La Aventura de La Historia - Dossier041 El Legado de Mahoma

12
1 DOSSIER En 622, un comerciante árabe de fuerte sensibilidad espiritual fundó una nueva religión monoteísta. El Islam unió a las tribus árabes y les dio una fe con la que conquistar y aglutinar un imperio del Atlántico al Índico durante siglos. La pérdida de hegemonía, el colonialismo y el subdesarrollo plantean hoy a las sociedades musulmanas el dilema entre la nostalgia integrista por el pasado glorioso y los desafíos del secularizado mundo moderno Mahoma, rodeado de sus seguidores, recibe el mensaje de Dios de manos de un ángel (miniatura persa). pág. 62 pág. 77 El fracaso de la secularización Mohamed Charfi pág. 70 y la colaboración de J.Pedro Monferrer y Soha Abboud-Haggar El profeta del Islam Claudio Corvino La primera Guerra Santa Claudio Corvino El legado de MAHOMA LA AVENTURA DE LA HISTORIA ON-LINE

Transcript of La Aventura de La Historia - Dossier041 El Legado de Mahoma

Page 1: La Aventura de La Historia - Dossier041 El Legado de Mahoma

1

DOSSIER

En 622, un comerciante árabe de fuerte sensibilidadespiritual fundó una nueva religión monoteísta. El Islam unió a las tribus árabes y les dio una fe con la queconquistar y aglutinar un imperio del Atlántico al Índicodurante siglos. La pérdida de hegemonía, el colonialismo y el subdesarrollo plantean hoy a las sociedades musulmanasel dilema entre la nostalgia integrista por el pasado gloriosoy los desafíos del secularizado mundo moderno

Mahoma, rodeado de sus seguidores, recibe el mensaje de Dios de manos de un ángel (miniatura persa).

pág. 62

pág. 77

El fracaso de la secularizaciónMohamed Charfi

pág. 70

y la colaboración de J.Pedro Monferrer y SohaAbboud-Haggar

El profeta del IslamClaudio Corvino

La primeraGuerra SantaClaudio Corvino

El legado de

MAHOMA

LA AVENTURA DE LA HISTORIA ON-LINE

Page 2: La Aventura de La Historia - Dossier041 El Legado de Mahoma

En el año 570, varios signosprodigiosos anunciaron el na-cimiento del mensajero de lafe islámica, cuya existencia,

como la de otros fundadores de reli-giones, pasó a la historia asociada a su-cesos milagrosos desde su infancia. Elaño es recordado en los documentosárabes como del Elefante, porque elrey cristiano Abraha, del reino himayri-ta del sur de Arabia, llegó hasta laspuertas de La Meca montado en esteinsólito y terrorífico animal. Pero, afor-tunadamente, el peligro fue conjuradopor una epidemia, que obligó al rey aretirarse. En este mismo año y en estaciudad, la tradición dice que nacióMuhammad, hijo de Abd Allah, hijo deAbd al-Muttalib, hijo de Hashim.

Si los textos árabes repiten a menudola cadena de ascendientes, no es sólopor afán nobiliario. En la Arabia preis-lámica, un hombre sin antepasados odescendientes no era nadie, era un ab-tar, un mutilado. Sin la protección delos padres y de los hijos, sin la unióndel clan, entre arena y ladrones, no sepodía sobrevivir. Aunque los habitan-tes de La Meca eran sedentarios desdehacía al menos un siglo, por su sangretodavía corría la ley del nómada, delbadu, palabra de la que deriva nuestrotérmino beduino. Para la dura ley del

desierto, el clan familiar lo era todo:había que estar unidos cuando se co-merciaba y cuando se luchaba, todavíamás durante la razia, la ghazwa, queayudaba a sobrevivir a costa de bedui-nos más ricos o sedentarios. Por eso,los mercaderes de La Meca manteníanbuenas relaciones con ellos, y la mismaAmina, madre de Mahoma, entregó asu hijo a Halima, una beduina del clande los Saad, para que le sirviera de no-

driza. En el siglo VI, beber del mismoseno convertía a dos personas en inse-parables hermanos de leche.

Mahoma nació en la tribu de los Qu-raishíes, los tiburoncitos, que incluíauna decena de clanes, de los que elmás conocido era el suyo, el de losHashim, que todavía hoy sobrevive enlos soberanos del reino Hachemita deJordania, sus directos descendientes.

Orgulloso de su estirpeToda su vida, el profeta estuvo orgullo-so de ello: «Alá me hizo nacer en la me-jor de las dos mitades de la tierra, en elmejor tercio de esta mitad, entre losmejores hombres de este tercio, losárabes, los Quraishíes, Hashim y Abd-al-Muttalib». Este último era uno de loshombres más conocidos de La Meca.Además de ser un poderoso y conoci-do mercader, desempeñaba también elcargo de siqaya, el que da de beber lassagradas aguas del Zemzem a los pere-grinos, la fuente próxima a la Kaaba, elsagrado templo de la ciudad. En tono aeste santuario, durante los meses sa-grados –una especie de “tregua deDios”–, tenía lugar el peregrinaje de losfieles de Arabia centro-septentrional dela época preislámica.

Una masa bulliciosa de hombres y demujeres, desnudos en señal de purezaritual, se agolpaba en torno al haram,el lugar “prohibido”, “vedado” por ex-

2

CLAUDIO CORVINO es periodista.

DOSSIER: EL LEGADO DE MAHOMA

3

Representación de la Gran Mezquita de LaMeca, con la Kaaba, en un azulejo otomanodel siglo XVI.

Mahoma convirtió a su credo a todas las tribus de la península Arábiga y transformó a la república mercantil de La Meca en capital espiritual de un imperio religioso, explica Claudio Corvino

ISLAMEL PROFETA Retrato ideal de Mahoma,

según una cromolitografíade finales del siglo XIX.

del

LA AVENTURA DE LA HISTORIA ON-LINE

Page 3: La Aventura de La Historia - Dossier041 El Legado de Mahoma

Los caminos seguidos por esos mer-caderes nómadas eran los wadi, anti-quísimos lechos de ríos secos, que per-mitían viajar con la certeza de no per-der nunca la orientación. El más im-portante de todos ellos, al menos paralos mequíes, era el Wadi al-Qura, queponía en comunicación la región delHiyaz con la península del Sinaí y zo-nas de Siria. Favorecidos por la deca-

dencia de los reinos meridionales –quepudo deberse a la rotura de la presa deMarib o a las dificultades comercialesen la ruta del noreste, por la guerra en-tre persas y bizantinos– los caravanerosdel Hiyaz comenzaron a tener la exclu-siva de muchas de las mercancías quecruzaban el desierto. Fue así como LaMeca, en el Hiyaz, a medio camino en-tre el sur de Arabia y la Palestina cris-

tiana, comenzó a imponerse como grancentro caravanero y comercial. Desdela casa de su abuelo, a pocos metrosde la Kaaba, Mahoma pudo admirar losresultados de este creciente bienestareconómico. Además del mercado, lascalles de La Meca eran un bullir devendedores, de mujeres acicaladas co-mo damas persas, de adivinos que pre-decían el futuro, de magos y de presti-

5

celencia, donde, lo que era muy im-portante para quien vivía del comercioy de las razzias, se gozaba también dederecho de asilo. En torno a la sagradaconstrucción cúbica, querida por Adán,reconstruida por Abraham y por su hi-jo Ismael, Mahoma niño vio realizar ca-rreras y circunvalaciones rituales, el ta-waf. Desde la casa de su abuelo, divi-saba los millares de peregrinos que to-caban y adoraban la Piedra Negra, pro-bablemente un meteorito que, según latradición, fue entregado a Abraham porel arcángel Gabriel y puesto en la es-quina sudoriental de la Kaaba. Desdeentonces, quedó impresionado por laspruebas de fe de sus paisanos y nuncallegó a aborrecer completamente aque-llos rituales, algunos de los cuales con-servó en su monoteísmo.

La tierra que habitaba Mahoma es unapenínsula del tamaño aproximado deun tercio de Europa, bañada al Este y alOeste por las aguas del Golfo Pérsico ylas del Mar Rojo, respectivamente. Sobresu interior arenoso viajaban los bedui-

nos a lomo de sus dromedarios, queproporcionaban también carne y leche.

En esta enorme extensión de arena,los nómadas viajaban de un oasis a otroen busca de dátiles, de pastos para susrebaños y de ocasiones para dedicarseal pillaje. La razia era una lucrativa insti-tución de la vida nómada: proporciona-ba dracmas de plata y monedas de oro,directamente o mediante el rescate de

los prisioneros. Era costumbre, codifica-da durante siglos, que en la ghazwa seevitara a toda costa causar la muerte,pues la venganza, tha’r, sumía a los cla-nes implicados en una guerra sin fin.

Los habitantes de Arabia pertenecenétnicamente a la rama occidental de lossemitas, descendientes del mítico Sembíblico, que se expandieron por las re-giones de Aram, Asiria y Babilonia, porlas tierras de Canaán y de Fenicia. En-tre estas gentes nacieron las tres gran-

des religiones monoteístas del Medite-rráneo: el judaísmo, el cristianismo y elislamismo.

Cruce de culturasArabia no era una tierra aislada y des-conocida. Reyes babilonios como Na-bónido habían vivido allí placentera-mente y Plinio escribió sobre Aretusa,Larisa y Cálcide, ricas colonias griegas

establecidas al sur de la Península. Ára-bes fueron algunos emperadores roma-nos, como el joven Heliogábalo, sacer-dote de la Piedra Negra de Emesa, y susucesor, Filipo. Tampoco Arabia fue só-lo un rectángulo arenoso y árido: ade-más de los oasis, una pujante agricul-tura florecía en los reinos del sur, don-de los monzones, que periódicamentellegaban desde el océano Índico, ali-mentaban bien diseñados sistemas deirrigación, que suministraban agua aEstados como Saba o Hadramut. Lospuertos meridionales estaban repletosde mercancías procedentes del Orien-te. En Moca, puerta del mar Rojo, sepodían encontrar desde las afamadasperlas del golfo Pérsico a pimienta dela India, plumas de avestruz de Áfricaoccidental, simios –vivos o embalsa-mados– oro, plata, algodón y seda. Deestas regiones meridionales partíancontinuamente caravanas con destino alos emporios mediterráneos, iraníes ymesopotámicos. Unas expedicionesque convirtieron en inmensamente ri-cos a los nabateos y, a partir del sigloIII d.C., a los reinos aksumitas e himai-ritas, comerciantes por mar y por tierra.

4

La Meca en que nació Mahoma era un mercado y centro de peregrinación,donde se gozaba del derecho de asilo

EL PROFETA DEL ISLAMDOSSIER: EL LEGADO DE MAHOMA

CRONOLOGÍA

562-572. En este decenio cifrala tradición el nacimiento de Mahoma.576. Muere Amina, madre deMahoma.582-602. Reinado de Mauricio,que reorganiza el ImperioBizantino.587. Mahoma inicia en La Meca su aprendizaje enel comercio que, a lo largo dela Ruta de la Seda, delIncienso y de las Especias,desde el Yemen llega a

Palmira, Petra, Damasco y Antioquía.595. Mahoma se casa conJadisha.610. Durante su retiro al monteHira se le aparece el arcángelGabriel, que le manda leer lapalabra del Corán. Es la“Noche del Poder”.614. Los persas ocupanJerusalén.615. Primera emigración de los seguidores de Mahoma a Abisinia.

618. Conversión de Omar, el segundo califa, después de escuchar la sura XX.619. Muerte de Jadisha,primera mujer de Mahoma.622. Acuerdo secreto, enjunio, con los representantesde Yathrib (Medina), llamadoPacto de Aqaba. Entre elverano y el otoño tiene lugarla Hégira o emigración aYathrib. Año fundacional de laera musulmana.624. Se cambia la dirección

de la oración (qibla) hacia La Meca.625. Mahoma es derrotado yherido en la batalla de Uhud.629. Mahoma lleva a cabo unperegrinaje (‘umra) a La Meca.Prohibición de beber vino.630. Entrada de Mahoma en LaMeca. Heraclio liberaConstantinopla del asedio de losávaros.632. Gran peregrinajeconducido por Mahoma. El 8de junio, el Profeta muere.

Elefante iraquí de marfil delsiglo X.

Representación de la Kaaba, enuna miniatura turca de 1594.

Un ángel, en una miniaturapersa del siglo XVI.

Un lector, en una miniaturapersa del siglo XVI.

GlosarioBadu: Beduino.Fatua: Edicto religioso.Ghazwa: Incursiónarmada para saquear.Hanif: Místico.Haram: Acto o lugarvetado.Mequí: Habitante de LaMeca.

Qibla: Elemento de lamezquita que marca ladirección en que deberezarse.Shi’a: Corrienteheterodoxa del Islam queapoyaba a Alí, yerno delProfeta, como su legítimosucesor.

Sunna: Corrientemayoritaria del Islam.Sura: Versículo del Corán.Tawaf: Circunvalaciónritual a la Piedra Negra.Umma: Comunidad delos creyentes.Wadi: Cauce de un río.Yihad: Guerra santa.

Comerciantes árabes beben vino durante una celebración, en esta miniatura de un códice de Avicena (Milán, Biblioteca Ambrosiana).

LA AVENTURA DE LA HISTORIA ON-LINE

Page 4: La Aventura de La Historia - Dossier041 El Legado de Mahoma

digitadores. En este carrusel oriental,los más admirados eran los poetas, quedurante el samar, la sobremesa de lacena, relataban épicas historias de gue-rra, de amor y de muerte. No faltaban,en aquel fascinante caravasar humanoque era La Meca, judíos, mazdeístas ycristianos, que participaban en los pe-regrinajes a la Kaaba, adorando lasimágenes de la Virgen y de Jesús pin-tadas en su interior.

En la Kaaba se conservaban y vene-raban un poco todas las divinidadespreislámicas: cuando Mahoma decidióeliminarlas, en el 629, la tradición diceque había 360 ídolos. Fueron destrui-dos uno por uno, incluidos los que es-taban pintados en las paredes. Todos,excepto las imágenes de la Virgen Ma-ría y de su hijo, Jesús. Este gesto, aun-que rodeado de una leyenda devota,parece mostrar la unión y la deuda delIslam con el cristianismo.

Paralelos con CristoSabemos poco de la infancia de Maho-ma y los pocos datos que proporcionala tradición están contaminados por laleyenda. Los episodios ligados a su na-cimiento, en el año del Elefante, tienenel sabor de la epifanía divina, acompa-ñados, como es habitual, de los clásicossignos milagrosos: la madre, Amina, notuvo molestias durante la gestación, oyóvoces misteriosas que le hablaban de lanaturaleza excepcional de la criaturaque llevaba en sus entrañas y, por ello,se cubrió de cadenas y de amuletos dehierro que, milagrosamente, se rompie-ron solos. Además, lo parió sin perder lavirginidad y, al nacer el profeta, unagran luz iluminó el mundo desde Orien-te a Occidente, permitiendo a Aminaver los castillos de Damasco y los ca-mellos de Bosra, mientras que el sagra-do fuego custodiado desde hacía milesde años por los Magos, los seguidoresde Zoroastro, se apagaba.

A los cuatro años, durante su lactan-cia en el desierto, tuvo lugar el misteriode la iniciación de Mahoma, que la tra-dición ve en los versos coránicos de lasura de la Apertura (XCIV, 1-3): “¿No tehemos abierto el pecho, y hemos sepa-rado de ti el fardo, que agobiaba tudorso y hemos levantado tu reputa-ción?” Estas acciones remiten a la inter-vención de dos ángeles, que elevan alfuturo profeta y lo pesan en la balanza

celeste. Supera en peso primero a diez,después a cien, luego a mil, equiva-liendo de esta manera a toda su gente.Uno de los ángeles le abre el pecho,extrae de su corazón un coágulo negrode sangre, lava la cavidad con agua denieve, recogida en una copa de oro, ycoloca luego todo en su lugar.

Después de la muerte de su madre,con apenas seis años, comenzó elaprendizaje comercial con su tío AbuTalib. El siguiente cambio decisivo pa-ra Mahoma tuvo lugar a los veinticua-

tro años, con su matrimonio (el prime-ro de varios) con Jadisha, una rica viu-da quince años mayor que él.

Los años siguientes fueron bastantetranquilos y sin problemas económicos,aunque acompañados de una crecientee íntima inquietud religiosa, que, ob-viamente, escapa a toda precisión his-tórica. Se cree que comenzó a efectuarretiros espirituales en una caverna de lacolina de al-Hira, al noroeste de la Me-ca. Para intentar comprender mejor es-tos tahannuth, estos retiros espiritua-les, debemos detenernos un momento

en la vida religiosa de los contemporá-neos del Profeta. En toda Arabia, la re-ligión dominante era el politeísmo, cu-yas divinidades principales, al menosen las zonas que influían directamenteen la región de La Meca, eran, al-Lat, al-Uzza y Menah o Manat. La primera, al-ilahat, “la diosa” por excelencia, erauna divinidad femenina, conocida tam-bién como la gran Rabba, “Señora”,que se veneraba en el santuario de Taif,al sureste de la ciudad del Profeta, don-de unos sacerdotes especiales se ocu-paban del cuidado de su imagen en for-ma de gran piedra blanca. Era la Ura-nia-Alilat que señala Heródoto en suHistoria (III,8) cuando habla de los ára-bes. Al-Uzza, la Poderosa, la Fuerte, esespecialmente querida por los Qurais-híes, que nunca dejan de visitarla en susantuario de Nakhla, a medio caminoentre Taif y La Meca, donde se habíamanifestado bajo la forma de uno delos tres sagrados árboles de acacia. Suculto se había difundido también entrelos lajmidas del norte y debía ser espe-cialmente cruento, pues su príncipeMundhir III le había sacrificado cuatro-cientas monjas capturadas por él. La úl-tima, Manat, genéricamente “la otra” o“la tercera”, era la menos conocida y,probablemente, también relacionada alplural (manawat), del arameo manata,es decir, “suerte, porción, fortuna”, querepresenta el Destino o la Fortuna. Unapiedra negra era su principal santuarioen Qudayd, en un lugar llamado Musa-llal, a quince kilómetros al sur de Medi-na, junto al mar Rojo. Estas tres divini-dades eran llamadas banat Allah, “hijasde Dios”, lo que podría dejar entreverla existencia de un dios supremo.

Un dios y tres diosasLa primacía de un dios sobre otras di-vinidades queda de manifiesto en lospoetas preislámicos, que hablaban amenudo de Alá, derivado de la formaárabe al-ilah, o del arameo alaha, enambos casos Dios por antonomasia. Noes fácil deducir cual era la relación en-tre estas tres diosas y Alá y, aunque elCorán parece hablar de ellas como las“hijas” (“...le han fabricado hijos e hijassin saber”, sura VI, 100; “Dan hijas aDios”, sura XVI, 57), estas podrían serentendidas, al igual que entre los gnós-ticos, como seres divinos femeninos.

El Corán muestra esta divinidad preis-

76

Las gentes del Libro

Con el distintivo ahl al-Kitâb, los mu-sulmanes, partiendo del Corán, de-

signaron a judíos y cristianos porque erancomunidades que poseían “libros revela-dos” con anterioridad al Corán, y las some-tieron a un estatuto jurídico indefinido detributarios protegidos (ahl al-dimma) porla comunidad islámica, que debían pecharun impuesto específico, gravado por el Es-tado árabe-islámico.

El texto coránico establecía unademarcación entre aquellas comuni-dades (judíos, cristianos, mandeos yzoroastras) que sustentaban su fe enlas antiguas escrituras reveladas (laTorá o Pentateuco, el Salterio y losEvangelios) y las que seguían a lanueva revelación contenida en el Co-rán. Los fallidos intentos de Maho-ma de aglutinar en el seno del islama los dos grupos más relevantes en lazona, acabó impulsándolo a comba-tir a unos y otros.

El conocimiento que Mahoma tu-vo de ambos grupos debió descansaren todo un arsenal de datos proce-dentes de lo que denominamos “his-toria religiosa”, así como de sus pro-pias experiencias vitales a través delas variadas formas de relación quemantuvo con judíos y cristianos,donde lo primero, aderezado con lasrelaciones negativas que se acabarontrabando, acabó configurando unavisión ideológicamente restrictivade aquellas comunidades a nivel re-ligioso y sociológico.

En el primer momento, el Coránes más abierto hacia los judíos, cris-tianos, mandeos y zoroastras, a quie-nes considera en pie de igualdad conrespecto a los musulmanes. Peromuy pronto habrá una condena doctrinalhacia todos ellos cuando se produzca “laruptura” entre Mahoma y éstos, que noaceptan que la revelación coránica venga acompletar a las anteriores.

La actitud de judíos y cristianos ante lanueva revelación generó entre los musul-manes una actitud hostil hacia aquéllos.El conocimiento que acabó generando laactitud negativa del islam, tal como apa-rece modelada en los hadices, es el frutode un conocimiento superficial y dema-gógico: el único rasgo discriminador que

interesa es el comportamiento religiosode los diversos grupos, mientras el Islamrepresenta el Estado religioso, el ideal aseguir.

Hay que tener en cuenta la tradición.En este sentido, tenemos que considerarque el islam sostendrá la originalidad desus “instituciones islámicas”, aun cuandomuchas de ellas hunden sus raíces en ins-tituciones judías, como la del ayuno del

Ramadán por ejemplo. Ello, evidentemen-te, representará otro elemento de fricciónque forzará a la comunidad islámica a darcontinuos pasos adelante en busca de unclaro distanciamiento con respecto a lascomunidades judías y cristianas. En todoeste esfuerzo distanciador cobrará una im-portancia determinante la ingente canti-dad de polémicas que arreciarán sobre to-do a partir de los siglos IX y X, pero yarastreables en pleno siglo VII, donde losenfrentamientos (de todos contra todos)entre el cristianismo de lengua siriaca (y

árabe también), los rabinos judíos y losmutakallimún (teólogos pseudoracionalis-tas) islámicos llevará a que cada uno defi-na a su modo su propio y específico espa-cio teológico y dogmático con continuosenfrentamientos y ataques contra los res-pectivos dogmas religiosos de cada grupo.

Si así fueron desarrollándose las cosascon los años, resulta obvio que las relacio-nes que acabaron estableciéndose entre las

distintas comunidades bajo la juris-dicción estatal islámica han de serdefinidas y descritas en función detodos los condicionantes que concu-rrieron en el espacio vital en el queunos y otros se encontraban.

Además, la política estatal islámi-ca muy pronto ideó un doble proce-so que actuó como rodillo sobre lascomunidades ocupadas, tanto enOriente como en al-Andalus. El pro-ceso de la islamización, sin duda elmás pernicioso para las “gentes delLibro”, pretendía una progresiva yrápida conversión al Islam de cuan-tos más individuos mejor y para ellono se dudó en ejecutar una brutal po-lítica de presión fiscal sobre estas“comunidades protegidas” ya desdelos primeros momentos.

Ello acabó generando un devasta-dor movimiento migratorio en lascircunscripciones orientales que lle-vó a muchos judíos y cristianos abuscar refugio en lugares con mayorbonanza social. En al-Andalus, esteproceso también acarreará con eltiempo situaciones delicadas queromperán del todo la débil relaciónque sólo la “koiné política-social” ha-bía alimentado en tiempos pasados.

En cuanto al proceso arabizador,es decir, el diseño de una sociedad con unperfil cultural propio y exclusivo sí que lo-gró, por el contrario, una bruñida homo-geneización, lo que llevó a que las distin-tas comunidades de ámbito urbano acaba-sen participando de una misma lengua yuna cultura marcada por el uso de aquélla,la lengua árabe. Con todo, esto no fue su-ficiente para crear una sociedad ideal, unmodelo de convivencia tantas veces caca-reado como falaz e inexistente.

Juan Pedro Monferrer SalaUniversidad de Córdoba

Moisés contempla el fin del Ejército del faraón en el MarRojo, miniatura de un manuscrito de Herat de 1425.

EL PROFETA DEL ISLAMDOSSIER: EL LEGADO DE MAHOMA

Representación de Zoroastro en una pinturapaleocristiana de Dura Europos, del siglo III.Su culto tenía seguidores en Arabia.

LA AVENTURA DE LA HISTORIA ON-LINE

Page 5: La Aventura de La Historia - Dossier041 El Legado de Mahoma

cambio de la defensa de las fronterass.EI funcionario quedó contrariado: “Elemperador no tiene casi dinero sufi-ciente para pagar a los soldados, ¿có-mo podemos darlo a estos perros?”Pero aquellos perros, en breve tiem-po, harían algo más que ladrar.

En este ambiente, entre fermentos re-ligiosos, casi mesiánicos, Mahoma cre-ció entre ayunos y retiros. Durante estosúltimos, probablemente el futuro profe-ta buscó una salida a su ardiente con-flicto interior. Un combate titánico sedesarrolló dentro de él. La tranquila yatrayente fe de los padres, y la fidelidadviciada por la costumbre, lo ataban alpoliteísmo. Un antiguo libro, el Libro de

los ídolos, de Hisam ibn Muhammad ibnal-Kalbi, cuenta, sin embargo, que el jo-ven profeta habría participado con sutío en una ceremonia religiosa en honorde al-Uzza; a esta diosa habría sacrifica-do “una oveja de manto grisáceo”. Peroimpulsos más profundos e impetuososlo empujaron hacia la recuperación deuna nunca extinguida fe en un dios úni-co, que las gentes del desierto estabanolvidando.

El sufrimiento interior tuvo que llegara niveles insoportables cuando, a loscuarenta años –un número simbólicopara todos los semitas–, se le aparecióel arcángel Gabriel, que le ordena: “¡Enel nombre de Dios, el Clemente, el Mi-

sericordioso ¡Predica, en el nombre detu Señor, el que te ha creado! Ha crea-do al hombre de un coágulo! ¡Predica!¡Tu Señor es el Dadivoso...”. Es el iniciode la sura El coágulo (XCVI), la primeraen ser revelada a Mahoma. Aterrorizadoy solo en las desoladas y sinuosas coli-nas cede a su primer impulso y huye.Después, en el camino de casa, oye denuevo una voz: “Oh Mahoma, tú eres elmensajero de Alá y yo soy Gabriel”. Esla “Noche del Poder”, el inicio de la mi-sión del profeta. Le asaltan las dudas:¿fue aquella la voz de uno de los seresfantásticos que habitaban el desierto, losgin? ¿Fue acaso un demonio el que lehabló? ¿Se ha convertido también éltambién en un adivino, o uno de losmuchos magos, sahir, que abundabanen Arabia preislámica? ¿O simplementese había vuelto loco?

Apoyo familiarEn casa, Jadisha le anima, creyendo enlo que le cuenta. Hace llamar al primoWanaqa, el hanif experto en temas re-ligiosos. Éste escucha con cuidado, re-flexiona largamente y sentencia: la es-pantosa experiencia de Mahoma es lade un profeta. Lo será, pero su puebloestará contra él. Tendrá que estar muyatento. Las visiones continuaron, ycontinuaron las dudas, pero lentamen-te Mahoma se acostumbró, tomó con-fianza y se calmó.

El propio Dios le anima diciéndoleque, ni es un adivino, ni está loco:“¡Vuestro contríbulo no anda descarria-do ni descaminado!, No habla por vi-cio. Es una inspiración que le inspira,que le ha enseñado un Ángel forzudo,poderoso e inamovible” (sura LIII, 2-5). Y en otro pasaje del Corán, que se-rá lentamente revelado al Profeta, dirá:“¡Por la noche cuando se extiende! ¡Porla aurora cuando se difunde! Eso es,ciertamente, la palabra de un noble En-viado que tiene un poder junto al Due-ño del Trono, inamovible, obedecidoy, además, seguro. Vuestro compañe-ro no está poseso” (sura, LXXXI, 15-22). No se trata de una experiencia per-sonal e íntima. Pronto Mahoma com-prendió que era un profeta, un hombreelegido como intermediario. Constan-temente recitaba, acción que en áraberecibe el nombre de quran, de dondeprocede el nombre del libro sagrado, elCorán. n

9

lámica como un supremo creador, vene-rado desde muy antiguo. Los mequíes leconocían bien, a pesar de que continua-ban siendo idólatras: “Si les preguntas:¿Quién creó los cielos y la tierra? ¿Quiénsometió al sol y a la luna? Responderán:“Dios” ¿Cómo, pues, blasfeman?” (suraXXIX, 61) «Pregunta: “¿Quién es el Señorde los cielos y de la tierra?”. Responde:“Dios” Di: “¿Tomaréis, prescindiendo deDios, dueños que no tienen ni bien nimal?” (sura XIII,16). El panteón de losperegrinos del santuario mequí poseíaotras divinidades, la más importante delas cuales era Hubal, de aspecto antro-pomorfo e importado de Mesopotamia.Además, estaban presentes las grandesreligiones monoteístas, que ocupabanuna posición importante en la vida de lapenínsula Arábiga. Los seguidores deZoroastro abundaban en la costa delGolfo Pérsico; el judaísmo estaba muydifundido en el oasis de Hiyaz, dondelos hebreos habían realizado numerosasobras agrícolas y cultivaban palmerasdatileras. Los cristianos estaban presen-tes en todas sus tipologías.

Un vago monoteísmoFue muy probable, por tanto, que Ma-homa entrase en contacto con las otrasreligiones monoteístas, seguramentedurante sus viajes de negocios o, sobretodo, en las ferias, verdaderas “univer-sidades populares”, que frecuentó du-rante su umr, la “vida de hombre”, queprecedió a la Revelación.

En este contexto religioso fuertemen-te monoteísta, rico en corrientes religio-sas no ortodoxas, fluido y contradicto-rio, de reconstrucciones legendarias dela vida de Jesús o de la Virgen, de his-torias bíblicas embellecidas y desarrolla-das, creció Mahoma. Sabemos por elCorán que el Profeta fue acusado deprestar oídos a aquellos que hablabanlenguas extranjeras (XVI, 103), o quecontaban «leyendas de los primitivos...»(XXV, 5).

Para completar el cuadro del ambien-te religioso del Hiyaz, es necesario se-ñalar al menos, las misteriosas figurasde hunafa (singular hanif) que, másallá de las religiones descritas, buscabanuna vía alternativa al monoteísmo habi-tual: ni judío ni cristiano. Un hanif fuecon seguridad Waraqa ibn Newfal, so-brino de Jadisha, mujer del profeta.

La proliferación de hunafa y de pro-

fetas era la expresión espiritual de loscambios materiales que, lentamente,iban teniendo lugar en toda Arabia. Lamisma expansión islámica, que se pro-ducirá incontenible después de la muer-te de Mahoma, no será repentina, niocasionada, solamente, por presuntosfanatismos, conversiones o audacia mi-litar. La que se difundió a partir del sigloVII gracias, esto sí, a la espada y a un li-bro sagrado, el Corán, no fue sólo la re-

ligión del Islam, sino la soberanía políti-ca de los árabes, que ya se preparabadesde hacía tiempo: la última gran emi-gración de los semitas. Desde hacia si-glos había comenzado una imparableinfiltración de tribus beduinas hacia elNorte, hacia territorios, persas y bizanti-nos, donde encontraron a los descen-dientes, igualmente semitas, de antiguospueblos, como los arameos.

Los antiguos y los nuevos emigrantesárabes se integraron bien en los asun-tos de las grandes potencias de la épo-ca: baste pensar en los lajmidas y losghassanidas, ambos llegados a las ór-bitas de influencia de las dos grandespotencias occidentales. Los persas sa-

sánidas elevaron hábilmente a los jefesde una tribu del desierto, los banulajm, a reyes de un Estado vasallo, quefielmente condujo una guerra de gue-rrillas contra los romanos. En una lógi-ca de partida de ajedrez, los bizantinoseligieron entonces otra tribu árabe, es-ta vez la de los ghassan, y le concedie-ron sus favores a cambio de ayuda mi-litar. En el 580, el emperador Tiberiollegó a conceder corona real, con elpomposo título de “filarca supremo detodos los árabes”, a un jeque ghassani-da, Al-Mundhir. Una de sus tareas, tan-to de los lajmidas como de los ghassa-nidas, fue servir de filtro a las incursio-nes beduinas procedentes del Sur de lainquieta caja de arena. Pero, de hecho,la importancia de estos dos microesta-dos fue mucho mayor: por un lado,proporcionaron a sus hermanos del de-sierto meridional importantes elemen-tos culturales, materiales y espiritualesde las superpotencias del momento;por otro, se convirtieron en modelo pa-ra aquellos emiratos locales en que sehabría dividido la comunidad musul-mana, después de Mahoma, apenas sa-lida de su limbo de arena.

Desde esta óptica, se puede interpre-tar, por tanto, la expansión árabe comola fase final de un proceso de larga du-ración, en el que el Islam fue una ideapor la que combatir y alrededor de lacual unirse, creando una organización

política, con fondo étnico y religioso,que tuvo una importancia históricamuy diferente a la de los Estados ára-bes tampón de los lajmidas y de losghassanidas. Quizá, la expansión ára-be habría sido políticamente tambiénposible sin el Corán.

Un enemigo menospreciadoLos mismos victoriosos bizantinossubvaloraron la importancia de losárabes, a los que empujaban hacia lasfronteras meridionales. La Chrono-graphia de Teófanes cuenta que uneunuco, que llegó a Damasco cargadode dinero, fue rodeado por beduinosque le pedían el acostumbrado pago a

8

EL PROFETA DEL ISLAMDOSSIER: EL LEGADO DE MAHOMA

Mahoma cabalga sobre Buraq, rodeado deángeles, en una miniatura de un manuscritoturco del siglo XV.

El Camello de las Maravillas, del profeta Salin, en una miniatura persa (Berlín, Staatliche Museen).

La expansión árabe es el final de unlargo proceso en el que el Islam sirvió de herramienta para forjar la unidad

LA AVENTURA DE LA HISTORIA ON-LINE

Page 6: La Aventura de La Historia - Dossier041 El Legado de Mahoma

Hemos llegado al 610, mo-mento en el que da iniciola predicación pública deMahoma en La Meca. A de-

cir verdad, más que pública podríamosdecir familiar: si Jadisha fue con certe-za la primera musulmana, no está tanclaro el nombre del primer hombreconverso. La tradición chiíta insiste enAlí, hijo de Abu Talib y primo de Ma-homa, mientras otros hablan de AbuBakr, el más fiel discípulo del Profeta,tres años mayor que él, o de Zaid ibnHarita, ex-esclavo de una tribu cristia-na de Siria. A estas conversiones seañaden pronto las de Sa’d, sobrino deAmina (la madre de Mahoma), de Ot-man, sobrino de Abd al-Muttalib, queluego sería yerno de Mahoma, de Az-Zubair, sobrino de Jadisha. El númerode musulmanes aumentó con algunosesclavos extranjeros, judíos o cristia-nos, luego liberados. Entre todos, elmás conocido es el abisinio Bilal, elprimer almuédano (el que invita a laoración a los fieles) islámico, famosopor su poderosa voz.

La primera reacción de los Quraishí-es es de indignación y desprecio. Sinembargo, Mahoma no rompe comple-tamente con la tradición, pues los ára-

bes ya conocen el monoteísmo. Pero aesto, él añade el Islam, que significa“sumisión a la voluntad de Dios”. Es unsustantivo que deriva del verbo asla-ma, someterse, cuyo participio, mus-lim, ha originado el término musul-mán. Más aún, no admite la existenciade otro dios. Los Quraishíes se preocu-paron: ¿qué iba a ser de las divinidadesde la Kaaba? ¿Y de sus peregrinajes, tannumerosos y lucrativos para todos losmequíes?

Rechazado por el clanLlegados a este punto, cualquier tipode acuerdo era inútil. A nadie le esta-ba permitido negar las divinidades dela Kaaba, ni siquiera a un protegidode Abu Talib: era una ofensa grave pa-ra toda la comunidad pagana. Maho-ma únicamente podía confiar en la so-lidaridad tribal, la ley no escrita de losbeduinos, que siempre protege a to-dos los que pertenecen al clan. Perocomo no podían ir contra él, por elrespeto hacia su tío Abu Talib, los me-quíes intentaron actuar contra todo elclan, persiguiendo a los conversos alIslam menos poderosos. El esclavo Bi-lal fue maltratado por su dueño hastaque el rico Abu Bakr, fiel a Mahoma,lo compró y le dio la libertad. Pero elnúmero de fieles no se puede aumen-

tar con dinero sino con las conversio-nes. Una de estas últimas fue la con-versión de Omar ibn al-Khattam, unjoven poderoso como un gigante –deun metro y noventa de altura– y defuerte carácter que, según la tradición,se convirtió al escuchar la sura XX delCorán.

La seguridad del profeta no peligrótras la muerte de Abu Talib, en 619. Sulugar lo ocupó Abu Lahab quien, a pe-sar de ser hostil al Islam, cumplió ini-cialmente con el deber de proteger aun miembro de su clan. Pero AbuGahl, enemigo declarado de Mahoma,tendió una trampa al Profeta y sugirió asu nuevo protector que le preguntara aMahoma si Abd al-Muttalib, el padre deAbu Lahab, había sido salvado poraquel nuevo Dios o si estaba en el in-fierno, dado que no había aceptado elmonoteísmo. Mahoma, incapaz dementir, le contestó que el hombre ha-bía sido castigado con el infierno. AbuLahab le retiró públicamente su protec-ción: Mahoma se había convertido enun proscrito.

Para quien está solo en el desierto,la vida se convierte en una extenuan-te espera de calamidades. Mahomadecidió buscar protección en Taif, unaciudad a más de 1.600 m que altitud,dónde los ricos mequíes tenían su se-

10

CLAUDIO CORVINO es periodista.

11

Con la Hégira, la emigración del profeta de La Mecaa Medina, en 622 nace el Islam y con él, la época de las grandes conquistas a golpe de lanza y espada

La primera GUERRASANTA

Mahoma se dirige a LaMeca, acompañado de

ángeles y rodeado de susseguidores.

Casco de estilo persa de unpríncipe árabe, a la

derecha.

DOSSIER: EL LEGADO DE MAHOMA

LA AVENTURA DE LA HISTORIA ON-LINE

Page 7: La Aventura de La Historia - Dossier041 El Legado de Mahoma

gunda residencia. Pero sus habitantes,los banu thaqif, no quisieron apoyar aMahoma, ya que tenían tratos muy lu-crativos con los mequíes y no queríanenemistarse con ellos. El Profeta fueincluso maltratado.

De regreso a La Meca, logró encon-trar protección en el clan de los banunawfal. Pero no era su clan, y Mahomasabía que no podía durar mucho tiem-po. Un nuevo vuelco en la vida delProfeta estaba a punto de producirse.

Es el año 620 y la plaza que rodea-ba la Kaaba estaba llena de fieles pa-ganos en visita devota. Entre estos,seis habitantes de Yathrib (Medina),ciudad a 350 kilómetros al noroeste deLa Meca, quedaron impresionados porla predicación de Mahoma, viendotambién en él a un hombre sabio, quepodría poner paz entre las continuasdisputas de sus conciudadanos. Al añosiguiente, volvieron a verle con otroscinco compañeros. Son los ansar, losasistentes de Mahoma, y en aquel mo-mento eran doce, como los apóstolesde Jesucristo.

Como a la propia esposa En las cercanías de la ciudad de Aqaba,sus nuevos fieles realizaron lo que se-ría recordado como el Juramento de lasMujeres (Bay’at an-nisa), por el quetodos se comprometían solemnementea defender al Profeta, con el mismoempeño que empleaban en proteger asus propias mujeres. De regreso a Me-dina, se unió a ellos un musulmán, Mu-sab ibn Umayr, para difundir el Corán.Sin duda hizo un óptimo trabajo, pues,al año siguiente, 622, regresó a Aqabaun número más que quintuplicado depersonas. Tuvo lugar entonces el Jura-mento de Guerra (Bay’at al-harb), porel que se comprometían a usar las ar-mas para defender al Profeta. Es el na-cimiento de la religión islámica. La ideade la comunidad de fieles, la umma,estaba presente ya en este juramento,antes de que fuera sancionada con laConstitución de Medina. Los vínculostribales de sangre, que unían los miem-bros de un clan, se sustituyen por losvínculos de fe. Se reconocen hermanosen la comunidad del único Dios, laumma; no se trata ya de genética ni devínculos de sangre.

De este modo, Mahoma y Abu Bakr,precedidos por los muhayirun (los

1312

Abu Bakar defiende a Mahoma de la multitud. Miniatura turca de la Vida del Profeta (1360).

Mahoma asiste a la ejecución de unos hebreos (manuscrito turco del siglo XVI).

La fijación del texto coránico

Pocos meses después de la muerte delProfeta, su sucesor a la cabeza de la

comunidad islámica, el primero de loscuatro “Bien Guiados Califas” –llamadospor los occidentales “Califas ortodoxos”–,Abû Bakr al-Siddîq, convocó al jovenZayd Ibn Thâbit a su casa en Medina, pa-ra encomendarle la misión de recoger porescrito todo el mensaje que Alá había re-velado a Mahoma y que éste les había idotransmitiendo a lo largo de 30 años. A es-te encuentro habría asistido Umar b. al-Jattâb, impulsor de esta iniciativa según latradición, quien, ante la desaparición delos que habían aprendido las azoras de me-moria, juzgaba apremiante recopilar eltexto revelado.

Zayd Ibn Thâbit, de la familia del Profe-ta, fue uno de los secretarios de Mahomaque tomaban al dictado y redactaban sobremadera, hojas de palmera, huesos, cuero,papiro u otros materiales lo que les repetíatras recibir las revelaciones divinas; esto ha-bía ocurrido, sobre todo, en Medina, dondeel contenido de los textos era normativo, ypor tanto, de especial importancia. La rela-ción del Profeta con Ibn Thâbit muestraque la conservación del texto revelado sehabía realizado tanto “en el corazón de loscreyentes” –según recoge la tradición– co-mo sobre soporte duradero. Se desconoce lacantidad de texto coránico redactado enépoca del Profeta, pero se sabe que él mis-mo ordenaba la inclusión de tal o cual ale-ya entre el material recopilado y decidía sucolocación en la sura adecuada y, también,que estableció el orden interno de las suras,recogidas por escribientes y memoriones e,incluso, algunos especialistas musulmanessostienen que antes de su muerte pudo veruna versión completa del Corán.

Sea como fuere, poco tiempo después dela muerte del Profeta, según se ha dicho,Ibn Thâbit recibió el encargo de redactar,sobre papel o papiro, todas las suras me-morizadas y escritas y agrupar todas lashojas en un legajo, probablemente sinningún tipo de encuadernación. El califaAbû Bakr legó el preciado material a susucesor, Umar Ibn al-Jattâb, quien se loentregó a Hafsa, su hija y viuda del Profe-ta.

Esta primera versión del Corán no debióser reconocida por todos –aunque fueraconsiderada como referencia posterior in-

discutible–, teniendo en cuenta que cuan-do murió Umar Ibn al-Jattâb (644), yaexistían núcleos árabes en Mesopotamia,Siria y Egipto, avanzadillas de las siguien-tes oleadas de conquistas, poblados porcombatientes que también conocían el Co-rán. En esa época de rápida expansión yalejamiento del núcleo original, muchospeligros acechaban el texto coránico. Lasdiscrepancias a la hora de recitar tal o tal

aleya; el ingreso en la nueva religión deno-árabes que desconocían el árabe; la ne-cesidad de tener una versión completa delCorán para poder rezar y ordenar la vidade las nuevas comunidades y, el miedo aque la aristocracia de La Meca manipularael texto revelado con fines políticos, fue-ron otros tantos motivos que urgieron lapreparación de una versión completa y re-conocida del Corán.

La tarea le fue, nuevamente, encomenda-da a Zayd Ibn Thâbit por el tercer califaUthmân Ibn Affân (m. 656). Ibn Thâbit, alfrente de una comisión de notables, reem-prendió el proceso de encuesta personal conlos memoriones y recitadores supervivien-tes, así como la recogida de los datos escri-tos. Después de probar su autenticidad con-trastándolo con la versión que Hafsa habíaguardado cuidadosamente, se estableció,

hacia el año 650, la primera vulgata canó-nica del Corán, la única válida a partir deentonces; las azoras fueron dispuestas pororden decreciente de longitud, las más lar-gas al comienzo, después de la oración deinauguración o al-Fâtiha.

El califa Uthmân ordenó destruir las de-más versiones realizadas en los territoriosconquistados y en la propia Arabia, salvo lade Hafsa, que conservó hasta su muerte, entiempos de los Omeyas de Damasco. Reco-mendó, además, que en caso de discrepan-cias, se cotejara con él y se tomara como re-ferencia el dialecto de la tribu de Quraysh,a la que pertenecía el Profeta, y mandó ha-cer cuatro o más copias para enviarlas aotras tantas ciudades: Basora, Kufa, Da-masco y tal vez al-Fustat (El Cairo) y LaMeca.

Sin embargo, dado el estado de evoluciónde la lengua árabe a mediados del siglo VII,el texto pasó por varias etapas hasta su com-pleta fijación. Las particularidades de lagrafía de la lengua árabe, así como la exis-tencia de diferencias dialectales entre lasdistintas tribus, dieron lugar a la prolifera-ción de “lecturas” o variantes de recitacióndel mismo texto. A partir de la vulgata deUthmân, y tras un proceso de maduraciónde la lengua árabe, en el siglo X se conside-raron oficiales siete “lecturas”, que se ve-nían repitiendo en Medina, Meca, Damas-co, Kûfa y Basora por lectores “oficiales” re-conocidos en el siglo VIII y cuyas versionesera repetidas por recitadores –también co-mo “oficiales”– que vivieron en los siglosIX y X. De hecho, el número de “lecturas”reconocidas llegó a catorce y cada una tuvosu particular difusión en las distinas partesdel mundo islámico. Las variantes entre lasdistintas “lecturas” son mínimas –en algu-na que otra declinación o vocalización– yaque el texto es intocable, salvo en lo pocorelacionado con las reivindicaciones shiíes.

En realidad, prevaleció la “lectura” deltexto fijado por Zayd Ibn Thâbit por orde-nes de Utman, empleada por el lector Âsimb. Mahdala al-Asadî de Kûfa (m. 744) y re-petida por Hafs (m. 805). Esa es la “lectu-ra” que se recoge en la Vulgata actual delCorán, reconocida e impresa en El Cairo enel año 1923 y que siguen los sunníes.

Soha Abboud-HaggarArabista,

Universidad Complutense, Madrid

Página de un Corán del siglo XV.

LA PRIMERA GUERRA SANTADOSSIER: EL LEGADO DE MAHOMA

LA AVENTURA DE LA HISTORIA ON-LINE

Page 8: La Aventura de La Historia - Dossier041 El Legado de Mahoma

que tomó el nombre la batalla) o, máshumildemente, la trinchera. Este mediodefensivo no era típico de los beduinosy la tradición afirma que fue sugeridopor Salman al-Farsi, el Persa.

Concluido el asedio, Mahoma quisovengarse de los banu qurayza, el clanhebreo de Medina, que era sospechosode haberse entendido secretamentecon el enemigo. No está claro si lasacusaciones eran fundadas o no, perolo cierto es que la comunidad musul-mana salió reforzada de la batalla delkhandaq y, probablemente, decidióreafirmar su supremacía. Después deun asedio de dos semanas, los banuqurayza se rindieron pero, en esta oca-sión, no se les permitió el destierro, co-mo había sucedido con otro clan he-breo, el de los banu nadir. Entre seis-cientos y novecientos hebreos varonesfueron decapitados: ninguno, exceptouna mujer, quiso abjurar de la fe he-brea, enfrentándose a la muerte condignidad de mártires.

Fuego en torno a La MecaPara que el triunfo de Mahoma y su fefuera completo, sólo faltaba la conquis-ta de La Meca, su patria todavía pagana.Inspirado por un sueño, el Profeta de-cidió ir en peregrinación a la Kaaba y,en febrero de 628, se dirigió a ella conunos 1.600 hombres píos, pero arma-dos y decididos. Los mequíes, aterrori-zados, no lograron entender las inten-ciones de su antiguo ciudadano que,acampado en Hudaybiya, a las puertasde la ciudad, hizo encender ostento-samente 500 hogueras. Dentro delas murallas había una gran agita-ción y, tras desplegar varias ve-ces el ejército, se intentó solu-cionar la cuestión por vía di-plomática, proponiendo elPacto de Hudaybiya: Mahomapodría entrar en peregrinacióna La Meca, pero no ese año, si-no el siguiente, y por sólo tres dí-as. La victoria diplomática de Ma-homa era irrefutable: los mequíessse veían obligados a tratar de iguala igual a los musulmanes. Una pá-rrafo del Corán, revelado duranteel camino de vuelta, da confir-mación al Profeta: «Nos te hemosdado una victoria manifiesta...»(sura XLVIII,1).

Tras realizar su peregrina-

15

“emigrados”), cumplen la Hégira, la“emigración” hacia Medina. Esta funda-mental fecha fue elegida por los paísesislámicos para iniciar su calendario: 16julio de 622.

Aquí, en al-Medina (la ciudad), Ma-homa decidió que fuera su camella,Qaswa, la encargada de elegir el sitiosobre el que se debía levantar su mo-rada, evitando, de este modo, las segu-ras envidias entre todos aquellos quequerían hospedarlo, siguiendo las anti-guas tradiciones beduinas. Qaswa re-corrió plácidamente los palmerales ycallejuelas, hasta que cansada, se tum-bó en un claro, donde generalmente separaban las caravanas. Allí comienza-ron los trabajos de construcción de laprimera mezquita. La tradición señalaque todos acompañaran el trabajo concantos rimando las frases, incluido elmismo Mahoma. Pero, cuando a éste lellegaba su turno, inadvertidamentecambiaba el orden de las palabras, conlo que desaparecía la obligada rima.Señal de que el Profeta no estaba muydotado para el diabólico arte de la po-esía y que toda su elocuencia proveníade Alá.

Cuando la mezquita estuvo acabada,Mahoma decidió que la oración debíaorientarse hacia Jerusalén, lo que con-firma el carácter sagrado de la ciudadhebrea para la naciente comunidadmusulmana. El ayuno ritual fue esta-blecido el 10 de Muharram, coinci-diendo con el tradicional hebreo del 10de Tiyri. En un primer momento, Ma-homa esperaba lograr el apoyo de loshebreos de Medina y el reconocimien-to de su religión. La Constitución deMedina, que se apresuró a redactar, de-seaba la solidaridad y la cooperaciónentre todos los habitantes de la ciudad,judíos y paganos incluidos. La libertadde culto, de cualquier culto, fue admi-tida oficialmente.

Una trinchera providencialLas razias y las batallas de los musul-manes se multiplicaron, sobre todocontra los mequíes, acérrimos enemi-gos del Profeta y, cuando en el 627, in-tentaron reaccionar, sufrieron una granderrota en la Batalla del Foso, el largoasedio de Medina por parte de unos10.000 mequíes. En realidad, la batallano tuvo lugar porque los sitiadores nosupieron vadear el foso (khandaq, del

14

LA PRIMERA GUERRA SANTADOSSIER: EL LEGADO DE MAHOMA

La brecha del Islam

Como en casi todas las religiones,también en el Islam las divisiones

en la interpretación del dogma obede-cen en su origen a luchas políticas por elpoder entre los creyentes. La principalescisión que vive el Islam se remonta alos mismos orígenes, casi caliente aún elcadáver del Profeta, y responde a la riva-lidad entre Mutawiya b. Abi Sufyan,que se convertiría en el fundador de ladinastía de los Omeyas, y Alí b. Abi Ta-lib, cuarto califa ortodoxo y primo yyerno de Mahoma, ya que estaba casadocon su hija Fátima. El pulso significó lacreación de dos interpretaciones diferen-tes del Islam, la sunna, favorable a Mua-wiya, y la shí’a, “los partidarios” de Alí,es decir, los chiítas.

Los seguidores de Alí sostenían que el

Profeta había elegido a su yerno para con-tinuar su labor profética, por designio di-vino y le había proporcionado conoci-mientos secretos que le capacitaban paraser el único “imam” con posibilidades degobernar de forma recta y acorde con losdesignios de dios. Convencidos de que Alítransmitió la enseñanza secreta de Maho-ma a sus hijos, los chiítas creen que el de-positario del legado vive oculto para re-gresar cuando sea la voluntad de dios. Loschiítas han cultivado la fe en una figurasalvadora, un mahdi, que es la versión islá-mica del mesianismo.

Si el descendiente de Alí regresó o no ala Tierra y cuándo lo hizo o si aún lo hade hacer es la pieza clave de la discordiaentre las diversas ramas en que a su vezestá dividido el chiísmo.

Mahoma inicia la construcción de la mezquita de Medina, la primera de todo el mundo árabe,según un manuscrito de Darir, siglo XVI (Nueva York, Public Library).

Mahoma y Alídiscuten junto al

santuario de laKaaba, en una

miniatura del sigloXVI (Nueva York,Public Library).

LA AVENTURA DE LA HISTORIA ON-LINE

Page 9: La Aventura de La Historia - Dossier041 El Legado de Mahoma

17

Campesino del Alto Egipto frente a su casa, donde las pinturas naïfaluden a las peregrinaciones a LaMeca de sus moradores y los mediosde transporte empleados para llegar a la ciudad santa del Islam.

El fracaso de laSECULARIZACIÓN

El mundo musulmán parece estar atrapado entre la fidelidad a lastradiciones y la interpretación literal de los textos religiosos, por un lado,

y el deseo de modernización, por otro. Mohamed Charfi analiza las causasde este desfase y los intentos por superarlo

ción en marzo del año siguiente, en630, Mahoma decidió atacar La Meca,aduciendo como motivo el asesinatode un musulmán. Llegó al frente del0.000 hombres y la conquistó sin de-rramamiento de sangre; los Quraishíesdecidieron convertirse al Islam, mante-niendo así intactos su papel social ysus riquezas: fue un verdadero triunfo,político y religioso.

Una vez conquistada la ciudad, Ma-homa fue al sagrado templo de la Kaa-ba y ordenó destruir todos los ídolos,destrozando él mismo varias imágenesexcepto, según se dice, la de Abrahamque llevaba en la mano las flechas, lade Jesús, considerado también por losmusulmanes como un gran profeta, yla de su madre, María. También con-servó el culto de la Piedra Negra, haciala que los árabes han tenido siempreuna extraordinaria veneración.

La Meca era finalmente musulmanapero, antes de abandonar la ciudad,Mahoma se involucró en otra aventura,esta vez justificándola como una guerrasanta contra los infieles: contra la ciu-dad de Taif que, además de obstaculi-zar el tráfico hacia el Yemen, todavíavivía en plena idolatría. La batalla con-tra sus habitantes, los hawazin, se tra-

dujo en una nueva victoria, en la quecolaboraron, según la leyenda, 15.000ángeles con rojos turbantes, que se en-sañaron con los enemigos de los mu-sulmanes. Pasado algún tiempo, emba-jadores de Taif fueron a Medina paranegociar la sumisión.

En el otoño del año 9 de la Hégira(630-631), el ejército musulmán llegóhasta la frontera sirio-bizantina, donde

conquistó Tabuk, abandonada por lapoblación griega y árabe. De los confi-nes septentrionales, de los griegos y delos sirios, empezaron a llegar misionesdiplomáticas preocupadas por el cre-ciente poder de Mahoma. Hasta dosobispos, Ukadin de Dumat al-fandal yYohanna ibn Roba de Aila, fueron aMedina para pedir que su culto fuerarespetado, a cambio del pago de un tri-buto a la comunidad musulmana.

Sólo habían transcurrido diez añosdesde la Hégira a Medina. De profetaacorralado por su mismo clan, había

pasado a ser el indiscutible jefe políti-co y religioso de todo el Hiyaz. Ahorapodía dedicarse a la sumisión del restode las tribus árabes. Lo hará unas vecespor medio de la guerra guerra y otraspor la diplomacia, usando la ideologíacoránica de la guerra santa, yihad, quedebe ser hecha contra los infieles, perotiene que ser evitada cuando éstos es-tén dispuestos a aceptar el Islam. Ma-homa transformó en imperio religiosola “república mercantil” de La Meca.Concluyó tratados entre diferentes tri-bus y la umma. El Islam interrumpiólas rivalidades beduinas, encauzando laagresividad hacia los “infieles”: la yapróxima conquista de los Imperios Bi-zantino y Persa, fue el precio que estostendrán que pagar por el triunfo delPax islámica entre los árabes.

El Imperio de Oriente, con Justinia-no primero, Mauricio y, sobre todo,Heraclio después, estaba empeñadoen una larga y extenuante guerra con-tra los reyes persas Cosroe I y II. Y así,mientras la lucha entre los dos gran-des Imperios, el Bizantino y el Persa,vio oponerse dos religiones, la cristia-na y la mazdeista, entre estas dos su-perpotencias se formó casi invisible-mente una religión, la islámica, y unapotencia, la árabe, que barrería comoun tornado a los sasánidas y luego,más lentamente, a los bizantinos.

Pero Mahoma no lo vio. Después desu peregrinación del 632 a La Meca,enfermó. Tenía fiebre y terribles dolo-res de cabeza, estaba agotado y co-

menzaba a delirar. Los últimos mo-mentos quiso pasarlos en la habita-ción de su amada Aysha, la mujer queél más querida, en un agitado duer-mevela. Falleció el lunes 13 rabi del11 Hégira, para el resto del mundo, 8junio de 632 d.C.

A la gente que se reunió alrededorde la casa, el fiel Abu Bakr les anun-ció: “¡Oh gente! Quienes veneran aMahoma sepan que Mahoma ha muer-to. Quienes en cambio adoran a Dios,sepan que Dios está vivo y no moriránunca”. n

16

El Islam barrió como un tornado el Imperio Sasánida y lentamenteel Bizantino. Mahoma no pudo verlo

Mahoma sostiene la Piedra Negra, considerada el centro cosmológico del mundo islámico, en una ilustración de la Historia Universal de Rashid al-Din, 1307-1308.

DOSSIER: EL LEGADO DE MAHOMA

LA AVENTURA DE LA HISTORIA ON-LINE

Page 10: La Aventura de La Historia - Dossier041 El Legado de Mahoma

19

ley de vida. No hay razón para que elIslam no evolucione como lo han he-cho cristianismo y judaísmo. Sucede,sin embargo, que si en los últimos si-glos los europeos han vivido, a menu-do con dolor, con avances y retrocesos,profundos cambios tecnológicos, eco-nómicos, culturales y políticos, los pue-blos musulmanes han sufrido en parteun gran retraso en todos estos campos.

Esclavitud tolerada por DiosEste retraso no es una condena defini-tiva y perpetua. Puede ser recuperado.Los castigos corporales han desapareci-do en la mayoría de los países musul-manes desde hace tiempo. En Túnez,por ejemplo, las reglas de la sharia quecastigan al ladrón con la amputación dela mano o al autor del adulterio con lapena de muerte por lapidación, caye-ron en desuso hace siglos. El sistemabancario funciona normalmente en lacasi totalidad de los países musulma-nes, a pesar de la prohibición religiosadel préstamo con interés. La mujer mu-sulmana se ha evadido de sus tres pri-siones: no se encuentra ya enclaustradaen casa, ha roto las barreras invisiblesde la ignorancia y ha desgarrado su ve-lo para convertirse en ciudadana depleno derecho.

Estas diferentes evoluciones no se

han producido sin dificultades. Cuandola esclavitud fue abolida en Túnez en-tre 1842 y 1846, algunos jefes religiososde cortos alcances –los integristas de laépoca– pusieron el grito en el cielo an-te lo que consideraban una traición alIslam, pues si el Corán tolera esta insti-tución, no había razón para prohibir loque los textos sagrados autorizan. Másaún, precursores de algunos islamistasde hoy acusaron a los defensores de laabolición de “querer complacer a Occi-dente”. Los reformadores tunecinos sedefendieron con valentía. Cuando seleen los artículos de Bayram, pensadortunecino de mediados del siglo XIX, setiene la impresión de que están escritospor un demócrata de hoy. Demostraronque la abolición se adecúa más al espí-

ritu de la religión que el mantenimien-to de la esclavitud y evita al amo lospecados que comete al maltratar a susesclavos.

Más tarde, Kacem Amin en Egipto yAbdelaziz Thaalbi en Túnez hicieronun llamamiento a favor de la educación

de los jóvenes y de la supresión del ve-lo de las mujeres, utilizando, como jus-tificación de las reformas, el espíritu dela religión y una nueva lectura de lostextos fundacionales.

Esta evolución fue posible gracias amúltiples factores. Por una parte, lospensadores ilustrados y los reformado-res inspiraron con frecuencia la accióndel Estado, cuando éste funcionó comomotor de cambio. Por otra, la gran ma-yoría de la población la aceptó sin difi-cultades, ya que estaba formada porgente campesina, a menudo iletrada yque nunca se había distinguido por unareligiosidad fanática. La mujer beduina,por ejemplo, nunca llevó velo. La únicaresistencia al cambio se concentraba enlas universidades religiosas, la Zituna,

en Túnez y Al-Azhar, en Egipto, cuyainfluencia no era determinante.

Cuando se piensa en estos considera-bles cambios, se tiene la tentación deafirmar que los pueblos musulmaneshan abandonado la Edad Media paraacceder plenamente a la modernidad yque han sabido adaptarse a las exigen-cias de los nuevos tiempos, permane-ciendo fieles a su religión. Sin embar-go, los recientes acontecimientos de-muestran que estos cambios son frági-les. La razón es que las estructuras jurí-dicas, económicas y sociales han evo-lucionado notablemente, mientras queel sistema de referencias culturales y eldiscurso político se han quedado atrás.

Al borde de la esquizofreniaEn el conjunto del mundo musulmán,junto a otras medidas de moderniza-ción y de desarrollo, se adoptó una po-lítica de generalización de la enseñan-za. En este campo, desgraciadamente,se ha pensado casi siempre en térmi-nos cuantitativos. El contenido y losmétodos educativos no han sido objetode una detenida reflexión y de seriosdebates. Se añadió, simplemente, la en-señanza de materias científicas y len-guas extranjeras a los programas de lasescuelas tradicionales. Estas escuelasno enseñaban el Islam solamente como

Entrada triunfal de Huari Bumedián en Argel, el 11 de septiembre de 1961, tras una larga ysangrienta guerra de independencia.

Las estructuras económicas y socialeshan evolucionado, mientras el discursocultural y político se ha estancado

18

La crisis cultural y el desconcier-to ideológico al que asistimoshan favorecido el auge de todotipo de extremismos, entre

ellos, el fanatismo religioso. Pero enningún lugar éste ha causado tantasvíctimas estos últimos años como en elmundo musulmán. Especialmente enEgipto y, sobre todo, en Afganistán yen Argelia. Son razones específicas lasque deben explicar el auge del fanatis-mo islámico. Con frecuencia se aleganfactores económicos y sociales: la po-

breza, el paro, la crisis de la vivienda,la invasión de la ciudad por el campo,la corrupción cuando y allí donde exis-te, el sistema de libertades públicas, et-cétera. Lejos estamos de ignorar estascausas de legítimo descontento en nu-merosos países. Sin embargo, el funda-mentalismo existe también en los paí-ses del Golfo, donde los nacionales tie-nen un elevado nivel de vida. Sólo lamano de obra extranjera sufre de po-breza y explotación, a veces intolera-ble.

Por otra parte, en los países no pe-trolíferos, en los que las causas deldescontento económico y social son re-ales, se plantea esta cuestión: ¿por quélas reivindicaciones se funden en unareclamación quimérica del retorno a un

Estado islámico, en el que todos losproblemas serían resueltos con la vari-ta mágica de la aplicación de la sharia(derecho musulmán clásico). En el res-to del mundo, estos problemas tienennaturaleza y cauces propios: se formanmovimientos de opinión y se crean or-ganizaciones para reclamar viviendas,aumentos salariales o más libertad.

Se habla a menudo de las “particula-ridades de la religión islámica o de es-pecificidades de la civilización árabe-musulmana” que deben ser respetadas;manifestaciones justas en sí mismasporque significan el respeto al otro, pe-ro que no justifican la vuelta a los cas-tigos corporales ni la opresión de lamujer o la refundación de un Estadoteocrático.

Adiós a la InquisiciónTodas las civilizaciones y todas las con-cepciones religiosas evolucionan. Elpensamiento cristiano actual tiene pocoque ver con las ideas que prevalecíanen la época de las Cruzadas, de la In-quisición o del proceso contra Galileo.Después del Concilio Vaticano II, laIglesia se despide de la Edad Media ycierra el paréntesis de la Contrarrefor-ma. Abre sus puertas y ventanas de paren par. Cierto es que, a veces, mantieneplanteamientos discutibles, pero el ca-mino recorrido desde hace un siglo esimpresionante. Incluso en Israel, dondeel Estado se basa en la religión, la leymosaica, gracias a la emancipación de lamujer, se respeta sólo parcialmente.

La prohibición cristiana del divorcioo la poligamia de la ley mosaica se hanconvertido en pieza de museo y su de-saparición no provoca ya desgarro al-guno en la mayoría de estas dos reli-giones. Estas innovaciones se han inte-grado de tal forma en el pensamientocolectivo cristiano o judío, que ningunacorriente popular importante, europeao israelí, reclama el retorno de estas an-tiguas leyes en nombre de la identidad,de la autenticidad o de algún otro con-cepto inmovilista.

Esta metamorfosis de las otras dos re-ligiones monoteístas no tiene nada desorprendente porque la evolución es

MOHAMED CHARFI es profesor emérito de laFacultad de Ciencias Jurídicas, Políticas ySociales de Túnez y autor de Islam ylibertad. El malentendido histórico, delque este artículo forma parte.

Cartel mostrando a Kemal Ataturk junto a unaefigie de la República Turca que copia elmodelo iconográfico occidental: una mujerenvuelta en la bandera nacional.

EL FRACASO DE LA SECULARIZACIÓNDOSSIER: EL LEGADO DE MAHOMA

LA AVENTURA DE LA HISTORIA ON-LINE

Page 11: La Aventura de La Historia - Dossier041 El Legado de Mahoma

tuales, alinearon los batallones de blin-dados que se enfrentaron entre sí. Deahí los continuos alzamientos y final-mente la escisión entre el Baaz sirio yel Baaz iraquí. Este conflicto sólo pue-de entenderse si se recuerda que susueño era reconstituir la edad de orode los árabes, momento de esplendorque para los sirios es el califato omeya,con capital en Damasco, y para los ira-quíes, el califato abbasí, cuya capitalera Bagdad. Su panarabismo no es sinouna fachada y se reduce a un micro-nacionalismo expansionista. El régimensirio se alía con el islamismo radical deIrán y con el Hezbollá libanés. Al día si-guiente de la invasión de Kuwait, Sa-dam Husein incorpora la frase AllahAkbar (“Dios es el más grande”) a labandera iraquí.

El fracaso de NasserNasser era un gran tribuno, admiradopor su honestidad y sinceramente re-novador, pero su modernidad se supe-ditaba a la unidad árabe y la liberaciónde Palestina y para alcanzarlos necesi-

21

íses musulmanes, las actitudes reales yel discurso oficial de los gobernantesreflejan una modernidad vacilante, noasumida ni conciliada con el Islam.

A finales de los años 50 y a lo largode los 60, el mundo árabe está desga-rrado entre varios discursos políticosdivergentes. En el Creciente Fértil im-ponía sus ideas el partido Baaz; enEgipto y el Magreb, tres hombres degran estatura política, Nasser, Bume-dián y Burguiba, desarrollaban diferen-tes discursos. Comparemos sus enfo-ques.

El Baaz era, inicialmente, un partidolaico y moderno, constituido por unnúcleo de cristianos y musulmanes queno podían entenderse sobre una basereligiosa y, por tanto, elaboró un pro-yecto al margen de las religiones. Sinembargo, la modernización de la socie-dad era secundaria respecto a su prin-cipal objetivo, la unificación del mundoárabe. Para ello, los objetivos se con-centraron en las Fuerzas Armadas. Envez de multiplicar las federaciones demilitantes y los debates entre intelec-

El Islam militanteLos Hermanos MusulmanesEl movimiento nació en Egipto, en1928, de la mano de Hasán al-Banna ycon el tiempo se convirtió en el origen denumerosos grupos radicales islámicos. Sufundador siempre defendió la afirmación:“El Corán es nuestra Constitución”; y susseguidores mantienen que la respuesta atodos los retos del mundo moderno estáen aplicar las enseñanzas del texto sagra-do. A la espera de la instauración de unEstado islámico, trabajan por la islami-zación de la sociedad desde abajo, me-diante la educación y las obras sociales.La represión que Nasser hizo de este mo-vimiento sirvió para radicalizarlo aúnmás y en la actualidad representa la másseria oposición a que se enfrenta el raisMubarak.

Los ahbachesSe trata de una corriente que apareció enel Líbano en los años 80 y a la que la ma-yoría de los musulmanes considera des-pectivamente como una “secta de malhe-chores”. Fue fundada por Abdalah Al-Ha-rari, también conocido como Al-Habachi

(el etíope). Critican a los wahabíes y a losHermanos Musulmanes y sus críticos lesacusan de estar manipulados por el Go-bierno sirio. Este movimiento ha conoci-do una publicidad inesperada tras la de-tención de Zacarias Moussaoui, de nacio-nalidad francesa, por su presunta partici-pación en los atentados del 11 de sep-tiembre, ya que su hermano mayor, AbdSamad, es un abhache.

Los salafíes y wahabíesLos salafíes tratan de regresar a la purezade las fuentes del Islam, tal como apare-cen en el Corán y la sunna. Su impulsorfue el jeque Mohammed Ibn Abdelwahab(que vivió en el siglo XVIII), teórico deun islam rigorista e inspirador de la ideo-logía de la familia de la Casa de Saúd, quegobierna hoy Arabia Saudí. Los salafíesson también conocidos como wahabíes y asu vez se dividen en dos grupos, los yiha-distas, cuyo líder es el egipcio Mustafá Ka-mel, también llamado Abu Hamsa, refu-giado en Londres e imam de la mezquitade Finsbury Park; y los llamados jequistas,que no se meten en política, pero siguen

al pie de la letra las fatuas de los jequessaudíes.Este movimiento está en plena expansiónen Francia. Poco estructurada, esta escue-la se divide en varias tendencias, según suinterpretación de los dogmas. Los más ra-dicales incluso anatematizan a los otrosgrupos musulmanes.

El TablighEs el mayor movimiento misionero delIslam, y fue fundado en la India porMuhammad Ilyas. Se les apoda los “Tes-tigos de Jehová del Islam”, por el prose-litismo persistente que emplean, ya quevan puerta a puerta peinando las calles desus barrios de forma metódica para instara los musulmanes a acudir a rezar y a res-petar las prácticas religiosas. El Tablighha sido muy eficaz en la reislamizaciónde los inmigrantes de la primera genera-ción en Francia. Su meta es exclusiva-mente religiosa y evita de forma decidi-da cualquier compromiso con la política,aunque sus detractores lo acusan última-mente de estar siendo utilizado cada vezmás por los militantes radicales.

El rais egipcio Nasser, vestido a la manera delos peregrinos, durante una de sus visitas a laciudad santa de La Meca.

20

una religión. Lo presentaban, al mismotiempo, como una identidad y como unsistema jurídico y político. Pero la Na-ción, entidad naciente, no es la Umma(comunidad de los musulmanes), sinoun nuevo régimen político, basado teó-ricamente en la soberanía popular, quenada tiene que ver con el Califato.

El nuevo régimen jurídico tampocotiene relación con la sharia, ni por susfuentes ni por su contenido. El nuevoderecho es aprobado por el Parlamen-to, teóricamente surgido del sufragiouniversal, mientras que la sharia esobra de los teólogos. El nuevo derechopenal está concebido para rehabilitar aldelincuente, mientras que el derechopenal de la sharia se basa, como todoslos derechos penales antiguos, en cas-tigos corporales y en penas, como la la-

pidación, cuyo objetivo es hacer sufrir.Todas estas son grandes innovacio-

nes que nunca fueron explicadas a laopinión pública. Año tras año se ahon-da el foso entre el sistema idealizado ysacralizado, heredado de los antepasa-dos y enseñado en la escuela, y el nue-vo sistema que aparece cada vez máscomo ajeno, importado y contrario a lareligión. La población sufre una gravedistorsión, un doloroso desgarro que lalleva al borde de la esquizofrenia. Noquieren sacrificar ni el Islam ni la mo-dernidad. Están apegados tanto al Islamcomo a las estructuras modernas delEstado del que reivindican, con razón,una auténtica democratización y repre-sentatividad, aunque sienten al mismotiempo y confusamente, la contradic-ción, tal vez la incompatibilidad, entre

las dos. La disfunción del sistema mu-sulmán moderno es tal que la situaciónactual se vuelve precaria.

Un enemigo desprestigiadoLos islamistas pertenecen a una fac-ción minoritaria de la población quequiere que prevalezca el Islam sobre lamodernidad. Tienen un discurso apa-rentemente lógico: “Somos musulma-nes y debemos aplicar el Islam tal co-mo lo hemos heredado y aprendido”.Su discurso es hoy dominante porquese presentan como militantes puros yduros, que tienen en frente regímenescorroídos por el nepotismo, la corrup-ción y la impotencia para ofrecer el de-sarrollo prometido. Se benefician de lainexistencia de un contra-discurso creí-ble. En efecto, en la mayoría de los pa-

El Islam en el mundo

Hay unos mill millones de musulma-nes en una franja que va del Atlán-

tico hasta el mar de China, que abarca elnorte de África, el Sáhara y el cinturónsubsahariano, Oriente Medio hasta la In-dia, con una importante minoría, y variospaíses de Extremo Oriente, como Malasiae Indonesia. Rusia, China, Japón, y Filipi-nas tienen grupos de población de fe mu-sulmana.

La emigración a Europa de habitantes delas ex colonias en el Norte de África y

Oriente ha implicado la irrupción en unasdécadas de millones de musulmanes en Oc-cidente. Así, Francia cuenta con cuatro mi-llones –la mayoría de Marruecos, Argelia ypaíses musulmanes de África negra–, loque supone el 7 por ciento de su población.Alemania tiene casi tres millones de mu-sulmanes, en su mayoría de origen turco, yGran Bretaña, más de millón y medio, mu-chos de origen pakistaní. Suecia, Holanda,Bélgica o Italia albergan un número im-portante. En España hay unos 400.000, un

uno por ciento de la población total. En Es-tados Unidos se cifra en unos diez millo-nes, algo menos del 4 por ciento.

El Islam cuenta con menos seguidoresque el cristianismo, cuyas iglesias se jac-tan de sumar más de 1.800 millones debautizados. Sin embargo, la práctica reli-giosa no se corresponde con unas cifrasque hay que tomar con cautela. Baste re-cordar que este cálculo esta hecho inclu-yendo 40 millones de cristianos españoles,es decir el 100 por cien de la población.

De 100 a 70%

De 49 a 30%

De 9 a 2%

De 69 a 50%

De 29 a 10 %

Menos del 2%

PORCENTAJESDE POBLACIÓNMUSULMANA

EL FRACASO DE LA SECULARIZACIÓNDOSSIER: EL LEGADO DE MAHOMA

LA AVENTURA DE LA HISTORIA ON-LINE

Page 12: La Aventura de La Historia - Dossier041 El Legado de Mahoma

cidente revelador que saltó a las pági-nas de los periódicos hace algunosaños. En Egipto, país que desempeñódurante largo tiempo el papel de van-guardia en la emancipación de la mu-jer, Aisha Rateb, ex ministra de AsuntosSociales, tenía problemas con su mari-do y vivía separada de él, a la esperadel divorcio. Un día que tomaba elavión para un viaje oficial, su maridoconsiguió impedir que el aparato des-pegara durante algún tiempo, bajo elargumento de que no había recibidoautorización marital para dicho viaje.

Religión y modernidadCuando un intelectual intenta emitiropiniones a favor de la conciliación en-tre Islam y modernidad, los ulemas semovilizan contra este pensador “asque-roso infiel al que se debe matar” y losgobernantes, por miedo o por demago-gia, hacen causa común con ellos. Estapráctica es desgraciadamente antigua.Cuando en 1923, Ali Abderrazak, pen-sador musulmán liberal, publica suobra capital, El Islam y los fundamentosdel poder, queriendo conciliar religióny modernidad en materia de régimenpolítico, los ulemas lo denuncian vigo-rosamente y lo excluyen de la Univer-sidad de al-Azhar, con la aprobacióndel Gobierno egipcio. Aún más, SaadZaghloul, jefe del partido dominante enesa época, el Wafd, que encabezaba lalucha por la independencia y que eraconsiderado como laico, denunció el li-bro y a su autor con igual vigor. Toda-vía hoy, las autoridades egipcias nohan cambiado realmente su política alrespecto. Es verdad que con cargo alGobierno se han editado al día de hoydecenas de miles de ejemplares de laobra de Abderrazak. Sin embargo, ellono cambia el hecho de que la obra deAli Abderrazak permanece ignorada enlas escuelas egipcias.

En la misma época, Tahar Haddadpublica en Túnez su importante libroNuestra mujer en la sharia y en la so-ciedad, que es una llamada a favor dela emancipación de la mujer y demues-tra que el Islam bien comprendido nose opone a la misma. Fue apoyado porel sector ilustrado de los intelectuales yde la población, y denunciado por losulemas de la Universidad al-Zituna, quelo excluyeron de sus filas. La adminis-tración colonial aplicó la decisión de

los ulemas, impidiendo a este pensadoracceder a la función de juez. Sin em-bargo, después de la independenciafue rehabilitado por el Gobierno. Losdiscursos oficiales se refieren a él confrecuencia. Se ha creado un club cultu-ral con su nombre. Sus obras se ense-ñan en las escuelas. Sin negar el granmérito de Burguiba en la adopción delCódigo de Estatuto Personal, práctica-mente todo el mundo admite que estecódigo se fundamenta en la teoría deTahar Haddad.

Pero en este campo, el ejemplo tune-cino sigue siendo la excepción en elmundo árabe-musulmán, que todavíano ha logrado conciliar religión y mo-dernidad.

La Guerra del Golfo fue un mazazopara la unidad árabe y la barbarie delGIA en Argel ha hecho perder sus ilu-siones incluso a los integristas menosfanáticos. Puede que sea el momentode que las masas árabes abandonenlas quimeras y se fijen objetivos másrealistas y útiles, en busca de la mo-dernidad. Esta toma de conciencia só-lo puede realizarse con serenidad ypaz interior, conciliando el ser y elporvenir, la pertenencia a la civiliza-ción árabe y la religión islámica poruna parte, y la modernidad y el desa-rrollo por otra. n

23

Habib Burguiba insistía a los tunecinos enque las causas del subdesarrollo y la solucióna los problemas estaban en ellos mismos.

Sadam Husein apeló a razones religiosas pararecabar el apoyo de su pueblo, tras el estallidode la Guerra del Golfo, en 1991.

Del interés suscitado por el tema islámico tras el11 de Septiembre, es buena muestra esta lista delibros aparecidos en el último cuatrimestre:

ARMSTRONG, K., El Islam, Barcelona, Monda-dori, 2001.

BERGEN, P. L., Guerra Santa, S. A. La red terroristade Osama Bin Laden, Barcelona, Grijalbo, 2001. BROWN, A. C., Dios, oro y petróleo, Barcelona, An-drés Bello, 2001.CHARFI, M., Islam y libertad. El malentendido histó-rico, Granada, Almed, 2001.CHOMSKY, N., 11-S. Una nueva lógica mundial, Ma-drid, 2001.FRATTINI, E., Osama Bin Laden, la espada de Alá,Madrid, La Esfera de los Libros, 2001.GOYTISOLO, J., Paisajes de la guerra, Madrid, Agui-lar, 2001.JACQUARD, R., En nombre de Osama Bin Laden. Lasredes secretas del terrorismo islámico, Barcelona,Salvat, 2001.JUERGENSMEYER, M., Terrorismo religioso. El augeglobal de la violencia religiosa, Madrid, Siglo XXI,2001.KEPEL, G., La Yihad, Barcelona, Península, 2001.LACOMBA, J., El Islam inmigrado, Madrid, 2001.LANDSAU, E., Osama Bin Laden. El terrorismo delsiglo XXI, Barcelona, Planeta, 2001.RASHID, A., El Islam, el petróleo y el nuevo “GranJuego” en Asia Central, Barcelona, Península,2001.SANNEH, L., La corona y el turbante, Barcelona,2001.VALENZUELA, J., España, en el punto de mira. Laamenaza de integrismo islámico, Madrid, Temas deHoy, 2002.VERNET, J., Los orígenes del Islam, Barcelona, ElAcantilado, 2001.Nota: Las citas del Corán de este Dossier procedende la traducción de Juan Vernet.

PARA SABER MÁS

22

taba agradar a la opinión pública, loque le llevó a hacer concesiones al sec-tor tradicional de la población. Poco apoco, fue frenando cuanto podía mo-lestar a los integristas, desarrolló la Uni-versidad Teológica de al-Azhar y lenta-mente el movimiento de liberación dela mujer, el más fuerte del mundo ára-be hasta 1952, perdió intensidad a par-tir del acceso al poder de los oficialeslibres. Nasser no fue capaz de conse-guir la unidad árabe ni la liberación dePalestina y la sociedad egipcia retroce-dió en vez de modernizarse.

Bumedián siguió una política bastan-te parecida a la de Nasser, aunque conalgunas particularidades. Además de suarabismo, era un ferviente adepto delsocialismo científico y de la lucha an-tiimperialista. Soñaba con que su paísdesempeñara el papel de líder de Áfri-ca y hasta del Tercer Mundo. Para ellonecesitaba una gran Argelia, más po-blada y mucho más fuerte que sus ve-cinos. A pesar de su modernidad hizotodo cuanto pudo por complacer alsector tradicionalista de la población.Concedió a los ulemas un magnífico re-galo cediéndoles el sector de la educa-ción. Continuó la política de Ben Bellaal acudir masivamente a cooperantesegipcios, lo que Nasser aprovechó paradeshacerse momentáneamente de bue-na parte de sus integristas, quienes, uti-lizados como profesionales, formaránlos futuros cuadros del FIS y del GIA.

Burguiba no encendía la pasión de na-die, pero interesaba a todo el mundo.Apelaba a la razón de los tunecinos pa-ra explicar las causas de su subdesarro-llo que, desde la independencia, no seencuentran sino en ellos mismos, e in-dicaba los medios para avanzar: debe-mos emancipar a nuestras mujeres paraque participen en la obra de construc-ción de una sociedad nueva; debemoslimitar la natalidad para que el desarro-llo económico no sea destruido por elcrecimiento demográfico; debemos re-flexionar sobre las causas de nuestroatraso, ponernos a trabajar y cambiar

nuestras mentalidades y estructuras so-ciales para modernizarnos con el fin de“alcanzar el tren de la civilización”.Análisis basado más en la autocríticaque en la crítica de los otros. Objetivosaparentemente modestos, pero en elfondo más factibles e importantes. Tú-nez recoge hoy los frutos de esta polí-tica. Ello no cambia el hecho de queBurguiba fuera un dictador megalóma-no con una elevada opinión de sí mis-mo, que gobernó mediante un sistemade partido único, la tortura y el Tribu-nal de Seguridad del Estado. Estas vio-

laciones de las libertades públicas nofueron legítimas ni tan siquiera útilespara su política.

Burguiba hizo que la modernidad tu-necina, aunque real, haya sido clara-mente insuficiente por falta de demo-cracia. En el resto de los países árabese islámicos, los poderes públicos noconsideran como una prioridad la mo-dernización del Estado y, menos aún, lade la sociedad.

El problema para el mundo musul-mán, según escribe Olivier Carré, no esinventar la laicidad que existe, sinopensar la realidad que niega. Estas pa-

labras son optimistas, dado que los pa-íses que mantienen, en la práctica so-cial y en la legislación, instituciones co-mo la poligamia, la repudiación o el ca-samiento de muchachas impúberes, ba-sadas en el simple consentimiento delpadre, no pueden ser clasificados comopaíses laicos. Esto es lo que sucede enel mundo musulmán, a excepción deTurquía y de Túnez. Para medir hastaqué punto el estatuto de inferioridad dela mujer es, a pesar de algunas apa-riencias, una realidad social y jurídica,recordemos a modo de ejemplo un in-

Mahoma, la película

La biografía de Mahoma fue llevada ala gran pantalla en 1976 por el direc-

tor Moustapha Akkad, con un guión quetrataba de respetar escrupulosamente laversión histórica acorde a la tradición is-lámica. Mahoma, mensajero de Dios es unacoproducción británica y kuwaití que serodó en el desierto de Libia y está prota-gonizada por Anthony Quinn, Irene Pa-pas y Michael Ansara. La banda sonora esde Maurice Jarre.

Al poco tiempo de su estreno, la pelícu-la se había convertido en una referencia pa-ra todos los musulmanes y también fue unéxito de taquilla en Occidente. Casi mediomillón de personas la vieron en salas co-merciales de España.

En el mundo islámico supuso un hito,

ya que la reticencia de los musulmanes, porrazones religiosas, a representar seres vivosno había ayudado a que proliferaran inicia-tivas de filmar la historia sagrada, en con-traste con la profusión con que la Cristian-dad ha llevado a la pantalla las historias delAntiguo y del Nuevo Testamento.

El filme gira en torna a tres fases de lavida de Mahoma: el periodo en que era con-ductor de caravanas (582), antes de empe-zar a predicar (613), la oposición que sufrióen su ciudad natal, La Meca, y su regreso aella en 631, para acabar con la idolatría

En la selección de películas que se ven-den con el diario El Mundo, Mahoma, men-sajero de Dios se entrega en dos partes, losdías 28 de marzo y 2 de abril, debido a sularga duración: 175 minutos.

Países que mantienen la poligamia o el casamiento de muchachas impúberesno pueden ser clasificados como laicos

EL FRACASO DE LA SECULARIZACIÓNDOSSIER: EL LEGADO DE MAHOMA

LA AVENTURA DE LA HISTORIA ON-LINE