Oratorio Valdocco (7)

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JUEGOS DIVERSIÓN

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JUEGOS DIVERSIÓN

Y es de esta manera como Don Bosco consigue formar una gran familia uniendo a distintas personas que antes no la tenían.

El Oratorio que había soñado Don Bosco, se inició el 8 de diciembre de 1841 con una sencilla catequesis. Pero fue difícil encontrar el lugar idóneo donde llevar a cabo sus sueños. Ese mismo día comenzó la fase nómada del Oratorio por Turín:

En primer lugar se desplazaron a la iglesia de San Francisco de Asís y a los patios del Instituto Pastoral de don Calosso. Después, se fue con sus muchachos al Internado para niñas de la Marquesa de Barolo. Más tarde, recorrió varias iglesias, dentro y fuera de la ciudad, un cementerio, algún prado… Y, por último, en abril de 1846, le ofrecieron un cobertizo y una franja de tierra: el “Cobertizo Pinardi” donde por fin se asentaron. Una nueva fase de su sueño comenzaba para él y sus muchachos.

El Oratorio de Don Bosco se desarrolla como una escuela donde los muchachos podían aprender un oficio útil, una iglesia donde asistir a los sacramentos y un patio para jugar sanamente con los amigos.

Sol, luz, calor. De mi frente asomaban gotas de sudor que calmaban mi necesidad de un segundo de placer, un descanso ante aquel infierno abrasante. Mi cuerpo exhausto y al borde del colapso me fallaba, las piernas me suplicaban un instante de descanso pero no podía, el vigilante me penetraba con su mirada llena de odio y desprecio, sus ojos me gritaban: “¡Trabaja, maldito niñato!”. Si los ojos son la puerta del alma los suyos eran la puerta al infierno, cada vez que esas cuencas insensibles me miraban solo podía sentir un intenso frio en mi interior una sombría sensación que me invadía y me destrozaba por dentro. Lo peor de todo era cuando tenía que bajar a la mina donde tenía que respirar esa porquería ¿como la llaman los mayores? Gases tóxicos. Aun encima tenía que seguir picando con la mano llena de callos. El sudor que tenía en las manos hacía resbalar el pico, lo cual aumentaba el agobio. Picaba y picaba, pero ni rastro de los minerales que tanto ansiaban mis jefes.

Por obra y gracia del señor dieron las 12 en el reloj, por fin acabó mi turno. Cogí mi pico, mi tina, los restos del almuerzo y me dirigí a la salida. La luz me cegó cuando abandonaba la penumbra de la mina malamente iluminada por un farolillo y me aproximaba al exterior y empezaba a notarse una brisa. Y así un día tras otro entrando y saliendo de aquel castigo y hasta que un día el director de la mina estaba conversando enfáticamente con unos desconocidos. Enseguida terminaron de hablar se me acercaron y me dijeron:

Chico, vete a llamar a los demás compañeros que trabajan contigo. Venga corre.

Si mi señor - conteste con miedo.

Instantáneamente fui a llamar a mis compañeros de trabajo. Muy asustado imaginándome que algo malo iba a pasar. Comencé a llamar a todos, a Miguel, a Toni, a Juan, a todos los niños que encontré fuera de la mina.

Cuando nos reunimos con los extraños nos saludaron y, en ese momento, mi corazón latía a mil por hora ¿Qué estaba pasando? ¿Quiénes eran esas personas? ¿Por qué se dirigían a nosotros? ¿Qué querían? Entonces nos mandaron subir en una camioneta. Las preguntas de antes seguían en mi cabeza, rondándome. Debió de ser un trayecto muy corto ya que el tiempo en el vehículo me pareció poco, y eso que estaba muy agobiado. De pronto el vehículo se detuvo. Uno de los extraños abrió la puerta trasera y amablemente nos pidió que bajáramos. Hacía mucho tiempo que no me trataban de esa manera. Bajamos todos con algo de miedo, pero a la vez de curiosidad. Era un lugar nuevo y no se parecía en nada a lo que solíamos ver cada día en la mina. Aquel lugar era maravilloso, lleno de color y desprendía buenas vibraciones. Lo que más me llamó la atención, supongo que al igual que a mis compañeros, fue el gran edificio en tan buen estado que se encontraba allí. Se encontraba rodeado completamente por grandes jardines. Todo aquello nos causó gran impacto, pero lo que más sorprendió fue lo que los monitores hicieron una vez entramos en el recinto. Cada una de las personas que nos había llevado hasta aquel lugar venía del interior de la casa con cajas y grandes sacos. Supongo que todos nos hacíamos la misma pregunta: ¿Qué llevarán ahí dentro? Los jóvenes se acercaron a nosotros y empezaron a sacar pelotas, pero no con las que solíamos jugar en casa. Esas pelotas estaban en buen estado. Nos dieron una cada uno. Algunos las agarraron con entusiasmo, otros dudaron, y yo, me quedé mirando a los ojos de la chica que sostenía la que me correspondía. Ella me sonrió y me dijo que la cogiese. Tardé un rato en decidirme pero al final la cogí. Después de que cada niño tuviese su pelota nos dijeron a todos:

Bienvenidos a vuestro nuevo patio de recreo. Os invitamos a todos a pasar una agradable infancia con nosotros. Este es un lugar en el que podréis jugar y disfrutar, pero también aprender, en el que por fin tendréis ratos para vosotros y para pasarlos entre todos, como una familia, porque eso es lo que vamos a ser a partir de ahora, una familia[…]

Después de esa presentación nos invitaron a jugar durante toda la tarde. Luego nos dieron una gran merienda y nos repartieron por cuartos para dormir.

De ahí en adelante mi vida cambió.

Hemos escogido el valor del juego por:

El juego forma parte fundamental de este período y tiene una influencia directa en el crecimiento del niño. Creemos es el valor que mas importante para los niños ya que es lo más influyente y solo piensan en divertirse y pasarlo bien con otros. Un niño sin juegos es un niño sin infancia. Así, a través del juego los niños representan sus inquietudes, ideas, sentimientos y deseos por lo que se debe tener muy en cuenta este valor.