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Resumen del 2006 E L 2006 fue un año de acontecimientos significativos, tan- to positivos como negativos, en la lucha contra la pena de muerte. En junio, Filipinas decretó la abolición de la pena de muerte para todos los delitos. Sin embargo, en diciembre, Bahréin llevó a cabo su primera ejecución en 10 años, dejando a Israel como único país abolicionista de la región. Las estadísticas nos muestran un ligero incremento en la impo- sición de la pena de muerte en el ámbito geográfico, pero un descenso en el número de ejecuciones llevadas a cabo: 25 paí- ses realizaron ejecuciones en el 2006, un incremento compara- do con los 22 del año anterior; el total mundial de ejecuciones conocidas descendió de 2.148 en el 2005 a 1.591 en el 2006. La inmensa mayoría de las ejecuciones del mundo tienen lugar en China. El gobierno de este país no hace públicas estadísticas sobre la pena de muerte. Partiendo del estudio de informes públi- cos disponibles, Amnistía Internacional calcula que por lo menos 1.010 personas fueron ejecutadas en el 2006, aunque se cree que la cifra real es de entre 7.000 y 8.000. La tendencia hacia la abolición de la pena de muerte es clara. Aunque hay que oponerse a cada ejecución, fuera de China las ejecuciones se están volviendo más y más raras. Excluyendo las realizadas en China, Amnistía Internacional documentó alrededor de 500 ejecuciones en el mundo en el año 2006, y cree que la cifra total no es superior a 1.000. Grandes regiones del mundo son hoy zonas sin ejecuciones. En África, sólo seis países realizaron ejecuciones en el 2006; en Europa, sólo Bielorrusia continúa aplicando la pena de muer- te, y en el continente americano Estados Unidos es el único país que ha llevado a cabo ejecuciones desde el año 2003. Asia y Oriente Medio son las únicas dos regiones donde, en gran parte, sigue sin incidir la tendencia mundial a abandonar la pena de muerte. Tras las cifras... están las personas condenadas a muerte. A finales del 2006 se estimaba que el número de personas que aguardaban que el Estado pusiera fin a sus vidas –y que, a menu- do, viven mientras tanto en lamentables condiciones penitencia- rias reservadas para los condenados a muerte–, era de entre 19.000 y 24.000. La ironía de la pena capital es que la mayoría de las personas condenadas a ella nunca serán ejecutadas; pasar toda la vida condenado a muerte es otro ejemplo de la crueldad tan particu- lar de esta forma de castigo. La pena de muerte fuerza a miles de personas –a veces durante decenios– a vivir con el miedo a ser asesinadas por la vía judicial. Y la solución no consiste en ejecu- tar con mayor rapidez ni en ejecutar más: la solución es abolir la pena de muerte. PENA DE MUERTE Poner fin al homicidio estatal amnistía internacional El año pasado, dos semanas después de cumplir los 18 años, Sina Paymard fue conducido al cadalso en Irán para ser ejecu- tado. Con la soga alrededor del cuello, le preguntaron cuál era su última voluntad. Respondió que le gustaría tocar el ney, una flauta de Oriente Medio. La música conmovió tanto a los familiares de la persona asesinada que se encontraban pre- sentes para la ejecución, que aceptaron el pago punitivo del diyeh (“dinero de sangre”) en lugar de la muerte, como permi- te la legislación iraní. Le quitaron la soga, y lo bajaron del cadalso. La ejecución de Sina Paymard se suspendió mientras su familia y la familia de la víctima negociaban el pago del diyeh. Aunque Sina Paymard sigue hoy bajo pena de muerte en la prisión Reja’i Shahr de Karaj, en el brutal mundo de los homici- dios estatales, su caso es un pequeño, y raro, rayo de humanidad. Índice AI: ACT 50/011/2007 Amnistía Internacional, abril de 2007

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Resumen del 2006

EL 2006 fue un año de acontecimientos significativos, tan-to positivos como negativos,en la lucha contra la pena demuerte.En junio, Filipinas decretó la abolición de la pena

de muerte para todos los delitos. Sin embargo, en diciembre,Bahréin llevó a cabo su primera ejecución en 10 años, dejandoa Israel como único país abolicionista de la región.

Las estadísticas nos muestran un ligero incremento en la impo-sición de la pena de muerte en el ámbito geográfico, pero undescenso en el número de ejecuciones llevadas a cabo: 25 paí-ses realizaron ejecuciones en el 2006, un incremento compara-do con los 22 del año anterior; el total mundial de ejecucionesconocidas descendió de 2.148 en el 2005 a 1.591 en el 2006.

La inmensa mayoría de las ejecuciones del mundo tienen lugaren China. El gobierno de este país no hace públicas estadísticassobre la pena de muerte.Partiendo del estudio de informes públi-cos disponibles,Amnistía Internacional calcula que por lo menos1.010 personas fueron ejecutadas en el 2006, aunque se creeque la cifra real es de entre 7.000 y 8.000.

La tendencia hacia la abolición de la pena de muerte esclara. Aunque hay que oponerse a cada ejecución, fuera deChina las ejecuciones se están volviendo más y más raras.Excluyendo las realizadas en China, Amnistía Internacional

documentó alrededor de 500 ejecuciones en el mundo en elaño 2006, y cree que la cifra total no es superior a 1.000.Grandes regiones del mundo son hoy zonas sin ejecuciones.En África, sólo seis países realizaron ejecuciones en el 2006; enEuropa, sólo Bielorrusia continúa aplicando la pena de muer-te, y en el continente americano Estados Unidos es el único paísque ha llevado a cabo ejecuciones desde el año 2003. Asia yOriente Medio son las únicas dos regiones donde, en granparte, sigue sin incidir la tendencia mundial a abandonar lapena de muerte.

Tras las cifras... están las personas condenadas a muerte. Afinales del 2006 se estimaba que el número de personas queaguardaban que el Estado pusiera fin a sus vidas –y que,a menu-do,viven mientras tanto en lamentables condiciones penitencia-rias reservadas para los condenados a muerte–, era de entre19.000 y 24.000.

La ironía de la pena capital es que la mayoría de las personascondenadas a ella nunca serán ejecutadas; pasar toda la vidacondenado a muerte es otro ejemplo de la crueldad tan particu-lar de esta forma de castigo.La pena de muerte fuerza a miles depersonas –a veces durante decenios– a vivir con el miedo a serasesinadas por la vía judicial.Y la solución no consiste en ejecu-tar con mayor rapidez ni en ejecutar más: la solución es abolir lapena de muerte.

PENA DE MUERTE

Poner fin al homicidio estatal

amnistíainternacional

El año pasado, dos semanas después de cumplir los 18 años, Sina Paymard fue conducido al cadalso en Irán para ser ejecu-tado. Con la soga alrededor del cuello, le preguntaron cuál era su última voluntad. Respondió que le gustaría tocar el ney,una flauta de Oriente Medio. La música conmovió tanto a los familiares de la persona asesinada que se encontraban pre-sentes para la ejecución, que aceptaron el pago punitivo del diyeh (“dinero de sangre”) en lugar de la muerte, como permi-te la legislación iraní. Le quitaron la soga, y lo bajaron del cadalso.

La ejecución de Sina Paymard se suspendió mientras su familia y la familia de la víctima negociaban el pago del diyeh.Aunque Sina Paymard sigue hoy bajo pena de muerte en la prisión Reja’i Shahr de Karaj, en el brutal mundo de los homici-dios estatales, su caso es un pequeño, y raro, rayo de humanidad.

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Pasos hacia la abolición

No hay duda de que nuestro mundo va camino de eliminar laejecución. La cuestión es cuándo lo lograremos y cuántas máspersonas tendrán que morir hasta entonces. Algunos de loslíderes de los países que siguen ejecutando hablan de su deseode abolir la pena capital. En marzo de este año, un miembrodel gobierno iraquí dijo a los medios de comunicación:“Estamosen la actualidad tratando de allanar el camino para la elimina-ción de la pena capital en Irak, tras haber restringido su aplica-ción todo lo posible”.

Incluso en China se observa progreso. El 1 de enero de esteaño entró en vigor una enmienda al sistema judicial según la cualtodas las penas de muerte requerirán la aprobación del TribunalSupremo. La Yifan, miembro de la delegación china ante elConsejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, mani-festó su confianza en que con el desarrollo y progreso de supaís la aplicación de la pena de muerte se reducirá aún máshasta ser finalmente abolida.

Cruel, inhumana y degradante

No existe tal cosa como una ejecución aceptable, pero en elaño 2006 fuimos testigos de muchos homicidios estatales par-ticularmente espantosos:

� Somalia: Omar Hussein fue ejecutado públicamente enmayo.Lo encapucharon, lo ataron a un poste,y el hijo,de 16años de edad, del hombre al que él había admitido haberapuñalado en febrero, lo mató a puñaladas. Omar Husseinhabía sido condenado a muerte unas horas antes por un tri-bunal de la ley islámica que no admite ni el derecho a rep-resentación letrada ni el derecho de apelación.

� Kuwait: Sanjaya Rowan Kumara, ciudadano de Sri Lanka,fue ejecutado en noviembre. En un primer momento lodeclararon muerto inmediatamente después de ahorcar-lo, pero en el depósito de cadáveres el personal médiconotó que aún se movía.Según las informaciones aparecidasen la prensa, al someterlo a examen se observó un pulsodébil.Lo declararon muerto finalmente cinco horas despuésde comenzada la ejecución.

� Florida, Estados Unidos: Ángel Díaz fue ejecutado porinyección letal en diciembre.Después de la administraciónde la primera inyección continuó moviéndose, bizquean-

do y haciendo muecas intentando formar palabras. Se leadministró una segunda dosis y pasaron 34 minutos antesde que lo declararan muerto. Al principio, un portavoz delDepartamento de Prisiones del estado de Florida manifestóque lo ocurrido se había debido a que Ángel Díaz padecíauna enfermedad hepática, declaración refutada más tardepor el médico forense que realizó la autopsia. La agujahipodérmica había atravesado una vena completamente,conlo que los productos químicos letales habían sido inyecta-dos en el tejido muscular en lugar de en vía sanguínea.Dosdías después,el gobernador de Florida,Jeb Bush,suspendiótodas las ejecuciones en el estado y nombró una comisión“para que examinara la humanidad y constitucionalidad dela inyección letal”.

� Irán: Se sigue condenando a muerte por lapidación a lasmujeres que mantienen voluntariamente relaciones sexu-ales extraconyugales, un delito que en Irán es punible conla pena de muerte. Amnistía Internacional fue informadade la ejecución por lapidación de un hombre y una mujeren mayo, pese a la suspensión declarada por el presidentede la magistratura en el año 2002.La lapidación como méto-do de ejecución está calculada de forma que inflija el máx-imo sufrimiento:el tamaño de las piedras se selecciona paraque la muerte sea lenta y dolorosa, no instantánea.

La elección de quiénes debenmorir: la pena de muerte es un castigo arbitrario

Algunos defensores de la pena de muerte insisten en que éstadebe mantenerse para “los peores” criminales. La realidad esque este criterio rara vez se usa a la hora de elegir a quién se con-dena a muerte y a quién se permite seguir con vida; por el con-trario, se trata de un proceso arbitrario tanto en lo que se refie-re a qué personas resultan condenadas por el proceso judicialcomo a cuáles de las condenadas se ejecuta.

En Estados Unidos hay aproximadamente 3.250 hombres y50 mujeres condenados a muerte.En el 2006,se llevaron a cabo53 ejecuciones.A este ritmo, Estados Unidos necesitará más de60 años para ejecutar a todos sus condenados a muerte, sinincluir a los que pueda condenar en el futuro. En Pakistán, másde 7.000 hombres y mujeres aguardan su ejecución; al ritmoactual,Pakistán necesitará más de 85 años para ejecutar a todasestas personas.

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Japón necesitará aproximadamente 25 años para matar atodos sus condenados y, en vista de que muchos de ellos yason ancianos, la mayoría morirá antes del día de la ejecución.Okunishi Masaru, condenado a muerte en 1969, tiene hoy 81años de edad. Oohama Shouzou, condenado en 1975, tiene79. Ambos han pasado decenios condenados a muerte; duran-te todo ese tiempo han vivido casi completamente aisladosde otros presos y del mundo exterior y con el temor cons-tante de que cada día fuera su último, ya que no se avisa pre-viamente de la ejecución. La decisión de a quién se ejecutafinalmente tiene todas las apariencias de tomarse al azar:Hidaka Hiroaki, de 44 años; Fukuoka Michio, de 64; AkiyamaYoshimitsu, de 77, y Fujinami Yoshio, de 75, todos ellos vivie-ron en estas condiciones durante decenios antes de que losejecutaran el 25 de diciembre del 2006. Fujinami Yoshio fueconducido a la horca del Centro de Detención de Tokio ensilla de ruedas, mientras que Akiyama Yoshimitsu, que esta-ba parcialmente ciego y tampoco podía caminar, tuvo queser asistido por los guardias para llegar a la cámara de ejecu-ción. Los dos condenados habían apelado contra su conde-na a muerte.

Ejecuciones tras juicios injustosLa Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los DerechosHumanos ha pedido “la total abolición de la pena de muerte”.Hasta que esto se logre, la ONU ha acordado que la ejecuciónde pena de muerte es suficientemente grave como para que sólopueda realizarse tras la aplicación de las normas más estrictasde justicia. Sin embargo, muchos gobiernos continúan ejecu-tando a sus ciudadanos tras someterlos a juicios escandalosa-mente injustos. El 2006 produjo asimismo ejemplos de gravísi-mas violaciones de los derechos procesales en causas queimpusieron la pena de muerte:

� En Jordania, muchos presos han sido ejecutados tras sercondenados en base a confesiones obtenidas mediantetortura. En marzo, Salem Sa’ad Bin Sweid y Yasser FathiIbrahim Freihat fueron ejecutados tras ser sometidos ajuicios sin las debidas garantías procesales. Los dos encau-sados afirmaron en el juicio que mientras se encontrabanrecluidos, sin contacto con ninguna persona del mundoexterior durante más de un mes, los habían torturado paraque “confesaran”.Pese a existir indicios de su tortura, las eje-cuciones se llevaron a cabo.

� En Arabia Saudí, se imponen y ejecutan penas de muertetras juicios secretos y sumarios que hacen caso omiso detodas las normas internacionales sobre justicia procesal y laaplicación de la pena de muerte. Trabajadores migrantesafricanos han sido ejecutados tras ser sometidos a procesoslegales en un idioma que no conocían: en algunos casos nise habían enterado de que los habían condenado a muerte.

La ejecución de inocentes

Todos los sistemas de justicia penal pueden cometer errores.Muchos son los países que han puesto en libertad a presos con-denados a muerte al descubrirse nueva información que losexoneraba. Para otros, la información llegó demasiado tarde yla ejecución siguió adelante pese a abrigarse dudas sobre laculpabilidad de la persona a la que se estaba matando.

En el 2006, Tanzania puso en libertad a Hassan MohamedMtepeka, condenado a muerte en el 2004 por la violación yasesinato de su hijastra.El Tribunal de Apelación estableció quesu condena se fundamentaba abrumadoramente en pruebas cir-cunstanciales que “no indicaban de forma irrefutable su culpa-bilidad”. En Jamaica, Carl McHargh, condenado a muerte, fuepuesto en libertad en junio tras ser absuelto en la apelación.EnEstados Unidos, con la puesta en libertad de John Ballard trasla anulación de su sentencia por la corte de apelación, son ya123 las personas condenadas a muerte que han sido puestas enlibertad desde que se reanudaron las ejecuciones en 1977. Lacorte de apelación declaró que el juez de primera instanciadebía haber desestimado el cargo visto lo endebles que eran laspruebas.

En algunos casos, pasan decenios antes de que un Estadoreconozca oficialmente que ha ejecutado a una persona ino-cente. En enero de este año, ocho activistas surcoreanos prodemocracia fueron absueltos a título póstumo del cargo de trai-ción: más de 30 años después de que los ahorcaran en 1975.El Tribunal Central de Distrito de Seúl determinó que no eranculpables de formar un partido clandestino con la intenciónde derrocar al gobierno autoritario de la época, presidido porPark Chung-hee.

El mundo entra en la cámarade ejecuciónEn diciembre se llevó a cabo la ejecución más destacada delaño, cuando el ex presidente Sadam Huséin fue conducido a

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la horca en Irak tras un juicio sin las debidas garantías procesa-les. Las autoridades iraquíes hicieron públicas imágenes mudasdel proceso de ejecución hasta antes del momento de ahorcar-le, imágenes que circularon por todo el mundo. Pero tambiénhubo otras, grabadas ilícitamente con un teléfono móvil y publi-cadas en Internet. Estas secuencias –que iban acompañadas desonido–, mostraban cómo los guardias de la prisión se mofabande Sadam Huséin y todos los detalles de la ejecución hasta elmomento de abrirse la trampilla.

El espectáculo tuvo un profundo efecto en la opinión públicamundial. La reacción de muchas personas que apoyaban la penade muerte fue de repugnancia. Otras reaccionaron con rabia por-que la brutalidad de las secuencias hizo que sintieran compasiónpor un hombre que había sido responsable de un número tangrande de víctimas que probablemente nunca llegue a conocer-se en su totalidad.Otras personas que seguían creyendo que SadamHuséin tenía que ser ahorcado, sintieron consternación por lamanera en que se llevó a cabo la ejecución. Para la membresía deAmnistía Internacional en todo el mundo, este caso no hizo sinosubrayar la importancia del mensaje abolicionista:que nadie,en nin-guna circunstancia, debe ser ejecutado por el Estado.Es una prác-tica totalmente opuesta a los principios de derechos humanos ydemasiado arbitraria y demasiado susceptible de manipulaciónpara que dejar que continúe.La ejecución de Sadam Huséin fue loque finalmente impulsó a muchas personas a oponerse a la penade muerte.

La creciente campaña mundialen favor de la aboliciónMás de 600 activistas opuestos a la pena de muerte, proceden-tes de todos los rincones del mundo, se reunieron en París enfebrero de este año para participar en el tercer Congreso Mundialcontra la Pena de Muerte. El Congreso abordó los obstáculos quehay que vencer para lograr la abolición mundial de la pena demuerte.

El Congreso escuchó también las voces de los familiares –depersonas asesinadas y de personas ejecutadas–, cuyo profundosufrimiento a menudo suele ignorarse.Todas las personas rela-cionadas con una ejecución pueden quedar profundamenteafectadas, incluido el pelotón de fusilamiento, el verdugo o elequipo que prepara la inyección letal, pero en el debate sobrela pena de muerte rara vez se escuchan las voces de los seres

queridos de los presos condenados. En Estados Unidos se haformado una nueva organización –No Silence, No Shame (Nisilencio, ni vergüenza)–, para ayudar a dar voz a las personasque sufren el trauma de ver a un familiar ejecutado por su pro-pio gobierno.

Amnistía Internacional cree que toda ejecución aumenta el sufri-miento de la sociedad y multiplica el número de víctimas de laviolencia. Es necesario poner fin a la reacción en cadena de vidasperdidas.Como preguntaba la hija de 10 años de edad de un hom-bre ejecutado en Texas, Estados Unidos: “Lo van a matar porquemató a otra persona,así que,cuando lo maten a él,¿a quién hay quematar?”

También estuvo representada en el Congreso Mundial una nue-va red, creciente y dinámica: la Red Asiática contra la Pena deMuerte, creada el año pasado. La Red está integrada por profesio-nales del derecho, parlamentarios y activistas pro abolición proce-dentes de numerosos países, entre ellos: Australia, Corea del Sur,Hong Kong, la India, Indonesia, Japón,Malaisia,Mongolia,Pakistán,Papúa Nueva Guinea, Singapur,Taiwán y Tailandia.

Se necesita coraje político para eliminar del mundo el homicidio judicial estatal

El mundo va encaminada a la abolición de la pena de muerte. Enlos últimos 10 años,más de 30 naciones han puesto fin a esta prác-tica cruel e inhumana.El paso del tiempo demuestra que la opiniónpública de muchos países aceptará la eliminación de la pena capi-tal de sus ordenamientos. En otros países, muchas personas toda-vía creen que la pena de muerte es necesaria para imponer la leyy el orden pero el número de esas personas decrece y cada vezson más las que ansían que llegue el día en que su propio paísdeje de ejecutar.

¿Mostrarán los políticos a sus ciudadanos el camino a seguir,poniendo fin a las ejecuciones? Es hora de que esos gobiernosque están a favor de la abolición de la pena de muerte demuestrensus convicciones y den el ejemplo.Amnistía Internacional está con-vencida de que los próximos años serán muy prometedores: elpronóstico es de descenso en el número de ejecuciones, descen-so en el número de hombres y mujeres condenados a muerte y,finalmente,de aumento en el número de gobiernos que están dis-puestos a declarar a sus países “libres de ejecución”.