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REPÙBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LOS LLANOS CENTRALES “RÒMULO GALLEGOS” ÁREA DE POSTGRADO DOCTORADO EN CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN La Formación Pedagógica de los Profesionales no Docentes en Los Nuevos Paradigmas Curriculares Universitarios. Autora: Mary Maluenga Resumen La presente Reflexión busca desde una perspectiva Interpretativa, encaminada por el método etnográfico, desentrañar una nueva concepción del saber académico como referente del ejercicio de la profesión docente y la dimensión práctica, consecuencia natural para que el profesional no docente ejerza su papel como educador- facilitador, en los espacios universitarios donde se vislumbra una nueva forma de entender la educación y las relaciones de las instituciones con la comunidad, exigiendo repensar el papel de la profesión docente en los entornos universitarios más abierta e integradora en los procesos de construcción de sociedades más justas y equitativas hacia una re conceptualización del ser en educación y la formación de sus actores principales. En este sentido, el concepto de desarrollo profesional es más amplio que el de formación permanente, así, debe entenderse como un proceso planificado, de crecimiento y mejora, en relación con el propio conocimiento, con las actitudes hacia el trabajo, con la institución, y buscando la interrelación entre las necesidades de desarrollo personal y las de desarrollo institucional y social. Resaltando que el tomar como referencia estos trazados no es una ocurrencia más o menos eventual o caprichosa, sino que obedece a dos razones, a mi juicio, bien poderosas: las teorías subyacentes en la

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REPÙBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELAUNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL

DE LOS LLANOS CENTRALES“RÒMULO GALLEGOS”ÁREA DE POSTGRADO

DOCTORADO EN CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN

La Formación Pedagógica de los Profesionales no Docentes en Los Nuevos Paradigmas Curriculares Universitarios.

Autora: Mary Maluenga

ResumenLa presente Reflexión busca desde una perspectiva Interpretativa, encaminada por el método etnográfico, desentrañar una nueva concepción del saber académico como referente del ejercicio de la profesión docente y la dimensión práctica, consecuencia natural para que el profesional no docente ejerza su papel como educador-facilitador, en los espacios universitarios donde se vislumbra una nueva forma de entender la educación y las relaciones de las instituciones con la comunidad, exigiendo repensar el papel de la profesión docente en los entornos universitarios más abierta e integradora en los procesos de construcción de sociedades más justas y equitativas hacia una re conceptualización del ser en educación y la formación de sus actores principales. En este sentido, el concepto de desarrollo profesional es más amplio que el de formación permanente, así, debe entenderse como un proceso planificado, de crecimiento y mejora, en relación con el propio conocimiento, con las actitudes hacia el trabajo, con la institución, y buscando la interrelación entre las necesidades de desarrollo personal y las de desarrollo institucional y social. Resaltando que el tomar como referencia estos trazados no es una ocurrencia más o menos eventual o caprichosa, sino que obedece a dos razones, a mi juicio, bien poderosas: las teorías subyacentes en la formación pedagógica de los profesionales no docentes y los Nuevos Paradigmas Curriculares Universitarios que conviertan la universidad en una acción de saberes y práctica encaminada a obtener ciudadanos capaces de aplicar conocimientos a situaciones concretas de la vida cotidiana en consonancia con las nuevas realidades contextuales y planetarias.

Descriptores: Formación Pedagógica. Profesional no docente. Desarrollo Profesional. La Formación de Competencias Profesionales.

Introdución

La Educación Universitaria enfrenta una serie de desafíos en un mundo que se

transforma, por ello, debe revisar su misión y redefinir muchas de sus tareas sustantivas, en

especial aquellas que se relacionen con las necesidades de la sociedad en materia de

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aprendizaje y superación continua. Un punto clave en su misión está dirigido a destacar las

tareas de las universidades, para lo cual se requiere llevar a cabo esfuerzos dirigidos a

elevar la formación pedagógica de los profesores, lo cual tributará en una mejor

preparación de los egresados universitarios.

A tal efecto, la actividad del profesor ha sido y seguirá siendo un aspecto de estudio

de la Didáctica cada vez más evidente en su papel de facilitador en la calidad del proceso

de enseñanza aprendizaje y en la educación en general. En sí, la mejora de la calidad del

proceso de enseñanza aprendizaje según Otero y Martínez (2006), “pasa necesariamente

por la transformación del pensamiento y de los sentimientos de los profesores” (p. 9), para

ello la Educación Universitaria necesita de la calidad del personal docente, de los

programas, de los estudiantes, de las infraestructuras y del ambiente universitario.

En este sentido, vale acotar que para que la Universidad pueda cumplir sus tareas

académicas, laborales e investigativas requiere de profesores preparados, que no sólo sepan

el contenido científico, sino que sepan enseñar lo que necesita la sociedad, de aquí la

necesidad de que en la universidad se enseñe a los profesores a educar, para que los

estudiantes aprendan a aprender.

A este respecto se trae a colación o hago referencia a la Conferencia mundial sobre la

Educación Superior de la UNESCO (1998), donde se aprobaron documentos que insisten

en la necesidad de la educación permanente del profesorado universitario y su formación

pedagógica. En uno de esos documentos se especifica que “Un elemento esencial para las

instituciones de enseñanza superior es una enérgica política de formación del personal” (p.

5). Encomendando que se deberían establecer directrices claras sobre los docentes de la

educación superior, que deberían ocuparse sobre todo, hoy en día, de enseñar a sus alumnos

a aprender y a tomar iniciativas, y no a ser, únicamente, pozos de ciencia.

Por consiguiente y en concordancia con lo anterior, deberían tomarse las medidas

apropiadas en lo constituyente a la investigación, así como de la actualización y mejora de

sus competencias pedagógicas, para lo cual sería imprescindible la implementación o

establecimiento de programas adecuados de formación del personal, que estimulen la

innovación permanente de los planes de estudio y por supuesto los métodos de enseñanza

aprendizaje, tendentes a mejorar las condiciones profesionales, el desarrollo profesional y

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financieras apropiadas a los docentes a fin de poder garantizar la tan divulgada excelencia

de la investigación y la enseñanza.

Lo anteriormente mencionado conduce a Generar una Visión Ontológica de la

Formación Pedagógica en los Profesionales No Docentes. Una Hermenèusis de Los

Nuevos Paradigmas Curriculares Universitario. En la Universidad Nacional experimental

de los Llanos Centrales “Rómulo Gallegos”, lo cual precisa repensar las funciones de la

profesión docente. Más que un nuevo adorno de reformas para establecer la formación y

los perfiles, las funciones o competencias de la profesión, se debería definir una verdadera

reprofesionalización, volver a pensar la profesión, docente o no, en los entornos

universitarios, sobre todo, y enmarcarla en el contexto anteriormente descrito. Realizar

una verdadera deconstrucción de lo que ha sido la profesión para diseñarla de nuevo.

La Formación Pedagógica

La formación pedagógica, en este caso del docente universitario cobra en la

actualidad una significativa relevancia a los efectos de provocar el estímulo a la

innovación, el sentido crítico, la reflexión, la creatividad en función de revestir cabalmente

las necesidades del proceso de aprendizaje que demanda su práctica docente,

contribuyendo todo ello a enaltecer la calidad de la formación del estudiante cursante y

por ende egresado de la Educación Universitaria en el país. De allí que la formación

docente como necesidad para el personal que tiene funciones de facilitador en las

instituciones universitarias se concibe en opinión de Cáceres, y otros: (2008) “como el

proceso permanente de adquisición, estructuración y reestructuración de conocimientos,

habilidades y valores para el desempeño de la función docente” (p. 12), por cuanto de

acuerdo a esta opinión, al ser profesionales de diferentes especialidades y áreas no poseen

los requerimientos adecuados para el desempeño pedagógico, pero si la capacidad y

dominio de sus áreas de competencias lo que los hace muy idóneos en su transitar

pedagógico pero con ausencia de estrategias de esta índole.

En consonancia con lo anterior la UNESCO en la Conferencia Mundial sobre la

Educación Superior en el siglo XXI: Visión y Acción, subrayan que desde tiempos pasados

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y aun se mantiene que el concepto de formación, el cual es presentado como principio

unificador asumiéndose como proceso de humanización, misión y eje teórico de la

pedagogía. A este respecto Flórez, (2010) expresa:

"El concepto de formación, desarrollado inicialmente en la ilustración, no es hoy día operacionalizable ni sustituible por habilidades y destrezas particulares ni por objetivos específicos de instrucción. Más bien los conocimientos, aprendizajes y habilidades son apenas medios para formarse como ser espiritual. La formación es lo que queda, es el fin perdurable; a diferencia de los demás seres de la naturaleza, "el hombre no es lo que debe ser" (p. 61)

Considerando lo antes expuesto pudiera decirse que la formación es el

advenimiento de la experiencia de la práctica docente como la idea Hegel, citado por

Heidegger (1992) en la “triada dialéctica” y por eso la condición de la existencia humana

temporal es formarse, integrarse, “convertirse en un ser espiritual capaz de romper con lo

inmediato y lo particular, y ascender a la universalidad a través del trabajo y de la reflexión

filosófica, partiendo de las propias raíces".(p. 11), por tanto, la formación humana como

misión y eje teórico de la pedagogía, trasciende, va más allá del docente, en tanto hace

referencia a su misión de educador y formador de la condición humana de los sujetos con

quienes dispersa su accionar cotidiano. En este aspecto la formación pedagógica del

profesional no docente en la UNERG, está sujeta a los deseos de adquirir las herramientas

adecuadas y necesarias para el desarrollo de las actividades de aula y de extensión ya que

el aspecto investigativo se ciñe a los requerimientos de la orientación metodológica y la

realización de los trabajos de ascenso.

En esta perspectiva, al explorar las tendencias de la formación y desarrollo

profesional, se percibe que es una tarea compleja si partimos por entender que una

disposición para la preparación permanente significa una fuerza que impulsa al profesional

hacia su evolución en la búsqueda de la excelencia y en consecuencia, se puede decir que

la tendencia teórica que posee el profesional se refiere al cúmulo de ideas y de

abstracciones que dan cuenta sobre los fenómenos sociales vividos dentro y fuera del

recinto universitario, durante su carrera y luego a lo largo de su experiencia pedagógica. En

definitiva, una tendencia de formación se refiere a un conjunto coherente de ideas sobre el

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hombre, la sociedad y la historia a partir del cual, se direcciona también una visión sobre la

profesión en relación con la sociedad.

Ahora bien, en relación al tema existen enigmas referentes a ¿si existen diversas

tendencias en la formación del profesional no docente, pues interpreto que emergen éstas

con grados diversos de explicitación y, en algunos casos con un interés por reactualizar una

perspectiva teórica y metodológica vinculada a diversas concepciones acerca de la

pedagogía por cuanto, las insuficientes ofertas de trabajo en el campo específicos de los

profesionales de carreras no docentes les dirige hacia el desarrollo de sus capacidades en el

campo educativo desde las perspectivas técnicas o propias de las áreas correspondientes.

Es allí donde de la tendencia actual a la formación docente, se ejecuta para apropiarse de

los nuevas nociones ajustadas a los perfiles del docente universitario, lo cual les brinda la

oportunidad de difundir y proyectar los conocimientos adquiridos durante el desarrollo de

la carrera correspondiente.

Sin embargo, muy particularmente aprecio en el contexto social universitario que lo

complexo se asienta en visualizar comprensivamente su concepción ontológica y el camino

a seguir en un mundo tan complejo, tan urgido de actitudes transformadoras producto de

una reflexión seria acerca del papel que juegan los docentes, formadores pero sobre todo

los profesionales no docentes

Desarrollo Profesional

En referencia a este aspecto vale considerar que la práctica docente fundada en la

experiencia está signada por la particularidad, por la especificidad de cada momento o

situación, también por el entorno o contexto y por supuesto por un estilo de comunicación

didáctica, lo cual en opinión de Vázquez, G. (1993) “conduce a ejecutar el rol docente

como una práctica de intervención característico, en la que el programa que atiende a esa

formación debe estar dirigido a brindar una orientación reflexiva sobre los dificultades y

soluciones de esa práctica académica” (p.20). Esto significa que las acciones a desarrollar,

transformar, optimizar o representar deben estar estrechamente vinculadas a ese contexto, a

la naturaleza de la asignatura específica del profesor y a la utilización de estrategias

metodológicas acordes con esas características, que permitan relacionar la teoría con la

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práctica, en tal caso la formación y mejora del docente representa un conjunto de acciones

que una institución debe generar para su personal, las cuales se traducen en su

capacitación, actualización y perfeccionamiento a objeto de asegurar el desempeño

competente y eficaz que redunde en el beneficio organizacional e individual.

Desde esta perspectiva la profesionalización para el desarrollo de la docencia tiene

como objetivo hacer de ella una actividad profesional, una profesión, es decir una carrera u

otra carrera en el caso de los profesionales no docentes; de tal forma que el ingeniero, los

administradores, el médico, el contador, el agrónomo, el arquitecto, independientemente de

su formación inicial, puedan hacer de la docencia una actividad profesional. Más aun

cuando en los actuales momentos se formula, en el marco de procesos de cambio que no

están al margen sino que son elementos condicionantes del entorno sociopolítico y

económico en el que encontramos, de una larga crisis de las instituciones sociales y

familiares en relación con los procesos y las finalidades educativas, esto de cara a la

realidad paradigmática de la instituciones universitarias de nuestro país.

Ahondando en esta idea final se vislumbra que hoy día se requiere una actitud de

liderazgo y proactiva que permita el dominio de ese contexto global, altamente

competitivo, que “conduce a las universidades a la necesidad de generar ambientes de

aprendizaje más amplios y divergentes para la globalización y facilitar la formación de

profesionales trans y multiculturales” (Fereira, 1997)

Siguiendo con este mismo orden en la idea es importante destacar que en la

Conferencia Mundial sobre la Educación Superior de la UNESCO (1998) se aprobaron

algunos documentos que avalan la necesidad de una educación permanente del profesorado

universitario y de su formación pedagógica. De allí que en uno de esos documentos se

especifica que las instituciones de Educación Superior ahora llamada educación

Universitaria, deben considerar dentro de sus políticas la formación permanente de su

personal, con el propósito de impulsar el desarrollo profesional en las instituciones.

La Formación de Competencias Profesionales.

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De acuerdo con los razonamientos que se han venido realizando el concepto de

competencia debe transmitir claramente la idea que los procesos educativos tienen que estar

dirigidos fundamentalmente a la formación de un ciudadano que reúna condiciones que la

sociedad actual está demandando. Ante la situación planteada existen contextos que según

Marcel y Vaillent (2009) “son relevantes en la difusión de las competencias de los

profesionales, ya que en los alrededores de los sistemas educativos” (p. 54), parece que el

énfasis en las competencias ha entrado por la vía de la empresa y el empleo propiamente

dicho. Aun cuando muchas ocupaciones y trabajos se definen hoy mediante enumeraciones

de competencias o capacidades utilizadas para la selección de personal: detección de talento

humano futuro, para promover a las personas, en la evaluación de habilidades,

determinación de necesidades de entrenamiento, evaluación de puestos: estas listas se han

formalizado, lo cual facilita discutir los conceptos, revisarlos periódicamente, adaptarlos y

negociarlos.

No obstante, existe una traza para la selección o ingreso del personal docente que

ingresa a las universidades dado que estas competencias están dadas por el nivel académico

y la preparación en el campo determinado al cual solicita el ingreso o amerita de sus

servicios, de allí que el esfuerzo por una reforma del currículo en los sistemas educativos

Universitarios, efectuado durante los últimos 25 años, con el propósito de actualizar

contenidos y adaptarlos para estar a tono con el desarrollo del conocimiento, ha dejado una

sensación de insatisfacción y malestar. Tal Insatisfacción, se presenta porque estas

afamadas reformas, están básicamente concentradas en añadir más contenidos, han hecho

perder de vista la organización de los programas como una totalidad y malestar, porque en

un mundo en el cual el conocimiento se hace rápidamente obsoleto, las reformas

curriculares nunca terminan, se exige mayor capacidad y formación en los profesionales,

actualización permanente y ajustarse a los requerimientos de la población estudiantil

atendida y a las políticas internas de la institución correspondiente, para promover el

intercambio de ideas. Intercambio que debe ser tanto entre profesor y estudiante como entre

ellos mismos, ya que la organización de las actividades debe permitir y favorecer la

explicitación de ideas, su intercambio y confrontación, por cuanto éstos a su vez deben

haber adquirido una serie de competencias, las cuales deben entenderse como la capacidad

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de responder a demandas complejas pudiendo llevar a cabo diversas tareas de una forma

apropiada, dicho de otra manera, supone una combinación de habilidades prácticas,

conocimientos, motivaciones, valores éticos, actitudes, emocionales y otros elementos

sociales.

Atendiendo a lo antes expuesto se refiere la definición de Tenorio (2001) quien afirma que:

La competencia es una combinación de destrezas, conocimientos y actitudes adecuadas al contexto. Las competencias claves son aquellas que todas las personas precisan para su realización y desarrollo personal, así como para la ciudadanía activa, la inclusión social y el empleo. (p. 19)

Por lo tanto, éstas deberían haber sido desarrolladas para el final de la enseñanza o

formación obligatoria en la medida necesaria para la vida adulta y deberían seguir

desarrollándose, manteniéndose y actualizándose, como parte de un aprendizaje a lo largo

de la vida Es decir, así como de comportamientos que se activan conjuntamente para

obtener una acción eficaz, esto les permitirá comprender la realidad en su dimensión

personal, social, natural y trascendente, y desarrollar sus potencialidades físicas, afectivas

e intelectuales, como lo evidencia la figura que a continuación se muestra:

Fuente: Elaborado por Maluenga (2012) en base a la Teoría de las competencias Tenorio de (2001)

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Esto significa que las competencias a adquirir no son sólo beneficio o capacidad del

docente por cuanto las experiencias de aprendizaje son compartidas básicamente porque

según Kolb (1971) “el hombre aprende sobre todo a través de experiencias concretas” (p.9)

y se hace crítico cuando reelabora la información que recibe sobre una base de

sustentación propia.

Toda este pensamiento emergido del camino transitado me permite comprender que

en los actuales momentos se formula, en el marco de procesos de cambio que no están al

margen sino que son elementos condicionantes del entorno sociopolítico y económico en el

que encontramos, de una larga crisis de las instituciones sociales y familiares en relación

con los procesos y las finalidades educativas, buscando la calidad y la excelencia, donde,

por ende las nuevas demandas educativas que han ido apareciendo en los últimos años,

hacen posible que la institución educativa tenga que dedicarse con más ahínco al proceso

formativo tanto de docentes como de estudiantes ya que estos últimos podrá aprender fuera

de la escuela otros ámbitos del conocimiento, y me estoy refiriendo a la educación en el

contexto, la educación para el desarrollo humano sostenible, la educación en valores y en

ciudadanía responsable, la educación para el desarrollo del pensamiento complejo y para la

autoformación en la sociedad de la información y del conocimiento.

De allí que el desarrollo de una profesión más educativa y social, además de técnica,

permitiría afianzar y nutrir el desarrollo de los aprendizajes básicos, debe voltearse la

mirada hacia una reprofesionalizaciòn del docente o bien una formación pedagógica a los

profesionales no docentes.

Bibliografía

Fereira, Emilio (1997). “El Futuro es Hoy: Reflexiones sobre el rol de la Universidad

del Siglo XXI. Emilio Fereira & Asociados. Instituto de Relaciones Humanas.

Caracas

Flòrez Ochoa (2010) La formación como principio y fin de la acción pedagógica.

Revista educación y pedagogía. Vol VIII. ULA

Heidegger Martin (1992). La fenomenología del espíritu de Hegel, Editorial Alianza,

Madrid, Traducción, introducción y notas: Manuel E. Vázquez y Klaus Wrehde.

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Kolb David (1971) La Teoría del Aprendizaje Experiencial. Editorial Prentice Hall.

Marcel C y Vaillent D (2009) Desarrollo Profesional Docente. ¿Cómo se aprende a

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Tenorio Sampson Maria C. (2001) Desarrollo de Actitudes y Habilidades para el

desarrollo de competencias. Universidad del Valle del Cauca Lugar: Cali Colombia,

UNESCO (1998), Conferencia mundial sobre la Educación Superior en el siglo XXI:

Visión y acción. Sede de la UNESCO en París. Francia

Vázquez, G. (1993) “El papel del profesor universitario en la sociedad V Centenario. Actas

del Congreso Internacional de Universidades. Madrid, Complutense, , pp. 699-704.