Lengua Je

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LAS FUNCIONES DEL LENGUAJE Ficha de cátedra elaborada con fragmentos y consultas de los siguientes textos: - Jakobson, Roman (1966), Ensayos de lingüística general. Seix Barral: Buenos Aires. - Eco, Umberto (1986), La Estructura Ausente. Introducción a la semiótica, Lumen: Barcelona. - Kebrat-Orecchioni, Catherine (1997), La enunciación. De la subjetividad en el lengua- je, Edicial: Buenos Aires - Ducrot, Oswald y Todorov, Tzvetan (2003), Diccionario Enciclopédico de las cien- cias del lenguaje , Siglo XXI Editores: Buenos Aires. Materia: Introducción a la semiología / PAV / Turno noche / lunes 19:20 a 21:20 Abril de 2011 ¿Qué es lo que hace que un mensaje verbal sea lo que suele llamarse una “obra de arte”? Desde la corriente lingüística conocida como el formalismo ruso 1 , esta pregunta ha sido abordada a partir de su interés por los problemas de la estructura verbal. En este sentido, uno de los presupuestos de los que se parte es el rechazo a diferenciar la estructura de la poesía como no casual e intencionada (por ejemplo, resultado del es- fuerzo creativo del artista), de otros tipos de estructuras verbales (que podrían aparecer en una charla entre dos amigos que dialogan despreocupadamente) que serían casuales y sin intención. Para estos autores, toda conducta verbal se orienta a un fin determinado, por más de que esos fines sean diferentes. Por lo tanto, en cada expresión verbal habría algún tipo de intención en el armado de su estructura. Para investigar la función poética del lenguaje, el lingüista Roman Jakobson definió antes un esquema de la comunicación verbal. A cada uno de los componentes que la integran, le corresponde una función del lenguaje. 1 El formalismo ruso se constituyó a partir del rechazo de considerar a la literatura a partir de otras series (como la biografía del autor, teorías filosóficas o religiosas, etc.). Los formalistas se concentran en lo que la obra tiene estrictamente de literario, es decir sus estructuras narrativas, estilísticas, rítmicas, sonoras.

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LAS FUNCIONES DEL LENGUAJE

Ficha de cátedra elaborada con fragmentos y consultas de los siguientes textos:

- Jakobson, Roman (1966), Ensayos de lingüística general. Seix Barral: Buenos Aires.

- Eco, Umberto (1986), La Estructura Ausente. Introducción a la semiótica, Lumen:

Barcelona.

- Kebrat-Orecchioni, Catherine (1997), La enunciación. De la subjetividad en el lengua-

je, Edicial: Buenos Aires

- Ducrot, Oswald y Todorov, Tzvetan (2003), Diccionario Enciclopédico de las cien-

cias del lenguaje, Siglo XXI Editores: Buenos Aires.

Materia: Introducción a la semiología / PAV / Turno noche / lunes 19:20 a 21:20

Abril de 2011

¿Qué es lo que hace que un mensaje verbal sea lo que suele llamarse una “obra de arte”?

Desde la corriente lingüística conocida como el formalismo ruso1, esta pregunta ha sido

abordada a partir de su interés por los problemas de la estructura verbal.

En este sentido, uno de los presupuestos de los que se parte es el rechazo a diferenciar la

estructura de la poesía como no casual e intencionada (por ejemplo, resultado del es-fuerzo creativo del artista), de otros tipos de estructuras verbales (que podrían aparecer

en una charla entre dos amigos que dialogan despreocupadamente) que serían casuales y

sin intención.

Para estos autores, toda conducta verbal se orienta a un fin determinado, por más de que

esos fines sean diferentes. Por lo tanto, en cada expresión verbal habría algún tipo de

intención en el armado de su estructura.

Para investigar la función poética del lenguaje, el lingüista Roman Jakobson definió

antes un esquema de la comunicación verbal. A cada uno de los componentes que la

integran, le corresponde una función del lenguaje.

1 El formalismo ruso se constituyó a partir del rechazo de considerar a la literatura a partir de otras series

(como la biografía del autor, teorías filosóficas o religiosas, etc.). Los formalistas se concentran en lo que

la obra tiene estrictamente de literario, es decir sus estructuras narrativas, estilísticas, rítmicas, sonoras.

Cada elemento de la comunicación verbal determina una función diferente del lenguaje,

pero no hay mensajes verbales que satisfagan una única función. La diversidad de men-

sajes se basa en el orden jerárquico de funciones diferentes. La estructura verbal de un

mensaje depende primeramente de la función predominante.

Las funciones de cada elemento de la comunicación verbal son las siguientes:

Referencial: orientada hacia el contexto. También llamada “denotativa” o “cognosci-

tiva”. En esta función el carácter más importante es el objeto del discur-

so, es decir, aquello de lo que se habla. El discurso periodístico y también el científico son ejemplos claros de mensajes con función referencial pre-

dominante. Emotiva: apunta a una expresión directa del hablante ante aquello de lo que está

hablando. Tiende a producir una impresión de emoción, ya sea verdadera o falsa. Lo puramente emotivo en el lenguaje lo presentan las interjeccio-

nes, o palabras exclamativas (por ejemplo, la expresión ¡¡Uff!!, que ma-nifiesta saturación o cansancio por parte del hablante)

En relación a esto, la noción de “información” no puede restringirse al aspecto cognoscitivo (referencial) del lenguaje. Los rasgos expresivos

también vehiculizan información (como en el ejemplo citado, la expre-

sión “informa” sobre el estado emocional del hablante).

Conativa: su más pura expresión gramatical es el vocativo (interpelación al hablante

o cosa personificada) y el imperativo (proposición con forma de orden).

Se diferencian de las oraciones declarativas en el sentido en que estas úl-

timas pueden ser sometidas a un test de veracidad. Las oraciones declara-

tivas pueden transformarse en interrogativas, mientas que las imperativas

no pueden hacerlo.

La función conativa realiza una suerte de transformación de la tercera

persona ausente o inanimada en destinatario del mensaje.

Fática: sirve para cerciorarse de que el canal de comunicación funciona, para llamar la atención del interlocutor o para confirmar si su atención se man-

tiene. Se hace explícita en el intercambio de fórmulas ritualizadas, en diá-logos cuya función tiene el simple objeto de prolongar la comunicación.

Un ejemplo de mensaje verbal con función fática es el “mhmm” que se dice al hablar por teléfono, para que el otro sepa que aún estamos ahí y lo

escuchamos. Metalingüística: en los mensajes con función metalingüística hay una diferencia-

ción entre el lenguaje objeto (habla de objetos) y el metalenguaje (habla del lenguaje mismo). No es una función exclusiva de los lingüistas, sino

que también se da en el habla cotidiana. Se da, por ejemplo, cuando los

interlocutores quieren confirmar que están utilizando el mismo código

(“¿vos me estás diciendo que en el diario escribieron eso?”) o cuando los

niños internalizan / incorporan la lengua materna (“¿cómo se llama eso? Eso se llama perro”).

Poética: en estos casos, la orientación está dada hacia el mensaje mismo. La fun-ción poética no es la única función del arte verbal, sino su función domi-

nante. En las otras actividades verbales actúa como subsidiaria, como ac-cesoria.

Al abordar este tipo de mensajes, hay que evitar simplificaciones: no hay

que reducir la función poética a la poesía, ni confinar la poesía a la fun-

ción poética. (por ejemplo, esta función se da en discursos que no son

poéticos, mientras que también los discursos poéticos pueden presentar

funciones secundarias de otros tipos).

En mensajes con esta función, al hacerse patentes los signos empleados,

se profundiza la dicotomía fundamental entre signos y objetos. Es decir,

cuando hablamos en la vida cotidiana, ponemos a las palabras en lugar de

las cosas sin que estemos todo el tiempo pensando en ello. Pero cuando

nos enfrentamos a un mensaje con función poética predominante, perci-

bimos esa distancia que hay entre los signos empleados y las cosas.

Los mensajes poéticos poseen dos cualidades: son autorreflexivos y ambiguos. La

primera característica surge de lo señalado anteriormente: cuando los signos se hacen evidentes, cuando son puestos en primer plano, de alguna manera atraen la atención del

lector sobre su propia forma y disposición. En otras palabras, el destinatario es llamado a prestar atención sobre la manera en la que el propio mensaje está estructurado o arma-

do. En cuanto a la ambigüedad resulta de un esfuerzo de interpretación. Al presentarse los

signos de una forma distinta a la acostumbrada, no estamos seguros de lo que “quieren” decir o significar. Esto significa que hay un sentido oculto que el interprete debe descu-

brir, sino que el significado no es unívoco, que las interpretaciones pueden ser múltiples

y que no vamos a llegar a ellas, o a alguna de ellas, de manera simple y sin un esfuerzo

de nuestra parte.