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literatura y empresa José Javier Rodríguez Alcaide presenta algunas publicaciones que enseñan a aprender economía ILUSTRACIÓN DE JUAN MARÍA VARGAS NARRATIVA: ‘SOPA DE FAUNO’, DE DIEGO PRADO. ENTREVISTA A JUAN MANUEL GIL, AUTOR DE ‘LAS ISLAS VERTEBRADAS’. ‘FRED CABEZA DE VACA’, NUEVA NOVELA DEL ESCRITOR CORDOBÉS VICENTE LUIS MORA. ‘EL VALLE DE LOS RISCOS’, DE CARLOS GUILLERMO NAVARRO. Libros El poeta cordobés fue investido doctor honoris causa por la Universidad de Córdoba hace unos días. El escritor Manuel Gahete analiza la obra de Pablo García Baena, quiénes han marcado su poesía, pero también otras influencias que han definido su creación. PABLO GARCÍA BAENA PREMIO NACIONAL DE FOMENTO DE LA LECTURA SUPLEMENTO CULTURAL DE DIARIO CÓRDOBA DIRECTOR: FRANCISCO LUIS CÓRDOBA BERJILLOS COORDINADOR DEL SUPLEMENTO: FRANCISCO EXPÓSITO EXTREMERA AÑO XXXI. NÚMERO 1274 SÁBADO, 11 DE NOVIEMBRE DEL 2017 © Diario Córdoba. Todos los derechos reservados. Esta publicación es para uso exclusivamente personal y se prohíbe su reproducción, distribución, transformación y uso para press-clipping.

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literatura y empresaJosé Javier Rodríguez Alcaide presenta algunas publicaciones que enseñan a aprender economía

ILUSTRACIÓN DE JUAN MARÍA VARGAS

NARRATIVA: ‘SOPA DE FAUNO’, DE DIEGO PRADO. ENTREVISTA A JUAN MANUEL GIL,

AUTOR DE ‘LAS ISLAS VERTEBRADAS’. ‘FRED CABEZA DE VACA’, NUEVA NOVELA DEL

ESCRITOR CORDOBÉS VICENTE LUIS MORA. ‘EL VALLE DE LOS RISCOS’, DE CARLOS

GUILLERMO NAVARRO.

LibrosEl poeta cordobés fue investido doctor honoris causa por la Universidad de Córdoba hace unos días. El escritor Manuel Gahete analiza la obra de Pablo García Baena, quiénes han marcado su poesía, pero también otras influencias que han definido su creación.

PABLO GARCÍA BAENA

PREMIO NACIONAL DE FOMENTO DE LA LECTURA

SUPLEMENTO CULTURAL DE DIARIO CÓRDOBA

DIRECTOR: FRANCISCO LUIS CÓRDOBA BERJILLOS

COORDINADOR DEL SUPLEMENTO: FRANCISCO EXPÓSITO EXTREMERA

AÑO XXXI. NÚMERO 1274

SÁBADO, 11 DE NOVIEMBRE DEL 2017

© Diario Córdoba. Todos los derechos reservados.Esta publicación es para uso exclusivamente personal y se prohíbe su reproducción, distribución, transformación y uso para press-clipping.

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LIBROS

Todo es probableDiego Prado recopila diez cuentos en ‘Sopa de Fauno’

Diego Prado (Mahón, 1970) había publicado las novelas En algún lu-gar te espero (2000) y

Hospital Cínico (2013), y los libros de relatos Las espigas de la impru-dencia (2003) y Domingos buscando el mar (2007). Las diez piezas de Sopa de fauno (2017) se convier-ten en su nueva entrega. Se tra-ta de una colección que destila desde el primer cuento hasta el último ese aire de jocosidad in-tensa que tanto nos hace falta, y ofrece una irónica visión de una sociedad desgajada de sus elementos más imprescindibles, algo que solo un magnífico es-critor puede aportar; esto es, la falta la bondad o la más absolu-ta negación de la condición hu-mana porque sus personajes, las mujeres y los hombres de estos cuentos, se verán inmersos en algunos de los momentos más inesperados de su vida, y las his-torias de Prado se convierten en un extraño conjunto de adver-sidades, donde la angustia y la neurosis destruyen cuanto tie-nen a su alrededor, aunque, eso sí, quienes protagonizan sus his-torias se esfuerzan e intentan dar algo de sentido a lo que su-cede para liberarse de la pesadi-lla en que, inesperadamente, se han visto sumergidos.

Las situaciones cotidianas, sal-vo en algunos casos, son de lo más común. La falta de empleo, los problemas familiares o de pareja, el fracaso personal, pero, sobre todo, la soledad se percibe como el tema estrella del narra-dor, que dosifica curiosamente. Es así como consigue hilvanar, a través de esa dualidad que ha venido ensayando en su relatos, una realidad cercana y el sentido

Pedro M. Domene

que surge de la máquina de ta-baco. Los pliegues que contienen estas historias resultan siempre un asunto evocador, y nunca de-masiado explícito para que el po-der de la sugerencia imponga su ley, y es así como permiten que un libro enigmático, que se titu-la Sopa de fauno, transite por la mayoría de ellas. Para Diego Pra-do sus historias pueden surgir de una simple anécdota que, en su mano, cobra protagonismo, y porque en el fondo subyace esa otra historia, la que como lecto-res somos capaces de imaginar y solo cobra dimensión en nuestra fantasía. Las ilustraciones de Lo-la Castillo refuerzan, magistral-mente, la atmósfera creada por el narrador, en una perfecta sim-biosis textual y plástica.

más absurdo, quizá calificado de ciencia-ficción, un auténtico jue-go onírico o la visión que, de no-sotros, muestra el reflejo de un espejo. La curiosidad como lec-tor deja que nos hagamos eco de algunas de estas historias, como ese actor de carrera maltrecha que encarna a una planta huma-na en casas pudientes, una vida vegetal donde el arte se convierte en un mero adorno que entretie-ne a los demás, pero se convierte en mera supervivencia en «Plan-ta de interior». Dos amigos, en «Ella aguarda», se reencuentran tras muchos años sin verse para recordar al alimón, con ese agri-dulce sabor de la memoria, a una joven a la que amaron cuando eran adolescentes. En «Un viaje familiar», los protagonistas lle-gan a un pequeño pueblo habita-do por ancianos y se encuentran con una lamia, un ser mítico con cabeza de mujer y cuerpo de dra-gón. Un cuento donde crepita lo fantástico, como en el siguiente. El trabajador de una gasolinera, en «Amor alto en nicotina», se encapricha de la voz irresistible

‘Sopa de fauno’. Autor: Diego Prado. Editorial: Adeshoras. Madrid, 2017.

EVA SINTES

SERES DE BABEL

Política y poesíaManuel Gahete

Platón define

poiesis como

la causa que

convierte lo

inmaterial

en materia,

todo proceso

de creación donde la

imaginación se empodera

reconstruyendo la visión

del mundo. Es curioso

comprobar cómo los próceres

tienen esa capacidad

completiva para incorporar a

sus discursos lo más proteico

de lo no pragmático. Presten

atención a los políticos

cuando hablan de lo humano

como si fuera divino.

Emulando a los creadores

pasan de lo científico y

objetivo a lo subjetivo y

fantástico, imaginando un

mundo ajeno a la realidad,

en su deseo bastante abstruso

de embellecerla o idealizarla,

como si así hicieran posible

el milagro de transformar en

obra la palabra.

Me parece sublime que

mantengan ese espíritu

romántico en que los sueños

permanecen incólumes

sobre la tragedia cotidiana

pero suele ocurrir que el

entusiasmo que rezuma de

sus intenciones deviene en

papel mojado y naufraga

inexorablemente en las

arenas del suicidio.

EnSAyO

‘Mirador de Velintonia.De un exilio a otros (1970-1982)’. Autor: Fernando Delgado. Edición: Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2017

Aunando los oficios de narrador y periodista, Fernando Delgado recrea la estampa de un tiempo irrepetible vivido en torno a una casa, Velintonia, la que fuera re-sidencia en Madrid de Vicente Aleixandre. Mirador de Velintonia. De un exilio a otros (1970-1982) tiene mucho de memoria personal. Por sus páginas aparece Pablo García Baena, entre otros escritores.

nOVELA

De todas las aventuras creadas por Conan Doyle (56 relatos y 4 novelas), El sabueso de los Basker-ville está considerada su novela cumbre, además de ocupar un lugar fundamental en el desa-rrollo del personaje de Sherlock Holmes. Esta novela fue votada por un grupo de expertos holme-sianos como la mejor aventura del personaje.

‘El sabueso de los Baskerville’. Autor: Arthur Conan Doyle. Editorial: Cátedra. Edición de Julián Díez. Madrid, 2017

EnSAyO

El populismo es un elemento consustancial a la democracia, pues el político populista siem-pre ha formado parte de su paisa-je: el que busca avivar el rescoldo de los temores sociales para ha-cer de ello su medro. Este libro es un viaje por el universo del po-pulismo desde sus orígenes hasta llegar al actual presidente de Es-tados Unidos, Donald Trump.

‘Geografía del populismo’. Coordinadores: Ángel Rivero, Javier Zarzalejos y Jorge del Palacio. Editorial: Tecnos. Madrid, 2017

EnSAyO

A través de la documentación consultada en cerca de veinte ar-chivos nacionales e internaciona-les, Gómez Bravo reconstruye la temprana planificación y la pro-gresiva sincronización geográfica del sistema represivo franquista. El autor explica su prolongación más allá de los límites de la gue-rra civil y se adentra en su impac-to en la sociedad.

‘Geografía humana de la represión franquista’. Autor: Gutmaro Gómez Bravo. Editorial: Cátedra. Madrid, 2017.

nOVELA

El escritor John Galsworthy al-canzó la fama con la publicación en 1906 de la novela El propie-tario, que 16 años más tarde se convertiría en la primera de las que componen La saga de los For-syte. El autor, premio nóbel en 1932, pretende satirizar a la alta burguesía inglesa, para lo que se basó en miembros de su propia familia.

‘El propietario. Autor: John Galsworthy. Editorial: Cátedra. Edición de Miguel Ángel Pérez Pérez. Madrid, 2017

VEnTAnAS

Las retrasadas

Juana Castro

En menos de

70 páginas,

la autora

francesa

Jeanne

Benameur,

nacida en

Argelia, narra una historia

de amor y milagro, de

dolor y misterio. Un bocado

exquisito escrito con frases

cortas, contenidos el aliento

y la sintaxis. Un amor

materno-filial que se basta a

sí mismo y en cuyo recinto

no cabe nadie más.

Es la unión instintiva,

cerrada, entre una madre

demeurée y su pequeña, un

compuesto casi animal

con su propia guarida, que

parece tambalearse cuando

Luce, la hija, empieza a

ir a la escuela porque es

obligatoria. y comienzan ahí

las confrontaciones entre

la madre y las gentes del

pueblo, entre la maestra y

las niñas, entre la realidad

y la norma. Hasta que

salta la enfermedad como

revulsión y protesta, como

único refugio de lo que no se

entiende.

Pero, en medio del

sufrimiento y al borde de la

muerte, todavía es posible

alumbrar el poder del amor y

el poder del lenguaje.

2 Cuadernos del Sur AA Agenda Diario CÓRDOBASÁBADO11 DE NOVIEMBRE DEL 2017

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Pedro M. Domene

Juan Manuel Gil forma parte de al-gunas antologías y fue becado por la Fundación Antonio Gala. Habi-tualmente escribe para varios me-

dios de comunicación. Acaba de publi-car su novela Las islas vertebradas (Playa de Ákaba, 2017), una historia sobre la fragilidad humana.

-¿Existe una literatura de las islas?-Creo que tanto escritores como lectores han sentido una gran fascinación por las islas. Parecen albergar un enorme poten-cial simbólico, enigmático, casi telúrico. Una misma isla puede ser refugio y des-tierro, hallazgo y extravío. Y eso genera un yacimiento del que la literatura se ha alimentado.

-¿Esa isla en mitad del océano se parece a una vida?-Sin duda. Y de forma muy clara se aseme-ja a la vida de Martín, el protagonista. El aislamiento, la hostilidad, los secretos, las alucinaciones, el insomnio y los dolores hacen que Martín y esa isla estén anuda-dos de un modo inexorable. Y esto ocurre, quizá, porque el protagonista acabó cre-yendo, en algún momento, que esa isla era su última oportunidad.

-¿Necesitamos, entonces, inventar una segunda identidad para sobrevivir?-Afortunadamente, no es necesario. Pero es más habitual de lo que pensamos. Las redes sociales nos han convertido en ex-pertos en la construcción de personajes. Seleccionamos, eliminamos, añadimos y encajamos las piezas. Nos renovamos. Nos ofrecemos al mundo como persona-jes atractivos, frutales, ingeniosos. A veces ese vacío nos engulle.

-Se habla de su literatura como inclasi-ficable, ejemplos de ‘Inopia’ (2008) o ‘Mi padre y yo. Un western’ (2013), ¿está us-ted de acuerdo con esa calificación que se hace? -Más que inclasificable, me considero un escritor inquieto, curioso. Para sentarme a escribir necesito sentirme fascinado por los días de trabajo que me esperan. Y eso supone indagar en distintos géneros, te-mas, tonos o propuestas estructurales. Si he escrito poesía, relatos, novelas y algo difícil de etiquetar como «Mi padre y yo. Un western» es por un motivo fundamen-tal: huía del aburrimiento, buscaba sentir el vértigo.

-Sin embargo, su última obra, ‘Las islas vertebradas’ (2017), tiene una perfecta es-tructura narrativa, ¿es así?-Es así. Algunos de los lectores me pregun-taban cuándo me iba a atrever con una no-

Juan Manuel Gil (alMería, 1979) es autor del PoeMario ‘Guía inútil de un

naufraGio’, de la novela ‘inoPia’ Y del extraño voluMen ‘Mi Padre Y Yo.

un western’. ahora Publica la novela ‘las islas vertebradas’

Juan Manuel Gilten numerosos momentos de tensión, ¿quizá nos invitan a reflexionar sobre ese extraño mundo interior que proyec-ta su personaje?-Esa era una de mis intenciones, que el lec-tor deshiciera algunas costuras del perso-naje principal y curioseara en su interior. Esta vez preguntarse si un acto está bien o mal no era suficiente. Había que forzar más los límites. Salvando las distancias, ¿yo podría haber actuado como el protago-nista? Forzando una respuesta afirmativa, me obligaba a sumergirme en aguas pan-tanosas, turbias. Solo así podía intentar empujar al lector a esas mismas aguas.

-Si uno se retira a una isla, según usted, ¿sería ese el espacio más idóneo para so-brevivir?-Desde luego, si es la isla en la que vive Martín, la respuesta es no. No me gustaría acabar ahí tomando cócteles y trasnochan-do. El ambiente opresivo, los secretos, la desconfianza, el insomnio y la humedad son algunos de los ingredientes que de-finen este lugar. No me parecen buenos atractivos turísticos.

-Al final de la lectura de su novela, uno se da cuenta de que podemos parecernos a Martín, ¿hablamos de numerosas reali-dades vividas?-Nuestra vida es múltiple, caleidoscópica, una red de experiencias y relaciones per-sonales que conforman un sistema com-plejo. Si lanzamos un vistazo aéreo a esa red, quizá tengamos la percepción de que cada vida es distinta, única. Y puede que, en buena parte, no nos falte razón. Sin embargo, cuando nos vamos centrando en cada nudo de esa red, vemos que las diferencias no son tantas.

-¿’Las islas vertebradas’ es un mapa car-tográfico de la duda y, sobre todo, del miedo?-Creo que tiene bastante de eso. Las du-das y el miedo nos pueden convertir en seres imprevisibles y, hasta cierto punto, irracionales. El miedo desencadena reac-ciones inesperadas que, en muchos casos, nos acompañan toda la vida. Obviamente, las consecuencias no son siempre negati-vas. ¿Pero qué ocurre cuando sí lo son?

-Finalmente, ¿ha escrito usted una nove-la sobre la identidad humana?-No lo sé, la verdad. He necesitado más de doscientas cincuenta páginas para expli-carme. He intentado dar respuesta a una o dos preguntas empleando más de sesenta mil palabras. Y cuando puse el punto fi-nal supe que esas preguntas podían tener muchísimas respuestas. Demasiadas. Pero es algo que no me preocupa. Para mí la literatura tiene mucho de eso: buscar res-puestas que probablemente no halles. Así de doloroso. Así de fascinante.

sa que es posible empezar de nuevo, tener una nueva oportunidad. Ese discurso pue-de despertar comprensión o compasión. Los actos y los secretos, en cambio, despre-cio. Ese conflicto es uno de los reactores nucleares de esta historia. ¿Puedo com-padecer y despreciar a alguien al mismo tiempo? Yo creo que sí. Las certezas abso-lutas me despiertan recelo.

-Otros personajes, en su mayoría extran-jeros, se suman a la historia de Martín, ¿esas otras identidades certifican aún más la soledad del protagonista?-Sí, constatan su aislamiento. Y no porque exista la barrera del idioma. Más bien se trata del muro de la desconfianza. Martín vive solo en un bungalow de una urbani-zación endogámica que se ubica en el co-razón de una isla más hostil que amable. Un juego de muñecas rusas, un monu-mento a la soledad: Martín, el bungalow, la urbanización y la isla.

-Pese a la uniformidad de la historia exis-

«Nuestra vida esmúltiple, caleidoscópica, una red de experiencias y relaciones personales que conforman un sistema complejo»

Juan Manuel Gil.

CÓRDOBA

vela más ortodoxa. Y acabó llegando con Las islas vertebradas. En cuanto empecé a escribirla, tuve claro que la estructura tenía que estar al servicio de la historia, que no me interesaban los saltos mortales estructurales, que cualquier decisión que tomara tenía que estar condicionada por la tensión y la progresión de la trama.

-¿El protagonista, Martín de Juan, se es-conde en una isla para guardar su secre-to?-Sí. Para guardar su secreto y porque pien-

Cuadernos del Sur AA Entrevista Diario CÓRDOBASÁBADO11 DE NOVIEMBRE DEL 2017 3

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La buena literatura con frecuen-cia aborda escenarios y acciones que son verdaderas lecciones de economía respecto a las que algu-

nos lectores no prestan atención. Se pue-de aprender mucho de empresa, econo-mía o finanzas leyendo literatura, nove-las históricas y, aunque parezca extraño, poesía. En narrativas, inesperadamente, afloran situaciones en las que están pre-sentes y son relevantes aspectos económi-cos y empresariales. En este breve repor-taje se seleccionan y sintetizan algunas de estas escenas como muestra de la tesis que se acaba de anunciar, porque la no-vela y la poesía son relevantes a la hora de reflexionar sobre empresa y aprender de economía.

La empresa familiar En cuatro páginas del capítulo quinto de Cuervos sangrientos, Simon Scarrow descri-be los elementos esenciales de un negocio de carácter general y familiar, así como la diferencia entre hacer una oferta y apala-brar un pacto que se sella con un apretón de manos. La obra describe algunos episo-dios de la presencia de Roma en Britania a partir del año 51 de nuestra era, en época del emperador Claudio, padre de Nerón. El acontecimiento es la adquisición de una posada con taberna por parte de Porcia, madre del centurión Macro en Londinio (Londres). En el texto se puede contemplar un análisis de mercado con segmentación de clientes por niveles de renta y la posibi-lidad de expansión a través de la amplia-ción del número de habitaciones de la po-sada. También la diversificación, dado que en la parte posterior se dispone de lugar para alquilar al gremio de las prostitutas, de modo que «aquí hay mucho potencial y el precio de adquisición es muy justo».

En el episodio se pone de relieve el mo-do de financiar la inversión. Porcia pro-pone al hijo, Macro, financiarlo a partes iguales, quedando ella con el 60% de los resultados para compensar su labor de ge-rencia con diez puntos que no recibirá el hijo, quien solo percibiría el 40% de los resultados, hoy en forma de dividendos.

Cato, amigo de Macro, que atiende al de-bate, quedó «un tanto impresionado por el buen sentido comercial de Porcia y su actitud implacable para salirse con la su-ya». Es decir, resaltó la voluntad y perseve-rancia del buen emprendedor.

El razonamiento económico no fue sufi-ciente a Macro para invertir en el negocio materno. Porcia apeló a los sentimientos

Al este del EdénSería impensable que John Steinbeck, al escribir en 1952 Al este del Edén, dedicara un relato familiar que plantea un conflic-to entre padre e hijo por razón de un con-trato de futuros de haba de soja. El econo-mista lector o el empresario observador concluirá que la narrativa está explicando la naturaleza del mercado de futuros que opera en la bolsa de Chicago y que el pa-dre, Adam, consideraba inmoral en tanto que el hijo creía ortodoxo cuanto había realizado.

La escena transcurría en casa de la fami-lia de Adam en el día de Acción de Gracias, donde se habían reunido todos para cele-brarlo. Cal había cerrado un contrato de venta de futuros de haba de soja, cuyo pre-cio se había disparado como respuesta a la incertidumbre que había generado en los

de niños con su cariñosa porción de pas-tel aburguesado». Anne comprobó en el testamento del padre que el capital que esperaba del fabricante de lanas se había gastado en una vida extravagante y, años antes, solo heredó de su madre el anillo de platino que hizo adaptar a su dedo, y que jamás se lo quitó. Su gran herencia fueron los recuerdos del bisabuelo y las heridas del alma dolorosas e inagotables.

Esta lectura me permite abordar ante familias empresarias la estrategia para conservar el patrimonio ganado con tan grande esfuerzo. No es nada malo acudir a Ann, Premio Pulitzer de 1967, para que se animen a leer poesía quienes estudian sobre la empresa familiar.

Mercado libre frente a estatalismo Adam Smith escribió en 1776 en su libro La Riqueza de las Naciones lo mismo que el prusiano Enmanuel Kant en 1797, veinte años más tarde, en su Metafísica de las Cos-tumbres. Kant lo denominó imperativo ca-tegórico. Bajo la fórmula «No engañemos a los demás» defendió la necesaria con-fianza en el mundo de los negocios. Adam Smith nos hizo ver que dependíamos del carnicero, quien a su vez debe ser amable con nosotros y vendernos sus piezas a pre-cio razonable, pero no por economía de donación, sino porque ese comportamien-

to es bueno para el carnicero en un mercado con otros carniceros.

El filósofo Ni-gel Warburton explica a Kant, en su capítulo «¿Y si todo el mundo

lo hiciera?», del que selecciono para mis alumnos el siguiente texto: «Imagina que tienes una frontera. Eres educado con los clientes y les das el cambio correcto. Pue-de que lo hagas porque pienses que es bue-no para el negocio y que, así, es más pro-bable que la gente vuelva a gastar dinero en tu frontera. Si esa es la única razón por la que das el cambio correcto, lo estás uti-lizando para obtener lo que quieres. Pero, si todo el mundo engañara, la confianza desaparecería. Si todo el mundo hiciera promesas falsas las promesas perderían todo su valor».

Las lecturas de Adam Smith, Enmanuel Kant y las sencillas de Nigel Warburton, tan distantes entre sí en el tiempo, debe-rían ser leídas por empresarios y estudian-tes de dirección y administración de em-presas y glosarlas para que en sus corazo-nes quedaran impresas.

«Se puede leer poesía y encontrar emociones que palpitan en lechos económicos. Pasar páginas de una novela y topar con un excelente relato de estrategia empresarial»

La literatura que enseña economía

ENSAYO

Rodríguez Alcaide selecciona una serie de publicaciones que ayudan a comprender el mundo de la empresa en la actualidad

José Javier Rodríguez Alcaide materno filiales para doblegar a Macro y conseguir de él la mitad de la financia-ción: 5.000 dinarios, la soldada de varios años.

En el relato aparecen los banqueros co-mo «unos parásitos corruptos». Esa fue la razón por la que Macro cambió su plata por monedas de oro para «hacer más por-tátil su fortuna y llevarla siempre consi-go». Ese era su pequeño secreto que Por-cia, su madre, conocía.

El negocio es típicamente familiar, Por-cia empresaria y financiadora, gerente y administradora. Total control. Macro, su hijo, soldado centurión, fue sencilla-mente financiador del negocio familiar. El perfil del emprendedor es el de todo «pequeño empresario, experto en ama-ñar cuentas como (en este caso), en coci-nar comidas baratas para sus clientes». La posibilidad de perder y ganar está pre-sente y Macro asevera que «si su madre lo hacía bien, obtendría un buen beneficio de su inversión».

Abuelo banquero, nieto pordiosero Este es un jocoso y dramático argumen-to que considera que la mejor manera de terminar esta vida con un pequeño patrimonio es haberla comenzado con uno grande. Para explicar este proceso, de modo detallado, acudo al poema de

Anne Sexton, nacida en 1928 en Newton (Massachusetts), que vivió en barrios ri-cos de Boston e hizo poema «la herencia de la propia insuficiencia con que su ma-dre dotó a sus sucesoras». La poesía, con algunas eliminaciones, dice así: «Pastel de embudo. La historia de la familia ha-bla de mi bisabuelo, que engendró ocho hijos geniales y compró doce magníficos pianos casi nuevos. Dejó un patrimonio considerable cuando murió. He venido, de vuelta, a un bisabuelo, muerto, para arreglar su panteón y tocar un sonido fantasma donde yace despierto. Cons-truyó siete casas como arcas. Se alquilan baratas en el aire enmohecido del vera-no para familias con playeras que pisan silenciosas. De vuelta a este bisabuelo he venido a descifrar una lápida, inclinada todavía en su recuerdo, para cuestionar esta mengua y a un mínimo alimentar

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agricultores la declaración de la primera guerra mundial. Cal obsequió a su padre con el regalo del contrato, anticipándose así a la Navidad, pero el padre lo recha-zó porque creía que estaba robando a la sociedad, en tanto estaba movilizando a jóvenes para enviarlos al frente de guerra en Francia. Ordenó a su hijo devolver el dinero y Cal le argumentó que no sabía a quién, dado el funcionamiento automá-tico e impersonal de algunos mercados, como era el caso de la bolsa de Chicago en el corro de la soja. Su hijo había comprado la soja en el mercado y al vencimiento y entrega había multiplicado su valor, pero el padre rechazó el regalo al preferir una vida más honesta que la que le ofrecía su hijo en ese regalo.

Adam y Cal son dos preclaras personali-dades que entendían el mercado de modo

mezcla de estrategias que van desde una política de retirada, a otra de transforma-ción de actividades. De sus páginas fluyen las debilidades y fortalezas de la Compa-ñía General de Tabacos, así como las ame-nazas que se ciernen y las oportunidades que se abren en el horizonte. Mucho antes de que apareciera la matriz DAFO (debili-dades, amenazas, fortalezas, oportunida-des), ya en 1956 avanza en su análisis unas conclusiones que se asemejan al método citado. Plantilla envejecida, ausencia de criterio para seleccionar el personal, rígi-do sistema de retribución, centralización excesiva, estilo militar de dirección, desco-nexión interdepartamental y aislamiento financiero y comercial del nacionalismo político filipino.

Escribe con la sensibilidad del poe-ta que define el valle del Cagayán como «una Pompeya de la época española, igual de minuciosamente conservada, igual de muerta, país de una belleza vasta y despo-

y, sin embargo, gracias a ese mercado, los aficionados disfrutan del espectáculo.

La racionalidad del jurista-poeta Curiosamente, uno de los capítulos más densos de «Retrato de un artista» está de-dicado por Jaime Gil de Biedma al informe que emitió, junto a sus vivencias y andan-zas, sobre la administración de la Compa-ñía General de Tabacos de Filipinas, fun-dada en 1881 por el primer marqués de Comillas. Recomiendo leer este capítulo incluido en sus Diarios a empresarios, di-rectores de empresas y alumnos de la li-cenciatura en Dirección y Administración de Empresas porque relata un análisis de-tallado y crítico sobre esta empresa, cuya matriz estaba en Barcelona. Es material de excelencia para una clase de máster en es-trategia empresarial porque propone una

diferente. Adam prefería que el merca-do funcionara como un mercadillo en el que se compran y se venden habas de so-ja. Cal prefería un mercado de futuros en el que quienes intervienen intercambian promesas de compra y venta de bushels de habas de soja.

Los dos son personalidades que operan en su propio interés, pero con diferentes concepciones de las coberturas de ries-go. Quizás Adam era un filósofo y Cal un poeta o todo lo contrario. De lo que estoy seguro es de que eran dos personalidades muy diferentes operando en el mismo mercado del haba de soja.

Hoy día, hasta el mercado de futbolis-tas funciona como un mercado de futu-ros con sus coberturas correspondientes, pero muchos de los que van al fútbol y comentan los fichajes no lo entienden

‘Cuervos sangrientos’, de Simon Scarrow; ‘Poesía completa’, de Anne Sexton; ‘La riqueza de las naciones’, de Adam Smith; ‘Al este del Edén’, de John Steinbeck y ‘Diarios’, de Jaime Gil de Biedma. Abajo, pinturas murales situadas en el edificio de gobierno del campus de Rabanales.

«Las lecturas deAdam Smith, Enmanuel Kant y de Nigel Warburton, tan distantes, deberíanser leídas por empresariosy estudiantes»

blada que se le mete a uno por los ojos en un instante», quizás haciendo referencia a nuestra presencia en Pompeya en el reina-do de Carlos III. Y también diseca con pre-cisión de cirujano y, de modo sistemático, la organización y su futuro.

Su autocrítica es autodesprecio porque asevera que ese informe «huele, además, a universitario, una arma poco apreciada en los despachos de Barcelona» y, al mis-mo tiempo, es crítica para quienes están dirigiendo la empresa desde Barcelona.

La poesíaSe puede leer poesía y encontrar emocio-nes que palpitan en lechos empresariales y económicos. Pasar páginas de una nove-la y topar con un excelente relato de una estrategia empresarial determinada. Abor-dar una obra de teatro o una novela ejem-plar y detectar la inteligencia y el engaño en cualquier patio de Monipodio para ob-tener ventajas económicas, como sucede en los primeros capítulos de la última no-vela de Ken Follet, Una columna de fuego, de Plaza y Janes. Acudan a la literatura para aprender economía.

A.J. GONZÁLEZ

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Pese a su juventud, Vicente Luis Mora (Córdoba, 1979) es autor de una variada y extensa obra que comprende el ensayo (El sujeto bos-

coso, 2016; El lectoespectador, 2012), la no-vela (Alba Cromm, 2010), la poesía (Serie, 2015; Tiempo, 2009; Construcción, 2005), el aforismo (Nanomoralia, 2017), el monólo-go teatral (Miguel, 2016) y la crítica litera-ria. Su última novela, Fred Cabeza de Vaca, ha sido galardonada con el vigésimo oc-tavo Premio Torrente Ballester, que con-cede la Diputación Provincial de La Coru-ña. En ella se cuenta la historia de Fede-rico (conocido internacionalmente como Fred), un crítico y artista riojano que, con el paso del tiempo, se convierte en una de las personalidades más influyentes en la vida cultural del país del primer tercio del siglo XXI. Tras su muerte, una acadé-mica, Natalia Santiago Fermi, con el pro-pósito de escribir una biografía del artis-ta desaparecido, comienza a bucear en diversos documentos y a realizar entre-vistas a personas que, de alguna manera, tuvieron contacto con él, tanto en su vi-da privada (amigos y amantes) como en la profesional (pintores, escultores, críti-cos, agentes y galeristas).

En lugar de presentarnos la trayectoria del personaje de forma lineal y redactada para el consumo final del lector, Vicente Luis Mora opta por ofrecernos un collage de textos de la más variada factura (re-flexiones, fragmentos de diarios, conver-saciones, entrevistas, anotaciones perso-nales, manuales académicos sobre arte y un largo etcétera que incluye composicio-nes pictóricas), con los que podemos re-construir (mediante continuas analepsis y prolepsis que dificultan la lectura y, a la vez, la hacen más interesante) la vida de un hombre polémico, contradictorio y poliédrico, cuya personalidad refleja múl-tiples caras y aristas. El autor deja claro desde el principio que no se trata de una novela al uso, de consumo fácil, a la que estamos acostumbrados últimamente. Va a exigir un esfuerzo adicional porque se-rá el propio lector el que deba interpre-tar y desentrañar el periplo vital del pro-tagonista a través de los distintos textos que, como si se tratara de las piezas de un puzle, se le presentan ante sus ojos. Este esfuerzo también afecta al estilo, heredero de la narrativa experimental que estaba en boga en la España de los años sesenta y setenta. Sirva como ejemplo este frag-mento que, con un encadenamiento de complementos circunstanciales de lugar yuxtapuestos, nos traslada a las mejores páginas de Tiempo de silencio de Luis Mar-tín Santos: «Madrid temblaba las prime-ras mañanas del siglo 21, sacudida por el incesante ruido que venía de las toses, de los chirridos de las ruedas de los coches, del estruendo de los cláxones, de los alta-voces publicitarios, de los rings de las bi-cicletas, de la barahúnda de los gritos de los vendedores ambulantes, de los balones de los niños contra el suelo, de los chorros de agua rompiendo contra las fuentes, de los graznidos de los escasos pájaros, de los

realiza una aguda radiografía de la socie-dad en la que vive porque, no nos engañe-mos, todos los seres excepcionales, sean villanos o héroes, son hijos de su tiempo y son, con sus cualidades y defectos, el es-pejo en el que se reflejan sus contemporá-neos. Cuando Fritz Lang dirigió M, el vam-piro de Dusseldorf, no solo pretendió hacer el retrato de un asesino de niños, sino el de la sociedad alemana que alimentaba en sus entrañas el monstruo del nazismo. De la misma forma, a través de la biografía de su personaje, Vicente Luis Mora nos radio-grafía la España que eleva a los altares de un nuevo retablo de las maravillas cervan-tino el arte de la nada, de la palabra vacía, de la evanescencia, ya sea en la pintura, en la escultura, en la gastronomía o en la literatura.

El retrato del mundo artístico presenta-do en el libro no puede ser más terrible y desolador: campan por sus respetos y con un cinismo absoluto la mentira, los estafadores sin cuento, los ladrones que construyen su obra con retazos de la de otros creadores y cuyo mérito consiste en unir los trozos y darles una capa de barniz ocultador para hacerlos pasar por origina-les. No triunfa el más capacitado o el más innovador, el genio, sino el listo medio-cre y avispado, el que mejores relaciones posee, el que se crea una red de favores y de deudas contraídas y satisfechas. En ese mundo falso, clientelista y corrupto, es normal que un personaje amoral (e in-moral) como Fred triunfe y se desenvuelva como pez en el agua cenagosa del esnobis-mo, la estulticia y las apariencias.

Son muchos los aciertos de esta novela, que supondrá todo un descubrimiento pa-ra el lector que aún no se haya acercado a la obra del escritor cordobés, pero podría destacarse la búsqueda obsesiva y trampo-sa de la verosimilitud como recurso litera-rio, utilizado anteriormente por autores de la talla de Borges y de Roberto Bolaño. Con tal fin, aparecen toda una serie de do-cumentos, una mezcla de personajes que enmarañan la acción y obligan al lector a preguntarse continuamente qué es ficción y qué es realidad, aunque el autor nos lo advierta, de forma irónica, en las prime-ras páginas del libro. Igualmente, nos po-ne sobre aviso sobre otra de las claves de su lectura: se trata de la biografía de un pícaro moderno que, al comienzo de la historia, como Lázaro de Tormes, se halla «en la cumbre de toda buena fortuna»; sin embargo, este pícaro ya no parte de una situación inicial de pobreza absoluta, ni lo mueve el hambre, ni aprende con los golpes recibidos de distintos amos, a cual más perverso y miserable. Ahora sigue la hoja de ruta trazada por la ambición y el instinto depredador, por el conocimiento de un mundo que solo es vanidad.

de los últimos suspiros». Todo ello contri-buye a dar forma, como las manos de un experto alfarero modelan la arcilla, a la biografía de un personaje fascinante, de un hombre excepcional en todos los sen-tidos, movido por una ambición sin lími-tes y por una falta absoluta de escrúpulos. Dotado de una aguda inteligencia para desentrañar los mecanismos que hacen funcionar la realidad que lo rodea (aun-que carente de empatía para sentir remor-dimientos y compadecerse del sufrimien-to humano, de las limitaciones y anhelos de sus semejantes), Fred va labrándose un sólido prestigio, primero como crítico y luego como artista, aprovechando todas las oportunidades, mostrando una osadía y un arribismo calculado que asombra y, al mismo tiempo, fascina. El artista rioja-no es un maestro en detectar necesidades o en generarlas él mismo, en el aprove-chamiento del encanto personal, del don de la palabra, del dominio de la dialécti-ca (adquiridos en los años de la facultad, cuando cursa sus estudios de filosofía, que le permiten poseer un andamiaje teórico que deslumbra a legos y a expertos) para construir, paso a paso y de manera firme, una carrera brillante en la que, si llega el caso, no faltan el chantaje, la mentira y la traición. Pero Fred Cabeza de Vaca no es solo la compleja biografía de un enig-mático y atractivo canalla. A través de sus reflexiones y de su comportamiento, se

«Son muchos los aciertos de esta novela, que supondrá todo un descubrimiento para el lector que aún no se haya acercado a la obra del escritor cordobés»

El arte de la evanescenciaNOVELA

Vicente Luis Mora recrea la trayectoria de Fred Cabeza de Vaca en su última novela

Félix Ángel Moreno Ruiz

Vicente Luis Mora.

CÓRDOBA

‘Fred Cabeza de Vaca’. Autor: Vicente Luis Mora. Editorial:Sexto Piso. Madrid, 2017.

truenos, de los tonos de llamada de los teléfonos móviles, de los maullidos, del castañeteo al caer las persianas, de los bramidos producidos por los motores de los autobuses urbanos, de los pensa-mientos a martillazos, de la batahola de conversaciones a voces, de los redobles de tambores procesionarios, del escán-dalo de los bares atestados, de las perras ladrando, de los gañidos de las perras, de los gruñidos de las perras, de las tragape-rras, de las sirenas de las ambulancias, de los tubos de escape libre de las motos, de las perforadoras, de los frenazos en los raíles del metro, de las alertas de mar-cha atrás de las retroexcavadoras, de las radios a todo volumen, de los televisores en los escaparates y bares, de las esferas girando en el cielo y emitiendo el ruido de fondo, de los neutrinos crujiendo al traspasar los detectores, de los gemidos del coito, de los berridos de los neonatos,

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Las rosas de Ronsard y las de Juan Ramón son de plástico, las mías son de olor, como las que descu-brimos un buen día Juana Cas-

tro y Pedro Tébar mientras paseábamos por la campiña cordobesa». Con estas pa-labras clausuraba Pablo García Baena el acto solemne en el que la Universidad de Córdoba lo nombraba doctor hono-ris causa. Inmerso en la emoción, Pablo reiterará su amor por Córdoba y el dolor que siempre le produjo verla desdibujar-se en la desidia: «Esta Córdoba que ya no conozco pero a la que vuelvo siempre al acecho de encontrar la Córdoba perdida». Córdoba es más por Pablo, pero Pablo no sería Pablo sin Córdoba. Como manifestó María Rosal en la laudatio de la investidu-ra, Córdoba ocupa un lugar destacado en las letras españolas gracias a la poesía de García Baena, pero también Pablo debe a Córdoba la esencialidad de su poesía; porque Córdoba no es, para el poeta, un frío dato geográfico; es, sobre todo, fuen-te literaria, un inexcusable referente es-tético que concilia lo antiguo y lo moder-no, lo popular y lo culto, lo religioso y lo profano. Antiguo muchacho nos remite in-defectiblemente a la evocación nostálgi-ca de la infancia y la pubertad, el tránsito de la pasión y la melancolía por las calles de Córdoba; recuerdos de niñez envuel-tos entre sombras de árboles, en la senci-llez del huerto cerrado, en la resonancia del paraíso. Ya en Rumor oculto, su primer libro, se evocaba el ardor y aturdimiento de la adolescencia que, más que convale-ciente, latía con intensidad. En él traspa-recían los primeros amores y olvidos, in-flamados de una grave elegía melancóli-ca que no aminoraba el tono dramático de la inconstante juventud.

Córdoba adquiere en Pablo García Bae-na calidad de espacio trascendente; pe-ro, como ocurre con su propia juventud, la imagen de la ciudad se difumina y se pierde, transformándose en una quimera de esplendor antiguo: «En el fondo de mi poesía late esa Córdoba de mi infancia, esa Córdoba más soñada que viva [...]». Ricardo Molina y Juan Bernier conocían muy bien el amor de Pablo por Córdoba. Ellos sabían que todo Pablo estaba lleno de una Córdo-ba de ensueño. Sabían que, sin pronunciar su nombre, la estaba pregonando; y cuan-do la nombraba, la ciudad se investía de un fulgor inefable.

Juan Antonio González Iglesias, padri-no en el también reciente nombramiento de Pablo como doctor honoris causa por la Universidad de Salamanca, declaraba -como nos recordaba el rector de la Uni-versidad cordobesa- que Pablo aglutina todo el juego de esdrújulas que enhebran Córdoba, Séneca, Góngora y Cántico. Ali-mentado por la confluencia canónica del lenguaje renacentista y la explosión ver-bal del barroco, Pablo inicia una travesía de tono elegíaco donde se concitan el he-donismo pagano y la impronta inmarce-sible de la educación católica, sesgada a fuego y hielo del goce físico. Este descubri-

por las calles angostas donde el aliento se consuma. Como en el mejor barroco, donde cohabitan Góngora y Quevedo, la unión de los opuestos se entiba en la voz poética de Pablo. Porque, aunque deudo de Góngora, no faltan las influencias de los poetas más graves. El tema de la muer-te, interpretada en Pablo con senequista conformismo, nos evoca a los sevillanos Rodrigo Caro y Andrés Fernández de An-drada, inmortalizados por obras breves que se han convertido en imprescindibles para cualquier antología de la época. La fascinación por las ruinas y la fatalidad de nuestro destino han sido los inducto-res directos de la magna arquitectura que define el delirio barroco.

Pero también el romanticismo del cor-dobés Ángel de Saavedra irrumpe en los versos de Pablo. También para él la sole-dad es el camino imprescindible del pro-pio yo, «porque de la soledad nace la luz y, de ella, la verdad». La rebeldía romántica de Pablo atiende a los supuestos cristianos de exaltación del espíritu. Esta confronta-ción entre lo angélico y lo demoníaco no es más que un grito desgarrador, una ro-gación anímica, un afán desaforado de nu-tricia inocencia. En definitiva, su actitud responde a un deseo evidente de libertad y armonía, coartadas por un momento histórico en que todas las sediciones eran perseguidas y castigadas. La influencia de Saavedra alcanza a Pablo, al menos, por tres cauces: directamente de los textos de Rivas, por mediación de Lorca y a través de Adriano del Valle. García Baena acuña su vocación romántica ensoñándose en la contemplación vívida de las tierras de sur, emulando desde el prisma autóctono de su genuina experiencia el asombro de los viajeros románticos del siglo XIX por las tierras de Andalucía.

Asimismo, las lecturas de Pablo vendrán orientadas por los intelectuales del grupo, Ricardo Molina y Juan Bernier. Este le ha-blará de Gide, Omar Khayyam y la poe-sía francesa. Las traducciones de Wystan Hugh Auden, Lubics Milosz o Paul Clau-del marcarán igualmente las directrices estéticas de un grupo, no solo abierto a las influencias europeas. Al Gide de Les Nourri-tures terrestres le seguirá el Whalt Whitman de Leaves of grease, alcanzando la figura siempre seductora de un poeta, Rainer Maria Rilke que reflejará con precisión los ideales de estos creadores fascinados por un ideal estético ajeno a la tendencia general de la época.

Pablo sabía que la propuesta de Cánti-co enlazaba muy bien con la estética del lujo y de la muerte postulada por el sim-bolismo francés de Mallarmé y Rimbaud y todos lo que alimentaron el culto a la belleza y la palabra. Como afirmaba la profesora Rosal Nadales, «en su obra y en su memoria se reúne un siglo de poesía española a cuyo trasluz leemos también a los clásicos: el Renacimiento y el Barroco, el Simbolismo, el Modernismo y la Edad de Plata de la literatura española». No le falta razón. La obra de Pablo, preñada de tradiciones como la de todo autor verda-dero, constituye, sin duda, una herencia esencial.

reflexión del desengaño y sus amargas consecuencias. Porque Pablo es un cordo-bés curtido en las excelencias e impostu-ras de sus antecesores y contemporáneos. No podía faltar en su panoplia de influen-cias el lancinante poso de Séneca, eclécti-co y estoico, resignado sin resignación a las argucias de Eros y Tánatos, unidos en un oscuro rito de destinos aciagos, «por-que el amor tan solo puede ser poseído por la muerte».

Pablo refleja como nadie la realidad que lo envuelve y atrae a su memoria todos los referentes de lecturas y experiencias. Hablará de Córdoba y trasparecerá en sus versos la nostalgia épica de las civilizacio-nes compartidas, el fulgor desvaído de su perdurable belleza. Y, al fondo, don Luis, habitante eterno de calles y plazas. Pablo confesará: «Entre los nuestros, Góngora podría ser el poeta de la perfección, el frío fuego del diamante». Góngora y Córdoba, los recuerdos tenaces y la poesía fluyen en el ánimo de quien convirtió su mirada en palabra y su palabra en mester sagrado. La presencia de Góngora planea como una umbrosa luz por todos los rincones, en el entramado de las buganvillas, por las do-radas arenas del Guadalquivir luciente, en el trasluz alumbrado de los alféizares,

«La obra de Pablo García Baena, preñada de tradiciones como la detodo autor verdadero, constituye, sin duda, una herencia esencial»

García Baena: doctor de CórdobaPOESíA

Manuel Gahete reflexiona sobre el poeta cordobés tras recibir el doctorado honoris causa

Manuel Gahete

Pablo García Baena.

SÁNCHEZ MORENO

miento de la sensualidad, del carpe diem horaciano, con toda su voluptuosidad y delicuescencia, se desgrana en uno de sus libros capitales, Junio, donde todo suena a delirio: reverbera la música feérica, el olor a ámbar, la enigmática herida de los poe-mas de Ibn Ham con su latido asaeteado de refrenadas pasiones; trasparece la ro-sa coronada de escarcha, el doliente gozo del infortunado Ash-Sarif At-Taliq; se re-nuevan las lágrimas de amor, el vino de-rramado y la pérdida del paraíso que Ibn Zaidum desgranaba en sus casidas. Engar-zados por una belleza delirante y un brío sensual desconocido, se nos revela fúlgida la explosión del amor, la dicha cumplida del cuerpo, el triunfo de la carnalidad no exenta de sombras, que traen consigo la

Cuadernos del Sur AA Homenaje Diario CÓRDOBASÁBADO11 DE NOVIEMBRE DEL 2017 7

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Dentro de ese saco sin fon-do que para don Pío Baroja era la definición de novela, existe un subtipo que llama-

mos novela iniciática. Se trata de un texto en el que un personaje, el pro-tagonista, se va haciendo, se va cons-truyendo al relacionarse con otros y también con elementos no humanos como un lugar, un animal, una idea, en realidad con cualquier elemento que sirve para el proceso complejo de la formación de la personalidad. Entre otros ingredientes, El Valle de los Riscos de Carlos Guillermo Navarro, editada por Guadalturia, es un texto de inicia-ción. Navarro es un buen ejemplo del escritor esforzado, del escritor que tie-ne una dilatada trayectoria con resul-tados más que notables pero que no ha cedido a la oportunidad, a la moda; su entrega al texto es total. Los libros del autor de Utrera exigen una corres-pondencia por parte del lector, debe esforzarse, debe saber que se enfrenta a buena literatura y no a la tan repe-tida estructura de sujeto, verbo y pre-dicado, con pocos complementos por-que eso es complicado. Le garantizo que leer una novela como la que ana-lizo produce mucho más placer que la banalidad dominante. La estructu-ra de los bloques pasa de una narra-ción en primera persona a contar en tercera persona, para concluir de nue-vo en primera persona. El protagonis-ta es Javier Tena, el iniciado, que cuen-ta y del que se cuenta a modo de narra-ción omnisciente.

La novela comienza con la vuelta de Tena, en el declive de su edad, al lugar, al Paraíso donde pasó unos veranos, los fundamentales en su desarrollo emo-cional, en la forja de su personalidad más íntima porque va unida al nacer del sexo y del amor. El Valle de los Riscos es un locus amoenus, un lugar perfecto, de una extraordinaria belleza natural, de una naturaleza armónica en la que el sujeto se entrega al orden sencillo del paso de las estaciones. El núcleo narrativo es la familia Robledo, de uno de cuyos miembros, Ángel, el protago-nista es amigo, aunque con el tiempo el foco de ambos se va alejando para centrarse en otros miembros de la fa-milia. He afirmado que esta novela es de iniciación y también lo es de degra-dación, en un doble sentido: de los per-sonajes y del mismo valle. Este parale-lismo está perfectamente estructurado. En contra de la tradición de la familia noble que se deshace con el paso del tiempo y la impericia de sus miembros, los Olmedos son ejemplo de una bur-guesía laboriosa: el patriarca creó una fábrica de vinos con mucho éxito. En la novela planea una cierta maldición genética. Varios miembros de la fami-lia, quitando los hijos menores, tienen las constantes del juego, de la bebida y del puterío. Por estas tres vías se van los

El valle iniciáticoCarlos Guillermo Navarro publica ‘El Valle de los Riscos’

Antonio Garrido

Carlos Guillermo Navarro.

recursos y llega un momento en el que las deudas se van comiendo todo lo que se les pone por delante.

Una novela compleja como esta tie-ne muchos registros. Si buscamos una línea narrativa fundamental la encon-tramos en la palabra venganza. Un personaje clave es Samuel Casado, un empleado, un hombre listo e indocto. Una de las hijas de don Arturo, María del Rosario, que iba para monja, queda embazada de él y, como era típico de la época, la llevan a Londres para que aborte; el causante es expulsado del valle pero volverá rico y poderoso, dis-puesto a una venganza sin límites.

Otro aspecto importante es la reali-dad diaria de la España de la dictadu-ra, en la que los poderosos campan por sus respetos; para ello, el narrador crea otros núcleos que destacan por su in-tensidad, hasta el extremo de que se convierten en historias completas que se narran con interrupciones, lo que no las convierte en novelas dentro de otra novela en la formulación tradicional.

Es el caso de la presencia de los pobres y la historia de la chica de los palmi-tos. Javier la encuentra de casualidad; es una joven de gran belleza. La vuelve a encontrar en su casa, la sorprende ro-bando unos chorizos y una pata de cer-do, ella y su padre pasan hambre, una palabra clave. Los encarcelan y Javier le pide a su padre que interceda, lo que no puede imaginar es cómo encontrará a la joven. Esta historia sirve de mues-tra para denunciar que una desgracia en la casa del pobre no merece la pena ser investigada. La caridad de la época se ofrece en la visita del protagonista a la casa de la familia de la chica de los palmitos. La madre es una figura que adquiere rasgos imponentes de digni-dad cuando rechaza el dinero y los ali-mentos. La venganza de Samuel Casado se ceba en Raquel, otra hija de don Ar-turo. Samuel irá adquiriendo los paga-rés y se hará dueño del patrimonio de los Olmedo. Se casa con esta joven llena de vida y belleza y la va destruyendo sin piedad. El aspecto más hermoso y lírico de la novela es el sentimiento del protagonista por Amparito. No es que el muchacho sea un santo pero este amor permanece en el tiempo y cierra la evocación. Ruina del valle, urbaniza-do, ruina de la edad y leve perfume del recuerdo feliz.

«Los libros de Navarro exigen la correspondencia por parte del lector»

CÓRDOBA

CASTiLLO DE GULES

Triple aniversarioAntonio Moreno Ayora

Nos pasamos media vida

viviendo la realidad y la

otra media instalados

en el deseo; por eso

Luis Cernuda acertó

plenamente al ligar los

dos polos que sostienen

el único mundo que tenemos. Cernuda,

del que ahora se enarbola la efemérides

de los cincuenta y cuatro años de su

muerte, quizá para que no se cumpla la

amenaza de aquel libro que pronosticaba

un lugar Donde habite el olvido. Y lo

cierto es que cualquiera tiene su propia

realidad como tapadera de su deseo,

hasta poder exclamar -son versos míos-

nuestra perenne quimera: «Esta noche

yo he soñado;/qué bonito es el soñar:/

era mi sueño un mosaico/ de fantasía y

realidad».

Soñaba Cernuda en tanto que Aleixandre

(del que también se están recordando

los cuarenta años de la concesión

del Premio Nobel de Literatura) vivía

la amistad sincera de muchos como

Miguel Hernández, que para hacerle

más llevadera la enfermedad al poeta

sevillano le llevaba naranjas a su lecho

con la esperanza de que soñara una

España mejor de la que lo mantenía

vivo. Y muchas muestras de esa relación

amistosa y de respeto mutuo han

quedado revividas en el libro reciente

del profesor F.J. Díez de Revenga Miguel

Hernández: En las lunas del perito.

Año el 2017 de centenarios y recuerdos.

Porque el hombre no tiene más sujeción,

en tanto respire, que vivir de sus sueños

mientras mira de reojo hacia su propio

pasado.

Y en esta línea, recuerdo es también

gozoso el que se instaura en la

trascendencia del centenario natalicio

del cordobés Ricardo Molina (Puente

Genil, 28-12-1916). Por tres días,

evidentemente, era más lógico

conmemorarlo en 2017 y dedicarle,

entre otros, un volumen de celebración

como el que acaba de ofrecerle el

Ayuntamiento de Puente Genil («Oh,

tierras de alegrías y de viñas») a través

de la editorial Ánfora Nova, que cierra el

año con ese acertado título de Los dones de

la dicha. Homenaje a Ricardo Molina.

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