Postmodern¡dad e historia · (Tareas de la investigación histórica en el tiempo de...

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Postmodern ¡dad e historia (Tareas de la investigación histórica en el tiempo de la posthistoria) Quintín RACIONERO (Universidad Complutense) Uno de los tópicos centrales que, de una forma seguramente demasiado genérica, asignamos al pensamiento de la postmodernidad, consiste en hacer valer su condición de pensamiento posthistó rico. En rigor, este calificativo encubre dos temáticas distintas, aunque estrechamente relacionadas: remite, en efecto, de una parte, a la conciencia del fin del monopolio cultural de occidente, derivado de la presión de las culturas locales por abrirse espacios propios en el proceso global de la formación de imágines; y, de otra parte, a la transformación profunda de los hábitos contemporáneos, capaces de super- poner y presentar como simultáneas culturas históricas muy alejadas, en vir- tud de la generalización de fenómenos tales como los viajes, las publicacio- nes, las visitas a los museos o el consumo masivo de las posibilidades tecno- lógicas abiertas por la radio, la televisión, las computadoras, etc. 1 A través de La primera de estas temáticas se relaciona fundamentalmente con los planteamientos de Cianní Vattímo en E/fin de la modernidad. Nihilismo>’ hermenéutica en la cultura postmo- derna (1985), cd. esp. Barcelona, 1986. La segunda, para la que el término post/ustorio ha sido reivindicado de modo explicito, remite, sobre todo, a los análisis de Fran9ois Lyotard en La condición postmoderna (¡986), cd. esp. Madrid, 1989. A partir de estos análisis, pero también mediante la reelaboración de las ideas dc E. Bloch sobre la simultaneidad de lo no—simultá- neo, Jean Cazeneuve ha examinado con particular inteligencia el papel de la televisión en el acercamiento de lo espacial y temporalmente Icíano como núcleo básico dc la experiencia posthistóriea. Ana/ss del &-m,narw de .Nleesfiska, t 1997). niut 3. pgs. i 85-216. Servicio dr Publicaciones. Universidad Coroplutense. Madrid

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Postmodern¡dad e historia(Tareasde la investigaciónhistórica

en el tiempode la posthistoria)

Quintín RACIONERO

(UniversidadComplutense)

Uno de los tópicoscentralesque, de unaforma seguramentedemasiadogenérica,asignamosalpensamientode lapostmodernidad,consisteen hacervaler su condición de pensamientoposthistórico. En rigor, estecalificativoencubredos temáticasdistintas,aunqueestrechamenterelacionadas:remite,en efecto,de una parte,a la concienciadel fin del monopoliocultural deoccidente,derivadode la presiónde las culturaslocalespor abrirseespaciospropios en el procesoglobal de la formaciónde imágines;y, de otra parte,ala transformaciónprofundade los hábitoscontemporáneos,capacesdesuper-poner y presentarcomosimultáneasculturashistóricasmuyalejadas,en vir-tud de la generalizaciónde fenómenostales comolos viajes, las publicacio-nes, las visitas a los museoso el consumomasivode las posibilidadestecno-lógicasabiertaspor la radio, la televisión,las computadoras,etc.1 A travésde

La primerade estastemáticasserelacionafundamentalmentecon los planteamientosde

Cianní Vattímo en E/fin de la modernidad. Nihilismo>’ hermenéutica en la cultura postmo-derna (1985), cd. esp.Barcelona,1986.La segunda,paralaqueel término post/ustorio ha sidoreivindicadodemodo explicito, remite, sobretodo, a los análisis de Fran9oisLyotarden Lacondición postmoderna (¡986),cd. esp.Madrid, 1989. A partir deestosanálisis,perotambiénmediantela reelaboraciónde las ideasdc E. Bloch sobre lasimultaneidadde lo no—simultá-neo, JeanCazeneuveha examinadocon particularinteligenciael papelde la televisión en elacercamientode lo espacialy temporalmenteIcíano como núcleo básicodc la experienciaposthistóriea.

Ana/ss del &-m,narw de .Nleesfiska, t 1997). niut 3. pgs. i85-216. Servicio dr Publicaciones. Universidad Coroplutense. Madrid

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la percepciónde la pluralidady las diferencias,en el primer caso,o de laanulacióndel espacioy el tiempo,en el segundo,lo que resultade ambasperspectivases,en fin, unamismaimpugnacióndel concepto-—largamenteconsideradocomo evidente— de una historia universal,que se despliegasegúncriterios racionalesde progresividady unidadde sentido, y que seautopropone,por ende,comoreduciblea un sujetounificado de las referen-cias. Es poco dudosoque un resultadocomo éste introduceconsiderablesproblemas,quehansido yaobjetode unarecepcióndetalladaporpartede lafilosofía, lacrítica de artey la política. No voy a entraraquíen estosámbi-tos, a algunosde los cualesme he referido por extensoen otro lugar2. Encambio, la recepciónde talesproblemasen el horizontede los estudioshis-tórícos mismospuededecirseque ha sido hastael momentopracticamentenula; y que ello es tanto menoscomprensiblecuantoque la temáticade laposthistoriano sóloafectacentralmente,comoes obvio, al conceptoteóricogeneralde historía, sino que lo afectaademásen una forma que involucraactitudesy conviccionesde la praxis, que resultansignificativasasí en elordende la investigacióncomoen el de lapropia interpretacióndelas accio-neshumanasinvestigadas.

A mi juicio, éstees elpunto másimportante;o sea:quela referenciaa laposthistoriaalude,sobretodo, a un cambioen los parámetrosde laautocoin-prensiónde las acciones,y que,por ello mismo,no puedeponerseal margende los presupuestosmetodológicosqueguían la investigaciónhistórica.Contodo, es tambiénel punto queintroduceunamayor dificultad y el que mejorpermitecomprender,quizás,por quéla recepciónde laposthistoriaha veni-do resultandotan exigua,segúnacabode decir,entrelos estudioshistóricospositivos.Y es que, en efecto,¿caberelacionaraquelcambiode parámetrosconpresupuestosmetodológicos--cualesquiera——referidosal saberhistóri-Co? ¿Noparecemásbienqueunaargumentaciónposthistórica,en la medidaen queenunciaqueel mareoepistémicodc la historia no esyaadecuadoparaunatal autocomprensiónde las acciones,deberíaprecisamenterecusare!sen-tido mismode la investigaciónhistórica,limitándosea ponerde manifiestosu carácterideológico o, todo lo más, literario? De la interpretaciónqueLyotard y, en menormedida,Vattimo hanhechodel conceptode posthistoria

2 (Sir. mi trabajo .Vihuismusnod pohuisches Subjela, que presentéen Nápoles,en ci

«Institutoper glí studi fílosoficí» durantelas sesionesdel Simposioque, conel título Europaond dic geÑtíge Shuotion der Zcit, organizóel «Konvent ffir coropáisehePhilosophienodIdeengeschichte»los días24-—27 de abril de 1996. LasActasse hallanen cursode publica-clon,

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pareceque así se desprende,ya que no es pensableque una intervenciónmetodológicasobreel conocimientohistórico pudierareconstruirla unidadde la experienciaque le es propiao cancelarla rupturaintroducidapor lafragmentacióndel espacioy el tiempo. Si estascondicionesno se cumplen,es dificil ver cómo seríaposibleapelara un sujetode la acción,desdeel quepoderreferiraprocesoso desplieguesdotadosde sentido.Y, en esecaso,todaidea--noimportacuál- -dehistoria,másalláde los hilospluralesy disemi-nadosde accionespretéritasquelamemoriaguarda,habráde entenderse,pordecirlo con la célebrefórmulade Lyotard, como la inducción de un “meta-rrelato” imaginario y caerbajo la crítica de sumera“función de legitima-cion

Ahora bien,es estaconsecuenciajustamentelaquepretendoexplorarenestaspáginas.Porque,hablandoen rigor, ¿esacasonecesarioparala posibi-lidad del saber histórico mantenerunatal conexión entresujeto y sentido?

Mientrasque,a la inversa,si seda esaconexiónpor impugnada,¿implicaelloalgomássino queel sentidohistóricoha de emplazarsefueradel ámbitodelsujeto, estoes, quetienequeserpensadobajocondicionesde una(auto)eom-prensióndistintade los actoshumanosconsideradoshistóricamente?Tengola impresión dequeestasson laspreguntasdecisivasqueel conceptode post-historiaplantea,puesno seformulanapropósitode un problemateórico,sinoapropósitode unasituación,de un estadode cosas,quese alzaparael pen-samíentocon el carácterde unarealidadirreversible.Ni el pluralismode lossignificantesculturalesni la diseminaciónde laexperienciahistóricapuedenserdiscutidoscomodatos.Peroentonces,no se tratade sabersi un tal plura-lismo y diseminación,ya quedisuelvenla idea de sujeto, introducenaporiasirresolublesparalaposibilidaddela investigaciónhistórica.Se tratade sabersi la posthistoria,puestoquemencionauna nuevadisposicióno aparecerdelos fenómenos,no proveeen realidadunaconcepcióndiferentedel saberhis-tórico, queexigeajustaraquellamismainvestigacióna requisitosepistémicosdistintosde los queproponeel conceptotradicionalde historia.Por mí parte,es esteplanteamientoel quevoy asometera examenen lo quesigue.Trataré,antetodo, de delimitarcríticamentelas dificultadesquesurgende dichocon-ceptotradicional de historia,a fin de establecer,después,las implicacionesconceptualesy las tareasmetodológicasque, parala resolucióno, al menos,evaluaciónde tales dificultades,ineorporael hechode queya ahora tenganqueseranalizadasy enunciadasdesdeun horizonteposthistórico.

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Desdeluego,no creoexageraren absolutosí digoque la historia culturalde Europa(y, a travéssuyo,de todo eloccidente)ha estadodominadaporunaautoconscienciafilosófica, en cuyasemánticaha cumplido un papelesencialla ideade laencarnacióno del cumplimientode un destino.SueledecirsequePolibio, al elaborarla idea de la Historia universaly presentarlacomo una«marcha»haciala unificacióndel mundobajoel imperio de Roma. ha sidoel primer historiador que ha dado lugar a esta imagen, interpretandoloshechoshistóricoscomo sujetosa un plan determinadoy, por ello mismo,comointegrantesde unasecuenciasignificativasusceptiblede serdescubier-ta y enunciada.No creoqueesteparecerpuedasostenerse,sin embargo.Enla narraciónde Polibio, la eleccióndel punto de vistaque le competea élmismocomohistoriador,cumpleun papelfundamental,queno seavieneconla formacióndel modeloquese le atribuye.Él no narra,en efecto, la historiadel mundo,sino la historia de la pretensiónde Roma (y, conello, la historiatambiénde susjustificacionesy presuntasventajas)agobernarel mundo.Enunaforma que reivindicaréluego, la sustanciade la historia resultaaquídeuna selecciónde posibilidadessignificativas, cuyo efectuamientopone elsentidode los hechosnarrados.Ahora bien, Polibio no dice que tal sentidopertenezcaa los hechoscomotalesy, menosaún,a la secuenciaquelos enea-denaen un todo único. Dice queloshechossonguiadosen suinterpretaciónpor un criterio que estructuray hacepatenteunafinalidad humana,sujetaadesvelamientoy control, quese compruebaciertamente--sies verdadera--en el conocimientode los hechos,peroquesólo pertenecea éstossupuestalaintervenciónteleologitadel investigadorcomoagenteconfiguradordel sen-tido>.

3 Los libros “metodológicos’~dePolibio son,comosesabe,el 6(sobrelasConstituciones)y el 12 (sobrela polémicadelahístoriografiaantigua)de suHistories. Pero la declaraciónmásimportanieparala lecturaqueestoyproponiendomcpareceserla queinicia el libro 9. De unaforma que seha advertido,creo,escasamente,Polibio reivindícaallí la plenaobjetividaddelsaberhistórico,peroen el contesto de la determinación de so ¡in o intcre3.s, que, en su caso,esla ú.-o,nprensión del jénómneno político, ct,n las miraspuestasen quesirva de guía a los poííti—cosen ejercicio. A estaconcepciónde la historiograliaesa la quellama Políbio pragnsalik¿historíe: «historiografíapragmática».La mismaargumentación,másdetenida,persiguela ana-logia entrela historia y la medicinaqueI’olibio desarrollaen 12, 25d ss. En el cambiode lainterpretacióniradicional dc Polibio, los trabajos pioneros.queaún resultan fundamentales,son los de K. Ziegler<sUberdic ArbcitsweisedesPolibius»,Sitb. iL lh’ídclbcrg, 1956/3:el.Devroye, (ter de historische Mc-thcgie van Polihíes, Bruselas,1956.

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A decirverdad,laconcepciónhistóricade Polibio culminatina maneradepensarla historia,propia de la AntigUedadclásica,que, por oposicióna laimagende la historia como destino,podríamoscalificar aquí de reserva odepósito.Segúnestaimagen,el significadode la historia (y hastael propionombre,bU/orle, elegidoparadesignarla)remite a un «conocimientoqueseadquierepor la búsqueda—o investigación-—sobrelos hechos».Estees elsignificadoque aparece,por ejemplo, en la famosafórmula de Aristótelesqueencabezasu Historia anima/han:“peri tá Zoá historíai”, investigacionesen torno alos seresvivos. Peroparaunatal concepciónde la historia,lo deci-sivo es la eleccióndel interés—del té/oso del criterio— quela investigaciónproponey del que,por ello mismo,dependeel sentidode loshechosinvesti-gados.Este,pues,el sentido, se descubrecomopertenecientea los hechos,perosólo bajo la condición de no identi/icarse conellos: de concebirse,ensuma,como una irrupción desdefuera de ellos, que, precisamentepor suexterioridad,puedeaislar significativamenteel flujo confusode los fenóme-nos,organizándolosy presentándolosde una maneradeterminadaen vez deotrasigualmenteposiblesy concebibles.Una vez llevadaa caboestaselec-cióndel sentidoporpartedel investigador,paraquepuedahablarsede histo-ría bastaconquealgo suceda;conquesus causaspuedanserdescubiertasorespondanal menosa unatramade circunstanciascoherentementeexplicati-va; y con que tales causasy tales circunstanciaspuedanvolver a darseenforma idénticao, si no, análogao aproximadaa comose produjeronlapri-meravez, a fin de queseaposibleconocerde antemanoy, en sucaso,preve-nir o eventualmentemodificar los hechosresultantes.

Todasestasoperacionessugieren,como es patente,queno haysoluciónde continuidadentrelos fenómenosnaturalesy los hechoshumanos.Unosyotros sonvistosa la luz de un entendimientode la investigación,segúnel cualla historiano experimentapérdidas;es decir, segúnel cual se danlas condi-cionesde que los mismossucesos—en forma idéntica, si son fenómenosnaturales,o bajoaparienciasdistintas,si se tratade hechoshumanos——acon-tezcannuevamente.Y, por ello, la tareaasignadaa la investigaciónhistóricaes, y no puedemásqueser, la del depósitode los hechoso fenómenossuce-didosconformea un criterio de seleccióndeterminadode antemano,depósi-to que permitesu ordenamiento,clasificacióny análisis,con la vistapuestaen propiciarla enseñanza—-estoes, el conocimientocierto o, por lo menos,el acopiode experienciasy la toma de precauciones—-frenteal futuro.

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Ciertamente,estaconcepciónde la historiacomodepósito,quepresupo-ne lacontinuidadde los fenómenosnaturalesy de los hechoshumanosy quesitúael problemadel sentidoen el momentode la investigaciónen vezde enlas res gestae,hapermanecidoen uso, conmayoro menortbrtuna,en elhori-zontede la cultura europeahastatiemposbastanterecientes.Pervive,desdeluego, aunquede un modo obscuro,en las escuelasempiristasde la BajaEdad Media bajoel modelode unatriple gradaciónquecomprendela histo-ria natural, lahistoria /zwnanay la historia sagrada.Deahí la toma E t3acon,conformandocon ella un programaepistemológicocompleto.Y dc diversasformasse prolonga en los pensadoresde los ss. XVI y XVII <con importan-tes utilidadesen el caso del «tacitUrno» o de la historiografíade Leibniz)hastasu definitivo arrumbamientopor la Ilustraciónavanzaday el Idealismoalemán4.Con todo,ni siquieraduranteesteextensoperiodoesesteconceptode historia el dominanteen la filosofía europea,sino el queprocedede unaopción distintae inclusoopuesta;a saber: la que fundaAgustín de Hipona,quees también,si yo no me equivoco,la quetriunfa, en suforma seculariza-da, plenamenteen la Modernidad.Estaconcepción,he aquí lo que me inte-resaen todo casosubrayar,partede unaalteraciónradical de la historiogra-fía antigua,y ello en un modo queintroduceun conjuntode supuestosonto-lógicosy metodológicosignoradospor ésta.

Naturalmenteno haceal casode esteestudio,ni yo lo pretendo,analizarlaconcepciónagustinianade la historia.Con todo, alosefectosde lo quemepropongoplantearaquí, me pareceimportantesubrayarque esa alteraciónbásicaa que acabode referirmese ciñe, creo, enteramenteal abandonodelconceptoteleológicode investigación.Parala economíade la Cívitas Dei,

4 1 lastadondeconozco,no hay ningúntratado ecieniesobre la historia de la historiogra-hay dela filosofi ade la historia;y, menosaún,sobresustensionesy variantesen elmareodesusmendenciasdominantes.En general,ptíedeconstiltarseel libro, anticuado,deA.C.Widgery,Interpretations ofIbston’. 1961, asícomolos diferentestrabajosde L. Dujovnc, Corriente.sactuales- de lafílosa,tía de la historia (1956); La /iloscdíc¡ de la historia en la .dntigiiedad y laEdad Media (1955); Lafilosofla de la historia desde el Renacimiento hc,sta el s, XVIII (1959);y La fllosofia de la histotia de Nietzsche a Tovnhee (1957). Enparticularsobreel desarrollodc la historiografía,vid. el estudiode (3. Lefebvre,Lo neÍssc,nce de / historiographic modo-ne, 1971 Orad. esp. 1974). asícome,el recienteensayode E. Mitre, Historía vpcnsa;nicntobis-

tótíco. Madrid,Cáwdra, 1997. Y sobrela conexióndc historiografay filosofa de la historia,cli eí trabajo(tan conocidocomoespléndido)deM. Baumgarren,Kontinuitdt und Geschíchte.Zur Kritik ‘mdMetaÁ-ritik (lcr histo,isc-hen Vernun/i, Frankfitrt a. Main, 1972.

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con surecursoal enfrentamientodialécticoentrelaciudaddivina y laciudadterrenal, es absolutamenteimprescindibleque el sentido de los aconteci-mientosno estépuestocriteriológicamentedesdeuna instanciaexteriora las¡•es gestae.Es preciso,por el contrario,que pertenezca,como tal sentido,alos hechosmismos,en tanto que seleccionadosy preordenadospor el planprovidencialde Dios. Estos,pues, los hechos,no puedenconsiderarsecomo¿latos susceptiblesde descripciónconforme a diversas clasificaciones,sinonecesariamentecomo ¡¿nórnenos,como apareceresde otra cosa, que es aquien en verdadcompeteel carácterde hecho; o sea,a la Providencia,aldesignio inmanentede Dios sobrelas res gestae.Peroes bien claroquea untal hechono correspondeya la investigaciónentendidacomo seleccióndesignificacionessegúnun leloso un interésdel conocimientoque poneel sen-tído. El funda el sentidomismoy el sentidotodo. De suertequela investiga-ción sólo puededirigirse al desvelamientode tal hecho,consideradocomodato prístino --undatosobretododato, o sobreel quetodo datose funda--bajoel modelode unacompletasumisióna la verdad5.

Que la argumentacióndeAgustínesciertamentesolidariadeunapreocu-paciónteológica,no epistemológica,por lahistoría,estáfuerade duda.Ahorabien, importa mucho comprenderque, Bajo formas secularizadas,esteplanteamientode la univocidadde la verdad,como modelo que absorbeelmodelo de la investigación,es el que subyacea la filosofia de la historiamodernaen prácticamentetodassus variantes.No es decisivo,aunquecier-tamente introduce modificacionesrelativas muy diversificadoras,que elpuestodc la Providenciaseaocupadopor la ideadel Progreso,o por la de lapenetraciónconstantey continuadade la Racionalidady la Moralidad en lasociedadhumamia.Como tampocoes decisivoque, parael cumplimientodeeste designio, se eche mano de principios mecánicosde explicación (queharían inevitableel decursode los acontecimientoscualquieraque fueselavoluntad de los agentes)o que, por el contrario, se considerenecesarialaintroducciónde la acciónhumanaa fin de acelerarel procesode laemanci-pacióny, con él, el control racionalde la historia.Vistas las cosasdesdeeste

5 Sobrela filosofía de la historia de SanAgustín,en conexiónconsus intencionesteoló-gico —políticas,el mejorestudiosiguesiendo,ami juicio, el de CL. Keyes, (Shristian Faiihancí the Interpretation of 1-listan> .4 Study ofSt. Augu.s-tíne Philosophy of l-Iistory, 1961.interesantesparael análisisestructuralde lasnovedadesintroducidasporel cristianismoenelpensamienlocíela historia,sonlos trabajosdei. Mclintyre, The (‘hristíon Doctrine ofI-Iistorv,1957; y K. t.é~vith, Meaning in History TheTheological Irnplicaxions of Ñw Philosophy ofHislorv. 1948 (trad.esp..Madrid, 1956).

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ultimo punto de vista,quees en definitiva comoquenaverlasMarx, la ideade Revoluciónse convierteen un conceptoepístemológíco--seguramenteelmás potentequeha razonadola historia dc la filosofía europea--másque, oen vez de, un conceptosólo relativo a laacción moral6. Peroes un concepto,en todocaso,queno nacede la investigaciónsobrelas resgestae,sino de unsentidoque sesuponeinmanentea lahistoria y quedebeprecedery orientara los sucesosque se investigan.Con lo que quedaunavez másclaroque elsentidono esaducidoaquípor la investigación,sino por la historiamisma;o,dicho de otro modo, quees la historia la queposeeunadeterminadaverdad--algoasi comounaesenciao una naturaleza--,a la quedebesubordinarseo, en todo caso,atenersela investigación.

Podríapensarse,de todasformas,queestosplanteamientosqueacaboderecordarson propios únicamentede laFilosofía de la historia -—-e, máscon-cretamente,de lo quesuelen llamarseFilosofíasmaterialesde la historia—,peroqueno competen,en rigor, ni a lahistoriografíacrítica ni a la investiga-emón histórica positiva. Sospecho,sin embargo,que los presupuestosde laconcepciónde la historia como destinohan operado igualmente,y siguenoperandomásde lo quelos historiadoresestándispuestosareconocer,en losestudioshistóricospositivosy en muchasde las escuelasmetodológicasquehan dominadola praxiscientíficacontemporánea.Por lo que se refierea lafilosofía crítica de lahistoria,estoes,a las Filosofíasde lacomprensióny alas diferentesescuelasde la Ilustraciónhistoricista(de Dilthey y Droyssenenadelante)que se han planteadola tarea de llevar a cabouna Crítica de laRazónhistórica, el problemamc parecepatente7.Sí hay un mediode accedera lacomprensióndelos agentesproductoresde los sucesos--seantalesagen-tes las personalidadesrelevantesde la historia o, coextensivamente,otrossujetosmásamplios,comolas formasde cultura, las civilizaciones,los uni-versossimbólicos,etc.- -entonceses a éstosa quienesperteneceel sentidode las resgestae.el cual, porello mismo,debedesprendersede lahistoria,envez de ser puestopor la investigación.Una vez másésta, la investigación,tienequesubordinarse,asípues,a la verdadde lo que la historia escondeentanto queobjetode conocimiento.Y toda lacuestiónse encierraen encontrar

6 En relacióncon Marx. el problemaestá bien estudiadoen N. (irimaldí, Introducción a

la ,ldoscjía de la historia de Marx, trad. esp. Madrid, 1986; y en II. Reíchelt,Logisc-hen5/rulctur ¿les- KapicalhegrifA hei K. Mart, Erankfurta. Main, 1970.

7 (Sfr, paraestascorrientesdel pensamientohistóricoeí libro de Sehnadclbach,La filoso-fa de la historia despues dc Hegel, trad. esp. Madrid 1988. La fórmula «Iltístraciónhistori-cista»procededeestcmismoaittor.

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la escrituraadecuada--lalógica—quehagaposible la aprehensióno captu-ra de la verdadinmanente,propiade la historía.Ahora bien, supuestoesteplanteamiento,los diferentesmodelosacuñadosparaaccedera esaescriturapuedenparecer—de hecho,lo son—muy heterogéneoso inclusopolémicos,perohay queconvenirquela disputaqueintroducen,lo esúnicamentesobrelabasede un entendimientocomúnde la historia, dominadopor elpostuladode la univocidad de la verdad. Las construccionesde Hintikka o de VonWrigh5 suponen,por ejemplo, que la comprensiónremite a un procesodevariables(sobrela acción o sobrela intencionalidadde los agentes),cuyaimposibledeterminaciónsemánticano obstruyelaposibilidadde descubrirlasintaxis, definida y reconocible,que de todos modosles corresponde.Estantocomo decirquelas variablessemánticasno son tan variables,o, mejor,queno lo son más allá de clasesfijas de posibilidades,definidasen lo quepodríamosllamar el entornohumano.Pero estono está muy alejado,en elfondo, de lo queproponelahoy apenasrecordada,peroen su momentomuyinfluyente Law coveringTheory de Hempel,sobretodo si se interpretaen laformamásdébil de P. Gardiner9.Si los acontecimientoshistóricosrespondena leyes generales(aunqueseanleyes de casoúnico), entonceses que talesleyes,almenosen tantoque leyesde la explicación,sondeterminantesde losprocesosparavariablesescogidas--nocualesquiera--,siendolas realmentepasadaso acontecidaslas queexpresanla verdadde la ley.

No hay modo de escapar,creo, de este univocismo (por relativo queparezca)por muchoque multipliquemoslas variables.Con lo que, al final,todo se reducea lo quellamaréaquíunaaplicacióndel argumentomegáricoen teoríade lahistoria. Desdeel ladode la comprensión,todopuedesuceder,perohayquedar razón de lo querealmentesucedió,puessólo estoes la ver-

De j Híntikka me refierofundamentalmentea su «Las intencionesde la intencionali-dad»,aparecidoenlasActasdel Coloquio deHelsinki, 1974 (hay trad. cast. en J. Manninen,Ensayos sobre c-zsplicac.-ión ~ycomprensión, trad. esp. Madrid, 1980, pp. 9-40);perose puedeconsultartambiénsu célebreSaber y creer (1972), Madrid, 1979. En cuantoa OH. VonWright, véanse,enparticular,sustrabajos Frplicaciónycomnpt-ensión(1971), Madrid, 1980; y«El determinismoy el estudiodel hombre»,en J. Manninen,op. cit., pp. 183—204).

P. Gardiner,La naturaieza de lo Explicación histórica (1952), trad. esp. México, 1961.La última version, muy matizada,de la Law cowering Theorv, puedeverseen el articulo de1-lempel «Aspectsof Scientific Explanation», en Explanatíons and other Essays in thePhílo.s-ophv of Sújence.Londres,1965. Perola formulaciónb~sie3,esla de «fle Function ofGeneral Laws o History>. Journ. cfPiLlos. 39, 1942, pp. 35-48. (Sfr, sobreestetema,la crí-ticamuy matizadade M. Mandelbaum,«1-listorical Explanation:TheProblemofthe“CoveringLaws’», HistoryandTheory, 1,1961,pp. 229----42.

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dadhistórica.Por lo tanto, desdeel lado de la explicación,todo cuantosuce-de o sucederáes (o eraya) de antemanonecesarioy susceptiblede conoci-mientosegúnleyes,puesno es el casoqueotrossucesoshayan sido (o pudie-ran ser) verdad.

Si se analizanestassecuenciasargumentativas--y ruego se disulpesugeneralidad,de la que soy bien consciente--,creo que habrá que estardeacuerdoen que la imagende la historia comodestinoes la quevienedictan-do, laquedietaenrigor todavía, los modelosde la investigaciónhistórica,almenosenlo queserefierealadeterminaciónde su lógicapropia o a lascons-truccionesformalesde caráctermetahistóricoque implican. En tales mode-los el vectorfundamentallo pone,en efecto,la presunciónde queeí sentidopertenecea lahistoria y de quesólo así,sólodesdeella, los acontecimientoscobranlasignificaciónqueefectiva—-y, desdeluego,unitariamente----tienen.El sentidono es, pues,unaposibilidad de los sucesos,abiertao susceptibledemanifestarsea los interesesde la investigación;es unaconsecuenciao unaresultantedeterminadade algo —un procesoregulanun sistemadotadodeleyes---quelo precedey se desvelaen él. O dicho en forma concluyente:elsentidoes el destinode los fenómenoshistóricosen tanto queexpresanparael conocimientola naturalezade eseprocesoo de esesistemaquellamamoshistoria.Ciertoes que,sí miramoslascosascon lapenetraciónadecuada,gra-cias aesteplanteamientohapodido la historiografíarecabarparasi un rangode cientificidaden el contextode las cienciaspositivas,sea por asimilaciónal modeloexplicativode las cienciasnaturales,seapor diferenciación(sobreuna base,de todasmanerascomún)bajo la etiquetade las cienciasideográ-ficas. Perocierto es tambiénque la consideraciónde la historia comodesti-no, que es la que estableceel sistemade coordenadasen las que la explica-ción de las res gestaepuedeaspirara aquel tratamientocientífico, es ellamismaunaconsideraciónen modo algunoverificable o susceptiblede falsa-ción segúnlas exigenciasde laexplicacióncientífica. Y éstees el núcleo,elpunto centralde la cuestión.

La ideade queel sentidodc los hechospertenecea la historia en la queellos tienenlugar, reproduce,en efecto,un postuladode ordenmetateórico,cuyo usoregulativosólo puedegenerarobjetividadsi se traspasanilegítima-mentelos márgenesde la experienciahistóricaposible.Comoen el casode

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la idea de mundo,no hayparael conocimientoposibilidadalgunade sinteti-zarlaexperienciacorrespondientea la«historia»,consideradacomoun obje-to. Estoes obvio, desdeluego. Perolo grave de la cuestiónes quetampococabeextraerunasecuenciasingulara partir del flujo genéricode aconteci-mientos,a fin de enmarcaríaen un programarestringidode, digamos,com-probación de intenciones o fines propios de los agentes.Sustituir laProvidencia,el Progreso,la luchade clases,etc., por análisisparticularesdelógicadeónticaacercade intencionalidadeshumanasen el interiorde un pro-ceso concreto--recuérdenselos ejemplosde Von Wright a propósito delatentadode Sarajevocontrael archiduqueFranciscoFernandodeAustria10--no lleva, me parece,demasiadolejos.Puedeserprovechoso(lo es,sinduda),en ordena evitar la expansiónde teoríasmetaempíricasexcesivamentego-balizadoras.Pero su punto final deviene el mismo: es inevitable que lassecuenciassingulares,objetode análisis,se coimpliquenpor mediode nexoscausaleso de cualquierotro tipo en conjuntoscadavezmásvastos,de modoque finalmente el sentidode cada una de aquellassecuenciassingularesresultavicario del procesoíntegro.En la ópticade la lógicade la acción, loúnicoquese consiguees ponerprovisionalmenteen el lugar de lacausalidadhistórica,tomadacomoentidadpropia, la causalidadhumana1;peroes,yadigo, un logro provisional,por cuantoel cómputode las intencioneso mode-los de comportamientode los hombresno es fijo: se acuilay atesoraen elcursode la mismahistoria, con lo queadfineni ambascausalidadescoinci-denen su extensión,y ello por referenciaa un mareoque es,en sugenerali-dad, inevitablementeextraempírico.El caráctervariable, siempreabierto anuevasposibilidadesy por ello mismo aúnno agotado,de la acciónhumanase formulaaquí como un limite invencibleparala concepciónde la historiacomodestino: no hay paraleloalgunoentreesavariabilidadde los actoso las

It> (Sfr. Explicación y comprensión, ed. cit., cap.4 (pp. 165-172)Asi, porejemplo, enVon Wright, «Eldeterminismoy el estudiodel hombre»,en J.

Mannínen,op. cit., especialmentePP. 195-202. (Sfr enel mismo volumen,los artículosde PWinch «Causalidadyacción»,pp. 41-52; y Fr Stotland,«Lateoriacausalde la acción»,pp.75-108. Pero el problemade la conexiónentre“causalidadhistórica” y “causalidadhumanaengeneral’ es más vastoy puedeserpropuestoya decididamenteen claveantropológica,talcomohace,porejemplo,Th. Nipperdeyen «Kulturgeschichte,Sozíalgeschichte,hístoriseheAntropologie»,Vierteljahresschrifl,tflr Sozial—- und Wirtchafcsgeschich¿e 55, 1968,PP. 145-164. L.o únicoque logra unatal perspectivaantropológicaes, no obstante,substituirun Todo(lahistoria)porotro Todo (el hombre).Y mepareceobvio que,al margendel caráctermetafi-sicodeambasperspectivas,nadaaseguraqueel segundoTodo seamenososcuroqueel pri-mero.

196 Quintín Racionero

intencionesde los hombresy la fijeza de losfenómenosdeterminadossegúnleyesnaturales;por lo tanto,en losmárgenesde la lógicadeóntica,nadaper-mite hablarde unahistoria fornialíter expectata,lo que,en definitiva, vienea concluir en lo que anteshe señalado;o sea, en el caráctermetateórico,retráctil atodoempeñodeverificacióno falsación,de lo quehoy entendemospor «cienciahistórica».

Estomepareceimportanteseñalarlo,por cuantono es obligadoadmitirque las coordenadasmetateóricas,quepor su propia adscripciónrefieren alos discursosy no a los objetos,no puedansercambiadas,si ello da lugar aotros discursosmásrentables.En sí mismas,las metateoríasno sonfalsablesni no falsables:constituyenmerasestrategiasde análisis--estrategiasretóri-cas,las llamaWhite parael casode lahistoriat2—quesitúanla investigaciónde susobjetosa unadeterminadaluz, conformea unaclasey un ordende sig-nificatividadesprecisas.Ahora bien, es aquí justamentedondeel conceptogeneraldeposthistoriaintroduceunarupturao un cambiodeparámetros,queafecta, es verdad,de una maneradrástica,pero también exclusiva, a estadimensiónestratégicadel asunto.Al reconocer--conformea la fórmulacon-sagradade Lyotard--elfin de losmetarrelatosde la legitimaciónl3,no enun-cia conello el fin de todasignificativídadhistóricani, por lo tanto,de laposi-bilidad de la investigación.Afirma, en primer Itígar, que la luz a la queapa-recen los sucesoshistóricos bajo la metáfora de la historia como destinoempalidece,hastatornarla inútil o sólo ideológica, unaparteimportantedelas virtualidadesqueproporcionaelconocimientohistórico,puestoquetrans-poneal planode loshechoscategoríasmetateóricaspropiasde unadetermi-nadaunístruccióncultural de la objetividad,no reconocibleempíricamente.Bajo la crítica de los metarrelatos,lo quela conscienciaposthistóricapropo-ne no es otra cosa,así,que la liberaciónde los hechosrespectode las estra-tegiasde investigación.Peroentonces,y precisamentepor ello, dichalibera-ción acarrea,en segundolugar, una disponibilidadde las estrategias,quecargasobresus posiblesrendimientos—es decir, sobrela aceptaciónde supluralidady el escrutiniode sus conflictos- -latareade la investigaciónhis-

12 H. White, Metahístorv,J.tlopkinsUniv. Press,Baltimore 1973 (Hay tíad. italiana con

el másexpresivotítulo Retoricaestorici, 2 vols.,Nápoles1978). Pero la intcrpreiaciónde lasmetaleoriascomoestrategiasretóricasprocede,comoes sabido,dc LI. Putnam.Razón,verdade historia (1981), trad.esp.Madrid, 1988,cap. 7.

‘~ Lyotard.La condiciónpostinoderna,cd. cit., cap. 9. No estoyseguro,de todosmodos.quela propuestadeLyotard seatransponibleenteramentea la quesostengoenel texto. En todocaso.Lyotard no obtienedc ella, comoes bien sabido,ningunaconsecuenciahistoriográfica.

Postmnodernidadehistoria 197

tórica. Esta«disponibilidad»no puede confundirse,pues,con la historia,

perodeterminalo quenos es dadointerpretarcomosaberhistórico.Y ello enumiascoordenadas,tanto teóricascomoprácticas,de las quedepende,si estoyen lo cierto, today la únicasignificaciónque cabeatribuir a las res gestae,

en tanto quehechoso fenómenosqueintegranesesaber.

Ahorabien,con esto llegamosalnúcleode lo quequiero plantearen estaspáginas.A mi juicio, la modificaciónde los parámetrosmetateóricos,a queacabode referirme,tiene un alcanceglobal respectode los estudioshistóri-cosen suconjunto, tal como ahorase practican.Pero suverdaderatrascen-denciasólo se muestrapropiamentecuandoremite a nocioneso constructosexplicativos,que,comoen el casode los pueblos,las naciones,las culturas,las personalidadesrelevantes,no puedenobjetivarse,comoconceptos,por laestrictaindagaciónde su presenciaen el pasado,a no serquese los interpre-te desdela posicióndel siemprepresuntoy nuncaverificable “sentido de lahistoria”. En estoscasos,comoen otros queafectantambiénal conocimien-to histórico, pero en éstoscon especialclaridad, se hacepatentecuál es laaporíaque, en última instancia,formula la concepciónde la historia comodestino.Bajo estametáfora,en efecto,lossucesostienenqueser referidosa

un sujeto,quees quienposeeel sentidohistóricoquelos sucesosdespliegany a cuyaluz estosmismoscobransu significación.La historia comodestinono menciona,en rigor, másqueesto: el destinode un sujeto. Sin embargo,como no es pensableningún reductodel sentidopor el que ese sujeto sepuedaconcebiralmargendelos sucesosquesupuestamentele pertenecen,deaquíresultaunasituaciónparadójica,segúnla cual el sujetoha de serconsi-derado,dobley contradictoriamente,como anterior(o causa)y comoposte-rior (o producto)de los sucesosqueenglobasu historía,de los que, en todocaso,no puededistinguirse.En elmarcode estaaporía,alos constructosaca-badosde citar --lospueblos,las naciones,las culturas,las mismaspersona-lidadesrelevantes—les es ciertamenteposiblecumplir la función de sujetoen los juicios históricos,puestoque se los puede pensarcomo individuos;perono liberarsede aquellacontradiccióne indistinguibilidadrespectode susfenómenos,sólo por referenciaa los cualespuedenconstruirsey recabaridentidaden tanto quetalesindividuos. El significadode estaaporíaes,pues,el siguiente:queno cabeasignardeterminaciónalgunaa la diferenciaentre

198 (j?uintía Racionero

una cadenasintéticade sucesosy el nombreque meramentelos reúne,Odicho de otro modo: que la apelacióna una entidaddistinta o separadadelconjuntode sucesosquemencionacomo nombreno introduceningún nuevoelementoreal sobreaquellossucesosmismosy. portanto,sólo puedesercon-sideradacomoun productode los imaginarioscolectivos14.

De todasformas,podría pensarse--dehecho,hay una amplia literaturaqueasí lo hace--—queestadificultad afectaatalesentidadesen tantoquesonpensadascomoconstructossubjetivos;peroquecarecede validezcuandoserecurrea procesosobjetivosde determinaciónhistórica, del tipo, por ejem-plo, de la lucha de claseso de las leyes del mercado.No me parece,sinembargo,queun tal recursoresuelvael problema;pueses lo cierto queesosprocesos,o biendemandan,a suvez, la posibilidadde referir asujetos(vgr,las clases,el capital circulante),o biense proponenellos mismosen la fun-ción del sujeto. En la medidaen que dichos procesospretendendescubriryfijar, ellostambién,el sentidode la historia, es necesario,desdeluego. otor-garlesentidadsustantiva,no yasólo comomaterialmenteexistentes,sino masaúmí como determinantes—-y, en este caso,de un modo universal— de losfenómenosque se derivande ellos. Y, por otra parte,el queparareferirseaesosprocesosse rehuya,como es lógico, toda subjetualidad,substituyendo,segúnhaceAlthusser, la noción de sujetopor la noción de base,no cambiamucho las cosas,puestoque no priva a esta última de cjercer la posiciónestructuraldel sujeto;o sea: La posicióndequienproducelahistoriay, por lotanto,de quienle da susentidoy en quiense expresasuverdad15.

4 Las«personalidadesrelevantes»parecenproponerunaexcepciónaestaaporía.puesto

queen estecasosí nosreferimos aunaentidadsingularreal. Pero essólo lina apariencia.Enrigor, nadapodemosaislardc esiaspersonalidadesal margendelos acios o pensamientosquedeellasguardala memoriahistórica,Su diferenciaciónrespectodcesosactoso pensamíenmos,entendidaenla forma dc las apelacionestrománticas)acosastalescomoel genio, la tuic)n.la en¿i-arnac-ión de un destino, etc., resultatanimaginariacomoen el restode los constructosmencionados.

i> En la Respuestaa John Lewis (1972), esetexto esencialpara la crítica marxi sta tic lanoción de sujetohistórico,Ahhussc.riwterprexa,en efecto, la mención-a las masas,quehaceMarx en el Mc,niflesto comunista,comounasubstituciónde la ideade sujetopor la ideadcestructura,cuyadeterminaciónviene dadapor la luchadeclasesen tantoquemotor de la his-toria.Con todo, «la luchadeclasesno sedesenvuelvecn el vacio (...): estáancladacocímododeproducción(...). Es necesarioentoncesconsiderarla materialidadde la lucha de clases,simcx:stenc~amater~al- Estamaterialidades, en última instancia,la unidadde las relacionesdcproduccióny delas fuerzasproductivasbojo lasrelacionesdc produccióndeun mododc pro-duccióndado,enuna formaciónsocialconcreía.Esta materialidadcs a la vez la “base” de lalucha de clasesyal mismotiempo su cxistenciamaterial»(cd. esp. UnificaciónComunisi.ade

Postinoclernidadehistoria 199

En rigor, pues,no si se recusa la subjetualidad,sino sólo si se recusalapresuncióndel “sentidode lahistoria”, seestáen condicionesde recusartam-bién el conceptomismo de sujeto histórico. Ahora bien, es justamenteestajórnia de recusaciónlo quemencionala posthistoria: lo que dotaa su con-ceptode un significadoprecisoy lo quepermitehacersecargode quelo quesejuegaen ella es,no unasuperación,sino unasuspensiónradicaldela metá-fora de la historia comodestino.Esarecusaciónhade entenderse,en conse-cuencia.comounaruptura,comoun hiato,entrelahistoriay el sentido.Pero,comoya dije antes,se trataaquíde un hiato queno paralizala investigación,sino quesolamentepromueveun cambiode estrategiarespectodel uso y fun-cionesquecabeasignaral saberhistórico.¿A quése refiere,pues,estecam-bio de estrategia?¿Y qué significado o función otorga al saber históricomismo’? Pararesponderaestaspreguntas,voy a proponerahoraalgunositemsde lo que entiendoconstituyeel punto de vista posthistórico,vinculándoloestrictamentea consideracionesde orden metodológicoy presentándolo,segúnadvertíal principio, conformea los requisitoso tareasquese despren-dende él.

II

La distinción entrehistoria y sentidosugiere, por Jo pronto, una primeratarea.A saber: que la investigaciónhistórica recupere--o, lo que es lomismo,vuelvaa recabarparasí- -unnociónfuertede la contingenciade -sus

objetos.En rigor, en el mareode lahistoriografíamodernala situaciónde losobjetosde conocimiento(je., de los sucesoso resgestae)resultaparadójica.De unaparte,tiene quereconocerla no necesidadde lo quesucedesingular-mente,puestoquecon frecuenciaes fruto del azaro de posibilidadesrealesque no suspendensuscontrarias:piénsese,porejemplo, en las muertesino-pinadasde los príncipes,o en ¡a intervenciónde agentesnaturalescomo

España,1980,p. 26). Segúnesto,no el hombre,sino la prodttcción(y un modo,porcierto,sim,-guIar. ¿vis-tenw,de producción>determina,causay da significadoen cadacasoa los fenóme-nos que denotanel movimientohistórico.Así que,etbctivamente:«esen la produccióndondetiene lugar la explotación;esen lascondicionesmaterialesde la explotacióndondeestáfon-dado cl antagonismode clases,la lucha de clases»(ibid). l?s sintomáticoque, para evitar lastlifieultadesqueen el interior del marxismoprodt¡cetanto la noción de sujetohistóricocomosu eliminación,algunahístoriogratiamarxistasc hayaacercadoal conceptode «sujetode lacomunicación»,en el sentidodeApel y 1 labermas:cfr. a esterspecm.o,A. Heller, Teoría delahistoria (1982).trad. csp. Barcelona,1982, PP. 217-lS.

200 Quintín Racionero

terremotoso tormentasmarinasquedecidencontrapronóstico,o tambiénenprocesosrevolucionariosen losqueconvivensimultáneamenteopcionescon-tradictoriasen el cursode un mismo proceso.Sin embargo,si se sigue elmodelo hístoriográficoque he estadoexaminando,estacontingenciade losacontecimientosno puedeinterferir en elestatutode necesidadquepresidelahistoria misma, no sólo porqueésta deberegírsesegún leyes o, al menos,determinacionesque expliquen con carácterestable los acontecimientos,sino, mas aun,porqueel sentidode estosúltimos sólo adquieretrasparenciaplenacuandose los mira a la luz del sentidoinherenteal procesohistóricocompleto. Esta situación paradójicasólo pareceresolverse,si se declara,como lo he sugerido antes, que la contingenciacorrespondea variablessemánticasde unamisma clase,quepor lo tanto cumplenfuncioneso rolesequivalentesen el interior de la sintaxishistórica.Ahora bien, este puntodevista no comportaningunadiferencia respectode la afirmación de Hegelsobrela conciliación inevitable entrela historia empíricay la historia comosistema.Y el historiadorquequiera seguiren estepuntoa Von Wrigh deberáenfrentarsea la consecuenciade que,en esecaso,no hay límite ningunoa laexpansióndel argumentohegeliano:los hechosperteneceránciertamentealos procesosdeterminadosen los que tienenlugar; pero, como he mostradomásarriba, losprocesosmismoshabránde referirsea otrosmacroprocesosy,adfineni, a la historia enteraentendidacomopotenciaunitariaconfigurado-rade todo cl sentido;o sea,comosistema.

No veo modo de escapara este resultado--losargumentosde Adornocontrala conciliaciónhegelianaentrela historia comosistemay la historiaempíricason del tipo de lo quepodríamosllamar argumentospíadososm6~,pueslanecesidadpostulala unidad:no le cabeadmitirni excepcionesni rup-turasque permitanla discontinuidado el aislamientode los procesos.Perotampocoveo en quémedidaes necesarioaceptarquelos procesostienenqueconsiderarseen la óptica de la necesidady, por lo tanto, que los sucesos

~Me refiero, naturalmente,a lasdisquisicionesde la Dialóctica negativa, dondeAdornopersigue,sobretodct la linea de hacernotarla inconmensurabilidadde los contenidosempíri-cosde la historia conrespectoa sus eventualesdeterminantessistemáticos.Así presentadoelproblema,todo lo queseindicaes la repugnanciamoral queel conceptohegelianodeLiá-t der14,-nunfi produce,cuandose tomanenconsideraciónlos sufrimientos humanosparticularescomprendidosen cl ajusteentrela experienciareal y las demandasracionalesde la historia.Con todo, creo quees posiblefundarun conceptode«inconmensurabilidad»queno se ciñeaplanteamientosmorales,sino quedenuncialos limites lógicos del ajustehegelianoentrelasdosnocionesde historia. Lo heexpuestoen mi Nihilismus undpolitisc-h¿> Sídielct yacitado.

Postrnodernidad e historia 201

deben serentendidoscomo variablessemánticassintácticamenteequivalen-tes.La necesidadquenacede un modelode antecedentesy consecuenteses,y sóloes,unanecesidadde ordennarrativo: explicaelnexode las cosas;peroni hacenecesarioal antecedenteni inevitableo no sometidoa otras circuns-tanciasposibles,y posiblementemodificadoras,al consecuente.Con lo que,en definitiva, toda lanecesidadquepuedereconocerseaquíes la de la cohe-rencialógicade lanarración,lacual emperopuedeabsorber,o no,o sólopar-cialmentelatotalidadde las significacionesy desarrollosrealesde los hechosnarrados17~ Nadafuerzaa dar un pasomásen la aceptaciónde la necesidadde la historia.Mientrasque,a la inversa,si tal pasose da, nadapuedeimpe-dir quese caigaen unaconfusióndeplanos,queconvierteen ilegítimo cual-quier argumento.Pues,ciertamente,sólo alpreciode reducirlas res gestaeala lógica de la narraciónpodría hablarsede una necesidadque englobaría,identificándolas,a ambas.Peroconestono se dice ya quelos hechosdebenestaren unarelación de coherenciacon las categoríasnarrativas(lo que,aunsiendolanarraciónverdadera,dejaa loshechosen su disponibilidadcontin-gente,o sea,los hacecapacesde formar partede otras narracionesdistintasy tambiénpotencialmenteverdaderas);lo quese dice es quelos hechostie-nenun significadoy unaarticulaciónúnicosy queson ellos los quedetermi-nanla necesidadde la narración.Estametóbasiso saltode planossólo puedereconciliarse,unavez más,en el contextode la nociónhegelianade lahisto-ría como sistema.Pero es obvío que no faculta a la investigaciónhistóricapositivaa superarel ordencontingentede sus objetosni aproyectaro trans-polar la lógicade la narracióna la esferade la realidad.

La contingenciade los objetoshistóricosdejaabierta,asípues,ladistin-ción entrehechosy discursos.Perotambién,y por ello mismo, haceposiblela autonomíade estosúltimos en su relacióncon la verdad,sin quetal rela-ciónobligueapresuponernecesidadalguna,ni tampocosignificadoúnico, enel ordenóntico de las res gestae.Distinguir entrehechosy discursossignifi-cajustamenteesto:quelas res gestaese acreditansólo en un horizonteónti-co; y queexclusivamenteadquierenconsistenciaontológica,comohechosoacontecimientos,cuandoson estructuradosy comprendidosen un orden de

7 (Sfr apropósitodel usoy limites dela narraciónhistórica,W.H. Dray, <sOn theNatureand Role of Narrative in Historyí>, J-listorv and Theorv lO, 1971, Pp. 153 -71.Consideracionesdeinteréspuedeneneontrarseasimismoen eí trabajo(ya clásico)deP Veyne,Co,nment on ecr,t 1 1-listoire, Paris 1971. Problemadistinto esel de la consideraciónde la«narratividad»comoestrucluraen generalde la comprensiónracional,a laquescrefiereinsis-tentemente[~Rícouerensusúltimos trabajos,perodela queno voy aocuparmeaquí.

202 Quintín Racionero

significacionesdiscursivas,que infiereya la contingenciay lapluralidaddesusreferenciasposibles.En general,se siguede aquíquelos hechoshistóri-cosno puedenserpensadosmásqueen el senode unaontologíahermenéu-tica del lenguaje,en la que se dan a la vez como constituidosy comono--absorbiblesplenamentei8.Pueses sólo desdeel punto de vista del discursocomoellos mismos,los hechos,puedenorganizarsesegúnfuncionesdeter-minadas--desujeto,objetoo mediación—,quesólo son talesen cuantoquefuncionesdiscursivasy que,por ello, puedencambiarde discursoa discur-so. Pero entonces,aplicadaestaautonomíade los discursosal casode nocio-nes históricascualesquiera,y sobretodo al de las nocionesde mayor inten-sion (seaque enuncien,por ejemplo, procesosobjetivos o que se refieran aconstructossubjetuales,unosy otros como los que he citado antes,y lomismo sí mencionanrealidadesexistenteso en trancede formación),estoquieredecir queno hay ningún obstáculoque limite su uso o queimpida sureconocimientoepistémico,en la medidaen quese considerennocionesade-cuadasa la descripción(o a la explicación) históricay denoten,además,hechospositivossuficientementedocumentados.Esto bastaparaasignarlesrealidady verdad.Puesseriaabsurdocreer,enefecto,queentidadescomolosEstadoshistóricos,o codificacionesde valorcomo los contenidosen los uni-versosde cultura, o también,igualmente,procesosde uniformaciónjurídica,como el queahora vive Europa, o de desarrollomaterialcomo los que queproveelaextensiónde la economíacapitalistay laglobalizaciónmundial delos mercados,seríaabsurdocreer, digo, que todosestos hechosno actúanestructuralmeníecomo instanciasrealesde producciónde fenómenosen elmarco de la acciónhistórica.Sin embargo,estereconocimientono les prestaotra significaciónni, por lo tanto,otra necesidadquela que procedede esadimensiónestructural(que es sólo discursiva,al margende que ademáspueda determinarprocesosde institución material y, en ese caso,aparecercomosocialmenteaceptadao impuesta),sinqueestanecesidadpuedaanularla naturalezacontingente,tanto de su existencia,comode su configuraciónobjetiva. Decir, por ejemplo,quela lógicadcl mercadoesreal no quieredecirque sea inevitable ni, menosaún, que las nociones que conceptualmente

]> Lo cualexcluyetambiénalos programashermenéuticosdeabsorcióncompletadelsig-nificado, seaporquela ontología lingiiística termineporreducir -comocreo queesel casode(ladamer—las diferenciashistóricas,seaporquetalesdiferenciasseanFinalmenterecon-ducidas como proponeApel y quizástambiénllabermas—-adescripcionesunivocasdeordenantropológico.Lic opuestoreparosa estasdosderivacionesposiblesdel problemaen mi«lleideggerurbanizado»,Ra de Filoso/ja íV (1991), pp. 65- 131.

Posttnodernidad e historia 203

requieresaturenel campode la significacióníntegraparacualesquierafenó-menosdescriptibles.Respectode las nocionesde estaclase,pues,todaafir-maciónsobresunecesidado sobresu identidadconlo reales meramenteide-ológica,ya quenadaasegurael carácterplenode susreferenciassignificati-vasni garantizasuvigenciao validezal margende los interesespráxicosqueen cadacasohayansuscitadoo suscitenaún.Pero,por lamismarazón,pode-mos tambiénusarde talesnocionesconformeal registroplural de sussigni-ficadosdescriptivos(en lo queconsistejustamentela memoriahistórica),sinsentirnoscondicionadospor la necesidadde ningunode ellos y sin obligar-nos,por lo tanto,alapreguntadecuál essu “sentidoverdadero”—i.e.su sen-tido segúnel sentidode la historia.

En ordena la investigaciónhistórica,lo queacabode decirpuedey debeentenderseen las coordenadasde un modelo “reaccionista” (mása la mane-ra de 1. Berlin que a la de W Dray o H. Walsh19),por cuantono pretendeignorarla posibilidadde la explicacióncientíficaen historia,sino evitar queel recursoa la explicaciónderive a modelosexclusivamentelegalizanteso acualesquieraformasde determinismo.Ahorabien, formuladasasí las cosas,la acentuaciónde la contingenciahistóricaofrecela inmediataconsecuenciaderomperconel postuladode la unidadde lahistoria. Si mis anterioresaná-lisis han sido acertados,estaunidadconstituyeun presupuestometateóricoquepareceexigido por la consistenciadel saberquese pretende--elsaberhistórico--,peroque,en realidad,es sóloun requisitoparalaconstriccióndclos sucesosefectivosde la historia en el marcoepistémicoconcretoqueesesaberinstaura.Quetal requisitoes falso o no ineludible,esjustamentelo queafirma la contingenciahistórica.Sin embargo,el fondo del problemaes quea un tal requisito,pormásmetateóricoquesea,no le faltacapacidadparains-taurarunacierta (aunqueengañosa)objetividad. El carácterpresuntamenteunitario de la historiapuedeimponersecomo un hecho--yseguramentenoes ociosoadvertirquees ésteun auténticopeligro sobreelquemuchosmdi-

9 Del. Berlin merefieroenparticulara suensayoIfistorical lnevítability (1954),delque

hayirad..esp.(muydeficiente)conel titulo Lo inevitable en Historia, Galatea—NuevaVisión.BuenosAires, 1957. Los trabajosde W. Dray, Lavvs andExplanation in l-Iistory (1957), y dcWi 1. Walsh, Aa Introduction to Philosohv of Hísrory (3 cd. muy revisada.1967; trad. esp.1968)constituyenejemplosde reaccionismo,porasídecirlo,másanalítico.

204 Quintín Racionero

cadoresadvierten—,si el saberhistórico se orientaen ladirecciónde cribarcomo únicamenterealeslas imágenesde los procesoshomogeneizadores(eneste sentido, tomados como necesarios)en el interior de las res gestae.

Topamosaquíconun punto enel quehistoriay conocimientohistóricosetor-nan indiscernibles,por cuantouna y otro se exigeny autojustificanmutua-mente.Es un punto decisivoy sobreél volveré luego. Pero,por lo pronto,hayquehacernotarquela objetividadquegeneralaproyecciónde aquelrequisi-to metateóricosólo es real en lamedidaen quenombrao traduceotro factordistinto de sí mismo; a saber,no la unidad,sino la dotninac¡on.

Un ejemplo queconciernea Europaharátransparente,creo,lo queinten-to decir En los últimos años,en efecto,han proliferadolas impugnacionescontra el eurocentrismo—-lo que, en parte,es explicableperotambiénbiza-rro, por cuantonunca,en la modernidad,ha habidoun discursopropia o pre-dominantementeeuropeo.Peroci casoes quelo que se llamacurocentrismoo, ahora,másen general,etnocentrismo,remitemásbiena la impostacióndefórmulas políticas y modosde vida estrictamentenacionalesque han idoimponiéndosea sociedadescadavezmásalejadassegúnelgrado de influen-cia de las potenciasdominantes.Euroeentrismohansido los usosy costum-bresde Franciaenel s. XVIII, losmodelosliberalesde Inglaterraen el s. XIXy el “American Way of Life” de la ¡

1a Guerra Mundial a nuestrosdías. Esindudablequeel paradigmade launidadde lahistoriafacilita laexistenciadediscursosglobalizadores,segúnloscualesun sujetodado, comoenel casodelas tres nacionescitadas,puedehablaren nombrede Europa,o de la demo-cracia, o de la civilización en su conjunto, o en nombre,en fin, de la razahumana.Pero es obvio que la apelación,en estecontexto,a la unidadde lahistoria no significamásque unajustificaciónideológica--porello mismogeneralmenteinconsciente—de las formasconcretasde dominaciónejerci-das por los Estadoshistóricosen sus múltiples variacionesde penetracióncomercial,control de los massmedíay, en último término, recursoa la fuer-za.

Antes, pues,de lahomogeneizaciónqueel dominio ejercesobresocieda-des lejanas, lo ejercesobresu propia sociedad.Antesde queel eurocentrís-mo o el etnoeentrismose expresencomo modosde dominaciónen Africa oAsia o América Latina,se expresanigualmentecomomodosde dominaciónen los mismospaíses(de Europao de EE.UU.) que presuntamenteconfor-manla sustanciadel discursoeuroo etnocéntrico.Ahora bien, lo quela rup-tura del postuladode la unidadde la historia permitea estosefectoses pre-císamenteuna visión que recuperela variedady fragmentación,frente a la

Po.stmodernidad e historia 205

homogeneidady al monolitismo,en el seno de los discursosquese refierena Europao, genericamente,a la cultura occidental(o, por extensión,a cual-quier universopositivo de cultura). Es sobrelabasede estavariedady frag-mentaciónsobrela quese apoyael primerode los elementosa queme referíal principio comopromotoresde la concienciaposthistórica20.Pues,cierta-mente,la historia de los hechosy procesosdominantes(únicossobrelos quese sostienela homogeneizaciónde las sociedadesy, con ella, el postuladodela unidadde la historia) no deja espacioa la historia de todoslos hechosyprocesosrealesque,sin embargo,formanpartede esahistoria. Puedecreer-se, porejemplo,queEuropaestáconstituidapor susEstadosy por la historiade sus Estados;pero, en realidad, los Estadoseuropeosremiten también adiversospueblosy culturasquecohabitanen su interior, así comoahistoriascomplejasen las quese hancumplidomúltiplesposibilidadesno reductiblesal desarrollode los Estados.Todasestasvariantesrealesno necesitanhaberaccedidoalnivel de loshechosy procesosdominantesparaquefigurencomoelementoshístoricosefectivos,cuyasimplepresenciamuestrael caráctercon-tingentede la historia. Mientras que, al contrario,el reconocimientode estecaráctercontingenteno introduceningún irracionalismo: se limita a restrin-gir el valorasociadoa los hechosy procesosdominantes,introduciendounanivelación y una pluralidadde sentidoen los hechos,cuya constataciónsealza comoconjunto de opcionesy alternativasplausiblesen el contextodelconocimientohistórico.

Parala historiografiaestotieneunaconsecuenciadecisiva:transformalahistoria unitaria, de procesoshomogéneos,en historia plural, de combinato-riasmúltiples.O dicho de otro modo: conviertela historíade ladominaciónen historia del pensamiento.Lo que guardala historia no es lamemoriadeloshechossucedidossegúnun ordeny jerarquíaquenacede ella misma. Loquela historia guardaes lamemoria de la totalidadde los hechossucedidos— en forma de acontecimientospolíticoso militares, perotambiénen forma

20 EnEl fin de la modernidad Vattimo reduce,con todo, la fragmentaciónde la unidadcultural a la emergenciadelasculturaslocales;pero, ami juicio, el problemaesmáscomple-o, puesremite, antesquea unatal emergencia,a la propiafragmentaciónde las estructurassignificantesde cadaculturaen particular.Sólo desdeestepunto de vista cobrasentidorigu-roso la apelaciónaun horizonteposthistórico,en cuyascoordenadaslo quequedadesarticu-lado no esya el concept.ode‘historiauniversal”, sino el de“unidaddela escriturahistórica”.Aunqueporcaminosquejuzgoproblemáticos,vattimo ha evolucionado,creo,en estemismosentidoenLa socíedad transparente(i989), trad. esp. Barcelona,1990;y Mó.s allá dela inter-pretacián (1994>. trad.esp.Barcelona, 1995.

206 Qítintín Racionero

de literatura,arte, filosofla, y, no menos,en forma de movimientossociales,comunidadesde cultura,tradicionesy hábitosde vida, etc.--,cuya multipli-cidady heterogeneidadno sólo poneen cuestiónaquelordenyjerarquía,sinoque.sobretodo,fragmentay hacedisponibleuna«reservadeposibilidades»no exploradaso insuficientementetenidas en cuenta,que correspondealsaberhistóricodesvelary fijar, tanto comocombinary organizal.Estoquie-re decirquela tareaqueseproponeal historiadorno es meramentela inves-tigación de los «objetos» históricos, sino, un poco a la manera deCollingwood.la determinacióndelas «ideas»conformnadorasde la significa-ción histórica21, lista taita, en cuantotareaestrictamenteepistémica,debe,comoes natural,hacersecargode la mayor o menorrelevanciade los hechosefectuadosen el contextode cadaunade esasideas,perono puede integrar-lostodos,y menosconfundirloso juzgarlosen su posiblevirtualidady vigen-cía. sólo de conformidadcon, y por relación a, la falsa imagende unidad(puramenteideológica> que de aquellamayor o menor relevanciacabedes-prender. Las ideas,en definitiva, comportanuniversosabiertosy se alzanante el historiadorcomo instrumentosde comprensión,no de realidad, porello mismosusceptiblesde organizarsuscontenidosde manerasdistintas. Elsaberhistórico no puede ignorarlos sucesivoscierresconsumadossobre elplexode esoscontenidos,quedibujanobjetosrealesdesu investigación.Perotampocopuededesatenderlas tensiones,heterogeneidades,conflictosy dife-renciasqueforman la vida efectivade las ideasy que, aunquebajo la formade objetos desarticuladoso insuficientementeconstituidos, denotan,contodo, el conjuntoreal, pleno, de los hechoshistóricos.

Ahora bien, sí se considerala historia, segúnacabode hacerlo, comoreservadeposibilidades”en elmareode lacontingenciade loshechosy de

la idealidadde las interpretaciones,de ello sederivaentoncesun regresoa lametáforade lahistoria comodeposito,en el sentidoen queantesme servíde

~i Uti. RO. Col 1 ingwood, Tite Idea cf Ui.s/o,-v. Oxford U o iv. [‘ross, 1946.Dc todosmodos.

el Liso que haceColliogsvoodde la noción cíe idea históricase halla limertemeneteinfluida porsus conviccionesidealistas,que le 1 lesaí,. comoes sabido,a entenderla historicidadcoito unc-c,ráclcr ¡hadan,co tal dc lo <-cal. La ideali daddecíLle habloen el texto seasicotu sobrela base.radicalmenteeontíaria. de la separaciónde los hechosy los discursosy, por el lo, de la disper—siv idad intrínseca( intesionalmenteplural, coito diré luego>tIc estosúltimos.

Postmodernidad e historía 207

estaexpresiónparareferirmea lahistoriografiaantigua.En efecto,lanivela-ción del significadode lossucesos--yquerríaañadiraquíquesetratade unanivelaciónontológica,o sea,de quetodoslos sucesospuedenponerseen elmismonivel porque,en definitiva, atodoscorrespondeuna únicanaturaleza:lade habersido o sucedido—estanivelación,digo, no les hurtasu función osu importanciarelativamentea los nexoso continuidadesen los que apare-cen. Niega, esosi, quetal importanciao función puedadebersea un sentidoinmanentea la historia misma, con lo que libera a los hechoscomo tales,haciéndolossusceptiblesde nuevas organizacionesrelativamentea otrosnexosy continuidadesposibles,queforman,queson tambiénpartedel desa-rrollo histórico.

Lo que quiero señalar,por decirlo másconcretamentepor medio de unejemplo,es quela historia de lagrandeurde Luis XIV no es lamismaquelaquepodría contarun soldadode sustropashundidoen el barrizal de uno delos frentesde combateo un campesinoagobiadopor las levasy la subidadelos impuestos.Pero si estashistoriasno son iguales,los hechossilo son; sóloocurre queorganizadosde otro modo. Ciertamente,la nivelaciónontológicade los hechos,aqueme estoyrefiriendo, incide otra vezsobrequelo quella-mamoshistoriareal es, en rigor, un resultadode lahistorio ideal. Peroenton-ces,y por ello mismo, la historia entendidacomo reservade posibilidadesponeen la investigacióny no en lahistoria en sí --ambascosasen el modoestrictoen que antesrazonéestepunto — el mecanismodc la configuracióndel sentido. Dependede las construccionesideales,en cuantodirigidas porinteresesteóricoso prácticosdeterminados,el que la historia nos ofrezcasecuenciasrelevantesde hechossegúnun ordenconcretode significaciones.Apenasnecesitodecirquetalesinteresesson de ordenmaterial o, mejor,quese fraguanen cl contextomaterialde laobtenciónde objetosdisponiblesparael hombre22.Por la mismacausa,soy tambiénconscientede queestopresu-ponela imposibilidadde considerara lahistoria comounacienciaestricta(al

22 Lsto diluye,comoesobvio. cualquierintentodeinterpretaciónplatónicadeesascons-truccionesideales.cuyaestructuramaterialcomporta,porel contí-ario.el fundamentoúnicodeso comprensión.De cualquiermanera,me pareceimportanteseñalarque lo queaquí se diceenordena la investigaciónhistórica(y sólo así>. noes,con todo, radicalmentedistinto deSI seconside,-ael problemaen stm dimensiónobjetiva.Tambiéndesdeestepuntode vista, lasestruc-murasde la autocomprensióndelos fenómenossocialesy culturalesen los que se vive sehallanguiadasporconstructosideados(porposibilidades,pues,desentido)conformea la disponibí-1 idadmaterialdeterminanteen cadacaso.Cfi.. aesterespecto,mi trabajo «Pragmátique,onto—logie et poiímícíuc=>.Pci: de Philou-úpkh e de lctegagc-. Ginebra. 1997. Pp. 32-56,

208 Quintín Racionero

menos,sí se entiendeestopor analogíacon las ciencias de la naturaleza),puesno es pensablelaconstrucciónideal quecontienetodaslas construccio-nes ideales,es decir, que agota el repertoriode todas las disponibilidadesmaterial-objetivas.Creoqueesteesel motivo de fondo porelque Hegel situóa la Razón,en contrasteconel Espíritu,precisamenteal margeny más alláde la historia.Y creotambiénque, a la inversa,o sea,pordesatenciónde estemotivo espor lo quese hamalinterpretadoa Marx (ya seguramenteen laobrade Engels,perodesdeluegoen lade Lenín), convirtiendoelmaterialismohis-tórico y la luchade clasesen motoresde la historia o en infraestructuradetodas,cualesquiera,superestructuras.Si se ha de ser rigurosocon la idea dela historia como reservade posibilidades,entoncesla explicación exigehacersecargode un perspectivismoepistérnicoqueningunateoríapuedasus-penderAhorabien,a mi juicio, estono constituyeningunadesventajani debeser consideradocomo un limite del conocimientohistórico. Ciertamenteimplica el abandonode lasemánticaen favor de lapragmáticacomomode-lo que ha de reglar las significacioneshistóricas. Pero estomismo sitúa lainvestigaciónen un contextode debate,dondeel problemade la configura-ción del sentidocobrapor primeravez conscienciade su parcialidady frag-mentacióny, precisamentepor ello, de susmárgenesy susvirtualidades,parauna construcciónracional no condicionadadel futuro23.

Volviendo con ello a nuestrotema,estosignificaqueelestudiode lahis-

23 A los efectosde lo queacabode escribir, essuficienteel sentidousualdepragmática.

tomadoen su dobleconexióncon la doctrinadelos usosy lascompetenciascomunicativasdelenguaje.Sin embargo,desdeun punto dc vista másestricto,entiendoaqtíí pragmática, no(segúnel programadeMorris, actualizadoporChomski)enun sentidodecomplementariedadconla semántica,sino dentrode unaconcepciónque. al contrario,subordinalascondicionesde verdadde las formasy significadosgramaticalesa los usos, intencionesy propósitosde lacomunicación,los cualesdependen,a stj vez,del sistemadecreenciasy representacionescul-turalesconstitutivasde un medio sociale histórico determinado.En la medidade estasubor-dinaciónde las competenciassemánticasalas comunicativas,la gramáticaaparececomotinaabstracción.Pero,por st¡ parte, en la medida en que ni los usos y propósitc>scitados,ni tam-poco las creencias y representacionesque los sustentan,son reductibles a una plenahomogeneidad.La restauraciónde la semánticaqueproveeLa pragmáticaessiempre parcialyseofreceencadacasocomoun «acontecimiento>,significativo. Dentrodeestascoordenadas,el que la gramáticasea unaabstracciónquiere decirquelos significados reconocidosen elplanosemánticoconstituyen,en realidad,regulacionesconcretasdeuniversosdeposiblessig-níticativos,cuyadeterminaciónpresuponesiempreel contextodeunapolémicao debate.(Sir,ademásdel trabajocitadoen la nota precedente,tambiénmí «Polémíqueet événementde lapensóe. Sur uneapprocheontologiquedescontmoverses>,,Séancesde l’EI-IESS, Paris 1- 2junio 996. LasActas sehallanenprensa.

Postmodernidad e historia 209

toria quieretambiéndecir—en realidad,quiere sobretodo decir—que hande sometersea debatelas distintasconstruccionesidealesdesdelas que hansido o puedenserconsideradossusobjetos,no sintiéndosedeterminadosporla cogenciade unos presuntos«hechos—--sucedidos--así»,sino, al revés,explorandolamultilateralidadinterpretativade taleshechosy considerándo-los como posibilidadesbrindadaspor el conocimientohistórico (y paraélmismono clausuradas)en ordena la denotaciónefectivadc sunoción.

De cualquiermodo,paraestaconsideraciónde la historia queestoypro-poniendo,en tanto que disciplina pragmáticao disciplina que ha de cons-truirse en el entornode unateoríapragmáticadel conocimiento,es absoluta-menteimprescindibleacabarcon la concepciónlineal del tiempo histórico.Sólodesdeel punto de vistade quelas posibilidadesabiertasen el campodelas significacioneshistóricasse considerenvigentes,comoposibilidadesvir-tuales--susceptiblesde serrepensadaso renombradas(por decirlo conestaexpresiónde Heidegger)--,sólo desdeestepunto de vistapuedepensarseenun conceptode historia parael que laconfiguracióndel sentidose centreeneldebatede la investigación.Un tal punto de vistaesel queexpresala simul-taneidadde los universosculturalesa queme he referidoantescomosegun-do delos elementosconstitutivosde laconscienciaposthistórica;peroestam-bién, precisamente,el que excluyey haceimposible laconcepcióndel tiem-po lineal. En esteúltimo las posibilidadesno efectuadashan de experimen-tarsenecesariamentecomopérdidas,porcuantono es el casoquepuedanper-manecermásallá de su existenciapuntual.Estejuicio tiene a su favor unalarga tradición de cultura——la puestapor el cristianismo——y lo quepareceserunaapelaciónal sentidocomún.Pero,ami juicio, seapoyasobreunacon-fusión de planose incurre en un paralogismo. Pueslas posibilidadesy suefectuamientohistóricono pertenecenal mismogéneroo nivel deargumenta-ción. El efectuamientode unaposibilidadseextingue,si esees el caso;perolaposibilidadpermaneceintacta,puestoqueno dependede --nies absorbi-da por- -ningunaexistenciaconcreta.Esobvio, porponerun ejemplodel quehe tratadorecientemente24,que las nocionesde souverainitéy majesté,de

24 (Sfr. «PolítíseheAufklárung undStaatstheoriebeí Leiboiz», enM. Buhr, Die geistige

Erbe Furopas, Napoles,1994, Pp.517—39.

21 0 Quintín Racionero

que se vale Leibniz parasu teoríadel Estado,fueron arrumbadaspor la ideadel Estadoliberal unitario y nacionalistasurgido en la Teoría política deHobbesy Locke. Pero esono quiere decir que, con tal arrumbamiento,sehayaperdidola idea de un Estadoplurínactonal,en el quelas instanciasde laSoberaníase hallan asimismodivididas; antesbien, esta idea, en tanto queposible, tiene una virtualidad actual mucho más relevanteque la de losEstadosnacionales.Y es seguramenteen la permanencia—en la guardayrecopilación—---deestaclasede «posibilidadesvirtuales»dondehay queeolo-carel único sentidoque,en rigor, caberecabarde la historia; a saber,el sen-tido que seproyecta,no ya comouna línea dedemarcaciónde significacio-nesque ella misma “pone”, sino --pordecirlo otra vez con un ejemplo deLeibniz, éste tomadoprecisamentede una reflexión sobre el apokatrástasistanpónton—comoun ámbito o lugar ideal en elque“estápuesto”el núme-ro completode las ideasy actosintencionales(los yapensadosy, potencial-mente,lostodavíainéditos)quepuedenconcebirse25.

Estarevisiónde la nociónde tiempome parece,en cualquiercaso,deci-sivaparaevitar lasderivacionesideológicasdel conocimientohistóricoa quehe venidorefiriéndome.Ciertamente,ningún prejuicio ha contribuido tantocomoéste de la linealidaddel tiempoa la configuraciónde la historia comodestino;perotambiéna susabusosmáspalmarios,comoson el de la inevita-bilidad de lo existenteo el de la justificacióndel dominio o del vasallajedepueblos,culturaso concepcionesdel ínundopor mor de su éxito o fracasopuntuales.Con todo, hay que decir que es un prejuicio extrafio. El tiempolineal es meramenteun «tiempo organizativo»:el tiempo del trabajo, porejemplo, que se mide por cómputosfijos de horasproductivas,o cl tiempobiológico que disponelos ritmos y fenómenosde la vida conformea con-vencionesy expectativasde edades.En el interior de estetiempo, todadeter-minaciónes abstracta:no dice quées algo, sino cómose ordenaen un espa-cío vacioquedistiendelos acontecimientosen la forma de una sucesiónfija:

25 Esto implica que la metodologíade la investigaciónhistóricapresupone,en definitiva,la construcciónde tinaTópíca(en ci sentidoaristotélicodcl término),dondeloshechos,nece-sariamenteconsideradosen su flujo diacrónico, puedenser, no obstante,comprendidosentanto que Jbrniandopartede unaestructurasincrónicadesignificación. Este punto de vistaaproximaciertamentela investigaciónhistórica,aunmas de o que hemosanalizadoantes,aun modelo retórico de racionalidad,en eí sentido en que —-sí se toman complementaria-mente podríadesprendersede los trabajosdeCh.Perelmnanoy R. Barrhes,Pero sobretodo,estepunto de vista permitecomprenderconel mayorrigor la basemetateóricade la concep-cion dc la historiacomodepósito o <-eserva, ala que vengo refiriéndome,

Posiniodernidad e historia 211

lo que yano es, lo que es, lo que no es aún. Parececlaroque el sentidodeestadistensiónes orientarla percepciónde los fenómenosen aquelloscasosque se refieren a su existenciareal o posible;pero no se comprendecómopodría agotarla validezde las posibilidadesreales,al margende la existen-ema, a menosquese confundaelordenconla identidado ent~ficaci¿ndel sig-nificado de los sucesos.La ideavulgar de que“nadavuelve” nacede la con-fusión entre«el mismo»(o lo idéntico) y «lo mismo»(o lo igual), como siambospudieranconfundirseo, al contrario, tuvieran necesariamentequeoponerse,cuandose lostoma en un ámbito de referenciaconcreta,no lógicao abstracta.«El mismo»pertenecea una cadenade causasy circunstancias,cuyo desplieguesegúnel tiempoorganizativolo convierteen irrepetíble.Peroel significadono se halla presode esacadenani puede,por lo tanto,seaiden-tificarse sin másconsurealizaciónparticular,sea,a la inversa,considerarsesólo comoidealmentesubsistentemásallá de surealizaciónparticular.A mientender,lo quecaracterizaa «lo mismo»es sensustricto el quelees propiala polivalenciade queha habladoGadamera propósitode las palabras,cuyosignificadono estápresenteúnicamente(y por separado>en el sistemay enel contexto.Estar-en-el-contextosignifica quelas posibilidadesde significa-ción abiertaspor lapalabrano se pierdendel todo, aunqueelcontextodé uní-vocidadal sentidorespectivo,sino quepermanecenco-presentesen él, sien-do la presenciade esteelementoco-presente,en surealizaciónparticular,loque constituyela esenciade la significación26.Si se aceptaesta analogía,entre «el mismo»y «lo mismo»media entonces,no Ja interposiciónde unorden de inteligibilidad distinto,sino sólo elqueel último es pensableen tér-minos de la ley conmutativa,o sea,en términosde unadistensiónno lineal,sino precisamenterecurrente,del tiempo. Lo cual quieredecir,en definitiva,que,bajo órdeneso estructurasdiferentes,perosiempreen el interior de fle-xionessingulares,«lo mismo»reaparece(o puedehacerlo)en suvalory efec-tividad reales,de modo quecabereconocerloy convertirloen disponibleconsóloqueno se busqueosepretendaactualizarbajoel respectode un retornode lo identieo-a-sm.

Frentea la concepciónlineal del tiempo,lametáforade unatemporalidadcircular significa, así pues,estrictamenteesto:que las posibilidadessubsis-ten, no sóloen el sentidode quepermanecenmásallá y almargende su efee-tuamientoparticular,sino también--ysobretodo- -enel sentidode queson

26 Cadamer,«Lenguajey comprensión»(1970). en Verdacly Método II, Salamanca.PP.1 93—94.

212 Quintín Racionen)

ellas mismas intensionalmenteplurales, en el interior de su noción, conreferenciaa cadaefectuamientoparticular27.Las posibilidadesno sepierden,por lo tanto.Estánsiempre;se brindanunay otra vez(si en verdadsonposi-bilidadesreales)en su condiciónde posibleshistóricosde significadoabier-to; se hallana mano,en fin, porqueregresan,estoes,porqueacontecenen eltiempo actual, como constructosde sentidoestructuradosbajo la forma deproyeccionesdiferenciadasy siemprede nuevorealizablesen el futuro apar-tir de suconstituciónpretérita.Tengo la certezade que las nocioneshistóri-cas constituyenclases de estas posibilidadesreales--o posibilidadesdeintensionalidadplural--,por cuanto su significación no sólo no sc halladeterminadapor susefectuamientospasados,sino, másaún,por cuantoofre-ce tales efectuamientosa la investigaciónhistóricacomo otrastantasvaria-bIessignificativasde su nocióncomún,capacesde propiciardisponibilidadesdiversasen el contextode unapluralidadde interpretaciones.La contingen-cíade los objetoshistóricos,a que me he referido antes,muestraaquí, creo,la contrapartidaque le correspondepropiamente.Pues,en efecto,vista a laluz de la circularidaddel tiempo,aquellacontingenciaquieredecirquetodaslas configuracioneshistóricamenteconstatables(y. por lo tanto,no reductí-

27 (‘fi-, otra vez,para unaexplicaciónmásdetalladadeestaioten.s-ionolidad1ñu,-al, ni tra-

bajo «Pragmátique,ontologiey politique» ya citado. La stihsistenciade las posibilidades,quela concepcióncirculardel tiempo permiteconcebir,constittmycciertamenteel núcleodel lega-do nietzscheanoadscritoa la nociónde «eternoretorno».Pero el eternoretornomio bastaparala comprensiónde la intensionalídadpluralde los posibles,tomadoscomoconceptos,sí no sepiensaen eí cuadrodeunaontologíapluralista,cuyo esquemalendriamás bien que serel dcla doctrinaaristotélicadc los «universalesconcretos».Sí, comoenHegel,todo serrealessub-sumnibie porun todo, o. dichodeotramanera,sí haytío uno—misml,o fundamento(le los apare—ceresdc los objetossensibles,entoncesese todo o uno-mismotiene quecontenertodaslasdiferencias.Perono puedecontenerlas,porquecadadiferenciaes precisamentelo queno esningunade las otrasdiferencias;el serde unadiferenciaes no-serdeotrasdiferencias,demodo queéstasdevienencontradictoriasentresi. Esta contradicciónesla quesalva el des-plieguedel tiempo lineal, perosólo a costade la pérdidade las diferencias.En cambio,segúnAristóteles.lasdiferencias,en tanto quecausantesde la pítiralidad real, hande ser ellastan~-bién reales.Todauniversalización(osubsunciónconceptualde los posibles>en un tino-mismohadesereniendída,así,comounaparticularizacióno parcíalizaciónde esosposibles,quecier-tamenteocuparíade unaforma ilegítima el espaciosignificativo del concepto,si pretendierapresentarsecomoeí todo (o «el mismo»>:peroque, al contrario,deja intactaslas diferenciasy. con ellas.las significacionesplurales,siseofrececomolo quees:unaparteo porciónde loqueintensinnalmenteestácontenidoen eí concepto(i.e.. cml «lo mismo»).Esta interpretacióndeAristóteles,queprocededc la tesisde doctorado(desdichadamenteaúninédita) dc TeresaOñate,podríamuy bien, ami juicio. servirdebasea la comprensiónde la ontologíapluralis-ta que subyacea la ideadc anaintencionalidadplural.

Postmodernidad e historia 213

biesa un sentidoúnico) son todasigualmenteverdaderasypuedenseractua-lizadas,almenosbajo la formade argumentoscontrafácticos,en el marco deun debatesobresu significacióny realidadposible.Es aesto,en definitiva, alo que se refiere la conversiónde la historia en una disciplinapragmática.Peroentonces,si se lleva acaboestaconversión,esonos lleva aotra tareaen rigor, a otro nivel del asunto——,quecomprometedirectamenteal historia-dor y quecorona,a mí juicio, el ordende consideracionesqueestoyhacien-do aqui.

Esta nuevatarea, última a la que quiero referirme, podría formularsesobrela basede lo que Manheim llamó el «elementoactivo» del conoci-mientohistórico, esto es, el principio segúnel cual la interpretaciónde loshechosquehaceel historiadorinfluye en el desarrollode la historiamisma25.Transferidoa nuestroanálisis,esteprincipiohacequela consideraciónprag-mática de la historia cobre una gran entidade influencia,perotambién, almismo tiempo, que recaigasobreella una grave responsabilidad.Historiarsupone,en efecto, segúnel punto de vista que estamosadoptando,elegirentresecuenciasde sentidoque se sabenpluralesy contingentes,a partir decombinatoriasconcretasde hechos.Pero mientrasquees importanteinsistiren quetal elecciónno proporcionaverdada aquellassecuenciasni necesidada estascombinatorias,en cambiosí determina,o puedehacerlo,la actualiza-ción y promociónde ciertasposibilidadesen vezde otrasdistintas,condicio-nandocon ello el futuro a travésde imágenespropiciadaspor la convicciónhistórica.Nocionescomoalgunasde las que hemosanalizadoaquí sobrelaunidadde la historia o sobrela linealidaddel tiempo pertenecenaeste ordende conviccionescondicionantesde nuestrosjuicios; pero lo mismo puededecirse de otras más particularesy más próximasa nuestraexperiencia,como,por ejemplo, la superioridadde unadeterminadaraza,la personifica-ción, si es que no la saeralización,de entidadesgenéricasdel tipo de «laNación»,«el Pueblo»,etc, o, en fin, últimamente,laconexión,tenidaahorapor indiscutible,entrela economíade mercadoy lademocracia.

Parala regulaciónde estasconviccioneshistóricasy, por lo tanto,parala

2> FI principio delactivismo fue enunciadoporManheím,comosesabe,en Ideologie undUtopie, cuya primeraediciónes de [936.(Haytrad. esp.,BuenosAires. 1941 y 1956).

214 Quintín Racionero

limitación de su influencia en la formación de juicios, sólo la concepciónpragmáticade la historia tiene la capacidadde adoptaruna perspectivaade-cuada,puestoque sólo ella sitúa en el ámbito de la investigación,no de loshechos,y precisamenteconvistasa un debate,el problemade laconstitucióndcl sentidohistórico. Estomuestraquela historia, entendidaasí,comodisci-plina pragmática,tiene porfundamentoa la libertad,en el doblerespectodeque su trabajose organizapor medio de la elecciónde criterios susceptiblesdc estructurar,comocategorías,el materialhistóricoy, comoprincipios regu-lativos, la configuraciónde creencias.En lascoordenadasde estaconcepcióndc la historia, cl principio del activismose encuentra,así pues,de unaparte,justificado, en la medidaen que el historiadortoma concienciade que sulibertadoperapor igual hacia atrásy hacia delante,es decir, hacia la com-prensióndel pasadoy hacia la formaciónde convicciones;pero también,deotra parte, limitado, en la medida ahora en que tal libertad presuponeelmarco que ella mismafunda, o sea,el mareo del concurso,de la po/étnicaentrelos historiadores,encuyo enfrentamientose dirime la validezde los cri-teuiosempleadosen la investigacióny, con ellos, cl sentidoquepuededarsea los datos2>.Bajo las condicionesde unaorganizaciónsocial queobstaculí-

ce cl debatehistórico, tal como ocurre en los regímenestotalitarioso en lassociedadesmuy saturadaspor la presiónde los tnassmedia, los hechosseconfundencon las categoríasde la interpretacióny el principiodel activismodevieneun eletuentode intervenciónideológica. Mientrasque,al contrario,en las sociedadeslibres la continuapuestaen cuestiónde los criterios inter-pretativos regula el activismo histórico, sometiendoa control racional el

inflttjo de las imáginesproductorasde creencias3t).

2’> Este entendimientodc [a it,’ estigaciómf’, en tanto queenmarcadocmi un plexo polén,i—

co, no es. dc todos modos,propio únicamentede la investigaciónhistórica- Como be puestode melieveen la o. 23, i ovoluerapropuestasontologicasqueafectanal concepiodcsignificadoy asu comprensionpragmática: y también.desdemuydiversasameas.seestáabriendopasoenel contextode la cpis-te,,iología. (Sfr, sobre cl estadocíe acímestión, [-1(Ji, La contrt>tcmscdans les sci cocescm la phi losop lii e>>. en E (ji 1 (cd.). Con /rOicr,sias rienfl/,cas e /,loso/u-ay,Lisboa, 1 9t3t); y M. Daseal.<Jipi siemologia, controversiay pragniática»,Jvegor¡a, 995. pp. 8—43-

3>> Lsta precaución,ya mazomiad a por Popper el L..a sociedad al,ie,-ta u sos cfi eoí <gos, tiene.sin embaí-co.poco c

1ute ver con los plamitettníiemítos popperiaiíosconcretos.ptiesto que miodependedc la form¿tei ón dc 1>óbitos en demneme i ti (q tic se rige por la pacmia dc la siiic -e,iclacl,detimíida preesaiventeporel paradigmapolítico —- o científico—— aceptado).simio cíe la libreconformacióndci .1 o cío (que. cmi cambio, scguia por la pautade la aotcnth-idad, cxcLísí va—mente svmstcntadasobre motivos culturalesy cientifieosy Sobreesteaspectodecisivo dcl

Post,nodernidad e historia 215

En la coyunturade pensarel saberhistórico en un tiempoque se definecomo posthistórico,no puedeolvidarse quetrabajamoscon categoríassus-ceptibles de dar sentido a cadenasrelevantesde hechos, pero también,simultáneamente,con ideasqueconfigurancreenciasy, por ello mismo,quepuedencondicionarel desarrollode la misma realidadquepretendenanali-zan Ahora bien, estasituaciónimponetanto la libertad de los debatescomola reservafrente a nuestraspropiasconclusiones;pues,a decirverdad,sólobajo la conscienciade que la investigaciónhistórica involucra dimensionesobjetivasy práxicas(morales),cuyoequilibrio y limitación mutuaexigenunametodologíapragmáticacomosupunto de vistapropio, sólo bajoestacons-ciencia puede esperarsela producción de discursos, cuya naturalezareconocidamenteperspectivistano tienepor qué serafectadapor el autoen-gaño.Creoqueestodisuelvelaconclusiónde N4anheimrespectodel carácterforzosamenteideológicodel conocimientohistórico,puestoqueunatal cons-cienciano es,en definitiva, sino conscienciadel hiato, dc la cesuraexistente

entrelos hechosinvestigadosy el valorqueles es asignable,en formade sen-tido, por la investigación.Pero, sobre todo, creo que es en este contextodonde únicamentepuedehallar una respuestasatisfactoriala objeción delrelativismo,quees en última instanciaa la querespondeaquellaconclusión

de Manheim y que, en efecto,como he escrito en otra parte3m,exigepensarlas relacionesentrenecesidady contingenciaen un sentidodistinto al de susimplecontraposicion.

Del hechode que, en el interior de la pragmática,el análisis de todanoción efectuadahistóricamentecomportela capacidadde suscitarel con-

junto de posibilidadesqueguarda,se siguequeel debatede la investigaciónestáabiertotanto al sentidoexistencialdadoen esasposibilidadescomo a susentidovirtual múltiple. Claro estáqueestasdosclasesde sentidono se dan

en un equilibrio neutro. La referenciaa un “sentidoexistencialdado” expre-sa aqui la línea de demarcaciónentre las interpretacionesplausiblesy lasestrictamentefalaces,por cuanto aquel sentido dado excluye ya de suyo,como no propias,todas las virtualidadesqueno correspondena su concepto.El debatede la investigaciónpone,así, límites rigurososa laarbitrariedado,dicho de otro modo, reduceel campodel conocimientohistórico al conjunto

emítendímientode la libertad social (y sobre la misma distinción sinceridad/autenticidad>,losanálisisde Lyonell Trilling. f)as Ende deriufrichtichkeii. Hamburgo,1980, resultanextraor-dinariamenteclarificadores.

3] Cfr. mí trabajo «Necesidady libertad», en R. Reyes(cd.) krmioologia científico-social, Barcelona1988,Pp. 665a-674b.

216 Quintín Racione,o

de variantesreales inmanentesa cadanoción efectivamenterealizadaen lahistoría. Pero permitetambién, a la inversa,que la eleccióndel sentido,enqueconsistela actividaddel historiador,recaiga,por hipótesis,en el tipo dedescripciónde hechosque recojalas secuenciasmás ricas y másintegrado-rasde significadosvirtuales.Unatal elecciónno proporciona,sin duda,nece-sidad a talessecuencias,puestoque no puedetrascenderel caráctercontin-gente de los hechos;pero si engendraun compromisoque la convierteenhipotéticamentenecesaria,puestoque implica el cumplimientoy actualiza-ción del mayor númerode significacionesy posibilidadesreales,sin otroslimites que el control racional, siempresometiblea pruebas,del materialobjetivo.

Las nocioneshistóricasconstituyennombresde una realidad históricaconfusay deun conjuntodispersodeposibilidadescontingentes.Pero,adecirverdad,constituyentambiénfórmulaso vehículosde esasnecesidadeshipo-téticas que permitenorganizaruna rtca secuenciade sucesospasados,almismotiempo que abrir, en la confrontaciónde sus significadoshistóricos,un conjuntode posibilidadesparael futuro. Es precisoqueesanecesidad,quele asignamospor hipótesis,resistael debatede las razonesy las pruebas.Y,en esecaso,quenos obliguemosmoralmentea su favor Sin embargo,es éstauna obligación que no puede ya considerarseen el marco de la historia.Presupone,por el contrario,quela historiaha quedadoya absorbidacomple-tamenteen el procesopragmáticode la reconstrucciónde las posibilidadesyqueéstasnos sonya simultáneas.Esunaobligación,pues,queaparecepost-puesta al rendimientode la historia y que, por ello mismo, se acrisolaya,solamente,en un horizonteposthistórico.