La obra de Camilo Mori en el paisaje vertical de Valparaíso
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Universidad de Los Andes Master en Historia y Gestión del Patrimonio Cultural Línea Historia Arte en Chile Siglo XX
La obra de Camilo Mori en el Paisaje Vertical de Valparaíso
Pamela Fuentes Pradenas Profesora: Isabel Cruz de Amenábar
03 de diciembre de 2009-III Semestre Valparaíso-Chile
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Introducción: La Intuición por el paisaje.
La siguiente aproximación sobre la obra de Camilo Mori, intenta ser un esbozo
original sobre la pintura del artista porteño en relación al paisaje vertical1 de la ciudad de
Valparaíso, cuna que le imprimió desde su niñez el interés por el arte, y que lo llevó a
transformarse en uno de los referentes no sólo del arte figurativo, sino que del
surrealismo en nuestro país, al traspasar sus fronteras en un recorrido que lo llevaría por
Europa y EE.UU.
Al revisar mil veces algunas de las pinturas y dibujos del “genio” como le llamaran
en su época algunos críticos de arte y escritores, no deja de sorprendernos cómo le
imprimió un sello particular al paisaje porteño: demostró aquel Valparaíso del claroscuro,
azulado del preámbulo nocturno que lleva a confundirnos con las primeras horas del
amanecer, nos mostró aquel paisaje que nos evoca horas inciertas del día y la noche, así
como la geografía vertical, ascendente de sus cerros, calles y escaleras, rincones comunes
y casas típicas de la ciudad puerto. Característico es pues, su modo de pintar: la
generosidad del empaste que le da a su brocha al aplicarla sobre sus telas, el
“movimiento” que le imprime a los volúmenes dibujados, y algunos rasgos oníricos que
aún mostraba en algunas telas sobre el puerto.
Tal como explicara Antonio Romera hacia 1949 en su libro Camilo Mori, el artista
nunca sintió ese deseo inexplicable de pintar el mar y las costas porteñas como otros
autores en distintas épocas (Somerscales, Trubert, Valenzuela Llanos, Matjasic, entre
otros), sino que su gran atracción la ejerció la propia ciudad: su paisaje en sí, más allá de la
búsqueda romántica o literaria. El color, las formas y los volúmenes fueron su atracción
del paisaje porteño. Estas son las claves que les invitamos a redescubrir tras esta pequeña
lectura.
1 La idea de verticalismo está tomada de Antonio Romera en su libro Camilo Mori. En: ROMERA, ANTONIO R. Camilo Mori. Colección de Artes Plásticas, Cuadernos del Pacífico, II Vol. Imprenta Universitaria, Santiago de Chile, 1949. P. 10.
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Breve “Retrato” de nuestro pintor.
“Se ha dicho que yo pinto de muchas maneras.
Ello es real, más a mi juicio, se debe a dos razones:
por una parte, que mi obra es la historia de mi vida;
y por otra parte, que yo soy de muchas maneras.
Entender mi pintura es penetrar en mi existencia.”2
Nunca está de más recordar la biografía de este pintor nacional, a pesar de que
existe una completa bibliografía al respecto que nos habla de su vida y de su obra.
Camilo Mori nace en el cerro Bellavista de la ciudad de Valparaíso a finales del
siglo XIX (en septiembre de 1896), época que será el preámbulo de los dramas más
fuertes para la humanidad (Guerras Mundiales, la Gran Depresión, etc.), y que marcará a
toda una generación de artistas, entre ellos pintores, escultores y escritores.
Es esta pujante ciudad-puerto, la que lo llevará en sus primeros años a inquietarse
y dar sus primeros estudios en la pintura. Desde el colegio siente este deseo de pintar, lo
que hará que ingrese a la Escuela de Bellas Artes de Santiago (1914), academia que le
entregará estrictos y rigurosos programas de estudio con maestros de la talla de Juan
Francisco González, Alberto Valenzuela Llanos y Fernando Álvarez de Sotomayor en
materias como Dibujo de Busto y Estatua, Croquis, Pintura de Paisaje, entre otras. Por
ello, no es de extrañar que el pintor se sintiera atraído en un comienzo, por realizar
ilustraciones sobre el costumbrismo de nuestra realidad nacional. No obstante y hacia la
década de los años `20, Mori se desligará de la academia y será uno de los fundadores del
Grupo Montparnasse (1923), tras su regreso por Europa, viaje que le abrió otro mundo de
posibilidades y le imprimió otros principios a su obra que la hicieron ser más madura y
“libre” de la academia “españolizante” que recibió durante sus primeros años de
formación.
2 Texto citado de PHILIPS CHILE. Calendario Colección 1986. Camilo Mori Serrano. P. 2.
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Su pintura más fresca y libre de los principios decimonónicos, sumado a la
inquietud de proponer un cambio de corte más social, influencia recibida desde su estadía
en Francia, lo llevará a ser el líder de la Generación del `28, artistas e intelectuales que se
caracterizaron por representar la realidad social con otra forma de mirar, despojada del
costumbrismo tradicional (entre ellos podemos mencionar a Laureano Guevara, Armando
Lira, Augusto Eguiluz, Rafael Alberto López, Totila Albert, Isaías Cabezón, entre otros). Es
en esta década cuando Mori se acaezca al cubismo, incursionando en las artes decorativas
y en la realización de innovadores afiches para su época.
Camilo Mori Serrano, también fue un importante docente de la Escuela de
Arquitectura de la Universidad de Chile, además de un artista muy dedicado y estudioso,
así como un incansable viajero. Seguirá leyendo teorías, dibujando nuevas formas y
estudiando. A la vez, viajará incansablemente por Europa y Estados Unidos, país este
último donde vive por dos años y que le hará conocer la pintura metafísica hacia finales de
los años `30. Se acerca al surrealismo
Los años `40 serán una década que dedicará lienzos a su pequeño hijo Camilo, más
conocido como “Pincoy” en sus pinturas y a su esposa Maruja, hermana del pintor Luís
Vargas Rosas. Ya hacia los años `50, será una época en la que el pintor obtendrá muchos
logros, entre ellos, el Premio Nacional de Arte, recibido el 27 de junio de 1950, y se
acercará al expresionismo abstracto. Esta época estará marcada por sus valiosos cuadros
que realizara sobre su ciudad natal, pintando calles, escaleras y pasajes de ella, periodo el
cual nos interesa para este ensayo.
En 1964 Mori se convierte en miembro fundador de la Academia de Bellas Artes,
época en la que se acerca al “pop”. Trabaja incansablemente en el arte hasta su muerte,
ocurrida un 7 de diciembre de 1973, dejando inconclusa una obra que realizaba sobre la
ciudad que le vio nacer.
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Mori y su visión desde Valparaíso.
Ya decíamos de Mori que su pintura sobre Valparaíso, era fundamental dentro del
período de los años `50, década que destacará en la realización de múltiples obras sobre
esta, su ciudad natal.
La influencia que ejerció el puerto de Valparaíso, no estuvo determinada desde
luego, por este costumbrismo que le invadió como experiencia desde su época formativa
en cuanto a lo académico, sino que más bien lo que lo inclinó a retratar motivos de esta
ciudad, fueron las formas que se le presentaban desde la arquitectura y la geometría,
desde sus casas y calles. Fue esta sensación de “movimiento” y de “verticalidad”, de “lo
pintoresco” lo que le atrajo de sobremanera al pintor. En palabras de Antonio Romera:
“es necesario entender aquí la palabra “pintoresco” en el sentido de pictórico. Es decir,
como algo en que predominan la masa y la diversidad de planos morfológicos: como una
totalidad de lo visible, unida toda en conjunción de sus diversos elementos”3. De este
modo, serán los colores y las formas de la ciudad de manera conjunta, lo que le será
motivo para plasmar rincones, calles, casas y escaleras, con sus sombras, sus claroscuros,
su indeterminación en las horas del día (¿anochecer o amanecer?).
El mar es un elemento que es utilizado por el pintor solamente como recurso de
contraste, de horizonte, más no de presencia trascendental. Es un recurso del paisaje que
Mori utiliza para insertar lo fundamental de sus dibujos. De este modo, en pinturas como
“Domingo en Valparaíso” de 1946, Mori utiliza el mar como elemento de pretexto para
incorporar los detalles de la ciudad: el mar se funde con el cielo en tonos azulados, lo que
le da a la composición final un aire de inmensidad, a la vez que la calle principal que se
observa se presenta desierta, solitaria a excepción de la mancha oscura de un gato,
retratando perfectamente la idea de un domingo en la ciudad. En este cuadro podemos
3 ROMERA, ANTONIO R. Camilo Mori. Colección de Artes Plásticas, Cuadernos del Pacífico, II Vol. Imprenta Universitaria, Santiago de Chile, 1949. P. 10.
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observar rasgos oníricos proyectados en el horizonte del dibujo, por sus tonos azulados,
que le provocan una sensación de espiritualidad al conjunto como tal. Lo surreal se liga no
obstante, a la materia. Mori lo llamaba “el conjuro de las cosas (más allá de la simple
conjugación de los elementos) por lo mágico que emana de esos totales…”4.
Desde aquí que se vea en Mori, a un fiel representante del arte figurativo, al
representar imágenes reconocibles de la realidad, lo tangible de las cosas, pero sin
restringirse de esta conjunción matérica-espiritual. Un ejemplo incluso de aquello, lo
podemos observar del dibujo “Cerro Merced”, en blanco y negro, en el que se nos aparece
la subida (¿o bajada?) de cerro, comenzando por el pie de cerro con una calle que
“desaparece” antes de llegar a la mitad de la obra, debido a la sinuosidad del paisaje que
asciende y desciende en vertical, siendo rodeado por cercos de madera de los sitios de las
casas, las cuales en su geometría se van confundiendo entre sí, llegando hasta el extremo
superior del cuadro, que termina abruptamente con el cielo. Entre medio de este
recorrido disparejo, tal cual como ocurre en la realidad de Valparaíso, nos encontramos
con los detalles de su realidad: la ropa pendiendo de algunos balcones, vegetación sin
elaboración paisajística, espontánea, ventanas y un par de escaleras, para su dibujo “nada
está dejado al azar”5.
Un elemento central en muchas de las obras de Camilo Mori sobre la ciudad de
Valparaíso, es también la luna, que a diferencia del mar, marca un lugar de relevancia en
el espíritu del cuadro. Tiene aires de misterio y marca profundamente el sello surreal en la
composición. A pesar de que en cuadros como “Nocturno de Valparaíso” o “Noche de
Luna” la presencia de este elemento onírico no sea explícita (la luna no se ve, lo que se ve
es su luminosidad, la claridad que proyecta hacia la oscuridad de la noche), cobra un
protagonismo central. Más allá de mostrarnos una escena de la ciudad con sus barcos
humeando por sus chimeneas y la inmensidad de sus cerros formando un gran bloque,
que son ahora el horizonte y a la vez un elemento constitutivo que indican que ese es el
4 Op Cit. P. 20. 5 Op Cit. P. 24.
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paisaje de Valparaíso, por sobre éstos y en el reflejo del mar, la presencia de la luna hace
que cobre vida de por sí el cuadro en general. En “Noche de Luna” ocurre algo similar,
pero ahora es la calle principal y sus casas a sus costados, las que cobran vida
mágicamente sin ser vista la luna directamente, pero proyectándose de manera tal, que
hace llegar a creer que en vez de noche hay día, donde el contraste que nos ofrecen sus
casas iluminadas por este elemento, llegando a ser tan blancas como si ese fuese su color
original, con el oscuro azul del cielo de la noche, nos evocan un lugar mágico, fuera de
tiempo cronológico definido.
También en la pintura “Reloj Turri”, hito característico de la ciudad, se denotan
elementos surreales a propósito de la luna. Se aprecia parte del casco histórico iluminado
desde la oscuridad del anochecer, por los faroles de los antiguos automóviles y del centro
mismo del reloj, pero lo que más llama la atención, son los destellos que bañan desde
arriba hacia abajo, este sector de la ciudad. Emerge de la oscuridad, sombras
contrastantes por entre sus reflejos en una imagen cotidiana (realidad) de aquella época,
también en una hora no determinada en concreto. La falta de concreción a la hora de
determinarse en un horario, sumado a una escena de la vida cotidiana en la ciudad,
convierten a este tipo de cuadros en motivos de la pintura que distingue a Camilo Mori
con sus influencias oníricas y a la vez figurativas.
Por último, y una de las escenas que representan aquello que le da una impronta a
los cuadros con motivos de Valparaíso, lo podemos ver ejemplificado en el óleo “Subida
de Cerro”, el cual nos muestra en primer plano una gran casona que es el punto
neurálgico de todo el cuadro. Se proyectan por sus costados las subidas o bajadas
laterales, pero finalmente se crea una idea de ascendencia. El paisaje vertical es
proporcionado por el contraste con otros elementos no íntegros que circundan a la casa,
tales como otras casas, el cielo con sus nubes y las dos callecitas laterales. Destaca
también el elemento real donde se muestran personas subiendo el cerro, pero como
manchas oscuras, casi negras. El cielo es el mayo contraste en cuanto a su cromatismo: es
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de un azul intenso, tan intenso que no parece real, pero que tiene su bajada realista por
sus nubes y el color casi blanco puro de las murallas de la casa principal.
A pesar de que estos breves ejemplos de sus cuadros sobre la ciudad de Valparaíso
se presentan con ciertas características particulares de una ciudad asimétrica, formada de
manera espontánea, sin su típico damero central por el cual emergen el resto de las
ciudades fundadas, Camilo Mori le representa fielmente, pero manteniendo en lo
paisajístico en palabras de Antonio Romera, “los principios irrenunciables de proporción y
equilibrio”. La verticalidad de la ciudad y su paisaje asimétrico, su paisaje colorido y los
volúmenes que proyecta, es lo que Camilo Mori supo expresar en su obra para la ciudad
porteña. Las escenas más reales y cotidianas son las que nos entrega, pero sin ese
costumbrismo propio de los años decimonónicos por los cuales recibió su formación
académica por parte de sus maestros. Mori plasmó libremente en sus telas los motivos
comunes, sin las viejas ataduras de la academia. Ahí está su gracia como pintor y como
dibujante, y justamente por ello destaca dentro de la pintura nacional. Camilo Mori se
convirtió en un referente para su época.
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Conclusiones
Desde aquí, hemos intentado valorizar parte de nuestro patrimonio natural (el
paisaje porteño) asociado a la valorización de éste desde la obra de arte (la pintura de
Camilo Mori), además de haber estudiado parte de la respuesta latinoamericana del
pintor ante las influencias de estilos y movimientos europeo y norteamericano. Sin esta
respuesta nacional, regional de sus cuadros porteños tras haber recibido su aprendizaje
más significativo como arte libre en París, le despojaron de los prejuicios de su época de
infancia y lograron formar un artista que supo retratar fielmente el sentimiento de su
época, no sin por ello reflejar la cotidianeidad. A pesar de que Mori quisiera pintar desde
la forma, desde los volúmenes, desde los colores, supo hacerse cargo de la problemática
social de su época.
La respuesta a sus cuadros porteños, no son otra cosa que la conjunción de los
elementos antes mencionados y ejemplificados en concreto. Para Mori, “la pintura tiene
su léxico, su gramática, constituida por los valores plásticos, inherentes a ella;
conociéndolos, dominándolos, conjugándolos, se logrará “hacer” pintura”6. Esta es la
técnica que le imprimió a su obra, con rigurosidad y talento.
6 DURAND, GEORGINA. Mis Entrevistas. Políticos, artistas y hombres de ciencia en Chile. Tegualda Editorial. Santiago de Chile, 1945. 2º parte.
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS DIBAM. Artistas Plásticos Chilenos. En: Biblioteca Museo Nacional de Bellas Artes: http://www.artistasplasticoschilenos.cl/ (Revisada al 14 de septiembre de 2009). DURAND, GEORGINA. Mis Entrevistas. Políticos, artistas y hombres de ciencia en Chile.
Tegualda Editorial. Santiago de Chile, 1945. 2º parte. El Mercurio. “Pintó a la mujer que amó”, 15 de julio de 2000. El Mercurio. “Camilo Mori en Viña del Mar”, 25 de febrero de 2001. El Mercurio. “Adiós a la musa de Camilo Mori”, 25 de febrero de 2005. GALERÍA DE ARTE JORGE CARROZA. Arte y Colección. Grandes maestros de la pintura
chilena. Ograma impresores, Chile, 1996. La Estrella de Valparaíso. “Maruja, la musa de Camilo Mori vuelve a Valparaíso”, 5 de marzo de 2005. Mansilla Clavel, María Soledad. “Camilo Mori Serrano. La libertad plástica a inicios del siglo XX”, en Revista Virtual Escáner Cultural, Año 3, Nº 27, 12 DE ABRIL DE 2001: http://www.escaner.cl/escaner27/articulo.htm (Revisada al 14 de septiembre de 2009). ROMERA, ANTONIO R. Camilo Mori. Colección de Artes Plásticas, Cuadernos del Pacífico, II Vol. Imprenta Universitaria, Santiago de Chile, 1949. SALOMÓ FLORES, JORGE. Camilo Mori y su influencia en el quehacer artístico chileno del
siglo XX. Revista Archivum (Revista del Archivo Histórico de Viña del Mar), Año III, Nº 4, 2002. PHILIPS CHILE. Calendario Colección 1986. Camilo Mori Serrano. En: http://www.portaldearte.cl/calendario/fasciculo/1986/3.htm (Revisado al 14 de septiembre de 2009). EXPOSICIÓN Visita a exposición del Palacio Baburizza en Hall del Congreso Nacional. Julio de 2009.
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Nocturno de Valparaíso
Subida de Cerro (Colección Ilustre Municipalidad de Valparaíso)
- 11 -
Noche de Luna
(Colección Ilustre Municipalidad de Valparaíso)
- 12 -
Reloj Turri
(Colección Ilustre Municipalidad de Valparaíso)