Made in Morocco: Producción de ropa para las administraciones públicas. Trazabilidad y garantías

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    Made inMorocco

    Produccin de ropa para las administraciones pblicas. Trazabilidad y garantas01

    Proyecto coordinado por:

    for

    well-dressed

    cities

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    1.1. Introduccin

    Desde nales de los 80, Marruecos se ha convertido en un importantecentro de costura y confeccin para el mercado europeo. En las zonasindustriales de Rabat, Tnger y Casablanca se fabrica ropa para todo tipode empresas, desde pequeos y medianos negocios de origen familiarhasta grandes rmas de moda.Marruecos ha sido elegido por muchas empresas europeas por suproximidad geogrca y por las restricciones a la importacin de prendas

    de Asia que impona el Acuerdo Multibras (AMF). El crecimiento delempleo industrial ha convertido ciudades como Tnger, Casablanca yRabat en reas de atraccin de migraciones internas. En el sector textily de la confeccin se han generado muchos miles de puestos de trabajopero las condiciones de vida de las personas que realizan estos trabajosson especialmente duras.Entre 2002 y 2004, la Campaa Ropa Limpia, coordinada en el EstadoEspaol por la ONG SETEM, realiz dos investigaciones en colaboracincon la organizacin marroqu Attawassol, que evidenciaban los abusos ylas violaciones de los derechos laborales fundamentales que se producan

    en las fbricas textiles de Tnger. Semanas laborales de hasta 76 horas,salarios por debajo del mnimo legal y del mnimo de supervivencia,un altsimo porcentaje de trabajadoras sin contrato ni proteccinsocial alguna, o condiciones de trabajo insalubres, son algunas de lasdeciencias que se denunciaron siendo motivo de diversas publicacionese incluso de un documental que, con el nombre de Trapos sucios, fueemitido en el programa Lnea 900 de Televisin Espaola.

    A raz de estas primeras investigaciones, la Campaa Ropa Limpiapresent a las grandes rmas de moda espaolas (Inditex, Mango,Corteel, El Corte Ingls) las problemticas sufridas por las trabajadorasy los trabajadores de su cadena de suministro a n de buscar vas demejora y obtener compromisos rmes de estas marcas para garantizar elrespeto a los convenios fundamentales de la Organizacin Internacional

    Jornada laboralde hasta 12horas diarias,ses dias a lasemana.

    Licencia Creative CommonsNetworkwear project, 2011

    Autora: Albert Sales-i-Campos02

    Elosa Pieiro-Orge03

    Edicin: Ramon VivesDiseo: Elena Poncell

    Agradecimientos:

    Amarante SETEM, Galicia Attawassol, Tangier

    01.- Investigacin llevada a cabo graciasal apoyo econmico de la ComisinEuropea

    02.- Profesor de Sociologia en laUniversidad Pompeu Fabra. Trabaja para

    la Campaa Ropa Limpia desde 2004.Miembro de SETEM Catalunya.Referencias acadmicas: http://www.upf.edu/dcpis/es/pdi/professorat/asaca.

    html. Web personal: h ttp://albertsales.wordpress.com

    03.- Licenciada en Ciencias Polticaspor la Universidad de Santiago deCompostela. Trabaja en CooperacinInternacional desde el 2005. Actualmenteesta realizando estudios de gnero en elInstitut Interuniversitari de Dones i Gnerede Catalunya.

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    del Trabajo (OIT) en su cadena de suministro. Las grandes rmas de lamoda espaola, sin negar las problemticas laborales del pas, han dadopublicidad a sus medidas de Responsabilidad Social Empresarial con laintencin de convencer a la opinin pblica de que las vulneraciones dederechos laborales de los pases en los que se producen sus piezas noafectan a sus proveedores.

    De una forma u otra, las marcas de ropa ms importantes se han dotadode cdigos de conducta y de sistemas de auditora social que pretendenser garanta de su cumplimiento. No obstante, existe una gran diversidaden las metodologas y, sin desmerecer los esfuerzos de las empresasms comprometidas, el grueso de la industria espaola de la confeccinno tiene control (voluntaria o involuntariamente) sobre las condicionesque imponen sus proveedores a las trabajadoras y a los trabajadores.La mayora de las auditoras sociales se realizan de forma apresurada,

    supercial y con aviso previo a los propietarios de las fbricas, y se hanmostrado claramente inecaces para detectar las dobles contabilidades ylos fraudes, as como para arrojar un poco de luz sobre las largas cadenasde subcontratacin (Pruett, 2005).

    Los cdigos de conducta tampoco recogen mejoras en aspectos clavede las condiciones de trabajo que repercuten directamente en lascondiciones de vida de las obreras y de sus familias. En general, en

    sus cdigos internos las empresas espaolas se comprometen a quetodas las personas que trabajan en su cadena de produccin recibirnun salario mnimo equivalente al que je la ley del pas y, en muchoscasos, arman que las remuneraciones alcanzaran un salario digno oun salario suciente para cubrir las necesidades bsicas. Pero el alzade los precios de los productos de primera necesidad y la escasa ecaciade los mtodos de vericacin provocan que el desfase entre el coste dela vida y los salarios del sector sea cada vez mayor.

    Debido a ello y a pesar de las medidas de Responsabilidad SocialEmpresarial, muchas trabajadoras marroques siguen viviendo situacionesde pobreza a la vez que cumplen con una jornada laboral extremadamentelarga. En una fbrica de primera lnea que est produciendo directamente

    para empresas espaolas que exigen auditoras previamente al encargode produccin, la jornada laboral media es de 9 horas diarias de lunesa viernes y 5 horas los sbados, con un salario alrededor de los 250euros al mes. En un centro de produccin que no reciba ninguna presinpor parte de sus clientes para superar este tipo de auditoras, las horasextras son obligatorias y prolongan la jornada hasta las 11 o 12 horasdiarias, seis das a la semana. Estas horas no se suelen remunerar y lossalarios no superan los 200 euros mensuales. Gran parte de la plantillatrabaja sin contrato y sin ningn tipo de proteccin social. En los talleressubcontratados los salarios pueden situarse por debajo de los 100 eurosmensuales y los contratos son inexistentes.

    La confeccin en Marruecos se enfrenta a un futuro lleno de incertidumbres.Por un lado, en los ltimos tres aos ha registrado un descenso de la

    produccin causado por el nal del Acuerdo Multibras (acuerdo que enel marco de la OMC limitaba la importacin de ropa y textiles de Asiaen la UE y EEUU) y la consiguiente deslocalizacin a China. Por el otro,la contraccin del consumo en Europa, derivada de la crisis nancierainternacional, no tardar en hacerse notar en las ventas de ropa y enlos niveles de produccin para las grandes rmas internacionales. Antelas situaciones de tensin derivadas de los bajos salarios, se difunden elrumor de que cualquier intento de organizacin obrera o de reivindicacinpuede causar la deslocalizacin de la produccin de las grandes empresasa pases asiticos y la consecuente prdida de puestos de trabajo.Pese a la coyuntura, muchas empresas siguen encontrando en Marruecosun mercado competitivo a costa de unos precios de produccin quese apoyan en la vulnerabilidad social de sus trabajadoras. Entre ellas,empresas de ropa profesional o de uniformes que tradicionalmente habanproducido en territorio europeo y que ahora buscan en la deslocalizacin

    de la produccin una va de reduccin de costes laborales.

    Ante cadenas de aprovisionamiento cada vez ms globales, qu controlejercen las administraciones pblicas europeas para evitar que el dineropblico se destine a la compra de ropa producida en condiciones deexplotacin? Podemos conocer el origen de los uniformes que secompran con el dinero de la ciudadana? Qu garantas pueden ofrecerlas empresas proveedoras de las administraciones pblicas de que su

    producto no contribuye a la explotacin de obreras marroques?Por supuesto, la produccin de uniformes y de ropa para lasadministraciones pblicas europeas se encuentra repartida por todoel globo. En este informe centraremos nuestra atencin en Marruecosdando continuidad a otros trabajos realizados por la Campaa RopaLimpia espaola. El documento presenta la situacin de las trabajadorasde la confeccin en el reino norte-africano, poniendo especial atencina los factores que mantienen a las obreras en situacin de pobreza apesar de ocupar un puesto de trabajo. En la segunda parte se exponeun estudio de caso en el que hemos intentado averiguar el origen de laropa que adquieren mediante concurso pblico varias administracionespblicas europeas, identicado aquellas empresas proveedoras conproduccin deslocalizada en Tnger, a n de recopliar testimonios sobre

    las condiciones laborales de las personas que trabajan en la confeccinde esta ropa.

    El grueso de laindustria espaolade la confeccin

    no tiene controlsobre lascondiciones queimponen a susproveedores alas trabajadoras ytrabajadores.

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    2. La industria textil y de confeccinen Marruecos

    El textil y la confeccin constituyen el primer sector industrial de Marruecosy suponen cerca de un tercio de las exportaciones del pas. Las fbricasy talleres del sector emplean al 40% de las personas trabajadoras de laindustria y generan el 66% de los trabajos femeninos (Lopez-Mancisidory Urcelay, 2007). En el sector, el 70% de las personas trabajadoras sonmujeres.

    Espaa es el cliente ms importante de las exportaciones de ropamarroques desde 2006, ao en que su volumen alcanz los 950 millonesde euros. El 35% de las exportaciones de ropa de Marruecos de 2006tenian como destino el Estado espaol. Las relaciones entre los mercadosdel textil y de la confeccin de ambos pases son muy estrechas, puestoque Espaa exporta a Marruecos tejido (el 70% de las exportacionestextiles en este sentindo estan compuestas por tejidos) mientras queimporta prendas de vestir (Lpez-Mancisor y Urcelay, 2007). Queda claropues, que la transformacin de los rollos de tela en prendas de ropapara muchas empresas espaolas se realiza en Marruecos. Las zonasindustriales del pas tambin trabajan para empresas de toda Europa, con

    una presencia especialmente importante de las britnicas, francesas yholandesas.

    Made in Morocco

    . El textil y laconfeccinconstituyen elprimer sectorindustrial deMarruecos.

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    La fuerte dependencia del exterior de la industria de prendas de vestir

    de Marruecos ha encendido algunas alarmas en los ltimos aos,dado que la competencia de pases asiticos se est dejando notar.El crecimiento de China, India o Bangladesh como productores deartculos de confeccin afecta directamente a la industria marroqu, enespecial desde el n del perodo de transicin de 10 aos regulado porel Acuerdo de la Organizacin Mundial del Comercio (OMC) sobre los

    Textiles y el Vestido que sustituy el Acuerdo Multibras en 199 4. El naldel perodo de transicin, en 2005, signic la desaparicin de cuotaspara los productos asiticos (en especial Chinos). Ya en el mismo 2005,las exportaciones chinas a la UE aumentaron un 41,5% y las de India enun 18% (Lpez-Mancisidor, 2007). Segn el Banco Mundial (2006), lasexportaciones marroques hacia la UE dismunuyeron entre 2005 y 2006en un 7,4%. Segn el presidente de la Asociacin de Productores Textiles(AMITH), Karim Tazi, el n de las restricciones europeas a la confeccinasitica supuso en ese perodo el cierre del 10% de las empresas de textily confeccin de Marruecos.

    A la presin derivada de la competencia asitica hay que aadir lasconsecuencias de la crisis global. En los ltimos aos se han producidoalgunos cierres importantes que, adems de dejar en la calle a unos

    cuantos miles de trabajadoras y trabajadores, han dado alas a rumoressobre los malos tiempos que se avecinan. El sindicato OrganisationDmocratique du Travail (ODT), el 16 de noviembre de 2010, denunciabael cierre de las cuatro fbricas de la empresa Mornatex04 en Sal (Rabat),que contaban con un total de 1500 personas trabajadoras. Segun fuentesde la Confederacin General de Trabajadores de Andaluca (CGT) han sido

    ms de 50 las fbricas cerradas en 2010 en Marruecos y la precariedady la informalidad agravan el drama de quedar en el desempleo, puestoque no hay proteccin social para la inmensa mayora de estas nuevaspersonas desempleadas05.

    La competencia asitica, ha reforzado an ms la dependencia de lasgrandes rmas espaolas que, pese a los reducidos costes laborales deChina o Bangladesh, no pierden el inters en un proveedor que, siendotambin barato, se encuentra a escasas millas nuticas del territorio

    espaol. Las dinmicas de aprovisionamiento sin estocs y la denominadafast fashion hacen sumamente interesante contar con factoras cercanasa las que se puedan realizar pedidos que sern rpidamente servidos ypreparados para llegar a los escapartes europeos06.

    Los centros de produccin ms importantes del pas se encuentran enlas zonas industriales de Rabat, Casablanca y Tnger. Siendo la ltimala que, en los ltimos tiempos, esta atrayendo ms actividad por partede las empresas extanjeras. Aunque Casablanca cuenta con las mejoresinfraestructuras, las scalidad ventajosa de la Zona Franca de Tngertiene un fuerte poder de atraccin. Como se expone ms adelante, otrofactor de competitividad de Tnger es la menor presencia sindical (o lacasi ausencia) de sindicatos en las fbricas de confeccin.

    El crecimientode China, India oBangladesh comoproductoresde artculos deconfeccin afectadirectamentea la industriamarroqu.04.- Mornatex es una lial de la

    multinacional britnica Courtaulds,que produce para Marks and Spencer,Victorias Secret y Gossard entre

    otras. Ms informacin en http://www.econostrum.info/Au-Maroc-les-1-500-employes-de-Courtaulds-Textiles-font-de-la-resistance_a4523.html

    05.-http://www.cgtandalucia.org/1-500-despedidos-por-la

    06.- En los ltimos aos, la rapidezcon la que se sirven los pedidos que

    las rmas internacionales encargana sus fbricas subcontratadasse ha convertido en un factor decompetitividad esencial. Ser capaz deestablecer una circulacin uida de

    productos permite reducir costes dealmacenaje y evitar riesgos comerciales.Si los pedidos son pequeos yconstantes se pueden ir ajustando a

    la demanda, de manera que, en casode no tener xito comercial, los estocs

    acumulados sean mnimos. Este riesgose traslada al productor, que no puede

    planicar el ritmo de trabajo. En casode acumulacin de trabajo y si la

    plantilla ja no alcanza para cubrir lanecesidad productiva se incrementandesmesuradamente las horas extra, se

    incorporan trabajadoras sin contratoo se subcontrata la produccin a

    pequeos talleres.

    Fuente:Ofce des Changes, 29 marzo 2010

    Exportaciones de Marruecos por sectores en millones de DH.Comparativa enero-febrero de 2009- enero-febrero de 2010

    2009 2010

    total ambos total ambos

    Sector enero febrero meses enero febrero meses

    Autombil 602,6 7331.335,6 697 1.146,8 1.843,8var% +15,7% +56,5% +38,1%var en MDH +94,4 +413,8 +508,2

    Electrnica 335,9 369,4 705,3 414,8 406 820,8var% 23,5% 9,9% 16,4%var en MDH +78,9 +36,6 +115,5

    Productos del mar 772,1 979,2 1.751,3 1.078,8 1.211,8 2.290,6var% +39,7% +23,8% +30,8%var en MDH +306,7 +232,6 +539,3

    Textil y confeccin 1.800,6 1.545,7 3.346,3 1.285,3 1.037,6 2.322,9var% -28,6% -32,9% -30,6%var en MDH -515,3 -508,1 -1.023,4

    Gnero de punto 650,7 552 1.202,7 502,7 41,56 919,2var% -22,7% -24,5% -23,6%var en MDH -148 -135,5 -283,5

    Calzado 287,6 244,7 532,3 220,9 208 820,8var% -23,2% -14,6% -19,3%var en MDH -66,7 -35,8 -102,5

    Aeronutica 235 209,2444,2 142,3 161,2 303,5var% -39,4% -22,9% -31,7%var en MDH -92,7 -48 -140,7

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    3. Las condiciones de vida de lastrabajadoras de la confeccin en

    Tnger

    Condiciones objetivasEn abril de 2003, la Campaa Ropa Limpia e Intermn Oxfam publicaronel informe La moda, un tejido de injusticias, en el que se denunciabanlas duras condiciones de trabajo que vivan las obreras de la confeccinmarroques. El estudio documentaba exceso de horas de trabajo, bajossalarios, abusos verbales y fsicos, arbitrariedad en la contracin y eldespido, medidas disciplinarias deproporcionadas, obstculos a la accinsindical y un alto grado de informalidad, en las factoras que trabajabanpara la exportacin, muy a menudo para empresas de moda espaolas.Nada que hoy no haya dejado de suceder.

    Segn otro informe llevado a cabo por la Asociacin Attawasol, por laasociacin Amarante Setem y las Universidades de A Corua y Vigoa lo largo del 2008/2009 (a partir de ahora Informe Amarante), lascondiciones laborales que viven las mujeres marroques que trabajan en la

    industria textil en Tnger distan mucho de ser acordes con los estndaresmnimos establecidos por la Organizacin Internacional del Trabajo07 ycon el principio de igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres08.

    La produccin fabril en Marruecos , y concretamente en la ciudad de Tnger,se articula en tres niveles de centros de trabajo. Por una lado estn lasfbricas de primera lnea en las que se produce para la exportacin paramarcas internacionales. Por lo general los propietarios de estos negociosson inversores marroques aunque, en ocasiones, se trata de empresasespaolas, inglesas o de otros pases europeos. Buena parte de estasfbricas confeccionan ropa para marcas tambin espaolas como Inditex,Mango o Corteel, y son objeto de auditoras peridicas que tienen elobjetivo de garantizar a los clientes internacionales el cumplimiento de lalegislacin vigente y de los estndares que las rmas de moda consideran

    TRABAJO EN TANGE

    .07.-http://www.ilo.org/ilolex/spanish/

    recdisp1.htm08.- La normativa vigente sobre las

    polticas de igualdad de gnero en elmarco internacional de las NNUU sepuede encontrar en el siguiente link:http://www.altcamp.altanet.org/ftp/Igualtat/normativa_vigent_politiques_d_

    igualtat.pdf p 4-6.

    El 92% de lastrabajadorasno dispone decontrato laboral.

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    imprescindibles. Pese a las limitaciones de los sistemas de auditora, enlas fbricas de primer nivel, el cumplimiento de la legislacin laboral locales ms alto que en la media del sector.

    En un segundo nivel, podemos identicar talleres de menor tamaorepartidos por los barrios perifricos de la ciudad de Tnger09. En cuanto

    a la contratacin, el informe Amarante seala que en estos talleres el 92%de la muestra no dispone de contrato laboral, y que la mayora, un 70%,considera que su trabajo es indenido a pesar de que la antigedad enel puesto de trabajo es inferior a un ao en un 78%. Desde el punto devista de los derechos laborales, y tomando como referencia el marcointernacional y la legislacin Marroqu10, las condiciones laborales demuchas de las trabajadoras de estas fbricas se situaran fuera de lalegalidad.

    Si atendemos a los salarios slo el 11% percibe un salario por encima delsalario mnimo (10,62 DH la hora) y nicamente el 24% recibe una nminadetallada. La informalidad en este caso es total y la informacin sobre laSeguridad Social es nula. Dentro de las relaciones laborales informalesno se suele deducir la cuota de la nmina pero existen talleres dondese deduce del salario la cantidad correspondiente a la seguridad socialy despus no se liquida con la administracin pblica, ampliando as elmargen de benecio y reduciendo el coste laboral de forma fraudulenta.Segn la legislacin laboral marroqu, la aliacin a la Caja Nacional deSeguridad Social es obligatoria para el empresario, as como para lastrabajadoras y aprendices. Las prestaciones familiares constituiran un8,87% del salario bruto mensual del asalariado a cargo del patrono.Las prestaciones a corto plazo son un 0,66% sobre un salario tope de5.000dh (0,44% a cargo del patrono, 0,22% a cargo del asalariado). Ylas prestaciones a largo plazo un 9,12% sobre un salario tope de 5.000Dh (6,08% a cargo del patrono, 3,04% a cargo del asalariado). El Informe

    Amarante muestra que el 92% de las mujeres entrevistadas no tieneinformacin alguna sobre esta cuestin.

    Esta informalidad en cuanto a la percepcin de salario y el pago de cuotas

    a la seguridad social, est presente en todos los aspectos de la vidalaboral: las bajas laborales por enfermedad, los permisos per maternidado por enfermedad de un familiar, etctera. Debido a la desproteccinocasionada por esta informalidad, la exigencia de disponibilidad es totaly la exibilidad en la contratacin permite a los patrones el prescindir deuna plantilla de trabajadoras ja. Una trabajadora que necesite ausentarsede su trabajo por cuestiones, por ejemplo, de salud, puede ser sustituidaal instante por cualquier otra trabajadora, sin percibir ningn tipo deremuneracin por baja laboral.

    En cuanto a la jornada laboral, la legislacin marroqu establece que nopodr exceder de las 8 horas diarias, 48 horas semanales o 2.496 horasanuales. Se ja que las horas extraordinarias no podrn exceder del 10%de las horas normales y que la remuneracin de las mismas se establece

    segn los siguientes parmetros: En los das laborables, cuando stasestn comprendidas entre las 5 y las 22 horas, se incrementar elsalario en un 25% mientras que si se sitan entre las 22 y las 5 horas seincrementar en un 50%. En los das de descanso semanal o festivos elincremento ser de un 50% en la primera franja horaria y del 100% en lasegunda.

    Slo un 47% de las trabajadoras encuestadas para elinforme Amarantecumple con los requisitos horarios jados por la legislacin. Un 68% delos casos analizados no tiene ninguna informacin anticipada sobre lashoras extras que tendrn que realizar al iniciar la jornada. El 61% de lasmismas se pagan por su valor normal y slo el 6% se paga por su valorlegal. Un porcentaje signicativo de las mujeres obreras (33%) desconocela normativa referente al valor de las horas extraordinarias.

    En cuanto al derecho sindical, el Informe Amarante ofrece datospreocupantes. Las trabajadoras exponen que el respeto a la aliaciny participacin sindical es prcticamente nulo, y que los mtodos derepresin ms comunes son la intimidacin y el despido inmediato eimprocedente.

    09.- Resulta muy difcil determinarcon exactitud el nmero de fbricas

    informales en la ciudad de Tnger.La propia informalidad y la dicultad

    para identicarlas complica la tareade realizar un censo aproximado. Este

    porcentaje estimatorio se basa en lasinvestigaciones en terreno y entrevistasa informadores e informadoras clave,realizadas durante los ltimos aos por laasociacin Attawasol, Amarante Setem ySetem Catalunya.

    10.- Informacin extrada de la CmaraOcial de Comercio, Industria yNavegacin del Campo de Gibraltar.

    http://www.negociomarruecos.com/legislacion-laboral.aspx

    La exigencia dedisponibilidad estotal.

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    MUJER MARROQUI

    4.Al lado deestas mujerespertenecientes alas lites polticaso universitarias,multitud demarroquesannimas hanluchado, sobretodo desde loaos 50, por elreconocimientopblico yprivado.

    4. Qu mantiene a las trabajadorasen situacin de pobreza?

    Subordinacin femenina en el trabajo y en elhogarLa situacin personal y laboral de las mujeres marroques ha sido tratadadesde siempre con cierto maniquesmo. Generalmente, se ha juzgado susituacin como catastrca, aludiendo a su falta de libertades, falta deautonoma y falta de poder de decisin, y al encierro tanto fsico comopsicolgico dentro de unos cdigos islmicos represivos que dictanuna conducta moralmente dcil como la nica posible para ellas. Comoreaccin a esta interpretacin, muchas mujeres marroques entre las quese encuentran escritoras como Ftima Mernissi, polticas como AchaBerlabi, socilogas como Leila Chafai y un largo etctera, han dedicado suvida y su obra a derribar los prejuicios producidos, en gran parte, por unasociedad occidental generadora de ciertos discursos sobre la otredad, apartir de una aproximacin sesgada, elaborada bajo una tpica propia.

    Al lado de estas mujeres pertenecientes a las lites polticas o universitarias,multitud de marroques annimas han luchado, sobre todo desde losaos 50, por el reconocimiento pblico y privado; y no slo ste, sinotambin por el debido reconocimiento histrico en tanto que proveedorasdel bienestar material del hogar, principalmente, en las clases de rentasms modestas (Mernissi, 2007) as como por el reclamo a la equiparacinde derechos tanto formales como materiales a los de sus compaeros,padres, hermanos, maridos con los que conviven en un Marruecos cadavez ms urbanizado y menos tradicional. En la ltima dcada, las mujereshan constituido ms de un 40% de la fueza laboral marroqu. As mismo,el 30% de las personas doctoradas en medicina y el 25% del profesoradode Marruecos son mujeres (Dris-At-Hamadouche, 2007).

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    11.- Disponible en h ttp://www.nodo50.org/mujeresred/marruecos-leila.htm#1

    12.- En este sentido, las conclusionesnales de los talleres llevados a cabo

    por TIE Holanda en febrero del 2011eran favorables a esta tesis. Las mujeres

    participantes de Indonesia, Malasia,Guatemala, Mxico y Marruecos quetrabajan en el sector textil, reconocieronconjuntamente la similitud de lassituaciones de desigualdad y de injusticiaen el marco de su mbito laboral.

    13.- La segregacin horizontal, segnel glosario Mujeres y trabajo delDepartament de Treball de la Generalitatde Catalunya consiste en la distribucin

    no uniforme de hombres y mujeres enun sector de actividad determinado.Generalmente, este tipo de segregacin

    hace que las mujeres se concentren enpuestos de trabajo que se caracterizanpor una remuneracin y un valor social

    inferiores y que son, en buena medida,una prologacin de actividades quehacen en el mbito domstico.

    14.- Citando a Martha Nussbaum(2002): La losofa feminista deber

    agregar nuevos tpicos a su agenda, sies que trata de aproximarse de manera

    productiva al mundo del desarrollo;entre estos tpicos guran el hambre, la

    nutricin, la alfabetizacin, los derechossobre la tierra, el derecho a buscarempleo fuera del hogar (...). En general,

    parece correcto que los problemas delas trabajadoras pobres tanto en lasnaciones en desarrollo cuanto en lasdesarrolladas, deben aduearse cadavez ms del centro de la escena, y que

    los problemas peculiares de las mujeresde clase media deben cederles el paso(pp 34,35)

    Los cambios en la Mudawana o Cdigo del Estatuto Personal y de las

    Sucesiones inspirado en el Charia en el que se regula y que legisla defacto las relaciones intrafamiliares y el estatus de la mujer en la sociedadmarroqu, vienen de la mano del movimiento feminista o femeninomarroqu, en palabras de Leila Chafai11 (1997), consiguiendo una primeramodicacin en el ao 1993 y una segunda y ms contundente en el ao2004. Estos cambios suponen una apertura hacia las transformacionesque ha vivido la sociedad marroqu desde los aos 50 del siglo XX yen las que las que las mujeres son las grandes protagonistas haciendotambalear las arquitecturas tradicionales de las estructuras sociales quelas relegaban a un modo especco de subalternidad.

    Ante las evidencias de la historia reciente hay que ser prudentes a la horade buscar las causas de las desventajas de las mujeres en el mercadolaboral marroqu en causas endmicas o culturales. Muchas de las

    razones de esta precariedad laboral son compartidas, salvando algunasespecicidades, por la mayora de las mujeres del mundo que luchan enel da a da por desarrollo personal y familiar y su proyecto de vida, en uncontexto econmico que regula el mercado de trabajo desde una manoinvisible y que genera un modelo de desigualdad de las que son vctimas,tanto en, Indonesia, en Mxico o en el propio Marruecos12.

    Segregacin horizontal y precariedad laboral

    Como se indica en la introduccin, el sector de la confeccin es el

    primer sector industrial de Marruecos, y ms del 70% de los empleosson femeninos. La concentracin de mujeres en este sector es unabuena muestra de la segregacin horizontal13 del trabajo en el pas. Estasegregacin da lugar a lo que se han venido a denominar ocupacionespink collar, una adaptacin de los trminos anglosajones tradicionalesreferidos al trabajo eminentemente masculino white collar y blue collar.El trmino pink collar se reere a la ocupacin que tradicionalmente ymayoritariamente ejercen las mujeres, caracterizado por tener un sueldobajo, poco prestigio, escaso reconocimiento y casi ninguna oportunidadde promocin. Es cierto que tradicionalmente estos conceptos estnasociados, dentro de la literatura feminista, a los mercados laboralesmayormente, de la clase media. Sin embargo, son perfectamenteoperativos en el caso de Marruecos, en concreto para describir fenmenospropios del sector de la confeccin14. La segmentacin y la divisin sexualdel trabajo son fenmenos presentes en cualquier mercado laboral,independientemente de dnde se site geogrcamente. Esto es debidoa un contexto econmico global cuyas reglas reproducen las mismasdesigualdades y fenmenos de empobrecimiento progresivo en cualquierlugar en donde situemos la cadena productiva, en este caso, la textil.

    Segn Newsome (2003), los n uevos conceptos en materia de produccinindustrial y de distribucin comercial han potenciado la segmentacindel trabajo generando puestos de trabajo de baja cualicacin queestn siendo ocupados mayoritariamente por mujeres. El sector dela confeccin fue de los primeros en identicar las partes del proceso

    de produccin ms intensivas en mano de obra y que requeran menorpreparacin tcnica para externalizarlas y deslocalizarlas: el corte y laconfeccin. La deslocalizacin, fruto de la bsqueda de mano de obrabarata, se ha visto condicionada adems por las nuevas estrategias dedistribucin comercial basadas en la reduccin del tiempo transcurridoentre la orden de produccin y la venta del producto. Como explicamosms adelante con ms detalle, la subcontratacin de la confeccin a

    proveedores externos combinada con las estrategias de distribucinjust in time suponen una transferencia de los riesgos productivos de lasmarcas a las personas trabajadoras15. Resultado de la aplicacin de estasestrategias se crean puestos de trabajo que requieren baja preparacintcnica, caracterizados por bajos salarios y gran volatilidad derivada de laimposibilidad de planicar el ritmo de produccin. Las desigualdades enel acceso a la educacin y el crecimiento de la pobreza femenina empujana las mujeres a ocupar estos puestos de trabajo.

    15.-El efecto de las nuevas estrategiasde comercializacin sobre lastrabajadoras se explica con ms detalleen el epgrafe El rol de las empresas yde sus clientes internacionales.

    Debido a laslargas jornadaslaborales, lasmujeres noencuentrantiempo paracuidar a sushijos y paraestar con susfamilias. Muchasde ellas acabancon depresionesy otrasenfermedades...

    Desde el punto de vista de la percepcin social dominante, este tipo detrabajo feminizado se ajusta perfectamente a un imaginario social quereproduce la separacin de roles del mbito domstico tambin en elmbito laboral. La costura es una actividad tradicionalmente asociadaa un mundo femenino domstico, paciente y sumiso. Las fbricas deltextil suponen una prolongacin del espacio privado, acorde con losesquemas androcntricos de cualquier sociedad patriarcal. Las maquilasde confeccin conectan fcilmente con el imaginario social dominanteque coloca a las mujeres en trabajos no slo especcamente femeninos

    sino tambin especialmente precarios provocando a su vez, una pobrezaeminentemente femenina, an cuando este trabajo se desarrolle en elmbito pblico, con todas las consecuencias que esto entraa, al sereste mbito de dominacin exclusiva masculina.

    El trabajo precario de las fbricas del textil en Tnger est destinado aun ejrcito femenino de mano de obra barata, dispuesta a aceptarlo porvarias razones. De ellas, una de las ms importantes identicadas por laspropias mujeres en el Informe Amarante es la baja tasa de alfabetizacin,y el bajo nivel de estudios que poseen en general. Es comn que lastrabajadoras se duelan de no haber podido estudiar ms puesto que

    perciben que una mayor instruccin acadmica les permitira acceder atrabajos con condiciones mejores o a cargos de supervisin dentro de lasfbricas y talleres.

    Ftima, obrera, sindicalistay activista.Marzo de 2011

    La tasa de alfabetizacin de jvenes es el porcentaje de personas de entre 15 y 24 aos que son capaces de leer y escribir, conentendimiento, una proposicin simple y breve sobre sus vidas diarias.Fuente: Instituto de Estadstica de la Organizacin de las Naciones Unidas para la Educacin, la Ciencia y la Cultura

    Tasas de alfabetizacin de hombres y mujeres entre 15 y 24 aos. Marruecos 1982, 1994, 2004, 2008

    1982 1994 2004 2008

    Tasa de alfabetizacin, mujeres jvenes(% de mujeres entre 15 y 24 aos) 31 46 60 68

    Tasa de alfabetizacin, varones jvenes(% de varones entre 15 y 24 aos) 58 71 81 85

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    Las obreras organizadas en asociaciones o sindicatos perciben laescasa alfabetizacin como un obstculo tambin para hacer valer susderechos ante el empleador. En este sentido, es importante sealar queel compaerismo y la solidaridad mutua juegan un papel importantea la hora de salir airosas de situaciones de injusticia laboral, como seexplicit en las conclusiones de los talleres TIE-Holanda en los que las

    mujeres participantes explicaban que la percepcin de una situacininjusta desencadenaba en ocasiones, un contacto con alguna compaeramiembro de un sindicato o asociacin y que, a partir de este momento,se generaba un inters sobre sus derechos en el marco de su trabajo quecompartan con sus compaeras en el momento en que fuese necesario.

    Otra posible causa de la aceptacin de las condiciones precarias eneste mbito por parte de las mujeres es la presin ejercida desde lasfamilias para ofrecer una aporte salarial a los ingresos familiares. La

    mayora de estas mujeres entrevistadas reconocen que los productos dela cesta bsica se han encarecido en los ltimos aos y que el montototal percibido en sus familias no es suciente para llegar a n de mes.La imposibilidad de mejorar el estatus laboral en el propio sector o lamovilidad laboral hacia otros sectores productivos es nula. As muchasmujeres entrevistadas arman trabajar en el textil porque no hay otraopcin, lo que redunda en la aceptacin de los bajos salarios y de lascondiciones de precariedad.

    Sin embargo, a veces este peso en la economa familiar resulta un armade doble lo, ya que la inmersin de las mujeres en el mbito productivono suele conllevar la corresponsabilidad de los miembros masculinosde la familia (hermanos, maridos, padres...) en lo que respecta al trabajoreproductivo domstico, y son las mujeres, casadas o solteras las que seven obligadas a realizar dobles jornadas, que, aadiendo las horas extrassuponen unos horarios imposibles para disfrutar de una vida personalen la que proyectar los intereses futuros, como puede ser continuar losestudios o militar polticamente en el seno de un sindicato en favor desus intereses corporativos. La sindicalista Fatima Lamah lo expresa dela siguiente manera: Debido a las largas jornadas laborales, las mujeres

    no encuentran tiempo para cuidar a sus hijos y para estar con sus

    familias. Muchas de ellas acaban con depresiones y otras enfermedades.(...) Tambin hay casos de abortos espontneos en las fbricas, puestoque las mujeres embarazadas trabajan con la misma intensidad que elresto (...) La jornada laboral legalmente establecida es de ocho horas,pero nadie la respeta. Incluso hay mujeres que trabajan quince horasdiarias. En las pequeas fbricas, los patrones dicen que el cliente es elque manda. Esto quiere decir que si el cliente hace un pedido para unda determinado, su necesidad pasa por delante de nuestros derechoslaborales.En este sentido, el trabajo productivo no resulta, en absoluto una opcinemancipadora para las mujeres sino todo lo contrario, ya que la prdidade las redes sociales de apoyo, producto de la sobrecarga, incide enel aumento del malestar fsico y psicolgico y en ltimo trmino, en elelevado grado de pobreza femenina.

    En la actualidad, este tipo de trabajo fabril se est destruyendo debidoa varios factores, entre ellos, la crisis econmica mundial. Esta dobleprdida (la red social y el trabajo remunerado) conlleva una progresivaexclusin social cuyo impacto est todava por evaluar dado que losefectos de todas estas circunstancias, unidos a la crisis, surgirn en unmedio o largo plazo.

    Por otro lado, una consecuencia importante y en la que quizs todavano se ha ahondado lo suciente, es el tema de la violencia sexual y elacoso en el mbito laboral que sufren estas mujeres frecuentemente.Consecuencia de la segregacin vertical en la que una mayora dehombres detentan cierto poder jerrquico como vigilantes de lasfbricas (que suelen pertenecer al entorno de conanza de los patrones yque normalmente carecen de preparacin especca) y consecuencia delmiedo a la prdida del empleo (sobre todo en la situacin actual de crisis

    sistmica), las mujeres sufren y callan lo que muchas denominan en lasentrevistas como comportamientos inaceptables que muchas vecesprovocan el abandono del puesto de trabajo.

    En el mbito domstico las situaciones de acoso sexual difcilmenteson explicitadas y mucho menos trascienden al terreno de la denunciapor canales ociales. No obstante, entre las trabajadoras que formanparte de asociaciones o secciones sindicales, el refuerzo colectivo y lasolidaridad mutua permiten que surja el debate y la preocupacin de lasobreras respecto a su desproteccin ante estos abusos. Tanto las obrerasentrevistadas como las trabajadoras que participaron en el taller armaronhaber sido vctimas o haber presenciado directamente situaciones depersecucin y abuso sexual. Tres de las sindicalistas que participabanen el taller reconocieron que su inters por la defensa de los derechoslaborales surgi tras ser vctimas de abusos fsicos con contenido sexualque quedaron totalmente impunes.

    Obreras, sindicalismo y capacidad de negociacin

    Desde 1961 hasta los 90, el reino de Marruecos era gobernado porHassan II de manera totalitaria ejerciendo una fuerte represin contrasus opositores polticos. Centenares de activistas crticos con el rgimenfueron torturados, asesinados o detenidos en crceles tristementeclebres como Tazmamaat. La monarqua controlaba todos los nivelesde la vida poltica y la libertad de prensa era inexistente (Hochman, 2007).En los 80, las violaciones de derechos laborales salen a la luz en la esferainternacional gracias al trabajo de la Asociacin Marroqu de DerechosHumanos. Ante la presin interna y la internacional, el Rey Mohammed VI,poco despus de acceder al trono inicia polticas reformistas y accede aindemnizar a 3.700 vctimas civiles de la represin ejercida por su padre.

    Las reformas incluyen una aparente liberalizacin de los medios decomunicacin (aunque cualquier crtica a la monarqua sigue siendoimposible), la apertura de espacios para la oposicin poltica y lalegalizacin de la actividad sindical.

    ...En laspequeasfbricas, lospatrones dicenque el cliente esel que manda.Esto quieredecir que si elcliente hace unpedido para unda determinado,su necesidadpasa por delantede nuestrosderechoslaborales.Ftima, obrera, sindicalista

    y activista.Marzo de 2011

    En mi fbricahubo seismujeres que nocobraron susvacaciones. Enel momentoen el que nosdimos cuentacontactamoscon el sindicato.A partir deentoncesconseguimosmejoras y,aunque en lafbrica no hayapermanentementerepresentacinsindical, lasmujeres seasocian yse reneninformalmentedesde entonces.Naima, obrera de laconfeccin. Tnger,Febrero de 2011

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    Desde la implementacin de las reformas, los actores polticos clsicos(partidos y sindicatos) conviven con otras formas de organizacin dela sociedad civil. Existen cientos de nuevas asociaciones que trabajancontra el analfabetismo, la pobreza, el desempleo, y por los DerechosHumanos, los derechos de las mujeres y los derechos del pueblo bereber.La articulacin de esta actividad asociativa a travs de discursos muycrticos con el rgimen y la fuerte desafeccin de la ciudadana con elproceso poltico (en las elecciones de 2007, la participacin no lleg al 37%de cuerpo electoral) dejan entrever el descontento con las limitaciones deuna democratizacin dirigida y controlada por la Casa Real.

    An siendo una actividad legal, la presencia de representacin sindical

    en las zonas industriales dedicadas a la confeccin es muy escasa. En elcaso de Tnger es casi testimonial. Las trabajadoras entrevistadas queforman parte de alguna asociacin o que militan en la UMT coinciden al

    identicar como detonante de su inters por la accin poltica colectiva elhaber identicado situaciones claras de injusticia en su puesto de trabajo,pero que hasta el inicio de su militancia desconocan sus derechoslaborales, los procedimientos de negociacin colectiva y el papel socialde los sindicatos. Con la institucionalizacin de la actividad sindical, lasobreras han ganado espacios para conseguir mejoras parciales de lascondiciones laborales y para lograr un mayor cumplimiento del Cdigo deTrabajo. En el taller realizado con las obreras se documentaron abundantesexperiencias de reclamaciones colectivas por irregularidades en los pagos,por abusos verbales o por insalubridad en los centros de trabajo. Naima,comentaba que en su caso, la razn de asociarse es producto de unapercepcin de agravio: en mi fbrica hubo seis mujeres que no cobraronsus vacaciones. En el momento en el que nos dimos cuenta contactamoscon el sindicato. A partir de entonces conseguimos mejoras y, aunque enla fbrica no haya permanentemente representacin sindical, las mujeresse asocian y se renen informalmente desde entonces.

    Pero aunque las trabajadoras ya organizadas identiquen los benecios deformar parte de un colectivo, para las entrevistadas que no forman partede ningn sindicato ni asociacin los obstculos para la vida organizativapesan demasiado. En sus comentarios identicamos una acumulacin

    de factores laborales y familiares que dicultan sobremanera su posibleactividad sindical.

    No es extrao que las mismas trabajadoras que narran situacioneslaborales contrarias a la propia legislacin laboral marroqu, agradezcan el

    hecho de tener un trabajo y de gozar de un salario por reducido que stesea. Las direcciones de las fbricas y talleres trasladan, con cierto xito,el mensaje de que el trabajo no resulta rentable y de que la viabilidadeconmica de la empresa est en alto riesgo.

    Las obreras aseguran que en los centros de produccin corren rumoresconstantes acerca de prximos cierres de fbricas debidos a lacompetencia asitica y a los bajos salarios de otros pases. Los propiospatrones asumen un discurso de autovictimizacin y de presin utilizando

    expresiones como si no aumentis la produccin pierdo dinero convosotras o voy a tener que empezar a vender las mquinas para nocerrar la fbrica16. Las noticias sobre cierres de fbricas que se hansucedido en los ltimos tres aos ayudan a reforzar la idea de que cualquierelemento que distorsione la actividad productiva puede ser motivo paraque la empresa cierre o se traslade. Entre estos motivos destaca laconictividad laboral. Desde el punto de vista de empleadores y de lospropios representantes de la administracin, los sindicatos suponen unaamenaza para las inversiones, y as se lo transmiten a las trabajadorascon expresiones como si os quejis ms los inversores se irn a China,all la gente trabaja y no se queja tanto. Con independencia del nivel derealismo de las amenazas,los empleadores aprovechan el fantasma del

    cierre para imponer sus condiciones y aplacar las resistencias.

    Al miedo al cierre, hay que aadir el miedo a las represalias en un

    ambiente laboral en que los abusos quedan impunes. Todas lastrabajadoras coinciden en que se ven obligadas a mantener sus quejas yreclamaciones en silencio hasta conseguir la complicidad del grupo. Unade ellas explicava que el emplador y los cargos intermedios no debensaber que conoces tus derechos, de lo contrario perders tu trabajo. Loque para las obreras organizadas es una motivacin para articular la luchacolectiva y sensibilizar a sus compaeras, para las no organizadas es unarazn contundente para eludir cualquier potencial fuente de problemas.

    Las limitaciones impuestas por los empleadores y por un contextohostil a la actividad organizativa se suman a situaciones laborales ypersonales que dicultan an ms la participacin de las mujeres enla vida sindical. Aunque en el mbito de lo personal, algunas de lastrabajadoras entrevistadas arman que sus familias no ven la implicacinsindical como algo positivo, el obstculo que todas coinciden en remarcares la falta de tiempo. A las extensas jornadas laborales se aaden lasresponsabilidades familiares, tras las que apenas disponen de horas parael ocio o para la vida asociativa. Esto impide la organizacin a nivel decentro de trabajo, puesto que las obreras no se muestran dispuestas aextender el tiempo que pasan lejos de su entorno familiar para desarrollarlabores sindicales o realizar reuniones.

    Las quejas en torno al tiempo no slo se centran en la cantidad sinotambin en la capacidad de planicacin. Las horas extras se imponensin previo aviso cuando hay mucho volumen de trabajo y no se planteancomo opcionales. Cuando los horarios laborales son imprevisibles, la

    capacidad de las trabajadoras para decidir sobre su vida familiar y sobresu implicacin sindical o asociativa es mnima. Incluso las obreras queaseguran gozar de buenas condiciones laborales (reciben el salario mnimointerprofesional garantizado y sus jornadas semanales no superan las 48horas) se quejan de que las horas extra nunca son previsibles y de que alinicio de sus jornadas nunca saben con certeza a qu hora van a terminar.

    A menudo losjefes nos dicen:si no aumentisel ritmo pierdodinero convosotras! voya tener queempezar a venderlas mquinaspara no cerrar lafbrica!.

    16.-Testimonios de las trabajadorasrecogidos en el Intercambio internacionalde mujeres trabajadoras sobre laorganizacin en Maquilas (Tnger, del 10

    al 15 de febrero de 2011).

    Zaida, obrera de laconfeccin. Tnger,Febrero de 2011

    El empleadory los cargosintermedios nodeben saberque conocestus derechos,de lo contrarioperders tutrabajo.

    Imane, obrera de laconfeccin. Tnger,Febrero de 2011

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    Las causas delas problemticaslaborales y deincumplimientode la legislacindebanbuscarse en elalto grado decorrupcin de lasadministracionespblicas y en lainecacia de lainspeccin detrabajo.

    El rol de las empresas y de sus clientesinternacionales

    Los primeros trabajos de investigacin y documentacin de lascondiciones laborales en el sector de la confeccin de Tnger realizadospor la Campaa Ropa Limpia en el 2002, fueron presentados y discutidoscon las principales empresas espaolas del sector de la confeccin. Lasprincipales rmas, que ya disponan de programas de ResponsabilidadSocial Empresarial, plantearon que el contexto marroqu dicultabala trazabilidad del proceso de produccin y que las causas de lasproblemticas laborales y de incumplimiento de la legislacin debanbuscarse en el alto grado de corrupcin de las administraciones pblicasy en la inecacia de la inspeccin de trabajo. Curiosamente, estos sonlos argumentos que esgrimen las rmas internacionales en cada una delas investigaciones que se les presentan sobre la confeccin de ropa

    deslocalizada, sea en China, Bangladesh, Honduras o India.

    Desde la perspectiva de la responsabilidad social empresarial se handesarrollado los cdigos de conducta laborales y las auditoras sociales.

    Ambas herramientas estn destinadas al control de la cadena desuministro de las rmas internacionales, con la nalidad de garantizar queno existen vulneraciones de la legislacin nacional ni de los conveniosfundamentales de la Organizacin Internacional del Trabajo. Pero ladiversidad de las metodologas de vericacin y los diferentes niveles decompromiso de las rmas internacionales en esta materia hace que lamera existencia de un codigo de conducta y la realizacin de auditoriasno signique necesariamente el cumplimiento de los estndares laboralesbsicos.

    Durante 2004, la Campaa Ropa Limpia internacional realiz un esfuerzocolectivo de investigacin en India, Kenya, Rumana, Bangladesh,Pakistn, Indonesia y Marruecos para recoger evidencias sobre lascondiciones laborales en las fbricas de confeccin que pasabanauditoras sociales, poniendo especial atencin a aquellas que disponande la certicacin SA8000. Las conclusiones de los estudios realizadosen estos siete pases se presentaron en el libro Looking for a quick x

    y fueron tristemente contundentes. Se document la incapacidad delsistema de auditoras sociales para reducir las estrategias antisindicales,para garantizar el derecho a la negociacin colectiva, para asegurar elcumplimiento de horarios y para garantizar el pago de salarios mnimos(Pruett, 2005). En la obra se argumenta que un sistema de vericacinque no tenga en cuenta las organizaciones de personas trabajadoras yque no cree canales para detectar problemas e incumplimientos de loscdigos de conducta que queden abiertos entre rondas de auditora no

    puede detectar si los documentos se corresponden con la realidad, ni laexistencia de prcticas antisindicales. Cuando las metodologas utilizadaspor las empresas auditoras prevn la realizacin de entrevistas aleatoriascon las obreras, los empleadores infunden el miedo a quedarse sin trabajoa las potenciales entrevistadas a causa de un posible despido o de laruptura de contratos con inversores internacionales si los resultados de

    las auditoras no son correctos.

    En las conversaciones mantenidas con las trabajadoras marroques, lagura de los auditores ha aparecido vagamente. Ninguna de ellas hasido entrevistada en un proceso de auditora y aunque reconocen haberrecibido visitas de personal extranjero en las instalaciones de sus centros

    de trabajo, no pueden determinar cual era la nalidad de las mismas.Dado que algunas de las trabajadoras entrevistadas son empleadas defbricas proveedoras de reconocidas rmas espaolas, es muy probableque estas auditoras hayan existido. Pese a no ser entrevistadas, lasobreras reconocen que los empleadores infunden miedo a tratar aspectoslaborales con personas extranjeras.

    Aunque las rmas europeas tengan en su agenda la mejora de estossistemas de garanta las voluntades expresadas a travs de sus

    documentos de responsabilidad social chocan con las prcticasproductivas y comerciales que imponen los nuevos paradigmasempresariales. Existe una transferencia de los riesgos productivosdesde las empresas comercializadoras (las que tienen el poder en lasnegociaciones y la imagen de marca) hacia los eslabones ms dbilesde la cadena de suministro. Las polticas de reduccin de los tiempos deentrega de los proveedores a las marcas y la fragmentacin de los pedidosestn fuertemente ligadas a la precarizacin laboral y a la feminizacin delos puestos de trabajo (Newsome, 2003).

    La competitividad internacional empuja a las marcas a forzar plazos deentrega ms cortos con el objetivo de reducir los riesgos derivados dela planicacin de la produccin. Realizar los encargos a medida quese vende el producto disminuye el coste de almacenaje y el riesgo deasumir un estoc no vendido. Si un producto no tiene salida comercial,los siguientes encargos se modican en base a las ventas. Para laempresa proveedora esto signica recibir las ordenes de produccin demanera fragmentada y siempre con urgencia. Los propietarios de lasfbricas, para no poner en riesgo sus benecios optan por disponer deuna plantilla reducida a la que se exigen horas extraordinarias cuando el

    trabajo se acumula, cosa que sucede muy a menudo. En un entorno de

    desproteccin de las personas trabajadoras, esto se traduce en jornadaslargas e imprevisibles.

    Tanto el exceso de horas como la imposibilidad de planicar la jornadadicultan la realizacin de reuniones y encuentros que faciliten laorganizacin colectiva y la negociacin sindical.

    Cuando, pese a las largas jornadas, los recursos humanos soninsucientes los patrones subcontratan parte del trabajo a tercerostalleres que completan la produccin. Esto sucede a pesar de quela mayora de las rmas extranjeras lo prohben explcitamente en suscontratos. Las auditoras sociales que afectan a las fbricas proveedorasno acceden a estos talleres de los que desconocen la existencia. Untcnico de reparacin de maquinaria de confeccin que milita en la UMT

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    nos explicaba en mayo de 2009 uno de los almacenes de su centro detrabajo, en el polgono industrial de Mghougha, est destinado a dar saliday a recibir los encargos de dos talleres que complementan la produccin.Segn este trabajador cuando hay mucho trabajo, parte de la produccinse realiza en dos talleres cercanos. Las obreras de estos talleres no tienencontrato ni seguridad social. Alguna vez el dueo de nuestra fbrica me

    ha enviado a reparar maquinas all por lo que supongo que la relacinentre las empresas debe ser muy estrecha17.

    La posicin de Marruecos en la economainternacional y el papel de las administraciones

    Aunque su evolucin histrica y econmica es profundamente distinta,los pases del Magreb compartieron desde su independencia hastalos aos 80 un modelo de desarrollo basado en el liderazgo estatal yen la sustitucin de importaciones. Argelia liderando el movimiento delTercer Mundo, Tnez con sus polticas de colectivizacin, los programasde Marroquinizacin de Hassan II o la gestin estatal de la produccinpetrolera en la antigua Libia de Gada, son exponentes del frreo controlde los recursos y de la economa de que hicieron gala los dirigentespolticos de la zona hasta la llegada de las reformas neoliberales (White,2007).

    En Marruecos, igual que en el resto de pases de nueva industrializacin,las factoras se nutren de trabajadores y de trabajadoras que residen enzonas urbanas y peri-urbanas que registran altas tasas de pobreza y dedesempleo. Este hecho facilita la aceptacin de condiciones laboralesprecarias y la aparicin de centros de trabajo informal al lado de lasgrandes fbricas. Las bolsas de potenciales obreros y obreras procedenmayoritariamente de las migraciones del campo a la ciudad que, en granmedida, se explican por las dinmicas polticas y econmicas que seproducen en el entorno rural.

    La estructura de produccin agrcola marroqu se gest durante la

    administracin francesa (1912-1956), perodo en el que se inici la

    integracin del sector a la economa global a travs de la transformacinde extensas zonas de secano en zonas irrigadas productoras de verdurasde huerta. Junto a este legado francs, en esta poca se asent unsistema de relaciones jerrquicas clientelares que marca todava ahora laasignacin de ttulos de propiedad sobre los campos de cultivo y la tomade decisiones en lo que a planicacin de la actividad agrcola se reere.Durante el reinado de Hassan II (1961- 1991), el gobierno marroqu, yaindependiente, consolid las reformas iniciadas durante la administracinfrancesa utilizando las mejores tierras de cultivo para la produccinde exportaciones como los ctricos. Los primeros crditos del BancoMundial se concedieron en 1964 precisamente para la expansin de laagricultura de regado siguiendo planes trazados por la administracincolonial y dejando estancado el sector tradicional de secano (Davis,

    17.- El operario pidi explcitamenteque no se mencionara su nombre ni elcentro de trabajo.

    Las bolsas depotencialesobreros yobreras procedemayoritariamentede lasmigracionesdel campo a laciudad.

    2006). Consecuencia de ello fue la falta de adaptacin de la produccin decereales a las nuevas necesidades derivadas del incremento de poblaciny el inicio de las importaciones cerealcias. Un pas con un sistema agrcolahasta entonces autosuciente, sufri un importante dcit en su balanzade pagos por culpa de la importacin de materias primas destinadas a laalimentacin.

    A raz de esta crisis, Marruecos recibi el primer asesoramiento porparte del Fondo Monetario Internacional (FMI). La relacin con el FMIse intensico a partir de las siguientes crisis derivadas de contingenciascomo los excesos de gasto pblico para la nanciacin de la marchasobre el Shara Occidental en 1975 o la cada de los precios de losfosfatos. En 1975, la deuda ascendi al 20% del producto interior bruto(PIB) generando el contexto ideal para que el FMI propusiera un Plan de

    Ajuste Estructural al reino de Hassan II.

    As empez, en 1983, una dcada de ajustes y de tutela econmica porparte del FMI que se ha concretado en nueve planes y la adhesin deMarruecos al GATT en 1987 (Morrisson, 1991). Como en el resto delmundo, el objetivo de los PAE ha sido animar la inversin extranjera,promover las exportaciones y abolir los aranceles. Son muchos losindicadores que el FMI no ha tenido en consideracin en el diseo desus planes para Marruecos: Ya en 1978, 68 familias controlaban el 55%del capital industrial privado. 10 grupos empresariales (propiedad de las10 familias ms inuyentes) mantenan el control de un tercio del capitaly la familia real gozaba de una quinta parte de la riqueza del pas (Davis,2006).

    En el sector agrcola, los PAE han profundizado en el proceso de cierre yprivatizacin de las tierras de pastoreo comunales. Ya en los aos 60, laUSAID recomendaba al gobierno de Hassan II que se reconvirtieran estastierras a la agricultura irrigada por cuestiones de degradacin ambiental yen el 69, la misma agencia y el Banco Mundial prestaron asistencia tcnicaa Marruecos para la elaboracin del Code de Investissements Agricolescon los objetivos de mejorar la productividad agrcola, luchar contra la

    fragmentacin de las explotaciones y repartir ttulos de propiedad. Todo

    ello para modernizar la agricultura del pas. El proceso se aceler y seconsolid a partir de los PAE de los 80 que impulsaron una ola de reformaslegislativas neoliberales como la Ley de privatizaciones, el nuevo cdigolaboral, o las regulaciones sobre el agua y el suelo agrcola.

    La mayora de los proyectos de modernizacin han requerido unaintervencin en reas de propiedad y utilizacin colectiva. Las seis zonasde accin prioritaria incluidas en los macroproyectos nanciados por elBanco Mundial tenan este rgimen de explotacin. En compensacin, elgobierno intenta restringir la ganadera tradicional a quince permetros conproyectos de mejora del pastoreo (Davis, 2003). Las reas de explotacincolectiva que quedan fuera de los proyectos de modernizacin han sidorecalicadas en suelo til bajo el control del estado. Paralelamente,los modos de produccin tradicionales se han criminalizado aplicando

    Cuando haymucho trabajo,parte de laproduccin serealiza en dostalleres cercanos.Las obreras deestos talleres notienen contratoni seguridadsocial. Algunavez el dueo denuestra fbricame ha enviado areparar maquinasall por lo quesupongo que larelacin entrelas empresasdebe ser muyestrecha.

    Mecnico de maquinariade confeccin. Tnger,Mayo de 2009

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    sanciones de hasta seis aos de crcel a los que no sigan las normativas.Para millones de ciudadanos y ciudadanas de las zonas rurales deMarruecos, estos cambios y, sobretodo, la falta de acceso a las tierras deuso colectivo signica la prdida de una fuente imprescindible de comida,medicinas y productos bsicos, que agudiza la pobreza rural empujandoa las personas en edad de ser contratadas en una factora a migrar a laszonas urbanas a la bsqueda de un empleo.

    Si los pueblos nmadas ganaderos han sido los ms perjudicadospor la ola de reformas neoliberales, los beneciarios directos de lareestructuracin han sido la familia real y la lite situada a su alrededor. Elholding empresarial de la famlia real, Omnium Nord Africain, ha compradola mayora de las empresas privatizadas (Coupe, 1997. Dillman, 2001).

    Asimismo, Es la familia real quien recibe directamente los benecios dela ofce cherien des phosphates, el monopolio estatal del comercio de

    fosfatos, la empresa ms rentable del pas (Dillman 2001, 2003).

    Las familias campesinas que conservan acceso a un pedazo de tierracolectiva o que tienen modestos medios para producir y comercializaralimentos intentan conservar su modo de vida enviando a sus hijas atrabajar a las fbricas de las ciudades industriales para completar losingresos familiares. Como en muchas otras partes del mundo, estas chicasson obreras ideales, sin conocimiento de sus derechos, sin tradicin deorganizacin sindical, sin redes sociales de apoyo en la ciudad de destino,y con la obligacin de sobrevivir con unos ingresos extremadamentebajos enviando una parte de sus salario a su familia.

    Las polticas agrarias y las industriales tienen en comn la orientacin

    de los medios productivos a la exportacin aunque, en contraste con latendencia global de liberalizacin de los aranceles, Marruecos (igual quesu vecino Tnez) ha mostrado una cierta resistencia a la reduccin delas tasas arancelarias. Tras una primera liberalizacin entre 1993 y 1997(del 65% al 22%), las tasas arancelarias han aumentado desde entoncesmantenindose alrededor del 30% en los ltimos aos (Dennis, 2006). Encontraste con otros pases rabes y del Magreb, Marruecos y Tnez nohan llevado a cabo reformas arancelarias de gran alcance18. Pero, aunque

    el Banco Mundial coloque a los pases del Magreb en general y a Tnez yMarruecos en particular, entre los pases con un rgimen arancelario msrestrictivo del mundo, la existencia de zonas francas de exportacin, ascomo un red de acuerdos comerciales preferenciales han reducido lastasas reales, convirtiendo la zona en un mercado atractivo para la UE.

    La UE rm el Acuerdo de Asociacin (AdA) con Marruecos en 1995para su entrada en vigor en Marzo de 2000. Del acuerdo nace la Zonade Libre Comercio (ZLC) entre la UE y Marruecos arranca en el 2000,con el objetivo de reducir progresivamente las barreras arancelarias hastaalcanzar un 5,2% en 2012. Pero Marruecos ya dispona de condicionesespeciales para el comercio con los socios comunitarios previamente a larma del AdA. Desde 1976 sus productos industriales tienen libre accesoal mercado comunitario y las cuotas establecidas por la UE permiten

    la exportacin del 20% de sus productos agrcolas con tratamientopreferencial.

    Pese a que Marruecos rm en 2004 el tratado de libre comercio conlos EUA, el 96% de las exportaciones de ropa marroques tienen comodestino el mercado europeo. Cabe destacar que el vnculo comercial entrela UE y el Reino Alau no es unidireccional. El 76% de sus importacionesprovienen de pases miembros de la UE.

    La orientacin de las polticas pblicas hacia las exportaciones se hacepatente en su actitud en la relacin con los inversores extranjeros. Losobjetivos de las administraciones pblicas y de los decisores polticosson la generacin de puestos de trabajo en la industria y la atraccin decapital inversor. La inspecciones de trabajo y la seguridad social ponenestos objetivos por delante del cumplimiento de la legislacin vigente en

    el pas. Las autoridades laborales han consentido prcticas fraudulentasy de explotacin con el pretexto de que, en industrias incipientes,mantener una postura inexible i dura slo puede provocar un xodo delos inversores.

    En las zonas industriales de Tnger es una prctica muy extendida quelos patrones retengan a las personas trabajadoras las cotizaciones a laseguridad social de su salario sin abonarlas posteriormente a la autoridadcorrespondiente. Se trata de una forma ms de reducir el salario. Latrabajadora cree gozar de cierta proteccin ante una posible baja porenfermedad o una situacin de desempleo, pero cuando intenta hacervaler sus derechos adquiridos se da cuenta que no gura en los listadosde las ocinas de la seguridad social.

    En una entrevista realizada en mayo de 2009 planteamos a una directivade la seguridad social en Tnger este problema y contest que es mejorignorar estas situaciones, al n y al cabo las personas tienen un trabajoy si empezamos a perseguir a las empresas que no cumplen buscaranotro pas menos estricto. Cabe destacar que llegados a este punto, laentrevista naliz bruscamente y que la entrevistada rechazo aparecer enningn estudio ni publicacin.

    Si los pueblosnmadasganaderos hansido los msperjudicados porla ola de reformasneoliberales,los beneciariosdirectos de lareestructuracinhan sido la familiareal y la litesituada asu alrededor.

    18.- En Jordania, los aranceles mediosdescendieron del 22% al 13% entre 2000

    y 2003. En Lbano la reduccin fue del15% al 5% entre 2000 y 2002.

    Es mejor ignorarestas situaciones,al n y al cabolas personastienen un trabajoy si empezamosa perseguir alas empresasque no cumplenbuscaran otropas menosestricto.

    Directiva de la seguridadsocial marroqu en Tnger.Mayo de 2009

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    5. Estudio de caso: trazabilidad de laropa de las administraciones pblicasfabricada en Tnger

    Ante la situacin que viven las obreras del sector global de la confeccin yconociendo con detalle las circunstancias del mercado laboral marroqu,resulta justicada la preocupacin mostrada por organizaciones yadministraciones pblicas europeas acerca de las condiciones bajo lascuales se manufacturan la ropa y los artculos de confeccin que adquierenlos gobiernos locales, regionales y estatales para sus trabajadores y sus

    trabajadoras19. Los uniformes y la ropa de trabajo que utilizan brigadasmunicipales de limpieza o jardinera, los cuerpos de bomberos o depolica, entre otros colectivos, se componen de artculos fabricados porempresas con lneas de produccin internacionales y con proveedoresdeslocalizados.

    Con este estudio de caso hemos tratado de trazar el origen de la ropacomprada por un grupo de administraciones pblicas sometidas a ladirectiva europea de contratacin pblica con la intencin de identicartalleres y fbricas que elaborasen prendas para ellas en la z ona de Tnger.

    Este anlisis tiene un doble objetivo: conocer las condiciones laborales enque se fabrican los artculos adquiridos por los compradores pblicos y verlos canales de informacin existentes para que el comprador institucionalpueda llevar a cabo una compra informada o consciente.

    Metodologa y limitaciones de la investigacin

    El planteamiento inicial consista en solicitar a diferentes administracionespblicas europeas sus proveedores de ropa y uniformes para preguntarlessi alguna parte de su produccin era realizada en Tnger.

    Tras ms de cinco aos de trabajo conjunto con algunas administracionescatalanas en el marco de la Red Catalana por la Compra Pblica tica,dirigimos una solicitud de colaboracin a las cuatro ms activas, con el

    ESTUDIO DE CAS

    .19.- No es el objetivo de este informe

    mostrar el trabajo en materia de CompraPblica tica llevado a cabo en Europa.Para obtener informacin detalladasobre el tema se remite a la web http://

    networkwear.eu

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    n de disponer de primera mano de un listado de proveedores. Graciasa los ayuntamientos de Barcelona, Badalona, Manresa y Sant Boi y ala colaboracin de la Agencia Catalana de Consumo (de la Generalitatde Catalunya), elaboramos una lista de 26 empresas adjudicatarias de

    contratos de suministro de ropa de trabajo y uniformidades.

    A sugerencia de SETEM y de la Campanya Ropa Limpia, algunas de lasadministraciones locales colaboradoras solicitan como requisito parala rma de algunos de sus contratos de suministro de ropa, la lista deproveedores a las corporaciones contratantes, estando stas obligadasa facilitar el primer eslabn de la cadena de aprovisionamiento. Debidoa que la informacin disponible no era homognea y con la intencin deactualizar los datos, se envi a las 26 empresas un sencillo cuestionariosobre responsabilidad social empresarial en el que se peda el detalle delos cdigos de conducta internos, de los mecanismos de vericacin, de

    las medidas de transparencia y los datos de las empresas proveedoras,as como el origen geogrco de la ropa. El sensible dcit en el desarrollode polticas de responsabilidad y transparencia en el sector de las ropa detrabajo nos ha impuesto serias limitaciones, ya que los datos facilitadoshan sido muy heterogneos e incompletos. Cabe destacar que las dosempresas de mayor tamao a las que se ha enviado la solicitud deinformacin no han facilitado ningn dato de sus proveedores en Tnger.

    A dichos proveedores los hemos localizado a travs de investigacinsobre el terreno.

    En base a la informacin obtenida de las propias empresas e identicandolos centros de trabajo de Tnger donde algunas de ellas se abastecen,se ha realizado una serie de entrevistas a personas trabajadoras fueradel mbito de las fabricas para conocer las condiciones cotidianas enlas que all se trabaja y las problemticas personales derivadas de estascondiciones laborales.

    Aunque el proceso es extremadamente simple, la opacidad en la cadenade produccin y el desinters por parte de muchos de los actores de

    la misma por aportar transparencia han impuesto algunas solucionesmetodolgicas que, aunque no son de nuestro agrado, han marcado el

    desarrollo de la investigacin y la elaboracin del informe.- La mayora de las personas entrevistadas, y en especial aquellas que

    ocupan cargos dentro de las fbricas o la administracin, solicitaronexplcitamente mantenerse en el anonimato para proteger sus puestosde trabajo. Debido a que el sector de la ropa de trabajo es relativamentepequeo si lo comparamos con el de la moda hemos optado por noexplicitar los nombres de las empresas analizadas. En consecuencia,este informe describe el estado de la cuestin y alerta sobre situacionesclaramente denunciables sin que aparezcan los nombres de las rmaseuropeas ni de las fbricas marroques. Los datos concretos sefacilitaran individualmente a cada una de las administraciones pblicascompradoras para instarlas a que desarrollen sus polticas de CompraPblica Responsable y exijan transparencia y buenas prcticas en elcontrol de la produccin a sus proveedores.

    - Las empresas a las que la administracin pblica no haba solicitado lalista de proveedores durante la tramitacin del contrato no han facilitadola informacin sobre la localizacin geogrca de su produccin deforma directa. As que la identicacin de los centros de produccin

    en Tnger se ha realizado a partir de la investigacin sobre el terrenoentrevistando trabajadoras de las distintas zonas industriales de laciudad. Es probable que las rmas europeas que no han facilitado laubicacin de sus proveedores marroques quieran rebatir los resultadosdel proceso de investigacin. Estaremos muy agradecidos si puedenaportar nuevos datos para contrastar los resultados de este primerinforme.

    - Las empresas distribuidoras han comunicado que les resulta muycomplicado obtener las direcciones de los centros de produccin enlos que se aprovisionan las diferentes rmas con las que trabajan.Sera objeto de una nueva investigacin analizar la cadena de

    aprovisionamiento de las rmas que estas empresas comercializan.- Las empresas europeas con fbricas propias en Tnger no han tenido

    problemas para proporcionar las direcciones de sus fbricas, ambas enla zona industrial de Mgouga.

    Estructura del mercado de la ropa de trabajo

    Hay diferentes tipos de actores en el mercado de la ropa de trabajo paralas administraciones pblicas, y no todos tienen la misma capacidad decontrol sobre la cadena de suministro. Entre las 26 empresas identicadas,13 son distribuidoras y arman que tan slo pueden ofrecer informacinde las rmas productoras. La totalidad de las distribuidoras son PYMESde capital local. Esto impone la necesidad de que se generen estrategias

    de trazabilidad si las administraciones estn interesadas en conocerel origen de estas prendas de ropa. Al mismo tiempo abre un campopara investigar en el futuro las polticas de responsabilidad social y elorigen de los productos de las marcas europeas que los distribuidores eintermediarios ofrecen a las administraciones pblicas.

    Las otras 13 empresas proveedoras son fabricantes y suministran a lasadministraciones sus propios artculos de ropa y confeccin. De ellas7 arman fabricar la totalidad de sus prendas en territorio espaol. Lasotras 6 sirven produccin deslocalizada y en 4 de los casos, una parte desus productos es confeccionado en Marruecos.

    As pues, 4 de los proveedores analizados trabajan de una forma u otraen territorio marroqu. 2 de ellos en fbricas de su propiedad y 2 de ellosmediante subcontratacin.

    Desde el puntode vista de lasorganizacionesde trabajadorasy de trabajadoresy de lasorganizacionesde defensa delos derechoslaborales, latransparenciaes un requisito

    indispensablepara darcredibilidad alas polticas deresponsabilidadsocialempresarial.

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    Estructura del mercado de ropa de trabajo para las administraciones pblicas El mercado de la ropa de trabajo frente ala responsabilidad social empresarial y latransparencia

    Cabe destacar que el desarrollo de polticas de responsabilidad socialen el mbito concreto de la ropa de trabajo est muy lejos del que puedapresentar el sector de la moda o de la ropa deportiva. En parte, sto seexplica por una deslocalizacin ms reciente. Pero el factor explicativoms importante es la falta de exigencia por parte de los clientes habituales.La preocupacin por la reputacin corporativa y por las exigencias ticasde la clientela es muy superior entre las rmas internacionales que vivende su imagen que entre proveedores de ropa y uniformes para empresas,corporaciones o para el sector pblico.

    Aunque 22 de las empresas analizadas han adoptado algn tipo de

    medida de responsabilidad en el campo del impacto medioambiental,de las 26 empresas analizadas, tan slo 5 disponan de un cdigo deconducta laboral y slo 3 someten su cadena de aprovisionamiento aalgn tipo de control externo obteniendo la certicacin SA8000.

    Este mercado queda fuera del inters de la opinin pblica aunque unaparte muy importante de su clientela es el sector pblico que utilizarecursos de todas y de todos para contratar los suministros de ropa. Aligual que en el sector de la moda, las empresas ms grandes son las queformalmente han desarrollado planes de actuacin ms completos enmateria de responsabilidad social empresarial. Los pequeos fabricanteso distribuidores no se han planteado la necesidad en un mercado en el quelos consumidores no han solicitado garanta alguna de responsabilidad. Noobstante, en el primer paso de esta investigacin, han sido las empresaspequeas y medianas las que han respondido a nuestros requerimientosde informacin.

    Desde el punto de vista de las organizaciones de trabajadoras y detrabajadores y de las organizaciones de defensa de los derechos laborales,la transparencia es un requisito indispensable para dar credibilidad a laspolticas de responsabilidad social empresarial.

    Las fbricas de propiedad espaola

    Las dos empresas que fabrican en factoras marroques de su propiedadrealizan uniformes tcnicos para polica, bomberos y brigadas de

    jardinera. Las dos presentan a sus clientes una certicacin SA8000.Dicha certicacin pretende garantizar el cumplimiento de los conveniosfundamentales de la OIT en toda la cadena de produccin. A pesar de

    que la ecacia de los procesos de auditoria vinculados a la SA8000ha sido puesta en cuestin por la Campaa Ropa Limpia en repetidasocasiones (Pruett, 2005; Hearson, 2010), la situacin en ambas factorases sensiblemente mejor a las que encontramos en las fabricas de la zonaque trabajan para otros clientes.En las conversaciones mantenidas con las obreras de las ambas fbricas

    Cobrar elsalario mnimo(unos 210 eurosmensuales) estbien si no tienesque pagar unalquiler. Unavivienda modestaen Tnger puedecostar cercade 200 euros almes.

    Saida, obrera de laconfeccin.Tnger, Febrero de 2011

    Empresas distribuidoras

    Empresas fabricantes sin centros de trabajo fuera de la UE

    Empresas fabricantes con centros de trabajo propios fuera de la UE

    Empresas con fabricacin deslocalizada

    Las condicionesno estn mal.Trabajo 9 horasdiarias de lunesa sbado. Lashoras extra sonobligatorias peronos avisan el daantes para que

    sepamos quesaldremos tarde.Y nos pagan 8Dh por hora. Sicomparo estascondiciones conlas que he vividoanteriormente noestn tan mal.

    Salma, obrera de laconfeccin.Tnger, Febrero de 2011

    ? ?

    Distribucin de las empresas proveedoras analizadas

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    no se identicaron violaciones claras y sistemticas de la legislacin laboralmarroqu aunque s se quejaban de haber vivido perodos de exceso dehoras extra realizadas sin planicacin previa. Dos de las trabajadorasconrmaron que durante el ao haba al menos 4 perodos de ms de dossemanas en los que se trabajaba cerca de 60 horas a la semana.Las trabajadoras entrevistadas armaban recibir un salario de 11 Dh/

    hora, algo superior al Salario Mnimo Interprofesional Garantizado, que setraduca en un salario mensual de unos 210 euros.

    Las fbricas proveedoras de empresas espaolas

    A pesar de la falta de transparencia de las dos empresas con produccinsubcontratada en Tnger, se han podido identicar y analizar dos fbricasproveedoras. Segn las informaciones procedentes de trabajadoras y de

    una persona que realiza tareas logsticas en uno de los centros de trabajo,la situacin en las dos fbricas es bastante similar.

    La jornada laboral habitual es de 9 horas diarias de lunes a sbado, siendola jornada semanal habitual de 54 horas. Aunque las trabajadoras armanque se les advierte con uno o dos das de antelacin, las horas extra sonexcesivas y obligatorias. Lo momentos de punta de trabajo tienen unaduracin de unas 2 semanas y se repiten cada 2 3 meses. En estosmomentos de gran produccin las jornadas semanales pueden alcanzarlas 72 horas, acudiendo las trabajadoras a las fbricas en domingos yfestivos de forma obligatoria.

    Los salarios de las trabajadoras con las que conversamos oscilabanentre los 8 dh/hora y 10 dh/h, siempre por debajo del salario mnimointerprofesional garantizado.

    En momentos degran produccinlas jornadassemanalespueden alcanzarlas 72 horas,acudiendo lastrabajadorasa las fbricasen domingos yfestivos de formaobligatoria.

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    6. Conclusiones y recomendaciones

    La promesa de desarrollo a travs de la implantacin de una industriatextil orientada a la exportacin es una promesa incumplida en Marruecos.El sector de la confeccin de prendas de vestir ha alcanzado una granrelevancia para la economa del pas y ha generado miles de puestosde trabajo. Pero las ocupaciones creadas no alejan a las personastrabajadoras de la pobreza. En los ltimos aos, las condiciones devida y de trabajo de las obreras no han mejorado y nada indica que elestablecimiento de esta industria ligera pueda ser el primer paso de unproceso de industrializacin hacia actividades de mayor valor aadidoque permitan un incremento de los ingresos ni mucho menos de lascapacidades de las personas trabajadoras para decidir sobre su propiavida.

    Sin perspectivas de mejora en el propio sector y sin que se creen nuevospuestos de trabajo en otros sectores, las obreras de la confeccin notienen posibilidad de usar su trabajo precario como trampoln para

    acceder a otras ocupaciones o a lo que en otros mercados laboralesdenominaramos carrera profesional. Su actividad en las fbricasconstituye una necesidad al completar los ingresos de su ncleo familiar.

    Al mismo tiempo, el tipo de trabajo en el que se encuentran atrapadaslimita fuertemente su posibilidad de construccin de redes sociales paramejorar su situacin y deteriora su vida personal y familiar.

    Las reformas econmicas, polticas y sociales que se han llevado a caboen Marruecos desde inicios de los 80 han impulsado a miles de personasy familias a abandonar el campo como medio de subsistencia y a buscaren las nuevas industrias ingresos para sobrevivir. La modernizacin de laactividad agrcola ha permitido aumentar las exportaciones de productosalimentarios, ha concentrado la obtencin de benecios y ha reducido elnmero de hogares viviendo de la agricultura y la ganadera no intensivas.

    CONCLUSIONES

    .El sector de laconfeccin deprendas de vestirha alcanzado unagran relevanciapara la economadel pas. Perono alejan alas personastrabajadoras dela pobreza. En losltimos aos, lascondiciones devida y de trabajo

    de las obreras nohan mejorado.

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    Las mismas reformas han facilitado la creacin de un industria ligera,mayoritariamente de confeccin, que ha empleado a parte de la poblacinmigrante.

    Desde un punto de vista estrictamente econmico, un nmero difcilmentecuanticable de estas nuevas trabajadoras siguen sumidas en la pobreza

    pese a realizar jornadas laborales extremadamente extensas. La escasezde fuentes ociales y la poca colaboracin de empresarios y responsablesde las administraciones pblicas hace muy complicado saber cuantasson las obreras empleadas en el sector informal, en pequeos talleres yen sus casas. No obstante, sus situaciones laborales y la evidencia dela existencia de estos talleres que cualquier transente puede constatarcaminando por las zonas perifricas de los polgonos industriales sonsucientes como para que el tema constituya un motivo de preocupacin.Ms an, pudiendo documentar que estos talleres trabajan para

    proveedores de rmas internacionales, cuando no lo hacen directamentepara stas.

    En este trabajo adems, hemos adoptado una perspectiva superadorade la estrictamente econmica y, partiendo de la constatacin porparte de sindicatos y del mundo asociativo marroqu de que las obrerasviven condiciones de pobreza de capacidades y de alta vulnerabilidady precariedad social, hemos explorado las causas de los procesos deempobrecimiento y de limitacin personal. Desde este punto de vista,la organizacin patriarcal de la sociedad marroqu es un factor deempobrecimiento pero no mucho ms relevante del que puede afectara las mujeres europeas. Existe una subordinacin femenina en el mbitofamiliar y en el personal que sobrecarga a las obreras con una doble

    jornada compuesta por ms de 10 horas de trabajo en la fbrica y msde 6 horas de tareas de cuidado de la familia pero, a falta de un estudiocuantitativo y de una comparacin sistemtica con los resultados delas encuestas de usos del tiempo, la dedicacin a tareas de cuidado nodiere demasiado de la que asumen las obreras europeas.

    La extensin de la jornada laboral y su irregularidad supone un factor desobreexpoltacin con repercusiones personales y sociales muy graves.

    A las limitaciones para desarrollar la vida privada de forma mnimamentesatisfactoria se suma el deterioro de las redes sociales y de la capacidadde crear accin colectiva para defender sus derechos laborales a nivel decentro de trabajo. Esto limita las posibilidades de las mujeres (incluso de lasms comprometidas polticamente) para implicarse en la actividad de lossindicatos. De forma incipiente, la capacidad organizativa de las obrerasse articula de formas innovadoras que rompen con la lgica tradicional deconsiderar a los sindicatos como los nicos agentes sociales legitimadospara defender los derechos laborales. Tomando como base de actuacinel barrio y no el centro de trabajo, las obreras logran aproximar su vidaasociativa a su realidad cotidiana y encontrar espacios para compartirpreocupaciones y formarse para el activismo laboral. Asociaciones como

    Attawassol se convierten en espaci de creacin de actividad polticaque, en algunos casos, es compatible con la posterior implicacin en lasestructuras de los sindicatos clsicos.

    Aunque estos movimientos son incipientes e interaccionan conlos sindicatos tradicionales, el contexto poltico y empresarial esextremadamente hostil y la capacidad de negociacin de las trabajadorases muy reducida. A las estrategias de hostigamiento y persecucinde las obreras ms activas se suma el fantasma de la deslocalizaciny de los cierres de fbricas, cada vez ms presente en los corrillos deconversacin de la personas trabajadoras, y la actitud permisiva de lasadministraciones pblicas con las violaciones a los derechos laborales.

    Las polticas de integracin de Marruecos en los mercados internacionalesimpulsadas por el actual monarca y por las instituciones internacionaleshan tenido unos claros ganadores. El aumento de las exportaciones harepercutido en una entrada de divisas de las cuales se han beneciado losprincipales inversores nacionales. Pero la supuesta cascada de beneciosque debera alcanzar a las clases ms modestas no parece haber

    funcionado correctamente. Desde la perspectiva de las trabajadoras dela confeccin, conseguir un empleo no ha servido para salir de la pobrezani en el corto ni en el largo plazo, y las promesas de desarrollo de los 80quedan ya demasiado lejos.

    Ante una situacin de precariedad institucionalizada y una falta de controlreal por parte de las empresas transnacionales que se abastecen enMarruecos, es extremadamente preocupante que las administracionespblicas que adquieren ropa fabricada en este pas no sean capaces deexigir la trazabilidad total de las condiciones de trabajo en las que se ha

    elaborado dicha ropa. Los compradores pblicos desconocen cmo ydnde se fabrica la ropa y los nicos que tienen informacin al respectoson aquellos que se han involucrado en procesos de impulso de la comprapblica responsable y han incluido las demandas de informacin en losrequerimientos para la contratacin.

    Marruecos es un mercado extremadamente difcil para obtener informaciny muchas de las empresas que all trabajan no disponen de sistemas deinformacin y monitoreo crebles. En buena parte, el subdesarrollo de lossistemas de vericacin se debe a la falta de presin por parte de loscompradores y a las casi nulas exigencias que los clientes imponen a las

    rmas de ropa de trabajo.

    Los clientes institucionales que deseen dar los primeros pasos enmateria de compra pblica responsable deben ser conscientes de quela informacin es bsica para ejercer presin en las empresas del sector.Incluir el requisito de que se anexe una lista de proveedores en el contratoes una medida sencilla que facilita ir avanzando en el conocimiento delos mercados de origen y que impone cierta presin para la mejora a lasempresas del sector. Cuando se pide a las rmas proveedoras que adoptencompromisos o que rmen declaraciones respecto al cumplimiento de losconvenios fundamentales de la OIT en su cadena de produccin, debeexigirse la informacin necesaria para que la veracidad de los documentospueda ser comprobada. Aunque el comprador institucion