Los Italianos y la construción del Teatro Colón de Punta Alta

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Los italianos y la construcción del Teatro

Colón de Punta Alta

Punta Alta, 2003

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autoridades municipales

Jorge Osvaldo IzarraIntendente MunIcIPAl

Alicia AmiotdIRectORA de cultuRA

equipo de trabajo

coordinación generalProf. luciano IzarrainvestigaciónAngélica cejaslic. Gustavo chaliertextoslic. Gustavo chalierficha técnicaArq. Graciela Britosdiagramación y diseño d.G. Mauricio Rossellodiseño de tapad.G. Ariel ArrudacolaboradoresProf. Fernanda MartelProf. Romina AmarfilProf. Guillermo BertinatimpresiónMultigráfica

autoridades de la So-ciedad Italiana

PresidenteAngel Orlando MAZZeOVicepresidente Antonio cRISAFullISecretarioHeriberto tIcOZZIPro Secretario Pedro BORGHeROTesorero Sebastian ISGROPro Tesorero Hugo PIGlIAcAMPIVocales TitularesAlberto VIdAleeduardo PAGAnInIPedro MIcAleRoberto H. AltAMIRAnOVito ISGROFrancisco SOttIleVocales SuplentesHoracio HeRnAndOVicente duRSIPrimo MARAScHInSalvador BARReSIHeraldo BecAlA Jose ScIlIPOtI

JUNTA FISCALIZADORATitulardr. Aldo dIGnAnI Francisco cOMeRcIPablo PAROVelSuplente Antonino MAStROleMBOPedro ROSellOOsvaldo GOnZAleZ

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PRÓLOGO

con esta obra, el Archivo Histórico Municipal cumple con la tarea de presentar un trabajo más de investigación histórica surgida de la inte-racción con instituciones y personas de la comunidad puntaltense. este es uno de sus objetivos : servir de nexo entre la gente y sus orígenes. este libro nace del trabajo de recopilación documental sobre el teatro colón de Punta Alta que, pacientemente y durante años, llevó a cabo Angélica cejas. Su interés se originó en sentir esa sala como propia, a raíz de su vinculación al arte escénico. A principios de este año, la señora cejas acercó al Archivo Histórico Municipal tres voluminosas carpetas con recortes de diarios, fotografías y planos con la intención que el equipo técnico elabore un texto utilizando ese material. el Archivo aceptó el desafío. Se completaron las lagunas docu-mentales con material existente en su acervo. Asimismo, se recurrió a la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos unione e Progresso, quien facilitó los libros de Actas y brindó su apoyo incondicional al proyecto. también se aprovechó la oportunidad para enmarcar la obra de fundación del teatro colón dentro de un proceso demográfico y social como lo fue la inmigración italiana en nuestra ciudad. Fenómeno que, pese a su importancia cuantitativa y cualitativa, no había sido abordada ni sistemática ni profundamente hasta la actualidad. Por eso la primera parte del trabajo muestra el significativo aporte de los italianos al poblamiento inicial del partido. de esa forma, se propuso a través del proceso inmigratorio, trazar un panorama de la historia local en las primeras décadas del siglo XX.

Punta Alta, Septiembre de 2003

luciano Izarra Archivo Histórico Municipal

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PRIMERA PARTELA INMIGRACIÓN ITALIANA

EN PUNTA ALTA

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a. Los italianos en la Argentina

Argentina, país de inmigran-tes

cuando se habla de inmigración en la Argentina, inmediatamente se piensa que el fenómeno tuvo su origen en 1853 (al fundarse, constitución mediante, la república liberal después de la caída de Rosas) o en 1880 (inicio de la gran expan-sión económica argentina y de la llamada Gran Inmigración). Sin embargo, si bien esas fechas marcan el comienzo de una po-lítica inmigratoria sostenida y de gran envergadura, no podemos soslayar el hecho que, tradicional-mente, el Río de la Plata fue una región cuyo poblamiento estuvo en buena medida signado por el arribo de gente de ultramar. con escasa densidad poblacional entre los habitantes autóctonos seminómadas, a me-diados del siglo XVIII, Buenos Aires experimentó un boom de-mográfico derivado de su nueva situación política (capital del nue-vo Virreinato del Río de la Plata) y económica (puerto libre de tráfico de ultramar y punto neurálgico

del contrabando atlántico). es allí cuando la sociedad porteña incorporó un buen número de extranjeros, generalmente dedica-dos al comercio o la navegación. Británicos, norteamericanos e italianos, entre otros, iniciaron un movimiento numéricamente poco importante pero que se adivinaba constante, incorporándose rápi-damente a las filas de la burguesía cada vez más consolidada. las cifras del censo de 1805 nos in-dica que, en Buenos Aires vivían 469 extranjeros (265 portugueses; 92 italianos; 54 franceses, 26 norteamericanos y un número no determinado de ingleses), sobre una población que rondaba los 40.000 habitantes1 . Según elena chioz-za, «e l per íodo 1810-1870 se caracterizará por un constante proceso de europeización de la población, más acentuado en el litoral que en el Interior, por la influencia de la inmigración que, sin alcanzar los volúmenes del período siguiente, se acrecienta a partir de los años postreros de la década del 40. el ingreso de europeos no españoles es uno de los rasgos que mejor contribuye a diferenciar la población de la Argentina moderna de la de la era colonial» 2 .

1 cfr. ema WOlF y cristina PAtRIARcA: La gran inmigración, Buenos Aires, Sudamericana, 1991, p.172 elena cHIOZZA: « la población argentina en expansión», en Nueva Historia Integral Argentina,tomo 2, Buenos Aires, ceAl,1986, p.103

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la etapa que se desa-rrolló desde 1852 hasta 1880 tradicionalmente se la considera como la de la formación del es-tado nacional. la constitución, sancionada en 1853, ofreció un marco legal amplio a todo aquel extranjero deseoso de habitar el territorio argentino3 . todo gira-ba en torno de las ideas de la romántica y liberal Generación del ’37 y del apotegma de uno de sus adalides, Juan Bautista Alberdi: «Gobernar es poblar», sólo entendible en un país que, con 2.000.000 de km2, contaba con poco más de un millón de habitantes. la ideología del grupo gobernante es explicada de este modo conciso por ema Wolf y cristina Patriarca:

« [Alberdi]en su libro Bases refor-

zó la hipótesis de que el aporte inmigratorio traería aparejado el desarrollo cultural. entonces se entendía por «cultura» la gene-rada en las grandes capitales de europa; lejos estaba del moderno sentido antropológico, capaz de registrar y valorar los hábitos de vida del nativo. el consenso de la clase dirigente respecto de estas ideas era muy generalizado. Se espera-ba que el inmigrante fuera punta de lanza en la modernización del país, y todo ello debía produ-cirse en el marco de un estado liberal que evitaría controlar la entrada de capitales extranjeros, complementándola con la llegada de mano de obra. Brazos que tra-zaran surcos para la agricultura y picos y palas para tender vías de ferrocarriles.»4

3 Por ejemplo, el artículo 20: «los extranjeros gozan en el territorio de la nación de todos los de-rechos civiles del ciudadano; pueden ejercer su industria, comercio y profesión; poseer libremente bienes raíces, comprarlos y enajenarlos; navegar los ríos y costas; ejercer libremente su culto; testar y casarse conforme a las leyes. no están obligados a admitir la ciudadanía, ni a pagar contribuciones forzosas extraordinarias...» Artículo 25: « el Gobierno federal fomentará la inmigración europea; y no podrá restringir, limitar ni gravar con impuesto alguno la entrada al territorio argentino de los extranjeros que traigan por objeto labrar la tierra, mejorar las industrias, e introducir y enseñar las ciencias y las artes» Constitución de la Nación Argentina, Buenos Aires, Océano, 1996 (subrayado del autor) 4 ema WOlF y cristina PAtRIARcA, op. cit., p. 20. Para un análisis más detallado de los objetivos de la élite y su cambiante visión para con la inmigración, vide tulio HAlPeRIn dOnGHI: «¿Para qué la inmigración? Ideología y política inmigratoria en la Argentina (1810-1914)», en El espejo de la historia. Problemas argentinos y perspectivas latinoamericanas, Buenos Aires, Sudamericana, 1987, pp. 189-238. Si bien en un principio se recibió al inmigrante seleccionado (en su mayoría suizos, alemanes e italianos septentrionales), el desencanto vino de la mano de la gran mayoría compuesta por italianos meridionales, españoles, griegos, árabes, judíos, eslavos, etc. «Se teorizaba una inmigración de élite y se hallaron frente a la masa» (Blengino VAnnI: Más allá del océano. Un proyecto de identidad: los inmigrantes italianos en la Argentina, Buenos Aires, ceAl, 1990, p.32.)

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la revolución agrícola en las pampas, antes territorio exclusivo de los estancieros y sus rodeos, se verificó con el fuerte impulso que empresarios privados y los gobiernos nacional, pro-vinciales (fundamentalmente de Santa Fe, entre Ríos y corrientes) dieron a la colonización de feraces tierras. este fomento de una suer-te de inmigración dirigida, más la espontánea, dejaron un saldo de casi 90.000 personas ingresadas al país entre 1857 y 18705 . Pero el gran salto cuan-titativo se observó en la etapa denominada Gran Inmigración (1880-1930), cuando millones de inmigrantes arribados en forma masiva («aluvional», según la feliz expresión de José luis Romero) cambiaron el perfil demográfico, social, económico y cultural del litoral en forma particular y de todo el país en general. la conso-lidación definitiva de la autoridad del estado sobre los vastos terri-torios antes dominados por los indígenas incorporó al circuito productivo algunas de las más fértiles tierras del mundo; la paz interior, la expansión ferroviaria, el inusitado crecimiento de la eco-nomía dirigida a la exportación de materias primas, el incremento

del mercado interno; todos fueron factores coadyuvantes para que ese inmenso contingente humano se volcara a raudales a nuestro país. Se calcula que, entre 1857 y 1946, más de 6.600.000 inmigrantes arribaron al país. de ellos, poco menos de la mitad volvió a sus lugares de origen, generándose por tanto un saldo favorable de, aproximada-mente, 3.500.000 personas.6 Pero mas que el número, la proporción de extranjeros sobre la población nativa del país fue notable: si en 1869 los inmigrantes eran el 12% del total de habitantes, esta pro-porción subió a 25,5% en 1895 hasta alcanzar un tope del 30,3 % en 1914.7

«toda América recibió inmigrantes a lo largo del siglo pasado. en mayor número, los estados unidos. Pero ninguno recibió tantos como la Argentina en relación a su población lo-cal. ninguno vio sus ciudades y sus campos tan profundamente trastornados y modelados por hombres de otras culturas, al punto que hoy no hay aspecto de la vida argentina que pueda desvincularse de este hecho. la manera de hablar, de amar, de

5 cfr. elena cHIOZZA, op. cit, p. 103 6 cfr. elena cHIOZZA, op. cit, p. 111 7 cfr. elena cHIOZZA, op. cit, p. 112

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trabar amistad; la comida, la mú-sica, la política, la educación de los hijos, el deporte, los gestos, los juegos, la religión, están teñidos con su presencia» .8

La llegada de los italianos a la Argentina entre 1846 y 1932, mi-llones de italianos abandonaron

su patria de origen. las razones de este fabuloso movimiento de personas (que se enmarca en el contexto general de la gran emi-gración europea del período9 ), son variadas y difíciles de deter-minar. cada inmigrante poseía un móvil distinto para emigrar (móvil que tiene mucho que ver con su historia personal y con el lugar que ocupó en el tiempo y en el espacio) y los motivos varían conforme lo hacen los períodos económicos, sociales o la reali-dad de las diferentes regiones de origen (el rural y, en cierto modo atrasado Mezzogiorno; el norte, más industrial). no obstante, pueden establecerse causas generales de la emigración ultramarina italia-na10 .el inicio de la etapa llamada por la historiografía italiana de «Gran emigración» coincide con la nuestra de «Gran Inmigración»: 1880.la formación de un estado uni-

8 ema WOlF y cristina PAtRIARcA, op. cit., p. 21. 9 Ver Roberto cORtÉS cOnde y ezequiel GAllO: La formación de la Argentina moderna, Buenos Aires, Paidós, 1967 ,p.30: «los desplazamientos de población de los países europeos a los nuevos, (...) fue expresión del grado de desarrollo alcanzado por europa occidental. las migracio-nes internacionales en tal sentido resultaron de un movimiento secular de la agricultura hacia la industria. la productividad en la agricultura, al aumentar con mayor rapidez que la demanda de alimentos, dejó sin ocupación a una importante masa ubicada en la rama primaria. Parte de esa mano de obra sobrante contribuyó a desarrollar las manufacturas; otra hubo de desplazarse hacia los países escasamente poblados» 10 Seguimos aquí, fundamentalmente, lo expuesto en el artículo de ercole SORI: «las causas eco-nómicas de la emigración italiana entre los siglos XIX y XX», en Fernando deVOtO y Gianfausto ROSOlI (eds.): La inmigración italiana en la Argentina, Buenos Aires, ed. Biblos, 2000, pp.15-43. las causas políticas-ideológicas están expuestas por Jorgelina cAVIGlIA: Inmigración ultramarina a Bahía Blanca (1880-1914), Buenos Aires, clAcSO,1984

Inmigrantes desembarcando en Dárse-na Norte Buenos Aires, fines del siglo XIX - AGN.

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tario en la península itálica11 , introdujo grandes cambios en la realidad sociopolítica penin-sular. la burguesía italiana que accedió al poder, desmanteló el aparato asistencialista que el viejo régimen había montado en base a la labor social de la Iglesia y el paternalismo de los nobles y señores propietarios de tierras, como modo de captación del con-senso antiburgués. estas medidas incluyeron la adopción del libre-cambio en 1860, lo que afectó a la industria textil, principalmente instalada en el norte del país. con el proteccionismo implementado a fines de la década del 1880, se retardó la reestructuración y la eficientización de la parte más atrasada de la economía (agricul-tura y pequeñas artesanías, típicas de la zona meridional).12

Otro de los motivos de la emigración italiana ,sobre todo de la parte sur de la península, era la conformación demográfica misma. en el Mezzogiorno se ve-rificó un aumento de población típica de las regiones investidas con elementos externos de mo-dernización (hospitales, acceso a medidas de profilaxis); lo cual hace bajar la mortalidad pero no logra modificar hábitos y condi-

ciones económicas y sociales para bajar la natalidad y crear nuevos puestos de trabajo. lo limitado del acceso a la tierra empujaba a la población meridional fuera de sus hogares: hacia el norte industrial, o fuera de su patria, en los países limítrofes o más allá del océano. Por otra parte, el proceso de industrialización que venía afectando a Italia dejaba por el camino a la masa de artesanos, cuyos trabajos no tenían deman-da. Si migraban al norte o a las grandes ciudades, perdían su pre-ciada condición de trabajadores independientes, convirtiéndose en obreros industriales, con salario fijo y relación de dependencia. la emigración les permitía conservar sus oficios y su autonomía, sobre todo si se dirigían a economías mas «atrasadas», donde su labor era valorada. el bajo nivel salarial agrícola y la escasez de moneda circulante, se podía paliar con la emigración, sobre todo la es-tacional o temporaria: se iba a buscar el dinero, que giraban a sus familiares que se quedaron en el terruño. la solución al proble-ma general de pauperización,

11 Hasta 1859, Italia era un conglomerado de pequeños estados que, entre 1859 y 1861 se unificaron bajo el poder del Reino de Piamonte-cerdeña, cuyo soberano, Víctor Manuel II fue proclamado rey de Italia. el 20 de septiembre de 1870 se completó el proceso cuando tropas reales entraron a Roma (hasta ese entonces bajo el gobierno del Papa) y la proclamaron capital del nuevo estado. 12 ercole SORI, op. cit., pp. 20-21

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entonces, fue el intenso plan de obras públicas y la emigración, que el gobierno fomentaba. de ese modo, también se combatía al delito y a las huelgas agrarias. «del conjunto de italianos que emigraron hacia cualquier destino entre 1880 y 1929 -16.989.924 -, del norte occidental eran el 22 %, del norte oriental y central el 37, 9% y del sur el 39,6%»13

Mientras que ee.uu. y Brasil era el destino favorito de las masas meridionales, la Argentina recibió contingentes del norte, del centro y del Sur de la península en forma más equilibrada. Hasta 1895, el mayor peso de la inmi-gración hacia nuestro país lo tuvo el norte. luego de esa fecha, la proporción se revirtió a favor del sur.14

el número y la propor-ción del arribo de italianos al país cobró proporciones fabulosas. en 1869 representaban un 33% de los extranjeros residentes en la

Argentina; en 1895 constituían el 48% y en 1914 el 36%. 15 en total, se calcula que un millón y medio de personas provenientes de la península itálica se quedaron en el país entre 1860 y 1930.es sabido que en los primeros años, el grueso de la inmigración italiana hacia la Argentina estuvo constituida por campesinos de-seosos de adquirir nuevas tierras. eran el 82% de los recién llegados entre 1876 y 1891. Pero la es-tructura de latifundio de nuestro país y los precios especulativos de los campos hicieron que muchos italianos terminaran como peo-nes rurales o, en el mejor de los casos, como arrendatarios; y que, fracasada su aventura campesina, se volcaran a las ciudades donde ejercieron empleos de baja cali-ficación.16

A partir de la década de 1890, la proporción de agricul-

13 cfr. María cristina cAcOPARdO y José luis MORenO: «características regionales, demográ-ficas y ocupacionales de la inmigración italiana a la Argentina», en F. deVOtO y G. ROSOlI,op. cit., p.63 14 cfr. María cristina cAcOPARdO y José luis MORenO, op.cit., pp. 63 a 65. 15 cfr. clelia lÓPeZ de PAGAnI; nora AVAle de IuRMAn y nora dI GIGlIO: Contribución al estudio del impacto inmigratorio en el sudoeste de la provincia de Buenos Aires. La inmigración italiana 1880-1914, Bahía Blanca, univerdidad nacional del Sur, p.8 16 Poco después de la fundación de Bahía Blanca, comenzaron a llegar italianos -especialmente geno-veses- que comenzaron con el cultivo de trigo y verduras a orillas del arroyo napostá. (cfr. enrique césar ReccHI: Bahía Blanca. 175 años de historia en historias, Bahía Blanca, encestando, 2003, p.119). «Fueron inmigrantes italianos quienes en la zona de Bahía Blanca se dedicaron a la horticultura, que fue prácticamente especialidad suya, de tal modo que en esta región y aún hasta la actualidad, quintero es sinónimo de italiano. es oportuno puntualizar que los italianos, desde fines de siglo, introdujeron prácticamente en Bahía Blanca el cultivo y consumo de verduras, haciendo variar notablemente los hábitos alimenticios de la ciudad.» clelia lÓPeZ de

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tores entre los italianos inmigra-dos se revirtió. el grupo de los jornaleros fue el de más peso (el 38% entre 1913-1914), pero sin dejar los agricultores de tener un número más que significativo (casi 50% entre 1907y 1909; 36% entre 1913 y 1914). 17

b.Los italianos en Punta Alta

El poblamiento inicial de Punta Alta

la historia del pobla-miento sedentario de lo que hoy es Punta Alta y su inmediata vecindad principia bastante antes que el establecimiento de la Base naval en Puerto Belgrano a fina-les del siglo XIX. Sin contar las diferen-tes parcialidades indígenas que pasaban por estas tierras como parte de su circuito desde y hacia el centro y sur de la provincia, hacia mediados del siglo XIX ya encontramos al cacique Francisco Ancalao y su gente como propie-tarios de campos en lo que hoy es ciudad Atlántida, dedicado a la cría de ovinos. Igual actividad cumplían el cacique linares y los suyos,

ubicados entre Arroyo Pareja y la VII Batería ; y los Antenao, vecinos de los Ancalao que vivían en terrenos que hoy comprenden los barrios de ciudad Atlántida y nueva Bahía Blanca. todos estos grupos, ade-más de la explotación ganadera, se dedicaban al tráfico de diversas mercaderías en carácter de «indios amigos» con la cercana población de Bahía Blanca, surgida en 1828 al amparo de la denominada Fortaleza Protectora Argentina. Precisamente en recompensa por la ayuda brindada al ejército en su lucha contra parcialidades hostiles, obtuvieron los campos que ocupaban a la sazón. los primeros pobladores blancos de los que se tienen no-ticias fue el tte. coronel Manuel leiva (o leiba) y su esposa Felipa Araque. luego de servir en la For-taleza Protectora Argentina (de la que fue comandante interino en 1852), pidió la baja del servicio y se instaló en un campo que ocupaba lo que hoy es el núcleo histórico de Punta Alta y la zona de puerto de la Base naval. Falle-cido leiba, su viuda instaló una pulpería. en 1866, el agrimensor christian Heusser de Bahía Blan-

PAGAnI; nora AVAle de IuRMAn y nora dI GIGlIO, p. 31; tal es el vínculo existente entre italianos y agricultura en la Argentina, que en nuestro país la palabra «quinta», un italianismo, ha desplazado a la española «huerta», relegándola a parcelas del habla culta. 17 cfr. María cristina cAcOPARdO y José luis MORenO, op. cit. pp. 75 y ss.

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ca realizó la mensura del campo que Felipa decidió vender a luis Bartoli, de Buenos Aires. Otros habitantes que tradicionalmente se mencionan como habitantes en los días previos al establecimiento de la Base naval son pobladores más o menos aislados que se dedicaban a diversas tareas (mercachifles, bolicheros, etc.), algunos de los cuales eran italianos18 : lamentablemente de toda esta gente no se tienen más noticias que sus nombres, trasmi-tida la más de las veces por una tradición oral hoy perdida. Sin embargo, la actividad económica no se reducía al pasto-reo y a la extracción de piquillines para leña. en 1891, inició sus acti-vidades en Arroyo Pareja la em-presa pesquera de eusebio lópez y cía. en 1894 el francés eugenio Pinsolles formó una compañía para la instalación de un criadero de ostras también en la zona de Arroyo. Hacia 1896, la actividad desapareció, sin duda debido a la dificultad de criar el molusco en estas aguas. Pero tal vez el mayor emprendimiento haya sido el iniciado por el vasco Francisco torrontegui y su familia, quienes decidieron instalar una fábrica de

conservas de pescado, con flota pesquera propia. dicha fábrica duró hasta la primera década del siglo XX19 . Por esos años de fines del siglo XIX, el clima de las re-laciones entre los gobiernos de Argentina y chile no era el mejor. A fin de prepararse ante cualquier contingencia bélica, el gobierno de José evaristo uriburu decidió construir una Base naval (con su correspondiente dique de carena), en aguas profundas y capaz de dar refugio a los nuevos grandes acorazados comprados a Italia. la discusión de dónde instalar el puerto militar (si en el río de la Plata o próximo a él como defensa directa de Buenos Aires o más al sur, para proteger las costas patagónicas) dividió a la oficialidad y a los gobernantes. es por ello que en 1895, siendo Guillermo Villanueva Ministro de Guerra y Marina, se encargó un estudio del litoral ar-gentino al capitán Félix dufourq. este oficial era el ganador de un concurso auspiciado por el centro naval sobre el tema del sitio de construcción de la futura base; en la monografía premiada, dufourq desarrolló, con sólidos argumentos, su tesis acerca de la conveniencia de la instalación del apostadero en aguas de la bahía

18 Ver página 21 y ss. 19 cfr. Romina AMARFIl: La ría de la bahía Blanca , Punta Alta, Archivo Histórico Municipal, 1999, pp. 7 y 10.

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Blanca. Por lo tanto, no extrañó que el resultado final de sus estu-dios hayan sido los mismos que los de su trabajo teórico. en 1896, ante recomen-dación del rey de Italia, el gobier-no decidió contratar al ingeniero luigi luiggi, especialista en cons-trucciones portuarias para realizar un informe técnico referente al lugar definitivo de emplazamiento del puerto militar. luego de los estudios correspondientes, en marzo de 1896 luiggi se inclinó a favor de Puerto Belgrano, y así se lo hizo saber al ministro Villanueva en su estudio preliminar elevado en junio de ese año. Ante ese impor-tante aval, el 30 de noviembre de 1896 el congreso votó la ley 3450 autorizando al Poder ejecutivo la construcción del Puerto Militar en aguas de la bahía Blanca. A partir de esa fecha, los tiempos se aceleraron y la zona se vio rápidamente trasformada con la llegada de gente extraña al me-dio, pero que luego (algunos de ellos al menos) se aquerenciarían a la zona. en enero de 1897 co-menzó el trabajo de los técnicos para el trazado de la línea de telégrafo, ubicación de baterías de defensa, etc. es cuando llegan los primeros carpinteros. en ese mes Bartoli decidió donar al estado al-gunas tierras para la construcción

del arsenal naval. en febrero se inició la construcción de muelles de ma-dera y galpones en Arroyo Pareja. ese fue el lugar elegido para la instalación del campamento por-que, con un fondeadero seguro, tenían aprovisionamiento por mar de víveres y enseres desde Buenos Aires y la cercana Bahía Blanca. tal era la actividad que en abril se estableció un servi-cio de mensajería entre Arroyo Pareja y Bahía Blanca. también por esa fecha comenzó la casa de Reggio, carneiro y Pedriel, de Buenos Aires, el remate de tierras que pertenecieron a los Ancalao y que los martilleros adquirieron con fines especulativos. Para marzo de 1898, los trabajos preliminares se encontra-ban avanzados. el campamento contaba con quince manzanas . Había seis casillas de madera para el personal directivo y carpas para los obreros. el centro de las actividades estaba en lo que actualmente es Punta Alta y en el sector de Punta Sin nombre y las instalaciones de Arroyo se utilizaban como dormitorio. el 18 de abril se adjudicó la obra, previa concesión, a la em-presa dirks, dates y cía. y el 19 de mayo se iniciaron formalmente los trabajos. en junio, luiggi tomó posesión de los terrenos de Bartoli

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correspondientes para el traza-do de la línea férrea que uniría Baterías con Bahía Blanca, por el sector de Grünbein. en ese mismo mes, fueron aprobadas por el gobierno las bases del con-trato para el tendido de vías que llevaría a cabo el Ferrocarril Sud. la velocidad de los trabajos fue espectacular: en julio de 1898 se inauguró la estación Grünbein y en agosto, la línea férrea ya estaba en Arroyo Pareja. Por ese enton-ces, se completó el trazado de la Avenida a la estación ( que unía el sector del muelle militar con la es-tación llamada Punta Alta primero y más tarde Puerto Belgrano20 ) y se plantan los primeros álamos de

carolina y tamariscos. Para esa fecha, ya había mil obreros trabajando.el 26 de septiembre de 1898 comenzó a funcionar el servicio ferroviario de carga y el 1° de noviembre el de pasajeros. dada la facilidad de comunicación y aprovisiona-miento que brindaba el servicio ferroviario, los operarios decidie-ron abandonar poco a poco el campamento de Arroyo Pareja y establecerse en un lugar más próximo a los obradores, en torno a la estación. Paralelas a las vías, se levantaron las primeras casillas y, espontánea y caóticamente, se inició el trazado de un pueblito

Carpas de obreros del Puerto Militar, agosto de 1898 - Museo Naval Puerto Belgrano.

20 donde hoy funciona el Museo naval

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que fue creciendo a lo largo de la avenida llamada del Progreso (actual colón), tomando como eje de desarrollo la calle transvaal (actual Bernardo de Irigoyen). Para octubre de 1898, ya formaban Punta Alta (llamado en ese entonces uriburía, en home-naje al presidente que impulsó la construcción de la Base y que pronto se desechó para tomar el de la estación, cosa habitual en la Argentina) unas treinta casas de madera (entre las que sobre-salía la vivienda de luiggi) y las consabidas carpas, que fueron reemplazándose por viviendas de madera o ladrillo.

Los primeros italianos en Punta Alta

la carencia de datos estadísticos y demográficos fi-dedignos de esos años iniciales dificultan enormemente la tarea de cuantificar el número y la procedencia de los primeros con-tingentes de italianos que llegaron a la ciudad. no se olvide que en esa época Punta Alta, en lo admi-nistrativo, era una dependencia del Partido de Bahía Blanca. Y las pocas cifras que poseemos están englobadas bajo el rótulo

del municipio de cabecera. Podemos sí establecer la presencia de italianos en la zona de la ría antes de la construcción de la Base en Puerto Belgrano. Santiago (Giacomo) dasso y lorenzo Mascarello, prac-ticaban el cabotaje en las aguas de la ría a mediados del siglo XIX. domingo Gennari también lo hacía en puerto Belgrano en las últimas décadas del siglo XIX. era este quien efectuaba el cabotaje llevando mercaderías a Montevi-deo y trayendo desde allí carbón. en su barco Siempre tere fue uno de los proveedores de enseres y víveres para la obra de la Batería III.21

Felipe Arnaldi, llegó a Ba-hía Blanca en 1874. luego de ser copropietario, junto a su padre, de campos linderos a la ciudad,

21 Álbum-Revista Punta Alta, ayer y hoy. 1898- 2 de julio-1931, Punta Alta, 1931, p. 14

Domingo Gennari

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en 1891 (previo viaje a Italia) se instaló en el paraje llamado «los Ferreteros», en la nueva Bahía Blanca. Allí, desarrolló labores rurales alternadas con comercia-lización de hacienda. 22

Asimismo se detectan ita-lianos ocupando diversos sectores de la futura Punta Alta. entre ellos tradicionalmente las fuentes men-cionan a Juan colla, bolichero y Francisco Zanotti, dueño de la panadería Garibaldi, ambos en ciudad Atlántida.

José nardini (apodado «José el Alto»), mercachifle dedicado a la venta de diversos artículos a la gente de Ancalao y linares, se

¿Cuántos llegaron?

las listas existentes de primeros pobladores de la zona lindante a Puerto Belgrano en momentos en que se construía la Base naval, dan cuenta de una importante proporción de hijos de la península o, al menos, descendientes de ellos. A partir de 1897 se afincaron en Punta Alta y aledaños cientos de inmigrantes provenientes de Italia. en la lista que, bajo el título de los Fundadores, se incluye en una publicación en homenaje al 33° aniversario de Punta Alta, sobre 36 apellidos consignados, 22 (el 60%) son de procedencia italiana. la lista es:

«José nardini, Pedro luna, Juan devoto, Jacinto ló-pez, Alejandro chiodi, daniel Menéndez, Antonio Villar, Felipe Arnaldi, José Bianchi, luis Man-zoni, Antonio Malerba, Mateo Varela, José P. Varela, José García del Real, Juan cavallo, domingo Ferro, Antonio Reimondi, José García Puig, celso Mussini, An-tonio Giudicelli, Rafael d’Angelo, Pedro Avichacra, J. Pinzón, A. contadini, Victorio Piselli, Juan Mora, Ageo Ferretti, luis Zica-relli, Máximo Mussini, Sandalio

Francisco Zanotti

instaló en los primeros años de la década de 1880 junto con José Sardi en las inmediaciones del actual barrio el castillo.

22 Ibidem, p. 15

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22 23

carminatti, domingo Melchiori, Francisco Zanotti, José cerva, José torresi, Pedro Barros, José A. díaz, etc.» 23

Si bien el listado de nombres es incompleto (y por tanto, azarosa), nos indicaría una fuerte presencia itálica en los años iniciales. en 1941, una nota firma-da por José P. Varela (reputado como «primer poblador blanco de Punta Alta»), nos ofrece una perspectiva más detallada del poblamiento. Se nos dice que, en torno a las obras de la Base naval, surgieron tres núcleos de población: Puerto Belgrano, el más antiguo, contiguo a Arroyo Pareja, sobre aguas de la ría; ciudad Atlántida, un poco más al norte, tierra adentro; y la llamada uriburía (posteriormente Punta Alta) que terminó absorbiendo a las dos anteriores. Según Varela, Puerto Belgrano, estaba compuesto por obreros que trabajaban en la construcción del apostadero naval y era algo más que un simple cam-pamento de trabajadores, pues contaba con estafeta, telégrafo, proveeduría, escuela particular, comercio de comestibles, fondas, una carnicería, peluquería y mer-cería. los primeros pobladores

«en orden de presentación», y de acuerdo al autor fueron: Varela, cotarelo, devoto, Gozzola [debe ser Mazzola], Maydagán, carmi-natti, Ferro, torrontegui, Mancini, Gennari, Ruíz, García del Real y Palaci. en ciudad Atlántida se instalaron Juan colla, Francisco Zanotti , Juan Scolla (sastre), Italo d’Aste, cornelio Van Rees, J. chávez, l. Malvides. cuando el Ferrocarril Sud llegó a lo que hoy es Punta Alta, se produjo, como vimos, el abandono de Puerto Belgrano y ciudad Atlántida. Aquí, recuerda Varela, habitaron inicialmente Manzoni, Malerva, Salomoni, Bolevele, Barrios, constantini, Pinzón, luna, nardini, Menicuc-ci, Menéndez, Montero, torresi, Mussini, Mora, Bianchi, Abricha-cra ( o Avichacra, según la lista referida más arriba, v. nota 19), d’Angelo, Ferrandi, caseras, tonelli, Vilar, Magdalena, del Álamo, Reimondi, Piselli, Ferretti, Verdini, Sartori, diez, Melchori (o Melchiori),Junco, Razo, García, Bidini, chiodi, Goñi, Pirrera, Merino, Balbín, Patrignani, Ve-tri, Azzarini «y muchos más que fueron llegando y que en este instante escapan a mi memoria», según palabras de Varela24 .

23 Punta Alta. Ayer y Hoy. Album-revista editado con motivo del 33° aniversario de la fundación de Punta Alta. 1898-1931, Punta Alta, s/e, 1931, p.13

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24

es una lástima que Va-rela haya poseído una memoria selectiva, ya que la mayoría de los apellidos que recuerda son los de aquellos que, asentados aquí, fueron miembros de la burguesía local y que formaron las familias patricias de la zona. Faltan, obviamente, la mención de muchos obreros de pico y pala que trabajaron en su momento en la Base y que, o se radicaron fuera de la ciudad una vez finalizados los trabajos, o - afincándose- no lograron el ascenso social que otros connacionales tuvieron. de los 63 apellidos nombrados, 36 son de seguro origen italiano (aproximadamente un 52%),lo que vendría a mostrar la gran incidencia de pobladores de esa ascendencia en los comienzos de la ciudad. una muestra de la cuan-tía y de la influencia de la co-lectividad italiana puntaltense desde los albores del siglo XX es la historia de la construcción de la escuela Humberto I, sita en la Base naval. Asesinado el rey de Italia Humberto I y una vez llegada la noticia a la Argentina, el 31 de julio de 1900, se reunió el grueso de los italianos residen-tes en Punta Alta para decidir

de qué manera homenajear al monarca. en el Hotel Belgrano, se juntaron unas cuatrocientas personas; número más que sig-nificativo pues, como es lógico suponer, concurrieron sólo hom-bres. A propuesta de la esposa del ingeniero luiggi, Annie east, se decidió levantar una escuela que llevara el nombre del rey, la que se inauguró un año después y se constituyó en la primera en Punta Alta. Su primer maestro y director, Giacomo Gigola, era un lombardo de Salò ( Brescia) 25 . Si nos atenemos a las estadísticas, podremos inferir el peso específico que la comunidad italiana poseía en la zona.

24 cfr. José Pedro VARelA: «Mirada retrospectiva», en Antonio cReSPI VAllS et al. : Gran Album de Punta Alta. 1898-1941, Punta Alta, ed. Sureña, 1941 25 cfr. Guillermo BeRtInAt y Gustavo cHAlIeR: «los cien años de la escuela Humberto I,1901-2001», en El Archivo, nº 2, Punta Alta, Archivo Histórico Municipal, octubre de 2001

Escuela Humberto Primo, fundada en 1901 - MNPB -

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24 25

Según las Memorias de la dirección General de Inmigración y publicadas por clelia l.de Paga-ni, nora Iurman y nora di Giglio como conclusiones de un semi-nario dictado en la universidad nacional del Sur, el número de inmigrantes despachados hacia Bahía Blanca entre 1878 y 1912 por el citado organismo estatal se aprecia en el cuadro 1 26. como se observa, el flujo de inmigrantes no fue constante; antes bien, sigue los vaivenes de lo económico y lo social del distrito y del país. Al gran salto sufrido con la llegada del ferroca-rril a Bahía Blanca, le sucedió una etapa de depresión a principios

de los años ’90, producto de la crisis económica de esos años y que marcó una etapa de retroce-so inmigratorio en todo el país. la situación tendió a mejorar en 1896, cuando las expectativas laborales alrededor del Puerto Militar sin duda influyeron para que el número de extranjeros se quintuplicara. A partir de allí, su número nunca bajó de los mil. ¿cuánta de esta gente era italiana? no lo sabemos a ciencia cierta, pero suponemos que la mayoría. Basamos nues-tro aserto en datos censales del distrito (ver cuadro 1). tampoco conocemos qué número de estos italianos vivían exactamente en

Cuadro 1 Inmigrantes des-pachados a Ba-hía Blanca por la dirección Gral.de Inmigración (1872-1912, selección)

26 cfr. clelia lÓPeZ de PAGAnI, nora AVAle de IuRMAn y nora dI GIGlIO: op.cit, p. 13

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Punta Alta, ya que las estadísticas, conforme lo apuntado más arriba, se refieren siempre al ámbito del partido de Bahía Blanca. Pero la proporción de inmigrantes italianos, no podía, en todo caso, ser menor a la ostentada por la ciudad cabecera del distrito.

Ocupación

en contextos tan particu-lares como el nuestro, el examen de las actas conservadas en el Registro civil resultan particular-mente útil a los fines estadísticosel Registro civil de la Base naval comenzó a funcionar en 1901. la nómina de testigos que figuran en las Actas de defunción de ese año es particularmente reveladora,

Cuadro 2 Población urbana de Bahía Blanca 27

pues se indica la nacionalidad y la ocupación de cada uno de ellos. Por otra parte, el número de testigos es de 176, un número significativo si tenemos en cuenta que ese año, conforme a datos censales, Punta Alta contaba con 790 habitantes ( sin contar los que vivían dentro de la Base naval).

27 Según clelia lÓPeZ de PAGAnI, nora AVAle de IuRMAn y nora dI GIGlIO, op. cit. y con-forme al censo Municipal de 1906 y al 3er censo nacional de 1914.

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26 27

en líneas generales, pode-mos inferir de los datos aportados por el censo Municipal de 1906 y por otras fuentes, que la mayor parte de los italianos radicados en el partido se dedicaban a oficios varios y actividades mercantiles, y la gran mayoría eran jornaleros (empleados en la construcción de edificios, obras ferroviarias y estibadores portuarios). es prác-ticamente un lugar común decir que la construcción fue, durante mucho tiempo, monopolio casi exclusivo de los italianos, ya como maestros mayores de obras o en calidad de simples albañiles.28

esto se ve confirmado por los datos aportados por las actas mencionadas. en ellas po-demos ver un muestrario bastante representativo de las profesiones que ejercían acá los italianos y su incidencia relativa sobre el total. Según se desprende del análisis del cuadro precedente,

Cuadro 3 testigos de Actas defun-ción del Registro civil BnPB (1901)

Cuadro 4 Profesiones de los testigos de Actas defunción del Registro civil BnPB (1901)

28 cfr. clelia lÓPeZ de PAGAnI; nora AVAle de IuRMAn y nora dI GIGlIO, op. cit., p. 35.

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la mayoría de los italianos eran obreros no especializados (jorna-leros) o se desempeñaban el algún oficio manual o como artesanos, llegando prácticamente a mono-polizar estas ocupaciones (casi la totalidad de los albañiles y la mayoría de los carpinteros). Otros trabajos más determinados, para los que se requiere mayor prepa-ración o nivel de estudio, apenas están representados (far-macéutico, maquinistas). tam-bién es destacable el número de comerciantes. es una lástima que el rubro «cocinero» no especifi-que dónde se efectuaba la tarea; los suponemos atareados en las cocinas de barcos o de las nume-rosas fondas que ya existían en la creciente población. en cuanto a los empleados, su escaso número (tres) sobre el total (veintiuno) se explicaría porque el trabajo sin duda burocrático requiere una competencia del idioma castella-no que pocos de ellos, máxime los recientemente llegados, poseían. llama poderosamente la atención la relativamente poca incidencia de los oficios vinculados al mar. Se esperaría un mayor número de marineros o foguistas, aunque son los italianos la mayoría de los

que ejercen dichas actividades. también es llamativo la ausencia de pescadores, más si tenemos en cuenta que esa tarea era cumplida con éxito en el litoral marítimo. tal vez lo azaroso del relevamiento haya dejado fuera de conside-ración a este importante sector. María cecchini29 atesora los re-cuerdos de la inmigración itálica en las primeras décadas del siglo. ella nos cuenta de una actividad tradicional de los italianos en la zona, como vimos:

«Porque los sicilianos, no-sotros decíamos, vivían, están en las quintas, entonces a las lomas, eran todas lomas acá y decíamos «las quinta», eran los que culti-vaban la tierra. Pero cultivaban la tierra los días por ejemplo sábado, domingo, que no trabajaban en la Base, pero todos eran operarios de la Base.» Y precisa:

«unos eran carpinteros, otro herrero, este... pescadores, los ... del pueblo de mi marido (...) eran pescadores, de calabria.» 30

29 María cecchini de Spagnolo nació en Pesaro (le Marche) en 1910. llegó a la Argentina siendo una beba de pocos meses. Vivió toda su infancia en el llamado Barrio de Pescadores, contiguo al puerto y luego, en la década del ’20 se trasladó al centro de Punta Alta, en calle Rivadavia, justo al lado de la Sociedad Italiana. esta circunstancia, unida a su memoria, la convierten en testigo privilegiado de la construcción del teatro colón.

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28 29

Lugares de origen

en cuanto a las regiones de procedencia, lamentablemente no poseemos datos fidedignos que las indiquen. las actas alu-didas no precisan lugar de naci-miento preciso, más que el país y/o nacionalidad. la tradición que se man-tiene dentro de la comunidad quiere que la mayor parte de estos primeros italianos eran meridio-

nales (sicilianos, calabreses, napo-litanos) y así parecen confirmarlo los datos censales del país, que indican una tendencia creciente de inmigrantes del Mezzogiorno a partir de 1890. los testimonios orales parecen confirmar lo antedicho. María confirma que la mayoría de los italianos de aquí eran meri-dionales, específicamente nativos de Sicilia.

30 María cecchini de Spagnolo, Archivo Histórico Municipal, Archivo Oral, cassette 46, parte II

Mapa de Italia y sus regiones

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30

«Más bien sicilianos, sí. Porque los sicilianos, nosotros decíamos, vivían, están en las quintas...» 31

estos sicilianos prove-nían, en su gran mayoría, de la provincia de Messina (Barcellona di Gotto y aledaños) no obstante, y al menos posteriormente, en las primeras décadas del siglo XX, puede observarse una gran afluencia de inmigrantes provenientes de le Marche (principalmente Macerata y Ascoli Piceno) y Abruzzo. no hubo inmigración di-recta hacia Punta Alta, claro está. la mayoría de los trabajadores provenían de Bahía Blanca, de otros sectores de la provincia o de Buenos Aires, alentados en su traslado por la fuente de trabajo que proveía la construcción de la Base naval. luego, finalizado el grueso de las tareas de edifica-ción, muchos de ellos abandona-ron la zona, pero otros siguieron llegando, esta vez movilizados por la fantástica expansión expe-rimentada por Punta Alta entre 1900 y 1914.

c.Los italianos se organizan: asociaciones italianas en la región

en una comunidad re-ceptora como la Argentina de finales del siglo XIX y principios del XX, los italianos (como la mayor parte de los inmigrantes) no hallaron mayores dificultades de integración al medio social. el país en general, y la zona en especial, era permeable a la llegada de nueva población. Se veía a los inmigrantes como elementos que, merced a su traba-jo, incrementarían la riqueza y el progreso. en la región de la bahía Blanca, entre los factores que coadyuvaron a la aceptación de los inmigrantes italianos se suman la relativa escasez de población nativa y la llamada legión Agríco-la32 , cuyos miembros gozaron de gran prestigio social en la época. la salvedad la consti-tuían los llamados «elementos indeseables»: individuos enfermos (alcohólicos, principalmente), o díscolos (anarquistas, huelguistas

31 María cecchini de Spagnolo, Archivo Histórico Municipal, Archivo Oral, cassette 46, parte II. 32 la legión Agrícola Militar llegó a Bahía Blanca en 1856, fundaron la colonia de nueva Roma y luego se trasladaron al fuerte. estaba compuesta por 600 hombres, muchos de ellos libeales que habían participado en los levantamientos de 1848 en Italia. entre sus miembros figuraban varios apellidos célebres en la sociedad bahiense. (cfr. Homenaje de la Nueva Provincia al Centenario de Bahía Blanca. 1828-11 de abril- 1928, Bahía Blanca, la nueva Provincia, 1928, pp. 473-475)

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30 31

en general). 33

la cohesión entre italia-nos y el resto de la sociedad se efectuó a través de varias vías: matrimonios con nativos, incor-poración a sociedades de bien público (cooperativas, socieda-des de fomento, clubes, etc.) o mediante la acción sindical. en la región, fue muy importante la participación de los italianos en las cooperativas de consumos, siendo parte importante de los fundadores de entidades de este tipo en Ingeniero White (1912) y Punta Alta (1913)34 ; ambas inicia-ron el movimiento cooperativo en la zona lindante a la bahía Blanca. (Véase un poco más abajo cómo la historia se repite en Punta Alta)e n t re l a s e n t i d a d e s q u e conformaron,las asociaciones mutuales o de socorros mutuos figuraban, al igual que lo sucedido en casi todas las colectividades extranjeras, como órganos para el mantenimiento de la identidad, como soporte a los compatrio-tas menos favorecidos y como

referentes solidarios ante la co-munidad. la historia de las prime-ras asociaciones de inmigrantes, es prácticamente concomitante a la de la inmigración masiva en la Argentina. en efecto, a mediados de la década de 1850 surgieron en Buenos Aires las primeras sociedades de ayuda mutua, que dos décadas después conforma-ron dos tipos de organizaciones: las asociaciones de oficios y las de base étnica. Mientras las primeras (cuyos miembros eran inmigran-tes profundamente ideologizados) rápidamente evolucionaron hacia sociedades de resistencia y sindi-catos, las segundas siguieron un derrotero completamente diferen-te.

«escasamente interesa-das en la política del país receptor, poco entusiastas en las reivindica-ciones de la clase o en la adopción de actividades contestarias hacia el estado o las instituciones en general, y provistas en muchos casos de una fuerte solidaridad

33 cfr. clelia lÓPeZ de PAGAnI; nora AVAle de IuRMAn y nora dI GIGlIO, op. cit., p. 20 un ejemplo tardío de la visión utilitaria con que se alentaba a la inmigración nos la ofrece un editorial de un diario puntaltense: «Se desea (...) que la inmigración que venga a la Argentina sea sana moral y físicamente. (...)Propiciar la inmigración de elementos que se sepan una fuerza para impulsar el desarrollo del progreso del país, como factores en la explotación de nuestras fuentes de riqueza. no se trata como se comprende, de impedir la entrada de aquellos mutilados que son útiles para el trabajo, sino de aquellos que tendrán que vivir de la caridad pública y de los elementos peligrosos y perturbadores» ( Nueva Época, 15 de enero de 1919, p.1). notas de este tenor fueron frecuentes en los periódicos argentinos de esos años. 34 cfr. clelia lÓPeZ de PAGAnI; nora AVAle de IuRMAn y nora dI GIGlIO, op. cit., p. 50

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interclasista de matriz regional o nacional entre sus miembros, [ estas asociaciones] serán quizás (...) más una alternativa que un complemento de las asociacio-nes de reivindicación gremial o social.» 35

en cuanto a la ideología política de estas entidades, si bien se declaraban expresamente apolíticas, pueden percibirse en la mayoría de ellas un tinte garibal-diano o mazziniano por lo menos en los sectores medios y medio bajos que lideraban este tipo de instituciones36 . en la región, los italianos de Bahía Blanca ya se organizaron en 1882 en la Società Italiana di Mutuo Soccorsi. luego, en 1885

y 1886 se fundaron la Società Italiana Giuseppe Garibaldi y la Società Italiana XX di Settembre, ambas de orientación liberal y que se fusionaron en 1887. en 1903, los italianos del puerto whitense se organizaron en la Sociedad Italiana unione Operai y tres años después, se estableció en Bahía Blanca la Società Italia Meridiona-le. Por fin, en 1911, la colectividad bahiense logró conformar una única entidad con el nombre de Italia unita37 . Società Italiana di Mutuo Soc-corso de Punta Alta «Unione e Progresso»

35 Fernando J. deVOtO: «Participación y conflictos en las Sociedades Italianas de Socorros Mutuos», en F. deVOtO y G. ROSSOlI, op. cit., pp. 143 y 144 36 Giuseppe Mazzini (1805-1872) y Giuseppe Garibaldi (1807-1882), ambos de ideas liberales, están considerados los dos principales artífices de la unidad italiana. Mazzini pensaba unificar la península como una república; Garibaldi, al principio republicano, luego se distanció de Mazzini y se unió al rey Víctor Manuel de Piamonte-cerdeña para fundar el Reino de Italia. Aventurero, prototipo del héroe romántico, carismático y de gran personalidad, su figura opacó en la conciencia italiana a la del intelectual Mazzini. 37 cfr. clelia lÓPeZ de PAGAnI; nora AVAle de IuRMAn y nora dI GIGlIO, op. cit., pp. 49-50. Ver también Geremia cROcIttO, José R. cROcIttO y Julio c. de lucIA: Un siglo de vida de la Sociedad Italiana de S. M. de Bahía Blanca , Bahía Blanca, Palumbo Hnos., 1984, pp. 5 y ss.

Giuseppe Garibaldi

Giuseppe Mazzini

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32 33

«no había distinción de clase, de color, de nada. Éramo todo italianos y ¿sabés, sabe qué? agrupados para, para la Sociedad Italiana», dice María cecchini. el 4 de octubre de 1911, un grupo de italianos concurrió en Humberto I 563, con el pro-pósito de fundar una sociedad de socorros mutuos. la nómina de asistentes a esa reunión limi-nar era (sic) 38 : calisto Barbieri, Sandalio carminatti, Gaetano Beano, Pascual Flamini, cel-so Mussini, Giuseppe Bianchi, Italo d’Asti, Giuseppe Farina, Raffaele d’Angelo, luigi Pozzi, Gaetano Paoletti, Atilio canessa, leonardo calabrese, carlo Zalla y Felice Reineri. convocaron a sus connacionales otra reunión que se efectuó el día 7, en Ber-nardo de Irigoyen 159. Además de los ya nombrados, estuvieron presentes: Francesco Reimondi, ettore d’Aste, Beniamino Ponti, Massimo Mussini, Antonio Alfieri, Giovanni Poma, domenico Min-gucci, Alessandro chiodi, Felice Rubinetti, emilio Vagni, Santo Flamini, Giovanni d’Aglioli, er-nesto ceratti, Maggiori Ruggero, Ferdinando Mussini, Vincenzo

lazzari, luigi d’Amico, Antonio Grillo, niccolò cianci, Giuseppe Gugliotta, eugenio Agnelli, cre-senzio Mirolli, Michele Pierantoni, domingo calabrese, Bernardino Francesci, Vitaliano Venafri, Gio-vanni Marro, Gaetano Farina, Pie-tro carugno, Vittorio Mascherpa, Antonio Pugliesi, carlo Gal. en forma provisoria, se nombró pre-sidente a Italo d’Aste y secretario a Pietro Guagliotta. Se decidió convocar a una asamblea para el 14, a fin de conformar el consejo directivo de la entidad39 . en esa reunión, celebrada también en B. de Irigoyen 159, se

Calixto Barbieri

38 Preferimos transcribir los nombres en italiano, tal como aparece en la documentación consultada, sin su habitual traducción castellana 39 cfr. Libro dei Verbali, verbale nº 1, 7 de octubre de 1911, folio 1

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nominó a una comisión redactora del estatuto social, conformada, además del presidente y secretario provisorios, por Pasquale Flamini, esteban Poma y celso Mussini, en calidad de consejeros.40

Finalmente, el 29 de octubre de 1911, la Asamblea General aprobó el reglamento y llamó a la sociedad «unione e Progresso». Asimismo, esa misma asamblea pasó a elegir al consejo directivo, que estuvo conformado de la siguiente manera:Presidente: Italo d’Aste; Vice: Pasquale Flamini; Secretario: Pietro Guagliotta; Pro Secretario: celso Mussini; tesorero: Ra-ffaele d’Angelo; Pro tesorero: Massimo Mussini; consejeros: Gaetano Paoletti, Pietro carneva-le, carlo Zalla, Giovanni tonelli, Giuseppe Bartolini, ernesto crotti, Giuseppe Farina, Gaetano Farina, Antonio Grillo, leonardo cala-brese; Suplentes: Ferdinando Mussini, nicola cianci, Giovanni Giambaresi, luigi Franceschelli41

A propuesta de Italo d’Aste, en la reunión ordinaria del 16 de noviembre de 1911 se

determinó nombrar como Presi-dente Honorario de la « unione e Progresso» al ingeniero luigi luiggi, participándole por carta de dicho nombramiento.42

Muchos de los nombra-dos eran comerciantes o arte-sanos calificados que lograron constituir sus talleres con éxito relativo. Y, como tales, figuraban en los registros de la época. Por ejemplo, G. Bianchi fue quien, a fines del siglo XIX, tuvo la idea de fabricar ladrillos para proveer a la creciente población43 . los hermanos Farina poseían una carpintería y mueblería en 25 de Mayo y urquiza; Agnelli, un almacén. Raffaele d’Angelo era propietario del hotel las 14 Pro-vincias, ettore d’Aste de una ho-jalatería en Mitre al 300. Gugliotta era dueño de una mantequería; Beano en tanto, tenía instalado un taller mecánico y Venafri, un ne-gocio de zapatería44 . Italo d’Aste era jefe de la oficina local de la compañía de Aguas corrientes. Según el estatuto social redactado en febrero de 1913, los fines del cuerpo eran:

40 cfr. Libro dei Verbali, 14 de octubre de 1911, folio 2 41 cfr. Libro dei Verbali, 29 de octubre de 1911, folios 3 y 4 42 cfr. Libro dei Verbali, 16 de noviembre de 1911, folio 5 43 cfr. Álbum de Punta Alta. 1816- 9 de julio- 1919, Punta Alta, talleres Gráficos nueva Época, 1919, s/p 44 cfr. Guía Comercial Auber. 1917-1918. Bahía Blanca Nº 1, Bahía Blanca, Imprenta Panzini Hnos., 1918, p. 583 y ss.

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34 35

«a) el Socorro Mutuo. b) la instrucción fundan-do y manteniendo escuelas en la que sea la base del estudio la enseñanza de la lengua italiana. c) Patrocinar moralmente en cuanto sea posible la instala-ción en el pueblo de cooperativas de consumo para ventaja de los asociados» 45

este último punto es de capital importancia para la historia del cooperativismo pun-taltense, ya que se constituye en unos de los pocos antecedentes documentalmente registrados de la conciencia cooperativista exis-tente en la época, que buscaba por todos los medios la difusión, expansión y consolidación de esos

principios. Aquí también se verificó el mismo fenómeno que en otras sociedades italianas del país y de la región: la adhesión más o me-nos evidente de gran parte de la colectividad a principios liberales. esto es notorio por las apelacio-nes que realizaba la sociedad a Garibaldi y a fechas representati-vas, como el festejo del 20 de sep-tiembre. Además, dentro de ella figuraban masones46 reconocidos, como cianci, Rocca o Barbieri, que llegó a ser Gran Maestre de la logia Profeta nathan, una de las varias que actuaba en Punta Alta a la sazón. 47 Prueba de este vínculo existente entre la masonería y la sociedad

45 Libro dei Verbali, Asamblea General extraordinaria, 22 de febrero de 1913, p.2 46 la masonería (también llamada francmasonería) es una organización filosófica, filantrópica y progresista, de carácter secreto surgida en europa en el siglo XVIII. Sus objetivos son difundir y establecer los principios de libertad de acción y de pensamiento, sin dogmas preestablecidos; la igualdad y fraternidad de todo el género humano. como tal, estuvo en un principio estrechamente ligada al liberalismo y a la democracia burguesa, participando activamente de movimientos revolu-cionarios (independencia de los e. e. u. u. , Revolución Francesa, independencia latinoamericana, proceso de unidad italiana, Revolución rusa de 1917, etc.),enfrentando a todos los poderes que eran contrarios a sus fines: absolutismo monárquico e iglesias cristianas en el siglo XIX; fascismos y comunismo stalinista durante el siglo XX. Para imponer sus ideales, no vaciló en insertar secreta y activamente a sus miembros en partidos políticos, instituciones educativas y benéficas, fuerzas armadas, etc. ,desplazando en lo posible a elementos conservadores y reaccionarios. el secreto que rodeaba a sus reuniones y los ritos iniciáticos de sus miembros, provocó que sus enemigos difundieran un gran número de leyendas a su alrededor, que la vinculó con ritos paganos o diabólicos. en nuestro país fueron masones San Martín, Rivadavia, Belgrano, Alvear, urquiza, Mitre, Sarmiento, José Hernández, carlos Pellegrini, José Ingenieros, H. Yrigoyen, leopoldo lugones, Alejandro Korn, Alfredo Palacios, entre otros. (Ver emilio cORBIÈRe: «la masonería ante la historia», en Todo es Historia, nº 405, Buenos Aires, abril de 2001. Por supuesto, tanto Mazzini como Garibaldi eran masones (Véase la placa masónica en el pedestal del monumento a la memoria de este último y que está erigido en Bahía Blanca al lado del teatro Municipal) 47 Sobre el tema de la masonería puntaltense, véase el trabajo inédito de Fernanda MARtel: Ma-sonería en Punta Alta, monografía para el Seminario IV del Profesorado en Historia del Instituto Superior de Formación docente nº 79 de P. Alta, 1999.

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Italiana en sus orígenes es que, a la inauguración del edificio de la sede social, el 7 de junio de 1913, asistió, entre los representantes de otras asociaciones amigas, euge-nio Versura; quien, en nombre de la logia nadir del Gran Oriente de Italia, pronunció un sentido discurso. el edificio se hallaba emplazado en los terrenos que aún hoy ocupa la sede social, en Rivadavia al 400. en fecha que no se pudo determinar, pero que es bastante anterior a 1919, un grupo de italianos encabezados por Ange-lo Ruiz fundó la Società Italiana XX di Settembre cooperativa e Mutuo Soccorso. Ignoramos los

motivos que llevaron a la creación de esta entidad. Si nos atenemos a lo sucedido en Bahía Blanca unos años antes, las causas serían de corte ideológico. (la Società Italiana- que era liberal monár-quica, vale decir, garibaldina)-se vio desgarrada cuando un grupo liberal republicano -mazziniano- conformó en 1886 la Società Italiana XX di Settembre 48 ). no sabemos con certeza la ideología que animaba a Ruiz ni a sus se-guidores. las actas hacen saber que Ruiz, a raíz de reiterados desórdenes que provocaba en las asambleas, fue expulsado de la Sociedad por un Jury de

Homenaje de la colectividad italiana a la tripulación del acorazado Roma, frente al antiguo edificio social, 1919.

48 cfr. G. cROcIttO, J.R. cROcIttO y J.c. de lucIA, op. cit., p.12

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Honor en noviembre de 191549 . desconocemos el origen de estas discusiones entre Ruiz y la comi-sión, si las animaba la defensa de ideales políticos y sociales con-trapuestos o entraban en juego cuestiones personales. después de un inicio difícil, en 1919 cobró nuevos bríos, llegando a contar con cerca de doscientos socios. la XX di Settembre reafirmaba los principios cooperativos que no fueron tan manifiestos en el accionar de la unione e Progres-so. una demostración de ello es que a fines de 1919, se decidió constituir una cooperativa de

consumos, lo que se concretó un año después, el 6 de junio de 1920.50 no obstante, la escisión parece haber sido si no amistosa, por lo menos no abiertamente beligerante. los periódicos de la época registran los llamados que una y otra organización se realiza-ban para festejar conjuntamente el 20 de Septiembre, fecha nacio-nal italiana. esto pudo concretarse en 1920, cuando ambas entida-des celebraron el 50º aniversario de la toma de Roma. ese fue el paso para la fusión definitiva, que se concretaría hacia mediados de la década.

Comisión de Damas de la Sociedad Italiana Unione e Progresso, 1919

49 cfr. Libro dei Verbali, Acta 111, 14 de noviembre de 1915, folio 6 50 cfr. Nueva Época, 9 de junio de 1920, p. 3

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lo cierto es que, pese a las disidencias, la unione e Pro-gresso fue creciendo en número de socios. en 1919, éstos suma-ban 150 (contra los 83 con que contaba la Sociedad española de Socorros Mutuos y los 70 que se asociaban en la sociedad alemana Germania, las otras entidades étnicas de la ciudad). el crecimiento no sólo era cuantitativo: se mejoraba también en lo mutual y en lo social, afianzándose como centro representativo italiano.

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SEGUNDA PARTEEL TEATRO COLÓN

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a) El panorama teatral puntaltense a comienzos del siglo XX

en las primeras décadas del siglo XX, Punta Alta era una dinámica población que, luego de un crecimiento espectacular en los tres primeros lustros (se pasó de los 790 habitantes de 1901 a los casi 10.000 en 1914), sufrió un estacamiento que hizo que, en 1930, los pobladores sumaran cerca de 13.000.51 Punta Alta se deslizaba al borde de la Base naval, junto a las vías que la

unían a Bahía Blanca y a Rosario, fantaseando todavía con el futuro encaramado en el Puerto de Arro-yo Pareja. casas, comercios, insti-tuciones que se creaban a medida que se precisaban, convivían con las calles aún de tierra, los zanjo-nes que opacaban las veredas y la voluntad de transformación de la ciudad en una comunidad cada vez más habitable. Si bien la primera sala construida ex profeso para fun-ciones teatrales, musicales y líricas que tuvo Punta Alta fue el teatro colón (fundado por la Sociedad Italiana en 1931), esto no significa que antes de él no hubiera acti-

Punta Alta década del 20: Humberto I esquina Rivadavia.

51 cfr. Margarita BRÓndOlO y Sandra BAZÁn: Geografía de Punta Alta y Partido de Cnel. Rosales,p.101 y ss.

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vidad escénica de todo tipo en la ciudad. en las primeras décadas del siglo XX, bares como la Ma-rina, londres, la Bolsa o edén, sumaban a su rubro principal, un escenario donde se brindaban funciones teatrales, espectáculos orquestales, circenses, etc. estos bares poseían amplios salones y estaban ubicados a lo largo de la calle Humberto I, conformando de ese modo una suerte de centro donde se concentraban la activi-dad artística de la ciudad. el más importante de ellos fue, sin duda, la Marina, que con diferentes dueños, ocupó el solar de la calle Humberto I (don-de está hoy ubicada la sede social del club Rosario- P. Belgrano) y que, según la vieja numeración correspondía al número 660. era un salón amplísimo, con capa-cidad para seiscientas personas. las instalaciones se utilizaban como bar y cinematógrafo (era la costumbre de la época que el espectador viese las películas proyectadas sobre una pantalla colocada en un extremo de la sala, sentado a una mesa y tomando algo). Además, en un anexo, funcionaba una confitería y paste-lería. en el establecimiento se de-sarrollaban no sólo espectáculos

cinematográficos, sino también bailes, kermesses y hasta mitines políticos o sociales. en cuanto a las funciones teatrales, se contaba con un escenario y con todas las instalaciones pertinentes. numerosos avisos apare-cen en los diarios de ese entonces, como éste, que anunciaba los shows de la Marina:

«en la noche del miérco-les último la compañía chico de la Peña puso en escena el hermoso drama «la Garra» cuya interpre-tación fue excelente, y el juguete cómico chorros de Oro. la concurrencia que llenaba de bote a bote el amplio salón premió con nutridos aplau-sos la inteligente actuación de los artistas de dicha compañía.» 52

Bar La Marina, 1919.

52 Nueva Época, 6 de agosto de 1916, p. 1

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O este otro, del mismo local:

«en este salón-teatro debutará esta noche la compañía alegría, cuyo elenco la forman artistas, gimnastas, acróbatas y equilibristas. la troupe de esta com-pañía anuncia la realización de números interesantes. el espectáculo será al-ternado con la exhibición de tres hermosas películas estreno.» 53

el Bar londres, sito en Humberto I 515 era frecuentado por la oficialidad de la Armada, lo que le brindaba un importante prestigio en el seno de la sociedad puntaltense. Su dueño era Felicia-no napal (h.), secundado en sus tareas por su hermano Fausto.

«durante varias noches de esta semana ha actuado en el Bar londres el payador luis García, ya conocido por nuestro público» 54

el Bar la Bolsa funcio-naba en Humberto I 641, en la misma cuadra que la Marina. era su dueño Ángel Salvático y tenía por atracción permanente a un pianista, egidio Mazzini

que animaba las veladas. Según publicaciones de la época, en su salón se celebraban «diver-sas tertulias danzantes, lunchs organizados por sociedades de este pueblo y en varias ocasiones actuaron numerosos artistas de variedades»55 la mayoría de los artistas que actuaban en Punta Alta eran foráneos, provenientes de la capi-tal Federal u otras partes del país y que hacían extensas giras por el interior. Generalmente, eran contratados por teatros de Bahía Blanca donde actuaban primero y luego, aprovechando la cercanía de Punta Alta, se presentaban en los escenarios locales. la calidad de los espectá-culos no siempre era de la mejor y se prestaba a situaciones más bien

53 Nueva Época, 7 de abril de 1917, p. 1 54 Nueva Época, 7 de abril de 1917, p. 1 55 Álbum de Punta Alta, op. cit.,

Bar La Bolsa, 1919.

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grotescas, como las que protago-nizaba Ángel Prieto, propietario a la sazón de la Marina :

«A todos nos consta que en más de una ocasión en la Ma-rina el señor Prieto ha procedido «manu militare» [sic] a hacer bajar el telón cuando observaba que uno o varios artistas que se habían ofrecido como buenos resultaban menos que mediocres»56

no obstante, había pre-sentaciones de un nivel superlati-vo, con artistas de gran predica-mento popular. tal la visita que en 1917 o 1918 57 realizara el dúo integrado por carlos Gardel y José Razzano58 .

b) Los italianos y el teatro

la vinculación entre los italianos y el teatro en la Argentina es una referencia poco menos que insoslayable. ellos trajeron de la pe-nínsula su tradición musical y su gusto particular por el bel canto. la ópera quizá era un gé-nero popular, que había penetra-

Giuseppe Verdi

56 Nueva Época, 20 de enero de 1917, p. 1 57 cfr. Olga GIl: 100 años de Tango. Al compás del crecimiento de Punta Alta, Punta Alta, Grafimar, 2002, p.12. la autora recoge una fuerte tradición oral de los viejos tangueros capaces de recordar esos años. no obstante, esa fecha no es del todo segura. la profesora Gil, más adelante, dice que la bibliografía sobre el Zorzal da cuenta de las ocupaciones de éste en 1917 (grabación de discos, presentaciones en Buenos Aires y chile, gira por Mendoza, Rosario, Montevideo), que le habrían impedido actuar ese año en Punta Alta. Fue entre septiembre y diciembre de 1918 que el dúo realizó una gira por el sur de la provincia, que comprendía Bahía Blanca (p. 122) y proba-blemente también nuestra ciudad.58 en esa misma comitiva, encabezada por el productor discográfico Max Glucksman, vino el afamado pianista Roberto Firpo. Se refiere que uno de los guitarristas de Gardel (José Ricardo) en una salida nocturna a uno de los pirigundines que funcionaban en Punta Alta, escuchó a un bandoneonista de 17 años ejecutar con tal maestría el instrumento, que enseguida lo presentó al maestro Firpo. Éste inmediatamente lo incorporó a su conjunto. el eximio intérprete no era otro que Pedro Maffia, quien había recalado en Punta Alta probando fortuna. (cfr. Olga GIl, op. cit., p. 12)

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do hasta a las clases subalternas en Italia59 ¿ es necesario recordar al humilde carbonero que fue enrico caruso en su juventud, deleitando a sus compañeros con arias del repertorio operístico italiano? Asimismo, la ópera fue utilizada como elemento de pro-paganda política del Risorgimento italiano de mediados del siglo XIX. conocido por todos es lo acontecido por nabucco, de Giu-seppe Verdi , quizá el compositor más popular de ópera italiana: estrenada en 1842 en la Scala de Milán, su tema (la cautividad de los judíos en Babilonia) fue leído por el público italiano como una alusión a la ocupación del norte del país por parte del Imperio Austríaco. Y los liberales cantaban por las calles el coro de nabucco, el famoso Va pensiero..., cons-tituido en una suerte de himno nacional:

«Va, pensiero ,sull’ali [dorate va, ti posa sui clivi, sui [colli ove olezzano tiepide e [molli l’aure dolci del suolo na [tal!

...............................................

........ O, mia patria si bella e [perduta! O, membranza si cara e fatal !»(¡Vuela, pensamiento, sobre alas doradas vuela, pósate sobre llanos y colinas donde huelen tibios y suaves los dulces aires del suelo [natal !.................................................. ¡Oh, patria mía tan ama- [da y tan perdida! ¡Oh, recuerdo tan queri-do [y fatal!)

Y se aclamaba a Víctor Manuel como rey de Italia di-ciendo «Viva Verdi «, ya que el apellido del compositor era un acrónimo de la frase «Vittorio emanuele Rè d’Italia».60

María cecchini cuenta lo que le contaba su padre don Mario, de los días en Pésaro, a orillas del Adriático:

«Y las óperas, allá en Italia, en Pesaro, tenían un teatro grandísimo. Y cuando había este, cantos así, dice que ellos (como eran de mar, tenían el puerto ahí)

59 Véase el comentario al respecto que desliza eric HOBSBASWn: La era de la Revolución. 1789-1848, Buenos Aires, crítica, 1998, p. 26160 cfr. «Giuseppe Verdi», Enciclopedia Microsoft Encarta 2001, Microsoft corporation, 1993-2000

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en cuanto a la mañana siguiente todos ya sabían la romanza, todos los coros, las arias, todos sabían todo».61

Y recuerda María:

«A mí si me regalaban un disco, era un disco de ópera. Mi papá iba a Bahía [...] y [ me traía] un disco de ópera. todo ópera, o canciones...»62

Y en el Barrio de Pesca-dores, como no había otras diver-siones, casas de madera entre el puerto y la ciudad, escuchaban ópera en los fonógrafos. elisa, la hija de María, afirma con su relato la afición de la colectividad por el bel canto: «una vez [vino al teatro colón] una compañía del teatro de la Plata [...] Y yo miraba, y las primeras filas, todos los, todos italianos. las primeras filas, hasta la fila quince más o menos, eran todos italianos»63

Y ellos no sólo escucha-ban música. también cantaban. donde había dos italianos re-unidos, siempre se generaba un

pequeño recital. elisa refiere lo que le contó su mamá del abuelo Mario, cuando iba al salón de la unione e Progresso: «ella siempre me conta-ba que probaba la acústica. Que tenía voz ...y todos los italianos cantaban, en todas las reuniones de aquí al lado [ se refiere a la Asociación Italiana, contigua a la casa de María] siempre se cantó, en los almuerzos del 12 de Octu-bre. Que mi abuelo venía a probar la acústica [...] cada raviolada del 12 de Octubre terminaba en una cantata [...] con canciones mon-tañesas, ¿nocierto? [...] y todas arias de ópera, napolitanas» .64

Y bellamente, María rememora y cuenta:

«Porque había muchas mujeres que sabían cantar. Por-que parecía que hubieran nacido con, con canto en, la boca, digamos.»65

Por eso, por esa afición tan arraigada, muchas asociacio-nes italianas establecidas en la Argentina fundaron teatros con la intención de dedicarlos a la audi-

61 María cecchini de Spagnuolo, cassete 46, parte II 62 María cecchini de Spagnuolo, cassette 46, parte II 63 elisa Spagnuolo, cassette 46, parte II 64 elisa Spagnuolo, cassette 46, parte II 65 María cecchini de Spagnuolo, cassette 46, parte II

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ción de óperas, o al menos arias, de compositores afamados como Gioachino Rossini, Giacomo Puc-cini y, desde luego, Verdi. Muchos de estas salas fueron las primeras dignas de ese nombre en varias ciudades y pueblos argentinos. en la zona, la Sociedad XX di Sett-embre de Bahía Blanca inauguró el 20 de septiembre de 1884 su teatro Roma, construcción de madera que se incendió pocos días después, el 9 de noviembre. lo mismo aconteció en Ingeniero White, cuyo teatro es fruto de la Società unione Operai. Por eso también, la so-ciedad constituyó una banda de música, de la que pueden dar datos María.

«Había muchos que tocaban la acordeón, como era constantino, un, un, un pescador, uno acá que vivía acá, constan-tino. Sí tenían una banda. los italianos tenían un bandita. chica, pero tenían banda. Porque quien tocaba el clarinete, la acordeón, guitarra no sé, y no sé qué otros instrumentos más»66

Ya en abril de 1912, se solicitó al Intendente de Bahía Blanca un subsidio para la forma-ción de una banda de música67 en marzo de 1912, la entidad solicitó y obtuvo instrumentos musicales de una Sociedad Siglo XX, de la que no se poseen datos.68

esta banda, dirigida por el Maestro Julián (o Giuliano)

66 María cecchini de Spagnuolo, cassette 46, parte II 67 cfr. Libro dei Verbali nº 1, 4 de abril de 1912, folio 2668 cfr. Libro dei Verbali nº 1, 7 de marzo de 1912, folio 21

Banda de música de la Sociedad Ita-liana «Unione e Progresso», con sus vistosos uniformes (c. 1912)

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cortina y vestida con vistosos uniformes, animaba concurridos conciertos populares en la Plaza Belgrano. Generalmente, los mis-mos se daban por la tarde, apro-vechando la luz diurna, de 17 a 19 en verano. los programas que se conservan dan cuenta de lo variado del repertorio, que incluía arias de ópera, música popular, marchas, etc. Vaya como mues-tra las piezas ejecutadas el 17 de diciembre de 1916. Primera parte: Mi Bandera (marcha); Vagando (vals); el vuelo de los ángeles (schotis); nabucco (sinfonía [sic]); Segunda parte: Milano (marcha); Por María (pericón) cavattina finale, de lucia de lammermour, de caetano donizetti; el apache argentino (tango)69 . Muestra de la populari-dad de estos espectáculos es el co-mentario posterior del periódico puntaltense que mencionaba que, «a pesar del mal tiempo reinante, un buen número de familias»70 asistió al a plaza.

c. El Teatro Colón de Punta Alta

La idea

«Surgió la idea porque no había ningún teatro acá, no había ninguna sala de, de cine, entonces estaba la que llamaban la Marina, donde está el club Rosario [...] entonces, no había ningún teatro familiar, no había un poco de categoría para darle al pueblo, nada.»71

Según lo expresado por Antonio cartolano en la inaugu-ración del teatro, la idea surgió en una de las tantas fiestas de la

Director de la banda de músicaMaestro Julián Cortina

69 cfr. Nueva Época, 16 de diciembre de 1916, p. 370 Nueva Época, 30 de diciembre de 1916, p. 171 María cecchini de Spagnolo, cassette 46, parte II

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Società Italiana di Mutuo Soccor-so unione e Progresso. Algunos socios deseaban ampliar la sede y, además, dotarla de mayores comodidades para la realización y puesta en escena de toda suerte de espectáculos artísticos. cartolano y varios más hicieron carne los sueños de esos consocios anónimos y, al poco tiempo, el 20 de noviembre de 1927 se eligió una nueva comi-sión directiva para dirigir los des-tinos de la asociación italiana. la misma estaba integra-da como sigue:Presidente: Antonio cartolanoTesorero: Massimo MussiniVicetesorero: Giovanni leccoVocales:

Gaetano Farina Aurelio neriGiuseppe GasparoniSebastiano SiracusaPietro tucciAntonio Guglielmoestanislao BoffiGiovanni PaciVocales suplentes: Francesco nicoliniArturo Borra

Primer salón de fiesta de la Sociedad Italiana «Unione e Progresso» (c.

Antonio Cartolano

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el flamante presidente, Antonio cartolano, era nativo de la localidad de Benito Juárez (Pcia. de Buenos Aires) y llegó a Punta Alta en 1909. Aquí se dedi-có a varias actividades: secretario del juzgado de paz, dirigente de la ucR, periodista y martillero, formó parte de los consejos directivos de muchas entidades locales. Fue bajo su presidencia que la Sociedad Italiana decidió construir la nueva sede social y el salón del teatro .

tados de forma desinteresada y gratuita, del ingeniero Armando Gattamorta. Éste asesoraría a la comisión directiva en todo lo concerniente al proyecto del salón-teatro. Pocas son las referencias que se poseen de Gattamorta. Se sabe que era ingeniero y cons-tructor, arribado con su familia a Punta Alta a fines de la década del ’20. Según María cecchini, que lo conoció (lo describe de mediana edad, rubio, robusto, lampiño), vino a realizar una serie de obras en la Base naval. Aquí, instaló su estudio en la calle urquiza. dirigió el periódico el Autonomista desde 1932 hasta 1934, fecha del cese de su publicación. entre otras obras, realizó el edificio del actual cuartel de bomberos voluntarios, las casillas de Villa del Mar y el edificio de la ex estación Pan-Am (urquiza y Roca).Se estima que a mediados de la década del ‘30 abandonó la ciudad. entretanto, parece que se elaboraron varias propuestas para nueva sede y el teatro anexo. Sabemos que, al menos, amén del de Gattamorta, también bos-quejaron el suyo conjuntamente calixto Barbieri y Francesco Gallo. Sin embargo, el 26 de septiembre se aprobó el proyecto de Gattamorta, dejándose sin

Estanislao Boffi

72 Libro de Actas Nº 8, Acta 629, 17 de marzo de 1928, folio 48

en la Asamblea llevada a cabo el 17 de marzo de 1928 se acordó emitir una serie de ac-ciones de $30 cada una, por un valor total de $25.000, tal el costo estimado de construcción del tea-tro y de la nueva sede social.72

el 18 de julio, se acep-taron los servicios técnicos, pres-

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efecto el Barbieri y Gallo, por no haberse presentado estos últimos a ninguna de las reuniones prepa-ratorias.73

el 12 de diciembre, Gattamorta se presentó ante la comisión directiva excusándose por no haber presentado aún los planos definitivos, comprome-tiéndose a hacerlo a fin de ese año.74 A principios de 1929 aún Gattamorta no había cumplido con lo prometido. es así que el 9 de enero se comisionó a Giuseppe Gasparoni y Salvatore lamarchi-na para discutir con Gattamorta la cuestión de los planos75 . Éste informó una «cierta diferencia so-bre el cubierto del techo, se ausen-ta á Buenos Aires para sussanarla» [sic] 76 estas desprolijidades por parte de Gattamorta generaron el primero de una serie de incidentes (violentos y patéticos) con Giu-liano cortina; el 16 de enero, el socio Francesco Sottile denunció a cortina por haber «insultado al señor Gatamorta por la demora del plano», lo que es confirmado por Pietro tucci. 77

Finalmente, y con las debidas excusas, Gattamorta presentó el plano a la comisión directiva y pidió que se lo nombre por escrito como director de las obras78 . Munido del nombramien-to y en compañía de Antonio car-tolano, el 26 de febrero, presentó el plano al ingeniero municipal, por lo que en la sesión del 27, se discutió empezar las obras de in-mediato. también, a solicitud de Gattamorta, se designó a Alfredo Mussini, dibujante de profesión, para ayudarlo a realizar copias del plano79 .

Los comienzos de la edificación Se comenzó a hacer acopio del material para la cons-trucción y se designó a calogero Gugliotta como ayudante de Gattamorta en los quehaceres de la obra.80 Asimismo se llamó a una licitación pública para levan-tar el teatro y se aceptó, el 29 de mayo, la propuesta de José emilio Gennari y Juan Aquila. también se estableció una comisión fisca-

73 Libro de Actas Nº 8, Acta 658 26 de septiembre de 1928, folio 11474 Libro de Actas Nº 8, Acta 673 12 de diciembre de 1928, folios 158-16075 Libro de Actas Nº 8, Acta 675, 9 de enero de 1929, folio 16676 Libro de Actas Nº 8, Acta 676, 16 de enero de 1929, folio 16877 Libro de Actas Nº 8, Acta 676, 16 de enero de 1929, folio 16878 Libro de Actas Nº 8, Acta 680, 20 de febrero de 1929, folio 18479 Libro de Actas Nº 8, Acta 681, 27 de febrero de 1929, folio 18880 Libro de Actas Nº 9, Acta 688, 17 de abril de 1929, folio 16

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lizadora de los trabajos del salón- teatro, la cual debía «vigilar y ob-servar en la construcción; y cada observación que devan hacer à los constructores; la presentará al c.d. ó a su defecto al constructor técnico [Gattamorta] , los cuales tomarán las medidas respectivas». los comisionados fueron: Giuse-ppe Bartolini y cariglio Bertoni, para control de los albañiles; luigi Saracco y Aurelio neri, para los trabajos de herrería; y Gaetano Farina y Giovanni lecco para los carpinteros.81

A fin de poder financiar el conjunto de obras, el 19 de junio de 1929 se decidió admitir un empréstito bajo las siguientes condiciones: el valor del empréstito era de 30.000 pesos, efectuado mediante bonos denominados Bonos Pro edificación Social. estos bonos serían de una misma serie, dividida en dos categorías ( categoría A, sin in-tereses; categoría B, con interés del 5% anual) los bonos estarían garan-tizados por los bienes inmuebles propiedad de la Sociedad Italiana. Podrían adquirirse al contado o en cuotas consecutivas al 10% de su

valor cada una. los bonos serían al pa-gaderos al portador y estarían rubricados por las firmas del Presidente, Secretario y tesorero de la institución. el reintegro de los bonos se efectuaría con el producido neto del teatro, y se reembolsarían por sorteo, que se efectuaría en la sede social, iniciándose por los bonos serie B.82

el 14 de agosto, tuvo lugar el segundo de los inciden-tes registrados entre cortina y Gattamorta: el secretario criticó al constructor por la demora en la presentación de los pla-nos definitivos. Se le informó a cortina que los planos fueron presentados por el presidente cartolano conjuntamente con el director de obras y que, si bien se les hizo una pequeña obser-vación técnica, se contaba con el permiso del gobierno comunal para comenzar el edificio.83 (la aprobación definitiva, pese a que el expediente tiene fecha el 23 de agosto de 1929, recién se logró el 10 de abril de 1930.84 ) Según este expediente, la obra a realizarse en la manzana 29 de calle Rivadavia , tendría una superficie cubierta de 816 m2.

81 Libro de Actas Nº 9, Acta 694, 29 de mayo de 1929, folio 36 a 3882 el reglamento completo se halla en el Libro de Actas Nº 9, Acta 697, 19 de junio de 1929, folio 48 a 5283 Libro de Actas Nº 9, Acta 706, 14 de agosto de 1929, folio 86 a 8984 Municipalidad de Bahía Blanca, Dirección de Obras Públicas, Solicitud de construcción nº 638.

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Romeo Ferrandi

Traslado de la piedra fundamental

las labores comenzaron de inmediato y el 8 de septiembre tuvo lugar el traslado de la piedra fundamental desde su ubicación primitiva hasta el sector del mismo solar donde se edificaría el nuevo salón teatro. en la oportunidad, y ante una numerosa concurrencia que luego disfrutaría de un lunch, car-tolano pronunció un enfático y breve discurso. en algunos de sus párrafos más relevantes, decía:

«la Sociedad Italiana «unione e Progresso» que tengo el honor de presidir, se apresta con el esfuerzo colectivo de sus asocia-dos, para entregar dentro de poco tiempo, a la culta y progresista ciudad de Punta Alta, y a los se-ñores Jefes, Oficiales y familias de la Primera Región naval, un salón teatro, que ha de reunir todas las más indispensables comodidades y adonde todas las sociedades culturales y artísticas podrán con toda amplitud desarrollar sus programas [...] también deceo [sic] señores, y sería un ingrato al no hacerlo, dejar cuatro palabras de reconocimiento para el ami-

go Armando Gattamorta quien abandonando sus momentos de descanso, robando horas al sueño y restando compañía a su digna esposa e hijos, elaboró el proyecto del salón teatro y hoy desinte-resadamente dirige los trabajos de su construcción. Su persona hoy para nosotros no es la de un amigo; es un nuevo padre que con el aporte de todos sus hijos engrandece la familia que forma-ron don Romeo Ferrandi [...] y otros tantos nobles italianos...» 85

Peleas en el seno de la comisión

Pese a las palabras de cartolano, casi un mes después hubo una edípica rebelión filial contra la figura paterna: efectiva-mente, el 2 de octubre de 1929 tuvo lugar una violenta discusión

85 Libro de Honor, s/f.

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entre Gattamorta y cortina, ter-ciando en ella varios socios. el motivo, fue haberse producido una diferencia de 15 cm por lado en los cimientos. Gattamorta explicó que el culpable fue Gia-como Filippini, peón contratado para hacer los cimientos, por no haber seguido sus instrucciones; y si bien el propio Filippini re-conoció su falta, carilio Bertoni responsabilizó a Gattamorta por no haberse dado cuenta a tiempo de esa diferencia. el tono del re-proche debe de haber sido fuerte, dado que cartolano hizo sonar el timbre y le niega el uso de la palabra «para que no se acalore el señor concejal [sic]». Bertoni, pese a la intimación de cartola-no, siguió con su diatriba hacia Gattamorta, señalándolo como incapaz desde el principio de la ejecución de las obras. Salieron en defensa del constructor varios consejeros. Vale la pena transcri-bir el fragmento del acta que na-rra lo sucedido inmediatamente después. el castellano con giros italianos y la redacción ripiosa, de palabras atropelladas escritas con ortografía vacilante, dan cuenta del nerviosismo general de la sesión. «el concejal José Gaspa-roni y Salvador la Marquina re-prende al señor Bertoni, diciendo-

le que siendo el señor Bertoni por lo visto muy capaz ver las faltas del señor director, habría podido hacer conocer á tiempo su capaci-dad. el señor Julián cortina pide la palabra, y dice que el culpable es el señor director, de todas las discusiones porque el señor director no a nunca cumplido su palabra, en cuanto el salón debia estar terminado desde hace tiem-po. el director pide la palabra á la Presidencia que después de ser interrumpido le viene concedida y expone: - Si el señor Bertoni me hace un pequeño estudio teorico o Pratico; demostrandome su ca-pacidad para poder seguir ud. la construcción; yo gustoso le haría la entrega de los planos, quindi haria la imediata entrega de mi responsabilidad como director de la hobra. el señor José Gasparoni pide la palabra; el que hace un fuerte accuse al señor Bertoni; por no proceder como inspector del paramento de los muros; y menos como concejal,por que si sabía tales diferencias en el salon; solo debias avisar al Presidente y no hacerlo saber en toda la localidad, como a sucedido. [...] el director expone al Pre-sidente: Visto que mi capacidad es absurdamente batida. Solo pido quiera poner a votación al hono-rable concejo; mi competencia y

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responsabilidad como director. Se pone a votación siendo aprovada su competencia y capacidad [...] Acto continuo se a conce-dido la palabra al señor cortina, el que se dirige al señor director, rompientose en una gran descu-sión interviniendo el silenzio por el timbre de orden de la Presiden-cia, pero siendo nulo su gestionar la discusión del señor concejal en contra del director, siendo demasiado acalorado; dice al director que aquí en la sociedad es un intruso. el director le dice, que por mi buena voluntad me e dirigido por escritto a la c.d. ofreciendo mis servicios profezio-nales habiendome aceptado la c.d. como tal, y en igual forma la asamblea; asi que no soi un In-truso; y si yo soi un Intruso, ud. es un cara-dura. A lo que cortina le respode, ud. es un simberguenza. la Presidencia quiere llamar al orden, pero no es respectada. el director mientras le contesta, ud. es un cafischo. el señor cortina se levanta de sentado y desafia al señor director, llamandolo afuera al patio, diciendole hacerle saltar la tapa de los sesos, el que se dá las manos a cintura. el director

acalorado acepta su desafio, se levanta de sentado para hacerle un ataque. Pero enseguida se ha visto atacado por varios conseja-les. no pudiendo llegar al señor cortina que estaba gritando en el hall.»(sic)

cartolano logró final-mente imponerse, llamar a la reflexión a los asistentes («el lema unione e Progresso por lo tanto no se debe olvidar») y pidió a cortina y a Bertoni que abandonen el recinto. Finalmente Gattamorta pidió a la comisión directiva que se prohiba, en horas de trabajo, la entrada en la obra a toda persona ajena a la misma y propuso que se designe a alguien para controlar los materiales que se vayan empleando. A raíz del incidente protagonizado por cortina y Bertoni, se decidió suspenderlos provisoriamente y formarles un Jury de Honor, puesto que ya venían observando mal comportamiento en el seno de la comisión directiva.86 Si bien ignoramos si Ber-toni y cortina ventilaron asuntos personales con Gattamorta (como el de otras pasiones, el origen del

86 Libro de Actas Nº 9, Acta 714, 2 de octubre de 1929, folio 120 a 126. el 4 de enero el Jury dictaminó las penas de expulsión de la sociedad para cortina y de un año de suspensión para Bertoni. Sin embargo, a propuesta de varios socios, se revieron los dictámenes y finalmente cor-tina fue suspendido por un año, con la imposibilidad de no poder ejercer cargos en la comisión directiva por dos; y Bertoni, 6 meses de suspensión y la prohibición durante un año de acceder a cargos dentro de la Sociedad-

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odio es siempre oscuro, dijo J.l. Borges) la vehemente sesión del 2 de octubre demuestra que las resoluciones en torno a la cons-trucción del salón distaban de ser unánimes y había un grupo, minoritario por cierto, en abierta disidencia con lo actuado por el director de Obras. empero, no termina-ron ahí los sinsabores para el constructor. el 4 de diciembre, Gattamorta se excusó de ir a la reunión de la comisión directiva por haber sido denunciado ante el Jefe de Arsenal de efectuar las tareas de dirección técnica del

teatro en horarios de trabajo87 . días después, y por los «motivos ya conocidos» hizo saber por carta a la comisión directiva que peli-graba su puesto de trabajo en la Base naval; por lo tanto, se veía obligado a renunciar a la dirección técnica del salón-teatro. Ante la posibilidad de quedarse sin dirección de obra, la comisión di-rectiva dispuso que el presidente cartolano, junto a otros socios, se entrevistasen con el renunciante director88 . Finalmente, el agua no llegó al río y Gattamorta prosiguió con su labor.

En primer plano, construcción de la losa del palco superior del teatro; en segundo plano, el escenario; al fondo, antigua sede social

87 Libro de Actas Nº 9, Acta 724, 4 de diciembre de 1929, folio 164 88 Libro de Actas Nº 9, Acta 726, 26 de diciembre de 1929, folio 168.

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en abril, el constructor amenazó nuevamente con renun-ciar cuando terminase el techado del salón, «en vista de las nove-dades que cada día surgue en su perjuicio por parte de algunas personas de la entidad». luego de un prolongado debate, la comi-sión directiva decidió desestimar la dimisión de Gattamorta y darle un voto de confianza.89

El techado del salón

la finalización del techo del salón se celebró, conforme a la costumbre impuesta por los albañiles en la Argentina, con un

asado para asociados y comuni-dad en general. el encuentro se realizó el 19 de junio de 1930. el valor de la tarjeta, dos pesos, servirían para cubrir el costo de la comida y la bebida y parte de los gastos de obra. Según crónicas de la época, la reunión comenzó a las 12.30. Al son de una orquesta musical, las autoridades presentes y socios degustaron el suculento asado. después del almuerzo, cartolano pronunció las palabras de rigor, remarcando el sacrificio y el afán de colaboración de toda la colectividad italiana. Ya en los tramos finales de su alocución,

Vista desde la calle de la construcción. Puede apreciarse la reja en el frente y el amplio retiro de la línea municipal.

89 Libro de Actas Nº 9, Acta 742, 23 de abril de 1930, folio 234

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dijo el presidente que aún faltaba mucho trecho por andar y solicita-ba ayuda financiera a todo el que pudiera hacerlo. «...e inmediatamente mu-chos connacionales firmaron un pliego con acciones de 100 pesos, encabezado por el Sr. cartolano con 200 pesos.»

A continuación el dr. cassertano, vicecónsul de Italia, elogió a la comisión directiva por su iniciativa y tesón.90

La imposición del nom-bre

Hasta el 11 de junio de 1930, el teatro no contaba con un nombre identificatorio. Pero en esa fecha se bautizó definiti-vamente a la nueva construcción, aceptándose la propuesta del presidente cartolano, en sus pa-labras, fue que,

«... en vista del adelanto de la construcción; se debe pensar el nombre que deberá llevar el Salon-teatro exponiendo: - que por varias razones debemos ha-cer Onor al mortal genovez que

El techado del salón festejado con un asado: puede verse atrás la antigua sede social, que todavía permanecía en pie (19 de junio de 1930).

90 El Regional, 26 de junio de 1930, p.1

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en vida llámase cristobal cólon descubridor de America el gran eroe Italiano.Por lo tanto nuestro salón deberá ser bautizado con el nombre de cine-teatro colon.» (sic) 91

Los problemas de finan-ciación

en septiembre de 1930, cartolano informó que, a la fecha, el importe de las obras ascendía a $36.000 ( $ 21.000 abonados en efectivo y $ 15.000 a pagar contra documentos). la presidencia estaba autorizada para gastar hasta $ 30.000. la construcción, que no se había terminado, ya había insumido un quinto más de esa suma. cartolano justificó el gasto diciendo que, para encuadrar el salón a las ordenanzas municipa-les, fue menester ampliar el esce-nario y construir el frente, con sus correspondientes dependencias. Por lo tanto, cartolano solicitó y obtuvo que se autorizara una nueva partida de $30.000, para llevar a feliz término el teatro. José turi ( ex presidente de la unione e Progresso y dueño por ese entonces del bar y cine la Marina) entonces mocionó para que se nombre una comisión de

finanzas auxiliar a la comisión directiva para estudiar el costo total de la obra y su financiamien-to. esta propuesta fue discutida y varios socios estuvieron en contra, principalmente José Gasparoni, que argumentó que, estando la mayor parte del teatro construido, no se debía obstaculizar lo poco que faltaba aún. Y aprovechó la ocasión para echarle en cara a turi que, en ocasión de querer la Sociedad Italiana exhibir unas pe-lículas en la kermesse a beneficio de la edificación del teatro,

«el Sr. turi nos contestó con expresivas palabras; diciendo que hantes de ser Italiano era co-merciante, y que era contraprodu-cente el prestitos de las peliculas. las peliculas fue prestadas por los socios del Sr. turi, que es B.

91 Libro de Actas Nº 9, Acta 748, 11 de junio de 1930, folio 260. el subrayado figura en el original

José Turi

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Prada y J. Badiola»(sic) Aunque no lo dijo Gas-paroni, para mayor oprobio de turi sus asociados eran ambos españoles. Gattamorta entonces dijo que la comisión fiscalizadora propuesta no encubría sino la desconfianza de turi ante los ma-nejos financieros de la Sociedad y serviría de estorbo a la labor de edificación. Finalmente la moción de turi no fue aceptada.92

la situación económica imperante (recuérdese que la crisis del ’29, con efectos que al-canzaron a todo el planeta, estaba en pleno desarrollo) hacía que la necesidad de dinero no estuviera acorde con la realidad imperante en el mercado financiero: los bancos habían restringido el otor-gamiento de créditos; por tanto, la única opción era la de contratar un préstamo con garantía hipote-caria a algún particular. la Asamblea General extraordinaria celebrada el 6 de febrero de 1931 facultó a la comisión directiva a pactar un préstamo cuyo monto no sería inferior a los $5.000 ni inferior a los $15.000, pagaderos en un plazo de tres años o más y con un interés no superior al 9% anual.

como garantía, se colocaban los tres terrenos contiguos de calle Rivadavia, pertenecientes a la sociedad, y donde se estaba construyendo el Salón-teatro.93

Finalmente, el 11 de mar-zo la comisión directiva anunció que se llegó a un acuerdo con eduardo Santamaría de Bahía Blanca, consiguiéndose quince mil pesos con garantía sobre los terrenos y el Salón-teatro.94

Además de esta serie de subscripciones y préstamos, tam-bién se organizaban fiestas, rifas y kermesses. Asimismo se realiza-ban otra serie de eventos, como concursos de tiro al blanco. una de las kermesses más recordadas tuvo lugar en las celebraciones por el techado del salón. Se formó una comisión organizadora y en ella se sor-tearon varios objetos, entre ellos un traje a medida donado por la Sastería de luigi Francischelli y un almohadón pintado a mano, confeccionado por María cec-chini. Y es María quien recuerda esa kermesse, que recuerda que se colocaba «un palco en el me-dio, con orquesta y todo afuera, todo alrededor para bailar»95 en medio del nuevo edificio social, cuando éste tenía apenas techo y

92 Libro de Actas Nº 9, Acta 757, 30 de septiembre de 1930, folios 298 a 302. 93 Libro de Actas Nº 9, Acta 773, 6 de febrero de 1931, folio 370. 94 Libro de Actas Nº 9, Acta 776, 11 de marzo de 1931, folio 374. 95 María cecchini de Spagnuolo, cassettte 46, parte II

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contrapiso. la primer película exhi-bida en el salón fue La Tragedia de los Habsburgos, el 20 de septiembre de 1930, seguida el 26 por El poema del divorcio (sin duda a ellas se estaba refiriendo Gasparoni cuando le echó en cara a turi no haber facilitado el material fílmico). en ese enton-ces, y aprovechando el tamaño del salón, luego de proyectadas las películas, se continuaba la reunión, animada por otros nú-meros musicales. este tipo de proyecciones cinematográficas continuaron con buen suceso hasta el 16 de noviembre, en que se suspendieron para proseguir con la construcción. La Comisión Adminis-trativa

Previamente a la in-auguración del teatro, se hizo indispensable conformar una comisión que, estando al margen de la comisión directiva de la Sociedad Italiana, se encargara de todo lo atinente al manejo de la sala de espectáculos. Para tal fin, el 17 de mayo de 1931, se designó la si-guiente comisión Administrativa del teatro colón:Presidente: Antonio cartolano

Secretario: nazarano AliscioniTesorero: José Il GrandeConsejeros: Sebastián torrente José Gasparoni José colaiutti José Volpe entre las facultades del Presidente figura la de resolver y firmar contratos con las compa-ñías que actúen en la sala u otros asuntos urgentes, siempre que no pudiese reunirse el pleno de la comisión y con la conformidad de cualquier otro miembro de la ésta. en esa reunión se nom-bró, a instancias de cartolano, a Armando Gattamorta como director del teatro, con un sueldo mensual de $ 200 y el 1% de las utilidades líquidas. el construc-tor, al aceptar, propuso «que los trabajos de propaganda hasta la inauguración los hara gratuita-mente», lo que es aceptado por la comisión.96

la primera planta de personal del teatro quedó con-formada, de esta suerte:

Gerente: Armando Gattamorta

Encargado: Juan GasparoniBoletero:Antonio Gianfrances-co

96 Libro de Actas Nº1 de la C. A., Acta 1, 17 de mayo de 1931, folio 1.

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Operador y electricista: luis PascualiniAcomodadores: Argentino P. Gasparoni Alfredo Gasparonicarmelo Rossello

Porteros: Blas SiracusaAntonio Vacca

todos ellos entraron en funciones el 1° de julio de 1931.

Detalles de la edifica-ción

Para julio de 1931, el edi-ficio estaba totalmente terminado. las crónicas de la época, con más retórica que sustento arquitectó-nico, lo definían como «de buen estilo moderno». en realidad, el teatro era de estilo italianizante ( ver anexo). el salón tenía una super-ficie de 464 m2 (16m. x 29 m.) y el escenario era un rectángulo de 10 x 12 m. Su capacidad total era de 1.200 espectadores, con 750 plateas, 22 palcos y 50 tertulias altas.97 las empresas proveedo-ras de materiales y mano de obra para las distintas etapas de cons-trucción fueron las siguientes:

Muros y mampostería: Gennari y AquilaRevoques: domingo SaffiantiniArmaduras y columnas de hierro: luis Arias Hnos.Losa de cemento: Bonneu y Bouissou (de Buenos Aires)Canaletas y desagües del te-cho: tranquilo cornaliArmaduras del techo del es-cenario: luis GiacoboniEsculturas (ornamentación interior): J. Vian y F. Itruggibi-netti (de Bahía Blanca)Herrería: ernesto crottiInstalación eléctrica: luis MasseriniYesería: Oscar RodríguezCielorraso: casa MoutabbanPisos de granito: casa Hard-castle (Bahía Blanca)Mármoles: Antonio Grillo (de Bahía Blanca)Obras sanitarias: casa Hard-castle (Bahía Blanca)Butacas ( 300 tapizadas en cuero y 200 de madera terciada): Francisco Sisó y cía. (de Buenos Aires)Equipos de proyección (Vi-tafone y Movietone): compañía Argentina de equipos Sonoros la Imperial, de Antonio de Maio y cía. Telón, bambalinas y alfom-bras: casa Brieba (de Buenos Aires)

97 Punta Alta. Ayer y Hoy. Album-revista. 1898-1931, Punta Alta,

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Bautismo e inauguración

la comisión directiva deseaba inaugurar el teatro el 2 de julio, haciendo coincidir la cere-monia con la fecha del aniversario de Punta Alta. Pero el momento del estreno tuvo que postergarse al 8 de julio, porque las butacas, encargadas a Buenos Aires, no habían llegado en su totalidad. Pero el bautismo de la sala se realizó el domingo 28 de junio, tal como estaba previsto. la fiesta -que de eso se trató- se inició a las 15 horas, en la misma sede social. Fueron padrinos de bautismo lo más gra-nado de la sociedad puntaltense de ese entonces: el contralmiran-te enrique G. Fliess, Jefe de la Primera Región naval; Filomena H. de Gaudino, presidenta de la

comisión de damas de la Società Italiana; Romeo Ferrandi, socio fundador y presidente honorario; Justo Jonás, comisionado Muni-cipal de Bahía Blanca; Josefina e. de lópez camelo, esposa del reconocido médico; el presidente Antonio cartolano y esposa, Antonia M. de cartolano; Giulio leporace, vicecónsul de Italia y su esposa; el gerente del Banco nación, Jacinto castilla y señora; Julio Sandrini, empresario arene-ro italiano y antiguo vecino; Mi-lagros l. de Gattamorta, esposa del director de obras y miembro de la comisión de damas. Si bien esta lista se vio alterada por ausencias de último momento; tal el caso del contralmirante Fliess, ausente de la Base y cuyo lugar fue ocupado por su segundo, el capitán de navío enrique Plate.

El frente del Teatro Colón el día de la inauguración (2 de julio de 1931)

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«A las 15 horas el amplio teatro se hallaba ocupado por crecida concurrencia entre las que se encontraban conocidas familias de ésta y de Puerto Belgrano, como también numerosos jefes, oficiales y personal de marina» 98

la banda de música de la Primera Región naval amenizó la reunión interpretando trozos de ópera, hasta que, cerca de las cuatro de la tarde, ejecutó los himnos argentino e italiano. el padre P. tossi, cape-llán naval, fue el encargado de bendecir las obras y de lanzar una enfática alocución acerca

de las bondades del arte como elevación moral y espiritual de los pueblos, a la que tan efucazmente concurían los italianos siempre y donde quiera que se hallen. Acto seguido, pronuncia-ron sendos discursos cartolano, leporace y Juan Migone. el presidente de la sociedad hizo un racconto de cómo se construyó el teatro, de la idea, el esfuerzo y el fruto alcanzado.

«el teatro colón se ha terminado, dentro de breves días será inaugurado y ello ha de ser legítimo orgullo de la colectividad italiana y del pueblo de Punta Alta.

Inauguración del Teatro, donde se aprecia la falta de butacas de la sala (2 de julio de 1931)

98 La Nueva Comuna, 30 de junio de 1931, p. 1

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Punta Alta y Puerto Bel-grano tendrá su anhelada sala, por ellos la hemos construido, despejada la sociedad de toda ambición de lucro y la prueba de lo que os digo la tendreis pronto, esta sala no será arrendada a ninguna empresa, la sociedad será su administradora y con ello se evitarán los precios elevados y así los pobres y los ricos podrán disfrutar de las reuniones cultura-les a que todos en la vida tienen derecho. [...] la obra señores ha so-brepasado en gran parte nuestro proyecto. la sociedad que presido ha omitido sacrificios para que ella fuera completa, los estudios primitivos bajo la inteligencia del director señor Gattamorta fue-ron ampliados y así, terminada hoy una obra completa que hará honor a esta culta población, la entregamos á Vds. Para que sean sus fieles cultivadores.»

Respecto a Gattamorta, la labor del constructor mereció un panegírico:

«Sería egoísta si en estas pocas palabras no recordara al amigo Gattamorta proyectista y director de esta magna obra, es justicia señores dejar grabado su nombre, cuando se esculpe con

el buril del trabajo inteligente y honrado»

Finalizó su retórica par-ticipación pidiendo disculpas por su excesiva vehemencia en el pasado:

«Antes de terminar, os pido perdón si en alguna ocasión he usado palabras duras con alguno de ustedes, las circunstan-cias imponían esa condición, era menester hacer uso de ella para el triunfo de vuestro ideal. caso contrario, hubiéramos fracasado, pues ustedes saben los grandes obstáculos que a cada momento se presentaban» 99

luego, los padrinos y Gattamorta (este último en su doble carácter de constructor y director del teatro) fueron in-vitados a firmar los pergaminos correspondientes. es de destacar que los discursos fueron difundi-dos por medio de la novedosa Radio experimental de Punta Alta, una de las primeras emisoras puntaltenses, fruto del ingenio de Volturno Gennari y que tenía sus equipos transmisores en la carpintería de su familia, en Paso y luiggi. una semana después de estos actos, según quedó ya

99 El Regional, 2 de julio de 1931, p. 7

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dicho, tuvo lugar la inauguración del teatro. luego de unas palabras a cargo de Antonio cartolano, se presentó la compañía Argentina de domingo Froio, con una se-lección de piezas teatrales. este elenco de comedias y sainetes se presentó a lo largo del mes en varias noches subsiguientes, inter-pretando, entre otras: la Pulpera de Santa lucía (13 de julio); el sultán de mi oficina, sainete en un acto y tres cuadros y el con-ventillo de la Paloma, el clásico de Alberto Vacarezza (14 de julio); Fray Milonga (15 de julio).

Primera función teatral: el público cómodamente sentado pudo disfrutar la puesta de la compañía de Froio (8 de julio de 1931)

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el aporte de la colectividad italiana a la Argentina en general y a Punta Alta en particular fue mayúsculo, según se desprende de las páginas precedentes. Hábitos, comidas, palabras, modos de trabajo y de consumo, oficios, creencias, gestos, buena parte de las maneras de ser de los argentinos y que comparten los puntaltenses llevan la impronta del masivo arribo de los hijos de Italia a estas playas sud-americanas. en lo concerniente al arte y a la actividad teatral, se ha visto la importancia que han tenido las asociaciones italianas en la inspira-ción y concreción de obras que dieron un lugar físico adecuado a las diversas manifestaciones dramáticas y musicales. Al teatro colón de Punta Alta le cabe el honor de ser la primera sala de su tipo, especialmente concebida para este tipo de actividades, que se edificó en la ciudad. después, vinieron otros escenarios, no menos lujosos, no menos famosos, que enriquecieron el espectáculo puntaltense: vaya como ejemplo el teatro español, inaugurado en abril de 1933 por la Asociación española de Socorros Mutuos. Imposible resulta en estas pocas páginas mencionar tan siquiera la pléyade de figuras de la escena nacional que pisaron las tablas del colón desde 1931. Quimérico también resultaría nombrar la cantidad de estrellas de cine que iluminaron su pantalla a partir de ese año. lo cierto es que, merced a los esfuerzos de un conjunto de inmigrantes italianos (y pese a sus peleas y desencuentros) Punta Alta pudo asomarse y vislumbrar, no obstante su lejanía, una parte sus-tancial del mundo del espectáculo que vivía en las grandes capitales del mundo.

EPÍLOGO

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ANEXO

Edificio del Teatro Colónde Punta Alta

Su arquitectura

Arq. Graciela Britos

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T E A T R O C O L Ó N (1932)

Fachada

la fachada del proyecto ori-ginal -nunca concluída- poseía reminiscencias «neoclásicas» y «neoimperialistas». el portal prin-cipal era coronado por un friso esculpido; en él se hubieran visto a las tropas reales italianas entran-do victoriosas a Roma, el 20 de septiembre de 1870 y sellando la unidad Italiana. este friso sería enmarcado por un gran arco (símbolo triunfal), en cuya clave y a modo de remate, se ubicaría

la heráldica italiana, definiendo así el noble origen. el friso, los estandartes, las cor-nisas y sus ornamentos, al igual que las dos puertas que flanquean el ingreso principal, eran muestras acabadas del movimiento impe-rialista, surgido como respuesta al gran poderío político y académico que se desarrollaba y acentuaba en europa. el edificio del teatro emergería, entonces, como el baluarte de la cultura europea. Su importante retiro y su gran arco, fueron los argumentos arquitectónicos que definían su función.

Fachada - Según proyecto 1932 -

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Planta Alta 1932

Planta Baja 1932

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la construcción de ese gran arco recibió muchas críticas ...»por ser una estructura poco estable»... cuando el problema real no era su estabilidad estructural (ya que es autoportante), sino la falta de mano de obra calificada para su construcción. es por eso que la tarea de Gattamorta fue compleja, no sólo supervisando la obra, sino también capacitando a quienes participaron de su construcción. la fachada no se construyó de acuerdo al proyecto original, sí se mantuvo el arco, agregándose un escalonamiento en su base, acen-tuando su carácter neoclásico

Foyer este espacio interior, se pre-sentaba como una escenografía previa, que preparaba al espec-tador para ingresar en un mundo donde la realidad y la fantasía se confunden. de líneas sobrias y carácter «neoclásico», en molduras mén-sulas, ornamentos y casetonado romano, pasaba al equipamiento de fundición y herrería de neto estilo Arte novean, manteniendo la perfecta armonía. un desnivel en el piso y gran-des puertas, anuncian el ingreso a la sala.Sala los elementos estructurales y

ornamentales neoclásicos tales como cornisas, frisos, remates y hasta el falso casetonado en su cielorraso, se complementan con una carga de barroquismo en los detalles de terminación. este eclecticismo estilista, el manejo de los espacios y las sensaciones que produce en el espectador, daban como resul-tado la perfecta armonía entre lo material y lo inmaterial; realidad y fantasía; hombre y arquitectura.

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T E A T R O C O L Ó N (1954)

Fachada

la fachada existente se modificó debido a los cambios funcionales que se realizaron en su interior. en la parte superior se mantu-vieron las formas, pero en planta baja, el foyer se amplió hacia la vereda avanzando sobre el jardín-retiro, mientras que en ambos costados se construyeron locales comerciales. de líneas más sobrias, casi racio-nalista, sin ornamentación y con un gran acceso, sobre la vereda,

dejó paso al funcionalismo que requerían los nuevos tiempos.

Foyer

Al avanzar hacia la vereda el foyer se extendió para recibir al espectador y si bien no se conti-nuó el casetonado de la losa en el nuevo sector, se mantuvo la armonía en las formas, alturas y proporciones, respetando la arquitectura anterior.

Fachada - según proyecto 1954 -

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Planta Alta 1954

Planta Baja 1954

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TEATRO COLÓN (ac-tual)

en el año 1997, se comenzaron con las obras de intervención, preservación y puesta en valor del edificio, teniendo como prioridad el respeto por las formas, elemen-tos ornamentales y estructurales. Se restauraron frisos y pinturas; molduras y ménsulas; símbolos de herálclica y guardas; tapizados

y papeles, para que el pasado se mantuviera en el presente; para que siguiera formando parte de nuestra identidad, sin estancarse en el tiempo. Su fachada racionalista y su ecléctico interior, se conju-gan para dar forma a un espacio donde se dan cita las diferentes expresiones de la cultura de una ciudad, que respeta el legado de aquellos que ayudaron a forjar-la.

Fachada - actual -

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Planta Alta 2003

Planta Baja 2003

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PALABRAS FINALES

Teatro Colón El desafío de la recuperación

por Alicia Amiotdirectora de cultura de cnel. Rosales

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este teatro construido en los años treinta, merced a la visión progresista de un grupo de inmigrantes italianos, se convierte en la sala cinematográfica más popular de la ciudad. Pero los años ‘80 la encuentran cerrada, abandonada e inactiva. en 1989 el Municipio logra su locación y aun en con-diciones mínimas lo convierte en el escenario de una intensa actividad cultural, con un prome-dio anual cercano a los 20.000 espectadores. durante 1996 y 1997, por iniciativa del Intendente Mu-nicipal Jorge Izarra, se inician los trabajos de diagnóstico y proyecto tendientes a su recuperación con vistas a los festejos del centenario de la ciudad. Intensas gestiones ante organismos oficiales provinciales y nacionales solicitando asistencia técnica y financiera no encontra-ron eco, hasta el año 2000. esto no fue impedimento para que se buscaran alternativas superado-ras. en el marco de un convenio con la sociedad Italiana, se logra la reconversión de fondos afec-tados a la locación en fondos para la financiación parcial de las obras. Asimismo, las señoras del consejo Municipal de la Mujer lideran una intensa campaña de recolección de contribuciones. la venta de «abonos butaca» fue

el programa más representativo, ya que más de un centenar de empresas, familias y vecinos compraron un abono por diez funciones y la inscripción de sus nombres en las nuevas butacas. en 1998 comienza la restauración de la sala. la ad-ministración de todos los fondos obtenidos se realiza a través de la comisión directiva de la Sociedad Italiana. las obras implicaron una refacción completa y contratación de mano de obra especializada. consistieron en el arreglo de techos y canaletas, cambios de pisos, corrección de pendientes de la sala, reconstrucción de capas aisladoras, recambio de todos los revoques existentes, adecuación de la instalación eléctrica a las normas de seguridad vigentes, un aumento importante de la poten-cia eléctrica utilizable, colocación de un sistema nuevo de calefac-ción, cambio de los paneles del cielorraso (respetando y recons-truyendo los diseños originales), renovación y reubicación de sa-nitarios, restauración y retapizado de 400 butacas, pintura completa exterior e interior, reparación de frisos ornamentales y adecuación de las instalaciones para su utili-zación por discapacitados. en junio del año 2000 con más del 70% de la obra fina-lizada y luego de tres presentacio-nes formales en los años ‘97, ‘98

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y ‘99, logramos iniciar la gestión de un subsidio ante el Fondo nacional de las Artes. este orga-nismo en diciembre del mismo año autorizó una contribución de $30.000, que permitió, a través de entregas parciales, finalizar las obras en 2002. Sin duda, la recuperación de la única sala teatral del distrito no contó con la adhesión unáni-me de la dirigencia local. la visión progresista y la pasión encontra-ron al Intendente acompañado sólo por algunas instituciones; aunque la gran mayoría de los vecinos creyó en la necesidad y oportunidad de las obras.

cuando las condiciones locales y nacionales mostraban un país en su más grave crisis, pocos supieron ver más allá del presente, pocos mostraron valor y esperanza ante las dificultades. todos ellos pueden sentirse hoy partícipes del desafío enfrenta-do. el 2 de julio de 2002 la ciudad recuperó su sala y se renovó para nuestra comunidad el espíritu y empuje de los inmi-grantes, traducidos en hechos más allá de las palabras.

Sala recuperada del Teatro Colón, 2002

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INDICE

PRÓlOGO

PRIMeRA PARte: lA InMIGRAcIÓn ItAlIAnA en PuntA AltA

a. los italianos en la Argentina b. los italianos en Punta Alta c. los italianos se organizan: asociaciones italianas en la región

SeGundA PARte: el teAtRO cOlÓn

a. el panorama teatral puntaltense a comienzos del siglo XX b. los italianos y el teatro c. el teatro colón de Punta Alta

ePÍlOGO

BIBlIOGRAFÍA

AneXOedificio del teatro colón de Punta Alta. Su arquitectura

PAlABRAS FInAleSteatro colón. el desafío de la recuperación

el Archivo Hitórico Municipal, autoriza la utilización del presente material citando la fuente correspondiente.

p. 7

p. 9

p. 11p 17p. 30

p. 39

p. 41p. 44p. 48

p. 67

p. 69

p. 75

p. 83

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