EL CUERPO OBSOLETO

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Orlan: El cuerpo que vendrá. Autodeterminación, cuerpo propio, identidad, han sido los principales motivos de la artista francesa Orlan. Feminista de siempre y creadora del arte carnal. (Por Dulce María López Vega) modemmujer - 12:36pm Dec 13, 2000 Orlan: El cuerpo que vendrá. Autodeterminación, cuerpo propio, identidad, han sido los principales motivos de la artista francesa Orlan. Feminista de siempre y creadora del arte carnal. (Por Dulce María López Vega) (Subió a Conferencia el 5 de diciembre del 2000) Tiene 53 años y nueve intervenciones plásticas bajo anestesia que han podido ser observadas en varios museos y galerías del planeta; se esculpe a carne viva a nombre de la autodeterminación y contra la discriminación porque abomina de las imposiciones "provengan de los hombres, del ADN o de Dios". En la Ciudad de México hablamos con ella sobre mujeres, política y belleza, belleza, belleza… WARNING: El trabajo de Orlan es muy fácilmente acomodado en el rango del escándalo ininteligible por quienes no están habituados a la producción cultural del siglo XX, recordaremos aquí solamente que la obra de arte carnal se constituye conforme al canon que rige al arte conceptual, esto es que la posibilidad de que las imágenes cruentas de

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Orlan: El cuerpo que vendrá. Autodeterminación, cuerpo propio, identidad, han sido los principales motivos de la artista francesa Orlan. Feminista de siempre y creadora del arte carnal. (Por Dulce María López Vega)

modemmujer - 12:36pm Dec 13, 2000

Orlan: El cuerpo que vendrá. Autodeterminación, cuerpo propio, identidad, han sido los principales motivos de la artista francesa Orlan. Feminista de siempre y creadora del arte carnal. (Por Dulce María López Vega)

(Subió a Conferencia el 5 de diciembre del 2000)

Tiene 53 años y nueve intervenciones plásticas bajo anestesia que han podido ser observadas en varios museos y galerías del planeta; se esculpe a carne viva a nombre de la autodeterminación y contra la discriminación porque abomina de las imposiciones "provengan de los hombres, del ADN o de Dios". En la Ciudad de México hablamos con ella sobre mujeres, política y belleza, belleza, belleza…

WARNING: El trabajo de Orlan es muy fácilmente acomodado en el rango del escándalo ininteligible por quienes no están habituados a la producción cultural del siglo XX, recordaremos aquí solamente que la obra de arte carnal se constituye conforme al canon que rige al arte conceptual, esto es que la posibilidad de que las imágenes cruentas de la cirugía (llevada a cabo entre vestuarios de modistos famosos –Rabanne–, lecturas de textos de filósofos –Serres– y de psicoanalistas –lacanianas, évidemment–) que son transmitidas en directo a museos y galerías califiquen como artísticas, depende en gran medida del espectador, un voyeur que se debe cultísimo para gozar de su capacidad de juzgar: goce sublime que es como el femenino, un goce suplementario .

 

Que nos perdonen los chicos, otra vez vamos a hablar de nosotras. Nuestra así llamada revolución –la feminista– celebrada a principios del año 2000 por comentaristas de toda latitud como la única realmente lograda en el siglo XX, ha tenido en verdad efectos espectaculares. Nos ahorraremos la enunciación

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rabeleana tanto de las conquistas como de lo que hay todavía que lograr en materia jurídica, para concentrarnos en un terreno poco abordado por la política, el de la estética, terreno de las representaciones.

Tantas somos tan señorita inglesa y siglo XIX, que cuando decimos Yo parece una rebeldía siempre incipiente, un malestar, una confusión asaz desesperante. ¿Cómo desconstruir y reordenar los elementos que constituyen los géneros en nuevas e inesperadas geometrías? Lo que sigue, señoras y señores, se llama política simbólica y el eje de lo que abordaremos hoy: Nuestro cuerpo es un campo de batalla.

Autodeterminación, cuerpo propio, identidad, han sido los principales motivos de la artista francesa Orlan, nacida en Saint-Etienne (Loire) un 30 de mayo de 1947. Esta feminista de siempre y creadora del arte carnal, realizó sus primeros performances a la edad de 17 años (1964). Desde entonces ha transitado por el yoga, la pintura, la escultura, la poesía, el teatro, la decoración… Su primer performance quirúrgico data de 1978 cuando, teniendo que ser operada de urgencia, decidió introducir al quirófano una cámara de video para después hacer que una ambulancia transportara el cassette a la sede del Simposio de Performance de Lyon para su difusión. La serie de autorretratos inicia sin embargo, hasta 1990 con la obra Rencarnación de Santa Orlan o Imágenes. Nuevas imágenes. Las primeras intervenciones retomaron rasgos de representaciones femeninas del arte clásico del mediterráneo: ángulos y curvas de la Diana de la Escuela de Fontainbleau, la Mona Lisa, la Venus de Botticelli, la Europa de Gustave Moreau, la Psyché de Gérard. Aunque la selección fue hecha con base en criterios morales e interrogantes sobre arte e identidad ("insumisa a los dioses y a los hombres", "autorretrato de Leonardo", "faro de la historia del arte", "hombre bajo una mujer", "Europa inacabada", ha argumentado la autora), el tránsito de este proyecto plástico-quirúrgico de nueva belleza por la iconografía propia de la historia del arte resultó demasiado sutil para un público dominado por los valores del showbiz.

¿Cuál ha sido la recepción de tu propuesta?

Las interpretaciones comunes en la prensa sobre mi trabajo hablan de la belleza en términos muy convencionales; sus autores suponen que lo que quiero es devenir una mujer bella, que quiero ser Mona Lisa o Venus, cuando lo importante para mí es demostrar la vanidad y la locura de quien adhiere a los estandares de belleza.

¿Buscas establecer nuevos criterios?

Busco que mi cuerpo sea lugar de debate público, y creo que lo he logrado colocando estas dos protuberancias en mi frente.

Tales protuberancias (chichones en traducción salvaje del Petit Larousse) suenan a aquella estrategia de choque acuñada por los surrealistas: la de la convulsión. Fueron implantadas en Nueva York, en la famosa séptima operación realizada por la doctora Marjorie Cramer ("que es feminista"), al

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parecer la única que aceptó realizarla sin suponer que colocando el silicón algunos centímetros más allá de donde lo trae cualquier estrella de Hollywood o permitiendo la transmisión en vivo de la intervención, atentaba contra los principios de la cirugía estética. "Los demás me querían mignonne," comenta escueta la artista.

¿Cómo te mira ahora la gente?

La belleza puede tomar apariencias no entendidas en la actualidad como bellas. Cuando la gente se me acerca, lo hace pensando que encontrará un monstruo, alguien de apariencia extraña y repelente, pues ha escuchado hablar de los implantes en mi cabeza; pero ya frente a mí tiene que confesar que me veo bastante bien. Estoy demostrando que la belleza puede tomar apariencias totalmente distintas de las esperadas.

No matter Lacan y sus matemas (el 68002, el 68003, el 30102, el 59034, el 59033…), la cuestión del cuerpo propio sigue siendo el caballo de batalla de las feministas. ¿Recuerdan a sus mamás en los setenta dejándose engordar, rehusando maquillarse, vistiendo ropa de talla extra large?, muy probablemente andaban en busca de respuestas a preguntas que también son las de Orlan: ¿qué ética para los cuerpos de las mujeres?, ¿qué puede significar para mí la ética del cuerpo propio?, ¿qué relación tiene con mi deseo y mi identidad?

¿Cómo relacionas tu trabajo con el hecho de ser mujer?

He considerado siempre mi cuerpo de mujer, de mujer-artista como material privilegiado para la construcción de mi obra. Pienso que el objeto de arte está sometido a tantas presiones como el cuerpo de la mujer. En resumidas cuentas la totalidad de mi trabajo habla de esas presiones increíbles ejercidas sobre el cuerpo de la mujer; he señalado algunas de sus inscripciones en la historia del arte.

¿Por qué recurres a la cirugía?

Soy una mujer de mi tiempo, incluso cuando trato de serlo de una manera distinta, irritando a la gente y provocándola. Para decir lo que quiero busco las herramientas más elocuentes, por eso utilizo la cirugía. Tiene también que ver con la manera en que concibo el arte. El arte que me interesa es parte de la resistencia. Tiene que hacer tambalear nuestros juicios a priori, revolucionar nuestro pensamiento; está fuera de las normas, fuera de la ley. Está contra el arte burgués. No está hecho para arrullarnos, para reforzar lo que sabemos. Debe tomar riesgos, ser un desvío; es en sí mismo un proyecto de sociedad. Aún si suena romántico digo que el arte puede, el arte debe cambiar el mundo; es ésa su única justificación.

¿Alguna intervención en puerta?

Actualmente estoy haciendo un viaje alrededor del mundo buscando la belleza de otras civilizaciones y otras épocas. He iniciado en México, seguiré por África. De México me han interesado mucho las deformaciones del cráneo

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usadas por los mayas y los olmecas; el estrabismo y los implantes de las narices mayas.

Aunque ya enseñé suficiente y no quiero hacerme intervenciones quirúrgicas toda la vida (no busco estar en un libro de records), he pensado en modificar la estructura de mi nariz; una de las posibilidades que tengo en mente es una nariz de rey maya, que empieza arriba de las cejas y baja formando un bello pico de águila.

He trabajado sobre el cuerpo ocho años, sobre el cuerpo que vendrá. Ahora intento plantear preguntas sobre la manipulación genética. Creo que tenemos que estar listos para un cambio del estatus del cuerpo y preparados para administrar correctamente ese estatus.

¿Contemplas la clonación en tu investigación sobre la belleza?

No estoy contra la clonación, pero no me interesa para mi trabajo; me interesaría si se pudiera trabajar realmente sobre los genes para obtener el cuerpo que una desea.

Suponemos que a estas alturas, muchos de ustedes se preguntarán con temor si vivir una estética de manera decidida y radical puede privarlos de toda relación, por eso nos pareció importante señalar que Orlan está casada con un hombre guapo, inteligente y más joven –"filósofo y curador", agrega una de sus colaboradoras–. Aunque notamos su sortija dorada en el anular de la mano derecha, para tranquilidad de todo mundo le preguntamos:

¿tuviste que elegir entre el Arte y tu sexualidad?

Agradezco que a mi público le preocupe mi sexualidad. No, no tuve que renunciar a nada; tengo pareja desde hace años, una pareja establecida cuando ya había yo iniciado la serie de intervenciones quirúrgicas.

Y así terminamos esta parte de nuestra entrevista con Orlan, monstruo de vastas promesas. ¿Conocen este dicho romántico del dieciocho?: es necesario que el cuerpo como el alma esté en nuestro poder. El cuerpo es el instrumento de la forma que se debe dar al mundo y de la modificación a aportarle. Debemos por lo tanto desarrollar nuestro cuerpo como un órgano apropiado para todo. Una modificación de nuestro instrumento es una modificación del mundo. Es de Novalis. ¿Qué pensaría hoy de esta empresa él, siempre tan literariamente agonista, tan puro?

Cuando John Travolta y Nicholas Cage intercambiaban sus rostros en la película de acción hollywoodense "Contracara", la mayoría del público pensó que se trataba de una fantasía inalcanzable.

Pero esos incrédulos estaban equivocados.

¿Cuál es su rostro ideal?... En el futuro podría tenerlo.

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En Estados Unidos, científicos ya han efectuado transplantes de rostro a cadáveres donados para investigación médica.

Ahora están esperando aprobación para hacer lo mismo con personas que sufren alguna desfiguración.

Miles de posibilidades

El "Rostro del Futuro" es precisamente el tema de una exposición recién inaugurada en el Museo de la Ciencia de Londres.

La muestra destaca cómo la tecnología digital puede ser utilizada para "mejorar" un rostro.

Sólo en Gran Bretaña, unas 25.000 personas se someten a tratamientos cosméticos cada año. La mayoría lo hace por vanidad.

En ese contexto, el University College de Londres desarrolló un escáner de tres dimensiones que permite a los cirujanos experimentar con rostros sin tocarlos.

La herramienta fotografía la cara del paciente y entrega más de 50 mil coordenadas con una exactitud de hasta medio milímetro.

Sin embargo, aunque entrega miles de posibilidades, este modelo aún no permite rediseñar completamente una faz.

Cirugía artística

Hay investigadores que aseguran que llegará el momento en que los rostros humanos podrán ser programados genéticamente.

Pero por ahora los cambios son restringidos y dejan mucho espacio a la imaginación.

"Lo que nos interesa es lo que puede suceder a nivel digital", dice la curadora de la exhibición Rostro del Futuro, Sandra Kemp, directora de investigación de la Escuela Real de Artes.

"Las fotografías de papel ya casi no existen a nivel doméstico. Muchas personas prefieren las cámaras digitales y sus imágenes pueden ser transformadas con PhotoShop. En realidad, la gente altera su rostro todo el tiempo", asegura Kemp.

"Estamos siendo condicionados por un rostro digital con el que ningún ser humano puede nacer: suave, angosto, con una mandíbula pequeña, labios gruesos y ojos de tira cómica japonesa en el caso de las mujeres".

Puede ser cierto, pero en cuanto a cambios pocos van tan lejos como la artista francesa Orlan, quien como parte de su obra se ha sometido a varias cirugías plásticas para intentar acercarse lo más posible a un rostro ideal generado por computador, basado en imágenes clásicas de belleza. Incluida la Mona Lisa

El cambio de rostro es una de las obsesiones de los cirujanos plásticos y sus clientes.

Obra viva La artista francesa Orlan se ha sometido a varias cirugías plásticas para intentar acercarse lo más posible a un rostro ideal generado por computador, basado en imágenes clásicas de belleza.

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Cómo posar una mirada virgen sobre un rostro? Acercarse a un rostro es siempre interpretar signos y escudriñar huellas, intentar ver, en definitiva, más allá de la superficie. Vemos lo que sabemos de ese rostro, catalogándolo de manera más o menos rígida según una herencia cultural en función de la raza, el género, la clase social, etc., de quien lo porta. El rostro es ante todo un símbolo, que se descifra según los códigos de la dominación.

Pareciera como si desde nuestro origen un impulso innato nos empujara a traspasar la simple apariencia para adivinar las pasiones, emociones e inclinaciones morales de nuestros congéneres a través de sus rostros. Ciertamente, las claves para descifrar la escritura secreta del rostro varían en el tiempo. Quizás nuestros maestros en esta atávica costumbre de penetración fueron los fisonomistas, que desde Aristóteles a Lavater, pasando por los filósofos herméticos, presos del delirio analógico, buscaron semejanzas y parentescos con todo lo que les rodeaba. Ellos entendieron al hombre, “a su cuerpo y a la posición que ocupa en el espacio físico, en el contexto de una visión cósmica del universo” donde “todo grano de arena y cualquier hoja contiene el infinito, donde existen sutiles armonías entre el cuerpo y el alma, y misteriosas afinidades morales presiden las relaciones entre formas humanas y animales” (1). En una concepción del mundo en que todo estaba conectado -el mundo era una red de correspondencias secretas que se podían descifrar mediante claves analógicas-, en los rostros podía adivinarse la impronta de los astros o intuirse los signos de la divinidad.

Que la ciencia fisonómica respondía a cierto deseo de ordenamiento del mundo quedaría explícito en su utilización durante los siglos XVIII y XIX, pasada por el tamiz racionalista y cientificista, al servicio de la Razón de Estado. Dominada hasta entonces por un componente mágico-mítico e irracional, los modernos fisonomistas, aun manteniendo invariables, a un nivel profundo, sus presupuestos teóricos, guiados por el rigor científico y obsesionados con la manía de clasificar y fichar -manía que se convirtió en el siglo XIX en una auténtica paranoia- llevaron a cabo una sistematización enciclopédica y convirtieron la fisonomía en un método analítico y deductivo que sirvió como instrumento de exclusión y de marchamo de criminalidad y alienación (2). El mismo Lavater desarrolló los principios de una fisonomía criminal y racial hasta el punto de recibir la crítica de G. C. Lichtenberg: “Si la fisonomía es lo que Lavater espera de ella, se llegará a ahorcar a los niños antes de que cometan delitos merecedores de la horca”.

Hoy ya nadie cree que el tamaño de una oreja pueda determinar los valores morales de

J.C. Lavater. De la rana al Apolo

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un individuo. Al contrario, la superstición fisonómica ha tomado otros derroteros. ¿Cuáles son hoy los nuevos signos a descifrar? Ciertamente se asocian a la tecnología digital, la ciencia médica y la ingeniería genética. ¿Qué interrogantes suscita esa nueva identidad que puede forjarse mediante la alteración a voluntad de los rasgos de un rostro con un simple programa informático? Se dirá que, al fin y al cabo, estas variaciones no tienen consecuencias reales. Pero, ¿qué decir de las improntas, esta vez permanentes, de la cirugía estética sobre los rostros? Ahora son las emanaciones del Uno capitalista las que se extienden en nuestros rostros y en nuestras almas/subjetividades. No olvidamos que las remodelaciones en la apariencia del rostro, a través de la cirugía plástica, se soportan como una forma de inclusión en el modelo dominante, ni que la uniformidad de rasgos que implica está asociada a la personalidad plana, siempre feliz, siempre joven, que el sistema reclama, pues la promesa de crear la propia identidad es mera ilusión: rostros intervenidos, rostros domeñados. No deja de sorprender que, al tiempo que la especie humana va reduciendo su variedad, aumenta el número de especies vegetales y animales en vías de extinción, todas aquellas con las que los fisonomistas enlazaban sus analogías. Y es que al menos éstos perseguían la unidad del hombre con el cosmos. Muy al contrario, la superstición de la economía funciona como una magia negra que todo lo consume y desintegra.

Finalmente, es la ingeniería genética quien nos oferta el rostro del futuro, asegurando que llegará el momento en que los rostros humanos podrán ser programados en el laboratorio.

Para demostrar sus teorías sobre el “ángulo facial” o la “línea de la animalidad”, los modernos fisonomistas (Le Brun, Camper, Lavater) desplegaron en sus dibujos una serie de perfiles de criaturas muy diversas donde afloraba la escala evolutiva completa (por ejemplo, la metamorfosis de una cabeza de rana en Apolo, donde Lavater quería demostrar su teoría de la evolución: cuanto más perfilado el rostro, más irracional su portador), creando toda una serie de seres intermedios, híbridos entre el animal y el hombre, criaturas de rostros inquietantes que mostraban hasta qué punto es frágil el umbral que separa lo humano de lo animal. Un desasosiego similar despiertan ciertas experiencias artísticas extremas que ponen en conexión cuerpo y tecnología. Tal es el caso de las “acciones quirúrgicas” que la artista francesa Orlan desarrolla y que tienen por objeto su propio cuerpo, y, más concretamente, su rostro. Sus performances consisten en someterse en vivo a cirugías plásticas del rostro con las que busca la definición de formas alternativas de subjetividad femenina construidas a base de yuxtaponer en su propio rostro distintos ideales de belleza: en sucesivas intervenciones ha ido adquiriendo la frente de la Gioconda, la barbilla de la Venus de Boticelli, la nariz de una Diana de la escuela de Fontainebleau…Su propósito es denunciar cómo la imagen de la mujer ha estado sometida a una construcción estética en la que ella nunca fue la protagonista. Una muestra de que no utiliza la cirugía plástica como forma de embellecimiento o rejuvenecimiento fue su séptima operación, en la que le fueron implantadas en las sienes, a modo de cuernos, unas prótesis que habitualmente se

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utilizan para realzar los pómulos. El próximo “guiño irónico al patriarcado” será construirse una enorme nariz maya en Japón….

La visión del resultado final no puede hacernos sino recordar las metamorfosis, ya citadas, ideadas por los fisonomistas, y situar el rostro de Orlan entre una de esas hibridaciones, pero no ya entre el animal y el hombre, sino entre éste y ese nuevo prototipo que promete la ingeniería genética. Un rostro, es cierto, sobre el que podremos ejercer, como hace Orlan, nuestro derecho a construir la imagen propia -el derecho de propiedad sobre nuestra apariencia-, pero nada más quimérico que crear una identidad a la carta cuando en el actual sistema no somos dueños ni de nuestra propia subjetividad. En realidad, el rostro de Orlan nos enfrenta a la contemplación, nada tranquilizadora, del camino hacia esa nueva raza o género, que ya no es humano, sino posthumano -quizá mezcla de hombre y cyborg (3)- precursor del rostro venidero: he aquí el rostro del futuro.

(1) Patricia Maghi, “El rostro y el alma”, Fragmentos para una Historia del cuerpo humano . Parte Segunda. Taurus, 1991, p. 121-122.

(2) A finales del siglo XIX, Alphonse Bertillon aplicó un sistema basado en la antropometría, que establecía, mediante la medición de ciertos rasgos invariables (cabeza, oreja derecha…) la identificación de un individuo. Él mismo puso en práctica sus teorías en la Prefectura de la Policía de París. Por su parte, el italiano Cesare Lombroso, en “El hombre criminal” utilizó los principios de la fisonomía para fijar el tipo de criminal nato al que traicionan los signos o rasgos de degeneración física. Estas prácticas y teorías “científicas”, y por tanto teóricamente objetivas, a partir de una clasificación rigurosa permitieron reconocer a quien se apartaba de la norma y autorizaron la puesta en práctica de la exclusión social.

(3) Orlan ha sido catalogada como artista ciberfeminista por sus declaraciones en el sentido de que la tecnología debe ser conquistada como instrumento de creación y uso por parte de las mujeres. Si su obra cuestiona los postulados de belleza occidental y se propone la creación de una identidad alternativa, lo cierto es que lo hace con los medios de la dominación y en concreto con uno de los que más subyuga a las mujeres en la actualidad. En otro orden de cosas, es significativa la colaboración entre los fisonomistas ilustrados y prestigiosos artistas y la influencia de las teorías de fisonomistas y frenólogos en el trabajo de aquellos, como también lo es que una artista como Orlan, a pesar de los presupuestos críticos de los que parte, trabaje mano a mano con la ciencia y la tecnología. Ambos hechos muestran la estrecha colaboración entre el arte y la ciencia a lo largo de la historia al servicio de la dominación

Esta producción es la primera retrospectiva que se real iza sobre Orlan y pretende ser una revisión completa y exhaustiva de toda su obra, demostrando que tras sus dos más sonados escándalos: Le baiser de l´art iste y sus famosas operaciones, existe toda una trayectoria artíst ica que, abarcando los más diversos medios y soportes, se encuentra presidida por una idea común y constante: "El arte puede, el arte debe cambiar el mundo, esa es su única just i f icación".

Orlan inició su andadura en el mundo del arte en 1964, real izando una performance Action Or-lent: les marches au ralenti , que consistía en reproducir a paso lento un recorrido cotidiano que los habitantes de su ciudad hacían

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normalmente de forma apresurada e inconsciente. Con esto sentaba las bases de lo que sería su discurso artíst ico: la elección de un acto corr iente, asumido, para descomponerlo en miles de planos que permit ieran analizarlo desde todos los puntos de vista posibles. Tras esta performance, Orlan comenzó una serie de "mediciones" (Mesurages , 1964-1983), en las que la unidad de medida era su cuerpo, el Orlan-corps (el cuerpo de Orlan). Tumbada en el suelo

midió todo t ipo de edif icios culturales. Además, inventó todo un r i tual y añadió una serie de símbolos personales, en concreto, las sábanas de su ajuar de novia. Estos símbolos femeninos junto con el concepto de pureza, de lo sacro etc., se convert irán en el hi lo de todas sus acciones posteriores.

De sus investigaciones en torno a la obra de arte y su status como objeto de culto burgués surgirá la serie de Les tableux vivants: si tuat ions-citat ions (1967-1975), donde convierte clásicos iconos de bel leza en representaciones del deseo, la sensualidad y la sexualidad de un cuerpo latente y real protagonizadas por el la misma.

Orlan fundirá todos estos conceptos en la performance Le baiser de l´art iste real izada en 1977 en París. Asumirá a la vez el papel de art ista y de obra de arte convirt iéndose en objeto de compra y venta en una "sociedad de mercaderes". Tras una máquina expendedora de

besos la art ista ofrecía su boca a cambio de 5 francos. Esta acción supuso su expulsión de la escuela l ionesa donde trabajaba y la huelga de sus estudiantes. En 1974 Orlan comienza una serie de performances en las que funde su universo simbólico (telas de ajuar, rel icarios, imágenes rel igiosas, etc.) con un período de la historia del arte que se identi f ica de manera sorprendente con la f i losofía de la art ista: el Barroco. Orlan se transforma en Santa Orlan, imagen dual formada por una virgen blanca, vestida de puro l ino y otra negra, envuelta en erót icos cueros negros, ambas muestran su pecho desnudo: el de la virgen de la leche y el de las fantasías erót icas.

 

En 1990 la idea de mostrar el interior del cuerpo, junto con las posibi l idades que empieza a ofrecer la cirugía plást ica, l levan a Orlan a real izar una serie de nueve "acciones quirúrgicas" en las que plantea cuestiones como la identidad, la apariencia o los l ímites de la ciencia. Fruto de estas operaciones surgirán las series fotográf icas: Omniprésence , Séduction contre séduction y Ceci est mon corps… Ceci est mon logiciel , así como las obras producidas con la sangre, la piel y la grasa que sobraron de las operaciones: Reliquaires , Saint Suaires y Dessin au sang .

 

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A part ir de esta fecha real izará una investigación sobre los cánones de bel leza en las culturas mesoamericanas precolombinas y afr icanas. Deformaciones craneales, estrabismos, bizqueras y alargamientos nasales se funden con la imagen actual de la art ista gracias a un sofist icado programa informático. El resultado es la serie Self-Hybridations y Hybridations afr icaines . Su últ imo trabajo, Le plan du f i lm es, en real idad, una continuación de los carteles publ ici tarios que real izó bajo el nombre de Géneriques imaginaires , a modo de anuncios de cine con los elementos más característ icos de sus performances.

 

El cuerpo del sujeto contemporáneo se ha convertido en mercancía y, como tal, ha quedado sometido a la lógica del mercado. El valor de la imagen corporal se ha ido acentuando al amparo del modelo visual generado por las tecnologías de la imagen. Este prototipo de belleza hegemónico es el signo del individuo en la sociedad occidental, el cuerpo de la ingeniería genética y de la cirugía estética. Afín a la vertiginosidad de los cambios, no es casual en la posmodernidad la imposición del artificio en materia estética: la cirugía es el procedimiento más veloz para alcanzar la metamorfosis corporal. Pero el canon de belleza física está más cerca del mutante de laboratorio: exceso, desmesura, trazos gruesos, estos rasgos agitan en el imaginario social el instinto irrefrenable del deseo insatisfecho. El cuerpo se ha liberado de las cadenas del alma, pero ha perdido la batalla a manos del mercado. 

En la sociedad de consumo actual asistimos a una nueva lógica que plantea una doble inversión: mientras los objetos se humanizan –y, en muchos casos, se divinizan- el individuo contemporáneo deviene mercancía.

Su cuerpo, desacralizado y desidealizado, ha adquirido un nuevo valor en el imperativo social: se ha convertido en una cosa más, en un utensilio, un objeto sometido a las propias leyes del mercado. Y, como tal, está en condiciones de ser vendido, explotado, manipulado, derrochado, remodelado o refaccionado, de acuerdo a las pautas que regulan los deseos y los dictados de la cultura. El sujeto contemporáneo ha exiliado su instinto para quedar en manos de un deseo que lo conduce, lo orienta y lo organiza. Pero ese deseo carece de autonomía, está de alguna manera impulsado y condicionado por la lógica del mercado, que impone sus propios parámetros y criterios de valor.

Ese mercado ha instalado en la sociedad occidental estándares de consumo, que rigen y movilizan los deseos circulantes. El mercado unifica –dice Beatriz Sarlo- selecciona y, además, produce la ilusión de la diferencia a través de los sentidos extramercantiles que toman los objetos que se obtienen por el intercambio mercantil. Por lo tanto, las identidades han estallado. “Dicen que EE.UU es un país donde todos usan la misma ropa, comen en los mismos restaurantes y manejan las mismas camionetas (…) La mentalidad de ‘hagamos todos lo mismo’ llegó a niveles alarmantes (…) El ‘look de línea de montaje’ terminó alterando la noción de identidad personal” [1].

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En estas sociedades opulentas, el consumo es liberador. Se trata de una vana ilusión, pero bien vale para reemplazar la trascendencia perdida. “Cuando ni la religión, ni las ideologías, ni la política, ni los viejos lazos de comunidad pueden ofrecer una base de identificación ni un fundamento suficiente a los valores, allí está el mercado, que nos proporciona algo para reemplazar a los dioses desaparecidos” [2].

El cuerpo, en las sociedades occidentales, es el signo del individuo, el lugar de su distinción, de su diferencia. Pero si las identidades se han disuelto, ha sido porque ese cuerpo se ha convertido en mercancía, para quedar sometido a la lógica del mercado. Es el cuerpo de la ingeniería genética y de la cirugía estética. “Lugar privilegiado del bienestar (la forma), del buen parecer (el body-building, cosméticos, productos dietéticos), pasión por el esfuerzo (maratón, jogging, windsurf) o por el riesgo (andinismo, etc.). La preocupación por el cuerpo es un inductor incansable de imaginario y de prácticas” [3], todas ellas orientadas por la lógica mercantil. Antaño, ese cuerpo estaba asociado más a los valores comportamentales, era concebido como un medio y no como un fin, y servía para enfatizar la belleza espiritual, por lo tanto, era una realidad relativamente irrelevante, coyuntural, estática. Como canon estético, la iconografía cristiana ha presentado tradicionalmente a los espíritus buenos como bellos, y a los malos como feos. En ese sentido, las civilizaciones con religiones iconoclastas (como la musulmana) han conferido menos importancia a la imagen corporal, por lo que hoy presentan menos disfunciones relacionadas con el culto al cuerpo que las de tradiciones cristianas. Pero fue en el siglo XX y con el desarrollo de los medios que la publicidad comenzó a democratizar la belleza corporal, como antes había hecho la religión con la belleza moral o espiritual. La belleza física comenzó a presentarse no ya como un medio, sino como uno de los fines de la realización personal [4].

Una de las paradojas de nuestra época es la idea de la liberación del cuerpo: alejado del imperativo moral, ha sido despojado de las cadenas del alma, el orden y la armonía que rigieron los cánones de la antigüedad. Pero esa liberación ha resultado ser una entelequia impulsada por las fuerzas del mercado, cuya lógica considera al cuerpo un valor signo en el que poder “invertir narcisísticamente”, como afirma Baudrillard. “Somos libres –sostiene Beatriz Sarlo- Cada vez seremos más libres para diseñar nuestro cuerpo: hoy la cirugía, mañana la genética, vuelven o volverán reales todos los sueños (…) Somos libremente soñados por las tapas de las revistas, los afiches, la publicidad, la moda. La cultura nos sueña como un cosido de retazos”. Si existe un cuerpo liberado que encuadra en aquella lógica es el cuerpo ideal, el cuerpo joven y hermoso, sin ningún problema físico. Ese cuerpo ideal, el que no sufre, no siente, no envejece ni muere es, en definitiva, el artificialmente natural: aquel en el que se invierte. Para eso, se ha creado la necesidad de purificar, aseptizar, estirar, decolorar, vale decir, culturizar el organismo en estado bruto. La lógica del mercado, en definitiva, obliga a construir un organismo adulterado, descafeinado y desnatado o, como decía Paul Virilio, un telecuerpo que permita no ser, sino aparecer más guapos [5].

En los últimos años, miles de mujeres japonesas se han operado los ojos para parecerse a las occidentales, prueba de la pérdida de la identidad a manos de la conversión del individuo en objeto, sometido a leyes mercantilistas. Deseo, liberación, ilusión: no puede hablarse de libertad cuando se le permite a uno hacer lo que desea, pero se le lleva a desear lo que interesa que desee [6]. En ese sentido, sólo habrá liberación del cuerpo cuando haya desaparecido la preocupación por él [7]. Lo cual parece una utopía en una sociedad en la que sólo lo que se observa lleva implícito algún grado de relevancia.

El triunfo de Barbie 

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Los juicios estéticos –como también los éticos- tienen más que ver con lo cultural que con la objetivación material: así, por ejemplo, el sentido de la belleza se construye a través de hábitos y experiencias sociales en un determinado tiempo histórico. A lo largo de los siglos, han habido múltiples concepciones del atractivo, la belleza y la perfección personal. Pero en la era visual, el deseo y la necesidad de perfección física y la ética de la estética han alcanzado su punto más acabado. Si la imagen hoy ha multiplicado su valor, el cuerpo –sostiene Vicente Verdú [8]- aparece como la única forma de transacción con los otros y la vía de identificación con nosotros mismos. El alma –como símbolo de la belleza del espíritu- ha cedido paso al valor vinculado a la imagen corporal, una nueva y eficaz herramienta para hallar la perfección personal y existencial. Este valor se ha ido gestando y acentuando al amparo del modelo visual generado por las tecnologías de la imagen, desde la fotografía y el cine hasta la televisión e Internet. Estos medios han forjado los cánones estéticos, los patrones de belleza corporales contemporáneos: ellos cimientan y divulgan las fórmulas y los métodos, sostienen y profetizan el credo de las apariencias.

Consumo cosmético compulsivo, obsesión por las dietas, adicción a las cirugías. La lógica del mercado apunta al corazón de la sociedad narcisista y su mundo de sueños e ilusiones. Cualquier recurso es válido para intentan siquiera alcanzar el prototipo de belleza hegemónico que impone el mercado a través de los medios de comunicación. La sociedad no ignora que ese canon que se propone como paradigma de hermosura es “el resultado de múltiples manipulaciones cosmético-quirúrgicas, pero aún así el mercado de las apariencias obliga a admirar la imagen reconstruida de una belleza estandarizada, eternamente joven e imposible. Una belleza que no existiría sin la mediación del bisturí [9]. Para esto, el mercado ofrece todo tipo de objetos que alteran el propio cuerpo: sustancias sintéticas, prótesis, soportes artificiales, todo mediante intervenciones que lo modifican según los avatares de la ingeniería corporal o de un design de mercado cuyas pautas cambian década tras década [10].

Las intervenciones quirúrgicas para reconstruir la fisonomía datan de la antigüedad, y el desarrollo de la cirugía reparadora se había iniciado en ocasión de los grandes conflictos bélicos, a causa de la mutilación de soldados y civiles. Pero es hacia mediados de los años ’80 cuando crece la demanda de intervenciones cosméticas, en primer lugar, por el incremento de confianza de la opinión pública en la cirugía general, a partir del éxito en los trasplantes de órganos. Pero fundamentalmente porque, a través de los medios, se ha exagerado la inocuidad de la cirugía, llegando incluso a frivolizarla, en detrimento de su finalidad terapéutica. Incluso ha sido asimilada socialmente al glamour y al dinero. Tener una liposucción, una rinoplastia o una foto depilación se vende en la

televisión y en las revistas, como en la revolución industrial se vendía tener una litografía, o en la edad media tener un retrato: es un signo de clase [11].

En las sociedades más desarrolladas –el paradigma es EUA- la cirugía cosmética ya no es terreno exclusivo de los ricos: hoy es más accesible en

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términos económicos, y hasta hay bancos que ofrecen paquetes de créditos para quienes quieran mejorar su look. El mercado abre cada vez más sus puertas a los sueños de una sociedad condicionada y obsesionada por la belleza. Más aun, tal como afirma Beatriz Sarlo, ese mercado propone una ficción consoladora: la vejez puede ser diferida y, en un futuro, a través de la genética, vencida para siempre. En esas sociedades opulentas, la cirugía estética parece estar relacionada con la tendencia a favorecer la juventud por sobre la experiencia, lo inmediato por sobre el pasado. En resumidas cuentas, se trata de resolver la contradicción que implica tener experiencia y juventud, pero a través del recurso a la artificialidad. La juventud es el único valor estable en el sistema de las apariencias desde los años ’60 hasta hoy. Nadie escapa al imperativo de intentar parecer más jóvenes, de vestir como los jóvenes, de ralentizar el tiempo. La promoción de la juventud ha logrado imponerse como un rasgo permanente de la civilización occidental [12].

Si los parámetros de belleza han sido impersonalizados, adquiriendo un status de objetividad, existe una renuncia deliberada al cuerpo propio, imperfecto y diferente, para subordinarlo a la lógica de la no diferenciación, “aunque el costo sea morir un poco para volver a renacer de la mano de las tecnologías que promueven la clonación de las apariencias y la producción de estereotipos” [13].

En la era posmoderna, tan afín a la vertiginosidad de los cambios, no es casual la imposición del artificio en materia estética: la cirugía cosmética constituye el procedimiento más veloz y eficaz para lograr la metamorfosis del cuerpo de acuerdo a la pauta hegemónica de belleza. Asistimos a la era proteica, artificial, a los tiempos del devenir de los nuevos mutantes, fabricados en serie en la profilaxis de los quirófanos, a través de una estética clínica que acerca a la máquina y aleja al cuerpo bastardo y perenne. Después de la cirugía y la genética, el artificio se volverá, paradójica y definitivamente, natural.

El canon de belleza inducido está muy cerca del mutante de laboratorio. Por supuesto que los hombres y mujeres siempre quisieron parecerse a sus estrellas de cine o de TV favoritas, pero “hay algo escalofriante en cómo los pacientes ven hoy a Pamela Anderson, una consumidora obvia de cirugía estética, como un paradigma de belleza” [14]. Pómulos levantados, ceja altas, senos grandes y labios carnosos; músculos y caras perfectas: puro cuerpo, centímetros perfectos en el lugar exacto. El triunfo de la superficie constituye el lugar del artificio y la apariencia, que no libera ni resuelve conflictos existenciales y sí los oculta y los simula. Paradoja de la época: la imagen de perfección, que no es más que un artefacto soñado de seducción, no hace más que postergar la realización existencial de los seres en la sociedad occidental, la plenitud física artificial vacía de contenido al individuo, lo aísla en su interioridad. Acaso pase de ser un cuerpo perfecto frente a la soledad de su propia contemplación en el espejo, la imagen narcisista contemporánea en estado puro. Como bien apunta Lourdes Ventura, “resulta una triste paradoja que las formas irreales/ideales de la muñeca Barbie sean las que llevan cuarenta años impresas en el inconsciente de varias generaciones de mujeres (…) Si la Barbie fuera humana ostentaría unas medidas imposibles: 100-45-80, no tendría la menstruación a causa de su delgadez y padecería trastornos psicofísicos de todo tipo. La obsesión por unos patrones estéticos artificiales no hace más que recordarnos que la muñeca Barbie ha triunfado sobre la realidad” [15].

La estética de la desmesura 

Es precisamente la artificialidad de Barbie la que ha impreso el canon estético de la posmodernidad: esa irrealidad del prototipo de belleza es uno de los elementos más característicos de la seducción contemporánea. Paradójicamente, el mutante de laboratorio aparece como una metáfora del desprecio por el cuerpo y la desensualización de los sentidos propias de la actualidad.

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Pechos, labios, músculos, glúteos, mentones, cinturas: todo debe ser alterado en forma excesiva, ilógica e irreal. Tal parece ser el imperativo estético en la sociedad del espectáculo: rasgos desmesurados, prominentes, que contengan cierta dosis alucinatoria, de anormalidad. De trazos gruesos, lejos de la antigua armonía estética, estos rasgos parecen constituir el catalizador para excitar tanto el deseo femenino como el masculino. Volumen, tamaño, cantidad: toda la obsesión puesta al servicio de hacer olvidar la trascendencia perdida, el dilema existencial irresuelto, la libertad condicionada. Los rasgos excesivos, las mutaciones exacerbadas y

desmesuradas semejan la estética del porno star: trazos desmedidos que, aunque repulsivos para algunos, parecen agitar en el imaginario social el instinto irrefrenable del deseo insatisfecho.

Así, la belleza, modificado su ideal armónico y trascendente, se ha convertido en espejismo, en simulación. Una modelo, trasfigurada por las cámaras, constituye la efigie perfecta de la seductora de la que habla Baudrillard: “Sin cuerpo propio, se vuelve apariencia pura, construcción artificial donde se adhiere el deseo del otro” [16].

La conversión del cuerpo en mercancía ha tenido su correlato en ciertos temas y soportes seleccionados por el arte de las últimas décadas: uno de los casos más extremos es el llamado body art, un género nacido en los años ’60 y centrado en realizaciones artísticas que privilegian acciones revulsivas como mutilaciones, heridas, lesiones, marcas e incisiones corporales. Heredera de esta tradición, la artista francesa Orlan esculpió, a principios de los ’90, su propio rostro mediante cirugía estética en una provocativa cruzada por convertirse en “la obra maestra absoluta” (con lo que actuaba y denunciaba al mismo tiempo las complejas relaciones entre arte y técnica, apariencia y realidad, naturaleza y artificio) en operaciones filmadas. Su idea fue transformar el propio rostro de la artista en un collage de rasgos clásicos: a partir de detalles digitalizados de obras famosas, los cirujanos trasladaron al rostro de Orlan la frente de la Gioconda, los ojos de la Psique de Gèrome, la nariz de una Diana de la escuela de Fontainebleau, la boca de la Europa de Boucher y el mentón de la Venus de Botticelli [17].

Pero, alejado de cualquier discusión de arte –por más polémica que ésta sea- y más cerca de las pautas del mercado, la televisión del siglo XXI, a través del formato de reality-shows, editó una nueva y extrema forma de contribuir al imperio del artificio en la sociedad del espectáculo: la cirugía estética a través de la pantalla. Promovidos por las cadenas de televisión estadounidenses –conocedoras de la fiebre de sus ciudadanos por el quirófano- este tipo de programas “ponen en la pantalla chica el sueño de

muchas personas: transformarse en bello está al alcance de todos. La televisión pretende convertir la fantasía en una realidad. Así como proliferaron programas en los que decoradores te cambiaban tu casa en pocos minutos, ahora abundan los programas sobre el cambio de tu imagen. El éxito de audiencia está asegurado” [18].

Las razones de tanta atracción son comprensibles y, a la vez, inquietantes. Tener una cara de tapa de revista, un cuerpo de pasarela, una apariencia digna de pantalla televisiva parece haberse convertido no sólo en una pretensión del

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imaginario, sino también en un derecho realizable del cuerpo. El sapo feo transformado en príncipe gracias al bisturí. Ahora también el quirófano televisivo puede hacer realidad la fábula [19].

Los protagonistas de estos programas comparten un nivel de autoestima muy bajo, y se alimentan de la creencia errónea de que sólo pueden aumentarlo mediante una transformación radical de su cuerpo. La traducción más inmediata es la escalada de enfermedades como la anorexia y la bulimia, y muchos otros trastornos como la depresión y la inseguridad. Vencer la insatisfacción, los complejos y los traumas para acercarse al molde, al parámetro, a la medida social.

Infinidad de cirujanos plásticos circulan por los medios, atendiendo los pedidos de pacientes y participantes, aconsejando cautela y discreción pero, a la vez, promocionando sus servicios y difundiendo nuevos procedimientos a partir del surgimiento de nuevas tecnologías. Una mega-publicidad, cuyos grandiosos efectos fascinan por sí mismos. “Una completa transformación puede ser muy peligrosa no sólo física sino emocionalmente, ya que muchas veces las personas aspiran a algo que nosotros no podemos hacer”, sentencian algunos [20]. Otros aseguran que “cada vez más, los cambios drásticos de apariencia son la excepción”, que se están “apartando de las cirugías agresivas” para dar paso a “procedimientos más veloces y menos caros e intrusivos”, y que “la nueva máxima de estos días parece ser la necesidad de operar varias veces y cuanto antes”, ya que la gente no quiere esperar [21]. Si algunos profesionales de la estética han apostado a la prudencia y a minimizar el impacto obsesivo del paciente, otros en cambio contribuyeron a frivolizar los usos del bisturí, apelando a los mismos argumentos y estrategias del mercado.

El cuerpo en tanto mercancía predispone al sujeto a enfatizar la rentabilidad de la belleza y la imagen como capital social: se es la imagen del cuerpo que se posee. Y la adaptación al patrón estético socialmente deseado es un atributo esencial para la venta de la persona [22]. Hay que parecer a cualquier costo, producirse para obtener mayor valor de cambio. Es la regla de oro del mercado, el credo de las apariencias. Una tiranía que ha provocado y provoca actitudes propias de una sociedad desestructurada e ilógica, y promueve la mutilación, el sufrimiento y la autoflagelación en aras de la aceptación social. Sin dudas, otra batalla perdida a manos del mercado.

_______________________* Ilustración de cabecera  a cargo de Marcelo Legal. 

Fuentes: 

- Alex KUCZYNSKI, En los realities shows de cirugías estéticas, todos quieren parecerse a Brad Pitt, en  “The New York Times”, traducción para “Clarín” de Claudia Martínez (Buenos Aires, “Clarín”, 4/05/2004)- Beatriz SARLO, Escenas de la vida posmoderna. Intelectuales, arte y videocultura en la Argentina, Buenos Aires, Ariel, 1994.- David LE BRETON, Antropología del cuerpo y modernidad, Buenos Aires, Nueva Visión, 1995; en Marta LOPEZ GIL, Zonas Filosóficas, Buenos Aires, Biblos, 2000.- Marta MARTIN LLAGUNO, La tiranía de la apariencia en la sociedad de las representaciones, en Revista Latina de Comunicación Social, Nº 50, Mayo 2002, La Laguna (Tenerife)                                      http://www.ull.es/publicaciones/latina/2002/latina50mayo/5005mllaguno.htm

- Francisco REY ALAMILLO, El poder manipulador de la publicidad, en www.solidaridad.net 3/12/2003- Vicente VERDÚ, El cuerpo, Opinión, “El País”, 30/12/2000; en Marta MARTIN LLAGUNO, ob.cit.-

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- Lourdes VENTURA, El mercado de las apariencias, en www.el-mundo.es/elmundolibro 16/04/2000- Enrique VALIENTE, La religión de las apariencias, en “Clarín”, Buenos Aires, 13/05/2001.- Flavia COSTA y Ana M. BATTISTOZZI, Los polémicos límites del arte, en “Revista de Cultura Ñ”, Nº 9, Buenos Aires, Clarín Ediciones, 29/11/2003.- De patito feo a cisne: furor en todo el mundo por ‘reality shows’ sobre cirugías plásticas, en “El Tiempo”, Colombia, 20/04/2004. http://eltiempo.terra.com.co- Alexandra RETICO, Cambia, todo cambia, en “La Repubblica”, especial para “Clarín”, Buenos Aires, 22/05/2003. Traducción de Cristina Sardoy.

Notas: 

[1] Alex KUCZYNSKI, En los realities shows de cirugías estéticas, todos quieren parecerse a Brad Pitt, en  “The New York Times”, traducción para “Clarín” de Claudia Martínez (Buenos Aires, “Clarín”, 4/05/2004)

[2] Beatriz SARLO, Escenas de la vida posmoderna. Intelectuales, arte y videocultura en la Argentina, Buenos Aires, Ariel, 1994.[3] David LE BRETON, Antropología del cuerpo y modernidad, Buenos Aires, Nueva Visión, 1995; en Marta LOPEZ GIL, Zonas Filosóficas, Buenos Aires, Biblos, 2000.

[4] Marta MARTIN LLAGUNO, La tiranía de la apariencia en la sociedad de las representaciones, en Revista Latina de Comunicación Social, Nº 50, Mayo 2002, La Laguna (Tenerife) http://www.ull.es/publicaciones/latina/2002/latina50mayo/5005mllaguno.htm[5] Ibíd..[6] Francisco REY ALAMILLO, El poder manipulador de la publicidad, en www.solidaridad.net 3/12/2003[7] David LE BRETON, ob.cit.-[8] Vicente VERDU, El cuerpo, Opinión, “El País”, 30/12/2000; en Marta MARTIN LLAGUNO, ob.cit.-

[9] Lourdes VENTURA, El mercado de las apariencias, en www.el-mundo.es/elmundolibro 16/04/2000.[10] Beatriz SARLO, ob.cit.-[11] Marta MARTIN LLAGUNO, ob.cit.-

[12] Lourdes VENTURA, ob.cit.-[13] Enrique VALIENTE, La religión de las apariencias, en “Clarín”, Buenos Aires, 13/05/2001.

[14] Alex KUCZYNSKI, ob.cit.-[15] Lourdes VENTURA, ob.cit.-

[16] en Ibíd..-[17] Flavia COSTA y Ana M. BATTISTOZZI, Los polémicos límites del arte, en “Revista de Cultura Ñ”, Nº 9, Buenos Aires, Clarín Ediciones, 29/11/2003.

[18] De patito feo a cisne: furor en todo el mundo por ‘reality shows’ sobre cirugías plásticas, en “El Tiempo”, Colombia, 20/04/2004. http://eltiempo.terra.com.co[19] Alexandra RETICO, Cambia, todo cambia, en “La Repubblica”, especial para “Clarín”, Buenos Aires, 22/05/2003. Traducción de Cristina Sardoy.[20] De patito feo a cisne: furor en todo el mundo por ‘reality shows’ sobre cirugías plásticas, ob.cit.-

[21] James GORMAN, Cirugías estéticas: menos corte y más relleno, en “The New Cork Times”, especial para “Clarín”, Buenos Aires, 12/05/2004. Traducción de Silvia Simonetti.[22] Marta MARTIN LLAGUNO, ob.cit.-

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GABRIEL COCIMANO nació en Buenos Aires el 10 de diciembre de 1961. Licenciado en Periodismo (Universidad Nacional de Lomas de

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Zamora), ensayista e investigador en áreas culturales, ha publicado numerosos artículos en medios gráficos nacionales e internacionales (Todo es Historia, Sumario, Gaceta de Antropología de España, entre otros) y expuesto algunas teorías en eventos educativos (VI Congreso Latinoamericano de Folklore del Mercosur). Productor de radio, participó en espacios independientes (Radio Cultura FM 97.9 y FM 95.5 Patricios) abordando diversas temáticas: arte, salud, música ciudadana y espectáculos. En abril de 2003 publicó "El Fin del Secreto. Ensayos sobre la privacidad contemporánea" (Editorial Dunken

Cybergrrls, webgrrls, riot grrls, guerrilla girls, bad grrls.

Una de las más populares rebeliones feministas practicada por las mujeres en

Internet es el cybergrrl-ism, en todas sus variantes. Con un registro

frecuentemente irónico, paródico y agresivo, abarca un conjunto de

manifestaciones de la mujer articuladas en el ciberespacio: desde listas de

correo y chat hasta prácticas artísticas y publicaciones de ciencia ficción, cyber-

punk y pornografía; desde proyectos contra la discriminación y manifiestos

sobre la libertad sexual hasta espacios de autopromoción artística y servicios

de empleo y de cita (1).

A partir de estas prácticas surgió un nuevo conjunto de representaciones

subjetivas femeninas que se pretenden más positivas y complejas que las

imágenes sexistas y estereotipadas que circulan en Internet y en los medios

masivos en general. Se vislumbran nuevas representaciones del cuerpo y la

subjetividad teñidas de crítica social explícita: avatares (2) feministas, cyborgs

femeninos superdotados sexualmente, fusión de géneros, hibridismo.

Desde las líneas más radicales del ciberfeminismo (3), se considera a la

actividad de las cybergrrls como meras manifestaciones separatistas sin

compromiso teórico-crítico o político alguno. Las voces más críticas se alzan en

contra del delirio iconoclasta que tiñe estas manifestaciones que, a menudo,

acaban en la construcción de un estereotipo fetichizado –en el que convergen

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la pornografía, el lesbianismo, la androginia y una carga sexual agresiva– tan

dogmático y sexista como aquellos que intentan destruir (4).

Sin embargo, a través de la repetición y, especialmente, la fragmentación de

las imágenes tradicionales de la mujer, tales clichés pierden valor. Todas las

variantes de seres híbridos pueden desestabilizar el viejo binomio masculino-

femenino. Puesto que la dicotomía de género es uno de los principios

organizadores primarios de la sociedad, la diversidad, apertura y ambigüedad

de las categorías que estas representaciones suponen tienen un gran potencial

subversivo.

Las representaciones del pop

Femme fatale, vampiro, monstruo, superbitch, alien, robot.

"Who’s that girl?", pregunta Madonna a un público confundido que la ha visto

construir, erosionar, agotar y renovar su/s imagen/es indefinidamente, desde la

estrella porno de los comienzos hasta su resurrección de Marilyn Monroe, el

insolente guiño de sadismo de Human Nature y la cow-girl de nuestros días.

Ninguna de estas representaciones se pretende fija: sólo se inscriben en una

contínua mimesis que supone la apropiación, la fusión y la recirculación de

todas las imágenes estereotipadas ligadas a la mujer a lo largo de la historia.

Fue a partir del pop que el hibridismo y la androginia se consolidaron como

modo de representación. Explotando al máximo las posibilidades del “look”, el

maquillaje y los efectos especiales del videoclip (y, en ocasiones, recurriendo a

la intervención directa sobre la naturaleza del propio cuerpo a través de la

cirugía plástica y los implantes), comenzaron a circular en ese entonces el

joven David Bowie con sus piernas depiladas y hot pants; la robotizada y

musculosa Grace Jones; la imagen a la vez erótica y asexuada, femenina y

masculina, blanca y negra de Michael Jackson o Prince, expresando la utopía

de un tercer sexo y una tercera raza (5).

Las representaciones del pop pretendían ser una provocativa demostración de

la artificialidad imperante, haciendo del cuerpo un espectáculo grotesco que, al

mismo tiempo que desafiaba lo “natural”, ponía de relieve el carácter vacío y

repetitivo de las imágenes del consumismo. Utilizando sus cuerpos y su

apariencia externa, estas figuras dieron nuevos significados al concepto y la

representación de la diferencia sexual, y significaron el arribo del estilo como

forma de resistencia subcultural -utilizado, entre otros, por el movimiento punk,

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uno de los principales antecedentes, y componentes, de las nuevas

representaciones ciberfeministas (6).

La manipulación de imágenes –representaciones-, sin necesidad de

alteraciones del cuerpo físico, parece lo más coherente si se propone subvertir

las estructuras de género vigentes, dado que éstas son culturales y no están

determinadas por la configuración biológica. Hoy los cuerpos –las imágenes del

cuerpo- inundan la red, exponiendo una nueva forma de concebir -y actuar en-

el mundo y sus “realidades” a veces irreconciliables.

(La imagen de) El cuerpo en la red

Obsoletos, cyborgs, tecno, porno, eróticos, metamorfoseados,

recombinados, fantasmas, virales.

Muchos de los cuerpos que circulan en Internet no son más que imágenes

mercantilizadas de la sexualidad (particularmente de la sexualidad femenina y

“alternativa”), presentadas sin recontextualización crítica alguna (7). No

obstante, existe una gran cantidad de representaciones que intentan dar cuenta

de las nuevas y complejas condiciones sociales, culturales y económicas

creadas por las tecnologías de la globalización.

A través de estas imágenes se hace visible cómo hombres y mujeres de todo el

mundo son afectados por las nuevas tecnologías de la comunicación, la

tecnociencia, y la globalización capitalista. Son frecuentes las representaciones

de mujeres como databodies (8), como la encarnación del deseo fetichista por

la información, y del cuerpo tecnologizado a través de dispositivos “protésicos”,

inserto en la paranoia creada por las nuevas tecnologías.

Quizá una de las imágenes más esclarecedoras en este línea sea el cyborg de

Donna Haraway (9), un cuerpo tecnológico altamente desarrollado, un híbrido

entre máquina y organismo en el que convergen lo biológico y lo tecnológico, lo

espiritual y lo genético, lo femenino y lo masculino. A los ojos de algunos, la

imagen del cyborg puede parecer una más de las fantasías apocalípticas del

cine de ciencia ficción; sin embargo, en tanto criatura de ficción, el cyborg es,

ineludiblemente, una criatura de la realidad social. ¿O acaso la realidad social

no es nuestra más importante construcción política, una ficción transformadora

del mundo (10)?

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La paradoja de la “realidad” social revela que no hay nada inocente ni inocuo

en esta y otras imágenes de nuestros cuerpos que hoy circulan en la red.

Emergen como conciencias, desafiando las posiciones dogmáticas, parodiando

y transgrediendo no sólo la dicotomía de género sino todas las concepciones

binarias que imperan en la cultura occidental: mente/cuerpo, sujeto/objeto,

naturaleza/cultura.

Notas

1) Faith Wilding. What is Feminism in Cyberfeminism?

2) Término que designa a cada una de las diferentes encarnaciones de los

dioses indios, particularmente de Visnú, luego tomado por la cultura de los

videojuegos para definir a las identidades alternativas que, a modo de figuras

gráficas, adoptan los usuarios para actuar en el entorno virtual.

3) Término acuñado a principios de los '90 por la escritora e investigadora británica

Sadie Plant. Refiere a una forma evolucionada del feminismo clásico cuyas prácticas se

inscriben en terreno tecnológico, con el objeto de provocar la ruptura de la hegemonía

masculina presente en el mismo. La problemática ciberfeminista fue tema de una nota

anterior (ver Gisela Di

La especie humana no es el fin, sino el comienzo de la evoluciónLa tecnología nos permitirá pronto resideñarnos a nosotros mismos y el transhumanismo es la primera cultura de este cambio

Nuestra especie no cambiará en el futuro por una lenta evolución biológica, sino por una nueva, rápida y directa evolución tecnológica que nos permitirá rediseñarnos a nosotros mismos en muchos sentidos. Esta aproximación futurista es conocida como transhumanismo y se basa en la premisa de que la especie humana no representa el fin de la evolución, sino el comienzo. La humanidad ya está empezando a conocer las implicaciones de esta evolución tecnológica, particularmente aquellas en el área de la moral. Es el camino hacia el "demiurgo" racional permanente en el espacio y el tiempo. Por José Cordeiro.

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La cultura popular está familiarizada con una nueva terminología: ingeniería genética, cyborgs, inteligencia artificial, singularidad, posthumanismo. El término posthumano parece estar ganando más y más importancia año tras año, especialmente en los medios y círculos académicos, y entre la tecno-intelectualidad.

Futuristas como Alvin Toffer sugieren que el mundo se mueve rápidamente hacia una "cuarta ola" en la cual los seres humanos van a devenir ellos mismos en posthumanos, gracias a los numerosos y simultáneos avances tecnológicos. Tal cambio ha sido descrito por algunos expertos como análogo al cambio experimentado en la evolución de los simios a humanos.

Sin embargo, ya que los futuristas hacen estos grandes pronósticos, -y nosotros utilizamos el término posthumano con toda normalidad- ¿sabemos realmente lo que le espera al Homo Sapiens

Sencillamente, ¿cómo nos vamos a mejorar a nosotros mismos? ¿Qué queremos decir cuando nos referimos a la condición física de lo posthumano? ¿Cuál exactamente es el gran potencial para la vida inteligente? ¿A qué se parece la inteligencia avanzada?

Organismos posthumanos

Ya que estamos empezando a estar en la onda del rediseño humano, el destino es todavía muy desconocido. Pero a pesar de todas las preguntas no contestadas, tenemos unas cuantas pistas que nos pueden ayudar a especular sobre lo que realmente queremos decir por organismo posthumano —incluso siendo conscientes de que, con toda posibilidad, no nos espera un solo tipo de posthumano, sino varios.

Vamos a reinventar nuestras constituciones biológicas e introducir silicio, acero y microchips dentro de nosotros. Algunos quizás escojan residir como patrones de onda conscientes, mientras otros se convertirán a sí mismos en robots perdurables y lanzarse al espacio. Simultáneamente, crearemos formas de vida completamente nuevas, incluyendo la inteligencia artificial, incluso quizás una conciencia global.

El monopolio de la Humanidad como la única forma de vida consciente en el planeta pronto llegará a su fin, reemplazado por un gran número de reencarnaciones posthumanas. Además, la forma en la que nos rediseñemos a nosotros mismos podría cambiar fundamentalmente las formas en las que nuestra sociedad funciona, y plantear una cuestión crucial sobre nuestra identidad y moralidad como seres humanos.

Tecnologías y posibilidades

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Los nuevos desarrollos en la ciencia y la tecnología ocurren tan rápidamente, que algunos podríamos empezar a soterrar nuestras capacidades de adaptación al cambio. Los ordenadores personales no existían hace 30 años, los teléfonos móviles no existían hace 20 años y la World Wide Web no existía hace 10 años.

En las ciencias biológicas, se han conseguido logros similares desde el descubrimiento de la estructura del ADN en 1953, incluyendo nuevos medicamentos, bioingeniería y técnicas de clonación.

Adicionalmente, en 2002, una criatura viviente -el polio virus- se ensambló pieza por pieza con varios elementos bioquímicos por científicos de la Universidad de New York. Hemos construido vida en el laboratorio.

Con el descubrimiento del genoma humano, la clonación y la creación de vida en un laboratorio, tareas ya tachadas en las listas de deberes de los biólogos, estamos empezando a ponderar las posibilidades futuras. Hoy, cosas como la nanotecnología y la criogenización parecen más plausibles que nunca.

Cambio acelerado

El cambio es no sólo muy rápido, sino que se está acelerando. Algunos expertos como Ray Kurzweil especulan sobre una venidera singularidad , en la cual la inteligencia artificial y las formas de vida artificiales darán alcance a la vida inteligente y la vida humana. La lenta evolución biológica parece acercarse rápidamente a su fin: nuestras especies van a continuar cambiando, no mediante una lenta evolución biológica, sino mediante una nueva, rápida y dirigida evolución tecnológica.

En la actualidad muchas fronteras ya son confusas. Las fronteras entre el nacimiento y la muerte, entre lo virtual y lo real, entre la moralidad y la inmoralidad, entre lo verdadero y lo falso, entre mundos interiores y mundos exteriores, entre el yo y el "no" yo, entre la vida y la "no" vida, incluso entre lo natural y lo "no" natural. ¿Qué es la vida? ¿Qué es la "no" vida? ¿Qué es la vida natural? ¿Qué es la vida "no" natural? ¿Qué es la vida artificial?

Estas son cuestiones profundas para el nuevo y profundo mundo del transhumanismo y consiguiente posthumanismo. Las respuestas son complicadas. Y quizá sean más difíciles para nosotros comprenderlas que para los monos, o incluso las hormigas, comprender nuestros problemas actuales.

De transhumano a posthumano

Tal y como ha emergido la posibilidad para el rediseño de la consciencia humana, también lo ha hecho un movimiento filosófico

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que considera las implicaciones. Esta aproximación al pensamiento orientado al futuro, conocido como transhumanismo, se basa en la premisa de que la especie humana no representa el fin de la evolución, sino el comienzo.

Los que apoyan este movimiento creen que lo que se requiere para gestionar el proceso es una aproximación interdisciplinaria para ayudarnos en el entendimiento y en la evaluación de las posibilidades para vencer las limitaciones a través del progreso científico.

Por último, los transhumanistas esperan ver oportunidades tecnológicas puestas al servicio de las personas, a fin de que vivan más tiempo, con una mejor salud, y mejorar sus capacidades intelectuales, físicas y emocionales.

El transhumanismo enfatiza que tenemos el potencial no de "ser", sino de "llegar a ser". No sólo podemos utilizar los medios racionales para mejorar la condición humana y el mundo exterior, sino también podemos usarlos para mejorarnos a nosotros mismos, particularmente el organismo humano. Y no estamos limitados sólo a los métodos, como la educación, la cual el humanismo (su predecesor filosófico) expone normalmente.

Nueva etapa humana

También el transhumanismo discute la disponibilidad de los medios que eventualmente nos permitirán ir más allá de lo que más nos describe como humanos.

Los transhumanistas creen que, a través la acelerada marcha del desarrollo tecnológico y el entendimiento científico, estamos registrando toda una etapa en la historia humana.

Los avances en inteligencia artificial, robótica, bio-ingeniería, clonación, criogenización, nanotecnología, nuevas energías, codificación del pensamiento bebés de diseño, cyborgs, química molecular, exploración espacial, inmortalidad y realidad virtual, nos van a conducir a un sustancial crecimiento físico y mental, posiblemente para converger a un punto de singularidad.

El histórico deseo humano de trascender las limitaciones corporales y mentales está profundamente entrelazado con la fascinación humana sobre el nuevo conocimiento, el cual es tan inspirador como aterrador. La forma en que estas tecnologías sean utilizadas podría cambiar profundamente el carácter de nuestra sociedad, e irrevocablemente alterar las definiciones de nosotros mismos, y cómo hemos determinado nuestro lugar en el gran esquema de las cosas.

Especies emergentes

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Si creemos que la evolucion biológica ha alcanzado un limite, ¿qué es lo que vendra luego? El ingeniero finlandés Pentti Malaska intentó contestar esta pregunta en 1997 durante un discurso en Brisbane, Australia, cuando era presidente de la Federación Mundial de Estudios sobre el Futuro. Malaska especula sobre varias generaciones de no humanos biodiseñados en la cadena de producción de la evolución.

Específicamente, describe el surgimiento de lo que él llama Bio-orgs, cybrogs, Silorgs, Symborgs y Cerebro Global. Los bio-orgs, particularmente el Homo Sapiens, son bio-organismos codificados proteínicamente, cuya infraestructura terrenal es su circunstancia "natural".

Los cyborgs, abreviación de "organismos cibernéticos", son híbridos biológicos y mecánicos que además de los entornos tradicionales, utilizan el espacio cercano.

Los organismos de silicio también están surgiendo, conocidos como Silorgs. Estas especies, reivindica Malaska, serán humanamente no humanos, adaptados mediante un ADN artificial sobre compuestos de silicio con amoníaco como disolvente, y diseñados básicamente para vivir en el espacio exterior.

Gran padre Internet

Los symborgs, organismos simbólicos, serán auto-reflexivos, auto-reproductivos, auto-conscientes, programas vivientes que habitarán en Internet como su infraestructura natural, y utilizando interfaces avanzados para la comunicación con otras especies. También conocidos como reencarnados, estos organismos residirán probablemente en superordenadores como conciencias instaladas.

Finalmente, teorizaba Malaska, estará el "Gran Padre Internet" —una mente global con una inteligencia y sabiduría superiores. Tal intelecto podría ser perfectamente un Cerebro Cuántico Global.

El economista australiano Paul Wildman, también un activo miembro del WFSF y del Proyecto del Milenio (de la Junta Americana para la Universidad de las Naciones Unidas), habla de las formas de vida alternas.

Wildman usa el concepto "borg" en su sentido histórico y genérico para identificar un organismo biónico, y define cinco borgs terrenales: Orgoborgs, GEborgs, Cyborg, Symborgs y Tecnoborgs.

Ya están aquí

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Wildman describe a los Orgoborgs como formas de vida orgánica, incluyendo Humborgs (humanos) y nuevos e híbridos Brioborgs biodiseñados. GEborgs son organismos manipulados genéticamente, mientras los Cyborgs, Siliborgs, y Symborgs son esencialmente como los describe Malaska. Wildman también describe al Tecnoborg, una forma de vida con un esqueleto externo, como un insecto.

Según Wildman, algunas de estas nuevas formas de vida ya existen en un sentido técnico, ya que el 12% de la población actual de EEUU podrían ser considerados cyborgs que utilizan marcapasos electrónicos, prótesis artificiales, lentes de córnea implantadas, y piel artificial.

Todas las formas de vida son creaciones nuestras y poblarán nuestro mundo y rehaciéndonos genética y mecánicamente, y con ello, cambiando nuestra consciencia para siempre.

Implicaciones morales

Ya que la Humanidad se expresará indudablemente en un gran número de encarnaciones diferentes, esto traerá subsecuentemente el nacimiento de toda una nueva forma de vida: Inteligencia artificial.

El futuro estará habitado por diferentes formas de vida inteligente, y la humanidad está empezando a conocer las implicaciones, particularmente aquellas en el área de la moral.

La palabra "robot" fue creada en 1921 por el dramaturgo checo Karel Capek en su libro "RUR2 (Rossum's Universal Robots). Fue inmortalizada en 1950 por Isaac Asimov en su libro "Yo, Robot".

Tres leyes robóticas

En todos los aspectos de su ficción, Asimov estableció la integración de los robots en la sociedad. Desarrolló las famosas Tres Leyes de la Robótica:

1. Un robot nunca herirá a un ser humano, o, pasivamente, permitirá que un ser humano sufra daño.

2. Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto cuando dichas órdenes estén en conflicto con la Primera Ley.

3. Un robot debe proteger su propia existencia, siempre y cuando dicha protección no esté en conflicto con la Primera y Segunda Ley.

Asimov mejoró su sistema y extrapoló la Ley Zero: Un robot no debe herir a la humanidad, o pasivamente, permitir que la humanidad sufra daño. También modificó las otras Tres Leyes consecuentemente.

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Derechos de los robots

Por otro lado, los futuristas Phil McNall y el pakistaní Sohail Inayatullah escribieron "Los derechos de los robots" en 1987, y la feminista Donna Haraway publicó "Un Manifiesto Cyborg" en 1984. Ambos son documentos importantes que defienden los derechos de robots y cyborgs.

El experto en robótica Han Moravec firmó dos libros que trataban del surgimiento de los robots, y de las resultantes implicaciones en el futuro, "Mind Children" en 1988 y "Robot" en 1999. Moravec argumenta que los robots serán nuestros descendientes con derechos, y explica varias maneras de "cargar" una mente en un robot.

Similarmente, Marvin Minsky, uno de los padres de la inteligencia artificial en el MIT, escribió su famoso artículo "¿Heredarán los robots la Tierra?" en 1994, en Scientific American. Aquí, concluye: "Sí, pero ellos serán nuestros hijos".

Como estos autores y pensadores sugieren, necesitamos comenzar a prepararnos para la venidera realidad de los robots y de la inteligencia artificial. Para suavizar la transición a la condición posthumana, debemos prepararnos a nosotros mismos para la posibilidad de que la Tierra sea heredada no por una, sino varias formas de vida altamente inteligente y consciente.

Un buen comienzo

El cuerpo humano es un buen comienzo, pero podemos mejorar su calidad, y trascenderlo.

La evolución a través de la selección natural puede que esté acabando, pero la evolución tecnológica no ha hecho más que empezar, acelerándose considerablemente muy recientemente.

La tecnología, que empezó a mostrar dominio sobre los procesos biológicos por primera vez hace 100.000 años, está finalmente dando alcance a la biología como la ciencia de la vida.

Semilla humana

Tal y como el teórico en lógica Bart Kosko ha dicho: "La Biología no es el destino. Nunca ha sido más que una tendencia. Ha sido solamente una primera rápida y sucia forma en que la naturaleza ha computado con carne. Los chips son el destino."

Y los fotoqubits probablemente vengan pronto después de los chips de silicio standard, pero incluso ellos son simplemente un medio para

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la eternidad de la vida inteligente en el Universo.

En el camino hacia el demiurgo racional permanente en el espacio y el tiempo, es vital estar al tanto de que más importante que crear es no destruir. Tal y como el escritor nortamericano David Zindell ha escrito: "¿Qué es un ser humano, entonces? Una semilla. ¿Una semilla? Una bellota que no tiene miedo de autodestruirse a sí mismo creciendo en un árbol."

José Cordeiro estudió ingeniería en el MIT, económicas en la Universidad de Georgetown y finanzas en INSEAD, Francia. Es el presidente de la World Future Society Venezuela, y cofundador de la Asociación Transhumanista de Venezuela. También ha trabajado para la NASA y UNIDO, y ha escrito varios libros sobre diferentes aspectos del futuro de Latinoamérica. Se le puede contactar en [email protected].

Artículo publicado originalmente en Betterhumans. Se publica con autorización del autor. Traducción del inglés: Jaime Paz, cedida para Tendencias por cortesía de Pórtico Luna

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El posthumanismo toma cuerpo de naturaleza en la sociedad

Ciberfeminismo: entre la (u)topia y la (dis)topiaPor la Dra. Sonia Reverter-Bañón

En su ensayo ya clásico, Manifiesto Cyborg (1991), la filósofa americana Donna Haraway identifica un nuevo tipo de feminismo inspirado en la imagen del cyborg,

entendido como "un organismo cibernético, un híbrido de la máquina y el organismo". La idea que Haraway propone es que el concepto de cyborg vuelve

borrosos los límites entre el ser humano y la máquina, y ello eventualmente, volverá obsoletas las categorías de varón y hembra, abriendo el camino a un

mundo de libertad, más allá de los géneros.

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Algunos años después, la británica Sadie Plant (1995) acuñó el término "ciberfeminismo", proponiéndolo como una argumentación teórica que puede de hecho abrir un espacio, el ciberespacio, donde los humanos en conexión con la

tecnología de la información, encuentren nuevas formas de construir el sujeto y la identidad humana. En el mundo de la tecnología de la información los principios

cartesianos ya no tienen validez, y las distinciones que sustentaban —cuerpo/mente, biología/tecnología, natural/artificial, humano/mecánico— están

bajo sospecha.

En 1997 (del 20 al 28 de septiembre) se celebró el Primer Encuentro Internacional Ciberfeminista en la Documenta X de Kassel, Alemania, dentro de la sección

denominada "Espacio de trabajo híbrido" (Hybrid Workspace). La mayor parte de la discusión del encuentro se centró en definir qué es el ciberfeminismo, qué aporta y por qué objetivos lucha dentro del terreno de la tecnología de la comunicación y la

información. Tres años después el ciberfeminismo sigue siendo una corriente híbrida de trabajo, reflexión y análisis sobre las tecnologías de la información. No tiene una agenda homogénea, ni un proyecto único, ni siquiera un horizonte en el que puedan converger las diferentes posiciones. Aún así propongo agrupar todas

las diferentes posturas y discursos ciberfeministas en dos líneas:

-Las que creen que el ciberespacio representa la posibilidad de una utopía, también llamada netopia.

-Las que creen, por el contrario, que aquello que caracteriza a la realidad cibernética actual no es la utopía, sino lo opuesto, la distopia.

Desde lo que se ha llamado "ciberfeminismo liberal" la nueva era de la información basada en Internet puede suponer la utopía liberadora que nos conduzca a un

mundo más allá de la polaridad de género de varón/mujer. Esta es la utopía del ciberespacio como forum democrático donde los usuarios y usuarias están liberados tanto de los constreñimientos del mundo físico como del género y la sexualidad. El

ciberespacio permite la fluidez del género en contraposición a la categorización usual.

En un texto considerado ahora de la prehistoria del ciberfeminismo Shulamith Firestone argumentaba en 1972, en The Dialectic of sex, cómo la cibernética

ofrecería la posibilidad de escapar de los confines del cuerpo, es el proyecto que llevaría a la liberación de la humanidad de la tiranía de su biología. En esta línea de

pensamiento años después muchas teóricas feministas empezaron a reflexionar sobre la relación del género y el cuerpo dentro del discurso del ciberespacio.

Donna Haraway reactivó y encaminó cualquier reflexión sobre el tema al ofrecer el concepto de cyborg en 1991. El cyborg ofrece la posibilidad, no sólo de extrapolar las diferencias biológicas entre los seres humanos (no únicamente las de género), de descentrar el cuerpo humano, sino también de acabar con el sueño universal y

de la teoría totalizadora de Occidente. El cyborg hace posible un mundo más pluralista, y más igualitario. El cuerpo, el icono sagrado de la esencia de la mujer,

deja de ser seña de identidad irremediable. En un mundo de cyborgs la identidad se realiza de maneras variadas, no precisamente a través del cuerpo, sino más bien retórica y discursivamente. La identidad deja de ser fija e irrefutable. Es movible,

cambiante, nómada, múltiple y plural. Y ello puede traer ventajas para aquellas, las mujeres, cuya identidad está basada en la visibilidad de un cuerpo excluido del

sistema de poder. A ello refiere la condensada frase de Haraway: "Prefiero ser una cyborg a una diosa" (2000: 291).

Sadie Plant, con un acercamiento cuasi religioso y a veces esencialista, cree también en la posibilidad de explorar Internet viendo las promesas que puede suponer para las mujeres. Plant cree, a veces demasiado utópicamente, que la

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realidad virtual del ciberespacio puede acabar con la visión del mundo y la realidad material construida durante dos mil años por el orden patriarcal. Las mujeres,

entendidas como una versión deficiente de una realidad que es masculina, no han tenido la oportunidad de acceder a los sistemas de poder político, tecnológico,

económico, social, cultural. El diagrama de la autoridad jerárquica se conforma por el poder y el intercambio de mujeres por sus padres, maridos, amantes, hermanos o hijos. Equiparando la matriz de cálculo de los ordenadores con la matriz femenina Plant arguye que los sistemas informáticos multifuncionales tienen más en común con las mujeres que con los sujetos masculinos, caracterizados por el patriarcado por una identidad singular, fija, y una capacidad de agencia unidireccional y no

relacional. Inspirada en la obra de la filósofa francesa Luce Irigaray, Plant asegura que la naturaleza fluida, relacional, conectiva, e incluso ambigua que se ha

adjudicado a la subjetividad femenina y que ha servido para excluir a las mujeres y privarlas de capacidad de acción en la esfera publica (donde se debaten y deciden

las cosas "importantes"), puede volverse ahora una ventaja positiva, pues convierte a las mujeres simplemente en más aptas y capaces para entender, usar y crear espacios de información entretejida, diversa, cambiante y multifuncional. Como

afirma Plant (1996: 179) a las mujeres les va bien en sistemas y procesos fluídos, procesos de tejer, que se asemejan a los del ciberespacio. Plant cree por ello que las posibilidades de liberación que el ciberespacio traerá a las mujeres no tienen precedentes. De hecho, Plant asegura que las telecomunicaciones globales y la migración de capital desde Occidente están ya actualmente resquebrajando las

estructuras patriarcales, posibilitando un poder económico para las mujeres trabajadoras y multiplicando las oportunidades de comunicación, educación y

acceso a la información de las mismas.

Desde otro posicionamiento los movimientos feministas que podemos englobar bajo el rótulo de cyberpunk están formados por mujeres jóvenes con un alto grado de

conocimiento y uso de Internet. Son los movimientos asociados a las cybergrrls, con todas sus variedades: webgrrls, riotgrrls, badgrrls, geekgirls... Estos grupos de

mujeres y sus discursos sobre la red conforman una importante manifestación de la nueva subjetividad femenina en un mundo postmoderno con cada vez más representaciones culturales en el ciberespacio. El punto en común de estas

manifestaciones, pese a autodenominarse feministas, es que no parecen estar interesadas en una agenda política crítica con la posición real de las mujeres en la

red. Simplemente usan la red y adoptan una actitud anti-teórica alejada de la concepción feminista de lucha anti-subordinación de la mujer.

La mayoría de las cybergrrls crean sus propias páginas web con una intención paródica, irónica, apasionada, agresiva contra los estereotipos usuales que la

sociedad asigna a las mujeres (Rosi Braidotti, 1998). Pero esta actitud estéticamente subversiva se lleva a cabo de manera tan acrítica y con una falta tan

patente de horizonte político que a menudo está lejos de desestabilizar cualquier estereotipo.

No hay duda de que todos estos diferentes discursos que se engloban dentro del ciberfeminismo pueden ayudar a crear una mayor concienciación sobre la necesidad de establecer una relación más equitativa entre los géneros y la

tecnología de la información. Pero para que el ciberespacio se convierta en un espacio de liberación, en un espacio en el cual no se resubordinen a las/los

subordinadas/os con nuevas formas de poder y control hace falta la apropiación de una posición política.

Para ello cualquier tipo de ciberfeminismo, si quiere seguir siendo feminismo, tendrá que hacerse unas preguntas críticas, como son:

- ¿quién tiene acceso a las tecnologías de la información?- ¿quién tiene el poder y quién lo controla?

- ¿en interés de quién se está desarrollando el ciberespacio?- ¿cómo afecta la cibercultura en la estructura de los marginados?

- ¿qué esta pasando con los cuerpos y las mentes de las mujeres, tanto en sus vidas

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reales como virtuales?- En definitiva, ¿a quién sirve la tecnología de la información?

Probablemente si pensamos en las posibles respuestas a estas cuestiones nos demos cuenta de que de nuevo estamos frente a una tecnología que sirve como instrumento de poder de subordinación y resubordinación en manos del varón

blanco occidental. Con esta reflexión entramos dentro de la línea "distópica" del ciberfeminismo, la que cree que la realidad del ciberespacio esta muy lejos de las

fantasías que acabamos de comentar.Esta manera de reflexionar sobre las tecnologías de la información y la red es la que se denomina "ciberfeminismo radical". Según esta reflexión la cibercultura no sólo no ha cambiado los estereotipos de género, sino que incluso está sirviendo para

acentuar más la dominación y opresión de las mujeres. Según análisis estadísticos son los hombres los que forman la élite de poder en Internet, aquellos que deciden

y diseñan . Ellos siguen siendo los que dominan el discurso, neutralizando a las mujeres como sujetos, y por tanto dando una vez más una imagen de la mujer, bien

como sujeto secundario, o incluso como objeto. Teóricas feministas denuncian la distopia que el mundo virtual del ciberespacio está construyendo. La distopia

consiste precisamente en hacer del ciberespacio un sitio de dominación, opresión y alienación. No sólo para las mujeres, sino también para todos aquellos excluidos (especialmente el tercer mundo). Desde la crítica del ciberfeminismo radical se

interpreta que una vez más la tecnología occidental se reitera en uno de sus más persistentes hábitos: la tendencia a crear diferencias, organizarlas jerárquicamente,

y convertirlas así en desigualdades.

Estoy de acuerdo con Faith Wilding y el grupo con el cual trabaja "Critical Art Ensemble" (1997), de que después de todo seguimos necesitando un cambio de

consciencia para empezar la subversión de la actual estructura de género. Necesitamos encontrar metáforas que nos permitan imaginar un conocimiento más liberatorio, crear discursos que se aparten de representaciones colonizadoras que funcionan excluyendo y dominando. Como la feminista Judith Squires (2000: 370)

señala "la apropiación del cyborg para el mapa de futuros feministas posibles tiene el potencial de ser un acto subversivo". Desde esta perspectiva el ciberespacio se

presenta como una nueva esfera pública que posibilita lo que J.Habermas denomina "un debate público racional que nos acerque a una democracia participativa". El

ciberespacio, la red y su multiplicidad de webs, permiten, según esta perspectiva, una multiplicidad de esferas públicas donde la disonancia y la tolerancia son

bienvenidas. Pero para ello necesitaremos no sólo tener un proyecto político que trace una utopía posible, sino que nos urge negociar los mecanismos del estado y

del mercado.

El ciberespacio se está desarrollando de tal manera que se está convirtiendo en un medio de expansión del capitalismo multinacional, mientras que ni la ciudadanía, ni

las comunidades, ni los estados están negociando la aceptabilidad o no de tales desarrollos. Desde un planteamiento foucaultiano podemos aventurar que la red creada por las nuevas tecnologías de la comunicación y la información ayudan a crear multiplicidad de discursos y prácticas discursivas que nos acerquen a una

conformación de lo social que sea pluralista y heteroglósica. Ahora bien, si la misma naturaleza de Internet puede favorecer conexiones múltiples entre poder y discurso al no establecerse elementos (como el estado) que repriman sus límites, la realidad

(virtual) es que esa misma carencia de límites sólo ha servido hasta ahora para replicar las exclusiones y represiones que de hecho se dan en la realidad (real).

Como Ziauddin Sardar (2000) nos hace ver en una crítica revisión del ciberespacio, se está reproduciendo otra vez el proyecto de conquista y colonización del mundo por Occidente. Sardar afirma que el ciberespacio está habitado en su mayoría por varones blancos de clase media: estudiantes universitarios que utilizan la mayor

parte de su tiempo haciendo surfing en la red, jugando o en chats. Creando páginas webs (de ellos mismos como medio de anunciarse), las cuales contienen

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información sin ningún valor informativo, poniendo fotografías pornográficas, o informando de cómo hacer una bomba, torturar, matar o llevar a cabo otra serie de experimentos inhumanos y aberrantes. Sardar señala que curiosamente este grupo

de usuarios de Internet tiene el mismo perfil demográfico que los lectores de la revista Playboy: ambos grupos están en el grupo de edad de 18 a 35 años, del 80 al

90 por ciento son varones, han tenido buena educación y tienen una media de ingresos más alta que el salario medio. Siguiendo con su análisis Sardar (2000: 741)

afirma que "el problema es que la mitad del ciberespacio que no es comercial es mayoritariamente pared de retrete".

Dada la realidad virtual que tenemos, en nada podemos decir de momento que ha mejorado respecto a la realidad del mundo material. Si bien el ciberfeminismo

anhela un mundo donde la superación de los géneros es de hecho posible (feminismo post-género o post-feminismo), las perspectivas que Internet nos ha

abierto hasta ahora a las mujeres no permiten mas que como mera fantasía hablar de tal estadio post-género. Como muchas voces feministas señalan, el discurso

cyborg puede que ya no sea orgánico ni material, pero no hay duda de que sigue estando sexualizado. En esta línea Claudia Springer (1996) observa como aunque

los cuerpos humanos estén al borde de convertirse en obsoletos, la sexualidad permanece. Todos y todas conocemos de las diferentes representaciones de seres

que habitan el espacio virtual y cuán sexualizadas sus imágenes se presentan. Ninguna de estas imágenes va a subvertir nuestro sistema dual de géneros y sexos,

sino que al contrario, con representaciones de hombres como Schwazeneggers y mujeres cyberbimbos lo más probable es que se profundice más y más en las

desigualdades e injusticias actuales.

Es cierto que la vida on-line del ciberespacio permite la libre identidad, dejando así un espacio de libertad donde parece que no importe ni el sexo, ni el color, ni la

edad, ni ninguno de los signos identificatorios base de las exclusiones en nuestras sociedades. Pues bien, habrá que hacer una lectura crítica del hecho de que la

mayoría de mujeres que conectan a Internet lo hacen bajo identidad masculina para evitar el acoso y el sexismo tan típico de las sesiones on-line. Como afirma Susan

Luckman (2000:41) "al adoptar designaciones de varón y asumir los privilegios concomitantes a los que se accede, la especificidad de los binarismos de género y las desigualdades de poder construidas sobre ellos, se hacen aparentes -en teoría.

En la práctica el status quo es afirmado: es la agencia de los hombres la que permanece incuestionada online (…)". La conclusión de este hecho es, como apunta

Carol Adams (1996: 162) que "en el ciberespacio, cualquiera puede experimentar acoso sexual (simplemente usando un nombre femenino), y cualquiera puede

adquirir las ventajas de ser hombre (usando un nombre masculino)". El ciberespacio se presenta así, no sólo rígidamente sexista, sino también clasista, racista y

etnocéntrico.

El homo datum que puede permitirse hacer de Internet su habitus natural, es aquél que tiene educación, tiempo y dinero.

Las mismas metáforas utilizadas en el lenguaje virtual y que se han ido solidificando e incluso convirtiéndose en jerga habitual de los grupos usuarios cuando no están en el ciberespacio pone en evidencia la falta de un proyecto político y social que pueda hacer realidad la multiplicidad de posibilidades que sin duda las nuevas

tecnologías de la comunicación y la información abren.

Así, se habla de "surfing" (o navegar), "playing" (o jugar), "chat" (o charlar), y con ello no sólo se está reafirmando la colonización cultural y linguística de Estados

Unidos sobre el mundo, sino dando la idea de que realmente se está ocupando el tiempo simplemente jugando y yendo a ninguna parte, sin ningún horizonte en el

viaje. En un mundo donde más del ochenta por ciento de la población mundial

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carece de acceso incluso a la infraestructura de comunicación más básica hablar de "navegar en la red" muestra pocos visos de que el ciberespacio que se "navega" se

convierta en una esfera publica de discusión política que sirva para mejorar las democracias y equilibrar el mundo para que sea más justo y más libre.

Hay que explorar alternativas a la "informática de la dominación". Y para ello hay que empezar por transgredir política, social, económica y culturalmente las

posiciones actuales, las estructuras de control que siguen sirviendo al mismo sistema patriarcal, racista y etnocéntrico de siempre.

Es cierto que el espacio virtual es un espacio de articulación de diferencias, poliédrico, cambiante y que puede producir las bases para comunidades más

democráticas, justas y tolerantes. Pero todo ello, como muchas de las ciberfeministas están señalando, necesita de un proyecto político. El ciberespacio no se sustenta en el vacío, por más virtual que sea depende de una conformación, un diseño y un uso que sigue siendo material y humano. Por ello no puede seguir

siendo el espacio donde un gran numero de jóvenes occidentales aburridos reproduzcan sus frustraciones, ni donde las grandes empresas multinacionales arrojen sus productos creando mercados virtuales y contando el consumo en

conexiones on-line por segundo.

Si la "alucinación consensual", como William Gibson definió el término ciberespacio en su novela Neuromancer en 1984, sirve o no para mejorar la condición de las

mujeres nuevamente dependerá en gran parte de los alucinantes intereses económicos y políticos de los sistemas de poder y dominación mundial. La lucha de

las feministas en todos los frentes sigue siendo pues, necesaria.

[email protected]

Dra. Sonia Reverter-BañónDepartament de Filosofia y Sociologia

Universitat Jaume ICampus Ctra.Borriol

Apartat de correus 22412080 Castello SPAIN

Tel: 964 72 92 95, 964 72 92 85FAX: 964 72 93 46

Ponencia para el I Congreso Internacional de "Tecnología, ética y futuro".

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