Posgrado en Historiografía -...

142
1 Especialización Maestría HISTIORIOGRAFÍA GENERAL DEL SIGLO XIX: CONSTITUCIÓN DE SABERES, PRINCIPIOS DOMINANTES Y SUS GÉNEROS DE EXPRESIÓN MARIA LUNA ARGUDIN 2ª. EDICIÓN CORREGIDA Y AUMENTADA 2007 / 2008 Posgrado en Historiografía

Transcript of Posgrado en Historiografía -...

Page 1: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

1

Especialización Maestría

HISTIORIOGRAFÍA GENERAL DEL SIGLO XIX: CONSTITUCIÓN DE SABERES, PRINCIPIOS DOMINANTES Y SUS

GÉNEROS DE EXPRESIÓN

MARIA LUNA ARGUDIN

2ª. EDICIÓN CORREGIDA Y AUMENTADA

2007 / 2008

Posgrado en Historiografía

Page 2: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

2

INDICE

Presentación

Objetivos Generales

La estructura del curso y sistema de trabajo

Criterios de evaluación

Eje de trabajo 1. Los problemas historiográficos

Eje de trabajo 2. La construcción de la historiografía liberal: constitución de saberes y los principios dominantes, 1822-1850

Eje de trabajo 3. La polimorfia del conocimiento histórico: de la novela a México a través de los siglos (1867-1890)

Eje de trabajo 4: El polimorfo conocimiento histórico: de la historia a la sociología, del romanticismo al naturalismo (1900-1910)

Bibliografía

Autoevaluación

Page 3: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

3

Presentación∗ La Historiografía Crítica propone que su objeto de estudio es el análisis desde la

historicidad del conocimiento histórico, en otras palabras, de cualquier forma de

registro de memoria.

La historicidad es en palabras de Silvia Pappe “la posibilidad, condición y

necesidad para la constitución del pensamiento y del conocimiento histórico”. Es

de sobra conocido que un hecho, un documento, un libro, una interpretación e

incluso un paradigma es interpretado de distintas maneras por cada estudioso, y

estas diferencias se acentúan al compararse las interpretaciones hechas por autores

de distintas épocas, ello se debe a que cada lectura se lleva a cabo desde un

horizonte de enunciación específico.

Horizonte es un término acuñado por Hans Georg Gadamer que designa “el

ámbito de visión que abarca y encierra todo lo que es visible desde un

determinado punto”.1 Si se mueve el observador, si cambia su situación, incluso

con vivencias y lecturas, el horizonte será diferente, aunque el punto de

observación sea parecido, ya que “el horizonte se desplaza a paso de quien se

mueve”.2 El horizonte, por lo tanto está enmarcado por un tiempo y un espacio

particular, y cobra coherencia a partir de los principios dominantes que lo

constituyen.

∗ Muchas de las ideas que aquí se presentan fueron desarrolladas en María Luna Argudín, Historiografía General del siglo XIX, México, Maestría en Historiografía de México\UAM-A (Cuadernos de Posgrado); no obstante, para esta nueva edición se han ampliado algunas explicaciones y se reformuló el cuarto eje de trabajo. Mi más profundo agradecimiento a Leticia Algaba Martínez, quien por muchos años se ha dedicado al estudio de la literatura decimonónica a ella le debo valiosas orientaciones. Mi reconocimiento para Carlos Martínez Ruiz, quien colaboró localizando muchos de los materiales que han servido de base para este trabajo. Sin la diligente ayuda de Julio Cesar Villar Segura, este trabajo no hubiera sido posible concluirlo. La antología que acompaña este Cuaderno está basada en la que Cuauhtémoc Hernández Silva elaboró para la Maestría en Historiografía de México en 1999.

1 Hans Georg Gadamer, Verdad y Método. Salamanca, Ediciones Sígueme, 1988, p. 369. 2 Idem, p. 375.

Page 4: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

4

Es otra vez Silvia Pappe quien ha definido los principios dominantes. Estos

son marcas culturales de una época, que pretenden construir una identidad y por

lo tanto superar la temporalidad, por ello se presentan como indefinibles y

ahistóricos. En todo discurso afloran y determinan los recursos conceptuales

empleados con los que esa sociedad indaga en sí misma.3

Este cuaderno propone que el principio dominante del siglo XIX mexicano

fue la libertad individual, la que se buscó concretar a través del liberalismo en los

ámbitos político y económico y del romanticismo como sensibilidad y forma de

expresión. Por ende, el conocimiento histórico en este largo siglo estuvo

encuadrado por una misma preocupación que se plasma en los intentos por

conocer y recuperar el pasado para explicarse el caótico, inestable y doloroso

presente. Los intelectuales acudieron al pasado con un afán programático: cómo

fincar la libertad y cómo evitar la posibilidad de que nuevamente se establecieran

el despotismo y los gobiernos tiránicos. Para la mayoría de las elites intelectuales,

estos males quedaban sintetizados en el gobierno virreinal, de cuya herencia era

necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad nacional.

3 Silvia Pappe, “El concepto de principios dominantes en la historiografía crítica”, en Gustavo Leyva (Coord.), Política, identidad y narración, México, UAM/CONACyT/Porrúa, 2003, pp.503-516.

Page 5: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

5

OBJETIVOS GENERALES

a) Conocer un panorama general sobre los distintos registros de la memoria en el siglo XIX.

b) Identificar las distintas formas de la constitución de los saberes en el siglo XIX.

c) Distinguir la función del romanticismo en la escritura nacionalista del pasado histórico.

d) Analizar la imbricación del positivismo, del liberalismo y del nacionalismo en el conocimiento histórico de las postrimerías del siglo XIX.

e) Argumentar una interpretación propia de la historiografía liberal decimonónica.

Page 6: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

6

LA ESTRUCTURA DEL CURSO Y SISTEMA DE TRABAJO

Esta uea está diseñada para brindarte una visión general de los diversos registros

de la memoria utilizados en el siglo XIX e introducirte en el análisis historiográfico

de los discursos a partir de uno de sus elementos constitutivos: los principios

dominantes.

Cuando tengas este Cuaderno de Posgrado en las manos estarás cursando

simultáneamente Metodología II y Taller I Con el objeto de que retroalimentes los

conocimientos adquiridos algunas de las actividades que realizarás en este

trimestre están íntimamente ligadas a dichas uea.

El sistema de trabajo que se te propones es el siguiente:

En la primera semana del trimestre lee este Cuaderno de Posgrado en su conjunto.

Elabora un cronograma en el que planees las actividades para todas las uea. En la

primera semana también relee la introducción al primer eje de trabajo y desarrolla

la actividad indicada.

Cada Eje de Trabajo señala las actividades que debes desarrollar y las fechas de

entrega. Se te solicita que con base en las lecturas que se te proporcionan en la

Antología que acompaña este Cuaderno elabores comentarios críticos y un ensayo

final, los criterios para elaborar este tipo de textos los encontrarás en el Cuaderno

de Posgrado de Metodología.

Es recomendable que al finalizar la 9ª semana del trimestre, entregues a tu

profesor-asesor un esquema de redacción de tu ensayo en el que indicarás

Page 7: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

7

claramente el título tentativo, un primer planteamiento del problema así como una

primer selección bibliográfica en la que apoyarás tu análisis, de manera que

puedas discutir este primer planteamiento con el profesor-asesor de la materia, y si

lo deseas también con tu tutor.

En cada Eje de Trabajo encontrarás una bibliografía complementaria que puede

apoyarte en la elaboración de tu tesis o producto terminal de la especialización. En

la Antología que se te brinda como apoyo didáctico no se han incluido algunos

textos, sin embargo éstos son de fácil acceso en bibliotecas y librerías.

Semana ACTIVIDAD 1ª. Cuaderno de Posgrado. Elaboración de un cronograma.

Desarrollo de la actividad indicada en el Eje de Trabajo 1. 2ª.- 11ª. Desarrollo de las actividades de los Ejes de Trabajo. 9ª. Entrega del esquema de redacción del trabajo final. 11ª. Entrega del ensayo final. Algunas Sugerencias:

• Al planear tu cronograma toma en cuenta la carga académica a la que estás sujeto. Algunas te exigirán mayor tiempo y dedicación que otras.

• Al llevar a cabo la lectura de los textos señalados toma notas que te resulten útiles para desarrollar varias actividades, ya que algunas están vinculadas, asimismo te deberán ser útiles para elaborar tu ensayo final.

• Conserva siempre una copia de los trabajos que entregues ya que ello te facilitará desarrollar las actividades diseñadas para la segunda mitad del trimestre.

Page 8: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

8

CRITERIOS DE EVALUACIÓN

La calificación del alumno se conformará en un 60% por la suma de las

actividades desarrolladas semanalmente a lo largo del trimestre. Las

actividades serán entregadas al profesor-asesor en las fechas programadas para

tal efecto.

El 40% de la calificación restante se obtendrá con un ensayo monográfico que

tendrá una extensión máxima de 15 cuartillas.

Los objetivos que se persiguen con la elaboración de un ensayo son:

a) ampliar los conocimientos sobre el tema que se escribe,

b) desarrollar las habilidades para transmitir por escrito lo que se piensa,

c) desarrollar las habilidades de argumentación y fundamentación de tus

propios puntos de vista y

d) reflexionar sobre la metodología que utilizarás como herramienta de

análisis.

Para obtener una calificación aprobatoria es necesario entregar cada una de las actividades en las fechas señaladas.

Page 9: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

9

Eje de trabajo 1: planteamiento de los problemas historiográficos

En este Cuaderno de Posgrado se identifican y analizan los principios

dominantes que constituyeron el pensamiento histórico decimonónico. Los

principios dominantes son las marcas que dan forma al horizonte cultural de

una época, y por tanto se manifiestan en todos los discursos.4 Se propone que

los principios dominantes fueron dos: la libertad individual y la mexicanidad,

el contenido de estos principios y su significación se construyeron en el

ámbito político y económico a través del liberalismo y en el ámbito de la

escritura por medio del romanticismo, y es por medio de esta doble óptica

que los muy diversos intelectuales buscaron en el conocimiento del pasado no

sólo una explicación a la problemática del presente, sino una definición de

una identidad propia, una identidad mexicana y, por ende, con la

recuperación del pasado buscarían difundir su proyecto político.

Antes de revisar la manera en que los intelectuales orientaron la

escritura del pasado, es necesario hacer unas cuantas precisiones sobre los

conceptos nodales que se analizarán.

La historia

La historia hasta finales del siglo XIX no contaba con un estatuto disciplinario

propio. Luis de la Rosa en abril de 1844 leyó una conferencia en el Ateneo

Mexicano que es ilustrativa. Sostuvo que bajo la literatura debían entenderse

“los idiomas, la oratoria, la poesía, todos los escritos inspirados por la

imaginación o que son la expresión de un sentimiento, la historia y todos los

ramos anexos a ella”. La literatura en este sentido amplio era considerada

como “el más poderoso instrumentos para propagar la instrucción y la

4 Para mayores detalles véase el Cuaderno de Posgrado Metodología I.

Page 10: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

10

moralidad”, y en consecuencia el instrumento que más podía “influir en la

civilización y en el engrandecimiento de los pueblos”.5

La historia entendida como parte de la literatura y su función social

axiológica son herencia del pensamiento iluminista, y aún del clásico, y

fueron uno de los elementos constitutivos del pensamiento decimonónico que

se expresó en “conservadores” como Tadeo Ortíz de Ayala y José Justo

Gómez de la Cortina y en “reconocidos liberales” como Guillermo Prieto,

Manuel Payno, José María Lafragua, Ignacio M. Altamirano y Vicente Riva

Palacio.

Los intelectuales cultivaron varios géneros de las “artes liberales”, por

eso se las ha llamado polígrafos. Persiguieron una misma función social:

civilizar a los pueblos. Carlos Ma. Bustamante, además de ser periodista

desempeñó varios cargos públicos,6 lo mismo ocurriría con los miembros del

Ateneo José María Lafragua7 y Luis de la Rosa.8 Guillermo Prieto9 escribió

5 De la Rosa, “Utilidad de la literatura en México”, en Jorge Ruedas de la Serna (coord.), La

misión del escritor. Ensayos Mexicanos del siglo XIX. México, UNAM, 1996, p. 87. 6 Carlos María de Bustamante (1774-1848). En 1805, edita el Diario de México; en 1812, al

promulgarse la libertad de imprenta, redactó y editó El Juguetillo. Fue también redactor del Correo Americano del Sur y escribe para el Semanario Patriótico Americano. En el Congreso de Chilpancingo participa como representante por la ciudad de México. En 1822 es diputado al Congreso, que lo elige presidente; durante ese año se publica el periódico La Avispa de Chilpancingo, periódico en el que se dedica a revisar la guerra de independencia. En 1984, y tras oponerse al federalismo, escribe en El Sol y otros periódicos a favor del centralismo. Entre 1837 y 1841 es uno de los cinco miembros del Supremo Poder Conservador. Es autor de Cuadro histórico de la revolución de la América Mexicana, comenzada el 15 de septiembre de 1810, El Nuevo Bernal Díaz del Castillo, o sea historia de la invasión de los anglo-americanos en México. Bibliografía elaborada por Carlos Martínez Ruiz, apud Humberto Musacchio, Diccionario Enciclopédico de México. México, Andrés León Editor, 1989, p. 237.

7 José María Lafragua (1813-1875). Fue miembro del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (1835), y de la Academia de San Juan de Letrán (1836). Además de aceptar la redacción del periódico poblano El imperio de la opinión; en 1838 edita la revista El ensayo literario, para la década de 1840 edita la revista El apuntador (1841) y El Ateneo Mexicano (1844), además de pertenecer durante estos años a la asociación llamada “El Ateneo”. Es diputado por el estado de Puebla (1842), secretario de Relaciones Exteriores (1846), y en 1847 se reintegra al Congreso como diputado por Puebla. Fue secretario de Gobernación en el gabinete de Ignacio Comonfort (1855-1857); durante 1855 expide el Reglamento de la Libertad de Imprenta, conocido como “Ley Lafragua”; en 1867 al triunfo de la República es nombrado magistrado de la Suprema Corte de justicia e integrante de la Comisión para redactar el Código Civil; en 1868 fue magistrado de la Suprema Corte de Justicia; entre 1872-1875 es nuevamente secretario de Relaciones Exteriores hasta su muerte. Entre sus colaboraciones en periódicos destacan: El Siglo XIX, El Monitor Republicano, El

Page 11: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

11

cuentos, cuadros de costumbres, innumerables artículos periodísticos para

dar a conocer los principios liberales y constitucionales, buscó crear la

epopeya de la independencia con su Romancero nacional, como orador fue

uno de los más convincentes diputados del Constituyente de 1856–1857 y

continuaría fungiendo como congresista federal en la República Restaurada.

Ignacio Manuel Altamirano luchó en la rebelión de Ayutla (1854) y en la

Guerra de Reforma (1859-1860), fue diputado federal, periodista y editor,

publicó poesía (Rimas, 1871), novelas entre las que sobresale Navidad en las

montañas (1891) calificada como “la más importante obra del utopismo

mexicano”10 y fue el más destacado “crítico literario”. Francisco Zarco, el

federalista y el Semanario de las Señoritas Mexicanas (1841-1844). Es coautor de las novelas Netzula (1832) y Ecos del Corazón (1837), además de escribir Negocios pendientes entre México y España (1958). Carlos Martínez Ruiz, apud Musacchio, op. cit., p. 997 y Luis Oliveira “José María Lafragua” en Antonia Pi-Suñer Llorens (coord.), Historiografía Mexicana. Vol. IV. En busca de un discurso integrador de la nación. México, UNAM\IIH, 1996, p. 339.

5 Luis de la Rosa (1804-1856). Cofundador del periódico Estrella Polar (1824) y El Fantasma (1824). Colaborador del gobernador de Zacatecas (1828-1834), diputado local y militante federalista. Colaboró también en El Siglo XIX, El Ateneo y El Museo Mexicano. Participó en el movimiento popular que derrocó a Santa Anna (1844); fue secretario de Hacienda (1845), de Justicia y Negocios Eclesiásticos (1847-1848), de Relaciones Interiores y Exteriores (1848) e intervino en la firma de los Tratados de Guadalupe-Hidalgo (1848). Fue nuevamente secretario de Relaciones Interiores y Exteriores (1855-1856) y diputado al Congreso Constituyente de 1856-1857. Es autor de Impresiones de un viaje de México a Washington en octubre y noviembre de 1848 (1848), El Porvenir de México, Cultivo de Maíz en México (1846) y Miscelánea de estudios descriptivos (1848). Carlos Martínez Ruiz, apud, Diccionario Porrúa, Historia, Biografía y geografía de México. México, Porrúa, 6ª ed., Tomo IV, 1995, p. 534.

9 Guillermo Prieto fue miembro fundador de la Academia de Letrán (1836). En 1837 es nombrado redactor del Diario Oficial; más tarde ingresa al Siglo XIX donde se inicia como crítico teatral publicando sus famosos “San Lunes” de Fidel; colaboró también en la revista literaria El Museo Mexicano y se sumó a los redactores de El Monitor Republicano. En 1845, junto con Ignacio Ramírez, fundó el periódico satírico Don Simplicio. Fue diputado al Constituyente de 1857, senador de la República y secretario de Hacienda. En poesía destaca con La Musa Callejera y El romancero nacional. Escribió además Las memorias de mis tiempos y ensayos mexicanos en torno a la historia, Notas bibliográficas e índice onomástico de Eugenia W. Meyer, México, UNAM, 1992, p. 279 y Begoña Arteta “Guillermo Prieto”, en En busca de un discurso, op. cit., p. 35.

10 Altamirano (1834-1893) tomó parte en la Revolución de Ayutla en 1854, y combatió a los conservadores durante la Guerra de Reforma; a la etapa final de la guerra Altamirano se integraría en el periódico oficial de estado de Guerrero, El Eco de la Reforma. Fue diputado en 1861 para el Congreso General de la Nación; en 1863 figuró como miembro de la Diputación Permanente del Congreso en San Luis Potosí. Durante 1864 y 1880 reanuda sus actividades periodísticas colaborando en La Voz del Pueblo, publicado en su tierra natal. Colaboró en las principales

Page 12: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

12

periodista por excelencia, constituyente, diputado federal y novelista. Manuel

Payno también sería funcionario, periodista y novelista.11 Vicente Riva

Palacio quien, además de ser militar, desempeñó innumerables cargos de

elección popular, para recuperar el pasado escribió leyendas y tradiciones,

novelas históricas, dirigió la monumental obra México a través de los siglos, y se

encargó de escribir su segundo tomo.12

publicaciones de la época y fue cofundador de El Correo de México (1867) y el Renacimiento (1869), El Federalista (1871), La Tribuna (1875) y la República (1880). Otras novelas destacadas son Clemencia, y el Zarco. Muere mientras cumplía una misión consular en Europa. Carlos Martínez Ruiz, apud Musacchio, op. cit., p. 58, y Nicole Giron, “Ignacio Altamirano”, en En busca de un discurso integrador... op. cit., p. 257.

11 Manuel Payno (1810-1894). En 1847 combatió la invasión norteamericana y estableció el sistema secreto de correos entre México y Veracruz. Fue secretario de Hacienda (1949-1851), fue perseguido por el gobierno de Santa Anna y se exilió en los Estados Unidos; volvió a México al triunfo de la Revolución de Ayutla y se encargó nuevamente de la Secretaría de Hacienda (1855-1857). En 1858 se adhirió al Plan de Tacubaya de Félix Zuloaga; en 1861, luego del triunfo liberal, fue juzgado y marginado de la actividad política; en 1863 es acusado de conspiración y encarcelado por la Regencia del Imperio. Derrotado el Imperio volvió a la vida política y fue diputado en tres ocasiones consecutivas (1867-1875). Fundó, con Ignacio M. Altamirano, el periódico El Federalista. Fue profesor de historia en la Escuela Preparatoria, senador de la República (1880-1884), enviado a París por el presidente Manuel González para atraer inmigrantes (1882); cónsul en Santander (1886), cónsul general en España y nuevamente senador (1892). Colaboró en El Museo Mexicano, El Ateneo Mexicano, El Año Nuevo, Don Simplicio, El Siglo XIX, Boletín de la Sociedad de la Geografía y Estadística y la Revista Científica y Literatura de México, que editó Guillermo Prieto. En 1865 publicó las memorias de Servando Teresa de Mier con el nombre de Vida, aventuras, escritos y viajes del Dr. D. Servando Teresa de Mier. Coautor de Apuntes para la historia de la guerra entre México y los Estados Unidos (1848) y El libro rojo (1871). Autor de ensayos y crónicas: Memorias e impresiones de un viaje a Inglaterra y Escocia (1853), Contestación de los agentes de la convención inglesa (1855), La convención española (1857), México 1845-1846 (1859), la Memoria sobre la revolución de diciembre de 1857y enero de 1858 (1860), entre otros. En cuanto a sus novelas se encuentran: El fistol del diablo (1845-1846), El hombre de la situación (1861), Tardes nubladas (1871) y Los bandidos de Rio Frío (1889). Carlos Martínez Ruiz, apud, Diccionario Porrúa…op. Cit., p. 238.

12 Vicente Riva Palacio (1832-1896). Fue regidor (1855), diputado suplente al Congreso Constituyente (1856-1857) y secretario del Ayuntamiento de la ciudad de México (1857). En 1858 fue encarcelado por Félix Zuloaga y al año siguiente por Miguel Miramón. Durante los años 1861-1862 fue diputado federal. En 1862, iniciada la intervención francesa, organizó una guerrilla que se unió a las fuerzas de Ignacio Zaragoza; siguió al gobierno juarista a San Luis Potosí, donde se le designó gobernador del estado de Michoacán y General en Jefe del Ejército del Centro, a la muerte de José María Arteaga. Durante la guerra editó periódicos como El Monarca (1863) y El Pito Real; compuso los versos de canciones como Adiós, mamá Carlota (paráfrasis de Adiós, oh, patria mía, de Ignacio Ramírez Galván). Al triunfo de la República dirigió La Orquesta y fue magistrado de la Suprema Corte de Justicia (1868-1870). Colaboró en El Correo del Comercio, La Vida en México, El Imparcial, El Radical y El Ahuizote (1874-1876) y fue redactor de El Constitucional (1874). Apoyó con las armas a Porfirio Díaz en la rebelión de Tuxtepec. Fue secretario de Fomento (1876-1880); en 1885fue ministro de plenipotenciario en Portugal y España país donde muere. Dentro de sus novelas

Page 13: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

13

Los diversos autores que colaboraron en esta gran síntesis histórica son

también elocuentes ejemplos: José María Vigil, quien historió desde la guerra

de independencia hasta la década de 1840, incursionó en la poesía y en lo que

hoy llamaríamos crítica literaria;13 Alfredo Chavero, narra la historia

“antigua” de nuestro país, escribió varios cuentos ambientándolos en el

México prehispánico y a lo largo del porfiriato fue un muy destacado

congresista. Enrique de Olavarría y Ferrari escribió cinco novelas, seis obras

dramáticas, veinticinco obras históricas y entre ellas el tomo IV de México a

través de los siglos en que narra la primera mitad del siglo XIX. En pocas

palabras, los escritores decimonónicos antes que poetas, novelistas e

historiadores eran polígrafos que acudieron a la literatura –en este sentido

amplio- para defender y difundir sus proyectos políticos sociales y culturales.

Liberalismo

Algunos autores conciben al liberalismo como una doctrina o una ideología.

Otros, se refieren a la “revolución liberal” o al horizonte liberal.14 Cada una

históricas principales se encuentran: Monja y casada, virgen y mártir (1868), Martín Garatuza (1868); Calvario y Tabor (1868), Las dos emparedadas (1869), Los Piratas del Golfo (1869), La vuelta de los muertos (1870), Memorias de un impostor, don Guillén de Lampart, rey de México (1872); escribió también Historia de la administración de don Sebastián Lerdo de Tejada (1875), Los Ceros (1882), Páginas en verso (1885), Mis versos (1893), Cuentos del general (1896) e Historia de la guerra de intervención en Michoacán (1896). Carlos Martínez Ruiz, apud, Diccionario Porrúa…op. cit. p. 345.

13 Dentro de la producción hemerográfica de Vigil destaca como colaborador del periódico La Revolución en 1855; un año después es director de El País, periódico oficial del estado de Jalisco. En 1862 al inicio de la Intervención Francesa, emigra a San Francisco, California y funda el periódico El Nuevo Mundo; para 1869 será redactor en jefe de El Siglo Diez y Nueve, posteriormente del periódico El Eco de Ambos Mundos; fundaría la Asociación de Periodistas Escritores. En 1874, funda y dirige El Porvenir y en 1878 escribe cinco artículos en el periódico El Sistema Postal sobre la necesidad de estudiar la historia patria. En 1880 es designado director de la Biblioteca Nacional; participa en cinco legislaturas. Muere en la ciudad de México dejando importantes obras entre las que destacan La Reforma, La Intervención y El Imperio (1889); La Reseña Histórica de la Literatura Mexicana (1894); y las antologías de poetisas mexicanas. Editó la Historia de la Indias del padre Las Casas, la Crónica mexicana de Tezozómoc y Memorias para la historia del México Independiente, por José María Bocanegra. Carlos Martínez Ruiz, apud. Ortega y Medina, Plémicas y ensayos… op. cit., p.158.

14 Por ejemplo Marcello Carmagnani utiliza en Federalismos latinoamericanos: México, Brasil y Argentina el término “horizonte liberal”, mientras que Alicia Hernández en La tradición republicana del buen gobierno, se refiere a la “revolución liberal”.

Page 14: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

14

de esas definiciones plantea diferentes características y orígenes, diferentes

sentidos y proyecciones.

El vocablo liberalismo hace referencia a un periodo; así se afirma que el

“siglo XIX es la época del triunfo liberal: ninguna doctrina habló con la

misma autoridad o ejerció influencia tan general desde Waterloo hasta la

iniciación de la Gran Guerra”.15

El mismo vocablo designa una doctrina política difusa, que en cada país

asumió rasgos distintos pero al extraer sus peculiaridades se define como un

conjunto de creencias que tendieron a la ampliación de la esfera de la libertad

frente al Estado, tomando como fundamento el jus naturalismo para demandar

que los derechos naturales del hombre (concebidos como inalienables,

superiores y anteriores al Estado) fuesen convertidos en derechos positivos y

en la base de las instituciones. Buscó el establecimiento de un estado de

derecho por medio de leyes generales (leyes fundamentales o constituciones)

que garantizaran la igualdad del ciudadano ante la ley y que impusieran

obstáculos al despotismo a través de la clásica división de poderes o del

parlamentarismo,16 es en este sentido en el que se utiliza en este libro.

Conviene señalar que la palabra “liberalismo” conduce a otras

referencias. La historiografía mexicanista, bajo el término liberalismo

implícitamente refiere a la lucha entre los partidos conservador y liberal, cuyo

enfrentamiento esencialmente se definió por la relación que en el nuevo país

habría de establecer entre la Iglesia y el Estado. Sin embargo, ambos partidos

coincidieron en los principios básicos doctrinarios que se han señalado, por lo

que algunos autores han propuesto que en las tres primeras décadas del

México independiente no hubo un partido conservador sino pugnas entre

15 Harold J. Laski, El liberalismo europeo. México, FC E, 1979, (Breviarios, 81), p. 202. 16 Norberto Bobbio, Liberalismo y democracia. México, FC E, 1979. (Breviarios, 476), pp. 7-31. Se

puede consultar también el capítulo IV. “La era liberal” en John Gray, Liberalismo. México, Nueva Imagen, 1992, pp. 53–68.

Page 15: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

15

distintas facciones y modalidades liberales (a este problema se volverá mas

adelante).

En este Cuaderno de Posgrado se invita a superar la imagen que tiene el

público mexicano no especializado (por ejemplo el estudiante de licenciatura)

que concibe al liberalismo como un movimiento netamente republicano,

democrático, federalista, laico y nacionalista que condujo a la separación de la

Iglesia y el Estado. Esta imagen reduce el amplio espectro de posiciones

políticas que se manifestaron en México: confederalistas, federalistas,

centralistas, monárquicos, republicanos, pero todos ellos liberales.

Debe precisarse que la historia europea escrita en el siglo XIX recibe el

calificativo de “historiografía liberal”, sin importar el bando en el que

militaron sus autores, ello se debe a que la estrecha relación entre la “doctrina

liberal” y la producción realista-romántica de estudios históricos fue

acompañada por una profunda reflexión sobre la función de la historia y

condujo a una nueva forma de escribirla. En términos generales, puede

afirmarse que esta nueva escritura de la historia se caracterizó por el

abandono de la explicación providencialista en el acontecer humano, el

creciente privilegio de la documentación sobre la memoria, la construcción de

caudillos y gobernantes como héroes cuyo ejemplo se esperaba que las

nuevas generaciones siguieran. La magistral creación de ambientes y la

convicción de que eran las acciones de los individuos los que determinaban el

acontecer, dentro de una gran evolución que marchaba hacia la consolidación

de las naciones.

Las características generales de la producción mexicana son las mismas.

Los escasos estudios sobre la producción conservadora mexicana obligan a

tomar como hipótesis que las características constitutivas de la escritura de la

historia liberal fueron las mismas para todos los grupos políticos, aunque

presentan divergencias menores que en los ejes de trabajo. Pese a ello, desde

ahora debe señalarse que no se estableció una relación mecánica entre las

Page 16: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

16

ideas políticas radicales y una escritura “progresista”. Es significativo el caso

de Ignacio Ramírez, quien utilizaba el sobrenombre de El Nigromante para

escandalizar a las buenas conciencias cristianas, fue un jacobino radical en el

Congreso Constituyente, pero el teatro que escribió continuó enmarcando en

los moldes neoclásicos, que defendían los intelectuales cercanos a la iglesia

católica.

El romanticismo

La mayoría de los polígrafos del siglo XIX eligieron como forma de expresión

el romanticismo, no obstante éste es un concepto, e incluso categoría de

análisis de muy difícil definición.

El romanticismo –al igual que el liberalismo— era una forma de percibir

la realidad y una forma de expresión, acaso se trata de “una estética difusa”,

ya que las variaciones locales e históricas son tan profundas que no se puede

formular una teoría crítica. Goethe, por ejemplo, identificaba el clasicismo con

la salud y el romanticismo con la enfermedad. En cambio Victor Hugo

identificó el romanticismo con el liberalismo y la revolución. Charles

Baudelaire en sus Curiosidades Estéticas decía que el romanticismo no está

situado ni en la elección de los sujetos ni en la verdad exacta, sino en una

manera de sentir […] decir romanticismo es decir arte moderno –esto es,

intimidad, espiritualidad, color, aspiración a lo infinito, expresado por todos

los medios que tienen las artes.17

Bibliografía complementaria:

Para mayores detalles del liberalismo como periodo histórico se puede

consultar el capítulo IV. “La era liberal”, en John Gray, Liberalismo. México,

Nueva Imagen, 1992.

17 Charles Baudelaire ¿Qué es el romanticismo? Este texto puede consultarse en la página

web www.warwick.uk/fac/arts/history/teaching/sem10/baud.html

Page 17: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

17

Para una caracterización de la historiografía liberal europea véase

Georges Lefebvre, El nacimiento de la historiografía moderna. Barcelona,

Ediciones Roca S.A., 1977 y en particular consúltese el capítulo 11. “Los

historiadores liberales de Occidente”.

Page 18: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

18

Eje de trabajo 2. La construcción de la historiografía liberal: constitución de saberes y los principios dominantes, 1822-1850

Los autores mexicanos (por tanto aquello que publicaron a partir de 1822)

muestran una misma preocupación: cómo formar una cultura nacional. La

literatura en cualquiera de sus géneros --poesía, cuento, cuadros de costumbres,

novela, historia, oratoria, ensayo-- tenía una triple función: era una manera de

observar y reflexionar sobre la realidad, formaba los valores de las jóvenes

generaciones y era el espacio privilegiado para formar una cultura y una identidad

distinta a la española. No había fórmulas preestablecidas había en cambio una

misma certeza que compartían las elites, como dijera Tadeo Ortiz de Ayala en 1832

“A medida que los pueblos abandonan o se aplican a las ciencias y las artes, se

embrutecen o se civilizan”.18

En este eje de trabajo se presentan las características generales de las distintas

formas que se utilizaron para el registro de la memoria, su intencionalidad al

recuperar el pasado y la fusión entre romanticismo y liberalismo.

Los primeros géneros que comenzaron a explorarse en el México

independiente fueron los cuadros estadísticos, los cuadros históricos y la poesía,

para después escribir las primeras novelas históricas. Para abarcar este amplísimo

espectro se eligió como hilo conductor una breve presentación de los distintos

géneros y la reflexión sobre la escritura que publicaron en la prensa los principales

intelectuales del periodo que nos ocupa, muchos de los cuales durante la República

Restaurada escribirían novelas históricas e historias.

El género más socorrido en el primer tercio del siglo XIX fue el cuadro

estadístico, mismo que adoptó diversos formatos: exposiciones, noticias,

18 Tadeo Ortíz de Ayala, “De los beneficios del cultivo de las ciencias y las artes” en Jorge Ruedas de la Serna (Coord.), La misión del escritor. Ensayos Mexicanos del siglo XIX. México, UNAM, 1996, p. 35.

Page 19: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

19

memorias,19 que tenían por objeto proporcionar información sobre el territorio,

sus habitantes y recursos naturales. Sus autores solían ser funcionarios que se

desempeñaron en el periodo colonial y posteriormente en los gobiernos de los

estados o departamentos del país,20 su importancia y permanencia fue tal que se

continuaron escribiendo aún en la segunda mitad del siglo.21

Dentro de este género se inscribe el primer tomo de Méjico y sus revoluciones

(1836) de José María Luis Mora, quien dedicó esta parte de su obra a las “noticias

estadísticas” para dar a conocer la extensión de la República y sus riquezas

naturales; el estado de la minería, industria y comercio; la propiedad, las rentas y

la hacienda pública. Mora explícitamente señaló que se proponía presentar una

continuación de la obra de Alejandro von Humboldt en vista de que “Méjico

después de 1804 ha sufrido cambios de mucho tamaño”,22 y al igual que

Humboldt fijó como punto de partida el orden natural que deriva de sus leyes y

que éstas a su vez regulan el orden moral y social.

19 El antecedente más antiguo de estos escritos son las Relaciones Geográficas que datan del

siglo XVI. Durante el periodo colonial se continuaron recogiendo este tipo de informes para lo cual se elaboraron cuestionarios específicos hasta dar forma en el siglo XVIII a las Memorias, cuya estructura básica se siguió utilizando en el siglo XIX. Para mayores detalles véase José Marcos Medina y Bustos, “Las memorias estadísticas en la primera mitad del siglo XIX: el caso del noreste mexicano”, en José A. Ronzón y Saúl Jerónimo (Coords.) Formatos, géneros y discursos. Memoria del Segundo Encuentro de Historiografía. México, UAM-A, 2000.

20 Por ejemplo, Miguel Ramos Arizpe presentó un cuadro estadístico ante las Cortes de Cádiz. Tadeo Ortiz Ayala escribió La estadística del Imperio mexicano (1822), pronto los estados publicaron las suyas. El título de la escrita por Juan Manuel Riego, Salvador Porras, Francisco Velasco y Manuel José de Zuloaga muestra los objetivos que se perseguían con este género: Memoria sobre las proporciones naturales de las Provincias Internas Occidentales. Causas de que han provenido sus atrasos, providencias tomadas con el fin de lograr su remedio, y las que por ahora se consideran oportunas para mejorar su estado, e ir proporcionando su futura felicidad (1822). Un buen estudio de los cuadros estadísticos regionales es la tesis de José Marcos Medina Bustos, “Sonora, tierra en `guerra viva` visiones sobre una sociedad de frontera (1822-1859). Un análisis historiográfico de las memorias estadísticas de la época los autores oriundos de la región”. Tesis de grado, Maestría en Historiografía de México. UAM-A, 1998.

21 Un ejemplo es el texto de José Guadalupe Romero: Noticias para formar la historia y estadística de Michoacán.

22 José María Luis Mora, México y sus revoluciones. México, Instituto Cultural Helénico–FCE, 1986, Tomo 1, p. VII.

Page 20: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

20

De manera muy temprana se publicaron cuadros y ensayos históricos, sus

autores son ampliamente conocidos: Carlos María Bustamante, el Dr. Mora,

Lorenzo de Zavala y Lucas Alamán. Conviene señalar las características generales

de su escritura, pues ellos iniciaron una nueva forma de escribir la historia que

dominó el siglo XIX.

Los autores eran políticos, periodistas y también historiadores, pero

fundamentalmente eran “publicistas”. La suya era una historia inminentemente

política, de corte testimonial que se escribió para defender una causa, buscaron

“esclarecer la verdad” discutiendo los enfoques y los juicios de los autores que les

precedieron. Por ejemplo, Zavala en su Ensayo histórico de la Revoluciones (1831) y

Mora con su Méjico y sus revoluciones (1836) buscaban rebatir los juicios e

inexactitudes que Bustamante presenta en su Cuadro histórico (1822) y la obra de

Mariano Torrente, éste último –según Zavala– escribió bajo el encargo de Fernando

VII de España. Más tarde, José María Bocanegra escribiría Memorias para la historia

de México independiente (1862) buscando la imparcialidad que, a su juicio, no

alcanzaron los textos de Bustamante, Zavala, Mora, Alamán, entre otros.

En la nueva escritura, que con el tiempo se llamaría “historiografía liberal”,

los autores privilegiaron la documentación aún sobre su memoria, a pesar de

tratarse de testigos y connotados actores políticos; sus interlocutores en primera

instancia no son mexicanos sino que sus obras se dirigieron a “las naciones

civilizadas” y, en especial, al público europeo. En sus explicaciones excluyeron la

intervención de la Providencia, al igual que los racionalistas del siglo XVIII, de

modo que los hechos históricos cobraban sentido por causas naturales y humanas.

En este sentido puede afirmarse que Bustamante fue el último historiador

Page 21: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

21

mexicano providencialista.23 La historia se concibe, como dijera Mora, como

“empresa de individualidades sobresalientes”.

La memoria que les interesó registrar era fundamentalmente el pasado

inmediato como parte de un diagnóstico de la sociedad en la que vivían, retrataron

su sistema político, su estructura socioeconómica y sus riquezas naturales,

convencidos de que el pensamiento humano era capaz de conocer los hechos

sociales y naturales y utilizar ese conocimiento para modificarlos.

Así, Lorenzo de Zavala en su Diario de Viaje a los Estados Unidos (1834)

comparó las instituciones norteamericanas con las mexicanas.24 Al narrar sus

experiencias en cada estado de la Unión Americana, expone la organización de los

poderes, el derecho al voto, el funcionamiento del ejército, etc., y transmite al lector

su admiración por los valores públicos norteamericanos: la tolerancia religiosa y el

respeto a las libertades públicas.

Escribieron también como una “vindicación”, el mejor ejemplo es el texto de

Mora Revista política de las diversas administraciones que la República Mexicana ha

tenido desde 1837, en la que hace un alegato de los enfrentamientos entre “el partido

del progreso” y “el partido del retroceso” durante la administración de Valentín

Gómez Farías y en la que él participó activamente.

Desde una perspectiva netamente política, se observa en la obra de Zavala y

Mora una definición acabada y sistemática de un programa partidista consolidado

en 1831-1833, cuando como grupo político accedió al poder con Vicente Gómez

Farías como vicepresidente y Antonio López de Santa Anna como presidente de la

23 Gloria Villegas asienta que para Bustamante la mano de la Providencia es inobjetable, la

excepcionalidad individual se explica en función de hombres predestinados que aceptan su misión divina. Así los héroes son aquellos que fueron capaces de concebir ideas que se identifiquen con el curso que la Providencia tiene trazado para el país. Gloria Villegas Moreno, “Reflexiones en torno al motor de la historia”, en Cuadernos de Filosofía y Letras, No. 1. México, UNAM\FFyL, 1985, p. 55.

24 Resulta interesante que Zavala publicara este libro en París casi al mismo tiempo que Alexis de Tocqueville diera a la imprenta sus primeros volúmenes de La democracia en América.

Page 22: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

22

República. Lorenzo de Zavala en su “Memoria de Gobierno del Estado de México

por los años 1831-32” presentó los fundamentos de su gobierno ofreciendo una

síntesis representativa de la postura del “partido del progreso”.25

El documento doctrinario más difundido es el “Programa del Partido del

Progreso” elaborado por el Dr. Mora en el que proponía la libertad de imprenta,

abolir los fueros del clero y la milicia, la supresión de las instituciones monásticas,

conocer y amortizar la deuda pública con los bienes del clero, destruir el

monopolio educativo de la Iglesia, y la libertad de imprenta, pues los grupos

clericales defendían la censura para impedir que desde la prensa se atacara el

dogma. Resulta evidente que ambos documentos otorgan una excesiva centralidad

al conflicto entre la Iglesia y el Estado, debido a su carácter programático, en

cambio sus historias revelan una profunda discusión filosófico doctrinaria.

Zavala en su Ensayo histórico de las Revoluciones (1831) articuló la escritura de

la historia con la doctrina liberal. Esta amalgama se expresa en una denostación del

pasado virreinal para justificar la Independencia. Para Zavala la Colonia “es un

periodo de silencio, sueño y monotonía”, en cambio la Independencia permitió que

México progresara en la carrera de la libertad con la destrucción de los “intereses

creados por la superstición” (encarnada en la Iglesia) y el despotismo (de la

Corona).26

25 Zavala en su Memoria explicó que los liberales querían abolir las órdenes o estamentos para

construir una sociedad en la que los ciudadanos fueran iguales ante la ley, ello implicaba suprimir la “aristocracia eclesiástica”, que a su juicio existía en el país. Para Zavala una profunda reforma jurídica era necesaria ya que la Constitución de 1824 era un documento de transacción entre el partido del progreso y los serviles “porque al lado de las declaraciones de soberanía popular, creación de cámaras populares, libertad de imprenta, y otros semejantes que son puramente democráticas, están la intolerancia de otros cultos fuera del romano, el reconocimiento de fueros privilegiados, y el status quo de los establecimientos eclesiásticos y monacales, que han consagrado nuestras leyes coloniales”. Por ello exhortaba a los legisladores a “formar una democracia absoluta, sin mezcla de otros elementos heterogéneos”. Lorenzo de Zavala, Memoria de Gobierno del Libre y Soberano Estado de México para los años 1831\1832. Toluca, Imprenta del Estado, 1833, p. 34.

26 Lorenzo de Zavala, Ensayo histórico de las Revoluciones de México desde 1808 hasta 1830. México, F CE-Instituto Cultural Helénico, 1985, vol. 1, pp. 15 y 19.

Page 23: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

23

Mora, en la ya mencionada historia, considera que la revolución liberal en el

ámbito político había concluido, sin embargo todavía faltaba una última y

profunda batalla en el campo axiológico que condujera a crear una nueva moral

social que --en palabras de nuestros días-- permitiera establecer un Estado de

derecho en el que las masas conocieran sus deberes políticos y civiles y actuasen

conforme a la ley, sin influjo eclesiástico.27

Pronto se inició una disputa por el momento fundacional de la nueva nación.

Zavala y Mora al tratar de desmarcarse del pasado colonial señalan que el país se

fundó con la Independencia; en cambio, Alamán trató de recuperar algunas de las

instituciones virreinales y, con ellas, su pasado. Los héroes fueron también materia

de disputa, los dos primeros eligieron a Hidalgo, mientras que el último se inclinó

por Iturbide, quien había planteado un tránsito pacífico del orden colonial a la

nación independiente.

Las interpretaciones históricas maniqueas han presentado la historia

mexicana del siglo XIX como la irreconciliable lucha entre los partidos liberal y

conservador. El primero representado por Mora, el segundo fundado por Alamán.

No obstante, el riguroso y ya clásico estudio de Charles Hale: El liberalismo

mexicano en la época de Mora ha mostrado los muchos puntos coincidentes entre

ambos intelectuales: pertenecían al mismo grupo masónico escocés; defendieron

los intereses de los propietarios; sentían el mismo temor a los grupos indígenas,

sector social que veían degradado. Hale mostró que Edumund Burke, el gran

inspirador del conservadurismo mexicano, influyó en ambos escritores, puesto que

Burke era el doctrinario del liberalismo inglés, defensor de la tradición y también

de la secularización, lo que lo convirtió en una influencia decisiva para liberales

27 Cfr. el capítulo “Estado de la moral pública”, en Mora, México y sus revoluciones, op. cit., vol.

1, pp. 547-551.

Page 24: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

24

como Benjamin Constant, quien a su vez fue un pensador fundamental para los

intelectuales de nuestro país.

Sin duda, en el periodo “prereformista” hubo un importante conflicto

ideológico, pero éste se focalizó en el papel que debía jugar la Iglesia en la nueva

nación y en el régimen político que debía establecerse: centralismo o federalismo.

Sin embargo, el resto del credo liberal: el habeas corpus, el jus naturalismo, el

constitucionalismo, el principio de representación política, la libertad de comercio

y propiedad, etc., eran aceptados por Alamán. Debe insistirse con Hale que el

conflicto de la década de 1830 no puede analizarse a la luz del conflicto ideológico

que se solidificó entre 1847 y 1853 a consecuencia de la derrota mexicana en la

guerra de los Estados Unidos y que conduciría al surgimiento de lo opción

monarquista.

David Brading en Los orígenes del nacionalismo mexicano propone una

interpretación similar pues afirma que en la primera mitad del siglo XIX el

conflicto se debió al enfrentamiento de las distintas facciones liberales.

Si bien el cuadro y el ensayo histórico han sido privilegiados por el análisis

historiográfico, estos no fueron las únicas formas de recuperar el pasado ni las más

difundidas.

A lo largo del siglo XIX los intelectuales se veían a sí mismos como parte de

una empresa colectiva para formar una identidad nacional, en la que las artes

liberales y su difusión tenían un sentido civilizatorio. Su sentido colectivo pudo

organizarse con base en nuevas formas de sociabilidad, que se mantendrían a lo

largo del siglo XIX: las logias, las tertulias y veladas literarias, las sociedades y

academias. Todas ellas fueron importantes para la difusión y reflexión de ideas,

doctrinas políticas y corrientes literarias que se plasmaron en la escritura y fueron

también fundamentales para que los ciudadanos se organizaran políticamente.

Page 25: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

25

La primera forma de sociabilidad fueron las logias masónicas que jugaron un

importante papel en la guerra de independencia, puesto que ofrecían a los

insurgentes una base organizativa clandestina que era a la vez una basta

organización internacional que apoyaba a los movimientos autonomistas con gran

eficiencia debido a su jerarquización. Antes de los partidos políticos fueron las

logias las que definían las corrientes políticas, después de la Independencia fueron

las logias yorquina y escocesa. Es una organización “moderna” en el sentido de

que la adhesión no era ya por corporaciones o estamentos como en el Antiguo

Régimen virreinal, sino que eran sociedades voluntarias, de ciudadanos que

establecían solidaridades y a ellas pertenecieron la gran mayoría de los hombres

políticos.28

Las academias y sociedades que surgieron en la década de 1830 tenían un

doble propósito: animar el intercambio de ideas e instruir al gran público. Lucas

Alamán en 1831 fundó desde la Secretaría de Relaciones y para fomentar la cultura

del país, la Sociedad de Literatos, la que sin embargo ha sido poco estudiada.29 En

cambio, los historiadores de la literatura mexicana han centrado su atención en la

Academia de Letrán.

Fue fundada en 1836 por un grupo de jóvenes: José María Lacunza, Juan

Neponucemo Lacunza, Manuel Tossiant Ferrer y Guillermo Prieto. Su objetivo era

formar una literatura nacional, en palabras de Prieto era “su tendencia decidida a

mexicanizar la cultura, emancipándola de toda otra y dándole carácter peculiar”.

Al núcleo original se irían incorporando los escritores citadinos, sin importar la

28 François Xavier Guerra, Del Antiguo Régimen a la Revolución. México, FCE, 1988, Vol. II, p.

332. 29 María del Carmen Ruiz Castañeda, “Introducción a José Justo Gómez de la Cortina” en La

misión del escritor, op. cit., p. 49.

Page 26: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

26

facción política en la que se inscribían.30 En palabras de Prieto, “Con la Academia

de Letrán se produce una ruptura en la costumbre de ejercicio de la literatura: deja

de ser propiedad de religiosos y gente educada gracias a su posición social y

económica”.31

Es así como la existencia misma de la Academia fue un ejercicio de un

programa liberal. La participación individual de sus miembros muestra que habían

interiorizado su condición de ciudadanos, eran las elites ilustradas que --como

diría Guerra-- eran “las que piensan” y se piensan como “la voz de la nación”.32

La Academia, además de funcionar como lo que hoy llamaríamos un “taller

literario”, ofrecía conferencias sobre gramática, poesía y sus miembros

reflexionaban sobre el objeto de las artes liberales, su principal publicación fue el

anuario titulado El año nuevo. El primero, publicado en 1837, ilustra la búsqueda de

una identidad nacional a partir de la negación de toda herencia hispánica. A juicio

de Marco Antonio Campos la colonia y “todo lo español (instituciones, cultura,

costumbres) se presentaban como una abominación autoritaria”.33 A cambio se

30 Dos notables excepciones fueron el Conde de la Cortina y Manuel Eduardo Gorostiza, pues

no participaron en la Academia. Entre 1836 y 1840 pasaron por la Academia los jóvenes Luis Martínez de Castro, Eulalio María Ortega, Joaquín Navarro, Antonio Larrañaga, Ignacio Rodríguez Galván, Fernando Calderón, Ignacio Ramírez, Manuel Payno, Ramón Isaac Alcaraz, José María Lafragua, Ignacio Aguilar y Marocho, Clemente de Jesús Murguía, Félix María Escalante, Casimiro del Colado, José María Pacheco, Agustín A. Franco, y se integrarían al grupo, “varias glorias de la época”: Andrés Quintana Roo, Francisco Ortega, José Joaquín Pesado, Manuel Carpio, José María Tornel, el rector Iturralde, los abogados Francisco Modesto Olaguíbel y Joaquín Cardoso y el arqueólogo Isidro Rafael Góndra. La Academia llegó a tener corresponsables en varias ciudades de la República como Gabino Ortiz en Morelia y José María Esteva en Veracruz. Marco Antonio Campos “La Academia de Letrán”, en Literatura Mexicana, Vol. VIII, No. 2, UNAM, 1997.

31 Fernando Tolá, “Prólogo a los Años Nuevos”, citado por Campos, op. cit., p. 572. 32 Guerra, Del Antiguo Régimen a la Revolución, op. cit., Vol. II, p. 333. 33 Así en El Año Nuevo de 1837 Alpuche publicó el poema “Moctezuma” en el que presenta

todo lo español como “sanguinario”. Eulalio María Ortega en su poesía “La batalla de Otumba”, jura que los mexicanos cruzarán el Atlántico y aniquilarán España de modo que “no se halle un español en todo el mundo”. Campos, op. cit., p. 572.

Page 27: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

27

muestra una idealización del pasado prehispánico. Acaso una de las mayores

contribuciones de la Academia fue el impulso que dio a la prensa.34

La publicación El año nuevo se inscribía en la tradición iniciada por El Iris

(1826), periódico crítico literario. Dirigido por Florencio Galli, Claudio Linat y José

María Heredia, poeta cubano al que se le atribuye la introducción del romanticismo

a México. La mayor parte de sus páginas se dedicaban a ensayos con un contenido

muy diverso, pero destaca su preocupación por formar una ciudadanía. Por

ejemplo, se propone una didáctica para hacer atractiva la pedagogía de la moral en

el individuo, en otro se propone que la educación civil realza el mérito del hombre.

En un ensayo titulado “historia contemporánea” se señala la importancia de que

América estudie su historia contemporánea para no caer en el despotismo político

ni “moral”. No por ello descuidaba los temas de actualidades y novedades: los

últimos descubrimientos sobre la electricidad, sobre la cristalización de las sales y

ensayos sobre la literatura romántica alemana y en especial sobre Goethe.35

La prensa fue a lo largo del siglo XIX el espacio privilegiado de discusión y

polémica de los problemas nacionales, de denuncia al gobierno y de acción

pedagógica. Es también el espacio de la caricatura, de las cátedras sobre nociones

constitucionales y ahí se publicaban novelas europeas por entregas,36 el cuadro de

costumbres y el cuento. Cada uno de estos géneros imponía sus formatos y reglas

34 Dos periódicos fundados a partir de la Academia fueron El Museo Mexicano dirigido por

Guillermo Prieto y Manuel Payno y El Liceo Mexicano en el que participaron Agustín A. Franco, Luis Martínez de Castro, Joaquín Navarro y Ramón Isaac Alcaraz.

35 El Iris. Periódico Crítico y Literario. Edición Facsimilar. Introducción de María del Carmen Ruiz Castañeda, México, UNAM/IIB, 1988.

36 Las novelas, el género decimonónico por excelencia, comenzaron a publicarse en episodios que se imprimían en la parte inferior de las páginas de los periódicos (que luego podían recortarse y encuadernarse). Los editores mexicanos introdujeron esta práctica iniciada por La Presse de París en 1836 con el objeto de aumentar la circulación y disminuir los precios, tuvo tal éxito que pronto todos los periódicos publicaban novelas por entregas, e incluso el Diario Oficial en 1846 imprimió como folletín El Padre Goriot de Balzac. José Ortiz Monasterio, Historia y ficción. Los dramas y novelas de Vicente Riva Palacio. México, Instituto Mora-UIA, 1993, p. 181.

Page 28: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

28

de escritura, y en su conjunto conformaron el horizonte de enunciación de los

autores, y el horizonte de expectativas del público.

Acaso una de las mayores contribuciones de la Academia fue el impulso que

dio a la prensa. Los miembros de la Academia de manera conjunta editaron Los

Años Nuevos y dieron forma a innumerables periódicos. El primero fue El Museo

Mexicano dirigido por Guillermo Prieto y Manuel Payno y El Liceo Mexicano en el

que participaron Agustín A. Franco, Luis Martínez de Castro, Joaquín Navarro y

Ramón Isaac Alcaraz.37 En lo esencial, gracias a los miembros de la Academia de

Letrán, los años cuarenta fueron una magnífica década de ediciones periódicas.

Ellas son la base de las publicaciones literarias, e incluso de un diario como El Siglo

Diez y Nueve, que se fundó en 1841 y duró hasta 1896.38

La crítica literaria contemporánea afirma que la Academia presentaba signos

de fractura desde 1842, y atribuye su desaparición a diferencias políticas.39

Entre los muy diversos temas de debate que abordó la prensa cabe destacar

dos: ¿Cuáles eran los elementos constitutivos de la nueva identidad nacional? y

¿En qué pasado habría de fincarse la identidad?

La mayoría de los polígrafos se inclinaron por el romanticismo como medio

de expresión, los menos por el neoclasicismo. Conviene detenerse para circundar

los rasgos generales del romanticismo. Éste --al igual que el liberalismo-- era una

forma de percibir la realidad y una forma de expresión, acaso se trata de “una

37 Campos, op. cit., p. 572. 38 La mayoría de los que participaron en las reuniones de la Academia de Letrán están

presentes en El Museo Popular (1840), El Apuntador (1841), El Seminario de las señoritas mejicanas (1842), El Museo Mexicano (1844), La Guirnalda (1844), La Revista Científica y Literaria (1845), El Católico (1846) y en el Presente Amistoso de 1847. Campos, op. cit., p. 591.

39 Prieto escribe en sus Memorias: “La Academia de Letrán había decaído lastimosamente: la política había surtido en su seno efectos de envenenamiento”. La primera separación, a causa de la política, fue la de José Joaquín Pesado, quien incorporó en 1838 como secretario del Interior al gobierno de Anastasio Bustamante. Pesado aunque dejó de participar en las actividades continuó en las publicaciones del grupo, pues colaboró en El Año Nuevo de 1839 y 1840.

Page 29: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

29

estética difusa”, ya que las variaciones locales e históricas son tan profundas que

no se puede formular una teoría crítica. Goethe por ejemplo, identificaba el

clasicismo con la salud y el romanticismo con la enfermedad; en cambio, Víctor

Hugo identificó el romanticismo con el liberalismo y la revolución.

Del amplísimo espectro de manifestaciones románticas la que mayor impacto

tuvo en México fue el romanticismo francés, impulsado por las guerras

napoleónicas y que fungieron como catalizadores de los nacionalismos europeos

marcados por la imitación del folklore, o la búsqueda de una ficción histórica en

verso o prosa que recuperaba el periodo medieval. Una tercera ola en la década de

1830, propiciada por los cambios de régimen político en Grecia, Bélgica y Francia, y

los levantamientos armados en Italia y Polonia, consolidaron las tendencias

nacionalistas, que habían aflorado desde la primera década del siglo XIX, dando

inicio al realismo romántico en el teatro y la novela con una cercana identificación

con el liberalismo político y los socialismos utópicos.40

Con todas estas salvedades y al señalar las características que compartieron el

romanticismo mexicano y europeo se puede afirmar que en la escritura se exaltó al

individuo, convirtiendo sus acciones en la explicación del acontecer, por lo tanto

intentó penetrar en la explicación de las pasiones y motivos humanos. Sin importar

géneros o formatos, amalgamaron la descripción exhaustiva, el individuo como

actor central y eje de la narración histórica con el encantamiento por el pueblo y su

folklore basado en la viva creencia de un espíritu del pueblo (Volksgeist).

Josefina Zoraida Vázquez indica que el pueblo era visto como un personaje

homogéneo de la historia y el pasado era la única explicación del genio. La historia

patria y toda manifestación cultural, e incluso de la naturaleza, eran medios para

formar una identidad nacional. La narración busca recrear el ambiente así se

40 “Romanticism”, en Encyclopedia Britannica, 1967, Vol. 19, p. 561.

Page 30: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

30

describe el paisaje, la arquitectura, las costumbres y los personajes principales, no

como personas sino como héroes de la patria, que gracias a fuerzas espirituales y

misteriosas lograron comprender el espíritu del pueblo.41

La vertiente romántico revolucionaria tuvo una gran recepción en México,

primero a través del “Prólogo” de Victor Hugo a Cromwell más conocido como el

“Manifiesto romántico”(1827), y el realismo romántico de Alejandro Dumas, poco

después la novela histórica de Walter Scott, Honorato Balzac y Eugenio Sue, que se

convirtieron en referentes e interlocutores obligados. Por ejemplo, en 1844 José

María Lafragua en la sesión inaugural del Ateneo Mexicano leyó el discurso

“Carácter y objeto de la literatura” en el que dialoga y disiente de las ideas

expuestas por Hugo en el “Prefacio”42, lo que también hizo Luis de la Rosa para

proponer la función que deben tener las artes liberales en México.43

41 Josefina Zoraida Vázquez de Knauth, Historia de la historiografía. México, Ediciones Ateneo,

S.A., 1978, p. 105. 42 Blanca Estela Treviño sintetiza de la siguiente manera la recepción que Lafragua hace de

Hugo: En la primera parte de su disertación, el escritor mexicano parte de la convicción de la que la “literatura no es más que la expresión moral del pensamiento de la sociedad”, y para trazar el devenir histórico de la misma, Lafragua, siguiendo a Víctor Hugo, emprende una revisión de la poesía occidental caracterizándola desde sus orígenes. De los tres grandes periodos en que el autor francés dividió la tradición literaria de Occidente, el escritor mexicano rescata dos: la edad primitiva y la edad antigua; la oda y la epopeya. Sin embargo, el drama desaparece de su elocución, omite la tercera categoría que Hugo establece como el eje medular de su estética. Lo que en el “Prefacio” había quedado dominado como la “sociedad moderna” pasa a ser en el ensayo de Lafragua “la sociedad media” caracterizada, según él, por la imitación de “antiguos modelos” y seguida por otra de “mal gusto y exageración”. Si prescinde de la poesía dramática, como expresión de la tercera edad, es porque caracteriza la modernidad, como lo había hecho Víctor Hugo (a partir del advenimiento del cristianismo) “lo hubiera llevado necesariamente a reivindicar el valor de lo siniestro como elemento constitutivo de la estética romántica”, opuesta al pensamiento neoclásico que Lafragua profesaba con relación al carácter de la literatura. Blanca Estela Treviño, “Nota introductoria a José María Lafragua”, en La Misión del escritor, op. cit.

43 Víctor Díaz Arciniega en su estudio introductorio a De la Rosa muestra que nunca se refiere a Hugo y sí lo alude reiteradamente. “De la Rosa difiere en forma rotunda de Hugo, a partir de la noción del concepto básico de la literatura. El mexicano la formula como un quehacer cultural mientras que el francés la pone como una expresión artística; el primero busca a través de la literatura la creación y conformación de una tradición cultural y el segundo aspira a la transformación del arte; en aquél resuenan los propósitos instructivos pregonados por el neoclasicismo y en éste se escucha la beligerancia del romanticismo y, por último, De la Rosa concibe a la literatura como un medio útil para la sociedad y Hugo como un fin estético”. Díaz Arciniega señala que Hugo “se rebelaba contra las normas que, como indicaba, tanto daño hicieron

Page 31: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

31

Altamirano en su célebre Revistas Literarias de México (1868) atestigua que a

Scott se debía agradecer que diera a “conocer en todo el mundo con sus

encantadoras leyendas la historia de su país antes muy ignorada.44 De Hugo señaló

que Los miserables era “la más grande novela social de nuestro siglo” y aseguró que

sería leída “mientras haya quienes sufran sobre la tierra”.45 Dumas era el escritor

que había “vulgarizado gran parte de la historia de Francia”. A sus novelas más

conocidas: Los tres mosqueteros, Veinte años después y La máscara de Hierro, se

agregaba San Felice que el propio Dumas presentaba como “un monumento a la

gloria del patriotismo napolitano”, pues relata la revolución de este pueblo contra

los borbones y la proclamación de la República Partenópea a fines del siglo

pasado.46 Junto con Hugo, consideraba Altamirano, era el mejor representante de

una “historia filosófica” o del romanticismo revolucionario. Cada una de las obras

realistas de Balzac --según el liberal mexicano-- “es un estudio de la sociedad

moderna con sus dolores y sus esperanzas, con sus vicios y sus virtudes”.47

De la Rosa –como ya se ha señalado—explícitamente señaló que la historia

era parte de la literatura, con elementos propios que la distinguían de la ficción. El

para el desarrollo del arte dramático francés. No obstante, Luis de la Rosa retomó de Víctor Hugo la revisión de la Historia y se apropió de ella a partir de una nueva perspectiva”. En cambio para De la Rosa lo anterior de 1810 no existía. En su conclusión cifraba su propuesta: tras “la sangrienta guerra de Independencia, hubo ya verdadera poesía, hubo inspiración, porque se concibió ya la esperanza de tener patria”.

Por último, resulta significativa la exhortación final que Luis de la Rosa hizo a su público, pues en ella soslayaba tanto una crítica a los admiradores de Hugo y del romanticismo y a los escépticos que ponderaban a la literatura como una ocupación frívola e inútil, como subrayaba su propuesta de literatura útil para la creación de la cultura “nacional”. En sus palabras finales, que las avala con su convencimiento, se alcanzan a percibir la tópica característica de la época –en donde la Naturaleza ocupa un lugar preponderante—y, sobre todo, el concepto de un amplio programa cívico y moral indispensable para contrarrestar el caos imperante y para comentar el porvenir de México”. Víctor Díaz Arciniega, “Nota introductoria a Luis de la Rosa”, en La Misión del escritor, op. cit., pp. 82-84.

44 Altamirano, “Revistas literarias”, en La literatura nacional. Prólogo y notas de José Luis Martínez, México, Porrúa, 1949, p. 31.

45 Idem, p. 34. 46 Idem, p. 32. 47 Idem, p. 34.

Page 32: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

32

historiar era una actividad erudita, guiada por la filosofía que permitía el estudio

del “corazón humano” y de “sus instintos y pasiones”. Necesitaba de la crítica para

“discernir la verdad o falsedad de los hechos”, sin la cual la historia terminaría

siendo fábula o novela.

Quizá lo más interesante de la conferencia de De la Rosa era su exhortación a

escribir una historia romántica, que merece citarse en extenso.

El historiador debía poseer “una imaginación viva y una ardiente fantasía”,

de otra manera

los cuadros de la historia serían inanimados y no dejarían impresión alguna en el espíritu de los lectores, ni conmoverían el corazón profundamente. Es cierto que la historia no debe ser sino la relación fiel de los hechos y su más verídica exposición; pero la imaginación es necesaria para dar a los hechos que se refieren y a las escenas que se describen ese tinte de verdad, ese colorido de vida, ese tono dramático que es necesario para dar interés a los

hechos que se refieren y hacer que se graben en la memoria.48

De hecho, del romanticismo mexicano como movimiento nacionalista estaba

sólidamente cimentado desde la década de 1830, su principal tópico se refería a la

imagen que los literatos proyectaban sobre el pasado: la conquista como

destrucción. El romanticismo amalgamado con el liberalismo presentaba la firme

convicción en la función civilizadora de las artes liberales, en la riqueza legendaria

de México y en la libertad como condición para el florecimiento de las artes y las

ciencias.

Veamos cómo estos elementos se expresaron en el pensamiento de un grupo

de polígrafos que pertenecieron a El Ateneo. Éste se formó a partir de la Academia

de Letrán, sus principales miembros fueron Andrés Quintana Roo, José María

Lafragua, Guillermo Prieto, Francisco Ortega, Luis de la Rosa, entre otros. Su

48 De la Rosa, “Utilidad de la literatura”, en La misión del escritor, op. cit., p. 99.

Page 33: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

33

objetivo era fundar “un establecimiento que no solamente fuese conservador de las

luces, sino el manantial de donde se difundiese éstas...”.49 Sus miembros se

reunían semanalmente para presentar trabajos en los que se reflexionaba sobre el

sentido de la historia y la literatura, la economía, la agricultura del país, etc.50

En 1844 José María Lafragua en la sesión inaugural del Ateneo Mexicano leyó

el discurso “Carácter y objeto de la literatura” en el que dialoga y disiente de las

ideas expuestas por Hugo en el “Prefacio”,51 lo que también hizo Luis de la Rosa

para proponer que la función que debían tener las artes liberales en México era

crear una tradición cultural, mientras que el novelista francés aspiraba a la

transformación del arte. Hugo había hecho una revisión de la poesía occidental

caracterizándola desde sus orígenes. Para De la Rosa lo anterior a 1810 no existía.

En su conclusión cifraba su propuesta: tras “la sangrienta guerra de

Independencia, hubo ya verdadera poesía, hubo inspiración, porque se concibió ya

la esperanza de tener patria”. La escritura en cualquiera de sus géneros era el

vehículo para difundir un amplio programa cívico y moral.52 En ello coincidía

49 Introducción al Tomo I del Ateneo, p.1, citado por David B. Crow, “Nota introductoria a

Francisco Ortega”, en La misión del escritor, op. cit., p. 128, nota 1. 50 Ibid. 51 Blanca Estela Treviño sintetiza de la siguiente manera la recepción que Lafragua hace de Hugo:

Lafragua, siguiendo a Víctor Hugo, emprende una revisión de la poesía occidental caracterizándola desde sus orígenes. De los tres grandes periodos en que el autor francés dividió la tradición literaria de Occidente, el escritor mexicano rescata dos: la edad primitiva y la edad antigua; la oda y la epopeya. Sin embargo, el drama desaparece de su elocución, omite la tercera categoría que Hugo establece como el eje medular de su estética. Lo que en el “Prefacio” había quedado dominado como “la sociedad moderna” pasa a ser en el ensayo de Lafragua “la sociedad media” caracterizada, según él, por la imitación de los “antiguos modelos” y seguida por otra de “mal gusto y exageración”. Si prescinde de la poesía dramática, como expresión de la tercera edad, es porque caracteriza la modernidad, como lo había hecho Víctor Hugo (a partir del advenimiento del cristianismo) “lo hubiera llevado necesariamente a reivindicar el valor de lo siniestro como elemento constitutivo de la estética romántica”, opuesta al pensamiento neoclásico que Lafragua profesaba con relación al carácter de la literatura. Blanca Estela Treviño, “Nota introductoria a José María Lafragua”, en La misión del escritor, op. cit.

52 Víctor Díaz Arciniega, “Nota introductoria a Luis de la Rosa”, en La misión del escritor, op. cit., pp. 82-83.

Page 34: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

34

Lafragua al afirmar que la “literatura no es más que la expresión moral del

pensamiento de la sociedad”.53

Así es como en México el romanticismo adquirió una doble connotación, fue

nacionalista y pedagógico. Al señalar las características que compartieron el

romanticismo mexicano y europeo se puede afirmar que en la escritura se exaltó al

individuo, convirtiendo sus acciones en la explicación del acontecer, por lo tanto

intentó penetrar en la explicación de las pasiones y motivos humanos. Sin importar

géneros o formatos amalgamaron la descripción exhaustiva, el individuo como

actor central y eje de la narración histórica con el encantamiento por el pueblo y su

folklore basado en la viva creencia de un espíritu del pueblo (Volksgeist).

El pueblo era visto como un personaje homogéneo de la historia y el pasado

era la única explicación del genio. La historia patria y toda manifestación cultural e

incluso de la naturaleza eran medios para formar una identidad nacional. La

narración buscó recrear el ambiente así se describe el paisaje, la arquitectura, las

costumbres y los personajes principales, no como personas sino como héroes de la

patria que gracias a fuerzas espirituales y misteriosas lograron comprender el

espíritu del pueblo.54

La memoria histórica adquiere una renovada importancia para la literatura, y

con ella la historia como parte de ésta. De la Rosa explícitamente señaló que el

historiar era una actividad erudita, guiada por la filosofía que permitía el estudio

del “corazón humano” y de “sus instintos y pasiones”. Necesitaba de la crítica para

“discernir la verdad o la falsedad de los hechos”, sin la cual la historia terminaría

siendo una fábula o novela.

53 Citado por Blanca Estela Treviño, “Nota introductoria a José María Lafragua”, en La misión

del escritor, op. cit. 54 Vázquez de Knauth, Historia de la historiografía, México, Ediciones Ateneo, S.A., 1978, p.

105.

Page 35: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

35

Quizá lo más interesante de la conferencia de De la Rosa que pronunció en el

Ateneo era su exhortación a escribir una historia romántica, por lo que merece

citarse en extenso.

El historiador debía poseer “una imaginación viva y una ardiente fantasía”

de otra manera

los cuadros de la historia serían inanimados y no dejarían impresión alguna en el espíritu de los lectores, ni conmoverían el corazón profundamente. Es cierto que la historia no debe ser sino la relación fiel de los hechos y su más verídica exposición; pero la imaginación es necesaria para dar a los hechos que se refieren y a las escenas que se describen ese tinte de verdad, ese colorido de vida, ese tono dramático que es necesario para dar interés a los hechos que se refieren y hacer que se graben en la memoria.55

De hecho, del romanticismo mexicano como movimiento nacionalista estaba

sólidamente cimentado desde la década de 1830. Su principal tópico se refería a la

imagen que los literatos proyectaban sobre el pasado: la conquista como

destrucción. El romanticismo amalgamado con el liberalismo presentaba la firme

convicción en la función civilizadora de las artes liberales, la riqueza legendaria de

México y la libertad como condición para el florecimiento de las artes y las

ciencias.

El interés central siguió siendo formar una identidad y una cultura nacional

por lo que se continuó devaluando las manifestaciones culturales del periodo

virreinal. Para Lafragua “nuestra literatura hasta 1821, con muy honrosas

excepciones, estuvo reducida a sermones y alegatos, versos de poco interés,

descripciones de fiestas reales y honras fúnebres y alguna letrilla erótica. Ni podía

ser de otra manera cuando la sociedad no tenía carácter propio”.56 No obstante,

55 De la Rosa “Utilidad de la literatura” en La Misión del escritor, op. cit., p. 99. 56 Lafragua, “Carácter y objeto de la Literatura”, en La misión del escritor, op. cit., p. 75.

Page 36: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

36

reconocía la importancia de la obra de los principales intelectuales novohispanos

del siglo XVIII: Clavijero, Alegre, Cárdenas y León, Muñoz y Molina, Portillo y

Galindo, aunque insistió en que “las ciencias eclesiásticas, el derecho y la historia

eran los teatros en que se distinguían los ingenios mexicanos, cuya fecundidad se

empleaba en la literatura latina más que en la propia”.57 Luis de la Rosa de

manera aún más contundente que Lafragua, hizo del pasado prehispánico y

colonial para señalar a la Independencia como el origen del verdadero México

pues “en donde no hay patria no hay poesía”.

Como balance de las primeras décadas del México independiente, Lafragua

señala que

vino la independencia; y durante tres lustros, la patria, el gobierno y la libertad ocuparon exclusivamente nuestros ánimos. Y aunque este campo era vasto, la literatura no podía fecundarlo, porque la política tenía en continua acción a todos los resortes sociales.

Esta apreciación, que sin duda era acertada, ponía en duda uno de los

elementos constitutivos del horizonte de enunciación de los autores revisados. “El

arte por el arte” no se había afirmado como principio, sino que el ejercicio de las

letras encontraba su sentido por sus funciones sociales: la formación de valores

ciudadanos y de una identidad nacional.

Los literatos al igual que los polígrafos de las décadas anteriores eran activos

actores políticos. Francisco Ortega, también miembro del Ateneo, manifestaba que

“se cree que llamados los literatos al desempeño de las funciones administrativas y

legislativas, no pueden entregarse al cultivo de las letras con el desempeño y el

buen suceso que lo harían, si fueran ellas su ocupación exclusiva”. A lo que

responde airadamente “¿Por ventura Bossuet y Fenelon no eran hombres muy

ocupados, sin que por eso dejaron de ser eminentes literatos? ¿Qué funcionario

57 Idem, p. 74, nota 5.

Page 37: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

37

público tendrá hoy más negocios que Cicerón, el primero de los oradores romanos,

y acaso también el primero de los filósofos?”.58

Para Ortega, y éste como representante de un siglo, el cerrado tejido que

formaban las letras --en sentido amplio-- y la política era posible e incluso

deseable, y haciendo eco a la erudición y aún al conocimiento enciclopédico

proponía que se perdiera “el temor de que se introduzca el cisma entre las ciencias

y las bellas letras, y llegue a romperse el vínculo indisoluble que las tendrá

perpetuamente unidas”.59

La derrota mexicana en la guerra de 1847 obligó a los intelectuales a repensar

cuál debía ser el rumbo político que el país debía adoptar, y cuál sería su mejor

sistema político, pues México parecía amenazado con desaparecer como nación

independiente. Paulatinamente se consolidó una opción monarquista, que veía en

la religión católica el único lazo que podría mantener unidos a los mexicanos.

La incidencia del acontecer político en el periodo 1848-1853 en la

conformación de los llamados partidos liberal y conservador se analizará en este

Eje de trabajo con la lectura de un fragmento de la obra de Hale: El liberalismo

mexicano en la época de Mora, por lo que baste señalar muy brevemente el desarrollo

literario y los intentos por reflexionar sobre el pasado inmediato y sobre el

acontecer diario, mostrando la estrecha relación entre el costumbrismo, la prensa y

el conocimiento histórico.

En 1849 se estableció la Constitución de 1824, lo que alentó un renacimiento

literario. En la ciudad de México en 1850 se fundó el Liceo Hidalgo. En los estados

se formaban otras sociedades similares, y en otras ciudades aparecían nuevos

58 Francisco Ortega, “Sobre el porvenir de la literatura”, en La misión del escritor, op. cit., p.

138. 59 Idem, p. 139.

Page 38: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

38

periódicos literarios, o los políticos dedicaban una parte de sus columnas a la

poesía.

“El Liceo Hidalgo no era la única escuela; pero sí el núcleo”, recordaba

Altamirano en 1880, “porque los individuos que lo formaban eran en su mayor

parte distinguidos escritores y poetas, conocidos ya generalmente, y que

mantenían estrechas relaciones con todos los que cultivan las bellas letras en la

República”.60

Uno de los principales fundadores del Liceo era el entonces joven Francisco

Zarco. El Liceo dio a conocer en el país las literaturas inglesa y francesa, casi

ignoradas hasta entonces. Sus miembros escribieron poesía, pero se dedicaron

fundamentalmente a la oratoria política, la historia popular, el drama patriótico y a

las discusiones nacionalistas.

Aquello no era una simple escuela poética, sino un apostolado liberal que adaptaba las formas de la bella literatura para propagar sus ideas. No en balde, el nombre de su asociación que celebraba. Natural era que la poesía se empeñase entonces en cantar las glorias de la patria y de los héroes, como que éste era un deber fundamental. Por eso los jóvenes vates del Liceo Hidalgo

celebraron a porfía “las proezas de los héroes de 1810”.61

El mejor representante de un nuevo periodismo fue Francisco Zarco. Para

Zarco --que escribía en los diarios El Demócrata y El Siglo XIX--, la prensa debía

brindar los materiales necesarios para elaborar la historia contemporánea. Sus

artículos eran disertaciones históricas para ensalzar la democracia, para criticar a la

monarquía o ponderar el papel que había desempeñado el cristianismo en el

mundo. El periodista debía adoptar una postura para crear una conciencia

histórica que posibilitara a los ciudadanos comprender el sentido de la

Independencia por la que había que continuar luchando para consolidar sus

60 Ignacio M. Altamirano, “Poesía épica y poesía lírica en 1870”, en La literatura nacional. Prólogo y notas de José Luis Martínez, México, Porrúa, 1949, p. 268.

61 Idem, p. 276.

Page 39: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

39

logros. Zarco ilustra también el amplio espectro de posiciones liberales, pues él

defendía el liberalismo y la democracia como formas de cristianismo.

En 1850 escribía que:

México se vio conmovido por una asombrosa revolución que abolió la esclavitud, proclamó los derechos del hombre y ha tratado hasta el día de hoy de establecer la democracia, ese sistema único que hace la verdadera prosperidad de las naciones y que es el único que caracteriza la civilización positiva, y es conforme con el cristianismo, fuente de civilización, es decir de la

libertad.62

Con el fin de comprender lo inmediato y exaltar el heroísmo del pueblo

mexicano un grupo de destacados políticos: Manuel Gómez Pedraza, Mariano

Otero, José María Iglesias, Manuel Payno y Guillermo Prieto dieron forma a

Apuntes para la Guerra de los Estados Unidos (1848). Prieto explica en la introducción

que cada uno de los colaboradores

estampaba según su ingenio, ya sus impresiones, ya sus raptos de imaginación, ya sus recuerdos de patriotismo y ternura, ya sus afecciones o prevenciones más íntimas, ya sus juicios imparciales o apasionados, según su profesión, su

edad, su carácter, y el punto en que lo habían colocado los sucesos.63

No obstante, los autores se propusieron que su obra no fuera sólo testimonial

sino que los colaboradores contribuyeron a “colectar los documentos oficiales y el

mayor acopio de datos particulares”. Una segunda obra que se ocupó de la guerra

de 1845 es Recuerdo de la invasión norteamericana por un joven de entonces (1883) de

62Francisco Zarco, “Situación actual de la república”, en El Demócrata, 14-03, 1850, citado por

Silvestre Villegas Revueltas “Francisco Zarco”, en En busca de un discurso…op. cit., p. 143. 63 Citado en Begoña Arteta, “Guillermo Prieto”, en ibid., p. 40.

Page 40: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

40

José María Roa Bárcena que también fusiona el testimonio, la autobiografía y la

prueba documental.64

La preocupación por dar forma a un diagnóstico de la realizad nacional se

ejemplifica con dos obras completamente distintas, el clásico de Mariano Otero

(que revisarás en esta uea) y Viajes de orden suprema (1857) de Guillermo Prieto,

considerado como una obra costumbrista, Ésta inicia con el golpe de Estado que

derrocó a Mariano Arista en enero de 1853, gobierno en el que Prieto participaba

como secretario de Hacienda, “motivo por el cual se ve forzado a viajar por orden

suprema; como llama sarcásticamente a su obligado exilio”.65 Su recorrido por

diversos estados del país sirve de pretexto para retratar los paisajes, costumbres, su

situación socioeconómica (comercio, industria y producción agrícola). El texto

muestra dos constantes: la crítica a las instituciones religiosas y sus intereses (que

considera que impiden el crecimiento moral y económico de la sociedad y en

especial obstaculizaban a los grupos indígenas), y a la dictadura de Santa Anna.66

Los mismos objetivos que a través de la prensa que señalara Zarco en 1850 se

encuentran en José María Iglesias, quien escribió Revistas históricas sobre la

Intervención Francesa en México. Ésta es una recopilación de una serie de artículos

periodísticos que publicó en 1867. Originalmente fueron escritos por encargo de

Manuel Doblado, secretario de Relaciones y Gobernación, ante la inminente

intervención francesa. Las Revistas seguían un mismo formato, empezaban con una

acuciosa revisión de los acontecimientos ocurridos en Europa y Estados Unidos, ya

que Iglesias señalaba que “nada de lo que atañe a la cuestión extranjera puede

dejar de tener para nosotros un interés vital”. Para después informar sobre lo que

64 Debe por lo menos mencionarse otra obra que se ocupó de la guerra de 1847, Recuerdo de la

invasión norteamericana por un joven de entonces (1883) de José María Roa Bárcena. 65 Arteta, op. cit., p. 51. 66 Ibid, p. 51.

Page 41: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

41

ocurría en la parte intervenida del país y los logros del gobierno republicano. Para

terminar exhortando “al pueblo” a defenderse hasta la última extremidad […]

porque sabe que es indefectible la llegada del día en que ha de respirar libre de

peso que ahora le sofoca”.67

Cabe señalar que en las décadas de 1830 a 1850 a medida en que el

romanticismo fue adquiriendo relevancia en México, una buena parte de los

literatos imitaron los cánones europeos, la trama de los cuentos, noevelas y poesías

e incluso sus escenarios y paisajes. Esta tendencia Altamirano en 1868 la criticaba

duramente, pues consideraba que para que las letras se convirtieran en un

elemento de integración nacional era necesario que los temas, ambientes y

“temperamento” fuesen mexicanos. En palabras de este intelectual “la poesía y la

novela mexicanas deben ser vírgenes, vigorosas, originales, como lo son nuestro

suelo, nuestras montañas, nuestra vegetación”.68 Ello no implicaba que favoreciera

una cultura xenofóbica o insular, por el contrario, insistió en que se debían conocer

profundamente todas las escuelas literarias, “creemos que estos estudios son

indispensables; pero deseamos que se cree una literatura absolutamente nuestra,

como todos los pueblos tienen, los cuales también estudian los monumentos de los

otros, pero no fundan su orgullo en imitarlos servilmente”.69

Aunque disminuyó notablemente la producción a causa de la guerra

extranjera, debe señalarse que se publicaron los primeros trabajos etnográficos.

Manuel Orozco y Berra: Geografía de las lenguas indígenas de México, (1862).

Asimismo se continúa escribiendo bajo el género de los antiguos cuadros

67 Antonia Pi-Suñer Llorens, “José María Iglesias” en En busca de un discurso…” op. cit., pp.

162-164. 68Altamirano, Revistas, op. cit, p. 14. 69 Idem, p. 15.

Page 42: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

42

históricos, un ejemplo es José Guadalupe Romero: Noticias para formar la historia y

estadística de Michoacán. Pero éstas eran excepciones, como señala Altamirano:

¿quién no ha observado que durante la década que concluyó en 1867, ese árbol antes tan frondoso de la literatura mexicana, no ha podido florecer ni aún conservarse vigoroso, en medio de los desastres de la guerra? Era natural: todos los espíritus estaban bajo la influencia de la preocupaciones políticas; apenas había familia o individuo que no participase de la conmoción que agitaba a la nación entera, y en semejantes circunstancias ¿cómo consagrarse a las profundas tareas de la investigación histórica o a los blandos recreos de la poesía, que exigen un ánimo tranquilo y una conciencia desahogada? Verdad es que en esta época es justamente cuando deben vibrar poderosos y arrebatadores los cantos de Tirteo, y cuando en el fuego de la discusión deben brotar los rayos de la verdad; pero es indudable también que esta poesía apasionada, que ésta discusión política, no son los únicos ramos de la literatura y que generalmente hablando se necesita la sombra de la paz para que el

hombre pueda entregarse a los grandiosos trabajos del espíritu.70

Los acontecimientos políticos frenaron el desarrollo literario en los dos

lustros de 1850 y en el primero de 1860 para irrumpir de manera renovada en 1867

con la restauración de la República, iniciando la época de oro de la novela

romántica y la historia patria; ese será el tema del siguiente eje de trabajo.

En pocas palabras, en estas páginas se ha señalado la manera en que el

principio dominante de la libertad se fusionó y amalgamó para expresarse en el

nacionalismo, el liberalismo y el romanticismo. Se ha revisado someramente la

recepción del romanticismo revolucionario, la función de la literatura para formar

la identidad nacional y la preocupación de los intelectuales por construir una

ciudadanía. Experimentaron todos los géneros, pues les servían como formas de

observación y para tratar de afirmar un orden liberal.

Debe de hacerse hincapié en dos elementos constitutivos del periodo

estudiado:

70 Altamirano, “Poesía épica…”, op. cit., p. 270.

Page 43: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

43

Primero, la historia no se había afirmado como una disciplina con estatuto

propio, era un género que formaba parte de las artes liberales, y al igual que la

oratoria y la poesía tenía su propias reglas, formatos y se escribía para un público

específico. Era una forma más de abordar el conocimiento histórico, pero no se le

atribuía un valor superior ni científico ni en términos de verdad sobre otras formas

narrativas o poéticas. Fue hasta el último tercio del siglo XIX, con la introducción

del positivismo, que la historia empezó a adquirir un estatuto científico hasta

separarse definitivamente de las artes.

Segundo, “El arte por el arte” tampoco se había afirmado como principio

sino que el ejercicio de las letras encontraba su sentido por sus funciones sociales:

la formación de valores ciudadanos y de una identidad nacional. En consecuencia,

los intelectuales liberales se aproximaron al conocimiento histórico ya fuese para

hacer un diagnóstico del presente (y en ese sentido con los criterios

contemporáneos podrían calificarse sus escritos como sociológicos), como una

vindicación personal para aclarar su participación política ante la opinión pública,

o bien recuperando personajes y acontecimientos fundando un panteón de héroes

nacionales.

Page 44: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

44

Eje de trabajo 3. La polimorfia del conocimiento histórico: de la novela a México a través de los siglos (1867-1890) La escritura del conocimiento histórico --al igual que en las décadas

precedentes-- continuó teniendo como función social dominante la formación

axiológica de los lectores. Los intelectuales siguieron expresándose por medio

de la oratoria, el periodismo político, la poesía y los cuadros de costumbres a

lo que se añadieron de manera destacada la novela y nuevas formas de

escribir y enseñar la historia. De modo que en este periodo, como señala

Nicole Giron, el “ejercicio de las letras” enraizado en la tradición clásica aún

englobaban un extenso campo de disciplinas subsumidas a la noción de

historia.7

En esta introducción al Eje de Trabajo se brinda un panorama general

que indica las principales características de cada uno de los géneros, por lo

tanto no se presenta una revisión exhaustiva de los intelectuales que

escribieron en este periodo, sino unos cuantos ejemplos que tienen por objeto

sensibilizar al alumno a otra forma de constitución de los saberes distinta a la

contemporánea.

El elemento distintivo que abre ese periodo es la consolidación de los

grandes bloques políticos: el partido liberal y el partido conservador, a

consecuencia de la derrota mexicana en la guerra de 1847. Debe destacarse

que no se trataba de partidos políticos en un sentido moderno –disciplinado,

con programas políticos y organizados por estatutos-- sino de corrientes de

opinión fragmentadas en un sinnúmero de facciones, pero que la enfrentarse

fueron diferenciándose cada vez más. No obstante, cabe señalar que los

escasos estudios sobre el pensamiento conservador obliga a centrarse en los

7 Nicole Giron, “Ignacio Altamirano”, en En busca de un discurso... op. cit., p. 257.

Page 45: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

45

principales intelectuales liberales y únicamente se han revisado los más

destacados historiadores que escribieron para explicarse la derrota del

Segundo Imperio.

En esta introducción se muestra la importancia que los intelectuales dieron a la

novela histórica como una forma de recuperar el pasado y consolidar su proyecto

político, y se ejemplifica fundamentalmente con la producción de Riva Palacio; se

enfatizan los tenues linderos entre la novela y la historia; muy brevemente se presenta

México a través de los siglos como una obra que articula la visión romántica de la

historia con el nacionalismo, la plena consolidación de la doctrina liberal, y es

también ejemplo de la convivencia de dos horizontes de enunciación: el liberal

romántico y el positivista. Por último, se ofrecen los principales rasgos de las historias

escritas por monarquistas.

La prensa

La prensa en el periodo que nos ocupa continuó siendo el espacio privilegiado

de discusión y polémica de los problemas nacionales, de denuncia al gobierno

y de acción pedagógica. Es el espacio en el que se desarrolló la polémica entre

los grupos políticos, el espacio de la caricatura, de las cátedras sobre nociones

constitucionales y ahí se publicaban la novela por entregas, el cuadro de

costumbres y el cuento. Cada uno de estos géneros imponía sus formatos y

reglas de escritura, y en su conjunto conformaron el horizonte de enunciación

de los autores, y el horizonte de expectativas del público.

Para los liberales el principal cometido de la prensa continuaba siendo la

formación ciudadana. Para Altamirano

la enseñanza de los principios que forman el credo republicano, debe ser el objeto principal del publicista hoy, él quiere ver en México un pueblo tan ilustrado como en los Estados Unidos, en el que no pueda ejercerse mañana tan fácilmente la influencia del soborno o de la presión de los ambiciosos políticos, y esta enseñanza debe comenzar a difundirse desde la escuela primaria, por medio de pequeños libros, en que es desleída la doctrina

Page 46: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

46

suavemente, como lo estaba el dogma en los antiguos catecismos cristianos, hasta el folleto y el periódico en que se educa diariamente a los hombres ya formados, tocando las cuestiones de actualidad y haciendo la aplicación

práctica de los principios aprendidos en la niñez.8

Pero no había libros de texto y sólo la prensa empezaba a desarrollar

esta función. Faltaban, pues, semejantes lecturas.

En lo general, el estilo árido de la política cansaba al pueblo. Con una

función didáctica y bajo el formato de una revista científica y literaria se

fundó El Semanario Ilustrado (1868) en el que participaban Ignacio Altamirano,

Ignacio Ramírez, Guillermo Prieto, Alfredo Chavero y Gumesindo Mendoza,

“notablisimo por sus estudios en las ciencias naturales”, entre otros.

Entre sus artículos cabe destacar la serie que escribió Ramírez criticando

una vieja tradición. Altamirano reseña que “en casi todos los historiadores del

tiempo de la conquista se ve estampada la opinión de que un apóstol de

Cristo, que convienen en que fue Santo Tomas, vino a la América y predicó el

Evangelio, y aun afirman que fue deificado por esas naciones”9, versión que

utilizó fray Servando Teresa de Mier como argumento independentista.

Ramírez fincado en “la escuela crítica a que pertenece, que es la

moderna, la del buen sentido, la que inició Lessing en la pensadora Alemania,

y a la que se debe darse preferencia para los estudios de esta naturaleza”,

destruye

la creencia de los cándidos escritores de la conquista, sobre que el apóstol Santo Tomás viajó por estos mundos; creencia a que pudieron dar lugar las ideas de aquella época y una singular y candorosa disposición a dar por ciertas todas las suposiciones que tendían a favorecer el cristianismo.

Altamirano explica que el Nigromante estudiaba las tradiciones

históricas mexicanas y su idioma, “y marchando de lo conocido a lo

8 Ignacio M. Altamirano, “Revistas literarias” en La Literatura nacional, op. cit., p. 99. 9 Idem, pp. 97-98.

Page 47: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

47

desconocido, guiado por la antorcha de la crítica, juzga esta cuestión”. Más

aún afirma que

ésta es la manera con que hoy se trata la historia y la tradición; todo lo demás no es otra cosa que hacer una recopilación indigesta de relatos y opiniones, que dejan en la misma oscuridad los puntos más importantes, y que se van repitiendo servilmente. Hoy en Europa los antiguos libros clásicos son materia de un maduro examen, y se descartan de ellos todos los hechos que se juzgan falsos y que pasaban en el mundo por dogmas históricos.

Los avances en el conocimiento y la libertad de pensamiento y de

imprenta habían permitido que, según el crítico tixtleco, “las más acreditadas

opiniones se sujeten al libre examen; de modo que en el trono de la nueva

época sólo podrán sentarse de hoy en más, la historia filosófica”.10

La novela histórica

Es en el periodo que nos ocupa cuando en México la novela histórica

adquirió una difusión masiva. Comenzó a publicarse en episodios que se

imprimían en la parte inferior de las páginas de los periódicos (que luego

podían recortarse y encuadernarse). Los editores mexicanos introdujeron esta

práctica iniciada por La Presse de París en 1836 con el objeto de aumentar la

circulación y disminuir los precios, tuvo tal éxito que pronto todos los

periódicos publicaban novelas por entregas, e incluso el Diario Oficial en 1846

imprimió como folletín El Padre Goriot de Balzac.11 Las novelas por entregas

también se publicaron por fascículos que se distribuían semanalmente a los

suscriptores. Este fue el esquema bajo el que se dieron a la luz las novelas de

Riva Palacio y México a través de los siglos. No obstante, como las entregas se

10 Idem, pp. 97-98. 11 José Ortiz Monasterio, Historia y ficción. Los dramas y novelas de Vicente Riva Palacio.

México, Instituto Mora-UIA, 1993, p. 181.

Page 48: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

48

editaban periódicamente se usaba la técnica del folletín,12 que imprimió en la

novela romántica una serie de características propias: el suspenso, que se

lograba con una complicada intriga y una gran intensidad melodramática y

con ello se aseguraba la venta de la siguiente entrega.

Esta novela popular se escribía con recursos formales reconocibles en la

estructura de la obra (suspenso, golpes de efecto, kitsch, etc.), sin que la

continua repetición de tales recursos les hiciera perder su efecto; por el

contrario, era precisamente su carácter reiterativo lo que las hacía tan

atractivas para el público consumidor, derivándose de ahí su enorme

capacidad de transmitir mensajes en forma penetrante.13

La novela y en particular la histórica alcanzó un auge sin precedente,14

como una de las formas privilegiadas de recuperar el pasado.

El intelectual que mejor logró precisar sus características y articular en

un programa las preocupaciones que se habían manifestado entre los literatos

en las primeras cuatro décadas del México decimonónico fue Ignacio M.

Altamirano. Plasmó este proyecto cultural en sus innumerables ensayos,

prólogos y prefacios, pero de manera particular en sus Revistas Literarias,

publicadas entre 1868 y 1883.

En 1868 Altamirano explicaba su inclinación por “lograr en el espíritu

popular la afirmación de una conciencia y un orgullo nacionales” a través de

la literatura, la educación y el cultivo a las lenguas indígenas.15 Para que las

letras se convirtieran en un elemento de integración nacional era necesario

12 Idem, p. 182. 13 Teresa Sólorzano Ponce, “La historia como material compositivo de las novelas”, en

Secuencia, nueva época. No. 35, mayo-agosto, 1996, p. 26. 14 Entre las primeras novelas históricas escritas por mexicanos cabe mencionar Netzula

(1832) de José María Lafragua; El Misterioso (1836) de Mariano Meléndez y Muñoz; El Inquisidor (1837) de José Joaquín Pesado; La hija del Judío (1848-1849) de Justo Sierra O´Riley; Historia de Welinna (1862) de Crecencio y Ancona; y dos novelas de Eligio Ancona: La cruz y la espada y El filibustero (1866). Ortiz Monasterio, Historia y ficción... op. cit., p. 181.

15 José Luis Martínez, “Prólogo” a Ignacio M. Altamirano, en La literatura nacional, op. cit., p. XII.

Page 49: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

49

que los temas, ambientes y “temperamento” fuesen mexicanos. En palabras

de este intelectual “la poesía y la novela mexicanas deben ser vírgenes,

vigorosas, originales, como lo son nuestro suelo, nuestras montañas, nuestra

vegetación”.16 Ello no implicaba que favoreciera una cultura xenofóbica o

insular, por el contrario, insistió en que se debían conocer profundamente

todas las escuelas literarias, “creemos que estos estudios son indispensables;

pero deseamos que se cree una literatura absolutamente nuestra, como todos

los pueblos tienen, los cuales también estudian los monumentos de los otros,

pero no fundan su orgullo en imitarlos servilmente”.17

Ignacio Altamirano, que fue el principal crítico literario y promotor de la

novela, indicó que este género era “el más cultivado en el siglo XIX”, su

importancia radicaba en su sentido didáctico ya que era “el artificio con que

los hombres pensadores de nuestra época han logrado hacer descender a las

masas doctrinas y opiniones que de otro modo habría sido difícil hacer que

acepten”.18 Este crítico proponía una lectura que superara la anécdota e

incluso su valor estético para buscar en “el fondo de ella el hecho histórico, el

estudio moral, la doctrina política, el estudio social, la predicación de un

partido o de una secta religiosa; en fin, una intención profundamente

filosófica y trascendental”.19

Sin duda, esta propuesta de lectura es de gran valor para el análisis

historiográfico. Tradicionalmente la novela y en general todas las obras

literarias se han considerado como fuentes para la historia, de las que se

entresacan “hechos históricos” verosímiles, elementos para “reconstruir la

vida cotidiana”, etc. La crítica literaria tradicional ha buscado reconstruir en

16 Altamirano, Revistas, op. cit, p. 14. 17 Idem, p. 15. 18 Idem, p. 17. 19 Idem y Solórzano Ponce, op. cit., p. 27.

Page 50: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

50

detalle la participación política y militar de los autores para explicar pasajes

específicos de las obras literarias.20

Para la Historiografía Crítica las novelas son un testimonio y parte

constitutiva del discurso y del horizonte de una época. Son objeto de estudio

para la historiografía los géneros en los que se registra el pasado, el

argumento y la trama, el trazo de los personajes, los valores sociales y

religiosos que transmiten y aquellos que querían transmitir, el conocimiento

del presente y del pasado, los discursos y metadiscursos con los que

escribieron, pero fundamentalmente deben leerse como “publicistas”, pues

ésta era su intencionalidad explícita, tal y como señala Altamirano.

Altamirano veía en la novela un instrumento que servía para educar a

las masas y poco a poco borrar las diferencias sociales con el viejo afán liberal

de construir una sociedad de iguales.

Para el crítico tixtleco. La novela es el libro de las masas.

Los demás estudios, desnudos del atavío de la imaginación, y mejores por eso, sin disputa, están reservados a un círculo más inteligente y más dichoso, porque no tiene necesidad de fábulas y de poesía para sacar de ellos el provecho que desea. Quizás la novela está llamada a abrir el camino a las clases pobres para que lleguen a la altura de este círculo privilegiado y se confundan con él. Quizás la novela no es más que la iniciación del pueblo en los misterios de la civilización moderna, y la instrucción gradual que se le da para el sacerdocio del porvenir.

Altamirano era contundente al afirmar la importancia que le concedía a la

novela como género popular y por tanto medio de difusión:

el hecho es que entretanto llega el día de la igualdad universal y mientras haya un círculo reducido de inteligencias superiores a las masas, la novela, como la

20 Véase por ejemplo el artículo de Nicole Giron, “Ignacio Manuel Altamirano y Vicente Riva

Palacio: una amistad con fondo de parentesco tlixtleco”, en Secuencia, nueva época. No. 35, mayo-agosto, 1996.

Page 51: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

51

canción popular, como el periodismo, como la tribuna, será un vínculo de

unión con ellas, y tal vez el más fuerte.21

La novela debía desempeñar una función didáctica particularmente en

favor del “bello sexo, que es el que más lee y al que debe dirigirse con

especialidad, porque es su género”,22 función que no debe subestimarse

porque eran las mujeres las que los liberales consideraban que eran las

responsables de formar los valores y lealtades de sus hijos.

Para el lector la novela de folletín podía tener una función recreativa,

pero para los autores servía para difundir los principios liberales y

republicanos, “principios que fundamentarían el orden, el progreso y el

bienestar general”.23

Si los liberales mexicanos eligieron la novela histórica y el romanticismo

como medios para difundir su ideario no fue fortuito, era su sentido

inmanente lo que les permitía explicar el presente con base a sus orígenes.

Enrique Anderson Imbert propone que la novela histórica era una nueva

manera de comprender el pasado:

En todas las épocas se noveló el pasado pero fue especialmente en el periodo romántico cuando las novelas históricas aparecieron en constelación con una implícita filosofía de la vida. Los racionalistas habían desatendido las raíces históricas de la existencia humana. Cuando ofrecían asuntos lejanos apuntaban a lo inmutable; y la móvil relatividad y volatilidad del hombre se les escapan. La filosofía romántica, en cambio, insistió en que vivimos en el tiempo y, por tanto, el sentido de nuestras acciones está condicionado por las particularidades del proceso cultural. El novelista del siglo XIX --el siglo de la historia-- enriqueció, pues, el viejo arte de contar con un nuevo arte de

comprender el pasado.24

21 Altamirano, Revistas, op. cit., pp. 39-40. 22 Idem, p. 68. 23 Solórzano Ponce, op. cit, p. 25. 24 Enrique Anderson Imbert, “El telar de una novela histórica: Enriquillo de Galván”, en

Estudios sobre letras hispánicas. México, Editorial Libros de México, 1974. (Colección Biblioteca del Nuevo Mundo, 7) p. 93.

Page 52: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

52

En el eje de trabajo anterior se señaló que el romanticismo que mayor

impacto tuvo sobre México fue el “revolucionario” y en particular la novela

“social” o “romántico realista”, ésta ayudó a desarrollar una nueva

sensibilidad por el sentimiento único e irrepetible del acontecer y su

capacidad de marcar la vida diaria de los ciudadanos. Era también una forma

de observación de la realidad inmediata y una búsqueda de sus causas y

raíces. Altamirano en su célebre Revistas Literarias de México de 1868 atestigua

que los autores más leídos en nuestro país eran Walter Scott, Victor Hugo,

Alejandro Dumas, Honorato Balzac y Eugenio Sue. Para Altamirano a Scott,

como fundador de la novela histórica, se debía agradecer que diera a “conocer

en todo el mundo con sus encantadoras leyendas la historia de su país antes

muy ignorada.25

De Hugo señaló que Los miserables era “la más grande novela social de

nuestro siglo” y aseguró que sería leída “mientras haya quienes sufran sobre

la tierra”.26 Dumas era el escritor que había “vulgarizado gran parte de la

historia de Francia”. A sus novelas más conocidas: Los tres mosqueteros, Veinte

años después y La máscara de Hierro, se agregaba San Felice que el propio

Dumas presentaba como “un monumento a la gloria del patriotismo

napolitano”, pues relata la revolución de este pueblo contra los borbones y la

proclamación de la República Partenópea a fines del siglo XIX.27 Junto con

Hugo, consideraba Altamirano, era el mejor representante de una “historia

filosófica” o del romanticismo revolucionario. Cada una de las obras realistas

25 Altamirano, Revistas literarias, op. cit., p. 31. 26 Idem, p. 34. 27 Idem, p. 32. 28 Idem, p. 34.

Page 53: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

53

de Balzac --según el liberal mexicano-- “es un estudio de la sociedad moderna

con sus dolores y sus esperanzas, con sus vicios y sus virtudes”.28

El carácter de difusión doctrinaria de la novela mexicana social filosófica

se ilustra con Monedero (1862) de Nicolás Pizarro Súarez. Otra vez es el crítico

Altamirano quien explica que ésta “no sólo es un estudio de las costumbres,

de las necesidades y de los vicios de la sociedad, sino un proyecto de reforma,

un monumento filosófico elevado al amor del pueblo y propuesto a la

consideración de los hombres pensadores para mejorar la educación y la

suerte de las clases desgraciadas”. El fondo del asunto, según explica

Altamirano, “es el socialismo en su explicación práctica en nuestro país, es la

teoría del falansterio, no enseñada especialmente por Victor Considerant, sino

desleída con habilidad en una hermosa historia de amor para convencer y

tentar”.29

La novela en general, pero en particular la novela filosófica e histórica,

planteaban cómo distinguir los límites de la ficción del diagnóstico social

“científico”, cómo diferenciar el acontecimiento del trazo literario. En otras

palabras, cuáles serían los criterios de verdad.

La argumentación de Ignacio Altamirano resulta “muy contemporánea”,

e incluso podría calificarse como próxima a los debates de la segunda mitad

del siglo XX, puesto que no identificó la verdad con la objetividad y la prueba

documental, sino que enraizado en la tradición clásica y específicamente en

las propuestas de Tácito, Altamirano proponía que el criterio de verdad se

define por la imparcialidad e intencionalidad del escritor. Nuevamente

citémoslo en extenso:

La historia de ese gran libro de la experiencia del mundo está de hoy en más, abierto ante todos los ojos, y su conocimiento no será el privilegio de un grupo de hombres favorecidos por la suerte, pues engalanada con los atavíos de la leyenda, se la hace aprender al pueblo, que saca de ella provechosas

29 Idem, p. 54

Page 54: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

54

lecciones. Algunos opinan que esta manera de escribir la historia la desnaturaliza, y corrompe las fuentes de la verdad. Nosotros respondemos que no hay forma histórica que no ofrezca ese peligro cuando el escritor carece de criterio, o cuando el interés de un partido se apodera de tal recurso para hacer triunfar sus ideas. Dad el buril histórico a un adulador de los Césares, y tendréis un panegírico vergonzoso; dadlo a Tácito y tendréis a la verdad majestuosa denunciando las infamias de la tiranía. Leed las páginas de Solís sobre la conquista de México, y veréis fábulas ridículas como las que puso Herodoto en su libro, desnaturalizando hechos verdaderos; pero estudiad a Prescott, que ha sabido con sana crítica descartar lo verdadero de lo falso, y tendréis la buena historia. Así pues, la novela no es la que trae en si este inconveniente, sino la intención o la capacidad del escritor; y aquella novela histórica será más estimable, que presente los hechos con mayor imparcialidad; además de que para combatir los errores se ofrece el mismo

medio a los autores que deseen defender la verdad contra la impostura.30 Es frecuente que se afirme que la novela histórica desde Walter Scott se

leía a partir de un pacto implícito establecido con el lector, éste sabía que la

ambientación era verídica, mientras que el argumento (las acciones y diálogos

de los personajes) eran ficticios.31

El uso que Riva Palacio, por ejemplo, hace del conocimiento histórico y

en especial de las fuentes documentales es mucho más complejo. En la novela

Monja y casada, virgen y mártir Riva Palacio diseña sus personajes basándose

en los expedientes del archivo de la Inquisición, transcribe documentos

enteros del mismo archivo y para incrementar la verosimilitud de su relato

interrumpe la narración para señalar que lo que el narra no es materia de

novelas. Por si fuese poco, pasajes enteros de esta novela, su autor años

después los utilizaría en México a través de los siglos.32

Vicente Riva Palacio es el más estudiado de los novelistas mexicanos de

este periodo, lo que permite ejemplificar en detalle la manera en que utilizó el

conocimiento del pasado histórico como arma liberal.

30 Idem, p. 30. 31 cfr. Hayden White, “El acontecimiento modernista”. 32 Un análisis detallado lo brinda Ortiz Monasterio en Historia y ficción. op. cit.

Page 55: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

55

El triunfo de la República sobre el Segundo Imperio implicó la

construcción de un orden civil laico. Riva Palacio con sus novelas buscó

convencer a “las masas” sobre la bondad y justicia de la Reforma e inducirla

al rechazo de cualquier forma de intolerancia. En Monja y casada, virgen y

mártir, el autor presenta el enfrentamiento entre el poder eclesiástico y poder

civil.

Esta novela narra la manera en que, por primera vez en la Nueva

España, la Iglesia, para consolidar su poder y riqueza, se opuso a la autoridad

virreinal. El marqués de Gelves defendió su autoridad frente a la poderosa

institución, pero en respuesta el arzobispo Juan Pérez de la Serna incitó un

tumulto en 1624 contra el poder civil, por lo que el virrey tuvo que asilarse en

el convento de San Francisco. Aunque el Rey dio la razón al marqués de

Gelves, esté no volvió a tomar el poder, mientras que el Arzobispo perdió el

favor del monarca y fue depuesto. Con esta trama de trasfondo, el “lector

popular podía comparar la querella entre el virrey y el arzobispo con la

querella liberal de 1857”.33

Riva Palacio acude al pasado colonial con el fin de borrar del imaginario

popular las simpatías y los lazos que aún guardaba con el Antiguo Régimen.

La institución que mejor le sirve a este propósito es el Santo Oficio que

invadía tanto el orden civil como el eclesiástico. En la mayor parte de su obra

la Inquisición es un actor importante que perseguía a judíos, judaizantes,

protestantes, piratas, magos, hechiceros, astrólogos, alienados, pillos e

inocentes que eran denunciados simplemente por venganzas personales. Es

una constante la descripción detallada de la prisión, la captura y el

interrogatorio que se autentificaba con el tormento físico. Riva Palacio se

regodea al relatar los métodos y procedimientos de tortura y la muerte de las

33 Solórzano Ponce, op. cit. pp. 25-26.

Page 56: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

56

víctimas en la hoguera en un solemne auto de fe,34 contribuyendo así a

sembrar la leyenda negra, que hoy en día prevalece.

El liberal censuró la Inquisición como muestra de intolerancia religiosa y

racial,35 simbolizaba el periodo colonial en la que no existían las garantías por

las que los liberales habían luchado desde la Cortes de Cádiz: el habeas corpus,

el reconocimiento de lo derechos naturales del hombre y del ciudadano, la

equidad de los ciudadanos ante la ley. De manera que en sus novelas las

imágenes del medievo no producen la nostalgia embellecedora del pasado,

típica del romanticismo europeo, sino el horror.

La historia que se escribe es, sin duda, doctrinaria, y es una legitimación

de la Reforma, pero su sentido programático se gestó al iniciarse la guerra

entre liberales y conservadores. El mejor ejemplo es otra vez Vicente Riva

Palacio.

En marzo de 1861 el presidente Benito Juárez ordenó al diputado Riva

Palacio recoger del Arzobispado el archivo de la Inquisición y poco después el

Congreso de la Unión decretó que se publicaran sus “causas célebres”. Pero,

la Suprema Corte de Justicia solicitó a la Legislatura que le entregase los

archivos del Santo Oficio, argumentando que algunas causas inquisitoriales

eran de interés para la hacienda pública.36

El Monitor Republicano publicó un prospecto que anunciaba que se

levantaría “el velo a documentos reservados hace tantos años, y extraídos, por

decirlo así, del dominio público”. El objetivo era dar a conocer “el execrable

pasado” en aras de su destrucción. Sin embargo, un año después comenzó la

Guerra de Reforma, los documentos no fueron publicados y el archivo lo

34 Véase, por ejemplo, el capítulo II del Tomo II de México a través de los siglos y el relato “La

familia Carbajal” en El libro rojo. 35 Solórzano Ponce, op. cit., pp. 36-37.

36 Leticia Algaba, Las licencias del novelista y las máscaras del crítico. México, UAM-A, 1997, p.

13.

Page 57: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

57

conservó Riva Palacio, sería hasta el triunfo de la República que --a juicio de

Leticia Algaba-- el literato desarrollaría este proyecto en cada una de sus

obras.

En su novela Monja y casada, virgen y mártir recurre a un argumento

trillado: la joven que sin vocación religiosa se ve obligada a convertirse en

monja. La angustia, el dolor y la impotencia de la monja ante la carencia de

libertad era un tema típicamente romántico.37 Riva Palacio lo retoma en el

personaje de doña Blanca de Mejía, personaje que sintetiza la fusión entre el

romanticismo y el liberalismo, ambos en su lucha por hacer de la iniciativa

individual y la capacidad de elección del ciudadano la base del orden social.

No debe perderse de vista que Riva Palacio perteneció a la generación

que luchó por las Leyes de Reforma que suprimieron en la República

Mexicana los votos monásticos perpetuos porque significaban la pérdida

irrevocable de la libertad, cualidad a la que, según los liberales, el hombre

simplemente no podía renunciar, de ahí que el literato apoyara a Sebastián

Lerdo de Tejada en la exclaustración de monjas y frailes.

Pero la formación de un nuevo ciudadano a través de sus novelas no

implicaba la ruptura de los valores sociales tradicionales cristianos, por el

contrario buscó perpetuarlos como base del orden social. Por ejemplo,

Matilde, personaje de Calvario y Tabor, es una joven honrada, casada, madre

de dos niños, seducida bajo amenaza y que por eso mismo no puede

recuperar su lugar de esposa y madre en la sociedad.38

37 El tema de la joven que sin vocación religiosa es obligada a convertirse en monja ya había

sido explorado por Justo Sierra padre en La hija del judío y por Manuel Payno en El fistol del diablo. 38 Teresa Solórzano Ponce brinda un análisis de los personajes femeninos y de la figura

masculina en las novelas de Riva Palacio que apunta la manera en que refuerza los valores tradicionales. “El espacio en las oposiciones abierto-cerrado, adentro-afuera, otorga a la mujer los espacios cerrados: habitación, casa, iglesia, convento; mientras que al hombre le pertenecen los espacios abiertos: atrios, plazas, calles, campos. Del espacio cerrado se deriva la situación social de la mujer. Las oportunidades que le ofrece la vida no puede ser otras más que el hogar paterno, el matrimonio o el convento; cualquier otra perspectiva la colocaría fuera de la sociedad. Solórzano Ponce, op. cit.

Page 58: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

58

Leticia Algaba estudió la polémica entre Riva Palacio y el presbítero

Mariano Dávila suscitada entorno a Monja y casada... El presbítero escribía

“¿Cuándo la historia ha dejado de ser alterada por la acalorada imaginación

de los poetas y romanceros o completamente desmentida por la encarnizada

pasión del espíritu de partido?”39

Estas palabras sintetizan una posición que al anteponer la llamada

verdad a la ficción literaria mostraban las profundas diferencias que

mediaban entre los intelectuales del liberalismo triunfante y los del más

acendrado catolicismo conservador. La novela tiene como trasfondo el

Tumulto de 1624. El Presbítero, consideraba que Riva Palacio erró en la

perspectiva que todo narrador debe cuidar, pues usa recursos que da “rasgos

increíbles y grandiosos” al tumulto.

Para el Presbítero, la gente estaba acostumbrada, como cualquier pueblo,

a tales turbulencias. Algaba indica que

La inferencia, ya se ve, opera como un ejemplo del quehacer del historiador, precisamente centrado en el concepto de verosimilitud. Aunque no se usa este término, se infiere del recurso de trasladar con la imaginación al teatro de los sucesos y a la época en que acontecieron, movimiento que ya la retórica clásica atribuía al historiador para dar a la verdad posible, probable o creíble, elementos de lo verosímil, concepto que emparienta al historiador con el poeta. Dávila acepta tal parentesco pero rechaza la exageración, lo inverosímil. Del falseamiento de la verdad histórica, señala, se forma en la novela un suceso espantoso.

El hincapié que Dávila hace en esclarecer la verdad histórica pretende

subrayar un problema ético: Riva Palacio promete referirse a la historia de los

tiempos de la Inquisición mas no se apega a la verdad. Las finas precisiones

de Dávila exhiben lo errores de Riva Palacio a través de un enfrentamiento de

fuentes historiográficas que delatan el largo y sinuoso camino de dos formas

39 Algaba, op. cit., p. 34.

Page 59: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

59

de abordar el pasado colonial. “Dos anclas con las que los historiadores del

siglo XIX pretendían sustentar el proyecto del país a penas independizado de

España”.40

Arrogándose el derecho de defender un pasado que Riva Palacio aborda

desde una perspectiva alejada del “teatro de los acontecimientos”, Dávila lo

acusa de no comprender el orden social colonial. La Conquista había sido una

acción que la Providencia tenía reservada a España. En los designios de la

Iglesia había sido crucial la siembra de la fe católica.41

Tradiciones, leyendas y relatos

Este breve panorama “literario”, ejemplificado con Riva Palacio, no estaría

completo sino se señalara que otra forma de recuperar el pasado colonial fue a

través de las “leyendas” y “tradiciones”, forma exclusiva y definitoria del

costumbrismo latinoamericano. La mayor parte de los críticos literarios

coinciden en que el costumbrismo es un movimiento que guarda una especial

relación con el romanticismo, se caracterizó por exhibir las manifestaciones

culturales populares como una forma de observación y análisis de la realidad

y, por tanto, como otra forma de búsqueda de definición de la nación

mexicana.

El mejor representante y quien consagró “las tradiciones” como género

fue Ricardo Palma con sus Tradiciones Peruanas (1872-1913), que los críticos

literarios califican como “mezcla de costumbrismo y ficción histórica”.42 En

México José María Roa Bárcena había publicado en 1862 Leyendas Mexicanas y

cuentos y baladas del norte de Europa que, según Altamirano eran “tradiciones

40 Idem, pp. 39 y 43. 41 Idem, pp. 44-45. 42 Lee Fontanella, “El costumbrismo en la literatura española e hispanoamericana” en Historia

de la literatura. Volúmen quinto. La edad burgesa, 1830-1914. Madrid, Ediciones Akal, 1993, p. 342.

Page 60: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

60

de nuestra historia e imitaciones del alemán”.43 El propio Altamirano escribió

Paisajes y leyendas, tradiciones y costumbres de México (1884), y Riva Palacio con

Juan de Dios Peza publicaron Tradiciones y leyendas mexicanas (1885), volumen

que contiene dieciséis textos, todos en verso de diversa métrica.44 En los

textos dedicados a la ciudad de México sobresalen, los hechos sobrenaturales,

pero también los sucesos infractores de la moral, como lo son los amoríos,

elementos que, contribuyen al trazo de personajes románticos. “No dejan los

autores de indicar, de vez en cuando, las fuentes históricas, en ese guiño usual

del novelista histórico que advierte al lector sobre la veracidad de su

relato”.45 No obstante, la conservación de las leyendas registrándolas y no

sólo manteniéndolas vivas a través de la tradición oral, fue una práctica

frecuentemente en el periodo virreinal.

Las similitudes temáticas e incluso estructurales en las leyendas de lo

dos más grandes virreinatos americanos son señalados por Ricardo Palma.

“Nuestro Zelenque es el don Juan Manuel de ustedes. La mujer herrada es

leyenda también de mi tierra. “La cita en la catedral” (precisamente

versificada) nos es familiar. El barquichuelo de “La mulata de Córdoba” es el

mismo en que se embarcó nuestra Inés la voladora para burlarse de un

inquisidor”.46

El libro rojo

Antes de iniciar la revisión de las principales historias que se escribieron en

este periodo y sus principales características cabe destacar El libro rojo por

43 Altamirano, “Introducción a El Renacimiento”, en La literatura nacional, op. cit., p. 216. 44 Leticia Algaba, “Una amistad epistolar: Ricardo Palma y Vicente Riva Palacio”, en

Secuencia. México, Instituto Mora, No. 30, septiembre-diciembre, 1994, p. 182. 45 Idem. 46 “Carta del 14 de mayo de 1886 de Vicente Riva Palacio a Ricardo Palma” citado por Algaba

en “Una amistad epistolar...”, op. cit., pp. 182-183.

Page 61: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

61

tratarse de una obra en la que se manifiesta cabalmente la hibridación de la

novela e historia como géneros, o si se quiere de sus fronteras móviles.

Escrito por Vicente Riva Palacio, Manuel Payno y Rafael Martínez de la

Torre, tiene un título de suyo significativo: El libro rojo. Hogueras, horcas,

patíbulos, martirios, suicidios y sucesos lúgubres extraños acaecidos en México

durante sus guerras civiles y extranjeras. Es una colección de “cuadros

históricos” que leídos en conjunto presenta la “evolución de México”. Inicia

con los relatos “Moctezuma II”, “Xicoténcatl” y “Cuahutémoc”. Revisa a los

“tiranos después de la conquista”: Gonzalo de Salazar, Perlaminoles Chirino y

el visitador Muñoz. El libro rojo trata la conjura de Martín Cortés como el

primer intento criollo de independizar a la Nueva España.

Riva Palacio escribió varios relatos con los temas que serían una

constante en su producción. En “Los treinta y tres negros” narra la masacre de

un grupo de esclavos que habían luchado pacíficamente por la libertad y

dignidad; y en “La familia Carbajal” relata como ésta fue torturada y

quemada por el Santo Oficio debido a su fe judaica.

En “La familia Dongo” escrita por Payno el sentido doctrinario es quizá

menos explícito, pues da cuenta del “asesinato más espeluznante de que se

tuvo memoria en la colonia”, pero Payno con una breve aclaración afirma su

liberalismo igualitario ya que indica que no fue cometido por hombres de

condición humilde, sino por “tres españoles, de una condición y clase no

común”.

La segunda mitad del libro se dedica al siglo XIX y en particular a los

personajes independentistas (“Hidalgo”, “Allende”, “El padre Matamoros”,

“Morelos”, “Iturbide”, “Mina”, y “Guerrero”), y a los de la Reforma (en los

que destaca la muerte de Leandro Valle y de Santos Degollado).

Con “Los Mártires de Tacubaya” se destaca la superioridad moral de los

liberales, pues narra como fueron fusilados civiles, heridos y médicos por las

fuerzas conservadoras.

Page 62: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

62

El libro cierra con el “martirio” de Maximiliano, escrito por Rafael

Martínez de la Torre quien junto con Mariano Riva Palacio, padre de Vicente,

fueron los abogados defensores en el juicio militar que se le abrió en

Querétaro.

El historiar el proceso es parte de un esfuerzo de conciliación política y

así lo señala Martínez de la Torre:

La historia con el inexorable poder de su criterio, es la única que al través de los años que calman las pasiones, mide bien los acontecimientos públicos. Ojalá y ella, al juzgar esta generación de que formamos parte pueda decir: El velo que la nación arrojó con el decreto de amnistía en 1870 sobre el periodo de la Intervención y los de la guerra civiles en la República pueda levantarse sin temor para el examen filosófico de sus causas; porque estén asegurados los votos de Maximiliano al morir; los de Juárez como vencedor y juez, son ya una verdad: la paz, la libertad y la

independencia de México.47

El carácter híbrido de El libro rojo se muestra cabalmente en el uso de las

fuentes históricas, algunos cuadros brindan transcripciones textuales de

procesos abiertos por el Santo Oficio, como el seguido a la familia Carbajal,

escrito por Riva Palacio, mientras que en otros, como el relato “Morelos” de

Manuel Payno, la imagen literaria se sobrepone a las pruebas documentales.

José Ortiz Monasterio observa que “habiendo sido fusilado el héroe a orillas

del lago de San Cristóbal, una súbita alteración provoca que se levanten las

olas del lago que vienen a lavar la sangre del prócer, señalando así su carácter

providencial. Casi sobra decir que en los documentos relativos a la muerte de

Morelos no se halla ningún informe de aguas que se encrespen ni nada

semejante.”48 Cabe señalar que al tratarse Payno de un liberal cristiano es

posible que quisiera indicar “su carácter providencial”, pero a mi juicio se

trata de la falacia romántica en la que la naturaleza se trasmuta haciendo eco, e

incluso sirviendo de coro, a las desdichas del personaje.

47 Rafael Martínez de la Torre, “Maximiliano”, en Manuel Payno y Vicente Riva Palacio, El

Libro Rojo. Prólogo de Carlos Montemayor, México, CONACULTA, 1989, p. 471. 48 José Ortiz Monasterio, “Estudio preliminar”, en Vicente Riva Palacio, Ensayos históricos.

CONACULTA-UNAM-Instituto Mexiquense de Cultura- Instituto Mora, 1997, p. 13.

Page 63: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

63

En todos los relatos los autores pretendieron --según afirma Payno en

“Alonso Avila”-- “animar” a los personajes y ponerlos de bulto ante el lector,

pero conservando en todo la verdad histórica”.

En este “ponerlos de bulto” se advierte la escritura de una historia

romántica siguiendo los elementos que indicara Luis de la Rosa en su

conferencia en el Ateneo. Es la recuperación del personaje, en su

individualidad a quien se rescata y a través de sus actos se busca despertar los

sentimientos del lector para conmoverlo, para resaltar el antiguo valor

cristiano del martirio, no por la fe religiosa sino por su lealtad a la causa

política y a la nación, así se trata de una historia heroica novelada.49

La imparcialidad como criterio de verdad se dificulta a los autores al

historiar los personajes contemporáneos, pero la dificultad se salva al

reconocerse. Payno al escribir sobre Comonfort afirma “No es una biografía la

que vamos a escribir, sino el recuerdo familiar de alguno de los rasgos más

marcados de un personaje que, de todas maneras, tendrá que figurar en

nuestra historia contemporánea”.50 Es así como en el Libro rojo se conjunta

una historia doctrinaria, una historia heroica y la historia testimonial.

La vindicación

En el periodo que nos ocupa debe indicarse --aunque sea escuetamente que--

la recuperación del pasado inmediato se llevó a cabo principalmente por

49 Para mayores detalles sobre la construcción del caudillo y del gobernante como héroe

romántico véase Thomas Carlyle, “Sexta Conferencia”, en Thomas Carlyle y R. W. Emerson, De los héroes. Hombres representativos. Estudio preliminar de Jorge Luis Borges, México, CONACULTA- Océano, 1999.

50 Payno, “Comonfort” en El libro rojo, op. cit., p. 410. Riva Palacio en “Arteaga y Salazar” narra la muerte de este personaje en 1865. El relato inicia afirmando “Quisiera no tener la necesidad de escribir este artículo; los recuerdos que tengo que evocar, pues a pesar de los años que han transcurrido desde que acaeció el sangriento drama que voy a referir hasta hoy siento aún aquella penosa angustia, lo que voy a contar no está apoyado en documentos oficiales, ni en citas históricas, ni en comentario de sabios; es lo que yo mismo presencié, lo que llegó a mi noticia por las sencillas relaciones de los jefes, de los oficiales que militaban a mis órdenes, y que fueron hechos prisioneros en unión de Arteaga y Salazar”. “Arteaga y Salazar” en El libro rojo, op. cit., p. 438.

Page 64: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

64

medio de la novela y la historia testimonial. Sin embargo, pocas fueron las

novelas que se escribieron para recuperar el pasado inmediato. Juan A.

Mateos publicó El cerro de las campanas (1868) y Riva Palacio Calvario y Tabor

(1868).

La historia testimonial se puede inferir que, atendiendo a las

consideraciones de Altamirano, se dirigía a un público reducido, al círculo de

las inteligencias educadas, a las élites políticas. Son opúsculos autobiográficos

que tienen por objeto justificar la acción política de los actores como parte del

funcionariado. Formaron un género específico llamado “vindicación”,

enraizado en la tradición retórica y en los valores del Antiguo Régimen su

función es lavar la honra.51

El primer texto del periodo conocido como la “Reforma” se publicó en

1855, cuando Melchor Ocampo dio a la imprenta su opúsculo “Mis días como

ministro”. En 1858 Anselmo de la Portilla y en 1860 Manuel Payno imprimen

sus defensas sobre su participación en el golpe de Estado de Ignacio

Comonfort. Sirva de ejemplo una breve cita del texto de Payno en la que

indica cuál es el objeto de su publicación.

El autor de El fistol del diablo busca “contestar con la narración verdadera

de los hechos, a tantas especies como se han escrito en mi contra, atacándome,

no sólo con relación a la política, sino de cuantos modos puede herir los

sentimientos más delicados de un hombre”.52

En una fecha tan tardía como 1885 se publicó el texto de José María

Iglesias La cuestión presidencial de 1876 en el que explicó las razones por las

cuales encabezó la rebelión decembrista para impedir que Sebastián Lerdo de

Tejada se reeligiera por segunda ocasión.

51 Véase para mayores detalles el estudio pionero de Aarón Grajeda “Vindicación. Análisis

historiográfico para el _______. La identidad y la muerte”. Tesis para obtener el grado de Maestro en Historiografía. México, UAM-A, 2001.

52 Manuel Payno, Memoria sobre la Revolución de diciembre de 1857 a enero de 1858. México, INEHRM, 1987, p. 22.

Page 65: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

65

Vicente Riva Palacio e Irineo Paz en su Historia de la Administración de

don Sebastián Lerdo de Tejada53 justificaron la rebelión de Tuxtepec.

Las historias

Las historias y novelas escritas por los liberales eran textos que como se ha

mostrado tenían una intencionalidad explícita: recuperar el pasado para crear

una identidad nacional.

Nicole Giron al analizar la obra de Ignacio Altamirano propone un

elemento adicional que, sin duda, puede aplicarse a toda la historiografía

decimonónica:

al acto de hacer historia se asocia cierta voluntad de trascendencia, el propósito de desafiar, tanto como sea posible, lo perecedero de las cosas humanas, abolir el olvido. Este fin exige una rigurosa selección de los hechos que se van a

trasmitir y la manifestación evidente de su valor ejemplar.54

El valor ejemplar es de vital importancia puesto que se vincula con su

sentido axiológico. Es con el ejemplo con el que se educa a la ciudadanía, es el

ejemplo que se espera que los jóvenes emulen y con ello afirmen su lealtad al

Estado liberal.

Una vez consolidado el triunfo político-militar del llamado “Partido

Liberal” se expresa un nuevo elemento en la narración histórica escrita por los

vencedores, la plena identificación de su lucha con la legalidad, el

constitucionalismo y el nacionalismo. José María Vigil y Juan B. Hijar y Haro

en la Historia del Ejército de Occidente (1874) presentan la guerra contra la

Intervención y el Segundo Imperio como una segunda independencia que

condujo a la consolidación del Estado-nación y a un proceso de

53 Publicado íntegro por la Biblioteca Mexicana de la Fundación Miguel Alemán, México,

1992. Un fragmento se reproduce en Vicente Riva Palacio, Ensayos históricos, op. cit. 54 Nicole Giron, “Ignacio Manuel Altamirano”, en En busca de un discurso...op. cit., p. 267.

Page 66: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

66

modernización que elevó al país al nivel de las “naciones civilizadas”. En

palabras de los autores la Reforma fue

el combate gigantesco, librado entre el pasado que implica la destrucción de la nacionalidad, y una revolución gloriosa, que empuñando la bandera del porvenir, ha defendido no sólo la existencia de México como pueblo independiente, sino que procuró implantar las fecundas conquistas de la

moderna civilización.55

El mismo texto actualiza la antigua función ciceroniana de la historia:

Maestra de los tiempos y de los pueblos. Primero, porque con su sentido

ejemplar da a conocer a los “hombres notables por sus virtudes y por sus

vicios, que han ejercido en la sociedad una influencia benéfica o maléfica”,

por ende permite a “los pueblos evitar escollos” y “adoptar la conducta más

conforme a los intereses generales”. Segundo, la historia desempeña una

pedagogía valoral para las nuevas generaciones: “¿Qué estímulo más

poderoso puede presentarse a la juventud que el sacrificio voluntario del

virtuoso patriota?” --se interrogan los autores.56

La mejor síntesis de las tesis históricas que sostuvieron los miembros del

“Partido del Progreso” la brinda el discurso cívico del 16 de septiembre de

1871 que pronunció Riva Palacio para conmemorar la Independencia

(naturalmente permean sus novelas y se plasmarían también en el Tomo II de

México a través de los siglos).

A lo largo de la historia la humanidad se ha dividido en dos grandes partidos, el del progreso y el del retroceso; la historia es pues una marcha ascendente en la que luchan la inteligencia y la ciencia contra el oscurantismo y la superstición. Algunos buscan la felicidad en el porvenir, otros en la conservación de viejas instituciones y tradiciones. Pero la marcha de la humanidad es siempre progresiva, pues tal es la ley eterna, que aun el mismo triunfo de las ideas retrógradas... hace marchar siempre el mundo en su

camino de progreso... 57

55 José María Vigil y Juan B. Hijar y Haro, Historia del Ejército de Occidente. México, INEHRM,

1989, p. VII. 56 Idem, p. V. 57 Riva Palacio, “Discurso del 16 de septiembre”, en Ensayos históricos, op. cit., pp. 58-72.

Page 67: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

67

Esta visión maniquea del progreso histórico redujo la historia mexicana

a una lucha liberal (que se asocia a una lucha por la democracia) en contra de

las fuerzas de la opresión política y del clero, de la injusticia social y de la

explotación. Charles Hale afirma acertadamente que “dentro de las

suposiciones particulares de cada era sucesiva, ha sido continuamente

reproducidas por historiadores posteriores”.58

Otra tesis del novelista, compartida por una buena parte de los

historiadores de su generación --y que sin embargo no ha pervivido--,

señalaba que la conquista española había sido necesaria para preparar el

camino del “sagrado principio de soberanía popular”, destruyendo las

monarquías indígenas, con lo cual los conquistadores se convirtieron “de

terribles enemigos, en poderosos auxiliares de la libertad”. Pero, en el

virreinato sólo se conoció el lado odioso de la monarquía: guerra, persecución,

esclavitud, monopolio, estanco, impuestos, azotes, picota y autos de fe; jamás

tuvieron los virreyes la autoridad, el lustre ni los gestos magnánimos de los

reyes europeos. De manera paralela, los tumultos de tiempo coloniales

mostraron el poder latente del pueblo. Todo esto preparó el camino para la

democracia en América, pues el Nuevo Mundo era “el continente

predestinado”, el lugar elegido “para la libertad, la república y la

democracia”.

El orador advertía que faltaba consolidar lo que hoy llamamos el orden

liberal, por ello “aún hay que sufrir, aún hay que llorar, aún hay que defender

y que conquistar”. Lo importante era que “el modo de ser político y social” ya

estaba cimentado porque “México es grande porque es republicano, México es

libre porque merece serlo, México es la tumba de las tiranías y el asilo de las

58 Hale, El liberalismo mexicano en la época de Mora, op. cit., p. 5.

Page 68: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

68

libertades”.59 En consecuencia, el pasado que habría de recuperarse era para

mostrar la necesidad del ser republicano y liberal.

El texto liberal más importante escrito por los actores políticos fue

México a través de los siglos en el que se fusionan la doctrina liberal

sistematizada, el liberalismo como sinónimo de nacionalismo, una escritura

romántica, una historia concebida como Maestra de los tiempos, y la

legitimación del régimen. Dirigida por Vicente Riva Palacio fue una obra

realizada por encargo oficial.

Había un importante antecedente. Desde 1870 Manuel Orozco y Berra,

Manuel Larrainzar y Manuel Payno habían planteado la necesidad de

elaborar una historia general de México que se basara en fuentes

documentales y que incluyera una revisión exahustiva de testimonios. Pero

no la llevaron a cabo.60

La gran síntesis fue escrita bajo condiciones peculiares, no sólo porque

Riva Palacio se encontraba encarcelado en la prisión militar de Santiago

Tlatelolco cuando escribió el Tomo II,61 sino porque fue una obra colectiva

comercializada y distribuida por una empresa privada. El financiamiento lo

aportó la casa editorial Ballescá, como la novela de folletín debía mantener el

suspenso hasta la siguiente entrega, lo que determinó su estructura. Para

escribirse se contó con lo que hoy llamamos auxiliares de investigación, unos

se dedicaban a localizar y reproducir las ilustraciones que adornan

59 Riva Palacio, “Discurso del 16 de septiembre“, en Ensayos históricos, op. cit., pp. 58-72. 60 Payno escribió Compendio de historia de México que terminaría por convertirse en un libro de

texto. Para mayores detalles sobre las ideas de Manuel Larrainzar véase “Algunas ideas sobre la Historia y la manera de escribirla”, en Ortega y Medina, Polémicas y ensayos, op. cit., pp. 142-255.

61 Manuel González propuso que se escribiera una historia de la guerra de Intervención, para lo cual comisionó a Riva Palacio el 8 de febrero de 1881. En su archivo personal hay indicio del tránsito hacia una historia general: se trata de un documento que refiere todas las intervenciones extranjeras que se pueda imaginar, incluyendo incursiones de piratas y aventuras filibusteras; marcada nuestra historia por las intervenciones extranjeras, era lógico convertir el proyecto en una historia general de México. En diciembre de 1883 Riva Palacio se opuso en la Cámara de Diputados a la nueva moneda de níquel, por lo que fue aprehendido y conducido a la prisión militar de Santiago Tlatelolco y desde ahí dirigiría la obra, pues permaneció encarcelado hasta el 16 de septiembre de 1884. Ortiz Monasterio, “Estudio preliminar”, op. cit., p. 32.

Page 69: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

69

profusamente la obra, otros revisaban los textos y verificaban la información,

sin faltar los amanuenses que copiaban las versiones definitivas enviadas por

el editor a la casa de Espasa en España.

La obra consta de cinco tomos que corresponden a Alfredo Chavero

(etapa prehispánica y conquista de Tenochtitlán), Vicente Riva Palacio (la

dominación española), Julio Zárate (la guerra de Independencia), Juan de

Dios Arias (la primera mitad del siglo XIX) y José María Vigil (de la

revolución de Ayutla a 1867). Arías murió dejando inacabado su tomo, que

continuó el español Enrique de Olavarría y Ferrari.

El primer tomo resulta de especial interés, y en particular su

introducción en la que Chavero presenta un recuento del nacimiento de la

arqueología mexicana, los esfuerzos para recopilar los códices y descifrar los

“jeroglíificos”, la crítica de fuentes distintas a las occidentales y el privilegiar a

éstas sobre las crónicas españolas, las que reduce así a un complemento.

Chavero reconoce en especial los esfuerzos de Santiago Ramírez y de Manuel

Orozco y Berra para dar forma a una nueva aproximación al pasado indígena.

Riva Palacio en la introducción al volumen que él redactó presenta una

visión de la historia mexicana que expresa los mismo rasgos que su discurso

de 1871.62

Es importante señalar que esta obra ya no es típicamente romántica,

busca al pueblo como personaje, pero no es el individuo y la explicación

intencionalista la que impera, pues los héroes comprendidos a lo Carlyle dan

paso a una nueva noción. Riva Palacio atemperado por el positivismo

spenceriano explica que

62 El embrión del mexicano se formó en el siglo XVI, pero no era el pueblo conquistado ni el

conquistador. “Nueva España no fue la vieja nación conquistada que recobra su libertad después de trescientos años de dominación extranjera: fuente de históricos errores y de extraviadas consideraciones filosóficas ha sido considerada así, cuando un pueblo cuya morfología deben estudiarse en los tres siglos del gobierno español”. Riva Palacio, México a través de los siglos. México, Editorial Cumbre, 1966, Vol. II.

Page 70: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

70

Es verdad que los grandes hombres pueden producir importantes modificaciones en la estructura y en la marcha de los pueblos pero es preciso no olvidar, como dice Spencer, que cuando un hombre influye sobre una sociedad, esa sociedad ha influido con anterioridad sobre el hombre, y todos los cambios de que él es autor inmediato tienen sus causas principales en las generaciones de que él desciende. El hombre pertenece a su siglo y el siglo no pertenece al hombre, pero para conocer el siglo se necesita conocer a la

sociedad.63

El conjunto de la obra muestra la convivencia en la década de 1880 de

distintos horizontes de enunciación. Mientras Riva Palacio adoptó algunos

elementos del positivismo spenceriano, José María Vigil se mantuvo hasta su

muerte defendiendo la visión romántica-nacionalista de la historia.64 No

obstante, Vigil comparte con Riva Palacio algunos elementos entre los que

cabe destacar la noción de un desenvolvimiento social que se inicia con la

conquista española, pues de manera inmediata se mezclaron las facultades del

poder civil y las del poder eclesiástico, por lo tanto el núcleo que explica el

acontecer del país es su búsqueda de la independencia y de la emancipación

del poder eclesiástico.65

El segundo elemento que compartieron es la noción de imparcialidad.

Vigil declara como propósito escribir una obra en la que el autor se procura

colocar “sobre toda mira apasionada, para poder fijar con entera precisión las

verdaderas causas de los hechos y su trascendente significación”. Es así como

se propone explicar “una revolución mal comprendida por unos y

siniestramente interpretada por otros, que no pudiendo hacer retroceder las

cosas al estado que guardaban antes de ella, se satisfacen con derramar la hiel

del odio, alterando los acontecimientos y envileciendo a sus autores”.66

63 Idem, p. XII. 64 Véase el espléndido libro de Charles Hale, La transformación del liberalismo en México, en el que

estudia la polémica entre Vigil y Justo Sierra en torno al positivismo.

65 José María Vigil, “Introducción”, en México a través de los siglos, T. V, p. IV. 66 Idem.

Page 71: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

71

Pese a este esfuerzo al historiar el pasado reciente es evidente el sentido

programático de la obra. Para Vigil al mediar el siglo XIX “llegose a

comprender, por las lecciones repetidas de la experiencia, que existía una

suma de intereses radicalmente hostiles a los de la nación”, se trataba del

“partido clerical” que instituyó la dictadura de Santa Anna.

“Desde ese momento no era ya posible vacilación alguna; la misma

violencia de la reacción tenía que provocar una acción igualmente enérgica

[...] quedando perfectamente definido el pensamiento de una revolución

iniciada hacía tanto tiempo”.67 En este conflicto Vigil presenta a una

“sociedad mexicana, que se vio arrebatada por el genio de la Reforma,

pronunciando la última palabra en aquel movimiento preparado por tantos

años y por tanto pensadores”.68

En la década de 1880 la historia programática se extendió a la enseñanza

de la Historia Patria. Este objetivo no era enteramente nuevo. En la primera

república federal se empezaron a publicar cartillas y catecismo políticos para

instruir a los niños en sus derechos y deberes civiles en los que se destacaban

los acontecimientos más relevantes de la historia de México. Es significativo

que en este periodo se suscitara una polémica ante la objetividad que

pregonaba el pedagogo suizo Enrique Rébsamen y Guillermo Prieto. El

intelectual mexicano sostuvo que el método más apropiado para la enseñanza

de la historia era “el liberal”, puesto que la historia tenía un fin político,

didáctico y de propaganda.

Un gobierno es hijo de un partido político con su programa político y social; y puesto que cobró sus títulos en determinados principios que constan en sus instituciones como programa y pacto con el pueblo, la propaganda de esos

principios es su deber para consolidarse y aspirar al progreso.69

67 Idem, p. LIII. 68 Idem.

69 Ortega Medina, Polémicas y ensayos, op. cit., p. 297.

Page 72: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

72

Por medio de la historia se disputaba el control de las conciencias, es

una “lucha por imponer los valores morales, sociales y políticos que debían

predominar en la nación que se estaba gestando”.70

Entre la abundante producción conservadora deben destacarse dos

autores: Francisco de Paula Arrangoiz, y el español Niceto de Zamacois.71

Desde el destierro Arrangoiz escribió sus dos obras sobre el Segundo Imperio

mexicano: Los apuntes para la historia del Segundo Imperio (1869) y México desde

1808 hasta 1867 (1871). Al inició de los Apuntes... Arrangoiz señaló que escribió

para refutar a los escritores franceses que culpaban el fracaso del segundo

imperio al Papa, al clero mexicano y a los conservadores. En la introducción

de México desde 1808... copia textualmente la misma idea y explica que pronto

agotó la obra por lo que preparó “la segunda edición de los Apuntes

aumentada con documentos importantes, haciéndola preceder de una relación

sucinta de los principales acontecimientos políticos de México en el presente

siglo hasta la proclamación del Segundo Imperio”.72

Al igual que la tradición liberal, la segunda obra de Arrangoiz inserta

numerosos documentos para apoyar su argumentación partidista. De hecho,

los Apuntes eran apenas un esbozo sobre el tema de la intervención y el

imperio, el libro de México desde 1808... resultaba ser la obra acabada, --afirma

Patricia Montoya.

Cabe destacar que Arrangoiz en su obra, aunque no se propuso

biografar a lo héroes del conservadurismo mexicano, sus páginas sirvieron de

cimiento en la construcción del panteón de la reacción en contraposición al

70 Saúl Jerónimo, “Combates con la historia. Reseña Antonia Pi-Suñer LLorens (Coord.), Historiografía Mexicana. En busca de un discurso integrador de la nación, 1848-1884,” (mecanuscrito).

71 La caracterización de las historias escritas por miembros del partido conservador está basada en Patricia Montoya Rivero, “Miramón, el héroe de la reacción. La visión de la historiografía conservadora: siglo XIX”. Tesis de grado, Maestría en Historiografía de México, UAM\A, 2000.

72 Francisco de Paula Arrangoiz, México desde 1808..., pp. 8-9. Citado por Patricia Montoya, op. cit.

Page 73: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

73

panteón oficial, al presentarnos a los personajes como dignos de recuerdo por

sus acciones y sus méritos.

La obra de Niceto Zamacois, Historia de México desde los tiempos más

remotos hasta nuestros días fue publicada entre 1876 y 1882. Para Zamacois era

apremiante que México recuperara el orden y la paz perdidas por la lucha de

facciones, consideraba que una historia general de México jugaría un papel de

gran importancia para lograrlo, puesto que brindaría “lecciones de útil

experiencia a los que están llamados a regir los destinos de las naciones en el

proceloso mar de la política...” con lo que se podría lograr hacer del país “una

de las potencias más poderosas y fuertes de la América”. La siguiente cita

ilustra tres elementos constitutivos de la producción escrita por los llamados

miembros del partido conservador: la centralidad de los individuos en el

desarrollo histórico, el contenido axiológico de las narraciones, y la exigencia

de imparcialidad.

Si la historia es el espejo donde deben reflejar los hechos de los individuos que han figurado y figuran en el gran cuadro político de las ciudades; si ella ha de ser un libro de enseñanza provechosa para los pueblos, a quienes se debe poner en estado de apreciar lo que han sido y son las personas que, por su elevada posición y su respetable carácter han influido de una manera marcada en la marcha de los países; si la historia ha de ser un correctivo para lo malo y un benéfico estímulo para el bueno, preciso es que el historiador, haciendo absoluta abstracción de su afecto por los individuos, presente a estos obrando

de la manera que obraron.73

Las obras de Arrangoiz y Zamacois comparten otros dos elementos

importantes con la producción hasta ahora señalada: la transcripción del

mayor número de documentos posibles, tanto privado como oficiales (cartas,

circulares, actas, partes militares, proclamas, bandos y testimonios

hemerográficos), pues decía Zamacois éstos “conducen al lector al

conocimiento exacto de las ideas que animaban a la sociedad”.

73 Citado por Montoya, op. cit.

Page 74: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

74

Niceto de Zamacois, como mayor parte de los “historiadores”

decimonónicos, está permeado de una visión romántica que se muestra en el

uso de narraciones anecdóticas y de algunos de los elementos estructurales de

la novela de folletín, así como describe la naturaleza para ambientar los

acontecimientos referidos, e incluso utiliza la falacia romántica. Es así como

en lo que se refiere a escritura no se muestran diferencias lo que permite

proponer que en el siglo XIX dominó una historiografía romántica liberal.

Resulta evidente que los contenidos ideológicos son diametralmente

opuestos. Zamacois busca justificar el establecimiento del imperio en México

señalando que ninguno de los bandos que se habían disputado el poder había

logrado establecer un régimen de paz que propiciara el desarrollo armónico

del país, afirma que “La idea de la monarquía surgió, pues, no de la mala

prevención contra las instituciones republicanas que todos los partidos habían

adoptado, gobernándose por ellas, sino por los desaciertos de los hombres

que uno y otro partido habían sido elevados al poder”. El mismo autor indica

que la sociedad mexicana era un enfermo que llevaba cincuenta años de

padecer, la monarquía se le presentaba como la medicina más eficaz que

terminaría con las constantes revueltas que habían arruinado al país.

En la obra de Zamacois, al igual que en México a través de los siglos la

influencia del positivismo en su noción de evolución social.

Un análisis detenido --que no se realiza en estas páginas-- de los

contenidos ideológicos de la historiografía conservadora mostraría grandes

similitudes con la liberal. Por ejemplo, de herencia ilustrada y liberal,

Zamacois sostuvo que para lograr el desarrollo de las sociedades resultaba

fundamental la libertad de los hombres, su fe en el progreso y en la marcha de

los pueblos a la libertad, nociones que retoma de Burke.

Sin embargo, muestra también elementos providencialistas fruto del

tradicionalismo católico que se expresan en alusiones a la divinidad como

creador y providente, a la que considera fundamentales para mantener el

Page 75: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

75

status quo de la sociedad. No obstante, recupera del romanticismo a la fortuna

como factor decisivo para la explicación de los acontecimientos pretéritos y

del actuar humano.

El discurso conservador (representado por Alamán, Arrangoiz y

Zamacois) es profundamente nacionalista y exalta --como los liberales-- el

amor y la entrega a la patria, el respeto a las autoridades establecidas. Pero,

“los valores de la religión católica fueron la piedra angular de su explicación

historiográfica; en efecto, en repetidas ocasiones el escritor afirma que la

sociedad mexicana se unificaba en torno a las ideas y sentimiento

católicos”.74 Característico del pensamiento conservador de este periodo fue

la fusión del ámbito institucional con la religión, así la separación de la Iglesia

y el Estado se asumió como un atentado en contra de la libertad que para

profesar la fe católica, debían de gozar los mexicanos.

Las acres críticas de Zamacois y Arrangoiz por la secularización del país

(las reformas de 1833, la Constitución de 1857, las leyes Lerdo, Iglesias y

Juárez de 1859) se debían a su postura en favor de los intereses del catolicismo

institucional. Más aún la Guerra de Reforma es convertida en una cruzada por

la fe. Esta breve caracterización de las obras conservadoras es suficiente para

señalar un elemento nodal para el análisis historiográfico: más allá de las

divergencias político-ideológicas, los autores compartieron muchos prejuicios

que permean sus horizontes de enunciación y de expectativas y, por lo tanto

su escritura.

En síntesis, en esta introducción se ha querido mostrar que lo que hoy

designamos como historia era una de las tantas formas de recuperar el

pasado, incluso para sus autores el periodismo y la novela ejercían una acción

pedagógica del ideario liberal más directa sobre el público. Se ha buscado

mostrar las fronteras móviles entre novela e historia, que se consideraban

como distintos géneros de una misma disciplina: la literatura.

74 Montoya, op. cit.

Page 76: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

76

Cabe preguntarse cuál era entonces la línea divisoria entre la ficción y la

historia. Ésta era tenue, sin duda.

El acontecer empieza a concebirse nuevamente dotado de un sentido

teleológico. En los diversos registros de la memoria se inicia una búsqueda de

regularidades para descubrir “el sentido de la Historia”. Esta preocupación,

que era un legado del racionalismo ilustrado, se expresa en la mayor parte de

los autores. Por ejemplo, Manuel Payno en Memoria sobre la Revolución de

diciembre de 1857 a enero de 1858 muestra que el proceso conocido

genéricamente como la “Reforma” empieza a cargarse con un signo de

inevitabilidad, una ley histórica que rige los destinos humanos, así este autor

afirma que la mayor parte de las naciones “tienen que sufrir tres grandes

catástrofes: la Conquista, la Independencia y la Reforma”.75

Al buscar distinguir en términos de escritura las diferencias entre la

literatura y la historia, debe destacarse el público al que se dirige. La literatura

y en particular la novela se escriben para “las masas”, especialmente para las

mujeres. La historia es un género para los varones, y sólo para el estrecho

círculo de la “inteligencia”, aquellos educados, que se piensan el pueblo y

hablan en su nombre.

En las historias es mayor la exigencia de escribir con la imparcialidad

que recomendaba Tácito, referente que se mantiene a lo largo del siglo XIX.

Es otra vez Riva Palacio quien ofrece mayores precisiones. En la

introducción al segundo volumen de México a través de los siglos explica las

diferencias entre los diversos géneros literarios.

La severa imparcialidad de la historia del juzgar a los hombres y a los acontecimientos sin preocuparse del efecto que su fallo ha de producir en las presentes o venideras generaciones. El tribuno puede halagar las pasiones a los intereses de la multitud para alcanzar el triunfo de una gloria al hombre que le inspira el canto. El historiador no puede ni debe más sino decir la verdad; pero como esa verdad iluminada por la filosofía del escritor afecta mucha veces formas y

75 Payno, op. cit., p. 135.

Page 77: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

77

proporciones que están muy lejos de ser las ciertas, preciso es alumbrar cada uno de los

cuadros con la luz que le es propia”.76

La cita anterior muestra que la imparcialidad no es suficiente por

alcanzar la verdad, como tampoco lo es la prueba documental. Posiblemente

los literatos del siglo XIX, que en su mayoría contaban con una sólida

formación jurídica, estaban conscientes de que los documentos no hablan por

sí mismos, apenas constituyen el caso; la resolución y defensa o condena

radica en la interpretación que el “hombre de letras” de. Es también por ello

que en sus historias y en particular en México a través de los siglos no sólo

señalan cuáles son las fuentes en las que se basan, sino que también ofrecen

una discusión de cada una de ellas, para destacar cuáles de ellas pueden

gozar de credibilidad y cuáles son meras “consejas”.

Riva asienta que esa verdad --interpretación diríamos nosotros-- está

iluminada por la filosofía del escritor. Propone que es necesario alumbrar el

pasado con la luz que le es propia. Esta exhortación romántica implica --como

señala Riva-- que los hombres del siglo XVI no pueden ser juzgados por la

cultura y la ciencia de fines del siglo XIX, pues el fallo sería injusto y podría

no comprenderse el pasado, e implica también la construcción pormenorizada

de ambientes en los que se desarrolla la trama.

76 El subrayado es mío.

Page 78: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

78

ACTIVIDADES

Elabora un comentario crítico de los siguientes textos:

“Los frailes del siglo XVI. La voz de México y los liberales” y “las fiestas

nacionales”, ambos artículos se encuentran en Ignacio M. Altamirano, Obras

completas. Periodismo político, 2. Edición, prólogo y notas de Carlos Román

Célis, CONACULTA, 1989, pp. 292-294 y 361-368.

En tu comentario analiza los siguientes problemas historiográficos:

a) la construcción de los saberes y el conocimiento histórico

b) el género que utiliza el autor y su intencionalidad

c) la manera en que se expresa la relación entre liberalismo,

romanticismo y nacionalismo.

Te será de gran utilidad consultar el texto de Nicole Giron, “Ignacio

Altamirano” Pi-Suñer Llorens, Antonia (coord.), Historiografía Mexicana. Vol.

IV. En busca de un discurso. Integrador de la nación. México, UNAM\Instituto de

Investigaciones Históricas, 1996, pp. 257-294.

Extensión: 5 cuartillas.

Fecha de Entrega: al finalizar la 7ª semana.

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA:

Algaba, Leticia, Las herencias del novelista y las máscaras del crítico. México,

UAM-A, 1997.

Luna Argudín, María, “La escritura de la historia y la tradición retórica (1834-1885)” en Jorge Ruedas de la Serna, Maria Luna Argudín y Leticia Algaba, La tradición retórica en la poética y en la historia, México, UAM/A- CONACYT, 2004 (Cuadernos de Debate, 3) pp. 31-106.

Page 79: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

79

Ruedas de la Serna, Jorge (Coord.), La historiografía de la literatura mexicana.

Ensayos y comentarios. México, UNAM\Facultad de Filosofía y Letras,

1996.

Ruedas de la Serna, Jorge, (Coord.), La misión del escritor. Ensayos mexicanos del

siglo XIX. México, UNAM, 1996.

Page 80: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

80

Eje de trabajo 4: El polimorfo conocimiento histórico: de la historia a la sociología, del romanticismo al naturalismo (1900-1910)

En la antología que acompaña este Cuaderno de Posgrado analizarás desde

distintas perspectivas el positivismo y la escuela erudita, por lo que en esta

introducción baste señalar las continuidades de la tradición liberal romántica

en la producción positivista, lo que se ejemplifica con la construcción de

Benito Juárez como héroe nacional.

La historia escrita entre 1900 y 1910 responde a dos horizontes

historiográficos distintos el liberal y el positivista que convivieron

influenciándose mutuamente.

Los autores liberales continuaron la tradición establecida por Vigil. En

ese sentido resulta representativo el texto de Miguel Galindo y Galindo La

gran década nacional, 1857-1867 (1904), que no sólo retomó el tomo V de

México a través de los siglos como una de sus principales fuentes, sino que

también reproduce cuatro de sus argumentos nodales: la Guerra de Reforma

cambió radicalmente el modo de ser de la nación, emancipó a México de la

tutela que ejercía el clero, condujo a la auténtica independencia del país

liberándose del invasor francés y por estas razones pudo “entrar desde luego

al goce de los derechos y prerrogativas inherentes a todo pueblo culto y

civilizado”.77

El positivismo presenta importantes continuidades frente al liberalismo.

Por un lado, se observa la misma imbricación entre el quehacer político, el

desempeño de cargos en la administración pública,78 la escritura de textos de

77 Miguel Galindo y Galindo, La gran década nacional, 1857-1867. México, Instituto Nacional

de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 1987, Vol. 1 , p. 9 78 Los autores positivistas más representativos fueron activos políticos comprometidos con

su presente. Por ejemplo, Justo Sierra se desempeñó como diputado, senador, activo promotor de la

Page 81: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

81

ficción79 y la producción de estudios históricos. Por el otro, los autores

positivistas mantuvieron una firme creencia en la doctrina liberal.80 De

manera que, en contra de la imagen que han formado los estudios

historiográficos que contrapone la subjetividad de la historiografía

testimonial romántica a la imparcialidad positivista, se puede afirmar que la

tradición historiográfica mexicana parte de la problemática contemporánea y

busca en la historia una respuesta política al presente inmediato.

No obstante, en la escritura de la historia se registra un importante

cambio frente los historiadores que les precedieron, la historia ya no se

concibe como una actividad literaria sino que presentan una nueva

orientación disciplinaria que reclamó un estatuto de cientificidad. Las

historias dejaron atrás la descripción pormenorizada para buscar una

explicación nomológica basada en el uso del llamado “método positivo”, lo

que condujo a la producción de las primeras obras “sociológicas” y la

inclusión de nuevas temáticas: el estudio de las instituciones jurídicas y del

sistema político que se consolidaron con el triunfo del “partido liberal” en

1867. Asimismo, los positivistas elaboraron diagnósticos de lo que ellos

consideraban como “los grandes problemas nacionales” y buscaron sus raíces

en el pasado.81

A los positivistas el liberalismo mexicano debe la construcción de Juárez

como “prócer de la Patria” que comenzó a tan sólo ocho años de su muerte,

cuando, por instrucción presidencial, se inició la construcción estatuas y Unión Liberal en 1892 y secretario de Instrucción Pública; Rabasa como diputado, senador y gobernador de Chiapas; Molina Enríquez durante la Revolución promulgó el Plan de Texcoco y participó activamente en la redacción del artículo 27 constitucional.

79 Los positivistas también acudieron a la literatura por ejemplo Emilio Rabasa escribió La bola (1887), La gran ciencia (1887) y Moneda Falsa (1888), pero la influencia en sus novelas no es romántica como en los historiadores liberales sino costumbrista .

80 Charles Hale ha estudiado cuidadosamente la relación entre el positivismo y el liberalismo en su libro La transformación del liberalismo en México. México, Vuelta, 1991. Véase en particular el capítulo “La política científica y el constitucionalismo”.

81 Los mejores exponentes de esta nueva historiografía fueron Andrés Molina Enríquez con Los grandes problemas nacionales (1908) y Emilio Rabasa con su Evolución histórica de México (1920).

Page 82: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

82

monumentos con su efigie82 como muestra de la voluntad política de

conciliación nacional del régimen de Díaz sellado simbólicamente con el

matrimonio del tuxtepecano con Carmen Romero Rubio, permitiendo la

reconciliación entre las distintas facciones liberales y entre éstas y la Iglesia.

Sin embargo, desde las mismas filas liberales se mostraron resistencias:

Altamirano en su Revista histórica y política (1882) indicaba que resultaba

imposible escribir imparcialmente porque “el juicio sobre Juárez se liga con el

juicio de su tiempo y sobre sus contemporáneos”.83 No obstante, el mismo

autor en su prólogo al Romancero de Guillermo Prieto hacia notar la falta en

México de un culto a los héroes de la Independencia, práctica que consideraba

fundamental para formar en la ciudadanía la lealtad a la patria.

Los positivistas se vieron obligados a iniciar el estudio de la vida del

benemérito a consecuencia de la publicación de El verdadero Juárez y la verdad

sobre la intervención y el imperio (1904) de Francisco Bulnes, texto que mostraba

cuánto se habían exagerado las virtudes de Juárez y lo responsabilizaba de

haber retardado la Reforma. Este eje de trabajo se focaliza en dicha polémica.

La polémica en torno a Juárez

“El aspecto físico y moral de Juárez no era el del apóstol, ni el de mártir, ni el

de hombre de Estado, sino el de una divinidad de teocali, impasible sobre la

húmeda y rojiza piedra de sacrificios”— afirmó Francisco Bulnes en El

verdadero Juárez. La publicación de ese libro, en 1904, inició una polémica que

duró dos años y alcanzó dimensiones nacionales. Su revisión permitirá

ilustrar la manera en que convivieron diferentes horizontes de enunciación.

82 Cfr. el informe de Porfirio Díaz al Congreso de la Unión del 15 de diciembre de 1880 en Los

presidentes de México ante la Nación. Informes, manifiestos y documentos de 1821 a 1966. México, Imprenta de la Cámara de Diputados, 1966.

83 Ignacio M. Altamirano, “Revista histórica y política” op. cit., p. 107.

Page 83: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

83

Pronto salieron a la defensa del héroe una veintena de títulos, entre

ellos los siguientes: Juárez discutido como dictador y estadista de Carlos Pereyra

(1904), Hilarión Frías y Soto dio a la imprenta Juárez glorificado y la intervención

y el imperio ante la verdad histórica. Refutando con documentos la obra del señor

Francisco Bulnes intitulada El verdadero Juárez (1905). Justo Sierra escribió Juárez,

su obra y su tiempo (publicada por entregas entre 1905 y 1906), y explicó,

parafraseando a Horacio, que escribía con “el afán de limpiar del negror del

humo”.72

En 1905 se iniciaron los preparativos para celebrar el centenario del

natalicio de Juárez y, entre ellos, y para “desmentir” a Bulnes, se convocó a un

concurso literario que estableció tres categorías: biografía, estudio sociológico

de la Reforma y composición poética a Juárez.73 Rafael de Zayas Enríquez fue

premiado en la primera categoría; Ricardo García Granados, Andrés Molina

Enríquez y Porfirio Parra en la segunda; y bajo la tercera Manuel Caballero,

Juan A. Mateos y otra vez Zayas.74

El propósito de este eje es revisar algunos de los estudios histórico-

sociológicos que fueron premiados en el citado concurso literario, así como la

respuesta que Bulnes dio a sus detractores con Juárez y las revoluciones de

Ayutla y de Reforma (1905). Con este restringido corpus se analiza: a) tres

formas de representar el pasado: la historia, la crítica histórica y la sociología,

por lo que será necesario estudiar sus límites epistemológicos y la relación

que los autores que aquí se revisan establecieron entre cada una de estas

disciplinas; b) las manifestaciones de los positivismos mexicanos como

expresión de la modernidad75 y vehículo de modernización. Sin embargo,

72 Sierra, Juárez, su obra y su tiempo, op. cit. p. 10. 73 Agustín Basave Benítez, México Mestizo. Análisis del nacionalismo mexicano entorno a la mestizofilia

de Andrés Molina Enríquez, México, FCE, 1992, p. 56, n. 63. 74 Martín Luis Guzmán, “Prólogo”, en Porfirio Parra, Sociología de la Reforma, México, Empresas Editoriales, S. A., 1948. (El liberalismo mexicano en pensamiento y en acción, 8), p. 7. 75 Por proyecto de modernidad se entiende, en estas páginas, la firme creencia de origen

ilustrado en el progreso lineal e ilimitado de todas las expresiones humanas, la posibilidad

Page 84: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

84

estos conceptos han sido utilizados tan reiterativamente que resultan

ambiguos, por este motivo su significado cabal sólo puede aprehenderse

reconstruyendo su horizonte de enunciación. Cabe aclarar que la

modernización que estos autores promovieron se refería a diversos ámbitos:

en las formas de conocer el pasado y el presente pues buscaban establecer un

diagnóstico de los problemas nacionales; en el constitucionalismo mexicano y

en las prácticas políticas. Asimismo les preocupaba la falta de una identidad

nacional homogénea, problema al que se propusieron dar solución.

Francisco Bulnes, el polemista

Quién era Bulnes en 1904-1906 que se atrevía a poner en duda las virtudes del

Benemérito de las Américas.

Francisco Bulnes (1847-1924) al publicar El verdadero Juárez ya había sido

diputado y senador (cargos que desempeñó alternativamente por treinta años).

Ingeniero Civil, era un conocido periodista que había sido director de La Libertad,

redactor de El Siglo XIX, y de México financiero. Participó en el primer y segundo

Congreso Nacional de Instrucción (1889-1890) que reformaron la educación básica

y sentaron las bases para establecer una educación federal uniforme. También

había incursionado en los campos de la sociología y la economía y se le conocía

entonces como un prolífico historiador.76 Figura central del positivismo,

autonombrado como miembro del grupo científico, pero jamás incluido como de la incesante mejoría de las sociedades y del hombre mismo por medio del conocimiento científico (desligado de las religiones), la tecnología y las instituciones. Entendida de este modo la modernidad, resulta evidente que el positivismo mexicano fue una de sus tantas expresiones. Para mayores detalles sobre los orígenes y fracturas del proyecto de modernidad véase Johannes Rohbeck, Filosofía de la historia —Historicismo— Posthistoire. Una propuesta de síntesis, México, UAM/A, 2004 (Cuaderno de debate, 4). 76 Bulnes, La deuda inglesa, 1885; “Estudio” en La crisis monetaria, 1886; El porvenir de las naciones latinoamericanas ante las recientes conquistas de Europa y Norteamérica, 1899; Las grandes mentiras de nuestra historia: La Nación y el ejército en las guerras extranjeras, 1904; La independencia de Cuba en relación con el criterio americano y los intereses de México, 1897; Francisco Bulnes, coeditor con Joaquín D. Casasús et al, Sebastián Lerdo de Tejada, 1823-1899: In Memoriam, 1899.

Page 85: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

85

secretario en el gabinete.77 En dos ocasiones fue una figura clave que hizo posible

la reelección de Porfirio Díaz.

En 1903 quedó encargado de preparar el proceso electoral de 1904, tras

defender la necesidad de que Díaz permaneciera en el poder, indicó que en México

la democracia era desconocida. Más aún, señaló que el pueblo mexicano era inepto

para ese sistema de gobierno y sostuvo la necesidad de adecuar las leyes a la

sociedad. Estas afirmaciones no eran novedosas, sino que constituían el clima y

debate político-sociológico de la época, como se verá en detalle más adelante.

En pocas palabras, Bulnes para 1904 era conocido como un importante

constructor del régimen porfiriano, pero también era muy temido como orador y

polemista debido a su sarcasmo y a su capacidad de llevar los argumentos a sus

últimas consecuencias. Su obra a lo largo del siglo XX, e incluso hoy en día

continúa siendo debatida.

La construcción de Juárez como prócer de la Patria

La imagen de Juárez que Bulnes combatió se había construido lentamente:

primero, sus partidarios, en los discursos cívico-conmemorativos liberales

pronunciados al calor de la guerra contra la intervención francesa y el Segundo

Imperio, sintetizaron el programo liberal convirtiendo a Juárez en una suerte de

bandera;78 después, tanto la oratoria como la historiografía testimonial formaron

una imagen que representó al triunfo del “Partido Liberal” con las siguientes

connotaciones: republicana, laica, nacionalista, federal y democrática.

77 Para mayores detalles acerca de los conflictos políticos entre Bulnes y el “grupo científico” véanse Ariel Rodríguez Kuri, “Francisco Bulnes”, en Carlos Illades y Ariel Rodríguez Kuri, Ciencia, filosofía y sociedad en cinco intelectuales del México liberal. México, UAM/I-Miguel Ángel Porrúa, 2001. 78 Véase, por ejemplo Ignacio Vallarta, “Discurso pronunciado en Guadalajara el 5 de mayo de 1867”, en Vallarta en la Reforma. Prólogo y selección de Moisés González Navarro. México, UNAM, 1979 (Biblioteca del Estudiante Universitario, 76).

Page 86: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

86

El liberalismo se concibió como agente de la secularización del país,

promotor y agente de la libertad de conciencia, debido a que en México el triunfo

militar sobre los conservadores permitió la separación de la Iglesia del Estado.

En esta discursiva se enfatizó que el “Partido Liberal” luchó y triunfó sobre

el entonces poderoso imperio francés, por eso la guerra en contra de la

intervención francesa se interpretó como una segunda guerra de independencia,

con su respectiva connotación nacionalista.

El posterior restablecimiento del orden constitucional en 1867, basado en la

Carta Magna de 1857 y en las Leyes de Reforma, propició que el llamado “Partido

Liberal” se autoidentificara como el arquitecto de la reconstitución de la nación,

misma que adquirió definitivamente la forma republicana, democrática y federal.

El origen social del presidente oaxaqueño serviría para mostrar que con la

Reforma se había logrado la igualdad del ciudadano ante la ley, suprimiendo las

corporaciones y haciendo posible la movilidad social. Así, la Reforma se

presentaba como la revolución social que había permitido que en un futuro

próximo la desigualdad social sólo fuera consecuencia del mérito individual.

En pocas palabras, los viejos liberales veneraban a Juárez como el héroe que

había hecho posible la Reforma y que había encabezado la lucha contra la

intervención francesa por lo que cada uno de los autores que se analizan en este

artículo repitieron las connotaciones con las que se identificó la Reforma.

Los jóvenes que hacia 1877 y a lo largo de la década de 1880 escribieron en el

periódico La Libertad, principal publicación del positivismo spencereano, tuvieron

sus propios motivos para homenajear a Juárez: lo consideraban como una figura

necesaria que abrió paso a la era positiva en la historia de México, pues Juárez

apoyó a Gabino Barreda y la fundación de la Escuela Preparatoria Nacional.79 Casi

treinta años después los editores de la Revista Positiva, órgano del positivismo

79 William Dirk Raat, El positivismo durante el porfiriato, 1876-1910. Trad. Andrés Lira. México, SEP, 1975. (SepSetentas, 228), p 104. Para un análisis de los redactores de La Libertad como grupo político véase Hale, La transformación del liberalismo en México a fines del siglo XIX, op. cit.

Page 87: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

87

comtiano, mantenían una visión similar: Agustín Aragón, en 1906, afirmó que

Juárez inició el periodo científico e industrial de México, y Sabino M. Olea, en 1908,

señaló que el liberalismo había abierto una nueva era de progreso evolutivo

mediante la ciencia.80 Así Juárez era también un símbolo de los exitosos esfuerzos

que hacían las elites culturales para modernizar el país.

Para la construcción de la legitimidad del gobierno de Díaz, Juárez fue una

figura emblemática. A tan sólo diez años de su muerte se empezó a elevar a

“prócer de la Patria” sembrando el país, por decreto presidencial, con estatuas y

monumentos suyos,81 convirtiéndolo de este modo en el símbolo y en el artífice de

la victoria liberal. Al honrar la gesta de la Reforma se rendía homenaje también a

Porfirio Díaz como el héroe militar de la batalla del 5 de mayo y como el gran

constructor de la paz, una vez restablecida la república.

Poco a poco Juárez se convirtió en una figura central de la liturgia cívica, en

cuya formación Justo Sierra tuvo una participación decisiva porque estaba

convencido que era indispensable crear una lealtad popular a la Patria, que se

reafirmara con rituales cívicos en los que se venerara el “sacrificio de los mártires,

el valor de los héroes y la inteligencia de los sabios”.82

En el ámbito educativo Sierra luchó, con éxito, para que las escuelas

elementales instruyeran a los niños en la vida de los héroes como fuente de

emulación y para inculcarles el nacionalismo y la lealtad al Estado nacional.83 La

representación de Juárez fue central en esta empresa ya que su biografía, según el

secretario de Instrucción Pública, constituía una “suprema lección de moral

cívica”.84

80 Idem, p. 86. 81 Cfr. el informe de Porfirio Díaz al Congreso de la Unión del 15 de diciembre de 1880. 82 Sierra, El Federalista 21 y 28 de septiembre de 1875 en, Obras Completas. Tomo VIII. 83 Cfr. El libro de texto “Elementos de Historia General” de Justo Sierra. 84 Sierra, Juárez… op. cit., p. 10.

Page 88: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

88

Rafael de Zayas y su caramelo literario Zayas (1848-1932) fue premiado en la categoría de biografía del concurso literario

mencionado con Benito Juárez, su vida y su obra. Al estallar la polémica, Zayas era

un reconocido poeta romántico que había sido discípulo de Ignacio Ramírez,

Guillermo Prieto y Manuel Altamirano; había publicado en los principales diarios

y revistas literarias del país: El Siglo Diez y Nueve, Revista Azul, El Heraldo del Hogar

y El Mundo Ilustrado.85 Contaba con una sólida trayectoria en el desempeño de

cargos públicos: jefe político, juez de distrito de Veracruz, diputado local y varias

veces diputado federal, cónsul general de México en Nueva York, Barcelona y San

Francisco, California.86 Zayas como historiador era un porfirista convencido, que

en 1899 publicó Los Estados Unidos Mexicanos, sus progresos en veinte años de paz,

1877-1897. En éste elogió y conmemoró las primeras dos décadas del gobierno de

Díaz; es un texto tan oficioso que incluso el manuscrito fue corregido por el propio

Presidente.87

Su biografía de Juárez es una historia apologética que destaca tanto a la

figura pública como al hombre privado. El objetivo explícito que perseguía su

autor en demostrar el carácter heroico del biografiado.

La historia centrada en el relato de la vida de los “grandes hombres” era un

elemento constitutivo de la tradición retórica, cuyos principios generales se

mantuvieron vigentes en México desde el siglo XVI hasta el decenio de 1930,

mismos que se han estudiado en los ejes precedentes.

La historia tenía una función fundamental —como había señalado Cicerón—

debía ser Maestra de la Vida, enseñando a los hombres de Estado las experiencias

en las que otros pueblos habían fracasado o habían tenido éxito, ya fuese para

evitarlas o para propiciarlas.

85 HENESTROSA, “Advertencia”, p. 30. 86 Para una sintética autobiografía de Zayas véase CM C9. D.I. Reg. 1052, folio 147. Carta de Rafael de Zayas a Enrique Olavarría y Ferrari del 10 de agosto de 1900. 87 CM C8, E18, D2, reg. 711. Folio 125. Carta de Rafael de Zayas Enríquez a Enrique de Olavarría y Ferrari del 12 de mayo de 1899.

Page 89: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

89

El principio ciceroniano es patente en la obra de Zayas, quien esperaba que

su historia sirviera de enseñanza a los gobernantes:

Hagamos conocer la vida del hombre incomparable […] a los buenos gobernantes para modelo; a los malos para correctivo; a los invasores como escarmiento, a fin de que sepan estos últimos que la semilla de apóstoles fecundada por sangre de mártires, es la que más pronto germina y fructifica y produce cosecha de héroes incontrastables y que los pueblos que quieren ser libres, reconquistan en un día de empuje heroico todo lo que se dejaron arrebatar en largas épocas de

fallecimiento.88

El relato de la vida de Juárez, para Zayas, era un ejemplo que debería normar

la vida cotidiana de sus conciudadanos. Para los niños y jóvenes la figura de Juárez

les serviría de orientación “en caso de extravío; de consuelo, en caso de pena; de

estímulo, en caso de desfallecimiento; de ejemplo y de orgullo en todos los casos

de la existencia.89

La verosimilitud de la biografía escrita por Zayas se incrementaba con un

importante elemento: su autor participó en los hechos que narró, lo que era

altamente valorado por los preceptistas retóricos.90

En esta obra Zayas fusionó la historia en su forma retórica con una

vehemente defensa del proyecto liberal e hizo de Juárez la encarnación de éste.

Conviene recordar brevemente que el liberalismo, sin ser una doctrina o

corpus homogéneo, tuvo una sola demanda que se expandió a todos los ámbitos:

hacer del individuo el núcleo de la sociedad. En el ámbito económico esta

demanda se tradujo en un Estado mínimo, en el laissez faire económico; para el caso

mexicano, además, implicó la supresión de monopolios. En el campo político se

trató de crear ciudadanos, actores políticos individuales, por lo tanto suprimir

88 Rafael de Zayas Enríquez, Benito Juárez: su vida y su obra. México, SEP, 1971, (SepSetentas, 1), p. 351. 89 Idem. 90 Zayas en 1861, estando en el exilio en Nueva York, vivió “en gran intimidad con la familia Juárez y con ella volví a mi país”. En México mantuvo “excelentes relaciones” con el Presidente oaxaqueño pero, deslumbrado por Porfirio Díaz, se unió a la Plan de la Noria, un año antes de la muerte de Benito Juárez. CM Carta de Rafael de Zayas a Enrique Olavarría y Ferrari del 10 de agosto de 1900.

Page 90: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

90

estamentos y corporaciones (y con ellas los fueros) para que los ciudadanos

pudieran ser iguales ante la ley.

La principal función del Estado era garantizar los derechos del hombre y del

ciudadano, concebidos siempre como individuos, para lo cual se establecieron una

serie de controles: la Constitución de 1857 expandió y garantizó esos derechos; esa

ley fundamental estableció un nuevo equilibrio a la división de poderes para evitar

que alguno de ellos se sobrepusiera sobre los otros dando forma a un gobierno

despótico; y, se fortaleció a la Suprema Corte de Justicia para que cumpliera una

triple función: garantizar los derechos del hombre y el ciudadano, arbitrar las

controversias entre los poderes legislativo y ejecutivo y entre los estados y la

federación.91

En el mundo occidental los estados liberales tendieron a ser laicos debido a

que la antigua unión entre Iglesia y Estado impedía las libertades de conciencia y

expresión, consideradas como derechos naturales; y la concentración de bienes

inmuebles eclesiásticos obstaculizaba la formación de una sociedad de pequeños

propietarios, ideal liberal.

Zayas en su texto presentó a Juárez como el hombre que hizo posible la

revolución liberal: “Redimió la conciencia, en el orden religioso, al proclamar la

libertad de cultos; en el orden político, estableciendo la libertad de enseñanza”.

Zayas continuaba: “Redimió al hombre, convirtiéndolo en ciudadano”; suprimió

los fueros eclesiástico y militar; creó el registro civil; clausuró los conventos, “esos

ergástulos del fanatismo donde se corrompía el alma”; dictó la ley de manos

muertas, “devolviendo al César, la sociedad, lo que era del César”; estableció el

derecho civil y el derecho penal sobre bases modernas; organizó la hacienda;

“estableció las bases del progreso material”; “erigió al pueblo en soberano para el

91 Para una caracterización detallada del liberalismo mexicano véase el capítulo 1 de mi libro El Congreso.

Page 91: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

91

ejercicio del derecho electoral” y “reconoció la esfera de acción trazada por la Carta

Magna a cada uno de los poderes orgánicos que constituyen el Gobierno”.92

Una tercera vertiente se fusionó en la obra de Zayas: el positivismo comtiano

como corriente historiográfica dominante de la época. El biógrafo retomó la

teleología que compartieron los diversos positivismos: la humanidad, se

desarrollaba en un proceso evolutivo que conduciría a que las sociedades fueran

paulatinamente más complejas.

Zayas se apegó al planteamiento de Augusto Comte: la evolución estaba

configurada por tres grandes estadios de desarrollo (teológico, metafísico y

positivo) a los que correspondía una mentalidad o forma específica de concebir el

mundo, así como modalidades de organización social e institucional. “El ideal que

concibió Juárez desde la juventud, fue concluir, de una vez para siempre con el

repugnante régimen teológico-militar que pesaba sobre su patria como una

maldición bíblica” —afirmó el biógrafo.93

Para los positivistas comtianos mexicanos la metafísica había alimentado los

conflictos entre la Iglesia y el Estado, siendo la causa determinante de estériles

disturbios sociales,94 de ahí que creyeran imprescindibles consolidar la era positiva

y erradicar los resabios del estadio anterior, y que según Zayas, Juárez había

suprimido de modo definitivo.

La hostilidad de las elites políticas y culturales liberales a la iglesia católica

propició el encuentro entre tradición retórica, liberalismo y positivismo. Para los

positivistas mexicanos la filosofía de Comte no sólo se presentaba como opuesta a

la religión tradicional y a las fuerzas conservadoras apoyadas por la Iglesia, sino

como una fuerza modernizadora que lograría emancipar a la población, de todos

los estratos sociales, del fanatismo y la superstición. La modernización debía

llevarse a cabo fundamentalmente por medio de la educación formal, pero también 92 Zayas, Benito Juárez op. cit., pp. 41-43. 93 Ibid., p. 38. 94 Karl Schmitt, “The Mexican Positivists and the Church-State Question, 1876-1911”, sobretiro de A Journal of Church and State, vol. 8, no. 2, 1966, p. 203.

Page 92: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

92

la literatura —y como parte de ella la historia— era una importante herramienta de

propaganda.

Zayas mostró su propio encono contra la Iglesia y el catolicismo tradicional

(expresión acabada de la mentalidad teológica) al abordar uno de los aspectos más

polémicos de la vida de Juárez: sus creencias religiosas. Zayas afirmó que su

biografiado siempre fue deísta, en su madurez francmasón y en su juventud

católico ferviente, pero con los años abandonó su religiosidad porque “en su

evolución llegó a comprender que no había idea más degradante que la del Ser

providencial dirigiéndolo todo hasta en sus menores detalles, manejando a los

hombres como ridículos autómatas, desprovistos de memoria, de entendimiento y

de voluntad”.95 Según el escritor, para Juárez la divinidad otorgaba la existencia,

pero no se ocupaba de labrar el destino de los hombres y menos aún de los detalles

de sus vidas.

Para este autor explicar la religiosidad de Juárez fue una nueva oportunidad

para defender el proyecto liberal que pugnaba por hacer del individuo la base de la

organización social. El biógrafo afirmó que Juárez creía en el hombre “como un ser

pensante y libre, autor de su yo social, responsable de sus actos y de sus

pensamientos, labrándose el porvenir por sí mismo”.96 Es aquí donde asoma la

modernidad de la mano del liberalismo, ambos como proyectos que coincidieron

en la necesidad de crear individuos sin ataduras de índole alguna, sujetos

modernos dueños de sí mismos, activos y actuantes, responsables de su presente y

de su futuro.

Bulnes frente al programa narrativo de la historia liberal En 1904 Bulnes inició un ciclo de publicaciones con Las grandes mentiras de nuestra

historia. La nación y el ejército en las guerras extranjeras que tenían por objeto

“discernir la verdad” y darla a conocer a la opinión pública. Su idea de difundir la

95 Zayas, op. cit., p. 328. 96 Idem.

Page 93: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

93

verdad era un elemento fundamental de su “filosofía política” y de las leyes

sociológicas que creyó haber descubierto a través del estudio de la historia.

En su estudio El porvenir de las naciones hispanoamericanas afirmó que en todo

gobierno había tres elementos: el moral, basado en la tradición; el económico,

formado con las riquezas individuales y sociales, y el intelectual, constituido por

las clases profesionales. Aseguraba que con el estudio del pasado era posible

descubrir las leyes históricas y también los principios políticos que rigen las

sociedades. Uno de estos principios era que los elementos económicos y sus leyes

imponen despóticamente la forma de gobierno y determinan la moral, la religión y

la política.

Para Bulnes los gobernantes —dominados por el elemento económico—

embaucaban al pueblo con falacias, por lo tanto sostuvo que el mundo había sido y

era gobernado con falsedades, destacó tres: las religiones; la “fuerza material del

Estado en las monarquías” y el sufragio popular, que regía en todos los “países

civilizados”.

Para el polémico escritor mientras los pueblos vivieran bajo las mentiras no

podrían ser redimidos, y desgraciadamente “no existe aún hoy una sociedad

gobernada por la verdad”. Enseñar la verdad y difundir las leyes sociológicas

subvertiría el orden social establecido. Sin embargo, no explícito su proyecto de

futuro.97

Bulnes con su serie Las grandes mentiras de la historia buscaba poner en duda

el programa narrativo de la historia liberal, cuya máxima expresión era México a

través de los siglos. De herencia retórica era hacer del héroe el impulsor y

responsable de las grandes acciones que habían forjado la nación. Específicamente

97 Francisco Bulnes, El porvenir de las naciones hispanoamericanas ante las recientes conquistas de Europa y Latinoamérica, México, El pensamiento vivo de América, 1941, pp. 368-369.

Page 94: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

94

liberal había sido trazar una línea de continuidad entre Cuauhtémoc, Hidalgo y

Juárez haciéndoles aparecer como luchadores de la liberación nacional.98

En 1905 Bulnes publicó otro libro, aún más demoledor: Juárez y las

revoluciones de Ayutla y de Reforma. Las principales tesis que presentó fueron tres:

Juárez no había sido autor de la Reforma, tampoco se le podía atribuir el triunfo

liberal porque lo había logrado gracias al apoyo del presidente norteamericano

Buchanan y debía fincársele responsabilidad política por la firma Tratado Mac

Lane-Ocampo.

En sus conclusiones retomó su búsqueda por establecer la verdad histórica

como una forma de redención de los pueblos y naturalmente era una respuesta

directa a los impugnadores de El verdadero Juárez: “Se ha desarrollado por Juárez,

no la admiración por un grande hombre, sino por un ser sobrenatural que nos ha

dado Patria, Libertad, Reforma y Democracia” —afirmó el polemista.

Al crítico positivista preocupaba la imagen que se había construido de Juárez

fundamentalmente por dos motivos:

Primero, porque el desarrollo de la Reforma se había reducido a un solo

individuo cuando todo fenómeno social tiene “multitud de autores” y causas. El

problema radicaba en que no sólo se había sobre-simplificado el proceso, sino que

además se enaltecía a un hombre que no había sido el autor ni el iniciador de las

Leyes de Reforma, un hombre de mediana estatura.99

Segundo, porque en México se había desarrollado un culto antropolátrico.

Los mexicanos no podían concebir que “el pueblo mexicano o que una gran clase

media ilustrada haya hecho la Reforma” sino que, debido a su escaso desarrollo

social e intelectual, adoraba a un ídolo. El culto cívico que durante el porfiriato se

98 Rogelio Jiménez Marce, La pasión por la polémica. El debate sobre la historia en la época de Francisco

Bulnes, México, Instituto Mora/Historia política, 2003, p. 16, n. 6. Estoy de acuerdo con Rogelio Jiménez

Marce en que Bulnes “tenía la intención de cuestionar el gran programa narrativo de la historia oficial

liberal”, pero disiento de su noción de lo que era la historia oficial y de la función que atribuye a la retórica en

la representación del pasado, pues entiende esta arte desde una perspectiva meramente formal dejando de lado

su concepción epistemológica, estos elementos se desarrollan en el siguiente apartado. 99 Francisco Bulnes, Juárez y las Revoluciones de Ayutla y Reforma. Antigua Imprenta de Murgía, México, 1905, p. 379.

Page 95: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

95

había desarrollado a Juárez, Bulnes lo llamó antropolatría, misma que –según él–

cumplía una función social, aunque indigna: “postrarnos como nuestros

antepasados, enloquecidos en su caverna mientras no veamos al Hombre Dios que

nos redimió, porque sin él, como entre los salvajes, todo es miseria, vacío,

desolación y muerte”.100

Bulnes y la crítica histórica

En Juárez y las revoluciones de Ayutla y Reforma Bulnes se inscribió dentro de la

crítica histórica que, según afirmó, “tiene por objeto depurar lo que se llama

historia y formular con ella generalizaciones que sirvan de enseñanza a los

hombres de Estado y a los pueblos”.101 Pese a que no definió explícitamente el

quehacer de la crítica histórica, un texto de un colaborador suyo publicado en el

periódico La Libertad, pude ayudar a precisarlo.

Porfirio Parra en “Los historiadores. Su enseñanza” (1899) indicó que la

historia considerada como una verdadera ciencia debía destacar la relación causa-

efecto, comprobar la ley de causalidad que asciende de los hechos a la ley, al

mismo tiempo que ilustrada por la ley interpreta los hechos. Un estudio de historia

considerado así se componía de dos partes: la crítica histórica y la filosofía de la

historia.

La crítica histórica tenía por objeto establecer los hechos compulsados. La

labor de la filosofía de la historia consistía en aplicar la lógica inductiva a los

hechos históricos para elaborar con ellos leyes sociológicas.102

Bulnes indicó que él retomó la noción de crítica histórica de otro positivista,

Hipólito Taine, y en particular de su obra Últimos ensayos de crítica y de historia.103

100 Ibid., p. 379. 101 Ibid, p. 22. 102 En Ortega Medina, Polémicas… op. cit., p. 308.

Page 96: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

96

Con esta base el polemista propuso su propia metodología, misma que debía

articular de manera equilibrada el análisis (la división en partes del objeto de

estudio) y la síntesis que permitía hacer generalizaciones.

El polemista, basándose en Taine, explicó que el crítico debía desconfiar de

los nombres célebres y los dogmas, debía ponerse a salvo de los compromisos de

partido, en cambio “debe investigar y marcar siempre el punto débil en una época,

en una nación, en un hombre, en sí mismo”.104 Pretendió aplicar estos principios a

su escritura, y en este segundo texto ofreció vehemencia, saña e inquina en el

análisis “para hacer una crítica implacable de la época, del medio, de las facciones,

de las leyes, de los hombres públicos y sobre todo de Juárez: tal como lo exige la

filosofía moderna”.105

Para sustentar su perspectiva de análisis en la primera parte de su libro

Juárez y las revoluciones… dedicó un amplio espacio a la veintena de biografías que

habían sido publicadas en respuesta a El verdadero Juárez. El polemista señaló que

la biografía es una descripción de vida y en la vida de todo individuo hay errores y

torpezas, pero estos autores los habían suprimido en sus textos “hiperbolizando

sus méritos con las turbias lentes del politiqueo”.106 A estas biografías las calificó

como fruto de “la escuela patriótica de los caramelos literarios”, y afirmó que

constituían un peligro porque escondían la verdad al pueblo logrando que éste se

mantuviera “intelectualmente miserable, incapaz de entender el derecho y amar la

justicia, inmensos bienes que sólo la verdad puede proporcionarnos”.107

Juárez y las revoluciones… está dividida en cinco partes: la primera “Los

elementos serios de la ola de indignación”; la segunda, “La Reforma antes de

103 Es indudable que su Juárez y las revoluciones de Ayutla y Reforma compartía la concepción metodológica señalada por Parra. Es posible que ambos la retomaran directamente de la obra de Taine. 104 Bulnes, Juárez y las revoluciones… op. cit., p. 31. 105 Ibid., p. 32. 106 Idem 107 Ibid., p. 32.

Page 97: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

97

Juárez”; la tercera, “La revolución de Ayutla”; la cuarta, “La revolución de

Reforma” y la quinta, conclusiones “Non onim possumus contra veritatem”.

A mi juicio, en la segunda parte, “La Reforma antes de Juárez”, presentó los

capítulos más interesantes de la obra, pues es ahí donde propuso que la Reforma

fue un proceso secular y la articuló al desarrollo del liberalismo.

Al igual que Zayas y la historiografía liberal, los positivistas —y con ellos

Bulnes— afirmaron la teleología liberal que hizo de Morelos el punto de partida y

las Leyes de Reforma la plena consolidación del Estado liberal.

Su defensa del liberalismo es explícita: “La Reforma en México, como en el resto

del mundo, era el duelo entre la tradición y la ciencia, entre los privilegios y la

justicia, entre el dogma que petrifica y la libertad que impulsa, entre la parálisis

completa de las costumbres y las corrientes impetuosas del progreso”.108

La interpretación de Bulnes y en particular su defensa del proyecto liberal no

fueron distintas a las enseñanzas de la historiografía dominante, en lo que

difería y por lo que sería tan atacado fue fundamentalmente por su apreciación

de Juárez.

Revisemos ahora la manera en que Bulnes pretendió desterrar las mentiras de

la conciencia histórica mexicana. La última parte del libro está organizado por

episodios, cuya interpretación, a juicio del autor, era especialmente falaz. Utilizó el

mismo procedimiento que había ensayado en Las grandes mentiras de nuestra

historia: cada uno de los episodios que analizó inicia con un breve balance

historiográfico; para después, haciendo gala de una abrumadora erudición,

demostrar los errores, omisiones y sofismas de las interpretaciones hegemónicas.

Cabe insistir en que las falacias que denunció en Juárez y las revoluciones... se

centran en el tratamiento de este personaje.

Juárez, para Bulnes, antes de convertirse en gobernador de Oaxaca, a los 40

años de edad, había sido como cualquier empleado menor de provincia que había

108 BULNES, Juárez y las revoluciones, p. 101.

Page 98: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

98

rodado de gobierno en gobierno sin importar su orientación política. Al asumir la

gubernatura de su estado, en 1852, era un católico ferviente, de inteligencia

mediana que pensaba que el cólera morbus sólo se podía combatir con agua

bendita, procesiones y misas.109 Los panegíricos lo pintaban como un hombre que

amaba la soberanía, la democracia y la libertad pero en este periodo el Juárez que

gobernó Oaxaca, si acaso y según Bulnes, podría considerarse un buen gobernante

católico.

Para Bulnes el acto más grave que cometió Juárez fue apoyar el Tratado Mac

Lane-Ocampo.

El polemista buscó fincar una responsabilidad política al Benemérito. Este

Tratado —como se recordará— fue entablado entre el gobierno liberal mexicano y

el gobierno de los Estados Unidos en 1860, pero no fue ratificado por el Senado

norteamericano. En ese documento (que Bulnes reproduce como apéndice) México

otorgaba al país vecino “servidumbre de paso a perpetuidad” a través del Istmo de

Tehuantepec y “por cualquier camino que actualmente exista o que existiere en lo

sucesivo” para los ciudadanos, bienes, tropas y abastecimientos militares

estadounidenses.110

El polemista se centró en el análisis documental y con una rigurosa lógica

jurídica indicó: “Este tratado tiene valor de escritura pública intachable y toda

escritura pública causa prueba plena, sin que se admita solicitud de más pruebas”.

El análisis detenido del articulado le permitió concluir que conforme al derecho

internacional, el tratado restringía la soberanía plena del Estado mexicano.111 Al

exponer el artículo adicional del mismo tratado, denunció que: Juárez quedaba

“obligado a llamar al ejército de Estados Unidos para que exterminase a Miramón

y a los reaccionarios pagando al contado el servicio con territorio de la Nación”.112

Las conclusiones que Bulnes desprendió del análisis del Tratado —como puede 109 Ibid., pp. 140-143. 110 Art. 1 del Tratado Mac Lane-Ocampo, citado en Ibid., p. 463. 111 Ibid., p. 462. 112 Idem, p. 477.

Page 99: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

99

observarse— eran muy graves: el ídolo al que se le rendía culto porque había

defendido la soberanía nacional de la invasión francesa, era el mismo que había

estado dispuesto a entregar parte del territorio mexicano a los Estados Unidos.

En pocas palabras, Bulnes buscaba desmitificar a Juárez no por un afán

iconoclasta sino para demoler el “culto antropolátrico” que se había desarrollado y

que, según él condenaba a los mexicanos a quedarse encajonados en un primitivo

grado de civilización.

El culto a Juárez tenía un segundo aspecto negativo, despojaba de “su mérito

a los mejicanos a quienes debemos la Patria y la Reforma religiosa; porque las

reformas políticas aunque decretadas, nuestro mérito como pueblo no las puede

sostener”.113

Mucho más importante que la polémica en torno a la personalidad y

actuación de Juárez, fue que señalara que el pueblo mexicano no había podido

defender las libertades que encerraba el proyecto liberal. La tesis implícita que se

desprende de Juárez y las revoluciones de Ayutla y de Reforma es que el proceso

secular de la Reforma en México había quedado trunco, ni la modernidad ni el

gobierno liberal, ni la democracia se habían podido establecer en el país.

Recapitulación: la crítica histórica frente a la historia en su forma retórica

La biografía escrita por Zayas representa al tipo de historia que Bulnes combatía,

ya se ha señalado que el crítico se levantaba en contra de la historia en su forma

retórica, más aún podría afirmarse que luchaba en contra de la difusa cultura

retórica literaria que prevalecía en el país.

Bulnes se presentaba a sí mismo como un sujeto moderno, cuya

modernidad radicaba en su capacidad de poner en duda y combatir la tradición.

No obstante, mantuvo importantes elementos de la tradición retórica.

113 Idem, p. 621.

Page 100: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

100

Frecuentemente se ha señalado que el positivismo marcó el inició de una

historiografía moderna, científica y académica debido a su rechazo a la historia

testimonial. Es evidente que ningún cambio cultural puede hacer una tabla rasa del

pasado, aun cuando se lo proponga, la obra de Bulnes es una buena prueba de ello.

Elementos retóricos en la obra de Bulnes fueron su defensa de la elocuencia

(entendida como el arte de bien hablar y escribir), su método expositivo —

incluyendo en éste el manejo de los recursos retóricos—, e incluso las funciones

sociales que atribuyó a la historia.

En los aspectos formales de la escritura de la historia, Bulnes se mostraba en

contra de los historiadores científicos que pregonaban que el “estilo histórico”

debía ser “opaco como el comercial y apagado como una oficina de policía”.

Defendió la elegancia, el sarcasmo, el ritmo de la frase y una narrativa “artística”.

Los tratadistas de la historia retórica, concebida como un arte liberal,

recomendaban el uso de recursos literarios y retóricos para sostener la causa que el

historiador defendía. Zayas despliega su experiencia como poeta romántico en el

trazo del personaje y en el uso de un lenguaje rico en metáforas, símiles y

analogías.

Bulnes en Juárez y las revoluciones... explicó sus estrategias expositivas:

primero, expondría los hechos, mismo que analizaría con serenidad; después

ofrecería las pruebas necesarias para refutar los falsos argumentos, aceptaría las

evidencias que le parecieran justificadas para llegar a una síntesis sentenciosa.114 A

grandes rasgos ésta era la estrategia expositiva que Cicerón había propuesto en La

invención retórica.

Tanto Zayas como Bulnes aceptaron la misión axiológica que se le había

conferido a la historia en su forma retórica: enseñar la virtud y condenar el vicio,

formar ciudadanos y crear una identidad nacional. Asimismo, ambos aceptaron el

principio ciceroniano de la historia como Maestra de la Vida, por lo que creyeron

que las elites políticas obtendrían enseñanzas del conocimiento histórico, pues 114 BULNES, Juárez y las revoluciones, pp. 19-22.

Page 101: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

101

esperaba que de la historia se podrían extraer generalizaciones que sirvieran “de

enseñanza a los hombres de Estado y a los pueblos”.115

Ambos se concibieron a sí mismos por encima de la ciudadanía y de ese

pueblo al que pretendieron modernizar educándolo. Pero, la modernización que

buscaban era diferente. Zayas, recogiendo el positivismo comtiano, tenía un doble

objetivo: por un lado, usar la vida de Juárez como lección cívica y moral; por otro

lado, defender la obra de Juárez y con ello la Reforma, símbolo de la superación

del estadio metafísico. Este doble objetivo confluyó en un tercero: desfanatizar al

pueblo conduciéndolo a que rompiese con la tradición católica.

Para Bulnes la crítica histórica llevaría a formar un nuevo pueblo en la

verdad, cuyas consecuencias no eran predecibles, pero tenía confianza en que

acercaría a sus lectores a un valor trascendente: la justicia.

En cuanto el proyecto de modernidad y el liberalismo confluyeron en la idea

de que la sociedad debía fincarse en un sujeto consciente y un ciudadano educado,

ambos autores de manera implícita mostraron su preocupación por la organización

política del país y la democracia. Zayas no desarrolló estos elementos, aunque

indicó que Juárez había dado al país la democracia, probablemente estuvo de

acuerdo con las elites político-culturales en que el pueblo mexicano aún no estaba

apto para ejercerla, de ahí que fuera necesario educarlo tanto moral, como cívica y

políticamente, tarea pedagógica a la que él contribuía escribiendo su biografía y

poesía.

Bulnes —como se ha indicado— no creía que México fuera un país

demócrata, pero tampoco creía en la democracia ni en el sistema representativo

como bienes deseables, escéptico ante las diversas formas de organización política,

quizá creyó que cuando el pueblo ya no fuera dirigido por las mentiras podrían

surgir nuevas formas de organización social.

El público al que se dirigieron, sus lectores ideales, era distinto. Zayas buscó

llegar a los jóvenes y a los gobernantes, mientras que Bulnes se dirigió a un público 115 Bulnes, Juárez y las revoluciones… op. cit., p. 22.

Page 102: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

102

restringido: a esas nuevas clases profesionistas e ilustradas en quienes cifraba sus

esperanzas para operar un cambio en el orden político y moral de la sociedad.

Tampoco persiguió la imparcialidad de Tácito, máxima autoridad que había

servido de referente a los historiadores decimonónicos. Bulnes le concedió al autor

de los Anales elocuencia, un majestuoso estilo, pero señaló que el romano sacrificó

la exactitud a lo pintoresco, y que estaba desprovisto de sentido crítico.116

La tradición retórica había convertido a la historia en un tribunal supremo en

el que el historiador dictaba sentencia a partir de una incólume actitud moral, de

modo que la supuesta imparcialidad había derivado en el apoyo a uno de los

bandos, a una de las facciones del pasado que representaba.

En la tradición retórica establecer la verdad se refería a una discusión que se

restringía a los historiadores, quienes deslindaban los elementos de ficción y

tomaban posición en uno de los bandos enfrentados, éste era el sentido que los

historiadores decimonónicos mexicanos –Mora, Alamán, Zavala, por ejemplo–

daban a la frase “esclarecer la verdad” con la que iniciaban sus relatos.

Bulnes rompió tajantemente con esta tradición en El verdadero Juárez afirmó:

No pretendo ser el perito de la historia, aspiro únicamente en este libro a

establecer una mina de cimientos de ese edificio monumental de falsedades que

el espíritu de partido, de facción, de camarilla, abusando de la ignorancia y de

la vanidad nacional, ha levantado y pesa ya mucho sobre nuestras

conciencias.117

El polemista, a cambio, ofrecía en esta obra una crítica sana apoyada en

hechos y pruebas incontestables.

El concepto de objetividad fue el punto clave de fractura entre la historia en

su forma retórica y las nuevas formas de representar el pasado (historia crítica,

historia científica y sociología). Para la tradición retórica la diferencia entre

116 Las críticas que Bulnes le hace a Tácito las apoya principalmente en Racine, Mommsen y Marius Fontaine. 117 BULNES, El verdadero, p. 869.

Page 103: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

103

literatura e historia radicaba en que la segunda se distinguía de la primera por su

pretensión de verdad, mientras que el poeta tenía licencia incluso para mentir. A

esta distinción los positivistas añadieron un cambio de paradigma para afirmar la

objetividad misma que se podía alcanzar a través de la crítica de las fuentes en el

procedimiento de investigación.118

En la epistemología positivista se dio un encuentro entre la objetividad y la

verdad, ambos como criterios de validez que hacían posible el pensamiento

histórico y la historiografía. La noción de verdad se tradujo a concordancia con la

realidad.

Porfirio Parra: oposición y complementariedad de la sociología y la historia

Porfirio Parra (1854-1912) fue alumno de Gabino Barreda en la Escuela Nacional

Preparatoria, de la que llegó a ser director. Fue médico y socio de número de la

Academia Nacional de Medicina y de otras agrupaciones científicas y literarias.

Fundó los periódicos El Método y El positivismo y colaboró en La Libertad y en la

Revista de Instrucción Pública Mexicana. La mayor parte de su obra para 1906 ya

había sido publicada: Pacotillas; Poesías; Discursos y poesías, y Lutero.

Un breve artículo, publicado el 14 de febrero de 1891 en el periódico El

Universal, preparó el camino metodológico de La sociología de la Reforma, su obra

premiada.119

En su artículo Parra distinguió tres perspectivas con las que se ha abordado la

historia. La primera parte de la Antigüedad clásica y llega hasta el siglo XVII, “se le

tenía por un ramo de las bellas artes: la Historia se juzgaba como el relato ameno,

elegante y hermoso de los grandes sucesos, de los grandes personajes que han

regido la suerte de las naciones”. Como características propias de la escritura “el 118 RÜSEN, “Acerca de la visibilidad”. 119 Ortega Medina, Polémicas…op. cit., pp. 302-304.

Page 104: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

104

historiador ponía arengas atildadas en boca de sus héroes, y forjaba frases de

efecto que les atribuía, repartía elogios y censuras, calificaba los actos, escudriñaba

los móviles y medía la talla de los personajes”.120 Esta concepción de la disciplina

es la que he llamado historia retórica, he sostenido en otros trabajos121 —a

diferencia de Parra— que sus principales elementos se mantuvieron en México

hasta la irrupción del positivismo.

Parra explicó que en el siglo XVIII “la parte puramente narrativa” fue

perdiendo importancia y se consideró de mayor valor “las reflexiones que los

sucesos inspiran” dando forma a la filosofía de la historia.122

El siglo XIX introdujo la historia como “una verdadera ciencia” que establecía

leyes, y por medio de las leyes interpretaba los hechos. Esta nueva forma de

historiar necesitaba de la crítica histórica y de la filosofía de la historia, a la

primera— como se ha indicado— correspondía el quehacer heurístico, y la

segunda destacaría por la ley sociológica basada en los hechos históricos.123 De este

modo, Parra estableció una estrecha articulación entre sociología e historia, en la

cual la primera se servía de la segunda.

En Sociología de la Reforma comenzó explicando con gran didactismo lo que

habría de entenderse por un estudio histórico-sociológico. La materia prima de la

historia eran los sucesos de carácter público que quedan guardados en la memoria

de los hombres. El suceso lo concebía como la superficie de una masa enorme de

hechos independientes de la voluntad humana, estos hechos eran los elementos o 120 Porfirio Parra, “Los historiadores. Su enseñanza”, en Ortega y Medina, op. cit., p. 307. 121 María Luna Argudín, “La escritura de la historia y la tradición retórica (1834-1885)” en Jorge Ruedas de la Serna, Maria Luna Argudín y Leticia Algaba, La tradición retórica en la poética y en la historia, México, UAM/A- CONACYT, 2004. (Cuadernos de Debate, 3) pp. 31-106. 122 Parra, “Los historiadores”… op. cit., p. 307. 123 En cuanto el artículo formaba parte de un debate sobre la importancia del estudio de la historia y sus métodos de enseñanza, el médico defendió que la historia impactaba en los educandos en tres aspectos: el emocional, el imaginativo y el racional. En la educación primaria propuso se enseñara a los niños la historia patria desde una perspectiva cercana a la historia retórica desarrollando “la parte moral y afectiva de nuestro ser”. En la preparatoria por medio de la Historia Universal se debía desarrollar la inteligencia y en particular las facultades de “ideación, abstracción y analogía”. El aspecto racional correspondía a la historia abordada como “una verdadera ciencia” y se reservaba para los profesionales. Ibid, pp. 307-308.

Page 105: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

105

materia prima de la sociología, “ciencia que estudia los fenómenos de coexistencia

y sucesión propios de las sociedades humanas”.124 Los hechos eran sólo el material

que constituía la ciencia, ésta se conformaba con las generalizaciones que permitían

que los hechos se uniesen en conceptos y los conceptos en leyes.

Un estudio histórico-sociológico, para Parra, se formaba con dos exposiciones

paralelas: una refería los acontecimientos históricos; la otra, los hechos, conceptos o

leyes sociológicos.125 Las leyes sociológicas sin un sustento histórico no tendrían un

objeto definido, pero la historia sin la sociología sólo daría por resultado un relato

pintoresco, sin significación.

La división de funciones que le correspondería a cada disciplina no era tan

clara ni sencilla en el momento de escribir para representar el pasado, pues los

escritores se veían enfrentados a dar solución a dos graves problemas: a) cuál era el

espacio de libertad de los hombres frente a las leyes naturales y sociales; b) cómo

integrar a los individuos con su especificidad en la explicación sociológica.

Comte —como se recordará— indicó que la función de la sociología era

encontrar las leyes que regían las sociedades, este último principio, con sus

matices, fue aceptado por casi todos los intelectuales positivistas mexicanos. Parra,

siguiendo fielmente al sociólogo francés, defendió que “no hay contradicción en

admitir que el ser humano está sometido a leyes y admitir al mismo tiempo que es

responsable de sus actos supuesto que puede, por medio de ciertas leyes, modificar

otras”. Para explicar esta cuestión, ejemplificó: “el hombre puede por el ejercicio

físico desarrollar sus músculos, puede mejorar y vigorizar su inteligencia por una

educación metódica, y puede también perfeccionar sus condiciones morales

creándose hábitos convenientes”.126 Para este sociólogo lo que era observable en los

individuos era también aplicable a las sociedades, en consecuencia por medio de la

educación las sociedades eran perfectibles.

124 PARRA, Sociología, p. 11. 125 Ibid., pp. 11-12. 126 Ibid., p. 122.

Page 106: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

106

En lo que se refiere al segundo problema epistemológico, los positivistas en

sus estudios sociológicos tuvieron que resolver la tensión entre la explicación

nomológica (aquella que busca leyes en el acontecer) y la explicación

intencionalista o voluntarista (aquella que hace recaer la explicación histórica en

los actos, omisiones y decisiones de los personajes históricos).

Parra dividió su Sociología de la Reforma en tres partes —“Preliminares de la

Reforma”, “La Reforma iniciada” y “La Reforma consumada”— siendo

consecuente con la metodología que había propuesto, cada una de las partes la

dividió en capítulos en los que trató de manera separada los sucesos, las ideas y los

conceptos. Los sucesos los explicó desde el intencionalismo, los conceptos e ideas

los abordó con una explicación nomológica.

En el último capítulo, “Consecuencias de la Reforma”, que sirve de

conclusiones a su estudio, nuevamente consideró la relación entre sociología e

historia. Identificar la relación de causalidad en los acontecimientos sociales era,

según el autor, una empresa muy difícil, pero más difícil aún era discernir las

consecuencias y evaluarlas.

La dificultad que Parra señalaba no sólo era epistemológica sino que también

tenía una faceta política: se veía obligado a justificar la Reforma que él mismo

calificaba como “la guerra más encarnizada, más sangrienta, más terrible”,127 y no

obstante, como todos los positivistas mexicanos, rechazaba la violencia y las

revoluciones; en cambio se inclinaba por la evolución pacífica que se desarrollara

bajo el orden, pues éste era considerado como la base sobre la cual se establecería

la libertad.

Parra justificó la Reforma como una suerte de mutación biológica que orientó

“el movimiento evolutivo por mejores lineamientos”.128 La siguiente analogía, en la

que se muestra claramente su visión evolucionista del acontecer, le sirvió para

explicar la necesidad de aquella revolución:

127 Ibid., p. 219. 128 Ibid., p. 215.

Page 107: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

107

Equivalió a lo que en el desarrollo embrionario significa la aparición de ciertos órganos que, como el motocardio, apartan al futuro ser de la estructura orgánica del invertebrado, para encaminarlo a la más diferenciada del vertebrado, y acaso para conducir al embrión indiferente por la vía evolutiva que le haga llegar hasta

el tipo orgánico propio de la humanidad.129

El médico reiteró un mismo argumento a lo largo de su estudio: la Reforma

llevó a cabo la “tarea hercúlea” de transformar el régimen colonial. No era poca

cosa, la Reforma, según Parra, había sido una lucha necesaria, agónica, para la

sobrevivencia, para proyectar a México hacia el futuro.

Sociología y constitucionalismo en la obra de Parra En 1906 la sociología, sin estar aún institucionalizada en México, era el campo para

el estudio de los grandes problemas nacionales.130 Surgió en nuestro país como una

respuesta combativa a la dominante, hegemónica y difusa cultura retórica literaria

y surgió también de la necesidad de formar una cultura social adecuada a los

problemas del Estado y de la “sociedad civil”, entendiendo por cultura social una

formación histórica cultural, positiva, de la que participan individuos, familias y

grupos políticos, que permitiera el diseño y adopción de decisiones institucionales

y estatales.

Esta cultura social se alimentó sincréticamente del comtismo, darwinismo y

espencerismo que los difundió y divulgó de manera ecléctica, por medio de las

instituciones educativas, de la prensa y de “los trabajos científicos”, haciendo de la

sociología la espina dorsal del positivismo.131

Porfirio Parra fue uno de los artífices de la difusión del positivismo y asentó

las bases de la sociología en México. En el programa de enseñanza de la Escuela

129 Ibid., p. 215. 130 Si por institucionalización de una disciplina se entiende su introducción en la enseñanza, en 1907 la sociología quedó institucionalizada en México cuando se convirtió en asignatura obligatoria en la Facultad de Derecho para la carrera de abogado y en la especialidad de Ciencia Jurídica. Filippo Barbano, “Introduzione. Sociologia, Positivismo, Postmodernitá”, en Filippo Barbano. Sociologia, storia, positivismo: Messico, Brasile, Argentina e l'Italia. Milán, F. Angeli, 1992, p. 18. 131 Ibid., p. 25.

Page 108: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

108

Nacional Preparatoria de 1867 se sustituyó la física social o sociología con la

materia de lógica, que se creía brindaba al estudiante una metodología que guiaba

el pensamiento para resolver los problemas de la vida cotidiana; pero dentro de la

lógica que Gabino Barreda y Parra enseñaron estaban inmersos los rudimentos de

la ciencia social,132 de ahí la importancia que Parra escribiera Nuevo sistema de lógica

inductiva y deductiva, que se usó como libro de texto en la preparatoria.

El eclecticismo de la sociología mexicana de aquella época se ilustra con la

propia trayectoria de Parra. En el periodo porfiriano, Agustín Aragón y Parra

fueron los más importantes divulgadores de la comtiana religión de la

Humanidad. Parra fue director de la Sociedad Positiva y Aragón fundó la Revista

Positiva en 1900, órgano de los positivistas ortodoxos. Otra importante

organización en la que participó fue la Sociedad Metodofila,133 fundada en 1876,

que se propuso comprobar la validez de la teoría darwiniana en el campo de la

medicina y tuvo por publicación Anales de la Asociación Metodofila.

De manera paralela, participó como colaborador en el periódico La Libertad

fundado en 1877, el que publicaba ensayos sobre problemas sociales como la raza,

el indígena, la distribución de la propiedad, la organización política y

fundamentalmente en sus páginas se ensayaba la metodología del organicismo

social.134 La vertiente espencereana quedaría plasmada en su estudio La ciencia en

México (parte de la obra colectiva México su evolución social, dirigida por Justo Sierra

y publicada en 1901) en el que consideró a la sociedad como un organismo.

Resultaría ocioso tratar de identificar los elementos propiamente

organicistas, darwinianos o comtianos en Sociología de la Reforma, sabiendo de

antemano que su método fue ecléctico, como lo fue el positivismo mexicano, ya

132 Mariella, Berra, “Sociología scienza política in Messico. Le influenze culturale italiane“, Barbano, Filippo, “Introduzione. Sociologia, Positivismo, Postmodernitá”, en Filippo Barbano. Sociologia, storia, positivismo: Messico, Brasile, Argentina e l'Italia. Milán, F. Angeli, 1992, p. 106. 133 La Sociedad Metodofila en sus inicios tuvo como presidente a Gabino Barreda, Manuel Gómez Portugal y Manuel Flores como secretarios. Entre sus socios estaban Porfirio Parra, Miguel S. Macedo, Manuel Ramos y Alfonso Herrera. 134 Berra, op. cit., pp. 97 y 99.

Page 109: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

109

que esta doctrina se manejó en nuestro país con una gran flexibilidad de carácter

instrumental.

Más interesante resulta indicar el uso que Parra hizo de la sociología en el

ensayo que nos ocupa. En esta obra se propuso hacer un diagnóstico del grado de

evolución social, y en las conclusiones presentó con gran optimismo los resultados

de la Reforma.

A la Reforma atribuyó “el gran desarrollo observado en todos los elementos

que constituyen la riqueza y el adelanto de un país y que hoy forman la

prosperidad de la nación”.135

Parra consideraba —como Zayas— que la Reforma consagró la forma federal,

republicana y representativa, estableció la democracia, garantizó todo tipo de

libertades, entre ellas la libertad de conciencia; modificó el orden económico

poniendo a la venta una gran cantidad de propiedades, creó una burguesía “o

verdadera clase media”. Asimismo, modificó el orden social y proclamó la

igualdad de los ciudadanos ante la ley.136

En el aspecto social, estableció dos etapas sucesivas de la Reforma: una

“destructora” y la otra constructora. La “destructora” pronto obtuvo resultados: la

separación Iglesia y Estado, que permitió abrir “la inteligencia del mexicano” a

todos los horizontes de la filosofía.

Un logro importante de la etapa constructora era el sistema educativo

positivista, y en particular: la Escuela Nacional Preparatoria..

La etapa constructora, se instituyó en la Constitución de 1857 y las Leyes de

Reforma que tuvieron como propósito reconstituir la sociedad sobre nuevas

bases.137 No en balde dedicó una sección a revisar y defender la Constitución de

1857. Su importancia —según Parra— radicaba en que fijó los principios del credo

democrático, del federalismo y las aspiraciones del Partido Liberal.

135 Parra, Sociología…op. cit., p. 216. 136 Ibid., pp. 215-216. 137 Ibid., pp. 226-227.

Page 110: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

110

Desde una perspectiva netamente liberal explicó que las constituciones son

instrumentos jurídicos que cierran “la puerta a la arbitrariedad”, consignan “los

principios de gobierno” y marcan “las atribuciones y límites del poder”. La

importancia de la ley fundamental de 1857 radicaba en que había establecido las

instituciones democráticas.138

El triunfo de la Guerra de Reforma no implicó que hubiese un consenso en

torno al código de 1857. El sociólogo indicó que continuaba siendo combatido por

“los vestigios del difunto Partido Conservador”, pero era más grave que los

positivistas —“hombres de ideas avanzadas, de espíritu culto, emancipados de

todo influjo teológico o metafísico y nutridos algunos de ellos con la médula de

león de las ideas científicas”— también lo descalificaban.139

Tras describir y elogiar la primera sección de la ley fundamental relativa a

los derechos del hombre y el ciudadano, Parra —con una gran capacidad de

síntesis— señaló las dos objeciones fundamentales que le hacían los positivistas: la

Constitución había establecido la libertad absoluta y la igualdad, también absoluta,

del hombre.140

Mostró que la Constitución no consignó una libertad única sino que

instituyó libertades especificas y determinadas que correspondían a actividades

humanas: la libertad de tránsito, la libertad de expresión, etcétera.141

En lo que se refiere a la noción de igualdad, estaba de acuerdo con los

críticos de la ley fundamental en que la ciencia había demostrado que los hombres

no eran iguales, pues diferían en aptitudes. Pero Parra puntualizó que la

Constitución únicamente consignó la igualdad ante la ley. Con justeza indicó que

“haber proclamado esta igualdad fue realizar un gran adelanto sobre el antiguo

régimen” el que se fundaba en privilegios y legislaciones distintos para cada

estamento y para cada corporación. 138 Ibid., pp. 121 y 117. 139 Ibid., p. 118. 140 Ibid.., p. 121. 141 Ibid., p. 123.

Page 111: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

111

Parra reconoció que había problemas cuya resolución había sido agendada

por la Reforma, pero que al iniciarse el siglo XX aún no se habían resuelto: la falta

de inmigrantes (pues impedía que se llevara a cabo un programa de colonización

sistemático), los sistemas de reclutamiento al ejército (ya que se continuaba

reclutando por medio de la leva) y fundamentalmente era indispensable mejorar la

condición del indígena.

Este último problema nacional estaba estrechamente relacionado con la

democratización del país. El ciudadano —como se ha señalado— era concebido

por liberales y positivistas como un sujeto moderno, condición que, según ellos, los

indígenas no tenían, pues –como indicó Parra– eran “en nuestras haciendas el

siervo enclavado en el terruño por la cuenta que se le abre en la tienda de raya”.142

No obstante, Parra presentaba una visión optimista del futuro, pues consideraba

que el país atravesaba por un periodo de transición política preparado por la

Reforma que permitiría en breve tiempo que “el gañán indígena” dejara de ser

siervo y se estableciera en el país la democracia, ideal de la Constitución de 1857.143

Pese a los esfuerzos de los positivistas mexicanos para fundar una ciencia

neutra con la cual crear una cultura social homogénea, el carácter eminentemente

político con el que surgió la disciplina se tradujo en la defensa de un proyecto

político específico. En Sociología de la Reforma Parra defendió el proyecto de su

grupo, “los científicos”, que consistió en formar un mercado interno de carácter

liberal, para eso era necesario suprimir las alcabalas (lo que había prometido la

Constitución, aunque fueron abatidas casi cuarenta años después), nivelar los

presupuestos (federal y estatales), atraer inversión extranjera y colonos que

“ayudaran a los mexicanos a explotar las riquezas naturales”,144 abrir canales de

crédito interno y externo.

142 Ibid.., p. 227. 143 Ídem. 144 Ibid., p. 216.

Page 112: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

112

La argumentación de Parra era sumamente falaz. Todos estos objetivos

habían sido alcanzados en la segunda mitad de la década de 1890 bajo la gestión de

José Y. Limantour, la cabeza más destacada del grupo científico, pero Parra los

presentó como si hubiesen sido metas trazadas por la ley fundamental de 1857. Así

el médico trazaba una línea de continuidad entre la Reforma y el Porfiriato.

Conviene hacer hincapié en que, Parra a través de la sociología buscaba, como

otros muchos positivistas, crear una cultura social homogénea que, a su vez,

sirviera para establecer pautas que se tradujeran en políticas gubernamentales, por

lo tanto sus trabajos sociológicos y las actividades públicas que realizó (tales como

la organización de asociaciones e instituciones educativas y culturales) estuvieron

estrechamente ligadas al Estado y expresaban su proyecto político.

En síntesis, con el estudio de la Reforma persiguió un triple objetivo: a)

elogiar desde una perspectiva liberal, apenas transformada por el positivismo, la

revolución que había permitido instituir un nuevo régimen; b) difundir su propio

proyecto político, que se cifraba en la unificación de un mercado nacional, mismo

que presentó como la continuación de las metas establecidas por la Constitución y

las Leyes de Reforma; c) legitimar la administración de Porfirio Díaz pues bajo este

gobierno, desde 1892, él y su grupo político habían podido desarrollar su proyecto.

García Granados: oposición y complementariedad de la historia y la sociología Ricardo García Granados (1851-1929), ganador en el citado concurso con la obra La

Constitución de 1857 y las Leyes de Reforma en México. Estudio histórico-sociológico,

para 1906 contaba con una historia intelectual distinta a la de los otros estudiosos

positivistas que se revisan en este trabajo. En Alemania estudió Ingeniería Civil y

se doctoró en Economía y Ciencias Políticas en la ciudad de Leipzig, lo que le

permitió entrar en contacto con diversas corrientes sociológicas vanguardistas de

la época, pero no conoció el historicismo, entonces en auge en aquel país. Regresó a

Page 113: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

113

México durante la primera administración de Díaz, pero de 1893 a 1896 tuvo que

exiliarse en los Estados Unidos por publicar, con su hermano Alberto, los diarios

de oposición El Demócrata y La República. Durante su estancia en el país vecino

estudió en la American Academy of Political Science.145 En México a partir de 1900

colaboró con el gobierno federal como diputado al Congreso de la Unión y

desempeñó diversas misiones diplomáticas.

García Granados advertía a sus lectores que, a pesar de escribir para celebrar

el centenario de Juárez, su estudio no era apologético.146 En efecto, Juárez como

personaje histórico se desdibuja en su texto.

Este positivista explicaba en su prólogo que la comisión encargada de

organizar el evento conmemorativo puso como requisito que

los estudios históricos que se presentaran debían tener un carácter sociológico, lo cual implica, que no se pretende destinar el estudio a servir los intereses de un partido determinado ni a propagar tales o cuales ideas preconcebidas, ni a ensalzar ciertas personalidades, sino a exponer imparcialmente los hechos

comprobados y las deducciones que de ellos se desprenden.147

El prólogo expresa una oposición implícita entre historia y sociología. La

primera era, acaso, el campo que propagaba ideas preconcebidas, ensalzaba

personajes, y servía a intereses partidistas. En cambio, la sociología era entonces la

ciencia que permitía ceñirse a la imparcialidad de los hechos comprobados y a la

búsqueda rigurosa de la verdad.

García Granados indicó que el carácter sociológico de su estudio le permitió

ofrecer nuevos alcances que la historia no brindaba: conocer las leyes que han

determinado y seguirán determinando el desarrollo político y social mexicano.148

145 Laura Angélica Moya, “Historia y sociología en la obra de Ricardo García Granados”, en Sociológica. México, Universidad Autónoma Metropolitana, no. 24, 1994, p. 14. (www.revistasociologica.com.mx/) 146 Ricardo García Granados, La Constitución de 1857 y las Leyes de Reforma en México. Estudio

histórico-sociológico. México, Editora Nacional, 1957, p. 5. 147 Ibid., p. 5. 148Ibid., p. 6.

Page 114: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

114

Sus conclusiones sobre la evolución del país le sirvieron para otro propósito:

proponer la reforma política —como se verá más adelante.

En una obra posterior, El concepto científico de la historia (1910), su perspectiva

sobre la historia había cambiado: la historia y la sociología eran disciplinas

complementarias, puesto que “la Historia investiga y explica, con auxilio de la

Sociología, los hechos concretos, mientras que la Sociología establece, en parte con

auxilio de la Historia, las leyes que determinan el desarrollo de los pueblos.”149

Este mismo texto, pese a haber sido publicado cuatro años después de la

obra que nos ocupa, puede servir para distinguir los elementos que en 1906 García

Granados rechazaba de la historia. Para el sociólogo en las “naciones de escasa o

mediana cultura intelectual” las historias se reducían a narraciones de los sucesos

públicos más importantes, o “a poemas destinados a enaltecer las hazañas de los

gobernantes y de los héroes populares”.150 Su esquema de la historia del

conocimiento histórico se separa del ofrecido por Parra quince años atrás,

ajustándose, en cambio, a los tres estadios comtianos. Para García Granados con el

Renacimiento y hasta el siglo XVIII “dos escuelas se disputaron el campo: la

teológica y la metafísica”. La primera de corte providencialista; la segunda,

iniciada por la Ilustración, hizo del “libre albedrío del hombre” el factor

determinante de la historia. En el siglo XIX una tercera escuela surgió: la

naturalista o positivista, que afirmaba que las leyes generales de la naturaleza

determinan los acontecimientos históricos.151

Podría aventurarse que en su Sociología de la Reforma consideraba que la

historia que se escribía en México correspondía a “las naciones de escasa o

mediana cultura” que sólo producían relatos apologéticos, idea que compartía

Bulnes. 149 García Granados, Ricardo, “El concepto científico de la historia”, en Juan Antonio Ortega Medina, Polémicas y ensayos mexicanos en torno a la historia. Notas bibliográficas e índice onomástico por Eugenia W. Meyer. México, UNAM/IIH, 1992., p. 321. 150 García Granados, La Constitución… op. cit, p. 321 151 Ibid., p. 323.

Page 115: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

115

García Granados anunció en el subtítulo de su obra galardonada la manera

en que resolvería la complementariedad entre la historia y la sociología así como la

tensión entre explicación nomológica y voluntarista que subyacía en la perspectiva

positivista. En su estudio histórico-sociológico escribió unos capítulos bajo una

perspectiva histórica en los que domina la explicación intencionalista, en otros

domina la perspectiva sociológica y, por lo tanto, la explicación nomológica,

misma solución que ensayó Parra.

El primer capítulo es un relato de la rebelión de Ayutla en contra de la

dictadura de Antonio López de Santa Anna; el segundo lo dedicó a los partidos

políticos, organizado con base en la tradicional división liberales y conservadores;

en el tercero, analizó el debate del Congreso Constituyente; en el cuarto, la

Constitución de 1857. En los capítulos quinto a octavo evaluó los alcances y logros

de la Reforma desde diversos ámbitos: “Revolución y Reforma”, “La Reforma

como medida política”, “Importancia económica de la Reforma” e “Importancia

intelectual y moral de la Reforma”.

Los dos primeros capítulos son una narración eminentemente política

apegada a los criterios de la entonces pujante historia científica: descripción

detallada de los acontecimientos, profusa trascripción de documentos (planes

políticos y sus adiciones, cartas intercambiadas por los actores políticos, etcétera),

enfatizó la explicación intencionalista pero con pretensiones de imparcialidad,

objetividad y verdad. Los capítulos tercero y cuarto, escritos desde una perspectiva

sociológica, son brillantes investigaciones que rebasan el ámbito jurídico, para

analizar el sistema político y sus instituciones, sin perder una perspectiva

comparativa con los países de Europa Occidental (Inglaterra, Francia, España,

Alemania y Suiza) y con los países latinoamericanos (fundamentalmente Chile).

Al evaluar los logros de la Reforma concluyó que ésta había cumplido una

función modernizadora al liberar al país del espíritu teocrático y conducirlo al

científico, estableciendo un gobierno laico.

Page 116: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

116

Consideró que en el ámbito social la Reforma fue un éxito porque permitió la

desaparición de los fueros eclesiástico y militar, la separación de la Iglesia y el

Estado y sentó las bases para que bajo el gobierno de Díaz fuese posible extender la

educación básica, haciéndola obligatoria.

No obstante, al evaluar los logros económicos de la Reforma señaló que estos

habían sido limitados, pues el Constituyente se había pronunciado por formar una

sociedad de pequeños propietarios y, aunque con las Leyes de Reforma una gran

cantidad de fincas se habían fraccionado, esa legislación había beneficiado

fundamentalmente a “los capitalistas”.152 En efecto, la investigación histórica de

nuestros días confirma este diagnóstico.

La reforma política fue un rotundo fracaso para este sociólogo, como se verá

a continuación.

García Granados y su propuesta política En el capítulo que específicamente dedicó a la Constitución, destacó el principio de

perfectibilidad de la ley asentada en la Carta Magna y, por lo tanto, destacó la

posibilidad de que ésta se modificase. El autor basó la necesidad de reformar las

leyes en dos principios: la transformación incesante de la sociedad y en la noción

de evolución, ambos principios eran constitutivos del pensamiento positivista

mexicano, en cualquiera de sus tendencias.

La reforma en el ámbito político no había logrado el objetivo de la

Constitución y de las Leyes de Reforma: crear una ciudadanía y establecer un

sistema democrático en el país, “pero por desgracia nuestros legisladores al

expedir nuestras leyes fundamentales, desconocieron por completo la incapacidad

del pueblo para adaptarse al régimen democrático”.153 Con en esta idea

fundamentó su propuesta de reforma política, pero antes de exponerla, conviene

152 Ibid., p. 102. 153 Ibid., p. 132.

Page 117: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

117

indicar la manera en que el positivismo modificó la concepción jurídica del Estado

liberal.

El horizonte romántico liberal, aquel en el que actuó la generación del

Constituyente de 1856-1857, luchó por garantizar y expandir los derechos del

hombre y del ciudadano que eran concebidos dentro de la tradición jus naturalista,

es decir se les concebía como derechos con los que nacía todo ser humano y por lo

tanto eran superiores y anteriores a cualquier ordenamiento jurídico. En contraste,

la doctrina positivista defendió que era el Estado el que otorgaba las garantías

individuales, y en consecuencia podía acotarlas o expandirlas.

El segundo principio que modificó el positivismo fue el sentido de la ley. Los

“viejos jacobinos” habían defendido que las masas se convertirían en ciudadanos

con el ejercicio de los principios e instituciones liberales y, entre ellos los

democráticos. Para los positivistas las transformaciones en el país debían darse de

manera paulatina, por medio de una legislación basada en las leyes de la

organización social, objeto de estudio de la sociología, y debían basarse también en

el grado de evolución social que había alcanzado México. El estudio de la historia

era útil para determinar el grado de evolución.

García Granados articuló su propuesta política con la siguiente tesis: la

Constitución de 1857 tenía “el carácter de un sistema político-filosófico de escasa

aplicación práctica, consistiendo su principal mérito en mantener a la vista del

pueblo un ideal digno a que aspirar”.154 La mayor parte de los intelectuales

positivistas habían sostenido, desde la década de 1880, esta mismo juicio sobre la

ley fundamental e insistieron en que el sistema político mexicano debía

reformarse.155

154 Ibid., pp. 122-123. 155 Jorge Hemmeken Mexía, por ejemplo, desde las páginas de La libertad en 1880 había sostenido que los liberales tradicionales sostenían como soluciones políticas abstracciones metafísicas, idealistas y legalistas, que resultaban impracticables a la realidad mexicana. Hemmeken y Mexía, “La política positiva y la política metafísica” en La libertad, 12 y 20 de agosto, 1880 citado por Raat, El positivismo…op. cit., p. 50. Parra, a pesar de haber pertenecido al grupo político de los redactores de La Libertad —como se ha indicado— defendió la Constitución de 1857.

Page 118: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

118

García Granados ilustra las profundas diferencias que mediaban entre los

constituyentes y los positivistas del nuevo siglo:

el error fundamental de nuestros constituyentes de considerar las cosas no como son, sino como deberían ser a su juicio, y de ajustar las leyes a ciertos dogmas democráticos en boga, suponiendo sin duda que los ciudadanos cambiarían en lo sucesivo de modo de ser, renegando unos de sus costumbres e ideas, adquiriendo otros repentinamente las aptitudes necesarias, y amoldando todas sus acciones al código político que los legisladores hubieran tenido a bien adoptar y decretar. Tales errores eran por lo demás muy generales, hace medio siglo, no solamente en México, y sería una injusticia criticar demasiado severamente a nuestros legisladores de entonces; pero por otra parte nos condenaríamos nosotros mismos, los de la actual generación, si insistiéramos en realizar lo que por experiencia sabemos ya que es imposible. Si el errar es humano, el perseverar en

un error es privilegio de los necios.156

De acuerdo con su diagnóstico los principales problemas del sistema político

mexicano eran dos: los constituyentes habían reducido excesivamente las

atribuciones del Ejecutivo para evitar la dictadura y habían hecho del voto

universal la base de las instituciones, “...sin atender a que la gran mayoría del

pueblo carecía de la educación política indispensable para ejercer la soberanía”. En

consecuencia, esa Constitución —agregó— condujo, a la anarquía y enseguida a

una dictadura, que ejercieron los presidentes Juárez, Lerdo y Díaz.

El objetivo de García Granados era reformar el sistema político para hacer

posible la democracia. Con este estudio se insertó en el debate, que se inició con el

siglo, sobre los mecanismos institucionales que deberían establecerse para

garantizar la estabilidad y gobernabilidad una vez que desapareciera Porfirio Díaz

de la vida pública, ya fuese por muerte o enfermedad.

Unos propusieron habilitar al pueblo mexicano para la democracia. Así, en

1901 Antonio Díaz Soto y Gama propuso en “Breves consideraciones sobre la

importancia del municipio” que a la ciudadanía debía permitírsele participar

libremente en las elecciones municipales, las que servirían de escuela para el

pueblo y posteriormente éste podría participar en los procesos electorales 156 García Granados, La Constitución… op. cit., p. 124.

Page 119: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

119

federales. En el mismo año Manuel Calero publicaba La nueva democracia, fue en ese

año también en el que Justo Sierra recogía una inquietud generalizada: el progreso

material parecía una meta lograda, pero faltaba la libertad.157

Otros, desde una perspectiva positivista, sostuvieron que era indispensable

reformar las instituciones para evitar la discordancia entre la legislación y las

costumbres (cultura política diríamos hoy), que eran expresión del grado de

evolución social, ésta fue la línea de argumentación de García Granados.

La primera reforma que propuso era sustituir el voto universal indirecto que

había establecido la Constitución para que el voto pasivo fuese exclusivo para los

ciudadanos ilustrados, o, por lo menos, que se instituyera como requisito que los

electores supieran leer y escribir.158 La demanda no era nueva, sino que desde 1878

se habían presentado al Congreso de la Unión varias iniciativas de reforma en ese

sentido, pero no llegaron a discutirse en el pleno.

García Granados brinda un original y atinado diagnostico: en México se

había formando en los últimos decenios una nueva clase activa e ilustrada que

ejercía una gran influencia sobre el Ejecutivo, por lo tanto dirigía indirectamente

los destinos del país. Desafortunadamente García Granados no caracterizó a este

grupo, no obstante la investigación histórica contemporánea indica que a partir de

la década de 1890 se formaron diversos grupos de inversionistas nacionales y

extranjeros, agricultores, fabricantes y banqueros, todos ellos sin representación

política en el Congreso, que acordaban directamente con los secretarios de

Hacienda y Fomento, influyendo así en la política económica del país. 159

157 Gloria Villegas Moreno (comp.).“Estudio preliminar”, en En torno a la democracia. El debate político en México 1901-1916. México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 1989, p. 15. 158 García Granados, La Constitución… op. cit., p. 125. 159 Para mayores detalles véase María Luna Argudín, El Congreso de la Unión y la política mexicana, 1857-1911. México, Fidecomiso para la historia de las Américas/El Colegio de México/Fondo de Cultura Económica, 2006. .

Page 120: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

120

La propuesta para restringir el voto la articuló con una segunda reforma,

aumentar las facultades del Ejecutivo. La argumentación no deja de ser

complicada:

La ley fundamental estableció que el poder Ejecutivo quedara subordinado

al Legislativo, lo que en México dio por resultado que durante la República

Restaurada se confrontaran constantemente ambos poderes.

García Granados con esa lente que atribuyó al sociólogo que describe las

cosas como son y no como debieran ser, indicó que:

Desde que rige la Constitución de 1857, el Ejecutivo ha venido sobreponiéndose más y más a los otros poderes y esta situación no cambiará, mientras no se modifique la ley en el sentido de aumentar sus atribuciones por más que esto parezca un contrasentido; pues al permitir que el Legislativo adquiriese toda la preponderancia que la ley le confiere, el Ejecutivo no haría ni más ni menos que cometer suicidio, y con el suicidio no se debe contar, en el curso natural de los

acontecimientos.160

La propuesta no era del todo original, sino que se sumaba a un nutrido

grupo de abogados que creían que era necesario fortalecer el presidencialismo

mexicano. Esta corriente de opinión sería popularizada, pocos años después por

Emilio Rabasa con su libro La Constitución y la dictadura. El argumento central era el

mismo: desde los gobiernos de Juárez y Lerdo y a lo largo de la administración de

Díaz el Ejecutivo paulatinamente había adquirido, a través de prácticas informales

y extraconstitucionales, un gran poder hasta convertirse en el árbitro supremo de

la vida pública.

Recapitulación: la democracia y la transición política

En aquella época la noción de democracia dominante era un sistema que

descansaba en el voto ciudadano, se asumía que si las elecciones eran

transparentes se tendría entonces un sistema representativo y, en consecuencia, un

160 García Granados, La Constitución… op. cit., p. 45.

Page 121: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

121

buen gobierno. Los partidos políticos desempeñaban una función secundaria:

proponer candidatos y dar a conocer sus plataformas electorales. Los más variados

diagnósticos de la sociedad mexicana, desde el elaborado por José María Luis

Mora hasta los de los opositores de Díaz, coincidieron en que en México no había

una ciudadanía extendida, ilustrada, capaz de ejercer su voto de manera

autónoma, responsable y consciente. Ponciano Arriaga en el Congreso

Constituyente había señalado que las instituciones liberales y democráticas poco a

poco transformarían a las masas de ilotas en ciudadanos,161 cincuenta años después

los positivistas señalaban que no se había operado tal transformación.

Tampoco había partidos políticos capaces de organizar la competencia

electoral. Aunque debe destacarse que entonces en México no referían a las

organizaciones políticas permanentes, con estatutos y programas definidos, sino

que por partido político se entendía la alianza entre clubes políticos, grupos de

opinión e individuos, alianza que era coyuntural, electorera, pues su fin era apoyar

a un candidato y desaparecer una vez concluidas las elecciones.

García Granados perteneció al extendido y heterogéneo grupo que buscó

restringir el voto activo para que éste fuera exclusivamente para los sectores

sociales en los que creía que se habían formado sujetos modernos, capaces de

ejercer los cargos de representación popular. Esta forma de organización política

que tendía a la oligarquía proponía que fuera transitoria, se substituiría por una

democracia incluyente cuando la anhelada ciudadanía adquiriera madurez.

García Granados se ubicaba entre dos polos: uno, representado por Porfirio

Parra que sostenía que México con la Reforma había llegado a la democracia; el

otro, defendido por Bulnes, afirmó que el sistema representativo en general y la

democracia en México, en lo particular eran mentiras.

La Reforma había sido, según Parra, una suerte de revolución burguesa que

al superar el antiguo régimen había permitido conducir a México a “una evolución

161 Ponciano Arriaga, “Proyecto de la constitución. Dictamen de la comisión”, en Felipe Tena Ramírez, Leyes Fundamentales de México 1808-1988. México, Editorial Porrúa, 1988, pp. 525-573.

Page 122: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

122

social avanzada” con una división del trabajo y especialización de las funciones de

gobierno más complejas.

Con esta base de análisis spencereano, Parra concluía que este periodo

histórico dominado por la burguesía “corresponde, por decirlo de una vez, a la

realización y al advenimiento de las ideas democráticas hechas forma de

gobierno”.162

Para Bulnes la democracia era un problema nodal que abordó en sus diversos

libros. En Juárez y las revoluciones de Ayutla y de Reforma reflexionó sobre la

democracia y su funcionamiento en México. Empezó por definir la democracia,

para después defender el derecho de las minorías. El axioma democrático es “la

voluntad del pueblo es la suprema ley”, a lo que el polemista propuso añadir: “si

no es tiránica contra las minorías, aun cuando éstas últimas estén formadas por un

solo hombre”.163 Por minorías no se refería a grupos marginales y menos aún

sostuvo que debieran contar con una representación proporcional en los órganos

de gobierno, sino que se refería a los grupos “aristocráticos o plutocráticos”.

Las minorías, afirmó, se habían salvado de la amenaza de las mayorías a

través de su representación en el Senado. Debe aclararse que Bulnes no se refería a

los sistemas políticos norteamericano ni mexicano, en los que los diputados y

senadores contaban con los mismos orígenes sociales. El polemista tenía en mente

el modelo británico en el que la cámara alta representaba los intereses de la

nobleza.

Bulnes, como Parra y García Granados, analizó la Constitución de 1857 y fijó

su posición. Al igual que García Granados criticó el voto universal y las excesivas

atribuciones del legislativo. Sin llegar a proponer una serie de reformas al marco

institucional, señaló lo que consideraba sus principales contradicciones:

Primera. El carácter semi-parlamentarista de la Cámara de Diputados, puesto

que la Constitución en su versión original había suprimido el Senado. Con ello,

162 Parra, Sociología… op. cit., p. 117. 163 Bulnes, Juárez y las revoluciones… op. cit., p. 206.

Page 123: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

123

señalaba, acertadamente, que el Constituyente había impedido la representación

de los intereses de las minorías y había suprimido las bases del federalismo (pues

el Senado representaba a los estados en los poderes de la Unión).

Segundo. El presidencialismo disminuido. “El veto al presidente de Estados

Unidos, le sirve para defender al poder ejecutivo de las agresiones del poder

legislativo y para defender a la nación contra impuestos ruinosos y contra toda

clase de excesos y torpezas legislativos”, herramienta jurídica con la que el

presidente mexicano no contaba porque la Constitución suprimió el veto

presidencial.

Tercero. El sufragio universal, el polemista afirmó que cuando el pueblo es

esclavo de alguna clase privilegiada, su voto será por está; en México —de ser

competidas las elecciones— el pueblo llevaría al poder público “a los curas,

obispos y a los mayordomos de monjas”.

Así, García Granados y Bulnes compartían el extendido prejuicio liberal en

contra de cualquier participación política del clero y lo convirtieron en la

justificación de la dictadura. Ambos favorecían una democracia restringida,

Bulnes, advertía que el Constituyente de 1856-1857 debió haber colocado el

sufragio en alguna clase social ilustrada.164

La gran diferencia entre estos dos positivistas radica en que García Granados

proponía la reforma del Estado para democratizar el país, Bulnes negó que la

democracia fuera posible en México debido a la cultura política de los mexicanos.

En El porvenir de la naciones hispanoamericanas (1899) había indicado que en la

legislación de los países latinoeuropeos, e incluso en México, las libertades

consignadas eran más amplias que las que gozaban los países anglosajones, pero la

gran diferencia estaba en que para los países latinos no se llevaban a la práctica.

Había un problema más grave aún: el anglosajón

164 Ibid., pp.210 y 215.

Page 124: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

124

sabe muy bien y nunca lo olvida que no puede haber DERECHOS CIVILES SIN DERECHOS POLÍTICOS, que estos se han hecho para garantizar aquellos y que cuando la autoridad posee DERECHOS POLÍTICOS posee sus DERECHOS CIVILES. El latino cree que entre los DERECHOS CIVILES y los POLÍTICOS hay una misma diferencia que entre el paralaje de un astro y un par de

PANTUNFLAS.165

De acuerdo a su diagnóstico, las libertades individuales eran decorativas en

México porque expresaban derechos civiles “y estos sólo pueden ser inviolables

por medio del ejercicio de los derechos políticos para lo que no hemos nacido los

actuales mexicanos”.166

En Juárez y las revoluciones de Ayutla y de Reforma Bulnes definió al mexicano

como un ser servil. Este servilismo no tenía por origen el analfabetismo —como

sostenían algunos liberales y positivistas— que se hubiera podido erradicar con la

educación, sino que su origen era congénito. El mexicano —señalaba Bulnes— era

producto de la fusión de españoles e indígenas, ambos podían ser solamente

autócratas o serviles. De modo que “no tenemos de donde nos venga lo

democrático”.

Con aguda ironía concluyó que “En México, sólo habrá ejercicio de derechos

políticos cuando otra raza ocupe nuestro país por conquista, o por inmigración y

que se imponga aristocráticamente como amo o por cruzamiento en la sangre

mexicana”.167

Pese a sus acerbas críticas al sistema y a la cultura políticos mexicanos, Bulnes

como Parra y García Granados, cifraba sus esperanzas en un grupo social

específico que conduciría al país hacia formas no autoritarias de organización

política. Parra lo llamó la burguesía; García Granados, clase media; Bulnes se

refirió a las elites intelectuales, eran aquellos que “a fuerza de voluntad han

165 En mayúsculas en el original. Bulnes, El porvenir… op. cit., p. 309. 166 Ibid., p. 309. 167 Ibid., p. 214.

Page 125: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

125

logrado marchar al mismo paso que los hombres distinguidos de las más cultas

naciones”,168 afirmaba el polemista.

En cuanto una de las funciones de la sociología era dar pautas para trazar

políticas gubernamentales, García Granados advirtió que si la Iglesia y el Estado no

lograban una conciliación franca y leal “sobre las bases de los principios modernos,

los países católicos se atrasarán en su desarrollo y el ascendiente de los países

protestantes tendrá que ser cada día mayor hasta convertirse en definitivo”.169 Esta

última cita expresa que los países anglosajones, en particular Estado Unidos e

Inglaterra, eran vistos como modelos de la modernidad que se quería alcanzar

tanto en el ámbito político como económico, y eran también el modelo de las

sociedades industriales que Spencer indicaba como las que habían conseguido un

mayor grado de evolución.

Al elaborar el diagnóstico de los problemas nacionales y al analizar la

Reforma como un proceso de modernización de manera implícita o explícita los

positivistas mexicanos establecieron una comparación entre México, Estados

Unidos e Inglaterra. A partir de esta comparación la modernidad mexicana parecía

incompleta, trunca, imagen que se proyectaría a lo largo del siglo XX. Parra fue la

excepción.

El médico en su Sociología de la Reforma buscó explicar por qué los grados de

desarrollo de México y Estados Unidos eran tan distintos. México contaba con un

territorio vasto y apenas poblado; una configuración accidentada del territorio; una

población heterogénea formada por criollos, indios y castas; faltaban hombres de

Estado y faltaba práctica en la política, lo que hizo que los hombres públicos

condujeran al país hacia “resultados funestos, como con desgarradora elocuencia

lo demuestra nuestra historia”.170 Fue la Reforma la que colocó a México en el

sendero de la prosperidad.

168 Bulnes, Juárez y las revoluciones… op. cit., p. 381. 169 Ibid, p. 120. 170 Parra, Sociología… op. cit., p. 95.

Page 126: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

126

El esfuerzo por hacer de México parte del “concierto de las naciones

civilizadas” tuvo como contraparte la conciencia de que México ingresaba en

condiciones de debilidad. La agresiva competencia de Estados Unidos, Inglaterra y

Alemania por el dominio de los mercados latinoamericanos y la creciente inversión

directa norteamericana que a partir de la década de 1892 transformaba

aceleradamente el ámbito económico nacional, harían que se intensificaran las

voces que temían que Estados Unidos absorbiera por completo nuestro país o que

se anexionara parte del territorio mexicano.

Es bajo este clima que los sociólogos mexicanos propusieron las reformas

que creyeron necesarias tanto para modernizar de una manera acelerada el país

como para fortalecer internamente a la nación ya fuera para defenderse o

aprovechar, en la medida de lo posible, la competencia entre los imperialismos de

la época.

En síntesis, los ganadores en su conjunto dan forma a un amplio espectro

historiográfico y un cuidado equilibrio de posiciones políticas. Rafael de Zayas

representa a los viejos porfiristas tuxtepecanos, esforzados constructores del

régimen y firmes publicistas. Francisco Bulnes y Porfirio Parra siendo jóvenes

fueron colaboradores estrechos de La Libertad, periódico liberal-conservador, dirigido

por Justo Sierra, que pugnó porque se atemperara la Constitución de 1857

adecuándola a lo que creían era el grado de evolución social. Bulnes y Parra —

como se ha señalado— políticamente pertenecían al grupo científico. García

Granados, aunque de joven fue encarcelado y tuvo que exiliarse en Estados Unidos

y Europa, compartió sus demandas políticas con un extendido grupo de opinión,

cuya cabeza más conocida fuera Sierra, que desde 1878 exigió la restricción del

voto activo y la expansión de las facultades del Ejecutivo, línea que sería recogida

Page 127: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

127

por Emilio Rabasa en La Constitución y la dictadura (1913) y por Venustiano

Carranza en su iniciativa de reformas y adiciones a la Constitución (1916).171

En el aspecto intelectual, los autores aquí revisados ofrecen una amplia

gama de manifestaciones del positivismo, mejor dicho de los positivismos. Debe

insistirse, con Leopoldo Zea, que la filosofía positivista buscó ser en México, como

en América Latina, aquello que había sido la escolástica en la Colonia: un

instrumento de orden mental172 con su correlativo orden social.

Las elites intelectuales mexicanas consideraron a los positivismos como

expresión de la modernidad europea e instrumento de modernización que dotaba

al Estado de criterios específicos para intervenir en los ámbitos económico, político

y social; asimismo era un instrumento ideológico que permitía poner fin a la

anarquía, era también un método para interpretar correctamente la realidad y una

doctrina que promovería el cambio social.

Entre los positivistas había un amplísimo abanico de propuestas, polémicas

y debates, pero había también un núcleo básico propiciado por el encuentro entre

positivismo y liberalismo, éste último también múltiple.

En las páginas precedentes se ha indicado reiteradamente que el encuentro

y la transformación del liberalismo por el positivismo se sintetizó en la apología de

la separación Iglesia y Estado.

Los diversos autores aquí estudiados coincidieron en que la Reforma había

sido un largo y lento proceso, pues el enfrentamiento entre la potestad civil y la

eclesiástica se inició con la nación mexicana, con la guerra de Independencia. Más

aún, la mayoría encontró sus antecedentes remotos en la Edad Media española.

171 En este documento Carranza propuso fortalecer el poder presidencial y consideraba que lo más conveniente para el país era restringir el voto. No obstante, como reconocimiento a la participación de campesinos y obreros en la lucha armada, propuso al Constituyente que se instituyera el sufragio universal directo. 172 Leopoldo Zea, El pensamiento positivista latinoamericano. Caracas, Fundación Biblioteca Ayacucho, 1980.

Page 128: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

128

Los galardonados en sus textos partieron de un mismo argumento

romántico constitucionalista que identificó el poder eclesiástico y a los grupos que

lo sostuvieron como retrógradas, mientras que el poder civil se identificó —como

lo había hecho Riva Palacio— con el partido del progreso, con la ciencia. Asimismo

en los textos se descubre un mismo principio que es reiterado: la Guerra de

Reforma fue un acceso violento, aunque necesario a la modernidad. La magnitud

que en México alcanzó el conflicto entre Iglesia y Estado haría que la revolución

liberal quedara reducida a esta dimensión, perdiendo de vista que la auténtica

revolución estaba en el intento de emancipar la iniciativa individual, como bien

afirmaron García Granados y Parra.

Los autores aquí revisados reprodujeron el gran programa narrativo de la

historia liberal que trazó una línea de continuidad que iniciaba con Hidalgo y

Morelos, encontraba como punto culminante el Congreso Constituyente de 1856-

1857 y la Reforma, y como feliz desenlace el Porfiriato. Un acendrado nacionalismo

estaba implícito en este programa narrativo. Nacionalistas fueron todos, como

interpretación dominante afirmaron que Juárez había conquistado la soberanía

nacional y que Juárez había encabezado una segunda independencia. La airada

respuesta en contra de las obras de Bulnes se debió precisamente a que en algunos

aspectos puso en tela de juicio este programa narrativo.

El positivismo transformó al liberalismo. Mientras que la generación de la

Reforma, tenía una orientación romántica jacobina que creía firmemente en que las

instituciones poco a poco transformarían al pueblo en ciudadanos, los positivistas

tenían una orientación mucho más conservadora, creían que las instituciones

debían adecuarse al grado de evolución social del país, para poder hacer esto

necesitaban hacer un diagnóstico, el medio fue la sociología y el conocimiento

histórico.

Los textos galardonados, excepto el de Zayas, son también un diagnóstico

de los múltiples problemas nacionales que no habían sido resueltos: la cuestión

indígena, la concentración de la propiedad, la falta de democracia y la incipiente

Page 129: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

129

industrialización. Pareciera transparentarse una misma convicción: México había

llegado a la modernidad, pero había llegado tarde, su modernidad había quedado

trunca debido a que el pueblo no había podido constituirse en ciudadanos como

sujetos modernos.

Atender los múltiples problemas nacionales era necesario no sólo para

consolidar el proyecto liberal, sino también porque percibían, en particular García

Granados y Bulnes, el agresivo expansionismo de los Estados Unidos como un

peligro inminente para la soberanía nacional. De manera implícita los diversos

autores se preguntaron por qué nuestro país no había alcanzado la modernidad

norteamericana si Estados Unidos y México contaban con un pasado colonial, la

respuesta la encontraron en la diferencia de los climas, de las razas, de la

alimentación y de la cultura.

El positivismo barrediano de Rafael de Zayas no modificó ni la escritura ni

la concepción de la historia en su forma retórica. En cambio un positivismo

ecléctico transformó la noción de historia en Parra, García Granados, y Bulnes. Los

tres primeros vieron en la historia un conocimiento auxiliar de la sociología.

Mientras que el último, aunque compartió con los otros el desprestigio de la

historia, optó por la crítica histórica. Debe hacerse hincapié en que pese al

desprecio por esta arte liberal —no en balde Bulnes y García Granados apuntaron

que la historia era el ámbito de los panegíricos, de la lucha de facciones, el medio

para divulgar las ideas preconcebidas y las leyendas—, se vieron obligados a

recurrir a ésta para representar el pasado.

El desprestigio de la historia surgió al imponerse un nuevo paradigma de

verdad. Esta nueva verdad que se creía fría y objetiva podría alcanzarse por medio

de la sociología. Los diversos escritores estaban de acuerdo en que la función de

esta nueva ciencia era establecer las leyes de la evolución social. Podría afirmarse

que antiguas funciones propias de la historia en su forma retórica se habían

extendido a la sociología: se dirigía a las elites políticas y sociales. La antigua

función retórica de la historia como maestra de la vida la sociología la transformó

Page 130: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

130

en un diagnóstico de la sociedad, para que con base en éste elaborar las propuestas

que se creían necesarias para reformarla.

En 1906 la cuestión social en el marco de una profunda crisis económico-

financiera por la que atravesaba el país se convirtió en un tema fundamental

porque la ciencia positiva se consideraba como un medio para prevenir las

convulsiones sociales.

En este eje se ha enfatizado la perspectiva de los escritores que elaboraron

sus estudios desde la sociología, no obstante debe, por lo menos, mencionarse que

la historia continuó cultivándose y fue también transformada por el positivismo

que dio lugar a una historiografía filológica que se impuso como tarea la

recopilación y edición crítica de la documentación de la “historia nacional”:

Manuel Orozco y Berra, Joaquín García Izcalbazeta, Francisco del Paso y Troncoso

y Genaro García, fueron sus principales cultores. Este nuevo acercamiento recurrió

a los documentos como una forma de salvar la distancia histórica, era una

estrategia para garantizar la exactitud y un nuevo sentido a la imparcialidad. En

pocas palabras la historiografía positivista se volcó en la búsqueda de la de un

estatuto científico para la historia, búsqueda que animaría la historiografía del

siglo XX culminando con su desprendimiento de las artes liberales.173

173 Para Guillermo Zermeño esta nueva actitud hacia las fuentes se encuentra ya en la obra de Lucas Alamán, pero el mismo autor reconoce que la historiografía positivista aunque “regulada por los nuevos criterios científicos, deberá cumplir tareas análogas a las que desempeñaba en el antiguo régimen: la de ser maestra para la vida”. Guillermo Zermeño, “Imparcialidad, objetividad y exactitud. Valores epistémicos en el origen de la historiografía moderna”, en Historia y grafía, México, UIA, no. 20, 2003. pp. 49-83. .

Page 131: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

131

ACTIVIDADES

Objetivos:

a) Relacionar la constitución de saberes y los principios dominantes b) Analizar las continuidades y las transformaciones en los principios

dominantes de los registros de la memoria en el siglo XIX. c) Distinguir la argumentación de historiadores clásicos que escribieron

sobre el positivismo y la escuela erudita. d) Evaluar el conocimiento adquirido.

Elabora un ensayo con los siguientes textos:

Vázquez, Josefina Zoraida, Historia de la Historiografía. México, Ediciones Ateneo, S.A., 1978, pp.127-160.

Collingwood, R. G., Idea de la historia. México, Fondo de Cultura Económica, 1977, pp. 129-147.

Zea, Leopoldo, El positivismo en México, Fondo de Cultura Económica, 1978, pp. 55-61.

O´Gorman, Edmundo, “Tres etapas de la historiografía mexicana”, en Anuario de historia. México, UNAM-FFyL, 1962, año II, pp. 11-19.

En el ensayo evalúa la perspectiva de análisis de cada uno de los autores y el

uso del conocimiento histórico en el siglo XIX.

Extensión máxima: 15 cuartillas.

Fecha de entrega: al finalizar la 11ª semana.

Evalúa tu aprendizaje, para ello compara los prejuicios con los que iniciaste

el curso que debieron expresarse en la primera actividad de la uea y los que

sostienes ahora. Entrega tu evaluación a tu profesor de la uea, una copia a tu tutor

y una copia al coordinador del Posgrado.

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA Lefebvre, G., El nacimiento de la historiografía moderna. Barcelona, ediciones Martínez

Roca, S.A., 1977, pp. 233-319.

Page 132: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

132

Breisach, Ernest, Historiography. Chicago, The University of Chicago Press (s.a.), pp. 272-290.

Cassani, Jorge Luis y A. J. Pérez Amuchastegui, The development of historiography. Harrisbur, Pennsylvania, The Stackpole Company, 1954, pp. 184-224.

Fueter, Ed, Historia de la historiografía moderna. Buenos Aires, Editorial Nova, 1953, Vol. II, pp. 205-271.

Ortega y Medina, Juan A., Teoría y crítica de la historiografía científico-idealista alemana. México, UNAM, 1980.

Page 133: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

133

BIBLIOGRAFÍA

“Informe del Presidente Porfirio Díaz al Congreso de la Unión del 15 de diciembre de 1880”, en Cámara de Diputados, XLVI Legislatura de la---------, Los presidentes de México ante la Nación. Informes, manifiestos y documentos de 1821 a 1966. México, Imprenta de la Cámara de Diputados, 1966. El Iris. Periódico Crítico y Literario. Edición facsimilar. Introducción de María del Carmen Ruiz Castañeda, México, UNAM\Instituto de Investigaciones Bibliográficas, 1988. Algaba, Leticia, “Una amistad epistolar: Ricardo Palma y Vicente Riva Palacio”, en Secuencia. México, Instituto Mora, No. 30, septiembre-diciembre, 1994. ---------------------, Las licencias del novelista y las máscaras del crítico. México, UAM\A, 1997. Altamirano, Ignacio M., “Poesía épica y poesía lírica en 1870”, en La literatura nacional. Prólogo y notas de José Luis Martínez, México, Porrúa, 1949. --------------------------------, Obras completas. Periodismo político, 2. Edición, prólogo y notas de Carlos Román Célis, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1989. --------------------------------, Revista histórica y política en Obras completas. Obras históricas, vol. II. México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1989. Anderson Imbert, Enrique, “El telar de una novela histórica: Enriquillo de Galván”, en Estudios sobre letras hispánicas, México, Editorial Libros de México, 1974. (Colección Biblioteca del Nuevo Mundo, 7). Arriaga, Ponciano, “Proyecto de la constitución. Dictamen de la comisión”, en Felipe Tena Ramírez, Leyes Fundamentales de México 1808-1988. México, Editorial Porrúa, 1988, pp. 525-573. Barbano, Filippo, “Introduzione. Sociologia, Positivismo, Postmodernitá”, en Filippo Barbano. Sociologia, storia, positivismo: Messico, Brasile, Argentina e l'Italia. Milán, F. Angeli, 1992, pp. 11-78.

Page 134: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

134

Barnes, Harry Elmor, A history of historical writing, University of Oklahoma Press, 1938. Basave Benítez, Agustín, México Mestizo. Análisis del nacionalismo mexicano

entorno a la mestizofilia de Andrés Molina Enríquez, México, Fondo de Cultura

Económica, 1992. Berra, Mariella, “Sociología scienza política in Messico. Le influenze culturale italiane“, Barbano, Filippo, “Introduzione. Sociologia, Positivismo, Postmodernitá”, en Filippo Barbano. Sociologia, storia, positivismo: Messico, Brasile, Argentina e l'Italia. Milán, F. Angeli, 1992.

Bobbio, Norberto, Liberalismo y democracia. México, Fondo de Cultura Económica, 1979. (Breviarios, 476). Bocanegra, José Ma., Memorias para la historia de México independiente: 1822-1846. México, Instituto Cultural Helénico-Fondo de Cultura Económica, 1986. Brading, David A., Los orígenes del nacionalismo mexicano. México, Era, 1980. Breisach, Ernest, Historiograhy. Chicago, The University of Chicago Press, (s.a.). Bulnes, Francisco, El verdadero Juárez y la verdad sobre la Intervención y el Imperio, Antigua Imprenta de Mugía, México, 1904. ------------------------, Juárez y las Revoluciones de Ayutla y Reforma. Antigua Imprenta de Murgía, México, 1905. ------------------------, El porvenir de las naciones hispanoamericanas ante las recientes conquistas de Europa y Latinoamérica, México, El pensamiento vivo de América, 1941, ------------------------, Las grandes mentiras de nuestra historia: La Nación y el ejército en las guerras extranjeras, Prólogo de Fernando Curiel, México, Consejo Nacional Para la Cultura y las Artes, 1991. Bustamante, Carlos Ma. de, Cuadro histórico de la Revolución Mexicana y sus complementos. México, Instituto Cultural Helénico-Fondo de Cultura Económica, 1986. 8 vols.

Page 135: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

135

Campos, Marco Antonio, “La Academia de Letrán”, en Literatura Mexicana. Vol. VIII, No. 2, UNAM, 1997. Carlyle, Thomas, “Primera conferencia” y “Sexta Conferencia”, en Thomas Carlyle y R. W. Emerson, De los héroes. Hombres representativos. Estudio preliminar de Jorge Luis Borges, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes- Océano, 1999. Carmagnani, Marcello, “El federalismo liberal mexicano”, en Marcello Carmagnani (Coord.), Federalismos latinoamericanos: Mexico, Brasil y Argentina. México, El Colegio de México-Fondo de Cultura Económica, 1993. Cassani, Jorge Luis y A. J. Pérez Amuchastegui, Del Epos a la historia científica. Buenos Aires, Editorial Nova, 1961. ----------------------------------, The development of historiography. Harrisbur, Pennsylvania, The Stackpole Company, 1954. Collingwood, R. G., Idea de la historia. México, Fondo de Cultura Económica, 1977. Croce, Benedetto, Teoría e historia de la historiografía. Buenos Aires, Ediciones Imán, 1953. Fontanella, Lee, “El costumbrismo en la literatura española e hispanoamericana”, en Historia de la literatura. Volúmen quinto. La edad burgesa, 1830-1914. Madrid, Ediciones Akal, 1993. Frías y Soto, Hilarión, Juárez glorificado y la Intervención y el Imperio ante la verdad histórica refutando con documentos la obra del señor Francisco Bulnes intitulada El Verdadero Juárez. México, Imprenta Central, 1905. Fueter, Ed, Historia de la historiografía moderna. Buenos Aires, Editorial Nova, 1953, Vol. II. Galindo y Galindo, Miguel, La gran década nacional, 1857-1867. México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 1987. García Granados, Ricardo, La Constitución de 1857 y las Leyes de Reforma en México.

Estudio histórico-sociológico. México, Editora Nacional, 1957. _________________, “El concepto científico de la historia”, en Juan Antonio Ortega Medina, Polémicas y ensayos mexicanos en torno a la historia. Notas bibliográficas e

Page 136: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

136

índice onomástico por Eugenia W. Meyer. México, Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Históricas, 1992. Giron, Nicole, “Ignacio Manuel Altamirano y Vicente Riva Palacio: una amistad con fondo de parentesco tlixtleco”, en Secuencia, nueva época, No. 35, mayo-agosto, 1996. Gooch, George P., Historia e historiadores en el siglo XIX. México, Fondo de Cultura Económica, 1977. Gray, John, Liberalismo. México, Nueva Imagen, 1992. Guerra, Francois Xavier, Del Antiguo Régimen a la Revolución. México, Fondo de Cultura Económica, 1988, Vol. II. Guzmán, Martín Luis, “Prólogo”, en Porfirio Parra, Sociología de la Reforma, México, Empresas Editoriales, S. A., 1948. (El liberalismo mexicano en pensamiento y en acción, 8). Hale, Charles, “La estructura del liberalismo”, en El liberalismo en la época de Mora. México, Siglo XXI Editores, 1990. ------------------, La transformación del liberalismo en México. México, Vuelta, 1991. Hernández Chávez, Alicia, La tradición republicana del buen gobierno. México, Fideicomiso de Historia de las Américas-El Colegio de México-Fondo de Cultura Económica, 1993. Iglesias, José María, La cuestión presidencial de 1876. México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 1987. Jerónimo, Saúl, “Combates con la historia. Reseña Antonia Pi-Suñer LLorens (Coord.), Historiografía Mexicana. En busca de un discurso integrador de la nación, 1848-1884” (mecanuscrito). Jiménez Marce, Rogelio, La pasión por la polémica. El debate sobre la historia en la época de Francisco Bulnes, México, Instituto Mora/Historia política, 2003. Laski, Harold J., El liberalismo europeo. México, Fondo de Cultura Económica, 1979. (Breviarios, 81). Lefebvre, Georges, El nacimiento de la historiografía moderna. Barcelona, Ediciones Roca S.A., 1977.

Page 137: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

137

Luna Argudín, María, El Congreso de la Unión y la política mexicana, 1857-1911. México, Fidecomiso para la historia de las Américas/El Colegio de México/Fondo de Cultura Económica, 2006. -------------------------------------, “La escritura de la historia y la tradición retórica (1834-1885)” en Jorge Ruedas de la Serna, Maria Luna Argudín y Leticia Algaba, La tradición retórica en la poética y en la historia, México, UAM/A-CONACYT, 2004 (Cuadernos de Debate, 3) pp. 31-106. Medina Bustos, José Marcos, “La memorias estadísticas en la primera mitad del siglo XIX: el caso del noreste mexicano”, en José A. Ronzón y Saúl Jerónimo (Coords.) Formatos, géneros y discursos. Memoria del Segundo Encuentro de Historiografía, México, UAM-A, 2000. -------------------------------------, “Sonora, tierra en `guerra viva`. Visiones sobre una sociedad de frontera (1822-1859). Un análisis historiográfico de las memorias estadísticas de la época los autores oriundos de la región”, México, Tesis de grado, Maestría en Historiografía de México, UAM\A, 1998. Molina Enríquez, Andrés, Juárez y la Reforma. México, Libromex editores, 1958. ---------------------------------, Los grandes problemas nacionales. México, Era, 1976. Montoya Rivero, Patricia, “Miramón, el héroe de la reacción. La visión de la historiografía conservadora: siglo XIX”. México, Tesis de grado, Maestría en Historiografía de México, UAM\A, 2000. Mora, José María Luis, México y sus revoluciones. México, Instituto Cultural Helénico-Fondo de Cultura Económica, 1986. 3 vols. -----------------------------, Revista política. Editorial Porrúa, México, 1947.

Moya, Laura Angélica, “Historia y sociología en la obra de Ricardo García Granados”, en Sociológica. México, Universidad Autónoma Metropolitana, no. 24, 1994. (www.revistasociologica.com.mx/) Ocampo, Melchor, “Mis quince días de Ministro”, en Escritos Políticos. México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 1987.

Page 138: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

138

Ortega Medina, Juan A., Polémicas y ensayos mexicanos en torno a la historia, 2a. ed., México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1992. --------------------------------,Teoría y crítica de la historiografía científico-idealista alemana. México, UNAM, 1980. Ortiz Monasterio, José, “Estudio preeliminar” en Vicente Riva Palacio, Ensayos históricos, CONACULTA-UNAM-Instituto Mexiquense de Cultura-Instituto Mora, 1997. --------------------------------, Historia y ficción. Los dramas y novelas de Vicente Riva Palacio. México, Instituto Mora-Universidad Iberoamericana, 1993. O´Gorman, Edmundo, “Tres etapas de la historiografía mexicana”, en Anuario de historia. México, Universidad Nacional Autónoma de México/Facultad de Filosofía y Letras, 1962. Parra, Porfirio, Sociología de la Reforma. Prólogo de Martín Luis Guzmán, México, Empresas Editoriales S.A., 1967. Payno, Manuel y Vicente Riva Palacio, El Libro Rojo. Prólogo de Carlos Montemayor, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1989. Payno, Manuel, Memoria sobre la Revolución de diciembre de 1857 a enero de 1858. México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 1987. Pereyra, Carlos, Juárez discutido como dictador y estadista. A propósito de los errores, paradojas y fantasías de Francisco Bulnes. México, Tipografía Económica, 1904. Pi-Suñer Llorens, Antonia (coord.), Historiografia Mexicana. Vol. IV. En busca de un discurso integrador de la nación. México, UNAM\Instituto de Investigaciones Históricas, 1996. Portilla, Anselmo de la, México en 1856 y 1857. Gobierno del general Comonfort. México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 1987. Prida, Ramón, Juárez como lo pinta el diputado Bulnes y como lo describe la historia. México, Imprenta de Eusebio Sánchez, 1904.

Page 139: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

139

Quiriarte, Martín, Historiografía sobre el imperio de Maximiliano. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1970. Raat,William Dirk, El positivismo durante el porfiriato, 1876-1910. Trad. Andrés Lira. México, Secretaría de Educación Pública, 1975. (SepSetentas, 228). Rabasa, Emilio, El cuarto poder y Moneda Falsa. México, Editorial Porrúa, 1970. --------------------, Evolución histórica de México. México, Editorial Porrúa, 1970. --------------------, La bola y La gran ciencia. México, Editorial Porrúa, 1981.

Rodríguez Kuri, Ariel, “Francisco Bulnes”, en Carlos Illades y Ariel Rodríguez Kuri, Ciencia, filosofía y sociedad en cinco intelectuales del México liberal. México, UAM/I-Miguel Ángel Porrúa, 2001

Roeder, Ralph, Juárez y su México. México, Fondo de Cultura Económica, 1993. Rohbeck, Johannes, Filosofía de la historia —Historicismo— Posthistoire. Una propuesta

de síntesis, México, UAM/A, 2004 (Cuaderno de debate, 4). Ruedas de la Serna, Jorge (Coord.), La historiografía de la literatura mexicana. Ensayos y comentarios. México, UNAM\Facultad de Filosofía y Letras, 1996. ----------------------------------------------, La misión del escritor. Ensayos mexicanos del siglo XIX. México, UNAM, 1996. Schmitt, Karl,“The Mexican Positivists and the Church-State Question, 1876-1911”, sobretiro de A Journal of Church and State, vol. 8, no. 2, 1966.

Sierra, Justo, “Elementos de Historia general”, en Justo Sierra. Antología general. México, SEP-Universidad Nacional Autónoma de México, 1982. -----------------, “Elementos de Historia Patria”, en Obras Completas. IX. Ensayos y textos elementales de historia. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1984. -----------------, “México a través de los siglos”, en Obras Completas. IX. Ensayos y textos elementales de historia. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1984.

Page 140: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

140

-----------------, Juárez, su obra y su tiempo, en Obras Completas. XIII. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1982. -----------------, El Federalista 21 y 28 de septiembre de 1875 en, Obras Completas.

Tomo VIII. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1982.

Solórzano Ponce, Teresa, “La historia como material compositivo de las novelas”, en Secuencia, nueva época, No. 35, mayo-agosto, 1996. Tamayo, Jorge L., “El Tratado McLane-Ocampo”, en Historia Mexicana. 84, abril-junio de 1972. ---------------------, Benito Juárez; documentos, discursos y correspondencia. Selección y notas de-----------, México, Secretaría del Patrimonio Nacional, 1970. Vallarta, Ignacio “Discurso pronunciado en Guadalajara el 5 de mayo de 1867”, en Vallarta en la Reforma. Prólogo y selección de Moisés González Navarro. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1979 (Biblioteca del Estudiante Universitario, 76). Vázquez de Knauth, Josefina Zoraida, Historia de la historiografía. México, Ediciones Ateneo, S.A., 1978. Vigil, José María, México a través de los siglos. México, Editorial Cumbre, 1966, Vol. V. --------------------, y Juan B. Hijar y Haro, Historia del Ejército de Occidente. Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 1987. 3 Vols. Villegas Moreno, Gloria, “Reflexiones en torno al motor de la historia”, en Cuadernos de Filosofía y Letras, no. 1. México, Universidad Nacional Autónoma de México/Facultad de Filosofía y Letras, 1985. ----------------------, (comp.).“Estudio preliminar”, en En torno a la democracia. El debate político en México 1901-1916. México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 1989. Zavala, Lorenzo de, Diario de Viaje a los Estados Unidos. México, Editorial Porrúa, 1976.

Page 141: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

141

--------------------------, Ensayo Histórico de las Revoluciones de México desde 1808 hasta 1830. México, Instituto Cultural Helénico-Fondo de Cultura Económica, 1986. --------------------------, Memoria de Gobierno del Libre y Soberano Estado de México para los años 1831-1832, Toluca, Imprenta del Estado, 1833. Zayas Enríquez, Rafael de, Benito Juárez: su vida y su obra. México, Secretaría de Educación Pública, 1971. (SepSetentas, 1). Zea, Leopoldo, El positivismo en México. México, Fondo de Cultura Económica, 1978.

ZEA, Leopoldo, El pensamiento positivista latinoamericano. Caracas, Fundación

Biblioteca Ayacucho, 1980.

--------------------------,

Zermeño, Guillermo, “Imparcialidad, objetividad y exactitud. Valores epistémicos en el origen de la historiografía moderna”, en Historia y grafía, México, UIA, no. 20, 2003. pp. 49-83.

Page 142: Posgrado en Historiografía - Inicioposgradocsh.azc.uam.mx/cuadernos/historiografia_gral_XIX_mx/2007... · necesario desprenderse para definir y construir una cultura e identidad

142

AUTOEVALUACIÓN Envía una carta al coordinador del Posgrado en Historiografía evaluando el Taller

II.

Para llevar a cabo la evaluación del Taller es necesario que sigas los siguientes

pasos:

1) Relee el presente cuaderno.

2) Confronta el texto elaborado en la primera semana sobre los objetivos y

expectativas que tenías al iniciar el taller con el desarrollo de este mismo.

3) Señala la manera en que las actividades desarrolladas en esta UEA te

elaborar tu comunicación idonea de resultados.

4) Evalúa la asesoría que te brindó tu profesor y suguiere cómo podría

mejorarse.

5) Evalúa tu propio desempeño.