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Arquitectura contemporánea: un pluralismo dinámico
Por: Celia Romero
Quiero iniciar refiriéndome a la cuna del pluralismo, origen de lo que hoy podemos llamar
arquitectura moderna, que a su vez, es madre de los movimientos arquitectónicos de
vanguardia que constituyen la arquitectura contemporánea – finales del s. XX- inicios s. XXI-.
Hablo de la Bauhaus, quien estableció en su tiempo la contribución más importante a la
educación estética. Creada en 1919 por Walter Gropius y cerrada en 1933. En ese corto
periodo no sólo se crean las bases de lo que hoy se conoce como “diseño” sino que en esta
“escuela de arte” se desarrollan y aplican un nuevo tipo de concepciones pedagógicas.
La Bauhaus enmarca sus esfuerzos a partir de la revolución industrial y del romanticismo.
Intenta la unidad de los esfuerzos artísticos y cultural-productivo rotas por la industrialización,
integrar arte y vida, evitar la descomposición de los géneros artísticos y con ello utilizar el arte
mismo como instrumento para una regeneración cultural y social; convirtiéndose en célula
germinal de diferentes corrientes aparentemente contrarias entre sí, logrando un equilibrio
gracias a sus cualidades organizativas y coordinadoras. En su primera fase se conjugaban el
expresionismo tardío y el ideal artesanal de la edad media; en una fase posterior predominan el
constructivismo y el programa de una creación de la forma, teniendo presente las exigencias y
posibilidades de la técnica y la industria moderna.
La Bauhaus representa una primera etapa pluralista en la historia de la arquitectura. Una
primera apertura a numerosas manifestaciones artísticas favorecidas por el desarrollo de la
urbanística, el avance tecnológico y las economías postguerra recuperadas para finales de los
años 80s. Permite múltiples expresiones en todo el mundo con una mayor libertad en el diseño
arquitectónico. A este tiempo se le conoce de varias formas: súper modernismo, nueva
modernidad, post-modernismo y de forma más acertada pluralismo contemporáneo, que por
definición afirma no la unicidad, sino la multiplicidad. Para el monismo la realidad última es una
y para el pluralismo el mundo, la totalidad, está compuesto de realidades independientes las
unas de las otras, o bien interrelacionadas.
En arquitectura existe hoy día un estado de pluralismo: ningún estilo, o siquiera modo de arte,
es dominante y ninguna posición crítica es ortodoxa. Pero este estado es también una posición,
y esta posición es también una coartada. Como condición general, el pluralismo tiende a
absorber la discusión, lo que no equivale a decir que no promueve antagonismos de todo tipo.
El pluralismo no es una condición reciente. En 1955, Lionel Trilling pudo lamentar la
“legitimación de lo subversivo” en una universidad pluralista, y en 1964 Herbert Marcuse pudo
incluso condenar el pluralismo como un “nuevo totalitarismo”. Bueno o malo el pluralismo no
trata de justificar ninguna postura, sencillamente demanda que “no hay una verdad única, ni
una sola explicación; y lo que es aún más, la observación misma debe ser puesta en
investigación”. Según lo expresado por los arquitectos Julio Bermúdez y Roberto Hermanson
de la universidad de Utah.
En factores prácticos, el pluralismo es difícil de diagnosticar, pero hay dos factores que son
indicios importante; uno es un mercado del arte que confía en el arte contemporáneo como una
inversión. El otro indicio es la profusión de escuelas artísticas –escuelas tan numerosas y
aisladas como para no percatarse de que constituyen una nueva academia. Así, en la
actualidad la concurrencia de estos factores permite que arquitectos puedan encontrar espacio
y recursos para desarrollar su particular línea filosófica en arquitectura. Ejemplo de ello Eero
Saarinen y su expresionismo estructural, Oscar Niemeyer constituido como futurista, último de
los modernos, Félix Candela, estructuralista, el gran maestro de las cubiertas o cascarones de
hormigón armado, Paul Rudolph, modernista cuyo trabajo presenta una alternativa al uso
ortogonal del vidrio y el hacer, Luis Barragán, quien se basó en la búsqueda de una síntesis
personal de la arquitectura mexicana con las aportaciones de las vanguardias europeas, Kenzo
Tange y su obra basada en diseños donde el concreto es la parte medular de la geometría de
sus proyectos. Ellos por citar algunos nombres.
Así pues, la arquitectura contemporánea está oscilando entre un llamado a expresar nuestro
tiempo y un llamado a resistirlo creativamente. En vez de elegir una de estas dos posibilidades,
hemos sugerido considerar estados híbridos o simbióticos que nos ofrecen una mayor
capacidad de elección y evolución arquitectónica. Entendiendo por simbiosis, la definición del
arquitecto japonés Kisho Kurokawa: “un pluralismo dinámico que NO busca reconciliar
opuestos binarios a través de la dialéctica, sino que sugiere situaciones y productos ambiguos,
guiados por situaciones aleatorias, y llenas de multivalencias y contradicciones”.
Desde el punto de vista filosófico, existe la necesidad, es más, el deber del arquitecto de
expresar el momento en que vive, en nuestro caso el espíritu de hoy. Esta posición apoya la
proyección y construcción de edificios que incorporen las cualidades de nuestra vida y ofrece
este pluralismo dinámico libertades para que el arquitecto y/o artista pueda vagar en el tiempo,
la cultura y la metáfora diversificando así su respuesta, que puede ser expresionista, por
ejemplo, tratando de no partir del mundo exterior para estudiarlo, conocerlo o representarlo,
sino que pretendiendo expresar su mundo interior, la esfera emotiva o el espíritu de sí; o una
respuesta ecológica: buscando reconciliar la arquitectura con la naturaleza, con el planeta, con
el hombre mismo y volverlos un organismo que funcione según todas sus partes se respeten y
maximicen entre sí; o contestar deconstructivamente buscando el cuestionamiento y
transformación del lenguaje histórico. Lo anterior por citar algunas manifestaciones vivas en
este pluralismo o ser tan osado y verter su propia línea puesto que las circunstancias históricas
lo permiten.
Respecto al ciudadano común o espectador, esta misma heterogeneidad creativa que al artista
le da liberta de expresión, como principal característica pluralista, le permite experimentar los
efectos de sus actos y vida en un “lenguaje tan propio como el que él pueda entender” y
sentirse plenamente representado o identificado. Esto posible únicamente por la multiplicidad
de realidades independientes y/o interrelacionadas entendidas por el pluralismo.
Sintetizando, el pluralismo es la manifestación más amplia de las oportunidades y libertades
que podemos gozar y utilizar para ser individuos y entes propositivos y reflexivos de una
realidad que vista desde múltiples puntos represente múltiples realidades para muchos otros.
Pluralismo es la más evidente prueba de nuestra constante búsqueda y evolución del
pensamiento.