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    A manera de introduccin

    odo empez como un simple ejercicio exploratorio, haciendo

    anlisis de contexto para suplir insumos a las discusiones colecti-

    vas que entonces solamos celebrar en nuestras oficinas del Cen-

    tro de Documentacin (CEDOH). Eran los inicios de la dcada de los aos

    noventa; gobernaba el pas Rafael Leonardo Callejas, el primer presidente

    nacionalista (vale decir del partido Nacional) en la poca de la transicin

    poltica hacia la democracia. Lo que empez como prctica ocasional, muy

    pronto se volvi costumbre, rutina peridica que me obligaba a escribir un

    anlisis de contexto cada mes. As comenz esta historia.

    Hoy, casi un cuarto de siglo despus, cuento con ms de 250 anlisis de

    coyuntura acumulados en mis archivos, como esperando el momento para

    ser publicados en su totalidad. Ante la dificultad material para cumplir ese

    objetivo, he optado por publicar los correspondientes a los ltimos seis aos

    de nuestra historia contempornea, abarcando as un sensible periodo que

    arranca en el ao 2009, tiempo siniestro del golpe de Estado, y concluye en

    el presente ao 2015, tiempo luminoso de renacimiento ciudadano y antor-

    chas callejeras.

    Este libro es, por lo tanto, algo as como un diario de pas, escrito mes a

    mes, un registro cotidiano de los hechos que, de alguna manera, han marcado

    y sealado el rumbo de nuestra evolucin histrica reciente en tanto que

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    Diario de la conflictividad en Honduras:

    2009 - 2015

    Estado y sociedad. Contiene, pues, una visin personal del diario acontecer,

    un conjunto de puntos de vista y opiniones de un observador subjetivo -no

    poda ser de otra manera- que busca sistemticamente el sentido ms profun-

    do de los hechos objetivos. Combinacin inevitable de lo personal y lo so-

    cial, lo individual y lo colectivo.

    Pero tambin, debo advertir, se trata de la visin de un observador que, por

    momentos, se involucra y convierte en actor directo de los mismos aconte-

    cimientos que relata y escudria. Y, como es lgico, esta condicin dual se

    refleja en el texto de los anlisis mensuales, incorporando una dimensin

    parcial y, con frecuencia, apasionada, aunque no por eso menos rigurosa y

    autntica. Al final de cuentas, sern los lectores los que harn el juicio defi-

    nitivo sobre la calidad y solvencia acadmica del texto.

    Al hacer la revisin detallada de cada uno de los anlisis, he conservado el

    texto original, tal como lo escrib en su momento, con los juicios de valor

    sostenidos entonces, con sus vaticinios y conclusiones. He querido hacerlo

    as para poner a prueba el valor de pronstico que tienen las interpretaciones

    que, mes a mes, elaboraba para la reflexin colectiva. La lectura cuidadosa

    de cada uno, permitir al lector atento descubrir las tendencias, el hilo rojo

    que atraviesa el ovillo, los ejes clave que entrelazan los sucesos y les dan

    sentido y coherencia lgica. Y, de esta manera, la complementariedad que se

    observa de un mes a otro, permite, al final, encontrar el sentido global de la

    evolucin de los hechos. A travs de los meses, el pas va avanzando o retro-

    cediendo, segn el ritmo y la secuencia del pndulo de la historia.

    Son seis aos que, sin duda alguna, han marcado a fuego el desarrollo polti-

    co, social, econmico y cultural de la sociedad hondurea. Tambin han

    marcado mi vida personal y condicionado en buena medida mi quehacer

    cotidiano, como era inevitable que sucediera. Los acontecimientos ms dra-

    mticos contenidos en este corto periodo nos han afectado a todos, es cierto,

    pero de diferente manera, en distintos momentos y con intensidad variada.

    Desde el ao 2009 hasta mediados de este 2015, la sociedad hondurea ha

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    introduccin

    recorrido un largo y, a veces, penoso camino hacia la recuperacin plena de

    su institucionalidad pblica. Pero, como siempre sucede, ha habido momen-

    tos de parlisis y estancamiento, acompaados con frecuencia de lamentables

    e imperdonables retrocesos. Cuando creamos que ya habamos superado

    determinadas fases penosas de nuestra historia moderna, los hechos, de pron-

    to, con su riguroso realismo, nos devolvan al mundo verdadero, abandonan-

    do el ilusorio, y nos mostraban que aquello que creamos slido y consolida-

    do, era en realidad una estructura frgil y voluble.

    Recuerdo el da aquel, en abril de 2009 en el Ministerio de Gobernacin y

    Justicia, cuando ofreca un almuerzo de despedida a una diplomtica europea

    que, de pronto, sin prembulos protocolarios, me pregunt directamente:

    dime, Vctor, es posible un golpe de Estado en Honduras? Recuperado de la

    sorpresa le contest que no, que tal posibilidad era, en el peor de los casos,

    una remota e indeseable pesadilla, que los niveles de subordinacin militar

    ante la autoridad civil eran ahora mucho ms fuertes y firmes que antes, que

    las Fuerzas Armadas haban evolucionado hacia niveles aceptables de profe-

    sionalizacin y modernizacin, acordes con la sociedad democrtica y el

    Estado de derecho en fin. La mar y sus conchas.

    Apenas dos meses despus de aquel almuerzo, en la madrugada del domingo

    28 de junio, la vida se encarg de demostrarme que mis apreciaciones eran

    incorrectas, pero que mis temores eran vlidos. El peso de la tradicin era

    ms fuerte que la urgencia de la modernidad, de la misma forma en que la

    incultura poltica y la vocacin autoritaria actuaban como un ingrediente

    corrosivo en la construccin de la democracia. Habamos creado varias insti-

    tuciones, diversas y novedosas algunas de ellas, a lo largo del proceso de

    transicin hacia la vida democrtica, es decir a partir de los aos 1980-1982.

    Pero no habamos sido capaces de construir cultura poltica democrtica,

    valores y costumbres que le dieran sustento realmente decisivo a las nuevas

    instituciones. El pas dispona de nuevas estructuras institucionales pero

    segua careciendo de una institucionalidad consolidada. Los mismos vicios,

    los viejos hbitos, los antiguos y gastados procedimientos seguan permean-

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    2009 - 2015

    do la vida poltica de la nacin, contaminando los esfuerzos en pro de la

    modernizacin del Estado y negando, en ltima instancia, la perspectiva de

    una sociedad plural, tolerante y democrtica, moderna en fin de cuentas.

    Y as fue como se impuso la barbarie. As fue como las lites polticas y

    empresariales, militares y religiosas, terminaron consumando su paulatino

    secuestro de la institucionalidad estatal, sometiendo a su voracidad y capri-

    chos todos los engranajes del sistema poltico y de la maquinaria guberna-

    mental en su conjunto. As fue como se puso en marcha y aceler el retroce-

    so poltico e institucional de Honduras.

    Han pasado seis aos hasta ahora. Es un periodo corto porque seis aos no

    son nada en el devenir de la historia del mundo, pero pueden ser mucho en la

    vida cotidiana de una nacin. Por eso tanta agua ha corrido bajo los puentes

    y tantos acontecimientos han marcado la vida y la lenta evolucin de la so-

    ciedad hondurea, desde entonces. Y esos son, precisamente, los aconteci-

    mientos que, por razones de su trascendencia e impacto, han quedado regis-

    trados en este diario de pas, este minucioso recuento ciudadano, fruto del

    afn de bsqueda, la costumbre del seguimiento y la necesidad de conocer el

    trasfondo de las cosas. Es un esfuerzo sostenido de registro, de recopilacin

    disciplinada de los hechos, los sucesos y acontecimientos diarios que dan

    vida, sustento y coherencia a la existencia social de nuestro pas. Es la vida

    del da a da de la sociedad y del Estado. Por eso es que el registro es impor-

    tante, porque deja constancia de lo sucedido, de lo que ya pas o est pasan-

    do, del pasado y del presente de nuestra comunidad, conocimiento necesario

    para entender mejor lo que nos pasa y, sobre todo, para disear y soar mejor

    el futuro.

    Pero, cmo asegurar la objetividad necesaria en el anlisis, si el autor es

    parte interesada y actor viviente de muchos de los acontecimientos objeto de

    interpretacin? No es fcil, lo aseguro, pero tampoco es imposible. No soy

    un espectador pasivo, un observador acrtico y distante, que se conforma con

    el contorno de los hechos y busca siempre la objetividad ideal, la utopa so-

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    introduccin

    ada de los ilusos que se autoproclaman siempre neutrales y apolticos. Bus-

    co la verdad de los hechos, adentrndome en los hechos mismos, descen-

    diendo o ascendiendo hasta ellos, segn sea su nauseabunda profundidad o

    su esperanzadora altura. Me sumerjo en la realidad de cada da, buscando

    siempre la razn ltima, no la aparente, que explica la lgica de la vida y da

    sentido y coherencia a los sucesos ms extraos y dispersos del diario acon-

    tecer.

    En poltica, deca Jos Mart, lo real es lo que no se ve. Y por eso, el obser-

    vador requiere tener una mirada de faro, una visin amplia de las cosas, a la

    vez que un ojo atento de investigador minucioso, buscando y rebuscando qu

    es lo que se esconde detrs de las negociaciones polticas, qu hay en el tras-

    fondo de los acuerdos y pactos, qu intereses promueven las alianzas -

    pasajeras o prolongadas-, qu se esconde en el discurso demaggico, en la

    falsa promesa, en la elaborada propuesta, hasta en la inocente invitacin a

    compartir la mesa o sumarse a la tertuliaen fin. Entre nosotros, el mundo

    de la poltica es un mundo de engaos, de hipocresa calculada y cinismo sin

    lmites. De falsa modestia y oculta prepotencia. Un teatro.

    Siempre recordar aquel sbado, a finales del ao 2011, cuando lleg a mi

    oficina uno de esos profesionales de la intermediacin a pedirme mis buenos

    oficios para persuadir al presidente derrocado, a fin de que firmara una carta

    en la que absolviera de culpas a un reconocido golpista, tan taimado como

    miedoso, siempre acostumbrado a actuar desde la oscuridad de su propia

    sombra como operador poltico de las lites empresariales del pas. Era la

    segunda vez que el atribulado golpista peda semejante favor. Ya antes,

    cuando el presidente Zelaya estaba refugiado en la embajada de Brasil, le

    haban enviado otro mediador para solicitar la anhelada carta. Pero Zelaya,

    con su conocida habilidad para evadir las trampas y seguirle el juego a quie-

    nes quieren utilizarlo, haba redactado una carta cuyo texto mismo la volva

    inservible para los fines aviesos del solicitante. Deca ms o menos as:

    Una vez que he sido restituido en mi cargo presidencial, agradezco a usted

    los esfuerzos realizados para lograr tal fin Palabras ms, palabras me-

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    Diario de la conflictividad en Honduras:

    2009 - 2015

    nos, as rezaba el contenido de la nota, suma de ambigedad y burla combi-

    nadas, que la volvan intil y vaca para el objetivo del poltico que con tanta

    urgencia la reclamaba. En esta segunda ocasin, de comn acuerdo con el ex

    presidente, preparamos un texto tan sibilino y gelatinoso que tampoco pudo

    ser utilizado para los fines de expiacin y liberacin de culpas. Todava con-

    servo el texto original de esa carta, debidamente firmada por Manuel Zelaya

    con fecha 18 de noviembre del ao 2011. Dos aos y cinco meses despus

    del golpe de Estado, el otrora altanero conspirador segua obsesionado con la

    idea de obtener la bendita absolucin de parte de su vctima. Cosas de la

    poltica.

    Pero nuestra poltica local no slo responde a factores y causas de carcter

    interno. El elemento exgeno, la presin exterior, la influencia, el consejo, la

    injerencia externa, tambin estn presentes. Y a veces se expresan de manera

    tan grotesca y directa que resultan ofensivos y humillantes.

    Cuenta el ex presidente Zelaya que en el ao 2005, al momento de perder las

    elecciones, Porfirio Pepe Lobo, el candidato derrotado, se negaba obstina-

    damente a reconocer el triunfo liberal. Pasaban los das y don Pepe no ceda.

    Mientras tanto, Zelaya actuaba desde ya en su condicin de presidente elec-

    to, sin conceder demasiada importancia a la negativa de los vencidos. En

    esas circunstancias, recibi la llamada urgente de uno de los jerarcas del

    partido Liberal, quien lo invit a su casa para conversar sobre el asunto y la

    engorrosa situacin creada. El anfitrin comenz por recriminarle, con cierto

    aire de paternalismo impostado, por su estilo desinteresado y casi indife-

    rente para manejar los asuntos de gobierno. Usted, le dijo, parece que no

    toma en serio este asunto (inclua, adems, la situacin conflictiva creada en

    el Congreso Nacional, en donde Roberto Micheletti peleaba por todos los

    medios, aceptables e inaceptables, para hacerse con la presidencia del rgano

    legislativo, en contra de las legtimas aspiraciones de otros diputados libera-

    les) y se desentiende de problemas que ameritan ms atencin y cuidado. El

    presidente electo respondi con su habitual informalidad verbal y le dijo: Es

    cuestin de estilo, cada quien tiene su propia forma de ejercer el poder y

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    introduccin

    gobernar. Si Pepe no me reconoce, no me importa, yo seguir gobernando

    igual (el embajador de los Estados Unidos ya haba reconocido el triunfo

    liberal en la prctica).

    El persistente anfitrin propuso de inmediato reunirse con el embajador nor-

    teamericano para resolver de una vez por todas el impasse creado por la re-

    sistencia de Pepe Lobo. Llamaron al diplomtico y ste lleg en poco tiempo

    al sitio de la reunin. Ah, en presencia del anfitrin y de Manuel Zelaya,

    llam por telfono al intermediario profesional y le advirti sobre los riesgos

    a que se expona, en trminos de las buenas relaciones con Washington, si

    continuaba conspirando (regateando ms bien) con sus votos para entrabar la

    eleccin de la nueva Junta Directiva del Congreso Nacional. El interpelado,

    amo y seor mayoritario de un partido de minoras, cedi en sus maniobras y

    dio marcha atrs.

    En la siguiente reunin estuvo invitado don Porfirio Lobo, quien se hizo

    acompaar del ex presidente Rafael Leonardo Callejas. Tambin estuvo pre-

    sente el infaltable Arturo Corrales, custodiado por el diputado Ramn Vels-

    quez, su fiel escudero en la Democracia Cristiana, adems de los participan-

    tes anteriores. Don Pepe, luego de forcejeos verbales y resistencias incmo-

    das, acept finalmente reconocer la victoria de Zelaya, con la condicin de

    que el conteo de los votos se quedara as como estaba en ese momento (a

    Zelaya le faltaban pocos votos para llegar al milln), cuando an faltaban

    casi dos mil urnas para concluir el registro de los sufragios. Manuel zelaya le

    pidi a Porfirio Lobo que le permitiera seguir contando las urnas para alcan-

    zar el ansiado milln de votos. Don Pepe se neg, molesto e iracundo; golpe-

    te la mesa y concluy: Ya estuvo bien, Mel, ya me ganaste, no sigs jo-

    diendo, ya basta, as se queda el conteo y aqu termina este problema. Ante

    la furia del perdedor, a Zelaya no le qued ms alternativa que aceptar la

    condicin y cerrar, de esa forma tan abrupta y especial, el polmico captulo

    electoral. El embajador norteamericano se dio por satisfecho y volvi a res-

    pirar tranquilo.

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    Diario de la conflictividad en Honduras:

    2009 - 2015

    Pero esta historia no termina ah. Ya reconocido oficialmente como presi-

    dente electo por el Tribunal Supremo Electoral, Zelaya recibi la invitacin

    del mismo embajador para un almuerzo en la residencia diplomtica. Asisti

    rodeado de varios de sus colaboradores y amigos. A la hora de la despedida,

    ya en la puerta de salida hacia el estacionamiento de la residencia, el activo y

    persistente embajador se acerc al nuevo presidente y, con la discrecin del

    caso, le hizo entrega de un sobre blanco, debidamente sellado, con la reco-

    mendacin expresa de que no lo abriera en ese momento sino despus, en la

    soledad de su despacho. Zelaya guard el sobre en el bolsillo interior de su

    chaqueta y emprendi el regreso hacia su casa, preso de la ansiedad por abrir

    el sobre y saber, finalmente, en qu consista el misterio que rodeaba su

    fuente y origen.

    Al entrar en su casa de Tres Caminos, el patio, la sala, y la calle, estaban

    repletas de partidarios entusiastas que seguan celebrando el triunfo electoral

    y, no pocos de ellos, esperando obtener desde el primer momento un refugio

    tan oportuno como provechoso en las apetecidas planillas salariales del Esta-

    do. Ansioso por abrir el sobre, Manuel Zelaya subi a su recmara, en la

    segunda planta de la casa. De la misma forma, ese espacio estaba repleto de

    familiares y personas cercanas al ncleo de los Zelaya. El nuevo presidente

    debi encerrarse en el bao para poder estar a solas y abrir el misterioso

    sobre.

    Qued pasmado por la sorpresa. El sobre contena una pgina tamao carta,

    sin logotipo ni membrete alguno, que mostraba la lista de los ministerios

    existentes y, al lado derecho, en lnea recta con el nombre de cada Secretara,

    tres nombres de personas que la Embajada le sugera al nuevo gobernante

    para que escogiera su futuro gabinete. En medio de su asombro, mezclado ya

    con un cierto sentimiento de frustracin y enojo, el futuro gobernante advir-

    ti, en medio de aquel largo listado de candidatos a ministros, el nombre de

    algunos de sus futuros colaboradores y de muchos otros que haban estado

    muy cerca de su crculo personal durante la campaa. Sorpresas, sorpresas

    te da la vida, como dice la cancin.

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    introduccin

    Todava quedaba espacio para el asombro. A los pocos das, el embajador, el

    mismo y siempre presente embajador, visit al presidente y le expres su

    disconformidad con la idea de nombrar a Jorge Arturo Reina como nuevo

    canciller de la Repblica. Usted no puede tener un canciller que no tiene visa

    para entrar a Estados Unidos, le dijo, agregando de inmediato, y a quien no

    se la pensamos dar. Zelaya insisti en su determinacin de nombrar a Reina

    en ese cargo, pero luego cedi ante los argumentos del diplomtico (no

    tiene visa ni la tendr). Sin embargo, ya en retirada ante la inusitada ofen-

    siva estadounidense, le inform al enviado imperial que, en virtud de esa

    imposibilidad (que no estaba en manos del gobierno hondureo modificar),

    Jorge Arturo sera nombrado en el cargo de ministro de Gobernacin y Justi-

    cia. Ahora el asombro, salpicado de disgusto, se reflej en el rostro rubicun-

    do del representante norteamericano. Tampoco aceptaba esa decisin; el

    ministerio mencionado, alegaba, tiene mucha importancia para la seguridad

    de los Estados Unidos, por el control que debe tener sobre los movimientos

    migratorios y la emisin de pasaportes. La supuesta peligrosidad de Reina

    lo converta en un candidato inadecuado para ese cargo, de acuerdo a los

    intereses del gobierno norteamericano. Zelaya reaccion con ms disgusto y

    reafirm su decisin: En eso no pienso ceder, embajador, le asegur. Jorge

    Arturo ser el nuevo ministro de Gobernacin, mientras que el canciller ser,

    entonces, Milton Jimnez, le comunic. As lleg Milton al importante mi-

    nisterio de Relaciones Exteriores.

    No haba empezado a familiarizarse con su inesperado cargo, cuando Milton

    debi pedir de urgencia una cita con el presidente para plantearle un asunto

    muy delicado: se trataba, nada ms y nada menos, de la inslita peticin del

    embajador norteamericano para que la cancillera hondurea otorgara una

    visa de entrada y permanencia en Honduras al conocido terrorista de origen

    cubano Luis Posada Carriles, quien en esos momentos enfrentaba un inc-

    modo (para Estados Unidos) juicio en Miami, Florida, por haber entrado

    ilegalmente al territorio estadounidense. Zelaya comprob que el asombro no

    tiene lmites.

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    Diario de la conflictividad en Honduras:

    2009 - 2015

    Orden al canciller negar rotundamente el curioso favor que peda el emba-

    jador estadounidense, aadiendo, de paso, una frase que result lapidaria

    ante los odos imperiales: Mejor que me pida una visa para Osama Bin

    Laden, dile, -instruy al canciller-, antes que otorgar semejante privilegio a

    un terrorista de la talla criminal de Posada Carriles. Milton interpret la

    peticin, y as se lo dijo al presidente, como una especie de prueba de fue-

    go que Washington utilizaba para medir el nivel de lealtad o sumisin del

    nuevo gobernante hondureo. Pero Zelaya se mantuvo en su posicin y re-

    chaz con firmeza inesperada la absurda peticin diplomtica. Estos inciden-

    tes iniciales marcaron el rumbo de lo que despus se fue convirtiendo en una

    lenta pero segura escalada de desentendimientos y confrontacin. De nuevo,

    as es la poltica.

    Ya instalado el gobierno de Zelaya, conformado su gabinete ministerial e

    iniciado el nuevo rumbo del Estado hondureo, el presidente asisti otra vez

    a una cita oficial con el embajador norteamericano, en esta ocasin en la

    sede oficial de la representacin diplomtica. El anfitrin le recibi rodeado

    de sus principales colaboradores, un numeroso grupo de funcionarios diplo-

    mticos (consejeros, asesores, tcnicos, etc.), a quienes present como

    miembros del equipo de pas (el clebre country team), en el que cada

    uno de ellos tena asignado determinado ministerio en calidad de enlace o

    responsable. A cada Secretara de Estado le corresponda uno, dos y hasta

    tres funcionarios de la embajada, que se ocupaban directamente de los asun-

    tos relacionados. Entre bromas y reproches, Zelaya us su socarronera habi-

    tual para hacer el siguiente comentario: Estaban tan informados esos di-

    plomticos de las interioridades de cada ministerio que, con frecuencia, yo

    optaba por llamarles a ellos para que me informaran o comentaran de los

    asuntos clave de las distintas Secretaras. Muchas veces suceda que saban

    ms que los propios ministros sobre los temas internos de cada dependencia

    estatal. As funcionan las instituciones en nuestro pas.

    Cuento estas cosas para que sepamos ms, para que conozcamos los detalles,

    los vericuetos ntimos, los entresijos indispensables, en torno a los que real-

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    introduccin

    mente suceden los verdaderos hechos detrs de los escenarios pblicos, la

    verdadera historia, y no aquella que a diario nos presentan como si fuera la

    realidad cotidiana del pas.

    Y, ahora, una historia ms, aunque slo sea para integrar en este relato un

    contenido tan local como pueblerino: siempre de acuerdo a la versin del ex

    presidente, un conocido diputado liberal que, en su condicin de servidor

    cercano del usurpador Roberto Micheletti, no tuvo escrpulos para leer, co-

    mo si fuera autntica, la vergonzosa carta apcrifa de la supuesta renuncia

    del presidente Zelaya, fue un protegido de Rafael Nodarse, el empresario de

    la televisin de origen cubano, quien intervino ante el entonces candidato

    presidencial para que lo incluyera (al aprovechado lector) en las planillas de

    diputados, marginando de las mismas a otros, ms idneos y apropiados para

    el cargo. De esa forma, Zelaya favoreci al pequeo aspirante, que luego se

    convertira en su feroz enemigo. Las vueltas que da la vida! Otra vez, as es

    la poltica.

    Nodarse, quien por lo visto tena una discreta influencia en el gobierno del

    Poder Ciudadano (al parecer, haba cedido al crdito amplios espacios publi-

    citarios en sus medios de comunicacin durante la campaa electoral), abog

    tambin a favor de otro protegido para colocarlo dentro de la Comisin Na-

    cional de Telecomunicaciones, lugar privilegiado en donde, tanto el grupo

    Ferrari-Villeda como el de los Rosenthal, haban colocado ya a sus respecti-

    vos peones en posicin de Comisionados. De esa manera, los barones de los

    medios de comunicacin negociaban las cuotas de poder, las corrientes de

    influencia programada y, por supuesto, las campaas mediticas para favore-

    cer o desmerecer a tal o cual personaje del escenario pblico. Zelaya, abru-

    mado por las presiones, coment en su crculo ntimo: y es que el presidente

    no puede nombrar ni siquiera a un Comisionado en CONATEL? Pareca

    que no, ni siquiera eso. El dominio e influencia de los poderes fcticos eran

    tan grandes, que no dejaban espacios para la discrecin presidencial. Otra

    vez, cosas de la poltica. Es la forma en que funcionan los poderes fcticos

    en la sociedad hondurea.

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    Diario de la conflictividad en Honduras:

    2009 - 2015

    As son las cosas en nuestro pas. Por eso este libro, que registra los hechos,

    los analiza y valora, puede ser de mucha utilidad para sus lectores, algo as

    como un instrumento, una herramienta apropiada para buscar, escudriar y,

    ojal, encontrar la verdad escondida en la superficialidad de los aconteci-

    mientos y sucesos. Aspira a ser una gua, un faro que nos ayude a encontrar

    el camino, la ruta que nos conduzca, previa iluminacin de las antorchas

    ciudadanas, hacia el destino de un pas mejor, ms tolerante, ms democrti-

    co y ms plural.

    Se termina el ciclo. No tengo mucho ms que decir. Lo que resta y queda

    pendiente, est en el texto que sigue. Los invito a leer, a entrar, como visitan-

    tes bienvenidos, discretos y educados, a este saln de espejos, de amplios y

    limpios espacios, en donde ya tendrn tiempo para ensuciar sus manos, man-

    char sus dedos y limpiar sus espritus, disfrutando, o sufriendo, los avatares

    de la poltica criolla. Bienvenidos, pues, amigos lectores. Esta es su casa,

    pasen adelante!

    Vctor Meza