¿Puede estar obsoleto el Cuarto Mandamiento? · ENTREMOS EN EL REPOSO DE DIOS 60 Iglesia de Dios...

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Iglesia de Dios Universal Viviendo y Compartiendo el Evangelio ¿Puede estar obsoleto el Cuarto Mandamiento?

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ENTREMOS EN EL REPOSO DE DIOS

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Iglesia de Dios Universal

Viviendo y Compartiendo el Evangelio

¿Puede estar obsoleto el Cuarto Mandamiento?

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ENTREMOS EN EL REPOSO DE DIOS

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Este folleto es gratuito. Usted puede obtener una copia electrónica en www.wcg.org/espanol e imprimirlo usted mismo. ©2003 Worldwide Church of God/Iglesia de Dios Universal Salvo indicación contraria, el texto bíblico es tomado de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional. ©1999 por la Sociedad Bíblica Internacional.

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Usted cree, ahora quiere congregarse Usted cree en Dios. Dedica tiempo a estudiar la Biblia y a orar.

Pero le falta algo…reunirse con personas con las mismas creencias. La iglesia de Dios Universal ofrece servicios de adoración semanales en

cientos de congregaciones alrededor del mundo. Quizá usted quiera visitarnos para alabar a Dios con cantos, escuchar un mensaje basado en la Biblia y co-nocer a otros cristianos que como usted, han encontrado descanso en Jesucris-to. No esperamos que los visitantes den dinero, no hay obligación, usted es nuestro invitado.

Para encontrar una congregación cercana a donde usted vive, puede es-cribir a nuestras oficinas. Para una respuesta más rápida, consulte nuestro sitio en Internet —www.wcg.org/espanol — donde encontrará las direcciones y los horarios de los servicios, así como el nombre del pastor, número telefónico y dirección electrónica. También encontrará una amplia variedad de artículos sobre temas que le interesarán. Si no tenemos una congregación cerca de us-ted, lo animamos a encontrar una iglesia cristiana que enseñe el evangelio de la gracia.

Si usted tiene preguntas acerca de la Biblia, la salvación, la vida cristiana, el arrepentimiento, el bautismo u otros temas, un pastor cerca de usted puede aconsejarlo personalmente por teléfono o concertar una cita para una discusión más profunda. Nos alegra compartir la buena nueva y ayudar a las personas a encontrar nueva vida en Cristo y crecer en esa nueva vida. Jesús dijo a sus discípulos que compartieran la buena noticia y eso es lo que nos esforzamos por hacer, en nuestros servicios de adoración y en asesoramiento personal. Dirección postal de congregaciones hispanas Argentina: Casilla 2996, Correo Central, 1000 Buenos Aires Bolivia: Casilla 2389, Cochabamba Colombia: Apartado aéreo 11430, Santafé de Bogotá, DC Costa Rica: Apartado 7700, 1000 San José Chile: Casilla 11, Correo 21, Santiago Ecuador: Apartado aéreo 11430, Santafé de Bogotá, DC. Colombia. El Salvador: Apartado postal 1852, San Salvador España: Apartado 1230, 28080 Madrid Estados Unidos: Ministerio Hispanoamericano IDU, 1729 E. Portner St. West Covina, CA 91791 Guatemala: Apartado postal 2489, Guatemala Honduras: Apartado 20831, Comayagüela México: Apartado Postal 5-595, 06502 México, D.F. Panamá: Apartado 6-6004, El Dorado Perú: Apartado Postal 01-640, Lima 100 Puerto Rico: P.O. Box 36-6063, San Juan, PR 00936-6063. Uruguay: Casilla 10976, Sucursal Pluna, 11100 Montevideo Venezuela: Apartado 3365, Caracas 1010-A INTERNET: http://www.wcg.org/espanol Email: [email protected]

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33 Algunos observadores del sábado suponen que están bien delante de Dios porque guardan el sábado. Sin embargo, no es suficiente ni necesaria la observancia del sába-do. Algunos no creyentes guardan el sábado, y algunos creyentes no lo guardan. La prueba del cristianismo no es el día de devoción, sino la Persona a quien le dan su devoción. Algunas personas que guardan el sábado lo han hecho el fundamento central de su relación con Dios. Su fe, aunque puede ser genuina, ha sido mal colocada.

Las personas que guardan el sábado pueden continuar evitando trabajar en el sábado. El nuevo pacto no requiere que cambien su proceder. Pero nuestro cambio doctrinal puede afectar su fe, es necesaria cierta adaptación. De ser así, eso es normal, y es también bueno. El punto principal es que, ya sea que guardemos el sábado semanal o no lo guardemos, nuestra fe debe estar en Cristo. Él es el único fundamento seguro. Eso es lo que el cambio doctrinal nos hace enfatizar. Se nos considera estar bien con Dios por la fe, no por las obras.

34 La palabra griega "principios" es stoicheia, la cual se refiere a cosas elementales o básicas. Así como la ley era una ordenancista que llevaba los niños a la escuela (Gála-tas 3:24), contenía reglas apropiadas para niños inmaduros. Pablo dice: "De igual ma-nera nosotros también [incluyéndose a sí mismo como judío y a sus lectores como gentiles], cuando éramos niños, éramos esclavos sujetos a los principios elementales del mundo" (Gálatas 4:3, versión Reina-Valera Actualizada). Era un enfoque externo hacia la religión, que contenía reglas acerca de qué se podía tocar o comer (Colosenses 2:20-21). Tales reglamentos parecen ser religiosos, pero no transforman el corazón, donde debe centrarse la adoración real.

35 En Romanos 2:14-15, Pablo dice que algunos gentiles hacen por naturaleza las cosas requeridas por la ley espiritual de Dios. Es altamente improbable que cualquiera observe el sábado por naturaleza.

36 No queremos que Las personas dejen de observar el sábado simplemente porque decimos que pueden hacerlo. Cada persona debe probarlo por sí misma y estar conven-cida con base en lo que encuentre en la Palabra de Dios. Cada persona debe examinar-se a sí misma para asegurarse de que está actuando en fe. Cada uno, desde luego, tiene la libertad de seguir guardando el sábado como una expresión de su amor por Dios, pero no por temor de que algo terrible les sucederá si no lo guardan.

37 La versión Septuaginta usa la forma del verbo de katapausin en Génesis 2:2.

38 Algunas personas necesitan más reglas para estructurar sus vidas, y están en liber-tad de guardar sus propias reglas, siempre y cuando lo hagan para darle gloria a Dios, y siempre y cuando su fe en cuanto a la salvación esté en Cristo y no en sus reglas. Pero no deben criticar a aquellos que tienen reglas diferentes a las suyas.

39 Jesús mostró que, aun bajo el antiguo pacto, era algunas veces necesario trabajar en el sábado para guardar la ley espiritual. A diferencia de los mandamientos morales que Jesús amplificó en el Sermón del Monte, guardar el espíritu de la ley nos conduce automáticamente a observar la letra de la ley del sábado. Una vez más, vemos aquí que el sábado no es como los otros mandamientos.

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La Biblia dice “Acuérdate del sábado, para consagrarlo” (Éxodo 20:8). Al pueblo de Dios se le dijo que reposara en el séptimo día de cada semana. Sin embargo, la mayoría de los cristianos hoy en día no observa el séptimo día sábado –dicen que está obsoleto. Éste folleto explica el porqué.

¿Deben los cristianos observar el séptimo día sábado? ¿Es el mandato lo suficientemente claro como para requerir que las personas pierdan sus em-pleos y aíslen a sus familias? No – el único lugar en el que se manda guardar el sábado es, en un pacto que el Nuevo Testamento llama obsoleto. Es verdad que el Nuevo Testamento no dice explícitamente que el sábado es obsoleto. De hecho, dice mucho más, que todo el antiguo pacto es obsoleto. Dice que el cristiano no tiene que guardar la ley de Moisés. Dice que una gran catego-ría de ley ya no es requerida, y nunca les dice a los cristianos que guarden el sábado. Ninguno de los argumentos sabáticos prueba que el sábado está to-davía vigente.

Si el sábado fuera requerido, es sorprendente que el Nuevo Testamento nunca repitiera el mandato. Tiene espacio para muchas otras clases de man-datos, desde besos santos hasta evitar la idolatría, pero nunca manda el sá-bado. Nunca critica a nadie por quebrantarlo. Pablo trató con numerosos pro-blemas del vivir cristiano, pero nunca le dijo a los esclavos ni a otros, cómo guardar el sábado. Él enlista numerosos pecados que pueden impedir que una persona entre al reino de Dios, pero él nunca menciona el sábado. Si el sába-do es importante, el silencio del Nuevo Testamento es sorprendente.

No queremos condenar ni a los que observan el sábado ni a los que no lo observan. Ninguno de estos enfoques del día sábado es inherentemente más justo que el otro. Los cristianos quizá tengan diferentes opiniones sobre este tema, y la Iglesia de Dios Universal les da la bienvenida a sus servicios a to-dos los cristianos.

Investiguemos, pues, los argumentos sobre la observancia del sábado y veamos si prueban con las Escrituras que la observancia de este día es reque-rido para los cristianos hoy. Examinaremos la evidencia más o menos en el orden en que aparece en la Biblia. Veremos que el Nuevo Testamento trata el sábado de una manera significativamente diferente de como lo hace el Anti-guo Testamento.

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El sábado en el principio PREGUNTA: Dios reposó en el séptimo día de la creación. ¿Fue enton-ces cuando creó el sábado? ¿Se mandó guardar el sábado desde la creación, aun antes que pecara la humanidad?

RESPUESTA: El Génesis nos dice:

1) Dios creó el mundo en seis días. 2) Para el séptimo día, la creación estaba completa. 3) Dios reposó [hebreo: sabatizó] en el séptimo día. 4) Él bendijo el séptimo día y lo santificó (Génesis 2:2-3).

Sin embargo, hay varias cosas que el Génesis no nos dice:

1) No dice que los humanos reposaron. 2) No dice que los humanos deberían seguir el ejemplo de Dios. 3) No dice que se les dijo a los humanos que reposaran. 4) No dice que Dios les enseñó a Adán y a Eva en el sábado. 5) No dice que Dios creó el sábado. 6) No dice que los humanos observaron el sábado.

El hecho es que ni siquiera es claro si Dios bendijo sólo un día (el séptimo día de la semana de la creación) o cada séptimo día desde ese tiempo en adelante. La semana de la creación fue única. No esperamos que la actividad de Dios en el primer día se repita en todo primer día de cada semana. Lo que hizo en el cuarto día no afecta a los miércoles subsecuentes. Y lo que hizo en el séptimo día de la creación --reposar de toda la obra que hizo-- no se repite cada semana de ahí en adelante. Él reposó solamente una vez.1

Los humanos no tienen la capacidad de imitar la actividad de Dios. Los humanos no pueden crear por seis días. Por lo tanto, no pueden reposar de crear en el séptimo día. No pueden imitar todo lo que Dios hizo. Si a los humanos se les dijo que imitaran un aspecto específico de la semana de la creación, reposar, no se nos dice nada de esto en el Génesis. La Escritura menciona varios mandatos que se les dieron a Adán y a Eva, pero no hay insinuación alguna acerca de un mandamiento sobre el sábado, ya sea antes o después de que pecaron.2

Aún más, si cada séptimo día fuera santo, no se nos dice nada de cómo se debería observar.3 La manera como a Israel se le ordenó que observara tiempo santo no es necesariamente la manera como los patriarcas hubieran observado tiempo santo.4 El descanso de Dios al terminar la creación puede proveer un patrón para un mandamiento sobre el sábado siglos más tarde, de la manera como proveyó un patrón para el año sabático, pero el patrón no prueba que el mandamiento mismo del sábado existió antes de Moisés.

A pesar de esto, algunos eruditos sabatistas del séptimo y del primer día piensan que la impresión total de la Escritura es que el sábado existió desde el séptimo día de la creación. Ellos, desde luego, tienen la libertad de guardar el sábado. Sin embargo, nosotros no podemos usar "una ordenanza de la

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24 Por ejemplo, algunos pueden preguntar: ¿Fue hecho el sábado para exaltar a Dios o para beneficiar al hombre? Si usamos el versículo 27 para tratar de contestar la pre-gunta, lo estaríamos usando fuera del contexto y tratando de leer algo que no está en el texto. De la misma manera, torcemos el contexto e imponemos en el versículo si lo usamos para contestar preguntas semejantes a: ¿Fue hecho el sábado en la creación? --o, ¿Fue hecho el sábado para todos los hombres o sólo para los israelitas? Estas pre-guntas son inapropiadas para este versículo, Jesús estaba diciendo que el sábado fue hecho para beneficio del hombre; no estaba comentando sobre otras cuestiones.

25 La palabra que Jesús usó para "desatar" (lu) puede también significar "quebrantar". En Juan 5:18 los fariseos acusaron a Jesús de "quebrantar" el sábado.

26 Hoy nos referimos a varias emergencias como "el buey en el hoyo". Sin embargo, Jesús no estaba basando su argumento en la urgencia de la situación. La sanidad era una necesidad humanitaria, pero no una necesidad de emergencia. Jesús podía justifi-car sus actividades de sanidad de la misma manera refiriéndose al buey en el hoyo o a la necesidad ordinaria de desatar un animal y llevarlo a beber agua. Su punto no era la urgencia, sino una necesidad ordinaria.

27 Si el trabajo durante el sábado realmente deshonraba a Dios, entonces el sábado tendría prioridad sobre los hombres en necesidad y los bueyes en los pozos, ya que la adoración correcta de Dios es más importante que las vidas humanas y de los bueyes. Si el descanso absoluto era esencial para la adoración, entonces los observadores del sábado debieran dejar que las casas se incendiaran, ya que eso vendría a ser solamen-te una pérdida monetaria y el honor de Dios es mucho más importante que nuestros objetos materiales. Esto indica que el mandamiento de descansar en un día específico es un asunto ceremonial en vez de moral. La ley espiritual de Dios no hace ninguna excepción.

28 Los gentiles temerosos de Dios asistían frecuentemente a las sinagogas en el sába-do, pero ellos no observaban necesariamente el día absteniéndose de todo trabajo. Aparentemente los rabinos no consideraban necesario que los incircuncisos guardaran el sábado.

29 Si los cristianos normalmente asistían a las sinagogas, Lucas no hubiera tenido la necesidad de comentar que la costumbre de Pablo era ir a la sinagoga en el sábado. Lucas no dice es "nuestra" costumbre; sólo de Pablo. Cuando Pablo estaba en Éfeso con Aquila y Priscila, él fue solo a la sinagoga (Hechos 18:19). Aquila y Priscila no fueron a la sinagoga con Pablo, aunque ellos eran judíos.

30 Por décadas, nosotros hemos entendido correctamente que los legalistas enseñaban que los gentiles convertidos tenían que circuncidarse y guardar la ley de Moisés para ser salvos. Entendimos que Santiago mencionó cuatro prohibiciones, y que aparte de ellas, los gentiles convertidos no tenían que observar la ley de Moisés. Sin embargo, comúnmente limitábamos "la ley de Moisés" a los sacrificios y otras cosas que no que-ríamos hacer. Como se mostró en la anotación final 6, todo lo que Moisés escribió --el Torá en su totalidad-- se consideraba parte de la "ley de Moisés".

31 El sábado es una sombra prefigurativa de la salvación en Cristo. De esta manera, la doctrina más importante del nuevo pacto (Cristo) se incluye dentro de los Diez Manda-mientos.

32 Si pensamos que Pablo se está refiriendo a días especiales de ayuno, estamos le-yendo cosas que no están en el texto. El vegetarianismo al que Pablo se refería era un estilo de vida diario, no una restricción hecha sólo en ciertos días. Cuando Pablo escri-bió a la iglesia romana, la cual consistía de miembros judíos y gentiles, y mencionó que algunos pensaban que ciertos días eran mejores que otros, muchos lectores concluirían que él se está refiriendo al sábado cautelosamente.

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17 El pueblo se quejaba acerca de las lunas nuevas en la misma manera como se que-jaban acerca de las restricciones del sábado (Amós 8:5). Aunque el Pentateuco no prohíbe comerciar en las lunas nuevas, aparentemente así es como se observaban en los días de Amós.

El pueblo guardaba los días, pero contra su voluntad. Dios los criticó mayormente por su injusticia social. Oseas 2:11 incluye igualmente las lunas nuevas entre "sus días de reposo" que se observaban en Israel. Debido a que la injusticia prevalecía en toda la nación, Dios amenazó con detener toda esa adoración hipócrita.

18 David dijo que sus hombres eran santos; no se habían acostado con mujeres (1 Samuel 21:5). Pero esto no hacía que fuera legal para ellos comer el pan que sólo se les permitía comer a los levitas. Jesús claramente dijo que David había hecho algo que no era legal.

19 El trabajo de los sacerdotes se permitía porque Dios había ordenado que lo hicieran en el sábado. Pero Jesús no se concentró en el mandamiento de Dios; él enfatizó la presencia del templo. El templo simbolizaba el sistema del antiguo pacto en su totali-dad.

20 El cristianismo rechaza ambos, el templo y los sacrificios, aunque algunos cristianos judíos continuaron participando en ambos mientras el templo estaba en pie. Jesús es más importante que esos ritos y ahora ya han sido anulados. Jesús es también más importante que el sábado, lo que da a entender que él lo ha reemplazado, así como reemplazó los ritos. Al defender sus actividades en el sábado, Jesús puso al sábado en la misma categoría legal que el pan de la proposición, los sacrificios y el templo físico, los cuales han sido anulados.

21 Los fariseos estaban preocupados acerca del trabajo en sí, no acerca del empleo u ocupación. No estaban preocupados acerca de si se le pagó a alguien por cortar espigas o por sanar. Jesús tampoco trató ese asunto.

Aunque él nunca cobró por las sanidades que hizo, nunca usó eso como excusa para justificar por qué la sanidad se podía hacer durante el sábado. La sanidad es otra de las obras de misericordia que se pueden hacer durante el sábado sea pagada o no.

22 Jesús nunca usó la palabra para crear; él usó egeneto, que regularmente se traduce "vino a ser". Esta palabra no hace alusión al relato de la creación (la Septuaginta no usa egeneto en Génesis 2:2-3), ni tampoco se puede enfatizar la palabra castellana "hizo", ya que no está en el griego.

23 Los rabinos enseñaron que los gentiles debían observar leyes que datan desde el tiempo de Noé, y el sábado no era parte de esos requisitos (Ver la Jewish Encyclopedia o la Encylopedia Judaica, la Enciclopedia Judía o la Enciclopedia Judaica). Aunque el número de las leyes noecianas y las prohibiciones varían, las listas no incluían el sába-do. Los rabinos veían el sábado como la circuncisión, como algo que diferenciaba al pueblo judío de otras naciones.

El libro de Jubileos del segundo siglo a.C., presenta el punto de vista que parece haber sido común: "El Creador de todo lo bendijo, pero no santificó a ningún pueblo o nacio-nes para observar el sábado con la excepción de Israel. Sólo a ellos les concedió poder comer y beber y observar el sábado sobre la tierra" (Jubileos 2:31, citado de James Charlesworth, editor, The Old Testament Pseudepigrapha [Doubleday, 1985], vol. 2. p. 58.).

Aunque el sábado siguió el patrón de la semana de la creación, Deuteronomio 5:15 dice que el sábado fue dado a los israelitas porque Dios los había sacado de Egipto. Eso indica que no fue dado a otras naciones. Los gentiles no tenían una relación con Dios según cierto pacto.

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creación" que se implica o se deduce, como prueba de lo que se requiere al pueblo de Dios en nuestros días.

No hay evidencia en la Biblia que Dios mandó la observancia del sábado antes de los días de Moisés. Génesis dice que Dios reposó, pero en ningún lugar dice que a los primeros humanos se les mandó seguir su ejemplo. Antes que los humanos pecasen, vivían en un tiempo bendito y santo, en el cual estaban en un estado de paz con Dios, confiados y obedientes. Ellos no tenían que trabajar en la misma manera que lo hicieron después. Ellos no tenían que separar un día para tener comunión con Dios, porque ya la tenían continua-mente. El primer ser humano no necesitaba descansar en el segundo día de su vida.

Dios bendijo el séptimo día y lo santificó, pero eso no quiere decir que él requirió que el pueblo reposara en él. Como lo muestra el año del jubileo (Levítico 25:8-12), el tiempo puede ser santo sin que se requiera un reposo. En los días de Moisés, la semana de creación se utilizó como un patrón para mandar el séptimo día sábado, pero ese patrón no prueba que el sábado ya existía como un mandato desde la creación.

Por supuesto, si Dios manda el sábado, entonces debemos guardarlo, aun si tenemos que ajustar nuestro itinerario, sufrir financieramente y alienar a nuestras familias. Pero si Dios no requiere el sábado, entonces sería un error poner ésta carga innecesaria sobre alguien. Cuando el efecto en nuestras vidas es tan grande, necesitamos asegurarnos de que tenemos un claro man-dato de Dios, no solamente una dudosa inferencia. Génesis no manda el sá-bado, nunca menciona la palabra y nunca muestra a alguien observándolo.

Abraham obedeció todos los mandamientos de Dios (Génesis 26:5), pero esto no quiere decir que él observó todos los festivales anuales, sacrificó el primogénito de sus animales u observó alguna de las otras leyes que Moisés dio. Éste versículo nos dice que Abraham obedeció todas las leyes que eran aplicables a él, pero no nos dice cuáles leyes eran aplicables. El Talmud judío dice que Abraham no guardó el sábado; los judíos creen que el sábado fue dado, como lo describe la Biblia, mediante Moisés al pueblo Israelita.

PREGUNTA: Cuando Dios declaró el séptimo día santo, ¿quiso eso de-cir que él estaba presente en ese día?

RESPUESTA: Dios está presente en todos los días. Él está presente en todo lugar. Dios es santo, pero la santidad no indica necesariamente la presencia de Dios en alguna manera extraordinaria. Los levitas eran santos, los sacrifi-cios eran santos, los utensilios del templo eran santos, etc., pero esa santidad no implica que la presencia de Dios estaba en esas cosas. Por el contrario, santidad quiere decir que las cosas estaban apartadas para usos específicos. Cuando Dios santificó el sábado, o lo hizo santo, él especificó cómo debería usarse. Él nunca dijo que está "presente" en ese día en particular.

Hoy, Cristo está presente en su pueblo de una manera especial siempre que dos o tres se congregan en su nombre. Él ha prometido estar con noso-tros siempre, hasta el fin del mundo (Mateo 18:20; 28:20).

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PREGUNTA: El sábado fue ordenado en Éxodo 16, antes de que fuera ratificado el antiguo pacto. ¿Quiere esto decir que continuó en vigor aun después de haberse terminado el antiguo pacto?

RESPUESTA: No podemos suponer que todo mandamiento que se dio antes del pacto sinaítico está todavía en vigor simplemente por haberse dado antes de que se ratificara el antiguo pacto. Los sacrificios fueron instituidos antes de Moisés. La circuncisión fue ordenada a los israelitas antes de Moisés, pero no es requerida por la Iglesia hoy, excepto en una transformación espiritual. De la misma manera, otros mandamientos precedentes al pacto sinaítico ya no están vigentes bajo el nuevo pacto. No seleccionamos corderos en el 10 de Abib o untamos su sangre en los dinteles de las puertas. No consagramos al Señor nuestro primogénito masculino. No recogemos la comida cada día ni recogemos doble porción en el sexto día. No permanecemos dentro de nues-tras casas en el séptimo día.

Cuando la Iglesia Primitiva se reunió para decidir si los conversos gentiles deberían guardar "la ley de Moisés" (Hechos 15:5, Versión popular, en todas las citas, a menos que se mencione otra), los mandamientos que se dieron antes del pacto sinaítico por medio de Moisés hubieran sido considerados parte de la "ley de Moisés". El Torá de Moisés incluía no sólo los sacrificios, sino todos los otros reglamentos de los cuales Moisés escribió, ya fueran an-tes del pacto sinaítico o después.5 "La ley de Moisés" no es requerida para los cristianos hoy. Pedro dijo que otras reglas eran un yugo difícil de llevar (Hechos 15:10), el cual no era requerido para los gentiles (vers. 28-29).

En el análisis de Pablo, también, Éxodo 16 no se consideraría obligatorio para los cristianos. Al igual que otras partes de la ley de Moisés, Éxodo 16 se añadió 430 años, o más, después de que le fue dada la promesa a Abraham y, por tanto, no afectó la promesa (Gálatas 3:17). Los judaizantes querían que los cristianos gálatas guardaran no sólo las leyes ceremoniales, sino "to-da la ley" (Gálatas 5:3). Todo el Torá se fue junto con la circuncisión.6

Algunas de las leyes instituidas antes del pacto sinaítico son, desde lue-go, válidas todavía, como se puede demostrar por medio de las escrituras del Nuevo Testamento. Pero otras de esas leyes no lo son. No podemos usar Éxodo 16 para lo que se requiere de los cristianos hoy. Si el sábado es toda-vía un requisito, necesitamos demostrarlo por medio de otras escrituras.

En Éxodo 16, Moisés le dijo al pueblo que el séptimo día sería un día de reposo, un día santo de reposo (vers. 23). Nada en ese pasaje implica que el séptimo día era santo antes de esto.7 El Eterno, por medio de Moisés, dio nuevas instrucciones conjuntamente con el maná que les estaba dando a los israelitas. Les dijo que cocinaran toda su comida por adelantado (vers. 23) y que no salieran de sus tiendas (vers. 29). Hemos admitido por décadas que estas ordenanzas no eran obligatorias para los cristianos aunque se dieron antes de que se ratificara el antiguo pacto. El hecho de que estos manda-mientos del sábado se dieron antes del pacto sinaítico no quiere decir que son un requisito hoy. El punto de Pablo en Gálatas 3 es que las obligaciones que se dieron después de Génesis 15 no tienen relación con el pacto de la prome-sa que los cristianos han heredado. La circuncisión también muestra que la antigüedad de la ley no prueba su continuidad en el nuevo pacto.

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válidos. Los otros nueve son eternamente verdad, pero el sábado no lo es. No podemos suponer que es como los otros nueve

13 El mandamiento de trabajar seis días es tan importante como el de descansar en el séptimo. El mandamiento se da en términos físicos, no en términos espirituales. En el Antiguo Testamento, el reposo fue una parte mucho más importante del sábado que la adoración.

Había una "convocación santa" en el sábado (Levítico 23:3), pero no era requerido para las personas estar en esa reunión. No les hubiera sido posible a la mayoría de los israe-litas reunirse en el tabernáculo cada semana; ellos sencillamente tenían que descansar en su casa.

14 El mandamiento del sábado puede dividirse en detalles específicos (cuál día de la semana, y qué hacer), en lo práctico (necesitamos descansar) y en lo espiritual (nece-sitamos adorar y tener compañerismo con Dios). El espíritu de la ley es, desde luego, el último aspecto, y diremos más acerca de esto más adelante en este escrito. Esa es la parte que es eternamente válida. Y lo práctico todavía es práctico --el amor por el pró-jimo quiere decir que el patrón le da al empleado un día para descansar.

Pero el nuevo pacto no especifica cuál día debe ser éste, ni tampoco dice que todas las culturas deben adorar en el mismo día. Y el nuevo pacto no nos indica que debemos ir al antiguo pacto para ver cuál día es apropiado.

15 ¿Es el sábado todavía requerido para los cristianos israelitas pero no para los cris-tianos gentiles? Esto se puede explicar en tres maneras: 1) Dios salva a los judíos en la misma manera en que salva a los gentiles (Hechos 15:9, 11). Todos son salvos por fe; el nuevo pacto se aplica a todos. Dios no requiere que un grupo observe leyes diferen-tes de las que observan los demás.

A Pedro se le permitió vivir como gentil (Gálatas 2:14). Para Dios no hay judío ni grie-go, esclavo o libre, hombre o mujer. Los acuerdos y condiciones de nuestra relación con Dios son los mismos. Si el sábado es requerido para uno, lo es para todos. 2) Como el libro de Hebreos explica, el antiguo pacto ha caducado y eso quiere decir que ha caducado para los hebreos. 3) La relación de los judíos con Dios fue como la de un matrimonio, y la muerte rompe las obligaciones del matrimonio. Pablo usó esa analo-gía, diciendo que los judíos e israelitas "mediante la muerte de Cristo han muerto con él a la ley", de manera que ellos pueden pertenecer al Cristo resucitado (Romanos 7:1-4).

En sentido figurado, ambos, israelitas y gentiles, están comprometidos en matrimonio con Cristo, y las obligaciones de los pactos previos no tienen validez para ninguno, sea judío o gentil, porque han muerto a la ley por medio de Cristo. El cristianismo es un nuevo matrimonio, un nuevo pacto. "Pero ahora hemos muerto a la ley que nos tenía bajo su poder, quedando así libres para servir a Dios en la nueva vida del Espíritu y no bajo la vieja ley escrita" (vers. 6).

16 Hebreos 3:12-19 iguala la desobediencia y la incredulidad. Números 14 enfatiza su incredulidad, aunque en innumerables ocasiones sus murmuraciones y rebeldía contri-buyeron a esta condición. Ezequiel 20 enfatiza el quebrantamiento del sábado y la idolatría que caracterizaba a los israelitas en el desierto. A pesar de la presencia del tabernáculo, el pilar de nube y de fuego, y el ciclo semanal del maná, los israelitas tenían un corazón opositor.

Ezequiel criticó a la nación en su día por pecados similares. Los sacerdotes no trataban los utensilios del templo como santos, no enseñaban al pueblo las leyes de impureza, no enseñaban el sábado, reclamaban tener autoridad divina cuando no la tenían, y cometían injusticias sociales (22:26-31). Todas éstas eran apropiadas para Israel en los días de Ezequiel, pero no todas son apropiadas en nuestros días.

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sacrificios.

7 El versículo 28 dice: "¿Hasta cuando van ustedes a seguir desobedeciendo mis man-damientos y mis enseñanzas?" Esto no quiere decir que el sábado existía antes de este incidente. Los israelitas no sabían nada acerca del sábado antes de que Moisés se los dijera, y no podían rehusar obedecer un mandamiento que no conocían. Pero después de que Moisés les habló acerca del sábado, algunos de los israelitas rehusaron obede-cer en un sábado. Dios no se estaba refiriendo al quebrantamiento persistente del sá-bado, sino a la desobediencia persistente de cualquiera de los mandamientos que él les había dado. Habían estado murmurando de continuo.

8 El uso de la palabra "santo" en el Antiguo y Nuevo Testamentos revela una diferencia en énfasis. Esto no prueba nada, pero sí es una evidencia interesante. En el Antiguo Testamento, Dios es santo, su nombre es santo, y él es el Santo (la palabra aparece aproximadamente 100 veces). En el Nuevo Testamento "santo" se le adjudica a Jesús más frecuentemente que al Padre (aparece aproximadamente 14 veces y 3 veces, respectivamente), pero con más frecuencia al Espíritu (90 versículos). El énfasis ha cambiado de Dios estando apartado y siendo diferente a Dios entre su pueblo.

El Antiguo se refiere a gente santa (nazareos, sacerdotes y la nación) aproximadamen-te 36 veces; el Nuevo, aunque es más corto que el Antiguo, se refiere a gente santa (los cristianos) aproximadamente 50 veces. El Antiguo se refiere a lugares santos 110 veces; el Nuevo sólo 17 veces, comúnmente en relación con los lugares del antiguo pacto, como el templo.

El Antiguo se refiere a objetos santos aproximadamente 70 veces; el Nuevo sólo 3 veces, como metáforas de gente santa. El Antiguo se refiere a tiempos santos en 19 versículos; el Nuevo Testamento nunca dice que el tiempo sea santo. Si el tiempo santo es tan importante para Dios y si todavía es un mandamiento prueba, es raro que el Nuevo Testamento nunca lo menciona.

En ambos Testamentos, Dios es santo, y la santidad proviene de él, pero la manera en que la santidad afecta a las personas es diferente. El énfasis del Nuevo Testamento en la santidad tiene que ver con personas y con su comportamiento, no con cosas, lugares y tiempos especiales.

9 Se afirma en algunas ocasiones que sólo Dios puede hacer las cosas santas, pero esto no es verdad. Levítico 27 describe cómo las personas pueden dedicar o consagrar cosas al Señor y, por consiguiente, esas cosas llegan a ser santas. En una manera similar, las personas pueden dedicar un día al Señor (en ayuno, por ejemplo), y de esa manera el día viene a ser santo para ellos, designado para uso divino. Esto, sin embar-go, no afecta al sábado puesto que la Biblia es clara en que Dios santificó el sábado.

10 En la versión Reina-Valera Actualizada, la traducción del vocablo es "conmemora", pero es el mismo vocablo hebreo y el mismo tiempo. El significado de la palabra coinci-de con conmemorar y observar.

11 La raíz del mandamiento del sábado puede estar ya sea en el ejemplo de la semana de la creación o en el éxodo. En la experiencia espiritual de los cristianos, ambos even-tos se han reemplazado. Somos una nueva creación, llamados a salir de la esclavitud espiritual, y a ver a Cristo como el evento definitivo en nuestra situación espiritual.

12 El sábado es el único de los Diez Mandamientos que no se puede observar en la Nueva Jerusalén. En ese tiempo nadie querrá quebrantar las leyes de Dios. No tendrán deseos de adorar a otros dioses o de hacer ídolos o de tomar en vano el nombre de Dios. No querrán deshonrar a nadie, matar, adulterar, robar, mentir o codiciar. Pero no podrán trabajar seis días y reposar en el séptimo, porque el ciclo del día y de la noche cesará. Esta es una evidencia más de que no debemos suponer que el mandamiento del sábado sigue siendo válido hoy simplemente porque los otros nueve son todavía

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PREGUNTA: Dios hizo el séptimo día de cada semana santo (Éxodo 16:23). Si Dios hace algo santo, ¿permanece santo para siempre?

RESPUESTA: No. En el Antiguo Testamento, varios lugares eran santos: el lugar alrededor de la zarza que ardía, el sitio sobre el que estaba el Lugar Santísimo en las varias localidades del tabernáculo, y un área en el monte donde estaba el templo, pero no tenemos razón alguna para creer que la tierra en tales lugares es todavía santa. El pan de la proposición era santo, pero una necesidad humana pudo causar que se usara para propósitos ordi-narios.

Los levitas fueron en un tiempo santos, por tener un papel especial en la adoración, pero ya no tienen ese estado especial. Después del éxodo, los primogénitos masculinos humanos y la primera cría de los animales eran san-tos (Éxodo 13:1-2), pero ya no son santos, por lo menos en la misma mane-ra. El año del jubileo (Levítico 25:12) ya no es santo.

En el templo, el Lugar Santísimo era santo, pero su clasificación de santo fue anulada al morir Cristo, cuando el velo se rasgó en dos. Jesús dijo que el tiempo había llegado en que la adoración estaba disociada de lugares santos (Juan 4:21-24).8

Las leyes de santidad le decían a Israel como adorar a Dios. Y aunque podríamos pensar que las leyes de adoración, las cuales nos dicen cómo mos-trarle amor a Dios, son las más importantes, el hecho es que muchas de las leyes de adoración del antiguo Israel son ahora obsoletas. Dios no espera que nosotros le adoremos en la misma manera en que los Israelitas lo hacían.

Aunque el Nuevo Testamento no dice específicamente que tales cosas ce-saron de ser santas, nos da un marco para entender por qué no lo son. El antiguo pacto, el cual las declaró santas, ha caducado y, por tanto, ya no son santas. Aun los primogénitos de animales, que se declararon santos antes de que se ratificara el antiguo pacto, han dejado de ser santos porque fueron santificados en el contexto del antiguo pacto, en el cual Dios separó física-mente a su pueblo de otras naciones.

En el Antiguo Testamento se declararon santos el pueblo, los tiempos y los lugares, pero tales cosas pueden convertirse en ordinarias, a menos que Dios las designe para un uso especial.9 No podemos suponer que el sábado es todavía santo simplemente porque lo fue en un tiempo. Si vamos a enseñar que el sábado es un requisito, debemos tener evidencia de que Dios todavía aparta el día y le dice a su pueblo que use ese día específico de alguna mane-ra específica.

Además, aun si descubrimos que el sábado continúa siendo santo, no po-demos suponer que el reposo físico es todavía una parte esencial de su santi-dad. La palabra "santo" no quiere decir automáticamente "reposo", y debe-mos depender de Dios para obtener instrucciones sobre cómo tratar sus cosas santas. En resumen, no queremos edificar nuestra doctrina sobre el sábado en suposiciones, no importa cuán buenas o reverentes parezcan ser. Quere-mos edificarlas sobre pruebas bíblicas.

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PREGUNTA: El cuarto mandamiento comienza con: "Acuérdate". ¿No indica esto que el sábado existía mucho antes del pacto sinaítico?

RESPUESTA: No. No es necesario que tenga ninguna referencia histórica, y ciertamente no requiere que ésta sea del todo antigua. Simplemente puede ser una referencia a Éxodo 16. Cuando Dios hizo el pacto con Noé, Noé le prometió recordarlo (Génesis 9:15). No se estaba refiriendo al pasado distan-te, sino a algo que había hecho en ese mismo día. En Éxodo 13:3, Moisés le dijo al pueblo: "Acuérdense de este día".10

En la versión de Deuteronomio de los Diez Mandamientos, el cuarto man-damiento comienza con: "Ten en cuenta". Eso es lo que Éxodo 20 da a en-tender cuando dice: "Acuérdate". El apóstol Pablo escribe: "Acuérdate de esto", y luego cita un proverbio (2 Corintios 9:6; Santiago 5:20). No se esta-ba refiriendo al pasado, sino simplemente estaba diciendo que algo se tenía que recordar en el futuro. También se puede decir: Acuérdate de esto que voy a hacer. El término acuérdate no es prueba de antigüedad. No implica ninguna permanencia.

PREGUNTA: ¿Son los Diez Mandamientos un "fundamento" válido y permanente de la ley espiritual de Dios? ¿Permanecen los Diez Man-damientos como una ley eterna? El sábado es uno de los Diez Man-damientos. ¿No deben los cristianos guardar los Diez Mandamientos?

RESPUESTA: Todas las palabras de Dios tienen autoridad. Sin embargo, Dios ha comunicado muchas palabras a los humanos que no implican requisitos en la actualidad. Muchas de las leyes que Dios ha dado son nulas. Él dio la ley de la circuncisión tanto como la ley del sábado. Dios mismo ordenó que los pri-mogénitos masculinos se le dedicaran a él; él mismo ordenó que se edificaran altares. Para discernir cuáles de estas leyes son todavía válidas, tenemos que buscar todo el consejo de Dios y usar debidamente la palabra de verdad.

Los Diez Mandamientos no estuvieron separados del antiguo pacto; éstos constituían el antiguo pacto (Éxodo 34:28). Eran el preámbulo y el funda-mento del pacto. Fueron grabados en tablas de piedra, pero eso no indica permanencia. El apóstol Pablo se refirió a las tablas de piedra en 2 Corintios 3, contrastando el antiguo pacto con el nuevo, contrastando las letras graba-das en piedra con el Espíritu morando en el corazón humano.

El antiguo pacto fue glorioso, pero el nuevo pacto es mucho más glorioso y ha hecho que el antiguo se desvanezca. Los Diez Mandamientos eran, y todavía lo son, un paquete de leyes glorioso, pero el nuevo pacto ha sustitui-do ese paquete. Aunque Dios escribió el pacto en piedra con su propio dedo, éste ha caducado.

Hebreos 8:6 nos dice que el nuevo pacto se ha establecido, y el versículo 13 nos dice que el antiguo pacto ha caducado. Éxodo 34:28 nos dice que el antiguo pacto lo constituían los Diez Mandamientos. Sin embargo, si los Diez Mandamientos todavía están vigentes de la misma manera, ¿cómo se puede decir que el antiguo paquete ha caducado? Debemos prever una diferencia, una diferencia entre el pacto de Abraham y el pacto sinaítico, una diferencia

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Anotaciones finales 1 En la semana de la creación, el séptimo día (a diferencia de los otros seis días) no tiene un final. La creación física continuó siendo completa (Hebreos 4:3). Dios le pudo haber enseñado a Adán y a Eva en el séptimo día, pero esta actividad de enseñanza no se consideraría como trabajo en el sentido sabatario. Sin embargo, Dios está ahora trabajando (Juan 5:17). Uno de sus trabajos es el de volver a crear o redimir. Dios pudo haber reanudado su trabajo creador cuando Adán y Eva pecaron y su trabajo redentor se hizo necesario.

2 Se le dijo a Adán que les diera nombres a los animales, y él lo hizo de inmediato. También se les dijo a Adán y a Eva que cultivaran y cuidaran el jardín, y podemos su-poner fácilmente que ellos lo empezaron a hacer de inmediato el día siguiente. Puesto que era el trabajo de Dios, habría sido permitido hacerlo en el sábado, de la misma manera que los sacerdotes podían hacer el trabajo de Dios en el sábado. Ellos en reali-dad no llegaron a trabajar mucho, para que necesitaran reposar. Génesis 3:19 da a entender que el trabajo en el jardín no era muy laborioso, ni siquiera llegaron a sudar. Dios tuvo compañerismo con ellos en el sexto día, y es de suponer que lo tuvo también en el séptimo, y desde ese momento en adelante en los días subsiguientes. Para los seres humanos, en el Génesis, todos los días eran iguales.

3 "Santo" no quiere decir "reposo". Todo el año de jubileo era santo (Levítico 25:12), e involucraba descanso agrícola, pero no requería el cese de toda labor. "Santo" simple-mente significa que algo ha sido apartado para un uso especial. Si Dios santificó el séptimo día de cada semana, él lo designó para un uso especial. Sin embargo, no se nos dice cómo se debería usar. Los humanos pudieron haberlo usado para actividades de adoración, pero eso es una especulación, ya que no se nos dice nada acerca de la observancia del séptimo día antes de Moisés. Para Adán y Eva, el séptimo día de la creación fue quizá un tiempo de compañerismo entre Dios y los hombres. Miles de años más tarde, el séptimo día de cada semana fue designado el día formal de adoración y reposo para Israel.

4 Se nos dice que Abraham guardó los requisitos, mandamientos, decretos y leyes de Dios (Génesis 26:5), pero no podemos suponer, por lo que se le dijo más tarde a Is-rael, que Abraham sacrificó todos los primogénitos de los animales, o que guardó los festivales anuales o que hizo algo diferente en el séptimo día de cada semana. El versí-culo nos dice que Abraham fue obediente, pero esto simplemente no nos dice cuáles estatutos y decretos eran vigentes en su día. Si aseguramos que Abraham guardó to-dos los requisitos del antiguo pacto, daremos a entender que el pacto de Abraham fue el mismo que el pacto sinaítico, lo cual contradice Deuteronomio 5:3. El pacto de Abra-ham se basaba en la fe; el pacto sinaítico se basaba en los Diez Mandamientos.

5 La "ley de Moisés" incluye ritos de purificación después del parto (Lucas 2:22), de la circuncisión (Juan 7:22-23), profecías del Mesías (Lucas 24:44; Hechos 28:23), la ley acerca de ponerles bozal a los bueyes (1 Corintios 9:9) y leyes que requieren la muerte como condena (Hebreos 10:28). De manera que incluye leyes ceremoniales, leyes civiles, profecías y principios generales. Aparentemente todo lo que Moisés escribió se consideró parte de la "ley de Moisés".

6 Se ha asegurado que Gálatas 3:19 se refiere solamente a leyes de los sacrificios y que los sacrificios se añadieron a la ley de Dios después de que el pueblo pecó. Esto es erróneo. Primero, el antiguo pacto mismo contenía instrucciones para los sacrificios (Éxodo 20:24; 23:18); no fueron una instrucción agregada después. Segundo, Pablo, quien fue educado como un rabino, pudo fácilmente especificar a cuáles aspectos de la ley se refería, si sólo se refería a una porción de ella. En su lugar, él quiso decir "toda la ley" (Gálatas 5:3), la ley que contenía las historias patriarcales (Gálatas 4:21-22) y las condenas civiles (Gálatas 3:10). Era el Torá, todo de lo que Moisés escribió. Tercero, es improbable que los judaizantes reclamarían que los cristianos gálatas deberían hacer

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En resumen, descubrimos que como cristianos no nos hemos acercado "al monte que se podía tocar, al fuego encendido", eso es, al monte Sión (12:14-18). Muy al contrario, nos hemos acercado "al monte Sión, a la ciudad del Dios vivo, a la Jerusalén celestial". Nos hemos acercado a "la reunión de millares de ángeles, a la asamblea de los primogénitos que están inscritos en los cielos". Nos hemos acercado a "Dios el juez de todos, a los espíritus de los justos ya hechos perfectos, a Jesús el mediador del nuevo pacto, y a la san-gre rociada que habla mejor que la de Abel" (12:22-24).

Este es el reposo de Dios, el reposo que queda para el pueblo de Dios, la herencia de los santos, y ya hemos entrado en él. "Mirad que no rechacéis al que habla" desde este monte, el monte Sión, se nos amonesta. Nuestros co-razones son fortalecidos por la gracia, no por alimentos ceremoniales. Come-mos de un altar nuevo, un altar desde el cual el antiguo pacto no ofrece dere-cho a comer. Esperamos la Jerusalén que viene; la ciudad anterior no tiene lugar para nosotros. Nuestros sacrificios son sacrificios de adoración, y son ofrecidos mediante Jesús por labios que confiesan su nombre. El fruto de nuestras vidas es el fruto del amor a medida que Dios obra en nosotros lo que le es agradable a Él a través de Jesucristo (12:25-13:21). El propósito de Hebreos sin duda no es de obligar a los cristianos a observar el mandamiento del sábado. El propósito de Hebreos es de exhortar y amonestar a los creyen-tes cristianos a mantener su fe en Jesucristo a pesar de toda oposición y de ninguna manera ceder a la presión, aun presión de muerte, de las sinagogas a abandonar su fe en Jesús por algo ahora débil e inferior que Dios ha trans-cendido por medio de su único Hijo.

Algunos cristianos dejan de trabajar un día de la semana como una disci-plina espiritual personal para ayudarles a encontrar tiempo especial para la devoción espiritual. Esto está bien, pero no es lo mismo que creer que el sá-bado semanal es obligatorio para los cristianos. La ley del Sinaí ya no define al pueblo de Dios. Ahora, ni la circuncisión, ni los sábados, ni restricciones dietéticas son señales de quien pertenece al reino del Padre celestial. En cam-bio, Dios ha hecho a judíos y a gentiles su propio pueblo por un nuevo medio, Jesucristo.

Pablo escribió: "Él es nuestra paz, quien de ambos nos hizo uno. El derri-bó en su carne la barrera de división, es decir, la hostilidad; y abolió la ley de los mandamientos formulados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos hombres un solo hombre nuevo, haciendo así la paz. También reconcilió con Dios a ambos en un solo cuerpo, por medio de la cruz, dando muerte en ella a la enemistad. Y vino y anunció las buenas nuevas: paz para vosotros que estabais lejos y paz para los que estaban cerca, ya que por medio de él, ambos tenemos acceso al Padre en un solo Espíritu" (Efesios 2:14-18).

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entre el pacto sinaítico y el pacto cristiano. La mayoría de los mandamientos se repiten en el Nuevo Testamento, pero no el del sábado. El Nuevo Testa-mento no critica a nadie por quebrantar el sábado. El antiguo pacto, como una colección de leyes, tuvo aplicación sólo hasta la venida del Mesías (Gála-tas 3:19; Hebreos 9:10). Las leyes fueron perfectamente apropiadas para las circunstancias de Israel, pero no todas son requeridas para los cristianos hoy. En algunos casos, las leyes del antiguo pacto son buenas descripciones de la conducta moral y se pueden citar en el Nuevo Testamento. En otros casos, describen prácticas específicas que no son requeridas actualmente.

El antiguo pacto fue una mezcla de leyes morales, civiles y ceremoniales. Una ley moral puede estar en medio de reglas ceremoniales, y viceversa. Aunque podemos clasificar esas leyes de acuerdo con su función, las Escritu-ras no lo hacen. La única vez que se les da un lugar o nombre especial a los Diez Mandamientos es cuando se les llama el antiguo pacto (Éxodo 34:28; Deuteronomio 4:13).

El Nuevo Testamento no hace distinción entre los Diez Mandamientos y cualquier otro grupo de leyes. No les da ningún nombre en particular o nin-guna clasificación especial. Los escritores del Nuevo Testamento puede que citen algunos de los Diez Mandamientos y alguna otra ley de otra sección del Pentateuco (Romanos 13:9; Mateo 19:18-19; Marcos 10:19; Santiago 2:8-11), sin indicación alguna de que los Diez Mandamientos tienen mayor autori-dad que otras leyes. De hecho, los más grandes mandamientos no se encuen-tran entre los Diez Mandamientos (Mateo 22:36-40). Si hay acaso algún agrupamiento consistentemente en el Nuevo Testamento, son los últimos seis mandamientos, los primeros cuatro no se citan con los otros. No podemos suponer que los Diez Mandamientos, en su totalidad, deben permanecer jun-tos.

Los Diez Mandamientos contienen algunas porciones temporales así como algunas verdades perdurables. Se dieron en el contexto de la salvación física; principian con: "Yo soy el Señor tu Dios, que te sacó de Egipto, donde eras esclavo" (Éxodo 20:2; Deuteronomio 5:6). En Deuteronomio 5, el sábado se ordena como un recordatorio del éxodo. Se dio en ese contexto histórico.11

Además, en los Diez Mandamientos, Dios dice que él "castiga la maldad de los padres que me odian, en sus hijos, nietos y bisnietos" (Éxodo 20:5). Esto se aplica a las bendiciones y maldiciones físicas del antiguo pacto, pero no se aplica a las bendiciones espirituales del nuevo pacto. Hoy, Dios no cas-tiga a los hijos por los pecados de sus padres.

Lo anterior muestra que porciones de los Diez Mandamientos son apro-piadas para Israel y que no todo en los Diez Mandamientos debe considerarse como verdad eterna. Aunque la mayor parte de los Diez Mandamientos son todavía válidos, no podemos suponer que todas sus partes lo son.12 No po-demos suponer la validez continua de la ley del sábado simplemente porque se dio con otras leyes que tienen validez continua, especialmente cuando el Nuevo Testamento dice que ese paquete ha caducado. No podemos suponer que todos los Diez Mandamientos deben mantenerse juntos. Los cristianos generalmente están de acuerdo en que nueve de los Diez Mandamientos es-tán vigentes aún hoy. Los últimos seis mandamientos se encuentran citados

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varias veces en el Nuevo Testamento –pero es un error asumir que el man-damiento del sábado también es un mandamiento para hoy. Estamos pregun-tando si todos los Diez Mandamientos son requeridos todavía --no podemos asumir por adelantado que todos los Diez tienen que mantenerse juntos. Ne-cesitamos ver lo que la Biblia dice acerca de esto.

La Biblia hace referencia a los Diez Mandamientos, como grupo, sólo en tres lugares. Se les llama el pacto que Dios hizo con su pueblo por medio de Moisés (Éxodo 34:28; Deuteronomio 4:13) –y éste pacto está ahora obsoleto (Hebreos 8:13). A los cristianos no se les requiere guardar “la ley de Moisés” (Hechos 15). El código de la ley de Moisés, aunque contiene algunas leyes eternamente válidas, también contiene algunas leyes temporales que se vol-vieron obsoletas cuando vino Jesucristo. Todos los cristianos están de acuer-do en que algunas de estas leyes dadas por Dios llegaron a ser obsoletas; la pregunta ahora es, si la lista de las leyes obsoletas incluye al sábado. No po-demos juzgar a la ley por otras causas –no podemos asumir que es válida, ni tampoco podemos asumir que está obsoleta.

Aunque algunos de los mandamientos se encuentran citados en varios lu-gares del Nuevo Testamento, el único lugar en el Nuevo Testamento donde los Diez Mandamientos son mencionados como grupo es en 2 Corintios 3. Allí, Pablo habla de las tablas de piedra, cuando el rostro de Moisés estaba res-plandeciendo en gloria (vv. 3, 7). Claramente, Pablo está hablando de los Diez Mandamientos. Note lo que él dice: Ellos son la letra que mata, un mi-nisterio de muerte y condenación, los cuales vinieron con gloria, pero su glo-ria está ahora extinguiéndose (vv. 6-11). En contraste, el nuevo pacto es un ministerio que trae vida, es mucho más glorioso y es un ministerio que no se extingue. Pablo no elogió a los Diez Mandamientos como parte de la manera de vivir del cristiano. Por el contrario, él señaló maneras en las cuales el evangelio de Jesucristo es diferente a los Diez Mandamientos. Ellos eran parte de un ministerio que estaba extinguiéndose. Ya que Pablo dice que el ministe-rio de la letra estaba extinguiéndose, no debe ser sorpresa si encontramos que uno de los Diez, era un mandamiento temporal. Algo de esas tablas de piedra estaba extinguiéndose; no podemos asumir que todos los Diez Man-damientos son eternos.

PREGUNTA: ¿No declara Éxodo 31:16 que el sábado es un pacto per-petuo entre Dios y su pueblo?

RESPUESTA: Sí, pero también lo era la circuncisión (Génesis 17:13) y el pan de la presencia (Levítico 24:8). La misma palabra hebrea se usa para decir que el Día de la Expiación es una ordenanza perpetua y que el sacerdocio levítico continuaría (Levítico 16:29; Éxodo 29:9; 40:15). Obviamente, la pa-labra hebrea no significa eterno. El pacto que Dios hizo con los Israelitas aho-ra está obsoleto (Hebreos 8:13). Dios le dio a los Israelitas el sábado como una señal entre Dios y los Israelitas (Éxodo 31:17). El sábado hizo a los Is-raelitas diferentes de otras naciones -- pero Pablo dice que las leyes que se-paraban a los judíos y los gentiles, han sido abolidas por la cruz de Cristo (Efesios 2:11-18).

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de Egipto, donde se habían convertido en esclavos, a la Tierra Prometida. Por medio de Moisés, Dios hizo un pacto con ellos en el desierto de Sinaí (Deute-ronomio 4:13; 9:11).

La señal del pacto fue el sábado semanal (Éxodo 31:13). Cada séptimo día, el pueblo de la antigua Israel debía descansar de sus labores físicas (Éxodo 20:8-10). Recordaban que Dios creó todo lo que hay, y que hubo un tiempo cuando los humanos estaban en reposo con Dios en su creación (Éxo-do 20:11-12). Recordaban que los humanos rechazaron el gobierno de Dios sobre ellos y se alejaron de Él.

Los israelitas recordarían también que habían sido esclavos en Egipto, clamando bajo trabajo forzado sin ningún descanso (Deuteronomio 5:15). Al reposar de sus obras el séptimo día, los israelitas experimentaron un sabor del reposo divino; lo que la vida fuera si los humanos creyeran a Dios y con-fiaran en Él por todo, si otra vez estuvieran en reposo con su Creador. El sá-bado semanal era la señal del pacto de Dios con la antigua Israel. El cuerpo y la sangre de Jesucristo es la señal del pacto de Dios con todo el que cree el evangelio (Juan 6:53-57; Lucas 22:19-20; Hebreos 10:19-20). El sábado semanal era una sombra del descanso divino en Cristo (Colosenses 2:16-17). Mediante la fe en Él, entramos en el reposo divino (Hebreos 4:3).

Para que la antigua Israel permaneciera en la Tierra Prometida, tenían que continuar honrando el sábado (Isaías 58:13-14). Entonces, uno podría razonar, ¿acaso no tiene sentido que para mantener la posesión de la vida eterna en el reino de Dios de ahora mismo, debemos también continuar ob-servando el sábado? No, no lo tiene.

Ese es precisamente el punto de Hebreos. En Cristo, Dios ha hecho un nuevo pacto con los humanos. Es mucho más grande que el antiguo, y todo lo que vino antes está sobrepasado en él y completamente transcendido por él; tanto así que el pacto anterior y todo lo que abarcaba está ahora obsoleto (Hebreos 8:6-13). El libro de Hebreos es una declaración de la suma superio-ridad de Jesucristo a todo lo que cualquiera haya considerado de valor religio-so, y una amonestación a poner toda nuestra confianza y esperanza en él.

Consideremos lo que el libro de Hebreos nos dice: Jesús es superior a to-das las anteriores formas de comunicación divina (1:1). Jesús es la represen-tación exacta de la naturaleza de Dios. Él es el agente de la creación de Dios, el sustentador y gobernante del universo y el redentor de pecados (1:2-3). Jesús es superior a los ángeles (1:4-14). Solamente Jesús salva a su pueblo, con quien se identifica y por quien sufre (2:1-8). Mantengamos nuestra con-fianza en Jesús, quien es superior a Moisés (3:1-6). Los cristianos entran al reposo prometido por Dios solamente al confiar en Jesús (3:7-4:13). Jesús es superior al sacerdocio israelita (4:14-5:10). Heredemos las promesas de Dios por medio de la fe en Cristo y la paciencia en su sufrimiento (5:11-6:12). Nuestra esperanza es segura y cierta debido a Jesús (6:13-20). Jesús es su-perior a los sumos sacerdotes antiguos, y el pacto en el cual sirve de media-dor es superior al de ellos y tiene promesas superiores (7:1-10:18). Debido a que estas cosas son ciertas, pongamos nuestra confianza, esperanza y fe solamente en Jesús, perdurando todas las pruebas y dificultades con nuestros ojos puestos en él (10:19-12:12).

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Y hay algo más que debemos notar. La Tierra Prometida de los israelitas se llama el reposo de Dios (Hebreos 3:11, 18). Comenzamos a reconocer que el sábado semanal describía y señalaba hacia un futuro descanso mucho más grande que un día a la semana; aun para la antigua Israel. Señalaba el "re-poso" de entrar, poseer y habitar en la Tierra Prometida. Pero hay una sorpresa aún más grande. Ese reposo de habitar sin peligro en la Tierra Prometida, el reposo al que solo aquellos que creyeron a Dios entra-ron finalmente, no era aun el reposo final. "Si Josué les hubiera dado el repo-so, no se hablaría después de otro día" (Hebreos 4:8). Había todavía un repo-so para el pueblo de Dios, un reposo final al cual todos los reposos anteriores solamente podían señalar.

"Temamos, pues, mientras permanezca aún la promesa de entrar en su reposo, no sea que alguno de vosotros parezca quedarse atrás" (Hebreos 4:1). ¿Quién entra a este final y mayor reposo? "Los que hemos creído sí entramos en el reposo" (vers. 3). ¿Cómo se puede retar nuestra entrada en ese reposo? Siguiendo el ejemplo de desobediencia e incredulidad de los is-raelitas (vers. 11).

Dios fijó cierto día para la antigua Israel bajo Josué, llamándolo "hoy", cuando podían por la fe entrar al reposo que les había prometido en la Tierra Prometida (Hebreos 3:7-11). La generación anterior no había podido entrar debido a su incredulidad. Después, por medio de las palabras de David, Dios fijó otro día, llamándolo también "hoy" cuando los miembros del pueblo de Dios que le crean puedan entrar en el reposo preparado para ellos (4:7).

El reposo sabático que queda para el pueblo de Dios (4:9) es un reposo al que se entra por medio de la fe en Cristo, y consiste en salvación eterna. Es el reposo de Dios. Es el reino del cielo, el reino de Cristo. No entramos en él por medio de nuestras propias obras (4:10), sino por la fe (4:3). ¿Cuál es el propósito, entonces, de este pasaje en Hebreos acerca de entrar en el re-poso de Dios? Cada vez que leemos "por tanto" en las Escrituras debemos leer cuidadosamente lo que precede, porque el "por tanto" es el propósito de lo que ha venido antes. Hebreos 4:14 dice: "Por tanto, teniendo un gran su-mo sacerdote que ha traspasado los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra confesión". Ese es el propósito.

Es el punto de toda la Biblia: Creer en Jesús. El punto no es que el man-damiento del sábado dado a la antigua Israel es obligatorio para los cristia-nos, como los maestros sabatarios tratan de decir. Cuando Dios terminó la obra de la creación, reposó en las cosas buenas que había hecho (Génesis 2:2, 3:8), y le dio a Adán y Eva reposo con Él en el jardín (Génesis 2:8-9). No tomó esfuerzo doloroso para hacer al jardín producir. Simplemente disfru-taron su fruto al cuidar el siempre abundante jardín, y reposaron en el gozo de su comunión con Dios libre y sin restricción.

Pero luego entró el pecado, y con él alejamiento de Dios (Génesis 3:1-10). Adán y Eva ya no reposaban con Dios. Fueron expulsados del jardín y tuvieron que vivir por el sudor de su frente (Génesis 3:17-19). A su debido tiempo, Dios llamó a Abraham y le prometió que sus descendientes algún día heredarían la tierra que Dios le mostró (Génesis 15:12-21). Alrededor de 480 años después, Dios envió a Moisés para llevar a aquellos descendientes fuera

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El sábado y nuestra relación con Dios

PREGUNTA: ¿Es el mandamiento del sábado una ley moral o una ley ceremonial?

RESPUESTA: Los sabatarios comúnmente afirman que los Diez Mandamientos están en la categoría de ley moral, pero no hay prueba bíblica para suponerlo así. La expresión "ley moral" proviene de los teólogos que procuran clasificar las leyes del Antiguo Testamento de acuerdo con su propósito principal.

En general, las leyes civiles son sobre detalles de la manera como los humanos se tratan recíprocamente como una sociedad. Las leyes ceremonia-les son sobre asuntos específicos de adoración (por ejemplo, especificando que la becerra debe ser roja, o que el sacerdote debe tocar el dedo gordo del pie). Las leyes morales son sobre aspectos más fundamentales de nuestras relaciones con Dios y los humanos, la manera en que nos llevamos los unos y con los otros. Muchos teólogos dicen que las leyes morales del Antiguo Tes-tamento tienen validez continua.

El mandamiento del sábado tiene que ver con nuestra relación con Dios a la vez que con nuestra relación con los humanos. Nos dice que no debemos requerir que nuestros sirvientes trabajen siete días a la semana, de manera que en ese sentido es moral, ya que tiene que ver con relaciones interperso-nales. La ley asegura que los sirvientes tengan tiempo para descansar y ado-rar. Sin embargo, desde el punto de vista humano, un día de la semana ven-dría a ser tan bueno como el otro para descansar. El requisito de que el día de descanso sea específicamente el séptimo día de la semana no es un asun-to interpersonal. Fue especificado por Dios y era un detalle de adoración.

Con respecto a la adoración, nuestra relación con Dios necesita tiempo. El sábado fue hecho para beneficio humano, no porque la santidad de Dios lo necesitaba. Pero, ¿es el período específico de tiempo el aspecto fundamental y esencial de nuestra relación con Dios? En el antiguo pacto, se requería un tiempo específico para trabajar y un tiempo específico para descansar.13 Pero en el nuevo pacto, la base de nuestra relación con Dios es la fe, no un tiempo específico. Todavía se hace necesario el tiempo, pero el nuevo acuerdo que Dios nos ha dado no especifica el día, la frecuencia ni el término de tiempo.

El valor general de adoración del mandamiento del sábado permanece; los humanos necesitan tiempo para adorar. No obstante, no debemos supo-ner que los detalles específicos ordenados (cesar de trabajar específicamente en el séptimo día) son características esenciales de la relación con nuestro Creador.14 El día y la noche dejarán de existir (Apocalipsis 21:25), pero nues-tra relación con Dios permanecerá para siempre. El sábado no es una parte esencial o permanente de esa relación. Dios mismo no observa el sábado. No es parte de su carácter. Por tanto, no juega un papel directo en nuestra

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transformación espiritual para llegar a conformarnos a su imagen. El sábado no es un fin en sí mismo, es sólo un medio para un fin.

Si Dios nos dice, desde luego, que descansemos en cada séptimo día, descansaremos. (Hemos demostrado nuestra buena voluntad de hacerlo por muchos años.) La cuestión no es nuestra buena voluntad, sino si el nuevo pacto nos dice que descansemos en el día séptimo. Debemos obedecer a nuestro Señor, desde luego, pero lo que enseñemos como mandamientos no puede basarse en suposiciones acerca de los Diez Mandamientos (que todos son morales, o que deben permanecer juntos como un paquete). Nuestra doctrina acerca del sábado debe basarse en declaraciones bíblicas y no en suposiciones.

PREGUNTA: En la antigua Israel, los que quebrantaban el sábado eran apedreados hasta morir (Éxodo 31:14; 35:2; Números 15:32-36). ¿Demuestra esta severa pena la importancia del sábado, de que no es sólo un ritual?

RESPUESTA: Éxodo 31:14 muestra que "ser cortado" era un castigo tan seve-ro como el de ser ejecutado (ver también Levítico 20:2-3). Quienes violaban el pacto sinaítico no podían seguir considerándose como parte del pueblo del pacto, tenían que ser exiliados o ejecutados. Números 15:30-31 dice que cualquier pecado voluntario debería ser castigado con el exilio de la persona de su pueblo. Esto se ilustró directamente con el caso del hombre que fue encontrado recogiendo leña en el sábado. Su rebelión fue desafiante y por eso tuvo que ser apedreado. Deliberadamente estaba rechazando el pacto.

Sin embargo, las violaciones de la ley moral no fueron las únicas viola-ciones del pacto con castigos severos. Las violaciones del pacto también tení-an que ver con rituales de adoración tales como usar una receta sagrada para hacer incienso (Éxodo 30:33), una persona impura que comiera del sacrificio de reconciliación (Levítico 7:20-21), sacrificar un animal en un lugar inapro-piado (Levítico 17:4), acercarse demasiado al tabernáculo en momentos es-pecíficos (Números 1:51) y profetas que dijeran tener autoridad divina pero cuyas predicciones fallaran (Deuteronomio 18:20-22). Todos ellos deberían ser cortados o ejecutados. La severidad del castigo no es prueba de que aquellas leyes en particular continúan en vigor en el nuevo pacto.

Esto muestra la importancia del sábado en el sistema del antiguo pacto como una señal y como parte de las tablas del pacto. Los israelitas quebran-taron todos los aspectos del pacto, y fueron castigados con las maldiciones que se añadieron al pacto (Levítico 26, Deuteronomio 28). Su desobediencia en relación con el sábado, al igual que su desobediencia en relación con los ritos de adoración, fue una señal externa de su incredulidad.16 Las bendicio-nes fueron físicas, y las maldiciones fueron físicas, características del antiguo pacto, pero no del nuevo.

Los judíos fueron castigados nuevamente en el año 70 d.C., pero la razón

por este castigo no fue el quebrantamiento del sábado. Su principal pecado en el primer siglo fue el rechazo del Mesías, quien era de mucha más impor-

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La ley no puede salvar. Solamente puede declarar que todos son trans-gresores (Gálatas 3:19). Su función ha terminado (vers. 23-25). Los creyen-tes están ligados a Cristo, y no a la ley de Moisés (4:24-31). No hacen juego; no están al mismo nivel (5:2-6). Una suplanta a la otra. Lo antiguo debe des-vanecer a favor de lo nuevo (2 Corintios 3:7-11). El árbol no puede crecer a no ser que la semilla muera y brote.

La gloria del segundo es mayor que la gloria del primero. El primero no tiene gloria en comparación. La ley de Cristo suplanta la ley de Moisés (Juan 1:17). Todo el consejo de Dios a la luz de Cristo con respecto al sábado es que el reposo de Dios no es un mero día de 24 horas, pero en cambio es vida eterna, la vida de la nueva creación en Cristo. Se entra ahora mismo median-te la fe en el Hijo de Dios, y después de la muerte, la disfrutaremos para siempre con cuerpos glorificados como el de Cristo (Filipenses 3:21), hacien-do las obras de Dios en unión y en armonía con Él en el cielo nuevo y la tierra nueva.

Es por esa razón que es tan vacío insistir que el mandamiento del sábado semanal todavía está en vigor. El hacerlo es lo mismo que decir que no cree-mos que ese verdadero descanso está ahora disponible. Viene siendo seme-jante a insistir que los mandatos sobre los sacrificios todavía están en vigor, o que las leyes de las carnes limpias e inmundas y otras leyes de purificación todavía están en vigor. Decir eso sería como decir que no creemos que el verdadero sacrificio se ha hecho, ni que la verdadera purificación ha ocurrido.

Los sabatarios entienden completamente el punto acerca de los sacrifi-cios. Saben que los mandamientos sobre los sacrificios cayeron en desuso al cumplirse el singular sacrificio del Cordero de Dios. Pero el concepto de que el verdadero reposo está ahora disponible por medio de Jesús a todos los que creen no es algo que están preparados para aceptar. Una razón es que mu-chos maestros sabatarios no han comprendido el objetivo del libro de Hebreos, especialmente en su discusión del reposo sabático que queda toda-vía para el pueblo de Dios.

Una lectura de Hebreos 3 y 4 nos muestra que los israelitas que murieron en el desierto no entraron en el reposo que Dios les tenía en la Tierra Prome-tida. La razón por la cual no entraron en ese reposo fue que no creyeron la promesa de Dios (Hebreos 3:19). La historia en Números 13 y 14 y Salmos 95 nos muestra que no creyeron que Dios podía y haría lo que había dicho que haría por ellos. No creyeron que Dios derrotaría a los cananeos delante de ellos y les daría la tierra. No confiaban en Él.

Utilizando esta historia de incredulidad como su ejemplo, Hebreos 3:12 advierte a los cristianos: "Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de voso-tros un corazón malo de incredulidad que os aparte del Dios vivo". Se enfatiza claramente que la confianza en Dios es indispensable para entrar en el reposo prometido por Dios, y que la desobediencia específica acerca de la cual se le advierte al pueblo de Dios aquí es la desobediencia de increduli-dad o falta de fe. Además, la fe específica que se reclama en el libro de Hebreos es fe en Jesucristo para la salvación (Hebreos 2:1-4; 3:1, 14; 10:19-23).

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to nunca mencione tan importante mandamiento. Tiene lugar para toda otra clase de mandamientos, incluyendo besos santos, pero ninguna ocasión para ordenar el guardar el sábado. Se hacen vastas declaraciones con respecto a las leyes del antiguo pacto, pero nunca se dice: "Excepto el sábado". Si el sábado es esencial, es sorprendente que nadie es jamás criticado por ignorar-lo.

En su lugar, el sábado es un asunto indiferente. Las personas están en li-bertad de descansar en ese día si lo hacen para el Señor. Están en libertad de usar el día también de otras maneras, si están viviendo para el Señor. Aun pueden trabajar en ese día si tienen fe de que Cristo les ha dado en verdad esa libertad. Cada uno debe estar completamente convencido, porque lo que no proviene de fe, es pecado.36

Tampoco el Nuevo Testamento nos dice que cualquier otro día de la se-mana debe ser el día de reposo. Los creyentes tienen libertad de reunirse en el día séptimo de la semana, o en cualquier otro día. Pablo predicó todos los días de la semana.

Entremos en el reposo de Dios El reposo espiritual eterno es el reposo que Dios le ofrece a los creyentes,

y es un reposo al que no se entra separando un día a la semana, sino por la fe, al creer en el que Dios envió (Hebreos 4:3). Muchos cristianos equivoca-damente creen que el sábado fue cambiado del séptimo día, sábado, al pri-mer día, domingo. En otras palabras, aplican el mandamiento del sábado al domingo. Pero la Biblia no hace tal cambio.

El sábado cristiano en la Biblia no es un día de la semana. El sábado cris-tiano es la vida del reino en la cual los creyentes entran por medio de la fe en Cristo. No es un día entre siete; es la suma total de nuestra vida en Cristo por siempre jamás. La Biblia nos dice que Dios invita a los humanos a entrar en su propio descanso infinito, el descanso sabático en el cual la obra del reino es la única obra que se efectúa.

Aunque el sábado semanal fue importante y tuvo su lugar vital por un tiempo, ahora que Cristo ha venido, Dios no desea que nos contentemos con un mero precursor. Él desea que tengamos la verdad (Colosenses 2:16-17).

El precursor era un indicio de lo verdadero. Era una especie de vistazo dentro del reposo eterno que algún día Dios proveería por medio del Mesías. Pero ahora que lo verdadero está disponible, no vale la pena insistir en que todavía necesitamos el indicio.

Pablo fue inflexible en cuanto a este asunto con los gentiles creyentes en las iglesias de Galacia. Ciertos judíos les habían dicho que no podían pertene-cer al pueblo de Dios a menos que fueran circuncidados y guardaran la ley. Pablo dice que no es así. El estar ligado a la ley del Sinaí no es estar ligado a Cristo.

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tancia que el sábado. Ellos rechazaron el nuevo pacto. Jesús fue el "manda-miento prueba" del primer siglo. La fe en Cristo es ahora el requisito en el cual depende nuestra salvación y eternidad. En resumen, Dios castigó a los israelitas por el quebrantamiento del sábado debido a que el sábado era un requisito en el tiempo en que vivían y por el pacto bajo el cual vivían. Pero eso no puede probar que los detalles físicos del sábado son todavía requeri-dos en una nueva era. PREGUNTA: El sábado es un pacto perpetuo que muestra que el Crea-dor es quien santifica a su pueblo (Éxodo 31:13-17). ¿Deben los cris-tianos hoy guardar este pacto perpetuo como una señal de que son el pueblo del Creador?

RESPUESTA: El sábado fue dado para varios propósitos. Éxodo 31 describe uno de ellos: El sábado se designó como una señal entre los israelitas y Dios para que los israelitas supieran que Dios los había santificado. Les recordaba a los israelitas que Dios los había separado de acuerdo con su propósito. Sin embargo, su santidad dependía de su obediencia al antiguo pacto (Éxodo 19:5-6; Deuteronomio 28:9). Por consiguiente, la señal del pacto del sábado dependía del antiguo pacto.

Sin embargo, Éxodo 31 no dice que Dios santifica sólo a los israelitas, o sólo a aquellos que guardan el sábado. Implica la posibilidad de que Dios pueda santificar a otro pueblo, o indicarles de otra manera que han sido san-tificados. Dios es libre de trabajar con quien él quiere, de la manera en que él lo quiera hacer.

Dios trabajó con Israel como una nación física, y les dijo que observaran el sábado como una señal entre él y ellos para siempre (vers. 16-17). Sin embargo, la circuncisión era una señal similar, requerida para Abraham y sus descendientes, como un recordatorio del pacto perpetuo entre Dios y su pue-blo (Génesis 17:10-14). No obstante, esta señal no se le requiere a la Iglesia; el Nuevo Testamento da una señal diferente.

La circuncisión, así como el sábado, fue diseñada como un pacto perpe-tuo en sí mismo (Génesis 17:13; Éxodo 31:16). El pan de la proposición se-manal fue también un pacto perpetuo (Levítico 24:8). Mas todos estos han quedado obsoletos por el establecimiento del nuevo pacto.

En la comunidad del antiguo pacto, la circuncisión era un rito que marca-ba la entrada de una persona dentro del pacto, y el sábado era también un recordatorio regular de la participación en el pacto. En el nuevo pacto, la en-trada se marca por la fe y el bautismo, y nuestra aceptación del nuevo pacto se repite regularmente cuando comemos el pan y bebemos el vino en con-memoración de nuestro Salvador. Esos son los ritos del pacto del Nuevo Tes-tamento.

El bautismo simboliza estar unido con Jesús en su muerte y ser levantado a una vida nueva en él (Romanos 6:3-5; Colosenses 2:12). Esta es nuestra nueva creación, el inicio de nuestra nueva vida. La cena del Señor simboliza nuestra participación con Cristo (1 Corintios 10:16). Él es el pan vivo, el sus-tento de nuestra nueva vida. Por tanto, miramos hacia Cristo, no hacia Abra-

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ham o al Éxodo. En el nuevo pacto, Cristo es nuestro punto de referencia.

El Nuevo Testamento muestra que Dios trabaja con todos con base en la fe, no con una conformidad externa a un pacto perpetuo (Romanos 4:9-10). Aun el pacto de la circuncisión que le fue dado a Abraham mismo no puede anular la promesa que se le dio debido a su fe.

Las leyes que se añadieron después de esa promesa (incluyendo el pacto de la circuncisión, el antiguo pacto, el pacto del sábado y el pacto del pan de la proposición) no pueden anular la promesa de Dios (Gálatas 3:17). Si exis-ten otras razones para requerir la observancia del sábado, entonces, estamos dispuestos a observar el sábado. Sin embargo, el pacto de Éxodo 31 no es obligatorio para el pueblo de Cristo del nuevo pacto.15

El pacto del sábado entre Dios e Israel mostró que Dios había separado a su pueblo de otras naciones. Esto indica que el sábado no fue dado a los gen-tiles. Pero hoy, Dios no separa físicamente a su pueblo de otros, y no tiene leyes que separen a los judíos de los gentiles (Efesios 2:11-18). Las caracte-rísticas distintivas y que se enfatizaban en el Nuevo Testamento son espiri-tuales --fe y amor-- en vez de físicas, geográficas o temporales.

No podemos suponer que los pactos perpetuos para los israelitas auto-máticamente son para la Iglesia en nuestro día. Éxodo 31 es interesante his-tóricamente, pero no podemos basar nuestra doctrina del sábado en ese capí-tulo. Si hemos de afirmar que la observancia del sábado es un requisito para la salvación, necesitamos una evidencia más substancial.

PREGUNTA: ¿No le dio Dios sus leyes a los israelitas para que les en-señaran a los gentiles a obedecer esas mismas leyes (Deuteronomio 5:5-7; Hechos 7:38)?

RESPUESTA: Dios le dio a Israel un sinnúmero de leyes que los gentiles no tienen que obedecer hoy: sacrificios, rituales de purificación, dedicación de los niños primogénitos, etc. Aunque esos ritos eran un buen ejemplo para los vecinos de Israel, no se requieren hoy. Debemos ver en otra parte de la Biblia para ver cuáles leyes tienen validez continua y cuáles no la tienen. No debe-mos suponer que las "leyes del antiguo pacto son todavía válidas a menos que sean específicamente rescindidas en el nuevo". El nuevo pacto ha anula-do el antiguo pacto y las leyes antiguas han sido sustituidas. Además, como veremos, el Nuevo Testamento presenta un enfoque dramáticamente diferen-te del sábado de como lo hacía el antiguo pacto.

PREGUNTA: Los israelitas fueron castigados por quebrantar el sábado (Nehemías 13:17-18; Jeremías 17:27). Se les prometieron bendicio-nes por guardar el sábado (vers. 21-26). ¿No muestra esto la impor-tancia del sábado?

RESPUESTA: Esto muestra la importancia del sábado en el sistema del anti-guo pacto como una señal y como parte de las tablas del pacto. Los israelitas quebrantaron todos los aspectos del pacto, y fueron castigados con las maldi-ciones que se añadieron al pacto (Levítico 26, Deuteronomio 28). Su desobe-

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Los cristianos tratan de obedecer a Dios, pero nuestra obediencia no cuen-ta en nada para nuestra salvación. Hay muchas razones para obedecer a Dios (fe en su sabiduría, gratitud por su misericordia, amor personal hacia él, de-seo de esparcir el evangelio, etc.), pero la salvación no es una de ellas. La salvación es un regalo; la obediencia es una respuesta – y eso es para las leyes que todavía están vigentes en la época del Nuevo Testamento. Si el obedecer una ley vigente no cuenta para nada, ¿qué provecho traerá el guar-dar una que está obsoleta?

Por supuesto, los cristianos pueden abstenerse de trabajar un día a la se-mana si lo desean. Las disciplinas espirituales como ésta pueden ser útiles para el crecimiento espiritual de una persona, pero también pueden conver-tirse en obstáculos, si las personas comienzan a pensar que éstas prácticas particulares les hacen mejores que otros. Y éstas prácticas pueden llegar a ser espiritualmente peligrosas, si las personas piensan que todos los demás deben ponerse a la altura de cómo ellos adoran a Dios. Los cristianos no de-ben ponerse a sí mismos “bajo la ley” (Gálatas 3:25), como si las leyes de Moisés todavía tuvieran alguna autoridad sobre ellos.

Jesús criticó a las personas que enseñaban requisitos que Dios no había requerido: “¡Ay de ustedes también, expertos en la ley! Abruman a los demás con cargas que apenas se pueden soportar, pero ustedes mismos no levantan un dedo para ayudarlos” (Lucas 11:46). Cuando enseñamos requisitos, nece-sitamos tener mucho cuidado.

El sábado no tiene nada que ver con la salvación, ni nada que ver con el evangelio de Jesucristo. Nunca fue parte del mensaje de la iglesia del Nuevo Testamento. El mensaje es siempre uno de libertad, nunca uno de restriccio-nes en un día particular de la semana. Dios nos acepta por Jesucristo, no por nada de lo que hacemos. Es por gracia, no por obras. Debemos confiar en Cristo para nuestra salvación.

En resumen, todos los argumentos sobre el sábado son imperfectos. No podemos probar que el sábado existió o fue dado como mandamiento antes de Moisés. No podemos probar que es válido simplemente porque es parte de los Diez Mandamientos. No podemos probar que es importante para los cris-tianos simplemente porque lo fue para la antigua Israel. No podemos probar que Jesús lo dio como mandamiento o que Pablo hizo lo mismo. En su lugar, vemos que Jesús consistentemente abogó por más libertad, y que Pablo dijo que no debemos juzgar a otros con respecto a días de adoración.

No hay, desde luego, ni un versículo en el Nuevo Testamento que diga que el sábado es ahora obsoleto. En su lugar, hay versículos que dicen que toda ley del antiguo pacto es obsoleta. La ley de Moisés no es requerida. De-bemos vivir por el espíritu, no por la letra de la ley. El sábado es repetida-mente comparado con cosas que ahora son obsoletas: los sacrificios del tem-plo, la circuncisión, el pan de la proposición, una sombra. No es una base para juzgarse unos a otros, y no debe enseñarse como una adición necesaria a Cristo. Por tanto, muchos cristianos concluyen que el sábado no es requeri-do.

Si el sábado fuera un requisito, sería asombroso que el Nuevo Testamen-

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un día de la semana, debía ser considerado diferente. Él estaba muy satisfe-cho que los cristianos los considerasen a todos iguales. Su preocupación aquí, como lo fue en Colosas, era que los cristianos no debían juzgarse unos a otros por sus costumbres diferentes (v. 4).

Pablo era indiferente a la pregunta acerca de los días – y la única razón por la que él pudo ser indiferente acerca de esto, es que él consideraba el man-damiento del sábado como obsoleto. Si los cristianos trabajan en el sábado, nosotros no debemos juzgarlos o decir que están equivocados, porque ellos no están equivocados. El mandamiento del sábado ya no aplica.

De todas maneras, los judíos del primer siglo no pensaban que el sábado aplicaba a los gentiles. Pablo habría remado contra la corriente si él hubiera querido enseñar lo contrario. La razón por la cual Pablo podía ser tan indife-rente acerca de los días, y decirle a la gente que no se juzgaran unos a otros por causa de ellos, es porque no estaban vigentes.

Dios nos acepta en base a Cristo, no en base a si guardamos cierto día de la semana.

El sábado (o cualquier otra práctica distintiva) puede engañar a una perso-na y sutilmente reducir la importancia de Jesucristo. La tendencia es pensar: “yo complazco a Dios porque guardo el sábado. Soy considerado como uno de su pueblo porque guardo el sábado”. Pero Dios nos reconoce como su pueblo por medio de Cristo, no por medio de un día de la semana. La Biblia dice que la única razón por la cual complacemos a Dios es por Jesucristo:

“Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesu-cristo, nuestro Salvador, para que, justificados por su gracia, llegáramos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna” (Tito 3:5-7).

No importa cuántas leyes guardemos, somos pecadores, y la única razón por la cual podemos ser salvos es porque Jesús murió por nuestros pecados. Pero un enfoque en leyes, especialmente leyes que nos hacen diferentes a otras personas, tiende a poner el enfoque de vuelta en nosotros mismos – y en lo que hacemos. Para algunas personas la señal de ser mejores es un cier-to estilo de adoración. Para otros, es una cierta creencia, o el evitar el alco-hol, o el estilo de vestir. Para los sabáticos, es el sábado. Por supuesto, no todos caen en ésta trampa, pero mientras más distintivas sean las doctrinas, más probable será que las personas les den un valor demasiado alto.

Supongamos que lleguemos al día del juicio y se nos pregunte, “¿Por qué debemos permitir que usted entre al reino de Dios?” ¿Cómo contestaríamos? ¿Mencionaríamos las leyes que guardamos? ¿O confiaríamos solamente en Cristo? ¿Trataríamos de reclamar parte del crédito? La Biblia dice que la sola base de nuestra salvación es la fe en Cristo, y que nadie tiene nada de qué gloriarse (Efesios 2:8-9). Nuestras obras no cuentan para nada; nuestra sola esperanza es Jesucristo, y cualquier doctrina o práctica que oscurezca ésta verdad es una enemiga de la fe. Cualquier cosa que nos tiente a mirar lo que nosotros hacemos, nos tienta a quitar algo de nuestra confianza que debemos ponerla en Cristo.

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diencia en relación con el sábado, al igual que su desobediencia en relación con los ritos de adoración, fue una señal externa de su incredulidad.16 Las bendiciones fueron físicas, y las maldiciones fueron físicas, características del antiguo pacto, pero no del nuevo.

Los judíos fueron castigados nuevamente en el año 70 d.C., pero la razón por este castigo no fue el quebrantamiento del sábado. Su principal pecado en el primer siglo fue el rechazo del Mesías, quien era de mucha más impor-tancia que el sábado. Ellos rechazaron el nuevo pacto. Jesús fue el "manda-miento prueba" del primer siglo. La fe en Cristo es ahora el requisito en el cual depende nuestra salvación y eternidad.

En resumen, Dios castigó a los israelitas por el quebrantamiento del sá-bado debido a que el sábado era un requisito en el tiempo en que vivían y por el pacto bajo el cual vivían. Pero eso no puede probar que los detalles físicos del sábado son todavía requeridos en una nueva era.

PREGUNTA: ¿No dijo Isaías que los gentiles serían bendecidos por guardar el sábado?

RESPUESTA: Sí, lo dijo. Él también dijo que los gentiles ofrecerían holocaus-tos y sacrificios (Isaías 56:7). Los profetas predijeron que la gente observaría las lunas nuevas (Isaías 66:23; Ezequiel 46:3), discriminaría a la gente no circuncidada (Isaías 52:1-2; Ezequiel 44:9), sacrificaría en el templo (Eze-quiel 20:40; Zacarías 14:20-21) y observaría otras leyes que los cristianos no necesitan observar. Los profetas vivían bajo el antiguo pacto, y describían la devoción a Dios en terminología del antiguo pacto. Nosotros no podemos asumir que esas especificaciones aplican a los cristianos en ésta época.

PREGUNTA: El sábado fue una bendición para ambos, judíos y gentiles (Isaías 56:2-8). ¿No muestra eso que ambos, judíos y gentiles, deben observarlo hoy?

RESPUESTA: Isaías predijo que Dios, mediante el Siervo Sufriente, el Mesías, establecería un nuevo pacto con su pueblo (42:6-7; 49:8-10; 54:9-10; 55:1-3). No obstante, al describir esta nueva relación, Isaías también describió costumbres del antiguo pacto que en algunos casos se aplican sólo figurati-vamente al nuevo pacto. En Isaías 56:7, por ejemplo, él dice que los gentiles ofrecerán holocaustos y sacrificios en la casa de Dios.

El punto principal de Isaías es que Dios no sólo está interesado en los is-raelitas, sino también en los gentiles. La casa de Dios será un lugar para to-das las nacionalidades, y él reunirá a los gentiles al igual que a los israelitas (vers. 8). Los eunucos, quienes eran excluidos del templo en el antiguo pacto (Deuteronomio 23:1), también serían aceptados. Las condiciones de la rela-ción entre Dios y los humanos se cambiarían y se haría un nuevo pacto.

La casa de Dios "será declarada casa de oración para todas las naciones". Jesús citó esta escritura en Marcos 11:17, pero el cumplimiento real de esta profecía no es en el templo físico, sino en la carne donde el Espíritu mora. Ambos, judíos y gentiles, son invitados a ser parte de la familia de Dios, la Iglesia. Los detalles físicos de la profecía de Isaías --las ofrendas físicas y un

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templo físico-- no son requeridos de los cristianos hoy. Si interpretamos estos detalles físicos de acuerdo con los complementos espirituales, ¿no podríamos interpretar también la observancia del sábado de una manera espiritual?

¿Es el sábado un detalle físico, como las ofrendas, o es una parte perma-nente e intrínseca de una relación apropiada con Dios? No se debe asumir ninguno de estos enfoques, y este pasaje no nos da suficiente información para decidirlo. Debemos ir al nuevo pacto para comprender cómo se aplica el sábado a los cristianos.

PREGUNTA: El sábado es un día de alegría y digno de honor (Isaías 58:13). ¿No sería erróneo llamarlo una carga y abandonar sus benefi-cios?

RESPUESTA: Isaías 58 es un llamamiento al arrepentimiento. Isaías está de-clarando a la casa de Jacob sus pecados y rebelión (vers. 1). Aunque los is-raelitas tenían una apariencia externa de piedad (por ejemplo, el ayuno), lo hacían por razones egoístas (vers. 2-5). Aunque decían estar adorando a Dios, no obedecían sus leyes éticas más importantes: la justicia, la libertad y la caridad (vers. 6-7).17

Si los israelitas hubiesen cumplido los detalles más importantes de la ley, entonces Dios hubiese estado más dispuesto a responderles (vers. 8-11). Les hubiera dado bendiciones físicas a la nación (vers. 11-12).

Lo mismo es verdad con respecto al sábado. Si el pueblo hubiera obede-cido el pacto bajo el cual se encontraban, si hubiesen observado sus leyes sin murmuraciones, si hubiesen usado el día de Dios de la manera que él quería que lo usaran, entonces Dios los hubiera bendecido físicamente. Como lo prometían las bendiciones del pacto (Levítico 26; Deuteronomio 28), Dios recompensaría a la nación en su tierra, en la herencia física del patriarca Ja-cob (Isaías 58:14). De una manera similar, el pueblo debía ofrecer sus holo-caustos y sacrificios con alegría, sin quejarse de que los sacrificios eran obli-gaciones pesadas (ver Malaquías 1:6-14). Debían haber estado alegres con el pacto que se les había dado.

Isaías 58 es apropiado para las condiciones del antiguo pacto, y no nos dice necesariamente nada acerca de los requisitos del nuevo pacto. No pode-mos suponer que los requisitos son los mismos. Todas las leyes del antiguo pacto eran buenas, pero su valor era temporal. Fueron creadas para señalar hacia Cristo, y tuvieron aplicación hasta que él vino. Las leyes tenían benefi-cios, pero es permisible dejarlas después de ser guiados a algo mejor, y no podemos enseñar como requisito algo que es realmente opcional.

Pedro fue inspirado a decir que la ley de Moisés era "una carga que ni nosotros ni nuestros antepasados hemos podido llevar" (Hechos 15:10, Ver-sión Popular). Pedro no especificó cuáles aspectos de la ley eran más difíciles, pero es claro que el paquete del antiguo pacto era más estricto en reglamen-tos externos de lo que es el nuevo pacto. Debemos mirar al nuevo pacto para ver si 1) nos dice que miremos en el antiguo pacto para encontrar los días de adoración, o 2) si éste nos da nuevas instrucciones relacionadas con días y

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8. Pedro y Pablo podían vivir como gentiles si lo deseaban.

9. Pablo dijo que algo acerca de los Diez Mandamientos estaba extinguiéndo-se.

Los cristianos no deben juzgarse unos a otros en lo referente al sábado.

La única vez que Pablo menciona al sábado por nombre es en Col. 2:16-17. Él dice, “Así que nadie los juzgue a ustedes por lo que comen o beben, o con respecto a festivales religiosos, a celebración de luna nueva, o día sába-do. Todo esto es una sombra de las cosas que estaban por venir; la realidad se halla en Cristo”. Aquí Pablo agrupa al sábado con los festivales anuales, los ritos mensuales y las restricciones sobre el comer y beber, pertenecientes al judaísmo.

Aquí no hay ningún problema de traducción – Pablo está hablando acerca del sábado semanal y está diciendo que el sábado, al igual que los otros ritos del judaísmo, no es una base para juzgar. Los cristianos de Colosas no debían dejar que otras personas los juzgaran por lo que ellos hacían en el día sábado – y de la misma manera, ellos no debían juzgar a otros cristianos por lo que ellos hacían en el sábado. En otras palabras, ellos no debían decir que está mal que otros cristianos trabajasen en el sábado. Los cristianos no deben permitir que nadie los haga sentir culpables por lo que ellos hacen en el sá-bado.

La razón para esto, Pablo dice, es porque Cristo es la realidad que estos ri-tos simbolizaban. Ya que Cristo ha cancelado nuestras deudas (v. 14), por lo tanto, no debemos permitir que nadie nos critique por lo que hacemos en el sábado. Por causa de la cruz, las regulaciones acerca del sábado (como tam-bién las de las lunas nuevas y los festivales anuales) son obsoletas.

Pablo dijo a los Gálatas que las promesas de salvación fueron hechas a Abraham (Gálatas 2:16). Entonces, se añadió una ley 430 años más tarde – refiriéndose a todas las leyes añadidas por medio de Moisés (v. 17). Ésta ley era temporal, estaría en efecto sólo hasta que la “Simiente” (Cristo) hubiera llegado (v. 19). Ésta ley fue puesta en efecto hasta Cristo, pero ahora que él ya ha venido, no estamos bajo la supervisión de esa ley (vv. 24-25). El men-saje del Nuevo Testamento es consistente: el antiguo pacto, la ley de Moisés, está obsoleto. Si un mandamiento (tal como el sábado) se encuentra sólo dentro de la ley temporal, entonces no es probable que todavía sea requeri-do.

En el cristianismo todos los días se pueden tratar igual.

En Romanos 14, Pablo escribe que algunos cristianos consideran “un día más sagrado que otro”, mientras que otros cristianos consideran “iguales todos los días”. En la iglesia en Roma, parcialmente compuesta de judíos y parcialmente compuesta de gentiles, es obvio cuál clase de días podrían ser considerados sagrados.

Pero Pablo dice, “cada uno esté plenamente convencido de lo que piensa”. En otras palabras, ¡él está diciendo que es permisible para un cristiano pensar que todos los días son iguales! Él no sintió ninguna necesidad de explicar que

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tiempo, vendremos a convertirnos en profanos, como Esaú, y contristaremos al Espíritu Santo. Hay una necesidad espiritual para un tiempo de adoración. Cristo exhorta a los que asisten a su Iglesia a que se reúnan regularmente para animarse unos a otros en la fe y en las buenas obras, y para adorar. Aquellos que se separan de la vid se secan y se mueren. Puesto que Dios no da un espectro total de sus dones a cualquier persona en particular, de-bemos usar nuestros dones para ayudarnos unos a otros a crecer en madu-rez. Necesitamos continuar reuniéndonos, y los cristianos deben hacer un esfuerzo razonable para reunirse semanalmente con la hermandad en la que Dios los ha colocado.

En resumen, entramos en el descanso de Dios, el verdadero sábado, te-niendo fe en Cristo. Simultáneamente, es también por medio de la fe que somos justificados, regenerados, creados nuevamente y adoptados dentro de la familia de Dios. Estas son metáforas para la salvación. Por tanto, el sábado cristiano es la vida regenerada de fe en Jesucristo, en quien todo creyente encuentra el descanso verdadero.

El sábado semanal del séptimo día, que fue impuesto sobre Israel en los Diez Mandamientos, fue una sombra que prefiguraba la verdadera Realidad a quien éste señalaba: nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

¿Es requerido el sábado para los cristianos hoy?

La evidencia contra el sábado se extiende aun más de lo que hemos cu-bierto. El Nuevo Testamento no sólo no manda el sábado – sino dice que está mal requerirlo, resumamos nuestras observaciones:

1. El primer lugar donde vemos un mandato para el sábado está en la ley de Moisés.

2. La ley de Moisés contiene muchos mandatos que los cristianos no tienen que guardar.

3. Aun las leyes que vinieron antes de Moisés, tal como la circuncisión, pue-den ser obsoletas.

4. Para ver cuáles leyes son obsoletas, necesitamos estudiar el Nuevo Testa-mento.

5. El Nuevo Testamento nunca manda el sábado.

6. Jesús siempre criticó las reglas del sábado y nunca le dijo a nadie que tu-viera cuidado con lo que hacía en el sábado.

7. Jesús siempre agrupa al sábado con las leyes ceremoniales o rituales.

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costumbres de adoración.

PREGUNTA: Las profecías describen una adoración de Dios que inclu-ye el sábado (Isaías 66:23; Ezequiel 44:24). ¿Muestra esto que el sábado es un aspecto permanente de la ley de Dios?

RESPUESTA: Los profetas describieron un tiempo ideal en el cual todas las naciones adoraban a Dios. Para transmitir eficazmente este concepto a una nación del antiguo pacto, los profetas describieron formas de adoración del antiguo pacto, incluyendo observancias de lunas nuevas (Isaías 66:23; Eze-quiel 46:3) y sacrificios en el templo (Zacarías 14:20-21; Ezequiel 20:40; 45:17; 46:4). También describieron discriminación en contra de los pueblos incircuncisos (Ezequiel 44:9; Isaías 52:1-2) y anulación de los rituales de impurezas (Ezequiel 44:25-27).

Sin embargo, ni la circuncisión ni los sacrificios son requisitos religiosos en esta era. Además, otra profecía indica que el ciclo del día y de la noche va a cesar (Apocalipsis 21:25), dando a entender que ya no habrá más sábados.

Las profecías (sean del Nuevo o del Antiguo Testamento, sean acerca de sábados, de sacrificios o de circuncisión) no son una fuente segura de prueba con respecto a la práctica cristiana. Nuestras doctrinas deben basarse en escrituras que son aplicables a la época en que vivimos.

Jesucristo y el sábado Pregunta: Jesús observó el sábado (Lucas 4:16). ¿Estaba él enseñán-donos cómo observar el sábado apropiadamente para que pudiéramos seguir su ejemplo (1 Juan 2:6)?

RESPUESTA: Sí, Jesús guardó el sábado. Guardó todas las leyes judías, por-que nació bajo la ley y la guardó perfectamente (Gálatas 4:4; Hebreos 4:15). Sacrificó corderos para la Pascua, diezmó para los levitas, le dijo a los que habían sido limpiados que llevaran la ofrenda ordenada por Moisés (Mateo 8:4) y observó Hanukkah (La fiesta de la Dedicación - Juan 10:22). Él debió haber usado hilos azules en su vestuario (Números 15:38) y hecho muchas otras cosas que los cristianos no tienen que imitar. Cuando consideramos el ejemplo que él dejó, debemos recordar el contexto histórico. Jesús vivió sin pecar bajo los requisitos del antiguo pacto. (Hebreos 4:15): Nació bajo la ley, mientras el antiguo pacto estaba todavía vigente (Gálatas 4:4).

¿Qué clase de ejemplo estableció Jesús en el sábado? Constantemente cri-ticó a personas que tenían reglas acerca de lo que se podía hacer y lo que no se podía hacer en el sábado. Él siempre enseñó más libertad, nunca alguna restricción. Aunque le dijo a la gente que fueran muy estrictos acerca de al-gunas leyes (Mateo 5:21, 28, etc.), siempre fue liberal acerca del sábado.

Jesús siempre comparó al sábado con las leyes ceremoniales, no con las

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leyes morales. Cuando sus discípulos estaban recogiendo granos, usó el ejemplo del pan de la presencia y el trabajo de los sacerdotes en el templo (Mateo 12:3-6). Esos rituales eran tan importantes como el sábado. Él dijo que la circuncisión podía hacerse en el sábado (Juan 7:22), lo cual indica que la circuncisión es una ley más importante que el sábado. El sábado es una ley ritual – dice que una conducta que es perfectamente buena en un día, está prohibida en otro, simplemente porque la tierra ha rotado. Pero lo verdade-ramente moral no cambia de un día de la semana a otro. Cuando las leyes rituales llegaron a ser obsoletas por la muerte de Cristo, no debía ser una sorpresa que el rito del sábado también llegase a ser obsoleto.

Jesús dijo que las tareas cotidianas podían ser hechas en el sábado (Lucas 13:15). En una emergencia, aun trabajo fuerte podía ser hecho (Lucas 14:5). Él le dijo a un hombre que había sido sanado por él que cargara su lecho, aunque no había prisa alguna (Juan 5:8). Hasta usó la palabra “trabajar” para describir su actividad (v. 17). Muchos cristianos siguen éste ejemplo. Ellos recuerdan que Jesús consistentemente criticaba las reglas de los fariseos sobre el sábado y que él lo trató como una ley ritual.

Debido al contexto histórico de Jesús, los cristianos deben tener cuidado al usar su ejemplo en circunstancias culturales específicas. No tenemos que seguir sus costumbres, por ejemplo, de ir a las sinagogas.

Jesús nunca le dijo a nadie que observara el sábado. Aunque se mencionan varias cosas que él hizo en el sábado, nunca se nos ha dicho que él reposó en este día. De acuerdo con los Evangelios, cuando él hizo algo y enseñó en el sábado, él fue consistentemente liberal. Examinemos los Evangelios para ver qué fue lo que sus escritores fueron inspirados a preservar acerca de las en-señanzas de Jesús con respecto al sábado.

Mateo 12:1-12: "En aquel tiempo iba Jesús por los sembrados en un día de reposo; y sus discípulos tuvieron hambre y comenzaron a arrancar espigas y a comer. Viéndolo los fariseos, le dijeron: He aquí tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en el día de reposo".

Sabemos que Jesús no pecó. Él no quebrantó el sábado, y probablemente tampoco permitió que sus discípulos quebrantaran el sábado. Tenemos que concluir que los fariseos estaban equivocados. Sin embargo, Éxodo 16:29 les decía a los israelitas que se quedaran dentro de sus tiendas en el sábado y que no salieran a recoger su alimento del suelo. Éxodo 34:21 dice que el des-canso del sábado tenía también aplicación durante la temporada de la cose-cha.

Los fariseos podían respaldar por medio de escrituras el prohibir que se arrancaran espigas de trigo durante el sábado. Pero su rigor era excesivo; no se suponía que las reglas del antiguo pacto fueran una prohibición general de toda actividad. Mas Jesús no trató de demostrar que sus discípulos se estaban sometiendo a la ley bíblica y violando sólo la tradición farisaica. Por el contra-rio, Jesús utilizó las Escrituras para mostrar que la misma ley bíblica puede en ocasiones ponerse a un lado.

Los fariseos no estaban interpretando las Escrituras de una manera apro-piada. Jesús subrayó esto al mencionar el ejemplo de David: "¿No habéis

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queda todavía un descanso futuro, ya hemos entrado en el descanso, y un día específico de descanso ya no es requerido aunque el descanso mismo es de beneficio físico y espiritual.

Los israelitas necesitaban márgenes físicos de tiempo y espacio para mantener vivo en ellos el recuerdo de su redención física. Necesitaban activi-dades y restricciones físicas para imponer en ellos el hábito de la obediencia. Todo el antiguo pacto señalaba hacia Cristo y la salvación que se obtendría por él. Por tanto, cuando la realidad (Cristo y el Espíritu santo) vino, los susti-tutos terminaron su función. Él es el marco de referencia en el cual debemos analizar la adoración y el comportamiento interpersonal.

Los cristianos hoy han sido redimidos espiritualmente, y los tiempos y lu-gares santos no regulan ya sus vidas de la misma manera. Conforme cami-namos en fe, en una relación íntima con Dios, estamos haciendo automática-mente lo que el mandamiento del sábado sólo nos señalaba. Estamos tratan-do de agradar a nuestro Salvador en toda manera y en todos los días. El mandamiento del sábado cristiano es que confiemos en Jesucristo para nues-tra salvación eterna y encontremos en él nuestro descanso prometido.

El sábado ha sido magnificado en importancia en su sentido espiritual. El sábado semanal señalaba hacia Cristo y al descanso que tenemos en él, la salvación que es la mejor promesa del nuevo pacto. En esta manera espiri-tual, la doctrina más importante del Nuevo Testamento (la fe en Cristo) está incluida en los Diez Mandamientos.

Nosotros dedicamos nuestras vidas a Jesucristo, encontramos nuestro descanso en él, reconocemos que todas nuestras obras no sirven de nada si él no termina su creación en nosotros. Él es el Santo, más superior que un día santo, y nuestras vidas deben estar escondidas en él. Debemos estar viviendo en él y él en nosotros. Cuando hacemos esto, cuando tenemos fe en Cristo, cuando tenemos fe en alguien que es superior al sábado, entonces estamos cumpliendo el propósito del cuarto mandamiento y estamos guardando el sábado espiritual de Dios (esto es, confiando en Cristo para obtener las pro-mesas de Dios). Estamos respaldando la ley que es superior. Cristo ha reem-plazado el sábado.

Es pecado quebrantar el significado espiritual del sábado, es pecado abandonar la fe en Cristo. Si dejamos de confiar en Cristo en lo que respecta a nuestra salvación, entonces estamos quebrantando el propósito del man-damiento del sábado, dejemos o no de trabajar en ese día. En el caso de al-gunos mandamientos (como el del adulterio y el del homicidio), guardar el espíritu de la ley resulta en que automáticamente guardemos la letra de la ley. Sin embargo, esto no es así con respecto a la circuncisión, ni lo es tam-poco con respecto al sábado.41 En esos casos, los detalles físicos eran som-bras que nos dirigían a las realidades espirituales en Cristo.

Nuestra relación con Dios depende en la fe en Cristo, no en un espacio específico de tiempo. Naturalmente que esto no elimina nuestra necesidad práctica de darle tiempo al Señor para orar, estudiar, meditar, ayunar e imi-tar el estilo de vida de Jesús de buenas obras hacia los necesitados y de pre-dicar el evangelio. Si permitimos que las cosas seculares ocupen todo nuestro

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sonas y amenazarlas con el lago de fuego si no obran de acuerdo con nuestro entendimiento. La ley real con la que debemos estar de acuerdo es la ley espiritual, no la forma precisa en que el antiguo pacto debía administrarse.

Nosotros queremos guardar la ley de la manera que sea apropiada en la era después de la venida de Cristo y del Espíritu Santo. El Nuevo Testamento da cientos de mandamientos. Da una alta norma de conducta para los redi-midos de Dios. Requiere sacrificio y una fidelidad absoluta. Frecuentemente cita las leyes del Antiguo Testamento y las amplifica a las intenciones del corazón.

Mas lo que no hace nunca es ordenar la observancia del sábado, y ordena a la Iglesia a no imponerle al pueblo de Dios restricciones que no han sido autorizadas. Nunca debemos permitir que las tradiciones anulen la Palabra de Dios, y eso incluye las tradiciones acerca de las costumbres del antiguo pacto que fueron en un tiempo autorizadas pero cuya autorización ha expirado.

Los que somos guiados por el Espíritu de Dios queremos obedecer a nuestro Creador y Salvador. Queremos exhortar a la obediencia, la piedad y la santificación. También queremos enfatizar que la salvación es por gracia por medio de la fe, y queremos aceptar como cristianos a todos los que tie-nen fe en Cristo. No queremos juzgar a otros con relación a su observancia de fiestas santas o de sábados. Debemos imitar al apóstol Pablo, quien dijo que algunos cristianos consideran ciertos días como más importantes que otros, y algunos cristianos no los consideran así. Cada persona debe estar convencida completamente en su propia mente y hacer todas las cosas para el Señor.

Este folleto quizá no convencerá a todos acerca de nuestra posición en particular. Algunos quizá continúen creyendo que su Salvador requiere que ellos guarden el sábado. No queremos criticarlos por obrar de acuerdo con sus creencias. Sin embargo, es nuestra esperanza que este folleto les con-venza que nuestra posición es una manera razonable para entender las Escri-turas. Un entendimiento espiritual del sábado no es prueba de rebeldía o de estar en contra de la ley de Dios. Estamos demostrando tolerancia. No esta-mos requiriendo de nadie que cambien lo que hacen en el sábado semanal. Lo que estamos diciendo es que no se juzguen los unos a los otros con respecto a este día.

El apóstol Pablo no predicó que toda ley ha sido abrogada. Él sabía muy bien que la fe conduce a la obediencia, y que el amor obra dentro de los már-genes de la ley. Sin embargo, él trató el sábado como un asunto de concien-cia individual, no como una conformidad forzada. ¿Por qué pudo él tomarse esa libertad con la ley del sábado? Nuestra conclusión es que él pudo tratar el sábado en la misma manera en que él se ocupó de la circuncisión. Él pudo haberlo tomado o dejado. No era un requisito porque la fe en Cristo lo había suplantado. Debemos apoyar la fe.

Todos los que tienen fe en Jesucristo ya están cumpliendo con el propósi-to de la ley del sábado. Si caminamos por el Espíritu, estamos cumpliendo los requisitos de la ley (Romanos 8:4). Hemos venido a Cristo y él nos ha dado descanso. Todos los que creen han entrado en el descanso de Dios. Aunque

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leído lo que hizo David, cuando él y los que con él estaban tuvieron hambre; cómo entró en la casa de Dios, y comió los panes de la proposición, que no les era lícito comer ni a él ni a los que con él estaban, sino solamente a los sacerdotes?" (vers. 3-4).

La ley dice que el pan de la proposición era santo y que no se debía comer. Pero aun así, David se lo comió y se le consideró inocente. No era permitido de acuerdo con la letra de la ley 18 y, sin embargo, fue permitido en el propó-sito de la ley espiritual de Dios. Jesús aquí hace hincapié en el hecho de que la letra de la ley no es una guía confiable para la santidad en lo que respecta al sábado. Las personas deben ser juzgadas en el corazón, no por las accio-nes superficiales.

Jesús dio otro ejemplo en los versículos 5-6: "¿O no habéis leído en la ley, cómo en el día de reposo los sacerdotes en el templo profanan el día de repo-so, y son sin culpa? Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí". Jesús dice que los sacerdotes "profanan" el día sábado. De acuerdo con la letra de la ley del sábado, están haciendo algo que no es legal. Sin embargo, su trabajo se permitió debido a que era el trabajo del templo. El templo era más importante que el sábado.19 El templo y sus ritos sacrificatorios eran más importantes que el sábado, por tanto, lo reemplazaban.

Sin embargo, Jesús es más importante que el templo y sus sacrificios. La conclusión lógica es que él también es más importante que el sábado. Aun antes de su muerte y resurrección, él era más importante que el sábado.20 En lugar de los fariseos preocuparse acerca de una actividad insignificante en un día santo, deberían haberse preocupado por la manera como estaban tratan-do al Santo de Israel, quien estaba en su presencia. Deberían haberlo adora-do en lugar de estar mirando lugares santos del antiguo pacto y en lugar de estar usando tiempos santos del antiguo pacto para juzgar al Dador de esos tiempos. El sábado era santo sólo porque Dios lo había designado como san-to, y aquí estaba Dios mismo. ¡Deberían haber aceptado sin interrogaciones lo que él hacía, y deberían haber seguido su ejemplo!

Después, Jesús resumió su argumento acerca del sábado y acerca de su propia identidad: "Ustedes no han entendido el significado de esta escritura: 'Lo que quiero es que sean compasivos, y no que ofrezcan sacrificios'. Si lo hubieran entendido, no condenarían a quienes no han cometido ninguna falta. Pues bien, el Hijo del hombre tiene autoridad sobre el día de reposo" (vers. 7-8, Versión Popular).

Jesús les está diciendo a los fariseos que el amor por los humanos es más importante que la observancia de ritos de adoración. El pan consagrado se les puede dar a personas comunes cuando tienen hambre. Si los fariseos hubie-ran entendido la intención de la ley, no hubieran estado criticando a los discí-pulos. Hubieran sido misericordiosos en lugar de haber estado juzgando.

Jesús termina la discusión reclamando ser el Señor del sábado, alguien que tenía mayor autoridad que la que tenía el sábado dado por Dios. Jesús no sólo aseguraba tener una comprensión más exacta de cómo debía guardarse el día, sino que aseguró ser más importante que el día mismo. Esta fue una declaración extraordinaria, por lo que no es sorpresa que algunos de los fari-

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seos pensaron que blasfemaba y merecía morir (vers. 14).

La siguiente actividad de Jesús da una demostración práctica no sólo de su autoridad sobre el sábado, sino del uso apropiado de este día en el antiguo pacto. "Pasando de allí, vino a la sinagoga de ellos. Y he aquí había allí uno que tenía seca una mano; y preguntaron a Jesús, para poder acusarle: ¿Es lícito sanar en el día de reposo?" (vers. 9-10). Parece ser que los fariseos estaban tratando de atrapar a Jesús, confrontándolo a una situación para probarlo. La sanidad era uno de los tipos de trabajo que eran ilícitos.21

Sin embargo, Jesús nuevamente subrayó la hipocresía del enfoque de ellos. Rescatarían una oveja en el sábado (vers. 11); era aún de más impor-tancia la oveja que descansar en el sábado, y a pesar de esto, eran tan es-trictos que no permitían que las necesidades humanas, fueran éstas el ham-bre o la sanidad, se atendieran en el sábado. Sus reglas eran una distorsión terrible de lo que debía haber sido el sábado. "Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Por consiguiente, es lícito hacer el bien en los días de reposo" (vers. 12). Esto es lo que Jesús enseñó sobre el sábado. No estén preocupados en prohibir el trabajo, preocúpense más por hacer el bien. Por tanto, Jesús sanó al hombre y los fariseos querían matarlo a él. Ellos pensa-ron que el día santo era más importante que el que lo había hecho santo.

Marcos 1:21-22—"Llegaron a Capernaum, y en el día de reposo Jesús entró en la sinagoga y comenzó a enseñar. La gente se admiraba de cómo les en-señaba, porque lo hacía con plena autoridad y no como los maestros de la ley" (Versión Popular). Este versículo no nos dice mucho acerca del sábado, simplemente que Jesús enseñó en este día. Probablemente él enseñó en otros días de la semana, en otros lugares, pero este es el día en el cual podía ense-ñar en la sinagoga.

El pasaje dice que Jesús enseño con autoridad. También echó fuera a los demonios con autoridad (vers. 23-26), y las personas se maravillaron con su autoridad (vers. 27). Lucas 4:31-37 es un relato paralelo.

Marcos 2:23-3:6 es paralelo de Mateo 12:1-12. Marcos no incluye los co-mentarios acerca de las ovejas y la misericordia, pero hace hincapié en un punto similar al decir: "El día de reposo se hizo para el hombre, y no el hom-bre para el día de reposo" (Marcos 2:27, Versión Popular).

Se han hecho ciertas afirmaciones sin fundamento con respecto al versículo 27. Notemos lo que dice y lo que no dice. Primero, dice que el sábado se hizo para el hombre. Fue dado para servir sus necesidades y para beneficiarlo. En realidad, todas las leyes de Dios, aun las leyes de los sacrificios, se dieron para el bienestar humano. Todas las leyes del antiguo pacto fueron creadas para guiar a la gente a Cristo. Se hicieron para beneficiar al hombre. Pero su valor ha sido eclipsado en Cristo. Dios nos ha dado algo mejor.

Jesús no dijo cuándo fue que el sábado empezó a existir. Nada en el con-texto indica que Jesús estaba aludiendo a la semana de la creación.22 No podemos suponer que algo hecho para los humanos fue necesariamente creado inmediatamente después de que ellos lo fueron. Por ejemplo, pode-mos decir también que las fiestas santas fueron instituidas para el beneficio de los humanos, y que el rito de la circuncisión fue instituido para el beneficio

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Cuando predicamos al público, no les podemos pedir que sigan a un hombre, debemos dirigirlos directamente a Cristo. El ejemplo de dirigentes altamente respetados, como cualquier tradición, debe ser evaluado de acuer-do con el testimonio bíblico. Es a Cristo a quien debemos predicar, de la ma-nera como él es revelado en el Antiguo y en el Nuevo Testamento.

PREGUNTA: El sábado nos da descanso de nuestras tareas físicas, nos da tiempo para rendirle culto a Dios, para tener compañerismo y para hacer buenas obras. Es un tiempo espiritual valioso. ¿No sería equi-vocado descuidarlo?

RESPUESTA: El antiguo pacto especificaba exactamente cuándo y cuánto tiempo debía aparatarse para el Señor. Especificaba cuándo, cómo y dónde sacrificar. Estos requisitos físicos ayudaban a la gente a mantener su conoci-miento acerca de Dios, recordándoles su necesidad de reconciliación y com-pañerismo con él.

En el nuevo pacto, sin embargo, se nos ha dado el compañerismo con Dios que representaban las costumbres del antiguo pacto. El Espíritu Santo vive en nuestro interior, ayudándonos a estar conscientes de nuestra relación con Dios. El Espíritu Santo transforma nuestro corazón, guiándonos a amar a Dios y a desear pasar tiempo con él. Es bueno para nosotros pasar tiempo con el Señor y con su pueblo. Aquellos que descuidan el tiempo de adoración atrofian su crecimiento espiritual.

Sin embargo, carecemos de autoridad bíblica para mandar que todos aparten el mismo tiempo que nosotros apartamos. Exhortamos a las personas a que saquen tiempo para la oración, el estudio bíblico, el compañerismo y las buenas obras, pero no debemos juzgar a nadie con relación a los días que ellos guardan. Descansar de nuestras labores es de ayuda física. Dedicar tiempo cada semana para el Señor es de ayuda espiritual, y animamos a las personas a que hagan esto, pero no condenamos a quienes no apartan un período de tiempo de 24 horas. En lugar de confiar en una disciplina externa de reglas, cada cristiano necesita disciplinarse a sí mismo para dedicarle tiempo al Señor para su propio crecimiento espiritual.39

Desde luego que la dedicación de tiempo al Señor incluye la oración, el estudio y los servicios de adoración. También puede incluir el trabajo volunta-rio en servicio humanitario, como lo sería ayudando en un hospital. Puesto que el servir es una de las maneras de expresar el verdadero cristianismo, los proyectos de servicio pueden expresar correctamente el propósito espiritual de un día de adoración. Esto puede llevarse a cabo aun en grupo, como una actividad de la congregación.

PREGUNTA: ¿No debemos guardar la ley?

RESPUESTA: Debemos usar la ley de una manera legal, y el nuevo pacto, la ley bajo la cual los cristianos están ahora, no nos permite dictar cuándo y cuánto tiempo otros cristianos deben darle al Señor. No nos permite juzgar a otros con relación a este día. No nos permite atar cargas pesadas a las per-

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o para hacer el cristianismo más atractivo a los paganos. En su vida y en su muerte, el foco central era su lealtad a Cristo, no si se abstenían de trabajar en algún día en particular.

Aunque algunos de los cristianos de la Iglesia primitiva guardaban el sá-bado, muchos otros no lo guardaban, y las alegaciones del paganismo son creadas más para atemorizar a las personas que para examinar objetivamen-te la historia. Nuestra doctrina debe basarse en la Escritura, no en la historia antigua o en la moderna.

PREGUNTA: Muchos cristianos perdieron sus trabajos por guardar el sábado, y Dios les proveyó milagrosamente otros trabajos mejores. ¿No demuestran estas bendiciones lo correcto de su comportamiento y la aprobación de Dios por guardar el sábado?

RESPUESTA: Dios mira el corazón, la actitud, y bendice a su pueblo aun si su comportamiento se basaba en un entendimiento equivocado. Él honra la sin-ceridad. Si hacemos algo con la convicción de que Dios quiere que lo haga-mos, él se agrada con nuestra buena disposición, y con frecuencia recompen-sa tales sacrificios, pero sus recompensas no aprueban necesariamente nues-tra comprensión en particular.

Muchos de los que observan el domingo han sido bendecidos en maneras similares por no trabajar durante los domingos. Muchos han rehusado trata-miento médico y han sido sanados, pero este enfoque no puede recomendar-se como espiritualmente superior. Dios frecuentemente nos rescata de nues-tros errores, pero esto no respalda los errores. Lo que demuestra, por el con-trario, es la misericordia y la compasión de Dios.

En tiempos de sincera ignorancia Dios puede pasar las cosas por alto y brindarnos ayuda, pero él también quiere que crezcamos en gracia y conoci-miento. En muchas otras ocasiones, en asuntos de salud y empleo, personas sinceras han sufrido por años y años debido a que pensaron que tenían que hacer algo que no era ni sabio ni requerido. La experiencia es una fuente de conocimiento, pero no es la norma de la verdad. Por el contrario, debe juz-garse por la Palabra de Dios, y ella es nuestra fuente principal de conocimien-to.

PREGUNTA: Nuestros líderes espirituales guardaron el sábado, y les respetamos por eso. ¿No los estaba inspirando Dios, y no debemos seguir su ejemplo?

RESPUESTA: Muchos hombres y mujeres piadosas guardaron el sábado e inspiraron a otros a seguir su ejemplo, individuos como Stephen Mumford, Elena de White y Herbert Armstrong. Pero otros cristianos fieles, tales como Pedro Waldo, John Calvin y William Miller, observaron el domingo, y muchos cristianos siguieron su ejemplo. Tales ejemplos pueden ser emocionalmente poderosos para aquellos que conocieron a estos individuos personalmente o por medio de sus escritos, pero los ejemplos no llevan suficiente peso sobre el público en general.

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humano. Cristo fue crucificado para nuestra salvación. Todo esto muestra que la palabra "para" no es suficientemente precisa para concluir, por medio de este versículo, cuándo se originó el sábado.

Además, Jesús no dijo que el sábado fue hecho para ambos, gentiles y ju-díos; no se encuentra en el contexto. Cuando Jesús usó la palabra "hombre" en Marcos 2:27, la estaba usando en un sentido general, sin ninguna referen-cia específica a los judíos o a los gentiles. La mayoría de los judíos del primer siglo no creían que los gentiles tenían que guardar el sábado,23 y Jesús no estaba tratando esta cuestión. No debemos hacer preguntas que se encuen-tran fuera del contexto del pasaje.24

El versículo simplemente dice que el sábado se hizo para beneficiar a los humanos. No podemos suponer que fue hecho en la creación, ni que no ha sido sustituido por una bendición mejor en el nuevo pacto. Ya que el sábado fue hecho para el beneficio humano, el Hijo del hombre tiene autoridad sobre éste (vers. 28). Él es más importante que el sábado. Nuestra relación con Dios se basa en la fe en él, no en las instituciones del antiguo pacto.

En el próximo incidente de la sanidad en el sábado, el enfoque de Marcos nuevamente es un poco diferente al de Mateo. Impresiona particularmente la emoción de Jesús: "Jesús miró entonces con enojo a los que le rodeaban, y entristecido porque no querían entender" (Marcos 3:5, Versión Popular). Je-sús estaba enojado por la hipocresía de los fariseos, quienes estaban mucho más preocupados por la santidad de un día que por el bienestar de los huma-nos. Realmente estaban más preocupados por sí mismos que por Dios, por-que estaban dejando de hacer lo que Dios mismo hacía.

Lucas 4:15-30—"Enseñaba en la sinagoga de cada lugar, y todos le alaba-ban. Jesús fue a Nazaret, el pueblo donde se había criado. En el día de reposo entró en la sinagoga, como era su costumbre, y se puso de pie para leer las Escrituras" (Versión Popular). Jesús enseñó en las sinagogas en los sábados. Si se considera el contexto histórico, no hay nada de raro en esto.

Lo más significativo es lo que Jesús enseñó: "El Espíritu del Señor está so-bre mí, porque me ha consagrado para llevar la buena noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar libertad a los presos y dar vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a anunciar el año favorable del Señor" (vers. 18-19, Versión Popular).

Jesús usó el sábado, en su predicación y en sus milagros, para liberar a los pobres de su esclavitud. Su ministerio fue como el año de jubileo. Él predicó las buenas nuevas de que el favor del Señor estaba con las personas. Él le concedió la vista física a unos pocos, pero la vista espiritual a muchos. No liberó a nadie de la prisión física, pero liberó a muchos de la cautividad espiri-tual (al echar fuera a los demonios y al perdonar los pecados). Aunque mu-chos apreciaron su ministerio, muchos otros no lo apreciaron.

En Nazaret, la gente se sintió ofendida por lo que Jesús era. Reconocieron que él tenía sabiduría, y que podía hacer milagros, pero también lo considera-ron un aldeano ordinario (Marcos 6:2-3). ¿Cómo podía un carpintero, el hijo de un carpintero, tener semejante autoridad?

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No pudieron creer que Jesús era más que un hombre común y corriente, y Jesús dijo que esa era una situación típica: "Ningún profeta es bien recibido en su propia tierra" (Lucas 4:24, Versión Popular). Y después de recordarles que Dios con frecuencia envió sus profetas a quienes no eran israelitas, se enfurecieron y trataron de matarle (vers. 25-29).

Aunque estos incidentes ocurrieron en el sábado, hay muy poco aquí acer-ca del sábado en sí. Hay más acerca de quién es Jesús y de lo que predicó. Él predicó libertad y salvación.

Lucas 6:1-11—Este es el incidente del campo sembrado, paralelo a Mateo 12 y Marcos 2. El punto es el mismo: "El Hijo del hombre tiene autoridad sobre el día de reposo" (Lucas 6:5). Aunque aquí podríamos ver el hecho de que el Hijo del hombre es el que creó todas las cosas y el que trabajó con Moisés y, por tanto, el que hizo el sábado, los que le escuchaban probable-mente no entendieron esto, ni parece que esa fue la intención.

Jesús simplemente quiso decir que él tiene autoridad sobre el día. Esto se demuestra por la sanidad que sigue en los tres relatos sinópticos. El milagro demostró no sólo el ministerio de liberación de Jesús, sino su autoridad sobre el sábado, puesto que él podía realizar tales milagros en el sábado.

Lucas 13:10-17—A diferencia de Mateo y Marcos, Lucas incluye dos inci-dentes más de sanidades en el sábado, y éstas nos proporcionan información adicional relacionada con la actitud de Jesús hacia este día. "Enseñaba Jesús en una sinagoga en el día de reposo; y había allí una mujer que desde hacía dieciocho años tenía espíritu de enfermedad, y andaba encorvada, y en nin-guna manera se podía enderezar. Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: Mu-jer, eres libre de tu enfermedad. Y puso las manos sobre ella; y ella se ende-rezó luego, y glorificaba a Dios. (vers. 10-13).

Al haber usado las palabras "eres libre" o "estás desatada", Jesús estaba haciendo hincapié en la liberación en vez de la sanidad. Esto también le dio el contexto para la comparación que hizo poco después.

El jefe de la sinagoga (los fariseos se encargaban de la mayoría de las si-nagogas), descontento con lo que había ocurrido, dijo que sanar era un tra-bajo que se podía hacer en los otros seis días y que no era apropiado hacerlo en el sábado (vers. 14). "Entonces el Señor le respondió y dijo: Hipócrita, cada uno de vosotros ¿no desata en el día de reposo su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber? Y a esta hija de Abraham, que Satanás había ata-do dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en el día de repo-so?" (vers. 15-16).

Ya que los humanos son de más valor que los animales, y los animales pueden ser desatados en el sábado (una tarea ordinaria, diaria y común) entonces los seres humanos pueden ser también desatados en el sábado. Las reglas farisaicas acerca del sábado no se crearon para beneficio de los huma-nos. En su lugar, las reglas servían a las actitudes farisaicas. Éstos preferían ver a la mujer trabajar con su enfermedad en lugar de ver a alguien trabajar en la sanidad. Estaban imponiendo obligaciones innecesarias a la gente, y Jesús dijo que la gente debía ser "liberada" o "desatada" en el día sábado. Los lectores de Lucas pudieron haber extendido este principio aún un poco

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tiempo en que lo hacemos nosotros.

El sábado señalaba hacia nuestra renovación en Cristo, y en ese signifi-cado espiritual todavía es requerido, al igual que el significado espiritual de la circuncisión es requerido, y el significado espiritual de los sacrificios todavía es válido. Mas los detalles físicos de tales leyes se encuentran en una catego-ría diferente. Por eso es que Pablo podía tratar la cuestión de los días espe-ciales en manera tan casual como hacerlo o no hacerlo.

Si las personas tuvieran fe en Cristo, si sus vidas enteras fueran dedica-das al Señor, entonces ya estuvieran viviendo por el propósito de los días sagrados. Ya estaban experimentando la santidad, la justicia, la paz y el gozo que viene con el reino de Dios, en el que Dios los ha colocado basado en su fe en Cristo. La misma presencia de Dios está en los santos permanentemente.

PREGUNTA: El sábado señala hacia el trabajo re-creador y redentor de Cristo, el cual es el evento más importante de toda la historia. ¿No deberíamos conmemorar esto semanalmente?

RESPUESTA: La Biblia nos dice que conmemoremos la redención de Cristo por medio del pan y el vino, no mediante un día de descanso. Jesús dejó bien claro en su controversia con los fariseos que es erróneo añadir requisitos a la ley de Dios, y hacer las cosas más difíciles. No podemos enseñar como requi-sitos lo que la Biblia no enseña. Es bueno conmemorar la salvación de Cristo en servicios de culto semanales, pero no podemos insistir en que todos ado-ren en el mismo día que nosotros lo hacemos.

PREGUNTA: La Iglesia primitiva guardó el sábado. ¿No fue acaso la influencia del paganismo lo que motivó a algunas personas a abando-narlo?

RESPUESTA: La Iglesia primitiva estaba compuesta enteramente de judíos, y continuó también la práctica de la circuncisión y otras costumbres del antiguo pacto. Sólo fue por el transcurso del tiempo, las discusiones y la intervención del Espíritu Santo que la Iglesia vino a comprender que las costumbres judías no debían imponerse a otros. Aunque los gentiles estaban siendo injertados en Israel, figurativamente hablando, haciéndolos israelitas espirituales, no les era necesario vivir como judíos (Gálatas 2:14). No tenían por qué obedecer todas las reglas que separaban a los judíos de los gentiles.

No obstante, no fue el paganismo lo que motivó a Pablo a decir que él no estaba bajo la ley del antiguo pacto (1 Corintios 9:19-21), o que los cristianos no tenían que guardar "la ley de Moisés" (Hechos 15:5, 28). Y no fue el pa-ganismo lo que motivó a Pablo a decir que los días no eran razón para juzgar-se los unos a los otros (Romanos 14:5; Colosenses 2:16).

Muchos de los mártires cristianos se reunían para adorar en el domingo. Eso no prueba que este es el único día aceptable para la adoración, pero su disposición de morir por la fe es evidencia de que no eran personas que tran-sigían. No hacían a un lado lo esencial tan fácilmente debido a la conveniencia

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habla de sólo un descanso sabático predicho, no una representación semanal de éste. Está hablando figurativamente del reino de Dios. Entramos en nues-tro descanso espiritual por la fe en Cristo.

El escritor está describiendo una analogía, y hoy nosotros frecuentemen-te encontramos que las analogías son poco convincentes. Aun si hay parale-los, podríamos decir que eso no prueba nada, y no prueba que el sábado ya no es requerido en sus detalles del antiguo pacto. Eso es verdad. Hebreos nos dice lo que el sábado representa, pero no trata el comportamiento del cristia-no con respecto al sábado. Para eso necesitamos ir a otro lado, por ejemplo, a las declaraciones de Pablo que ya hemos examinado.

En resumen, Hebreos 4 no nos está exhortando a guardar el sábado semanal, sino a entrar en el descanso de Dios por medio de la fe en Cristo. Venimos a Cristo, y él nos da descanso.

PREGUNTA: Apocalipsis nos dice que el pueblo de Dios en los tiempos del fin estará guardando los mandamientos (Apocalipsis 12:17).

Éste verso no dice cuáles mandamientos son todavía válidos. Es un error asumir que esto se refiere a los Diez, cuando Dios ha dado muchos más man-damientos que sólo esos.

PREGUNTA: El sábado es un recordatorio de la creación y señala hacia la salvación. Dios está volviéndonos a crear. Sin embargo, nuestra creación no está todavía completa. ¿No deberíamos entonces conti-nuar guardando el sábado semanal como una celebración de la salva-ción en Cristo?

RESPUESTA: El sábado fue de seguro un memorial de la creación, y prefigu-raba y señalaba hacia nuestra salvación en Cristo, y nuestra creación todavía no está completa. Sin embargo, Pablo dice que somos una nueva creación. Juan dice que ya se nos ha dado vida eterna, y que la vida eterna está en Jesucristo. Se nos ha dado la promesa del Espíritu Santo, garantizando las promesas futuras. No tenemos todavía la plenitud de la salvación, pero tene-mos suficiente. Pablo puede decir que no debemos permitirle a nadie que nos juzgue con respecto al sábado. La realidad es Cristo, y nosotros tenemos la realidad, aun si no la tenemos todavía en su plenitud.

Los sacrificios representaban nuestra purificación del pecado, y aún ve-mos que todavía no somos sin pecado. Pero eso no quiere decir que necesi-tamos los sacrificios. Aunque el último juicio no se ha llevado a cabo, el vere-dicto ha sido declarado para todos los que tienen fe. La circuncisión represen-taba un corazón puro, y todavía no somos perfectos en nuestro corazón, pero el símbolo físico no es requerido. De la misma manera, aunque nuestra nueva creación no se ha completado, aun el inicio es suficiente para hacer que las prácticas del antiguo pacto sean innecesarias y no una base para juzgar a nuestros hermanos. Todavía tenemos, desde luego, una necesidad práctica de descansar en lo físico y sacar tiempo para la adoración, pero no podemos usar el antiguo pacto para demandar que todos descansen y adoren en el

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más de lo que pudo haber sido posible en el escenario palestino.25

Se hace un punto similar en el siguiente capítulo. Lucas 14:1-6—"Sucedió un día de reposo, que Jesús fue a comer a casa de un jefe fariseo, y otros fariseos lo estaban espiando. También estaba allí, delante de él, un hombre enfermo de hidropesía. Jesús les preguntó a los maestros de la ley y a los fariseos: —¿Se permite sanar a un enfermo en el día de reposo, o no?" (vers. 1-3, Versión Popular). Como en ocasiones anteriores, ellos quizá habían pre-parado el escenario para probar a Jesús. Él conocía sus pensamientos y se hizo cargo de la situación de manera tan experta que los dejó sin poder decir palabra.

Jesús sanó al hombre, y luego preguntó: "¿Quién de ustedes, si su hijo o su buey se cae a un pozo, no lo saca en seguida, aunque sea día de reposo?" (vers. 5, Versión Popular). Ellos, desde luego, hubieran rescatado a su hijo o a la bestia en el sábado. Rescatar era permitido, por tanto, la sanidad debía permitirse también.26

Consistentemente, ya fuera para aliviar el hambre momentánea o sanar algún dolor de gravedad, Jesús señaló que las necesidades humanitarias tení-an precedencia sobre el sábado. Se suponía que el día debía beneficiar a los humanos, no serles una carga.27

Juan 5:1-18—El evangelio de Juan contiene algunos relatos adicionales acerca de las actividades de Jesús en el sábado, los cuales corroboran el én-fasis que ya hemos visto. En el sábado, Jesús sanó a un hombre que había estado inválido por 38 años. Y le dijo a este hombre: "Levántate, recoge tu camilla y anda" (vers. 8). Los judíos acusaron al hombre de quebrantar el sábado porque iba cargando su camilla.

¿Por qué le dijo Jesús a este hombre que se llevara su camilla? No era una emergencia, y el hombre seguramente podía haber regresado después del sábado para llevarse su camilla. Jesús pudo muy bien haberle dicho: "Puedes llevarte tu camilla hoy si quieres, pero para evitar ofender a alguien, déjala aquí por ahora". Pero Jesús no era tan conservador. Él quería enfatizar la libertad humana y su libertad de hacer algo en el sábado, no sólo la libertad de su enfermedad.

Los judíos criticaron a Jesús por lo que estaba haciendo en el sábado, pero Jesús los provocó aún más al decirles osadamente que él trabajaba en el sá-bado y que lo hacía porque ¡él era como su Padre! (vers. 17). "Por esto, los judíos tenían aún más deseos de matarlo, porque no solamente no observaba el mandato sobre el día de reposo, sino que además se hacía igual a Dios, al decir que Dios era su propio Padre" (vers. 18, Versión Popular). Jesús conti-nuó igualándose con el Padre (vers. 19-27).

Jesús no trató de defender su trabajo, ni el trabajo del hombre, como parte del propósito de la ley. En su lugar, él osadamente describió su actividad en el sábado como "trabajo". Sin embargo, sabemos por Hebreos 4:15 que Jesús guardó el sábado perfectamente, aun dentro de los parámetros de la ley del antiguo pacto. De la manera en que los sacerdotes podían hacer el trabajo de Dios en el sábado, Jesús también lo podía hacer.

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Sin embargo, nosotros hoy no estamos bajo las restricciones del antiguo pacto. Precisamente lo que eso quiere decir acerca del sábado no se trata en este pasaje. Si imitamos a nuestro Salvador, debemos concluir que se nos permite trabajar en el sábado. Por lo menos Juan no hace nada para evitar-nos llegar a tal conclusión.

En Juan 7:22-23, Jesús hizo referencia a la sanidad durante el sábado y a la controversia que eso causó. Él señaló la ironía de que los judíos no permití-an la sanidad en el sábado, pero sí permitían la circuncisión. "Ahora bien, si por no faltar a la ley de Moisés ustedes circuncidan al niño aunque sea en el día de reposo, ¿por qué se enojan conmigo por haber sanado en el día de reposo el cuerpo entero de un hombre?" (Versión Popular).

Se podía trabajar en el sábado para que la ley de Moisés no se quebranta-ra; esto demostraba que la ley de Moisés sobre la circuncisión se consideraba más importante que la restricción del sábado. La ley de la circuncisión era más importante que la rigidez de la ley del sábado, tal como lo eran las leyes del ritual del templo.

Los judíos probablemente no tuvieron respuesta para Jesús. No podían re-futar lo que él dijo, y ese fue uno de los motivos por los cuales trataron de matarlo. Pero los lectores del Evangelio de Juan entenderán que la circunci-sión, los rituales del templo y "la ley de Moisés" no eran requeridos de los cristianos gentiles. Si leyes importantes podían echarse a un lado, ¿qué impli-ca esto para con los requisitos menores de la ley del sábado?

En Juan 9, Jesús hizo lodo para sanar a un ciego (vers. 1-7). "El día en que Jesús hizo el lodo y devolvió la vista al ciego, era día de reposo" (vers. 14, Versión Popular). Todo esto, desde luego, tenía un significado espiritual: Je-sús es la luz del mundo, capacitando a los ciegos espirituales para que vean la verdad. En este día sábado, Jesús dijo: "Mientras es de día, tenemos que hacer el trabajo del que me envió; pues viene la noche, cuando nadie puede trabajar" (vers. 4). Jesús dijo que el trabajo se tiene que hacer en el sábado.

Los judíos, desde luego, se opusieron al trabajo de Jesús, y se opusieron a que fuera hecho durante el sábado. Hacer lodo era contrario a su ley, y tam-bién lo era sanar. Juzgaron a Jesús de acuerdo con su ley, y le juzgaron in-justamente. Reclamaban tener la norma correcta, pero estaban espiritual-mente ciegos, descuidando el amor, la justicia, la misericordia y la fe (vers. 41). Estaban mirando a la ley en lugar de mirar al Otorgador de la ley como la norma de cómo juzgar.

Por medio de estos incidentes del sábado, Jesús liberalizó las normas. Re-petidamente hizo cosas que se podían haber hecho después de la puesta del sol. Él osadamente reclamó tener autoridad para trabajar en el sábado. Esta es una razón por la que muchos cristianos concluyen que el sábado ya no es requerido. Otros cristianos, quienes también se encuentran bien con Dios, concluyen que deben observar el sábado, aunque no tan estrictamente como lo guardaban los fariseos. Todos están en libertad de mantener sus propias opiniones y son bienvenidos en nuestra hermandad si no juzgan a otros con respecto a este tema.

Todo cristiano debe estar plenamente convencido, debe vivir cada día para

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y en el versículo 9, dice que todavía queda (apoleipetai) un descanso sabba-tismos para nosotros. El escritor está usando las palabras para descanso co-mo sinónimos, una aludiendo a la creación y la otra aludiendo a su conmemo-ración semanal, pero ambas se están refiriendo al mismo descanso al que los cristianos deben tratar de entrar. Es el descanso de la salvación que queda para que los cristianos entren y se aseguren de no perderlo por incredulidad. Se nos exhorta a entrar en este descanso por medio de la fe (vers. 11, 3).

Vamos a parafrasear el pasaje: Dios prometió un descanso, pero los pri-meros israelitas no entraron en él debido a su incredulidad y desobediencia. Josué los introdujo en la tierra, pero a los israelitas todavía se les exhortaba a entrar en el descanso prometido, el cual todavía era un descanso futuro. Por tanto, siendo que todavía queda una promesa de descanso, debemos cuidar-nos de que algo nos evite entrar. Nosotros, quienes tenemos fe en Cristo, entramos en el descanso prometido, al cual se le llama descanso de Dios.

Dios descansó al final de la creación, por tanto, este es el descanso divi-no, el descanso sobrenatural, la promesa espiritual a la que los creyentes entran. Aunque algunos no llegan a obtener la promesa, falta aún que otros entren. Por eso es que el salmista estaba todavía exhortando a la gente a que escucharan la voz de Dios y a que le obedecieran. Si Josué hubiera cumplido la promesa, Dios no hubiera inspirado al salmista a que continuara exhortan-do a la gente acerca del descanso prometido. La entrada de Josué en la Tierra Prometida fue un antitipo de una entrada espiritual a una promesa espiritual, un descanso espiritual. El salmista estaba hablando acerca de otro día, un día en el cual las personas podrían entrar en la promesa. Por tanto, todavía hay un descanso espiritual para el pueblo de Dios, porque cualquiera que entre en el descanso espiritual de Dios puede descansar de su trabajo, de la manera en que Dios cesó de su trabajo creativo. Por tanto, debemos esforzarnos por entrar en esta promesa espiritual, y no reincidir por ser desobedientes.

¿Por qué usa el escritor el vocablo sabbatismos? Hace clara referencia al sábado semanal, pero se está usando figurativamente. El autor nos está di-ciendo que este descanso espiritual es lo que el sábado semanal siempre ha representado. El sábado no fue sólo un recordatorio del descanso del fin de la creación y del éxodo, también miraba hacia adelante, prefigurando algo, co-mo una sombra profética de una realidad venidera, nuestro descanso espiri-tual. Entramos en el descanso de Dios por la fe en Cristo (vers. 3), y al lograr esto, entramos en el descanso al cual Dios entró cuando completó su creación (vers. 3-4).

Nuestro descanso salvador es un descanso sabático, un cumplimiento del significado espiritual del día sábado. Si el autor hubiera querido hablar acerca del sábado, él hubiera usado la palabra sábado. Si hubiera querido hablar acerca de guardar una ley, podía haber dicho eso también. Pero él no usó esas palabras porque no estaba hablando acerca del día sábado en sí.

No está diciendo si es necesario o innecesario, no está tratando ese asunto. Por el contrario, él está diciendo que la promesa espiritual es un des-canso sabático. El sábado representa la salvación. Aquí no se está discutiendo si se debe continuar observando el sábado como una representación semanal. El autor se está refiriendo a la salvación, al descanso espiritual prometido. Él

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Dios exhorta a su pueblo a entrar en su descanso, y el lugar donde la Es-critura dice que Dios descansó es en el séptimo día de la creación (Hebreos 4:4). Se nos invita a entrar en el descanso de Dios del fin de la creación, cre-yendo en el Hijo de Dios. Por la fe nos hemos unido con Dios en su descanso. Por la fe, hemos venido a ser una nueva creación, creados de nuevo. Hemos sido introducidos en el reino de Dios.

Nuestra nueva creación no ha sido todavía terminada, pero ya hemos en-trado en su descanso. Hemos sido reconciliados y tenemos compañerismo con Dios mediante nuestro Sumo Sacerdote, así como Adán y Eva tuvieron com-pañerismo con Dios antes de pecar. Por la fe en Cristo, hemos entrado en el descanso de Dios, tal como lo predijo el salmista.

Hemos entrado en el katapausin descanso de Dios, el mismo tipo de des-canso que él tuvo en el primer séptimo día.37 "Porque el que entra en ese lugar de reposo de Dios, reposa de su trabajo, así como Dios reposó del suyo" (4:10, Versión Popular). Esto es mucho más significativo que descansar un día a la semana, porque la epístola ya ha indicado que "Dios había terminado su trabajo desde que creó el mundo" (4:3, Versión Popular). El descanso de Dios es un descanso permanente, y el descanso del creyente también lo es.

Mientras tengamos fe en Cristo, no importa en cual día de la semana es-temos, hemos entrado en el descanso de Dios y estamos descansando de nuestro propio trabajo. Nuestro propio trabajo no nos puede salvar, pero somos salvos por gracia mediante la fe en Cristo. Entramos en el descanso de Dios permanentemente por medio de la fe en Cristo.

"De manera que todavía queda un reposo (sabbatismos) sagrado para el pueblo de Dios" (4:9, Versión Popular). El escritor está usando una palabra diferente, pero no se está refiriendo a un descanso diferente. Ambas palabras se usan como metáforas para la salvación. Como se puede ver por las pala-bras "entonces" o "por tanto", es el mismo descanso que se menciona en el versículo 8, el "descanso" de la salvación.

Cuando el pueblo entró a la Tierra Prometida, Josué no les dio el descan-so espiritual (katapausin) de Dios. Por eso es que el salmista, siglos más tar-de, habló acerca de otro día. Por tanto, el versículo 9 dice, por esa razón, debido a que el salmista habló de un futuro descanso (katapausin), lógica-mente entiende que todavía queda un descanso sabático (sabbatismos) para el pueblo de Dios, y, versículo 11, debemos hacer todo esfuerzo por entrar en ese descanso (katapausin). Sin embargo, si el descanso sabbatismos fuera diferente del descanso katapausin, entonces faltaría lógicamente el sabbatis-mos simplemente porque el salmista habló acerca de un katapausin. El versí-culo 10, el cual principia con "porque", también presenta una conexión lógica entre sabbatismos y katapausin. Existe un sabbatismos para los cristianos porque han entrado en el katapausin de Dios. La conexión lógica no existiría si éstos fueran dos descansos diferentes.

La equivalencia de katapausin y sabbatismos se puede ver aún más en la manera paralela en que se emplean. En el versículo 1, el escritor dice que la promesa del descanso katapausin todavía está en pie. En el versículo 6, dice que todavía falta (apoleipetai) que algunos entren en el descanso katapausin,

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el Señor y debe estar buscando la guía del Espíritu Santo. Si algunos piensan que el día es requerido, entonces para ellos lo es. Si piensan que están en libertad en este aspecto, entonces Cristo espera que actúen de acuerdo con su libertad. Cualquier acción que no sea hecha con fe, es pecado. Hay mu-chas escrituras que nos amonestan a seguir el ejemplo de nuestro Salvador. Al seguir su ejemplo, sin embargo, debemos distinguir entre las actividades basadas en la situación histórica en la cual él vivió (por ejemplo, ir a las sina-gogas), y aquellas actividades basadas en leyes permanentes de conducta interpersonal y de adoración en espíritu y en verdad. Vemos algunos de estos principios más importantes cuando notamos el contexto en que las escrituras nos amonestan a hacer lo que él hizo. Debemos servirnos los unos a los otros, como él sirvió a sus discípulos (Juan 13:14-15). Debemos amar como él nos amó (Juan 13:34; 1 Juan 2:5-7; 2 Juan 5). Debemos aceptarnos los unos a los otros, así como él nos aceptó (Romanos 15:7). Debemos humillar-nos como él se humilló (Filipenses 2:5-7). Debemos sufrir sin represalias, como él sufrió (1 Pedro 2:19-23). Debemos hacer sacrificios para unos y otros, así como él lo hizo por nosotros (1 Juan 3:16).

PREGUNTA: Jesús arriesgó su vida por lo que hizo en el sábado. ¿No podía él haber evitado la controversia a menos que fuera necesario? ¿No podía haber evitado sus actividades en el sábado a menos que sus discípulos necesitaran saber cómo guardar apropiadamente el sábado?

RESPUESTA: Jesús criticó el enfoque que los fariseos les daban a varias leyes y rituales, incluyendo el ritual de lavarse las manos (Mateo 15:2), las filacte-rias (Mateo 23:5) y las reglas corbán (Marcos 7:11-13). En todas estas cosas, él contrarió a los fariseos y arriesgó su vida. Mas estas críticas no tenían co-mo propósito mostrarles a sus discípulos cómo continuar estas costumbres practicándolas de una mejor manera. De hecho, las críticas de Jesús ayuda-ron a la iglesia primitiva a darse cuenta de que estas costumbres eran obsole-tas. Por tanto, cuando vemos en los Evangelios que Jesús criticaba la manera como se hacía algo, no podemos suponer que él quería que la iglesia conti-nuara la práctica de una mejor manera.

En ocasiones, Jesús criticó la manera como los fariseos enfocaban las costumbres que eran buenas, incluyendo las limosnas, la oración y el ayuno (Mateo 6:2, 5, 16). Acerca de estos temas, Jesús claramente les enseñó a sus discípulos que continuaran su práctica (vers. 3, 6, 17). Pero nunca les enseñó que observaran el sábado. Se nos dice acerca del trabajo que Jesús hizo en el sábado, pero nunca se nos dice que él descansó en el sábado. En repetidas ocasiones hizo notar que las reglas restrictivas eran violaciones del propósito del sábado; él enseñó que un enfoque en detalles externos era ineficaz e in-correcto. Esas restricciones no transformaban el corazón. Jesús mostró que se puede hacer varias formas de trabajo en el sábado. Él comparó el sábado con las reglas relacionadas con el pan de la proposición, haciendo notar que las cosas santas pueden usarse para propósitos seculares cuando existe una necesidad. David quebrantó la letra de la ley y aún se consideró inocente de acuerdo con la ley espiritual. Jesús es más importante que los rituales del templo, y los rituales son más importantes que los requisitos estrictos de la

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ley del sábado. Lógicamente, entonces, Jesús es más importante que el sába-do. Él es el nuevo enfoque de adoración.

Sin embargo, Jesús nunca quebrantó el sábado, ni enseñó a otros que lo quebrantaran. Pero tampoco enseñó en contra de la circuncisión y de los sa-crificios. No podía hacerlo mientras el antiguo pacto estuviera en vigor. Podía señalar ciertos problemas administrativos y presentarse a sí mismo como Señor, pero no era tiempo todavía de rechazar públicamente ninguna ley en particular (Juan 16:12-13). Mas las implicaciones están allí. Cuando Juan describe a Jesús trabajando en el sábado, no se siente obligado a explicar que los cristianos no lo podían hacer. Cuando Lucas dice que las personas eran liberadas en el sábado, no se siente obligado a aclarar de alguna manera lo que ha dicho. El ejemplo de Jesús con respecto al sábado es libertad, no re-glamentos.

PREGUNTA: Jesús dijo que el sábado fue hecho para el hombre (Mar-cos 2:27).

RESPUESTA: La circuncisión también fue hecha para el hombre. Todas las leyes de Dios, aun las obsoletas, fueron hechas para los seres humanos. La ley del sábado fue hecha para beneficio de los humanos, para servirles, no para que fuese un yugo desagradable. Jesús dijo esto para argumentar a favor de la libertad, no para hacer requerimientos. Jesús es Señor del sábado, él tiene autoridad sobre el sábado y lo puede poner a un lado si él así lo des-ea.

PREGUNTA: Los relatos de la resurrección muestran que todavía se guardaba el sábado después de la crucifixión de Jesús. Las mujeres "descansaron en el día de reposo, conforme al mandamiento" (Lucas 23:56). ¿Muestra esto que el sábado es todavía un mandamiento para los cristianos?

RESPUESTA: Las mujeres reposaron en el sábado, pero su ejemplo no nos dice si ese mandamiento todavía está vigente. Ellas aún no entendían que Dios ya no requería leyes rituales. Posiblemente los lectores de Lucas se pre-guntarían porqué las mujeres reposaron aun cuando fueron confrontadas por una necesidad urgente, así que Lucas les dijo el porqué –las mujeres reposa-ron por causa del mandamiento.

El sábado todavía existe. La fiesta de la Dedicación existe también, pero su existencia no prueba que se tiene que observar. Cuando los Evangelios nos dicen que la resurrección se descubrió "después del sábado, en el primer día de la semana", no nos están diciendo que guardemos el sábado, como tam-poco nos están diciendo que guardemos el primer día de la semana. Simple-mente nos están diciendo cuándo ocurrió este acontecimiento, usando el tér-mino que era extensamente conocido en ese tiempo.

En la actualidad, muchos sabatarios considerarían permisible preparar un cuerpo para su sepultura, especialmente si la persona ha estado muerta por más de un día y se carece de refrigeración. Los lectores de Lucas, hayan o no guardado el sábado, se preguntarían por qué las mujeres descansaron aun-que estaban ante esta necesidad en particular. Lucas fue inspirado a decirles

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a él como nuestro Sumo Sacerdote en el cielo, no a los sacerdotes levitas en el templo, que sólo son sombras y copias de la verdad espiritual (8:1-5; 10:1).

La epístola nos exhorta a no desviarnos del Dios viviente (3:12). Man-tengamos nuestra fe en Cristo firmemente hasta el fin (3:14). No endurezca-mos nuestros corazones (3:15). No podemos agradar a Dios si no tenemos fe (3:19; 11:6).

La epístola hace una analogía entre los israelitas entrando a la Tierra Prometida y los cristianos entrando a la mejor promesa del nuevo pacto. La analogía, nuevamente, tiene como propósito demostrar la superioridad de Cristo. Cuando los israelitas se encontraban en el desierto, enviaron espías a Canaán para explorar la tierra que el Señor les iba a dar. Sin embargo, la mayoría de los espías israelitas tenían temor de los cananeos, y la mayoría del pueblo les creyó a los espías en lugar de creerle a Dios. Por tanto, Dios declaró que, puesto que les había faltado fe y no obedecieron su mandato de invadir a Canaán, no entrarían en la Tierra Prometida: "No entrarán en mi reposo" (Números 14:26-29; Salmos 95:11; Hebreos 3:11). En este salmo, "reposo" era una metáfora por la promesa del antiguo pacto, la tierra de Ca-naán.

La siguiente generación de israelitas entró en la Tierra Prometida bajo el liderazgo de Josué. No obstante, aun después de que entraron en la Tierra Prometida, Dios continuó advirtiéndoles, en el salmo, que no endurecieran su corazón, para que no perdieran la oportunidad de entrar en el descanso de Dios. Así es que el salmo estaba señalando hacia el descanso futuro (4:8). La Tierra Prometida había sido un tipo físico o una prefiguración de un descanso espiritual al que los israelitas no habían entrado aún.

La epístola a los Hebreos continúa el mensaje: No endurezcan su cora-zón, y no rechacen la enseñanza de Jesús. No sean incrédulos ni desobedien-tes, sino continúen confiando en Jesús y obedeciéndole.

A los cristianos se les ha dado el nuevo pacto, con mejores promesas es-pirituales. Ellos participan en este nuevo pacto mediante la fe en Jesucristo. Entran en el descanso de Dios, su promesa, mediante su fe en Jesucristo. "Pero los que hemos creído entramos en el reposo" (Hebreos 4:3), y ese es el "descanso" del cual el salmista estaba hablando (vers. 3). Ahora bien, debido a que hemos entrado en el descanso de Dios, debemos "tener cuidado, no sea que alguno de ustedes no lo logre" (vers. 1, Versión Popular).

El descanso espiritual del cual el salmista habló, el descanso al que Dios quiere que entremos, ya está aquí en Jesucristo. Algunos no lograrán entrar en él si abandonan su fe en Jesucristo. Debemos asegurarnos de no perder la fe y así perder el descanso en el cual ya hemos entrado.

En Cristo, tenemos descanso. Él nos ha liberado del antiguo pacto, el cual era un yugo difícil de llevar, y nos ha dado un nuevo pacto, que por ser un yugo mucho más fácil de llevar se le llama "descanso" (Mateo 11:28-30). Cuando estamos en Cristo, nos encontramos en un descanso espiritual. Ya hemos comenzado a experimentar las mejores promesas de Dios.

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ben continuar observando los símbolos.

De una manera, los símbolos son obsoletos, pero de otra manera, todavía son requeridos. La circuncisión es un gran ejemplo. Los cristianos no tienen que circuncidarse físicamente (Rom.2:29) – pero debemos estar circuncida-dos en el corazón. Debemos guardar ésta ley ritual, pero lo hacemos en el espíritu, no en la letra. En un sentido, Cristo ha hecho la ley obsoleta; en otro sentido, él la ha transformado y todavía la requiere en su forma transforma-da. Lo mismo es cierto para los ritos levíticos: aunque no ofrecemos sacrifi-cios de animales, obedecemos esas leyes cuando tenemos fe en que Jesucris-to cumplió esos sacrificios. El requerimiento ha sido transformado.

En una manera similar, ya que el sábado apunta hacia nuestra salvación fi-nal, y ésta salvación está en Cristo, nosotros estamos permaneciendo en el propósito del mandamiento del sábado, cuando ponemos nuestra fe en Cristo. Es en Él que nosotros encontramos el reposo que necesitamos (Mat. 11:28-30). El requisito de reposar ha sido transformado para enfocarlo en Cristo, en vez de enfocarlo en un día de la semana. Si tenemos fe en Él, estamos en-trando en el reposo de Dios y por tanto estamos guardando la intención espi-ritual del sábado.

La epístola a los Hebreos fue dirigida a creyentes judíos que probablemen-te estaban todavía participando en las costumbres del judaísmo. La epístola explica que el antiguo pacto ha sido anulado y que sus reglamentos se han echado a un lado. Cuando menciona sabbatismos en Hebreos 4:9, no está introduciendo secretamente una afirmación de una ley del antiguo pacto.

A lo largo de la epístola, se les amonesta a los hebreos creyentes dicién-doles que Jesús es mucho, mucho más que cualquier cosa que el antiguo pacto pudiera tener. Jesucristo es el centro principal de la epístola. Se men-ciona el diezmo, por ejemplo, sólo porque éste muestra la superioridad de Cristo sobre los sacerdotes levitas. Se menciona también sabbatismos, no como un punto en sí mismo, sino porque ilustra algo acerca de la superioridad de la fe en Cristo.

Jesús es mejor que los ángeles, mejor que Moisés, mejor que Aarón, me-jor que todos los rituales. Él los ha reemplazado a todos cumpliendo con las verdades espirituales que representaban, haciendo su actuación física innece-saria. Hebreos 4:9 no ordena la continuación de una de las prácticas del anti-guo pacto.

Comencemos nuestro análisis en Hebreos 3: "Por lo tanto, hermanos, us-tedes que pertenecen al pueblo de Dios, que han sido llamados por Dios a ser suyos, consideren atentamente a Cristo Jesús, el apóstol y sumo sacerdote... Pero Jesús merece más honor que Moisés" (vers. 1-3). Luego, la epístola cita del Salmo 95, recordándoles a los hebreos que sus antepasados endurecieron sus corazones y fueron infieles y desobedientes bajo el liderazgo de Moisés.

No endurezcan sus corazones, la epístola exhorta, haciendo eco a lo que se señaló en Hebreos 2:1-3. Los cristianos hebreos aparentemente fueron tentados a volver al judaísmo, y la epístola los exhorta a que sean fieles a la superioridad de Jesucristo. Escuchen lo que Jesús dice (1:2; 2:1). Mirémoslo a él, no a Moisés, como nuestra autoridad en la fe y en la práctica. Mirémoslo

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a sus lectores que las mujeres descansaron debido al mandamiento.

Lucas usó la palabra "mandamiento", pero eso no probaba que el manda-miento era requerido para sus lectores. Pablo usó la palabra "mandamiento" para describir las reglas que dividían a los judíos de los gentiles (Efesios 2:15), pero la palabra no da a entender que esos mandamientos todavía te-nían validez para sus lectores. Lucas simplemente está usando términos co-múnmente comprendidos para explicar por qué las mujeres descansaron. Él no está dando un mandamiento a sus lectores para que sigan ese ejemplo. En una manera similar, la frase "camino de un día de reposo" (Hechos 1:12) no implica nada relacionado con la distancia que debemos caminar hoy en el sábado. La frase simplemente es una forma de medir la distancia, como el "sábado" era el nombre de un día de la semana. El nombre no implica una obligación que los cristianos deben seguir cumpliendo.

PREGUNTA: Jesús dijo que sus discípulos debían orar para que su huída no fuera en el sábado (Mateo 24:20). ¿No significa esto que nosotros debemos guardarlo?

RESPUESTA: No. Está permitido huir para ponerse a salvo en sábado. Jesús dijo que las personas en Judea (v. 16) podrían encontrarlo difícil, tal como encontrarían difícil, pero no pecaminoso, escapar en invierno. Éste versículo no dice si los discípulos estarían guardando el sábado o no – sólo reconoce que otras personas en Judea lo harían, por lo tanto, sería difícil para los discí-pulos escapar.

Esta advertencia fue dada a "los que estén en Judea" (vers. 16), y esta advertencia está preservada solamente en el Evangelio de Mateo, el cual fue probablemente escrito a los cristianos judíos. La advertencia de Jesús nos dice más acerca de las prácticas en Judea de lo que nos dice acerca del cris-tianismo.

Siempre hemos sabido que es permitido escapar para salvar la vida en el sábado. Sin embargo, la razón por la que pudiera ser difícil escapar en el sábado es debido a que los incrédulos están guardando el sábado, no los que están escapando. Quizá los que están escapando guardan el sábado o quizá no lo guardan, pero en cualquiera de los casos puede ser difícil escapar cuan-do la gente de Judea ha cerrado sus negocios, cerrado las puertas de la ciu-dad, etc. Este versículo no está mandando la observancia del sábado, sólo muestra que sería difícil para la gente en Judea escapar durante el sábado.

Pablo y el sábado PREGUNTA: La costumbre de Pablo era guardar el sábado (Hechos 13:14; 16:13; 17:2). ¿No deberíamos nosotros seguir su ejemplo en esto (1 Corintios 11:1)?

Cuando Pablo predicaba el evangelio en una ciudad nueva, su costumbre era ir a la sinagoga en el sábado (Hechos 13:14; 16:13; 17:2). Pero esto no

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significa que él guardaba el sábado. Pablo deseaba predicarles primero a los judíos, y el mejor lugar para hacer esto era en una sinagoga, y el mejor día para hacerlo era en el sábado, cuando los judíos estaban allí. Era simplemen-te una buena estrategia evangelística ir a la sinagoga en el sábado. Sin em-bargo, Pablo nunca le enseñó a nadie a guardar el sábado. El apóstol Pablo iba a la sinagoga en el sábado porque allí era cuando y donde la gente se reunía para escuchar las discusiones de la Escritura. Allí era cuando y donde él tenía un auditorio. Él iba a los judíos primeramente y luego a los gentiles, y la mejor manera de predicar a los judíos era yendo a las sinagogas en el día en que los judíos estaban allí.28

Como Jesús, Pablo por costumbre iba a la sinagoga. Pero ¿por qué debe-mos insistir en imitar una frase de la oración e ignorar otra parte? ¿Por qué debemos citar el ejemplo del "sábado" pero no el de la "sinagoga"? El hecho de que esta era una sinagoga debiera enfocar nuestra atención en la situación histórica y debiera prevenirnos con respecto a costumbres específicas.

Pablo algunas veces guardó leyes judías tales como la circuncisión, hacer votos y participar en los ritos del templo (Hechos 16:3; 18:18; 21:26). Cuan-do estaba con los judíos, él vivía como ellos – pero él no se consideraba a sí mismo como estando bajo la ley del antiguo pacto (1 Corintios 9:20). Cuando estaba con los gentiles, él podía vivir como un gentil, al igual que Pedro lo pudo hacer (v. 21; Gálatas 2:14). En el primer siglo, ni los judíos ni los genti-les creían que los gentiles debían guardar el sábado. Si Pablo hubiese tenido otro punto de vista, nosotros podríamos esperar ver alguna evidencia, pero no hay ninguna. Su ejemplo no es automáticamente autoritario. Si imitamos todas las maneras en que él vivió como Jesús, tendríamos que ser solteros y predicadores ambulantes. Debemos discernir cuáles detalles de sus vidas se basaron en la cultura en que vivieron, cuáles se basaron en el cristianismo y cuáles se basaron en ambos.

El apóstol Pablo se consideró a sí mismo bajo la ley de Cristo, no bajo la ley del antiguo pacto (1 Corintios 9:19-21). Tenía la libertad de observar las costumbres del antiguo pacto cuando estaba entre judíos, y tenía la libertad de ignorarlas en otras situaciones. Pedro estaba en libertad de "vivir como los gentiles", al igual que Pablo (Gálatas 2:14). En la actualidad, nosotros debe-mos obedecer los mandamientos de Jesús (Mateo 28:20), y Jesús nunca le ordenó a nadie que descansara en el sábado. El ejemplo de Pablo, como el de Jesús, es siempre uno de libertad y él no establece ninguna restricción o mandamiento acerca del sábado.

En Antioquía de Pisidia, Pablo dio un mensaje controversial en la sinagoga: "Así pues, hermanos, ustedes deben saber que el perdón de los pecados se les anuncia por medio de Jesús. Por medio de él, todos los que creen quedan perdonados de todo aquello que bajo la ley de Moisés no tenía perdón" (Hechos 13:38-39).

Los judíos y prosélitos le pidieron a Pablo que les hablara el siguiente sá-bado (vers. 42), y eso fue lo que Pablo hizo. Él no trató de cambiar su cos-tumbre de guardar el sábado. Una gran porción del grupo tendría que traba-jar los siguientes seis días y no les hubiera sido posible reunirse el domingo. Además, sería bueno para ellos pensar y hablar acerca del mensaje de Pablo

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Cristo.

Podemos ver eso más claramente en Hebreos 4, el cual analizaremos más adelante, pero la conclusión se hace necesaria simplemente por la acti-tud indiferente de Pablo hacia los días del antiguo pacto. Algo de tanto signifi-cado ha ocurrido que el sábado semanal ya no es un asunto en el cual el pue-blo de Dios tiene que ser juzgado.

Sin embargo, los aspectos prácticos del sábado son todavía prácticos. Todavía necesitamos tiempo para adoración, y necesitamos tiempo para dedi-carnos a Dios. Si trabajamos siete días a la semana, lo más seguro sería que nos alejaríamos de Dios y nos moriríamos de hambre espiritualmente.

El apóstol Pablo tuvo que hacerse cargo de muchos problemas por vivir la vida cristiana, y menciona un gran número de pecados que pueden mantener a las personas fuera del reino de Dios, pero nunca menciona el sábado. Cuando describe los pecados de los gentiles (Romanos 1), no dice nada acer-ca del sábado.35 Tiene mucho que decir acerca de la fe y el amor, de magnifi-car el propósito real de la ley de Dios, pero el sábado simplemente no se or-dena. Ni tampoco es creíble declarar que todo el Nuevo Testamento fue escri-to para que sólo los "sabios" entendieran el mandamiento más importante.

No debemos dejar de asistir a nuestras reuniones, no sólo por nuestro propio beneficio sino por el beneficio de la comunidad de la fe. "Busquemos la manera de ayudarnos unos a otros a tener más amor y a hacer el bien. No dejemos de asistir a nuestras reuniones, como hacen algunos, sino démonos ánimos unos a otros; y tanto más cuanto que vemos que el día del Señor se acerca" (Hebreos 10:24-25). Debemos ir a los servicios de la iglesia prepara-dos a animar a otros, a dar palabras de alabanza y gratitud al Señor.

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PREGUNTA: Hebreos 4:9 dice que todavía queda un reposo sabático para el pueblo de Dios. ¿Acaso Hebreos 4:9 ordena a los cristianos que guarden el sábado?

RESPUESTA: Hebreos 4 está hablando de un reposo futuro. El pueblo no tuvo éste reposo en los días de Josué, ni tampoco cuando el Salmo 95 fue escrito (v. 8), así que éste capítulo no está hablando del sábado semanal. A éste reposo se entra por la fe en Cristo (v. 2). Al usar la frase “reposo sabático”, Hebreos está diciendo que el sábado semanal simbolizaba el verdadero repo-so al cual Dios quiere que entre su pueblo. Así como los sacrificios levíticos simbolizaban la obra de Cristo, el sábado semanal simbolizaba nuestra salva-ción final. Éste simbolismo no dice nada en referencia, a si los cristianos de-

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Los gálatas habían sido gentiles en una religión pagana antes de que fue-ran salvos por la fe en Cristo. Pero los judaizantes herejes estaban aparente-mente enseñándoles que, aunque habían empezado con Cristo, necesitaban completar su salvación con la circuncisión y su compromiso hacia el antiguo pacto (Gálatas 5:3). ¡Semejante enseñanza debe ser maldecida y condenada! Hace que Cristo no tenga valor alguno (vers. 2).

El apóstol Pablo dijo que la ley del antiguo pacto era esclavitud (Gálatas 4:24-25; 5:1; notemos también el "nosotros" en 4:3), al igual que el paga-nismo (Gálatas 4:8). ¡Los cristianos de Galacia habían ido de una esclavitud pueril (el paganismo con sus muchas reglas externas) a otra (el antiguo pac-to, con sus reglas externas)!

Cuando los judaizantes enseñaron "días, meses, fechas y años" (vers. 10), es posible que les enseñaron el calendario judío con sus días, meses lunares, estaciones festivas y años sabáticos. Tales requisitos externos eran "débiles y pobres principios"34 (vers. 9), ya que nunca pueden ganarnos la salvación, ni son requeridos después de que se nos da la salvación. Los cris-tianos pueden guardar tales días si así lo desean (como muchos de los cris-tianos judíos lo hicieron), pero no deben enseñar que tales días son requeri-dos bajo el nuevo pacto.

¿Cómo pudo Pablo ser tan indiferente a algo que había sido un manda-miento? Porque algo más significativo que el antiguo pacto ha venido, algo más importante que el maná nos ha dado vida. Los días de adoración del antiguo pacto eran sombras o siluetas, tal como lo fueron los sacrificios, y ahora la Realidad ha venido (Colosenses 2:16-17; Hebreos 10:1-2). La ley, el antiguo pacto entero, estuvo vigente hasta que Cristo vino (Gálatas 3:25; Hebreos 9:10).

El antiguo pacto fue una administración apropiada para una nación car-nal. El nuevo pacto se administra de una manera diferente. La ley de Dios es la misma, pero se administra de diferentes maneras en diferentes tiempos para diferentes personas y diferentes propósitos.

Debemos reconocer la validez continua de la ley de Dios, pero debemos reconocer que el Nuevo Testamento nos da una representación más completa que la del Antiguo Testamento. Debemos interpretar las leyes antiguas con la perspectiva de la nueva situación que nos trajo Jesucristo. El propósito espiri-tual del sábado es todavía válido, pero el propósito espiritual no es evitar el trabajo en un día específico. El propósito espiritual es de señalarnos hacia Cristo. Ahora que ya hemos venido a Cristo, el indicador es de tan disminuida importancia que (ya sea que entendamos o no su función) Pablo puede decir que no es un asunto por el cual los cristianos deben ser juzgados.

El sábado le señaló el Creador a una nación inconversa. Les dio frecuen-tes recordatorios de él, de la misma manera como el templo y sus sacrificios lo hicieron. Pero ahora que el Creador está viviendo en nosotros, no necesi-tamos de indicadores en la misma manera. Tal como permanecemos por el propósito espiritual de la circuncisión mediante el arrepentimiento y perdón --ignorando completamente los detalles físicos que el antiguo rito demandaba-- permanecemos por el propósito espiritual del sábado cuando tenemos fe en

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durante toda la semana. Debido a que Pablo esperó una semana, toda la ciu-dad pudo escuchar acerca de la controversia, y debido a eso, vinieron a escu-charlo (vers. 44).

En las ciudades gentiles de Listra y Derbe, no se dice nada acerca del sá-bado. Aun en Atenas, donde vivían algunos judíos, nada se dice acerca del sábado. En su lugar, Pablo "cada día discutía igualmente en la plaza con los que allí se reunían" (Hechos 17:17). La predicación diaria es una costumbre válida también, si deseamos seguir el ejemplo que Pablo y Jesús nos dejaron. Santiago hizo notar que se predicaba sobre Moisés en las sinagogas cada sábado. (Hechos 15:21). ¡Pero Santiago no trató de animar a los gentiles a que asistieran a las sinagogas!29 Los conversos necesitaban oír acerca de Cristo, no acerca de Moisés. El concilio de Jerusalén rechazó la opinión de aquellos que pensaban que los gentiles debían guardar toda la "ley de Moi-sés" (vers. 5).30

"Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios" (vers. 19). En lugar de requerirles a los gentiles cristianos que guarda-ran la ley de Moisés, el concilio les dijo que se abstuvieron de sangre, de car-ne de animales estrangulados, de la idolatría y de la fornicación (vers. 20). El concilio dio un decreto benigno debido a que en las sinagogas se predicaban los requisitos estrictos (vers. 21). El sábado era parte de la ley de Moisés, tanto como lo era la circuncisión, pero nada se dijo para hacer del sábado una excepción, ni por el concilio ni por Lucas, quien escribió para los lectores gen-tiles muchos años después.

En Corinto, Pablo nuevamente empezó en la sinagoga, y allí habló cada sá-bado (Hechos 18:4). Pero muy pronto Pablo dejó la sinagoga y empezó a predicar en la casa que estaba al lado de la sinagoga (vers. 7). Después de esto, no se dice nada con respecto al sábado, y Pablo pudo haber enseñado cada día de la semana. Aun al estar ocupado en la fabricación de tiendas, él podía hablar de las Escrituras con cualquiera que tuviera tiempo para escu-charle. En Éfeso, Pablo predicó todos los días de la semana por dos años (Hechos 19:9-10). Esta es también una costumbre válida.

De regreso a Jerusalén, Pablo se detuvo siete días en Troas (Hechos 20:6). Pero no leemos nada sobre el sábado. Lo que leemos es que la iglesia ("noso-tros") esperó hasta el primer día de la semana para reunirse y partir el pan, y Pablo predicó hasta que terminó el sábado (vers. 7).

¿Por qué hasta entonces? Aparentemente el primer día de la semana era cuando los creyentes se podían reunir. Aunque Pablo tenía prisa (vers. 16), tenía que esperar hasta el primer día de la semana. Este también fue un ejemplo significativo.

En resumen, nunca se nos dice que Pablo descansó en el sábado, o que él enseñó a que se descansara en el sábado. Lo que se nos dice es que él apro-vechó ese día como una oportunidad evangelística, y que podía aprovechar cualquier día de la semana para predicar acerca del Salvador. Su ejemplo nos demuestra libertad, y nada acerca de requisitos.

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PREGUNTA: Pablo enseñó regularmente en el sábado (Hechos 18:1-11). ¿Les estaba él enseñando a los gentiles a guardar el sábado?

RESPUESTA: Este pasaje solamente dice que enseñó en las sinagogas por unos cuantos sábados; después de eso no dice cuándo él enseñó. Pudo haber sido en el sábado o pudo haber sido en otros días también, como lo hizo en Atenas y en Éfeso. Y el pasaje no dice nada acerca de evitar trabajar en un día de la semana en particular.

El libro de los Hechos nos dice lo que Pablo hizo en unos cuantos sábados y en otros cuantos días. Si queremos saber lo que Pablo mismo enseñó acer-ca del sábado, necesitamos ir al único lugar donde se usa la palabra "sábado" [la versión castellana usa "días de reposo"] en sus epístolas: Colosenses 2:16-17. "Por tanto, que nadie los critique a ustedes por lo que comen o be-ben, o por cuestiones tales como días de fiesta, lunas nuevas o días de repo-so. Todo esto no es más que la sombra de lo que ha de venir, pero la realidad misma es Cristo" (Versión Popular).

El apóstol Pablo comienza su análisis del sábado con un "por tanto". Esas palabras deben hacernos examinar el contexto. La razón por la que los cris-tianos no deben dejar que otros los critiquen con respecto al sábado es debi-do a que Cristo ha triunfado en la cruz (vers. 15). La muerte de Cristo en la cruz cambió algo acerca del sábado. En Colosas, el sábado no tenía conexión alguna con los rituales del templo. La única manera que se podía observar era absteniéndose de trabajar y reuniéndose para adorar. Pero la muerte de Cris-to había cambiado algo acerca del enfoque cristiano hacia el sábado. Nadie debía criticar a los cristianos con respecto al sábado.

El sábado, los días de fiesta, las lunas nuevas y todo el calendario judío era una "sombra" de lo que había de venir. Todo eso prefiguraba, era la som-bra profética, simbolizando cosas que habían de venir. Gramaticalmente, es ambiguo el hecho de que esas cosas han ocurrido o si algunas eran futuras. En lo que respecta a la práctica cristiana, no importa, ya que la conclusión de Pablo es que no debemos dejar que otros nos critiquen en lo que al sábado respecta.

Ya sea que lo guardemos o que no lo guardemos, no debemos dejar que otros nos juzguen acerca de esta cuestión. Ya sea que guardemos el sábado o no, no debemos dejar que otros nos hagan sentir culpables con respecto al sábado. No debemos dejar que otros nos hagan pensar que vamos a perder nuestra salvación si no aceptamos sus ideas. Ni se ha prohibido el sábado, ni se ha requerido. Es por esto que la Iglesia de Dios Universal recibe a los que guardan el sábado como a los que no lo guardan.

El contraste entre "sombra" y "realidad" se encuentra también en Hebreos 10:1; las leyes de los sacrificios fueron una sombra de las cosas buenas que habían de venir (el mismo vocablo y tiempo verbal griego como en Colosenses 2:17), no la realidad. Así como los sacrificios eran sombras que señalaban hacia Cristo y fueron reemplazadas por él, los días de adora-ción del antiguo pacto fueron también sombras que señalaban hacia Cristo.31

Ahora que él ya ha venido, los días han dejado de ser la norma por la cual somos juzgados. La norma apropiada es Jesucristo. En el último juicio, la

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cuestión definitiva no será acerca de días, sino acerca de la fe en Jesucristo. Su venida ha hecho una enorme diferencia en la manera en que el pueblo de Dios debe adorar en espíritu y en verdad. Apenas hemos empezado a ver cuán significativas su muerte y resurrección han sido para la fe y la práctica.

Pablo no les enseñó a los cristianos gentiles a guardar el sábado. Él en realidad les dijo que el sábado no era un aspecto en el cual debíamos ser juzgados. Como le dijo a la iglesia romana, que consistía de judíos y gentiles: "Hay quienes dan más importancia a un día que a otro, y hay quienes creen que todos los días son iguales. Cada uno debe estar convencido de lo que cree" (Romanos 14:5, Versión Popular).32

El apóstol Pablo no pensó que era necesario decirle a esta gente que un día en particular era sagrado o superior. Él lo dejó a la convicción individual. ¿Cómo podía Pablo tomar una actitud tan indiferente en cuanto al concepto de días especiales? Aparentemente algo significativo había ocurrido, el evento más significativo en la historia: la crucifixión de Jesucristo. Debido a ese evento, los días ya no son un asunto para juzgar el comportamiento.

El punto principal de Pablo es que un cristiano no debe juzgar a otro en lo que respecta a mejores días: "¿Quién eres tú para criticar el servidor de otro? Si queda bien o queda mal, es asunto de su propio amo. Pero quedará bien, porque el Señor tiene poder para hacerle quedar bien" (vers. 4, Versión Popu-lar). "Así pues, cada uno de nosotros tendrá que dar cuenta de sí mismo a Dios", Pablo escribe en el versículo 12.

Pero ¿quiere esto decir que necesitamos vivir en temor del juicio final, guardando el sábado "por si acaso", observando lunas nuevas y otras restric-ciones "por si acaso"? Si alguna persona hace estas cosas reverentemente, "para el Señor", pueden ser aceptables hábitos de ayuda. Pero no pueden exigírselas a otros cristianos. La conclusión de Pablo es clara: "Por eso, ya no debemos criticarnos unos a otros. Al contrario, propónganse ustedes no hacer nada que sea causa de que su hermano tropiece" (vers. 13, Versión Popular). Por cada obstáculo que pongamos en frente de otros, seremos juzgados. Cuando enseñamos requisitos, debemos ser precavidos.

Es bueno ser obediente, pero no debemos pensar que nuestra obediencia gana algo para la salvación. Pablo advirtió convincentemente a los cristianos gálatas que la fe en Cristo era suficiente para la salvación. La fe nos lleva a caminar por el Espíritu, y eso implica un estilo de vida de amor, gozo, paz, etc. La fe no implica la observancia supersticiosa de la circuncisión o de las leyes del antiguo pacto "por si acaso" éstas son también necesarias.

Somos llamados a la fe, confiados en que el sacrificio de Cristo nos limpia de todo pecado, no a la esclavitud temerosa de tradiciones religiosas y reglas humanas. Semejantes reglas podrán tener apariencia religiosa y podrán tener la forma de piedad, pero no tienen el poder que transforma el corazón, lo cual es el enfoque del cristianismo. De hecho, para algunas personas las reglas pueden llegar a ser más importantes que amar al prójimo. Las reglas pueden engañar a las personas haciéndolas pensar que están bien con Dios simple-mente por guardar las reglas.33 Por lo menos eso fue lo que produjeron en algunos de los fariseos.