    Frente a este panorama, tanto en el sector informal del mercado de trabajo comoen el sector formal del mismo, la cuestin del desempleo abierto pierde la centralidadque alguna vez tuvo en la dinmica global de la fuerza de trabajo.

    (c) La feminizacin de la fuerza de trabajo.

    Una tercera transformacin del mercado de trabajo, que afecta las posibilidades

    de los sindicatos para organizar a los trabajadores, tiene que ver con la feminizacincreciente de la fuerza de trabajo. En efecto, la proporcin de mujeres que trabajan hoyen la industria manufacturera, incluyendo la maquila, la burocracia pblica y losservicios personales como la educacin, la salud y las finanzas ha crecido al punto querepresenta hoy casi la misma proporcin que tiene en la poblacin total (dependiendo delos pases, alrededor de 40% del total de la PEA). Incluso, en los servicios personales yen la burocracia pblica, esa proporcin es mucho mayor que la de los hombres de lamisma forma que, en la distribucin por sexo del empleo no-agrcola, la proporcin demujeres en el sector informal es muy superior a la de los hombres, con la excepcin delempleo en las microempresas.

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    El predominio de mujeres en la educacin y en la salud pblicas, en el empleodomstico, en las actividades de seleccin y empaque de las frutas de exportacin, en laindustria maquiladora (y particularmente en el ensamble de partes electrnicas, deaparatos de telecomunicacin y de confeccin de ropa) y en algunas actividades del

    sector financiero y comercial muestra que existe una transformacin de la composicinpor sexo de la poblacin econmicamente activa.

    Esta transformacin ha sido poco estudiada, en particular en lo que respecta a lascondiciones de trabajo imperantes en esos sectores, los niveles de las remuneracionesprevalecientes y el grado en que las mujeres trabajadores han logrado organizarse ensindicatos. Sin embargo, lo que queda claro es que este proceso implica desafos que lossindicatos tradicionales no pueden enfrentar fcilmente. Por ejemplo, a pesar de que elnivel profesional de las mujeres que se desempean en la educacin y en la saludpblicas no se refleja en sus condiciones de trabajo o en las remuneraciones acordes conl, las demandas planteadas por las mujeres no se realizan a travs de los sindicatos a losque ellas pertenecen. Lo que quiere decir que no hay una especificacin de lasdemandas que plantean los sindicatos que respondan a la problemtica de gnero. Lainformacin disponible indica que los tabuladores salariales en esas actividades guardanpoca relacin con la calificacin profesional de esas personas.

    Maestras primarias, enfermeras, residentes mdicos, personal de servicio dehospitales y escuelas, reciben salarios que no exceden dos y medio salarios mnimos enpases como Chile o Mxico (unos doscientos dlares). En el caso de la industriamaquiladora, si bien los niveles de calificacin profesional no son los de los oficiosmencionados, la intensidad del trabajo, su duracin y la responsabilidad tcnica de las

    mujeres obreras del sector no se ve reflejada en los pliegos petitorios que se presentan alos dueos de las empresas. Basta observar las condiciones de vida y de trabajo, sobretodo si se toman en cuenta las crecientes utilidades de las empresas despus de laliberalizacin comercial, para ver la ausencia del gnero en la vida sindical de lamaquila.

    Quizs en el nico sector del empleo femenino en dnde exista una correlacinentre nivel de calificacin y grado de responsabilidad y visibilidad de gnero en lossindicatos sea en el personal administrativo de la burocracia pblica, en dnde lasmujeres que trabajan en l gozan de condiciones de vida y salarios superiores a los queobtendran en otros sectores por la realizacin de tareas equivalentes.

    Es precismanete en el sector pblico donde el incremento absoluto y relativo delempleo femenino se refleja en un cambio de la composicin por gnero de la estructurasindical. El alto grado de sindicalizacin existente en la educacin y en la salud pblicasy en la burocracia pblica en general indica que si en esos sectores predominan lasmujeres entonces es claro que ello repercute directamente sobre la composicin delsindicalismo. En la industria maquiladora, ese fenmeno no es tan generalizado, noobstante lo cual se han creado organizaciones de gran tamao en las empresas msgrandes del sector8

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    En Mxico, en lugares como Hermosillo (Sonora), Matamoros (Tamaulipas), Tijuana

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    Sin embargo, el caso chileno muestra que, en sectores como la exportacin defrutas y verduras, las mujeres no se pueden sindicalizar porque la desregulacin del

    mercado de trabajo y las reformas laborales han dispuesto la prohibicin de crearsindicatos en aquellas actividades, muy sensibles, segn los empresarios y losfuncionarios estatales, a variables estacionales que se veran perjudicadas por eventualesconflictos laborales (Schurman 2001).

    (d) La reduccin del empleo pblico.

    En cuarto lugar, a partir de 1980, la poltica de adelgazamiento de la burocraciapblica y de los despidos realizados en las empresas que fueron privatizadas (siderurgia,minera, electricidad, bancos, telecomunicaciones, etc) resulta en la disminucinabsoluta y relativa del empleo pblico. Una consecuencia de ese proceso se identificacon el debilitamiento del sindicalismo burocrtico por la importancia que esos sectorestuvieron hasta principios de la dcada de 1980 en la afiliacin sindical. En efecto, enalgunos pases como Argentina, Chile, Mxico y Per los sindicatos de empleadospblicos desempearon un papel importante como factor de movilizacin en apoyo delas polticas estatales. Si bien los maestros y los profesionales del sector salud (mdicos,enfermeras, residentes), han conservado sus organizaciones y han continuado ejerciendopresin sobre el Estado en esos pases, su centralidad en la accin del movimientoobrero se ha debilitado fuertemente.

    Adems, esa disminucin ha impactado tambin en la capacidad del Estado para

    utilizar al sector pblico como colchn en momentos de recesin econmica desde elpunto de vista del empleo. El Estado ya no puede utilizar la oferta de empleos en elsector pblico como medida contra-cclica. Esa funcin tambin ha desaparecido.

    Por lo tanto, el margen de maniobra en el sector pblico decreci junto con ladisminucin de su afiliacin o con la prdida de la capacidad negociadora de lossindicatos. Concluido el ciclo populista de la poltica latinoamericana, en el que laarticulacin corporativa entre sindicalismo y Estado jug un papel central en lageneracin de apoyo electoral, especialmente en Argentina, Brasil y Mxico elsindicalismo burocrtico perdi afiliados y su papel legitimador de las polticas estatalestendi a agotarse.

    (e) El impacto de la reduccin del tamao de las empresas sobre los mercados detrabajo y el sindicalismo.

    Otra caracterstica del cambio en los mercados de trabajo tiene que ver con ladisminucin del tamao promedio de las empresas. Dicha reduccin, sobre todo en el

    (Baja California), Ciudad Jurez (Chihuahua), la sindicalizacin de la industriamaquiladora tambin se ha feminizado tanto en su composicin como en dirigencia. Demanera que la sindicalizacin de la maquila guarda una relacin con la feminizacin del

    mercado de trabajo de esa industria.

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    sector manufacturero, plantea desafos inditos al sindicalismo que haba surgido enbase a la organizacin de las grandes empresas de la industria textil, de la metalurgia yde la minera. Adems, como en varios pases la legislacin fija lmites mnimos a laposibilidad de constituir sindicatos, la factibilidad de crearlos se hace cada vez ms

    remota. Si a ello agregamos que es ms difcil organizar a los trabajadores de lospequeos establecimientos por los riesgos de perder el empleo que ello acarrea podemosimaginar las dificultades que ese proceso de atomizacin de la estructura industrialrepresenta para la vigencia del sindicalismo en la actualidad.

    Adems, como el peso del empleo en las grandes empresas es bastante reducidoen el total de la poblacin ocupada 9es difcil imaginar que sean estas empresas las que proporcionen oportunidades de empleo en

    el futuro y que los sindicatos de esas empresas jueguen el papel que alguna vez jugaron en lapromocin de los intereses de sus trabajadores. Es por ello que el desarrollo de la micro-industria, tanto en zonas urbanas como en zonas rurales y en los barrios pobres de las grandesciudades, contribuye a cambiar la estructura del empleo y por lo tanto impide que lascondiciones de trabajo sean objeto de negociacin colectiva. Al contrario, los trabajadores delas micro-empresas y los trabajadores por cuenta propia poseen condiciones de trabajo ysalarios que no se rigen por la contratacin colectiva.

    (f) La redistribucin espacial de la actividad econmica y de la fuerza de trabajo.

    No obstante, existe un ltimo aspecto que tambin posee relevancia desde elpunto de vista de los condicionantes de la afiliacin sindical y de la capacidadreivindicativa del movimiento obrero. Este aspecto tiene que ver con la redistribucin

    espacial de la implantacin de la actividad econmica que ha sido inducida por el nuevomodelo econmico.

    Los cambios en la geografa econmica de Argentina, Brasil, Chile, Mxico oAmrica Central y su relacin con la capacidad organizativa del sindicalismo modificanla influencia que las tradiciones regionales o los sectores econmicos que seproletarizaron primero (minas, textiles) y despus (manufactura, servicios pblicos,servicios personales), tuvieron en el desarrollo del movimiento obrero. Tambinguardan relacin con el peso que tuvo la difusin de algunos planteamientos ideolgicos(anarquismo, socialismo, comunismo). Es decir, los cambios de localizacin de laactividad econmica, como resultado o como causa de la presencia o ausencia de esos

    factores, ha roto con los patrones de poder sindical que se haban construido a lo largode varias dcadas.

    El crecimiento de la industria maquiladora, el desarrollo de actividadesexportadoras en la agricultura, la construccin de nuevas plantas de alta tecnologa y laaparicin de talleres de confeccin en zonas rurales modific la estructura sindical quese haba generado a partir del proceso de crecimiento hacia fuera y de la

    9 En el ao 2000, las 500 empresas mexicanas ms grandes, de acuerdo con sus ventas,empleaban menos del 5% de la poblacin activa del pas que era equivalente a unas 38

    millones de personas: 1.500.000 trabajadores.

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    industrializacin por sustitucin de importaciones. En efecto, la presencia de miles ymiles de trabajadores en la maquila, en la cosecha y procesamiento de la fruta o deproductos pesqueros, en la manufactura de autopartes, en el cuidado de flores y dehortalizas, ligados o no a formas industriales de produccin, modifica las bases sobre las

    cuales se haba gestado la solidaridad de clase, fundamento del surgimiento de lossindicatos. El regreso a la unidad familiar como centro productivo y el fin de la fbricacomo lugar de la produccin replantea las condiciones para la organizacin sindical.

    Tambin, el cambio de localizacin del sistema productivo provoca cambios enla dinmica migratoria que ya no se dirige hacia los centros econmicos tradicionalessino ms bien hacia esas nuevas regiones industriales que carecen de historia sindical yen donde todo est por hacer para generar demandas colectivas. Todo lo cual refuerzalos procesos que mencionamos antes y no hacen sino dificultar todava ms laorganizacin de los trabajadores y el planteamiento de demandas colectivas.

    Podemos concluir que todos los procesos analizados contribuyen a bloquear elproceso de proletarizacin, que se haba desarrollado en forma sostenida desdeprincipios del siglo XX en casi todos los pases latinoamericanos. La disminucin o elestancamiento del empleo asalariado y la marginacin de la mano de obra calificadaimpiden el desarrollo de una dinmica de formacin de clase. La disminucin del ritmode crecimiento del empleo asalariado y la descalificacin del trabajo debilita lasposibilidades de afiliacin sindical que haban estado histricamente ligadas a losobreros calificados de las grandes empresas. Esto puede explicar porqu, a pesar de quelas tasas de participacin de la poblacin en la actividad econmica han aumentadosignificativamente, no se haya producido un proceso paralelo de organizacin sindical.

    Las caractersticas mencionadas de la evolucin de los mercados de trabajo -informalizacin, feminizacin, disminucin del empleo pblico, atomizacin del tamaode las empresas del sector industrial y redistribucin espacial de la actividad econmica- apuntan a una crisis de las bases de sustentacin del sindicalismo. Dadas esascaractersticas, es difcil imaginar cmo el sindicalismo pueda continuar cumpliendocon su papel histrico de bsqueda del control de los procesos de trabajo y de acceso alas instancias de representacin poltica, que fueron el punto de partida de los logros quepermitieron satisfacer los intereses colectivos de los trabajadores.

    IV - Sindicalismo y partidos polticos

    Junto a la transicin econmica, caracterizada por el peso del modelo dedesarrollo de la industrializacin por sustitucin de importaciones (ISI) al modelo dedesarrollo de la transnacionalizacin del mercado interno (TMI), los paseslatinoamericanos han experimentado una transicin poltica, desde las dictadurasmilitares o de los regmenes autoritarios a las llamadas nuevasdemocracias. Estas dostransiciones no estn necesariamente vinculadas. Al contrario, existen bases paraconsiderar que han ocurrido paralelamente una con otra y precisamente es en esteparalelismo que descansan algunos de los problemas que experimentan ambastransiciones en la actualidad. No obstante el inters que pudiera tener el estudio de lascaractersticas de ambas transiciones en sus relaciones reciprocas, nuestra atencin se

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    centrar aqu en el impacto que la democratizacin ha tenido sobre la articulacin entreel movimiento obrero y los partidos polticos. Pues, no es solo la transicin entremodelos de desarrollo que ha afectado esa articulacin sino que tambin cabe sealarque la transicin poltica ha sido quizs tanto o ms relevante para explicar la situacin

    actual del sindicalismo en varias partes de la regin.

    (a) El caso argentino

    Un primer caso que merece ser discutido es el de la relacin entre el sindicalismo y elpartido peronista en Argentina entre 1989 y 1995, durante el gobierno de Menem(Epstein 2001; Senn Gonzlez & Bosoer 1999; Murillo 2001). En este caso, y comoresultado de la divisin de la CGT, una parte del sindicalismo particip directamente enla modificacin de las polticas salariales, la estabilidad en el empleo, los cambios en lapropiedad de las empresas, las restricciones al derecho de huelga en los serviciospblicos, las reformas al sistema de seguridad social y al rgimen de contrato de trabajo.Es decir, durante el gobierno de Menem, el sindicalismo, a travs de la firma del

    Acuerdo Marco para el Empleo, la Productividad y la Equidad Social (1994) permitiinstitucionalizar la negociacin de las transformaciones que enfrentaban los mercadosde trabajo, el sistema previsional y las calificaciones profesionales. El sindicalismoconsigui mantener su identidad, lo que le permiti movilizar a los trabajadores eintervenir en las negociaciones sobre contratos colectivos, reformas previsionales ytrabajo temporal as como en los que tuvieron lugar sobre la productividad. La estrecharelacin entre el presidente de la Repblica y una parte del sindicalismo peronistapermiti transformar el sistema de relaciones laborales con el consenso sindical.

    No obstante la existencia de esa participacin en la primera presidencia deMenem, ella dej de existir en la segunda (1995-2000) y eso explica que en este ltimoperodo la capacidad poltica del sindicalismo oficial se debilitara considerablemente,sobre todo por el incremento del desempleo abierto que lleg a representar un 15.8% enel periodo 1995-1999. Esa evolucin debilit el ascendiente del liderazgo sindical sobrelos trabajadores, el cual era cada vez ms dbil para presionar al Estado y a losempresarios para favorecer la creacin de empleos. Un indicador del debilitamiento dedicho ascendiente fue la disminucin del nmero de diputados de extraccin sindical enel Congreso de la Nacin que pas de 26 (10.2% del total) en la legislatura 1987-1989 a10 (3.9% del total) en la legislatura 1993-1995 (Senn Gonzlez & Bosoer 1999).

    Si bien ese proceso no tuvo una expresin directa en el mbito electoral, que serefleja en la reeleccin de Menem en 1995, no cabe duda de que el control sobre elmercado de trabajo experiment un debilitamiento generalizado, particularmente en loque se refiere al empleo en las empresas privatizadas de los ferrocarriles, la siderurgia,las comunicaciones y la electricidad. El caso argentino reve la el proceso gradual dedeterioro de la articulacin clsica que haba existido entre la CGT y el partido peronistay su sustitucin por bases de apoyo poltico distintas a las que haban proporcionado lostrabajadores. Lo que no quiere decir que el debilitamiento organizacional delsindicalismo estuviera correlacionado con la prdida de la conciencia peronista. Puessolo a travs de sta pueden entenderse las movilizaciones emprendidas por la CGT, lasolidaridad que han establecido con los trabajadores sin empleo, la denuncia de las

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    condiciones impuestas desde el exterior en la soberana del pas. En Argentina, podrnser dbiles las organizaciones pero no por ello necesariamente se ha debilitado laconciencia que consigui crear Pern cuando asumi el liderazgo del movimiento quelleva su nombre, en la segunda mitad de los aos cuarenta.

    Por lo cual, en las condiciones de Argentina, es a travs de la rearticulacin entreel sindicalismo y el partido justicialista que se facilit la realizacin de lastransformaciones econmicas que resultan de la transicin entre modelos de desarrollo.Entre 1989 y 2000, esa rearticulacin se reflej en cambios muy profundos en el espacioeconmico de ese pas y en la forma de articulacin entre el partido y el sindicato, loscuales reflejaron la capacidad para articularse en base a la existencia de bases socialesque estuvieran dispuestas a apoyarlos en las elecciones y en los cambios econmicos. Yello se explica porque las organizaciones sindicales argentinas han logrado conservar surepresentatividad en la fbrica en base a la identificacin del movimiento obrero con elperonismo, al cual adhieren los trabajadores. Segn declaraciones de Rodolfo Daz,quien fuera ministro del trabajo de Menem entre 1991 y 1992, el ncleo, la baseprincipal del electorado del justicialismo desde el 14 de mayo de 1989 hasta el 14 demayo de 1995 tiene variaciones menores; el comportamiento electoral del peronismo semantiene constante, incluso en la capital federal (Senn Gonzlez & Bosoer 1999).

    A lo cual hay que agregar el xito que tuvo el gobierno de Menem en estabilizar a laeconoma a travs del control de la inflacin. Por lo cual, si bien contienen importantescambios en la forma en que el sindicalismo se articul con el peronismo no por ello serompi el lazo entre ambos. Esta situacin ejemplifica bien un extremo, que es el de laposibilidad de la rearticulacin entre estos actores en el proceso de implantacin del

    nuevo modelo econmico.(b) El caso chileno

    En el otro extremo se sita el caso chileno, en donde, durante la misma dcada,la exclusin poltica del liderazgo sindical, el debilitamiento de la capacidad derepresentacin sindical de los trabajadores as como la desaparicin de la articulacinentre los partidos polticos de izquierda y los sindicatos indican que la implantacin delnuevo modelo econmico puede implicar la marginacin del actor sindical (Barrett2001; Epstein 2001; Frank 2001).

    En efecto, en Chile tanto el xito de la transicin a la democracia como laaplicacin de las reformas laborales y su profundizacin en 1991, 1995 y 2001,dependieron en gran medida de la subordinacin del sindicalismo a las disposicioneslegales que haban sido establecidas durante la dictadura militar, las que no fueronderogadas por el gobierno de la Concertacin de Partidos por la Democracia (CPD),durante los doce aos en que ha estado en el poder (1990-2002). La profundizacin delas reformas laborales, llamadas de segunda generacin, que tienen por objeto acelerarla competitividad de la economa chilena en el mercado internacional, implic mantenerel arbitrio empresarial en materia de despidos a pesar de que se ampliaron las formas derepresentacin (legalizando las confederaciones y flexibilizando los procedimientospara crear sindicatos). No obstante, no se derogaron las disposiciones que restringen el

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    derecho de huelga, limitando su duracin mxima de 60 das y a aquellos sindicatos quehan acordado negociar colectivamente las condiciones de trabajo de sus afiliados.Tampoco se tocaron las prerrogativas empresariales de contratar reemplazantes paracubrir las vacantes de los huelguistas. Gran parte del contenido del Plan Laboral de

    1979 sigue vigente a pesar de los matices que se han introducido (Escobar 1999;Humeres 2001).

    En descargo de lo ocurrido en la relacin entre el sindicalismo y los gobiernosde la CPD, se hace alusin frecuentemente a la evolucin positiva que hanexperimentado los salarios reales, tanto mnimos como medios. Con una base 100 en1980, los salarios mnimos pasaron de 73.3 a 122.2 entre 1990 y 2000 mientras que lossalarios medios pasaron de 105.8 a 155.5 en el mismo periodo (OIT 2001). Estos datosapoyan la postura segn la cual los trabajadores chilenos no necesitaron de lossindicatos para mejorar sus niveles de remuneracin. Se argumenta que la disminucinde la poblacin sindicalizada no es sino un reflejo del aumento de los salarios enfuncin del aumento de la productividad y de la poltica estatal de aumentar los salariosmnimos para apoyar a los trabajadores de sectores econmicos en dnde no se realizanesas polticas empresariales. Esta postura olvida que si bien las remuneracionesaumentaron, los niveles de desempleo abierto se han mantenido proporcionalmente muyaltos, a lo largo de toda la dcada de los 90, en particular entre las mujeres (11.9%) yentre los jvenes (15.2%) entre 20 y 24 aos (OIT 2001).

    La existencia de tasas de desempleo abierto (Escobar 1999) de esa magnitud, encircunstancias de que el PIB creci en promedio a una tasa del 6.4% entre 1990 y 2000,revela que la ausencia del actor sindical puede estar ligada a dicho fenmeno. En efecto,

    si comparamos la relacin entre la evolucin del desempleo abierto y la dinmica de lossalarios mnimos reales en Chile y Mxico, observamos el fenmeno contrario. Enefecto, en Mxico, en el mismo perodo, con una tasa de crecimiento del PIB del 3.7%,los salarios reales, mnimos e industriales, se mantuvieron estancados mientras la tasade desempleo abierto estuvo en promedio en 3.5%.

    Una posible conclusin, basada en este anlisis, permite afirmar que la ausenciadel actor sindical en Chile permite mantener niveles de desempleo abierto que enMxico se corrigen por la articulacin del sindicalismo con el rgimen corporativo.Puede pensarse entonces que la marginacin poltica del actor sindical en el casochileno ha tenido repercusiones negativas sobre el empleo. Aparentemente, en aos

    recientes (2000-2001) este fenmeno tiende a fortalecerse ya que, incluso en unacoyuntura de reduccin de crecimiento del PIB, los salarios reales siguen creciendomientras la tasa de desempleo abierto se mantiene en alrededor del 9% de la PEA (unas590 mil personas). Todo lo cual permite concluir que el debilitamiento sindical en Chiletiene efectos sobre la capacidad de retener el empleo o de incrementarlo a pesar delaumento de los salarios reales, mnimos y medios.

    El paquete de reformas laborales promulgado a fines de 2001 - analizadas en elpunto (c) de la seccin II- apunt a confrontar el problema del desempleo abierto atravs de la flexibilizacin de las condiciones de empleo, sin que exista evidenciaemprica que permita sustentar ese vnculo. Al contrario, la prdida del acceso del

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    sindicalismo al sistema poltico en Chile puede explicar porqu el desempleo setransforma progresivamente en un elemento constitutivo del nuevo modelo econmico,cuya expresin ms desarrollada se encuentra en ese pas.

    Lo que brilla por su ausencia en ese paquete son medidas que tiendan aincrementar las posibilidades de intervencin sindical para hacer frente al mismoproblema pues, si bien los sindicatos obtienen ciertas prerrogativas para combatir lasprcticas antisindicales de las empresas y que se flexibilizaron los requisitos paraobtener el registro sindical esas medidas no llevan a un fortalecimiento del sindicalismoen su capacidad de negociacin respecto de los problemas de empleo. En la medida quelas atribuciones empresariales para despedir a los trabajadores se mantienen inclumes yque busquen mejorar la competitividad a travs de inversiones en tecnologa, marketingy publicidad en los mercados a los cuales exportan sus productos ser poco menos queimposible crear empleos para las nuevas generaciones de chilenos que entran a losmercados de trabajo.

    La comparacin entre los casos de Argentina y Chile indican que laimplantacin del nuevo modelo econmico puede realizarse con el consenso parcial deo marginando al sindicalismo de la vida productiva provocando una situacin en la quelas inversiones no se relacionan con la creacin de empleos. Sin embargo, el caso deMxico que hemos analizado en detalle en otra parte (Zapata, 2002) aporta evidenciacontraria al demostrar que el mantenimiento de ciertos recursos de poder por elsindicalismo puede contribuir a hacer compatible dicho modelo con niveles desempleoabierto reducidos. Es decir que la transnacionalizacin del mercado interno no implicanecesariamente que el desempleo se dispare como ha sido el caso en Argentina, y en

    menor medida Chile.V - Conclusiones

    Las consideraciones anteriores se han centrado en el anlisis de los mercados detrabajo en el contexto de la apertura comercial, la privatizacin de las empresas estatalesy la desregulacin de las instituciones laborales. Tambin han enfocado el anlisis delos efectos de la desarticulacin entre el movimiento obrero y los partidos polticos en elmarco de la transicin econmica y de la transicin poltica. A partir de esasconsideraciones pueden derivarse algunos desafos que el sindicalismo latinoamericanodeber enfrentar en el mediano y largo plazo. Esos desafos tienen que ver con las

    formas de organizacin sindical, con la conformacin de centros estratgicos de accinsindical, con la rearticulacin del movimiento obrero con los partidos polticos y con lacuestin ideolgica. Discutiremos cada uno de estos aspectos sucesivamente.

    Las transformaciones de los mercados de trabajo y en trminos generales, lareestructuracin del aparato productivo indican que las formas tradicionales deorganizacin sindical experimentan serias dificultades para conseguir sindicalizar a losnuevos trabajadores. El tamao de las empresas, las formas de contratacin, laflexibilizacin del tiempo de trabajo, entre muchos otros factores, bloquean laposibilidad de organizar a los trabajadores en la empresa, en forma sostenida. Demanera que, alternativas como las existentes en Brasil, en donde histricamente el

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    sindicalismo se ha organizado territorialmente, podran ser pertinentes para otrasrealidades nacionales en las que no existen. La alternativa organizacional brasilea,basada en una combinacin de sindicalismo profesional con la implantacin territorial,permite conciliar la concentracin obrera espacial con sindicatos que la reflejen pero

    tambin permite enfrentar las nuevas formas de organizacin de las empresas en sitiosen donde hasta ahora no haba sindicatos. Es decir, los sectores econmicos que hansurgido como resultado de la liberalizacin comercial en lugares sin tradicin sindicalpodran ser objeto de una ofensiva orientada a la sindicalizacin de los trabajadores deesos nuevos sectores, como son los de la industria maquiladora, la cosecha de fruta y lasflores de exportacin, y los servicios pblicos. Tambin podan servir para organizarcategoras sociales como las mujeres o los jvenes que son contratados en condicionesmuy precarias. El sindicalismo debe explorar esas alternativas para adecuar lascaractersticas del nuevo aparato productivo y del nuevo marco institucional a losrequisitos de la representacin colectiva de los trabajadores.

    Lo anterior no se contradice con el segundo desafo del movimiento obrero, conel establecimiento de centros estratgicos de accin sindical. En efecto, en la industriamaquiladora, en la industria de la cosecha y empaque de fruta y de flores deexportacin, en la manufactura de autopartes, en las telecomunicaciones y en algunosservicios pblicos como la salud y la educacin, o no existen sindicatos o nodesempean el papel que deberan desempear dada la importancia de esos sectores enel TMI. El movimiento obrero, a partir de esta nueva realidad, en vez de localizar suatencin en sus bases tradicionales de apoyo, podra concentrarse en estos sectores que,por ocupar un lugar estratgico en la economa, podran convertirse en centros de accinsindical que pudieran cuestionar las formas a travs de las cuales se han implementado

    hasta ahora las estrategias exportadoras. Fortalecer la capacidad reivindicativa de lossectores estratgicos de la nueva economa podra servir de estmulo para unarenovacin del sindicalismo, de sus formas de organizacin y de sus formas de accin.

    Un tercer desafo tiene que ver con la rearticulacin del movimiento obrero y delos partidos polticos en el contexto de las dos transiciones por las que han pasadovarios pases de la regin en los ltimos quince o veinte aos. De una subordinacinestrecha a los imperativos de los partidos tanto en la versin corporativa como en laversin clasista, el movimiento obrero ha pasado a una marginacin de sus interesesespecficos en el mbito poltico. A la deriva, sin articulaciones significativas salvo encasos excepcionales como los de Argentina o Brasil, los sindicatos defienden a duras

    penas espacios en el mbito de la negociacin colectiva, sabiendo que sin vinculacionescon la poltica, esos espacios son frecuentemente ineficaces. Por lo cual, el movimientoobrero, a travs de los cambios en sus formas de organizacin y de la conformacin deacciones en los sectores estratgicos del TMI, podra quizs recuperar algn grado deinfluencia en la definicin de los objetivos de algunos partidos polticos, los cuales, a suvez, podran encontrar en el actor sindical, a un aliado que pudiera contribuir con susvotos pero tambin con sus ideas a la democratizacin del proceso de toma dedecisiones en el modelo de desarrollo de la transnacionalizacin del mercado interno.

    Y, por ltimo, la responsabilidad del sindicalismo como forma de representacincolectiva de los trabajadores descansa tambin en la formulacin de uno o varios

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    proyectos que den sentido a las reivindicaciones. Por ejemplo, la informalizacin de losmercados de trabajo, el estancamiento de los salarios, la exclusin de las organizacionessindicales de las instancias de toma de decisiones en la seguridad social o en la saludpueden ser enfrentados a travs de propuestas y de alternativas formuladas por los

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