Predicación del Pr. Ted Wilson - Tema: Jóvenes

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Adventist World [WWW.CONECTATEJOVEN.COM] PREDICACIÓN DEL PR. TED WILSON Jóvenes Cómo preparar a los jóvenes para el liderazgo: Hace más de cien años, Elena White escribió las siguientes palabras: «Con semejante ejército de obreros como el que nuestros jóvenes, bien preparados, podrían proveer, ¡cuán pronto se proclamaría a todo el mundo el mensaje de un Salvador crucificado, resucitado y próximo a venir!»* Ahora más que nunca es cuando la iglesia necesita la energía y la creatividad del ejército que imaginó Elena White. El proceso de retener, instruir e incorporar a los jóvenes al servicio es tarea de todos, no solo del pastor o del líder de jóvenes. ¿Qué podemos entonces hacer nosotros, de manera individual pero también como iglesia, para involucrar hoy a los líderes del mañana? Seamos mentores Cada uno de nosotros puede mostrar interés por los jóvenes. Deberíamos ponernos en contacto con ellos y mostrarnos disponibles. Si los padres son verdaderos padres cristianos y se identifican con sus hijos, pueden llegar a ser sus mejores mentores, pero no serán los únicos. Tuve padres maravillosos y cristianos porque creían en Cristo, lo aceptaban y querían que yo disfrutara de una vida espiritual maravillosa. Como joven, sin embargo, necesité de muchas influencias y de numerosos individuos que me ayudaron a hallar mi propia perspectiva y cosmovisión. Es allí donde se necesita una ininterrumpida provisión de mentores. Entre ellos se encuentra el pastor y algún amigo cercano. En mi caso, alguien que simplemente se interesó en mí cuando trabajábamos juntos en un proyecto de evangelización, ejerció una profunda influencia sobre mi vida espiritual. Cuando los jóvenes buscan un mentor, probablemente comienzan con sus padres. Pero entonces buscan a otras personas que les parecen dignas de confianza, no las que solo tratan de lucirse o ser importantes, sino que son cristianos genuinos y humildes de los que pueden aprender algo. Cuando se acercan a ellos, querrán ser escuchados y compartir, no recibir un sermón. Uno de los elementos más importantes a la hora de tratar con los jóvenes es mantener la comunicación abierta, estar siempre dispuestos a hablar, a compartir y a escuchar. En mi propia experiencia, tuve un padre que viajaba con frecuencia y no estaba demasiado en casa. Pero cuando estaba, siempre estaba dispuesto a escuchar y aconsejarme. Jamás me ignoró. Lo hacía en forma deliberada. Los que somos padres tenemos que buscar una relación con nuestros hijos de manera que ellos siempre puedan acudir y sentir que les damos respaldo y amistad. Recuerdo cuando mis padres, especialmente mi padre, me decían: «Creo en ti». Cuando se les dice algo así a los jóvenes, esto influye en su vida social y también espiritual, porque reciben una base para hallar su propio camino en su relación con el Señor. Tienen que saber que siempre pueden ir a alguien que realmente tiene deseos de ayudarlos. Ese aspecto de la función de los padres se extiende también a los que no lo son, e incluye a los jóvenes que no son nuestros hijos físicos. Cada uno de nosotros, como parte de la familia de la iglesia, debería estar preparado para hacer de mentor. Al interactuar con los jóvenes, deberíamos hacer el esfuerzo de saber sus nombres. Podemos buscar activamente oportunidades para animarlos. Cuando los afirmamos, los hacemos sentir parte de la familia. Como resultado, los jóvenes responderán y, como se sentirán verdaderamente parte de la familia, la iglesia llegará a ser su iglesia. Nuevas oportunidades de servicio En términos generales, la mayoría de los puestos de liderazgo requieren de experiencia, y eso es algo que los jóvenes no poseen en abundancia. Si somos serios respecto de nuestra misión, tenemos que ser mentores a partir de los niveles locales de la iglesia y en todas nuestras organizaciones, e impulsar a los jóvenes a que se coloquen en lugares donde puedan comenzar a asociarse con los más experimentados. La iglesia fue iniciada por jóvenes, y su obra será culminada por jóvenes llenos de fuego del Señor, que se asocien con personas de experiencia que no hayan perdido la visión de la segunda venida de Cristo. Recuerdo cuando de jovencito fui elegido en una iglesia, junto con otras personas, para ser estudiante anciano. Puede parecer una contradicción, porque un anciano de iglesia suele ser alguien de experiencia. Pero mi congregación local tuvo la visión de darnos la oportunidad de trabajar estrechamente con personas de gran experiencia y de aprender como «estudiantes ancianos» o «estudiantes diáconos». Esa oportunidad fue invalorable para adquirir experiencia y habilidades de liderazgo.

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Cómo preparar a los jóvenes para el liderazgo: Hace más de cien años, Elena White escribió las siguientes palabras: «Con semejante ejército de obreros como el que nuestros jóvenes, bien preparados, podrían proveer, ¡cuán pronto se proclamaría a todo el mundo el mensaje de un Salvador crucificado, resucitado y próximo a venir!»* Ahora más que nunca es cuando la iglesia necesita la energía y la creatividad del ejército que imaginó Elena White. El proceso de retener, instruir e incorporar a los jóvenes al servicio es tarea de todos, no solo del pastor o del líder de jóvenes. ¿Qué podemos entonces hacer nosotros, de manera individual pero también como iglesia, para involucrar hoy a los líderes del mañana? ....

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PREDICACIÓN DEL PR. TED WILSON Jóvenes Cómo preparar a los jóvenes para el liderazgo: Hace más de cien años, Elena White escribió las siguientes palabras: «Con semejante ejército de obreros como el que nuestros jóvenes, bien preparados, podrían proveer, ¡cuán pronto se proclamaría a todo el mundo el mensaje de un Salvador crucificado, resucitado y próximo a venir!»* Ahora más que nunca es cuando la iglesia necesita la energía y la creatividad del ejército que imaginó Elena White. El proceso de retener, instruir e incorporar a los jóvenes al servicio es tarea de todos, no solo del pastor o del líder de jóvenes. ¿Qué podemos entonces hacer nosotros, de manera individual pero también como iglesia, para involucrar hoy a los líderes del mañana? Seamos mentores Cada uno de nosotros puede mostrar interés por los jóvenes. Deberíamos ponernos en contacto con ellos y mostrarnos disponibles. Si los padres son verdaderos padres cristianos y se identifican con sus hijos, pueden llegar a ser sus mejores mentores, pero no serán los únicos. Tuve padres maravillosos y cristianos porque creían en Cristo, lo aceptaban y querían que yo disfrutara de una vida espiritual maravillosa. Como joven, sin embargo, necesité de muchas influencias y de numerosos individuos que me ayudaron a hallar mi propia perspectiva y cosmovisión. Es allí donde se necesita una ininterrumpida provisión de mentores. Entre ellos se encuentra el pastor y algún amigo cercano. En mi caso, alguien que simplemente se interesó en mí cuando trabajábamos juntos en un proyecto de evangelización, ejerció una profunda influencia sobre mi vida espiritual. Cuando los jóvenes buscan un mentor, probablemente comienzan con sus padres. Pero entonces buscan a otras personas que les parecen dignas de confianza, no las que solo tratan de lucirse o ser importantes, sino que son cristianos genuinos y humildes de los que pueden aprender algo. Cuando se acercan a ellos, querrán ser escuchados y compartir, no recibir un sermón. Uno de los elementos más importantes a la hora de tratar con los jóvenes es mantener la comunicación abierta, estar siempre dispuestos a hablar, a compartir y a escuchar. En mi propia experiencia, tuve un padre que viajaba con frecuencia y no estaba demasiado en casa. Pero cuando estaba, siempre estaba dispuesto a escuchar y aconsejarme. Jamás me ignoró. Lo hacía en forma deliberada. Los que somos padres tenemos que buscar una relación con nuestros hijos de manera que ellos siempre puedan acudir y sentir que les damos respaldo y amistad. Recuerdo cuando mis padres, especialmente mi padre, me decían: «Creo en ti». Cuando se les dice algo así a los jóvenes, esto influye en su vida social y también espiritual, porque reciben una base para hallar su propio camino en su relación con el Señor. Tienen que saber que siempre pueden ir a alguien que realmente tiene deseos de ayudarlos. Ese aspecto de la función de los padres se extiende también a los que no lo son, e incluye a los jóvenes que no son nuestros hijos físicos. Cada uno de nosotros, como parte de la familia de la iglesia, debería estar preparado para hacer de mentor. Al interactuar con los jóvenes, deberíamos hacer el esfuerzo de saber sus nombres. Podemos buscar activamente oportunidades para animarlos. Cuando los afirmamos, los hacemos sentir parte de la familia. Como resultado, los jóvenes responderán y, como se sentirán verdaderamente parte de la familia, la iglesia llegará a ser su iglesia. Nuevas oportunidades de servicio En términos generales, la mayoría de los puestos de liderazgo requieren de experiencia, y eso es algo que los jóvenes no poseen en abundancia. Si somos serios respecto de nuestra misión, tenemos que ser mentores a partir de los niveles locales de la iglesia y en todas nuestras organizaciones, e impulsar a los jóvenes a que se coloquen en lugares donde puedan comenzar a asociarse con los más experimentados. La iglesia fue iniciada por jóvenes, y su obra será culminada por jóvenes llenos de fuego del Señor, que se asocien con personas de experiencia que no hayan perdido la visión de la segunda venida de Cristo. Recuerdo cuando de jovencito fui elegido en una iglesia, junto con otras personas, para ser estudiante anciano. Puede parecer una contradicción, porque un anciano de iglesia suele ser alguien de experiencia. Pero mi congregación local tuvo la visión de darnos la oportunidad de trabajar estrechamente con personas de gran experiencia y de aprender como «estudiantes ancianos» o «estudiantes diáconos». Esa oportunidad fue invalorable para adquirir experiencia y habilidades de liderazgo.

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Confiemos en ellos Siento una gran deuda hacia los líderes de la iglesia local a la que asistí en mi juventud, por la inversión que hicieron en sus jóvenes. Hoy veo una gran necesidad de líderes en todos los niveles, que sean sensibles y actúen deliberadamente a la hora de incluir a los jóvenes, solicitar sus opiniones, asociarse con ellos, asignarles diversas tareas e incluirlos en las juntas y comisiones. Por lo general, a los jóvenes no los entusiasma demasiado estar en una junta. Lo que realmente quieren es hacer algo. Los líderes tienen que colocar y equipar a los jóvenes en posiciones donde puedan obtener una visión de la misión. Acaso necesitan ayuda y orientación para formar un plan de acción. Pero es importante trabajar con ellos antes que imponerles un plan. Entonces, tenemos que permitirles que lo lleven a la práctica. Los líderes y los laicos deberían estar preparados para trabajar con estos jóvenes para lograr cosas para Dios. Los jóvenes poseen una enorme creatividad para hacer grandes cosas para Dios, especialmente cuando se conectan con el Señor. A la luz de nuestra necesidad personal de permanecer conectados con el Señor, es una buena idea que todos nos dediquemos a pedirle a Dios esa gran comprensión, esa visión general de cuál es nuestro lugar como individuos y como iglesia en el escenario del tiempo del fin. ¿Qué nos pide Jesús que hagamos? ¿Cuál es la mejor manera de hacerlo y cómo podemos cooperar con otros, en especial con los jóvenes, para hacerlo realidad? No temamos innovar Para algunos puede resultar muy amenazante incluir a los jóvenes en el equipo y animarlos a asumir el liderazgo. Siempre existe la posibilidad de que los jóvenes con ideas nuevas «revuelvan el avispero». Experiencias pasadas enseñan que siempre hay tensiones entre la generación más joven y otra más antigua. Al mirar hacia los siglos pasados, vemos ejemplos de generaciones jóvenes que sentían que tenían mejores ideas que las generaciones más antiguas. Y a veces es así. Sin embargo, esta fricción no tiene por qué existir en el cuerpo de Cristo. Los adultos no deberían sentir temor de involucrar a los jóvenes, en especial en áreas de servicio. Cuando los jóvenes tienen la posibilidad de servir a otros, y de ayudarlos de manera práctica, entenderán muy pronto la experiencia que se necesita también en otras áreas de la iglesia. No tenemos que temer las críticas, o tomarlas personalmente, toda vez que los jóvenes formulen preguntas difíciles En términos de cómo ayudar a que los jóvenes hagan realidad su experiencia educacional, tenemos que seguir buscando maneras innovadoras para que la educación adventista sea asequible. Se debe animar a los jóvenes a que trabajen mientras estudian. Algunos creen que si consiguen un préstamo, o si sus padres les pagan los estudios, estarán mejor para dedicarse de lleno a estudiar. No obstante, el trabajo útil ayuda a equilibrar toda la experiencia educacional. Por supuesto, los estudiantes no deberían trabajar tanto que les promete mucho, en la práctica se les da poco. Lo que los jóvenes quieren ver es una fe viva que haga una diferencia en la vida de la gente. Al hablar del reavivamiento y la reforma en los diversos programas de la iglesia, corremos el riesgo de inmunizar a nuestros jóvenes (y a nosotros mismos) si no salimos de la teoría. El reavivamiento y la reforma implican estar más conectados con el Señor, y hacer visible que el Espíritu Santo está transformando nuestra vida para que seamos más y más como Jesús. Como de responder. Nuestra valoración personal no debería basarse en posiciones determinadas, muestras de poder o defensa de lo que nos resulta familiar y conocido. Todo esto puede llevarnos a pasar por alto la visión general del tiempo del fin, porque estaremos enfocados en nosotros. Y no importa la edad que tengamos, el yo es sin duda nuestro peor enemigo. Apoyemos la educación adventista Los jóvenes tienen que ser instruidos en la realidad de que no importa lo que hagan y dónde los guíe el Señor, son embajadores de él. Todos somos invitados a tener una relación íntima y maravillosa con él, que nos motive a cumplir lo que el Señor nos ha llamado a hacer. Los jóvenes no tienen que contentarse con una relación parcial con la iglesia. Es allí donde la educación adventista puede hacer la diferencia. La combinación de los estudios religiosos y las actividades espirituales con el curso de estudio elegido es lo que hace que nuestra educación sea diferente. no puedan dedicarse a estudiar. Pero aun cuando alguien pueda pagarles la educación, la formación de una ética de trabajo es una parte importante del proceso educativo. Existen maneras por las cuales la iglesia, los estudiantes, los padres, la congregación local y la institución pueden contribuir para ofrecer una maravillosa experiencia cristiana controlando al mismo tiempo los costos, para que la experiencia educativa sea asequible. La educación adventista tiene que ser percibida (y en realidad tiene que ser) muy diferente de la que ofrecen las instituciones seculares. Nuestra educación debería valer su inversión financiera, tanto en términos espirituales como académicos. Que el reavivamiento comience en nosotros Los jóvenes han crecido en un mundo tecnológico y de despliegues publicitarios. Están acostumbrados a recibir llamados que apelen a sus emociones y a que se los convenza desde la lógica, a adquirir un determinado producto. También han aprendido que aunque

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se dice Pablo: «Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo en Cristo Jesús» (Fil. 2:5). La mente de Cristo tiene que ser implantada en nosotros por medio del poder del Espíritu Santo, y tenemos que demostrar esa experiencia santificadora en nuestras vidas. Cada uno de nosotros tiene que estar convencido de que somos justificados plenamente por la justicia de Cristo. Los jóvenes jamás deberían tener la impresión de que nosotros, ya sea por palabras o acciones, estamos tratando de ganar el cielo al cumplir una lista de deberes y prohibiciones. Lo que es más importante, tenemos que aprovechar la oportunidad que Jesús nos da de llegar a ser como él. Si permitimos que el Espíritu Santo haga de nosotros una «obra en construcción», trabajaremos sin duda para retener, instruir e involucrar a los jóvenes, para que juntos podamos culminar la gran obra para la cual, como iglesia, fuimos llamados a la existencia.