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¿QUE ES FILOSOFIA? UNA PREGUNTA ACTUAL En el panorama cultural de España suele ser lo habitual, dentro de los libros que se llaman, no se sabe a veces por qué, de pensamiento, la obra que se limita a ser un "comentario de un comentario de un comentario" de un libro lo menos importante, y que cuando no es de Aristóteles o de Santo Tomás -y en ocasiones hasta de algún clásico más reciente-, pertenece a un autor extranjero, por lo general. Por ello hay que sorprenderse, y gratamente, ante libros de investigación original y actual como el que ahora traemos ( 1) . Porque esta publicación de Gustavo Bueno es una de esas obras potentes, ricas, importantes, como hace tiempo no he visto escritas -o, mejor dicho, editadas- en España. Junto con "Razón mecánica y razón dialéctica", de Tierno; "La filosofía y su sombra", de Trías, y alguna otra obra más de estos últimos años, "El papel de la filo- sofía en el conjunto del saber", de Gustavo Bueno, es uno de esos libros a los que no hay más remedio que tornárseles en serio, y se esté o no de acuerdo con ellos -y en este caso concreto haré algunas objeciones más tarde- hay que reconocerles un nivel objetivo que sobrepasa con mucho las antiguallas neoescolásticas o carnelistico- divagatorias que nos vemos forzados a sufrir. El libro, de gran claridad expositiva, nace por un motivo concreto: Gustavo Bueno, el catedrático de Filosofía de la Universidad de Oviedo, replica a un ensayo de Manuel Sacristán "Sobre el lugar de la filosofía en los estudios superiores". Este ensayo, que a su aparición no obtuvo el eco publicístico que por su importancia me- recía -aunque me parece recordar que en la sección literaria de un vespertino se le hizo una amplia recensión-, levantó una tremenda polvareda entre los profesionales y estudiosos de la filosofía. A unos les pareció insultante, a otros muy bien y la ma- yoría prefirió ignorar el tema desde detrás de un olímpico silencio. DEFENSA DE LA FILOSOFIA ACADEMICA. Sin embargo, aquel ensayo de Sacristán era de una contundencia extrema. Su reprobación, como recuerda. Bueno, va dirigida "contra los filósofos profesionales, esos especialistas en todo y en nada que, sin dominar ninguna técnica científica, tienen la insolencia de atreverse a hablar de todo lo divino y lo humano". Pero Bueno es también un filósofo profesional, y rompe su lanza en defensa de la filosofía académica, entendida no como .sistema cerrado de reflexión metafí.sica, sino sencillamente la filo- sofía en cuanto especialidad. Y por la estructura de su libro queda bien claro que 10 hace de convicción y buena fe, no por intereses gremiales de defender el oficio en que se vive. Para ello, Bueno empieza esta divagación filosófica alrededor de sí misma; es decir, alrededor del tema de qué es filosofía, para, una vez llegado a una conclusión sobre el problema, ver en qué escaque del casillero científico encaja semejante disci- plina, parafraseando las tres proposiciones a las que reduce el ensayo de Sacristán: ."La filosofía no es un saber sustantivo", "La filosofía ha pasado a ser un saber adje- (1) El papel de la filosofía en el conjunto del saber de GUSTAVO BUENO. Editorial Ciencia Nueva. Madrid, 1970. 320 páginas, 180 pesetas',

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¿QUE ES FILOSOFIA?UNA PREGUNTA ACTUAL

En el panorama cultural de España suele ser lo habitual, dentro de los librosque se llaman, no se sabe a veces por qué, de pensamiento, la obra que se limita a serun "comentario de un comentario de un comentario" de un libro lo menos importante,y que cuando no es de Aristóteles o de Santo Tomás -y en ocasiones hasta de algúnclásico más reciente-, pertenece a un autor extranjero, por lo general. Por ello hayque sorprenderse, y gratamente, ante libros de investigación original y actual como elque ahora traemos ( 1) .

Porque esta publicación de Gustavo Bueno es una de esas obras potentes, ricas,importantes, como hace tiempo no he visto escritas -o, mejor dicho, editadas- enEspaña. Junto con "Razón mecánica y razón dialéctica", de Tierno; "La filosofía y susombra", de Trías, y alguna otra obra más de estos últimos años, "El papel de la filo-sofía en el conjunto del saber", de Gustavo Bueno, es uno de esos libros a los queno hay más remedio que tornárseles en serio, y se esté o no de acuerdo con ellos-y en este caso concreto haré algunas objeciones más tarde- hay que reconocerles unnivel objetivo que sobrepasa con mucho las antiguallas neoescolásticas o carnelistico-divagatorias que nos vemos forzados a sufrir.

El libro, de gran claridad expositiva, nace por un motivo concreto: GustavoBueno, el catedrático de Filosofía de la Universidad de Oviedo, replica a un ensayo deManuel Sacristán "Sobre el lugar de la filosofía en los estudios superiores". Esteensayo, que a su aparición no obtuvo el eco publicístico que por su importancia me-recía -aunque me parece recordar que en la sección literaria de un vespertino se lehizo una amplia recensión-, levantó una tremenda polvareda entre los profesionalesy estudiosos de la filosofía. A unos les pareció insultante, a otros muy bien y la ma-yoría prefirió ignorar el tema desde detrás de un olímpico silencio.

DEFENSA DE LA FILOSOFIA ACADEMICA.

Sin embargo, aquel ensayo de Sacristán era de una contundencia extrema. Sureprobación, como recuerda. Bueno, va dirigida "contra los filósofos profesionales,esos especialistas en todo y en nada que, sin dominar ninguna técnica científica, tienenla insolencia de atreverse a hablar de todo lo divino y lo humano". Pero Bueno estambién un filósofo profesional, y rompe su lanza en defensa de la filosofía académica,entendida no como .sistema cerrado de reflexión metafí.sica, sino sencillamente la filo-sofía en cuanto especialidad. Y por la estructura de su libro queda bien claro que 10hace de convicción y buena fe, no por intereses gremiales de defender el oficio enque se vive.

Para ello, Bueno empieza esta divagación filosófica alrededor de sí misma; esdecir, alrededor del tema de qué es filosofía, para, una vez llegado a una conclusiónsobre el problema, ver en qué escaque del casillero científico encaja semejante disci-plina, parafraseando las tres proposiciones a las que reduce el ensayo de Sacristán:."La filosofía no es un saber sustantivo", "La filosofía ha pasado a ser un saber adje-

(1) El papel de la filosofía en el conjunto del saber de GUSTAVO BUENO. Editorial CienciaNueva. Madrid, 1970. 320 páginas, 180 pesetas',

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tivo", "La Filosofía debe suprimirse como especialidad universitaria". Y ahora, antesde pasar a analizar el libro de Bueno propiamente dicho, y las soluciones que da ocree dar, debo subrayar una cosa: la importancia de aquel ensayo de Sacristán de haceunos dos años, que aparte de una tempestad de discusiones, tiene fuerza como paramotivar un libro, con diez veces más páginas, de uno de los pensadores que -en elcontexto del panorama actual de la cultura española- debe ser considerado entrelos de primera fila. Algún punto sensible en pleno centro de la diana debió tocar, yel hecho es que sigue siendo convincente.

¿QUE ES FILOSOFIA?

Buen parte de un conocrmrento profundo, sólido, sin ostentación, del pensa-miento tradicional, moderno y contemporáneo. Desde este punto de partida, constataque filosofía es, por una parte, una actividad, "filosofar", y, por otra parte, unosespecialistas en esa actividad, que llegan a unos resultados cuya acumulación se llamafilosofía. Desde un horizonte dialéctico, aunque con referencias continuas a lo másimportante del pensamiento actual no marxista, y manteniendo en todo momento unesfuerzo crítico exorcizador de dogmatismos -aunque ello no le salva de algunascaídas metafísicas-, intenta definir, en primer lugar, si la filosofía es o no un sabersustantivo; es decir, con un campo de conocimiento propio y exclusivo, que la librade ser mera palabrería sin sentido. Para ello parte de la relación entre los conceptos"organización social totalizadora" y "filosofía", de forma a establecer los distintostipos de negación de la filosofía desde las diferentes clases de "organizaciones tota-lizadoras". El paso siguiente es establecer los distintos sentidos de la expresión "sabersustantivo", en relación con la tarea filosófica. Todo esto, de hecho, y en el libroque nos traemos entre manos, no es tan lineal, sino que Gustavo Bueno viene y vapor los temas marginales relacionados, que en muchos casos deja sólo insinuados.

La posición a que llega Bueno sobre la filosofía, que quiere voluntariamenteintermedia entre la teoría metafísica -ahistórica- y la teoría sociologista -la filo-sofía como mero episodio cultural-, es que la filosofía "es una forma de totalizaciónracional crítica universal, no regional". Esta postura la opone a la actitud metafísica,de la que es antagónica. Y tras tratar a la filosofía en cuanto a sus relaciones conla lingüística, pasa a las distintas concepciones de sí misma que ha ido ofreciendo lafilosofía, las que clasifica en tres grandes grupos: metafísico, analítico y dialéctico.Todos estos grupos aparecen como no dependiendo de otros oficios, aunque sí coordi-nados con ellos, y dominante el tercero.

EL LUGAR QUE OCUPA.

Desarrolla el concepto de la "autoconcepción" de la filosofía como especiali-dad, relacionándólo .con el lugar a ocupar por la filosofía dentro de lo que llama la"república de las ciencias": "la filosofía es razón, y razón crítica" -dice GustavoBueno--; es, pues, la misma razón científica". Sin embargo, este punto me pareceque, en la exposición del catedrático de Oviedo, no queda suficientemente aclarado.

Por otra parte, en el paso siguiente, al intentar justificar la presencia de lafilosofía académica como especialidad -quizá el punto menos fuerte del libro-,pregunta: "¿Qué disciplina académica, distinta de la filosofía, podría asumir su tarea?La -respuesta es la .siguiente: ninguna". Esto replantea el problema de cuál es su tarea,y si no se admite la tesis de Bueno sobre ella, si no tiene tarea propia, como afirmaSacristán, tampoco hay disciplina. Plantear la necesidad de la filosofía académica enorden a una vocación pedagógica, de medicina del alma "individual", como haceBueno, en vez de como construcción teórica, es algo que implicaría una muy largadiscusión. Y las conclusiones me parecen abruptas y fragmentarias.

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TRES TEMAS.

En cuanto a ciertos temas que se tocan en la obra, y que están un poco inor-gánicamente incrustados en ella, quisiera puntualizar algunas cosas.

El primero de estos temas es la "Maternidad trascendental", que el autor pre-fiere citar púdicamente con las iniciales M. T., "algo así como el espacio o universoontológico", de raíz kantiana y valor metafísico, poco coherente con el espíritu gene-ral de la obra, y al que hace un comodín filosófico. Este concepto merecería unamayor definición, de forma que se viera si coincide o no con el metafísico de "Ser", yevitar que se convierta en el horizonte irracional de la razón.

En segundo lugar propone la creación de una "Noetología", a caballo entrela lógica y la psicología, que ofrezca un esquema general de la conexión entre laverdad y el error, en el proceso dialéctico del conocimiento, una normativa. Exponerun tema tan amplio en unas pocas páginas no nos parece serio. Lo cual no quieredecir que una exposición en forma de semejante propuesta disciplinaria no lo fuese.Algo semejante habría que decir del concepto de "symploké", entendido como lasrelaciones de ideas correspondientes a las relaciones mismas de la multiplicidad delo real, concepto básico para su teoría de una "república de las ciencias" de la que lafilosofía es "ciudadana".

El tercer punto al que quería referirme es la tesis de Gustavo Bueno de queel modelo canónico de la actitud filosófica es estoico. Aunque haga la distinción entre"verdadera filosofía" y "filosofía verdadera", la salida no puede ser más sorprendente.De todas formas, aquí se plantea un problema sumamente fructífero, que permitiríaconcebir un tratamiento crítico a las distintas escuelas filosóficas. Pero ello requeriríamayor desarrollo y separarlo del tema concreto estoico.

DEMASIADO MUCHO.

Este es, en general, el problema que nos plantea este sugeridor libro de Gus-tavo Bueno: todos sus apartados requirirían mayor desarrollo. Porque se trata de unaobra cuyo pianteamiento ambicioso desborda la realización, con ser ésta notable. Esun libro demasiado rico, con demasiados temas marginales y cabos sueltos. Esto noes un libro: es el esquema de por lo menos una docena. Todo está insinuado; pocoestá enteramente razonado.

Porque el libro aborda nada menos que el saber en su conjunto, y no es realistapretender -agotarlo en una obra, aunque sea tan heterogénea -en el sentido de quehay de todo, como en cajón de sastre- como la de Gustavo Bueno. Pero me pareceque lo mismo que sus fallos son resultado de sus méritos, ellos mismos constituyenun mérito: el de ser una obra abierta, viva, dinámica, dialogante. Puede resultara veces sistemáticamente confuso, pem es debido a simple exuberancia ideológica. Yaunque se discrepe de algunos puntos concretos, no por ello se puede dejar de reco-nocer la densidad e importancia de esta obra.

A todos aquellos que se han preguntado alguna vez sobre la posibilidad de lafilosofía como ciencia, o simplemente como ideología, sobre si el marxismo es ~naantifilosof'ía, o si tiene sentido la existencia de una disciplina académica llamada filo-sofía, les recomiendo que lean "El papel de la filosofía en el conjunto del saber", deGustavo Bueno. Este libro, nacido de una polémica, va a dar lugar a muchas otras.

Manttel Pizán

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GUILLERMO GARCIA MURILLO, "Hipuso de Metaponto", Rev. Filós; Univ, ~ostaRica, N9 24, 1969.

Desde los tiempos de Anaximandro hubo un esfuerzo por buscar el origendel pensar, de la física entendida como naturaleza, aquello incualificado, lo abstracto,lo indefinido del primer principio de todas las cosas. Estos argumentos dieron pie aAnaximandro para identificar a la naturaleza con una materia generadora de los seres,que retornan a ella; el apeirón, y que Aristóteles interpretó como una confusión deelementos que luego se separan por el movimiento. Este proceso de las cosas fue basadoen la ley de los contrarios, que más adelante, Alcmeón de Crotona, daría a conocer.Pero con Heráclito el pensar griego parece tomar una corriente nueva; sus doctrinasobscuras y solo conocidas por pocos devienen una dialéctica donde los principios uni-versales buscan la unidad del conocimiento en el campo sensitivo por medio de laopinión (doxa) y el medio racional que conduce de la investigación a la verdad: "lasantítesis se implantan sobre el terreno de los problemas humanos y la identidad de loscontrarios se transporta del campo de la realidad objetiva al del conocimiento y lavalorización subjetiva", dice Rodolfo Mondolfo de Heráclito (Arte, Religión y filo-sofía de los griegos). Ya con estos vislumbres del joven Heráclito, sus predecesores,Anaxínenes, Anaximandro, el mismo Pitágoras, quedarían atrás y el desarrollo de lafísica como tal, daría fundamento a la ontología con Demócrito y Platón por mediode Parménides, Heráclito pasó a considerar como primer principio, el fuego que lo"elevó este modo a considerar las cosas a la conciencia metafísica de la ley césrnica delcambio y del fluir constante", como indica W. Dilthey; sin embargo, el sentido quese pudiera dar al fuego, sería el material, no obstante, Heráclito lo consideraba comoel fenómeno intangente, causal como el agua y la tierra en una evolución por los con-trastes; aquí el juego de estar o no estar en un mismo río sin cambio alguno. Heráclito,con este juego, se le podría dar el título de relativista. Más adelante, el panorama delpensar se establecería con las bases de los presocráticos; culminaría primero por lossofistas, luego, Sócrates y más tarde, con Platón, que aunó las diversas corrientes yquitaría de la filosofía las doctrinas engañosas; habría, más que todo, un buscar losproblemas en el hombre para explicar los del cosmos.

Aparte de Heráclito y de la escuela de Pitágoras existió un filósofo acusmático,Hipaso de Metaponto, primer mártir del filosofar, llamado el apóstata entre lossuyos por haber dado a conoce~ las doctrinas pitagóricas; estas, basadas en la música;las matemáticas, la astronomía: - "Habiendo observado los pitagóricos el enlace de -lascifras con la música (el tono) de una parte, y de otra, con los conocimientos astronómi-cos, el número pudo perfectamente convertirse en algo lleno de sentido, en valor dedominio y recibir la hipóstasis mística". (J. Gregor: Pericles, grandeza y tragedia deGrecia), ahora bien, se sitúa a Hipaso de Metaponto como contemporáneo de Heráclitoy su doctrina anterior a la del Oscuro. Parece dársele a Heráclito la paternidad de ladoctrina del fuego y a Hipaso simplemente un exilado de la escuela de Pitágoras;pese a esto, Aristóteles coloca a Hipaso y Heráclito juntos. "Hipaso de Metapontoy Heráclito de Efeso, reconocen como primer principio el fuego" (Met. A llI). Paraaclarar la situación de dos personalidades, sin quitar méritos a los dos, Guillermo Gar-cía Murillo ha hecho un trabajo denso basado en los textos de Diels-Kranz. "DieFragmente der Vorsokratieer" para ver cómo Hipaso de Metaponto tuvo al fuegocomo doctrina antes que Heráclito la divulgara. "Se le puede considerar como elpitagórico más importante después de Pitágoras mismo, a pesar de haber sido muyignorado". En la exposición de los textos, García Murillo se ha preocupado por aclararpasajes, trasladados del griego, a veces del ~lemá?y l~tín respectivamente, y subrayadónde se plantean los problemas del lenguaje onginano al nuestro; los acota y pre-senta los textos con lo que creemos sea la doctrina del Metapontino. El fragmentoprincipal: "Decía que la transmutación del mundo es según un tiempo determinadoy que el Universo es limitado y siempre-movido", suscita el damos la clave del pensa-miento de Hipaso: "pero hacían al fuego principio (del Universo) y del fuego

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hacen los entes por condensación y rarefacción nuevamente se diluyen en el fuego,pues afirman que este único ser es la sustancia (sustrato) de la naturaleza". Al finalde la exposición de textos, "vida y doctrina" detalladas por Diels, según conocidosdoxógrafos, García Murillo agrega un capítulo a "textos" sobre un pasaje que nose recoge en el libro de Diels, pues no se distinguen los caracteres de dos de los men-cionados, Telauges y Brontino, estos de la misma escuela pitagórica; Telauges, hijode Pitágoras, muerto cuando la destrucción de la escuela hacia 500 a.A.

y de Brontino, el mismo problema se hace ver.Hipaso, como divulgador de la doctrina, ya que era iniciado en la escuela pita-

górica, fue expulsado de la misma y hecho "mártir del quehacer filosófico". Y parasituar el acto histórico, dilucida García Murfillo el momento, buscando la cuna delMetapontino ya que cinco fuentes fidedignas lo refieren como llegado allí cuando laescuela pitagórica se estableció. Se plantea nuestro autor, el problema de la anterio-ridad de Hipaso sobre un pasaje que se refiere a Heráclito donde se dice que fueoyente de ]enófanes de Colofón y del mismo Hipaso.

Se nos hace ver, en seis fragmentos, que primero se cita a Hipaso, luego aHeráclito. En uno de esos fragmentos se cita a Hipaso y los otros los acusmáticos,como perteneciente a la escuela de Pitágoras.

Entre los diversos aportes de Hipaso de Metaponto, señala el autor, fue elprimero en divulgar la inscripción de la esfera de doce pentágonos; por revelar estaprueba geométrica, decían los discípulos, le fue construida una tumba y así, dado pormuerto de una forma oficial, "a quién reveló la asimetría y simetría, a los indignosde participar de los tratados". Hizo cuatro discos de bronce y los usó (Glauco deRegio) como un xilófono. El castigo que recibió Hipaso fue por haber pertenecido ala escuela acusmática, que a diferencia de los matemáticos, solo oían a su maestro;éste, oculto tras una cortina. Esta comunidad de tipo religioso-filosófica-político, nopermitió que un rebelde o un reformador como Hipaso quebrantara la ley, llamada"del silencio místico", que no permitía comunicar nada al que no fuera iniciado.Hipaso, por su impiedad, -se dice- fue echado al mar.

De su doctrina, tenemos el "primer principio" [arché ) tomada y hecha suyade anteriores filósofosy que creemos sean las de Anaximandro, pues, "Hipaso es unpuente entre la doctrina inicial pitagórica y las ulteriores concepciones cosmológicasy metafísicas (también tea lógicas )". Como pitagórico, este primer principio tienefunción de número paradígma, que representaría a un dios cosmttrgo. Esta identifica-ción del fuego como "arcbé", con un número-paradigma sería la evolución en la"eternidad del fuego". Hipaso, en la investigación que sigue García Murillo, llegóa identificar este fuego como una causa material y eficiente, según Aristóteles, y comoconsecuencia, el fuego un número-divinidad o un princiPio-divinidad. El fuego hipa-siano, entonces, llega a una autonomía creadora y el principio-paradigma, originaria detodas las cosas en su fluir constante, más adelante explicado por Heráclito. Este con-cepto se afirma con las doctrinas de la unidad y pluralidad del cosmos. Nuevamente,García Murillo busca la explicación y nos la da confrontando los diversos fragmentosy doctrinas de otros exponentes, Petrón de Himera, Tales, Anaximandro, Hiketas,Antifón y Filolao, para el cual "el Universo era un conjunto de elementos opuestosreducidos a la armonía". Para Hipaso, existe un Un9, especie de "Todo", con movi-miento en el Universo. Sin embargo, notamos que en uno de los fragmentos ese Unotiene carácter de rrestar-en-transformación-periódica" y no se concilia el ser "primerprincipio" y estar asimismo en movimiento. Explica García Murillo: "El uno (Uni-verso) siempre movido contiene en su interior la parte moviente, el cosmos, que setransforma, sin afectar la unidad ni la forma acabada y total del Universo conti-nente. Este Cosmos de Hipaso sería. similar pues, al cosmos. esférico de Pitágorasen el sentido de que está dentro de algo". Luego, este Uno, con propia facultadex-nibilo "puede referirse por último a la unidad y la eternidad que hay en el uní-

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verso", aclara el autor. El pitagorismo de Hipaso halló la trascendencia en el conceptode una divinidad única. Vemos cómo Heráclito mismo, Aristóteles y Platón, afirmaronla existencia de un dios-hacedor-del-Universo. Hipaso, para explicar el desenvolvi-miento o expansión del cosmos usó los términos "condensación y rarefacción", deantiguas doctrinas adoptadas por los pitagóricos, y en Heráclito para "identificar alhacedor del mundo con la razón, "Legos" del fuego divino". García Murillo lograencontrar el significado del fuego, como origen divino con una fuerza autónoma,sea interior o exteriormente, que hace al fuego mismo, energía y las cosas "fuego",añadiéndose a su proceso. Notamos una cierta dialéctica en las cosas, y sumamenteligada a la ley de opuestos, unidad, multiplicidad, limitado, ilimitado.

El concepto del principio de las cosas en el fuego ya provenía de las ense-ñanzas de Pitágoras y de los jonios, es decir, "un principio primordial indeterminadodel cual procedían el Cosmos, los dioses y todas las cosas". ¿Plantea García Murillosobre Hipaso, el problema del número-paradigma? El número para Hipaso y paratodos los acusmáticos, era una especie de instrumento que servía a un dios-hacedor-del-mundo .. El número; era un modelo para que el dios cosmurgo escogiera, selec-cionar en el cosmos, las múltiples posibilidades de la evolución de las cosas.

"La correspondencia entre el cosmos y la geometría (euclídea ) dentro del pita-gorismo es perfecta. Como veremos, el macrocosmos o universo vendrá expresadopor el dodecaedro, y el microcosmos por la pentalfa",

El traductor y comentarista, sigue con las concepciones de Hipaso sobre lageometría. Dentro de su aporte matemático, Hipaso de Metaponto, dio los primerós .pasos al divulgar "la inscripción en la esfera de la figura sólida limitada por docepentágonos, a saber, el dodecaedro". Esta geometría pitagórica, descubierta hasta esemomento, permitió una explicación del hombre. El dodecaedro sería el símbolodel universo y la pentalfa, dentro de ese dodecaedro, representaría al hombre. Estasimbología sólo se explica corroborando las figuras con los elementos naturales "cubo-tierra, pirámide-fuego .octaedro-aire, icosaedro-agua y dodecaedro-esfera del universo".También, se debe a Hipaso, la posible reductio ad absttrdttm de la ra raíz de dos; mos-trando lo contrario de que dos sea par e impar al mismo tiempo. Pero esta pruebay la paternidad adjudicada a Hipaso no parece haberse comprobado. García Murilloalude a dos historiadores de la ciencia, Sartón y Kurt von Fritz. Dicen que el hechode probar que Hipaso se preocupó más por pentagramas y pentágonos que por losnúmeros y razones en ellos, lo habría conducido a la noción de inconmesurabilidad.

En Hipaso se identifican dos tipos de conceptos sobre el fuego, uno, comoesencia creadora y otro como un elemento participante, el alma que se unifica en elfttego-primer-pt·inciPio-de-las-cosas. Aquí, anota García Murillo, parece haber un acer-camiento a la doctrina platónica del alma, la cual, como inteligencia que es, tiene lacapacidad de ver y ser divina. .

Luego, nos reseña el autor la teoría política de Hipaso. Su acercamiento a losmodelos democráticos sobre los aristocráticos, al idear Hipaso que el pueblo nombraserepresentantes ante la asamblea. Más adelante, Hipaso pudo haber tenido el nombrede didacta, por sus enseñanzas y la divulgación de las ideas políticas de los pitagóricos.Rompió con el radicalismo de la secta que prohibía dar enseñanzas a los profanos.Dar a conocer a los ignorantes las ciencias suyas y pitagóricas era enseñar, segúnHipaso; por su divulgación, fue duramente castigado. Otra de las enseñanzas queHipaso mostró fue la de tonalidades con el fin de buscar una armonía acorde a - laexplicación que daban del universo con la teoría de "la armonía de las esferas",hecho tan propio a los primeros pitagóricos'. Por lo menos reconoce Winde1band-cita Murillo- como algo muy cierto, la importancia de la música en la vida espiritualde los pitagóricos". Hipaso dedujo que de un número dado y sacando sus mitades,tercios, cuartos, daban una diferencia en cada tonalidad. Luego, lo comprobó llenando

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vasijas de agua para ver en qué consistían esos acordes. El autor nos deduce con estaspruebas que Hipaso fue el primer experimentador: "Es desde la experiencia de dondeparte para establecer las relaciones matemáticas entre los sonidos. Hipaso, como tantosotros presocráticos y ,a través de los fragmentos que se conservan, constituye un mis-terio en ciertos aspectos de su vida y doctrina. Por ejemplo, cita Caelio Aureliano, elfragmento sexto: "Se dice que Hipallo, filósofo pitagórico, preguntado sobre quéhacía, respondió: Todavía nada; todavía nadie me envidia". Entonces, García Mu-rillo se aproxima a lo que pudiera ser el significado correspondiente. Nos dice queeste fragmento pertenece al género de la "respuesta significativa", "una anécdota,condensada en una pregunta y una respuesta sentenciosa". Poco a poco, el autor deesta exégesis, pr~cura adentrarse y después de explicitar diversos matices lingüísticos,acierta a damos una especie de "momento psicológico". El "nadie me envidie",podría significar a Pitágoras mismo, y una vez que Hipaso difundió sus doctrinas,nadie lo envidiaba de la suerte que corría. Y esta aseveración común entre los griegos,sería "un hito en la concepción de la envidia en el mundo griego, desde Hornerohasta Jámblico".

El último capítulo, García Murillo lo dedica al problema y las relaciones oacercamientos entre Hipaso y Heráclito. Afirma, muy originalmente, que Hipaso esanterior a Heráclito y por lo tanto, influyente en su doctrina. Si Hipaso fue el divul-gador de la doctrina del fuego, preparaba una visión metafísica y cosmológica, queHeráclito, posterior a él, desarrollaría en forma amplia. Se confrontan principios doc-trinales que los dos filósofos ostentan; el primer principio, la teoría relativa al universo,el fuego constituyente de un cosmos, la transmutación de las cosas y sus investigacionesacerca del alma y que ninguno de los dos pudo explicar con autoridad. García Murillonos deja así, un testimonio de lo que significó para los pitagóricos el conocimientode los primeros principios de la naturaleza. Finaliza el autor otorgando un gran res-peto por Hipaso y a Heráclito, dejándole a éste su gran fama y su título de "Oscuro",

Gerardo César Hurtado