Revista IBERO 24

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PORTE PAGADO PP15-5159 (PUBLICACIÓN PERIÓDICA) AUTORIZADO POR SEPOMEX Revista de la Universidad Iberoamericana 4 o aniversario Número 24 Febrero-marzo de 2013 Diálogo intercultural Roberto Sánchez de la Vara_Viaje en tren a Teotihuacán José Luis Caballero Ochoa_Miguel Carbonell_ Natalio Hernández_ Miguel León- Portilla_Jesús Maldonado, S. J._Juan Pablo Vázquez Gutiérrez_ Pedro J. de Velasco R., S. J. Carlos Muñoz Izquierdo_Líder Ibero_ Leonardo Nierman_ En el vértigo de la transparencia_ Carlos Pellicer y sus raíces españolas_ Mariana Bernárdez y Guillermo Samperio_ Textos inéditos

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Revista de la Universidad Iberoamericana: «Diálogo intercultural», Año V, No. 24, febrero-marzo de 2013.

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PORTE PAGADOPP15-5159

(PUBLICACIÓN PERIÓDICA)AUTORIZADO POR SEPOMEX

Revista de la Universidad Iberoamericana

4oaniversario

Número 24 Febrero-marzo de 2013

Diálogointercultural

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Roberto Sánchez de la Vara_Viaje en tren a Teotihuacán

José Luis Caballero

Ochoa_Miguel Carbonell_

Natalio Hernández_

Miguel León-Portilla_Jesús

Maldonado, S. J._Juan

Pablo Vázquez Gutiérrez_Pedro J. de

Velasco R., S. J.

Carlos Muñoz Izquierdo_Líder Ibero_

Leonardo Nierman_ En el vértigo de la

transparencia_Carlos Pellicer y sus

raíces españolas_Mariana Bernárdez y Guillermo Samperio_

Textos inéditos

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DIRECTORIO

UNIVERSIDAD IBEROAMERICANACIUDAD DE MÉXICO

Dr. José Morales Orozco, S. J. RectorDr. Javier Prado Galán, S. J. Vicerrector Académico

IBERO, REVISTA DE LA UNIVERSIDAD IBEROAMERICANAConsejo editorial: Víctor Gavito, Miguel Ángel Granados Chapa ✝, Sharon Flores Jiménez, Vicente Leñero, José Morales Orozco, S. J., Esther Nissán, María Nieves Noriega de Autrey, Eugenio Páramo Ortega, S. J., Javier Prado Galán, S. J.

Comité de asesores: Agustín Basave, José Carreño Carlón, Lourdes Esperón, Ignacio Padilla, Carlota Peón, Gilberto Prado Galán, Gloria Prado Garduño, Alberto Ruiz Treviño, Helena Varela, Gabriela Warkentin

Director: Carlos Deveaux HomsDirector editorial: Juan Domingo Argüelles Asistente editorial: Beatriz Palacios Administración: Áurea MaristanyInformación: Angélica Cortés, Paola García Alarcón, Francelia Vargas Redacción: Osvelia Ramírez, Pedro Rendón, Brenda Macías Sánchez, Jorge Tovalín

[email protected](55) 5950-4197

Consulta la versión electrónica en:www.uia.mx/revistaibero/

GRUPO MEXICANO DE MEDIOS,S. A. DE C. V.Socios directores: Elías González Rogel, Ricardo Rubio MartínezEditora gráfica: Albelia Gamboa y VázquezDiseño: J. Pedro Hernández RomeroVentas: Gerardo Hernández Peralta, Ayax Romero Estrada, Manuel Ulaje OchoaAtención a clientes: Lupita Espínola Medina

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Diálogo intercultural

03 Dr. José Morales Orozco, S. J._Carta del Rector

04 Juan Pablo Vázquez Gutiérrez_Multiculturalismo y diálogo intercultural

06 Natalio Hernández_La igualdad en la diferencia: fundamento de la interculturalidad

12 Miguel León-Portilla_Oralidad, lenguas y literaturas mesoamericanas

16 Pedro J. de Velasco R., S. J._La libertad religiosa en la interculturalidad_Consideraciones previas a una tarea indispensable

20 Jesús Maldonado, S. J._Educación superior y educación no formal en la interculturalidad

24 José Luis Caballero Ochoa_De la tolerancia a la protección judicial de las diferencias_El papel de la diversidad en el Estado democrático

26 Miguel Carbonell_Construyamos una ciudadanía democrática y comprometida

, Revista de la Universidad Iberoamericana es una publicación bimestral de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México y de Grupo Mexicano de Medios, S. A. de C. V., bajo la responsabilidad de la Dirección de Comunicación Institucional de la UIA. Editor responsable: Carlos Deveaux Homs, [email protected]. Número de Certificado de Reserva otorgado por el Instituto Nacional de Derechos de Autor: 04-2009-082412294600-102. Número de Certificado de Licitud de Título:14722; número de Certificado de Licitud de Contenido: 12295, otorgados por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Domicilio de la publicación: Prolongación Paseo de la Reforma 880, Lomas de Santa Fe, México, D.F., C.P. 01219. Teléfono 5950-4197 y 5950-4198. Fax: 5950-4316. Imprenta: Compañía Impresora El Universal, S.A. de C.V. Allende No. 176, Col. Guerrero, México 06300, D.F. Teléfono 5117-0190. Distribución: Servicio Postal Mexicano. Porte pagado PP15-5159, autorizado por SEPOMEX. La responsabilidad de los artículos publicados refleja, de manera exclusiva, la opinión de sus autores y no necesariamente el criterio de la institución. No se devuelven originales no solicitados ni se entablará correspondencia al respecto. Prohibida la reproducción parcial o total, por cualquier medio o procedimiento, del contenido de la revista, sin autorización previa y expresa, por escrito, de la Universidad Iberoamericana. Año IV, número 24, febrero - marzo de 2013. ISSN en trámite. Portada: Fernando Espinoza de los Monteros.

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El mundo globalizado, con su tendencia a homogeneizar costumbres y suprimir diferencias, ha terminado por disolver o extinguir las peculiaridades culturales de las minorías, y ha generado, en no pocas ocasiones, violentos

movimientos de resistencia cultural. Por ello, es cada vez más urgente destacar la importancia del diálogo intercultural, desde el reconocimiento de la diversidad cultural y el respeto a la intrincada variedad de tradiciones, valores, lenguas, costumbres en el planeta.

El diálogo intercultural tiene como objetivo el entendimiento mutuo a partir del principio de igualdad en la diferencia, para “vivir juntos con igual dignidad”. Esta norma, que debería regular la convivencia en todas las naciones, es particularmente necesaria para aquéllas que, como la nuestra, están conformadas por una enorme pluralidad de pueblos cuyas aportaciones culturales benefician al conjunto de la sociedad en la que están insertas.

En el Libro blanco sobre el diálogo intercultural, que los ministros de Asuntos Exteriores del Consejo de Europa publicaron en 2008, se enfatiza que, en los tiempos de la globalización que estamos viviendo, la gestión democrática de la creciente diversidad cultural se ha convertido en una prioridad y que “el diálogo intercultural tiene una importante función que desempeñar a este respecto”, porque al tiempo que permite evitar divisiones étnicas, religiosas, lingüísticas y culturales, favorece un avance conjunto de los pueblos desde el reconocimiento de sus diferencias, “de manera constructiva y democrática, conforme a valores universales comunes”. En ese importante documento se establece que “la diversidad no sólo contribuye a la vitalidad cultural, sino que también puede favorecer la mejora de los resultados sociales y económicos. En efecto, la diversidad, la creatividad y la innovación crean un círculo virtuoso, mientras que las desigualdades pueden reforzarse mutuamente, y generan conflictos que amenazan la dignidad humana y el bienestar social”.

Con este marco de referencia, el número 24 de IBERO está consagrado a este diálogo necesario que debe convertirse en una indispensable realidad.

La verdad nos hará libresDr. José Morales Orozco, S. J.Rector

Arte, tecnología, actualidad, cultura y entretenimiento

28 Líder Ibero_entrevista_Carlos Mario Castro_Carlos Muñoz Izquierdo, Premio Nacional de Ciencias y Artes_Una de mis mayores satisfacciones es observar el crecimiento intelectual de mis alumnos

32 Galería_homenaje_Juan Domingo Argüelles_ Leonardo Nierman en el vértigo de la transparencia_A los 80 años estoy pintando mejor que nunca

38 La llama inextinguible_Carlos Pellicer López_Carlos Pellicer: El poeta y sus primas

42 Trivium_prosa poética_Mariana Bernárdez_El león con ojos de fuego

44 Trivium_ensayo literario_Guillermo Samperio_Jorge Ibargüengoitia_El mal humor del buen humor

46 El viajero ilustrado_Roberto Sánchez de la Vara_Viaje en tren a Teotihuacán

50 Gente que cambia al mundo_encuesta_ Brenda Macías Sánchez_Los alumnos de la Ibero ante la Reforma Educativa_Entre la esperanza y la decepción

52 Actualidad Ibero_Pedro Rendón López y Jorge Tovalín González Iturbe_La Ibero, líder en educación e innovación

54 Itinerario del ocio_Adónde ir y por qué

56 Innovación tecnológica_Dispositivos e instrumentos que facilitan la vida

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Juan Pablo Vázquez Gutiérrez_Es Licenciado en Pedagogía por la UNAM, maestro en Investigación y Desarrollo de la Educación por la Ibero y doctor en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente es académico de tiempo completo y coordinador del Programa de Interculturalidad y Asuntos Indígenas de la Ibero. Desde hace siete años participa en la edición de la revista electrónica Iberoforum, publicación del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas, destinada a la presentación de trabajos sobre temas de política, sociología y antropología social. Es autor de libro Autoridad y moral y autonomía. Una relectura del pensamiento sociológico de Émile Durkheim. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores.

Multiculturalismoy diálogo intercultural_

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La experiencia cotidiana nos ofrece repetidamente muestras del enorme impacto que la globalización ejerce sobre nuestras vidas. Insistir en ello pare-ce ya un lugar común. La globalización aparece ante nosotros como un proceso en marcha de dimensiones planetarias; como una condición —aparentemente irreversible—que nos sitúa en

un marco de relaciones basadas en la interconexión tecnológica, la reducción de distancias y fronteras, la vinculación en “tiempo real” dentro de redes donde los más variados contenidos pueden compartirse, con independencia de la ubicación geográfica, la tradición, la raza o la cultura de los participantes.

La globalización emerge así como expresión de un proceso que, merced a los efectos de la tecnología, parecería producir la sensa-ción de habitar y compartir “un solo mundo”. Esta concepción es resultado de un complejo proceso por el cual la economía globalizada y sus soportes digitales han terminado por convertirse en referencias fundamentales de la relación y de la comunicación entre las culturas más diversas.

Con la globalización imperan, por un lado, contenidos que condu-cen a la uniformidad de concepciones, sentidos y valores, alrededor de la visión idealizada de compartir, desde la interconexión digital, “un solo mundo”. Empero, por otro lado, la globalización represen-

ta un amplio proceso donde las diferencias culturales se resaltan con mayor fuerza. En el marco mismo de la globalización, y por efecto de ella, se produce la explosión de las diferencias y de la diversidad.

La explosión de las diferencias culturales pone de manifiesto las múltiples paradojas inherentes a la globalización. El desarrollo globalizador produce un auge económico sin precedentes, pero su propia lógica de crecimiento genera paralelamente condiciones de pobreza y exclusión. El mundo globalizado vincula a los in-dividuos como nunca antes en la historia pero a la par excluye, bajo formas nuevas y cada vez más agresivas, a importantes grupos de la población mundial. Esta consideración conduce hacia una importante reflexión ética y política: lo diverso no resultaría tan problemático en el mundo contemporáneo, si sólo implicase el reconocimiento de “diferencias” (culturales o sociales) dentro de contextos y condiciones equivalentes de vida. El problema surge en el momento en que la condición asignada a los “diferentes cul-turales” se desprende de un orden jerárquico de relaciones, basado en la aplicación de mecanismos de desigualdad y exclusión.

En este escenario adquiere nuevas dimensiones la relación entre las culturas. Surge, por un lado, el admirable espectáculo de su di-versidad y su riqueza. Emerge, por otro lado, la posibilidad del con-flicto intercultural. Y más allá de estas posibilidades, destaca la acción afirmativa de cada cultura en términos de preservar su cosmovisión,

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_Con la globalización imperan, por un lado, contenidos que conducen a la uniformidad de concepciones,

sentidos y valores, alrededor de la visión idealizada de compartir, desde la interconexión digital, “un solo mundo”.

tradiciones, territorios y derechos, frente a las tendencias de unifor-midad y control que pretende imponerle el proceso globalizador.

En este marco tiene lugar la experiencia multicultural contem-poránea, como resultado del encuentro entre culturas, dentro de condiciones asimétricas y lógicas impuestas por el mundo glo-balizado. Este trasfondo problemático no aparece, sin embargo, dentro del discurso dominante de la globalización. Dentro de este discurso, los conflictos implicados en el encuentro de la diversidad son silenciados (o incorporados sólo de forma subordinada), a fin de hacerlos converger con una perspectiva dominante, desde la que se nos presenta un mundo orientado hacia el “progreso”, donde las más diversas visiones de mundo se amalgaman y articu-lan sin complicación.

El resultado de esta visión idealizada es la imagen de un mun-do tecnológico, articulado a significados uniformes, que en su aparente sumatoria producen espacios, sentidos y referencias universales e indiferenciadas. Esta suerte de “gestión liberal de la multiculturalidad” tiene como ejemplo característico el modelo empleado en las grandes urbes del capitalismo desarrollado, don-de la coexistencia multicultural obligada se procesa mediante la coexistencia pacífica y distante de culturas integradas por asimila-ción al mundo global. El predominio de este modelo fortalece el uso ideológico de lo multicultural, entendido como visión de lo diverso sin conflicto; como imagen del mundo unido en una sola voz, mediante los mensajes e iconos globalizados. Esta imagen de “diversidad multicultural” no requiere ni fomenta la verdadera comunicación y la mutua comprensión entre los “distintos cultu-rales”. No hay aquí, pues, diálogo intercultural.

Establecidas estas consideraciones, surgen diversas preguntas re-levantes. En un mundo de innegables diferencias culturales, ¿cómo es posible el entendimiento? ¿Qué elementos pueden propiciar el diálogo intercultural? Más aún: ¿cómo puede florecer el diálogo horizontal entre las culturas, en un marco global de relaciones que privilegia contenidos indiferenciados y universalistas? Sin ánimo de ofrecer una respuesta completa a estas preguntas, conviene destinarles algunos breves comentarios, a fin de precisar en lo posible una primera aproximación a lo implicado en la noción de “diálogo intercultural”.

En primer lugar, asumiendo un señalamiento por demás evi-dente, cabría dar la razón a quienes afirman que la reivindicación por una comunicación intercultural es, hoy por hoy, sólo un proyecto de futuro y no una realidad. Con todo, esto no debería asumirse como un factor disuasivo a la intención de trabajar por su realización. La aspiración intercultural representa un horizonte que es posible vislumbrar, incluso en el contexto de la sociedad globalizada, justo porque la realidad la propone como reto, como pregunta y como necesidad.

En tanto aspiración, la idea del diálogo intercultural supone, como primer requisito, el establecimiento de una relación hori-zontal, abierta a la posibilidad de incorporar en nuestra perspecti-va elementos de la perspectiva del otro “distinto cultural”. En este sentido, es imposible entablar un diálogo intercultural cuando se parte del establecimiento de un solo tipo de contenidos, asumidos como universales y necesarios. Detrás de esta consideración se encuentra el tema ineludible de las relaciones de poder implica-das en toda relación que pretenda construir acuerdos a partir de concepciones distintas de la realidad.

En un segundo sentido, cabe recordar que el diálogo intercul-tural exige el desarrollo de una alta capacidad de apertura por parte de los dialogantes; apertura para reconocer los puntos ciegos de la propia cultura (etnocentrismo) y disposición para “abrir-se” a la comprensión de otras formas de interpretar la realidad. La posibilidad de una comunicación horizontal entre “distintos culturales” supone el reconocimiento mutuo de las diferencias, como punto de partida para avanzar hacia estrategias y puntos de encuentro que propicien el entendimiento. En este sentido, la adopción de una actitud abierta al diálogo intercultural no supone simplemente el aprendizaje de contenidos formales o escolariza-dos, sino el desarrollo de prácticas que involucran un movimiento personal, no sólo del orden racional, sino en términos de valores y orientaciones ante el mundo.

Se trata, en suma, de producir un cambio profundo y estructural de nuestros dispositivos culturales y nuestras orientaciones más naturales y automatizadas. La adquisición de competencias para el diálogo intercultural no es, pues, resultado de una enseñanza verbal tradicional, sino de la participación en experiencias sig-nificativas y cruciales que nos muevan, en tanto suponen retos prácticos y significativos derivados de la relación concreta con los otros “distintos culturales”.

El desarrollo de una comunicación intercultural supone en reali-dad algo más que una mera toma de conciencia sobre la diversidad. Supone un “movimiento de lugar”, más allá de nuestros propios espacios de comodidad, soportados por lo que nuestra cultura nos presenta como lo más obvio, natural y evidente. En este sentido, el encuentro de culturas constituye un espacio de posibilidad para propiciar el movimiento de nuestras concepciones frente al mundo.

El diálogo intercultural exige el respeto por la/las otra(s) cultura(s). No obstante, este respeto no equivale a la ausencia de crítica, ni al hecho de dispensar una “distancia indiferente” hacia el otro “distinto cultural”. La relación intercultural no es un espacio libre de conflic-tos. No se trata de negar la propia adscripción cultural (pretender ser el otro), pero sí de comprender al otro, al acercarse a su perspectiva cultural. Tal y como ocurre en el intento de comprensión entre diferentes lenguajes, se requiere un ejercicio de “traducción” que, inevitablemente, puede incurrir en errores de interpretación.

En definitiva, la reivindicación del diálogo intercultural parte del reconocimiento de la enorme complejidad implicada en la convi-vencia y el entendimiento cotidiano entre los diferentes culturales. En el fondo, su planteamiento remite a un reto fundamental de la vida democrática y del ejercicio efectivo de los derechos (ciu-dadanos, colectivos): cómo construir, en condiciones de equidad, formas de entendimiento y consenso sobre temas fundamentales de la vida colectiva, a partir del reconocimiento de nuestras dife-rencias y de nuestra condición cultural diversa.

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Natalio Hernández_Presidente Fundador de la Asociación de Escritores en Lenguas Indígenas. Autor de varios libros de poesía, entre ellos, Colibrí de la armonía y Flores de primavera. Su más reciente libro de ensayos se titula De la exclusión al diálogo intercultural con los pueblos indígenas. En 1997 recibió el Premio Nezahualcóyotl de Literatura en Lenguas Indígenas y en 1998 el Premio Bartolomé de las Casas.

La igualdad en la diferencia:

fundamento de la interculturalidad

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_El largo proceso de integración de la sociedad mexicana, desde la Colonia hasta nuestros días, ha sido a costa

de suprimir las identidades de los pueblos originarios de México.

El proceso de conformación de la sociedad mexicana

El largo proceso de integración de la sociedad mexicana, desde la Colonia hasta nuestros días, ha sido a costa de suprimir las iden-tidades de los pueblos originarios de México, es decir, el derecho a la diferencia, o mejor todavía, la igualdad en la diferencia. Para efectos del presente ensayo, retomo el papel que juega la len-gua por ser un elemento fundamental en la preservación de la identidad de los pueblos. Como sabemos, a través de la lengua se preserva la memoria, el universo simbólico, la abstracción del pensamiento y del conocimiento, la creatividad, entre otras mu-chas cualidades que posee la lengua particular de cada pueblo1.

Existen varios estudios que dan cuenta de este proceso colonial y que se mantiene vigente en las políticas públicas y en particular en el sistema educativo actual. Uno de estos estudios es el que aportó Shirley Brice Heath con su obra La política del lenguaje en México2 y, recientemente, con la investigación que está realizando Regina Martínez Casas, con el tema Diversidad y educación intercultural3.

De manera puntual, Martínez Casas detalla el papel que han des-empeñado las lenguas mexicanas (me resisto a llamarles indígenas) en los distintos momentos históricos: en la Colonia, en el periodo del México independiente y, finalmente, en la Revolución mexi-cana, hasta nuestros días. Menciona, por ejemplo, que a mediados del siglo XVI, la lengua náhuatl fue declarada idioma oficial de la Nueva España por el Rey Felipe II a propuesta de los misioneros para facilitar la evangelización. Este proceso derivó, años más tarde, en que varios frailes propusieran el aprendizaje de los diferentes idiomas nativos para acelerar la evangelización de la población recién conquistada. Cien años más tarde, concretamente en 1686, el Rey Carlos II, derogó esta Ley y promulgó la castellanización obligatoria en todas las Colonias de España. Para mediados del siglo XVIII, un grupo de nobles mexicas, dirigieron una solicitud al Arzobispo de México en donde le proponían que se retomara el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco que había funcionado al inicio de la Colonia, en el que los alumnos aprendían el latín, el español y la gramática de su propio idioma, el náhuatl. Consumada la Independencia y una vez establecida la República, la discusión sobre la política educativa y lingüística continuó. Ignacio Ramírez “El Nigromante”, quien fue Gobernador del Estado de México, propuso que en las escuelas debería impartirse el conocimiento de las lenguas mexicanas, al tiempo que los alumnos aprendían el español como segunda lengua. Esta propuesta fue compartida por los legisladores de aquel momento, entre ellos Rodríguez Puebla e Ignacio Manuel Altamirano, en contra de la opinión de la ma-yoría de los parlamentarios que proponían el español como única lengua nacional.

Al triunfo de la Revolución, el debate sobre la política lingüísti-ca del país se acrecentó. Los principales pensadores del momento,

Nuestros pueblos desean participar en la

globalización, sin sacrificar su identidad.

Desean trascender al mundo moderno,

llevando su bagaje cultural y lingüístico

milenario.

Alejandro Martínez Ramírez, Presidente Municipal de Ayutla, Mixe, Oaxaca, en el 2º Seminario Internacional de Lenguas Indígenas. México, septiembre de 2012.

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_Necesitamos abrir la mente y el corazón de los niños y jóvenes para que disfruten el aprendizaje de las

lenguas locales, según la región del país, para que sientan el orgullo de la lengua de su comunidad junto con una lengua extranjera.

entre ellos Justo Sierra, quien fue Ministro de Educación durante la dictadura de Porfirio Díaz y también después del triunfo de la Revolución, junto con José Vasconcelos y Gregorio Torres Quin-tero, propusieron una castellanización compulsiva en detrimento de las lenguas originarias de nuestro país. Uno de los principales protagonistas de este proyecto de castellanización fue el maestro Rafael Ramírez, pionero de la escuela rural mexicana, quien adoctrinaba a los maestros rurales en los siguientes términos:

“Si tú, para darles nuestra ciencia y nuestro saber, les hablas en su idioma, perderemos la fe que en ti teníamos, porque corres el peligro de ser tú el incorporado. Comenzarás por habituarte a emplear el idioma de los niños, después irás tomando sin darte cuenta las costumbres del grupo social étnico a que ellos pertene-cen, luego sus formas inferiores de vida, y finalmente, tú mismo te volverás un indio, es decir, una unidad más a quien incorporar. Esto que te digo no es una chanza para reír, sino una cosa seria”4.

Por su parte, Justo Sierra compartía esta tesis al afirmar que “la poliglosia (pluralidad lingüística) de nuestro país es un obstáculo a la propagación de la cultura y la formación plena de la con-ciencia de la patria (...) Ello os dará la clave de por qué los autores de la primitiva ley de instrucción pública llamamos al castellano lengua nacional (...) siendo la sola lengua escolar llegará a atrofiar y destruir los idiomas locales y así la unificación del habla nacional, vehículo inapreciable de la unificación social, será un hecho”5.

Con base en esta ideología se sustentó el actual sistema educativo nacional que se originó en 1921 con la creación de la Secretaría de Educación Pública, cuyo primer titular fue José Vasconcelos, quien propugnó por el mestizaje, a través de sus tesis La raza cósmica, en detrimento de las identidades de los pueblos que dan historia, raíz y memoria a la nación que hoy tenemos los mexicanos.

cuarto de la Constitución política para reconocer que “México es una nación pluricultural sustentada originalmente en los pueblos indígenas...” Este reconocimiento del carácter pluricultural de la nación se reafirmó en la reforma constitucional del 2001 y quedó establecido en el artículo segundo de la propia Constitución.

A pesar de la importancia y trascendencia de esta reforma, de-bido a que se cancelaba un proyecto de nación homogéneo que ha perdurado desde la Colonia hasta nuestros días, las políticas públicas del Estado mexicano reflejan muy poco el carácter plu-ricultural y multilingüe de nuestra nación en sus programas y proyectos. En mi opinión, se debe a la inercia que arrastramos de que, con frecuencia, nuestros políticos y legisladores parecen acuñar la frase “fírmese aunque no se cumpla”. Así, nuestro país, ha firmado convenios internacionales sin que tengan aplicación concreta, como es el caso del Convenio 169 de la OIT y la Con-vención de la Unesco sobre la Diversidad Cultural.

El diálogo intercultural y el Estado-nación pluricultural

Ya en otros momentos he hablado de los dos intentos de diálogo que, históricamente, México ha tenido con los pueblos originarios. Uno fue el que se realizó durante la Colonia entre los misioneros franciscanos y los tlamatinimeh, sabios del pueblo náhuatl, recién conquistado6.

El otro intento de diálogo fue el que se desarrolló a raíz del levantamiento armado del EZLN en enero de 1994 en Chiapas. Después del estallido de las armas vino la palabra, el diálogo. El Ejecutivo federal y los legisladores instalaron las mesas de diálogo para escuchar a los hermanos zapatistas que en diferentes comuni-cados habían interpelado a la sociedad nacional en los siguientes términos: “La nación nos ha olvidado, nos ha abandonado. No aparecemos en la historia oficial. Nuestras lenguas son desprecia-das y excluidas. Requerimos de una educación en donde todos los mexicanos sepan de nuestras lenguas y culturas, de nuestra historia, de nuestra visión del mundo. Queremos una nación que nos incluya, una nación de muchos rostros, de muchas miradas, de muchos colores”. Palabras más, palabras menos, fueron éstas las que quedaron plasmadas en muchísimos documentos que se reco-gieron en las Mesas de Diálogo de San Andrés Larrainzar, Chiapas.

Uno de los temas que emergieron fue el de la educación inter-cultural bilingüe para todos los mexicanos. Una educación que propicie el diálogo equitativo, horizontal entre las lenguas y las culturas7. Una educación que promueva el diálogo de los saberes de los pueblos con el acervo que aporta la educación escolar, producto de nuestro proceso colonial de cinco siglos.

Quince años después de la firma de los Acuerdos de San Andrés, poco ha sido el avance. A pesar de las reformas constitucionales de 1994 y 2001, el Estado mexicano sigue funcionando con la ideología política del Estado nacional homogéneo, monolítico y monocultural que promovieron Justo Sierra y José Vasconcelos. Todo marcha igual en nuestro país en este siglo XXI, como si nada hubiera ocurrido en enero de 1994, cuando los hermanos del EZLN demandaron el diálogo y la inclusión de nuestros pue-

Reconocimiento constitucional de la nación multicultural

El reconocimiento jurídico de la presencia contemporánea de los pueblos originarios de nuestro país que dan raíz y sustento a la nación mexicana es muy reciente. Y este hecho aconteció como resultado de la movilización continental de los pueblos originarios de América en el contexto del Quinto Centenario del Encuentro de dos Mundos o del “encontronazo” como le denominaron los propios pueblos y algunos estudiosos comprometidos con las luchas de los pueblos originarios de México. Como conse-cuencia de estos acontecimientos se reformó, en 1992, el artículo

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09blos en el nuevo proyecto de nación pluricultural y multilingüe. Concretamente en uno de los puntos de los Acuerdos de San Andrés, suscritos entre el Gobierno federal y el EZLN, en 1996, se establece: “La nueva relación entre el Estado mexicano y los pueblos indígenas se basa en el respeto a la diferencia, en el re-conocimiento de las identidades indígenas como componentes intrínsecos de nuestra nacionalidad, y en la aceptación de sus par-ticularidades como elementos básicos consustanciales de nuestro orden jurídico basado en la pluriculturalidad”.

El papel de la educación en la construcción de la nación multicultural

Con la expresión ranchera y popular del ex presidente Vicente Fox, en el sentido de que en “15 minutos” arreglaría el conflicto armado de Chiapas, algo hizo durante su administración. La vieja demanda de reconocimiento de las lenguas indígenas, por la que habían luchado las organizaciones indígenas por más de treinta años, finalmente se concretó en la Ley General de Derechos Lin-güísticos de los Pueblos Indígenas, promulgada el 13 de marzo de 2003, en el Diario Oficial de la Federación y, consecuentemente, la creación del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas.

También durante la administración del presidente Fox, se crea-ron las primeras Universidades Interculturales en Chiapas, Estado de México, Puebla, Veracruz, Sinaloa, Tabasco, Veracruz, entre otras. En 2001 se creó la Coordinación General de Educación Intercultural Bilingüe, que cuenta entre sus objetivos el de acom-pañar y asesorar los distintos proyectos de educación intercultural bilingüe desde la educación básica hasta el nivel de educación su-perior. La Dirección General de Educación Indígena se mantuvo prácticamente con sus mismos objetivos de atender únicamente la cobertura educativa en los pueblos y comunidades indígenas.

Por su parte, la UNAM, en 2004, inició el Programa México Nación Multicultural que cuenta con un proyecto docente con el mismo nombre de México Nación Multicultural, el Programa de Becas para estudiantes indígenas de la propia UNAM y un proyecto editorial.

Durante la administración del presidente Felipe Calderón se abandonó la propuesta de educación intercultural bilingüe que su antecesor inició en el año 2001. No es de extrañarse, históricamen-te, la ideología panista se ha caracterizado por negar el reconoci-miento de la identidad de los pueblos al privilegiar los paradigmas del pensamiento occidental en los proyectos educativos y de desa-rrollo. En los pocos días que lleva la administración del presidente Enrique Peña Nieto prácticamente se ha eliminado la propuesta de educación intercultural bilingüe tanto en el Manifiesto Político Pacto por México como en la Reforma Educativa aprobada por el Congreso federal y que se encuentra en proceso de ratificación por los congresos locales. En mi opinión, no puede haber una plena de-mocracia plural si no se transforma el sistema educativo que supere el sistema político obsoleto que excluye y discrimina a un sector importante de nuestra sociedad: los pueblos originarios de México.

Propuesta para la transformación del sistema educativo de cara a la multiculturalidad

El sistema educativo que tenemos actualmente es un sistema caduco. Es como “un traje viejo” que fue diseñado hace cien años para un proyecto de nación homogéneo lingüística y cultural-mente. El paradigma de los Estados Nacionales en el siglo XXI es el de la diversidad, el diálogo de saberes, la unidad en la diversidad, en fin, la interculturalidad8. Así lo postula la Unesco desde el año 2001 en su Declaración sobre la Diversidad Cultural.

México necesita aprovechar la experiencia educativa del siglo

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_El sistema educativo que tenemos actualmente es un sistema caduco. Es como “un traje viejo” que fue

diseñado hace cien años para un proyecto de nación homogéneo lingüística y culturalmente.

1 Sobre este tema léase Nuestra Diversidad Creativa, Informe de la Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo de la Unesco, Correo de la Unesco, Librería México, 1997.2 Shirley Brice Heath, La política del lenguaje en México: de la Colonia a la nación, Instituto Nacional Indigenista, 2ª reimpresión, México, 1986.3 Regina Martínez Casas, Diversidad y educación intercultural, en Multiculturalismo: desafíos y perspectivas, Daniel Gutiérrez, compilador, El Colegio de México/Siglo XXI, México, 2006.4 Rafael Ramírez, Cómo dar a todo México un idioma, Biblioteca del Maestro Rural Mexicano, Vol. IV, SEP, México, 1928.5 Miguel León-Portilla, El destino de las lenguas indígenas de México, estudio introductorio; en El despertar de nuestras lenguas, Natalio Hernández, Diana, México, 2002.6 Natalio Hernández, De la exclusión al diálogo intercultural con los pueblos indígenas, Plaza y Valdés, México, 2009.7 Respecto a este tema léase a Raimundo Panikkar, Sobre el diálogo intercultural, Editorial San Sebastián, Salamanca, España, 1990.8 Reflexiones de Raúl Fornet-Betancourt Sobre el concepto de interculturalidad, editado por el Consorcio Intercultural integrado por la Asociación Alemana para la Educación de los Adultos, CREFAL, CGEIB y otras instituciones, México, 2004.9 Víctor López Villafañe, La modernidad de China, Siglo XXI, México, 2012.

XX: desechar errores y capitalizar los aciertos. Uno de los errores que tiene que enmendar es el de la represión y exclusión de las lenguas mexicanas en el ámbito educativo. De aquí en adelante todos los mexicanos necesitamos cultivar el orgullo por nuestras lenguas, porque son nuestras, constituyen el patrimonio lingüísti-co y la memoria milenaria de todos los mexicanos.

A diferencia de hace 100 años, los mexicanos de hoy tenemos una lengua común que es el español o castellano, que antes no había llegado a las comunidades y los pueblos más apartados del país. Actualmente, el español ya es nuestro. Llegó con la Conquista y durante cinco siglos lo hemos cultivado hasta mexicanizarlo con vocablos como tomate, petate, aguacate, quelite, corunda, pibil, etcétera. O los nombres de los pueblos y ciudades que denominan el territorio nacional: México, Tampico, Chihuahua, Querétaro, Campeche, Acapulco, Michoacán, Tehuantepec, etcétera.

Necesitamos abrir la mente y el corazón de los niños y jóvenes para que disfruten el aprendizaje de las lenguas locales, según la región del país, para que sientan el orgullo de la lengua de su comunidad junto con una lengua extranjera, que puede ser el inglés, alemán, francés o chino. El futuro deseable para todos los mexicanos es que seamos multilingües a nivel individual: lengua local, español y una o más lenguas extranjeras. La lengua local para atarnos a nuestra tierra mexicana, a su memoria ancestral, a la historia particular de cada pueblo, y la lengua extranjera para participar en el mundo globalizado y para acceder a las nuevas tecnologías. Los grandes humanistas del siglo XVII y XVIII en nuestro país, ya nos señalaron el camino: Don Miguel Hidalgo, el Padre de la Patria, habló griego, latín, francés, español, puré-pecha, otomí y náhuatl. Francisco Javier Clavijero, autor de la Historia antigua de México, libro que en gran medida sustenta nuestra mexicanidad, fue también multilingüe, quien además de las lenguas clásicas, habló mixteco, náhuatl y otomí. Mi maestro, el doctor Miguel León-Portilla, profesor emérito de la UNAM y humanista contemporáneo, es también multilingüe, además del español, habla el inglés, francés, alemán y náhuatl. Sus obras en lengua náhuatl, hoy en día, son un referente cultural y lingüístico a nivel mundial.

No obstante las adversidades, el escenario social, lingüístico y cultural de los pueblos originarios de México empieza a cam-biar. A pesar de las políticas públicas y, en particular, del sistema educativo homogéneo y cerrado al multiculturalismo y la inter-culturalidad, en muchos casos, las nuevas generaciones de jóvenes de estos pueblos han trascendido hacia el trilingüismo, esto es, mantienen la lengua de su pueblo, han adquirido el español como lengua común y han accedido a una lengua extranjera. Éste es el escenario deseable para todo México. Éste es el sueño que el sis-tema educativo debe propugnar para hacer realidad el postulado que se expresa actualmente en el artículo segundo constitucional, que reafirma, desde el año 2001, que México es una nación pluri-cultural sustentada originalmente en los pueblos indígenas.

Para ello, la SEP debe promover el aprendizaje de los idiomas mexicanos desde el preescolar hasta la universidad, para todos los alumnos, indígenas y mestizos, según la región de que se trate, junto con el aprendizaje de una lengua extranjera. Esto superaría el prejuicio y la frustración de que no es posible aprender una lengua extranjera si los niños y jóvenes de las comunidades no renuncian a la lengua de su comunidad. Sobre esta propuesta exis-ten varias experiencias comunitarias y de ONGs novedosas. En mi caso comento, brevemente, la experiencia de la Fundación Cultural Macuilxochitl, A. C., que, desde el 2009, inició el curso de lengua náhuatl-inglés, en períodos cortos, en la comunidad de Lomas del Dorado, Ixhuatlán de Madero, Veracruz, con alumnos de secunda-ria. La experiencia ha sido muy gratificante. Los alumnos han recu-perado el aprecio y orgullo por la lengua náhuatl de la comunidad, su autoestima ha aumentado y son los mejores alumnos de inglés en la escuela secundaria donde cursan sus estudios regularmente.

Es tiempo pues, de que la SEP deje de ser un espacio exclusivo para cultivar el español como única lengua de todos los mexica-nos. Urge que se abra a la diversidad y a la interculturalidad para que seamos capaces de competir en la aldea global manteniendo nuestras lenguas, nuestra memoria ancestral y accediendo a idio-mas más amplios como el chino, el inglés, el francés o el alemán. Si hacemos esto, dejaremos de ver a los pueblos originarios de México como rémoras del pasado, para empezar a reconocer en ellos el potencial milenario que tiene México para su proyecto de nación multicultural del siglo XXI. El ejemplo de China puede darnos luces para enfrentar el desafío de ser modernos y desa-rrollados, manteniendo las raíces ancestrales9. Hay que empezar a cambiar la mirada única hacia occidente, que ha sido la única opción para nuestro proyecto de desarrollo durante cinco siglos, para encontrar nuevos paradigmas con base en lo que han logrado países como China y Japón, entre otros ejemplos.

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Miguel León-Portilla_Doctor en Historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Es Investigador Emérito del Instituto de Investigaciones Históricas de esta misma universidad. Autor de múltiples obras sobre el universo indígena mexicano y mesoamericano, está considerado como el máximo especialista y divulgador de la cultura náhuatl. Entre sus obras más destacadas se encuentran Cantares mexicanos, Visión de los vencidos, Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares y La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes. Por su labor ha recibido múltiples reconocimientos, entre ellos el Premio Nacional de Ciencias y Artes, el Premio Internacional Alfonso Reyes, el Premio Internacional Menéndez Pelayo y la Medalla Belisario Domínguez. Ha sido distinguido en universidades de México y el extranjero, y en 2002 la Universidad Iberoamericana Ciudad de México le confirió el Doctorado Honoris Causa.

Oralidad, lenguas yliteraturas

mesoamericanas_

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ntiendo por oralidad la trasmisión por la palabra hablada de entidades significativas, es decir de conceptos. Existen dos formas de oralidad. Una está constituida por instancias de comunicación espontánea a lo largo de la vida cotidiana. La otra es la transmisión formalmente textualizada en determinadas circunstancias de tiempo y espacio

realizadas a lo largo de una o varias generaciones.En cuanto a las lenguas indígenas u originarias entiendo que ellas,

al igual que todas las que han existido o existen, son consecuencia de la integración e interacciones de un conjunto muy complejo de elementos y factores. Reconociendo que el lenguaje es un atributo innato de los seres humanos, considero que el habla o realización de éste se produce a través de la oralidad en una gama enorme de formas. A partir del aparato fónico desarrollado a lo largo de una evolución de muchos milenios, los diferentes grupos humanos en forma selectiva han estructurado los sistemas de comunicación que llamamos lenguas. Es extremadamente interesante cómo, ante un número infinito de posibles articulaciones fonológicas, espontánea y selectivamente se adopta un conjunto determinado de fonemas que se estructura en función de una gramática que es innata y que, no obstante variantes, posee características universales.

Elemento básico en el habla —que es la realización de la orali-dad— son las articulaciones vocálicas y consonánticas que pueden ocurrir de maneras muy distintas, cabe decir que en número in-finito. Elementos asimismo presentes en las diferentes lenguas son

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sus variadas formas de configuración, entre otros los de carácter incorporante o aglutinante, polisintético o de tendencia monosilábica, con sistemas tonales o complejas es-tructuraciones de flexión que confieren gran precisión a cualquier enunciado; o aquellas otras en las que determinadas categorías gramaticales no existen, como el modo infinitivo o los verbos copulativos. Así, en cuanto a la articulación de las palabras entre sí hay enormes posibilidades.

Debe reconocerse aquí que, más allá de la diversidad de los recursos inherentes a una lengua de los que pueden valerse los que la hablan para expresar todo lo que requieren, existe en ella con sus propias características un sis-tema de estructuras gramaticales. Así, hay formaciones que corres-ponden a una determinada categoría lógica; por ejemplo: porque, en español; because en inglés; ipampa en náhuatl, conocidas como conjunciones causales. También hay verbos de acción transitiva y causativa cuya enunciación presupone en el hablante la certeza de que debe haber una respuesta en el contexto social o natural en que se expresan.

De hecho la respuesta se da o se está en espera de obtenerla. Esto demuestra que las que pueden describirse como categorías en un sistema cognoscitivo integradas en las lenguas, guardan relación con lo que integra el circunmundo y hay que subrayar que ello ocurre en todas las lenguas, más allá de diferencias en sus estructuras gramaticales.

Y ¿qué puede decirse del léxico de una lengua? Si la lengua y las varias formas de conceptuación ostentan distintas formas de relacionarse, como lo han postulado varios lingüistas, es entonces verdad que los atributos específicos de un determinado lenguaje influyen en la conformación de la propia visión del mundo y en las diversas formas de segmentación en la percepción del circun-mundo. Me atrevo a decir que el lenguaje es como una atalaya a través de la cual todo se percibe y se filtra.

La lengua está relacionada directamente con el desarrollo cultu-ral de quienes la hablan. Por esto, puede afirmarse que el léxico es el inventario de la correspondiente cultura.

Otro factor condicionante en la formación de las distintas len-guas es el conjunto de experiencias o vivencias de los que las poseen. Sin que esto implique forma alguna de determinismo es indudable su influencia en la existencia y desarrollo de un lenguaje.

Ahora bien, para que una lengua sea portadora de expresiones textualizadas, trasmitidas por la oralidad, se requiere que la comu-nidad de sus hablantes en forma colectiva o individual, dé origen a las correspondientes composiciones que genéricamente se cali-fican de literarias. Éstas pueden recibir tal calificativo aunque no se comuniquen con letras, por analogía con las expresiones tex-tualizadas que así lo estén. Tal es la costumbre, generalmente acep-tada al hacer referencia a “literaturas orales”. Ellas, conservadas originalmente en el soporte de la memoria, suelen considerarse

_La lengua está relacionada directamente con el desarrollo cultural de quienes la hablan. Por

esto, puede afirmarse que el léxico es el inventario de la correspondiente cultura.

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_La raíz de la oralidad sigue propiciando renuevos. Son los de la que he llamado “la Nueva Palabra”.

Ésta continúa transcribiéndose en más de treinta lenguas de Mesoamérica.

por los hablantes de la lengua en cuestión como consecuencia de revelaciones o inspiraciones divinas. Versan generalmente sobre los orígenes de los dioses, el mundo, los seres humanos y de cuan-to existe en la tierra, el cielo y el inframundo; en suma, cuanto abarca la cosmovisión de un pueblo.

Tales creaciones literarias, unas veces asumen la forma, de cantos o himnos sagrados, o de grandes poemas épicos, poesía, plegarias, discursos y narraciones sobre aconteceres pasados o presentes y aun con lo que está por venir.

Todo esto cambia tan sólo cuando todas esas expresiones tex-tualizadas se han reiterado incontables veces y la comunidad da el paso que lleva a la invención o adopción de una escritura que puede ser ideográfica, logosilábica, meramente silábica o alfabéti-ca. Es este un proceso que se ha repetido muchas veces de maneras distintas en tiempos y lugares diferentes debido a factores asimis-mo distintos. Consta en cambio, que ello ha ocurrido en forma original e independiente en el contexto de pocas culturas: las de Egipto, Mesopotamia, el Valle del río Indo, el Valle del río Amarillo y Mesoamérica. La creación literaria en sus diversas formas como hoy la conocemos en textos escritos, ha tenido como su más an-tiguo antecedente la oralidad. Tal es el caso de los relatos bíblicos, algunos con raíces en el contexto cultural del Cercano Oriente.

Los célebres poemas que, acompañados de música entonaban los rapsodas griegos durante mucho tiempo, tuvieron como soporte la memoria comunicada a través de la tradición oral. Y algo muy semejante puede decirse de poemas como los Upanishads de la India o aquellos que se conocen como de los Nibelungos entre los pueblos germánicos.

el canto y la tradición, se modificaba a veces para adaptarse a las circunstancias en que se trasmitía. Al quedar ya fijada por medio de jeroglíficos, representación de signos silábicos y morfológicos, quedó —como lo expresó Ángel María Garibay— “en la lumi-nosa prisión del alfabeto”.

En Mesoamérica la escritura se desarrolló a partir del segundo milenio antes de la era cristiana, como lo muestran varias estelas en Monte Albán, Oaxaca, y poco después, en otros muchos lu-gares del mundo maya fue atrapada, por así decirlo, “la mariposa del canto.” Un rico conjunto literario fue así surgiendo como lo muestran centenares de inscripciones y, asimismo, los códices o libros de pinturas con caracteres. En los nuevos soportes en piedra, barro, papel de amate y piel de mamíferos, se combinaron las imágenes talladas en la piedra o pintadas en los códices y piezas de cerámica, lográndose obras que en sí mismas hoy consideramos arte y, a la par, soporte de la palabra.

Nuevos cambios se produjeron con la llegada de hombres veni-dos de más allá de las aguas inmensas. Gracias a frailes humanistas se repitió un proceso que ya se había desarrollado en Europa, incluyendo de modo particular a España. Allí, durante los siglos de la Edad Media la oralidad se transmitió en los romances que siglos después se transcribieron con el alfabeto. En Mesoamé-rica, frailes humanistas como Andrés de Olmos, Bernardino de Sahagún entre otros, con apoyo en la antigua oralidad, hicieron paralela transcripción en un alfabeto adaptado para representar los fonemas del náhuatl y de otras lenguas indígenas hasta reunir un rico caudal de antiguas expresiones. Gracias a ellos conocemos ahora los relatos acerca de las sucesivas creaciones del mundo, los orígenes de los seres humanos, el hallazgo del maíz y de todo lo que es nuestro sustento; y también los discursos portadores de la ancestral sabiduría, los huehuehtlahtolli; el saber acerca de los tiempos pasados; los bellos cantos y poemas.

En esta tarea participaron algunos indígenas. Los discípulos de Sahagún, como el sabio Antonio Valeriano de Azcapotzalco; entre los mayas el escribano y maestro Gaspar Antonio Chi y los recopiladores de los libros de los sacerdotes chilames de muchos pueblos; entre los purépechas, Antonio Huitzméngari, discípulo y a la vez maestro de Alonso de la Veracruz.

Así se formó el gran corpus de las creaciones literarias de la antigua Mesoamérica en buen número de lenguas. Y hay que añadir que la raíz de la oralidad sigue propiciando renuevos. Son los de la que he llamado “la Nueva Palabra”. Ésta continúa trans-cribiéndose en más de treinta lenguas de Mesoamérica. Muchas de sus tradiciones han motivado a forjar nuevas composiciones a modernos escritores indígenas empeñados en la preservación de sus lenguas vernáculas.

Hoy día se ha formado un nuevo corpus literario mesoame-ricano, más rico de lo que pudiera sospecharse. La oralidad, raíz última de la expresión literaria, lejos de desaparecer, continúa enriqueciendo la cultura de México, la de otros países y, por su valor perdurable, es también traducida a idiomas hablados en otros lugares del mundo.

En el caso de los amerindios, en particular los de Mesoamérica, también fue la oralidad apoyada en la memoria el primer soporte de sus creaciones literarias. Esto que sabemos por la investigación, también lo reiteran antiguos testimonios que hasta hoy se conser-van. Y como en los relatos bíblicos y en otros textos, entre ellos el Corán de los musulmanes, la antigua expresión de los amerindios es considerada palabra divina. Así lo expresan, por ejemplo, el Popol Vuh, libro sagrado de los maya-quichés y no pocos cantos y poemas en náhuatl, como aquel que describe al supremo Dador de la vida como un pintor-escribano que, con flores y cantos, da vida en un gran libro o códice a todos los seres humanos.

Desde algunos milenios antes de la era cristiana en el caso de los egipcios y los mesopotámicos, y algún tiempo más tarde entre los olmecas, los zapotecas y mayas, la difusión de la escritura vino a ser nuevo soporte de la antigua palabra. Ésta, mientras vivía en

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OPedro J. de Velasco R., S. J._Licenciado en Filosofía por el Instituto Libre de Filosofía y Ciencias Sociales (ILFC) de Guadalajara, licenciado en Teología por el Colegio Máximo de Cristo Rey (ciudad de México), doctor en Teología por el Instituto Católico de París, y doctor en Ciencias de la Religión, con especialidad en Antropología, por la Universidad de París-Sorbona. Es maestro de asignatura del Doctorado en Filosofía de la Educación y coordinador del Seminario de Ética del ITESO, Universidad Jesuita de Guadalajara. Designado en varias ocasiones a la Sierra Tarahumara, ha sido maestro y formador de escolares de la Compañía de Jesús. Actualmente, es Director del Complejo Asistencial Santa Teresita, A. C. (CASTAC) en Creel, Chihuahua, organización que proporciona servicios de salud a la población rarámuri y promueve proyectos de desarrollo local y el rescate de su cultura. Entre otros libros, es autor de Danzar o morir: Religión y resistencia a la dominación en la cultura Tarahumara (1983; segunda edición, 1987).

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_Hoy se habla mucho de interculturalidad cuando en realidad estamos ante un fenómeno global

de imposición disimulada —básicamente mediante el mercado y la publicidad— de ideología y sistemas políticos y económicos.

AclaracionesLa inquietud actual por el tema de la libertad religiosa y el diálogo

intercultural se plantea generalmente debido a la problemática sus-citada en los países europeos por la presencia de grupos religiosos —particularmente islámicos— que reivindican su derecho a vivir según las normas de su religión y tradiciones culturales y, especial-mente, por el miedo al fundamentalismo beligerante de algunos grupos religiosos. Problemática que, en México, no tiene mayor relevancia, hasta el momento.

En segundo lugar, concebir la libertad religiosa como mera libertad individual de creer y celebrar o confundir Religión y religiones es-conden la problemática más profunda y su importancia para la vida y convivencia humana.

En tercer lugar, este problema se suele plantear y se pretende resol-ver en términos de conflicto o diálogo entre las diferentes tradiciones religiosas o culturales. Sin embargo, con algunas excepciones, en el mundo moderno el problema no estriba en dicho diálogo, sino en la relación entre la pluriculturalidad de las diversas comunidades y grupos humanos —generalmente etno-religiosamente fundada— y la pretensión de una homogeneidad social —fundamentada en la legalidad civil— propia de los Estados-Nación y que, estrictamente, ni tiene religión, ni tiene cultura, aunque pueda haber abrevado de una y otra.

Las raíces de la problemática desde el punto de vista de la cultura y la interculturalidad

Hoy se habla mucho de interculturalidad cuando en realidad estamos ante un fenómeno global de imposición disimulada —bá-sicamente mediante el mercado y la publicidad— de ideología y sistemas políticos y económicos, de instituciones y formas sociales de comportamiento, homogéneos, con el consiguiente aplastamiento de las diversas culturas.

La modernidad y el Estado laico correspondiente han eliminado el reconocimiento de las diversas comunidades y reducido la política a la relación Estado-individuos (ciudadanos). Se esconde aquí una po-lítica anti-cultural y anti-religiosa que ha venido siendo muy efectiva, en que la coerción no se realiza fundamentalmente por la supresión o restricción de cultos o costumbres, sino por una homogeneización social que desconoce las tradiciones y derechos de las comunidades étnicas, lingüísticas o religiosas.

Lo que más perjudica la vivencia cultural-religiosa y a la libertad asociada con ella, en las sociedades economicista y políticamente uniformizadas, no son las leyes restrictivas, sino la pulverización de las comunidades, la estandarización de instituciones, de formas de educación, la imposición de estilos y ritmos de trabajo, producción y consumo, o de formas de asociación y comunicación que impiden la convivencia comunitaria y la creación de cultura. Igualmente la imposición de formas de pensamiento científicas y económicas contra las mitológicas o tradicionales y su absolutización como las únicas válidas, las únicas “desarrolladas” o “civilizadas” y dignas de tomarse en cuenta.

Dios no se niega fundamentalmente por argumentos filosóficos sino por la imposición de estructuras civiles ajenas a las culturas tradicionales. En este sentido, el Estado “moderno” —teóricamente

laico—, en su afán de homogeneización social, resulta antirreligioso y anticultural.

Porque hablar de libertad religiosa y respeto a las tradiciones cultu-rales no es sólo permitir o garantizar la mera libertad de culto y de creencias; es garantizar la posibilidad de diseñar y organizar el uni-verso, las relaciones humanas y la relación con el mundo, las formas de educación desde los sentidos y tradiciones, las instituciones, las formas de organización política y económica configuradas cultural-mente por los diversos grupos en función de su medio ambiente y su experiencia histórica.

En ese sentido los grupos indígenas tradicionales tienen más libertad que nosotros. Aunque esta libertad está cada vez más amenazada por los factores externos (carreteras, presas, minas, turismo…) que destruyen no sólo territorios sagrados sino que imponen una relación distinta con el mundo en torno, la ecología, la cohesión de las comunidades… ¿Es posible guardar la relación con la Madre Tierra cuando la tierra, el agua, el paisaje se convierten en lugar de empleo o de compra-venta?

Consciente o inconscientemente las comunidades tradicionales han padecido este conflicto por más de quinientos años. La novedad es que ahora las que lo experimentan son las sociedades civiles, porque la religión pasa de ser elemento comunitario a ser elemento social/estatal; sea porque el Estado o los grupos de poder la imponen, utilizan o controlan, sea porque se percibe como amenaza a la homogeneidad.

Las raíces de la problemática desde el punto de vista de la Cultura-Religión

En primer lugar hay que distinguir entre Religión y religiones. Religión nos remite a la experiencia radical, fundante, impelente, motivante de la vida humana; al sentido e impulso último de las comunidades y de las personas, al dinamismo que nos convierte en seres humanos.

En estricto sentido, no se puede hablar de libertad religiosa como una entre otras libertades, ya que la religión —cuando realmente es esa experiencia fundante del sentido del mundo, de la vida— es el origen de toda libertad, de todo sentido, de la persona y de la comunidad. Esto rebasa las religiones concretas, sus estructuras, insti-tuciones, creencias y prácticas (morales o culturales), pero se concreta en ellas. Esto es algo que no pueden dar las sociedades ni su legalidad.

De aquí que, cuando se intenta someter lo religioso a lo político-social (a la legalidad), a lo económico, o a lo científico, se atenta contra la fundamentalidad misma de la religión. La experiencia religiosa es, cuando realmente se vive, el fundamento de toda la comunidad

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_Por ello, el problema de fondo no es si las religiones permiten la laicidad o viceversa, sino si se están traslapando las fronteras entre comunidad y sociedad, siendo que tienen dinámicas y funciones distintas.

y de cada una de las personas en ella, de su moral, su identidad, su mundo. Por ello, lo religioso como tal no puede estar sometido a criterios y poderes externos.

Las religiones han sido las formas históricas como esa experiencia comunitaria se ha ido estructurando: formulando, institucionalizan-do, adquiriendo una “corporalidad” espacio-temporal, en las diver-sas ecologías y épocas. Las religiones han sido la forma cultural de vehicular las experiencias-comprensiones más fundamentales para el convivir humano; por eso, durante la mayor parte de la historia de la humanidad, las religiones fueron el motor y el espacio de la cultura (no en balde se ligan cultivo, cultura y culto).

En general las religiones concretas se constituyen para construir —y en su caso proteger— a la comunidad; generalmente son formas de transmitir prácticas de cuidado de la vida, de simbolización y cele-bración de la misma. Por lo mismo, no tenemos por qué temer que una religión sea —en cuanto tal— destructiva de la sociedad. No hay actualmente en México ninguna religión que represente un peligro a la vida humana o a la convivencia, aunque quizá algunos fanáticos sí.

Sin embargo las religiones, sus instituciones, prácticas, creencias no son La Religión y desde luego no pueden constituirse en un absoluto en sí mismas. Pero el problema no es cómo someterlas a los criterios sociales y morales vigentes en un país o en un sistema social, sino

nidades, fundamentalmente asociadas con el origen étnico, y funda-mentadas en la religión; teóricamente reconocidas por el Estado pero de las que se prescinde en la gestión de la vida nacional y a las que se impide vivir según sus tradiciones e instituciones.

La legislación nacional ha prescindido de su existencia e importan-cia para establecer la relación con los individuos abstractos (es decir, separados de sus comunidades) y no existen formas sociales capaces de favorecer la existencia de comunidades; en realidad ni importa. Se ha seguido la política moderna de nivelación y uniformación que va desde la imposición de la lengua y religión del imperio castellano hasta la de los textos únicos o los sistemas de propiedad del Estado mexicano. En esta situación, la religión y la diversidad cultural se convierten en una fuerza de resistencia a la integración/dominación del Estado nacional y una amenaza para el mismo.

Hoy vivimos un momento de crisis de identidades y sentidos en que aparece claramente la ineficacia de los Estados-Nación y de su legalidad para ser fuente de sentido y de motivación para la convi-vencia, el cuidado del medio ambiente, el arte y la fiesta…, para ser humanos; en que la ciencia y la tecno-economía van evidenciando no sólo la misma incapacidad, sino el hecho de que, dejadas a sus propios dinamismos y convertidas en pseudo-religiones, han propiciado el desastre ecológico, económico y humano que estamos presenciando.

cómo dialogar para que las diferentes religiones se ubiquen y parti-cipen activamente en un entorno social que ya no ha sido generado por ellas (al menos directamente), en una realidad en que la unidad y la convivencia ya no vienen dadas por la misma religión sino por la legalidad, de modo que las diversas comunidades, sus instituciones y prácticas no sean incompatibles con esa construcción social.

Una clave del problemaLas comunidades generan la cultura y la religión y se reconfiguran

por ellas, las sociedades nacionales se configuran por su discurso e ins-tituciones legales que regulan las relaciones entre los individuos (ciu-dadanos) que habitan un territorio arbitrariamente delimitado. Por ello, el problema de fondo no es si las religiones permiten la laicidad o viceversa, sino si se están traslapando las fronteras entre comunidad y sociedad, siendo que tienen dinámicas y funciones distintas.

Sucede de dos maneras: cuando un Estado-Nación asume una reli-gión como estructura legal estatal, o cuando grupos fundamentalistas quieren imponer sus comprensiones y formas de vida comunitarias como criterio social. No es que el Islam o el Cristianismo se cierren a la convivencia o a la libertad, sino que sus grupos fundamentalistas han trasladado las funciones de la religión y/o de la comunidad al Es-tado. Esto no constituye un problema en las comunidades autóctonas ya que en ellas las personas no funcionan —al menos no fundamen-talmente— como ciudadanos del Estado sino como miembros de la comunidad.

Una segunda forma es —como en el caso de México— el fenó-meno inverso, en que el Estado ha querido imponer sus estructuras e instituciones sociales —legales y económicas— a las comunidades indígenas y con ello invade y destruye su espacio cultural-religioso, incluidos su territorio y ecología.

Dentro del territorio mexicano coexisten diversas culturas y comu-

Ante estas situaciones, me parece que es urgente un verdadero diálogo entre las comunidades y sus culturas, instituciones-tradicio-nes —entre ellas las religiones— y la sociedad y sus instituciones legales o tecno-económicas. Las comunidades-religiones han sido las únicas que han aportado los motivos y los sentidos comunes y el impulso necesarios para convivir humanamente; las sociedades (probablemente en el futuro no serán primariamente nacionales) pueden aportar las estructuras y los elementos de manejo del mundo y de las interrelaciones necesarios para una convivencia más global o de intercambio y cooperación de las diversas comunidades y las personas que en ellas viven. Por ello, urge reconsiderar las comu-nidades y sus dinamismos fundantes como pistas alternativas para rediseñar, compartir/motivar lo que da origen a nuestra humanidad, la convivencia-consistencia humana en sus entornos concretos.

Igualmente, un diálogo “intercultural” de este tipo debería esta-blecerse también entre el sentido, funciones y alcance de los saberes de científicos y tecnólogos y los de la sabiduría de los pueblos u otras comunidades-grupos humanos (religiosos).

Habría además que pensar en la promoción de una libertad religiosa y cultural no sólo como libertad legal/civil (permiso de vivir y/o practicar ciertos rituales y estilos o mantener y comunicar ciertas verdades), sino como libertad cultural frente a las tendencias e impo-siciones globalizadoras de moda, sean intelectuales, tecno-científicas, económicas, mercadotécnicas, comunicacionales o pretendidamente religiosas.

En el fondo, consistiría en abrir espacios de presencia y autogestión a las diversas comunidades de nuestro país; espacios territoriales, po-líticos, económicos, educativos, y espacios sociales en que pudieran ponerse en común con otros grupos étnicos, religiosos, culturales.

Claro, todo esto es si queremos que haya futuro para la humanidad.

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OJesús Maldonado, S. J._Realizó estudios de Filosofía y Letras en el Colegio Máximo de Cristo Rey de la Compañía de Jesús en México, y de teología en el Teologado de la misma orden religiosa. Es maestro en Desarrollo Humano por la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Fue párroco en la Parroquia de la Colonia Ajusco Coyoacán en la ciudad de México. Fue director de Radio Huayacocotla, así como subdirector de la asociación Servicios Educativos de Occidente en Guadalajara. Fue también fundador y director del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, cofundador de la Red de Derechos Humanos Todos los Derechos para Todos y director del Comité de Derechos Humanos de Tabasco. Ha escrito múltiples informes sobre derechos humanos y participado en la elaboración de varias revistas y artículos sobre el mismo tema. Es coordinador del libro Mesoamérica, la disputa por el control del territorio (Universidad Iberoamericana Puebla/Instituto Superior Intercultural Ayuuk, 2012). Actualmente es Rector del Instituto Superior Intercultural Ayuuk-Mixe-Oaxaca.

Educación superiory educación no formal en la

interculturalidad_

Hay muchas razones para pensar en la impor-tancia de la educación superior intercultural, muy especialmente si es asequible a los jóve-nes, hombres y mujeres, de menos recursos y de zonas deprimidas. Señalaré algunos de los impactos que considero más importantes en cuanto que afectan lo más propio de la

persona, especialmente de los indígenas con quienes tengo el privilegio de compartir mi vida.

En primer lugar, y no necesariamente lo más importante, es la desvalorización de la cultura que han sentido y vivido en carne propia y, con ello, en su personalidad. Esto puede ser el resultado de haberlo experimentado en el contacto con la ciudad, los me-dios de comunicación, los compañeros que han salido fuera de sus pueblos y han regresado al pueblo, etcétera. También podríamos pensar en la intolerancia hacia los jóvenes hombres y mujeres que empiezan a vivir nuevas experiencias o que quieren vivir nuevas experiencias, como otros de sus compañeros o compañeras.

Es muy fuerte el espejismo urbano que se ve en los medios de comunicación o que sencillamente es compartido por compañe-ros que se han aventurado a buscar trabajo en el norte del país o de Estados Unidos y que cuentan de una manera fantasiosa las experiencias vividas, así como lo fascinante y atractivo del modo de vida estadounidense, pero que por supuesto no transmiten la verdadera historia y sin duda muchas de las experiencias quizá in-confesables o al menos dramáticas que constantemente conocemos de los paisanos nuestros que emigran en busca de una mejor vida.

Por supuesto, habría que considerar lo que implica, en el mejor de los casos, la adaptación a la nueva cultura, el desprecio y el racismo que se da en el norte del país y, de una forma más acen-tuada, en los Estados Unidos.

Es verdad que muchos jóvenes hombres y mujeres anhelan una escuela en su comunidad que los prepare y que sea pertinente con las necesidades locales, pero sin descuidar el fortalecimiento de sus relaciones productivas. Sin embargo esto se plantea como una

utopía, pues las escuelas superiores son totalmente insuficientes o inexistentes, sobre todo en las zonas deprimidas. Además, gene-ralmente manejan esquemas desarrollistas, no comunitarias o en beneficio de los pueblos indios. Esto se ve claramente reflejado en la cantidad de jóvenes indígenas que no pueden entrar a los niveles de educación superior, lo que por cierto implica un gran fracaso de la política educativa.

La dramática experiencia humanaque se vive en las comunidades indígenas

La discriminación por el color de la piel, los rasgos, el lugar de origen, sobre todo si es en la Sierra. Daré algunos elementos co-mentados por jóvenes indígenas que nos pueden ayudar a pensar lo que la discriminación puede significar.

“Nos tratan mal cuando usamos los trajes típicos, por eso no queremos usarlos”.

“Algunos compañeros que están estudiando en universidades de la ciudad, me han comentado que estoy mal porque me fui a meter a la Sierra, cuando saben que me fui a estudiar al Instituto Superior Intercultural Ayuuk, ubicado en el Istmo de Tehuante-pec y perteneciente al Sistema Universitario Jesuita”.

“En mi mismo pueblo se burlan de la persona que habla alguna lengua indígena”.

“A los indígenas no nos ven con las mismas cualidades que a las demás personas que no son indígenas. Ni siquiera somos vistos con las mismas capacidades que los que no son indígenas”.

“Esa escuela Ayuuk, dicen, no es buena porque es indígena y para indígenas”.

“En mi pueblo se ríen mucho de los que nos decimos indígenas”.En muchos momentos la educación formal y la informal se

confunden. ¿Hasta dónde llega el influjo de la educación formal y dónde empieza la educación informal? Podríamos preguntar-nos también: ¿Qué ofrece la universidad intercultural Ayuuk, la educación formal, a la población de Jaltepec y qué ofrece la comunidad Ayuuk a los universitarios y universitarias?

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21_Muchos jóvenes hombres y mujeres anhelan una escuela en su comunidad que los prepare y que sea pertinente con las necesidades locales, pero sin descuidar el fortalecimiento de sus relaciones productivas.

La persona intercultural rompe esquemas tanto en las aulas como fuera de las aulas. Se trata sin duda de un continuo proceso de aprendizaje que se ha iniciado, no inmediatamente, porque se requiere un tiempo de asimilación, primero de lo que significa la interculturalidad y, después, con el tiempo, lo que se percibe como diferente se va aceptando o dejando a un lado.

En el proceso de la interculturalización que se observa en la educación formal, podemos ver que las diferencias son marca-das y que así son percibidas por los nuevos alumnos y alumnas que mantienen sus posturas previas, con las que llegaron, y hasta después de un tiempo más o menos largo (varios meses) se van haciendo relaciones de amistad, de compañerismo.

Algunas de las formas que se perciben como diferentes y que llaman la atención son: cómo se organiza la gente de la población de otra cultura, para sembrar, para producir, para organizar y ce-lebrar la fiesta y, por supuesto, las formas de colaboración para las distintas actividades que se llevan a cabo en la población como el tequio, los cargos, etcétera. De esta manera los usos y costumbres que se viven en la cultura de Jaltepec llaman profundamente la atención a los y las jóvenes que provienen de otros pueblos donde los usos y costumbres no son la norma.

En la diversidad cultural nada ni nadie es superior a otro. La diversidad lo implica. Por supuesto que esto no es fácil de asimilar, sino que es un proceso lento. Simultáneamente se desarrollan va-

La interculturalidad crea una forma de vida diferente

Una de las características fundamentales de nuestra universidad Ayuuk es que reconoce y aprecia las diferencias étnicas, persona-les, grupales, sociales. No puede ser de otra manera, ya que asisten a nuestra institución compañeros y compañeras de diez culturas diferentes. Hay muchas formas de hablar, de vestir, tenemos muy distintas costumbres. Se distingue claramente lo propio de lo otro.

“Ayuda mucho el que los que venimos de fuera, damos vida a la comunidad”, expresa un estudiante. “Es decir, en una comunidad tan pequeña como Jaltepec de Candayoc, 145 personas, jóvenes universitarios, hombres y mujeres, que no somos de la comu-nidad, transmitimos alegría y esto se empieza a contagiar. Las mismas costumbres de la población van cambiando. Pero también la costumbres de la población nos van modificando y nos van enseñando formas distintas de vivir”.

Añade: “La población de Jaltepec nos ofrece formas de vida diferentes a las que nosotros tenemos en nuestras comunidades y como convivimos con distintas familias, vamos asimilando las formas de vida, las costumbres”.

Impacta mucho que en Jaltepec, los habitantes hacen muchas fiestas, se organizan colectivamente, no individualmente. El pueblo coopera en la elaboración de la comida y a lo largo de toda la fiesta y así vemos trabajar a las mujeres y los hombres desde la madrugada.

Casa ISIA: Maíz con fortaleza Ayuuk.

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_Una de las características fundamentales de nuestra Universidad Ayuuk es que

reconoce y aprecia las diferencias étnicas, personales, grupales, sociales.

rios procesos. Al inicio sólo se distingue entre lo propio y lo ajeno y esto se va remarcando al percibir la diversidad. Los testimonios, en este sentido, son reveladores: “Las comidas en las fiestas de Jaltepec son para todo el pueblo. Puede ir el que quiera, la comida alcanza para todos, decenas de mujeres y hombres trabajan inten-samente para que no falte la comida ni la bebida a nadie, y este trabajo se realiza libremente sin pago”. “En mi pueblo, la comida de la fiesta es para los amigos y la familia, no para todo el pueblo”.

Intercambio de saberesEn la universidad intercultural como es el ISIA, se va creando

una mentalidad abierta, y se empieza a asumir como valioso aque-llo que no necesariamente es lo propio ni tiene que ver con lo propio. Es decir, lo intercultural es fuente de aprendizaje humano, social y cultural de relación.

En la universidad intercultural se da un constante intercambio de saberes. La diversidad cultural es necesaria para innovar, crear, así como la biodiversidad es necesaria, así también lo es la diversi-dad cultural, como lo afirma la Unesco. Estos procesos se dan más intensamente en la universidad intercultural que en la educación informal, en donde posiblemente existan los mismos procesos aunque de una manera más lenta, menos reflexiva, menos pro-funda. La universidad intercultural aporta nueva información y más elaborada.

Sin duda uno de los retos más fuertes que enfrenta alguien que no pertenece a una comunidad donde se viva según los usos y costumbres es el choque entre lo individual y lo comunitario. Fuera del mundo indígena, se impone lo individual a lo colectivo.

Esta visión más comunitaria es lo que da vida, lo que alimenta a la comunidad Ayuuk en los distintos campos de la vida humana: en el trabajo, en las relaciones cotidianas de convivencia, de pro-ducción, de rituales, de uso y respeto a la tierra, de la fiesta. Pero también da cohesión comunitaria para la defensa de sus intereses y de los derechos de los pueblos y comunidades indígenas. Así se está buscando modificar artículos de la Constitución política en beneficio de los pueblos, donde se toma en cuenta la opinión de las comunidades.

ConclusionesNo todo, ni siquiera lo más importante de lo intercultural, se

obtiene en las aulas, sino en lo cotidiano, aunque se refuerza y profundiza en las aulas; puede ayudar a romper el control de lo dominante y ayudar a desarrollar nuevas formas de relaciones dentro de la sociedad donde la subordinación étnica, cultural, la lengua, el color de la piel, etcétera, no sean lo determinante. Es así, sin duda, como se podrá pensar en sociedades donde haya más comprensión entre los distintos pueblos y superar el divisionismo que se les ha impuesto, por distintas conveniencias del gran capital y sus intereses de producción.

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Camina la espiral de ISIA.

Biblioteca ISIA: La casa para todas, para todos.

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José Luis Caballero Ochoa_Es doctor en Derecho y miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Académico-investigador en el Departamento de Derecho de la Universidad Iberoamericana ciudad de México. Actualmente se desempeña, además, como consejero de la comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal y miembro de la Red de Investigadores sobre Discriminación en México, auspiciada por el consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (cONAPRED).

Entender el pluralismo social como una condición necesaria para la viabilidad de una sociedad de-mocrática ha tomado mucho tiempo. Una primera aproximación fue dejar atrás la concepción de “to-lerancia” como la forma de aceptación social del di-

ferente, en el sentido más amplio de las implicaciones semánticas del vocablo: admitir lo distinto a fuerza de vencer la resistencia. La expresión se acuñó mayormente en el contexto de la libertad religiosa, y ante el tránsito de los Estados confesionales, a partir del modelo de Westfalia, hacia la conformación de sociedades seculares y laicas en su expresión pública.

A golpe de movilización social, la diversidad y su reconocimien-to se fueron abriendo paso hacia coordenadas jurídicas que arro-jaran los resultados que la idea de mera tolerancia no produjo. Así, los Estados constitucionales, al menos en Occidente, tuvieron que

caminar hacia otro tipo de reconocimiento, en la deconstrucción de un modelo jurídico cómplice con la invisibilidad de las dife-rencias, y propio del Estado de legalidad por el que transitamos los últimos doscientos años.

El paradigma fundamental de ese modelo fue sostener un discur-so de identificación, que hizo recaer en un sujeto uniforme en el sexo, patrimonio, origen étnico y convicciones —entre otros fac-tores— el reconocimiento jurídico pleno de Ciudadano, así como del ejercicio de los derechos y del sustento de la unidad nacional.

Se trató de una homologación de las diferencias1, en la que lo “distinto” se percibió como enemigo del establishment —por ejem-plo, el caso de la disidencia política— o bien, como inexistente —la diversidad sexual— o como una situación que necesariamente debía ser superada ante formas decretadas de progreso social —los usos y costumbres propios de las comunidades indígenas.

De la tolerancia a la protección judicial de las

diferencias_El papel de la diversidad en el Estado democrático

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En nuestro país la construcción decimonónica de una noción de mexicanidad homogénea, conveniente a un modelo específico de ciudadano y también al autoritarismo, nos privó por mucho tiempo del reconocimiento de una sociedad plural, que fue sacu-dido gracias a los movimientos sociales de la segunda mitad del siglo XX, o de reivindicación indígena a través del Movimiento Zapatista en 1994. Estos procesos abrieron paso a que al menos en el discurso y en el papel se asentara la apuesta por la igualdad, mediante el reconocimiento de diferencias.

En las últimas décadas, la aceptación de la diversidad social se ha percibido cada vez más como una condición indispensable para el desarrollo democrático, y se han presentado avances plausibles en el marco jurídico sobre derechos humanos, especialmente en las cartas fundamentales sobre la materia: constituciones o tratados internacionales. Por ejemplo, ya existe un reconocimiento expre-so de los pueblos originarios en la conformación pluricultural del Estado. O bien, las llamadas cláusulas de prohibición de discrimi-nar se han asentado entre nosotros, y se determinan ya como el estatuto más reconocible de la universalidad de los derechos.

Sin embargo, el discurso ha tenido que medirse con la realidad. Desmontar las distintas formas de exclusión pasa por reconocer formas de violencia institucionalizada, a veces sutiles, como la que evidenció la reciente declaración patrimonial de los funcionarios federales de primer nivel, ante la exhibición de que las tres secreta-rias de Estado del Gobierno actual ganan menos que sus homólogos varones, además de ocupar carteras tradicionalmente consideradas propias para mujeres: turismo, desarrollo social, salud. Otras, terrible-mente evidentes, como la que nos dio a conocer la Encuesta Nacional sobre Discriminación en México (Enadis) de 2010, al reflejar que el 87% de las trabajadoras o trabajadores del hogar no tienen ningún tipo de seguro médico, o que el 50% no reciben aguinaldo2.

Y en este sentido, los tribunales han jugado un papel cada vez más protagónico, para que se haga efectivo el reconocimiento de la diversidad social, del multiculturalismo, y el acceso al ejercicio de derechos humanos, que se ha negado simplemente cuando no se pertenece a la mayoría que detenta una protección legal “natural” desde los parlamentos que la representan.

En términos de raza, en el proceso de visibilizar a las minorías afroamericanas en Estados Unidos, es paradigmático el Caso Brown vs Board of Education (1954), resuelto por la Suprema Corte de ese país. En este caso, se decidió que era discriminatorio establecer escuelas separadas para la educación de los afroamericanos, lo que fue un motor fundamental para eliminar la segregación racial, y la implementación de acciones afirmativas a favor de esa población, al asignarle lugares predeterminados en universidades y empleos.

Justo este año, la misma Corte norteamericana tendrá la im-portante tarea de decidir si todavía son pertinentes estas acciones afirmativas para favorecer minorías raciales, como afroamericanos o latinos, en el acceso a la educación superior. Se trata de consi-derar los límites ante los que la composición multicultural puede ser atendida como un factor en la admisión a las universidades, en el Caso Fisher vs. University of Texas.

También en los próximos meses, esa misma Corte se hará cargo de determinar si es constitucional una ley, The Defense of Marriage Act (DOMA), que prohíbe extender beneficios federales destina-dos a los matrimonios heterosexuales a las parejas del mismo sexo; o si es posible por vía de referéndum cancelar la extensión de la institución matrimonial a estas parejas, y que había sido otorgada mediante la legislación estatal.

En nuestro país no tenemos una trayectoria de larga data en esta defensa, como en otros contextos, no sólo el norteamericano, sino el argentino, el sudafricano, o el colombiano, por señalar algunos de los más representativos. Recién iniciamos una experiencia de reivin-dicación social mediante los tribunales, en el reconocimiento de la diversidad y del multiculturalismo, especialmente a través del litigio estratégico que emprenden organizaciones de la sociedad civil.

Por ejemplo, en el Amparo Directo en Revisión 1624/2008 (2008), la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó que para aplicar una sanción por posesión de huevos de tortuga marina, el tribunal debía considerar las costum-bres de la comunidad indígena a la que se vinculaba el recurrente del juicio de amparo, y que había sido imputado en la causa penal.

Por su parte, en el amparo 1157/2007-II, el famoso Caso Mininu-ma (2008), el juez otorgó la protección de la justicia a una comuni-dad rural del Municipio de Metlatónoc, Guerrero, que no contaba con servicios médicos indispensables, lo que hacía nugatorio su derecho a la salud. La consideración de esta carencia inexcusable pasó por la evidencia de que sólo se habían hecho acreedores a la política pública de contar con un centro de salud, por parte de las autoridades del estado de Guerrero, las poblaciones de más de 2,500 habitantes, lo que dejaba en desamparo prácticamente a las comunidades menos pobladas, integradas justo por indígenas. En esta resolución, el juez estimó que era necesario dotar de los elementos materiales para el funcionamiento de una clínica, así como una cartera de servicios médicos adecuados a la misma.

Es interesante observar cómo el empleo del instrumento judicial no sólo puede servir a quienes por esa vía intentan aproximarse a la defensa de los derechos, sino también a movilizar culturalmente patrones estereotipados que favorecen desigualdad y discrimina-ción, lo que es una gran asignatura pendiente en México. Los tribunales pueden contribuir a la emancipación de las minorías. Finalmente en eso estriba su función original. Ya no es una cues-tión de tolerancia.

_En nuestro país la construcción decimonónica de una noción de mexicanidad homogénea,

conveniente a un modelo específico de ciudadano y también al autoritarismo, nos privó por mucho tiempo del reconocimiento de una sociedad plural.

1 En la expresión de Luigi Ferrajoli en su ya clásico Derechos y garantías. La ley del más débil, Madrid, Trotta, 1999.2 Encuesta Nacional sobre Discriminación en México, Enadis 2010, México, consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, 2011, p. 102.

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uando se habla de democracia normalmente se hace re-ferencia a la forma en que las autoridades llegan al poder o bien en la manera en la que se conducen una vez que comienzan a ejercer sus funciones. De acuerdo con lo anterior, un régimen político será más o menos democrá-

tico si hay un proceso electoral creíble y transparente por medio del que se decida quién debe gobernar, y si además en el ejercicio de sus facultades la autoridad es respetuosa de los derechos de las personas que viven en un determinado territorio. Por el contrario, si se llega al poder mediante fraudes y maquinaciones, o bien si se ejerce en franca violación de los derechos humanos, entonces no se podrá decir que un régimen político es democrático. Todo eso forma parte ya del sentido básico compartido por millones de personas en el mundo acerca de la democracia1. Nadie duda que el sistema democrático requiere, cuando menos, elecciones confiables y respeto a los derechos humanos2.

Ahora bien, eso tiene que ver fundamentalmente con los partidos políticos y con las autoridades, pero ¿qué sucede cuando son los pro-pios ciudadanos los que no tienen demasiado aprecio por los dere-chos humanos? ¿Se puede construir una democracia sin demócratas? ¿Qué solidez puede tener un sistema político en el que un porcentaje importante de ciudadanos tiene ideas francamente regresivas y con-trarias a los derechos humanos?

El Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM levantó en el año 2003 la primera Encuesta sobre Cultura Constitucional en nues-tro país3, obteniendo resultados tan interesantes como dramáticos; en esa ocasión se hicieron entrevistas de fondo a 1,794 personas mayores de 15 años, la mitad hombres y la mitad mujeres.

En el año 2011 se hizo el segundo ejercicio del mismo tipo y, de nuevo, el ejercicio arrojó resultados que nos ofrecen un marco excep-cional de comprensión no solamente de nuestro sistema constitucio-nal, sino sobre todo de nuestras propias expectativas y limitaciones en cuanto al papel de ciudadanos que cada uno de nosotros debe asumir. En esta segunda ocasión se aplicaron 2,208 cuestionarios en vivienda, siguiendo una metodología científica que permitiera cubrir todo el territorio nacional y que tuviera en cuenta variables socioeconómi-cas que evitaran obtener información sesgada4.

Voy a comentar enseguida algunos datos concretos, pero adelanto una posible conclusión: nos gusta quejarnos de lo mal que lo hacen

Miguel Carbonell_Licenciado en Derecho por la UNAM y doctor en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid. Es investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y coordi-nador del Área de Derecho Constitucional y de la Unidad de Extensión Académica y Proyectos Editoriales del mismo instituto. Es autor y coordinador de una amplia bibliografía sobre su especialidad, en la cual destacan los títulos Cartas a un estudiante de derecho, Los derechos fundamentales en América Latina, Los juicios orales en México, Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos comentada, Los derechos fundamentales en México y El canon neoconstitucional, este último en coautoría con Leonardo García Jaramillo y publicado en España por la prestigiada Editorial Trotta.

Construyamos una ciudadanía democrática

y comprometida_

nuestros gobernantes, pero no se observa que la ciudadanía sea un portento de virtudes ni que esté dispuesta a participar directamente en la construcción de la democracia constitucional mexicana. Sin duda hay un déficit de talento gubernativo, pero también hace falta una ciudadanía más crítica y participativa.

De hecho, hay actitudes francamente regresivas y autoritarias entre los ciudadanos del país, algunas de ellas con probabilidad son producto de la inaudita ola de violencia que hemos sufrido en los años recien-tes y que ha dado como resultado una muy extendida sensación de inseguridad (además de miles y miles de muertos, como se sabe). En todo caso, los datos disponibles nos advierten la necesidad ineludible y urgente de construir una ciudadanía mucho más robusta, que se com-prometa a fondo con la construcción de la democracia y que asuma a los derechos humanos como el parámetro de la vida civilizada. Sin esa calidad de ciudadanía la democracia mexicana no va a poder salir del estado de permanente precariedad en el que lleva años instalada.

Un primer dato, que podría suscitar diversas reflexiones: cuando se les pregunta a las personas si les interesan los asuntos públicos el resultado es decepcionante. Un 30% dice que se interesa poco y un 18% que no se interesa nada. Solamente un 13% afirma estar muy interesado en los asuntos públicos.

A la luz de los datos anteriores, no resulta sorprendente que al 49% no le interesen los asuntos que se discuten en el Congreso de la Unión. Esto demuestra el profundo desapego de una parte de la población respecto a sus representantes. Es posible que muchos mexicanos no se sientan bien representados, aunque también resulta probable que muchos no puedan seguir con facilidad los debates congresionales, debido a que muchas veces en ellos se utiliza un lenguaje excesiva-mente técnico o se tratan asuntos muy específicos que les resultan ajenos a la mayor parte de la población.

Como sea, el hecho de que a la mitad de la población simplemente no le interese lo que se discute en el Congreso supone, de por sí, una fuerte llamada de atención respecto al funcionamiento de la demo-cracia mexicana.

Otro dato para la reflexión: la encuesta que estamos comentando nos indica que para el 59% de los mexicanos, la obediencia y el res-peto a la autoridad son los valores más importantes que un niño debe aprender. No cabe duda que el cumplimiento de las reglas sociales,

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aprendido desde la infancia, es un rasgo del carácter de las personas que conviene fomentar, pero no me queda claro que sea el valor más importante. ¿Qué hay del aprecio por la libertad, la defensa de la dignidad, el ideal de la no violencia, el respeto a la igualdad, etcétera? ¿En dónde quedan esos valores si les decimos a nuestros niños que lo más importante es obedecer? ¿No es esa actitud más propia de súbditos que de ciudadanos?

La tolerancia no parece figurar entre nuestras virtudes más desta-cadas. De acuerdo a la misma encuesta, un 43% de los encuestados señala que los problemas sociales se resolverían si pudiéramos desha-cernos de las personas inmorales, cualquier cosa que ello signifique.

Lo peor de todo es que un porcentaje relevante de mexicanos tiene actitudes y valores manifiestamente contrarios a los derechos huma-nos. Veamos algunos ejemplos, de entre los muchos que nos ofrece la Encuesta.

Un 30% piensa que no se puede combatir a la delincuencia sin violar los derechos de la gente y un 39% está de acuerdo en que un toque de queda puede ayudar a reducir la inseguridad. Todavía más: un 32% está de acuerdo en que se torture a un narcotraficante para obtener información.

Y la cereza del pastel: un 31% está de acuerdo en que las fuerzas de seguridad maten a un miembro de la delincuencia organizada, aunque lo puedan detener y entregar a la justicia.

Aparte de lo escandalosas y preocupantes que pueden resultar las ci-fras anteriores, la encuesta sobre cultura constitucional de la UNAM nos pone también ante la evidencia de una población que no siente un apego completo por la legalidad. El respeto a las normas jurídicas nunca nos ha distinguido como país y parece que, luego de siglos de

vivir en una especie de “zona de penumbra” respecto al Estado de derecho, millones de mexicanos ya se hicieron a la idea de que las leyes no siempre deben cumplirse.

La encuesta nos indica que un 35% de mexicanos piensa que el go-bierno debe dejar que circulen los taxis sin placas y un 58% sostiene que se les deben dar a los vendedores ambulantes permisos para trabajar.

Ahora bien, el mexicano piensa que quien incumple las leyes no es uno mismo, sino el de enfrente. Cuando se les pide que se pongan una calificación, del cero al diez, para medir el grado de cumpli-miento que hace de la ley, la gente se pone 7.84 de calificación en promedio, pero a los demás les pone una calificación de 5.65. Los que incumplen son los demás, nunca uno mismo.

Más allá de la retórica con que muchos políticos suelen adornar sus discursos sobre la Constitución, lo cierto es que el conocimiento de nuestra Carta Magna es un fruto exótico todavía en el siglo XXI. La gente no conoce la Constitución, ni sus derechos. Un 65% dice que conoce poco la Constitución y un 27% dice, de plano, que no la conoce nada.

Supongo que los datos anteriores hablan por sí mismos. Tenemos una enorme tarea de construcción de una ciudadanía democrática, que reconozca el pluralismo de valores que tenemos los mexicanos y que asuma como una cosa propia la defensa de los derechos humanos. En suma, necesitamos una ciudadanía democrática y no otra cosa. La construcción de ese ideal puede y debe ser apoyada por el gobierno en todos sus niveles, pero la principal tarea recae en todos nosotros, que debemos estar dispuestos a poner de nuestra parte en la tarea de hacer de México un país mejor. Ojalá no nos demoremos en asumir esta responsabilidad.

1 Dos explicaciones básicas para entender el significado moderno de la democracia pueden encontrarse en Sartori, Govanni, ¿Qué es la democracia?, México, Taurus, 2003; y en Dahl, Robert, La democracia. Una guía para los ciudadanos, Madrid, Taurus, 1999.

2 Sobre la indisoluble relación entre derechos humanos y democracia, ver Carbonell, Miguel, Derechos fundamentales y democracia, Cuadernos de Divulgación Democrática, IFE, 2013. Una perspectiva más amplia en Carbonell, Miguel, Los derechos fundamentales en México, 5ª edición, México, Porrúa, UNAM, CNDH, 2012.

3 Cultura de la Constitución en México. Una encuesta nacional de actitudes, percepciones y valores, México, IIJ-UNAM, COFEMER, TEPJF, 2004.

4 Los resultados de la encuesta del 2011 pueden consultarse en: http://www.juridicas.unam.mx/invest/areas/opinion/EncuestaConstitucion/

_Tenemos una enorme tarea de construcción de una ciudadanía democrática, que reconozca el

pluralismo de valores que tenemos los mexicanos y que asuma como una cosa propia la defensa de los derechos humanos.

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Carlos MuñozIzquierdo, Premio Nacional de Cienciasy Artes_Una de mis mayores satisfacciones es observar el crecimiento intelectual de mis alumnos

Carlos Mario Castro_Redactor de IBERO.

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cimientos prestigiosos a su sólida trayectoria humanista. Éstos son sólo indicios que apuntan hacia algo más profundo y que el mismo doctor Muñoz Izquierdo comparte con los lectores de este número de IBERO, en donde con la sencillez propia de una parábola evoca la génesis de su vocación humanista, cristiana e ignaciana, la cual abrazó, con palabras de Stevenson, “con la pasión de un primer amor y ha disfrutado de su ejercicio mucho antes de ponerse a calcular sus ingresos”.

¿Cuál fue la influencia que tuvo la formación que recibió en su vocación de cristiano, humanista y educador?

Las personas que durante mi infancia, adolescencia y primera juventud influyeron en mi vocación cristiana —en mi inclinación inicial hacia los valores inherentes al humanismo cristiano— fue-ron sin duda mis padres y los hermanos lasallistas, con quienes me relacioné mientras realizaba mis estudios preuniversitarios. Estos religiosos me impartieron la instrucción que me permitió conocer de forma sistemática los valores evangélicos, que eviden-temente tienen un profundo significado humano. Recuerdo que del conocimiento y el constante recuerdo de las parábolas de Jesús se desprendió mi interés de tomar en cuenta las necesidades de los demás. De hecho, desde que cursaba la primaria participé en va-rias actividades de servicio a los otros, que en aquella época eran llamadas actividades de “apostolado”, fomentadas por algunos or-ganismos como Acción Católica. En ese contexto conocí a varias personas ejemplares, a quienes recuerdo con mucha gratitud.

¿Hubo alguien en especial que fuera decisivo durante este proceso formativo de los valores?

Independientemente de cualquier otra influencia, mi vocación como educador, en lo particular como investigador de la educa-ción, se la debo al doctor Pablo Latapí Sarre, ya fallecido, quien sentó las bases institucionales sobre las que en México se construyó la investigación educativa multidisciplinaria. Mi encuentro con él ocurrió en 1964 (en ese momento él todavía pertenecía a la Compañía de Jesús). El doctor Latapí Sarre, en una circunstancia fortuita, que bien pudo ser providencial, me invitó a colaborar en calidad de “primer investigador” en el Centro de Estudios Educati-

El doctor Carlos Muñoz Izquierdo (ciudad de México, 1937), Premio Nacional de Ciencias y Artes 2012, y Doctor Honoris Causa por el Sis-tema Universitario Jesuita, sintetiza como muy pocos lo mejor de los valores del humanismo cristiano y de la espiritualidad ignaciana. Con palabras de una de las meditaciones principales de los Ejercicios Espirituales, el doctor Carlos

Muñoz Izquierdo, siendo todavía muy joven, vio y sintió la rea-lidad de su país y decidió encarnarse a fondo en los problemas educativos de México, para buscar redimir la situación de ceguera crónica de esas mayorías de mexicanos presos en la oscuridad por la falta de mejores oportunidades educativas.

En aquella dirección, las aportaciones de Muñoz Izquierdo al co-nocimiento científico son numerosas. Este investigador, de infatiga-ble diversidad temática, en su más reciente obra sintetizó y actualizó los resultados de sus estudios sobre la calidad de la educación básica, las relaciones entre la educación y el empleo, y la contribución —una de sus preocupaciones centrales— de la educación superior a la formación de los valores éticos de los estudiantes.

Desde su ingreso a la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, en 1984, ha desempeñado diversos cargos académicos y directivos. En la actualidad es Académico Emérito adscrito al Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (Inide), de esta casa de estudios.

Además del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2012 (en el campo de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía) y del Doctorado Honoris Causa del Sistema Universitario Jesuita, sus aportaciones también han sido reconocidas por la Organización de Estados Americanos, con el Premio Interamericano Andrés Bello; la Aso-ciación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, con el Premio a la Contribución a la Educación Superior; el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, con el Premio Científico Luis Elizondo; y el Consejo Mexicano de Investigación Educativa, con el Reconocimiento al Mérito 2007.

Sin embargo, lo que más seduce de este Líder Ibero no es tanto su palabra, la frondosidad curricular de su obra o los recono-

Mi vocación como educador, en lo particular como investigador de la educación, se la debo al doctor Pablo Latapí Sarre, ya fallecido, quien sentó las bases institucionales sobre las que en México se construyó la investigación educativa multidisciplinaria.

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vos, A. C. (CEE), organismo que él había fundado. Corría el mes de febrero de 1964, yo acababa de egresar de la Licenciatura en Eco-nomía que estudié en el ahora Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Por supuesto acepté de inmediato la oferta laboral del doctor Latapí, pues me la hizo después de encargarme un estudio que me permitió advertir la posibilidad de aplicar en la educación los conocimientos adquiridos en mi licenciatura.

Otros jesuitas que influyeron en mi formación fueron el padre Pérez Alonso, S. J., quien me introdujo en los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, justo durante el último año de mi carrera profe-sional. También el padre Teódulo Guzmán, S. J. y el padre Enrique Portilla, S. J., con quienes me relacioné durante los veinte años que permanecí en el CEE. Ahí realicé varios estudios informales bajo la dirección de los propios jesuitas, en los que analizamos varios documentos emanados del Concilio Vaticano II, las principales encí-clicas promulgadas por los papas Juan XXIII y Paulo VI, así como el estudio de algunas obras del padre Lebret y del filósofo Mounier. Estos seminarios me permitieron apreciar, entre otras, la impor-tancia que la educación y la investigación educativa tienen en la construcción de una sociedad acorde con los valores evangélicos.

De manera especial recuerdo el pensamiento del padre Enrique González Torres, S. J., expresado en sus homilías y charlas cotidia-nas, y su interés en promover el nivel y calidad de vida de quienes pertenecen a los sectores sociales menos favorecidos. La lectura de uno de sus primeros libros, en que narraba el nacimiento de su vocación, provocó una profunda impresión en mi memoria.

¿Cómo se da su paso a la Ibero?Ingresé a la Ibero en agosto de 1984, cuando todavía funcionaba

en las instalaciones provisionales construidas después del sismo de 1979. La invitación me la hicieron algunos académicos que impartían clases en la Maestría en Investigación y Desarrollo de la Educación, quienes tenían interés en que los estudiantes inscritos fortalecieran el desarrollo de las competencias que necesitaban para realizar investigaciones educativas. Estos profesores proba-blemente pensaron que la experiencia que había adquirido en el CEE, podía ser útil para lograr aquel propósito. Ingresar a la Ibero

era una forma, pensé, de seguir mi vocación en una institución inspirada en los mismos principios que animaban al centro en el que en ese momento me encontraba.

¿Qué significa para usted haber recibido el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2012, galardón que lo coloca al lado de grandes figuras como Alfonso Caso, Ignacio Bernal, Miguel León-Portilla, Luis Villoro, Leopoldo Zea y el propio Pablo Latapí Sarre, entre otros muchos, en el mismo campo de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía?

Me da la esperanza y la expectativa de que mi trabajo será más leído y aprovechado. Mi mayor interés es que más niños, principalmente de zonas indígenas y marginadas, tengan acceso a una educación básica de calidad: axiológicamente relevante, peda-gógicamente eficaz, culturalmente pertinente, económicamente eficiente y socialmente equitativa.

¿Cuál considera que es el legado más importante que le ha dejado su paso por la Ibero?

A la Ibero le debo muchísimo. Algo importante es el haber tenido la oportunidad y los medios necesarios para servir a mi país, dedicándome a la investigación educativa y la posibilidad de haber contribuido a la formación de nuevos investigadores de la educación. Estoy convencido de que los resultados de mi paso por la Ibero se deben en una mínima parte a mi esfuerzo personal, pues ellos en su mayoría han sido resultado de las facilidades que la misma universidad me ha brindado. Más allá de lo anterior, la Ibero me ha permitido relacionarme con muchas personas que han sido un ejemplo para mí, y a quienes en la actualidad consi-dero entre mis amigos cercanos. No puedo dejar de evocar, entre otros colegas, a los doctores Luis Vergara Anderson y Jorge Ibáñez Cornejo, cuyas conductas y virtudes han dejado una profunda huella en mi memoria.

A esta universidad también le debo el haber tenido la satisfac-ción de observar el crecimiento intelectual de mis alumnos, y la alegría de relacionarme cotidianamente con ellos. Es difícil ex-presar lo que estas experiencias han significado para mí, pero ellas me han animado a no dejar de dedicarme a la misma actividad que inicié hace casi cinco décadas.

Mi mayor interés es que más niños, principalmente de zonas indígenas y marginadas, tengan acceso a una educación básica de calidad.

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Juan Domingo Argüelles_Escritor, periodista, editor e investiga-dor en temas de lectura. Director editorial de IBERO.

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Leonardo Nierman en el

vértigo de la transparencia_

Nacido en 1932 en la ciudad de México, Leonar-do Nierman es uno de los grandes pintores y escultores vivos de nuestro país. Desde 1960 su obra ha recibido los mayores reconocimientos en México y el extranjero, entre ellos la Meda-lla de Oro Tomasso Campanella, en Roma; la

Medalla de Oro del Instituto de Arte de Chicago, y la Insignia Europea de Artes. Julio Cortázar escribió: “Casi todos los cua-dros de este pintor mexicano despiertan en mí la maravilla de la infancia, cuando bastaba mirar a través de una bola de cristal o un cuerpo translúcido para ver abrirse una tierra de nadie donde cualquier aventura de la imaginación era posible. Mi texto es una tentativa recurrente, una ansiedad por volver a vivir el vértigo de la transparencia”.

Para Cortázar, ante una pintura de Nierman, ante los juegos de luz de su obra, el espectador siente “el escalofrío a pleno sol del fauno de Debussy”. Y no es casual la referencia a Debussy, pues Nierman fue músico antes que pintor, y hoy es uno de los pintores en cuya obra la música y otras artes están presentes en toda su armonía.

En sus 80 años de edad, conversamos con él, para los lectores de IBERO.

¿Qué hay de cierto en que exactamente hoy, 19 de diciembre, se celebra el Día de Leonardo Nierman en Chicago?

No lo quiero engañar: no tengo ni idea. Yo mismo acabo de saber que también me declararon un día de homenaje en San Louis Missouri y otro en Yonkers, Nueva York. En todo caso, son cosas que acepto con simpatía y gratitud; desde luego, no voy a ser ingrato, pero no me hacen sentir ni mejor ni peor. Lo que le quiero decir, con esto, es que trato de escapar de las trampas de la vanidad. Hay cosas que, honestamente, no tomo muy en serio.

¿Considera eso muy distinto a que, por ejemplo, Julio Cortázar se haya ocupado de su obra y haya escrito un estupendo texto a propósito de su pintura?

En ese caso y en otros más, yo los denomino momentos lumino-sos porque me han permitido convivir, en mayor o menor medida, con algunos de los cerebros mejor lubricados de la corteza terrestre. Recuerdo que, cuando conocí a Cortázar, en París, fuimos a cenar a la casa del editor Antoine Capel, y todavía ni terminábamos de cenar cuando Cortázar miró el reloj (es raro que un poeta mire el reloj), y dijo: “Señores, con el permiso de ustedes me voy a retirar porque mañana tengo que empezar a trabajar muy temprano”. Yo le comenté: “Julio, ¡qué disciplina la tuya!: un escritor que se le-vanta temprano para empezar a escribir”. Y él me respondió: “No.

A los 80 años estoy pintando mejor que nunca

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_Hoy sé que todas mis experiencias con la música

—a la que sigo amando profundamente— tienen que ver de algún modo con mi búsqueda en los colores.

Homenaje a Juan Sebastian Bach, 2000.

Cuando hablo de trabajar me refiero a mi empleo como traductor en la Unesco, donde tengo un horario de entrada y de salida”. “¿Pero cómo un hombre con tu cobertura global (yo encuentro tus libros en cualquier lado) tiene que estar sujeto a un horario?”. Me dijo: “Eso es en la literatura. En mi vida cotidiana, tengo que trabajar para comer”. Esta anécdota me lleva a otra, también en París. Una noche, después de una cena, y mientras esperaba un taxi, en medio de un frío terrible y una ventisca helada, se me acercó un joven sin abrigo, sin saco, con un chalequito (un auténtico sui-cida), me sonrió, me entregó un papel arrugado y me dijo: “¿Me compraría usted este poema?” Toda mi vida voy a llevarme esa imagen. ¡Qué tristeza que un hombre con sensibilidad tenga que salir a medianoche a tratar de vender un papel arrugado con un fragmento de su alma! Ese episodio no se me va a olvidar jamás.

Pero, en el caso de los pintores, ¿no venden también, en sus cuadros, un fragmento de su alma?

Sí, pero el pintor tiene más posibilidades de que haya quien le dé una torta a cambio de un dibujo, ya que tiene una mercancía más palpable, y si además el dibujo está coloreado, hay más chance de que incluso le pongan jitomate a la torta. En cambio, ¿el poeta qué vende?: una ilusión, un sueño.

Música, 1998.

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_Si un cuadro que yo pinto no me emociona no lo firmo, porque si no me emociona a mí no tiene por qué

emocionar a nadie más.

¿Cómo se inició en el arte?

Es una historia larga y extraña que trataré de abreviar. Yo pensé que iba a ser un gran violinista. Estudié cerca de dieciocho años, seriamente, el violín. Inclusive ya daba conciertos. ¡Imagínese qué osadía! En el último que di —que fue en Bellas Artes— toqué la Sinfonía española de Edouard Lalo. Antes del concierto se me acercó un señor al que hoy no sé si recordar como el villano de esta historia, y me dijo: “Maestro, ¿no quiere que le grabe el concierto?” Y le dije: “Sí, hombre, cómo no”, un poco con la voz a lo Arturo de Córdova. A la salida me entregó la cinta y me fui con mis amigos a celebrar mi deslumbrante triunfo, y a la hora del café empezaron los pronósticos. ¿Y ahora qué sigue? ¿El Carnegie Hall, de Nueva York? ¿El Royal Festival Hall, de Lon-dres? Etcétera. Pero, al llegar a mi casa, queriendo prolongar los placeres del aplauso, puse la cinta. Y cuando la escuché, me dije: “¡Seguramente la grabadora de ese señor estaba descompuesta! ¡No puede ser que yo toque tan mal!” En mi perversión, fui a mi colección de discos y saqué una grabación de la misma obra interpretada por Yehudi Menuhin. (Hoy soy muy amigo de su hijo y ya los perdoné a los dos.) Después de escucharlo y com-parar su interpretación con la mía, no me quedó más remedio que abrir el estuche, sacar el violín, darle un abrazo y decirle:

“¡Amigo, tú y yo nos vamos a reencontrar en la eternidad, no antes!”. Luego lo guardé, cerré el estuche, y ahí terminó mi sueño. Me di cuenta de que, para mí, ya no habría ni Carnegie Hall ni Royal Festival Hall. El futuro estaba en ir por la vida vestido de charro, en Garibaldi.

¿Ya desde entonces pintaba?

No. Ni pintaba ni me llamaba la atención la pintura. Mi relación con la pintura o con el dibujo se reducía a las caricaturas que ha-cía de mis maestros en mi cuaderno de apuntes. En el Anfiteatro Bolívar veía los murales de Diego Rivera, pero sin una gran emo-ción. Sin embargo, en la Preparatoria, un día enfurecí al ver que alguien había rayado con un clavo un mural de Orozco. Pensé: “Esto sería deleznable en una pulquería, pero en una universidad no encuentro el adjetivo para describir al bruto que hizo esto”.

Partita, 1998.

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La gruta encantada, 1999.

su sarcasmo. Sin embargo me dijo: “Tráeme un proyecto y yo lo mando a quien corresponda y te aviso”. Con todo el pesimismo del mundo, le llevé un cuadro y se lo dejé en su oficina. Tres meses después me dijo: “Ya aceptaron tu proyecto, puedes empezar a pintar mañana”. Yo todavía pensaba que se trataba de una broma. “No es broma —me dijo—. Es en serio”.

El problema es que yo no sabía qué hacer. Lo platiqué con un amigo y éste me recomendó que fuera a ver a Siqueiros, para que me orientara. Conseguí su teléfono y le hablé. Hasta hoy me sorprende que Siqueiros me haya dado una cita. Llegué y le platiqué la historia, y luego de escucharme me preguntó: “Bueno, sí, ¿y a qué vienes?”. Con la mayor ingenuidad le dije: “Pues a ver si me dice usted cómo se pinta un mural”. Me mandó entonces a comprar su libro Cómo pintar un mural, pero añadió un dato que fue fundamental para mí. Me dijo: “Hay en México un hombre que ha desarrollado las mejores pinturas para eso, es un ingeniero químico, Julio González Parrodi. Búscalo”. Compré el libro y localicé a González Parrodi, que me ayudó muchísimo. De quien estamos hablando es ni más ni menos que del inventor de los colores acrílicos, un hombre que abrió un nuevo campo para el arte y que vivió en una gran modestia, a pesar de que su invento enriqueció a muchísimas compañías en el mundo. El color acríli-co es, básicamente, el que utiliza como vehículo el plástico que se usa en los parabrisas de los aviones, algo que debe resistir la lluvia, el viento, la nieve, el granizo, la fricción, etcétera. Esto que inventó González Parrodi revolucionó la pintura.

¿Y qué pasó con su mural de Ciudad Universitaria?

Un día me llamaron para decirme que estaban haciendo unos cambios estructurales y que iban a quitar el mural. Les dije que, puesto que estaba pintado sobre un recubrimiento de fibra de vidrio, tal vez podrían despegarlo y aplicarlo en un muro. Tres horas después de la primera llamada recibí otra en la que me dijeron que el mural se les había caído y era irrecuperable. Fin de la historia. Sin embargo, ese mural (Cristal enigma) que ya no existe, marcó lo que yo quería realmente hacer en la vida, con pan en la mesa o sin pan en la mesa.

Fue mi primer contacto realmente emocional con el mundo de la pintura. Pasó el tiempo y, un día, en San Juan de Letrán, entré a un negocio que vendía materiales de artista, lugar que me encantaba sobre todo por los juegos de lápices de colores y por la manera en que los acomodaban como en un arco iris. Estuve platicando con el empleado, porque ni él ni yo teníamos nada qué hacer ni a dónde ir, y terminé pidiéndole que me recomendara algunos materiales, lo cual hizo. Me vendió unos pinceles y unos cartones, y con ellos empecé a jugar. Nunca fui a una escuela de arte.

¿En qué año empezó usted a pintar?

Lo que le puedo decir, con plena precisión es que fue en 1956 cuando sobrevino el relámpago de la pintura que cambió mi destino. Pertenezco a la primera generación que egresó de la UNAM en Ciudad Universitaria, y ahí me ocurrió una cosa muy importante que nunca le podré pagar a la universidad. Había en la Escuela de Comercio un muro flotante, un bastidor que dividía el gran hall de entrada con un auditorio, una especie de marco de acero cubierto con cemento, de unos treinta metros cuadrados, y como yo ya estaba pintando, un día que vi al director de la Escuela, me le acerqué y le dije: “Maestro, ¿qué oportunidad hay de que me deje pintar ahí un mural?” Él me miró y me preguntó con ironía: “¿Tú sabes quiénes son los artistas que han pintado en Ciudad Universitaria?” “Pues sí —le dije—, me sé los nombres de algunos”. Y nos reímos los dos. Yo por mi insolencia y él por

Cuarteto de cuerdas, 2003.

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_Hoy inclusive disfruto profundamente repintar cuadros y añadir esa bruma o ese claro de luna que les faltaban o ese chispazo que

en un principio no surgió.

¿Cómo se relaciona la música con su pintura?

Cuando encerré mi violín en su estuche (léase sarcófago), caí en una cierta depresión. Me entró una gran tristeza por todas esas tarde luminosas en las que estuve practicando el violín, pues sentí que había desperdiciado mi existencia. Con el tiempo descubrí que eso fue lo más importante que hice: no aprendí a tocar bien el violín, pero aprendí armonía: armonía para ver la vida, el tiempo, la muerte, el color, y sobre todo la relación de las emociones con los colores. Hoy sé que todas mis experiencias con la música —a la que sigo amando profundamente— tienen que ver de algún modo con mi búsqueda en los colores.

¿Es la emoción lo más importante en el arte?

Todo el arte tiene que ver con las emociones. Unas entran por los ojos, otras por los oídos, otras van directo al corazón por el ombligo. Hace poco, con un querido amigo mutuo, Bruno Esta-ñol, al que respeto de la cabeza a los pies y a quien considero uno de los hombres más inteligentes de México, coincidimos en un concierto en la Sala Nezahualcóyotl, y después nos fuimos a cenar. A la hora del café me preguntó: “¿Qué te pareció el concierto?” Le dije: “Mira, Bruno, esa sinfonía de Mendelssohn obviamente

la escribió un gran músico, pero su Concierto para violín y orquesta Opus 64 en mi menor lo escribió un ángel. Hay una enorme distancia. Ese concierto para violín te captura desde los primeros tres compases y no te suelta hasta el final”. Se quedó callado un momento, y luego me dijo: “Y esto que acabas de expresar, ¿en qué forma te afecta?”. “Me afecta —le dije— en que yo ya acepto no saber si un cuadro es bueno o es malo, si una sinfonía es buena o es mala, pero lo que sí sé es si me emociona o no me emociona, y si un cuadro que yo pinto no me emociona no lo firmo, porque si no me emociona a mí no tiene por qué emocionar a nadie más”. Ésta fue como una iluminación en mi forma de ver el arte, y la descubrí justamente al conversar con Bruno Estañol. Hay ma-nifestaciones plásticas sorprendentes que puedo reconocer como

Pasión, 1998.

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muy buenas, pero que a mí no me emocionan. Técnicamente son extraordinarias, pero hay algo que les falta, hay algo que no alcanzan a tener...

¿Les falta acaso alma?

O me falta a mí, porque tampoco soy el termómetro de la raza humana. Sin embargo puedo ver una pequeña acuarela de Durero en el Museo Albertina en Viena, que representa el ala de un pájaro con una sensibilidad deslumbrante y eso me deja pasmado. No me la robo nada más porque ya estoy viejo y no corro rápido y de seguro me alcanzan.

¿Su pintura está cerca de la poesía, es decir de la metáfora, de la imagen?

Le voy a hacer una confesión: en el momento de estar pintando lo que yo hago es prácticamente renunciar a cualquier control intelectual.

¿Hay, entonces, un vínculo entre su pintura y los sueños?

Todo el tiempo. Si mi desconexión de la lógica me lleva a pro-piciar un relámpago en el fondo del mar o un juego de estrellas, o un eclipse o una tempestad, no hay un freno de mano que me diga que eso no hace sentido, pues en mi pintura nada hace senti-do, porque no va dirigida ni a la lógica ni a la ética ni a la estética. Lo que hago es capturar un choque de color que provoque una emoción. No tiene que ser una explosión volcánica. Una gota de

rocío tiene todos los reflejos del Claro de luna de Debussy. Mi pin-tura está más dirigida hacia lo sensorial que hacia lo intelectual.

Cortázar, al ver su pintura, se refiere al “vértigo de la transparencia”. ¿Reconoce usted ese vértigo?

Sí, en muchísimos de mis cuadros hay una sensación de vendaval, de un vendaval que ocurre porque lo necesito. Por lo demás, yo no trato de ilustrar nada, incluso les pongo títulos a mis cuadros por una nomenclatura práctica, por exigencia del coleccionista o de la galería. Pero, para mí, los cuadros no necesitan títulos.

¿En qué se parecen la magia del color y la magia del sonido?

En que corresponden a la misma emoción. Nada más que una entra por los ojos y la otra por los oídos. Pero ahí en el esófago, en el corazón, en el páncreas hay una reacción química que hace que nos arrobemos ante la belleza. Si escuchamos El ocaso de los dioses, de Wagner, la emoción se mete hasta por debajo de las uñas, y en la parte final de La resurrección, de Mahler, cuando de repente entran los coros y los solistas y las trompetas, uno siente que se rompe el cielo y se baña con luz celestial. Al terminar aquello, uno está llorando y ve al director llorando, a los solistas llorando, a los ejecutantes llorando y a los de junto a uno llorando también. ¿Qué ocurre? Yo diría que un milagro.

¿Con qué ánimo llega a sus 80 años de edad?

Como dijera Amado Nervo: “¡Vida, nada me debes! Vida, esta-mos en paz!” No deja de ser doloroso saber que he utilizado toda una vida para perfeccionarme en el arte de vivir, y ahora que ya medio le estoy entendiendo lo que me falta es tiempo. Me siento como un hombre muy joven con una carrocería muy vieja. De repente veo una exposición de arte joven y me pregunto cómo es que no me invitaron. No lo digo pero sí lo pienso. Debo confesarle que estoy pintando mejor que nunca, y esto no es lo habitual en los artistas. Yo he presenciado grandes derrumbes de muy grandes artistas, justamente cuando pierden la energía, el optimismo y las ganas de treparse al Everest y rasguñar el cielo. Con la avanzada edad, la obra de esos grandes pintores se vuelve mensa; no inmen-sa, sino mensa. No voy a dar nombres, pero hay quienes incluso comienzan a copiar lo que hacían en sus primeros años. Vi una exposición en Roma de uno de la grandes surrealistas italianos, en los que ya sólo aparecían copias de sus obras, sin gloria y sin emoción.

¿Cómo sabe que pinta mejor, cuál es la unidad de medición?

Desde luego no el sistema métrico decimal. Pero lo sé porque veo un cuadro que yo definitivamente di por terminado hace cuatro meses y ahora sé qué es lo que le sobra y qué es lo que le falta. Es una indudable evolución. La pregunta sería cómo es que no se me ocurrió antes. La respuesta es que antes no lo sabía del todo. Hoy inclusive disfruto profundamente repintar cuadros y añadir esa bruma o ese claro de luna que les faltaban o ese chispazo que en un principio no surgió.

Usted es un hombre muy optimista y con gran sentido del humor.

Eso intento. ¿Sabe por qué? Porque en el momento en que el hombre renuncia al humor se vuelve grotesco.

Ciudad de México, 19 de diciembre de 2012.La travesía, 2000.

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Carlos Pellicer López_Pintor, ilustrador, escritor y promotor de la lectura. Con más de treinta exposi-ciones individuales en México y Estados Unidos, ha ilustrado también múltiples libros para niños y jóvenes y es autor del cuento infantil ilustrado Julieta y su caja de colores, publicado en 2005 y reimpreso en varias ocasiones. En 1996 coordinó y editó, junto con Luis Mario Schneider, la Poesía completa, en 3 volúmenes, de su tío Carlos Pellicer. En el presente texto nos entrega una apasionante primera investigación sobre un inquietante misterio familiar.

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Carlos Pellicer_El poeta y sus primas

Para mi pariente Benjamín Flores Hernández, que trabaja en otra esquina del rompecabezas.

Todo empezó con un soneto, de entre tantos que escribió mi tío al empezar su camino. Está fechado en 1914 y me sorprendió por su musicalidad, por su clara y bien asumida influencia del admiradísimo Díaz Mirón y por el tema —la Navidad— que sería la cele-

bración por excelencia, a través de los inolvidables “Nacimientos” que montaba el poeta en su casa. El soneto es el siguiente:

Soneto de Navidad a la señorita Ana María Gabucio

Mientras el lindo niño de ceraduerme en su cuna sin despertar,una fragancia de primaveradas al invierno cuando te acercas a suspirar...

Se oye la gracia de la carrerade los pastores para llegar.Y hay una audiencia de enredadera.Será una estrofa que en la ventana quiere colgar.

Sobre la arena da la palmerasu breve sombra. La luz lunartiene un perfume de vinajera

que da un misterio de alborear...Y una fragancia de primaveradas al invierno cuando te acercas a suspirar.

Es muy curioso reconocer en este soneto, no sólo el tema, como ya dije, sino imágenes que volverán muchos años después. En la segunda cuarteta termina con estos versos:

Y hay una audiencia de enredadera.Será una estrofa que en la ventana quiere colgar.

En el primer soneto de “Mater amábilis”, de los “Sonetos para el altar de la Virgen”, del libro Práctica de vuelo, la segunda cuarteta empieza así:

Besó la Virgen al Niño que llora.José añade con ramas los canceles.

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39La construcción del pesebre con ramas y enredaderas siempre

estuvo presente en la arquitectura navideña de Pellicer. La repe-tición de los dos versos finales de la primera cuarteta, justamente para cerrar el soneto, nos dicen que a sus diecisiete años, Pellicer conocía y releía la obra de Díaz Mirón. Pero queda otro detalle: la persona a quien está dedicado el soneto. El poco común apellido —Gabucio— quedó en mi memoria en espera de algo, de alguna pista que encadenara y desencadenara otros recuerdos.

Años después, al visitar el museo de Julio Romero de Torres, en Córdoba, España, encuentro que la placa de la entrada agradece a su viuda —Francisca Pellicer— la donación de la gran casa y colección que ahí se expone. Sonrisa por el encuentro de una “pariente”, casada con el gran pintor y nada más. Al salir, compro un libro, ni tan voluminoso ni tan caro, para cargarlo el resto del viaje y poder disfrutar en calma las reproducciones.

En efecto, algún día reviso el libro y, de pronto, en las notas de uno de los cuadros leo que la modelo que ahí aparece se llama Carmen Gabucio. Hay mas información: Carmen Gabucio era “mejicana” y fue tan admirada por el pintor, que entre los cuadros que pintó de ella como modelo está nada menos que el de La Virgen de los Faroles, que por muchos años se exhibió en un nicho sobre el muro norte exterior de la Mezquita-Catedral, para el homenaje diario de los feligreses que lo mantenían entre flores y veladoras.

Por las fechas de poema y cuadros, Carmen y Ana María pu-dieran ser hermanas. Algún otro día, cuando mi relación con la computadora es menos distante, decido buscar los nombres clave: Julio Romero de Torres y Carmen Gabucio. En el primero en-cuentro pocas sorpresas, pero en el segundo aparece el cofre del tesoro, bajo el nombre del autor del artículo: Benjamín Flores Hernández, descendiente de la familia Gabucio, catedrático de la Universidad de Aguascalientes, quien asistió o mandó un re-

cuento sobre su familia al Simposio de América Latina y España celebrado en las Islas Azores el año de 2002.

La primera sorpresa de tantas fue confirmar que Ana María y Carmen sí fueron hermanas, hijas de don Manuel Gabucio y doña Berta Sánchez Mármol. Mientras don Manuel fue tipógrafo, ma-derero y naviero hasta acabar en la ruina por sus malos negocios, doña Berta, luego de procrear diez hijos y enviudar, tuvo ánimo para venir a la ciudad de México e inscribirse en la Escuela de Altos Estudios de la Universidad. Por su amistad con José María Pino Suárez conoce a don Francisco I. Madero y participa activa-mente en su gobierno. (Fue nombrada por Madero directora de la Escuela Josefa Ortiz de Domínguez.)

Vale la pena recordar que su padre, don Manuel Sánchez Már-mol, fue un distinguido intelectual tabasqueño, director fundador del Instituto Juárez. Y, en el terreno familiar, recordar que otra hija de don Manuel —Consuelo— se casó con mi tío abuelo Tomás Pellicer Marchena. Así que los Gabucio resultan ser nuestros pa-rientes indirectos y por esto, el joven poeta Pellicer habrá querido y admirado a su prima Ana María.

Otra pieza del rompecabezas queda al descubierto, al leer que Ana María fue la primera reina de la Asociación Nacional de Charros, probable iniciadora de la suerte ecuestre conocida como “la escaramuza”. Aunque no encuentro fotografías, imagino la fi-gura de una mujer guapa y atractiva. Pero queda Carmen Gabucio Sánchez Mármol que tiene, como digna modelo de Romero de Torres, una inquietante belleza.

Carmen nació en 1902, en Palma de Mallorca, de donde era originario su padre y donde pasó dos temporadas la familia. Por extrañas razones vivió su primera infancia en Palma, hasta que regresó, sola, a Tabasco, en 1909. Siempre guardó especial cariño por su ascendencia balear.

Carmen se casó, aquí en la ciudad de México, a principios de los años veinte con el poeta asturiano Alfonso Camín (1890-1982). Este desigual poeta viajó y vivió desde su juventud por las islas y tierra firme del Caribe. Lo recordamos especialmente por el poe-ma “Aguafuerte” que le dedicara López Velarde y por ser el autor del poema “Macorina” que muchos años después popularizara con tanto éxito Chavela Vargas.

El matrimonio de Carmen y Alfonso tuvo un solo hijo —Ma-nuel— y pronto acabó en divorcio. Carmen regresó a España en 1925 y, sin saber qué hacer con su belleza, ingresó como corista al célebre teatro Apolo de Madrid. Ahí, por una compañera amante de José Antonio Primo de Rivera llegó a conocer al pintor Ro-mero de Torres. Así las cosas, cuando la insurrección franquista desata la guerra, Carmen está claramente identificada con los golpistas. Parece ser que su simpatía por el movimiento falangista

_Carmen se casó, aquí en la ciudad de México, a principios de los años veinte con el poeta asturiano Alfonso Camín (1890-1982, a quien

recordamos especialmente por el poema “Aguafuerte” que le dedicara López Velarde y por ser el autor del poema “Macorina” que muchos años después popularizara con tanto éxito Chavela Vargas.

Julio Romero de Torres. El cohete, 1931. Modelo: Carmen Gabucio.

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es tan grande que hace trabajos de espionaje para la causa, hasta que es descubierta y detenida. Al poco tiempo es juzgada, y se le condena a muerte.

Y una sorpresa más. Aníbal Gabucio Sánchez Mármol, herma-no de Ana María y Carmen, nacido en 1895, militar de carrera, que había formado parte del Ejercito con Madero y Carranza, decide viajar a España en 1936 para enrolarse en las Brigadas Internacionales y defender el gobierno legítimo de la República. Su actuación en las brigadas fue tan brillante que el comandante Kléber, le asignó el mando de la artillería —70 cañones— en la heroica y legendaria defensa de Madrid, llegando a alcanzar el grado de teniente coronel.

La guerra civil que enfrentó hasta la muerte a los hermanos españoles, también enfrentó a los hermanos Gabucio. Carmen salvó su vida, en buena medida por la intercesión que hicieron sus familiares desde México y por el triunfo de las fuerzas fascis-

tas. Permaneció en España hasta 1993, año en que sus familiares mexicanos la trajeron de vuelta, sobreviviendo apenas unos meses antes de morir en Cuernavaca, Morelos. Al final de la guerra, Aníbal regresó a México y pasó el resto de sus días con severos desequilibrios psiquiátricos. Murió en 1960.

De tantas dudas y preguntas que surgen al enfrentar este rom-pecabezas —que nunca acabará de reunirse— me quedo con ésta: ¿Sabría Carlos Pellicer, durante su visita a Madrid, al Congreso de Escritores Antifascistas, en 1937, que sus primos Aníbal y Carmen se enfrentaban en la misma guerra?

Entre los libros que conservo de la biblioteca de mi tío (la in-mensa mayoría fueron donados a la Biblioteca de El Colegio de México) encontré uno, de Alfonso Camín. Se titula Lienzos de España y nuevos motivos del Museo del Prado. La dedicatoria me con-firma esta pequeña investigación: Al poeta Carlos Pellicer, cordialísimo recuerdo de su amigo y ex pariente. Alfonso Camín, 1959.

_Carmen Gabucio era “mejicana” y fue tan admirada

por el pintor, que entre los cuadros que pintó de ella como modelo está nada menos que el de La Virgen de los Faroles.

Julio Romero de Torres.La Virgen de los Faroles. Modelo: Carmen Gabucio.

Julio Romero de Torres. La ventana. Modelo(en primer plano): Carmen Gabucio.

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Mariana Bernárdez_Poeta y ensayista, realizó estudios de posgrado en Letras Modernas y en Filosofía en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Sus más recientes libros publicados en poesía son Trazos de esgrima (Ediciones Sin Nombre/UAM, 2011) y Don del recuento (Parentalia, 2012), y en ensayo: Sendas del olivo (Ediciones Coyoacán, 2011) y Después de los mares (Instituto Mexiquense de Cultura, 2012), ganador de la convocatoria abierta en el género de ensayo.

El león con ojos de fuego_

La letra oscura, la perdida por los tiempos y la siempre buscada por alquimistas y hieráticos de las tradiciones herméticas; la que abre las puertas del templo aún vedadas para el políglota iniciado en el misterio de la creación; la inexistente por no habérsele nunca pro-

nunciado aunque oville la vocal con la consonante y esconda su paso en el detrás de la palabra pronunciada. Ésa.

Se aduce que es velada por mecanismos diversos a la razón, pero de ser cierto, alguna naturaleza intrínseca habrá de personificar, más allá de una pura negatividad. Otros le refieren la capacidad de atar y desatar los vericuetos de la memoria. Quizá su falta derive en la demencia que sobreviene cuando el anhelo de lo justo es un exceso.

Poco se sabe, por no decir que su posibilidad es acechada por la charlatanería y las prohibiciones que alejan el alma de la supersti-ción. A veces, se le adivina en el crepitar de la madera o en el rastro del agua sobre la piedra, seduce en su forma y los heridos por el amor la invocan para sanar su carencia; pero ella, no da testimonio de su hálito, murmura con voz entrecortada durante el sueño o la

duermevela, y tiene a buen recaudo que nada permanezca de su marcha, salvo la sospecha que arremete contra aquellos, quienes brillados por su azar, manifiestan la enfermedad virulenta de la melancolía negra, o los que azuzados creen haber descendido a los infiernos tras los acordes de Orfeo.

Letra, por no decir “voz”, que insufla su caudal y deja una lu-minosidad confusa, por lo que también se le conoce como “la siempre pura”. Otra historia que la ronda le aduce como origen haberse desprendido del árbol sefirotal, sino rama quizá hoja…, se dice que gracias a su evanescencia los ojos entreverados en el texto conservan su velo.

Entonces, no es una letra ni es una línea, sino un enigma que hilvana el límite del silencio: no es la pausa ni su blanco, no es el nombre ni el deseo por el que es invocada, pero los síntomas de su aparición son innegables: no es el trastabille ni las ideas deshiladas, no es la neblina ni el gemido que se arropa tras sus pliegues, es la virulencia que deja el rastro interminable del abandono y una fiebre tenue que acompaña por días como si el sol hubiera sido engullido por el doliente.

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_Los ojos se entrecruzan y el león con ojos de fuego

devora la mano que lo dibuja.De no ser una línea sería un punto que permanece a través

de su murmullo, repetición que semeja más un presentimiento que la constatación de su no-existencia. Roto el binomio de espacio-tiempo, la imagen de Cronos devorando a su hijo es una pequeña mácula en comparación al talego que habrá de pagarse al barquero, no sólo para cruzar de uno a otro confín, sino para acceder a la misericordia del olvido.

¿Cueva?, debió ser tan imponente su auspicio como para ven-cerse el miedo provocado por la negrura de su entraña, ¿sería como volver a nacer, como soltarse y dejarse alumbrar por su cavidad?, y de tanto no saber alguien recibe una tea del relámpago y da los primeros pasos hacia su interior: sobre la pared de la caverna se plasma el juego de la sombra, mientras que afuera el cielo estrellado impone una magnificencia que es sobrepasada por el rugido que habita la oscuridad. Los ojos se entrecruzan y el león con ojos de fuego devora la mano que lo dibuja.

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Guillermo Samperio_Es uno de los más destacados escritores mexicanos. Autor de más de 25 libros de cuento, novela, ensayo, literatura infantil, poesía y crónica. Entre sus libros más recientes están Cuentos reunidos (Alfaguara, 2007), Cómo se escribe un cuento (Berenice, 2008) y La guerra oculta (Lectorum, 2008). Su libro de cuentos La Gioconda en bicicleta fue traducido en 2010 al italiano. El presente ensayo, escrito especialmente para IBERO, aborda la literatura de Jorge Ibargüengoitia (1928-1983), uno de los mayores narradores de la literatura mexicana y de quien el 22 de enero se cumplieron 85 años de su nacimiento, y de quien en 2013 conmemoramos 30 años de su muerte.

Hablar del humor en la obra de Jorge Ibargüen-goitia parecería, a estas alturas, a 85 años de su natalicio, a 50 de su debut como dramaturgo con El atentado, a 48 de la publicación de su primera novela Los relámpagos de agosto, a 30 del accidente aéreo que lo mató, una obvie-dad. Pero siempre me ha intrigado por qué a

pesar de ser el humor la característica más inmediata y notable de su obra, él la negaba: No soy un humorista, decía con frecuencia.

Juan Villoro en la introducción de la edición crítica de El aten-tado y Los relámpagos de agosto que preparó junto con Víctor Díaz Arciniega (FCE/Conaculta, 2002), afirmó que Ibargüengoitia desdeñaba su humorismo porque “durante décadas la crítica vivió en estado de incomprensión respecto a Ibargüengoitia. Fue visto como un narrador tan divertido como superficial, alguien que se servía de la prosa para llegar al chiste”.

Me parece que más allá del humor, las tres principales virtudes de la obra de Ibargüengoitia son: su prosa fluida al servicio de sus historias; la construcción de sus personajes, cada uno tan diferente a todos los demás, tan singulares como un amigo; y la sorpresa en sus argumentos: nunca pasa lo que parece que va a pasar, una y otra vez caemos en sus trampas argumentales.

En cuanto al humor creo que lo logra con dos estrategias. Pri-meramente, la sorpresa: “Estuve absorto durante media hora, admi-rando cada una de las partes de su cuerpo y comprendiendo por primera vez la esencia del arte al que se dedicaba. Cuando hubo terminado, se preparó para salir, mirándome en silencio; luego me tomó del brazo de una manera muy elocuente, bajamos una esca-lera y cuando estuvimos en la calle, nos encontramos frente a frente con su chingada madre”. (“La mujer que no” en La ley de Herodes.)

Luego, la desmitificación de los próceres:

Ibargüengoitia_El mal humor del buen humor

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_Jorge Ibargüengoitia encarna la frase del escritor francés Jules Renard: “El humorista es

un hombre de buen mal humor”.

“Periñón descolgó la imagen de la Virgen Prieta que estaba en el cuadrante, arrancó tres palos del bastidor y amarró el cuadro a una lanza, convirtiéndola en estandarte.

“—Esta será nuestra bandera —dijo— y con ella venceremos.“Cuando la iglesia se llenó, salió el presbítero y gritó:“—¡Viva México! ¡Viva la Independencia! ¡Viva la Virgen Prieta!“El pueblo le contestó:“—¡Viva el señor cura Periñón!“Ni él gritó ‘¡vamos a matar españoles!’ ni matamos a ninguno

aquella noche. Periñón abrió una barrica del vino que él mismo hacía y nos dio a probar. Estaba agrio. Después dispuso guardias y nos fuimos a dormir”. (Los pasos de López.)

Respecto a si sus textos eran humorísticos o no, el propio Ibar-güengoitia escribió un artículo en Excélsior que tituló “¿Usted también escribe?”: “Los artículos que escribí son los únicos que puedo escribir; si son ingeniosos es porque tengo ingenio, si son arbitrarios es porque soy arbitrario, y si son humorísticos es porque así veo las cosas. Quien creyó que todo lo que dije fue en serio, es un cándido, y quien creyó que todo fue en broma, es un imbécil”.

Aquí me parece está la clave del humor autonegado de Ibar-güengoitia. Veo en él a un hombre cuya lucidez extrema hace refulgir la estupidez del mundo tanto que lo deslumbra, le moles-ta. Jorge Ibargüengoitia encarna la frase del escritor francés Jules Renard: “El humorista es un hombre de buen mal humor”.

Un ejemplo de esto es la famosa conferencia del ciclo “Los na-rradores ante el público”, celebrada en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, el 12 de agosto de 1966, y organizado por el INBA, donde Ibargüengoitia aclaró que iba a responder a tres preguntas que él mismo se haría porque “creía que el público era incapaz de hacer preguntas atinadas”, hecho que confirmó poco más tarde:

“Un joven que estaba en primera fila: Quiero hacer una crítica de su novela y de lo que usted nos acaba de decir. Sus intereses son completamente egoístas; usted sólo piensa en sí mismo. Ha escrito una novela sólo para divertirse. Yo creo que un escritor que no se interesa en los problemas de su época está condenado al fracaso. Su novela está destinada a quedarse en el cuarto de los cachivaches.

“El conferenciante: (Haciendo a un lado la circunstancia de que aque-llo no era una pregunta): Dígame una cosa, ¿ha leído usted mi novela?

“El joven que estaba en primera fila: No.“El conferenciante: Si no ha leído mi novela, no ha entendido

nada de lo que he dicho en mi conferencia. Sepa usted que mi novela ha ganado un premio internacional, ha tenido una edición cubana de 10,000 ejemplares, una edición mexicana de 4,000 ejemplares, ha sido publicada en forma condensada en una revista que tira 80,000 ejemplares, ha sido traducida al checo, al rumano y al polaco, así que no se puede decir de ella que esté entre los cachivaches y si puede interesarle a un polaco es porque refleja algunos de los problemas de nuestra época.”

Acerca del mal humor de Ibargüengoitia, su esposa, la pintora Joy Laville, declaró que “no era sarcástico, pero si algo no le gustó, lo dijo, ya que era crítico y su crítica le permitía jugar con el absurdo. Él era muy directo, por eso mismo tenía reputación de tener mal humor, pero esto es una mentira, él era muy alegre”. (La Jornada Semanal, diciembre de 2008).

En el número 100 de la revista Vuelta, Jorge Ibargüengoitia le dedica a Joy Laville un texto llamado “Mujer pintando en cuarto azul”. Tras comentar las vicisitudes ante las que se enfrentó la pinto-ra para encontrar materiales para pintar en Londres y cómo fueron empacados sus lienzos para regresar a México, Ibargüengoitia hace un descubrimiento con el que quisiera redondear este breve texto:

“Cuando regresamos a México, mi mujer pospuso durante se-manas el momento de abrir la caja de los guaches y desenrollar las pinturas. Por fin, un día se hizo de ánimo, yo cogí un desarmador, subimos al estudio y abrimos la caja de madera.

“No podíamos creer lo que veíamos: los colores oscuros, confu-sos, que habíamos visto en la luz invernal del semisótano londi-nense, eran vivos, definidos y alegres en el estudio de Coyoacán. Lo que ella había hecho en Londres había resultado un experimento exitoso. Con los cuadros de Roquetas pasó algo semejante: lo que parecía aspereza a secas de la tela le dio al color una profundidad que los pintores muchas veces buscan y rara vez obtienen.

Me quedé pensando: el pintor, lo mismo que el escritor, no sabe lo que hizo hasta que es demasiado tarde”.

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Antecedentes históricos Por decreto del 22 de agosto de 1837 el general Anastasio Bus-

tamante, en su segundo período como Presidente de la República Mexicana, otorgó al acaudalado comerciante veracruzano, don Francisco de Arrillaga el privilegio de establecer un “camino de hierro” de dos carriles desde el puerto de Veracruz a la ciudad capital con un ramal a la ciudad de Puebla, por un término de 30 años (hay que recordar que el primer ferrocarril se construyó en 1830 entre Manchester y Liverpool en el Reino Unido). El decreto establecía un total de doce años de plazo para la cons-trucción y puesta en marcha del moderno proyecto. Sin embargo, en dicho tiempo no se construyó nada por lo que la concesión se declaró sin validez alguna quedando como un mero intento.

El presidente Antonio López de Santa Anna vio una oportunidad de negocio personal en la construcción del ferrocarril y así en 1842 firmó un decreto para el tendido de la vía férrea de Perote (casual-mente a una de sus propiedades, el rancho de El Lancero, hoy museo y donde a mitad del siglo pasado nuestro país diera hospedaje a la Premio Nobel de Literatura, la chilena Gabriela Mistral) a Veracruz. Sin embargo la construcción sólo avanzó siete kilómetros, antes de la primera invasión de los Estados Unidos a nuestro país. Para 1850 la vía tenía una extensión de 13 kilómetros, mismos que fueron solemnemente inaugurados el 16 de septiembre de 1850, aunque el servicio al público se inició dos semanas después.

Roberto Sánchez de la Vara_Coordinador de Posgrados en Negocios del Departamento de Estudios Empresariales de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.

Viaje en tren a Teotihuacán_

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El mismo Santa Anna otorgó otra concesión a los hermanos Mosso para que se trazara la línea de ferrocarril que uniera a Vera-cruz con Acapulco (proyecto que hasta la fecha está inconcluso), y se comenzó el tramo de la ciudad de México hacia Veracruz, por un lado, y hacia Acapulco por el otro. En 1857 se inicia el servicio de Tlatelolco a la Villa de Guadalupe con la presencia del presidente Ignacio Comonfort.

En 1861 el presidente Benito Juárez renueva la concesión a don Antonio Escandón para unir ambos litorales, pero es realmente el emperador Maximiliano quien impulsa y da las facilidades nece-sarias para la construcción ferroviaria creando la Compañía Im-perial Mexicana. En la época de la restauración de la República se había completado casi el 60% de la superficie hacia el Golfo de México, y en 1869 el presidente Juárez puso en marcha casi todos sus tramos, pero es hasta enero de 1873 cuando el presidente Se-bastián Lerdo de Tejada inaugura, con toda solemnidad, el tramo completo, haciendo el viaje en ferrocarril con una gran comitiva y un mareo extremo.

La explotación comercial de los ferrocarriles se inició al mes siguiente con un portento de ingeniería que incluía diez viaduc-tos, 148 puentes y 30 estaciones sin terminar a excepción de la de Puebla (la de Buenavista y Veracruz se comenzaron en 1873, y es hasta 1906 cuando todas las estaciones se concluyeron). México entraba así a la modernidad, con 36 años de retraso (1837-1873) con el denominado Ferrocarril Mexicano.

A finales de 1876 asume por primera vez el cargo de Presidente de la República el general Porfirio Díaz Mori. Él y su ministro de Fomento, el también general Vicente Riva Palacio, fueron dos entusiastas convencidos de que el progreso llegaría a México por medio del ferrocarril, el telégrafo y la energía eléctrica. Así, en 1877 se otorgan las primeras concesiones a inversionistas mexi-canos, se comunica a las ciudades de Toluca, Guanajuato, Oaxaca, Celaya, León, Salamanca, Irapuato, Cuautla, Cuernavaca, Lagos, Aguascalientes, y en la Península de Yucatán se comienza a conec-tar desde Mérida a poblados cercanos y se tiene línea hasta Cam-peche. Poco a poco el territorio nacional quedaba comunicado.

Al terminar el primer periodo presidencial del general Porfirio Díaz se otorga la primera concesión a inversionistas estadouni-denses. Se crea la empresa Ferrocarril Central Mexicano en septiembre de 1880 con sede en Boston, para construir una línea de vía ancha desde Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez) hacia el sur, así como el ferrocarril que conectaría Guadalajara con la ciudad capital. Ese mismo año se otorgó una concesión a otra empresa fundada en Denver, Colorado, denominada Compañía Constructora Nacional, que se encargaría de los tramos de Man-zanillo a Morelia. Finalmente también se otorgó otra concesión a una tercera empresa, la Compañía de Fierro Nacional Mexicana

(ésta y la Compañía Constructora Nacional se fusionarían más tarde), que tenía el tramo de Nuevo Laredo a la capital del país. Se construyó también una estación en San Lázaro en la ciudad de México, cuya concesión fue otorgada a don Delfín Sánchez, yerno de Benito Juárez.

La línea ferroviaria de México a Teotihuacán fue iniciada en 1892, cuando el presidente Díaz dio impulso a las expediciones arqueológicas y se recorrió buena parte del centro del país para descubrir el pasado indígena enterrado por los conquistadores a su paso. En 1895 se llevó a cabo la XI Reunión del Congreso de Americanistas, motivo por el cual el Presidente obsequió a los participantes con un viaje precisamente a la zona arqueológica. La excursión partió muy temprano desde la recién construida estación de Buenavista, ubicada cerca del nuevo y lujoso barrio de Santa María la Ribera (al lado del Río Consulado) a donde se habían mudado algunos de los ricos del momento.

Antes de comentar mi interesante viaje en tren a la zona ar-queológica de Teotihuacán, he querido ofrecer a los lectores estos antecedentes históricos, y, para concluirlos, únicamente añadiré que el ferrocarril va de la mano del progreso en todas las econo-mías y que México no debería estar tan rezagado en ello. Cuando se nacionalizan las empresas y pasan a ser del Estado mexicano se deja de invertir. Sólo hay que imaginar cómo sería México si contáramos con una red ferroviaria de pasajeros, con trenes de alta velocidad que unieran nuestros principales destinos. Es deseable y muy necesario que esto ocurra.

En nuestro país, ya hay participación privada desde 1997 en fe-rrocarriles de carga, no así de pasajeros porque simplemente no los tenemos, a excepción de las líneas turísticas del Expreso Maya, el de Tequila (que comentaremos en una siguiente entrega), el de la Sierra Tarahumara y éste, que ahora me ocupa, a la Ciudad de los Dioses.

_ Cuando pasaba el tren por las calles realmente se extrañaban las personas que

volteaban y lo veían.Tren Ejecutivo KCSM. Fotografía: Cortesía de Kansas City Southern de México.

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El viaje a Teotihuacán Mi buen amigo y ex presidente de la American Chamber de

México, José Zozaya, presidente de Kansas City Southern de Mé-xico y que tiene la concesión del gobierno mexicano de explotar las líneas de tren para carga, se dio a la tarea de reconstruir con la mayor fidelidad este tren, tal y como estaba a principios del siglo XX, y que ahora utiliza dentro de sus programas de atención a invitados especiales y como parte de la campaña de relaciones públicas de la empresa.

Pepe nos invitó a un grupo de funcionarios de la Embajada estadounidense en México, así como a varios pasajeros mexicanos, en mayo de 2012, a una singular aventura: un viaje en tren a Teotihuacán. La cita era puntual a las 8 de la mañana en el Hotel Camino Real desde donde fuimos trasladados en autobús hasta un costado del imponente Museo Soumaya en Plaza Carso. Ahí ya nos esperaba el tren. Con música de mariachi fuimos subiendo lentamente al vagón trasero de un convoy de cuatro carros, lujo-samente decorados. Se entra primero al bar y, de ahí en adelante, fuimos distribuidos en los demás vagones.

A las 9 en punto se oyeron con extrañeza los silbatos del tren y así comenzó nuestra aventura de dos horas de delicioso viaje, pasando por zonas urbanas deterioradas y casas construidas a lo largo de la vía. Cuando pasaba el tren por las calles realmente se extrañaban las personas que volteaban y lo veían. La locomotora que nos llevaba iba precedida de una camioneta con rieles que llevaba personal de seguridad y que se detenía antes de pasar por cualquier calle para detener el tráfico. Fue una delicia cuando salimos al campo y vimos en toda su extensión la planicie que separa a la ciudad del interior. Después de haber degustado un sabroso desayuno en el vagón comedor de dos pisos, pudimos disfrutar del paisaje con música mexicana de fondo muy discre-tamente escogida. Toda una experiencia es el servicio sanitario, el lujo se ve por todas partes dentro de las cabinas, y las habitaciones que nos fueron enseñadas son también un alarde de buen gusto y refinamiento.

_El arrullar y golpetear del tren sobre las vías

nos provocó un sopor de satisfacción y gusto por admirar lo glorioso que fueron los pueblos del Anáhuac, los antiguos mexicas, y pensar en glorias futuras que deparen a la gran nación actual.

Llegamos a la estación en las afueras del sitio arqueológico, un edificio pequeño de hace más de un siglo al que el tiempo le ha pegado por todas partes y que ahora yace ruinoso ante quienes lo miran. En camionetas que ya esperaban a los visitantes fuimos trasladados hacia la entrada del parque arqueológico por una de sus puertas donde primero se topa uno con un sinnúmero de puestos donde se expenden todo tipo de artesanías de diversos precios y para todos los gustos e intereses.

Cada vez que visito la zona sagrada de Teotihuacán viene a mi mente aquel espectáculo maravilloso de otras épocas, hoy en des-uso, de Luz y Sonido, y de lo imponente de la puesta en escena de la historia fantástica del lugar, génesis de la cultura tolteca, mexica y por tanto nacional, hoy un tanto olvidado en cuanto a su mantenimiento (se ve basura por doquier), pero magnífico en su pasado glorioso del pueblo que encontraron los conquistadores españoles en 1519.

Después de una visita de casi tres horas (contando con la subida a la “Tonatiuh Itzacual” (Pirámide del Sol) o bien a la “Metztli Itza-cual” (Pirámide de la Luna) y habiéndonos reunido en el punto de partida, fuimos a La Gruta, extraordinario comedero típico (res-taurante) enclavado en una abertura rocosa que fue transformada desde finales del siglo XIX en lugar de reunión por excelencia donde la gastronomía y las danzas mexicanas se dan estrechamente la mano al calor siempre de la bebida nacional: destilado del agave, cada vez más competido por el mezcal traído desde la bella y prodigiosa Oaxaca. Al son de la música se fueron consumiendo los minutos de una experiencia inolvidable. Siendo ya el momen-to de regresar, lo hicimos plácidamente entre las atenciones del personal de la empresa y de los tripulantes y camareros del tren.

El regreso fue mucho más relajado, habiendo satisfecho con mu-cho los sentidos. El arrullar y golpetear del tren sobre las vías nos provocó un sopor de satisfacción y gusto por admirar lo glorioso que fueron los pueblos del Anáhuac, los antiguos mexicas, y pen-sar en glorias futuras que deparen a la gran nación actual.

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Ante las expectativas y debates que ha generado la Reforma Educativa emprendida por el nuevo gobierno federal, algunos alumnos de la Ibero exponen sus puntos de vista en relación con estos cambios orientados a mejorar la educación en Mé-

xico luego del reconocimiento explícito de su bajo nivel en relación con otros países.

Rubén Mejía Squivias_Control al SNTE

Espero que le pongan un control y un orden al SNTE,

el sindicato más poderoso de América Latina que mucho daño le hace al país. Espero cambios radicales: que los recursos que recibe la SEP, la dependencia que más dinero tiene, se inviertan en proyectos realmente productivos, principalmente en el tema de la educación inicial, para que lleguen a más comunidades del país.Licenciatura en Derecho, 6° semestre.

Esteban González López_Más acceso a oportunidades de estudio

Espero que la educación de nuestro México vaya mejorando para que más alumnos tengan acceso a oportunidades de estudio, porque hay

muchas personas que no tienen la forma de pagar su educación. Ojalá que con la Reforma se eliminen las trabas y los elitismos. Además, creo necesario regularizar a los profesores que no dudo que sean buenos, pero les falta capacitación y más herramientas pedagógicas.Técnico Superior Universitario en Hoteles y Restaurantes, primer semestre.

Los alumnos de la Ibero ante la Reforma Educativa_Entre la esperanza y la decepción

Levi Hazael Yralda Ortega_El cambio será muy lento

Se supone que con la Reforma Educativa va a mejorar la calidad de los maestros, pero he leído que el cambio será muy lento. Los chinos tardaron

veinte años, y hay que imaginar el tiempo que necesita México dado el gran retraso que padece. Me preocupan los niños porque no están aprendiendo, sobre todo en los rubros de ciencias y matemáticas. No sé si son los profeso-res o los planes de estudio, pero los niños no saben razonar. Espero que esta reforma incluya un cambio radical para que las personas aprendan a razonar, sean críticas y no sólo memoricen.Ingeniería Química, 4° semestre.

Brenda Macías Sánchez_Redactora de IBERO.

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Jonathan Espinosa Nishisawa_Más preparación y mejores sueldos

Espero que con la Reforma Educativa quiten a Elba Esther Gordillo, la lideresa del SNTE;

sólo así se mejoraría la educación y se impulsaría a los maestros para que tengan mejores sueldos y estén más preparados. Eso sí: quienes no cumplan con las expectativas, que sean retirados de sus puestos.Licenciatura en Derecho, 5° semestre.

Georgina Hernández Villa_Mayor capacitación a los maestros

Yo esperaría que con la Reforma Educativa se capacitara mejor a los maestros: que

les pusieran más exámenes para detectar sus habilidades y competencias, porque hay maestros que no saben lo que están diciendo, no explican bien y tienen en las manos el futuro de México. Espero que con esta reforma se invierta mejor el tiempo en el salón de clases.Licenciatura en Comunicación, 4° semestre.

Daniel Rodríguez Rodríguez_Nada nuevo en la Reforma

En realidad no espero tanto de la Reforma Educativa, quizá peco de pesimismo, pero

no creo que con la evaluación a los docentes se resuelva un problema arraigado en el sistema mexicano que tiene que ver con aspectos más complejos, técnicos y mediáticos: los sindicatos. No creo que haya nada nuevo en esta reforma. Lo único que creo es que el gobierno de Peña Nieto quiere aparentar que está haciendo las cosas bien en la forma, aunque en el fondo no vaya a remediarse nada.Doctorado en Antropología Social.

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La ibero, líder en educación e innovación

Pedro Rendón López y Jorge Tovalín González Iturbe_Redactores de IBERO.

La Universidad Iberoamericana fue condecorada con el Premio Jerusalem 2012. Este reconoci-miento, otorgado anual e internacionalmente por el Departamento de Actividades Sionistas, la Organización Sionista Mundial, la Municipalidad de Jerusalem y el Consejo Sionista de México, fue

recibido por el Rector José Morales Orozco, S. J.El Jerusalem es un premio al espíritu humanista de justicia

e identificación entre los hombres y los pueblos, otorgado a personas e instituciones que por su trayectoria y aportacio-nes han logrado distinguirse en México, y que a pesar de no ser judíos se han identificado plenamente con Israel.

A nombre de la Ibero, el Rector Morales Orozco dijo sentirse honrado por ser acreedora la Universidad Iberoamericana a este reconocimiento que representa lo que se hizo y lo que se hace, y al mismo tiempo ser un impulso y una invitación a que la Ibero siga siendo un instrumento de la sociedad civil

de búsqueda de relaciones armoniosas entre la comunidad de México, la judía y el pueblo de Israel.

En la ceremonia de entrega estuvieron presentes la Embaja-dora de Israel en México, Rodica Radian-Gordon; David Beja, vicepresidente de la Comunidad Sefaradí; Ariel Hojchman, presi-dente del Consejo Sionista de México; y Mauricio Lulka, director del Comité Central de la Comunidad Judía de México.

Otorgan a la Ibero el Premio Jerusalem 2012

Walmart+Ibero, en el que podrán concursar estudiantes de licen-ciatura y posgrado de instituciones públicas y privadas.

El Premio 2013 Innovación Sustentable Walmart+Ibero está abierto a la participación de alumnos de ingeniería, economía, diseño industrial o arquitectura, que radiquen en México y tengan proyectos sustentables de gestión integral de residuos, energías alternativas o eficiencia energética, uso sustentable del agua o empaques y embalajes con menor impacto ambiental.

En el lanzamiento estuvieron presentes en el presidium, por par-te de la Ibero, la maestra Patricia Espinosa, directora de la División de Ciencia, Arte y Tecnología; el doctor Jorge Ibáñez, director del Departamento de ICQ; Víctor Manuel Basaguren, presidente de la Sociedad de Alumnos de Ingeniería Química; y Andrea Espinosa, directora del Premio 2013 Innovación Sustentable Walmart+Ibero y miembro de la Sociedad de Alumnos de Ingeniería Química.

También Luis Gómez, vicepresidente de Asuntos Corporativos de Walmart de México y Centroamérica; Manuel Gómez, direc-tor de Sustentabilidad de Walmart de México y Centroamérica; Juan Carlos Belausteguigoitia, director del Centro Mario Molina; y Gerardo Pandal, director de proyectos y Energías Renovables de Guascor de México.

La Sociedad de Alumnos de Ingeniería Química, el De-partamento de Ingeniería y Ciencias Químicas (ICQ) de la Universidad Iberoamericana y Walmart México y

Centroamérica, lanzaron el Premio 2013 Innovación Sustentable

Lanzan Premio 2013 Innovación Sustentable Walmart+Ibero

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Con la participación de 150 maestros y dos mil 500 estudiantes de la Escuela Primaria Intercultural Bi-

lingüe Juan Álvarez, en la comunidad de Xochistlahuaca, Guerrero, la maestra Joan Marie Feltes, colaboradora del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (Inide), de la Universidad Iberoamericana, lidera el rescate de la cultura e identidad de dicha comunidad lingüística, al integrar el saber local a los conocimientos escolares oficiales.

Por medio de la práctica denominada Cultura e identidad con educación ambiental, coordinada por la especialista en educa-ción intercultural bilingüe, la Escuela Juan Álvarez se convirtió en uno de los veinte casos ganadores de la Cumbre de Líderes en Acción por la Educación, CLASE 2012 (encargada de hacer visibles las buenas prácticas de escuelas públicas de educación básica de distintos puntos de México), debido a la innovadora implementación de la metodología pedagógica de doble

Sylvia Schmelkes, académica de la Ibero, recibe el Premio Mundial de las Ciencias Eureka 2012

Con una trayectoria de cuatro décadas como investigadora, la doctora Sylvia Schmelkes,

directora del Instituto de Investi-gaciones para el Desarrollo de la Educación, Inide, de la Ibero, recibió el Premio Mundial de las Ciencias Eureka 2012, en la categoría Persona-lidades del Saber y las Ciencias.

Schmelkes fue parte de las perso-nalidades y organizaciones reconoci-das por sus proyectos, publicaciones y trabajo en materia educativa, en el marco de la Tercera Bienal Mundial de Educación, Estimulación y Desarrollo Infantil, realizada en el Palacio de los Congresos y Convenciones de La Habana, Cuba.

Entregado por el Consejo Mundial de Investigadores y Académicos Uni-versitarios, que incluye académicos de 32 ciudades del mundo, el Premio Mundial de las Ciencias Eureka consta de 17 categorías distintas, que reco-nocen a quienes ejerciendo su trabajo político, educativo e investigativo, proponen el camino para la construc-ción de un mundo mejor.

Además de la investigadora de la Ibero, los nominados al Premio Mun-dial de las Ciencias Eureka 2012, en la categoría Personalidades del Saber y las Ciencias, fueron Richard Visser, ministro de Salud y Deporte de Aruba; Robert Pasternak, ex ministro de Educación Especial de Estados Uni-dos, y Alberto Juantorena, presidente del Comité Olímpico Cubano.

inmersión por primera vez en una escuela indígena mexicana.

Para la maestra Feltes, quien también es coordinadora estatal del Diplomado Escuela y Comunidad, impartido por la Ibero a profesores de Guerrero, parte del éxito de dicha estrategia radica en la aceptación de que, para aprender a escri-bir y hablar tanto en español como en ñomndaa (dialecto de la zona), los niños necesitan espacios separados de práctica para las dos lenguas, así como maestros altamente capacitados en cada una.

Tal como documenta el video que re-presentantes de la Cumbre de Líderes en Acción por la Educación grabaron en su viaje a Xochistlahuaca (http://clase.org.mx/2012/), la metodología aplicada en dicho colegio ha promovido un bilingüis-mo equilibrado y un diálogo intercultural, en medio de un ambiente de trabajo colaborativo que aprovecha el entorno natural para suplir la falta de mobiliario o infraestructura.

Lidera Ibero innovador proyecto educativo intercultural en Guerrero

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Adónde ir y por qué_El ocio nos lleva por caminos de satisfacción y

entretenimiento que constituyen lo más cercano al asueto, pero también lo más cercano a la recreación, a la exploración y el goce de los sentidos.

Artes visuales_

DANZAAzul... como una ojera de mujer

Inspirada en la canción homónima de Agustín Lara, esta pieza dan-

cística interpretada por la compañía Contempodanza, que a lo largo de cinco lustros ha marcado un hito en el movimiento de la danza mexicana, se compone de varios cuadros coreográficos, entre ellos “Delirio”, “Ensayo de una pasión”, “Azul… como una ojera de mujer” y “Mambo a la Bracque”. Creada y dirigida por Cecilia Lugo, esta puesta en escena evoca la estética y el marco histórico de las películas de rumberas y las producciones cinematográficas de Juan Orol, y retoma una frase de la canción “Azul”, de Lara, como icono eminentemente femenino, territorio seductor, profundo y azul como el mar y misterioso como cada mujer, descubriéndose a cada paso. Los bailarines Guadalupe Acosta, Irvin Guerrero, Gabriela Gullco, Marely Romero, Ugo Ruiz, Leonardo Schwartz e Itzel Zavaleta, estarán acompañados por música coral ori-ginal de Eduardo González y diseño multimedia de Alain Kerriou, Sara Ramos y Carlos Sánchez.Teatro de la Ciudad de México “Esperanza Iris”, 8 de marzo

Pedro Diego Alvarado: Forma y metáfora

Forma y metáfora. Una selección de obra, 1983-2012, es la primera exposición

retrospectiva del reconocido pintor mexi-cano Pedro Diego Alvarado, que ofrece al espectador una revisión novedosa de México a través del color, la textura y vo-luptuosidad de sus bodegones, naturalezas muertas y paisajes, que dan testimonio de su aguda visión estética y de su sentir por la tierra mexicana, reconciliando en sus telas el pasado y el presente de nuestro país. En esta muestra se exhiben las pinturas tempranas donde el autor hace un merecido homenaje a sus dos maestros: Ricardo Martínez y Henri Cartier-Bresson, y reúne la obra realizada entre 1996 y 2000, donde la iconografía de Alvarado se impregna de un marcado sentimiento de intimidad, además de la producción de la primera década del siglo XXI, en la que los temas se presentan más relajados, casi lúdicos, llenando los lienzos con frutos y vegetales voluptuosos que parecieran estar a punto de desbordarse.Antiguo Colegio de San Ildefonso, hasta el 10 de marzo

Manuel Álvarez Bravo, una biografía culturalPara conmemorar el décimo aniversario luctuoso de Manuel Álvarez Bravo, referente obligado de la fotografía mexicana, se organizó esta muestra integrada por más de 300 piezas, incluidas fotografías de su autoría además de obra plástica de artistas nacionales y extranjeros que le fueron contemporáneos, arte prehispánico, carteles, libros y revistas, entre otras piezas. A decir del curador, Horacio Fernández, no se trata de una exposición tradicional de fotografía, sino que busca exhibir el universo cultural, personalidad e influencias de Álvarez Bravo, de tal forma que también están presentes las obras de artistas como Henri Cartier-Bresson, Josef Koudelka, Mariana Yampolsky, David Alfaro Siqueiros, Manuel Felguérez, Francisco José de Goya, Lucas Cranach y Rembrandt Harmenszoon van Rijn, que fueron una referencia y fuente de inspiración del destacado fotógrafo mexicano.Museo del Palacio de Bellas Artes, hasta el 3 de marzo

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ÓPERATurandot para niños

En la ópera, la literatura y la música se conjugan para permitir a los pequeños

construir mundos alternos en su imaginación, donde tienen cabida personajes fantásticos, princesas y hadas. En este espectáculo, basado en la obra homónima de Giacomo Puccini, Turandot, la legendaria princesa china vive bajo una especie de maldición por la cual todo aquel que pretenda su amor debe resolver tres enigmas; 12 jóvenes lo intentaron sin éxito antes de que Calaf saliera triunfante. Belem Rodríguez, cantante de ópera con una extraordinaria voz, interpreta a Turandot, acompañada por solistas y un coro que utilizan elementos y técnicas de la tradición teatral oriental.Lunario del Auditorio Nacional, 24 de febrero y 3 de marzo

TEATROPaisaje marino contiburones y bailarina

Dirigida y actuada por Bruno Bichir, esta pieza teatral del

dramaturgo estadunidense Don Nigro es una comedia román-tica y cáustica, en la que los protagonistas de la historia, Ben y Tracy, se conocen en circuns-tancias poco convencionales: durante un paseo nocturno en la playa Ben encuentra a Tracy ahogándose en el mar, la rescata y la lleva a su casa para que se recupere. Así comienza la historia de su romance, pero también de sus desencuentros, saliendo a la luz su naturaleza oscura que los hará confrontarse, y propiciará que el espectador se cuestione en qué consiste, al final del día, el amor.Foro Shakespeare, hasta el 27 de abril

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Cámara con funciones de smartphone

Con el sistema operativo Android 4.1 Jelly Bean, un visor de 4.8 pulgadas,

zoom óptico de x21 y sensor de 16 megapixeles, Samsung Galaxy Camera es un dispositivo inteligente que posee una alta calidad fotográfica, varios modos de disparo profesionales y nuevas opciones de edición. Asimismo, cuenta con fun-ciones características de un smartphone, entre ellas editar, compartir o publicar de inmediato cualquier imagen, consultar el correo electrónico, jugar y ejecutar las aplicaciones de la Play Store de Android.

Dispositivos e instrumentos que facilitan la vida_ El desarrollo

tecnológico cobra su mayor sentido cuando nos facilita la vida sin que ello quiera decir que nospropicie la pereza.

Sensor inteligente para el cuidado de plantas

El Parrot Flower Power es un sensor inteligente

inalámbrico que utiliza la tecnología Smart Bluetooth para informar sobre las necesidades de luz, humedad, temperatura o fertilizante que necesita la planta en la que esté colocado este dispositivo. Cuenta con una base de datos que contiene información sobre 6,000 tipos de plantas, y a través de una aplicación dedicada, exclusiva para los dispositivos móviles de Apple, el Parrot Flower Power manda una alerta al usuario, para avisar sobre las necesidades inmediatas y los cuidados que requiere la planta para su óptimo crecimiento.

Báscula inteligente para el control de peso

Fitbit Aria es una báscula de baño inteligente con Wi-Fi integrado, que ayuda en el control de peso a través del cálculo del porcentaje de grasa y el índice de

masa corporal y muscular, gracias a los electrodos de alta precisión incluidos en su superficie de cristal. Con una gran cantidad de gráficos en línea y herramientas para el celular, este dispositivo actualiza la información de hasta siete usuarios diferentes en una cuenta privada de Internet, de modo que cada uno puede disponer de sus datos con la aplicación gratuita Fitbit para iPod, iPhone y iPad, y así dar seguimiento a largo plazo al control de su peso.

Reloj de energía solar con pantalla táctil

El reloj Sunstich, creado por el diseñador británico Michael Young para la marca O.d.m., funciona a

través de energía solar y cuenta con una batería de litio, que ofrece un respaldo para los días nublados. Su pantalla táctil LCD opera en forma digital y muestra la hora ya sea con números o con las tradicionales agujas, según se prefiera. Con tecnología de vanguardia, este reloj de bajo mantenimiento y larga duración, posee una interfaz que cambia sus funciones con sólo tocar puntos específicos de la pantalla.

Memoria USB de gran capacidad

Con una longitud de aproximadamente 7 cm y elaborada en titanio resistente a los golpes, Kingston dio a conocer

su memoria USB con capacidad de un Terabyte, que representa la combinación perfecta entre mayor espacio en un menor tamaño. Única en su género, la Data Traveler HyperX Predator 3.0, cuenta con velocidades de hasta 240MB/s de lectura y 160MB/s de escritura gracias a la certificación SuperSpeed USB 3.0, y puede almacenar una gran cantidad de información, equivalente a 200 mil canciones en MP3, lo cual reemplaza el uso de un disco duro externo.