Ser Supremo
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2. Sobre Creencia primitiva en un Ser Supremo
(Ref. de nota 22):
"Tan pronto como el hombre tuvo la idea de un 'Hacer' de las cosas, habr
sacado en consecuencia la de un 'Hacedor' de las cosas que l mismo no haba hecho ni
podido hacer. A este desconocido Hacedor lo consider como un hombre superior, no
natural... Una vez dado el concepto, se pudo conocer su poder, y la fantasa habr
recubierto, a aquel que ha hecho todas las cosas tiles, con ciertos atributos morales,
como los de paternidad, bondad y vigilancia por la moralidad de sus criaturas, y esta
moralidad se habr formado de manera natural en el desenvolvimiento de la vida
social. En todo esto no existe nada de mstico ni, por lo que yo puedo ver, nada que
sobrepase las fuerzas espirituales limitadas de seres que merecen llamarse hombres"
(A. Lang, The making of religion, Londres, 1898, p. 10).
"Cmo pudo toda la humanidad olvidar una religin pura? Eso es lo que ahora
trato de aclarar. Esta degeneracin la atribuyo a las facilidades que el animismo, una vez
desarrollado, contena para el hombre naturalmente malo, el antiguo Adn. Un creador
moral que no necesita ofrendas, insensible al placer y al dolor, no prestar auxilio a ningn
hombre que se ocupe en hechiceras del amor o en maligna produccin de enfermedades
mediante el poder mgico; no favorecer a ningn hombre ms que a otro, a ninguna tribu
ms que a su enemiga... Espritu y dioses-espritu, que tienen necesidad de alimentos y de
sangre y que sienten temor del poder mgico, son gente corrompida, pero muy provechosa
para el hombre. Siendo como es el hombre, correra sin duda desde un principio tras
aquellos espritus tiles, dioses-espritu o fetiches, a quienes poda llevar en su mochila o en
su saquito de remedios. Seguramente, por ellos despreciara primero su idea de un Creador,
y luego tal vez considerara a ste solamente como uno -aunque fuera Supremo- de esa
banda venal de espritus e dolos, y le ofrecera sacrificios como a ellos. Y eso es
exactamente lo que en realidad ocurri. Entretanto, en el terreno material haba avanzado la
cultura, haban aparecido habilidades y artes, se haban formado gremios y castas, cada una
de las cuales necesitaba un dios... En esta etapa de la cultura, el destino del Estado y los
intereses de un clero rico y poderoso participaron en la conservacin del antiguo sistema
animstico y relativamente no moral, tal como sucedi en Cuzco, en Grecia y en Roma.
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Esta consideracin popular y poltica por el destino del Estado, este egosmo sacerdotal
(muy natural) slo pudo ser eliminado por el monotesmo moral del Cristianismo o del
Islam. Ninguna otra fuerza pudo producir esos efectos"
(Del mismo A. Lang, op. cit. pp. 257-258).
(Ref. de nota 27):
"En aquellos tiempos lejansimos, en el principio de los principios,
exista slo l, Temauquel. Nadie sabe de dnde proviene, pues siempre fue y ser.
Sabemos, sin embargo, que l hizo el mundo... Me preguntaris ahora, qu es Temauquel?
Era un hombre como nosotros? Cazaba, coma, dorma, tena hijos como
nosotros?...Hablamos muy poco de l, y cuando lo hacemos, sentimos dentro de nosotros
mucha seriedad y recogimiento. Por eso os hablar de l en voz baja. Acercaos un poco. Os
lo dir, desde luego: Temququel es caspi y nada ms que caspi. Ahora me preguntaris: y
qu es caspi? Habis visto alguna vez el reflejo de vuestro rostro, y en uno de esos das de
sol claro y brillante de primavera, en el espejo de una fuente cristalina?...Esa imagenen el
agua no se puede tocar. Es como una sombra, aunque colorida, eso s impalpable. Qu es
entonces? Pues digo que es caspi. As tambin es Temauquel: caspi y nada ms que caspi.
... El poder de Temauquel es tan grande que es capaz de separar nuestro cuerpo de nuestro
caspi y de llamar al caspi a residir con l all arriba... Vive muy distante de nosotros y
nadie se le puede acercar. Jams se cansa. No conoce el sueo. Es eterno, nadie lo form, y
cuando termine todo lo que hay en este mundo, cuando ya no salga ningn selknam a cazar
guanacos, ni viva selknam alguno en esta tierra, l siempre existir y no tendr fin, como
jams tuvo principio"
(Texto recogido por Carlos Keller en Dios en tierra del fuego, Santiago de Chile,
1949, sin editorial, cap. 1).
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(Ref. de nota 29):
"Para qu tendramos que ofrecer sacrificios a Ndyambi (nombre de su
Ser Supremo), si no tenemos nada que temer de l, puesto que l no nos hace ningn dao,
al contrario de nuestros muertos?" (De una plegaria de las tribus Hereros del sudeste
africano, citado por Mircea Eliade, en Trat d'histoire des religions , p.55).
"Dios est all arriba y el hombre ac abajo. Dios es Dios y el hombre es
hombre. Cada uno en su propio sitio, cada uno en su casa"
(De la cultura primitiva pigmea del Africa Ecuatorial, refirindose al Ser supremo
Nzame, citado por M. Eliade en op. cit. p. 56).