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    Enciclopedia de la filosofa mexicana. Siglo XX.

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    LA ESTTICA EN MXICO. SIGLO XX

    Por Mara Rosa Palazn

    I UN DISCURSO AUTORREFLEXIVO SOBRE LA ESTTICA

    Introduccin

    En 1913, en la Escuela de Altos Estudios, Antonio Caso inici en Mxico la esttica como

    asignatura de filosofa. Uno de sus alumnos y continuadores fue Samuel Ramos. Desde el

    marxismo, aunque no slo desde esta perspectiva, la retom Adolfo Snchez Vzquez en

    su Seminario de Esttica (UNAM), que imparti durante muchos aos, formando escuela:

    marc un hito que mostr la importancia que esta disciplina ha adquirido en el mundo, y

    en la prctica mostr que era menester insuflarle ms vitalidad en Mxico. En esta

    enciclopedia, el director, Gabriel Vargas, me pide que resalte sintticamente mi libro La

    esttica en Mxico. Siglo XX (Fondo de Cultura Econmica), 452 pp. Frente a la

    abundancia de autores, me impuse resaltar sus dilogos, sus encuentros y desencuentros,

    en los asuntos en que inciden los filsofos de esta especialidad. Cambi parcialmente el

    orden del libro en funcin de la brevedad. El grosor de estas pginas es mayor del que

    optimistamente esperaba.

    Alexander Baumgarten (1758) abund en que aisthesis significa sensibilidad o

    percepcin (la sensibilidad y la parte mnmica), y la deriv una suerte de conocimiento

    inferior, armnico, siguiendo a Kant; preocupado ste por la teleologa, en una primera

    parte de su Crtica del juicio, valor las artes (a mi juicio la msica) y la naturaleza como

    una finalidad sin fin, que sugiere ideas no-precisadas. Snchez Vzquez enfatiz que el

    gusto depende de una relacin perceptiva singular con el objeto y con sus elementos, que

    desde cada escorzo se enfatizan. Cmo sabemos que las percepciones son iguales?,

    para Xirau slo apercibimos las ajenas y percibimos las propias. Luego, el lenguaje, lasemiotizacin es la que nos comunica colectivamente. Sin embargo, la parte esttica del

    cuerpo fue estigmatizada por la filosfica mstica, a partir de Platn y Plotino. Para Mara

    Zambrano el platnico amor al saber es el ascetismo de la dikaiosyne: entierra el cuerpo

    para ofrecer una vida que ya no es vida. Si nada tiene que ver con la materialidad, no

    existira la arquitectura como arte, dice Ramn Vargas. Mario Teodoro Ramrez Cobin

    defiende la materia como base sin la cual no existira ningn saber emprico ni la misma

    tica (la injusticia se comprende cuando se mira). La experiencia esttica es psicofsica,remata Mario Teodoro Ramrez Cobin. Juliana Gonzlez y Lizbeth Sagols trabajan este

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    asunto con Nietzsche. Cresenciano Grave asume la misma defensa con Kant y

    Schopenhauer. En mis Reflexiones sobre esttica... califico de falacia de composicin esta

    reduccin a lo fsico o a lo intelectual-afectivo. Ahora bien, reducir la experiencia esttica a

    la vista y al odo es una simplificacin, porque los sentidos operan en conjunto. Alberto

    Hjar considera que estas reducciones han quedado en manos de intermediarios que

    deciden qu es el gusto refinado y el burdo. Si se dice buen gusto o mal gusto, es porque

    el gusto es el primer sentido de la vida (se mama) y el beb se introduce en la boca cuanto

    objeto llega a sus manos.

    Tanto Ramos como Snchez Vzquez dijeron que la poesa no es reductible a

    emociones porque hay lenguaje referencial emotivo y emociones referenciales. La

    epistemologa y filosofa de las artes tomaron la delantera en los estudios. El paradigma de

    un saber sistmico u holstico, a saber, de una realidad estructurada de manera tal que si

    se altera una parte se altera el todo, ms el sentido histrico, la no repeticin de un

    fenmeno predecible con una probabilidad, sino al azar (sabiendo los resultados no se

    sabe cul ocurrir), ms las incertidumbres, la explicacin de hechos nicos (el Big Bang,

    por ejemplo), ms la esttica, los sentidos y la sensibilidad, base del conocimiento

    emprico, nunca se pudieron desechar como tema de estudio. Asimismo, la belleza,

    creatividad o poiesis, des-automatiza la percepcin (su contrario es la anestesia).

    Cientficos como Wittgenstein la enfatizaron, por ejemplo, como hallazgos bellos de la

    imaginacin, en este caso de la matemtica. A. N. Whitehead subordin la verdad a la

    atenta, imaginativa y expresiva belleza; Jaime Labastida, en nuestro pas, habl de la

    sensibilidad que sobreviene con la praxis revolucionaria. Tambin han vuelto a la discusin

    los vnculos estrechos de la esttica con la tica, que fueron planteados por Aristteles,

    retomaron Hegel en la Fenomenologa del espritu y Schiller en Kallias con la misma

    directriz de la espontaneidad o prcticas colectivas que, sin embargo, se auto-conciben

    ligadas a la tica y slo posteriormente a la moral, de manera que deja de ser moralmonstica u obligada por los imperativos kantianos, particularmente el de tratar al otro

    como fin y no slo como medio. Humberto Maturana define la vida como autopoitica.

    Nadie ignora que la inteligencia es inseparable de la sensibilidad en su faceta de afectos o

    sentimientos. Luego, la aisthesisinterviene en todas las actividades y acciones humanas.

    1Aproximaciones al concepto de esttica.

    Adolfo Snchez Vzquez en su Invitacin a la estticaencara la vertiente que reduce estadisciplina a la filosofa de las artes o zona franca de pensar, en frase de Ramrez Cobin.

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    El primero argumenta que este lugar jerrquico es doblemente restrictivo: encierra lo

    esttico en lo artstico y limita las artes al coto cerrado de lo bello. Samuel Ramos haba

    puntualizado que la esttica es un rea central, que atae a la ontologa y se llena de

    categoras hasta en el terreno de las llamadas artes (por ejemplo, lo sublime, la cara

    siniestra del sentir. Eduardo Nicol asegura que cualquier producto artstico contiene lo

    sublime o siniestro, que de otra manera nos aplastara, pero que en las obras resulta un

    elemento indispensable, tesis que se adelant a la de Eugenio Tras, y el producto

    contiene, adems, lo cmico o lo trgico, o) que logran entremezclarse para el

    nacimiento del gusto (trmino indefinible porque es el presupuesto de todo lo que

    percibimos, de cmo obramos: reaccin innata que se va puliendo a lo largo de la

    existencia individual y colectiva). La experiencia esttica califica lo bello tras percibirlo

    como una unidad. Es el punto de partida y llegada que acompaa a la sensibilidad.

    Por su misma juventud, respecto a otras ramas de la filosofa, la tarea inicial de los

    filsofos mexicanos del siglo pasado fue caracterizar la esttica mediante un discurso auto-

    reflexivo. Como filosofa, la esttica tiene un alto nivel de abstraccin que, no obstante, ha

    de concretarse para no ser un discurso vaco; luego, empieza con la observacin sensible,

    y nunca ha de encerrarse, sino basarse en actividades que no le pertenecen, aunque les

    sirven como punto de aterrizaje: una de stas son las teoras de cada arte aplicadas a las

    artes funcionales, a las auto-referidas, a las que llevan una semntica, a las puestas en

    escena, a las que ejecutan una partitura, a las de la imagen, a las de las cosas

    diseadas La deriva y la confusin ha persistido; en contra, advierte Ramn Vargas

    Salguero, si bien tales campos de anlisis evitan, por ejemplo, generalizar a las artes (hay

    quienes singularizan el sustantivo en arte) las diferencias especficas de cada una o

    unas. Tampoco la esttica es sinnimo del buen o mal arte, que echan mano de

    categoras inamovibles, a veces musicales, a veces de las artes visuales como armona y

    proporcin. La esttica que se interesa en la creatividad registra las variablesapropiaciones axiolgicas que emiten los crticos, tareas que quedan fuera de su

    competencia, si bien describe cmo se van concretando en la devenir espacio-temporal. La

    esttica prescriptiva, ense Ramos, comete ingerencias en lapoiesis, como si se le dijera

    a un astrnomo qu debe estudiar y cmo. Tal fue la postura de Ramos en contra de

    Worringer y Vasconcelos, que encumbraron las normas del arte clsico greco-romano

    como el eterno valor de la belleza, ignorando las transformaciones estilsticas que han

    existido. Snchez Vzquez tambin insiste en que la esttica prescriptiva no es reductibleal esencialismo, vuelto de espaldas a la realidad, en lugar de mantenerse en una actitud

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    expectante de lo que dicen los crticos y las valoraciones grupales o ms generalizadas.

    Muchas de estas derivas, por ejemplo, que el arte verdadero es el realista, redundan, para

    el ltimo filsofo mencionado, en una falacia de composicin: juzgan el todo por la parte, y

    no es aplicable a las artes como la msica, la arquitectura, la cermica, ni siquiera a los

    gneros (escuelas) o variables una misma (por ejemplo, la pintura no figurativa). Alberto

    Hjar le reprocha a Justino Fernndez su ponderacin de la Coatlicue, el Altar de los

    reyes y El hombre en llamas de Orozco como cumbres de la plstica mexicana: los

    gustos personales facilitan ocasionalmente la experiencia esttica y auxilian en el

    aprendizaje de ciertas obras, pero son injustas y ciegas. A veces generalizan a las dems

    artes, en una suerte de metonimia espuria, unas normas; como hablar de la proporcin

    literaria, por ejemplo. Adems, el esteta ha de tener la mente abierta a las innovaciones

    tcnicas, el cine ilustra, tomando en cuenta los procesos de su aprendizaje que

    condicionan su valoracin dentro del resbaloso terreno de las artes en movilizacin

    permanente.

    1. 1 Esttica y teoras e historia de cada arte

    A partir de El significado de las artes visualesde Panofski, Nstor Garca Canclini habla de

    la convergencia del esteta y la descripcin que hacen los historiadores de datos sensibles

    comprobables, en el entendido de que son tareas divergentes, as se le puede salir al paso

    a doctrinas rgidas, unilaterales y dogmticas en comparacin con el dinamismo que

    registran con cuidado los historiadores del arte. Coincido con la distincin entre la esttica

    abierta y la mala o preceptiva. Sin embargo, cabe represar la tesis sartreana del

    compromiso que asume quien dice no comprometerse, o con las observaciones de

    Snchez Vzquez sobre la ideologa de la neutralidad ideolgica. Me explico. Desde que

    Arthur Danto, entre muchos, atac, con razn, las pretensiones de las bellas artes,

    concluy que nada es arte, y esto dice que todo es arte. Y henos ante el arte kitsch, light,el diseo del no-diseo, las degradantes y degradadas casas de inters social, el arte

    conceptual, reducido a un contenido filosfico que slo captan los iniciados (si es que lo

    captan). Cabe una aclaracin, la historia artstica del siglo XX lanz una serie de protestas

    contra las valoraciones y mercantilizacin de las artes y en el siglo XXI se est dando este

    hecho dentro del feminismo. Pienso que fueron y son manifestaciones vlidas, una especie

    de panfletos que, en algunos casos, el esnobismo ha elevado al nivel de productos

    artsticos. La fuenteo urinario de Marcel Duchamp, enviado al Saln de los Independientesde Nueva York, lo firm como Mr Mutt y lo acompa con el mensaje de que haba surgido

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    de un acto de indiferencia visual. Protesta conmovedora es el de Nicola Constantino: una

    mujer invita a baarnos en una alberca donde el agua es su liposuccin. Hacen falta, pues,

    los panfletos en esta poca anmica, o enferma, en crisis profunda; empero no debe

    aceptarse, cuando es el caso, sus pretensiones de ser un objeto o hecho necesariamente

    artstico. No lo es ni lo pretende ser, a menos de que las artes hayan desaparecido, lo cual

    es una hiprbole insostenible, porque nadie puede decir que, si bien abundan actualmente

    las pretensas obras de arte, perdieron sus aspectos tcnicos, inventivos, y el juego de

    facultades que portan y a que invitan.

    A la esttica no prescriptiva le interesa la potica como acto creativo; pero ella no

    es la potica en ninguna de sus acepciones: no es crtica semitica o estructuralismo,

    tampoco le est permitido tomar partido por el proyecto de una corriente o escuela

    (acepcin que usaron Galvano della Volpe, Umberto Eco, Rocco Musolino y Michel

    Beaujour): el comprometerse con unas normas y orientaciones niega las precedentes. La

    esttica est por encima de las poticas: son su material de estudio para comprender la

    dinmica arborescente de las artes. Asunto que Ramos pone en claro respecto a

    desautorizacin que hicieron los surrealistas de Anatole France.

    Cuestin ardua es descifrar cmo se ha considerado en diferentes sociedades y

    tiempos lo que actualmente se llama arte: las funciones que se le han atribuido a las

    distintas obras a partir de la experiencia esttica, la axiologa que ha generado y la manera

    en que evoluciona. Es verdad que la esttica tiene que estar en contacto con la etnologa,

    la poltica, la economa y los rituales; tambin, con los comuniclogos y socilogos para

    saber de qu modo se producen, distribuyen y consumen los hechos y las cosas con

    pretensiones artsticas. Adicionalmente, debe girar la mirada hacia las otras disciplinas

    filosficas: ontologa, tica, religin, epistemologa Asimismo, es inevitable que se

    descubra la metodologa del enfoque de los historiadores, o crticos, o: sus soportes,

    aceptados o rebatidos, son la fenomenologa, el estructuralismo, las tesis positivistas,sistmicas u holistas, la hermenutica... No es, pues, lo artstico un comportamiento que se

    puede descubrir en s mismo. Para que la esttica prescriptiva no ponga una camisa de

    fuerza al impulso creador diversificado, hemos de observar, como seala Snchez

    Vzquez, que es un rea con sus diferencias especficas, a la cual se atribuyen diferentes

    objetivos. Adems, es menester saber si las categoras utilizadas por los estudiosos

    cumplen, y hasta dnde, los objetivos que se propusieron en los discursos exegticos y

    heursticos de los entes artsticos con una hipottica autonoma (relativa). Como filosofa,la esttica incurre ms en las dudas y los cuestionamientos que en una teora firme e

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    inamovible. Si logra que se generen nuevas teoras en su rea, habr cumplido con su

    tarea.

    A partir de Whitehead, Xirau escribe que la belleza mayor o potica depende de

    vnculos dinmicos entre sujeto y mundo; sentido del cambio y cambio de prehensiones,

    de los sentimientos y de la capacidad de valorar o sentir gusto con un objeto concreto con

    espontaneidad creadora. La comunicacin depende del lenguaje con que estn formadas:

    se han convertido en signos las realidades culturales. Nicol complementa: hemos

    entendido y transformado las sociedades interpretndolas como medios expresivos que

    hacen ms y ms complejo el valor de verdad. Las artes unen sintaxis y semntica,

    significado y sentido; otras su significado y sentido dependen, en ltima instancia, de su

    utilidad (la arquitectura, el diseo y la cermica, por ejemplo). Hjar advierte los peligros de

    la hipstasis de la lingstica, olvidando las diferencias especficas, sea el caso de mirar el

    cdigo literario solamente con la msica. Adems, la experiencia esttica ha de reconocer

    la pluralidad, los materiales y formas compositivas en cada campo. Lo que conlleva que

    nadie tiene una sabidura que abarque a todas las artes, sino de una, o unas pocas,

    escribe Ana Mara Martnez de la Escalera con Walter Benjamin. Es menester saber qu

    es la obra, en qu arte de inscribe, qu dice, cmo se expresa y para qu (aspectos

    locutivo, elocutivo y perlocutivo en palabras de Austin), afirmo, hacindome eco de

    Snchez Vzquez. Los filsofos mexicanos han destacado tales complicaciones en la

    danza, la pera, la caricatura, la escultura y las artes plsticas en general, el jazz, los

    performances, los medios audiovisuales como el cine y el video Se preocuparon por las

    pinturas al leo, al fresco, la litografa, la acuarela, la desterritorial izacin, en palabra de

    Garca Canclini, de los procesos simblicos ligados a los avances de la electrnica Alicia

    Montemayor observa que desde Scrates, Platn, Aristteles y Cicern, pasando por

    Leonardo de Vinci y Winckelmann, entre otros, se han establecido dudosas equivalencias.

    Por ejemplo, en Grecia se habl de la pintura como una techn retorik, trmino forenseque toma prestado un vocabulario de la medicina, de la poesa, la retrica y de la filosofa.

    scar Olea considera que no es esclarecedora la visibilidad interpretativa de las imgenes

    si se analogan las semiticas del espacio con signos verbales. En el cuadro operan los

    ejes corporales, los esquemas compositivos, la gravedad de los cuerpos. Martnez de la

    Escalera investiga la escenografa como espacio sintagmtico que soluciona los lmites del

    proscenio, amplindolos con la caja italiana. Caldern, Lope de Vega y Quevedo

    exigieron ngeles que vuelan. La escenografa crea con telones y bambalinas espaciossimultneos y sucesivos. Las analogas visuales, o eje paradigmtico del discurso, y la

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    retrica del teatro con su semntica propia exigen, sigue esta filsofa, una mirada

    soberana. Arai (en un archivo indito) y Ramn Vargas estudiaron la arquitectura con su

    geometra interna y permetros que la resguardan. Las artes son tan distintas en sus

    materiales, en sus mensajes y en sus usos que es imposible jerarquizar una como superior

    a las otras. Por supuesto que los estilos requieren, en cada arte, un conocimiento para que

    el receptor guste de la oferta.

    Ahora bien, Kant atin en que el juicio del gusto autntico no explicita

    argumentativamente, pese a la opinin de Tomasini Bassols, porque los conocimientos se

    encuentran en una reserva mnmica, o porque slo aspira a una coincidencia, a una suerte

    de comunin que fortalezca los lazos entre los interlocutores, si bien tambin los difumina

    en otros casos. La crtica s argumenta, de kriteriono facultad de juzgar y de las reglas o

    normas. El crtico coloca la pieza en un contexto, en una situacin histrica y describe sus

    formas y significados y sentidos. Se manifiesta como un artculo o libro y, en el caso de

    ser un texto lejano en el espacio-tiempo, la hermenutica filolgica lo anota, dependiendo

    el tipo y cantidad de las notas segn a qu pblico se destina su investigacin y depende

    del gnero (los peridicos y revistas de siglos anteriores y hasta obras literarias requieren

    una amplia anotacin).

    Debido a las descripciones, la crtica estructuralista acab siendo una exgesis llena

    de excrecencias terminolgicas. Garca Canclini en Las culturas hbridas afirma que es

    indispensable que se ubiquen los textos en su situacin. En El investigador como

    crticosostengo que esta labor auxilia a las interpretaciones pertinentes: es una tarea

    previa y, ocasionalmente, imprescindible, como vio Samuel Ramos, que antecede a la

    hermenutica fundada del receptor. Tambin es conveniente registrar las variantes de la

    literatura oral y saber que el cambio de canal vara todo, porque en el fondo lo oral y lo

    escrito y las distintas artes son incomparables: a veces una mala pelcula se bas en una

    novela o un guin excelentes, por ejemplo.

    1.2 La esttica como ciencia

    La exgesis de algunas reseas crticas se han ampliado a extensos tratados sobre

    el cdigo estilstico de la obra; sea el anlisis de Rulfo que realiz Joaqun Snchez

    Macgrgor. Llama a su proceder crtica cientfica porque descubre las estructuras

    subyacentes de la literatura rulfiana. El post-estructuralismo que se asom en la esttica

    de la centuria pasada subray que no slo hay un cdigo siempre igual (dice A. Hjar) yque se haba olvidado el papel del intrprete, sin el cual la obra enmudecera. La crtica

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    objetiva en palabras de Snchez Vzquez, centrada en la composicin, es positiva si, y

    slo si, estos anlisis inmanentistas y formales no desprecian otros criterios (sociales,

    contextuales): su debilidad es que omite la semntica, mediante ideas arraigadas en

    unas tradiciones especficas. Asimismo, olvida la diacrona, centrndola, si acaso, en la

    serie literaria. Su exceso de nominalismo est lleno de omisiones. Josu Landa tambin

    considera unilateral la semitica estructuralista. Samuel Ramos fue el primero en calificar

    esta crtica como pedante y afectada por la utilizacin de jergasdesmesuradas que, con

    una pasin crtica pretendidamente cientfica, admite y excluye las artes mediante juicios

    sumarios. Cuando es biliosa, la crtica niega la alquimia que vivifica las huellas artsticas

    del ayer, piensa C. Grave. Tambin la palabrera que llena de alabanzas que simulan el

    gusto confunden tipos de expresiones y revelan, quiz, que su autor no es crtico y s un

    oportunista. Las crticas flagrantemente negativas o que alaban sin fundamento son

    pesadas e indignantes, porque si el valor de la oferta cultural no pertenece a las artes, s

    es cultural. Ramn Vargas arremete contra las ensoberbecidas historiografas crticas que

    condenan al ostracismo (al limbo de lo innominado) la mirada de construcciones que

    resuelven las habitaciones con materiales de la regin y dependiendo de su clima.

    Tampoco es vlido que las ediciones, las fonetecas, las pinacotecas escondan o

    destruyen piezas de un autor para que no desmerezca. Este proceso es deshonesto

    porque la produccin de un emisor nunca es pareja en calidad, y coarta los intereses de

    sus futuros receptores, sus preguntas, y olvida el vaivn de las valoraciones artsticas a lo

    largo del tiempo. Para Josu Landa, no le sobra una pizca de impresionismo a la crtica con

    el fin de que invite a la recepcin de la pieza en cuestin.

    1.3Arte y religin

    Debido a sus frecuentes usos rituales, a su origen en el mythosy los ritos, las artes

    se ligan a la religin. El ser humano semiotiza su entorno: ampla la dimensin esttica dela cotidianidad porque lleva la impronta de mitos con sus smbolos y nociones religiosas,

    escribe Ramn Xirau. Samuel Ramos ya haba descubierto esta visin mistificadora.

    Segn Tomasini Bassols (tiene en mente bsicamente la msica y quiz la poesa?) el

    gozo llega a desligarse de sus primigenias sensaciones y se confunde con el xtasis

    religioso. Vasconcelos, a partir de las derivaciones religiosas que tuvo la termodinmica

    (veneraciones de la energa) en los romnticos, ms el catolicismo y los Vedanta, en su a

    prioriesttico sostiene que la imaginacin, las emociones y los razonamientos captan launidad o todo armnico, orgnico, de lo heterogneo: unidad sinttica (para el tema de las

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    obras como un holon, cf. artes y conocimientos). La obra potica y filosfica de Ramn

    Xirau se orienta a la fe en busca de la razn y a la razn en busca de la fe: busca lo

    numinoso (de nmenes, dioses); la imagen potica suscita el sentimiento de creatura en

    busca de Dios: en todo gran poeta lo sagrado est presente, alejado de las prosas

    profanas; intuye la unidad, el don y la gracia, o bien regresa a la msica callada de Dios.

    Dice Xirau con Maimnides, que la poesa no admite atributos, no es decible ni puede

    nombrarse, slo se insina su presencia con metforas y smbolos, o con el silencio del

    mstico. Para Josu Landa Goyogana, Bergson muestra que la religin no va del hombre

    hacia Dios, sino de Dios hacia el hombre; agrega que para Sartre existe una identidad

    primigenia entre poesa y plegaria; tienen un mismo origen y unas mismas funciones, pese

    a que se haya cambiado el orden ceremonial. Los poetas lricos metamorfosean el fracaso

    de ser Dios, pasin intil, en victoria o auto-redencin mediante la palabra y la experiencia

    gratificante de escucharla o leerla.

    II LAS ARTES COMO TRABAJO LDICO.

    En el enfoque praxeolgico de Snchez Vzquez, basado en Marx, las artes son la

    forma de trabajo de un autor, o fuente humana, que humaniza los materiales en signos que

    satisfacen necesidades individuales y colectivas. El obrar o prctica transformadora

    destruye un orden material anterior y aporta otro constructivo que se presenta como un

    bien. Tal praxis se inserta en unas relaciones de produccin sociales y en parmetros

    organizativos histricamente variables: al crear, el hombre se auto-produce, crea y recrea y

    cambia la vida. Por medio del prisma de su obra, las generaciones posteriores aprecian la

    labor artstica: el trabajo es el medio de ser y hacerse humano, observa esta filsofo con la

    Ideologa alemanade Marx. Ramrez Cobin completa, inspirndose en Merleau-Ponty, el

    logos aesthetico deviene proferikos, expresivo de su emisor y de su comunidad: con

    invento tras invento y al pulso de las ocurrencias nacen las obras. La praxis forma unbinomio con la tcnica o con los medios para conseguir un fin. Sus habilidades enfrentan la

    resistencia de los materiales e instrumentos para proveer de eficacia a un artefacto o

    mezcla de artefactos. Techndevino en latn ars, artis. Ramos anota que la potencia se

    pas al acto que genera bienes expresivo-comunicativos, de previsin y explicativos;

    adems se apoyan unos a otros.

    Dentro de esta apoteosis de hipottica diferencia, el trabajo artstico es ldico; el

    juego artstico no es pura espontaneidad, dice Caso: no se juega a la pelota con uncuadrado ni el nio escenifica una escena familiar al margen de la organizacin que

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    conoce. El trabajo de las artes exige comportamientos limitados por unas normas que se

    combinan con la relajada libertad poitica, aunque nadie ha hecho un producto

    absolutamente original, porque devendra crptico para sus receptores. Las huellas de lo

    histrico-social determinan los lmites de la normatividad, sigue Caso, y de la creacin.

    Ninguna obra artstica es cien por ciento novedosa ni repetitiva. Caso le objeta a Carlyle

    que enfoque la evolucin de las artes como un caos laberntico, tampoco es hija de una

    divinizada colectividad, como pens Taine, sino que las van haciendo individuos con

    nombre propio, aunque lo ignoremos. stos hacen pblicas formas compositivas y

    mensajes, sntesis nica y filiable. Cada corriente, gnero y subgnero siguen normas,

    algunas cambiarn si el emisor encuentra cmplices que le sigan en su trabajo ldico. Por

    la innovacin y unicidad de la obra, este gnero de praxis tiene bastante de incertidumbre y

    azar.

    El aspecto funcional se supo, pues, desde Grecia, resaltan Snchez Vzquez,

    Ramos y Vargas. Aristteles hizo una filosofa de la artesana, dice Ramos

    (cranftmanship). Paralelamente, se aislaron las artes manuales de las intelectuales, lo oral

    de la escritura, privilegiando a los nobles, a lo pulimentado; era la paideia griega y la

    humanitas romana. Hecho que Garca Bacca llama la falsa aristocracia ontolgica, que

    desfuncionaliza las artes, escriben Hjar y Garca Canclini. En la Grecia clsica, lo manual

    era la grosera y vulgar banausa. Sin embargo, los poderosos de entonces no dejaron de

    relacionar lo bello con lo bueno y lo conveniente. En el Renacimiento se defendi la unin

    inseparable de las actividades de las manos con lo conocimientos intelectuales, como

    defendieron desde Francis Bacon, Kant hasta Hegel. Los prejuicios negativos se

    descubren desde el siglo I. En la Edad Media se dividieron las artes en las tcnicas del

    hombre libre en: trivio (gramtica, retrica y dialctica) y cuadrivio(aritmtica, geometra,

    astronoma y msica). En la Ilustracin se enfatiz la creacin individual como resultado de

    la genialidad personal. Adems, se degradaron las artes frente a la ciencia porque nocubren necesidades bsicas (tampoco la arquitectura y la cermica?) En su Invitacin a la

    esttica, Snchez Vzquez informa que en 1747, Charles Batteaux acu la expresin

    bellas artes y en 1762 aparecen en el Diccionariode la lengua francesa. Sin embargo,

    quedaban desechadas la pintura y la escultura. Contradiccin que destaca Garca Canclini,

    a partir de Baudrillard y el poder del signo como distintivo de las personas. Los que

    detentaban el poder dominante no admitieron que se desecharan las pinturas y esculturas

    de s mismos, o sus mansiones, o Desde entonces tambin los espectculos en lugarespblicos se valoraron como inferiores, y desde el Renacimiento la firma oper como un

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    valor agregado, y lo impersonal fue un fracaso econmico. En el siglo XX sobrevivo una

    rebelin fuerte, de la que hablamos antes, y, por desgracia, lleg el aprovechamiento

    reiterativo y poco novedoso de aquella vlida protesta en su tiempo, y que ahora han

    rescatado las mujeres con sobrada razn feminista. La comercializacin lleg a lo que

    Vargas llama bisutera arquitectnica. Ha llegado la exaltacin musestica de tiles

    antiguos, el seguro que ampara las obras, la negacin de la funcionalidad plural de las

    cosas. El cumplimiento de las leyes de la belleza, en expresin de Marx que cita Hjar, no

    tiene un estatus clasista, porque existe el arte popular y til, pese a que su valor de

    cambio es inferior al de las piezas firmadas, excepto cuando se exhiben en galeras,

    boutiques y museos. La produccin, la distribucin y el consumo se encuentran

    enajenados por la mercantilizacin de las artes: su valor de uso se opaca ante su valor de

    cambio. Si bien su valor no se mide necesariamente por el tiempo de su creacin.

    Alberto Hjar se enfada porque se hace de la realidad artstica un espacio de ocio sin

    importancia, reduciendo el objeto a un sintctico juego intertextuale intratextual. Califica

    de dogma que se caractericen las artes como una actividad no seria, anttesis del

    responsable y productivo trabajo no ldico industrializado o repetitivo. Es verdad que el

    trabajo no deja de tener repercusiones sociales. Esta divisin entre juego y trabajo quiz se

    deba a que la sociedad est dividida en clases, una de las cuales se considera como

    animal de trabajo, desechable pen de ajedrez no calificado, mientras el otro se considera

    orgulloso de su genialidad y ocio espiritual, que se mezcla con el negocio, en opinin de

    Garca Canclini. En La literatura como juego escrib que dadas las condiciones de

    explotacin, la tecnologa en uso y la ideologa de la dominacin, as como el cada vez

    menos respetado ocio recreativo, ha sido necesario que se distingan las acciones

    acicateadas por la falta de bienes bsicos de la juguetona actividad movida por una

    plenitud que se concede la libertad de hacer lo que quiera, o concebir el trabajo (siempre

    tcnica) como una fruicin que motiva el gozo. Las artes son para la autoliberacin (Croceen versin de Caso) porque en la inventiva ldica jugar es ser jugado, repite Caso con el

    escritor Caldern. El problema de la ociosidad y exuberancia no es sencillo, porque los

    romanos pedanpanemet circenses, observa Samuel Ramos: el juego, o trabajo ldico no

    es un hecho perifrico u ocasional que interrumpe las acciones serias y responsables, sino

    una conducta bsica de la condicin ntica del ser humano. No es un lujo generado en

    contra de las necesidades, sino un corrector que satisface el dar y recibir, en palabras de

    Ramos.

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    Los juegos, observ Wittgenstein, son una familia de conceptos que se ampla o

    reduce a lo largo de la historia, esto es, no media, una cualidad compartida por el conjunto:

    los hay solitarios y sociales, de azar y clculo, de ejercicio fsico y sedentarios, de imitacin

    e improvisaciones, de vrtigo y de coordinacin gruesa o fina, de destreza musical y

    potica. Unos son competitivos, y otros, no. Y existen numerosas combinaciones de tales

    cualidades y las que faltan por citar. Extensin significativa y enigmtica que ha convertido

    al trabajo ldico en tema de la pedagoga, de las ciencias, del deporte, de la economa, del

    psicoanlisis y de la esttica. Para sta las artes son juegos o trabajos culturales, lo que

    excluye diversiones sin trabajo. En El juego y los hombres, Roger Caillois clasifica las artes

    en: agonales, de simulacin o mmica, de vrtigo y de apuesta. Aunque ste sea un uso

    corriente de juego, hemos de atender a la recomendacin de Huizinga de no llamar juego

    a las diversiones inactivas en aparatos mecnicos o sin la intervencin del trabajo (el

    vrtigo s es artstico en el caso de la danza, los derviches y los voladores de Papantla, por

    ejemplo), y la apuesta no atiende al transcurrir del juego, sino nicamente al resultado y a

    la ganancia personal.

    Bajo la influencia de las Cartas para la educacin esttica de Schiller, Antonio

    Caso sostuvo que el juego no se circunscribe a unas caractersticas definitorias al margen

    de sus interpretaciones sociales: es un comportamiento de sobreabundancia de energa,

    un demasa vital, un trabajo hecho con cuidado, que en la modernidad rebasa la mera

    obtencin de bienes satisfactores de necesidades bsicas: en nuestros das se remite a

    otra dimensin, aunque esta escisin entre juego y supervivencia no se entiende. Durante

    la infancia, jugando aprendemos a cumplir algunos papeles sociales y adquirimos

    habilidades de coordinacin gruesa y fina. Si nos gusta nuestro trabajo, descubrimos

    cunto oculta de juego oculto, secreto, lleno de sentimientos de culpa enmascarados en el

    teatro de la seriedad, porque si careciera de gracia ldica, lo realizaramos de manera que

    delatara su procedencia del aburrimiento. Las artes son asiento de la libertad y la fantasacreadora y su hallazgo de la belleza que es o debera ser compartida universalmente en

    tanto remanente de lo arcaico y lo nuevo.

    El trabajo ldico se rige por normas que no sealan exactamente los modos de su

    realizacin juguetona, sean el caso de una escuela, un gnero o una corriente (que

    cambian con un ritmo rapidsimo en la poca moderna a diferencia del arte bizantino),

    aunque s sus frenos: no puede haber literatura sin sintaxis ni semntica, o pintura sin

    colores o msica sin ritmo, armona y meloda. El juego tiene dones teraputicos porqueabarca nuestras potencias sociales. Algunas alteraciones de la personalidad se han

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    detectado porque el individuo rechaza ser dirigido por otros; se obstina en no integrarse en

    la comunidad porque confunde viejas y nuevas reglas o les niega valor. Es el eterno

    tramposo que muestra su sadismo y su exacerbado espritu de competencia.

    El trabajo tiene connotaciones negativas opuestas a la creatividad personal; empero

    podra vivirse como accin gozosa que nace y regresa a la solidaridad humana. Se

    concibe, empero, como lo que somete, la maldicin derivada del pecado original (Gn.3, 19)

    con la pena de su obligatoriedad. Desde el capitalismo industrial y post-industrial faltan

    ms y ms las pausas de recuperacin o los tiempos de ocio y recreo. El disgusto por las

    trabas que provoca, dice Ramos, irritan, frustran las potencialidades innovadoras que el

    trabajo debera fortalecer. No obstante, a mayor avance tcnico o automatizacin de las

    fuerzas de trabajo, el obrero se idiotiza, escribe Snchez Vzquez con Marx, como

    ejemplifica Chaplin en Los tiempos modernos. Ramos dice que de la tensin diaria surge

    el deseo de un descanso o consuelo liberador: el ocio frente al neg-ocio. Se juega durante

    el tiempo derrochable, como un pasatiempo o pausa de recuperacin frente a los deberes,

    un vagabundeo contrario a las obligaciones: leemos una novela para disfrutarla, quiz

    obteniendo gozo con la tragedia que comunica. La energa ldica conquista la variedad

    artstica, motivndonos a que rememoremos el gusto que nos dej. Las artes son asiento

    de la fantasa creadora, como vimos. Su recepcin es seria, tensa y, asimismo, distensa:

    no son broma o relajo, concluye R. Xirau en Ars brevis. Al juego le son inherentes los

    vaivenes entre la solemnidad, la entrega y el entusiasmo alegre: los vaivenes entre rigor y

    regocijo, entre humor y tragedia, repito con Gadamer. Son gracia o mezcla de lo bello y la

    sublimidad. La relacin es simtrica porque el gozo tambin califica la gracilidad de

    realizar la obra.

    El juego cultural, especialmente el artstico, no dota de una disciplina, aunada a una

    fuerza creadora que no slo expresa una fuerza religadora, sino que facilita gozar de un

    presente que fuera de lo ldico tiende a escaprsenos. Disfrutamos el tiempo actual deelaboracin y de comprensin deleitosa como un ahora. Lo cual no niega que algunas

    inscripciones artsticas quedan como herencia para las generaciones futuras. Para Alfonso

    Reyes el espritu clsico am el presente porque no hay modo ms digno de vivir que

    realizar los instantes de la vida sin sacrificarlos siempre por un maana cuya consecuencia

    est en la muerte de que hablan las religiones. Adolfo Snchez Vzquez investiga el

    espritu del poeta enraizado en el hoy, o duracin del presente, en Sneca, Gngora,

    Bcquer, Antonio Machado, Azorn y Unamuno. Para Snchez Vzquez el hombre segurode s, gozoso y creador no hace de su finitud su preocupacin esencial: los poetas que

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    construyen en el abismo del arte de bien morir slo ofrecen lamentacin y desesperanza.

    Se vive gozosamente cuando se juega, cuando se prolonga el lapso de crear y recibir la

    obra de arte, objetivos que debieran impulsar a no traicionar el don precioso de la vida,

    apunta A. Reyes. El saber del instante con su germinacin verbal es comercializado por

    los medios masivos de comunicacin, manipulando lo esteriotipado: ofrecen una vivencia

    desechable que dista de ser ingeniosa y el ocio positivo de la recreacin.

    Los juegos competitivos o agonales aspiran al xito o al fracaso. Se enfocan al xito

    o al fracaso. Se dividen en privados o pblicos. Los certmenes de lucha y reto y fiesta

    propenden a mantener unido al pblico de uno de los bandos al terminar la funcin. En mi

    artculo citado opino que la teora econmica de los juegos de Neumann y Morgenstern

    definen los juegos como las conductas limitadas por reglas que permiten al jugador

    seleccionar las estrategias que le asegura mayor ventaja. Sin embargo, la trampa es que

    establecen una simetra entre juego y competencia, habiendo juegos sin competencias y

    competencias laborales que no son juego, sino desgastantes pugnas o pragmatismo de los

    medios destinados a derrocar y violentar al otro en las carreras personales de ascensos

    (tal juego deja de ser un fin y s un medio): en su quehacer el escritor no compite con nadie

    en particular, aunque se juega el prestigio cuando hace pblica su produccin. Hay artes

    de competencia. El desequilibrio entre lenguas que se escriben y las dominadas que no se

    escriben destaca la tradicin agonal que pasa de boca a odo. Las justas del bien decir o

    poiesis restituyen al lenguaje su aspecto imaginativo, sean el caso los hacedores de

    haiks, los huapangueros y los cantantes de balonas con su reto alternado de preguntas y

    respuestas (procedimiento que usan los abogados que oscurecen el valor de justicia). En

    la competencia, sigo, existe una dosis de porfa (Eris en griego). Pese a que la porfa

    importuna la belleza moral, los juegos que son un trabajo ldico exigen destreza,

    conocimiento, perseverancia, creatividad y gozo mientras se desarrollan. La victoria es

    menos importante que el jugar mismo. En tanto son contiendas juguetonas, acallandisensiones: se desarrollan dentro de cierto espacio; aun cuando el desenlace raramente

    incide en la vida de los competidores y espectadores, la victoria se celebra afianzando la

    liga comunitaria de quienes manifiestan el xito de hacer lo que quieren.

    Por desgracia, se desasocian el trabajo como juego de lo trabajoso y serio. Estn

    en desaparicin las declamaciones pblicas de los bardos, los cuenteros, las puestas en

    escena en plazas pblicas y tantas expresiones que fueron muestras gozosas de lo

    ldico. En el ambiente familiar los adultos contaban historias maravillosas a sus hijos onietos; hubo ms lectores, cinfilos y paseantes que disfrutaban mirando las edificaciones

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    y el paisaje. Actualmente el ocio no es recreo. Apoyndome en Huizinga y la Escuela de

    Frankfurt digo que a medida que avanza la historia se separan las labores productivas de

    la diversin recreativa. La filologa muestra que en varias lenguas (el griego arcaico, por

    ejemplo) y en sociedades poco tecnificadas, juego y trabajo eran un mbito nico, sin

    palabras que los diferenciaran. La represin se ha expandido en actividades que fueron

    recreativas, escribe Virgina Graue Wiecher a partir de Eros y civilizacinde Marcuse: las

    prcticas sagradas fueron juego que apelaban a la reaccin sensible, a la coparticipacin y

    al recreo. La cultura en sus orgenes se jug: narraciones, versos de la oralidad eran

    rituales entre los no distinguidos espacios de lo serio y el entretenimiento. La reprimenda

    no estoy jugando o no juegues conmigo habla de nuestra personalidad escindida y

    domesticada. Llamar al juego lo informal o poco serio acusa el desprecio de la gravedad:

    por asociacin de ideas sugiere lo informe, el caos, la negacin de que la obra artstica y

    festiva implique un trabajo tcnico-compositivo.

    Frente a lo aplastante de la tecnocracia y la homogeneizacin o unidimensionalidad,

    escribe Graue, Herbert Marcuse descubre que perdemos el esparcimiento vital en un trajn

    permanente; en una hiperestesia atolondrada, observa Caso. Se nos escapan las

    diversiones en embotellamientos en ciudades urbanizadas a la medida del automvil,

    asegura Martnez de la Escalera. Segn la utopa de Marcuse, analizada prolijamente por

    Graue, compramos instrumentos tecnolgicos para estar al da, nos sometemos al

    mercado, a la explotacin, a las represiones y a la enajenacin, escribe Snchez Vzquez.

    Si alcanzramos una sociedad justa, satisfactora de necesidades humanas reales, con una

    reparticin equitativa (y proporcional) de la riqueza y un ordenamiento democrtico, se

    deshara la oposicin mencionada a favor del trabajo ldico. Otro quiliasmo lo registra

    Snchez Vzquez en los Manuscritos econmico filosficos de 1844de Marx: la peticin

    de que los trabajadores obtengan una cantidad mayor de tiempo libre para cultivar el ldico

    trabajo artstico que elijan. O luchamos para que los quehaceres ldicos se siganrealizando y se incrementen, o aceptamos que nunca se han de realizar lo mejor posible

    nuestras potencialidades, dejando la ltima palabra a Tnatos. ste fue el mensaje que

    nos legaron A. Caso, J. Vasconcelos, V. Graue y A. Snchez Vzquez.

    III LA POIESIS

    Pese a lo atinado de las anteriores observaciones, queda en pie la distincin kantiana entre

    arte mecnico y las elitistas artes creativas que siguen un impulso vital, asunto que analizaMargarita Vera Cuspinera. Xirau parafrasea a Whitehead: las artes florecen por el espritu

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    de aventura que ofrecen. La belleza es mensajera de la unicidad, del producto que se

    opone, en general, a los industrializados diseos meramente reproductivos. La creatividad

    del arte popular o de las clases pudientes sorprende y des-automatiza la percepcin

    mediante su tcnica y sus ocurrencias, atribuidas frecuentemente a la inspiracin divina.

    Lapoiesismezcla un programa de anticipacin y los juegos mentales no conscientes, dice

    Mara Zambrano.

    3.1 Filosofa y poesa

    La temtica de las diferencias especficas desemboc en las dificultades de poner un coto

    entre filosofa y poesa. Mara Zambrano abord el asunto de la inspiracin: es el

    encuentro, el hallazgo venturoso, el don, la gracia que se explica como la convivencia de

    facultades o fuerzas mentales que actan a una y que no son fcilmente reconocibles

    durante el trabajo del poeta. Las ocurrencias no se entregan como premio a quienes las

    buscan, sino que llegan como acudidos a quienes no la desearon, y esto porque rompen la

    norma. Son a-normales. Es un regalo de lajaries, la caridad que rebasa controles. El poeta

    no se siente angustiado como el filsofo por sus carencias, sino que nada en el exceso de

    la gracia expresiva que lo desborda. Ramos ejemplifica con las palabras de Matisse de que

    la pintura es un recin nacido a quien sus padres requieren tiempo para entenderlo. La

    gloria del gran artista del verbo ignora la locucin, qu dice, y cmo lo dice o la ilocucin,

    porque la mente es superior al entendimiento. Es una reflexin del poder del cuerpo y la

    inflexin que rene la sensibilidad dispersa mediante un misterioso encuentro racional. La

    cigarra quisiera descansar pero sigue su canto. Es verdad que ha habido filsofos llenos

    de esta delirante lucidez que ana tcnica y prctica inspirada, opina Cresenciano Grave.

    Caso se detiene en las imgenes, organizacin cognoscitiva cercana a la esttica o

    sensibilidad, y ms alejada de argumentaciones abstractas: las imgenes establecen

    relaciones mediante lazos analgicos que revelan los residuos de viejas cosmovisiones.Luego, no es difana la distincin entre literatura y filosofa, ambas llenas de tropos. Mara

    Herrera piensa con Italo Calvino que el quehacer filosfico y literario son aguerridos

    adversarios. Uno establece una telaraa de relaciones entre ideas, y el otro se centra en

    nombres y atributos propios. Para Xirau, filosofa y poesa buscan el fundamento, el origen,

    las fundaciones y las diversidades. El filsofo, embestido de seriedad, se auto-representa y

    alcanza su perfeccin cuando se transforma en una construccin que vale por s misma o

    todo significativo. Los vasos comunicantes entre filosofa y poesa las perfilan como una

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    forma de saber exenta de misterio, por eso Bachelard es filsofo y poeta, y Bergson fue un

    gran filsofo por ser poeta.

    3.2 La imaginacin

    Cuando las tendencias ilustrado-racionalistas perdieron su prepotencia, porque el cuerpo

    tiene una complejidad que abri el horizonte de las interrelaciones de cada ego con los

    otros y con el otro s mismo que desconoce. En concreto, el trabajo potico de origen

    espontneo es afinado por la conciencia vigilante que, sin embargo, porta smbolos

    inconscientes y cargas afectivas. Zambrano redondea: el emisor permanece admirado

    porque esta modalidad de la expresin fue despreciada por los cientficos o filsofos

    encerrados en la ciencia y con-ciencia. Ramos registra que Heidegger pens que el habla

    es la ms peligrosa de las ocupaciones porque conoce el ser; y poetizar, la ms inocente

    de las ocupaciones, revela al hombre en su riqueza afectivo-intelectual, en sus

    complicaciones afectivo-cognoscitivas que, completa Caso, acaba sobrepasando los

    modos de hablar estereotipados: la poesa es la fundacin del ser mediante la palabra, y la

    palabra es el fundamento del ser. Incluso la imaginacin creadora rene informaciones y

    contenidos psquicos almacenados en la memoria, que en la vida no se resisten a la

    funcin potica. Para Ramrez Cobin el producto artstico emerge de una experiencia

    corprea mediante la imaginacin creativa (lo cual se aplica no slo a la poesa).

    Basndose en un altero de filsofos, Mara Nol Lapoujade analiza la imaginacin

    (Vermegen, capacidad, y fuerza creativa, Kraft) como un trmino polivalente que analiza

    la mente como una Gestalt formada por subestructuras con diferentes funciones, con su

    dinmica e historicidad. El individuo es siempre un obrero de la palabra, afirma Nicol; pero

    existe ms palabra desde que se invent el hacer potico. Para Gaston Bachelard es la

    raz de la ensoacin que incluso llega a los acudidos inesperados de la inteligencia

    cientfica, aunque no se expresa con la misma riqueza de figuras que la literatura. Lalabilidad de los procesos imaginarios en su obrar, dice Snchez Bentez, convierten al

    espritu en un observador de su alteridad, cuyos motivos pueden ser el fondo de una

    interioridad del ser del cual somos apariencia, escribe Lapoujade con Nietzsche, que

    humilla mediante el retorno de lo reprimido, completa Antonio Caso. El cuerpo descubre e

    interpreta el mundo y tambin inventa los fantasmas de un soador evasivo, sigue

    Lapoujade al comentar la belleza estupefaciente en la tesis de Andr Breton, o del

    fantaseador visionario que asocia lo que no se ha asociado antes. Para Nicol, el poeta se

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    expresa a s mismo dentro de s mismo: su perlocutividad difusa la deja para un interesado

    en un testimonio que invita a dejar salir las aptitudes y riquezas de su interpretacin.

    3.3 La catarsis

    La liberacin de temores o catarsis mediante el poema, segn Alfonso Reyes, es emocin,

    cultivo y cultura. Pero dependiendo del estmulo potico la catarsis se limita a ser una

    proyeccin que desahoga frustraciones ms que comprenderse. Lapoujade, con Fichte,

    articula tres fases del auto-conocimiento: el yo limitado que se reconoce como una unidad;

    el que se experimenta antagnico de su producto (anttesis) y aquella en que se asume

    como un yo completo y bastante hermtico. Ramos, adelantndose a la hermenutica

    actual, dice que tales inclinaciones y capacidades generalmente se conocen por la lente

    ajena, que se distancia del yo y se espejea en el otro. Tambin Snchez Bentez afirma

    que recibimos nuestro yo o moi(terminologa de Valry) mediante el lenguaje del testigo.

    Es un moiextrao a la previa idea de s mismo: es el ser contra el creer ser. El moi pur,

    metfora valeriana, es el cero matemtico, opuesto a la conciencia porque donde piensa el

    hombre es otro de aquello que cree ser. Somos ese otro que es el no-yo del yo, una suerte

    de muchos nos en el microcosmos del s mismo: nuestra personalidad est oculta detrs

    de sofisticadas mscaras que proyectan una individualidad peridica, en trnsito. Mediante

    un implexo o capacidad de producir, el espritu se observa lleno de potencialidade s,

    reacciones, deseos, transformaciones eventuales. Es algo sin rostro, el fondo innombrable

    que se escapa hacia la pluralidad de lo heterogneo. Moi pur es lo complejo de cada quien

    y un eterno misterio.

    3.4Desautomatizacin de la percepcin

    Snchez Vzquez recoge el descubrimiento de Shklovsky: los hbitos preceptales se

    automatizan; la contemplacin de una pieza artstica los despierta del letargo habitualmediante la creatividad. En direccin opuesta a la cotidianidad, Ramos escribe que la

    atencin se deshace de la distraccin debido al delirio de la expresin poitica. Para

    Rosa Krauze el poeta se compromete ms con la ilocucin que con la locucin, porque la

    belleza es la energa de la atencin gozosa, dice Snchez Bentez, sin embargo, por el

    esfuerzo que reclama el texto, el intrprete acaba divagando, se distrae, lo que lo invita a

    nuevas y nuevas apropiaciones de la oferta. Los efectos educativos de la literatura son

    contrarios a las adaptaciones, a la uniformidad de los hbitos. Para Alfonso Reyes lapalabra potica se guarda como un cofre de sonidos que, nacidos del canto, aunque no se

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    canten ya, a los cuales exigimos que resistan la prueba de ser cantados. Es oral en el

    fondo, amn de llenar de animismo y remanentes de lo arcaico.

    3.5 Teora de la Informacin

    Snchez Vzquez, basndose en Yuri Lotmann, dice que la obra literaria, creada con

    reglas gramaticales, de un gnero y un estilo, indicio de la redundancia, invita a un

    incremento de la interpretacin. El creador inventa descubriendo, afirma Snchez Bentez,

    porque el valor de las piezas artsticas no se encuentra slo en la novedad, sino en su

    antigedad profunda: hondas y ancestrales tendencias que manifiesta la mano con

    perturbadores elementos informativos. Ubicadas en un orden y contexto estilstico, se

    descubre la unicidad de la pieza, sostiene Alberto Arai (archivo personal). Olea considera

    que cuando hay trasgresiones mayores o menores, o entropa (cuando se dispersa la

    energa o un orden establecido), la informacin aumenta; cuando aumenta la redundancia,

    la informacin decrece. La novedad se mide con logaritmos. Usando el rigor matemtico,

    esta teora mide la carga de innovacin. Cuando la entropa sintctica se expresa con rigor,

    establece inferencias precisas. El diferir abre el comps de espera en el sintagma, dice

    Snchez Macgrgor, quien juzga que el incremento informativo marca la diferencia entre la

    buena y mala literatura. La singularidad, aclara Martnez de la Escalera, no elimina la

    redundancia, sino que la hace posible. Sea como fuere, la apreciacin axiolgica surge de

    la comparacin entre modos de componer. La informacin arquitectnica preocup a Arai y

    Vargas. Nicol atendi a la musicalidad del verso: su cadencia, tonalidad, ritmo, y Ramos

    subray que la poesa rompe con la naturalidad del lenguaje mediante expresiones dichas

    astutamente y no con artilugios de escaso rendimiento y poca solidez.

    Ruidoes, segn la teora de la informacin, el obstculo del proceso comunicativo

    (una prdida de una escritura, un edificio sobrepuesto, una mancha). Sin embargo, dice

    Snchez Vzquez, cuando se mantiene como un todo o unidad significativa, el ruido es unenigma informativo (como en la Venus de Milo). El buen arte destaca lo inesperado, dice

    Snchez Vzquez con Lotmann: contiene menos elementos de redundancia que de

    novedad o informacin. Snchez Vzquez pondera que la teora de la informacin de Yuri

    Lotmann no se reduce a la sintaxis, sino que exige el mismo trabajo con la semntica y la

    pragmtica, que conecta lo textual con lo extratextual. Para Snchez Macgrgor, A. Moles

    plane que se analizaran las dimensiones sintcticas el cdigo estilstico, la semntica

    el cdigo simblico y la pragmtica o las apropiaciones del texto. La informacin onovedad soporta el mayor nmero de interpretaciones: su originalidad se convierte en un

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    medio de comunicacin de mensajes. La informacin no es traducible, a menos que pierda

    sus efectos estticos.

    Ahora bien, la atribucin de originalidad escapa a mediciones porque el valor no slo

    est en la composicin mediante signos, sino tambin en las prcticas sociales que invitan

    a ser creativos en las recepciones, objeta Alberto Hjar. La mezcla de facultades creativas

    en la emisin y las recepciones: la sensibilidad, la individuacin y el pluralismo creativo es

    el verdadero dictum que muestra a las artes como un medio para la formacin humana: el

    hombre activo lucha contra el mutilado y pasivo. No obstante, Hjar se opone a que la

    genialidad haya regresado a partir de la teora de la informacin. Las artes se comprenden

    ligndolas a su crono-topo, porque un estmulo cultural es informativo cuando procede de

    un entorno alejado de nuestro bagaje cultural, y no se olvidan las artimaas poltico-

    econmicas que afectan su consumo. Incluso hemos asistido a competencias de

    trasgresin, o farsantes ritos de egreso, que han acabado en competencias inocuas,

    piensa Garca Canclini. Si las grandes rupturas fueran inherentes al arte autntico, la

    modernidad tendra mayores valores artsticos que el pasado, lo cual es insostenible.

    Reyes comentaba que tambin importa el deleite generoso de la obra menor en cuanto a

    informacin que retrata el acontecer diario, y que, a las larga, acaba siendo una obra

    maestra; por ejemplo, el lenguaje plagado de refranes populares de Don Quijote.Empero,

    es cierto que el mal arte apela al menor esfuerzo creativo o falta de imaginacin creativa.

    Garca Bacca aade que el ltimo comps de una composicin musical es tan imprevisible

    y sorprendente como el primero de los intermedios. Luego, difcil cosa es lapoiesis.

    Las artes son una forma de praxis destinada a ser consumida como modalidad

    cultural generadora de gozo cuando se observada en su riqueza, segn A. Snchez

    Vzquez. Los anlisis centrados en la composicin son insuficientes porque no consideran

    el papel del intrprete. Las artes son, pues, un tipo de trabajo gozoso que apela a la

    solidaridad durante las juguetonas emisin y hermenutica participativa. Xirau y GarcaCanclini, hablando del juego y la fiesta sostienen que el final de esta ltima ms que una

    forma de comunicacin es salirse de s, una explosin colectiva y solidaria, porque somos

    juego. Por eso las festividades se engalanan con las ldicas artes.

    3.6 La funcin esttica

    Haciendo suya la tesis marxiana de los Manuscritos de 1844sobre los mecanismos

    productivos mediante los cuales se crea un objeto para un sujeto y un sujeto para elobjeto, Ramos asegura que la contemplacin de las artes se piensa como lo inacabado: el

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    hermeneuta se atribuye tareas como refuncionalizar espacios o adaptar a su presente un

    sentido de los mensajes, oEl individuo visualiza esa forma de trabajo como fuerzas

    congeniales y se atreve a la con-creacin. Por lo mismo, adelantndose a la teora de la

    recepcin de Jauss y a la hermenutica de Gadamer y Ricoeur, Samuel Ramos asegura

    que los trminos creador y receptor son inadecuadas porque el objeto o hecho es una

    realidad nunca terminada, abierta a actualizaciones proyectivas dentro de la pertinencia de

    los sentidos del texto: porque se ofrecen como fiesta, las artes admiten ms proyecciones

    actualizadoras que otra clase de trabajo.

    Kant destac la autoteliao extraa finalidad sin fin: el receptor juzga algo como

    bello o gozoso sin ms objetivos. Snchez Vzquez acepta que el juego artstico se ejerce

    con miras en s mismo, no por el fin a que se orienta. El que juega valora el gozo por

    encima de los dems valores tericos y prcticos del estmulo (funcin esttica): el

    receptor se centra en la contemplacin gozosa desinteresada, aunque en otro momento

    cambie la jerarqua de la reaccin hedonista con algunas consideraciones sobre valores

    cognoscitivos y valores prcticos. Es decir, que las funciones de las artes no se anulan

    entre s. Yo ratifico que la funcin esttica es consecuencia de la relacin entre las

    funciones, aun cuando en algn momento la esttica sea la dominante. El arte no es

    suprafuncional. Incluso la funcin esttica es un valor de uso que satisface las necesidades

    expresivas y los deseos, haciendo ms efectivas las otras funciones del artefacto: donde

    se experimenta la experiencia esttica, los usos actuales y potenciales del estmulo se

    vuelven ms efectivos. El mismo sujeto no siempre se comporta autonomizando del objeto

    artstico, sino que alterna las funciones terica, prctica y esttica. Ramrez Cobin dice

    que el fondo de esta experiencia es sin fundamento o aparente vaco sin importancia a

    partir del cual puede darse el fundamento. Es verdad, sin embargo, que la conducta ldica

    es el fin principal: se juega bsicamente por jugar, por disfrutar la accin y la

    contemplacin con independencia de otros resultados: son un trabajo ldico. Yo apoyo aHuizinga: lo ldico son acciones perceptibles que desenvuelven inventiva y

    ordenadamente, segn reglas aceptadas, durante un espacio-tiempo limitado. Cuando la

    funcin esttica domina, las obras se alejan de las necesidades materiales bsicas; el

    estado de nimo de los participantes es de arrebato sagrado (en una consagracin),

    festivo. Los sentimientos son de tensin y elevacin que provocan alegra y abandono de

    la seriedad cotidiana.

    Samuel Ramos alerta sobre que esta actitud entre fin y medios se trasladasubrepticiamente a la obra en el inexistente art proper, purificado de funciones, siendo el

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    arte multifuncional. Ante la falaz dicotoma de arte igual a lo no til, Vargas se cuestiona si

    la arquitectura es un arte, porque su finalidad bsica es las habitabilidad: la comodidad, la

    conveniencia, el gusto y dems pticas alternativas de su uso; han de ser congruentes la

    apariencia formal de los interiores y exteriores con la estructura, los materiales y las

    utilizaciones, o valor lgico que nunca se constrie a lo mecnico-constructivo. Los

    juegos no siempre son pueriles; por ejemplo, la literatura no es realizable en el interregno

    entre la infancia y la pubertad, sino hasta que empezamos a ser dueos del lenguaje.

    La obra de arte invita al juego de facultades, a la sntesis de conocimientos, emociones

    y ocurrencias. En la recepcin, el ludismo artstico invita a una recepcin gozosa. Por lo

    mismo, Eduardo Nicol afirma que la poesa tiene su primer objetivo en ella misma, en su

    ser gustosa. Las artes que trabajan con imgenes tienen resquicios de parecido con el

    sueo; pero son trabajo vigilante, diferencia que facilita la conciencia de lo ficcional, escribe

    Snchez Vzquez. No son el incoherente devaneo para engaar a la censura, aunque su

    modo de oferta invita a los autores y a su pblico a relajarse, dando rienda suelta a sus

    deseos ocultos, a que afloren sus frustraciones.

    3.7La Einfhlung

    Caso resume que concurrir en el juego de la libertad y la liberacin se traduce en la

    complacencia y alegra en el obrar y el recibir lo obrado. Si los filsofos del siglo XX se

    acercaron algo a la hermenutica de Gadamer y Ricoeur, no exploraron la comprensin de

    un texto diferido, sino que la trabajaron como Einfhlungo empata. Antonio Caso propone

    la comprensin como el encuentro con el pensamiento y las emociones del otro, que tiene,

    piensa Ramos, una aplicacin sobresaliente en las artes. En la relacin en presencia, la

    comprensin del yo ajeno es una reaccin sin la cual no podramos sobrevivir: no

    sabramos qu hacer o decir segn las circunstancias. Adems, si no nos acercamos

    afectivo-intelectualmente a los otros, manifestamos un enfermo voyeurismo. La Einfhlungno es un acto lgico ni tico, sino un don esttico, califica Caso. Siguiendo a Fouill la

    divide en tres: A) frente el estmulo artstico nos dejamos ilusionar hasta perder la

    conciencia de que se lleva a cabo este don emptico. Sobreviene entonces la unidad de la

    variedad, o interpretacin del yo ajeno a partir del yo mismo. Desde que la literatura,

    escultura y la pintura se separaron de los mitosoriginales y de las ceremonias mgicas e

    iniciticas, invitan a ilusionarse con lo ficticio hasta el xtasis B) Se llega a ver el yo ajeno

    como otro que, no obstante, tiene parecidos conmigo porque es mi prjimo. Entoncessurge la Einfhlungcomo la apercepcin trascendental de las aptitudes y limitaciones del

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    V ARTES EN EL CAPITALISMO Y POSTCAPITALISMO.

    5.1Artes y sociedad

    Jos Luis Balcrcel describe las polticas artsticas y los debates entre artes y revolucin

    durante la presidencia de Jacobo Arbenz en Guatemala y las polticas culturales del primer

    sandinismo. Hace hincapi en el papel menor de la literatura en un pas donde el 25% es

    hispanohablante, pocos leen y menos escriben, y mayor del teatro, el que con el golpe de

    Estado fue obligado a la clandestinidad. Luego, Nuestra Amrica no es reducible a

    Latinoamrica porque olvida la riqueza tnica y las marginaciones del capitalismo

    dependiente. En concordancia con Augusto Boal (La esttica del oprimido), Hjar le

    preocupan las artes en los enclaves donde la poblacin es analfabeta y explotada. Como

    experto en corrientes, movimientos y cursos de arte contestatario los describe; en sus

    teoras y prcticas le interesan las etapas en que se revaloran las manifestaciones

    populares con triunfante vocacin de artsticas, y en los lenguajes de transgresin que

    apelan al humor y a la parodia contra el autoritarismo. Es partidario de articular la

    produccin artstica con la historia social porque, adems del recreo, promueven la

    produccin de los conocimientos sobre la realidad, las identidades clasistas, tnicas,

    genricas y nacionales que visualizan cambios posibles hacia la formacin de

    comunidades.

    Dentro de las rebeliones contra las injusticias del capitalismo, Adolfo Snchez

    Vzquez, Jorge Martnez Contreras y Josu Landa recuerdan cuando Jean Paul Sartre

    sostuvo que el compromiso revolucionario del escritor ser ms autntico cuanto menos

    ligue su obra a consignas partidistas. El autor con una ideolgica suya, autntica, influir

    en sus receptores acerca de, por ejemplo, la enajenacin social y denunciar lasmanipulaciones pragmticas de los medios de comunicacin, incluyendo a quienes,

    llamndose revolucionarios, tratan a los dems con la fealdad moral que se precipita en lo

    inautntico. Todos los estetas mexicanos concuerdan en que el arma de la palabra es

    relativamente eficaz en la lucha por la transformacin social porque, escribe Landa, es

    errado darle un papel mesinico a la poesa: convierte al escritor en un revelador del Ser,

    mago taumaturgo, entusiasmado, es decir, endiosado.

    Desde el punto de vista de la mujer, Ana Mara Martnez de la Escalera contrasta lasnarraciones de Silvia Molina con el abuso que hace el cine melodramtico mexicano de

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    una madre asexuada contra la que conspiran monstruosos villanos; ella acepta su destino

    con una resignacin que anticipa sus desgracias porvenir. El capitalismo, dice Snchez

    Vzquez, privilegia a una capa de poblacin dedicada a la contemplacin musestica o a la

    interpretacin de artes elitistas. Hay una tendencial hostilidad del capitalismo contra la

    faceta innovadora de las artes: las reduce a periplos sin rumbo; tema que Caso insina en

    prrafos aislados, y que Ramos afin, sealando que, por intereses comerciales, somos

    bombardeados por una produccin de baja calidad artstica. Adolfo Snchez Vzquez,

    seguido de un nmero significativo de estetas mexicanos, desarrolla extensamente esta

    problemtica.

    5.2 La tendencialhostilidad del capitalismo.

    Con la tesis 11 de Feuerbach, lema y gua, Snchez Vzquez se aboca a descubrir cmo

    las artes se insertan dentro de la base, modo histrico de produccin inseparable de la

    distribucin que realizan el Estado, las empresas dueas de salas, los espacios

    publicitarios (desde los que bombardean con mensajes subliminales, recuerda Hjar) y

    crticos que orientan el consumo. En las artes se reproducen las fuerzas de trabajo y el

    capital: las clases compiten, se excluyen, ventilan simblicamente sus diferencias y

    diferenciaciones y hasta se apropian recprocamente de sus gustos. Son canales de

    imposicin vertical donde poseer un objeto redituable aporta el prestigio social del signo,

    en perspectiva de Baudrillard, que hace suya Garca Canclini. Snchez Vzquez enfatiza

    las inversiones del capital en la produccin artstica, su distribucin y modos de sus

    consumos enajenados, meramente imitativos, fenmeno que generalmente va de las

    clases altas a las bajas. Critica el acento excesivo que separ la esencia humana (el

    trabajo) de la existencia histrica; perspectiva que afina: no se supera definitivamente la

    enajenacin mediante el desarrollo ilimitado de fuerzas productivas sometidas a los

    seores o amos econmicos de las artes. Postula que la hermandad originaria entretrabajo y artes es sometida en la modernidad; sin que se destruya del todo la libertad que

    media en la praxis artstica que adquiere cierta universalidad. Citando la [Introduccin a la]

    Crtica de la economa polticade Marx, asegura que el trabajo artstico debera tener una

    produccin y un consumo gozosos, dependientes de la innovacin y el buen uso tcnico

    compartidos socialmente. No es as. De este presupuesto hizo un uso central Jos

    Revueltas en sus escritos sobre enajenacin y des-enajenacin, concluye Snchez

    Vzquez.

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    Jorge Martnez Contreras destaca que para Sartre (Situations II) el fin de las artes

    es recuperar el mundo como es, pero como si tuviera su fuente en la libertad y la moral que

    hacen valer sus derechos. Las artes autnticas surgen de la imaginacin creativa, alejadas

    del obrar por encargo: entraan un sentido favorable a nuestra especie; se inclinan a la

    comunin entre miembros de culturas distintas, al gozo esttico convencido de que existe

    el no-yo (raz de la que surge la comunidad humana). La congenialidad nace tambin de la

    creativa presentacin literaria de un conflicto donde est en juego la libertad, resume

    Martnez Contreras el dictum de Sartre en Situations I. Para Snchez Vzquez el

    capitalista busca la plusvala, subsumiendo el aspecto cualitativo o valor de uso de la obra

    al cuantitativo valor de cambio. El capitalista trata las relaciones de trabajo, que al tenor de

    la inventiva mantienen y cambian enriquecedoramente la sociedad, por relaciones entre

    cosas. Destina las relaciones laborales a su obtencin de ganancias. Si no aumentan stas

    respecto a su inversin, niega el trabajo (artstico) y su resultado como improductivo, se lee

    en Historia crtica de la teora de la plusvalade Marx, resumida por Snchez Vzquez.

    Nstor Garca Canclini expone la poltica hegemnica capitalista y sus condiciones de

    posibilidad, enunciadas por Gramsci: la propiedad privada de los medios de produccin,

    cuyos dueos se apropian de la plusvala, el control de la reproduccin simblica, y la

    aplicacin de las maneras coercitivas que imponen las burguesas comercial, industrial y

    especialmente hoy la financiera mediante las cuales se aseguran de la propiedad de los

    medios para la obtencin de ganancias: son hostiles a las artes creativas del pueblo. En

    las eras industrial y postindustrial, escribe Snchez Vzquez coincidiendo con Fischer y

    Maritegui, al mercantilizarse el trabajo pierde su carcter expresivo diferenciado: llena el

    mercado con objetos iguales. La sociedad administrada, calificativo de Adorno, es

    propensa a liquidar la diferencia. Su mira est en la produccin en banda destinada a

    homogeneizar el gusto, segn la clase, el tiempo y el lugar, contribuyendo a moldear lo que

    Snchez Vzquez llama hombre-masa o Don Nadie, es decir, quien ha perdido suautonoma. Los bienes frecuentemente son de falsas necesidades. En tales circunstancias,

    los artistas mecanizan su labor, hacen su caricatura en un arte enajenado, negacin del

    arte y sus peculiares relaciones de produccin y consumo: para obtener el mximo posible

    de ganancias en el menor tiempo posible, se fabrican manifestaciones para el gran pblico

    consumista, situacin que se agudiza ms en la economa-mundo que uniformiza culturas.

    Vase la cada de las artes populares y su cada en lo comercial. Un parntesis: no toda

    obra de xito es mala artsticamente, dice Garca Canclini con Pierre Bourdieu. Pero seest agudizando que emisor y receptores no manifiesten la riqueza de sus facultades.

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    Extraados con su obrar no se reconocen en su actividad transformadora, comenta

    Balcrcel siguiendo Las ideas esttica de Marx de Snchez Vzquez. Silencio, olvido,

    espesa niebla en torno a las funciones de las obras de arte. Es costumbre ver carreras

    artsticas coartadas por falta de financiamiento: no se distribuyen los productos y los

    premios se reparten entre grupos de poder, decidiendo el destino de estos resultados. En

    la poca de comunicacin masiva, que ampla el nmero de receptores, las artes estn

    ms incomunicadas que nunca porque dependen de un control oligrquico y neptico, en

    palabras de Hjar, que va en direccin a la unidimensionalidad humana.

    Las ciudades se construyen a la medida de los intereses comerciales. Martnez de la

    Escalera analiza las estruendosas urbes que confunden a sus habitantes. El ciudadano

    vive bajo el imperio del trfico amenazante; las vas rpidas segmentan a las poblaciones e

    impiden la sociabilidad. Estamos inmersos en ciudades escaparate, adjetiva Hjar. En las

    manchas urbanas y megalpolis con sus zonas conurbadas perdemos vocabulario y nos

    hundimos en la soledad, opuesta a los antiguos vecindarios. Mientras ms asesinatos y

    sangre se miran en las pantallas, decrece, por temor, la convivencia. Las casas de inters

    social son jaulas de concreto, enjuicia scar Olea. La televisin impide la realizacin

    cabal de los sentidos, maquinizndonos y frecuentemente idiotizndonos cada vez ms.

    Lunacharsky, Francastel y Rubert de Vents, escribe Snchez Vzquez, han

    demostrado la enorme importancia del diseo en la industria; pero la tarea del diseador

    de agota en un proyecto por regla general impuesto. La devastacin ecolgica, las

    manifestaciones light y kitsch, escribe Snchez Vzquez (Hjar concuerda). La

    fragmentacin o conjunciones de expresiones heterogneas son debidas a la fascinacin

    por la tecnologa que admite como artstico cualquier pastiche. Dnde se perdi,

    cuestiona Olea, la tesis de Pico della Mirandola segn la cual la tcnica debe recrear el

    mundo en una segunda naturaleza que, armnicamente, establezca el reino del hombre en

    la Tierra, estableciendo, por ejemplo, la ciudad humana en sustitucin a la ciudad de Diosmedieval.

    El postmodernismo es una forma de ser moderno, afirma Snchez Vzquez con

    Lyotard, que remacha los clavos del statu quoy hace aguas por todas partes, porque, dice

    Hjar, es la versin del desaliento nihilista institucionalizado. Ni siquiera los intentos de

    escapar a la mercantilizacin (haciendo representaciones efmeras en que predominen los

    aspectos simblicos y las relaciones estticas completas entre actores y su pblico; los

    performaces, por ejemplo) han resultado victoriosos porque se los condena a la

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    con tantos medios de difusin para homogeneizar, acabando las diferenciadas

    preferencias de consumo porque el capitalismo puede absorber cualquier expresin con

    vocacin artstica o no. Asimismo, son falacias de composicin y de divisin las que

    objetan la caracterizacin del todo por la parte y viceversa. Ramn Xirau las comete

    cuando enumera contraejemplos de vala artstica en pintura, literatura y msica. Con estas

    armas acusa a Snchez Vzquez de cometer una falacy of misplaced concreteness.

    Garca Canclini critica las intervenciones del Estado que supuestamente buscan la

    optimizacin de los recursos y las polticas culturales. Hjar detecta fallas de los aparatos

    de Estado y de los aparatos ideolgicos de Estado. Ana Mara Martnez de la Escalera

    denuncia a los gestores culturales (desde los altos funcionarios hasta los musegrafos y

    curadores) como diseadores de ficciones que gesticulan a voluntad porque en lugar de

    abrir mltiples espacios modestos, coordinar a los artistas y ayudar a distribuir sus obras,

    tratan de hacer grandes espectculos que admiten las criaturas dciles a sus lecciones.

    5.3Artes y postcapitalismo burocratizado

    Las artes en el socialismo real o postcapitalismo burocratizado fue un desastre. El primer

    texto mexicano que atac las desviaciones culturales de laUnin Sovitica es de Joaqun

    Snchez Macgrgor, quien abord este problema en varios de sus escritos. Se adhiri a

    las posturas de la Unin de Escritores Polacos, aunque difiere de la autonomizacin radical

    de las artes, inspirndose en el folleto de Lu Ting-yi Que cien flores se abran, que

    compitan mil escuelas ideolgicas. Adems, con influencias del marxismo, de Croce,

    Burckardt, Wolffin, Panofsky y Francastel, advierte que en la URSS, frente a la positiva

    revaloracin de las artesanas, estaban las negativas polticas culturales de Zhdnov, que

    favoreci el realismo socialista como medio instructivo y conscientizador hasta deshacer

    la produccin libre y liberadora que se haba generado.

    La ms completa revisin histrica al respecto es la de Jos Luis Balcrcel. Explicacmo y desde qu presupuestos fue concentrndose el poder burocrtico. Su revisin

    histrica abarca desde las polticas de Lunacharsky hasta que se impuso la tesis del

    positivismo evolucionista de que las fases superiores de desarrollo social tienen que

    llegar consecuentemente a la fase superior de las artes. En las cercanas de la Revolucin

    de Octubre, convivieron y se expresaron: futuristas, constructivistas, realistas, la cultura

    proletaria (el Prolet-Kult), el Frente de Escritores de Izquierda (LEF) y la Asociacin

    Panrusa de Escritores Proletarios (RAPP). Kandinsky redact un programa del Instituto deCultura Artstica de Mosc (INJUK) y fue vicepresidente de la Academia de Ciencias y de

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    Arte. Malevich dirigi un instituto similar en Petrogrado, donde Tatlin estuvo al frente del

    estudio de materiales. Chagall fue comisario de Bellas Artes en Vitebsk. Se celebr el

    primer aniversario de la Revolucin con una exposicin callejera de obras futuristas,

    suprematistas y constructivistas. Florecieron Maiakovsky, Eisenstein, Meyerhold. Snchez

    Vzquez y Balcrcel escriben que la sensibilidad generalizada entonces hizo ms viable el

    realismo (la imagen representativa) como manifestaciones del arte del Partido, aunque no

    se estableci esta lnea como orden y mandato. Con Stalin, sigue Macgrgor, se cerraron

    puertas y ventanas y se tap la casa entera. Estas medidas evidenciaron no slo que la

    praxis es histrica, sino que la historia es praxis artstica y no artstica. Se confundieron la

    poiesis revolucionaria de las artes y un terico arte de la Revolucin, que intent igualar la

    produccin artstica a una ideologa de clase. Se clausur el dilogo enriquecedor y se

    generaliz un significativo silencio, as como estigmatizacin mediante criterios puritanos

    porque, segn las polticas en turno, las vanguardias mostraban desnudeces sombras,

    exabruptos imaginativos. En Literatura y filosofa a la luz del marxismo, Zhdnov calific

    obras de dramaturgos y cineastas como putrefactas debido a una posicin clasista que

    distrae la atencin con gangstersy coristas, y con las hazaas de aventureros bribones.

    Este realismo socialista adocenado, califica Balcrcel,se oficializ de 1932 a 1934, como

    lo prueba Sobre la reestructuracin de las organizaciones literarias y artsticas, resolucin

    de 1946 y 1948 del Comit Central del PCUS sobre cuestiones artsticas y literarias. Se

    redujeron las artes a manifiestos polticos y se desautoriz la discrepancia como

    desviacin estetizante.

    Para Snchez Vzquez las artes son educativas en tanto artes y de poco sirve el

    arte educativo. El fondo reaccionario de esta poltica quiso estatizar sociedades vivas. Su

    efecto en las artes fue un academicismo repetitivo. En Amrica Latina, Luis Cardoza y

    Aragn exigi que no se desnaturalizara el potico quehacer artstico en lo

    menguadamente objetivo ni engredamente subjetivo, cuando es dinmico ysupraobjetivo, escribe J. L. Balcrcel. Es falso, dice este esteta guatemalteco-mexicano,

    que el gran arte es realista, como pretendi el neo-capitalismo mal llamado socialismo

    real. Con el tiempo (desde 1956), sigue Balcrcel, llegaron ecos de renovacin a la

    esttica marxista, a saber, durante el Congreso del des-estalinizador PCUS bajo la

    influencia de Lu Ting-yi. Sali a la luz el humanismo de Ernst Fischer, Galvano della Volpe,

    Lukcs, Gramsci, Lucien Goldman y Roger Garaudy. Silvia Durn aade a Fernando

    Claudn en Espaa y en Nuestra Amrica a Jos Antonio Portuondo y Adolfo SnchezVzquez; todos le salieron al paso al sociologismo mecanicista que ataj los alcances de

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    las artes como si fueran un simple equivalente de las condiciones econmico-polticas y

    sociales en que se generaron. El sociologismo haba sido aplicado, sigue Balcrcel, por

    una cantidad significativa de estudiosos hasta que Lifshits publica una antologa de Marx y

    Engels sobre las artes, ampliado y continuado por Adolfo Snchez Vzquez en sus dos

    volmenes de Esttica y marxismo.

    Snchez Vzquez afirma que Las ideas estticas de Marx fue su primera ruptura

    con el socialismo real: se opuso a la metafsica del materialismo dialctico, consagrada

    por el DIA-MAT sovitico. En 1967 lleg a su segunda ruptura con las conclusiones terico-

    polticas que formul en 1978. Con la segunda edicin de su Filosofa de la praxislleg a

    su tercera ruptura. Admitiendo los atrasados procesos codificadores del realismo socialista,

    Alberto Hjar encara los efectos del espantajo del estalinismo porque debido a ste se

    han menospreciado y coartado las inclinaciones de los artistas que no tienen un

    conocimiento asptico y desapasionado de la realidad, sino que denuncian las injusticias.

    En Filosofa de la vida artstica, Samuel Ramos dijo que el mpetu de la vocacin artstica

    se sobrepone a la adversidad, resiste el sacrificio y lo testimonia, porque los artistas han

    conquistado y deben seguir conquistando una atmsfera de libertad, sin hipotecar su

    libertad de creacin. Snchez Vzquez resalta los vnculos de las transformaciones

    radicales de la sociedad, en el entendido de que no existe un signo de igualdad entre

    compromiso poltico y valor artstico, ni han de confundirse la lucha con las armas de la

    lucha mediante las artes; parafrasea a Marx: el arma del arte no puede sustituir el arte de

    las armas. La artstica es una lucha porque se ha derrumbado el estribillo repetido desde el

    siglo XVIII de que son algo prescindible que responde a una poca arcaica de la historia.

    Son una manifestacin esencial porque su dimensin potica enriquece y eleva la realidad

    y la vida. En Amrica Latina las avanzadas polticas y artsticas no han de confundir la

    revolucin en las artes con las artes de la revolucin y su difusin masiva.

    El obstculo es que el proyecto subversivo de las protestas ha terminandointegrado, o casi, a la racionalidad instrumental o pragmatismo de los medios, propio de la

    modernidad tarda, advierte Snchez Vzquez. Haciendo suyas algunas indicaciones de

    Adorno y Benjamin, dice que tambin hay que estetizar la vida (lo que influy en la

    Alemania del Este, sostiene Bolvar Echeverra). Siempre que sea posible es necesario

    llevar las artes a la calle (como hizo Maiakovsky). Hjar retoma el lema de socializar las

    artes, superando las trabas de los circuitos de produccin, valoracin y circulacin que

    reproducen las estratificaciones sociales; volver a la interaccin que practicaron variosartistas de la Comuna de Pars. La solucin es no ser apocalpticos ni integrados (frase de

  • 7/24/2019 La Estetica en Mexico_sigloXX

    32/68

    Enciclopedia de la filosofa mexicana. Siglo XX.

    ~ 32 ~

    Eco). Garca Canclini ensalza la utilizacin de las ofertas artsticas creadoras por y para los

    mayoritarios sectores populares; que se replantee el mercado artstico contra del Estado y

    contra de quienes tienen injerencia en el mercado, dando un papel protagnico a las

    culturas oprimidas: las artes plsticas y escnicas deberan ofrecerse en lugares pblicos

    para una redistribucin del gozo. A juicio de Snchez Vzquez, contra los desiguales

    placeres en los bienes artsticos, el proyecto emancipador deber secularizar los campos

    culturales y arribar a la produccin auto-expresiva y auto-regulada sin prescripciones

    estatales ideolgicas ni prescripciones mercantiles, que son consecuencia de la

    explotacin del hombre por el hombre; los estetas mencionados en esta seccin convienen

    en esta apreciacin.

    VIARTES Y CONOCIMIENTO

    El tpico en que coinciden ms las investigaciones de los estetas del siglo XX es el del

    arte y el conocimiento. Empiezan por estudiar la funcin cognoscitiva y la polivalencia de

    las obras de arte. Los ejes del pensamiento actual, para Xirau, remiten a cuestiones

    estticas y a problemas del conocimiento. Uniendo ambos ejes, Whitehead sostiene,

    interpreta Xirau, que belleza es un valor ms amplio y fundamental que verdad porque

    sta se halla a su servicio: si algo es bello es porque jams es inhibicin que acaba en la

    anestesia, sino que incluye inquietudes como las que giran en torno a lo verdadero y lo

    falso. Cresencian