Psicologia de la publicidad

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Cualquiera de nosotros entra en un

supermercado a comprar cuatro

cosas… Y sale con dieciséis. ¿Qué ha

pasado?

Pues que hemos caído,

indudablemente, en las trampas de la

publicidad.

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La publicidad no se limita a los anuncios

de las revistas o la televisión. Hoy en día

incide en el envase (su forma, tamaño,

color), en su colocación en las tiendas,

en su precio e, incluso, en los

componentes del mismo producto.

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La publicidad incide en un deseo que

todos tenemos: ser diferentes a los

demás y que nuestra individualidad

destaque. Por ello, nos habla de objetos,

ropas, fragancias, que harán que los

demás nos miren al pasar; que

denotarán que somos distintos

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La publicidad, para ello, se diversifica. Y

por lo tanto hay productos dirigidos

específicamente a jóvenes, otros a

mujeres, a hombres, a niños… Incluso en

ocasiones, lo que a unos agrada, a

oreos les puede desagradar

profundamente

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Deberíamos ser capaces de dominar a

la publicidad para evitar el despilfarro.

De vez en cuando, compramos un

nuevo par de zapatos que hará que nos

sintamos mejor, pero no es la solución a

nuestras necesidades humanas de

amor, afecto, amistad o de autoestima.

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Ante todo se trata de ofrecer mayores

niveles de ahorro, un trabajo mejor,

seguridad ante problemas de salud o

edad, popularidad y el prestigio

personal, el respeto de los demás,

mayores comodidades y mejoras

sociales, en general.

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El publicista no vende cosméticos, sino

que brinda belleza, atractivo e ilusión.

Para atraer al potencial comprador de

un automóvil, el vendedor no sólo

realzará las caracteísticas mecánicas

del vehículo, sino también la

comodidad, la seguridad y el prestigio

que ese modelo proporcionará al

comprador

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Una de las técnicas elementales

utilizada desde la aparición de la

publicidad, se basa en la repetición del

mensaje.

Otro instrumento fundamental son las

marcas registradas. Cuando el

consumidor confía en un sello comercial,

se puede considerar que éste es, en sí

mismo un anuncio publicitario más.

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El uso de palabras como PRECIOS

BAJOS, OFERTA, LIQUIDACIONES,

DESCUENTOS, REBAJAS etc. También

fomentan las ventas, ya que son

palabras que por definición nos hace

sentir curiosidad, o directamente el

impulso de comprarlo. Además brindan

a los compradores facilidades de pago,

meses sin intereses etc.

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Reúne multitud de técnicas de

persuasión, entre estas destacan los

anuncios televisivos, la utilización de

tintas perfumadas, productos

anunciados por figuras famosas, la

promesa de la felicidad, de una vida

mejor, así como la controvertida

utilización del miedo.

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Muchas veces la diferencia entre un

buen anuncio y un mal anuncio está en

la importancia que dan a la

investigación y sus resultados. ¿Qué se

investiga?

Entre otras cosas, el producto

anunciado y las personas a las que va

dirigido.

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Se investigan los gustos de las personas, su manera de pensar y de vivir, sus actitudes y valores, cómo conseguir llamar su atención, etc.

En definitiva, se estudia el comportamiento de las personas, y es aquí donde la psicología, concretamente la psicología social, hace su gran aportación al mundo de la publicidad y el marketing.

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La publicidad también tiene su lado

oscuro, y es que sabe muy bien crear

falsas expectativas y mentir a fin de

vender el producto. Por ejemplo cuando

se anuncian productos que perjudican

la salud que aparecen asociados con

cosas que pretenden que olvidemos

qué es lo que pasa en realidad.

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Los mensajes subliminales

Se pueden clasificar según su base perceptiva en:

Visuales: Se encuentran en películas, anuncios, televisión, revistas…

Auditivos: Normalmente podemos encontrar en la música de algunas películas, en algunas casset-audio con sello subliminal para programas de autoayuda, en los grandes almacenes para inducir la compra… etc.

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Los mensajes subliminales

Olfativos: Lo podemos encontrar en

algunos perfumes. Hay industrias que

gastan millones de dólares en investigar

los olores corporales, sobre todo los que

se producen en las actividades

relacionadas con los contactos sexuales

para incluirlos en fragancias.

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Se instala en la mente

La publicidad invade cada vez más

rincones de nuestro entorno. Según Kalle

Lasn, en las grandes urbes la persona

media recibe 3000 mensajes publicitarios

al día, entre logotipos, etiquetas,

carteles, correo físico y electrónico, y

anuncios en los distintos medios de

comunicación

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Manipula:

Se instala en tu cerebro y se activa en

ciertos momentos de tu vida cotidiana,

cuando te surge una necesidad o te

encuentras en cierto estado de ánimo.

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Miente

La publicidad exagera, y aunque sepas

que miente, la repetición consigue

convencerte poco a poco o incluso del

todo.

Nos muestra gente feliz, bella sin

complejos que resuelve gracias al

producto anunciado.

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Oculta la verdad Vende contaminación, obesidad,

adicción, tortura, sustancias tóxicas y hasta muerte. Maquillan a sus marcas y productos para que nadie sospeche lo que esconden. Productos fabricados en condiciones cercanas a la esclavitud, innecesarios coches 4x4 urbanos que aumentan la contaminación, cosméticos que en las pruebas les ha costado la salud a animales de pruebas… etc.

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La publicidad es un reflejo de nuestra sociedad consumista, materialista y hedonista, crea necesidades para promover sus productos.

Juega con valores como la felicidad (deseo de imitación o identificación, voto de confianza), la competitividad (deseo de poder destacar, prestigio y poder), el éxito social (ser apreciado o sexualmente atractivo.