Revista Ibero 3

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REVISTA DE LA UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA Fernando Álvarez del Castillo La música sacra y su lenguaje universal Anabel Arrieta Galileo: entre la ciencia y la fe Bruno Estañol Creatividad y niños superdotados Juan Luis Hernández Descubrir Puebla con ojos chilangos Francisco López Ruiz América del Norte: diversidad cultural y museos Eugenio Páramo Ortega S. J. Libros entre la fe y el humanismo 3 REVISTA DE LA UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA CRISIS DEL CRISTIANISMO AÑO I AGOSTO-SEPTIEMBRE DE 2009 Vicente Leñero Juan Carlos Henríquez, S. J. Carlos Mendoza-Álvarez, OP Alexander P. Zatyrka, S. J. Líder Ibero: Mauricio Terrones Maldonado y la nanociencia Juan Rulfo, fotógrafo “Me encanta Dios” y una carta inédita de Jaime Sabines “Hermanos”, un cuento inédito de Silvia Molina Año I Número 3 Agosto-septiembre de 2009 CRISIS DEL CRISTIANISMO

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Revista de la Universidad Iberoamericana: Crisis del Cristianismo > Año I, No. 3, agosto-septiembre de 2009

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REVISTA DE LA UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA

Fernando Álvarez del Castillo La música sacra y su lenguaje universal Anabel Arrieta Galileo: entre

la ciencia y la fe Bruno Estañol Creatividad y niños superdotados Juan Luis Hernández Descubrir Puebla

con ojos chilangos Francisco López Ruiz América del Norte: diversidad cultural y museos Eugenio Páramo

Ortega S. J. Libros entre la fe y el humanismo

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Vicente LeñeroJuan Carlos Henríquez, S. J.Carlos Mendoza-Álvarez, OPAlexander P. Zatyrka, S. J.

Líder Ibero:Mauricio Terrones

Maldonado y la nanociencia

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“Me encanta Dios”y una carta inédita

de Jaime Sabines

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de Silvia Molina

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Director Carlos Deveaux HomsDirector editorial Juan Domingo Argüelles Asistente de edición Beatriz Palacios Administración Áurea MaristanyInformación Angélica Cortés, Francelia Vargas Redacción Carlos Mario Castro, Ana Langner Diseño Gloria Martí[email protected](55) 5950-4197

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UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA CIUDAD DE MÉXICO

Dr. José Morales Orozco, S. J. Rector

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IBERO, REVISTA DE LA UNIVERSIDAD IBEROAMERICANAConsejo editorial José Luis Cruz Guízar, Víctor Gavito, Miguel Ángel Granados Chapa, Vicente Leñero, José Morales Orozco, S. J., María Nieves Noriega de Autrey, Paola Ortiz Machain, Eugenio Páramo Ortega, S. J., Javier Prado Galán, S. J.

Comité de asesores Carlos Alvarado Santoyo, José Carreño Carlón, Carlos Lugo Galera, Ignacio Padilla, Carlota Peón, Gilberto Prado Galán, Alberto Ruiz Treviño, Ilán Semo, Helena Varela, Gabriela Warkentin

, Revista de la Universidad Iberoamericana es una publicación bimestral de la Universidad Ibero-americana Ciudad de México y de Grupo Mexicano de Medios, S.A. de C. V., bajo la responsabilidad de la Dirección de Comunicación Institucional de la UIA. Editor responsable: Carlos Deveaux Homs, [email protected]. Número de Certificado de Reserva otorgado por el Instituto Nacional de Derechos de Autor (en trámite). Número de Certificado de Licitud de Título (en trámite). Número de Certificado de Licitud de Con-tenido (en trámite). Domicilio de la publicación: Pro-longación Paseo de la Reforma 880, Lomas de Santa Fe, México, D.F., C.P. 01219. Teléfono 5950-4197 y 5950-4198. Fax: 5950-4316. Imprenta: Compañía Impresora El Universal, S.A. de C.V. Allende N. 176, Col. Guerrero, México 06300 D.F. Teléfono 5117-0190. La responsabilidad de los artículos publicados refleja, de manera exclusiva, la opinión de sus autores y no necesariamente el criterio de la institución. No se devuelven originales no solicitados ni se entablará co-rrespondencia al respecto. Prohibida la reproducción parcial o total, por cualquier medio o procedimiento, del contenido de la revista, sin autorización previa y expresa, por escrito, de la Universidad Iberoamerica-na. Año I, número 3, agosto-septiembre de 2009. Fo-tografía de portada: Corbis. ISSN en trámite.

ÍNDICE

3 Carta del Rector, Dr. José Morales Orozco, S. J.

4 Crisis del cristianismo/meditaciones. Soy un hombre de fe, Vicente Leñero

10 Crisis del cristianismo/examen. Crisis de la religión cristiana, Alexander P. Zatyrka Pacheco, S. J.

14 Crisis del cristianismo/examen. La crisis de la religión en las sociedades posmodernas, Carlos Mendoza-Álvarez, OP

18 La llama inextinguible. “Me encanta Dios” y una carta inédita, Jaime Sabines

20 Trivium/cuento. Hermanos, Silvia Molina

22 Crisis del cristianismo/cine. Cine y Sci-Fi: la fascinación de las creencias, Juan Carlos Henríquez, S. J.

26 Astronomía. Galileo: entre la ciencia y la fe, Anabel Arrieta

28 Líder Ibero. Entrevista con Mauricio Terrones Maldonado. La nanociencia: solución a muchos problemas, Carlos Deveaux Homs

32 Mirador. Juan Rulfo, fotógrafo, Víctor Jiménez

35 Guía para apreciar, leer y estudiar a Juan Rulfo

36 Investigación científica. La creatividad y el caso de los niños superdotados, Bruno Estañol

40 Gente que cambiará al mundo. Los alumnos de la Ibero ante la libertad de creencias. Diálogo, intercambio y tolerancia, Ana Langner / Pedro Rendón

42 El viajero ilustrado. Descubrir Puebla con ojos chilangos, Juan Luis Hernández

46 Diálogo/nuestros lectores opinan. Acerca de una era posidentitaria

48 Actualidad Ibero. América del Norte: diversidad cultural y museos, Francisco López Ruiz

50 La voz del libro/el eco de la lectura. Qué leer y por qué. Entre la fe y el humanismo, Eugenio Páramo Ortega, S. J.52 Agenda Ibero

54 Música para camaleones. Qué escuchar y por qué. La música sacra y su lenguaje universal, Fernando Álvarez del Castillo

56 Itinerario del ocio. Adónde ir y por qué, Beatriz Palacios

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CARTA DEL RECTOR

Muy lejos ha quedado aquella época modelada en arenas confesionales y por personajes formidables que, convencidos de la justicia de su misión, identificaban su propia

causa con la de Dios. Aquellos hombres pertenecían, por así decirlo, a una humanidad desconocida, distinta de la nuestra por cuanto nos separa de ella la enorme brecha proyectada por la Ilustración y la Revolución francesa.

Las instituciones que estructuraban aquel mundo desaparecieron, o se transformaron radicalmente, cuando su base de creencias y símbolos operantes, el cristianismo, perdió su carácter hegemónico, su papel protagónico.

“Nada apoya hoy desde el exterior —nos dice Alfonso Alfaro— las espiritualidades que tratan de dar testimonio de un Absoluto trino y uno capaz de cuerpo de carne y de sangre, de vino y de pan, y de susurrar al oído de cada uno a través de las mociones del ánima —como lo había

descubierto San Ignacio de Loyola— su palabra paradójica donde se escuchan entremezcladas las inflexiones de la muerte y la resurrección”.

¿Cómo afecta la crisis del cristianismo a una sociedad que durante siglos estuvo cimentada y cementada en él? ¿Qué sistemas de creencias han venido a remplazarlo? ¿Qué instituciones han resultado de esa sustitución?

IBERO nos presenta, en estas páginas, un primer acercamiento a este tema crucial para comprender estos tiempos derivados de una modernidad que en nuestro suelo resultó híbrida y múltiple.

LA VERDAD NOS HARÁ LIBRESDr. José Morales Orozco, S. J.Rector

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fefffSoy un hombre de

Novelista, dramaturgoy periodista. Autor deEl evangeliode Lucas Gavilán

Para Estela

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En los cincuenta, incluso a fi nes de los años cincuenta, antes del Concilio, vivo todavía el terrible Pío XII, no era fácil en México, para un católico,

ser novelista. Al menos así lo entendía yo desde una óptica que trataba de conside-rar religiosa, pero que en realidad podía defi nirse como fanática; es decir, derivada de un fanatismo inoculado desde la in-fancia más por las instituciones de ense-ñanza escolar que por nuestros padres en el ámbito de la familia.

Educado por los religiosos lasallistas bajo el precepto de que los libros son, sí, muy importantes, pero muy peligrosos cuando se trata de obras de fi cción, la li-teratura se me presentó desde la edad pri-maria como un terreno minado. Se podía y se debía transitar por ella —según nos entusiasmaban en la secundaria los maes-tros de literatura—, pero era preciso tener mucho cuidado de no pisar, como quien pisa un excremento callejero cuando no una bomba de la de a de veras, las tram-pas pecaminosas de los libros prohibidos. Era enorme el inventario de los libros pro-hibidos. Y no sólo los que fi guraban en el vetusto índice del Santo Ofi cio (Dumas no, Víctor Hugo no, Maquiavelo no, Zola no...), sino también todo escrito narrati-vo donde se contara “de manera vívida” la comisión de los pecados, o se “hiciera la apología” de existencias erradas y de ideas

Vicente Leñero

CRISIS DEL CRISTIANISMO/meditaciones

Mis difi cultades ideológicas comenzaron cuando se trató

de escribir narrativa queera al fi n de cuentas mi

verdadera vocación.

contrarias a los principios de la moral y la teología cristianas. La literatura no era para observar el mal ni para regodearse con el error, la literatura de fi cción debe-ría servir o servía —si es que servía— para mostrar caminos de salvación a los lec-tores, para enderezar destinos, para llevar mensajes de optimismo a una humanidad siempre considerada como objeto pasivo de redención. Los libros, la literatura, la novela debían transformarnos en mejores

cristianos de acuerdo con los moldes de una dogmática ortodoxia al margen de la cual no existía la salvación eterna.

Transcurrida la adolescencia y agota-dos los libros de aventuras (Verne, Salga-ri, Twain), las vidas ejemplares (Staurofi la, Quo Vadis, El divino impaciente), los novelis-tas rosas (Rafael Pérez y Pérez) y los pri-meros clásicos que tanto trabajo costaba entender, el futuro libresco parecía fl aco de oportunidades. Ya había dejado atrás a

los religiosos lasallistas, pero su mentali-dad cerrada encontraba prolongación en el súper ego de la mentalidad no menos cerrada de las organizaciones de la acción católica. Desde el confl icto religioso de los años veinte —resucitado fugazmente en los treinta—, los ideólogos de la acción católica seguían entendiendo la literatura narrativa como un terrible peligro moral —en el peor de los casos—, o como una frivolidad de la que se podía prescindir o

rescatar —en el mejor de los casos—, si se enderezaba en vistas al mejoramiento del alma y a su consecuente salvación.

Ser lector, dentro de un marco así y bajo estas condiciones, representaba em-prender un viaje por lugares extrema-damente seguros y con la vigilancia de un guía de turistas pronto a indicarnos por dónde caminar, qué paisajes ver, qué pensar, qué sentir. Si hasta para un cató-lico militante de la acción católica estos

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ledores se desmoronaban ante una fe que a la manera de una fuente brotaba con más fuerza del corazón mismo del escrito. Quería de algún modo oprimir a Dios su nariz de payaso, y Dios me devolvía no un castigo a mi atrevimiento, a mi falta de respeto, a mi herejía, sino la bondado-sa sonrisa de una persona que se quita la máscara, se desprende incluso de su na-riz esférica y me entrega dentro de un paquete envuelto para regalo una buena dosis de fe renovada, depurada, incluso un poquito más madura.

Me la he pasado haciendo maldades a la religión en mis novelas y obras de tea-tro, travesuras a mis creencias: he pergeñado paráfrasis radicales, panfl etos anticlerica-les, burlas privadamente irreverentes, in-decencias de todo tipo, y no he recibido a cambio la resequedad del corazón que me aseguraban los moralistas como casti-go. Ningún Dios me ha castigado jamás en la intimidad de mi conciencia. En lugar de castigos he recibido consuelos y tranquilidad de alma. Mi obstinación por ver el mundo como es me ha hecho querer más a ese mundo. Mi pesimismo novelístico me ha hecho un hombre fun-damentalmente optimista. No soy feliz porque soy un neurótico irremediable, pero podría asegurar que la oportunidad de haber respondido con absoluta entre-ga al llamado de mi vocación, me posi-bilitó para ser un hombre cabal. Quiero decir: un hombre de fe. Soy un hombre de fe. Gané la fe a fuerza de impugnarla y pienso que una de las grandes funciones que le compete cumplir a la literatura es la de esta impugnación. No sólo a una fe religiosa o a un esquema ideológico, sino al concepto mismo de nuestra realidad. La puesta a prueba de la realidad.

El novelista de hoy parece invitado a suspender su refl exión íntima sobre el mun-do y el hombre, para ponerse a dar testimo-nio de ese mundo y de ese hombre. A decir cómo es y qué le ocurre. A describirlo, no a juzgarlo. A desentrañarlo, no a modifi carlo. A amarlo incondicionalmente, si se puede: un poquito a la manera en que suponemos nos mira y nos ama Dios.

prejuicios para encajarme en la realidad, entre más cuestionaba un pensamiento religioso no sólo por lo que hace a sus ri-tuales y a sus desviaciones manifi estas, sino por lo que apunta a los postulados mismos de mi fe de adulto, más se enriquecían y se fortalecían de manera extrañísima mis convicciones de hombre cristiano.

Greene y Mauriac me enseñaron que la pintura del mal, con todo y su pesimis-mo y su crudeza y su desgarramiento, alu-de más a Dios y a su gracia que las pinturas apologéticas de la novelística piadosa. No era verdad que el escritor cristiano estu-viera expulsado de la literatura universal ni tuviera prohibido el ejercicio de la no-vela; desde siempre estaba llamado a ella, pero no en su dudosa calidad de apóstol, sino en el papel de testigo, incluso de pro-feta. La capacidad del cristiano como ob-servador imparcial de la realidad, merced justamente a su innata posición de corres-ponsable, le permite mejor que a muchos otros acometer la realidad sin temores, sin aspavientos, sin falsos intentos para mejo-rar lo que está fuera de su alcance. El no juzgarás del cristianismo, el mandamiento del amor por delante de la búsqueda de la justicia, esa profunda libertad para decir, para pensar, para escribir, que proporciona el sentimiento de fi liación con Dios, son todas características —se podría decir exi-gencias— de cualquier preceptiva nove-lística. El cristiano tiene como ley moral de su condición la misma ley moral que rige al novelista en su ofi cio.

Esto lo fui descubriendo al leer a Greene, a Mauriac y a todos los católicos

Ningún Dios me ha castigado jamás en la intimidad de

mi conciencia. En lugar de castigos he recibido consuelos y

tranquilidad de alma.

que vinieron después o simultáneamente: Evelyn Waugh, Léon Bloy, Bruce Mars-hall, George Bernanos, Heinrich Böll...

Se podía ser hombre de fe y buen no-velista, descubrí entonces. Es más, el ser hombre de fe en el siglo XX facilitaba la tarea narrativa porque el hombre de fe, entendido como yo lo quería entender en-tonces, parece abocado por la propia na-turaleza de su creencia a interesarse más —sin juicios de por medio, con absolu-ta generosidad— por la realidad que lo circunda, por el estallido del fenómeno humano.

Muchos años después no me preocupa más el tema, así. Ni siquiera me esforzaría en demostrar mi condición de creyente o de cristiano en relación directa con la li-teratura. La realidad de mi trabajo me la impuso como temática de toda mi nove-lística y toda mi dramaturgia, pero no me interesaría mantenerme fi el a ella.

Fue una obsesión, pero ya pasó tal vez; ya está pasando quizá. Me interesa anali-zarla porque el tema de la fe se constitu-yó desde mi primer libro en un centro de gravedad vital. Usé la narrativa, usé la dramaturgia y he usado con frecuencia el periodismo para cuestionar convicciones de mi propia constitución religiosa y de la constitución religiosa de mi ambien-te, de mi historia, de mi país. Lo mismo cuando traté de hacer de Jesucristo un velador depravado, miserable, asqueroso, que cuando lo inventé como un proleta-rio acelerado de nuestros barrios. Siempre encontré que mis intenciones blasfemas y mis propósitos exploradores y demo-

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El novelista de hoy parece invitado a suspender

su refl exión íntima sobre el mundo y el hombre, para

ponerse a dar testimonio de ese mundo y de ese hombre.

condicionamientos hacían poco excitante el ofi cio de leer, qué se podría decir de lo le-jano que se volvía, lo terriblemente ajeno que se planteaba el surgimiento de una vocación literaria.

Se hablaba mucho en aquellos tiem-pos de vocación. En realidad yo me ha-bía pasado la infancia, la adolescencia y el principio de la juventud, escuchando a mis maestros religiosos y luego a mis asesores eclesiásticos exaltar ese fenóme-no extraordinario, milagroso, de origen defi nitivamente divino que se denomi-naba vocación. Desde luego, vocación era siempre sinónimo de vocación religiosa, y las interminables exposiciones, perora-tas y panegíricos tenían por objeto jus-tifi car o enaltecer la propia actividad del ponente —con el escandaloso narcisismo que ha caracterizado siempre a la clase clerical— e intentar, al mismo tiempo, encaminar muchachos hacia los semina-rios que ya desde entonces se adelgazaban de novicios. Oía yo hablar de vocación y me conmocionaba. Oía defi nirla como un arrebato, como una pasión, como un repentino, intenso deseo de consagrarse por entero al ejercicio de un proyecto de vida, y comprendía muy bien el entusias-mo de quien trataba de entusiasmarnos. Comprendía muy bien la aventura de Pa-blo en el camino de Damasco, y estaba convencido de que a mí también me caía un rayo del cielo, a mí también me derri-baba del caballo, a mí también me instaba una voz a dejarlo todo para consagrarme a la recién descubierta vocación. Sólo que yo no estaba en términos de vida religiosa sino en términos de vida literaria. Pero era lo mismo. Yo no quería ser sacerdote, que-ría ser novelista. Pero era lo mismo. Y quería ser novelista —ahí el problema— bajo la convicción de que por medio de la lite-ratura se podía ejercer alguna especie de sacerdocio social. Después de tantos años de adoctrinamiento, mi vocación literaria emergía contaminada por los catecismos y saturada de un afán redentor sin el cual —se me había dicho desde la infancia— no tenía caso pisar esta tierra ni ejercer la

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profesión de hombre. Ser novelista debía signifi car ser apóstol: arrancar almas del fango, rescatar mentes de la ignorancia re-ligiosa, liberar espíritus de su cárcel moral y conducirlos a Dios. Sólo en función de realizar una actividad que resultara grata y “útil” a Dios, tenía sentido pensar en la vocación de escritor.

Enredado en estas telarañas intenté escribir. Comencé a escribir. Lo más expe-dito eran los caminos del ensayo o los ca-minos del periodismo. Escribiendo prosa editorial, breves artículos moralizantes en alguna revista universitaria, cumplía muy bien con las exigencias que debía cum-plir un escritor católico: conducir almas a Dios. También resultaba apostólicamente atractivo el “periodismo católico”. Basta-ba con capacitarse y ejercitarse luego para cubrir reporterilmente las actividades religiosas emprendidas por la jerarquía eclesiástica o sus voceros laicos, o dar voz en entrevistas a nuestros líderes aptos para señalar a la opinión pública los caminos de la justicia, de la verdad. Entonces se era escritor católico, y uno se sentía muy bien. Yo me sentía muy bien. Mi pluma ayudaba, aunque fuera un poquito, en el plan de la salvación eterna. Mi pluma permitía que se hablara de Dios, que se defendiera a sus representantes en la tie-rra, que se propagara a los cuatro vientos el mensaje evangélico. Ideológicamente no era difícil ser reportero católico, ensa-yista católico. Incluso no lo era ser poeta católico. La poesía era de suyo semejante

a la oración: sublimaba deseos, orientaba sentimientos, permitía elevarse por en-cima del fango de este mundo. Escribir poesía signifi caba punto menos que rea-lizar un rito religioso.

Mis difi cultades ideológicas comen-zaron cuando se trató de escribir narra-tiva que era al fi n de cuentas —lo fui descubriendo poco a poco— mi verda-dera vocación. Un día se lo confi é a don Alfonso Junco, con quien había llegado a entablar una buena relación de alumno a maestro después de tantas entrevistas que me mandaban a hacerle de la revista Se-ñal. Le confi é que mi verdadero interés era dedicarme a la novela, y don Alfonso Junco me puso en guardia. “Para un ca-tólico es lo más difícil —me dijo—. Por lo peligroso”. No creo haberlo entendi-do esa tarde, pero sí al día siguiente. Mi mentalidad de “el escritor católico por antonomasia” iba a entrar muy pronto en confl icto con la materia misma del propio género: el mundo que se vive y el mundo que se sueña. En cualquiera de los dos no es la virtud ni el bien, ni el ansia de virtud o de bien lo que priva como realidad, como temática. La realidad de la novela hacía repeler de entrada los propósitos apolo-géticos y proselitistas que miraban mi co-razón de muchachito bueno.

No es cosa de ponerme a detallar mi itinerario de aprendiz de novelista católi-co. Yo mismo me pasmo ahora al recordar mis absurdos prejuicios ante el bisturí que no me atrevía a clavar y a deslizar sobre

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do el tiempo daría sentido y rumbo a mi propia carrera, cursada un poco a contra-pelo de las normas imperantes en la vida literaria mexicana de los sesenta.

En François Mauriac, digo, aprendí a degustar el mal como plato fuerte del fenómeno novelístico. Pero no el mal en-tendido desde la perspectiva psicológica o social, sino el mal sufrido y asumido desde una convicción teológica. Es muy probable que la teología novelística de Mauriac no resista en nuestros días un análisis severo, pero quiero entender que en sus novelas —en las novelas que yo leí entonces entre fascinado y escandaliza-do: El beso al leproso, Thèrése Desqueyroux, Genitrix, Nudo de víboras, El desierto del amor...— lo católico del novelista no se manifestaba en la piedad, ni en la posibi-lidad de redención, ni desde luego en el costumbrismo religioso, sino en el drama del pecado como desbarrancamiento exis-tencial, en la maldad asumida desde una conciencia de fe, en la vuelta de espaldas a un Dios que no da cauce a la redención, porque la debilidad humana obstruye el camino de la gracia. Creo recordar que en Mauriac el sentimiento de lo cristiano se desangra en el fracaso ideológico del cristiano. Los llamados “valores católicos” fallan, y no sólo por la hipocresía de sus personajes, por la doble cara de sus católi-cos de salón, por los intereses clericales de sus sacerdotes y sus acólitos, sino también sobre todo por una debilidad del alma o por una telúrica pasión que no obedece a la vocación de grandeza que debería alentar a los creyentes.

la vida. No me atrevía con nada. No me atrevía con el lenguaje, porque el lengua-je que mis primeras historias exigían es-taba cargado de palabrotas, irreverencias, blasfemias, obscenidades. No me atrevía con las situaciones, porque en la repro-ducción de cualquier situación verosímil salían a pedir su lugar las pasiones, el sexo, la maldad. Ciertamente el padre Coloma, el padre Heredia, José María Pereda, José María Pemán y el mismísimo Chester-ton —mis modelos de entonces— sabían asomarse de pronto a aquellos inframun-dos y, aunque fuera de ladito, tocaban su problemática, pero se escapaban lo más pronto posible y en finales estentóreos hacían relucir siempre el mensaje espe-ranzador: sello inequívoco de todo escri-tor católico.

“Un novelista católico no puede ser pesimista —me aleccionaba don Alfonso Junco—, porque la esencia misma del ca-tólico es el optimismo, que deriva de la fe. Un católico sin fe no es un católico, y un escritor pesimista no podrá considerarse jamás un escritor católico”.

Yo escuchaba boquiabierto a don Alfonso Junco y le respondía que sí, que sí, que tenía él toda la razón: convenci-do siempre de esa misión apostólica a desarrollar mediante la literatura. Así, en mis primeros cuentos, proclives no sé por qué a la desesperanza o a la tragedia, in-tentaba introducir el mensaje alentador, la enseñanza trascendente, el final defi-nitivamente optimista que harían de esos cuentos y de mi literatura toda la literatu-ra inconfundible, y por ello mismo origi-nalísima, de un novelista creyente.

Pero el resultado era malo. Los tropie-zos, grandes. Las dificultades, insalvables.

Descubrí entonces, de pronto, el hilo negro.

Como de golpe se me vinieron en-cima las novelas de dos escritores que en un abrir y cerrar de ojos —es un decir— me resolvieron mi falso problema. En la obra de François Mauriac y de Graham Greene se me aclaró el horizonte y se me iluminó un camino a seguir que andan-

Además y más que este Mauriac ana-lista a fondo de la fe y del pecado de la bur-guesía francesa, quien me sacudió como un trapo fue el inglés Graham Greene. Empecé leyendo su trilogía de la gracia —El poder y la gloria, El fin de la aventura, El revés de la trama—, y desde entonces hasta la fecha —ahora ya sin entusiasmo enajenado— he seguido libro a libro toda su trayectoria. Importante el Greene ca-tólico. Significativa —yo diría que única en la literatura del siglo XX— su aplica-ción del thriller como género de aventu-ras al fenómeno del pecado y la gracia: la gracia de Dios, la que llamábamos gracia santificante, representando el papel de un personaje persecutor; en ocasiones una forma de detective o de inspector priva-do, muchas veces un obcecado redentor; más bien una conciencia redentora que acosa, vigila, persigue, acorrala y termina atrapando al pecador. Nadie como Gree-ne para ilustrar, sobre el clásico esquema de la novela policial, la infatigable bús-queda que realiza Dios para levantar de su caída a la criatura humana. El hombre vuelve las espaldas a Dios, se hunde en sus miserias morales e intelectuales, echa a correr para dejar atrás la fe, pero Dios sale de inmediato a correr tras él, a perse-guirlo, a cazarlo de manera implacable, se diría que cruel, porque el resultado, desde la óptica terrena, es definitivamente trá-gico, al menos triste, siempre doloroso.

Leyendo a este Greene entendí lo que al cabo de los años se habría de convertir en mi metáfora privada de novelista. Entre más hacía a un lado los escrúpulos y los

Graham Greene. François Mauriac.

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CRISIS DEL CRISTIANISMO/examen

Es común escuchar expresiones que aluden a una crisis de las instituciones, de la sociedad, del Estado, de la Iglesia. Con esto se trata de describir una situación de precariedad, de disfunción, de necesidad de reformular lo que se consideraba como incuestionable. Creo que

esta situación de inestabilidad en el fondo es una crisis cultural. Y decir cultural significa decir religiosa, ya que no existe ninguna cultura que no tenga una religión que la sustente (aunque sea una religión secularizada o no confesional, inclusive “atea”). Algunos autores, como Clifford Geertz y sus seguidores en la antropolo-gía semiótica, consideran que la religión constituye el núcleo de cualquier cultura, su auténtica esencia y la piedra angular de todo el edificio hermenéutico que hace inteligible la realidad.

Desde esta perspectiva, la cultura se encuentra constituida por tres elementos en permanente relación: su cosmovisión, su sentido ético valoral y como destilado de ambos: su religión. La cosmovisión puede considerarse como un “modelo de”, es decir, un referente que permite entender cómo son las cosas y la manera como se encuentran relacionadas entre sí en estructuras congruentes e inteligibles. Teniendo un “modelo de” hace falta desarrollar un “modelo para”. A la vez que entiendo cómo es la realidad, necesito un modelo que me permita decidir cómo debo de actuar dentro de esa realidad. El “modelo para” dentro de la antropología semiótica se llama ethos. El ethos de la cul-tura da las pautas aceptables de conducta, la jerarquía de valores (axiología), lo que se recomienda y lo que se prohíbe, las notas de etiqueta y buenas costumbres, así como lo considerado tabú o mala educación. En suma, todo lo que permite evaluar el com-portamiento como aceptable o no aceptable. Estos criterios de juicio están desde luego vinculados a la cosmovisión. Si tuviéra-

›Crisis de lareligión cristianaALEXANDER P. ZATYRKA PACHECO, S. J.Director del Departamento de Ciencias Religiosas de laUniversidad Iberoamericana Ciudad de México

mos que ponerlo en una frase podríamos decir: porque las cosas son así (cosmovisión), hay que actuar así (ethos).

Este sistema de interpretación de la cultura propone que el vínculo entre una cosmovisión y un ethos es la religión. Más aún, la religión es el núcleo de toda cultura. Con el término religión no se describe únicamente sistemas confesionales, como el cristia-nismo, el budismo o el islamismo. Toda la parafernalia propia de las sociedades secularizadas, como las marchas de protesta, los partidos de futbol, los conciertos de artistas de moda, serían considerados actos religiosos porque sirven de puente entre una cosmovisión y un ethos, reafirmándolos recíprocamente. Efectivamente, un sis-tema religioso es un conjunto de símbolos con referencia al tras-cendente (Dios) o a trascendentales (la justicia, el derecho, la ética, etc.) que vinculan la conducta de un grupo social (ethos) con la concepción que este grupo tiene de la realidad (cosmovisión).

La religión cumple la función, como su nombre lo indica, de re-ligar, re-unir, vincular de manera definitiva. Básicamente, pone en contacto al ser humano con el mundo que lo rodea “tal como es”. Se podría decir que la religión permite re-en-contrarse con lo real. En el fondo de la religión cristiana (y de todas las religiones) hay una experiencia fundante que se vivió como encuentro con aquello que se impuso como realidad últi-ma y definitiva. El análisis lingüístico nos lleva a confirmar esta intuición. Los filólogos nos dicen que la raíz indoeuropea “sak” (raíz de sagrado, santo, etc.) significa “conferir existencia”, “ha-cer que algo llegue a ser real”. En toda religión existe un núcleo que implica una experiencia de toparse con Aquello (Aquel) que “confiere existencia”, que “hace que las cosas sean reales”. Estas experiencias fundantes se viven como una “revelación”, la irrupción de Algo (Alguien) que inicialmente no era obvio

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La crisis de una religión sobreviene cuandoésta ya no puede vehicular la experiencia

fundante que está en su núcleo y a la que no puede dejar de hacer referencia.

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y que de pronto se volvió perceptible e inteligible, quedando como referente definitivo.

Las religiones se construyen alrededor de estas experiencias fundantes, vividas como incuestionables por lo contundente-mente reales que son. Experiencias que implican a un sujeto que las vivió y que fue transformado radicalmente por este en-cuentro con lo Definitivo. En el origen de toda religión hay una persona, un místico, y su experiencia de encuentro con Aquello (Aquel) que finalmente le permite “entender” y captar el “or-den” que subyace en todo lo que lo rodea. También constata que cuando orienta sus decisiones y acciones refiriéndolas a ese “orden”, su vida es cada vez más armónica y plena.

La crisis de una religión sobreviene cuando ésta ya no puede vehicular la experiencia fundante que está en su núcleo y a la que no puede dejar de hacer referencia. Podríamos decir que las religiones son básicamente “mistagogías”, caminos que ayudan a

sus seguidores a encontrarse con la Realidad Última, tal y como se vivió en la experiencia original de sus fundadores.

Dentro de la tradición cristiana esta experiencia fundante consiste en encontrarse y ponerse en relación con una persona: Jesús de Nazareth, el Cristo, el Hijo de Dios. Jesús se constituye en camino para todos sus discípulos al llevarles a experimentar lo que él a su vez vivió: apertura al encuentro con un Dios que se mani-fiesta como Padre amoroso, con una misericordia sin límites y que quiere comunicar su capacidad de plenitud a aquellos a quienes ama. Plenitud que paradójicamente implica entrega y renuncia.

Jesús realiza en el cristiano lo que los psicólogos contempo-ráneos llaman “modelaje”, una especie de transmisión de sabe-res/experiencias/actitudes (en resumen, sabiduría) que va más allá del discurso común e implica a toda la persona y sus actitu-des vitales. Esta sabiduría es “contagiada” a los que se acercan a él. Podemos decir que la mistagogía de Cristo (y que la comu-

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nidad cristiana está llamada a reproducir) es una mistagogía de la presencia testimonial, del modelaje.

La puerta de entrada a la experiencia fundante cristiana es encontrarse con Jesús como gracia, como gratuidad absoluta, donación sin condición, amor ofrecido sin prerrequisitos. Quien acoge a Cristo así, quien baja la guardia y se deja amar de esa manera, puede finalmente acceder al misterio del amor infinito que tiene como fuente al Padre. Finalmente, la incorporación a este círculo del amor divino, se experimenta como invitación a la comunión, común-unión, nacimiento del colectivo formado por aquellos que se sintieron llamados por un mismo maestro y un mismo objetivo: la soberanía del proyecto (Reino) de Dios. De ahí el término castellano Iglesia, del griego “ekklesía”, asam-blea de los convocados.

Para entender quién es el Dios de los cristianos, tenemos que acercarnos a la experiencia de la “encarnación”, el encuen-tro con un Dios que opta por renunciar a las prerrogativas de su divinidad para hacerse hombre. En Jesús, Dios se revela a sí mismo como alguien que se entrega (en griego “kénosis”). Por lo tanto, un signo de la auténtica experiencia fundante cristia-na es la vivencia de un llamado irrefrenable a despojarse, en el vaciamiento/entrega (kénosis) por amor que Cristo mismo nos enseña (ver Filipenses 2: 5-11). Quien se ha encontrado con el “siervo sufriente y triunfante” es por este encuentro transforma-do, invitado a hacerse pobre, desarmado y libre como su maestro.

Esta experiencia fundante de la fe cristiana ha de traducirse en una concreción de vida que necesariamente haga referencia al ejem-plo del Señor, pobre y entregado, apertura al otro y don de sí como voluntad última del Padre. La experiencia fundante cristiana se puede traicionar de muchas maneras, pero sin duda la más destructiva de todas es cuando se vincula el mensaje de Cristo a cualquier forma de poder o de apropiación.

Es claro que vivimos un tiempo de crisis. Considero que en el origen de esa crisis cultu-ral está una crisis en la religión que la sustenta y que a su vez esa crisis de la religión está rela-cionada a la pérdida de su capacidad de fungir como auténtica mistagogía que permita el acceso a su “Experiencia Fundante”, su núcleo identi-tario. Los cristianos deben revisar honestamente qué tan fieles han sido a la experiencia fundante de su fe, que tanto reflejan en sus obras e insti-

tuciones las actitudes de Jesús, que actuó siempre “como el que vino a servir”.

Una religión está llamada a concre-tar su mistagogía en prácticas, doctrinas e instituciones que faciliten “vivir” de acuerdo a sus intuiciones básicas. Ante una situación de crisis, más que buscar por fuera las causas, habría que empezar por preguntarse si dichas prácticas, doctrinas e instituciones están realmente acercando a sus miembros al horizonte de sentido

pretendido. Si lo hacen, para aprender de la manera como lo hacen y reforzar las fortalezas que les encontramos. Si no, para ver a qué se debe que no estén cumpliendo el papel que les co-rresponde, saboteando el sentido de la religión y bloqueando el acceso a su experiencia fundante, en nuestro caso el encuentro con Dios en la manera como se manifestó a través de la vida de Jesucristo, el Señor.

No basta con hacer un diagnóstico del problema, sino que tendría que seguir la búsqueda de la solución. La experiencia fundante es inamovible, no cambia. No así la religión que trata de recrearla. Esto implica repensar la religión y sus concretos de hoy en día, necesariamente vinculados a un tiempo y cul-tura particulares, entre los que se encuentran las instituciones y las prácticas que las caracterizan, para adecuarlos de manera que hagan accesible y transparente la experiencia de Dios que pretenden vehicular al hombre y mujer contemporáneos. Es probable que el problema actual tuviera su origen en el olvido de que el Dios de los cristianos no es una idea que se pueda deducir y acotar (y por lo tanto manipular y controlar), sino una experiencia viva que se impone a quienes se arriesgan a ponerse bajo su influjo. En un sistema cultural, cuando la religión que lo sustenta deja de poner a sus miembros en contacto con lo que se percibe como la Realidad Última, simplemente deja de funcio-nar y arrastra tras de sí los demás componentes de la estructura cultural: la cosmovisión y el ethos.

La religión cumple la función, como su nombre lo indica,

de re-ligar, re-unir, vincular de manera definitiva.

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›La crisis de la religión en las Carlos Mendoza-Álvarez, OPCoordinador del Programa Fe y Cultura de laUniversidad Iberoamericana Ciudad de México

No hay que olvidar que el cristianismo

está llamado a ir aun más lejos que los

sistemas doctrinales y morales

El retorno de lo religiosoLa implacable lógica de la emancipación moderna parecía haber tocado fondo con la muerte de Dios en las sociedades seculari-zadas del siglo XX. El sujeto moderno creyó haber encontrado su plena autonomía por medio de la ciencia, la tecnología y la revolución. Pero tales sueños se volvieron pesadillas... Y la desa-zón dio paso al retorno de la religión.

¿Por qué ocurre tal fenómeno del retorno de lo religioso si la sociedad tecno-científica parecía dirigirse al pleno control del sentido de la historia? Los mitos modernos permitieron, en efecto, una mejora en algunas condiciones de vida de una parte de la población del planeta, pero a costa de la depredación social y ecológica de escala mundial. Contra lo que muchos pronos-ticaron, la religión está de vuelta: sea bajo la forma de emoción religiosa de los sujetos urbanos, sea como afán de conquista del poder político por parte de grupos religiosos fundamentalis-tas de diferente signo religioso. De manera sorprendente, en el mundo occidental ha vuelto a aparecer la añoranza de la vieja Cristiandad, de parte de devotos practicantes que intentan opo-nerse a la corriente “nihilista y relativista” desencadenada por las sociedades de consumo y hedonismo creciente.

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sociedades posmodernasLa crítica contra-moderna o el retorno al fundamentoDiversas tradiciones cristianas, tanto católica como ortodoxa y reformada, promueven en los albores del siglo XXI una crítica radical a los ídolos de la razón moderna tecno-científica para volver al humus religiosus de la sociedad y de la cultura. Tienen en común todos estos movimientos posmodernos un marcado tin-te anti-moderno, ya que constatan los límites de la civilización egocéntrica construida sobre la base del solo afán de dominio, para denunciar los reduccionismos que han sometido a la hu-manidad en aquella epopeya del yo que derivó en un naufragio del sujeto. Así por ejemplo, desde esta perspectiva se condena el reduccionismo empírico en que vive atrapada la sociedad me-diática, así como el hedonismo al que conduce, además del es-cepticismo ante la verdad universal que conlleva necesariamente, también según ellos, al relativismo moral.

Ya desde el siglo XIX varios pensadores y actores de la cultura moderna tomaron distancia de los excesos de la razón unilateral que rechazaba toda dimensión poética y mistérica de lo real. Es decir, una razón tecno-científica que despreciaba los símbolos y las metáforas de la trascendencia. Así por ejemplo, en las primeras décadas del siglo XX, H. Cohen y su séquito de

Tales síntomas denotan, para los autores más pesimistas, los últimos estertores del cristianismo como religión dominante de Occidente. Para otros, se trata del inicio de una nueva fase de la religión en tiempos de la mundialización. Comprender el senti-do de esta nueva forma de la experiencia religiosa posmoderna, así como su profunda relación con la evolución de la razón mo-derna en la que se asentó la globalización, nos permitirá ponderar en su justo significado las diversas voces que apelan hoy a volver la inteligencia y el corazón a ese fondo armonioso de lo real que las religiones históricas llamaron Dios.

Un breve repaso de este debate sobre la crisis de la religión en tiempos posmodernos nos permitirá vislumbrar el fondo existencial que aparece como posibilidad inédita para la vivencia del Misterio y la recepción creativa de aquel patrimonio de las religiones de la humanidad, donde la fe cristiana tendrá su ta-lante propio. Porque no hay que olvidar que el cristianismo está llamado a ir aun más lejos que los sistemas doctrinales y morales, para anunciar el fin de los tiempos y anunciar el gozo de la nue-va creación venida del Amor sin condición que se reveló como Logos en la vida de Cristo Jesús.

grandes filósofos judíos vislumbraron antes que otros los excesos del totalitarismo de una razón unidimensional y postularon la necesidad de corregir el reduccionismo ególatra de Atenas con la racionalidad mistérica de Jerusalén: la primacía del yo dando paso a la precedencia del tú.

En una línea de pensamiento diferente, porque lleva al extre-mo la lógica de la racionalidad griega, los discípulos de Nietzsche fueron acotando, por su parte, a lo largo del siglo XX, su distancia con la razón instrumental que presidió la expansión del colonia-lismo occidental para hacer el elogio de la existencia abocada a su devenir en la historia como única apuesta de la libertad.

Pero a fines del siglo XX algunos pensadores católicos y an-glicanos como J. P. Torrell y J. Milbank hicieron de la crítica a la modernidad una ocasión propicia para volver a las fuentes clási-cas y medievales de la cultura occidental y entonces reposicionar a Dios en el centro de los debates éticos y sociales de la cultura posmoderna. Así, la crítica a la razón ilustrada hecha por el Papa Benedicto XVI encuentra eco en la así llamada Radical Ortho-doxy anglicana como movimientos de restauración de la cultura cristiana en tiempos posteriores a la secularización de la razón.

El punto relevante de esta corriente anti-moderna que busca la vuelta al fundamento cristiano de la civilización es que pone sobre la mesa cuestiones de fondo, tales como la universalidad de la verdad, la posibilidad de una ética mundial y el papel central de las religiones de la humanidad como garantes de esa finalidad trascendente de la humanidad que solamente se realiza en el cul-to al Dios vivo. Sus respuestas no siempre respetan la autonomía del orden secular porque buscan imponer convicciones religiosas en un foro público donde no solamente hay creyentes. Obvia-mente las sociedades secularizadas se resisten a tales pretensiones de universalidad de este tipo de propósitos religiosos e invocan una laicidad democrática como la única garantía en tiempos mo-dernos tardíos para salvaguardar los derechos de todos.

El nihilismo posmoderno, ¿religión o mística?Otra corriente de pensamiento y acción de corte más existen-cialista, no renuncia al trasfondo cristiano de la sociedad occi-dental, sino que lleva a su último reducto la autonomía de la creación deseada por el Creador, rechazando todo intervencio-nismo divino en la historia y afirmando el reino de la libertad humana como el destino manifiesto de la humanidad inscrito

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en el designio libérrimo del Dios creador. El cristianismo sería así, en virtud de la doctrina de la creación del mundo y de la redención del Mesías llevada a cabo como acto pleno de dona-ción, el responsable del fondo ateo de la sociedad actual. Ateísmo no como negación de Dios en cuanto idea, sino negación de su identificación como fundamento, sentido y verdad específica que, tarde o temprano, devienen sistemas totalitarios. Por eso el nihilismo representa la negación de la posibilidad de captar, pen-sar y manipular a Dios como si fuese un Demiurgo con quien se comercia el bienestar de la humanidad, el sentido de la verdad o incluso la supervivencia del planeta.

De esta manera, el nihilismo de los posmodernos como G. Vattimo y J. L. Nancy es más que la simple y llana afirmación del relativismo de la verdad y el reino de la anarquía moral. Basados en la crítica de Nietzsche, Heidegger y Derrida a los sistemas de poder basados en el miedo a la libertad, estos autores postulan la inevitable necesidad de recuperar la existencia como esa apuesta libertaria del sujeto débil que asume su vulnerabi-

bió en sus cartas a los Tesalonicenses como horizonte de la vida cristiana en términos de aprendizaje para vivir en medio de los tiempos de los paganos “con la paciencia de Dios”.

“Más acá” de la religión: el fin de los tiemposy el fondo gratuito de lo realEn suma, si el cristianismo no es una religión sino la superación de la religión sacrificial que exige siempre nuevos sacrificios y víctimas en el altar de los ídolos del poder y la prepotencia, en-tonces la crisis presente de la religión es la condición extraordina-ria para que la fe de la Iglesia en el Crucificado-viviente recupere su talante originario como anuncio de la gratuidad de Dios en medio de la violencia humana. Gratuidad que se expresa como desactivación de la espiral del deseo de omnipotencia infantil que preside la violencia de individuos y colectividades, misma que encuentra su coartada perfecta en la religión de víctimas y sacri-ficios. Gratuidad que se traduce en actos de donación para “qui-tarse el pan de la boca y darlo a quien tiene hambre” como decía

Al cristianismo aún le quedan páginas inéditas por escribir, microhistorias nuevas que contar, desde

ese fondo de gratuidad que los místicos llamaron “conocimiento silencioso”.

lidad como única condición de posibilidad de su devenir en la historia. Desde ahí el sujeto débil podrá reconstruir sociedad con base en el mutuo reconocimiento de todos los sujetos que la conforman, velando siempre por rescatar a las víctimas de los sistemas totalitarios.

Con ese mismo tono nihilista, varios pensadores católicos posmodernos como M. Corbí y A. Robles, proponen volver al fondo místico de la religión, redescubriendo el “más acá” de los sistemas de creencias, ritos, doctrinas y moral que supone toda tradición religiosa, para encontrar ese “fondo sin fondo”, esa “nada” en la que el sujeto de las sociedades de conocimiento puede captar la gratuidad de lo real y entrar así en la lógica de la donación.

Si bien el cristianismo ha sido rebasado como horizonte de sentido en las sociedades secularizadas, fenómeno cultural inevita-ble en la lógica de la emancipación, es necesario afirmar también que aún le quedan páginas inéditas por escribir, microhistorias nuevas que contar, desde ese fondo de gratuidad que los místicos llamaron “conocimiento silencioso” y que ya San Pablo descri-

ya el Talmud. Gratuidad que se mostró con claridad meridiana en las palabras y las obras del Galileo, antes como después de su paso por los caminos de Palestina y en la memoria dichosa de los discípulos luego de su entrega final en la cruz fuera de la Ciudad Santa. Gratuidad que es vivida como acto de generosidad por los justos y los inocentes de la historia, como lo atestiguan los relatos de las apariciones del Crucificado-resucitado propias de la Iglesia primitiva... Una gratuidad, en fin, que se hace donación total al traspasar las heridas de las víctimas de la historia con el resplandor de la vida nueva venida de Dios y no de la rivalidad humana.

En suma, si el cristianismo tiene un porvenir no puede ser otro que el de su Señor, a saber: aprender en cada momento de la historia a ser testigo de la gratuidad de Dios que desata los nudos de la violencia, que interpela al poderoso para dejar de oprimir, que consuela al abatido para que reaprenda a vivir con esperanza y dignidad, que anuncia el fin del mundo corrupto y el adveni-miento de los tiempos mesiánicos en la vida del Justo y de quie-nes dejan de vivir como crucificados para aprender a vivir como resucitados en la memoria dichosa del Dios santo.

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la llama inextinguible

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›“Me encanta Dios” yuna carta inédita Jaime Sabines

Durante 2009, México ha venido conmemorando el décimo aniversario luctuoso de uno de sus más grandes poetas, Jaime Sabines, nacido en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, el 25 de marzo de 1926, y falle-cido el 19 de marzo de 1999. En 2010 celebraremos

el 60 aniversario de su primer libro, Horal (1950), con el que inauguró una de las obras poéticas más importantes del siglo XX, en la que destacan también La señal (1951), Adán y Eva (1952), Tarumba (1956), Diario semanario y poemas en prosa (1961), Yuria (1967), Maltiempo (1972) y Algo sobre la muerte del mayor Sabines (1973), todos ellos reunidos, junto con otros textos, en Recuen-to de poemas (1950-1993). Jaime Sabines es un clásico. “Uno de los mejores poetas contemporáneos de nuestra lengua”, como lo definió Octavio Paz, y como lo reafirmó Carlos Monsiváis, al ad-vertir que Sabines es el último gran poeta popular que han tenido las letras mexicanas, capaz de alimentar el optimismo, pues “si la poesía convoca multitudes no todo está perdido”. El reciente-

mente fallecido Mario Benedetti lo llamó “poeta fundamental no sólo de México sino de Hispanoamérica y la lengua castellana”.

La Universidad Iberoamericana se suma al homenaje a Jaime Sabines. Para IBERO es un honor entregar a sus lectores uno de los últimos poemas, quizá el último, que publicó este gran poeta (“Me encanta Dios”), así como una breve carta, hasta hoy inédita, que envió el 26 de abril de 1947 a Josefa Rodríguez Z., Chepita, su musa y esposa. Esta misiva formará parte del libro de próxima publicación Cartas a Chepita, bajo el sello de Editorial Planeta Mexicana. La UIA agradece a la familia Sabines, heredera de la obra del poeta, su generosidad y gentileza al facilitarnos el ma-nuscrito de esta carta (escrita por el poeta a los 21 años de edad y que es, en sí misma, un poema) y autorizarnos su publicación —por vez primera— en la Revista de la Universidad Iberoamericana. Asimismo, le agradecemos el permiso para reproducir “Me encanta Dios”, poema en prosa escrito en 1993, y con el que Jaime Sabines decidió poner punto final a su extraordinaria obra poética.

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Carta a Chepita[Inédita]

México/abril 26/47

Chepita, mi Chepita:

Estoy terriblemente solo. Te necesito. No puedo defenderme más contra tu ausencia y mi soledad.

Es una claudicación, naturalmente. ¿Qué quieres?: La neurosis, tú, el tiempo...

Te esperaré a las 4 de la tarde en el lugar de siempre. ¡Cualquier día de estos! Mañana, el lunes, el martes... Yo estaré allí aguardándote, creyendo.

La lluvia me empujó al correo. ¡Está lloviendo a cántaros! —Y sobre mi corazón, a cántaros, tú.

Ven. Te espero. Ven.

Jaime.

Me encanta Dios. Es un viejo magnífico que no se toma en serio. A él le gusta jugar y juega, y a veces se le pasa la mano y nos rompe una pierna o nos aplasta definitivamente. Pero esto sucede porque es un poco cegatón y bastante torpe de las manos.

Nos ha enviado a algunos tipos excepcionales como Buda, o Cristo, o Mahoma, o mi tía Chofi, para que nos digan que nos portemos bien. Pero esto a él no le preocupa mucho: nos conoce. Sabe que el pez grande se traga al chico, que la lagartija grande se traga a la pequeña, que el hombre se traga al hombre. Y por eso inventó la muerte: para que la vida —no tú ni yo—, la vida, sea para siempre.

Ahora los científicos salen con su teoría del Big Bang... Pero ¿qué importa si el universo se expande interminablemente o se contrae? Esto es asunto sólo para agencias de viajes.

A mí me encanta Dios. Ha puesto orden en las galaxias y distribuye bien el tránsito en el camino de las hormigas. Y es tan juguetón y travieso que el otro día descubrí que ha hecho —frente al ataque de los antibióticos— ¡bacterias mutantes!

Viejo sabio o niño explorador, cuando deja de jugar con sus soldaditos de plomo de carne y hueso, hace campos de flores o pinta el cielo de manera increíble.

Mueve una mano y hace el mar, y mueve otra y hace el bosque. Y cuando pasa por encima de nosotros, quedan las nubes, pedazos de su aliento.

Dicen que a veces se enfurece y hace terremotos, y manda tormentas, caudales de fuego, vientos desatados, aguas alevosas, castigos y desastres. Pero esto es mentira. Es la tierra que cambia —se agita y crece— cuando Dios se aleja.

Dios siempre está de buen humor. Por eso es el preferido de mis padres, el escogido de mis hijos, el más cercano de mis hermanos, la mujer más amada, el perrito y la pulga, la piedra más antigua, el pétalo más tierno, el aroma más dulce, la noche insondable, el borboteo de luz, el manantial que soy.

A mí me gusta, a mí me encanta Dios. Que Dios bendiga a Dios.

Me encanta Dios

Jaime Sabines y Chepita.

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TRIVIUM /cuento

›HERMANOSSilvia MolinaCuentista y novelista. Su más reciente libro esEn silencio la lluvia (Alfaguara, 2008)

Supe de la muerte de mi hermana María porque un compañero de mi hijo Manuel llamó buscándolo para contarle.—Me pidió mi papá que te avisara, porque de otra manera tal vez tu mamá no se enteraría.

El amigo de Manuel iba a la casa a estudiar para los exámenes finales. Cuando yo entraba en la cocina para prepararles algo de cenar, los escuchaba discutiendo y exponiendo sus temas.

Una noche, cuando les serví unos sándwiches, me dijo:—Mi papá, trabaja con su hermana María.—¿Dónde? —pregunté.—En la Secretaría de Hacienda.Fui sincera:—No la he visto en dos años. Se separó la familia. Dile a tu

papá que me la salude, que le mando un beso.Le conté a Ernesto, mi marido: por fin sabía algo de María.

Su matrimonio la distanció: los hermanos fuimos teniendo dife-rencias cada vez más ríspidas con su marido.

Me quedé helada. María era apenas dos años mayor que yo.—Háblale a tu amigo, Manuel. Pregúntale de qué murió,

dónde la van a velar. Mejor dile que te dé el teléfono de la ofi-cina de su papá —terminé nerviosa.

Estaba agradecida por su gesto. Mariquita, dijo, murió de un infarto masivo. Mucho estrés. Por la noche se quejó de que le había caído mal la comida. No lo dijo, pero creí entender que su relación con el marido la tenía acorralada. No pude llorar.

Entonces le hablé a mi hermano mayor porque el menor estaba fuera de la ciudad:

—Siéntate. Te voy a dar una mala noticia.Hubo silencio.—Murió María —fui escueta.No respondió.—La van a velar en…—Le voy a partir la… —Déjala descansar —me adelanté.—Se ha haber muerto por su culpa.

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a mis sobrinos pero no los encontré. No estaban, me dijeron que estaban peleados con el papá. Pedí el teléfono de mi sobrina y salí a hablarle.

—Soy Lourdes, tu tía, mi hijita. Quiero saber si estás bien, si quieres venir a despedirte de tu mamá.

—De mi mamá me despedí hace tiempo, tía. Mi hermano y yo nos salimos de la casa hace tres meses. Vivimos con amigos, un rato en una casa, otro en otra. No me pidas que vaya, no resistiría ver a mi papá.

Me acerqué al féretro y lo abrí para verla. Tenía el semblante tranquilo. Le hablé como lo hacíamos en las noches al llegar de una fiesta, cuando nos contábamos nuestras cuitas hasta que de pronto, Ernesto puso una mano sobre mi hombro y dijo:—Será mejor que nos vayamos. Aquél —no dijo su nombre—, está por dar un espectáculo.

Me volví. En efecto, se había hecho de palabras nada menos que con el papá del amigo de Manuel, el que me mandó decir que Mariquita había muerto.

Así supe de la muerte de mi hermana, y desde entonces mis sobrinos viven en la casa. No ha sido fácil. Y no por su papá, que jamás, que yo sepa, los ha buscado.

—Voy a ir a la agencia —le confesé.—Te va a sacar.—Que se atreva —dije con arresto.Tenía derecho de despedirme de Mariquita. Fuimos compa-

ñeras de juego mucho tiempo; después, en la adolescencia, salía-mos juntas a todas partes; y de recién casadas no nos separábamos hasta que Felipe le prohibió verme. Porque sí, sin ninguna razón. Era celoso hasta de su propia sombra.

Quería no sólo decirle adiós sino hacer las paces antes de que se fuera. Hablar con ella, invocar el perdón. Yo no tenía nada en contra suya, por el contrario, la entendía. Entre su esposo y la familia… el esposo. Sin embargo me daba tristeza verla sufrir. El marido era un patán, y ella fue débil.

Me cambié de ropa y le dejé un recado a Ernesto en su celular porque no me contestó. Seguramente estaba en alguna reunión de trabajo: “María murió. Está en el velatorio del ISSS-TE. Si puedes, alcánzame.”

En el camino sonó mi teléfono. Como si se hubiera puesto de acuerdo con mi hermano mayor dijo:

—Estás loca, te va a correr.Contesté lo mismo llena de valor.Estaba en la capilla dos. No niego que entré asustada. Felipe

estaba en la puerta, y no me quedó otro remedio que saludarlo.—Se me fue. Se me fue —dijo con un aliento alcohólico

de días.No respondí. Había pasado la prueba del despido y me des-

licé entre la gente, en su mayoría compañeros de trabajo. Busqué

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CRISIS DEL CRISTIANISMO/cine

Hay épocas en la Historia tan llenas hasta los bordes de creencias, que hasta su dudar sobre esto o lo otro es un modo de creer.

José Ortega y Gasset1

La presente es una reflexión desde el campo de la tec-nología y cultura sobre las lecturas teológicas o trans-cendentales que algunos productos de la cultura pop, vinculados con la tecnología, hacen surgir en el ima-ginario social. Ya en un estudio previo2 había plan-

teado las premisas epistemológicas que supone el consumo de narrativas de ciencia ficción (Sci-Fi), en particular el consumo de las películas: 2001: Odisea del Espacio (1968), Matrix (199) y eXistenZ (1999). En mi trabajo Apuntes sobre creencia y circulación social (narrativas de ciencia ficción), argumenté que las audiencias de estas películas asumen una postura constructivista al elaborar sus construcciones de sentido. Este artículo sigue esta premisa y la vincula a la construcción de un discurso que es simultáneamente tecnológico y religioso, sugiriendo una relación entre esas dos esferas aparentemente separadas.

Richard Sclove, en su libro I’d hammer out freedom: technology as politics and culture, establece que en las tecnologías siempre subyacen mitos y significados comunales que las hacen funcio-nar como estructuras sociales. No es sorprendente que nuestra

›Cine y Sci-Fi: la

fascinación de las

creenciasJuan Carlos Henríquez, S. J.

Candidato a doctor por Boston College y profesor delDepartamento de Comunicación de la UnivesidadIberoamericana Ciudad de México, donde coordina

el proyecto de Religión Mediática

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cultura muestre la porosidad entre tecnología y mito a través de discursos que expresan la ansiedad resultante de nuestras ma-terializaciones y desmaterializaciones. Nuestro anhelo de des-materialización, afirma David Strong3, lo retoma la sociedad de consumo al ofrecernos aparatos y dispositivos novedosos que prometen aliviar la carga de nuestra propia materialidad.

Las cintas de ciencia ficción son textos que constantemente provocan interpretaciones teológicas o trascendentales. Muchas de las lecturas de este género incluso han desatado en el discurso público debates filosóficos y éticos que antes eran exclusivos de la academia y las iglesias. A finales de los años setenta el libro del mitógrafo Joseph Campbell (1949), The hero with a thousand faces (El héroe de las mil caras), se volvió popular luego de que George Lucas declaró su influencia en la elaboración de La Guerra de las Galaxias.

En el caso particular de interpretaciones de corte religioso de películas de ciencia ficción o Sci-Fi, identifico por lo menos

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tres premisas comunes: la teoría de una inteligencia constructiva, la noción de un cosmos de sentido y una comprensión narrativa de la tecnología. Estos discursos incluyen las dialécticas de opaci-dad y transparencia, monstruosidad e inocencia, que comparten la tecnología, el lenguaje, el cuerpo y Dios.

Inteligencia constructiva. ¿A qué le teme HAL?La idea de que el significado de la realidad no es algo que se descubre sino algo que se construye, y que el momento de ex-perimentar la realidad es distinto del instante en que la nombra-mos y ponemos en circulación social, fue elaborada por Xavier Zubiri. Para este filósofo, nombrar un objeto es el momento cósmico de la inteligencia porque es entonces cuando lo que se experimenta se inserta en un orden o cosmos dependiente de una estructura de significados. De este modo, el sentido de la realidad no es algo puramente subjetivo e individual, sino algo incorporado al lenguaje.

Sin embargo, hay realidades que parecieran romper la sincro-nización de la experiencia con el significado. A esas realidades les construimos su sentido mediante metáforas que, gracias a su apertura, permiten ser leídas trascendental o teológicamente. Así, estos materiales metafóricos pueden consumirse con una carga simbólica distinta de su propósito inicial.

Fotograma de 2001: Odisea del Espacio.

Un ejemplo de lo provocativo que pueden ser las formas simbólicas abiertas se aprecia en la cinta 2001: Odisea del Espa-cio. Este filme inicialmente se basó en la historia que Arthur C. Clarke cuenta en su libro El Centinela (1951), y tuvo dos ver-siones: la novela del escritor y el guión de la película elaborado por Stanley Kubrick y Clarke. 2001: Odisea se convirtió en un clásico y punto de referencia del cine fantástico. En contraste, el libro del autor y sus secuelas pasaron inadvertidas. Compa-rando la película con la novela, el primer aspecto que resalta es que mientras Kubrick mantuvo el misterio sobre el Monolito, Clarke estableció su identidad e intención claramente desde los primeros capítulos. La idea del novelista acerca del Monolito es que éste es una advertencia por parte de un extraterrestre (lla-mado El Centinela) quien en el pasado había visitado la Tierra y actualmente se encuentra cerca de Júpiter. La novela plantea una pregunta epistemológica a propósito de uno de los personajes, la súper computadora HAL 9000: ¿Podría existir inteligencia sin conciencia ni emoción? (Cuando el astronauta Dave Bowman

Lo teológico y lo tecnológico no son dos discursos distintos, sino dos acercamientos

posibles al mismo fenómeno narrativo.

desactiva a HAL9000, ésta/éste le dice: “Dave, estoy asustado. Mi cerebro está vaciándose…”). La cinta pone todo su peso en la perturbadora aparición del Monolito, un protagonista sin diálo-gos, pero cuya acción dramática es determinante para la primera secuencia. Este elemento hace posible que el cuestionamiento no sea sólo epistemológico, sino metafísico e incluso teológico: ¿Quién o qué es ese “protagonista” que con su mera presencia desata saltos transfigurativos? La primera aparición del Monolito transfigura al simio en un ser humano. Su segunda aparición transfigura a la creación humana (HAL9000) en un ente cons-ciente y con emociones, y finalmente transfigura la humanidad interplanetaria en un ser humano interestelar, atemporal, ubicuo, viejo, en gestación, en un aquí y allá simultáneo.

Tengamos presente que una lectura teológica sobre el trabajo de este director de cine es sólo una posibilidad del espectador y no la intención de su creador, quien nunca consideró que la historia tuviera proposiciones trascendentales o religiosas. Tal lectura es sólo una alternativa, válida y posible al estar la cinta construida con símbolos abiertos.

El Cosmos de Sentido.El terror de la inmersión total en la MatrixUn significado no sólo se construye para ser insertado después

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en el entorno, de hecho es construido desde el entorno mismo por medio de los medios del mismo entorno. Toda forma simbólica (por ejemplo una película) está impregnada del entorno tecnológico que la hizo posible y en el que circula (los me-dios cinematográficos). Si una construc-ción de sentido es teológica, entonces su forma simbólica es al mismo tiempo una narrativa teológica y una narrativa tecnológica. Lo teológico y lo tecnológico no son dos discursos distintos, sino dos acerca-mientos posibles al mismo fenómeno narrativo: desde la perspec-tiva teológica se asoma un discurso tecnológico, y viceversa.

Una característica de este cosmos de sentido es su regenera-ción. La construcción de un significado particular, expresado en una forma simbólica, no es únicamente insertada en el cosmos de sentido, sino que también “regenera” al cosmos. Es decir, crea territorios autónomos o universos de significados. Aquí es donde surge la posibilidad de terror. Lo que verdaderamente perturba al imaginario social es que la creación de un territorio autónomo se materialice. Uno de los temas recurrentes en Sci-Fi es la supo-sición de que en cierto momento seamos capaces de materializar los territorios autónomos y creemos mundos reales, paralelos y autónomos al nuestro. La fascinación y terror que inspiran algu-nas fantasías de las historias de Sci-Fi recae en la posibilidad de que los mundos pueden ser realmente independientes y nosotros quedemos atrapados en ellos. La inmersión total en un mundo creado y autónomo suscita fascinación, en tanto logro tecnológi-co, y repulsión por su potencial monstruosidad.

Imaginar universos creados y la inmersión total en ellos, es una manera pragmática y secular para responder al deseo an-tropológico de la vida eterna. El novelista William Gibson ima-ginó la creación de mundos autónomos y tecnológicos con la posibilidad de acceder a ellos sin la necesidad de interfaces. La obsesión de sus personajes por las inconveniencias del cuerpo biológico (un hardware obsoleto) se intenta resolver trasladando

la memoria, emoción y demás operaciones cerebrales (software) a un ciberespacio interconectado. La vida eterna vista desde este punto de vista, ciertamente vence las limitaciones del tiempo y el espacio impuestas por el cuerpo biológico: no hay más enfermedad ni muerte, los individuos se vuelven inmortales y omnipresentes. Esto contrasta con otro tipo de nociones reli-giosas como el judaísmo y el cristianismo, que conciben a la Vida Eterna no sólo como una liberación espacio-temporal, sino principalmente como el ingreso a una dimensión de plenitud trascendental y de comunión radical con su Dios.

Una comprensión narrativa y teológica de la tecnología. La eXistenZ de la techné de DiosEl término “tecnología” es un concepto desarrollado en conjun-ción con la Revolución Industrial. La palabra deriva del término griego techné, volver realidad una idea o propósito. Techné, por tanto, implica materialización e ingreso de una idea al mundo perceptual de los fenómenos. Así como los fenómenos de las creencias se articulan como narrativas, la tecnología usada para la materialización de esas narrativas se constituye ella misma en na-rrativa. La tecnología condiciona la circulación del discurso reli-gioso, pero ella misma es una alegoría discursiva de lo religioso. Las películas Sci-Fi son capaces de provocar lecturas teológicas que ponen sobre la mesa de discusión del hombre común temas que han sido ignorados o relegados a los especialistas.

El vínculo de la tecnología con la teología tienen su origen en la primera materialización de una forma simbólica: la Palabra, proto-tecnología. Concebir a la tecnología como la ejecución encaminada a materializar un propósito, es una idea que im-pacta directamente al campo teológico. El tema novedosamente cristiano es precisamente la materialización, el “hacerse carne”, como condición para actuar en el mundo. ¿Podemos pensar la Palabra, incluyendo la divina, como tecnología? Al menos, si consideramos la acepción griega, podríamos imaginar la alegoría de Jesús —y de algunos personajes de Ciencia Ficción como ‘Neo’ en Matrix— como la techné de Dios.

[Traducción del inglés de Ana Langner Leyva]

1 José Ortega y Gasset, La idea de principio en Leibniz II, El Arquero, Madrid, 1967, p. 98.

2 Juan Carlos Henríquez (ed), Medios y creencias: perspectivas culturales del cristianismo en el entorno mediático. 2007, Universidad Iberoamericana y Plaza y Valdés, México, 2007.

3 David Strong, Technological subversion, en Society, Ethics and Technology, Winston and Edelbach (eds), Thompson Wadsworth, Belmont, CA, 2006, pp. 140-151.

Las cintas de ciencia ficción son textos que constantemente

provocan interpretaciones teológicas o trascendentales.

CRISIS DEL CRISTIANISMO/cine

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›Galileo: entre la

ciencia yla fe

Anabel ArrietaCoordinadora de la Carrera de Ingeniería Física de la

Universidad Iberoamericana Ciudad de México

Los astrónomos del mundo celebramos en 2009 (Año Internacional de la Astronomía) los cuatrocientos años desde que Galileo Galilei usó por primera vez un te-lescopio para realizar observaciones astronómicas. En tanto algunos colegas y amigos míos1 están discutiendo

cómo los descubrimientos de este gran científico y filósofo fue-ron fundamentales para el desarrollo de la ciencia como la en-tendemos ahora, mi interés en estas páginas es hacer un recuento de los descubrimientos que colocaron a Galileo en un conflicto entre la ciencia y la fe.

Recordemos algunos hechos históricos que nos servirán para poner en contexto, entender las interpretaciones y analizar las reacciones de los descubrimientos realizados por Galileo. Aristó-teles (384-322 a.C.) propuso un modelo del universo en el que la Tierra se encuentra en el centro. Los planetas conocidos en esa época (Luna, Sol, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno) están pegados a esferas concéntricas que se mueven alrededor de la Tierra. En el modelo todas las estrellas se encuentran en una esfera exterior que también se mueve alrededor de la Tierra. Esta teoría explicaba muchas cosas pero no el movimiento retrógra-do de los planetas.

Después de varios intentos de otros astrónomos, Claudio Tolomeo (83-161) encontró una manera de hacer mejor los cálculos de las trayectorias de los planetas. Propuso el uso de varios círculos cuyo movimiento combinado aproximaba me-jor los movimientos de los planetas. La teoría de Aristóteles y la práctica de Tolomeo se unieron en una sola visión conocida como el universo aristotélico-tolomaico. Con pocas modifica-ciones, la teoría subsistió durante la Edad Media hasta llegar al Renacimiento. Fueron alrededor de dieciséis siglos en que la actividad de los astrónomos sólo consistía en reproducir o, a lo más, mejorar los cálculos realizados por Tolomeo.

Fue Nicolás Copérnico (1473-1543), en su obra Sobre las revoluciones de los orbes celestes (1543), quien propuso una teoría muy elegante y sencilla. En ésta, el Sol está en el centro del universo y todos los planetas (la Tierra incluida) rotan alrededor de aquél. A la Tierra le atribuyó tres movimientos: uno diario de rotación, alrededor de su centro; uno anual alrededor del Sol, y un tercero cónico de su eje de rotación.

Galileo nació en Pisa en 1564 y, al igual que Copérnico, vivió durante el Renacimiento, etapa que planteó una nueva forma de ver al mundo y al ser humano. Existía un gran interés en las artes, la política y las ciencias. Surgían en todo momento nuevos conocimientos o descubrimientos. El gran flujo de ideas estimulaba cerebros inquietos como el de Galileo. El primer tra-bajo formal de Galileo fue en la Universidad de Pisa, una uni-versidad muy tradicional donde no era muy bien aceptado por sus colegas pues sometía a cuestionamiento las teorías de Aris-tóteles2. En 1592 consiguió un puesto en la Universidad de Pa-dua, donde el ambiente más liberal le permitió discutir con sus compañeros sobre las nuevas tendencias en la ciencia. Ahí realizó

estudios que fueron importantes para la postulación de las leyes de Newton. Voy a citar dos que me parecen muy importantes para esta discusión. Encontró que el periodo de movimiento de los péndulos es independiente de la amplitud con que se inicia el movimiento, y mostró que todos los cuerpos caen con la misma aceleración independientemente del peso que tengan3.

Aunque para nosotros es sencillo encontrar una justificación de estos fenómenos, para Galileo y sus contemporáneos implica-ba un cambio en su forma de pensar. Para demostrar lo anterior era necesario introducir nuevas leyes de la naturaleza y, como consecuencia, estar en contra de algunas de las teorías ya exis-tentes. Otro de los sucesos que contribuyó a la mentalidad crítica de Galileo ocurrió el 10 de octubre de 1604. Ese día se observó en el cielo una estrella nueva (de las ahora llamadas Supernovas), lo cual implicaba que el cielo era cambiante, contrario a lo que sostenían los aristotélicos.

También en el estudio de la astronomía se produjeron im-portantes cambios. Hasta entonces las observaciones se realizaban a simple vista o con cuadrantes y astrolabios (instrumentos para medir la posición de los objetos). En 1609, Galileo se enteró de la existencia de “un anteojo mediante el que los objetos visibles muy alejados del ojo del observador se discernían claramente como si se hallasen próximos”4. Se trataba de un instrumento que más tarde se denominaría telescopio. Galileo lo perfeccionó consiguiendo un aumento diez veces mayor que lo que se con-seguía en otros lugares de Europa. El telescopio le permitió ver cosas que no se ven a simple vista. En un libro titulado La gaceta sideral publicó sus primeros tres descubrimientos. Ahí los “expe-rimentos están expuestos con la urgencia y excitación de quien acaba de ver grandes cosas sin apenas dar crédito a sus ojos”5.

ASTRONOMÍA

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Se acusó a Galileo dequerer enseñar a los

teólogos a interpretarla Biblia.

Más tarde publicó otros documentos con descubrimientos astronómicos igualmente importantes, entre los cuales destacan los siguientes: Encontró que la Luna no tiene una superficie lisa y pulida, sino con valles y montañas. Descubrió que hay más es-trellas de las que se ven a simple vista. Por ejemplo, vio que la Vía Láctea no es una gran nube difusa, sino una abundante colección de estrellas. Encontró cuatro planetas girando alrededor de Júpi-ter. Observó fases en Venus, similares a las de la Luna, lo que sólo puede explicarse con un modelo heliocéntrico. Descubrió man-chas en el Sol e interpretó que se mueven como consecuencia de la rotación del Sol. Estos descubrimientos contrastaban con la concepción del universo propuesta por Aristóteles. Por po-ner un ejemplo, el hecho de que la Luna tuviera irregularidades contradecía que todos los astros debían ser perfectos y regulares. Contradicciones como éstas encontró entre lo que para él era sensible (refiriéndose a lo tangible o comprobable) y las teorías de Aristóteles, con las cuales ya había tenido diferencias desde sus resultados con la mecánica.

Probablemente ninguna de estas diferencias entre el pensa-miento de Galileo y Aristóteles causó tanta polémica fuera de la ciencia como la de las fases de Venus. Este hecho implicaba que el centro del universo era el Sol y no la Tierra. Sobre este tema,

sabemos de un suceso ocurrido en el palacio del gran duque de Médicis en diciembre de 1613. En la sobremesa surgió el tema de los grandes descubrimientos de Galileo. Uno de los comen-sales, que era filósofo, comentó que le parecía imposible que la Tierra se moviera, sobre todo porque iba en contra de lo que se decía en las Sagradas Escrituras. El pasaje al que hacía referencia era al libro de Josué 10, 12-14 que dice que el “Sol se detuvo en el cielo” para ayudar a los israelitas a ganar una batalla. Decir que el Sol se detuvo implicaba que estaba en movimiento, lo cual era una aparente contradicción con el modelo heliocéntrico que Galileo defendía. La madre del Gran Duque, doña Cristina de Lorena, mostró especial interés en el tema, y solicitó a Benedetto Castelli (astrónomo jesuita, discípulo de Galileo y comensal ese día) que le resolviera esas dudas de orden teológico. Castelli la convenció de que la teoría del heliocentrismo y las Sagradas Escrituras no eran incompatibles. Aunque Galileo salió bien li-brado en esta ocasión, más tarde se produjeron enfrentamientos con algunos teólogos.

Como respuesta a las acusaciones, Galileo se atrevió a entrar en el terreno de interpretar el texto sagrado, para él desconocido6. En una carta dirigida a Cristina de Lorena se defiende diciendo que no debe haber contradicciones entre la Biblia y la ciencia. En realidad la carta no era dirigida a ella sino a los teólogos. La opi-nión de algunos autores7 es que publicó una mezcla de aciertos y desaciertos teológicos que fueron aprovechados por expertos en teología para denunciarlo. Sucedieron a este documento otros varios sucesos poco afortunados en donde se acusó a Galileo de querer enseñar a los teólogos a interpretar la Biblia. En 1633 Ga-lileo fue condenado a vivir bajo arresto domiciliario.

El caso de Galileo es muy complicado. Cualquier simplifica-ción probablemente terminará sesgada. Una referencia obligada de hoy en adelante para los que incursionen en el tema será I duco-menti vaticani del processo di Galileo Galilei (Los documentos vaticanos del proceso de Galileo Galilei). Dicho documento fue presentado en la Santa Sede el 2 de julio de 20098 con motivo del Año Interna-cional de la Astronomía. En éste se exponen todos los documentos bajo resguardo del Archivo Secreto Vaticano. Su autor, monseñor Sergio Pagano dijo durante la presentación: “El caso Galileo ense-ña a la ciencia a no presumir de maestra ante la Iglesia en materia de fe y Sagrada Escritura y enseña a la Iglesia a acercarse a los pro-blemas científicos… con mucha humildad y prudencia”.

1 Biro, Susana, La mirada de Galileo, La Ciencia para Todos, México, 2009.2 Biro, Susana, Op. cit.3 The Galileo Project: http://galileo.rice.edu4 Galileo / Kepler, La gaceta sideral / Conversación con el mensajero sideral, Alianza, Madrid, 2007.5 Galilei, Galileo, Carta a Cristina de Lorena, Alianza, Madrid, 2006.6 Galilei, Galileo, Op. cit.7 Auping, J., El origen y la evolución del universo / Física, metafísica, ciencia y ficción (a) Teología en la cosmología antigua y moderna. En proceso de publicarse.8 Zenit: El mundo visto desde Roma, http://www.zenit.org/rssspanish-31758

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El investigador mexicano Mauricio Terrones Maldo-nado (ciudad de México, 1968), es considerado uno de los pioneros y promotores de la nanociencia y la nanotecnología en México. Entre sus investigaciones y proyectos destacan el desarrollo y la aplicación de

nanoestructuras de carbono, lo que lo hicieron merecedor del Premio de la Academia de Ciencias para el Mundo en Desarro-llo 2005 (TWAS, por sus siglas en inglés), siendo el científico más joven en recibir este galardón.

Egresado en 1992 de la Licenciatura en Ingeniería Física por la Universidad Iberoamericana con el promedio más alto y con mención honorífica, obtuvo la medalla al mejor estudiante de México en Ingeniería Física que otorga el Conacyt, la Anuies y el Diario de México. Posteriormente realizó estudios doctorales en Química-Física en la Universidad de Sussex, Inglaterra, bajo la supervisión de Harold W. Kroto (Premio Nobel de Química 1996 y miembro de la Royal Society de Gran Bretaña), y pos-doctorales en la Universidad de Sussex en colaboración con la Universidad de California en Santa Barbara, Estados Unidos.

Asimismo, en 1999 le fue otorgada una membresía por la Fundación Alexander von Humboldt para realizar estudios sobre nanoestructuras de carbono, por un periodo de catorce meses, en el Max-Planck-Institut für Metallforschung en la ciudad de Stuttgart, Alemania.

Entre las diversas distinciones nacionales e internacionales que ha recibido, se encuentran, por parte de la Unesco, el Pre-mio Javed Husain para jóvenes investigadores y la Medalla Al-bert Einstein (2001); la Medalla Fernando Alba 2006 otorgada por la UNAM por sus contribuciones a la Física Experimental, y el Premio Carbón 2008 en Innovación Tecnológica por sus es-tudios y aplicaciones de los nanotubos de carbono dopados con nitrógeno, concedido por la Sociedad Japonesa del Carbono.

Ha impartido múltiples conferencias en más de una doce-na de países de América, Europa y Asia y cuenta con más de doscientas publicaciones con arbitraje en las mejores revistas científicas internacionales, entre ellas Nature, Science, Nature Na-notechnology, Nature Materials, Nano Letters, Physical Review Letters, Chemical Communications, Journal of the American Chemical Society, Small, ACS Nano, Topics in current Chemistry, Chemical Physics Let-ters, Advanced Materials, Applied Physics Letters, Chemistry of Mate-rials y Chemical Society Reviews.

Mauricio Terrones Maldonado es actualmente Investigador Nacional Nivel III del Sistema Nacional de Investigadores y responsable del Laboratorio Nacional de Nanociencias y Na-notecnología del Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica, donde realiza investigaciones sobre la síntesis y aplicación de nanoestructuras de carbono y otros materiales.

En las siguientes páginas, este destacado científico, que rea-

Entrevista con

›Mauricio TerronesMaldonado

La nanociencia:solución a muchos problemas Carlos Deveaux Homs Director de Comunicación Institucional de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México

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Trabajar en lo queme gusta es ya,para mí, un signo de éxito. El reconocimiento llega después.

liza de manera única el trabajo experimental y las simulaciones teóricas de nanoestructuras, especialmente las del carbono, com-parte con los lectores de IBERO, su experiencia y trayectoria profesionales, su visión acerca de la ciencia en México y en el mundo, además de su importancia e impacto en el desarrollo de nuestro país.

Los valores y la búsqueda de la verdadMis años de estudiante en la Ibero fueron muy felices; gocé esa etapa y conservo muy buenos recuerdos de toda la comunidad. Además de estudiar me divertí, tuve muy buenos compañeros, algunos de los cuales sigo frecuentando, y excelentes profesores

de quienes aprendí mucho, así como los alumnos que he tenido.El lema de la Universidad Iberoamericana, “La verdad nos

hará libres”, ha sido para mí un principio de vida. La búsqueda de la verdad y el trabajo arduo para encontrarla son valores muy importantes, que incluyen también la ética profesional, la liber-tad de pensamiento y el servicio hacia los demás.

Estas son lecciones que me dejó mi paso por la Ibero, que fueron fundamentales para mi formación como persona y como profesionista, además de reafirmar los valores que ya había aprendido en mi casa, y que son herramientas para enfrentarse al mundo, donde existen muchos problemas, desde pobreza y analfabetismo hasta inseguridad.

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LÍDER IBERO

Adicionalmente, estudiar y trabajar con Harold W. Kroto, Premio Nobel de Química 1996, fue importantísimo para mi crecimiento profesional. Él era muy horizontal, y yo soy igual con la gente con la que trabajo: no hay jerarquías sino que trabajamos en equipo; a él le gustaba ayudar a las personas y la parte ética, que es fundamental en la ciencia, también me la reafirmó mucho.

Por ello me parece que, aunado a los valores, la formación jesuita y las materias de integración que se imparten en la Uni-versidad, es importante reafirmar en los estudiantes el aspecto ético, porque es preocupante observar que en la práctica profe-sional muchas veces no se respeta ni se le da el valor que debiera. Asimismo, inculcarles la importancia de agradecer y retribuir a su alma máter lo que les ha dado, especialmente ahora que se cuenta con más carreras y alumnos, que hay más investigación y que se hará un nuevo posgrado en ciencias e ingeniería. Eso habla muy bien de la dirección que está tomando la Universidad Iberoamericana, pero esta labor también requiere del compro-miso y apoyo de los egresados, entre los que se cuentan desde exitosos profesionistas y empresarios e intregrantes del Sistema Nacional de Investigadores hasta secretarios de Estado.

En muchas universidades privadas del mundo los ex alumnos dan donativos y contribuyen a que sus universidades mejoren. A nosotros nos hace falta una mayor conciencia y responsabilidad en este sentido, para que los egresados, desde su ámbito, apoyen de alguna forma a la Universidad.

La base del éxito es el trabajo arduoTrabajar en lo que me gusta es ya, para mí, un signo de éxito. El reconocimiento llega después, pero sólo si se hacen bien las cosas, si se trabaja arduamente, con perseverancia y honestidad. El tra-bajo es la base de todo, porque hay gente que aunque es brillante no hace nada porque piensa que todo le va a llegar, y no es así.

Para alcanzar las metas hay que ser constante, insistir, no do-blegarse. Alguna vez un compañero egresado de Ingeniería Fí-sica me dijo que yo trabajaba desde la frustración y que eso me

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diferenciaba de otros que se volvían intolerantes y se doblegaban ante el fracaso. Lo he podido comprobar, porque desde que re-gresé a México tuve que enfrentar una frustración tras otra, pero aunque no salían las cosas no me rendí y al final las circunstan-cias se terminan equilibrando.

La investigación científica es un proyecto a largo plazoLa situación de la ciencia en países en vías de desarrollo en ge-neral es precaria, porque no se hace inversión en este rubro. En México, a pesar de que existe el Sistema Nacional de Investiga-dores, el nivel de apoyo para la ciencia y la tecnología, compa-rado con los países desarrollados, es ínfimo: se destina alrededor del 0.30 o 0.35 por ciento del Producto Interno Bruto, que es prácticamente nada.

Para lograr resultados en el desarrollo científico y tecnoló-gico se tiene que hacer una política de Estado, no sexenal sino a largo plazo, a diez o treinta años, como las de Brasil, la India o Corea. Ellos empezaron hace dos o tres décadas con unas polí-ticas que prevalecieron a través de los gobiernos y por eso hoy dan resultados. El problema en Latinoamérica es que cuando cambian los gobiernos no hay continuidad en los proyectos y tampoco se tiene el convencimiento de que sí podemos hacer las cosas; ese es un problema muy grave, empezando por los que toman las decisiones del país que no creen que tenemos la capa-cidad de ser productores y no sólo maquiladores.

En otros países, como la India, un país con mucha pobreza, hacen sus propios satélites y cohetes, y han alcanzado un gran desarrollo en la tecnología de la información; a pesar de sus ca-rencias invierten en ciencia y tecnología, como una manera de mitigar la pobreza, porque la mejor forma de resolverla no es dando dinero a los pobres, sino garantizar que tengan educación y oportunidades de empleo, desarrollo y crecimiento.

En Corea, a pesar de la crisis financiera no han recortando presupuestos para la ciencia, porque además de tener una vi-

sión distinta a la nuestra, son líderes en la producción de coches, electrónica, elec-trodomésticos, etcétera, a lo que se suma su nacionalismo. Allá se consumen los productos hechos en el país, a diferencia nuestra, porque en México no confiamos en lo que nosotros hacemos y eso nos lleva a no creernos capaces de hacer un satélite, así que mejor lo compramos.

Desde México para el mundoLo que me permitió regresar y quedarme en México fue el reconocimiento que ya tenía internacionalmente y eso hizo que en el país también me prestaran atención. Pero, lamentablemente, si no hubiera te-nido esas cartas de presentación, tal vez me hubiera regresado al extranjero por no en-contrar oportunidades en mi propio país.

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sustentabilidad, con la ventaja de que el carbono es el elemento más abundante en la naturaleza y no contamina.

En la medicina, estas investigaciones tendrán un impacto re-levante, ya que gracias a ellas se podría desarrollar en México una cura para el cáncer de mama o cérvico-uterino, o eliminar el problema de la amibiasis. En las investigaciones que hemos realizado encontramos que ciertos nanotubos de carbono que tenían átomos de nitrógeno proliferaban a las amibas, pero los que no los tenían las mataban en ocho horas. Este descubri-

miento puede ayudar a combatir la amibiasis, por la que mueren en nuestro país de 10 mil a 30 mil personas al año, siendo la tercera causa de muerte por parásitos.

La nanociencia y la nanotecnología tendrán así un impacto social muy importante, a través del desarrollo de materiales más resistentes y más baratos para hacer un nuevo tipo de construccio-nes, para casas de interés social o en lugares donde hay escasez de recursos. También, en lo que respecta a la energía, podemos cap-tar la luz solar y hacer recolectores más eficientes, porque actual-mente el 85 por ciento de la energía solar se desperdicia. Ahora la energía se obtiene de otras fuentes como el petróleo, pero hay que pensar qué haremos cuando se acabe. Tenemos que buscar la manera de ser sustentables mediante la implementación de nuevas industrias, y para ello se requiere del apoyo de inversionistas pri-vados, que estén convencidos de que haciendo investigación ellos también van a poder dar un valor agregado a sus productos.

Un México sin corrupción y sin mediocridadEl México que yo anhelo, creo que no lo voy a alcanzar a ver, pero espero que mis hijos sí. Me gustaría que en nuestro país no tuviera cabida la mediocridad, que se erradicara la corrupción, que existiera la identidad nacional para trabajar juntos, sin im-portar religiones o ideologías, por el bienestar de la mayoría.

Tenemos que generar nuevas formas y oportunidades para impulsar nuestro crecimiento como personas y como sociedad, porque todos estamos viviendo en un mismo mundo, y si diri-gentes y ciudadanos por igual no asumimos este compromiso, en treinta años vamos a tener mayores problemas de seguridad, educación, pobreza, discriminación, etcétera.

Para alcanzar estos ideales se tiene que inculcar en la escuela y en la casa el compromiso con la familia, con la sociedad, con el país. Y, sobre todo, lograr que exista congruencia en nuestro proceder: entre lo que decimos y lo que hacemos, para así des-terrar la corrupción y la falta de ética personal y profesional. Si trabajamos en ello, nuestro futuro será más promisorio.

Decidí trabajar en México porque sabía que aunque no tu-viera muchos recursos o equipo, en el momento que lo requi-riera podía recurrir a mis contactos en otros países para hacer algún experimento donde tuvieran el equipo necesario. Así fue como empecé a trabajar en el país: utilizando los recursos de mis colegas en el extranjero, y cuando finalmente recibimos el apoyo comenzamos a desarrollar las cosas aquí.

En esta época de globalización ya no es tan importante en dónde estés sino cómo hagas las cosas. Puedo tener mi base en México y seguir haciendo trabajos en Japón, pero lo que ahora exige la globalización es ser competitivo a nivel internacional y no sólo nacionalmente. Eso hay que tenerlo muy claro y enseñarlo a las nuevas gene-raciones porque nos hace falta fomentar la filosofía de la competitividad a nivel internacional.

También debemos contrarrestar uno de los principales obstáculos que encuen-tro para el desarrollo de México en todos los ámbitos, no sólo en la industria o la ciencia: el llamado “cangrejismo”; personas que tienen el poder pero no la preparación y que por envidia, inse-guridad o conveniencia no permiten que otras personas crezcan, y en lugar de apoyar el desarrollo del país lo truncan. Esta forma de actuar es muy común en México. En Inglaterra, por ejemplo, separan las afinidades personales de los logros profesionales; es decir, no importa si uno le agrada o no a los demás, si el trabajo es bueno se reconoce y se impulsa.

La nanociencia y su relevancia socialLa nanociencia estudia lo nano, o sea lo muy pequeño. Estamos hablando de escalas que se conocen como nanómetros, que re-presentan la millonésima parte de un milímetro; de estas dimen-siones son los materiales con los que trabajamos. Lo interesante es que los materiales nanoscópicos son diferentes a los de otros de mayor tamaño, es decir, sus propiedades son distintas y pueden revolucionar la electrónica, la medicina y otras ciencias; se trabaja a escalas muy pequeñas, prácticamente de átomo a átomo.

En lo que respecta a las nanoestructuras de carbono, éstas son moléculas con un diámetro de alrededor de un nanómetro; son como esferas o tubos alargados que van creciendo y tienen una gran resistencia: pueden llegar a ser 100 veces más resistentes que el acero, y seis veces más ligeros, dado que el carbón pesa menos que el hierro. Además, el átomo del carbono es uno de los elementos más fuertes de la naturaleza, basta recordar que el diamante está conformado por átomos de carbono.

Lo que hacemos con el carbono son nuevas estructuras na-noscópicas de diferentes formas que tienen propiedades total-mente distintas a los materiales actuales, y buscamos la manera en que se pueden aplicar por ejemplo en el área médica o en las ciencias de materiales, donde ya hemos logrado hacer más resistente el plástico y el vidrio, a partir de la aplicación de na-notubos de carbono. Queremos investigar más para hallar otras aplicaciones y trabajar mayormente en la parte del reciclaje, en la

El lema de la Universidad Iberoamericana, “La verdad

nos hará libres”, ha sido para mí un principio de vida.

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MIRADOR

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›Juan Rulfo, fotógrafoVíctor JiménezArquitecto, investigador y director de la Fundación Juan Rulfo

En el mercado de Zacatepec, 1956.

Juan Rulfo en el Popocatépetl, década de 1940, autorretrato.

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El estado de Oaxaca atraía mucho a Juan Rulfo. Lo visitó por vez primera hacia la década de 1940, para recorrer-lo más extensamente a mediados de los años cincuenta. Hizo notas sobre algunas regiones y culturas del esta-do, así como unas 350 fotografías, con énfasis en temas

como su población nativa, arquitectura y paisaje. De estas imáge-nes realizó una primera selección Andrew Dempsey, en Londres, y Francisco Toledo llevó a cabo la curaduría final en Oaxaca, redu-ciendo su número a las 50 que aparecen en esta exposición (“Juan Rulfo: Oaxaca”) e igualmente en el libro-catálogo de la misma.

La exposición fue inaugurada el 19 de julio en la Sala de Ex-

posiciones del Edificio S de la Universidad Iberoamericana, en el marco del 53 Congreso Internacional de Americanistas, que sesionó en esta universidad del 20 al 24 de julio. Se clausurará el 28 de agosto para celebrar también, el 26 del mismo mes, la entrega de los premios a los ganadores del 10º Concurso Na-cional de Cuento Preuniversitario “Juan Rulfo”, que convocan anualmente la Universidad Iberoamericana y la Fundación Juan Rulfo, un concurso que la Fundación Juan Rulfo apoya desde su creación porque la familia del autor jalisciense considera que su propósito es muy meritorio, al servir como estímulo para la vo-cación de los más jóvenes entre los escritores mexicanos.

Campesinas bajo unas campanas en Ayutla, 1956.Mujeres de Ayutla y barda, 1956.

Río entre cerros, 1956.Calle de Mitla, 1956. Mujeres de Ayutla en una cerca, 1956.

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Instrumentos musicales en Tlahuitoltepec, 1956.

Campanario frente al Zempoaltépetl, 1956.Danzantes, 1956. El himno a Condoy, 1956.

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Juan Rulfo: OaxacaLibro-catálogo de la exposición del mis-mo nombre, con 50 fotografías de Juan Rulfo y viñetas de Francisco Toledo. Pre-sentación de Víctor Jiménez y un estudio de Andrew Dempsey.

Guía para apreciar, leer

y estudiar a Juan Rulfo

El Llano en llamas. Editorial RM. Juan Rulfo. 1953El Llano en llamas contiene 17 cuentos, publicados por Juan Rulfo a partir de 1945, cuando aparece “Nos han dado la tierra” en las revistas América y Pan. Rulfo comenta los avances de su obra en cartas a su novia Clara Aparicio, a la que dedicará el libro. En 1951 se publica un séptimo cuento en América, –“Di-les que no me maten”– (el preferido de Elías Canetti y Günter Grass), y gracias a la primera beca que recibe del Centro Mexicano de Escritores (1952-53), fun-dado por Margaret Shedd, Rulfo puede terminar los ocho que aparecerán en li-bro, con los previos, en 1953. Dos cuen-tos más, publicados en revistas en 1955, serán incorporados al libro en 1970. Tex-to definitivo de la obra establecido por la Fundación Juan Rulfo.

Pedro Páramo. Editorial RM. Juan Rulfo. 1955La obra de Juan Rulfo (1917-1986) es sin duda la creación literaria mexicana que ha recibido mayor aclamación dentro y fuera de nuestro país. La novela Pedro Páramo tuvo una larga gestación. Rul-fo la menciona por primera vez en una carta en 1947, y puede trabajar en ella entre 1953 y 1954 gracias a la segunda beca (1953-54) que recibe del Centro Mexicano de Escritores. En 1954 apare-cen adelantos en tres revistas, y en 1955 se publica como libro. Entre los admira-dores de esta obra maestra figuran Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Jorge Luis Borges, Günter Grass y Susan Son-tag. Sus traducciones se acercan al medio centenar y cada año aparecen nuevas ver-siones. Texto definitivo de la obra estable-cido por la Fundación Juan Rulfo.

Tríptico para Juan Rulfo: poesía, fotografía, crítica. Editorial RM y otros. Víctor Jiménez, Alberto Vital, Jorge Zepeda (coordinadores). 2006Este tríptico consta de las secciones que indica el subtítulo: poesía, fotografía y crítica. La versión de las Elegías de Duino que Rulfo produjo a partir de dos ya existentes y el original alemán comprende el primer apartado. El segundo se integra por artículos dedicados a la primera exposición fotográfica de Rulfo, la inserción de su fotografía en la historia de la misma en México y el estudio de sus motivos y tratamientos visuales. El terce-ro reúne testimonios sobre el escritor y artículos dedicados a su narrativa que proponen distintas relecturas, siempre desde perspectivas analíticas rigurosas y documentadas. Coedición con la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.

La recepción inicial de Pedro Páramo (1955-1963). Editorial RM y otros. Jorge Zepeda. 2005Investigación ejemplar sobre cómo se ha leído Pedro Páramo en México y otros países en los pri-meros años. Se aporta aquí información precisa –nueva u olvidada– para seguir la pista a textos ilocalizables antes de este libro, a polémicas, traducciones, versiones primitivas y estudios rulfianos, todo sometido al mayor rigor analítico. El autor exhibe las estrategias de la crítica literaria superfi-cial: desde la nota elogiosa pero preocupada por encontrar defectos hasta el texto admirativo pero lírico e impreciso; Pedro Páramo remitido al internacionalismo o al regionalismo. Un trabajo que abre nuevos caminos a los estudiosos.

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INVESTIGACIÓN CIENTÍFICAA

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Un niño prodigio es, por su propia naturaleza, un artefacto autodestructivo: lo que es maravilloso en un niño se convierte en simple talentoy es perfectamente natural en un joven.

Peter Gay, Mozart

Al parecer el cerebro demuchos niños superdotadosse encuentra restringido ensu talento a una sola área.

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Todos estamos más o menos locos aunque algunos ac-tuamos con mayor disimulo; sobre todo la razón tie-ne también su locura. Voy a referirme aquí al caso de los llamados “niños superdotados” conocidos en inglés como gifted children o child prodigies, y en alemán wunder-

kind, y un poco menos al caso patológico de los llamados niños savants, los cuales son autistas o con retraso mental, y también a los llamados autistas “de alto rendimiento” o con síndrome de Asperger. Así como sabemos más de la depresión y del miedo que de la felicidad y el coraje, también sabemos menos de los mecanismos por los cuales los individuos más o menos normales muestran o desarrollan talento o creatividad artística o científica desde su infancia.

Los niños prodigio en la música, las matemáticas y el ajedrezExisten en la actualidad numerosos artículos y libros sobre la crea-tividad y el talento artístico principalmente en el área de la mú-sica, las matemáticas y algo en el ajedrez. Se puede consultar el libro de Oliver W. Sacks, Musicophilia, y el de Daniel Levitin, This is your brain on music, y también el libro del neurólogo y organista francés Bernard Le Chevalier: Le cerveau de Mozart. Este último analiza el talento inexplicable de Mozart desde el punto de visto neurobiológico. Una de las fuentes de este ensayo es el artículo de Ellen Winner que se puede consultar en Internet: Origins and end of giftedness. También se ha escrito algo sobre la creatividad y el talento en el ajedrez sobre todo en relación a las hermanas Polgár y en particular a Judith Polgár. No obstante muy poco se ha escrito en relación al talento literario, en particular en rela-ción con el talento de la escritura de ficción.

Los niños superdotados (gifted children) se definen como aquellos que antes de los doce años alcanzan un nivel compa-rable al de un adulto que ha dedicado al menos diez años de su

›La creatividady el caso de los niños superdotados Bruno Estañol Escritor y neurólogo. Investigador titular del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”

vida al estudio de un tema o dominio. Estos niños generalmen-te muestran su talento en áreas específicas como la música, las matemáticas, el ajedrez, el ballet, las lenguas y ciertos deportes. También es posible que muestren su misteriosa competencia en el dibujo y acaso también en la poesía, aunque en este último caso la producción poética comienza en general en la adoles-cencia como en Rubén Darío, Rimbaud o el conde de Lautréa-mont. Algunos niños autistas o con retraso mental han mostrado un talento impresionante para el dibujo, como los estudiados por Oliver W. Sacks en su excelente ensayo Prodigies. También se conoce que algunos artistas plásticos han mostrado una gran habilidad para el dibujo desde los dos o tres años de edad; tales son los casos de Durero, Turner, Hokusai y Picasso.

Sin embargo es poco usual o imposible que los niños des-plieguen su talento en otras áreas como la pintura, la escritura de ficción, el ensayo filosófico o la investigación científica. Se conoce ahora que existen niños con gran talento verbal, llama-dos en inglés verbally gifted children. Estos niños aprenden a leer entre los dos y los cuatro años de edad. En ocasiones aprenden a leer solos, sin ninguna instrucción formal y con frecuencia se convierten en políglotas.

Causas o mecanismos del talento en los niños prodigio¿Cuáles son las razones por las cuales los así llamados “niños pro-digio”, wonder boys, gifted children o wunderkind muestren talento en ciertas áreas y no en otras? Una primera hipótesis, que avanzo, sería que la diferencia radica en que las primeras son dominios con reglas muy estrictas, precisas y estructuradas; estas áreas in-cluyen a la música, las matemáticas y el ajedrez y tal vez a los idiomas y el dibujo. También son áreas en la que el talento puede ser cuantificado. En los últimos años han aparecido diversos li-bros y ensayos sobre el talento musical, por ejemplo de Mozart, y se ha estudiado la competencia en el ajedrez. Particularmente en

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frecuencia dejan de ser niños prodigio cuando son adultos y simplemente logran antes lo que otros adultos han logrado a edades más tardías. Sin embargo en las áreas en las que siempre mostraron competencia permanecen con una gran habilidad. La mayoría de los virtuosos de los instrumentos musicales alcan-zaron su feliz habilidad antes de los doce años; tal es el caso de los violinistas Yehudi Menuhin, Jascha Heifetz, y de los pianis-tas Claudio Arrau y Vladimir Horowitz. Menuhin a los 11 años alcanzó la cúspide de su virtuosismo. Tal es el caso también de Mozart, quien a los 14 años pudo reproducir de memoria y de una sola oída el Miserere de Gregorio Allegri. La mayoría de los aje-drecistas como José Raúl Capablanca empezaron a jugar desde muy pequeños. Capablanca fue campeón de ajedrez de Cuba a los 12 años de edad.

Carl Friedrich Gauss fue un matemático sumamente precoz. Su padre era un jardinero que no comprendía el talento de su hijo y temía que ese talento matemático no le sirviese de nada. En el primer año de primaria el maestro pidió a los niños que

sumaran todos los números del 1 al 100 y les dio varias horas para realizar el cálculo; no bien había terminado de expresar el problema cuando Gauss dio la respuesta: 5050. Había encontrado un algoritmo para hacer esta suma.

Sin embargo muchos niños prodigio dejan de ser prodigiosos cuando entran a la adolescencia y a la juventud. No sabe-mos bien lo que sucede pero en general no llenan las expectativas de creatividad

que se espera de ellos. Es posible que simplemente su cerebro actúe en forma mecánica y lleguen a ser grandes virtuosos y grandes jugadores de ajedrez pero no muestren talento para la creatividad, es decir, para cambiar las reglas del juego o sim-plemente innovar en la actividad escogida. Este fenómeno no sucede siempre ya que algunos niños prodigio se convierten en grandes creadores dentro de su dominio; tales son los casos de Mozart, Beethoven, Saint Saens, Mendelssohn; de otros en el dominio de la música y de Gauss y otros en el dominio de las matemáticas. No obstante muchos prodigios en la infancia no cumplen las expectativas que se espera de ellos cuando llegan a la edad adulta porque no son diferentes de otros que no fueron prodigios. Peter Gay, en su extraordinario ensayo sobre Mozart, ha dicho que un niño prodigio es en esencia un “artefacto au-todestructivo” ya que esencialmente otras personas alcanzarán su misma competencia, aunque años después. Tal vez la incom-prensión general hacia estos niños contribuya a su fracaso relati-vo como adultos. Estos niños no sólo generan una gran admira-ción sino también envidia. Muchos maestros no son condignos del talento de sus alumnos.

Al parecer el cerebro de muchos niños superdotados se en-cuentra restringido en su talento a una sola área. Se ha obser-vado que la memoria musical de un virtuoso es extraordinaria, pero sólo en el área que ha elegido. La memoria de un virtuoso o de un ajedrecista en otras áreas no es diferente que la de otras personas. Así, el cerebro especializado del niño superdotado está lleno de información en el dominio en el que ha adquirido

el ajedrez se puede cuantificar la capacidad del ajedrecista, inclu-sive de ajedrecistas ya muertos. La Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) publica en Internet la calificación de los ajedre-cistas vivos y muertos y también la calificación en un momento dado de la vida del ajedrecista. Es evidente que las matemáticas, el ajedrez y la música son las áreas más rígidas y estructuradas y altamente jerarquizadas. También los grandes virtuosos, inclu-yendo aquellos que lo han sido desde pequeños, han mostrado un tipo de memoria un tanto mecanizada que ahora llamamos memoria de procedimientos. La memoria de procedimientos es una memoria de hábitos que no requiere del lenguaje para ex-presarse y muchas veces es inconsciente y automática. Está en contraste con la memoria declarativa (semántica y biográfica) que sí requiere de las palabras para expresarse.

Las áreas en las que se expresan los niños prodigio contras-tan con las áreas más laxas y menos estructuradas como son la narrativa o la pintura y acaso también la investigación científica o el pensamiento filosófico. En estos últimos dominios en ge-neral se logra una excelencia en los años de madurez. Estas áreas requieren más invención y son menos rígidas y menos estruc-turadas. Es muy probable también que requieran una mayor ex-periencia vital y una mayor imaginación. La experiencia vital es sin duda un elemento crucial en la narración. La imaginación, por otro lado, requiere liberarse de una memoria más o menos mecanizada o cristalizada para convertirse en una memoria más fluida y poderla convertir en un ars combinatoria.

Examinemos algunos hechos. Los niños superdotados con

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La mayoría de los virtuosos delos instrumentos musicales

alcanzaron su feliz habilidadantes de los doce años.

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su competencia. Un músico tiene una gran memoria auditi-va y seguramente una gran memoria visual para los símbolos musicales, una gran memoria táctil y una enorme cantidad de engramas motores para mover las manos para tocar un instru-mento a una velocidad asombrosa. Seguramente también tiene una gran capacidad para conectar un sistema perceptual con otro, lo que llamamos sinestesia. Por ejemplo, al oír la música puede ver los símbolos musicales y al mirar una partitura puede escuchar la música. Esto es lo que ha permitido a algunos mú-sicos que se han quedado sordos continuar su trabajo creativo. Este fue, quizás, el momento crucial en la vida de Beethoven. Él no sabía si la sordera acabaría con su talento creativo o si seguiría “escuchando” la música con sus neuronas “silenciosas” mientras ve y escribe sobre el papel pautado. Se sabe que los músicos tienen un cuerpo calloso de mayor grosor que los in-dividuos normales y los que tienen lo llamado en inglés perfect pitch (oído perfecto) tienen un planum temporale de mayor tama-ño. Esta es una circunvolución del lóbulo temporal izquierdo que se ha desarrollado en el hombre con el lenguaje. Basado en estos hallazgos se ha pensado que los niños prodigio tienen cambios morfológicos innatos que les permite destacar desde pequeños en ciertas áreas. También se ha pensado que los niños superdotados tienen menor dominancia hemisférica izquierda y un uso mayor del hemisferio derecho, es decir, tienden a ser ambidiestros. También se sabe que los niños prodigio tienen mayores problemas de autoinmunidad.

Creadores que no fueron niños prodigioNo obstante lo dicho anteriormente la mayoría de los grandes científicos y artistas no han sido niños prodigio. De hecho, algunos fueron francamente mediocres en su infancia, como Isaac Newton, Albert Einstein y quizá otros. La capacidad crea-tiva de estos hombres se reveló en su adolescencia. Inclusive se sospechó que Einstein tenía algún problema neurológico y la predicción de los maestros era que “nunca iba a llegar a ser nada en la vida”.

En contra de la idea de Howard Gardner de que sólo se puede tener talento en un cierto dominio (teoría de las inteli-gencias múltiples), sabemos que ha existido un número impor-tante de creadores que han destacado en varios dominios: estos incluyen a personas tan dispares como Leonardo da Vinci, Albert Schweitzer, Ludwig Wittgenstein, Emmanuel Lasker, Blaise Pas-cal, Francis Galton y muchos otros. La creatividad puede ocurrir en personas que no tienen un cerebro especializado en un solo dominio y que han destacado en diversas áreas científicas y ar-tísticas, pero que no han mostrado un talento especial de niños. Aunque existe también cierta evidencia de que la estimulación en la infancia es importante para el desarrollo del talento, algu-nos ejemplos de artistas que han crecido en medios enrareci-dos artística o intelectualmente, pero que se han convertido de adultos en grandes creadores desmiente un tanto este aserto: tal es el caso de Louis Armstrong, quien creció como un niño de la calle en New Orleans, y el caso del gran poeta Rubén Darío. El estudio de este tipo de personas creativas puede ser de gran importancia para ahondar en los mecanismos del misterio de la creatividad y deslindar los factores biológicos de los culturales.

Niños prodigio con autismo o retraso mentalHan existido calculadores prodigiosos con retraso mental, tam-bién grandes intérpretes de música y niños con asombrosa ca-pacidad para el dibujo. Se puede consultar a este respecto el artículo de Oliver W. Sacks, “Prodigies”, que se encuentra en su libro An Anthropologist in Mars. Un pobre niño negro, del deep South, sin educación musical podía tocar cualquier melodía que se le pidiese y podía tocar una melodía diferente con cada mano en forma simultánea. Otros niños con retraso mental han sido dibujantes asombrosos, aunque en general sólo pueden copiar objetos o edificios y no dibujar de memoria. Es posible que algunos niños autistas con su asombrosa capacidad de concen-tración interna puedan llegar a dominar un instrumento. Se sospecha que el gran intérprete de Bach, el pianista canadiense Glen Gould, haya tenido síndrome de Asperger o autismo de alto rendimiento. Gould tenía una memoria musical asombrosa. Se retiró de virtuoso en la sala de conciertos a una edad muy temprana, pero siguió tocando sentado en una sillita para niño el resto de su vida profesional, grabando en privado una enorme cantidad de música.

Los pacientes con el llamado síndrome de Williams han echado una luz insospechada en el mecanismo del talento de los niños con habilidad musical. Los pacientes con el síndrome de Williams tienen un gran talento verbal y musical; son también muy sociables y alegres y bailan muy bien; no obstante estas ha-bilidades muestran un franco retraso mental: rara vez aprenden bien a leer y a escribir. El cerebro de estos niños muestra atrofia de los lóbulos occipitales (que tienen que ver con la visión) y lóbulos frontales y parietales normales o inclusive agrandados. Estos casos muestran que el talento en ciertas áreas puede ir acompañado de un deterioro de otras funciones cognitivas y también que ciertas áreas del cerebro pueden estar hipertrofiadas y otras atrofiadas. El libro The creative brain de Nancy C. Amn-dreasen es una lectura indispensable para aquellos interesados en los mecanismos de la creatividad.

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›Los alumnos de la Iberoante la libertad de creenciasDiálogo, intercambio y toleranciaAna Langner / Pedro RendónRedactores de IBERO

GENTE QUE CAMBIARÁ AL MUNDO

Soy libre de profesar los ritosde mi religiónJanice Bukrinsky Behar. Judía.En esta Universidad cada quien expresa su religión como la siente. Aunque es una institución jesuita, hay un gran respeto hacia todas las Nadie te fuerza a creer en Dios

Diana Baptista Rojo. Atea.

En la Universidad Iberoamericana nadie te fuerza a creer en Dios, y no hay dis-criminación hacia aquellos que forman parte de la minoría que no cree en un ser celestial. Aquí en la Ibero te desenvuelves en un ambiente libre de prejuicios donde nadie te considera menos por no tener una deidad como guía. Existe tolerancia hacia el otro, hacia sus creencias, valores y tradiciones. Convivir con alguien que se expresa diferente es algo cotidiano en esta escuela. No es que los maestros o di-rectivos instruyan en la tolerancia, sino que esto se aprende y se vive de manera natural por la misma convivencia del día a día. Para los estudiantes de la Ibero es del todo normal y cotidiano el ejercicio de expresar diferentes valores, proyectos de vida y visiones ante la vida y la muerte.Comunicación, quinto semestre.

Gran diversidad de credos dentro de la comunidad estudiantilLorena Patricia Mora Flores. Católica.

En la Universidad Iberoame-ricana la formación integral en la que participan docen-tes y alumnos se lleva a cabo en un ambiente de diálogo,

intercambio y tolerancia, pues si bien el Proyecto Educativo Común de la Compañía de Jesús no renuncia en ningún momento a su vocación, de este mismo modo alienta también el libre ejercicio del pensamiento para contribuir positivamente al desarro-llo social. La diversidad y pluralidad son signos del ambiente educativo de la Ibero, y los propios alumnos así lo reconocen y expresan.

creencias, y se le da su lugar a cada uno de los ritos existentes. Aquí se escuchan todas las expresiones. Aun-que seamos diferentes, pensemos o sintamos distintas cosas, somos li-bres. En año y medio que llevo es-tudiando en estas aulas, siempre me he sentido respetada, soy libre de profesar los ritos propios de mi reli-gión. Resulta interesante estudiar al lado de personas que profesan otros credos; aprendes de ellos y de sus culturas. Durante toda mi infancia me desenvolví en un entorno judío; llegar a la Ibero me abrió la oportu-nidad de aprender sobre otras creen-cias distintas y muy interesantes.

Ingeniería Industrial, cuarto semestre.

El mundo no se conforma por gente que profese una sola religión. Si quere-mos paz, resulta importante aceptar las creencias de los demás. La Universidad Iberoamericana fomenta el espacio pro-picio para los practicantes de las más diversas religiones. Existe una gran diver-sidad de credos dentro de la comunidad estudiantil, y a través de ellos compartes experiencias y conoces sus costumbres. Se entabla un diálogo rico en el que se consuma la riqueza cultural. En un am-biente de sana convivencia, los alumnos y profesores intercambian ideas, puntos de vista y sus muy particulares creencias.

Ingeniería de Alimentos, sexto semestre.

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CRISIS DEL CRISTIANISMO/meditacionesEL VIAJERO ILUSTRADO

“Puebla de los Angeles” si gobierna el Ayuntamiento el Par-tido Acción Nacional; “Puebla de Zaragoza” si gobierna el Partido Revolucionario Institucional. Fundada en 1531, la

hermosa y colonial ciudad de Puebla ofrece al viajero y a quienes están dispuestos a avecindarse en ella, un espacio de metrópoli media que hoy por hoy conjuga lo mejor de una gran urbe pero con la calidad de vida y tranquilidad de la provincia mexicana.

Una primera mirada tiene que ser el corredor múltiple que se ha construido entre la ciudad de México y Puebla, a través de cuatro rutas de transporte público que hacen de esta modalidad la alternativa más cómoda para estar en dos horas disfrutando la gastronomía poblana. De México Tapo a la Central de Autobu-ses de Puebla, de México Tapo a Mega Angelópolis Ibero, del Aeropuerto de la ciudad de México a la terminal de 4 poniente en Puebla y de Santa Fe-México al triángulo de las Ánimas en Puebla ilustran el dinamismo que mueve a miles de personas entre las dos ciudades.

›Descubrir Puebla con ojos chilangosJuan Luis HernándezPolitólogo. Director General Académico de laUniversidad Iberoamericana Puebla

Pinturas barrocas del siglo XVII en la cúpula de la Catedral de Puebla.

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Fundada por españoles y más tarde reducto de criollos, Puebla se convirtió en paso obligado entre Veracruz y Méxi-co, estancia intermedia que durante siglos sirvió estratégicamente en las pugnas po-líticas, militares, eclesiásticas y culturales. Pero Puebla se erigió entre otras razones porque muy cerca había un asentamiento indígena históricamente poderoso y lugar de una las matanzas más atroces cometida por Hernán Cortés: Cholula, fundada aproximadamente en el año 100 antes de Cristo.

Hoy el eje urbano Puebla-Cholula hace de esta metrópoli media una de las alternativas más ricas para comer, pasear por sus centros históricos, emborracharse de barroco español e indí-gena, quedar embobado por las fachadas de talavera, admirar sus múltiples iglesias y conventos o adentrarse en las profundidades de la pirámide cholulteca.

Ir a Puebla es confirmar que la co-mida es la piedra de toque de cualquier cultura, su andamiaje simbólico, su an-tropología, su modo de ser. La comida poblana invita inexorablemente al placer, y para ello, las posibilidades son muchas. Podemos empezar por los tacos árabes y orientales, cuya carne de cerdo es tan ex-quisita, que uno los puede probar siempre sin que cansen. Hay muchas taquerías en toda la ciudad que los ofrecen pero “La Oriental” es la clásica desde el siglo XIX. A continuación tene-mos que incursionar en las cemitas, pan de agua estilo bollo que puede ser rellenado de cualquier platillo, desde un chile capeado hasta la tradicional pierna. Semejante a la torta, el sabor del pan, ligero y delicioso, distingue a la cemita. Hay expendios especiales que venden las cemitas en toda la ciudad.

Seguimos en el reino de la comida popular poblana y ahora es el turno de las chalupas, rojas o verdes según la salsa de soporte, ce-bolla y hebras de carne de res. Son la entrada perfecta a cualquier comida. Los escamoles con guacamole son un platillo que bien vale la pena pagar por hacer posible que de unos gusanos pueda obtenerse uno de los mayores placeres culinarios. Y lo mismo podríamos decir de las guajolotas, pequeños pambazos de carne y aguacate sumergidos en un caldillo cuyo sabor encanta al paladar.

En agosto y septiembre se pueden disfrutar los famosos chi-les en nogada, regalo de monjas para Agustín de Iturbide en su paso por Puebla, y que han quedado como uno de los aportes culturales más bellos, sabrosos y únicos de México. Y qué decir del mole poblano con su variante el pipián sea con pollo o cerdo. El mole poblano es ligeramente dulce, extraordinario para estóma-gos delicados y su pepita espolvoreada lo hace aún más sabroso.

Toda esta comida de base, popular y casera, se ha comple-mentado con una oferta restaurantera de primer nivel. En Puebla

es un viejo casco de hacienda del que no se querrá salir toda una tarde. A una cuadra es posible comer unos inigualables tacos de camarón o de jaiba pues “La burgalesa” es uno de los lugares más exquisitos para pescados y mariscos.

Si se trata de carne, los mejores cortes están en la Avenida Juá-rez, sea en “Che Garufa” o “Chimichurri”. Y ya que estamos en la Avenida Juárez se podrá caminar por toda ella para descubrir de-cenas de alternativas para comer, entretenerse, oír música y bailar.

Esto nos está llevando al Centro Histórico, un microcosmos para admirar la Catedral, la capilla del Rosario, la plaza de Santo Domingo, la iglesia de la Compañía de Jesús. Al lado de la iglesia de la Compañía está la rectoría de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) justo en lo que antes era el Cole-gio de los jesuitas y que ilustra muy bien lo que sucede hoy en toda Latinoamérica, es decir, los antiguos colegios de los jesuitas, con la expulsión, terminaron siendo la sede de las hoy universi-dades públicas.

El Centro Histórico está lleno de edificios del siglo XVI o XVII remodelados para hoteles-boutique, como “El Sueño” o restau-rantes como “La Casa de los Muñecos”, verdaderas obras maes-tras de arquitectura que en su interior provocan armonía y placer. En las noches hay una vida muy activa tanto en bares como en espacios para tertulias y música. Destaca “El teorema”, librería-

Ir a Puebla es confirmar que la comida es la piedra de

toque de cualquier cultura, su andamiaje simbólico, su

antropología, su modo de ser.

hay muchas escuelas que forman chefs y que anualmente nutren restaurantes de comida típica, mexicana, española, internacional, especializados en carnes, mariscos o vegetarianos. Hay para to-dos los gustos y bolsillos. Pero eso sí, la calidad es increíble, como si se tratara de ir formando un paladar exigente.

Algunas recomendaciones pueden ser: “La Noria” para co-mida típica, enclavado en la esquina de 23 sur y vía Atlixcáyotl;

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EL VIAJERO ILUSTRADO

cafetería-bar que un grupo de exiliados chilenos ha convertido en un lugar para escuchar música en vivo entre libros y tequila. Los viernes no pueden perderse la rockeada con rolas desde Led Zeppelin hasta Iron Butterfly.

Pero ya decíamos que Puebla es metrópoli, y por ello, no se puede uno regresar a México sin ir a Cholula y alrededores, o bien, ir por plantas y helado a Atlixco. Desayunar churros con chocolate en los portales, comer en el “Villas Arqueológicas”, visitar el mercado y caminar por el centro histórico de Cholula para comprar artesanías desde las más finas hasta las más accesi-bles es apenas obligado.

De ahí se pueden hacer dos rutas: para quienes lleven a sus pequeños el “Parque Loro” y Africam Safari están a media hora. Para quienes quieran embriagarse con barroco están tres iglesias cuyas fachadas e interiores siguen siendo una gozada: Cuautlan-cingo, Acatepec y Tonancintla. Esta ruta se puede hacer en una hora pues son iglesias seguidas. Y para finalizar ese es el camino para Atlixco, que está a 20 minutos de Puebla o Cholula y que ofrece los domingos en el zócalo la más exuberante muestra de plantas y árboles a un precio por demás simbólico, o bien, ir directamente a los viveros a unos diez minutos, una zona de frescura acompañada por una oferta restaurantera de lo mejor.

Lo más interesante es que en Atlixco, en la carretera que va a Izúcar de Matamoros, hay un largo pasaje de restaurantes de comida italiana, brasileña, española y mexicana que culmina con algo sin igual: “Topolino”, un espacio para descansar a la som-bra de grandes árboles, césped bien cuidado y hasta cancha para jugar con los pequeños mientras se disfruta de un típico helado artesanal italiano. Esto tiene sus orígenes en Chipilo, un pequeño pueblo antes de llegar a Atlixco, reducto de italianos que aún hablando dialecto provenzal han hecho de la comida, los helados y todos los derivados de la vaca, un emporio.

Así pues, Puebla y alrededores es el resultado de una histo-ria construida por náhuatls, españoles, árabes, italianos y todos

los mestizajes derivados de ellos. Su gastronomía, arquitectura y religiosidad se enlazan con apuestas modernas y contempo-ráneas tales como hacer de Puebla una ciudad universitaria, ser ya el norte del sur al resignificarse como puerto de llegada de estudiantes y trabajadores de todo el sur-sureste de México. La oferta cultural es cada vez más amplia, desde el Centro Histórico, el auditorio Siglo XXI en Angelópolis para conciertos masivos y el recién inaugurado Complejo Cultural Universitario de la BUAP, uno de los más bellos de México.

Los poblanos dicen de sí mismos que son cerrados y conser-vadores. Pero la construcción sociohistórica de Puebla está cam-biando aceleradamente y la está convirtiendo cada vez más en una ciudad abierta. Puebla y sus alrededores es ya una tierra de oportunidades. Estoy seguro que el viajero encontrará en estas tierras el mejor lugar para comer, el mejor lugar para ir con los pequeños, el mejor lugar para apreciar el poderío cholulteca, el mejor lugar para ver la majestuosidad del barroco, el mejor lugar para caminar en una ciudad colonial, el mejor lugar para llevar a casa el arte de talavera. En suma, muy cerca del D.F. es posible conocer más de México, más de nosotros mismos.

Puebla y alrededores es el resultado de una historia construida por

náhuatls, españoles, árabes, italianos y

todos los mestizajes derivados de ellos.

Una iglesia en las faldas del Popocatépetl, en Cholula.

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›Acerca de una era

posidentitaria

En IBERO apreciamos el interés y la atención de nuestros lectores en relación con las ideas y expresiones de nuestros colaboradores. De

este modo, alentamos el diálogo constructivo en las páginas de una publicación que tiene entre sus propósitos fundamentales la reflexión y el análisis.

DIÁLOGO/nuestros lectores opinan

¿Falsa era posidentitaria?Ignacio Hernández-Magro M.Ex alumno de la Licenciatura y de la Maestría en Filosofía de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México

Estimado Director de IBERO:Le envío algunos comentarios sobre el artículo de Ilán Semo, publicados en el número 1 (febrero-abril) de la revista que usted dirige, titulado “¿La era posidentitaria?”. Espero que decida publicarlos. Agradezco mucho su atención. Lo para-dójico de hablar sobre la falta de identidad en los conceptos y actitudes (hasta llegar al ex-tremo de una posible “era po-sidentitaria”) es la necesidad de identificar previamente aquello de que se habla. Por supuesto, si no se aclara lo que significan o significaban ciertos términos, no es posible saber sus varian-tes semánticas. En tal sentido, Ilán Semo establece primero la semejanza entre la religión de Mahoma y el protestan-tismo como religiones insu-lares (sin autoridad central); sin embargo, dice, “el islam es (en cierta manera igual que el catolicismo) una variante del politeísmo, es decir, un credo constituido por una multitud de deidades”. Pienso que la práctica del catolicismo puede hacer pensar a sus feligreses en

una confusa multiplicidad de creencias, las cuales pretenden quedar, no siempre con éxito, debidamente articuladas por un credo institucional: iglesia, resurrección, infierno, ángeles, milagros, trinidad, sacramentos, santos, advocaciones y, en fin, tantas “identidades” y concep-tos que es difícil poner de re-lieve el supuesto monoteísmo judeocristiano en su vertiente católica. Sin embargo, cuando Semo afirma que el islam y el catolicismo son variantes del politeísmo, sin mediación ex-plicativa alguna, nos perdemos de conocer por boca de este historiador en qué consistía la identidad que hoy se ha perdi-do. ¿Qué del fenómeno ha va-riado? Si habían sido variantes del politeísmo, hoy ¿qué son?

No entender exactamen-te lo mismo sobre los mismos términos puede ser una condi-ción para el diálogo académico; pero prescindir de la historia al comprender aquello que abar-ca un concepto, también puede acercarnos a una falsa era posi-dentitaria.

Sobre el esencialismo en el concepto de identidadIlán SemoAcadémico del Departamento de Historia de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México

Estimado Director de IBERO:El estudio de las categorías a través de las cuales una sociedad se reconoce a sí misma ha dado pie a múltiples disciplinas. Una de ellas ha sido la historia conceptual, que trata de la exploración de los cambios y las metamorfosis que caracterizan a los usos de los conceptos a lo largo del tiempo. En el libro que Zygmunt Bau-man tituló Identidad se pueden leer algunas noticias sobre la his-toria de este término. Bauman hace hincapié en que el concepto de “identidad” casi no merece atención ni entre los historiadores de la cultura ni entre los sociólogos hasta los años 50 del siglo XX. No se encuentra en la obra de Burckhardt ni en la de Marc Bloch; tampoco interesa a Durkheim o a Simmel. En uno de los textos que los estudios identitarios reclaman como uno de sus pilares, “La ética del protestantismo y el espíritu del capitalismo”, Max Weber no lo menciona una sola vez. Y sólo algunos filósofos se ocuparon de descifrarlo, Heidegger entre ellos, por supuesto. La pregunta por esta ausencia es compleja. Basta aquí con señalar que la noción de “identidad” no aparece, en la época previa a la Segunda Guerra Mundial, ni en el lenguaje político ni en las es-tadísticas nacionales ni en las definiciones institucionales. Es, por decirlo con una metáfora, una criatura hermenéutica que se di-seminó (explosivamente, por cierto) a partir de los años sesenta.

Personalmente, siempre he intentado partir de premisas ana-líticas que permitan fraguar la posibilidad de advertir el sesgo esencialista que suele impregnar a los usos de ciertas categorías, en particular a la de identidad: la premisa de que son nuestras ca-tegorías las que propician el principio de realidad, y no a la inver-sa. Y, para responder al comentario de Ignacio Hernández-Magro, me atrevo a pensar que la euforia identitaria que caracteriza a las definiciones y los axiomas de nuestra cultura es sólo un síntoma tan pasajero como reciente es la era de su uso extendido.

“¿Falsa era posidentitaria?” No me imagino cómo una era puede ser o no “falsa”. Sí, en cambio, comparto la preocupación por la relevancia que puede tener la polémica en torno a los atributos con las que se puede caracterizarla.

Los rasgos de este crepúsculo resultan, a mi entender, bastan-te sintomáticos. Menciono un caso que los ejemplifica. ¿Cómo definir a una cultura que celebra a una figura de la ambigüedad de Michael Jackson, que mutó una y otra vez de piel, rostro y cuerpo, y que se empeñó en refutar en carne propia la dicotomía “blanco-negro”? Sólo podría decir que se trata de una cultura que no hace énfasis en “la cuestión de la identidad” más que para buscar la manera de desplazarla del lugar que había ocupado.

Pasando a otro tema. La definición del catolicismo como una forma de “politeísmo” es bastante antigua. Se puede leer en Strauss, en Scheler y en Mircea Eliade. Pero lo central es que hoy la religión ha devenido un clivaje identitario sólo en la medida en que se acerca a la política, es decir, en la medida en que le es extraída su propia “identidad”. En el mundo occidental, una persona puede cambiar de religión como una elección estricta-mente personal, sin que afecte sus otras formas de “identidad”. Elección que se multiplica día con día.

Esperamos tus opiniones en: [email protected]

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ACTUALIDAD IBERO

›América delNorte: diversidad cultural y museosFrancisco López RuizDirector del Departamento de Arte de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México

La riqueza cultural mexicana es extraordinaria. Según un estudio del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas, realizado en 2005, se hablan en nuestro país 364 idio-mas mexicanos. Esta vitalidad se manifiesta en diversas actitudes ante la vida, tradiciones, obras de arte, indu-

mentaria y textiles, gastronomía, formas de organización social y, en resumen, en la conformación de un patrimonio extraor-dinario. Por esta razón, el Cuarto Congreso Internacional de Museos abordó en su última edición la diversidad cultural y sus posibilidades museográficas. Para resumir parte de la riqueza de la discusión generada, resulta útil comparar las perspectivas de tres museos en Canadá, Estados Unidos y México.

Julieta Medina Briones, directora del Museo Zacatecano, ex-puso la problemática de un pequeño museo que debe compartir su sede con una organización política. Por esta circunstancia y

también por las características del edificio, el espacio expositivo tiene limitaciones funcionales. El museo sólo suma 674 metros cuadrados de exposición y el personal incluye a diez personas (la mitad son custodios), que trabajan con un presupuesto reducido. Sin embargo, hay una vocación por contextualizar las hermosas pie-zas rituales huicholas que son el principal acervo de la institución. El Museo Zacatecano, además de aprovechar la belleza innegable de estos textiles, también explica su vinculación con creencias, tra-diciones y aspiraciones de los grupos indígenas que los produjeron. No hay “un” grupo huichol, sino varias conformaciones históricas que llegan a tener diferencias importantes entre ellos.

El Museo Zacatecano establece relaciones productivas con diversas comunidades huicholas y con la asociación civil Con-servación Humana, responsable de que la Unesco incluyera en 2004 a la peregrinación sagrada de los huicholes como una ex-

National Museum of American Indian.

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El Museo de las Civilizaciones verdaderamente respeta los derechos de los pueblos originarios: ha

devuelto importantes piezas de su acervo a quienes lo han solicitado por razones religiosas o históricas.

como “etnia”, “indígena” o “indio”. Más bien, se refieren a las “Primeras Naciones”, los “pueblos originarios” y las “culturas aborígenes” (sin el sentido peyorativo que tiene esta última ex-presión en castellano). Hay en la base de estas elecciones un reconocimiento a la legitimidad de las naciones canadienses, concretado en políticas culturales que buscan una igualdad sin paternalismos. El museo no intenta convertirse en “vocero” de los “otros”; no se trata de la visión de los “expertos” que “expli-can” lo que quieren decir los indígenas. Más bien, la institución colabora con diversos grupos para que ellos narren experiencias y elijan elementos culturales importantes. El Museo Canadiense de las Civilizaciones funciona con un consejo de representantes de las Primeras Naciones, con cuatro afirmaciones fundamentales:

Aún estamos aquíSomos diversosAportamosTenemos una relación antigua y activa con la tierra

Para Jean-Luc Pilon, esta última es la premisa más importan-te, puesto que reconoce la legitimidad de las Primeras Naciones sobre tierras que ahora son habitadas también por otros cana-dienses. El Museo de las Civilizaciones verdaderamente respeta los derechos de los pueblos originarios: ha devuelto importantes piezas de su acervo a quienes lo han solicitado por razones reli-giosas o históricas.

El Cuarto Congreso Internacional de Museos se realizó del 6 al 11 de julio de 2009 en las ciudades de México, Puebla, Tlax-cala y Toluca. Fueron sedes del evento los planteles de la UIA en la ciudad de México y Puebla. Para favorecer experiencias significativas, además de las mesas de discusión y conferencias magistrales, se visitaron siete museos, una galería profesional, un jardín botánico y la zona arqueológica de Cacaxtla. Entre los conferencistas del evento también participaron Sarah Quinton (jefa de Curaduría del Textile Museum of Canada); Silvia Sin-ger (directora del Museo Interactivo de Economía); Carlomag-no Martínez (director del Museo Estatal de Artes Populares de Oaxaca); Mario Schjetnan (arquitecto del Museo de Paquimé); Fernanda Matos Moctezuma (directora del Museo Nacional de San Carlos); Carlos Phillips Olmedo (director del Museo Do-lores Olmedo); Margarita de Orellana (directora de Artes de México) y Pedro Meza (presidente de Sna Jolobil, asociación de 800 tejedoras de Los Altos de Chiapas).

presión del patrimonio inmaterial. El Museo Zacatecano sos-tiene un diálogo continuo con la herencia viva de los grupos indígenas y por eso los zacatecanos lo conocen como el “Museo Huichol”. Gracias a un proyecto exitoso, el Museo Zacatecano pronto multiplicará por cuatro la superficie expositiva, al trasla-darse a una nueva sede, actualmente en construcción.

El National Museum of the American Indian pertenece al Smithsonian y cuenta con sedes en Washington DC y en Nueva York. Un curador del museo, Emil Sus Muchos Caballos, tie-ne un nombre de pila francés, pero el apellido procede de la tradición de Oglala Lakota. Emil Her Many Horses presentó la concepción y realización de Nuestros universos: trabajando con comunidades nativas. Esta exposición permanente contrasta la di-versidad y riqueza cultural de nueve grupos indígenas; funciona como introducción a la sede de Washington. Es un viaje por el hemisferio occidental, en un “reconocimiento a la sabiduría de los antepasados y una celebración de los idiomas, el arte, la espi-ritualidad y la vida diaria”.

En Nuestros universos participaron mapuches de Chile, q’eq’chi’ de Guatemala, hupas californianos, anishinaabe canadien-ses, quechuas peruanos y yup’ik de Alaska, entre otros grupos. El Smithsonian patrocinó una compleja logística con equipos si-multáneos de trabajo, que viajaron hasta las comunidades no sólo para recabar información y objetos, sino para discutir a detalle las propuestas museográficas, que debían recibir el visto bueno de cada comunidad. Hubo que vencer barreras lingüísticas y di-ferencias culturales. El resultado fue una exposición de altísimo nivel, realizada con la participación activa de cada grupo huma-no implicado, que decidió cómo quería ser (re)presentado. De este modo, el National Museum of the American Indian discu-tió las diversas cosmogonías indígenas, vinculadas a la creación y el orden del universo, y a las relaciones de la humanidad con la naturaleza. Se trata de una exposición que muestra la enorme diversidad y riqueza humana del continente americano.

Canadá cuenta con más de 600 grupos indígenas. Jean-Luc Pilon presentó en Puebla su trabajo curatorial, desarrollado en el Canadian Museum of Civilization —homólogo de nuestro Museo Nacional de Antropología—. El Museo Canadiense de las Civilizaciones se ubica en Gatineau, Québec: es una instan-cia federal que promueve la riqueza de las culturas originarias. La percepción de este museo canadiense se manifiesta ya en la manera en que eligen para expresarse. Nunca utilizan términos

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LA VOZ DEL LIBRO/el eco de la lectura

Creer, ¿para qué? Conversaciones con alejados. José Antonio Pagola. Editorial PPC. España, 2008. 222 páginas.

Excelente libro, muy respetuoso hacia la problemática de jóvenes, en sus dudas y preguntas sobre por qué creer, cómo re-solver las dudas y cómo volver otra vez a la fe de la infancia, pero en forma más dialogada, informada y razonada. Está escrito con mucha sencillez. Con estilo epistolar llano, en donde el escritor habla al corazón de quien busca con sinceri-dad y confianza. Es una lectura al alcance de los sinceros, honestos “alejados de la práctica” cristiana, pero que tienen sed de Dios, de comprender, de volver a la práctica constructiva en sus hallazgos de algo superior a ellos mismos. Este autor tiene también una novedosa vida de Jesús: Aproximación histórica, que en 2008 alcan-zó la novena edición.

Esta sección de IBERO recurre a los lectores expertos, a los apasionados de la lectura que desean compartir con otros lectores sus experiencias imborrables y transformadoras. En esta ocasión, Eugenio Páramo Ortega, S. J., nos entrega algunas propuestas de literatura de reflexión en la que se abordan muy especialmente los temas de la fe y el humanismo.

QUÉLEER

Y PORQUÉ

Eugenio PáramoOrtega, S. J.

Coordinador del Centro Universitario Ignaciano de la Universidad

Iberoamericana Ciudad de México

¿Dónde está Dios? Gabriel Anaya Duarte, S. J. Editorial Lupus Magíster/Universidades Iberoamericanas de Puebla, León y Loyola del Pacífico. México, 2007. 84 páginas.

Escrito por un maestro que es ingenie-ro físico y sacerdote, este libro plantea los problemas de la vida real, acerca de los ca-minos para descubrir la existencia de Dios. Razona los problemas, despeja incógnitas, dialoga con valentía. Y todo en un estilo sencillo, de altura universitaria, que des-cubre en la contemplación de la belleza de la naturaleza, las huellas del Creador y Señor de la vida. Un libro cuya lectura es sanamente atractiva, con esperanza y entusiasmo, por afrontar la problemática de la fe, en forma inteligente, con mucha sensibilidad equilibrada, madura.

Otras recomendaciones¿Existe Dios? Diálogo entre J. Ratzinger y Paolo Flores de Alesio. Editorial Planeta-Espasa Calpe. España, 2008. 133 páginas.

Reflexiones sobre religión y psicoanálisis. Carlos Domínguez Morano, S. J. Editorial Cátedra/Universidad Iberoamericana Puebla y coediciones Ibero. Puebla, 2007. 232 páginas.

Entre razón y religión: Dialéctica de la secularización. Jürgen Habermas y Joseph Ratzinger. Fondo de Cultura Económica, 2008. 55 páginas.

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La provocación del discurso sobre Dios. Varios autores: Ratzinger, Metz, Moltmann. Editorial Trotta. España, 2001. 114 páginas.

Este libro es fruto de una jornada teo-lógica en el año 1988, como homenaje al teólogo Metz. En diferentes posiciones cada escritor y erudito maestro, da cuen-ta y razón de qué y por qué cree. Libro de sendos pensamientos, pero puestos al alcance de la conversación intelectual honesta y sincera. Los que no tienen la última palabra en lo que afirman, pero sí dan “razón de su esperanza”, como reco-mienda la carta de San Pedro en el Nue-vo Testamento. Anotan lo cierto como tal,

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las certezas, apoyadas en la Sagrada Escri-tura; sus intuiciones seguras, su aliento de una comunicación abierta, que invita a la reflexión, al planteamiento de preguntas. Todo ello como principio de la sana y libre investigación. No es un manual de fórmulas, sino respuestas inteligentes, que nos llevan al respeto profundo y a la ora-ción humilde, porque el Señor aumente en nosotros la fe que ya afirmamos y la haga crecer. Como dice en su título “pro-voca”, pero también orienta y conduce.

Presentación del libro»La incorporación de los tratados internacionales sobre derechos humanos en España y México

»Miércoles 12 de agosto, 18:00 horas.

»Auditorio Crescencio Ballesteros de la UIA (edificio F, planta baja).

»Del autor José Luis Caballero Ochoa. Participarán Sergio García Ramírez, juez y presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos; Eduardo Ferrer McGregor, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, y Claudia Nash Rojas, del Centro de Derechos Humanos de la Universidad de Chile.

Invita: Departamento de Derecho.

Simposio Internacional de Teología»“Mistagogía y teología: Camino espiritual y discurso sobre Dios”

»Del martes 1 al jueves 3 de septiembre, de 9:30 a 15:00 horas.

»Auditorio José Sánchez Villaseñor de la UIA (edificio N, primer piso).

»Conferencias y paneles sobre teología donde participarán los especialistas Thomas Keating, de la Orden Cisterciense de la Estricta Observancia (OCSO) y Pablo Rodríguez Dinis, monje ortodoxo. Además, contará con la participación de los padres jesuitas Alexander P. Zatyrka, S. J.; Víctor Codina, S. J.; Michael Amaladoss, S. J. y Enrique Ponce de León, S. J.

Invita: Departamento de Ciencias Religiosas.

Coloquio»“Crisis, estrategia, publicidad eficaz y crecimiento”

»Martes 8 septiembre, de 9:00 a 20:00 horas.

»Auditorio José Sánchez Villaseñor de la UIA (edificio N, primer piso).

»Participan Isaac Chertorivski, presidente de Caza Estrategias Latinoamérica y ex presidente de Bacardí latinoamericana; Pedro Padierna, presidente y director general de Pepsico-Sabritas y Gatorade México, Centroamérica y el Caribe, y Mario San Román, director general de TV Azteca.

Invitan: Departamentos de Comunicación y de Estudios Empresariales.

II Simposio Iberoamericano»“Perspectivas del desarrollo humano contemporáneo”

»Miércoles 9 y jueves 10 de septiembre, 9:00 a 20:30 horas.

»Auditorio José Sánchez Villaseñor de la UIA (edificio N, primer piso).

»Expertos en desarrollo humano analizarán la concepción de este campo y su aplicación en México y América Latina, a través del diálogo entre diversas perspectivas.

Invita: Posgrado en Desarrollo Humano del Departamento de Psicología.

Semana de la Ciencia y la Innovación 2009»Del lunes 21 al viernes 25 de septiembre.

»Palacio de Minería (Tacuba 5, Centro Histórico).

»Entre los ponentes invitados están Mario Molina, Premio Nobel de Química 1995; Eric Maskin, Premio Nobel de Economía 2007; Ferid Murad, Premio Nobel de Medicina 1998, entre otros.

Invitan: Dirección de Investigación de la UIA, GDF, Instituto de Ciencia y Tecnología, Academia Mexicana de Ciencias y Foro Consultativo Científico y Tecnológico.

Conferencia magistral en conmemoración del XXV Aniversario de la Maestría en Administración

»Martes 24 de noviembre, 18:00 horas.

»Aula Magna San Ignacio de Loyola de la UIA (edificio S, primer piso).

»Dictada por Miguel Marón Manzur, presidente de la Cámara »Nacional de la Industria de Transformación (Canacintra).

Invita: Departamento de Estudios Empresariales.›AG

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MÚSICA PARA CAMALEONES

Les béatitudes, de César Franck.

El romanticismo está lleno de obras sacras bri-llantes, en muchos sentidos fue un neobarroco sacro. Aunque poco conocido, el oratorio Les béatitudes (Las Bienaventuranzas) para solistas coro y orquesta del compositor belga César Franck (1822-1890) es una las construcciones sacras más importantes de ese periodo y de la historia de la música. Se interpreta poco pues su ejecución requiere de más de 300 músicos. Basado en el sermón de la montaña, del evan-gelista San Mateo, la obra es una meditación progresiva de cada uno de los ocho mensa-jes contenidos en el sermón. Su composición llevó a Franck diez años y la muerte no le permitió escuchar una interpretación com-pleta de su oratorio. Sólo existen cuatro o cinco grabaciones de esta portentosa obra. Sin duda la más notable es la grabación realizada en 1962 en la iglesia de Saint-Roch por Jean Allain, para la marca André Charlin, este últi-mo experto ingeniero de sonido especializado en grabaciones multitudinarias.

Hay también una grabación en la marca ERATO con Armin Jordan, otra en la mar-ca Hänssler dirigida por Helmuth Rilling y una más en la marca Gala dirigida por Rafael Kubelik.

Miserere, de Gregorio Allegri.

Sin duda una de las obras más conocidas del Renacimiento es el Miserere (1638) de Gre-gorio Allegri, (1582-1652), obra de la Capilla Vaticana compuesta para los oficios de Sema-na Santa. Está escrita para dos coros. Uno de los coros canta una versión simple del tema original y el otro, a cierta distancia, canta un comentario más elaborado, dotado de los fa-mosos abbellimente, una especie de ornamen-tación angelical.

El Vaticano tiene un repertorio musi-cal que ha conservado celosamente. Tal es el caso del famoso Te Deum de Constanzo Festa, compuesto para la elección de un Papa y que nunca ha sido grabado. Con el mismo celo se guardó durante años el Miserere de Allegri, cuya ejecución estaba prohibida fuera de la Capilla Sixtina (incluso se amenazaba con ex-comunión a quien la copiara).

En 1770, Wolfgang Amadeus Mozart de tan sólo 14 años, luego de escucharla una vez, transcribió de memoria la obra, desafiando la prohibición vaticana. En realidad Mozart sólo memorizó una de seis líneas musicales pues la misma estrofa se repite seis veces.

Hay diversas grabaciones fáciles de conseguir en tiendas o se pueden bajar de Internet. En la marca ASTRÉE, con el conjunto A Sei Voci, y en la marca DECCA con el King’s Colleg de Londres (Coro de niños), son dos sugerencias.

La música sacra y su lenguaje universalLa música sacra tiene su propio lenguaje. Aún la adaptada de música profana al género religioso pasa por una revisión que la modifica y la prepara para el entorno espiritual, donde se convierte en lenguaje universal. He aquí tres experiencias extraordinarias.

QUÉESCUCHARY POR QUÉ

Fernando Álvarezdel Castillo

Melómano, promotor cultural y actual titular de la Dirección General de

Bibliotecas del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes

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Avodath Hakodesh, de Ernest Bloch.

La música sacra judía es rica en ejemplos de gran belleza y emotividad. El Avodath Hako-desh (Servicio Sagrado, 1933) del compositor ginebrino Ernest Bloch (1880-1959) que no debe confundirse con el filósofo del mismo nombre, es una obra ejemplar para la reflexión y el sentimiento. Bloch viajó por toda Europa antes de establecerse en los Estados Unidos en 1916, convirtiéndose en ciudadano de ese país. Falleció en Pórtland, Oregón, a la edad de setenta y ocho años, víctima de cáncer. El Servicio Sagrado, Avodath Hakodesh, se basa en seis notas que se repiten en cada sección. Las notas las tomó Bloch de un viejo manuscrito de su infancia. La pasión del compositor por esta obra fue motivo de gran orgullo toda su vida al punto de escribir: “He memorizado por completo el Servicio en hebreo… Conoz-co su significado palabra por palabra… Pero lo que es más importante es que lo he ab-sorbido hasta el punto que lo he hecho mío, tanto como si fuera la expresión misma de mi alma… Se volvió un texto importante que siempre me hizo sentir de 10 años… Un sue-ño de estrellas, de fuerzas… Lo declamo en voz alta, es como mediador entre las rocas y bosques en el gran silencio… Llegó a ser un ‘asunto privado’ entre Dios y yo…”

La obra es difícil de conseguir pero el esfuerzo será altamente recompensado. Exis-te una vieja grabación en la marca Pearl, que dirige el propio compositor.

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ITINERARIO DEL OCIO

ARTES VISUALESCicatrices de la fe. El arte de las misiones del norte de la Nueva España, 1600-1821

Organizada por el Antiguo Colegio de San Ildefonso, esta magna exposición con-formada por pinturas, esculturas, platería, textiles, muebles, mapas y libros, ofrece al público un recorrido por la valiosa he-rencia artística novohispana de la frontera norte de nuestro país y el sur de los Estados Unidos. Más de 130 piezas poco conocidas

ARTES VISUALESFotoseptiembre. Red de la imagenFundado en 1993 y coordinado por el Centro de la Imagen desde 1994, Fotoseptiembre es la suma de nu-merosas voluntades y esfuerzos para presentar al público de todo el país un vasto programa de exposiciones y actividades en torno a la fotografía. Espacio de diálogo, enlace y difusión para la fotografía, en su edición 2009 este festival, bajo el título “Fotogra-fía, diálogo y memoria”, contará con la presencia especial de muestras y

y muchas de ellas inéditas son exhibidas primero en la ciudad de México para des-pués itinerar en el San Antonio Museum of Art, el Museo de Historia Mexicana, de Monterrey, el Centro Cultural Tijuana y el Oakland Museum of California.Antiguo Colegio de San Ildefonso, hasta el 16 de agosto.

DANZABallet de Kiev: El lago de los cisnesReferirse al Ballet de Kiev del Teatro Nacional de Ucrania es sinónimo de tradición, calidad y virtuosismo, y en esta ocasión vuelve a México para presentar el clásico por excelencia del arte coreo-gráfico, El lago de los cisnes, en su versión completa, como fue concebida original-mente por su compositor: Pyotr Ilyich Tchaikovsky. Herederos de esta obra maestra, setenta miembros de esta afama-da compañía rusa, bajo la dirección de Víctor Yaremenko, serán acompañados por una orquesta en vivo y enmarcados

proyectos de Alemania, Argentina, Es-paña, Francia y México. Además del Centro de la Imagen, Fotoseptiembre 2009 tendrá como sedes múltiples es-pacios, entre ellos el Centro Cultural Universitario, el Antiguo Colegio de San Ildefonso, el Museo Archivo de la Fo-tografía, la Biblioteca de México, la

Alianza Francesa Polanco, la Secre-taría de Hacienda y Crédito Público, las Rejas de la Catedral Metropolita-na, el FARO Tláhuac y otras más en diversos estados del país.

Del 27 de agosto al 30 de septiembre. Programación general en http://centrodelaimagen.conaculta.gob.mx.

ADÓNDEIR Y

POR QUÉBeatriz PalaciosAsistente de edición de IBERO

por escenografías traídas directamente de Odessa, Ucrania.Auditorio Nacional, 16 y 17 de octubre.

MÚSICALes Luthiers: Los Premios MastropieroDespués del éxito obtenido en su última presentación en nuestro país, el singular grupo de músicos y comediantes argenti-nos regresa a México con un nuevo es-pectáculo lleno de sarcasmo y sátira, donde resaltan sus juegos lingüísticos y experi-mentaciones humorísticas musicales. Les Luthiers es garantía de diversión, destreza teatral, refinada crítica y un humorismo brillante, que le ha valido por más de cuatro décadas la admiración del público de habla hispana. Su nombre proviene del francés luthier, palabra que designa al fabricante de instrumentos de cuerda, ya que una de las características del grupo es la creación, con materiales poco comunes, de los instru-mentos que utilizan en sus presentaciones.Auditorio Nacional, 2, 3 y 4 de octubre.

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