LCDE051 - Glenn Parrish - Rescate en Marte

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LCDE051 - Glenn Parrish - Rescate en Marte

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GLENN PARRISH

RESCATE ENMARTE

ColeccinLA CONQUISTA DEL ESPACIO n 51 Publicacin semanal Aparece los VIERNES

EDITORIAL BRUGUERA, S. A. BARCELONA BOGOTA BUENOS AIRES CARACAS MEXICODepsito Legal B 24.600 -1971

Impreso en Espaa - Printed in Spain

1.a edicin: agosto, 1971

GLENN PARRISH - 1971sobre la parte literaria

MANUEL BREA - 1971 sobre la cubierta

Concedidos derechos exclusivos a favor de EDITORIAL BRUGUERA, S. A. Mora la Nueva, 2. Barcelona (Espaa)

Impreso en los Talleres Grficos de Editorial Bruguera, S. A.Mora la Nueva, 2 - Barcelona 1971

Todos los personajes y entidades privadas que aparecen en esta novela, as como las situaciones de la misma, son fruto exclusivamente de la imaginacin del autor, por lo que cualquier semejanza con personajes, entidades o hechos pasados o actuales, ser simple coincidencia.

ULTIMAS OBRAS PUBLICADAS EN ESTA COLECCIN

46. Ms all de Katmand Peter Derby47. Los mercenarios de las estrellas A. Thorkent48. El nmero uno Glenn Parrish49. La cosa que vino de Venus Keith Luger50. La espada y los brujos Curtis Garland

CAPTULO PRIMERO

Cuando el fiscal le pregunt al profesor Handley Stuyler si haba visto al acusado antes de aquel momento, el profesor dijo que lo haba visto en Marte, cosa que organiz, un jolgorio imponente en el tribunal.El nico que no se divirti, claro, fue el acusado, Red Jarliss, quien, al igual que su abogado, conoca la importancia de la declaracin del profesor. El cientfico aterriz al fin y dej de estar distrado. Entonces dijo lo que todo el mundo, y ms que nadie, el fiscal deseaban que dijera.Stuyler haba sufrido muchas presiones de distinta ndole y haba resistido victoriosamente las acometidas de los esbirros del acusado: sobornos, intentos de chantaje, atentados... Stuyler era un hombre de rectas convicciones y no se dej amedrentar por nada ni por nadie y, al fin, declar lo que saba y lo que haba visto en la fecha que se le preguntaba.Red Jarliss, el acusado, se puso lvido. Aquella declaracin lo enviaba a la cmara de gas.Luego del juicio, el fiscal pregunt al profesor por qu haba dicho aquello de Marte. El profesor contest que en aquellos momentos estaba distrado, pensando en su prximo viaje a Marte. Pero no hay ningn viaje programado por la NASA a Marte, profesor! exclam el fiscal, atnito.Stuyler mir indignado al fiscal. Acaso cree usted que yo puedo tener alguna relacin con esa coleccin de asnos que componen la NASA? contest abruptamente.Despus de lo cual, tom el portante y se march, murmurando calificativos an menos agradables contra la NASA, el gobierno y unos cuantos tipos ms que el fiscal no logr entender. Tampoco se preocup mucho de ello, dicho sea en honor de la verdad.Al da siguiente, como muchos otros das, yo le esperaba en las inmediaciones de su propiedad, situada al pie de una abrupta montaa de empinadas laderas rocosas. Nunca sabr explicarme qu es lo que hizo que el profesor, grun, atrabiliario y mal hablado en casi todas las ocasiones, y que yo, un muchacho de entonces apenas diecisis aos, nos convirtiramos en los mejores amigos del mundo.Tal vez fue porque yo haba demostrado afecto y comprensin a un hombre que no lo haba encontrado nunca, o porque mostraba avidez por orle... Quiz tambin es porque l siempre me trat muy humanamente y yo no haba conocido a mi padre. Aquel hombre, de unos cuarenta y cuatro aos y yo ramos los mejores amigos del mundo.Cuando le vi llegar en su viejo automvil del ao treinta y pico, me puse en pie y agit la mano alegremente. Jackie, mi perro mastn, se puso a ladrar con bastante estrpito.Stuyler fren el coche y me mir por encima de sus viejas antiparras.1Hola, Donald me salud. Qu haces aqu?Estaba esperndole, profesor. Tena ganas de charlar con usted...Y te dedicas a pasear por el campo en lugar de estudiar, no es eso?Bueno, hace un da estupendo... y saqu unas notas muy buenas en el ltimo trimestre. Puedo perder un da, profesor... y a poco que usted me conteste a unas cuantas preguntas, yo habr ganado la mitad del prximo trimestre.Stuyler se ech a rer.Sabes halagar a la gente, Johnny, no cabe la menor duda dijo, a la vez que abra la portezuela. Anda, subid los dos.Entramos en el coche. Jackie pas al asiento posterior, lanzando un alegre ladrido de saludo. El profesor arranc de nuevo y entonces fue cuando repar en el diario plegado que yo tena sobre las rodillas.El peridico, eh? Qu dicen esos chismosos, Donald? Seguro que hablan del juicio, verdad?S, profesor contest. Lo hizo usted muy bien. Bah, lo nico que hice fue decir la verdad de todo lo que vi! Ese Jarliss es un asesino redomado y no merece vivir entre las personas decentes. Por cierto, que si se retrasa el juicio un da ms, ya no me encuentran y Jarliss no hubiera podido ser condenado. Cmo? Se marcha usted de viaje, profesor? pregunt.S, Donald. Me voy a Marte.Pero..., yo cre que era una broma suya... dije, desconcertado. Broma? No hay tal broma, Johnny. Ya tengo todo listo y preparado, sabes? Me ha costado casi quince aos de trabajo y no pienso esperar ya un da ms.Le mir horrorizado. Aunque yo entonces era muy joven para discernir ciertas cosas, las palabras que acababa de escuchar me hicieron pensar que el profesor, aquel hombre a quien yo tanto admiraba, haba perdido el juicio.No, Donald, no dijo con acento calmoso, como si hubiera adivinado mis pensamientos, no he perdido el juicio. Y te lo voy a demostrar en seguida.El coche acometi una curva, y, a la salida de la misma, nos hallamos en los lmites de la propiedad que el profesor haba comprado muchos aos antes y que antiguamente haba sido un rancho de ganado.Ahora, naturalmente, no haba reses ni otros animales que los que merodeaban por las montaas vecinas y que de cuando en cuando bajaban al llano en busca de alimento. Era una extensa propiedad, limitada por el lado norte por unos farallones rocosos que, en algunos puntos, rebasaban los doscientos metros de altura.Al pie estaba la casa donde viva el profesor, un viejo edificio que se caa a pedazos. Unas semanas antes se haba muerto su ama de llaves y Stuyler, inexplicablemente, no haba querido sustituirla. No haba sido por afecto a la muerta solamente.Luego lo comprend. Si se iba a marchar a Marte, para qu necesitaba otra ama de llaves?Pero en aquellos momentos yo no crea en absoluto en las palabras del profesor. Stuyler, sin embargo, no dijo nada, hasta que par el coche.El profesor no me condujo su casa, como tena por costumbre, sino que desvi el automvil unos doscientos metros a la izquierda, dirigindolo a la base de un impresionante paredn rocoso, sin que yo comprendiera entonces sus intenciones. A los pocos momentos, fren y salt al suelo.Yo y Jackie le seguimos en el acto. Stuyler se acerc a la base de la ladera, apoy la mano en un determinado punto y algo que pareca una puerta de grandes dimensiones gir silenciosamente a un lado, dejando ver la entrada a un tnel de ms de cinco metros de dimetro.Luego se volvi hacia m y me mir sonriendo.Entra, Johnny invit.Junto a la boca del tnel, haba un interruptor. Stuyler lo hizo funcionar y toda una serie de lmparas se encendieron, ahuyentando las tinieblas con un vivo resplandor.Caminamos paso a paso, en medio de un religioso silencio. Como doscientos pasos ms adelante, el tnel se ensanch en lo que pareca la base de un gigantesco pozo, y entonces fue cuando vi la astronave del profesor Stuyler.Tambin entonces comprend sus virulentas diatribas contra la NASA. Pero en aquellos momentos, yo segua an dudando de la integridad de sus facultades mentales.Aunque, bien mirado, qu cientfico no est un poco chiflado?El profesor apoy la mano en una de las patas sustentadoras de aquel gigantesco artefacto y, sonriendo satisfecho, me dijo:Aqu tienes, Johnny, esta es la nave que me ha de llevar a Marte, en cuya superficie pienso poner los pies antes de cuatro semanas.

* * *

Yo me senta mudo de asombro, mientras contemplaba estupefacto el gigantesco huso que se perda en las alturas de aquel pozo excavado en la roca viva y cuyo dimetro posea la suficiente holgura para contenerlo sin agobios. Cmo era posible que Stuyler hubiera podido construir un aparato semejante sin que nadie se enterase de ello?Stuyler adivin lo que bulla en mi mente y dijo:La respuesta a esa pregunta que no has formulado es bien sencilla, Johnny: trayendo las piezas una a una y montndolas despus poco a poco. Esto sera interminable de contar, pero, bsicamente, as ha sucedido y no en un da, claro. He tardado nada menos que quince aos y hoy es el da en que voy a ver cumplidos mis sueos.Es... es increble dije, anonadado por la emocin. Es una astronave ms grande...Que las que viajan a la Luna, verdad? Y mejor construida tambin, aunque eso signifique orgullo desmedido, y tambin ms barata, y mucho ms fcil de manejar y con ms capacidad de carga. Tiene tantas cosas que son mejores que la hacen superior a las de la NASA. Estara hablndote de ella y no acabara en un ao, Johnny, puedes creerme. Y la ha construido usted slo, profesor?En cierto modo, as es, aunque muchas piezas me las han fabricado bajo mi especificacin y hasta supervisin cuando convena. Pero el montaje final ha sido mo y slo mo, Johnny. Y el pozo?Fue lo primero que hice, claro. No poda levantar un andamiaje que me hubiera delatado a muchos kilmetros de distancia. En realidad, no lo hice yo, sino que lo mand excavar a una compaa minera, que hizo el trabajo de acuerdo con mis planos. Ellos tambin montaron el ascensor lateral que ves ah y la gra que hay en la parte superior y que me ha servido para izar las piezas ms pesadas. Dije que era para unos experimentos cientficos, y como no di ms explicaciones, tampoco me las pidieron.Yo me senta lleno de asombro. Aquello era tan fantstico para m, que a veces crea soar.Profesor, de veras cree que llegar a Marte? pregunt.Estoy absolutamente seguro de ello, Johnny, A propsito, puedes quedarte con mi coche si te gusta.Un momento, profesor; hay muchas cosas que no entiendo todava exclam. Por ejemplo, Johnny? pregunt Stuyler, sonriendo benvolamente.El combustible, profesor. Recuerde que yo estoy en mi segundo curso de Qumica.El combustible es una frmula ma, ms potente y barato y, sobre todo, sencillo de fabricar, que todos los que se conocen hasta ahora. Ms preguntas, Johnny?S, profesor. Tengo muchas preguntas que hacerle, aunque no s si usted querr contestarme a todas asegur.No hay inconveniente, Johnny acept Stuyler con la paciencia que siempre le caracterizaba en sus relaciones conmigo. Empieza cuando gustes.

CAPTULO II

La verdad era que no saba por dnde empezar. Las palabras se atropellaban en mi boca y las ideas surgan tumultuosamente en mi cerebro. Tras algunos segundos de reflexin, dije: Por qu hoy precisamente, profesor?Porque estamos a diecisiete de junio de mil novecientos setenta y uno y faltan cincuenta y tres das para que se produzca la mnima distancia entre Marte y la Tierra. El doce de agosto, Marte se hallar solamente a cincuenta y seis millones doscientos mil kilmetros de distancia. En estos momentos, se encuentra a ciento doce millones, en cifras redondas. Yo voy a salir a su encuentro, comprendes?T no ignoras que en determinados puntos de sus rbitas, Marte y la Tierra se encuentran en lo que los astrnomos llaman en oposicin con el Sol. Entonces, la distancia entre ambos planetas es mnima y segn los trazados de sus rbitas, esa distancia puede ser mayor o menor. En este ao de mil novecientos setenta y uno, la separacin entre los dos planetas ser solamente de algo ms de cincuenta y seis millones, como te he dicho.Todo eso lo s, profesor, pero...Deja que te explique, Johnny pidi Stuyler. Marte se acerca al punto mnimo a razn de poco ms de un milln de kilmetros diarios. Mi nave alcanzar esa velocidad a las veinticuatro horas de haber despegado. Por tanto, en cincuenta y tantos das, habr recorrido cincuenta y seis millones de kilmetros y estar a punto de aterrizar en Marte. Ahora como te digo, est a ciento doce millones de kilmetros.Ya entiendo. Es como salir al encuentro de una persona que viene a buscarnos, caminando al paso. Uno se mueve a la misma velocidad.Stuyler sonri.Justamente as es, con palabras sencillas. Marte y yo nos moveremos a la misma velocidad, pero con rbitas convergentes. No podra hacerlo el ao mil novecientos setenta y tres, en que estar a sesenta y cinco millones..., y esperar al ao ochenta y seis, en que estar a sesenta millones de kilmetros es demasiado esperar para m. Simplemente, me voy y eso es todo.Profesor, pero..., buscar el rumbo a Marte.Stuyler solt una estentrea carcajada. Crees que es una nave como las que han ido a la Luna, prcticamente dirigidas en todo desde el suelo terrestre? exclam. Estaramos listos si tuviesen que guiarme desde aqu abajo. No, yo en persona pilotar mi astronave y de la manera ms sencilla que puedas imaginarte. Si t conduces mi coche por una llanura y quieres dirigirte a un punto determinado, lo buscas con la vista y ya est, no es as? Quiere decir que ir a Marte, guindose visualmente, como hacan los antiguos pilotos de aviacin? dije, pasmado.Pues claro que s. Combustible me sobra para ir y venir varias veces y puedo hacer todas las correcciones de rumbo que sean necesarias, sin tener que estar mirando los niveles de combustible a cada momento. Ser tan fcil como venir a mi casa desde la entrada de la finca; se ve desde all y, aunque no hubiera camino, uno guiara el coche a travs del campo, fijndose en el edificio. Que en el camino se encuentra con un barranco? Se da un rodeo, se apunta de nuevo a la casa y ya est. As har yo, Johnny.La comida...Tengo de sobra dijo Stuyler, implacable. Agua?No hay problema. Y vivir sobre la superficie de Marte?Claro que s, Johnny.Pero no hay atmsfera...De nuevo Stuyler se ech a rer.Llevo conmigo mi generador de oxgeno y tambin mi generador de hidrgeno, elementos ambos que obtendr del suelo marciano directamente. El suelo de Marte, Johnny, no es distinto, geolgicamente, del de la Tierra; hay nitrgeno, que combinado con el oxgeno me dar una atmsfera respirable, y hay tambin hidrgeno, con lo que, al combinarlo con el oxgeno, tendr asimismo agua. Es probable que instale una granja experimental; me llevo semillas, y tambin los elementos para construir espacios cerrados, en forma de cpulas, sostenidas por la presin de la atmsfera interna.No olvides tampoco que en Marte hay atmsfera, ms o menos, como la existente en la Tierra, a unos diez mil metros de altura; y que el agua, aunque escasa, no falta tampoco. En fin, para no cansarte, te dir que mi supervivencia: est garantizada durante un largo perodo de tiempo, aos incluso, y que podr regresar a la Tierra en el momento en que lo desee.Entonces blandi el puo, vern esos burros de la NASA, lo que han perdido no aceptando mis teoras y el mundo entero se reir de ellos. Miles de millones de dlares consumidos intilmente a cuenta del contribuyente, cuando por tres o cuatro podran haberlo conseguido igualmente. Se ha gastado usted tres o cuatro millones de dlares? pregunt, asombrado, pues no tena la menor idea de que el profesor fuese tan rico.As es, Johnny. Claro es que la cuestin econmica no me ha apurado nunca; de lo contrario, no habra podido financiar los cuantiosos gastos de mi expedicin. Hace casi veinte aos, hice un descubrimiento y las patentes me rindieron sustanciosos beneficios y todava seguirn dndolos durante mucho tiempo.Y luego, cuando vuelva, escribir un libro con sus experiencias y se hinchar otra vez de ganar dinero dije.Stuyler me dio una palmada en el hombro.No obres nunca slo por dinero dijo. Sirve para vivir, qu duda cabe, pero no debemos tomarlo como exclusiva meta de nuestra existencia.S, profesor. Y ahora, una ltima pregunta.Dime, Johnny. Qu nombre le ha puesto a la astronave?Bella Mara, as, en espaol. Es el nombre de mi hija, sabes? Caramba! Nunca supe que tuviera una hija, profesor.Me pareci que Stuyler se pona serio.Est en casa de unos hermanos mos contest. Su madre muri cuando ella tena slo tres aos. Yo no hubiera podido educarla bien, aunque he ido a verla muy a menudo. Pero en fin no nos pongamos tristes, aunque haya llegado la hora de la despedida.S, profesor.Stuyler se dirigi hacia el ascensor.Te autorizo a que concedas entrevistas a los periodistas dijo de magnfico humor.Gracias, profesor. Cundo comenzar la cuenta atrs? pregunt. Johnny! Te has credo que mi nave ha sido construida por los de la NASA? En cuanto haya revisado los instrumentos, dar el contacto, cosa que ocurrir dentro de un cuarto de hora, ms o menos. Ah, aljate del tnel; servir para escape de los gases, comprendes?S, profesor.Stuyler me dirigi una mirada de orgullo.Llegar a Marte y tan fcilmente como si fuese a Denver por una autopista. Pero la autopista que yo voy a emplear est en el cielo.Adis, profesor dije, con la voz estrangulada por la emocin.El ascensor empez a remontarse a las alturas. Adis, Johnny! Sitate a mil metros de distancia por lo menos de la boca del tnel en lnea recta y a otros tantos en ngulo de noventa grados. As evitars dao alguno. Buen viaje, profesor!Stuyler hizo un gesto con la mano. Yo estuve an algunos momentos en el fondo del pozo, viendo cmo se perda el ascensor en las alturas. Luego, el profesor grit algo que estaba en su casa, pero no pude entenderle bien y me dirig hacia la salida.Me situ justamente en el lugar donde me haba indicado. La boca superior del tubo era invisible desde donde yo estaba. Contaba los minutos impaciente, sintiendo en mi interior una extraa emocin.All haba un hombre que se iba a Marte, sin ruidos, sin estridencias publicitarias, l solo, con la misma naturalidad que una persona corriente tomara la autopista para dirigirse a Denver, con la misma sencillez que yo iba a diario a mis clases en el colegio.Un viaje solitario a Marte, con un solitario espectador. No resultaba extraordinario?De repente, o el ruido del motor de un automvil.Volv la cabeza.Un gran coche negro se acercaba a toda velocidad por la llanura. Me sent preocupado, porque vi que su conductor enfilaba directamente hacia la base de los farallones.El coche se detuvo de pronto a pocos pasos de m.Un hombre asom la cabeza por la ventanilla de la derecha. Eh, chico! Has visto al profesor Stuyler? pregunt.Se va a Marte contest sin inmutarme.Gracioso dijo el sujeto, cuyo aspecto no me gust nada. Ests de broma, eh?Yo me encog de hombros.All usted respond. Pero dentro de unos minutos, lo vern elevarse al espacio.Si me haces bajar del coche, te partir la cara, chico grazn aquel pajarraco.Alguien, en el asiento posterior, dio una orden. El conductor arranc de nuevo.Vi una cara que me pareci conocida. De pronto, record.Era Bill Crook, el lugarteniente de Red Jarliss. Su jefe haba sido condenado gracias a la declaracin del profesor y ahora venan a tomarse la venganza.El automvil enfil directamente al tnel. Por all, no! grit despavorido. Es peligroso!Ni me oyeron o, si me oyeron, no me hicieron caso. El suelo era bastante llano y permita buenas velocidades. Sent un nudo en la garganta.El automvil se adentr en el tnel y yo lo perd de vista.En el mismo instante, brot un profundo rugido que naca de las entraas de la tierra.Una espesa nube de vapor surgi por la boca del tnel. Tambin sala humo por la parte superior, pero en menor cantidad.El ruido se hizo cada vez ms fuerte. Sbitamente, vi salir un espantoso chorro de llamas por el tnel. Era como una colosal lanza de fuego que alcanza a cincuenta y sesenta metros de distancia.No creo que los bandidos se enterasen siquiera de lo que pasaba. La espantosa temperatura debi volatilizar el coche y a sus ocupantes en cuestin de segundos.Y entonces fue cuando vi asomar por la parte alta el ojival morro de la Bella Mara. Durante un segundo, pareci como si la astronave permaneciese suspendida en el espacio, luego, casi de sbito, tom impulso y se lanz hacia arriba, envuelta en espesas nubes de vapor, entre las que se vean algunos chorros de fuego, cada vez ms pequeos.Un tremendo fragor se extendi por la llanura. El ruido fue alejndose poco a poco, a medida que la Bella Mara ganaba altura.Pronto dej de ver la nave, aunque pude seguirla por la estela de vapor que dejaba en su cada vez ms rauda trayectoria. Al fin la estela desapareci tambin.Agit una mano, como: si Stuyler pudiera verme. Buen viaje, profesor! murmur, hondamente conmovido, y tambin enormemente orgulloso de haber sido el nico espectador de la partida de la primera astronave terrestre dirigida a Marte.Despus de aquel da, pasaron quince aos.

* * *

A principios de mil novecientos ochenta y seis, mi secretaria me anunci una visita.Estoy ocupado rezongu.Lo siento seor; dice que se trata de algo muy importante.Emily, por favor, ya le he dicho que...Seor Crannan, se trata de un asunto relacionado con el profesor Stuyler dijo mi secretaria.Casi salt en mi asiento. Stuyler! dije.S, seor.Est bien, que pase en seguida, quienquiera que sea exclam, ardiendo de excitacin.Haban transcurrido quince aos y casi haba llegado a olvidar a Stuyler. Mi dolo de los aos de adolescencia era poco ms que un vago recuerdo en mi mente, ocupada en la actualidad con negocios y proyectos de toda ndole.Durante un segundo, rememor el da en que Stuyler se fue a Marte. Ya no se haba vuelto a saber ms del profesor. La opinin generalizada era de que haba muerto.La puerta de mi despacho se abri. Una hermosa joven, de unos veinticinco aos, de esbelta silueta, pelo castao y ojos grises, entr en el despacho. Yo me puse en pie para recibirla.Seor Crannan dijo ella.Es un placer, seora contest.Seorita puntualiz ella. Mara Stuyler.Me qued con la boca abierta. Mara... Stuyler! repet, estupefacto.En efecto sonri ella. Le asombra mi presencia aqu, seor Crannan?Procur recobrarme e hice un gesto con la mano.Sintese, se lo ruego, seorita indiqu un silln.Mara accedi graciosamente. Me miraba sonriendo y yo casi llegu a sentirme incmodo.Estoy segura de que mi visita es la ltima que habra esperado recibir hoy, seor Crannan dijo. O prefiere que le llame doctor?En los ltimos tiempos, mi tratamiento ya no es sino una cosa meramente honorfica repuse. Y, s, su visita es, por lo menos, sorprendente, pero inmejorablemente recibida aad.Ella hizo una gentil inclinacin de cabeza.Gracias contest. Seor Crannan, adems de mi visita, le sorprender sin duda saber que conozco la estrecha amistad que uni en tiempos a un cientfico chiflado y a un joven estudiante de Ciencias.Quiz su padre le habl de m apunt.S, me hablaba bastante..., y tambin dej algo escrito referente a usted. Por esa razn me he atrevido a venir a visitarle.En lo cual ha hecho usted muy bien dije. Seorita, usted no ignora que yo fui el nico espectador de la partida de su padre para aquel desgraciado viaje a Marte, del que no volvi jams.

Lo s tambin, seor Crannan, pero temo que en sus palabras hay un significado inexacto. Que mi padre no haya vuelto de Marte, no significa que est muerto. Por el contrario, poseo pruebas suficientes de que en la actualidad sigue con vida todava.

CAPTULO III

Yo mir a Mara estupefacto.Ella not mi asombro y rompi a rer. Era una risa franca, alegre, cristalina, de agradable campanilleo.Me est tomando por loca aadi.Tos un par de veces.Seorita Stuyler dije, un tanto embarazado.Quiere pruebas, no es cierto? pregunt ella.Pero es imposible que viva all al cabo de quince aos exclam, empezando a reaccionar. Y por qu no regres?Lo siento, pero eso es algo a lo que yo no puedo contestar, seor Crannan. Lo nico que puedo decirle es que vive..., pero aqu no se lo puedo demostrar. Ha enviado algn mensaje, seorita Stuyler?Por supuesto, y me comunico con l una vez a la semana. Pasado maana me corresponde comunicar con mi padre.Mir fijamente a Mara.Era una hermosa joven, sana, de aspecto serio y ponderado y fsicamente muy atractiva. No pareca ser una mujer alocada..., pero era demasiado gordo lo que me deca!Ella sonri. Le gustara comprobarlo, seor Crannan? pregunt.No me disgustara en efecto convine.En tal caso, venga a mi casa, pasado maana, a las seis de la tarde. Cenaremos y luego hablaremos con mi padre. Perdn, hablar no es la expresin correcta; nos comunicaremos, mejor dicho.Muy bien, de acuerdo, seorita Stuyler. Tom un lpiz y me dispuse a escribir. Su direccin, por favor.Una singular sonrisa apareci en los labios de Mara.Usted ya la conoce respondi.Ah, es el viejo rancho.S, seor Crannan.Hice un gesto con la cabeza.Tengo muy buenos recuerdos de aquella propiedad dije. Por muchos aos que pasen, nunca podr olvidar a su padre, seorita Stuyler.Gracias, seor Crannan. Tengo entendido que ser nico espectador de su partida a Marte le cost a usted bastantes disgustos. Uf! contest. Imagnese, interrogatorios aqu y all, el FBI, la CIA, un Servicio Secreto, otro ms secreto todava, otro supersecreto, periodistas, televisin.Mara se ech a rer.Acabara mareadsimo dijo.Casi loco. Por fortuna ya pas.Creo que tambin le interrog la polica..., quiero decir, la Brigada de Homicidios.S, por el asunto aquel de los compinches de Red Jarliss. Pero, qu poda hacer yo? Demasiado les grit que no se acercaran. Ellos no me hicieron caso...Y el fuego de los chorros los abras.Instantneamente, por fortuna para ellos.Mara se puso en pie y me tendi una mano.Entonces, hasta pasado maana a las seis de la tarde?Ser puntual promet.Mara se alej. Yo me reclin en mi silln y permanec meditabundo durante unos minutos.De repente, el pasado haba vuelto a m, por obra y gracia de aquella hermosa muchacha, hija del que, a pesar de la diferencia de edad, haba sido mi mejor amigo.Me sent muy emocionado.El profesor estaba vivo. Cuntos aos tendra ahora?Alrededor de sesenta y cinco, teniendo en cuenta que haca quince que se haba marchado. Quince aos de soledad en Marte, quince aos de vida de Robinson en un distante e inhspito planeta!Me estremec. Deba de haber sido una vida horrible, luchando cada minuto del da marciano por sobrevivir.Pero si era cierto que estaba vivo, no habra posibilidad de rescatarlo?La primera expedicin a Marte empezaba a alistarse, despus de un par de rotundos fracasos, tanto americanos como rusos. No obstante, pasara ao y medio por lo menos, antes de que la nave estuviese lista para zarpar.Resistira el profesor? Pero, adems, en qu regin marciana se encontraba?Era intil continuar haciendo especulaciones, me dije. Lo nico que caba era esperar dos das.Me inclin hacia adelante y toqu el conmutador del interfono.Emily, cancele todos mis compromisos para pasado maana orden. Estar fuera a partir de la una del medioda.Bien, seor Crannan.

* * *

Una honda emocin me invadi al contemplar de nuevo el paisaje tan conocido, pero olvidado durante aos. Haba ido unas cuantas veces al rancho del profesor despus de su partida, pero luego mis estudios me haban absorbido por completo y ya no haba vuelto all nunca ms.Haca catorce aos que no pona los pies en la propiedad del profesor Stuyler. Ciertamente, las tierras seguan improductivas en lo que al ganado se refera. Vi, sin embargo, algunos frutales, manzanos principalmente, y bastantes rboles cerca del arroyo que regaba la propiedad. Esto era todo.Ah, y la casa, que pareca nueva o, por lo menos, reconstruida y reparada en su totalidad, con su flamante capa de pintura blanca, que le confera un aspecto muy agradable, entre los frondosos robles que la rodeaban casi por completo.Mara sali a la veranda al verme y agit una mano en seal de saludo. Yo la encontr hechicera con su blusa a rayas multicolores y unos pantalones muy cortos, que permitan contemplar la perfeccin de unas piernas largas y magnficamente torneadas. Cmo est, seor Crannan? me salud ella afablemente, cuando yo hube, saltado del coche. Quiere entrar y lavarse un poco?Gracias, no es necesario contest, mirndola embobado.Mara lo advirti y se ruboriz ligeramente.Me imagino que todo esto debe de resultarle familiar, no es as, seor Crannan?Figrese contest. Pero est completamente cambiado.Bueno, ya hace cinco o seis aos que vivimos aqu. La propiedad no cambi de manos y un da decidimos venir y reacondicionarla. Ha quedado bien, no es cierto?Estupendo todo, seorita Stuyler. Pero ha hablado en plural...Oh, es que vivo con ta Fanny, la viuda de mi to Brett Ardmore. Ta Fanny es hermana de mi padre.Ahora lo entiendo dije. Puedo hacerle una pregunta, seorita?S, desde luego accedi ella.Usted sostiene que su padre est vivo. Piensa hacer algo para rescatarlo?Una extraa sonrisa apareci en los rojos labios de Mara.Venga conmigo, seor Crannan dijo.En la esquina de la casa haba un coche elctrico todo terreno, en el que tomamos asiento. Mara dio el contacto y manej la palanca de direccin, encaminando el vehculo hacia la ladera rocosa, situada a unos mil quinientos metros del edificio.Al ver lo que haca ella, empec a sentir un vago presentimiento, pero no quise decir nada. Tema equivocarme y, sin embargo, estaba seguro de acertar.Mara par el coche en un sitio que yo slo haba visto una vez, pero que no olvidara por muchos aos que pasaran. Salt del vehculo y manej el control de apertura de la puerta que simulaba un trozo de roca.El tnel qued por segunda vez ante mis ojos. Ella encendi las luces y ech a andar resueltamente bajo sus bvedas rocosas. Yo la segu sin vacilar.Luego me pareci haber vuelto de golpe quince aos atrs.Durante largo rato, guard silencio. Una segunda Bella Mara alzaba su metlica estructura a ciento cincuenta metros de altura, brillante, pulida, poderosa, pero esbelta en su enorme mole; una exacta reproduccin de la astronaveque quince aos atrs haba realizado el primer viajea Marte con un solo hombre como nico tripulante. Y bien? Mara rompi el silencio, a la vez que sonrea satisfecha y orgullosa. No tiene nada que decirme, seor Crannan?Lo que ye tengo que decirle, seorita Stuyler, se resume en muy pocas palabras: me siento abrumado..., y la curiosidad me devora.Mara lanz una alegre carcajada.Satisfar su curiosidad durante la cena prometi. Regresemos, seor Crannan; a mi ta no le gusta que se enfren los platos que ella cocina tan exquisitamente.Entonces, no hagamos esperar a ta Fanny exclam con jovial acento, extraamente alegre y no slo por haber descubierto al fin el medio que se iba a emplear para el rescate del profesor.

* * *

No le dijo a usted nada mi padre acerca del cajn con libros que haba en el stano de la casa? me pregunt Mara mientras tombamos la ensalada.Tengo un vago recuerdo de que me grit algo, pero ya estaba muy alto en el ascensor y no le entend bien respond. Por qu dice eso, Mara?En ese cajn estaban contenidos todos los datos de sus trabajos y experiencias. Tambin un puntual diario de cuanto haca, referente a la construccin de su nave.Ah, ya entiendo. Y usted lo aprovech...Justamente, seor Crannan. El contenido de ese cajn me sirvi para la construccin de la segunda astronave. Fue como comprar uno de esos juegos infantiles, en que todo viene ya en piezas, con las instrucciones precisas para el montaje de aviones, trenes, barcos, mquinas. As de sencillo, seor Crannan.Pero no barato alegu.Las patentes de mi padre seguan dando dinero. Ese, por fortuna, no result problema para m.Es decir, que construy la nave usted sola.Encargando las piezas precisas, en su mayor parte, a las factoras que ya haban construido otras idnticas hace quince aos.Y usted ensambl todo...All, bajo la montaa, tiene usted el resultado.Un momento, Mara. Me permite que la llame Mara?Ella sonri.Se lo agradecer, Donald accedi.Mi nombre es Donald, en efecto, aunque la mayora de la gente me llama Johnny, sobre todo su padre dije.Bien, Johnny, yo tambin le llamar as. Qu me iba a preguntar?Es algo referente al tiempo, Mara. Usted tiene ahora, si mis clculos no son equivocados, veinticinco aos.Justamente corrobor ella.Su padre tard casi quince aos en construir la nave. No me diga que usted empez a construirla a poco de haberse marchado l.De nuevo volvi a rer Mara con aquella risa que me hechizaba escuchar.Por supuesto, Johnny. Empec hace seis aos, recin cumplidos los diecinueve. Adems, tuve que alternar mis trabajos con los estudios. Tengo el ttulo de ingeniero. Y no tiene el ttulo de Miss Mundo?Ella se ruboriz intensamente.Sea formal, Johnny. Se puede ser bonita y tener cierta inteligencia, no le parece?Por supuesto, y no quise ofenderla manifest. De modo que empez hace seis aos.S, pero ha de tener en cuenta que mi tarea fue mucho ms fcil que la de mi padre, por muy distintos motivos. Primero, el pozo estaba ya excavado.Con lo que slo necesit montar la gra y el ascensor.Me los mont la misma compaa que se lo hizo a mi padre. Naturalmente, eso ahorr mucho tiempo, Johnny. Adems, como ya he dicho, estaba todo tan bien detallado..., que era como seguir las instrucciones de un juego infantil de construcciones.S, desde luego, Mara. Contine, por favor.En aquel momento lleg ta Fanny con un fabuloso asado de pavo y decidimos que lo mejor era hacer honor a las habilidades culinarias de la seora Ardmore.

CAPTULO IV

Despus de cenar, ta Fanny, que result ser muy simptica y agradable, nos sirvi caf y licores. Entonces, Mara y yo continuamos la conversacin.Veamos dije, estbamos hablando de que su tarea result muy fcil por distintos motivos, algunos de los cuales ya conozco yo.En efecto, Johnny confirm ella. Fcil, dentro de las dificultades que entraa una tarea semejante, y porque las instrucciones que dej mi padre, me han permitido acabar la nave en seis aos, en lugar de los quince que emple l.Es natural. Construir un prototipo de mquina siempre cuesta ms que los siguientes ejemplares. Siga, Mara, por favor.Bien, otro de los factores que me ayudaron en la construccin de la astronave fueron los materiales, sobre todo, el ferroplstico.Mara call un instante, mientras me miraba de forma intencionada.El ferroplstico repet.S, Johnny, esa aleacin de hierro y plstico, dura y ligera como ningn otro material. Claro que el nombre de aleacin no es correcto, pero tampoco importa demasiado. Cmo lo consigui, Johnny?Hice un poco el remoln. El ferroplstico era una invencin ma y su uso se extenda como una plaga bblica, slo que produciendo beneficios incalculables, en lugar de catstrofes.Bueno, se me ocurri probar varias aleaciones de hierro en estado molecular y unirlo a las cadenas de molculas de poliestireno. En pocas palabras, es as, ms o menos, aunque el procedimiento fisicoqumico sea mucho ms largo y complicado.Comprendo. Tiene todas las ventajas del metal respecto a dureza, tensin y flexibilidad, la ligereza del plstico, en cuanto a peso, y suprime una de las peores cualidades de esta ltima materia, como es la combustibilidad.Exactamente.Bien, entonces le dir que la nave est construida de ferroplstico, lo que ahorra en peso nada menos que un sesenta por ciento.Lanc un silbido.No es poco dije. Eso permite aumentar la carga til.Y montar tanques de combustible mucho mayores. Mi padre lo previo todo; previo que algn da se encontrara una aleacin superligera y, en efecto, as ha sucedido.El profesor fue siempre un hombre de vista muy larga dije de buen humor.Adems, los tubos de eyeccin de gases estn revestidos interiormente con hyperceram, la nueva cermica capaz de soportar temperaturas de horno solar, patente Crannan, como el ferroplstico.Mara, conseguir que me ponga colorado exclam.El ferroplstico y el hyperceram son dos elementos fundamentales en la construccin de mi nave. Por eso fui a buscarle, cuando la tuve terminada explic ella.Entiendo. De pronto me sobresalt. Eso significa que la astronave est lista para zarpar, Mara.Faltan algunos detalles sin importancia, ms que nada, en lo referente a aprovisionamiento de vveres. Pero, en efecto; se podra zarpar ahora misino. Ir usted sola al rescate de su padre? pregunt.Mara no tuvo tiempo de contestar. Alguien llam a la puerta.Ta Fanny grit desde la cocina que no poda acudir. Mara se puso en pie, cruz la sala y abri. Es usted Mara Stuyler? pregunt el hombre que, acompaado de otros dos, haba aparecido en el umbral.S, yo misma confirm la joven.Mi nombre es Jarliss, Jed Jarliss dijo el recin llegado.

* * *

Mara arque las cejas al or aquel nombre. En cuanto a m, los recuerdos acudieron a mi mente en tumultuoso tropel,Jarliss, el pandillero condenado por asesinato quince aos atrs... Volv a ver el automvil que entraba en el tnel, para ser devorado instantes despus por el fuego. Podemos pasar? pregunt Jarliss, evidentemente, hermano del condenado, a juzgar por su edad.Desde luego accedi Mara. Permtame que les presente al doctor Crannan. Johnny, el seor Jarliss. Cmo est? salud.Bien dijo el tipo, cuyo aspecto me desagrad de inmediato. Estos son Tom Prouck y Benny Altino, dos buenos amigos.Dos guardaespaldas, califiqu mentalmente. Mara les pregunt si queran beber algo, oferta que fue rechazada con moderado desdn.No hemos venido a beber, sino a hablar de negocios manifest Jarliss. Negocios? repiti ella. Temo que se han equivocado...Jarliss se mantuvo impasible. Meti la mano en el bolsillo y sac un papel que lanz sobre la mesa. Cunto tardarn en desalojar la propiedad? pregunt.Mara se sulfur.Seor Jarliss, la pregunta es, por lo menos, impertinente dijo. No pienso desalojar esta propiedad ahora ni nunca declar tajantemente.Se equivoca, guapa contest el sujeto con helado acento. Le concedo cuarenta y ocho horas para que se vayan todos de aqu. Ah, en esos documentos, dice que usted me ha vendido esta propiedad por cincuenta mil dlares. No es cierto, particularmente hablando, pero de un modo oficial, as constar. Lo ha entendido, preciosa?A m tambin empez a sacarme de quicio aquella fanfarronera. Me puse en pie y di un par de pasos hacia los visitantes.Seor Jarliss dije, creo que la seorita Stuyler ha hablado lo suficientemente claro para que no haya lugar a dudas sobre su respuesta. De modo que mrchense o llamaremos a la polica.Jarliss me mir de muy mala manera. Cul es su relacin con la chica? pregunt.Amistad repuse lacnicamente.Ah, crea... Bueno, da lo mismo. Ella ya est advertida, de modo que habr de atenerse a las consecuencias si no hace lo que le digo. Qu consecuencias, Jarliss?Imagneselas, Crannan.Hubo un momento de silencio. Mir a Mara y la vi muy plida. Jarliss, tiene algo que ver esto con lo que pas hace aos entre el profesor y su hermano? pregunt.S, tiene bastante que ver respondi el sujeto.Pero yo no quiero irme de aqu protest Mara.Se ir dijo Jarliss tozudamente. La echar usted? inquir yo.De un modo o de otro contest el sujeto abruptamente.Suponiendo que yo se lo permita dije.Hubo un momento de silencio. Luego, Jarliss emiti una risa baja, de tonos siniestros, pero que a m me pareci muy ensayada para asustar a la gente.Chicos dijo, hablando con la comisura de los labios, creo que este pajarraco necesita una leccin.S, jefe contestaron los dos gorilas al unsono.Altino sac una corta cachiporra y avanz hacia m. Era un sujeto menudo, moreno, de mirada perversa.Yo permanec quieto. Altino levant la mano y se dispuso a golpearme.Entonces, alargu la mano derecha, le pegu una terrible sacudida en la mueca y, con la izquierda, le quit la porra, a la vez que le hunda la rodilla en el bajo vientre.Altino se curv sobre s mismo, lanzando un gemido de agona. Los otros dos se quedaron estupefactos un momento.La porra vol por los aires con tremendo mpetu y alcanz de lleno a Jarliss en medio de la cara, tirndole de espaldas sin sentido instantneamente. Prouck estaba atnito.Pero no tard en reaccionar. Salt hacia m, slo para encontrarse con mi pie derecho en el camino de su estmago.Se oy un rugido de dolor. Mi puo derecho se dispar como una catapulta y Prouck se elev cinco centmetros en el suelo antes de caer redondo.Se me haba olvidado decir que mido uno noventa de estatura, peso ochenta y ocho kilos y acudo tres veces por semana a un gimnasio, para no enmohecer mis msculos?Pues ya est dicho y ello explica mi reaccin, que encant y maravill a Mara.Aunque no a sus tres visitantes, claro. Altino empezaba a recobrarse y yo le sacud un mamporro que lo envi a reunirse con los otros, en el pas de los sueos.Luego, prevenido, los registr y obtuve un arsenal de armas de fuego y tambin un par de navajas automticas. Al terminar, ped a Mara que abriese la puerta.Con mucho gusto, Johnny accedi ella amablemente.Instantes despus, los tres pillos estaban en su coche. Esper a que reaccionasen y entonces mir a Jarliss.Lrguense dije. No vuelvan ms por aqu o les pasar lo mismo que al difunto Bill Crook. Lo recuerda usted?Jarliss se puso plido, pero no mostr pavor, sino odio y furia. Lanz un gruido y Prouck, que se haba recobrado ya, puso en marcha el automvil.Instantes despus, Mara y yo nos quedbamos solos. Ta Fanny acudi al poco.He odo ruidos dijo.Mara recogi una silla volcada.Han sido unos amigos de Johnny minti, con mi aprobacin. No tiene importancia, ta.La mujer se alej. Mara se senta muy aprensiva.No entiendo, Johnny manifest. Para qu quieren la propiedad?Me encog de hombros.Me pasa lo mismo que a usted respond. Pero no tolerar que la echen de aqu, comprende?Por m no me importa, Johnny; yo voy a estar ausente una temporada. Pero mi ta...Mndela fuera, Mara. No teniendo que cuidarla a usted, a ella lo mismo le dar estar aqu que en otro sitio. Por supuesto, aprueba su viaje a Marte.Lo nico que lamenta es no tener veinte aos menos dijo la joven riendo.Una mujer emprendedora, indudablemente coment. Luego, preocupado, aad: Pero no entiendo para qu quiere Jarliss su propiedad, Mara.Ella se encogi de hombros.Tampoco yo lo entiendo, aunque no me importa demasiado respondi. Voy a estar ausente una larga temporada y Jarliss y los suyos no parecen de la clase de tipos amantes de la vida campestre. Estarn aqu algn tiempo y luego se irn. Ya no los encontrar cuando regrese de Marte, Johnny.Mara, est segura de que regresar? pregunt.Ella demor la respuesta unos segundos. De pronto, se fij en el reloj de pared de la sala y lanz una exclamacin:

Johnny, dmonos prisa o se nos pasar la hora de la comunicacin con pap.

CAPTULO V

Salimos de la casa y montamos en el todo terreno de Mara. Ella puso en marcha el vehculo y lo gui hacia un distante sendero que, como pude apreciar poco despus, serpenteaba por las laderas en direccin a la cumbre de una montaa de relativa elevacin.Los faros del vehculo proporcionaban luz suficiente para ver sin temor a despistes. Mientras rodbamos hacia las alturas, Mara explic:Mi padre fue siempre un hombre muy previsor. Confiaba en regresar, pero no se le ocultaban las dificultades que encontrara para conseguir su objetivo. Yo siempre le di por perdido, claro, como usted sabe, Johnny; todo el mundo coment que era un genio de la ciencia, pero loco de remate.Estaba muy enojado con los organismos oficiales sonre.S, es cierto admiti ella. Bien, cuando empec a revisar el contenido del cajn, hall una libreta de instrucciones con un tema particular: Comunicaciones con Marte...Y en esa libreta se explicaba el modo de construir un aparato que sirviera para comunicarse con l.En efecto. Funciona a base de rayos lser, como puede comprobar. Me bast seguir sus instrucciones y un buen da, instal el transmisor en el punto tambin especificado en la libreta de instrucciones.Empec a transmitir. Pasaron semanas enteras y ya desesperaba de obtener respuesta, cuando un buen da capt una seal en la pantalla amplificadora. Imagnese mi emocin, Johnny; mi padre, contra la creencia general, segua vivo, despus de nueve aos de aislamiento absoluto en Marte.O sea que usted hizo su primera transmisin hace seis aos.S. No saba si construir la nave o no, pero al tener la certidumbre de que mi padre viva, inici los trabajos sin prdida de tiempo.Comprendo. El transmisor debe ser muy potente para emitir y recibir seales a cientos de millones de kilmetros dije.Su eficacia estriba en la pantalla amplificadora de seales, que reduce las prdidas por la transmisin a tanta distancia. No olvidemos que esta noche, por ejemplo, Marte se encuentra a unos ciento cincuenta millones de kilmetros.Hice un rpido clculo.Puesto que las seas, a base de lser, sern luminosas, imagino que tardarn unos siete minutos en llegar de la fuente de emisin al receptor.En efecto, Johnny.Bien, pero, cmo orienta usted su transmisor? Porque el lser suprime prcticamente la dispersin de los rayos luminosos y, por lo tanto, el objetivo receptor debe estar encarado muy directamente al objetivo.Eso ya lo s, Johnny. Sin embargo, debe tener en cuenta que la falta de dispersin de rayos luminosos no es absoluta en un proyector a base de lser. Sin embargo, le dir que dispongo de un telescopio orientador, conectado al transmisor-receptor. Conociendo, pues, el lugar donde est mi padre...Ah, pero, sabe exactamente la regin marciana en que se encuentra? exclam.S respondi Mara. Est en una zona situada al norte del ecuador marciano, entre la Gran Syrte y Libia. Usted no ignora que muchos de los nombres de la geografa marciana son duplicado de regiones terrestres o bien procedentes de la mitologa antigua.Eso es cierto admit. As que al norte del ecuador...Concretamente, a doscientos ochenta y nueve grados de latitud Este y a nueve y algunos segundos de longitud Norte. Puesto que el telescopio orientador tiene la potencia suficiente para captar Marte an en los momentos de mximo alejamiento orbital de la Tierra, el resto ya es fcil.El resto es fcil, deca ella con toda naturalidad, mientras yo me senta cada vez ms pasmado.Un hombre, perdido durante quince aos en Marte, dado por muerto..., y ahora apareca sbitamente, surgiendo de las profundidades del espacio como un nuevo Robinson Crusoe de la era interplanetaria.Resultaba fantstico, increble, anonadante..., pero cierto.

* * *

El observatorio se hallaba en la cspide de la montaa, bajo la proteccin de una caseta de recias paredes de madera, situada sobre carriles, lo que permita deslizarse a un lado, dejando as los aparatos al descubierto.Mara actu con rapidez y precisin, hijas de la larga prctica. Maniobr primero en el telescopio que, segn me explic, estaba dotado de un motorcito elctrico, que le permita seguir continuamente los desplazamientos orbitales de Marte, a fin de tenerlo siempre enfilado con toda exactitud, y luego se acerc al transmisor.Todo el conjunto estaba conectado al telescopio, de modo que ste era gua de aparatos e instrumentos. Una vez hubo efectuado Mara la observacin pertinente, se acerc a un pequeo cuadro de mandos y transmiti unos cuantos golpecitos a un pulsador. Entiende usted el Morse, Johnny? me preguntS, claro repuse...Tratndose de comunicaciones luminosas, el Morse es el procedimiento ms adecuado calific Mara. Por supuesto, cada mensaje que recibo queda grabado, para ulteriores comprobaciones, lo que excluye toda posibilidad de error.La llamada fue enviada a Marte.Ahora pasarn unos catorce minutos y algunos segundos dijo ella.Para m, fue el cuarto de hora ms largo de mi vida. Sentame lleno de emocin al saber que iba a ver llegar un mensaje de un nufrago espacial, perdido desde haca quince aos a ciento treinta millones de kilmetros de la Tierra.Yo tena los ojos fijos en la pantalla que expresara visualmente las imgenes captadas por el receptor, amplificndolas hasta hacerlas fcilmente visibles. De pronto, Mara dijo:Faltan diez o doce segundos, Johnny.Mis nervios estaban tirantes como cuerdas de violn. De sbito, vi aparecer un punto luminoso, de vivo color amarillo.Despus, brill una raya, punto, raya, punto, raya... Bueno, no exactamente por este orden, pero es lo mismo.Para no cansar al lector, traducir la conversacin al lenguaje comn y corriente.El primer mensaje del profesor deca:Hola, hija, cmo ests? Mi salud es excelente. Qu tal marcha la astronave? Vendrs pronto?Me siento encantada de saber que ests bien, pap respondi Mara. La astronave est a punto; slo me faltan algunos pequeos detalles. Partir dentro de dos o tres das. Por qu tan pronto? Resultara un tanto precipitado; las distancias no son an favorables, Mara.Lo siento, pap; no es ste el momento de andar en explicaciones. De todas formas, te har saber el momento exacto de mi partida.Muy bien, como quieras. Tengo confianza en ti. Por aqu todo marcha estupendamente. Alguna novedad en la Tierra, Mara?S, pap. Tengo a mi lado a un antiguo amigo tuyo. Te acuerdas de Johnny Crannan? Fui a verle hace dos das y le he hecho partcipe de mi secreto. Imagino que no te enfadars por ello.El bueno de Johnny Crannan contest Stuyler. Claro que no me enfado, muchacha. Pero, por qu se lo has dicho? Puedo saberlo?Pap, yo conoca vuestra amistad. Cuando tuve lista la astronave, me pareci conveniente darle la buena noticia de que an estabas vivo. Por eso lo invit a venir a casa. Ahora est aqu, a mi lado, en el observatorio y me encarga te transmita sus saludos.Pero eso es estupendo, muchacha. Oye, se me ocurre una idea. Por qu no le invitas a venir a Marte contigo?Yo haba ledo las frases del profesor en la pantalla. Confieso que aquella proposicin me dej helado.Mara se volvi hacia m. En la noche estrellada, sus ojos buscaron en los mos la respuesta a las palabras de su padre.Call durante unos momentos. Ir a Marte, viajar millones de kilmetros a travs del espacio, correr la ms fantstica aventura de todos los tiempos..., y ello en compaa de una mujer de singular hermosura, pero ms todava que bella, audaz, valerosa e inteligente.Dejara muchas cosas atrs en la Tierra, pero vala la pena. Una oportunidad semejante slo se le presenta a un hombre una vez en la vida..., y no son muchos los afortunados en poder disponer de tal oportunidad.S, Mara acced al cabo. Dgale al profesor que ir a Marte con usted. Dgale que por nada del mundo dejara de hacer este viaje. Dgale, por ltimo, que nada ni nadie me impedir ir a Marte.Los ojos de Mara emitieron un brillo de alegra.Johnny dijo dulcemente, comprende ahora por qu fui a verle a su despacho?

Sonre y no de mala gana precisamente.Eres bella, valerosa, inteligente..., y astuta califiqu.Ella lanz una alegre carcajada. Luego, volvindose hacia el transmisor, tecle la respuesta:Pap, Johnny y yo viajaremos juntos a tu rescate.

* * *

Estaba a punto de amanecer cuando entramos en la casa. Mara se dirigi directamente a la cocina, a fin de preparar caf. Haba llevado un termo a la montaa, pero lo habamos agotado durante las largas horas que habamos permanecido en la cumbre, pues es preciso no olvidar que, entre cada pregunta y su respuesta, transcurran unos quince minutos.Cuando Mara trajo el caf, yo le dije:Hay una cosa que no he logrado comprender todava. Qu es, Johnny? pregunt ella.Tu padre lleva quince aos en Marte. Desde hace seis, ms o menos, t te comunicas regularmente con l.Es cierto, Johnny.Bien, Mara. Ahora dime, en seis aos, no ha tenido ocasin tu padre de explicarte por qu se qued all? No te ha dicho cul es la avera que le ha impedido regresar a la Tierra?No contest ella. Por extrao que te parezca, nunca me lo ha dicho, y cuidado que se lo he preguntado en ocasiones. Siempre ha respondido que lo sabra cuando llegase all y, al final, he tenido que resignarme a esperar.Es curioso coment. Bueno, tendremos paciencia hasta nuestra llegada a Marte. Has fijado ya la hora de partida?S, Johnny. Pasado maana, a las doce en punto de la noche.Me puse en pie de un salto.Tengo que preparar muchas cosas manifest. Pagar algunas cuentas atrasadas, comprar ropa... Qu equipo te parece que lleve a Marte, Mara?Ella sonri indefiniblemente.Aguarda un momento dijo.Abandon la sala y volvi a los pocos momentos con un sobre en las manos.Aqu tienes la lista de tu equipo, Johnny indic.Yo la mir asombrado. Cmo? Sabas que ira a Marte contigo?Confieso que yo tena mis dudas respondi ella. Quien no las tuvo nunca, fue mi padre, que dej esta lista en aquel cajn con los documentos e instrucciones. Despus, con la experiencia que l tiene ya all, ha rectificado algunas cosas, pero todo lo que debes llevar, est contenido en el sobre:Un hombre extraordinario dije, atnito. El profesor saba ya que yo ira un da a Marte.As es, Johnny, lo que demuestra que l te conoca muy bien, pero te comprenda an mejor.En resumen, que ha sido una trampa que me habis tendido los dos.Una simptica sonrisa apareci en los labios de Mara. Lo lamentas, Johnny? pregunt.Creo que no respond. En cierto modo, es la culminacin de los deseos que sent hace quince aos, cuando vi despegar a la Bella Mara. Cmo me hubiera gustado irme entonces con tu padre!Ahora podrs hacerlo realidad, aunque con la hija. Que tampoco es mala compaa.Mara se puso colorada.No lo olvides insisti. Pasado maana, a las doce en punto de la noche.Aqu estar, Mara promet solemnemente.

CAPTULO VI

La verdad es que no haba mucho tiempo que perder, as que aquella misma maana estaba haciendo compras en Denver, situada a menos de sesenta kilmetros del rancho de Mara. En mi oficina dije que estara ausente una temporada, aunque no especifiqu los motivos, como se puede comprender fcilmente.Por supuesto, tena un segundo de a bordo que llevara los negocios en mi ausencia sin la menor dificultad. No obstante, era indispensable realizar algunos trmites antes de mi marcha y ello me devolvi a mi despacho al da siguiente, poco antes del medioda.Entonces, mi ayudante me dio la gran noticia.Seor Crannan, por qu le han embargado todas sus cuentas bancarias? me pregunt.Yo me qued estupefacto.No tengo la menor idea de lo que est pasando, Martin contest. Quin me ha embargado mis cuentas bancarias?Bloqueado sera una palabra ms correctamente empleada, seor Crannan puntualiz Martin Cryler, mi ayudante. Todas las compras que usted hizo ayer estn impagadas; los cheques han sido rechazados por el Banco. Demonio! Pero si yo no debo un solo centavo a...El zumbido del interfono me interrumpi en el acto.Diga, Emily mascull malhumoradamente.Perdn, seor Crannan dijo la secretaria. Estn aqu los seores Sharndoe y Jarliss. Dicen que quieren verle y que es muy urgente.El nombre de Jarliss me puso en tensin. Agit una mano y dije:Est bien, hgales pasar, Emily. Martin aad, luego discutiremos este asunto.Como usted ordene, seor Crannan.Mi ayudante sali, cruzndose con los visitantes. Sonre al ver una cruz de esparadrapo en la sien izquierda de Jarliss.Sharndoe era un sujeto delgado, vestido con ropas oscuras, con todo el aspecto de un leguleyo tramposo y embrolln. Bajo el brazo izquierdo llevaba un portafolios de piel negra.Es un placer conocerle, seor Crannan dijo Sharndoe. Al seor Jarliss ya lo conoce usted, tengo entendido.Desgraciadamente contest con sequedad. Pero no es cosa de la que uno pueda ufanarse; no resulta agradable conocer a un rufin de baja estofa.Jarliss dio un paso hacia m, pero Sharndoe le contuvo con un gesto de la mano.Seor Crannan, tengo malas noticias para usted anunci. De veras? dije burlonamente. Puede que la noticia que yo les guardo sea an peor, para ustedes, claro.Sharndoe pareci preocuparse al or mi respuesta. No obstante, prosigui:Se trata de una demanda judicial que el seor Jarliss ha presentado contra sus bienes. Los motivos son impago de ciertas deudas que usted ha contrado con l y cuyos justificantes han sido presentados al juez, quien, a la vista de las pruebas presentadas, ha decretado el embargo provisional de todos sus bienes y el bloqueo de sus cuentas bancarias. Cmo? Qu yo debo algo a este...?Un oscuro instinto hizo que me refrenase. Se trataba de una conspiracin, indudablemente. Pruebas amaadas por falsificadores y abogados sin escrpulos, como el que tena delante.Demostrara que todo era una falsedad, por supuesto, pero mientras lo consegua, yo sufrira perjuicios sin cuento. Por qu lo hace, Jarliss? pregunt directamente.El tipo se ech aliento en las uas de la mano, luego se las frot eh las solapas de su traje y, finalmente, se las contempl con aire satisfecho.Es un pequeo chantaje dijo, sin el menor rubor. Chantaje? repet.En efecto. Usted, he tenido ocasin de comprobarlo, es muy amigo de Mara Stuyler.Lo admito.Bien, necesitamos su casa. Hoy mismo la queremos libre. He hablado con ella por telfono y se ha negado a complacernos. Dada la gran amistad que le une a la seorita Stuyler, espero que sabr persuadirla para que abandone su propiedad, despus de haber firmado los documentos que le dejamos anteanoche. Cuando lo haya conseguido, retirar la demanda.Entiendo dije sonriendo. Slo es eso lo que buscan?Nada ms, seor Crannan respondi Jarliss.Muy bien acced. Esta misma noche, a las doce en punto, la casa estar desalojada.Lo siento. Tiene que ser esta misma tarde...Las doce de la noche o no habr arreglo dije con firmeza.Hubo una corta pausa de silencio.Ya he dicho mi ltima palabra manifest Jarliss. Vmonos, Sharndoe.El abogado se dirigi hacia la puerta, pero yo le llam la atencin antes de que la abriese.Aguarde un momento, Sharndoe dije.Sal de detrs de la mesa y me acerqu a l. Sharndoe me mir con aprensin.Jarliss meti la mano derecha en su chaqueta. Entonces, sin previo aviso, levant el brazo, lo hice girar horizontalmente y le golpe con todas mis fuerzas en el cuello.Jarliss emiti un ronco sonido y empez a dar pasos por la habitacin, aturdido por el dolor. Sharndoe quiso pedir gracia, pero derribarlo de un seco derechazo al mentn me result fcil.Luego me acerqu a Jarliss, quien haca mprobos esfuerzos por recuperarse. Primero le di un golpe en la nariz, que le hizo exhalar un aullido de dolor. Luego le golpe a placer en la mandbula.Mi despacho era grande, lujoso, aunque decorado con gusto, Y uno de los elementos de la decoracin era la chimenea, que yo encenda en el invierno, no porque la calefaccin funcionase deficientemente, sino porque me gustaba ver las llamas producidas por unos cuantos troncos al arder.Estbamos a mediados de mayo y no haca fro, por tanto. Cuando Sharndoe despert, le ense las llamas en que se quemaban todos los papelotes que llevaba en su cartera.El picapleitos se puso lvido. Jarliss se levant en aquel momento y yo le ense la pistola que le haba quitado.Es la segunda que pierde en menos de cuarenta y ocho horas dije sonriendo. A este paso, va a consumir todo su presupuesto en reponer el armamento. Ha quemado todos los documentos! gimi Sharndoe.Jarliss se puso rojo de ira.Hay otros medios para conseguir lo que queremos dijo hoscamente. Vmonos ya.Esta vez les dej ir sin ms obstculos. Martin entr momentos despus.Malos bichos, seor Crannan calific.S, pero ya puede ir pidiendo al juez la anulacin de su dictamen sobre mis bienes y cuentas bancarias. No hay motivo para ello, Martin. Han renunciado a la demanda? pregunt mi ayudante, asombrado.Ha sido una conversacin amistosa y les he persuadido de que estaban en un error contest sonriendo.Me pareci haber odo ruidos...Nada de importancia, Martin. Sigamos, por favor.S, seor Crannan. A propsito, y ya que ha estado aqu un tal Jarliss, ha odo la noticia?No. Qu pasa, Martin?Su hermano, Red. Se ha fugado de presidio.Me qued con la boca abierta. Cmo? Red Jarliss se ha largado?S. Usted recordar que lo indultaron de la pena de muerte, conmutndola por la de cadena perpetua. Bueno, creo que lo consigui la noche pasada. Por supuesto, ya lo haba intentado otras veces, aunque siempre fracas. Pero en esta ocasin, lo ha conseguido. De todas formas, la polica le anda pisando los talones.Dej de or por unos momentos la voluble charla de mi ayudante. Tena alguna relacin la visita de Jarliss con la fuga de su hermano?Pero como yo estaba metido de lleno en otro asunto de muchsimo ms inters para m, pronto me olvid del nombre de Jarliss y me apliqu a tomar las ltimas disposiciones para que todo marchase bien durante mi ausencia.La cual, como es lgico, tendra una duracin imposible de prever en aquellos momentos.

* * *

Poco despus de medioda, termin de despachar con Martin. Me desped de l y de Emily, asegurndoles que volvera pronto valiente mentira! y me dirig al ascensor.Ya tena todo preparado. En mi coche, haba cargado las compras de ropa y equipo que figuraban en la lista, prendas de abrigo, principalmente. El resto de lo que yo poda necesitar se hallaba ya en la astronave.El coche estaba en mi residencia. Como las compras abultaban un poco, haba preferido desplazarme en taxi hasta el despacho. Mi alojamiento se hallaba en un barrio residencial, fuera de la ciudad, y decid emplear el mismo medio de transporte para regresar hasta mi casa.Abr la puerta del ascensor. Haba dos tipos, en los que no repar hasta que el aparato emprendi el descenso.Entonces, uno de ellos sac una pistola y me la puso en un costado.Crannan, ni una voz o lo fro a balazos dijo.En el primer momento, no pude evitar un sobresalto. Luego me recobr. Jarliss? dije.S confirm el tipo.El otro dijo:Tenemos un coche en la puerta. Saldremos del edificio con toda naturalidad, usted entre los dos. Si intenta algo recuerde; dos pistolas le llenarn de plomo el cuerpo.Hice un gesto de resignacin con las manos.Ahora comprendo cul es el otro procedimiento que Jarliss anunci empleara conmigo dije.Ya no hablamos ms. El pandillero que me haba amenazado, guard la pistola cuando llegamos al vest bulo, que cruzamos sin el menor inconveniente.

El coche estaba en la puerta, grande, negro. Haba un tipo al volante. Jed Jarliss estaba sentado en el asiento posterior y me sonrea burlonamente.Ya le anunci que lo conseguira, Crannan dijo, cuando me sent a su lado. Es usted un buen profeta, aunque estimo que no ha adivinado todo lo que va a pasar. De veras? Vamos, arranca ya, Ned.De los dos tipos que me haban capturado en el ascensor, uno de ellos se sent a mi derecha. Otro lo hizo junto al conductor.El automvil parti de inmediato. Pronto salimos de la ciudad.En el interior del vehculo, todos guardbamos silencio. Media hora ms tarde, el conductor abandon la autopista y tom por un camino lateral. Van a darme el paseo? pregunt.No respondi Jarliss. Slo le daremos una buena leccin, que usted se aprender de memoria, para que se la repita a Mara Stuyler.Ah dije. Puedo fumar? consult de pronto.Claro accedi el rufin magnnimamente.Met la mano en el interior de la chaqueta. Jarliss crea que iba a sacar la pitillera. Cuando se dio cuenta, tena su propia pistola apoyada en la sien.Hola, forajido le dije. Quieres que te salte la tapa de los sesos?Jarliss se puso lvido.Pero.... Silencio! cort bruscamente. Puede que yo muera, pero t irs por delante si no cumples mis rdenes exactamente. Lo has comprendido?Sus subordinados no se atrevan a intervenir. Eran tipos con cierta experiencia y saban que si disparaban contra m, el ndice se me contraera y su jefe se ira al infierno.Dile a Ned que pare orden.Jarliss obedeci. Yo continu:Ahora, cuando el coche se haya parado, di a tus gorilas que se bajen y se siten a cinco pasos a la izquierda, bien quietos y con las manos en alto. Entendido?Momentos despus, se cumpla mi orden. Una vez que vi a los forajidos en la situacin deseada, agarr a Jarliss por el cuello de la chaqueta y lo empuj hacia afuera, sin separar de su cabeza ni un milmetro el can de mi pistola.Quedamos ambos frente a sus impotentes sicarios. Yo le quit la pistola con la mano libre y no pude contener una risita irnica:Jarliss, en tu cuenta de gastos, puedes incluir una pistola para cada vez que me visites.La prxima llegar disparando tiros y sin anunciarme contest el tipo rencorosamente. Habr prxima vez para ti? Ahora, tus amigos dejarn caer las armas al suelo y recuerda lo que tienes en el cogote.El fro del can de mi pistola era suficiente recordatorio para Jarliss. Cinco segundos ms tarde, otras tres pistolas yacan sobre la tierra.Bien, muchachos, ahora, veamos quin es el que gana el campeonato de velocidad a campo traviesa.Me separ unos cuantos pasos de Jarliss y dispar un tiro a sus piernas. El tipo dio un tremendo salto y yo segu haciendo fuego con las dos pistolas, de modo que las balas silbasen amenazadoramente cerca de los rufianes. La huida que emprendieron tena muy poco de digna.Cuando estuve seguro de que no podan hacerme nada, recog el arsenal desperdigado por tierra y lo eche al automvil. Luego, seguro, me sent tras el volante di el contacto, vir en redondo y emprend el regreso a Denver.

CAPTULO VII

Mara me acogi con vivas muestras de impaciencia.Tem que te hubiera pasado algo dijo, al verme llegar, pasadas ya las diez de la noche.Lo siento me disculp. He tenido varios contratiempos. No ha venido nadie aqu?No, que yo sepa contest ella. Por qu lo preguntas, Johnny?Me mord los labios.Est sucediendo algo raro manifest. Jarliss me visit por la maana, tras haberme hecho una sucia jugada, con objeto de que yo te forzara a abandonar el rancho. Como le gan la partida, quiso secuestrarmeLe cont todo lo que haba pasado. Los ojos de Mara expresaron claramente el horror que mis palabras le causaban.Es espantoso, Johnny calific. No hay nada que nosotros podamos hacer? Y para qu? respond. Nos vamos esta misma noche, no es cierto?S, desde luego, pero no consigo explicarme qu inters puedan tener por mi propiedad. No tiene un valor excesivo, salvo por lo que t sabes, pero no hay aqu nada que pueda excitar la codicia de esos forajidos.Yo dira que... De pronto, agit la mano para chasquear los dedos. Ya est! dije. Mara, conoces la noticia?No, Johnny. Dime, es malo?Segn como se mire. Red Jarliss se ha fugado da presidio.El hermano del otro Jarliss que vino a vernos, no es cierto?S, aquel a quien la declaracin de tu padre hizo posible que fuese condenado. Ahora estoy seguro de que quieren la propiedad para que Red pase inadvertido una temporada.Ella sonri.Bueno, si quiere habitar la casa, puede hacerlo respondi. Nosotros no vamos a estar aqu para impedirlo, verdad?La mir un momento. Mara estaba encantadora con sus ropas de vuelo, un traje de una sola pieza, de color gris plata, muy ajustado a su esplndida anatoma. En los ltimos tiempos, se haba cortado el pelo, hasta dejarlo como el de un muchacho, dada la comodidad que ello le poda representar en el viaje, y su aspecto resultaba todava ms encantador.Espero que se hayan ido ya a nuestro regreso dije. Estamos ya, Mara?Cuando quieras, Johnny.De pronto, me pareci or un ruido en la parte posterior de la casa. No te muevas! exclam, a la vez que sacaba una de las pistolas que haba arrebatado a Jarliss.Ella se qued rgida. Con el arma en la mano, avanc cautelosamente hacia la cocina. Puse la mano en el picaporte, aguard un momento y luego abr de golpe. Levante las manos!La cocina estaba desierta. Afuera, en el patio, o ruido de pisadas que se alejaban velozmente.Respir aliviado. Deba de tratarse de algn zorro que haba bajado de las montaas en busca de alimento. Guard el arma y volv junto a Mara.Era una alimaa dije. Siento haberte asustado, pero despus de lo que ha pasado hoy, tengo los nervios de punta. Vamos?S, Johnny.Salimos al exterior y transbordamos mi equipaje al todo terreno. Antes de arrancar, cambiamos una larga mirada.La luna, en fase de llena, baaba la llanura con su luz plateada. A mil quinientos metros de donde estbamos, se divisaba el faralln en cuyo seno se encontraba la astronave.Ms arriba, en el cielo, se vea un puntito rojizo, situado en aquellos momentos a menos de ciento treinta millones de kilmetros de distancia. Dentro de sesenta y pico de das, estaramos orbitando a su alrededor, buscando el lugar ms adecuado para aterrizar en su superficie.De pronto, record un detalle.Mara, qu nombre le has puesto a la nave? pregunt.Ninguno respondi. Esperaba una sugerencia tuya en tal sentido, Johnny.Ya hay una con tu nombre dije. Pero se me ocurre una cosa. Hay una persona que lo ha sido todo para ti estos ltimos aos; te ha cuidado abnegadamente, mientras trabajabas sin descanso. Te parece bien que la nave se llame Ta Fanny?Ella sonri.Es una magnfica idea aprob. Le gustara saberlo algn da.S. Lo lastimoso es que no haya en Marte tiendas de suvenires donde vendan tarjetas con vistas del planeta, para enviarle una y comunicrselo.Mara lanz una alegre carcajada y pis el acelerador. Las ruedas del automvil dieron la primera vuelta y as recorrimos el primer metro de los miles de millones que debamos salvar para llegar a nuestro objetivo.Momentos despus, estbamos en la base de la astronave. Trasladamos mi equipaje al ascensor y cuando me dispona a subir, Mara me indic que sacara el coche afuera.No tiene sentido dejarlo que se queme aqu abajo manifest. Con que lo pongas a cincuenta o sesenta metros a la derecha y en la base de la ladera, habr ms que suficiente para que no lo alcancen los gases de eyeccin.Muy bien.Sub al automvil y maniobr para dar media vuelta. En el mismo momento, divis otro coche que entraba por el tnel.Un agudo grito reson bajo la bveda rocosa: All est! Disparen contra l, chicos!Yo lanc una maldicin. Era que aquel condenado Jarliss no me iba a dejar nunca en paz?Salt del coche y me agach tras l, justo en el momento en que llegaban cuatro o cinco balas, que rebotaron por todas partes, con metlicos silbidos. Mara grit, angustiada: Ven, Johnny! me llam desde el ascensor.Jarliss y sus esbirros se me acercaban cada vez ms. La situacin se pona verdaderamente crtica.De pronto, se me ocurri una idea. Trep al coche y lo puse en marcha, acelerando brutalmente. Luego salt al suelo, rod un par de veces sobre m mismo, y gateando y arrastrndome en ocasiones y en otras corriendo, gan el ascensor.Los dos vehculos chocaron a mitad del tnel con gran estruendo. Jarliss y su panda no sufrieron daos, pero yo consegu lo que buscaba: retrasarles unos segundos que para nosotros podan resultar preciosos.El ascensor se puso en marcha inmediatamente. Era abierto, del tipo de jaula, de modo que podamos or a la perfeccin todo lo que decan aquellos forajidos.Mara, puedes bloquear desde aqu el interruptor de llamada de la base? pregunt.Desde luego, Johnny.Ella lo hizo as. Yo aad:No tendra gracia que llamaran al ascensor y nos hicieran bajar contra nuestra voluntad.Algunas balas fueron disparadas inofensivamente hacia arriba. Jarliss se desgaitaba vomitando imprecaciones e insultos de todos los calibres.De pronto, Se me ocurri una idea: Jarliss! llam. Maldita sea! chill el rufin. Cuando le ponga la mano encima, Crannan...Acurdese de cmo murieron Bill Crook y sus muchachos vocifer. Nosotros vamos a despegar dentro de unos minutos y este pozo se convertir en un infierno de fuego. Si quiere salvar el pellejo, ya sabe lo que tiene que hacer, Jarliss.Abajo se oyeron gritos de susto. Mara y yo nos echamos a rer.Segundos ms tarde, pasbamos al interior de la astronave. Yo me sent presa de una vivsima emocin.

* * *

No s cmo sern otras astronaves. La que haba ideado el profesor Stuyler puede que, en algunos aspectos, resultase un tanto burda y tosca, pero no caba la menor duda de que era eminentemente funcional. Se trataba de un aparato para viajar a Marte y todo haba sido diseado y construido con tal objeto.Mara no quiso perder ms tiempo.Cuando estemos en camino, ya te ensear el resto de la nave dijo, mientras me guiaba a la cabina de mando.Estbamos a ciento cincuenta metros del suelo. La cabina era grande, capaz, con tres sillones-litera. Ella me explic esta aparente anomala.Puesto que vamos a rescatar a mi padre, instal un silln ms, para l dijo.S, resulta lgico contest, mientras contemplaba abrumado el espectculo que se ofreca a mis ojos.Ella se sent en el asiento del piloto. Me mir y sonri. No tienes miedo, Johnny? pregunt.Hombre, un ligero hormigueo en el cuerpo...No temas dijo ella. He estado hablando con mi padre durante casi seis aos, una noche por semana. Las instrucciones que me dio para el despegue son tan precisas y detalladas, que una vez aprendidas de memoria, un nio de pocos aos podra seguirlas sin dificultad. Y, creme agreg, yo conozco hasta la ltima slaba de las palabras que componen esas instrucciones.Hice un gesto de asentimiento. Chiflado o no, Handley Stuyler era hombre que saba hacer bien las cosas.Mara empez a comprobar los distintos instrumentos, concentrndose profundamente en su labor. Yo, sentado a su lado, guardaba silencio, mientras, a travs de una de las lucernas de la cabina, contemplaba la noche estrellada que se alzaba por encima de nosotros, fuera ya del crculo superior que era el borde externo del pozo.A medida que la joven iba pulsando teclas y controles, se encendan lamparitas verdes en el cuadro de mando. Una de mayor tamao que las restantes se encendi de pronto.Listos, Johnny anunci.Su ndice derecho estaba apoyado sobre un botn rojo. Contuve el aliento.Mara empuj a fondo. De momento, pareci que no suceda nada.Luego, un milln de demonios se desataron all abajo, en las entraas de la nave. El suelo de la cabina trepid ligeramente.Un sordo fragor, que se haca ms intenso por momentos, nos envolvi por completo. Me pareci or gritos por alguna parte, pero me dije que se trataba de una ilusin ma, debida a la excitacin del momento.El ruido aument. De repente, sent como si una mano gigantesca se apoyara en mi espalda y me empujase hacia arriba. Subimos! grit, sin poder contenerme.Mara hizo un gesto de asentimiento. La proa ojival de la Ta Fanny asom fuera del pozo. Luego, los motores aumentaron ms su potencia y la astronave gan velocidad.Ocurri casi de repente. Algo nos dispar hacia las alturas, pero los efectos de la aceleracin fueron mucho menores de lo que yo haba supuesto.En los primeros instantes, no vimos nada, debido a las espesas nubes de vapor que nos envolvan. Luego, al acelerar la nave, pudimos divisar la superficie del suelo que se alejaba rpidamente.Mara estaba atenta a los instrumentos. Transcurri un buen rato antes de que cesara sobre nuestros cuerpos la presin de la aceleracin.Empec a sentirme ingrvido. Mara toc un mando y volv a notar la sensacin de peso.He conectado el motor que proporciona gravedad artificial explic. Ah, y puedes soltarte cuando quieras.La Tierra era, abajo, una bola de plata que disminua rpidamente de tamao. Cuando se me ocurri echar un vistazo al reloj, observ con asombro que eran casi las dos de la madrugada.Dos horas se me haban pasado sin sentirlo, absorto por la emocin de la aventura. Una vez en pie, me acerqu a una de las lucernas y contempl el fascinante espectculo del firmamento, contemplado sin el filtro de la atmsfera.Mara, no habr error para llegar a Marte? pregunt, aprensivo.Ninguno, Johnny me tranquiliz ella. El sistema de direccin est provisto de un telescopio-gua, que estar constantemente enfocado a Marte. Cualquier alteracin del rumbo ser registrada automticamente y un zumbador me avisar de esa alteracin para corregir la rbita de manera adecuada. Pero si es necesario, tambin puedo pilotar la nave manualmente... y eso es lo que suceder cuando lleguemos a las inmediaciones de nuestro objetivo.Lanc un suspiro de alivio.Bueno dije. Ahora slo falta tener un poco de paciencia, dejar transcurrir un par de meses y...Y estaremos en Marte, Johnny dijo ella con ojos brillantes. Ha dicho usted en Marte, seora? son de pronto una voz extraa en la cabina.

CAPTULO VIII

Mara y yo sentimos un escalofro al mismo tiempo. Un instante estuvimos mirndonos a la cara, como si no creyramos en lo que acabbamos de escuchar y luego con mucha lentitud, nos volvimos hacia la puerta de la cabina.Ella estuvo a punto de desmayarse. Yo cre que los ojos se me saltaban de las rbitas.Haba all un tipo de unos cuarenta y tantos aos, de rostro duro y desagradable, apuntndonos con una pistola. En el lado izquierdo de la cara tena una cicatriz de apariencia repugnante.Mara tuvo que poner una mano en el cuadro de mandos para no caer al suelo. Yo me sent desfallecer. Ha dicho que van a Marte, seora? insisti el sujeto.Hice un gesto afirmativo. Otro individuo apareci detrs del primero, y otro y otro... y luego una mujer, joven y de agradable figura.Me pas una mano por la cara.Mara, estoy soando dije. Esto, es una astronave o un autobs de pasajeros?Vamos, seora, conteste de una vez gru el tipo de la pistola. Les he odo mencionar a Marte. Qu hay de ese asunto?Es cierto. Mara empez a recobrarse. Vamos all, pero, quines son ustedes? Por qu han entrado en mi nave sin autorizacin?Era un buen refugio gru el individuo.Y al or aquellas palabras, la luz se hizo en mi cerebro. Jarliss! Red Jarliss! grit.Yo mismo confirm el evadido de presidio. Me conoce usted?A su hermano, s respond. Hemos tenido varias discusiones en los ltimos das. Dnde est ahora? pregunt.Me encog de hombros.Se qued all abajo repuse.La mujer avanz un par de pasos.Red, es cierto que este aparato va a Marte? pregunt, temblorosa de miedo.Ellos dicen que s gru Jarliss. Pero yo pienso de manera muy distinta.Lo siento dijo Mara. Vamos a Marte y no ser usted quien nos haga regresar a la Tierra.Jarliss agit la pistola. Qu le parece este argumento, guapa? contest brutalmente.Yo me di cuenta de una cosa muy importante. Tanto Jarliss como sus acompaantes parecan aturdidos y no slo por la increble noticia que acababan de recibir, sino porque haban debido aguantar la aceleracin del despegue en circunstancias mucho ms difciles. En resumen, no se haban recobrado todava de los efectos de la aceleracin.Era algo que deba tener en cuenta, aunque, de momento, guard la observacin para m. Uno de los acompaantes de Jarliss se quej:Jefe, ya dije yo que...Jarliss no le dej seguir. Cllate! cort en seco. Todos estuvimos de acuerdo en que este escondite era el mejor. Nadie se poda imaginar lo que iba a suceder despus, aunque s es fcil suponer lo que va a ocurrir ahora. Qu es lo que va a ocurrir? pregunt.Est bien claro. Hay que dar media vuelta.Imposible contest. La seorita Stuyler no acceder jams a su demanda, Jarliss.Los ojos del forajido centellearon. Ha dicho Stuyler? grit.As es confirm. Ella es la hija del profesor Stuyler.La mano de Jarliss tembl.Han pasado quince aos, pero valdr la pena dijo torvamente. La venganza resultar as ms sabrosa.Luego levant la pistola y apunt a la frente de Mara. Eh! grit. Qu va usted a hacer? No se lo imagina, estpido? Es mi venganza.Dispare, Jarliss dije. Dispare y ya ver quin lo lleva a la Tierra. Ella es la nica que sabe pilotar la astronave, comprende?El pistolero pareci desconcertarse. La mujer lanz un agudo grito de terror. No, Red, no la mates!Los otros tres individuos parecan aturdidos e incapaces de tomar una decisin. Al cabo de unos instantes. Jarliss movi la mano armada.Vamos, guapa dijo. Sintese ah y d media vuelta.Mara vacil. Me consult con la mirada. Yo me acerqu al tablero de mandos. Estn los propulsores en estado de funcionar de nuevo a pleno rgimen?Tengo que examinar los instrumentos de medida contest ella.Bien, vamos a verlo dije. Mi mano se pase por el tablero de mandos, hasta detenerse junto a una palanquita, bajo la cual se lea el indicativo de GRAVEDAD ARTIFICIAL.Mara se estremeci ligeramente. As supe yo que ella haba comprendido mi idea.S, estn en orden dijo con voz neutra.Movi la palanquita.El motor de gravedad artificial dej de funcionar bruscamente. Mara y yo estbamos prevenidos, por supuesto.Sonaron unos agudos chillidos de pnico. Los cuatro hombres y la mujer ascendieron sbitamente hasta el techo, perneando de manera frentica, aterrados por aquel extrao fenmeno, incomprensible para sus mentes poco cultivadas, Jarliss brace como un loco, olvidado por completo de su pistola.Mara y yo, prevenidos, nos habamos agarrado a uno de los asientos, con lo que permanecimos en posicin normal. Yo mov la palanca nuevamente y nuestros cinco huspedes cayeron al suelo con cierta fuerza, dado que la gravedad no era la normal, sino slo el cincuenta por ciento de la existente en la superficie del planeta.Repet tres o cuatro veces la operacin. Al final, estaban todos mareados y agotados, sin tener muy clara la consciencia del lugar en que se hallaban. Ella facilit la tarea de cortarles las garras, quiero decir, dejarlos sin su armamento.Cuando acab el tratamiento, presentaban todos un lastimoso aspecto. Con la gravedad artificial, resultaba ya ms fcil moverse y esper a que se recobrasen un tanto, antes de dirigirles un discursito.De momento anunci, vamos a encerrarles a todos. Les guste o no, vamos a Marte y ya pueden hacerse a la idea de que van a pasar dos meses a bordo de la astronave. Cuando lleguemos a Marte, pensaremos qu hemos de hacer con ustedes... aunque no tendra nada de particular que los abandonsemos a su suerte.La mujer, que dijo llamarse Daisy Chall, rog gracia.Yo quiero volver a la Tierra con ustedes dijo No tengo nada que ver con estos tipos.Esto ya lo discutiremos ms adelante cort en seco. De momento, repito, van a quedar encerrados, Mara, quieres guiarme? solicit.S, Johnny.Minutos despus, Mara y yo podamos considerarnos de nuevo en relativa seguridad. Cuando hube encerrado a la pandilla, sent que me flaqueaban las piernas.Estamos en una crtica situacin dije. Qu vamos a hacer con cinco bocas ms a bordo?S, era un problema nada fcil de resolver a menos que disemos media vuelta y emprendisemos el regreso a la Tierra, cosa que Mara, lgicamente, no quera hacer.Yo me senta abrumado por aquel desastre. En cuanto al nimo de Mara, no era mucho mejor, como se puede comprender.

* * *

Es lo ms inaudito que poda ocurrir dije, despus de un largo espacio de silencio. Ya resulta increble que alguien se construya su propia astronave para ir a Marte, sin ayuda ajena, pero lo que ya bordea el absurdo es que nos encontremos con nada menos que cinco polizones a bordo. Y qu clase de polizones! se lament Mara.Indeseables, es lo menos que se puede decir de ellos. Pero ste es un problema secundario con los que nos plantea su estancia a bordo. Hay uno que me pone los pelos de punta. Cul es, Johnny?La comida.Oh, eso no debe preocuparte en absoluto. La despensa est bien provista.Pero somos siete y nos esperan dos meses de viaje.Johnny, cuando empec a equipar la nave, compr vveres para un par de aos al menos. Recuerda que en Marte no hay comida. . De veras? Entonces, de qu ha estado viviendo tu padre nada menos que durante quince aos?

Ella se qued parada un instante.Es verdad dijo al cabo. Pero se llev semillas record de pronto.Tendra gracia; trigales y frutales en Marte. Bien, solucionado el asunto de los vveres. Supongo que igual pasar con el agua.Desde luego. Al emplear ferroplstico en la construccin de la nave, he ahorrado un sesenta por ciento de peso en su estructura. Esa diferencia de peso, lgicamente, ha sido absorbida por los suplementos de combustible, los vveres, ms tanques de agua y los equipos para la superficie de Marte.De acuerdo, pero tenemos a cinco huspedes a bordo. Nos esperan dos meses de viaje y ello puede crearnos muy graves problemas, si no los atajamos desde el primer momento. Qu solucin daras t a este asunto, supuesto que no queramos volver a la Tierra para desembarcarlos?Reflexion un momento. Luego dije:Mara, la chica me ha parecido ms digamos sensata que los otros, quienes, a fin de cuentas no son sino unos rufianes de la peor catadura. No s por qu Daisy est con ellos, pero me parece que si consiguiramos contarla como aliada, ganaramos mucho en la solucin del problema.Es posible admiti ella. Cmo lo piensas hacer, Johnny?La traer aqu y hablaremos los dos con ella. Aguarda un momento, Mara.Me dirig hacia la puerta de la cabina. Antes de salir, me volv hacia ella.Mara, cmo han podido sobrevivir al despegue? pregunt.La joven sonri.Estamos en una nave ideada por mi padre contest. Los problemas de la aceleracin se resolveran por completo si las astronaves no necesitasen despegar con tanta rapidez, a fin de alcanzar cuanto antes la zona donde la gravedad de la Tierra es prcticamente nula, cosa que hacen por ahorrar combustible. Ahora bien, en la Ta Fanny, el combustible no es problema alguno, y si se tratase de un viaje menos largo, todava hubiramos despegado con menor velocidad.Comprendo. As se explica que hayan resistido los efectos de la aceleracin.Exactamente, Johnny. En una de las astronaves de la NASA como las que hacen los viajes a la Luna, habran perecido aplastados. En la Ta Fanny han sobrevivido, pero, aun as, los momentos del despegue no han debido de resultar nada agradables.No pude contener una sonrisa.Haba que ver la cara que pusieron cuando desconect el motor de gravedad artificial dijo.Fue una excelente idea, en efecto convino Mara.Abandon la cabina y, tras recorrer un largo pasillo alcanc la cmara donde estaban encerrados los polizones. Saqu la pistola y abr la puerta.Cinco rostros me miraron con furia, temor y perplejidad. Hice un gesto y orden:Salga, Daisy.La joven se acerc a la puerta. Jarliss dio un paso hacia adelante, pero yo le contuve con un ademn enrgico.Si no se est quieto, le pego un tiro aqu mismo dije cortantemente.Lo nico que poda hacer Jarliss era desahogarse verbalmente, pero yo dej de escucharle cuando cerr de un seco portazo.Sgame, Daisy indiqu.S, seor Crannan contest la joven mansamente.

CAPTULO IX

Tena unos veintiocho aos, el cuerpo opulento y el pelo teido. Era de la clase de mujeres que gustan a determinados tipos como Jarliss, atractiva y vistosa. Pero poda resultar un excelente aliado.Momentos despus, llegbamos a la cabina de mando.Daisy, la seorita Stuyler y yo queremos hablar con usted manifest.S, seor Crannan.Se la vea inquieta y aprensiva. Procur tranquilizarla.No tema dije. No le causaremos ningn dao, pero necesitamos de su ayuda.Har lo que pueda contest Daisy. Pero, dganme, es cierto que vamos a Marte?As es, Daisy corrobor Mara. Dentro de dos meses, estaremos all.Daisy se puso plida. Yo la ayud a sentarse en uno de los sillones antiaceleracin.Reprtese dije. Mara, hay algo de beber a bordo? Una copita le sentara bien a Daisy. Y, qu diablos!, tambin a m.S, ahora traer, Johnny.Mara se alej. Daisy y yo quedamos solos unos momentos.Daisy, cmo pudo meterse en este asunto? pregunt.Aunque no lo crea, me engaaron, seor Crannan respondi la interpelada. Vino un tipo y me propuso cuidar a un enfermo. Yo no saba de qu se trataba y acept. El sueldo era muy bueno, al menos, segn dijeron ellos, puesto que todava no he visto un solo centavo.Pero, es usted enfermera, Daisy?Ella se ruboriz.Lo fui en tiempos. Es ms, tengo mi diploma, pero luego... Bueno, aquella vida me aburra, a decir verdad. Abandon el hospital y...Creo que comprendo dije, en el momento en que entraba Mara, con la bandeja en las manos.Interrumpimos la conversacin unos instantes, para tomar un poco de licor que, a decir verdad, nos enton a todos. Daisy hizo un gesto y continu:La verdad, no se puede decir que mi vida haya sido muy ejemplar, pero hay cosas que yo no hara por todo el oro del mundo. Slo cuando lo tuve delante, supe que era Red Jarliss, el asesino evadido de presidio.Y entonces fue cuando comprendi la verdadera naturaleza del contrato.As es, seor Crannan. Pero no hubo tiempo para nada. Me trajeron en su coche y casi en seguida nos escondimos en el tnel.Yo no vi nada dijo Mara.Cuando llegbamos a la casa, vimos luz explic Daisy. Entonces, Jarliss dijo que debamos escondernos hasta que llegase su hermano con noticias. Encontramos el tnel.Y subieron a la astronave.S, as sucedi. Jarliss dijo que sera el mejor escondite. Qu pas con el automvil? pregunt. Nosotros no lo vimos.Bueno, Jarliss orden a uno de sus gorilas que lo escondiese. Imagino que lo llevara fuera del tnel, aunque no s dnde.Tampoco importa demasiado dije yo. Tiempo atrs, Mara, t hubieras odo el coche, pero ahora, estos motores elctricos no hacen el menor ruido.S, es cierto, Johnny. Daisy, qu papel pintan esos tres sujetos que acompaan a Jarliss?Son sus guardaespaldas. Le ayudaron a fugarse, creo.Vamos, una especie de fuerza de proteccin, por si las cosas se ponan mal dadas, no? dije.As es, seor Crannan confirm Daisy. Lo que yo nunca me pude imaginar es que la astronave zarpara a poco de habernos escondido en ella. Ustedes no tienen ni idea del rato tan espantoso que pasamos en el despegue! Yo cre morir cien veces.Me lo figuro fcilmente contest. Pero para usted, Daisy, los malos ratos ya han pasado, es decir, si colabora con nosotros.Lo estoy deseando respondi la joven con vehemencia. Ya he dicho que no soy una santa, pero hay cosas por las que no pasara jams. De haber sabido que lo del enfermo era un engao, no hubiera aceptado el contrato.Pero si Jarliss no est enfermo, por qu llamaron a Daisy? pregunt Mara.No seas ingenua dije. Jarliss ha estado quince aos encerrado en el presidio. Necesitaba compaa femenina, eso es todo.Mara se sonroj violentamente. Qu desvergenza! se escandaliz. Podas esperar otra cosa de un tipo como Jarliss? Bien, nuestro problema, ahora que Daisy ya se ha puesto de nuestro lado, es el de mantener a raya a esos cuatro tipos durante nada menos que dos meses. Se te ocurre a ti algo, Johnny?Slo hay una solucin: tenerlos encerrados todo el tiempo.Mara se estremeci.Una solucin muy drstica coment. Prefieres tenerlos sueltos y que cometan un estropicio? Mara, esto no es tu casa, sino un aparato muy delicado, en el que no podemos permitirnos el menor riesgo. Ellos o nosotros, as de simple es la respuesta.S, Johnny acept Mara, resignada.Son malos calific Daisy. Tengan mucho cuidado con ellos.No les quitaremos ojo promet. Y estarn encerrados, hasta el momento en que volvamos a pisar el suelo de la Tierra. Cundo volveremos? quiso saber Daisy.Me encog de hombros.No hay fecha fija respond.Daisy se puso plida.Estaremos aos fuera de la Tierra.No tanto rectific Mara. Algunos meses, solamente. Dos de ir, algunos das en Marte, y otros dos meses o algo ms para la vuelta. Medio ao, a lo sumo.Daisy se tranquiliz. Incluso se ech a rer.Y pensar que Jarliss se escap porque estaba harto de estar encerrado... coment irnicamente.La cosa tiene su gracia, hasta cierto punto, porque no va a resultar nada divertido un viaje en el que uno ha de estar constantemente con la pistola al cinto dije yo, sin poder ocultar el malhumor que senta en aquellos momentos.

* * *

Hice una seal con la cabeza y Mara abri la puerta. Daisy, con una bandeja en las manos, qued en el umbral.Cuatro caras se volvieron en el acto hacia nosotros. Jarliss lanz una sonora maldicin.Estaban encerrados en una cmara donde haba dos literas superpuestas. Una lucerna circular permita ver el espacio a travs del grueso vidrio protector.El tipo llamado Bert Vey estaba sentado en la litera superior, haciendo algo con una navaja. Yo me puse plido y no de rabia precisamente, aunque logr do