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LO MÁS ESENCIAL DEL DUELO Todo lo que quiso saber sobre el duelo y nunca se atrevió a preguntar Julio Vicente Pérez

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LO MÁS ESENCIAL DEL DUELO

Todo lo que quiso saber sobre el duelo y nunca se atrevió a preguntar

Julio Vicente Pérez

Contenido

Prefacio 3

Introducción 4

6 preguntas esenciales del duelo 7

1. ¿Cuánto tiempo estaré triste tras una pérdida? 7

2. ¿Cuándo una emoción está desbordada? 11

3. ¿Las personas que no lloran son muy fuertes? 13

4. ¿Para qué ocuparse del duelo? 17

5. ¿De qué sirven las ceremonias de despedida? 20

6. ¿Para qué ir a terapia o consejería cuando se vive un duelo? 24

Sobre el Autor 31

Referencias 32

Agradecimientos 33

Prefacio Este e-book le explica, en un lenguaje claro y sin tecnicismos, qué esel duelo y cómo manejarlo. También responde preguntas clave sobre eltema: ¿cuál puede ser su duración?, ¿cuándo la emoción está desbordada?,¿es malo llorar?, ¿cuál es la utilidad de las ceremonias de luto?.

Ayuda a entender la importancia individual de este proceso y, según elcaso, cuándo es normal y cuándo se complica y requiere ayuda externa.

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IntroducciónEl duelo es esa experiencia que toca nuestras emociones y se manifiestade infinitas formas. Es una respuesta natural a la pérdida de unapersona, relación, condición de vida, parte de sí mismo o de cualquieraspecto con valor significativo, incluso también se manifiesta, más sutilmente,cuando tenemos que abandonar ideas caducas que ya no seadaptan a nuestra nueva realidad.

En mi vida, como en la de todos los seres humanos, han habido muchaspérdidas importantes: me ha tocado cambiar abruptamente de trabajoy profesión, vivir en varios países, separarme de familiares y amigos, sincontar la pérdida de numerosos seres queridos, personas y mascotas.

Después de elaborar todas estas pérdidas, de la forma más armónicaque ha estado a mi alcance en cada ocasión, he llegado a aproximarmea algunas certezas sobre el proceso humano del duelo.

En el camino me han ayudado maestros, terapeutas y un sin número de personas. Luego, mi formación como psicoterapeuta Gestalt y coach ontológico ayudó a entender mejor estás experiencias propias con el fin de ayudar a otros.

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Algunas certezas encontradas:

• El duelo es un proceso que genera cambios profundos en nuestras vidas: podemos sentirnos confundidos, ansiosos y llenos de dudas sobre lo que nos pasa, preguntándonos qué debemos hacer para aliviar el dolor que experimentamos y cómo podemos finalizarlo en el menor tiempo posible.

• Algunas veces podemos sentir que nuestro mundo está al revés y enfrentar momentos de frustración y desesperanza. Si carecemos de habilidades para resolver el duelo, quedamos traumados por la pérdida y la muerte.

• Se hace énfasis en las pérdidas vinculadas al fallecimiento de un ser querido pero las ideas planteadas pueden extrapolarse a cualquier tipo de cambio o ausencia como en los casos de separaciones, divorcios o cambios laborales.

Las pérdidas nos muestran que no podemos dar nada por garantizado:ni la salud, el poder, la seguridad ni una vida “feliz”. Después de ellas,nuestro mundo no volverá a ser igual, pero en ese mundo diferente hayespacio para recuperar la esperanza, la armonía y el bienestar.

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El proceso del duelo no sólo requiere desarrollar la capacidad de soltary dejar ir el pasado; el duelo nos lleva a los lugares más profundosde las relaciones de vida y de nuestra existencia. Nos devuelve a la vidaplena. En lugar de ser visto como sólo una consecuencia de la pérdida,podemos asumirlo como el trabajo de crecimiento personal que noslleva a adaptarnos a una nueva realidad.

Para ayudarte a emprender el camino al crecimiento personal y equilibrioes fundamental que puedas manejar información adecuada. Poreso este texto busca responder con claridad las 6 preguntas esencialesque surgen cuando se vive un duelo.

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6 Preguntas esenciales del duelo

1. “No quiero pasar muchos días sintiéndome mal. ¿Cuánto tiempo estaré triste tras una pérdida?”

Sabemos que un duelo está finalizando cuando la aflicción se reducesignificativamente pero algunas personas creen que los duelos debenterminar en unos pocos días y por ello se impacientan consigo mismoso con otros cuando no “superan” el dolor con prontitud.

Recientemente perdí a una mascota muy querida que estuvo conmigopor once años. Lo llamé Benito y era un perro hermoso e inteligente,sabía hacer muchos trucos y era muy equilibrado y sociable, tenía grancantidad de seguidores en facebook debido a sus travesuras y anécdotas.

Pasábamos mucho tiempo juntos por lo que desarrollé un gran apego afectivo con él. Su pérdida para mí fue muy significativa. Luego de apenas dos semanas hice un comentario sobre la tristeza que sentía en las redes sociales.

En respuesta, obtuve algunos mensajes que me increpaban por mantener el dolor por “tanto” tiempo, especialmente en mi caso ya que soy terapeuta especializado en duelo.

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Este fue otro recordatorio de que mucha gente piensa que la aflicción por una pérdida es un proceso que debe vivirse muy rápidamente, en pocos días, y que a veces, manifestar tristeza no es considerado adecuado, se percibe como un indicador de “debilidad” y de fracaso en el manejo del duelo.

El duelo es un proceso humano que abarca nuestro ser profundo y todas nuestras emociones. Es un

camino a recorrer y no un hecho o evento a “pasar” en pocos días. Predecir su duración exacta en cada caso

no solo es complicado sino también innecesario.

Ojalá pudiéramos pronosticar una fecha exacta en la que el dolor desaparece:en tantos días, a la vuelta de cuatro semanas o dentro de sietelunas, pero no es así.

Cada persona vive el duelo en una forma muy particular, a su propio ritmo y tiempo. En muchos casos, no requiere de asistencia médica aunque puede beneficiarse del apoyo de familiares así como de consejería profesional especializada personal y de grupo.

A menudo el proceso de sanar una pérdida se compara con el proceso de curar una herida en el cuerpo. Cuando fluye normalmente y no es interrumpido, el duelo lleva a la cicatrización de las heridas intelectuales, emocionales, psíquicas y espirituales. El tiempo de esta cicatrización dependerá de la profundidad, extensión de la herida y de los recursos que tengamos para cuidarla y sanarla.

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Hay autores que afirman que, cuando el duelo no se complica, puede tener una duración alrededor de 6 meses y frecuentemente se resuelve en un año, pero estas son generalizaciones y, en ocasiones, un duelo “sano” por una pérdida significativa puede extenderse más. Especialmente en los casos de pérdidas de cónyuge o hijos dos años en duelo es un tiempo frecuente y “normal”.

En el caso de duelo por muerte, el proceso será más o menos extenso de acuerdo al significado personal que le demos a la pérdida lo cual, a su vez, depende de varios factores.

Entre ellos podemos mencionar:• Nivel de apego al ser querido fallecido, es decir, importancia

afectiva del vínculo.

• Conocimiento de los eventos y factores que conducen a la pérdida.

• Experiencia de pérdidas anteriores y apoyo recibido durante esos duelos previos.

• Características de la muerte (por accidente, natural, por enfermedad larga o corta).

• Edad y condiciones de salud mental y física del doliente.

• Disponibilidad y calidad del apoyo social-familiar.

• Crisis concurrentes (problemas que suceden al mismo tiempo y están relacionados con la economía doméstica o laboral, cambios de condiciones de vida, entre otros).

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Es importante ser pacientes y considerar los factores que influyen en la duración del duelo antes de juzgarse a sí mismos o juzgar a otras personas que lo transitan por que nos parece que llevan demasiado

tiempo sintiéndose mal.

Por otro lado, es también muy importante estar alertas cuando trascurridoun tiempo de varios meses, el dolor, la pena o la ansiedad muestranmuy poca o ninguna tendencia a decrecer. En esos casos, tantocomo si el duelo es propio o ajeno, es importante buscar apoyo profesionalpues el proceso normal puede estar estancándose o volviéndose“patológico” con consecuencias nefastas para la salud y calidad de vidade una persona.

En conclusión, no hay un tiempo exacto para predecir cuando el dolordel duelo desaparece pero tampoco debe durar toda la vida. Cuandolo abordamos con coraje y activando todos nuestros recursos, ademásde contar con el adecuado apoyo psicosocial, puede abreviarse la duraciónde los sentimientos de aflicción significativamente pero nuncapodemos superarlos del todo de manera inmediata.

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2. “Se habla del duelo como un proceso lleno de emociones. Pero ¿cuándo una emoción está desbordada? ¿Cuándo es demasiado?”

Recuerdo que atendí en Coaching de Duelo a una persona que llevabamás de un año separada de su pareja. Pese al tiempo María se sentíaterriblemente mal por la ausencia de su cónyuge.

Una mañana ella entró a mi consultorio llorando y al sentarse le ofrecí tomara un kleenex de una caja muy grande que siempre tengo a mano. La caja estaba casicompletamente llena, pero observándola cuidadosamente me dijo “nocreo que sean suficientes pañuelos para mi tristeza, no alcanzarán” ycontinuó llorando por toda la hora de consulta.

Sus emociones de tristeza la desbordaban a pesar del tiempo en duelo. Obviamente, María necesitaba ayuda para manejar esa tristeza sin fin.

Es sano reconocer nuestras emociones, expresar cuando estamos tristes o admitir cuando tenemos rabia o sentimos miedo. Pero si una emoción aparece constantemente de forma intensa y repetitiva durantemucho tiempo (varios meses) y no puede manejarse, entonces esa emoción no está en equilibrio, está desbordada, es demasiado, aún cuando responde a un duelo muy profundo debido a una pérdida muy sentida.

En estos casos podemos estar enfrentando un duelo complicado.

“Sus emociones

de tristeza la desbordaban a pesar del tiempo en

duelo”.

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Se hace necesario aprender cómo manejar las emociones, para poder llevarlas a su papel sano de

equilibrio en la vida.

Las emociones son poderosas y un estado repetitivo y crónico de ellaspuede hacer que su impacto bioquímico en el cuerpo se desbordefuera de control. Por ello, atender las emociones puede requerirde terapia, antidepresivos, medicamentos contra la ansiedad, o de uncoaching profundo de duelo para manejar cambios en el estilo de vidapara que, de esta manera, pueda recobrarse el camino de regreso a lasalud.

También, el buscar ayuda profesional para trabajar las emociones queno manejamos, seguramente nos hará encontrar asombrosas respuestassobre nosotros, nuestra familia y el mundo que nos rodea.

Las emociones son irreemplazables, necesarias y de gran importancia para la vida, pero si están fuera de equilibrio, pueden ser muy peligrosas para nosotros,

nuestra salud y nuestra convivencia en el mundo.

En el caso de María, primero se descartó que sufriera de depresión ytras varias conversaciones de coaching, ella pudo enfocarse en aspectosde su separación que no había considerado, identificarse con susfortalezas y dejar atrás el sentirse víctima de la situación. No necesitóusar más kleenex para hablar en sus sesiones.

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3. “En algunos casos, las personas no manifiestantener ningún dolor y a veces parece que no quiereno no pueden llorar. ¿Se debe a que este tipo de personas son muy fuertes?”

Mi madre murió una madrugada muy fría cuando yo tenía sólo 13años. Recuerdo que desde que me dieron la noticia en el hospital sentícomo si me hubieran inyectado una gran dosis de anestesia.

Luego oía a gente llorando en el funeral pero yo no podía hacerlo enabsoluto. Sólo sentía un incómodo vacío y silencio interior.

Los siguientes meses fueron muy duros para mí. En aquel tiempo cuandoyo era adolescente, en mi país no era usual buscar ayuda psicológicatras una pérdida.

Recuerdo que lograba aliviarme concentrándome en continuar mis estudios de secundaria pero la falta de expresión emocional me hizotodo más difícil por largo tiempo. Yo era incapaz de sentir o procesar la pérdida de mi madre. Nunca grité, ni me arrodillé en el suelo a llorar. Pero mi caso no era el único, la ausencia de expresión de las emociones del duelo sucede en todas partes.

Existen personas que no manifiestan su aflicción ni en público ni ensu intimidad. No lloran durante los ritos funerarios, evitan mencionarsu pérdida a los demás y regresan a su vida cotidiana aparentementecalmados.

“Existen personas que no manifiestan su aflicción ni en público ni ensu intimidad”.

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Algunos quizás no tienen la oportunidad de vivir su duelo de forma apropiadadebido a los compromisos laborales o las demandas de cuidadode una familia que no les permiten darse una pausa para sentir queles sucede internamente.

Sin embargo, el que una persona tras una pérdida afectiva no manifieste su conmoción o sentimientos, no siempre se traduce en que tenga siempre una gran estabilidad emocional o, como se dice comúnmente, posee una gran “fortaleza de carácter”.

Muchas veces la ausencia de reacción emocional se presenta en personas que están tan impactadas en las fases iniciales del duelo, que experimentan un aturdimiento en

el que no dan signos de afectación o dolor.

En ocasiones se instaura en el deudo una especie de embotamientoafectivo, con la dificultad para la expresión de emociones. A esto sele llama “duelo congelado o incompleto”. Este tipo de duelo es másfrecuente que se genere en la infancia o adolescencia ya que en estasetapas no se cuenta con la suficiente madurez emocional para enfrentarlas pérdidas, especialmente si no se cuenta con apoyo familiar suficientementeinformado en el acompañamiento del duelo.

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A menudo queda dolor reprimido y escondido por muchos años yemerge aleatoriamente en forma de episodios de depresión o ansiedad.Cuando el dolor permanece enterrado por tiempo, requiere deasesoramiento psicológico, en el marco de una revisión profunda devida, para actualizarlo y liberarlo definitivamente.

En otras ocasiones, la persona experimenta síntomas psicosomáticosy conductas disfuncionales (agresividad pasiva, irritabilidad latente) quele causan dificultades en sus relaciones y sufrimiento, pero no las vinculacon la pérdida del ser querido.

En este tipo de duelo, que puede llamársele “duelo enmascarado” eldeudo acude frecuentemente a médicos aquejado de diferentes problemasde salud (comúnmente cefaleas, problemas digestivos y neuromusculares),pero silencia el hecho de su pérdida reciente, ya que creeque no se relaciona con sus síntomas de salud y mucho menos con suconducta, la cual le causa problemas al relacionarse con los demás.

En los casos de duelo congelado o de duelo enmascarado es importante

buscar ayuda profesional.

La expresión equilibrada de emociones es una función normal del organismoy cuando éstas no son exteriorizadas, el organismo tiene quehacer un gran esfuerzo funcional para contenerlas, restringiendo el flujobio-energético natural, el ritmo respiratorio y provocando tensionesneuromusculares crónicas.

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En particular las técnicas de trabajo psico-corporal como el masaje terapéutico muscular profundo, el yoga y otras técnicas corporales supervisadas por un terapeuta especializado, pueden ayudar a desbloquear las emociones y restaurar su expresión más natural y auténtica.

En mi caso, muchos años después de la muerte de mi madre, cuandofinalmente logré atender sesiones de terapia, pude desenterrar emocionesque no habían podido ser nunca expresadas durante mi adolescencia.

Gracias a ellas pude sanar asuntos que parecían completamenteolvidados. Desde ese entonces cambié, para bien, muchas cosas.Pude recobrar mi ser y liberar hasta mi forma de respirar. Convirtiendoel dolor en aprendizaje, decidí usar mi experiencia y prepararme comopsicoterapeuta para ayudar a otras personas en duelos difíciles.

En el duelo sano las emociones son expresadas en equilibrio: ni se desbordan manifestándose con alta intensidad por largo tiempo ni tampoco se ignoran ni restringen impidiendo su expresión adecuada y

oportuna.

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4. “Si el tiempo y el olvido lo curan todo, ¿para qué ocuparse del duelo?

Mi abuela materna repetía a menudo un verso de la sabiduría popular:

“Al tiempo le pido tiempo.El tiempo, tiempo me da.

Pero el mismo tiempo me diceque él me desengañará”.

Sin embargo, en el caso de los duelos, sólo el transcurrir del tiempono es suficiente para que reencontremos nuestro equilibrio y certezasde vida.

No es el tiempo sino lo que hacemos durante ese tiempo lo que finaliza el duelo.

Elaborar las pérdidas no equivale a resignarse, con actitud pasiva, enespera que sólo el tiempo cure el dolor y las heridas emocionales.

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El duelo es un trabajo que emprendemos a muchos niveles conscientes e inconscientes y, como toda labor, requiere de la realización de tareas ineludibles para superarlo.

Según varios autores estas tareas incluyen:

• Aceptar la realidad y dimensión de la pérdida.

• Revisar el pasado y concluir los asuntos pendientes.

• Liberar adecuada y oportunamente las emociones que acompañan al duelo.

• Entrenarse para asumir la vida de nuevo sin lo perdido.

• Trabajar en la renovación, creando nuevas oportunidades de vida.

Por otra parte, el olvido tampoco es lo que concluye el duelo. Sobretodo si es un olvido basado en la represión de recuerdos y de las experiencias vividas.

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Hace poco leí una frase anónima que decía “Haz como el sol que renace cada día y olvida la noche que pasó”. Esta frase puede ser muy hermosa,pero tomando el sentido de la imagen, ni siquiera el sol puede olvidarse de la noche que pasó pues de ella deviene.

El olvido nunca es liberador, parece que nos aleja de lo que nos hace sufrir, pero no lo consigue del todo, porque el recuerdo permanece enterrado en nosotros y aunque lo neguemos sigue influyendo en cada instante de nuestra vida, hasta tanto no lo comprendamos y elaboremos suficientemente.

Aceptar el dolor

y expresarlo sin

considerarlo como una experiencia

puramente negativa es una clave

fundamental para superar el duelo.

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5. “Las ceremonias de despedida o luto parecen vacías y sólo formalidades sociales, muchas veces llenas de hipocresía. ¿De qué sirven?”

Una amiga, mediante las redes sociales, me dijo alguna vez que los funeraleseran para ella una formalidad llena de hipocresía y que, cuando ella muriera, no quería que se celebrara ningún rito ni mucho menos que llevaran luto por su ausencia.

Si bien en nuestro mundo contemporáneo muchas ceremonias se hanmecanizado y comercializado excesivamente, los seres humanos, pornaturaleza y desde tiempos ancestrales, necesitamos de las ceremoniascomunitarias rituales para ayudarnos a iniciar la elaboración de loscambios en nuestras vidas tras una pérdida.

Los ritos son parte importante de la civilización humana, y es la razón por la cual todas las culturas

tienen ceremonias funerarias sagradas.

Afortunadamente, si pensamos que los rituales heredados socialmenteno satisfacen nuestras expectativas podemos nosotros mismos crearnuevos rituales que nos sean significativos. Las despedidas simbólicasson invaluables pues no sólo sanan nuestros pensamientos sino tambiénnuestros niveles emocionales y espirituales. Para ideas de cómocrear tus propios rituales puedes visitar esta página.

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En todas las tradiciones de ritos fúnebres hay elementos comunes.Generalmente hay un altar con el cuerpo, una imagen u objeto que simbolizala persona desaparecida. También frecuentemente están representadoslos elementos de la naturaleza, agua, aire, tierra y principalmenteel fuego de la trasformación en forma de velas o antorchas.

Lo más importante de estas ceremonias es que permiten expresar ycompartir los sentimientos de aflicción en grupo, en comunidad, lo que es un aporte importante para sobrellevar las primeras fases del duelo. Como bien dice un proverbio sueco, “la alegría compartida es doblealegría y la pena compartida es media pena.”

Los rituales sagrados nos ayudan a procesar el tránsito del fallecido para poder ubicarlo en su nuevo espacio de destino definido por nuestras creencias (el

universo, el cielo, nuestra memoria y/o corazones).

Además los ritos permiten establecer simbólicamente los límites entreese “más allá” o el “otro mundo” con el espacio de este mundo de losvivos donde se mantiene la comunidad de dolientes. Sin los rituales,muchos dolientes y sus fallecidos quedan psicológicamente “atrapados” en una tierra indefinida.

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Los rituales son sanos y sanadores, facilitan el dejar ir al fallecido y reunirnos a plenitud con la vida de

nuevo.

Luego de los ritos fúnebres viene el “luto”, entendiendo el luto como el proceso psicosocial que nos permite ayudar a resolver el duelo, a través de la expresión social de la conducta y las prácticas posteriores a la pérdida.

La forma de expresar el luto está estrechamente relacionada con la cultura a la que pertenezcamos (por ejemplo: vestirse de negro u otros colores específicos, guardar una dieta especial o continuar ceremoniaspara el difunto como misas o novenarios, etc.).

Si bien la manifestación de las ceremonias fúnebres ha mermado ennuestro mundo actual, más lo ha hecho la expresión del luto.En la cotidianidad de la calle, para mí es cada vez más difícil distinguirqué personas han tenido una pérdida reciente pues las señales de lutotradicionales, como ropa de colores particulares, bandas y botones de luto ya no se observan.

“La forma de expresar el luto está

estrechamente relacionada

con la cultura”.

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Creo que esto tiene varias razones: muchas personas en la sociedadcontemporánea se sienten incómodas al ser reconocidas como dolientes,es decir el duelo es una vivencia que se prefiere ocultar del públicoen general y por otra parte, como no hay educación sobre cómo acompañara una persona en duelo, mucha gente también se siente incómodaante una persona que denota estar en duelo: no sabemos cómocomportarnos ni qué decir.

El problema es que cuando creemos que “el luto se vive sólo internamentey no hay que demostrarlo”, frustramos la posibilidad de obtenermás apoyo psicosocial durante el duelo.

En verdad, el duelo se vive en muchos niveles, internos y externos.

En el contacto de la persona con el mundo, el doliente necesita serreconocido y apoyado. En una cultura más humana, deberíamos poderestar en armonía con la expresión del luto público, no para generarsentimientos de lástima, sino para que sea claro para la comunidad quecierta persona vive momentos de transformación y cambios y que porlo tanto necesita ser considerada y ayudada de manera acorde.

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6. “¿Para qué ir a terapia o consejería cuando se vive un duelo?”

Aunque no es siempre necesario, siempre es una opción ventajosa conseguir asistencia tras una pérdida significativa.

De esta manera, la asistencia profesional a cualquier duelo es un beneficio que uno se permite a sí mismo.

En mi criterio, la asistencia psicológica no sólo resulta clave en el caso del duelo patológico, cuando el proceso se complica y la persona tiene serios inconvenientes para volver a su rutina de vida y superar el dolor de la pérdida. Esta asistencia puede ser beneficiosa en todo duelo, no sólo cuando las personas se encuentran en situaciones muy comprometedoras para su bienestar emocional o psíquico.

Como terapeuta me ha tocado acompañar a cientos de personas ensus procesos. Cada una de ellas ha sido un universo distinto de historias,sentimientos e intensidades. Sin embargo, todas ellas se han podidobeneficiar de esta asistencia, haciendo de sus duelos procesos másllevaderos y sobre todo, oportunidades de crecimiento personal. Porotro lado, muchas personas deciden no acudir a consejería o terapiapara el duelo por diferentes razones.

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Un amigo mío me repetía, recientemente, la razón que más he escuchado:“no tengo tiempo para pasar horas acudiendo a un terapeuta, tengodemasiadas obligaciones”. Es la famosa “falta de tiempo” para dedicarsea uno mismo, especialmente si se trata de “materias del corazón”, comopasa con los duelos, donde la gente descuida sus necesidades más profundas.

Otra razón que algunas personas argumentan es que no sienten que su proceso sea “tan dramático” y piensan que pueden arreglarse solas. He conocido personas con duelos muy profundos por pérdidas que otros considerarían banales; por ejemplo, una vez trabajé con una persona que tenía que cambiar de institución educativa por el cierre de la misma.

Para muchos de sus compañeros este cambio no era de mayorimportancia pero para este paciente era algo realmente trascendentepues con el cierre de su empleo dejaba atrás metas y sueños que sehabía propuesto alcanzar en esa institución.

Además, el duelo no debe atenderse profesionalmente sólo porquela historia detrás sea lo suficientemente grave como para aparecer enel titular de un periódico. El duelo pude asistirse con ayuda profesionalsimplemente porque la pérdida nos importa.

“Lo importante del duelo no es el tipo de pérdida en sí,

sino el significadopersonal que le damos a la

pérdida”.

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Ciertas personas, muy educadas, piensan que la terapia es para gente “débil” y “sin madurez”. Juan, mi quiropráctico, perdió a su esposa de muchos años repentinamente. Una mañana amaneció sin vida debido a un infarto fulminante mientras dormían juntos.

En una oportunidad le ofrecí mi asistencia para el duelo y él me contestó que, siendo él un profesional de la salud, se sentía “fuerte“ y con suficientes recursos internos para auto-ayudarse, por lo que no pensaba acudir a terapia.

Sin embargo, en una mañana que fui a hacerme un ajuste quiropráctico con él, le pregunté cómo se sentía trabajando solo, sabiendo que su esposa había sido también su asistente. La cara de Juan se coloreó de rojo intenso, como si hubiese estado expuesto a un gran fuego. Yo le pedí en ese momento que soltará su respiración contenida y, al hacerlo, comenzó a llorar muy sentidamente.

Lo acompañé allí mismo, en su consultorio, y le di contención para que pudiera liberar un poco de aquello que había pensado podía manejar solo. Juan estaba tan conmovido que no pudo atenderme a mí ni a ningún otro paciente ese día. Pocos días después me llamó para iniciar sus sesiones de coaching de duelo.

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También he escuchado que algunas personas han acudido a terapia previamente y no han quedado satisfechas con lo que lograron. Una conocida mía tuvo muchos problemas por la relación difícil que tenía con su hijo durante la adolescencia y las terapias a las que asistieron no les parecieron de utilidad.

Desde entonces esa persona decidió no buscar ayuda profesional, aun cuando se enfrentó, posteriormente, a pérdidas que la degastaron mucho emocionalmente. Así hay personas que por malas experiencias terapéuticas previas descartan erróneamente para siempre toda ayuda profesional, aunque se encuentren en situaciones nuevas y muy diferentes.

Algunos profesionales de la salud pocas veces refieren a ayuda emocional profesional durante el duelo, aún observando manifestaciones psicosomáticas en sus pacientes, ya que como se ha mencionado en otros párrafos de este e-book, se considera que “el tiempo cura”, particularmente lo que no tiene un origen puramente orgánico.

En ocasiones las personas no consideran adecuado “gastar” dinero en aliviar su sufrimiento, o en sí mismos, conducta que muchas veces deriva más de una baja auto valoración o de sentimientos de culpa posiblemente no reconocidos, que de verdaderas limitaciones financieras.

Hoy en día, pueden hacerse arreglos para recibir ayuda profesional,aún teniendo bajo presupuesto. También el acceso al internet ha hecho que esta ayuda esté disponible en todas partes.

“Las personas no consideran

adecuado ‘gastar’ dinero en aliviar su sufrimiento”.

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Cuando tenemos una herida importante en el cuerpo o un hueso roto, no dudamos en acudir a un profesional para atenderla mejor y evitar complicaciones. Ahora, ¿Cómo descartar, a priori, la ayuda cuando la herida es en el alma y el corazón se siente roto?

El trabajo de duelo más efectivo es aquel que se hace con asistencia profesional adecuada.

Como mencionábamos anteriormente, la forma de superar el dolorno es enterrándolo dentro de nosotros mismos, desde donde puederesurgir de las formas menos sospechadas.

La canción del cantautor argentino Piero, “Soy Pan, Soy Paz, Soy Más”® tiene una estrofa que dice:

“Vamos, contame, decimetodo lo que a vos te esta pasando ahora,

porque si no, cuando está tu alma sola llora.Hay que sacarlo todo afuera

como la primaveranadie quiere que adentro algo se muera.

Hablar mirándose a los ojosSacar lo que se puede afuera

Para que adentro nazcan cosas nuevas”.

Si quieres oír la canción de Piero completa puedes ir al siguiente enlace:Soy Pan, Soy Paz, Soy Más - Piero

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En nuestro mundo lleno de información se nos educa y enseñan muchas cosas valiosas para la vida pero poco se dice sobre cómo elaborar las pérdidas. Nuestra sociedad carece, en general, de educación para manejar las despedidas, las ausencias y los duelos.

Los recursos de ayuda profesional pueden, de manera directa y sencilla, compensar esa falta de “entrenamiento social” en el manejo de las pérdidas, ayudando a reconocer nuestras fortalezas emocionales y potenciando los aspectos personales que necesitamos robustecer para hacer más llevadero el camino.

Mientras más nos permitamos tener apoyo y comprensión alrededor nuestro será más fácil

enfrentar las tareas del duelo.

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Sobre el Autor

Julio Vicente Pérez Infante es psicoterapeuta y coach, Premio Nacional de Psicoterapia (2003) de la Asociación Venezolana de Psicoterapia por su investigación en la asistencia psicológica de pacientes al final de la vida. Su trabajo abarca consultas personales y grupales.

En su práctica combina técnicas de integración mente-cuerpo con una visiónhumanista de la terapia. Se ha especializado en acompañar transiciones de vida relacionadas con separaciones, pérdidas, duelos, así como cuidados paliativos y psico-oncología.

Trabajó por varios años en la coordinación del voluntariado de la Unidad deCuidados Paliativos del Instituto Oncológico Luis Razzetti y se desempeña como colaborador en varias instituciones en el área de la salud como la Fundación “Esperanza de Vida” y “SenoSalud”. Igualmente se interesa en el trabajo de integración de lo onírico como herramienta existencial que ofrece oportunidades de crecimiento personal profundo y apoyo al bienestar integral.

Cree en el ejercicio de la Psicoterapia como un arte de contacto humano auténtico y una misión que contribuye a incrementar

bienestar, el crecimiento personal y el sentido de la vida de los seres humanos.

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Referencias

• Bayés, Ramón, (2001) Psicología del sufrimiento y la muerte, Barcelona, Ediciones Martínez Roca.

• Bucay, Jorge (2003) Hojas de Ruta Buenos Aires, Editorial Nuevo Extremo.

• Castro González, María del Carmen (2007) Tanatología, La Inteligencia Emocional y el Proceso del duelo, Ciudad de México, Editorial Trillas.

• Freese, Arthur (1977) Living through Grief and Growing with it, New York, Barnes & Noble Books.

• Neimeyer, Robert (2002) Aprender de la Pérdida, Buenos Aires, Editorial Paidos.

• Rojas Posada, Santiago (2008) El manejo del duelo, Bogotá, Editorial Norma.

• Sordo, Pilar (2012) Bienvenido el dolor, Santiago, Editorial Planeta.

• Stecca de Alvizúa, Cristina (2004) Cerrando Ciclos Vitales, Ciudad de México, Editorial Pax

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Infograpps y su generosa contribución en la ilustración de este e-Book.

Agradecimientos

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