Opción Preferencial por el Espíritu Santo: Aproximaciones al pentecostalismo católico y un...

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La Religión en Chile del Bicentenario

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La Religión en Chile del Bicentenario Católicos, Protestantes, Evangélicos,

Pentecostales y Carismáticos

La Religión en Chile del Bicentenario

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Titulo: La Religión en Chile del Bicentenario: Católicos, Protestantes, Evangélicos, Pentecostales y Carismáticos

Año 2011 Registro de Propiedad Intelectual Inscripción nº xxxxxxxxx ISBN: xxxxxxxxxxxxx Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de este libro sin permiso de los editores Diagramación y diseño Luis Orellana Urtubia Editores: Miguel Ángel Mansilla Luis Orellana U Publicado por: - Red Latinoamericana de Estudios Pentecostales (RELEP) Chile - CEEP EDICIONES Centro Evangélico de Estudios Pentecostales (CEEP) Casilla 2454 Concepción - Chile [email protected] Trama Impresores S. A. Avda. Colón 7845 Hualpén - Chile Teléfono 41-2435151

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La Religión en Chile del Bicentenario Católicos, Protestantes, Evangélicos,

Pentecostales y Carismáticos

Autores

Florrie Snow B. Arturo Chacón Herrera

Cristián Guerra Rojas Luis Cruz Villalobos Zicri Orellana Rojas Evguenia Fediakova

Fabián Gaspar Bustamante Olguín Manuel Canales

Manuel Ossa Nelson Marín Alarcón Patricio Merino Beas

Rodrigo Moulian Miguel Ángel Mansilla Luis Orellana Urtubia

Editores

Miguel Ángel Mansilla Luis Orellana Urtubia

Publicado por:

Red Latinoamericana de Estudios Pentecostales (Chile)

Centro Evangélico de Estudios Pentecostales

(CEEP - EDICIONES)

Esta obra fue posible publicar gracias a la colaboración de la

Evangelisches Missionwerk in Deustchland

2011

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INDICE Presentación Artículo 1 Efectos del Avivamiento en la Iglesia Metodista de Chile 1902 – 1918 - Florrie Snow B. ……………….………………………………………………….……….. Artículo 2 Continuidad y Ruptura del Pentecostalismo con el Metodismo. - Arturo Chacón Herrera. ................................................................ Artículo 3 Presencia Presbiteriana en el Avivamiento Pentecostal de 1909: Algunos aspectos desde la mirada musicológica. - Cristián Guerra Rojas. .…….…………………………………………………………... Artículo 4 Resiliencia Y Experiencia Pentecostal - Luis Cruz Villalobos. ………………….…………………………………………………… Artículo 5 Sobre el Sentido de ir a la Iglesia: Mujeres pentecostales e identidad - Zicri Orellana Rojas. ………………………………….…………………………………… Artículo 6 Juventud Evangélica En Chile: ¿Un Nuevo Modelo Del Evangelicalismo? - Evguenia Fediakova. ……………………………………………………..….…………….

Artículo 7 Opción Preferencial por el Espíritu Santo: Aproximaciones al pentecostalismo católico y un estudio de caso: Comunidad “Dios con Nosotros”, 1973-1983. - Fabián Gaspar Bustamante Olguín. …………………………………………………

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Artículo 8 Pentecostalismo: Grupo y autobiografía - Manuel Canales. ……………………………………………………….. Artículo 9 La Identidad Pentecostal - Proyecto de futuro - Manuel Ossa. …………………………………………………. Artículo 10 Más el que me Oyere, Habitará Confiadamente y Vivirá Tranquilo, sin Temor del Mal: Miedos sociales e identidad pentecostal. - Nelson Marín Alarcón. ……………………………………………………………….. Artículo 11 Semillas de Teología Pentecostal: La importancia de la contribución teológica a la identidad pentecostal - Patricio Merino Beas. …………………………………………………………. Artículo 12 Estéticas de La Encarnación: Consagración y tensión de la identidad pentecostal - Rodrigo Mulian. ………………………………………………………………………..

Artículo 13 ¿La Caja del Diablo?: Los miedos a la televisión en el pentecostalismo chileno en la década de 1980 - Miguel Ángel Mansilla. …………………………………………………………..

Artículo 14 Las Publicaciones de Revistas y Periódicos en el Pentecostalismo - Luis Orellana Urtubia. ……………………………………………………….

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Opción Preferencial por el Espíritu Santo:

Aproximaciones al pentecostalismo católico y un estudio de caso comunidad “Dios con Nosotros”,

1973-1983.

Fabián Gaspar Bustamante Olguín107.

I

Aunque estas reflexiones están centradas en la identidad y la cultura pentecostal protestante en el Bicentenario, en esta ocasión me referiré al pentecostalismo de vertiente católica -denominada Renovación Carismática Católica (en adelante RCC) o “la renovación” como es conocido entre sus seguidores- en Chile.

Las investigaciones sobre pentecostalismo católico en Chile son escasas108 y, por lo general, se abordan desde el ámbito de la sociología de

107 Licenciado en Historia, Universidad Diego Portales. Magíster © en Historia de Chile, Universidad de Santiago de Chile. Email: [email protected]. Agradezco algunos datos proporcionados por Óscar Leiva de la Oficina de la Renovación Carismática Católica en Santiago. 108 Sobre este punto se destaca la investigación clásica de Katherine Gilfeather La Renovación Carismática en Chile, del Centro de Estudios Socioreligiosos CISOC-Bellarmino del año 1977. Lamentablemente ese ejemplar no se encuentra en la biblioteca del CISOC-Bellarmino ni tampoco en la Biblioteca Nacional. Por otro lado, de acuerdo con el pronóstico fundamental establecido por las teorías

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la religión enfatizando una perspectiva de análisis centrada sólo en las comunidades carismáticas, pero sin relacionarlo con el contexto en los cuales emergieron. Tal línea argumentativa de la sociología de la religión, en efecto, considera al hecho religioso como “puro”; sin embargo -y siguiendo la perspectiva de Mircea Eliade-, el hecho religioso siempre es además un hecho histórico, sociológico, cultural y psicológico (Eliade, 1999:36). Por otro lado, -actualmente-, nos encontramos con la dificultad cuantitativa de precisar el número de las comunidades carismáticas debido –como señalan algunos autores- a la estructura flexible de la propia RCC (Puga; Meléndez, 2000: 26).

Como es bien sabido, entre los historiadores, la Historia es o pretende ser una ciencia empírica y no un género literario; ello implica que la historiografía está sometida a unas reglas que es necesario respetar, y una de las principales es la de demostrar las pruebas en que basa sus afirmaciones. Por eso, nuestra ponencia se basará en la escasa bibliografía existente, sumado a fuentes primarias como la revista de la RCC (Pentecostés) y publicaciones extranjeras sobre la RCC; además de una investigación realizada en mi tesis de licenciatura en Historia del año 2008 titulada “Una microhistoria de las comunidades eclesiales de base. El caso de Dios con Nosotros, 1973-1983”, que versa sobre la experiencia “micro” de una comunidad de la RCC de base en una población de Santiago de Chile, en la comuna de Pudahuel durante la dictadura militar (1973-1990)109. secularizantes, el estudio de la religión y de la religiosidad había perdido gran parte de su interés en el seno de las ciencias sociales, y en particular en la historiografía. En Chile, salvo destacadas y muy honrosas excepciones, muy pocos historiadores le están otorgando a este ámbito de estudio la atención merecida. De hecho, en nuestro país, no existe la temática “historia de la religión”, lo cual estamos ante un “desierto historiográfico” y a un desfase y retraso bastante preocupante en torno a esta temática. Ello, igualmente, obstaculiza el necesario salto cualitativo desde la historia eclesiástica a la historia religiosa. 109 Ese tema que investigué, por cierto, se vincula con la importancia de las redes sociales de un sector de la Iglesia Católica chilena para la restauración de la democracia durante la dictadura militar. Esas redes sociales se expresaron tanto en parroquias como en comunidades eclesiales de base (CEB) –nacidas oficialmente en 1968-, y que fueron el único espacio de asociatividad y de participación popular en las poblaciones ante un régimen que cercenaba todo tipo de libertades. De más está decir que todos espacios abiertos se debieron al rol de “paraguas

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La presente ponencia, en fin, tiene como objetivo analizar la naturaleza del movimiento carismático, enfatizando sus principales características; para luego, abordar el nacimiento del movimiento carismático en la tradición católica; y, finalmente, presentar el caso mencionado de una comunidad carismática en Santiago durante la dictadura militar con el fin de poner en relieve aquellos espacios aún vírgenes o insuficientemente explorados sobre la RCC en Chile. II

A partir de la definición que realiza el sociólogo Abelardo Soneira, simplemente podemos decir que el movimiento carismático es un cristianismo de tipo pentecostal que, de distintas maneras, difiere del pentecostalismo clásico en afiliación y doctrina. Surgido en los Estados Unidos, hacia 1960, originalmente entre los episcopalianos, este movimiento se esparció a otros grupos protestantes como los bautistas, luteranos, metodistas, presbiterianos y menonitas. En efecto, este movimiento coincidiría en gran medida con el fenómeno de religiosidad que algunos autores han denominado Neo-pentecostalismo o Pentecostalismo Autónomo (Soneira, 1996:247).

Me limito a señalar brevemente –porque no dispongo de tiempo libre sin limitación- sobre algunas notas características del movimiento carismático. Siguiendo el enfoque de Soneira, primero, el surgimiento de los grupos carismáticos y su sostenimiento se basan en un fuerte carisma personal del líder religioso. En todos los casos, el carisma surge de una “intervención divina” (de Jesús o Espíritu Santo), que produce la “conversión” y realiza un “llamado” posterior a predicar. Segundo. Se caracterizan por su independencia de las estructuras eclesiásticas del campo evangélico, más de que mantengan con ella distintos tipos de

democrático” que adoptó la Iglesia Católica y, en particular, el Arzobispo de Santiago, Cardenal Raúl Silva Henríquez (1961-1983), quienes defendieron a las víctimas políticas ante la persecución y violación a sus derechos, cuestión que los llevó a confrontarse con el nuevo régimen. Una versión resumida de esa tesis fue presentada como ponencia en el X Seminario Argentino-Chileno de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo, en Mendoza en marzo de 2010.

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relaciones. Tercero. El elemento fundamental de la experiencia de tipo pentecostal-carismática es la creencia en el bautismo en el Espíritu Santo. Sin embargo, existen diferencias entre pentecostales y carismáticos respecto al acceso a esta experiencia. Los pentecostales ponen ciertas condiciones para recibir el bautismo en el Espíritu Santo, en tanto los carismáticos enfatizan el carácter de gracia de esta experiencia. Cuarto. Otro núcleo importante del sistema de creencias carismático es la necesidad no sólo de predicar el evangelio, sino de manifestar con signos y señales la presencia del Espíritu Santo. Quinto. Los pentecostales y carismáticos enfatizan los dones espirituales enumerados en Corintios 12-8-10 (palabra de sabiduría, palabra de ciencia, fe, sanidades, hacer milagros, profecía, discernimiento de espíritus, hablar e interpretar en lenguas). Sexto. Estos movimientos religiosos se caracterizan por emplear una metodología significativamente distinta de aquellas iglesias tradicionales. Su manifestación supone: a) un objetivo principal que es “convertir”; b) una figura principal que es el evangelista; c) utilización privilegiada de ciertos medios para sus reuniones multitudinarias como estadios de fútbol, plazas y cines; d) un contenido que ese expresa en un mensaje (la palabra) y en “signos” y “señales” (sanidad, liberación, etcétera) (Soneira, 1999: 247-248).

El movimiento carismático es parte de los nuevos movimientos religiosos que emergieron en la década de los sesenta como resultado de los “reavivamientos” ocurridos dentro del protestantismo y catolicismo. El “reavivamiento” dentro del catolicismo, se produjo en distintas universidades de los Estados Unidos, en 1967: Universidad de Durquesne, Norte Dame, Michigan, entre otras. Todas ellas tuvieron experiencias de tipo carismática que, a partir de entonces, buscaban revitalizar su fe y “vivir la experiencia de las primeras comunidades cristianas”. En ese sentido, el objetivo central de estas experiencias carismáticas en el catolicismo era precisamente recuperar una congregación de fieles en la que se brindara ayuda y apoyo unos a otros, cuestión que había perdido fuerza en la Iglesia Católica.

La RCC, en efecto, se difundió en un contexto en la cual la iglesia experimentaba no sólo un generalizado proceso de secularización de la sociedad sino también a los embastes de nuevas y numerosas organizaciones no católicas y al cuestionamiento de sus líneas pastorales. La Iglesia Católica, por todo ello, tuvo que recurrir a su renovación

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(aggiorgamiento) para cambiar su papel en el mundo, y así propuso el Concilio Vaticano II (1962-1965), promovido por el Papa Juan XXIII quien, al mismo tiempo, pidió un nuevo Pentecostés para la Iglesia Católica del siglo XX (Galilea, 1992:7).

Pues bien, fue precisamente a la influencia del Cardenal León José Suenens, -moderador del Concilio Vaticano II en 1978-, que el Papa Pablo VI aceptó al movimiento carismático en la Iglesia Católica, creando un Consejo y una Oficina, otorgándole al Cardenal Suenens el nombramiento de Asistente Episcopal para la Renovación a nivel internacional. De este modo, el Consejo quedó integrado con representantes de diversos países, en tanto que la Oficina Internacional de la Renovación Carismática (International Catholic Charismatic Renewal Office – ICCRO) quedó establecida primero en Bruselas y luego, en Roma. Posteriormente, Juan Pablo II, en 1984, nombró al obispo Paul Cordes como sucesor de Suenens en la dirección del Consejo. Luego, el 8 de julio de 1993, el Vaticano aprobó los Estatutos del Servicio Internacional de la Renovación Carismática Católica (International Catholic Charismatica Renewal Services – ICCRS, en inglés), que sustituyó a la Oficina Internacional. El 14 de septiembre se decretó el reconocimiento de la ICCRS como organismo para la promoción de la RCC con personalidad jurídica (Várguez, 2008 21-22).

Teniendo en consideración los hechos arriba expuestos podrían sostener que la RCC se vio impedida en convertirse en un movimiento paralelo a la jerarquía y, más aún, que se manifestara en contra de la estructura católica. En efecto, el objetivo de los carismáticos católicos era promover la transformación de la Iglesia. Es por ello que sus integrantes consideraron a la “Renovación” como un instrumento de Dios y del Espíritu Santo para tal fin (Paredes, 1998:151).

La RCC se institucionalizó tempranamente en América Latina. En 1973 se creó en Bogotá, el Consejo Carismático Católico Latinoamericano (CONCCLAT)110 que anualmente convoca al Encuentro Carismático

110 A su vez, en 1972 se creó en Bogotá, el Encuentro Carismático Católico Latinoamericano (ECCLA), órgano que desde entonces tiene sus propios congresos. Los objetivos de estos encuentros es lograr un intercambio de experiencias y alcanzar una visión en común para las Renovaciones Carismáticas latinoamericanas.

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Católico Latinoamericano (ECCLA), reuniendo a los principales dirigentes carismáticos latinoamericanos (Soneira, 2008: 233).

Por último, cabe señalar que en Chile, la RCC comenzó en Santiago, en 1972, en un retiro que tuvo lugar en la Casa de Ejercicios de las Rosas (Puente Alto), entre los días 1 al 5 de febrero. El equipo de retiro estaba formado por tres Padres Dominicos: Francis MacNutt111, James Burke y Patrick Rearden112; una monja dominica, Hermana Ana Félix, y un pastor metodista (Revista Pentecostés, Nº3, 1976:7). El primer grupo de incidencia de la RCC se centró alrededor de estratos económicamente altos reunidos en la Parroquia de Santo Toribio, en Las Condes.113 Sus principales promotores fueron el padre jesuita Carlos Aldunate y el padre Agustín Sánchez-Hurtado, quienes se colocaron a disposición de la Iglesia Católica, gracias la creación del grupo de coordinación de la RCC (integrado por laicos, sacerdotes y religiosos), representante ante las autoridades eclesiásticas. Tiempo después la RCC se expandió a los sectores populares, pues, ofrecía la posibilidad de experiencias religiosas, intimidad de grupo y un sentido de identidad, sobre todo entre los más empobrecidos. Una de las primeras comunidades fue “Dios con Nosotros” –del cual me referiré más adelante-, en 1973.

Por cierto, hacia el año 1976 existían aproximadamente unas comunidades carismáticas en todo el país. Actualmente existen más de 700 grupos de oración entre Arica y Punta Arenas. 114 Por último, el Arzobispo de Santiago, Cardenal Raúl Silva Henríquez, reconocía, en 1976, a la RCC como “una corriente de renovación espiritual que penetra en la Iglesia”, aunque afirmaba que había que tener cuidado con los riesgos y posibles desviaciones al acentuar excesivamente la experiencia espiritual que podría conducir a un iluminismo y subjetivismo como también dar excesiva importancia a los carismas (Aldunate, 1987: 41-46).

111 Sacerdote dominico norteamericano que incorporó la RCC en Colombia. 112 Sacerdote dominico norteamericano quien dirigió el primer centro de la RCC llamado San Martín de Porres en Cochabamba, Bolivia, en 1969. 113 Para más información sobre testimonios de carismáticos católicos: Revista Solidaridad, Nº37, Febrero, 1978, p.7. 114 Extraído desde: www.rcc-chile.cl

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Ahora bien, de acuerdo con los antecedentes aportados arriba, ¿qué se entiende y en qué consiste la RCC? Las principales tesis que definen a la RCC, a mi juicio, podrían sintetizarse de la siguiente manera:

Primero. Al igual que los pentecostales, los carismáticos católicos creen que el Espíritu Santo ocupa el centro de la experiencia religiosa. Ello, en efecto, permite la obtención de dones extraordinarios o carismas como el hablar en lenguas (glosolalia), realización de asambleas de oración en las que se lee la Biblia, se aplaude, se entonan himnos de alabanza, agradecimiento o de petición y se dan testimonios (confesión pública de conversión y/o se habla de las soluciones milagrosas que la divinidad ha dado a diversos problemas personales). En ese sentido, la espontaneidad de sus rituales crea un reforzamiento de un sentimiento de “comunidad”, pues comparten un mismo credo religioso, un lenguaje “carismático” y una misma práctica ritual que les permite identificarse como una unidad. Es decir, el sentimiento de comunidad se conforma a través de la participación de los individuos en las reuniones del Movimiento, en donde se dan relaciones cercanas, cara a cara y se participa de un interés común que es la búsqueda de contacto con la divinidad.

Segundo. Como parte de lo anterior, la flexibilización del ritual permite una presencia activa de los laicos, lo que implica una “revolución” en términos del tradicional ritual católico, pues plantea nuevas reglas y prácticas que modifican las liturgias verticales del sacerdote quien, por cierto, rara vez está presente en ellas. En su reemplazo están los “servidores”115 o dirigentes laicos a cargo de las comunidades. Tercero. La nueva praxis carismática, en fin, revitaliza a la Iglesia Católica, en el sentido de producir una reformulación de las actitudes y formas de acción de los católicos. Los principios carismáticos se constituyen en una ética religiosa que reorienta las relaciones de los carismáticos con el mundo secular.

Por último, el movimiento carismático en la Iglesia Católica fue considerado, por un largo tiempo, un fenómeno marginal y folklórico, y hasta el día de hoy sigue chocando con la mentalidad católica clásica, acusado por parte de los tradicionalistas como una nueva vía de 115 Un servidor es un individuo que tiene varios años dentro del movimiento, y que se ha preparado tomando varios cursos que se imparten dentro de la RCC, y que luego, pone al servicio de la comunidad de creyentes los dones extraordinarios o carismas que el Espíritu Santo le ha otorgado.

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pentecostalismo dentro de la Iglesia116, y por otro, por los católicos de la “opción preferencial por los pobres” –o también llamados de la “Teología de la Liberación”-, de ser un movimiento conservador y de evasión social frente a la situación de injusticia social (Tincq: 1997:517). III

Como esta ponencia tiene, además, como finalidad compartir con ustedes algunas reflexiones sobre una comunidad carismática durante la dictadura militar, me permito remitir a ello.

En 1973, luego del golpe de Estado del 11 de septiembre, la RCC hizo su aparición en la población “Manuel Rodríguez” – ubicada en la comuna de Barrancas-, gracias a la llegada del sacerdote irlandés Miguel O´Boyle117-perteneciente a la Congregación Misionera de San Columbano- quien conoció esta experiencia carismática en la comunidad parroquial de la Iglesia del Bautísimo Sacramento de Los Ángeles, Estados Unidos (Revista Pentecostés, Nº3, 1976:19). Su objetivo era establecer una comunidad cristiana. Para ello, el padre O´Boyle debió enfrentarse a tres problemas que afectaban a “Manuel Rodríguez”: en primer lugar, la profunda división que existía entre partidarios de la Unidad Popular (UP) y los democratacristianos (DC) quienes se disputaban el territorio. Cabe subrayar que “Manuel Rodríguez” -fundado el 14 de febrero de 1969- fue el resultado de la lucha de terreno entre democratacristianos con los comunistas. Ello fue producto de la difícil situación del problema habitacional que, por cierto, fue utilizado como arma política por ambos partidos en su búsqueda de apoyos entre los sectores populares.118 Esta

116 En 1975, el sacerdote chileno del Opus Dei, José Miguel Ibáñez, llegó a decir sobre la RCC: “Los católicos no han necesitado ningún movimiento carismático para adorar a Dios Espíritu Santo. Si me dicen que es el Espíritu Santo, el que posee a una persona que grita, que convulsiona, que murmura sonidos extraños…pienso que se trata de un caso clínico”. Ver Revista Ercilla, N°2.109, Dic 1975/ Ene 1976, p.22) 117 Este sacerdote irlandés integró el Consejo y Equipo Nacional de la RCC, entre los años 1973 a 1977. 118 La población “Manuel Rodríguez” obedeció a una “auto-toma” en el contexto del plan de vivienda llamada “Operación Sitio” durante el gobierno de Eduardo

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situación polarizada empeoró con la llegada de la Unidad Popular (UP), a causa de los problemas de abastecimiento de alimentos, al cabo de un año de gobierno de Salvador Allende.

En segundo lugar, reencontrar nuevamente a los pobladores con Dios, ya que, desde su fundación, la población había recibido sacerdotes que resultaban hostiles para los democratacristianos quienes los consideraban despreocupados de sus labores “eclesiásticas”. Ejemplo de ello fue el sacerdote columbano irlandés Alberto Buckwalter, en 1971, quien falleciera pronto en un accidente en moto o el caso de algunos curas que se retiraban del sacerdocio. Caso aparte fue la llegada, en 1972, de un cura ecuatoriano quién, por su simpatía con la Teología de la Liberación y por la UP, fue golpeado por los vecinos democratacristianos.119 En tercer lugar, la desarticulación social que perpetuó el golpe de Estado y la dictadura militar destruyó las organizaciones intermedias que existían en la población como los Clubes Deportivos, Centros de Madres, Juntas de Vecinos, etcétera. A ello debe agregarse persecución a los dirigentes sociales, militantes, obreros, simpatizantes o cualquier sospechoso de tener vínculos con el gobierno de la UP.

En tal contexto, “Padre Miguel” –como se le conoce- arrendó una pequeña casa de madera en la población para visitar cada uno de los hogares de “Manuel Rodríguez”, con el fin de invitarlos a formar esta nueva comunidad carismática.

La posesión de los carismas del padre O´Boyle provocó un impacto en el comportamiento de los católicos del sector, pues, no estaban acostumbrados a este nuevo elemento otorgado por el Espíritu Santo que los posicionaba en una condición de igualdad impensada en un contexto de autoritarismo. Por esta razón, el sacerdote irlandés adquirió un indiscutible prestigio entre los vecinos debido a su rol mediador ante los militares. En ese sentido su labor organizativa resultó ser la única posibilidad de

Frei Montalva, en 1967 -que consistía en un programa de soluciones habitacionales destinado familias de escasos recursos y con necesidades de vivienda, consistente en la entrega de sitios urbanizados que contaban con instalaciones sanitarias básicas y de mediaguas-, quien ante la negativa de su Ministro del Interior, Bernardo Leighton, de concederle esos terrenos, los dirigentes democratacristianos procedieron a ocupar esos terrenos el 14 de febrero de 1969. 119 José Reyes. Entrevista con el autor, diciembre 2008.

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mantener la organización social perdida por la dictadura. Cuestión que posibilitó una horizontalidad no sólo en el ámbito social sino en lo religioso, debido a que los pobladores podían ser partícipes de los dones de la divinidad.

“Padre Miguel” inspiró los grupos de oración que permitió una “armonía” entre pobladores que, antaño, eran contrarios. Según cuenta el propio padre, en una entrevista realizada por Revista Ercilla, partidaria del régimen militar, en 1976, decía:

Durante mucho tiempo tuvimos pura oración. Fue el tiempo de la conversión personal. Y poco a poco, Dios empezó a mostrarle a cada uno de los miembros de un cuerpo, cuya cabeza era Cristo. Y hubo entonces una conversión hacia el hermano. Amor hacia los hermanos. Nadie impuso la acción social (…) (Revista Ercilla, Nº2.109, Dic 1975/ Ene 1976: 21).

José Leiva, uno de los fundadores y encargado del grupo de oración

de “Dios con Nosotros”, por su parte, enfatiza que la comunidad mantuvo esa armonía:

Por la misma religión. Algunos tenían su `color´ político pero todos `tirábamos para el mismo lado... Éramos cristianos, a pesar de todo. La misma Renovación le imprimió esa identidad a nuestra comunidad a través de la oración. La oración produce la acción. Una comunidad que no haya oración, no hay acción. En la misma Biblia aparece eso. Uno comunidad que no tiene oración, es una comunidad egoísta120.

Este último testimonio deja entrever a la oración como motor de la

comunidad. ¿Qué nos permite decir que esa oración no sólo fuera una alabanza a Dios sino una aspiración profunda de cambio social y de denuncia a la dictadura militar en clave religiosa? ¿O, más bien, plantear que la oración permitía el desarrollo de una acción que privilegiaba las necesidades de los pobladores de “Manuel Rodríguez” por sobre una

120 José Leiva. Entrevista con el autor, enero 2008. Actualmente trabaja en la Oficina de la Renovación Carismática en Santiago.

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posición política partidista? En ese sentido, plantearé la distinción entre la “política” y lo “político” porque al realizar las entrevistas aparecía un mínimo común denominador que mostraba a “la política” como un elemento divisorio. El primer término refiere a la acción política a través de los partidos políticos y que busca lógicamente el poder; el segundo tiene que ver con toda acción política que, sin buscar directamente el poder, persigue el bien común. Así, pues, el bien común, a mi juicio, para la comunidad estuvo dado por solucionar los problemas que hasta ese momento eran de sobrevivencia, entendiendo que la comunidad fue expresión de una población atemorizada frente a los fenómenos asociados con la muerte: detenciones, allanamientos, tortura y desaparición. En efecto, la armonía consistía en la capacidad de encontrar los dones del espíritu que les permitía seguir siendo ciudadanos ante una dictadura que restringía el Estado de derecho.

Si la dictadura imponía sus leyes que regían la convivencia en el seno de la comunidad política, la “oración” logró una autonomía protegida que integraba a católicos y no católicos de la población, facilitando a sus miembros un compromiso cívico de resistir a la dictadura. De este modo, el contenido altamente espiritual de la RCC no imposibilitó la acción política entre los carismáticos católicos populares. El ritual pragmático carismático, en efecto, respondió rápidamente al problema social provocando la confianza necesaria para mantener los lazos y vínculos poblacionales destruidos por el autoritarismo.

En tal sentido, Enrique Cerda, “servidor” de la comunidad y miembro del equipo de coordinadores centrales de la RCC, recuerda: “Nosotros nos reuníamos igual. Muchas veces tuvimos problemas con Carabineros pero no nos importaba mucho. Nos reuníamos a orar por todas las personas que estaban sin trabajo; pedíamos a Dios por la gente que necesitaba tener un espacio más digno”121.

Por otra parte, más allá de que la responsabilidad oficial frente a las autoridades eclesiásticas era del padre O´Boyle, los laicos se organizaron a través de elecciones para elegir a sus coordinadores o “servidores”, con el propósito de dirigir las distintas actividades dentro de la comunidad como 121 Enrique Cerda. Entrevista con el autor, junio-enero 2008. Fue coordinador central de la Renovación Carismática entre los años 1975 a 1983. Participó del Quinto Encuentro Carismático Latinoamericano en Caracas, Venezuela, en enero de 1977, como representante de la delegación chilena de la RCC.

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las “ollas comunes”, “comprando juntos”, catequesis matrimoniales, grupos de oración, bautismales o de “ayuda fraterna”. En efecto, la RCC profundizó el sentido comunitario (Juárez Cerdi, 1996: 73).

La Revista Ercilla, a partir de lo anterior, describió en sus páginas la fraternidad existente dentro de “Dios con Nosotros” destacando que sus miembros eran: “...gente abierta y cariñosa que no tiene vergüenza de mostrar su amor a Dios y su debilidad humana (Revista Ercilla, Nº2.109, Dic. 1975/ Enero 1976: 22).

Finalmente, hacia abril de 1977, O´Boyle dejaba la comunidad para irse a trabajar a una parroquia en los Estados Unidos, mandado por su Orden Columbana. A cargo de ella quedaron los coordinadores bajo su dirección (Revista Pentecostés, Nº2, julio/agosto, 1977: 23). Téngase en cuenta, en relación a esto último, que sólo para la liturgia dominical se utilizaron sacerdotes provenientes de otras parroquias, aunque también se incluyeron sacerdotes carismáticos extranjeros122.

Lo expuesto nos permite sostener que vino un proceso de “autonomía absoluta” de los carismáticos, puesto que fueron los coordinadores laicos –como hemos visto elegidos por votación de todos sus miembros- quienes asumieron la dirección desde 1977 hasta 1983, año en que la comunidad dejó de ser carismática producto de los cambios producidos a nivel de la jerarquía local – con la llegada del Arzobispo Francisco Fresno- como de los sacerdotes columbanos, partidarios de la liturgia tradicional. IV

En conclusión, a partir de todo lo dicho se podría afirmar que las características propias del movimiento carismático, surgido en las iglesias protestantes, influyeron en un contexto significativo para la Iglesia Católica, ya que ésta experimentaba una serie de cambios de “apertura al mundo” que posibilitaron la entrada del pentecostalismo de al interior del catolicismo. Ello produjo una redefinición del papel del laico dentro de la 122 Cabe destacar las visitas internacionales de los sacerdotes: Monseñor Carlos Talavera (México), Padre Carillo, Darío Betancourt y Diego Jaramillo (Colombia), Fay Smith, Tom Forrest (USA) Briege Mackenna (Irlanda) y Tata Coutinho (Brasil).

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Iglesia a través de los “grupos de oración”, y del sentimiento comunitario que se estableció en este movimiento ajustándose, con plena coherencia, a los principios del mencionado Concilio. Lo dicho, ciertamente, permite visualizar a la RCC como un grupo dinámico que aseguró su nexo institucional con la Iglesia Católica, y privilegió su “opción preferencial por el Espíritu Santo”.

Por otro parte, agreguemos que, a partir del caso expuesto de la comunidad carismática “Dios con Nosotros”, la RCC constituyó un espacio abierto y democrático que ayudó a reconstruir el tejido social de la población “Manuel Rodríguez”. En ese sentido -y de acuerdo a las características propias de la RCC-, esto se debió a tres motivos: a) el pragmatismo del ritual carismático, del cual se podía adorar libremente a Dios, sin tapujos, y en la cual se daba una respuesta rápida a situaciones de inseguridad y miedo propias de un contexto violento; b) Lo anterior está relacionado con la imagen de un Dios cercano y accesible de la cual todos podían participar; incluso, ya no era necesario tener la figura del sacerdote para poder realizar la liturgia cristiana; c) Todo ello regeneró la confianza perdida y, además, ayudó a la convivencia ciudadana pudiendo, de esta manera, reestablecer las relaciones sociales y el entramado social que, como hemos visto, estaba deteriorado. Bibliografía Libros: Aldunate, Carlos. 1987. ¿Renovación Carismática?, Editorial Paulinas, Santiago, 1987. Eliade, Mircea. 1999. La búsqueda: historia y sentido de las religiones, Editorial Kairós, 1999. Artículos y documentos: Galilea, Carmen. 1992. Católicos carismáticos y Protestantes Pentecostales. Análisis comparativo de sus vivencia religiosas, CISOC-Bellarmino, Santiago.

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