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By Arless Glass Dorsey L. Burk Por Arless Glass y Dorsey Burk Una Publicación de un CURSO DE ENTRENAMIENTO POR LOS MINISTERIOS EXTRANJEROS en asociación con la Asociación Global de Estudios Teológicos

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By

Arless Glass

Dorsey L. Burk

Por

Arless Glass y Dorsey Burk

Una Publicación de un CURSO DE ENTRENAMIENTO POR LOS

MINISTERIOS EXTRANJEROS

en asociación con la Asociación Global de Estudios Teológicos

 

L a   V i d a   d e   C r i s t o  |  2  

AGET edición © 2011 Iglesia Pentecostal Unida Internacional

 

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Página del Patrocinador: Primera Iglesia Pentecostal

Belleville, Ontario

Dedicamos este libro a los hermanos fieles de la Primera Iglesia Pentecostal de Belleville, Ontario, quienes sacrificadamente dieron y siguen dando para apoyar las misiones mundiales.

 Shawn Stickler, Pastor Principal

Arnold MacLauchlan, Pastor Ejecutivo  

L a   V i d a   d e   C r i s t o  |  4  

CONTENIDO Página del Patrocinador Página 3 Introducción 5 Sección 1 1. El Nacimiento e Infancia de Jesucristo 15 Secciones 2-19 2. El Ministerio de Juan el Bautista 26 Secciones 20-23 3. El Inicio del Ministerio de Jesús 30 Secciones 24-35 4. El Ministerio de Galilea, Parte I 49 Secciones 36-48 5. La Controversia del Día de Reposo 56 Secciones 49-63 6. El Primer Grupo de Parábolas 67 Secciones 64-68 7. El Ministerio de Galilea, Parte II 75 Secciones 69-95 8. El Ministerio Tardío de Judea 95 Secciones 96-111 9. El Ministerio Tardío de Perea 107 Secciones 112-127 10. El Último Ministerio Público 120 Secciones 128-138 11. Preparación para la Pasión 129 Secciones 139-152 12. El Juicio y la Pasión 136 Secciones 153-168 13. La Resurrección y el Ascenso 147 Secciones 169-184 Enfoque Misionero 155 Notas Finales 158 Bibliografía 160

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INTRODUCCIÓN

Sección 1 de Robertson

LA ESPERANZA MESIÁNICA DE ISRAEL    

Evangelio Escrito a Muestra que El es Mensaje Palabra

Clave Sacrificio

Marcos Romanos Hombre de Acción

Jesús como Siervo

Camino Recto Buey

Mateo Judíos Hombre de Autoridad

Jesús Mesías-Rey Cumplido Tórtolas o

Palominos

Lucas Griegos Hombre Sabio

Jesús Hombre Ideal

Hijo de Hombre

Macho cabrío

Juan General Dios en la Carne

Jesús como Hijo de Dios Creer Cordero

 Desde el principio, los profetas de Israel han profetizado la venida del Mesías quien

traería un nuevo día. Dios le prometió a Eva que su simiente heriría la cabeza de la serpiente (Génesis 3:15). Génesis 9:27 dice que Dios habitaría en las tiendas de Sem. Génesis 22:18 indica que el Mesías saldría de la simiente de Abraham. Jacob profetizó que el Mesías sería de la tribu

de Judá (Génesis 49:10). Moisés dijo que El sería un profeta como a sí mismo (Deuteronomio 18:18).

Más adelante se supo que el Mesías saldría de Isaí y muchos Salmos lo describen (e.g.,

Salmos 22; 110), revelando la naturaleza de Su reino. Isaías describió al Siervo Sufriente en los capítulos 40-46 como Aquel que haría propiciación—apaciguamiento o el medio por el cual la reconciliación de Dios con la humanidad es obtenida—por los pecados de Su pueblo. Esto sería el Dios poderoso convirtiéndose en sacerdote e intercesor por Su pueblo. Otros profetas dijeron que El nacería en Belén, tendría un precursor y aparecería repentinamente en el Templo (Miqueas 5:2; Malaquías 3:1; 4:5).

La esperanza mesiánica de Israel fue confundida con la de un rey temporal. Ellos querían alguien que los librara del yugo del imperialismo romano y restableciera el trono de David. Aún los Apóstoles preguntaron justo antes del Ascenso: “Señor, ¿restaurarás el reino a Israel?” (Hechos 1:6). Después estos mismos hombres declararon el mesianismo de Jesús e interpretaron Su vida, propósito y muerte a la luz de las Escrituras del Antiguo Testamento.

     

 

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PROPÓSITO El objetivo de este estudio es revelar cuanto sea posible la maravillosa imagen del divino

Salvador, el Señor Jesucristo—tanto Su humanidad como Su deidad. Los Evangelios dan cuatro títulos a Jesús: Hijo de David, Hijo de Abraham, Hijo del Hombre, e Hijo de Dios. Todos estos títulos son esenciales. Como el Hijo de David, El tiene el derecho al trono de David. Como el Hijo de Abraham, El tiene el derecho a la tierra de Palestina y todo lo que está incluido en la Herencia Royal de Abraham. Como el Hijo del Hombre, El tiene derecho a la tierra y al mundo. Como el Hijo de Dios, El es el heredero de todas las cosas.

La meta de este libro es proveer un texto básico para el estudio de la vida de Cristo para ser

usado a nivel mundial en los cursos de entrenamiento de los MINISTERIOS EXTRANJEROS y de la Asociación Global de Estudios Teológicos. Para hacerlo así, los autores se han esforzado por la simplicidad y claridad al mismo tiempo que presentan el material cronológicamente basado en La Armonía de los Evangelios por A.T. Robertson. Aquellos que desean un estudio exegético más profundo pueden referirse a El Cristo de los Evangelios por J.W. Shepard, Jesús el Mesías por Alfred Edersheim, y Las Palabras y Obras de Jesucristo por J. Dwight Pentecost. La bibliografía menciona otros libros de ayuda.

LOS CUATRO EVANGELIOS

Nuestro conocimiento de Jesús se deriva de muchas fuentes; tanto la literatura pagana así

como Josefo; el historiador judío mencionan a Jesús. Josefo tuvo temor de decir demasiado sobre Jesús ya que solamente podía mencionar cosas buenas sobre El y por consiguiente condenar a su propio pueblo. El hasta se disculpó por la crucifixión y echó la culpa al severo juicio de los saduceos. Del mismo modo, las fuentes Cristianas, tales como las Epístolas y los escritos de los padres de la iglesia, nos enseñan mucho sobre Jesús. Por supuesto que los cuatro Evangelios son las fuentes principales de información.

Los primeros tres Evangelios se llaman “Sinópticos,” lo cual quiere decir que se parecen

mucho en su contenido, tanto en el orden como en las declaraciones. Por ejemplo, al comparar Mateo, Marcos y Lucas, encontramos que están de acuerdo en el orden general de los eventos así como también en el contenido. Marcos escribió su Evangelio primero; por lo tanto su libro sirvió de marco cronológico para Mateo y Lucas, los resultados de esto se mencionan abajo.

1. Tres cuartos de Mateo son una reproducción de Marcos, y once doceavo de Marcos es reproducida en Mateo de la misma o de forma ligeramente diferente.

2. Tres cuartos de Marcos también son hallados en Lucas. 3. En conjunto, asunto que solamente corresponde a Marcos constituye menos de un

capítulo: Marcos 4:26-29; 14:51-52. 4. De ochenta y ocho incidentes, los Sinópticos tienen setenta y uno en común. 5. El plan y orden general de los tres Sinópticos son los mismos.

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Sin embargo, aun con las semejanzas, todavía existen diferencias entre los Sinópticos:

1. Diecisiete incidentes solamente están incluidos en uno o dos de los Evangelios. 2. Hay una diferencia ligera en la narrativa del mismo evento y en el orden de la

tentación de Jesús. 3. Hay pocas diferencias verbales en relatos paralelos. El cuarto Evangelio, Juan, es apologético y no principalmente biográfico.

¿Por qué cuatro Evangelios? Durante el tiempo de Cristo, existían tres grupos nacionales

grandes envueltos en asuntos mundiales: Romanos, Griegos y Judíos. Cada uno de estos tres grupos tenía su propia solución para los males del mundo. Los cuatro Evangelios fueron escritos para estos grupos, informándoles que Jesucristo tiene el único remedio. Como se indicó en el cuadro al principio de esta introducción, la audiencia de Marcos era romana quienes gustaban de la acción. Mateo escribió a los judíos quienes anhelaban al Mesías para que cumpliese la profecía del Antiguo Testamento; y Lucas escribió su relato del Único lleno de sabiduría para los griegos quienes deseaban el hombre ideal. El relato de Juan tiene un atractivo universal, mostrando la deidad de Jesús.

Sin embargo, tal vez sea sorprendente, los cuatro Evangelios no son dados como

libros de salvación. En vez, su propósito es revelar el gran precio que Jesús pagó para adquirir una iglesia. Esta revelación contiene varios eventos importantes.

1. El nacimiento y ministerio de Juan el Bautista 2. El nacimiento de Jesús 3. La vida de Jesús 4. El ministerio de Jesús 5. El llamamiento de los discípulos 6. Sus milagros 7. Sus sufrimientos 8. Su muerte, sepultura y resurrección 9. Su ascenso Sin embargo no encontramos en los Evangelios el establecimiento de alguna iglesia, a

alguien recibiendo Espíritu Santo, o a alguien siendo salvo en la iglesia del Nuevo Testamento. ¿Por qué? Porque la iglesia fue adquirida en el Calvario mediante la sangre derramada de Cristo. (Ver Hebreos 9:16-17; 9:22.)

Aunque la Biblia consiste de muchas partes, al mismo tiempo es algo entero. La clave de su construcción es Aquel que se llama a Sí Mismo el “Hijo del Hombre” y a quien su apóstol más capaz lo llamó “el Señor del cielo” (I Corintios 15:47). Cualquier intento de estudiar la Biblia sin reconocer quien es El resulta en confusión. El es su unificador principal. El es su secreto de poder. Jesús es el camino por el cual el hombre debe de viajar hacia una conciencia y entendimiento más profundo del misterio de la vida. El Cristianismo moderno ha puesto mucho énfasis en el servicio y especialmente en el método, perdiendo así el motivo, poder y visión.

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Jesucristo nos puede conducir hacia una experiencia más profunda de lo sublime. El nos llevará a la presencia del Dios viviente—si le permitimos.

El Evangelio de Acuerdo a Marcos

Siendo escrito en el año 65 d.C en Roma, el Evangelio de Marcos es reconocido como el más antiguo de los cuatro. Este probablemente representa más cercanamente el curso y orden actual de los incidentes de la vida de Jesús y sirvió como un marco cronológico para los demás escritores de los Evangelios. Este es el más sencillo y corto de los cuatro, pero es rico en detalles y presentación dramática mientras que al mismo tiempo tiene un estilo gráfico y animado. Marcos vívidamente retrató las obras poderosas, las miradas y gestos de Jesús en el lenguaje común de la gente.

El propósito de Marcos para escribir fue principalmente práctico; él escribió para

impresionar a los romanos pragmáticos. Consecuentemente, él hizo pocas referencias al Antiguo Testamento, frecuentemente explicó las palabras y costumbres judías (Marcos 3:17; 5:41; 7:3, 11, 34; 14:12; 15:42), y a menudo escogió palabras latinas, tales como legión y centurión.

El Evangelio de Marcos fue idealmente apropiado para el ciudadano romano, hombre de acción, el tono entero del libro refleja la naturaleza energética e impulsiva de Pedro. El libro comúnmente ha sido llamado el “Evangelio de Pedro.” Su influencia puede ser vista en los siguientes puntos.

1. Los muchos detalles gráficos que indican a un testigo 2. La energía nerviosa de la narrativa, característica del temperamento de Pedro 3. Dos pasajes (Marcos 9:5-6; 11:21) que directamente reflejan los pensamientos

propios de Pedro 4. El hecho de que Marcos escribió desde el punto de vista de los Doce, y más frecuente

que Mateo, desde el punto de vista de los tres apóstoles de honor, siendo uno de ellos Pedro

5. La omisión de algunas cosas acreditables a Pedro (Mateo 16:16-19) y la inclusión de otras cosas no acreditables (Marcos 8:33; 14:30, 68-72), indican la influencia de Pedro

Existen algunas indicaciones de que Marcos no escribió su Evangelio hasta después de la

muerte de Pedro. En facto, posiblemente fue la muerte de Pedro lo que lo impulsó a escribir, ya que el libro fue escrito no mucho después del inicio de la terrible persecución bajo Nerón cuando los Cristianos eran crucificados en burla del castigo de Jesús. A algunos se les cosía pieles de bestias salvajes y luego soltaban a perros rabiosos para que los atacaran en la arena. Otros fueron quemados como antorchas para el placer de Nerón. Cuando leemos este evangelio con un trasfondo de sangre en mente, vemos porqué Marcos enfatizó los sufrimientos de Jesús y porqué dio importancia a la Pasión o padecimiento de su Señor.

El retrato que pintó Marcos de Cristo es el de un Siervo. Ya que el lector romano promedio no daría mucha importancia a la doctrina o la enseñanza, pero sí mucha a la acción, él enfatizó las obras del Señor y no Sus palabras, citando así diecinueve milagros pero solamente

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cuatro parábolas. Marcos también describió las actividades de Jesús y la oposición que enfrentó desde el principio, la cual aumentó hasta el trágico fin. Once veces el Señor temporalmente se retiró del centro de la atención para escapar la furia de Sus enemigos. Asimismo, Marcos habló del creciente entusiasmo y fe de muchos a pesar de esta oposición.

El versículo clave de Marcos es 10:45. El plano del libro es cronológico, geográfico y

tópico. Su mensaje retrata a Jesús como Siervo. Aunque está lleno de incidentes, podemos identificar cinco divisiones.

1. La Llegada e Identidad del Siervo (Marcos 1:1-11). No hay genealogía, no se menciona Su nacimiento e infancia. Tan importantes como estos eventos son, éstos estarían fuera de lugar en la descripción de un siervo.

2. La Fidelidad del Siervo (Marcos 1:12-13). Solamente en este libro se registra que en Su tentación Jesús “estaba con las fieras.”

(Note I Samuel 17:34-36.) Aun en Su tentación, el Siervo fue leal. 3. El Siervo Trabajando (Marcos 1:14-13:37). 4. El Siervo Obediente hasta la Muerte (Marcos 14:1-15:47). 5. El Resucitado y Glorificado Todavía Siervo (Marcos 16:1-20). ¡El Siervo crucificado resucitó! Su resurrección puede ser vista a la luz del servicio.

Note la fuerza e importancia de “y a Pedro” en el versículo 7. Observe el versículo 20 donde El todavía es un Obrero, obrando juntamente con Sus siervos (Hebreos 2:1-4).

El Evangelio de acuerdo a Marcos es “lo que los ojos vieron.” En éste podemos ver al

Jesús del ministerio público respondiendo a las necesidades del hombre mediante Sus obras poderosas. Sin embargo, hay mucho más por saber de Jesús y lo podemos hallar principalmente en los dos Evangelios que relatan, además de lo que los ojos vieron, “lo que los oídos oyeron.”

El Evangelio de Acuerdo a Mateo

El Evangelio de Mateo fue el segundo de los cuatro. Se le coloca primero en el Nuevo Testamento debido a que enlaza a Jesús con la Ley, la Profecía y la Sabiduría del Antiguo Testamento. Se le ha llamado a este libro “el libro más importante de la Cristiandad,” ya que fue el evangelio más leído en la iglesia primitiva. Si no hubiera sido por su autoría de este libro, Mateo hubiera sido uno de los apóstoles menos conocidos ya que después de su llamamiento, los Evangelios no registran ni siquiera una palabra u obra de él.

Mateo escribió su Evangelio principalmente para los judíos. El buscó comprobar a los judíos que Jesús era el Mesías que había sido profetizado en las Escrituras Hebreas. “Cumplido” es una palabra característica ya que el escritor hizo no menos de sesenta referencias a las escrituras del Antiguo Testamento las cuales son cumplidas en Cristo.

Mateo 1:1 y 27:37 son versículos claves en este libro. Las palabras y frases claves incluyen reino, usada cincuenta y cinco veces; reino de los cielos, mencionada treinta y dos veces; e Hijo de David usada siete veces. Las palabras y frases van de acuerdo con el deseo de Mateo de retratar a Jesús como el Rey, la simiente real a la cual Israel esperaba. Mateo también presentó a Jesús como el Maestro y enfatizó Su poder profético y milagroso.

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El propósito de Mateo fue mostrar que el reino de los Cielos como lo proclamó Jesús no era algo nuevo sino más bien el cumplimiento de una esperanza antigua—Jesús, el Hijo de David, era el verdadero Mesías. El y Su reino fueron primero ofrecidos a los judíos para ser aceptado por ellos con la advertencia de las consecuencias si es que ellos optaran por rechazarlo. Los eventos conducentes a la Pasión son narrados para mostrar que los judíos al enfrentar esta advertencia deliberadamente rechazaron a ambos, al Mesías y a Su reino.

Ha sido sugerido que el propósito inmediato de este Evangelio fue salvar la fe de los judíos Cristianos en una crisis particular, posiblemente la destrucción de Jerusalén por Tito. Este fue un tiempo de pruebas ardientes para los judíos Cristianos. Todas las señales de la venida del Señor habían ocurrido, pero aun así El no había retornado. ¿Sería posible que ellos mismos se hubiesen engañado y El no fuese el Mesías?

El Evangelio de Mateo es un llamado a todos los indecisos en la fe para confiar en el Rey; El tal vez demore, pero sin embargo, El no es todo lo que los Cristianos pensaron que El sería. El es la esperanza de Israel y el cumplimiento de sus profecías: la verdadera simiente de Abraham, Aquel mayor que Moisés, el verdadero Hijo de David y el juez final de Su pueblo y del mundo. Las pruebas de Su pueblo eran Sus pruebas a lo largo del tiempo. Las controversias de Su pueblo con los fariseos eran una continuación de Sus controversias. Mateo les urgió a ser firmes así como El fue firme.

Hay nueve secciones principales en este libro.

1. El Nacimiento del Rey (Mateo 1:1-2:23).

El Señor Jesucristo es el último en la historia judía de quien cuya genealogía del linaje real de David puede ser completa y claramente establecida.

2. El Precursor del Rey (Mateo 3:1-17). 3. La Prueba del Rey (Mateo 4:1-11).

Jesús enfrentó y venció al tentador, rehusando a obtener el reino de alguna otra manera que la del plan divino de Dios. El primer Adán cayó en Edén, rodeado de las comodidades del paraíso; el Segundo Adán venció en el desierto, Su cuerpo se debilitó debido a una larga abstinencia.

4. La Proclamación del Rey (Mateo 4:12-25). El reino de Dios consiste de todos los que se someten a El y la entrada a Su reino es mediante el nuevo nacimiento (Juan 3). El reino de los Cielos es el establecimiento visible del reino de Dios en la tierra.

5. Las Leyes del Rey (Mateo 5:1-7:29). 6. El Ministerio del Rey (Mateo 8:1-11:19).

El rey activamente trabajó, sanó y enseñó entre Su pueblo Israel. 7. El Rechazo del Rey (Mateo 11:20-20:34).

Jesús profetizó con respecto al establecimiento de la iglesia. El le dio a Pedro las llaves del reino; en ninguna otra parte de la Biblia Dios da tanta autoridad a un hombre.

8. La Entrada del Rey (Mateo 21:1-25:46). El Rey oficialmente entró a Su capital. Su pueblo le dio un rechazo final y público.

9. La Muerte y Resurrección del Rey (Mateo 26:1-28:20).

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Jesús fue inmolado ya que se declaró a Sí Mismo Rey. La rasgadura del velo en el Templo precedió a la rasgadura del corazón de Cristo. Sin embargo, el Rey resucitó triunfante sobre la muerte y mandó a Sus discípulos a ir por todo el mundo y proclamar Su reino.

El Evangelio de Acuerdo a Lucas

El tercer Evangelio ha sido llamado “el libro más hermoso que jamás se haya escrito” y

fue escrito por Lucas, el amado médico, quien probablemente fue griego. Tal vez la mejor introducción para este libro sea el prefacio propio del autor.

Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido (Lucas 1:1-4). Lucas es el Evangelio universal, describiendo a Jesús como el Salvador de todos los

hombres, el Buscador de los perdidos entre todos los pueblos, Aquel por el cual toda carne vería la salvación de Dios. En este Evangelio nos enteramos que Jesús declaró que El vino “a dar buenas nuevas a los pobres” (Lucas 4:18), observamos Su asociación con los publicanos y pecadores y escuchamos encargarle a los Doce a que predicasen en Su nombre el arrepentimiento y perdón de pecados “en todas las naciones” (Lucas 24:47).

En el Evangelio de Lucas encontramos varias parábolas que son universalmente familiares: “El Buen Samaritano,” “La Moneda Perdida,” “La Oveja Perdida,” y “El Hijo Pródigo,” así como también los relatos de “El Fariseo y el Publicano” y “El Hombre Rico y Lázaro.” Este Evangelio expone con mayor claridad la forma de vida de acuerdo Jesús. Este señala las características de la vida Cristiana tales como la abnegación y la oración. Hay una mayor cantidad de referencias a la oración en este Evangelio que en cualquier otro. Lucas, de forma más explícita retrata a Jesús estableciendo los términos del discipulado (Lucas 14:26-27, 33).

Lucas es principalmente el Evangelio para los jóvenes. Este relata la infancia y niñez de Jesús; este contiene más palabras sobre los hombres jóvenes que cualquier otro Evangelio. En un sentido, este también es el Evangelio para las mujeres ya que da más importancia a las mujeres que los otros tres. Solamente Lucas relata en detalle la maternidad de Elisabet y María, relata sobre Ana la profetiza anciana y relata sobre las mujeres que ministraban las cuales se compadecieron de Jesús en Su camino a la cruz.

Sin embargo, la marca más distintiva de este libro es el mensaje de los escritos de Lucas. De los cuatro libros, ningún otro ha dejado más claro que el evangelio son las buenas nuevas del amor de Dios, ya que en Lucas hallamos las tres parábolas de restauración: “La Moneda Perdida,” “La Oveja Perdida,” y “El Hijo Pródigo.” Estos presentan un retrato del amor de Dios el cual no es hallado en ninguna otra parte de la Escritura. Jesús enseñó que Dios conoce por

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adelantado las necesidades de Su pueblo (Lucas 12:30), que El se preocupa de los detalles más mínimos de nuestras vidas (Lucas 12:7), que El responde rápidamente a nuestro clamor de ayuda (Lucas 11:9-13), y que El es bondadoso hasta con los desagradecidos y misericordioso con el pecador (Lucas 6:35).

El mensaje de Lucas es clave de que este fue escrito para los griegos. La idea romana de

una hombría perfecta era diferente a la idea de los griegos. Los romanos sentían que era su misión gobernar al hombre; los griegos consideraban que era su responsabilidad educar, elevar y perfeccionar al hombre. El ideal romano poseía gloria militar y autoridad gubernamental; el ideal griego encerraba sabiduría y belleza. El Evangelio de Lucas presenta a Jesús como el hombre perfecto, el hombre ideal, Aquel que sobrepasó los requisitos más exigentes de los griegos. Mientras que Lucas hablaba de la deidad de Cristo, también enfatizaba la hombría perfecta de Cristo. El carácter del Hijo del Hombre, así como se revela en el Evangelio, es intensamente humano. El es el Hijo del Hombre así como también el Hijo de Dios.

El versículo clave es Lucas 23:47: “Cuando el centurión vio lo que había acontecido, dio gloria a Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo.”

Lucas puede dividirse en cinco partes.

1. El Hombre Hecho a Semejanza de Sus Hermanos (Lucas 1:1-3:38; Hebreos 11:17). Cristo es uno con nosotros en Su descendencia de Adán, la fuente principal de la humanidad. El es uno con nosotros en las relaciones humanas comunes, con todos sus deberes y responsabilidades (por ejemplo, los primeros dos capítulos tratan con los primos de María), y uno con nosotros en nuestra vergüenza y el enlace del bautismo.

2. El Hombre Tentado Como Nosotros (Hebreos 4:15; Lucas 4:1-13). Lucas ve a la tentación desde el punto de vista del hombre. El diablo retó al primer Adán; el Segundo Adán retó a Satanás. El diablo arruinó al primer hombre; Jesucristo arruinó al diablo. La historia del primer Adán finalizó en derrota; la historia del Último Adán finalizó en victoria.

3. El Hombre que se Compadece de Nuestras Debilidades (Hebreos 4:15; Lucas 4:14-19:28). Lucas retrató a Jesús como el hombre con quien todo hombre podía relacionarse. (a) El hombre con intereses mundiales, dando incidentes para mostrar Su interés en la

raza humana entera y no solamente en los judíos (b) El Hombre con sabiduría como se demuestra en Su enseñanza (c) El Hombre hábil (d) El Hombre lleno de empatía humana para con los caídos, despreciados,

desconsolados, abatidos y enfermos (e) El Hombre de oración (f) El Hombre de sociedad (g) El Hombre de belleza y gloria

4. El Hombre como Nuestro Pariente-Redentor (Lucas 19:28-23:56). Cuando El lloró por Jerusalén, Jesús mostró Su compasión, patriotismo y dolor sobre la destrucción pendiente de la ciudad. Esto se hizo aún más evidente cuando El

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cumplió el símbolo de Pariente-Redentor. (Ver Levítico 25:47-55; Rut 2:1-23; 3:10-18; 4:1-10.)

5. El Hombre, Todavía como Hombre en la Resurrección, Ascenso y Gloria (Lucas 24:1-53). Como hombre, Jesús caminó hacia Emaús con otros dos hombres. Como hombre, El comió en el aposento alto, demostrando todavía Su humanidad perfecta. ¿Por qué? Porque la salvación solamente llega a través de Cristo Jesús el hombre.

El Evangelio de Lucas empieza y termina con regocijo, todo en conexión con Jesús.

El Evangelio de Acuerdo a Juan

El Evangelio de Juan, el cuarto Evangelio, da la revelación de Sí Mismo de Jesús al

mundo y más íntimamente a Sus discípulos. Escrito y publicado en Éfeso a pedido de Andrés y de los obispos de Asia, el Evangelio apologético señalaba ciertos errores frecuentes concernientes a la deidad de Cristo.

La palabra clave es creer. En este Evangelio, Juan presentó a Jesucristo como Aquel en quien debemos creer; en las Epístolas de Juan, Jesús es Aquel a quien debemos amar; y en Apocalipsis, Aquel a quien debemos esperar. ¿Qué debemos creer? Que Jesús es el Dios Todopoderoso (Juan 8:24; 14:11).

El versículo clave es Juan 20:31: “Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.”

Note dos peculiaridades de este Evangelio. Primera, la palabra Judío es usada más de sesenta veces; pero solamente aparece una vez en Mateo, dos veces en Marcos y dos veces en Lucas. Del mismo modo, en contraste con los otros libros, Juan contiene ochenta de los milagros del Señor, todo aquello muestra el poder de la Palabra del Señor y el poder de Su Palabra sola.

El retrato que Juan dibujó de Cristo es el de “Dios manifestado en la carne,” “el

unigénito del Padre.” Juan mostró qué era lo que convencía a hombres y mujeres de toda clase y postuló que Jesús es Dios.

Juan puede dividirse en cinco secciones.

1. Jesús, Dios Manifestado en la Carne, Convirtiéndose en el Hijo de Dios en la Redención (Juan 1:1-14). Este libro inicia similar a Génesis.

2. Jesús, Revelado como el Hijo de Dios, el Dios Todopoderoso, por Sus Obras y Palabras (Juan 1:15-12:50). Juan señaló qué era lo que convencía a hombres y mujeres de la deidad de Jesús: (a) Juan el Bautista descubrió la deidad de Jesús mediante el bautismo (Juan 1:33). (b) Natanael fue convencido por Su omnipresencia (Juan 1:48-49). (c) Los discípulos fueron convencidos por Su primer milagro al convertir el agua en

vino (John 2:11).

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(d) Muchos judíos lo reconocen como divino por Su purificación del Templo y Su ejecución de muchos milagros (Juan 2:23).

(e) Jesús se reveló a Sí Mismo como deidad a Nicodemo (Juan 3:13-16). (f) Juan el Bautista dio cuatro testimonios notables con respecto a Jesús

(Juan 3:22-36). (g) Jesús se reveló a Sí Mismo como deidad a la mujer samaritana (Juan 4:26). (h) Los samaritanos lo aceptaron como divino (Juan 4:41-42). (i) El hombre noble estuvo convencido de que Jesús era divino cuando él descubrió

que Su Palabra era tan efectiva como Su presencia (Juan 4:53). (j) Surgió oposición debido a que El llamó a Dios “Padre” (Juan 5:17-18). (k) Muchos fueron convencidos de Su divinidad por los milagros de los panes

(Juan 6:14). (l) Nota: Mediante Juan 6:35; 8:12, 58; 10:9, 11; 11:25; 14:6; 15:1, Jesús se declaró a

Sí Mismo ser la revelación completa del gran YO SOY del Antiguo Testamento. (m) Jesús se reveló a Sí Mismo como divino al hombre que fue sanado

(Juan 9:35-38). (n) La confesión de Marta y la resurrección de Lázaro (Juan 11:45). (o) Jesús por fin es abiertamente reconocido como divino por el judío y el gentil

(Juan 12:12-19). (p) Note quién lo envió (Juan 12:44-45).

3. Jesús el Hijo de Dios, el Dios Todopoderoso Revelándose a Sí Mismo Más Completamente a los Suyos (Juan 13:1-17:26). Jesús se manifestó a Sí Mismo de manera más completa a Sus discípulos de modo que sus convicciones con respecto a Su divinidad fueron profundizadas. (Ver Mateo 11:27; Juan 14:8-9.)

4. Jesús, el Hijo de Dios, Inmolado (Juan 18:1-19:42). Note el efecto de un instante breve de Su divinidad en Juan18:6. Al tiempo de Su juicio ante Pilato en Juan 19:7, vemos que Jesús fue inmolado no solamente por declararse a Sí Mismo Rey sino también por afirmar ser el único Dios de Israel

5. Jesús, Su Derecho a la Deidad Totalmente Establecida por Su Resurrección (Juan 20:1-21:25). Respondamos todos como lo hizo Tomás: “¡Señor mío, y Dios mío!” (Juan 20:28).

Cristo se refirió a Dios como “el Padre” más de cien veces en este libro. La relación es

bastante diferente en el Nuevo Testamento que en el Antiguo Testamento. En el Antiguo Testamento, la única vez que padre inicia con mayúsculas es en Isaías 9:6. A lo largo del Nuevo Testamento, el término se inicia con mayúsculas. ¡Qué diferencia entre el padre de la Creación y el Padre de la Redención! Reconozcamos nuestra relación con Dios en la iglesia del Nuevo Testamento.

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Capítulo 1

EL NACIMIENTO E INFANCIA DE CRISTO JESÚS

Secciones del 2-19 de Robertson

El nacimiento de Cristo fue un advenimiento. El Dios eterno vino al mundo como la

Palabra viva para una misión especial.

EL LOGOS

En la Biblia, un “misterio” es una verdad que Dios revela, la cual está más allá del poder natural de razonamiento o entendimiento. Esta es una verdad que solamente se conoce a través de la fe o revelación; ésta es incomprensible para el razonamiento humano. En el Nuevo Testamento, un “misterio” denota una característica distintiva secreta para el mundo hasta el tiempo señalado. El gran misterio revelado a través de Cristo es “¡Dios fue manifestado en la carne!” (Ver Juan 1:1, 14; I Timoteo 3:16.)

En su Evangelio, Juan nos remonta hasta antes del principio de la Creación para mostrar

quién es Jesús. El usó la terminología de los filósofos. Ellos llegaron al acuerdo del término Logos, como “aquello que abarcaba el primer principio y la causa principal de toda cosa.” Esto fue para mantenerse a la altura de los griegos que discutían que detrás de cada cosa debe haber un pensamiento al cual ellos llamaban Logos. Aunque los judíos aceptaron esta filosofía, ellos fueron un poco más allá y dijeron: “Es cierto que detrás de toda cosa existe un pensamiento, pero detrás de todo pensamiento debe existir un pensador.” Fue en este sentido en el cual Juan usó el Logos de los filósofos griegos. “En el principio era el Logos, y el Logos era con Dios, y el Logos era Dios” (Juan 1:1).

Juan luego se trasladó al punto total del argumento y declaró que el Logos, el

pensamiento, fue hecho carne y moró entre nosotros. Y vimos Su gloria. Para aclarar esto mejor, podemos poner la palabra plan en vez de Verbo, Logos o pensamiento, y formar una paráfrasis: “En el principio era el Plan, y el Plan era con Dios, y el Plan era que Dios se haría carne y habitaría entre nosotros y veríamos Su gloria.” Juan simplemente estaba diciendo que Dios, el Dios todopoderoso, el Espíritu eterno, se hizo carne y vino a la tierra en forma humana, permitiendo que la gente lo viera con sus propios ojos y hablara con El, Su nombre es Jesús (Ver I Juan 1:1.)

LAS GENEALOGÍAS

Las genealogías de Jesús son introducidas en las narraciones breves de los Evangelios: para mostrar Su descendencia real de David; para mostrarlo como el Mesías de la profecía

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hebrea; para mostrar Su relación amplia con toda la raza humana, remontándose hasta el principio. Vale la pena comparar las genealogías mencionadas en Mateo y Lucas.

Al escribir para los judíos, Mateo naturalmente estaba interesado en citar el hecho de que Jesús procedía de la simiente real. Por lo tanto rastreó el árbol genealógico desde José, el esposo de María, hasta David y luego hasta Abraham, el padre de la raza hebrea. Mateo usó el linaje de José ya que la descendencia royal siempre era por parte del padre.

La genealogía en Mateo se encuentra al principio del Evangelio para validar el origen royal hebreo de Jesús antes de que Mateo introdujera otros datos sobre Su vida. Mateo enumeró nacimientos sucesivos a medida que sucedían. Sin embargo, él no simplemente copió los registros sino que también seleccionó los nombres con propósito. Similarmente, contrario a la tradición judía, él nombró a cuatro mujeres: Tamar, Rahab, Rut, y Betsabé. Tres de estas mujeres eran culpables de pecados graves y dos eran extranjeras. Los nombres de estas mujeres identifican a Cristo con el género femenino, con grupos nacionales y raciales y con la humanidad pecaminosa, como su Salvador. Algunos de los hombres mencionados también eran pecadores notorios.

La herencia de Jesús es un lazo de esperanza para la raza humana pecaminosa. El vivió sin pecado a pesar de Sus desventajas hereditarias. Como hombre, El tuvo que luchar contra las tendencias malas como cualquier otro humano y venció. La narración y genealogía selectiva de Mateo perforó el orgullo de los compatriotas judíos de Jesús—estos orgullosos hermanos fariseos recientemente habían declarado a Jesús como indigno y mereciente de muerte. Sin embargo El fue superior al mejor de los antepasados, aún del linaje royal.

Lucas mostró que Jesús pertenecía a toda la raza humana. Aunque Jesús tenía la

reputación de ser el hijo de José, El no lo era. Por lo tanto, Lucas rastreó la genealogía a través de María. Al escribir a los gentiles, Lucas señaló que Jesús era el hombre ideal, el hijo de Adán, creado por Dios.

La genealogía en Lucas aparece como un interludio después del relato del nacimiento e infancia de Jesús y del ministerio de Juan, sirviendo como una introducción del ministerio salvador de Cristo. Lucas centra nuestra atención en Jesús, la Persona de suprema importancia en la narración y el Salvador de la raza entera, con lo cual El es identificado a través de la genealogía. Lucas da el linaje natural de Jesús a través de María y su padre, Elí, hasta el Rey David—a través de su hijo Natán—hasta Adán, el hijo de Dios.

A través de ambas genealogías, el nacimiento virginal está protegido. Mateo dijo: “Y

Jacob engendró a José, marido de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo” (Mateo 1:16). Lucas escribió: “Jesús. . . hijo, según se creía, de José” (Lucas 3:23).

Se halla un inciso interesante en Mateo1:12 y Jeremías 22:28-30. Uno de los juicios declarados sobre el Rey Joacim (Jeconías) fue que “ninguno de su descendencia logrará sentarse sobre el trono de David, ni reinar sobre Judá.” Matthew Henry comentó que la frase: “Jeconías engendró a Salatiel,” simplemente significa que el rey anterior legó su derecho del gobierno a Salatiel.1

Note que en Lucas 3:27 Salatiel es mencionado como el hijo de Neri de la

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parentela de Natán; por lo tanto al morir Joacim, el derecho legal al trono de David aparentemente pasó de los herederos de Salomón a los herederos de Natán.

A diferencia de Mateo y Lucas, Marcos no da mucha importancia al árbol genealógico del Mesías. El estaba principalmente concernido por el resultado práctico de la vida de Jesús ya que el lector romano no consideraría importante la genealogía. Las grandes obras de Jesús demostrarían que El es el Dios todopoderoso, el Hijo de Dios y esto fue el tema principal. Mateo, por otra parte, definió el lugar de Jesús en la raza hebrea y definió la amplia esperanza mesiánica. Juan trató con el mundo filosófico y definió el lugar de Jesús en el esquema cósmico, remontándose a las eternidades para explicar quién es Jesús, cómo era y que El es su Creador y Redentor. Lucas lo asoció con toda la raza sin tener en cuenta las divisiones raciales, nacionales, sexuales o sociales.

LOS ANUNCIOS

Tres anuncios anunciaron la venida del Mesías.

El Anuncio a Zacarías del Nacimiento de Juan

(Lucas 1:5-25) El anuncio a Zacarías del nacimiento pendiente de su hijo sucedió en el tiempo de

Herodes el Grande, quien murió en el año 4 a.C. Había pasado suficiente tiempo desde el regreso de Babilonia para que así el sacerdocio estuviese bien organizado. Para ese entonces, aproximadamente había veinte mil sacerdotes, divididos en veinticuatro grupos. Cada grupo rendía servicio por ochenta días, reuniéndose todos en el Día de Reposo. Alrededor de cincuenta sacerdotes ministraban cada día. Zacarías pertenecía al octavo grupo, el cual dirigía Abías. Dos veces al año él iba a Jerusalén para participar por una semana en la tarea sagrada del servicio al Templo. La ofrenda del incienso era considerada como el deber más alto y solamente podía ejecutarse una vez en la vida. Por fin le tocó la suerte a Zacarías para esta tarea de honor.

Ofrecer el incienso sería el momento culminante de su vida sacerdotal. En el instante de

expectación intensa, a medida que la nube del incienso—el símbolo de la oración aceptada—empezó a elevarse, el ángel Gabriel apareció. El no apareció a la mano izquierda del trono de gloria donde la angiología judía lo hubiera puesto; en vez, él apareció al lado derecho del altar. Debido a que la tradición judía declara que aquel que ve a Dios no vivirá, Zacarías estuvo aterrorizado. Sin embargo, el ángel, declarando que la oración del sacerdote había sido contestada calmó su temor y le dijo que pusiera por nombre a su hijo, Juan, lo cual significa “Jehová ha sido propicio.” El ángel además dijo que habría gozo y alegría en la casa de Zacarías y Elisabet y muchos se regocijarían del nacimiento del niño.

El ángel también explicó el carácter y obra del futuro hijo al futuro padre. El niño sería grande ante el Señor, nazareo de por vida como lo fue Samuel, dedicado a una vida de abstinencia y lleno del Espíritu Santo desde su nacimiento. Juan produciría un gran avivamiento religioso, volviendo a muchos de los hijos de Israel al Señor su Dios. El sería el precursor del Mesías, yendo por delante “con el espíritu y poder de Elías” para hacer volver los corazones de los

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padres a los hijos en un avivamiento de amor y religión en el hogar. Los pecadores rebeldes serían persuadidos a vivir rectamente, preparando así a la gente para la salvación que el Mesías traería. Como una señal de confirmación ya que el sacerdote dudaba de las palabras del ángel, Zacarías se quedaría mudo hasta el nacimiento del niño.

El Anuncio a María del Nacimiento de Jesús

(Lucas 1:26-38)

María era una virgen desposada con José—ambos eran descendientes del Rey David—cuando el ángel Gabriel se le apareció diciendo: “¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres” (Lucas 1:28). Ella fue muy favorecida de entre todas las mujeres al ser escogida como la madre del Señor y Salvador. Tanto como la admiramos, no debemos orar a ella ni tampoco adorarla de alguna forma. La madre se merece el honor, pero Jesús se merece toda nuestra adoración.

Gabriel luego explicó que María concebiría del Espíritu Santo y daría a luz un hijo, al cual debería llamar Jesús. Jesús es otra forma de “Jehoshua” o “Josué,” nombre que significa “Jehová-Salvador.” En el Antiguo Testamento, Josué había salvado a Israel de sus enemigos; pero Jesús los salvaría de sus pecados. La declaración de Gabriel lleva una importancia adicional cuando es unida a Isaías 12:2: “He aquí Dios es salvación mía; me aseguraré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es JAH Jehová, quien ha sido salvación para mí.” ¿Quién era Jesús? El era Jehová del Antiguo Testamento, encarnado, llegando a ser nuestro Salvador.

Mientras que María escuchaba con asombro al ángel, él describía al prometido niño Jesús. El sería grande en carácter y obra y sería reconocido como el Hijo de Dios. El cumpliría la promesa mesiánica y ascendería al trono de David para gobernar la casa de Jacob por siempre. No existiría límite nacional o final de Su reino.

Como señal, Gabriel le dijo a María que su prima estéril Elisabet estaba encinta. María se

levantó y fue a visitar a Elisabet. Al llegar y saludarla, Elisabet fue llena del Espíritu Santo y en voz alta con éxtasis espiritual declaró una bendición sobre su visitante y el Niño prometido.

Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí? . . . Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que fue dicho de parte del Señor (Lucas 1:42-45).

Esta canción de Elisabet se convirtió en el primer himno del Nuevo Testamento. En éste,

ella elogió a María por su fe y le aseguró que la promesa del ángel sería cumplida.

En respuesta, María fue llena de gran gozo, lo cual ella expresó en uno de los himnos más hermosos de todos los siglos. María alabó a Dios por Su gran bondad hacia ella al permitirle ser la madre del Mesías.

Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva; pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre, y su misericordia es de generación en generación a los que le temen.

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Hizo proezas con su brazo; esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. Quitó de los tronos a los poderosos, y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos envió vacíos. Socorrió a Israel su siervo, acordándose de la misericordia de la cual habló a nuestros padres, para con Abraham y su descendencia para siempre (Lucas 1:46-55).

María se quedó con Elisabet por casi tres meses y luego regresó a su casa. Alrededor de

ese mismo tiempo, Elisabet dio a luz a su hijo.

Al octavo día, al tiempo de la circuncisión cuando se debía nombrar al niño, Zacarías declaró que el niño se llamaría Juan. Inmediatamente su mudez desapareció y cantó un himno. La primera estrofa se refiere al nacimiento de Juan, las otras cuatro se refieren al agradecimiento y alabanza del acercamiento del nacimiento de Jesús y a la salvación que El traería.

El Anuncio a José (Mateo 1:18-25)

Las genealogías tanto en Mateo como en Lucas dicen que Jesús no fue el hijo físico de

José aunque muchos suponían que sí lo era. En el anuncio a José, el carácter del nacimiento de Jesús es explícitamente declarado de tal manera que no deja ninguna duda de su parentesco.

Este anuncio a José fue necesario. José se debatía entre el amor por su mujer desposada y su aparente infidelidad que por lo tanto estaba planeando dejar a María en secreto. Sin embargo, el ángel del Señor se le apreció a José en sueños.

José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados (Mateo 1:20-21).

Dentro del mensaje del ángel hay una declaración de la concepción milagrosa. Aunque

Jesús tenía una madre humana, Su padre era el Espíritu Santo, porque solamente así Jesús podía ser tanto divino como humano, el Dios-hombre. Por lo tanto, la explicación angélica engrandeció el significado de Emanuel, “Dios con nosotros.” ¿Cómo estaba Dios con nosotros? Encarnado en la carne humana.

Mateo interpretó el nacimiento y nombre de Jesús como el cumplimiento de Isaías 7:14. Jesús no era una simple promesa de una liberación divina prometida en la profecía, sino que más bien El era en realidad el divino Salvador. El nombre Emanuel (Dios con nosotros) se realizó en Jesús en un sentido más completo del que Isaías podía comprender. El verdadero significado del nacimiento es que El era Dios manifestado o encarnado en la carne, el Dios-hombre. En una sola persona, Jesucristo es muchas cosas.

Ambos Dios y hombre Ambos mortal e inmortal Ambos visible e invisible Ambos limitado e ilimitado

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Sin duda, ¡El es Dios manifestado en la carne!

EL NACIMIENTO Y NIÑEZ DE JESÚS

Los cuatro evangelios omiten muchos datos biográficos sobre Jesucristo. Hay una razón

para esto. Los Evangelios fueron escritos para revelar a Dios manifestado en la carne. La estatura, peso, color de cabello y características físicas no eran importantes para sus objetivos. Por ejemplo, Marcos estaba más interesado en la personalidad y obras de Jesús que en el lugar y manera de Su nacimiento. Lucas deseó dar un relato más completo de Su vida y añadió la hermosa narración de Su linaje, Su nacimiento y el anuncio a los humildes pastores de Judea. El también incluyó los testimonios de los testigos divinamente escogidos quienes dieron la interpretación y el significado mundial del nacimiento de Jesús. Del mismo modo, el propósito principal de Mateo fue enlazar la persona del Mesías con la profecía antigua. El dio su relato independiente el cual añadió interés mundial, introduciendo a los Reyes Magos, el viaje a Egipto y el regreso a Nazaret en cumplimiento del plan de Dios revelado en la profecía.

El Nacimiento Virginal

Sin duda, el dato más importante con respecto al nacimiento de Jesús es Su nacimiento

virginal. Este hecho es atestiguado a lo largo de las Escrituras. Isaías profetizó: “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel” (Isaías 7:14). Como se mencionó anteriormente, la verdad del nacimiento virginal está protegida mediante las genealogías. A pesar de los ataques, el hecho permanece que Jesús fue concebido por una virgen mediante el milagro del Espíritu Santo. ¿Quiénes fueron los padres de Jesucristo? De acuerdo a las Escrituras, Su Padre fue el Espíritu Santo y Su madre fue María (Mateo 1:20).

Tiempo y Lugar de Nacimiento

Es difícil señalar con más que una precisión aproximada la fecha exacta del nacimiento de Jesús. Ésta, después de todo no es fundamentalmente importante. Dios aparentemente planeó que el día exacto fuese desconocido debido a la tendencia de adorar a los días y lugares santos. Sin embargo, es posible aproximar el tiempo del nacimiento de Cristo. Hay varias razones para creer que Jesús nació en el año 5 a.C.

1. El emperador Augusto ordenó que se tomara el censo por todo el Imperio Romano. Este

estuvo señalado para el año 8 a.C, pero se sabe que este censo se llevó a cabo en Egipto en el año 6 a.C y muy probable fue llevado a cabo el siguiente año en Palestina.

2. Herodes murió en el año 4 a.C, pero estuvo vivo en el nacimiento de Cristo. 3. Juan inició su ministerio en el año quince del reinado de Tiberio a la edad de treinta

años, haciendo que su nacimiento ocurriera en el año 5 a.C. Muy probablemente Juan nació en la primavera del año 5 a.C y Jesús nació seis meses después en el otoño del mismo año.

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4. No sabemos el día y el mes del nacimiento de Jesús. Sin embargo, sucedió mientras que los rebaños todavía estaban en los pastos. Por lo tanto, este tuvo que ser a fines del verano o a principios del otoño, probablemente no después de octubre.

Es muy dudoso que el nacimiento de Jesús ocurriera el 25 de diciembre. (Edersheim da

una opinión contraria en Jesús el Mesías.2) Este día era la fecha de la fiesta pagana romana Saturnales, un tiempo dado a la juerga y al desenfreno. También era una temporada de buena voluntad cuando no era algo piadoso el participar en guerra, cuando amigos se daban regalos el uno al otro y cuando se daba a los esclavos un feriado.

Es cierto que Jesús nació en Belén, una aldea localizada seis millas al sur de Jerusalén. Este era un pueblo hermoso rodeado de terrazas cubiertas de vid y árboles frutales. Cercano a este pueblo, Raquel murió al dar a luz. Este era el pueblo de Booz, Rut y David. En conformidad con el censo ordenado por Augusto, cada persona tenía que regresar a su hogar ancestral. Por consiguiente, María y José, ambos descendientes de David, viajaron de Nazaret a Belén. Esto fue para estar de acuerdo con la profecía de Miqueas.

Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel, y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad (Miqueas 5:2).

Cuando José y María llegaron a Belén encontraron que el pueblo estaba repleto de gente

que había venido para ser contados y gravados. Todos los alojamientos habían sido tomados. El único espacio disponible para la pareja cansada fue el patio abierto de la posada donde estaban los animales. Fue en este humilde establo donde María dio a luz al Mesías y lo puso en un pesebre. No obstante, los viajeros cansados hubieran preferido mucho mejor este humilde recinto que la bulla y jolgorio de la repleta posada.

Los Pastores

En las llanuras al este de Belén, pastores cuidaban de sus ovejas. Su soledad se convirtió

en maravilla y asombro cuando de repente un ángel se presentó delante de ellos y una gran luz brilló alrededor de ellos. El ángel calmó sus temores con nuevas de gozo: “No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.” (Lucas 2:10-11). Este fue el primer mensaje divino para Israel en más de cuatrocientos años. Típico de Dios enviar el mensaje a pastores humildes. El cuidado diario de sus ovejas hacía impuros a los pastores, no permitiéndoles observar las leyes consuetudinarias de la purificación ceremonial. Por lo tanto, sus compatriotas judíos los despreciaban.

Los pastores se apresuraron a Belén donde hallaron a José y a María con el niño recién nacido. Nadie había ayudado a María, ella misma había envuelto al niño en pañales y lo puso en el pesebre. Los pastores, luego revelaron el mensaje de los ángeles. Todos estuvieron asombrados de estas cosas, pero María guardó en su corazón todo lo que había oído.

   

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Presentación en el Templo

La ley Mosaica era estrictamente observada en la vida del niño Jesús. Por ejemplo, El fue

circuncidado al octavo día de acuerdo a los requisitos del pacto (Génesis 17:12; Levítico 12:3; Lucas 2:21). Este rito y Su linaje físico hicieron que Jesús fuese elegible para cumplir las promesas de Dios hechas a Abraham (Gálatas 3:16). En ese tiempo El también fue nombrado y se convirtió en “Hijo. . . bajo la ley” (Gálatas 4:4).

A los cuarentaiún días, también conforme a la ley, los padres trajeron a Jesús al Templo. Este viaje tuvo dos propósitos. Primero, María tenía que ser redimida de la impureza legal y ceremonial para ser totalmente restaurada a su familia y comunidad. Segundo, el primogénito de María tenía que ser redimido del servicio sacerdotal. La ofrenda de María de dos tórtolas indicaban las circunstancias humildes de la familia. El precio de la redención de Jesús fue cinco siclos (alrededor de cuatro dólares).

Al entrar María y José al Templo se encontraron con Simeón. Simeón era “justo y piadosos, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. Y le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor.” (Lucas 2:25-26). Simeón tomó al niño de los brazos de Su madre, bendijo a Dios y oró.

Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra; porque han visto mis ojos tu salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos; luz para revelación a los gentiles, y gloria de tu pueblo Israel (Lucas 2:29-32).

Luego Simeón bendijo a José y María, y le profetizó.

He aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y una espada traspasará tu misma alma), y para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones (Lucas 2:3435).

Mientras que otros veían a Jesús como un Mesías-Rey temporal, Simeón lo vio como el Redentor sufriente.

En ese instante Ana, una profetiza anciana quien tenía más de cien años, entró al Templo y “daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén” (Lucas 2:38).

Los Reyes Magos

La profecía judía (e.g., Isaías 60:1-61:3), indicaba que la venida del Mesías trascendería los confines raciales y religiosos del Judaísmo y sería una bendición para los gentiles. Aun Simeón se refirió a Jesús como “luz para revelación a los gentiles.” Por lo tanto, muchos fuera de Israel anhelaban la venida del Rey como lo menciona Farrar en La Vida de Cristo, vol. I:

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Somos informados por Tacitius, Suetonio, y Josefo, que por todo el Oriente entero en ese tiempo prevalecía una convicción intensa, derivada de las profecías antiguas que un poderoso monarca se levantaría en Judea y dominaría al mundo.3

Aferrados a esta convicción, los reyes magos vinieron a adorar al niño Jesús. Los reyes magos probablemente eran sacerdotes-sabios de Persia, Arabia o Babilonia. La

idea de que ellos eran reyes resulta de una interpretación de Isaías 60:3. Ellos vinieron a Judea porque habían visto Su Estrella en el oriente y querían adorar al Rey recién nacido. Nadie sabe cuántos hombres vinieron a adorar al niño Jesús, aunque se sugiere que fueron tres debido a los tres regalos.

Su búsqueda de información en Jerusalén concerniente a la ubicación del nuevo Rey puso terror en el corazón de Herodes. Inseguro de su derecho al trono, Herodes era cruel con todos los que se le oponían. El hasta hizo matar a su amada esposa y princesa de la Casa Asmonea, Mariana, y a su hijo preferido debido a que él creía que ellos estaban tramando contra él. Cuando Herodes se enteró que los reyes magos estaban indagando, él inmediatamente llamó a los escribas y sacerdotes quienes les dijeron que los profetas indicaron que un Mesías nacería en Belén.

Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore (Mateo 2:7-8).

Los magos encontraron a María y al niño Jesús en una casa en Belén. (Aparentemente

José y María decidieron quedarse en la ciudad de David en vez de regresar a Nazaret después del nacimiento de Jesús en el tiempo de la tributación. Tal vez José estaba tratando de proteger a María de los chismes del pueblo con respecto a su concepción.) Los magos entraron a la casa y postrándose adoraron al Niño. Luego le ofrecieron presentes de oro, incienso y mirra. Por fuera, los presentes representaban una elección de materias primas de su tierra. Sin embargo, espiritualmente, estos simbolizaban la realeza (oro), la humanidad (mirra una especia usada para el embalsamiento), y la divinidad (incienso) del Niño. Sin embargo, mientras que enfatizamos los presentes, no debemos pasar por alto el primer presente que los magos dieron—se entregaron a sí mismos en adoración.

Dios advirtió a los magos en un sueño que no regresaran a Herodes y entonces partieron a su tierra por otro camino. Cuando Herodes se dio cuenta que su trama para ubicar al Niño había fallado, ordenó la muerte de todo niño de dos años y menores en Belén y sus costas. Las estimaciones del número de niños asesinados por Herodes oscilan de veinte a catorce mil. Sin embargo, ya que el historiador Josefo no menciona esta masacre y ya que Belén era una aldea pequeña, el número real puede haber sido pequeño.

El Viaje a Egipto

Dios le advirtió a José en un sueño sobre la masacre pendiente de los niños. José se

levantó y tomó de noche a María y a su bebé y se fueron a Egipto. (Note cómo Dios proveyó

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para este viaje inesperado mediante los presentes de los magos.) Se quedaron allí hasta después que Herodes murió y era salvo para que el Niño regresara. Mateo dijo que esto era el cumplimiento de la profecía de Oseas: “Cuando Israel era muchacho yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo” (Oseas 11:1).

Después que murió Herodes, un ángel se le apareció de nuevo a José y le dijo que regresara a Israel con su familia. Al parecer José había planeado volver a establecerse en Belén hasta que se enteró que Arquelao el peor hijo de Herodes había ascendido al trono de su padre. Esta noticia atemorizó a José, pero “avisado por revelación en sueños, se fue a la región de Galilea, y vino y habitó en la ciudad que se llama Nazaret, para que se cumpliese lo que fue dicho por los profetas, que habría de ser llamado nazareno” (Mateo 2:22-23).

La Biblia no dice nada en cuanto a los próximos años de la vida de Cristo. Sin duda, El tuvo una niñez judía normal. Lucas simplemente dijo: “Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él” (Lucas 2:40). Sin embargo, él no podía evitar el tener que conquistar las tendencias hereditarias hacia el mal. El era un niño humano, sujeto a todas las condiciones humanas, y aun así perfecto en ellas.

La educación era algo básico para todo niño judío. Esta se iniciaba en el hogar tan pronto como el niño empezara a hablar, su madre le enseñaba el Sema (Deuteronomio 6:4-9; 11:13-21; Números 15:37-41). Más adelante era la responsabilidad del padre enseñar el Tora y cuando el niño cumplía los seis años iniciaba su educación formal en la escuela de la sinagoga. Del mismo modo, se requería que todo padre enseñara a su hijo un oficio o habilidad. José enseñó a Jesús la carpintería, ya que Jesús fue llamado “el Carpintero.”

Al parecer el currículo de Jesús incluía habilidades lingüísticas. El hablaba arameo, el idioma común de Galilea. También citó la Escritura en hebreo, un idioma que ya estaba considerado muerto. Y aparentemente parecía conversar libremente con el centurión de quien su siervo fue sanado y con los griegos quienes buscaban entrevistarlo.

Las Escrituras indican que Jesús no fue criado como hijo único. No hubiera sido

necesario para Lucas especificar que María trajo a su primogénito si es que Jesús hubiera sido su único hijo. Marcos 6:3 indica que María y José tuvieron cuatro hijos y por lo menos dos hijas. Después de Su resurrección, dos de estos hermanos, Jacobo (Santiago) y Judas, se convirtieron en seguidores de Cristo y escribieron dos de las Epístolas Generales.

En el Templo

El silencio de la niñez de Cristo se rompe sólo una vez en las Escrituras. Cuando Cristo tenía doce años, El acompañó a Sus padres a Jerusalén para asistir a la Fiesta de la Pascua. Evidentemente, José, María y Jesús viajaron con una “compañía” muy grande de Nazaret y tal vez de zonas de alrededor. Este debe haber sido un tiempo emocionante de comunión y ansiedad para el grupo. Jesús probablemente experimentó la emoción y los nervios que cualquier joven de doce años sentiría al pensar en ver el Templo por primera vez.

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Solamente los primeros dos días de la Fiesta de la Pascua requería la asistencia personal al Templo. Los llamados feriados de medio día empezaban en el tercer día y era entonces legal para que los viajeros regresaran a sus casas. Este tal vez fue el tiempo en que María y José decidieron regresar a Nazaret.

María y José asumieron que Jesús estaba en el gran grupo que viajaba de regreso a Galilea. Sin embargo, después de un día de viaje y de descubrir que El no estaba con sus parientes o conocidos, regresaron a Jerusalén. Después de tres días lo encontraron “sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles. Y todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas” (Lucas 2:46-47).

María reprochó a su Hijo: “¿Por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con angustia.”

La respuesta de Jesús la dejó perpleja: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?” (Lucas 2:49). Esta respuesta con seguridad no fue sarcástica o insolente, sino que da una idea de Su entendimiento de Su misión divina. Sin embargo, Jesús regresó con Sus padres terrenales a Nazaret y “estaba sujeto a ellos.”

El único otro comentario dado en las Escrituras en cuanto a la niñez de Jesús es hallado

en Lucas 2:52, “Y Jesús crecía en sabiduría [intelectualmente] y en estatura [físicamente], y en gracia para con Dios [espiritualmente] y los hombres [socialmente].”

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Capítulo 2

EL MINISTERIO DE JUAN EL BAUTISTA

Secciones del 20-23 de Robertson

El profeta Isaías profetizó que un precursor prepararía el camino para el Mesías

(Isaías 40:3-5). Este heraldo vendría en el espíritu de Elías y volvería el corazón de los padres hacia los hijos y el corazón de los hijos hacia los padres (Malaquías 4:5; Mateo 11:14). Este precursor era Juan el Bautista.

SUS TIEMPOS Lucas precisó que la llegada de Juan el Bautista sería en el décimo quinto año del reinado

de Tiberio César. El tiempo era oportuno para la aparición de Juan.

1. Roma había alcanzado su apogeo bajo Augusto y ahora estaba decayendo como el imperio que dominaba al mundo.

2. Epicureísmo (“placer, basado en el auto control, moderación y comportamiento honorable, es el fin adecuado del esfuerzo del hombre”) y Estoicismo (“la virtud es el bien supremo y los hombres deben ser libres de pasiones y no deben ser movidos por los acontecimientos de la vida”) competían por la supremacía de los pensamientos del hombre. El primero conducía a la sensualidad y el segundo al orgullo y ambos a la desesperación.

3. Todas las religiones eran toleradas pero ninguna satisfacía. 4. La esclavitud abundaba y la crueldad indescriptible por todos lados marcaba su trato. 5. El poder fue sustituido por el derecho y la justicia huyó de la tierra. 6. La gente tenía gustos degenerados y fue ejemplificado por la matanza en las arenas

de lucha. 7. El amor había desaparecido. 8. La labor honesta fue vista con desprecio.

Aunque los judíos continuaban aferrados a su religión monoteísta, el Judaísmo había

perdido mucho de su poder. Los procuradores romanos de Judea habían cambiado cuatro veces al sumo sacerdote aunque este puesto debía ser ocupado por toda una vida. Anás fue destituido del sumo sacerdocio después de nueve años y varios sucesores fueron puestos a prueba hasta que su cuñado, Caifás, quien estaba dispuesto a ser un títere de la tiranía romana, ocupó el puesto. Sin embargo, Anás, mediante la astucia y la influencia política permaneció como la fuerza detrás del trono y continuó dirigiendo el Sanedrín. El había heredado el puesto de sumo sacerdote por herencia e Israel lo consideraba legítimo al puesto.

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Las condiciones religiosas de Palestina en general estaban bajas. La religión sincera

escaseaba. Lo externo se había multiplicado y el Espíritu había sido apagado. Los fariseos enfatizaban la separación, pero no la santidad verdadera. Los escribas profesaban gran devoción a las Escrituras, pero enfatizaba el tradicionalismo. Los saduceos elogiaban la moralidad, pero preferían vidas cómodas y de auto indulgencia y no creían en la vida después de la muerte.

SU PERSONA

En el contexto de estas condiciones, la llegada de Juan conmocionó la complacencia de ese tiempo. Apareciendo como si de la nada, él llegó cerca de la desembocadura del Río Jordán en el desierto de Judea vestido de pelo de camello y con un cinto de cuero alrededor de sus lomos. Su dieta consistía de langostas y miel silvestre. Su actitud era directa y brusca.

Poco se sabe de Juan antes de su aparición sorprendente. Así como la Biblia no dice mucho sobre la niñez y adultez temprana de Cristo así también es con respecto a los años de formación de Juan. Siendo de linaje sacerdotal, probablemente fue educado para seguir en los pasos de su padre. Y como hijo de sacerdote, probablemente inició su ministerio a la edad de treinta años.

SU MISIÓN

La misión de Juan fue ser el precursor del Mesías. Este término se refiere a los heraldos

quienes corren delante de la realeza, preparando el camino avisando a la gente que saque del camino los escombros y obstáculos y reparen el camino para que así la procesión real pueda pasar segura y cómoda. Tal era el trabajo de Juan. El preparó el camino para el Mesías llamando a la gente que quitara los escombros y obstáculos de pecados de sus vidas, que derribaran los lugares altos y rellenaran los bajos para que así el Rey apareciera.

Por la naturaleza misma de su apariencia y sus métodos, Juan atrajo atención para sí

mismo. Sin embargo, esta no fue su intención. Como el precursor, él estaba preparando el camino para el Mesías. Una y otra vez él lo señalaba “el que viene tras mí” (Mateo 3:11).

Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de él. El que tiene la esposa, es el esposo; mas el amigo del esposo, que está a su lado y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo está cumplido. Es necesario que el crezca, pero que yo mengüe (Juan 3:28-30).

Juan estaba muy consciente de su misión y buscaba constantemente cumplirla. El era la voz del que clamaba en el desierto: “Preparad el camino del Señor; enderezad sus sendas.”

SU MENSAJE

Juan predicó el mensaje de arrepentimiento para el perdón de pecados. El predicó sin miedo a los fariseos y saduceos quienes vinieron a verle en el Jordán:

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¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre; porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego.

Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en el fuego que nunca se apagará. (Mateo 3:7-12). Para aquellos que preguntaban: “¿Qué haremos?” él respondió: “El que tiene dos túnicas,

dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo.” A los publicanos les dijo: “No exijáis más de lo que os está ordenado.” A los soldados les amonestó: “No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestro salario.” (Ver Lucas 3:10-14.)

La predicación de Juan dio en el centro de la vida judía, revelando su hipocresía y falsedad. Mientras que el bautismo no era un rito nuevo—éste había sido practicado bajo la Ley para los prosélitos—la idea de los judíos sometiéndose a la inmersión para redimir sus pecados era totalmente extraña, en conflicto con su justicia propia basada en su generación biológica. Tal paso sería una confesión de su estado pecaminoso, pero tal acción era necesaria debido a la venida del Rey.

Cuando el Rey apareció, Juan no vaciló para anunciar Su llegada. Al ver Juan que Jesús venía, dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).

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Capítulo 3

EL INICIO DEL MINISTERIO DE JESÚS

Secciones del 24-35 de Robertson

EL BAUTISMO DE JESÚS POR JUAN

Cuando Jesús era “como de treinta años” (Lucas 3:23), El inició Su ministerio público

siendo bautizado por Juan. Jesús aparentemente había venido de Galilea específicamente para ser bautizado (Mateo 3:13). Juan no conocía a Jesús antes de su encuentro en el Jordán. Sin embargo, el Bautizante reconoció la impecabilidad de Aquel que se presentó a Sí Mismo para ser bautizado y trató de disuadirlo. Se había dejado bien claro que el bautismo de Juan era como señal de confesión y arrepentimiento con el fin del perdón de los pecados. Juan, mediante el Espíritu con el cual fue lleno desde su nacimiento (Lucas 1:15) sabía que Jesús, como el Cordero sin pecado no necesitaba perdón de pecados.

¿Por qué entonces Jesús fue bautizado? Esta ha sido una pregunta constante a través de los tiempos. Consideremos una respuesta de cuatro partes.

Primero, en respuesta a la objeción de Juan, Jesús dijo: “Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia” (Mateo 3:15). Esto podría referirse al requisito de la Ley, aquellos que entraban a un cargo, tal como el sacerdocio Levítico (Levítico 16:4), debían ser ceremonialmente purificados por el lavamiento de agua.

Segundo, Jesús fue bautizado como una señal para Juan. El Bautizante “ha dado testimonio” en Juan 1:33-34.

Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquel me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo. Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.

La inmersión y las manifestaciones presentes revelaron a Juan la identidad del Mesías.

Tercero, el bautismo de Jesús lo identificó con el remanente creyente de Israel. La predicación de Juan había dado a los hombres fe en su mensaje y la promesa de Dios. Este grupo estaba unido por la señal del bautismo de Juan. Por lo tanto, Jesús fue a Juan para identificarse con este grupo y con el reino venidero de Dios y no con los fariseos, saduceos, herodianos o zelotes.

Y cuarto, Jesús fue bautizado para identificarse con los pecadores. Ellos fueron a Juan para confesar sus pecados y su fe en el Salvador venidero quien los redimiría de sus pecados.

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Similarmente, el Salvador se identificó con los pecadores, como lo señala Dwight Pentecost en Las Palabras y Obras de Jesucristo.

Jesús vino para identificarse con los pecadores para que mediante esa identificación El se convirtiera en su sustituto. Pablo dijo en II Corintios 5:21: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” Así como fue necesario para Israel identificarse con el macho cabrío por Azazel y Azazel identificarse con Israel mediante la imposición de manos, así también Jesucristo se identificó con los pecadores para que de esa forma ellos se identificaran con El al ofrecerse a Sí Mismo como el sustituto de sus pecados.4

Malentendidos Sobre el Bautismo de Jesús

Surgen varios malentendidos sobre el bautismo de Jesús por Juan en el Jordán. Vale la

pena considerar tres de ellos aquí.

Malentendido 1: “Se enseña aquí una trinidad de personas divinas.”

Cuando Jesús fue bautizado, Juan “vio al Espíritu de Dios que descendía como una paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:16-17). Algunos piensan que esta manifestación enseña una trinidad de personas divinas. Sin embargo, lo que sucedió en el bautismo no fue dispuesto para enseñar alguna doctrina sobre la Deidad. Nadie en ese día oyó o vio algo que se pareciera a una paloma excepto Juan. Esta fue una señal privada e infalible para Juan por la cual él podría identificar al Mesías (Juan 1:33).

Malentendido 2: “Jesús se convirtió en la plenitud de la Deidad corporalmente en Su

bautismo.”

Algunos enseñan que el Espíritu que descendió como una paloma fue una señal de Jesús recibiendo el Espíritu Santo. Sin embargo, la “paloma” posándose solamente fue un símbolo. Nunca hubo un momento en que Jesús no tuviera el Espíritu Santo y eso sin medida, ya que El era el Espíritu Santo encarnado. (Ver Juan 14:16-21.) (Juan el Bautista fue “lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre.” ¿nos atreveríamos a decir menos de Jesús?)

Debemos recordar que Jesús fue el Dios-hombre. Dios se convirtió en carne.

Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos (Gálatas 4:4-5).

¿Qué era el Hijo? Era esa “Cosa Santa”—esa cosa física, esa cosa carnal—nacida de

María. Jesús, en Su naturaleza doble era plenamente Dios como también plenamente hombre. El era la carne de Dios y el Espíritu de Dios en un solo ser.

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Malentendido 3: “Todas las personas de la Trinidad son por primera vez en el Nuevo Testamento vistas juntas en el bautismo. La voz del Padre es añadida como un sello aparte de Su ministerio, después de descender el Espíritu Santo.”

Aquellos que enseñan el concepto de arriba dicen que la voz oída “sugiere personalidad.” Sin embargo, ¿indicaba personalidad la voz que salió de la asna de Balaam? Jesús dijo que las piedras y los montes le alabarían si es que el pueblo no lo hacía. ¿Significa entonces que las rocas tendrían personalidad? La verdad es que Jesús a quien Juan bautizó también es el Dios eterno omnipresente quien fue responsable de la voz. Esto no es cuestión de Jesús “lanzando Su voz” como un ventrílocuo; ésta fue una expresión audible por Aquel que no puede ser contenido—cuantitativamente—en un cuerpo humano finito.

LA TENTACIÓN

Después de Su bautismo el Espíritu lo condujo al desierto para ser tentado. La palabra

tentar significa “probar o poner a prueba el carácter de una persona.” Durante Sus cuarenta días en el monte sombrío y estéril de la Cuarentena, el lugar tradicional de la tentación, el cual se levanta de la llanura de Judea unos mil quinientos pies sobre el valle del Jordán. Jesús oró y ayuno mientras era tentado por el diablo. Fue al final de este periodo cuando la Biblia dice que Jesús tenía hambre y Satanás se le apareció.

La Primera Tentación

La primera tentación se aprovechó de la sensación de hambre físico de Cristo—la cual en sí fue un resultado natural y no pecaminoso del ayuno. Satanás dijo: “Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.” (La frase “Si eres Hijo de Dios” también puede traducirse “Ya que eres el Hijo de Dios” no fue diseñada para poner dudas en cuanto a la relación de Cristo con el Padre, sino más bien para enfatizarla.)

En la superficie, esta tentación es otra versión de la moderna y aun así antigua filosofía que dice: “El bien mayor del hombre proviene de gratificar sus deseos y la felicidad proviene de satisfacer sus apetitos carnales.” Mediante esto Satanás apeló a Cristo para que ejercitara Sus poderes como el Hijo de Dios y gratificara Sus propias necesidades. Esto hubiera sido fácil para Jesús.

Sin embargo, en un nivel más profundo, Satanás apeló a que Cristo pusiera Su propio deseo humano por encima de la voluntad de Dios. Rendirse a Su propio deseo de la carne hubiera sido abandonar la voluntad de Dios y sustituirla por la Suya, estimando así la gratificación de Su apetito más importante que la obediencia a la voluntad de Dios. Considere la siguiente cita de G. Campbell Morgan La Crisis del Cristo.

Como ya fue enfatizado, Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto y en ese hecho hay un gran significado. En la vida de todo ser totalmente dedicado a la voluntad de Dios, nada sucede por casualidad. Cada detalle del arreglo está en el plan Divino y no puede ser interferido sin cambiar el resultado e interferir con el propósito. La circunstancia del

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hambre no solamente estaba dentro del conocimiento Divino sino que fue parte del plan Divino. La circunstancia del hambre fue incidental y no casual. Esto no fue una contingencia inesperada. Esto fue parte del programa divino.5 Si Cristo se hubiera rendido a la tentación para satisfacer Sus propios deseos carnales, El

hubiera frustrado la voluntad de Dios. Cualquier “derecho” que poseamos como hijos de Dios nunca sobrepasará nuestra responsabilidad de someternos a Su voluntad—aun si la sujeción exige negar nuestros propios deseos naturales los cuales en sí sean no pecaminosos.

Sin embargo, Cristo, resistió la tentación. “El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4). Al citar Deuteronomio 8:3, el Hijo estaba totalmente consciente de la habilidad de Su Padre de proveer el alimento que El necesitaba y estuvo contento de confiar en esa provisión. La vida y el crecimiento espiritual no se alcanzan cumpliendo los deseos carnales, sino rindiéndose a la voluntad de Dios. El Dr. Pentecost enfatizó la obediencia de Cristo.

Cristo mostró ser obediente a la voluntad de Dios y para El esa voluntad fue revelada en la Palabra de Dios. El reconoció que el bien mayor no es satisfacer o gratificar sino obedecer.6

Y Cristo también mostró que el hombre en su debilidad física es más fuerte cuando se

somete a la voluntad divina que las fuerzas de maldad que se le opongan.

La Segunda Tentación

Mateo y Lucas invierten el orden de la segunda y tercera tentación. El “entonces” de Mateo 4:5 parece indicar que su cronología es la más exacta. Fue durante esta prueba que Satanás llevó a Jesús—nadie sabe completamente si Jesús fue llevado literalmente o mentalmente—al pináculo del Templo y le dijo: “Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra” (Mateo 4:6).

En la primera tentación Satanás le pidió a Jesús que ejercitara Sus derechos como el Hijo de Dios y se rebelara en contra de la autoridad—ejercitar independencia. Esta vez Satanás le pidió a Jesús que forzara al Padre para que lo protegiera en una gran exhibición de fe. En realidad, se le pidió a Jesús que tentara a Su Padre, y aquel que pone a otro a prueba éste se pone a sí mismo en una posición mayor.

Imagínese el drama de Jesús saltando de tal altura a vista de la población de Jerusalén y

siendo milagrosamente salvado por la intervención divina. ¿No demostraría el rescate a los judíos que El era el Mesías? ¿No demostraría el salto Su fe sin igual en Dios? ¿Y no sugeriría la escena entera el deseo de la vida como una exhibición de la espiritualidad de uno?

Pero Jesús no escogió el curso que Satanás le ofreció. En vez, El se dirigió a la Palabra de Dios y respondió: “Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios” (Mateo 4:7). Esta cita sacada de Deuteronomio 6:16 ilustra que Jesús todavía estaba sujeto a la voluntad completa del

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Padre. La acción sugerida por Satanás no hubiera demostrado la confianza y fe del Hijo en el Padre, sino más bien Su jactancia. Además, tal acción en obediencia a Satanás lo hubiera sacado de la promesa de protección de Dios.

La Tercera Tentación

En la tercera tentación, Satanás llevó a Jesús a una montaña bien alta y le mostró el esplendor y majestad de todos los reinos del mundo. El le daría todo esto a Jesús, si es que el Hijo de Dios tan sólo se postrara y le adorara.

Cristo no discutió el derecho de Satanás a los reinos del mundo; más adelante El hasta se refiere a él como el “príncipe de este siglo.” Sin embargo, El también sabía que Salmos 2 ya le había prometido al Hijo los confines de la tierra como Su herencia. En realidad Satanás estaba refiriéndose al deseo de los ojos y estaba ofreciendo un atajo hacia el dominio del mundo, un camino que evitaría el sufrimiento y sacrificio del Calvario. Todo lo que Jesús tenía que hacer era adorar a Satanás.

Jesús respondió: “Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y a él sólo servirás” (Mateo 4:10). La respuesta de Deuteronomio 6:13 es muy importante cuando uno considera la conexión que Jesús hizo entre el servicio y la adoración. Los dos van juntos. No podemos adorar a alguien a quien no servimos. Satanás solamente le pidió a Jesús que se postrara y le adorara. Sin embargo, Jesús, fue más allá de la tentación satánica al centro de la tentación: Si Jesucristo rechazara la voluntad del Padre y sirviera a Satanás, entonces Satanás permitiría que Jesús heredara los reinos del mundo.

Después de esta última reprensión, Lucas escribió: “Y cuando el diablo hubo acabado

toda tentación, se apartó de él por un tiempo” (Lucas 4:13). Cristo fue victorioso durante este tiempo de prueba. Sin embargo, durante Su vida todavía existirían los ecos de estas tentaciones. Por ejemplo: Sus hermanos sugirieron que El se mostrara a Sí Mismo como prueba de Su deidad. Del mismo modo, los judíos quisieron convertirlo en un rey terrenal cuando El había venido a ser su gobernador espiritual eterno. Y Pilato preguntó: “¿Eres tú el Rey?” No sorprende que Pedro les advirtiera a los Cristianos que fuesen vigilantes ya que el diablo busca a quien devorar.

Sabemos que Dios no puede pecar o ser tentado. Ya que Jesús era tanto Dios como hombre, algunos cuestionan si es que la tentación en el desierto fue algo real. ¿Podría el hombre Jesús haberse rendido a la tentación y pecado como cualquier mortal? ¿Tuvo El que hacer decisiones morales en vista a las tentaciones como usted y yo lo hacemos? La respuesta tiene que ser: “Sí, en su humanidad El pudo haber pecado.” De otra manera, el escritor de Hebreos no hubiera dicho que El fue “tentado según nuestra semejanza” si es que la posibilidad de pecar no existiera. Sin la posibilidad del pecado no podría existir la tentación, solamente la exposición al pecado.

Aun así, Jesús fue tentado. En su primera epístola a la iglesia, Juan identifica la raíz de toda tentación.

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No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo (I Juan 2:15-16).

El deseo de la carne, el deseo de los ojos y la vanagloria de la vida son las fuentes de toda tentación. Cada una desenvolvió un papel en la tentación de Jesús en el desierto de Judea. Primero, se le pidió a Jesús que satisfaga el deseo de Su carne con el pan. Segundo, El fue sujeto a la vanagloria de la vida. Tercero, El tuvo que contender con el deseo de los ojos. Por lo tanto, El estuvo sujeto a la naturaleza total de la tentación.

El estuvo sujeto al pecado, pero cada vez venció. El autor del Libro de Hebreos

registró que Jesús fue vencedor sobre el ámbito de toda tentación. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro (Hebreos 4:15-16).

El hijo de Dios puede hallar gran consuelo al saber que aun en la debilidad física, Cristo,

en Su humanidad, escogió vivir una vida sin pecado sometiéndose continuamente a la voluntad del Padre. Sin importar la vía de ataque, Satanás estaba tentando a Jesús para que se rebelara en contra de la voluntad del Padre. El secreto para la victoria siempre es resistir al diablo y someterse más plenamente a la voluntad de Dios. (Ver Santiago 4:7.) La tentación nunca es pecado a no ser que uno se rinda a ella.

MANIFESTACIÓN DEL MESÍAS

La manifestación del Mesías a Israel fue a través del testimonio doble de Juan el Bautista, el testimonio de los primeros discípulos, el primer milagro y la primera purificación del Templo. La palabra griega Cristo, en la terminología de los judíos, era la palabra Mesías. En estas escenas de apertura, no solamente se revela el personaje del Mesías, sino que también se revela el programa de su obra futura.

El Testimonio Doble de Juan

La primera parte del testimonio de Juan el Bautista con respecto a Cristo ocurrió como el resultado del Sanedrín. Debido a la reacción popular del ministerio e influencia de Juan, los líderes religiosos judíos enviaron un comité de fariseos para determinar la veracidad de lo que Juan profesaba. Inmediatamente, Juan confesó: “Yo no soy el Cristo” (Juan 1:20). La expectativa mesiánica estaba tan elevada en Israel esos días que muchos vinieron a ofrecerse como Mesías a la nación. Juan no quiso identificarse con esos impostores.

Sin embargo, ya que el poderoso impacto de la predicación de Juan no pudo ser ignorado, los fariseos continuaron su interrogación. “¿Qué pues? ¿Eres tú Elías?” El Antiguo Testamento

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había cerrado con una profecía de que Dios enviaría al profeta Elías antes de la venida del gran día terrible. Los judíos creyeron que esto significaba que Elías resucitaría o sería reencarnado para ser el precursor del Mesías. Juan respondió que él no era Elías. Esta negación no estaba en conflicto con la afirmación de Cristo con respecto a que Juan era el cumplimiento de Malaquías (Mateo 11:14; 17:12) o con las palabras del ángel a Zacarías con respecto al ministerio de Juan (Lucas 1:17). En vez, Juan estaba negando ser el cumplimiento de la mala interpretación de los judíos.

Los fariseos preguntaron si Juan era Moisés, el profeta predicho en Deuteronomio 18:15.

Otra vez él contestó negativamente. “¿Pues quién eres?” preguntaron los líderes judíos. “Debemos dar respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?”

Juan respondió: “Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías” (Juan 1:23). Esta respuesta claramente conectó a Juan con la promesa mesiánica; sin embargo, esta se enfocaba en su mensaje en vez de su posición. Juan simplemente dijo que él no había venido a encabezar un movimiento popular. En vez, él había venido a proclamar la venida del Salvador.

Los fariseos que estaban parados cerca—y la mayoría que estaban alrededor de Juan—no estaban buscando una respuesta espiritual como la que él les dio. Al no entender el significado de la respuesta de Juan, los fariseos dijeron: “¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta?” El hecho que Juan estaba bautizando era más importante para ellos que el mensaje que estaba predicando. Ellos estaban enojados que Juan insinuara en su predicación que ellos en su justicia propia y obediencia estricta a la Ley necesitaran admitir públicamente su corrupción y someterse al bautismo en el Jordán.

Juan no dio una respuesta directa a sus preguntas. En vez, él dijo: “Yo bautizo con agua; mas en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis. Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado” (Juan 1:26-27). Este fue un anuncio claro para aquellos espiritualmente perceptivos de que el Mesías había llegado. Trágicamente, los líderes religiosos de Israel no pudieron entender su significado.

El siguiente día cuando Juan estaba de pie con dos de sus discípulos, él vio a Jesús acercarse a él y lo identificó como el Mesías

He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era primero que yo. Y yo no le conocía; mas para que fuese manifestado a Israel, por esto vine yo bautizando con agua.

También dio Juan testimonio diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él. Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo. (Juan 1:29-33).

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Juan identificó a Jesús como el Mesías y vio en El el cumplimiento de la profecía de Isaías del Cordero de Dios sin pecado quien vendría a quitar los pecados del mundo (Isaías 53). El ministerio del Mesías sería universalmente inclusivo y no solamente exclusivo para los judíos.

El Testimonio de los Primeros Discípulos

Al día siguiente de la declaración de Juan del Mesías, él volvió a ver a Jesús caminando y dijo: “He aquí el Cordero de Dios” (Juan 1:36). Los dos discípulos que estaban con Juan oyeron su testimonio y se volvieron para seguir a Jesús. Jesús notó al par y dijo: “¿Qué buscáis?” (Juan 1:38).

“Rabí, ¿dónde moras?” dijeron ellos. Esta no era una pregunta casual con respecto a la

morada de Jesús. El término “Rabí” era un título de supremo respeto dado por los judíos a aquellos que interpretaban la Ley a ellos. De la palabra Legislador en Génesis 49:10, se puede concluir que el Mesías sería capaz de interpretar la Ley a las naciones para que así entendiesen lo que Dios esperaba de Su pueblo del pacto. Su pregunta en realidad era un pedido para ponerse bajo el tutelaje de Cristo. Este deseo fue inmediatamente concedido.

Después de pasar el día con Jesús, Andrés y Juan, los discípulos de Juan el Bautista, estuvieron convencidos que Jesús era todo lo que el anterior líder había proclamado. Andrés buscó a su hermano, Simón, y dijo: “Hemos hallado al Mesías” y le trajo a Jesús.

Jesús saludó a Simón diciendo: “Tú eres Simón, hijo de Jonás, tú serás llamado Cefas” (Juan 1:42). El arameo “Cefas” y el griego “Pedro” ambos significan “piedra.” Por naturaleza, Pedro era audaz, impetuoso, energético, impulsivo y frecuentemente inestable. A través de Su divina omnisciencia, Jesús previó a Pedro transformado por el Espíritu Santo en una “roca”: estable, firme, inmovible.

Al siguiente día Jesús dejó Judea para regresar a Galilea. La primera persona que

encontró allí fue Felipe. Felipe respondió inmediatamente a la invitación “Sígueme.”

Felipe fue a Natanael. “Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret,” dijo Felipe. Natanael, mostrando el desdeño que el pensamiento judío tenía por la pequeña aldea de Galilea, respondió: “¿De Nazaret puede salir algo bueno?” Felipe respondió sabiamente: “Ven y ve.”

Cristo conocía la confusión dentro de Natanael y lo saludó con calidez y percepción: “He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño.” Natanael estuvo sorprendido por este saludo. “¿De dónde me conoces?” preguntó. El discernimiento de Jesús hacia la persona de Natanael lo tenía desconcertado. ¿Cómo podía este extraño conocer su carácter? “Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi” (Juan 1:48) fue la respuesta divina. Para Natanael, esta respuesta transmitía un significado más profundo, revelando que este Jesús podía discernir los pensamientos y esperanzas más profundas del hombre.

Inmediatamente Natanael confesó a Jesús como el Mesías y dijo: “Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel.” Jesús respondió: “¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera,

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crees? Cosas mayores que estas verás. . . .De cierto, de cierto os digo: De aquí en adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre” (Juan 1:50-51).

El Mesías había llegado; Su reino estaba creciendo.

El Primer Milagro

Al tercer día después de Su conversación con Natanael, hubo unas bodas en Caná, una aldea pequeña a unas cuatro millas al noroeste de Nazaret. Caná era la tierra natal de Natanael y es posible que Jesús y Sus discípulos estuvieran de huéspedes en su casa. María, la madre de Jesús, ya estaba en la aldea.

Al parecer María era una amiga cercana o pariente de la familia del novio. Su relación

con la familia probablemente hizo que la invitación también se extendiera a Jesús. Sin embargo, el Dr. Pentecost sugiere que la invitación tal vez no haya incluido a los discípulos.

Debido a la relación de Jesús con ella [María], El había sido incluido en la invitación, pero la forma singular derivada del verbo griego “invitados” en el versículo dos parece indicar que la invitación fue dada a Jesús y no directamente a los discípulos. Es raro que el novio hubiese conocido a los cinco que recientemente se habían asociado con Jesús.7

Dependiendo de los recursos del novio, la fiesta de bodas judía podía durar hasta una

semana. Durante las festividades largas en Caná los invitados agotaron el vino. Esto era algo vergonzoso para la pareja de novios ya que la costumbre exigía una hospitalidad lujosa. María, al enterarse de la situación le dijo a Jesús: “No tienen vino” (Juan 2:3). ¿Fue esta una reprensión suave debido a la inclusión de invitados inesperados? ¿Se estaba refiriendo ella a la costumbre de los invitados de traer vino para contribuir con la fiesta? (Le hubiera sido difícil al grupo conformarse a esta tradición ya que habían viajado desde Judea y recién habían llegado a Caná.) ¿O estaba tratando ella de forzar una exhibición del poder mesiánico?

La respuesta de Jesús parece insinuar la última. El dijo: “¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora” (Juan 2:4). El no estaba mostrando falta de respeto al dirigirse a Su madre como “mujer.” En vez, El usó el mismo término que usaría mientras estaba crucificado en la cruz y transfería el cuidado de María a Juan. Sin embargo, la respuesta fue una firme indicación de que su influencia maternal no se extendía a Su obra como el Mesías. El había sido un hijo obediente, pero ahora el parentesco humano tenía que subordinarse a la relación del Espíritu.

Cualquier dureza aparente desaparece cuando nos damos cuenta que Jesús no se negó al pedido de Su madre. Así como Shepard señala en El Cristo de los Evangelios, Jesús le dijo a María que la hora de Su gran manifestación como el Mesías todavía no había llegado.8

El le

estaba dando una confirmación de su esperanza y una promesa para el futuro. Por lo tanto, ella se volvió a los sirvientes y les dijo: “Haced todo lo que os dijere.” Ella tuvo gran fe en su Hijo.

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Las instrucciones fueron simples. Cerca de la galería donde se estaba llevando a cabo la recepción había seis tinajas que se usaban en los ritos judíos de purificación. Jesús les mandó a que llenasen hasta arriba con agua estas tinajas, en cada cual podía caber de veinte a treinta galones. Luego les dijo a los sirvientes que sacaran una taza llena de las tinajas y la llevasen al maestresala. El maestresala estuvo asombrado cuando probó el vino. Sin saber de dónde procedía la vendimia, le dijo al novio: “Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta ahora” (Juan 2:10).

Antes de continuar, consideremos el punto de vista de Shepard sobre la naturaleza de la vendimia milagrosa.

Jesús hizo vino verdadero del agua. Pero había una gran diferencia entre el vino de Palestina de ese tiempo y las mezclas alcohólicas que hoy en día llevan el nombre de vino. Su vino para beber era mezclado con agua y se parecía más o menos a nuestro jugo de uva. Sería más que una blasfemia el suponer, debido a que Jesús hizo el vino, que El justifica el uso potable de la sociedad moderna con sus bares, bebidas fuertes y los males que resultan de esto.9

Juan finalizó su narración del agua convirtiéndose en vino diciendo en Juan 2:11: “Este

principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él.” Este versículo muestra claramente los resultados del primer milagro de Jesús y pone fin a todas las historias apócrifas sobre los milagros de Su niñez.

El primer milagro enseña varias lecciones.

1. El milagro es una revelación del interés de Jesús en nosotros—la humanidad entera. (Note que no se dan nombre al novio o la novia.) La boda trasciende la experiencia humana total y habla sobre la preocupación e interés de Dios en todos nuestros asuntos.

2. El milagro es una señal del propósito de la venida de Jesús al mundo: El vino a transformar y transfigurar. Así como El transformó el agua en vino, Jesús vino a transformar vidas pecaminosas en vidas de justicia.

3. El milagro muestra el método de obrar de Jesús. El agua se convirtió en vino con la ayuda de manos humanas y autoridad divina.

4. El milagro muestra que El suministra en abundancia. Cuando los sirvientes cooperaron con El, hubo vino de sobra.

5. El milagro muestra que Jesús guardó lo mejor para el final. La dispensación del Nuevo Testamento es la más grande de todas las eras que Dios ha dado hasta ahora. El recibir el Espíritu Santo y ser bautizado en el nombre de Jesús es la experiencia más grande ofrecida al hombre hasta ahora.

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CAPERNAUM

Después de las bodas y acompañado de Su madre, Sus medios hermanos y Sus discípulos, Jesús fue a Capernaum y “estuvieron allí no muchos días” (Juan 2:12). Capernaum, una ciudad algo importante estaba localizada en la costa noroeste del Mar de Galilea. Fue allí donde Mateo, un gobernador oficial de alto rango, vivía y colectaba impuestos. También era donde vivía un centurión romano con un destacamento de soldados (Juan 4:46). Este fue el lugar que se convertiría en la sede de Jesús en Galilea.

MINISTERIO TEMPRANO EN JUDEA

La Primera Purificación del Templo

Siendo obediente a la ley Mosaica, Jesús asistió a la celebración anual de la Pascua en Jerusalén desde que tenía doce años y desde que María y José lo encontraron haciendo preguntas a los doctores y escribas en el Templo. Ahora era tiempo del viaje anual a Jerusalén.

Cuando Jesús llegó al Atrio de los Gentiles en el Templo se encontró con una apariencia extraña. Como una “conveniencia” y “servicio” a los adoradores, el sitio se había convertido en un mercado de ganado. Había corderos para los sacrificios pascuales y las ofrendas de purificación, bueyes para las ofrendas de gracias y palominos para las ofrendas de los pobres. Los sacerdotes codiciosos quienes habían ideado un sistema para llenar sus arcas supervisaban la venta de estos animales. A cambio de proveer los animales que reunían los requisitos necesarios para el sacrificio, los sacerdotes a menudo cobraban de cinco a seis veces más del precio justo. (Por supuesto que los judíos no estaban obligados a comprar directamente del mercado de ganado en el Templo. Ellos podían traer un animal de sus rebaños o podían adquirir uno de los pastores cercanos a Jerusalén. Pero entonces el animal tendría que ser inspeccionado por alguien calificado y debidamente nombrado—por un precio alto.)

Junto con el soborno y la corrupción del mercado de ganado, los sacerdotes también

tenían un mercado de dinero. Cada judío y prosélito—excepto mujeres, menores y esclavos—tenían que pagar un impuesto anual de Templo de medio siclo. Un mes antes de la Pascua, se ponían casetas de cobro en cada pueblo. Diez días después estas eran ubicadas en el atrio del Templo para asegurar la colecta del impuesto, a la fuerza si era necesario. Muchos de los judíos que venían a Jerusalén para la Pascua eran de países extranjeros y por lo tanto tenían un dinero “inmundo”. Este dinero extranjero tenía que ser cambiado por moneda “limpia” en el mercado de monedas del Templo antes de que estos judíos pudiesen pagar sus impuestos o comprar animales para el sacrificio. Los sacerdotes usualmente cobraban una tarifa de cambio del doce por ciento.

Indignado por el abuso del pobre y la profanación del Templo, Jesús cogió algunas de las cuerdas flojas tendidas en el piso y haciendo un azote de cuerdas, empezó a limpiar el templo. Shepard describe la escena.

Asumiendo el papel de profeta y afirmando simbólicamente Su autoridad mesiánica, Jesús en Su indignación amarga cogió algunas cuerdas desechadas en el piso del atrio y

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trenzándolas con manos diestras hizo un látigo—símbolo de autoridad—El lo lanzó y sacó del atrio del Templo a los bueyes y ovejas. Luego veloz como un rayo se volvió a los cambistas, esparció sus monedas y volcó sus mesas. Nadie se atrevió a oponérsele. La multitud observó en asombro y con deseos de aplaudir. Volviéndose a aquellos que vendían los palominos y tórtolas en jaulas, les dijo: “Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado” Jerome dijo: “Cierta furia y luz brillaban de Sus ojos y la majestad de la Deidad resplandecía en Su rostro.”10

 Esta fue la primera vez que Jesús purificó el Templo. El lo purificaría otra vez después de la entrada triunfal como está registrado en los Sinópticos.

Aquellos que fueron testigos de la ira de Jesús interpretaron Sus acciones a la vista de la autoridad mesiánica. Sus discípulos recordaron el Salmo 69:9: “Porque me consumió el celo de tu casa.” Los judíos respondieron al ataque exigiendo: “¿Qué señal nos muestras, ya que haces esto?” (Juan 2:18) Ellos no cuestionaron la acción o la necesidad para tal acción. Ellos solamente cuestionaron Su autoridad para hacer lo que ellos sabían era necesario que se hiciese. Su pedido de una señal solamente era un eco de la exigencia anterior de Satanás durante la tentación en el monte de Judea.

Jesús respondió con la señal de Su muerte y resurrección. El dijo: “Destruid este

templo, y en tres días lo levantaré” (Juan 2:19). Nadie entendió la respuesta. Ellos le recordaron a Jesús que Herodes estaba agrandando el Templo y estaba bajo construcción por cuarenta y seis años. Tomaría otros treinta o cuarenta años para terminarlo. Su simbolismo estuvo completamente perdido en los corazones de piedra de los judíos. Requirió el recibimiento del Espíritu Santo en el Día de Pentecostés para iluminar esta verdad, aun para los discípulos.

Escondida también en la respuesta de Jesús está la declaración que revela quién es El. El dijo: “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré” (Juan 2:19). Por supuesto como ya se mencionó anteriormente, Jesús se estaba refiriendo al templo de Su cuerpo. ¿Pero quién lo resucitó de los muertos? De acuerdo a Hechos 2:24, 32; 3:15, 26; 4:10; 5:30; 10:40; 13:30, 33, 34; I Corintios 6:14; y II Corintios 4:14, Dios lo resucitó de los muertos. Y todavía Gálatas 1:1 y Efesios 1:17-20 dicen que fue Dios el Padre mientras que Romanos 8:11 indica el Espíritu Santo. ¿Estaba Jesús confundido? ¿Estaban los escritores de las demás Escrituras confundidos? No. La verdad permanece que Jehová-Salvador, el eterno Dios y Espíritu, resucitó al templo carnal y frágil, en el cual El fue encarnado.

Jesús usó la purificación del Templo para iniciar Su ministerio en Judea. Este acto excepcional captó la atención del pueblo. Esta fue una presentación pública de Sí Mismo como el Mesías. ¿Quién otro más que el Mesías tenía el derecho de purificar el Templo?

Los líderes religiosos exigieron una señal que mostrara mediante cuál autoridad Jesús botó a los cambistas y a los bueyes. El les dio la señal misteriosa de Su muerte y resurrección. Lo que El no hizo por el Sanedrín, El lo hizo por el pueblo. El les dio una señal.

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Estando en Jerusalén en la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía. Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre (Juan 2:23-25).

Los detalles de los milagros que Jesús ejecutó durante la semana de la Pascua no están

incluidos en las Escrituras aunque el conocimiento de estos fue propagado. Debido a estas señales, mucha gente creyó en Jesús. Sin embargo, su creencia fue superficial, faltándole una profundidad espiritual verdadera, ya que Jesús “no se fiaba de ellos.” El sabía que ellos todavía estaban buscando un Mesías temporal.

 Nicodemo y el Nuevo Nacimiento

Elevándose por encima de la mediocridad espiritual de sus días, Nicodemo era un judío

devoto, miembro del Sanedrín y posiblemente un intérprete y maestro de la Ley. Ya que los milagros convencieron a Nicodemo que Jesús venía de Dios, él buscó una entrevista con Jesús.

Los críticos a menudo han criticado a Nicodemo por venir a Jesús de noche. De acuerdo a los siguientes puntos, esta crítica tal vez sea injusta.

1. Nicodemo era fariseo y hubiera sido censurado por sus colegas del Sanedrín al enterarse que visitaba a Jesús. Ellos estaban ofendidos en gran manera por la purificación del Templo.

2. Nicodemo escogió un tiempo cuando Jesús estaría más accesible para una conversación privada. El vino, tratando de saber por sí mismo los secretos de los milagros y preguntar a Jesús sobre el reino venidero, el cual constituía uno de los temas principales de la predicación de Jesús y Juan.

Nicodemo abrió la conversación con una confesión del origen divino de Jesús. El dijo:

“Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.” Esta fue una gran confesión para que un fariseo hiciera de Jesús. El título “Rabí” significa “maestro” esto significa reverencia u honor otorgado a uno que ha venido a revelar a Dios y Sus verdades a Su pueblo.

La respuesta de Jesús muestra que El conocía los pensamientos superiores de la mente de Nicodemo. Jesús respondió: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3). Al hacer esto, Jesús eludió la pregunta de cuándo sería establecido el reino de Dios y se concentró directamente en su naturaleza. El reino es de naturaleza espiritual, invisible al ojo y no es percibido por los sentidos. Aquellos que entran lo hacen solamente sobre la base de un nuevo nacimiento espiritual. Sin esta regeneración, nadie puede ver el reino de Dios.

Estas declaraciones sorprendieron a Nicodemo. Como fariseo, él tenía ideas

preconcebidas sobre el reino.

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1. Como descendientes de Abraham, los judíos tenían un derecho hereditario a la naturaleza mesiánica.

2. La participación en el reino significaba conformarse a un código moral y a un sistema ritual.

3. La obediencia a un código complejo de observancias y restricciones resulta en recompensas en el reino venidero.

4. Los gentiles podían entrar en el reino solamente convirtiéndose en judíos prosélitos. Estas ideas estaban en conflicto directo con lo que Jesús estaba enseñando acerca del

nuevo nacimiento. Nicodemo podría aceptar la necesidad de un prosélito sometiéndose al bautismo, pero tal pensamiento era insostenible para un judío nato. La idea misma era un insulto a los fariseos. Con seguridad los hijos de Abraham nunca se someterían a tal requisito.

¿Nacer de nuevo? “¿Cómo puede hacerse esto?” preguntó Nicodemo. Como un típico fariseo, él no tenía idea de la regeneración espiritual y no hizo la conexión entre la disposición del corazón y las observancias exteriores rígidas. Los judíos tenían un gran celo por Dios, pero no era de acuerdo al conocimiento de la forma espiritual de salvación. Para ellos el reino venía como una recompensa de la obediencia meritoria a los requisitos de un código moral y ceremonial. Su religión era completamente externa.

Cristo continuó Su discurso.

Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.

El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios (Juan 3:14-18).

El creer de Juan 3:16 es el complemento del mirar de Números 21:8-9. Otra vez Jesús

estaba atrayendo la atención a Sí Mismo y a Su Palabra. El le estaba pidiendo a Nicodemo a que creyera en El para recibir vida eterna. Los judíos relacionaban el tener vida eterna con la entrada en el reino. Su concepto del reino fue el de una existencia eterna en la cual uno disfrutaría de la presencia de Dios.

A medida que Cristo atraía la atención a Sí Mismo, él presentó cuatro hechos importantes.

1. Dios ama al mundo. Esta verdad se opuso a la mentalidad farisea la cual decía que Dios odia a los pecadores y se deleita en su muerte.

2. Dios demostró Su amor al dar Su Hijo unigénito. Esto fue amor convertido en acción. El amor que se expresa solamente verbalmente es de poco beneficio para el que se ama; solamente cuando el amor es tangiblemente manifestado los beneficios pueden ser transferidos a la persona a quien se ama.

3. El mundo está bajo condenación. Esta condenación es el resultado del pecado de Adán y no la venida de Cristo al mundo.

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4. Libertad de esta condenación sólo viene a través de la creencia en el Hijo de Dios. La humanidad ya está perdida; ella no se pierde al negarse en creer en Cristo. Sin embargo, ella puede hallar salvación sólo creyendo en el Señor Jesucristo.

Algunos tienden a construir su doctrina entera de salvación en Juan 3:15-18 e interpretan

el creer como una simple afirmación “mental.” Al hacer esto, ellos se olvidan que la creencia bíblica conduce a la acción (Juan 7:38; Marcos 16:16). No hay forma en que uno pueda separar las verdades de Juan 3:3-8 de Juan 3:15-18 sin hacer una injusticia a la Palabra de Dios, ya que son parte del mismo discurso. La verdadera creencia en el Hijo de Dios conducirá a experimentar la plenitud del nuevo nacimiento (Hechos 2).

Mientras que Jesús estaba ministrando en Judea, Juan el Bautista estaba predicando y bautizando en Enón junto a Salim “porque había allí muchas aguas.” El ministerio de Juan había empezado a disminuir después de su testimonio con respecto a Jesús y después del inicio del ministerio público de Jesús. Multitudes estaban abandonando a Juan y siguiendo a Cristo. Los judíos vieron esto como una oportunidad para crear una división entre Jesús y Juan. Ya que los dos estaban predicando las mismas doctrinas básicas (arrepentimiento, bautismo, preparación para el reino venidero), los judíos temían que un esfuerzo unido por los primos barriera con la nación.

La controversia primero surgió entre los judíos y los discípulos de Juan con respecto a los

ritos de la purificación. Los judíos buscaban difamar a Juan por no seguir las tradiciones judías en cuanto a la purificación y estaban tratando de sembrar semillas de celos. Molestos por lo que oyeron y en exhibición de una lealtad profunda a su maestro, los discípulos de Juan vinieron a él y dijeron: “Rabí, mira que el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú diste testimonio, bautiza, y todos vienen a él” (Juan 3:26).

Mostrando su humildad verdadera y entendimiento de su misión, el Bautista respondió: “Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de él. . . . Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe” (Juan 3:28-30). Lo que los judíos esperaron que causase celos se convirtió en una fuente de gozo para Juan. El sabía su papel como el precursor y estaba complacido de conducir a los hombres al Mesías. Las nuevas de “todos vienen a él” fue evidencia de que Juan había realizado muy bien su trabajo.

Incorporado en la respuesta de Juan se encuentra un testimonio más de la superioridad de Jesús. Aunque el nacimiento de Juan fue milagroso, el nació de padres terrenales y hablaba de cosas terrenales. Cristo, por otro lado, era de lo alto y hablaba de cosas celestiales. “El que de arriba viene, es sobre todos” (Juan 3:31).

Juan sabía que habría dos reacciones con respecto a la revelación de Jesús. Algunos lo recibirían: “El que recibe su testimonio, éste atestigua que Dios es veraz. Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida” (Juan 3:33-34). Sin embargo, no todos creerían en Cristo. Aquellos que se negaran rechazarían por lo menos una de las cinco verdades con respecto a Jesús dadas por Juan:

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1. Cristo procedía del Cielo. 2. El conocía al Padre. 3. El Padre lo había enviado. 4. El tenía las palabras del Padre. 5. El fue empoderado por el Espíritu Santo.

Aquellos que negaran a Jesús no recibirían vida eterna, sino que tendrían la ira de Dios morando en ellos.

MINISTERIO EN SAMARIA

Después de ministrar por seis meses en Judea, Jesús regresó a Galilea. Al hacerlo así evitó la división que los fariseos trataban de instigar entre El y los discípulos de Juan el Bautista. El también escapó la esfera política de Herodes Antipas quien recientemente había encarcelado a Juan. (Juan había denunciado el matrimonio de Herodes Antipas con Herodías, la esposa de su medio hermano Herodes Felipe e hija de otro medio hermano, Aristóbulo.)

Jesús escogió pasar por Samaria en Su camino a Caná de Galilea. Esta era la ruta más corta de la zona de Jerusalén-Jericó y esquivar Perea, la cual gobernaba Herodes Antipas. Estos dos hechos parecen justificar la declaración de Juan al decir que a Jesús “le era necesario pasar por Samaria” (Juan 4:4). Sin embargo, los eventos que ocurrieron en Samaria parecen ser la verdadera razón por la que Jesús escogió esta ruta.

Origen de los Samaritanos

Después del reino de Israel, las diez tribus del norte, cayeron en manos de Sargón II en el año 721 a.C, los israelitas—con excepción de los más pobres—fueron restablecidos en otras partes del Imperio Asirio. Gentes de otras partes del imperio volvieron a poblar la zona. Estas personas se casaron con los israelitas para así formar a los samaritanos. Como resultado, la idolatría se mezcló con la verdadera adoración de Jehová.

Cuando Zorobabel y Nehemías estaban reconstruyendo a Jerusalén, los samaritanos ofrecieron ayuda. Sin embargo, los judíos odiaban la adoración idólatra de Jehová y rehusaron su ayuda. Esta negativa fue un desaire para los samaritanos, quienes empezaron a hacer todo lo posible para estorbar su reconstrucción. Los judíos nunca olvidaron la interferencia de los samaritanos y el odio judío por sus vecinos del norte se fermentó a lo largo de los años. Los judíos consideraban a la tierra y a la gente de Samaria inmundos y evitaban pasar por esa tierra. Sin embargo, Jesús escogió pasar por Samaria. Jesús y Su grupo pequeño de discípulos pararon y descansaron junto al pozo de Jacob, a una milla de Sicar. Jesús esperó allí mientras que los discípulos fueron a la ciudad para comprar provisiones.

Una vez notamos la humanidad de Jesús. El tenía hambre, sed y estaba cansado—así

como nosotros frecuentemente nos sentimos. Aquí podemos ver evidencia que Dios estaba manifestado en la carne. El Verbo se hizo carne. El compartía nuestra naturaleza humana y

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conocía por experiencia todas las limitaciones y debilidades a las cuales el cuerpo humano está sujeto, con excepción de aquellas causadas por el pecado.

La Mujer Samaritana

Mientras que Jesús esperaba, una mujer vino al pozo. Esta mujer era muy diferente a Nicodemo. Nicodemo era judío, ella samaritana. El era un miembro de la sociedad altamente respetado, ella era una mujer despreciada. El era una persona de estricta moral; ella había perdido su virtud. El era una persona culta y erudito de Israel; ella era ignorante, mujer analfabeta de la clase baja. El era rico; ella era pobre. Nicodemo reconoció algo de la grandeza de Jesús y lo buscó; ella lo vio primero como un extraño y extranjero. Nicodemo era un investigador serio y digno; la persona de ella no era decorosa. A pesar de las grandes diferencias entre ellos, ambos tenían la misma necesidad de una transformación espiritual. Jesús, el gran amador de todas las almas, les ofreció la salvación a ambos igualmente.

Aunque Jesús estaba cansado, El no permitió que Su fatiga física le impidiera aprovechar la oportunidad de ganar un alma. Note cuidadosamente Su trato con esta mujer, lo cual resultaría en su salvación.

Primero, al pedirle cortésmente algo de beber, Jesús captó la atención de la mujer y estableció un punto de contacto. Fue necesario que El tomara la iniciativa; de otro modo, la mujer no le hubiera hablado. Su pedido apeló a su simpatía, le dio un sentido de importancia lo cual hizo que ella deseara escucharle, y empezó a romper las barreras que normalmente los hubiera separado—las barreras tales como nacionalidad, prejuicios y la costumbre que impedía que los rabinos hablaran con las mujeres.

Segundo, habiendo hecho contacto con la mujer, Jesús continuó usando su curiosidad natural como el medio para mostrar su necesidad. Esto causó convicción. Note el versículo 9, ella lo desafió, tanto que dijo: “Ustedes los judíos cruzan al otro lado de la calle cuando nos ven venir, pero es otra cosa cuando ustedes necesitan un favor.”

En el versículo 10, Jesús tornó la conversación en cosas espirituales. Esto despertó su

interés. Jesús condujo a la mujer despertándole así un anhelo de lo que El tenía que ofrecer. El usó una simple ilustración (versículos 13-14) para aclarar que el agua que El ofrecía era diferente del agua del pozo de Jacob. Note su solicitud ansiosa en el versículo 15. Ella quería de esa agua. Su pedido dio a Jesús una apertura para establecer las condiciones por las que ella podía recibirla.

Finalmente, Jesús despertó su conciencia al poner Su dedo en la causa de la infelicidad de la mujer. Su nueva vida debía de empezar sobre la base de la verdad y honestidad. Ella debía enfrentar su pecado y su pasado, y la basura de su vida pasada debía ser quitada. (El pecado no puede olvidarse o ignorarse. Este debe tratarse y limpiarse.)

Como algo simbólico del hecho de que se había olvidado del agua insatisfactoria de su antigua vida, la mujer samaritana dejó su cántaro y corrió a la ciudad en demostración de la autenticidad de su conversación. En su gozo de descubrir el agua viva, ella se convirtió en un

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testigo entusiasmado. Su vida fue cambiada; ella tenía una nueva norma de valores. “Venid, ved a un hombre que me ha restaurado la dignidad como mujer,” invitó ella.

El testimonio e invitación de la mujer trajo resultados. Todos los que vinieron a ver fueron convencidos. Esto condujo a la evangelización de Sicar.

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PEREA

JUDEA

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Capítulo 4

EL MINISTERIO DE GALILEA PARTE I

Secciones del 36-48 de Robertson

Después de dos días en Samaria, Jesús reanudó Su viaje a Galilea. Jesús era un

predicador y Su tema era el arrepentimiento y el reino de los Cielos. Debido a la expectativa corriente con respecto al Mesías venidero, El tuvo mucho cuidado de explicar que Su reino no era un dominio terrenal. Marcos dijo que Jesús vino a Galilea predicando el evangelio de las buenas nuevas a los hombres. Mientras que el “Arrepentimiento” era el punto central de Juan el Bautista, el severo predicador del desierto, las “Buenas Nuevas” destaca la clave del ministerio de Jesús.

REGRESO A CANÁ

El primer lugar que Jesús visitó en su regreso a Galilea fue Caná. Su visita anterior a esta pequeña ciudad fue en ocasión de las bodas poco después de Su bautismo y de los cuarenta días de tentación en el desierto. Fue en la celebración de esas bodas que Jesús ejecutó Su primer milagro y convirtió el agua en vino. La segunda visita ocurrió más de un año después.

Jesús inició Su obra de sanidad en Caná. Un hombre noble, tal vez un oficial al servicio de Herodes Antipas, tenía un hijo en Capernaum el cual estaba sufriendo de una fiebre continua. El oyó que Jesús había regresado a Galilea de Judea. En su desesperación fue a Jesús rogándole que fuese y sanase a su hijo.

Jesús, primero no le concedió su pedido. Su fama como sanador le había precedido, pero poca gente estaba atendiendo a Su mensaje de salvación. Es importante recordar que Jesucristo vino al mundo para ser el supremo sacrificio para salvar a los hombres de sus pecados. Mientras que la sanidad era parte de Su ministerio, esta no era Su principal enfoque. Jesús deseaba que los sanos le prestaran atención así como también los enfermos. Fue por eso que Jesús primero rechazó al hombre noble, diciendo: “Si no viereis señales y prodigios, no creeréis” (Juan 4:48).

El hombre noble otra vez propuso su pedido agonizante: “Señor, desciende antes que mi

hijo muera” (Juan 4:49). Su pedido mostró que él no solamente estaba buscando una señal; el dolor en su corazón lo obligó a que se humillara ante la única fuente de esperanza para su hijo. Tal oración cuando es ofrecida a Jesús nunca es rechazada: “Ve, tu hijo vive,” dijo Jesús.

Las palabras de Jesús fueron suficientes. El hombre se dio la vuelta y se fue a Capernaum. Al llegar a casa al día siguiente, un sirviente alegre le salió al encuentro diciendo: “Tu hijo vive” El padre luego preguntó cuándo había empezado a mejorar el niño. “Ayer a las

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siete le dejó la fiebre,” contestó el siervo. Esto fue a la misma hora que Jesús había dicho que el niño viviría. El hombre noble y su casa creyeron en Jesús como resultado de este gran milagro.

RECHAZO EN NAZARET

Después de predicar por un tiempo en varios lugares de Galilea, Jesús fue a Su pueblo

natal de Nazaret y entró en la sinagoga. De acuerdo con la costumbre del servicio de la sinagoga, Jesús se puso de pie para leer. Luego abrió el libro de los profetas y empezó a leer del libro de Isaías.

El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres, me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos, a predicar el año agradable del Señor (Lucas 4:18-19). (También ver 61:1-2.)

Luego, con todas las miradas sobre El, Jesús se sentó para enseñar desempeñando el papel

de rabí. Con claridad y sencillez dijo: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.” La gente que fue testigo de esto se maravilló de Su enseñanza. Para ellos El sólo era el

hijo del carpintero. “¿Cómo se atreve a proclamarse ser el Mesías? Si El es quien dice ser, entonces que lo compruebe con señales y prodigios,” pensaron ellos.

Dándoles en su justicia propia y en su arrogancia judía, Jesús señaló que Dios en Su soberanía había escogido en tiempos pasados bendecir a los gentiles pasando por alto a los judíos incrédulos. El citó los ejemplos de la viuda de Sarepta durante el tiempo de Elías, y Naamán durante el tiempo de Eliseo. La rabia del pueblo generado por las declaraciones de Jesús los identificaba con el Israel apóstata e incrédulo, por lo cual buscaron matarle. Ellos trataron de desplazarlo de la sinagoga a la calle hasta que fuera forzado a caer por un precipicio de cuarenta pies de altura al borde de la ciudad. Si El moría por “causa natural”—cayendo de un precipicio—ellos estarían libres de la culpa de asesinato. Sin embargo, Jesús pasó por medio de ellos y siguió Su camino.

Shepard indica que Jesús probablemente mudó a Su madre María y a sus hijos menores a Capernaum antes de Su rechazo en Nazaret.11

Ahora que Su pueblo natal lo había rechazado, El trasladó Su sede a Capernaum. Mateo vio este traslado como un cumplimiento de Isaías 9:1-2. Capernaum también era el hogar de Pedro, Andrés, Jacobo, Juan, Felipe, y Mateo.

EL LLAMADO DE LOS CUATRO PRIMEROS DISCÍPULOS

Al parecer los seis discípulos que habían seguido a Jesús durante Su ministerio temprano en Judea y Samaria habían regresado a sus actividades previas y vida diaria. Ellos estaban convencidos de que El era el Mesías, sin embargo, no hay evidencia de que ellos estaban con El durante Su rechazo en Nazaret. Parece que Jesús ministraba solo durante estos primeros días en Galilea.

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El ministerio público de Jesús en Capernaum recibió amplia atención. Lucas dijo que: “el gentío se agolpaba sobre él para oír la palabra de Dios” (Lucas 5:1). Al amontonarse la gente alrededor de El en el Lago de Galilea, Jesús vio dos barcas. El subió a una de ellas, le pidió al dueño, Simón que remara a poca distancia de la orilla, se sentó y empezó a enseñar. (La costumbre era que el rabí se sentara cuando enseñaba.)

Después que Jesús terminó Su lección, le dijo a Simón que echara las redes. Simón era un pescador profesional y sabía que no era la hora de pescar. Cansado y agotado respondió: “Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red” (Lucas 5:5). Cuando él obedeció el mandato divino, ellos pescaron una gran cantidad que las redes empezaron a romperse. Rápidamente llamaron a Juan y Jacobo, los hijos de Zebedeo para que los ayudaran. Pronto ambas barcas estaban repletas de pescado que empezaron a hundirse.

La realidad de la divinidad de Jesucristo otra vez confrontó al impetuoso Simón. El cayó

a los pies de Jesús y dijo: “Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador” (Lucas 5:8). El darse cuenta que estaba en la presencia misma del santo Dios manifestado en la carne causó a que Simón reconociera su propia indignidad y se inclinara en humildad y arrepentimiento. Que siempre sigamos su ejemplo.

Jesús vio el corazón de Simón y dijo: “No temas, desde ahora serás pescador de hombres” (Lucas 5:10). Marcos registra que Jesús dijo: “Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres” (Marcos 1:17). Inmediatamente Simón y su hermano Andrés soltaron sus redes y siguieron al llamado de Cristo.

A una distancia corta de allí Juan y Jacobo estaban remendando sus redes en anticipación de la pesca de mañana. Jesús también los llamó a ellos. Ellos también dejaron su negocio lucrativo de pesca y se convirtieron en estudiantes a los pies del Maestro.

La respuesta total e inmediata de estos cuatro pescadores/hombres de negocios es un ejemplo que todos debemos seguir. Ellos no tomaron su decisión basados en la situación económica del futuro. Ellos no probaron los vientos de popularidad del momento. Ellos no consideraron la posibilidad de ganancia o avance personal. Ellos simplemente reconocieron que habían encontrado al Mesías y rindieron todo para seguirlo. El sólo poder andar con El y aprender de El significaba todo para estos hombres. Ellos sabían que Aquel que había convertido el agua en vino, sanado al hijo del hombre noble y suministrado la sobreabundancia de pescado cuidaría de ellos. Que el Señor nos ayude a tener la misma fe y compromiso.

La invitación de Jesús fue algo más que un rabí buscando reunir seguidores. Otros maestros podrían abrazar doctrinas nuevas y excitar las emociones, pero sólo el Creador de hombres podía declarar: “Haré que seáis.” Qué gran diferencia hubo entre los pescadores sin letras que surcaban las aguas del mar de Galilea y los apóstoles firmes quienes audazmente se pararon delante del Sanedrín y sin miedo proclamaron la bondad de Cristo. El cambio fue hecho por el derramamiento del Espíritu Santo en el Día de Pentecostés. Jesús llamó a pescadores defectuosos para que lo siguieran mientras que al mismo tiempo veía lo que ellos podían llegar a ser al ser llenos de Su Espíritu.  

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LIBERANDO AL ENDEMONIADO

Entrando a la sinagoga de Capernaum con Sus discípulos, Jesús otra vez asumió el papel de rabí y empezó a enseñar. Normalmente el rabí explicaba las Escrituras citando interpretación e ideas transmitidas a través de los años por maestros anteriores. Jesús no hizo esto. En vez, El enseñó como quien tenía en Su poder propio la autoridad y derecho de decir la última palabra a los corazones hambrientos. La gente estaba asombrada de Su sabiduría y Su sentido de poder. “¿Cómo es posible?” se preguntaban.

La respuesta pronto se manifestó a sí misma. En medio de la sinagoga había un hombre poseído por un demonio. Es decir, el espíritu malo controlaba el pensamiento, habla, sentimiento y acciones del hombre. El demonio dijo en voz alta: “Déjanos; ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Yo te conozco quién eres, el Santo de Dios” (Lucas 4:34). Jesús reprendió al demonio y le mandó que saliera del hombre. El espíritu malo no tuvo otra opción más que obedecer. Este fue el primer registro de Jesús usando Su autoridad sobre los espíritus demoníacos.

Shepard hace nota que el exorcismo no era una cosa nueva para los judíos.

Había hombres que profesaban ser capaces de echar fuera a los demonios mediante el arte negro. Ellos vivían separados como “ascetas, ayunando para así asegurar la ayuda e inspiración completa de tales espíritus malignos.” Los judíos no estaban supuestos a practicar la magia, pero en este caso su teoría no iba de acuerdo con su práctica. Josefo describe la sabiduría, aprendizaje y logros de Salomón, refiriéndose especialmente a su habilidad de expulsar demonios, los cuales causaban varias enfermedades (Antiq. 3:25). Bajo ciertas circunstancias la repetición de fórmulas mágicas era legal aun en el Día de Reposo. . . Había un sistema supersticioso detallado de demonología corriente en las creencias populares de los judíos y un sistema detallado del arte mágico del exorcismo. . . Los exorcistas practicaban basados en la credulidad y superstición de la gente, usando métodos del mesmerismo y de prestidigitación.12

Jesús no tuvo necesidad de usar el arte negro o los trucos de la prestidigitación para expulsar al demonio. Como el Dios poderoso en la carne, todo lo que tuvo que hacer fue decir la palabra y el demonio tuvo que huir. La demostración de Su poder sobre el espíritu malo dejó una impresión duradera en aquellos que estaban en la sinagoga y Su fama se propagó por toda la región.

Jesús salió de la sinagoga y fue a la casa de Simón Pedro donde la suegra de Pedro estaba muy enferma. Jesús tocó a la mujer y reprendió a la fiebre. Inmediatamente ella recobró su fuerza y empezó a ministrarlos.

Las noticias de los milagros de Jesús tuvieron resultados inmediatos. Al ponerse el sol ese anochecer, muchos que estaban enfermos con varias enfermedades vinieron a El. El impuso las manos sobre cada uno de ellos y los sanó. Los demonios también fueron expulsados y Cristo les prohibió hablar.

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LA PRIMERA GIRA DE PREDICACIÓN CON LOS DISCÍPULOS

A la mañana siguiente, Jesús se levantó temprano y fue a un lugar desierto para orar. Los discípulos lo encontraron y Simón le dijo que todos los hombres lo estaban buscando. La multitud quería más milagros de sanidad y más señales. Jesús dijo: “Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado” (Lucas 4:43). Jesús siempre puso primero la predicación de las buenas nuevas del reino de Dios. Mientras que ejecutaba milagros, estos siempre eran secundarios y eran usados como un medio para conducir a los hombres al reino. No fue el propósito de Cristo convertirse en el centro de la popularidad obrando milagros. El vino a proclamar el mensaje del reino. Por eso El dijo: “Vayamos a otra parte.” Esto fue el inicio de la primera de las tres giras de predicación de Jesús en Galilea. En la segunda El llevó a los doce discípulos y en la tercera El envió a los Doce por delante de dos en dos y El les siguió después.

No se registra mucho sobre la primera gira. El único milagro citado durante esta gira es la sanidad del leproso. La lepra es una enfermedad progresiva y repugnante la cual al final pudre el cuerpo entero. En los tiempos del Nuevo Testamento el que tenía la enfermedad era considerado inmundo y estaba prohibido a entrar en las ciudades cercadas. El leproso tenía que usar un paño que le cubriera la boca y la barba y gritar: “Inmundo, inmundo,” cuando alguien se acercaba.13 (Ver Levítico 13:47.)

El leproso que vino a Cristo reconoció su propia inmundicia e indignidad. Al arrodillarse ante Jesús e inclinar su rostro, él dijo: “Señor, si quieres, puedes limpiarme” (Mateo 8:2). Con sencillez, humildad y reverencia, el leproso elocuentemente expresó su fe en Jesús y reconoció Su autoridad divina. La tradición judía exigía estrictamente abstener contacto con cualquier leproso. Sin embargo, en respuesta a la súplica del hombre, Jesús estiró Su mano, lo tocó y mandó: “Sé limpio.” Inmediatamente la lepra desapareció.

De acuerdo a la Ley Mosaica, Jesús mandó a que el hombre fuese y se presentase a los sacerdotes. La Ley requería que cualquiera que tenía lepra o que sospechaba de tenerla, debería pasar por un rito detallado de purificación para así ser aceptado en la sociedad. Sin ser debidamente declarado limpio por el sacerdote, el testimonio del hombre no sería válido. No obstante, antes de que el sacerdote pudiera declarar limpio a un hombre, él tenía que investigar los medios de la purificación. Tal investigación daría testimonio a los de los círculos religiosos. Por lo tanto, Jesús mandó al hombre a que se mostrara al sacerdote para validar el testimonio del leproso y dar testimonio de Su poder a los sacerdotes.

UN PARALÍTICO ES SANADO EN CAPERNAUM

Jesús regresó a Capernaum después de su gira de predicación en Galilea. Cuando la multitud se enteró que había regresado se reunió para oírle predicar. La multitud llenó la casa donde El estaba de tal modo que “ya no cabían ni aun a la puerta.” Así como Lucas dice, fariseos y doctores de la Ley de todo pueblo de Galilea, de Judea y de Jerusalén estaban entre la multitud. Este es el primer registro de una oposición organizada de escribas y fariseos en Galilea.

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En esta multitud, cuatro hombres llevaban cargado en una camilla a un paralítico. Sin embargo, los hombres no pudieron forzar su entrada hacia Jesús. En vez, ellos treparon al techo de la casa e hicieron un hueco por el cual bajaron a su amigo. En respuesta a este gran acto de fe, Jesús dijo: “Hijo tus pecados te son perdonados.” (La teología rabínica enseñaba que toda enfermedad física era señal de un desagrado divino y provenía como castigo de Dios por un pecado especifico.) La reacción fue inmediata. Los doctores de la Ley estaban listos para acusar a Jesús de blasfemia, un crimen y pecado castigado a muerte. “¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?” pensaron ellos.

Jesús se dio cuenta de la indignación de los escribas. “¿Por qué caviláis así en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda?” (Marcos 2:8-9). La respuesta era obvia. El decir: “Tus pecados te son perdonados” era más fácil ya que no requería alguna demostración. El continuó diciendo primero a los fariseos: “Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados,” y luego al paralítico: “A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa” (Marcos 2:10-11).

 El hombre inmediatamente se levantó tomó su lecho y pasó por en medio de la multitud

asombrada. Sus acciones no solamente mostraron que había sido sanado sino también que había sido infundido de poder. La sanidad fue instantánea y completa. Mediante este milagro Cristo demostró Su autoridad para perdonar pecados. Mientras que el hombre se fue a su casa gozoso, los fariseos se quedaron callados. El milagro fue una respuesta singular a su pregunta anterior, aun así se negaron a reconocer la verdad: Jesús, como Dios manifestado en la carne, podía perdonar pecados.

EL LLAMADO DE MATEO (LEVÍ)

Mientras que Jesús estaba de nuevo en el Mar de Galilea, pasó por los tributos públicos y vio a Leví, hijo de Alfeo “sentado al banco de los tributos públicos.” Como cobrador de impuestos, Levi, también llamado Mateo, era un judío odiado por sus compatriotas debido a su posición. Los oficiales de los tributos públicos eran funcionarios directos de la Roma pagana y eran conocidos por sus abusos frecuentes y por su espíritu tiránico. Para los judíos, Mateo y sus colegas estaban en la misma categoría que las prostitutas, ladrones y apostadores. De acuerdo a la enseñanza rabínica no había esperanza para hombres como Mateo y eran excluidos de toda comunión religiosa. Como el leproso, ellos eran considerados inmundos y no aptos para asociarse con la sociedad judía.

Jesús vio más allá de la posición social de Mateo y vio lo que él podía ser. El le dijo:

“Sígueme.” Considerando la autoridad de Cristo más grande que la de los emperadores romanos, Mateo dejó todo y siguió a Cristo. Mateo hizo una declaración pública de su identificación con Cristo al dar un banquete en Su honor. Por supuesto que los judíos farisaicos no aceptaron la invitación. Por lo tanto, los invitados consistían de pecadores y otros cobradores de impuestos.

Los judíos piadosos fueron ofendidos que Aquel quien decía ser Dios se asociara con hombres contaminados tales como publicanos y pecadores. Al hacerlo así, “se hizo a Sí Mismo de

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no estima” en cuanto a la sociedad de elite se refería. En disgusto, los fariseos le preguntaron a los discípulos: “¿Por qué come con los pecadores?”

Antes que los discípulos pudieran responder, Jesús Mismo respondió a la pregunta: “Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento” (Lucas 5:31-32). Esta era una ofensa al pensamiento judío el cual negaba a alguien como Mateo la oportunidad del arrepentimiento. Jesús enseñó que la puerta a una vida nueva del favor restaurado de Dios estaba abierta para todos. Jesús ofreció perdón—restauración completa al círculo de favor y comunión divina.

JESÚS DEFIENDE A SUS DISCÍPULOS

Otra vez vencidos por el desaire de Jesús, los fariseos atacaron mediante otros medios. Ellos trajeron a la disputa a los discípulos de Juan quienes preguntaron: “¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces, y tus discípulos no ayunan?” (Mateo 9:14).

Jesús respondió en la forma de tres parábolas. Una parábola se define como “una historia terrenal con un significado celestial.” Es una historia que es contada con el definido propósito de hacer que alguna verdad sea clara. Por lo tanto, es una ilustración para echar luz sobre alguna doctrina. Jesús contó las tres siguientes parábolas.

1. Los Que Están de Bodas. Jesús trajo a la mente la fiesta de bodas la cual se inicia con la presencia del esposo y es un tiempo de gran regocijo. Los discípulos y los creyentes habían aceptado a Jesús como el Mesías o Esposo. No era apropiado que aquellos que habían respondido a Su invitación se diesen al ayuno. Habría tiempo para esto después de que El fuese quitado de ellos.

2. El Remiendo de Paño Nuevo en Vestido Viejo.

Un vestido viejo no podía hacerse presentable con sólo ponerle un parche nuevo. Jesús estaba enseñando que El vino a brindar algo nuevo y no solamente a reformar el Judaísmo.

3. El Vino Nuevo en Odres Viejos.

No se podía poner vino nuevo en odres viejos ya que las pieles frágiles se romperían cuando el vino se fermentara. Del mismo modo, el Judaísmo no podía contener el poder y vida del evangelio de Cristo.

 

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Capítulo 5

LA CONTROVERSIA DEL DÍA DE REPOSO

Secciones del 49-63 de Robertson

LA CONTROVERSIA DEL DÍA DE REPOSO EN JERUSALÉN

Una fiesta sin nombre en Jerusalén, probablemente la Pascua, marcó el inicio del

segundo año del ministerio de Jesús. Por un año, Sus milagros y Su aparente indiferencia a las costumbres judías habían enfurecido a los fariseos. Aunque su antagonismo se manifestó en Galilea, éste fue refrenado debido a la gran popularidad de Jesús en el norte. Ahora que El estaba en Jerusalén, los fariseos tenían la oportunidad de atacarlo con todo el peso de su odio.

La ocasión para el conflicto entre Cristo y los fariseos se centró en la observancia del Día de Reposo. Shepard explica el significado del Día de Reposo.

No había otra institución entre los judíos considerada con más veneración y escrupulosidad que la del Día de Reposo. Este fue ordenado por Dios y era parte benéfica de la economía Mosaica, diseñado para el descanso del hombre y para su adoración y servicio a Dios. Su propósito era proteger a los subordinados y oprimidos en una nación afligida por la codicia. Iniciándose a la puesta del sol del viernes, anunciado por tres toques de trompeta desde el Templo y la sinagoga, este finalizaba a la puesta del sol del sábado. Se debía preparar toda la comida, lavar todos los utensilios, encender todas las luces y poner a un lado todas las herramientas. Había restricciones establecidas en la ley Mosaica; pero los rabinos habían elaborado de estas una amplia gama de medidas cautelares y prohibiciones, haciendo de la ley del Día de Reposo una esclavitud verdadera. Moisés dijo: “No hagas en él obra alguna.” Los rabinos hicieron una lista de treinta y nueve trabajos, de los cuales si alguien los hacía sería apedreado a muerte. Derivado de estos “trabajos-padres” había numerosos “trabajos-descendientes.” Uno de los “trabajos-padres” era arar; un hijo o descendiente de éste era “escarbar.” El usar dentadura postiza era un “descendiente” de “llevar una carga.” Entre los descendientes de la “cosecha” estaba el “arrancar una cabeza de trigo” o el “arrancar una cana” de la cabeza de uno. Se formularon unas reglas largas sobre las clases de nudos que uno podía atar en el Día de Reposo. El nudo del camello y los nudos de marinero no podían ser atados o desatados. Dos letras del alfabeto no podía escribirse juntas. El prender o apagar el fuego era una gran profanación, sin ser justificada ni siquiera en caso de emergencia o enfermedad. El Día de Reposo se había convertido en una carga gravosa debido a las miles restricciones y reglas las cuales son muchas para mencionar.14

   

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Jesús Sana al Paralítico en el Día de Reposo Fue en aquel Día de Reposo que Jesús se encontró con un paralítico echado cerca al

estanque de Betesda. Por treinta y ocho años este hombre había estado echado entre la “gran multitud de enfermos, ciegos y paralíticos” quienes esperaban a que un ángel agitara las aguas para que así el primero en el estanque pudiera sanarse. Ya que él no tenía quien lo ayudase, las esperanzas de sanidad del paralítico siempre estaban frustradas. Jesús vio al hombre y le preguntó: “¿Quieres ser sano?” (Juan 5:6). La respuesta del hombre mostró su total desesperanza. Pero Jesús respondió: “Levántate, toma tu lecho, y anda.” Inmediatamente el hombre fue sano y obedeció el mandato del Señor.

Aquellos que lo vieron caminando no se regocijaron de la sanidad milagrosa o dieron gloria a Dios. En vez, ellos acusaron al hombre por violar el Día de Reposo. El hombre simplemente respondió: “El que me sanó, él mismo me dijo: Toma tu lecho y anda.” Sin embargo, él no pudo identificar al obrador de milagros ya que Jesús se había apartado de la gente que estaba en ese lugar.

Jesús después encontró al hombre en el Templo y le dijo: “Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor” (Juan 5:14). Aparentemente el hombre estaba ofreciendo un sacrificio por profanar el Día de Reposo. De la declaración de Jesús uno puede deducir que la parálisis fue el resultado del pecado. El pecado pudo haber sido por ingratitud ya que no se registra al hombre agradeciendo por su sanidad milagrosa. Una prueba más de la ingratitud del hombre es dada en su reporte a los fariseos diciendo que Jesús había sido el que lo sanó. “Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el día de reposo” (Juan 5:16).

La identificación de Jesús como el obrador de milagros lo condujo a ser convocado

ante el Sanedrín para rendir cuentas sobre Su indiferencia al Día de Reposo. Jesús respondió que Su Padre continuaba obrando y El también. Esta respuesta enfureció a los fariseos aún más. En su opinión, ya era bastante malo que Jesús violara el Día de Reposo, pero la blasfemia de hacerse a Sí Mismo igual con Dios era mucho peor.

Jesús usó esta oportunidad para dar una explicación más amplia de Su relación con el Padre (Juan 5:19-23) y añadir una visión de Su relación posterior con la humanidad (Juan 5:24-29). A lo largo de este discurso, Jesús siguió afirmando la deidad al mencionar los privilegios de Dios.

1. El poder y derecho para dar vida y juicio (versículos 21-22). 2. El mismo derecho de la adoración de los hombres que daban al Padre. Aquel que no

honra al Hijo no honra al Padre. El crítico que niega la deidad de Jesús deshonra al Padre, ya que hallamos al Padre en Jesús. (Juan 1:1, 14).

3. El poder para dar vida eterna a cualquiera que oye obedientemente y cree.

La afirmación de Jesús de Su deidad enfureció a Sus enemigos a tal extremo que tramaron destruirle. Aunque ellos entendieron Su afirmación de ser Dios, ellos no entendieron

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que El era Dios manifestado en la carne. Sin embargo, Jesús dio varios testimonios para justificar Su afirmación.

 1. El testimonio de Juan el Bautista (Juan 5:32-35) 2. El testimonio de Sus Obras (Juan 5:36) 3. El testimonio del Padre (Juan 5:37) 4. El testimonio de las Escrituras (Juan 5:39) 5. El testimonio de Moisés (Juan 5:45-47) Sin embargo, la incredulidad terca cegó los ojos de Sus enemigos. La verdadera razón del rechazo fue que ellos no estaban dispuestos a venir a Jesús para

aceptar vida, así como Jesús dijo en Sus propias palabras: “Y no queréis venir a mí para que tengáis vida” (Juan 5:40). Ellos no tenían un amor verdadero por Dios en sus corazones, pero sí estaban dispuestos a aceptar a un Mesías falso que venía en su propio nombre para recibir la gloria de los hombres. Jesús dijo: “Yo he venido en nombre de mi Padre.”

Los Discípulos de Jesús Arrancan Espigas en el Día de Reposo

Probablemente fue el Día de Reposo siguiente cuando surgió otra controversia. Los discípulos estaban andando por el campo y arrancaron espigas para comer. Esto iba de acuerdo con la Ley que permitía a hombres hambrientos arrancar espigas a lo largo del camino para satisfacer su hambre.15

Sin embargo, los fariseos, no vieron esto como algo lícito; ellos decían que esto violaba su tradición sobre el Día de Reposo.

Jesús defendió a Sus discípulos basado en los siguientes puntos.

1. El ejemplo de David comiendo los panes de la proposición del Tabernáculo, el cual normalmente estaba reservado solamente para los sacerdotes.

2. Los sacerdotes que obraban en el Templo el Día de Reposo eran irreprensibles en su servicio. ¿Cuánto más deberían ser Sus discípulos irreprensibles en Su servicio ya que El era mayor que el Templo y por lo tanto mayor que el Día de Reposo?

3. Las palabras del profeta Oseas (Oseas 6:6). 4. La superioridad del hombre con el Día de Reposo ya que Dios hizo el Día de Reposo

para el hombre. 5. El señorío de Jesús sobre el Día de Reposo.

Jesús Sana al Hombre de la Mano Seca en el Día de Reposo

Después de la discusión, Jesús partió y fue a la sinagoga. Allí estaba un hombre que tenía

la mano seca. Buscando acusarle más, los judíos preguntaron si era lícito sanar en el Día de Reposo. Jesús respondió con un ejemplo.

El les dijo: ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si ésta cayere en un hoyo en día de reposo, no le eche mano, y la levante? Pues ¿cuánto más vale un hombre

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que una oveja? Por consiguiente, es lícito hacer el bien en los días de reposo (Mateo 12:11-12). Los fariseos enseñaron que era lícito salvar la vida o prevenir la muerte en el Día de

Reposo. Su silenció mostró que habían sido atrapados en su propia trampa. Otra vez, Sus enemigos fueron vencidos en argumento y avergonzados en silencio aun cuando ellos habían venido confiadamente, esperando hallar una base de acusación.

Jesús entonces mandó al hombre a extender su mano. Inmediatamente la mano fue restaurada.

REGRESO A GALILEA

Las obras de Cristo en Jerusalén enfurecieron a los fariseos y herodianos de tal manera que El regresó a Galilea, retirándose El y Sus discípulos al lago.

Mas Jesús se retiró al mar con sus discípulos, y le siguió gran multitud de Galilea. Y de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, y de los alrededores de Tiro y de Sidón, oyendo cuán grandes cosas hacía, grandes multitudes venían a él (Marcos 3:7-8).

La gente estaba ansiosa de oír a Cristo, fue necesario que El subiera en una barca y se

dirigiera a la gente desde ella. Mateo interpretó el ministerio de Cristo a los gentiles de las naciones vecinas como el cumplimiento de Isaías 42:1-4. Aunque ellos no eran de la familia de Israel, ellos también participaban de las bendiciones a medida que Cristo predicaba, sanaba a los enfermos y libraba a los poseídos de demonios.

La Selección de los Doce Apóstoles

Los judíos esperaban que el Mesías apareciera, derrocara el yugo de esclavitud romana y restableciera el trono de David. Sin embargo, cuando El apareció, El proclamó que Su reino era un reino espiritual en los corazones de los hombres (Lucas 17:20-21). (Su reino milenario con su reinado en la tierra todavía es futuro.) Sin embargo, el tiempo había llegado para que Cristo organizara Su reino más completamente. Siendo omnisciente, Jesucristo sabía que Su tiempo en la tierra estaba llegando a su fin. Para que Su ministerio y reino continuara, estos tendrían que ser encargados en manos de hombres mortales. La importancia de la elección de estos hombres fue manifestada a medida que Jesús pasó la noche en oración. Después El escogió a doce hombres quienes estarían con El en todo tiempo y en todo lugar. Ellos serían acompañantes en Sus viajes, testigos de Sus milagros, estudiantes de Su doctrina, recibidores de experiencias prácticas, embajadores de Su reino y el fundamento del futuro crecimiento.

Marcos 3, Mateo 10, Lucas 6, y Hechos 1 enumeran a los doce apóstoles.

1. Pedro (siempre es mencionado primero) 2. Andrés 3. Jacobo

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4. Juan 5. Felipe 6. Natanael (Bartolomeo) 7. Tomás 8. Mateo (Leví) 9. Jacobo el Menor 10. Judas (Tadeo) 11. Simón Zelote 12. Judas Iscariote (siempre es mencionado último). Edersheim sugiere que cinco de los doce discípulos eran directa o indirectamente primos

de Jesús. El dice que Salomé la esposa de Zebedeo era la hermana de María, la madre de Jesús, por lo tanto haciendo así a Jacobo y a Juan los primos de Jesús. Edersheim también proyecta la idea que Jacobo el Menor, Judas (Tadeo), y Simón el Zelote eran indirectamente primos de Jesús ya que su padre, Alfeo, también llamado Cleofas, era hermano de José.16

El Sermón del Monte

Poco después de escoger a los Doce, Jesús dio el sermón más grande de todos que haya

sido registrado en la historia de la humanidad. El Sermón del Monte, descrito por algunos como el Discurso Inaugural de Jesús, ciertamente no puede ser justificado en un estudio corto como éste. El estudiante sabio tomará tiempo para explorar en oración las profundidades de este discurso ya que en este sermón, registrado en Mateo 5-7 y Lucas 6:17-49, Cristo definió los ideales y objetivos de Su reino y estableció algunos de sus requisitos y principios fundamentales.

Se puede bosquejar el Sermón del Monte en ocho secciones.

1. Introducción (Mateo 5:3-12) (a) Bienaventuranzas y males (b) Privilegios de los sujetos del reino

2. El Tema del Sermón (Mateo 5:13-20) El estándar de justicia de Cristo comparado con el de los escribas y fariseos

3. Las Enseñanzas Éticas de Cristo (Mateo 5:21-48) El estándar ético de Cristo era superior al de los escribas y fariseos así como es ilustrado por Sus enseñanzas con respecto a lo siguiente: (a) Asesinato (b) Adulterio (c) Divorcio (d) Juramentos (e) Relaciones (f) Amor a los enemigos

4. La Práctica de la Verdadera Justicia (Mateo 6:1-8) Cristo contrastó la práctica del reino con la hipocresía ostentosa de los fariseos en tres áreas: (a) Dar limosna (b) Oración (c) Ayuno

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5. Devoción de corazón único a Dios (Mateo 6:19-34) 6. Juzgar a los Demás (Mateo 7:1-6; Lucas 6:37-42) 7. Oración y la Regla de Oro (Mateo 7:7-12; Lucas 6:31) 8. Conclusión (Mateo 7:13-8:1; Lucas 6:43-49)

Los ejemplos de las parábolas dieron a entender la lección de la justicia personal.

La Sanidad del Siervo del Centurión

Después de finalizar Su sermón, Jesús entró en Capernaum donde una delegación de líderes judíos le salió al encuentro. Un centurión gentil los había enviado para que le pidieran a Jesús que sanara a su siervo que estaba paralítico y atormentado. (Tal vez las sanidades anteriores por el Mesías en Capernaum había encendido la fe de este hombre.) El testimonio de los líderes con respecto a la generosidad del centurión y su preocupación por su siervo atestiguaban de su carácter moral. Al enviar a los ancianos en vez de venir él mismo a Jesús, mostró su humildad.

Jesús siguió a los ancianos a la casa del oficial. Al llegar cerca de la casa, el centurión

envió a otros amigos a Jesús con otro mensaje simple. Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo; por lo que ni aun me tuve por digno de venir a ti; pero di la palabra, y mi siervo será sano. Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene y a mi siervo: Haz esto, y lo hace (Lucas 7:6-8).

Junto con su humildad, este gentil, aunque no era un prosélito del Judaísmo, tuvo gran fe

en Jesús y entendió Su autoridad. El percibió que Jesús podía dar una orden con autoridad y los demonios tendrían que salir en obediencia.

En respuesta, Jesús exclamó: “Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe” (Lucas 7:9). Aquí se hallaba una confianza absoluta que consideraba todas las cosas posibles con Jesús, viniendo de un hombre quien no afirmaba ser apto interna o externamente para recibir una bendición divina. Este centurión fue un ejemplo de muchos gentiles que venían del Este y el Oeste para unirse con Abraham, Isaac, y Jacob en el reino de Dios. Debido a su fe, Jesús le dijo al centurión: “Ve, y como creíste, te sea hecho” (Mateo 8:13).

Resurrección del Hijo de la Viuda en Naín

Localizada a unas veinticinco millas al suroeste de Capernaum, la aldea de Naín fue el siguiente lugar que Jesús visitó después de la sanidad del siervo del centurión. Cuando Jesús acompañado por Sus discípulos y una gran multitud llegó a la puerta de la ciudad, El se encontró con un cortejo fúnebre en camino al cementerio. El cortejo era del hijo de una viuda bien conocida y respetada. El dolor de la madre conmovió a Jesús. “No llores,” le dijo consolándola. Luego El vino y tocando el féretro, ordenó: “Joven, a ti te digo, levántate” (Lucas 7:13-14). Inmediatamente el hijo se sentó y empezó a hablar. Como resultado, gran temor vino sobre todos aquellos que presenciaron este milagro. Aquí se hallaba una evidencia concreta que Jesús era “la resurrección y la vida.” (Ver Juan 11:25.)

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El Mensaje de Juan el Bautista

Las noticias que un gran profeta había aparecido se difundió por toda la región, alcanzando aun a Juan el Bautista, a quien Herodes lo había encarcelado en Maqueronte, al este del Mar Muerto. Juan envió dos de sus discípulos a Jesús preguntando: “¿Eres tú el Mesías o esperaremos a otro?” Esta pregunta no debe considerarse como una indicación de que Juan había perdido la fe en el Mesías venidero, sino más bien como una expresión de fe que el Mesías aparecería. Cuando los mensajeros llegaron, Jesús estaba ocupado en medio de Sus ministerios curando y predicando a la multitud popular compuesta de todas las clases. El sanó a muchos “en esa hora” de enfermedades, plagas, espíritus malos y toda clase de enfermedad corporal y dio vista a los ciegos. En respuesta a la pregunta de Juan, Jesús simplemente dijo a los discípulos que le dijeran a Juan lo que habían visto. (Ver Isaías 35:5-6.)

Jesús le dio a Juan el tributo más maravilloso que haya sido dado a un hombre mortal. Juan fue el mayor de los profetas en privilegio si no lo era en carácter, debido a que él fue el precursor del Mesías. (Sin embargo, “pero el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él” [Lucas 7:28], no moralmente, pero de orden posicional en la nueva dispensación del Espíritu Santo. Juan fue el mayor nacido en el reino de la carne; aquellos nacidos del Espíritu son nacidos a un reino superior.)

Jesús Reprende a las Ciudades No Arrepentidas

Jesús ejecutó la mayoría de Sus obras milagrosas en Galilea y principalmente alrededor del Mar de Tiberias, en los distritos poblados de Corazín, Betsaida y Capernaum. El empezó a reprender estas ciudades las cuales habían sido el escenario de Sus actividades más grandes debido a que no se arrepintieron. Sería más tolerable para Tiro, Sidón y Sodoma en el Día del Juicio que para estas ciudades. A quien más se le da más se le pide. Aunque ellos habían recibido gratuitamente, ellos no habían respondido. Ya que la gente había tenido la luz tanto de las palabras como de las obras de Cristo, ellos estaban sujetos a un juicio mayor que los gentiles que no habían tenido ese testimonio.

¿Por qué rechazaron los judíos a Jesús? ¿Era porque El no cumplió las profecías mesiánicas? ¿Era porque El no podía justificar Sus afirmaciones? No. Los judíos rechazaron la evidencia de Su mesianismo y deidad debido a su ceguera espiritual. (Ver Mateo 11:25-27.) Jesús finalizó Su reprensión de las ciudades con una invitación.

Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga (Mateo 11:28-30).

La Unción de los Pies de Jesús

Un fariseo llamado Simón invitó a Jesús a su casa para cenar. Esto no era señal de que

Simón aceptaba las afirmaciones de Cristo, en vez, parece que él solamente estaba buscando

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oportunidad para examinar a Jesús más de cerca ya que omitió la atención ordinaria que usualmente se le mostraba a la persona invitada.

Mientras que los hombres estaban alrededor de la mesa de la manera típica oriental, una mujer pecadora entró y en profundo arrepentimiento y respeto empezó a lavar los pies de Jesús con sus lágrimas. Tal vez ella había esperado oír una palabra de esperanza cuando Jesús invitó a los que estaban cargados a venir a El para descansar. No teniendo una toalla, ella secó Sus pies con sus cabellos; luego besó Sus pies y los ungió con un perfume caro.

Se consideraba impropio que un rabí hablara a una mujer—especialmente una mujer de quien su cabello desatado daba testimonio de su reputación y profesión manchada. Envuelto en su vestido de presunción y justicia propia de su secta, Simón observó la escena y pensó: “Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora.”

Jesús conocía los pensamientos de Simón y le presentó una ilustración. “Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos le amará más?”

“Pienso que aquel a quien perdonó más,” respondió Simón. La respuesta correcta de Simón dio a Jesús una oportunidad amplia para comparar la acción de Simón con la de la mujer pecadora.

¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies, mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos. No me diste beso, mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies. Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama (Lucas 7:44-47).

La mujer, considerada por muchos ser María Magdalena, reconoció sus muchos pecados

y halló perdón a los pies de Cristo. Sus acciones demostraron su gran amor. Asimismo, el comportamiento de Simón manifestó su falta de amor. La justicia propia cegó a Simón de tal manera que no pudo reconocer su deuda con Jesús.

Jesús se volvió a la mujer y dijo: “Tus pecados te son perdonados... Tu fe te ha salvado, vé en paz” (Lucas 7:48-50). Su declaración trajo paz y gozo al alma atribulada de la mujer, pero consternación a los hombres que estaban sentados a comer con El. “¿Quién es éste, que también perdona pecados?” ellos dijeron entre sí.

Otra Gira de Galilea

Después de este incidente, la obra de Jesús se profundizó en los corazones de la gente. El milagro en Naín había ocasionado amplia atención. Su predicación tuvo un gran atractivo y alcanzó a los peores pecadores, regresándolos de vidas depravadas. Para extender Su ministerio, Jesús empezó una gira sistemática por toda la provincia, ciudad por ciudad, aldea por aldea. Los Doce estaban con El, pero El era el que anunciaba y evangelizaba. Su tema era las buenas nuevas del reino de Dios. La gira estaba patrocinada por las primeras “damas auxiliares,” y encabezado

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por María Magdalena, Juana la esposa del intendente de Herodes y Susana, quienes también fueron testigos del poder divino de Jesús.

Acusado por los Fariseos

Cuando Jesús regresó a Capernaum después de su gira a las ciudades de Galilea, entró a la casa de Simón. La multitud otra vez se reunió en gran cantidad, ansiosa de ver, oír y ser sanada, de tal manera que Jesús y Sus discípulos no podían hallar tiempo o lugar para descansar y comer. La tensión era tan grande que algunos de Sus amigos estaban ansiosamente preocupados por El. El hecho de que los enemigos de Jesús habían llegado a Jerusalén y estaban difundiendo calumnias de que “El estaba loco,” reforzó sus ansiedades. El Maestro siguió con Sus actividades de manera intensa que algunos de Sus amigos empezaron a concordar con la interpretación de los fariseos “que El estaba mentalmente desequilibrado.” Ellos se fueron para echar mano de El y apartarlo de la intensidad de Su movimiento.

En ese momento los fariseos trajeron a un hombre que estaba ciego, mudo y poseído

por los demonios. Jesús lo sanó ejecutando tres milagros simultáneos de una manera fácil y simple que la gente estuvo muy asombrada cuando vieron al hombre con la vista restaurada consciente y hablando de manera coherente.

En su asombro la gente preguntó: “¿Será éste aquel Hijo de David?” Los milagros que Jesús ejecutó testificaban de Su deidad. Sin embargo, los fariseos rechazaron Sus afirmaciones. ¿Cómo iba la gente a reconciliar esta situación? Se les había enseñado toda la vida a seguir la enseñanza de sus líderes religiosos. Ahora esta enseñanza estaba en conflicto con lo que ellos percibían ser señales divinas.

Los fariseos oyeron la pregunta de la gente y dieron una respuesta rápida y vengativa: “Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios.” Ellos no trataron de negar que Jesús había ejecutado un milagro, sino más bien ellos simplemente atribuyeron el milagro al poder de Satanás.

Jesús ofreció tres explicaciones para probar falsa la acusación de los fariseos.

1. La división conduce a la destrucción y la unidad es necesaria para la preservación. Si Jesús hubiese recibido poder de Satanás y usado ese poder en contra de él, entonces el reino de Satanás se caería. Naturalmente, Satanás no concedería un poder que resultara en su propia destrucción.

2. Los exorcistas existían en Israel y los judíos los consideraban como un don de Dios para la nación. Si los fariseos reconocían la habilidad de echar fuera demonios como algo de Dios, entonces no deberían acusar a Jesús de estar poseído por los demonios. Si El usó el Espíritu de Dios para echar fuera demonios, entonces los fariseos deberían concluir que Su ofrecimiento del reino era genuino y que El era su rey verdadero.

3. Un ladrón no puede entrar en una ciudadela vigilada sin tener que vencer al vigilante. Por lo tanto, si Cristo podía entrar a la fortaleza de Satanás, entonces Su poder era superior al de Satanás. Satanás no podía conceder un poder superior al que él poseía.

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Ya que el poder de Cristo era superior al de Satanás, entonces la conclusión debía ser que el poder de Cristo era de Dios. Si eso era cierto, entonces el reino de Dios había llegado al pueblo. Por consiguiente, la respuesta a su pregunta anterior tenía que ser: “Sí, éste es el Hijo de David, el Mesías prometido.”

Jesús luego les advirtió a los fariseos a tener cuidado con su actitud respecto a El. El

poder de Dios estaba manifestándose en medio de ellos en esas sanidades milagrosas. Su actitud hacia El determinó si estaban de lado de Dios o de Satanás. “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama” (Mateo 12:30).

Jesús continuó esta advertencia con un contraataque agudo de la blasfemia en contra del Espíritu. El advirtió que había un límite de la tolerancia de Dios hacia el antagonismo de la humanidad en contra del Espíritu de Dios. Estos hombres estaban mentalmente convencidos que Jesús era el representante del reino de Dios, pero sin embargo en la misma cara del hecho, ellos atribuyeron Sus obras ejecutadas por el Espíritu de Dios al poder satánico. Tal blasfemia nunca será perdonada en este siglo o en el venidero.

Los fariseos habían determinado rechazar a Jesús y a cualquier prueba que El ofreciera de Su misión divina. Su prejuicio e interés propio los cegaron; ellos deliberadamente se negaron a ser convencidos. Sus conciencias estaban entumecidas; sus corazones ahora eran incapaces de arrepentimiento. Ellos intencional y deliberadamente mostraron enemistad y antagonismo hacia Jesús blasfemando al Espíritu de Dios. El pecado eterno es un adversario de la obra manifiesta del Espíritu de Dios, atribuyéndolo a Satanás. (Ver Hebreos 6:4-10.)

Los Escribas y Fariseos Exigen una Señal

Probablemente emisarios visitantes habían empujado a algunos de los fariseos locales hacia el frente para que pidieran a Jesús que justificara Sus afirmaciones de ser el representante del reino de Dios, el Mesías, mostrándoles alguna señal. Con una hipocresía sosa, ellos expresaron su deseo de verle ejecutar algún milagro que resolviera las dudas con respecto a Su mesianismo. La gente esperaba que el Mesías, cuando viniese, repitiese las mismas obras y milagros grandes de Moisés y de Josué. La presión de la solicitud fue en realidad que la gente pensaba que si Jesús era el Mesías, El debería estar dispuesto a hacer esto.

En vez del milagro que pidieron, El les dio una señal de su vida sacrificial, terminando en

Su muerte expiatoria y tres días en la tumba. Esta señal del profeta Jonás era lo que ellos necesitaban, pero no lo que deseaban. (Ver Mateo 12:40.) Después Jesús empezó a declarar juicios y condenaciones futuras sobre ellos comparándolos con la gente de Nínive y la reina Sabá.

La Madre de Cristo Lo Lleva a Casa

Mientras que Jesús estaba hablando a la multitud, le llegó palabra de que Su madre y Sus hermanos deseaban hablar con El. Estos hijos de María y José habían sido amigables con Jesús anteriormente en Su ministerio (Juan 2:12), pero después del rechazo de los judíos sobre Su derecho al mesianismo en Nazaret (Lucas 4:16-31), parece que ellos desarrollaron una

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incredulidad sobre Sus afirmaciones. Más adelante lo ridiculizaron, llamándole el “Mesías Secreto” (Juan 7:5).

Jesús no paró Su obra, sino que hizo uso de la ocasión para establecer un principio de gran alcance el cual se refería no solamente a Su propio ministerio sino también a todos los obreros de Su reino. El preguntó: “¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?” entonces extendiendo Su mano hacia Sus discípulos dijo: “He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre” (Mateo 12:48-50). Al hacer esto, El claramente indicó que toda relación humana debe someterse a una relación espiritual superior del reino. El había entrado en la familia terrenal para hallar la familia espiritual. Aquellos que hacen la voluntad de Dios son Su familia verdadera, ya que han nacido del Espíritu. Su familia terrenal fracasó en entender a El y Su misión.

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Capítulo 6

EL PRIMER GRUPO DE PARÁBOLAS

Secciones del 64-68 de Robertson

Jesús había usado en ocasiones las parábolas a principios de Su ministerio. Después de los encuentros con los fariseos y la visita de Su madre y sus hijos, Jesús adoptó este estilo de enseñanza y lo usó con frecuencia.

Una parábola se describe como “una historia terrenal con un significado celestial.” Ralph Reynolds expone la naturaleza de una parábola en La Vida de Cristo III del Curso Bíblico Internacional Alfa.

Ciertamente una parábola es una historia—una historia creada de algo que podría haber ocurrido. Es una historia que ha sido narrada con el propósito definido de aclarar alguna verdad. Por lo tanto, es una ilustración para arrojar luz sobre alguna doctrina. Una parábola usualmente es una historia corta la cual es de naturaleza alegórica. Una alegoría es la descripción de una cosa bajo la imagen de otra.17

Dwight Pentecost ofrece una opinión más.

Una parábola es un recurso literario que se usa para enseñar por medios de transferencia. Para hacer posible el descubrir la verdad en el reino desconocido, algo familiar es transferido del reino conocido al reino desconocido. . . . Mientras que una alegoría es o no es cierta en la vida, una parábola siempre es cierta en la vida.18

En las manos de Jesús, la parábola se convirtió en un medio de instrucción y advertencia,

de consolación y condenación. ¿Por qué enseñó Jesús con parábolas? Cuando los discípulos hicieron esta pregunta, la respuesta enigmática de Jesús tal vez los dejó más confundidos y con más curiosidad.

Porque a vosotros os es dado saber el misterio del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado. Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden (Mateo 13:11-13).

Una parábola debe ser interpretada para así ser entendida. Requiere revelación divina

para entender las verdades que las parábolas manifiestan. Cuando Jesús enseñó con parábolas, El dio historias simples interesantes y fáciles de recordar. Al hacer esto, El consiguió cuatro cosas.

1. El ganó y mantuvo la atención de la gente y les inculcó verdades vitales de una manera concreta que sería fácil de recordar.

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2. El ayudó a Sus discípulos a entender el fracaso de Su ministerio de alcanzar y convertir a las multitudes. Por el bien de sus propios ministerios futuros, los discípulos tenían que entender que el mensaje y el mensajero no son responsables de la falta de respuesta; la falta se encuentra en la condición del oyente. Sin tener este entendimiento, ellos serían devastados por sus decepciones.

3. El cribó a los oyentes. Aquellos espiritualmente sensitivos entenderían las verdades impartidas; aquellos espiritualmente adormecidos se quedarían en las tinieblas.

4. El evitó la ofensiva, pero no la eficacia de una reprensión directa. ¿Cómo podemos entender las parábolas? Las parábolas no deben interpretarse

literalmente. Estas tienen un significado espiritual que debe ser entendido mediante la revelación divina. Hay dos cosas sobre las cuales uno debe tener cuidado.

1. Las doctrinas no deben ser formadas sobre la base de las parábolas solamente. Las parábolas ilustran doctrinas y las hacen claras, pero no son el fundamento para formular un dogma.

2. Nunca crear una parábola de un relato literal, histórico. Un ejemplo de esto es la historia del mendigo llamado Lázaro y el hombre rico (Lucas 16:19-31). Jesús nunca dio el nombre de los personajes en las parábolas. Por lo tanto, las historias como las de Lázaro deben ser aceptadas como relatos literales de algo que realmente sucedió.

En el discurso registrado en Mateo 13 y Marcos 4, Jesús enseñó mediante parábolas. Se

desconoce cuántas parábolas relató. Mateo dijo: “Y les habló muchas cosas por parábolas” (Mateo 13:3). Marcos escribió: “Con muchas parábolas como estas les hablaba la palabra” (Marcos 4:33). Sin embargo, tres relatos de esta sesión enumeran ocho parábolas diferentes, de la cual cada una ilustra alguna fase del reino de Dios. Las ocho pueden agruparse en cuatro pares: las parábolas del sembrador y la semilla; las parábolas de la cizaña y la red; las parábolas del grano de mostaza y la levadura; y las parábolas del tesoro escondido y la perla de gran precio.

Las parábolas del reino enseñan muchas verdades respecto al valor de la salvación la cual nos pone en el reino de Dios. Aquí tenemos algunas de estas verdades.

1. Jesús pagó un gran precio para adquirir la iglesia. 2. El pecador debe rendir todo para ser salvo. 3. Jesús es la perla de gran precio. 4. En el reino habrá muchos miembros falsos quienes permanecerán hasta el día del

juicio. 5. La iglesia tendrá un principio pequeño pero disfrutará de un gran crecimiento.

La Parábola del Sembrador (Marcos 4:3-25; Mateo 13:3-23; Lucas 8:5-18)

Tal vez un mejor nombre para el relato comúnmente conocido como “La Parábola del

Sembrador” sería “La Parábola de los Terrenos,” ya que el énfasis es puesto en los diferentes tipos de tierra. Cristo comparó el terreno al corazón de la persona y de esta manera explicó las variadas respuestas a Su ministerio de sembrar la semilla (la Palabra de Dios). Algunos se

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niegan a oír porque sus corazones están endurecidos (pedregales). Otros reciben la palabra con gozo pero no continúan ya que les falta profundidad espiritual (terreno poco profundo). Y otros permiten que los cuidados de la vida y materialismo (espinos) ahoguen la semilla. Pero algunas semillas producen una cosecha abundante (buen terreno). Siempre se siembra la misma semilla; el factor que determina el tamaño de la cosecha es la condición del terreno.

La Parábola de la Semilla

(Marcos 4:26-29)

Marcos registró la Parábola de la Semilla la cual es el complemento de la Parábola del Sembrador. En la Parábola del Sembrador (Marcos 4:26-29), Cristo señaló a los discípulos—y a todos los que le siguen—que la cosecha resultante se debía al resultado de la vida en la semilla y no al resultado directo de sus propios esfuerzos. Muy a menudo los sembradores se llevan el mérito de una cosecha abundante.

La Parábola de la Cizaña (Mateo 13:24-30)

En la parábola de la cizaña, Jesús comparó el reino a un campo de trigo en el cual el

enemigo sembró cizaña. Esto enseña que la semilla falsa será sembrada junto a la semilla de la Palabra de Dios. La cizaña se parece completamente al trigo hasta que el verdadero grano aparece. Sin embargo, en el tiempo de cosecha, los dos serán separados y la cizaña será echada al fuego y será quemada. Nosotros siempre debemos estar alertos en contra de la propagación de la falsa doctrina por Satanás. En el juicio, Dios separará a quienes han seguido Su Palabra de los que han aceptado las mentiras de Satanás. Hasta ese entonces, los dos vivirán uno al lado del otro.

Esta es una de las pocas parábolas que Jesús interpretó para Sus oyentes. (Ver Mateo 13:36-43.)

1. El campo es el mundo. 2. La buena semilla son los hijos del reino. 3. La cizaña son los hijos del malo. 4. La siega es el fin del siglo. 5. Los segadores son los ángeles.

La Parábola del Grano de Mostaza (Marcos 4:30-32; Mateo 13:31-32)

La Parábola del Grano de Mostaza muestra que el reino de Dios crecerá de un inicio

pequeño hasta llenar la tierra. La ilustración compara al reino agrandado a un árbol que provee refugio para las aves del cielo. Las aves representan las naciones que serán bendecidas en el tremendo crecimiento del reino.

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La Parábola de la Levadura (Lucas 13:20-21; Mateo 13:33-35)

De acuerdo al Dr. Pentecost, la Parábola de la Levadura enfatiza el proceso de

fermentación. Cuando se pone la levadura en la harina, ésta empieza un proceso constante, irreversible. La levadura continúa su trabajo hasta que toda la masa esté leudada.19

El reino de Dios funciona mediante una fuerza interna, el Espíritu Santo. Edersheim dice que “el Reino de Dios, cuando se recibe por dentro, se parecerá a la levadura escondida la cual gradualmente se impregnará, asimilará y transformará la totalidad de nuestra vida común.”20

Sin embargo, otra interpretación, basada en tales versículos como I Corintios 5:6, compara la levadura a la falsa doctrina.21

Después de la Parábola de la levadura, Jesús entró con Sus discípulos a la casa y les

explicó la Parábola de la Cizaña. Después les impartió otras parábolas.

La Parábola del Tesoro Escondido (Mateo 13:44)

Jesús dijo que el reino era como un hombre que encontró un tesoro escondido en el

campo y luego vendió todo lo que tenía para comprar el tesoro. Esta parábola tiene dos interpretaciones ampliamente aceptadas. Primero, el tesoro escondido es la iglesia judía, aquellos miembros de la casa de Israel quienes aceptaron a Jesús como el Mesías y obedecieron Su palabra. En esta parábola, Jesús enseñó que una multitud de la nación de Israel, la posesión peculiar de Dios (Éxodo19:5; Deuteronomio 14:2; Salmos 135:4) esparcida por todo el mundo (el campo), sería redimida por Su sangre derramada. La segunda interpretación es que el tesoro escondido es Cristo. El pecador que viene a Cristo debe rendir todo y poner todo en el altar antes de poder tener el tesoro de la salvación.

La Parábola de la Perla de Gran Precio (Mateo 13:45-46)

La Parábola de la Perla de Gran Precio es similar a la historia del tesoro escondido. Esta

también tiene dos interpretaciones aceptadas. Primero, la perla es la iglesia de los Gentiles. Frecuentemente en la Escritura, el mar representa a las naciones de los Gentiles. Esta parábola muestra que Dios no solamente conseguirá Su tesoro (iglesia), de Israel, sino que también de las naciones del mundo. Segundo, la perla es Jesús. Para que el hombre tenga a Jesús, él debe dejar todo en el altar y rendirlo a El.

La Parábola de la Red

(Mateo 13:47-50)

La Parábola de la Red enseña un mensaje similar al de la Parábola de la Cizaña. Mientras que muchos entran al reino (la red), no todos serán aceptados. Habrá una separación final o juicio.

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Al final del discurso, Jesús preguntó a los discípulos si es que ellos habían entendido lo que El les había enseñado. Luego El los comparó a un padre de familia que saca de su tesoro cosas viejas y cosas nuevas. Ellos podrían sacar de las profecías antiguas así como también de las recientes verdades reveladas del reino. Como verdaderos maestros Cristianos, ellos deberían ser conservadores sabios de los hechos y realidades antiguas mientras que al mismo tiempo reciben con mente abierta la verdad nueva.

Los principios de las parábolas se pueden resumir en siete puntos.

1. Este siglo presente con su reino será caracterizado por la siembra de la semilla (el evangelio), al cual responderán de diferentes maneras dependiendo de la condición del terreno (el corazón de los oyentes).

2. La cosecha resultará de la vida que está innata en la semilla, no por medio de alguna habilidad especial o hazaña del sembrador.

3. Existe una siembra falsa. 4. Aunque tuvo un inicio pequeño, el reino tendrá un crecimiento tremendo. 5. El reino no será externo sino interno (la parábola de la levadura). 6. Dios recogerá un tesoro peculiar para Sí Mismo durante este siglo presente. 7. El siglo terminará en juicio el cual separará a los justos de los injustos. Los justos

entrarán al reino milenario mientras que los pecadores serán excluidos.

JESÚS CALMA LA TEMPESTAD

Ya había caído la noche cuando Jesús terminó Su enseñanza. La multitud continuaba aglomerándolo, así que sugirió a los Doce para cruzar al otro lado del Mar de Galilea. A bordo de la barca Jesús se dejó caer de cansancio cerca a la popa y cayó en un sueño profundo. Esta es la única vez donde los Evangelios hablan de Jesús durmiendo. El agotamiento que prevaleció sobre su cuerpo físico demostró acertadamente Su humanidad.

De repente surgió una feroz tormenta en el mar. Las olas azotaban con violencia a la barca, la cual empezó a llenarse rápidamente de agua. Los discípulos se llenaron de pánico. Con gran temor, se apresuraron a despertar a Jesús. “Maestro,” dijeron ellos, “¿no tienes cuidado que perecemos?” (Marcos 4:38).

La silueta soñolienta se levantó y se paró como el Dios todopoderoso. Con la autoridad del Creador, Jesús reprendió al viento y mandó al mar que se calmara. “Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza” (Marcos 4:39). Luego se dirigió a los discípulos y les preguntó: “¿Por qué estáis así amedrentados? ¿cómo no tenéis fe?” (Marcos 4:40).

En su susto de casi un desastre, los discípulos se maravillaron de Jesús. “¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?” (Marcos 4:41). Aunque el grupo aceptaba a Jesús como el Mesías, ellos fallaron en entender completamente el hecho de que El era más que solamente un hombre. El era el Dios eterno, el Creador de los elementos, encarnado en carne humana.

 

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LA SANIDAD DEL ENDEMONIADO CERCA DE GADARA

La barca llegó cerca de la aldea de Gergesa la cual estaba en el distrito de Gadara en Perea.

Y cuando salió él [Jesús] de la barca, en seguida vino a su encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo, que tenía su morada en los sepulcros, y nadie podía atarle, ni aun con cadenas. Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y desmenuzados los grillos, y nadie le podía dominar. Y siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con piedras (Marcos 5:2-5).

El endemoniado vio a Jesús y corrió a adorarle, pero un demonio habló mediante él:

“¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes” (Marcos 5:7).

Jesús ordenó al demonio que saliera y le dijera su nombre. “Legión me llamo, porque somos muchos” fue la respuesta. (Una legión romana consistía de seis mil soldados.) Luego el demonio pidió permiso para entrar en un hato de aproximadamente dos mil cerdos que estaba cerca. Los cerdos se enloquecieron y se precipitaron por un despeñadero al mar y se ahogaron.

Cuando las noticias del suceso llegaron a la ciudad, la gente vino a Jesús. Ellos hallaron al endemoniado que había sido transformado vestido y en su juicio cabal sentado a los pies de Jesús. En su miedo, la gente pidió a Jesús que se apartara de ellos.

Mientras que Jesús se preparaba para regresar al otro lado del lago, el endemoniado transformado le rogó a Jesús que le permitiera acompañarlo. (Mateo menciona a dos endemoniados que encontraron a Jesús; los relatos en Marcos y Lucas parecen enfocarse en el hombre que hizo este pedido.) Mientras que el deseo del hombre de estar con Jesús era loable, el Maestro no se lo concedió. En vez le dijo al hombre que regresara a casa y contara todas las cosas buenas que el Señor había hecho por él. ¡Qué gran testigo dejó Jesús para los gadarenos quienes amaban más a sus pecados, demonios y cerdos que a Jesús!

MÁS MILAGROS EN CAPERNAUM

Una multitud grande y expectante dio la bienvenida a Jesús en Su regreso a Capernaum desde el otro lado del Mar de Galilea. La multitud seguía creciendo a medida que las noticias de la aparición de Jesús se propagaban por toda la ciudad. Jairo el principal de la sinagoga, abrió camino entre la multitud y se acercó a Jesús. Jairo estaba inquieto ya que su única hija, una niña de doce años estaba a punto de morir. Dejando su orgullo a un lado, el padre angustiado se postró ante Jesús, rogándole que viniera y pusiera Sus manos sobre la niña para que viviera. Tal petición mostró fe en la habilidad de Jesús para sanar.

Una gran multitud continuaba aglomerada alrededor de Jesús mientras que El iba a casa de Jairo. Entre la multitud había una mujer quien sufría de un flujo de sangre por doce años.

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(Algunos creen que ella era Gentil ya que la impureza ceremonial judía de la mujer no le hubiera permitido estar entre la multitud.22) Ella creyó que si solamente pudiese tocar el borde del manto de Jesús sería sanada. Con decisión firme abrió camino en la multitud hasta poder alcanzar y tocar Su manto. Inmediatamente fue sanada. Jesús sintió el poder de sanidad salir de El y preguntó quién le había tocado. Con miedo, la mujer se dio a conocer. Jesús amablemente respondió: “Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado” (Mateo 9:22).

Cuando la multitud llegó a la casa de Jairo, un mensajero le dijo que no era necesario

molestar más al Maestro ya que su hija había muerto. Jesús se dirigió a Jairo y le dijo que no temiera y que sólo creyera. Luego, llevando a Pedro, Jacobo y Juan con El—esta fue la primera vez que el trio fue separado—Jesús y Jairo entraron a la casa donde los dolientes ya estaban llorando. “¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no está muerta, sino duerme,” le dijo a la multitud. Ellos se burlaron.

Después de sacar a los dolientes afuera, Jesús condujo a los tres discípulos y a los padres de la niña a donde se encontraba la niña. Tomándola de la mano, El dijo: “Niña, a ti te digo, levántate.” Ella inmediatamente se levantó y El mandó que se le diese a la niña algo de comer.

Después de salir de la casa de Jairo, dos ciegos siguieron a Jesús, clamando: “¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David!” En respuesta a su fe, Jesús tocó sus ojos y los sanó. Luego dio instrucciones estrictas de no decir a nadie sobre esto. Sin embargo, ellos difundieron Su fama en toda la región.

Después de los ciegos, un mudo endemoniado se acercó a Cristo. Para el asombro de la multitud, Jesús echó fuera los demonios y el hombre habló. La gente se maravilló diciendo: “Nunca se ha visto cosa semejante en Israel,” pero los fariseos dijeron: “Por el príncipe de los demonios echa fuera los demonios.”

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Capítulo 7

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EL MINISTERIO DE GALILEA PARTE II

Secciones del 69-95 de Robertson

LA VISITA FINAL A NAZARET

Jesús y Sus discípulos se fueron de Capernaum para visitar por última vez Su tierra natal

de Nazaret antes de emprender Su tercera y última gira de predicación en Galilea. Sus anteriores visitas a Nazaret habían sido feas y violentas. La gente había rechazado a Jesús y maliciosamente habían intentado desbordarlo por un despeñadero (Lucas 4:16-31). Ahora El regresó después de muchos meses para ofrecer a Sus compatriotas una segunda oportunidad.

Usando a Nazaret como su punto de inicio, El emprendió Su campaña en la región, enviando a los Doce de dos en dos por todas las aldeas y pueblos. En el Día de Reposo, El fue a la sinagoga para adorar, como era Su costumbre. Mientras que enseñaba, muchos oyentes sorprendidos y dudosos decían: “¿Y qué sabiduría es esta que le es dada?” (Ver Marcos 6:2.) En Su primera visita a Nazaret, Jesús no había ejecutado milagros, pero ahora había sanado a algunos enfermos para que la gente viese y creyese. Sin embargo, los nazarenos se negaron a creer. “¿No es este el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simeón? ¿No están aquí también con nosotros sus hermanas?”

Jesús respondió: “No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa” (Marcos 6:4). Luego partió de Nazaret de una vez por todas. Ellos lamentablemente perdieron su última oportunidad de creer y recibir salvación.

LA TERCERA GIRA MISIONERA

Desde Nazaret, Jesús descendió a la llanura poblada de Esdraelón e inició Su campaña

misionera con los discípulos, quienes habían estado realizando su aprendizaje en la obra misionera hasta ese entonces. Ellos fueron por los pueblos y aldeas, enseñando, predicando y sanando a los enfermos. Jesús miró a las multitudes con compasión. El usó dos ilustraciones hermosas para describir su estado espiritual. (Ver Mateo 9:36-38.) Primero, El dijo que la multitud estaba como un rebaño desamparado o como ovejas que no tienen pastor. Segundo, El describió a la multitud como una cosecha abundante y madura lista para cosechar. La grandeza de la cosecha se destacó notablemente en comparación a la escasez de obreros. La manera para satisfacer esta necesidad era orar para que el Señor de la mies enviase obreros a la mies. Jesús sabía muy bien que aquel que ora sinceramente para que el Señor provea obreros estaría más dispuesto a responder en caso que el Señor lo llamara personalmente para la tarea. (Se dice que uno no debe orar: “Señor, envía obreros” sin orar la oración de Isaías: “Señor, heme aquí, envíame a mí.”)

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El Maestro ahora llegó a un nuevo punto en Su método de ministerio. Hasta este entonces El había ido con los discípulos, pero ahora los envió de dos en dos como misioneros. El les dio poder sobre espíritus inmundos para sanar toda clase de enfermedad y proclamar el reino de Dios. Antes de enviarlos, Jesús definió la esfera y carácter de su obra y les dio instrucciones precisas con respecto a su equipo, conducta, método y cómo enfrentar su tarea: Primero, no debían ir “por camino de gentiles,” ya que Jesús los enviaría después en una campaña mundial. Segundo, ellos no debían preocuparse por comida o vestido, sino que debían confiar plenamente en Dios para estas cosas. Jesús fundó un principio permanente para Sus obreros para todo tiempo. El obrero no debe estar ansioso por su sustento material. Dios toma la responsabilidad de proveer para Sus obreros dignos. (Ver Mateo 10:9-10.) Tercero, su llegada a cualquier casa debía significar una bendición para esa casa. Era su responsabilidad de hacer esto cierto por medio de su conducta y expresión de paz.

En la segunda parte de Sus instrucciones, Jesús advirtió sobre las persecuciones que los apóstoles enfrentarían y dio indicaciones de cómo tratar con ellas (Mateo 10:16-23). Sin duda algunas de estas advertencias señalaron las persecuciones amargas que los discípulos sufrieron después del Ascenso a manos de los gobernadores y reyes paganos. Los obreros debían ser cautelosos y astutos como serpientes; y como palomas en sencillez, sin malicia y puros de corazón. Luego procedió a armarlos contra el miedo y la ansiedad. Tan arrasadora y universal sería la oposición de las fuerzas de las tinieblas en el mundo que ellos serían odiados por todos los hombres por causa del nombre de Jesús y su identificación con El.

Jesús añadió más ánimo para los perseguidos citando Su propio ejemplo. El ya había sido

acusado de estar aliado con Beelzebú; los discípulos no debían esperar una mejor suerte que la de su Maestro. Se les dijo que no callasen nada de Sus enseñanzas por temor, sino más bien que las proclamasen valientemente de la manera más pública. Los Doce debían de hablar y actuar debidamente como Sus discípulos bajo toda circunstancia y a todo riesgo.

Jesús dijo que la causa fundamental de la persecución es hallada en la misma naturaleza de Sus principios, los cuales, al ser proclamados, causan divisiones y conflictos entre los oyentes, aun en el seno de las familias. Su reino de luz es intransigente en su antagonismo a la potestad de las tinieblas satánicas. El Maestro finalizó Sus instrucciones para los apóstoles dando a resaltar la amabilidad que otros mostraron hacia ellos.

Después de haber dado instrucciones detalladas a cada uno de los discípulos, Jesús reanudó Sus labores. Probablemente, El fue tras ellos en muchas ciudades y después que la campaña llegó a su fin los apóstoles regresaron para encontrarse con El en Capernaum (Marcos 6:30) y contarle sobre la obra y sus experiencias.

LOS TEMORES CULPABLES DE HERODES ANTIPAS

La fama de Jesús se había propagado por Galilea como nunca antes y hasta había llegado al palacio de Herodes Antipas en Tiberias. Plagado de culpabilidad, Herodes asumió que Juan el Bautista, a quien él hizo decapitar, había resucitado y estaba ejecutando los milagros atribuidos a Jesús.

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Después que Jesús recibió la noticia de la muerte de Juan y después que Sus discípulos habían regresado a El en Capernaum, El con los discípulos subieron a una barca y se fueron al otro lado del mar para descansar.

LA CRISIS DE GALILEA

El periodo conocido como la “Crisis de Galilea” abarca el primer retiro y todos sus

eventos relacionados, la alimentación de los cinco mil (Juan 6:1-14), el andar sobre el mar tormentoso (Juan 6:16-21), el sermón del Pan de Vida en Capernaum (Juan 6:22-59), y la crisis que hubo como resultado de este discurso (Juan 6:60-71). En los seis meses siguientes, el propósito principal de Jesús sería dar a Sus apóstoles instrucciones y entrenamiento especiales.

Los discípulos regresaron a Capernaum con informes brillantes de sus experiencias en la campaña. Su llegada era una señal para que las multitudes se reunieran otra vez con sus enfermos para ser sanados. Jesús dijo a Sus discípulos: “Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco.” Cuando salieron en la barca, la multitud los vio y los reconoció. Ellos no podían soportar dejar de ver a Jesús, de modo que lo siguieron a pie por la ruta terrestre hacia el norte del lago. Otros de otras ciudades y pueblos se unieron a la multitud hasta que se convirtió en una gran multitud de más de cinco mil hombres, además de las mujeres y niños.

Antes que llegara la gran multitud, Jesús se fue al retiro de la montaña cerca del extremo sur de la pequeña llanura para meditar un poco. Este tiempo de meditación pronto fue interrumpido y cuando El apareció, vio la gran multitud dirigiéndose hacia El. Su corazón tuvo compasión ya que los vio como ovejas sin pastor. Ellos tenían suficientes líderes religiosos, pero ninguno de ellos alimentaba a la gente espiritualmente. Jesús calurosamente acogió a la gente y empezó a enseñarles, sanando a muchos.

La Alimentación de los Cinco Mil

El día comenzó a declinar y los apóstoles estaban con hambre y ansiosos de despedir a la multitud. La hora adecuada del almuerzo ya había pasado y el sol se estaba poniendo. Entonces sucedió uno de los milagros más grandes de Jesús. Con cinco panes de cebada y dos pececillos, Jesús alimentó a los cinco mil hombres, más las mujeres y niños. El escritor del Evangelio dio más importancia a los panes en la narración ya que el milagro estableció de forma simbólica lo que Jesús sería para las multitudes de la tierra—el Pan de Vida (El milagro estableció un fundamento para el sermón que se daría al día siguiente en Capernaum.)

El registro de este milagro es uno de los mejores atestiguados de todos, siendo narrado en

detalle armónico en los cuatro Evangelios. El gran evento hizo que los participantes dijeran: “Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo.”

Jesús conocía el pensamiento de la gente. Ellos estaban buscando a un rey nacional—Mesías—y ellos estaban a punto de atraparlo y proclamarlo su rey. Jesús evitó esto diciendo a Sus discípulos que regresaran a la barca y cruzaran el mar hacia Betsaida. Luego El despidió a la multitud y se retiró a una montaña aislada para orar.

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 Rescate en el Mar Tormentoso

Mientras que los discípulos navegaban por el Mar de Galilea, un fuerte viento desató una

tormenta similar a la cual donde Jesús calmó el viento y las olas. Pero esta vez Jesús no estaba en la barca con ellos. Ellos estaban solos, remando frenéticamente mientras que el viento soplaba y las olas amenazaban hundir la barca. Mientras tanto, Jesús oraba en soledad en la tierra (Marcos 6:47). Aun así El podía ver a los Doce tirando angustiosamente de los remos y sacando el agua inútilmente mientras que las olas implacables los empapaban y el viento golpea contra ellos. La oscuridad de la noche no obstaculizó Su visión cuando Sus amados discípulos estaban en peligro.

A la cuarta vigilia, entre las 3:00 AM y las 6:00 AM, cuando los discípulos pensaron que estaban a punto de perecer, vieron una aparición viniendo hacia ellos, andando sobre el mar. Ellos tuvieron más miedo pero el viento disipaba sus gritos. Luego oyeron la voz amada de su Maestro: “¡Tened ánimo; yo soy, no temías!” (Marcos 6:50). El había venido a rescatarlos en su hora de necesidad urgente. La tormenta todavía rugía, pero su angustia desapareció.

Pedro pidió andar sobre el agua para ir a El. Mientras mantenía su mirada en el Maestro todo iba bien. Sin embargo, cuando sacó su mirada de Jesús y miró hacia abajo a las olas empezó a hundirse. El inmediatamente clamó y Jesús le extendió la mano y lo rescató. Cuando Jesús y Pedro subieron a la barca, el viento y la tormenta cesaron y rápidamente llegaron a tierra. Los discípulos se postraron ante El en adoración, diciendo: “Verdaderamente eres Hijo de Dios.” Este recuerdo imborrable los fortalecería en muchas tormentas posteriores.

Antes de seguir con nuestro estudio de la vida de Cristo, debemos hacer dos preguntas.

1. ¿Por qué estaban los discípulos en medio del mar?

Porque estaban obedeciendo la orden de su Maestro de ir a Betsaida al otro lado del mar. De esto aprendemos que los obstáculos a menudo surgen mientras que estamos tratando de hacer la voluntad de Dios. Muchas “tormentas” nos saldrán al encuentro mientras que buscamos seriamente obedecer lo que Dios nos ha dicho que hagamos. Los vientos huracanados y las olas ondulantes no significan que hemos perdido la voluntad de Dios. Estos surgen solamente para disuadirnos y probar nuestra decisión. En medio de estos tiempos críticos, podemos estar seguros de que Jesús vendrá a rescatarnos.

2. ¿Por qué anduvo Jesús sobre las aguas? Fue para comprobar una vez más a los discípulos que El era el Dios todopoderoso, ya que Job 9:8 dice que: “El solo extendió los cielos, y anda sobre las olas del mar.”

La Recepción en Genesaret

La recepción dada a Cristo cuando la barca llegó a Genesaret resumió la popularidad de

Jesús como resultado de su largo ministerio en Galilea. Las señales que El había ejecutado fueron ampliamente conocidas. Dondequiera que El iba, las multitudes venían a El por ayuda. Sin

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embargo, lo que El hizo en el reino físico solamente era una sombra de lo que El deseaba hacer en el reino espiritual.

El Colapso de la Campaña en Galilea

Las multitudes estaban esperando a Jesús cuando El regresó el siguiente día a la sinagoga en Caperrnaum. La alimentación de los cinco mil y la campaña de los apóstoles habían elevado la anticipación mesiánica a su nivel más alto. En su entusiasmo y anticipación, la gente estaba lista para proclamar a Jesús como el rey nuevo de Israel y derrocar las fuerzas romanas.

Jesús se vio obligado a tratar con la situación dejando claro dos cosas. 1. El reino mesiánico no se trataba de comida y bebida o de poder y riqueza material. El

no era un Mesías político ni tampoco Su reino era político.

Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará, porque a éste señaló Dios el Padre. (Juan 6:26-27). La vida eterna y la entrada al reino mesiánico eran sinónimos con los judíos. Sin

embargo, el nuevo reino era totalmente diferente de lo que la gente esperaba. Su ciudadanía en el reino no se basaría en algo que ellos podrían hacer, sino que se basaría en creer en El a quien el Padre había enviado.

La gente luego pidió una señal y citó el ejemplo de Moisés quien dio a sus padres

pan del cielo para comer. Debido al reciente banquete milagroso, la gente comparó a Jesús con Moisés sin darse cuenta de que fue Dios el que proveyó el maná en el desierto y no Moisés.

Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre, y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis. Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. Y esta es la voluntad del Padre que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero (Juan 6:35-40).

En Juan 6:48, Jesús otra vez dijo que El era el Pan de Vida. El identificó Su propia vida, la cual iba a ser ofrecida en muerte sacrificial como el medio de vida para el mundo, estableciendo el hecho central de la muerte expiatoria para la vida espiritual de la humanidad. El dijo que El era el Pan de Vida que procedía del Cielo, pero la gente no entendió.

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2. El además dijo que El era el Pan de Vida para el mundo e identificó Su muerte sacrificial y expiatoria como el pan que debía ser quebrado en un cuerpo carnal (Juan 6:44-65).

Mediante esta declaración, Jesús intentó apartar a todos los buscadores del pan

superficial quienes nunca llegarían a la verdad. En la literatura rabínica, la enseñanza sagrada se llamaba “pan” y aquellos que ansiosamente la absorbían se decía que la “comían.” Por ejemplo, Jeremías dijo: “Fueron halladas tus palabras, y yo las comí” (Jeremías 15:16). La literatura judía estaba perfectamente familiarizada con el simbolismo de “comer” como una aceptación e incorporación plena de la verdad. No debió haber sido difícil para la mayoría de los oyentes el comprender los puntos principales de este discurso.

En ese momento llegó la ruptura definitiva de las masas como ocurre a menudo cuando

llega la desilusión respecto a la verdadera naturaleza sacrificial de la vida de Cristo. Desde ese momento para adelante, muchos de los que profesaban ser discípulos se apartaron. Luego llegó la prueba agria para los Doce. ¿Abandonarían o permanecerían por Jesús? “¿Queréis acaso iros también vosotros?” preguntó y ellos respondieron: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” Jesús respondió: “¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo?” (Juan 6:70). Esta fue la primera vez que Jesús habló claramente sobre su traidor y de manera significativa en conexión con la primera profecía definida de Su muerte expiatoria.

Más Oposición de los Fariseos

La oposición farisaica no dejó pasar la oportunidad para intensificar la lucha. Una vez

más lanzaron sus ataques desde un punto de apariencias externas lo cual a su parecer era algo más favorable. Ellos habían observado que los discípulos de Jesús habían sido indiferentes a la observancia de la tradición de los ancianos respecto a la contaminación ceremonial de las manos. Antes y después de cada comida y cuando quiera que uno venía del mercado o de la plaza de la ciudad, los judíos tenían que lavarse las manos o bañarse de acuerdo a ciertas restricciones ceremoniales. Estos ritos y preceptos tradicionales eran más superiores que las Escrituras en la estima de los judíos. Donde las Escrituras y la tradición parecían oponerse, los judíos consideraban a la tradición como la autoridad superior.

Les molestaba a los fariseos y escribas que los discípulos fuesen indiferentes a las tradiciones farisaicas, como se ha había visto en el hecho de que no se lavaron las manos de acuerdo a las reglas prescritas. Los judíos preguntaron: “¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos? Porque no se lavan las manos cuando comen pan” (Mateo 15:2). Jesús respondió con un ejemplo de cómo los fariseos usaban la tradición para omitir un mandato bíblico.

¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición? Porque Dios mandó diciendo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o la madre, muera irremisiblemente. Pero vosotros decís: Cualquiera que diga a su padre o a su madre: Es mi ofrenda a Dios todo aquello con que pudiera ayudarte, ya no ha de honrar a su padre o a su madre. Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición. Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo

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de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando doctrinas, mandamientos de hombres (Mateo 15:3-9).

Jesús entonces llamó a la multitud y les explicó que lo que sale de la boca contamina al hombre y no lo que se ingiere.

El conflicto con los fariseos dejó a los discípulos inquietos. En Mateo 15:13-14, Jesús

calmó sus temores. Luego concedió la petición de Pedro sobre una explicación de la parábola. ¿También vosotros sois aun sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo que entra en la boca va al vientre, y es echado en la letrina? Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al hombre (Mateo 15:16-20).

La oposición de los fariseos procedía de corazones malos.

EL SEGUNDO RETIRO

En la Costa de los Paganos

El encuentro con los fariseos había bruscamente revelado los deberes espirituales de los

discípulos. Durante los próximos meses, gran parte del tiempo de Jesús sería dedicado a dar instrucciones especiales a los discípulos para así llegar a un entendimiento claro de Su carácter y misión.

Hay otra razón por la cual Jesús se retiró a la zona de Tiro y Sidón. Sus enemigos habían cerrado las puertas de la sinagoga a Su predicación en Judea (Juan 7:1) y habían redoblado sus esfuerzos para hacer lo mismo en Galilea. El había defendido a Sus discípulos del ataque sutil de estos enemigos, dejando a Sus enemigos derrotados y humillados ante la gente. Esto los amargó y sin duda recurrirían a la violencia para deshacerse de El. La política más prudente fue retirarse temporalmente de la vecindad de Tiberias y buscar descanso y privacidad con Sus apóstoles en otro lugar no muy lejos de la escena de acción. El lugar más cercano sería la zona fronteriza de Fenicia, más o menos treinta cinco millas al noroeste.

Jesús no fue a Fenicia para iniciar un ministerio público. El hacer esto anularía Su obra entre los judíos debido a su actitud fanática. Sin embargo era imposible para El esconderse. Pronto una mujer Sirofenicia descendiente de los cananeos la cual había habitado la zona antes que los israelitas conquistaran la Tierra Prometida, vino a suplicar misericordia por su hija. En su angustia extrema clamó: “¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio” (Mateo 15:22).

Tan raro como parezca, Jesús no respondió a su petición. Cuando Sus discípulos

llegaron, ellos insistieron que El la despidiera ya que ella clamaba a ellos. Sin embargo ella

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continuó con su súplica hasta que por fin Jesús se volteó y dijo: “No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.”

Sin ser disuadida por el desaire, la mujer adoró a Jesús y le rogó diciendo: “¡Señor, socórreme!” Jesús respondió: “No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos.” El estaba probando la fe y humildad de la mujer. El deseaba que ella reconociera que no era cosa pequeña lo que ella profesaba y pedía, así que El le recordó de la gran brecha entre los judíos y los gentiles. Los judíos se creían a sí mismos como los hijos de Dios y a los gentiles como “perros.” Ella contestó: “Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.” En realidad ella estaba pidiendo lo que los hijos (Israel) estaban rechazando.

Conmovido por su respuesta, Jesús respondió: “Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo

como quieres.” Mediante la humildad, oración persistente, amor devoto y gran fe, la mujer aseguró la sanidad física de su hija. Este incidente nos revela a Jesús como el intérprete maestro del corazón humano, como el maestro experto de Sus apóstoles y como el constructor sabio de Su reino.

EL TERCER RETIRO

La Alimentación de los Cuatro Mil en Decápolis

Jesús partió de la costa de Tiro y Sidón y fue a Decápolis, la zona de las diez ciudades griegas aliadas ubicadas al este del Jordán. La gente allí trajo a Jesús un hombre sordo y mudo para ser sanado. Por lo tanto, la multitud empezó a reunirse, trayendo a sus cojos, ciegos, mudos, mancos, y muchos otros. Jesús vertió Su amor sobre ellos sanándolos hasta estar llenos de asombro viendo al mudo hablar, al paralítico ser sanado, al cojo andar y al ciego ver.

La multitud continuó creciendo. Por tres días la gente estuvo allí, durmiendo en el suelo por la noche y por el día ansiosamente iban amontonados alrededor del gran hacedor de milagros para poder ver cada maravilla y captar cada palabra. Luego conmovido por la multitud, Jesús tomó siete panes y unos pececillos, dio gracias y alimentó a los cuatro mil hombres, más las mujeres y niños. Después que la multitud comió y se llenó, recogieron lo que sobró de los pedazos, siete canastas llenas.

Jesús despidió a la gente y navegó con Sus discípulos a la costa de Magdala.

OPOSICIÓN DE LOS FARISEOS Y SADUCEOS EN MAGDALA

Tan pronto como la barca llegó a la orilla del lago, los fariseos, acompañados por los

saduceos, vinieron al encuentro de Jesús con Sus discípulos. Inmediatamente empezaron a discutir con Jesús. Su motivo era tentarlo a que hiciera o dijera algo que más tarde se lamentaría. Mucha de la gente creía que Jesús era el gran profeta y secretamente esperaban que fuese el Mesías. La mejor manera que Sus enemigos sabían para desacreditarlo era pidiendo una “señal

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del cielo.” Hubo suficiente señales y milagros para convencer a cualquier mente abierta, pero los fariseos y saduceos habían atribuido esto al príncipe de los demonios.

Jesús absolutamente se negó a conceder su tercera demanda de una señal. Hubiera sido erróneo acceder a la demanda simplemente para agradar a Sus enemigos. Y aun si El lo hubiera hecho, ellos otra vez lo hubieran atribuido al diablo. Jesús había provisto muchas señales inequívocas: el cumplimiento de las Escrituras; los eventos del día; la predicación de Juan; y Su propia predicación, milagros, y vida que indicaba Su mesianismo. Si los fariseos podían discernir las señales del clima (Mateo 16:2-4), ¿por qué no eran capaces de mirar alrededor y discernir las señales de sus propios tiempos? Si lo hubieran hecho, ellos hubieran visto que Jerusalén pronto sería destruida y que el estado judío sería destruido.

El Dr. Pentecost señala que la razón por la que los fariseos rechazaron a Jesús no fue por falta de una señal.

La razón del rechazo de los líderes no fue por insuficiencia de pruebas de la persona de Cristo mediante señales adecuadas sino más bien debido a que ellos no podían interpretar las señales que se habían dado. Y El los condenó ya que ellos habían aprendido a interpretar las señales del clima en los cielos pero no podían interpretar las señales que habían venido del cielo para autenticar la persona de Cristo. Su incredulidad los había cegado y no la insuficiencia de las señales (Mateo 16:1). Como lo había hecho previamente cuando era desafiado a dar pruebas irrefutables que los convencieran, Cristo dijo que la única prueba que sería dada sería Su resurrección de los muertos. Esto muestra la importancia que Cristo dio a Su resurrección como la evidencia de Su persona (Romanos 1:4) y explica por qué los apóstoles al predicar a Israel en el Libro de Hechos predicaron la resurrección de Cristo de manera constante.23 Ahora no era seguro para que Jesús permaneciera en la zona de Capernaum y Tiberias.

El fue echado de Su propio pueblo y de la mayor parte de Galilea. El no podía forzar Sus misericordias sobre aquellos que lo rechazaron. Triste de corazón, volvió a la barca con Sus discípulos y les dijo que navegaran hacia Betsaida.

JESÚS REPRENDE LA TORPEZA DE LOS DISCÍPULOS

Los enemigos de Cristo repetidamente habían tratado de separar a Jesús de Sus discípulos. Los Doce tenían que ser advertidos contra la influencia seductiva de los enemigos hipócritas quienes bajo la apariencia del celo religioso, estaban buscando destruir a Jesús. En el viaje a Betsaida, Jesús les encomendó y una otra vez a tener cuidado de la levadura de los fariseos y saduceos.

Los discípulos eran lentos para entender. Ellos completamente habían mal entendido Su lenguaje sobre la levadura y lo habían aplicado al hecho de que se habían olvidado de traer pan. Su error en este caso de suponer que El estaba hablando del pan natural era absurdo y reveló el gran materialismo de sus pensamientos cuando deberían haber tenido una mente espiritual. Jesús se volvió a ellos con una reprensión tajante (Mateo 16:8-11).

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Por fin entendieron que El estaba hablando sobre la enseñanza de los fariseos y saduceos. De ahora en adelante tendrían cuidado de esto y esto se merecía la paciencia del Maestro. La comida y el vestido no ocuparían gran parte de su pensamiento, tampoco serían tan ciegos y sordos a los asuntos espirituales. Ellos buscarían percibir y por reflexión discernir las verdaderas doctrinas de las falsas. Ellos tendrían más fe en la providencia de Jesús atesorando el recuerdo de las cosas que habían experimentado con El en el pasado.

Al llegar a Betsaida-Julias por la tarde pasaron la noche allí. Temprano por la mañana, la gente vino, trayendo a un hombre ciego y rogando que Jesús lo sanara. El tomó al hombre de la mano y lo llevó fuera de la ciudad y lo sanó. (No era el propósito de Cristo dar una demostración pública de Su persona, pero aun así respondía a la necesidad de la persona que tenía fe en El.) Al primer toque, el hombre vio hombres como árboles andando. En el segundo toque el hombre pudo ver claramente.

LA GRAN CONFESIÓN DE PEDRO

Desde Betsaida-Julias, Jesús viajó con Sus discípulos a la región de Cesarea-Filipos donde visitó las aldeas de esa zona. Sin embargo, El dedicó la mayor parte de Su tiempo en la instrucción y discusión privada con los Doce. Una vez cuando estuvieron lejos de las multitudes (Lucas 9:18) y después de la hora de oración, iban caminando por el camino y Jesús preguntó a Sus discípulos: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?” Alguien dijo: “Juan el Bautista.” Otro dijo: “Elías.” Un tercero dijo: “Jeremías o algunos de los profetas.” Jesús luego se dirigió al centro del asunto y comprobando Su percepción, preguntó: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”

En una elocuencia sublime, Pedro resumió la naturaleza y cargo de Jesús, diciendo: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mateo 16:16). Jesús bendijo a Pedro por recibir esta revelación.

Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo, que tú eres pedro [Petros], y sobre esta roca [petra] edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos (Mateo 16:17-19).

Esta fue la primera vez que Jesús reveló Su plan de edificar una iglesia. Contrario a la

enseñanza de algunos grupos, la “roca” sobre la cual Jesús edificaría Su iglesia no es la persona de Pedro, sino la fe de su confesión (Mateo 16:16). La verdadera iglesia está fundada sobre la roca de la revelación del Dios todopoderoso en Cristo: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.” Fundada sobre esta roca, la iglesia permanecerá inconquistable aunque sea asaltada por el poder del infierno.

Debido a la confesión, se le dio a Pedro las llaves del reino. Las llaves fueron la insignia de autoridad, ya que el siervo que poseía las llaves del granero de su señor tenía la autoridad

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sobre los bienes de su señor. Note cómo Pedro abrió la puerta de la iglesia a los judíos en Hechos 2, a los samaritanos en Hechos 8 y a los gentiles en Hechos 10.

JESÚS PREDICE SU MUERTE Y RESURRECCCIÓN

Después de la confesión de Pedro, Jesús entró a una nueva fase de Su ministerio. El había

afirmado Su mesianismo a Sus discípulos y ellos definitivamente lo habían aceptado como tal. Ahora era tiempo para revelarles más a los Doce ya que faltaba un poquito más de seis meses para Su muerte. Ellos no entendieron completamente ningunos de los simbolismos ya que todavía mantenían los conceptos judíos erróneos del Mesías. Pero aquellos que habían declarado su convicción en El y su lealtad a El ahora estaban tan preparados como posibles para el duro golpe de Su muerte.

Desde este punto Jesús empezó a revelar en declaraciones sencillas la realidad de Su sufrimiento, muerte y resurrección venideros. Era necesario por el bien de su entendimiento hablar abiertamente de este asunto. En medio de la inminente tormenta de tragedia, Jesús puso el arco iris de Su resurrección, pero hasta el momento los discípulos sólo veían la negrura de las nubes. Jesús dijo cuatro cosas sobre Su futuro.

1. El pronto debía ir a Jerusalén. Era imposible que un profeta padeciera fuera de Jerusalén, cabecilla asesina de los profetas.

2. El debía “padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas.” (a) El debería ser puesto a muerte. (b) El resucitaría.

Jesús repetidamente enfatizó estos hechos a los Doce, tratando de que entendiesen.

En ese momento, Pedro reprendió al Señor, diciendo: “Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca” (Mateo 16:22). Jesús se volvió a Pedro y dijo: “¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios sino en las de los hombres” (Mateo 16:23). Pedro desapercibidamente se había puesto del lado del gran enemigo pensando como los hombres en vez de pensar de acuerdo a las cosas de Dios.

El Costo del Discipulado

A la luz de su muerte inminente, Jesús ahora empezó a enseñar a los Doce que el llevar la cruz era la ley fundamental del discipulado. La esencia del deber más alto, el significado de toda vida más verdadera es hallada en la ley del auto sacrificio. Jesús declaró esta ley en palabras que se han quedado pegadas en la mente de la humanidad (Mateo16:24-26). Para ser un discípulo uno debe tomar su cruz día a día, negarse a sí mismo y seguir a Cristo.

Los Evangelios revelan tres etapas en el desarrollo de un discípulo: (1) Las multitudes estaban atraídas por Jesucristo para oír Sus palabras y ver Sus obras. Ellos venían por curiosidad. A tales se les llamó Sus discípulos (Mateo 5:1). A estos los llamaremos los

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curiosos. (2) De los curiosos habían muchos que vinieron a poner su fe en Jesucristo (Juan 2:11). A tales llamaremos los convencidos. (3) Pero ahora Cristo exigía que los convencidos se comprometieran. A tales llamaremos los comprometidos.24 Jesús dio tres razones por las que los hombres deberían dedicar totalmente sus vidas a El.

1. La única seguridad verdadera está en El. 2. Las riquezas verdaderas y eternas provienen solamente de Dios. 3. Jesús regresará a la tierra para juzgar al mundo.

Luego El dijo que algunos de los que estaban allí no morirían hasta que hayan visto el reino en poder (Lucas 9:27).

La Venida del Hijo del Hombre en esta Generación

Otra razón por la que Jesús asignó a Su filosofía de la vida disciplinada fue que el Hijo del Hombre debía tener la victoria final. Con la crucifixión vendría un agrandamiento del poder y gloria del reino de Cristo. La majestad de Su sacrificio se convertiría en una gran luz que se encendería desde el Calvario y que continuamente enviaría sus rayos a la oscuridad del mundo a través de los siglos. La Resurrección también demostraría el poder del reino sobre la tumba. El derramamiento del Espíritu Santo en el Día de Pentecostés ilustraría el poder del reino sobre los corazones y mentes de los hombres. Jesús ha estado descendiendo en juicio y gloria a lo largo de los siglos y tendrá la victoria final cuando aparezca en las nubes en Su segunda venida para el juicio final.

LA TRANSFIGURACIÓN

La Transfiguración encajó en el plan de instrucción progresiva para los discípulos. Esta sirvió como una predicción de la resurrección de Jesús y a la vez insinuaba la de sus propias vidas más allá de la tumba. Fue para abrir su entendimiento de la victoria gloriosa del reino mediante la muerte expiatoria, resurrección y la venida final del Mesías. Fue para proclamar que la Ley y los Profetas fundaron su cumplimiento en Jesús. Fue para proclamar que ellos y nosotros debemos oír a Jesús. También fue para mostrar el hecho que sí existe “Sólo Cristo” Colosenses 2:9 dice: “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad.”

Durante los seis u ocho días después de la primera lección sobre el principio de la cruz, Jesús repasó una y otra vez los hechos con los discípulos, tratando de iluminarlos. Pero ellos no estaban preparados para recibirlo y no estaban dispuestos a aceptarlo. Jesús finalmente llevó a Pedro, Jacobo y Juan al Monte Hermón. Al llegar, estaban cansados y con sueño.

Jesús oró y mientras oraba se transfiguró ante ellos, Su vestidura se hizo blanca como la luz y Su rostro resplandeció como el sol. (Compare esto con Apocalipsis 1:10-16.) Esto fue el rasgo del velo humano para revelar la gloria de Dios. En una demostración gloriosa de majestad eternal, la deidad traspasó la carne y brilló. Esta continúa traspasando para aquellos que desean verla hoy en día. De otro modo, los hombres nunca verían a Jesús por lo que El realmente es.

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Despertados del sueño por el esplendor, los discípulos estuvieron asombrados y deslumbrados por Su gloria. Luego aparecieron allí dos hombres, Moisés y Elías, quienes estuvieron de pie con Jesús, discutiendo su sufrimiento y muerte inminente en Jerusalén. Tal vez discutieron los numerosos tipos y profecías pertenecientes al Calvario.

Moisés y Elías representaban la economía antigua. Moisés, su fundador, representaba la Ley. El fue quien condujo al pueblo fuera de la esclavitud de Egipto. Elías, el profeta más conocido, fue llevado al Cielo en un remolino y había de regresar como el precursor de la nueva dispensación. Era como si la Ley y los Profetas estuvieran derramando su gloria en Jesucristo. Jesús conduciría a Su pueblo en un nuevo éxodo fuera de la esclavitud del pecado y sería el profeta de la nueva dispensación, llamando a la gente al arrepentimiento y a una nueva vida de parte de Dios. El realizaría esto a través de Su muerte expiatoria.

Los tres discípulos estuvieron llenos de asombro. A medida que la visión empezó a

desaparecer, Pedro, sin entender realmente lo que decía, exclamó: “Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas, una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías.” Sin duda Pedro estaba pensando: “¿Para qué bajar al valle y continuar el conflicto? ¿Para qué ir a Jerusalén y morir? ¿Qué podría ser mejor que permanecer en la montaña en una comunión celestial?” Pero no podemos quedarnos en la cima. El fruto crece en el valle donde Jesús es el Lirio de los Valles.

Mientras que Pedro hablaba, una nube blanca de la gloria de Dios descendió sobre ellos y los cubrió totalmente. De repente una voz salió de la nube: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd,” (Mateo 17:5). Los hombres ya no podían más hallar la salvación en ritos, ceremonias y estilos antiguos—ellos debían oír a Jesús. Ellos debían oír Su mensaje sobre la Crucifixión, Resurrección, Ascenso y derramamiento del Espíritu Santo. Ellos debían oír Sus promesas y declaraciones.

La Transfiguración enseñó a los discípulos que el sufrimiento y muerte vicaria eran compatibles con el concepto del Mesías espiritual del Antiguo Testamento. La voz del Cielo confirmó su confesión de Jesús como el Mesías y el Hijo de Dios. Años después Pedro recordó vívidamente esta voz cuando escribió su segunda epístola.

Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad. Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia. Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo. (II Pedro 1:16-18). Jesús había enseñado sobre Su naturaleza divina y la necesidad de Su muerte vicaria;

ahora, el Cielo añadía su testimonio para confirmar Su enseñanza. Los discípulos se postraron sobre sus rostros, llenos de temor, hasta que Jesús vino a ellos diciendo: “Levantaos, y no temáis.” Cuando alzaron los ojos, solamente vieron a Jesús a quien Pablo describió como la imagen del Dios invisible (Colosenses 1:15).

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Jesús les mandó que no dijeran nada a nadie sobre la visión hasta que El resucitara de los muertos. Esta experiencia los fortaleció grandemente durante la desolación que les esperaba por delante y aclaró su entendimiento después de la resurrección. Pero en el tiempo de la Transfiguración ellos iban caminando discutiendo entre ellos qué significaba resucitar de los muertos.

Otra pregunta surgió sobre Elías. Los discípulos preguntaron por qué los escribas habían dicho que Elías debía de venir antes del Mesías. Jesús respondió que Elías ya había aparecido pero los escribas no lo habían reconocido. Luego ellos entendieron que El se refería a Juan el Bautista.

LA SANIDAD DEL MUCHACHO LUNÁTICO

Mientras que Jesús estaba en el Monte Hermón, el lugar de la Transfiguración, un

hombre trajo a su hijo para ser sanado de los demonios. En la ausencia del Maestro, los nueve apóstoles, quienes habían sido delegados para ejecutar milagros similares en la campaña de Galilea, se encargaron de echar fuera al demonio que poseía el muchacho, pero fracasaron. No pudieron hacer nada por el muchacho. En cierto tiempo habían tenido poder sobre los demonios. ¿Qué había sucedido?

Cuando Jesús bajó a donde estaban los nueve, el hombre dijo: “si puedes. . .” La falta de fe de los nueve se reflejó en Jesús. ¡Por supuesto que El podía! Solamente uno más fuerte que un hombre fuerte podía atar a los demonios. Y ese hombre era Dios manifestado en la carne humana. Sin embargo, la falta de poder entre los nueve obstaculizó la fe de este hombre. Jesús puso el “si” donde correspondía. El dijo: “Si puedes creer. . . .” El pobre padre hizo que el caso dependiera de la habilidad de Jesús para curar; Jesús le retornó la responsabilidad, haciendo que el caso dependiera de su fe.

El hombre reconoció que su fe era totalmente débil. Desesperado él dijo: “Creo, ayuda mi incredulidad.” En respuesta, Jesús sanó al muchacho. El hubiera hecho lo mismo por la nación de Israel si es que ellos hubieran puesto su fe en El.

Después los discípulos preguntaron por qué no pudieron echar fuera al demonio. Jesús

respondió que tales hechos solamente vienen como resultado del ayuno y oración. Esto debe ser una lección que todos los Cristianos deben aprender: cuando descuidamos la oración y el ayuno perdemos el poder con Dios.

El período de aislamiento estaba llegando a su fin. Mediante las experiencias de casi seis meses, Jesús había conducido a Sus apóstoles a un entendimiento más íntimo de Su propia naturaleza y del carácter verdadero de Su reino. Ahora El regresaba pasando por Galilea para quedarse por un corto tiempo en Capernaum antes de ir a Judea para Su último ministerio y lucha final en Jerusalén.

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JESÚS OTRA VEZ PREDICE SU MUERTE

Una vez más Jesús dirigió Sus pasos hacia el sur a Galilea. Otra vez mencionó Su muerte, sepultura y resurrección. Sin embargo, los discípulos como siempre, continuaron sin entender el significado de Su declaración. Su timidez les impedía hacer preguntas con respecto a la tragedia venidera. El Dr. Pentecost identifica la fuente de su confusión.

Los judíos en el tiempo de Cristo estaban confundidos sobre las profecías del Antiguo Testamento concernientes al Mesías. Ellos por un lado reconocían que el Mesías había de sufrir y por el otro lado que el Mesías gobernaría con poder y gloria. Estas dos líneas de revelación parecían ser contradictorias. La teología judía quiso armonizar la confusión enseñando la venida de dos Mesías: uno para sufrir y morir y el otro para reinar con poder y gloria. Los discípulos no estaban exentos de aceptar este concepto popular. . . Cristo estaba tratando de mostrar a estos hombres que el mismo Mesías quien un día reinaría también debía sufrir y morir.25

EL PAGO DEL TRIBUTO DEL TEMPLO

El tributo del Templo era un “tributo religioso de capitación” pequeño, establecido por

Moisés para la edificación del Tabernáculo. Al principio solamente se pagaba durante el censo. Sin embargo, después del cautiverio babilónico, se esperaba que cada israelita mayor de veinte años de edad pagara este tributo anualmente. El tributo no era obligatorio; nadie podía ser obligado a pagarlo.

Jesús dijo que El estaba exento de pagar el tributo del Templo. El tributo era un dinero de redención para el rescate del alma de cada hombre. ¿Cómo podía el Redentor de los hombres pagar un dinero de rescate? El pagarlo de la manera ordinaria sin mencionar estar exento y sin dar explicación sería reconocer que El solamente era un simple sujeto del reino. Por el otro lado, si El se negaba a pagarlo, el pueblo pensaría que El estaba oponiéndose a todo lo que los judíos consideraban ser una obligación religiosa la cual debía hacerse de manera alegre.

Mediante un milagro, Pedro encontró dinero en la boca de un pez para pagar su tributo y el de Jesús. El propósito del milagro fue para enseñar la deidad de Cristo, para demostrar Su presciencia y supremacía universal sobre toda la naturaleza. En el incidente, Jesús afirmó Su autoridad sobre el Templo y la exención del impuesto lo cual era para el sustento del mismo, debido a Su relación con Aquel a quien se dedicaba el Templo.

INSTRUCCIONES PARA LOS DISCÍPULOS

Una Lección de Grandeza y Humildad

Surgió una disputa entre los Doce sobre quién tendría preferencia en el reino. Ellos no podían, a pesar de las recientes enseñanzas de Jesús sobre Su sufrimiento y muerte, deshacerse de las creencias tradicionales sobre el carácter materialista del reino mesiánico. Jesús sabía que disciplinar su temperamento, ánimo y voluntad era la fase más difícil de Su tarea al entrenarlos. El hizo que se acercaran a El y empezó a predicar de forma directa a sus ambiciones egoístas y a

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sus celos. “Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos.” Luego deseando dar cumplimiento a la enseñanza de una manera concreta e impresionante, llamó a un niño y poniéndolo en Sus brazos dijo: “De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.”

Por lo tanto, Jesús censuró sus ambiciones egoístas con la misma severidad que lo hizo con los fariseos. Los Doce estaban yendo en la dirección equivocada y debían dar la vuelta. Nada era más difícil en su entrenamiento que conseguir que reconocieran las declaraciones de la ley de amor y desechar la ambición, celos y envidia del corazón en relación con los hermanos y con los hombres. Muchos que alcanzan gran excelencia en la oración, en el conocimiento de la Palabra, en logros de servicios y otras virtudes de la vida y carácter disciplinado fracasan en el área donde los Doce mostraron una de sus debilidades más grandes. Cuando el obrero disciplinado está lleno de ambición por posición, preferencia y honor, la causa se pone en peligro en sus manos y él se pone en desacato.

Jesús afirmó enfáticamente que la entrada al reino depende de una humildad como de un

niño y sin arrogancia. El niño no conoce el orgullo de rango o distinción. De manera que el discípulo debe conscientemente poner a un lado el orgullo y la ambición egoísta de una posición más alta y entregarse sin reservas a la obra, dejando su promoción en el servicio en las manos del Señor. En Su reino, la honra es dada a los mansos y humildes quienes se olvidan de sí mismos y que sólo buscan una posición más alta para así servir de una manera más grande. Existe una ambición santa para grandes logros y servicio en el reino, pero esta no hace daño a los demás, ni tampoco es partícipe del espíritu de egoísmo vanidoso. Mediante este principio deben gobernar su conducta si es que desean ser Sus seguidores verdaderos, ya que la posición en el reino se determina por el grado de sumisión a Cristo y el servicio de los discípulos para Cristo.

Jesús sabía que la ambición, celos y envidia destruirían los corazones de Sus discípulos y echarían a perder la obra del evangelio en sus vidas y las vidas de aquellos a quienes ministrarían.

Una Lección de Tolerancia

En lo que pudo haber sido un intento de Juan para desviar a Jesús de Su reprensión, Juan relató el incidente del hombre que echaba fuera demonios en el nombre pero que no seguía a los discípulos. El hombre actuaba por fe en Jesús y no para ser aceptado. Los discípulos ordenaron al hombre que parase.

Jesús usó este incidente como una lección de tolerancia para todos los que obran para El en cualquier manera y que disfrutan de Su aprobación en sus esfuerzos. Jesús añadió: “Y cualquiera que os diere un vaso de agua” está amparado por estas promesas si es que asumen el papel de obreros humildes, disciplinados quienes buscan el bienestar del reino y no los fines de la ambición egoísta. El les dio a conocer la grandeza de la humildad del discípulo no pretencioso mostrando la tragedia de conducir a cualquiera de estos “pequeñitos” al pecado. Sin embargo, al usar la tolerancia, no debemos excusar el error o aprobar la doctrina o práctica errónea.

Para hacer el asunto aún más solemne, Jesús declaró uno de sus ¡ayes! debido a los

tropiezos. Las ofensas vendrán, pero ay de aquel por quien viene el tropiezo. Sería mejor cortarse

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la mano y entrar al Cielo manco; sería mejor cortarse el pie y entrar al Cielo cojo; sería mejor sacarse el ojo y entrar al Cielo con un ojo que permitir que la mano o el ojo o el pie sean ministros del pecado y ser echado al infierno donde el gusano nunca muere y el fuego nunca se apaga. Ningún miembro del cuerpo debe ser permitido a ser un obstáculo para ellos o para “Sus pequeñitos,” no sea que el culpable sufra el fuego que nunca se apaga por los siglos. Jesús enseñó que la muerte eterna es tan cierta como la vida eterna.

Jesús cerró Su sermón dando otra advertencia sobre los pequeñitos y sobre la conducta de los discípulos al disputar quién era el mayor. Ellos eran la sal de la tierra, pero si la sal pierde su sabor, ¿cómo podrá sazonar? Si Dios se preocupa por el “perdido” quien se ha extraviado como la oveja fuera del rebaño, ¿cuánto más se preocupará El por “cada uno de sus pequeñitos?”

Una Lección Sobre el Perdón

Jesús pasó a otro tema relacionado, el trato adecuado de un hermano que ha hecho daño a otro mediante la ambición impía. Jesús enseñó que la persona perjudicada debe tomar la iniciativa e ir en privado al ofensor. Una vez que la ofensa ha sido revelada, la persona culpable debe confesar el error y reconciliarse. Si este paso no rectifica el asunto, el hermano perjudicado debe llevar uno o dos testigos y otra vez confrontar al ofensor. Si esta acción todavía no da como resultado la reconciliación, entonces el asunto debe ser llevado ante la asamblea. Finalmente, si el asunto todavía no es resuelto, el ofensor debe ser expulsado de la congregación.

El mismo principio de amor humilde, el cual Jesús instó como el remedio para la ambición egoísta la cual resulta en disputas celosas y argumentos envidiosos, debe conducir a que el hermano ofendido busque el bien del ofensor. Se requiere estrictamente un trato en privado entre el ofendido y el ofensor. Si ese intento falla, dos hermanos comprensivos e imparciales deben ser llevados como testigos y asistentes para que el ofensor sea convencido y conducido a reconocer su falta. Como último recurso, si él se niega a oír y admitir su falta, el asunto debe ser llevado ante la iglesia local, la cual tratará con el hermano, tratando de llevarlo a una actitud mental correcta. En vez que la iglesia lo oiga a él, él debe oír a la iglesia. Si él tercamente se niega a oír, la iglesia debe considerarlo como un pagano.

Esto es una gran responsabilidad. Uno debe tener cuidado en cómo es usado. El pecado

escandaloso no puede ser tolerado en cualquier miembro de la iglesia sin contaminar y desmoralizar a todos.

Jesús añadió otro pensamiento relacionado en la forma de una promesa en Mateo 18:19-20.

La Parábola del Siervo No Misericordioso

La otra fase de tratar con algún hermano que ha hecho daño a otro se expone en la Parábola del Siervo No Misericordioso. Jesús relató esta parábola en respuesta a la pregunta de Pedro sobre cuántas veces debía uno de perdonar a su hermano que le ha hecho daño. La parábola enseña que debe haber una disposición para perdonar ofensas grandes y recurrentes. El perdón no es un asunto de matemática sino más bien uno de amor y carácter. La parábola fue diseñada para exponer el carácter del perdón en el reino.

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TRES DISCÍPULOS ASPIRANTES

Los días del ministerio público de Jesús en Galilea había llegado a su fin y la hora de la pasión en Jerusalén estaba cerca. Lucas escribió que El “afirmó su rostro para ir a Jerusalén” (Lucas 9:51). Juzgado de acuerdo a las normas del mundo, Su ministerio en Galilea había terminado en fracaso. Judea también le había cerrado las puertas, así que durante estos últimos meses El se dedicó a la evangelización de Perea.

Tres hombres se acercaron a Jesús ofreciendo ser Sus discípulos. El primero fue un escriba quien dijo: “Señor, te seguiré adondequiera que vayas.” Sin embargo, la respuesta de Jesús al decir que no tenía dónde recostar su cabeza causó que el escriba volviera a reconsiderar su dedicación descuidada. Su acción muestra claramente que aunque él se había dirigido a El como Señor, él todavía no lo había hecho el Señor de su vida. Este hombre estaba más comprometido con la comodidad que con Cristo.

Cuando Jesús extendió la invitación al segundo hombre para que lo siguiera, este hombre

primero pidió permiso para ir a enterrar a su padre. En la superficie esto parece ser un pedido racional ya que la mayoría de los funerales judíos se llevaban a cabo el mismo día de la muerte. Sin embargo, uno se pregunta por qué el hijo estaba fuera en vez de estar ejecutando los deberes requeridos de un fallecimiento. En realidad el hombre estaba poniendo sus responsabilidades de familia por encima de su deseo de ser un discípulo. Frecuentemente un hijo hablaba de proveer un funeral bueno y honorable para su padre aunque el padre estuviese con buena salud. A la luz de esto, Jesús respondió: “Deja que los [espiritualmente] muertos entierren a sus [físicamente] muertos” (Lucas 9:60), se entiende fácilmente.

Un tercer hombre se ofreció para ser discípulo, pero él pidió permiso para despedirse de

su familia. Por lo tanto, él estaba poniendo a su familia por encima del servicio a Cristo.

LA BURLA DE LOS HERMANOS DE JESÚS

La Fiesta de los Tabernáculos estaba cerca. Esta era la fiesta más santa y grande de las siete fiestas judías, esta conmemoraba el recorrido de los israelitas por el desierto.26

Alrededor de dos millones de judíos iban a Jerusalén para celebrar esta fiesta. En burla, los medios hermanos de Jesús le pidieron que fuese a la fiesta y manifestase Sus poderes mesiánicos debido a que ellos no creían que El era el Mesías.

Jesús era odiado en Jerusalén, no gustado por muchos en Galilea, perseguido por Sus enemigos y burlado e insultado por Sus medios hermanos quienes habían perdido la fe en El y lo obligaban a salir de Su escondite. El respondió: “Mi tiempo aún no ha llegado, mas vuestro tiempo siempre está presto. No puede el mundo aborreceros a vosotros, mas a mí me aborrece, porque yo testifico de él, que sus obras son malas. Subid vosotros a la fiesta; yo no subo todavía a esa fiesta, porque mi tiempo aún no se ha cumplido.” (Juan 7:6-8). El mundo no odiaba a los medios hermanos debido a la Ley Moral de la Correspondencia: ellos eran como el mundo y el mundo era como ellos. Jesús expuso al mundo incrédulo y consecuentemente el mundo lo odiaba.

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JESÚS VA SECRETAMENTE CON SUS DISCÍPULOS A JERUSALÉN

Jesús estaba totalmente consciente de la cercanía de Su muerte. A pesar de toda dificultad y peligro El “afirmó su rostro para ir a Jerusalén.” Al ir había tal expresión en Su rostro que los discípulos que lo seguían estuvieron asombrados y asustados.

Jesús planeó pasar por Samaria en Su camino a Jerusalén. Sin embargo, la aldea samaritana se negó a dejar pasar a Jesús. Juan y Jacobo, los “hijos del Trueno,” estuvieron heridos y enfurecidos por la hostilidad del pueblo samaritano. Ellos pensaron que ya era suficientemente malo que Jesús sea rechazado por Sus compatriotas para ahora también ser rechazado por los “perros samaritanos.” Por lo tanto, los hermanos desearon hacer descender fuego del Cielo para destruir a los pueblos así como Elías lo había hecho muchos años atrás en otro lugar.

Jesús respondió que ellos no sabían qué clase de espíritu los había incitado a tal arrebato. El Hijo del Hombre no había venido a destruir vidas sino a salvarlas. Este era el reto del ministerio: salvar y no destruir. Cualquiera puede destruir.

Luego fueron a otra aldea.

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Capítulo 8

EL MINISTERIO TARDÍO DE JUDEA

Secciones del 96-111 de Robertson

LA FIESTA DEL AGUA VIVA

Los peregrinos festivos esperaban ver a Jesús en la Fiesta de los Tabernáculos. Aunque el miedo a los judíos impidió la discusión abierta, todavía había gran murmullo y división concerniente a El. Para algunos El era un hombre bueno, posiblemente el Mesías; para otros El era un engañador y procedía del diablo.

La aparición de Jesús en medio de la celebración provocó una emoción intensa con respecto al mesianismo. A medida que empezó a enseñar en el Templo encontró tres grupos de gente. El primero era los líderes judíos, luego los habitantes de Jerusalén y finalmente los oficiales enviados por los principales sacerdotes. La gente se maravilló del conocimiento que Jesús tenía de las sagradas escrituras y de Su sabiduría. El nunca se había sentado al pie de los rabinos y aun así demostró estar familiarizado con los métodos literarios corrientes que supuestamente sólo eran para los eruditos y maestros populares. A los ojos de los líderes judíos, Cristo solamente era un aficionado autodidacto.

Jesús enfrentó esta difamación declarando: “Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió” (Juan 7:16). Para defensa de esta declaración importante, Jesús ofreció dos pruebas. Primero, el que “quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta” (Juan 7:17). Edersheim expande este tema.

Entre los judíos la enseñanza del rabino derivaba autoridad desde el hecho de estar de acuerdo con la tradición de que esta enseñanza exactamente representaba lo que había sido recibido de un gran maestro anterior, y así sucesivamente hasta llegar a Moisés y a Dios Mismo. Sobre este fundamento Cristo alegó la autoridad más grande. Su doctrina no era un invento suyo; esta era la enseñanza de Aquel que lo envió. La doctrina fue recibida de Dios y Cristo fue enviado por Dios para traerla. El era el mensajero de Dios para llevar la doctrina a ellos. Todo aquel que en su alma sentía ser atraído hacia Dios, cada uno que realmente “quisiera hacer la voluntad de Dios,” sabría “si la enseñanza era de Dios o del hombre.” Esta influencia aunque desapercibida era la que había atraído a los hombres a El de tal manera que estaban ansiosos por oír más.27

Segundo, Jesús no buscaba glorificarse a Sí Mismo, sino al Padre. Por lo tanto, debido a

la doble evidencia, Jesús podía proclamar que Su doctrina era de Dios y que El fue enviado por Dios.

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Los judíos profesaban aceptar la ley de Moisés, pero sin embargo no la seguían. En consecuencia, debido a que no eran fieles a la verdad que ya habían recibido, ellos no podían entender la enseñanza de Jesús. Si la hubieran entendido, no hubieran buscado matarle.

Otros siguieron la discusión y muchos creyeron debido a esto. Cuando los fariseos se dieron cuenta del cisma entre la gente, enviaron oficiales para atrapar a Jesús. Cuando los hombres aparecieron en Su presencia, El simplemente dijo que dentro de poco El personalmente se retiraría de en medio y regresaría a Aquel que lo envió. El dijo: “Me buscaréis y no me hallaréis; y adonde yo estaré, vosotros no podréis venir” (Juan 7:34). Esta declaración confundió a los judíos. ¿En dónde se escondería que ellos no podrían encontrarlo? Aun si se escondía entre los judíos o gentiles dispersos, ellos podrían encontrarlo.

Jesús Ofrece Agua Viva

El último día de la fiesta se llamaba Hosanna Rabba o Gran Día y se celebraba como el Día de Reposo. Uno de los eventos sobresalientes de este día era el verter el agua que el sacerdote recogía del Estanque de Siloé a la bandeja de plata que estaba en el lado occidental del altar. Mientras que entonaban las palabras de Isaías 12:3: “Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación,” una multitud de peregrinos pasaban por el arroyo de Siloé para beber.28

Fue en este último día de la fiesta que Jesús se puso de pie y en voz alta ofreció agua viva.

Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva (Juan 7:37-38).

El agua del Estanque de Siloé solamente era un tipo o símbolo del agua viva del Espíritu

Santo que Jesús ofrecía. La Fiesta de los Tabernáculos recordaba a los judíos de su peregrinación en el desierto y cómo la nación había frecuentemente sufrido sed. Dios milagrosamente proveyó agua natural para saciar su sed física en el desierto. Ahora, Jesús, identificándose a Sí Mismo con Jehová del Antiguo Testamento, ofrecía satisfacer su sed espiritual así como lo hizo con la mujer en el pozo de Jacob. Y hoy día la misma agua que Jesús ofrecía en la fiesta continua fluyendo desde una corriente abundante y sin fin para aquellos que están dispuestos a beber de la nueva vida del bautismo del Espíritu Santo.

Las declaraciones de Jesús otra vez dividieron a la multitud. Algunos decían que El era un profeta. Otros lo confesaban como el Mesías. Otros dudaban que el Mesías pudiese provenir de Galilea. Los soldados regresaron con las manos vacías a los fariseos y confesaron francamente que ningún hombre nunca antes había hablado como Jesús.

Los fariseos regañaron a los oficiales por no haber arrestado a Jesús. “¿También vosotros habéis sido engañados? ¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes o de los fariseos?” Ellos asumían que solamente los analfabetos, la gente maldita que era ignorante de la Ley creerían en Jesús. Sin embargo, Nicodemo, uno de ellos mismos, acusó a los fariseos de condenar a Jesús sin una investigación adecuada de Sus actividades. Ellos en retorno acusaron a Nicodemo de participar con el galileo.

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Una Adúltera Halla Perdón

Jesús anteriormente había acusado a los fariseos de no tener en cuenta la ley de Moisés y de sustituirla con sus tradiciones. Los fariseos creían que la ley Mosaica era muy dura para ser obedecida estrictamente y tenía que ser re interpretada mediante sus tradiciones. Buscando atrapar a Jesús para reconocer la severidad de la Ley, los fariseos trajeron ante El a una mujer que había sido hallada en el acto del adulterio.

Ellos tendieron la trampa: “Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?” Si Jesús decía que la apedrearan, El estaría en oposición a las autoridades romanas. Si El la dejaba ir, El quebrantaría la ley de Moisés. Como si El no oyera, Jesús se inclinó hacia el suelo y empezó a escribir en la tierra. (Mientras que nadie sabe lo que El escribió, algunos han conjeturado que El enumeró varios pecados.) Cuando los fariseos continuaron su asalto, Jesús respondió: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella” (Juan 8:7). El punto de Cristo fue que el juicio solamente pertenece a Dios, quien por encima de todos es santo. Los fariseos uno por uno fueron saliendo, acusados por su propia conciencia. (Aquellos que alegaban ser justos fueron comprobados por sus propias acciones ser en realidad injustos.)

Cuando ya no quedaba nadie para acusar a la mujer, Jesús dijo: “Ni yo te condeno; vete,

y no peques más” (Juan 8:11). Como el Salvador del mundo, Jesús no vino a tolerar el pecado de la mujer; pero en misericordia amorosa, El perdonó a la mujer.

Jesús es la Luz del Mundo

En el último día de la fiesta, Jesús había proclamado ser el Agua de Vida, satisfaciendo la sed de cada alma que venía a El. Ahora más tarde en ese día, o tal vez al siguiente día, el Octavo de la Fiesta, cuando el Templo también estaría lleno de gente, El declaró ser la Luz del Mundo. Como la luz del candelero de oro en el Templo, El estaba arrojando Sus beneficios a toda la raza. Como “La Luz” era un título judío para el Mesías, los judíos entendieron que la declaración de Jesús era una declaración de Su papel divino como el Cristo.

Esta proclamación sobresaltó a los fariseos, surgiendo entre ellos un espíritu de feroz antagonismo. El profesaba ser la Luz que producía vida, y cualquiera que lo seguía no andaría en las tinieblas de la ignorancia, pecado y muerte espiritual. Los fariseos lo retaron: “Tú das testimonio acerca de ti mismo; tu testimonio no es verdadero” (Juan 8:13). De acuerdo a sus tradiciones ningún podía dar testimonio de sí mismo. Jesús respondió a su alegación.

Aunque yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde he venido y a dónde voy; pero vosotros no sabéis de dónde vengo, ni a dónde voy. Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie. Y si yo juzgo, mi juicio es verdadero; porque no soy yo solo, sino yo y el que me envió, el Padre. Y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió da testimonio de mí. (Juan 8:14-16).

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Su propio testimonio en palabras y en una vida sin pecado, junto con la aprobación de Su Padre demostrado en el gran poder que poseía para ejecutar milagros reunía todos los requisitos legales. Como siempre, el testimonio de una vida era la apelación final. Ambos, Su carácter (vida) y la aprobación del Padre justificaban Su alegación de ser la Luz del Mundo.

Los fariseos dijeron: “¿Dónde está tu segundo testigo—tu Padre?”

Jesús respondió: “Ni a mí me conocéis, ni a mi Padre; si a mí me conocieseis, también a mi Padre conoceríais” (Juan 8:19). (Si ellos hubiesen investigado plenamente el asunto, ellos hubieran descubierto que Jesús nació en Belén y que Su nacimiento cumplió todas las profecías del Antiguo Testamento con respecto al nacimiento del Mesías venidero. Con razón Jesús dijo que ellos no conocían a Su padre. En su ceguera espiritual, ellos solamente asumían que José era el padre.) Si ellos hubieran sido espirituales, teniendo un justo concepto de Jesús, ellos también hubieran conocido al Padre. Dios sólo es conocido espiritualmente. El no conocerle a El revela su falta de espiritualidad.

LOS FARISEOS BUSCAN APEDREAR A JESÚS

Después, posiblemente al siguiente día, Jesús trazó una línea divisoria entre El y Sus enemigos con respecto a su carácter y destino. Otra vez El habló de irse. “¿Significa esto que El se matará a Sí Mismo?” pensaron los fariseos.

El dijo: “Si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis” (Juan 8:24). Ellos no podían entender. Ellos estaban irremediablemente preocupados con pensamientos de un libertador terrenal y no podían darse cuenta de que Jesús era Dios.

Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo. Porque el que me envió conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada. . . . Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:28-32). Ellos en su orgullo racial malinterpretaron Sus palabras; ellos acaloradamente resentían la

insinuación de estar sometidos a otro poder. Ellos dijeron: “Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres?” (Juan 8:33). Ellos convenientemente se olvidaron de los 430 años de esclavitud en Egipto, las numerosas opresiones durante los días de los jueces, los setenta años de cautividad en Babilonia y las guarniciones romanas que en ese entonces poblaban Palestina y que mantenían el dominio sobre Jerusalén. Su respuesta revelaba que ellos no sentían la necesidad de un Mesías ya que supuestamente ellos no tenían nada de qué ser libres.

Sin embargo, Jesús no estaba hablando sobre el estado político o filial. Físicamente, ellos eran los hijos de Abraham, pero moralmente ellos eran esclavos del pecado así como los demás. En Juan 8:34-51, El refutó sus afirmaciones de ser hijos espirituales de Abraham. Si hubieran sido su simiente, hubieran ejercitado su fe y creído en Cristo ya que El era de Dios.

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Su única esperanza se encontraba en la libertad que el Hijo de Dios ofrecía: “Si el Hijo os libertare, series verdaderamente libres” (Juan 8:36).

Los judíos no tuvieron respuesta para las pruebas que Jesús tenía respecto a que ellos no eran los verdaderos descendientes espirituales de Abraham, de modo que cambiaron su afirmación filial: “Un padre tenemos, que es Dios” (Juan 8:41). Jesús contradijo este argumento ilustrando que ellos no procedían de Dios. Si ellos fuesen los hijos de Dios, ellos lo hubieran amado, ya que El procedía de Dios, y lo hubieran recibido, ya que el Dios que ellos alegaban ser su Padre lo había enviado. Jesús concluyó identificando al verdadero padre de los judíos.

Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira (Juan 8:44).

LA SANIDA Y CONVERSIÓN DEL HOMBRE QUE NACIÓ CIEGO

Poco más tarde Jesús se presentó de nuevo en el Templo. Fue allí donde se debía pelear la

batalla hasta el fin en contra del sistema ceremonial rabínico.

Los discípulos señalaron a un hombre ciego de nacimiento y preguntaron: “¿Quién pecó, éste o sus padres?” El pensamiento judío identificaba que los trastornos físicos, tales como la ceguera, era una retribución divina por el pecado. La preocupación principal de Jesús era de no echar la culpa con respecto a la condición lamentable del hombre, sino más bien brillar la luz en sus tinieblas. (Esto también debe ser nuestra preocupación principal cuando tratamos con los pecadores) Los discípulos tuvieron que aprender a mirar a tales casos de enfermedades y aflicciones humanas como oportunidades para manifestar la obra del amor redentor de Dios. En consecuencia, Jesús puso sobre ellos la necesidad y urgencia de entregarse a esta actividad cuando se presentaba la oportunidad. El también les recordó que Su día de servicio activo estaba limitado y que debía ocuparse en Su obra mientras que estaba presente para alumbrar al mundo.

La cura del hombre se encontraba en el poder de Jesús como el Dios eterno manifestado en la carne. Su método fue mezclar la saliva y la arcilla y ponerlo en los ojos ciegos. Esto solamente fue un medio para ayudar a la fe del hombre en El. Luego, en obediencia al mandato divino, el hombre se lavó en el Estanque de Siloé y volvió viendo. Mediante este milagro Jesús comprobó que El era la Luz del Mundo brindando luz a uno que había estado en las tinieblas desde su nacimiento. Esta fue una afirmación fuerte de la alegación de Cristo ya que, como Ferrar lo señala en Estudios en la Vida Cristo, en el Antiguo Testamento ninguna ceguera fue curada.29 (Ver Isaías 42:7.)

Los fariseos preguntaron cómo fue sanado el hombre, indicando que reconocían los hechos de su sanidad y de su identidad. Ya que no podían negar el milagro, buscaron desacreditar al obrador de milagros. Ellos acusaron a Jesús de ser un quebrantador habitual del día de reposo, otra vez quebrantó la ley del día de reposo tanto en palabra como en hecho.

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Algunos dijeron: “Ese hombre no procede de Dios, porque no guarda el día de reposo.” Pero otros preguntaban: “¿Cómo puede un hombre pecador hacer estas señales?”

Luego los fariseos interrogaron a los padres del hombre. Ya que ellos tenían miedo de ser excomulgados, respondieron que su hijo ya tenía edad—así que debían preguntarle a él lo que sucedió.

Fieles a su estilo, cuando el hombre testificó que Jesús lo había sanado, los fariseos lo

expulsaron de la sinagoga. Sin embargo, al momento que la puerta de la sinagoga se cerró para él, la puerta del reino se abrió para recibirlo. El hombre quien valientemente dio testimonio ante el concilio se inclinó en adoración reverente al instante que Jesús se reveló a él.

Jesús dijo: “Para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados.”

“¿Acaso nosotros somos también ciegos?” respondieron los fariseos. Ellos

sospechaban que Jesús estaba insinuando que ellos eran ciegos, pero pensaron que El no se atrevería a enfrentar su autoridad—autoridad demostrada en la excomulgación del hombre ciego.

Jesús respondió en términos no inciertos: “Si fuerais ciegos, no tendríais pecado, mas ahora, porque decís: Vemos, vuestro pecado permanece.”

EL BUEN PASTOR

Yendo de la idea de la ceguera de los fariseos, quienes profesaban ser los maestros del pueblo, Jesús en presencia de ellos dio una alegoría que se explica por sí misma sobre los maestros verdaderos y falsos, comparándose a Sí Mismo con ellos. En la historia, Jesús comparó el reino de Dios o la iglesia al redil. El dijo: “Yo soy la puerta de las ovejas” (Juan 10:7). Esta declaración recuerda otras declaraciones que El hizo con respecto a Su naturaleza y misión como el Pan de Vida y la Luz del Mundo, esta revela que Jesús es la única puerta del redil espiritual por la cual los verdaderos pastores han de entrar. Aquellos que intentan entrar de otra forma lo hacen sólo para robar y matar; esto es, falsos mesías, los líderes nombrados por sí mismos quienes han causado estragos en el rebaño. Los escribas y fariseos acababan de dar una ilustración gráfica de los falsos pastores al expulsar al pobre mendigo a quien Jesús había sanado.

Jesús reiteró Su declaración y expandió el tema.

Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas (Juan 10:9-11).

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Jesús estaba dispuesto a dar Su vida por Sus ovejas, a diferencia del asalariado quien trabaja solamente por un pago y no es un verdadero pastor. Tal asalariado no siente que el rebaño es su propia propiedad, ni tampoco tiene un interés verdadero en su bienestar. Cuando el asalariado ve un lobo venir, él huye y deja a las ovejas.

Mirando hacia adelante a la cruz y a la universalidad de Su evangelio, Jesús añadió: “También tengo otras ovejas que no son de este redil [Judío].” Aquellos del mundo Gentil serán traídos al redil, escucharán la voz del Pastor y se convertirán en un redil bajo el Gran Pastor.

Como solía con frecuencia, el discurso de Jesús resultó en división entre los judíos. Muchos insistían: “Demonio tiene y está fuera de sí; ¿por qué le oís?” Pero otros firmemente decían: “Estas palabras no son de endemoniado. ¿Puede acaso el demonio abrir los ojos de los ciegos?”

LA MISIÓN DE LOS SETENTA

Después del discurso sobre el Buen Pastor, Jesús empezó su campaña final en Judea. Empezando por Jerusalén, El alcanzó a todos los pueblos y distritos poblados de la región circundante.

Varios días después de los incidentes del viaje desde Galilea (Lucas 9:46-62) Jesús anunció Su elección de setenta discípulos para una misión especial. El había elegido a los Doce meses antes y los había enviado de dos en dos para una campaña evangelizadora en Galilea (Lucas 9:1-6). Ahora El estaba empleando el mismo método en una escala más intensa en Judea, eligiendo a los Setenta para que hagan lo que los setenta del sanedrín habían fracasado en hacer para preparar al pueblo para el Mesías venidero. El número era sugerente de los setenta ancianos que Moisés nombró para que lo asistieran. También había setenta naciones conocidas del mundo en ese tiempo; el número era una consecuencia de la universalidad de la obra del reino, un misionero representante por cada nación. El envió a los Setenta de dos en dos para el beneficio de compañerismo y eficiencia.30

Jesús dio a los Setenta ciertas consideraciones e instrucciones. 1. La campaña era necesaria debido a que “la mies a la verdad es mucha, mas los

obreros pocos.” La manera en que ellos iban a aumentar el número de obreros era orando seria y definitivamente para que el Señor de la mies envíe obreros a la mies. La oración es la forma principal para aumentar obreros.

2. Se les advirtió sobre los peligros que enfrentarían entre los enemigos lobos y la necesidad de mantener una conducta inocente e inofensiva de corderos en medio de esos peligros.

3. Ellos debían depender de aquellos a quienes ministraban espiritualmente para su sustento material, no llevando con ellos una bolsa para las monedas, una alforja para la ropa o comida ni aun un par extra de sandalias.

4. No debían desperdiciar el tiempo en conversaciones no necesarias por el camino.

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5. Ellos debían tener una conducta adecuada en los pueblos donde entraban. Si la gente los recibían de buena voluntad, ellos debían aceptar con cortesía y hospitalidad, comiendo lo que se les pusiera delante de ellos.

6. Su misión era de predicar y sanar, y la esencia de su mensaje simplemente era “El reino de Dios se ha acercado a vosotros.”

7. Ellos debían tratar con sus enemigos sin temor. Si no eran recibidos, debían sacudir el polvo de sus pies y seguir adelante. Sería más tolerable para Sodoma que para esa ciudad en el día del juicio.

8. El Señor añadió una ilustración contundente de las consecuencias para aquellos que le rechazaran (Lucas 10:13-15). Las ciudades que rechazaran a los obreros que El enviaba sufrirían el mismo destino terrible.

9. Luego El les señaló el poder y autoridad de su misión (Lucas 10:16).

Después de la campaña los Setenta regresaron a Jesús. Ellos estaban gozosos porque aun los demonios se sujetaron a ellos mediante el nombre de Jesús. Entonces Jesús les reveló mediante la derrota de los demonios la caída de Satanás como un rayo del cielo. Luego añadió: “He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará” (Lucas 10:19). Ellos no debían continuar regocijándose de su poder sobre los demonios, sino que debían regocijarse porque sus nombres estaban escritos en el Libro de la Vida.

El estudiante debe notar la oración de regocijo de Jesús en Lucas 10:21-22 y Sus

comentarios a los discípulos en los versículos 23-24.

LA PARÁBOLA DEL BUEN SAMARITANO

Un intérprete de la ley, probablemente un experto en el canon de la ley judía, se puso de pie entre los que estaban sentados en la sinagoga y le preguntó a Jesús: “Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?” El hombre estaba probando la habilidad de Jesús como maestro. Aunque su motivo principal era de atrapar a Jesús con alguna pregunta, cabe la posibilidad que él deseaba conocer mejor el camino de vida.

Jesús sabía que el hombre había estudiado la Ley extensamente y que por lo menos estaba familiarizado con la letra de la Ley. El le preguntó: “¿Cómo lees?” El hombre respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo.” Jesús trató a esta respuesta con sinceridad. “Bien has respondido; haz esto, y vivirás.” El problema con este plan de obtener la vida eterna es que nadie puede reunir los requisitos. Ningún hombre jamás ha podido vivir una vida sin culpa ante la Ley. Un resbalón traía fracaso.

Avergonzado y buscando justificarse, el intérprete de la ley preguntó: “¿Y quién es mi prójimo?” En respuesta Jesús le contó la Parábola del Buen Samaritano. La parábola da tres reacciones básicas a la necesidad del mundo. La primera fue la del sacerdote. El pasando por el lado del hombre herido lo miró y pasó de largo al otro lado del camino para evitar la contaminación ceremonial. Aquí tenemos una imagen viva de la limpieza ceremonial a costas de

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los principios morales y el deber. El siguiente viajero fue el Levita, él también pasó de largo al otro lado. Como muchos en el mundo, él estaba muy ocupado para involucrarse. No había amor tanto en el corazón del sacerdote como del Levita. Finalmente, un samaritano despreciado se acercó al hombre herido y con bondad amorosa vendó sus heridas y lo llevó al mesón y pagó al mesonero por el cuidado del hombre.

Qué contraste entre el samaritano despreciado y el sacerdote y el Levita, miembros del clero judío ortodoxo quienes supuestamente ministraban religiosamente en asuntos del bienestar humano. La bondad del samaritano no era una de la letra sino del espíritu de la Ley. No estaba circunscrita por prejuicios raciales, sino que era universal. No estaba limitada por la conveniencia personal, sino que era sacrificial.

Al hacer su pregunta, el intérprete de la ley estaba limitando su idea del prójimo

solamente a uno que está cerca de él y de quien había recibido ayuda para sí mismo. Su punto de vista era totalmente egoísta. Jesús por otro lado, dio un concepto basado en un amor fluyente. La pregunta no es: “¿Y quién es mi prójimo?” sino “¿A quién le puedo ser un prójimo?” Cuando El había terminado la parábola, Jesús le preguntó al intérprete de la ley: “¿Quién pues de estos tres te parece que fue el prójimo?”

Al intérprete de la ley no le quedó más que ver lo obvio. “El que usó de misericordia con él,” respondió. Jesús dijo: “Ve, y haz tú lo mismo.” Mi prójimo es cualquier hombre—Judío o gentil; negro, rojo, amarillo, marrón o blanco; rico o pobre; educado o ignorante—quien necesite mi ayuda y a quien yo pueda y tenga la oportunidad de ayudar. El amor que nos impulsa a hacer eso por toda alma necesitada es la clase de amor que Dios tuvo por los hombres pecadores cuando envió a Su Hijo para ser nuestro Salvador. Esta es la clase de amor que debemos tener para con Dios y para con los hombres si es que deseamos tener la vida eterna.

JESÚS, EL INVITADO DE MARÍA Y MARTA

Cuando Jesús llegó a Betania con Sus discípulos, él recibió una invitación personal para quedarse en la casa de María y Marta. El ambiente indica que se trataba de una familia que disfrutaba de circunstancias fáciles y de una posición de estima social tanto en Betania como en Jerusalén.

Los caracteres de las dos hermanas se destacan en un contraste agudo. María tomó su lugar sentándose en el piso en la postura tradicional de un discípulo, justo delante de los pies de Jesús. Su actitud era de un aprendiz ansioso, alerta para absorber cada palabra de la enseñanza del Señor. Ella reconoció que Jesús era el Señor y deseaba saber lo que El quería que ella hiciera. Marta, por otro lado, estaba preocupada con la preparación de una comida detallada para Jesús. Ciertamente, la parte que Marta escogió era buena, pero la que María escogió era mejor.

En la cocina Marta estaba cansada y nerviosa y un poco de envidia se apoderó de su corazón al ver a María no hacer nada más que sentarse a los pies de Jesús. Ella reprochó a Jesús por acaparar a María y se quejó que tanto El y María la habían olvidado. Jesús le contestó con un tierno reproche. Marta había permitido llenarse de una ansiedad interna y de una agitación

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externa concerniente a muchas cosas para arreglar una comida detallada. Pero “una cosa,” la cosa espiritual, era más importante que todo lo demás y ya que María la había escogido, Jesús no permitiría que nadie se la quitara. Note que Jesús no reprochó el servicio de Marta; era su preocupación indebida con las cosas materiales. Esta ocupación extrema dio resultado a su distracción nerviosa, a su ansiedad y a su arrebato celoso.

JESÚS ENSEÑA A LOS DISCÍPULOS A ORAR

Uno de los elementos principales en la obra de nuestro Señor y especialmente ahora en la campaña intensa de Judea, era la oración. La oración era sistemática en la conducta de Su campaña en Judea y era habitual en la vida de Jesús. Su ejemplo de oración en esta campaña inspiró a Sus discípulos a saber cómo orar mejor.

Al enseñar a Sus discípulos cómo orar, Jesús dio un modelo de oración, ahora comúnmente llamada “La Oración del Señor.” El relato de Lucas del modelo de oración es más abreviado que el de Mateo. Una de las razones es que Jesús no dio la oración para un uso formal, ritual. El alteró las palabras y las frases para enseñar que la verdadera oración debe ser espontánea y debe proceder del corazón.

Las parábolas del amigo de la media noche y del vecino egoísta enseñan la perseverancia en la oración, la cual nunca está fuera de tiempo y debe ser importuna. Las Escrituras enseñan que siempre debemos orar y no desmayar cuando la respuesta está retrasada. En estas parábolas Jesús expuso una de las condiciones principales para una oración exitosa: uno debe esperar y persistir en oración si es que desea que los “deseos de su corazón” se cumplan.

Jesús finalizó la lección sobre la oración con tres exhortaciones, promesas y declaraciones, ilustradas con ejemplos procedentes de las relaciones humanas.

Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan? (Lucas11:9-13). En respuesta a la oración persistente y ferviente, Dios no da una cosa inútil como una

piedra o una cosa perjudicial como una serpiente o escorpión, sino que da el Espíritu Santo, el objeto supremo de deseo de todos los discípulos.

JESÚS ECHA FUERA DEMONIOS

Jesús otra vez comenzó a echar fuera demonios. Esta vez echó fuera a un demonio que poseía a un hombre mudo, el cual pudo hablar después que el demonio salió. Como antes, los fariseos acusaron a Jesús de echar fuera demonios mediante el poder de Beelzebú, el príncipe de los demonios.

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Jesús respondió: “Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado; y una casa dividida

contra sí misma, cae” (Lucas 11:17). Esta fue la misma lógica que usó para callar a los fariseos en Galilea: Aquel que va y roba la casa del hombre fuerte debe ser un hombre más fuerte que el que protege su casa y sus bienes desde adentro. Si Jesús fue capaz de destruir el reino satánico, lo cual todos los observadores lo habían visto hacer con facilidad mediante el “dedo de Dios,” entonces El era más fuerte que Satanás, ya que Satanás no destruiría a sabiendas su propia “casa.” Si Jesús de hecho estaba echando fuera demonios mediante el poder de Dios, entonces el reino de Dios había llegado a los judíos.

JESÚS DESAYUNA CON UN FARISEO

Un fariseo invitó a Jesús a desayunar con él. Esta comida se sirvió al medio día y después de regresar de las oraciones matutinas en la sinagoga. La negativa de Jesús de guardar la ley ceremonial causó una agitación entre la gente. El los reprendió diciendo: “Ahora bien, vosotros los fariseos limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de rapacidad y de maldad. Necios, ¿el que hizo lo de fuera, no hizo también lo de adentro?” (Lucas 11:39-40). Era algo necio lavarse las manos, lavar el vaso y el plato mientras que se dejaba el alma contaminada con la codicia y el exceso de maldad.

Entonces Jesús proclamó tres ayes sobre los fariseos debido a sus conductas

(Lucas 11:42-44). Tres ayes más siguieron para los intérpretes de la ley, de quienes sus comportamientos no eran mejores que los de los fariseos.

1. Ellos ponían sobre el pueblo cargas del tradicionalismo las cuales eran muy pesadas para cargar.

2. Ellos perseguían a los mensajeros de Dios. 3. Ellos quitaron la llave de la puerta al conocimiento. Los intérpretes de la ley eran los maestros del pueblo. Pero ellos se negaban a entrar en la

casa del conocimiento y cerraron la puerta y se quedaron con la llave, impidiendo así a los que trataban de entrar. El pueblo necesitaba las Escrituras para obtener conocimiento sobre el camino de la salvación, pero los escribas habían cortado el acceso a este conocimiento mediante las interpretaciones falsas, las cuales eran fatales para sí mismos así como también para el pueblo a quien ellos despreciaban.

Después de proclamar los ayes sobre los fariseos e intérpretes de la ley, Jesús se dirigió a Sus discípulos y a la gran multitud. Su mensaje concernía hipocresía, avaricia, ansiedad mundana, vigilancia, y Su propia pasión que ya se acercaba (Lucas 12).

PARÁBOLA DE LA HIGUERA ESTÉRIL

Basado en dos incidentes trágicos, el trato de Pilato a ciertos galileos y la muerte de dieciocho personas sobre quienes se cayó la torre de Siloé; Jesús enfáticamente estableció la

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necesidad del arrepentimiento. Dos veces El dijo: “No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lucas 13:3, 5).

Este tema se demuestra en Su Parábola de la Higuera Estéril. La parábola establece la paciencia y severidad de Dios. Hubo dos razones por las que no se permitió que la higuera continuara. Primero, esta no había producido ningún fruto. Segundo, estaba ocupando sitio el cual podía haber sido ocupado por un árbol productivo. Esta historia acertadamente ilustró la paciencia de Dios con los judíos.

Después de este discurso Jesús sanó a una mujer encorvada en la sinagoga en el día de reposo y defendió Sus acciones. Luego repitió las parábolas del grano de mostaza y de la levadura.

 EN LA FIESTA DE LA DEDICACIÓN

Al final de Su ministerio en Judea, Jesús regresó a Jerusalén para la Fiesta de la

Dedicación. Mientras que estaba en el pórtico de Salomón, Sus enemigos vinieron y le preguntaron: “Si tú eres el Cristo (Mesías), dínoslo abiertamente.” Esta no era una pregunta honesta ya que ellos no habían aceptado Su testimonio. En vez, Jesús declaró el testigo mudo pero a la vez potente de Sus obras. El les dijo que ellos no creían porque no pertenecían a Su rebaño. Sus ovejas lo siguen; El provee vida eterna para Sus ovejas. Nadie las arrebatará de las manos de Su Padre.

Entonces El reveló: “Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30). (Ver Colosenses 2:9.) Los fariseos consideraron esta declaración sobre la unicidad de Dios como una blasfemia y buscaron apedrear a Jesús. El preguntó: “¿Por cuál de ellas me apedreáis?”.

“Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios” (Juan 10:33). Ellos no podían concebir que El fuera algo más que un simple hombre, y este simple hombre se estaba haciendo Dios. Ellos fallaron a entender que el Dios eterno se había hecho a Sí Mismo más que un simple hombre.

Jesús respondió a su acusación.

¿Al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis. Mas si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre (Juan 10:36-38).

 

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Capítulo 9

EL MINISTERIO TARDÍO DE PEREA

Secciones del 112-127 de Robertson

El Ministerio Tardío de Perea de Jesús probablemente ocupó un periodo de tres meses y medio, abarcando desde la Fiesta de la Dedicación en el año 29 d.C hasta el último viaje a Jerusalén en la primavera del año 30 d.C. (El Dr. Pentecost data la gira desde la Fiesta de la Dedicación en diciembre del año 32 d.C hasta el último viaje a Jerusalén en la primavera del año 33 dC.31) Como ya todas las puertas al ministerio de Jesús estaban ahora cerradas en Judea, El fue a Perea y centró Su obra en Betania donde había encontrado y ganado Sus primeros discípulos. Juan el Bautista había predicado extensamente en esa zona y por lo tanto Jesús fue fácilmente aceptado debido al testimonio de Juan. Como resultado, muchos creyeron en Jesús en Perea.

JESÚS ES ADVERTIDO CONTRA HERODES ANTIPAS

Parece que Jesús hizo otra visita corta a Jerusalén después de la Fiesta de la Dedicación y antes de la Pascua tres meses y medio después. En alguna parte de este viaje alguien le preguntó: “¿Son pocos los que se salvan?” Para la mente judía la pregunta significaba: “Señor, cuando el reino del Mesías llegue, ¿sólo pocos entrarán en él?” Jesús dio una respuesta detallada.

Esforzaos a entrar por la puerta angosta: porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán. Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois. Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste. Pero os dirá: Os digo que no sé de dónde sois, apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad. Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el eino de Dios, y vosotros estéis excluidos. Porque vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Y he aquí hay postreros que serán primeros, y primeros que serán postreros (Lucas 13:24-30).

El linaje físico y las buenas obras no significarán nada en el juicio para aquellos que han

rechazado el mensaje de la salvación. La amonestación de restringir todo músculo y nervio para poder entrar en el camino de la salvación personal sugiere que muchos fracasarán y relativamente pocos tendrán éxito. El entrar por la puerta de la salvación es la preocupación principal y digna de toda lucha y sacrificio. Esto debe realizarse mientras que hay oportunidad. Una vez que la “puerta” está trancada será muy tarde.

Después ciertos fariseos vinieron y dijeron: “Sal, y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar.” Herodes había sido engañoso, astuto y cruel al tratar con Juan, secretamente se deshizo de él y defendió sus hechos con motivos falsos. Aunque Jesús estaba en la misma vecindad

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donde Herodes había tomado a Juan el Bautista, Jesús no tuvo temor. (Ver Su respuesta en Lucas 13:33.) ¿Sería que Jesús estaba viendo más allá de la preocupación superficial de los fariseos por Su seguridad y se dio cuenta que ellos buscaban regresarlo a Jerusalén a las manos del Sanedrín?

DESAYUNO CON UN GOBERNANTE FARISEO

Mientras que comían la comida del día de reposo en la casa del gobernante fariseo, un hombre hidrópico entró en la casa e inmediatamente se puso delante de Jesús. Farrar especula que ese hombre, probablemente uno de los huéspedes no invitados que normalmente se presentaban en tales ocasiones, tal vez fue puesto a propósito delante de Jesús como una prueba.32 Viendo al hombre, Jesús preguntó: “¿Es lícito sanar en el día de reposo?” (Lucas 14:3).

Cuando los intérpretes de la ley y los fariseos, sabiendo que la ley Mosaica permitía hacer

obras de misericordia en el día de reposo, no dijeron nada, Jesús sanó al hombre. Luego El dijo: “¿Quién de vosotros, si su asno o su buey cae en algún pozo, no lo sacará inmediatamente, aunque sea en día de reposo?” (Lucas 14:5). Esta pregunta potente puso a los intérpretes de la ley y a los fariseos a la defensiva. La pregunta pudo haber sido dicha: “¿Cómo actúan ustedes cuando se trata de sus propios intereses?” El instinto del interés propio era muy fuerte para permitir que el asno o buey de uno se quedase en el pozo y pereciese. Sin pensar en la regla del día reposo, ellos inmediatamente sacarían a su animal. Los fariseos e intérpretes de la ley estaban indefensos ante este argumento basado en sus propias prácticas. Por cierto, un hombre enfermo era más valioso que un asno o buey.

Después de notar cómo los invitados escogían sus lugares para la comida, el Señor enseñó sobre la humildad o tomar el asiento inferior (versículos 7-11) y sobre la hospitalidad (versículos 12-14). La Parábola de la Gran Cena siguió a estas lecciones.

La Parábola de la Gran Cena no debe ser confundida con la de las bodas del hijo del rey (Mateo 22:1-14), ya que hay muchas diferencias vitales de detalle. La historia de la gran cena es una advertencia, es una anticipación de la recepción de los judíos y el llamamiento de los gentiles. Aunque relatada en respuesta al comentario de un invitado, ésta mostró a todos los invitados la naturaleza de los privilegios que ellos disfrutaban, la responsabilidad que enfrentaban y el peligro en que se encontraban si es que rechazaban el evangelio. Estos fariseos tenían que sentir que ellos no solamente se encontraban en una posición de privilegio sino también en una de peligro y que al rechazar el mensaje del evangelio ellos se contarían menos dignos que los hombres más pobres, ignorantes y degradados, ya que esa clase mediante la aceptación estaba entrando al banquete del evangelio.

El banquete del evangelio es una gran celebración del perdón, de la paz, del acceso, del gozo, y mil bendiciones más. La invitación es franca y la entrada al banquete es gratis. Sin embargo, la gran mayoría de los hombres dan excusas endebles, poniendo a las cosas del mundo primero; la religión debe ocupar un segundo lugar, si es que ocupa alguno, en sus vidas. Como resultado, estos que rechazan a Cristo son también rechazados—pero la boda debe tener

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invitados a pesar del rechazo anterior. Estos invitados posteriores vienen, no porque sean dignos sino porque han sido invitados.

EL COSTO DEL DISCIPULADO

Grandes multitudes continuaron siguiendo a Jesús. En Lucas 14:26-34, El les reveló las

condiciones de un discipulado efectivo. El presentó las condiciones bajo cinco aspectos.

1. Los discípulos deben escoger sus lealtades (versículo 26). Cristo debe ocupar el primer lugar en el corazón del discípulo. Ni aun el lazo terrenal familiar más querido puede interponerse en el camino de la devoción leal a la causa del Maestro.

2. Los discípulos deben llevar su cruz (versículo 27). La idea de llevar una cruz era algo familiar para la gente. Esta no era una tarea fácil al convertirse en Sus discípulos. Ellos debían diariamente negarse a sí mismos y llevar su cruz.

3. Los discípulos deben pagar un precio. El costo a calcularse fue ilustrado por el constructor que tenía prisa y el rey inepto.

4. Los discípulos deben renunciar a todas las posesiones (versículo 33). Ellos deben estar dispuestos a poner primero en sus vidas a Jesús y el servicio en Su reino.

5. Los discípulos deben mantener un espíritu de sacrificio y servicio (versículos 34-35). Los discípulos sin el espíritu de abnegación son como la sal insípida que ha perdido su sabor; esta ni siquiera puede usarse como muchas otras cosas para fertilizar la tierra.

LA DEFENSA DE JESÚS CONTRA LA CRÍTICA DE LOS FARISEOS

Los fariseos y los escribas enormemente resentían la popularidad de Jesús con las

multitudes y siempre buscaban una excusa para atacarlo. En una ocasión lo criticaron por recibir a los pecadores. “Este” dijeron ellos con desprecio, “a los pecadores recibe, y con ellos come.” Mediante esto ellos estaban insinuando que Jesús prefería a estos parias y aun rameras más que a la clase respetable ya que El era como ellos en carácter y gusto.

En respuesta a esta acusación, Jesús en tres de las más hermosas historias de Su ministerio fomenta el pecador penitente estableciendo el amor de Dios por el hombre en su estado de perdición: las Parábolas de la Oveja perdida, la Moneda Perdida y el Hijo Perdido. En estas parábolas Jesús presentó tres imágenes de Dios mostrando Su postura hacia el pecador antes y después del arrepentimiento. El señaló a los fariseos y a los escribas Su propia actitud hacia los pecadores, la que de ellos debía ser, y justificó esta posición revelando la actitud de Dios hacia los perdidos.

Jesús cerró este discurso parabólico dando una ilustración vívida de la actitud farisaica

mediante la actitud contrariada del hijo mayor, reprendiendo severamente su justicia propia y su exclusividad en relación a los perdidos. Shepard expone sobre este tema.

El carácter de las tres parábolas es tal como para representar todos los aspectos de la relación entre un Dios de amor y el hombre perdido. La primera enfatiza “las posesiones

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y apego de Dios, la segunda la propiedad de Dios y el valor intrínseco del hombre y la tercera el parentesco y supremo afecto de Dios.”. . . La primera parábola enfatiza lo perdido, la segunda la búsqueda y la tercera la restauración. Las tres parábolas forman un clímax: el pasto, la casa, el hogar; el pastor, el ama de casa, el padre; la oveja, el tesoro, el hijo amado. Estas enseñan otras verdades correlacionadas: El sentimiento de Dios de Su pérdida y Su gozo al recuperar lo perdido. Las dos primeras tienen su inicio en el corazón de Dios y la última en el corazón del pecador. La verdad entera concerniente a la conversión de cualquier pecador es obtenida combinando las tres.33

LECCIONES SOBRE LA MAYORDOMÍA

Entre los seguidores de Jesús había un número de publicanos y pecadores convertidos.

Por años estos hombres habían seguido el curso de hacer ganancias mal habidas. Ellos y así como también los demás discípulos necesitaban aprender el uso correcto de las riquezas. Jesús enseñó esta importante lección mediante una parábola y el relato verdadero del hombre rico y Lázaro. Jesús enseñó que las riquezas no necesariamente involucran pecado, sino que ellas traen responsabilidad y van acompañadas del peligro.

La Parábola del Mayordomo Injusto

La Parábola del Mayordomo Injusto es bien conocida por su dificultad de interpretación. La mayoría de los eruditos sugieren que la lección escondida es que el seguidor de Cristo debe ser tan astuto con respecto a su futuro espiritual así como lo fue el mayordomo con respecto a su seguridad inmediata.34

El Hombre Rico y Lázaro

El relato del hombre rico y Lázaro no es una parábola sino una historia real. Jesús dijo: “Había un hombre rico.” Para los fariseos, las riquezas de este hombre eran señal del favor divino mientras que la pobreza del mendigo indicaba desprecio divino. En esta narrativa, el hombre rico no fue condenado por ser rico; no se dice nada sobre ganancias mal habidas o avaricia. Sin embargo, él formó un hábito de vida egoísta desconsiderada ajena a la miseria que había a su alrededor. Tal actitud nunca puede ser bienvenida con Dios.

Antes de pasar a la Parábola del Siervo Inútil, Jesús les enseñó a los discípulos sobre el perdón y la fe.

La Parábola del Siervo Inútil

La Parábola del Siervo Inútil muestra que los seguidores de Cristo no deben ser mercenarios en espíritu o pensar de sus propios méritos. Si ellos mantienen una actitud humilde de dependencia en El y una disposición para servirle como esclavos obedientes, ellos podrán rendir cuentas de su mayordomía. Los fariseos servían a Dios por una recompensa; los discípulos de Cristo deben evitar esa doctrina leudada o falsa.

 

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LA RESURRECCIÓNDE LÁZARO

La resurrección de Lázaro es la última señal registrada por Juan. El trajo el conflicto entre la creencia y la incredulidad a su clímax final antes de la crucifixión de Jesucristo. Esta señal causó a que muchos creyeran en Jesús, pero causó a que los escribas y fariseos dijeran: “Si le dejamos así, todos creerán en él” Como resultado, ellos tramaron matar a Jesús.

Algunos de los judíos permitieron que cada revelación fresca de Jesús los endurara a una hostilidad amarga y sin esperanza. Cuando El se manifestó como el Dador de Vida, ellos rechazaron lo que El ofrecía y se alejaron; cuando El se declaró a Sí Mismo como el Buen Pastor, ellos no oyeron Su voz ni tampoco le siguieron, ellos optaron por andar en las tinieblas. Con la resurrección de Lázaro, El se reveló a Sí Mismo como la Resurrección y la Vida, y ellos planearon matarlo.

Sin embargo, siempre había algunos que creían.

Mientras que Jesús todavía estaba en Perea, un mensajero llegó desde Betania de Judea

diciendo que Lázaro estaba muriendo. Jesús esperó dos días más y luego fue a la aldea. Los discípulos tenían miedo de ir muy cerca de Jerusalén ya que sabían que los judíos buscaban apedrear a Jesús. Jesús contestó: “¿No tiene el día doce horas? El que anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él” (Juan 11:9-10).

 Note la exhortación de Tomás a los discípulos para ir con Jesús a Jerusalén para que así

“muramos con él” (Juan 11:16). Esta es una declaración importante ya que revelaba que Tomás anticipaba su propia muerte y la de Jesús en su viaje a Jerusalén y mostraba su evaluación del odio hacia Cristo en la ciudad.

Cuando Jesús se acercó a Betania, Marta le salió al encuentro con un reproche suave el cual expresaba su decepción aguda. Jesús se había atrasado y Lázaro había muerto. La muerte de su hermano severamente puso su fe a prueba. Ella totalmente había esperado que Jesús viniera y lo sanara; ella no podía explicar el retraso. (En toda situación debemos recordar que Dios en Su soberanía no está obligado a hacer las cosas a nuestra manera—no importa cuánta “fe” tengamos.)

¿Por qué se retrasó Jesús? El deseaba ejecutar un milagro más grande del que podía haberse realizado si es que venía pronto. El deseaba inspirar la fe de los discípulos (Juan 11:14). El deseaba mostrar Su amor, no solamente un amor caluroso y de afecto, sino un amor más superior que ese. Ese fue el mismo amor que más adelante lo llevó a la cruz. El retraso fue divinamente organizado para la gloria de Dios para que mediante éste el Hijo fuese glorificado (Juan 11:40).

Marta sabía que Jesús había arriesgado Su vida para venir. Esto despertó un deseo en el corazón de ella para que Jesús hiciera algo. Ella dijo: “Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará” (Juan 11:22). Aun esta expresión débil de fe dio a Jesús una

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oportunidad para conducirla a algo mejor. Jesús le aseguró a Marta que su hermano viviría otra vez, Marta no entendió. ¿Por qué no se regocijó Marta cuando Jesús le dijo que su hermano resucitaría? Ella tenía fe en el pasado y en el futuro, pero no en el presente. Cuántos son así hoy; no se dan cuenta que el mismo poder está disponible ahora.

Jesús aclaró su creencia con respecto a una resurrección general pero distante llevándola

a una realidad específica y presente. Atando la resurrección a Su propia persona, y mediante la virtud de Su deidad, El dijo: “¡YO SOY!” Mediante esto El quiso decir: “¡Hoy yo soy la resurrección para tu hermano!”

Yendo a la tumba, Jesús pidió que quitaran la piedra. El pudo haber quitado la piedra mediante Su poder milagroso, pero El quiso probar su fe pidiéndoles que hicieran algo que parecía absurdo al ojo natural. Casi de la misma manera El había pedido que los cinco mil se sentaran para comer cuando no había nada más que cinco panes y dos peces delante de ellos.

Esta prueba era demasiado práctica para Marta. Jesús inmediatamente revisó la incredulidad de Marta mediante un reproche. El quería retarla y restaurarla a una posición de fe. El quería que ella quitara su vista de las circunstancias y la pusiera en El. El quería que ella lo viera destruir el poder de la muerte y quitar su aguijón. En Su oración El dijo: “Si Dios no obra mediante mí ahora, entonces rechácenme como un impostor y si El obra, ríndanse a mí como el Mesías”

Con la autoridad de todo el Cielo, Jesús entonces mandó: “¡Lázaro, ven fuera!” Para el total asombro de la multitud, la figura atada de Lázaro apareció en la entrada de la tumba. Luego Jesús dijo: “Desatadle, y dejadle.”

Reacción al Milagro

Mientras que las Escrituras no describen el gozo de Lázaro o de sus hermanas, la Palabra dice que muchos creyeron en Jesús debido a este milagro de resurrección.

El milagro también impulsó a que los principales sacerdotes, ambos de los cuales eran saduceos, a una acción rápida. Ellos convocaron al Sanedrín para una sesión especial. En su perturbación y apuro, ellos se decían unos a otros repetidamente: “¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchas señales. Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación” (Juan 11:47-48). Los del Sanedrín estaban preocupados de perder su posición personal y la poca autonomía que la nación judía poseía bajo el imperio romano.

Caifás, el sumo sacerdote nombrado por Roma, dijo lo que los demás tenían miedo decir:

“Vosotros no sabéis nada; ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca” (Juan 11:49-50). El sacerdote inconscientemente había profetizado y expresado una verdad más profunda que la que él conocía. La declaración estaba destinada a ser mala al expresar la decisión sanguinaria del concilio. El nunca se dio cuenta que estaba profetizando la caída del sacerdocio (su “lugar”) y la destrucción del pueblo al cual él profesaba estar salvando mediante su decisión contra Jesús.

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El no consideró que una decisión injusta de parte del juez en contra de una víctima inocente siempre regresaba en maldiciones sobre la cabeza de la persona que lo proclamaba. Caifás, por virtud de su oficio de sumo sacerdote, inconscientemente anunció el gran plan de Dios: Jesús moriría por esa nación y no solamente por esa nación, sino que también congregaría en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos. Cristo ciertamente moriría “por el pueblo” en un sentido más profundo del que Caifás jamás entendería. Esta fue la última profecía del sumo sacerdocio en Israel.

Se echó el dado, Jesús había cometido el último e imperdonable acto de resucitar a Lázaro de los muertos. Desde ese día, los judíos empezaron a planear matar a Jesús.

“Por tanto, Jesús ya no andaba abiertamente entre los judíos, sino que se alejó de allí a la región contigua al desierto, a una ciudad llamada Efraín [en el norte de Judea]; y se quedó allí con Sus discípulos” (Juan 11:54).

ÚLTIMO VIAJE A JERUSALÉN

Finalmente, era hora que Jesús regresara otra vez a Jerusalén. Este era Su último viaje a

la Ciudad de David y terminaría en Su muerte. Edersheim sugiere que El se desvió a lo largo de la frontera norte a un lugar en la frontera sur de Galilea para encontrarse con aquellos que lo acompañarían a Jerusalén. Es posible que algunos de los seguidores cercanos de Jesús desearan visitar a familiares y amigos en Galilea antes de viajar a Jerusalén. Tal desvío también permitiría que “otras muchas que habían subido con él a Jerusalén” tuvieran oportunidad de unirse al grupo ya que se duda que ellas hubieran estado con Jesús durante Su ministerio tardío en Perea.35

Los Diez Leprosos

Al entrar Jesús en cierta aldea, diez leprosos le salieron al encuentro y clamaron: “¡Jesús,

Maestro, ten misericordia de nosotros!” (¿Ha notado qué fácil es dirigirse a Jesús como “Maestro” cuando necesitamos algo de El?) Jesús respondió diciendo a los leprosos que fueran y se mostraran al sacerdote. Este mandato era en obediencia a la ley Mosaica, la cual requería tal acción para que el leproso sea proclamado limpio. También era una prueba de la fe de los leprosos ya que su condición no había cambiado. Sin embargo, mientras que ellos iban fueron limpiados de su temida enfermedad.

Mientras que nueve de ellos se apuraron para ir al sacerdote, anticipando grandemente el fin de su aislamiento social y una reunión alegre con sus familias y amigos, uno de ellos regresó y se echó a los pies de Jesús en adoración agradecida. Diez habían recibido la bendición; pero solamente uno estaba agradecido. “¿Dónde están los nueve?” Preguntó Jesús.

Los nueve caracterizaban la ingratitud judía. Los judíos tomaron las bendiciones divinas por dadas: era su primogenitura como hijos de Abraham, su justa medida por tener un nacimiento propicio; era su herencia por ser parte del pueblo escogido. (Nosotros los que hemos nacido del Espíritu ¿nos hallamos cayendo en la misma trampa?) En vez de hallar la gratitud donde debería

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haber estado—en los nueve judíos—El la halló en uno, en un samaritano, quien regresó alabando a Dios en voz alta, postrándose a los pies de Jesús y agradeciéndole por los milagros.

Este incidente fue otra lección mostrando que mientras los fariseos de justicia propia rechazaban a Cristo, los publicanos y rameras abrían su paso hacia el reino de Dios.

LA NATURALEZA DEL REINO

La Venida del Hijo del Hombre

Los fariseos querían saber cuándo Jesús, ahora un vagabundo y fugitivo de Su propio pueblo, establecería Su reino. Su respuesta a esta pregunta insinuante y a su burla fue aguda y cortante, revelando su total concepción errónea del reino de Dios: “El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí.; porque aquí el reino de Dios está entre vosotros” (Lucas 17:20-21). (Dr. Pentecost señala que: “La palabra griega traducida ‘entre vosotros’ literalmente significa ‘en medio de vosotros’.”38)

Jesús luego se volteó y se dirigió a los discípulos, revelándoles a ellos y a los demás

presentes el verdadero carácter de la Segunda Venida. Ellos no deben ser engañados o ir tras falsas señales o profetas. Su Segunda Venida será repentina y universalmente visible. Está sucederá como el relámpago que resplandece desde el este hasta el oeste, de horizonte a horizonte. La Segunda Venida hallará al mundo desprevenido. El citó los tiempos de Noé y Lot para ilustrar la vana mundanidad y el deleite descuidado que prevalecerá en ese tiempo. Ambos, Noé y Lot predicaron con respecto al juicio, pero la gente rechazó su mensaje. Cristo cerró Su discurso señalando hacia la separación final (Lucas 17:34-37).

PARÁBOLAS SOBRE LA ORACIÓN

El retraso de la segunda venida del Hijo del Hombre sería una prueba para la fe de los discípulos maltratados. Por lo tanto, Jesús añadió una lección sobre la necesidad de la perseverancia y humildad en oración para la liberación.

Parábola del Juez Injusto

La Parábola del Juez Injusto ilustra la necesidad de la importunidad en la oración. Esta parábola fue dada para mostrar la necesidad de orar continuamente y no rendirse ante circunstancias difíciles y desalentadoras. Los judíos ensañaban que los hombres debían orar a lo sumo tres veces al día para así no cansar a Dios con oración incesante. Jesús enseñó que siempre debemos orar y orar con respecto a todo, no desmayar, no convertirse en cobarde o rendirse al mal; sino más bien persistir y no desmayar. Hay peligro al “rendirse” y al abandonar la oración si es que la respuesta no llega pronto. La Parábola del Juez Injusto advierte en contra de esta tendencia.

Sin embargo, debe recordarse que uno no debe tratar de intimidar— a quien es soberano y sabe lo que es mejor para Sus hijos—para que responda la oración, tampoco uno no debe

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confiar en su propia importunidad; uno debe tener fe en la fidelidad de Dios para siempre responder, aunque la respuesta tal vez esté retrasada. La parábola enseña que Dios retrasa y que nosotros debemos ser fieles, persistentes y llenos de fe en nuestra oración. Debemos orar continuamente en toda circunstancia y no desalentarnos y dar paso al mal.

Cuando Jesús regrese a la tierra, ¿hallará tal fe y fidelidad persistente como ésta en la tierra? Este es un gran reto.

Parábola del Fariseo y el Publicano

Lucas conectó la Parábola del Fariseo y del Publicano con la del Juez Injusto. La Parábola del Fariseo y del Publicano enseña que la fe eficaz depende del carácter de la persona que ora, la naturaleza de lo que se pide y del espíritu en el cual la oración es ofrecida. Esta es la lección que Jesús quería enseñar tanto a Sus discípulos como a los fariseos con respecto al carácter de la oración verdadera.

LECCIÓN SOBRE EL DIVORCIO

La popularidad de Jesús era más de la que sus enemigos podían resistir. Si ellos tan sólo pudieran brindar una cuestión decisiva que lo hiciera impopular con el pueblo, entonces tal vez obtendrían una ventaja. Ellos buscaron tal asunto y pronto lo hallaron ya que la cuestión del divorcio era una caliente en ese entonces como lo es ahora. Ellos preguntaron: “¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?” La Escuela Liberal de Hillel expresaba la opinión de que el divorcio era lícito “por cualquier causa.” Shamai, quien restringía el divorcio únicamente a los motivos de infidelidad, defendía el lado conservador.37

Apelando a la ley original de Dios sobre el matrimonio, instituida por el Creador en

Génesis 2:24 en el primer matrimonio, Jesús respondió: “¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo?” Al principio de la raza, Dios creó una mujer para un hombre, cada cual adaptado para el otro. Por la misma razón, fue declarado que las demás relaciones humanas, aun las más íntimas como las que existen entre los padres y los hijos debían ser secundarias a las relaciones entre el esposo y la esposa. Por lo tanto, este yugo de Dios, por el cual El unió dos almas juntas no debía ser roto. Jesús dijo: “Cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera” (Mateo 19:9). Los fariseos, por otro lado, veían al matrimonio como una institución social gobernada por las leyes de los hombres. Cristo mostró que el matrimonio era una institución divina, gobernada por las leyes de Dios.

LOS NIÑOS

Traían a los niños para que Jesús pusiera las manos sobre ellos y los bendijera. Pensando que le estaban haciendo un favor a Jesús, los discípulos trataron de alejar a los niños —así como hoy día muchos tratan de impedir a los niños en la iglesia. Qué poco entendían los discípulos a los niños y a Jesús. De la misma manera, el pastor que no le gusta tener niños en sus servicios de iglesia tiene algo más por aprender acerca de Jesús.

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Jesús reprendió a Sus discípulos: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos” (Mateo 19:14). El reino de los Cielos pertenece a personas que son como niños en su personalidad. Por esta razón, El tomó a los niños en Sus brazos y los bendijo. Jesús es el mejor amigo de todo niño.

EL JOVEN RICO

Al salir Jesús de la casa donde bendijo a los niños, cierto príncipe joven rico —probablemente de la sinagoga local, como lo sugiere Pentecost38

miembro del Sanedrín—vino corriendo. Se arrodilló ante Jesús y preguntó: “Maestro Bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?”

Miremos al joven rico. Varias cosas estaban correctas acerca de él.

1. El hombre vino de la manera correcta: corriendo y arrodillándose. 2. El vino a la persona correcta. Mientras que otros líderes no creían que Jesús era

divino, este hombre llamó a Jesús Dios, ya que uno de los títulos dado a Dios por escrito era “El Bueno del Mundo.” Jesús estaba diciendo: “Tú me has dado un título que sólo pertenece a Dios. ¿Lo entiendes y lo dices en serio?”

3. El preguntó la pregunta correcta: ¿Qué haré para heredar la vida eterna? El anhelaba algo más superior que las experiencias ordinarias de una persona religiosa auto satisfecha. El había probado lo que era ordinario y lo consideraba, “bueno” pero esto era insuficiente e inútil de proveer la satisfacción interna. El había guardado la Ley desde su juventud. El era de un carácter moral alto, pero había una insatisfacción la cual él no podía comprender. Por lo tanto preguntó: “¿Qué es lo que todavía me falta?”

4. El recibió la respuesta correcta aunque no era la que esperaba: “Vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo, y ven, sígueme, tomando tu cruz.”

A pesar de todas estas cosas buenas, el joven tenía un defecto trágico; él tomó la decisión

equivocada. Lo que él poseía, lo poseía a él. Incapaz de dejar su gran riqueza se fue muy triste.

Para señalar la lección de este incidente, Jesús usó una metáfora que los discípulos podían entender fácilmente.

Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas! Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios (Marcos 10:24-25).

Pedro dijo: “He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues,

tendremos?” El—y probablemente los demás discípulos también—estaban esperando el reino venidero ansiosamente, pensando que cuando viniera él sacaría un gran beneficio material. Jesús rápidamente rectificó su pensamiento como se muestra en Marcos 10:29-31 y Mateo 19:28-29.

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La Parábola de los Obreros en la Viña

Jesús luego dio la Parábola de los Obreros en la Viña. La historia establece el carácter y motivo de los verdaderos obreros y el punto de vista de Dios en Su obra, preocupándose más por la naturaleza y espíritu de los obreros que por el trabajo realizado.

JESÚS PREDICE LA FORMA DE SU MUERTE Y RESURRECCIÓN

Una vez más Jesús apartó a los Doce y empezó a explicarles con más detalle las cosas que El había de sufrir en Jerusalén.

El también prometió que al tercer día resucitaría (Mateo 20:19).

Después de este discurso, la madre de Juan y Jacobo preguntó a Jesús: “Ordena que en tu

reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda” (Mateo 20:21). Los hermanos reiteraron esta petición. Ellos no estaban contentos con sólo ocupar uno de los doce tronos gobernando a Israel, lo cual Jesús acababa de prometerles (Mateo 19:28); ellos querían ocupar los asientos de honor a cada extremo del Rey.

Jesús respondió: “No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?” (Marcos 10:38). El vaso al cual Jesús se refería era la obediencia plena a la voluntad del Padre, aun si esta significaba la muerte.

Ellos respondieron afirmativamente. Y así lo hicieron como la historia es testigo. Pero poco entendieron sobre el carácter del reino; este era un reino espiritual el cual requería de personas espirituales sin ambición mundana, sin envidia y sin el espíritu mercenario que acababan de revelar.

La petición de la esposa de Zebedeo provocó indignación en los demás discípulos; ellos también estaban codiciando los puestos de honor. Jesús llamó a los Doce y reconociendo que todos eran culpables, trató de ilustrarles claramente el carácter del reino. (Ver Mateo 20:25-28.)

LA SANIDAD DEL CIEGO BARTIMEO Y SU COMPAÑERO

Mientras Jesús se acercaba a Jericó, dos hombres ciegos (Mateo 20:29-34) —uno identificado como Bartimeo (Marcos 10:46-52) —estaban sentados junto al camino pidiendo limosna. Al oír que la multitud se acercaba preguntaron qué estaba sucediendo. Cuando les dijeron que Jesús estaba viniendo, los ciegos empezaron a clamar: “¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de nosotros!” Aquellos alrededor les reprendían para que se callasen. Sin embargo, ellos clamaban aún más fuerte: “¡Hijo de David, ten misericordia de nosotros!” Su invocación reconocía a Jesús como el Mesías y su petición reconocía parte del ministerio mesiánico profetizado.

Con Su atención capturada por los clamores, Jesús se detuvo y preguntó a los hombres qué querían que El hiciera por ellos. “Señor, que sean abiertos nuestros ojos,” ellos

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humildemente pidieron. Palabra de los maravillosos milagros de Jesús había llegado de alguna manera a estos hombres ciegos e inculcó fe en sus corazones. Jesús tuvo compasión de ellos y tocó sus ojos. Inmediatamente pudieron ver y lo siguieron.

Algunos han leído los relatos de Mateo, Marcos y Lucas y han concluido que los

relatos se contradicen entre sí. Mateo escribió sobre dos hombres, pero Marcos y Lucas relatan que mientras Jesús salía de Jericó sanó a un hombre ciego.

Pentecost reconcilia a los tres relatos sugiriendo que los hombres ciegos se acercaron a Jesús mientras que El se acercaba a Jericó y lo siguieron a lo largo de la ciudad, todo este tiempo pidiéndole, pero Jesús esperó hasta que estaban saliendo de la ciudad para responder a su petición. Marcos sin duda señala a Bartimeo como el más sobresaliente de los dos ciegos.39

ZAQUEO

Aunque Zaqueo era un publicano culpable de soborno y corrupción, el treparse al árbol

sicómoro demostró su gran interés en Jesús. Sin embargo, Jesús fue el que tomó la iniciativa invitándose a la casa y hospitalidad de Zaqueo. Aquel que decía ser el Mesías iba a ir a la casa del pecador más notorio de la ciudad.

La decisión de Jesús agitó el corazón de Zaqueo para arrepentirse e hizo una confesión completa y audaz de sus pecados a Jesús. El hasta fue más allá de lo requerido por la ley Mosaica, la cual alegaba una quinta parte para los pobres y en casos de fraude, una cantidad igual a la que fue robada más una quinta parte. Zaqueo prometió dar la mitad de sus bienes a los pobres y restaurar la cantidad robada cuadriplicada.

Con una voz para que todos pudieran oír, Jesús dijo: “Hoy ha venido la salvación a esta casa, por cuanto él también es hijo de Abraham.” Jesús reconoció el linaje judío de Zaqueo a pesar de la prohibición social. Sin embargo, no fue su genealogía o sus obras lo que le trajo la salvación a Zaqueo; fue la fe que él puso en Jesús.

Jesús resumió el asunto entero para la multitud y para nosotros en una conclusión maravillosa. Su misión a este mundo fue buscar a los perdidos hasta encontrarlos y luego salvarlos. Qué imagen tan hermosa: el pecador buscando al Salvador y el Salvador buscando al pecador.

Parábola de las Minas

Mientras que los judíos estaban todavía sorprendidos de que Jesús fuera con Zaqueo, Jesús dio la Parábola de las Minas. Muchos detalles de esta parábola se diferencian de los detalles de los talentos y sirven un propósito diferente. La Parábola de las Minas es un bosquejo profético en una forma parabólica del verdadero futuro ante los discípulos, de las fortunas del Rey mesiánico y de las varias actitudes de los hombres para con Cristo. Esta establece la imagen de la partida cercana de Jesús a un “país lejano,” un viaje que requiere un largo tiempo. Los discípulos, como los esclavos buscan hacer la voluntad de su señor y reciben la “mina común” del evangelio—la

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Palabra del reino—y van para hacer uso de ella en actividades duras, oscuras y que no tienen honor, manteniendo la fidelidad y la lealtad, hasta que El regrese en Su segunda venida gloriosa al mundo.

Cuando el hombre noble regresó llamó a sus siervos a los cuales les había encomendado la mina para enterarse qué clase de negocios habían hecho. Dos habían tenido ganancias, pero el otro la guardó en un pañuelo. Los siervos recibieron su recompensa según su mayordomía.

Jesús deseaba dejar claro para todos que ni la gloria ni tampoco las riquezas materiales o el poder serían propiedad de los siervos del Señor ausente, quien había de partir en pocos días; sino más bien, su propiedad eran el trabajo y la responsabilidad. El sabía que no todos Sus discípulos harían el mismo uso de Su obra y Palabra del reino que se les había encomendado. En la prueba amarga del trabajo duro y difícil, del sacrificio y persecución, algunos serían fieles, comerciando con sus oportunidades y privilegios pequeños y ganando algo más grande; otros no serían tan diligentes, devotos y constantes; y algunos no valdrían para nada.

Finalmente, dirigiéndose a los enemigos judíos quienes conducirían a su nación para rechazar y crucificar al Mesías dentro de pocos días, Jesús concluyó: “Y también a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre ellos, traedlos acá, y decapitadlos delante de mí” (Lucas 19:27). Esta era una profecía de la destrucción inminente de la nación judía.

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Capítulo 10

EL ÚLTIMO MINISTERIO PÚBLICO

Secciones del 128-138 de Robertson

Cuando Jesús llegó a Betania desde Jericó fue bienvenido en la casa de Marta, María y Lázaro. La multitud ya se estaba reuniendo en Jerusalén para la Fiesta de la Pascua dentro de pocos días. Cuando se propagó la noticia de que Jesús estaba en Betania, la multitud hizo el corto viaje hacia ese pueblo para ver a Jesús y a Lázaro a quien Jesús había resucitado de los muertos seis semanas atrás.

El comportamiento del pueblo enfureció de tal manera a los principales sacerdotes que tramaron juntos cómo deshacerse de Lázaro. Ellos pensaron que mientras Lázaro estaba vivo no podían hacer nada en contra de Jesús ya que mucha gente que venía y veía a Lázaro se iba creyendo en Jesús como el Mesías. ¿Podría alguien inferior al esperado Mesías ejecutar tal milagro como el resucitar a los muertos?

LA ENTRADA TRIUNFAL EN JERUSALÉN

Precedido por la multitud que había venido de Jerusalén y seguido por Sus discípulos y una multitud de peregrinos, Jesús se dirigió a la Ciudad sentado en un pollino, dando cumplimiento a Isaías 62:11 y Zacarías 9:9. La mayor parte de la multitud tendía sus mantos por el camino. Sus gritos alegres de: “¡Hosana al Hijo de David!” y la agitación de sus ramas de palmeras mostraban que ellos sentían que su Mesías había venido.

Miremos más de cerca a la entrada triunfal. La entrada en realidad se inició cuando Jesús—una vez más manifestó Su omnisciencia a través de la instrucción detallada dada a los dos discípulos—los envió a Betfagé para traer al animal sobre el cual El iba a ir montado a Jerusalén. Con Su entrada sobre un pollino, estimado como un símbolo de realeza y paz judía, Jesús se ofreció a los judíos como su Rey mesiánico prometido. El no era a quien ellos esperaban; pero El era el Rey profetizado por los profetas. Su reino no sería uno de poder o de exhibición de grandeza o uno de gobierno por la fuerza. En vez, El entró a la ciudad como el Príncipe de Paz.

Mientras que el séquito se aproximaba a la Puerta Oriental, Jesús vio a Jerusalén y clamó a gran voz y lloró sobre ella: “¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos” (Lucas 19:42). El Príncipe de Paz pudo haber traído paz y salvación mediante su aceptación, pero mediante su rechazo, ellos estaban ciegos y no podían ver su propia meta. Sus declaraciones con respecto a la desolación de la ciudad (Lucas 19:24-44) fueron cumplidas cuarenta años después bajo Tito, el general romano

Jesús se ofreció como el Rey de Paz, así como Zacarías había dicho que el Mesías vendría. Pero los discípulos ni tampoco el pueblo parecían haber entendido el significado de la

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demostración simbólica. En vez de acoger Su ideal teocrático de un reino espiritual de verdad, ellos insistieron en un reino terrenal el cual rompiera el yugo de esclavitud romana y los hiciera libres. La idea de un reino material, secretamente cultivada en los corazones de un sacerdocio ambicioso, arrogante y mundano, pronto traería la colisión inevitable con el Imperio Romano.

Una vez más la procesión seguía hacia adelante. Jesús fue montando a Jerusalén y llegó al Templo. Dejando Su pollino y entrando al edificio santo, Jesús tomó posesión de éste en el nombre de Jehová. Por un momento el permaneció como el héroe del momento, el Maestro del Templo viendo toda su grandeza. El propósito de la demostración mesiánica había sido obtenido. El había declarado a todo el mundo que El era el Mesías. En este día tradicionalmente se seleccionaba el cordero para la pascua. Mediante Su acción Jesús mostró que El se había consagrado como el Cordero de la Pascua, quien sería sacrificado por toda la nación. Qué trágico que los judíos al buscara su sacrificio pasaron por alto el Cordero de Dios.

El Dr. Pentecost añade una observación a la importancia de la entrada triunfal. Este, entonces, fue el día de la presentación oficial de Cristo de Sí Mismo como el Mesías de Israel. Cristo fue identificado como el Mesías en Su tentación. Su gloria como el Mesías fue revelada en Su transfiguración. Pero fue en esta entrada triunfal donde Cristo hizo una presentación oficial de Sí Mismo como el Mesías de la nación.40

Los fariseos estaban desesperados. Los gritos resonantes de la gente mostraban que todos

sus esfuerzos habían fallado. En su desesperación, ellos apelaron directamente a Jesús para que reprendiera a Sus discípulos. Jesús conociendo el corazón de ellos dijo: “Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían”

JESÚS REVELA SU AUTORIDAD

Al final del día, Jesús y Su grupo pasaron en silencio fuera de la ciudad hacia el hogar amado en Betania. Al día siguiente partieron una vez más hacia Jerusalén. Durante dos incidentes que sucedieron temprano ese día, Cristo reveló Su autoridad. En uno de ellos maldijo a la higuera; en el otro El purificó el Templo.

Jesús Maldice a la Higuera

Teniendo hambre en Su camino a Jerusalén, Jesús vio una higuera junto al camino. Esta sobresalía debido a su abundante follaje; las hojas daban la esperanza de hallar fruto en ella. Jesús examinó el árbol y todo lo que encontró fueron hojas. Aunque consumía nutrientes de la tierra, ésta era estéril—un ejemplo perfecto de una profesión vacía. En este árbol ventajosamente situado, tan abundante en promesa y sin embargo sin fruto, Jesús vio el emblema de Israel y lo maldijo.

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Jesús Purifica el Templo

Jesús vino otra vez al Templo; El no vino a reformar la adoración, sino a declarar el inicio del juicio mesiánico. El Templo corrupto, sus sacerdotes hipócritas y burlones y sus ceremonias vanas y vacías estaban condenados a desaparecer. Esta segunda purificación, aproximadamente tres años después de la primera, había de ser la sentencia judicial final del Rey mesiánico. (Ver Mateo 21:12-13.)

Como era de esperarse, las autoridades del Templo estaban enfurecidas y buscaron cómo

destruir a Jesús.

Los Griegos Buscan Ver a Jesús

Los milagros y mensaje de Jesús, Su vida y temperamento tuvieron un gran impacto en Palestina. El alcance de esta influencia es revelado a través de los griegos quienes, dirigiéndose a Felipe dijeron: “Señor, quisiéramos ver a Jesús” (Juan 12:21). Estos hombres no eran judíos helenistas sino verdaderos griegos, simbólico de poner al mundo de los gentiles en contacto con Jesús. Los reyes magos también habían simbolizado este aspecto poco después del nacimiento de Jesús.

Jesús reconoció en estos hombres el precursor de una gran multitud del mundo de los gentiles las cuales vendrían a El de todas las naciones, tribus y parentelas de la tierra.

Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado. De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirve, mi Padre le honrará. Ahora está turbada mi alma, ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora. Padre, glorifica tu nombre (Juan 12:23-28).

En las próximas horas el mundo llegaría a una crisis de juicio y condenación cuando

condenarían a Jesús. Satanás, el príncipe de este mundo, sería echado de su trono de poder y Jesús atraería a todos a Sí Mismo. La cruz se convertiría en el imán central del universo. Satanás sería vencido en la cruz.

Aquí Juan finaliza su registro en su Evangelio del ministerio público de Jesús resumiendo las enseñanzas de Jesús en Juan 12:44-50.

Prueba de la Autoridad de Cristo

Durante la mañana siguiente, Pedro descubrió que la higuera ya estaba marchita. Lo marchito significaba que el juicio proclamado sobre la generación caería pronto y de repente, aparentemente poniendo término al programa de Dios para los judíos. Por lo tanto, Pedro no podía entender cómo la nación sobre la cual descansaba el Pacto incondicional y eterno de Abraham sería puesta bajo tal juicio. Cristo usó esta ocasión para enseñar a Pedro la

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necesidad de tener fe en Dios para el cumplimiento de las promesas divinas a pesar de la justicia divina.41

LA AUTORIDAD DE CRISTO DESAFIADA Y DEFENDIDA

En la mañana siguiente a la lección de la higuera, Jesús empezó a enseñar en el atrio del Templo. Un grupo del Sanedrín vino e interrumpió al Maestro con una pregunta triple y exigió conocer Su motivo y fuente de autoridad. Ellos preguntaron: “Dinos: ¿con qué autoridad haces estas cosas? ¿o quién es el que te ha dado esta autoridad?” (Lucas 20:2). Esta era una pregunta importante para ellos como lo señala Edersheim.

No existía ningún principio más firmemente establecido por el consentimiento universal que el de la enseñanza autorizada la cual requería una autorización previa. De hecho que esto lógicamente procedía del principio Rabino. Toda enseñanza debe ser autorizada ya que tradicionalmente era aprobada por la autoridad y transferida del maestro al discípulo. El honor más alto de un erudito era parecerse a una cisterna bien enyesada de la cual ni siquiera una gota se filtra una vez que ha sido llenada. La última apelación en casos de discusión siempre se hacía a una gran autoridad ya sea a un Maestro o a un Decreto del Sanedrín. De esta manera el gran Hillel había vindicado su afirmación de ser el Maestro de sus tiempos y de decidir las disputas en ese entonces pendientes. El decidir diferente de la autoridad era la marca de una suposición ignorante o el resultado de una rebelión audaz, en cualquier caso era una “prohibición.”42

Jesús no iba a ser atrapado en su trampa. El convirtió Su defensa en un contraataque

recurriendo a una contra- pregunta. El preguntó: “El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres?” (Lucas 20:4). Al hacer esto, El forzó a Sus enemigos a encarar el dilema y cualquier respuesta los pondría en la misma clase de trampa que le estaban poniendo. El denunciar a Juan como un impostor era algo muy peligroso. Por el otro lado, el aceptar su ministerio como divinamente encargado era admitir a la autoridad de Jesús. Era obvio que la autoridad de Cristo y la de Juan el Bautista eran idénticas.

Los judíos respondieron que ellos no sabían la respuesta. El Dr. Pentecost dice: “Si ellos

no podían determinar la autoridad detrás de Juan, ellos tampoco podrían determinar la autoridad detrás de Cristo, aunque El les demostró esa autoridad. Por lo tanto El se negó a dar una respuesta.”43

En vez de dar una respuesta directa a su pregunta, Jesús procedió a enseñar a los líderes

judíos las verdades concernientes al reino en tres parábolas.

La Parábola de los Dos Hijos

Primero, Jesús contrastó el carácter de sus enemigos en la Parábola de los Dos Hijos. El trasfondo de esta historia es que los fariseos eran los hijos del reino por virtud de ser descendientes de Abraham. Sin embargo, Cristo enseñó que la verdadera filiación debe ser comprobada por la obediencia y solamente los obedientes son hijos. En esta parábola Jesús

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expuso la falta de sinceridad de los líderes farisaicos en su trato de Juan el Bautista. Jesús no odiaba un pecado peor que la hipocresía. Al exponer su actitud hipócrita y engañosa hacia Juan, El preparó el camino para el último golpe a su liderazgo religioso artificial del pueblo.

De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios. Porque vino a vosotros Juan en camino de justicia, y no le creísteis; pero los publicanos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, no os arrepentisteis después para creerle (Mateo 21:31-32).

La Parábola del Labrador Malvado

Segundo, Jesús añadió la Parábola del Labrador Malvado para revelar el rechazo de Su

persona y de Su ministerio por los líderes y el pueblo judío como nación y para advertirles de las consecuencias nefastas. En el desarrollo de la parábola, ellos no percibieron que estaban proclamando su propia destrucción. Jesús repitió la sentencia de la condenación sobre la gente que había rechazado la larga línea de los profetas y que ahora estaban preparándose para matarle. Con una mirada cortante a los líderes, El hizo otra pregunta.

¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los edificadores, ha venido a ser cabeza del ángulo. El Señor ha hecho esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos? Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él. Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado, y sobre quien ella cayere, le desmenuzará. (Mateo 21:42-44).

¡Ay del edificador que rechaza a Jesús!

La Parábola de la Fiesta de Bodas

Tercero, Jesús usó la Parábola de la Fiesta de Bodas para exponer el desprecio de Israel

hacia la gran fiesta del reino de Dios (Mateo 22:1-14). La parábola es un drama de tres actos. En el Acto I, el rey envía a sus siervos para que llamen a aquellos que recibieron la primera invitación a la fiesta. Ellos no vinieron. La primera invitación fue dada a los judíos por los profetas de la dispensación del Antiguo Testamento. En el Acto II, los apóstoles y Su hijo son asesinados. Finalmente, en el Acto III, el rey manda a sus siervos “Id, pues, a las salidas de los caminos, y llamad a las bodas a cuantos halléis.” Esta invitación fue extendida a los gentiles. Sin embargo, note que los invitados a las bodas, ya sean judíos o gentiles deben vestir el vestido de bodas—la justicia de Dios mediante el Espíritu Santo (Romanos 14:17).

Una Pregunta de Política

Los gobernadores habían sido burlados en sus preguntas rabínicas sobre la autoridad de Jesús. Ahora ellos trataban de conseguir que Jesús hablase en contra del gobierno romano. “¿Es lícito dar tributo a César, o no?” preguntaron ellos. Esto era un truco astuto diseñado para atrapar a Jesús. La pregunta simple, directa y franca exigía una respuesta. Ellos se podían imaginar Sus dos respuestas, cualquiera de ellas lo pondría en una circunstancia seria o fatal. Si El declaraba al tributo ilícito, El sería llevado ante el tribunal romano como un revolucionario. Si lo declaraba lícito, El perdería el apoyo de la gran masa judía quienes eran nacionalistas. Por lo menos una parte

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de este último grupo estaría opuesto a pagar impuestos por motivos religiosos, sin embargo, el declarar que era lícito significaría que Jehová solo no era el Rey de Israel.

Jesús pidió una moneda. Luego El preguntó: “¿De quién es esta imagen, y la

inscripción?” Cuando la gente contestó: “De César” Jesús dijo: “Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios” (Lucas 20:25). Por lo tanto así, Cristo reconoció dos esferas de autoridad constituidas divinamente. En una esfera, Dios era supremo; en la otra esfera, César tenía una autoridad delegada. Esta enseñanza no tuvo conflicto con el derecho de Dios para gobernar, y el pago de impuestos a César no anulaba el hecho de que en última instancia Dios nombraría a Su Hijo como gobernador en lugar de César.

Una Pregunta Sobre la Resurrección

Después que los herodianos y los fariseos fallaron en atrapar a Jesús con una pregunta astuta, los saduceos decidieron intentarlo. Su pregunta, como la de los otros dos grupos, era en realidad para destruir Su influencia con el pueblo. Los fariseos tuvieron la intención de inspirar desconfianza con su pregunta sobre Su autoridad. Los herodianos y teólogos, con su pregunta sobre el tributo, habían buscado crear indignación contra Jesús entre los romanos. Esta tercera pregunta hecha por los saduceos estaba diseñada para causar la burla y el ridículo por todo el pueblo

La pregunta de los saduceos era sobre un caso imaginario de una mujer que había tenido siete maridos. Ellos preguntaron: “En la resurrección, pues, ¿de cuál de ellos será mujer?” Esta secta rechazaba el significado de la doctrina de la resurrección como popularmente era entendida. De acuerdo a la idea popular, la resurrección restauraría a los hombres a sus anteriores cuerpos, apetitos, pasiones y a la usual condición material y relaciones. La concepción sensual de los saduceos sobre el futuro despertó la burla y el ridículo de los demás.44

Al responder a su pregunta, Jesús expuso su ignorancia de las Escrituras y del poder de

Dios. Ellos habían citado la ley de Moisés. Jesús en respuesta citó el “pasaje de la zarza,” en el cual Jehová le dijo a Moisés: “Yo soy el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.” Dios no es Dios de los muertos sino de los vivos. Jesús enseñó que en la resurrección, uno no se casa ni se da en casamiento, sino que es como los ángeles. El había abierto las mismas puertas del Cielo para que todos vean el estado bendito de los resucitados. La gente estaba admirada de Sus enseñanzas.

Una Pregunta Legal

Derrotados una vez más, los judíos intentaron otra vez desacreditar a Cristo. Seguro que

El no podría comparecer ante la pregunta profunda de un fariseo intérprete de la ley. Por lo tanto, ellos escogieron al más hábil entre ellos para que sirviera como su portavoz. El preguntó: “¿Cuál es el primer mandamiento de todos?” Los fariseos habían codificado la Ley en 248 mandamientos y 365 prohibiciones. El discutir cuáles eran más “ligeros” y “pesados” consumía mucho tiempo.45

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La respuesta de Jesús fue al centro del asunto.

El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos (Marcos 12:29-31).

El intérprete de la ley captó la importancia espiritual de la respuesta de Jesús y añadió su

observación.

Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él; y el amarle con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios (Marcos 12:32-33).

Jesús contestó: “No estás lejos del reino de Dios.” Cristo había pasado con éxito por la

trampa de los judíos afirmando que su creencia monoteísta era cierta—El no era “otro,” sino el único Dios cubierto en carne humana.

Jesús Calla a Sus Enemigos en Su Último Ministerio Público

En este día del ministerio público de Jesús, todos Sus enemigos lo habían acosado con preguntas. Cuando habían agotado todos sus recursos y habían sido derrotados por Su defensa diestra, se retiraron humillados; pero también con una decisión renovada para terminar con El.

Al continuar Jesús enseñando en el Templo, El convirtió la defensa en un ataque contra el

error de la doctrina de los fariseos haciéndoles una pregunta: “¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo?” Ellos contestaron: “De David.” “¿Pues cómo David en el Espíritu le llama Señor, diciendo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies? Pues si David le llama Señor, ¿cómo es su hijo?” (Mateo 22:42-45).

Los escribas insistían en un rey temporal quien sería el sucesor de David en un gobierno material espléndido. Ellos habían captado el hecho de que el Mesías sería el hijo de David mediante la descendencia humana; pero fallaron en reconocer la importancia del Señorío del Mesías. La relación del Mesías con David era doble. Primero, El era el hijo de David mediante el linaje natural. Segundo, El era el Señor de David debido a Su divinidad. Salmos 110 enseña la doble naturaleza de Cristo: El era Dios y hombre. Note lo que dijo Jesús en Apocalipsis 22:16: “Yo soy la raíz y el linaje de David.”

Los fariseos se dieron cuenta del dilema que estaban enfrentando en el discurso y se negaron a contestar. Nadie podía refutar la sabiduría de Cristo. Mateo registró: “Y nadie le podía responder palabra; ni osó alguno desde aquel día preguntarle más” (Mateo 22:46).

Convenía que en el discurso público final de Cristo en el Templo, El advirtiera a Sus discípulos contra la hipocresía de estos hombres corruptos y perversos. Los siete ayes

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proclamados en contra de los fariseos debían interpretarse como un esfuerzo no solamente para advertir a otros contra su vanidad, egoísmo e irreligión, sino también para abrir sus propios ojos y convertirlos del error de sus caminos.

El primer ay estaba dirigido a los hipócritas quienes cerraban la puerta del reino de los Cielos en la cara de los hombres pretendiendo abrir las puertas a las Escrituras cuando en realidad ellos las estaban ocultando—bloqueando la entrada de los buscadores sinceros.

El segundo ay fue un golpe mortal en contra de los prosélitos quienes “recorrían mar y tierra para convertir un prosélito” a fariseo. Su objetivo no era atraer a los hombres al reino de Dios, sino más bien a su propio sistema de creencias.

El tercer ay fue una fulminante acusación en contra del “crear confusión en las

distinciones morales.” En su pensamiento farisaico, el jurar por el Templo no era un juramento verdadero, sino más bien el jurar por el oro del templo era válido; un juramento por el altar era nada, mientras que uno por la ofrenda del altar sí valía. Ellos no podían ver que el altar era mayor que la ofrenda y el que juraba por el Templo juraba por ese mismo y por Aquel que moraba en éste. Jesús enseñó en contra de todos los usos de juramentos ya que en el reino de Dios la palabra de un hombre debe ser tan buena como sus juramentos. El Dr. Pentecost comenta sobre el perfeccionismo de los fariseos.

Al hacer tal distinción los fariseos podían hacer un juramento y luego absolverse a sí mimos de la responsabilidad de cumplir el juramento. El que no conocía esta distinción aceptaba el juramento de los fariseos sin saber que el juramento había sido redactado en tal fraseología que el fariseo no se consideraba a estar regido por el mismo. Cristo condenaba tal duplicidad46

El cuarto ¡ay! que se refería al diezmo, el cual era escrupulosamente observado por los

fariseos y escribas mientras que al mismo tiempo ellos omitían los asuntos más importantes de la Ley.

El quinto ¡ay! fue una copa de ira vertida sobre la apariencia, rapacidad e incontinencia farisaica. Ellos limpiaban lo de fuera del vaso y del plato, símbolos de su apariencia exterior de piedad, mientras que dejaban al hombre interno lleno de extorsión y exceso.

El sexto ¡ay! No se refería a un vicio específico sino más bien daba una imagen gráfica de su hipocresía en general. Como los sepulcros blanqueados, ellos externamente parecían limpios, pero por dentro estaban llenos de descomposición espiritual y moral.

El séptimo ¡ay! trataba con la incoherencia y engaño de los judíos cuando decían que ellos no hubieran matado a los profetas antiguos como lo hicieron sus padres. Jesús dijo: “¡Vosotros también llenad la medida de vuestros padres!” En esencia El dijo: “¡Coronar sus fechorías matando a los profetas que Dios les envió! ¡Por fin hagan lo que han tenido por mucho tiempo en sus corazones!”

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Jesús concluyó Su acusación temerosa con un lamento memorable sobre la amada ciudad de Jerusalén (Mateo 23:37-39). Luego se fue y se sentó delante del arca de la ofrenda. Allí El les dio a Sus discípulos la lección sobre las dos blancas de la viuda. Ella dio más que todos los hombres ricos ya que ella dio todo lo que tenía.

                                                                               

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Capítulo 11

PREPARACIÓN PARA LA PASIÓN

Secciones del 139-152 de Robertson

EL DISCURSO PROFÉTICO DE JESÚS

Los discípulos salieron del Templo con Jesús para regresar a Betania, aprensivos de que algo malo iba a suceder, mirando hacia atrás al hermoso Templo uno de ellos dijo: “Maestro, mira qué piedras y qué edificios.”

En esencia Jesús respondió: “¿Ustedes creen que todo esto es grande? Pronto será derribado y no quedará aquí piedra sobre piedra.” (Ver Mateo 24:2.) Tres veces anteriores a este incidente Jesús había predicho la destrucción del Templo: aproximadamente seis meses antes mientras que obraba en Perea (Lucas 13:34); otra vez en la entrada triunfal (Lucas 19:41-44); y finalmente en Su último discurso a la gente en el Templo. Los líderes incurrirían en la ira de los romanos con su falsa concepción de un reino mesiánico temporal. Los discípulos necesitaban deshacerse de la idea mesiánica de un reino material.

Cuando Jesús mencionó la destrucción de Jerusalén, El también citó la cercanía de Su segunda venida y el fin del siglo. En la escatología judía se reconocían dos eras o edades. La primera era esta edad presente o la edad en la cual Israel estaba esperando la venida del Mesías. La segunda edad era la edad por venir o la edad en la cual todos los pactos de Israel serían cumplidos y la nación entraría a sus bendiciones prometidas ya que el Mesías había venido.47

Convencidos de que algo fatal iba a suceder los discípulos vinieron a Jesús en secreto, preguntado: “Dinos, ¿cuándo serán estas cosas y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” (Mateo 24:3).

El espacio limitado en este libro no nos permite un trato adecuado de este discurso, a

veces llamado el Discurso del Olivar. Se recomienda que el estudiante haga un estudio a fondo de este mensaje profético. Al hacerlo, debe recordar que Jesús estaba revelando el programa profético para Jerusalén, la nación de Israel y para los judíos; El no hizo ninguna referencia a la iglesia o a su programa profético. Debido a su contexto judío, esta porción de Escritura debe ser interpretada con referencia a Israel y no a la iglesia.48

La narración de Mateo, la cual de todos los Sinópticos da el bosquejo más completo del

sermón, puede dividirse en las siguientes secciones.

A. La Pregunta de los Discípulos Mateo 24:1-3 B. La Tribulación Mateo 24:4-26

1. La Primera Mitad 24:4-8 2. La Segunda Mitad 24:9-14

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3. Repetición y Explicación 24:15-26 C. Segunda Venida Mateo 24:27-30 D. La Reunión de Israel Mateo 24:31 E. Exhortaciones Incisas Mateo 24:32-51

1. La Higuera 24:32-44 2. El Siervo Fiel 24:45-51

F. Juicio sobre Israel Mateo 25:1-30 1. La Parábola de las Diez Vírgenes 25:1-13 2. La Parábola de los Talentos 25:14-30

G. Juicio sobre los Gentiles Mateo 25:31-46

La destrucción de Jerusalén por Tito en el año 70 d.C sería un presagio insignificante comparado a la destrucción total de la ciudad y de la tierra de Israel durante la Tribulación. Cristo estaba advirtiendo a Israel que en el fin del siglo, cuando ellos empezaran a ver ciertas señales, la gente debería huir. Aunque este sería un tiempo de sufrimiento insuperable para los judíos (Ver Apocalipsis 12:13-17), Dios preservaría un remanente.

Dos días antes de que Jesús celebrara la Pascua e instituyera la Cena del Señor con Sus discípulos, El les explicó que sería entregado a Sus enemigos para ser crucificado. El sabía que los miembros del Sanedrín, juntamente con Caifás, el sumo sacerdote, estaban planeando Su muerte. Por encima de todo, los líderes judíos temían al pueblo, quienes les daban temor para arrestar a Jesús durante la fiesta no sea que causaran un alboroto entre las multitudes.

MARÍA UNGE A JESÚS  

La acción de María en la casa de Simón el leproso mostró su gran amor por Jesús. Ella vino con un frasco el cual contenía aproximadamente doce onzas de un perfume costoso de nardo puro con un valor de un año de salario. Ella quebró el frasco y vertió el perfume sobre la cabeza de Jesús y después sobre Sus pies. Luego enjugó Sus pies con sus cabellos. Ella llenó la casa con el aroma y el mundo entero con el aroma de su amor. Este fue un regalo digno de un rey. Sólo un regalo como este expresaría su profunda devoción y amor por Jesús.

Sin embargo, no todos apreciaron el acto de devoción de María. Judas dirigió la severa crítica por el despilfarro del perfume, el cual pudo haberse vendido y dado a los pobres. Después Juan y los otros discípulos vieron la acusación de Judas a la luz de la traición y así lo interpretaron.

Jesús severamente reprendió a Judas. Luego proclamó el elogio más alto sobre el acto amoroso de María.

Esta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura. De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella (Marcos 14:8-9).

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JUDAS NEGOCIA CON LOS GOBERNADORES

El elogio de María y la reprensión de Judas dadas por Jesús hizo un corte profundo en el

corazón del discípulo. Satanás ahora empezó a entrar y a apoderarse de su corazón con sentimientos, deseos y sugerencias malas. Pronto Judas estuvo en camino para negociar con el principal sacerdote sobre un plan y un precio para traicionar al Señor. Finalmente acordaron en treinta piezas de plata, el precio de un esclavo. Judas no anticipó las graves consecuencias personales de este acto traicionero tan sólo dos días después.

El Dr. Pentecost discute el acuerdo de Judas con el Sanedrín. Al estar de acuerdo para traicionar a Cristo, Judas ofreció hacer más que simplemente identificar a Jesús. La identificación no hubiera sido necesaria ya que todo el Sanedrín estaba bien familiarizado con Cristo; todos le habían oído y visto muchas veces. Judas accedió a cumplir un punto de la ley romana, un requisito necesario si es que el Sanedrín iba a proceder con su plan de ejecutar a Cristo. Una persona no podía ser llevada a juicio ante la corte romana hasta que se hubiese presentado oficialmente una acusación en contra de ella, culpándola de un crimen. Esta acusación tenía que ser firmada por testigos quienes al firmar la acusación estaban de acuerdo en presentarse para dar testimonio para la acusación en contra del acusado. Por lo tanto Judas se ofreció como testigo en contra de Cristo. El estuvo de acuerdo en presentarse delante de las cortes romanas cuando Cristo fuese llevado a juicio por un cargo aún no determinado. La voluntad de Judas para cumplir tal función dejó al descubierto la profundidad de sus emociones—su amargura, resentimiento y decepción en el Señor.49

Mateo registró: “Y desde entonces buscaba oportunidad para entregarle” (Mateo 26:16).

LA CENA DE LA PASCUA

Acostumbrados a compartir la Pascua con Jesús, los discípulos vinieron a El en el primer

día de la Fiesta de los Panes Sin Levadura y preguntaron: “¿Dónde quieres que preparemos para que comas la pascua?” Jesús le dijo a Pedro y Juan que fueran a Jerusalén y allí verían a un hombre cargando un cántaro. Los hombres normalmente en esos tiempos no cargaban cántaros y les sería fácil reconocer a tal hombre. Jesús les dijo que siguieran al hombre y le dijeran: “El Maestro dice: ‘Mi tiempo está cerca; en tu casa celebraré la pascua con mis discípulos. ¿Dónde está el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos?'” Los dos discípulos encontraron todo tal como Jesús lo había dicho y prepararon para celebrar la cena de la pascua.

Una Lección sobre la Humildad

Cuando Jesús y los Doce llegaron, ellos hallaron un aposento grande amueblado y listo con todo lo necesario para la fiesta. En su afán de ocupar los lugares de honor más cercanos al Maestro, los discípulos se olvidaron de sus modales. Pero con tacto y mansedumbre Jesús reprochó sus espíritus contenciosos, enseñándoles que la verdadera grandeza está en el servicio y

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no en el rango. Luego les asignó el derecho de comer y beber en Su mesa en el reino y el derecho de sentarse en tronos y juzgar a las doce tribus de Israel.

Durante la cena de la Pascua Jesús demostró a Su grupo apostólico la lección de Su

reproche anterior, el espíritu que ganaría al mundo. El se levantó de la mesa, puso a un lado Su manto, se amarró una toalla en la cintura y empezó a lavar los pies de los discípulos. El, su Maestro y Señor, desempeñó el papel de siervo. Para que no haya malentendidos, Jesús explicó este acto en Juan 13:12-20. Los Doce habían de aprender que el mayor en el reino debía ser siervo de todos.

Poco después de esta lección sobre la humildad Jesús señaló a Judas como el traidor. Después de la partida de Judas, Jesús empezó Su último discurso y advirtió a los discípulos en contra de la deserción. Los Once protestaron su lealtad. Pedro hasta juró estar listo para ir con Cristo hasta la muerte. Jesús reprendió a Pedro, diciendo que Satanás lo había pedido para zarandearlo como a trigo y que él negaría a Cristo tres veces antes de que el gallo cantase. La reacción de Pedro demostró su sinceridad ya que él y los once fueron a Jerusalén sabiendo que la muerte les esperaría; sin embargo, él estaba muy confiado y no estaba plenamente consciente del contenido de su corazón.

La Institución de la Cena del Señor

La Cena que Jesús inició fue una nueva institución, una prefigura que corresponde a la Pascua. Esta conmemora la muerte expiatoria de Jesús, pero al mismo tiempo simboliza la “carne y sangre” que los discípulos debían comer para sustentar su vida espiritual.

La Cena también es un memorial de la muerte redentora que resume y consume la vida

sacrificial de Jesús. El Testador del Nuevo Pacto murió; el Nuevo Pacto se halla en Su sangre. Podemos hallar perdón de pecados solamente en el poder expiatorio de la sangre de Jesús. El Antiguo Pacto fue ratificado con la sangre de animales; el Nuevo pacto con la sangre de Jesucristo. Esta sangre se halla simbólicamente en la Cena del Señor.

CONTINUACIÓN DEL DISCURSO

A continuación de la institución de la Cena del Señor, Jesús continuó Su discurso en el

aposento. Se resume como sigue:

1. La necesidad y los problemas de Su separación de ellos (Juan 13:31-38) 2. El hecho de que El era el Dios todopoderoso cubierto de carne (Juan 14:1-11) 3. La relación íntima y continua entre El y Sus discípulos en las obras mayores que ellos

harían una vez que fuesen llenos del Espíritu Santo (Juan 14:12-21) 4. La manera de Su revelación de Sí Mismo a ellos, haciéndoles eficaces en las obras

mayores y dándoles paz en medio de la persecución y luchas (Juan 14:22-31) De una manera amorosa; Jesús le dijo a Sus discípulos que dentro de poco El les dejaría y

les dio un mandamiento: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros. . . En esto

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conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13:34-35).

Sus palabras de despedida turbaron a los discípulos y plantearon muchas preguntas, así que El los consoló.

No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino (Juan 14:1-4).

Estas palabras les hacían recordar al novio judío quien regresaba a llevar a su novia una vez que había preparado adecuadamente el lugar para ella. Tal declaración les dio a conocer a los Once que ellos no se quedarían solos permanentemente.

Luego Jesús respondió a la pregunta de Tomás sobre “el Camino.”

Yo soy el camino, y la verdad, y la vida, nadie viene al Padre, sino por mí. Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto (Juan 14:6-7). Mostrando su torpeza espiritual, Felipe pidió: “Señor, muéstranos al Padre, y nos basta”

(Juan 14:8). La respuesta de Jesús se entiende fácilmente a la luz de la Deidad y la verdad de la Encarnación.

Al ampliar Jesús Su respuesta a Felipe, El se refirió al papel del creyente en Su gran obra y plan. Al hacerlo, El de nuevo predijo la venida del Espíritu Santo y se declaró a Sí Mismo no solamente como el Padre sino también como el Espíritu Santo.

CARGOS FINALES PARA LOS DISCÍPULOS

Saliendo del aposento el grupo caminó hacia el Huerto de Getsemaní. En el camino, Jesús continuó con el tema de Su reino y la relación de los discípulos con este. Esto fue realizado bajo la metáfora de la Vid y los Pámpanos (Juan 15) y la exposición de su obra a través del Espíritu Santo (Juan 16).

La Vid y los Pámpanos

Así como Jesús se había referido a Sí Mismo como la Luz (Juan 8:12), la Puerta (Juan 10:7), y el Buen Pastor (Juan 10:11), ahora se estaba presentando como la verdadera Vid mesiánica. El punto principal de esta parábola es la necesidad de una unión vital entre Cristo y Sus discípulos para llevar fruto, lo cual es el principal medio para la gloria de Dios, el asunto principal de la vida. Jesús señaló que la vitalidad espiritual, la vida real, está en El y nosotros debemos estar en una conexión para cumplir el propósito de Dios. El llevó la atención

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de los Once a la necesidad del efecto de la purificación de las severas pruebas para que así ellos pudieran llevar más y más fruto.

En Juan15 Jesús dio a entender la aplicación de la gran doctrina al grupo apostólico (versículos 3-6). El les mandó a que permanecieran y continuaran en la esfera de Su ejemplo, de Su vida y doctrina. A no ser que permanecieran en El, ellos no podrían llevar fruto. Luego Jesús les señaló la manera cómo poner la realidad de la conexión espiritual a prueba (versículos 7-8). La prueba amarga y la mejor evidencia de su amor era su obediencia a Sus mandamientos.

En la segunda división de Su discusión sobre la unión amorosa entre los discípulos y El,

Jesús señaló los dos resultados de esa unión. Primero, la unión produciría el gozo Cristiano en ellos. Cristo quería que su gozo fuese completo, dependiente de llevar fruto y sostenido del único objetivo verdadero en la vida—la gloria de Dios. Segundo, la relación que debía existir entre el Maestro y el discípulo era una de amor y amistad. Jesús dijo: “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.”

Jesús finalizó esta discusión de la unión entre El y Sus discípulos citando el resultado de

la unión en su relación con el mundo externo (versículos 17-27). Ellos serían odiados por el mundo, lo cual intensificaría la necesidad de amarse unos a otros. Ellos serían aborrecidos “por causa de mi nombre.” Ellos debían seguir adelante sin miedo, dando su testimonio en el poder del Espíritu Santo.

La Obra del Espíritu Santo

El siguiente tema que Jesús hizo referencia (Juan 16) fue la relación del Espíritu Santo con el mundo de hombres pecadores. Después de Su partida ellos sufrirían, pero El dijo: “Os conviene que yo me vaya.” ¿Por qué? Porque sólo entonces el Espíritu podría obrar a través de ellos.

Jesús les dijo simplemente cómo el Espíritu Santo obraría en los corazones de los incrédulos. El convencería al mundo de hombres impíos en tres áreas.

1. El pecado, hacer mal a Dios y al hombre. (Los hombres pecadores debían ser convencidos de la realidad del pecado.)

2. La justicia, la justicia de Cristo. 3. El juicio, ya que el príncipe de este siglo ha sido juzgado. Satanás de una vez ya fue

juzgado y decisivamente derrotado. El Espíritu claramente puso las verdades sobre estas cosas ante el hombre mundano.

La obra del Espíritu Santo en los discípulos se hizo simple (versículos 12-15). Su tristeza

se convertiría en gozo (versículos 16-24). Jesús reveló más claramente cómo Su partida era conveniente para ellos.

En conclusión, todo lo que El dijo fue para llevarlos a Su paz. El les señaló el camino.

Primero, en el mundo ellos encontrarían tribulación, confusión, odio y contienda. Segundo, ellos

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debían ser valientes. El peligro les esperaba y ellos necesitaban valentía para enfrentarlo. Pero El había ido delante de ellos, soportando grandes pruebas y había salido victorioso. Como el representante de ellos, El había vencido al pecado y toda clase de tentaciones. El les aseguró que ellos también podían vencer en Su nombre. El proclamó: “Yo he vencido al mundo” Esta era una voz alta de victoria. Para El era una victoria realizada; para ellos era una victoria asegurada.

LA ORACIÓN INTERCESORA DE JESÚS

Al cierre de Su último discurso y cargo de los apóstoles, Jesús intercedió por ellos en oración. La oración no fue ofrecida mentalmente o en privado, sino más bien para el beneficio de los Once. Esta reflejaba en gran parte el pensamiento y necesidades referidas en el discurso anterior a esta oración.

En esta oración sacerdotal, Jesús intercedió por tres cosas.

1. La glorificación del Hijo.

El oró para poder sellar la obra exitosa de Su vida con el testimonio de que Su muerte trajo salvación a la humanidad (versículos 1-8).

2. Sus discípulos íntimos a Su alrededor (versículos 9-19).

El oró para que ellos fueran protegidos, guardados en medio de las pruebas amargas por las cuales ellos debían de pasar y para ser santificados a través de Su Palabra, convirtiéndose en fuerzas positivas en la obra del reino. Las dos cosas que El deseaba más para ellos eran la preservación del carácter de una santidad divina y la separación de este mundo, y la unidad en la iglesia. Los discípulos debían permanecer en el mundo corrupto y hostil en contacto con la sociedad mundana, para así ser una influencia purificadora. Ellos debían estar en el mundo pero no ser del mundo. Ellos no debían obtener su espíritu, normas y mensaje de la sociedad mundana a su alrededor.

3. Los discípulos de generaciones futuras (versículos 20-26).

Lo que El deseaba a favor de las generaciones futuras de obreros y estudiantes del reino, era que ellos fueran de un solo espíritu y propósito. El deseaba que ellos continuaran siendo unificados y siguieran creyendo en el origen y misión divina de su Señor.

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Capítulo 12

EL JUICIO Y LA PASIÓN

Secciones del 153-168 de Robertson

LA AGONÍA EN EL HUERTO

Era menos de media milla a pie desde la Puerta de San Esteban hasta la entrada del Huerto de Getsemaní en las laderas del Monte de los Olivos. Al entrar al huerto, Jesús dejó a ocho discípulos cerca de la entrada y les dijo: “Sentaos aquí, entre tanto que yo voy allí y oro.” Luego tomó a Pedro, Jacobo y Juan y fue más adentro del huerto. Allí les dijo al trío: “Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo.” Yendo un poquito más allá como a la distancia de un tiro de piedra, Jesús se arrodilló. Postrando Su rostro rogó al Padre, diciendo: “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.” (Ver Mateo 26:36-39.)

Regresando a los tres discípulos, Jesús los encontró dormidos. Le dijo a Pedro: “¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Mateo 26:40-41). Jesús se alejó por segunda vez y oró: “Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad” (Mateo 26:42). Otra vez se levantó y regresó a los tres discípulos y los halló durmiendo. Los dejó por tercera vez y oró. Lucas registra que Jesús entonces recibió ayuda divina.

Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle. Y estando en agonía, oraba más intensamente, y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra. Cuando se levantó de la oración, y vino a sus discípulos, los halló durmiendo a causa de la tristeza (Lucas 22:43-45). Getsemaní era el lugar de consagración. En el desierto Jesús venció a Satanás, en el huerto venció a la carne. Su método en cada situación fue el mismo: sumisión a la voluntad del Padre. Nadie puede leer el pasaje citado de Lucas sin captar una vista de la intensa lucha que Jesús soportó en la ladera de la montaña. Las habilidades humanas no pudieron expresar la gran agonía que se apoderó del alma y cuerpo de Cristo hasta el punto que “Su sudor era como grandes gotas de sangre.” Era natural que Su carne se contrajera del sufrimiento físico de la cruz. Pero aún más, si fuera posible para el Cordero de Dios sin macha evitar la intensa soledad y angustia espiritual que ocurriría cuando El quien no conoció pecado se convirtiera en pecado (II Corintios 5:21) para así adquirir nuestra salvación. No es de extrañar que El oró: “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú” (Mateo 26:39).

Habiendo vencido a la carne mediante el sometimiento a la voluntad del Padre, Jesús

regresó a Sus discípulos. Despertándolos de su sueño, les dijo: “Levantaos, vamos, ved, se acerca el que me entrega” (Mateo 26:46).

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LA TRAICIÓN

Los del Sanedrín realizaron el arresto de Jesús mediante la policía del Templo, posiblemente acompañados por una parte de la cohorte de soldados romanos de la Torre de Antonia. Es posible que cientos de soldados fueron para arrestar a Jesús.50

Judas primero los condujo a la casa de la madre de Juan Marcos, donde comieron la

Última Cena.51 De allí los llevó a Getsemaní, sabiendo que era allí donde Jesús frecuentemente

pasaba tiempo con los discípulos. Acercándose a Jesús, Judas dijo: “¡Salve, Maestro!” y le besó, la señal de traición predeterminada entre Judas y el Sanedrín. Jesús dijo: “Amigo, ¿a qué vienes?” (Mateo 26:49-50).

Entonces Jesús dio un paso hacia adelante y preguntó al capitán de la policía del Templo “¿A quién buscáis?” “A Jesús nazareno,” respondió el hombre. Jesús respondió: “Yo soy” (Juan 18:5). Aquí tenemos otra prueba grande de que Jesús es el Dios Todopoderoso. Cuando El dijo: “Yo soy,” estos soldados judíos se postraron a tierra. Ellos habían oído el mismo nombre que Dios usó al revelarse a Sí Mismo a Moisés en la zarza ardiente.

En ese instante, Pedro, listo para luchar hasta la muerte defendiendo a Cristo, sacó su

espada y cortó la oreja de Malco, siervo del sumo sacerdote. Jesús reprendió a Pedro y sanó la oreja, mostrando así su disposición para perdonar y seguir el plan divino para Su vida bebiendo la copa del sufrimiento. (Ver Lucas 22: 50-53.)

EL JUICIO JUDÍO

El Examen Preliminar

Los soldados atraparon a Jesús, ataron Sus manos por detrás y lo condujeron hacia Anás. Anás fue el sumo sacerdote entre los años 6-15d.C y mediante su política astuta, tuvo éxito en asegurar de los romanos la sucesión de ese puesto a sus cinco hijos y a su yerno, Caifás, quien era el ocupante presente del sumo sacerdocio. Los soldados llevaron a Jesús ante Su adversario para una audiencia preliminar en preparación para el simulacro de juicio el cual seguiría tan pronto como el Sanedrín se reuniera. El examen era ilegal, tanto el tiempo como el lugar.

Anás cuestionó a Jesús sobre dos cargos: Sus discípulos y las doctrinas. Primero, Anás deseaba determinar la extensión de los seguidores de Jesús, pero Jesús permaneció en silencio. Segundo, percibiendo la imposibilidad de más preguntas sobre este tema, Anás cuestionó las doctrinas de Jesús. Jesús respondió: “Yo públicamente he hablado al mundo; siempre he enseñado en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y nada he hablado en oculto.” Estos hechos indiscutibles eran conocidos por todos. Jesús continuó: “¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que han oído, qué les haya yo hablado; he aquí ellos saben lo que yo he dicho.”

Un alguacil le dio a Jesús una bofetada, diciendo: “¿Así respondes al sumo sacerdote?”

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En el pretorio, tal acto de violencia era una violación escandalosa de la decencia común. Jesús respondió: “Si he hablado mal, testifica en qué está el mal; y si bien, ¿por qué me golpeas?” (Juan 18:23). Tal respuesta calmada y digna dio por terminado el examen. Entonces le enviaron atado a Caifás, quien entre tanto había convocado a ciertos del Sanedrín quienes servirían mejor para su propósito.

El Primer Juicio ante Caifás

El Sanedrín normalmente se reunía en el Templo, pero la multitud condujo a Jesús a la casa del sumo sacerdote, la cual estaba justo en las afueras del muro presente de la ciudad. Todos los principales sacerdotes, ancianos y escribas habían sido convocados allí. El lugar del juicio no era normal y el tiempo del juicio era ilegal, ya que los juicios de noche no estaban permitidos. Otras ilegalidades practicadas en los juicios de Jesús fueron: demasiada prisa, soborno de testigos, descuido de advertir a los testigos solemnemente antes de presentar declaración, forzar a que el acusado testifique en contra de Sí Mismo, el uso judicial de la confesión del acusado y fracaso a dejar en libertad al acusado cuando el testimonio de los testigos no concordaba.

Caifás diligentemente buscó asegurar testigos falsos para que testificaran en contra de Jesús con el propósito de darle muerte. Muchos testigos falsos vinieron y dieron sus testimonios, pero no estaban de acuerdo. De acuerdo al código de los judíos (Deuteronomio 19:15), el testimonio de por lo menos dos testigos debe ser idéntico o estar en armonía. Finalmente dos se pusieron de pie y dieron falso testimonio en contra de Jesús, diciendo: “Nosotros le hemos oído decir: Yo derribaré este templo hecho a mano, y en tres días edificaré otro hecho sin manos.” Pero sus historias no concordaban y ningún cargo definitivo pudo ser establecido ante las autoridades romanas para asegurar la sentencia de muerte de Cristo.

Ya que Caifás no pudo encontrar testigos para adaptarse a su propósito, el acudió al truco legal injusto de pedir a que el acusado diese testimonio en contra de Sí Mismo. El sumo sacerdote preguntó: “Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios” Al afirmar que sí lo era, Jesús estaría afirmando ser el único Dios; esto se consideraría como una blasfemia y estaría sujeto a la pena de muerte de acuerdo a la ley judía.

Cristo pudo haber evadido el asunto, pero optó deliberadamente no hacerlo. Sus palabras entonadas con una calma majestuosa, en tonos de una convicción inconfundible que todavía suenan a lo largo de los siglos: “Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo” (Mateo 26:64). En esencia El dijo: “Ahora estoy como prisionero ante el tribunal; después seré el juez en el banquillo.”

Caifás pensó que había cumplido su propósito, pero en realidad, Jesús voluntariamente

escogió enfrentar allí y en ese momento el asunto de Su muerte expiatoria. Con gran muestra de horror, el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: “¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? Todo lo que necesitamos es un consenso entre el pueblo.”

En medio de gritos y abucheos, el pueblo respondió que Jesús era digno de muerte. Desfogando su rencor y odio escupieron en Su cara, le dieron puñetazos y le abofetearon. Le

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pusieron una venda sobre los ojos y golpeándole le decían: “Profetízanos, Cristo, ¿quién es el que te golpeó?” (Mateo 26:68). Esta era la hora de ellos—la hora del poder de las tinieblas.

Su Mesías tan esperado había llegado pero ellos lo rechazaron ya que Jesús no era la clase de rey que ellos querían. El no buscó un trono terrenal, pero sin embargo afirmaba ser el Mesías. Ellos después usaron Su confesión mesiánica para asegurar Su condena de traición ante la corte romana, pero si Jesús no hubiera “confesado,” esto equivaldría a negar Sus afirmaciones mesiánicas.

Las Tres Negaciones de Pedro

Durante la Última Cena Jesús le advirtió a Pedro que Satanás deseaba zarandearlo como a trigo y que él le negaría tres veces antes que cantara el gallo. Confiando en sí mismo, Pedro audazmente dijo que él iría con Cristo hasta la muerte. Pedro y otro discípulo siguieron a Cristo hasta el patio del sumo sacerdote. Sin embargo, Pedro pronto se dio cuenta de su debilidad humana.

En el patio del sumo sacerdote una criada acusó a Pedro diciendo: “¿No eres tú también de los discípulos de este hombre?” Pedro respondió: “No lo soy” Pedro se acercó a los siervos y alguaciles que estaban calentándose junto al fuego. Ellos también preguntaron: “¿No eres tú de sus discípulos?” Otra vez Pedro negó conocer al Señor. Pero uno de los siervos del sumo sacerdote, pariente de Malco52

insistió preguntando: “¿No te vi yo en el huerto con él?” Por tercera vez, Pedro negó a Cristo. Mientras que Pedro todavía hablaba el gallo cantó y Jesús volteó y miró a Pedro. Recordando las palabras del Señor, Pedro salió y lloró amargamente.

Se puede ofrecer tres razones para la negación de Pedro. En Lucas 22:46, Jesús le había

exhortado a que orase para no caer en tentación; en Juan 13:38 predijo su negación. Ignorando estas advertencias, parece que Pedro se predispuso para el fracaso.

1. Tuvo confianza en sí mismo (Lucas 22:33; Mateo 26:35) 2. Se separó de Cristo y lo siguió desde la distancia (Marcos 14:54) 3. Se sentó en compañía de los enemigos de Cristo (Salmos 1:1; Lucas 22:55)

Prestemos atención y aprendamos del fracaso de Pedro.

La Condena Formal

El juicio de noche ante Caifás finalizó. Para que los miembros del Sanedrín y los sumos sacerdotes dieran una sanción legal a sus procedimientos ilegales, se reunieron inmediatamente al amanecer para consultar contra Jesús con el único propósito de llevarlo a muerte. Esta reunión fue solamente para ratificar lo que ya se había decidido durante la noche.

     

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REMORDIMIENTO Y SUICIDIO DE JUDAS

Cuando Judas vio que Jesús fue condenado, él “devolvió arrepentido” (Mateo 27:3). El volvió a los sumos sacerdotes y dijo: “Yo he pecado entregando sangre inocente” (Mateo 27:4). Los líderes religiosos no fueron conmovidos por la confesión de Judas y el tirar de las piezas de plata en el santuario. Ellos recogieron el dinero y decidieron comprar un terreno en el cual los extranjeros pudieran ser enterrados ya que era ilícito poner “dinero de sangre” en el tesoro de las ofrendas (Deuteronomio 23:18). Sin embargo, Judas en su remordimiento fue y se ahorcó.

EL JUICIO ROMANO

La Primera Vez ante Pilato

Los judíos trajeron a Jesús ante Pilato, la autoridad legal romana en Jerusalén. Pilato sorprendió a la gente diciendo que deberían explicar sus condiciones y motivos de acusación en contra de Jesús (Juan 18:29). No deseando que Pilato re abriera el caso, respondieron: “Si este no fuera malhechor, no te lo hubiéramos entregado.” Ellos presentían que tal vez no obtendrían la sanción de Pilato para su acusación de blasfemia. Por lo tanto, ofrecieron una acusación de traición de tres cargos.

1. Conspirar la sedición en contra de Roma 2. Prohibir pagar el tributo a César 3. Afirmar ser el Mesías, ser un rey Ya que el cargo de traición era uno que Pilato no podía despedir a la ligera, él

personalmente examinó a Jesús: “¿Eres tú el Rey de los judíos?” Jesús sabía que Pilato no estaba endurecido para la apelación; en respuesta Jesús dijo: “¿Dices tú esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí?” (Juan 18:34).

“¿Luego, eres tú rey?” Pilato continuó indagando. Jesús explicó que Su reino no era secular, sino espiritual, un reino no de fuerza externa, territorio o ley y orden, sino más bien de convicción y sentimientos internos, un reino del corazón, un reino de la verdad. Convencido de que no habría ningún peligro para el gobierno romano procedente de tal persona, Pilato se volvió al pueblo y dijo: “Yo no hallo en él ningún delito.”

En ese instante, Pilato, bajo la ley romana, debería haber dejado libre a Jesús. En vez, él hizo caso a los sacerdotes quienes amargamente decían: “Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí.” Al oír Galilea, Pilato envió a Jesús a Herodes, el gobernador de la provincia.

Ante Herodes

Herodes estaba de visita en Jerusalén. El había deseado ver a Jesús por mucho tiempo, pero no deseaba condenarlo a muerte. La experiencia de Herodes con Juan el Bautista le había enseñado

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la penalidad de tal muerte. En vez, él hizo que algunos de sus guardias vistieran a Jesús en una túnica brillante para burla y lo envió de regreso a Pilato posiblemente con una carta de halago.

La Segunda Vez Ante Pilato

Ahora ya era cerca de la salida del sol. El plan de Pilato para deshacerse de Jesús no funcionó. Una vez más fue confrontado con el destino de un Hombre quien él sabía era inocente. (Un mensaje de parte de su esposa diciendo que no tuviera nada que ver con Cristo debido a un sueño aterrador que ella había tenido aumentó la frustración personal de Pilato.) Buscando una manera de soltar a Jesús, él ofreció dejar en libertad a un prisionero, ya que tal gesto era de costumbre en la Pascua. Pilato ofreció dejar en libertad ya sea a Jesús o a Barrabás, el hombre más malvado de la prisión quien estaba esperando su ejecución. Unánimes, la gente escogió a Barrabás.

Pilato, posiblemente para obtener simpatía para Jesús, decidió dejar que fuese azotado, revelando otra vez así su debilidad en un caso donde se requería fuerza y firmeza de decisión. Los soldados llevaron a Jesús y lo golpearon con un látigo de nueve colas en el cual pedazos de piedras, huesos o metal estaban incrustados en las puntas. Tales golpizas a menudo terminaban en muerte. Ellos pusieron una túnica de púrpura sobre Su cuerpo lacerado, pusieron una corona tejida de espinas sobre Su cabeza, y pusieron en Su mano derecha una caña. Ellos se burlaban y le golpeaban con cañas Su frente cubierta de espinas. Ellos le daban bofetadas en la cara y en Su cuerpo sangriento. Ellos escupieron en Su rostro. Puestos de rodillas gritaban burlándose: “¡Salve, Rey de los judíos!”

Pilato tenía un propósito para permitir esto. El pensó que una vez que ellos vieran al

hombre quebrado y sangriento con atuendo de payaso para burla convencería a la gente de la locura que tal persona pudiera usurpara el trono romano. Señalando al hombre maltratado, Pilato dijo: “¡He aquí el hombre!”

Gritos de amargura: “¡Crucifícale! ¡Crucifícale!” descontinuaron sus esperanzas de dejar en libertad a Cristo. Renovando sus esfuerzos para dejarlo en libertad, Pilato hizo más preguntas a Jesús. Luego, otra vez dijo: “¡He aquí vuestro Rey!” Ellos respondieron: “¡Fuera, fuera, crucifícale!”

“¿A vuestro Rey he de crucificar?” Preguntó Pilato. “No tenemos más rey que César” respondieron. Esta fue la primera vez que los judíos admitieron esto. El profeta había declarado: “No será quitado el cetro hasta que venga Silo.” Esta declaración era una prueba adicional de que el Mesías en realidad había aparecido.

Pilato finalmente perdió las esperanzas. Tomo un tazón de agua y se lavó las manos diciendo: “Inocente soy de la sangre de este justo; allá vosotros” (Mateo 27:24).

En una respuesta trágica, los judíos clamaron: “Su sangre sea sobre nosotros, y sobre

nuestros hijos.” Por lo tanto, Pilato deseando apaciguar a la gente, dejó en libertad a Barrabás y entregó a Jesús para que lo crucificaran.

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El juicio vino sobre algunos de los principales personajes del arresto, juicio y crucifixión de Jesús. Judas murió en un suicidio repugnante; la casa de Anás fue destruida años más tarde; Caifás fue depuesto un año después de la crucifixión, y Pilato fue desterrado a Galia y más tarde se suicidó. Cuando Jerusalén finalmente se sucumbió ante Tito en el año 70 d.C, sus ciudadanos malvados fueron crucificados alrededor de sus muros hasta que, como dice el lenguaje sombrío del historiador: “Faltaba espacio para las cruces y cruces para los cuerpos.”53

Los horrores del asedio de Jerusalén no tienen comparación en la historia.

LA CRUCIFIXIÓN

En el Camino a la Cruz

Tres veces Jesús había recorrido la gama de la burla: por el Sanedrín y sus oficiales, por los guarda espaldas de Herodes y por la cohorte romana. Después ellos le quitaron la túnica de púrpura y le pusieron Sus propias vestiduras manchadas de sangre sobre Sus hombros. Ellos lo llevaron para ser crucificado, forzándolo a cargar Su propia cruz de acuerdo a la costumbre.

La procesión sombría avanzaba por el camino que conducía a Gólgota, el lugar de la

calavera, situado en una loma justo en las afueras del muro norte de la ciudad. Aunque no está escrito en las Escrituras, Jesús probablemente padeciendo de agotamiento y pérdida de sangre fue incapaz de llevar el peso de la cruz sobre Sus hombros lacerados. El se desmayó en el camino y los soldados miraron alrededor y vieron a un hombre corpulento llamado Simón y le obligaron a que llevara la cruz al Calvario. (Simón de Cirene era el padre de Rufo y Alejandro de la historia apostólica. (Ver Marcos 15:21.)

En el camino a Gólgota, las mujeres lloraban y lamentaban el destino de Jesús. El se volvió a ellas y les dio una razón más conveniente para llorar.

Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos. Porque he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no concibieron, y los pechos que no criaron. Entonces comenzarán a decir a los montes: Caed sobre nosotros; y a los collados: Cubridnos. Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, que no se hará? (Lucas 23:28-31).

Considere dos interpretaciones de este pasaje. Primero, si los romanos trataron

debidamente a Jesús, a quien ellos consideraban inocente, cuánto peor tratarían a los culpables y rebeldes en el tiempo de la guerra futura. (En esa guerra futura más de un millón de judíos murieron en Jerusalén en pocos días.) Segundo, si los líderes eran capaces de hacer cosas tales como entregar a su Rey divino, encendiendo así una llama a su árbol verde, cuán terrible sería el juicio de Dios en el “árbol seco” de un pueblo apóstata y rebelde en los años futuros.54

En el tiempo que crucificaron a Jesús los romanos crucificaron a dos malhechores,

poniendo a Jesús en el medio.

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Las Primeras Tres Horas en la Cruz

Los escritores del Evangelio registraron varios eventos notables que sucedieron durante las primeras tres horas sobre la cruz, desde las 9:00 AM hasta medio día.

1. Tres declaraciones de Jesús 2. Los soldados echando suertes para las vestiduras 3. La inscripción clavada en la cruz 4. La burla de la multitud y del Sanedrín 5. La burla de los soldados y la de uno de los ladrones 6. El arrepentimiento y salvación del ladrón penitente La cruz era uno de los instrumentos de muerte más crueles y vergonzosos que se haya

inventado. Era tan terrible que los romanos, quienes lo adoptaron de los cartagineses, no permitían que un ciudadano romano sea crucificado, sino que reservaban el castigo bárbaro para los esclavos y extranjeros. (Los judíos acostumbraban apedrear pero nunca a crucificar.)

Los soldados clavaron a Jesús en la cruz a la hora tercera de los judíos, 9:00 AM. Pilato ordenó que colocaran en la parte superior la inscripción: “Jesús Nazareno, Rey de los Judíos.” Los sacerdotes exigieron que Pilato cambiase la inscripción para que se leyera: “Que él dijo: ‘Soy Rey de los Judíos.’” Pero Pilato dijo: “Lo que he escrito, he escrito.”

El manso Carpintero de Nazaret dispuestamente se sometió a la agonía de la cruz.

Mientras que los soldados insensibles clavaban Sus manos y pies en las vigas ásperas, Jesús clamó: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). Su gran corazón de amor asimiló a la multitud, a los soldados y al Sanedrín. Esta fue la gran victoria de la cruz, donde el amor venció al odio y abrió la puerta de la redención para la raza humana esclava del pecado.

Después de este clamor, los soldados partieron Sus vestiduras y echaron suertes por la túnica sin costuras. Esto fue para dar cumplimiento a Salmos 22:18.

Los gobernadores de los judíos se mezclaron con la multitud, incitándola a burlas y abucheos. Ellos decían: “A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar.” Ellos sin darse cuenta decían esta verdad, la cual es el fundamento del plan entero de la redención. Ellos añadieron: “El Cristo, Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él.” Por lo que trataron de engañar al pueblo y hacerles creer en su propia sinceridad como líderes.

Tres grupos resonaban la burla de los líderes judíos.

1. La multitud irreflexiva—los líderes eran los responsables de dirigir a la multitud en todo este abuso de burla y odio. Los soldados—alzaron sus copas de vino, le ofrecieron su vino amargo, y bebían en su nombre con alegría descorazonada, blasfemando.

2. Uno de los dos ladrones—“Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros”

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Mientras que uno de los ladrones se burlaba de El, el otro lo reprochó diciendo: “¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros a la verdad, justamente padecemos, mas éste ningún mal hizo.” Luego extendiendo a tientas su mano de fe en la oscuridad de su propia desolación, se volvió a Jesús y dijo: “Acuérdate de mí cuando vengas a tu reino.” De alguna manera, este ladrón había escuchado el mensaje de Jesús antes de su condena. La Palabra de Dios implantada germinó a vida eterna ya que Jesús dijo: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43). Requirió una gran fe para creer en Aquel que estaba crucificado con él, y una gran imaginación para ir desde la cruz a una corona, y de una muerte criminal a una vida eterna.

Después de este diálogo con los criminales, Jesús confió el cuidado de Su madre a Juan. Edersheim dice: “El [Juan] amaba a Jesús mejor; y era justo que a su hombría y afecto se le confiara la herencia de Cristo.”55

Esta confianza parece aún más lógica cuando uno se da cuenta que María era hermana de Salomé, la madre de Juan y Jacobo.56

Las Tres Horas de Tinieblas: Medio Día hasta 3:00 PM

Era medio día, sin embargo el sol empezó a debilitarse y por las tres horas siguientes una

oscuridad sobrenatural y peculiar amortajó a toda la tierra. Jesús estaba colgado en la cruz en silencio mientras que agonías de crucifixión lo acercaban a la muerte. Abandonado, Jesús sintió un aislamiento y soledad desolada.

Cerca de las tres horas de tinieblas, Jesús sintió que Su Padre lo había desamparado y Su clamor de angustia perforó las tinieblas. “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Un sufrimiento mucho mayor que el dolor físico de la crucifixión salía de este clamor amargo de Sus labios. Estas palabras de desolación expresaban un dolor aplastante, aun mayor que aquel que había sentido en Getsemaní. David Bernard describe la escena en su libro: La Unicidad de Dios.

Nadie vivo en la tierra había sentido esta muerte espiritual en su grado máximo ya que todos nosotros vivimos, nos movemos y somos en Dios (Hechos 17:28). Aun los ateos disfrutan muchas cosas buenas tales como gozo, amor y la vida misma. Toda dádiva buena viene de Dios (Santiago 1:17), y toda vida se origina de la de El y está sostenida por El. Pero Jesús probó la muerte máxima, la separación de Dios que un pecador sentirá en el lago de fuego. El sintió la angustia, la desesperanza y desesperación como si fuese un hombre eternamente desamparado por Dios. De modo que la naturaleza humana de Jesús clamó en la cruz a medida que Jesús llevaba el pecado de todo el mundo y sentía el castigo eterno de separación por causa de ese pecado (I Pedro 2:24).57

Su clamor fue por nosotros. El bebió la escoria de la copa del dolor, sufrimiento y pena

en nuestro nombre. El se hizo “maldición por nosotros” y así nos redimió de la maldición de la Ley. El fue nuestro precursor en toda clase de experiencia, aun hasta el sentimiento del gesto de desaprobación de Dios por el pecado, para así convertirse en nuestro Sumo Sacerdote y entender todas nuestras dolencias y tentaciones. El sintió lo que un pecador perdido siente, pero aun así no se halló pecado en El.

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Esta fue la primera vez que la humanidad de Cristo conoció la soledad de una vida vacía del Espíritu de Dios. Cuando el Cordero de Dios sin pecado se hizo pecado. (II Corintios 5:21), el Espíritu Santo tuvo que salir. No es de extrañar que El clamó: “Dios mío, Dios mío ¿por qué me has desamparado?”

Jesús dijo: “Tengo sed.” Aun el corazón de un soldado cruel fue conmovido y uno de los guardias corrió inmediatamente y tomó una esponja y la empapó con vinagre y poniéndola en una caña le ofreció de beber. Pero El no bebió.

Entonces, Jesús en voz alta dijo las últimas palabras redentoras: “Consumado es” La obra de redención, la cual fue el objetivo de Su vida terrenal, había sido cumplida. Las profecías con referencia al Mesías habían sido cumplidas y él último sufrimiento por el pecado había sido soportado. Nada quedó sin hacer. La declaración fue un grito de triunfo. El clamó a gran voz, no con una voz de hombre moribundo, sino de un Vencedor con una descarga completa de fuerza y victoria. Su tarea estaba completa.

Luego alzando Su rostro en contemplación gloriosa hacia el cielo, dijo: “Padre, en tus manos encomiendo mi Espíritu.” Y habiendo dicho esto expiró.

LOS FENÓMENOS QUE ACOMPAÑARON A LA MUERTE DE CRISTO

Un número de eventos sobrenaturales inmediatamente siguieron a la muerte de Cristo.

1. El velo en el Templo se rasgó desde arriba hasta abajo. Este velo, el cual era de una grosura de un palmo de amplitud, o de una a una pulgada y media, era de sesenta pies de largo y treinta pies de altura. Estaba colgado entre el Lugar Santo y el Lugar Santísimo. La rasgadura del velo desde arriba hasta abajo significaba que Dios estaba abriendo el Lugar Santísimo para todos los hombres. Anteriormente solamente el sumo sacerdote entraba una vez al año en el Día de la Expiación. Ahora el camino estaba abierto para todos los hombres para acercarse confiadamente al trono de gracia mediante la muerte expiatoria de Cristo.

2. Un terremoto sobrenatural le siguió a la rotura del velo. Las rocas fueron partidas y

las tumbas de roca tallada fueron sacudidas y abiertas a la hora de Su muerte. Algunos de los santos salieron de los muertos después de Su resurrección y fueron vistos por la gente.

El centurión estuvo muy impresionado al ver todos los eventos de las seis horas y

exclamó: “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios” Literalmente miles de gente fueron testigos de la crucifixión de Jesús. Cuando ellos vieron la crueldad de los soldados, las cosas vengativas y rencorosas hechas por los enemigos de Cristo y oyeron las palabras desde la cruz, ellos regresaron a la ciudad llenos de remordimiento, golpeándose el pecho como muestra de su tristeza y asombro.

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EL MENSAJE Y SIGNIFICADO DE LA CRUZ

En la cruz, el pecado y Satanás fueron revelados en toda la negrura de su verdadero carácter como nunca antes o desde ese entonces. Las consecuencias del pecado en los hombres fueron vistas en los juicios, azotamiento, burla y crucifixión. Pero la cruz también reveló a Dios como nunca antes o desde ese entonces había sido revelado—en toda Su santidad y justicia exigente por un lado, y en la plenitud de Su maravilloso amor redentor por el otro. Ya que Jesús fue crucificado en la cruz, ahora nosotros podemos entender cuánto odia Dios al pecado. El entregó a Su propio Hijo para que fuese despreciado, rechazado por los hombres y clavado en una cruz de vergüenza y sufrimiento. El “lo hizo pecado” para así erradicar el pecado para siempre de la raza humana. Contra el fondo de la nube negra del odio de Dios por el pecado brilla el arco iris de Su amor y gracia redentora: la carne del Dios eterno adquirió nuestra redención mediante Su sangre derramada.

La cruz es central para la redención. Fue el propósito y plan eterno de Dios redimir a la humanidad y la Cruz fue el método que El escogió para hacerlo. La Cruz marcó la victoria absoluta de Cristo sobre Satanás y el pecado. En la Cruz las fuerzas de la luz y las fuerzas de las tinieblas lucharon la batalla decisiva hasta el fin. El rompió el poder de Satanás quien ejercía el poder sobre el pecado y la muerte. En la Cruz Jesucristo pagó el precio de nuestra redención y “nos rescató” de la esclavitud del pecado para dejarnos libres. La Cruz es la base del arrepentimiento, el cual es el dolor por el pecado y el cambio de mente y propósito en relación al pecado.

                                         

 

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Capítulo 13

LA RESURRECCIÓN Y EL ASCENSO

Secciones del 169-184 de Robertson

La historia de la vida de Cristo en la tierra se cierra con un milagro tan grande

como el de su inicio. Se podría decir que el uno arroja luz sobre el otro. El fue lo que los Evangelios lo representaron ser, nació de una Virgen pura, no tuvo pecado y resucitó de los muertos. Si la historia de Su nacimiento es cierta, podemos creer que la de Su resurrección también es, si la de Su resurrección es cierta, podemos creer que la de Su nacimiento también es. En la naturaleza de las cosas la última fue incapaz de pruebas históricas estrictas; y en la naturaleza de las cosas, Su Resurrección exigía y fue capaz de la evidencia histórica más completa. Si tal existe, entonces la piedra angular es dada al arco; el nacimiento milagroso se convierte en una aserción necesaria, y Jesús es el Cristo en el sentido completo de los Evangelios. Y sin embargo, marcamos como otro punto paralelo entre el relato del Nacimiento milagroso y el de la Resurrección, la ausencia absoluta de detalles en relación con estos mismos eventos. Si esta circunstancia fuese tomada como una evidencia indirecta de que estos no fueron mitos, entonces también deberíamos tener cuidado de no ir más allá de lo que la Biblia declara para tratar de comprobar el nacimiento virginal, muerte y resurrección de Cristo.58

La Resurrección es la piedra angular del arco del Cristianismo, este es el sello de las

afirmaciones de Cristo. Sin la Resurrección, El no hubiera podido ser el Salvador de la humanidad. Mediante Su Resurrección, El alcanzó la realidad de la vida más allá de la tumba y fundamentó Su afirmación de ser el Dador de vida y Juez de la humanidad. Mediante Su Resurrección El se convirtió en las primicias de la vida eterna que prometió a todos los que vinieran a El. Shepard dice que la resurrección del cuerpo de Jesús es el mejor testigo de los registros evangélicos. Sobre la base de su validez histórica descansa todo el tejido de Su nacimiento sobrenatural, de Su vida sin pecado, Sus milagros sorprendentes y Su muerte vicaria. Su vida entera desde la cuna hasta la tumba está unificada por la resurrección gloriosa de los muertos. La historia del Cristianismo halla su fuente, autoridad y poder final en la Resurrección.59

EL TERREMOTO Y LA APERTURA DE LA TUMBA

Miremos más de cerca a los eventos de la Resurrección y los que siguieron. Mientras que

es difícil armonizar todos los detalles citados en los cuatro Evangelios, los eventos de este domingo memorable, Día de la Resurrección, probablemente sucedieron como sigue.

1. La Resurrección 2. El terremoto

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3. El descenso del ángel 4. La apertura de la tumba 5. La visita de las mujeres a la tumba 6. La visita de Pedro y Juan a la tumba Lo sobrenatural era tanto una orden de la Resurrección como lo había sido la del

nacimiento y niñez de Jesús. Antes que saliera el sol el domingo hubo un gran terremoto. “El terremoto,” sin embargo, “no pudo haber sido uno en un sentido ordinario, sino más bien una agitación del lugar cuando el Señor de la Vida estalló las puertas del Hades para volver a ocupar Su cuerpo Glorificado y el ángel con apariencia de relámpago descendió del cielo para quitar la piedra.”60

(Ver Mateo 28:2.) Los eventos sobrenaturales asociados con la muerte de Jesús (i.e., la rasgadura del velo en el Templo, el terremoto y la apertura de las tumbas), eran bien conocidos por los guardias quienes nerviosos y con miedo cuidaban la tumba sellada. Este terremoto nuevo, la apertura de la tumba y el ser celestial quien se sentó sobre la piedra aterrorizaron a los guardias. El Dr. Pentecost comenta:

Los guardias tuvieron mucho miedo del resplandor de la gloria de los ángeles, y se quedaron como cuerpos sin vida. Mientras que los escritores de los Evangelios no registraron los detalles de la Resurrección, ellos claramente narraron los eventos que la acompañaron y los resultados de la Resurrecció.61

LA VISITA DE LAS MUJERES A LA TUMBA

Mientras que todavía estaba oscuro un grupo de mujeres se reunieron para ir a la tumba.

El hecho de que ellas llevaban especias para complementar el embalsamado apresurado de Jesús por José Arimatea y Nicodemo (Juan 19:38-42), indicaba la falta total de su entendimiento espiritual sobre la enseñanza de Cristo con respecto a Su resurrección. Esto es demostrado aún más por María Magdalena quien entusiasmada corrió por delante y llegó primero a la tumba. Al hallar la tumba abierta, ella asumió que el cuerpo había sido trasladado e inmediatamente corrió de regreso a Pedro y a Juan (Juan 20:1).

Las otras mujeres completaron su caminata de dos millas desde Betania hasta el sepulcro, llegando un poco después de la salida del sol (Marcos 16:2). En el camino discutían quién movería la piedra de la entrada a la tumba. Al acercarse, vieron que la gran piedra había sido quitada.

Entraron a la tumba y hallaron que el cuerpo del Señor no estaba. De repente dos figuras brillantes en vestidos resplandecientes se acercaron y las mujeres, extremadamente asombradas y terriblemente asustadas, cayeron al suelo. El ángel dijo: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado. Mirad el lugar en donde le pusieron. Pero id, decid a sus discípulos, y a Pedro, que él va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo.”

Las mujeres salieron de la tumba tan pronto como pudieron y huyeron con miedo y gran gozo para dar las nuevas a los discípulos. María Magdalena había sido la primera que regresó a

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los discípulos. Ahora las otras mujeres regresaron y con gran gozo narraron la experiencia que habían tenido en su llegada temprana a la tumba. Los apóstoles recibieron este reporte como la charla loca de aquellos que están medios histéricos. Ellos no creyeron.

La entrada a la tumba había sido cubierta con una piedra pesada y luego sellada con cera, además, se enviaron soldados para que cuidaran el sepulcro. Estas acciones fueron hechas como concesión a los judíos quienes temían que los discípulos robaran el cuerpo de Jesús y proclamaran que había resucitado. A pesar de todo, el cuerpo había desaparecido. Temiendo por sus vidas, los soldados se apuraron y fueron a las autoridades para explicar lo que había sucedido.

Las autoridades ordenaron a los soldados que dijeran que se habían quedado dormidos y

que los discípulos habían robado el cuerpo. Qué absurdo pensar que una compañía de soldados romanos entrenados se quedaran todos dormidos y durmieran lo suficiente para que tal robo sucediera. Pero note el contraste: Los discípulos estaban dudosos del reporte del Cristo resucitado por María Magdalena y las mujeres y ellos buscaban confirmación. El Sanedrín, por otro lado, creyó las noticias de los soldados y trataron de desacreditarlo.

Alrededor de las 6:30 AM Pedro y Juan llegaron a la tumba, aunque Juan le ganó a Pedro (Juan 20:3-10). Mientras que Juan se inclinaba para ver adentro, Pedro entró al sepulcro. Los discípulos vieron que los lienzos y el sudario que había estado sobre la cabeza del Maestro estaban allí doblados. El aspecto ordenado de la tumba vacía los dejó perplejos, ya que si ladrones se hubieran llevado el cuerpo, estos no se hubieran tomado el tiempo para desenvolver al cuerpo y doblar los lienzos. Perplejos, Pedro y Juan regresaron a casa, “porque aún no habían entendido la Escritura, que era necesario que él resucitase de los muertos” (Juan 20:9).

LAS APARICIONES DE JESÚS

A María Magdalena

El honor de ser la primera de ver a Jesús después de la resurrección fue dado a María

Magdalena, aquella a quien Jesús le había echado fuera siete demonios. Pedro y Juan habían visitado la tumba y se habían ido antes de que María regresara. Cuando ella llegó, se paró llorando afuera de la tumba. Mientras que lloraba se inclinó y miró en la tumba y vio a dos ángeles. Estos le preguntaron: “¿Por qué lloras?” No hubiera sido necesario de que María llorase si es que hubiese creído en la Resurrección.62

Pero su respuesta: “Porque se han llevado a mi Señor,” demostraba su falta de fe.

Entonces ella volteó y vio a Jesús pero pensó que era el hortelano. El preguntó: “Mujer, ¿por qué lloras?” En sus lágrimas ella respondió: “Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto.” Jesús habló con la voz que ella muy bien conocía: “¡María!”

Ella lloró y abrazó Sus pies. Su Señor había regresado. Jesús dijo: “No me toques, porque aún no he subido a mi Padre.”63

El le recordó que no había venido a continuar la misma relación que había tenido con los discípulos antes de Su muerte. La relación anterior de vista, sonido y

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tacto ya no existía, y Su estado final de gloria todavía no había empezado. El estado presente era una brecha entre el período de encarnación y el futuro derramamiento del Espíritu Santo.

Después que Jesús desapareció María se apuró para ir a contar a los discípulos, pero

ellos no le creyeron.

La aparición a María Magdalena es una de las primera cinco apariciones registradas en los Evangelios ocurrida durante el día de la Resurrección. Cinco más se mencionan que sucedieron durante los cuarenta días que Jesús permaneció en la tierra. Abajo se mencionan las apariciones durante el domingo de la Resurrección.

1. A María Magdalena (Marcos 16:9-11; Juan 20:11-18) 2. A las otras mujeres (Mateo 28:9-10) 3. A los dos discípulos yendo a Emaús (Marcos 16:12-13; Lucas 24:13-32) 4. A Simón Pedro (Lucas 24:34) 5. A los diez apóstoles (Marcos 16:14; Lucas 24:36-43; Juan 20:19-25)

A las Otras Mujeres

En el camino de regreso al sepulcro, las otras mujeres estaban comentando sobre su experiencia anterior cuando de repente se encontraron cara a cara con Jesús. El les dijo que fueran y les contaran a los discípulos (Mateo 28:9-10).

A Simón Pedro

La tercera aparición de Jesús y la primera a un hombre fue a Simón Pedro. Aparte de la referencia de Pablo en I Corintios 15:5, no hay otro registro sobre la aparición de Cristo después de la resurrección a Pedro.

A los Dos en el Camino a Emaús

La cuarta aparición fue a dos discípulos, Cleofas y su compañero, en el camino a Emaús, una aldea que estaba a sesenta estadios de Jerusalén. Mientras caminaban discutían los sucesos de los recientes días pasados. Jesús se unió a ellos y les preguntó qué discutían. Entonces, empezando desde Moisés, El interpretó pasaje por pasaje de todos los profetas y todos los versículos de las Escrituras referentes al Mesías. Solamente después de que le obligaron se quedase con ellos y partiese el pan, entonces allí recién se dieron cuenta de quién era El. Luego El desapareció. Qué lección debe haber sido esa; no es de extrañar lo que dijeron cuando reconocieron a Jesús y El desapareció: “¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?” (Lucas 24:32).

Con sus corazones emocionados el dúo regresó a Jerusalén y dieron a conocer su

conversación con el Señor resucitado. Cleofas y su compañero fueron admitidos al grupo de los discípulos quienes estaban encerrados tras puertas cerradas y cuidaban de no admitir a ningún extraño. Solamente diez discípulos estaban allí—Faltaba Tomás. Jesús ya había aparecido tres veces a diferentes miembros del grupo. Ellos realmente creyeron que Jesús estaba vivo ya que

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Pedro ahora lo había visto. Pedro había de esperar menos tal honor debido a que él negó al Señor.

Cleofas y su amigo escucharon el reporte de las mujeres y el de Pedro y justo empezaban a contar su propia experiencia cuando Jesús de repente apareció en medio de ellos. Ellos se quedaron asombrados. El grupo, primero lo reconoció por Su manera de hablar y Su voz. Una de Sus últimas palabras para ellos habían sido: “La paz os dejo.” Ahora Sus primeras palabras fueron: “Paz a vosotros.” Con esas palabras cariñosas El los había consolado anteriormente; de seguro que ellos reconocían Su voz.

Segundo, ellos tenían la evidencia de la vista. El dijo: “Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy.” El les mostró las marcas visibles de los clavos en Sus manos y Sus pies. Todos ellos sabían cómo El había muerto.

Tercero, ellos tenían evidencia del tacto. El Señor les invitó a que le tocaran. El dijo:

“Palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo” (Lucas 24:39). El no sólo era un espíritu. El no sólo tomó una forma. Su cuerpo era una sustancia sólida la cual podía ser palpada. Aunque el mundo trate de negarlo, Jesús fue físicamente resucitado.

Finalmente, para mostrarles que El tenía un cuerpo real, Jesús les dio evidencia que apeló a su sentido común: “¿Tenéis aquí algo de comer?” Preguntó El. Tomando el bocado lo comió. Esta era una prueba indiscutible de la resurrección. De hecho y obra y no de visión o fantasma, el Hombre que había muerto en la cruz estaba delante de ellos.

Muchas veces había hablado de haber sido enviado para una misión al mundo. Su propia

misión personal estaba completa; ahora ellos eran responsables de llevar esa misma comisión a los confines de la tierra. La gran responsabilidad de evangelizar el mundo entero descansaba sobre este pequeño grupo de discípulos. Para llevar a cabo esta tarea de gran magnitud, ellos necesitarían poder. Jesús sopló sobre ellos y dijo: “Recibid el Espíritu Santo” (Juan 20:22). ¿Recibieron ellos el Espíritu Santo en ese entonces? No, de acuerdo a Juan 7:36-39; 16:7, ellos no fueron llenos del Espíritu Santo hasta el Día de Pentecostés como está registrado en Hechos 2.

Los discípulos después le contaron a Tomás sobre la Resurrección y sobre su encuentro con Jesús. El no estaba convencido y dijo que él no creería hasta ver la evidencia por sí mismo.

Una semana después, en el mismo lugar de alojamiento en Jerusalén, bajo las mismas circunstancias con la excepción de que Tomás ahora estaba presente, Jesús apreció otra vez y les dijo: “Paz a vosotros.” El inmediatamente se dirigió a Tomás personalmente: “Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.” Tomás estuvo vencido por la evidencia. Con todas sus dudas desaparecidas, Tomás clamó: “¡Señor mío, y Dios mío!” (Juan 20:27-28).

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En este punto Juan intensificó su argumento el cual debería convencer hasta al más rebelde de que Jesús es el Dios Todo poderoso. ¿Necesitamos más pruebas de que Jesucristo es el Dios Todopoderoso, el Padre eterno, vestido de carne—convirtiéndose en Hijo sobre Su propia casa?

APARICIÓN A SIETE DISCÍPULOS JUNTO AL MAR DE GALILEA

Ya habían pasado algunos días y Pedro siendo hombre activo estaba impaciente y

deseaba hacer algo. El les dijo a los demás: “Voy a pescar.” Los otros se unieron a él y trabajaron toda la noche pero no pescaron nada.

Al acercarse el alba, una figura en la playa los llamaba a través de la quietud del agua:

“Hijitos, ¿tenéis algo de comer?” Cuando ellos respondieron de forma negativa, El les mandó: “Echad la red a la derecha de la barca.” En pocos minutos la red tenía una abundancia de peces que no podían ponerla en la barca. Entonces Juan reconoció al extraño y le dijo a Pedro: “¡Es el Señor!” Pedro se tiró al mar y nadó hasta la orilla.

Después de comer, Jesús se dirigió a Pedro, a quien le había dado las llaves del reino y le preguntó usando su nombre antiguo para hacerle recordar: “Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos?” Al llamarlo “Simón, hijo de Jonás,” Jesús le recordó a Pedro que él todavía no había alcanzado el lugar en Cristo al cual él había sido llamado. El todavía no era esa roca sólida. Desconcertado, Pedro respondió: “Sí, Señor; tú sabes que te amo.” Seguidamente Jesús le dijo: “Apacienta mis corderos.”

Por segunda vez Jesús se volvió a Pedro y le preguntó: “Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?” Otra vez Pedro respondió: “Sí, Señor; tú sabes que te amo.” Esta vez Jesús le dijo: “Pastorea mis ovejas.”

Y por tercera vez Jesús le preguntó a Pedro: “Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?” Pedro estaba entristecido y respondió: “Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo.” Y por segunda vez Jesús le dijo: “Pastorea mis ovejas.”

Las tres repeticiones de esta pregunta le recordó a Pedro que él había negado al Señor tres veces. Pedro había sido humillado por su fracaso y se había arrepentido amargamente esa misma noche de la negación. Pero la pregunta todavía permanecía: “¿me amas más que éstos?” Pedro tenía mucho en común con los demás—ellos habían trabajado juntos antes de su llamamiento al discipulado; ellos habían seguido a Jesús juntos; ellos habían sido perseguidos juntos; ellos pescaban juntos. ¿Seguía Pedro a Jesús debido a la comunión con los discípulos o debido a un amor profundo por Cristo?

Debemos hacernos la misma pregunta: ¿Qué nos mantiene en la iglesia? ¿Tenemos un

amor genuino por Dios? ¿Asistimos debido a la comunión con amigos y seres queridos? ¿Estamos simplemente en una rutina que se ha convertido en un estilo de vida cómodo después de todos estos años? ¿Es beneficioso para nuestros tratos de negocios ser conocido como alguien que asiste a la iglesia? ¿Amamos más a Cristo que a las cosas naturales que recibimos por seguirle a El?

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Pedro respondió: “Sí, Señor; tú sabes que te amo” (Juan 21:15). El primer término que

Pedro usó significa “tener afecto.” “Sí, Señor; tú sabes que yo te tengo afecto.” Este era un amor menor del que Jesús deseaba. ¿Por qué era el compromiso de Pedro menor? Tal vez porque él no confiaba en sí mismo de amar al Señor con la intensidad que se requería para ir “hasta la muerte” por el Maestro. El había fallado miserablemente anteriormente cuando se jactó de cuánto amaba a Jesús.

Jesús dijo: “Apacienta mis corderos,” “Pastorea mis ovejas,” y “Pastorea mis ovejas.”

Aquí hay una gran lección por aprender.

Jesús llevó Su “re asignación” del llamado de Pedro al apostolado a la conclusión señalándole el camino hacia el martirio por el reino y pidiéndole que siguiera al Maestro en éste. El indicó que cuando Pedro llegara a ser viejo extendería sus manos mostrando dependencia y debilidad para que otro lo ciñera con fuerza divina y lo condujera en reino de servidumbre a una muerte que él naturalmente no escogería. Pedro ahora había sido llamado para seguir a Jesús, no solamente para que abandonara su ocupación anterior como pescador, o incluso para convertirse en pescador de hombres, sino para participar en desgracias, peligros y una muerte de mártir.

Entonces Pedro indagó con respecto a Juan, preguntándose si él también sería llamado a seguir a Jesús a una muerte de mártir. Jesús respondió: “Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú” (Juan 21:22). El servicio del discípulo es personal e individual.

LA APARICIÓN A LOS ONCE Y LA GRAN COMISIÓN

Jesús asignó a Sus discípulos la gran tarea del reino, la tarea de evangelizar al mundo. Su poder y autoridad ahora iban más allá de la de Su vida terrenal —ellos estaban sin límites en la tierra y el cielo. Los discípulos debían recordar que ningún poder terrenal tenía el derecho de derogar la orden o impedir el cumplimiento de la comisión que El había asignado a Sus fuerzas del reino.

La comisión con la cual El los envió ahora se hizo sencilla: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado” (Mateo 28:19-20). El relato de Marcos y Lucas de la comisión dice que los discípulos debían bautizar “en mi nombre.” No hay ningún conflicto entre sus relatos y el de Mateo. Mateo usó los títulos atribuidos al único Dios quien estaba hablando. Teniendo su entendimiento completamente iluminado (Lucas 24:45; Hechos 2:38; 10:48; 19:5), los discípulos fueron y bautizaron en el nombre de Jesús para el perdón de los pecados.

     

   

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LA ÚLTIMA APARICIÓN Y EL ASCENSO

Jesús ascendió al Cielo desde el Monte de los Olivos. Más de quinientas personas estaban presentes para verlo ascender físicamente a los cielos. Antes de partir El dijo: “Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días” (Hechos 1:5). Los discípulos todavía mal interpretaron, buscando un reino temporal, y preguntaron: “Señor, ¿restaurarás el reino a Israel?”

Jesús respondió: “No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones. . . pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos” (Hechos 1:7-8). Los discípulos primero debían ser equipados con el poder para que su testimonio fuese eficaz. Ellos debían nacer de nuevo (Juan 3:5; Hechos 2:38). Se les mandó a que esperasen en Jerusalén hasta ser investidos con el poder de lo alto.

Entonces, de repente, mientras que Jesús los bendecía y ellos lo miraban fijamente, vieron que Sus pies ya no tocaban la tierra. Todos estaban asombrados a medida que El flotaba hacia arriba hasta ser envuelto en una nube y desaparecer. Mientras que miraban al cielo vacío, dos hombres con vestiduras blancas dijeron: “Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1:11).

Luego en respuesta al mandato divino, los 120 regresaron a Jerusalén y fueron al Templo alabando y bendiciendo a Dios. Cuando el Día de Pentecostés llegó, Jesús vino otra vez para estar con ellos en la forma del Espíritu Santo ya que el Espíritu Santo es Cristo en nosotros, la esperanza de gloria (Colosenses 1:27). El está aquí hoy día. Su vida continúa en Su iglesia.

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ENFOQUE MISIONERO:

Reverendo y Sra. Robert McFarland Por Lois McFarland Truman, PhD

Robert McFarland y Marjorie Guinn se

comprometieron cuando ambos estaban estudiando en el Instituto Bíblico Apostólico en St. Paul, Minnesota. Sin embargo, el Reverendo S. G. Norris, presidente del instituto, no estaba a favor de este matrimonio ya que creía haber muchas diferencias en sus antecedentes. Robert estaba acostumbrado al trabajo físico duro ya que trabajaba en una hacienda cerca de un pueblo en Indiana. Marjorie era una chica mimada de la ciudad y era de St. Louis. Afortunadamente Dios vio más allá de la superficie y sabía que ellos dos tenían más cosas en común de lo que parecía. Inmediatamente después de su hermosa boda en St.

Louis (1944), manejaron hasta Richmond, Indiana para empezar a pastorear una congregación recientemente nueva.

En los siguientes diez años Dios bendijo su ministerio con un crecimiento de una iglesia

grande y también añadió tres hijos a su familia, Robert Lee, Lois Marie, y Edward Ray. En 1954, Robert soñó que un hombre en el extranjero pedía ayuda. Marjorie vio en el periódico una foto de un hombre vestido del tipo de vestidura que Robert había descrito de su sueño. El hombre era de Libia, África del Norte.

Después de mucha oración, ellos dejaron el cargo de su iglesia en 1957 y empezaron a

viajar por las iglesias levantando fondos para mudarse al Medio Oriente. La ciudad de Jerusalén estaba dividida entre Israel y Jordania, y Dios abrió las puertas para que los McFarlands se mudaran a Jerusalén del Este (Jordania) en 1959. Este paso fue uno de pura fe ya que no existía un sistema de ingreso financiero para las misiones extranjeras. Toda familia misionera, aunque aprobada por la organización de la Iglesia Pentecostal Unida era responsable de proveer sus propios medios de sustento y de hacer sus propios arreglos de viaje/vivienda.

Los hijos se quedaron con familiares en los Estados Unidos durante los tres meses

requeridos por Jordania para que los hijos recibieran sus visas después de que los padres estaban en el país. Stella Guinn, la madre de Marjorie, nunca había viajado fuera del país, pero viajó con los tres niños—Bob justo había cumplido 14 años, Lois tenía casi 13años, y Ed tenía 10 años—pasando la noche en Cairo, Egipto y luego continuando hacia Jerusalén. En esos días, la pista de aterrizaje y despegue del aeropuerto servía también como la carretera por donde los niños McFarland iban y venían de la escuela todos los días. Cada vez que un avión estaba listo para

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aterrizar o despegar bajaban las trancas en ambos lados de la “pista” hasta que el avión aterrizara o despegara, luego alzaban las trancas y el tráfico continuaba.

Poco después de su llegada a Jordania, los McFarlands empezaron a trabajar con la

canadiense Margaret Hogg, quien vivía en Belén y realizaba servicios en su casa. Durante el domingo el mismo hombre quien había pedido ayuda en el sueño de Robert vino a la reunión. El era el abuelo de la familia fundamental que continúa la obra en esa zona. Esa familia ha pasado por persecuciones severas, pero continúa firme en la Doctrina de los Apóstoles. Mucha gente ha plantado y regado la preciosa semilla durante los años y Dios continúa dando el crecimiento.

El Señor también estaba abriendo muchas puertas en Egipto mediante Boshra Sedra. El

contactó a los McFarlands, explicando que él tenía varias damas que necesitaban ser bautizadas, pero él siendo varón, le era prohibido bautizar a las mujeres. Robert le dio a Marjorie algunos consejos de “cómo bautizar” y ella partió para Egipto donde realizó sus primeros bautismos.

Los McFarlands cuando les era posible viajaban a Egipto para ministrar y tienen muchas

historias de milagros y sanidades. Una noche antes del servicio, los McFarlands estaban orando en un cuartito, cada uno arrodillado en un pequeño banquito. Cuando salieron para ir al servicio, un joven vino gritando tras ellos agarrando dos escorpiones muertos. El más grande fue hallado y matado debajo del banquito de Robert donde él había estado orando y el más pequeño fue hallado debajo del banquito de Marjorie donde ella había estado orando. Ambos escorpiones estaban llenos de veneno mortal. A medida que corrió la voz sobre estas dos personas que habían escapado la muerte, la multitud creció de gran manera en asistencia. Este fue el inicio de una maravillosa congregación en esa aldea.

Muchos domingos por la tarde, Robert iba a diferentes zonas con los jóvenes varones

para estudios bíblicos. Una zona en particular era conocida por practicar la brujería y la superstición. En una ocasión, Robert y algunos de los jóvenes varones vieron a un grupo de hombres en un círculo con los brazos entrelazados danzando y entonando alrededor de una canasta que estaba en el centro del círculo. Un palo estaba atado a la canasta y mientras que los hombres estaban frenéticos entonando y gritando le preguntaban a la canasta: “¿Cuál es tu nombre?” Sin que nadie estuviera a tres pies de la canasta, el palo se levantó derechito y escribió “Sha-tonn” (Satanás en árabe) en el suelo. Se pidieron especiales oraciones para que Dios arrojara Su luz verdadera en las tinieblas. Dios escuchó y contestó la oración, y hasta la fecha de esta redacción, la gente de esa zona continúa siendo bautizada en el nombre que es sobre todo nombre. Amén

A medida que la tensión política aumentó en la zona, los McFarlands tuvieron que salir

rápidamente de Jordania en un plazo corto. Sin embargo, Dios abrió una puerta en Marion, Indiana donde el padre de Robert, Lester, justo había resignado a su cargo de pastor debido a su salud. La gente votó por Robert para ser su pastor y la familia se mudó a la residencia de la iglesia. Poco después, el distrito de Indiana eligió a Robert como su nuevo superintendente de modo que los McFarlands se reubicaron a la residencia del estado en el campamento de Indiana. La meta de Robert era visitar cada iglesia en el estado de Indiana por lo menos una vez durante cada año, lo cual pudo hacerlo a pesar de que el número de iglesias crecía. Luego fue elegido

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como el secretario general de la Iglesia Pentecostal Unida creando así otra mudanza para los McFarlands a St. Louis, Missouri, donde se habían casado más de treinta años atrás.

Después de siete años como el secretario general de la Iglesia Pentecostal Internacional,

el Señor empezó a llamar una vez más a Robert para que sirviera en una misión un poco diferente. El resignó a su puesto de secretario general para convertirse en el director regional de Europa y el Medio Oriente. Los McFarlands una vez más sacaron sus maletas para empezar a viajar por el extranjero. Muchas personas cercanas a ellos creen que estos años fueron los más felices de sus vidas, mezclándose y reuniéndose con su querida familia misionera. La meta de Robert era ver una obra legalmente registrada en cada país.

Como aparece en Visión del 2007 el boletín de la División de Misiones Extranjeras:

“Aunque el tiempo de los [McFarlands] fue corto en el Medio Oriente a mediados de los años 1950, su amistad con el Rey Hussein finalmente condujo al registro de la IPU en Jordania en 1997.”64

Después de un viaje al Medio Oriente con Robert Lee, su hijo mayor y misionero

nombrado a Israel/Palestina, Robert fue diagnosticado con cáncer al páncreas. La base que Robert cimentó resultó en un Instituto Bíblico registrado en Israel/Palestina. Aunque Robert se fue para estar con el Señor antes de la dedicación del instituto, sus hijos y su esposa asistieron a la celebración gloriosa en el año 2005.

Cada uno de los McFarland con sus respectivas familias continúa el legado transferido por

sus padres y participan en varios aspectos de la obra del campo de la cosecha.

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NOTAS FINALES

1. Comentario de Matthew Henry, vol. IV, 552. 2. Edersheim, Jesús el Mesías, 16. 3. Farrar, Vida de Cristo, vol. 1, 28. 4. Pentecost, La Palabra y Obras de Jesucristo, 94. 5. Morgan, La Crisis del Cristo, 163. 6. Pentecost, 102. 7. Pentecost, 114. 8. Shepard, El Cristo de los Evangelios, 90. 9. Shepard, 90-91. 10. Shepard, 94. 11. Shepard, 118. 12. Shepard, 128-29. 13. Edersheim, 122. 14. Shepard, 152-53. 15. Pentecost, 164. 16. Edersheim, 612-13. 17. Reynolds, “Vida de Cristo III,” Curso Bíblico Internacional Alfa, 8. 18. Pentecost, 211. 19. Pentecost, 218. 20. Edersheim, 175. 21. Reynolds, 15. 22. Shepard, 241. 23. Pentecost, 247. 24. Pentecost, 254. 25. Pentecost, 262. 26. Shepard, 339. 27. Edersheim, 312-13. 28. Shepard, 348. 29. Farrar, 86. 30. Pentecost, 296. 31. Pentecost, 325. 32. Farrar, Vida de Cristo, vol. II, 119. 33. Shepard, 416. 34. Pentecost, 338-339; cf. Edersheim, 414pp. 35. Edersheim, 436. 36. Pentecost, 349. 37. Shepard, 452. 38. Pentecost, 359. 39. Pentecost, 364. 40. Pentecost, 376. 41. Pentecost, 382. 42. Edersheim, 469. 43. Pentecost, 383. 44. Shepard, 500.

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45. Pentecost, 390. 46. Pentecost, 393. 47. Pentecost, 398. 48. Pentecost, 398. 49. Pentecost, 415. 50. Shepard, 570. 51. Edersheim, 575. 52. Shepard, 579. 53. Josephus, Las Obras de Flavio Josefo, Vol. 1, 405. 54. Shepard, 595. 55. Edersheim, 612. 56. Edersheim, 612. 57. Bernard, La Unicidad de Dios, 179-80. 58. Edersheim, 624. 59. Shepard, 608. 60. Edersheim, 628. 61. Pentecost, 498. 62. Pentecost, 500. 63. Pentecost, 501. 64. Burk, Visión: Directorio de Misiones Extranjeras, 143.

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Eerdmans Publishing Company. Farrar, Frederic W. Studies in the Life of Christ, 2 vols. (Estudios en la Vida de Cristo) New

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Fleming H. Revell Company, 1936. Pentecost, J. Dwight. The Words and Works of Jesus Christ (Las Palabras y Obras de Jesucristo)

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Josefo, Vol. 1. Grand Rapids, Michigan: Baker Book House, 1978.