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Orden social y salud mental: Una aproximación desde el bienestar social Social order and mental health: A social wellbeing approach AMALIO BLANCO 1 DARÍO DÍAZ 1 RESUMEN En este artículo hemos querido abordar las relaciones entre el orden social y algunos aspectos de la salud, tomando como marco de referencia una de las más conocidas propuestas teóricas de Emilio Durkheim. Hemos partido de una concepción del orden social no como un hecho en sí, sino como un hecho percibido que se refleja en las cinco dimensiones del bienestar social (integra- ción social, aceptación social, contribución social, actualización social, y cohe- rencia social) para desde ahí analizar sus relaciones con algunos componentes de la salud. Los datos apoyan de manera diáfana que la percepción, la expe- riencia y la atribución de características positivas a las cinco dimensiones del bienestar social auguran alta autoestima, satisfacción con la vida, sentimiento global de bienestar, implicación en los problemas sociales y afectos positivos. Por el contrario, las experiencias negativas mantienen relaciones muy estre- chas con depresión, anomia, afectos negativos e indefensión. ABSTRACT Taking as a framework one of the most well-known theories by Emile Durkheim, this paper addresses the relationship between social order and a Clínica y Salud, 2006, vol. 17 n.º 1 7 Clínica y Salud, 2006, vol. 17 n.° 1 - Págs. 7-29. ISSN: 1135-0806 ARTÍCULOS 1 Departamento de Psicología Social y Metodología. Facultad de Psicología, Universidad Autóno- ma de Madrid. [email protected] - [email protected] Fecha de Recepción: 27-05-2005 Fecha de Aceptación: 01-03-2006

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Orden social y salud mental: Unaaproximación desde el bienestar social

Social order and mental health: A socialwellbeing approach

AMALIO BLANCO1

DARÍO DÍAZ1

RESUMEN

En este artículo hemos querido abordar las relaciones entre el orden social yalgunos aspectos de la salud, tomando como marco de referencia una de lasmás conocidas propuestas teóricas de Emilio Durkheim. Hemos partido deuna concepción del orden social no como un hecho en sí, sino como un hechopercibido que se refleja en las cinco dimensiones del bienestar social (integra-ción social, aceptación social, contribución social, actualización social, y cohe-rencia social) para desde ahí analizar sus relaciones con algunos componentesde la salud. Los datos apoyan de manera diáfana que la percepción, la expe-riencia y la atribución de características positivas a las cinco dimensiones delbienestar social auguran alta autoestima, satisfacción con la vida, sentimientoglobal de bienestar, implicación en los problemas sociales y afectos positivos.Por el contrario, las experiencias negativas mantienen relaciones muy estre-chas con depresión, anomia, afectos negativos e indefensión.

ABSTRACT

Taking as a framework one of the most well-known theories by EmileDurkheim, this paper addresses the relationship between social order and a

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Clínica y Salud, 2006, vol. 17 n.° 1 - Págs. 7-29. ISSN: 1135-0806

ARTÍCULOS

1 Departamento de Psicología Social y Metodología. Facultad de Psicología, Universidad Autóno-ma de Madrid. [email protected] - [email protected]

Fecha de Recepción: 27-05-2005 Fecha de Aceptación: 01-03-2006

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number of health related topics. Social order understood not just as an eventas such, but as a perceived event unfolded into five wellbeing dimensions:social integration, social acceptance, social contribution, social actualization,and social coherence. Relationships of these dimensions with some compo-nents of health are then examined. Results show clearly one hand, that peoplewith a positive image, a good experience and an optimistic attributional styleregarding their social life have also high self-esteem, positive affection, life sat-isfaction, and overall wellbeing and are willing to get involved in communityissues dimensions. On the other hand, people undergoing negative experi-ences are also liable to depression, anomy, negative affection and helpless-ness.

PALABRAS CLAVE

Ordenamiento social, Salud, Bienestar social, Psicología positiva.

KEY WORDS

Social order, Health, Social well-being, Positive psychology.

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PRIMER ESTUDIO

“La salud es un estado de bien-estar físico, social y psicológico, yno solamente la ausencia de enfer-medad”. Esta definición, repetidahasta la saciedad desde que en1948 fuera adoptada como santo yseña por la OMS, aunque margina-da de hecho por una parte nadadespreciable de las disciplinas tradi-cionalmente encargadas del estudiode la salud, adquiere perfiles nove-dosos a la luz de una doble consi-deración: el paso, primero, de unmodelo de salud encadenado a laenfermedad y centrado en la pre-sencia dentro del sujeto de sínto-mas físicos o psicológicos, a unmodelo en cuyo epicentro se sitúala presencia de indicadores y condi-ciones que promueven y facilitan elbienestar, y la inevitable considera-ción, después, de que ese estadode bienestar no puede tener otroprotagonista que no sea un sujetoinserto dentro de determinadascoordenadas socio-históricas. Laconsideración de un sujeto suspen-dido en el vacío, un sujeto biomédi-co protagonista de una psiquiatríabiológica (Pérez, 2003, p. 13) santoy seña de la Psicología clínica tradi-cional, es una pura entelequia. Noexiste tal sujeto: le faltaría “humani-dad” (John F. Herbart) carecería deestructura psíquica superior(Vygotski), sería incapaz de desarro-llarse como persona en el sentidopsicológico del término (Mead),carecería de identidad de acuerdocon las propuestas de Festinger yTajfel. En una Psicología que preten-da responder con garantía a losretos que plantea el mundo de hoy

se hace imprescindible tomar enconsideración un sencillo supuestoque goza de un sólido respaldo teó-rico y empírico: la salud es un esta-do de bienestar que tiene comoprotagonista a un sujeto socio-his-tórico.

Un concepto de salud centradoen condiciones que promueven elbienestar era el que nos había pro-metido la Psicología posit iva(Snyder y López, 2002). En sus pri-meras formulaciones, y sin necesi-dad de hacerlo explícito, recogía entoda su extensión la filosofía de laOMS al hacer de su objetivo laconcreción de “un cambio en elenfoque de la Psicología a fin depasar de la preocupación exclusivapor remediar los malos pasos en lavida a interesarse también porconstruir condiciones positivas”(Seligman y Csikszentmihalyi, 2000,p. 5) capaces de asegurarnos lapresencia de holgados y satisfacto-rios niveles de bienestar en ladimensión física, social y psicológi-ca de nuestra existencia. “Muchaspersonas piensan que la Psicologíaes esa especialidad que se ocupafundamentalmente de los proble-mas de la gente”, se lamentan Aviay Vázquez, (1998, p. 21) para recla-mar de inmediato el estudio de lasemociones positivas. En una pala-bra, la Psicología debe tornarseuna ciencia de la experiencia sub-jetiva positiva, de los rasgos indivi-duales positivos, y de las institucio-nes sociales positivas como víapara incrementar la calidad de vida,y como herramienta para prevenirlas patologías cuando la vida senos pone cuesta arriba y el mundo

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que nos rodea pierde su sentido.La alusión a la experiencia subjeti-va, a los rasgos individuales eincluso a las emociones positivasno constituye sorpresa alguna ennuestro campo, pero la presenciade las instituciones sociales comoingrediente de un modelo de saludpositiva supone un salto cualitativoque no puede pasarnos desaperci-bido. “Una Psicología posit ivanecesita tomar en consideración alas comunidades positivas y a lasinstituciones positivas”, insisten losautores (Seligman y Csikszentmi-halyi, 2000, p. 8), una interesanteconsideración que, desgraciada-mente, ha pasado desapercibidaen el desarrollo posterior de unaPsicología positiva cuyo punto cul-minante, dicen sus autores (Selig-man, Steen, Park y Peterson,2005), lo constituye una clasifica-ción de 6 virtudes y 24 fortalezasdel carácter. Se han diluido lascomunidades y las institucionespositivas, y sólo nos quedan indivi-duos aislados del medio. Volvemosal principio: el protagonista de lasalud o del trastorno mental es unsujeto suspendido en el vacío.

Ello no obstante, la conexiónentre salud mental y positividad onegatividad de las instituciones y delas comunidades sigue siendo unmarco de referencia al que, más alláde la deriva que ha acabado portomar la Psicología positiva, nopodemos renunciar, entre otrasrazones, porque es el marco quepermite plantar cara al sujeto bio-médico, heredero de la psiquiatríabiológica (Pérez, 2003), porque esel único marco en el que tiene cabi-

da el sujeto socio-histórico. Esa fuela clave teórica de esa descomunalobra que es “El Suicidio”, una de lasobras maestras en toda la historiade las ciencias sociales, de la quetanto podría aprender todavía la Psi-cología, la clínica y la no clínica. Lalínea maestra de la propuesta deDurkheim pasaría, resumidamente,por los siguientes trazos: a) losfenómenos mentales dependennecesariamente de causas socialesy constituyen por ello fenómenoscolectivos; b) dichas causas se cen-tran en la “constitución moral” delas sociedades, y se concretan entendencias de la colectividad quepenetran irremediablemente en losindividuos; c) se trata de corrientesde tristeza y melancolía colectiva(alteraciones morbosas de la socie-dad) que invaden la conciencia delos individuos desde fuera: “losestados sociales, son en cierto sen-tido, exteriores al individuo” (Dur-kheim, 1928, p. 343); d) esascorrientes son fruto de la organiza-ción social, es decir, de la maneracomo están asociados los indivi-duos, de sus modelos y patrones derelación; e) cuando la organización yel ordenamiento social no es capazde llegar a “una integración suficien-te para mantener a todos sus miem-bros bajo su dependencia”, cuandoimpide que el individuo “se sosten-ga unido a ella” y se sienta más soli-dario, la salud mental corre el riesgode quebrarse de manera definitiva(Durkheim, 1928, p. 418). La falta deintegración social como una de lasrazones de esa alteración mentalque conduce al trastorno mental:“Por consiguiente, la única forma deremediar el mal es dar a los grupos

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sociales bastante consistencia paraque mantengan más firmemente alindividuo, y que éste, a su vez, sesostenga unido a ellos” (Durkheim,1928, p. 418).

La posición de Durkheim essobradamente conocida, y más alláde las clásicas aportaciones deFaris y Dunhan (1939), miembros deaquella soberbia Escuela de Chica-go, de Hollingshead y Redlich(1958) y, más recientemente deBelle (1991) en torno a las relacio-nes entre clase social y salud men-tal, la necesidad de un acercamien-to psicosocial a la salud mentalgoza ya de una cierta presencia,todavía tímida, en nuestra Psicolo-gía (Álvaro, Torregrosa y Garrido,1992; Barrón y Sánchez, 2001; Sán-chez, Garrido y Álvaro, 2003). Nodeja de ser significativo, además,que los conceptos y parámetroscentrales manejados en estos tres(los de apoyo social, integraciónsocial, anomia) tengan a Durkheimcomo punto de partida. Desde laperspectiva psicosocial, lo que sepretende es retomar el estudio delas relaciones entre algunas mani-festaciones de la salud y determina-dos componentes del ordenamientosocial aunque introduciendo unmatiz decisivo que nos aleja de eseholismo determinista que defiendela prevalencia inexcusable de losocial (el estado moral de la socie-dad) sobre lo individual, para acer-carnos a posiciones de marcadosabor socio-histórico, centradas enlos sentimientos, en las creencias yen la experiencia que las personastienen respecto a determinadosaspectos del orden, de la realidad y

de las relaciones sociales. La uni-dad de análisis ha pasado de lolineal (lo social como variable inde-pendiente siempre y en todo lugar)a lo relacional (lo social comomediador), a esa relación individuo-mundo de tan hondo sabor vygots-kiano.

El trabajo que aquí presentamosse suma modestamente a esta tra-dición con una particularidad: ade-más de recuperar el contexto a lahora de hablar del sujeto, quere-mos recuperar también el conceptode bienestar como marco a la horade hablar de la salud. Lo hacemosapoyados en dos razones: en pri-mer lugar, porque el estudio delbienestar constituye el motivo cen-tral de la Psicología como ciencia(Miller, 1969), y después, porque elconcepto de bienestar se encuen-tra epistemológicamente alejado deesa ideología de la enfermedad queha dominado el estudio de la saluden la Psicología, de una salud, con-viene repetir cuantas veces seapreciso, protagonizada por un suje-to suspendido en el vacío. En lainvestigación sobre el bienestar, sinembargo, es frecuente la inclusiónde indicadores tales como el con-tacto social (Diener, 1994), el con-tacto interpersonal (Erikson, 1996)que se complementa con los recur-sos sociales (Veenhoven, 1994), yse concreta en las relaciones posi-tivas con los demás (Ryff y Keyes,1995; Keyes, Shmotkin y Ryff,2002), en los patrones activos deamistad y en la participación social(Allardt, 1996), etc. El bienestar nosinteresa, ya lo hemos mencionado,como el indicador central de salud,

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y es ahí donde las reflexiones deAvia y Vázquez (1998) y, sobretodo, la propuesta de Corey Keyesresulta especialmente clarificadora.Desde el modelo de enfermedad,un sujeto puede considerarse men-talmente sano si ha estado libre deun síndrome de depresión mayoren el último año, pero “desde laperspectiva de la salud un indivi-duo debe ser considerado sano sidispone de altos niveles de bienes-tar social, por ejemplo, si se sientebien integrado en su comunidad”(Keyes y Shapiro, en prensa). No eslo mismo no tener problemas queser feliz, siguiendo el argumentoque Avia y Vázquez (1998) desarro-llan, de manera más que convin-cente, a lo largo del primer capítulode su “optimismo inteligente”. Eseha venido siendo el marco en elque ha instalado Keyes (1998;2002) su propuesta sobre el bien-estar social a la que hemos presta-do una especial atención en traba-jos anteriores (Blanco y Díaz, 2004;Blanco y Díaz, 2005). En dicha pro-puesta se utilizan de manera per-manente dos referencias: la prime-ra a Durkheim de “El Suicidio”, y lasegunda la necesidad de conside-rar un nuevo modelo de saludrecientemente propuesto (Keyes,2005), el Modelo del Estado Com-pleto de Salud, que señala la exis-tencia de las siguientes trecedimensiones o síntomas de saludmental: a) afecto positivo: buenhumor, sosiego, calma y amor porla vida; b) satisfacción con la vida:sentimiento de felicidad; c) auto-aceptación: actitudes positivashacia sí mismo y hacia la vidapasada y aceptación de las carac-

terísticas del yo; d) aceptaciónsocial: actitud positiva hacia losotros acompañada de reconoci-miento y aceptación de las diferen-cias; e) crecimiento personal: Con-fianza en sí mismo y apertura anuevas experiencias y retos; f) ac-tualización social: creencia en lacapacidad de las personas, de losgrupos y de las sociedades paracrecer y desarrollarse positivamen-te; g) objetivos vitales: proponermetas y sostener creencias queconfirman la existencia de una vi-da llena de sentido y de objetivos;h) contribución social: sentimientode que nuestras actividades sonútiles para la sociedad y de queson valoradas; i) dominio del entor-no: capacidad para manejarse enambientes complejos y para elegiraquellos que se adaptan a susnecesidades; j) coherencia social:interés por la sociedad y por la vidasocial; sentimiento de que la socie-dad es inteligible, tiene una lógica,es predictible y tiene un sentido; k) autonomía: capacidad para defi-nir y dirigir la vida de acuerdo aestándares internos socialmenteaceptados, y resistencia a la pre-sión social; l) relaciones positivascon los otros: capacidad de empa-tía e intimidad; ll) integración social:sentimiento de pertenencia a unacomunidad de la que recibe satis-facción y apoyo.

La salud social positiva estaría,entonces, estrechamente relaciona-da con estos ámbitos de la vidasocial, de suerte que: a) serían mássaludables aquellas personas quetuvieran un arraigado sentimiento depertenencia y contaran con lazos y

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vínculos sociales sólidos comoapoyo; b) gozarían asimismo de unmayor nivel de salud mental aque-llas personas que confiaran tanto enlos demás como en sí mismos, y seaceptaran tal como son asumiendosin dramatismos los aspectos posi-tivos y negativos de su vida; c)aquellos que guiaran su vida sindejarse arrastrar por las presionesy/o convenciones sociales; d) apa-recerían igualmente con una saludmental más robusta aquellas perso-nas que se sintieran útiles a lacolectividad; e) las personas mássanas, dice Keyes (1998, p. 123) tie-nen confianza en el futuro de lasociedad, reconocen su potencialde crecimiento y confían en poderbeneficiarse de él, y f) conciben suvida y el mundo como algo lleno desentido y persiguiendo un objetivo.

Partiendo de estos supuestos ysiguiendo algunas de estas consi-deraciones, en este artículo nosproponemos como primer objetivoanalizar, en un primer estudio, laposible relación entre los indicado-res del bienestar social (opiniones,percepciones y atribuciones conayuda de las cuales las personas semanejan en el mundo interpersonaly social) y algunos otros aspectosde su salud (la depresión, la auto-estima, las visitas al médico, lasalud percibida), o de su vida social(la anomia, la acción social, etc.). Enun segundo estudio tomamos enconsideración el resto de dimensio-nes propuestas por el Modelo delEstado Completo de Salud deKeyes para ver cuál es su compor-tamiento con la variable visitas almédico.

Método

Participantes y procedimiento

En este estudio participaronvoluntariamente 445 sujetos (236hombres y 209 mujeres) con edadescomprendidas entre 18 y 58 años(M = 33, DT = 14). Respecto a lascaracterísticas socio-económicas yeducativas de la muestra, un 5%señaló que su unidad familiar conta-ba con ingresos de menos de12.000 euros, un 21 % con ingresoscomprendidos entre 12.001 y20.000 euros, un 43% con ingresoscomprendidos entre 20.001 y40.000 Euros, y un 31% con ingre-sos superiores a 40.000 euros. Res-pecto a su nivel máximo de estu-dios, un 7% había realizado estu-dios de EGB o equivalentes, un48% estudios de bachillerato, un25% eran diplomados o equivalen-tes, y un 19% eran licenciados oposeían titulaciones superiores. Elestudio fue presentado como unainvestigación sobre la importanciade diversos rasgos de personalidad,creencias y actitudes a la hora deevaluar globalmente la salud. Trasser informados de que toda la infor-mación recogida en la investigaciónsería tratada de forma anónima yconfidencial, los participantes reci-bieron un cuadernillo que conteníados bloques. El primero de ellosestaba compuesto, en este orden,por las escalas de bienestar social,la escala de ítem único de bienestar,las escalas de bienestar psicológi-co, la escala de satisfacción con lavida, y las escalas de afecto positi-vo y negativo. En el segundo bloquese incluían las escalas de anomia,

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percepción de seguridad del vecin-dario, aportación, limitaciones perci-bidas, autoestima, depresión,acción social, acción social reciente,salud percibida, y una preguntasobre el número de visitas que habí-an realizado al médico durante elúltimo año. Los participantes setomaron el tiempo que consideraronnecesario para completar el cuestio-nario.

Medidas

Bienestar Social. Se utilizaron lasEscalas de Bienestar Social deKeyes (1998) recientemente vertidasal castellano (Blanco y Díaz, 2005).Este instrumento está compuestopor cinco escalas (integraciónsocial, aceptación social, contribu-ción social, actualización social ycoherencia social) que muestranuna buena consistencia interna convalores α de Crombach comprendi-dos entre 0,83 y 0,69. Los partici-pantes respondieron a los ítems uti-lizando un formato de respuesta decategorías ordenadas con puntua-ciones comprendidas entre 1 (total-mente en desacuerdo) y 5 (total-mente de acuerdo).

Bienestar. A pesar de los proble-mas metodológicos que planteanestas escalas, decidimos emplearuna medida de ítem único de satis-facción global con la vida basadaen una adaptación propuesta porKeyes, Shmotkin y Ryff (2002) de laescala de Cantril (1965). La razónfundamental para incluir esta medi-da es que variantes de esta escalahan sido utilizadas por numerosos

estudios (Andrews y Robinson,1991) obteniendo resultados muyinteresantes desde el punto devista teórico. Además, la escala hamostrado a lo largo de diferentesinvestigaciones buenas propieda-des psicométricas (Keyes, Shmot-kin y Ryff, 2002). Los participantesrespondieron a la tarea de evaluarglobalmente su vida durante losúltimos días empleando para ellouna escala de respuesta con pun-tuaciones comprendidas entre 0 (lapeor vida posible) y 5 (la mejor vidaposible).

Satisfacción con la vida. Seempleó la Escala de Satisfaccióncon la Vida de Diener, Emmons, Lar-sen y Griffin (1985). Esta escala,compuesta por cinco ítems, mues-tra unas excelentes propiedadespsicométricas y fue validada en unamuestra de adolescentes por partede Atienza, Pons, Balaguer y Gar-cía-Merita (2000), y recientementecon una muestra de mujeres emba-razadas y puérperas (Cabañero, et.,al., 2004). En nuestro estudio laescala ofreció una consistenciainterna muy buena (α = 0,86). Losparticipantes respondieron a cadauno de los ítems utilizando un for-mato de respuesta con puntuacio-nes comprendidas entre 1 (total-mente en desacuerdo) y 5 (total-mente de acuerdo).

Afecto positivo y negativo. Seutilizaron las escalas propuestaspor Keyes, Shmotkin y Ryff (2002)que constan de seis ítems. En laescala de afecto positivo los parti-cipantes indicaron cuánto tiempo,durante los últimos 30 días, se

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habían sentido alegres, de buenhumor, extremadamente felices,tranquilos y en calma, satisfechos yllenos de vida. En la escala deafecto negativo indicaron cuántotiempo, durante los últimos 30 días,se habían sentido tristes, nervio-sos, inquietos, desesperanzados,infelices e inútiles. Los participan-tes respondieron utilizando un for-mato de respuesta con puntuacio-nes comprendidas entre 1 (ningúntiempo) y 5 (todo el tiempo). El α deCronbach de la escala de afectopositivo fue 0,80 y el α de la escalade afecto negativo 0,79.

Anomia. Se emplearon tres ítemscontenidos en la “General SocialSurvey” (GSS) (Davis y Smith, 1994).Los participantes respondieron utili-zando un formato de respuesta decategorías ordenadas con puntua-ciones comprendidas entre 1 (total-mente en desacuerdo) y 5 (total-mente de acuerdo) a las siguientesafirmaciones: “muchos empleadospúblicos no se preocupan por elciudadano medio”, “la tendencia delciudadano medio es ir a peor, no amejor”; “mirando hacia el futuro noes adecuado traer niños al mundoteniendo en cuenta como van lascosas”. Estos ítems han sido utiliza-dos por varios autores (e.g. Keyes,1998) para medir anomia, y mues-tran unas propiedades psicométri-cas aceptables con una consisten-cia interna (α) de 0,57 en el estudiode la GSS. En nuestro estudio laescala mostró unos niveles de fiabi-lidad similares (α = 0,55).

Seguridad del vecindario. Laspersonas que participaron en el

estudio completaron la escala de“Seguridad Percibida del Vecinda-rio” (Keyes, 1998) compuesta porcuatro ítems diseñados para medirla seguridad y la confianza en susvecinos. Los participantes respon-dieron utilizando un formato de res-puesta de categorías ordenadascon puntuaciones comprendidasentre 1 (totalmente en desacuerdo)y 5 (totalmente de acuerdo). Laescala mostró un buena consisten-cia interna (α = 0,71).

Aportación. Para medir aporta-ción social se utilizó una versión dela escala “Loyola GenerativityScale” (McAdams y St. Aubin,1992) modificada parcialmente porKeyes (1998) y compuesta porcinco ítems. Altas puntuaciones enesta escala indican personas quesienten haber realizado contribu-ciones a la sociedad (“otras perso-nas dicen que he realizado contri-buciones a la sociedad”), que hancompartido sus habilidades y expe-riencias con otros (“intento com-partir el conocimiento que headquirido por medio de mi expe-riencia”), que les gusta enseñar, yque sienten que otras personas lesnecesitan. Los participantes res-pondieron señalando si los ítemsde la escala les describían nada,poco, algo o mucho. La consisten-cia interna (α ) de la “ModifiedLoyola Generativity Scale” fue de0,74.

Limitaciones percibidas. Se utili-zó la escala propuesta por Lach-man y Weaver (1998) que intentareflejar el grado de control que laspersonas tienen sobre su vida y el

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grado en que la perciben plagadade obstáculos y contingenciasimprevisibles. La escala incluye, porejemplo, afirmaciones como: “haymuchas cosas que interfieren con loque yo quiero hacer”. Los partici-pantes indicaron su grado deacuerdo o desacuerdo utilizandouna escala de respuesta con pun-tuaciones comprendidas entre 1(totalmente en desacuerdo) y 5(totalmente de acuerdo). La escalamostró una buena consistenciainterna (α = 0,74).

Autoestima. Se empleó la escalade autoestima de Rosenberg (1965).Este instrumento está compuestopor diez ítems, y ha sido utilizado alo largo de numerosos estudios condiferentes poblaciones (Breytspraaky George, 1982). Los participantesrespondieron a cada uno de losítems utilizando un formato de res-puesta con puntuaciones compren-didas entre 1 (totalmente en des-acuerdo) y 4 (totalmente de acuer-do). La escala muestra unas exce-lentes propiedades psicométricas yen nuestro estudio su consistenciainterna (α) fue de 0,86.

Depresión. Se empleo la EscalaAutoaplicada para la Depresión deZung (1965). Esta escala ha sido tra-ducida y validada al castellano porConde, Esteban y Useros (1976) yestá compuesta por 20 ítems queincluyen afirmaciones como “mesiento triste y deprimido” o “mecuesta mucho dormir”. Los partici-pantes respondieron a cada uno delos ítems utilizando un formato derespuesta con puntuaciones com-prendidas entre 1 (muy poco tiem-

po/muy pocas veces/raramente) y 4(siempre/habitualmente/todo el tiem-po). La escala mostró una muy buenaconsistencia interna (α = 0,85).

Acción social. Los participantesrespondieron empleando un formatode respuesta con puntuacionescomprendidas entre 1 (nunca) y 4(habitualmente) a las dos siguientespreguntas: “¿has trabajado conotras personas de tu entorno paraintentar resolver los problemas de lasociedad?” y “¿has realizado algúntrabajo social como voluntario enuna ONG o asociación?”. Dada laalta correlación entre ambas res-puestas (r = ,78 p < ,01) se creó unúnico índice.

Acción social reciente. Los parti-cipantes respondieron a la siguientepregunta: “En los últimos docemeses, ¿cuánto tiempo en horascrees que has dedicado a realizaralgún trabajo social voluntario?” Elformato de respuesta fue abierto yse codificó el número de horascomo una variable continua.

Salud Física Percibida. Los parti-cipantes respondieron a la siguienteafirmación: “Consideras que tuestado de salud física es”. Los parti-cipantes respondieron utilizando unformato de respuesta con puntua-ciones comprendidas entre 1 (exce-lente) y 5 (malo).

Número de Visitas al Médico. Sepidió a los participantes que señala-ran el número de veces que habíanacudido a algún médico (de familia,especialista, urgencias, ingreso hos-pitalario...) durante el último año.

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Resultados

En la Tabla 1 se ofrece un ampliopanorama de las correlaciones li-neales entre la construcción psico-lógica del ordenamiento social (elbienestar social, en los términosformulados por Keyes, 1998), y lasescalas con cuya ayuda hemosabordado algunas dimensiones dela salud.

Más allá de los datos concretos,lo primero que es necesario reseñares la generalizada y significativarelación que a primera vista existeentre las cinco dimensiones delbienestar social y la mayoría de 14escalas a las que han respondidolos sujetos de nuestra muestra.Resulta muy llamativo cómo lasdiversas maneras de percibir, inser-tarse y vivir el orden social guardanrelación con la depresión, con laautoestima, con el sentimiento deverse socialmente útil y necesario

(aportación), con la anomia, con unacierta sensación de indefensión yfatalismo (limitaciones), con losafectos negativos y con los afectospositivos, con el sentimiento gene-ralizado de bienestar y con la satis-facción que nos procura nuestravida, dibujando un panorama que,no por conocido, deja de ser alta-mente significativo.

Dentro de este panorama generalhay algunos datos que merecenuna atención detallada. Las relacio-nes que se nos ofrecen la auto-estima y la depresión con las cincodimensiones del bienestar social,son, globalmente consideradas, lasmás sólidas y consistentes, siendoen todos los casos altamente signi-ficativas (p < ,01). Era esperableque así fuera, ya que la auto-estimase ha revelado como una de lasvariables más estrechamente rela-cionada con las diferentes medidasdel bienestar, y la depresión es,

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Tabla 1Correlaciones de las Dimensiones de Bienestar Social con las Diferentes

Escalas Empledas

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probablemente, uno de los indica-dores más sólidos de la salud men-tal.

Respecto a la auto-estima, losdatos indican que son las dimensio-nes de integración, de coherencia yde actualización sus referentes mássignificativos. Las personas con unalto sentimiento de pertenencia, conlazos y vínculos sociales sólidos(integración social), con un mani-fiesto propósito e interés por dotar asu vida y al mundo en que viven desentido y significado (coherencia), yconfiadas en el futuro de la socie-dad y en su capacidad para produ-cir bienestar (actualización) son lasque parecen disponer de un senti-miento y de una imagen más positi-va de sí mismas. Todo ello constitu-ye una garantía para el bienestar, yuna puerta abierta para una saludmental positiva. En ese mismo sen-tido y dirección, y con parecidaintensidad, se nos muestran otrasdos escalas: la aportación y el afec-to positivo.

La primera viene a señalar, demanera que se nos antoja muycoherente, que las personas que sesienten útiles y provechosas para elbien común suelen disponer almismo tiempo de un alto sentimien-to de pertenencia (r = ,334, p < ,01entre la medida de aportación socialy la dimensión de integración social)en una especie de juego de inter-cambio recíproco (tengo apoyo-presto ayuda), y confían en el pro-greso social y en la sociedad comofuente de bienestar (r = ,264, p < ,01entre aportación y la dimensión deactualización social).

Por lo demás, las personas quesienten su vida rodeada de afectospositivos suelen coincidir, como erade esperar, con aquellas que tienenun alto sentimiento de pertenencia (r = ,333, p < ,01 entre afecto positi-vo y la dimensión de integración),confían en la dinámica social (r = ,293, p < ,01 entre afecto positi-vo y la dimensión de actualizaciónsocial), y sienten que su vida y suactividad son de alguna utilidadpara el bien común (r = ,219, p < ,01entre afecto positivo y la dimensiónde contribución social).

A pesar de los problemas quearrastran las escalas de ítem único,la que hemos empleado para medirel bienestar ha tenido un comporta-miento mejor del esperado ofrecien-do relaciones positivas y altamentesignificativas en todos los casos (p < .01), en especial con la di-mensión de actualización social (r = ,322, p < ,01), lo que viene areforzar, una vez más, la importan-cia de la percepción y experienciade las personas en los terrenos delo macrosocial. Debido a la natura-leza de esta medida, lo que real-mente nos interesa es resaltar cómola consistencia y firmeza en el bien-estar social, definido en términos depercepciones y experiencias positi-vas, puede ser capaz de minimizar orelativizar el impacto, siempre posi-ble y difícilmente controlable, deexperiencias negativas en los últi-mos días. Algo parecido ocurre conlos resultados que se desprendende la escala de satisfacción de Die-ner: en todos, excepto en la dimen-sión de aceptación social, aparecenrelaciones positivas que se mues-tran con una especial intensidad en

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las dimensiones de integración (r = ,340, p < ,01) y de actualizaciónsocial (r = ,284, p < ,01). Las perso-nas que se muestran satisfechascon su vida, que sienten haber con-seguido las metas deseadas y querepetirían uno por uno los pasosdados, parecen disponer de un sóli-do sentimiento de pertenencia, delazos sociales firmes (integración), yestar confiadas en el futuro de pro-greso que le puede deparar lasociedad (actualización social).

De otra parte, y de una maneraigualmente significativa, la Tabla 1nos ofrece datos respecto a la coli-sión que se produce entre lasdimensiones psicológicas del ordensocial y la escala de depresión.Todas ellas arrojan resultados signi-ficativos, pero de nuevo es necesa-rio destacar que lo hacen con unaintensidad especial aquellos aspec-tos que remiten a creencias y/oexperiencias que tienen un referentemacrosocial (actualización social ycoherencia social), de suerte que laspersonas que encuentran dificulta-des en encontrarle un sentido a lavida y al mundo en el que viven, oque lo han perdido de pronto debi-do a la sacudida de un evento trau-mático, alcanzan puntuaciones másaltas en la escala de depresión (r = ,-325, p < ,01 entre la escala dedepresión y la dimensión de cohe-rencia social). Otro tanto les ocurrea quienes sienten que todo lo quesucede a su alrededor lo define elmás puro azar, y que es el desordeny el desconcierto el que maneja ladinámica social (r = ,-360, p < ,01entre la escala de depresión y ladimensión de actualización social).

Relaciones igualmente significativases posible observar entre la medidade depresión utilizada y la ausenciade lazos y vínculos sociales quegaranticen un mínimo nivel deapoyo social (integración), la falta deconfianza en los otros (aceptación),y en nuestras posibilidades de cola-borar al bien común (contribuciónsocial). Se trata, por otra parte, deresultados esperados que cuentancon amplio respaldo en la investiga-ción clínica.

Como era de esperar, en elmismo sentido que la depresión,aunque con menor intensidad, semuestran la anomia, las limitacio-nes, y el afecto negativo, confor-mando así un bloque tan coherente,bien que de signo distinto, como elque nos han ofrecido la auto-esti-ma, el afecto positivo, la aportación,la satisfacción, y el bienestar. Laspersonas que ven el futuro lleno desombras y piensan que la tendenciaes ir siempre a peor, es muy posibleque sean las mismas que se sienteninútiles, desesperanzadas y tristes(afecto negativo); las mismas que almismo tiempo creen que resultaimposible poner orden y control ensu existencia porque tienen la sen-sación de que es el azar o algunafuerza incontrolable la que dominairremediablemente su vida (limita-ciones). Todo ello les conduce a unallamativa falta de confianza en símismas (r = ,-422, p < ,01 entreanomia y la dimensión de acepta-ción), a una carencia de sentido ensu vida y en la sociedad que lascobija (r = ,-329, p < ,01 entre limita-ciones y la dimensión de coherenciasocial), y a una desconfianza inquie-

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ta y desesperanzada respecto a lacapacidad de progreso y desarrolloque ofrece la sociedad (r = ,-320, p < ,01 entre afecto negativo y ladimensión de actualización).

También merecen atención losdatos sobre acción social. Todas lasdimensiones del bienestar social pre-sentan correlaciones significativascon la implicación en la solución deproblemas sociales, dejando laimpresión, nada extraña, de que laspersonas en las que concurren unapercepción y experiencia positiva delmundo y del orden social y disfrutan,por tanto, de un buen nivel de bien-estar social, se implican en la trans-formación y en el cambio social. Sinembargo, estas conductas destina-das a resolver los problemas de lasociedad parece que sólo permane-cen de manera reciente en aquellaspersonas que se sienten útiles a lacolectividad y confiadas en sus posi-bilidades (r = ,145, p < ,01 entreacción social reciente y la dimensiónde contribución) y que se encuentransocialmente integradas.

Finalmente, todas las escalas debienestar social, excepto la de acep-tación, mostraron relaciones signifi-cativas con la salud física percibida.Sin embargo, si en lugar de conside-rar la salud percibida, tenemos encuenta un indicador objetivo (númerode visitas al médico), el panoramamuestra una cierta desolación quesolo se reconduce cuando tomamosen consideración la coherenciasocial. Es algo más que una anécdo-ta, porque el sentido y el significadoque damos a nuestra vida y al mundoque nos rodea es un buen indicador

de salud. Eso lo sabemos porque eltrauma acostumbra a derrumbar lossignificados y a arruinar las metáfo-ras de nuestra existencia.

SEGUNDO ESTUDIO

Teniendo en cuenta los resultadosanteriores, y para profundizar en larelación existente entre los indicado-res de salud auto-informados pro-puestos por Keyes y un indicadorobjetivo, número de visitas al médi-co, desarrollamos un segundo estu-dio en el que incluimos además delas medidas de Bienestar Socialempleadas en el primer estudio, elresto de dimensiones propuestas porel Modelo del Estado Completo deSalud. Nuestra hipótesis, de acuerdoa los resultados encontrados en elprimer estudio, es que la coherenciasocial será el indicador que mostrarála relación más fuerte y significativacon el número de visitas al médico.

Método

Participantes y procedimiento.

En este estudio participaronvoluntariamente 302 sujetos (168hombres y 134 mujeres) con edadescomprendidas entre 18 y 72 años (M = 32; D. T. = 13). Un 4% de lamuestra señaló que su unidad fami-liar contaba con ingresos de menosde 12.000 euros, un 19 % coningresos comprendidos entre12.001 y 20.000 euros, un 45% coningresos comprendidos entre20.001 y 40.000 Euros, y un 32%con ingresos superiores a 40.000

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euros. Respecto a su nivel máximode estudios, un 53% había realizadoestudios de bachillerato, un 25%eran diplomados o equivalentes, yun 22% eran licenciados o poseíantitulaciones superiores. Se empleóel mismo procedimiento que en elestudio anterior.

Medidas

Bienestar Social, Satisfacción conla vida y Afecto Positivo. Se utiliza-ron las mismas medidas que en elestudio anterior.

Bienestar Psicológico. Se empleóla versión propuesta por Díaz et al.(en prensa) de las Escalas de Bien-estar Psicológico (Ryff, 1989). Elinstrumento cuenta con un total deseis escalas (Autonomía, Autoacep-tación, Relaciones Positivas, Domi-nio del entorno, Propósito en lavida, y Crecimiento Personal) y 33ítems (4 a 6 ítems por escala) a losque los participantes respondieronutilizando un formato de respuestacon puntuaciones comprendidasentre 1 (totalmente en desacuerdo)y 6 (totalmente de acuerdo). Todaslas escalas mostraron una buenaconsistencia interna con valores αcomprendidos entre 0,83 y 0,70.

Número de visitas al médico. Seempleó la misma medida que en elestudio anterior.

Resultados

Para analizar la relación existenteentre las trece variables de salud

mental y el número de visitas almédico se realizó un análisis pathempleando el programa AMOS 5.0(método de estimación: máximaverosimilitud).

Como puede observarse en laFigura 1, y de acuerdo con nuestrahipótesis, la dimensión de coheren-cia social (una dimensión del bienes-tar que pasa a formar parte de lasdimensiones diagnósticas de saludmental) fue la que presentó una rela-ción más clara con el número de visi-tas al médico (b = -,26, p < ,001).Únicamente otros tres indicadoresmostraron relaciones significativascon esta variable: el afecto positivo(b = -,23, p < ,01), las relacionespositivas (b = -,19, p < ,05) y el creci-miento personal (b = ,17, p < ,05).Las trece dimensiones explicaron, en total, un 13% de la varianza de la variable visitas al médico (CMC = ,13).

Discusión

El orden social no solo ofrecedatos susceptibles de convertirseen estadísticas; también está en lamente de cada uno de nosotros.Ese sería el matiz, nada objetivopor cierto, que es necesario intro-ducir desde la Psicología a la pro-puesta de Durkheim, y este podríaser también el resumen más acer-tado de lo que modestamentehemos pretendido a lo largo deeste trabajo. En el intento por limarel determinismo holista de Dur-kheim, hemos querido echar manode las dimensiones del bienestarsocial propuestas por Keyes (1998)

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que nos han permitido hablar dealgunos de los componentes delorden social no tal y como ellospropiamente son, sino tal y comoson vividos, experimentados y per-cibidos por los sujetos. Nos permi-ten pasar, al modo kantiano, delhecho en sí al hecho percibido, unpaso por cierto que ha resultadodecisivo para la Psicología.

Este hecho nos permite avanzardesde las directrices de un modelolineal a una perspectiva relacionalque, como ninguna otra, es la quecon más entereza define la naturale-za de la perspectiva psicosocial.Como apuntara Tajfel (1984), setrata de ver en qué medida determi-nados aspectos del funcionamiento

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Figura 1Análisis path de la relación entre los diferentes síntomas de salud

y el número de visitas al médico

Nota: En la figura se presentan los coeficientes de regresión estandarizados y, en cursiva,la CMC de la variable dependiente. Los coeficientes en negrita indican relaciones significa-tivas ( p < ,05). Los coeficientes sin resaltar indican relaciones no significativas.

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psicológico humano (la satisfacción,auto-estima, la depresión, la ano-mia, el bienestar, son algunos de losque hemos manejado) moldean yson a su vez moldeados por losacontecimientos a gran escala, y apequeña escala, que nos rodean;hasta dónde pueden verse afecta-dos algunos aspectos de nuestrasalud por los sentimientos de con-fianza o desconfianza, por la per-cepción del sentido y del control, opor la experiencia de apoyo quedespierta en nosotros el mundointerpersonal y la realidad social enla que estamos inmersos.

Los datos que hemos ofrecido,más allá de su concreción cuantita-tiva, se dejan claramente interpretaren términos de una asociación entredeterminados estados psicológicos(auto-estima, depresión, satisfac-ción, bienestar) y la experiencia ypercepción de algunos de los com-ponentes del ordenamiento socialdel que formamos parte. Puedeparecer una tautología subjetivista ypsicologicista, pero está lejos deserlo, porque tan cierto es que lapercepción puede prescindir de losdatos que ofrece la realidad, dandolugar con ello a un subjetivismo psi-cologicista extremo, como que loque percibimos y sentimos nopuede ser ajeno por completo a loshechos de la realidad interpersonaly social que nos rodea. La perspec-tiva relacional en la que nos hemosinstalado, que no es sino una pers-pectiva socio-histórica, defiende lasegunda de las hipótesis: el senti-miento de integración, de confianzaen los otros y en la sociedad, deauto-eficacia y capacidad de con-

trol, de utilidad social, y de sentidode nuestra vida reflejan, en unamedida tan personal como social-mente compartida, las característi-cas objetivas de esa estructura yordenamiento social al que venimoshaciendo referencia desde los pri-meros párrafos de este trabajo.

Es posible que no sea el único,pero sin duda uno de los caminospara remediar el mal pasa por darconsistencia y dotar de coherenciaa la realidad social que nos envuel-ve, especialmente a aquella que seencuentra más cercana a nuestrapiel (los grupos a los que pertenece-mos). Esta idea, que atraviesa lapropuesta teórica de Durkheimdesde “La división del trabajosocial” (1893) hasta “Las formaselementales de la vida religiosa”(1912), pasando naturalmente por“El Suicidio” (1897), admite hoy unalectura mucho más pertinente.Desde un modelo de salud positiva,el ordenamiento social actúa nosolo como bálsamo contra losmalos tragos que nos depara lavida, sino como garantía para insta-lar dentro de ella satisfactorios nive-les de bienestar, para la construc-ción de condiciones positivas parala salud, en palabras de Seligman yCsikszentmihalyi, 2000).

Esta es la idea que queremosreflejar en la Figura 2, teniendo encuenta, como no podía ser de otramanera, los datos que venimosmanejando en la Tabla 1. Partiendodel orden social en tanto que espercibido a lo largo de las dimensio-nes que definen el bienestar social,los datos que hemos ofrecido nos

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permiten establecer una clara dife-rencia entre experiencias vitalessatisfactorias (Fierro, 2004) que laspersonas han ido acumulando en suvida interpersonal y social, y expe-riencias vitales insatisfactorias quehan jalonado su vida. La propuestade Fierro nos parece en este con-texto especialmente pertinente:“Desde luego no es posible definirla salud mental sin alguna referencia

al bienestar personal o a una felici-dad que incluye cierto grado decalidad en experiencias vitalessatisfactorias” (Fierro, 2004, p. 7).Por su parte, tampoco sería posibledefinir el malestar psicológico sinreferencia a experiencias vitalesinsatisfactorias. Dichas experienciaspenden tanto del bienestar personalcomo de la adaptación social:ambos, sostiene Fierro (2004), se

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Figura 2Percepción del orden social y experiencias vitales satisfactorias e

insatisfactorias

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postulan como los más claros indi-cadores en la bipolaridad salud-trastorno mental. Nuestros datosalimentan el protagonismo de laadaptación social, de suerte que lasexperiencias a las que aludimos, sindejar de ser vitales, son primera-mente experiencias sociales, o si seprefiere, experiencias de “lo social”,tanto en las distancias largas(actualización o coherencia social,como en sus distancias cortas (inte-gración o contribución social), ensus relaciones interpersonales,como en sus relaciones con losocial en su sentido más abstracto.

La percepción y/o experienciapositiva de las características delordenamiento social (las experien-cias sociales satisfactorias) se sal-dan de manera claramente benefi-ciosa para nuestro funcionamientopsicológico, tal y como queda refle-jado en las respuestas de los sujetosempleados en nuestra muestra a lasescalas que miden la autoestima, laexperiencia de ser socialmente útil,la satisfacción con nuestra vida, elsentimiento global de bienestar, y elafecto positivo. También parecenhacerlo, en esa misma direcciónpositiva, con la salud física, o conuno de sus indicadores más objeti-vos, el de las visitas al médico, tal ycomo se ha puesto de manifiesto enel Estudio 2. Es en este sentido, ycon el cuidado y la modestia querequiere toda interpretación dedatos, en el que podríamos volversobre el “optimismo inteligente” deAvia y Vázquez (1998): las visitas almédico, un indicador objetivo desalud, parecen avenirse mal con laexistencia de relaciones positivas

con los otros definidas por senti-mientos de cercanía, empatía e inti-midad, y todavía peor con emocio-nes de alegría, buen humor, satisfac-ción con la vida, sosiego, etc., conemociones positivas, en una pala-bra. Cuando, por razones que nohan sido objeto de estudio en estetrabajo, aunque algunas de ellas sonbien conocidas (los eventos traumá-ticos, sin ir más lejos), nuestra expe-riencia adquiere tonos sombríoshacen acto de presencia síntomasde depresión, desconfianza respectoal futuro, desesperanza, y sentimien-tos de indefensión e inutilidad. Estosson, sin duda, los datos que prota-gonizan la investigación que tene-mos entre manos: la importanciaque entraña para la salud positivalas experiencias sociales satisfacto-rias: sentir el calor, el apoyo y la cer-canía de los tuyos, confiar en ellos,sentir el placer y la satisfacción decontribuir a la solución de los pro-blemas que los aquejan, confiar enel futuro de la sociedad en la quevives, ver que tu vida no ha sido enbalde, y ser capaz de encontrarle unsentido a ese mundo tan convulsoque nos rodea.

Más allá de los datos empíricosque avalan estas afirmaciones, esta-mos frente a un síntoma, a una delas muchas señales que avalan demanera inequívoca la necesidad decontar con el orden social psicológi-camente mediado (la percepción yexperiencia que de él tienen lossujetos) a la hora de abordar elestudio de la salud. De entre todasellas, hay una que, pese a los pro-blemas que plantea su medición,merece un comentario singular, por-

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que singular es también el lugar enla que la hemos ubicado. Se tratade la acción social, variable clave enla salud positiva, que nos remite auna antigua y recia convicciónvygotskiana: la creencia en la capa-cidad de las personas para modifi-car el medio que las rodea. Los ani-males “se adaptan pasivamente almedio; el ser humano adapta acti-vamente el medio a sí mismo”(Vygotski, 1991, p. 46). El sujetocomo agente de su propia conducta(de su propia salud) y la implicaciónde las personas en la solución delos problemas que aquejan a lasociedad en la que viven parecentener algo que ver con el sentimien-to de pertenencia (con una expe-riencia satisfactoria de la pertenen-cia social), con sentir el calor y elapoyo de los nuestros, con la con-fianza que depositamos en losotros, y con el sentido que le damosal mundo en el que vivimos.

En “La división del trabajo so-cial”, un texto clave en la teoría

social, Durkheim sigue llamando laatención sobre la importancia quereviste la participación en la vidasocial, la conexión de las personascon los procesos sociales, y la pre-sencia de esos “... lazos que liganal individuo a su familia, al suelonatal, a las tradiciones que le halegado el pasado, a los usos colec-tivos del grupo” (Durkheim, 1982,p. 470). Estamos hablando una vezmás de la integración social, yestamos, de paso, abriendo de paren par las puertas a la considera-ción de otro elemento del ordensocial como bienhechor de lasalud: los rituales como mecanis-mos de solidaridad de los que seextrae “una impresión de bienes-tar”. Esa es una de las hipótesisque mantiene Durkheim en “Lasformas elementales de la vida reli-giosa”, y sobre ella se han trabaja-do recientemente algunos aspectosdel trauma derivados de los atenta-dos del 11-M (ver Jiménez, Páez, yJavaloy, 2005). Pero esa es ya otrahistoria.

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