Roldán, Casandra y Clío (1)

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    Maqueta: RAG

    O Concha Roldn, 1997O ErlicionesAkal'S A, l9s7

    Los Berrocales del JarlmaApdo. 400 'Torrejn de Ardoz

    Tels. (91) 656 56 I I - 656 (rl s7Fax: (91) 656 19 li

    Madrrd - EsPaaISBN:84-460-0610-3

    Depsrro legal: M. 10 8l9'1997ImPreso en Grefol S A

    Mstoles (Madrid)

    CONCHA ROLDAN

    ENTRECASANDRA Y CLIOUna historia de la filosofa

    de la historiaPrlogo de

    Javier Muguerza

    Reservados todos los dercchos De acuerdo a lo dispuesto en

    elart.270'delCdigoPenal,podrnsercastigadosconpenas. rnuttu y privacin de libertad quienes reproduzcan

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  • A todos los Ulisesque sucumbieron ante

    el canto de las sirenas.

    PRLOGO

    La filosofa de la historia ha contribuido, con ms frecuencia de latolerable, a poner en un brete las buenas relaciones entre la historia yla filosofa. Ya en su originaria denominacin de

  • de obras como Ideas para unct historict universal en clcue cost'nopr.tlitcty otros escritos de fiLosofa de la historia, de Kant, o la publicacin detrabajos colno (R.G. Collingwood: el canto de cisne de la filosofa de lahistoria>, aparecido no ha mucho en la revista Isegora y que sc incluyeaqu como apndice, sin olvidar las consideraciones relativas a la filo-sofa de la historia esparcidas en otros textos suyos, como su.ncuf-sin en la llamada lterstor, of philosophl' desde una perspectiva femi-nista recogida bajo el ttulo de , aparecido en el volumen colectivo El individuo t lcthistoria (Paids, Barcelona, I 995).

    En cuanto al libro que presentamos, se nos ofrece en l una concl-sa, pero sumamente inteligente, panormica de las lneas maestras dela evolucin de la filosofa de la historia, desde sus primeros balbuceosen la filosofa antigua y medieval a su etapa auroral con Vico, Voltairey Herder, a la que seguira su consolidacin a manos de Kant y Hegcl,su nada ms que relativo eclipse con Comte y Marx y su replantea-miento a travs del proyecto de una enDilthey o Ia harto singular de Weber (uno clelos captulos, digmoslo entre parntesis, ms brillantes de todo clconjunto), para desembocar, finalmente, en la problemtica situacioltcontempornea de nuestra disciplina, acuciada por desafos tales comolos planteados por la polmica entre las concepciones explicativa ycomprensiva del mtodo histrico, la tentacin de sucumbir al deter-ninismo causal y hasta al dogma de la inevitabilidad histrica, lacomplejidad de las elaciones entre 1a historia y ias ciencias sociales oel auge recobrado por la narratividad como sustancia de la primerafrente a la hegemona de su enfoque estructural y sistmico predoml-nante durante dcadas. No me es posible entrar aqu en detalles sobrela pertinencia de las conclusiones filosficas que Concha Roldn ex-trae de aquella evolucin y de esta problemtica situacin, peo, cotl1obotn de mltestra, citar las extradas de la importancia que atribuyeal papel de la narracitt. Desde la reivindicacin diltheyana de la cen-tralidad paradigmtica de la autobiografa al hincapi contempornecren el carcter narrativo de toda construccin de identidades, las colec-tivas no menos que las individuaies, se ha sugerido en ms de una oca-sin que la filosofa de la historia debiera ser consiclerada (ms quecomo una alternativa a la teora de la historia, y no digarnos a la histo-ria misma) como una variedad de la filosofa de la accin o, rnejoran, de la praxis, pues 1o suyo no es nl esa suerte de prol'eca al revsen clue consiste 1a omniabarcadora captacin del sentido de la historrapasada ni mucho menos la confusin entrc la preciiccin cientf ica v iaautentica p|ofece quc subyace a trnlcs visiones tcleolgicas. .uln(-l(.'no escatolgicas, de la histoia l'ulura, sino sencillamente el aadido.en el que insiste nuestra autora, de una conciencia moral a la inforrna-cin procedente de la historia como cie ncia.

    La filosolla de la historia no prctender-a. as. disoutar a la hi-storiuIrrs lavoles tjc ciro ni cnruiar l cisandra en sus,lones prol(itos. sirrrr6

    tan slo rccordarnos que los sujetos, sea por activa o por pasiva, de lahistoria son o debicran ser rambin tenids por sujetoi mrales.'Kant,como es bien sabido, respondi a la pregunia n,imo es posible unahistoria a priori?>> dicindose a s miimol , esto es, cuando .se convierte en ,rujeto agente o protagoniitade tales acontecimientos, que es asimism Ia lptica qir" n6*i.o,adoptamos cuando,

  • oComt el arte de profetiiar el pasado, se ha de-finido la flosofa de la historia. En realidad,cuando meditanos sobre el pasado, para enterar-nos de lo que llevaba dentro, es ficil que encon-tremos en l un cmuLo de esperanyts

    -no logra-das, pero trunpoco falldas-, !u'L futuro, en suma,objeto legtinro de profeca> (Juan de Mairena).

  • INTRODUCCION

    ENTRE CASANDRA Y CLO

    Como no hace mucho afirmara Flix Duque, >-. Tampoco sta lo es. Los autores y problernastratados no son fruto del azar, sino que responden a una clara inten-cin, la de mostrar en qu puede consistir la filosofa de la historiahoy, a travs de una historia en la que se ponen de manifiesto los ex-cesos cometidos por esta disciplina, excesos que la llevaron a gran-jearse el rechazo que sufre en la actualidad.

    En realidad, a lo que hemos asistido es a la proscripcin de todafilosofa de la historia que no se conforme con ser rel'lexin filosficasobre la historia, sino que quiera ser ms: la historia misma elevada auna potencia superior y vuelta filosfica, empeada en reducir loscontenidos empricos a la categora de verdades necesarias. Este afnomnicomprensivo es algo que apareca claro en la dcnominadafiloso-fa especulativa de lct historia, con su pretensin de explicar el con-junto de la historia mostrando 1a pauta de los acontecimientos pasados(sentido) y proyectndola de forma proftica sobre el futuro; pero sinduda pervivi mrtigado enlafilosofa crtica de la ltstoria, que en al-guna de sus manifestaciones se resiste a abandonar el horizonte nor-mativo de 1a reflexin histrica-'.

    ' F DUQUE, Los destittos de la tradicin. FikrsctJa de la l.storia lc lu.liloso.la. Anthro-pos, Barcelona, 1989, p. ll. En contra de lo que hace el autor, Ine permito escribir con nt-nscula ambas disciplinas, histona y filosofa, para subrayar la pluralrdad de perspectivas aque ambas estn sujetas.

    -' Entiendo por frlosoJa cspeculutit'u tle la ltistorio aquella quc pretendc explicar el sen-tido de la historia cn su conjunto, a Io largo de un proceso tenrporal lineal que se inicia bus-cando pautas y leyes en el pasado y se proyecta hacia el futuro con afn apodctico de prcdi.-cin. ya sea apoyndose en conceptos nctafsicos. cientficos o sociolgicos. Filosolu crticade lu lti.storia es la denominacin que reservo para aquellos autores que dcdicarr sus cslirerzosal estudio crtico de los problemas, desde el ms general que sc refiere a la posibilidad de co-nocinicnto de la historia. hasta los rns particulares que sur,qen cn ll prrictica concretr de lahisloria. En la introduccin al captulo 5 explico esta distincin con nrs detalle. as conlo losnotivos de haber optado por este par de denorrinaciones en lugar dc las propuestas por Dan-

    II

  • Lo que presento en estas pginas quiere Ser una reconstruccinhistric dei trilo filosfico de la razn

    -de forma continua a travsde sus hitos ms representativos- y su ruptura contempornea- Por lotanto, me pennito hablar de filosofa de la historia desde mi modestiade

  • de la historia, entendida como transmisin objetiva de hechos y cono-cimientos. En su afn por explicar el conjunto ha perdido de vista losaspectos singulares e individuales de la disciplina que comenz siendosu materia de estudio. La filosofa de la historia, que se enseaba enlas universidades alemanas

    -como disciplina independiente- desde

    la poca de Herder hasta la muerte de Hegel, estaba concebida comomateria de especulacin metafsica, de ah que sea conocida entre no-sotros como .

    No se hicieron esperar las reacciones a los excesos racionalistas deHegel. La realidad emprica deba ser recuperada y la filosofa espe-culativa de la historia criticada y repudiada, junto a toda la metafsica.Haba que abandonar las hiptesis de interpretacin histrica fruto deuna imaginacin febril, para dar pasos hacia una concepcin cientficade la historia. Pero as surga la dependencia gnoseolgica de la nuevafilosofa de la historia

    -que no quera recibir esta denominacin-;la metodologa y las leyes de explicacin de la evolucin eran tantoms importantes que la materia de unos acontecimientos histricosque, por lo dems, quedaban polarizados como materia de estudio ha-cia la problemtica social; la evolucin histrica era la evolucin delas sociedades, como anunciaba la ley comtiana de los tres estadios;los problemas que deba resolver la filosofa de la historia eran los ge-nerados por contradicciones socio-econmicas, como propugnabaMarx. La preocupacin por hacer cientfica a una sociologa incipien-te aproxim la filosofa de la historia a la metodologa de las cienciasnaturales, haciendo caer a los defensores de la filosofa social en elespejismo de que poda predecirse el futuro

    -bien por las leyes de ladialctica, bien de la evolucin-, y as anunciaron la llegada de unestadio positivo y de una sociedad sin clases, momentos ambos de libe-racin y emancipacin de una humanidad que Comte lleg a deificar.

    La predictibilidad de la historia y la determinacin de ios aconte-cimientos que llevaba implcita hicieron que se replantearan las pre-misas de la historia como saber cientfico. Unos continuaban afirman-do que si se trataba de una ciencia deba ser bajo el modelo de lasciencias naturales, mientras otros propugnaban Ia separacin entre lametodologa de las ciencias naturales y de las ciencias del espritu,como fue el empeo de Dilthey. La polmica se ha prolongado hastanuestros das bajo el signo del debate acerca de la explicacin y com-prensin histrica, tras la propuesta de Hempel de un modelo de leyde cobertura nomolgico-deductivo, y la consiguiente crtica de vonWright. Predictibilidad, determinismo causal e inevitabilidad histricahan sido los caballos de batalla de una filosofa de la historia que con-tinuaba teniendo como objeto fundamental la sociologa o, en un sen-tido rns lato, las ciencias sociales. Una filosofa de la historia que sepresentaba como crtica no slo por adoptar esta actitud frente a losplanteamientos anteriores, sino tambin por centrar su fat'ea ms en e]anlisis de problernas

    -fundamentalmente de si-qno epistemolgico-_que en Ia bsqueda de un sentido a Ia historia o en el denodado intcn-to de predecir el futuro.

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    Este es, en resumen, el panorama de la filosofa de la historia quepresento. Pero acaso significa mi planteamiento que la filosofa de lahistoria es algo que slo pertenece al pasado? Podemos seguir ha-blando de filosofa de la historia? Si es as, en qu sentido?

    Desde mi punto de vista';'todava podemos hablar de filosofa de lahistoria, y me da la razn el hecho de que en los ltimos aos est re-tomndose el inters por una disciplina que pareca abandonarse a sudisolucin. Este resurgir se debe, sin duda, a las taxativas afirmacio-nes que lanzaron hace poco ms de un lustro Vattimo y Fukuyama.aceca del fin de Ia historia, una prediccin de clara raigambre hege-liana a pesar de sus pretensiones posmodernas. Ciertamente, ha acaba-do

    -o se debate exnime- la concepcin de una historia entendidacomo un proceso nico, evolutivo, coherente hacia una meta, pero nola reflexin sobre la historia que, ms bien al contrario, como diceManuel Cruz,

  • futuro sin dejarse arrastrar por el huracn del mal llarnado progresohacia su autodestruccin? El filsofo de la historia ya no puede dedi-carse a realizar terrorficas o esperanzadoras predicciones de futuro,pero tampoco debe renunciar a realizar valoraciones estimativas acer-ca del mismo.; no puede anunciar lo que ser, pero s proponer cmodebiera ser o, en todo caso, cnto no debiera ser jants.

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    Por esto mismo, la filosofa de la historia que defiendo tambin esuna apuesta por la historia de la filosofa, por la conservacin denuestra tradicin filosfica, de esa herencia ilustrada que nos deja in-satisfechos. Esto es, en la medida en que los problemas que nuestrosantecesores planteaban sigan teniendo sentido para nosotros, porqueaunque las respuestas sean contingentes, hay preguntas que siguen te-niendo vigencia. Por consiguiente, no porque la historia sea maestrade vida, como deca Cicern, o estemos alentados por la creencia deBrunschvicg en que si los hombres conocen la historia, sta no se re-petir, sino porque la historia nos ayuda a conocer el presente y aconstruir el futuro; un presente que, con palabras de Manuel Cruz, y un futuro que r, en Discur.rrss ittterruntpido.r (trad. de J. Aguirre), Taurus.Madrid, 1973, p. 183).

    '"Terrorficas o esperanzadoras, nuestras expeclativas no constituyen predicciones.pero envuelven estintaciones

    -esto es, valoraciones ms que conocimientos- del futuro"(cfr. Javier MucuEnz, Descle la perplejidad, F.C.E., Madrid, 1990, p. 489)." Cfr. M. Cnuz,

    "El presente respira por la historia". introduccin a su Fitso.lu dt luhi.storiu, Paids, Balcelona. 1991, pp. ll-45."'

    .Pero en nuestros das, y por nrs que en buena parte continuentos viviendo de los hc-gelianos restos del ltinlo gran sistema de la historia de la filosof, los tielnpos cietllrctcno parecen estar pcl'a sistemas>, J. MuCunzn. op. cit., p 109.

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    racin y potencia filosfica muri con ellos. Podemos cuestionarnos sila area fundamental del filsofo hoy es volver sobre los anlisis delpasado. Pero, acaso podemos prescindir de las reflexiones ya realiza-das por los maestros del pensamiento? Es lcito entrar con un marti-llo en el museo de los grandes sistemas reflexivos y demoler por com-pleto esa

  • A Victoria Garrido y Pedro Pastur gracias por su amistosa pacien-cia con mis cuitas informticas, por encima del tiempo y del espacio.

    Tampoco quiero dejar de mencionar a mis amigos, filsofos y nofilsofos, que discutieron conmigo estos ternas y estuvieron a mi ladoen esos momentos que hace falta mucha filosofa para encarar la his-toria: K. H. Alexander, Joseph Brchen, Gerhard Biller, Durro Bobillo,Andrea Bohrmann, Sonia Carboncini, Julin Carvajal, Silvia-ElenaDelmonte, Ulrike Diederichs, Ingrid Dietsch, Carmen Esteban, AnkeFinster, Wolfgang Graf, Christiane Heitmeyer, Martin Heitmeyer, Ima-nol Irizar, Herma Kliege, Anne Le Naour, Matti Lukkarila, ManuelLuna, Inge Luz, Ralf Mller, Javier Rodrguez de Fonseca, Ina Saame,Elena Salaverra, Max Stern, Jess Torres, Eskarne Zubero y otros queya han sido mencionados y ellos saben quines son. Rosa Garca Mon-tealegre, Carlos Gmez Muoz, AnaLozano, Fernando de Madariagay Nuria Roca, no dejaron, adems, de acompaarme en mis trancesoposicionales.

    Por ltimo, no quiero dejar en el olvido a todos aqullos que tu-vieron que sufrir mis ausencias, algo que conllevan los perodos decreatividad, muchas veces en momentos difciles y dolorosos: LoreaAramayo, Natividad Areces, Elena Rodrguez Gonzleu Yolanda Ro-drguez Gonzlez, y Manuel Rodrguez Aramayo y Manuel RodrguezSan Jos

    -que ya no estn para remediarlo-. Alejandro Abad, Ale-jandro Abad Roldn, Yolanda Moya, Teresa Roldn Gonzlez, ClaraRoldn Panadero y Alfonso Roldn Panadero, tuvieron que padeceradems mis altibajos de humor, por ser los ms cercanos.

    A Alfonso Roldn Gonzlez y Concepcin Panadero, gracias porsu comprensin y apoyo incondicional, siempre.

    Y a Branko Kurtanjek, por ser mi Lebensgefcihrte en este ltimolustro, no slo en lo bueno.

    Last but not least, mi agradecimiento a Jos Carlos Bermejo porsu gestin editorial y sus comentarios de especialista en la materia.

    vale' Madrid, 15 de noviembre cle 1995

    CAPITULO PRIMERO

    LA PREHISTORIADE LA FILOSOT'N NE LA HISTORIA

    Existe una gran diversidad de opiniones por lo que respecta a lavaloracin del saber histrico en las filosofas antigua y medieval. Almenos, en los orgenes del pensamiento occidental, no descubrimosun maridaje posible entre historia y filosofa que nos peffnita hablarcon propi"a " la existencia primigenia de una filosofa de la histo-ria; ms bien al contrario, se trata de dos perspectivas que corren pa-ralelas sin encontrarse, una ocupndose de lo mudable y transitorio,otra de lo inmutable e inteligible. El filsofo no poda ocuparse qua fi-lsofo del conocimiento histrico, pues se trataba de un saber inferiorbasado en la percepcin y, si Se,me apura, ni siquiera poda alcanzatrango de conocimiento ese saber; la historia era para los primeros histo-riadores griegos narracin de hechos, historia rerum Sestarun':, otorgan-do la mxima preeminencia a los testigos presenciales de los mismos;pero de la influencia filosfica de su entorno recogieron una notableiapacidad de reflexin, lo que les pemiti alejarse paulatinamente delai narraciones mticas en pro de anlisis razonados de las causas'ste es el motivo de que puedan descubrirse algunas ideas precursorasde la filosofa de la historia en sus planteamientos.

    Con todo, el verdadero surgimiento de una concepcin filosficade la historia tiene lugar en el mundo judeo-cristiano, que, partiendode la idea de creacin, comienza a interesarse por buscar un sentido ala historia

    -aqu la introduccin del desarrollo lineal del tiempo his-

    trico ser fundamental-; sin embargo, la preocupacin primordialde toda la produccin literaria desde las narraciones de los profetas b-blicos hasta las exposiciones de Joaqun de Fiore, pasando por las re-levantes aportaciones de San Agustn, es una preocupacin religiosa;la historia es, en la concepcin judeo-cristiana, la historia de la salva-cin, gesta Dei; por eso no podemos hablar tampoco con propiedad defilosoia de la historia, sino ms bien de teologa de la historia' aun-que defendamos que eSa conciencia fundamental

    -como bsqueda de

    sentido o de forma de desarrollo de la historia- nace ms -Eenuina-

    lnente del pensamiento judeo-cristiano que del greco-romano.

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    No obstante, la filosofa occidental es, en ltimo trmino, fruto delencuentro entre las teoras griegas antiguas y la reflexin religiosacristiana, y esto es algo que tambin atae a la gnesis de la filosofade la historia como disciplina independiente. De ah que tengamos quecomenzar por hacer referencia a las posibles aportaciones para la filo-sofa de la historia por parte del pensamiento antiguo y medieval.

    1. El NACTMTENTo DE LAEN EL MUNDO GRIEGO:

    HISToRrocnnpnLn pnrvncR ogr- pRESENTE

    El comienzo de una nocin de historia se nos hace palpable en losdos pueblos de ms antigua tradicin escrita: egipcios y babilonios,convirtindose 1a >

    -reducida en estos primeros mo-mentos a la confeccin de Anales enumerativos y Crnicas, as comode listas de reyes y de dinastas- en un primer paso para el cultivocientfico de la Historia, cristalizando lentamente en la creacin de al-gunos poemas picos (como el de Gilgams), para terminar dando lu-gar a una poesa sobriamente histrica (por ej. el relato de las aventu-ras de Sinuh en Egipto, o las epopeyas de Sargn y Arnurabi deBabilonia). La contribucin hebrea aade a las listas de reyes de Jude Israel y a las crnicas ms detalladas descripciones biogrficas

    -taly como muestra el Antiguo Testamento-, pero slo son dignos deconservarse los nombres y hechos de algunos hombres en cuanto soninstrumentos de la divinidad. Los relatos picos de egipcios y babilo-nios se confundan con la leyenda, las narraciones y novelas histricasjudaicas aparecen al servicio de un principio: slo el Reino de Dirstiene historia digna de ser contada'.

    Pero la disciplina histrica de la que es heredera nuestra culturaoccidental hay que buscarla en la Grecia clsica, bajo la infiuencia delpensamiento jnico y de la mano de una nueva forma de reflexionaracerca de la naturaleza, donde o . Pero ya en el pensamiento griego prefilosfico yprecientfico.puede rastrearse el origen etimolgico de algunas de es-iu, ronnotaciones de la nueva historia . Lled' analiza enel lenguaje

  • directa, la observacin y la experiencia constituyen sin duda la basede la incipiente metodologa historiogrfica, Las preferencias en la an-tigua Grecia y luego en Roma por la proximidad temporal del objetode investigacin8 eran fruto de la seguridad que brindaba a los histo-riadores el escribir historia cercana a lo contemporneoe; segn Mo-migliano, esta preferencia por lo contemporneo no resulta de una in-capacidad para analizar fuentes antiguas, sino que responde a unintento consciente de optar por el testimonio directo que concede lavista, como nico modo de alcanzar la fiabilidad y credibilidad; de ahque los investigadores con pretensin de historiadores slo se ocupen

    -para decirlo con palabras de Hegel- de la historia inmediata, de-jando a los arquelogos, filsofos y gramticos el estudio del pasa-do'0. Pero ser este >t'lo que impida precisamen-te a los historiadores antiguos justificar paso a paso su experiencia,explicar de forma adecuada las cau*sas que dieron origen a los hechos,trascender el presente para mejor comprenderlo. Es en este sentido enel que Collingwood critic a los historiadores griegos denominndolosr't, al considerar que su mtodo les impeda ir ms alldel alcance de la memoria individual, ya que la nica fuente que po-dan examinar crticamente era el testigo de vista con que pudieranconversar caa a cara.

    As pues,'el surgimiento de la investigacin histrica propiamentedicha consistir en la interdependencia entre el planteamiento previode los problemas que se quieren solucionar y los hechos histricos,aunque la investigacin misma dependa en ltima instancia del desa-rrollo histrico de los acontecimientos, pues, volviendo a nuestroejemplo, si Ayax e Idomeneo no hubieran estado presenciando una ca-rrera de carros en los juegos funerarios celebrados en honor de Patro-clo, no podran haberse planteado la cuestin de qu auriga avanzabaa Ia cabeza, ni habran precisado de Agamenn como testigo. No po-

    ' "Herdoto escribi sobre las guerras mdicas, un acontecirniento de la generacin pre-

    cedente; Tucdides escribi la historia de la guerra contempornea del Peloponeso; Jenofontese centr en la hegernona espartana y tebana de ia que haba sido testi-qo...>, cfr. A. Moru-GLIANo, In historiograJa griega, Crtica, Barcelona, 1984, p. 47.

    ' En este sentido ha afirmado recientemente J. C. BEnuEJo, en su Entra ltistoria t.t'ilos',-la, Akal, Madrid, 1994, p. 186: "La Historiografa griega entrara dentro del gnero que hovllamaramos Historia Contempornea, puesto que los principales historiadores, o bien soncontemporneos de los acontecimientos que describen, como Herdoto, Tucdides. Polibio oFlavio Josefo. o bien recurren a los hechos del pasado para buscar lo que Michel Foucaultllamara la "genealoga del tiempo presente").

    'o Cfr. MourclrANo, op. cit., p. l0l." Me apropio aqu de la expresin empleada por J. Loze.No, op. cit., pp. 2-5-28. .Pense-

    mos -dice-, por ejemplo en Tcito. Reserva el trmino Hi.rfrtrioe a los informes .sobrc lapoca que l observ personalrnente, mientras que a sus obras sobre el perodo antelior las

    intitul Antnles,, (p. 28).':

    "Puede decirse que en la antigua Grecia no hubo Historiadores en el mislro sentidoque hubo artistas y filsofos: no haba personas que dedicaran sus vidas al estudio de la his-toria; el historiador slo era el autobigrafo de su

    _seneracin, y la autobiografa no es unaprofesin", R. G. Cou-tNcwooD, Itleu le la lti.Etnria (trad. de E. O'Golnran y J. I{crnndezCampos), F.C.E., Mxico, 1946, p. 35.

    a.)

    demos hablar de historia o de filosofa como experiencia de hechos enllru"o, sin un punto de partida previo, como muy bien expresa Ag-ies Helter: '5. Esta actitud crtica har que se ini-cie en Grecia una tradicin histrica que se oponga a los mitos y quecifre sus expectativas en la eliminacin de los mismos. Hecateo com-pone > desde los tiempos primitivos hasta el presente deiu poa, como afmazn para una historiografa cientfica a la cualpropbrcionan su material Ia pica y las listas histricas; en ellas asig-na i cada generacin una duracin media de cuarenta aos, elaboran-do con est criterio el rbol genealgico de los Herclidas y el de supropio linaje; asimismo dedic parte de su obra a la descripcin de laii"tiu y de ios pueblos conocidos que la poblaban, basndose para elloen gran parte en sus viajes'u. Con esto se inicia tambin la tradicindetiistoiiador como viajero, que tiene que desplazarse al lugar de loshechos para poder transmitir lo que ha presenciado. El tiempo y el es-pacio cmienzan a concebirse con ello como algo cronometrable yabarcable, frente a los relatos mticos que referan historias acaecidasen el ms all habitado por los dioses y los hroes, y que se perdanen la noche de los tiempos. La historia habr de ser desde Hecateoalgo fundamentalmente humano, aunque en las n-arraciones de estosp.i-.ror historiadores continen mezclndose de forma inevitable as-pectos mticos, como algo inherente a su cultura.

    Como continuador de Hecateo se nos presenta Herdoto de Halicar-naso (484 -426 a. C.) al iniciar el proemio de su Hstoria de la siguientemanera: nsta es la exposicin del resultado de las investigaciones deHerdoto de Halicarnaso para evitar que, con el tiempo, los hechos ht'-

    ', A. HrLLEn, Teora cle la hi.rtoria, Fontamara, Barcelona, 1985 (2.'ed.), trad. de J. Ho-norato. p. l3l.

    " Cfr. ibirt., P. 130.', HECRTEO O Mllro, Fragnrenfa l-tistoricorum Sraecorum, c. y T. Mller,

    332,p.25, cirado por F. CHrute'r, El nacintiettlo de La historirL (trad- de C. Surezed.SigloXXI, l9t8,p.8l.Cfr.H.ScsNeloEx,ot.cit.,p.4l,y J.Lozno, rtp.cit-.

    'n Cfr. H. ScHrloeR, oP. cit., P.42.

    r I frrqB acel ar).

    L)

  • manos queden en el olvido y que las notables y singulares empresasrealizadas, respectivamente, por griegos y brbaros

    -y, en especial, elmotivo de su mutuo enfrentamiento- queden sin realce>>'t.Se suele hacer referencia a Herdoto como primer historiador del

    mundo occidental'8 por ser la suya la primera obra extensa en prosagriega

    -jnica- que se ha conservado. Antes de 1, o contempornea-mente, escribieron pequeos tratados monogrficos de corta extensinfilsofos como Herclito y Demcrito, loggrafos o como Cadmo de Mileto, Acusilao de Argos e incluso su precur-sor Hecateo de Mileto, o el mdico Hipcrates; se trata de los primerosejemplos del gnero filosfico o cientfico, escritos a partir clel s. vra. c., constando de un proemio y una pequea narracin, pero conti-nuando, en cierto modo, el contenido y el estilo de las pequeas com-posiciones de la lrica. Con la Historia de Herdoto nos encontramosccn una obra en prosa que compite con la gran epopeya, con Homero.En este sentido, nos transmite

    -igual que Homero en su Ilada con laguerra de Troya- que su intencin al narrar las Guerras Mdicas esevitar que las grandes acciones queden privadas de gloria, tanto las delos griegos como las de los brbaros; pero va a contar aderns las causaspor las que guerrearon, y aqu se marca la distancia con las explicacio-nes mticas de la epopeya homrica. Como pormenorizar ms adelan-te, Herdoto abandona la historia mtica para pasar a la contempor-nea; los dioses ya no estn presentes en su Historia, al menos en formapersonal y directa, sino que los acontecimientos humanos adquieren supleno protagonismo; adems, ser l mismo quien se haga responsablede su propia investigacin, basada en la observacin de los hechos oen la comprobacin de los testimonios e interpretaciones de otros, paradar una visin general, no unilateral, de los sucesos narrados,e.

    En el racionalismo naciente de Herdoto hay todava muchas su-pervivencias de la tradicin mtica, pero el hecho de que yuxtapongalos temas frecuentes en los poetas lricos, la metafsica que ha presicii-do el nacimiento de la tragedia, las enseanzas de los loggrafos y losviajeros, y las preocupaciones del nuevo espritu crtico, resulta extre-madamente valioso y doblemente revelador. Por una parte, permitecaptar las estructuras dominantes del pensamiento tradicional y en-contrar en forma ms depurada la visin del mundo que subyace, porejemplo, a las obras de Pndaro o Esquilo. Por otra parte, hace posibieuna mejor comprensin de la ambigedad del pensamiento clsicogriego en su origen, impregnado an del espritu mitolgico y, sin em-bargo, abierto ya ala crtica racionalto.

    '' HrRooro, Hi.rroria. Proernio (trad. de C. Schrader), Gredos, lr4adrid, 1917. p. E1 . C.Surez Bacelar, traductor del libro de F. Chtelet, El tncintientr de la hi.trriu. prefiere traciu-cil el libro de la obra de Herdoro por Indagacin; cfr. Si_slo XXI, r978. p.

    -59 y ss.'' Al menos as fue considerado por CrcenN. Cfr. De legibu;i. l, I, 5.'' Sobre los datos rnanejados en este prrafo, cfr. la introduccin de F. R. Ann.roos a la

    Hi.sttriu de Hrnooro, Cre dos, Madrid. 1977 . pp. 7 -9.ro Cfr. al respecto F. Csrlr. op. cit., p.65.

    1/1LA

    ,-

    Desde un punto de vista etimolgico, es tambin en Herdoto don-de encontramos por primefavez el sustantivo , no slo en elnroemio antes citado, sino tambin en otros lugares de su obra2'. Elientido de este trmino es el de o y vie-ne a resumir el doble empeo del autor, a modo de incipiente metodo-loga histrica, esto es, la pretensin de salvar la memoria del pasadou l buscar las razones y causas que expliquen determinados aconteci-mientos. En este punto se aparta Herdoto de Hecateo, pues ya noslo cifra su tarea en narrar con exactitud lo acaecido, sino que porende quiere evitar los de los loggrafos, entre los que sita aHecateozz, para presentar en lugar de ellos , .

    Herdoto quiere ser , hombre de ciencia riguroso, ypara ello intensifica la actitud crtica de Hecateo. Quiere presentar laverdad, los hechos positivos, de ah que no describa el pasado remoto,sino el ms prximo a l; no escribe la historia primitiva, sino las lu-chas de los helenos con los brbaros desde la poca de los lidios hastael 479 a. C.,la historia de los setenta aos anteriores a su nacimiento23.La razn es que de estos tiempos ms cercanos pueden darse relatosms seguros, pues cabe interrogar a testigos presenciales e investigaren su lugar los monumentos en los que el pasado contina viviendo.La documentacin escrita constituye la parte menor de las fuentes conque trabaja Herdoto, refirindose con mayor frecuencia a las cosasque ha visto en sus viajestt o que escuch de personas annimast5,constituyendo su principal tarea la exclusin

    -con un criterio propio

    de persona ilustrada- de todo aquello que debe considerarse increblepara la sana razn de un hombre de su tiempo26; de ah que, mientrastiene certeza de Su percepcin directa, requiera confirmacin y con-traste de lo que otros le han contado2T.

    '' La crtica al mtodo empleado por Herdoto en sus investigacio-nes comenz con su discpulo y competidor Tucdides de Atenas(aprox. 464-404 a. C.), quien, escptico, desconfi sistemticamentede los testigos directos, pues (presentan versiones que varan segn su

    '' II,99 y II, 118, pp. 385 y 404, respectivamente, de la edicin de Gredos que manejo.Cfr. E. Lreo, op. cit., p. 97.

    " Cfr. Henooto, Histora, II, 143, p. 436.!' Cfr. H. ScntEtoen, op. cit., pp.42-43.".,Yo lo he visto personalmente y, desde luego, excede toda ponderacin". II, 148,

    p.441." .Que as sucedi lo escuch de labios de los sacerdotes de Hefesto en Menfis". II, 2,

    p. 280.,o

    .Sin embargo, ciertos griegos, entre otras muchas tonteras, llegan a decir que Psam-tico mand cortar la lengua a unas mujeres y dispuso que los nios crecieran con ellas en esascondiciones,,, ibitl. Una actitud misgina popular se reflejaba en ste y otros ejernplos.

    " ,.En fin, eso es lo que me dijeron sobre la crianza de esos nios; pero tambin obtuveorras informaciones en Menfis...; y me dirig asirnismo a Tebas y Helipohs para recabar no-ticias de los mislnos tenas, con el deseo de comprobar si coincidan con lo que me haban dr-cho en Menfls, pues los sacerdotes de Helipolis tienen fama de ser los egipcios ms versa-cios en relatos dei pasado", II,3, pp.280-281. Sobre las fuentes orales de Herdoto. cfr. J.LozNo. op. cit., pp. 19-21.

    25

  • simpata respecto de unos y otros, y segn su memoriarr,t. sta era asus ojos, probablemente, la razn de que la historia se confundiesemuy a menudo con la erudicin superficial, de ah que evite la palabra, QUe tiene, para 1, un eco de las fabulaciones ms o menosreales de Herdototn. La primera fuente de credibilidad que admitirTucdides ser su propia experiencia visual, despus, una crtica loms cuidadosa y completa posible de sus informaciones, sin fiarsenunca >, acusando tcitamente a Herdoto al afirmar que el resultado alque llegar por su mtodo histrico ser >3o. Irnica-mente, la obra de Herdoto no slo fue muy popular desde el momen-to mismo de su publicacin, sino que su lectura aparece testimoniadapor numerosas citas en la poca romana, y ha continuado siendo elhistoriador griego ms conocido hasta nuestros das.

    sin duda, la innovacin de Tucdides reside en su mayor aproxi-macin a los testimonios escritos, lo .Sin embargo, no puede ser considerado por ello como un mero memo-rialista; no son slo los grandes hechos los que le interesan, ni su cu-riosidad es la de un poeta o un viajero, sino que su documentacin vaa referirse a los hechos considerados:,Su Historia es menos un relatoque tiende a hacer imperecederos los acontecimientos pasados queuna demostracin destinada a deducir las leyes generales de una evo-lucin histrica.. como dice chtelet, 3'. De esta manera, su pretensin de que sea una ad-quisicin para siempre se refiere tambin a que sea susceptible de ins-truir a las generaciones futuras, de prevenir los errores y servir degua a los polticos. Con el carcter dramtico de su relato de la gue-rrat? se deja traslucir la esencia misma de la violencia colectiva, y,aunque no tenga intencin de ello, el historiador se muestra moralista,o, al menos, pensador que busca las constantes y descubre las estruc-turas profundas del acto histrico humano, del drama individual o co-lectivo.

    ']6 Tucolos, Historia tle la guerra del PeLopotteso,I.22.3. Existe traduccin casrellana.Hernando, Madrid, 1973.

    ' Cfr. E. Llro, ot. cit., p.98.'o Cfr. I.22.4." F. CurelEr, op. cit., p. 126." ,,Nunca haban sido toradas y dejadas sin habitantes rantas ciudades, unas por los br-

    baros. otras por los mismos,griegos luchando unos con otros (hay algunas incluso que al sertomadas canbiaron de habitantes), ni haba habido tantos destierros y nrucrtcs. unas er 1..guerra y las otras por las luchas civiles>. I.23. Cfr. F. CuATELET, op. cit., p. 12l.

    26

    .-. Desde este momento se capta mejor la diferencia que separa a He-rdoto de Tucdides. Para el primero, la historia en el sentido de histo-ria rerum gestarum todava est separada de su significacin filosfi-ca',ltay que hacer un gran esfuerzo para encontrar en la lectura de loshechos el hilo de una concepcin general del devenir histrico; aun-que algunas veces el acontecimiento est sometido a la crtica, la ra-cionalizacin del dato apenas est esbozada. Por el contrario, en Tuc-dides encontramos conceptos clave que permiten comprender todaaccin humana; no se trata de una filosofa la historia o me-nos an de una moral la historia, sino ms bien deuna historia rerum gestarum original, que es inmediatamente historiafilosficar3.. Aunque sea consciente de que las pasiones y las luchasimperialistas preponderan en la historia, Tucdides tiene un ideal delhombre tal como debera ser (honorable, fiel, noble, piadoso, razona-ble, previsor, comedido, reflexivo y valiente); querra verle obrar porprincipios y con reflexin, justamente y en beneficio de la comunidad;pero slo excepcionalmente existen hombres as. Contemporneo deProtgoras y Eurpides, aprendi de ambos a caracterizar al individuoy a conocer sus pasiones. Por todo esto, resulta demasiado simplista laasimilacin que hace Hegel de Herdoto, Tucdides , incluyndolos a todos en el mismo saco de sura.

    Quiero poner punto final a este recorrido por los orgenes de lahistoriografa con una breve referencia a Jenofonte de Atenas (ca. 430-353), quien representa a mi juicio un hito importante en el desplaza-miento que va a experimentarse en los comienzos mismos del pensa-miento occidental desde la historia hacia la filosofa. Jenofonte con-tinu con sus Helenica la obra de Tucdices en vida de ste, pero surepresentatividad en la historia de la historiografa queda reducida a laconfeccin de pequeas memorias como la conocida Anabaslsrt. Dis-cpulo de Scrates

    -quien le salv la vida en la batalla de Delio-,ha pasado a la posteridad por la importancia de las lucubraciones filo-sficas que aparecen en las obras dedicadas a su maestro, como lasMemorabilia o la Apologa de Scrates, donde nos presenta a un pa-dre de la filosofa mucho menos atractivo e idealizado que el que nostransmite Platn, en el que predomina el sentido comn y la referenciaconstante a las cosas cotidianas.'En cualquier caso, y sin quererlo, Je-nofonte inici la tradicin de una historia de la filosofa hecha por hts-

    " Cfr. ibid., p. 136! Segn G. W. HEcel , Leccione. .sobre Ia J'itosoJ'a de la historia tutiversttl. Revista cieOccidente. Madrid, 1974, p. 153. estos historiadores .vivieron en el espritu dc los aconteci-mientos por ellos descritos; pertenecieron a dicho espritu. Trasladaron al terreno de Ia repre-sentacin espiritual lo sucedido, los hechos, los acontecimientos y estados que haban tenidrrante los ojos".

    tt Ttulo puesto por Arriano, respondiendo a su sentido etimolgico de "expedrcin.,

    pues Jenofonte narra cnio condujo en persona a los dlez rnil griegos -que haban luchrclomercenarian.lente al lado de Ciro frente a Artajerjes en la batalla de Cunaxa- en stl rc-tirada.

    durante un ecorrido de unos cuatro lnil kilrnetos.

    27

  • toriaclores-filsofos3u, ur precedente de gran importancia, pero a todasluces insuficiente para construir un puente entre historia y filosofa,que en el mundo griego se presentan divorciadas.

    2. IpEns pRECURSoRAS DE LA FILosoFA DE LA HISToRIAEN EL pENSAMIENTo cRECo-RoMANot Ln pllosopRCOMO SUPERACIN DE LA HISTORIA

    En los primeros captulos de La Decadenca de Occidente analiza-ba Spengler la actitud de los griegos ante la Historia, parecindole in-discutible que esta cultura careci de un sentido histrico. A esta pos-tura se opuso apasionadamente Schwartz3T, sosteniendo que la tesis deque el hombre antiguo careca de un rgano de percepcin del pasadoera una afirmacin infundada. Ciertamente, la postura de Spengler erademasiado radical y, llevada hasta sus ltimas consecuencias, negabacualquier valor a la historrografa griega y, por extensin, a la romana'Sin embargo, el error de Schwartz fue cifrar el griego en la percepcin del presente y del pasado inmediato, olvidn-osJ de que para hablar con propiedad de una nocin de temporalidadhay que incluir el futuro, como un proyecto que incluye el procesocreador continuado del hombre. Desde este punto de vista, resulta ob-vio que la cultura griega, inmersa en una ley de inexorable fatalidadque rega sus vidas, adoleca de una falta de sentido para el transcursotmporal. En este contexto es en el que afirma Lwith que para lospensadores griegos, interesados primordialmente en el logos del cos-

    ^os, rrunafIosofa de la historia habra sido una contradiccin en los

    trminos>"; en la cuenta del historiador helnico no entraba lo venide-ro, y el filsofo griego, a Su vez, se atena a lo no cambiante. La opi-nin de Collingwood coincide en este punto con la de Lwith, al sea-lar, aunque reconozca altos mritos a los historiadores griegos (v.g., elque tuvieran clara conciencia, tanto de que la historia es o puede seruna ciencia, como de que se refiere a los actos humanos), que el pensa-miento helnico se basa en una metafsica rigurosamente antihistrica3e.

    * Cfr. H. ScHruelon. op. cit., p. 60.

  • En mi opinin, hay un hecho clave que nos impide hablar con pro-piedad de una filosofa de la historia en el pensamiento griego, y es lamafginacin a que se ve sometido el saber histrico, incapacitado paraentrar en los verdaderos campos del conocimiento inteligible. Es cier-to que en algunos autores

    -como veamos en el apartado anterior-

    aparecen destellos que pueden interpretarse como un cierto sentidohistrico, pero tambin es obvio que en ninguno de ellos existe volun-tad de reflexionar sobre el devenir histrico para buscar un sentido ala forma en que se desarrolla la historia, ni tampoco intentan referirsea unas coordenadas universales que enmarquen este desarrollo. Para lamente griega,la historia es fragmento, y el tiempo una mera funcindel acontecimiento relatado, ms un tiempo lgico que cronolgico;en este sentido, me parece muy acertada la afirmacin de Meyersonsobre Herdoto, y que yo hara extensiva al pensamiento griego en ge-neral, por lo que a la concepcin del tiempo y de la historia se refiere:>05 .

    Sin embargo, aunque la cultura griega carezca de una concienciahistrica profunda que exprese la propia concepcin del mundo, pode-rnos encontrar de forma rudimentaria en las expresiones de su histo-riografa y filosofa nacientes algunas ideas precursoras de teoras queposteriormente aparecern en el marco de una filosofa de la historia.

    Limitmonos a enumerar algunas de estas intuiciones fundamenta-les: /) Explicacin del origen del universo y del hombre por teogonasy cosmogonas filosficas (de Hesodo a Herclito); 2) Indagacionessobre el estado primitivo del hombre y los comienzos del desarrollocultural, plasmadas en la creencia en un estado primitivo paradisaco

    -una edad de Oro donde imperaban lapaz y la justicia- que habra

    ido degenerndose por el desgaste de la cultura a lo largo de sucesivasedades

    -plata, bronce, hierro-, con lo que descubrimos que la exal-

    tacin de un estado primitivo feliz va aparejado con la limitacin delvalor de la cultura tcnica (Herdoto, Ovidio, Demcrito, Protgoras,Platn, Sneca); en la escuela epicreaou hubo, sin embargo, juiciosmenos favorables sobre la bondad de este estado primitivo, lo queMondolfo interpreta en el lugar arriba mencionado como una aproxi-macin a la teora clel progreso; -l) Explicaciones acerca de las leyesque rigen la sucesin cclica de las formas de gobierno, como si losEstados disfrutaran de una especie de vida orgnica, consistellte ennacer, crecer, florecer y morir (destaca Polibio)tt.

    En la primera parte de este captulo hacamos un pequeo recorri-

    .5 I. MyeRSoN. .Le temps, la lnmoire, I'Histoire", en Jountul de P.rrclrrtltt,e,ie ttot'tttttlet patholosiqre, Paris. 1956. n." 3, p. 339.

    'o Cfr., por ejemplo, Lucncto, De rerunt tntur(t, Y 907 ss..' SobrJ estos puntos es interesante consultar J. TsySSE^*, Histr,ria Lle lu.l'ilLtstt./ le l,t

    historia, trad. de F. Korell, Espasa Calpe Argentina, Buenos Aires, 1954, pp. l-5-21'

    30

    do por los orgenes de la historio grafa, observando un paulatino des-olaiamiento hacia quehaceres filosficos en los primeros historiadoreseriegos. Ahora vamos a analizar someramente la opinin que tenanlgunot de los primeros filsofos, para desentraar si acaso nos en-contramos con una incipiente filosofa de la historia, o, al menos, conuna filosofa de la historia en germen, como fruto de ese temprano es-coramiento de la historia hacia la filosofa.

    No puede decirse que en estos primeros momentos asistamos a unenfrentamiento entre historiadores y filsofos, como el que habr dedarse en el siglo XIX y que provocar comentarios como el de J.Burckhardt

    -quien profesa de historiador y quiere evitar, sobre todo,

    hacer una filosofa de la historia-

  • poca en que la historia se mova con extraordinaria rapidez, y en unpas donde los terremotos y la erosin mudabanla faz de la tierra conuna violencia difcil de experimentar en otra parte. Vean la naturalezacomo un espectculo de cambios incesantes, y a la vida humana comoalgo que cambiaba con ms violencia que cualquier otra cosa>>tn.

    Los historiadores de gestas blicas han descubierto que ser huma-no es ser temporal y que la temporalidad no es slo fuente de grande-za y hechos hericos, sino tambin origen de desgracias. Pero frente asu postura de avestruz que les hace encerrarse en un retiro a compren-der lo que ha sucedido y hacer de historiadores, opondr Platn unaracionalizacin que conduzca a la accin; como filsofo se aparta deldevenir, siguiendo un camino intelectual que le permita escapar de losensible en aras de un objeto de conocimiento inmutable; como polti-co construye una ciudad ideal; como historiador se complace en evo-car

    -contrariamente a Herdoto y Tucdides- leyendas y mitos des-

    tinados solamente a ilustrar una demostracin abstracta5o.En esto consiste la tendencia anti-histrica de la filosofa. Puesto

    que el objeto que el historiador considera es el propio devenir -in-cluso los hechos del pasado son actos que pertenecen a un mundo

    cambiante-, Do pueden constituir el conocimiento propiamente dicho(epistme), sino slo un semi-conocimiento emprico, fruto de la opi-ni6n (dxa,), esto es, un saber inmediato, sin fundamento de razn eincapaz de demostrarse, vlido nicamente para el momento de supropia duracin y no en todas partes y para siempre. En la posicinextrema de los eleticos, la historia tena que ser imposible. Para Pla-tn y Aristteles haba en el conocimiento histrico algo de real, encuanto perceptible, pero como conocimiento altamente ininteligible,algo que no poda ser objeto de ciencia. Para ambos, puede ser conve-niente recordar la historia de los acontecimientos, en cuanto sirve depronstico en los procesos rtmicos a que se ve sometida la vida hu-mana, pero, valiosas y todo las enseanzas de la historia, su valor estlimitado por la ininteligibilidad de su contenido, condenado a ser unmero agregado de percepciones.

    Esta es larazn, tal y como nos transmite Lled5', de que el trmi-no > aparezca casi desterrado en los escritos de Platn y conun contenido muy limitado en los de Aristteles. En Platn lo encon-tramos en el Cratilo (437 b), donde se da a esta palabra una curiosaetimologa, y en otro pasaje, poco interesante, del Fedro (244 c)', porltimo, en el Fedn (96 a), aparece en un sentido muy preciso: comoun estadio primitivo de lo que despus va a ser filosofa:

  • F"'',f{:.?fi

    la dominacin del mundo por parte de Roma56, la Fortuna haba guia-do todos los asuntos del mundo y la area que se arrogaba como histo-riador consista no tanto en narrar hechos inconexos como en indagarcrticamente cundo y cmo se originaron los sucesos y cmo se diri-gi a su fin57.,

    Polibio caracterizaba el tipo de historia que l haca como prag-mtica, entendiendo por ello el estudio no de leyendas o genealogas,sino de hechos descritos detalladamente y explicados causalmente enfuncin de las intenciones y decisiones de los agentes; de aqu que losacontecimientos no puedan exponerse de modo meramente inconexo.sino que se presentan condicionados lgicamente unos por otros, inte-rrelacionando adems lo que sucede en todas las partes del mundo ha-bitado. En su explicacin histrica distinguir Polibio la causa, el ini-cio y el pretexto de los acontecimientos:

  • 3. Los pRIMERoS pAsos DE LA FILosoFiA DE LA HISToRIAEN EL MUNDO JUDEOCRISTIANO

    En opinin de Dilthey, el nacimiento de una conciencia histric"verdadera slo puede ser fruto del cristianismo, al colisionar un granpasado histrico y una gran actualidad histrica, operndose unatransformacin en la manera de concebir los hechos histricos por elfundamento religioso que los anima, y haciendo que surja la plenaconciencia de una evolucin histrica de la vida entera del alma: rut. Ahora bien, aunque estas caractersticas se en-cuentren a ia base de la futura filosofa de la historia, me niego a ad-mitir que en el pensamiento hebreo se pueda descubrir una filosofade la historia como tal, trmino que prodigan abusivamente autorescomo Schneider. Una cosa es que algunos elementos de la concepcinbblica juda posibiliten la aparicin de una filosofa de la historia, yotra muy distinta que hablemos de filosofa hebrea de la historia.Tampoco en el pueblo de Israel exite una voluntad de bsqueda desentido a la forma de desarrollo histrico; y, si aparece entre los pro-fetas una concepcin temporal del futuro, es en detrimento de la valo-racin del pasado, que es conternplado en los libros del Pentateuco ala manera de narracin pica de las vicisitudes de un pueblo que bus-ca en el mundo una tierra prometida.

    Con todo, la verdadera influencia para el pensamiento medieval, y

    '' Cfr. Dan. 2.36-45." Cfr. l. GARCA VENruRIr,tr, Fiktsolu de Lu Hstorin. Gredos, Madid, 1972, p..15."' Cfr. K. LrvtrH, o7r, cit., p. 182." [:.rr rcrlidrd, Schlegel rfrrrrtr que

    "los h:stordores son profetrs del revis-. Clr. J O-rtcA y GASsET. El tenta tle ttuesrro ientto. Obras Completas, Alianza. Madrid, 1983. p. 153.

    '" Sobre cstos cuatro caracteres, cfr. J. THvsseN, op. cit., o.29.

    31

  • para la ulterior filosofa de la historia, provendr de la confluencia dejudasmo y cristianismo; la era del Antiguo y Nuevo Testamento se el,-frentan como Promesa y Cumplimiento, aunque sigue hacindose hinca-pi en una continuidad lineal en la historia de la salvacin, encaminadaa la segunda venida de Cristo, que los primeros cristianos considera-ban inmediataut. Tomando como apogeo el advenimiento del Mesas,el cristianismo valora la historia pasada como algo precedente que hasido superado, y sabe que el momento de la redencin inicia una his-toria de renovacin espiritual que permitir la salvacin de los justosal final de los tiempos, con lo que la esperanza pierde cualquier posi-ble matiz terrenal y la historia se bifurca en dos aspectos: el profano,que carece de inters

    -es, en este sentido,

  • trabajo que marca el comienzo de nuestra disciplina", y aigunos con,sideran la exposicin agustiniana de La ciudad de Dios como (el pri-mer gran ejemplo de una genuina filosofa de la historia>78. No faltan,sin embargo, detractores; as, Croce no hace sino restar irnportancia alprotagonismo de San Agustn en el campo de la interpretacin histl-ca, diluyendo su aportacin entre el conjunto de las escasas contribu-ciones medievales a la historiografa7e igualmente, Collingwood nohace sino nombrar de pasada a San Agustn

    -de la mano de San Je-rnimo y San Ambrosio, mientras Eusebio de Cesarea sale mucho me-jor parado- en el marco de las escasas pginas dedicadas a la histo-riografa cristiana y medieval8o; con todo, Troeltsch es quien le niegams explcitamente el carcter de filsofo de la historia

    -lo mismoque a Eusebio o San Jernimo-por no ser ms que un compilador yactuar dogmticamente, 8'.

    Es cierto que en la obra mencionada de San Agustn puede ras-trearse un intento por buscar un sentido a la historia, tomndola comoobjeto de reflexin y sistematizando las argumentaciones. Pero habraque plantearse si solamente por eso nos encontramos ante una filoso-fa de la historia. Esta es una cuestin que ha preocupado a autorescomo Gilson, quien afirma que una respuesta afirmativa o negativa acsta pregunta significa ya una cierta nocin de la filosofatr. Es incon-testable que en San Agustn aparece un saber cristiano acerca de lahistoria, pero lo que no est tan claro es si su exposicin histrica essusceptible de una interpretacin de conjunto prescindiendo de las lu-ces de la revelacin, esto es, una interpretacin puramente racional.La respuesta no se deja esperar: su explicacin de la historia universales esencialmente religiosa, en el sentido de que deriva su Iuz de Ia clcla revelacin, por lo que podernos al'irmar que se trata ms bien cjcvn^ teologa de la historia que de lo que hoy da denominamos filoso-fatr. En mi opinin, pues, aunque no me parece errnea la denomina-cin de ), me parecc mucho msacertado que nos dirijamos a la obra de San Agustn hablando de *teo,loga de la historia>, para no inducir a confusin, lo que no significlclue no sea consciente de que en la poca agustiniana filosol'a y teolo-

    " Cfr. al respecro J. G,qnci. VrNrunrxt, ap. cit., p.62." Cfr. J. M.nlr, Filo.soJa de la historitt, trad, de J. Garca Venturini y E. K. Kraemcr.

    Troquel. Buenos Aires, 1960, p. 17." Cfr. B Cpoce, feoriu e Storiu dclla.Storogruf

  • original, De civitate Dei con.tra paganos. Agustn quera defendel alcristianismo del cargo de ser culpable de la decadencia del Imperioromano y del saqueo de Roma por Alarico, o, como ha expresado Phi-lipe Aries, ".

    La compresin agustiniana de la historia se apoya en dos presu-puestos fundamentales: l) el mundo es obra de Dios Creador y 2) eIacontecer mundano est regido por la providencia divina, que planil'i-ca, conduce y gobierna el devenir de la humanidad, planificando a suvez el tiempo

    -lugar de la historia-, pero dejando un lugar a la lr-bertad del hombre y descartando la necesidad del destinofiEl pensa-miento agustiniano organiza, as, la historia a modo de dramat' dondeacontece la perdicin y la salvacin del hombre; el principio y el finde la representacin es Dios, todo procede de El y camina hacia El; yste es el esquema del exitus-reditus que perdurar a lo largo del me-dievo. El drama se desarrolla en tres actos; el hombre cado (Adn), elhombre redimido (en Cristo) y el hombre glorificado (en Dios); tiem-po del pecado, tiempo de la gracia y tiempo del gozo eterno; el plandel Creador fue entorpecido en un principio por la negligencia delhombre, pero su sabia providencia supo aprovechar las malas volunta-des para el triunfo del bien, de forma que toda la humanidad puedaparticipar de su plan trazado; el gnero humano forma parte de unaunidad total al compartir los eventos fundamentales que constituyen lahistoria: el acto creador, el acto de la cada y el acto de la redencin;en ese marco global, todos los hombres son partcipes de la mismasuerte y destino.

    La representacin concreta del drama discurre entre dos posibili-dades antagnicas: la ciudad de Dios (civitas Dei) y la ciudad terrena(civitas diaboli)nl. La historia humana es la narracin de la lucha entrcambas, verdadera dialctica que mueve el proceso histrico. La ciudaclterrestre es de Satn y se inici en la historia con Can, mientras quela ciudad de Dios est representada desde el comienzo por Abel, esdecir, por aqul que fund una sociedad en la tierra, mientras su her-mano se converta en el eterno peregrino''; y a partir de este origen, lahistoria de los dos pueblos a que cada uno dio origen se confunde conla historia universal. precisamente no porque haya una sociedad uni-

    '3 Ph. ARIES, Le ternp.r d l'H.torie, Ed. du Rocher, Monaco. 1954, p. 99. Sobr e sttpunto, cfr tambin K. Lwtru. op. cir., p. 167 ss.; J. THyssEN, up. t'it., pp.2-5-26: y I-. Dt'JovNE, 0p. cit., p.209.

    " Sobre esta metfora y algunas de las expresiones siguientes, cfr. Gt'ttz--Hen.rs. o7r.cit., p.9 y ss. En este mismo sentido escriba, refirindose a la historia bblica. Reinhold Nl-suHn, Fl antl Histor,,,, Cf. Scribne and Sons, New York, 1956, p.27: ul-a Historia es con-cebida significativamente corno un drartn y no como una pauta de relaciones necesarias dc-terminables cientficamente".

    ')r' Cfr. De civ. Dei,XXl, l. Cfr. tambin bd.,XV11.20,2."' Cfr. De civ. Dei, XY. 1,2.

    nn

    versal nica, sino porque ambas son universales en el sentido de quetodo hombre, sea quien sea, es necesariamente ciudadano de una o dcoffa, ya predestinado a reinar eternamente con Cristo (si ama a Dios),ya predestinado a sufrir con los demonios un suplicio eterno (si noma a Dios)nr; aquellos que no aman a Dios son los que aman exclusi-vamente el mundo, los paganos, y en este sentido puede Agustn afir-mar que son dos amores los que dan lugar a dos ciudadeser, Se tratapues de dos .ciudades> simblicas, cuya naturaleza est definida poria de aquellos que las aman, y pueden, a su vez, recibir dos nombresms simblicos todava: Jerusalem (visin de paz) y Babilonia (Babel,confusin)eo; el enfrentamiento se prolongar hasta el fin de los tiem-Dos, cuando ser el triunfo definitivo de Jerusalem. El combate entreia ciudad eterna y la ciudad terrestre es en definitiva la lucha entre elespritu y la carne, entre el bien y el mal, que coexisten conflictiva-mente hasta el fin de los tiempos.

    En ia interpretacin agustiniana de las dos ciudades descubrimosuna clara influencia del platonismo, recibida con toda seguridad a tra-vs de los pensadores neoplatnicos que San Agustn conoca. ParaPlatn haba un contraste radical entre el orden perfecto de lo eterno yel orden de lo cambiante, de lo que cae bajo la experiencia sensibledel hombre; entre las Ideas que son la verdadera realidad y el mundode lo sensible que es su reflejo debilitado. En La ciudad de Dios apa-rece, junto a esta idea una nueva, del contraste rotundo entre una rea-lidad perfecta y otra que es, no slo inferior a ella, sino que tambinle es hostil. La conviccin que se le planteaba a Platn en el planometafsico, se proyecta tambin para San Agustn en el mbito din-mico del desarrollo de la historia, alavez terrena y celestial. De estemodo, lo que en Platn slo haba sido una especie de contraste entreuna apariencia cambiante y una realidad esttica, inmvil, se convier-te en San Agustn en un combate generador del movimiento de la his-toriaes. San Agustn presenta dos comunidades histricas que transcu-rren a travs del tiempo, pero cuya finalidad ltima es transcenderlo,de forma que la historia desemboca en la metahistoria o, mejor, en Iatranshistoria, el tiempo en la eternidad. Con palabras de Gmez-He-rase6, el tiempo y la historia discurren a dos niveles: humano y divino,intrahistrico y metahistrico. Hay un tiempo de la naturaleza y untiempo de la gracia; un tiempo del pecado y un tiempo de la reden-cin. Ahora bien, el primero - --el que se desarrolla en el mundo hu-mano- no es para San Agustn propiamente historia, mientras que slo es el sesundo: la historia es la historia de la salvacin. La verdade-

    '" Cfr. D cv'. Dei, XY, I, I."' Cfr. De cit'. Dei,XIY, l, y XIY 28."' Cfr. Dc civ Di, XV[,4; XVIII, ]; y XIX, 9. Sobe simbologa de las dos ciudades, cfr

    E. GiLsoN, op. cit., pp.5l-52." Cfr. E. Horrv.nn, "Platonism in Agustine's Philosophy of History", en Philosoplrt'

    and Historv. Essats prestntatl to Entst Cossirer- R. Klibansky y H. J. Paton (eds.), ClarendonPress, Oxford. 1936, pp. 173-190.

    * Cf. J. C. Gnrz-Henas, op. cir., pp. l0- ll.

  • llilrI

    i

    I

    ra historia sigue un curso homogneo que responde al plan salvficode Dios. lrazado por su providencia.

    Sin embargo, aunque tenga sus miras puestas en la eternidad, tam-bin se interes San Agustn por el problema de la periodizacin de lahistoria, eso s dividiendo las diferentes etapas de forma simblica ycon clara influencia teolgica. As, pensaba que, en nmero igual alde los das de la creacin y en analoga con ellos, existen seis , a los que seguir el tiempo del sbado, eterno, despus del Juj-cio final, cstos siglos representan ai mismo tiempo las seis edades dcla humanidad; y el sexto siglo, del que no cabe predecir la duracin,estar regido por ei Imperio romano a partir de Jesucristo, que habrde ser el ltimo segn la profeca de Daniele?. Los puntos de vista teo-lgico y simblico se anteponen a una forma objetiva de contcmplarla marcha de la historia profana. La lucha entre la ciudad de Dios y laciudad terrena es desde un principio un hecho incontestable, de formaque Ia historia entre el comienzo y el fin de esa contienda apareccslo como un intermedio, como un interludio fugaz. No slo se csta-blece el sentido de la historia terrenal, sino que sta queda descartadatambin como Iugar de grandes realizaciones futuras, ya que se en-cuentra en su ltima fase. La historia humana no puede contener nin-gn movimiento creador, al margen del plan trazado por la providen-cia divina.

    -.Segn todos estos supuestos, la perspectiva desde la que Aguslnde Hipona interpreta la historia es la de la razn creyente. El sentidcrprofundo del acontecer slo es perceptible desde la revelacin divinry desde la fe de quien la acepta. La filosofa cede su sitio a la teolo-ga. El quehacer c'lel historiador se identifica con la labor religiosa dclcreyente, esto es, organizar los materiales dispersos de la revelacinjudeocristiana, sistematizndolos, otorgndoles un sentido en la totali-dad de la historia.,La teologa est preparada para comenzar su larg--andadura por la Edad Media, transmitiendo una escasa sensibilidaclpara la historicidad y relegando a un segundo plano la reflexin sobrcel acontecer humano. No obstante, estamos ya en presencia dc unaprimera e irnportante interpretacin de la historia, aunque su intencinpor sacar a la luz el verdadero contenido de ia historia temporal, encontraste con la supratemporal, coloque al acontecer humano en un lugar secundario. Tal y como afirma Gmez--Heras, .}as bascs de un-.interpretacin del tiempo estaban ya echadas y en espera de que la se-cularizacin efectuada por e1 pensamiento de la Edad Moderna las to-mara como pauta para construir la filosofa de la historia>".

    Sin embargo, pasarn an muchos siglos hasta quc el sabcr historico abandone la tutela de 1a teologa y pucda cotnettzar a hablarsc tlcuna filosofa de la historia. Hasta ese momento la intcrpletacion egus-

    " Para infornracin ms dctallda sobrc 1a periodizacin29; y l-. Du"rovNE, op. ct., p. 210 y ss.

    '* J. G. Gorrrz-HERAs. o/r. clt., p. 1i.

    44

    niana ser custodiada por fieles pensadores medievales, quienes ape-nas harn innovaciones conceptuales y seguirn insistiendo en inter-oretaciones simblicas y apocalpticas. Sern figuras relevantes enLste perodo Paulo Orosio (Historiae adversum paganos), Otto vonFreising (Chronica sive Historia de duabus civitcttibus), Joaqun deFiore (Evangelium sancti spiritus, el

  • l,l

    virtualidad proftica de la historia. En este punto, quisiera subrayar laimportancia de la obra de Joaqun de lriore, conocida bajo la denomi-nacin de

    "cl Evangelio Eterno", la cual se corresponde con el tercergran perodo de la humanidad (tras el del Padre o Antiguo Testamen-to, y el del Hijo, ya entonces prximo a su fin) caracterizado pol unalibertad espiritual absoluta y un comunismo monstico

    -sin jerar-quas, lo que le granje las iras eclesisticas'm. Esto es, en el mism

  • algunos elementos que puede-n cosiderarse -como

    muy bien ha sc-a'ado Bury- antecedentes de 1a idea de progreso desarrollada a par-tir de la pca ilustrada y tan importante para la constitucin de la fi-losfa de la historia; tres puntos de su concepcin histrica fueronfavorables al advenimiento de la idea de progreso: 1) el rechazo de lateora de la ciegeneracin humana, 2) la afirmacin de que el tiernp.nuevo es, en las ciencias y en las artes, -superior al de la antigedadclsica, y 3) la concepcin de una historia universal ,.comn a todoslos nueblos de la tierra"rnt'

    ^gn los albores de la modernidad presenciamos un claro menospre-cio del saber histrico en favor del desarrollo de las ciencias exactas,asDecto del clue Descartes es un claro exponente. El conjunto de laobra cartesiana conduce a un escepticisrno histrico que sirvi de basea una nueva escuela historigrfica, cuyo principal postulado consistaen no admitir ninguna fuente documental sin antes someterla a un pro-ceso crtico, con io que la memoria histrica baconiana y las autorida-des tradicionales cleban adems verificarse empleando testimonios nodocumentales. La tarea histrica as concebida .odava descansaba entextos escritos, pero los historiadores estaban aprendiendo a manejarsus fuentes con un espritu profundamente crtico. Con este mismo es-oritu escribi spinoza su Tratado teolgico-poltico, que le vali suinmerecida fam de ateo, convirtindose en el paladn de Ia nuevaexsesis bblica, aunque sus intereses no se dirigan tanto a investigarla v"eracidad histrica de los relatos bblicos como a mostrar las rela-ciones entre filosofa y teologa'

    Seguramente fue 1a filosofa de Leibniz, como aflrma Flint,

    '* Cf. F. MelNeCrE, El ltistorcisnto t, su gnesi.r, trad. de J. Mingarro y T. Muoz lvf oli-na, F.C.E., 1g43, pp. 34-35. A conrinuacin de esto aade: .El problema de la unidad y mul,tipii.i,iad que la iiiuacin religiosa y la de las ciencias nillurales er su tietnpo le plante rt-'"1nl, ,..iUiO as una solucin metafsica, que no fue slo rletafsica. sino que, un cla. laconfirmara tambin la experiencia hisrrica directa"'

    48

    hecho o singulares'05, cuyo conocimiento necesita tambin de la me-moria y no slo de la razn como Ia filosofat6. Su inters por la crtl-ca histrica no se revela nicamente en su tarea como historiador

    -re-cordemos que en Hannover dedic parte de sus esfuerzos a escribiruna historia de la familia Braunschweig-, sino que aplic tambinsus mtodos de investigacin al estudio de la historia de la filosofa; yaunque no escribiera ninguna historia de la filosofa, su misma obratestimonia los conocimientos que tena de filosofa antigua y medie-val, y es a l a quien debemos la idea de la filososfa como una tradi-cin histrica continuada'07, donde los avances obedecen no tanto a iaDostulacin de ideas nuevas y revolucionarias, sitlo a la conservaciny desarrollo de lo que l denomin perennis philosophia, es decir, elconjunto de verdades permanentes e inmutables que siempre han sidoconocidas, con lo que pretenda contrarrestar el extremado afn de ori-ginalidad que propugnaba Descartes r08.

    'rCiertamente, Leibniz no lleg a elaborar una filosofa de la his-toria, aunque s ha ejercido sobre esta disciplina una influencia consi-derable al poner, por ejemplo, en relacin los estudios filolgicos conlos histricoslB. Pero, sin duda, su mayor aportacin se encuentra ensu concepcin filosfica misma, donde aparecen insinuadas algunasideas que desde mediados del siglo xvtll fueron desarrolladas por losprimeros filsofos de la historia; no ha de extraarnos cncontrar estainfluencia en Herder y Kant, e incluso en Hegel y Marx, aunque enmuchos aspectos no sean conscientes.de ella, o incluso se hubieran es-candalizado de ser sus continuadores. Me estoy refiriendo en concretoa sus principios metafsicos de continuidad, perfeccin y annona uni-versalrr0, cuyo entramado proporciona, como veremos, un antecedentea 1a versin laica y racional de la providencia que se da en Kant y He-gel, en forma de o de

  • la razn>>, respectivamente; elementos que caracterizaran a la l'ilosoll aespeculativa e la historia, junto con su peculiar idea de progreso ha-ci lo mejor"'. En contra de la opinin de Flint mencionada' lne pafe-ce de la uyo. relevancia mostrr qu
  • cuando un pueblo se halla progresando, cada paso que da causa unaaceleracin en el ritmo del progreso, anticipando adems en la evolu-cin intelectual la famosa ley de los tres estadios de Comte"j.

    Aden"rs, hay dos puntos en las concepciones ilustradas que van ajugar tambin un papel importante en el desarrollo de la filosofa de lahistoria: su lucha contra el argumento de autoridad y los prejuicios, ysu valoracin incluso exacerbada de \a razn. Arnbos elementos sonreievantcs para la crtica histrica, de la que P. Bayle represent tam-bin un claro antecedente, al presentar a la historia en su Dictionairehistorique et critique como el nico juez capaz de sancionar la legiti-midad de cualquier argumcntacin, que debe someterse al refrendo delexamen histrico en lugar de parapetarse tras los prejuicios revestidosde autoridad. Por otro lado, 1a razn ilustrada anticipaba los derroterospor los que iba a adentrarse la filosofa especulativa de la historia: laexposicin de la racionalidad subyacente en todos los hechos y aspec-tos de la experiencia humana.

    A continuacin rcsaltar las aportaciones de Voltaire, como crea-dor del trmino , de Vico, coto instauradorde esta disciplina, aunque no fucra objeto de reconocimiento entre suscontemporneos, y de Herder, como primera aportacin clara a la ma-teria en el mundo alemn, que habra de influir tanto en el desarrolloespeculativo que cuhnina en el idealismo objetivo de Hegel, como cnel movimiento romntico. Tanto Vico como Herder son dos figuraspioneras en la filosofa de la historia, y me parece acertado que L Ber-lin resalte su papel en su libro Vico and Hercler, aunque habra que te-ner cuidado con el tratamiento superficial

    -e incluso ingenuo- queparece dar en algunos puntos a estas figuras seeras de la Ilustl'acin.queriendo ignorar que en ellos aparecen en germen tarnbin muchosde los problemas de la ocara oculta de la llustracin>.

    Como se observar, ni aqu ni en sucesivos apartados respetosiempre una exposicin cronolgica. Explico a Voltaire antes que aVico por su relevancia para el establecimiento del concepto de la dis-ciplina quc nos ocupa. Incluyo a Vico por la anticipacin de ideas qucsupone en su poca, aunque pudiera parecer anacrnica esta inclusin,teniendo en cuenta que su influencia real se realizar casi doscientosaos despus. Por ltimo, me refiero a Herder antes que a Kant por-que, a pesar de ser aqul discpulo de ste, le precede en su prcocupa-cin

    -o, al menos, en su exposicin escrita- por la temtica relativa

    a la filosofa de la historia. De todas formas, quiero volver a subrayarque me parece arbitraria cualquier periodizacin que se establczca enla presentacin dc cualquier historia de la filcso1a, pues el desarrclllodcl pensamiento no puede encorsetarse en compxrtimcntos estancr)s.Las divisiones que se realicen slo pueden tener un sentido rnetodol-gico, y as es colno hay que entcnder las que yo realizo a lo lalgo dcl

    rLr Cfi'. .l respecto.li 03 7ras.rrr.

    52

    libro, aunque a veces pueda parecer que me expreso demasiado dog-mticamente al respecto.

    1. VorrnrRE. El oRlcEN DE LA EXPRESIN

    Es generalmente admitido que el trmino fue acuado en el siglo xvIII por Voltaire, aunque ms bien pal'ece quelos verdaderos creadores de la expresin fueron los editorcs ginebri-nos de su Essai sur les Moeurs et I'Esprit des Nations (1769)"", loshermanos Cramer, quienes denominaron a la obra de Voltaire en suprlogo "', inspirndose para elloen el Discurso preliminar que Voltaire aada en su edicin y que ha-ba sido publicado anteriormente bajo un seudnimo' con el ttuloPhilosophie de l'Histoire"t. Sea como sea, puede considerarse estaobra de Voltaire como la prirnera filosofa de la historia

    -al menos ensuelo francs-, frente a la concepcin presentada por Bossuet pocosaos antes en su Dlscotrs sur l'Histoire Universelle (1681)' conside-rada como el ltimo bastin de la teologa de la historia segn el pa-trn agustinianoiln.

    En la secularizacin presente en la obra de Voltaire' y que va aconvertirse en uno de los signos de la Ilustracin, bien pudo jugar unpapel relevante el fainoso terremoto de Lisboa de 1755; no cn vano al-gunos autores han sabido ver en el evento el fin del , pues con sus grietas se agudizaba tambin la

  • esto es, la conviccin de que la atencin debe centrarse en la histoliaprofana, para considerar al hombre y sus creaciones (leyes, usos ycosturnbres) como los verdaderos sujetos de la historia y no a la pro-videncia divina. Sin errbargo, aunque puede descubrirse en la confec-cin del EnsaT,o el inters voltairiano por concebir la historia de ma-nera crtica o cientfica, como un tipo de pensar histrico en el que clhistoriador se ocupara de la historia, en lugar de limitar.-se a repetir los relatos encontrados en libros antiguos, no puede clecrr-se que nos encontremos ante una filosofa de la historia en sentido es-tricto

    -como la que nos proporcionarn ms tarde Herder, Kant,

    Fichte, Schlegel o Hegel-, sino ms bien ante una historia universaldesarrollada con inters filosfico, con independencia del argumentoreligioso de autoridad, y crticamente.'>Voltaire, incisivo polemista, confeccion la primera versin de su

    Ensayo como reaccin al Discurso de Bossuet, el gran monumentohistrico de la poca, con la pretensin de no limitar su historia almundo mediterrneo

    -como haca Bossuet- ni aceptar la providen-

    cia como causa primera de todas las cosas. Con sagaz iron disfrazade homenaje su intencin crtica al retomar el hilo de la historia don

  • tos, sino las verdades tiles que se desprenden de ellos; obtener unconcepto general de los pueblos que han habitado y devastado la tie-rra, conocer el espritu, la moral y las costumbres de las principalcsnaciones; todo ello apoyado por los hechos que, sin remedio, habaque conocer'16. Pero su espritu asistemtico hace que su actitud derespeto a los hechos no siempre se traduzca en una exposicin lo sufi-cientemente metdica y fidedigna.

    Esta visin del pasado como carga que lastra los avances dci es-fuerzo histrico, en vez de como edad de oro utpica, junto con la admi-racin que le producan los descubrimientos matemticos y cientficosdel medio siglo anterior, es lo que permite a algunos autores hablar deuna cierta teora del progreso en la concepcin histrica de Voltaire,que no ser desarrollada sino por Turgot y Condorcet. Voltaie recela-ba dernasiado de las ilusiones optimistas para hacer de Ia perlectibili-dad del honlble una e5pcranra sin leservas, apartndose con su scnli-do comn de cualquier especulacin utpica sobre el futuro; adems,su esquema de los cuatro grandes siglos, como momentos estelarcs dela humanidad, se opone a una teora progresiva; sin embargo, este ie-nmeno ha sido interpretado por Paul Hazard como confianza en unproceso subterrneo que emerge en momentos estelares: 'tt. En estesentido, podemos afirmar que la idea de progreso est presente en lde manera moderada, apoyada en la misma idea de razn universal,que es parte del homble, y que, como dice en su Ensal'o

  • I-as ideas que Vico expone en su Ciencia nueva son, sin duda, re-volucionarias para su tiempo, pero su mrito no fue reconocido sinocuando, dos generaciones despus (Herder), el pensamiento alemnalcanz una situacin semejante a aqulla de donde haba partido elitaliano;lpero este hecho no hizo sino ejemplificar la propia doctrinade Vico, segn la cual las ideas no se propagan por difusin, sino porel descubrimiento independiente que cada nacin hace de aquello quenecesita en cada etapa de su propio desarrollo., En este sentido, escribeBerlin: r33. Michelet hace hincapi en queVico es el fundador solitario

    -ante la indiferencia de sus coetneos-de la filosofa de la historia, aunque staaparezca sin su influencia enel pensamiento alemn y arraigue fuertemente en 1.

    Sobre ios elementos que pudieron influir en el rechazo de la obrade Vico por sus coetneos, probablemente se centraran todos en su ta-lante en alguna medida t35.

    Pero no vamos a discutir ahora en qu perodo de la historia de lafilosofa encuadramos a Vico, sobre todo porque, como ya he dichoanteriormente, toda periodizacin encierra algo de arbitrario y ni luhistoria humana, ni la historia del pensamiento se dejan encorsetarconforme a patrones preconcebidos. Consideremos, eso s, las influen-cias que pudo recibir de la cultura filosfica y cientfica de su tiempo,as como sus posibles reacciones, en cuanto que sean iluminadoras desu aportacin a la nueva concepcin de la historia. Desde este purrtode vista, son reseables, por una parte, su emulacin de los mtodosde experimentacin de Galileo y Bacon

    -sobre todo del inductivismode este ltimo-, y, por otra parte, su radical postura anticartesiana.''La tarea que Vico pretende llevar a cabo consiste en la elaboracin

    de un esquema que le permita explicar el mundo histrico con la mis-ma precisin que el mecanicismo moderno explicaba el mundo de lanaturaleza. Para ello sigue de cerca el mtodo baconiano, en cuyoconcepto de experimentacin no aparece una mera observacin pasivade la naturaleza, sino ms bien la pretensin de que el investigador la(provoque> para hacerla decir aquello que desea saber, actitud inves-tigadora que requiere una tcnica adecuada, que Bacon expresaba ensu mtodo inductivo,.Esta postura de Bacon implicaba una supedita-cin del conocimiento a la accin, de la ciencia a ia tcnica, y Vico vaa aplicarla a su interpretacin histrica, realizando con ello una crticaepisternolgica del cartesianismor3u. Vico asume el planteamiento em-pirista de que lo que mejor conocemos cs aquello que nosotros mis-mos hacemos, elaborando sobre l un principio lgico-gnoseolgicobsico que apiicar a su nueva ciencia histrica: verum et factlLm con'vertunturt3l, esto es, que la condicin para que se pueda conocer algcrcon verdad

    -o sea, entender y no solamente percibir- consiste en

    que el sujeto que conoce haya fabricado aqueilo que conoce. ParaVico, >; veruntes una verdad a priori, y se obtiene, por ejemplo, razonando matem't-ticamente, donde cada paso es rigurosamente demostrado; as, un co-nocimiento a priori puede extenderse slo a lo que el conocedor misr

    "t Cf. J. F'nnerEn Mol'. CLLatro visiones de Ia hi,rtoria universal, en Obrus sL('clus.Revista de Occidente, Madrid, 1967, vol. I, p. 335.

    ''n Sobre el anti-catesianismo de Vico cf. R.G. CoLr.lcwooo, op. cit., p.70 y ss. B.CRocE ha insistido tambin en el aspecto gnoseolgico de la obra de Vico, subrayando sttpostura anti-cartesiana; cfr LaJtlosofia di G. Vico, Laterza, Bari, 1953. p. 19. C. FLREZ l\'ll-GUEL presenta de fora sugerente la postura epistemolgica de Vico. tanto en las influenciasrecibidas de la metodologa cientfica, como en su postura de oposicin a I)escartes; cfr Gt-nesis tle la raz.n hi.trica, Univ. de Salamanca, 1983, pp. ll-12.

    "' Vrco haba desarrollado ya el principio del verum-Jaclum en su D antiqussimu Itolo-nnt strpietttitr er lngtLae Imne (1710), aplicandolo a la poesa ceadora (cfr ed. Sansonr.Firenze, 1971, parte I, cap. l).

  • mo ha creado; esto es verdad del conocimiento matemtico porque loshombres mistnos han hecho las rnatemticas, y lo es de todo aquclloque los hombres han forjado: casas, pueblos, ciudades, cuadros, essul-turas, artes y ciencias, lenguajes y literaturas, en deflnitiva, la historia;ahora bien, los hombrcs no pueden crear el mundo fsico, de ah queno tengan de l una forma de verlttl'I, sino de certL1x, es decir, no tie-nen de los procesos naturales una scienza (platnica) sino una cos-cienza'18.

    En opinin de Vico, Ios filsofos modernos (como Descartes) sehan ocupado en la investigacin de aquello que los hombres mismosno han hecho, resultndoles por ello ms difcil de conocer, y se hanolvidado de aqueilo que les es ms prximo y que ellos mismos hanhecho, como es la historia, que puede ser definida como el conjuntode las acciones humanas cuyo protagonista es el hombre; de aqu queVico considere el proceso histrico como un proceso por el cual losseres humanos construyen sistemas de lenguajes, costumbres, leyes,gobiernos, etc..., es decir, piensa Ia historia como gnesis y desarrollode las sociedades humanas y sus instituciones. De esta manera, funda-menta la subjetividad humana, que se basa en el derecho natural, ycon el derecho natural de las gentes fundamenta la , dando entidad objetiva a los pueblos; como muybien ha sealado Flrez Miguel, la historia en el sentido cientfico deltrmino no ser para Vico la historia de los individuos, sino la historiade las nacionesr3e.-

    ,Hasta ahora hemos analizado dos elementos que nos permitenconsiderar la obra de Vico corrlo expresin de una primigenia filosofade la historia, esto es, la elaboracin de un mtodo cientfico y la fun-damentacin de la subjctividad humana, pero podemos aadir un ter-cer elemento: su peculiar concepcin del progreso. Al respecto. pro-pone la idea de los corsl inductivamente reversibles, ya que la apela-cin ai ricorso es un artificio para no afirmar a priori la imposibilidadde una involucin del gnero humano como la que se haba apreciadoen el medievo; el curso de las naciones est formado por su nacimien-to, progresos, estancamientos, decadencias y finales, curso que coinci-de de forma inmanente con la ordenacin de la providencia; los rlcor-sj son el resurgimiento de las naciones que vuelven a adoptar formassociales antiguas, pero esto no es una decadencia ni un retorno a lomismo, sino un desarrollo a un nivel superior quc pasa por Ios tres es-tadios que le marca la provrdencia divina, la cual, aprovechndose delegosmo de los hombres, consigue conservar el gnero humano. Aspues, la historia no se desarrolla cclicamente, sino que la acumula-cin de saber la convierte en una forma espiral; la historia jams serepite, sino que el

  • su trabajo: tener Llna idea desorbitada acerca de la rnagnificencia de laantigedad, la vanagloria nacional, la vanagloria de los sabios, la fala-cia de las fuenl.es, o el prejuicio de suponer que los antiguos estabanmejor informados que nosotros acerca de los tiempos que lcs estabanlns cercanos, con estas consideraciones, est fomentand,r'.Sin embargo, no elabor nunca un sistema armnico y cornpleto:por naturaleza, se senta inclinado a confiar lns en la intuicin quc cuel pensamiento abstracto e intelecto discursivo, de ah que la pasinbrillara muchas veces ms que 1a especulacin en sus sugercntes es-critos. La falta de rigor en sus razonamientos ser uno de los puntosfuertes en la crtica kantiana. Otros, como Goethe,,.

    -arnigct suyo y

    '" R. C. CoLLrNcwooD, 02. t'it., p.77.'" Cfr. E. C,csslnn, ElprobLenadlconocinleilto, F.C.E.. 194E. vol. IV, p. J66.'* Gottle descubri con entuslasrro que Herder abra ante l una nuela fornrr tle pcnsa

    rniento y sentimiento histncos; en este tono escribe a Herdcr en 1775: .l-{c conscguro tuslibros v los he ledo con verdadero deleite. Slo Dios sabe el nundo de sentinicntos (luc cn

    62

    compaero de viajes desde Ia juventud-, subrayan que, al abordar laobra de Herder, debemos fijarnos ms en lo que aspir a reaiizar cor.l.rcrhistoriador que en lo que realmente realiz, esto es, ms en sus suge-rentes postuiados que en las contradicciones o incongrucncias quepuedan aparecer en el desarrollo de los lnismos. Las aportaciones a [afilosofa de la historia pueden rastrearse en muchas de sus obras, pcroentre ellas hay que destacar dos:. Auch eine Philosophie der Geschich-fe. Zur Bildung der Ilenschheit (1774)t'3 e ldeen 7ur Philosophie derGeschichte der Menschheit (1184-1791, publicada en cuatro partes)'r.* Podemos afinnar que ese descubrimiento de Herder, que le llev a

    transformar el mundo de la historia, consisti en afirmar que el hom-bre no es slo un ser que obra, sino tambin que piensa y siente, deah que la interpretacin histrica no deba polarizarse hacia la sumade esos actos sino ms bien hacia la gnesis dinmica de esa indivi-dualidad que los generq los hechos slo cuentan para Herder comomanifestacin de lo humano que tras ellos se esconde. Si el filsofohistoriador se fija slo en los acontecimientos externos, se condena a1o fragmentario, mientras que buscando el alma de los mismos podrdar una explicacin de la racionalidad subyacente del todo. Ser estaoposicin a una forma pragmtica de hacer historia

    -lo que habasido divisa de la ilustracin francesa-, as como la importancia con-cedida al yo-razn y al yo-pasin, uno de los elementos que convier-tan a Herder en precursor querido de movimientos romnticos e idea-listas; y su apuesta universalizadora en el conocirniento histrico leconvierte tambin en el primer eslabn de la filosofa especulativa dela historia. Su propuesta se cifra en una manera subjetiva de vivir lahistoria. esto es. en una conciliacin de la meta universaiizadora his-trica con la potenciacin del individuo; como Fausto trata dc hacerde s el universo, de sentir y vivir en su propio yo cuanto ha sido adju-dicado a toda la humanidad't7.

    Desde su primer escrito aparece el concepto de como la idea fundamental paa la explicacin histrica,

    ellos se abre. Un rnontn de bareduras lleno de vida. Gracias, muchas gracras!... Por eso, loque habla a mls sentirnientos en todo tu modo de ser no son precisamente las cscaras o cn-volturas por entre las que salen arastrndose lus c.stores o tus arlequines, sino el hernrano,el holnbre, el dios, el gusano y el bufn, siempre enterarnente iguales a s mismos. Tu mane-ra de bare, no para cribar el oro que haya entre las balreduras, sino pua transformar palin-gensicamente el rnontn de basura en una planta viva, hace que yo me sienta postlado de rGdillas en lo profundo de mi corazn,, cfr. Der junge Goetfu, ed. de M. Morris, Leipzig, l9 I 1 .vol. V, p.30.

    L'5 Esta obra se halla incluida (bajo el ttulo Otra liloso.fa de La hi.soru para ht edrtttt-cin de lu hwnanidadl en la seleccin hecha por Pedro Rlars para 1a editorial Alfaguarl(Madrid, 1982)

    '* De la que con(amos con esta traduccin castellana: J. G. HeRDER, Ictea.s paro urn.filo.ro-ln dt la historia tle la humotdad, tad. de R. Rovira Arrrengol, Losada. Buenos Aires, 1959.r" En este sentido son reseables en la formacin de Herde lanto Ia influencia de] neo-platonisrno

    -recibida fundamentalmente a travs de Leibniz y Shaftesbury-. como el estrc-cho contacto r)rantenido con el pietismo de Hamann. N4einecke resalta asimismo lr influencrde la ilustracin francesa y de la oba de Shakcspeare en la formacin de la concicncia htstorica de Llerder; cfr. F. MrtxEcrE, op. cit., pp. 308-313.

    6-1

  • concepto en el que descubrimos una vertiente lnmanente y una tras-cendente. La primera se apoya en el moderno concepto de naturalezay en una especic de evolucin vegetativa, conduciendo a una especiede progreso cn el que ningn eslabn de la cadena es concebible sin elotro, pero ninguno existe tampoco en funcin del otro solamente. Lasegunda, relnite a un plan de desarrollo divino, del que no somos lamayor parte de las veces capaces de descubrir la intencionalidad, peroque seguro la posee y es el resultado de la providencia del creador. Laprovidencia, no obstanle. se muestra siempre por cauces naturales:Dios obra a travs de la naturaleza, por lo que no puede hablarse deuna intervencin sobrenatural de Dios en la historia.

    En efecto, una de las peculiaridades de su concepcin filosfica dela historia, en la que la evolucin mencionada desempea un papel es-telar, se cifra en el concepto de naturaleza que coloca a la base. Her-de ve la vida humana como estrechamente relacionada con su esce-nario en el mundo natural. En su opinin, si hemos de comprender lahistoria humana, tenemos que conocer primero el lugar del hombre enel cosmos y tomar muy en serio el asuntora8. En su anlisis, el univer-so cuenta con una regin especialmente favorecida, el sistema solar,dentro del cual, a su vez, se encuentra un planeta con condiciones es-peciales para que se desarrolle la vida, la Tierra; entre las formas devida, la vegetal es la ms primitiva, la vida animal es una especializa-cin ulterior de la vida vegetal, siendo la vida humana una especiali-zaci1n ulterior de la animal. Se trata de una concepcin teleolgica dcla naturaleza, en 1a que cada etapa de la evolucin se presenta comouna especie de preparacin para la siguiente; ninguna etapa es un ftnen s misma, pero con el hombre llega el proceso a su culminacin''n.porque el hombre s es un fin en s mismo, cuya vida racional y moraljustiiica su propia existencia, de ah que aparezca colno un eslabnentrc el mundo natural y el espiritual. Tanto en la presentacin cleluniverso como compueslo afmnico de macrocosmos y microcoslnos.como en la organizacin jerrquica de los seres

    -a cuya base se en-

    contrara el principio de continuidad-, e incluso en la distincin clelos dos mundos de que participa el hombre, podemos descubrir unaclara influencia leibniziafl?"0, y, por elio mismo, algunos elcmentosque terminarn dando su futo en Ia teora de la evolucin de las espe-cies. Precisarnente esta estructura que acabo de presentar constituye clarmazn cle su obra ldeas para una filosofa de Ia historia de la hu-manidad. El prirner libro comienza con una disquisicin sobre el ca-

    '* En la importancia del concepto de naturaleza en Ia expllcacin histrica de Hcrdercoinciclen muchos autores. Cfr., por ejemplo, E. Cassnep, ap. cit..pp.210-211; R. G CoLLrNCwooD, ap. cit.,pp.9+-95; y W H. WALscH, op. cit.,pp.158-l-59.

    "' .Se puede considerar al gnero hulnano como la gran conflueucia de fuerzas orgnr-cas inferiores que deban germinar en l para Ia formacin de la humanidad". J G HnltIdcas part uno Jilo.rofa tle la histora tle ltt htntanitlatl, trad. de R. Rovira Arlncnsoi. Losa-dr. Buenos Aires. 1959. p. l.lo.

    '5'' J. THYS.sEN sostiene que se podra llegar a la tesis de que en Hedc estrlllos erl pre-sencia cle 1a filosofa de la historia propia de la metafsica de Leibniz; cfr. or' clt., p 80.

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    rcter fsico de la tierra y sus reiaciones con otros planetas. En el se-gundo pasa a estudiar la vida vegetal y animal (incluyendo al horn-bre), su evolucin y organizacin jerrquica, corlo anuncibamoshace un momentor5r. En el tercero y cuarto compara la estructura delos dems seres orgnicos con el hombre, para terminar analizando lascaractersticas esenciales de la especie humana'52, entre las que resaltala capacidad para caminar en posicin verticalrsr, a diferencia de losdems animales; a es