Macroeconomía y Economía Política

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  • Macroeconomay economa poltica

    en dolarizacin

  • Alberto Acosta, Giuseppina Da Ros, Julio Echeverra,Juan Falcon Morales, Ivn Fernndez Espinosa, Mara Beln Freire,Patricio Len Camacho, Salvador Marconi R., Julio Oleas Montalvo,

    Marco Romero Cevallos, Wilma Salgado T., Pablo Samaniego P.,Walter Spurrier Baquerizo, Mauro Toscanini S.

    Macroeconoma y economa poltica

    en dolarizacin

    Salvador Marconi R.(editor)

    Coedicin

    Abya-Yala/UPS - ILDIS - UASB2001

  • Macroeconoma y economa poltica en dolarizacin

    Alberto Acosta, Giuseppina Da Ros, Julio Echeverra,Juan Falcon Morales, Ivn Fernndez Espinosa, Mara Beln Freire,Patricio Len Camacho, Salvador Marconi R., Julio Oleas Montalvo,Marco Romero Cevallos, Wilma Salgado T., Pablo Samaniego P.,Walter Spurrier Baquerizo, Mauro Toscanini S.

    Edicin y compilacin: Salvador Marconi R.

    1. edicin: Ediciones ABYA-YALA12 de octubre 14-30 y WilsonCasilla: 17-12-719Telfonos: 562-633 / 506-247Fax: (593-2) 506-255E-mail: [email protected]

    ILDIS (Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales)Jos Calama 354 y Juan Len MeraCasilla: 17-03-367Telfono: 562-103 / 563-644Fax: (593-2) 504-337E-mail: [email protected]

    Universidad Andina Simn BolvarSede EcuadorToledo 22-80Telfono: (593-2) 556-405 / 508-150Fax: (593-2) 508-156E-mail: [email protected]

    Impresin: Docutech-UPSQuito - Ecuador

    Diseo de la portada: Ral Ypez

    ISBN: 9978-04-684-4

    Impreso en Quito-Ecuadorabril de 2001

  • Indice

    Presentacin ....................................................................................... 9

    1. A modo de introduccinSalvador Marconi R.................................................................... 11

    2. Dolarizacin e institucionalidad polticaJulio Echeverra .......................................................................... 17

    3. Los efectos sociales de la dolarizacinIvn Fernndez Espinosa ........................................................... 25

    4. La cuestin regional, las autonomas y la dolarizacin en EcuadorPatricio Len Camacho ............................................................. 33

    5. Los errores iniciales de la dolarizacinWalter Spurrier Baquerizo ........................................................ 51

    6. Del libertinaje financiero a la prdida del signo monetario: una visin macroeconmicaJulio Oleas Montalvo ................................................................. 61

    7. Dolarizacin y globalizacin: lecciones de la experiencia ecuatorianaWilma Salgado T. ...................................................................... 83

    8. Integracin andina y dolarizacin en EcuadorMarco Romero Cevallos .............................................................101

    9. Competitividad externa y dolarizacin:viejos problemas, nuevas ideas?Juan Falcon Morales .................................................................113

  • 10. Dolarizacin y endeudamiento externo:un matrimonio por inters?Alberto Acosta ............................................................................129

    11. Supervisin bancaria. Taln de Aquiles de la dolarizacin?Mara Beln Freire .....................................................................161

    12. Polticas monetarias virtuales? no, gracias!Salvador Marconi R. ..................................................................191

    13. La poltica fiscal en dolarizacin: una reflexinPablo Samaniego P. ....................................................................207

    14. El mercado del trabajo ecuatoriano antes y despus de la dolarizacinGiuseppina Da Ros ....................................................................227

    15. Flexibilizacin laboral y remuneraciones en el proceso de dolarizacinMauro Toscanini S. ....................................................................253

    Anexo inconclusoLos nombres de la crisis y de la dolarizacin ........................259

    66 / Indice

  • Coautores*

    Alberto Acosta Economista y profesor universitario.Consultor del ILDIS y otros organismosinternacionales

    Giuseppina Da Ros Economista, investigadora de la PontificiaUniversidad Catlica del Ecuador

    Julio Echeverra Socilogo, profesor de las UniversidadesCentral, Catlica y Andina Simn Bolvar

    Juan Falcon Morales Doctorado en Economa por la Universi-dad de Pars, Sorbona; Consultor entemas de Macroeconoma y ComercioInternacional; profesor de la UniversidadAndina Simn Bolvar

    Ivn Fernndez Espinosa Master en Sociologa, profesor de las Uni-versidades Central y Catlica del Ecuador

    Mara Beln Freire PhD en Economa, UCLA, California

    Patricio Len Camacho Economista, consultor y profesor de Ma-croeconoma

    Salvador Marconi R. Economista, profesor de Macroeconoma

    Julio Oleas Montalvo Economista, profesor de Macroeconomaen la Escuela Politcnica Nacional

    Marco Romero Cevallos Economista, profesor de la UniversidadAndina Simn Bolvar y de la PontificiaUniversidad Catlica del Ecuador

    * La opinin de los autores no compromete a las instituciones en las que laboran

  • Wilma Salgado T. Doctorado en Economa, profesora de laUniversidad Andina Simn Bolvar

    Pablo Samaniego P. Maestra en Economa, Consultor deMultienlace

    Walter Spurrier Baquerizo Analista econmico, Editor de la publica-cin Anlisis Semanal, Consultor de va-rios organismos internacionales

    Mauro Toscanini S. Economista, profesor y actual Decano dela Facultad de Ciencias Econmicas dela Universidad Catlica Santiago de Gua-yaquil

  • Presentacin

    La editorial Abya Yala, el Instituto Latinoamericano de Investi-gaciones Sociales (ILDIS) y la Universidad Andina Simn Bolvar(UASB), presentan este conjunto de trabajos agrupados bajo el ttuloMacroeconoma y economa poltica en dolarizacin, que recoge diver-sos estudios sobre la economa y la sociedad ecuatorianas y que inten-ta evaluar, desde diferentes perspectivas, el impacto que ha tenido al ca-bo de su primer ao de aplicacin, el modelo de dolarizacin adopta-do en el Ecuador.

    La dolarizacin es sin duda el hecho ms destacado de la ltimaparte del siglo pasado y quiz el reto ms difcil del milenio que co-mienza. Fue la culminacin de una serie de eventos polticos y econ-micos que llevaron al pas a abandonar su soberana monetaria, cam-biaria y tambin cultural, para muchos sin el rigor de la planificacin yrespondiendo a los intereses de ciertos grupos de poder. Para otros, co-mo la ltima posibilidad de ordenamiento de una sociedad en la queprecipitar consensos para viabilizar el modelo tradicional era casi im-posible, por lo que se impona un cambio radical.

    Ha transcurrido un ao de su vigencia formal. Los resultados delproceso son contradictorios y an los agentes econmicos y sociales noalcanzan a proyectar con optimismo el futuro nacional a mediano pla-zo. Hay grupos que son beneficiarios directos de la crisis bancos, gran-des deudores, entre otros y de su pretendida solucin. Otros sectorespobres, trabajadores, clase media han visto deteriorarse su posicinrelativa y los riesgos de conflictividad social parecen aumentar da ada, en medio de un escenario internacional muy complejo.

    Considerando oportuno intentar una evaluacin global del pro-ceso y contribuir as al debate y a la reflexin nacional sobre el tema, seinvit a especialistas en distintas ramas a formular sus criterios para es-ta obra colectiva, editada y compilada por Salvador Marconi R., econo-mista y catedrtico universitario. Las organizaciones auspiciantes de

  • esta publicacin esperan que Macroeconoma y economa poltica endolarizacin contribuya efectivamente al proceso de definicin deorientaciones que permitan identificar opciones vlidas para el desa-rrollo del Ecuador, en un marco de equidad y justicia.

    La editorial Abya Yala, el Instituto Latinoamericano de Investiga-ciones Sociales y la Universidad Andina Simn Bolvar, agradecen a loscoautores de la publicacin y ratifican su compromiso con los interesesms nobles del pas.

    Jos Juncosa E. Hans-Ulrich Bnger Enrique Ayala M.Director de Abya Yala Representante de la Rector de la UASB

    Fundacin Friedrich EbertDirector del ILDIS

    1100 / Presentacin

  • A modo de introduccin

    Salvador Marconi R.

    Aserrn, aserrnlos maderos de San Juan,

    piden queso,... les dan huesopiden pan,... no les dan.

    Al ao de la adopcin formal del esquema de dolarizacin enEcuador, una vez expedida el 13 de marzo de 2000 la Ley para la Trans-formacin Econmica (conocida como Trole I), parece necesario eva-luar los efectos generados por ese nuevo esquema de gestin macroe-conmica.

    Sin embargo, son muchas las dificultades que se presentan parallevar a cabo esa tarea, pues los problemas econmicos y sociales no tie-nen partida de nacimiento, en estricto sentido, aunque si poseen c-dula de identidad, pues se generan bajo una configuracin estructuralcaracterizada por la concentracin del ingreso y de la riqueza en gru-pos rentistas protegidos por el poder poltico.

    La dolarizacin no es un simple modelo alternativo de gestin quepuede ser estudiado con herramientas convencionales desde el puntode vista de la teora de la poltica econmica; debe ser interpretadoprincipalmente a partir de la economa poltica, pues su concepcin, sumodalidad de aplicacin y las personas escogidas para instrumentarlaresponden claramente a intereses de conocidos grupos econmicos,con fuertes vnculos en los mbitos polticos y sociales y en los mediosde comunicacin.

    Varias son las hiptesis de trabajo que pueden formularse para en-tender las causas de su adopcin, los mecanismos de instrumentaciny los efectos ocasionados. La primera hiptesis interpretativa es preci-samente aquella segn la cual ms que un esquema de poltica econ-mica, la dolarizacin es un grand affaire que debe, por tanto, ser anali-zado en el contexto de la economa poltica.

  • Varios analistas han sugerido que ese esquema de desregulacinmacroeconmica constituye una suerte de camisa de fuerza que habrapermitido ordenar la economa ecuatoriana. Es la receta hobbesianaque refleja la caracterstica profundamente antidemocrtica de las li-tes de poder en Ecuador. Se comprende aunque no se justifica esaposicin; en un pas sin vivencia democrtica, donde la prctica y lacultura de la exclusin se ejercen con violencia, el resultado no puedeser otro que la marginacin econmica, social, tnica y poltica degrandes sectores poblacionales, sumidos en la pobreza y en la miseria.

    Las diferencias culturales y tnicas siguen siendo concebidas porlos grupos de poder como rupturas; la confrontacin racial, cultural,regional, social y obviamente econmica han prevalecido por encimade los puntos de encuentro, negando cualquier posibilidad de fortale-cer la diversidad en un marco de unidad y de rescate de los intereses ge-nerales de la nacin ecuatoriana.

    En ese contexto, la teora de la camisa de fuerza fue aceptada porvarios segmentos de opinin; no obstante, la democracia es palabra f-cil de pronunciar, pero implica una compleja y difcil vivencia. Los pri-vilegios concedidos por el poder poltico a sus mecenas no son compa-tibles con la rigidez que introduce la dolarizacin. La voracidad de losgrupos de inters supera lo burdo, como en el caso de las fallidas con-donaciones de deudas privadas, la oposicin de los dirigentes gremia-les a instrumentar una reforma tributaria que modernice el sistema im-positivo, la reaccin contraria a que las aduanas fuente de corrupcinpersistente sean administradas profesional y honestamente, etc.

    Este sistema dolarizante y esta es otra hiptesis que complemen-ta la anterior implic una suerte de desinstitucionalizacin de la pol-tica y de la sociedad ecuatoriana. Eliminara en principio la capaci-dad discrecional de las lites gobernantes en la gestin de la polticamonetaria y cambiaria, reduciendo a la mnima expresin las funcio-nes de algunas entidades tradicionalmente slidas y eficientes en la ges-tin macroeconmica, como era el caso del Banco Central del Ecuador.Otras instituciones, como las propias Fuerza Armadas, han sido seria-mente puestas a prueba desde el 9 de enero de 2000, cuando el gobier-no anunci oficialmente su voluntad de enajenar el pas.

    En los orgenes de la debacle econmica y financiera del Ecuadorse puede encontrar adems de colusin entre poder poltico, banque-ros corruptos y funcionarios cmplices la norma constitucional queotorgaba una supuesta independencia al Banco Central del Ecuador,

    1122 / Salvador Marconi R.

  • novelera que condujo a la desaparicin de una de las pocas instanciasde concertacin y mediacin de los intereses econmicos de los gruposde poder, como fue la Junta Monetaria.

    Como lo ha evidenciado la experiencia reciente, desde agosto de1998 el Banco Central del Ecuador perdi su autonoma y respetabili-dad; la complicidad de sus autoridades con alguna excepcin ha si-do una de las causas para que el Instituto Emisor, guiado otrora por fi-guras de la talla humana, moral y profesional de los doctores Guiller-mo Prez Chiriboga y Germnico Salgado Peaherrera, se haya conver-tido en un simple instituto canjeador.

    La presencia de filsofos, ingenieros qumicos, abogados de lostribunales, contadores y ex administradores de bancos quebrados, co-locados por el ministerio de la ley al frente de entidades que deben for-mular e instrumentar la poltica econmica, no ha generado la confian-za que requiere el pas para superar una coyuntura como la actual.Ineptitud y desconocimiento de elementales instrumentos de la ma-croeconoma, improvisacin y sumisin han sido las caractersticas dela desregulacin econmica durante el primer ao de vigencia de la do-larizacin, ms all de las clsicas maniobras gestadas por los cultoresde la viveza criolla para distraer la atencin de los temas fundamen-tales: la intervencin de la Superintendencia de Bancos en el BancoCentral del Ecuador es una prueba fehaciente.

    La reciente historia de la crisis econmica y su intento de superar-la va dolarizacin no es sino la historia de una pugna distributiva enla que algunos repetidos personajes ocupan un papel protagnico enla lucha por el poder y los cargos burocrticos; estos han llegado inclu-so a monitorear el avance del proceso, a control remoto, desde las ofi-cinas de los organismos internacionales y han continuado ejerciendo,desde el exterior, influencia directa sobre los responsables de variasinstituciones estatales. La desinstitucionalizacin del pas y la aplica-cin de una poltica econmica que favoreci siempre a los ms fuer-tes, caracteriz la gestin de no pocos tecncratas corruptos1. Paraobrar ticamente es necesario pensar que somos libres; de lo contrario,estaremos habilitados para obrar de cualquier modo, sealaba Borges.

    Introduccin / 1133

    1 Escriba Flaubert [Leducation sentimentale] a propsito, que... Il y a des hommesnayant pour mission parmi les autres que de servir dintermdiaires; on les franchitcomme des ponts, et lon va plus loin.

  • Otro aspecto que se debe destacar es que la mayora de la pobla-cin desconoce el significado, las implicaciones y los riesgos de la dola-rizacin, as como los sectores sociales que resultan favorecidos y aque-llos a los que se perjudica. En efecto, se confunde el significado y el fun-cionamiento de un sistema de tipo de cambio fijo con el esquema dedolarizacin adoptado. En la coyuntura econmica por la que atrave-saba el pas a finales de diciembre de 1999 e inicios de 2000, era nece-sario y as lo propusieron instancias tcnicas del Banco Central delEcuador fijar el tipo de cambio (y, obviamente, adoptar rigurosos me-canismos de control en el mercado de divisas), eliminando la especula-cin ejercida principalmente desde la banca quebrada y anclando defi-nitivamente las expectativas de los agentes econmicos. En esa perspec-tiva, y sin una supervisin bancaria adecuada y oportuna, la dolariza-cin aparece simplemente como la cortina de humo para la gestin in-moral del dinero de los depositantes.

    Inicialmente, la medida adoptada benefici a los sectores de laproduccin: el overshooting cambiario y la fijacin de la paridad otor-garon un amplio margen de rentabilidad a las exportaciones ecuatoria-nas. No obstante, como lo evidencia la evolucin del tipo de cambioreal durante el ao 2000, el esquema implic mas temprano que tar-de una considerable prdida de competitividad-precio para los pro-ductos ecuatorianos, por la incapacidad de frenar el proceso inflacio-nario.

    En ausencia de mecanismos de estabilizacin automtica (sistemade estabilizacin petrolera, fondo de liquidez bancaria, fondo laboral,fondo de exportaciones, etc.) que posibilitaran modular y paliar losefectos negativos de eventuales shocks reales o monetarios, y frente a laescasa productividad y competitividad-calidad y volumen del aparatoproductivo, el nico factor que posibilit sortear las dificultades de lainstrumentacin del nuevo esquema fue el incremento del precio inter-nacional del petrleo ecuatoriano.

    La dolarizacin, finalmente, puede ser concebida como un com-promiso de las lites gobernantes con el pas. Si es as, debe ser condu-cida de manera participativa y difanamente, sin engaos que puedenprecipitar su colapso a corto plazo. La coyuntura pone a prueba la ex-tremada rigidez del esquema dolarizador; la experiencia argentina es, alrespecto, aleccionadora.

    1144 / Salvador Marconi R.

  • Algunos coautores de este libro guardan esperanzas de que loserrores iniciales del esquema sean superados y que el modelo resistaa los embates internos e internacionales; otros, en cambio, consideranpertinente y oportuno disear los mecanismos que posibiliten una sa-lida ordenada de esa irresponsable aventura.

    Macroeconoma y economa poltica en dolarizacin pretendeaportar al debate desde la academia, a partir de distintas disciplinas yenfoques tericos. Los coautores de este trabajo comparten el ideal deun pas ms justo, solidario y viable y, por supuesto, la necesidad deconferir, en la medida de lo posible, alguna racionalidad al esquema dedolarizacin: la apuesta es muy grande, pues est en juego el destino dedoce millones de ecuatorianos.

    Introduccin / 1155

  • Dolarizacin e institucionalidad poltica

    Julio Echeverra

    1. Introduccin

    La dolarizacin de la economa ecuatoriana acontece en el contex-to de una profunda crisis econmica y poltica y se da en el marco deun cambio sustancial en la estructura general de la sociedad ecuatoria-na. Si bien la dolarizacin altera irreversiblemente aspectos fundamen-tales de la gestin estatal de la poltica econmica, difcilmente puedeser concebida solo como un modelo econmico en s, o como una ra-dical operacin monetaria cuya implementacin conduzca necesaria-mente a un cambio en las modalidades del desarrollo econmico; sinembargo, sus efectos pueden significar la conformacin de una real pla-taforma para la superacin del viejo modelo rentista de intermediacindel Estado con los actores econmicos, o en su defecto, las inercias deese modelo tradicional de intermediacin poltica pueden servirse de ladolarizacin o adaptarse a ella para resistir a la necesaria transforma-cin que las circunstancias de la competencia internacional exigiranpara la economa nacional. En trminos polticos puntuales, la dolari-zacin se presenta como la renuncia del Estado a un instrumento de in-tervencin y regulacin de la economa nacional, seguramente uno desus instrumentos ms importantes en lo que fue la poltica econmicarepublicana durante el siglo pasado. En la actualidad es imprescindiblela generacin de una nueva institucionalidad que sustituya las funcio-nes de correccin y estabilizacin econmica, en un contexto de abier-ta exposicin de la economa nacional a las condiciones de mercadosexternos rpidamente cambiantes y dinmicos.

    2. El contexto internacional

    Como las dems economas regionales, la economa ecuatorianaha debido enfrentar el reto de una insercin ms dinmica en una l-

  • gica global de acumulacin. Impulsada por una incesante y aceleradarevolucin tecnolgica, sta nueva lgica acorta las distancias entre losdistintos procesos que componen el ciclo econmico. La tecnologa dela informacin se inserta en los esquemas organizacionales de los pro-cesos econmicos y productivos, exigiendo una ms dctil y flexible in-teraccin entre cada una de sus partes, lo cual supone una radical re-mocin de los vnculos institucionales que antes protegan a las econo-mas cerradas. La transicin tecnolgica a la que se asiste a nivel globalsupone un colosal proceso de destruccin de capital y de reinversinproductiva, en el que la intermediacin financiera tiende a condicionara todos los elementos del ciclo econmico y, en particular, a las estruc-turas productivas1.

    La apertura que caracteriza a las interacciones entre economas yentre procesos econmicos, exige reformas radicales en la instituciona-lidad poltica y en la cultura de los actores, que los torne capaces de in-crementar valor y capacidad competitiva a sus productos y a sus siste-mas. Pases y economas como las latinoamericanas, acostumbradas asobrevivir en la competencia econmica internacional sobre la base dela sobreexplotacin de ventajas comparativas espurias (explotacin delos recursos naturales y de la mano de obra) se encuentran en este nue-vo contexto frente a retos altamente exigentes.

    El Ecuador se conduce en estas aguas agitadas desde hace por lomenos dos dcadas, sin lograr definir una poltica econmica coheren-te que apunte a una transformacin de esos rasgos estructurales de cor-te rentista que han caracterizado a la intermediacin entre el Estado ylos actores econmicos2. La crisis que se desata durante el bienio 98-99expresa de manera concentrada y visible aquello que antes fue unesquema normal de intermediacin; las exigencias de articulacin de laeconoma global presionaron a tal punto al desempeo de la economanacional, que est explot enredada en complicados nexos que ibandesde el ms ingenuo comportamiento rentista, a la ms abyecta co-rrupcin en la utilizacin de los recursos pblicos. La crisis financieray el salvataje bancario al que acude el gobierno de Mahuad no es sinola expresin concentrada de una lgica que habra podido conducir alpas de manera irresistible a un escenario de hiperinflacin3.

    Es en este contexto que se instaura la dolarizacin oficial de laeconoma ecuatoriana.

    1188 / Julio Echeverra

  • 3. Cmo se lleg a la dolarizacin de la economa ecuatoriana?

    La poltica monetaria constituy en el Ecuador, desde principiosde siglo, una importante herramienta estatal para el control de la eco-noma. El monopolio de la emisin de moneda en el Estado (1927) sur-gi como una necesidad de autonomizacin del sistema poltico frentea los intereses de los exportadores de la Costa, dueos de bancos y emi-sores directos de papel moneda. Durante algunas dcadas, la polticamonetaria actu sin sobresaltos, sirviendo bsicamente como mecanis-mo amortiguador frente a los shocks externos que perjudicaban a algnsector exportador.

    Esta dinmica se altera completamente a partir de la dcada de los80, cuando la crisis del endeudamiento externo y la baja de los preciosdel petrleo desencadenan un perodo de deterioro de la economa quellega a su punto ms lgido en el bienio 98-994. La poltica monetariadurante este perodo fue utilizada como un importante instrumento deproteccin de la economa nacional en sus relaciones con el mercadomundial; sin embargo, al funcionar vinculada a una lgica productivade corte fundamentalmente primario exportador, reducir su interven-cin al mantenimiento de estructuras econmicas excluyentes, de limi-tada capacidad productiva y competitiva. Entre las funciones centralesde la poltica monetaria y cambiaria se cuentan:

    administrar el tipo de cambio para otorgar ventajas a los acto-res locales (exportadores) en su lgica de competencia en el mer-cado internacional. Las polticas de devaluacin (tanto las macrocomo las mini devaluaciones, instrumentos largamente utilizadosdurante las ltimas dos dcadas para impulsar las polticas deajuste de la economa), tendan a garantizar la rentabilidad de losexportadores. La utilizacin de la devaluacin como instrumentode poltica socializ los costos y privatiz los beneficios de la eco-noma de exportacin;

    apuntalar al sistema financiero. En una lgica similar a la anterior,el gobierno se convierte en prestamista de ltima instancia paraotorgar liquidez a la banca y garantizar la disponibilidad de losdepsitos. Tambin en este caso, se privatizan los beneficios y sesocializan los riesgos del sector financiero.

    Dolarizacin e institucionalidad poltica / 1199

  • financiar el dficit pblico, al mejorar por la va cambiaria ladisponibilidad de sucres para atender el gasto pblico, pero fun-damentalmente mediante la emisin monetaria inorgnica; tam-bin en este caso las consecuencias inflacionarias se presentan co-mo efectos no deseados del modelo.

    Este tipo de operacin instaur una lgica perversa de devalua-cin e inflacin, que permiti trasladar costos y extraer recursos de lapoblacin para favorecer a sectores econmicos especficos, y por esava equilibrar las cuentas fiscales.

    El congelamiento y posterior salvataje de la banca nacional poneen evidencia de manera dramtica esta lgica; la transferencia de dine-ro de los pequeos ahorristas al sistema financiero les signific unaprdida de ms del 200% de sus recursos5. Este tipo de gestin econ-mica estuvo en la base de la dolarizacin espontnea de la economa. Ladolarizacin oficial de la economa ecuatoriana, que se decreta en ene-ro del 2000, se realiza cuando la economa se haba ya conducido demanera vertiginosa hacia el dlar (la depreciacin cambiaria fue del or-den del 180,4% para 1999).

    La dolarizacin informal de la economa, proceso que antecedi asu conversin oficial, aliment el circuito de inestabilidad econmica ydeslegitimacin poltica. Las herramientas de poltica econmica delEstado se demostraron extremadamente dbiles frente a una economaaltamente dolarizada. La incapacidad de controlar el deterioro de lacondicin de vida de la poblacin, rest credibilidad y legitimidad nosolo al gobierno, sino al Estado y al rgimen democrtico. El rgimende Mahuad sufri una vertiginosa prdida de legitimidad durante elbienio 98-99, que lo condujo a su sustitucin en el medio de un cuasiquiebre de la institucionalidad democrtica.

    La dolarizacin oficial se convirti en una alternativa desesperadapara evitar la hiperinflacin; esta operacin revel la impotencia de laslites gobernantes en impulsar una poltica monetaria coherente con lanecesidad de estabilizar y reactivar la economa en un contexto alta-mente competitivo como es el que se instaura de manera decidida enlas ltimas dcadas. Dos dcadas de ajuste tortuoso e incoherente, conun alto costo social que duplic el ndice de pobreza en menos de tresaos (95-98), e increment la inequidad en la distribucin del ingreso.En ese contexto, el Estado ecuatoriano debi acudir a un expedien-

    2200 / Julio Echeverra

  • te drstico, el de la eliminacin de uno de sus principales instrumen-tos de regulacin y de conduccin econmica, como es la poltica mo-netaria.

    La dolarizacin se presenta como un mecanismo rgido de estabi-lizacin macroeconmica. Retira de las lites gobernantes la discrecio-nalidad en la gestin de la poltica monetaria y elimina de raz las ex-pectativas inflacionarias que puedan derivarse de la devaluacin mone-taria; de esta manera, cierra un ciclo de la poltica econmica en su ver-sin restrictiva como pura estabilizacin de las variables macroecon-micas (inflacin, devaluacin, dficit publico); y abre un nuevo ciclo,en el cual la poltica econmica puede perfeccionarse como instrumen-tal para potenciar y orientar el desarrollo econmico.

    4. Dolarizacin y transformacin del Estado

    La dolarizacin de la economa ecuatoriana presenta retos cuyoenfrentamiento puede significar un viraje radical en las modalidadesdel desarrollo econmico vigentes hasta ahora. La dolarizacin deter-mina una modificacin radical del papel del Estado en dos camposfundamentales, el de la gestin de la poltica econmica y el de la pol-tica internacional, en particular en lo que atae a su insercin en losmercados internacionales. En el primer caso, el reto tiene vinculacincon la superacin de las vulnerabilidades de una economa con escasaautonoma en sus fuentes de financiamiento real; el reto implica la mo-dificacin del perfil productivo del pas hacia la conformacin de unacanasta exportable de mayor valor agregado, aspecto que hace referen-cia a la introduccin de modificaciones de calidad en los procesos pro-ductivos.

    Esto supone una no irrelevante transformacin de la cultura em-presarial, en especial, en su composicin rentista y parasitaria respectodel Estado. Por parte de ste, se vuelve imprescindible el impulso deuna poltica de equidad distributiva que fomente el desarrollo del capi-tal humano mediante una consistente poltica de inversin social en sa-lud, educacin y generacin de empleo, para la poblacin que actual-mente se encuentra en condiciones de pobreza e indigencia. Incremen-tar productividad y mejorar la competitividad deber suponer la re-duccin de las actuales inequidades distributivas, ampliar la base socialde la economa y fomentar el desarrollo humano, o sea, modificar la ac-

    Dolarizacin e institucionalidad poltica / 2211

  • tual dependencia de las llamadas ventajas comparativas, que se redu-can a la sobreexplotacin de los recursos naturales y de la mano deobra. La dolarizacin pone el piso de estabilidad para posibilitar unavinculacin virtuosa entre ahorro e inversin productiva, pero su con-secucin exige de una madurez institucional inusual en el contexto po-ltico.

    Si sta es la perspectiva de mediano y largo plazos, en la coyuntu-ra se impone una consistente estrategia de reforma institucional, queperfeccione nuevos mecanismos de proteccin para la economa de ex-portacin, que substituya la utilizacin de polticas monetarias deva-luatorias. La conformacin de un sistema de estabilizacin macroecon-mica que se transforme en una proyeccin ms amplia y que constitu-ya lo que sera un sistema integral de estabilizacin y desarrollo, parece-ra ser una estrategia coherente que vuelve ms compleja y articulada lacapacidad de gobierno y de proyeccin estratgica de la economa en suconjunto6. Resta por analizar la capacidad de ese sistema para neutra-lizar las prcticas rentistas y corporativas que han caracterizado a la in-termediacin entre el Estado y los actores econmicos. El debilitamien-to institucional que se ha venido produciendo a lo largo de estas dosdcadas de inconsistente ajuste econmico y las consecuencias nefastasque se desataron por la crisis del sistema financiero, han erosionado lalegitimidad de las instituciones polticas que son aquellas que deberanliderar el proceso de reforma institucional.

    La dolarizacin puede convertirse en una oportunidad para supe-rar las condiciones estructurales que estn en la base de la crisis econ-mica, en la medida en que pueda ser complementada con una nuevainstitucionalidad dotada de transparencia, visin estratgica e impar-cialidad, que revierta definitivamente las practicas rentistas, corporati-vas y clientelares que han caracterizado hasta hoy a la relacin entreeconoma y poltica. El escenario opuesto bien podra ser la instrumen-tacin de estos mecanismos pero, una vez ms, en beneficio de la mis-ma lgica rentista y corporativa que se pretende superar. La actual im-plementacin de una parte de este sistema, el fondo de estabilizacinpetrolera, parecera confirmar esta ltima direccin, al recurrir a la tra-dicional lgica de preasignaciones, forma paradigmtica del viejo mo-delo de intermediacin.

    Por ltimo, la dolarizacin introduce nuevas tensiones en los vn-culos del Estado ecuatoriano con la comunidad internacional. El Ecua-

    2222 / Julio Echeverra

  • dor entra en el esquema de dolarizacin en un momento en el cual sediscute a nivel mundial la creacin y consolidacin de monedas regio-nales. Si bien la adopcin de la moneda norteamericana puede ser per-cibida como la renuncia a la soberana nacional, esta imagen es discu-tible, pues en el contexto de la globalizacin, el margen de maniobra delos estados nacionales se reduce necesariamente. Los procesos de inte-gracin de bloques econmicos en los cuales la generalidad de pasesestn involucrados supone un margen de reduccin y de transforma-cin de las soberanas nacionales.

    El fenmeno tambin puede apreciarse desde una ptica distinta;la integracin regional puede verse favorecida por el proceso de dolari-zacin ecuatoriano, a condicin de que se ample a otros pases que laadopten; similares condiciones de estabilidad macroeconmica puedenfavorecer la ampliacin de vinculaciones productivas que puedan en-frentar con mayor consistencia las condiciones adversas de la compe-tencia internacional. Si la dolarizacin se generaliza al resto de la re-gin, puede servir como un mecanismo que elimine los obstculos dela integracin regional, perseguida infructuosamente por tanto tiempo.En la coyuntura, ese instrumento puede ser el dlar norteamericano,pero bien podra implementarse una unin monetaria regional me-diante el uso de otra moneda.

    De alguna forma, el proceso de dolarizacin ecuatoriano se ponea prueba internacionalmente; el xito del mismo podra significar suproyeccin supranacional, en cuyo caso se podra hablar de transfor-macin y potenciacin de su soberana, al promover una mayor acu-mulacin de poder regional como base para competir en mercados glo-bales ms amplios y ms complejos, posibilidad que bien vale la penaensayarla.

    Notas

    1 Uno de los rasgos ms caracterizantes de las crisis econmicas que se desatan enestas ltimas dos dcadas tiene que ver con el comportamiento del sistema finan-ciero internacional, desde la crisis mexicana de la deuda de 1982 a la crisis asi-tica de 1997. Para las economas nacionales esto supuso adoptar una lgica deajustes macroeconmicos que garanticen niveles aceptables de estabilidad y ren-tabilidad para la inversin financiera. Se asume a sta como la variable determi-nante del desarrollo y del crecimiento econmico.

    Dolarizacin e institucionalidad poltica / 2233

  • 2 El carcter rentista del Estado ecuatoriano se ve reforzado a partir del descubri-miento y explotacin petrolera en la primera mitad de la dcada de los 70; des-de entonces se convirti en dispensador de rentas a los actores econmicos ins-taurando y reforzando una lgica corporativa de intermediacin. En lugar deuna funcin racionalizadora y reguladora del mercado, a travs del estableci-miento de parmetros imparciales de regulacin y estabilizacin, intervino di-rectamente tratando de inducir, generar y mantener actividades econmicas yproductivas, lo cual incidi y reforz el comportamiento rentista de los actores ydesincentiv conductas y comportamientos volcados a la productividad y com-petitividad.

    3 Para el ao de 1999, el PIB registr una tasa de decrecimiento de 7,3%; la crisisfinanciera signific un costo para la caja fiscal de alrededor de USD 1.500 millo-nes; la tasa de inflacin fue de 60,7% a diciembre con tendencia al alza; la depre-ciacin cambiaria del orden del 180,4%, con un baja de las reservas internacio-nales en USD 423 millones; cf. Plan de Gobierno 2000-2003, Vicepresidencia dela Repblica, Odeplan, agosto, 2000.

    4 A la crisis de la deuda y al debilitamiento de los trminos del intercambio comer-cial, se aaden algunos elementos que incidirn negativamente durante los aos90; la guerra con el Per y el fenmeno de El Nio, aspectos que en conjuncincon la inestabilidad poltica, incidirn poderosamente en la reduccin de la ofer-ta productiva y en la aceleracin de la inflacin.

    5 El congelamiento de depsitos, produjo la descapitalizacin de alrededor del65% de los hogares y empresas, lo que en trminos globales represent una des-truccin patrimonial de al menos USD 700 millones Durante 1999, dieciochoentidades pasaron al control de la AGD (Agencia de Garanta de Depsitos), re-presentando para el fisco un costo aproximado, hasta el mes de diciembre deUSD 1.500 millones. (Odeplan, ibid, p. 22).

    6 Sistema que estara conformado por 6 fondos: de estabilizacin petrolera, mone-taria, de reconversin productiva, de desarrollo regional, de combate a la pobre-za y de fomento a la produccin marginal. Entre las funciones que desarrollaraeste sistema se cuentan: la estabilizacin de los ingresos pblicos y privados; laminimizacin de los impactos de la volatilidad de los precios de exportacin delpetrleo y de otros bienes primarios tradicionales y no tradicionales; la asigna-cin eficiente de los recursos superavitarios... entre otros; cf. Sistema Integral deEstabilizacin y Desarrollo; Apuntes de Economa n.13 BCE, Quito, diciembre,2000.

    2244 / Julio Echeverra

  • Efectos sociales de la dolarizacin

    Ivn Fernndez Espinosa

    El cambio de la unidad monetaria en el Ecuador ha generado di-versos efectos en las condiciones de vida de los distintos grupos y cla-ses sociales que conforman la estructura social nacional. Desde reaccio-nes de carcter psicolgico, unas catastrofistas y otras de altas expecta-tivas, hasta efectos directos en los ingresos, el empleo, en la inversinsocial, la concentracin de la riqueza, las migraciones, el incremento delas patologas sociales y las agendas de los movimientos sociales.

    No se puede separar la dolarizacin de la economa ecuatorianade la devaluacin monetaria del orden del 260 por ciento, decididacuando se adopt oficialmente la medida. En este sentido, gran parte delos efectos econmicos y sociales no son slo producto de haber asumi-do el dlar como moneda nacional, sino, principalmente, de la nuevaparidad monetaria (25.000 sucres por dlar). Por tanto, en este anlisisdel primer ao de la dolarizacin en el Ecuador, es muy difcil separarcunto del impacto social le corresponde a la dolarizacin en s mismoy cunto es producto de la devaluacin monetaria que acompa a lamedida. Bien se puede afirmar que el ao 2000 fue de transicin haciala dolarizacin plena de la economa que ser el 2001.

    Tambin es necesario aclarar que la grave situacin social que vi-ve el pas no es de ahora; el impacto social de la crisis y del ajuste eco-nmico, durante las dos ltimas dcadas, ha sido extremadamente du-ro. La mayora de los indicadores sobre las condiciones sociales de vidade la poblacin ecuatoriana muestran decrecimientos y, al iniciarse elproceso de dolarizacin de la economa, el Ecuador presentaba un de-terioro general de la calidad de vida de la poblacin y un alto grado depobreza estructural, situacin que se ver agravada con la devaluacin-dolarizacin adoptada a principios del ao 2000.

  • El primer efecto de la devaluacin-dolarizacin fue una subidageneral de los precios de todos los bienes y servicios, es decir un proce-so de inflacin que borde el 100 por ciento durante el ao 2000. Ellodetermin una violenta cada del ingreso real de los hogares, cuyo po-der adquisitivo fue disminuido en la mitad, lo que se reflej en un de-terioro de la calidad de vida, pues disminuy el consumo, tanto en elmonto como en calidad, de los productos de la canasta bsica.

    A esto se debe agregar dos problemas que trajo el cambio de mo-neda y que incrementaron an ms los precios de los bienes y servicios:la especulacin y el redondeo de los precios en centavos de dlar,aparte de la viveza criolla propia de algunos comerciantes que nopierden oportunidad para lograr pinges ganancias, pero que, en todocaso, impactaron en los precios de los artculos de consumo popular.

    A pesar de que los ingresos, en trminos de salario mnimo, pasa-ron de US$ 45,76 dlares a US$ 96,64, entre diciembre de 1999 y di-ciembre del 2000, y a US$ 117,50 dlares en enero del 2001, el preciode la canasta bsica, segn datos del INEC, se ubic sobre los US$ 260dlares. Es decir, la capacidad de consumo de las familias se vio dismi-nuida, afectando particularmente a los nios/as de los hogares pobres,al incrementarse el porcentaje de desercin escolar (22,7%) y el traba-jo infantil.

    Otro efecto de la devaluacin-dolarizacin ser el incremento deldesempleo y del subempleo. La contraccin de la demanda de bienes yel encarecimiento de insumos importados, sean bienes de capital o ma-terias primas, impact en las unidades productivas, en especial de la in-dustria y pequea industria, que se vieron obligados a reducir personaly la capacidad de produccin para enfrentar la crisis. Si a esto se agre-ga la cada de la inversin productiva, por el congelamiento bancario yla ausencia de crdito, el impacto sobre el empleo fue directo. El desem-pleo abierto se ubic en el orden del 15%; el crecimiento del subempleourbano, el trabajo familiar por cuenta propia y la emigracin masiva alexterior de la fuerza de trabajo, de manera legal o ilegal, han constitui-do algunas de las estrategias de sobrevivencia y reproduccin social delas familias ecuatorianas.

    Una de las caractersticas del estilo de desarrollo del Ecuador es laalta concentracin de ingresos y la desigualdad social; al finalizar elao 2000, los ricos son ms ricos y los pobres cada vez ms pobres. Lapobreza (medida por consumo) se ha incrementado en 32 puntos por-

    2266 / Ivn Fernndez Espinosa

  • centuales entre 1995 y 1999, al pasar del 34 al 66 por ciento el nmerode pobres y, de estos, el 19% vive en la indigencia. Los cuadros anexosdemuestran el incremento de la pobreza medida por ingresos. Dadaslas crticas condiciones socioeconmicas del ao 2000, bien se pue-de afirmar que dichas tendencias se agravaron an ms.

    La poblacin pobre es ms propensa a tener un nmero mayor dehijos; en su mayora es indgena y vive en zonas rurales. Adicionalmen-te, la poblacin pobre presenta bajos niveles de educacin, precarias con-diciones sanitarias y altos niveles de desnutricin e ndices de contagiode enfermedades, incluyendo la malaria1.

    Dado el incremento de la pobreza, en especial en las reas rurales,la presencia de grupos vulnerables (madres, nios y tercera edad), obli-ga al diseo de polticas sociales especiales para atender a estos grupos.El gobierno trat de enfrentar este problema durante el ao 2000 me-diante un Plan Social de Emergencia, en el que se destacan los proble-mas de beca escolar, mochilas escolares, textos, redes amigas, medica-mentos genricos, plan de inmunizacin, control epidemiolgico,PANN 2000, comedores infantiles, almuerzo escolar, colacin escolar,bono de vivienda y bono solidario. Este ltimo es el que mayor deman-da ha tenido y consiste en la entrega de un aporte de US$ 11 dlaresmensuales a 1130.000 madres, minusvlidos y poblacin de la terceraedad en situacin de pobreza o indigencia.

    A pesar del esfuerzo realizado, su efecto ha sido relativo y es nece-sario pasar al diseo y ejecucin de polticas sociales integrales queconsideren la diversidad socio-cultural y un mayor impacto en la pro-teccin del capital humano, en particular de los pueblos indgenas,pues su movilizacin reciente es una evidencia de que a ellos no les lle-ga de manera sustantiva los beneficios de la inversin social.

    Una situacin particular constituye el efecto de la dolarizacin enlas zonas rurales, en especial en aquellas con mayora de poblacin in-dgena, en las cuales, por las condiciones de exclusin social, el cambiode moneda constituy una modificacin radical de sus dbiles formasde integracin al mercado, por lo que, en una especie de resistencia pa-siva, transcurrido un ao de la medida, todava contina vigente el su-cre como medio de pago.

    En las capas medias de la sociedad, el impacto de la devaluacin-dolarizacin tambin ha sido negativo ya que, siendo en su mayora

    Efectos sociales de la dolarizacin / 2277

  • empleados fijos, han sufrido un proceso de pauperizacin en su nivelde vida, ingresando al grupo de poblacin en condiciones de vulnera-bilidad, es decir prximos a la lnea de pobreza.

    Los profesionales libreso por cuenta propia tambin vieron dis-minuidos su ingreso por la recesin, por formas alternativas de consu-mo, de curacin, o porque determinadas demandas de servicios sonpospuestas ante otras necesidades apremiantes.

    La disminucin del empleo pblico ha generado un sector de de-sempleados, muchos de los cuales se han unido al flujo migratorio in-ternacional en busca de mejores oportunidades de trabajo. Un casograve es el de los jubilados, cuyos ingresos ya de por s extremadamen-te bajos por la crisis financiera del IESS, se vieron deteriorados an mspor la devaluacin y la inflacin dolarizada.

    Un efecto, no directo de la dolarizacin, pero agravado por el in-cremento de la pobreza, es el crecimiento de las patologas sociales: de-lincuencia, prostitucin, trfico y uso de drogas y violencia domstica.Los sntomas de descomposicin social son evidentes y, los indicadoresdel incremento de la violencia en los principales centros urbanos sonalarmantes, destacndose el robo de vehculos, asaltos a bancos, asaltoa mano armada robos a domicilios y narcotrfico.

    En las condiciones de crisis fiscal en que se inici la gestin del go-bierno del Presidente Gustavo Noboa, era evidente que se iba a produ-cir una reduccin del gasto pblico y, en particular, de la inversin so-cial en programas masivos de educacin, salud y bienestar social, comoen efecto sucedi en el ao 2000, lo que ha causado un impacto nega-tivo en la proteccin del capital humano, dada la reduccin en los ni-veles de calidad y cobertura que se ha producido en la oferta de servi-cios pblicos bsicos.

    Ninguno de los ltimos gobiernos ha tenido una poltica paraproteger los gastos globales del sector social durante la crisis. En gene-ral, en los ltimos cinco aos, el presupuesto social ha sido reducido,siendo su nivel ms bajo el del ao 2000; en el 2001 se recupera al niveldel ao 1996, como se puede observar en el siguiente cuadro:

    2288 / Ivn Fernndez Espinosa

  • Cuadro 1 Gasto social

    AOS Millones de USD

    1995 894

    1996 969

    1997 883

    1998 894

    1999 629

    2000 605

    2001 992

    Fuente: Secretara Tcnica del Frente Social

    El Estado ha abandonado su papel redistributivo y, durante lasdos ultimas dcadas, la poltica social fue concebida principalmente co-mo un mecanismo de compensacin de los costos sociales del ajusteeconmico. Si bien se ha propuesto un cambio en el modelo de la ges-tin de la poltica social, disminuyendo la intervencin directa del go-bierno central y trasladando la ejecucin de los programas a entidadesseccionales o a entidades privadas con participacin popular, este es-fuerzo ha sido relativo y el resultado es que el Estado ha perdido capa-cidad de respuesta para contrarrestar la pobreza y promover el desarro-llo social. El sector privado y las ONGs no han demostrado la eficien-cia esperada y la participacin popular, con pocas excepciones, siguesiendo una mera declaracin.

    El efecto psicolgico de la dolarizacin en la poblacin es un as-pecto importante que se debe mencionar pues, en su gran mayora, sibien al inicio tuvo una situacin de expectativa, cuando se sinti el im-pacto de la devaluacin en el incremento de los precios o la inflacindolarizada, experiment una actitud de desesperanza, de desconfianzay de pesimismo. La poblacin que tena depsitos en el sistema finan-ciero, en sucres, sufri un impacto directo al ver disminuidos sus mon-tos a ms de la mitad en dlares, a ms de los efectos por el congela-miento bancario, incrementndose el clima de desconfianza.

    Los exportadores continuaron recibiendo las divisas de sus ventasal exterior en dlares pero perdieron el acostumbrado mecanismo de

    Efectos sociales de la dolarizacin / 2299

  • devaluar la moneda para supuestamente volver competitivas las expor-taciones en momentos de dificultades en el mercado internacional, me-canismo que incrementaba los costos al conjunto de la sociedad y queno impulsaba el mejoramiento de la competitividad y de la productivi-dad que ahora deben hacerlo necesariamente, ms an en mercadosglobalizados.

    Los importadores, si bien trasladan los costos al consumidor finaly el impacto inicial por la devaluacin fue negativo, ahora tienen un es-cenario ms claro de los precios en dlares, pues las devaluaciones noson posibles.

    Para los sectores industriales, la situacin ha sido crtica y degrandes retos para el futuro, pues no solo que vieron incrementados losprecios de insumos y bienes de capital importados, sino que estn obli-gados a mejorar radicalmente sus niveles de productividad y competi-tividad, para enfrentar a los productos de origen externo que han co-menzado a inundar el mercado nacional.

    En sntesis, los efectos sociales de la devaluacin-dolarizacin entrminos generales han sido negativos, pues las condiciones de vida dela poblacin se han visto deterioradas. A pesar de los leves sntomas dereactivacin de la economa, los beneficios sociales todava tardarn enllegar, pues clculos conservadores de la CEPAL plantean que es nece-sario crecer a tasas anuales promedio del 6 por ciento, controlar la in-flacin, incrementar el empleo y aplicar polticas de distribucin del in-greso, para incrementar la inversin social y, solo entonces habrn con-diciones para revertir las crticas condiciones sociales actuales. Es de es-perar que el ao 2001 sea el inicio de una verdadera recuperacin so-cial, cuyos efectos en la calidad de vida solo se podrn medir en el me-diano plazo.

    3300 / Ivn Fernndez Espinosa

  • Cuadro 2 Coeficiente de Gini delingreso per cpita urbano

    1988 0,445

    1989 0,432

    1990 0,456

    1991 0,488

    1992 0,479

    1993 0,506

    1994 0,506

    1995 0,495

    1996 0,472

    1997 0,484

    1998 0,496

    1999 0,542

    Fuente: INEC, SIISE

    Grfico 1 Coeficiente de Gini del ingreso per cpita urbano

    Nota1 Banco Mundial; Crisis, Pobreza y Servicios Sociales en el Ecuador, Mimeo,

    Quito, 1999.

    Efectos sociales de la dolarizacin / 3311

    0.30

    0.35

    0.40

    0.45

    0.50

    0.55

    0.60

    1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999

  • La cuestin regional,las autonomas y la

    dolarizacin en Ecuador

    Patricio Len Camacho

    El futuro est abierto. No existe ninguna leyhistrica de progreso. No sabemos lo

    que ser maana, en lo que todo puede suceder.

    Karl Popper

    1. Lo social, siempre lo social...

    La estructuracin del espacio productivo y social en Ecuador seexplica, como parece obvio, por las diferentes fases histricas ligadas alos distintos sistemas de produccin que han prevalecido a lo largo dela poca colonial y republicana; lo particular de ese largo trnsito his-trico radica en que prcticamente las mismas familias se han ubicadoen la atalaya de vigilancia de los procesos sociales: estuvieron en losobrajes, las encomiendas y las mitas; se sintieron orgullosos de la ha-cienda colonial; lucraron del trabajo precario y el camari; de la inser-cin al mercado mundial bajo el modelo primario-exportador, para loque introdujeron oportuna y selectivamente relaciones capitalistas y,con el suficiente tiempo para alienarse, residieron en su faro cultural,la Florida, cuando no en Embajadas de la soada Europa, capitalesmentales de varios de sus representantes.

    Ambas formas de vida modelaran la cosmovisin extranjerizan-te que las lites tendrn de la sociedad ecuatoriana, sobre todo en suevidente dificultad para aceptar que pueda haber en el pas culturasdistintas a las de su referencia; el resultado, una sociedad excluyente, re-flejada entre otras manifestaciones espaciales en una urbanizacinselectiva con grandes mansiones y grandes extensiones de urbanismodescapitalizado, basado en un empleo ampliamente estratificado, con

  • salarios pauprrimos para la gran mayora de los pocos elegidos conuna plaza de trabajo. En definitiva, se construy una sociedad franca-mente injusta en lo social y desestructurada en lo espacial.

    En Ecuador se advierte que los suelos urbanos especialmente enGuayaquil y Quito son los principales generadores de ingresos: aun-que, vista la dotacin de recursos de la economa nacional y las moda-lidades de crecimiento urbano, la renta generada as como los estratosde los que surge no proviene en su mayor proporcin de dichos cen-tros: hay, en efecto, una transferencia de renta del sector agrcola a loscentros medios de la periferia y de stos a los polos de acumulacin in-terna, de los que un porcentaje fuga hacia el exterior.

    Por ello es posible afirmar que el pas acusa un urbanismo desca-pitalizado por lo que resultan prematuros e inequitativos los argumen-tos de a cada regin lo que genera pues existen circuitos escondidoscampo - ciudad - ciudad - polos de acumulacin - resto del mundo,que determinan que la riqueza producida en las ciudades menores seexporte a los polos de acumulacin, e incluso, dada la modalidad exclu-yente de urbanizacin adoptada en los aos recientes (valorizacin delos suburbios por parte de las lites), el ingreso nacional fluye hacia laperiferia de dichos polos; es decir, a las ciudadelas exclusivas, hecho queadems ha contribudo al deterioro de las condiciones de vida en elcentro de las ciudades, donde la escasa capacidad de demanda y lamarginacin de las poblaciones que lo habitan implica el desgaste pro-gresivo de los servicios pblicos, de la seguridad y, en consecuencia, es-casa capacidad de movilizacin de sus pobladores.

    Esta urbanizacin descapitalizada determina que los proyectos dedescentralizacin o de autonomas, que necesariamente debern lle-varse a cabo deban incluir un importante componente de solidaridadinterespacial, lo que no necesariamente constituir una transferencia(trapaso de fondos sin contrapartida), sino una respuesta poltica aun proceso de acumulacin atvicamente injusto que ha beneficiado alos polos centrales: Quito y Guayaquil.

    En efecto, es preciso superar el esquema de urbanizacin adopta-do segn el cual, en la periferia del pas e incluso en los polos de acu-mulacin, en los sectores ocupados por poblaciones de ingresos bajos,se genera un fenmeno de elevado riesgo frente a catstrofes naturalesy mayor desgaste ambiental, el que adems es progresivo pues incluyeun consumo importante de recursos (espacio, aire, agua, tierras pro-

    3344 / Patricio Len Camacho

  • ductivas, materias primas, etc.), sin que, por otro lado, se logre un pro-ceso pleno de urbanizacin aceptable nivel de calidad de vida y recu-peracin del agua, del aire y de gran cantidad de residuos de diversa n-dole puesto que, como se postul, los bienes generados y la renta sedirigen a los centros de acumulacin, a precios subsidiados: el preciopagado al productor por tales bienes y servicios incluye el denominadodumping social (salarios ms bajos que los practicados en los centros deacumulacin) y no considera obras de salud pblica o mitigacin am-biental.

    De modo que un atento estudio de la economa del espacio per-mite detectar la exclusin de hecho que sufre un elevado porcentaje demiembros de la sociedad perifrica, ms acentuado en el rea rural pordos razones, la modalidad de la acumulacin y un etnocentrismo mar-cado. De hecho, esta realidad se torn evidente de manera difana enlos aos noventa, lo que produjo una violenta reaccin de los movi-mientos indgenas.

    Frente a tal descubrimiento, las lites reconocern su incapacidadpara entender la vigencia de dichos grupos y, en consecuencia, acepta-rn su limitacin para realizar acercamientos culturales con esosotros. Paradjicamente, en el mismo contexto, un segmento apelar ala diversidad para defender con inusitada celeridad y fuerza la idea deun proyecto de autonomas (sin que nadie exponga claramente la idea ypeor el proyecto) que, como en el caso de la dolarizacin, surgi depronto, con el auspicio de foros desechables.

    Cabe reflexionar, al respecto, cmo la ausencia de un proyecto na-cional con objetivos claros y precisos, junto a la inoperencia de un Es-tado que debera formular los grandes lineamientos en los que se po-dra enmarcar el desarrollo del pas, permite que decisiones de altsimatrascendencia histrica se adopten en conversaciones de cocktail.

    Se debe precisar que un eventual estatuto de autonomas a la es-paola tan reiteradamente evocado debera tambin considerar elhecho diferenciador, que permita establecer si efectivamente hay razo-nes culturales y sociales de fondo que justifiquen la autonoma: es detemer que como probablemente no exista tal hecho diferenciador ladivisin, aunque con ceguera de corto plazo, se la establezca mediantemovilizaciones y campaas que logren una fugaz mayora electoral.

    En el plano tnico (aparte de comunidades precisamente ubica-das), no puede haber tal hecho diferenciador, pues finalmente la na-

    La cuestin regional, las autonomas y la dolarizacin en el Ecuador / 3355

  • cin ecuatoriana mestiza tiene los mismos orgenes; recurdese quehasta la segunda mitad del siglo XIX, y muy probablemente antes dela conquista espaola, el desequilibrio demogrfico entre las cuencasandinas la Sierra en general y los llanos y colinas de la Costa del Pa-cfico fue especialmente importante; los contingentes ms fuertes depoblacin ... pertenecan a las tierras altas en una proporcin del ordendel 85% al 90%1. De modo que las races, para un mayoritario porcen-taje de poblacin ecuatoriana, son prcticamente las mismas, fenme-no que se consolidar con la masiva inmigracin hacia la Costa, en losalbores del boom bananero, hecho que, por otro lado, equilibra el pesopoblacional de las dos regiones y debera haber consolidado la forma-cin de una cultura de cobertura nacional, al menos en sus manifesta-ciones de fondo. De hecho, sta est presente y se evidencia con inusi-tado vigor en coyunturas extremas, como en el conflicto del Cenepa eincluso en determinadas competencias deportivas; sin embargo, ha deentenderse que el clima y la diferente forma de vinculacin al sistemade produccin (basado entonces en el mercado internacional) prevale-ciente en la Costa, de hecho configuraron rasgos especficos en cadasegmento de poblacin que han sido hbil y, en ocasiones, perversa-mente aprovechados por sectores interesados, para inventar un genomaque alimente el regionalismo, a travs de un mecanismo de negacin-desvalorizacin del otro, proceso que en determinados casos individua-les ha llegado, en ambos polos regionales, a la paranoia.

    De todos modos, pese al origen comn, habr un lapso histricoel fin de la Colonia, la Gran Colombia y varios aos de la Repblicaen el que los departamentos de Cuenca, Guayaquil y Quito por razonesgeogrficas, privilegiarn su comercio con otras regiones, como Lima,el norte del Per, etc., sin que esto implique rupturas culturales, puesincluso esos socios comerciales tenan rasgos culturales muy similares;es pertinente sealar este hecho, pues algunos sostendran que este pe-queo lapso histrico constituye una muestra de la inexistencia de unanacin ecuatoriana perfectamente consolidada.

    En todo caso, a las lites siempre les fue difcil entender lo nacio-nal, lo que les impidi desarrollar una conciencia unitaria de clase; sinembargo, inmersas en conflictos internos, se dieron tiempo para re-presentar a la nacin ecuatoriana, visto que al frente no pudo surgir ungrupo articulado que plantee y discuta el diseo de un proyecto-pas.De su lado, el sectarismo ideolgico y el elitismo sindical, cuando no

    3366 / Patricio Len Camacho

  • la corrupcin o las trincas dirigenciales, neutralizaron cualquier avan-ce de los grupos que intentaban representar autnticamente a los tra-bajadores. De su lado, el caudillismo partidista y el uso recurrente degastadas estrategias y discursos, cre una profunda desconfianza socialen la forma de practicar la poltica que anul la confianza y credibili-dad en el sistema de representacin, lo que contribuy tambin al re-troceso econmico y social que acusa Ecuador.

    En gran parte, esta situacin obedece al modelo de Estado centra-lizado adoptado por el pas, el que se ha revelado incapaz para asumireficazmente todas las funciones que abarc. Si bien el modelo siemprefue cuestionado, en varios sectores quiteos se asumi su cuestiona-miento como una negacin de la importancia de la capital, reaccinque siempre distorsion la discusin del problema.

    Ecuador, pas pionero en Amrica en la instauracin del voto fe-menino, el divorcio, la definicin de las relaciones con la Iglesia, la le-gislacin laboral, etc., entr en metstasis social, la que en sus primerossntomas, all por los aos sesenta, se trataba de evitar elevando y elec-trificando el muro de la cerca de las viviendas ubicadas en los barriosexclusivos; posteriormente, debido a la lgica del proceso de urbaniza-cin, diseando ciudadelas cerradas, como en Miami, y, a fines del si-glo XX, recurriendo otra vez a soluciones individuales, acompaadasde millares de guardias armados 2.

    En lo poltico, la receta propuesta esta vez sera aplicar un rgimenestatal basado en las autonomas. En dicho planteamiento subyace lalgica del chacun pour soi, en una peligrosa repeticin del juego del te-rritorio, que serva para inaugurar las primeras navajas, regalo delabuelo.

    La solucin propuesta las autonomas aunque ni siquiera ha si-do diseada formalmente, ha tenido un importante eco social, vistoque como se seal el Estado fall en la asignacin de recursos: re-parti de manera clientelar y gener polos lo suficientemente fuertes,en dos casos, para golpear la mesa al sostener un argumento y, polossuficientemente dbiles para mirar con justificado recelo un plantea-miento de ese tipo. Desde luego, en algunos de esos polos de pobreza,visto que los mejores probablemente emigraron, tambin hay caciquesque suean con la presidencia de un gobierno autonmico, el carro es-colta y la primera dama...

    La cuestin regional, las autonomas y la dolarizacin en el Ecuador / 3377

  • De todos modos, es lugar comn que nunca, en la sociedad ecua-toriana, surgi una conciencia respecto de la necesidad de una polticasocial que permita movilidad y ascenso. La nocin de equidad se que-d en los confesionarios, particularmente en la Sierra (lo que incentivla emigracin a la Costa), donde las relaciones salariales se universali-zan a finales de los sesenta.

    En la Sierra, con la introduccin de productos exticos destina-dos a los mercados externos, contina desde los primeros noventaun proceso inacabado de asalarizacin, hecho forzado puesto que lossectores indgenas3 rechazan el modelo tradicional pues las continuascrisis y la forma de abordarlas determinan que el equilibrio social co-lapse en dichos aos, lo que permite redescubir la fuerza de esos movi-mientos que se constituyen en actores preponderantes en el dialogo so-cial, aunque la sociedad poltica todava no entienda el proceso hist-rico que los coloc all y tampoco comprenda la forma de abordar eldialogo.

    De todas maneras, en lo social, la nueva correlacin de fuerzas de-bera incluirse como un elemento adicional en el planteamiento de lainstauracin de autonomas, aunque un etnocentrismo ingenuo quie-ra verlo como un problema serrano pues en la Costa no hay indios.Cabe nuevamente revisar la historia y establecer cmo se produjo elequilibrio demogrfico entre las dos regiones.

    2. La economa petrolera: el espejismo fugaz

    La hegemona de los grupos dominantes tradicionales, pese a laemergencia de una clase media modernizante y a pesar del poder logra-do por el Estado (nacionalista y planificador, en las dictaduras de losaos sesenta y setenta), se mantuvo en la fase petrolera, 1971-1987, me-diante el impulso de la demanda interna, a travs del modelo ISI dise-ado en la dcada anterior al petrleo, y basado en las teoras disea-das por Ral Prebisch, director de la CEPAL, que tenan como princi-pal argumento el de la industria naciente y que argumentaban que me-diante el otorgamiento de beneficios fiscales y parafiscales de diversoorden, era posible el crecimiento de la base productiva de un pas a tra-vs de la secuencia: instalacin de establecimientos productivos asa-larizacin crecimiento de la demanda interna sustitucin de im-

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  • portaciones incremento del stock de capital ampliacin de lafrontera de produccin crecimiento del empleo 4.

    El modelo ISI permiti de todos modos algn crecimiento en elsector manufacturero las principales industrias actuales tienen eseorigen pero, sobre todo, funcionaliz un capitalismo sui generis queposibilit el proceso de acumulacin de los mismos grupos de poder,aunque el petrleo dio paso a algunos infiltrados, en la mayora de ca-sos va corrupcin, la que empez a ser el primer valor nacional.

    De cualquier manera, pese a tmidos esfuerzos fiscales5 para indu-cir a la descentralizacin econmica, el modelo de sustitucin de im-portaciones prcticamente slo oper en Guayaquil y Quito. El petr-leo, actividad con muy pocos encadenamientos productivos tuvo co-mo principal impacto el crecimiento del sector financiero en las dosciudades. A nivel social y regional, la fase petrolera contribuy a acre-centar las distancias entre los polos de riqueza-pobreza.

    El capitalismo nacional, por otro lado, conform un sector for-mal y otro informal, el que se dice sera abastecido por misteriososcontainers de consumo popular, propiciados desde el mismo sectorformal y realizados en el mercado, sin vnculos laborales, medianteagrupaciones que tendran su propia dinamia.

    Este capitalismo inacabado fue, por construccin, inequitativo enlo social y, como se afirm, sui generis en lo econmico: por reflejo desupervivencia, la poblacin se vio (ve) forzada a realizar un continuotrade off sector informal sector formal, que ha operado en funcin dela coyuntura, aunque debido a lo prolongado de la crisis, va integrn-dose funcionalmente a la estructura socioeconmica.

    De su lado, las distintas depresiones han determinado oleajes deinmigracin interna y externa que han ido modificando la geografademogrfica y econmica de Ecuador: el crecimiento de Santo Domin-go de los Colorados, Quevedo, Machala, el surgimiento de poblacionescomo Nuevo Zapotal, Nueva Loja, etc., la existencia de mltiples agru-paciones que evocan la patria chica6, no son sino signos indirectos quepermitirn definir un da la verdadera antropologa de la angustia a laque se ha visto sujeta la sociedad ecuatoriana que, en general, ha vivi-do en el marco de la indigencia y slo debido a intermitentes y fugacesmini booms que han filtrado migajas y a una exagerada y profundaresignacin han detenido estallidos sociales, cuyas primeras manifes-taciones, adems, han sido oportunamente neutralizadas.

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  • La estructura del poder poltico, si bien se ha caracterizado por suinestabilidad, siempre fue cobijada por fuerzas econmicas que en mo-mentos decisivos superaron contradicciones internas y posibilitaronmantener el status quo; sin embargo, el proceso de urbanizacin y el sis-tema de produccin rural han carecido de elementos integradores y sudesarrollo, incluso en los sectores ms modernos, se ha realizado almargen de cualquier esquema de planificacin, pese al aparente papelhegemnico que le habra sido asignado al Estado a partir de la era pe-trolera. La poltica representativa tambin ha estado polarizada desdela ptica regional, lo que ha dificultado las negociaciones.

    En ese contexto, las lites han visto siempre en el fomento del re-gionalismo la herramienta que oriente segn sus intereses las deci-siones polticas; esta modalidad de maniobra poltica continua siendoutilizada con frecuencia. El regionalismo fue y es, si se quiere, un mons-truo bicfalo; Quito vs. Guayaquil; Guayaquil vs. Quito, han constitui-do el clsico nacional. El resto del pas ha sido espectador pasivo a me-nos que conspiraciones del destino lo hayan hecho emigrar hacia unode los polos en disputa, lo que implicaba supervivencia exige plegara la madre adoptiva. Recurdese, sin embargo, que una gran mayorade ciudadanos de los polos en discordia, son migrantes o nativos deprimera generacin, que todava mantienen profundos lazos con sucultura regional y frecuentan crculos que provienen de sta o la reme-moran.

    Como se afirm, la era petrolera 1970-1987, contribuy a deses-tructurar las redes econmico-sociales y cambi los hbitos de consu-mo y de vida de una gran mayora de ciudadanos que modificaron elmapa nacional con importantes fluctuaciones demogrficas. El postpetrleo, 1988-2000, que coincide con la necrosis interna y externa delos partidos, tambin induce cambios demogrficos: esta vez obligaliteralmente a evacuar el pas vista la escalada de pobreza generadapor una gavilla de auto proclamados banqueros, que se apropian de losltimos cntimos de millones de personas y generan la ms grande cri-sis econmica de la historia reciente. No debe, sin embargo, dejar demencionarse la co-responsabilidad de las autoridades econmicas y decontrol que desde al menos 1992 conocan la situacin de la banca ydisponan de un sustancioso prstamo (sectorial financiero) que su-puestamente deba servir para organizar un sistema de supervisin efi-ciente 7.

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  • En ese marco de metstasis econmica, social y moral, cabe pre-guntarse qu respuesta espacial tendra un modelo basado en los ejesdolarizacin-autonomas.

    3. El entorno econmico vigente ... otro frente a estabilizar

    Una primera hiptesis de trabajo8 obvia es que la dolarizacinno soluciona per se el problema central de un pas que ha adoptado unmodelo de economa abierta: el de la competitividad, la que ms tem-prano que tarde mas aun si subsisten tensiones inflacionarias generapresiones de todo orden. En todo caso, se plantea como hiptesis cen-tral que los agentes productivos aun no internalizan el modelo y que lasfunciones de produccin, y en consecuencia los precios relativos, se ex-presaran an en sucres, lo que implica sostener que todava no se esta-ra aprovechando en el mercado internacional las ventajas de haberadoptado al dlar como moneda, pues se tendra un sistema de tipo decambio fijo (hard peg), acompaado de inflacin y de muy escasos ins-trumentos de poltica monetaria.

    En ese entorno, se debe cuestionar si se puede lograr productivi-dad positiva de los factores, si las presiones del denominado sincera-miento de precios incentivan la especulacin en un pas regido poruna lgica rentista y por prcticas de indizacin de costos y traslado alos precios finales. La respuesta parece evidente: es deseable y necesariohacerlo, lo que requiere mejorar la organizacin y la gestin de las em-presas, su tecnologa, la capacitacin del personal, etc.; pero tales es-fuerzos, en el mejor de los casos no lograran recuperar el poder decompra de las exportaciones, pese al overshooting o sobre devaluacinocurrida en enero de 2000. En definitiva, en las condiciones actuales, espoco probable incrementar la productividad en niveles similares a lastensiones inflacionarias, lo que implica definitivamente prdida decompetitividad-precio.

    As, continuar con precios administrados, en especial de los prin-cipales factores de produccin el trabajo y el capital constituye ungrave defecto del modelo en curso9. En efecto, por razones no explica-das, los organismos multilaterales como el FMI sugieren mantener ta-sas de inters altas, levemente menores a las que segn las normas deBasilea deben ser objeto de provisiones, debido a que su elevado nivelimplica un alto riesgo de no pago.

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  • Por su parte, si los salarios son incrementados con criterios de in-dizacin y no precisamente, de productividad cmo, entonces, fi-nanciar y movilizar la produccin exportable? Dejar al libre juego delmercado el precio del trabajo, sera suicida en un pas cargado de falen-cias en lo social; pero ms all de esa constatacin de equidad, subsisteel dilema: no cabe duda de que al profundizarse la prdida de compe-titividad, el nico desenlace posible es el propuesto en la solucin delmodelo terico: disminuir los salarios nominales que no solamentese produce en el sector de los bienes transables y, en consecuencia, esfuente de enfrentamientos sociales pues adems induce choques en elsector real.

    De su lado, el capital privado limita su capacidad exportadora de-bido a costos crecientes que determinan precios externos no competi-tivos. Varias opiniones poco fundamentadas sostienen todava que alempresario exportador le interesa la devaluacin. Aparentemente, esta-ba suficientemente aclarada la histrica confusin entre dinero y crdi-to y entre devaluacin y competitividad. Como se sabe, esa confusindeterminaba que ciertos gremios productivos pugnen por representa-ciones en la Junta Monetaria pues crean obtener crdito y competiti-vidad, cuando en realidad obtenan dinero (inflacin) y devaluacin(inflacin represada). Adems, desde fines de los aos ochenta las em-presas obtuvieron prioritariamente crditos en dlares.

    El hecho de que la posicin neta en divisas de las empresas sea ne-gativa, y por tanto, la devaluacin afecte su patrimonio, fue ratificadopor el ente contralor de las compaas, cuya mxima autoridad, vista lamagnitud de la devaluacin, debi emitir (en 1999) una Resolucinque haca posible la amortizacin en cinco aos del diferencial cambia-rio generado, pues contabilizar la devaluacin en ingresos habra im-plicado la quiebra de la mayora de empresas exportadoras. De modoque es mucho ms importante para los empresarios la estabilidad de losagregados fundamentales de la economa, que garantice el manteni-miento de su capacidad de compra y la competitividad.

    Vista la prdida de ingresos, se debe recordar que el esquemavigente impide las correcciones a lo Mundell, que implican modifi-caciones cambiarias cuando se presentan desbalances comerciales. Alno ser posible seguir ese esquema, la nica posibilidad de cerrar la bre-cha sera el endeudamiento externo, opcin difcil de instrumentar adinfinitun.

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  • De su lado, la fragilidad del sistema bancario constituy (y conti-nua sindolo) una importante debilidad al inicio del proceso, con el in-conveniente de que en este caso es difcil hacer camino al andar: esdecir, sanear el sistema, preparndolo para su reprivatizacin y reacti-var el aparato productivo. Tales opciones son sencillamente exclu-yentes.

    Sobre el tema, el FMI sugiere iniciar la consolidacin del modelopor el saneamiento de las IFIS. Los tcnicos del organismo multilateralpartiran del supuesto, cierto en varios casos, de que el crdito a la pro-duccin tuvo un desvo importante, va banca off shore y, por tanto, aliniciar en ese sentido la secuencia de solucin, se obligara al retorno decapitales. El argumento es aparentemente vlido, pero hay al menos tresacotaciones a tener en cuenta: los capitales no retornan porque dice elFondo; retornan a economas slidas y rentables; en segundo lugar, eldesvo principal y la fuga de capitales (capitalista incluido!) se produ-jo sustancialmente en empresas vinculadas a los banqueros corruptos oa megagrupos; de su lado, las empresas grandes o medianas vincula-das slo a la produccin, se vieron afectadas por los comportamientosdel grupo de ex banqueros corruptos, y requieren apoyo financieropues, adems, la crisis generalizada disminuy su capacidad de pago. Lanica forma de retorno que se ha producido tmidamente ante la recu-peracin de la economa es mediante operaciones back to back, es decir,utilizando avales de los fondos fugados.

    Si se inicia la consolidacin del modelo exclusivamente va sanea-miento de la banca, como lo propone el Fondo, se corre el riesgo de queuna vez finalizada esta fase, sobrevivan muy pocas empresas. De modoque visto que el Estado es el agente econmico ms importante en lapresente coyuntura, se debe optar por un proceso simultneo de reac-tivacin de empresas con medidas de acompaamiento obligatorio enlo social: incremento del empleo, capacitacin in situ y remunerada alos trabajadores nuevos, estrictos controles en el cumplimiento de pa-gos obligatorios de las empresas: impuestos, Seguridad Social, tasas yotros; y, reestructuracin de pasivos en condiciones acordes a la situa-cin financiera.

    Se asume que esta secuencia permitira dinamizar la demanda y,luego, con un pequeo desfase, recuperar el sistema bancario. El esque-ma es inverso al propuesto por el FMI e implica diferir la reprivatiza-cin de la banca, lo que a su vez conlleva a que la transferencia de acti-

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  • vos de la banca estatal se realice va sectores productivos especficos yno a travs de mecanismos de mercado (subastas, etc.), no necesaria-mente equitativos.

    De adoptar esta secuencia, se estara apoyando a los sectores tran-sables, los de mayor incremento de productividad en las economasmodernas. Las medidas de acompaamiento deberan estimular lareinversin de utilidades, crendose un crculo virtuoso de crecimien-to econmico, sin endeudamiento externo.

    Ya que por inconvenientes socioeconmicos no es posible iniciarla reforma del sistema bancario y se carece de varios instrumentos depoltica econmica, se precisa fortalecer la poltica fiscal, como el ele-mento ms dinmico en poder de la autoridad econmica. El mejora-miento de lo fiscal permitira lograr ingresos sostenibles en el tiempo,despetrolizar la economa tornando operativos los fondos de estabi-lizacin y emitir papeles, Bonos de Tesorera por ejemplo, que le per-mitan recuperar algunos grados de libertad en el control de la ofertamonetaria. Por otro lado, el Estado debe fortalecer su capacidad de ac-cin a travs de otros mecanismos: no se puede conciliar laissez passer laisser faire y dolarizacin, cuando se ha cedido la poltica econmi-ca y la capacidad de emisin. El esquema requiere un Estado fuerte, pe-queo y ampliamente descentralizado.

    El modelo vigente conspirara contra el crecimiento de las regio-nes ms prsperas del pas, las orientadas al mercado externo, general-mente rurales, lo que fragilizara aun ms un sistema de organizacinautonmico.

    4. Del partidismo necrtico a la desintegracin nacional

    Desde el punto de vista espacial el pas dej de ser hace muchotiempo un conjunto econmicamente dinmico con actividades inte-rrelacionadas. En el pasado, el ferrocarril fue un elemento integradordel espacio; la era petrolera dej quiz como nica herencia, una redvial de buena calidad y aceptable cobertura. Aunque, como desde siem-pre, no fue posible concluir la panamericana sur, la marginal de la Cos-ta especialmente en la zona norte ni las vas de integracin al espa-cio econmico nacional de la Amazonia; es decir, el beneficiario fue eleje Guayaquil-Quito, Quito-Guayaquil. Guayaquil pona el mercadointerno y el puerto (no convenan buenas vas a Manab, Esmeraldas y

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  • Machala pues tambin tenan puerto) y Quito contribua con mltipleswhite collar que vivan (ven) en misiones de control en todo el pas, com-probando que las cosas sean hechas en funcin de los mandatos del in-teligente de turno: los lunes, muy temprano, desde hace al menos cienaos, caravanas de empleados pblicos salan (len) por aire, mar y tie-rra en comisin de servicio, que culmina el viernes temprano con unpequeo informe y un saldo monetario resultado de la denominada ac-cin de viaticar.

    Los funcionarios estatales de turno en la capital, asuman (men) latarea de atender a la serie de peregrinos que deban (ben) hacer un lar-go viaje y una larga espera para un corto e intil trmite administrati-vo, sobre el que nadie averigu su validez o plante su descentraliza-cin hacia el lugar de residencia de los afectados... el resto del pas, lossupervisados, con insuficiente capacidad de compra, se han visto pri-vados del orgullo de acoger en su seno malls construidos por una cade-na de supermercados... cuyos ejecutivos comprendieron mejor, y opor-tunamente, la viabilidad o no de las regiones y ciudades ecuatorianas:a una empresa privada le es imposible por obvias razones practicarel principio de la solidaridad interespacial.

    Por otra parte, el fenmeno de El Nio se encarg, en dos ocasio-nes, de destruir lo poco que se hizo con el petrleo; como consecuen-cia, la periferia dispone desde hace al menos veinte aos de variospuentes provisionales diseados para uso militar, lo que significa quela mayora de las diecinueve provincias perifricas carecen de infraes-tructura fsica que posibilite su eficaz integracin al espacio econmi-co central y, peor, al intercambio intraperifrico.

    El ferrocarril, elemento integrador por excelencia, muri pese ainnumerables anuncios de rehabilitacin; la crisis ha inducido a dismi-nuir las frecuencias de autobuses interprovinciales: no existe un sistemade transporte colectivo urbano o rural digno de ese nombre10; la in-tegracin espacial es muy precaria sin que se adviertan actividades com-plementarias interregionales o interperifricas. El espacio econmico deEcuador, pese a 170 aos de vida republicana, est por construirse.

    Una concepcin precaria de la poltica determin que las diferen-tes alianzas a nivel nacional se realicen al precio de satisfacer pequeasaspiraciones localistas que, finalmente, terminaron atomizando el pas.En efecto, en 1970 haba en el pas 112 cantones; en el 2000 tal cifra su-be a 195, es decir 83 cantones adicionales.

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  • Cuadro 1 Ecuador: divisin poltico-administrativa, 1970 2000

    Provincias 1970 2000 Var

    1 Azuay 6 14 8

    2 Archipielago de Coln 1 1 0

    3 Bolivar 4 7 3

    4 Caar 3 7 4

    5 Carchi 3 6 3

    6 Chimborazo 6 10 4

    7 Cotopaxi 5 7 2

    8 El Oro 6 14 8

    9 Esmeraldas 4 7 3

    10 Guayas 11 14 3

    11 Imbabura 4 6 2

    12 Loja 9 16 7

    13 Los Rios 7 12 5

    14 Manab 13 21 8

    15 Morona Santiago 6 11 5

    16 Zamora Chinchipe 6 10 4

    17 Napo 6 5 -1

    18 Pastaza 2 5 3

    19 Pichincha 6 9 3

    20 Tungurahua 4 9 5

    21 Orellana 4 4

    Total 112 195 83

    5. Un sueo posible

    Un Ecuador moderno, unitario, descentralizado, con un Puerto deGuayaquil pujante, jugando su papel de puerta continental a la cuencadel Pacfico y tendiendo un vnculo estratgico hacia la Amazonia y elAtlntico puede ser posible si se supera la concepcin primaria de ha-cer poltica y, sobre todo, la irresponsable forma de asumir el liderazgosocial.

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  • Dirigentes mediocres que repiten lugares comunes como la pol-tica es el arte de lo posible, deben desaparecer del escenario. La polti-ca es la sacrificada opcin de renunciar a lo individual para trabajar porla sociedad; si as se concibiese lo poltico en Ecuador, en primer lugar,deberan definirse opciones polticas que integren el espacio11, armo-nicen las cadencias locales y creen el equipamiento adecuado (escue-las, vas, laboratorios, etc.) en el sitio adecuado, ms all de la concep-cin parroquiana de inaugurar un grifo por recinto electoral para in-tentar una nueva representacin popular.

    Una regin Metroplitana de Quito, que coadyuve a la vinculacindel puerto con la regin amaznica y permita capitalizar la ruta deOrellana y, a la vez ample el mercado interno para la industria y el co-mercio nacionales. La existencia en Ecuador de una agricultura tropi-cal y de altura dotadas de aguas de riego, obras de control de inunda-ciones y control de flujos de agua, asistencia tcnica y mecanismos deregulacin de precios, etc. son utopas?

    Que la organizacin debe ser autonmica?: de acuerdo si as lodetermina una profunda y detenida reflexin colectiva. No deberanunca mas repetirse la triste experiencia de adoptar, en forma tan lige-ra, una decisin crucial como sucedi en el caso de la dolarizacin. Lasautonomas, eventualmente, caben en la organizacin poltico admi-nistrativa de Ecuador; eso lo decidirn los ecuatorianos, luego de unacampaa de aprendizaje y difusin. En todo caso, no debera ser el Fo-ro de la Soberbia o la Asociacin de Inteligentes, generosamente apoya-dos por los medios, quienes den tomando una decisin trascenden-tal. En cualquier caso, es indudable que se requiere de forma emergen-te acciones que descentralicen el Estado y que permitan el impulso delhecho diferencial de cada regin y zona geogrfica. Paralelamente, ams de un profundo proceso de descentralizacin (con cualquier esta-tuto poltico: autonomas, provincias, etc.), es preciso impulsar la prc-tica de la solidaridad espacial, a fin de que las zonas ms deprimidasno colapsen y sea posible, progresivamente, lograr un desarrollo arm-nico nacional.

    El logro de un desarrollo armnico requiere, en efecto, de solida-ridad regional, pues el espacio econmico supera la simple yuxtaposi-cin de unidades productivas dispersas; es un complejo tejido de inte-racciones estructurantes y, a la vez, ampliamente diversificadas y con lasuficiente dotacin tecnolgica que permita la instalacin de sectores

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  • de punta diseados a escala nacional. La descentralizacin no planifi-cada puede conducir a la situacin actual en la que para evitar la acu-sacin de regionalismo se crean rplicas de las organizaciones en lasdos ciudades-centro.

    Al contrario, el sueo posible de un Ecuador desarrollado, con al-ternativas claras para las especificidades regionales y slidamente uni-tario, implica claras opciones polticas de corto, pero sobre todo, de lar-go plazo adoptadas con una modalidad ascendente: definidas por lospoderes locales, deben llegar al Estado central que tendr bajo su res-ponsabilidad la planificacin que postule una divisin del trabajo en-tre las regiones evitando, por ejemplo, duplicaciones o tendencias a laautarqua. Opciones posibles en un pas atomizado por mini estructu-ras administrativas, en la mayora de casos, repartidoras de pobreza yvoraces en fiscalidad local para sostener una administracin zonal au-tnoma, y a lo mejor, corrupta.

    El desarrollo sustentable de las regiones depender en primer lu-gar de una organizacin espacial eficiente, con un incremento de su au-tonoma financiera logrado a travs de la corresponsabilidad fiscal y deuna solidaridad interespacial garantizada mediante mecanismos trans-parentes.

    El principio de solidaridad exige garantizar el cumplimiento deestndares preestablecidos para los diferentes mbitos objeto de des-centralizacin, que ha de entenderse como el reordeanamiento polti-co, administrativo y financiero del sector pblico entre los diferentesniveles de poder: nacional, provincial y cantonal. Los niveles inferio-res asumen nuevas responsabilidades que cumplen ms eficientemen-te pues, se supone, estn ms cerca de los ciudadanos. Este proceso de-mocratizador implica mayor participacin ciudadana y en consecuen-cia ayuda a reafirmar la identidad sociocultural de los diferentes esta-mentos que conforman la nacin.

    Notas

    1 Deller, J. P.; cf Len Camacho, Patricio, La economa de la posguerra, Banco Cen-tral del Ecuador, Quito, 1989.

    2 Seguramente la nica actividad que ha incrementado el reclutamiento de manode obra.

    3 Se deber trabajar ardua y sistemticamente para definir el significado de ind-gena a nivel individual, en un pas en el que la diferenciacin es muy sutil....

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  • 4 Se ha constituido en deporte de la derecha poltica satanizar a la CEPAL deaquella poca. Ms all del anlisis de la pertinencia de tales tesis, que deberananalizarse en el contexto en el que se plantearon, debe precisarse que Prebisch,ese gran argentino latinoamericano, no recibi el Premio Nobel de Economapor el pecado de definir una estratega que desarrollara de forma autnoma laRegin, luchando as contra la dependencia perifera-centro, fenmeno que fue-ra definido con mucho xito poltico y editorial, por el actual presidente brasile-o. En efecto, el libro La teora de la dependencia de Cardoso y Faleto, se cons-tituira en un clsico del anlisis socioeconmico de los aos sesenta.

    5 A travs de subsidios adicionales cuando las plantas se instalaban en ciudades di-ferentes a Guayaquil y Quito.

    6 La Asociacin de Ambateos residentes en Guayaquil, el Club Gladiador de Nue-va York, la Asociacin Rumiahui de emigrantes en Murcia, y centenas de otrosejemplos.

    7 Se conoce incluso algunos pormenores sobre el pillaje del ahorro financiero; sinembargo, dnde estn los recursos y por qu no se organiz una adecuada su-pervisin bancaria? La respuesta la tendrn destacados tcnicos que milagrosa-mente siempre tienen reservada una posicin en los organismos internaciona-les y visitan espordicamente el pas, ocupan elevadas posiciones pblicas, des-trozan la economa, y fugan (antes de) con la primera orden de detencin, per-tinente o no.

    8 Este acpite hace parte del artculo Dolarizacin y exportaciones: algunas asi-metras, publicado por el autor en la revista La flor del Ecuador, rgano oficialde Expoflores, en febrero de 2001.

    9 El capital, ahora bsicamente estatal, con tasas altas nominales de inters, serael ganador de un complicado esquema de eventos, que habran desembocado enuna apropiacin indebida de la propiedad colectiva y una transferencia inequi-tativa mediante crditos vinculados