La Araña Negra Libro VIII - En construcción

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La Araña Negra Libro VIII Por Vicente Blasco Ibáñez

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LaArañaNegraLibroVIII

Por

VicenteBlascoIbáñez

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OCTAVAPARTE

JUVENTUDALASOMBRADELAVEJEZ

(CONTINUACIÓN)

VI

CAMBIODEDECORACIÓNENCASADELABARONESA.

LlegóelmomentofatalenqueJuanitoZarzoso,consutítulodedoctorenMedicina,alcanzadocongranbrillantez,obedeciendolasórdenesdesutío,alque temía tantocomoamaba,hubode separarsedeMaríapara trasladarse aParís.

En los tres meses que transcurrieron desde la conferencia con el padreTomáshasta el día enquepartió el jovenmédico, doñaEsperanzanohabíalogrado aminorar el cariño de los novios ni enturbiar la confianza quemutuamentesetenían.

Undíaenqueelestudianteesperóalaviudaenunodelospuntosqueellafrecuentaba para darle una carta con destino a María, doña Esperanzaaprovechólaocasiónpara“abrirlelosojos”,segúndecía.

Conafectada inocencia llevó laconversaciónal terrenoqueelladeseaba;habló de la niñez de María, de su carácter ligero, de sus atrevimientoshombrunos en el colegio, y comodigno final de tanta preparación, como elquecierralosojosparadisparareltruenogordo,sinilaciónalguna...“¡paf!”,la viuda espetó al estudiante la relación de cuanto ella suponía ocurrido enaquellanochecélebre,cuandolasmonjasencontraronalajoveneneltejado,durmiendoenlosbrazosdeunmuchacho.

Al ver la viuda que Juanito se ruborizaba intensamente escuchando suspalabras,creyóqueeljovenibaaestallarenindignación;perosequedófría,cuando en vez de la emoción terrible que esperaba, púsose a reír el jovendiciendoquenuncahabíaélllegadoaimaginarsequedoñaEsperanzasupieratalescosas.

La intrigante viuda, que pensaba sorprender al estudiante, resultó lasorprendida, y su asombro fue sin límites cuando Juanito la dijo que aquelmuchachoqueamanecióenlaazoteadelcolegioeraélmismo.

El golpe había fracasado; y en vez de desunir a los novios aquellarevelación,sólohabíaservidoparaconvenceralaviudadequetalamor,porlomismoqueeraantiguoynacidoeneldulcedespertardelapubertad,había

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deserforzosamentedelargaduración.

Apresuróse doña Fernanda a llevar la noticia al padre Tomás, quien, alsaberla,nomostrósuacostumbradayfríaindiferencia.

—Ahoraresulta—dijo—másprecisoquenuncaapartarcuantoantesaesosdos jóvenes. Veo que la tarea va a ser más difícil de lo que al principiocreíamos; pero con tal de que élmarche pronto a París todo se logrará. Essimplementecuestióndetiempoypaciencia.

—¿Y quéme aconseja usted, reverendo padre?—dijo la viuda—. ¿Deboseguirsiendomedianeraenestosamores?

—Sí; continúe usted hasta que ese joven se vaya a París. Nadaadelantaríamosconqueustedsenegaseafacilitarsusentrevistasyallevarlessus cartas; encontrarían otromedio para cumplir sus deseos.Ya daremos elgolpecuandoesténseparados.

Desde que el padre Tomás supo los amoríos de María visitó con másasiduidadlacasadelabaronesa.

La tertulia de momias realistas alegrábase por esta distinción que ladispensabaelpadreTomás.Aquelloera,paralosvisitantesdedoñaFernanda,comounhalagadorholocaustoasuterquedadreaccionariayunademostracióndequeelpoderosojesuita,reconociendoqueenlaaristocraciatransigenteconelsiglosóloseencontrabamiseriaeimpiedad,volvíaalsenodesusantiguosamigos, los“puros”, los“integristas”, losqueprotestabancontra todoloquenooliesealpolvodelpasado.

Lejos estaban aquellos seres de adivinar el verdadero motivo queimpulsabaalpadreTomásavisitarcontantafrecuencialacasadelabaronesa.

DoñaFernandanoeralaquesesentíamenosufanaporaquellaasiduidaddelpoderosojesuita.ElmásgravepesaralamuertedelpadreClaudiolohabíaexperimentadopensandoqueelnuevojefedelaOrdenenEspañanovisitaríayasucasacon tanta frecuencia,yasíocurrió;porestoalverahoraalpadreTomás casi todas las tardes en su salón, confundido entre sus habitualestertulianos, y hablándola con gran dulzura, el orgullo y el amor propiosatisfechocoloreabansurostroconelrubordelafelicidad,ysesentíadichosacomopocasveces.

Su satisfacción era inmensa al pensar que en los elegantes hoteles de laCastellana, donde residía aquella aristocracia moderna, a la que odiabasecretamente,senotaríalaausenciadelpadreTomás,aquienellacontabayacomounodesusacostumbradostertulianos,y,ganosaderetenerle,leasediabacontodaclasedeconsideracionesysemostrabadispuestaaobedecersumásleveindicación.

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Nolecostó,pues,grantrabajoaljesuitaelinculcarlasusdeseos.

DoñaFernanda,apesardetenersudirectorespiritual,queeraunindividuodelaCompañía,quisoconfesarseconelpadreTomás,arrastradaporeldeseode aparecer públicamente como penitente del célebre jesuita, que sólo sesentabaenelconfesonarioenmuycontadasocasiones.

Durante la tal confesión, fue cuando el padre Tomás convenció a labaronesadequedebíaconsentirenquesusobrinacontrajeramatrimonio,noviolentandosucarácterylastendenciasdesutemperamento.

DoñaFernandaoyóconrecogimientocasireligiosolaspalabrasdeljesuita,einmediatamentesepropusoobedecerlecomounautómata.

Tan grande era el poder que sobre ella ejercía el padre Tomás, que susindicacionesbastaronparaderrumbarlasilusionesquelabaronesaseforjabahacíayamuchosaños.

No;María no seríamonja, ya que así se lo aconsejaba un sacerdote tanilustre y digno de respeto. Ella había soñado en hacer de María una santacomosutíoRicardo;queríameterasusobrinaenunconvento,creyendoqueestaresoluciónseríamuygrataalosojosdeDiosyqueresultaríadelgustodelospadres jesuitas, a losqueellaconsiderabacomo legítimos representantesdel Señor; pero ya que un sacerdote tan respetable le aconsejaba todo locontrario,ellaestabadispuestaaobedecerinmediatamente.

Y doña Fernanda, al decir estas palabras, extremaba el gesto y losademanes, intentandodemostrardeestemodoquesusumisióna lasórdenesdeljesuitaerainmensa.

Loqueellapedíaúnicamente,loquesolicitabaacambiodesuobediencia,era que, ya queMaría debía casarse, fuese elmismo padre Tomás quien seencargase de buscarla un marido propio de su condición social, con laseguridaddequelaelecciónseríaacertada.

Nadiecomoélconocíaalosjóvenesdelaaristocracia.Habíanseeducadotodos ellos en el colegio de los jesuitas, a losmás principales los dirigía elpadre Tomás en los momentos difíciles de su vida, y, merced al espionajeperfectodelaCompañía,conocíahastaensusmenoresdetalleslavidaylascostumbresdecadauno.

—CasaraMaría—decíadoñaFernandaen larejilladelconfesonario—esun asunto tan difícil, que yo misma no me atrevo a encargarme de ello, ypreferiríaqueusted, reverendopadre, llevadodelcariñoconquesiemprehadistinguidoanuestrafamilia,seencargasedelasunto.Misobrinaesriquísima,comoustedyasabe;eltítulodecondesadeBaselgaaellalepertenece,yyaveustedqueunajovenquetalescondicionesreúnebienmerecequesefijetoda

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la atención al buscarla un esposo. ¡Oh, reverendopadre! ¡Si usted fuese tanbueno que accediera a encargarse de este asunto!Ya queMaría ha de tenermarido,viviréyotranquilasiésteesdelgustodeusted.

Y el padre Tomás fue tan bueno, que, después de exponer algunosescrúpulossobrelaincompatibilidadqueexistíaentresuaugustoministerioyelseragentedematrimonios,accedióporfinaencargarsedebuscarunesposoparaMaría.

Para esto era necesario, según consejo del jesuita, que doña Fernandacambiasealgosusistemadevida,queolvidaseunpocolaexageradadevocióny se acordara algo más del mundo; en una palabra, que ella y su sobrinaocupasen el lugar que les correspondía por su rango en esemundo elegantequebrilla,seagitaysedivierte.

FieldoñaFernandaa losconsejosdesudirector,desdeaqueldíacambióporcompletodevida.

Los rancios tertulianos de la baronesa vieron con asombroque su amigadeponíaunapartedesuintransigenciaconelmundo,yqueenaquelretornoalavidadelajuventud,arrastrabaasusobrina,congrancontentodeésta.

El palacete de la calle de Atocha perdió rápidamente aquel selloconventual que le distinguía. Parecía como que, abiertos los balcones, elvientode lacallehabíapenetradoarrollándolo todoydesvaneciendoaquellaatmósferapesadaqueolíaaincienso.

Loscarruajesdeformaantiguaymodestaqueusabalabaronesaparairala iglesia fueroncambiadospor elegantes “landós”; los salonesperdieron suaspectoconventualysombrío,siendoadornadosconnuevosmuebles,yenlaspersonas de doña Fernanda y su sobrina operóse igual cambio, pues susantiguos vestidos obscuros y de corte casimonjil, fueron reemplazados portrajesdeúltimamoda.

María se dejaba llevar dulcemente por aquella tendencia que su tíamanifestaba a favor de las costumbres que poco antes anatematizaba conseverolenguaje.

Tan vehemente era el deseo de entrar de lleno en la vida eleganteexperimentado por doña Fernanda, que muchas veces reñía a su sobrinacuandoéstasemostrabareaciaaasistira lasdiversiones,sindudaporquelafaltadecostumbreinfluíaensucarácter.

—Mujer;eresunhurón—decía la tía—.Esprecisoque teacostumbresaesta vida agitada y de continuo goce. Por ti hago yo también esta vida. Seacabaron ya nuestras costumbres de antaño, y es preciso que vivamos a lamoderna.Otrasmuchachassedaríanpormuycontentascontenerunatíatan

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amable y complaciente como yo lo soy para ti, y tú parece que no quieresagradecermeloqueportihago.¿Notenegabasasermonja?Puesbien;noloserás;yonoquieroviolentaranadiequenosesientaconvocaciónsuficienteparaabrazarlavidadesantidad.Yaquetucaráctertealejadelclaustro,serásmujer elegante, dama del granmundo, y te casarás con un hombre que seadignodeti.Yavesquenopuedosermáscomplaciente.Aversitienestalentoparabrillarensociedadydistinguirteentrelasjóvenesdetuclase.

María, con el cambio que la baronesa hacía en su modo de vivir, veíarealizadoaquelbello idealqueocupaba su imaginaciónenValencia, cuandosoñabaenserunaseñoritadelgranmundoyasistiralassuntuosasfiestas,quesólo de oídas conocía, o por las relaciones de las pocas novelas que ahurtadillasleíaenelcolegio.

Ya figuraba en aquella sociedad tan acariciada por su pensamiento; yaasistía todas las noches a las óperas del Real en una platea de las máselegantes;paseabaporlaCastellana,contestandoanumerosossaludos,yhastaundíahabíafiguradosunombreconlosadjetivosdehermosaydistinguida,enunareseñaquedelbailedelaEmbajadafrancesahizounperiódicodegrancirculación;peroestassatisfacciones,queenotraépocahubiesenconstituídosufelicidad,nobastabanahoraparaamortiguareldolorquesufría,justamenteenlosdíasenqueverificabasuiniciaciónenlavidaelegante.

Juanitoestabayapróximoapartir.

EldoctorZarzosoleapremiabaparaquecuantoantesfueseaParís,puesyahabíaescritorecomendándolealosmásfamososprofesoresdeFrancia,yelpobremuchachonosabíaquéexcusa inventarseparaprolongaralgunosdíasmássuestanciaenMadrid.

Elpesarqueaambosamantesproducía lapróximaseparaciónera loquehacíaqueMaríasemostrasehurañaaloshalagosdesutíayasistieseatodaslasdiversionesconelánimopreocupadoportristesideas.

En el teatro, en el paseo, en las reuniones elegantes, en las suntuosasfuncionesreligiosas,entodoslospuntosdedistraccióndondeseencontraba,laideadequeJuanitoibaapartirenturbiabatodassusalegrías.

Contribuíaahaceraúnmáspenosasusituaciónlacircunstanciadequelabaronesa,consunuevogénerodevida,hacíamenosfrecuenteslasocasionesenqueMaríapodíahablarconsunovio.

La joven rara vez lograba ir de paseo acompañada únicamente por doñaEsperanza,puesasíquemanifestabadeseosdesalir,labaronesaseprestabaaacompañarla.

Fueron,pues,pocofrecuenteslasentrevistasdelosnoviosenlosúltimos

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días que pasó el joven médico en Madrid, y forzosamente hubieron decontentarseconversedelejos,comoenlosprimerostiemposdesusamores,ycambiar apasionadas cartas, que doña Esperanza, siempre complaciente,llevabadeunoaotro,cadavezmásamableysatisfecha,conformeseacercabaelmomentodepartidaparaJuanito.

LaúltimavezquelosnoviossehablaronfueenelRetiro,unamañanaenqueMaríaconsiguiósalirapie,encompañíadelaviudadeLópez.

La escena fue sencilla y conmovedora, tanto, que impresionó un poco adoñaEsperanza.¡Ay,Dios!Asísedespedíaelladesudifuntomarido,cuandoaún era su novio, cada vez que abandonaba el pueblo para ir a estudiar aMadrid.

Hablaronpocolosdosamantes;parecíaquecadapalabraquesalíadesuslabiosibaaprovocarunaexplosióndesollozos,yselimitabanamirarseconexpresióncompungida,estrechándoselasmanosnerviosamente.

Convinieron en la forma que debían adoptar para cartearse sin que seapercibieralabaronesa.

Eldirigía lascartasadoñaEsperanza,queseencargaríadeentregarlasaMaría,yrecogerlasdeéstaremitiéndolasaParís.

Despidiéronse veinte veces, para volver otra vez a entablar unaconversación incoherente y temblorosa, en la cual las miradas significabanmás que las palabras, y, al fin, se separaron, no sin volver a cada paso lacabezaparaverseporúltimavez.

Aldíasiguiente,cuandocomenzabaacerrarlanoche,Maríacontemplabamelancólicamenteelrelojdesugabinete.

Eralahoraenqueel“exprés”salíaparaFrancia.EnélsealejabaJuanito.

Maríacreíapercibirentornodeellaunespantosovacío,quepormomentosseagrandaba,ysesintiópróximaallorar.

Perolavozdesutíavinoasacarladeestaestupefaccióndolorosa.

HabíaqueprepararseparairaquellanochealReal.Eranochededebut;uncélebre tenor cantaba “LosHugonotes”, y todo elmundo elegante se habíadadocitaenelaristocráticocoliseoparatomarparteenaquellafiesta,queibaaserunadelasgrandessolemnidadesdelatemporada.

Labaronesacallabaelinterésqueteníaenasistiradichafunción.

Uno de los más respetables individuos de su tertulia le había pedidopermiso para presentarle en un entreacto a Paco Ordóñez, muchachodistinguido,ehijosegundodeldifuntoduquedeVegaverde.

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VII

ENELTEATROREAL.

Cuandolabaronesaysusobrinaentraronensuplatea,larepresentaciónde“LosHugonotes”habíacomenzadoya.

Eldebutante,unRaúlalgoaviejado,contipodemozodecuerdayunpocopatizambo,que segúnera fama lecostabaa laEmpresa seismil francospornoche, estaba en aquel momento lanzándole al público, ensimismado ysilencioso, el famoso “raconto”, describiendo su primero y novelescoencuentroconlagentilValentina.

Lamediavozdel tenor, subiendoybajando siempre igual, sinperder enintensidad como deslumbrante hilillo con que se tejiera una tela de plata,resonabaenmediodelprofundosilencioquereinabaenelgigantescoteatro,ylasdosdamashubierondeentrarensupalcocasidepuntillas,pornoturbarlaprofundaatencióndelpúblico.

Nolesgustabanalabaronesanialasobrinaesosarranquesdedistinciónde muchas de aquellas damas que estaban en los otros palcos, las cualestomabanasientodespuésdeproduciralgúnestrépitopara llamar laatención,atrayéndose con esto los feroces siseos de los “dilletantis” fanáticos queestabanenlasalturas.

María,altomarasiento,apoyóuncodoenlabarandadelpalco,ycogiendosusgemelosdenácaryoro,paseósumiradaportodoelcoliseo.

Presentabaelvastoteatroelmismoaspectodeslumbradorylujosodetodaslas noches, sólo que en aquélla era más perceptible el recogimiento, laexpectacióndeunpúblicodeseosode juzgarporsímismoaunanotabilidadque llega precedida por el ruido de las ovaciones recibidas en los primeroscoliseosdelmundo.

Lospalcosestabandeslumbrantes,comodoblefiladedoradoscanastillos,dentrode loscualesbrillabanmontonesde joyassobre las rizadascabezasyhombrosesculturalesdenítidablancura;alagitarsealgúntorneadoydesnudobrazo,dejabatrasdesíelreguerodeazuladaschispasquelaluzarrancabaalaspulserasdebrillantes,ysemejantesaestrellasparpadeandoenblanquecinocielo, en el centro de tersas pecheras, tiesas y crujientes como corazas,titilabangruesosdiamantesenvueltosenirisadosresplandores.TodoelMadrideleganteseamontonabaenaquellospalcos,ydesbordado,seextendíaporlasinfinitasbutacasdelpatio,dondelosvistososuniformesmilitaresylosalegrestrajesde las señoras,matizabanconvivos colores la sombríamonotoníadelfracnegro.

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María paseó sus gemelos por encima del patio, vasto mar de cabezaspeinadas,lasmásencorrectarayadesdelanucaalafrente,yerizadaslasotrasde airosas plumas y cabellos rizados que dejaban en el ambiente un gratoperfumefemenil.

ParacompletarMaríasuexamen,apuntósusgemelosaloalto,yentoncesfueviendo los palquitos superiores para hombres solos, donde se agrupabancomopolladareciénsalidadelcascarónlossociosdelosClubselegantes,losgomosos que a aquellas horas comenzaban su existencia diaria hasta lasprimeras horas de la mañana; y más arriba aún, el populacho, según decíadoña Fernanda, el público anónimo, la gente sin gusto, que iba allí a oír laópera con el silencioso recogimiento del fanatismomusical, sin fijarse paranadaenaquelderrochedesuntuosidadyeleganciaqueteníanasuspies.

Maríamiróalpalcodelafamiliarealyloviovacío,loquenoleextrañó.SabíaporlasmurmuracionesdesalónqueparaelreyAlfonsolamúsicaeraelruido quemenos le incomodaba, y cuando asistía a la ópera estaba siemprepróximoadormirse,siesquenoleentreteníanhablándoledecorridasdetorosode“juergas”enlasposesionesreales.

Elactoprimerotocabaasufin.Eltenor,alterminarsu“raconto”,habíayarecibidounaovación,aunqueéstahabíasidorecelosayengranparteobradela “claque”, como si el público no estuviera del todo convencido de laeminenciadelartistayreservasesuopiniónparamásadelante.

La baronesa, después de contestar a varios saludos, curioseaba con susgemelosdeunmodoimpertinente,sinfijarseparanadaenelescenario,alcualvolvíalaespalda.

Maríaporsuparte,despuésdeexaminarelteatro,quetodaslasnocheslecausaba idéntica impresiónde deslumbramiento,miraba a la escenadeseosadedistraerseyolvidaraquellaideafijaquelamartirizaba.

¡Ay,Dios!AquelRaúl,quetanmelancólicamenteexpresabasutristezaalno ver la mujer que se había apoderado de su corazón, a pesar de quefísicamente,consuabdomenalgohinchadoysuaspectomaduro,noteníalamenor semejanza con Zarzoso, forzosamente le hacía recordar al jovenmédico, que a aquellas horas, mientras ella encontrábase en un lugar dediversión,eraarrebatadoporelveloz“exprés”,yenelinteriordelvagónibasindudallorando,desalentadoporlalargaausenciaqueveíaensuporvenir.

Y luego aquellamúsica deMeyerbeer, que cual ninguna sabe interpretarconexactaverdadlosdiversosestadosdelalmahumana,envezdeproducirlaplacer, causaba en su corazón el efecto de una lluvia de fuego que todavíaaumentabasussufrimientos.

Lajovensesentíamolesta,ycasideseabaquedejasedesonarcuantoantes

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aquellamúsicaque,sinqueellapudieraexplicarselacausa,laentristecíahastael punto de que en los pasajesmás vivos y alegres la acometían deseos dellorar.

Cuandoterminóelactonofaltaronvisitantesenelpalco.

La platea de la baronesa era una de las mejores del teatro, y doñaFernanda,paraadquirirla,habíatenidoquedarunaprimadealgunosmilesdepesetas a sus anteriores poseedores que tenían prioridad en el abono. Estoparecía dar alguna distinción a la actual dueña del palco y a los que lavisitaban, loque,unidoa lahermosuradeMaríaya su famademillonaria,hacíaqueseconsiderasecomoungranhonorelseradmitidoenlatertuliadelpalco,yelquefuesenmuchoslosquedurantelosentreactosdirigíanaéllosgemelosconinsistencia.

El primero que entró aquella noche fue el viejo señor que en la vetustatertuliadelabaronesahablabadeDonosoCortésyelcual,entrelaaristocraciaanticuada,erarespetadocomoungenioliterario,porqueensujuventudhabíaescritodossonetosycincoromances,méritos,queconeldeteneruntítulodemarqués,habíansidoconsideradossuficientesparahacerlesentarenunsillóndelaAcademiaEspañola.

El aristocrático académico, que para sostener su fama de poeta creíanecesariomostrarse galanteador y pegajoso comoun cadete, dirigió algunosfloreos a Fernandita, asegurando, bajo palabra de honor, que la encontrabacadadíamásjovenydistinguida(afirmaciónquerepetíatodaslasnoches),ydespuésledisparóaMaríaunoscuantosrequiebrosmitológicosmostrandoalhablar así la fachamás deplorable, con su tupé teñido, su dentadura postizaquelehacíacecearysuchalecobordado,demodaveinteañosantes,yquenoqueríaabandonar,porque,segúnafirmaciónpropia,lesentabamuybien.

Élfuequienseencargódetodalaconversación,puessucharlaincesantenuncadejabameterbaza;comenzóahablardeltenor,repitiendosubiografíaysus anécdotas que ya conocían todos por haberlas publicado la Prensa díasantes.

La conversación duró hasta que los timbres eléctricos dieron la señal dequeibaacomenzarelactosegundo.

El académico se levantó dando su mano a tía y sobrina, con el mismoextravaganteademándelosgomososcuyascostumbresimitaba.

—Adiós,baronesa;vuelvoamibutaca.Hastaluego.

—Adiós,marqués;ynoolvideustedelpresentarmeaesejovendequienme habló. Tendré mucho gusto en que sea nuestro amigo: basta que seapresentadoporusted.

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—Paco Ordóñez también tiene deseos de conocer a ustedes. En elentreactovendremos.

Yelaristocráticopoeta,alverquecomenzabaelacto,saliódelpalcocontodalaligerezaquelepermitíansusgotosaspiernas.

Transcurrió el segundo acto sin incidentes. El tenor hacía esfuerzos poragradar al público que le aplaudía, pero a pesar de las demostraciones deagradoconqueeraacogidosucanto,notábaseenelentusiasmogeneralciertofondo de frialdad; era el convencimiento de que aquello no valía seis milfrancos,reflexiónjustísimaqueacometealpúblicoenpresenciadetodosesoshijosdelarte,quealparsonhijosmimadosdelafortuna.

Enelotroentreactosepresentóenelpalcoelmarquésacadémico,seguidode un joven alto, enjuto de carnes, con una fisonomía a primera vistaagradable, y que llevaba con una soltura sobradamente graciosa para no serestudiada, su frac cortado tan mezquinamente como aconsejaba el últimofigurín.

—Baronesa.PresentoaustedamiamigodonFranciscoOrdóñez,hermanodelsenadordelreinoduquedeVegaverde.

Elpresentadoseinclinóhaciendounareverenciaceremoniosa,copiadasindudadealgúngalánamaneradodecomedia.

Maríaleexaminóconesacuriosidadprontaeinstintivadelasmujeres,queconunasolamiradaaprecianaunindividuodesdelacabezahastalospies.

Noeramalmozo,peroencontrabaenélalgoqueledesagradaba.Parecíalealgofatuo,y,además,demasiadoviejoparalostreintaañosquerepresentaba.Ibapeinado según lamoda favoritade losgomosos,y sucabeza relamidaycharolada teníaalgodebebé.Olía todasupersonaa tonta insubstancialidad,peroasurostroasomabaenciertosmomentosunaexpresiónmaliciosaquelehacíaantipático.

Habíaalgoenaquellosojosnegros,moteadosdepintasdoradas,quenoerauna expresión de astucia, sino de despreocupación canallesca, y en susfacciones cuidadas y un poco embadurnadas por afeites de tocador mujerilnotábanseciertasplacasvioláceasqueerancomoelindeleblesellodeplaceresbuscados en los postreros estertores de la orgía y en las últimas capas delvicio.

María no comprendía el verdadero significado del exterior de aquelhombre, pero adivinaba en él algo repugnante y le resultaba antipática supresencia.

Atraída por la fuerza del contraste, hizomentalmente un parangón entreaquel hombre, fiel representación de la juventud aristocrática, y el que a

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aquellas horas marchaba en el “exprés” de Francia, y se sintió próxima amaldecirenvozaltaalafatalidad,quedejabaasuladotiposcomoOrdóñez,mientrasalejabaaljovendoctorZarzoso.

ElhijosegundodeldifuntoduquedeVegaverdeerabienconocidoportodalaaristocraciadeMadrid.

Suhermanomayor,elherederodeltítulodelacasa,prócersesudo,queenel Senado llamaba la atención por la manera de decir “sí” o “no” en lasvotacionesyquedesdeniñohabíasentadoplazadehombretanformalcomoimbécil,demostrabaciertorastrodebuensentido,despreciandoasuhermanomenor y diciendo en todas partes que era un perdido, que deshonraba a sufamilia;perolasociedadelegantenolehacíacoro,antesbien,encontrabaquePacoeraunmuchachodistinguido,ligero,esosí,peroconmucho“chic”.

A los veinticinco años, cuando entró en posesión de su herencia, éstaquedó entre las uñas de prestamistas y usureros, a causa de los enormesanticiposaumentadospor interesesbárbarosquese lehabíanhechoantesdeserdueñodesufortuna.

EleleganteOrdóñezseencontróarruinadoycasienlamiseria,justamentecuando más agradable comenzaba a encontrar la existencia; pero no era él(segúndecía)mozocapazdeahogarseentanpocaaguaysiguióadelanteensuvidadedespilfarrosylocurassinfijarseenelpresente,niimportarlegrancosaelporvenir.

Lasgrandesfortunassoncomoesosnavíoscolosales,quealser tragadosporelmar,dejan sobre la superficie innumerablesobjetosque sobrenadanysontodavíautilizados.Ordóñez,apesardesutotalruinaydequesufortunaentera había quedado enmanos de los usureros, todavía gozaba de recursosquesobrevivíanasuempobrecimientoyelmásprincipaleraelcréditoqueledabasuapellidoysusrelacionessociales.

El hijo del duque de Vegaverde fue el tipo perfecto del aventureroaristocrático,queexplota sunacimientoyviveacostade losque le rodean,explotándoloscongranfrescura,comoquienhaceusodeunderechoytienepor feudataria a toda la sociedad.Dio sablazos demiles de pesetas; vendiófincasqueyanolepertenecían;tomócantidadesapréstamoquenuncadebíadevolver, firmando para ello escrituras de depósito; importunó a todos susamigos, que él creía ricos e imbéciles, pidiéndoles favores pecuniarios condiversos pretextos; llegó hasta la estafa, y todo esto lo hizo con la mayorsangre fría, con lamás asombrosa indiferencia, conuna ligereza insolenteysin arrepentirse de sus acciones ni temer las consecuencias, pues, según éldecía, lospresidiossehabíanhechoúnicamenteparagentessindistinción,yera imposible que llegase a entrar en ellos un individuo, cuyos antecesoresgozabandelagrandezadeEspañadesdemuchossiglosantes,yque,además,

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teníaunhermanosenadorporderechopropio.

PordosveceshabíaestadopróximoaserexpulsadodelCasinoacausadesus trampas en el juego; gozaba, entre la juventud elegante, una fama pocoenvidiable;pero,apesardeesto,ningunosenegabaaestrecharsumano,yerafrasecorrientealhablardeél,exclamar:

—¿Quién?¿PacoOrdóñez?¡Lástimadechico!Tienemalacabeza,peroenelfondoesuncorazóndeoro.Sudefectomáscapitalesnoteneruncéntimo.

El corazón de oro consistía en que Ordóñez, en su época de opulencia,había derramado el dinero con loca prodigalidad, dejando tras sí muchosestómagos agradecidos, y en que gozaba fama de espadachín, habiendomuchas veces pagado a algún acreedor de los que se creaba en torno de lamesadejuego,primeroconinsultosydespuésconunaestocada.

Además,entrelabalumbadeneciosconquienesvivíaenintimidadenelCasino y en todos los puntos de reunión de la juventud elegante, tenía susadmiradores, y llamaba la atención por la originalidad de susmaneras y laextremada novedad de sus trajes. Sus reverencias y saludos, copiados deactores, eran imitados por su corte de gomosos, que también en el vestir seregían por aquel aventurero, que tenía como acreedores a los principalessastresysombrererosdeMadrid.

Ordóñez vivía en grande, gastaba como un potentado, era uno de losárbitros de lamoda, ocupabaun lindo entresuelo en la calle deAlcalá, y élmismo no sabía explicarse cómo verificaba el milagro de gastar cual unpotentado,sinotrasrentasqueeldineroganadoenlaruletaalgunanochedebuenasuerte.

Eramuy inteligente enmateria de caballos; asistía todas las noches a laOpera, sin que sus conocimientos artísticos fuesenmás allá de saber que latipleteníabuenosbrazosyconoceralgunasobscenasanécdotasdebastidores;yenlascorridasdetoros,distinguíasecomofuribundoaficionado,tuteándosecontodoslostorerosderenombre,aloscualesconsiderabacomocompañerosde“juerga”.

Sumalafamanoeraunsecretoparanadie.Suscanalladas trascendíany,aumentadas por la voz pública, eran conocidas por todas las pudibundasseñoritasyseverasseñorasdelaaltasociedad;pero,apesardeesto,noselecerraba lapuertade casa alguna, antesbien, en las fiestas aristocráticas, eramuyapreciadocomounhábilorganizadordecotillones.

Ordóñez era hombre de suerte. También, entre las mujeres se habíafabricadounafraseenhonordeél,ylasmamássedecían:

—¡Oh!¡Ordóñez!Unbuenmuchacho;algoligerodecascos,¡esosí!,pero

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muydistinguido;muy“chic”,y,además,yasentarálacabezacuandosecase.Esosquesontancalaverasenlajuventud,despuésresultanmaridosmodelos.Lástimaqueestéarruinado.

Y el aventurero, con su cabeza charolada, su bigotillo erizado y su fríasonrisa de hombre audaz y fatuo, seguro de su cinismo, exhibíase en todaspartes,siempredistinguidoycorrecto,consufracalaúltimamoda,lacameliaenelojalyel“claque”apoyadoenelmuslo.

Las jóvenes casaderas, con el instinto propio de lasmujeres, leían en sucerebro.Bailabanconél,admitíancongusto losobsequiosdeunhombredemoda, pero no hacían el menor esfuerzo para retenerle. Todas decían lomismo:

—¡Oh!Ese no sirve; no hay que poner en él esperanzas. Ese busca unabuenadote.

Cincoañosdeaquellavidadedespilfarro,sinunabasefirme,comenzabana agotar su ingenio y a gastar rápidamente sus hábiles procedimientos deeleganteestafador.Elnúmerodeacreedoreserataninmenso,queleaplastabacomo una inmensa mole, y todas las fuentes de dinero comenzaba aencontrarlascegadas.

Habíacontado,comounprotectorseguro,alpadreTomás,delaCompañíadeJesús,queeraantiguoamigodesufamiliaporsereldifuntoduqueunodeloshermanoslaicosdelaOrden.

Elpoderosojesuitalehabíaprotegidoenvariasocasiones.Nuncalepidiódinero, porque sabía el aventureroque a los hijos deLoyola los distribuyendesde Roma sobre las diversas naciones, para que chupen el jugo de éstas,afectandosiemprelamayorpobrezaparaponerseacubiertodetodaclasededemandas; pero, en cambio, Ordóñez solicitó del jesuita lo único que éstepodíahacer,queeranfavores.

Cuando se veía asediado por los acreedores y su ingenio agotado no leproporcionabarecursosparasalirdelpaso,cuandocontemplabapróximaunacausacriminalporsusligerezasentomardinero,entoncesacudíaaimpetrarelauxilio del padreTomás, y el enemigodel difuntoduque, tocando todos losocultosresortesqueconstituíansupoder,hablandoaunosymandandoaotros,lograba alejar por algún tiempo la nube amenazadoraque se cernía sobre lafrentedelcalavera.

Esta amistad con el padre Tomás, servía también al joven para dar a supersona cierto tinte de religiosidad, que no sentaba mal en los salones quefrecuentaba. Podía ser calavera, tener costumbres canallescas, cometerligerezas penadas en el Código, pero cuando en las tertulias elegantes sehablaba de religión, Ordóñez sabía ponerse serio, y, con la gravedad del

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hombresesudo,declaraba,cerrandolosojos,queeraprecisocreerenalgoydepasoensartabacuatrolugarescomunesquehabíaleídoencualquierperiódicoconservadoryquerecordabaporcasualidad.

El padre Tomás, que era quien conocía mejor su vida y sus enredos,apreciábale, apesardeesto.Laaudaciayel cinismodelaventurerode frac,gustábanlealaventurerodesotana,yelpoderosojesuitasentíaporOrdóñezlamisma simpatía que en otros tiempos había profesado el padre Claudio aQuirós.

Ordóñez sentíasepróximoa la ruinaen la épocaque fuepresentadoa labaronesadeCarrilloysusobrina.

Suamigo,elpoderosojesuita,noqueríayasacarleaflotedesusenredos,onopodíaalcanzarnadade losacreedoresparadesenmarañar la situacióndelaventurero,yéste,apesardesuserenidad,comenzabaadesconfiarsobresuporvenir.

Un matrimonio de negocio era su única esperanza; pero lo juzgabairrealizable,pueslasherederasricaserancadavezmásrarasyélofrecíapocosalicientesparaencontrarunaqueleconcediesesumano.

En esta situación fue cuando el marqués académico, otro de susprotectores,aquienhacíablancodesusaceradasburlas,sindudadespechadoporlopocoqueleservía,lepropusopresentarloalabaronesadeCarrillo,queeraparaOrdóñezcasidesconocida.Lacasadelabaronesa,conaquelaspectoclaustralquehasta entonceshabía tenidoy labeateríaqueenella se reunía,ofrecíapocosalicientesparaunaventureroqueibasiempreenbuscadegentequepudieraserleútil,yaestoeradebidoquedesconocieselaexistenciadetalfamiliaél,quesetratabacontodalaaltasociedad.

LasobrinadelabaronesaeraunaestrellamatequetímidamentesehabíapresentadoenelcielodelaeleganciayenlacualapenassefijóOrdóñezhastaentonces.Perocuandoelacadémico,conciertaspalabrasindiscretasqueseleescaparon, dio a entender que su presentación a la tal familia le había sidorecomendada por una persona importante,Ordóñez pensó que ésta no podíaserotraqueelpadreTomás,yestacircunstancialeinteresóbastante.

Puesto que el poderoso jesuita descendía a ocuparse de un asunto tanbaladí,comoerasupresentación,resultabaindudablequesentíainterésporelporvenirdesujovenprotegido.

Ordóñeznotardóensuponerelsignificadodeaquelacto.

—Sin duda—se dijo—el padre Tomás, compadecido demí, al verme ensituación tanapurada,piensaenmiporvenirymeponeencaminodehacerfortuna.Algo significa el quererquemepresenten a labaronesadeCarrillo

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cuyasobrinaesmillonaria.¡Adelante,amigomío!Nohayquedesconfiardeléxito;puesenesteasunto,elreverendopadretrabajaráenlasombracomoélsólosabehacerlo.

YOrdóñezsedejópresentar.

Labaronesalerecibiócongranamabilidad.Sabíamuypocodesuvidaycostumbres,yelpadreTomáslehabíahabladocongrandeselogiosdeaquelmuchacho,que,aunquealgocalavera, teníamuybuenfondo,yprometíaserun hombre de provecho el día en que la edad le hiciese sentar la cabeza.Además,doñaFernanda,comolamayoríadelasdevotasviejas,sentíaciertainclinaciónenfavordeloscalaveras.

A invitación de la baronesa, sentóseOrdóñez entre ella y su sobrina; elacadémico quedó en pie apoyándose en un sillón y adoptando esa actitudrebuscadadepersonajedecromo,queaélleparecíaelcolmodelaeleganciaespiritual, y entre los cuatro entablóse una conversación animada sobre elasuntodelanoche,osealaóperaysusintérpretes.

Labaronesaexperimentógransatisfacciónalverqueel jovenseadheríaentodoalaopiniónqueellamanifestaba.¡Cuánprontoseconocelabuenaysanaeducación!¡Cómosedabaaentenderqueaqueljovenhabíasidoeducadoporlospadresjesuitas!

Doña Fernanda lanzaba dulcesmiradas aOrdóñez, cada vez que éste semanifestaba de su misma opinión, y, rebuscando palabras, alambicandoconceptos,nimásnimenosquesiestuvierapresidiendounajuntadeCofradía,hablabadelaóperaydeldebutante,queeraeltemadeconversaciónentodoslospalcos,alternandoconlasnoticiasdeldíaylacríticadelvestidoydelasjoyasdelaquesesentabaenelcompartimientoinmediato.

¡El tenor!... ¡Phs! No le parecía mal a la baronesa; además, ella, segúnconfesión propia, no entendía gran cosa de apreciar elmérito de las voces.Pero...laóperaquesecantabaaquellanoche,“Loshugonotes”,nolemerecíaigualindiferenciadesdeñosa.

Eraunatentadocontralamoralylasbuenascostumbresquesepermitierala representacióndeóperas comoaquélla.Nonegabaellaque lamúsicaerabuena;asíloafirmabanlosqueloencendían,y,además,aellaleparecíamuybien,sobretodoenlosbailables.

PerolabaronesadeCarrillofijabaporcompletosuatenciónenellibreto,enelargumento,yalllegaraquí,semostrabairacundaeinexorable.¿Noerauna vergüenza que en un país tan eminentemente católico como Españaasistiera la gente más distinguida a una representación, en la cual losprotestantes desempeñaban la parte más noble y simpática, y losrepresentantes de la buena causa, los defensores de la Iglesia y del Papa,

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aparecían como verdugos alevosos, como asesinos dominados por elsalvajismo? Aquello era inicuo, y parecía imposible que un público tandistinguidonosilbaseaMeyerbeer,quecreabaunRaúlsimpático,apesardeserprotestante,yunSaint-Bris, torvoysanguinario, sin tenerencuentaqueeraunseñorcatólico.

YluegoaquelMarcelo,groserosoldadote,quesiempretieneenloslabiosla monótona canción del maldito Lutero; y aquella Valentina, mozuelacorretonaydesobediente,que,apesardesereducadaporsuseñorpadreenlossanosprincipioscatólicos,sehacehugonoteporseguiralboquirrubiodeRaúl,eran personajes que irritaban a la baronesa, quien, hablando de la obra deMeyerbeer,resumíasuopiniónconestasdesdeñosaspalabras:

—Al finy al cabo, la obradeun judío.Amí, enóperas, nadamegustatantocomoel“Poliuto”.

Elacadémico,paradejarbiensentadosuprestigiodepoetayvolverporelhonor de los de la clase, protestaba débilmente, limitándose a formular unasentenciatanprofundacomoésta:

—Baronesa;esustedmuyinjusta.Elarteeselarte.

Y aquí se atascaba su luminosa inteligencia, no encontrando mejoresargumentos.

Ordóñez acogía las palabras de la baronesa con sendas inclinaciones decabeza,yhacíaesfuerzosparademostrarlaqueeraenuntododesuopinión.

¡Oh! Él también pensaba así, la ópera era inmoral; iba contra elcatolicismo, y esto no podía consentirse, porque era preciso confesar que“habíaalgo”.Yesto lodecíacon tonosentencioso,mirandoarriba,ycon laexpresióndeunhombreque,trasprofundasreflexiones,hallegadoaadivinarlaexistenciadeladivinidad.

Además,él,arrastradoporeldeseodeagradaralabaronesa,llegabahastala exageración, y no se contentaba con criticar “Los Hugonotes”, sino queencontrabalaópera,engeneral,dignadesersuprimida,comoatentatoriaalamoralya lasbuenascostumbres.Ydabapruebasdeello.En“LaAfricana”,poníase en ridículo a la respetable clase de obispos; en “La Hebrea”, uncardenalresultabapadredeunajudía,yasícasitodas;ycuandonoresultabantales obras encaminabas a escarnecer laReligión, aún era peor, pues hacíanruborizar con sus bailes inmorales y sus dúos de amor, en que faltaba pocoparaqueeltenorylatiplesecomieranabesosalavistadelpúblico.

Y aquel granuja, a quien tuteaban todas las bailarinas delReal y que enciertaocasióngalanteóaunatipleparaempeñarlelosbrillantes,hablabadelainmoralidaddelaóperaconunsantohorrordecapuchino,queimpresionabaa

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labaronesa.

DoñaFernanda,oyéndoleseafirmabaensuprimitivopensamiento. ¡Quégrancosaeralaeducacióndelosjesuitas,cuandoaqueljoven,despuésdelaborrascosa vida de calavera, todavía conservaba tan buenas ideas, tan sanosprincipios!

Peroelacadémico,mássencillo,omenoscrédulo,contemplabaaOrdóñezconmiradafija,ypensandoenlasmilperreríasqueacometíatodoslosdías,sedecíainteriormente,poseídodeciertaadmiración:

—¡Ah,redomadohipócrita!¡Ah,grandísimotuno!¡Cómomientes!

María sólo atendía a ratos a la conversación. Ordóñez le resultabaantipáticoyadivinabaalgodelafalsedadqueencerrabansuspalabras.

La proximidad de aquel hombre había servido para excitar en ella elrecuerdo de Juanito Zarzoso y la tristeza la invadía de tal modo, que, paradisimularla,mirabaatodaspartesconsusgemelos,sinfijarseennada.

Elacto tercerohabíacomenzado,y losdoshombresseguíanenelpalco,pueslabaronesaleshabíainvitadoaquedarse.

DoñaFernandayOrdóñezseguíanconversandosobreeltemareligioso;elacadémicomiraba a todos lospalcos con expresión aburrida, yMaría fijabatodasuatenciónenlaescena,buscandoenlassensacionesartísticasunmedioparaolvidarmomentáneamentesudolor.

EstabadeespaldasaOrdóñez,ydoso tresvecesqueéste,aprovechandomomentosdesilencioconla tía, intentódirigirla lapalabrayhacerlasonreírconalgunodesuschistesmordacesquetantoefectolograbanentrelasdamas,quedódesconcertadoantelafrialdadconquelecontestólajoven.

María estaba conmovida. Conocía muy bien la ópera; pero en aquellanochelasdiversasescenasleimpresionabanmásquedecostumbre,sinduda,a causa del estado de su alma. Aquella Valentina que, con el velo dedesposada,seescapabadelaiglesiaeibaenlaoscuridadnocturnabuscandoasuRaúl,parecíalequeeraellamisma,quemarchabadesoladaenbuscadesunovio, huyendo de la baronesa, que quería casarla con otro hombre; porejemplo,conelmajaderopretenciosoehipócritaqueteníaallado.

Yestanovelaquerápidamenteseforjabaensuimaginación,lahacíamirarconodioaaquelOrdóñezquesemostrabaobsequiosoygalantedeunmodoquedesesperaba.

Terminóelacto,ylosdoshombresselevantaronpararetirarse.

LabaronesaofrecióaOrdóñezsucasa.Ellanoteníamuchosamigos,nilasreuniones en su casa ofrecían gran atractivo; allí sólo entraban personas

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sesudas y de sanos principios, y, por esto mismo, tendría mucho gusto enrecibiraunjoventansensatoque,porsusideasysumododeverlascosas,tenía alguna analogía con su difunto cuñado Quirós, el padre de María, elhéroe de la causa santa en el 22 de junio, y del cual la sociedad, ingrata yolvidadiza,noseacordabaparanada.

Ordóñezconsiderósemuyhonradoportalinvitación,yseretiró.

Elacadémico,quesequedóenelpalco,siguióhablandoconlabaronesaycontestandoalaspreguntasqueéstalehacíasobreOrdóñez.

Ibaacomenzarelactocuarto,cuandolabaronesaselevantó.Estabamuyexcitadaporlaconversaciónquehabíasostenidoconeljoven.

—¿Nosvamosya,tía?—preguntóconextrañezaMaría.

—Sí,hijita.Nomesientoconfuerzasparavereseacto,quesiempremeharepugnado;yestanochemásaún.Noquieropresenciaresainfernal“conjura”,enlaquesalenrevueltosfrailesymonjasconelpuñalenlamano.Detestoeseacto.

—¡Pero Fernandita!—exclamó escandalizado el académico—. ¡Si es lomejordelaobra!...Además, todosesperanenelgrandúoal tenor,creyendoqueenélharáprodigios.¡Vamos,quédenseustedes!

—¡Queno!Noquierotragarbilisviendotalesimpiedadesenescena.Niña,ponteelabrigo.

Ylasdosmujeressalierondelteatro.Elacadémicolasacompañóhastaelvestíbulo,ytíaysobrinasubieronensucarruaje.

Maríasefelicitabadelaresolucióndelabaronesa.Aqueldúodeamor,consus gritos de suprema pasión y su penosa despedida, le hubiese causadomuchodaño,ytalvez,haciendoestallarsucomprimidollanto,habríareveladoel dolor que la dominaba por la marcha de su novio. Bien había hecho labaronesaenretirarse.

Rodabaelelegantecarruajecondireccióna lacalledeAtocha,y lasdosmujeresguardabanelmásabsolutosilencio.

María iba ensimismada, hasta el punto de no darse cuenta exacta de endóndeestaba.Lavozdelabaronesalesacódetalsituación.

—Di,niña,¿quétehaparecidoesejoven?

—¿Quién?—preguntóazoradalamuchacha,queaúnnohabíasalidodelasorpresaproducidaportanrepentinapregunta.

—¿Quién ha de ser, tonta? Paco Ordóñez, ese muchacho que nos hapresentadoelmarqués.

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Maríatardóenresponder,y,porfin,dijoconindiferencia:

—Puesmehaparecidounhombreinsignificante.

Y reclinándose otra vez en el fondodel coche, cerró los ojos y volvió aentregarsedellenoasuspensamientos,quelearrastrabanlejos,muylejos,alainfinita cinta de hierro por donde, rugiendo y exhalando bufidos de fuego,volabaeltrenquelearrebatabaasunovio.

VIII

TRATOCERRADO.

ElhermanoquedesempeñabajuntoalpadreTomáselcargodedomésticodeconfianzadijoalelegantejovenqueesperabaenlaantecámara:

—SeñorOrdóñez;elrevendopadredicequeyapuedeustedpasar.

Paco Ordóñez entró en el despacho del poderoso jesuita con el mismoaplomoquesiestuvieraensupropiacasa.

Siemprequeentrabaallí,suojocerterodeinteligenteenmateriasdelujoy“confort” no podía menos de irritarse a la vista de aquellas paredespolvorientas, con el papel rasgado en flotantes jirones, los muebles viejos,construídos con arreglo a la moda de principios de siglo, y aquellosinnumerables armarios atestados de panzudas carpetas verdes, que apenas silograbancontenertaninmensacantidaddepapeles.

Percibíase allí ese olor húmedo y pegajoso de sacristía que forma elambientede todas lashabitacionescuyosbalconesseabrenmuyde tardeentardeparadejarfrancoelpasoalaireexterior.

Ordóñez,porelinstintivoimpulsodelacostumbre,lanzóunamiradaalalargafiladearmariosquerozabaalpasar.Losestantes,arqueadosporunpesoque soportaban tantos años, parecían próximos a romperse, como si nopudieran sufrir por más tiempo la inmensa carga de papeles rotulada ynumerada.

—¡Diablo!—se dijo el joven—. Conozco bien lo que este archivosignifica.Aquíestá,comoenconserva,laconcienciademediahumanidad.

ElpadreTomás, sentadoa lagranmesade roble, seguíaescribiendo, sinlevantar la cabeza, como si no se hubiera apercibido de la presencia deOrdóñez,yúnicamentecuandoéste,plantándoseapocospasosdeél,obstruyóconsucuerpolaluzquecaíasobrelospapelesenqueescribíaeljesuita,sinsalirdesumutismo,hizoungestocomoindicándolequesesentarayesperase

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ensilencio.

Transcurrieronalgunosminutossinquenadaturbaselacalmasepulcraldeaquelvastoedificio,enelqueseadivinabalaexistenciadeunaomnipotentevoluntad,quegobernabasintrabasyeraobedecidaautomáticamente.

Por fin, el padre Tomás dejó de escribir, y, fijando su agudamirada enOrdóñez,queseguíacontemplandoconojosburloneselaparatoanticuadoypolvorientodeaquellagransala,comenzólaconversación.

—¿Cómova,pollo?¿Quétaleslasituaciónqueatravesamos?

—Mal,muymal,reverendopadre;ydeseguroquesiustednovieneenmiauxilio,comootrasveces,ymesalvadelnaufragio,soyhombreperdidoporcompleto. Por esome he apresurado a venir a verle apenas recibí su aviso,esperando que usted con ese talento y esa bondad que nadie como yo lereconoce,sabrásalvarme.

—Loquehoytesucedeeslaconsecuencialógicadeesavidadeescándaloydespilfarroquetantoamargóenlosúltimosañoslavidadetudifuntopadre.Paco,hassidomuycalavera.

—Mehagustadodivertirme;noloniego.

—Hasderrochadounagranfortuna.

—Hoy, en cambio, vivo sin rentas, conservando el mismo boato quecuando era rico. Ya ve vuestra paternidad que para esto se necesita algúningenio.

—TienesmásacreedoresquetodosloscalaverasdeMadridjuntos.

—Tampocoloniego;perocuentoconlaproteccióndeusted,queesparamí un padre cariñoso, y que con su influencia sabe sacarme de todas lassituacionesdifíciles.Sinusted,¿dóndeestaríayoaestashoras?

—Enpresidio; no lodudes, joven atolondrado.Has cometidoverdaderaslocuras;contaldeadquirirdinero,nohasvaciladoenfirmarcuantospapelestehanpresentado,sinfijarte, lasmásdelasveces,ensucontenido;siyohepodido salvarte hasta ahora de la deshonra, no sé si en adelante seré tanafortunado.Porestocreoqueyaestiempodequepensemosentuporvenir.Yavesquenopuedointeresarmemásdeloquelohagoenbeneficiodeunjovenpervertido,yqueningúnhonorproporcionaalqueloprotege.Esteinterésquemetomo,noesporquetútelomerezcas,sinoporquepiensoentupadre,quefuegranamigomío,yquierorendirtaltributoasumemoria.

Ordóñez,queeraunhábilfarsante,aloírelnombredesupadrecreyódelcaso conmoverse afectando profunda confusión; pero pronto recobró suaspectonatural,alverqueeljesuitanohacíacasodesusgestosforzados,que

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fingíancontenerunaslágrimasimaginarias.

—Reverendo padre; yo, por mi propio interés, deseo regenerarme yencontrar unmedio para salir de esta situación en queme encuentro. Estoycansadodelaagitadavidadecalavera,ycreaustedqueconmuchogustomeconvertiría en un hombre honrado y de costumbres tranquilas, si es queencontrabaunaocasiónfavorableparacambiardeestado.Amímeconvendríacasarme.

Dijo estas últimas palabras Ordóñez, bajando los ojos con modestia yafectandolasencillezdelquehablasobreunactoquecreeirrealizable;peroelpadre Tomás clavó inmediatamente en él su aguda mirada, diciéndoseinteriormente que aquel grandísimo tuno le había adivinadoy tenía prisa enllevarlaconversaciónalterrenodesuconveniencia.

Eljesuita,alconvencersedequesuprotegidohabíaadivinadoyapartedesusplanes,noquisodivagarmástiempo,ybruscamentelepreguntó:

—Ybien, ¿cómo están en casa de la baronesa deCarrillo? ¿Vas por allíconmuchafrecuencia?

Ordóñezsonrióconingenuidadycontestóconexpresiónintencionada:

—Desde que tanto empeño se mostró en presentarme a la baronesa,comprendíquealgobuenoparamiporvenirpodríaencontrarenaquellacasa,y desde entonces la visito con asiduidad, y encuentro que allí se pasan lashoras muy agradablemente. Hay, sin duda, una Providencia, a la que estoymuy agradecido, porque vela por mí y me señala los puntos donde puedoencontrarlasalvaciónparamiporvenir.

Yaldeciresto,eljovensonreíaintencionadamente,ymirabaconfijezaaljesuita,elcual,consurostroimpasible,demostrabanodarseporaludido.

—¿Resultasmuysimpáticoenaquellacasa?—ledijoelpadreTomás—.Amílabaronesamehablóelotrodíamuybiendeti.

—¡Oh! En cuanto a la baronesa, todo va perfectamente. Demuestratenerme mucha afición y me oye con gusto. La sobrina es la que no medistinguetanto.Nocreoquelleguehastaserleantipático,pero,porlomenos,leresultountipoindiferente.

—Puesesunmal,queridoPaco.

—Así lo creo yo también. Esa indiferencia puede dar al traste con miporvenir, con esa regeneración que usted, como protector bondadoso, hasoñadoparamí.¿Noesesto,reverendopadre?

Eljesuitasonrióbondadosamente.

—¡Ay,quédiablodemuchacho!—exclamó—.¡Cuánlistoeres!Inútilesya

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ocultartemi pensamiento.Yo pensaba casarte conMaríaQuirós, una buenamuchacha,unángel,al ladode lacual, forzosamentehabríasde regenerarte.Además,conestauniónsalvaríastuporvenir,pueslasobrinadelabaronesaesmuyrica;tieneunafortunademásdenuevemillonesdepesetas.Porestohicequetepresentaranenlacasa,yahoraquehaceyamásdecincomesesquelafrecuentas,deseabaenterarmeportimismodelosprogresosquehashechoenella.Peroveo,conpesar,quehasadelantadopoco.Nomeextraña.Vosotros,loscalaveras,acostumbradosalasconquistasfáciles,aficionadosalosamoresimpúdicos que nacen, crecen y mueren en el espacio de un día, no sabéisinteresar el corazón de una joven honrada y sencilla. Estáis corrompidos, yvuestrohálitoparececomoqueavisaalamujerinocenteaquienosdirigís.

Ordóñezreíacínicamentealescucharestasúltimaspalabras.

—¡Bah! ¡Bah!—dijo interrumpiendo sus carcajadas—.Parece, reverendopadre, que esté usted predicando un sermón. Tiene gracia eso del hálitocorrompido...Aunhombrecomoyo,leesfácilconquistarunajovencomolasobrinadelabaronesa.Másdifícilesqueellahancaído.Loquehay,cuandomemiracon tanta indiferencia,apesardemisobsequiose insinuaciones,esquesucorazóndebeestarocupadoporalgúnotrohombremásfeliz.

—Bienpudieraser—dijosonriendoeljesuita—.Veoquesabesapreciarlasmujeres.

—Hacetiempoqueestoyconvencidodelaexistenciadeunrival,yloquemedesesperaesnopoderadivinarquiénseaéste.Nohayquepensaren losotroshombresqueentranenlacasa,coleccióndevejestoriosquevanahacerlatertuliaadoñaFernanda.Elhombreamadodebeestarfueradelacasa,yyo,por más que busco, no puedo saber quién es. No sé por qué, me dice elcorazónqueesalagartonadedoñaEsperanzaeslaquelosabetodo;pero,pormásquemeprotegeypareceestaramifavor,noquierehablar.

—Y no hablará, tenlo por seguro; no hablará, a pesar de su locuacidadcaracterística,hastaqueseledépermisoparaello.

—Tambiénlocreoyoasí,yestoyconvencidodequeellasólodiráloquevuestrapaternidadquiera,puesusted,seguramente,eselquesabequiéneselincógnito novio deMaría y el que puede lograr que yo sea elmarido de lasobrinadelabaronesa.

Eljesuitaquedósilenciosoyreflexionando,conlacabezainclinadasobreelpecho,y,trasunalargapausa,comenzóahablarsinlevantarlosojos:

—Mira, Paco; ha llegado ya el momento de que hablemos claro ypensemosfrancamenteen tuporvenir.Voyadecirtecuálesmipensamiento.Comotequieroyveoqueesimposiblesostenertepormástiempoenesavidade trampas y aventuras que llevas, pensé salvar tu situación buscando una

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herederaricaconquiencasarte,yfijémisojosenMaríaQuirós.Sabíabien,alhacerquetepresentasenalafamilia,quenoconseguiríasinteresarelcorazónde la joven.Estahace tiempoqueamaaunhombreaquienconoció siendoniña,alláenuncolegiodeValencia,ynoeralógicoesperarqueabandonasesuprimeramor,parairaencapricharsedeti,jovengastado,demalafamayquehastaenelrostrollevas,lasmarcasdetusdesórdenes.

Ordóñezhizounmovimientodesorpresaytorcióelgestocomoofendidopor tanrudaspalabras,pues teníapretensionesdebellezaycreíaqueciertosafeitesocultabanensurostrolashuellasquehabíadejadolalepradelvicio.Eljesuitanohizocasodeestemovimientoycontinuó:

—Mi intención, al pedir que te presentasen a la familia, era únicamentelograrquetehiciesessimpáticoalabaronesa,locualnoeradifícil,yalmismotiempoqueadquiriesesciertaamistadcon lasobrina,mostrándoteasusojoscomo un hombre enamorado hasta la locura, que, a pesar de todos losdespreciosyfrialdades,sigueresignadamenteadorandoalobjetodesupasión.

—Esaesprecisamentemisituaciónactual.Latíameadorayencuantoalasobrina,me considera como un ser insignificante; aunque bien considerado,alláenel fondodesucorazón,debeprofesarmeesagratitudque todamujersienteporelhombrequeleama,aunquenoestédispuestaaaceptarsupasión.

—Mealegroqueasísea.Hallegadoelmomento,queridoPaco,dequenosentendamos.Túseráselmaridodeesajoven,siesqueyoquiero.

—Siempre lohe creído así.Conozcoel poderdevuestrapaternidady lainfluencia que tiene en aquella casa, y sé que si se empeña, antes de unoscuantos meses habrán terminado los amoríos deMaría con su desconocidonovio y yo podré casarme con ella. Ahora, reverendo padre, sólo faltan lascondiciones,puescuandoustedplanteadetalmodolacuestión,seguramentequealgunasquiereimponerme.

—Tieneselrarodondeadivinarloqueunopiensa.Efectivamente,quieroimponerte condiciones, pues un hombre como yo, un sacerdote que pormiaugustoministerioestoyencargadodevelarporlavirtud,nopuedoconsentirque un calavera como tú, que aunque ahora manifiestas propósitos deenmienda,puedesrecaer,entusantiguaslocuras,seapoderedelafortunadeunajoveninocenteyladerrochecomoderrochasteelcaudalquetedejarontuspadres.Miscondicionessonéstas:alcasarteconMaríagozarásdelasrentasde su colosal fortuna, y, además, yo me encargaré antes de que contraigasmatrimonio, de poner en claro tu situación, pagando a tus numerososacreedores.Serásrico,vivirásenlaopulencia;peroteguardarásmuybiendeinducir aMaría a que retire lamás pequeña parte de losmillones que tienedepositadosenelBanco.Mientrasvivaellaserásmillonario,ysipordesgraciamurieseantesquetú,entoncesnohasdeoponerteaquesufortunapasetodaa

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manosdelabaronesa.

—¿Ysitengohijos?—preguntóconcuriosidadOrdóñez.

—¡Bah!—contestó el jesuita con escéptica sonrisa—. Hombres tangastados y corrompidos como tú no tienen hijos, y si por un capricho de laNaturaleza llegan a tenerlos, la sangreque llevan en sus venas es suficienteparaenvenenarsubreveexistencia;quedamos,pues,enquehayquedescontarestacircunstancia.¿Aceptasmiscondiciones?

El joven calavera parecía dudar, y el jesuita continuó, sin esperar sucontestación:

—Hagotodoestoen interés tuyo.Sinocontraesestematrimonio,dentrodepocolainmensabalumbadeacreedorescaerásobreti,ytienenmotivomásquesuficienteparaconducirtealacárcel.Siaceptas,puedessalvartunombrede la deshonra y al mismo tiempo vivir con ese boato que tanto te place,gozando una posición sólida y segura. No puedo prometer más. Sería uncrimen injustificable a los ojos de Dios el que yo no te impusiera estascondiciones,puesmiconciencia tendríaquedar estrechacuenta,despuésdehaberentregadounajovenhonradayricaenmanosdeuncalaveracapaz,sinoseleponefreno,dedevorarlasmayoresfortunasdelmundo.Nopuedohacermás por ti. Piensa bien que nada pierdes al aceptar estas condiciones y queganas mucho saliendo de tu actual situación y asegurándote el vivir enadelante en medio de la mayor opulencia. Además, si murieraMaría, y sufortunapasaseamanosde labaronesa, túno tehallaríasdesamparado;puessiempremeencontrarías amíy a laCompañíadispuestos aprotegerte.Conquedecídete.¿Aceptas?

Eljovenaúnreflexionólargorato.Repugnábaleelaceptardeunmodotancondicional aquella fortuna, lo que equivalía a tener perpetuamente comovigilante administrador al padre Tomás; pero pensó almismo tiempo en susituación apurada, en aquel tropel de acreedores rabiosos con que leamenazabaeljesuita,enlacárcelquepodíatragarleparasiempre,ydeseosodeseguirgozandoelhalagodelariqueza,sinelcualnocomprendíalavida,sedecidió a aceptar, violentando su voluntad, y con la misma decisión delfugitivoque,contaldelibrarsedesusperseguidores,selanzaenunprecipiciocuyofondoignora.

—Acepto,reverendopadre.Quedacerradoeltrato.

Eljesuitaestabasegurodeestadeterminación,asíesquenohizoelmenormovimientoalveraceptadasupropuesta.

—TecasarásconMaría—dijoconlarígidafrialdaddelqueestásegurodesupoder—.Yolograréromperesosamoresque tantopreocupanahoraaesajoven,ypocohedepoder,otambiénhedealcanzarqueellateame.Quiero

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queseáisfelices,ymiconcienciagozarádedulcetranquilidadalverrealizadaunaobratanhermosacomoesregeneraraunpervertidocomotú,creandoalmismo tiempo una familia cristiana. Únicamente he de advertirte que estásmuyequivocadosipiensasengañarmeenlofuturo.

—¡Yo, reverendo padre!—exclamó el joven ruborizándose, como si eljesuitahubieseadivinadosupensamiento.

—Talvezhayascreídoposibleengañarmisantaprevisióneldíaenqueteencuentrescasado.Entonces,aprovechandoundescuidomío,podíasinduciratuesposaaqueenajenaseunapartedesufortunaparatuslocosdespilfarros,ycomoyonosoymiembrodelafamilianitengorealmenteningúnderechoparaintervenir en esas cuestiones íntimas, gozarías de completa impunidad yvolverías a repetir el juegocuantasveces lopermitiese la inexperienciay labuenafedeMaría.Perovasequivocadosicreesposiblestalesdesmanes;portupropiaconvenienciateadviertoquetetendrécogidosegurayfuertemente.Conozco todas tus trampas, tus sucios negocios. Antes de un mes habrépagado a tus acreedores; pero será con la condición de utilizarlos contra ticuando yo quiera. Has tomado dinero firmando escrituras de depósito, haspercibido préstamos sobre fincas que ya no eran tuyas, has cometido todaclasederepugnantesestafasquenoquierorepetirahorapornoavergonzarte,y, en una palabra, con menos motivos que tú hay muchos centenares dehombresenpresidio.Eldíaenquefaltesaloconvenidoaquí,eldíaenquemeirritesconnuevascanalladas,tenlaseguridaddequeinmediatamentelloveránen losTribunalesmuchas denuncias contra ti, por estafador y falsario, y noconfíes en el auxilio de la influencia quepuedas tener por tus amigos, puescontralaCompañíadeJesúsnovalenrecomendaciones,ysilarectituddelaJusticiahadetorcerse,seguramentequeseráenfavordelaOrdenynuncaencontra.Piensa,pues,bienaloqueteexpones,noobedeciéndome.Sieresfielamis órdenes vivirás feliz y en la opulencia; si te rebelas, morirás en unpresidio.Yaconocesmicarácterysabesquecumplocuantodigo.

Ordóñez había escuchado con marcado sobresalto estas amenazas queprofería el terrible jesuita, sin que se descompusiera en lo más mínimo laimpasibilidaddesurostro.

Estaba en lo cierto el padre Tomás al decir que le tenía cogido fuerte yseguramente.Eraimposibleelseringratoyfaltaraloscompromisosdespuésdelcasamiento,yforzosamentehabíademarcharunidoalapesadaproteccióndelpadreTomás.

Pero esto no le hacía cambiar de propósitos, pues en su situación eraimposible rebelarse.Estaba decidido a casarse conMaría y a no faltar a lascondicionesqueleexigíaelpadreTomás.

—¡Oh,reverendopadre!Haceustedmalendudardemí.Estoydemasiado

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agradecido a su benévola protección para que intente serle infiel.Mándemecomoguste,queobedeceréinmediatamente.

Despuésdeestasseguridadesqueeljovendioaljesuita,extremándoseendemostrarsudesinterés,yaqueleeraimposibleengañarlo, losdossiguieronconversandosobreelasuntoquetantolesinteresaba,oseaellograrqueMaríaabandonaseasuantiguonovioparaadmitirelamordeOrdóñez.

Al cuarto de hora de conversación, el joven calavera comprendió queestaba estorbando en sus ocupaciones al poderoso jesuita, y se apresuró aretirarse.

—Con que quedamos, reverendo padre—dijo Ordóñez abandonando suacento—,enqueustedseencargadequitarmedeenmedioelestorbodeeseamantedesconocido.

—Esoes.Permanecetranquilo,quenotardaremosenvernoslibresdeeseobstáculo.

—¿Yyoquehagoentretanto?

—Seguirvisitandoa labaronesayhaciendoelamoraMaría.Tencalma,quetalvezllegueunmomentoenque,despechadayheridaensuamorpropioesa joven, te recuerde tus anteriores declaraciones de amor y solicite que lahagastuesposa.

—¡Je,je!Tendríagraciavermesolicitadoporunaseñorita.Seríaelmundoalrevés.Ytodoesposiblesiustedseempeña;lereconozcopoderparaesoymuchomás.

—Lo importante es que al casarte no olvides que tú sólo eres unusufructuario de la fortuna de tu mujer, y que si ésta muere, sus millonesdeben pasar a la tía. Ya sabes por donde te tengo cogido. O la obedienciaciega,oelpresidio.

Ordóñezhizounsignodeafirmación,comodandoaentenderqueestabasobradamenteconvencidodequeelpadreTomáserahombrequecumplíasusamenazas.

—Seréfielalapalabraquedoy,reverendopadre.Creoquenotendráustedelmenormotivodedescontento.

Ordóñez tenía ya el sombrero en la mano, y el jesuita se levantó de suasientoparadespedirle.

—Ten calma y confianza.La viuda deLópez te ayudará en el asunto; yademás,aquíestoyyo.

Despuéssonrióamablementeel jesuita,comosinadahubieraocurrido,ytendiósumanoaljoven,quelaestrechóconefusión.

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—Estamosyaentendidos...¿Tratohecho?

—Tratocerrado,reverendopadre.

IX

ELVICARIODEESPAÑAALPADREGENERAL.

Gustábale al padre Tomás despachar por sí propio todos los asuntosimportantes, temiendo la traiciónyespionaje,basesde laorganizaciónde laCompañíadeJesúsyqueseencierransiempreenlapersonadel“socius”,delindividuomásallegadoyquerido.

No quería él tener a todas horas en su despacho subordinados que enapariencia eran autómatas, pero que sin abandonar su actitud impasible, loveíany recordaban todo,yporestomismoprocuraba, al trabajar, el aislarseporcompletoenelfondodesusombríodespacho.

Pero las grandes necesidades que en sí llevaba la administración de laOrden, la inmensa correspondencia que había que sostener con la oficinacentraldeRoma,dandocuentaalGeneraldecuantostrabajoshabíarealizadolaCompañíaduranteelmes,y lasapremiantesnecesidadesdeaquelarchivosecreto, en el que había que almacenar hasta el más pequeño dato de laspersonasqueporalgúnconceptoeraninteresantesparalaOrden,obligabanalpadreTomásatenerempleadosmásdeunadocenadejesuitasjóvenes,hábilese infatigables para el trabajo de pluma, los cuales, si no le merecían unaconfianza completa, almenos le proporcionaban cierta seguridad relativa, acausade la reservadesucarácterydequeseprofesabanunodiomutuo, loqueimpedíatodaclasedeinteligenciaencontradelsuperior.

Estaoficinadeescribientesconsotana funcionaba lejosdeldespachodeljefe, al otro extremo del viejo edificio, y el más hábil de todos losfuncionarios, un joven vascongado que era quienmejormerecía la recelosaconfianza del padre Tomás, estaba encargado de la correspondencia conRoma,siendoelúnicoque,porespecialfavor,conocíalaclavemisteriosaqueusaban los altospadresde laCompañíapara comunicarse; clave tan segura,que su secreto no podía ser descubierto ni aun por los más consumadosdiplomáticos.

Este funcionario fue el que pocos días después de la conferencia habidaentreelpadreTomásyOrdóñez,recibiódesusuperiorelencargodeponerencifra una larga comunicación que le entregó, dirigida al padre general,encargándoleque,apenasterminaselatraduccióndeldocumento,loremitieraaRoma.

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Eldocumentodecíaasí:

✠A.M.D.G.

Negocio Baselga-Avellaneda.—Recordaréis, respetable padre, que desdequeingresóennuestraOrdennuestrobienaventuradomártir,elpadreRicardoBaselga, que hizo donación a la Compañía de toda su importante fortuna,quedópendientederesoluciónelhacerquellegaseanuestrasmanoselrestodelaherenciaBaselga,empresaqueyainicióensustiemposeldifuntopadreClaudio,aquienlaOrdencastigóportraidor.

Haceyamuchos añosqueyo teníapuestos losojos en tal negocio, puescreo que la Compañía no debe iniciar nada sin acabarlo; pero permanecíainactivocomprendiendoquelascircunstanciasnoeranpropiciasparareanudarelasunto.

Hoyhacambiadolasituaciónycreoqueesllegadoelmomentodedarelgolpe,porloquehedadoprincipioalasnegociaciones.

Los nueve millones de pesetas que restan de la fortuna de Avellanedacorresponden a la jovenMaría Quirós de Baselga, nieta del difunto conde,herederadesutítuloybisnietadelafrancesadodonRicardoAvellaneda.

Administra actualmente esta fortuna la baronesa de Carrillo, tía de laposeedora, y cuyos informes secretos obran en la sección española de esearchivocentral.Labaronesaesbuenacristiana,muyafectaalaCompañía,y,además,obedienteanuestrosmandatos;ytantoseinteresaporlaOrden,quede “motuproprio” quisoobligar a su sobrina a que entrase enun convento,haciendoantesdonacióndesusbienesterrenalesenfavornuestro.

Peroelcarácterde la jovenseavienemalconlavidareligiosa,segúnhepodido apreciar yomismo en un estudio detenido que he hecho de su partemoral,ysegúnconsta tambiénen los informesquesobreellaexistenenesearchivo.

ComolaCompañía,en lospresentes tiempos,al realizarsusnegociosnodebe usar de violencias, como muchas veces lo ha recomendado así esasupremadirección,aconsejandoque,paraprovechode laOrden, supiéramosexplotarlasaficionesytendenciasdecadaindividuo,yonohecreídoprudenteoponermealosdeseosdelajovenMaríaQuirós,queenvezdeentrarenunconvento quería casarse, y he procurado utilizar en provecho de nuestrosinteresesesatendenciaqueellamanifiestaenfavordelmatrimonio.

Nuestronegocioseríacasarlaconunhombrequeestuvieraporcompletoamerced de la Compañía, y de estemodo, aunque tardáramos en percibir sufortuna,éstaestaríaenseguridad,yenplazomásomenoslargovendríamosa

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serdueñosdeella.

ElplanqueexpongoalaaprobacióndelreverendopadreGeneral,consisteenlosiguiente:casaraMaríaQuirósconFranciscoOrdóñez,elhijosegundodenuestrodifuntoamigoelduquedeVegaverde.Por los informesquedeélexistenenesearchivo,puedeconocerelpadreGeneralsusmalosantecedentesyloobligadoqueestáaobedeceralaCompañíaentodoaquelloquelemande.Élsecompromete,alcontraerestematrimonio,agozarúnicamentelasrentasde la fortuna de su esposa, sin inducirla nunca a que haga la menorenajenación,consintiendoenquesimueresuesposa,lafortunapaseíntegraamanosdelabaronesa,lacualharíainmediatamentedonaciónenfavornuestro.

Como en estos negocios conviene siempre partir de una base firme, yOrdóñez,porsucarácterysuscostumbres,nopresentalamenorseguridaddequeunavez realizado sumatrimoniocumpla loquehaprometido, convienesepa esa dirección que poseo elmedio de tener perpetuamente asegurada laobediencia de dicho joven, pues existen numerosos acreedores que puedenentablarcontraélunaaccióncriminalpormanifiestasestafas.ComolamayorpartedeesosacreedoressonafectosalaCompañía,yabuscaremoselmediode ajustar con ellos un arreglo ventajoso, reservándonos el derecho deperseguiraOrdóñez,siesquellegaraafaltarasuscompromisos.

Este plan ofrece a primera vista el inconveniente de que el matrimoniopuede tener hijos, circunstancia que desbarataría toda nuestra combinación;pero no es verosímil que un hombre gastado y corrompido por los placeresllegueatenerprole;ysilatuviera,ésta,porunviciodeorigen,noalcanzaríalargavida,tantomáscuantoquenosotrosnosencargaríamosdesueducaciónynonosfaltaríaunmediohábilydisimuladoparasuprimirtalesestorbos.

Elinconvenientemásserioconqueactualmentetropiezaesteplan,esqueMaría Quirós no siente la menor simpatía por Ordóñez, y, en cambio, estáenamorada de un joven médico llamado Juan Zarzoso, sobrino del famosodoctor Zarzoso, sabio de reputación universal y librepensador furibundo,cuyosantecedentesfiguraránindudablementeenesearchivo,enlasecciónde“EnemigosterriblesdelaCompañía”.

Esteinconvenienteseríafácildedestruir,siesqueavos,padreGeneral,ospareceaceptablemiplan.

El joven Zarzoso se encuentra en París perfeccionando sus estudios pormandatodesutío,yescribecartasaMaría,enviándoselasporconductodelaviudadeLópez, aquien creohabréisoídonombrar algunavez,pues esunapublicista devota, cuya pluma y actividad emplea la Compañía para ciertosactosdepropaganda.

Dicha señora,queporuna imprudenciacensurable,propiade sucarácter

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intrigante,protegióenunprincipiolosamoresdeestosjóvenes,estáhoyporcompletoanuestravoluntadyharíacuantoyolediga.

HecomenzadoporordenarlequerompacuantascartasleenvíedesdeParíseljovenZarzosoparasuamada,yquehagalomismoconlasqueleentregueMaríadestinadasaaquél.Elsilencioqueporestemedioseestableceráentrelos dos amantes, excitará su desconfianza y les hará pensar en una traiciónamorosa,especialmenteaMaría,queesmuysusceptible,ycuyoamorpropioresulta irritableensumogrado;antesdeunmeslassospechasdeinfidelidadhabránacabadoconlafeamorosaqueambospudieranprofesarse,yentoncesseráelmomentooportunoparadarungolpedecisivoqueacabeconeseamor.

Si a vuestra paternidad le gusta mi plan, puede encargar a cualquierhermanohábil,delosresidentesenParís,esegolpedecisivoenquecifromisesperanzas.

Paríseslaciudaddelplacer,delaslocasseducciones;Zarzosoesjoven,y,segúnmisinformes,inocenteeinexpertoenmateriasamorosas,comohombrequehapasadosuadolescenciaentregadoalestudio.NoseríadifícillanzarlealpasounadeesashermosasarañasdeParís,queleenloquecería,arrancándoleunapruebadeamor,unobjetoquedemostrarasuinfidelidadyquepudiéramosaquíenseñaraMaría.

Esta es impresionable y susceptible, y como, por otra parte, se sentiríairritadapor el inconcebible silenciode sunovio, cuyas cartasno recibirádehoyenadelante,es indudableque,despechada,olvidaríasuamor,yen justavenganzadaríasumanoalprimeroquesepresentara;aOrdóñez,porejemplo.

Espero, reverendo padre, que os dignéis manifestar el concepto que osmerecemiplan.

Por siosparecepropioel intentar la seduccióndeese jovenmédicoqueahorahacevidadeestudianteenelBarrioLatino,osdarésusseñasparaquelascomuniquéisavuestrossubordinadosenParís.

LlámaseJuanZarzoso;hacepróximamentemedioañoqueseencuentraenlagranciudad;habitaenelnúmero9de laplazadelPantheón,yasistea laclínica del doctorCharcot, en la Salpetrière, para estudiar las enfermedadesnerviosas, que es la especialidad en que tanto se ha distinguido su tío. Almismotiempo,porsuspropiasaficiones,sededicaalestudiodelasdolenciasdelosniños,yasisteavarioshospitales.

Aguardoconverdaderaimpacienciavuestrasórdenes,padreGeneral.

Nosésiosagradarámiplan;perosiésteesdesacertado,queconsteunavezmásmivehementedeseodeallegarrecursosparaesagranempresaquelaCompañíallevaráafeliztérminoparamayorgloriadeDios.

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Vuestrosiervoqueospidelabendición,

P.TomásFerrari,

VicariogeneraldelaCompañíadeJesúsenlaprovinciadeEspaña.

****

NOVENAPARTE

ENPARIS

I

LAORILLAIZQUIERDADELSENA.

Enlospasadossiglos,Paríseracomparadoaunnavío,acausadelaformaque afecta la isla de la Cité, pequeño territorio que era lo que abarcabaentonceselperímetrodelaciudad,yquehoynollegaaconstituirunodelosbarrios.Estebarco simbólico lo adoptó lamunicipalidadcomoescudode lagran villa, y aún sigue siendo París la ciudad del navío, a pesar de que laBabilonia moderna en la actualidad, con su monstruosa grandeza y susbarreras que avanzan cada diez años amenazando tragarse la campiña, noconservanadadesuantiguaforma.

Sihoy se tratasedebuscaruna figuraque simbolizaseParís,únicamentepodría buscarse en la sirena, animal fabuloso, compuesto de dos formas tandistintas, como sonunhermosobustodemujer junto aunahorrible colademonstruo.

París es hoy un nuevo Jano de doble faz, que ofrece una sonrisa, unacaricia,unhalago,paracadaunodelosgustos.

Una de sus caras tiene la alegre contracción de la sonrisa del viciovoluptuosoyatractivo;laotracarallevaimpresaelgestosublimedelgenioenelmomentoderecibirelbesodelainspiración.

LosdosgrandesgeniosdelaFranciaparecenserlossantospatronosdelagranciudad;losqueselahanrepartidoamigablemente,organizandocadaunodesusdominiosconarregloasucarácteryasusideas.

A un lado, Rabelais, con su guasona sonrisa, su panza de vividor y sumiradadeescéptico,cantandolavidaenloquetienedeagradableysensual,idealizando los placeres groseros y diciendo a la humanidad: “ama, bebe ydanza,queéstaes lafelicidad”.Alotro lado,VíctorHugo,consuserenidadolímpica y su frente de dios, en la que se refleja el iris de la inmortalidad,

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dejandocaerdesustranquiloslabioslasperdurablesestrofasquehacentenerfe en el porvenir, que elevan el ánimo a las regiones de lo infinito y hacencreerenunmásallá,queeslaregeneracióndelahumanidadlibreydichosa;ycorriendo entre los dos, manso y tranquilo, para marcar y diferenciar losdiversoscampos,elSena,elhistóricoSena,quedividelaciudad,empujandoyaglomerandoensuorilladerechaatodoloquebrilla,atodoloqueseduceaEuropaylacorrompealmismotiempo,yguardandoensuorillaizquierdaelpensamiento que alumbra almundo, la gente que estudia, que piensa y quetrabaja.

Teniendo en cuenta estedoble carácter de la gran ciudad, esta diferenciatancompletaensusgustosyaficiones,escomosecomprendenlosradicalescambiosqueParíssufreensufisonomíayqueloconviertenenunaantimoniaviviente.

Eslaciudaddeloscaféscantantesydelassublimesdiscusionespolíticas;delosdesvergonzadoscoupletsydeladivinaMarsellesa;bailaunadanzademonosquesellamaCancan,yerizasuscallesdebarricadasapenaslalibertadestáenpeligro;sostieneunasvecesaunarazadeaventurerosdementesconelnombre de Bonapartes, y otras conmueve al mundo elevando entre generalclamoreolamajestuosaimagendelaRepública;admiralomismoalacocottedegracia felina,queenunanochedevorauna fortuna,queal sabioqueconunateoríaasombraalUniverso;yconsideratanhijossuyosalpatriotacomoalvividor audaz, al libro como al escándalo, a la nueva forma política queregeneralahumanidad,comoalapostreraextravaganciaquesellamaúltimamoda.

¿En qué consiste esa terrible y continua contradicción? Es, que, paraproducir tandiversos resultados,basta sencillamenteque se agiteunauotraorilladelSena.

Elaspectoquepresentanesosdostrozosdelagranciudadseparadosporelrío,esloquemanifiestamásclaramentesudiversocarácter.

En la orilla derecha, los Ministerios, los grandes almacenes, losboulevares,lavidamodernaentodoloquetienedemásatractivoyseductor,yelvicioconvertidoenprimermediodeexplotación,casielevadoalacategoríadeunculto;yenlaorillaizquierda,losgrandescentrosdeenseñanza,losfarosque proyectan su luz vivificante sobre el Universo entero, el Instituto, laSorbona, el Colegio de Francia, la Escuela de Medicina, y una poblaciónlaboriosa,ilustrada,queviveenperpetuoabrazoconelcuerposiemprejovenyfecundodelaCiencia,yquepiensayestudiaparamediaEuropa.

La orilla derecha del Sena es la cortesana de gastada hermosura que secubredeafeitesyapelaadiabólicosexcitantesparaseducirruidosamente;laCleopatra que lleva tras sí un tocador inmenso y cifra su gloria en la fugaz

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conquista de los más groseros sentidos; la orilla izquierda es la hermosuratranquilaynatural,labellezaquebrillaporsupropiafuerzaretiradayocultacomo la violeta tras el follaje; la Margarita de Goethe, que pasa los díasinclinadasobreellaboriosotorno,sinpensarqueestopuedeajarsubellezayque vive sin darse cuenta de su valer y sin preguntarse si son ciertos losfloreosqueladirigen.

ElParísdeladerechatienelosmássuntuososedificios,lostemplosdelaburocracia, del dinero y del vicio; pero frente al Pantheón, que se levantamajestuosoenlaorillaizquierda,elevandohastalasnubeslagloriadeFrancia,sólo puede presentar el Folies Bergere, que, en sus salones, resume toda laaspiración,todoelidealdetalpartedeParís.

Elhombreinstruídoyserioquenosedejaseducirporelfalsooropeldelvicio, al atravesar el París de la derecha, esplendoroso, retocado y lleno demejunjescomounacortesanavieja,sientelatentacióndegritar,comoeldulcepoetaFrançoisCopée:

—¡Viva la antigua ribera izquierda, en la cual el transeúnte lleva casisiempre un libro debajo del brazo y un pensamiento o un ensueño en lamirada!

La orilla derecha tiene en sus majestuosas calles, en sus deslumbrantesedificios,algodelaatmósferadelaorgía.Allíseagolpaelbandidajedefrac;elcanallescoartedelvividor,elevadoalacategoríadeciencia;yprecisamenteeseParíseselqueseduceyadmiraalmundo,elqueatraelasmiradasdetodaslasnaciones,elquedevoraacuantosviajerospenetranenlagranciudadporlos cuatro puntos cardinales. Es como el espejuelo giratorio que atrae lasalondras de todas partes y en sus tiendas de lujo, santuarios elevados a ladivinidad del dinero, y que sobrepujan en fasto y majestad a los másgrandiosos templos de todas las religiones, se agita un confusocosmopolitismo y allí se codea, el ruso con el brasileño y el árabe con elyanqui.

EseeselParísdeloscafés,elParísdelosteatrillosdesvergonzados,delasbandadasdecocottes,delosrestaurantsqueadmiraríanaGargantúa;elParísquedicealmundoenteroconacentodictatorialcómohadeserlaformadelossombreros y los trajes, y que en el último arrebato de su extravagancia hapuestoenmodaladanzadelvientre.

LamayorpartedelosviajerosquelleganaParísdesdelosmásapartadosrincones delmundo, no pasan nunca del Sena, desconocen por completo laorilla izquierda, y al volver a su país, viviendo tal vez en la opulencia,recuerdan con fruición la gran ciudad, con su restaurant en que lesenvenenaban lentamente, y sus mujeres embadurnadas de blanquete queadoranporunanochealmejorpostor,atantolacaricia.

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LaorillaizquierdadelSena,talvezporquenoesfrecuentadaporesahordade viajeros con el bolsillo repleto y el apetito hambriento de toda clase depasiones,eslomásnotablequetieneParís,loqueguardamejorelcarácterdeesaprimacíaintelectualquedistinguióalagranciudadenlospasadossiglosyaunladistinguehoy.

Enesaorillaizquierda,elcentro,elcorazón,lomásselectoyatrayenteesel Barrio Latino, nombre que hace palpitar de emoción el pecho de todapersonaquehayavisitadolametrópolifrancesaconeldeseodeestudiar.

EsebarrioeslarepresentacióndelgranParísantiguo;elParísqueguardalaSorbona,antorchadelaciencia,quedisipabalastinieblasuniversalesdelaEdadMediayatraíaaloshombreseminentesdetodoelmundo,loscuales,alabandonarlaUniversidadmadre,volvíanasusrespectivasnacionesadifundirlosconocimientosquehabíanadquirido.

Las calles que componen este barrio de París son, sin disputa, las másimportantesdelmundo,puesenellashanvividoyvivenlosprimerosgeniosdeFrancia, juntoconhombreseminentesde todas lasnacionesque fueronaestablecerseeneldistritodelaciencia,empujadosporpersecucionespolíticasoporeldeseodeestudiar.

Elviajeroilustrado,al transitarporlascallesdelBarrioLatino,nopuedeimpedir el sentirse dominado por espontánea emoción. En los sitios que lesirvendepaseo,enloscafésdondedescansa,ytalvezenelmismohotelquelealberga,hanvividolosgrandeshombres,cuyasobrassonelencantodelageneraciónpresente.

SitodavíaquedanenlasviejascasasdelbarriorecuerdosdelajuventuddeVoltaireyCrebillon,cuandoeranpasantesdeuncurial,mejorseconservaaúnla memoria de personajes contemporáneos que asombran al mundo con sugloria, y que en la pobre, pero brillante cuna del cuartel Latino, nacieron ycrecieron.Aúnquedanenélviejosdueñosdehoteloencargadosderestaurant,que recuerdancómoalborotabaduranteel imperiodeNapoleón III loscafésdel barrio con sus discursos republicanos dichos con voz de trueno, unestudiantetuertoydefiguraatlética,granperseguidordecarasbonitas,yquellevabaelnombreentoncesdesconocidodeLeónGambetta;aúnseconservafrescoenlamemoriadealgunos,laimagendeunmuchachotímidoyentecocon melenas merovingias y las manos ocupadas siempre por paquetes delibros,elcualrespondíaalnombredeAlfonsoDaudet;conocidofuetambiénenelboulevardSaint-Michel,principalarteriadelBarrioLatino,untalEmilioZola,queeraentoncesdependientedeunalibrería;yremontándoseamuchosaños antes, quedamemoriadequeenunmal figón inmediato a laSorbona,comíaafrancoelcubiertounjovenpequeñito,deraídalevitacuyosbolsillosestabanatestadosdelibrosynotasyelcualteníadeapellidoThiers.

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En ese barrio han llorado y han reído, cuando muchachos, todos loshombresqueestabandestinadosadara laFranciaesahegemoníaintelectualquetienesobreelrestodelmundo;enélhansufridohambreyfríos,solosydesconocidos, los que después han ganado millones con su pluma o hanascendido a la primera magistratura del país; y en él también han tenidoprimerosamoreslosgeniosaquieneslaadmiraciónuniversalhacolocadoenlacategoríadesemidioses.

Muchachas del Barrio Latino, pizpiretas, sonrientes, maliciosas comoduendes y aturdidas como chorlitos, eran las Zoraidas y las Fátimas paraquienes escribía sus primeras Orientales, allá por 1825, un jovenzuelomelancólicoypobrequesellamabaVíctorHugo.

Yasícomoseencuentranentalbarriolosvestigiosquehandejadodesupaso hombres eminentísimos, se halla también el café donde lucía suimaginacióninmensaysufatuidadinnataunjovenmulatollamadoAlejandroDumas, que era entonces empleado en la administración del Duque deOrleáns,ynopensabatodavíaenescribirnovelas;lacerveceríadondeAlfredode Musset recitaba sus escépticas poesías a una turba de admiradosestudiantes,queinocentementehacíangaladeuncinismoafectado;latabernadonde Enrique Murger, ahumando a todos con su pipa, predicaba con elejemplo lasdulzurasdeaquellavidabohemiaquedespués imitó la juventudliteraria e ilusa de todos los países; y la tasca miserable del tío Anteojos,donde se reunían los principales ladrones y asesinos de París, y a la cualasistió muchas noches Eugenio Sué, con el príncipe heredero de Suecia,disfrazados ambos de granujas; el uno para estudiar del natural los tipos deLosmisteriosdeParís,yelotroenbuscadesensacionesfuertes.

Así como de la orilla izquierda del Sena han salido todos los grandeshombresdeFrancia,enellahanvividolospolíticosextranjerosensusépocasdeemigración,atraídosporlavecindaddelasmejoresbibliotecasdelmundoydelascátedras,dondedejanoírsuvozlossabiosqueformanenlavanguardiadelejércitodelaciencia.

ElaspectoquepresentaelBarrioLatinoeselmáspropiodellugardondetienesunidolacienciaylailustración.

En cualquiera de sus grandes calles haymás estatuas que en uno de losbarrios de la orilla derecha, con la diferencia de que estosmonumentos noestán destinados, como los que existen en el resto de París, a inmortalizarguerrerosmás omenos heroicos, o políticosmejor o peor reputados, sino aeternizar la memoria de grandes hombres en ciencia y literatura, que haninfluidonotablementeenelprogresohumano.Homero,conlafrentearrugadaporlacontraccióndelpensamientogigantesco,pulsasulirademármolenelperistilo de la nueva Sorbona; y Dante y Claudio Bernard, los dos grandes

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descriptoresdelinfiernoydelcuerpohumano,yerguensufiguradebronceenelcentrodeunjardincilloalaspuertasdelColegiodeFrancia.EstebanDolet,ellibreroyfilósofodelsigloXVI,elevaalcielo,sobregrandiosopedestal,sufrente de mártir, en el mismo lugar donde se encendió para consumirle lahoguera inquisitorial; a corta distancia, Broca, el padre de la antropología,aparece con un cráneo en lamano, libro infalible, en el que fundó toda sudoctrina;y,apocospasos,comouninmensobloquedebronce,fundidoporlatempestadycinceladoporlosrayos,remóntaseenelespaciolafiguradelgranDanton,enelmomentoquesuvozdetruenogritabaalaFranciaamenazadapor toda la Europa monárquica:—Audacia, audacia, siempre audacia, ysalvaremoslaRepública.

En el Luxemburgo, a la fresca sombra de árboles seculares, alíneanseinnumerables filas de estatuas de mármol, y el gran pintor Delacroix, alsusurrode los surtidoresdeartística fuente,muestraalporvenir su rostrodebronce,aplaudidoporApoloysintiendocercadesufrenteloslaurelesconquevaacoronarlelaFama,levantadaporlosbrazosdelTiempo.

En el Barrio Latino agólpanse todos los célebres establecimientos deenseñanza,a losquenosóloacudela juventudfrancesa,sinolosestudiantesdetodaslasnaciones.LaSorbonaeselcentro;yamayoromenordistanciadeella, álzanse los suntuosos edificios de las Escuelas de Derecho,Medicina,Ingeniería, Química, Politécnica, Bellas Artes, y, además, la Biblioteca deSantaGenoveva,soberbiopalacioatestadodemilesdelibrosescritosentodoslosidiomas.

Como si Francia concediera al barrio que ha sido el alma mater de sucienciaelhonrosoencargodevelareleternosueñodesushijosilustres,enelcentro de él, sobre el lugar más eminente, hundiendo sus cimientos en laantigua colina de SantaGenoveva, álzase el Pantheón, en cuyo frontispicio,cinceladoporDavidD’Angers,brillaenletrasdeoroelreconocimientodelapatria, y cuya gigantesca cúpula, apoyándose en aérea columnata, escala elcielohastahundirenlasnubessucruz,entornodelacualrevoloteanlasaves,reinas del espacio. En lo profundo de este grandioso edificio, que, con lamonotoníacolosaldesusparedesdesillaresnorasgadasporventanaalguna,ysuambientemisterioso,recuerdalasfaraónicaspirámides,duermenenvueltosen laobscuridadde lasepulcralcriptaVoltaireyRousseau,campeonesde lalibertad teórica, junto a los paladines de la República Marceau y Latourd’Auvergne, quedieron su sangrepor implantar las doctrinasde aquéllos; yencerradoensuféretrodemetalcuajadodeestrellas,bajounmontedefloresylaureles,descansaVíctorHugo,quien,comosiadivinaraelsitiodondesushuesos irían a reposar, al escribir suOda a losmuertos en la revolución dejulio,dedicabaaesemismoPantheónunaestrofagrandiosa:

¡Paraestascarassombraslanzaysube

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Hastalapardanube

ElPantheónsucolumnatabella,

Ycadadíaalasomarlaaurora,

Nuevamenteladora

YelgranParíscorónaseconella!

En el lugar más visible del Barrio Latino, a la orilla del boulevard SanMiguel,álzase,entreruinosasarcadasmordidasporladentelladadeltiempoybóvedas que se sostienen milagrosamente, el Museo de Cluny, vivienterecuerdo de aquel París que se llamaba Lutecia en remotos siglos, y quecomenzócomoedificioporservirdeThermasypalacioaJulianoelapóstata.

Todas las épocashanvenidoadepositar sugusto artístico, sus caprichosarquitectónicosenesteedificiodecorteextrañoyoriginal.Lossólidosmurosdeargamasaromana,agujereadosporesbeltasojivasgóticasdeafiligranadosremates,vístenseconlápidasdeinscripcionesenidiomascasidesconocidos,oseerizanlanzandoenelespaciogesticulantesgimiosomascaronesdepiedra,tan horribles y epilépticos como los podían concebir las extraviadasimaginaciones de los artistas de la Edad Media; y los tonos sombríos ynegruzcosdel viejo edificio alégransey cobranun agradable claroscuro conlasverdesculebrasdehiedra,que,enroscándosealossalientes,subenhastalomásaltodealmenasytorrecillas.Enelinteriordelhistóricoedificioagólpaselahistoriadelahumanidaddescritaporlosmismosproductosdelospueblos.Allífiguradesdeelhachadepiedradelostiemposprehistóricoshastaelsutilespadín del pasado siglo; lo mismo el extravagante zapato de la castellanamediévica, que el microscópico chapín de la incroyable; en una mismaestancia amontónanse armaduras de todos los tiempos, trajes de todas lasépocasycarruajesdetodaslasformas,desdeeltrineodelesquimal,alascasascon ruedasque llamabancarrozas;y sóloalgunosmetros separanelyatagándelsarracenodellechodelreygótico;laférreacoronadelduquefeudal,deladiadema de un emperador romano; y un primoroso cincelado deBenvenutoCellini, del férreocinturóndecastidadqueel señor feudal cerraba sobre lascaderasdesuesposaantesdepartiralasguerrasdelasCruzadas.

EljardínquerodeaaledificioestannotableporsucarácterrománticoquepodríaservirdedecoraciónparaelcuadrofantásticodeRobertoilDiabolo.

Entre los altos árboles álzanse fragmentos de arcadas góticas y ásperaspiedras sepulcrales, con borrosas inscripciones; estatuas de obispos laciosconsumidos,enactituddebendecir;grifosquiméricosybustosgriegos, todoello roído por los dientes del tiempo, gastado por los vientos y las lluvias,devorado por las plantas trepadoras que se empeñan en encerrarlo en unestuchedehojas,peroenpie,apesardetalesenemigos,ypareciendoentonar,

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en nombre de los siglos pasados, un himno mudo de interminable protestacontra los faros de luz eléctrica que por la noche envían sus rayos desde elvecinoboulevard;contraelvaporquebramaenlosbarcosdelcercanoSena,ycontraelGobierno,queleshacepermanecerenunagranciudadmoderna,allado de una calle populosa, y en un jardín donde muchas veces sirven deridículadiversiónaimbécilesyaniños.

Este jardín guarda todo un mundo de recuerdos. En él fue proclamadoJulianoelapóstataemperadordelosromanosporloslegionariosdelasGalias,yalasombradesusárbolespaseóenotrotiempounmonjealemánllamadoHildebrando, que después debía tomar el nombre de Gregorio VII, paraasombraralmundoconsuaudaztentativademonarquíauniversalenfavordelPapado;yesteescenariode tantasgrandezasy tangigantescasyprematurasambiciones, ¡oh poder del tiempo!, hoy sólo se ve frecuentado por unascuantasviejas,que,sentadasenlosverdesbancos,hacencalceta,hablandodelostiemposenqueellaseranjóvenesyhabíareyesenFrancia,oporturbasdechiquillosque semetenen lahierba,paracontemplardecerca,y conciertotemor, el dragón de piedra que tiene eternamente abiertas sus amenazantesfauces,ohacerlemuecasalaestatuadealgúnprestebarbudo,queenvueltoensucapapluvialmiraalcielodesesperadamenteconsushuecosojos.

TannotableyoriginalcomoelBarrioLatinoresultansushabitantes.EselúnicopuntodeParísdonde,eneltropeldelostranseúntes,sepuedeverunacaradosvecesenunmismodía,puessupoblaciónestáalejadadelcontactodelosgrandesboulevaresynosemezclaenellaeseincesantetorrentedegentequeEuropaenterahacedesfilarporlasgrandesarteriasdelParíslujoso.

En las calles del Barrio Latino se ven siempre los mismos rostros eidénticos tiposacausadeque tieneunapoblaciónpropiaquenose renuevamásquemuydetardeentarde.

Losestudiantes,queconstituyensuvecindario,guardanaúnciertoespíritude clase y se agrupan para hacer la vida en común, y resistirse contra latendenciaigualitariaquereinaenlasociedadpresenteyquedestruyetodaslasasociacionestradicionales.

En París, como en Alemania e Inglaterra, la clase escolar se resiste alnivelador rasero de los tiempos presentes, y si no conserva todas suscostumbres antiguas goza aún de existencia especial que la distingue.Alemania tiene susmasonerías escolares, con sus grotescas ymuchas vecesterriblesceremonias;InglaterraconservasusUniversidadesruralesdeOxfordyCambridge, con sus eternas y originales luchas, yFrancia posee elBarrioLatino,consuscostumbresextravagantesysuaspectocosmopolita.

El distrito parisién que tiene por corazón la Sorbona es en realidad unaaglomeraciónderepresentantesdetodoslospueblos.Ensuscallessuenanlas

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vocesdetodoslos idiomasconocidos,puesamásdeunaverdaderanubedeestudiantesnegros,americanosyrusos,loshaychinos,japoneses,egipciosyárabes.

Enel reducidoespaciodeuncafédelBarrioLatino, suenanconfundidoslos más raros y difíciles idiomas. En cada mesilla se habla una lenguadiferente y muchas veces estudiantes de la misma nación se separan paracharlareneldialectodesuprovincia.

Lamisma confusión que reina en elBarrioLatino, en cuanto a idiomas,imperatambiénencuestióndetrajes.ElcentrodelaorillaizquierdadelSenavive en perpetuo carnaval, y de seguro que los vestidos que allí pasan sinextrañezaprovocaríanunacarcajadaalexhibirseenlaorillaopuesta.

Confundidos con los alumnos de la escuela de Derecho o de la deIngenieros, que van siempre correctamente vestidos con arreglo a la últimanovedad,loquelesvaleciertodespreciodelosotroscompañeros,pululanlosestudiantesdeMedicina,consusdescomunalesboinasde terciopelonegroosus chisteras de alas planas, que sirven de coronamiento a unas hirsutasmelenas que siempre rebasan los hombros; los cursantes de Bellas Artes,imitandoen sus trajes lasmodasdepasadasépocas, con sucapaespañolaoitalianayunchambergorománticoquepideavocesunatiesaplumadegallo;las estudiantas, en sumayoría procedentes deRusia, feas comomuchachos,conelpelocortado,suciasgafassobrelachatanarizyportodaindumentariaun largo pardesú, una gorra de astracán y una descomunal cartera de cueroparameterloslibrosypapeles;ylosalumnosdelaescuelaPolitécnica,consuvistosouniformenegroydorado, su airoso sombrerodepicos, su ferrerueloimpermeableysuespadarabitiesa,atalajequevistodelejos,lesdaelaspectodepájarosexóticos.

Singular vida la de los estudiantes de París. Entre ellos es rara ladesaplicación,ysonmuycontadoslosquepierdenloscursos;peroapesardeesto, se les ve de continuo en las calles con una muchacha del brazo,alborotando como energúmenos, o dedicándose a ejercicios de fuerza o dedestreza.

ComoaquellajuventudespañoladelospasadossiglosqueseagrupabaenlasaulasdelainmortalUniversidaddeSalamanca,yquesehizocélebreporsu carácter bullicioso y audaz, la juventud escolar francesa es enérgica yaventurera;animadaporsunotablerobustezamalaesgrimaylagimnasia,yen sus clubs de recreo, se fortalece los brazos levantando pesos enormes, opasahorasenteras tirandoa laespadaycontándose losbotonesaestocadas,cualaquelloslicenciadosdeSalamancadequehablabaCervantes.

El Barrio Latino, a principios de siglo, cuando sus principales vías eranmíserascallejuelas,cometíatanestupendasextravagancias,queforzosamente

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lapolicíahabíadeintervenirenellas;hoynoconservadelpasadotormentoso,másqueunaorgíaanual,queconsisteenelbailequedanasuscompañeroslosestudiantesqueterminansucarrera.

Confundidos con esa población joven, bulliciosa e ilustrada, que es elporvenir de la Francia, figuran los hombres graves del barrio, los escritoresque viven en él, y los catedráticos, graves,melenudos y distraídos como elcélebredoctorMiravel,quesalenporlamañanadelaSorbonaodelColegiodeFranciadespuésdehaber explicado su lección, puestosde fracy corbatablanca, traje oficial de los profesores franceses, y marchan por la calle tanabstraídosconlalecturadeunarevistacientífica,quesemetenenelarroyooestánpróximosaseraplastadosporuncarruaje.

LaorillaizquierdadelSenatienetalatractivoparalajuventudestudiosayalmismo tiempo alegre, que ésta vive siempre encerrada en los límites delBarrioLatino,bastándoseasímisma,yencontrandovulgaryburgués,comoelladiceensujerga,todoloqueocurreenlaorillaopuesta.

Como dice Julio Simón, el estudiante del Barrio Latino, sólo cuando sesiente empujado de esa fiebre por lo desconocido que acomete a los másheroicosviajeros,escuandoseatreveapasarelSena,yasíytodo,acostadeunesfuerzosupremo,llegahastalacalledeRívoli.

El escolar que esto hace es un Stanley que pronto se arrepiente de suheroicidad,yfastidiadoporelParíscomercialyelegantedelariberaderecha,vuelve a su querido Barrio Latino en el que no hay fábricas ruidosas, sinosilenciosasbibliotecas;enelquelaamistadyelcompañerismosonalgomásquepalabras, en el que lasmujeres se entreganpor amor, y pudiendohacerfortuna a la otra parte del río, prefieren compartir el mísero cuarto y lamenguadacomidaconelestudiantequehabladecosasqueellasnoentiendeny que en un rapto de locura amorosa, no contentos con dar su juventudvigorosa e incansable, llega a regalarlas un ramo de violetas de a cincocéntimos.

AestedistritodeParís,alcélebreBarrioLatino,fueaestablecerseJuanitoZarzoso,apenasllegóalagranmetrópoli.

II

ELPRIMERAMIGO.

Alquiló el joven médico un cuarto en el segundo piso de un hotel deestudiantesdelaplazadelPantheón.

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Conocía, por referencias de algunos de sus condiscípulos deMadrid, lavida del estudiante parisién en el Barrio Latino. Se abonó pormeses en unrestaurant de los más concurridos, adonde acudían las notabilidades delporveniranutrirseconelementostanproblemáticosque,segúnafirmabanlosestudiantes, laschuletaserandecaballoenfermoylastortillassecomponíandelosmásabsurdosingredientes.

EldoctorZarzoso,queeraespléndidoporcarácter,ymásaún tratándosede su sobrino, no quería que éste hiciese en París una vidamiserable, y lehabía dado letra abierta para el banquero a quien iba recomendado; pero elmuchacho,acostumbradoaunaexistenciamodestayconpocaaficiónallujoylosplaceres,nopensabaabusardelamagnanimidaddesutío,yseproponíaseguirlascostumbresdeunestudiantepobre.

Al día siguiente de su llegada, se apresuró a presentarse a los célebresprofesores a quienes iba recomendado y que le recibieron muy bien, einmediatamente entró como alumno en aquellas famosas clínicas de las quesalenlosmásportentososdescubrimientosdelacienciamédica.

Zarzosooyóconprofundorespeto,comosisehallaseenpresenciadeseressobrenaturales, las profundas observaciones de Charcot y las elocuentesexplicacionesdeTillotenelanfiteatrodelaEscueladeMedicina;asistióconfruición sin límites a las operaciones dePeany delmodestoChampionet, yestos espectáculos científicos, reavivando su amor a la ciencia, le hicieronentregarsedenuevoencuerpoyalmaalestudio.

Esto le hizo experimentar un gran consuelo. El panorama grandioso quedesarrollaParísalosojosdelviajeroquelevisitaporprimeravez,sólollegóadistraeraZarzosopormuypocosdías.

Así que se desvaneció la primera impresión de sorpresa, el recuerdo deMaría, de aquellamujer adorada de la que ahora estaba separadopor tantasleguas de distancia, volvió a obsesionarle, ocupando por completo suimaginación.

No podía admirar cualquiera de las cosas sorprendentes que encierra lagranciudad,sinquealmomentodejasedeocurrírselelamismaidea:

—¡Oh,sisehallaseaquíMaría!¡Cómosealegraríadeveresto!

Porotraparte,causábalecruelmartirioelvercontinuamenteenelBarrioLatinoamorosasparejasque,acariciándoseconsusmiradascasi tantocomocon sus palabras, iban por las aceras cogidas del brazo haciendo descaradoalardedesujuventudysudicha.Pocoseranlosestudiantesquenoteníanporcompañeraunacabezapicarescacoronadadecabellosrubios.

Este continuo alarde de amor en las calles, esta felicidad juvenil que no

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cabía en las estudiantiles buhardillas y se esparcía por las aceras, irritaba aZarzosoalparquelehacíasentiramargaenvidia.

La soledad en que vivía agravaba aúnmás su situación.Nunca se habíaagitadoenunvacío tanabsoluto.Primeroconsumadre,despuésconsu tío,siemprehabíavividoenfamilia;yahora,alencerrarseensucuartoypasarlanoche completamente sólo, al pasear por las calles sin encontrar una caraamiga, parecíale que le habían arrancado de la tierra, donde tenía susafecciones,paraarrojarleenunmundodesconocidoyextraño.

Enlasclínicas,dondeasistíadiariamente,habíaseformadoamistadesconotrosmédicosextranjerosqueestabanenParísparaestudiarunaespecialidad;pero estas relaciones no tenían otro carácter que el de compañerismo, yZarzosonoqueríaintimarconaquelloshombresausteros,dedicadosdellenoalaciencia,yenlosquenoadivinabaafectoalguno.

El primer mes de estancia en París, lo pasó Zarzoso en la más absurdasoledad. Por las mañanas asistía a las clínicas; por las tardes, después delalmuerzo, paseaba por el Luxemburgo, el gran pulmón del barrio Latino, ovisitabalosMuseos;y lanochepasábalaensucuarto,siesquenosesentíaconfuerzasparaatravesarlospuentesyentrarenungranteatro.

DetestabaloscafésruidososdelboulevardSaint-Michelconsusorquestasratonerasysuspendenciasdeestudiantes,yseaburríaeneltempestuosobailedeBullier,dondesolíaveraalgunodesuscompañerosvalsandoconlamismamuchachaalaquemesesanteshabíahechoeldiagnósticoenelhospital.

Su único placer en tal época de aislamiento era escribir a María, ypermanecía horas enteras trazando largas cartas, en las que amontonaba lasexclamacionespropiasdeunapasiónexcitadaporlaausenciayladistancia.

En aquella vida de aislamiento y de continuamonotonía queobligaba aljoven a refugiarse en el estudio como único medio de olvido, tambiénexperimentabainquietudesyalegríasproducidasporlascartasdeMaría,quedoñaEsperanzaseencargabaderemitirledesdeMadrid.

Bastaba que se retrasase unos cuantos días la contestación de la joven acualquiera de sus cartas para que inmediatamente Zarzoso se mostraseinquieto, y una triste y continua preocupación le embargase aun en losmomentosquededicabaalestudio.

Suimaginación,alarmadaportalsilencio,volabahastaMadrid,forjándoselas más absurdas suposiciones; en la clínica se distraía y cometía torpezas,inexplicables en un alumno de tan reconocida aplicación, y se mostrabameditabundo y como obsesionado por aquella carta que tanto esperaba sinllegarnunca.

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Todo lo más extraño, novelesco y excepcional que pueda existir en elmundo,loimaginabaZarzoso,antesquepensarenexplicarselatardanzaporunacircunstanciatansencillacomoeraladenohaberpodidoMaríaentregarsucartaalaviudadeLópez,acausadelavigilanciadesutía.

Porlasnoches,cuandoeljovenmédicoseretirabaasucasa,pensandoenlaposibilidaddeencontrarenellalaansiadacarta,andabalentamente,comositemiese llegar demasiado pronto y que una cruel desilusión viniera adesvanecerlavagaesperanzaquelealentaba.

Con tardo paso, como si quisiera prolongar aquella dulce ilusión, subíaZarzosolaanchacalledeSoufflot,yalentrarenlaplazadelPantheón,ibaadetenerse al pie de la estatua de Juan Jacobo, donde permanecía algunosminutoscalculandomentalmenteyporcentésimavez,enaqueldía,eltiempoquehabía transcurridodesdequeMaría recibió suúltimacarta,y loextrañoqueresultabaelquenolehubiesecontestado.

Porfin,enunraptodeheroicaresolución,sedecidíaaentrarenelhotelytemblandodeincertidumbreacercábasealcasillerodemaderaquehabíaenlaportería, donde colgaban las llaves de los diferentes cuartos y dejaba elconserjelacorrespondenciadecadahuésped.SiZarzosocontemplabanegrayvacía lacasillamarcadaconelnúmerode sucuarto inclinaba lacabezacondesaliento,yencendiendosubujíaenelmecherodegas,subíalaescaleraconla resignación del reo a quien llevan al cadalso, y en toda la noche lograbaconciliarelsueño;perosiveíablanquearlaesperadacartajuntoalacolgantellave,experimentabaunsacudimientodepiesacabeza,salvaba lospeldañoscon loca precipitación, y allá arriba, en la soledadde su cuarto, gozabaunafelicidad sin límites, leyendo y releyendo la anhelada carta. Todas lassospechas y las suposiciones trágicas que le habían estado agitando durantealgunos días, desvanecíanse inmediatamente a la vista de aquella letritaangulosayelegantequeevocabaen su imaginaciónel recuerdode los finosdedosylosgraciososhoyuelosdelamanoquelahabíatrazado;ycuandosecansaba de leer besaba con pasión aquellos períodosmás apasionados de lacarta,yaldormirse,estrujabaaúnamorosamenteentresusmanoselpapelquedetanlejosletraíalafelicidad,yenelquepercibíaelmismoperfumequelehabíaacariciadocuandosehallabacercadelamujeramada.

De estemodo transcurrió para Zarzoso el primermes de su estancia enParís;siempresolo,unasvecesagitadopor laduday la incertidumbre,otrasposeídoporunavagafelicidad,ysiempreconelpensamientofijoenMadrid,dondesehallabaaquellamujer, cuyo recuerdo lehacíaencontrarhorriblesatodaslasmuchachasparisiensesqueencontrabaasupaso.

El jovenmédico entraba y salía como un autómata en su restaurant delboulevard Saint-Michel, sin fijarse en ninguno de aquellos rostros alegres y

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vivarachosqueseleaparecíanenlanubeformadaporelvahodeloscalientesplatosyelhumodelaspipas.

Comía el joven español con silencioso recogimiento, con la cabezabaja,sin fijarse en nada de lo que ocurría a su alrededor. Fastidiábanle losdesplantesgraciososdemuchosdelosparroquianos;entristecíaleelaspectodetodas aquellas muchachuelas de cabello rubio, que solas o acompañadascomíanapresuradamenteparacomenzarcuantoantessunochedeaventuras;ysentíaunasordairritacióncontralasrisotadasbrutalesyloscínicoschistesquesecruzabandeunaaotramesa.

Zarzosoeraparatodaslasgentesqueseveíandiariamenteenaquellugarcasialamismahoraunparroquianoinsignificante,quealentraryalsalirlesarrancabaunceremoniososaludo;yúnicamente lemerecíaciertaestimacióncariñosaalagruesaseñoraencargadadelmostrador,lacualsimpatizabaconeljovenespañolporsuseriedadybuenporte.

Una tarde, a la hora de la comida, Zarzoso tuvo un encuentro en dichorestaurant. Ocupó al entrar una pequeña mesa que vio desierta, y cuandoacababadecomersusopa,entróotrojoven,quevinoasentarsefrenteaélyquelesaludóconundesenfadadomovimientodecabeza.

Zarzosocontestófríamentealsaludoycomoalmismotiempoestallaseunconciertodechillidosalextremodelcomedorenunagranmesaocupadaporvarias parejas de las más revoltosas del barrio, el recién venido volvió lacabeza, y con sorpresa para Zarzoso,murmuró en español, con acentuaciónmuymarcada:

—¡Redios!¡Cómoescandalizanesosmarranos!

Era un compatriota, y esta circunstancia hizo que Zarzoso, siempre tanretraídoyensimismado,fijaseenéllaatenciónconcuriosidad,yloencontraramuysimpáticodesdeelprimermomento.

Aparentaba tener la misma edad que el joven médico, y era robusto ysonrosado como un tudesco, luciendo en su rostro una barbamuy espesa ypeinadamelodramáticamente,queselecomíamásdelamitaddelacara.Sucabezagreñudayciertodesaliñoenelvestir,delatabanelafectadoempeñodeadquirirunaspectoterroríficoysiniestro,queeracontradichoinmediatamenteporlaexpresiónatrayentedesusmiradasdulcesycándidas.Adivinábaseenélalbuenmuchachodesimpáticocarácter,sencillossentimientosyentusiasmosruidosos, empeñado en falsificarse, fingiéndose peligroso y terrible. Era, enunapalabra,unodeesosilusos,agitadosporelamoralrenombre,ycapacesde arrancarse la existencia con tal de llamar la atención. Su levita raída,brillanteporloscodos,yconelgalóndeshilachado,formabaunrudocontrasteconungranchambergoblancoqueseechabasobrelascejas,adquiriendocon

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esto el aire de uno de esos terribles dinamiteros que tanto pasto dan a lacaricatura.

Sinfijarsegrancosaenlacuriosidadquesupresenciahabíadespertadoenelcompañerodemesa,comenzóaexaminarlacartadelrestaurantfrunciendoelceñoymurmurandoconenfado:

—Siempredanlosmismosplatos.Estacocinaesinsufrible.Me...

Y acompañó sus quejas con una serie de votos y blasfemias que soltabaconlamayorfacilidad,comosilacostumbrenolepermitieseapreciarelvalordelaspalabras.

Zarzososesentíaatraídoporaquel individuoque le resultabaoriginalenextremo,ysinproponérselo,comosiunafuerzaocultaleimpulsara,ledirigiólapalabraencastellano.

—¿Esustedespañol?

El interrogado levantó con viveza la frente, y un flujo de palabrasdesbordóse ante aquella pregunta. ¡Vaya si era español!, y, por añadidura,catalán,delamismaBarcelona;ydespuésdedecirsunombre,queeraeldeJoséAgramunt, comenzó con elmayor desenfado amoler a preguntas a suinterlocutor,enterándosealospocosminutosdequiénera,cómolellamaban,dóndehabíanacido,aquéfamiliapertenecíayquéeraloqueibaahacerenParís.

El catalán, animado por aquel encuentro que parecía encantarle, dejabasueltasulocuacidadatodaprueba.

Mientraselcamarero le ibasirviendo,élpreguntabaaZarzoso,ycuandose creyó ya bien enterado de quién era, entonces comenzó a hablar de símismo con un descuido tal, con una franqueza tan absoluta que al mismotiempoquelehacíasimpáticoponíatodasuexistenciadecuerpopresente.

Era hijo de un fabricante arruinado de Sabadell; huérfano desde suinfancia, había estado al cuidado de unos tíos que ejercían una pequeñaindustriaenBarcelona.Acausadesuprecozinteligencia,desuvivacidaddecarácter y de aquella audacia infortunada que había adquirido de su difuntopadre,envezdeserdedicadoalcomercio,susparienteslehicieronentrarenlaUniversidad, donde cursó la carrera de Leyes, adquiriendo el título deabogado;unpapelote,segúnéldecía,queparanadapodíaservirle.

Odiaba a laMonarquía comopuedeodiarla unmuchachoque se dormíatodas lasnoches teniendoa la cabecerade la cama los librosmáspopularessobrelarevoluciónfrancesa;soñabaenlagrandezadeloshéroesrepublicanosy en su sublime austeridad, como apasionado lector de Los Girondinos, deLamartine, y sabía dememoria cuantos apóstrofes elocuentes y períodos de

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oratoriatempestuosasehabíanpronunciadoenlaConvención.ParaélDantoneraelprimerhombredelmundo,yal tratarde lapolíticaespañolacreíaqueRuizZorrillaeraelllamadoarepresentaridénticopapelennuestrapatria.

Había sido periodista en Cataluña; orador de plantilla en cuantasmanifestacionesrepublicanasseorganizaban;peatónencargadodedarrecadosinsignificantesenvariasconspiracionesfracasadas;ytantoempeñopusoenelejerciciodeestoscargos,quehaciéndosesospechosounasvecesalapolicíayprocesadootrasmuchas,acausadelasembestidasdesuentusiasmo,quenorespetabacosaalgunaylomismoatacabaenunmitinalapersonadelreyqueen un artículo se burlaba graciosamente de la Santísima Trinidad, llegó aexcitartantasirasconsuconductayaatraersetanenconadapersecución,que,al fin, para no ingresar en presidio, tuvo que pasar de ocultis la frontera,estableciéndose en París, donde estaba a las órdenes del que él llamabasiempre don Manuel, o el hombre, con una expresión de familiaridadrespetuosayadmirativa.

Zarzoso escuchaba con mucho agrado la interminable relación de aquellocuazcompatriota,yloencontrabacadavezmássimpático.

Aquelfanatismopolíticorudamenteintransigentequedemostraba;aquellafeeneléxitode larevoluciónyenel ídoloaquienseguía,hacíalegraciaeljovenmédico,quien,porotraparte,sentíahaciaelnuevoamigolaatracciónqueproducelacomunidaddedoctrinas.

—¿Usted también será republicano?—decía sonriendo el simpáticocatalán.

Zarzosohacíasignosafirmativos.

—Indudablementetambiénquerrápocoaloscuras,o,delocontrario,noseríasobrinodeleminentedoctorZarzoso.

El médico volvía a contestar afirmativamente, y el joven revolucionarioseguíapreguntando:

—¿Ynohasidoustedrepublicanomilitante?

—¡Oh!no,señor—contestóconmodestiaZarzoso—.Yohastaahorasólomehededicadoalaciencia,ynohetenidotiempoparametermeenbelenespolíticos.

—Esoescuestióndecarácter—declaróAgramuntconexpresióndoctoral—.Elserrevolucionarioestáenlamasadelasangre.

Y con un salto inesperado e incoherente propio de una imaginaciónsobradamente viva, el joven catalán pasó de repente a hablar de su vida enParís.VivíaenunsuciohoteldelacalledelasEscuelas,enelúltimopiso,yno contaba con otros medios de subsistencia que el producto de ciertas

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crónicas deParís que enviaba a los principales periódicos deCataluña, y eljornaldetresfrancosqueledabanenunagrancasaeditorialportraducir,encompañía de otros españoles emigrados, un gran diccionario enciclopédicodestinadoalasnacionesdelaAméricalatina.

En la actualidad vivía contento y satisfecho, y únicamente amargaba laexistencia lo mucho que donManuel tardaba en hacer la revolución, y lasinnumerables porquerías que se cometían era el hotel de la calle de lasEscuelas.

Zarzoso sonreía encantado, al escuchar la relación que hacía el jovenemigradodelasangustiaseirritacionesquetodaslasnocheshabíadesufrirensu casa. Era aquél un hotel de mala fama, una hospedería sospechosa, unedificiodeentradalóbregaydisimulada,que,porestomismo,eraelescenariode todos los rendez-vous que se daban en el barrio las personas que por suposiciónteníaninterésenocultarsusamoríos.

Eran muchos los vecinos de la casa que no vivían solos; las paredesparecían de papel, según la facilidad con que dejaban pasar los ruidos, yAgramuntnopodíadormirporlasnochesniescribirdedía,puesledistraíandeunmodohorribletodosaquellosrocessospechosos.

—Le aseguro a usted, paisano—decía a Zarzoso—, que aquello es elacabóse. Las paredes son horriblemente indiscretas y dicen todo cuantopresencian;lascamaschillanycrujencomounalocomotoraviejaalaquesehaceandardemasiadoaprisa;enfin,queaquelloesunburdel;queyamevoycansando de tales serenatas, y que el mejor día agarro mi busto de laRepúblicaymemudodecasa.

Yelmuchachodabaotrosaltoensuconversaciónyseponíaadescribir,concalurosoentusiasmo,el tesoroqueposeía, consistenteenunbustode laRepúblicahechoenyeso,quehabíacompradoportresfrancosaunsaboyanoquecolocabasumuseobaratosobreelpretildelpuentedelChatelet.

Aquel busto tenía una historia bastante accidentada, pues le habíaocasionadoaljovenmásdeundisgusto.Porélhabíareñidoconunamuchachadelbarrio,queibaahacerlecompañíaporlastardesmientrasescribía,yque,furibunda realista como lamayor parte de las señoritas de vida aventurera,tenía la costumbre de colocar su sombrero de vistosas flores sobre el gorrosimbólicodelaseveramatrona,desacatoquelarigidezrepublicanadeljovennopodíaconsentir.

YZarzososeguía riendo,aldecirleAgramuntqueerayapopularencasitodosloshotelesbaratosdelbarrioacausadequecadadosmesesmudabadehabitación,yalhacerel trasladodejabaqueelmozodecuerdaseencargasedelequipaje,presentándoseéldespués,abrazandoamorosamenteelbusto,con

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el mismo cuidado de un sacerdote que no quiere dejar la sagrada imagenconfiadaamanossacrílegas.

AgramuntenterábasedelascondicionesdelhoteldelaplazadelPantheón,que habitaba Zarzoso; preguntaba si el servicio era bueno; si el garzóncharolaba bien las botas que se dejaban por la noche a las puertas de loscuartos,ycomenzabayaasentir lacomezónde lanovedad,que leobligabacadadosmesesamudardecasa.

—Nada,paisano;quecualquierdía ledoyunasorpresamudándomeasucasa.Estoyyahartodelascochinadasdemihotel.

Zarzosonoexperimentabaningunasorpresaconlafamiliaridadinsinuantedeaqueljovenqueaúnnohacíamediahoralehabíaconocidoyyahablabadeirseavivirconél.Habíaalgoensupersonaqueinspirabacompletaconfianza,yporotrapartesubuenhumor,sunaturalfranqueza,lerecomendabancomoaunbuencompañero.

Terminaron lacomida losdos jóvenescon tanta familiaridadyconfianzacomosisehubiesenconocidotodalavida.Zarzosocomprendíaquealladodeaquelnuevoamigonopodríaexperimentarlaslargashorasdecruelnostalgia,de las que era la principal causa la absoluta soledad en que vivía, y talsatisfacciónexperimentabaporelhallazgodeestecompañero,queenvezderetirarseinmediatamenteacasa,comolohacíasiempre, lepropusoacabarlanocheenelteatro.

Agramunt aceptó con verdadero entusiasmo; pero con una desenvolturaadorable puso la condición de que fuese Zarzoso quien pagase, pues él sehallabaenaquellosdíasenlasúltimas,esperandoquellegaraelprimerdíadelpróximomesparacobrarenlacasaeditorial.

Por exigencias de él, la noche se pasó en laOperaCómica, único teatroque, con la Grande Opera, merecía la aprobación de Agramunt, furibundofilarmónico como buen catalán, y muy versado, según él mismo afirmabainmodestamente,entodaclasedeasuntosmusicales.

Desusaficionesartísticaspodíanhablar,mejorquenadie,loshabitantesdesu hotel, pues continuamente les aturdía los oídos cantando a toda voz losmotivosmásprincipalesdetodaslasóperasconocidas.

A la salida del teatro, Agramunt se empeñó en acompañar a su nuevoamigohastalapuertodesucasa,yalaunadelamadrugadaaúnestabanlosdosjóvenesaunextremodeladesiertaplazadelPantheónalpiedelaestatuadeJuanJacobo,hablandoconentusiasmoycambiandoconlamayorfacilidaddetemaensuconversación.

Aquel mes de aislamiento y de continua soledad en que había vivido

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Zarzoso parecía haber amontonado en su interior un inmenso caudal depalabras, que ahora salían atropelladamente de sus labios, compitiendo enlocuacidadconelverbosoAgramunt.

Losdosjóvenes,poseídosdeunaconfianzasinlímites,setuteabanya,yaldespedirse Agramunt lanzó una mirada escudriñadora al silencioso hotel,cuyascerradasventanasalumbrabanlosgrandesreverberosdelaplaza.

—¡Chico,notienemalaspectotucasa!¿Hayenellacuartosbaratos?¿Medejarían estar en el último piso por veinte francos almes?... ¿Sí?, puesmeparecequemañanamismotedoyunasorpresa.

Y, efectivamente, al día siguiente, cerrada ya la noche, cuando Zarzosobajaba la escalera dirigiéndose al restaurant, tuvo que apartarse para dejarfrancoelpasoaunmozodecuerda,cargadoconunenormecofre.

Detrás vio aparecer la greñuda cabeza deAgramunt, quien en unamanollevabasu tesoro, su sagradobustode laRepública,yen laotraunquinquéencendido.Alaluzdeéstehabíahechotodoslospreparativosdemudanzaenla calle de las Escuelas, y por no tomarse el trabajo de apagarlo, lo habíallevado encendido por todo el boulevard Saint-Michel, sin producirmovimiento alguno de extrañeza en aquella población de muchachuelas yestudianteshabituadaalasmásestupendasextravagancias.

III

LAVEJEZDELREVOLUCIONARIO.

Los dos jóvenes españoles vivían en el hotel del Pantheón, con la másamigablefamiliaridad.

Agramuntsemostrabaencantadopor lamudanza, tachándoseasímismodeestúpidopornohabérseleocurridohastaentonces trasladarseaunaplazadonde,segúnéldecía,segozabaelhonordetenertanilustresvecinos.

Todas las mañanas, al levantarse, abría su ventana del último piso, ymirando la inmensa mole del Pantheón, que extendía su cruz de ciclópeosmurosenelcentrodelagigantescaplaza,saludábalamoviendosusmanos,ycomosilepudieranoírenelfondodelacriptadelmonumento,gritaba:

—¡Buenosdías,Voltaire!

OtrasveceselsaludadoeraRousseau,ocualquieradelosdemáshombresilustres,queteníansushuesosenlasentrañasdelgrandiosomonumento.

Elhotelestabaalgomovidoporlaaparicióndeaquelnuevohuésped,que

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enpocosdíassehabíahechoamigodetodoslosjóvenesqueenélvivían,yqueeranestudiantesprocedentesde losmásdistintospaíses.Nohabíaen lacasa un solo huésped francés; en cambio sus cuartos eran un vivientecosmopolitismo,puessealbergabanenelloslomismogriegosqueyanquis,einglesesqueárabes.

Enlatablillaindicadoradelosvecinos,quefigurabaenlaportería,veíanseconfundidos los nombres más extravagantes, los apellidos másimpronunciables, y en lospasillos sonaba tal confusiónde lenguas extrañas,que,segúnafirmabaAgramunt,aquellacasaeraunaverdaderapajarera.

Apesardeestaconfusióndelenguas,contodosseentendíaélyentablabalargasconversaciones,valiéndosedelfrancésqueconocíamuyafondo,peroquedestrozabaalhablar,consupronunciaciónmarcada,quehacíasufririgualsuertealcastellano.

Cuandoél se levantabapor lasmañanasZarzosoyahabíamarchadoa laclínica, y para pasar el tiempo, si es que no tenía que hacer algún trabajourgenteparasueditor,canturreabasusfragmentosdeóperafavoritospor lospasillos del hotel o entraba en el cuarto de alguno de sus nuevos amigotes,para preguntar a un griego o a un rumano si en su país había muchosrepublicanosyenterarsedelcarácterqueallíteníalaPrensa.

Bromeaba campechanamente con los garzones del hotel, llevándolos ensusdíasdeopulenciaalatabernavecinaparatomarlaabsenta,osalíaadaruna vuelta por el bulevar hasta la hora del almuerzo, en que se reunía conZarzoso, el cual, según la expresión del periodista, entraba en el restauraráoliendotodavíaalácidofénicodelaclínica.

Por las tardes iban los dos amigos al café de Cluny, que era elestablecimiento que gozaba en el barrio demayor fama de seriedad, por nopermitirse en él la entrada a las alegresmuchachuelas que pululaban por elvecinobulevar.

Zarzoso veía siempre en dicho café el mismo público: burgueses de lavecindad, graves y sesudos, que leían losmás antiguos periódicos de París;señorasviejasqueescribíancartasyalgúnpardeprofesoresque,tomandosutazadecafé,discutíanpausadamentesobrelossistemasdeenseñanza.

Losdosjóvenesnoacudíanadichoestablecimientoporsucarácterserioytranquilo, sino porque en él tenía Agramunt antiguos amigos que acudíandiariamentealcafédeCluny,desdepuntosmuylejanos.

A un extremo del café, entre aquel público silencioso, mesurado yprudente,agrupábanseunoscuantosparroquianosquenohablabanenfrancés,que no sabían decir nada en voz baja, y que sus ruidosas palabras lasacompañaban siempre con fuertes puñetazos sobre elmármol de lasmesas:

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eran españoles, procedentes de las emigraciones republicana y carlista, loscuales, a pesar de su radical divergencia en punto a doctrina, reuníanseamigablemente sintiéndose atraídos por ese espíritu de nacionalidad que tanimperiosamenteseexperimentacuandoseestáfueradelapatria.

La tertulia era, por logeneral, pacífica, peromuchasveces, olvidando lamutua conveniencia y reapareciendo antiguos odios, salían a plaza las ideaspolíticasdecadauno,yentonceserandeverlosrostrosescandalizadosdelostranquilosparroquianosdelcafé,anteaquellasdiscusionestormentosas,enlasque se sucedían sin interrupción los puñetazos sobre la mesa y lasvociferacionesmatizadasporpalabrastanenérgicascomopococultas.

Zarzoso,apesardeaquellasdisputasquediariamentesurgían,encontrabamuyagradablelatertuliaporqueenellapodíahablarlalenguadesupatria,y,además, reía con las ocurrencias ingeniosas de algunos de aquellosdesgraciadosquepaseabansuhambreysulevitaraídaportodoParís,conunaaltivezdignadelcarácterespañol.

Eljovenmédicoteníagrandesdeseosdeconoceralqueeracomoeljefedeaquel ruidoso cenáculo, personaje de importancia, del que le hablabaAgramuntconmuchorespeto.

—Ya verás cuando venga don Esteban—decía Agramunt—, cómo teresultarámuysimpático.Estodounhombre,yyoestoysegurodequesiensuesfuerzo consistiera, hace ya tiempo que habríamos triunfado. Tiene unahistoriaheroica;sehabatidounsinnúmerodevecesenfavordelaRepública,yenelaño73,sinohubiesesidotanmodesto,hubiesellegadoahacergrandescosas.Enfin, túyaconocesdenombreadonEstebanÁlvarez.Aquílopasabastante estrechamente; trabajapara elmismoeditorqueyoy ahora está enCaen, adonde le ha enviado la casa para ciertos asuntos, pues tiene en élabsoluta confianza. Lo que yo más siento es que goza de poca salud, ycualquierdíanosvaadarundisgusto.

Zarzoso, que continuamente oía hablar de aquel señor, tanto a su amigocomo a los demás emigrados que acudían al café, sentía grandes deseos deconocerle.

Porfin,unatardelogróverenelcafédeClunyaaquelhombreque,porsuhistoria política tan accidentada y aventurera, le había resultado siempreinteresante.

Al entrar él con Agramunt, fijáronse en las mesas que solía ocupar lareunióndeemigrados.

Latardeeramuydesapacible.Caíaunadeesaslluviastorrencialespropiasdel otoño parisiense, y tal vez por esto la concurrencia era escasa, puesmuchosdelosemigradosvivíanenbarriosqueestabanaalgunoskilómetros

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dedistancia.

Sólo dos hombres ocupaban las mesas de la tertulia, y Zarzoso se fijóinmediatamenteenunodeellos,almismotiempoqueAgramunt,tocándoleenelcodo,murmuraba:

—¡Mírale!¡Allíestá!

ZarzosohabíavistomuchasvecesenperiódicosrepublicanoselretratodeEsteban Álvarez, tal como era en el año 73, pero esto sólo le sirvió paraexperimentarunagranextrañeza,alverlosestragosqueunavejezprematurahabíahechoenelfamosorevolucionario.

Desuépocapasadadejuventud,bríosymarcialpresencia,sólolequedabasubigote,aquelhermosobigotequeeraelencantode todoel regimientoensus tiempos de militar, y que ahora caía lacio, desmayado y horriblementecanososobreunoslabioscontraídosporamargaexpresióndedesalientoydedolor.

Álvarez había engordado mucho al hallarse cercano a la vejez, pero suobesidad era floja y malsana; era la transformación en grasa de aquellosmúsculosdeacero.

Surostroabotagadoydeunapalidezverdosa,estabasurcadoporarrugasprofundas,yloúnicoqueenélquedabadesuantiguoesplendoreranlosojos,que,bajounasespesasysalientescejasgrises,brillabancontodoelfuegoylaaudaciadelajuventud.

Acercáronse los dos jóvenes a la mesa que ocupaba Álvarez, einmediatamenteAgramunthizolapresentacióndesuamigo.

El revolucionario sonrió con amabilidad, y tendiendo su manoamigablemente a Zarzoso, le hizo tomar asiento a su lado. El conocía elnombredesutío,elcélebredoctor,yseenterabaconmuchointerésdelobjetoquehabíallevadoaljovenaParís.

—Celebromucho—decíaconsuvozcansada—queun jovencomoustedvengaaquíaserdelosnuestros.Seremosamigos;aunqueesto,bienmirado,pocopuedehalagarleausted,quees joveny tieneante supasounbrillanteporvenir.Yo,hijomío,yanosoymásqueunaruina,unandrajoqueparanadasirve.Mimisiónhaterminadoyaenelmundoyahorasólomequedaelmoriraquíolvidadodetodos.

Ybajabatristementelacabeza,comounreoqueestásegurodesupróximofin.

Zarzoso se sentía conmovido por la expresión desalentada de aquelhombre, en otros tiempos todo vigor y energía y que ahora, con las fuerzasagotadasporunavidade infortunios,aventurasy terriblesagitaciones,hacía

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recordar al limón mustio, blanducho y despanzurrado después que le hanexprimidotodoeljugo.

Mientras tanto, Agramunt daba palmaditas amistosas en la espalda a unsujetomorenote,fornido,conlacaraafeitada,aexcepcióndeunaspatillejas,yquedevezencuandolanzabaadonEstebanmiradascariñosascomolasdeunperrofiel.

Eljovencatalánlepreguntabacómoibansusasuntos,pueshacíayaalgúntiempoquenolehabía,visto.

—Vanbien,nopuedoquejarme—contestabaaquelhombre,quenoeraotroque Perico, el antiguo asistente deÁlvarez—.En el almacénme tratan conbastanteconsideración,sóloqueeltrabajoesmuchoynopuedovenirporaquícon tanta frecuencia como deseo. La dirección de la casa esmuy rígida enpuntoalasobligaciones.Hoyhelogradoalcanzarunpermisoparairarecibiramiamoa laestación,yporesopuedoestarenelcafé.¿NoesverdadquedonEstebanhavenidomásfuertedeCaen?Lehanprobadolosairesporallá;loquesientoeslomuchoquehabrásufridoalnotenermeporlanochecercadeélparaquelecuidase.

Y el fiel criado, a quien el tiempo y los infortunios habían elevado a lacategoría de compañero y primer amigo de su señor le dirigíamiradas quedemostrabanlafuerzadeaquelcariñoindestructiblequetantotiempoexistíaentreelexcomandanteysuasistente.

Álvarez, entre tanto, como si lemolestasen lasmuestrasdemudocariñoqueledabasucriado,aparentabanofijarseenellasyhablabaaZarzosodesuviajeaCaen.

Habíaidoalláconelúnicoobjetodearreglarciertosasuntosdesueditor,queleapreciabamuchoyteníaenélunacompletaconfianza.Yhablandodeesto,elrevolucionariopasóinsensiblementeatratardesusituación.

No se quejaba de la suerte. La casa editorial pagaba de un modo hartomodesto, pero al fin le distinguía, retribuyendo sus trabajosmejor que a losotrosemigradosqueparaellatraducían.

Sutareanoeraparamatarsedefatiga.

Traducía cuentecillos de losmás célebres escritores franceses, y cuandono,escribíalibrosdetextoparalaniñez;obrillasinsubstanciales,formadasporretazos que tomaba de aquí y allá, y que el editor enviaba a miles al otrocontinenteparaquesirviesendepastointelectualalajuventuddelasescuelasamericanas.

El emigrado, al dar cuenta de sus trabajos a su nuevo amigo, sonreíaamargamente como si todavía no se hubiese desvanecido el asombro que le

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causabael verse en suvejezdedicadoa tannimias tareas, despuésdehabersido un verdadero héroe revolucionario y haber gozado de poder suficienteparatrastornaracualquierahoraelordendesupaís.

Aquellatardelapasaronporcompletoenelcafélosdosjóvenes,hablandocondonEstebanysucriadosobre lapolíticaespañola, lascostumbresde lapatria,quetanhermosasresultancuandoseviveenelextranjerosuelo,ylasprobabilidades de éxito que podía tener en aquellos instantes una intentonarevolucionaria.Hablandoacaloradamente,forjándoseilusionesydemostrandoaratosgranconfianzaenelporvenir,transcurrieronlashorasdelatardeparaaquellos hombres agrupados en un rincón del café, mientras fuera seguíalloviendocadavezconmásfuerza,yporencimadelasblancascortinillasdelasvidrierasdesfilabauninacabableejércitodeparaguas,goteandoportodassusvarillas.

La sombra del crepúsculo comenzaba ya a invadir las calles, en las quebrillabanlosprimerosreverberos,peroelgrupodeemigrados,animadosporelrecuerdodelapatriayfiandocándidamenteenelporvenir,parecíacomoquerecibíaensusardientescerebrosuncálidorayodelsoldeEspaña.

Llegó la hora de retirarse, y entonces don Esteban, levantándosetrabajosamentedesubanqueta,tendiólamanoaZarzoso.

—Seremosgrandesamigos—dijoconsuvozquerevelabafranqueza—.Yotengomuchogustoentratarmeconlajuventudilustradayvalerosa,queeslaquehaderegeneraraEspaña.Vengaustedavermecuandotengaunratolibre.VivoenlacalledelSena,cercadeaquí.YaleacompañaráAgramuntcuandoustedsedignevisitarme.

Losdosjóvenesfuéronsealrestaurant,yallí,mientrascomían,AgramuntfuerelatandoaZarzosotodocuantosabíadelavidadedonEstebanÁlvarez.

Después de la caída de la República española, el famoso revolucionariohabíahuidodeEspaña,alaqueyanodebíavolvermás.

Habíasidosentenciadoamuchosañosdepresidioporvariosprocesosquese lehabíanformadoaconsecuenciadeciertosactosviolentos,peropropiosdelascircunstancias,quehabíallevadoacaboentiemposdedonAmadeodeSaboya,cuandomandabapartidasrepublicanas.

En opinión deAgramunt, debía existir algún poder oculto que trabajabaferozmentecontradonEsteban,pueslassentenciashabíancaídosobreésteporactosqueaotrosnoleshabíancausadolamenorinquietud.

NohabíaesperanzadequeningúnindultolepermitieseregresaraEspaña,donde sin duda estorbaba su presencia; y don Esteban, por otra parte, nomostrabaelmenordespeodevolveralapatria,siestohabíadecostarlealguna

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humillación, pues, aun en los momentos de mayor desgracia, seguíamostrando su intransigencia sin límites contra aquellos enemigos políticos alosquetantasveceshabíacombatido.

AgramuntexplicabaasílavidadeÁlvarez,desdequedejamosaéste,enelmomentoqueabandonóValencia,despuésdesudramáticavisitaalcolegiodeNuestraSeñoradelaSaletta.

SehabíaestablecidoenParís,encompañíadePerico,suantiguoasistentey fiel acompañante, que no le abandonaba aun en las circunstancias másdifíciles.

Laprimera épocade su estancia en la gran ciudad fue terrible ypenosa,pues Álvarez, a pesar de haber desempeñado grandes cargos durante elperíododelaRepública,sehallabatanfaltoderecursoscomoantes.Porotraparte,elestadodelaemigraciónhabíavariadomucho.

Yanoocurríacomoantesdel68,enaquellaépocaenqueeracapitaneadoporunPrimelgrupodelaemigración,enelcualfigurabanloshombresmásilustresdeEspaña.Entonceslarevoluciónteníadinero,yayudándoseunosaotros con fraternal compañerismo la vida resultaba fácil; pero ahora veíaseÁlvarezcasi solo enParísy sinotrosmediosde subsistenciaque losqueélmismopudieraproporcionarse.

Buscó trabajo como escritor, y los principios fueron dificilísimos, puessóloencontrabatraduccionesbaratasyestoconpocafrecuencia.

Enunperíodo tal demiseriayhorriblepenuria, fue cuando se reveló entoda su sublime grandeza el carácter de Perico, aquel servidor fiel queconsideraba a su señor como un padre y un hermano. Sin que don Estebanllegase a enterarse, hizo los mayores sacrificios para que nunca faltase lacomidaasumesa,nielporteropudieraponerlosenlacalleporfaltadepago.

Fuetodaunaepopeyadesufrimientos,detitánicosesfuerzos,derecursosheroicospara laconquistadeun franco, lavidaquearrastróel fielaragonésduranteelprimerañodeestanciaenParís.Conocedordelascostumbresdelagran ciudad, por la vida que en ella hizo durante la primera emigración,encontróelmediodededicarseaunsinnúmerodebajasocupaciones,mientrasbuscabatrabajomáslucrativo.Fuemozodecuerda,revendedordecontraseñasenlosteatros,cargadorenlosmuelles,yhastapidiólimosnaenlascallesmásconcurridas,exponiéndoseaserarrestadoporlaPolicía;todoparaganardosotresfrancosdiariosqueentregabaasuseñor,elcualestabadesesperadoporlainerciaforzosaaqueleobligabasufaltadeocupación.

Afortunadamente, lavidade losdosdesgraciadosvarióporcompletoasíquehubotranscurridounaño.

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El aragonés logró una colocación de mozo en uno de los grandesalmacenesdenovedades,concuatrofrancosdiarios,ycasialmismotiempodon Esteban entró en relaciones con la casa editorial para la cual trabajabaactualmente y que le proporcionó un trabajomedianamente retribuido, perocontinuo.

EntoncesfuecuandosetrasladaronalacalledelSena,aunacasaviejaysombría,perodedesahogadaspiezas,ycuandonormalizaronsuvidaazarosayllenadeprivaciones.

Pericopermanecíaenelalmacéndesdelassietedelamañanaaigualhorade la tarde; pero apenas quedaba libre de sus ocupaciones, corría a reunirsecon su amo, el cual permanecía trabajando casi todo el día en su casa, aexcepción de las pocas horas que pasaba en el café de Cluny para leer losperiódicosespañolesycharlarconlosotrosemigrados,únicadistracciónquegozabaensuexistenciadecontinuotrabajo.

Laviejaporterade su casa era la encargadadeguisarles, ypor lanocheamoycriadosentábanseamigablementealamesa;distinciónqueenorgullecíaa Perico y al mismo tiempo le hacía comer con escasa tranquilidad, puesbastaba que don Esteban hiciese elmenormovimiento buscando algo, paraqueinmediatamentesepusieraélenpie,ansiosodeservirle.

LosdomingospaseabanlosdosporalgúnbosquedelasinmediacionesdeParís,yestedíadedescansoyholganzalesponíaalegresparatodalasemana,comocolegialesquesedesquitanenalegrejiradelquietísmoydelafaltadeluzquesufrenensuvivienda.

Agramunt le estaba muy agradecido a Álvarez y hablaba de él siempretributándolelosmayoreselogios.

Solamente enunpunto semostraba contrario a donEsteban, y era en lafrialdadqueéstedemostrabaporsuídolo.

Álvarez, apesarde sucarácterdeemigradoyde suhistoriapolítica, ibapocoa casadedonManuel, como le llamabapor antonomasiaAgramunt, ysonreíaconciertafrialdadsiemprequeoíahablardeaquelhombreilustre.

Subsistía aún en don Esteban su antiguo fanatismo federal, que le hacíaintransigente dentro del republicanismo, y esta conducta excitaba laindignacióndelcatalán,quenoconsentíaennadielafrialdadylaindiferenciaaltratarsedelqueéltitulabaelDantonespañol.

Variando Agramunt su conversación sobre Álvarez con uno de aquellossaltos de imaginación que tan característicos le eran, hablaba de su vidaprivadaconelrespetoinstintivoylaadmiraciónquetodojovensienteanteunhombreafortunadoenmateriadeamores.

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ElnoconocíaafondolavidaprivadadeÁlvarez,peroalgohabíaoídoenelgrupodelosemigrados,y lamismavaguedaddesusnoticiascontribuíaaagrandar en su imaginación la figuradedonEsteban, al que considerabayacomounantiguoTenoriodeirresistibleseducción.

—Túnopuedesimaginarte—decíaaZarzoso—loqueesehombrehasidodejoven.Yonosénilamitaddesusaventuras,perolotristeesque,ahídondelo ves ahora, con su facha de desaliento y su triste sonrisa, ha sido en sujuventud un conquistador terrible que ha rendido a docenas lasmujeres, sinpararseadistinguirenpuntoacondiciónsocial.Cuandoeramilitarteníafamade guapo mozo, y mira si picaba alto, que según me han dicho, estuvopróximoacasarseconunacondesamuyguapa.Lacosatuvoconsecuencias,puessegúnmisnoticias,hayenelmundounahijacomoresultadodeaquellosamoríos.

IV

ELPADREDEMARÍA.

Todas lasmañanas al levantarse de su cama,Agramunt alzaba la blancacortina de su ventana, y mirando el vasto horizonte que dejaba visible laanchuradelaplazadelPantheón,murmurabacondesaliento:

—Definitivamente,elsolhamuerto.

Habíacerradoyaelinvierno;unaluzmortecinaysuciasefiltrabaporlosvidrios,entristeciéndolotodoydandoalmodestocuartodelperiodistauntintefúnebre. París hacía cerca de un mes que tenía sobre sus tejados un cieloceniciento,monótonoy tétrico,ysialgunavezporcasualidadelsol,conuncoletazodesuflamígeromanto,desgarraba lasplomizasnubes,asomabatansólounrostropálidoquedabalástimayseretirabainmediatamente,dejandoque las nubes descargasen torrenciales chaparrones sobre la gran ciudad,acostumbradaasufrirestasinjuriasdelcielo.

Zarzoso,criadoeneltempladoclimadeValenciaypocoacostumbradoalinvierno de Madrid, aún encontraba más intolerable el frío parisiense, ymuchas mañanas, al levantarse y ver las calles cubiertas de nieve, sentíaseacobardado, y en vez de ir a la Clínica, subíase al último piso del hotel yentraba en el cuarto de Agramunt, para hablar con él junto a la chimeneareciénencendida,queleshalagabaconsucálidacaricia.

Agramunthablabadelinviernoparisiensecomosifueseunpersonajequeseis meses al año abandonaba su veraniega mansión del Polo y venía aestablecerse en París, envuelta la plomiza cara en un cuello de diluviadoras

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nubes, y con unas patas de hielo que enfriaban la tierra hasta cubrirla deescarchacongelada.

Aquella estación, que venía a aumentar su presupuesto de gastos con elcombustiblequeconsumíaenlachimenea,yquelecausabamilmolestiasporno estar muy sobrado de ropa de abrigo, le tenía furioso, y frotándose lasmanos para hacerlas entrar en reacción, prorrumpía en invectivas contra elinvierno.

—Aborrezco a ese canalla—decía Zarzoso con tono melodramático—;tieneinstintosdebandidoygustosdeniñomalcriado.Sepaseaporesascallesconairedeseñorabsoluto,ymientrasquealbanquerooalagrandamaquevanreclinadosenelacolchadocarruaje,sólolesenvíaunheladosuspirilloatravésdelosvidriosdelasportezuelasqueaúnlesdaplaceryleshacegozarconmásdeliciadelcalorque les rodea, tiene lacruelsatisfaccióndehelarlelas piernas al albañil que, por dar sustento a su familia, trabaja en el altoandamio,yaunleempujaconsualientohuracanadoporversicaeyserompela cabeza contra los adoquines; cubre de sabañones las manos de la pobreobreritaquellenasuestómagoenrelaciónconlaprontitudconquemanejasuaguja; sopla en la boca de la infelizmujer que,metida en el Sena hasta lasrodillas, lavalaropadesufamilia,yel¡grancanalla!deslizalapulmoníaalfondo de su pecho; regala con horrible esplendidez a su querida, que es laMuerte,cuantosdesgraciadosencuentradebilitadosporelhambreocorroídosporlasenfermedadesdelamiseria,ysiensuspaseosnocturnospilladormidoenlosmuellesdelríoaalgunosdeesosmuchachuelosqueparecenhijosdelbarrodeParís,yqueestánlejosdecreerquealgunavezhantenidomadres...¡paf!, de una patada lo deja yerto, da a su cuerpo la frialdad de la nieve, ymetiéndose la inocente alma bajo el brazo, la lleva a la eternidad, muysatisfecho de haber dadomateria a los periódicos para que al día siguientepubliquenunatristegacetilla.

Zarzosomiraba fijamente a Agramunt, que se paseaba de un extremo aotro del cuarto, gesticulando y adoptando actitudes de orador, como si sehallaraenunodelosmeetingsquelehabíanllevadoalaemigración,ycomosiaquelinviernoodiadofueselamonarquía.

Eljovenmédicoencontrabaasuextravaganteamigoposeídodelafiebrede la elocuencia, y le oía con gusto; así es que le alegró cuandoAgramuntvolvió a reanudar la apasionada peroración que parecía dirigir a la revueltacama, las cuatro sillas desvencijadas, el estante de libros y elmármol de lachimenea, sobre el cual se erguía el severobustode laRepública, entredospastorcillositalianosdebarrococido,elunomancoyelotrofaltodenarices.

—Cuandoesegranladrónnosesienteposeídoportancruelesinstintos,sedivierteconbromaspesadas,propiasdeunmuchachoquefaltaa laescuela.

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¡Ahcochinoinvierno!AsíquehicistetuapariciónenParís,tediolamaníaporsubirtealosárbolesyrobarleslashojas,despojandodetodabellezaalcampoy a los paseos. Los árboles se han dejado arrebatar la vestimenta, sin otraprotesta que su acompasado balanceo, y hoy presentan el aspecto ridículo ytriste del hombre que a las dos de la mañana se ve asaltado por audacesladronesencualquiercalledeParísysepresentasinpantalones,yencamisa,enelprimerpuestodePolicía.¿CómohasdejadoelBosquedeBolonia?¿YeldeSaint-Cloud?Dalástimaverlos.Lospoéticoslugarescubiertosporbóvedasde verdura han desaparecido con la misma facilidad que se desvanecen lasaéreas ojivas y las fantásticas arcadas que traza en el espacio el humo delcigarro;nohasdejadoenlosbosquesniunmalrincóndiscretamentecubiertoporunacortinadematorrales,dondepuedandarsecitalamodistilla,queparallevaruntrajeadospasosdesutaller,empleatodaunatarde;yelmuchacho,aquienelseveropapá,haciendocuentastraselmostrador,suponeataleshorasenterándose en el aula de las profundidades jurídicas de Justiniano orevolviendohumanosdespojosenelanfiteatroanatómico.

Detúvoseeldeclamador,ypasándoselamanoporlafrente,conexpresióntrágica, añadió con elmismoacentodel poetaque llora la ruinadebellezasmuertasya:

—Enaquelloslugaresdedeliciaenelverano,dondelavistaseahitabadeuna orgía de verde y el oído se complacía con un interminable gorjeo, noquedanahoraotrascosasqueunagruesaalfombradehojassecasymillaresdecolosales escobas que con los rabos hincados en la tierra y chorreandohumedad,elevansuramajealcielo,suplicandoalsolqueleshagaunavisitade atención, a lo menos dos veces por semana, y que empeñe su valiosainfluenciaconlalluviaparaquenoseatanimportuna...Labellezahamuertoporunoscuantosmeses,ytúeressuasesino,cruelinvierno.

Zarzoso seguía mirando con creciente extrañeza a su amigo. ¿Se habíavueltolocoaquelmuchacho?

Peroprontocomprendiólaverdaderacausadetaleslirismos.

Agramunt iba averseobligadoenadelante a salir de casa todos losdíaspara ganarse el pan. Su editor, ocupado siempre en el profundo estudio deadquirir la mayor cantidad posible de cuartillas, dando poco dinero, yencontrandoquelatraducciónespañoladesufamosoDiccionarioleresultabacara,sehabíadecididoporeltrabajoencomunidadyobligadoatodoslosquetrabajabanenlacitadaobraaqueacudiesenasucasa,dondeenunagransala,ybajolavigilanciadeundependienteantiguo,habíandetrabajarporhoras.

Leeraforzoso,pues,acudirdiariamentealaoficinacomounempleadillo;abdicar por completo de aquella libertad que le permitía fijar a su gusto lashorasdetrabajo;escribirbajolavigilanciadelperrodepresadelamo,comosi

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fueseunmuchachoenlaescuela,eirenaquellascrudasmañanasdeinviernopisandolanievedelascalles.

¡Oh!Aquelloeracosadedesesperarseydemaldeciralinvierno,aleditorque planteaba tan peregrinas ocurrencias y a la pícara necesidad que leobligaba a sufrir tantas molestias, todo para ganar cuatro o cinco francostraduciendobarbaridades,segúnéldecía.

Aquella misma mañana iba a comenzar la traducción en comunidad, yAgramunt se desesperaba pensando que en adelante tendría que levantarsepuntualmente como un colegial y permanecer encerrado hasta el anochecer,almorzandoenlamismacasadeleditor.Tancontinuareclusión¡aél!queeraunbohemioporvocaciónyqueencontrabaagradable lavidadeParíspor lolibrequeresultaba.

Desdeaqueldía, losamigos,aexcepcióndelosdomingos,sólopudieronversealanochecercuandosereuníanenelrestaurante,alahoradelacomida.

Pasabanalegrementelanoche,esosí,yseresarcíandeaquellaseparaciónque les resultaba violenta después de tres meses de amistad, en que susrespectivoscaracteressehabíancompenetradodeunmodoabsoluto.

Zarzoso fuequienmássufrióen losprimerosdías,por laausenciadesuamigo.LasmañanaspasábalasbastantedistraídoenlaClínica,estudiandoeseinmenso caudal de enfermedades y de casos curiosos que únicamente sepresentanenloshospitalesdeParís;peroporlastardes,asíquequedabalibre,acometíaleunfastidiosinlímites.

Algunas veces se entretenía escribiendo aMaría o releyendo sus cartas,peroesto,alomás,leocupabaunpardehoras,einmediatamenteelfastidiovolvíaaaparecer.

SentíanuevamenteensuexistenciaaquelvacíodelprimermesdeestanciaenParís,yeraqueelmalditocatalánlehabíaacostumbradodetalmodoasusgenialidadesyasumovedizaactividad,quenopodíavivirapartadodeél.Sucarácter reposado y grave, necesitaba por la ley del contraste tener cercaaquella imaginaciónexaltadayextravagante,queempollabaacentenares lasmásatrevidasparadojas.

Por las noches, después de comer, los dos, agarrados del brazo,conversabanamigablementeporelboulevard;ibanalaOpera,osemetíanenBullier, el tradicional lugarde laborrascosa alegríadelBarrioLatino, y allíveíanbailarelcan-canportodoloaltoyconvidabanacervezaaunascuantasseñoritassinquererllegarhastalasúltimasconsecuenciasdetalesencuentros.

Agramunteradespreocupadoenmateriaamorosa,ysucompañerohacíalavistagordacuandoleveíaarrastrartrassíaalgunaantiguaamigaaaltashoras

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de la noche, invitándola a que subiera a ver su nuevo cuarto. En cuanto aZarzosoera inflexibleenestacuestiónyAgramuntnada ledecía,pues teníanoticiasdelosamoresconaquellajovendeMadridcuyascartasrecibía,yél,además,nogustabadedesempeñarelpapeldetentador.

PerotodaslasdiversionesnocturnasnoimpedíanqueZarzososefastidiasehorriblementeporlastardes.

Gustaba de entregarse a una profunda meditación, recordando susentrevistas conMaría, aquellos paseos por el Prado y las calles deMadrid;peroestonosiempreconseguíaendulzarsushorasdetedio.

LavidadeParíshabíapenetradoinsensiblementeensuscostumbres;sentíaesa atracción que por el boulevar experimentan los parisienses, y en vez depermanecer como antes encerrado en su cuarto, tomaba el sombrero ypretextándoseasímismolanecesidaddehacerunacompracualquieraalotrolado del Sena, pasaba los puentes e iba a callejear en los grandes bulevarescentrales,cuyoruidoyanimaciónleencantaban.

EnlastardesquehacíabuentiempopescabaporelLuxemburgo,alrededordel quiosco de lamúsica, y cuando no se sentía con ánimo para ir hasta elcentrodeParís,entrabaenelcafédeClunyparacharlarunratoconelgrupode emigrados, que había disminuído considerablemente, tanto porque lamayoría de ellos trabajaban a aquellas horas con Agramunt en la casaeditorial, como porque don Esteban Álvarez prefería quedarse en casaescribiendoasaliralacalle,dondelasnievesolaslluviaserancasicontinuasentalépoca.

Una tarde, a las cinco, cuando ya comenzaba a anochecer, Zarzoso,cansado de hojear libros nuevos en los puestos de venta establecidos en lasgalerías del Odeón, dirigióse al bulevar Saint-Germain con la intención debajarportanlargopaseohastalaplazadelaConcordia.Acababadeentrarenlacitadacalle,cuandolasnubescomenzaronadescargarunfuertechaparrón.Zarzoso no llevaba paraguas y se refugió en un portal, donde ya se habíanagolpadoalgunasgentes.

El bulevar casi desierto por aquella brusca acometida del cielo, dejababarrersusanchasaceraspor los turbionesdeagua,almismotiempoque losárbolesseinclinabanaimpulsosdelhuracán.

Zarzoso veía frente a él extenderse la recta calle del Sena, einmediatamente pensó en su viejo amigo que vivía en ella. Aquella era laocasión más apropiada para hacerle una visita, y apenas formuló talpensamiento,sosteniéndoseconambasmanoselsombrerodecopaquequeríaarrebatarle el viento, atravesó corriendo el boulevard, ymojadode cabeza apies,semetióenlacalledelSena.

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SabíadóndeestabalacasadeÁlvarez,porhabérselamostradoAgramuntundíaquepasaronpordichacalle.Seentrabaporunpasilloestrecho,húmedoy tenebrosoqueseabríaentreuna rotisserieyuna tiendade librosviejos,yque al final se ensanchaba formando un patio cuadrado, con una bomba deagua en el centro, y un pavimentomusgoso y húmedo, al cual nunca habíabajadounrayodesol.

La portera estaba encendiendo un farolucho que alumbraba el estrechopasillo, cuando entró Zarzoso sacudiéndose el agua como un perro reciénsalidodelbaño.

—¿ElseñorÁlvarez?—preguntóalamujerdelconserje.

—Primera escalera, piso segundo, segunda puerta—contestó conlaconismolavieja.

Eljovenmédicocomenzóasubirlospeldañosdemadera,fijándoseenlosrótulosqueteníanlaspuertasdelashabitaciones,yenloscualessemarcabaelnombredelinquilinoysuprofesión.

En el piso segundo detúvose ante una puerta que ostentaba una pequeñatarjetadevisitaclavadaconcuatrotachuelasyenlaqueseleíaelnombredelquebuscaba.

Llamó y vino a abrirle el mismo Álvarez, que parecía haber sidointerrumpidoensutrabajo,puesaúnconservabalaplumaenlamano.

—Sientohabervenidoaincomodarausted.Esmalahora,éstaparavisitas.

—¡Ah!¿Esusted,joven?Hacetiempoquedeseabaestavisita.Elotrodíapensabaenusted.Adelante;paseustedadelantesincumplimientos.

Y Álvarez, con su simpática franqueza de viejo militar, empujaba a sujoven amigo hacia el salón en el que ardía un gran fuego en espaciosachimenea.

Aquella habitación tenía mejor aspecto que la casa vista desde la calle.Constabadeunpequeñocomedor,ungransalónydosdormitorios,todoestocon proporciones desahogadas, techos altos y sin ese raquitismo de lasmodernasconstruccionesenqueseutilizahastaelmáspequeñorincón.

Zarzoso,cariñosamenteempujadoporÁlvarez,tuvoqueirasentarseanteel gran fuego que ardía en la chimenea del salón, y allí estuvo secándose,mientras que el dueño de la casa permanecía en pie junto a él sonriendopaternalmente.

El jovenmientras se calentaba lanzóunamirada curiosa a todo el salón,que aparecía iluminado por el rojizo reflejo de la chimenea y la luz de unagran lámparapuesta sobreunamesaescritorio, entreun revueltomontónde

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librosycuartillas.

Estaba amueblada aquella vasta pieza con modestia no exenta decomodidad,ysussillonespanzudos,sussillasdeestiloImperio,ysualfombraconunaescenamitológicayacasiborrada,dabanaentenderqueprocedíandelHoteldeVentas,siendosuadquisiciónenalgunasubastadelmobiliariodeunantiguopalacio.

Lasparedes,cubiertasdeobscuropapel, estabanadornadasa trechosporalgunos cuadros, uno de los cuales, era una litografía, que representaba algeneralPrimensutrajedecampañadelaguerradeÁfrica,yqueteníaalpieuna larga dedicatoria. Los demás cuadros eran cromos baratos, láminas deperiódicos ilustrados, a excepción de uno al óleo que ocupaba el puestopreferente sobre la chimenea. El rojizo vaho de ésta dando de lleno en lapintura,parecíaanimarconpalpitacionesdevidaaquelretratodemujer.

Zarzoso, para disimular su atención, lemiraba con el rabillo del ojo, almismotiempoqueseimaginabatodaunanovelasobreaquelretrato.Lamujerque el cuadro representaba debía ser una de las conquistas que le habíarelatadoAgramunt; tal vez aquella condesaque tan enamoradahabía estadodelcélebrerevolucionario.

Este curioso examen que el joven hizo del salón, sólo duró algunosinstantes, pues comprendía, que era, forzoso entablar conversación con suviejoamigo.

—¿Setrabajamucho?—dijoel joven,noencontrandootrapalabravulgarparacomenzarsuconversación.

Inmediatamente comenzó ésta, pues Álvarez púsose a lamentarse deaquella necesidad imperiosa, en que se veía de trabajar todos los días parapoder ganarse la subsistencia. Y cuando se hubo quejado bastante de susituación,preguntócon interésal jovensobresusocupacionesactualesy losprogresosquehacíaenlavidadeParís.

Álvarezvolvíaasuslamentacionesdehombredesalentadoalhablardelosplaceresydistraccionesqueproporcionalagranciudad.

—Yo soy aquí un hurón—decía sonriendo con amargura—. Me sientoviejoycansado,yvivoenParíscomopodríavivirenAlcobendas;metidoenmi casa sin ver apenas a nadie, ni tener otra distracción que misconversacionesconPericoyconesosbuenoscompañerosquesereúnenenelcafé de Cluny. En otros tiempos le hubiera podido ser a usted de algunautilidadenestaBabilonia,acompañándoleatodaspartes;perohoysoyviejo,yyaquenopuedoentretenermishorasdefastidiorezandoelrosariocomolosimbéciles, me distraigo dando vueltas a esa noria literaria, a la que estoyamarrado.Mividaesescribircuartillasymáscuartillas,yhablarconmifiel

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compañerosobrecosasqueesténalalcancedesupobre imaginación.Esunporvenir bien triste, pero hay que resignarse a él... ¡Y pensar que hubo unaépocaenmi juventudenqueyo imaginé llegara ser célebreyalcanzarunavejezhermoseadaporloslaurelesdelagloria!

YÁlvarez decía estas palabras con expresión tan amarga, que elmismoZarzososesentíaconmovido.

Mirabaelviejoalsuelo,yaljovenmédicoleparecíaversobreladesteñidaalfombra, despedazadas y muertas todas las ilusiones de aquel hombre quehabía sido famoso durante unos pocos años, para caer después en el másabsolutoolvidoyvegetarlejosdelapatria.¡Silafatalidadlereservaríaigualsuerteaél,quetambiénseforjabailusionessobreelporvenirypensabaenlacelebridad!

—Hoy—continuó el emigrado—no tengomás esperanza de dicha que laqueme proporcione el inalterable descanso de la tumba.No puedo siquieravolver a ver el sol deEspaña, aquel cielo hermoso que aúnme parecemásesplendente cuando el cruel invierno cae sobre París. En mi primeraemigracióntodomeresultabafácilyhermoso;elsueloextranjeromeparecíaigualaldelapatria.Erajoven,sentíaentusiasmo,teníafeenelporvenir,yconestas condiciones se está bien en todas partes. Pero hoy soy viejo y nomequedanenelmundoseresquemeamen,aexcepcióndeesepobremuchachoqueeselfielcompañerodemiexistencia;meparecelavidatanaborrecible,que de buena gana me libraría de ella en algunos instantes. ¡Ah! ¡Soy uncobarde! A mí me sucede como a un buen anciano que conocí en ciertomomentodemividayelcualconfesabaquesipermanecíaenelmundoeraporfaltadevalor.

Se detuvo Álvarez algunos instantes mirando con extraña fiereza aZarzoso,yporfin,dijohaciendoconsucabezaunmovimientodedecisión:

—A usted se lo digo todo. Es usted más serio que ese aturdido deAgramunt, y además, hay en estemundo ciertas caras que basta verlas unasola vez, para que inspiren inmediatamente confianza. Sépalo usted, joven.Sientounviolentodeseodeacabarconmiexistencia,yparecequehayalgodentro demí queme insulta, porque nomemeto inmediatamente entre losbastidores de la muerte, y permanezco en escena haciendo reír al mundo.Variasveceshetenidoelrevólverenlasien,perosiempremehahechobajarlamanolamalditaideaquemerecordabaelprofundopesar,ladesesperaciónque este acto causaría a ese pobremuchacho, a ese Perico, que es todamifamilia.Seríauncrimen,una infamia incalificable, elqueyopagaseconundisgustodesesperantetodaunavidadeabnegaciónydeinmensossacrificios.Yestoesloquemedetiene,estoesloquemehacesubsistirsufriendoatodashoras,puesnohaynada tan terriblecomovivirdesesperado,sin ilusiones,y

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convencido hasta la saciedad de que en la vida el mal es lo seguro, logeneralizado,lovulgar;mientrasqueelbienylavirtudsonrarasexcepciones,fenómenos que únicamente se presentan por una equivocación de lanaturaleza.Hoysoyunescéptico;nocreoniaunenlaRepública,queenmijuventud me merecía una adoración fanática. Sólo esos muchachos de laemigraciónpuedentenerfeeneltriunfodelalibertadydelajusticia.LocoscomoAgramunt son los que sirven para el caso; yo soy demasiado viejo yestoyconvencidodequeelpaísquedespuésde lodel68ydel73admiteysostienelarestauracióndelosBorbonesesunanaciónperdida,unpuebloquenomerecequenadiesesacrifiqueporél.

Zarzosoescuchabaconasombroalviejo revolucionarioqueseexpresabacon un escepticismo tan desconsolador, y su sorpresa aún fue en aumentocuandoleoyódecirconunafrialdadqueespantaba:

—Lo único que me consuela es que la muerte, viéndome tan cobarde,vieneenmiauxilio.Notengovalorparaacabarconmivida,perollevodentrode mí el medio que ha de librarme de esta existencia que me pesa. Losmédicosdicenquetengounaneurisma,regaloquemehanproporcionadolosmuchos sustos y zozobras que he sufrido en esta vida, por cosas que miroahoraconlamayorfrialdad.Usted,comomédico,sabemejorqueyoloqueeseso. El mejor día ¡crac!... estalla algo aquí dentro del pecho, y me retirodiscretamente de la vida, sin que nadie pueda motejarme de suicida ni memaldigapormidesesperadaresolución.Creaustedqueestoymuyagradecidoa la naturaleza, por haber inventado enfermedades que le permiten a unoretirarsealanadasinescándaloysinconvulsionesqueafeanyatormentan.

Zarzoso,apesardeestar juntoal fuego,sentíaescalofríosaloírhablaraaquel hombre con tal naturalidad sobre el próximo fin que tanto deseaba, ydebió servisible su inquietudporcuantoÁlvarezcambió inmediatamente laexpresióndesurostro,ysonriendoconamabilidad,exclamó:

—¡Perobravascosasleestoydiciendoaustedparaentretenerle!¡Vayaunmodo de recibir las visitas! Dispense usted a la vejez, amigo Zarzoso, quesiempretienerarezas.Yaprocuraréotraveznodejarmellevarpor tantristespensamientos;yahoravoyaversiesemuchachohadejadoporahíalgoquesirvaparahaceraustedloshonoresdelacasa.

YÁlvarezselevantó,yconexpresiónalegre,comosiélnofueseelmismoquehabíahabladomomentosantes,dirigiósealcomedorymomentosdespuésvolvióaentrar,llevandosobreunabandejaunabotelladecoñacydoscopitasazules.

—Bebamosunpoco—dijodejando labandeja sobreunvelador—.Sehasecadoustedya,peronolevendrámalunacopitadespuésdelamojaduraqueha sufrido para llegar aquí. En la campaña de África, el coñac eramuchas

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veces el capote impermeable que nos servía para defendemos de lasinclemenciasdeltiempo.

Los dos bebieron y, encendiendo sus cigarros, tomaron la actitud de dosamigosquesedisponenaconversarfamiliarmente.

Álvarez,comosi tuvieraempeñoenalegrarseyolvidarsusmelancólicasideasdemomentosantes,parecíaunmuchachoconsu rostroanimadoy losojosbrillantes,quemirabanaZarzosoconsimpatía.

—Vamosaver,amigomío:confranqueza—lepreguntó—.¿Cómovamosde conquistas enParís?Usted debe sermuy afortunado con las bellezas delBarrioLatino.

Zarzoso protestó ruborizándose ante tan inesperada pregunta. No, él no;esodelasconquistasquedabaparaelbuenapiezadeAgramunt,quesetratabacon casi todas las muchachas del barrio y las hacía desfilar por su nuevocuarto,procurandoquenoseenfriasenantiguasrelaciones.

Zarzosomanifestabasusituaciónasuviejoamigoconenterafranqueza.

Noesqueélsintieselaaspiracióndeserunasceta,niqueseconsiderasemásvirtuosoquelosdemás;éleraunhombrecomotodos,peroresultabaqueen más de cuatro meses de residencia que llevaba en París no se le habíaocurrido tener otras relaciones con aquellas mundanas callejeras quecontinuamente le codeaban en el boulevard y en los bailes que algunaconversación alegre en torno de los bocks de cerveza a que las habíanconvidadoAgramunt,oél.

Álvarezhizounguiñomaliciosoalescucharestasexplicaciones.

—Vamos, ya comprendo. Usted tiene sus amores en España. Ha dejadoalláenMadridalgunacarabonita,cuyorecuerdo leobsesionayhaceque leparezcanhorriblestodaslasmujeresdeporaquí.Esustedunenamoradoquevivedeilusión.

—Efectivamente;hayalgodeeso—contestósonriendoZarzoso,queveíadeestemododescubiertosusecreto.

—¡Oh! Yo conozco perfectamente esas cosas. Aunque ahora soy viejo,tambiénhetenidomiépoca,peroseríaunaenormementiraelquererhacermepasarporcalavera.Hehecholoque todos;he tenidomis trapicheosy,sobretodo,unamorserio,quecomoaustedmehacíamiraralasdemásmujeresconindiferencia.

Zarzoso,cediendoaunmovimientoinstintivoysinconsiderarquecometíauna inconveniencia, fijó su mirada en el gran retrato que estaba sobre lachimenea.

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EntoncesfueÁlvarezquienseinmutó,ruborizándoseunpoco.

—Haadivinadousted.Esefuemiamorserio,loquellenómiexistencia,yporestoesecuadromeacompañaymedaciertaalegría,aunqueenrealidadsólodespiertaenmírecuerdostristes.Comoobraartísticaelcuadroesmalo,pero loaprecioporqueelparecidoesexacto.Lohizounpintorespañol,quevivíaenelbarrio,copiándolodeunafotografíaqueyoconservaba.

YÁlvarez,comosisintieraarrepentimientoporhaberentradoahablardetalasunto,callóseypermanecióalgunosminutosconlafrenteinclinada.

Zarzosonosabíaquédecirylasituaciónibahaciéndoseviolenta;perosuviejoamigovolvióahablar,puessentíaunvehementedeseodecomunicarlesuspenascomopocoantes.

—Ledeseoausted,queridoamigo,quenoseaencuestionesdeamortandesgraciado como yo. Amé a unamujer, fuemía, y, sin embargo, no pudehacerlami esposa, porque parece queme persigue la fatalidad en todos losactosdemivida.¡Oh!Hesidomuydesgraciado,créalousted,amigoZarzoso.Mividahasidosemejantealadeesospersonajesfantásticosdelasleyendas,sobrelosquepesaunamaldición,yquenopuedenhacernadasintropezaralmomentoconladesgracia.

Quedó silenciosoy absorto, pero a lospocos instantes, comocediendo auna necesidad imperiosa de hablar, murmuró con la vista en el suelo,vagamente,comounsonámbulo:

—Ylaverdadesquefuiamadodeveras.Unamujerqueporsunacimientohabíasidocolocabaporlasociedadamásalturaqueyo,descendióhastamí,endulzandomi existencia con su amor espontáneo y desinteresado. ¿Pero aqué recordar tales cosas? Aquello fue un chispazo fugaz de felicidad; unmomento de dicha que pasó muy pronto, dejando tras sí, como maldecidaestela,unsinnúmerodedesgracias...¡Cuántohesufrido!Usted,amigomío,esmuyjoven,entraahoraenlavidaynopuedecomprenderciertascosas.Peroeldíaenqueustedseapadreapreciaráentodasuhorriblegrandezaelpesarqueexperimentaunhombrealtenerunahija,queessangredesusangreyque,sinembargo,desconocealquedioelseryleodiacomoaunmonstruo.Hayparadesesperarse;paraadoptaresaresolucióndequehablabaantes,ydelacualnomesientocapaz.Vivirsolo,aislado,conlamuerteenperspectiva,ysaber,sinembargo, que tengo en elmundo una hija que ignorami existencia, que nosabe el derechoque sobre ella poseo, y que no acude a velar pormí en lospocosañosquemequedandevida,eselmáshorrorosodelostormentos.

—¡Tiene usted una hija!—exclamó Zarzoso, deseoso de desviar laconversación, para evitar a su viejo amigo que volviese a caer en aquellamelancolíaquelehacíapensarenelsuicidio—.¿Ynolahavistoustednunca?

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—De pequeña, cuando aún estaba en la lactancia, la vi varias veces,siempre ocultándome, como hombre que comete una acción ilegal y temedejarse llevar por sus sentimientosmás íntimos. Ella llevaba el apellido deotro,yyonoteníaderechoalgunoalosojosdelasociedad.Despuéslaviuna,vez...;pero¡enquécircunstancias!Másmehubieraconvenidonoverla,puesasímehabríaevitadoundolorosorecuerdo,queaúnhoy,despuésdemuchosañosrenaceenmimemoria,ymehacederramarlágrimasdedesesperación...Peronopensemosenelpasado.

YÁlvarezvolvióasumirseenelsilencio.

El jovenmédico se sentíamolestoyno sabía yadequéhablar para queaquel hombre, desesperado de la vida, y con la memoria acribillada dedolorososrecuerdos,novolviesearecaerensunegramelancolía.

Creía importunar a donEsteban con supresencia, y por esto pensaba enretirarse, no atreviéndose a hacerlo por no encontrar ocasión oportuna paraello.

TardópocoÁlvarezenvolverareanudarsuconversación.Era,enpuntoasu triste pasado, como esos enamorados que sufren con resignación losdesdenesde lamujeramadaygozanciertodolorosoplaceral recordarlos,yporesto,apesardelapenaqueleafligía,volvióahablardesuhija.

—Crea usted, joven, que lo único que me falta para morir tranquilo esvolveraveramihija.Siellamereconocieseporpadre,siseconvencieradeque me debe el ser y que yo fui el verdadero esposo de su infeliz madre,entoncesmoriríadefelicidad.AmímefaltaparaexpirarconlasonrisaenloslabiosunsolobesodeMaría.

—¡Ah! ¿Se llama María?—exclamó Zarzoso apenas oyó las últimaspalabrasdesuamigo.

—Sí; ése es su nombre. Hace yamuchos años que no la he visto, perosegúnlosinformesquemehandadovariosamigosquelavieronenMadrid,es tan hermosa y agraciada como su difunta madre. Y eso que la pobreEnriqueta era bella como pocas.Mire usted bien el retrato de lamujer queamé.

YdonEstebanfueasumesadetrabajo,cogiólalámparay,levantándolamásarribadesucabeza,hizoquesuluzdiesedellenoenelretratoqueestabasobrelachimenea.

Aquel busto de beldad, sólo lo había entrevistoZarzoso en la penumbrarojiza que antes lo bañaba, y que aunque pareciera comunicarle vitalespalpitaciones,confundíasucontornoysusrasgosmáscaracterísticos.Ahora,conaquellaclaraluz,pudoapreciarlodetenidamenteperoalprimergolpede

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vistanopudoevitarunrudomovimientodesorpresa.

Creía tenerdelanteel retratodeMaría;peroalgohabíaenaquellamujersonriente y púdicamente escotada, que la diferenciaba de la sobrina de labaronesadeCarrillo.

Lamujerdelretratoeramásdistinguida,másespiritual,comodicenenlajergadelossalones;notábaseenellaciertaanemiaaristocráticaylaausenciade aquella robustez sanguínea que a María había dado el ocultoentroncamientoconlasanarazaplebeya;peroenlodemás,lasemejanzaeraexacta; lasmismasfacciones, idénticoairedefamiliay losmismosojosquemirabancongraciosaeintensadulzura.

A Zarzoso le pareció ante aquel retrato ver a su novia asomada a unaventanadedoradomarcoyengalanadaconlasmodasdeveinteañosantes.

SumovimientodesorpresanopasódesapercibidoparaÁlvarez.

—¡Eh!¿Quéeseso,amigoZarzoso?¿Esqueacasolaconocióusted?...Nopuede ser; es usted demasiado joven. Su tío, el doctor, sí que la conocería,puesenciertaocasiónvisitóalpadredeEnriqueta.

Zarzosonocontestaba,pueslasorpresaparecíahaberleparalizado.Seguíamirando con ávidos ojos el retrato y su estupefacción no le dejaba razonarsobre tan inesperada sorpresa. Lo único que se le ocurría era que aquellaescenaresultabadramática;unacasualidaddeesasquesóloseencuentranenlasnovelasdeinterésyquealgunasvecessereproducenenlavulgaridaddelavida.

Álvarezsealarmabaante lasorpresadesujovenamigoynosabíacómoexplicársela.

—Perovamosaver,queridoZarzoso,¿esqueacasolahaconocido?Vaya,nopermanezcausteddeesemodo;explíquese,conmildemonios.

DonEstebanhabíaperdidolapaciencia,puesdeseabaquecuantoantesseexplicase el joven, comprendiendo que en su extrañeza le ocultaba algointeresante.

Zarzososaliódesuestupefacción.

—SeñorÁlvarez,¿diceustedqueesaseñorasellamabaEnriqueta?

—Sí,amigomío.

—¿Ycuálerasuapellido?

—Baselga. Era la hija del conde de Baselga, a quien su tío conoció encircunstanciasbiencríticas.

—¿Ylahijadeesaseñoraloesdeusted?...

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EljovenhizodeunmodoestapreguntaqueÁlvarezsintióensucerebrocomounrayodeluzqueaclarabatodoelmisterio.

—Demodoquemihija,quemiMaríaes...

Y no dijo más, pues Zarzoso había hecho con su cabeza una señalafirmativa.

EntoncesfueÁlvarezaquienletocósorprenderse.

¡Oh,poderdelacasualidad!Elnoviodesuhijaeraaquelmuchachoquetantoamaba,puesmomentosanteshabíamanifestadocómobajolainfluenciadesurecuerdosemanteníapuroenellodazalviciosodeParís.

No se dieron cuenta de cómo fue aquello, pero los dos hombres seencontraronabrazadosycasipróximosallorar.

—¡Ah,hijomío!—dijoÁlvarezconvoztemblorosaporlaemoción—.Elcorazónhablamuchasveces,aunquelosmaterialistasnoquierancreerlo,yporeso me fue usted tan simpático desde el primer día en que le vi. Algoencontrabaenustedquemeatraíaymeinspirabaconfianza,hastaelpuntodequehacepocosinstantesmeimpulsabaadecirlecosasquejamáshereveladoniaunalmásamigo.

Los dos hombres, pasado aquel primermomento de emoción, y yamástranquilosvolvieronaocuparsusasientos.

—¡Oh! Hablemos, hablemos—dijo con expresión de felicidad el viejorevolucionario—.Creaustedqueestemomentonolocambioyoporelplacermás grande que un hombre pueda experimentar. Esto alarga mi vida unoscuantosaños...Digausted,¿cómoesmihija?¿Cómocomenzaronsusamores?¿Qué vida hace ahoraMaría?Hable usted con entera franqueza; no escaseedetalles.Lascosasmásinsignificantesresultandegraninteréscuandosetratadeunserquerido.

YZarzoso,animadoporlavivamiradadeaquelhombreenvejecido,queleescuchaba con un interés que emocionaba al par que producía lástima, fuerelatandotodalahistoriadesusamoresconMaría,desdequelaconocióenelcolegiodeValenciahastaque lavioporúltimavezenelRetiro,pocosdíasantesdemarcharaParís.

Las travesuras de María alegrábanle tanto como le indignaban lasimposicionestiránicasdelabaronesa.

¡Oh! Aquel vejestorio de devota tenía una perversidad sin límites, ybastantelehabíahechosufriraélenestavida.Ellaysusamigotes,lospadresjesuitas,eranlosautoresdetodaslasdesgraciasquehabíanafligidoalpobreÁlvarez,ydeellosforzosamentehabíadeprocedercuantodemaloocurríaalafamiliaBaselga.

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—¿No es verdad, hijo mío—decía don Esteban—, que usted nota en lafamiliadeMaríaunpoderocultoqueseparecealamanodelafatalidad?Puesyocreoqueesamaldiciónquesobreellaparecepesar,existeúnicamenteporlabaronesaysusamigoslosjesuitas,quedebentenerciertoocultointerésenmezclarseenlosasuntosdelafamilia.Losmillonesaqueasciendesufortunasonuncebomásquesuficienteparaatraeratodosesosmonstruosdesotananegra,quenoreparanenlosmediosparacumplirsufin.Atodosnoshanidodevorando.Primero,alcondedeBaselga,decuyatrágicamuerteestoyseguroque ellos fueron los autores; después, a la pobre Enriqueta y a mí, cuyosamores voy a relatarle, y últimamente, a ese infeliz Ricardo, el fanáticohermanodemiamada,alqueenviaronamoriralJapón,despuésderobarlelafortuna.Ahora conviene que esté usted en guardia y no se deje sorprender,puesleperseguirányaquelarespetablefortunaqueaúnposeeMaríaesmásque suficiente para tentar su codicia de bandidos. ¿Duda usted de lo que ledigo? ¿Cree usted que estas persecuciones de que hablo son simplementemaníasnacidasde la imaginacióndeunviejo?Sisu tío,eldoctor,estuvieseaquí,élafirmaría,seguramente,loqueyoledigo;peroparaqueseconvenza,bastaqueyolecuentelahistoriademisamoresconEnriqueta.

Y don Esteban comenzó a relatar al joven la dramática historia de susamores,queparecíatodaunanovelayquecausóhondasorpresaenZarzoso.La figura de Enriqueta, que veía surgir de la relación, dulce e interesante,perseguidayesclavizadasiempreporsuhermanastralabaronesa,resultábalemuysimpática,ysentíaporellaunespontáneoafecto,tantoporlaspenasquehabíasufridocomoporserlamadredeMaría.

CercadeunahoradurólarelacióndeÁlvarez,y,apesardeesto,aZarzosoleparecióquesólohabíantranscurridoalgunosminutos,puesescuchabacontantaatenciónalpadredeMaría,quesussentidosestabanmuertosparatodocuantolerodeaba.

Al terminar, daban las siete en un antiguo reloj de tallada caja, queocupabaunángulodelsalón.

AZarzosonolecabíayalamenordudadequedonEstebanÁlvarezeraelpadre deMaría. Lo que sí le causaba profunda extrañeza era que su noviaignorasequeexistíaenelmundoel serque lehabíadado lavidaysiguiesecreyéndosehijadeaquelhombreindignocuyoapellidollevaba.

AhorarecordabaZarzoso,conlavaguedaddelquepiensaenunensueño,queMaríalehabíahabladodeunhombrequefueabuscarlaalcolegio,yque,ensuconcepto,eraelperseguidordelafamilia.

EstocoincidíaconlasrevelacionesdedonEstebanÁlvarez,ysublevabaelánimodeZarzoso,quenopodíatransigirconunainfamiatangrandecomoeraignorar una hija la existencia de su padre, y vivir éste devorado por el

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vehementedeseodeconocerla.

—¡Oh!Esunafelizcasualidadquenoshayamosconocido—dijoZarzoso—. Siento indignación ante esa trama oculta que ha hecho que una hijadesconozcaasupadre,yhedeprocurarportodoslosmedioshacerqueMaríasepa suorigen.Estanochemisma le escribiré todocuantoocurre,y ellamecreerá, pues tiene en mí la inmensa confianza que proporciona el amor.Animo,donEsteban;talveznomueraustedyasinrecibiresebesodehijaquetantoanhela.

Álvarez hizo un gesto negativo, comodando a entender que no creía enqueundesgraciadocomoél,perseguidoporlafatalidad,pudiesellegarasentirtaninmensadicha.

—¡Oh,sí!—dijoconentusiasmo—.Escríbalausted.Dígalequeyosoysupadre,quebastaríaquemeoyeseparaconvencersedeello;peronotardeustedenhacertalesrevelaciones,puesapesardequeheesperadotantotiempo,meparece que me faltará ahora para experimentar tanta felicidad y que voy amorirantesdesentirtaninmensadicha.

Despuésañadió,conelacentodelqueadvierteunacosaimportante:

—Sobre todo que la baronesa no se aperciba de nada de esto. Esevejestorio podría estorbar la santa obra de reconciliación que va usted aemprender.

—No se apercibirá de nada; yo se lo aseguro. Tengo el medio decomunicarme directamente conMaría sin que se aperciba la baronesa. Hayunabuenapersonaqueseencargadeprotegernuestracorrespondencia.

Álvarez, dominado por aquella emoción que humedecía sus ojos, hacíasignosafirmativosconsucabeza,sinsaberporqué.

—También le ruego—dijo—que no comunique nada de lo que hemoshablado a ese loco deAgramunt. Para él conviene que sigamos siendo dosbuenosamigosynadamás.Esunatolondradoque,si llegaraasaberquemihijaeslamismamujeraquienustedama,encontraríaelcasomuynovelesco,ynocontentoconrelatarloatodoslosemigrados,seríacapazderepetirloenaltavoz,enplenobulevar,paraquelosupieraParísentero.

Zarzososonrióanteaquellaexageración.

—No es charlatán hasta ese punto—dijo—, pero hace usted bien en notenergranconfianzaensulengua.Nadalediré.

—HaremosunaexcepciónenfavordePerico.Esemuchacho,afuerzadesacrificarse por mí, ha llegado a serme tan indispensable, que no puedoguardarconélelmenorsecreto.

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—Sin embargo, no creo que usted le haya hecho saber esa tendencia alsuicidioquetantoleagitaba.

Álvarezcontestóconungestodealegreextrañeza:

—¡Eh!¡Quiénpiensaeneso!Esasideasfúnebreseranlasdeunpadrequese veía alejado para siempre de su hija; pero ahora la cosa ha variado porcompleto y me siento feliz. Sí, Señor, estoy contento como si hubieraencontradoamihijadespuésdetenerlaperdidacercadeveinteaños.

Lacampanilladelapuerta,quesonódiscretamenteportresveces,diofinalaconversación.

—EsPerico,quevuelvedelalmacén—dijodonEsteban—.Deseguroqueantes de subir ha conferenciado con lamujer del conserje para enterarse decómoandabalacomida.

Álvarezfueaabrirymomentosdespuésentróenelsalón,mientrasquesufiel criado iba y venía por el comedor, dando a entender, con el choque deplatosyelretintíndecristales,queseocupabadeponerlamesa.

Zarzoso se levantó para irse. Quiso detenerlo Álvarez invitándole a quecomiese con él para solemnizar su extraño reconocimiento, pero el joven seexcusó,alegandoqueAgramuntleesperabayaaaquellashorasalapuertadelrestaurante, y que era hombre capaz de no entrar a comer mientras él nollegase.

PorfineljovensaliódelacasaacompañándolehastalaescaleraelmismoÁlvarez,queparecíaremozado,consubrillantemiradaysuaposturamarcialdeotrostiempos.

Al pasar por el comedor pellizcó alegremente en un brazo a su criado,diciéndolealoídoconrisueñomisterio:

—¡Ah,Perico!¡Sisupieras!...¡Sisupieras!...

EnelrellanodelaescalerasedespidiódeZarzosoconunfuerteabrazo,yporfinledejóir,conlacondicióndequealdíasiguientevendríaacomerconélydequenofaltaríaningunatardeparacharlarunahoritasobreuntematangratocomoeraMaría;aquellajovenenlaqueseconfundíanloscariñosdelosdos:eldelpadreyeldelnovio.

Enlamismanoche,mientrasAgramuntseibaabailaraBullier,ZarzososeencerróensucuartoyescribióaMaríaunaabultadacartadeochopliegos,enla cual, con todas las salvedades que deben emplearse al hacer ciertasrevelaciones a una joven soltera, la relataba por completo la historia de sumadre, losamoresdequeellaerahija,yalmismotiempohacíaunapinturaconmovedora del estado de abandono y desesperación en que vivía suverdaderopadre,héroecaído,patriotainfeliz,quelanguidecíaenelextranjero

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suelo,agobiadoporladesesperacióndetenerunahijaquenolereconocía,yantesbienleconsiderabacomoaunmonstruo.

El joven quedó satisfecho de su obra y al poner su firmamurmuró conconvicción:

—SeguramentequeMaríadarácréditoacuantoladigoyreconoceráasupadre como a tal. Sería necesario tener un corazón tan duro como el de lafanática baronesa de Carrillo, para no conmoverse ante el espectáculo queofreceesehombreinfeliz,soloenelmundo,ydesconocidoporelúnicoseralcual tiene derecho a exigir un poco de cariño. María contestaráinmediatamente a esta carta, y tal vez pueda dar al pobre don Esteban unmotivodeverdaderasatisfacción,unaalegríasuprema.

ZarzosofueacomeraldíasiguienteconÁlvarezydesdeentoncesnodejóde ir todas las tardes a hacerle la visita, en la cual la conversación versabasiempresobreelmismotema,oseasobreMaría.

—¿Nohacontestadotodavíaasucarta?—preguntabaconavidezelinfelizpadre.

—Pero¡porCristo!SianteayersaliólacartayaúntalveznolahayaleídoMaría.Noseaustedimpaciente,yyaquetantosañoshaesperado,tengacalmaporunoscuantosdías.

Álvarezbajabalacabeza,conresignación.Eraverdad.Sucariñodepadre,suansiaporsaberelconceptoquemerecíaasuhija,hacíaleserimpacienteyridículo.

De los tres hombres que se reunían en aquella habitaciónde la calle delSena,Pericoeraelúnicoaquiennoentusiasmabagrancosalajovendelaquetantohablabanelamoysujovenamigo.

El respetabamuchoaaquella señoritaMaría,a laquenuncahabíavisto.Bastabaparaelloquefuesehijadelhombrealqueadorabacomoaunídolo;pero laprofesabapoca simpatíaporelhechodepertenecerauna familiadearistócratasqueparecíamaldita,puesacarreabadesgraciasatodoscuantoslatrataban.

PorculpadeaquellosBaselgas,habíamuertosutíaenlacárcel;porellostambiénsuseñoritohabíapasadoporapuradostrancesyseveíaahorafueradelapatria;ycomosinohubierabastante,ahorasalíaaplazaaquellaMaría,otraBaselgaquerenegabadesupadre,ylesorbíalossesosaunbuenmuchachoqueprometíaserungranmédico.

Y el rudo ex asistente, al hablar así, miraba con expresión de lástima aZarzoso.

¡Pobrete! También sacaría su astilla de mal, ya que había cometido la

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torpeza de enamorarse de una mujer perteneciente a aquella familiasanturrona,queparecíadadaaldiablo,segúnlafacilidadconquesembrabaladesgraciaasualrededor.

V

LASHIJASDELANOCHE.

Empiezan a hacerse más densas y oscuras las sombrías gasas que elcrepúsculoextiendesobrelascallesdeParís;comienzanabrillarinquietaslaslenguasdefuegodelgas,dentrodelosfaroles,oacentellearlosblancosfocoseléctricos,semejantesalaspupilasdeunabismo;terminaenloscaféslahoradelaabsenta;empiezaeltrabajoenlosrestaurantes;yapenastalsucede,sobreelasfaltodelosbulevares,sentadasalasmesasdeloscomedorespúblicosocontemplando con fingido interés los escaparates, mientras miran al mismotiempoconelrabillodelojoalosqueestándetrás,aparecenunsinnúmerodemujeresquevansolasoformandoparejas,mujeresquetienenunaexistenciaparticularyrara,aquienesjamásseveduranteeldía,yquesemejantesalasavesnocturnas,comosielsollasincomodara,aguardanlasprimerassombrasparasalirdesumadriguera.

París,enlasprimerashorasdelanoche,pareceunaciudadinvadidaporuninmenso ejército femenino. Doquiera se dirigen los pasos se encuentransiemprelosmismostipos,aunquepresentadosendiversasformas.Unas,lasdeclasemásmodesta,vestidasextravagantementeconropaquealaleguadelatasuprocedenciadedesecho,separanen lasesquinasdevorandoelpedazodepan y de carne que acaban de comprar en la “cremerie” y que tal vezconstituye suúnicacomidadiaria;otras,queapenas siparecen llegadasa lapubertad, pequeñas, entecas y vistiendo todavía comoniñas, saltan y correnporlasacerascongrandealgazara,gozandoenempujarrudamentealpacíficotranseúntequenadalesdice;muchaspasanandandocongravedadsoberana,vestidasconarregloalúltimofigurín,dejandotrassíunaesteladepunzantesperfumes;perotodasellasmirandeigualmodoyllevanidénticaexpresiónenel rostro, lo mismo la que viste de negro con cierto aire monjil y lleva lacabezadescubiertaquelaqueostentaelanchosombrerodealasserpenteadasyondulantesplumas.

Lavirtuosamadre de familia, la jovenhonrada, no se atreven a salir asíquecierralanochesinodelbrazodelesposoodelhermano,porquemuchasveces las identidades en el vestir producen gran confusión y tremendasequivocaciones.

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Esainvasiónquenocturnamentesufrelagranciudadesloqueladeshonraa los ojos del mundo; es la que hace aparecer como centro únicamente deplaceres y vicios a una población cuyo vecindario en su gran mayoría eshonrado,trabajadoryvirtuoso.

Pero el inmenso número de seres que alberga París, pertenecientes a laclase antes descrita, es suficiente para dar a una capital un carácter pocohonroso,querealmentenotiene.

¿CuántassonlasmujeresqueenlasprimerashorasdelanochesalenalascallesdeParísabuscarelsustentoacambiodelhonor?

Primeramenteseimaginaquesonalgunosmiles;perocuandoseacabaporver que apenas hay calle ni establecimiento de recreo de la inmensa ciudaddonde ellas no envíen su representación, no se puede menos de creer que,semejantesalosdescendientesdeAbraham,sunúmeroestaninmensocomolasestrellasdelcieloolasarenasdelmar.

Su cifra espanta y hace pensar con tristeza en que otras tantas son lasmadreshonradasquehaperdidolasociedad.

Este inmenso ejército del vicio se ve diariamente combatido con granrudeza por lamiseria y las enfermedades; en él lamuerte se ceba con unainsistenciaferozquenoguardaparaotrasclases;yapesardeesto,susfilasnose aclaran, y en el hueco que deja una que cae para siempre apareceinmediatamente otra que trae todavía en las mejillas el color de melocotónsazonado,signodesaludyrobustezquenotardarámuchoenperder.

Paraquetanincesantereemplazoseverifiqueensuejército,elviciotieneespecialesyactivosreclutadores,yelmásprincipaldeéstos,eslaatmósferadecorrupcióndelasgrandesciudades.

Segúnlasobservacionesdeunodeesossabiosparisiensesquesededicanaestudios en la apariencia algo fútiles, pero que en el fondo tienentranscendenciasocial,decadadiezmilmuchachasqueanualmentellegandelfondo de los departamentos a la gran ciudad, para dedicarse al serviciodoméstico,milvuelvenasuspueblosalospocosmeses,pornoseraptasparatal profesión o sentir demasiado la nostalgia de la patria; otras tantasconsiguenafuerzadesisasyeconomías,porespaciodecuatroocincoaños,reunir tresmil francos, con loquecompranunmarido,“garçondehôtel”,osimplementevisitantede tabernas;unasdiezodocesearrojanalSena,puescometen—como diría un parisién—la insigne tontería de tomar el amor enserio;ylasrestantes,maleadasporelambientedelaciudad,conlaconcienciacorrompida por los ejemplos que continuamente se presentan a sus ojos,desesperadasdepoderreunirlacantidaddedineroquenecesitaenFranciaunamujerparacasarse,yseducidasporelespectáculodealgunasque,mesesantes

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fregaban platos como ellas y en la actualidad vistenmejor que sus antiguasseñoritas y gastan a todas horas fiacre de alquiler, se deciden a hacer uncambio radical en su vida y conducta, pasan el Rubicón, que en estascircunstancias representa el honor, y van a engrosar aquellas mesnadasfemeninasqueatraenlapresenciaenParísdetodalagentericaycorrompidadelascincopartesdelmundo.

¡Qué triste historia sintetiza cada una de esas infelices que pasa la vidariendo por las calles y cafés de París! Muchas veces la más descocada einsolente,queremedandolosademanesqueveíahacerasusantiguasseñoritasha conseguido darse cierto aire de distinción, y hace creer a sus imbécilesamigos que es hija de un banquero arruinado, de un general perdido por lapolítica,etc.,escausadequedospobresancianos,alláenlomásignoradodelúltimo departamento y en su miserable choza, lloren noche y día creyendomuertalahijaquesaliódelpueblocuandomuchacha,parairaserviraParís,conlasmejillasrojasporelrubor, losojosbajosyelaire tímidoe inocente.Losinfelicespadresrecibíanantestodoslosmesesunacartagarrapateada,enlaquelaniñalesdecíaquesusaluderabuenaylescontabalascosasdesusamos;perollegóunmesenquelacartafaltó,alsiguientetampocovino,yasífuesucediendodurantemuchotiempo,hastaquealfinlosdosviejosfueronaParísabuscarsuúnicahija;perosuintentoresultóvano,yalospocosdías,asustados del ruido de la gran ciudad, se volvieron a casa para llorar a lamuchachaque,segúnsusdeducciones,habríasidoaplastadaporuncocheosehabríaahogadoenelSena.Aquellosinfeliceslloransintregua...yconmotivo,pues se conduelen de lamuerte de la hija honrada e inocente y ésta ya noexiste,puestoquelosvirtuososancianosnuncaquerríanreconocerasuhijadeayerenlamundanadesenvueltadehoy.

Historias como ésta haymuchas en la gran ciudad, pues se encargan deformarlas la mayor parte de esas jóvenes que llegan a París cubiertas conridículascofiasymirandoatodosconairecerrilysalvaje,paraalcabodeunañoirporlascallesllevándosetrassícentenaresdemiradas,cubiertasdelasmáscostosasgalasqueconstituyenlaúltimamodaymuchasvecessalpicandodebarro,conlasruedasdesucarruaje,alasmismasfamiliasaquienesmesesanteslesservíanlasopatodaslastardesalasseisenpunto.

Muchas veces esas mujeres que tal salto han dado en su existencia,rodandode brazo en brazo, encuentran algúnpoeta que les cante, porque lalira de la juventud, que sólo quiere entonar himnos a la belleza, es pocoescrupulosa en punto a moralidad, e indudablemente entre las Ninon, lasNinettes y las Lilis, a quienes dedicaba sus originales sonetos Alfredo deMusset,elpoetamásdulceymáscínicoalaparquehatenidoFrancia;entreaquellasmujeresquemerecíantanhermosasfrasesytanaéreosconceptoslashabía que poco tiempo antes barrían las escaleras, se llamaban Paulas o

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Mauricias, y no conocían más versos que los estúpidos de los “couplets”populares.

¡Estristecosaqueunpardetrajeselegantesycuatroademanesimitados,basten para trastornar el seso de un gran poeta, y que su lira rompadeshonrosamenteacantarelvicioylacorrupción!

Pero no es solamente la clase antes indicada la que contribuye a que elviciotengasiempresusacerdocioenParís,pueséstesevetambiénengrosadoporotroselementos.

Acuden a la gran ciudad, como mariposas atraídas por fuerte luz,desdichadasdetodoslospaíses;lomismodelasrisueñascampiñasandaluzas,quedeloscampamentoscosacos;igualdelasRepúblicasamericanas,quedelas posesiones europeas de África, y ellas hacen desfilar por frente a esosmillonariosqueduranteel invierno sientan sus realesen losbulevares todoslostipos,coloresyconfiguracionesdelosdiversospueblosdelatierra.

Juntoatodaséstasdescuellaysedainmediatamenteaconocerlaindígenaopropiamente parisién, la que si ha salidomás allá de las barreras, sólo hasido para llegar hasta Versalles o Suresnes, y que cree que el centro delUniversoacuyoalrededorgiranelSolytodoslosplanetaseselbulevardelosItalianos:mujeroriginalyrara,aquiengustatodoloextravagante,yquetienelaágilperversidaddelmono,lafatuidadylosdiscordeschillidosdelpavorealylasmarrulleríasymalasintencionesdeungatoviejo.

Eltipodelaalegreparisiénesunejemplarrepetidohastaloinfinito,perosiempreconelmismotexto.Suhistoriaessiempre idéntica.Nacenycrecenen una portería o en un sotabanco. La madre vende flores o frutas en uncarretoncilloporlascalles:elpadretrabajatresdíasalasemana,yenlanochedelsábado,despuésdeandarapuñetazosconsumujerporcuestióndemejorderecho para guardar los ochavos, se mete en la taberna, de donde sale elmiércoles casi a gatas. La niña, como ya es grande, trabaja en un tallertranquilamente,hastaqueundíalacompañeralatientaairporlanocheaunbaile cualquiera, y allí danza con un muchacho, que empieza su conquistaregalándole un ramo de violetas de cinco céntimos y convidándola a un“bock”y acabapor enamorarsede aquel tipodelicioso, que sabeponerse elsombrerode canto sobre la nariz, que imita el cantodel gallo con exactitudsorprendente,quebailalacuadrillahaciendoelpajaritoyquetieneunsinfínde hermosas habilidades, aunque desconoce la más principal, o sea la deltrabajo, pues no falta quien le asegura a ella que el tal ente vive de ponercontribuciónalosafectosdesusenamoradas.

Desdeaqueldíalamuchachanovuelveasucaca;elpadre,entrevasosdevinoy copasde “wisky”, jura a sus compañerosde la tabernaquedonde lapillelavaamatar;lamadrelloraycuentasuspenasalavecina,yasípasan

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losmeses,hastaqueundíalaencuentranenelbulevarlosautoresdesusdías,elegantementevestida,delbrazodeuncaballero,y...nosucedeabsolutamentenada,puesalmaridoleparecemuyagradabletenerunahijaquesiemprequeleencuentra ladaunparde francosparabeber,y lamujercasi sealegradequelaniñanohayavenidoacasarsealfinconcualquiermuchachodelbarrio,quelahagadesfallecerdehambreyleadministreunapalizasemanal.

¡Especial modo de ser el de gran parte de las familias parisienses! Lashonradasfamiliasespañolasjamáspodráncomprender,parafortunanuestrayde la moral, esa indiferencia afrentosa que se manifiesta aquí entre ciertasclasesantelapérdidadelhonor.

El espectáculo que ofrecen esas infelices jóvenes, entregadas a unaincesantecrápula,enlaedaddelosensueñosydelasilusiones,nopuedesermástristeydesconsolador.Sevenentreellasrostrosfrancosyhermosos,quea primera vista parecen frescos e inocentes, pero que mirados con másdetención,delatanunafatigainmensa,propiadelabusodelavida;yaquellasbocas,muchasvecesplegadasporangelicalessonrisas,seabrenparadejaroírvoces roncas por el alcohol que profieren las más soeces frases o los mástremendosjuramentos,conunanaturalidadabrumadora.

Lavidanocturnaldeesasinfelicesestádecontinuollenadesobresaltosypeligros,puescuandonolasincómodaelvicioconsusmáshediondasformas,laspersiguelasociedad,quetienemáscuidadoensacarprovechodelosseresquevivenfueradelmundode lamoral,queenredimirlosde tandegradanteesclavitud.

Muchasveceseltranseúnte,derostrobondadoso,quepaseasubonhomíapor las callesdurante lanoche, sevede repenteagarradodelbrazoporunamujerqueempiezaamarcharjuntoaélconlanaturalidaddeantiguosamigos.El, sorprendido, intenta preguntar; pero ella hace que calle, y así andan unpoco hasta que al llegar a cualquier esquina, el hombre, que ya empieza ainteresarseporadivinarenquépararáaquello,vequesuparejaleabandonaydesaparece.

EsqueaquellainfelizvaperseguidaporlaPolicía,quesiempresemuestracruel con el vicio que no da parte de sus rendimientos al Estado, y parasalvarseseagarraalbrazodelprimerhombrequeencuentra,loquelaponeacubiertodetodadetención.

Taninmensafalangedevíctimasdelaconcupiscenciadeunagranciudadaumenta todos los días. Raro es aquel en que las oficinas de la Policía noreciben reclamaciones de dos o tres familias para que busquen otras tantasjóvenesfugitivasdelhogardoméstico;perocomonoandaríamuymedradalainstitución que vela por la seguridad pública si tuviera que atender a tancontinuasdemandas,sonpocaslasdiligenciasquesehacenparabuscarlas,ya

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las muchachas emancipadas de la tutela paternal para ser víctimas de laspasiones,lesbastamudarseaunbarriodeParísalgodistantedelqueocupansusparientesparaqueéstosnolasencuentrenenaños.

El antimoral ejército que pulula por París tiene dos tremendos enemigosqueametrallandecontinuosusfilas,causandomuchasbajas:elhambreylasenfermedades.

Cuandoelvicioformalaslegionesquesostienensubanderaypasarevista,encuentramuchoshuecosenaquélla.¿QuésehahechodeTitín,Odilia,Sarah,IseulyMimí?

QueselopreguntenalhospitaloalSena.Lasmáshanperecidoamanosdelamiseria,ysuscuerposfiguranenlasmesasdediseccióndelaEscueladeMedicina; y las otras se han suicidado, arrojándose al río, porque estabancansadasdevivir...alosveinteaños.

VI

JUDITH,LARUBIA.

SeguíaZarzosoelbulevarSaint-Germain,endireccióncontrariaalSena,alahoraenquelosreverberosdelascallesacababandeencenderseyenquelastiendascomenzabanailuminarsusescaparates,anteloscualessedeteníanloscuriosos.

Elcieloceniciento,que,comosuciacortina,seextendíasobrelostejados,estabaempapadoaúnconelúltimoymoribundoreflejodelcrepúsculo.

El jovenmédico parecíamuy preocupado. Hacía un fríomolesto por lopunzante; soplaba un cierzo que parecía herir el cutis como sutil cuchilla;todos los transeúntes andaban con las manos metidas en los bolsillos yarrebujadosensusabrigos,yapesardeesto,Zarzoso,comosifuerainsensiblealosrigoresdelaestación,caminabaconlentitud,conelgabándesabrochado,elcuellobajo,losbrazoscruzadossobrelaespaldasosteniendocondesmayoelbastónylacabezainclinada,cualsinopudieraresistirlapesadumbredelainmensabalumbadepensamientosqueseagitabaensucerebro.

Acababa de salir de la calle del Sena, donde había pasado una hora deconversación con Álvarez, si es que conversación podía llamarse a larepeticióninfinitadeunamismapregunta,bajodiferentesformas:

—¿Todavíanada?—preguntabaconansiedadelinfelizpadre.

—Nada—contestabaconlacónicodesalientoelnoviodeMaría.

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Y los dos hombres quedaban silenciosos, mirándose con expresióndolorosa, combatidos por diversos pensamientos: hasta que, transcurridosmuchosminutosseatrevíanavolverahablar:

—Esextrañoesesilencio,hijomío.

—Realmente,esmuyextraño,donEsteban.

Yasíseguíalaconferenciadelosdoshombrestodaslastardes,hastaque,por fin,Zarzoso, cansadode la incertidumbredeÁlvarez,queaumentaba lasuyapropia,ledabalasbuenasnochesyloabandonaba.

Eljovenmédico,alsaliraquellatardedelacalledelSenayremontarconaspectodesalentadoelbulevarSaint-Germain,ibapensandoenquejustamenteaquelmismo día hacia unmes que había escrito aMaría la carta en que lanoticiabaelencuentrocasualconelqueerasuverdaderopadre.

Esperó seis días confiado en que, transcurrido este plazo, que era el quenecesitaban sus cartas para alcanzar contestación, María le escribiría comosiempre;peropasóeltiempoylacartanollegó.

Zarzososospechabade laAdministracióndeCorreos;creíaocurridos losmásabsurdos incidentesenelviajede lacorrespondenciaparaexplicarsedeestemodoladesaparicióndesucarta;detodospensabamalmenosdeMaría,y volvió a escribir y a esperar otros seis días, siendo acogida esta segundatentativaconelmismoabsolutosilencio.

Aquelloeraabsurdo,leresultabaimposible,ytantafeteníaenMaríaquehastaenalgunosinstantescreyóquesoñaba.

Lasospechadequesuscartassehubiesenperdido resultaba inadmisible,pues en tal casoMaría, alarmada por este silencio, se hubiese apresurado aescribirlepidiéndoleexplicaciones.

FueaquelmeslaépocamásterriblequeensuvidatuvoZarzoso.Acosóapreguntasalconserjedesuhotelycasilesometióauninterrogatorio,comositemieraqueocultaselascartasrecibidas;bajóalportalalashorasenquesolíallegar el cartero, para hostigarle con reclamaciones que estaban próximas aoriginar una pendencia; hasta llegó a ir con Agramunt a la AdministraciónCentraldeCorreos,paraenterarsedelasprobabilidadesdeextravíoqueteníaunacartadeMadridaParís;perotodasunerviosainquietud,todasuirritadamovilidad,nolesirviómásqueparaconvencersedequenadie leescribía,yque aquel silencio postal tenía su principal motivo en Madrid y no en losencargadosdetransmitirlacorrespondencia.

Zarzosopresentíaenestesilenciounhostilmisterio,unpoderocultoquehabíadescubiertosuamorytrabajabacontraél;peroestabalejosdeadivinarsuverdaderosignificadoydedóndeprocedía.

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El joven,desesperadoya, envezdedirigirse a sunovia, escribió adoñaEsperanza, la viuda de López, que era a quien enviaba siempre las cartas.Pidióleexplicacionessobreaquelsilencioinesperado,peroéstecontinuó,ysisunovianoleescribía,tampocolaviudasedignódarlecontestación.

EntoncesZarzosollegóadesesperarsedeunmodoqueinspiróinquietudesaAgramunt.

Roído por la incertidumbre y agitado por las sospechas, Zarzoso, a losveintedíasdeaquelsilencio,apelóalosmediosmásextremos.

Con la desesperación del náufrago que se agarra al más insignificanteobjeto,confiandoquevaasalvarse,creyóqueapelandoaltelégrafoadquiriríamejorresultadoquevaliéndosedelcorreo,yenviótelegramasurgentes,conlacontestación pagada, a la viuda de López, sin que por esto lograse romperaquel silencio absoluto y desesperado que le salía al paso apenas intentabacomunicarseconMadrid.

Zarzosonosabíayaquéhacerparaexplicarselacausadeaquelsilencio.

No había que pensar en la posibilidad de que María no contestase porhallarseenferma.Enunnúmerode“LaÉpoca”,queleyóenelcafédeCluny,encontróse con una reseña de un baile, en la que se dirigían elogios a lasobrina de la baronesa de Carrillo, haciendo una descripción dulzona de suhermosura,sugraciaysuelegancia.

Además, Zarzoso había pedido noticias a un amigo de Madrid, antiguocondiscípulodelaescueladeSanCarlos,enelqueteníaabsolutaconfianza;yéste,quecontestó inmediatamente, ledijohabervistoaMaríaen lospaseosconelaspectodesiempre,yqueencuantoalaviudadeLópez,estababiendesalud y habitaba la misma casa, que era donde Zarzoso dirigía toda sucorrespondenciaamorosa.

Estanoticiahizollegaralperíodoálgidoelasombroyladesesperacióndeljoven.

No estaban enfermasMaría y su acompañante doñaEsperanza; nohabíaocurrido nada de particular en su existencia; ¿por qué guardaban, pues, taninexplicablesilencio?

Zarzoso, del abatimiento y la tristeza, comenzó a pasar a la violencia.Escribiócartasenestiloamargo,irónico,casiinsultante,ylasenvióaMadrid,sinserporestomásafortunadonilograrromperaquelsilencio.

Hubomomentosenqueacaricióla ideadeabandonarParísypresentarseenMadridinesperadamente,conelpropósitodepedircuentasaMaríadesuinexplicableconducta;peroeljovenexperimentabaunpavorinfantilalpensarensutío,ylaconsideracióndequeéstepodríaenterarsedetanextrañoviaje

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eramásquesuficienteparahacerledesistir.

EnclavadoenParís,yenaquelaislamientodesesperanteenqueledejabalamujer querida, Zarzoso permaneció un mes entero, experimentando en losúltimosdíasunagran indignación,que trocabasuantiguoamoren irritaciónsordayterriblecontraMaría.

El joven creía ya haber encontrado, en los últimosdías de aquelmesdeesperaeincertidumbre,laclavequeexplicabatanmisteriososilencio.

¡Ah,lamiserable!¡Laorgullosaaristócrata!Laextensacartaquelahabíaenviado su novio dándola cuenta del encuentro con el que resultaba suverdaderopadre,eraelúnicomotivodeaquelsilencioabsurdo.Lacondesitase avergonzaba, sin duda, de su origen; irritábase indudablemente contra suadoradorporhaberéstedescubiertoelmisteriodesunacimiento,yaelloeradebidoque,deseandoromperunasrelacionesqueleresultabanyamolestas,senegaraacontestaralascartasdeZarzoso,acabandolosamorescontanvillanoprocedimiento.

AsíseexplicabaZarzosoelsilenciodeMaría,ycomocadavezsesentíamás atraídopor esta soluciónquehabía imaginado, comenzaba a considerarcon cierto desprecio as su antigua novia, teniéndola por una mujer vulgar,fatuaypreocupadaporlasideasranciasdesuclase.

En esto iba pensando aquella tarde, al salir de la calle del Sena, y seratificabacadavezmásensusideas,alnotarquedonEstebanparticipabadeellas,aunquenoseatrevíaamanifestarlopormiedoaaumentareldesalientoqueexperimentabaeljovenmédico.

Cuando éste, dejando el bulevar Saint-Germain, entró en el de Saint-Michel,ibatanpreocupadoconsuspensamientos,quemonologueabaenvozbaja,gesticulando,hastaelpuntodellamarlaatencióndelostranseúntesmáspróximos:

—¡Quéengañadoestaba!Quienmejorconoceaesa familia esPerico, elantiguo criado de don Esteban. ¡Raza de orgullosos, en la que sólo seencuentran amores nocivos! Ahora veo claro; María es igual a todas lasmujeres de su familia; tan orgullosa y falta de sentimientos como su tía labaronesa,sóloqueconsucaritadeángelysuaparentebondadsabeengañarmejoryocultarlaruindaddesufondo.¡ViveDios!¡Yquenopuedayodejardeamarla!...¡Quenotengayolafuerzasuficienteparaolvidarypermanecerindiferenteanteesesilencioabrumador!

Y el joven, a pesar de sus quejas, de sus recriminaciones contraMaría,reconocíase impotente para combatir aquel amor que, según su expresión,había penetrado en él hasta los tuétanos; y tanta necesidad sentía de sercorrespondido,quecualeldesesperadoquenopierdelaesperanzadesalvarse

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hastaen losúltimos instantes,ensucerebroacababadesurgir lahalagadoraidea de que María tal vez le habría contestado y a aquellas horas la cartaestaríaesperándoleenelcasillerodelaporteríadesuhotel.

CuandoZarzoso formulóestepensamiento seencontrabacasia lapuertadesurestaurante,situadofrentealLuxemburgo.

Dudóalgunosinstantes.¿Quéhacer?

Era absurda la esperanza de que le aguardase en el hotel la anheladacontestacióndeMaría.Enlashorasquehabíapermanecidofueradecasasólohabía un reparto de cartas, y en éste rara vez entraba la correspondenciaespañola;peroporlamismainverosimilituddesuesperanza,eljovensesentíaatraídoporella,yalfinsedecidióaremontarlacalleSoufflotyentrarensuhotelparaconvencersedesihabíaadivinadolallegadadelacarta.Noqueríacomeragitadoporlaincertidumbreohalagadoporabsurdasesperanzas.

Cuando el joven, atravesando la plaza del Pantheón, fue a entrar en suhotel, apenas si se fijóenunamujer joven,vestidaconbastanteeleganciayqueestabaparadacercadelapuerta,alpiedeunreverbero,yteniendoapocospasosunperrillolanudoyfeoquejugueteabaconunpedazodeperiódico.

Zarzosopenetróenlaporteríaylanzóalcasillerounaansiosamirada.Lamayorpartede lascasillasde losotroshuéspedes teníancartasoperiódicoscon fajas selladas que demostraban su lejana procedencia; pero en la suya,nadaabsolutamente;lallavenadamás,colgandocontristezadelclavo,comosisintieradesalientoalverseentalsoledad.

Haciendo un gesto de resignación salió de la portería, y al volver deespaldas para cerrar la mampara de cristales, tropezó con una mujer queentrabaresueltamenteenelportal.Eljovenlamiró,balbuceandounaexcusayllevándoselamanoalsombrero.

Lareconocióinmediatamente.Eralajovenquemomentosantessehallabaalpiedel faroldegas,ysuperroestabaahoraallí, juntoaella,apretándosecontrasusfaldas,comosisintieratemoralpenetrarenunacasadesconocida.

Erademedianaestatura,deuncutisblancode trasparencia lechosa,y loque en ella llamaba la atención, más que las facciones y las formas de sucuerpo, erguido con petulancia, eran los cabellos y los ojos, ofreciendo unrudocontrasteque inmediatamente saltabaa lavista.Lacabellera era rubia,perodeunrubiodoradoobscuro,brillante,queparecíairradiarluz;ylosojos,poruncontrasentidodelaNaturaleza,aparecíannegros,rasgados,agrandadosaúnmásporciertaslíneasysombrasdellápizdetocador,yhaciendorecordarlos de las circasianas encerradas en el fondo del harén. En aquellos ojos,ventanas del alma, espejos delatores de todas las dobleces de un carácter,adivinábaseunainmensamalicia;lomismosabíanfingirlacándidamiradade

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la inocenciaydelasombro,queanimarseychispearcon laexcitaciónbrutaldelaorgía.

En toda su persona perfumada, esparcía un ambiente de dulce olor devioleta,notábasealgodeoriginal,ciertocortebohemioquelaelevabasobrelavulgaridaddelacocotte.

Vestía con elegancia, y, sin embargo, en toda su persona, que respirabaoriginalidad, notábase la tendencia a huir de la última moda vulgar, decombatir el último figurín, que es siempre artículo de fe para las mujeresparisienses.

Sutrajederaso,decolordemalva,transigíaunpococonlamoda;peroenla cabeza llevaba un artístico chambergo erizado de ondulantes y largasplumas, y los hombros estaban cubiertos por una capade seda negra que lebajaba hasta los pies en pliegues estatuarios.Adivinábase en aquellamujer,consuaspectoligeroyuntantofatuo,elfanatismodelartequeabsorbetodoslos sentimientos, y comprendíase que el modelo de sus trajes, en vez decopiarlosde susperiódicosdemodas, lo sacabade loshermosos retratosdemarquesasyduquesasdelpasadosiglo,queexistíanenelMuseodelLouvre.

Como para completar aquel atavió artístico, que resultaba algoextravagante,sucabelleraluminosacaíasueltaenbuclessobreelcuellodesucapa,yenlamanollevabaunlatiguillodecorrea,queleservíaalgunasvecesparaatarasuperro,peroquecasisiempreempuñaba,chasqueándoloconairedeamazona.

Zarzoso, a pesar de su preocupación, no pudo menos de quedarsesorprendido mirando a aquella mujer tan extraña y hermosa, que resultabaoriginalaunenelBarrioLatino,cunadetantaextravagancia.

—Señora,dispenseusted—dijo,llevándoselamanoalsombrero.

Lajoven,apoyándoseenlapared,lemirabadeunmodotanamable,queZarzososintiómiedo.

—Gracias, señor—dijo con una voz que, por su timbre grave, desdecíaalgodesutipodebelleza—.Esustedmuyamable.

Y la hermosa rubia, sin moverse de la pared, parecía sentir deseos deentablar conversación; pero Zarzoso, poco acostumbrado a tratarse con lasmujeresdelbarrio, seguía sintiendomiedo,yporesto seapresuróa saludar,saliendoinmediatamentedelhotel.

EstabaeljovenalamitaddelacalledeSoufflot,cuandoyahabíaolvidadoalagentilrubia.LainquietudproducidaporelsilenciodeMaríahabíavueltoa reaparecer, y el joven pensaba nuevamente en su novia, sintiéndosedesalentado.

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Cuando llegóal restauranteencontróaAgramuntsentadoyaa lamesayhablandoamigablementeconungrupodeestudiantesquecomíanenlamesainmediata.

—Oye,Juanillo—dijoelcataláncuandoeljovenmédicosesentóasulado—. Esta noche hay baile de moda en Bullier. Ya sabes, concurrenciadistinguidísima.Lascocottesconmáschicdelotro ladodel ríopasaránestanoche los puentes para asistir a la fiesta y bailar la cuadrilla. Además, sedispararán fuegos de artificio, habrá sorpresas; en fin, un gran programa,segúnme acaban de decir esos chicos que están en la mesa de al lado. Elplacer armonizado con la economía; entrada, dos francos para caballero ygratisparalasseñoras.¿Vienes?

—Novoy—contestóZarzosoconmalhumor.

—Puesharásmal.Necesitasdivertirteparaquesetevayaesamelancolíacruelquetedevorapormomentos.Tampocohoyhemosrecibidocarta,¿eh?...Melofiguraba;nialmismodiabloseleocurreenamorarsedeunacondesitaorgullosa,quetehahechocasomientrasestuvisteenMadridyladivertíascontusmiradaslánguidasytussuspiros,peroquetehaolvidadoapenashasvividoalgunosmeseslejosdeella.Diossabecuántosnoviostendráaestashoraslaniña.Debescreermeamíydejarteguiarpormisconsejos,puesaunquenosoyviejotengoexperiencia.Diviértete,gozatodoloquepuedasypiensacomoloqueeres:comounjovendetalentoquetienemuchosañosdevidapordelante,y no como un viejo, que anhela casarse y constituir una familia. ¿A quiéndiablosseleocurreatuedadtenernoviasenserioytomarsetantosdisgustosporsihavenidoonounacartadeMadrid?¿Quiéntehadeescribiresacarta?¿Unamujerhermosa?Puesaquí,sinsalirdelbarrio,lasencontrarásadocenas,ydeseguro,mejoresqueaquellassosasdeallá;puesyo,querido,aunquepasepormalpatriota,prefierolamujerfrancesa.Además,losamoríosdeaquísonalgo más substanciosos y divertidos que los noviazgos de allá, limitadossiempreapalabritasdulces,miraditastiernasyunsinnúmerodeseñasconlasmanosdesdeelbalcónalacalle.Créeme,Juanillo;noseasinocente;venestanoche a Bullier, y yo me comprometo a buscarte media docena de noviassuperioresaesaquetienesenMadridyquetanmalseportacontigo.

Zarzoso comía con la cabeza baja, ocultando la sorda imitación: que leproducían las atrevidas comparaciones de Agramunt, el cual no cesaba deanimarleasumodo,intentandodecidirleaquefuesealbailedeBullier.

De este modo transcurrió la comida, y cuando los dos jóvenes selevantaron de lamesa,Agramunt, con expresiónmarrullera de cariño, cuyoverdaderosignificadoadivinabaZarzoso,enlazósubrazoconeldeéstey ledijo,conexpresiónfraternal:

—Vamos,Juanillo,decídete...;¿vienes?

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—No,novoy.Noseaspesado—dijoZarzosoconvozenquesenotabalaira.

—Bueno,puesnoreñiremosporeso.Teacompañaréadarunasvueltasporelbulevar,yalasdieztedejaréparaquevayasacasaallorartusdesdichas.Yomeiréalbaile...¡Ah!,yahorarecuerdo.Haráselfavordeprestarmediezfrancos,porsitengoalgúncompromisoenelbaile.Yaves,siempresaltanalpasoantiguosconocimientos.

Zarzoso sonrió, a pesar de la irritación que sentía. Ya había salido alexteriorlaverdaderacausadeaquellaexpresióncariñosaquemomentosanteshabíamostradoAgramunt.Siemprequesuamigolehablabaenaqueltonoerasigno de próximo sablazo, cuyo importe le era después devuelto conmás omenosretraso,cuandoelescritorcobrabaenlacasaeditorial.

Zarzosodioasuamigomedioluis,yambos,encendiendosuscigarrosenelmecherodelmostrador,salierondelrestaurante.

Bajaron por la ancha acera del bulevar, para ir, como de costumbre, atomarcaféaCluny,yalospocospasosanteungranescaparatedecamisasycorbatasvieronaunamujerqueparecíamirarcongranatenciónlosgénerosexpuestos,peroquealhallarsepróximoslosdosjóvenes,volviórápidamentelacabezaysequedóconlosojosfijosenellos.

Zarzosohizounmovimientodesorpresa,sinpoderseexplicarlacausadeello.

Eralamismamujerdepocoantes,lahermosarubiaquehabíaencontradoenelportaldesuhotel.

Agramunt tardómás en apercibirse, y cuando ya estaba junto a ella, fuecuandosefijó,haciendotambiénunmovimientodesorpresa.

—¡Calla!...¡EsJudith,larubia!

Lajovensonreía,comoencantadaporaquellasorpresa,yalmismotiempomovíaconmanovaronilsulatiguillo.

—Sí,yosoy;yahacetiempoquenonosveíamos.

Yluego,tendiendosumanoconciertoairesoldadesco,dijoalescritor:

—¿Cómoestástú,buenapieza?

VII

LAPRIMERANOCHE.

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El reconocimiento fue afectuosísimo. Judith parecía encantada por aquelencuentro,yhasta superrucho, como si participasede la alegríade su ama,rabitiesoyconlasorejasrectas,hacíalaroscaentornodelosdosjóvenes.

¡Vayaunencuentro!

—¿Yquéesdetiahora?—preguntabaconcuriosidadAgramunt—.¿Cómohasestadotantotiempoalejadadelbarrio?

Y Judith, con su voz hombruna, dando palmadas de compañero en loshombros del escritor y hurgándole en el vientre con el puño de su látigo,siemprequesepermitíaalgunaobservaciónsubidadecolor,ibarelatandoconfrases incoherentes, cortadas por ruidosas carcajadas, la historia, de sudesaparicióndelbarrio.

—El amor, chico, el amor; esamaldita afición a los artistas pobres y detalento,quehadesermiperdiciónynomedejahacercarreracomootras.

YmatizandosupurolenguajefrancésconlaspalabrassacadasdelcalódelBarrio Latino y del de los arrabales, fue relatando su viaje por Bélgica eInglaterra,quehabíaduradomásdeochomeses.

Se había ido de París con un dibujante de Le Monde Illustré, queemprendió una excursión artística por orden de sus editores. El viaje habíasido feliz; se arrullaban como dos tórtolos, se amaban con el fuegoindestructiblede lasgrandespasiones, llamaban la atenciónen loshotelesyhasta en los trenes, por aquel amor público que no se recataban y que ibanpasando de país en país; pero en Londres surgió la primera nubecilla conmotivodeciertassospechasdeinfidelidadqueJudithinspiróasuamanteconsuligerocarácter.Aquellaescenadecelosfuedecisiva.

—Chico, aquello fue todo un quinto acto de los melodramas querepresentabanen laPorteSaint-Martin.Yo,cansadadesus lamentaciones, ledi con este látigo; él me tiró su caja de dibujo a la cabeza; estuvimospegándonos hasta que entraron a separarnos los criados del hotel, yavergonzadadeaquellaescena,porqueyasabes,yosoymuyseñora,ynomegustan los escándalos, como a ciertas mujercillas, pasé el canal, y al díasiguienteestabayaenParís,conmiNemo(elfielamigodeJudith).

Elperro,alseraludido,ladróalegremente,poniendolaspatasenlasfaldasdesuama,laquelecontestóconunlatigazo.

Zarzoso,apesardesuspreocupaciones,mirabaconcrecientecuriosidadaaquellamujeroriginal,extrañaeincoherente,queinterpolabalosmássuciosycanallescosvocablosenunelegante lenguajequeparecíadeunaactrizde laComediaFrancesa,yque,estrambóticaentodo,poníaasuperroelnombredelmisteriosopersonajesubmarinoimaginadoporJulioVerne.

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Judith afectaba no fijarse en Zarzoso, y continuaba su conversación conAgramunt,elcual,dominadoporciertacuriosidad,seguíapreguntándole:

—¿YahoraestásconLuigi,elmodeloitaliano?

Estapreguntapareciócontrariaralajoven;peroserepusoycontestóconresolución:

—Conése,siempre.Esotrademisdebilidades.Cuandonadiemequiere,voyabuscarle.Peroahoranoestoyconél.

—¿Yquéhacíasanteeseescaparate?

—Nada,medistraía.Nosédóndeir.Tedigoqueempiezoaencontraryainsulsoestebarrio,ysisupieradóndeexisteunapoblaciónenquepuedaunadivertirsemásqueenParís,allámeiríainmediatamente.Estoyaburridadelavida,yeldíamenospensadomearrojoalSena.

—¿Porterceravez?—dijoconacentoburlescoAgramunt.

—No, por cuarta—contestó con gravedad Judith—. Figuro ya por tresveces en el registro de la Policía como salvada por esos cochinos que searrojan al río para ganar la prima de veinticinco francos e impedir que unamujer se ahogue cuando le dé la gana... Sólo que entonces—añadió conexpresiónmelancólica—erayotanimbécilqueintentabasuicidarmeporamor,enloquecidaconlasperreríasquehacíanmisamantes.¡Quétiempoaquél,tanfelizytanestúpido!Ahoraquevoysiendovieja,puestengoveintidósaños,mipaladar está tan gastado, que ya no encuentro nada queme interese. Podríarodar de brazo en brazo por entre todos los muchachos del barrio, sinencontrarunoquelograseconmoverme.

—¿Yyo?—dijoenfáticamenteAgramunt,estirándoseelchaleco.

—¡Bah!...¡Tú!Nimeacuerdodecómoteconocí.Eresunbuenmuchacho,pero todos sois iguales. Adoráis por egoísmo una sola noche, y después...,muchasgracias,siosdignáisconocerlaaunaenlacalle.Yonosoydelasqueme hago ilusiones ni creo en la felicidad del porvenir.He tenido amantes adocenas;heperdidolacuentadelascamasenquehedormido;encasitodosloshotelesdelbarriohedispuestodeunadorador;hetenidoalaotraorilladelrío hotel y criados; por mí se batieron dos imbéciles americanos que nollegaronacomprenderquedeambosmereía;ahíenfrente,enelLuxemburgo,en las tardes de concierto, le han hecho estruendosas ovaciones a Judith larubia,faltandopocoparaquelallevasenentriunfo;sécómohacenelamorloshombres de casi todos los países; tuve un amante negro que era príncipeherederoenÁfrica;enciertaépoca,unvizcondemeponía lasmediaspor lamañana,yunduqueviejomepagabaunasuntuosahabitación,condoncelladeservicioygroom,sóloporqueleconsintieraciertasporqueríasquemehacían

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reír;hanhabladodemílosperiódicos,yhayunlibromuyleídoquetratademujeresgalantesquellevamiretratoymibiografía;y,sinembargo,tengolaseguridaddequeeldíaenqueseavieja,dentrodeunoscuantosaños,ytengaquevenderperiódicosenelbulevar, comootrasmuchasqueen su juventudfuerontantoomásqueyo,ningunodevosotrosvendráadarmeunsueldo,yhastatalvezosdeiselgustazodesaludarmeconlapuntadelpiecomoaunperrosarnoso.¡Ah,cochinavida!¡Quéhartaestoydeti!Antesqueseacabemi belleza y se vuelvan blancos estos cabellos rubios, a los cuales les handedicadoresmasdesonetoslosmuchachosdelbarrio,ledoyvueltaalallavede la estufa demi casa, tapobien las rendijas de la puerta ymemuero porasfixia. Lo único que me detiene es que así mueren la mayor parte de lasheroínasdefolletín,yamímeparecemuyburguésesodeimitaralosdemás.

Zarzosooía con asombro a aquella jovenhermosa, y en apariencia feliz,que hablaba con tanta tranquilidad de su sombrío porvenir y demostrabaconocerexactamentesuactualsituación.OíraJuditheraserarrastradoporuntorbellinolocoeirsaltandodesorpresaensorpresa.

Agramunt no se inmutaba y seguía contemplando a la rubia con cínicasonrisa. Demostraba estar acostumbrado a los caprichos melancólicos deaquellamujerextraordinaria.

—Estásestanochemuyfúnebre—dijoalajoven—.¿Esqueacasosientespróximounodeesosataquesdenerviosqueteconviertenenunaloca?

—¡Bah!Déjatede tonterías.Estoy tristeynadamás.Estamañanamehepeleado con Luigi y aúnme dura la excitación. Pero bienmirado, soy unatontaaldecirtodasestascosas,puesanadieleimportanmispenas.

Y cambiando rápidamente, su fisonomía volvió a adquirir su sonrisapetulante,insolenteyprotectora.

—¡Qué!¿Adóndevaisestanoche?

—Yo,aBullier,hijamía.Supongoquetútambiénirásalbaile.

—¿Yesteseñorquetansilenciosoestá?

Yaldeciresto,lahermosarubiasefijóenZarzoso,alcualhastaentonceshabíaafectadonover.

—¡Calle! ¡Yo creo haber visto a este caballero alguna vez! ¡Ah, sí! Fuehacepocorato,enelhoteldelaplazadelPantheón,dondeentréahacerunapregunta. Di, tú, furibundo descamisado, ¿este señor es amigo tuyo? ¿Esespañoltambién?

Agramunt,aludidodeestemodo,creyódelcasodaraconocerasuamigo,y con exageraday cómica expresióndegravedadpresentó a Judith al jovendoctor Zarzoso, lumbrera científica de la escuela de Madrid, y que en la

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actualidad vivía en París para perfeccionar sus estudios al lado de los másfamosossabios.

Judith, mientras escuchaba la hipérbole de aquel tronera de Agramunt,sonreía a Zarzoso, envolviéndole en una mirada protectora que tenía unaexpresióncasimaternal.

—¡Ah! ¡El señor es médico! Lo celebro mucho. A mí me han gustadobastantelosmédicos;tuveunamantequeloera.

—Sí, conozco la historia—dijo Agramunt—; aquél que conociste en elHôtel-Dieu,cuandointentasteenvenenarte.

—¡Bah!Nohablemosdecosastristes.¿Ibasaalgunaparte?...¿DicesquealcafédeCluny?Puesvamosallá.Esuncaféquenomeplace,puessólovanaélburguesesyviejos imbéciles.Noeschicel talestablecimiento;pero,enfin,nuncavienemalenmediodelaslocurasdelbarriodarseciertobarnizdeseriedad.

Lostresemprendieronlamarchaboulevardabajo;peroalospocospasosse detuvo ella y dijo con gravedad, afectando los ademanes de una personasesuda:

—Mirad, hijosmíos. Pasamos la noche juntos hasta la hora de retirarse;peronadadelocuras,¿eh?Muchaseriedad,queesloquedadistinciónaunapersona. Iremos al café y después al baile con toda la prosopopeya y lasensatez de una familia burguesa. Yo seré la mamá y vosotros los niños.Andad,pues,hijosmíos.

Agramuntreíacomounloco.¡Oh!¡Quégraciateníaaquello!

—¡Mamá! ¡Mamámía!—dijo dando saltos como un niño en torno de lahermosa rubia, y le plantó un sonoro beso en los labios enrojecidos por elbermellón.

Judith, afectando cómica indignación, le contestó con un latigazo en laspiernas, y los transeúntes se detuvieron riéndose y encontrando que aquellarubiateníamuchochic.

—Vamos,hijosmíos:adelante,ycuidadoconhacerotratravesura,porquela mamá es muy mala cuando se lo propone. Con este descamisado esimposiblelaseriedad.Vamos,doctor;ustedqueesmásformal,demeustedelbrazo.

Lostresbajaronelboulevardsinqueocurrierayaningúnincidente.

AgramuntabríalamarchamoviendosubastónparahacersaltarallanudoNemo,ydetrásmarchabanZarzosoyJudith,sincambiarunasolapalabra.Larubia, erguida, insolente, lanzando a todos lados miradas de soberana, y el

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jovencohibido,casiavergonzadoporaquelencuentroqueleobligabaapasearpor el boulevard unamujer tan llamativa y asustado por las demostracionesque ésta arrancaba al pasar frente a las puertas de los cafés o junto a lascuadrillasdeestudiantesquesepaseabancogidosdelbrazo.

A los oídos de Zarzoso llegaban un sinnúmero de exclamaciones quesonabanasusespaldas,producidasporelpasodelapareja.

—¡Mira;esJudith!

—Judith,larubia.

—¿Dedóndehabrásalidaésa?

—¿Seráésesunuevoarreglo?

—Debehaberpilladoalgúnmarquésespañol.

Yalgunosalverlapasar,canturreabanunacancióndeindecenteselogios,queunacupletistadelbarriohabíacompuestoenhonordeJudith,larubia.

Estaexplosióndepopularidadparecíasatisfacermuchoalajoven,laquemirabaatodaspartesconelairedeunasoberanaquepaseaentresusvasallos.

ElBarrioLatinoerasu reino.Allí laconocían todos; laapreciaban,puesraro era el que no había sido agraciado con sus favores, y la joven teníaderecho a exigir aquel homenaje del distrito literario, pues le había sidosiemprefiel,negándoseapasaralotroladodelrío,dondeencontrabasiemprelafortuna.

Entraron los tres en el caféCluny, y apenas hubieron tomado asiento enunamesa,Judithselevantó,dejandosulátigoenelasiento.

—Vuelvoenseguida,hijosmíos.Tú,Nemo,quédateaquí.

Ymientras el perro, como si comprendiese su lenguaje, saltaba sobre labanqueta de terciopelo, quedándose en actitud correcta y mirando congravedadasusdosnuevosamigos,lajoven,dejandoflotarsucapadesedaysus cabellos rubios en el aire que producía su ligero paso, salió del café,contenta y sonriente, como satisfecha del asombro que producía en lostranquilos parroquianos de las vecinas mesas, los cuales la mirabanescandalizados.

—¿Adónde va ésa?—preguntóZarzoso, que aún parecía no haber salidodelasombroque leprodujoaquelencuentroyde lamala impresióncausadaporloscomentariosqueJudithhabíaproducidoasupasoporelboulevard.

—No lo sé, ciertamente—contestóAgramunt—.Pero apostaría cualquiercosaaquesehametidoenesequioscodegabinetesdenecesidadqueexisteapocospasosdeaquí,enelboulevardSaint-Germain.Esunadelasrarezasmás

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características de Judith. Pero no vayas por esto a hacer comentariosdesfavorablesparalachica;nocreasqueestátocadadecontinuadisentería.Esque en esos quioscos hay siempre un tocadorcillo, donde por veinticincocéntimos se encuentran polvos, bermellón y demás artículos deembellecimiento,y Judithesunapersonaquenopuedepasarcincominutossincontemplarseasímisma,pararepararelmenordesordendesubelleza.Noexisteenelmundoidolatríamásfanáticaquelaqueesachicaseprofesaasímisma. Es un Narciso con faldas; está enamorada de su cuerpo tan porcompleto,quesipudieraleslevantaríaunaltarasuspechosyasusmuslos.Yse comprende ese cariño, ese amor vehemente a sus propias formas, porquehasdesaber,querido,quedeellascomeenlatemporadaqueestáaburridadeloshombres,ynoquierecomprometerseconningúnamante,puesentoncessela disputan los pintores y los escultores, que la consideran como la primeramodelodeParís.¡Oh!¡Quémuchachaésa!¡QuéJudith!EstoysegurodequelaSafo,quedescribeDaudet,noeratannotablecomoésta.

—¿Pero quién es ella?—preguntó Zarzoso con curiosidad que pretendíaocultar—.¿Conocestúalgodesuvida?

Agramunthizoungestodeasombro.

¿Quién no sabía en el Barrio Latino la biografía de Judith la rubia? ¡Sihastafigurabaenciertoslibros!Antetodo,habíaqueadvertirquelamuchachaerajudía,comoloindicabasunombre,yquenohabíanacidoenFrancia,puessus padres eran unos judíos húngaros, que habían venido a París a probarfortuna, trayendoconsigoa laniña,queteníaentoncesseisaños.Lospadresmurieronalospocosmesesdesullegadaalagranciudad,ylapequeñaJudithfuerecogidaporunmatrimoniodeobrerosqueaúnvivíanenBatignolles,yalos cuales iba a ver ahora de vez en cuando aquella bohemia extravagante,pues al encontrarse cansada, tras algunos meses de existencia aventurera,sentíarenacerensupechounfugazchispazodecariñofilial.

Lamuchachacreció terca,voluntariosayconcaprichosquedemostrabanuna imaginación fantástica y desordenada. En punto a diversiones gustabaúnicamentedelosviolentosjuegosdelosmuchachos;odiabatodaslaslaboresfemeniles; fueron vanos los esfuerzos de sus padres adoptivos para hacerlaaprenderunoficio,yaloscatorceaños,formada,desarrolladayhermosa,conesa precocidad propia de su raza, apareció en el Circo Hipódromo, comoecuyèredeúltimafilaenlaspantomimasecuestres.

Prontosuluminosacabellera,flotantealviento;sushermosaspiernasqueoprimían nerviosamente el vientre del caballo y sus temeridades propias demuchacho travieso,despertaronuna tempestaddehambrientosdeseosen losabonados de primera fila, y a la puerta del zaquizamí, donde ella se vestía,alineáronse los negros fracs, esperando permiso para entrar y ofrecer a la

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figuranta costosos bouquets de rosas acompañados de proposicionesdeslumbrantes.

LoseleganteslobosdelHipódromo,entreelmontóndecarnegastadadelgrupo de figurantas, habían olido la carne fresca, la virginidad bravía y, almismo tiempo,maliciosa de aquel gracioso diablejo de rubia cabellera, y lasubasta se acaloraba; los postores empeñábanse en una batalla en que losofrecimientos subían rápidamente empujados por la competencia, hasta que,por fin, una noche, después de una cena en la Maison Doré, en que elchampaña corrió a torrentes, Judith cayó en brazos de un conde rusomillonarioygastado.

YanovolviómásalHipódromo;tuvounpisoenlacalzadadeAntín,conla servidumbre correspondiente; pero al mes se aburría en aquel gabineteacolchadoymonocomounabombonera,yunatardesefuealBarrioLatino,paranovolverasalirmásdeél.Allíestabaensuelemento.Ibaaempujonescon la juventud vigorosa, brutal e insaciable que no retrocedía ante lasmásestrambóticaslocuras,y,además,enaquellaatmósferadecontinuacrápulaalaire libre se encontraba algo del ambiente científico y artístico que traíaconsigolajuventudescolar,yqueagradabamuchoalaimaginaciónardientedeJudithyasuinteligencia,deunaprecocidadasombrosa.

Enaquelbarrio,haciendo locurasen lacalle, rompiendoserviciosen loscafésysiendoconducidacasitodaslassemanasaloscuartelillosdelapolicía,por haberse mezclado, a puñetazo limpio, en las peleas de los estudiantes,Judithfuebienprontocélebre,gozandodeunapopularidadquelaconvertíaenla primera mujer del barrio, y que hizo que en varias ocasiones de jaranaestudiantil, lamuchedumbre escolar la llevase en triunfo sobre sus hombrosporelbulevarSaint-Michel.

Almismotiempoquedetalmodolabrabasureputacióntormentosaenelbarrio, adquiría una ilustración tan incoherente como enciclopédica,oyéndoselahablar de losmisteriosmás recónditosdeuna ciencia, almismotiempoquedabaaentenderquedesconocía lomásrudimentarioyvulgardeella. Contábase que cuando cualquiera de sus amantes permanecía en casaestudiando, por hallarse próxima la época de los exámenes, ella leacompañaba, entreteniéndose con gran ahínco en la lectura de los libros detexto,quemuchasvecesnoentendía.

A fuerza de acostarse con los estudiantes de Derecho, hablaba deJustiniano y Papiniano con lamisma franqueza que si se tratara de algunosseñores que la habían convidado a un bock en el café Vachette; de losestudiantesdeMedicinahabíasacadounincompletoconocimientodelcuerpohumanoque la autorizaba a hablar con tonodoctoral sobre lasmásdifícilesenfermedades; mezclaba en su conversación citas históricas, problemas

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matemáticosytérminosdeingeniería;perosuaficiónpredominante,sucuerdasensible,sucaprichodetodashoras,eranlosartistas,elarteyaquellaEcoledeBeaux-Arts,delaquehablabaconrespetuosaadmiración.

Eneste centrode enseñanza,dondeacudían lospintoresy escultoresdelporvenir, Judith erapopular; puesnohabíauno solode aquellosmuchachosmelenudosyaudacesquenotuvieraderechoasuintimidad.

Desde el principio de su estancia en el barrio, la habían enamorado losalumnos de Bellas Artes por su existencia aventurera y su carácterextravagante,quetantoarmonizabaconelsuyo,yestacontinuaintimidadconpintores y escultores, la había llegado insensiblemente a convertirse enmodelo, profesión que, aunque incómoda, le gustaba, pues era como unhomenaje tributado a su cuerpo, que ella misma tanto idolatraba. Además,necesitabalosquincefrancosqueledabanporsesión,puesunadelasrarezasmásnotablesdeaquellamujertanextraordinariaeranoadmitirdesusamantesotracosaqueelcuartoylacomida.

Recibíacomounaofensaeldinerodesusamigos,puesellaseentregabasiempre por amor, ymiraba conmayor simpatía a losmás pobres entre susallegados.

Suscaprichosdemujerhistéricahacíanfurorenelbarrio.

EnunaocasiónseenamoródelaantiguaestatuadelGladiadorqueexisteen el jardín del Luxemburgo, y pasaba las horas enteras sentada ante ella,contemplando con mirada extraviada por el deseo la potente y armoniosamusculatura.

Undíaencasadeunropavejeroseencontróunahermosacopiaenyesodela célebre estatua, la compró por treinta francos, y la metió en su cama,pasandolanocheentreespantosasconvulsionesyrugidos,queasustaronalosvecinos e hicieron que al día siguiente los amigos de Judith rompiesen apatadaselinsensiblecuerpodelinfelizGladiador.

Aquella brutal afición al arte, aquella adoración al desnudo y a lascorrectasyarmoniosaslíneasdelcuerpohumano,fueronsiemprelaperdicióndeJudith.Pasaba indiferentedeunosbrazosaotros,sin llegarapreguntarsenuncasiestabarealmenteenamoradadealguno;seentregabaatodos,porqueestoledabaocasiónparalucirlaesplendidezdesucuerpo,paraenorgullecerseconlaadmiraciónqueinspirabayloselogiosqueladirigían,yjustamenteporesto prefería a los pintores, que eran los que mejor sabían apreciar lasondulanteslíneasdesusformas.

Rodandodeestudioenestudio,conocióal signorLuigi,modelo italiano,avariento,villanoy rufián,que sehacíapagarmuybien las sesionesenquemostrabaanteelartistasumusculatura,queparecíamodeladasobreunadelas

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estatuassublimesdelaGreciaclásica.

Aquel bandido napolitano, con su pelo a la romana y su sombreritocalabrésgraciosamenteabollado,apesardequegozabafamadecorresponderalapasióndelasmujeressacándoleseldineroygolpeándolas,fuequienlogróinteresarelcorazóndeJudith,quesefueavivirconél,yleperseguíaagitadaporcelosfuriosos,recibiendotodossusdesdenesysusinjuriasbrutalesconlapasividadqueelesclavodemuestraanteelseñorabsoluto.

La misma mujer, que de vez en cuando, al sentirse aburrida por lasagitacionesdelBarrioLatino,pasabaalotroladodelSenaparadistraerseconlavidaelegante,yeralaqueridadesdeñosademillonariosyaltospersonajes,tenía su corazón amerced de un tipo despreciable, que con sus golpes, suslatrocinios y sus desprecios, vengaba sin saberlo los disgustos que Judithcausabaasusadoradoresmásdistinguidos.

Transcurría a veces un año sin que la joven volviera a juntarse con elmodeloitaliano,perosiempreleamabaylebuscaba,solicitándoloconaquellaloca pasión de la forma artística que en ella era ya una manía. Acogía losdesdenesdeLuigiconunaresignaciónsinlímites;unamiradabenévoladeélla hacía sonreír, y la menor de sus palabras era para ella como una ordenimperiosa.

Agramunt, después de relatar estos amores de Judith con el italiano, sereconocíayaimpotenteparareseñarlorestantedesuvida.

—Mira, chico—decía a Zarzoso—. Yo creo que ni ella misma sabe elnúmerodeamantesquehatenidoenestavida.Muchoslahanposeídosinqueella,enlalocaprodigalidaddesucuerpo,llegaraaapercibirse.Yomismolatuveenmisbrazosdespuésdeunanocheenquepaseamosporelbarrioconelestruendopropiodeunatempestad,ydeseguroquesiselopreguntodiráqueno se acuerda de nada.Ha tenido amores creo que en todos los distritos deParís,ylomásnotable,losorprendenteesque,noobstantesieteañosdeunavidatanagitadaydecontinuascaricias,sucuerpoestátanfrescocomocuandoera ecuyère en el Hipódromo; sus formas artísticas de Venus clásica,consérvanseintactasapesardelacontinuacariciadelvicio,ynoparecesinoque ese cuerpo de juventud milagrosamente eterna ha sido bañado en laEstigiaparapermanecerinsensiblealasinjuriasdeltiempoyaloscontagiosdelacrápula...¡Ah,querido!—continuóAgramunt—;sieseperroqueestáahísentado con la gravedad de un senador pudiera hablar, de seguro que noscontaríacosasmuylindas.

Zarzosoescuchabaconatenciónaquellahistoriaaventureraquelerelatabasu amigo, y experimentaba tan pronto una impresión de asombro como deasco.

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¡Vaya un pingajo la tal Judith, que pasaba de mano enmano, como unobjeto de risa, a lo largo de una cadena de hombres que se perdía en elinfinito!

Pero al mismo tiempo causábale cierta impresión atractiva aquellaexistenciabohemia,yespecialmentelaextrañadignidadquelaobligabaanorecibirdinerodesusamantes.

A pesar de todo esto, Zarzoso no parecía sentir la admiración quedemostrabaAgramuntalhablardeaquellaaventurera.

El la tenía por un tipo algo interesante, por unamujer estrambótica, queúnicamente podía vivir tranquila enmedio de las locuras delBarrioLatino,perocuyaamistaddebíaevitarseportodapersonaseriaquedesearaentregarsealestudio.

Él tenía ya formado su plan para aquella noche. Permanecería conAgramunty Judithhastamediahoradespués, que era cuando comenzaba elbaile,yentonceslosdejaría,yéndosetranquilamenteasucasaparaentregarsealalecturadeunlibroreciénpublicado.

¡Bienestaríaqueélpasase lanochehaciendo locuras, justamentecuandoestaba furioso por aquel silencio incomprensible que guardaba María! Noqueríaexponerseotravezalamolestaatencióndetodos,paseandoconJudithdelbrazoporelbulevarSaint-Michel.

Zarzosoreflexionaba,yAgramuntentreteníaseenhacercosquillasaNemoparaobligarleagruñir,cuandoenlapuertadelcaféapareciólaondulantecapadesedaylasueltacabelleradeJudith,provocandounnuevomovimientodecuriosidad en los encandalizados parroquianos y furibundas miradas en laempleadaqueocupabaelmostrador.

Alasdiezsalierondelcafé,Judithenmediodelosdosamigos,yelperroabriendolamarcha.

Zarzoso estaba decidido a despedirse así que llegasen a la esquina de lacalle de Souflot y mientras tanto, marchando a paso lento, escuchaba a larubia,queconentonación juiciosayaire tranquilo,hablabade lasgrandezasdelarte,delospintoresCarolusDurányBonnat,delescultorFalguieresydeotraseminenciasdelarte,alosqueconocíaporsuoficiodemodelo.

Al llegar frente a la calleque conducía a laplazadelPantheón,Zarzosointentódespedirse,provocandoconestounestallidodeprotestas en susdosacompañantes.

—¿Eh?¿Quéesesto?—ledijoAgramuntenespañol—.¿Quieresburlartedenosotros?¿Teparecequepodemosconsentirquevayasaaburrirtealhotel,mientras nosotros nos divertimos? Vente a Bullier. Me parece que este

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encuentroquehemostenidobienvalelapenadequehagasestesacrificio.

Judithintervinoconlamayorfinura:

—Caballero, sea usted amable, y acceda a los deseos de su amigo;acompáñenosusted,yoseloruego.

YaldecirestoponíasumanecitaenguantadaenunhombrodeZarzoso,yse acercaba tanto a él, que le rozaba el chaleco con supecho recto, firmeyturgente, que no llevaba encerrado en las ballenas del corsé, pues ella,satisfechadesubelleza,nousabanuncaestaprenda,porestarconvencidadequedeformabasucuerpo.

Zarzososeestremeciódepiesacabezaconaquelcontacto;peroapesardeesto,volvióanegarseairalbaile.

—Pues almenos—dijo la joven—,ya que es usted tan testarudoque noquiere entrar en Bullier, acompáñenos hasta la puerta y allí le dejaremos.Vamos;enmarcha.

Y enlazando su brazo con el delmédico, le empujó con una rudeza quedemostrabalafuerzadeunantiguaecuyère.

ZarzososedejóllevarporJudith,andandoambosconlentopaso,mientrasque Agramunt iba delante, echando ojeadas a todas las muchachas quepaseabansolas,coneldeseodeformarunaparejaquearmonizaseconlaquemarchabadetrásdeél.

ElescritornosehabíailusionadoaquellanocheacercadeJudith.

AdivinabaqueéstasentíaciertointerésporZarzoso,yélseproponíadejarel campo libre. Le halagaba la idea de que su amigo, a pesar de toda sugravedad, fuese también de los que aquella muchacha arrastrase en sutorbellino. ¡Tendríagraciaveraunchico tanpreocupadoporel silencioqueguardaba su novia deMadrid, enamorarse de aquella carnemilagrosamenteintacta, a pesar del tiempo y del continuo roce y que ningún hombre podíamirarsinsentirsebrutalmenteatraído!

El no haría nada por su parte, para que Zarzoso cayera en la tentación;pero...¡alláél!siesqueeradébilylacaprichosaJudithteníadeseodesabercómo resultaba en la intimidad unmuchacho austero, casi virgen, dedicadoporcompletoalestudio,conrostrodepersonagraveygafasdesabio.

Cuando llegaron a la terminación de la avenida delObservatorio, vieronquelaconcurrenciaenelbulevaribaengrosando,yquetodosmarchabanenlamismadirección.

Alvolverunángulo,aparecióBullier,consufachadaárabealumbradaporhilerasdellameantegas,encerradoenvasosdecoloresqueafectabanlaforma

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defloresexóticas.

Los carruajes de alquiler, llegando en veloz carrera, deteníanse ante eldentadoarcodelapuerta,dondelapolicíaibadeunladoaotroparaimpedirlaaglomeracióndegente.UnaturbaderamilleterasydepequeñosvendedoresdetodaclasedeartículospululabanentornodelaestatuadelbravomariscalNey,deteniendoalostranseúntesparaofrecersugénero.

Zarzoso, al verse junto a la puerta del baile y confundido ya entre lamultitudquepugnabaporentrar,hizounmovimientoderetroceso,e intentódesasir su brazo del de Judith, interrumpiendo a ésta en lo mejor de suconversaciónseriayelevadasobreelarte.

—¡Cómo!¿Sevausted?

—Sí, señorita. Sólo he prometido acompañarla hasta el baile y ahorapermítamequemeretire.

—¡Quédesgraciadasoy!—murmuró la rubia—.Amímegustamuchoelconversar con un señor serio e instruído como usted lo es, y a usted por lovistonoleresultamuysimpáticomitrato.

Zarzososehacíaelsordoymirabaatodaspartes,buscandoconlosojosaAgramunt,peronolograbaverloentreaquellamultitud.Sinduda,elescritor,para complicar más la situación de su amigo, se había escabullidovoluntariamente.

—¿Perodóndeestaráesepillo?—murmurabaZarzoso.

—¡Oh!Adivino la causa de su desaparición. Sin duda habrá encontradoalgunaantiguaamiga,yconfiandoenqueustedmeservirádecaballeroestanoche,noshadejadoplantados.Estoestámuymalhecho,sí,señor,muymalhecho;esdejaraunamujerenuncompromisoqueavergüenza.¿Cómovoyaentrarenelbaile,sola,conaspectodeabandonadaysinunamigoquemedéelbrazo?

Lanzólajovenunamirada,deaquellasquesehabíanhechocélebresenelbarrio por su voluptuosidad irresistible, y con acento mimoso de niña malcriada,murmurójuntoasuoído:

—¡Ah! ¡Si usted fuese tan amable que se prestara a ser mi caballero,aunque sólo fuera para entrar en el salón!... ¡Si llegase su condescendenciahastaesepunto!

Zarzosointentóresistirse,peroaqueldiablejodorado,queparecíaadivinarelpuntovulnerableensuarmaduradecastidad,suplicándoleconlosojos,serozabamarrulleramentecontraelchalecodeljoven,yéste,alsentirelcontactodeaquellospechosdurosyvírgenes,ibadebilitandosutenaznegativa.

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LeparecióqueJudithlemirabaconciertodesprecio,comosisehallaraenpresencia de un tacaño, que por no gastar dinero se negaba a acompañarla.Esto dio al traste con toda su austeridad, ¡Qué diablo! Él no era ningunadoncellitapudorosaqueporentrarenBullierperderíasuprestigiovirtuoso,y,además,bienpodíametersellevandounamujerdelbrazo,puesotroslohacíanvaliendotantocomoél.

Estaba decidido; adentro, pues: al fin y al cabo, aquella noche de locadiversión le serviríaparaolvidar el silenciode sunovia,que tanapenado letenía.

RemolcandoaJudith,lacual,porsuparte,seabríapasoconsuspuñosdeacero,atravesandolamuchedumbrequeseagolpabaeneldespachodebilletesy en el guardarropa, bajaron la ancha escalinata que conducía al gigantescosalóndelbaile.

Labulliciosa juventuddelbarriosehabíaposesionadodeaquelenceradopavimento, obligando a refugiarse en las tribunas a gran parte del elementoeleganteycorrectoquehabíavenidodelaotraorilladelSena.

Loque sehabíaanunciadocomouna fiestachic, a laqueconcurrían loselegantes del centro deParís y las princesas de los grandes bulevares, iba aterminar en una fiesta de estudiantes con todas sus locuras y sus grotescosdesvaríos.

Elsalóndebaile,alentrarZarzoso,presentabaunaspectogrotescoycasiinfernal.AquelloeraunsábadodelaEdadMedia,consusdanzasdiabólicasysu música discordante. La orquesta sólo tocaba cuadrillas, con granacompañamiento de timbales y platillos, y un inmenso pataleo conmovía elpavimentoyhacíatrepidareltecho,hastaelpuntodequeoscilasenlosfarosdeluzeléctrica.

La danzamacabra resultaba tranquila, en comparación con la de aquellamasadeestudiantesymuchachas,queseagitabanconeldeseodeproducirunescándalo mayúsculo que espantase a las gentes correctas del otro lado deParís,quehabíanacudidoainvadirelbarrio.Bailabansinajustarseareglasdeningunaclase.Hombresymujeresseagarrabandelbrazo,yformandocorro,pateabancomolocosyechabanlaspiernasalaire,hastaqueporfinllegabaelmonomio,nombreque losestudiantesdana laserpenteante filiaqueformanagarrándoseunosaotrosdeloshombros,yconsusvertiginosasevolucionesbarría el salón hasta en sus últimos extremos, arrojando al suelo a losdanzarines.

Zarzoso se detuvo indeciso al pie de la escalinata, mirando con ciertainquietudaquelruidosoaquelarre,mientrasqueJudithsonreíaencantadaporaqueldesordenparaellaembriagador,ydilatabaansiosamentelasalillasdesu

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nariz aspirando placenteramente la pesada atmósfera que levantaba elgigantescopataleo.

Apesardeestonotardóensentiralgunainquietudalverquemuchosdeaquellosalborotadoresfijabanenellasumiradadeantiguosamigos;ydeseosade no ser arrastrada por el bullicioso torrente, y para evitar una ovación deaquellamasa,queladesconceptuaríaalosojosdeZarzoso,ledijoaéste:

—Vamosalastribunas.Esoslocosmeconocen,ysimevensoncapacesdecometerunatontería.

Yaeranvariaslasmuchachasquesobresalíanenaquelmardecabezas,yque pasaban de hombro en hombro, empujadas por rudas manos, entreruidosas carcajadas y mostrando en el aire desnudeces que provocabancomentarios cínicos. Zarzoso reconoció también en el tumulto el blancochambergoylasmelenasdeAgramunt,queenaqueloleajedecabezasibadeunpuntoaotro.Elescándaloyelestruendoeran loselementos favoritosdeaquelmalacabeza.

JudithyZarzosoocuparonunvoladorenunade las tribunas,ybebiendocerveza tranquilamente vieron cómo entraba un pelotón de Guardiarepublicana, llamado por los inspectores del baile, que se reconocíanimpotentespararestablecerelorden.

Los alborotadores fueron expulsados, disolvióse el tempestuoso grupo, ymedia hora después se había restablecido la calma y bajaban a danzar o apasarsesobreelenceradopavimentolascocottesdelbarriodeEuropaodeldeNuestraSeñoradeLoreto,conlosgomososflamantes,decameliaenelojalymonóculoenelojo.

Eljovenmédicobajótambiénllevandodelbrazoasucompañera.

La atmósfera voluptuosa del baile se había apoderado de Zarzoso, queestabacompletamenteaturdido,hastaelpuntodenopensarennada.Judithlehablabaaloído,mareándoleconsuperfumeydiciéndolecosaspicantesquelehacían sonreír con expresión de estúpida bondad, y por otra parte, aquellaorquesta ruidosa, infernal, atronadora, tocando siempre aires canallescos, leatontabayproducíaensucuerpoundeseodemovimiento,deagitaciónydeescándalo.

Doshoraspasaronvagandoporaquelsalón,queparecíaunmundo.

A instigación de Judith paráronse ante todos los puestos de venta dechampaña, dondeunas cuantas cocottes retiradasdespachaban susbotellas afuerza de sonrisas, de miradas y de besos, y en cada una de las mesillasapuraronunascuantascopasdeesevinoenloquecedor,suaveyfantásticoqueeselprincipaladornodelvicio.

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Zarzoso estaba alegre a los pocos paseos por el salón; Judith reía acarcajadascomouna loca,yúnicamenteconservabasuserenidadparaevitarlasmiradasylossaludosdelosmuchosamigosqueteníaenelbaile.

Preludió laorquestaunvalsdeMetra,deesosquehacenque lospies semuevaninstintivamente,yZarzosonosupocómopasóaquello,perolociertofue que él, que no había bailado nunca, se encontró de repente dandovertiginosasvueltassobreaquelresbaladizopavimentoyllevandocogidaporlacinturaaJudith,queeralaque,másdiestraenladanza,leremolcabaaél.

El joven pensaba, a pesar de las espesas sombras que comenzaban aenvolversucerebro,enqueBulliereraunpuntobastantedivertidoyquehabíasidoantesunimbécilalnegarseaentrarcontantatenacidad.

Teníaentresusbrazosaquelcuerpojoven,frescoyerguidoqueesparcíaentorno el ambiente propio de la hermosura, y a pesar de que el champañaembotaba algo sus sentidos, estremecíase al contacto de aquella cinturacimbreanteylibredeballenasqueabarcabaconsubrazo,yaquellacarnequeaplastabasudurezaelásticasobresuchaleco.

Dieron vueltas vertiginosas mientras duró el vals, sin fijarse en queAgramunt, ocultándose tras las columnas, y esquivando su encuentro, reíaruidosamenteconlaestúpidacarcajadadelaembriaguezdevinoyescándalo,alverasuamigoeldoctor,siempretangraveyaustero,dandovueltascomounapeonza,arrastradoporlosforzudosbrazosdeJudith.

Estasentíaseacometidadetodosloscaprichos,yllevabatrassíaZarzoso,que,mareadoporelchampañayporelcontactodeaquellacarne,queatantagentehabíaenloquecido,laobedecíacomouncolegial.

Al terminar el vals la rubia compró cuantas chucherías se vendían en elbaile,jugóenelbillarromanoyencuantosaparatossehabíancolocadoenelsalónparaarrancareldineroalosconcurrentes,yZarzosoacadapuntoteníaquesacarsuportamonedas,sosteniendoverdaderasbatallasconJudith,queyaletuteabayseempeñabaenpagarellamisma,siemprefielasudecisióndenotomareldinerodesusamantes.

Laorquestapreludió laúltimacuadrilladelbaile, que es siempre lamástempestuosa, y Zarzoso, llevando agarrada de la cintura a su compañera,colocóseenuncorro,enelcentrodelcualibanabailarlascuatrocancanistasmás famosas en la opuesta orilla del Sena. Eran muchachas de aspectoagranujado, que parecían conservar aún en sus personas el ambiente de losmercados o de las porterías donde habían pasado su niñez, pero que sepresentabanconcostosossombreros,cubiertasdesedayhaciendocentellearacadaunodesusmovimientoselirisadoreflejodenumerososbrillantes.

Nunca había vistoZarzoso bailar la cuadrilla con tanto cinismo, con tan

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tranquiladesvergüenza.Alospocoscompases,deentrelasblancasnubesdealmidonadas enaguas, surgían las veloces pantorrillas cubiertas con mediasnegras,cuyasedamarcabaelsuaveyabultadocontornodelosmúsculosdelasbailarinas; pero aquello fue sólo d preludio, pues conforme la atropelladamúsicaaumentabaenviveza,extremábanselasactitudesdelbaile,haciéndosemás cínicos y descocados losmovimientos, y las faldas,moviéndose de unlado para otro, arremolinándose como el empuje del torbellino de aquellatempestadmusical,dejabanaldescubiertolospantalonesdeencajedetraidorasutilidad,milvecesmás inmoralqueel francodesnudo,puesaumentaban laexcitaciónyeldeseocon la rosadacarneque transparentabany las sombrasquedejabanentrever.

Aqueldescocadoespectáculo eraparaZarzoso como la chispaquehacíaestallarlaminadesucontinencia.Losdeseos,dormidosdurantetantotiempodedicado a la ciencia y a un amor puro y espiritual, despertaban ahorahambrientos y poseídos de salvaje furia, reclamando su parte por el tiempoque habían permanecido inactivos y comomuertos. Experimentaba el jovenescalofríosextrañosyoprimíaconvulsamente lacinturade Judith, crispandosu mano sobre la tela, como si pretendiera rasgarla para llegar a la carneanhelada.

La rubia lemiraba fijamente, sonriendo conmalicia, y fingiendo cómicaextrañezaexclamaba:

—Pero, ¿qué es eso, niño? ¿Qué atrevimientos son éstos? ¿No hemosquedadoantesenqueyoeralamamá?

—¡Vámonos!¡Vámonosprontodeaquí!—contestabaZarzosoconacentodeardientesúplicayconvozqueapenasseleoía,puesteníalabocasecayparecíaquelalenguaibaapegárselealpaladar.

Terminóelbaile,ylagentecomenzóasalirdelsalón.Enelguardarropa,mientrasZarzososeponíasugabányayudabaaJudithacolocarselacapadeseda,aparecióAgramunt,quesemostrabafuriosoporhabérseleescapadounaconquistaquecreíayarealizada.

Los tres salieron a la calle y allí no tarado en reunírseles Nemo, perrodiscretoybieneducado,quedeantiguoteníalacostumbredeesperarasuamaalapuertadeBullierenlasnochesdebaile.

El frescode la nochepareció disipar un tanto la embriaguezde los tres;pero esto no les impidió seguir haciendo locuras, pues la fiesta iniciada enBullier continuaba sobre las aceras del bulevar. Los grupos de hombres ymujeres,cogidosdelbrazoyenfila,andabanasaltoscantandoagritopelado,apasardelasreconvencionesdelasparejasdePolicía;ydeunaaotraaceracruzábaseuntiroteodechistesydeinsultos,dichossindejardereírseycon

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vozatronadoraquedespertabaalosvecinospacíficos.

Judithestabaencantadaporaquellanochequeleresultabamuydivertida.Reía,cantabacuplésylanzabaelgritodemodaenelbarrioalosqueibanporla acera opuesta; pero no soltaba el brazo de Zarzoso, al que dirigíavoluptuosasmiradas,ydosotresvecesqueAgramuntseatrevióapellizcarlacondisimulo,lecontestóconunlatigazo.

Al llegar a la entrada de la calle de Soufflot reuniéronse los tres paracelebrarconsejo.Judithhablabadeirsesolaasucasaadormir,perolodecíade un modo tan débil y vago, que daba a entender que en lo que menospensabaeraenesto.

Agramunt, que en tratándose de fiestas y de holgorio era un atroz eincansableapuracabos,hablódecomprarunabotelladeunMarssalanotablequevendíanenuna tabernadelbarrioyalgunospasteles,para iraacabar lajornadaenelhoteldelaplazadelPantheón.

Judith,quehablabaderetirarse,aceptóinmediatamente.

—Bueno,hijosmíos;iremosavuestracasa;peroporunahoranadamás.Asíquetoquenlasdosmevoyamicasa;hayquetenerbuenaconducta,puesestodadistinción...¡Tú,descamisado!—continuódirigiéndoseaAgramunt—.Nomepellizqueslaspiernas,odelocontrariotecruzolacaraconellátigo.

Agramunt se fueacomprar labotellay lospasteles,diciendoqueya losalcanzaríaalosdos,ylapareja,precedidaporelperro,comenzóasubirconlentopasolacalledeSoufflot.

Zarzosoparecíaunimbécil,puesdemostrabanodarsecuentadeloquelesucedía. Caminaba al lado de Judith llevándola siempre agarrada por lacintura, y el perfume de la hermosa rubia y susmiradas de fuego parecíanaumentarlaebullicióndelchampañaqueteníaenelestómago,ycuyohumoselesubíaalacabeza.

En aquella embriaguez de deseo, apenas si se había enterado del planpropuesto porAgramunt, y lo único que sabía es que iban al hotel. Esto lehacía reflexionar en su excepcional estado, mientras que Judith caminabacanturreando, apoyada la cabeza en su hombro y rozándole la nariz con lasplumasdesusombrero.

¿Ibanalhotel?Noteníainconvenienteenello;perolafiestanoseríaensucuarto, sino en el de Agramunt. Sobrevivía en el joven, a pesar de suembriaguez,unrestodepudor,deconsideraciónparasusantiguosamores,yno quería que sirviese para una escena de crápula aquel cuarto donde tanpuramentehabíasoñadoydondegozó inefableplacerescribiendoaMaríayleyendolascartasdeésta.

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Pasaron la parte de la calle de Soufflot, ocupada por los ruidosos cafésestudiantiles, y al llegar a aquella donde gigantescos y cerrados edificiosoficiales proyectaban densa sombra, Judith inclinóse con mayor desmayosobre el hombro de su joven acompañante, esperando que la obscuridadalentaraaésteparaunatrevimientocualquiera.

Zarzoso seguía caminando como un sonámbulo, y obsesionado por lamismaideafija,conlatenacidaddeunbeodo.

No;aquellafiestadeúltimahoranoseríaensucuarto.YaqueAgramuntera quien la había propuesto, debían reunirse en su habitación, en aquellabuhardilladondenoexistíanrecuerdossagradosypordondehabíadesfiladotodalacarnefemenil,gastadayenventa,queexistíaenelbarrio.

Pero sintió en sus labios un suave roce que le hizo volver en sí,abandonando sus pensamientos. Era que Judith, cansada de esperar un besoque no llegaba, había tomado la ofensiva, y removía la sangre de aquelpazguatoconsuscariciasdefuego,queparecíaimposiblefuesenfingidas.

Zarzososintiócomosiensuinteriorserompieraalgoyuntorrentedelavainundarasusvenas;ytrémuloporlapasiónbuscóentonceslabocadeJudith.

Fueaquellocomoun tiroteodebesos.Seolvidarondequeestabanen lacalleyqueaúnhabíaenellatranseúntes,yconlasbocaspegadas,comosinopudieransepararse,pasaronanteelcuartelillodePolicía,sinfijarseenlasrisasde losagentes,ycruzaron laplazadelPantheónsinmirar laestatuadeJuanJacobo,elfilósofoqueensujuventudhabíatenidomuchasescenassemejantesaaquélla.

En la puerta del hotel se les reunió Agramunt, que llegabaapresuradamente con la botella y los pasteles.Hubo discusión entre los dosamigossobreelcuartodondeseríalafiesta,yAgramunt,apoyadoporJudith,yfundándoseenque lahabitacióndeZarzosoeramásgrandeyconfortable,decidiónopasardelsegundopiso.

Subieronlaescaleracautelosamente,conpasodeladrón,paranodespertaralosvecinos,puesZarzoso,enunrestodesuausteradignidad,noqueríaqueenelhotelseapercibiesendequeporlanocheteníamujeresensucuarto.

Alentrarenéste, Juditharrojó su sombrero sobre lacama,yNemo,conimpasibilidad filosófica, se introdujo bajo de ella, como perro de pocosescrúpulosyacostumbradoatalesescenas.

Agramuntcolocósusprovisionessobrelamesa,ymientrastanto,larubiacurioseaba, mirándolo y tocándolo todo y buscando sorpresas hasta en elúltimodelosrincones.

Despuéssesentóentrelosdosamigosyatacóunpastelconlafuriadeuna

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niñagolosa,tomandocuantascopasleofrecíansuscompañeros.Zarzoso,porespíritu de imitacióno instintivamente, buscaba también a cadamomento labotella,ydeestoresultabaqueelmásserenodelostreseraAgramunt,quien,porsuparte,nosesentíamuysegurosobrelospies.

Judith sonreía con aire bondadoso y hablaba del amor y de la amistad,conmoviéndoseasímismahastaelpuntodequelosojosseleempañabandelágrimas.

Acada instantedecíaque iba a irse,perono semovíadel asiento; antesbien, aseguraba que en aquel cuarto se estaba perfectamente, y avanzaba sucabeza hacia Zarzoso con aire de gata enamorada, para que continuase lainterrumpidaseriedebesos.

Depronto se levantódeun saltoy fue a colocarse ante la clara lunadelarmario-espejo, encendiendo las dos bujías de sus ángulos y acercando elquinquéparaquesuluzdiesedelleno.

Parecíaabstraída,ensimismadaensupropiacontemplación;nooíaloquele decían, y se fijaba en sus facciones con tenacidad, como si pretendieraencontrar en ella un nuevo encanto. Se arreglaba los rizos de su cabellera,cruzaba los brazos sobre su nuca desperezándose y tomando graciosasactitudesde estatua, e iba ensayando todos susgestosdemodelo, sonriendounas veces maliciosamente, como un tipo de elegante acuarela, y mirandootrasalcieloconlamísticaexpresióndeunpersonajedepinturasangrada.

Agramunt reía por lo bajo, sabiendo por experiencia lo queinmediatamente iba a ocurrir, y tocando con su codo a Zarzoso, que estabaabstraído en la contemplación de aquel hermoso cuerpo, en tan diversasactitudes,ledijoporlobajo:

—Pronto vendrá lo bueno. Esa chica, con su manía de contemplarse yadorarseasímisma,nopuedeverunespejasinqueseplanteinmediatamenteanteél.Ahoraensayalosgestosylasactitudes,peroantesdecincominutosyasehabrádesnudadoparacontemplarselascarnes.

Yasíocurrió,efectivamente.Judith,sindejardemirarelespejo,comosiestuviera hipnotizada por aquella luna brillante con el reflejo de tanta luz,comenzóadesabrocharsucorpiñoconciertainconsciencia,cualsicedieraalafuerzadeundeseosupremo.

Lachaquetay lachambracayeronalsuelo;desabrochólashombrerasdesu camisa, aflojáronse las ataduras de su talle y, de repente, con unmovimientoinstintivo,comounanáyadequealalcanzarlaplayasesacudeelmantodeespumasydealgas,todasaquellasropassedeslizaronalolargodesuspiernas,deteniéndoseenlasrodillas,ysalióalaluzaquellacarnemaciza,viciosayque,sinembargo,suavizadaporlaslíneasdecorrectaondulacióny

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porlastintaslechosasysonrosadas,despertabamáslaadoraciónartísticaqueelvehementedeseosexual.

Unbucledecabellos,semejanteaunaserpientedeoro,saltabasobre loshombros para descansar sobre aquellos pechos turgentes y reducidos que seerguíanconciertafiereza;laespaldasóloseveíaatrechos,cubiertaenpartepor larevueltamadejadecabellos,yelvientre,pequeñoydeslumbranteporsublancura,lucíacomounalunadehermosura,surgiendosobrelamanchadesombraylasrevueltasnubesdetelaqueenvolvíanlaspiernasdelamodelo.

Laluz,corriendoatorrentessobreaquellapielderaso,dabaalcuerpodeJudithtodaslasentonacionesdelblanco;desdeelblancolechosoysólidodelaflordealmendrohastaelblancodoradodelacamelia.

Judith parecía embriagada en su contemplación, y por sus labiosentreabiertosvagabaunasonrisadetriunfo,deorgulloydemajestad.

SecreíaVenussurgiendodelasespumasdelOcéano,yelsaténdesucutiserizábasecon ligerosescalofríos, comosi sintiera la fríacariciade lasgotasdelaguasalada.

Eraaquellounaborracheradeorgulloalversetanhermosa;unaprofundasatisfacción al pensar en las miradas ávidas que tenía a sus espaldas,contemplándolaconapetitosalvaje;yalmismotiempo,comotodoeraextrañoenaquellaextravagantecriatura,asufatuidaddecocotteuníaseelentusiasmoartístico,elansiavehementedeserútilalgenio;ycontemplandoconmiradaamorosa sus pechos semejantes a cerradas magnolias, su vientre de suavecurvayelhermosorubiodesupelo,quebrillabaconmásintensofulgorentretantablancura,murmurabamelancólicamente:

—¡Rubens!¡Oh,Rubens!...¡Simehubiesesconocido!

Perolacruelrealidadvinoasacarlamuyprontodesuentusiasmoartístico.

Agramuntlapellizcósuavementemásabajodelaespalda,yellasevolviósonriente,creyendoencontrarseconlamanodeZarzoso;peroalverqueeraelperiodistaelautordelabroma,púsosefuriosayledijo:

—¡Tu,pequeñoMarat!Márchateadormira tucuarto.Aquíestorbas.Nopermito bromas esta noche más que a ése, que es para quien me desnudo.¡Largo!¡Alacalleenseguida!

Agramuntacogíacon risotadas la indignacióndeaquellamuchacha,que,desnuda, iba de un lado a otro buscando el látigo para despedirle a golpes;pero comprendiendo que eramuy cierto aquello de que estorbaba, cogió supalmatoria,ydespuésdedarunavueltaporelcuartocanturreandolamarchanupcialdelterceractodeLohengrinydedesearalosdosmuyfelicesnoches,salióalpasilloyemprendiósuascensiónalúltimopiso,mientrasqueJudith,

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abalanzándosealapuerta,corríaelcerrojillo.

Zarzoso no se había movido de su asiento; estaba asombrado, con lamiradavaga,comositodoaquellofueseunsueñoquesedesvaneceríaapenasdespertase.

VIII

NUEVASCAÍDAS.

Cuando los relojes de la quintaAlcaldía de París y de la iglesia de SanEstebandelMontelanzaronenelanchoespaciodelaplazadelPantheónlascampanadasqueanunciabanlasochodelamañana,Zarzoso,quenoestabanidormido ni despierto, pues se hallaba bajo la influencia de una pesadamodorra, se incorporó con violento impulso, y una vez sentado en la cama,lanzóunamiradadeasombroasucuarto,quenoleparecíayaelmismo.

Sentíaunviolentodolordecabeza,comosisobresucerebrogravitase lagigantesca masa del vecino Pantheón; notaba cierta torpeza en los ojos,viéndolo todo turbio, y su lengua, inflamada y pastosa, parecía estorbarledentrodelaboca,secaaconsecuenciadelomuchoquehabíabebidolanocheanterior.

Tardó bastante tiempo en darse cuenta del lugar donde estaba, pues sucerebro,entorpecidoporlosexcesos,discurríacondificultad.

Parecíale al joven que acababa de despertar de un sueño cataléptico quehabía durado algunosmeses, a juzgar por la dificultad que encontraba en irrecordandoloocurridoantesdeacostarse.

Unruidoquesonódentrodelcuartoletrajoalarealidad.

Junto a la ventana, por entre cuyas cortinas se filtraba el sol, trazandoarabescos de oro sobre la charolada madera del pavimento, un perro feo ylanudojugueteabaconunzapato.LavistadeaquelanimaltrajorápidamenteaZarzosoalarealidad.Entoncesfuecuandosediocuentadequesuspiernas,bajo las revueltas sábanas, rozaban algo que despedía suave calor, yvolviéndosecontemplólamismacabezaquecreíahabervistoensueños,yqueestaba allí, sobre la almohada,menoshermosaque la noche anterior, con elcabello en enmarañada madeja, las correctas facciones contraídas por elestertordeunbrutalronquido,lospolvosdearrozapegotadosenunextremode sus mejillas y el bermellón de sus labios extendiéndose más allá de lascomisurasdesuboca.

Zarzoso experimentó una inmensa decepción. Parecíale que desde muy

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alto caía y caía hasta hundirse en el cieno de un charco sin fondo, y sintiótentacionesdellorarcomounavirgendeshonradaalverquedeunmodotanestúpido,enunanochedeembriaguez,habíaperdidosuprestigiodeamantecastoydejovendecostumbresausteras,encanallándoseconaquelpingajodecarne hermosa que había rodado durante seis años por todas las camas delBarrioLatino.

Sintió rabia contra su propia debilidad, indignóse por lo fácilmente quehabía caídoymurmuró, bajando su frente, en laque se extendía el rubor alpensarenMadridyenaquellamujersencillaypura,alaquetodavíaamaba:

—¡Muybien,señorZarzoso!Puedeustedestarsatisfechodesuconducta.En vez de estar triste y desalentado por el silencio deMaría, pasa usted lanoche emborrachándose como un pillete, y, por añadidura, se entrega enbrazosdelaprimerperdidaquelesalealencuentro.

Ycomosileprodujerainmensoascoelcontactodeaquelcuerpoderasoquecalentaba toda lacama, saltó inmediatamentedeéstay resumióel furorquesentíacontrasímismoconestasamargaspalabras:

—Yanoereselmismodeayer.Ahoraeresuncanalla.

Eldespertardeaquellanochedeamorfueterrible.Entrelosdosamantesexistía un visible despego, una falta de franqueza que hacía la situaciónpesadamenteembarazosa.

Judith, después de saltar de la cama, iba de un punto a otro del cuarto,canturreandoyafectandoalegría,mientrashacíasutoilette.

El joven,molestadopor lapresenciadeaquellamujer,queevocabaenélimpulsos brutales, y a la que hubiese dado golpes demuy buena gana, porvengarsedelacaídaquelehabíahechosufrir,fumabaenunrincóndelcuarto,acogiendoconsonrisasquedabanmiedocadaunadelascariciasylosmimosqueJudithpretendíahacerle.

Esta se vistió con gran prontitud, pues, según manifestaba, la estaríaesperandounartistaconelquesehabíacomprometidoaservirledemodeloenuncuadroquerepresentabaaClemencia Isauraensupoéticacortedeamor;peronodebíatenergranprisaenacudira lacita,porcuantorogóaZarzosoquelaconvidaseaalmorzar.

Eljovenaccediódemalagana,puesleresultabapesadaenextremoaquellaaventurera,ydeseabasepararsedeJudithcuantoantes.

Salierondelhotelcogidosdelbrazo,ylasmiradasdeasombredeladueñadelestablecimiento,queestabaensudespachoenlaportería,atormentaronaZarzoso, que veía en una noche destruída su fama de hombre serio y decostumbresarregladas.

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AlatravesarlaplazadelPantheón,loscarruajesengalanadosdeuncortejonupcialdeteníanseanteelpalaciodelaAlcaldíadelquintodistrito.

Judith sonriómaliciosamente, y haciendo un gesto de asombro afectadoexclamó:

—¿Yaúnhayquiensecasa?...¡Quéasco!

EstaspalabrasaúnlahicieronmásantipáticaalosojosdeZarzoso.

El almuerzo resultó muy violento para el joven. Entraron en el mejorrestaurantedelbulevardSaint-Michel,unestablecimientoserio,enelquenodejó de causar cierto escándalo el subversivo aspecto de Judith, la cual, sinfijarseenelefectoquecausaba,hizotodaclasedehabilidadesparallamarlaatencióndelosparroquianosydelaservidumbre.

Zarzosoestabaavergonzadoporunacompañíatanruidosa,asíesquevioelcieloabiertocuando llegó lahoradepagarydedespedirsesobre laaceradelbulevar.

Judithsealejódeélenviándolebesosconsusdedos,loquehacíadeteneralos transeúntes; y aún retrocedió varias veces para rogarle que no faltaseaquella tarde,a lasseis,enelcaféVachette,dondevolveríanareunirseparapasarunanochetanalegrecomolaanterior.

—Puedesesperarmesentada—decíaZarzosoalalejarse—.Unaynomás.Bastantesientolainfamecaídadeestanoche.

Zarzosopasótodoeldíamelancólico,malhumoradoysinsaberquéhacer,pues no se sentía con la suficiente fuerza para ir a la Clínica. Paseó en elLuxemburgohastalascinco,ycomoyaanocheciera,viendoqueenelvecinobulevar los cafés comenzaban a poblarse de gente que tomaba la absenta,temió que Judith surgiera a su paso para atraparle, y se dirigió a casa deÁlvarez, con el intento de pasar allí unas cuantas horas, proponiéndosedespués el ir a comer y acabar la noche al otro lado del río, donde tenía lacertezadenoencontraraaquellasirenadelvicio.

Zarzoso,desdesucaída,parecíaquellevabadentrodesíunprincipiofatalqueenvenenabasuexistencia, lehacíaestarviolentoen todaspartesyno lepermitíahablarconlamismafranquezaeingenuidaddeantes.

SuvisitaadonEstebanresultómuydolorosaparaeljoven.

Estremecíasedemiedoysentía inmensavergüenzaalpensar loquediríaaquelhombreenvejecidosisupieraqueunjovenqueparecía tanenamoradode su hija María pasaba la noche como un libertino y metía en su mismocuartounamujerqueescandalizabaelbarrio.

Por una coincidencia, pero que hizo aumentar más aún la turbación de

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Zarzoso,Álvarez, que estaba apenado por el silencio de su hija, comenzó ahablarmaldeésta,almismotiempoquehacíalaapologíadesujovenamigo.

—Sí,señor.Esunainfamiaesodedejarsinrespuestalascartasdeusted,rompiendodeunmodotanvillanounasrelacionesdeamorqueparecíantanfuertes. ¿Quién podía esperar tal cosa demi hija? ¡Cuán pronto olvidan lasmujeres sus juramentos de amor! Por eso exclama con razón Shakespeare:“¡Fragilidad,tútienesnombredemujer!”¡Abandonarloausteddeesemodo;austed,queesunjovenhonrado,proboydecostumbrespuras,condiciónquehoyescasiyaimposibledeencontrar!

Zarzoso, alarmado por estas palabras, que resultaban un sarcasmo en talsituación,mirabafijamentealpadredeMaría,sospechandosiésteseburlabade él. Pero no tardó en convencerse de queÁlvarez hablaba con franqueza,puessiguiódiciendoasí,conacentodedesesperación:

—Ylomástristeesqueyosoyelautordeeseinfortunioqueustedsufre.¡QuémalaideatuveyoalrogarlequemanifestaseaMaríasuorigenyquiénera su padre! De seguro que su silencio no reconoce otra causa que estaindiscreción.¡Oh!Esmuyamargodecirlo;peroparalasjóvenesquealtenerusoderazónseencuentranenaltaesfera,resultamuydifícilelreconocersuverdaderoorigeny al que lesdio el ser, si esque éstos sonhumildes.Talesdescubrimientos,quehierensuamorpropio,lassublevan,lasindignan,ysonmás que suficientes para que el cariño se trueque en odio. Sí, vuelvo arepetirlo;María le ha abandonado a usted por haberla dicho que yo soy supadreyqueustedesamigomío.Hayparadesesperarsealconsiderarqueunohaceelmalsinsaberloyque,viejoya,soloeinútil,todavíasirveparamatarlafelicidaddeunjovencomousted;paralabrarsuinfortunio.

Álvarezdemostraba tal sentimientopor la culpabilidaddeque sehallabaconvencido; era tan vehemente su desesperación, que, conmovido Zarzoso,estuvovariasvecespróximoainterrumpirleparacontarletodoloqueocurría.

Elautordelrompimientoamorosoeraahoraélmismo.YanopodíaexigirexplicacionesaMaríaporsuconducta,puessesentíamanchadoytenía,ensuconcienciadehombrepuro,unremordimientoquelehacíareconocersecomoindignoparaaspiraralamanodeunaseñoritahonrada.

PeroZarzosonosesentíacapazdetansupremafranqueza,ycalló,dejandoque Álvarez se sumergiera en la desesperación que le causaba el haberintervenidoindirectamenteenlosamoríosdelosdosjóvenes.

CadaunodeloselogiosquedonEstebanhacíadesujovenamigoeraparaéste como una puñalada en la conciencia, y por eso, no pudiendo sufrir tanincesantestormentos,seapresuróadespedirse,ymarchandoalacasaeditorialdondetrabajabaAgramuntpasaronambosamigoselríoyfueronaterminarla

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nocheenlaGrandeOpera.

El catalán se reía del temor que Zarzosomostraba al pensar que podíanencontrarse con Judith, y con su ductilidad de buen amigo se prestaba aencargarsederomperaquellasrelacionesdeunasolanoche.

Transcurrieroncuatrodíassinqueeljovenmédico,quenosaliódelBarrioLatino, viera por parte alguna la rubia cabellera de Judith. Esta ausencia letranquilizaba: Judith no era importuna, y, además, debía haber comprendidoque no tenía en él un adorador loco, y tal vez por estas mismasconsideraciones,porlaseguridadquecomenzabaaabrigardequelarubianoiríaensupersecución,pensabaenellamásdeloqueleconvenía,y,apesardetodossusesfuerzosmentales,nopodíadesechardesumemoriaelrecuerdodeaquella noche tormentosa, con sus placeres delirantes, que recordaba con lamismavaguedadquelasescenasdeunensueño.

Aquel encuentro vicioso había dejado en él una levadura de brutalidadlasciva,yaestoatribuíaZarzosoelrarofenómenoqueexperimentaba,puesapesardeodiaralahermosarubiaydeestremecersealpensarqueéstapodíavolverasucuarto,complacíase,sinembargo,enirrecordandolasescenasdetalnoche,ysucarneseestremecíadeplaceralpensarquepodíarepetirselaembriaguezamorosa.

EstabaZarzosoocupadoen leerun libronuevoque lehabíaprestadouncompañero, y distraído, pensaba al mismo tiempo, con una confusión derecuerdos que le avergonzaba, en su antigua novia, que no le escribía, y enJudith,cuyorecuerdoleobsesionaba,cuandosonaronalgunoslevesgolpesenlaentreabiertapuertadelahabitación.

—Soyyo—dijounavozquehizoestremeceraZarzoso.

E inmediatamente entró en lahabitación, sonriendoy conpaso ligero, larubia Judith, que no conservaba de su aspecto de algunas noches antesmásque el látigo de cuero yNemo, quemarchaba siempre pegado a sus faldas,comosifueseunadornodeéstas.

Llevaba un traje de la misma pana con que los artistas se hacían suschaquetonespara trabajar en el taller e ir por el barrio, y la rubia cabellera,arregladaahoraenformadepeinadogriego,cubríalaconunagorritacosacadevelludoastracán,delaquecaíaunblancovelillosobreelrostro.

El joven médico, a pesar de que momentos antes pensabainvoluntariamente en ella, al verla no pudo reprimir un movimiento decontrariedad.

Judith,afectandonoveraquelgesto,tomóasientoycomenzóahablarcontranquilidad.

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Nohabíavenidoaestorbarle.Lavisitaeracasual:pasabaporallídevueltadeuntaller,dondehabíaestadotodoeldíasirviendodemodelo,ysedecidióasubirenconfianza,sinirantesasucasitadelacalleMonge,aquitarseaqueltrajequeeraeldeltrabajo.

Judithhablabaconnaturalidad,sinafectaciónalguna,comosiestuvieraenpresenciadeunaamigadeconfianza,ysinhacer lamenoralusiónaaquellacitaenelcaféVachette,alaquehabíafaltadoZarzoso.

Este,envistadelatranquilidadyprudenciaquedemostrabalajoven,habíavueltoa recobrar suconfianza,yalegrementeseafirmabaensu ideadequetodohabía terminadoentre losdos,yque las escenasdeaquellanocheeranlocurassinconsecuenciasqueyanovolveríanarepetirse.

Judithhabíatomadouncigarrillodeencimadelamesa,yconunapiernamontada en el brazo del sillón, hablaba calmosamente, mirando las aéreasespiralesdehumoquebogabantranquilamentehacialaabiertaventanadondeelvientoibaarremolinándolas.

Zarzoso, ante la cordura de la joven, se espontaneaba como con uncompañero, y hablaba con el mismo abandono que si su interlocutor fueseAgramunt.

¿Cómofueaquellasegundacaída?Zarzosonopudodarsecuentadeella;obrómásinstintivayciegamentequelaprimeravez,conlaagravantedequeenestaocasión, lacaídafuefría,sinarrebatosdepasión,comosisesintieraempujadoporunarudaeirresistiblefatalidad.

Alassiete,horadelacomida,salieronlosdosdelhotelcogidosdelbrazo.Zarzosodemostrabalamayorindiferencia.¿Quéleimportabayaquelevieranentalcompañía?¿Aquéfingirhipócritamenteunavirtudqueestabalejosdetener? Era un miserable, un cobarde sin energía ni dignidad, que se sentíaenloquecidoanteunacorrupciónporqueerahermosa,yquenoteníavoluntadpara resistir lamás leve de las pérfidas insinuaciones de aquellamujer quellevabaallado.

Judith le había aprisionado, le había convertido en un esclavo de sulascivia,yélse resignabaalconsiderarqueeranderosas lascadenasque leaprisionaban.

AgramuntquedóasombradoalverdequémodosehabíaapoderadoJudithdel ánimo de Zarzoso, el cual, después de su segunda caída, estabadesalentadoysemostrabaimpotenteparaluchar.

El escritor había tenido siempre a Judith en concepto demujer terrible,peronocreíaaZarzosocapazderendirsecontantafacilidad:suasombrosetrocóen temorcuandoaquellanoche lesoyóhablara losdosamantesdesu

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futuravidaarreglandolaexistenciaquellevaríandesdeaquellanoche.

Ellasemostraríaseria,evitaríaeltratoconsusantiguosamigosdelbarrioy vivirían con la tranquilidad de burgueses unidos por el lazomatrimonial.Judithmirabaconojosde ternuraaZarzosoyasegurabaaAgramunt,únicoespectador de la escena, que jamás había amado a ningún hombre como aaquelpequeñodoctor.

EllanoabandonaríasulindahabitacióndelacalleMonge,quejamáshabíadejadoapesardetodossusgalanteosyenlaquenuncapermitiólaentradaasusamigos.Allítendríasuvestuario,sussecretos,losobjetosdesuintimidad,pero,apartedeesto,dormiríaenelhoteldelaplazadelPantheón,comeríaconZarzoso, pasearía con él, y mientras éste estuviera en las clínicas, ella seocuparíaensusvisitasyquehaceres.

Hablódeseguirsirviendodemodeloparaayudaralosgastosdelanuevaexistencia,peroZarzosoprotestóconunaenergía tanrotunda,queenellasenotabaunprincipiodecelos.

Agramunt estaba admirado. ¿Qué le había dado la gran perdida a aquelmuchachotansensatoparavolverledetalmodoeljuicioyconvertirloenunestúpido?

Amedianoche,mientrasJudith,conairedeseñoraabsoluta,seacostabaenlacamadeZarzoso,ésteyAgramunttuvieronunaexplicaciónenlospasillosdelhotel.

—Pero,hombre—decíaelperiodista—.¿Teparecesensatoesoquehaces?Yoqueríaquetedivirtieras,quenovivierascomountopomelancólicometidoentreestasparedes;perodeesoaque te líesseriamenteconunamujerzuelacomoJudithhayunadistanciainmensa.Estoquehacesmerepugna;nopuedoverconcalmaqueestés tanencaprichadoporunaperdidaqueespopularentodoelbarrio.¿Haspensadobienelpapelridículoquevasahacer?Yloquemásmeindignaesqueparecequeestásenamoradodeeseharapo.Antes,enelcafé,me daban ganas de reír, y almismo tiempo sentía deseos de llorar derabiaalverconquéenergíadehombrecelosoteoponíasaqueJudithsiguieravisitando los estudios comomodelo. ¡Celoso tú! ¿Celoso de unamujer quehastahadormidoconlosgarzonesdeloshoteles?

Zarzosoparecíamuycontrariadoporlajustareprimendadesuamigo,peroaúntuvoenergíaparacontestar:

—Supasadonadaimportaparaelpresente.Elqueanteshayasidodetodosnoimpediráqueahoraseaúnicamentemía.Yaqueestoyloco,yaqueporellameencanalloymepierdo,quieroserelúnicodueñodesucuerpo.

—¡Pero si es un pingajo que se ha tendido sobre todas las camas del

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barrio!

—Sí,peroesmuyhermosa—contestóZarzosoconacentoquedemostrabaunaestúpidatestarudez—.UnacopadeorocinceladaporBenvenutoCellini,aunqueenellahayanpuestoloslabiosunsinnúmerodegeneraciones,noporestoresultamenoshermosa.

Agramuntlanzóunasonoracarcajada,ytangrandefuesuaccesoderisa,quesofocadoyjadeantesehundíalospuñosenelvientre,haciendoridículascontorsiones.

—¡Oh!... ¡famoso! ¡divino!—balbuceaba entre carcajadas—.Ya se te hapegadoalgodeella.Yalaimitasenlodesussentenciasartísticas,ysabesdememoriasusfrasecillasaprendidaseneltaller.

Zarzoso mostrábase hosco y malhumorado con su amigo, yafortunadamentehizoterminarlaconferencialavozdeJudithquelellamabaimpacientedesdesucuarto.

Así comenzó la falsa vida marital; aquel amancebamiento repugnante ypenosoquefueunamanchaenlaexistenciadeljovenmédico.

Esteparecíamásabsorbidocadavezporelcarácterdominador,caprichosoyfantásticodeJudith.

FaltabaZarzosomuchosdíasa laclínica,porestarhastamuytardeen lacama fumando cigarrillos y disputando con Judith sobre cuestiones sinimportancia; hacía una vida imbécil, que transcurría por las tardes en elLuxemburgoyporlasnochesenloscafésyenlosbailes,ytangrandeeraelaislamientoaquelesometíatalamor,quemuchosdíassóloveíaaAgramuntdurante algunosminutos, cambiando con él insignificantes palabras. Parecíaestorbarlelapresenciadeljovenescritor,comosiéste,mudamente,leechaseencarasuenvilecimiento,yencuantoadonEstebanÁlvarez,hacíayamásdedossemanasquenolehabíavisto,tantoporquelasexigenciasdeJudithnoledejabanunmomentolibre,comoporquetemíahallarseenpresenciadeaquelinfelizseñorqueleabrumabaconloselogiosasuvirtud.

Todoloquelerecordabasupasadoleavergonzaba,ycuandosurgíaensumemoriaalgúnrecuerdodesusamoresconMaría,eljovenestremecíaseconinstintivoterroryseruborizabaintensamente.

Judith,para atraermejor a sunuevoamanteydemostrar lasventajasdelamancebamiento, dábase aires demujer hacendosa, y almismo tiempo quereñíaalgarçondelhotelporque,segúnella,nohacíadignamenteelarreglodelcuarto,andabasiempreavueltasconlaropablancadeZarzoso,y,armadadededal y aguja, pretendía hacer zurcidos con puntarracos disformes, quedemostrabanquenuncahabíansidosufuertelaslaboresfemeniles.

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Justamenteenelarmario-espejo,queeradondeestabalaropablanca,teníaocultaZarzosounacajitadelacaqueconteníalascartasescritasporMaría,yun sinnúmero de objetos insignificantes, pero queridos, que le recordabanaquellapasiónterminadadetaninexplicablemodo.

LacajitaestabaocultabajounmontónderopablancaquenoparecíahabersidotocadoporJudith,pero,apesardeesto,eljoventemblabacadavezquelarubiametíasusmanosrevolvedorasenelarmario.

UnatardeenqueZarzosoestabasolo,seresolvióasacardeallí lacajitaparaponerlaenpuntomás seguro, comoerael cajónde lamesadeescribircuya,llavellevabasiempreconsigo.

Sería para él un tormento horrible que Judith, con susmanos pecadoras,cogiera tales recuerdos de su amor y que les dirigiera alguno de aquelloschistescínicosqueconstituíasurepertoriogracioso,burlándosedeMaría,delamujerdulceyvirtuosa,cuyaimagen,apesardetodoslosencanallamientos,estaba en pie en lomás íntimo de su ser, como la imagen en el fondo delsagradosantuario.

Élqueríaevitartanterribleescena,porquesiJudith,aldescubriralgúndíasus antiguos amores, era capaz de burlarse de la mujer amada como si setratase de una compañera, sería posible que él, cegado por la rabia,estrangulaseasuquerida.

Sacólacajitadelarmario,y,contemblorosaemoción,comosillevaseensus manos un objeto sagrado, la dejó sobre la mesa y permaneció muchotiempo con los ojos fijos en la charolada tapa. ¡Qué recuerdos acudían a sumemoria!

Undeseovehementeseapoderódeél.Parecíalequedentrodeaquellacajaseagitabacomprimidaunaatmósferadecastapasión,unambientedevirtud;yel desgraciado sentía deseos de abrirla, como si de ella fuese a surgir unpurificanteJordánenelquepodríalavarlassuciedadesdesudegradaciónysuencanallamiento.

Conmano trémula, e instintivamente, abrió la cajay loprimeroconquetropezaronsusojosfueconelrostrohermoso,tranquiloyfelizdeMaría,quesonreíadesdeel fondode lacaja, sobreun lecho formadoporelpaquetedeantiguascartas.

Aquellaapariciónparecióromperelencantofatalycorruptoraqueestabasometido Zarzoso desde que conoció a Judith. Esta le parecía ahora unmonstruo repugnante, un amasijo de corrupción y de vicios modeladoartísticamenteporlaexpertamanodeldiablo,ycontemplandoelserenorostrodeMaría,dábasecuentaexactadesusituacióny llorabadesconsoladocomopudiera hacerlo el doctor Fausto cuando, después de dormir con Elena, la

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prostitutadelossiglos,pensaraenladulceysencillaMargarita.

Permaneciómuchotiempoeljoveninclinadosobreaquellacajadelaqueparecían salir efluvios consoladores que refrescaban su espíritu angustiado.Lascampanadasdelosrelojesdelavecinaplazalevolvieronalarealidad.NotardaríaenllegarJudith,yeljovenseapresuróaesconderlacajitaensumesaconlamismazozobradelladrónquetemesersorprendidoensuinfametarea.

Peroantesdeocultarlaquisoapreciarporúltimavez,entodossusdetalles,aqueltesoroamoroso,yhundiósusdedosenlacajita.

Allíestabansuscartas,talcomoéllashabíaatado,conunacintadecolorrosa;allíelretratodeMaríaydebajounpañuelodemano,quecariñosamentelahabíaarrebatadounamañanaquepaseabanporelRetiro...Pero¡Diosmío!¡Algofaltabaallí!...¿Quéera?¿Quéera?...Yelpensamientodeljoven,conlavelocidad de un relámpago, recordó cuanto le había entregadoMaría comopruebadeamor.

¡Ah!Yasabíaloquefaltabaallí.ElrecuerdodeMaríamásíntimoymáspersonal:unrizodesuscabellosquelehabíaentregadoenpresenciadedoñaEsperanzalavísperadesupartidaaParís.

Eljovenlohabíasacadodesucajitamuchasvecesenaquellasnochesdeinsomnioydedesesperación,quelecausabaelsilenciodeMaría,yrecordabacómo aquel rizo estaba envuelto en un papel finísimo, sobre el cual, laadorablemanodelajovenhabíaescritoconsucorrectaletrainglesayalgunasadorables faltas de ortografía: Ami Juan: en prueba del eterno amor de suMaría.

Aquellafalta, tanrepentinamentenotada,aturdióal joven,sumiéndoleenunaconfusiónenloquecedora.

Conmanoansiosarevolviólacajita,buscóhastaenelinteriordelpaquetedecartas,y...nada;el rizoconelpapelque leenvolvíanoaparecíaenpartealguna.

AquelrecuerdoresultabaelmásqueridoparaZarzoso,pueseralaprimerayúnicaconcesiónqueMaríahabíahechoasuyaqueafuerzaderuegoshabíaconseguido que la joven le diese un rizo de su cabellera. Además, ¡qué derecuerdosteníaparaélestaprendadeamor!,¡cuántasnochessehabíapasadobesandoysuspirandoconaquelrecuerdodelamujeramadajuntoasuslabios!

En el aturdido cerebro de Zarzoso surgía un mundo de atropellados ycontradictoriospensamientos.

Laposibilidaddequeenunadeaquellasnochesdedesesperaciónamorosahubiesedejadoolvidado sobre lamesa el recuerdodeMaría, y a lamañanasiguiente el criado del hotel lo hubiese hecho desaparecer en su indiferente

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limpieza, le desesperada; pero esta explicación no le parecía conveniente, yacariciaba con mayor predilección una sospecha, que poco a poco ibaagrandándoseensupensamiento.

¿Si sería Judith quien, aprovechando una de sus ausencias, le arrebatóaquellaprendadeamor,porloquedeíntimatenía,parahacerburladespuéscon sus amigas de aquella pura pasión? No resultaba muy verosímil estasospecha,puesparecíaqueJudithnosehabíaapercibidodelaexistenciadelacajita: paro por otra parte el jovendesconfiaba de su querida, cuyo carácterastutoymalignoleerabienconocido.

Sí;elladebíadeserlaautoradelasustracción,yZarzoso,enfurecidoporel fatal descubrimiento, se proponía interrogarla apenas se presentase, y sesentía capazde todas lasbrutalidades, si esque llegabaa convencersede laculpabilidaddesuquerida.

Acababadeocultar lacajitaenelcajóndesumesa,cuandoentróJudith,vestidaconuntrajedecoloresllamativosydemostrandomayordescocoquede costumbre. Ya no era la muchacha hábil que sabía fingir ternura yapasionamiento;eraalgomásquelacocottecínicaydescocada;eralalocadelbarrio,lamuchachaexcéntricaydepravada,quenoteníanociónalgunadelamoral,quepisoteabalasmásrudimentariasconvenienciassociales,yquecreíaquelavirtud,elamoryladecenciaerandefectosqueafeabanalaspersonashonradasytranquilas,queelladesdeñosamentellamababurgueses.

Zarzoso quedó frío ante aquella ruidosa entrada. Entre la Judith que élmomentosantes,alláensuimaginación,seproponíainterrogarylaJudithqueahorateníadelanteexistíaunainmensadiferencia.

¿Cómo iba a hablar a aquella perdida de su antigua pasión y de unosrecuerdosdeamortansagrados?¿Ysiellanoeralaautoradelasustracción,ni se había apercibido de nada, y resultaba que él la abría los ojos,facilitándoleelqueseburlaradesuantiguoamor?

Zarzoso decidióse repentinamente a no decir nada, proponiéndose obrarconcautela,yespiaríaasuquerida,paradeestemodoconvencersedesieraciertasuculpabilidad.

Además Judith le aturdió con sus palabras, pues riendo ruidosamente,comenzóarelatarleunaaventuramuychistosaquelehabíaocurridoaunadesusamigas.

Elúnico rastro aparentequedejó tras sí el penosodescubrimientohechopor el joven fue la melancolía y la irascibilidad que parecían dominar aZarzoso.

Así vivieron tres semanas más, completamente aislados hasta de

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Agramunt, que, según él manifestaba, no quería entrar en el cuarto de losamantes,puesalverlos ledaban tentacionesdeempezarabofetadascon losdos; a él, por bruto, y a ella, por... (y aquí el republicano encajaba uncalificativotanfrancocomogenuinamenteespañol).

AlgunasvecesAgramunt,alencontraraZarzosoenlaescaleradelhoteloenelrestaurante,ledeteníaparadecirleconhostilseriedad:

—ElpobredonEstebanestámuydesmejorado;mepreguntaportisiemprequeleveo,yyoledigoquenovasavisitarloporqueestásmuyocupadoentusclínicas.Estamentiraeslomejorquepuedodecirlealpobreseñor.

Zarzoso experimentaba honda pena cada vez que le recordaban de estemodoalinfelizÁlvarez.¡Pobreseñor!Grandeseríasudecepciónsillegabaaenterarse del género de vida que hacía el joven amigo, al que considerabacomounmodelodeconstanciaamorosaydebuenascostumbres.

Conforme transcurríael tiempo,Zarzosoencontrabaque ibanhaciéndosepesadassusrelacionesconJudith.

Había pasado ya el primer arrebato de pasión; estaba desvanecida laembriaguezartísticaquecausabaenZarzosolacontemplacióndeaquellindocuerpodeestatua;yencambiolaintimidad,eltratocontinuoyfranco,poníanal descubierto la mala educación de Judith, sus groserías aprendidas en eltallerysuscostumbresincoherentesyextrañasdemuchachaaventurera,quecon lamisma indiferencia había dormido en un gabinete lujoso que en unazahúrda.

Lamalaeducacióndelarubia,susgroseríasatodopastoysusrespuestasinsolentes,eranmotivosdecontinuaquerellaentrelosdosamantes,yZarzososentía tal aburrimiento cuando pasaba solo con Judith algunas horas, sehartabadetalmododeaquellaatmósferacanallescaqueparecíaflotarentornode ella, que acogía hasta con gusto las visitas que venían a turbar unaconversación monótona, que siempre versaba sobre el mismo tema: losvestidos con chic artístico, los pintores, sus bromas pesadas y toda lachismografíaqueseaprendeenlostalleres.

Como Judith, con su carácter imperioso, dominaba a su amante, y en elhotel, como en todas partes, dábase aires de señora absoluta, sus amistadesfemeninas iban a visitarla; y por las tardes, en aquella habitación antes tantranquila, reuníase una alborotada tertulia de muchachuelas insignificantes,viciosas, quegiraban atraídas en tornode Judith comoastrosmenores de lasensualidadyqueadorabanaéstacualunamujersuperior.

Zarzoso,elsabio,laesperanzalegítimadelacienciamédica,seagarrabaaaquellas chicuelas como a una tabla de salvación contra el fastidio, yconversabaconellashorasenteras,sinnotarquepocoapocosehundíaenuna

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intimidadviciosa.Aquel tratoconJudithysucorte lehizoadivinar terriblesmonstruosidades.Sospechóde la intimidadde la rubia y sus amigas, de susexplosiones de celo y del afán con que se disputaban la predilección de ladiosa adivinó cosas ocultas y asquerosas, locuras de organismos gastados yahítos de vicio; pero cerró los ojos voluntariamente y prefirió no ver paraevitarselanáuseadelorepugnante.

Eljoven,dominadoporJudith,seagitabacomounsonámbuloenaquellaatmósferafétida;habíaperdidoporcompletosuvoluntadyobedecíaentodoaloscaprichosdesuquerida,sinpermitirselamenorobservación.

El, que al principio de su nueva vida tenía reparo y cierto rubor enacompañaraJudithporlacalle,salíaahoraconlamayorimpasibilidadalladodesuqueridaydedoso tresdeaquellasamigasa lasqueconocíaelbarrioentero,yalgunasde lascuales,porsusembriaguecesysusescándalosen lavíapública,habíanvisitadomásdeunavezalcomisariodePolicíadelbarrio.

Zarzoso, consuaspectodehombredeciencia, conaquellasgafasque ledabanunairedeprofesordelaSorborna,marchabaerguidoeimpávidoenelcentrodelrevoltosogrupoformadoportalesmujerzuelas,quedejabantrassíunaatmósferadeescándaloydeindignadoscomentarios.

ElinfelizZarzosonuncallegóaapercibirsedelconceptoenqueleteníanenelbarrioydelasapreciacionesquesobreélhacíancuandoentalcompañíapasabaantealgunodeloscafésdelbulevarSaint-Michel.

Habíaquien,apesardesuaspectohonrado,lecreíaunserenvilecido,quecomía de las más inmundas mujeres a cambio de servirles de caballeroacompañante.Agramunt,quesabía toda laverdadyconocía loscomentariosdelbarrio,estabafuriosocontrasuamigoporsuestúpidapasibilidadyllegabahastaevitarsusaludo.

Fue una tarde, a las siete, cuando ocurrió el encuentro que tanto temíaZarzoso.

EljovenhabíaidoalaotraorilladelSenaacompañandoaJudithyadosamigas para hacer unas compras en los almacenes del Louvre, y despuéshabíanentradoenlacerveceríadeLaPaletadeOro,enlacalledeRívoli,puesla rubia eramuypródiga con sus amigas,y siempreque salía las convidabaconeldinerodesuamante.

Al regreso, cuando ya los reverberos de las calles estaban encendidos,subía el alegre grupo por el bulevar Saint-Michel, demostrando con suscarcajadas,sussaltosylasinsolentespalabrasquedirigíanalostranseúntes,lafuerzaalcohólicadelabuenacervezanegradeEstrasburgo.

Fue cerca de la esquina del café de Cluny donde Judith, con su voz de

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carreteroyademanesdecargadorborracho,tuvounaltercadoconunamujerquepasabayque,ensuconcepto,habíahechoburladeella.

La proximidad de una pareja de guardias de la Paz hizo terminar elconflicto, pero no impidió que los transeúntes se detuvieran, fijándose en elgrupoqueformabanlastresmujeresyZarzoso.

Este,avergonzadoporelincidente,pugnabaporllevarseaJudith,yporesonosefijóenunhombrequeacababadesalirdelcaféyqueseacercóalgrupo,demostrandoprimerounafríacuriosidadydespuésprofundoasombro.

EradonEstebanÁlvarez,queenunascuantassemanassehabíaaviejadodeunmodoalarmanteyqueteníaunaspectotaldedecaimiento,queinspirabacompasión.

Al reconocer a Zarzoso en el acompañante de las tres perdidas y ver laintimidad casi desdeñosa con que éstas le trataban, el pobre enfermoexperimentóunarudaimpresión.

Porfortunaparaeljovenmédico,estabadeespaldasynopudovereltristegestodedolorosasorpresaquehizosuviejoamigo.

Cuandoelgruposealejó,Álvarezestuvoaúnalgunosminutosinmóvilenla acera, como si todavía no hubiese vuelto en sí después de la sorpresaexperimentada.

¡Oh!¡Quéfríosentíaenelcorazón!Suculpabilidad,aquellaculpabilidadimaginariaconlaqueseatormentaba,volvíaaatenacearsuconciencia.

SealejólentamentecondirecciónalacalledelSena,marchandoconpasoinseguro,almismotiempoquemurmuraba:

—¡Estomemata!Yosoyelautordel infortuniodeese joven.Queriendoacercarmeamihija,hicesinsaberloqueélfueraabandonadoporsunovia,yahoraesejovenbueno,sencilloyvirtuoso,sehaperdido...¡sehaperdidopormi culpa! ¡Qué terrible remordimiento!... Desesperado de reconquistar unamorpuro, se ha entregado enbrazosdel viciopara olvidar. ¡Yyo tengo laculpa de todo! Estomemata; hoy terminami vida; como si lo viera. ¿Quéfatalidadarrastróaesemuchachohastahacerlemiamigo?¿Quéfatalidadhayenmíquehiereacuantosseressemeaproximanymeaman?...

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