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Los Cuadernos de Liter@ura MALCOLM LOWRY: EL MIEDO DE NO SABER ESCRIBIR (Pequeño estudio comparativo de «Bajo el volcán» y «Oscuro como la tumba donde yace mi amigo») Jean-A. Schalekamp S obre la novela Bajo el volcán de Mcolm Lowry ya se ha escrito un océano de en- sayos y artículos. Esto sin embargo no es el caso de su libro póstumo, Dark as the Grave Wherein My Friend is Laid (Oscuro como la tumba donde yace mi amigo). Aunque ambos libros se pueden leer perfectamente por separado, podemos considerar este último trabajo como una adición imprescindible de Bo el vol- cán. Esclarece mucho más sobre la novela más mosa de Lowry que todos los ensayos que se hayan escrito sobre este tema. Lowry empezó a escribir Dark as the Grave en 1945, cuando por primera vez, desde hacía nueve años, volvía a Méjico con su nueva esposa Mar- gie: una especie de peregrinación infierno. Lo- wry odiaba los viajes, les tenía pánico. Pero, aparte de este motivo, eran más que nada los infernes recuerdos de su primera estancia en Méjico, que convertían el viaje en un Journey into Hell. Malcolm Lowry era por excelencia un escritor para quien vivir y escribir eran una misma cosa. Era, como lo llama Douglas Day, un 'anotador compulsivo'. Obsesivamente apuntaba todo lo que veía, oía, sentía, olía, pensaba. Todo. Y además bebía. Beber y escribir eran las obsesiones domi- nantes con las que luchaba sin parar. También el escribir. Porque la maniática necesidad de escribir no solamente le obsesionaba, sino también signifi- caba para él un eserzo casi insuperable, y sin cesar le atormentaban las dudas: ¿Soy realmente un escritor? ¿Sé realmente escribir? El hecho de que sus manuscritos eran constantemente re- chazados, lógicente contribuía muy poco a libe- rarle de esas dudas. En realidad tan sólo ha publi- cado un número muy reducido de libros, y además la mayoría. de ellos no aparecieron hasta después de su muerte. Por cada página publicada hay por lo menos doscientas hojas de materi sin publi- car. Oscuro como la tumba es claramente el resul- tado de sus apuntes incompletos y repetidamente revisados, elaborados durante su viaje, y a los que principio no veía ni la más remota posibilidad de convertir en un libro. Tan solo más tde, ya de vuelta en el Canadá, cuando lo releyó todo de nuevo, exclamó: '¡Dios mío, pero esto sí es una novela!' Entonces empezó a reescribir apasiona-

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MALCOLM LOWRY:

EL MIEDO DE NO

SABER ESCRIBIR

(Pequeño estudio comparativo de «Bajo el volcán» y «Oscuro como la tumba donde yace mi amigo»)

Jean-A. Schalekamp

Sobre la novela Bajo el volcán de Malcolm Lowry ya se ha escrito un océano de en­sayos y artículos. Esto sin embargo no es el caso de su libro póstumo, Dark

as the Grave Wherein My Friend is Laid (Oscuro como la tumba donde yace mi amigo). Aunque ambos libros se pueden leer perfectamente por separado, podemos considerar este último trabajo como una adición imprescindible de Bajo el vol­cán. Esclarece mucho más sobre la novela más famosa de Lowry que todos los ensayos que se hayan escrito sobre este tema.

Lowry empezó a escribir Dark as the Grave en 1945, cuando por primera vez, desde hacía nueve años, volvía a Méjico con su nueva esposa Mar­gie: una especie de peregrinación al infierno. Lo­wry odiaba los viajes, les tenía pánico. Pero, aparte de este motivo, eran más que nada los infernales recuerdos de su primera estancia en Méjico, que convertían el viaje en un Journey into Hell.

Malcolm Lowry era por excelencia un escritor para quien vivir y escribir eran una misma cosa. Era, como lo llama Douglas Day, un 'anotador compulsivo'. Obsesivamente apuntaba todo lo que veía, oía, sentía, olía, pensaba. Todo. Y además bebía. Beber y escribir eran las obsesiones domi­nantes con las que luchaba sin parar. También el escribir. Porque la maniática necesidad de escribir no solamente le obsesionaba, sino también signifi­caba para él un esfuerzo casi insuperable, y sin cesar le atormentaban las dudas: ¿Soy realmente un escritor? ¿Sé realmente escribir? El hecho de que sus manuscritos fueran constantemente re­chazados, lógicamente contribuía muy poco a libe­rarle de esas dudas. En realidad tan sólo ha publi­cado un número muy reducido de libros, y además la mayoría. de ellos no aparecieron hasta después de su muerte. Por cada página publicada hay por lo menos doscientas hojas de material sin publi­car.

Oscuro como la tumba es claramente el resul­tado de sus apuntes incompletos y repetidamente revisados, elaborados durante su viaje, y a los que al principio no veía ni la más remota posibilidad de convertir en un libro. Tan solo más tarde, ya de vuelta en el Canadá, cuando lo releyó todo de nuevo, exclamó: '¡Dios mío, pero esto sí es una novela!' Entonces empezó a reescribir apasiona-

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<lamente sus notas y, a finales de 1947, envió las primeras páginas a su editor americano. Y eso fue todo. En 1951 escribió a su editor que el trabajo 'todavía estaba en marcha', pero no llegó nunca a ser más que 'una obra en vías de desarrollo', y · cuando, seis años más tarde, falleció, tan sólohabía dejado unas setecientas hojas desordenadasde anotaciones, argumentos y borradores. Diezaños después de su muerte, veintidós años des­pués de haber garabateado las primeras letras deOscuro como la tumba, Margerie Lowry y Dou­glas Day empezaron a ordenar ·y hacer publicabletodo aquel enorme caos de papeles. Una gigan­tesca y casi irrealizable tarea como consecuenciade la extraña y caótica forma de trabajar que teníaLowry: escribía un pasaje, introducía modifica­ciones, las tachaba, lo intentaba con nuevas varia­ciones, acababa por tachar el pasaje entero y alfinal lo introducía de nuevo, inalterado, cincuentapáginas más adelante. De un solo acontecimientoexistían a menudo cinco versiones casi idénticas,siendo difícil determinar cuál era la definitiva,porque no necesariamente tenía que ser la última.

La intención de Day y Margie no era sustituir aLowry y concluir el libro. La verdad es que,aparte del eliminar repeticiones y figuras supues­tamente no muy reveladoras y sin elaborar, lasmodificaciones de nombres y el trabajo de coordi­nación necesario, no han cambiado nada, y toda­vía menos añadido, en el libro. Por eso nos puedeparecer a veces algo caótico e incoherente, peroesto lo hace todavía más interesante y auténtico.

Las diferencias con Bajo el volcán saltan a lavista, a pesar de que cada vez reconozcamos lassituaciones, los paisajes y el ambiente de Volcán.Claro está que el libro es en menor grado unanovela, y el estilo es más sobrio, menos exube­rante y más desigual: a veces sublime y perfecto,otras veces no más que unas anotaciones desor­denadas. Incluso aparecen frases inacabadas. SiMalcolm Lowry hubiese podido (¡ y querido!) fina­lizar su obra, el resultado hubiera sido sin dudamuy distinto.

Pero, ¿cuándo daba Lowry un libro por finali­zado? En realidad, nunca. Incluso Bajo el volcán,cuando por fin se publicó después de muchos añosde trabajo, de perfeccionar y reescribir, para él noestaba todavía realmente acabado. Porque todo loque escribía formaba parte de una importante obrade su vida, The Voyage That Never Ends, unaobra más que proustiana, de la cual Bajo el volcántenía que formar el núcleo central. Lowry ha de­clarado repetidas veces que no podía dar por ter­minada ninguna pieza de este 'continuum' sin ha­berlo finalizado en su conjunto. En otras palabras:nunca. Porque para quien vivir y escribir son entan alto grado una sola cosa, el concluir algo equi­vale a la muerte.

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Es suficientemente sabido que casi todo lo que escribía Lowry era pura autobiografía. Era típi­camente un autor que sólo sabía escribir sobre sí

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mismo. Las figuras que tenían poco o nada que ver con él, a menudo salían menos bien hechas. Según muchos comentaristas era tan egocéntrico, que no sentía el menor interés por lo que pudiera ocurrir a su alrededor. Creo que esto no es del todo cierto. En Volcán, por ejemplo, la guerra civil española está indudablemente presente, pero siempre en segundo plano y casi siempre en mo­mentos en los que parece irrelevante en el con­texto. Pero precisamente por eso resulta más su­gestivo, más siniestro. En Oscuro como la tumba aparece la segunda guerra mundial, que entonces . acaba de concluir. Lo que sí es cierto es que lo relaciona todo consigo mismo, y en una carta, en donde da a conocer al protagonista de Oscuro como la tumba, Sigbjórn Wilderness (o sea, a sí mismo: el apellido es significativo, Wilderness =, terreno salvaje), reconoce: ... 'y prácticamente no ve nada, ni siquiera a través de los ojos de su mujer, aunque paulatinamente empieza a ver ... '

Geoffrey Firmin, el Cónsul de Volcán, es Mal­colm Lowry, y su forma de morir -asesinado por bandidos-policías y arrojado en un barranco donde también se echan los desperdicios y los · perros muertos- es en realidad su propia muerte, inten­samente experimentada, porque no es otra cosa que la extremada y lógica consecuencia de la vida autodestructiva que llevaba Lowry en Méjico. Una consecuencia que estaba continuamente pre­sente en su mente y que finalmente ha podido eludir por una mezcla de voluntad y de pura suerte. La descripción de lo que ocurre al 'Cón­sul' corre paralelo, hasta poco antes de la muerte del Cónsul, con lo que le ocurrió al propio Mal­colm Lowry. Fue efectivamente arrestado por bandidos-policías y le faltó poco para que le apli­casen la 'Ley de fugas'.

Malcolm Lowry tenía lo que en la alta sociedad inglesa se llama con un magnífico understatement un drinking problem. Hay, desde luego, pocos anglosajones, escritores o no, que no lo tengan, especialmente si viven en el extranjero. Pero se­gún muchos que lo han conocido, Malcolm Lowry era 'un alcohólico de proporciones gargantues­cas'. Su drinking problem era mucho más grave que el de la mayoría.

En Oscuro como la tumba Lowry se refiere continuamente al 'Cónsul'. Pero como 'Cónsul' es, de alguna manera, a pesar de su debilidad, un héroe -o anti-héroe- una figura épica, grandiosa, poderosa e impresionante en su desdicha y su caída apocalíptica. Sigbjórn Wilderness en cambio es tan sólo un hombrecito, tímido y terriblemente consciente de sí mismo, lleno de ocultos temores e inquietudes. Y además: un escritor que no sabe escribir. Sigbjórn Wilderness es mucho más el au­téntico Lowry que el Cónsul, y de manera mucho más abierta. En Oscuro como la tumba Lowry es casi espeluznantemente sincero, más sincero in­cluso que muchos escritores en su diario íntimo. La obra es así más bien un diario escrito en ter­cera persona que una novela. Pero es muy posible

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que Lowry, si hubiese llegado a hacer una versión definitiva, hubiese encubierto más su verdadera personalidad.

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Como se sabe, Malcolm Lowry fue perseguido durante toda su corta vida por la mala suerte. Continuamente tenía problemas con las autorida­des, sobre todo con los funcionarios de la inmigra­ción. Pero lo peor era que, sin cesar, sus manus­critos eran rechazados, o se los robaban, o se extraviaban, o incluso se quemaban. Esto último ocurrió cuando la cabaña que se había construido, junto con Margie, en los bosques de la Columbia Británica, ardió hasta convertirse en un montón de cenizas. Fue esta la peor tragedia que le había ocurrido. En esta cabaña por fin había encontrado la paz, después de las infernales vejaciones de Méjico, por fin un poco de felicidad idílica. Pero no podía ser.

Este incendio fue para él una experiencia trau­mática, y le quedó un miedo obsesivo del fuego. En Oscuro como la tumba vuelve a vivir este episodio repetidas veces, y también en Volcán el incendio aparece en forma de visiones. Las des­cripciones que en estas visiones hace tanto de la cabaña como del incendio son detalladas con mu­cha precisión, lo que indica que estos fragmentos no los añadió hasta en la última versión de Vol­cán, o sea después de 1945. Para él, el fuego era evidentemente un símbolo de perdición, aniquila­miento, pero a menudo también de purificación, y en sus escasos momentos de optimismo a veces se ve a sí mismo, a veces a Primrose, como el Ave Fénix que renace de sus propias cenizas. Poco después del incendio y con su nueva cabaña toda­vía a medio construir, hizo con Margie su viaje peregrinatorio a Méjico, un viaje que le pesaba mucho hacer y que sin Margie no hubiera reali­zado nunca.

En el momento del viaje, Bajo el volcán todavía no había sido publicado. Lowry empezó el libro en 1938, lo reescribió unas diez veces, pero cada vez era rechazado. Incluso durante el viaje le lle­garon dos cartas negativas más, una de Inglaterra y otra de Estados Unidos. Además tuvo la increí­ble mala suerte de que en este mismo período apareciera The Lost Weekend de Charles Jackson, cuya versión cinematográfica tuvo un éxito enorme, un hecho al que algunas veces, durante el viaje, tuvo que enfrentarse de un modo muy dolo­roso. Algunos editores que habían leído su ma­nuscrito incluso le acusaban de cometer un plagio; uno de ellos llegó a escribirle que, después de la publicación de 'Lost Weekend', 'todo escritor jo­ven que alguna vez haya tenido una resaca, parece creer que un relato sobre una borrachera es el camino más corto hacia el éxito'. Esta declaración debe haberle ofendido enormemente, porque, para él, Bajo el volcán era una exteriorización de sus recuerdos más espantosos, empleándolos de forma constructiva, o, como lo dijo Yeats: 'trans-

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formando sus mayores debilidades en su mayor fuerza'.

Lowry comenta de Charles Jackson (y proba­blemente con razón): 'Cuánto más interesante que el libro que ha escrito, hubiese sido un libro sobre su verdadera lucha, con lo que sea, un libro hecho con sólo su propio material. Porque una cosa ex­traña de Drunkard's Rigadoon (= 'Lost Weekend) es que no parecía autobiográfico'.

Además, el único parecido entre las dos novelas es el hecho que los dos protagonistas son aficio­nados a la bebida. Los editores deben haber pro­cedido con mucha superficialidad para formarse sus opiniones sobre el libro, y el temor casi para­noico de Lowry de ser un plagiario (incluso temía que su intento de suicidio en Oscuro como la tumba sería considerado como un plagio) carecía de todo fundamento.

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Antes de seguir, quiero dar las principales cla­ves de Oscuro como la tumba donde yace mi amigo:

Sigbjórn Wilderness = Malcolm Lowry = el Cónsul.

Primrose = Margerie Bonner Lowry. Ruth = ·Jan, primera mujer de Lowry = ,Yvonne

en Volcán. Fernando= Dr. Vigil en Volcán, el genio bueno

de Lowry. Daniel= Conrad Aiken. Erikson = el escritor noruego Johan Nordahl

Grieg. El Valle de los espectros de la muerte= Bajo el

volcán. Es el título que originalmente quiso dar al libro.

Cuernavaca es finalmente el verdadero nombre de Qu'auhnahuac, el viejo nombre indio que em­pleaba en Volcán.

En resumidas cuentas el contenido del libro es el siguiente: Sigbjórn y Primrose viajan a Méjico en avión. Primrose, que conoce su pasado en Mé­jico a través de las diferentes versiones de Volcán que le ha dejado leer, está muy emocionada al pensar que podrá ver en realidad los lugares donde él ha vivido y sufrido. En cambio a Sigbjórn le aterroriza la idea. Tiembla de miedo al pensar que tendrá que enfrentarse con los lugares infernales de su pasado, pero sabe que tiene que ser así, que es inevitable. (Toda la obra de Lowry está cargada con la idea fatalista del destino, de lo inescapable.) El viaje tiene además una finalidad concreta. En Oaxaca quiere visitar a Fernando, su viejo amigo y buen genio. Fernando era para él un símbolo de vida y de fuerza vital. El mismo era para Fernando 'un constructor de tragedias'.

También hay una finalidad abstracta: el fuego, el incendio, no ha sido lo bastante purificador, re-creativo. 'Era como si la hoguera no hubiese resultado eficaz para el Fénix, y tuviera que mirar a su alrededor buscando otra clase de sacrificio en el pasado'. Tenía, pues, la idea de tener que su-

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mergirse de nuevo en el infierno del pasado, una nueva confrontación con las fuerzas oscuras y destructivas de Méjico. Entonces sí resurgiría de las cenizas un yo nuevo y mejor.

A pesar de algunos momentos felices, el viaje no resulta ser lo que se dice una excursión de placer. Cuando gracias a Primrose apenas se había liberado un poco de su drinking problem, de nuevo tiene que luchar contra la tentación del alcohol, una lucha que a menudo pierde. Y enton­ces tiene que inventarse toda clase de truquitos sutiles y lastimosos para que Primrose no se en­tere. Las cantinas y pulquerías con sus horribles pociones (comparada con ellas la tequila es como una taza de té) le causan un temor demencial, atrayéndole al mismo tiempo irresistiblemente. Tánatos, el eterno afán de la autodestrucción.

Luego hay un sinfín de otros temores y vejacio­nes de menor importancia: el miedo a la enferme­dad, o el temor a equivocarse de autobús, la con­tinua aprensión de que le engañen o le roben. Desde luego esto ocurre en casi cada esquina, a pesar de la fórmula mágica cada vez repetida, que se han inventado: 'Nosotros no somos americanos ricos, somos canadianos pobres'. (El español de Lowry no era perfecto). Añádanse a todo esto las cartas negativas que recibe de sus editores, y las consiguientes riñas con Primrose. Y así, más o menos a mitad del libro, se llega al abismo abso­luto, desembocando en el intento (no muy serio) de cortarse las venas.

A pesar de todo siguen valientemente su camino hacia su buen amigo en Oaxaca. Pero Oaxaca es para Sigbjórn también el lugar más temido de Mé­jico, porque allí se encuentra la cantina El Farolito (en Volcán situada en otro paraje, más cerca de Cuemavaca), el sitio donde más hondamente ha­bía descendido en el infierno de la auto-destruc­ción. Cuando hacia el final del libro llegan a Oa­xaca resulta que Fernando, símbolo de vida y de fuerza vital, ha muerto ya hace unos años, y ade­más de la misma manera en que Lowry había hecho morir al Cónsul: asesinado en una cantina después de una borrachera nocturna. En vez de su genio protector se encuentra con otra aparición del pasado, su genio perjudicial, la antítesis de Femando: John Stanford. Su mayor enemigo, el hombre a quien más odiaba y a quien más temía, pero también el hombre cuyos vestidos todavía lleva puestos. Pero se da cuenta de que de repente ya no le tiene miedo. Ahora es John quien le teme y le rehuye.

Y en el último capítulo resulta que, a pesar de todo, algo ha cambiado en Sigbjórn. Al principio todavía se veía a sí mismo como un personaje ficticio en su propia novela, que no era creada por él, sino por un dios cruel o un demonio. ('En esta novela el mismo diablo· estaba escribiendo'). Un dios-demonio que en cualquier momento podía ce­rrar el libro y aplastar al insecto, que era él, entre las páginas. Ahora se da cuenta de que está escri­biendo su propia biografía, dirigiendo su propia

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película, y que está en condiciones de fijar su propio destino. El es Roderick U sher, que ha so­brevivido al hundimiento de la Casa U sher. Y a diferencia de Volcán, el libro, a pesar de todo, finaliza con un auténtico happy ending: El Faro­lito, la horrible e irresistible cantina, ya no existe, y el fallecido Fernando ha llevado, a través de su Banco Ejidal, la prosperidad y la fertilidad, en fin, una nueva vida, al Valle de Etla, Oaxaca.

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Al principio escribí que Lowry era un 'anotador compulsivo'. Anotaba todo lo que veía, incluso las cosas más triviales, como fragmentos de horarios, listas de precios, letreros, topónimos, anuncios. Pero estas trivialidades, por repetirse obsesiva­mente, llegan a estar cada vez más cargadas de significación. Así en Volcán nos encontramos va­rias veces con el anuncio de una película: Las manos de Orlac. Con Peter Lorre, el tono del cual se vuelve involuntariamente cada vez más amena­zador y ominoso. Y todavía más importante, en ambos libros aparece siempre la siguiente adver­tencia: ¿Le gusta este jardín? ¿Que es suyo? ¡Evite que sus hijos lo destruyan!

Un detalle muy curioso es que el conocimiento bastante pobre que tenía Lowry del español le juega aquí una mala pasada. A lo largo de todo el Volcán, él interpreta la frase de la siguiente ma­nera: '¿Le gusta este jardín? ¿Por qué es suyo? ¡Expulsaremos a los que destruyen!' Un signifi­cado aterrador, que él interpretaba como una fata­lidad, algo como 'el Juicio Final o la Expulsión del Paraíso. (Asociaba, probablemente, la palabra 'evite' con el inglés evict, que significa 'expul­sar'). Tan solo años más tarde se enteró de la traducción exacta. Pero lo curioso es que aquí el significado correcto de la frase no tiene ninguna importancia. Precisamente el no haber entendido bien la frase, o sea, su carácter enigmático, le da un significado mucho más importante y siniestro, de lo que en realidad tiene. Pero tan solo, desde luego, para los lectores no-hispanoparlantes. Para ellos las numerosas citas en español, en este con­texto específico, forman un aspecto lingüístico que involuntariamente crea una atmósfera de enigma, de misterio. Exactamente la misma que tenía para el autor.

Para Lowry, además, todo tenía significado. Casi más todavía que en Volcán, Oscuro como la tumba está lleno de indicios, símbolos, referencias a mitos, coincidencias significativas, répétitions de l'histoire. Todo sigue un patrón fijo, por todo hay 'aniversarios' que hay que celebrar. En casi todas las páginas aparece algo que debe ser inter­,pretado como buen o mal augurio. El hecho de que en Cuemavaca se aloje con Primrose en la antigua casa de M. Laruelle, es uno de estos indi­cios ('Por un momento parecía que era el propio Cónsul') y el hecho de que sea el 7 de diciembre y que precisamente este día, dos años atrás, Erikson (Nordahl Grieg) se precipitase con su bombardero

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sobre Berlín en llamas, es uno de esos 'aniversa­rios'. Lowry tenía la superstición de un niño, el pensar mágico de un niño. Y en ambos libros están desde luego casi omnipresentes los dos gi­gantescos símbolos del Popocatepetl e Ixtac­cihuatl, los dos enormes volcanes eternamente cubiertos de nieve.

Así cada acontecimiento, cada objeto, cada nombre, cada fecha y cada cifra ('Calle Humboldt número 7') están, de forma casi animista, carga­dos de significado, de magia. Para él estos signos forman un punto de referencia imprescindible en el gran caos donde amenaza hundirse, el laberinto donde amenaza perderse.

* * *

Como ya dije al principio, Malcolm Sigbjórn fue también atormentado por el temor de no ser buen escritor. Incluso estaba convencido de que no sa­bía escribir:

'Sigbjórn, como escritor, intentaba describir a Eddie, pero si alguna vez quisiera escribir sobre él, tendría que preguntar a Primrose qué aspecto tenía ... '

Durante el largo viaje en avión, al cual dedica casi cien páginas sublimes, da una descripción muy tierna, llena de amor, de Primrose. Luego, asustado de sí mismo de repente, empieza a rela­tivizar: «Cielo santo, ¡qué descripción más horri­ble ... ! Las descripciones eran su punto débil y lo más probable es que él no debía de ser escritor.Se estaba engañando a sí mismo ... '

Malcolm Lowry era sobre todo un escritor que, más aún que por los editores miopes, era poco estimado por sí mismo. Porque en realidad ambos libros están repletos de descripciones sublimes y caracterizaciones concisas y atinadas como: 'Las caras robustas de las mujeres tenían el color de la cerámica oscura', o 'una puesta de sol de un negro basáltico ... ', o 'la luna bilingüe ... '

Para sus descripciones de la naturaleza necesita generalmente más palabras, pero éstas son, en ambos libros, vertiginosas, exuberantes, espléndi­das. Varían mucho según su estado de ánimo. Así, en Oscuro como la tumba, hay un cambio muy brutal entre el final del capítulo 5 y el principio del capítulo 6: Primero, de vuelta en Méjico, disfruta, junto a Primrose, en una éxtasis celestial, del si­lencio y de la luz lunar sobre las montañas. Unas páginas más adelante la misma luna llena da 'un resplandor diabólico e infernal', arroja 'sombras cruciformes' y hay 'un alboroto endiablado' con 'aullidos y ladridos terroríficos' (cursivas mías).

Pero lo que más impresión le causaban eran los colosales, espeluznantes y caóticos paisajes mon­tañosos de Méjico, y sus descripciones de aque­llos paisajes, a pesar de repetirlas insistentemente, son siempre magistrales. En realidad, con ello describe tambi�n las alturas salvajes, los insonda­bles precipicios y el caos infernal de su propia selva interior. De hecho, incluso al des- � cribir la naturaleza, _Malcolm Lowry es ·� puramente autobiográfico. �

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ROSALIA

Una novela inédita de Galdós, descubierta recientemente

por Alan Smith.

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