Roldán, Casandra y Clío

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    Maqueta: RAG

    O Concha Roldn, 1997O ErlicionesAkal'S A, l9s7Los Berrocales del JarlmaApdo. 400 'Torrejn de ArdozTels. (91) 656 56 I I - 656 (rl s7Fax: (91) 656 19 liMadrrd - EsPaaISBN:84-460-0610-3Depsrro legal: M. 10 8l9'1997

    ImPreso en Grefol S AMstoles (Madrid)

    CONCHA ROLDAN

    ENTRECASANDRA Y CLIOUna historia de la filosofade la historiaPrlogo deJavier Muguerza

    Reservados todos los dercchos De acuerdo a lo dispuesto enelart.270'delCdigoPenal,podrnsercastigadosconpenas. rnuttu y privacin de libertad quienes reproduzcan o plagtcn'en todo o en parte, una obra literaria' artstica o cientfica fada

    en cualquier tipo de soporte sin la preceptiva autorlzaclon'!'fr. ili_,*ul-;.r_,t

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    A todos los Ulisesque sucumbieron anteel canto de las sirenas.

    PRLOGO

    La filosofa de la historia ha contribuido, con ms frecuencia de latolerable, a poner en un brete las buenas relaciones entre la historia yla filosofa. Ya en su originaria denominacin de

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    INTRODUCCION

    ENTRE CASANDRA Y CLO

    Como no hace mucho afirmara Flix Duque, >-. Tampoco sta lo es. Los autores y problernastratados no son fruto del azar, sino que responden a una clara inten-cin, la de mostrar en qu puede consistir la filosofa de la historiahoy, a travs de una historia en la que se ponen de manifiesto los ex-cesos cometidos por esta disciplina, excesos que la llevaron a gran-jearse el rechazo que sufre en la actualidad.En realidad, a lo que hemos asistido es a la proscripcin de todafilosofa de la historia que no se conforme con ser rel'lexin filosficasobre la historia, sino que quiera ser ms: la historia misma elevada auna potencia superior y vuelta filosfica, empeada en reducir loscontenidos empricos a la categora de verdades necesarias. Este afnomnicomprensivo es algo que apareca claro en la dcnominadafiloso-fa especulativa de lct historia, con su pretensin de explicar el con-junto de la historia mostrando 1a pauta de los acontecimientos pasados(sentido) y proyectndola de forma proftica sobre el futuro; pero sinduda pervivi mrtigado enlafilosofa crtica de la ltstoria, que en al-guna de sus manifestaciones se resiste a abandonar el horizonte nor-mativo de 1a reflexin histrica-'.

    ' F DUQUE, Los destittos de la tradicin. FikrsctJa de la l.storia lc lu.liloso.la. Anthro-pos, Barcelona, 1989, p. ll. En contra de lo que hace el autor, Ine permito escribir con nt-nscula ambas disciplinas, histona y filosofa, para subrayar la pluralrdad de perspectivas aque ambas estn sujetas.-' Entiendo por frlosoJa cspeculutit'u tle la ltistorio aquella quc pretendc explicar el sen-tido de la historia cn su conjunto, a Io largo de un proceso tenrporal lineal que se inicia bus-cando pautas y leyes en el pasado y se proyecta hacia el futuro con afn apodctico de prcdi.-cin. ya sea apoyndose en conceptos nctafsicos. cientficos o sociolgicos. Filosolu crticade lu lti.storia es la denominacin que reservo para aquellos autores que dcdicarr sus cslirerzosal estudio crtico de los problemas, desde el ms general que sc refiere a la posibilidad de co-nocinicnto de la historia. hasta los rns particulares que sur,qen cn ll prrictica concretr de lahisloria. En la introduccin al captulo 5 explico esta distincin con nrs detalle. as conlo losnotivos de haber optado por este par de denorrinaciones en lugar dc las propuestas por Dan-

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    de la historia, entendida como transmisin objetiva de hechos y cono-cimientos. En su afn por explicar el conjunto ha perdido de vista losaspectos singulares e individuales de la disciplina que comenz siendosu materia de estudio. La filosofa de la historia, que se enseaba enlas universidades alemanas -como disciplina independiente- desdela poca de Herder hasta la muerte de Hegel, estaba concebida comomateria de especulacin metafsica, de ah que sea conocida entre no-sotros como .No se hicieron esperar las reacciones a los excesos racionalistas deHegel. La realidad emprica deba ser recuperada y la filosofa espe-culativa de la historia criticada y repudiada, junto a toda la metafsica.Haba que abandonar las hiptesis de interpretacin histrica fruto deuna imaginacin febril, para dar pasos hacia una concepcin cientficade la historia. Pero as surga la dependencia gnoseolgica de la nuevafilosofa de la historia -que no quera recibir esta denominacin-;la metodologa y las leyes de explicacin de la evolucin eran tantoms importantes que la materia de unos acontecimientos histricosque, por lo dems, quedaban polarizados como materia de estudio ha-cia la problemtica social; la evolucin histrica era la evolucin delas sociedades, como anunciaba la ley comtiana de los tres estadios;los problemas que deba resolver la filosofa de la historia eran los ge-nerados por contradicciones socio-econmicas, como propugnabaMarx. La preocupacin por hacer cientfica a una sociologa incipien-te aproxim la filosofa de la historia a la metodologa de las cienciasnaturales, haciendo caer a los defensores de la filosofa social en elespejismo de que poda predecirse el futuro -bien por las leyes de ladialctica, bien de la evolucin-, y as anunciaron la llegada de unestadio positivo y de una sociedad sin clases, momentos ambos de libe-racin y emancipacin de una humanidad que Comte lleg a deificar.La predictibilidad de la historia y la determinacin de ios aconte-cimientos que llevaba implcita hicieron que se replantearan las pre-misas de la historia como saber cientfico. Unos continuaban afirman-do que si se trataba de una ciencia deba ser bajo el modelo de lasciencias naturales, mientras otros propugnaban Ia separacin entre lametodologa de las ciencias naturales y de las ciencias del espritu,como fue el empeo de Dilthey. La polmica se ha prolongado hastanuestros das bajo el signo del debate acerca de la explicacin y com-prensin histrica, tras la propuesta de Hempel de un modelo de leyde cobertura nomolgico-deductivo, y la consiguiente crtica de vonWright. Predictibilidad, determinismo causal e inevitabilidad histricahan sido los caballos de batalla de una filosofa de la historia que con-tinuaba teniendo como objeto fundamental la sociologa o, en un sen-tido rns lato, las ciencias sociales. Una filosofa de la historia que sepresentaba como crtica no slo por adoptar esta actitud frente a losplanteamientos anteriores, sino tambin por centrar su fat'ea ms en e]anlisis de problernas -fundamentalmente de si-qno epistemolgico-_que en Ia bsqueda de un sentido a Ia historia o en el denodado intcn-to de predecir el futuro.

    Este es, en resumen, el panorama de la filosofa de la historia quepresento. Pero acaso significa mi planteamiento que la filosofa de lahistoria es algo que slo pertenece al pasado? Podemos seguir ha-blando de filosofa de la historia? Si es as, en qu sentido?Desde mi punto de vista';'todava podemos hablar de filosofa de lahistoria, y me da la razn el hecho de que en los ltimos aos est re-tomndose el inters por una disciplina que pareca abandonarse a sudisolucin. Este resurgir se debe, sin duda, a las taxativas afirmacio-nes que lanzaron hace poco ms de un lustro Vattimo y Fukuyama.aceca del fin de Ia historia, una prediccin de clara raigambre hege-liana a pesar de sus pretensiones posmodernas. Ciertamente, ha acaba-do -o se debate exnime- la concepcin de una historia entendidacomo un proceso nico, evolutivo, coherente hacia una meta, pero nola reflexin sobre la historia que, ms bien al contrario, como diceManuel Cruz,

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    futuro sin dejarse arrastrar por el huracn del mal llarnado progresohacia su autodestruccin? El filsofo de la historia ya no puede dedi-carse a realizar terrorficas o esperanzadoras predicciones de futuro,pero tampoco debe renunciar a realizar valoraciones estimativas acer-ca del mismo.; no puede anunciar lo que ser, pero s proponer cmodebiera ser o, en todo caso, cnto no debiera ser jants. ,.,Por esto mismo, la filosofa de la historia que defiendo tambin esuna apuesta por la historia de la filosofa, por la conservacin denuestra tradicin filosfica, de esa herencia ilustrada que nos deja in-satisfechos. Esto es, en la medida en que los problemas que nuestrosantecesores planteaban sigan teniendo sentido para nosotros, porqueaunque las respuestas sean contingentes, hay preguntas que siguen te-niendo vigencia. Por consiguiente, no porque la historia sea maestrade vida, como deca Cicern, o estemos alentados por la creencia deBrunschvicg en que si los hombres conocen la historia, sta no se re-petir, sino porque la historia nos ayuda a conocer el presente y aconstruir el futuro; un presente que, con palabras de Manuel Cruz, y un futuro que

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    A Victoria Garrido y Pedro Pastur gracias por su amistosa pacien-cia con mis cuitas informticas, por encima del tiempo y del espacio.Tampoco quiero dejar de mencionar a mis amigos, filsofos y nofilsofos, que discutieron conmigo estos ternas y estuvieron a mi ladoen esos momentos que hace falta mucha filosofa para encarar la his-toria: K. H. Alexander, Joseph Brchen, Gerhard Biller, Durro Bobillo,Andrea Bohrmann, Sonia Carboncini, Julin Carvajal, Silvia-ElenaDelmonte, Ulrike Diederichs, Ingrid Dietsch, Carmen Esteban, AnkeFinster, Wolfgang Graf, Christiane Heitmeyer, Martin Heitmeyer, Ima-nol Irizar, Herma Kliege, Anne Le Naour, Matti Lukkarila, ManuelLuna, Inge Luz, Ralf Mller, Javier Rodrguez de Fonseca, Ina Saame,Elena Salaverra, Max Stern, Jess Torres, Eskarne Zubero y otros queya han sido mencionados y ellos saben quines son. Rosa Garca Mon-tealegre, Carlos Gmez Muoz, AnaLozano, Fernando de Madariagay Nuria Roca, no dejaron, adems, de acompaarme en mis trancesoposicionales.Por ltimo, no quiero dejar en el olvido a todos aqullos que tu-vieron que sufrir mis ausencias, algo que conllevan los perodos decreatividad, muchas veces en momentos difciles y dolorosos: LoreaAramayo, Natividad Areces, Elena Rodrguez Gonzleu Yolanda Ro-drguez Gonzlez, y Manuel Rodrguez Aramayo y Manuel RodrguezSan Jos -que ya no estn para remediarlo-. Alejandro Abad, Ale-jandro Abad Roldn, Yolanda Moya, Teresa Roldn Gonzlez, ClaraRoldn Panadero y Alfonso Roldn Panadero, tuvieron que padeceradems mis altibajos de humor, por ser los ms cercanos.A Alfonso Roldn Gonzlez y Concepcin Panadero, gracias porsu comprensin y apoyo incondicional, siempre.Y a Branko Kurtanjek, por ser mi Lebensgefcihrte en este ltimolustro, no slo en lo bueno.

    Last but not least, mi agradecimiento a Jos Carlos Bermejo porsu gestin editorial y sus comentarios de especialista en la materia.vale' Madrid, 15 de noviembre cle 1995

    CAPITULO PRIMERO

    LA PREHISTORIADE LA FILOSOT'N NE LA HISTORIA

    Existe una gran diversidad de opiniones por lo que respecta a lavaloracin del saber histrico en las filosofas antigua y medieval. Almenos, en los orgenes del pensamiento occidental, no descubrimosun maridaje posible entre historia y filosofa que nos peffnita hablarcon propi"a " la existencia primigenia de una filosofa de la histo-ria; ms bien al contrario, se trata de dos perspectivas que corren pa-ralelas sin encontrarse, una ocupndose de lo mudable y transitorio,otra de lo inmutable e inteligible. El filsofo no poda ocuparse qua fi-lsofo del conocimiento histrico, pues se trataba de un saber inferiorbasado en la percepcin y, si Se,me apura, ni siquiera poda alcanzatrango de conocimiento ese saber; la historia era para los primeros histo-riadores griegos narracin de hechos, historia rerum Sestarun':, otorgan-do la mxima preeminencia a los testigos presenciales de los mismos;pero de la influencia filosfica de su entorno recogieron una notableiapacidad de reflexin, lo que les pemiti alejarse paulatinamente delai narraciones mticas en pro de anlisis razonados de las causas'ste es el motivo de que puedan descubrirse algunas ideas precursorasde la filosofa de la historia en sus planteamientos.Con todo, el verdadero surgimiento de una concepcin filosficade la historia tiene lugar en el mundo judeo-cristiano, que, partiendode la idea de creacin, comienza a interesarse por buscar un sentido ala historia -aqu la introduccin del desarrollo lineal del tiempo his-trico ser fundamental-; sin embargo, la preocupacin primordialde toda la produccin literaria desde las narraciones de los profetas b-blicos hasta las exposiciones de Joaqun de Fiore, pasando por las re-levantes aportaciones de San Agustn, es una preocupacin religiosa;la historia es, en la concepcin judeo-cristiana, la historia de la salva-cin, gesta Dei; por eso no podemos hablar tampoco con propiedad defilosoia de la historia, sino ms bien de teologa de la historia' aun-que defendamos que eSa conciencia fundamental -como bsqueda desentido o de forma de desarrollo de la historia- nace ms -Eenuina-lnente del pensamiento judeo-cristiano que del greco-romano.

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    manos queden en el olvido y que las notables y singulares empresasrealizadas, respectivamente, por griegos y brbaros -y, en especial, elmotivo de su mutuo enfrentamiento- queden sin realce>>'t.Se suele hacer referencia a Herdoto como primer historiador delmundo occidental'8 por ser la suya la primera obra extensa en prosagriega -jnica- que se ha conservado. Antes de 1, o contempornea-mente, escribieron pequeos tratados monogrficos de corta extensinfilsofos como Herclito y Demcrito, loggrafos o como Cadmo de Mileto, Acusilao de Argos e incluso su precur-sor Hecateo de Mileto, o el mdico Hipcrates; se trata de los primerosejemplos del gnero filosfico o cientfico, escritos a partir clel s. vra. c., constando de un proemio y una pequea narracin, pero conti-nuando, en cierto modo, el contenido y el estilo de las pequeas com-posiciones de la lrica. Con la Historia de Herdoto nos encontramosccn una obra en prosa que compite con la gran epopeya, con Homero.En este sentido, nos transmite -igual que Homero en su Ilada con laguerra de Troya- que su intencin al narrar las Guerras Mdicas esevitar que las grandes acciones queden privadas de gloria, tanto las delos griegos como las de los brbaros; pero va a contar aderns las causaspor las que guerrearon, y aqu se marca la distancia con las explicacio-nes mticas de la epopeya homrica. Como pormenorizar ms adelan-te, Herdoto abandona la historia mtica para pasar a la contempor-nea; los dioses ya no estn presentes en su Historia, al menos en formapersonal y directa, sino que los acontecimientos humanos adquieren supleno protagonismo; adems, ser l mismo quien se haga responsablede su propia investigacin, basada en la observacin de los hechos oen la comprobacin de los testimonios e interpretaciones de otros, paradar una visin general, no unilateral, de los sucesos narrados,e.En el racionalismo naciente de Herdoto hay todava muchas su-pervivencias de la tradicin mtica, pero el hecho de que yuxtapongalos temas frecuentes en los poetas lricos, la metafsica que ha presicii-do el nacimiento de la tragedia, las enseanzas de los loggrafos y losviajeros, y las preocupaciones del nuevo espritu crtico, resulta extre-madamente valioso y doblemente revelador. Por una parte, permitecaptar las estructuras dominantes del pensamiento tradicional y en-contrar en forma ms depurada la visin del mundo que subyace, porejemplo, a las obras de Pndaro o Esquilo. Por otra parte, hace posibieuna mejor comprensin de la ambigedad del pensamiento clsicogriego en su origen, impregnado an del espritu mitolgico y, sin em-bargo, abierto ya ala crtica racionalto.

    '' HrRooro, Hi.rroria. Proernio (trad. de C. Schrader), Gredos, lr4adrid, 1917. p. E1 . C.Surez Bacelar, traductor del libro de F. Chtelet, El tncintientr de la hi.trriu. prefiere traciu-cil el libro de la obra de Herdoro por Indagacin; cfr. Si_slo XXI, r978. p. -59 y ss.'' Al menos as fue considerado por CrcenN. Cfr. De legibu;i. l, I, 5.'' Sobre los datos rnanejados en este prrafo, cfr. la introduccin de F. R. Ann.roos a laHi.sttriu de Hrnooro, Cre dos, Madrid. 1977 . pp. 7 -9.ro Cfr. al respecto F. Csrlr. op. cit., p.65.

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    Desde un punto de vista etimolgico, es tambin en Herdoto don-de encontramos por primefavez el sustantivo , no slo en elnroemio antes citado, sino tambin en otros lugares de su obra2'. Elientido de este trmino es el de o y vie-ne a resumir el doble empeo del autor, a modo de incipiente metodo-loga histrica, esto es, la pretensin de salvar la memoria del pasadou l buscar las razones y causas que expliquen determinados aconteci-mientos. En este punto se aparta Herdoto de Hecateo, pues ya noslo cifra su tarea en narrar con exactitud lo acaecido, sino que porende quiere evitar los de los loggrafos, entre los que sita aHecateozz, para presentar en lugar de ellos , .Herdoto quiere ser , hombre de ciencia riguroso, ypara ello intensifica la actitud crtica de Hecateo. Quiere presentar laverdad, los hechos positivos, de ah que no describa el pasado remoto,sino el ms prximo a l; no escribe la historia primitiva, sino las lu-chas de los helenos con los brbaros desde la poca de los lidios hastael 479 a. C.,la historia de los setenta aos anteriores a su nacimiento23.La razn es que de estos tiempos ms cercanos pueden darse relatosms seguros, pues cabe interrogar a testigos presenciales e investigaren su lugar los monumentos en los que el pasado contina viviendo.La documentacin escrita constituye la parte menor de las fuentes conque trabaja Herdoto, refirindose con mayor frecuencia a las cosasque ha visto en sus viajestt o que escuch de personas annimast5,constituyendo su principal tarea la exclusin -con un criterio propiode persona ilustrada- de todo aquello que debe considerarse increblepara la sana razn de un hombre de su tiempo26; de ah que, mientrastiene certeza de Su percepcin directa, requiera confirmacin y con-traste de lo que otros le han contado2T.'' La crtica al mtodo empleado por Herdoto en sus investigacio-nes comenz con su discpulo y competidor Tucdides de Atenas(aprox. 464-404 a. C.), quien, escptico, desconfi sistemticamentede los testigos directos, pues (presentan versiones que varan segn su

    '' II,99 y II, 118, pp. 385 y 404, respectivamente, de la edicin de Gredos que manejo.Cfr. E. Lreo, op. cit., p. 97." Cfr. Henooto, Histora, II, 143, p. 436.!' Cfr. H. ScntEtoen, op. cit., pp.42-43.".,Yo lo he visto personalmente y, desde luego, excede toda ponderacin". II, 148,p.441." .Que as sucedi lo escuch de labios de los sacerdotes de Hefesto en Menfis". II, 2,p. 280.,o .Sin embargo, ciertos griegos, entre otras muchas tonteras, llegan a decir que Psam-tico mand cortar la lengua a unas mujeres y dispuso que los nios crecieran con ellas en esascondiciones,,, ibitl. Una actitud misgina popular se reflejaba en ste y otros ejernplos." ,.En fin, eso es lo que me dijeron sobre la crianza de esos nios; pero tambin obtuveorras informaciones en Menfis...; y me dirig asirnismo a Tebas y Helipohs para recabar no-ticias de los mislnos tenas, con el deseo de comprobar si coincidan con lo que me haban dr-cho en Menfls, pues los sacerdotes de Helipolis tienen fama de ser los egipcios ms versa-cios en relatos dei pasado", II,3, pp.280-281. Sobre las fuentes orales de Herdoto. cfr. J.LozNo. op. cit., pp. 19-21.

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    toriaclores-filsofos3u, ur precedente de gran importancia, pero a todasluces insuficiente para construir un puente entre historia y filosofa,que en el mundo griego se presentan divorciadas.2. IpEns pRECURSoRAS DE LA FILosoFA DE LA HISToRIAEN EL pENSAMIENTo cRECo-RoMANot Ln pllosopRCOMO SUPERACIN DE LA HISTORIA

    En los primeros captulos de La Decadenca de Occidente analiza-ba Spengler la actitud de los griegos ante la Historia, parecindole in-discutible que esta cultura careci de un sentido histrico. A esta pos-tura se opuso apasionadamente Schwartz3T, sosteniendo que la tesis deque el hombre antiguo careca de un rgano de percepcin del pasadoera una afirmacin infundada. Ciertamente, la postura de Spengler erademasiado radical y, llevada hasta sus ltimas consecuencias, negabacualquier valor a la historrografa griega y, por extensin, a la romana'Sin embargo, el error de Schwartz fue cifrar el griego en la percepcin del presente y del pasado inmediato, olvidn-osJ de que para hablar con propiedad de una nocin de temporalidadhay que incluir el futuro, como un proyecto que incluye el procesocreador continuado del hombre. Desde este punto de vista, resulta ob-vio que la cultura griega, inmersa en una ley de inexorable fatalidadque rega sus vidas, adoleca de una falta de sentido para el transcursotmporal. En este contexto es en el que afirma Lwith que para lospensadores griegos, interesados primordialmente en el logos del cos-^os, rrunafIosofa de la historia habra sido una contradiccin en lostrminos>"; en la cuenta del historiador helnico no entraba lo venide-ro, y el filsofo griego, a Su vez, se atena a lo no cambiante. La opi-nin de Collingwood coincide en este punto con la de Lwith, al sea-lar, aunque reconozca altos mritos a los historiadores griegos (v.g., elque tuvieran clara conciencia, tanto de que la historia es o puede seruna ciencia, como de que se refiere a los actos humanos), que el pensa-miento helnico se basa en una metafsica rigurosamente antihistrica3e.

    * Cfr. H. ScHruelon. op. cit., p. 60.

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    En mi opinin, hay un hecho clave que nos impide hablar con pro-piedad de una filosofa de la historia en el pensamiento griego, y es lamafginacin a que se ve sometido el saber histrico, incapacitado paraentrar en los verdaderos campos del conocimiento inteligible. Es cier-to que en algunos autores -como veamos en el apartado anterior-aparecen destellos que pueden interpretarse como un cierto sentidohistrico, pero tambin es obvio que en ninguno de ellos existe volun-tad de reflexionar sobre el devenir histrico para buscar un sentido ala forma en que se desarrolla la historia, ni tampoco intentan referirsea unas coordenadas universales que enmarquen este desarrollo. Para lamente griega,la historia es fragmento, y el tiempo una mera funcindel acontecimiento relatado, ms un tiempo lgico que cronolgico;en este sentido, me parece muy acertada la afirmacin de Meyersonsobre Herdoto, y que yo hara extensiva al pensamiento griego en ge-neral, por lo que a la concepcin del tiempo y de la historia se refiere:>05 .Sin embargo, aunque la cultura griega carezca de una concienciahistrica profunda que exprese la propia concepcin del mundo, pode-rnos encontrar de forma rudimentaria en las expresiones de su histo-riografa y filosofa nacientes algunas ideas precursoras de teoras queposteriormente aparecern en el marco de una filosofa de la historia.Limitmonos a enumerar algunas de estas intuiciones fundamenta-les: /) Explicacin del origen del universo y del hombre por teogonasy cosmogonas filosficas (de Hesodo a Herclito); 2) Indagacionessobre el estado primitivo del hombre y los comienzos del desarrollocultural, plasmadas en la creencia en un estado primitivo paradisaco-una edad de Oro donde imperaban lapaz y la justicia- que habraido degenerndose por el desgaste de la cultura a lo largo de sucesivasedades -plata, bronce, hierro-, con lo que descubrimos que la exal-tacin de un estado primitivo feliz va aparejado con la limitacin delvalor de la cultura tcnica (Herdoto, Ovidio, Demcrito, Protgoras,Platn, Sneca); en la escuela epicreaou hubo, sin embargo, juiciosmenos favorables sobre la bondad de este estado primitivo, lo queMondolfo interpreta en el lugar arriba mencionado como una aproxi-macin a la teora clel progreso; -l) Explicaciones acerca de las leyesque rigen la sucesin cclica de las formas de gobierno, como si losEstados disfrutaran de una especie de vida orgnica, consistellte ennacer, crecer, florecer y morir (destaca Polibio)tt.

    En la primera parte de este captulo hacamos un pequeo recorri-.5 I. MyeRSoN. .Le temps, la lnmoire, I'Histoire", en Jountul de P.rrclrrtltt,e,ie ttot'tttttlet patholosiqre, Paris. 1956. n." 3, p. 339.'o Cfr., por ejemplo, Lucncto, De rerunt tntur(t, Y 907 ss..' SobrJ estos puntos es interesante consultar J. TsySSE^*, Histr,ria Lle lu.l'ilLtstt./ le l,thistoria, trad. de F. Korell, Espasa Calpe Argentina, Buenos Aires, 1954, pp. l-5-21'

    do por los orgenes de la historio grafa, observando un paulatino des-olaiamiento hacia quehaceres filosficos en los primeros historiadoreseriegos. Ahora vamos a analizar someramente la opinin que tenanlgunot de los primeros filsofos, para desentraar si acaso nos en-contramos con una incipiente filosofa de la historia, o, al menos, conuna filosofa de la historia en germen, como fruto de ese temprano es-coramiento de la historia hacia la filosofa.No puede decirse que en estos primeros momentos asistamos a unenfrentamiento entre historiadores y filsofos, como el que habr dedarse en el siglo XIX y que provocar comentarios como el de J.Burckhardt -quien profesa de historiador y quiere evitar, sobre todo,hacer una filosofa de la historia-

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    la dominacin del mundo por parte de Roma56, la Fortuna haba guia-do todos los asuntos del mundo y la area que se arrogaba como histo-riador consista no tanto en narrar hechos inconexos como en indagarcrticamente cundo y cmo se originaron los sucesos y cmo se diri-gi a su fin57.,Polibio caracterizaba el tipo de historia que l haca como prag-mtica, entendiendo por ello el estudio no de leyendas o genealogas,sino de hechos descritos detalladamente y explicados causalmente enfuncin de las intenciones y decisiones de los agentes; de aqu que losacontecimientos no puedan exponerse de modo meramente inconexo.sino que se presentan condicionados lgicamente unos por otros, inte-rrelacionando adems lo que sucede en todas las partes del mundo ha-bitado. En su explicacin histrica distinguir Polibio la causa, el ini-cio y el pretexto de los acontecimientos:

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    original, De civitate Dei con.tra paganos. Agustn quera defendel alcristianismo del cargo de ser culpable de la decadencia del Imperioromano y del saqueo de Roma por Alarico, o, como ha expresado Phi-lipe Aries, ".La compresin agustiniana de la historia se apoya en dos presu-puestos fundamentales: l) el mundo es obra de Dios Creador y 2) eIacontecer mundano est regido por la providencia divina, que planil'i-ca, conduce y gobierna el devenir de la humanidad, planificando a suvez el tiempo -lugar de la historia-, pero dejando un lugar a la lr-bertad del hombre y descartando la necesidad del destinofiEl pensa-miento agustiniano organiza, as, la historia a modo de dramat' dondeacontece la perdicin y la salvacin del hombre; el principio y el finde la representacin es Dios, todo procede de El y camina hacia El; yste es el esquema del exitus-reditus que perdurar a lo largo del me-dievo. El drama se desarrolla en tres actos; el hombre cado (Adn), elhombre redimido (en Cristo) y el hombre glorificado (en Dios); tiem-po del pecado, tiempo de la gracia y tiempo del gozo eterno; el plandel Creador fue entorpecido en un principio por la negligencia delhombre, pero su sabia providencia supo aprovechar las malas volunta-des para el triunfo del bien, de forma que toda la humanidad puedaparticipar de su plan trazado; el gnero humano forma parte de unaunidad total al compartir los eventos fundamentales que constituyen lahistoria: el acto creador, el acto de la cada y el acto de la redencin;en ese marco global, todos los hombres son partcipes de la mismasuerte y destino.La representacin concreta del drama discurre entre dos posibili-dades antagnicas: la ciudad de Dios (civitas Dei) y la ciudad terrena(civitas diaboli)nl. La historia humana es la narracin de la lucha entrcambas, verdadera dialctica que mueve el proceso histrico. La ciudaclterrestre es de Satn y se inici en la historia con Can, mientras quela ciudad de Dios est representada desde el comienzo por Abel, esdecir, por aqul que fund una sociedad en la tierra, mientras su her-mano se converta en el eterno peregrino''; y a partir de este origen, lahistoria de los dos pueblos a que cada uno dio origen se confunde conla historia universal. precisamente no porque haya una sociedad uni-

    '3 Ph. ARIES, Le ternp.r d l'H.torie, Ed. du Rocher, Monaco. 1954, p. 99. Sobr e sttpunto, cfr tambin K. Lwtru. op. cir., p. 167 ss.; J. THyssEN, up. t'it., pp.2-5-26: y I-. Dt'JovNE, 0p. cit., p.209." Sobre esta metfora y algunas de las expresiones siguientes, cfr. Gt'ttz--Hen.rs. o7r.cit., p.9 y ss. En este mismo sentido escriba, refirindose a la historia bblica. Reinhold Nl-suHn, Fl antl Histor,,,, Cf. Scribne and Sons, New York, 1956, p.27: ul-a Historia es con-cebida significativamente corno un drartn y no como una pauta de relaciones necesarias dc-terminables cientficamente".')r' Cfr. De civ. Dei,XXl, l. Cfr. tambin bd.,XV11.20,2."' Cfr. De civ. Dei, XY. 1,2.

    versal nica, sino porque ambas son universales en el sentido de quetodo hombre, sea quien sea, es necesariamente ciudadano de una o dcoffa, ya predestinado a reinar eternamente con Cristo (si ama a Dios),ya predestinado a sufrir con los demonios un suplicio eterno (si noma a Dios)nr; aquellos que no aman a Dios son los que aman exclusi-vamente el mundo, los paganos, y en este sentido puede Agustn afir-mar que son dos amores los que dan lugar a dos ciudadeser, Se tratapues de dos .ciudades> simblicas, cuya naturaleza est definida poria de aquellos que las aman, y pueden, a su vez, recibir dos nombresms simblicos todava: Jerusalem (visin de paz) y Babilonia (Babel,confusin)eo; el enfrentamiento se prolongar hasta el fin de los tiem-Dos, cuando ser el triunfo definitivo de Jerusalem. El combate entreia ciudad eterna y la ciudad terrestre es en definitiva la lucha entre elespritu y la carne, entre el bien y el mal, que coexisten conflictiva-mente hasta el fin de los tiempos.En ia interpretacin agustiniana de las dos ciudades descubrimosuna clara influencia del platonismo, recibida con toda seguridad a tra-vs de los pensadores neoplatnicos que San Agustn conoca. ParaPlatn haba un contraste radical entre el orden perfecto de lo eterno yel orden de lo cambiante, de lo que cae bajo la experiencia sensibledel hombre; entre las Ideas que son la verdadera realidad y el mundode lo sensible que es su reflejo debilitado. En La ciudad de Dios apa-rece, junto a esta idea una nueva, del contraste rotundo entre una rea-lidad perfecta y otra que es, no slo inferior a ella, sino que tambinle es hostil. La conviccin que se le planteaba a Platn en el planometafsico, se proyecta tambin para San Agustn en el mbito din-mico del desarrollo de la historia, alavez terrena y celestial. De estemodo, lo que en Platn slo haba sido una especie de contraste entreuna apariencia cambiante y una realidad esttica, inmvil, se convier-te en San Agustn en un combate generador del movimiento de la his-toriaes. San Agustn presenta dos comunidades histricas que transcu-rren a travs del tiempo, pero cuya finalidad ltima es transcenderlo,de forma que la historia desemboca en la metahistoria o, mejor, en Iatranshistoria, el tiempo en la eternidad. Con palabras de Gmez-He-rase6, el tiempo y la historia discurren a dos niveles: humano y divino,intrahistrico y metahistrico. Hay un tiempo de la naturaleza y untiempo de la gracia; un tiempo del pecado y un tiempo de la reden-cin. Ahora bien, el primero - --el que se desarrolla en el mundo hu-mano- no es para San Agustn propiamente historia, mientras que slo es el sesundo: la historia es la historia de la salvacin. La verdade-

    '" Cfr. D cv'. Dei, XY, I, I."' Cfr. De cit'. Dei,XIY, l, y XIY 28."' Cfr. Dc civ Di, XV[,4; XVIII, ]; y XIX, 9. Sobe simbologa de las dos ciudades, cfrE. GiLsoN, op. cit., pp.5l-52." Cfr. E. Horrv.nn, "Platonism in Agustine's Philosophy of History", en Philosoplrt'and Historv. Essats prestntatl to Entst Cossirer- R. Klibansky y H. J. Paton (eds.), ClarendonPress, Oxford. 1936, pp. 173-190.* Cf. J. C. Gnrz-Henas, op. cir., pp. l0- ll.

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    algunos elementos que puede-n cosiderarse -como muy bien ha sc-a'ado Bury- antecedentes de 1a idea de progreso desarrollada a par-tir de la pca ilustrada y tan importante para la constitucin de la fi-losfa de la historia; tres puntos de su concepcin histrica fueronfavorables al advenimiento de la idea de progreso: 1) el rechazo de lateora de la ciegeneracin humana, 2) la afirmacin de que el tiernp.nuevo es, en las ciencias y en las artes, -superior al de la antigedadclsica, y 3) la concepcin de una historia universal ,.comn a todoslos nueblos de la tierra"rnt' ^gn los albores de la modernidad presenciamos un claro menospre-cio del saber histrico en favor del desarrollo de las ciencias exactas,asDecto del clue Descartes es un claro exponente. El conjunto de laobra cartesiana conduce a un escepticisrno histrico que sirvi de basea una nueva escuela historigrfica, cuyo principal postulado consistaen no admitir ninguna fuente documental sin antes someterla a un pro-ceso crtico, con io que la memoria histrica baconiana y las autorida-des tradicionales cleban adems verificarse empleando testimonios nodocumentales. La tarea histrica as concebida .odava descansaba entextos escritos, pero los historiadores estaban aprendiendo a manejarsus fuentes con un espritu profundamente crtico. Con este mismo es-oritu escribi spinoza su Tratado teolgico-poltico, que le vali suinmerecida fam de ateo, convirtindose en el paladn de Ia nuevaexsesis bblica, aunque sus intereses no se dirigan tanto a investigarla v"eracidad histrica de los relatos bblicos como a mostrar las rela-ciones entre filosofa y teologa'Seguramente fue 1a filosofa de Leibniz, como aflrma Flint, '* Cf. F. MelNeCrE, El ltistorcisnto t, su gnesi.r, trad. de J. Mingarro y T. Muoz lvf oli-na, F.C.E., 1g43, pp. 34-35. A conrinuacin de esto aade: .El problema de la unidad y mul,tipii.i,iad que la iiiuacin religiosa y la de las ciencias nillurales er su tietnpo le plante rt-'"1nl, ,..iUiO as una solucin metafsica, que no fue slo rletafsica. sino que, un cla. laconfirmara tambin la experiencia hisrrica directa"'

    hecho o singulares'05, cuyo conocimiento necesita tambin de la me-moria y no slo de la razn como Ia filosofat6. Su inters por la crtl-ca histrica no se revela nicamente en su tarea como historiador -re-cordemos que en Hannover dedic parte de sus esfuerzos a escribiruna historia de la familia Braunschweig-, sino que aplic tambinsus mtodos de investigacin al estudio de la historia de la filosofa; yaunque no escribiera ninguna historia de la filosofa, su misma obratestimonia los conocimientos que tena de filosofa antigua y medie-val, y es a l a quien debemos la idea de la filososfa como una tradi-cin histrica continuada'07, donde los avances obedecen no tanto a iaDostulacin de ideas nuevas y revolucionarias, sitlo a la conservaciny desarrollo de lo que l denomin perennis philosophia, es decir, elconjunto de verdades permanentes e inmutables que siempre han sidoconocidas, con lo que pretenda contrarrestar el extremado afn de ori-ginalidad que propugnaba Descartes r08.'rCiertamente, Leibniz no lleg a elaborar una filosofa de la his-toria, aunque s ha ejercido sobre esta disciplina una influencia consi-derable al poner, por ejemplo, en relacin los estudios filolgicos conlos histricoslB. Pero, sin duda, su mayor aportacin se encuentra ensu concepcin filosfica misma, donde aparecen insinuadas algunasideas que desde mediados del siglo xvtll fueron desarrolladas por losprimeros filsofos de la historia; no ha de extraarnos cncontrar estainfluencia en Herder y Kant, e incluso en Hegel y Marx, aunque enmuchos aspectos no sean conscientes.de ella, o incluso se hubieran es-candalizado de ser sus continuadores. Me estoy refiriendo en concretoa sus principios metafsicos de continuidad, perfeccin y annona uni-versalrr0, cuyo entramado proporciona, como veremos, un antecedentea 1a versin laica y racional de la providencia que se da en Kant y He-gel, en forma de o de

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    cuando un pueblo se halla progresando, cada paso que da causa unaaceleracin en el ritmo del progreso, anticipando adems en la evolu-cin intelectual la famosa ley de los tres estadios de Comte"j.Aden"rs, hay dos puntos en las concepciones ilustradas que van ajugar tambin un papel importante en el desarrollo de la filosofa de lahistoria: su lucha contra el argumento de autoridad y los prejuicios, ysu valoracin incluso exacerbada de \a razn. Arnbos elementos sonreievantcs para la crtica histrica, de la que P. Bayle represent tam-bin un claro antecedente, al presentar a la historia en su Dictionairehistorique et critique como el nico juez capaz de sancionar la legiti-midad de cualquier argumcntacin, que debe someterse al refrendo delexamen histrico en lugar de parapetarse tras los prejuicios revestidosde autoridad. Por otro lado, 1a razn ilustrada anticipaba los derroterospor los que iba a adentrarse la filosofa especulativa de la historia: laexposicin de la racionalidad subyacente en todos los hechos y aspec-tos de la experiencia humana.A continuacin rcsaltar las aportaciones de Voltaire, como crea-dor del trmino , de Vico, coto instauradorde esta disciplina, aunque no fucra objeto de reconocimiento entre suscontemporneos, y de Herder, como primera aportacin clara a la ma-teria en el mundo alemn, que habra de influir tanto en el desarrolloespeculativo que cuhnina en el idealismo objetivo de Hegel, como cnel movimiento romntico. Tanto Vico como Herder son dos figuraspioneras en la filosofa de la historia, y me parece acertado que L Ber-lin resalte su papel en su libro Vico and Hercler, aunque habra que te-ner cuidado con el tratamiento superficial -e incluso ingenuo- queparece dar en algunos puntos a estas figuras seeras de la Ilustl'acin.queriendo ignorar que en ellos aparecen en germen tarnbin muchosde los problemas de la ocara oculta de la llustracin>.Como se observar, ni aqu ni en sucesivos apartados respetosiempre una exposicin cronolgica. Explico a Voltaire antes que aVico por su relevancia para el establecimiento del concepto de la dis-ciplina quc nos ocupa. Incluyo a Vico por la anticipacin de ideas qucsupone en su poca, aunque pudiera parecer anacrnica esta inclusin,teniendo en cuenta que su influencia real se realizar casi doscientosaos despus. Por ltimo, me refiero a Herder antes que a Kant por-que, a pesar de ser aqul discpulo de ste, le precede en su prcocupa-cin -o, al menos, en su exposicin escrita- por la temtica relativaa la filosofa de la historia. De todas formas, quiero volver a subrayarque me parece arbitraria cualquier periodizacin que se establczca enla presentacin dc cualquier historia de la filcso1a, pues el desarrclllodcl pensamiento no puede encorsetarse en compxrtimcntos estancr)s.Las divisiones que se realicen slo pueden tener un sentido rnetodol-gico, y as es colno hay que entcnder las que yo realizo a lo lalgo dcl

    rLr Cfi'. .l respecto.li 03 7ras.rrr.

    libro, aunque a veces pueda parecer que me expreso demasiado dog-mticamente al respecto.1. VorrnrRE. El oRlcEN DE LA EXPRESIN

    Es generalmente admitido que el trmino fue acuado en el siglo xvIII por Voltaire, aunque ms bien pal'ece quelos verdaderos creadores de la expresin fueron los editorcs ginebri-nos de su Essai sur les Moeurs et I'Esprit des Nations (1769)"", loshermanos Cramer, quienes denominaron a la obra de Voltaire en suprlogo "', inspirndose para elloen el Discurso preliminar que Voltaire aada en su edicin y que ha-ba sido publicado anteriormente bajo un seudnimo' con el ttuloPhilosophie de l'Histoire"t. Sea como sea, puede considerarse estaobra de Voltaire como la prirnera filosofa de la historia -al menos ensuelo francs-, frente a la concepcin presentada por Bossuet pocosaos antes en su Dlscotrs sur l'Histoire Universelle (1681)' conside-rada como el ltimo bastin de la teologa de la historia segn el pa-trn agustinianoiln.En la secularizacin presente en la obra de Voltaire' y que va aconvertirse en uno de los signos de la Ilustracin, bien pudo jugar unpapel relevante el fainoso terremoto de Lisboa de 1755; no cn vano al-gunos autores han sabido ver en el evento el fin del , pues con sus grietas se agudizaba tambin la

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    esto es, la conviccin de que la atencin debe centrarse en la histoliaprofana, para considerar al hombre y sus creaciones (leyes, usos ycosturnbres) como los verdaderos sujetos de la historia y no a la pro-videncia divina. Sin errbargo, aunque puede descubrirse en la confec-cin del EnsaT,o el inters voltairiano por concebir la historia de ma-nera crtica o cientfica, como un tipo de pensar histrico en el que clhistoriador se ocupara de la historia, en lugar de limitar.-se a repetir los relatos encontrados en libros antiguos, no puede clecrr-se que nos encontremos ante una filosofa de la historia en sentido es-tricto -como la que nos proporcionarn ms tarde Herder, Kant,Fichte, Schlegel o Hegel-, sino ms bien ante una historia universaldesarrollada con inters filosfico, con independencia del argumentoreligioso de autoridad, y crticamente.'>Voltaire, incisivo polemista, confeccion la primera versin de suEnsayo como reaccin al Discurso de Bossuet, el gran monumentohistrico de la poca, con la pretensin de no limitar su historia almundo mediterrneo -como haca Bossuet- ni aceptar la providen-cia como causa primera de todas las cosas. Con sagaz iron disfrazade homenaje su intencin crtica al retomar el hilo de la historia don

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    tos, sino las verdades tiles que se desprenden de ellos; obtener unconcepto general de los pueblos que han habitado y devastado la tie-rra, conocer el espritu, la moral y las costumbres de las principalcsnaciones; todo ello apoyado por los hechos que, sin remedio, habaque conocer'16. Pero su espritu asistemtico hace que su actitud derespeto a los hechos no siempre se traduzca en una exposicin lo sufi-cientemente metdica y fidedigna.Esta visin del pasado como carga que lastra los avances dci es-fuerzo histrico, en vez de como edad de oro utpica, junto con la admi-racin que le producan los descubrimientos matemticos y cientficosdel medio siglo anterior, es lo que permite a algunos autores hablar deuna cierta teora del progreso en la concepcin histrica de Voltaire,que no ser desarrollada sino por Turgot y Condorcet. Voltaie recela-ba dernasiado de las ilusiones optimistas para hacer de Ia perlectibili-dad del honlble una e5pcranra sin leservas, apartndose con su scnli-do comn de cualquier especulacin utpica sobre el futuro; adems,su esquema de los cuatro grandes siglos, como momentos estelarcs dela humanidad, se opone a una teora progresiva; sin embargo, este ie-nmeno ha sido interpretado por Paul Hazard como confianza en unproceso subterrneo que emerge en momentos estelares: 'tt. En estesentido, podemos afirmar que la idea de progreso est presente en lde manera moderada, apoyada en la misma idea de razn universal,que es parte del homble, y que, como dice en su Ensal'o

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    ms io sutil, y as podemos esperar que su mano de al'tista talnbinhar florecer nuestro capullo de la humanidad en una existencia dondeaparezca en su propia, verdadera y divina forma hutnana>'to.En cuanto ser natural, el hombre se divide en las diversas razas dela humanidad, cada una de eilas estrechamente rclacionada con su me-dio ambiente climtico y geogrfico, y cada una con caractersticas f-sicas y mentales moldeadas por ese ambiente; pero cada raza, navezformada, es un tipo especfico de humanidad que tiene caractersticaspropias permanentes, que no dependen de su relacin inmediata coniu ambiente, sino con sus peculiaridades congnitas' Ser de esta hu-manidad racialmente diferenciada de ia que emerja un tipo ms eleva-do de organismo humano, a saber, el organismo histrico' o sea, unaraza cuya vida en vez de permanecer esttica se desarrolla con eltiempo hacia formas ms elevadas. Para Herder, el centro privilegiadcren que surge esta vida histrica es Europa, debido a sus peculiaridadesgeogrficas y climticas; segn esto, slo en Europa la vida humanaes genuinamente histrica, estando el resto de las civilizaciones priva-das de progreso histrico y sometidas a una inmutabilidad csttica.Europa es, pues, una regin privilegiada, de la misma manera que elhornbre es privilegiado entre los animales y el resto de los organismosvivientes. No es difcil descubrir aqu el etnocentrismo que se harconsustancial al idealismo alemn y en el que se encuentran implcitas, tanto las ideas nacionalistas y racistas que afloraron en la segundaguerra mundial, como la concepcin de la unidad europea a que ahoraasistimos y que quiz no est tan alejada de las ideas antes lnenclona-clas, como estamos pudiendo comprobar'tt.Hercler fue el primer pensador en presentar de forma sisternticalas clit-erencias raciales, estudiando las peculiaridades l'sicas y psico-lgicas de las mismas, as como sus costumbres, lo que le convierteen el padre de la antropologa cornparada (sin que esto nos haga olvi-dar el papel precursor de Vico en la antropologa histrica, cuyo nlto-do sera el progenitor de los antroplogos sociales ms modernos, qucintentan comprender la conducta de los pueblos prirnitivos a partir dclo que queda cie ellos). Las investigaciones de Herder supusieron ulipaso muy importante en la concepcin de la naturaleza humana, pucsreconoca que sta no era un dato sino un problema, no era algo uni-forme en todas partes -frente a la idea ilustrada de una sola naturale -za humana fija-, sino algo variable, cuyas caractersticas espccialcsexigan invcstigaciones diversas. Sin embargo, a pesar de las ilporta-ciones, esta concepcin no er;r genuinamente histrica, por consiclerara cada una de las naturalezas humanas nicamente como un supueslprevio de la historia, y no como un producto hisfrico; todar'a no htnacido Ia idea de que el carcter de un pueblo es lo que es pof su pfo-

    "n Itleas..., op. cit., p. 117.'" No en vano Coudenhove-Kalergi haba publicado yast Pttnturopr en 191-1 Cfl' fl iFRrEDERrCri. Ettropu; el.rurginento tle un nucin. Alianza Editorial. Madrid. 1973. pp. 9 y ss66

    pia experiencia histririca, considerndose, por el contrario, csta cxpe-riencia como el mero resultado de su carcter fijo, idea que acabaradesembocando en los orgullos, purezas y superioridades raciales, qucse colocaron a la base de los nacionalismos e imperialismos, arrojan-do en el ltinlo siglo saldos sangrientos por todos conocidos, clesdeAlernania a Norteamrica, desde la India a Africa. En el fondo de Iainterpretacin herderiana se encontrara la confusin entre la antropo-loga tsica y la antropologa cultural'i8.Sin embargo, esto parece contradecirse con la concepcin que te-na Herder, diez aos y antes del supremo ideal de la humanidad, queno puede ser relativo a los distintos pueblos, sino una nonna universal,y segn el cual los pueblos y las pocas no seran sino eslabones deuna gran cadena, estaciones de paso en la gran ruta de la humanidaiihacia su suprema meta. De aqu deduce Cassirer que Herder rechazaaquellos criterios que tienden a santificar una determinada poca ouna determinada nacin y a convertirla en canon para las dems''n. Enrni opinin, era sta una idea que apareca clara en Otra filosofa de Lahistoria, donde Herder se negaba a admitir la preponderancia absolutaen el pasado de Grecia y despus de Roma, como si estas civilizacio-nes hubieran sido la meta de la historia; cada una fuc un eslabn de lacadena, lo mismo que lo era Europa en su momento histrico; pero lonico que importaba era la marcha del todo, el plan de desarrollo de lahistoria trazado por la providencia, y cuya intencin suprema nos esdesconocida. En este sentido, cada civilizacin, cada poca, son a lavez medio o instrumento y fin o algo sustantivo'il, lo mismo que enlas edades de la vida la niez conduce a la adolescencia, sta a lr ma-durez y, finalmente, a la ancianidad, aunque cada momento posea ens mismo el centro de su felicidad:

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    cosa, teatro cie una intencin rectora sobre la ticrra, aunque no vealnossu piopsito final, teatro cle la divinidad' aunque sea slo a tra.vs delas^abrturas y los restos de escenas aisladas>''' Segn esto' el papclpreponderant de un pucblo en una poca determinada no es slno una.r.no de la gran representacin universal'02, y Herder en ningn.mo-mento pretene -cmo ms tarde har Hegel- que la Europa de surnorn"nto culmine la historia; igual que Grecia y Roma pasaron' pasa-ri fu Eutopo ilustrada, piensa Herder; son eslabones en la cadena de lafrirtoti", pero cada civilizacin es buena para proporcionar felicidad ala humanidad. En el fondo no se trata sino de una consclente posturaanti-ilustrada, dirigida en gencral contra los franceses y en especialcontra Voltaire, quien subrya su oposicin a que.el siglo xvltl sea laculminacin de na lnea d p.og.so que ha sabido dar el esquinazclui f.tioao oscurantista medieial y a su dominio teolgico' I e pareceil.;"" que '6t. Ni tampoco puede deducirse de esa macha progresiva quelos europeos dominadores no sean en un futuro dominados por otrospueblos: '68.Herder adopta una postura arnbivalente respecto a la idea de pro-greso; asume la visin ilustrada, pero la remodela en funcin de urlcontenido metahistrico: el ideal de httmanidad, en el que quedan rc-absorbidas la individualidad de los pueblos y las genialidades de laspocas'0. El elemento natural es asumido dialcticamente cclmo fuer-

    ''' Cfr. al respecto, J. Bunv, La idea tlel prcgreso, trad. de E. Daz y J. Rodrguez Ararn-bern, Alianza, Madrid, 1971, p.218.'^' Otra.filo.sola..., p. 355.'* Cfr. lbirl., p. 348."' lbid., p.360. En otro lugar (cfr. ibid., p. 316) afirma: oPaso de gigante en la Inarchadel destino humano. Admitamos siuplemente que ha habido antes corrupciones para producirmejoramiento y orden: gran paso!>. Una idea leibnizana de progreso en ia que el tnal contrrbuye al bien, las disonancias a Ia armona.w Ibi.'' Cfr. J. G. Gr'rrz-HEns. op. cit., p. 13.69

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    CAPTULO TERCERO

    LA FILOSOFA ESPECULMIVADE LA HISTORIA

    La filosofa de la historia fue reconocida por primera vez comomateria independiente en el perodo que se inici con la publicacinen 1184 de las ldeen zur Philosophie der Geschichte der Men.schheit(Ideas para una filosofa de la historia de la humanidad), de Herder,terminando, por as decir, su reinado poco despus de la aparicin en1831 de la obra pstuma de Hegel, Vorlesungen ber die Philosophteder Geschichte (Lecciones sobre la filosofa de la historia)'". Comotal disciplina, se imparta en las Universidades, concebida como mate-ria de especulacin metafsica -y no como dependiente de la teoradel conocimiento-, de ah que haya pasado a nosotros bajo la deno-minacin de

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    acuerdo con los cuales las variaciones que pueden experimentar los historia

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    individuos siempre tienen lugar dentro del espacio cerrado de un g-nero o especie, y slo dentro de este espacio funciona con precisin elprocedimiento analgico; cuando se trasciende este lmite, las analo-gas pierden toda su fuerza lgica y no son otra cosa que ejercicios deirnaginacin que nunca podrn llegar a constituir un sistema cientficode la naturaleza, puesto que han perdido su poder demostrativo y yano sirven para construir conceptos cientficos'n0. Segn Kant, la filoso-fa exige una disciplina netdica si quiere llegar a constituirse riguro-samente, y para ello no debe nunca olvidar que tambin el uso racio-nal de la experiencia tiene sus lmites.Puede sostenerse que los escritos de Herder actuaron como acica-te, por el efecto revulsivo que ejercieron sobre 7, para que Kant sedecidiera a sacar a la iuz sus investigaciones sobre el tema. Sin em-bargo, esto no conduce a afirmar, contra lo que suele creerse, que eltratamiento kantiano de esta temtica sea algo puntual y episdico,sino que, ms bien al contrario, supone una constante dentro de susreflexionesDr. Los escritos dedicados por Kant a desarrollar sus ideasen torno a la filosofa de la historia son ciertamente escasos, pero nopor ello menos reievantes. Entre ellos destaca el opsculo tituladoIdee zu einer allgenteinen Geschichte in weltbrgerlicher Absicht, pu-blicado en noviembre de 1784 y que ha sido traducido hace unos aoscomo Ideas para una historia universal, en clave cosntotolftate1. Al fi-nal de este artculo Kant hace Ia siguiente advertencia: 'e3.Kant encomienda al filsofo que, cuando examine la historia, enlugar de quedar paralizado por el disparatado espectculo brincladopor las acciones humanas en el gran escenario dl mundo, (intentedescubrir en este absurdo decurso de las cosas humanas una intencinde la Naturalela, a partir de la cual sea posible una historia de criatu-ras tales que, sin conducirse con arreglo a un plan propio, s lo ha-qanconforme a un determinado plan de la Naturlezao'nt.\El filsofo cleKnigsberg se conforma con encontrar el hilo conductor para disearuna historia semejante, dejando en manos de la Naturaleia el ensen-drar al hombre que habr de componerla ms tarde sobre esa base] Eneste terreno Kant se compara a s mismo con Kepler y se contenta conanunciar el advenimiento de un Newton que clarlfique las leyes recto_ras del mbito de la historia'er.-como es bien sabido, este hilo conduc-tor no ser otro que el pseudoparadjico concepto de la ; Kant convierte al antagonismo en ja llama que alumbratodo progreso de la cultura, tal y como expres en su clebie metforade los rboles, los cuales crecen atrofiados en solitario, mientras quelo hacen erguida y esbeltamente en medio de un bosque, al verse obli-gados a buscar el sol que le disputan los dems'nu. .trz -sslfsncia Kant. ,La idea de una > que se manifiesta atravs de la

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    leyes de la Naturaleza reveladas en los estudiados por el cicntfico. Lo proceso tendente al logro de la paz perpetua y universal. La meta ideal

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    que las leyes de Ia Naturaleza son para el hombre de ciencia, son losplanes de la Naturaleza para el historiador. Cuando el hombre de cien-cia se describe a s misrno como descubriendo leyes de la Naturaleza,no quiere decir que haya un legislador llamado "Naturaleza"; lo quequiere decir es que los fenmenos muestran una regularidad y un or-den que no slo pue.de, sino que debe ser descrito mediante algunametfora de este tipo.'De manera semejante, cuando el historiador ha-bla de un plan de la Naturaleza que se desarrolla en la historia, noquiere decir que exista una mente real llamada "Naturaleza" que e1a-bore conscientemente un plan que ha de cumplirse en la historia, quieredecir que la historia procede como si existiera tal mente>2'ri- O, mejoran, que Ia mente del historiador procede como si la historia siguierasu curso adaptndose a un plan racionalmente diseado.En ef-ecto, el plan de la Naturaleza se haila trazado en realidad porel filsofo kantiano de la historia, quien cuenta con el entusiasmocomo con una suerte de > para detectar los grandeshitos que jalonan el progreso de la humanidad'0u. As, la simpata ra-yana en el entusiasmo que suscita en un espectador desinteresado elfenmeno de la Revolucin francesa supondr, para Kant, un sntomainequvoco de que semejante acontecimiento histrico representa unhito sealado dentro del progreso moral del gnero humanot"t. Porello, cabe afirmar -con Walsh- que dentro del planteamiento kan-tiano 2oe. A continuacin ofrece como ejemplos loacertados que se muestran en sus pronsticos los polticos o el clero.aadiendo que tales aciertos no tienen particular mrito al haber pro-piciado ellos mismos los acontecimientos que vaticinaban. No ha deser otra la tarea del filsofo de la historia. Este debe enjuiciar los fe-nmenos histricos con arreglo a un horizonte utpico que, aunque scsabe inalcanzable por definicin, pueda servir de gua al progreso dela humanidad.La historia consiste fundamentalmente en un devenir tico-polti-co, es el mbito donde moralidad y legalidad pueden realizarse, es un

    'n' Cfr. R. G. CollrpcwooD, setratara palabras de Rodrguez Aramayo- aunque esto no eximea ciudadanos y, sobre todo, a gobernantes de asumir esa idea regulati-va como deber?".2. Hpcel y LA cuLMrNACrN DE LA HISToRIA EN EL Esrano

    La filosofa de la historia ocupa un lugar central en el sistema deHegel, actuando como una especie de gozne para que las dems partesencajen. Esto es as porque su sistema ntegro est pensado histrica-mente, de manera que en su obra se dan ia mano la filosofa de 1a his-toria y la historia de la filosofa bajo la gida de la historia universalcomo realizacin del Espritu Absoluto2'2. Por eso, Hegel comenzabasus cursos sobre filosofa de la historia con estas palabras:

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    zn est apuntando

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    a aquellos resultados no queridos por los hombrcsy que, sin embargo, son el resultado de sus acciones; permite la exten-sin del poder y la libertad del hombre, coro ser genrico, a pesar clelegosmo de los individuos, y permite una interpretacin cle la historia,pues bajo el turnulto de los acontecimientos preserva la constancia cleuna ley universal; con palabras de D'Hondt: 2ri. pero todo estoimplica que la marcha armnica y racional de la historia se lleva acabo a costa de los individuos: ri8 porconsiguiente, aunque existan leyes que rigen la marcha de la historia,no es posible para los individuos llegar al conocimiento de las mis-mas; se trata de leyes que no permiten ninguna previsin ni ningunaaccin racional, por lo que cabe preguntarse si tiene algn significadomoral; slo resta la fe en que la marcha de la historia tiene un sentidoracional que se nos escapa. El mismo Hegel es consciente de que par-te de un presupuesto: 23n.' Ahora bien, Hegel va a sealar un camino por el que los indivi-duos pueden cobrar alguna relevancia en la marcha histrica, l reco-nocimiento de una voluntad universal y la participacin poltica. Larazn del mundo se vuelve realidad en los individuos slo en cuantcrunen su voluntad con la voluntad racional general. La realizacin, elmaterial de la razn del mundo, es lo esencial de los individuos y estoes el Estado: 2''. En el Estado, la libertad se hace objetiva yse realiza positivamente. Slo en el Estado tiene el hombre una exis-tencia conforme a la Razn. De ah que el fin de toda educacin seaque el individuo deje de ser algo puramente subjetivo y se objetive enel Estado, que es la vida tica real y existente, porque es la unidad delquerer subjetivo y del querer general y esencial.As, si bien la historia filosfica comenz preguntndose por eldesarrollo de la iibertad para descubrir el sentido racional de la histo-

    :r I. D'HoNor. Hegel,filsofo cle La hi.rtoriat'iv,iente (trad. A. C. Leal), Amorrortu. Bue-nos Aires, 1971, p. 274.).E La raztt cn La li.toria, p. 134.'u Ibid., p. 115.\n Ibid.' p. 142. Cfr. p. 146:

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    unificacln de la humanidad, promovida por el comn conocimientocientfico y por la industrializacin , dara como resultado, bajo la gua Comte simpatizaba poco con la insistencia liberal en los presuntos de-rechos naturales de los individuos. La nocin de que los individuos

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    cle una lite cientfica, una sociedad pacfica en la que las diferenciasseran dirimidas mediante discusin racional. No sera necesaria unafederacin poltica de naciones, pues, aunque las naciones Se organi-zaran de maneras distintas segn sus exigencias respectivas, actuaraun poder espiritual comn, bajo la direccin de una clase cientficahomognea. En la fase positiva del pensamiento, la humanidad pasa aocupar el puesto que le corresponda a Dios en el pensamiento teol-gico, y el objeto del culto positivista es .

    tuviesen unos derechos naturales independientemente de la sociedad yhasta en contra de ella resultaba extraa a su mentalidad. En su opi-nin, semejante nocin slo poda provenir de una incomprensin delhecho de que la realidad fundamental es la humanidad y no el indivi-duo; el hombre como individuo es para l una abstraccin, cuando laregeneracin de la sociedad 25?. En definitiva, aunque la sociedad positiva garantice ciertosderechos al individuo, necesarios para el bien comn, tales derechosno existirn independientemente de la sociedad. En otras palabras,confa en que el desarrollo de la sociedad industrial, cuando se organi-ce propiamente, ir acompaado de una regeneracin moral que impli-car la sustitucin de los intereses particulares de los individuos por elexclusivo inters en el bienestar de la humanidad.En resumen, a pesar de sus contribuciones indiscutibles al desarro-llo de las ciencias sociales, las leyes positivas de comte nos han ayu-dado a comprender la historia tan poco como las categoras metafsi-cas de Hegel. Para Comte el curso de la historia est determinado porconsideraciones extrahistricas y a priori tanto como para Hegel. Alos hechos se los ajusta por la fuerza a una trama rgida que no es me-nos objetable porque se la llame cientfica y no metafsica2tt. No obs-tante, el movimiento positivista tuvo una considerable influencia so-bre el desarrollo de los estudios histricos durante el siglo xrx, en unintento por hacer cientfica la historia; incluso hasta el siglo xx llegel inters por explicar la historia en base a leyes fundamentales, perotampoco entonces obtuvo solucin la compatibilizacin de con . Como observ Croce, el movi-miento positivista en historia fue el complemento del movimiento me-tafsico; en ambos casos se encontraba a la base el impulso de ir msall de la escueta narracin de hechos particulares, buscando una ex-posicin conexa e inteligible de ellos. No se equivocaron los positivis-tas al buscar la conexin de la comprensin de la historia en una ma-teria ms arnplia: el estudio de la naturaleza humana en general. Suerror fue subestimar y simplificar las dificultades de esta empresa, alpretender asentar el estudio de la naturaleza humana y su comporta-miento histrico-social sobre una base cientfica.

    r" A. Co|'trE, "S'stdnze de politique positive, Paris, 1825, vol. I, p.361. Un poco ms ade-lante, en la misma pgrna, dice:

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    No sin razn constituye uno de los tpicos ms comnmente acep-el marxismo reconocer que el idea- Marx el valor de haber analizado y definido con precisin -en estesentido es plenamente cientfico- las entidades y relaciones bsicas

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    tados dentro de la literatura sobrelismo alemn, el socialismo francs y la economa poltica inglesa sonlas tres fuentes de donde proceden los elementos con los que va a ela-borarse el materialismo histrico2t0. Ahora bien, esto no significa queel materialismo histrico pueda ser reducido a la suma -ni a la snte-sis reelaborada- de una serie de autores e influencias intelectuales,precisamente porque no debe ser definido nicamente a partir de lasideas que componen su visin del mundo y su programa, sino a partirde su propsito de transformar el mundo y de los mtodos que propo-ne para alcanzarlo2T'. Esto nos permite decir tanto que el papel funda-mental en el materialismo histrico es acaparado por el factor socio-econmico, como que la historia es considerada por l como unamarcha dialctica hacia una meta moralmente deseable, la sociedadcomunista sin clases. Dialctica, proyecto utpico y anlisis econmi-co del presente se dan la mano en la concepcin marxiana de la histo-ria, junto con la afirmacin de que es posible el conocimiento cientfi-co de la misma, es decir, el conocimiento objetivo de situacionesconcretas, aunque a diferencia de lo que ms tarde harn Hempel yvon Wright, Marx no proponga un de explicacin o un particular para la ciencia social, sino que ,,coloca las pie-dras angulareso de la ciencia de la historia, a partir de las cuales sepueclen producir explicaciones del proceso histrico2". La concepcinmaterialista de la historia pretende ser algo ms que un sinnimo deciencia social, pero, por otra parte, la fuerza de sus explicaciones his-tricas descansa en un aparato terico que tiene su origen en un len-meno sociolgico: la lucha de clases. Teora y accin, ciencia de lahistoria e ideologa revolucionaria; la deMarx presenta una intencin claramente tico-poltica: la necesidad deintervenir en el proceso de constitucin de la clase revolucionaria.Pero no debemos cuestionar la cientificidad de la teora marxista de lahistoria por su carencia de neutralidad poltica (toda interpretacinimplica una toma de partido y la objetividad no est identificada conla asepsia), sino por su incapacidad para formular hiptesis que per-mitan estabiecer conexiones entre nuevas entidades y proccsos Soclo-polticos, para descubrir y explicar nuevos fenmenos. Esto no quita a

    ,to Cfr. LeNtN, .Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo>,, en Obras e.rcttgitlu.t.Akal, Madrid, 1975 (3 r'ols.), vol. I, p. 61.,'' Cfr. J. FoxreN, Histrria: Anlisis del posaclo y proyecto .rrcial, Crtica, Barcelona.1982. p. 139.lr Tal y como sealaba Lenin en su conocida afirmacin: (no consideramos, cn absoluto.la teora de Marx como algo acabado e intangible: estamos convencidos. por el colltrario. dcque esta teora no ha hecho sino colocar las piedras angulares de la ciencia que los socialstasdeben impulsar en toclos ios sentidos,r. cfr. V. I. LENIN, Obras crttntletrr.r. Cartago. BuenosAires, 1973. t. IV. p.215. El hilo conductor de toda la obra de Althuser es la defen-sa del ca-rcter cientfico de la teora de Marx, aunque su toma de partido por ia interprctacin lenirris-ta tre a \/eces en exceso sus anlisis filosficos. ideolgicos y polticos: cfr: sobrc toclo. L.Alrsussrn.. Ltt ret,oLucin terica de Mar.r, Siglo XXI, Mxico. \967 . y L AlTtttrssen v F-.BRr-rsen, Pura leer EI Capital, Siglo XXI, Mxico. 1969.

    de su momento histrico, pero probablemente infravalor el alcancede los tentculos de las superestructuras, as como no previ la co-rrupcin del poder y no cont con que en las sociedades macroindus-triales los lobos esteparios que pueblan las ciudades abandonaran f-cilmente su conciencia de clase. El planteamiento de Marx tendr unagran incidencia en la concepcin de la ciencia histrica a partir de esemomento, determinando cul es el objeto de la misma -la realidadsocioeconmica- y el mtodo adecuado para tratarlo -la dialcticanegativa. Desde l,la historia se enfrenta a nuevas tareas: preguntarsepor la funcin social y revolucionaria de Ia cultura, establecer la vin-culacin causal que media entre las ideas y las condiciones socioeco-nmicas que las determinan, establecer equivalencias entre estructurassocioeconmicas y fenmenos ideolgicos, o precisar qu grado deautonoma posee la actividad ref-lexiva respecto a la praxis sociopol-tica.Desde la posicin materialista en el estudio de la historia, sta seconcibe como un proceso, material y necesariottr, cuyo desarrollo noes azaroso ni depende de un fin o meta exterior, o de la intencin deun sujeto concebido al margen de 1. Las leyes de la dialctica son im-placables, ahora bien, acaso pueden predecirse los contenidos de eseproceso insoslayable? Frente a la visin idealista, que levanta una ba-rrera entre naturaleza e historia, Marx y Engels sostienen que tanto elmundo de la naturaleza como el de Ia historia se muestra como unproceso gobernado por leyes internas generales. Ciertamente hay dife-rencias entre la naturaleza -donde slo hay agentes ciegos, incons-cientes, actuando uno sobre otro- y la historia de la sociedad -don-e los actores estn dotados de conciencia, trabajando para conseguirmetas definidas que respondan a sus proyectos-, pero el desarrollohistrico, a pesar de sus peculiaridades, es en principio un proceso na-tural que tiene lugar en cada caso de acuerdo con los principios de ladialctica; esto es, la historia de la sociedad es considerada, en ltimainstancia, como la historia de la naturaleza, y los mtodos de estudiarla historia de la sociedad no necesitan diferir esencialmente de los quese utilizan para estudiar la naturaleza, 1o que le da pie a Marx paraafirmar que

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    plotacin-; el pasado explica el presente, como ocurre en toda visinde Ia historia, pero no lo legitima; adems, conduce a la accir, a la quin o quines > la historiats'. En opinin de Schaff, Marx sehubiera redo de lo lindo de aqul que quisiera discutir su proposicin

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    destruccin revolucionaria del orden social estableciclo -el capitalis-para dar paso a una etapa definitiva en la que toda explotacinser abolida -el socialismo.As pues, el materialismo histrico contiene una concepcin de lahistoria que nos muestra la evolucin humana a travs de unas etapasde progreso que no son definidas fundamentalmente por el grado dedesarrollo de la produccin, sino por la naturaleza de las relacionesque se establecen entre los hombres que participan en el proceso pro-ductivo. Trminos cono esclavismo, feudalismo o capitalisrno -oomo socialismo, en la proyeccin hacia el futuro- no se refieren alcaracter predominantemente agrario o industrial de la produccin, aque est destinada a la subsistencia familiar o al mercado, sino al tipode relacin que existe entre amo y esclavo, seor y vasallo, empresa-rio capitalista y obrero asalariado -o a la relacin de igual a igual en-tre hombres libres en una sociedad que habr eliminado la explota-cin, en el caso del socialismo. Segn esto, no puede considerarse lainterpretacin marxista de la historia como un economicismo?7e, a pe-sar del protagonismo del factor econmico en su planteamiento; detrsde una terminologa econmica se esconde el verdadero planteamientosocrolgico, tico y poltico. En la medida en que lo que ms importaal hombre son los hombres, lo que ante todo cuenta es la modif icacinde las relaciones de produccin, esto es, la abolicin de toda fbrma deexplotacin; el capitalismo debe ser destruido porque es una forma deesclavitud, independientemente de que su destruccin d paso a unafase acelerada de crecimiento econmico.En vez de hablarse de progreso, se habla de evolucinr8' a lo largode un proceso histrico que se desarrolla en las sociedades antagni-cas en forma de lucha de intereses y de clases sociales, pugnandounos por mantener privilegios y otros por conquistar derechos. Y elmotor de la historia no depende ya del perfeccionamiento consecutivode la racionalidad humana, ni de la dialctica interna de un esprituabsoluto, sino de la revolucin a que da lugar la lucha de clases; cleesta manera, el proletariado pasa a desempear el papel de protagonis-ta del acontecer poltico-social, convirtindose en el depositario de laverdadera conciencia de las leyes por las que la historia se rige yquien marcha a la vanguardia en la lucha en pro de la liberacin delestado de explotacin a que la burguesa, clase dominante, le tiene so-metido. Es acaso el proletariado el verdadero sujeto de la historia enla concepcin marxista? Esto nos sita ante la clsica pregunta de

    tt' Cfr. J. Fo.rNa, op. cit., p. 149. Aunque Marx se desplazara progresivamente de la fi-losofa a la poltica y luego a la economa como terreno central de su pensamiento: cfr. al res-pecto M. Cnuz, op. clr., p. 105.*o En las palabras que Engels pronunci sobre la tumba cle Marx, recorcl que, lo rnismoque Darrvin haba descubierto las leyes de la evolucin en la naturaleza, Marx lo haba hechoen la historia.

    de que >z83. En sentido estricto,pues, la historia de la humanidad es la historia de los individuos li-brestso, pero no podemos concluir con Marcuse que para la concepcinmarxista de la historia la meta sea el individuo, ni que la tendencia in-dividualista sea fundamental a su teora285. Para Marx, el , del

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    nocer pretende abarcar al hombre en su totalidad y para ello se trazael siguiente programa metodolgico:

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    historia, y busco la conexin entre ambos. y as resulta qu. los princi-pales elementos de nuestra realidacl, como la unidad de la vida perso-nal, el mundo externo, Ios individuos fuera de nosotros. su vid en eltiempo y su interaccin, pueden todos explicarse a partir de esta tota-lidad de la naturaleza humana, en la que el querer, sentir y representarno constituyen ms que aspectos distintos de su proceso reaf de vida.Las preguntas que todos hemos de dirigir a Ia fiiosofa no podr res-ponderlas el supuesto de un rgido a priori de nuestra facultd cogniti-va, sino slo la historia evolutiva que parte de la totalidad de nuistroser>310.. / como vemos, Dilthey se rebela contra la concepcin eintelectualista del sujeto cognoscente alumbrada por las teoral episte-molgicas tradicionales, postulando una filosofa de la vida en l quese abandone la idea de un sujeto cognoscente >y ahistri.o, ,r-tringido a sus facultades intelectuales. rr1'. Dilthey viene a concebir al sujeto del conoci-miento como una realidad histrica y psquica, ampliando as el con-cepto kantiano de conciencia al tomar en cuenta los aspectos volitivosy emotivos332.

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    leccin de la propuesta histrico-filosfica de Weber es la de desterrarel trmino de lo que fue su contexto semntico caractersti-co desde ia primera Modernidad./Disipada toda ilusin de que destinoy libertad celebren nupcias venturosas, los vstagos de dicha unin no

    I *qrt,,I 'r.i'

    ficio del determinismo metafsico, de la cual el historiador no puedeobtener ninguna consecuencia para su empresa prctica>>r65. Ello, sinembargo, no eS un error ms grave

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    parecen ya criaturas viables. Lo que primero se bautiz como teodiceay despus se seculariz en ), efl filosofa de la his-toria o en antropologa econmica, ha quedado vaciado de sentido, yello ha sido as muy principalmente en lo que toca a la idea que al su-jeto moderno le sea dado hacerse de su libertad. Disuelto el contextcten que posea sentido oponer libertad a necesidad, no cabe ya definiraqulla en trminos de la ausencia (o limitacin) de sta. Lo que liber-tad mienta en el lenguaje postilustrado que Weber trata de pergeartiene ms que ver con la responsabilidad y el clculo de los agentesque con la soberana y el imperio de las voluntades,,'La libertad se hadesontologizado definitivamente, y ha pasado a designar la medida dela eficacia causal de las acciones. Con ello, no ha perdido, empero, sulugar en el lenguaje de la razn prctica (aunque difcilmente se man-tenga como postulado suyo); no es posible pensar la accin racionalresponsable sin pensarla como una accin libre, lo que equivale a de-cir: al agente y slo al agente cabe imputar las decisiones racionalesimplicadas por sus acciones. Del sujeto weberiano cabe hablar, porantonomasia, como del usuario de la libertad, sin que ninguno de sususos se sustraiga a la crtica racional. La libertad de quien cscoge me-dios (en relacin con fines) es, sin embargo, distinta de quien elige fi-nes (en relacin con valores). Para dar cuenta de las acciones del pri-mero, supondremos medios que compiten en eficacia y un agente quelibremente los sopesa y sobre los que decide (la racionalidad ser suprincipal auxilio, y al uso no inteligente de la libertad apellidaremosirracional); para describir la conducta del segundo, empero, tal proce-der ser insuficiente (si bien necesario: los fines han de ser adecuadosa valores y dicha adecuacin no es inasequible al escrutinio racional).ya que los fines compiten entre s de manera diversa a como lo hacenlos medios, a saber, en una lucha sin cuartel respecto de la cual sonpertinentes decisiones ltimas de ndole tica36o. La irnputacin de cti-cacia causal no implica, pues, suponer constante una misma causali-dad, o, dicho de otra forma, el determinisrno es una hiptesis intilpara el historiador: > nos sigue ro-deando porque no podramos rdnunciar a sus logros, Segn Suele suoe-der despus de todo desencanto. No es poca cosa, sin embargo, que ellenguaje del desencanto slo se aprenda balbuciendo el vocabulario dela resoonsabilidad.

    rns M. WEBEn, *Roscher y Knies y los problemas lgicos de la Escuela Histrica de Eco-nomar. Cito por la traduccin castellana de Jos Mara Garca Blanco y Lioba Simn cn surecopilacin El prr,tblenn de la irraciotnlidad en las ciencias sociales. Tecnos. Madrid. 198-5.p. 163. Los entrecomillados corresponden a citas de Schmoller'ruo

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    dcrnasiado- ettre lcls hercdcros de un mclnismo positivista, cOn Suinsistencia en la explicucirirl Seglt el modelo de ley de cobertura, ylos partidlrios de la tradicln hermenutica, centrada sobre la idea clela contpren.sin dc una realidad humana dcmasiado cornpleja para serabordada con los rntodos de las ciencias naturalcs3ir. Tanto el cstruc-ras se interesan principahnente por la bsqueda y la experimentacinde leyes universales, mientras las segundas dan por sentadas tocla cla-se de leyes universales y se interesan especialmente en la bsquecla yexperimentacin de proposiciones singulares; por ejemplo, dado un

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    turalisrno y el rnarxistno, coITIO cl idcalislno y la lcnomenoioga, apor-tarn su granito de arena a esta discusin, que puede decirse Sc desa-rrolla ntegramente en el carnpo de la filosofa analtica. Es relevantcsealar que quienes entre los filsofos analticos han criticado el posi-tivismo, han sido comnmente autores cuyo pensamiento vena inspi-rado por la filosoia del ltimo Wittgenstcin, pudiendo apreciarse enalgunos de ellos una orientacin hacia la fenomenologa, fundamen-t"almentc cn el continente europeo.Puede considerarse la obra de Popper, La ntiseria del historicisnu(1944)'1. como el trabajo divulgativo -por lo dems, dcsafortunado,cn su afn de vivif icar estereotipados fantasmas- de este nuevo plan-teamiento del problema aoerca de la posibilidad de una ciencia histri-ca. La crtica de la f ilosofa de la historia tradicionrl aparece colnc)asumida y en su lugar se torran como punto de referencia las cienciassociales. La tesis fundamental del libro pretende dcsbancar la cree nciaen un destino histrico -lo que consldera pura supersticin-, al sos-tener quc no puede haber prediccin del curso de la historia humantpor mtodos cientl'icos o cualquier otra clasc dc mtodo racionalttt.La crtica dc Popper se dirigirr tanto a la filosol-a de las ciencias delespritu como a la sociologa comprensiva y al modelo dialctico, Ensu plantcamientcl sc presuponc la unidad del mtodo cicntfico, aun-quc distinga entrt: ciencias tericas y ciencias histricas"', las prirne-

    "' La clicotorna ntetodolgica entre los trminos.explicacin> y (K. Poreen, La miseria del historicisnrc, Alanza, Madrid, 1973, p. l2). En su opi-nin. quienes sostienen la existencia de esa ciencia de la historia son los ; paraellos (cfr. ibid. p. 53).'?r Para Popper, una verdadera ciencia debe ser siempre nominalista. es decir, conscientedel carcter convencioral de sus categoras y su lenguaje; cfr. kt ntiseria del ltistoricisnro, p. 13.'o Cfr. K. Poppen, op. cir., pp. 158-160.

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    como tal. Este anlisis intencional fue formado, pues, por de pronto,exclusivamente desde el punto de vista de la polarizacin objetiva delos actos singulares, de las >, esto es, como anlisis esttico-tal y como queda expuesto en las ldeas-, orientado a la correla-cin de unidad objetiva y modos subjetivos del estar-dirigido-hacia.Sin embargo, cada uno de dichos actos no es una unidad rgida,la dimensin de la conciencia, lo que le ha valido a Husserl el califi-cativo de idealistaree.La situacin del problema de la comprensin de la historia en elhorizonte de la ontologa se debe por entero al advenimiento del exis-tencialismo, en cuyos planteamientos ya no Se trata de desarrollar una

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    sinoque constituye en s una unidad en devenir, una unidad inmanente dela duracin, delimitable ciertamente respecto de las otras, pero, sinembargo, en un enlace con ellas susceptible de ser vivenciado. Delanlisis esttico, por tanto, hay que pasar al gentico, que investigalos actos particulares en su devenir y en las conexiones de su devenirdentro de la totalidad concreta del fluir de la conciencia; todo actoparticular es una unidad de la duracin en la conciencia del tiempo in-manente; en sus efectuaciones intencionales, aqul no slo constituyela unidad objetiva, sino que tambin se constituye a s mismo en cuan-to unidad temporal inmanente.La conciencia del tiempo inmanente no debe ser comprendida eneste caso como forma temporal vaca que ya existiera de antemanopara luego ser llenada con el contenido de determinados actos; por elcontrario, la temporalidad inmanente del devenir mismo tan slo seconstituye al configurar la unidad objetiva en los actos entendidos comounidades de duracin dentro del fluir de la conciencia; la constitucindel fluir de la conciencia como serie temporal de actos orientados ob-jetivamente es, a su vez, constitucin de la temporalidad del fluir de laconciencia y, de tal modo, constitucin de s misma en cuanto con-ciencia fluyente. La pregunta por las unidades objetivas ideales lleva.as, a la pregunta por los actos correlativos a dichas unidades y, desdeall, a la constitucin de los actos mismos, en cuanto unidades tempo-rales dentro del fluir de la conciencia. De tal modo, conduce final-mente a la constitucin del fluir mismo en cuanto temporal. Todo loque nos sale al encuentro como unidad objetiva tematizable, como ob-jeto de una experiencia externa o inmanente, es decir, como objeto enel mundo exterior o como acto o estado psquico, es una unidad quese forma en las efectuaciones constituyentes de la fluyente concienciaintencional, en las que tiene su origen. Con palabras de Landgrebe:>rn8. La comprensin de la temooralidad v de lahistoricidad se nos presenta como un fenmeno radibalmente ntol-gico, centrado en la subjetividad del hombre y en la preeminnencia de

    "' L. LNDcr.EsE, Fenontenologa e historia, Montevila, Caracas, 1975, p. 16. Un trata-rniento ms desarrollado de estas cuestiones, as como de la intuicin fenomenol_gica y laanulacin fenomenolgica del contraste entre conciencia y vida, se encuentra en iJritl.. ctip. l"El problema de la historicidad de la vida y la fenornenologa de Hus-serl', pp. ll-37. SobLeel mundo de vida corno mundo histrico, cfr. ibid., pp. 177-184.t54

    metodologa de las ciencias del espritu o de solventar las aporas del>, sino de replantear el problema del serton. La epistemo-loga cede el primer puesto a la ontologa, sobre la que intentar fun-damentarse; con tal inversin se aspiraba a superar el idealismo feno-menolgico de Husserl. La identidad entre y

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    tecimientos; slo los pensarnientos pueden actualizarse de esta mancray, por eso, slo ellos pueden constituir la materia de la historia.,Ahorabien, el historiador no se lirnita a revivir pensamientos pasaclos, los re-vive en el contexto de su propio conocimiento y, por tanto, al revivir-los, los critica, forma sus propios juicios de valor, corrigiendo loserrores que pueda advertir en ellos; esta crtica de los pensamientos

    \tAhora bien, si nadie sabe, ni nadie ha sabido jams, y nadie sabrjams, qu fue lo que sucedi exactamente, esto significa, de un lado,que la filosofa de la historia no puede tener como objetivo determinarlos hechos histricos ni arrojar ninguna luz sobre ellos, y, de otrolado, que ninguna formulacin histrica podr expresar nunca la ver-dad cornpleta sobre un hecho particular.-La objetividad del conoci-

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    cuya historia traza no es algo secundario a la tarea de trazar su histo-ria, sino condicin indispensable al conocimiento histrico mismo,pues ''t; y ste es el sentido en el quese dice que el historiador recrea la historia. /\ Profundizando en su definicin de historia, para collingwood, afir-mar que la historia es la historia del pensamiento es una forma de sal-var el abismo temporal entre el historiador y su objeto, el pasaclo. Deacuerdo con Croce una vez ms, considera que la rio con la idea de contemporaneidad de la historia: .Corno hisroriaclor rle Csar sov contem-porneo de Csar. Cuando un hombre est muerto. el lnunclo le ha Juzgado. \,mi .yuicio noilnporta; pero el rnero hecho de que cstoy reconsiderancio su historia prueba que no ha muer-to, que el mundo no ha emitido todava su juicio... El pensamientcl es vida, v por consiguien-te el historiador nunca puede ser imparcial" (.ibid.. p. 5!).''t En el prefacio ala Historia cle lo.s puablo. ntntticos t'eenntittit'r.i (187-1) aparece lafamosa expresin de L. von RnNre que tanta tinta ha hecho clerralnar: .Se ha clicho que lahistoria tiene la funcin de enjuiciar el pasado, dc intuir el prc.scnte en beneficio del futur.o; elpresente ensavo no se arroga tan alta funcin; nlostrar sinrplctnente. (.ont() lttt .riJt, t,tt rt,ult-datl". Cfr. Idea, p. 133.158

    miento histrico habr de buscarse, pues,'bn algo diferente que en lareconstruccin exacta de los acontecimientos del pasado, de los que esimposible tener experiencia inmediata. Sin embargo, para tener cono-cimiento de algo, es preciso tener experiencia de ello, aunque la meraexperiencia no constituya conocimiento. Cmo es, pues, posible elconocimiento del pasado? Aqu la explicacin de Collingwood: el his-toriador parte de pruebas del pasado -

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    tanto, es un concepto que une el problema de las causas con el de lasleyes, es decir, la causalidad con la interpretacin nomottica.*. Por el contrario, la interpretacin que niega que el universo se rigepor regularidades, puede ser llamado indeterminismo radical. No obs-tante, aunque para el indeterminista el universo no est sujeto a ningu-na regularidad, puede aceptar el principio de causalidad como uno delos principios de conocimiento basado en el sentido comn, pero mu-

    muestra partidario de la regularidad en la explicacin de los aconteci-mientos histricos, pero no de las leyes generales; en definitiva, loque pretende al subrayar la importancia de las coincidencias fortuitasen la determinacin de los acontecimientos histricos es mostrar lafuncin decisiva