La historia de las intervenciones...

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La historia de las intervenciones norteamericanas Carmen Antony Panamá, democracia y revolución Adolfo Gilly

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La historia de las intervencionesnorteamericanas

Carmen Antony

Panamá, democracia y revoluciónAdolfo Gilly

HOMENAJE

LA INVASIÓN

José de Jesús Martínez

Introducción de un trabajo inédito del doctor José de JesúsMartínez, quien falleció prematuramente el 27 de enero de1991.

El 16 de diciembre de 1989, tres días antes de la invasión,hubo un incidente entre unos soldados norteamericanos quepasaban en automóvil frente a un retén en el Cuartel Centralde las Fuerzas de Defensa. Ellos alegaron, después, que veníande una cena y que se habían perdido. Seguramente venían entragos, y con ese espíritu insolente y soberbio auspiciado porla prepotencia con la que su país agredía a Panamá. La cosaes que no hicieron el alto reglamentario y se les disparó. Huboun norteamericano muerto. Inmediatamente comenzó Esta-dos Unidos a hablar de intervención militar, en una nuevaofensiva de esa guerra psicológica que desde hace rato veníanlibrando contra nuestro país. Tenían meses y meses de estarrealizando unas maniobras militares fuera del área de susbases con el propósito de ablandar a la población mediante elmiedo.

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Eso Me el sábado. Al día siguiente, domingo,durante todoel día hubo tensión, miedo, el ambiente estaba cargado depresentimientos. Mis hijos ni siquiera me pidieron que losllevara a la piscinita, un lugar de recreo donde era ya costum-bre, tradición casi, ir los domingos por la mañana. Sequedaron jugando en casa, en voz baja. Mariabé, mi hija de 9años, escogió los juguetes más chiquitos y se puso ajugar enun rincón, escondida.

El lunes hubo otro incidente. Murió un policía panameño.El norteamericano que lo mató "tuvo la impresión" de que elpolicía iba a echar mano a su arma. Le pegó un balazo y saliócorriendo en su carro. Al menos eso es lo que publicaron losperiódicos. Pero eso no saldó la cuenta. Un norteamericanoequivale, en la contabilidad de ellos, a miles de panameños,como se demostró después. La tensión fue creciendo.

El 3 de octubre se había dado un intento de golpe contra elgeneral Noriega que, aparentemente por una falta de coordina-ción, falla. Después se ha sabido que más de una falta decoordinación, la causa de su fracaso se debe a a que EstadosUnidos no quiere que ese golpe se logre, porque si bien sacaríaal general Noriega del poder, la estructura de las Fuerzas deDefensa habría quedado intacta. Y a Estados Unidos lo que leinteresa realmente es, no sólo tumbar a Noriega, sino, sobretodo, desmantelar ese ejército con un espíritu nacionalista quele dotó el general Torrijos y que obstaculizaba su voluntad deincumplir los tratados. Ese golpe, por eso, no debe triunfar. YEstados Unidos le presta el mínimo apoyo militar. Lo suficientepara cumplir con las apariencias de una postura antinorie-guista, pero no para que logre sus objetivos. Bloquean una delas carreteras por donde podían llegar las fuerzas leales aNoriega, pero no la principal. El golpe fracasa y varios de susgestores, traicionados por los norteamericanos de los que eranatural esperar su ayuda, son ejecutados. Luego se ha hechopúblico que la invasión ya estaba preparada desde muchosmeses atrás y que sólo le hacía falta la ocasión. Era unainvasión esperando un pretexto.

En un momento dado Bush lo dijo caso explícitamente,cuando afirmó en una conferencia de prensa que EstadosUnidos aplicaría la fuerza militar cuando el mismo lo decida yconvenga a su propia estrategia. No cuando lo quieran y

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soliciten militares rebeldes panameños. Había algode justificaciónen lo que declaraba y quizás también algo, no mucho,de vergüenza, Yo vi la conferencia por la televisión.

En el famoso documento Santa Fe II, que prefigura lapolítica de la administración de Bush, como anticipó, conmucha precisión, por otra parte, Santa Fe I la de Reagan, seafirma textualmente que "ni la expulsión de Noriega ni larealización de elecciones serán suficientes", El objetivo funda-mental es "la reforma de las Fuerzas de Defensa", Aquí lapalabra "reforma" se la está usando eufemísticamente, porsupuesto, porque lo que tienen en mente es su destrucción, eltotal desmantelamiento de la institución militar. La rebelióndel 3 de octubre de los oficiales panameños pretendía sólo laexpulsión de Noriega, por cierto que para salvar la instituciónarmada. Por supuesto que no pretendían reformarla. Y menosaún en el sentido que los norteamericanos quieren. Por esoEstados Unidos los apoya sólo para que fracasen.

Es un consuelo, triste y amargo, saber que nada de lo quepudimos hacer, con Noriega y sin Noriega, habría podido evitarla muerte política de nuestra nación, el crimen horrendo ygenocida de Estados Unidos. Estaba decidido desde losprimeros días de la administración de Bush.

¿Cómo se explica el descontento de oficiales de las Fuerzasde Defensa que, me consta de muchos de ellos, son honradose inteligentes? Entre ellos destaco al coronel Quezada, elmayor Valdonedo, el capitán Macea y, sobre todo, al coronelEduardo Herrera, por el que siempre tuve mucho respeto. Séque este reconocimiento puede perjudicarlos temporalmente ,porque están jugando un papel en las nuevas fuerzas armadas,cipayas del imperialismo. Pero le debo lealtad a los que van aleer esto en el futuro y no quiero dejar en el tintero nada quepueda ayudarlos a comprender la historia de su país.

Mi explicación es que lo hicieron, como decía más arriba,para salvar la Institución, y en consecuencia parte muyfundamental de la herencia de Torrijos. Veían cómo la presen-cia de Noriega al mando de las Fuerzas de Defensa era unaocasión que ponía en peligro la Institución. Pero cayeron en elerror de pensar que los norteamericanos iban a dejar escaparsu presa fundamental: esa misma institución que les bloquea-ba el camino hacia la permanencia de las bases después del

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año 2000. En el documento Santa Fe II, citado más arriba, sedice, textualmente, que "deberán iniciarse las discusiones entomo a una defensa realista del canal después del año 2000.estas pláticas deberán incluir la retención, por parte de Esta-dos Unidos, de un número limitado de instalaciones en Pan-amá (principalmente la base aérea de Howard y la estaciónnaval Rodman), para una adecuada proyección de fuerzas enel hemisferio occidental". El objetivo de la invasión, pues, nopuede estar más claramente expuesto ni más pillada y descu-bierta la mentira de que su objetivo era la destitución deNoriega y la democratización del país.

Incluso en una ocasión el coronel Díaz, en esos momentossegundo comandante de la institución, mandó a proponerlesun plan, a través de Eliott Abrams, para que se quedaran ensus bases, pero con ciertas condiciones que, aparentemente,los gringos no aceptaron. Oí de este plan cuando el coronel selo mandó a decir a Fidel Castro, mediante monseñor Arceo, elllamado Obispo Rojo de Cuernavaca, que iba para Cuba. Enaquellos momentos en los que no sabía lo que sé ahora, vi elplan con muchísima desconfianza. Y me extrañaba que elcoronel Díaz le comentara eso, que entonces me parecía unatraición, a Fidel Castro. Quién sabe cómo lo habrá tomadoFidel.

Otro error que cometieron los oficiales rebeldes fue el deplantearse el problema a un nivel estrictamente racional.Cometieron lo que Torrijos llamaba "el error de pensar". Eneste contexto Torrijos llamaba "pensar" al pensamiento lógico,frío, objetivo. Y él siempre creyó que los problemas de la patriapertenecen a la moral y al corazón fundamentalmente. Por esosu categoría política básica era la dignidad, que es un conceptomoral. Desde el punto de vista estrictamente racional es unalocura oponerse, en su propio campo, al imperio norteamerica-no. Como fue una locura la de Fidel Castro embarcar ochentahombres en un barquito diseñado para trece. Como fue unalocura de los nicaragüenses de alzarse contra un ejércitoprofesional con rifles calibre 22. Como fue una locura las delChe Guevara, asmático, la de hacer una guerrilla en Bolivia.También la posición de Noriega de enfrentarse al imperialismodesde un país absolutamente dependiente, como es Panamá,era una locura. "Noriega no piensa con la cabeza -dijo uno de

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los oficiales alzados en la declaración que rinde cuando letoman prisionero-, Noriega piensa con el hígado " . Yo leí esadeclaración. La vi sobre una mesa en una oficina de lasFuerzas de Defensa y disimuladamente leí la parte donde sedecía eso.

Uno de los militares que se alza contra Noriega es el capitánLicona, mí vecino. Por cierto que cuando fueron a buscarlo asu casa la confundieron con la mía, y me rompieron la puerta.El no estaba en su casa. La dejaron abierta y al día siguienteme dijo Niriam, la muchacha doméstica que trabajaba en micasa, que se habían metido los ladrones en la del capitán. Esincluso posible que se la hayan dejado abierta con el propósitode que la saquearan. Yo cogí mi AK , un fusil que me regalaronen Nicaragua, e hice unos tiros al aire para que salieran losladrones con las manos arriba. Pero cuando salieron vi queeran muchachos de la barriada. Les dije que no lohicieran másy que se fueran. Esto lo cuento sólo porque después, cuandollegan los yanquis, es posible que algún vecino me hayaacusado de que yo tengo armas, y van a mí casa a buscarme.Yo ya no estoy ahí. Lo curioso es que van ami casa, se suponeque a buscar armas, pero no la allanan, como lo hacen siempreellos.

El fracaso de la asonada del 3 de octubre se lo hace aparecercomo la consecuencia de una falta de coordinación, como decíamás arriba. El apoyo del ejército norteamericano es demasiadotímido. Todos reciben la impresión de que Bush no sabeaprovechar la coyuntura. Su fama de presidente pusilánime,de "wimp", como se dice en inglés, crece. Sobre todo despuésdel Rambo Reagan. Al pueblo norteamericano se lo ha acon-dicionado, se lo ha puesto en condiciones de entender queBush queda al acecho de una próxima oportunidad, listo asaltar sobre ella en cuanto asomara la cabeza. Y de aprobaresa conducta. Bush se ha presentado como una personadecidida a sacudirse su mala fama de suave. Y cuando unapersona sin conciencia tiene que demostrar que no la tiene, escapaz de hacer el mayor de los crímenes. Es como cuando unmaricón quiere demostrar que no lo es. La invasión dePanamá, que ya estaba preparada, que le faltaba sólo laocasión para desatarla, tenía ese sentido.

Por supuesto que no es el sentido auténtico. El objetivo realde la invasión y de toda esa política de agresiones desmesura-

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das, es, fundamentalmente, la destorrijización radical, de raíz,y en consecuencia la permanencia de las bases militares másallá del año 2000. Porque en ese año, de acuerdo con el tratadofirmado por Torrijos y Carter en 1977, debe abandonar el paísel último soldado yanqui. Ese, y no el canal, es el objetivo delos norteamericanos. Después de todo, el canal subsidiabásicamente la economía capitalista, y sobre todo la norteame-ricana, independientemente de quien lo maneje y de quien seasu propietario. La invasión no tiene nada que ver con Noriega.Sólo formalmente, como pretexto.

Con lo que tiene todo que ver es con las bases. EstadosUnidos no está dispuesto a abandonarlas. Así lo confiesanabiertamente en el documento ya citado, Santa Fe II. desdeellas se controla el Caribe, Centroamérica y América del Sur.Pocas semanas antes de la invasión el general Thurman, untipo delgado, soltero, sin familia (de alguna manera estainformación es pertinente), y que está al mando del llamadoComando Sur sito en Panamá, declaró públicamente por latelevisión que una de las funciones de ese Comando es darleapoyo logístico militar a la guerra que se lleva a cabo enColombia. Guerra que ellos dicen es contra el narcotráfico peroque fundamentalmente está apuntada hacia el muy importan-te movimiento revolucionario que nace en Colombia hacecuarenta años y que se desarrolla y crece cada vez más.Colombia no es El Salvador, Ni Nicaragua, ni Cuba. Ni siquieralas tres juntas. Ni en habitantes ni en extensión geográfica nien riqueza. Colombia tiene 30 millones de habitantes y casiilimitados recursos naturales. Una revolución en Colombiacambia la correlación de fuerzas a nivel continental. Enconsecuencia, hay que sofocarla. El equipo militar y elentrenamiento que Estados Unidos le da a Colombia, en granparte desde el Comando Sur en Panamá, está diseñado paracombatir la guerrilla, no el narcotráfico.

Además, los últimos acuerdos sobre armas nucleares entreEstados Unidos y la Unión Soviética, han vuelto a darle a laguerra convencional una importancia que en la época deCarter, cuando se firman los Tratados, no tenía. El alto gradode tecnología bélica que ha logrado crear armas convenciona-les muy sofisticadas, precisas y destructivas, como se demos-tró en Panamá precisamente, hace cada vez menos necesarias

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las nucleares. Por todo esto, Estados Unidos tiene querecuperar el derecho de unas bases militares, después del año2000, que en un momento de descuido perdió. Quiere renco-ciar los Tratados o encontrar alguna forma de permanecer enPanamá más allá de los próximos diez años. Y eso es lo que nopodía hacer mientras las Fuerzas de Defensa conservaran laestructura que habían heredado del general Torrijos.

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COYUNTURAINTERNACIONAL E

INVASION

PANAMA Y LA REVÓLUCIÓNDEMÓCRATICA ENAMERICA LATINA

Adolfo Gilly*

1. La invasión de Estados Unidos a la República de Panamá endiciembre de 1989, la destrucción de su ejército, el estableci-miento de un gobierno títere y el mantenimiento de la ocupa-ción militar, se ubican dentro de los grandes cambios en lasrelaciones de fuerzas internacionales desencadenados a partirde la segunda mitad de 1989.

La lucha contra el tráfico de drogas como motivo principalde la operación es sólo un pretexto de importancia secundaria,destinado al consumo interno de una opinión pública manipu-lada por medios de comunicación de masas estrechamentesubordinados a la política exterior del Departamento de esta-do, como ha sido demostrado exhaustivamente en la prensa

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internacional y en los reducidos espacios de prensaindependientedel sistema de Estados Unidos.

El mismo nulo valor tienen los argumentos que atribuyenla operación a una búsqueda de consenso interno por parte delpresidente Bush. Si bien este elemento existe, es solamente unsubproducto secundario de un diseño mucho más vasto: elreacomodo de la forma de dominación de Estados Unidos sobrela región (y sobre América Latina) en un mundo turbulento ycambiante en el cual las grandes naciones están buscandodisputar, recuperar y afirmar las viejas y nuevas zonasy formade influencia

En la caída estrepitosa del orden mundial surgido de lacrisis de los años 30 y de la Segunda Guerra Mundial ysancionado en Yalta por los jefes de las potencias vencedoras,Estados Unidos se prepara para una nueva -en la forma y enel fondo- disputa de hegemonía, no sólo frente a la UniónSoviética en crisis sino sobre todo en la reestructuracióncolosal del mundo capitalista, recuperando el dominio plenosobre su plataforma geopolítica continental, aquella que vadesde Alaska al Canal de Panamá.

En esta recuperación, la potencia imperial busca restable-cer, bajo formas modernizadas, la cadena de "protectorados"con que consolidó desde principios de siglo su dominaciónsobre su mare nostrum Puerto Rico, Cuba, Haití, Dominicana,Panamá, Nicaragua, cenando así su control sobre la regióncentroamericana y poniendo un cerco material invisible sobreMéxico y el nacionalismo mexicano. Las revoluciones y losmovimientos nacionales y antimperialistas habían debilitado oabierto brechas en esa cadena, desde la Cuba de Fidel Castro,la Granada de Maurice Bishop y la Nicaragua de los sandinis-tas hasta Panamá de Torrijos (con los tratados del Canal de1977) y la prolongada guerra revolucionaria salvadoreña apartir de 1979. La invasión y ocupación militar de Panamá esun eslabón más en el proyecto de restablecimiento, así sea bajoformas modificadas, de la cadena de la dominación imperial dela región.

Por otra parte, en la competencia creciente con las poten-cias financieras, industriales y comerciales de Japón y deAlemania y la Comunidad Económica Europea en el Atlántico(y quien dice ese tipo de potencia, está diciendo posibilidad

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segura de potencia militar), aumenta para Estados Unidos laimportancia de la Zona del Canal como plataforma financiera,como vía de mar entre ambos océanos y como zona militar.¿Por qué iba a quedar Panamá bajo el gobierno de un ahorarebelde ex agente y cómplice de la CIA y de su corrompidoaparato burocrático-militar-policial?

En este aparente y fantástico resurgimiento de los equili-brios entre grandes potencias de principios de siglo, en estenuevo proyecto de expansión sin límites del capitalismo de lasfinanzas, de las transnacionales y de la informática, en estaespecie de Belle Epoque de pesadilla, recobran una extrañaactualidad las palabras con que Woodrow Wilson definió enColumbia University, en 1907, los designios de la expansiónimperial que entonces estaba iniciando su ciclo secular, antesde que la perturbaran o amenazaran las grandes revolucionesy las crisis:

Dado que el comercio ignora las fronteras nacionales y queel empresario insiste en tener al mundo como mercado, labandera de esta nación debe seguirlo, y las puertas de lasnaciones hoy cerradas deben ser derribadas. Las concesio-nes obtenidas por los financistas deben ser protegidas porlos ministros de estado, aun cuando la soberanía de lasnaciones que se oponen tenga que ser ultrajada en esteproceso. Se deben obtener o establecer colonias para queningún rincón útil del mundo pueda pasar inadvertido oquedar no utilizado.'La caída del muro de Berlín como hecho simbólico de la

apertura de los potenciales mercados del este para los capitalesdel Oeste provoca un curioso retomo del contexto que rodeó aesas palabras. Las revoluciones democráticas de 1989 en lospaíses del este, del mismo modo que abrieron las compuertasa todos los conflictos internos congelados durante décadas porlos acuerdos de Yalta el reparto de zonas de influencia entre lasdos superpotencias, también las han abierto para todos losconflictos intercapitalistas incubados, postergados o atenua-dos a lo largo de esas décadas por el anterior equilibrio políticoy militar global entre los países de la OTAN y los Pactos deVarsovia.

Panamá no ha sido ocupada para contener a la uniónSoviética, al comunismo o a la revolución, sino para afirmar la

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plataforma continental militar y financiera de Estados Unidosfrente al nuevo desafio a la declinante hegemonía estadouni-dense planteada por las grandes potencias capitalistas con suszonas de influencia económica, política, cultural y militar, enlos marcos del repliegue de la influencia soviética y de lashipótesis de guerra que deban sustento ideológico a aquellahegemonía.

Como en los primeros años de este siglo, cuando Wilsonenunciaba aquella doctrina, Estados Unidos vuelve a reinarsin disimulos sobre Panamá. Lo hace en el tramo descendentede la curva, lejos ya del glorioso cenit de los años 50, frente aun nuevo ciclo de la competencia y la confrontación internacio-nales. Los efectos serán diferentes e impredecibles.

2. Este nuevo ciclo fue precedido y anunciado, en los años 80,por el retroceso, el cedimiento o la caída de las posiciones deltrabajo asalariado y de sus organizaciones en todos los paísescapitalistas industrializados y semindustrializados y por laruptura generalizada del "pacto social" encamado en losWelfare States.

Frente a las nuevas formas de existencia y de produccióndel capital internacionalizado en la era de la electrónica, lacomputación y la informática, han caído barreras defensivaserigidas por el trabajo durante el período precedente en laorganización sindical, la legislación, la política y el control delos proceso productivos, mientras el trabajo mismo atraviesauna profunda y turbulenta recomposición también en susformas de existencia y de conciencia y en su relación con elcapital. Tanto en número como en peso económico y en poderde contratación sus formas organizativas se han retraído yestán en crisis. Con relación a las nuevas figuras del mundodel trabajo y sus demandas, las organizaciones sindicales po-derosas hasta inicios de los años 70 atraviesan una profundacrisis de programa y de representatividad, cuando no han sidodirectamente marginalizadas por los nuevos proceso produc-tivos y las nuevas formas de contratación con las empresas yde competencia individual o por grupos en el interior de lamoderna fuerza de trabajo.

Al ceder las posiciones históricas del trabajo asalariado enlos centros mundiales del capitalismo, al crecer en la misma

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medida la agresividad dinámica del capital en sus nuevasformas de organización y de producción, todas las limitaciones,los retrasos, las deformaciones económicas, sociales y políticasde los países postcapitalistas quedaron expuestas bajo lacruda luz y el inapelable juicio de la competencia a nivelmundial, cuya expresión más concentrada es la competenciaen la productividad del trabajo. No fue la confrontación militarsino la económica la que determinó el desplome desde adentrode esos regímenes.

La existencia de estos no estaba asociada solamente a ladivisión del mundo en bloques de influencia política y militarestablecida en Yalta, sino también a determinado equilibrio defuerzas entre capital y trabajo encarnado en Occidente en losWelfare States y en el "pacto fordista". Existe una relaciónentre la pérdida de sustento de los grandes sindicatos indus-triales en Occidente y la disgregación de los equilibrios socialesinternos -los "pactos sociales"- en los países postcapitalistas.El cedimiento de ambos es complementario, sucesivo y acumu-lativo.

Fue en ese mundo surgido de la Segunda Guerra Mundialy de los acuerdos de Yalta donde se desarrolló la revolucióncolonial ola revolución nacionalista, tanto en las colonias comoen los países dependientes o semicoloniales. A su manera, eseequilibrio mundial protegió a esas revoluciones o les permitióespacios de movimiento y fuentes de apoyo y recursos materia-les, desde Africa hasta Cuba y desde Vietnam hasta Nicaragua.Esas revoluciones, a su vez, reforzaron aquel equilibrio.

La crisis, la reestructuración capitalista internacional, y laofensiva generalizada del capital desde la segunda mitadde losaños 70, debilitaron o arrasaron las economías de aquellospaíses, a comenzar por la de sus trabajadores urbanos. El pesoabrumador de la deuda externa es sólo la expresión de esosnuevos desequilibrios y el instrumento para terminar deimponer a esos países su propia versión salvaje de la reestruc-turación capitalista, y para subordinarlos a la división interna-cional del trabajo que surge de la incontenible internacionali -

zación del capital y de los procesos productivos.La expansión capitalista posterior a la Segunda Guerra

Mundial se asentó sobre esos tres equilibrios conflictivos: conel trabajo asalariado, con los países postcapitalistas, con los

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nuevos nacionalismo surgidos de la descolonización o de laindustrialización de paises en vías de desarrollo. Los lados deeste triángulo en cierto modo se protegían entre sí. Esosequilibrios se convirtieron en obstáculos para una ulteriorexpansión del capital. Ahora, esas tres barreras defensivashan cedido y el cedimiento de cada una de ellas debilita a suturno a las otras.

El capital parece haber llegado a su día de victoria y veabrirse ante él un horizonte ilimitado, como lo afirman en susescritos algunos de los ideólogos de Washington. La mercancíapasa por todas partes, en un mundo sin barreras para el capitalinternacionalizado, en un mercado que no conoce límites nifronteras. Las palabras de Wilson suenan a profecía cumplida.

Es en este contexto que Estados Unidos realiza la operacióntípicamente colonial de invadir la República de Panamá yestablecer un régimen de ocupación, un protectorado, comosolución estable de duración indefinida. Como nunca antes, afines de 1989 Washington tuvo las manos libres para suempresa militar. No habla peligro de respuesta soviética enotro escenario, ni de verdadera resistencia de un régimendictatorial panameño cuyas cabezas estaban desde hace añoscorrompidas por su colaboración con las operaciones de losservicios secretos de Estados Unidos. Pero el objetivo no eracortar esas cabezas, sino destruirla independencia panameña,desarticular su estado y sus fuerzas armadas, y volver a todala República de Panamá aI status de una gran Zona del Canal(algo así como el proyecto de convertir a Cuba en una extensiónde la base de Guantánamo y una sucursal de las finanzas y losnegocios cubanos en Miami).

3. La guerra fría ha concluído. El desafio de Jruchov al mundocapitalista en 1960 se ha cumplido en forma paradójica. En lacompetencia "pacífica' (esto es, sin guerra nuclear efectiva perocon su hipótesis siempre presente en la competencia delarmamentismo nuclear), el capitalismo ha ganado la batalla dela eficiencia y la productividad frente a los regímenes estatal-burocráticos del Este? La caída del muro de Berlín (y launificación alemana) es el símbolo de la caída de un modo dela confrontación y del conflicto mundiales, aquél en que lalucha entre capital y trabajo y los movimientos de independen-

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cia nacional parecían subordinarse a, y subsumirse en,lucha entre dos "campos" de estados, unos "capitalistas" y losotros "socialistas".

Esa subsunción daba -da todavía, porque las ideologíaspersisten más allá de las realidades que las engendran- unavisión distorsionada y esencialmente falsa, en la cual el socia-lismo resultaba asimilado a un sistema de estados postcapita-listas y a sus regímenes políticos burocráticos, que a su vezreproducían sus rasgos en la estructura centralizada, estatal-burocrática, de los partidos comunistas y de muchos movi-mientos de liberación nacional. Esta degeneración del progra-ma y del ideal socialistas fue teorizada bajo el nombre de"marxismo-leninismo" y creció en forma paralela a la burocra-tización de la socialdemocracia integrada en los regímenesestatales de los grandes países capitalistas industrializados.'

Aquel sistema de esta 'os ofrecía apoyo y protección a lasrevoluciones nacionalistas y antimperialistas en el "campo"opuesto (mientras sometía o suprimía despiadadamente losnacionalismos en el propio). Egipto en 1956, Cuba desde 1960y la revolución de Vietnam son ejemplos clásicos. Pero, acambio, desviaba o ahogaba las potencialidades de desarrollodemocrático y socialista de esas revoluciones al fortalecer susdeformaciones burocráticas transmitiéndole las propias y al ,

favorecer los rasgos y prácticas antidemocráticas existentes enlas direcciones burguesas o pequeño burguesas de esas revo-luciones de base campesina.

El escenario de la guerra fría permitía a Estados Unidospresentar a cualquier movimiento de independencia nacionalen América Latina, desde Guatemala en 1954 y Chile en 1973hasta la Izquierda Unida del Perú o la revolución de ElSalvador, como resultado de la influencia y la penetración del"campo" comunista. Debe recordarse que el Tratado de Río deJaneiro de 1948 y la Doctrina de Seguridad Nacional, bajo lacual organizaron y justificaron los ejércitos latinoamericanossu represión social contra los movimientos de obreros ycampesinos, son corolarios de la confrontación mundial entredos "campos". El fin de Yalta es también el de Río de Janeiro,la caída del muro de Berlín arrastra consigo a la Doctrina deSeguridad Nacional como justificación ideológica de la repre-sión; la crisis terminal de los partidos comunistas es también

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la del anticomunismo como ideología de estado, y el desvane-cimiento del "Imperio del Mal" disuelve en el aire la materiali-dad de su antagonista, el "mundo libre".

Siguen presentes, sin embargo, con la tenacidad de larealidad, las confrontaciones y disputas entre grandes nacio-nes, la competencia nacional e internacional entre los diferen-tes capitales; la lucha entre las clases y segmentos de clasesdentro de cada nación por el control y el reparto del productonacional; los movimientos de independencia o de autonomíanacional allí donde hay dominación política o económica deuna nación sobre otras, los movimientos étnicos, religiosos,sexuales, pacifistas, ambientales, comunitarios y culturalesautónomos y no asimilables a las luchas entre los capitales, lasnaciones o las clases.

En este contexto en acelerado cambio la invasión dePanamá, aunque parezca repetir viejas tendencias, se presentamás bien como el inicio, todavía incierto, de una nueva relaciónentre Estados Unidos y los países latinoamericanos. Es labúsqueda de una nueva forma de subordinación, diferente delas sucesivas políticas de las intervenciones y las cañoneras(hasta los años 30), de la Política del Buen Vecino (entre los 30y el fin de la Segunda Guerra Mundial) y de Río de Janeiro(desde 1948 en adelante), y adecuada al nuevo escenario deconfrontaciones abierto con el cierre de la guerra fría. El"comunismo " y las "potencias extracontinentales" ya no ame-nazan la seguridad del Canal de Panamá. La droga es unajustificación débil. La nueva ideología de la dominacióntodavía está por formularse. Pero, como siempre, la precede laacción.

4. Los movimientos de independencia nacional, la descoloniza-ción, los regímenes post capitalistas cumplieron una tarea quecomplementó la expansión del capitalismo después de laSegunda Guerra Mundial, extendieron en todas partes lasrelaciones salariales, incorporaron nuevas regiones al merca-do mundial a través de la consolidación de estados nacionales,extendieron la industrialización y la urbanización en socieda-des antes predominantemente agrarias.

La dominación colonial y semicoloníal, y la dominación delas viejas clases y oligarquías agrarias, eran obstáculos relati-

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vos para esta expansión de aquellas contradicciones socialesque permiten y aceleran la circulación mercantil y la penetra-ción del capital con la transformación creciente de todo trabajoen mercancía y con la urbanización acelerada y salvaje degrandes masas campesinas desarraigadas de su mundo tradi-cional y sus economías cerradas y autosuficientes.

El nuevo ciclo de internacionalización del capital y de losprocesos productivos encuentra ahora en esos países, dentrode las nuevas relaciones globales, condiciones receptivas parasu penetración, gracias a las transformaciones de esas socie-dades que, paradójicamente, fueron realizadas por movimien-tos nacionalistas, antimperialistas o anticapitalistas que seproponían alzar barreras estatales, políticas y sociales contraesa penetración, y que efectivamente las alzaron.

Sería apresurado, sin embargo, concluir que esos movi-mientos estuvieron trabajando exclusivamente para "el rey dePrusia". No tiene la nueva expansión capitalista el terreno librey allanado. A cambio de nuevas masas de trabajo educado enla disciplina salarial, tiene también un trabajo educado en unaconciencia y en una red de solidaridades nacionales y sociales,no una masa campesina atomizada por la destrucción de lasociedad tradicional y su abrupta incorporación al mundourbano. Tiene sociedades instruidas, con una arraigadaconciencia social igualitaria y democrática, en unos casos, y unarraigado orgullo nacional organizado, en otros. Tiene ante sí,entonces, condiciones de organización social que son premisasde futuras trabas, mayores que los regímenes estatales, parala dominación sin límites del capital.

Esa organización social requiere precisamente aquello quelos ideólogos del capital están proclamando como su banderapolítica: democracia la democracia y su significado se conver-tirán así en unos de los terrenos de organización y de luchaentre el nuevo mundo del trabajo y de los oprimidos y lasfuerzas financieras y estatales del capital. Superados o encrisis los regímenes autoritarios que hablaban en nombre delsocialismo, la democracia en todas sus acepciones y articula-ciones irá volviendo a ser, como a principios de este siglo peroen sociedades donde el mundo del trabajo asalariado esampliamente mayoritario y enormemente diversificado y sofis-ticado, una consigna central contra los regímenes estatales,

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sociales y laborales del capital.En Panamá, país ocupado por un ejército extranjero, y

gobernado por un régimen títere, la independencia, la repúbli-ca y la democracia son hoy las consignas más actuales yradicales, como lo eran en la Checoslovaquia invadida ycontrolada por el ejército soviético. Si Panamá es el terreno deprueba de una nueva forma de la subordinación latinoameri-cana, también puede serlo de nuevas formas de organizaciónde la resistencia de los países oprimidos en el mundo de estosaños, que no es el mismo de los regímenes militares brasileño,chileno o argentino, Pinochet quedó atrás.

5. Sobre los equilibrios mundiales anteriores encuentra expli-cación la posibilidad de existencia de regímenes nacionalistasautoritarios corno el de Ornar Torrijos, que no dependía sola-mente del apoyo social interno con que contaba. El régimenpanameño gozaba de lo que puede llamarse una renta deposición dentro de esos equilibrios.

Siendo un régimen militar y estatal que subordina a lasorganizaciones populares y, en definitiva, escapaba a sucontrol y al de la ciudadanía, era previsible una degeneraciónComo la sufrida con Manuel Antonio Noriega. El enfrentamien-to nacional limitado de Torrijos, eliminado éste se convirtió enel chantaje desclasado de Noriega y su camarilla. Pero Noriegautilizó para sus propósitos las mismas ventajas de posición quese predecesor, Estados Unidos llegó a la conclusión de que nobastaba eliminar al hombre, sino que había que desmantelaral régimen y al ejército que daban esos productos. Por eso losgolpistas militares panameños de octubre de 1989 no tuvieronapoyo de Washington para su empresa y fueron sacrificados.

Las condiciones para la invasión también fueron facilita-das por la difícil situación de Nicaragua, el empantanamientode la revolución salvadoreña y el profundo retroceso de lainiciativa mexicana en la región a partir de 1981/1982, y sobretodo en los años más recientes.

Estados Unidos siempre ha tenido que contar, como unfactor histórico, con la oposición mexicana a su dominaciónimperial sobre la región. desde Porfirio Din con Nicaragua en1909, el apoyo de Calles y del gobierno mexicano a Sandinodesde 1926, la oposición al golpe contra Arbenz en Guatemala

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en 1954, el mantenimiento de relaciones de México con Cubacontras las resoluciones de la OEA en Montevideo, el apoyo algobierno sandinista en 1979, la declaración franco-mexicanasobre El Salvador en 1981, para citar algunos de los ejemplosmás conocidos.

Por un lado, la política regional del estado mexicano está enconflicto objetivo con la misma política del otro gran país de laregión, Estados Unidos, y este conflicto es por definiciónirreductible. Por otro lado, la cuestión más concreta del canalinteroceánico, construido en Panamá, pero discutido tambiénen tomo a Nicaragua, toca directamente los intereses actualeso potenciales mexicanos, que tiene el el istmo de Tehuantepecla otra zona de posible comunicación directa entre los dosocéanos.

A su modo, esta oposición de intereses geopoliticos entreEstados Unidos y México favoreció a los movimientos naciona-listas de la región, tanto como éstos favorecieron objetivamentela posición de México, el contendiente más débil en esa disputaentre los dos grandes países.• Pero la política del estadomexicano en Centroamérica y el Caribe se encuentra hoyatrapada en las tenazas de la deuda externa y de la integracióncreciente con Estados Unidos propugnada por el actual gobier-no mexicano y por los grandes intereses capitalistas naciona-les e internacionales. En consecuencia, es notorio el debilita-miento de la presencia regional del estado mexicano y previsi-ble su débil reacción frente a la nueva agresividad de la políticaregional de Estados Unidos. Este no puede menos queaprovechar esas condiciones, que se suman a la situaciónmundial ya analizada. A su vez, la ocupación de Panamá, elretroceso del sandinismo en Nicaragua, y el cada día máspeligroso aislamiento de Cuba, contribuyen a debilitar aúnmás la posición de México (efecto no buscado por la diplomaciamexicana pero alcanzado por la estadounidense, al debilitarsus posibilidades negociadoras en el proceso de integracióneconómica con Estados Unidos).

El desmantelamiento de los objetivos y hasta de los inte-grantes del Grupo de Contadora -isla panameña, convienerecordarlo- simbolizan la derrota a que ha sido llevada lapolítica internacional del estado mexicano después del virajede 1982.

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La invasión y la ocupación militar de Panamá por el Ejércitode Estados Unidos se inscribe, entonces, no como resultadopero sí en el contexto de tres retrocesos frente a la ofensivaglobal del capital: el de los estados post capitalista, el de lasorganizaciones de los trabajadores asalariados en EstadosUnidos y en los países capitalistas, y el de los regímenesnacionalistas en América Latina.

A diferencia de los ataques del pasado contra los gobiernosde Guatemala, Cuba, Chile, Granada y Nicaragua, en Panamáel pretexto invocado no es el comunismo. En realidad, lospretextos son tan débiles -droga, protección de vidas estadou-nidenses y fraude electoral -que puede decirse que no existeny de hecho han sido abandonados después de las primerassemanas. La potencia ocupante se preocupa poco de cubrir lailegitimidad de su posición. Le bastan las relaciones de fuerzasregionales y mundiales que, a su criterio, no han cesado deevolucionar a su favor.

6. El paso de Estados Unidos a la Política del Buen Vecino acomienzos de los años 30, y al Tratado de Río de Janeiro en losinicios de la guerra fría, no cambiaron la esencia de su políticade dominación sobre América Latina, pero sí sus formasespecíficas en cada periodo. Plantearon entonces nuevosproblemas y desafíos a los países latinoamericanos, tanto a susclases dominantes y sus capas gobernantes como a sus clasessubalternas y a sus organizaciones políticas y sociales. Delmismo modo, la sustitución de un gobierno por otro en laRepública de Panamá, a través de la intervención y la ocupa-ción militar directa del ejército de Estados Unidos, en estemundo de la última década del siglo, inaugura un períodonuevo en esa política de dominación. Sus formas están apenasen bosquejo, aun para sus promotores.

No quiere decir esto que el medio empleado será siempremilitar, sino que- este empleo directo de lo militar -tal vezexcepcional en la forma- disipa muchas mediaciones ideológi-cas de la dominación y pone en primer plano, al menos para laregión latinoamericana en torno al Caribe y al norte del Canal,una doctrina no expresada de limitación de la soberaníanacional dentro de los límites aceptables para aquella domina-ción. Con esta doctrina tendrán que hacer las cuentas las

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fuerzas nacionalistas, democráticas y socialistas de AméricaLatina y de la región, los gobiernos nacionales y en particular-aunque ahora prefiera mirar para otro lado- el gobierno deMéxico, cualquiera sea su color político presente o futuro, puesel país se encuentra directamente aludido por este nuevo girode los acontecimientos.

La política imperial de Estados Unidos no se dará pazmientras no subordine o integre totalmente a México. Lanación mexicana sólo puede existir en la resistencia y elrechazo de esa política que la niega y, en consecuencia, en laalianza con la independencia y la soberanía de los paísescentroamericanos y caribeños. En estos tiempos de grandesreacomodos en las relaciones entre las naciones, éste es eloculto y poderoso conflicto que rige la política internacional dela región.

Para las fuerzas nacionalistas, democráticas y socialistastambién se presenta una situación inédita. La independencianacional, y por lo tanto la lucha contra la dominación imperia-lista, era uno de los objetivos que las unificaban por encima desus diferencias en otros terrenos. Pero, para algunas de esasfuerzas políticas, ese objetivo dejaba en segundo plano a lademocracia representativa, cuando no la borraba del todo. Pordefinición, no puede existir democracia política sin indepen-dencia nacional. Pero las revoluciones democráticas de este finde siglo están mostrando la fragilidad, hoy, de la independen-cia nacional y aun las conquistas sociales sin democraciapolítica y sin soberanía ciudadana.

Esto quiere decir que está llegando a su fin -no que hayaconcluido del todo- el ciclo del nacionalismo antimperialistaautoritario y de la idea de que un estado fuerte frente alextranjero debe ser un estado fuerte frente a sus ciudadanos.Por el contrario, una ciudadanía fuerte y movilizada en apoyode un gobierno al cual el voto, y sólo el voto en condiciones depluralidad, puede otorgar legitimidad, es condición para unestado capaz de enfrentara la dominación imperial.

El desplome sin gloria del régimen de Noriega marca elocaso de la amalgama, no inusual en el pasado, entre naciona-lismo, autoritarismo y corrupción administrativa. Indepen-dencia nacional y democracia son hoy condiciones simultá-neas, no sucesivas, de cualquier política nacionalista de iz-

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quierda o socialista en los países latinoamericanos. Esto noresulta tan obvio mientras en la política, la práctica, y la propiaorganización, la mayor parte de estas tendencias no superensus tradiciones autoritarias es decir, no atraviesen una recom-posición y una renovación radicales que sólo los hechospueden probar.

7. Para derribar a Noriega no era necesario arrasar los barriospopulares de El Chorrillo y San Miguelito ni provocar miles demuertos panameños de los cuales las cuidadosas estadísticasdel Pentágono todavía no han dado cuentas a la opiniónpública.4 Esta masacre es una clásica acción terrorista paraparalizar toda eventual tentativa de resistencia a la invasión enesos sectores y asentar sobre el miedo la dominación delocupante. No es a los partidos, los políticos y los intelectualesque han promovido, aceptado o silenciando ese terror a quie-nes deben brindar pruebas de su vocación democrática quie-nes se oponen a esa dominación en Panamá y en AméricaLatina. La demanda y el ejercicio de los derechos y garantíasdemocráticos es, al contrario, una necesidad actual paraoponerse a ese terror y al autoritarismo elitista de la derechaneoliberal que lo apoya o lo condena en nombre de la "demo-cracia".

La crisis del nacionalismo autoritario y de las corrientesnacionalpopulistas en América Latina va acompañada por lacrisis del movimiento sindical ligado a esas tendencias eintegrado corporativamente en el estado. En una primeraetapa, esa crisis deja desprotegidos y sin organización agrandes sectores de trabajadores urbanos y rurales frente a laofensiva neoliberal y conservadora portadora de las nuevasformas políticas y económicas de subordinación a la domina-ción imperial. Pero, inevitablemente, también termina pordejar en libertad a grandes fuerzas sociales antes presas delcorporativismo estatal de los gobiernos nacionalpopulistas.

Esas son las fuerzas sociales de la resistencia y de laindependencia. En diversos países de América Latina apare-cen signos y síntomas del proceso de su reorganización inde-pendiente en nuevas tendencias y movimientos políticos. Esastendencias postulan la democracia republicana y los derechosy garantías individuales, la independencia nacional, la inde-

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pendencia sindical frente al estado y a los partidos, la reorga-nización de los movimientos sociales frente a la ofensivaneoliberal del capital, la solidaridad y la igualdad como valoresinseparables de la democracia, la extensión de los derechos ala educación, a la información, al conocimiento, ala proteccióndel ambiente, a la salud, a la vivienda, al salario y al trabajo,a la tierra, al respeto a las diferencias (sexual, religiosa, étnica,cultural), a la paz y al desarme, al tiempo libre y a la vida.

Las revoluciones democráticas en los países del Este estánterminando de liberar a esas tendencias, a través de unaexperiencia histórica, de la creencia o la esperanza en lasvirtudes de un "socialismo estatal" o de un antimperialismoautoritario. El antiguo triángulo defensivo está roto. Losmovimientos democráticos radicales y socialistas en AméricaLatina no pueden esperar apoyos o solidaridades de los "socia-lismos estatales". Pero la influencia perversa de esa alianzacon las burocracias dirigentes del Este sobre las ideas y lasconcepciones de esos movimientos, cuando no sobre la compo-sición misma de sus direcciones y sobre su libertad de acción,está también rota.

El cambio no será instantáneo, pero está en camino: unade la fuentes de las visiones estatistas desde la izquierda haentrado en crisis y nuevas ideas, propuestas y alianzas sehacen posible. Y con ellas nuevos apoyos internos y externosen los cuales la democracia desde abajo de los movimientos, yno el poder desde arriba de los estados, sea el elemento funda-mental para contener y hacer retroceder a los enemigos. Sibien se mira la historia, no otros fueron los apoyos fundamen-tales que permitieron victorias de las grandes revolucionesliberadoras de nuestro siglo, momento en cada caso diferentea la ulterior consolidación de sus estados.

Estos nuevos movimientos democráticos latinoamericanosestán en formación o en crecimiento y son diversos del nacionalpopulismo, el foquismo guerrillero o el socialismo estatista deperíodos anteriores. En ellos convergen corrientes nacionalis-tas de izquierda, socialistas, democráticas y autogestionariasde diverso tipo, que al mismo tiempo se influyen entre sí y vivenjuntas una experiencia inédita. Sus definiciones programáti-cas carecen todavía de la nitidez de las corrientes anteriores,sus propuestas van apareciendo casi por reacción frente a los

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cambios universales de los cuales estos mismos movimientosforman parte. Su perfil organizativo todavía no está definido ylo viejo y lo nuevo de todas esas corrientes se mezclan en susfilas, que crecen o se adelgazan mucho más al ritmo de losmovimientos de la sociedad que al de los calendarios de lapolítica institucional. Su perfil político definitivo es todavíacosa del futuro y de la lucha a campo abierto en la sociedad.

Esos movimientos, la gran novedad_ de estos años. laversión latinoamericana de izquierda de las revolucionesdemocráticas, están tendiendo a converger en una corrientecontinental con rasgos específicos. Con sus diversas caracte-rísticas nacionales, ellos son el Partido de los Trabajadores deBrasil, el Partido de la Revolución Democrática de México, laIzquierda Unida del Perú, el Frente Amplio de Uruguay, elnuevo Partido Socialista de Chile, para mencionar sólo los másvisibles. Afín a esa corriente es el Frente Sandinista deLiberación Nacional de Nicaragua. Varias de esas y otrasorganizaciones se disponen a converger en un Foro

Latinoamericanode Movimientos y Partidos de Renovación Democráticahacia fines de 1990.

La ofensiva del capital nacional e internacional y de laderecha política neoliberal en toda América Latina, que haarrasado las antiguas barreras defensivas estatales y corpora-tivas, no solamente ha contribuido a crear las condiciones parala ocupación militar estadounidense de la República de Pan-amá sin mayores protestas. También ha puesto en libertad yen movimiento a las fuerzas sociales y políticas independientesque pueden crear una alternativa democrática radical a esteestado de cosas.

El punto de partida es nítido y sencillo. Pero la reorgani-zación será complicada y sus definiciones programáticas máselaboradas se darán en la experiencia, en la lucha, en laconfrontación social y política y en las pruebas de la realidad.

Un movimiento de esta magnitud y envergadura no sólo seconstruye por también se construye contra. Panamá es uno desus puntos de definición. La demanda latinoamericana comúnes el retiro de las tropas de ocupación, elecciones democráticasen la República de Panamá para establecer un gobiernolegítimo e indemnización de la potencia ocupante a la pobla-ción y al estado panameños por los daños causados por la

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invasión y la ocupación. A esa demanda debe agregarse laexigencia de soberanía completa de la República de Panamásobre la Zona del Canal, del mismo modo como corresponde aEgipto la soberanía y la administración del Canal de Suez. Elcontrol de la seguridad del Canal, por otra parte, no necesitade bases militares estadounidenses y puede estar a cargo,mientras se hace efectiva la soberanía panameña, de unafuerza internacional de las Naciones Unidas que no significauna amenaza o una hipoteca sobre esa soberanía.

Después serán los panameños en pleno ejercicio de suindependencia y su democracia quienes podrán decidir sobreel destino de su república y del canal, y cómo y con quiénes seunirán para comenzar a reparar los inmensos e ininterrumpi-dos daños que desde los años de Theodore Roosevelt han cau-sado al país la dominación, la política y el Ejército de EstadosUnidos. ejercerán así el mismo derecho que hoy están ejercien-do los alemanes, los polacos, los checoslovacos, los húngaros,los lituanos o los namibios, y que los panameños tienennegado.

La independencia y la soberanía de la República de Panamásobre todo su territorio y sobre sus futuros destinos es partesustancial e inseparable de la revolución democrática latinoa-mericana.

Notas1. Citado en Robert Freeman Smith, The United Sietes and RevolutionaryNationalisrn in México 1916-1932, University of Chicago Press, 1972, pp.23-24.2. En su discurso del 5 de febrero de 1990 ante el Comité Central del PCUSpara presentar el nuevo proyecto de programa del partido, Gorbachov declaróque el descuido hacia el "mundo espiritual de la gente", la educación y lacultura, a cambio de contar sólo "las cifras del crecimiento industrial"..."lohemos tenido que pagar al precio de un fuerte atraso y lo seguiremos pagandodurante mucho tiempo. Estuvimos entre los últimos en comprender que enel siglo de la informática cl capital más valioso son los conocimientos, laamplitud de visiones y la imaginación productiva". Singular reconocimiento,sin tocar las raíces, de los resultados de la dictadura burocrática del partidode Estado!.3. Significativo de la fuerza de las ideologías y de los intereses sociales eindividuales que las engendran y sostienen es que quienes ahora compruebany declaran esa crisis, olviden sistemáticamente las ideas, las luchas, lossufrimientos y la tenacidad individuales y colectivas de marxistas, socialistas,libertarios, pacifistas y otras corrientes de izquierda que desde los años 20

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y 30 y la guerra de España defendieron en teoría y práctica, muchas veces acosta de su libertad y de su vida, una visión democrática e igualitaria delsocialismo que hoy todos reclaman como propia, evitando empero hacer lascuentas con el propio pasado.4. Las investigaciones realizadas por organismos humanitarios, grupos de lasociedad civil y religiosos tanto de Panamá como del extranjero, principalmen-te de Estados Unidas, revelan que el operativo Causa Justa iniciado el 20 dediciembre de 1989 por órdenes del presidente George Bush arroja a la fechaun saldo entre 3500 y 5000 muertes de civiles y militares panameños, y unmillar de soldados norteamericanos ' , dice Carmen Lira en su reportaje desdePanamá en La domada, México, 28 de mano de 1990.

• Cientista político mexicano, profesor de la Universidad Nacional Autónomade México.

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TEMASNACIONALES

EL PDC DE PANAMA:UN CASO NÓTABLE DE

DERECHIZACIÓN*

Simeón Emilio González H.**

Si bien es cierto que ni las personas, ni los partidos políticospueden ser definidos por lo que piensan de sí mismos, no esmenos cierto que, en el caso de los partidos políticos, suprograma define los contornos iniciales tanto de su proyectosocial, como de sus metas e ideales.

Siempre resulta satisfactorio comparar la "propuesta polí-tica" con la práctica real y determinar, en caso de distancia-miento, las causas de ello. Esto es, simplemente, un ejerciciode moral política, porque aunque no se Cree, la moral resulta,siempre o las más de las veces, una categoría política. Olvidarsus propias propuestas, sus propios métodos y su propiahistoria resulta, para un partido político, un caso evidente dedeshonestidad. Veamos:

• Tomado de El Periódico, N°12, Panamá, abril 1990.

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1. Del "antimperialismo" a la política "proimperialista"En los orígenes del Partido Demócrata Cristiano, a su

manera, fue "antimperialista". Sus documentos y definicionespolíticas iniciales comprueban su intención de convertirse enla "tercera fuerza", entre el colectivismo marxista y la explota-ción capitalista, rechazando tanto la "explotación capitalistaopresora, como la dictadura del proletariado".

Por supuesto que ello no resulta sorprendente, dada ladefinición política de la mayoría de los partidos demócratascristianos de América Latina (basta con observar los textosfundamentales de algunos de sus padres fundadores latinoa-mericanos, Jaime Castillo Velasco, Rafael Caldera o LinoRodríguez Arias).

En términos que no dejan lugar a dudas, el último de losmencionados expresó el 24 de febrero de 1961, en cartadirigida a La Estrella de Panamá, lo siguiente:

"Cuando la democracia cristiana ofrece a los pueblos unatercera posición, nadie puede dudar de buena fe que se trata deuna doctrina que está terciando con creciente vigencia en eldebate entre el capitalismo y marxismo". (Lino Rodríguez Arias,1961, pág.89.

La búsqueda de esa tercera posición, tercer camino, o comoquiera llamársele, conduce al rechazo explícito del imperialis-mo (yanqui por lo menos) o, a la manera demócrata cristianade "los" imperialismos (por supuesto que no compartimos laidea. de "los" imperialismos). En términos concretos en Pan-amá, su programa original señalaba:

"Combatimos con todas nuestras fuerzas las dictaduras,los imperialismos de cualquier naturaleza, el colonialismo,etc. " . (Partido Demócrata Cristiano, 1964, pág.26).

Se me dirá que "eso" era la teoría y yo respondo que, paraser consecuente, debió ser también la práctica. Los hechos delos últimos años en América Latina, porfiados como siempre,demuestran cual ha sido la práctica concreta de los "antimpe-rialistas democristianos" latinoamericanos: apoyo, inicial yconsecuente, a la dictadura proimperialista de Pinochet enChile; apoyo a la intervención norteamericana en El Salvador,Nicaragua y Panamá; cooperación con el ejército genocida(obviamente proimperialista) en Guatemala; y, finalmente,

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apoyo al candidato proimperialista (Vargas liosa) en Perú.Su "antimperialismo" se ha trocado, vistos los hechos, en

pro imperialismo norteamericano. ¿Y en Panamá, no haescuchado este pueblo la justificación de la invasión del 20 dediciembre por parte de Ricardo Arias Calderón, GuillermoCochez, CarlosArellanoLenox o I uánRomero, todos conspicuosdirigentes democristianos panameños? ¿No rechazó la mayo-ría parlamentaria (DC por supuesto) la discusión y condena dela invasión, los primeros días de la legislatura actual? ¿Quésignificado se le puede dar a los "operativos conjuntos" con lastropas del Comando Sur llamados por el ministro de Gobierno"rescate de la tranquilidad en democracia"? Estos son los

hechos comprobables en los diarios de la localidad, panameña.Para rematar: frente a la agresión norteamericana de 1964,

infinitamente menor que la actual, nuestros "antimperialistasdemocristianos" señalaron:

"Es evidente que se ha hecho prevalecer la fuerza brutasobre un pueblo ansioso de justicia para sus legítimas recla-maciones, sustituyéndose el principio universal de la igualdadjurídica dedos pueblos por la desigualdad física y la imposicióndel más fuerte sobre el más débil".

Y más adelante:"Combatimos entonces, como seguiremos combatiendo

siempre, a los que pretenden usar la fuerza y el poder parafavorecer a sus protegidos, tanto en el campo nacional, comoen el internacional" . (Manifiesto del Parido Demócrata Cristia-no, de 2 de febrero de 1964 y 9 de enero de 1965, en El Canalde Panamá y la Democracia Cristiana, Ed. IPEC, 1977, págs.14 y 14).

Su posición actual, por el contrario, es la de total acepta-ción de la invasión imperialista del 20 de. diciembre de 1989,mientras no demuestren, oficialmente lo contrario.

2. De la "propiedad comunitaria " a la economía 100 porciento empresa privada

El Partido Demócrata Cristiano, que se constituye el 20 denoviembre de 1960, expuso durante la campaña electoral de1964 un plan de reestructuración de la propiedad agraria queimplicaba, en sus propias palabras, la "sustitución del actualsistema de tenencia de la tierra por uno que contemple la

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propiedad familiar y cooperativa...la supresión del latifundio ydel infundio... y la creación de unidades de producción mercedal sistema cooperativo o comunitario. (Partido DemócrataCristiano, 1964, pág.40).

En lo que se refiere a las empresas, se señala, en el mismoprograma electoral que se "implantará gradualmente y toman-do en cuenta la capacidad económica de las empresas, laparticipación de los trabajadores en sus beneficios, en suadministración y en su copropiedad".

Dejando de lado lo nebuloso que resulta discutir, teórica-mente, acerca de la "propiedad comunitaria", entelequia quedebe significar ni privada ni estatal, si mal no entiendo, lo ciertoes que los programas antes señalados despiertan, por lomenos, un sentimiento de respeto. Por equivocada que esté,quien levanta una alternativa diferente y la defiende convalores merece el debido respeto, aún de quienes no compar-ten sus opiniones. A propósito de la teoría, Jacques Maritainllama sociedad comunitaria a aquella que subordina a losindividuos particulares, para que cumplan un bien superior,que es el bien común. La misma idea desarrolla EmanuelMounier y, en América Latina, Jacques Chonchol y Julio SilvaSolar (Hacia un mundo comunitario, Chile 1951).

Nuestros demócratas cristianos parten de la misma matrizideológica. ¿Qué tiene que ver ello con la definición económicadada por el actual gobierno, en el cual el Partido DemócrataCristiano es pieza fundamental, que señala que la economíapanameña "será" 100 por ciento empresa (y propiedad supon-go) privada? ¿Comparte el actual viceministro de Planificación(José Galán Ponce, demócratacristiano) la "teoría" del minis-tro? Otra vez hay un trastocamiento de los ideales. La prácticaconcreta actual del Partido Demócrata Cristiano ha violentadosus "antiguos" ideales, tan "antiguos" como la siguiente decla-ración:

"En 1962 el presidente del directorio Nacional del PartidoDemócrata Cristiano, Dr. Antonio González Revilla, declarópúblicamente el propósito de esa colectividad política, de lograrla nacionalización de las empresas de utilidad pública, talescomo electricidad, gas, teléfono, telecomunicaciones, trans-porte, etc. (Juan Antonio Sossa, 1977, pág.69)

¿Nacionalización, privatización? La pregunta hoy es:

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¿Dónde (o qué) quedó de aquel programa? ¿Lo comparte aúnel Partido Demócrata Cristiano? ¿Se devolverán las empresasnacionalizadas (por Torrijos) a las transnacionales imperialis -

tas? (A propósito del nacionalismo de Torrijos, es bueno releerel trabajo de Alonso Villarreal Pinzón, "Nacionalismo y Reali-dad Nacional", II Congreso Nacional de Sociología, Panamá,1976).

3. De la política "antioligárquica" a la colaboración "pro-oligárquica"

Desde sus inicios, el Partido Demócrata Cristiano intentóconstituirse en una fuerza "antíoligárquica". Sus propiasplataformas políticas (1964-1968) describen el esfuerzo porenfrentar a los partidos tradicionales, inaugurando un nuevotipo de política, en la cual tenía más importancia lo ideológicoque lo pragmático. No es el caso revisar en su totalidad, paradeterminar el momento de cambio de postura, la historia delPartido Demócrata Cristiano. Bástenos señalar que sólo enmarzo de 1976, propone dicho partido la "superación del pu-ritanismo político anterior del partido, por una apertura aldiálogo con todos los sectores". (Marta Arce, 1983, pág.44).

Partido ideológico, sin duda, dotado de una gran coheren-cia, y pugnando por abrirse paso en una sociedad que, comola panameña, no había llegado aún, a su modernidad política.

¿Cómo explicar, entonces, su alianza actual con partidos"oligárquicos" de vieja data? ¿Qué expresa, en dicha alianza, elPartido Demócrata Cristiano: Sectores económicos emergen-tes o vieja "clase política" ansiosa de poder a cualquier precio?

En todo caso y en forma recurrente, el viejo programa"antioligárquico" (1956) ha devenido en su contrario. Pragma-tismo político tal vez, pero también inconsecuencia política.

4. De la política de "las coincidencias" a la "critica radical"No vamos a discutir, por ahora, el carácter que adoptó el

régimen derrocado el 7 de mayo, y derrocado el 20 de diciembrede 1989. Creo haberlo hecho en artículos redactados en otrasocasiones, y sobre todo en diversas ponencias a los congresosnacionales e internacionales de sociología.

Es evidente que el "régimen de Noriega" fue una groseradictadura que neutralizó, entre otras cosas, el propio naciona-lismo del pueblo panameño. 33

Pero, ¿fueron 21 años de norieguismo lo que vivió el país?¿Fue los mismo el régimen de Torrijos que el de Noriega? ¿Noexistió ninguna (o alguna) diferencia entre ambos?

Por lo visto, y si de lenguaje se trata, desde el adusto deRicardo Arias Calderón hasta el del "locuaz" jefe de la bancadaparlamentaria Raúl Ossa de la Cruz, pasando por el moderadode Carlos Arellano Lenox o el "poco hábil" del alcalde capitalino,la dictadura se inició el 11 de octubre de 1968 y transcurrió,invariablemente, hasta el 20 de diciembre de 1989.

No me preocuparía tanto si ello lo dijeran los liberalesauténticos, molirenas u otros miembros de la alianza guberna-mental. Como se trata, en esos casos, de pensamientos "poco"estructurados, es más fácil demostrar su inconsistencia.

Pero, en el caso del Partido Demócrata Cristiano sí preocu-pa porque, en ellos, debiera existir un mínimo de método paraanalizar los procesos sociales, que no implique "visionesideologizadas" de los mismos. Permítanme transcribir treslargos párrafos, consultados en fuentes de extrema seriedad:

A. "El régimen surgido el 11 de octubre de 1968, rechazó elpaquete de tratados de 1967 que había negociado el gobiernoliberal del presidente Marcos Robles como consecuencia de losacontecimientos del 9 de enero de 1964... En esta línea elgobierno actual coincidió con el planteamiento hecho por elPartido Demócrata Cristiano en comunicado de julio de 1967".(Subrayado del autor), fecha: 1975 (PDC, 1977, pág.31).

13. Reconocemos los esfuerzos realizados por la políticaexterior del Gobierno Nacional al divulgar en el mundo enteronuestras aspiraciones y justos reclamos frente a los EstadosUnidos de América y los logros alcanzados al obtener el apoyounánime de los países no involucrados en el conflicto, fecha1975.

Los dos párrafos transcritos pertenecen al mismo docu-mento, suscrito en la ciudad de Panamá el 24 de febrero de1975, en "plena dictadura torrijista", por los siguientes direc-tivos: Lic. Luis Emilio Veces, Lic. Guillermo Cochez Jr., Dr.Antonio González Revilla, Lic. José Salgueiro P., Lic. José A.Sossa R., Arq. Julio Rovi, H.,Clovis Alemán, Jr., Lic. Sergio A.Rodríguez M. y Dr. Carlos Arellano Lenox, con algunas excep-ciones, la plana mayor del actual régimen (PDC, 1977, pág.33).Ciertamente no aparece aquí la firma del Dr. Ricardo AriasCalderón.34

¡Reconocimiento a los logros, y coincidencia en políticaexterior con la "dictadura torrijista"!

Pero la sorpresa no queda allí. En otro documento, de 18de noviembre de 1975, el Partido Demócrata Cristiano expresasu deseo de participar, junto a todos los grupos de la sociedad(incluido el gobierno) en "un frente común y con una metacomún cual es la expulsión del extraño de nuestro territorio".(PDC, 1977, pág.36).

¿Era el gobierno de Torrijos una dictadura o no? Dejo lapregunta para que algunos de los que suscribieron los .docu-mentos transcritos la responda, no a mí, sino a nuestro pueblo.

Como si fuera poco, en 1976, el Partido Demócrata Cristia-no plantea "reconocer las "coincidencias" que puede haberentre las realizaciones del gobierno (¿dictadura torrij Sta?) y losprincipios y programas del partid:. (ODCA, 1976, pág. 17 y 19).

Al igual que lo anterior, ¿coincidencia entre un partidopolítico autodefinido "democrático" y una dictadura? No pare-ce (no lo es) lógico a menos que la lógica resulte la del absurdo.

Lo que ocurre es que el Partido Demócrata Cristiano definía,al régimen de Torrijos como "nacionalista y desarrollista","como un intento reformista sin real cambio de estructura" (estoes, a mi juicio, críticas de la izquierda); y finalmente como unrégimen que dio "cierto grado de promoción de sectores de clasemedia y campesina, junto al desplazamiento de los sectoresoligárquicos" (ODCA, 1976, pág. 17).

La explicación parecerá sorprendente, pero es real.¿Dictadura de 21 años? Por lo menos deberíamos restarle

el período que va desde 1972-1980.De no ser así, no nos podríamos explicar que el informe

además recoja la autorización para que los miembros delPartido Demócrata Cristiano acepten puestos técnicos en elgobierno que no impliquen identificación política. (ODCA,1976, págs. 18 y 19).

Ya no sólo es coincidencia, es reconocimiento de logros,sino que simple y pura colaboración con el régimen (¿dictadu-ra?) de Torrijos.

La pregunta que nos preocupa sigue siendo la misma: parael Partido Demócrata Cristiano ¿fue lo mismo Torrijos queNoriega? ¿Cuándo empezó la dictadura? ¿Quiénes de los quesuscribieron los anteriores documentos se "des-dicen", ahora

de los mismos? ¿Tiene todo esto que llevamos algo que ver conaquello de la falta de moral o, lo que es peor, la doble moral enpolítica?

5. "legro non tropo, ma con bríoNo cabe duda, por lo menos ami, que el largo recorrido del

Partido Demócrata Cristiano (1956-1990) ha sido un viajehacia la derecha política, un largo proceso de conservatizaciónde su pensamiento, y de violación de sus propios programasiniciales.

Mientras fue un pequeño partido sin posibilidad de accesoal poder (periodo 1956-1980) resultó ser "antiimperialista","antioligárquico", "nacionalista" y hasta popular, pero a partirde 1980 su programa politico deviene en todo lo contrario,acentuándose los razgos conservadores que, como hipótesis,podemos atribuirlo a tres hechos:

A. A la derechización del pensamiento político de lospartidos demócratacristianos de América Latina (con excep-ción. quizás, del Partido Demócrata Cristiano de Uruguay) y sutransformación en la " opción" del imperialismo pan nuestrospaíses. Reflejo de lo que alguien ha denominado la década delos 80 y que en nuestro país se ha reflejado en el predominiosobre la dirección del "movimiento democrático", por parte delPartido Demócrata Cristiano.

13. Un cambio de la directiva interna del propio PartidoDemócrata Cristiano, que ha consolidado y homogenizado su"dirección política", ahora sin fisuras de ninguna especie (ladirección política de Ricardo Arias Calderón).

C. La falta de una verdadera alternativa popular y de-mocrática (aunque sólo hubiera sido socialdemócrata), quecondujera a una salida distinta a la crisis nacional de losúltimos 5 años.

El Partido Demócrata Cristiano panameño, aval político dela invasión norteamericana del 20 de diciembre de 1989, se haconstituido en la opción más moderna de la nueva derechapanameña, sustituyendo con ello a los viejos partidos oligár-quicos y populistas, desgastados por el simple transcurso deltiempo. Sobre ellos habrá que poner la vista con sumaseriedad. El futuro nacional dependerá de ellos y de nuestracapacidad de enfrentarlos." Miembro del comité directivo del CELA, dentista político, profesor dederecho de la Universidad de Panamá.