Magisterio Sobre Catequesis y Comunidad

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Puntos de Aparecida Existe un alto porcentaje de católicos sin conciencia de su misión de ser sal y fermento en el mundo, con débil identidad cristiana, participación comunitaria y compromiso ciudadano (287). Es un gran desafío que cuestiona a fondo la manera como estamos educando en la fe y como estamos alimentando la vivencia de la misma. Se impone la tarea irrenunciable de ofrecer una modalidad de kerygma que eduque realmente en la fe, pues ha sido pobre y fragmentada (286). La iniciación cristiana es la manera práctica de poner a alguien en contacto con Jesucristo y de iniciarlo en el discipulado, dando la oportunidad de introducirlo en los misterios de la fe, en la forma de catecumenado bautismal o post-bautismal, en los tres sacramentos de la iniciación: bautismo, confirmación y eucaristía (288). Después viene la catequesis permanente (294). Ésta no puede ser solamente ocasional, reducida a momentos previos a los sacramentos, sino que se requiere desarrollar un camino constante. Tampoco puede limitarse a una formación meramente doctrinal, sino que debe ser una verdadera escuela de formación integral (299). Lugares de formación para los discípulos misioneros La parroquia. La Iglesia es comunión y, por tanto, la dimensión comunitaria es intrínseca a la fe cristiana, reflexión de la vida en la Trinidad. Las parroquias son células vivas de la Iglesia, encierran una inmensa riqueza comunitaria, pues en ellas se encuentra una enorme variedad de situaciones, edades y tareas (304). Para que sean centros de irradiación misionera, deben ser lugares de formación permanente, con varias instancias que garanticen el acompañamiento y la maduración de todos los agentes de pastoral, y de los laicos insertados en el mundo (306). Cuarta etapa: compromiso misionero de la comunidad. La experiencia personal de fe, la vivencia comunitaria y la

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Puntos de AparecidaExiste un alto porcentaje de catlicos sin conciencia de su misin de ser sal y fermento en el mundo, con dbil identidad cristiana, participacin comunitaria y compromiso ciudadano (287). Es un gran desafo que cuestiona a fondo la manera como estamos educando en la fe y como estamos alimentando la vivencia de la misma. Se impone la tarea irrenunciable de ofrecer una modalidad de kerygma que eduque realmente en la fe, pues ha sido pobre y fragmentada (286). La iniciacin cristiana es la manera prctica de poner a alguien en contacto con Jesucristo y de iniciarlo en el discipulado, dando la oportunidad de introducirlo en los misterios de la fe, en la forma de catecumenado bautismal o post-bautismal, en los tres sacramentos de la iniciacin: bautismo, confirmacin y eucarista (288).Despus viene la catequesis permanente (294). sta no puede ser solamente ocasional, reducida a momentos previos a los sacramentos, sino que se requiere desarrollar un camino constante. Tampoco puede limitarse a una formacin meramente doctrinal, sino que debe ser una verdadera escuela de formacin integral (299).

Lugares de formacin para los discpulos misionerosLa parroquia. La Iglesia es comunin y, por tanto, la dimensin comunitaria es intrnseca a la fe cristiana, reflexin de la vida en la Trinidad. Las parroquias son clulas vivas de la Iglesia, encierran una inmensa riqueza comunitaria, pues en ellas se encuentra una enorme variedad de situaciones, edades y tareas (304). Para que sean centros de irradiacin misionera, deben ser lugares de formacin permanente, con varias instancias que garanticen el acompaamiento y la maduracin de todos los agentes de pastoral, y de los laicos insertados en el mundo (306).

Cuarta etapa: compromiso misionero de la comunidad. La experiencia personal de fe, la vivencia comunitaria y la formacin bblico-teolgica confluyen hacia una cuarta etapa: el compromiso misionero de toda la comunidad (226d). Para Aparecida, una Iglesia en estado permanente de misin debe desarrollarse con las familias, los jvenes y los adolescentes, los ancianos, las mujeres, el padre de familia y la ecologa: cada comunidad cristiana convertida en un poderoso centro de irradiacin de la vida en Cristo (362), en el mundo de la cultura (479- 480), de la comunicacin social (485-490), en los centros de decisin (491-500) y en la vida pblica (501-508).

Numeros de Evangelii Nuntiandi14. La Iglesia lo sabe. Ella tiene viva conciencia de que las palabras del Salvador: "Es preciso que anuncie tambin el reino de Dios en otras ciudades" (34), se aplican con toda verdad a ella misma. Y por su parte ella aade de buen grado, siguiendo a San Pablo: "Porque, si evangelizo, no es para m motivo de gloria, sino que se me impone como necesidad. Ay de m, si no evangelizara!" (35). Con gran gozo y consuelo hemos escuchado Nos, al final de la Asamblea de octubre de 1974, estas palabras luminosas: "Nosotros queremos confirmar una vez ms que la tarea de la evangelizacin de todos los hombres constituye la misin esencial de la Iglesia" (36); una tarea y misin que los cambios amplios y profundos de la sociedad actual hacen cada vez ms urgentes. Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocacin propia de la Iglesia, su identidad ms profunda. Ella existe para evangelizar, es decir, para predicar y ensear, ser canal del don de la gracia, reconciliar a los pecadores con Dios, perpetuar el sacrificio de Cristo en la santa Misa, memorial de su muerte y resurreccin gloriosa.Vnculos recprocos entre la Iglesia y la evangelizacin15. Quien lee en el Nuevo Testamento los orgenes de la Iglesia y sigue paso a paso su historia, quien la ve vivir y actuar, se da cuenta de que ella est vinculada a la evangelizacin de la manera ms ntima:-La Iglesia nace de la accin evangelizadora de Jess y de los Doce. Es un fruto normal, deseado, el ms inmediato y el ms visible "Id pues, ensead a todas las gentes" (37). "Ellos recibieron la gracia y se bautizaron, siendo incorporadas (a la Iglesia) aquel da unas tres mil personas... Cada da el Seor iba incorporando a los que haban de ser salvos" (38).Nacida, por consiguiente, de la misin de Jesucristo, la Iglesia es a su vez enviada por El. La Iglesia permanece en el mundo hasta que el Seor de la gloria vuelva al Padre. Permanece como un signo, opaco y luminoso al mismo tiempo, de una nueva presencia de Jesucristo, de su partida y de su permanencia. Ella lo prolonga y lo contina. Ahora bien, es ante todo su misin y su condicin de evangelizador lo que ella est llamada a continuar (39). Porque la comunidad de los cristianos no est nunca cerrada en s misma.En ella, la vida ntima la vida de oracin, la escucha de la Palabra y de las enseanzas de los Apstoles, la caridad fraterna vivida, el pan compartido (40) no tiene pleno sentido ms que cuando se convierte en testimonio, provoca la admiracin y la conversin, se hace predicacin y anuncio de la Buena Nueva. Es as como la Iglesia recibe la misin de evangelizar y como la actividad de cada miembro constituye algo importante para el conjunto.Evangelizadora, la Iglesia comienza por evangelizarse a s misma. Comunidad de creyentes, comunidad de esperanza vivida y comunicada, comunidad de amor fraterno, tiene necesidad de escuchar sin cesar lo que debe creer, las razones para esperar, el mandamiento nuevo del amor. Pueblo de Dios inmerso en el mundo y, con frecuencia, tentado por los dolos, necesita saber proclamar "las grandezas de Dios" (41), que la han convertido al Seor, y ser nuevamente convocada y reunida por El. En una palabra, esto quiere decir que la Iglesia siempre tiene necesidad de ser evangelizada, si quiere conservar su frescor, su impulso y su fuerza para anunciar el Evangelio. El Concilio Vaticano II ha recordado (42), y el Snodo de 1974 ha vuelto a tocar insistentemente este tema de la Iglesia que se evangeliza a travs de una conversin y una renovacin constante, para evangelizar al mundo de manera creble.La Iglesia es depositaria de la Buena Nueva que debe ser anunciada. Las promesas de la Nueva Alianza en Cristo, las enseanzas del Seor y de los Apstoles, la Palabra de vida, las fuentes de la gracia y de la benignidad divina, el camino de salvacin, todo esto le ha sido confiado. Es ni ms ni menos que el contenido del Evangelio y, por consiguiente, de la evangelizacin que ella conserva como un depsito viviente y precioso, no para tenerlo escondido, sino para comunicarlo.Enviada y evangelizada, la Iglesia misma enva a los evangelizadores. Ella pone en su boca la Palabra que salva, les explica el mensaje del que ella misma es depositaria, les da el mandato que ella misma ha recibido y les enva a predicar. A predicar no a s mismos o sus ideas personales (43), sino un Evangelio del que ni ellos ni ella son dueos y propietarios absolutos para disponer de l a su gusto, sino ministros para transmitirlo con suma fidelidad.

Nmeros de Catechesi Traedandae5. Hay que subrayar, en primer lugar, que en el centro de la catequesis encontramos esencialmente una Persona, la de Jess de Nazaret, Unignito del Padre, lleno de gracia y de verdad[9], que ha sufrido y ha muerto por nosotros y que ahora, resucitado, vive para siempre con nosotros. Jess es el Camino, la Verdad y la Vida[10], y la vida cristiana consiste en seguir a Cristo, en la sequela Christi.El objeto esencial y primordial de la catequesis es, empleando una expresin muy familiar a San Pablo y a la teologa contempornea, el Misterio de Cristo. Catequizar es, en cierto modo, llevar a uno a escrutar ese Misterio en toda su dimensin: Iluminar a todos acerca de la dispensacin del misterio... comprender, en unin con todos los santos, cul es la anchura, la largura, la altura y la profundidad y conocer la caridad de Cristo, que supera toda ciencia, para que seis llenos de toda la plenitud de Dios[11]. Se trata por lo tanto de descubrir en la Persona de Cristo el designio eterno de Dios que se realiza en l. Se trata de procurar comprender el significado de los gestos y de las palabras de Cristo, los signos realizados por l mismo, pues ellos encierran y manifiestan a la vez su Misterio. En este sentido, el fin definitivo de la catequesis es poner a uno no slo en contacto sino en comunin, en intimidad con Jesucristo: slo l puede conducirnos al amor del Padre en el Espritu y hacernos partcipes de la vida de la Santsima Trinidad.10. La imagen de Cristo que ensea se haba impreso en la mente de los Doce y de los primeros discpulos, y la consigna Id y haced discpulos a todas las gentes[28]orient toda su vida. San Juan da testimonio de ello en su Evangelio, cuando refiere las palabras de Jess: Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su seor; pero os digo amigos, porque todo lo que o de mi Padre os lo he dado a conocer[29]. No son ellos los que han escogido seguir a Jess, sino que es Jess quien los ha elegido, quien los ha guardado y establecido, ya antes de su Pascua, para que ellos vayan y den fruto y para que su fruto permanezca[30]. Por ello despus de la resurreccin, les confi formalmente la misin de hacer discpulos a todas las gentes.14. Es evidente, ante todo, que la catequesis ha sido siempre para la Iglesia un deber sagrado y un derecho imprescriptible. Por una parte, es sin duda un deber que tiene su origen en un mandato del Seor e incumbe sobre todo a los que en la Nueva Alianza reciben la llamada al ministerio de Pastores. Por otra parte, puede hablarse igualmente de derecho: desde el punto de vista teolgico, todo bautizado por el hecho mismo de su bautismo, tiene el derecho de recibir de la Iglesia una enseanza y una formacin que le permitan iniciar una vida verdaderamente cristiana; en la perspectiva de los derechos del hombre, toda persona humana tiene derecho a buscar la verdad religiosa y de adherirse plenamente a ella, libre de toda coaccin por parte tanto de los individuos como de los grupos sociales y de cualquier poder humano que sea, de suerte que, en esta materia, a nadie se fuerce a actuar contra su conciencia o se le impida actuar ... de acuerdo con ella[43].

Tarea prioritaria15. La segunda leccin se refiere al lugar mismo de la catequesis en los proyectos pastorales de la Iglesia. Cuanto ms capaz sea, a escala local o universal, de dar la prioridad a la catequesis por encima de otras obras e iniciativas cuyos resultados podran ser mas espectaculares, tanto ms la Iglesia encontrar en la catequesis una consolidacin de su vida interna como comunidad de creyentes y de su actividad externa como misionera. En este final del siglo XX, Dios y los acontecimientos, que son otras tantas llamadas de su parte, invitan a la Iglesia a renovar su confianza en la accin catequtica como en una tarea absolutamente primordial de su misin. Es invitada a consagrar a la catequesis sus mejores recursos en hombres y en energas, sin ahorrar esfuerzos, fatigas y medios materiales, para organizarla mejor y formar personal capacitado. En ello no hay un mero clculo humano, sino una actitud de fe. Y una actitud de fe se dirige siempre a la fidelidad a Dios, que nunca deja de responder.18. Globalmente, se puede considerar aqu la catequesis en cuanto educacin de la fe de los nios, de los jvenes y adultos, que comprende especialmente una enseanza de la doctrina cristiana, dada generalmente de modo orgnico y sistemtico, con miras a iniciarlos en la plenitud de la vida cristiana. En este sentido, la catequesis se articula en cierto nmero de elementos de la misin pastoral de la Iglesia, sin confundirse con ellos, que tienen un aspecto catequtico, preparan a la catequesis o emanan de ella: primer anuncio del evangelio o predicacin misional por medio delkerigmapara suscitar la fe apologtica o bsqueda de las razones de creer, experiencia de vida cristiana, celebracin de los sacramentos, integracin en la comunidad eclesial, testimonio apostlico y misional.Recordemos ante todo que entre la catequesis y la evangelizacin no existe ni separacin u oposicin, ni identificacin pura y simple, sino relaciones profundas de integracin y de complemento recproco.La Exhortacin apostlica Evangelii nuntiandi del 8 de diciembre de 1975, sobre la evangelizacin en el mundo contemporneo, subray con toda razn que la evangelizacin cuya finalidad es anunciar la Buena Nueva a toda la humanidad para que viva de ella, es una realidad rica, compleja y dinmica, que tiene elementos o, si se prefiere, momentos, esenciales y diferentes entre s, que es preciso saber abarcar conjuntamente, en la unidad de un nico movimiento[48]. La catequesis es uno de esos momentos y cun sealado! en el proceso total de evangelizacin.19.la catequesis debe a menudo preocuparse, no slo de alimentar y ensear la fe, sino de suscitarla continuamente con la ayuda de la gracia, de abrir el corazn, de convertir, de preparar una adhesin global a Jesucristo en aquellos que estn an en el umbral de la fe. Esta preocupacin inspira parcialmente el tono, el lenguaje y el mtodo de la catequesis.24. La catequesis tiene una ntima unin con la accin responsable de la Iglesia y de los cristianos en el mundo. Todo el que se ha adherido a Jesucristo por la fe y se esfuerza por consolidar esta fe mediante la catequesis, tiene necesidad de vivirla en comunin con aquellos que han dado el mismo paso. La catequesis corre el riesgo de esterilizarse, si una comunidad de fe y de vida cristiana no acoge al catecmeno en cierta fase de su catequesis. Por eso la comunidad eclesial, a todos los niveles, es doblemente responsable respecto a la catequesis: tiene la responsabilidad de atender a la formacin de sus miembros, pero tambin la responsabilidad de acogerlos en un ambiente donde puedan vivir, con la mayor plenitud posible, lo que han aprendido.La catequesis est abierta igualmente al dinamismo misionero. Si hace bien, los cristianos tendrn inters en dar testimonio de su fe, de transmitirla a sus hijos, de hacerla conocer a otros, de servir de todos modos a la comunidad humana

De la gua para los catequistas (Congregacin para la Evangelizacin de los Pueblos)LaRedemptoris Missio describe a los catequistas como"agentes especializados, testigos directos, evangelizadores insustituibles, que representan la fuerza fundamental de las comunidades cristianas, especialmente en las Iglesias jvenes"El catequista no es un mero suplente del sacerdote, sino que es, de derecho, un testigo de Cristo en la comunidad a la que pertenece".El catequista ha de procurar mantener la conviccin interior del pastor que"va tras la oveja descarriada hasta que la encuentra"(Lc15.4); o de la mujer que"busca con cuidado la dracma perdida hasta que la encuentra"(Lc15,8). Es una conviccin que engendracelo apostlico:"Me he hecho todo a todos para salvar a toda costa a algunos. Y todo esto lo hago por el Evangelio"(1Co9,22-23; cf.2Co12,15);"(ay de m si no predicara el Evangelio!"(1Co9,16). Estos apremios interiores de Pablo podrn ayudar al catequista a acrecentar en s mismo el celo como corresponde a su su vocacin especial, y tambin a su voluntad de responder a ella y le impulsarn a colaborar activamente en el anuncio de Cristo y en la construccin y al crecimiento de la comunidad eclesial.

Nmeros de la Evangelii Gaudium163. La educacin y la catequesis estn al servicio de este crecimiento. Ya contamos con varios textos magisteriales y subsidios sobre la catequesis ofrecidos por la Santa Sede y por diversos episcopados. Recuerdo la Exhortacin apostlicaCatechesi Tradendae(1979), elDirectorio general para la catequesis(1997) y otros documentos cuyo contenido actual no es necesario repetir aqu. Quisiera detenerme slo en algunas consideraciones que me parece conveniente destacar.164. Hemos redescubierto que tambin en la catequesis tiene un rol fundamental el primer anuncio o kerygma, que debe ocupar el centro de la actividad evangelizadora y de todo intento de renovacin eclesial. Elkerygmaes trinitario. Es el fuego del Espritu que se dona en forma de lenguas y nos hace creer en Jesucristo, que con su muerte y resurreccin nos revela y nos comunica la misericordia infinita del Padre. En la boca del catequista vuelve a resonar siempre el primer anuncio: Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte, y ahora est vivo a tu lado cada da, para iluminarte, para fortalecerte, para liberarte. Cuando a este primer anuncio se le llama primero, eso no significa que est al comienzo y despus se olvida o se reemplaza por otros contenidos que lo superan. Es el primero en un sentido cualitativo, porque es el anuncioprincipal, ese que siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras y ese que siempre hay que volver a anunciar de una forma o de otra a lo largo de la catequesis, en todas sus etapas y momentos[126]. Por ello, tambin el sacerdote, como la Iglesia, debe crecer en la conciencia de su permanente necesidad de ser evangelizado[127].165. No hay que pensar que en la catequesis elkerygmaes abandonado en pos de una formacin supuestamente ms slida. Nada hay ms slido, ms profundo, ms seguro, ms denso y ms sabio que ese anuncio. Toda formacin cristiana es ante todo la profundizacin delkerygmaque se va haciendo carne cada vez ms y mejor, que nunca deja de iluminar la tarea catequstica, y que permite comprender adecuadamente el sentido de cualquier tema que se desarrolle en la catequesis. Es el anuncio que responde al anhelo de infinito que hay en todo corazn humano. La centralidad delkerygmademanda ciertas caractersticas del anuncio que hoy son necesarias en todas partes: que exprese el amor salvfico de Dios previo a la obligacin moral y religiosa, que no imponga la verdad y que apele a la libertad, que posea unas notas de alegra, estmulo, vitalidad, y una integralidad armoniosa que no reduzca la predicacin a unas pocas doctrinas a veces ms filosficas que evanglicas. Esto exige al evangelizador ciertas actitudes que ayudan a acoger mejor el anuncio: cercana, apertura al dilogo, paciencia, acogida cordial que no condena.166. Otra caracterstica de la catequesis, que se ha desarrollado en las ltimas dcadas, es la de una iniciacinmistaggica[128], que significa bsicamente dos cosas: la necesaria progresividad de la experiencia formativa donde interviene toda la comunidad y una renovada valoracin de los signos litrgicos de la iniciacin cristiana. Muchos manuales y planificaciones todava no se han dejado interpelar por la necesidad de una renovacin mistaggica, que podra tomar formas muy diversas de acuerdo con el discernimiento de cada comunidad educativa. El encuentro catequstico es un anuncio de la Palabra y est centrado en ella, pero siempre necesita una adecuada ambientacin y una atractiva motivacin, el uso de smbolos elocuentes, su insercin en un amplio proceso de crecimiento y la integracin de todas las dimensiones de la persona en un camino comunitario de escucha y de respuesta.167. Es bueno que toda catequesis preste una especial atencin al camino de la belleza (via pulchritudinis)[129]. Anunciar a Cristo significa mostrar que creer en l y seguirlo no es slo algo verdadero y justo, sino tambin bello, capaz de colmar la vida de un nuevo resplandor y de un gozo profundo, aun en medio de las pruebas. En esta lnea, todas las expresiones de verdadera belleza pueden ser reconocidas como un sendero que ayuda a encontrarse con el Seor Jess. No se trata de fomentar un relativismo esttico[130], que pueda oscurecer el lazo inseparable entre verdad, bondad y belleza, sino de recuperar la estima de la belleza para poder llegar al corazn humano y hacer resplandecer en l la verdad y la bondad del Resucitado. Si, como dice san Agustn, nosotros no amamos sino lo que es bello[131], el Hijo hecho hombre, revelacin de la infinita belleza, es sumamente amable, y nos atrae hacia s con lazos de amor. Entonces se vuelve necesario que la formacin en lavia pulchritudinisest inserta en la transmisin de la fe. Es deseable que cada Iglesia particular aliente el uso de las artes en su tarea evangelizadora, en continuidad con la riqueza del pasado, pero tambin en la vastedad de sus mltiples expresiones actuales, en orden a transmitir la fe en un nuevo lenguaje parablico[132]. Hay que atreverse a encontrar los nuevos signos, los nuevos smbolos, una nueva carne para la transmisin de la Palabra, las formas diversas de belleza que se valoran en diferentes mbitos culturales, e incluso aquellos modos no convencionales de belleza, que pueden ser poco significativos para los evangelizadores, pero que se han vuelto particularmente atractivos para otros.168. En lo que se refiere a la propuesta moral de la catequesis, que invita a crecer en fidelidad al estilo de vida del Evangelio, conviene manifestar siempre el bien deseable, la propuesta de vida, de madurez, de realizacin, de fecundidad, bajo cuya luz puede comprenderse nuestra denuncia de los males que pueden oscurecerla. Ms que como expertos en diagnsticos apocalpticos u oscuros jueces que se ufanan en detectar todo peligro o desviacin, es bueno que puedan vernos como alegres mensajeros de propuestas superadoras, custodios del bien y la belleza que resplandecen en una vida fiel al Evangelio.El acompaamiento personal de los procesos de crecimiento169. En una civilizacin paradjicamente herida de anonimato y, a la vez obsesionada por los detalles de la vida de los dems, impudorosamente enferma de curiosidad malsana, la Iglesia necesita la mirada cercana para contemplar, conmoverse y detenerse ante el otro cuantas veces sea necesario. En este mundo los ministros ordenados y los dems agentes pastorales pueden hacer presente la fragancia de la presencia cercana de Jess y su mirada personal. La Iglesia tendr que iniciar a sus hermanos sacerdotes, religiosos y laicos en este arte del acompaamiento, para que todos aprendan siempre a quitarse las sandalias ante la tierra sagrada del otro (cf.Ex3,5). Tenemos que darle a nuestro caminar el ritmo sanador de projimidad, con una mirada respetuosa y llena de compasin pero que al mismo tiempo sane, libere y aliente a madurar en la vida cristiana.170. Aunque suene obvio, el acompaamiento espiritual debe llevar ms y ms a Dios, en quien podemos alcanzar la verdadera libertad. Algunos se creen libres cuando caminan al margen de Dios, sin advertir que se quedan existencialmente hurfanos, desamparados, sin un hogar donde retornar siempre. Dejan de ser peregrinos y se convierten en errantes, que giran siempre en torno a s mismos sin llegar a ninguna parte. El acompaamiento sera contraproducente si se convirtiera en una suerte de terapia que fomente este encierro de las personas en su inmanencia y deje de ser una peregrinacin con Cristo hacia el Padre.171. Ms que nunca necesitamos de hombres y mujeres que, desde su experiencia de acompaamiento, conozcan los procesos donde campea la prudencia, la capacidad de comprensin, el arte de esperar, la docilidad al Espritu, para cuidar entre todos a las ovejas que se nos confan de los lobos que intentan disgregar el rebao. Necesitamos ejercitarnos en el arte de escuchar, que es ms que or. Lo primero, en la comunicacin con el otro, es la capacidad del corazn que hace posible la proximidad, sin la cual no existe un verdadero encuentro espiritual. La escucha nos ayuda a encontrar el gesto y la palabra oportuna que nos desinstala de la tranquila condicin de espectadores. Slo a partir de esta escucha respetuosa y compasiva se pueden encontrar los caminos de un genuino crecimiento, despertar el deseo del ideal cristiano, las ansias de responder plenamente al amor de Dios y el anhelo de desarrollar lo mejor que Dios ha sembrado en la propia vida. Pero siempre con la paciencia de quien sabe aquello que enseaba santo Toms de Aquino: que alguien puede tener la gracia y la caridad, pero no ejercitar bien alguna de las virtudes a causa de algunas inclinaciones contrarias que persisten[133]. Es decir, la organicidad de las virtudes se da siempre y necesariamente in habitu, aunque los condicionamientos puedan dificultar lasoperacionesde esos hbitos virtuosos. De ah que haga falta una pedagoga que lleve a las personas, paso a paso, a la plena asimilacin del misterio[134]. Para llegar a un punto de madurez, es decir, para que las personas sean capaces de decisiones verdaderamente libres y responsables, es preciso dar tiempo, con una inmensa paciencia. Como deca el beato Pedro Fabro: El tiempo es el mensajero de Dios.172. El acompaante sabe reconocer que la situacin de cada sujeto ante Dios y su vida en gracia es un misterio que nadie puede conocer plenamente desde afuera. El Evangelio nos propone corregir y ayudar a crecer a una persona a partir del reconocimiento de la maldad objetiva de sus acciones (cf.Mt18,15), pero sin emitir juicios sobre su responsabilidad y su culpabilidad (cf.Mt7,1;Lc6,37). De todos modos, un buen acompaante no consiente los fatalismos o la pusilanimidad. Siempre invita a querer curarse, a cargar la camilla, a abrazar la cruz, a dejarlo todo, a salir siempre de nuevo a anunciar el Evangelio. La propia experiencia de dejarnos acompaar y curar, capaces de expresar con total sinceridad nuestra vida ante quien nos acompaa, nos ensea a ser pacientes y compasivos con los dems y nos capacita para encontrar las maneras de despertar su confianza, su apertura y su disposicin para crecer.173. El autntico acompaamiento espiritual siempre se inicia y se lleva adelante en el mbito del servicio a la misin evangelizadora. La relacin de Pablo con Timoteo y Tito es ejemplo de este acompaamiento y formacin en medio de la accin apostlica. Al mismo tiempo que les confa la misin de quedarse en cada ciudad para terminar de organizarlo todo (Tt1,5; cf.1 Tm1,3-5), les da criterios para la vida personal y para la accin pastoral. Esto se distingue claramente de todo tipo de acompaamiento intimista, de autorrealizacin aislada. Los discpulos misioneros acompaan a los discpulos misioneros.En torno a la Palabra de Dios174. No slo la homila debe alimentarse de la Palabra de Dios. Toda la evangelizacin est fundada sobre ella, escuchada, meditada, vivida, celebrada y testimoniada. Las Sagradas Escrituras son fuente de la evangelizacin. Por lo tanto, hace falta formarse continuamente en la escucha de la Palabra. La Iglesia no evangeliza si no se deja continuamente evangelizar. Es indispensable que la Palabra de Dios sea cada vez ms el corazn de toda actividad eclesial[135]. La Palabra de Dios escuchada y celebrada, sobre todo en la Eucarista, alimenta y refuerza interiormente a los cristianos y los vuelve capaces de un autntico testimonio evanglico en la vida cotidiana. Ya hemos superado aquella vieja contraposicin entre Palabra y Sacramento. La Palabra proclamada, viva y eficaz, prepara la recepcin del Sacramento, y en el Sacramento esa Palabra alcanza su mxima eficacia.175. El estudio de las Sagradas Escrituras debe ser una puerta abierta a todos los creyentes[136]. Es fundamental que la Palabra revelada fecunde radicalmente la catequesis y todos los esfuerzos por transmitir la fe[137]. La evangelizacin requiere la familiaridad con la Palabra de Dios y esto exige a las dicesis, parroquias y a todas las agrupaciones catlicas, proponer un estudio serio y perseverante de la Biblia, as como promover su lectura orante personal y comunitaria.[138]Nosotros no buscamos a tientas ni necesitamos esperar que Dios nos dirija la palabra, porque realmente Dios ha hablado, ya no es el gran desconocido sino que se ha mostrado[139]. Acojamos el sublime tesoro de la Palabra revelada.

Del Directorio Catequstico General21. Para cualquier hombre cuya alma se abra al mensaje evanglico, la catequesis es el medio ms apto para captar el plan de Dios en su propia vida y descubrir el significado ltimo de la existencia y de la historia, de suerte que tanto la vida de los individuos como la de la sociedad se ilumine con la luz del Reino de Dios, se adapte a sus exigencias y pueda conocer el misterio de la Iglesia como la comunidad de los que creen en el Evangelio. Todos estos aspectos determinan las tareas especficas de la catequesis.28. La catequesis debe ayudar a estas comunidades a propagar la luz del Evangelio y a entablar dilogo fructfero con los hombres y las culturas no cristianas dentro de 1-a libertad religiosa bien entendida (DH; AG. 22).32. tngase siempre presente que a la eficacia de 1-a catequesis contribuye enormemente el testimonio de vida del catequista y el de la comunidad eclesial (n. 35).35 El encuentro del hombre con Cristo se efecta no solo por medio del sagrado ministerio, sino por medio de los fieles y sus comunidades (LG. 35), que estn, por tanto, obligadas a dar testimonio. Si falta este testimonio se pone a los oyentes un obstculo para que acepten la palabra de Dios, ya que la catequesis puede hablar con ms eficacia de las cosas que hace visible la comunidad.El catequista es como- un intrprete de la Iglesia ante los catequizados. El lee y ensea a leer los signos de la fe de los cuales el principal es la misma Iglesia130. Es escuela preparatoria a la vida cristiana, es introduccin a la vida religiosa, litrgica, caritativa y apostlica del pueblo de Dios (Cfr. AG. 13-14; SC. 65; CD. 14). Toda la comunidad cristianaest comprometida en esta obra.257. La parroquia sigue siendo en Amrica Latina lugar importante para la educacin de la fe. Ella es, sin duda, el lugar ms significativo en que se forma y manifiesta la comunidad cristiana. Ella est llamada a ser una casa de familia, fraternal y acogedora, donde los cristianos se hacen conscientes de ser Pueblo de Dios..., el mbito ordinario donde se nace y se crece en la fe. Constituye, por ello, un espacio comunitario muy adecuado para que el ministerio de la Palabra ejercido en ella sea, al mismo tiempo, enseanza, educacin y experiencia vital.

Nmeros del Directorio General de Catequesis69. La catequesis corre el riesgo de esterilizarse si una comunidad de fe y de vida cristiana no acoge al catecmeno en cierta fase de su catequesis (CT 24) y el acompaamiento que ejerce la comunidad en favor del que se inicia, se transforma en plena integracin del mismo en la comunidad. 220. La catequesis es una responsabilidad de toda la comunidad cristiana. La iniciacin cristiana, en efecto, no deben procurarla solamente los catequistas o los sacerdotes, sino toda la comunidad de los fieles (AG 14). La misma educacin permanente de la fe es un asunto que atae a toda la comunidad. La catequesis es, por tanto, una accin educativa realizada a partir de la responsabilidad peculiar de cada miembro de la comunidad, en un contexto o clima comunitario rico en relaciones, para que los catecmenos y catequizan-dos se incorporen activamente a la vida de dicha comunidad.

Nmeros de la CAL

49. Sin la comunidad, como lugar privilegiado de evangelizacin, la Palabra de Dios no puede demostrar toda su eficacia; se queda privada de una fuente de relevante importancia. Es, precisamente, la comunidad la que revela la fecundidad de la fe y lo que sta es capaz de realizar en quien la acepta. En ella los cristianos se alimentan de la doble mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo. Evangelio y Eucarista son el alimento constante en el caminar de la comunidad cristiana hacia el Padre. El Espritu acta de tal modo en la comunidad que el don de la comunin y el empeo en la misin se profundiza cada vez ms y son vividos de un modo ms intenso (cf. DGC 70)

184. La comunidad cristiana es fuente, lugar y meta de la catequesis (cf. DQ 4). Desde la comunidad eclesial la Palabra viva de Dios se transmite de generacin en generacin. Es en la comunidad que tiene lugar la educacin en la fe y la catequesis busca introducir al catequizando en esta vida de la comunidad eclesial. Por eso el proceso catequstico implica un proceso de iniciacin y enraizamiento en la comunidad eclesial. La evangelizacin, siguiendo la pedagoga divina, es tarea comunitaria y toda la Iglesia, como Pueblo de Dios, es la responsable de esta misin, porque la Iglesia y todos sus miembros existen para evangelizar. Esta es la identidad, dicha y vocacin de toda la Iglesia y de cada cristiano (cf. EN 14). la catequesis es una responsabilidad de toda la comunidad cristiana. La iniciacin cristiana, en efecto, no deben procurarla solamente los catequistas o los sacerdotes, sino toda la comunidad de los fieles (AG 14). La misma educacin permanente de la fe es un asunto que atae a toda la comunidad. La catequesis es, por tanto, una accin educativa realizada a partir de la responsabilidad peculiar de cada miembro de la comunidad, en un contexto o clima comunitario rico en relaciones, para que los catecmenos y catequizandos se incorporen activamente a la vida de dicha comunidad (DGC 220).185. En primer lugar la Iglesia toda est llamada a ser catequizada y catequizadora porque ella es depositaria de la Buena Nueva que debe ser anunciada. Las promesas de la Nueva Alianza en Cristo, las enseanzas del Seor y de los Apstoles, la Palabra de Vida, las fuentes de la gracia, todo esto ha sido confiado y se vive en la comunidad de la Iglesia (cf. EN 15). En ella su vida ntima: la vida de oracin, la escucha de la palabra, la caridad fraterna vivida, el pan compartido, no tienen pleno sentido sino cuando se convierten en testimonio, se hacen predicacin y anuncio explcito de la Buena Nueva y buscan la adhesin vital y comunitaria (cf. EN 21-23).186. Siendo la catequesis un momento dentro de la misin evangelizadora, la comunidad eclesial se convierte, en todos los niveles en la responsable de la catequesis: tiene la responsabilidad de atender a la formacin de sus miembros catequistas, pero tambin la responsabilidad de acoger a los catequizandos.LA PARROQUIA, COMUNIDAD DE COMUNIDADES, TIENE UN POTENCIAL CATEQUIZADOR QUE SE CONCRETIZA EN SU FUERZA DE CONVOCACIN, DE INTEGRACIN ECLESIAL Y DE SEGUIMIENTO188. La parroquia, comunidad de comunidades y movimientos, acoge las angustias y esperanzas de los hombres, anima y orienta la comunin, participacin y misin. No es principalmente una estructura, un territorio, un edificio; ella es la familia de Dios, como una fraternidad animada por el Espritu de unidad....

Nmeros de JUNTOS PARA UNA EVANGELIZACIN PERMANENTE

67. CARCTER COMUNITARIO DE LA CATEQUESIS (67-76)La Iglesia es la Comunidad de creyentes, comunidad de esperanza vivida y comunicada, comunidad de amor fraterno que tiene necesidad de escuchar sin cesar lo que debe creer, las razones para esperar, el mandamiento nuevo del amor para as poderlo entregar a los hombres. En la Carta Pastoral de Convocatoria al Congreso propusimos proclamar la comunidad eclesial como un lugar de crecimiento en la comunin y participacin.68. En primer lugar, la catequesis surge de la comunidad creyente y es asumida por ella. Todo el Pueblo de Dios es responsable de la educacin de la fe.La catequesis ha sido siempre, y seguir siendo una obra de la que la Iglesia entera debe sentirse y querer ser responsable. Pero sus miembros tienen responsabilidades diferentes, derivadas de la misin de cada uno.69. En segundo trmino, la comunidad cristiana es el lugar por excelencia de la catequesis. La catequesis no es un atarea meramente individual, sino que se realiza siempre en la comunidad cristiana.70. Finalmente, una de las finalidades de la catequesis es insertar a los cristianos en la comunidad eclesial. Todo el que se ha adherido a Jesucristo por la fe y se esfuerza por consolidar esta fe mediante la catequesis, tiene necesidad de vivirla en comunin con aquellos que han dado el mismo paso...La comunidad eclesial tiene la responsabilidad de atender a la formacin de sus miembros, pero tambin la responsabilidad de acogerlos en un ambiente donde puedan vivir con la mayor plenitud posible lo que han aprendido 71. En el 2 Congreso Catequstico nacional, se ha tomado conciencia del carcter comunitario de la catequesis que acabamos de exponer. Por eso se ha descripto la imagen de la Iglesia que todos deseamos: una comunidad de fe que crece y madura progresivamente a la luz de la Palabra de Dios y en fidelidad con el Magisterio; una comunidad de culto que celebra el paso salvador de Dios en nuestra vida a travs de los sacramentos; una comunidad de servicio en la caridad, a favor de la dignidad de la persona humana cuya liberacin integral promueve desde el Evangelio; una comunidad, guiada por los Pastores, que vive en comunin y participacin las tareas eclesiales. una comunidad misionera a nivel parroquial, diocesano y universal, comprometida con la evangelizacin y abierta a las realidades del mundo; una comunidad pobre que opta preferencial, pero no exclusiva ni excluyentemente, por los pobres.Creemos que la vivencia de esta comunidad eclesial es el germen de la Civilizacin del Amor que juntos estamos llamados a construir 73. Por su parte, la PARROQUIA debe ser una comunidad de comunidades en la Iglesia Particular La parroquia coordina y anima la misin evangelizadora concreta. Es por excelencia, una comunidad que catequiza, es decir: una comunidad que ilumina con la Palabra de Dios y el magisterio las situaciones, bsquedas y aspiraciones humanas, a fin de que los cristianos sean testigos del amos salvador de Dios Padre y proclamen su Reino; comunidad que convoca, integra y acompaa a sus miembros en la oracin, la celebracin de la fe en los sacramentos, el servicio de la caridad y la corresponsabilidad en la misin; comunidad que hace crecer en cada hombre su dimensin de dijo de Dios, base de la solidaridad y fraternidad cristianas.74. Hacia la parroquia convergen todos los canales catequsticos: las familias cristianas, los colegios catlicos, las organizaciones pastorales, las comunidades eclesiales de base, las instituciones eclesiales, los distintos grupos. Mediante estos canales, la parroquia asume su finalidad de: unir comunitariamente en la confesin de la misma fe, ayudar a tomar conciencia de pertenencia a la Iglesia, suscitar los compromisos del cristiano en la sociedad, promover los valores culturales propios para impregnarlos del Evangelio. Recordamos aqu que existen estructuras parroquiales de otros ritos catlicos, no latino, como los orientales.

75. El catequista es, en cierto modo, un intrprete de la Iglesia para aquellos que han de ser catequizados. El lee y ensea a leer los signos de fe de los cuales el principal es la misma Iglesia. As, los catequistas adems de impartir directamente la catequesis, tambin tienen que prestar ayuda para unir a la comunidad eclesial, de suerte que esta sea capaz de ofrecer un testimonio autnticamente cristiano.76. En el 2 Congreso Catequstico Nacional se subray la importancia del aspecto institucional y se acentu el espritu comunitario. El amor a la Iglesia se puso de manifiesto en las exigentes actitudes evanglicas del dilogo, del amor fraterno, del servicio mutuo, de una autntica vida sacramental centrada en la Pascua de Jess.