Proyecto de Tesis antropologia del consumo

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Universidad del RosarioEscuela de Ciencias HumanasPrograma de Sociología“Coloquio de Monografía”Profesora: Claudia Mónica García LópezPresentado por: Andrés Cuervo________________________________________________________________________________

José Antonio Osorio Lizarazo: Aproximación al campo intelectual de los años 20 en Bogotá

En la década de los 20, en Bogotá, aparece un grupo de intelectuales que iba a ser reseñado por la bibliografía histórica y literaria como Los Nuevos, cuya intención manifiesta era “renovar las letras y la política”1 nacionales en oposición al republicanismo bipartidista propio de la época. Según Carlos Uribe Celis en su consagrado libro sobre este periodo de la historia del país, aduce las mayores transformaciones del periodo tanto en la cultura como en la ideología, resumidas en un proceso de modernización y de transición2 donde el surgimiento e importancia de sectores medios y populares desafiarían la dominación hegemónica por parte de unas élites en los pocos espacios donde era posible el ascenso y la participación social.

En este contexto, este grupo reseñado de jóvenes intelectuales, la mayoría de ellos con apenas 20 años cumplidos o incluso menos, y provenientes en su mayoría de provincia atraídos por las oportunidades de la ciudad, irían ganando su lugar en los espacios tradicionales donde el poder político de los partidos era casi absoluto: principalmente la gran prensa ofrecería a estos jóvenes el chance para empezar a publicar sus primeros artículos, y sería el medio y el espacio principal donde la producción intelectual de Los Nuevos tendría lugar, de manera adicional, espacios como los cafés, las tertulias y la universidad tendrían importancia para la consolidación como grupo. Es importante subrayar la meritocracia y el carácter autodidacta como logros característicos del capital simbólico3 que irían acumulando estos jóvenes.

En esta producción intelectual difundida a través de la prensa, aparecen temas que habían estado aquietados en las décadas anteriores y que sintonizaban con los desafíos propios de la época, así, de manera ejemplar, temas como la raza, la universidad, el nacionalismo o la cuestión social ocuparían la gran mayoría de la producción intelectual de Los Nuevos4. A pesar de la renovación en los temas estos intelectuales fueron cooptados al final de década por los proyectos de los partidos tradicionales en el tránsito de la República liberal al poder, dejando al final solamente

1 Ricardo Arias, Los Leopardos: historia intelectual de los años veinte.2 Carlos Uribe Celis, Los años veinte en Colombia: ideología y cultura.3 Loic Wacquant y Pierre Bourdieu, Respuestas: Por una antropología reflexiva, p 81. El concepto de capital simbólico es explicado como “la modalidad adoptada por una de dichas especies (otras especies de capital) cuando es captada a través de las categorías de percepción que reconocen su lógica específica (…) (y) que desconocen el carácter arbitrario de su posesión y acumulación”, p. 814 Ricardo Arias, Ibid.

Sonia Aragón, 28/10/10,
No se ha mencionado el problema aùn, y no se entiende cuáles son los cambios que sugirieron o realizaron los nuevos.
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obras individuales y frustrado un proyecto cultural e intelectual de una de las generaciones más brillantes que han aparecido en la historia política del país5.

Algunos de los casos sobresalientes de la generación de Los Nuevos ha sido estudiada profusamente, como es el caso de Luis Tejada o Ricardo Rendón, Germán Arciniegas o el propio Gaitán, como figuras protagónicas del periodo; de este grupo de intelectuales se destacaron personajes que se consolidación en los espacios dominantes de legitimación y producción intelectual; sin embargo, también en este panorama aparecería de manera marginal el caso del periodista y escritor bogotano José Antonio Osorio Lizarazo (1900-1963), quien rara vez es reseñado como integrante de Los Nuevos y quien haría de la ciudad su tema narrativo y de crítica social, siendo posteriormente reconocido como “el único esfuerzo literario de exploración de la ciudad en la primera mitad del siglo XX” en Colombia así como “uno de los fundadores de la literatura de la gran ciudad en América Latina, entre otras cosas, porque destroza la forma en que la sociedad del momento disimula su propia masificación”6 ; esta mirada hacia la Bogotá de la época y sus temas ocultos (en términos generales la miseria, la migración campesina a las ciudad, los sectores populares, los personajes marginados, el criminal, la prostitución, las chicherías, entre otros) sería un esfuerzo que no aparecía de manera regular y destacada en la prensa oficial y en otros intelectuales, y que tendría asidero eso sí en otro tipo de prensa, como suplementos literarios y revistas gráficas donde los géneros y los temas variaban con respecto a la noticia política y la editorial, hacia la noticia judicial, la “nota diaria”, el folletín y la crónica.7

Es preciso recordar que el caso de Osorio Lizarazo fue reconocido en la literatura colombiana después de la segunda mitad del siglo XX, y su vida y obra han sido objetos de estudio recientemente para rescatar su carácter marginal frente a otros intelectuales y escritores de la época. Sin embargo, acá me restrinjo a la década de los 20 donde formaría las bases narrativas que le servirían en las décadas siguientes para desarrollar una “novela social”; la pertinencia de un estudio sobre su obra periodística se hace necesaria para evidenciar representaciones y narrativas sobre la Bogotá de la época, y de esta manera el desarrollo de la temática urbana a través de su obra periodística, diferenciándose de los temas y géneros dominantes desarrollados por el resto de intelectuales en la prensa oficial; lo anterior pone énfasis en la relación entre temas y géneros, para analizar un uso distinto del lenguaje, otros protagonistas y espacios y otro acercamiento al oficio de la escritura por parte de Osorio Lizarazo en contraste con el tema de la cuestión social dominante en Los Nuevos, quienes aportarían al debate ideológico pero sin hacer de su propio oficio periodístico un elemento para acercarse a esa cuestión social.

5 Gilberto Loaiza Cano, Los intelectuales y la historia política en Colombia6 Edison Neira Palacio, La gran ciudad latinoamericana, Bogotá en la obra de JoséAntonio Osorio Lizarazo, p. 237 Ibid, La producción escrita de Osorio Lizarazo estaría concentrada en los diarios Gil Blas (1923) y Mundo de Hoy (1924-1929).

Sonia Aragón, 28/10/10,
No queda claro como es que un solo autor puede brindar un panorama de la vida urbana de bogotà en la década de los 20. Tampoco se entiende el concepto de cuestión social. Me parece pertinente definirlo, al menos en tres o cinco líneas.
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Para decirlo en pocas palabras, la distinción entre temas y géneros en la prensa deja entrever el lugar donde aparece la obra de Osorio Lizarazo como una apuesta distinta en la concepción de sí mismo como periodista e intelectual, y como aporte al estudio del campo intelectual de la época, donde la creencia, legitimación y valoración sobre qué escribir y en dónde ubicaba las posiciones de los intelectuales en sus esfuerzos por alcanzar el capital específico del campo intelectual: la consagración y reconocimiento. Un campo donde criterios de aceptación y crítica son cruciales para reconocer la producción y difusión de temas y obras y donde la función del intelectual es un tipo ideal donde se desarrollan iniciativas personales que si tienen éxito transforman el campo8. En consecuencia, acercarse al estudio de la vida y obra de Osorio Lizarazo en la década de los 20 es imprescindible para interrogarse acerca de su carácter marginal frente a su generación; su preferencia por la ciudad y los personajes anónimos y marginales contrasta con el manejo que hace la prensa oficial de la noticia política y el lenguaje adjetivado y retórico, centrado en editoriales de filiación con el partido, en la vida de los hombres públicos y en el debate ideológico.

De esta manera, el estudio de este personaje se enriquece como comparación y contraste si lo incluimos en el campo cultural e intelectual del periodo, al menos en lo referente a la producción escrita en la prensa, contenida dentro de un campo intelectual dominado por un juicio y criterios que legitiman un uso de la retórica y el lenguaje, que definen temas sobre los cuales escribir y otros que serían marginados, todos estas distinciones que se incluían para el periodo dentro de un contexto más amplio acerca del género literario dominante en el país en el momento- el criollismo o costumbrismo-, junto con las visiones acerca de la función social del intelectual y la publicación de las primeras novelas que serían reconocidas como inaugurales de la novela moderna en Colombia9.

No es gratuito que géneros como el folletín y la noticia judicial tengan para la época un desarrollo menor con respecto a la noticia política o el artículo literario, esto permite observar maneras de representación de lo social, distintos lenguajes, una relación distinta entre el escritor y el público, y sobre todo un capital cultural distinto y una visión del intelectual de sí mismo que determina las creencias específicas del campo donde suceden las luchas internas que Bourdieu reconoce necesarias para su configuración10.

En conclusión, el objetivo de la presente investigación se concentra en la obra periodística de un intelectual, como integrante de su generación y del capital cultural que los distinguía, para enriquecer el estudio sobre el campo intelectual de la época a partir de un caso que es sugerente como obra personal y en diálogo con sus contemporáneos. Para concluir, y siguiendo las precisiones que desde la sociología de la cultura y de los intelectuales definen como objetos de

8 El caso paradigmático es Luís Tejada, quien introdujo la crónica a la modernidad, a partir de una escritura y temas cotidianos y el uso reiterado de recursos como la paradoja y el cinismo, para un estudio detallado y rico en fuentes y análisis, ver Gilberto Loaiza Cano, Luís Tejada y la lucha por una nueva cultura. Ediciones Colcultura, 19959 La vorágine (1925) y De sobremesa, de JA Silva, publicada esta última póstumamente y sumada al mito alrededor del “caso Silva” como individualidad y modernismo.10 Bourdieu, La reglas del arte

Sonia Aragón, 29/10/10,
No parece haber un solo tema de investigación , sino varios, es la tercera paágina y todavía no queda claro cuál es el problema a investigar.
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estudio, enfatizo la pertinencia de estudiar el realismo social que perseguía Osorio en sus crónicas principalmente, en contraste con la cuestión social como tema protagónico de los Nuevos como generación.

Por último, es muy importante dejar claro que un análisis desde la sociología del campo literario se realizó por Bourdieu en la sociedad francesa del XIX en un contexto de autonomía, de profesionalización de los oficios y de consolidación de lo moderno y la individualidad; la década del 20 en Bogotá no tiene esas mismas características por supuesto, por el contrario, tal como lo señala el profesor Jaime Eduardo Jaramillo en su interpretación del concepto de campo para sociedades latinoamericanas, los procesos de modernización acá sucedieron de forma desordenada y poco clara11, es así que la relación entre letra y poder que han reconocido muchos estudios desde finales del siglo XIX mantiene muchos patrones de subordinación hasta bien entrado el siglo XX, por lo anterior, no se puede malinterpretar el estudio que queremos hacer acá de un intelectual preciso como el caso ejemplar para hablar de autonomía o subordinación del periodista y escritor al poder, por el contrario, es un aporte al estudio de la generación de intelectuales de la época y representa una excepción con respecto al canon de intelectual dominante; más que demostrar autonomía con respecto al poder, demuestra un intento individual y marginado dentro de los intentos que como generación se habían propuesto para renovar la política y la cultura, por hacerla menos elitista y acercarla a nuevos temas y públicos.

Pregunta:

¿De qué manera la obra periodística de J.A. Osorio Lizarazo se diferencia en sus temas y géneros de la prensa dominante donde escribía el resto de intelectuales de Los Nuevos y se ubica dentro del campo intelectual de la época?

Justificación:

Los estudios que se han realizado sobre los intelectuales en la década de los 20 en Bogotá han ubicado a una generación de jóvenes ganando lugares en la prensa política como medio de producción escrita y como espacio dominante del campo intelectual e ideológico de la época; sin embargo, el estudio de la obra del periodista y escritor José Antonio Osorio Lizarazo ha reconocido tardíamente su importancia al haber abordado a la gran ciudad como tema periodístico y literario, distinguiéndose por esto del resto de intelectuales y sobre todo del tipo de discurso y lenguaje presentes en la prensa oficial. A partir de lo anterior, los estudios que se han realizado en el país de su vida y obra han sido acercamientos desde la crítica literaria y las ciencias sociales que han 11 Esta particularidad deja entender la manera cómo han sido estudiados los intelectuales en los años 20, donde el escritor, poeta, político y periodista podían coincidir en una misma persona, es más, Ricardo Arias advierte sobre lo multifácetico del intelectual de la época, en ese sentido, queremos aclarar que el uso indiscriminado del concepto de campo social cuando hablamos de prensa, literatura o política en el periodo que me interesa resume en un campo intelectual reducido a la prensa como espacio de producción y socialización.

Sonia Aragón, 29/10/10,
No queda claro finalmente cuál es el problema de investigación. No se sabe si es sobre la genraciòn de intelectuales denominados como los nuevo o si es sobre uno de ellos,o si es la relación de uno de ellos con el grupo en general.
Sonia Aragón, 29/10/10,
Si este es el problema de investigación, no está planteado como tal. Hay que definirlo de mejor manera.
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utilizado su obra como fuente y documento social de la Bogotá de la época, analizando procesos, espacios, personajes y sectores populares que eran marginados tanto políticamente como narrativamente; sin embargo, persiste la necesidad por afinar desde una sociología de la literatura y sobre todo de los aportes metodológicos de la obra de Pierre Bourdieu, el análisis tanto de su obra como documento social como de su trayectoria como intelectual dentro de las lógicas sociales que determinaban la apreciación y valoración de los temas, géneros, estilos, etc. y el papel del intelectual, que definen el valor de las obras y determinan las posiciones dentro del campo. Si bien el valor de la obra de Osorio Lizarazo ha sido reconocido tardíamente, persisten interrogantes acerca de sus relaciones como diferencias con los intelectuales que dominaban la producción cultural en este periodo, y además, por ubicar el realismo social de su escritura dentro de dinámicas y debates más amplios que definen qué es el buen gusto, cuáles son los temas válidos para escribir y a qué público deben dirigirse, todos elementos objetivos al querer delimitar la lucha de un campo intelectual por configurarse y definir sus integrantes.

Objetivo

Analizar a través de la obra de J.A Osorio Lizarazo los temas y géneros que lo diferencian de la producción difundida en la prensa dominante por parte de Los Nuevos y enmarcarlas dentro de un campo cultural donde existían relaciones de legitimación y competencia.

Objetivos específicos:

1. Caracterizar los temas y géneros principales periodísticos en la obra de Osorio Lizarazo2. Caracterizar los temas y géneros representativos de los intelectuales de Los Nuevos en la

prensa oficial.3. Analizar las diferencias entre estas dos producciones intelectuales en la prensa oficial y no

oficial, incluyéndolas dentro del campo intelectual de la época.4. Enmarcar las anteriores diferencias en un campo cultural donde existían relaciones de

competencia y legitimación con respecto al valor de los temas y géneros.

Estado del Arte:

1. El campo intelectual como objeto de estudio en Colombia(finales del siglo XIX, primeras décadas del siglo XX(años 20 , 30 y 40)

De forma introductoria, hay que tener en cuenta la afirmación del historiador Gilberto Loaiza Cano al advertir que “No son muchos los antecedentes de obras cuya explícita preocupación sea descifrar sociohistóricamente a los intelectuales en Colombia”. Sin embargo, puede identificarse de manera pionera, la larga tradición entre letra y poder como característica principal para relacionar la actividad política desde los héroes

Sonia Aragón, 29/10/10,
¿cuáles? ¿todos?
Sonia Aragón, 29/10/10,
Analizar toda la obra de Osorio es bastante amplio. Además no se define con quienes de los nuevos se va a comparar ¿con todos?
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independentistas junto con maneras de legitimar su actividad en el uso y creación de periódicos. A lo largo del siglo XIX el hombre político que prevaleció fue el caudillo militar, con una variante hacia final de siglo en el hombre de letras político, o el gramático, poeta y filólogo, personificado en hombres como Marco Fidel Suarez, Miguel Antonio Caro12 y Rufino José Cuervo. De igual manera, en el mismo periodo destacan estudios que relacionan directamente el papel del intelectual en proyectos políticos que perseguían las huellas de una tradición intelectual y simbólica para asentar las bases de un nacionalismo en el país; en este aspecto, son sugerentes estudios como los del antropólogo Andrés Gordillo Restrepo sobre la tertulia y revista El Mosaico, donde destaca el papel de intelectuales como José María Vergara y Vergara por apuntalar biográfica, bibliográfica e históricamente una tradición letrada de raigambre católica e hispánica13, de este periodo resultan fundamentales discursos representativos como los cuadros de costumbres, los tipos nacionales como el colono, y la temática de las regiones, desembocando en el género predominante de la época, el costumbrismo, cuyos ribetes serán distintos al costumbrismo del siglo siguiente de Tomás Carrasquilla.

Ya entrados en el siglo XX, los estudios que se han realizado han identificado en los años 20 un periodo muy rico en el tráfico de ideas e influjo de nuevos valores por el capitalismo,14 donde una generación de jóvenes intelectuales se destacaría; resaltan la tipificación que se ha realizado de generaciones de políticos e intelectuales en las primeras décadas del siglo, y que definirían la intención de renovación y crítica que pretendieron Los Nuevos en los años 20 frente a los poderes tradicionales de los partidos políticos y la tradición letrada de sus representantes15.

Finalmente, con respecto al periodo que antecede a la Violencia, en el periodo comprendido por los gobiernos liberales(1930-1946) destaca la obra del profesor Renán Silva, cuyo estudio de los proyectos culturales promovidos por el Estado coinciden con un contexto donde ideologías de industrialización y movilización de los sectores populares cambiarían estrategias de representación de la nación a partir de la “cultura popular”16, donde muchos de los intelectuales de la década anterior serían convocados en este proyecto nacional.

12 Ver el estudio que del profesor Malcolm Deas centrado en la relación entre literatura y política en la segunda mitad del siglo XIX, Del poder y la gramática, y otros ensayos sobre historia, política y literatura colombianas, Ed. 3, Taurus, Bogotá: 2006

13 Ver Andrés Gordillo Restrepo, “El Mosaico (1858-1872): nacionalismo, élites y cultura en la segunda mitad del siglo XIX”, en Pensar el siglo XIX: cultura, biopolítica y modernidad en Colombia, Ed. Santiago Castro-Gómez, Universidad de Pittsburg, 200414 Carlos Uribe Celis, Los años veinte15 Ricardo Arias, Los Leopardos16 Renan Silva, República liberal, intelectuales y cultura populates

Sonia Aragón, 29/10/10,
No queda claro para qué le sirve esta literatura en el proyecto. Sería bueno definir mejor algunas cosas conceptuales que indiquen porqué se utilizará esta bibligrafía
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2. El campo intelectual de los años 20 en Colombia:

Como ya lo reseñábamos, el libro de Uribe Celis constituye el estudio pionero por estudiar a partir de la cultura y la ideología el proceso de transición y modernización de este periodo, donde la lucha de nuevos valores burgueses y seculares lucharían frente a poderes tradicionales. Por su lado, de manera más puntual, destaca el libro de Ricardo Arias sobre Los Leopardos, por estudiar el mundo cultural de los intelectuales en esta década, ubicando grupos concretos, como los mismos Leopardos y a Los Nuevos, y así mismo un tipo de intelectual católico. Si bien la intención manifiesta de Arias, tal como ha expresado en la introducción del libro es acercarse desde la historia cultural y la teoría de los campo sociales de Bourdieu a su objeto de estudio, el aporte esencial de la investigación remite, tal como lo afirma Renán Silva en su comentario del libro, en convertir un “número de temas como problema”, y de esa manera concentrarse en una revisión de la prensa oficial de la época, para rastrear a partir de éstos la producción escrita de los intelectuales que eran protagonistas. El juicio que realiza Arias concluye en el aporte de estos intelectuales en la agitación ideológica y el debate, de igual manera, contextualiza algunos aspectos que los distinguían, como proyectos editoriales, la vida bohemia, las tertulias, etc. Sin embargo, al final del libro aparece el juicio generalizado por otros analistas también acerca del destino de esta generación, frustrada en sus aspiraciones de renovación y cambio.

Justamente el estudio biográfico y contextual de algunos de ellos, como José Mar, Jorge Eliecer Gaitán, Ricardo Rendón y Luís Tejada constituyen otra mirada que ha ampliado el conocimiento sobre el mundo intelectual y político de la época; precisamente éste último personaje, el cronista y comunista Luís Tejada, fue abordado por el Mismo Loaiza Cano en un riquísimo libro que destaca las dos etapas de su vida creativa y militante. En Luís Tejada y la lucha por una nueva cultura17, el historiador colombiano destaca en Tejada el líder de su generación y una de las figuras subversivas frente a los valores tradicionales que imperaban en la prensa oficial; su desarrollo de la crónica consolidó nuevas miradas y narrativas para acercarse a temas que le valdrían incluso calificaciones como “sociólogo de la vida cotidiana” o escritor de lo moderno en una Bogotá donde el capitalismo dejaba observar algunos rasgos que Loaiza Cano retrae incluso del estudio de Walter Benjamin sobre lo moderno en Baudelaire18.

Existen otros estudios sobre casos particulares, como el de Germán Colmenares acerca de Ricardo Rendón, quien sería en la posteridad reconocido como el mayor caricaturista político del país y cuyo final trágico y temprano-igual que el de Tejada- constituyen los dos aportes más significativos signados en la crónica y la caricatura de la generación a la que

17 Loaiza Cano, Luís Tejada y la lucha por una nueva cultura.18 Walter Benjamin, Iluminaciones II :Poesía y capitalismo,

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pertenecían. Finalmente, de manera consabida, la figura de Jorge Eliecer Gaitán y la repercusión de su asesinato en el destino histórico del país es el caso que más ha recibido atención y producción de estudios y libros19.

Son de anotar igualmente estudios acerca de otros personajes de Los Nuevos que siguieron un destino concentrado en su obra personal: los casos de León de Greiff como poeta, o de Germán Arciniegas como promotor cultural e historiador, de igual manera Luís Vidales, Rafael Maya, entro otros.

3. Estudios sobre José Antonio Osorio Lizarazo:

En este punto, resalta sin duda la reseña bibliográfica e histórica de la generación de Los Nuevos identificada en figuras protagónicas y que fueron reconocida en su época; sin embargo, existe un caso particular en el nombre de José Antonio Osorio Lizarazo como miembro de la misma generación y reconocido posteriormente como pionero de la novela social y el género del realismo social en la crónica y la novela. Siguiendo los rescates que han realizado de su obra y su importancia en la literatura colombiana, podemos enunciar puntualmente el campo de estudio sobre su vida y obra en los siguientes acercamientos: Ernesto Volkering20, quien en un ensayo publicado en la Revista Eco señaló la ausencia de una literatura urbana sobre Bogotá, y destaca así el intento de Osorio Lizarazo por construir una “epopeya de la gran ciudad”, continuada en las tres novelas “La casa de la vecindad”(1930), “Hombres sin presente” (1933), “Garabato” (1938) y “El día del odio”(1952). Coincidiendo en el “ciclo bogotano” de su narrativa Juan Gustavo Cobo Borda21 retoma el valor de su obra y observa la novedad frente al medio literario donde estaba: haber hecho de la temática urbana el inicio por desarrollar un género hasta entonces ausente.

Por su parte, el crítico y ensayista literario Rafael Gutiérrez Girardot hizo una valoración del “realismo social” de las obras de Osorio Lizarazo dentro del panorama de la literatura latinoamericana de la primera mita del siglo XX, destacando el viraje que personificaba este autor frente al género dominante en la época, el costumbrismo o criollismo que desviaba la mirada del escritor hacia la vida rural y los tipos regionales y sus costumbres22.En estudios más recientes, destacan el libro de Edison Neira Palacio La gran ciudad latinoamericana: Bogotá en la obra de José Antonio Lizarazo, donde esgrime el valor de la obra de este autor en identificar tipos urbanos en el proceso de urbanización y anomia que trae el capitalismo, junto con temas como la miseria de la ciudad, la prostitución, los

19 Algunas de las aproximaciones entre muchas más sobre la vida y trayectoria política de Gaitán son: Herbert Braun, Mataron a Gaitán: vida pública y violencia urbana, José Antonio Lizarazo, Gaitán: vida muerte y permanente presencia, y Arturo Álape, Bogotazo: memorias del olvido20 Ernesto Volkering, Literatura y gran ciudad21 Juan Gustavo Cobo Borda, La tradición de la pobreza22 Rafael Gutiérrez Girardot, Historia de la literatura colombiana en la primera mitad del siglo XX

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barrios populares, los sectores artesanales y obreros, las clases medias empleadas, la prostitución, el crimen, entre otros23.

De igual manera, la investigación del historiador colombiano Óscar Iván Calvo Isaza, centrada en la exposición de la cual fue curador e investigador en la Biblioteca Nacional de la exposición “La ciudad innominada” en el 2003, en su tesis de maestría titulada “Biografía de nadie: J. A. Osorio Lizarazo (1900-1964)”, y en el ensayo Literatura y nacionalismo: la novela de J.A. Osorio Lizarazo”24. Como aporte al tema, Calvo Isaza hizo uso del archivo personal del autor consignado en la Biblioteca Nacional, para ampliar las miradas realizadas sobre su obra, que generalmente han utilizado su obra como documento social de su época y han estado concentradas en la temática de la ciudad. Así, aboga por analizar las décadas del 30 y 40, cuando el periodista se convierte en novelista, relacionada su obra con la representación que desde proyectos culturales del Estado se promovían y difundían sobre la “cultura popular”. Si bien Calvo Isaza valida el acercamiento desde la sociología, la antropología y la historiografía a la obra de Osorio Lizarazo como fuente, señala la necesidad de alimentar ese enfoque en una relación más contextual donde la figura del autor se ubique dentro de fuerzas sociales donde su obra será apropiada desde discursos dominantes y políticos.

Finalmente, un hallazgo reciente es la tesis de grado en Ciencia Política de Juan Camilo González Galvis Tres novelas bogotanas (1924 - 1935). Imaginación e ideología en la ciudad del Águila Negra25, dentro de las cuales incluye la novela “El Criminal” de J.A. Osorio Lizarazo; su interés por observar en tres obras literarias que toman a Bogotá como escenario se justifica por las relaciones de poder que podían reflejarse en la estructura de las obras; pese a que utiliza un enfoque teórico que rastrea desde Benedict Anderson la importancia del periódico y la novela como medios de representación de la nación y la comunidad, siguiendo con el contexto que Carlos Uribe Celis presenta de la Bogotá de los años 20 y finalmente el análisis de Daniel Pécaut de un Estado como escenario de unidad y estrategia frente a la fragmentación social, en mi opinión, las promesas que hace en la introducción y en los primeros capítulos teóricos no logran concretarse en su análisis de las obras escogidas, pasando por alto por ejemplo y enunciando muy superficialmente relaciones sociales donde las novelas no logran ubicarse dentro del campo literario de la época; pese a su insistido interés por la ideología, algunas aseveraciones entre la coincidencia del destino del personaje de “El Criminal” y los tipos generales urbanos que describirían trayectorias sociales no logran trascender muchas de las recomendaciones que recientemente ha hecho la sociología que se ocupa de la literatura como fenómeno social: “el estudio de las obras y su significación simbólica ha de combinarse con la aproximación empírica al campo literario donde se hace posible y donde se actualiza esa significación”26. La anterior sugerencia recurre al desarrollo de esta

23Edison Neira Palacio, La gran ciudad latinoamericana: Bogotá en la obra de José Antonio Osorio Lizarazo.24

25 Juan Camilo González Galvis Tres novelas bogotanas (1924 - 1935). Imaginación e ideología en la ciudad del Águila Negra.26 Héctor Romero Ramos y Pablo Santoro Domingo, Dos caminos en la sociología de la literatura: hacia una definición programática de la sociología de la literatura.

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especialidad de la sociología desde el enfoque marxista iniciado por Georgy Lukács y retomado posteriormente por Lucien Goldmann, Raymond Williams y los Estudios Culturales, donde la resonancia de la “teoría del reflejo” entre estructura social y textual dejarían ver a la novela como producto de clase con sus consecuencias dominantes sobre el individuo. Es de precisar el paso definitivo que dieron los Estudios Culturales al “«reconceptualizar la cultura popular» y fijar la atención en «la desacreditada cultura de masas», abriendo la sociología de la cultura hacia el análisis de productos televisivos, tebeos o géneros literarios «bajos», como la ciencia ficción (que ofrece material valioso para la sociología de la ciencia) o la novela romántica (que ofrece material valioso para la sociología del género). De este modo se habría alzado la figura del lector como pilar básico del nuevo acercamiento sociológico a la literatura. El lector «otorga significado y sentido» a las obras, produciendo un giro analítico desde las «clases sociales» a las «clases textuales» o estructuras de grupos de lectores”27

De esta manera, y solamente como precisión metodológica para acercarse a la literatura como producto social, la importancia por la recepción y la interpretación que ha permeado la transformación de los bienes simbólicos pone un cuidado renovado de los contextos y los códigos con los cuales un texto es apropiado; recapitulando con el breve comentario al texto de González Galvis, su inicial premisa en analizar la literatura en su ligadura con el poder para hacer “posible proponer una sociología del escritor, rastreando su procedencia , su condición social, esto con el ánimo de indagar cuáles son sus convicciones políticas particulares, cuál es su función en la sociedad, cuáles las implicaciones ideológicas de su oficio(…)” se descuida posteriormente al no estudiar la posición del autor dentro de un campo literario donde la circulación y legitimación de un juicio estético y el valor de las obras se socializa.

4. El aporte de esta investigación

De esta manera, y siguiendo de cerca las sugerencia de la sociología de la literatura para poder observar tanto la “inmanencia interna y teórica de la obra así como de la externalidad empírica de su recepción”28, y revisando los avances que realizó Pierre Bourdieu en sus análisis del campo literario francés del siglo XIX29 en particular así como del campo social en general, “una toma de posición literaria significa una toma de posición social”, y es allí donde el carácter relacional del estudio de los bienes simbólicos se hace imprescindible: «un campo es un universo social separado que posee sus propias leyes de funcionamiento, independientes de aquellas de la política y la economía. La existencia misma del escritor, como hecho y como valor, es inseparable de la existencia del campo literario como un universo autónomo dotado de principios específicos de evaluación de las prácticas y las obras. Comprender a Flaubert o a Baudelaire, o a cualquier escritor, mayor o menor, es ante todo comprender en qué consiste el estatus de escritor en el

27 Ibid.28 Ibid, p. 21929 Pierre Bourdieu, Las reglas del arte: génesis y estructura del campo literario

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momento que consideramos ;esto es, más precisamente, las condiciones sociales de posibilidad de esta función social, de este personaje social”30.

De igual manera, el capital simbólico inscrito en la producción cultural remite a un valor específico donde las luchas por determinar las posiciones del campo, exige estudiar tanto el autor como su obra dentro de relaciones de competencia, crítica y legitimación, donde determinantes sociales como la clase social o el capital cultural propio de cada grupo social determina el valor que se le concede; sin embargo, el relativismo y las causas directas no es propio de la constitución de un campo social-Bourdieu habla acerca no de una efecto de reflejo, como los marxistas, sino de refracción del producto cultural en relación con la sociedad-, éste incorpora su propias dinámicas y reglas que de manera general definen la entrada y salida de sus integrantes y sus productos: «Partiendo de que la obra de arte sólo existe como objeto simbólico provisto de valor si es conocida y está reconocida, es decir si está socialmente instituida como obra de arte por unos espectadores dotados de la disposición y competencia estéticas necesarias para conocerla y reconocerla como tal, la ciencia de las obras tendrá como objeto no sólo la producción material de la obra, sino también la producción del valor de la obra o, lo que viene a ser lo mismo, de la creencia en el valor de la obra»31

Recapitulando los aportes que han hecho desde la sociología de la cultura en el análisis del campo intelectual y el campo literario, precisados en su carácter relacional por Bourdieu, mi investigación quiere realizar un aporte en el estudio del campo intelectual de los años 20 en Bogotá, tomando como unidad de análisis la trayectoria como periodista y su producción escrita en la prensa de J.A. Osorio Lizarazo, haciendo algunas salvedades que señala el profesor Jaime Eduardo Jaramillo para la utilización del concepto del sociólogo francés en sociedades periféricas32: no se puede importar como tipo puro el concepto de campo social e intelectual para nuestro caso, debido a las especificidades en los procesos de modernización de nuestras sociedades, y de manera precisa, la dependencia histórica de campos de producción cultural al campo del poder, lo cual exige una aproximación desde la teoría teniendo claro que la autonomía que Bourdieu indica como rasgo esencial para la emergencia de un capital simbólico específico, se encuentra con desarrollos discontinuos y accidentados en los intelectuales colombianos y las instituciones culturales; tal es el caso, como hemos podido comprender para los años 20 al observar la prensa como espacio dominante para la difusión de ideas y la posición de los intelectuales que estaban surgiendo; una prensa cuya afiliación con los partidos tradicionales limitaba ese “universo de los posibles” propio de cada época que señala Bourdieu como reglas dentro de las cuales ocurren las transformaciones y las vanguardias. Siguiendo de manera cercana los aportes que existen en el estudio de los intelectuales en este periodo, y principalmente el libro de Ricardo Arias, Los Leopardos: una 30 Pierre Bourdieu, «Field of Power, Literary Field and Habitus», The Field of Cultural Production:Essays On Art and Literature, Columbia University Press, pp. 161-176

31 Pierre Bourdieu, Las reglas del arte: génesis y estructura del campo literario, p. 33932 Jaime Eduardo Jaramillo, Proto-campo y campo intelectual en Latinoamérica: los intelectuales en la periferia, en Intelectuales y pensamiento social en Hispanoamérica(Tipos e hitos en la autonomía y en la creación de un campo social)

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historia intelectual de los años veinte, encontramos a la generación de Los Nuevos como expresión protagónica de los ánimos por renovar la cultura y la política existentes. De igual manera, dentro del campo intelectual limitado a una prensa política, aparece la figura marginal de J.A. Osorio Lizarazo, quien escribía en una prensa alejada de los temas y géneros predilectos de la gran prensa, como el editorial, la noticia política y el debate ideológico del cual hicieron uso los intelectuales dominantes, por el contrario, se dirigió a una prensa que hacía de los géneros de la crónica, la noticia judicial y el sensacionalismo su representación de lo social.

Es aquí que tomar el contexto de los 20 evidencia un ambiguo desarrollo en las dinámicas culturales que ubicarían el caso de Osorio Lizarazo interesado por utilizar distintos usos y valoraciones del oficio de periodista como de intelectual. En consecuencia, el abordaje que pretendo desarrollar al tomar la obra periodística de este intelectual y de su ubicación en el campo intelectual de la época, se limita a comparar y analizar las diferencias entre los temas y géneros presentes en la prensa oficial y no oficial, donde escribían los intelectuales.

La pertinencia en este enfoque estaría en que explicita relaciones y diferencia entre Los Nuevos como grupo y Osorio Lizarazo como intelectual, tratando de analizar las razones sociales para que su obra en la prensa tuviera un papel secundario frente a la prensa oficial y sobre todo en los lugares de competencia y lucha donde se definía qué debía escribirse, sobre qué y quién debía hacerlo33. En un aspecto más amplío, este análisis no pretende aunar más argumentos acerca del valor literario y narrativo que ya ha sido reconocido posteriormente de este autor, sino dilucidar las condiciones de posibilidad que hicieron de Osorio Lizarazo un pionero de la ciudad como tema de crítica social y escritura, así como inscribirlo en relación con del poder que tenía la prensa en la limitación sobre la producción en el campo intelectual de la época.

Existe un rasgo adicional y no menos importante que justifica abordar el caso de Osorio Lizarazo, surgido del balance histórico que muchos analistas hacen de la generación de Los Nuevos, cuyo posterior aporte a la historia cultural y política del país se redujo a obras personales y dispersas 34; justamente el estudio de la obra periodística de esta autor quiere resaltar las dificultades estructurales que esta generación con él incluido tuvo para llevar a cabo un proyecto cultural de largo alcance: “Muchos de ellos(Los Nuevos) evolucionaron hacia una condición subordinada, como lo vaticinarían algunos de sus miembros, y abandonaron el terreno de las disputas, del cuestionamiento a los sectores oligárquicos de los partidos liberal y conservador para adherirse a sus proyectos, así se expresarían como un sector de izquierda en el liberalismo o como un núcleo radical en las toldas conservadoras. Su carácter de hombres que padecieron una transición, que vivieron como intelectuales que no se acomodaron a los lemas dominantes, a los unanimismos

33 Neira Palacio en una cita que realiza del artículo de Volkering, recuerda que pese a que era conocido y leído Osorio Lizarazo en su época, “un muro de silencio” se levantaba frente a su figura, p. 34 Son los casos de Luís Tejada y Ricardo Rendón particularmente, quienes murieron tempranamente y de manera trágica, pero también los poetas León de Greiff, Luis Vidales, el periodista comunista de José Mar, y del historiador y promotor cultural Germán Arciniegas. Bueno, por supuesto, el caso de Jorge Eliecer Gaitán personificaría el intento y movimiento por oponerse a los sectores tradicionales de la política en el país desde la política.

Sonia Aragón, 29/10/10,
Lo nuevo del tema sobre osorio
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morales del recatado ascenso capitalista, se reflejó en las conductas y destinos de algunos de ellos”35

Metodología

Procedimientos Muestra Contenidos específicos

Objetivos específicos

Revisión de la prensa donde escribió J.A Osorio Lizarazo

(Gil Blas(1923) y Mundo de Hoy(1924-1929) así como el compendio de algunas de su mejores crónicas en la década de los 20 en el libro “La cara de la miseria”(1926)

1.Temas y 2.géneros: 1.Representación de ciudad, crítica social, marginalidad, crimen, pobreza, sectores populares, etc. y crítica literaria2. Noticia judicial, “nota de día”, crónica.

Caracterizar los temas y géneros principales periodísticos en la obra de Osorio Lizarazo

Revisión de la prensa oficial donde escribieron Los Nuevos(acá destaca el libro de Ricardo Arias como fuente secundaria en su tipificación de los temas tratado por éstos)

El Tiempo, El Espectador, La República, El Nuevo Tiempo, Revista Los Nuevos.

1.Temas y 2.géneros:- Política, partidos políticos, hombres públicos, crítica literaria e ideología-Noticia política, editoriales, artículos de opinión, crónicas.

Caracterizar los temas y géneros representativos de los intelectuales de Los Nuevos en la prensa oficial.

Interpretación de la información recogida a partir de la revisión de prensa.

Información recolectada.

Temas y géneros como discursos y representaciones de la prensa oficial y no oficial.

Analizar las diferencias entre estas dos producciones intelectuales en la prensa oficial y no oficial, incluyéndolas dentro de un capo intelectual de la época

Interpretación de la prensa oficial y no oficial como medio dominante de la producción intelectual.

Información recolectada.

Temas y géneros como discursos y representaciones en el oficio como periodistas e intelectuales de Los Nuevos y de J.A Osorio Lizarazo

Enmarcar las anteriores diferencias en un campo cultural donde existían relaciones de competencia y legitimación con respecto al valor de los temas y géneros

35 Gilberto Loaiza Cano, Los intelectuales y la historia política en Colombia, en

Sonia Aragón, 29/10/10,
La metodología no es clara, no s entiende muy bien cómo se va a realizar la investigación, no es explícito.
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