Oralidad

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Oralidad La oralidad se desarrolla en un continuo discursivo que se entrecruza frágilmente a través de la expresión oral y escrita. Al pensar en la oralidad es común relacionarla con el lenguaje hablado, con una manifestación vocal que se exterioriza fonéticamente. Sin embargo, el problema se agudiza si se piensa cuáles son las características socioculturales y sociolingüísticas en que se manifiesta el habla, es decir, al preguntar si un discurso, previamente elaborado por escrito, pertenece al dominio de la oralidad o de la escritura. Habría, entonces, que responder: a ambos. Haciendo referencia a lo que se conoce como “lengua hablada escrita” o “lengua escrita hablada” según Benveniste. En las investigaciones propuestas por Claire Blanche-Benveniste, se parte por diferenciar lo específicamente oral de aquello que depende de alguna manera de la grafía. De esta manera se habla de lo que Walter Ong definió como oralidad primaria y oralidad secundaría. La oralidad primaria hace referencias a pueblos en los que no existen sistemas de escritura . Para investigadores como Havelock, Walter Ong, Benveniste, la oralidad es aquella manifestación fonética que

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Oralidad

La oralidad se desarrolla en un continuo discursivo que se entrecruza frágilmente a

través de la expresión oral y escrita.

Al pensar en la oralidad es común relacionarla con el lenguaje hablado, con una

manifestación vocal que se exterioriza fonéticamente. Sin embargo, el problema se agudiza

si se piensa cuáles son las características socioculturales y sociolingüísticas en que se

manifiesta el habla, es decir, al preguntar si un discurso, previamente elaborado por escrito,

pertenece al dominio de la oralidad o de la escritura.

Habría, entonces, que responder: a ambos. Haciendo referencia a lo que se conoce

como “lengua hablada escrita” o “lengua escrita hablada” según Benveniste. En las

investigaciones propuestas por Claire Blanche-Benveniste, se parte por diferenciar lo

específicamente oral de aquello que depende de alguna manera de la grafía.

De esta manera se habla de lo que Walter Ong definió como oralidad primaria y

oralidad secundaría. La oralidad primaria hace referencias a pueblos en los que no existen

sistemas de escritura.

Para investigadores como Havelock, Walter Ong, Benveniste, la oralidad es aquella

manifestación fonética que se presenta de forma alejada a la escritura y sus investigaciones,

que se desarrollan etnográficamente, describen los rasgos de este tipo de sistema de

comunicación. Este grupo de trabajos investigativos, fue llamado la “gran división”

Oralidad primaria

Como ya se mencionó, la oralidad primaria se manifiesta en pueblos que no poseen

grafía, y como tal, han desarrollado sistemas complejos de comunicación, que les ha

permitido, incluso, crear una conciencia histórica.

Un ejemplo común son los poemas homéricos, La Odisea y La Ilíada, los cuales

pertenecen a la historia oral y que fueron transmitidos oralmente, para luego llegar a esta

época por medio de la grafía.

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Pero, lo que más inquietaba a los investigadores era ¿cómo Homero había

memorizado aquello? O saber si él realmente había existido. Finalmente Milman Parry,

filólogo estadunidense, descubrió algunos rasgos o fórmulas desde las que se manifestaba

la oralidad.

Haciendo una lectura de Milman Parry y de lo propuesto por Havelock, Walter Ong

propone un número de características que definen la oralidad. Algunas son:

“Acumulativas antes que subordinadas. El discurso oral acude más a la

pragmática que a la sintaxis y presenta mayores conectores de tipo acumulativo”.

“Acumulativas antes que analíticas. El discurso oral opta por el uso de un bagaje

formulario: términos, locuciones, epítetos. Estas expresiones formularías de las

culturas orales se mantienen intactas y no se cuestionan, ni analizan”.

“Redundante o copiosa. A diferencia de la escritura, el discurso oral utiliza la

redundancia y la repetición para captar la atención del oyente”.

“Conservadora y tradicionalista. El discurso oral reprime la experimentación

intelectual porque sus usuarios dedican gran energía a repetir una y otra vez lo que

se ha aprendido arduamente a través de los siglos”.

Oralidad secundaria

Por oralidad secundaría entendemos las prácticas orales que dependen de alguna

manera del texto escrito: la lectura vocalizada de los poemas homéricos, que han llegado

hasta nosotros a través de la grafía, son un ejemplo de esto.

Al igual que los ritos religiosos, cánticos y rezos. Para la “gran división” la oralidad

y la escritura se desarrollan de manera independiente y los estudios de oralidad secundaría

se hacen desde el análisis de lo escrito.

Las investigaciones en este campo son aquellas sobre tradición oral, generalmente

en el campo literario o litúrgico: las indagaciones sobre la autenticidad de los textos

bíblicos o sobre el análisis del discurso religioso.

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Los estudios filológicos, permiten, por ejemplo, a través de los textos, identificar

algunos elementos sociolingüísticos o socioculturales de alguna época o pueblo

determinado.

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“Dicen que los cuentos se cuentan de noche por que en la noche vive lo sagrado; y

el que sabe contar cuenta; sabiendo que el nombre es la cosa que el hombre nombra”. (E.

Galeano)

Antiguamente muchas (o casi todas) las culturas eran culturas ágrafas, es decir

culturas carentes de escritura, o mejor dicho de grafismos representativos de sonidos o

fonemas. En ellas el patrimonio de conocimientos crecía (y crece en las que siguen

existiendo) y se perpetuaba (y perpetúa) por medio de la oralidad. Junto a estas culturas

coexistían otras que si bien poseían sistemas de escritura, esta no era utilizada más que para

llevar contabilidades, o plasmar eventos importantes, o bien par ser utilizada por los pocos

privilegiados que las conocían, por lo que el pueblo llano continuaba nutriéndose,

comunicándose y preservando la memoria por medio de la oralidad.

Existen pues dos tipos de oralidad: La Oralidad Primaria, propia de los pueblos

ágrafos y la Oralidad Secundaria que es la que incorpora la escritura.

Hoy en día nuestra cultura continúa siendo oral pues no existe otro modo de

comunicarse, compartir chismes, secretos, recuerdos… sin embargo como cultura misma es

secundaria pues se sustenta en la palabra escrita y la imagen visual., a tal punto que muchas

veces frente a una historia (o un conocimiento) se la toma por válida o cierta si está escrita

en algún sitio.

Tengamos en cuenta que la comunicación es ontológica en los seres vivos, más en el

ser humano, que por ello y para ello utiliza todos los medios y herramientas a su alcance,

desde la corporalidad utilizando los sentidos: tacto, olfato, gusto, predominio de la vista y

del oído, y de la gestualidad. Siendo el sonido el que prima tanto en la expresión como en el

pensamiento. Todos estos modos de comunicación, justamente por ser propios de lo

humano, perduran, si bien en las culturas modernas a partir de la escritura se ha reducido

fundamentalmente (y en cierta medida) el uso del tacto, del gusto y del olfato, e incluso la

vista ha superado la utilización del oído.

Podríamos decir que hemos pasado de una cultura de predominio auditivo a una de

predominio visual en los últimos, aproximadamente, cincuenta años. Y en este pasaje lo

que se ha perdido son ciertos lenguajes sea por ser sometidos sus pueblos a la lengua del

conquistador o bien por la extinción de dichos pueblos.

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Al mismo tiempo el hábito de una oralidad como único medio comunicacional es lo

que ha disminuido al ser reemplazado por la escritura tanto de textos, como de otros

medios: internet, carteles, propaganda, etc. Todos dependientes en mayor o menor medida

de la escritura y los signos gráficos. Es decir todo lo que hace a la oralidad secundaria. Tan

importante ha sido este pasaje que hoy día nos encontramos con muchos individuos

incapaces de expresarse verbalmente utilizando la riqueza del vocabulario o memorizando

historias y conocimientos como antaño.

Entre las culturas de oralidad primaria y las de oralidad secundaria existen claras

diferencias. En primer lugar quienes poseen una cultura oral primaria aprenden mucho y

poseen sabiduría pero no “estudian”, Dado que estudiar implica un aprendizaje

sistematizado. Dichas culturas aprenden en cambio por medio de entrenamiento, por

discipulado, escuchando, por repetición de lo que oyen, etc. Por otro lado si bien su

pensamiento es hasta cierto punto analítico, dividiendo sus elementos en varios

componentes, la oralidad primaria no puede (ni pretende) realizar un examen

abstractamente explicativo, ordenador y consecutivo como sí pueden hacerlo las culturas de

oralidad secundaria

- La tradición en la cultura de oralidad primaria no posee permanencia tal como la

posee la escritura que “fija” la palabra, es por ello que concebir con precisión y sentido la

cultura de oralidad primaria es sino imposible sumamente difícil justamente por ese

carácter de impermanencia o de inmaterialidad.

Los celtas por ejemplo que poseían un sistema de escritura se empeñaban en no

utilizarla más que para rituales mágicos o para señalar acontecimientos trascendentes,

pues consideraban que todo lo que se “materializa” (cobra cuerpo y deja huella) se

pervierte. Y esto es así pues la palabra hablada viaja con “sentido”. Sentido dado por la

gestualidad, el tono, el ritmo, la mirada….en cambio la palabra escrita se “literaliza”, es

decir queda fijada en un sentido obviando los otros sentidos que la completan y por lo tanto

es más dada a la manipulación.

- La escritura encierra las palabras en un campo visual que impide percibirlas sólo

en su sonoridad, por lo tanto no puede recuperar el sentido de lo que la palabra significa en

una cultura oral.

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- Otra diferencia consiste en la cantidad de vocablos que es mucho mayor en los grafolectos

que en los lenguajes exclusivamente orales.

- En una cultura oral las palabras son acontecimientos, hechos, en las culturas de oralidad

secundaria las palabras son “huellas”, es decir formas posibles de ser vistas.

- En la cultura oral las palabras no tienen una presencia visual. (En las culturas de oralidad

secundaria obviamente sí)

- En las culturas orales la palabra está asociada a un poder y al mismo tiempo a un suceso

(es dinámica). En cambio en las culturas que poseen escritura tiende a no asociarse la

palabra con el suceso, es en cierto modo estática, asociadas a cosas en una superficie plana

y por ende tampoco se la relaciona con “poder”.

- Los nombres dan poder a los seres humanos, tanto antes como ahora, la diferencia reside

en la conciencia de ellos entre una y otra cultura. Las culturas orales lo sabían y lo saben

bien, las actuales no. Aquellos que poseen escritura piensan en los nombres como etiquetas,

los otros (oralidad primaria) los piensan como fuerzas vivas.

Hay una frase gitana o quizás más antigua que expresa muy bien este concepto: “Antes de

soltar el aliento, medita en sus efectos”, que es casi como la frase “Lo dicho, dicho está y

no se puede borrar”, o esa otra “Eres dueño de tus silencios y esclavo de tus palabras.”

Más allá de las diferencias antes expuestas entre estos dos tipos de cultura hallamos

diferencias a la hora de realizar el aprendizaje.

Las culturas de oralidad primaria aprenden por experimentación, repetición, participación

de la memoria colectiva, memorización. En cambio las culturas de oralidad secundaria,

aprenden por medio de la formación académica donde la lecto- escritura es la base en la

que se sustenta la mayor parte del aprendizaje.

El ejercicio de la memoria por repetición a lo largo de los años, repetición llena de sentido

y no meramente funcional, y la propia experimentación, han sido reemplazadas por el

enciclopedismo, es decir la acumulación (relativa) de datos registrados por escrito.

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Ventajas y desventajas del registro escrito

El registro escrito permite un desarrollo y expansión, sino infinito, muy vasto del

conocimiento, mientras que la oralidad depende de la existencia de un narrador y un

escucha que pueda retener (memorizar) lo escuchado. Permitiendo por lo mismo su

permanencia en el tiempo como para que nosotros por ejemplo hoy día podamos seguir

leyendo la Ilíada, a Platón, etc.

Por otro lado en el registro escrito se pierde la riqueza de la oralidad en cuanto a

matices, pausas, ritmos, e incluso toda la información aportada por el contexto, la

gestualidad y la sonoridad misma. Pero por sobre todo se pierde ese “espíritu vivo” que es

el que permite la continua trasformación de la narración haciendo de ella una fuerza

generadora que al mismo tiempo que transmite construye una memoria colectiva. Es decir

que enlaza los tiempos y los seres en un espacio común.

Dice Walter Ong: “...el conocimiento de la escritura (...) devora sus propios

antecedentes orales”. Y es muy cierto dado que al apropiárselos y traducirlos a la letra

escrita ha dejado tal huella de la palabra (que por otro lado se transforma en invariable en

forma y variable en cuanto a la interpretación de cada lector), que ha convertido a la

oralidad en algo aparentemente inferior, supeditado, relativo, dentro de la concepción

social. Tomando entonces la escritura que no es más que la grafía de la realidad, un sitio de

primacía irreal. De todos modos vale recordar que no existe escritura sin oralidad.

No pretendo con esto restarle importancia ni valor a la escritura que por cierto es

sumamente valiosa, lo que sí creo es que poco a poco la literatura ha ido cobrando espacios

de importancia inversamente proporcional a la circularidad que tiene entre los lectores, y

hoy nos encontramos con mucha producción y pocos lectores. Entonces ¿Qué pasa con esa

memoria colectiva de las historias que desde siempre enseñan, forman, nutren? Pasa en

parte que se van olvidando que muchos adultos y jóvenes ya no saben contar y dándonos

cuenta o sin darnos cuenta perdemos la memoria ancestral y nos quedamos muy aislados, y

a mi modo de ver, empobrecidos.

Los pueblos orales consideran a la palabra como dotada de tal poder mágico que el

“nombrar” la cosa la animan. En todas las culturas la Creación misma es producida por el

sonido:

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“...Y DIJO DIOS: SEA LA LUZ, Y FUE LA LUZ... Y LLAMO DIOS A LA LUZ DEL

DIA Y A LAS TINIEBLAS LLAMO NOCHE...” (GÉNESIS, 3-4-5)

“EN EL PRINCIPIO FUE EL VERBO, Y EL VERBO ERA CON DIOS, Y EL VERBO

ERA DIOS” (JUAN 1,1)

Para los Etíopes Dios se creó a sí mismo y creó al Universo afirmando su propio Nombre.

En Egipto fue Toth quien por medio de su Palabra creó al universo. ODIN, OGMIO,

HERMES, fueron entre otros, dioses que proveyeron a la humanidad de “Lenguaje”.

Podríamos continuar así recorriendo leyendas, mitos, de las más diversas culturas e

indefectiblemente encontraríamos la importancia de la “Palabra, el NOMBRE”, como

factor vital y originario de la creación.

Este poder de la palabra de dar vida es lo que hace que sea tan delicado el uso de la palabra

por el hombre y de allí no sólo a frase de Galeano sino los cientos de refranes, dichos e

historias que una y otra vez reafirman este concepto.

Para nosotros los “Cuentacuentos” y para aquellos que disfrutan de los cuentos contados,

recuperar la riqueza y la sabiduría de los pueblos de oralidad primaria es una elección y un

desafío. El desafío de “dar vida”

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Oralidad primaria. Para las personas plenamente alfabetizadas, resulta complejo imaginar las

características de una cultura oral primaria, es decir una cultura sin ningún conocimiento de la

escritura. Para comprender las características de una cultura oral primaria resulta necesario

analizar las propiedades del sonido. Este sólo existe cuando esta dejando de existir. Es

esencialmente efímero, no hay modo de parar el sonido y tenerlo (no existe la pausa audible en

los equipos de música como sí la posibilidad de ver cuadro por cuadro las imágenes). Para la gente

oral no tiene ningún sentido que un nombre sea como un rótulo, ya que no tienen idea de que un

nombre sea algo que pueda verse.

En ausencia de la escritura, no hay nada fuera del pensador, ningún texto, que permita producir de

nuevo la misma línea de pensamiento o incluso verificar lo que se ha hecho. En las culturas orales,

el problema de retener y recuperar el pensamiento se resuelve con modelos mnemotécnicos. Esto

es construir patrones fuertemente rítmicos y sencillos para desarrollar pensamientos memorables

(Proverbios).

En estas culturas considerar algo detalladamente implica una verdadera pérdida de tiempo, ya que

es imposible recuperar ese pensamiento. Por eso la oralidad primaria es básicamente no analítica

y ritualizada.

La vista aísla, mientras que el sonido incorpora. La vista sitúa al observador fuera de aquello que

ve. El sonido fluye al interior del oyente. En contraste con la visión, el sentido que secciona, el

sonido es de este modo un sentido que unifica.

Estas características afectan la cosmovisión de estas culturas ya que el campo de sonido no se

extiende ante mí sino a mi alrededor. Así pues, el cosmos es un acontecimiento que se está

efectuando y tiene al hombre como centro.

Oralidad secundaria. El hecho de escuchar palabras habladas integra a los oyentes a un grupo. Del

mismo modo que leer textos escritos repliega al individuo sobre sí mismo. Antes de la escritura, la

gente tenía mentalidad de grupo porque no se les había presentado ninguna otra alternativa. La

escritura permite una oralidad secundaria mucho más elaborada debido fundamentalmente al

pensamiento analítico.

Lo oral secundario genera un sentido para grupos desmesuradamente mayores que la cultura

primaria, esto se debe a la posibilidad de ampliar el mensaje que brindad los medios electrónicos

como la radio o la televisión.

El individuo siente que debe ser sociable debido a que esta replegado hacia adentro. El

pensamiento analítico ha resquebrajado la espontaneidad a tal punto que ser espontáneo se

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planifica.

Debido a los medios, la presencia física ya no se requiere. Los medios están completamente

dominados por un sentido cerrado, herencia de la imprenta. Predomina la domesticidad refinada y

culta.