Metodologia en Escenarios Internacionales

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Metodología y epistemología en los escenarios internacionales

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Buenos Aires

República Argentina

2011

CONSTITUYENTES METODOLÓGICOSCONSTITUYENTES METODOLÓGICOSCONSTITUYENTES METODOLÓGICOS

PARA UN ESTUDIO DE LOS PARA UN ESTUDIO DE LOS PARA UN ESTUDIO DE LOS

ESCENARIOS INTERNACIONALESESCENARIOS INTERNACIONALESESCENARIOS INTERNACIONALES

Hugo Pérez-Idiart

...los asuntos globales...los asuntos globales...los asuntos globales

en el siglo XXIen el siglo XXIen el siglo XXI

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1. Introducción

2. El Conocimiento 2.1 ¿Por qué estudiar el conocimiento? 2.2 ¿Por qué estudiar el conocimiento científico? 2.2.1 Caso de Estudio 1: “Constantes universales” 2.2.2 Caso de Estudio 2: “Constantes no universales” 2.3 Ejemplos orientadores 2.4 El razonamiento científico

2.4.1 Pensadores 2.4.2 Características del razonamiento científico. 2.4.2.1 Caso de estudio 3: “Cam- bio climático” 2.4.3 Visiones comparadas 2.5 Vocabulario clave del capítulo 2.5.1 Glosario 2.5.2 Preguntas, consignas de revisión y autoevaluación 2.5.3 Bibliografía complementaria 3. La relevancia del vocabulario clave 3.1 Conceptualización inicial 3.2 Aplicaciones 3.2.1 Los Congresos Académicos 3.2.2 Mapas conceptuales 3.2.3 Informes periodísticos 3.2.3.1 Estudio de Caso 1: “Len- guaje etosocial”

3.2.3.2 Estudio de Caso 2: “Topo- logía del lenguaje: Axones, Tipología, Protocolo”

3.3 Vocabulario clave del capítulo 3.3.1 Glosario 3.3.2 Preguntas, consignas de revisión y autoevaluación 3.3.3 Bibliografía complementaria

4. Tema y problema de investigación 4.1 Conceptualización inicial 4.1.1 Tema de investigación 4.1.2 Problema de investigación 4.2 Aplicaciones 4.3 Vocabulario clave del Cap. 4.3.1 Glosario 4.3.2 Preguntas, consignas de revisión y autoevaluación 4.3.3 Bibliografía complementaria 5. Marco teórico 5.1 Conceptualización inicial 5.2 Aplicaciones 5.3 Vocabulario clave del Cap. 5.3.1 Glosario

5.3.2 Preguntas, consignas de revisión y autoevaluación 5.3.3 Bibliografía complementaria

6. Nivel de investigación 6.1 Conceptualización inicial 6.2 Aplicaciones 6.3 Vocabulario clave del Cap. 6.3.1 Glosario

6.3.2 Preguntas, consignas de revisión y autoevaluación 6.3.3 Bibliografía complementaria

7. Enunciados conjeturales 7.1 Conceptualización inicial 7.2 Aplicaciones 7.3 Vocabulario clave del Cap. 7.3.1 Glosario

7.3.2 Preguntas, consignas de

revisión y autoevaluación 7.3.3 Bibliografía complementaria

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8. Diseños 8.1 Conceptualización inicial 8.2 Aplicaciones 8.3 Vocabulario clave del Cap. 8.3.1 Glosario

8.3.2 Preguntas, consignas de revisión y autoevaluación 8.3.3 Bibliografía complementaria

9. Técnicas de recolección de información 9.1 Conceptualización inicial 9.2 Aplicaciones 9.3 Vocabulario clave del Cap. 9.3.1 Glosario

9.3.2 Preguntas, consignas de revisión y autoevaluación 9.3.3 Bibliografía complementaria

10. Elaboración de la información 10.1 Conceptualización inicial 10.2 Aplicaciones 10.3 Vocabulario clave del Cap. 10.3.1 Glosario

10.3.2 Preguntas, consignas de revisión y autoevaluación 10.3.3 Bibliografía complementaria

11. Revisión sustantiva

12. Conclusión 13. Anexos y Apéndices 13.1 Epistemología Standard 13.1.1 Ejercicios reflexivos de aplicación

13.2 Epistemología no Standard 13.1.2 Ejercicios reflexivos de aplicación

14. Bibliografía 14.1 Visiones acerca de las formas de citar 14.2 Formas de citar en otras décadas. 14.3 Las propuestas en este principio del siglo XXI.

15. Adicionales 15.1 Protocolo de investigación 15.1.1 Universidades extranjeras 15.1.2 Universidades nacionales

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tono apacible Pierre-. Su industria va a tomar un incremento extraordinario. Esto es un hecho cierto. Aquí tienes una carta de Buffalo, en la que unos técnicos, deseosos de crear su explotación en EE.UU. nos ruegan que los documentemos… -¿Y qué? –contesta María, que no tiene mucho interés en la conversación- -Tenemos ante nosotros dos soluciones. Describir sin ninguna restricción los resultados de nuestras investigaciones, añadiendo los procedimientos de la purificación…María tiene un gesto mecánico de aprobación y murmura: –Sí, claro... –O bien –continúa Pierre-, nos considera-mos como los propietarios, los inventores del ra-dium, y en ese caso, antes de publicar qué materias has tomado para tratar la pernblenda, sería necesario patentar esta técnica y asegurarnos sobre la fabrica-ción del radium en el mundo. Hace un esfuerzo para precisar de una manera objetiva la situación. No es culpa suya si, al pronunciar palabras que le son po-co familiares como “patentar”, “asegurar nuestros derechos”, su voz adquiere una inflexión de menos-precio, apenas perceptible. María reflexiona unos segundos. Y contesta: - !Imposible!...Eso sería con-trario al espíritu científico. El grave rostro de Pierre se ilumina. Luego, conscientemente, insiste: -También lo pienso yo…pero no quiero que tome-mos esa decisión a la ligera. Nuestra vida es muy dura, parece que está amenazada de serlo siempre. Tenemos una hija, acaso tendremos otros hijos. Para ellos y para nosotros, esa patente representaría mucho dinero, la riqueza. Sería asegurar la comida y la supresión de las necesidades.. Y cita aun, con una pequeña sonrisa, la única cosa a la cual le es doloro-so renunciar: -Podríamos tener también un buen laboratorio… Los ojos de María se abren. Enjuicia serenamente la idea del beneficio y de la recompen-sa material. Repentinamente rechaza la idea y excla-ma: -Los físicos publican siempre íntegramente sus investigaciones, Si nuestro descubrimiento tiene un porvenir comercial, es una casualidad de la cual no hemos de aprovecharnos, Además, el radium servirá para curar enfermos. Me parece imposible sacar de

Cuando se está al final de una carrera de grado es necesario establecer un tema de investiga-ción y delimitar en ese tema, el problema que se desea encarar. Esto constituye un cúmulo de desafíos y el que no lo reconoce no debería abordar un tema de investigación. Hay numerosos y excelentes ejemplos de los desafíos que involucra esta etapa en la historia y sociología de la ciencia como conocimiento, entre los cuales vamos a diferenciar algunos que consideramos seminales. Desafío moral Desafío cognitivo Desafío epistemológico Desafío ontológico Desafío paradigmático Desafío metodológico

El desafío moral debe estar presente en los objetivos que acompañan los interrogantes de investigación. Recuperemos el íntimo pensa-miento de una notable investigadora y obser-vemos si algunas de las consideraciones que se plantean aún persisten en el trabajo científico y esto nos permitirá involucrarnos en ese desaf-ío. Este aspecto moral, en otras palabras la nobleza que debe estar en todo trabajo de in-vestigación, lo podremos inferir a partir del diálogo entre María y Pierre Curie en torno a dar –o no- a una empresa norteamericana lo que les había solicitado: “Un domingo a la mañana, y en la casilla del boule-vard Kellermann (…) el cartero le entregará una carta que llega de los EE.UU. – Es necesario que hablemos un poco de nuestro radium –dice con

Los dioses habían condenado a Sísifo a rodar sin cesar una roca hasta la cima de una montaña desde donde la piedra volvería a caer por su propio peso. Habían pensado con algún fundamento

que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza…

PRELIMINARES

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ello algún beneficio(…) Pierre se ha tranquilizado, y añade como si arreglara una cuestión de detalle: - Esta noche escribiré a los inge nieros americanos dándoles los datos que solicitan.” 1 Sin duda nos emociona. Sin duda la pregunta que debemos respondernos es: ¿Qué hubiéra-mos hecho nosotros, en este principio del siglo XXI? El desafío cognitivo generalmente está asocia-do al dipolo soberbia/humildad. En nuestra experiencia docente a nivel de grado y posgra-do hemos analizado protocolos de investiga-ción que casi intentaban efectuar una “teoría de la relatividad” en las ciencias sociales con temas de investigación tan ambiciosos que eran no viables para un solo investigador. Sin duda, puede ser necesario un Einstein de las ciencias sociales y eco-humanas, pero debe ser articula-do con el desafío moral previamente descrito

Se ha comprendido ya que Sísifo es el héroe absurdo. Lo es en tanto por sus pasiones como por su tormen-to. Su desprecio de los dioses, su odio a la muerte y su apasionamiento por la vida le valieron ese suplicio indecible en el que todo el ser dedica a no acabar nada. (…). Con respecto a éste, lo único que se ve es todo el esfuerzo de un cuerpo tenso para levantar la enorme piedra, hacerla rodar y ayudarla a subir una pendiente cien veces recorrida; se ve el rostro crispa-do, la mejilla pegada a la piedra, la ayuda de un hom-bro que recibe la masa cubierta de arcilla, de un pie que la calza, la tensión de los brazos, la seguridad enteramente humana de dos manos llenas de tierra. Al final de ese largo esfuerzo, medido por el espacio sin cielo y el tiempo sin profundidad, se alcanza la meta. Sísifo ve entonces como la piedra desciende en algu-nos instantes hacia ese mundo inferior desde el que habrá de volverla a subir hacia las cimas, y baja de nuevo a la llanura. Sísifo me interesa durante ese re-greso, esa pausa. Un rostro que sufre tan cerca de las piedras es ya él mismo piedra. (…) Hace del destino un asunto humano, que debe ser arreglado entre los hombres. Toda la alegría silenciosa de Sísifo consiste en eso. Su destino le pertenece. Su roca es su cosa. Del mismo modo el hombre absurdo, cuando con-templa su tormento, hace callar a todos los ídolos. (…) No hay sol sin sombra y es necesario conocer la noche. El hombre absurdo dice que sí y su esfuerzo no terminará nunca. Si hay un destino personal, no hay un destino superior, o, por lo menos no hay más que uno al que juzga fatal y despreciable. Por lo de-más, sabe que es dueño de sus días. (…) Así, persua-dido del origen enteramente humano de todo lo que es humano, ciego que desea ver y que sabe que la noche no tiene fin, está siempre en marcha. La roca sigue rodando. Dejo a Sísifo al pie de la montaña. Se vuelve a encontrar siempre su carga. Pero Sísifo ense-ña la fidelidad superior que niega a los dioses y levan-ta las rocas. El también juzga que todo está bien. Este universo en adelante sin amo no le parece estéril ni fútil. Cada uno de los granos de esta piedra, cada trozo mineral de esta montaña llena de oscuridad forma por sí solo un mundo. El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre. Hay que imaginarse a Sísifo dichoso.

Albert Camus

(1913-1960), El

mito de Sísifo

Sísifo (Tiziano, 1548/9,

Museo del Prado, España)

1 Eve Curie. (1937). La vida heroica de María Curie descubri-dora del Radium. Espasa Calpe, Argentina, p. 205.

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descrito Por otra parte, los que van a graduar-se desean y necesitan mostrar que valió la pena hacer una carrera universitaria y el mejor testi-monio es una tesis de envergadura. Esto es totalmente lícito y debe ser acompañado por los que ejercen un acompañamiento tutorial pero, a la vez, involucra un profundo estudio no sólo de los intereses del investigador sino de su capacidad objetiva para llevarlo a cabo. Es por esto que el esfuerzo intelectual está acotado por la honestidad reflexiva, tal como podemos destacar siguiendo a Eve Curie rela-tando sobre su madre, lo siguiente: “La etapa siguiente en el desarrollo de su carrera es el doctorado- Hay unas semanas de dudas. Se trata de escoger un tema de investigación de una manera fecunda y original. Como un escritor antes de en-contrar el tema de su novela, María, en unión de su marido, pasa revista a los más recientes trabajos de física y busca un tema de tesis (…)” 2 Y las preguntas exploratorias fueron un torbe-llino y las sintetizamos en lo siguiente: “Los rayos de Becquerel intrigaban a los Curie con la mayor intensidad. ¿De dónde procede, se pre-guntaban, la energía mínima, claro está, que des-prenden constantemente los compuestos de urano, bajo la forma de radiaciones? ¿Cuál es la naturaleza de estas radiaciones? ¡He aquí un excelente tema de investigación, un tema de doctorado! La materia tienta a María, tanto más cuanto que el campo de exploraciones se halla completamente virgen: los trabajos de Becquerel son recientes y, en los labora-torios de Europa, nadie, que se sepa, ha profundi-zado todavía el estado de los rayos uránicos. Como punto de partida y por toda bibliografía existen las comunicaciones presentadas por Becquerel a la Academia de Ciencias en el curso del año 1896. ¡Qué apasionante es lanzarse a la aventura de un campo desconocido!” 3

María Curie estaba continuamente reflexionan-do con su esposo Pierre acerca de un posible

tema de investigación, ¿debía ser original e innovador? Pero ¿quienes determinaban en su época que un tema de investigación era origi-nal e innovador? ¿Acaso era la comunidad científica, cuyos miembros pueden asumir criterios de exclusión que, en definitiva, nos acercan a la visión de lo que es ciencia en un nivel ideológico?4 La respuesta puede ser dire-cta y contrastable, sin duda la Academia de Ciencias en Francia daría la aprobación o re-chazo, pero María Curie estaba pisando un territorio que conocía, que no sólo había ex-plorado, sino que había trabajado y presentado para su discusión en algunos papers sustantivos previos 5. La primera consecuencia que tuvo claro María fue que el tema de investigación obedecía a un sendero previo, que además los métodos y técnicas que conocía no eran suficientes, que debía trabajar sobre la oscuridad y que la luz de esa época podía llegar a molestar. Un tema de investigación debería ser fecundo y original, para ello la revisión bibliográfica de los más

2 Ibidem, p. 153. 3 Ibid. pp. 154-5.

4 Entre otros autores, hacemos referencia a Joseph Rou-cek, David Apter, Joseph Schumpeter o Daniel Bell, res-pecto a la relación ideologías/ciencia. 5 Los Curie, desde 1899 a 1904, habían publicado juntos o en colaboración treinta y dos comunicaciones científicas. Como dice Eve, “(…) los títulos de estas notas son áspe-ros, su texto erizado de fórmulas y de gráficos que asustan a los profanos. Cada una de ellas, no obstante, representa una victoria. Al leer la árida enumeración de las comunica-ciones más importantes, dediquemos un pensamiento a lo que encubren de curiosidad, de obstinación, de genio: “Sobre los efectos químicos de los rayos de radium” (María y Pierre Curie, 1899); “Sobre el peso atómico del barium” (Maria Curie, 1900); “Las nuevas substancias radiactivas y los rayos que emi-ten” (María y Pierre Curie, 1900); “Sobre la radiactividad insti-gada provocada por las sales del radium” (Pierre Curie y André Debierrne, 1901); “Acción fisiológica de los rayos del ra-dium” (Pierre Curie y Henry Becquerel, 1901); “Sobre los cuerpos radiactivos” (María y Pierre Curie, 1901); “ Sobre el calor desprendido espontáneamente por las sales del radium” (Pierre Curie y A. Laborde, 1903); “Investigaciones sobre las substancias radiactivas” (María Curie, 1903); “Acción fisiológica de la emana-ción del radium” (Pierre Curie, Ch. Bouchard y V. Balthazard, 1904)” (Ibidem, pp. 195-6). Como observamos: colabora-ción y compromiso académico.

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recientes trabajos, el elaborar interrogantes que sean viables de ser investigados y el planteamien-to de objetivos constituían pasos que, para ella, debían ser precisados. La exclamación “¡Qué apasionante es lanzarse a la aventura de un cam-po desconocido!”, nos ubica frente a una situa-ción de pre/investigación que obliga a poner como horizonte inicial la relevancia que pueda tener el trabajo que efectuaremos y el reconoci-miento académico y social que todo investigador presupone. De modo que la potencialidad del trabajo de in-vestigación y su originalidad no dependen –exclusivamente- del investigador, aunque éste posea una intuición de su importancia futura; pero sí es determinante efectuar un estricto estu-dio del vocabulario clave que conduce al territorio reflexivo de “ese campo desconocido” o, al me-nos, su frontera. El desafío cognitivo nos permi-te recordar que no todo interrogante es un inter-rogante de investigación. El desafío epistemológico desnuda al investiga-dor y al auditorio y suele inquietar la relación comunicativa6, recordemos un apasionante texto, un diálogo entre un abuelo –profesor de la uni-versidad de Berkeley antes de la infección mun-dial- y su nieto, una fantasía apocalíptica, en el cual se asume una epidemia de alcance global y la barbarización de la humanidad, antecedente de “La peste” (Albert Camus) y “Fahrenheit 451” (Ray Bradbury):

6 El 27 de abril de 1938 moría Edmund Husserl, el consi-derado creador de la fenomenología, “… que reúne cua-tro notas decisivas para una filosofía auténticamente nue-va: originalidad sin ruptura, pensamiento radical, rigor obstinado y fecundidad metodológica”. En 1916 Husserl va a Friburgo y, simultáneamente, respira y escribe; a partir de 1919 tiene como asistente a Martin Heidegger. En 1927, desde Marburgo, Heidegger publica en el Jahr-buch de fenomenología su “El ser y el tiempo”, trabajo que Husserl leyó dos veces y rechazó, sin percibir que nacía la continuidad disidente de su método: la fenomeno-logía existencial. Tal como leemos: “Viviría hasta el fin en solitario retiro, con la grave alegría de tres apoyos: la feno-menología -la obra de su vida-, el amor de Malvine Steins-heinder, su mujer, y la fidelidad de sus asistentes, Land-

greve y Fink. En 1935 pronuncia en Viena una conferen-cia magistral, donde muestra que su teoría no se ha olvi-dado de los hombres ni de la historia. La fenomenología, dice, es una tarea infinita, un nuevo modo de cientifici-dad reservado al espíritu y “sólo el espíritu es inmortal”, -subraya-. Cuatro semanas después de su muerte, arribó a Friburgo el padre franciscano Herman van Breda (27 años) y conversa con Malvine y Fink; luego observa las “40 mil páginas de manuscritos estenografiados que dejaba Husserl, amén de otras 10 mil ya transcriptas por sus asistentes, sin contar las innumerables anotaciones de su fina escritura estampadas en los libros que leía”. El sacerdote da comienzo a lo que luego sería el Archivo Husserl, en Lovaina, dando lugar a otro testimonio: “…el testimonio de un segundo Husserl, más cerca del mundo de la vida y más lejos de las puras esencias; son prueba de que el maestro sabía -como dice Landgreve- que el mundo objetivo no coincide con el mundo verda-dero”. Esto constituye, sin duda, un desafío epistemoló-gico que encierra un severo interrogante respecto a la necesaria demanda de establecer relaciones comunicati-vas científicas. (las citas fueron tomadas de Primera Plana, Buenos Aires, 23 de abril de 1968, Nro. 278, p. 8).

Mano con esfera reflectante”, (1935, litograf-ía. “Mi cabeza, o de forma más exacta, el punto entre mis ojos permanece en el cen-tro absoluto. Todas las direcciones pasan por este centro. El ego es el núcleo inaltera-ble de este mundo” M. C. Escher (1898-1972)

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La formulación de un tema y problema de investiga-ción. Dos concepciones: la tradición heredada o la elaboración de un distinto crucigrama. Notable viñeta que revela una de las consecuencias del debate meto-dológico: la indeterminación conceptual de aconteci-mientos claves y la imperiosas necesidad de abordar-los (Patrich Chappatte, Internacional Herald Tribune, 2004)

“De pronto, el cuerpo del muchacho se tensó en posición de alerta. El sonido, la visión y el olor lo habían advertido simultáneamente. tendió la mano hacia el viejo, lo tocó, y ambos permanecieron in-móviles y silenciosos. (…) entonces, un gran oso pardo se les mostró saliendo ruidosamente, y tam-bién él se detuvo instantáneamente, al ver a los dos humanos. (…) volvieron a la cima, y el muchacho dijo, con una risita prudentemente atenuada: - ¡Ése era grande, abuelo! El viejo hizo una seña afirmativa. Meneó tristemente la cabeza, y contestó, con una voz falsete parecida a la de un niño: -cada día hay más. -!Quién hubiera pensado que viviría lo bastante para ver unos tiempos en que se corre peligro de muerte por el mero hecho de circular por el territo-rio del balneario de Cliff-House! En la época de la que te hablo, Edwin, cuando yo era un niño, acudan aquí, en verano, decenas de miles, hombres, muje-res, niños y niñas. Y entonces no había osos por aquí, puedes estar seguro. O, al menos, eran tan escasos que se los metía en jaulas y se pagaba dinero por verlos. -¿Dinero, abuelo? ¿Y eso qué es? Antes que el viejo contestara, Edwin se dio un golpe en la frente: se había acordado. Se metió la mano en una especie de bolsillo inserto en la piel de oso, y sacó de él, triunfalmente, un dólar de plata, abollado y des-lustrado. Los ojos del anciano se iluminaron cuando se inclino sobre la moneda. -Mi vista es mala –murmuró-. Mira tú, Edwin, si puedes descifrar la fecha que lleva. El niño se echo a reír y exclamó, divertidísimo: ¡Eres increíble, abuelo! ¡Sigues tratan-do de hacerme creer que estos pequeños signos que hay ahí quieren decir algo! El viejo gimió profunda-mente, y acercó el pequeño disco a dos o tres pulga-das de sus ojos. “Dos mil doce! –exclamó, finalmen-te. Luego se lanzó a un parloteo chistoso. .!Dos mil doce! Fue el año en que Morgan V fue elegido presi-dente de los Estados Unidos por la asamblea de magnates. Debe ser una de las últimas monedas que se acuñaron, porque la muerte escarlata llegó en el año dos mil trece. ¡Señor! ¡Señor! ¡Cuando pienso en ello! Hace sesenta años. ¡Hoy soy el único supervi-viente de aquel tiempo!” (…) Luego atraparon un conejo y siguieron dialogando: “-Es bueno, el cone-jo; muy bueno –musitó el vejestorio– . Pero como golosina deliciosa al paladar, prefiero el cangrejo. Cuando era niño… Edwin, impaciente ante la fútil locuacidad del viejo, le interrumpió. -¿A qué vienen –dijo, cortándole la palabra- tantas frases a propósi-to de cualquier cosa, frases que no tienen ningún sentido? (…) Edwin prosiguió: -Me pone nervioso oír constantemente cosas que no entiendo...

. ¿Por qué, abuelo, por ejemplo, llamas a un cangre-jo “una golosina”? Un cangrejo es un cangrejo y se acabó. ¿Qué quiere decir eso que añades?” 7 En el proceso histórico/sociolingüístico se ob-serva que uno de los ejes es el estudio de la evolución de los conceptos8, en este caso, la sociología del conocimiento, la filosofía del lenguaje y la antropología cultural nos dan bas-tones necesarios -pero siempre insuficientes-

7 Jack London. ( ). La fiebre escarlata, Bs. As., Argentina, Ed. Rei, pp 11-14. 8 Hacemos referencia a la obra de Reinhart Koselleck (Görlitz,1923-Bielefeld, 2006), en especial las cuatro transformaciones del lenguaje político –y las mutaciones del campo semántico- en el proceso del devenir de la modernidad: Demokratisierung, Politisierung, Ideologisierbar-keit y Verzeitlichung; expuesto en su diccionario GG (Geschichtliche Grundbegriffe. Historisches Lexikon zur politisch-sozialen Sprache in Deutschland, bajo la compilación de Otto Brunner, Werner Conze y el mismo Koselleck, Stuggart, Klett-Costa. (1972), Vol. I, pp. xiii-xxviii. Tam-bién en Reinar Koselleck. (2002). The Practice of Conceptual History. Timing History, Spacing Concepts, Stanford, Stan-ford University Press; y del mismo autor: Futuro pasado. Para una semántica de los tiempos históricos. (1993). Barcelna, Ed. Paidós.

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para el abordaje de temas de investigación en el área que involucra a las relaciones internacionales y pos/internacionales. Las palabras, en su con-textualidad conceptual, nos dan una idea del cómo conocer, con una inferencia directa: esta-blecer los resultados operativos, concretos, deci-sivos, en cuanto a la delimitación y selección de acontecimientos en estudio, en especial durante el proceso de organización política, social y económica/intercultural en que se ha involucra-do la actividad humana. ¿Abordaremos un enfo-que epistemológico dicotómico, basado en la concepción heredada, en la cual el sujeto que conoce y el objeto por conocer están perfecta-mente diferenciados? ¿Acaso no debemos tomar en cuenta la diferencia entre lo dicotómico y el reflectivismo, entre la “simplicidad organizada” y la complejidad no organizada”? Es decir, “Qué quiere decir, eso que añades?”

Como complemento a los desafíos precedentes, todo investigador se suele hacer una pregunta: ¿Cuál es la naturaleza y característica de la reali-dad y qué es lo que se puede saber acerca de ella? Si asumimos que la realidad puede ser aprehendi-da, conocer sus leyes y todo el dispositivo –¿inmutable?- que la gobierna, entonces nos situa-mos en la ontología del realismo ingenuo, con alcances reduccionistas e, incluso, determinista, es decir, positivista. En cambio, al asumir que la realidad sólo puede ser abordada imperfectamen-te, particularmente por las limitaciones del mis-mo ser humano y nos obligamos a ser prudentes y aceptar enunciaciones que toman la realidad de los temas de investigación en su forma perfecti-ble, en este caso nos ubicamos en el pos/positivismo. Si consideramos que la realidad está fuertemente impregnada de historia, conformada por un colectivo de factores sociales, económi-cos, étnicos o culturales, incluso con diferencias de género, organizadas en estructuras de perma-nencia en las que configuramos criterios de reali-dad, nos conducimos con la ontología de la teor-ía crítica. Por caso, si asumimos que la realidad no es más que una construcción mental, intangi-

ble y múltiple, socialmente distinguible y marca-da por un entorno cultural, dependiente de cla-ves relacionales de individuos, grupos y asocia-ciones que dan la impronta de cada comunidad, nos reconoceremos como ontológicamente constructivistas.

Lo que estamos reseñando, con todas las limita-ciones que posee, es señalar que hay una posta en la cual el realismo ingenuo del positivismo nos afirma que existe una realidad externa y ob-jetiva posible de ser conocida por el investiga-dor; no obstante, también hemos observado que, si bien se reconoce la objetividad de la rea-lidad, ella solamente puede ser conocida en for-ma imperfecta. Por otra parte, algunos conside-ran que la realidad posee un fuerte sesgo históri-co y está constituida por estructuras situadas, a las cuales les otorgamos realidad para abordar su estudio y, finalmente, nos acercamos al cons-tructivismo –relativismo potencial-, presupo-niendo realidades múltiples, cuya emergencia se anida en el proceso psico/neurológico del inte-lecto humano y de características cambiantes.

Lo que hemos señalado hasta aquí, puede ser convocador para establecer que desafío, a nivel paradigmático, habremos de recorrer. ¿Acaso nos instalamos en el positivismo, el post/positivismo, la teoría crítica, el constructivismo? ¿Optaremos por alguno de los reflectivismos, tales como el post/modernismo, el post/estructuralismo o los temas vitales que encara la

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llamada cuestión de género o el post/colonialismo? Paradigmáticamente, los “puzzles” de cada entorno ontológico abordan los issues en forma muy distinta. El positivismo apunta a la observación sistematizada del objeto, su explica-ción y predicción, elementos que comparte con el post/positivismo; en cambio a la teoría critica y el constructivismo les interesa la comprensión y reconstrucción de ese objeto y su crítica en el proceso de transformación del mismo. Para el positivismo, el conocimiento queda conformado por hipótesis verificadas, llegando al nivel de le-yes; en cambio, el post/positivismo agrega que esas hipótesis, al no ser refutadas, son probable-mente leyes. En cambio, la teoría crítica señala que el conocimiento es conocimiento estructural e histórico y para el constructivismo, el rol indivi-dual y la reconstrucción del conocimiento son dependientes del consenso. Respecto a los valo-res, tanto el positivismo como el post/positivismo los considera excluidos del proceso; radical diferencia con la teoría crítica y el cons-tructivismo, que los considera incluidos y total-mente influyentes, puesto que con/forman la realidad a investigar. Estos son algunos de los desafíos paradigmáticos, por supuesto en una visión incompleta, pero –esperamos- al menos didáctica, de algunos de los paradigmas en competencia que deberemos con-siderar como otro de los desafíos en todo trabajo de investigación. Hay numerosos y notables libros que abordan las inquietudes científicas y desafíos presentes en las metodologías9. En nuestro caso este texto es re-sultado de una necesidad que hemos observado y compartido con profesores y estudiantes de gra-do y posgrado.

Bs. As., Ed. Kapeluz; Restituto Sierra Bravo. (1983). Ciencias Sociales. Epistemología, Lógica y Metodología, Madrid, Ed. Paraninfo; Ezequiel Ander-Egg, (1986) Técnicas de Investigación Social, Bs. As., Editorial Humanitas; Felipe Pardinas. (1970). Metodología y Técnicas de Investigación en Ciencias Sociales, México, Siglo XXI editores, 5ta. Ed.; William J. Goode; Paul K. Hatt. (1977). Métodos de Investi-gación Social, México, Ed. Trillas; Mario Bunge. (1976) Ciencia, su método y su filosofía, Bs. As., Ediciones Siglo Veinte; Hyman, Lazarsfeld, Sorokin, Coser. (1977). La Investigación Social. Bs. As., Centro Editor de América Latina; Paul F. Lazarsfeld, Morris Rosenberg (Ed.). (1965) The Language of Social Research, The Free Press, New York. Incluso, entre otros, Eduardo R. Scarano (coordinador). (1999). Metodología de las Ciencias Sociales. Lógica, Lenguaje y Racionalidad, Bs. As., Macchi Grupo Editor; Justus Buchler. (1972). El Concepto de Método, Bs. As., Ed. Nova; Jeannette Abouhamad H. (1965). Apuntes de métodos de investigación en ciencias sociales, Caracas, Vene-zuela, Instituto de Investigaciones, Universidad Central de Venezuela; Esther Díaz (editora). (2000). La Posciencia. El conocimiento científico en las postrimerías de la modernidad, Bs. As., Ed. Biblos, 3ra. Ed.; Quentin Gibson. (1964). La lógica de la Investigación Social, Madrid, Editorial Tecnos, Madrid; Richard Bevan Braithwaite. Scientific Explanation, Harper Torchbooks, New York, 1960. Para aquellos que les interesa una lectura desde la visiones paramétricas y no paramétricas, el journal oficial de la European Association of Methodology, editado por Hogrefe & Huber publishers (www.psyjournals.com) nos aporta un panorama actual de esta concepción. Resulta útil consultar la publicación Perspectivas Metodológicas, que forma parte de la Maestría en Metodología de la Universidad Nacional de Lanús, y para una comparativa del debate actualizado bajo el eje episte-mológico, ver a Luis Castro Nogueira; Miguel Angel Castro Nogueira y Julián Morales Navarro. (2005). Meto-dología de las Ciencias Sociales. Una introducción crítica. Madrid, Ed. Tecnos; particularmente toda la Tercera Parte: Cap. 16 “Ontologías sociales y procesos de subjetivación: socius, corpus, animus, habitus, fluxus” (pp. 501-562); Cap. 17: “Relativismo, esquemas conceptuales y racionalidad” (pp. 563-616); Cap. 18: “Ilusiones filosóficas: estructuras, flujos, caos y ciencias socia-les” (pp. 617-678); Cap. 19: “Esplendor y miseria de la dialéc-

9 Entre otros, Roberto Hernández Sampieri; Carlos Fernán-dez Collado; Pilar Baptista Lucio. (2002). Metodología de la Investigación, México, 2da. Edición., McGraw-Hill, y los clásicos que han marcado a los estudiantes en las últimas décadas como los trabajos de Hubert Blalock. (1971). Intro-ducción a la Investigación Social, Bs. As., Amorrortu editores, Armando Asti Vera. ( 1968). Metodología de la Investigación

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En el Cap. 1, deberemos aclarar lo que entende-mos por conocimiento, diferenciar el conoci-miento científico y volver a desmitificarlo. Pe-ro, a la vez, especificar si posee características propias y comparar las distintas visiones en este principio de siglo XXI. El asunto de la relación entre conocimiento y conocimiento científico no es trivial, debe ser profundamente reconocido, puesto que sin tener claro esta diferenciación y complementariedad, cualquier investigación, des-de lo metodológico, puede resultar ser de nulo valor comunicativo. Una vez que hemos establecido las características del conocimiento científico, estamos en condi-ciones de abordar, desde lo enunciativo, el poder que posee el reconocimiento del vocabulario clave. Sabemos que toda disciplina posee un vo-cabulario de referencia, tanto en las Relaciones Internacionales, Ciencias Políticas como en cam-pos de estudio acompañantes, y es necesario que delimitemos la polisemia de términos que poseen relación de pertenencia con las disciplinas de tra-bajo. Estudiar el vocabulario clave nos permite, luego de comprender las características del cono-cimiento científico, comenzar a explorar un posi-ble tema y su consiguiente problema de inves-tigación. Continuamente usamos el vocabulario clave en la ciencia, por ejemplo, cuando asistimos a un Congreso Académico, en el cual no solemos disponer de tiempo para consultar los 200 o 300 papers presentados, entonces vamos a las Actas del mismo y leemos los abstract que, casi a nivel estandarizado, poseen una serie de key-words, por medio de las cuales el autor de la ponencia nos presenta su aporte. Incluso el vocabulario clave puede no ser reconocido a nivel textual, sino co-mo resultante de la consulta a expertos. Si deseo avanzar en un posible tema de investigación rela-tivo a la etapa pre y pos Guerra en las islas Malvi-nas, puedo entrevistar a un militar o diplomático participante de ese evento y luego elaborar con el vocabulario que he seleccionado un tema de in-terés de investigación. Los términos claves deben ser cuidadosamente relevados en la formulación de interrogantes de

investigación. Cuando evaluamos tesinas de gra-do o posgrado, lo primero que se suele hacer es leer el tema de investigación, luego el interrogan-te o interrogantes y objetivos planteados. Si se observa que los términos claves enunciados son difusos, ambigüos o no delimitados espacial y temporalmente, percibimos que ese trabajo posi-blemente debe ser devuelto para su revisión. No hace falta seguir adelante en la evaluación. Si nuestro tema es: “Estudio de guerras asimétricas en conflictos de baja intensidad. El rol logístico de la ESM (Empresas de Servicios Militares) en Irak entre Sept.-2001 y Sept.-2004”, el vocabula-rio clave ha sido correctamente utilizado puesto que “guerras asimétricas”, “conflictos de baja intensidad” y “rol logístico” han sido conceptua-lizados por diversos autores. Además, nuestro interés se centra en las ESM en un lugar y perío-do determinado. Ya tendremos en el marco teó-rico tiempo de decirle al lector lo que entende-mos conceptualmente por tales términos. Si en cambio, en nuestro tema, ponemos lo siguiente: “Estudio de guerras asimétricas en conflictos de baja intensidad. El rol logístico de la ESM (Empresas de Servicios Militares) en el mercado bélico global”, el tema esta totalmente indeter-minado en lo conceptual. Simplemente, ¿cómo podremos delimitar “mercado bélico global”? ¿dónde empieza y termina? ¿en qué período?, necesi taríamos varias vidas para llevar a cabo la investigación de este tema y ,en otras palabras, es una investigación no viable y no podremos formular interrogantes de investigación. De ello nos daremos cuenta cuando intentemos estable-cer una hipótesis para el interrogante. El voca-bulario clave es parte insustituible de nuestros flotadores epistémicos con los cuales avanzamos en nuestra investigación. Con el establecimiento de lo que es conoci-miento científico, la selección del vocabulario clave, la delimitación del tema, interrogantes y objetivos de investigación, nos sentimos tentados a plantear directamente nuestra hipóte-sis. Pero esto puede ser un grave error. Si nos ubicamos en plena Guerra Fría y un profesor que se encuentra en la universidad Patricio Lu-

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Lumumba en Moscú le pregunta a sus estudian-tes: “Por favor, respondan: ¿cual es la división de una pirámide social?”, los estudiantes, casi ofendidos, responden: “Profesor, sin duda la podemos dividir en clase burguesa y proletaria”. Al mismo tiempo, en la universidad de Harvard en Massachussetts, EE.UU, otro profesor le hace la misma pregunta a sus estudiantes y la respuesta es, muy posiblemente, la siguiente: “Profesor, es obvio, por lo menos, la división puede ser dimensionada en clase alta, media y baja”. Es decir, un mismo interrogante puede tener diversas respuestas, por tanto es relevante el establecimiento del marco teórico de una investigación. En el nos encontraremos con los paradigmas reflexivos, autores explorados, las fuentes primarias, secundarias o terciarias invo-lucradas y la teoría que el investigador ha decidi-do utilizar. El marco teórico de una investiga-ción, maravillosamente, da una idea de la fecun-didad reflexiva del investigador, de su interés y profundidad, todo instrumentado a través de la intertextualidad. Una vez efectuado el relevamiento de autores y fuentes disponibles, recién entonces con seguri-dad nos animamos a determinar el nivel o tipo de investigación. Tal vez disponemos de infor-mación directa, de primera mano o, en nuestro tema de investigación, la información como fuente sea de difícil acceso. Todos los investiga-dores pasan por una etapa exploratoria y pasan a una descriptiva, a una correlacional o la más compleja de todas como es –al menos en las ciencias sociales o del estudio del comporta-miento humano- la explicativa. Todas poseen propósitos u objetivos, beneficios y límites. Ahora estamos en condiciones de abordar nues-tra hipótesis y lo que hemos denominado vo-cabulario clave en nuestro interrogante de inves-tigación pasara a ser denominado “variables”; y con esto nos damos cuenta de la importancia de haber establecido inicialmente la precisa textuali-dad y contextualidad del vocabulario de investi-gación. Los enunciados Ahora estamos en con-diciones de abordar nuestra hipótesis y lo que

hemos denominado vocabulario clave en nuestro interrogante de investigación pasara a ser denomi-nado “variables”; y con esto nos damos cuenta de la importancia de haber establecido inicialmente la precisa textualidad y contextualidad del vocabula-rio de investigación. Los enunciados Ahora estamos en condiciones de abordar nuestra hipótesis y lo que hemos denominado vocabula-rio clave en nuestro interrogante de investigación pasara a ser denominado “variables”; y con esto nos damos cuenta de la importancia de haber esta-blecido inicialmente la precisa textualidad y con-textualidad del vocabulario de investigación. Los enunciados conjeturales o hipótesis son funciona-les, en cuanto a su textualidad, al vocabulario clave postulado en el inicio de nuestra investigación. Llegó el momento de “embarrarse”, de establecer el diseño de investigación (DI), de especificar lo que vamos a hacer para alcanzar nuestros objetivos de investigación. Básicamente, todo diseño, como instancia de concretización, conforma una elabora-ción “a priori” o “a posteriori” en el territorio de tra-bajo. Cuando hay una determinada cantidad de accidentes de tránsito en una ruta que une dos ciu-dades en la madrugada del sábado al domingo, detectamos que la mayoría es mortal y son perso-nas entre 15 y 30 años, los responsables de la segu-ridad pública pueden preguntarse sobre las causas –intentar explicar-, sobre las características de los accidentes –descriptivo- o relacionar posibles va-riables condicionantes o intervinientes en los hechos –correlacionar-. En estos casos pueden, a

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través de las fuerzas de orden público, efectuar un control de alcoholemia en la ruta en un hora-rio determinado de la madrugada. Esto constitu-ye el corolario de un diseño efectuado “a posterio-ri”, en el cual se verificará o comprobará si las causas, características o las relaciones entre muerte por accidente de tránsito y grado de al-coholización son significativas. Pero, si observa-mos que cierta cantidad de personas mueren por cáncer de pulmón y todas son consumidores de determinada marca de tabaco, podemos selec-cionar individuos, agruparlos en grupos, darle a cada grupo cierta cantidad de tabaco para su consumo, posicionar un placebo y luego testear-los a lo largo del tiempo. Este es un ejemplo de un diseño a priori, mediante el cual el investiga-dor posee control de la situación experimental. En el primer ejemplo -DINE (Diseño No Expe-rimental)- el individuo no es alcoholizado por el investigador, se comprueba post facto los objeti-vos de investigación, en cambio, en el segundo caso -DIE (Diseño de Investigación Experimen-tal)-, reconstruimos una situación experimental posible y es ante facto. Todo DI nos obliga a establecer la unidad de estudio, algunos la llaman unidad de análisis, que no es más que tener en cuenta el sujeto de nues-tro interés investigativo, ¿es un individuo especí-fico, un tópico determinado, una situación pro-blemática? Para esto es necesario caracterizar el colectivo empírico o población seleccionada. Es decir, aquel referente en el cual vamos a investi-gar nuestro problema de investigación y, a la vez, tratar de abordar una población –metodológicamente- en su totalidad es, general-mente, imposible. El recurso de un investigador es seleccionar –con todas las consecuencias que posee esto para un investigador- y caracterizar parcelas reflexivas, una muestra de grupos o in-dividuos en los cuales podamos delimitar y estu-diar nuestra unidad de análisis subyacente a la población diseñada. En este proceso nos encon-tramos con numerosas técnicas de recolección de datos.10

10 Comentamos una anécdota que revela la autoexigencia y la importancia de los tutores y consejeros académicos en el proceso de colección de datos. A los 37 años (1968), Johan Galtung, desde Frognersveien, Oslo (Noruega) afirmaba –en palabras de Luis Stuhlman (23 años)- que no se consideraba un sociólogo sino un experto en relaciones internacionales, debido a que estudiaba las relaciones y conflictos entre países. Se basaba en la hipótesis que el mundo se convertía, cada vez más, en un sistema de orga-nizaciones -particularmente INGOS- que trascenderían a los países. Stuhlman re mayo y junio de 1967 disponía de una beca otorgada por el Consejo Noruego de Ciencias y Humanidades y cuenta: “No me dediqué demasiado a la teoría sociológica en el Instituto –reconoce-, pero sí tra-bajé mucho en sociología empírica; aprendí por ejemplo, a construir cuestionarios –Galtung me hizo rehacer uno 17 veces- porque allí todo se discute y se analizan no menos de dos proyectos por semana. Encima cuando alguien tiene que ordenar las hojas de una encuesta, o cumplir con cualquier tarea vinculada a una investigación, le basta con agitar una campanita para que todos se precipiten a ayu-darlo” (Primera Plana, 21 de mayo de 1968, Nro. 282, pág. 60). Casi 35 años después Johan Galtung nos ofreció dos Seminarios Internacionales en Buenos Aires, uno titulado “Negociación y Cambios Pacíficos” (3 y 4 de noviem-bre de 2003) y el otro “Conflicto , Transformación y Reconcilia-ción” (5 y 6 de noviembre de 2003). En ambos, quedó claramente expuesto el vínculo entre pensamiento, lengua-je y realidad, en base al reconocimiento de su maestro Arns Naes, quien le mostró las líneas de la reflexión uni-versal que relacionan cultura, ideologías y la sociología de la paz (Gandhi), el desarrollo humano, la epistemología taoísta y la ética consiguiente. Además, Paul Lazarsfeld y Robert Merton, incluso Charles Wright Mills -desde la universidad de Columbia, EE.UU.- lo consolidaron en una sólida formación metodológica, teórica y vivencial. Es decir, la exigencia de rehacer tantas veces la configuración de una encuesta no fue un requisito obsesivo, sino una pauta de comportamiento en el cual subyacen todos los desafíos que hacen a un compromiso –científico- de vida.

Para el estudio del comportamiento actitudinal se suelen utilizar numerosas escalas; para desci-frar datos lingüísticos, podemos emplear las dis-tintas vertientes del análisis de contenido, lexi-cográfico o discursivo; para comprender y com-parar “semas”, el del diferencial semántico sigue siendo de una utilidad indudable; incluso la con-fección de encuestas y entrevistas nos dan datos de primera “mano” o elaborados en forma dire-cta.

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Un tema adicional es el empleo de una de las técnicas más difíciles y fecundas como desafío que conocemos universalmente, como es la observación, que requiere una formulación epistemológica precisa, al menos si la intención es lograr una comunicación científica eficaz. No es lo mismo efectuar observaciones basa-das en la metodología estándar, sustentadas en la noción de certeza y previsibilidad –investigación social de primer orden- que hacerlo desde la concepción no estándar, soste-nidas por autores que proponen escenarios reflexivos que postulan la incertidumbre y la complejidad –investigación social de segundo orden-. Las técnicas nos aportan datos, y no deben ser reflexionadas e interpretadas durante el proceso de recolección. Esto es algo simple de expresar pero, en las investigaciones, el investigador puede llegar a contaminar los datos recolecta-dos. Haciendo esta advertencia, entramos en la instancia final de una investigación, como es la elaboración de los datos recolectados me-diante alguna de las técnicas citadas. Queremos incluir una instancia de trabajo a la que hemos denominado “revisión sustanti-va”, que involucra el estudio minucioso de cada una de las partes de la investigación antes de efectuar la conclusión. En ese caso debemos analizar lo que hemos realizado en la introduc-ción, el tema, el interrogante y los objetivos. Luego recomponer el marco teórico, darnos cuenta si hay nueva información publicada que puede ser modificatoria de nuestro tema de investigación, revisar las fuentes y los intertex-tos utilizados. Con esto estaremos seguros de haber sido consistentes en nuestro tipo o nivel de investigación; es decir, comprobar que ha sido efectivamente una investigación descripti-va –como caso- o nos hemos deslizado a otro nivel. Determinar si la hipótesis posee relación de textualidad enunciativa con el interrogante o

hemos caído en alguna incoherencia y vincu-lar todo el proceso con las características del diseño trabajado. Luego de esta revisión elaboramos la conclu-sión, retomando el tema, los interrogantes y objetivos de investigación propuestos inicial-mente. Exponemos la relevancia final del uso del marco teórico seleccionado en el contexto de las técnicas utilizados en la recolección de datos –sean estos simples o complejos- y da-mos los resultados de la investigación vincu-lando interrogante e hipótesis, tratando de especificar no sólo los logros alcanzados sino los límites, permitiendo que otros investiga-dores continúen, sea a partir de lo conseguido o de la riqueza que posee tomar en cuenta los límites reconocidos. Uno de los problemas más comúnmente de-tectados en toda monografía científica o tesis es la forma en que se cita la bibliografía. Al-gunas universidades dan las directivas para hacerlo, en otras se deja en libertad al autor a que disponga su propio estilo. Sea cual sea la opción, hay algunos principios compartidos en el proceso de comunicación científica. ¿Colocamos el apellido antes del nombre? ¿La fecha de edición va al final de la cita, antes de las páginas consultadas o luego del nombre y apellido? Hay numerosos interrogantes y jour-nals muy prestigiosos o los famosos call of pa-pers solicitados para su presentación en Con-gresos Nacionales o Internacionales, que di-fieren en ese sentido. Resulta muy interesante ir a trabajos elaborados en otras décadas y compararlos con los actuales. Cuando hace muchos años nos iniciamos y subimos por las ramas del árbol metodológico, nos hemos sorprendido con un trabajo de Wilfredo Pare-to, quien, en un pie de página, planteó un dia-grama cartesiano: graficó una relación lineal y su curva resultante. Pero hablamos del primer tercio del siglo XX. Nunca hemos vuelto a

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ver esa propuesta de cita a partir de la 2da. Guerra Mundial. No está en nosotros advertir si es o no correcto, lo que sí podemos afirmar es que un pie de página no puede ser un distractor, debe ayudar al lector a profundizar la propuesta del autor. Sin duda el auditorio en distintos mo-mentos de siglo XX ha revelado distintas carac-terísticas comunicativas en relación al de nues-tros días. Intentaremos, en el apartado sobre la bibliografía, dar ejemplos concretos y variados para que el lector pueda reconocer una guía aceptable de comunicación científica. Expresamos nuestro agradecimiento a Profs. y colegas que nos han nutrido con sus opiniones y sugerencias. En particular y muy especialmen-te, al Decano del Departamento de Ciencias Políticas, Prof. Dr. Alberto Castells de la Uuni-versidad Argentina J. F. Kennedy y al Director de la Escuela de Doctorado de la Universidad

del Salvador (Bs. As.), Prof. Dr. Carlos Fernán-dez Pardo; a miembros de la European Associa-tion of Methodology y del Trinity College de la Universidad de Dublín, quienes nos han honra-do con sus apreciaciones y a numerosos estu-diantes que aportaron sus interrogantes claves. Se podrá observar que hay una frondosa biblio-grafía cuyo objetivo es invitar a los lectores a navegar por las distintas corrientes que orientan nuestro quehacer científico desde lo metodoló-gico. De este modo esperamos, con este aporte, que los estudiantes puedan internalizar y aceptar comprometidamente los desafíos morales, cog-nitivos, epistemológicos, ontológicos, para-digmáticos y, en definitiva, metodológicos, ex-puestos al principio. Pero la pregunta sigue pre-sente: ¿…para qué investigar? Y nuestra res-puesta es recordar, tal vez con inconmensurable nostalgia, a Marie Curie…

Buenos Aires, 2011

Hugo Pérez-Idiart

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INTRODUCCIÓN

Es –o tal vez no- paradójico que Lewis Carroll fuera un matemático. Cuando leemos el primer capítulo de Alicia en el país de las maravillas (“En la madrigue-ra del conejo”) sorprende lo que tiene que hacer Alicia cuando decide perseguir a un conejo con chaleco y reloj, sumergiéndose –necesariamente- en otra reali-dad. Como leemos: “Alicia abrió la puerta y se encontró con que daba a un estrecho pasa-dizo, no más ancho que una ratonera. Se arrodilló y al otro lado del pasadizo vio el jardín más maravilloso que podáis imaginar. ¡Qué ganas tenía de salir de aquella oscura sala y de pasear

entre aquellos macizos de flores multicolores y aquellas frescas fuentes! Pero ni siquiera podía pasar la cabeza por la aber-tura. (...)”. En ese instante Alicia se fundió en un desafiante deseo: “¡Cómo me gustaría poder encogerme como un telescopio! Creo que podría hacerlo, sólo con saber por dónde empezar”. Y, como suele suceder en la historia humana, llega la respuesta del destino a través de una botella con “una etiqueta de papel con la palabra «BEBEME» hermosamente impre-sa en grandes caracteres”. En el estudio de la metodología que conduce a una tesis de grado o posgrado deberemos pasar por innumerables macizos de flores mul-ticolores y refrescantes fuentes -disciplinas acompañantes-: ¿Como pasar por esos territorios reflexivos y no encontrarnos con muchos “conejos con chaleco y reloj” y con senderos que anuncian “jardines maravillosos”? Y también con condiciones “carrolleanas”: ¿Deberemos adaptarnos para introducirnos en una nueva realidad y aceptar el “BEBEME”?

El análisis de programas de Metodología en las Relaciones Internacionales en universida-des del área angloamericana, sajona, renana, incluso eslava, islámica, sino/hinduista o afri-cana, nos han dado ideas centrales que no nos han permitido legitimar una visión con-vergente. Sin duda trabajaremos desde los márgenes y la importancia del vocabulario clave se constituye uno de nuestros ejes per-manentes. La transición del siglo XX al XXI nos ha revelado una presencia asfixiante de modelos formales y metodologías estadísticas. Estas dos áreas han sido consideradas entre las más dinámicas en la investigación de las relacio-nes internacionales y el problema común ha sido la delimitación de proyectos de investi-gación que ilustren los “key issues” abordados (James D. Morrow; Curtis S. Signorino, 2003) (Nota-1).

Desde otro centro de interés, se encara al estu-dio de los Diseños de Investigación en base a una serie de interrogantes (Katrin Auel, 2007): ¿Cuáles son los argumentos generales de los autores? ¿Qué proposiciones empíricas son postuladas para evaluar los argumentos? ¿Cuán apropiados son los datos a manipular? ¿Qué tipo de datos alternativos podrían haber sido considerados? ¿Cómo plantean las relaciones causas/efectos estos autores? ¿Qué conclusio-nes son derivadas a partir de proposiciones de alcance empírico en el análisis de los datos? ¿Qué aprendizaje resulta de estos trabajos y cuáles son sus límites? (N-2) En una similar preocupación, se estudian los estudios de casos, tanto a nivel cuantitativo como en los modelos formales, siempre con la idea de que el conocimiento científico sea apli-cado en el proceso de toma de decisiones para la formulación de una tesis de posgrado (Detlef

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Sprinz, 2004) (N-3). En los estudios de grado, se suelen delimitar los temas y autores que orientan campos reflexivos, como ser, el con-flicto/cooperación entre diferentes unidades políticas; la importancia de las teorías con in-terrogantes del tipo: ¿Por qué todo debe ba-sarse en principios teóricos? ¿Qué es una “buena teoría?; finalmente, se intenta buscar evidencias para esas teorías, sea por medio de estudio de casos, métodos cuantitativos, etc. (T. Nordstrom, 2002/2007) (N-4) Los métodos cualitativos han forzado la re-flexión, en especial buscando una metodología comparativa. Aquí dejamos un interrogante que proviene de la antropología cultural: ¿Es importante considerar cuál es la visión de “ser humano”? ¿Es, acaso, universal? El enfoque cualitativo suele tomar en cuenta las estrate-gias de conceptualización -medición concep-tual y teorización causal- (N-5). En este entor-no, las inferencias descriptivas necesitan ser efectuadas bajo rigurosa medición conceptual y, junto a las de tipo causal o correlacional suelen ser determinantes para los estudios comparativos. Este tipo de estudio posee una amplísima bibliografía luego de la 2da. Guerra Mundial, que fueron, a su vez, desnudados en sus falencias a partir de octubre de 1989.

Se pueden diferenciar algunas principales di-recciones en las relaciones internacionales des-de la perspectiva dominante o standard. En principio los nuevos “issues”, que incluyen el medio ambiente, la ética intra, inter, supra y transnacional y la seguridad internacional en función de la globalización. En segundo lugar, los métodos (estrategias) tales como los juegos de doble nivel o análisis espaciales, incluyendo la profundización de modelos de elección ra-cional y estadísticos. Las consecuencias fueron crecientes e inmediatas, nuevos subcampos con demarcaciones difusas en los temas de investigación de grado y posgrado sostienen a

la política económica pos/internacional (PEP), política global medio ambiental (PGM) y seguridad global/internacional (SGI) (D. F. Sprinz; Y. Wolinsky-Nahmias, 2002), entre otros. Los tres subcampos poseen vastos anteceden-tes en determinadas comunidades científicas, en especial los países del G8. En el caso de la SGI, el estudio de las guerras, los conflictos asimétricos, la revitalización de la guerra justa, la disuasión nuclear, guerras civiles, alianzas y las tesis de la paz democrática, forman parte de la biblioteca actual. Por el lado de la PEP (Política Económica Post/Internacional) se incluyen las políticas del comercio internacio-nal y las relaciones monetarias internacionales, el nuevo institucionalismo y los procesos de cooperación, al ritmo de la UE (Unión Euro-pea), la ASEAN (Asociación del Sudeste Asiá-tico) y la sucesora de la OEA (Organización de los Estados Africanos) con la nueva UA (Unión Africana). La PGM relativa al cambio climático, se ha conformado como un issue completamente instalado para su abordaje a partir de la reunión de la ONU (2007), tal como se aprecia a continuación: “El último informe de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que hoy se presenta en París, establece con "muy alta probabilidad" la responsa-bilidad de la actividad humana en el calentamiento que se está observando ya en la Tierra debido al aumento de los gases de efecto invernadero en la atmósfera. En el informe anterior del Panel Inter-gubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), de hace cinco años, los científicos, con la lógica prudencia a la hora de hacer afirmaciones tajantes, hablaban de "probable", pero ahora tienen ya mu-chos más datos y análisis mucho más precisos sobre el calentamiento en marcha, sus causas y las previsiones de lo que sucederá en el futuro. Este cuarto informe de evaluación del IPCC, denomi-nado AR4 (en sus siglas en inglés), explica que el hecho de

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que el rango de temperaturas previstas para 2100 sea inferior ahora que en el informe anterior, de 2001, que apuntaba un calenta-miento de entre 1,4 y 5,8 grados centígra-dos se debe a que los datos no son compa-rables dado que se han utilizado estadísti-cas, datos y modelos diferentes, y mucho más precisos ahora. Sin embargo los resul-tados, especifican los expertos, son plena-mente compatibles. También la subida del nivel del mar varía entre unos escenarios y otros, entre la perspectiva menos dañina para el clima y la peor. El mar subirá entre 19 y 37 centímetros en un siglo en el esce-nario más bajo y entre 28 y 58 en el más alto. En cuanto a la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, fac-tor clave en el calentamiento, en 2005 era ya de 379 partes por millón (frente a 280 en la era preindustrial). En la perspectiva de doblar dicha concentración preindus-trial, alcanzando las 550 ppm, el aumento de temperatura será de tres grados centí-grados en 2100. Los análisis científicos señalan que a partir de dos grados de incre-mento, los impactos del cambio climático serán negativos en todo el mundo” (Alicia Rivera. “La ONU relaciona la acción humana y el calentamiento con una muy alta probabilidad”, El País, España, 2 de febrero de 2007).

Lo sorprendente es la historia previa del cam-bio climático como objeto de estudio en las relaciones internacionales con el Protocolo de Kyoto como faro iluminador. Los mismos académicos angloamericanos postergaron estos temas hasta los primeros años del siglo XXI: ¿Cómo haber lateralizado temas como la contaminación del aire a nivel transfronteri-zo y los desafíos de la biodiversidad, que in-corporan el dipolo altruismo/agresión? En este proceso están involucrados los autodesig-nados “líderes mundiales”, organizaciones internacionales tanto gubernamentales como no gubernamentales, asesores, lobbistas y con-sultoras de toma de decisiones, conjuntamen-te a “players” no tradicionales. Dicho de otro

modo, alguno de los issues de estudio se encuen-tran potenciados por el “negocio” involucrado en la industrialización cultural del saber. Toda metodología se relaciona con la ontología y la epistemología en la textualidad de paradig-mas epocales, tales como el positivismo, el pos/positivismo, teoría crítica, constructivismo1, pos/estructuralismo2, pos/modernidad3 o cien-

1 Egon Guba e Yvonna S. Lincoln. (1998) “Competing

Paradigms in Qualitative Research”, en N. K. Denzin e Y. S. Lincoln: The landscape of Qualitative Research, Thou-sand Oaks, CA: Sage, Los autores proponen una matriz de estudio de doble entrada en la cual las creencias bási-cas (metafísicas) de paradigmas alternativos de investiga-ción pueden abordarse desde el positivismo, post/positivismo, teoría crítica y el constructivismo en relación a su ontología, epistemología y metodología, como vere-mos más adelante. Para una visión comparativa comple-mentaria, ver Peter Burnham, Karin Gilland, Wyn Grant y Zig Layton-Henry. (2004) Research Methods in Politics, Palgrave-MacMillan, en especial “Introduction: Methods, Methodology and Making Sense of the Study of Politics”, pp. 8-29 y el cuadro comparativo propuesto por Yvonna S. Lincoln y Egon G. Guba. “Paradigmatic Controversies, Con-tradictions and Emerging Confluences”, en Norman K. Denzin e Yvonna S. Lincoln (Ed.) (2000): Handbook of Qualitive Research, Sage Publications, p. 168 (reproducido en Ina Bertrand; Peter Hughes. (2003) Media Research Methods. Audiences, Institutions, Texts, Palgrave Macmillan, p.12). 2 Robert Jackson y Georg Sørensen. (2003) Introduction to

Inter-national Relations Theories and Approaches, 2nd. Edition, en particular Ch. 9: “Methodological Debates: Post-Positivist Approaches” (pp. 248-266). También Nicos Mouzelis. Sociological Theory: What went Wrong? Diagnosis and Remedies. (1995). London and New York: Routledge, en especial Ch. 3: “Post-structuralism. The demise of boundaries” (pp. 41-64). 3 Julianne Cheeck, Noel Gough. “Postmodernist Perspective”,

en Bridget Somekh y Cathy Lewin (Ed.): Research Methods in the Social Sciences, op, cit., pp. 302-309. También a Steve Smith; Patricia Owens. (2004). “Alternative approaches to international theory”, en John Baylis; Steve Smith: The Globalization of World Politics. An Introduction to Internacional Relations, Oxford University Press, 3rd. Ed., pp. 271-293.

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cias de la complejidad 4. El posicionamiento del vocabulario clave metodológico puede revelar sustanciales diferencias en cuanto a la concep-ción ontológica y epistemológica en cada uno de los paradigmas –modelos dominantes que lateralizan y ocultan significados- citados. Apre-ciar esta diferencia es estar advertidos de los problemas de inconsistencias que incorporamos al emplear conceptualizaciones “rápidas”, en especial para articular enigmas y anomalías que invalidan los crucigramas cognitivos legitimados por los paradigmas de la insatisfacción. En plena época del positivismo, por ejemplo en la famosa exposición universal de París en 1900, un economista de ese período expresa:

“Nada aprendemos con saber que la Economía Política es la ciencia de la riqueza, si no sabemos lo que es ciencia y que es riqueza. Cuando se define una palabra valiéndose de otras, tenemos que entender éstas para poder formar idea clara del asunto (pág.17) (…) ¿Es cosa horrenda aliviar

4 En una semblanza inicial que luego ampliaremos en el Cap. respectivo, adelantamos algunos autores tales como David Byrne. (1998). Complexity Theory and The Social Sci-ences: An Introduction, London, Routledge; Paul Cilliers. (1998). Complexity and Postmodernism: Understanding complex systems. London, Routledge y “A Framework for Understand-ing Complex Systems” (pp. 23-27), en Pierpaolo Andriani y Giuseppina Passiante (Eds.) (2004). Complexity Theory and the Manage-ment of Networks, London: Imperial College Press; Robert M. Cutler. (2002). “Complexity Science and Knowledge-Creation in International Relations Theory”, Encyclopedia of Institutional and Infrastructural Resources, in Encyclopedia of Life Support Systems, Oxford: Eolss Publish-ers for UNESCO; Carlos Gershenson y Francis Hey-lighen. (2005). “How can we think the complex?”, en Kurt Richardson (ed.) (2005) Managing Organizational Com-plexity: Philosophy, Theory and Application, Vol. I, Ch. 3. In-formation Age Publishing; Neil E. Harrison. (2002) Com-plexity in World Politics: Concepts and Methods of a New Para-digm; Elias L. Khalil y Boulding, Kenneth, E (Eds). (1996). Evolution, order and complexity. New York: Routledge y Mark C. Taylor. (2003) The moment of com-plexity: Emerging network culture. Chicago: University of Chicago Press; John Urry. (2007). “Global complexities”, en Ino Rossi (Ed.) (2007). Frontiers of Globalization Research: Theoretical and Methodological Approaches, Springer, pp. 151-163.

al trabajador de su carga oponer en su mesa con abundancia los alimentos más nutritivos? Sin duda que es despiadada la ciencia en cuanto nos lleva á reflexionar sobre los innecesarios sufrimientos que en todas partes existen. Es horrendo pensar en los cientos de miles que arrastran una vida mísera, en los hospicios, prisiones y hospitales; son horrendas las huelgas; lo son los cierres; la falta de trabajo, las quie-bras, las carestías, el hambre, son cosas horrorosas; pero ¿es causa de ellas la Eco-nomía Política? ¿No estaría nuestra ciencia definida con más verdad, como ciencia benéfica, que bien y suficientemen te estu-diada, acabaría con las horrendas cosas, enseñándonos á emplear sabiamente nues-tras facultades para aliviar los trabajos y miserias de la humanidad? (pág.187-8)”5

El positivismo tenía claramente definido un ideal, el del progreso –indefinido- integrado entre distintas disciplinas6 :

“La Economía Política trata de la riqueza de las naciones; investiga las causas que hace á una na-ción más rica y próspera que otra; su objeto es enseñar lo que debe hacerse para que la gente pobre sea lo menos numerosa posible, y para que todos puedan, como regla general, estar bien pa-gados por lo que trabajan. No hay dudas que otras ciencias nos ayudan en la consecución del mismo fin: la mecánica nos enseña el modo de obtener la fuerza y de emplearla en las máquinas: la química, como pueden producirse ciertas sustancias -como, (….)

5 W. Stanley Jevons. (1893). Nociones de Economía Políti-ca, Librería de Garnier Hermanos, París. Respetamos la sintaxis del original 6 Como bien advierte críticamente Cornelius Casto-riadis, esta visión es resumida como “ilusión asintóti-ca del progreso” (ver nuestro Debates del Nuevo Siglo en las Relaciones Internacionales, Ed. Leuka, Bs. As., 2006, pp. 140-144). Cuando hacemos referencia al positivis-mo, lo encaramos en la visión de Auguste Comte y su física social.