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55 REVISTA DE SOCIOLOGIA E POLÍTICA V. 21, Nº 47: 55-68 SET. 2013 RESUMO LAS ORGANIZACIONES DE LOS INDUSTRIALES ARGENTINOS EN LA “ERA DEL DESARROLLO” (1955-1976) Aníbal Jauregui DOSSIÊS Rev. Sociol. Polít., Curitiba, v. 21, n. 47, p. 55-68, set. 2013 Recebido em 18 de janeiro de 2013. Aprovado em 18 de fevereiro de 2013. I. PRESENTACIÓN: LA INTERMEDIACIÓN DE INTERESES Y EL DEBATE HISTORIOGRÁFICO A mediados de 1963 diversas organizaciones empresarias, entre las que se encontraba la Confederación General Económica (CGE), decidieron convocar, a través de un comité presidido por Miguel Ángel Shaw (antiguo dirigente de la Unión Industrial Argentina, UIA), al Congreso Nacional Empresario para intentar canalizar las voces empresariales frente al poder político. Una de las invitaciones fue dirigida hacia la Acción Coordinadora de Instituciones Empresarias Libres (ACIEL) que rechazó la invitación por considerar que los organizadores estaban influenciados por la “ideología peronista”. Para Shaw ese calificativo era inadmisiblemente agraviante y ameritaba un duelo de caballeros, razón por la que envió al presidente de ACIEL, Carlos Mihanovich, dos padrinos. Mihanovich, que no habría redactado la esquela, se excusó de aceptar el convite en virtud de sus convicciones religiosas (MIHANOVICH, 1963, p. 54). Si bien el evento no llegó a concretarse, el intercambio de mensajes expone los principales componentes del diferendo del mundo gremial empresario; mucho más ideológicos y políticos que específicamente gremiales. Estos enfrentamientos visibles en todo el período estudiado aparecían en momentos en que el país comenzaba a recorrer una década de crecimiento y desarrollo que no parecía impactar positivamente en ese escenario de relaciones entre los hombres de negocios y el Estado. El tema son las asociaciones de interés de los industriales argentinos en el período desarrrollista. Buscamos subrayar el envolvimiento de los industriales y sus organizaciones en los conflictos políticos y a su vez estudiar como estos conflictos impactaban internamente. La investigación fue realizada en base a las revistas y documentos de las asociaciones, a la que sumamos el rastreo en periódicos y publicaciones de interés general. Los datos allí obtenidos fueron testeados mediante el método de análisis cualitativo. Se muestra que existe uma estrecha dependencia de las organizaciones en relación al sistema político y en relación a la crisis política que atraviesa a aquellos años. También hemos visto que a pesar de las diferencias políticas y organizacionales existentes entre ellas no encontramos un sector empresario favorable al desarrollo industrial y otro contrario al mismo. Nuestra idea era por tanto mostrar que no había una contraposición radical entre una UIA anti-industria vs. una CGE pro- industria, contraposición que se acepta generalmente en diversos trabajos ligados al tema. Finalmente se busca superar la tendencia a pensar en términos de contradicción absoluta de actores dentro de la historiografía política y social argentina. PALAVRAS-CLAVE: Argentina; asociaciones; industriales; desarrollismo. En las sociedades capitalistas, la intermediación de intereses (SCHMITTER, 1992) se relaciona con los problemas de gobernanza económica, teniendo una incidencia directa sobre el desarrollo y el progreso de las mismas. El tema no sólo reviste importancia desde el punto de vista organizacional sino envuelve una controversia de mayor envergadura acerca de la incidencia de este sector en la evolución social: las formas de la acción colectiva no son sólo un medio de expresión y de presión sino también una manifestación del universo de ideas y mentalidades que las moldea. Nos interesa la acción colectiva no sólo por el impacto que tiene sobre el conjunto de la sociedad sino también porque dicha acción está indudablemente correlacionada con las actitudes y conductas individuales y colectivas de cara al mejoramiento social. En la literatura dicha disposición ha quedado simplificada en dos arquetipos contrapuestos: el entrepreneur shumpeteriano innovador y el empresario rent seeking (LÓPEZ, 2008). Una interpretación generalizada ha identificado tradicionalmente a la CGE y la CI (Confederación de la Industria), a la que incluía, como expresión del pequeño y mediano empresariado industrial más comprometido con el progreso y la inversión (y por ende más cercano al modelo schumpeteriano); mientras la UIA ha sido vista como el emergente de los sectores más tradicionales y concentrados de la economía (concebidos como fundamentalmente buscadores de

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REVISTA DE SOCIOLOGIA E POLÍTICA V. 21, Nº 47: 55-68 SET. 2013

RESUMO

LAS ORGANIZACIONES DE LOS INDUSTRIALESARGENTINOS EN LA “ERA DEL DESARROLLO” (1955-1976)

Aníbal Jauregui

DOSSIÊS

Rev. Sociol. Polít., Curitiba, v. 21, n. 47, p. 55-68, set. 2013Recebido em 18 de janeiro de 2013.Aprovado em 18 de fevereiro de 2013.

I. PRESENTACIÓN: LA INTERMEDIACIÓN DEINTERESES Y EL DEBATE HISTORIOGRÁFICO

A mediados de 1963 diversas organizacionesempresarias, entre las que se encontraba laConfederación General Económica (CGE), decidieronconvocar, a través de un comité presidido por MiguelÁngel Shaw (antiguo dirigente de la Unión IndustrialArgentina, UIA), al Congreso Nacional Empresario paraintentar canalizar las voces empresariales frente alpoder político. Una de las invitaciones fue dirigida haciala Acción Coordinadora de Instituciones EmpresariasLibres (ACIEL) que rechazó la invitación porconsiderar que los organizadores estaban influenciadospor la “ideología peronista”. Para Shaw ese calificativoera inadmisiblemente agraviante y ameritaba un duelode caballeros, razón por la que envió al presidente deACIEL, Carlos Mihanovich, dos padrinos. Mihanovich,que no habría redactado la esquela, se excusó de aceptarel convite en virtud de sus convicciones religiosas(MIHANOVICH, 1963, p. 54). Si bien el evento nollegó a concretarse, el intercambio de mensajes exponelos principales componentes del diferendo del mundogremial empresario; mucho más ideológicos y políticosque específicamente gremiales. Estos enfrentamientosvisibles en todo el período estudiado aparecían enmomentos en que el país comenzaba a recorrer unadécada de crecimiento y desarrollo que no parecíaimpactar positivamente en ese escenario de relacionesentre los hombres de negocios y el Estado.

El tema son las asociaciones de interés de los industriales argentinos en el período desarrrollista. Buscamossubrayar el envolvimiento de los industriales y sus organizaciones en los conflictos políticos y a su vez estudiarcomo estos conflictos impactaban internamente. La investigación fue realizada en base a las revistas y documentosde las asociaciones, a la que sumamos el rastreo en periódicos y publicaciones de interés general. Los datos allíobtenidos fueron testeados mediante el método de análisis cualitativo. Se muestra que existe uma estrechadependencia de las organizaciones en relación al sistema político y en relación a la crisis política que atraviesa aaquellos años. También hemos visto que a pesar de las diferencias políticas y organizacionales existentes entreellas no encontramos un sector empresario favorable al desarrollo industrial y otro contrario al mismo. Nuestraidea era por tanto mostrar que no había una contraposición radical entre una UIA anti-industria vs. una CGE pro-industria, contraposición que se acepta generalmente en diversos trabajos ligados al tema. Finalmente se buscasuperar la tendencia a pensar en términos de contradicción absoluta de actores dentro de la historiografía políticay social argentina.

PALAVRAS-CLAVE: Argentina; asociaciones; industriales; desarrollismo.

En las sociedades capitalistas, la intermediación deintereses (SCHMITTER, 1992) se relaciona con losproblemas de gobernanza económica, teniendo unaincidencia directa sobre el desarrollo y el progreso delas mismas. El tema no sólo reviste importancia desdeel punto de vista organizacional sino envuelve unacontroversia de mayor envergadura acerca de laincidencia de este sector en la evolución social: lasformas de la acción colectiva no son sólo un mediode expresión y de presión sino también unamanifestación del universo de ideas y mentalidadesque las moldea. Nos interesa la acción colectiva nosólo por el impacto que tiene sobre el conjunto de lasociedad sino también porque dicha acción estáindudablemente correlacionada con las actitudes yconductas individuales y colectivas de cara almejoramiento social. En la literatura dicha disposiciónha quedado simplificada en dos arquetiposcontrapuestos: el entrepreneur shumpeterianoinnovador y el empresario rent seeking (LÓPEZ, 2008).

Una interpretación generalizada ha identificadotradicionalmente a la CGE y la CI (Confederación dela Industria), a la que incluía, como expresión delpequeño y mediano empresariado industrial máscomprometido con el progreso y la inversión (y porende más cercano al modelo schumpeteriano); mientrasla UIA ha sido vista como el emergente de los sectoresmás tradicionales y concentrados de la economía(concebidos como fundamentalmente buscadores de

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rentas) que a su vez tenían una mayor proximidad alcapital extranjero. Por otra parte esta divisiónconfirmaba la fragilidad de la burguesía industrial y lacarencia en consecuencia de una clase comprometidacon la industrialización del país (CÚNEO, 1967;SCHVARZER, 1991; BIRLE, 1997; BASUALDO,2006). Se ha querido ver en estos problemas unaconfirmación de la tesis de la debilidad de la burguesíaindustrial que presuponía en principio una incapacidadde influir sobre las políticas gubernamentales a favorde la industria.

La contraposición entre la CGE y UIA comorepresentantes de intereses contrapuestos dentro delempresariado fue originalmente subrayada por DardoCúneo, en su clásico Comportamiento y crisis de laclase empresarial argentina. Allí sostenía que elconjunto UIA, remarcando su pertenencia a ACIEL,representaba al viejo país agroexportador en alianzacon el capital extranjero, opuesto a la CGE que erauna “proposición de unidad argentina y desarrollo delconjunto del país (CÚNEO, 1967, p. 253).

J. Brennan va más allá y le atribuye a la CGE el rolde promotor del desarrollo industrial desde el interiordel país. Encuentra en la CGE, entidad liderada porJosé Ber Gelbard, el equivalente argentino de laFederacao das Indústrias de Sao Paulo, que desdefuera de la capital del país se convirtió en un impulsorde la industrialización brasileña. En su texto se nosrepresenta una organización destinada a la promocióndel desarrollo (BRENNAN, 1997). J. Schvarzer, dentrode esta línea de razonamiento e investigando elfuncionamiento interno de la UIA, llega a la conclusiónde que la falta de representatividad de esta entidadrespecto del conjunto del empresariado, manejadacomo estaba por una cúpula oligárquica destinada aperpetuarse ad infinitum en sus cargos directivos,ayuda a explicar la debilidad política y económica delsector empresario industrial (SCHVARZER, 1991).Esta carencia de representatividad explica también elhecho de que esta entidad no impulsaba la industria,sino que la consideraba simplemente un sector deacumulación sin necesidades de estímulo (idem, p.241). Freels por su parte advierte que la rivalidad entrela CGE-CI y la UIA refractaba la heterogeneidad delempresariado pero también su diversidad política eideológica. Su aporte en este conjunto consiste enapuntar a UIA (junto con ACIEL) como responsablede las tensiones y divisiones en el empresariado. Opara decirlo de otra forma, no aceptaban la convivenciade entidades diferentes (FREELS, 1970, p. 42-44).

O’Donnell también ve a la fragmentaciónorganizativa ligada al fenómeno de la ondulaciónpendular burguesa entre el acuerdo entre la gran

burguesía terrateniente y el capital internacional y, porotra parte, el sector popular urbano (O’DONNELL,1977). Las fracturas estructurales al interior delempresariado se han relacionado también con lasdiferentes formas de impacto que el ciclo económicotenia sobre las firmas; mientras las grandes empresaspueden beneficiarse de la baja, las pequeñas y medianasempresas, las llamadas pymes ven en ella una amenazaa su existencia (ACUÑA, 1996, p. 23). Esto obligabaa solicitar diversas modalidades de apoyo estatal.

Desde la perspectiva de Acuña (ALBERTI,GOLBERT & ACUÑA, 1984; ACUÑA, 1988; 1996),los industriales se integraban a un sistema derepresentación de intereses caracterizado por unaheterogeneidad estructural. Dicha heterogeneidad serelacionaba con la existencia de diversos modos deintermediación en la sociedad – m en el sector agrario,el industrial y el obrero – que tenían diversos ycontrapuestos mecanismos de legitimación, todo locual provocaba un mutuo repudio y la imposibilidadde alcanzar acuerdos duraderos entre los actoressociales de la economía.

Sin negar la existencia de tensiones, creemos queel enfrentamiento entre CGE-CI y UIA1 aparecesobredimensionado en la literatura, aunque no cabeduda de que ambas se presentaban en competenciapor representar al empresariado local. Parece irrefutablela existencia de cuestiones institucionales que afectaronla intermediación de intereses del sector empresariopero las particulares formas que asumió operaron comodispositivo de adaptación a las extraordinariascondiciones argentinas. Debemos recordar que latrama política de esos años se encuentra marcadajustamente por las disrupciones, la discontinuidad y larecusación de legitimidades entre los principalesactores de la política. La permanente circunstancia deexcepcionalidad institucional condujo al pretorianismode masas (de acuerdo a la descripción de O’Donnellque lo toma de S. Huntington, en esta situación eljuego político – como un juego de suma cero – setorna más competitivo en el sentido que se produceun fuerte incremento de las demandas sociales, a travésde mecanismos no estrictamente institucionales, queaplicaban relaciones desnudas de poder, tanto respectodel gobierno como entre los participantes entre sí).Esto deterioraba aún más las posibilidades de actuar

1 En verdad CGE y UIA no son entidades de igual nivel ya quela primera es una entidad de tercer grado mientras que la UIAera de segundo grado. La central equivalente a la sería ACIELpero esta estaba integrada por entidades como la Bolsa deComercio, la Cámara Argentina de Comercio, la Sociedad Rural,Confederaciones Rurales.

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por las vías parlamentarias y partidarias, quedando elPoder Ejecutivo en el destinatario principal de lasdemandas a las que cada vez está en menorescondiciones de responder.

La división al interior de las Fuerzas Armadas y suconexión con el mapa de las tensiones socialesargentinas, continuó aun después de instaurado elrégimen militar de la Revolución Argentina, sobre todoa partir de 1969 cuando el liderazgo unificador deOnganía se resquebrajó y reaparecieron las tendenciasinternas que servían de correa de transmisión de lasdemandas sectoriales. Este sistema en el que losmilitares operaban como mediadores entre la sociedady el gobierno, tuvo su final en 1973.

El hecho de que la división en varias asociacionesempresarias derivaba del contexto institucional quedaen cierta forma correspondido, y en partecorroborado, porque también afectaría el sindicalismoobrero, que por ideología y por vocación políticatendía mucho más a la unidad, llegando a fraccionarseen 1957 en los “integracionistas”, los “vandoristas”, elperonismo “combativo” y la izquierda, principalmentecomunista. Entre ellos también se fue perfilando unacompetencia que permitía complementar sus vías deacceso a los centros de poder (CAVAROZZI, DE RIZ& FELDMAN, 1987, p. 173).

Pero desde otro punto de vista, la fragmentaciónpuede ser concebida como una forma de maximizaciónde beneficios para el conjunto del empresariado queconseguía así diversos canales de llegada al poderpolítico y a los otros actores sociales, especialmentesi consideramos que no era rara la doble afiliación aambas centrales. Así por ejemplo, la larga historia deacuerdos de la CGE con la CGT la convertían en unmedio adecuado para buscar aproximaciones con elmovimiento obrero pero también a sectores políticosy militares, mientras que la UIA era el medio paraacceder a determinados sectores del capitaltrasnacional o de las Fuerzas Armadas, aunque tambiéncontaba con asesores ligados a sectores políticosgravitantes. En este sentido en el lapso en quefuncionaron las institucionales formales, también cadaentidad fue forjando su propia red de alianzas que nosólo conjugaba su propio juego de poder sino queextendía los puentes de esa red a sus asociados. Asípor ejemplo el empresariado del interior encontrabaen la CGE el medio de involucrarse políticamente,mientras que las empresas porteñas tuvieron en la UIAun instrumento de lobby.

A un nivel de la estructura organizativa, mientrasla UIA permaneció en ACIEL se delineaba unadiferencia notable entre los dos conjuntos. ACIEL erauna entidad que reunía asociaciones de distintos

niveles. Estas a su vez tenían principios diferentes. LaUIA por ejemplo reunía afiliados individuales, Cámaraslocales y entidades nacionales. La CGE, por su parte,congregaba Confederaciones del Comercio, la Industriay la Producción y dentro de ellas tenía un sistema dedoble representación, sectorial por ramas y territorial.La CGE decía congregar a un mayor número deempresarios: representaba 40 federaciones regionalesy 2100 entidades de primer grado. La UIA, por suparte, sostenía que agrupaba empresas que generabanentre el 85 y el 95% del producto, empleo y maquinaria.

De todas formas estas diferencias no estándeterminadas por la presencia o no del capitalextranjero en sus filas. Si bien la UIA es reconocidapor una actitud más benigna hacia las empresastrasnacionales (aunque no dejaba de recelar de lasventajas que a estas le diera Frondizi o el régimen dela Revolución Argentina) en verdad eran pocas lasempresas de ese origen que eran socios de la central.Se reducían a las que ya tenían muchos años deradicación en el país como Ducilo, Fiat o como Shell.

La CGE también tenía alguna empresa extranjeracomo una empresa minera de carburo de calcio afiliadaa la Federación Económica de San Juan (GELBARD,1967, p. 14). Esto parece confirmar que la CGE nosólo reunía “bolicheros” (Brennan), ni se reducíaaglutinar empresas familiares. Prevalecían, esto es, noson mayoritarias pero si influyentes, muchas empresasmodernas desde el punto de vista técnico y gerencial,sociedades anónimas más nuevas en las que la propiedadestaba separada de la gestión (IMAZ, 1964, p. 133).

Políticamente, ya se ha visto el fuerte antiperonismoque acompañó a la UIA desde su reinstalación en 1955.Enfrente había una posición más amplia de la CGEque se relacionaba con partidos políticos como la UniónCívica Radical del Pueblo (UCRP), Partido Justicialista(PJ), Democracia Cristina, Movimiento de Integracióny Desarrollo (MID, frondizistas), etc. Por otra parte,a pesar de haber nacido bajo el peronismo, rechazópor mucho tiempo esa identificación y buscó mostrarsesiempre como una entidad apartidaría integrada porhombres provenientes de un amplio espectro político2.

En la ideología macroeconómica el cegeísmo seinclinaba por cierto cepalismo estructuralista, mientrasque la UIA se inclinaba por políticas proteccionistasno exentas de cierta ortodoxia. Ambos coincidían en

2 En referencia a la militancia política de los asociados en losaños previos a 1955, Gelbard sostenía con cierta exageraciónque: “En el caso de la Confederación puedo asegurar….que nosólo no era ideológicamente peronista sino que en todo elmovimiento no recuerdo que haya habido dos o tres afiliadosperonistas” (GELBARD, 1967, p. 19).

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la necesidad de crédito abundante y subsidiado para laindustria y la lucha entonces giraba alrededor del controlde las organizaciones crediticias. Así Gelbard acusabaa sus enemigos gremiales de detentar la mayoría de losasientos de los directorios de los grandes bancos,Central, Nación, Industrial como ejes del podereconómico (GELBARD, 1967, p. 16) mientras defendíalas prerrogativas de las cooperativas de crédito. En loideológico la CGE se orientaba a favorecer laintervención del Estado como guía y orientador de laeconomía, apoyaba las políticas de concertación conel estado y los sindicatos. Consideraba que las empresasmultinacionales debían tener un rol auxiliar en laeconomía. Aunque ACIEL puede ser considerada comopartidaria de las políticas conservadoras, ortodoxas, delibre mercado, la UIA no pregonaba exactamente esasrecetas. Muchas veces se inclinaba a apoyar políticasproteccionistas, expansivas desde el punto de vistamonetario aunque de equilibrio fiscal.

Más allá de las diferencias entre las dirigencias yencuadrándose dentro de la teoría funcionalista de laselites, Imaz sostiene que existe una elite empresarialformada por tres grupos: los dirigentes de las centrales,los empresarios de las empresas más innovadoras ylos que tienen un prestigio adquirido por ser fundadoreso primera generación de firmas arraigadas. Estos sonlos que tienen una correlación de status entre el ordenocupacional, el nivel económico alcanzado y sugravitación social (IMAZ, 1964, p. 133-135). Unabordaje desde la teoría de las elites nos permite tambiénexplicar el hecho de que a pesar de asentarse enfracciones diferentes del empresariado, las demandaseran muchas veces coincidentes, especialmente cuandose referían a las políticas monetarias y financieras, a lanecesidad de crédito, a la protección aduanera, a laspolíticas fiscales, i.e. la necesidad de bajar la presióntributaria. Todo ello hizo finalmente más fácil que seprodujera en 1974 la fusión entre la CI y la UIA,conformando el momento de mayor unidad aunque nopor ello de mayor fortaleza del movimiento empresario.

II. ETAPAS DE LA REPRESENTACIÓN DE CLASEY EL ESTADO EN ARGENTINA (1955-1976)

II.1. La Revolución Libertadora (1955-1958):¿eliminación de la tutela estatal o nueva hegemonía?

El golpe militar de septiembre de 1955, la“Revolución Libertadora”, se proponía tanto larecuperación plena del sistema liberal-democráticocomo la modificación de las políticas económicas a lasque llamaba demagógicas o simplemente populistas. Sepropuso entonces extirpar todo aquello que considerabauna herencia perniciosa del “régimen depuesto”.

En este programa, la recuperación de laindependencia de las clases ante el Estado era un punto

crucial que implicaba un férreo rechazo alcorporativismo e impedía que hubiera centralesoficiales tuteladas por el Estado. Se devolvió lapersonería jurídica a la Unión Industrial Argentina, quehabía sido intervenida y luego disuelta por el gobiernode Perón; como un símbolo fue designado para dirigirlaPascual Gambino quien había sido su titular en 19463.La nueva central pretendía hacer valer su peso en lanueva coyuntura, mientras a la disuelta CGE se leincautaron los bienes por considerarlos fruto decontribuciones obligatorias.

El curso que se adoptaba no dejaba de ser extraño yaque en nombre del pluralismo, y con el apoyo del gobierno,la vieja Unión Industrial monopolizaba la representaciónde los empresarios industriales, cuando criticaba a la CGEpor haber sido una central única4. En uso de ese cuasimonopolio, UIA adoptó una clara posición contraria a laResistencia Peronista de los trabajadores – cuyo objetivo,como sostiene D. James, era mantener una forma decultura del trabajo (JAMES, 1990) – y por esta razónfue una de las principales impulsoras de la llamada“campaña de la productividad” (JÁUREGUI, 2012).Finalmente también acompañó la política dedesperonización del Estado que disolvió aquellos órganosque habían sido pilares del intervencionismo económico,tales como el IAPI o las Juntas.

El restablecimiento de la antigua Unión Industrialy el cierre de la CGE5 fueron parte del movimiento dedefensa de la libre empresa y de la democracia que seconsideraban aspectos inseparables de un mismosistema. Contra lo que puede suponerse, el gobiernode la Revolución Libertadora no quiso identificarsecon el sector patronal – podría suponerse – paraconjurar la respuesta clasista de los trabajadores y parasepararlos de la nostalgia de una Edad de Oro.

Pero también era imprescindible cierta distanciade las clases para poder gestionar una economía cadavez más compleja y complicada. Los gobernanteslamentaban no contar con la colaboración de loshombres de negocios, especialmente en lasremarcaciones de precios y en el escaso interés por

3 Hemos visto la relación entre el empresariado y el nacimientodel peronismo en Jáuregui (1999).4 El dominio de la UIA no era en la realidad absoluto ya que lasfederaciones del interior y las cámaras cegeístas mantenían suindependencia.5 De acuerdo a una reflexión posterior del propio Gelbard, elgobierno de la “Libertadora” no se proponía destruir la CGEsino que esta tentativa partió de “los pequeños núcleosrepresentantes de los grandes intereses que no pueden tolerarla intromisión en el manejo económico del país del gran sectoreconómico nacional” (GELBARD, 1967, p. 11).

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expandir la producción, perjudicando seriamente losobjetivos propuestos por la Revolución. Además, desdeel Ministerio de Industria y Comercio se buscabaconvencer a los empresarios que no era posible volveratrás en las relaciones laborales porque el trabajadorargentino ya tenía conciencia de sus intereses y de sufuerza política. “Ustedes – son las palabras delfuncionario – extraen del mundo en el que viven unaserie de conceptos sobre lo que debe o sobre laspalabras adecuadas para comunicar un pensamientopero el obrero está en otra posición, tiene otrostandard, otros prejuicios y otras pasiones… No hansabido llegar al pueblo…Son ustedes los que tienenque llegar a la gente con precios e informes sobre laproducción….Hay que producir más y hay que vendermás a menor precio” (EL MINISTRO DE TRABAJO,1957, p. 7). Estas palabras parecían dirigidasespecialmente a la misma UIA que entonces adoptabaun claro tono de revancha: “…todos los problemasdel país se resolverían – decía el dirigente de la UIAPedro Perrotta – si volviéramos a trabajar como en1938” (REUNIÓN DEL PRESIDENTE, 1957, p. 9-28). Como puede verse, la colaboración efectiva entreel gobierno militar transitorio envuelto en tensionescrecientes y las fuerzas empresarias no era tan sencillacomo podría suponerse a priori.

La CGE no desapareció. Más aun, estimulados porlas dificultades que las políticas gubernamentalescausaban en determinados sectores de la economía,los dirigentes de la ex CGE encontraron un espaciopara justificar el pedido de legalización, buscandodespegarse del incómodo mote de “peronista”. Peroen una país política e ideológicamente dividido, la exCGE pasó a encabezar la “resistencia empresaria”contra el gobierno militar, refugiándose en las federa-ciones del interior, particularmente del norte argentino,donde expresaba a los pequeños industriales y comer-ciantes. Las federaciones desarrollaron en estos añosde marginación “su ideología particular”, ahora librede las presiones del Estado, lo que permitía adquiriruna significativa autonomía que no había tenido entre1953 y 1955. Esa ideología proponía abogar por elempresario nacional como el verdadero agente de laindependencia económica y de la transformación pro-ductiva “[…] en un país donde la legitimidad del capi-talismo era algo inasible” (BRENNAN, 1997, p. 128).

II.2. El frondizismo y la consumación de lafragmentación (1958-1962)

Como es sabido, el desarrollismo que representarael proyecto presidencial de Arturo Frondizi, propusoencaminar al país en dirección a un fuerte desarrollocapitalista industrial que rompiera la dependencia dela importación, restaurando la importancia de lainversión privada, tras una etapa de fuerte apuesta a la

dirección estatal de la economía. Se inclinó claramentepor la inversión extranjera, a tono con procesosinternacionales que la favorecían. Si bien elempresariado nacional aparecía convocado se lopresentaba como un complemento del aporte externo.Esta jugada por el capital foráneo se haría operativapor medio de concesiones y beneficios impositivos ycrediticios dentro de un mercado nacional quecontinuaba cerrado.

Pero las concesiones se hicieron sector por sector,empresa por empresa. Las negociaciones con lascúpulas empresarias jugarían en esto un rol secundario,en parte ligadas al particular juego político quedesplegaba el gobierno de la Unión Cívica RadicalIntransigente (UCRI).

En ese juego se involucraba la hasta ahora inhibidaCGE. En 1958 la campaña por la recuperación de esacentral se intensificó como consecuencia del triunfoelectoral de Arturo Frondizi, que, con apoyo peronista,se diera en las elecciones de febrero. Cuando accedióa la presidencia, aceptó retornarle la personería a laentidad, una promesa de campaña. El restablecimientode la CGE provocó por parte de las entidadesempresarias tradicionales la creación de ACIEL, conel contradictorio argumento de que la nueva entidadno podía ser aceptada como representante de losempresarios en la medida en que su historia no estabaasociada al pluralismo sino a las “centrales únicas” 6.Sin embargo, esta estrategia no reconocía la diversidadestructural que contenía en su interior el sectorempresario y de ahí la dificultad para su consolidación.

Desconfiada de las ventajas que podría obtener dela política desarrollista, la UIA (junto con las demásintegrantes de ACIEL) encontraba motivos parasospechar: el reconocimiento de los sindicatosperonistas, los aumentos salariales masivos, la altainflación de los años 1958-1959 (atribuida en formasimplificada al gasto público), las medidas que seadoptaban para frenarla como el aumento de la presiónimpositiva y la restricción del crédito y de laimportaciones. El gran empresariado también mirabacon alguna preocupación la radicación de empresasextranjeras que se beneficiarían de un mayorfinanciamiento para la importación de maquinarias. A

6 “Las entidades tradicionales, indiscutiblemente democráticas,las que tienen mucho hecho y acreditado, las que no sólo dicenque representan sino que dicen a quienes representan, no quierencentralismos, ni tutores, no necesitan gastar cifras millonariasen publicidad ni en organismos burocráticos. Sólo exigen yquieren libertad para agremiarse…con el convencimientoabsoluto de que cada entidad gremial empresaria será ella porella mismo y no por que integre o no la Central Única” (ACIEL,1958, p. 6).

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pesar de su apuesta por el desarrollo capitalista, elgobierno de Frondizi omitía hacer consultas sobre lasmedidas tomadas a las entidades empresarias, tal comosucediera con el Plan de Estabilización de 1959.

En política laboral, la UIA destacaba que en losconflictos laborales, el Ministerio de Trabajo habíaarbitrado reconociendo en todos los casos los salarioscaídos. El gobierno no reglamentaba el derecho dehuelga – eran tiempos de una fuerte resistencia obrera– que era considerado el tema más complicado en lasrelaciones laborales. Cuestionaba además lareimplantación de los departamentos provinciales detrabajo por decreto 5205/57, porque obraban convinculación a la política local. Asimismo desaprobabala creación de un Cuerpo de Inspectores de Trabajo yla ley 11.729 de despidos (UNIÓN INDUSTRIALARGENTINA, 1958).

La búsqueda de la CGE andaba por otros carriles alos encarados por la UIA. Más allá de la lucha contrala poderosa ACIEL, ocupaba aquellos lugares vacíosque existían entre la economía y el gobierno. Mientrasbuscaba recuperar un staff de funcionarios dentro deun presupuesto que era bastante menor al de la UIA,trataba de proveer servicios de consultoría informalespara afrontar la complicada economía argentina altiempo que organizaba una red de contactos políticosy gremiales de amplio espectro7. Aunque no rechazaacuerdos con los partidos políticos, uno de los ejes desu programa consistía en la confluencia con unaConfederación General del Trabajo que volvía a estarbajo la conducción de dirigentes peronistas.

La CGE hacía del dialogo con los sindicatosentonces un aspecto clave de la estratega de laorganización y por eso intentó acercar posiciones enalgunas oportunidades entre el gobierno, las grandesempresas y los sindicatos. Buscó incluso actuar comomediadora, un papel encarado por el entoncespresidente Idelfonso Recalde8, quien hizo una gestiónen el verano de 1963 ante IKA (Industrias KaiserArgentina) por el despido de trabajadores que llevó aun acuerdo entre el sindicato (SMATA) y la empresaa través de la creación de un fondo de desempleo.Esta acción aunque no era frecuente, revelaba cierto

singular modus operandi de la CGE. Esta inclinaciónpor lo que llamaríamos el Pacto Social, que en verdadserían una acuerdo bipartito, permitió que en 1962,CGE junto a la central sindical elaboraran un programaconjunto basado en la expansión del mercado internoy el fortalecimiento de las empresas nacionales9.

La UIA por el contrario no ocultaba el recelo quele causaba la influencia sindical, no sólo en el ámbitode las fábricas y los establecimientos sino también enel espacio político nacional. Por otra parte tampocose puede negar que la UIA mantenía una actitud muchomás conservadora en lo político, sin ocultar unacendrado anticomunismo, que no era por ciertooriginal. Dicho posicionamiento, se repetía en formaregular en sectores empresarios de todo el mundocuyas actitudes modernizantes en lo económicoparecen estar fuera de discusión.

II.3. La crisis de 1962-63, el desarrollismo cepalino ylos desafíos del empresariado

Justamente el anticomunismo a través de lacuestión cubana, fue un componente activo de la crisispolítica que llevó al derrocamiento del presidenteFrondizi y a su reemplazo por el gobierno semi-militardel presidente José María Guido. Para peor, ella fueacompañada por la aguda pero breve recesión de 1962-63 que no sólo generó destrucción de empleo sinoque reavivó el ciclo inflacionario que había sido detenidocon el plan de 1958. Si bien la situación era pocopropicia para los negocios, sí lo era para un nuevoprotagonismo empresario, a partir de una nueva culturaeconómica. El contexto internacional y consensogeneralizado acerca del carácter estratégico deldesarrollo industrial potenciaba el valor del empresariocomo artífice del bienestar colectivo. La disolucióndel parlamento, como consecuencia del golpe militarde mayo de 1962 incrementaba la influencia de lasasociaciones de interés, tanto de empleadores comode trabajadores, al actuar como correa de transmisiónde demandas sociales. El gobierno que intentabamantener la iniciativa en un contexto que le eraampliamente desfavorable buscó en la insegura alianzacon las asociaciones un punto de apoyo. Para ello se

7 “Cursos para sus miembros, conferencias a cargo deeconomistas nacionales y extranjeros y de otros técnicos yexpertos, y la organización de diversos seminarios. La CGE fueaún más activa en las provincias auspiciando conferencias sobretodos los temas, desde la electrificación rural hasta la crisis dela producción del algodón o los efectos de la política económicanacional sobre la industria de autopartes” (LA CGE AFRONTALA CRISIS, 1963, p. 128-129).8 Recalde, además de presidente de la CGE, era propietario delCanal 9 de Buenos Aires. El clima de confrontación parecía

estar reflejada en el hecho de que justamente ese canal puso enesos días una obra teatral del italiano Humberto Murucciollamada “Paro general” en la que un industrial italiano cede alos obreros la conducción de la ́ fabrica pero cuando el personalhace paro se lo devuelven al patrón porque la fábrica comienzaa dar perdidas. Esto mostraba los peligros de la conflictividadsocial desde la perspectiva de los empresarios (EMISIONISMOEQUÍVOCO, 1963, p. 50-51).9 De todas maneras no podría asegurarse que los asociados a laCGE tuvieran un trato más paternalista o más favorable a lostrabajadores en sus empresas.

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acercó a las diversas centrales empresarias. Unainiciativa en ese sentido aconteció en ocasión de laconferencia de noviembre de 1962 convocada por elministro Alsogaray para crear un consejo planificadornacional formado por representantes del sectorindustrial y comercial que unidos colaborarían en ladefinición de las políticas nacionales (FREELS, 1970,p. 42).

En esa dirección estuvo la iniciativa de hacerdespegar definitivamente al Consejo Nacional deDesarrollo, constituido durante la presidencia deFrondizi con el objetivo de hacer cumplir los objetivosde la Alianza para el Progreso. Para ello, el presidenteGuido le dio continuidad a las tratativas interamericanasy a las resoluciones relativas a la ALALC que habíansido aprobadas en el Tratado de Montevideo10. Tantoen el CONADE como en la ALALC tuvo una activaparticipación la CEPAL que realizó una publicitadareunión en Mar del Plata en mayo de 1963 con elprotagonismo sobresaliente de Prebisch.

Este conjunto de circunstancias facilitaba lacooperación entre las entidades empresarias. De estaforma, la Comisión Honoraria de ReactivaciónEconómica – una iniciativa gubernamental queinvolucraba a cegeístas y a uistas – realizó unapropuesta de acuerdo social para lograr una treguacon los sindicatos. Impulsaba, considerando a lainflación como resultado de la restricción de la oferta,incremento del crédito, utilizando al Banco Central(BCRA) para orientar la creciente liquidez hacia laindustria. Además se postulaba la necesidad de unareforma de la ley bancaria para permitir que lasentidades destinaran el efectivo mínimo en valoresmobiliarios. Por último postulaba la necesidad desolucionar los problemas de la deuda que las empresastenían con el Estado.

El protagonismo empresario se conectaba con elcrecimiento de las investigaciones económicas y conlos cambios en las funciones desempeñadas por loseconomistas profesionales que pasaron a integrar lasfilas de instituciones empresarias. La CGE organizóel Instituto de Investigaciones Económicas, que reuníaa destacados economistas de origen heterodoxo yorganizaba estudios económicos que eran útiles parapoder diagnosticar la evolución posible de la economía

nacional, integrado por economistas reconocidos paraaportar a la formulación de una política económicanacional. Al mismo tiempo pasó a publicar la revistaDoscientos millones, cuyo nombre reflejaba el supuestonúmero de consumidores incluidos en el nuevoacuerdo comercial regional. De igual forma la UIAquiso mostrarse a tono con la demanda deinvestigaciones y puso en marcha su propio Institutode Investigaciones Económicas.

Asimismo el empresariado como sujeto económicoy social se constituyó en tema de reflexión. Entre otros,el problema de su representación funcional pasó aser un tema de discusión en los medios de las queparticiparon economistas y sociólogos de nota. Cabemencionar especialmente a José Luis de Imaz, a JoséEnrique Miguens y a Eduardo Zalduendo.

Imaz publicaría en una revista de la CGE, unartículo con el sugestivo título de “Los empresarios:grupo de presión fallido”, donde defiende la necesidadde fortalecer las entidades empresarias11. Su prédicaen contra de la división organizativa estaba basada enla convicción que ella devenía de la partidización de laacción gremial. El limitante natural para la actuaciónempresaria radicaba en que en su acción ponía enriesgo su capital y que si este se pierde se genera unafuerte pérdida social y personal. El empresario integrauna sociedad anónima que lo restringe y carece deltiempo libre para dedicarse a la política que si tiene elganadero, representante de la clase alta tradicional,que a su vez ha sabido conservar sus antiguos vínculoscon la política que los empresarios vinculados engeneral con la inmigración no tienen. Existe una“radical asincronía [sic] entre el peso económico delempresario, su relativo peso social, su equivocadainteracción a nivel político y la subsistencia de criteriosajenos internalizados como propios. ….esos erroresson siempre inherentes a los ‘grupos nuevos’ que nopueden saltearse etapas, y tienen que pagar… el costode su inmadurez” (IMAZ, 1963, p. 62).

Eduardo Zalduendo por su parte publicó entoncesuna investigación sobre el empresariado argentino,desde el punto de vista de su mentalidad, su relacióncon el Estado. De este se podía concluir que laausencia de homogeneidad de los sectores empresariosera lo que impedía su unidad de acción (ENCUESTAS:ADIÓS A LOS SELF-MADE MAN, 1963, p. 53-54).Imaz señalaba dentro de una lógica funcionalista que

10 Ambas entidades, UIA y CGE buscan motorizar larepresentación del sector privado argentino ante del pacto deMontevideo. En el mismo número se informa sobre la formaciónde la entidad AILA, formado en principio por industrialesargentinos de la UIA mientras que del lado brasileño seencontraban las confederaciones industriales carioca y paulista.(EMPRESARIOS ALALC, 1963, p. 57).

11 “El error de quienes – al margen de ese nivel científico –siguen creyendo que los grupos de presión atentan contra lademocracia, proviene de confundir el hecho en sí de la existenciade los grupos de presión, con ciertas formas de comportamientode ciertos grupos de presión” (IMAZ, 1963, p. 51).

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el poder económico del empresariado no estabacorrespondido por su poder político fundamentalmentepor su falta de interés. Esta carencia evitaba que setransfirieran al poder político, los puntos de vista dequienes lidian día a día con el trabajo y la producción.Aunque supuestamente los empresarios no mandaban,Primera Plana – un periódico con buena llegada a losmedios económicos y políticos opositores – sosteníaque muchos decretos gubernamentales eran redactadosen las oficinas de las empresas interesadas (LASARMAS SECRETAS DE LOS EMPRESARIOS, 1966,p. 57-58).

Estas reflexiones que involucraban a la totalidaddel empresariado nos permiten pensar en la existenciade comunes denominadores entre las asociaciones enparte reflejados en la doble afiliación a ambas entidadesde empresarios. Aunque no los podemos cuantificar,resultan emblemáticos los casos de empresasimportantes como Siam, dentro de las personalidadespodemos mencionar Alfredo Concepción, EugenioBlanco12.

II.4. Los empresarios y el ensayo de retorno a lainstitucionalidad (1963-1966)

Si bien el gobierno del presidente Arturo Illía (1963-1966) – electo con un 25% de los votos en comiciosen los que fue proscripto el Frente que integraba elsector político del peronismo – fue recibidoauspiciosamente por las asociaciones, rápidamenteestas fueron adoptando un sesgo opositor. Las razonesde este giro resultan poco claras aunque entre ellasdeberíamos contar la escasa solidez parecía tener elensayo democrático de la Unión Cívica Radical delPueblo. Existían motivos concretos no obstante paraacompañar esta experiencia. Si bien la economíatodavía estaba resentida de los efectos de la crisisiniciada en 1962 a fines del año siguiente, comenzaríala recuperación. En verdad el quinquenio 1958-1963había dado un crecimiento muy bajo. Pero el período1963-1973 según las últimas estimaciones daba uncrecimiento del producto anual de 6.7% que fue conmucho el mejor del siglo desde la crisis de 1930(GERCHUNOFF & LLACH, 1998, p. 310). El sesgoopositor de la CGE sorprende además si recordamosque la política gradualista y cepalina de laadministración radical del pueblo estaba en línea conlo predicado por la CGE-CI. En principio, las causasde ese alineamiento habría que buscarlas en la tendenciade esta entidad a acercar posiciones con la CGT (y

con ciertos sectores del arco político opositor) y éstapor cuestiones ligadas a la interna del movimientoperonista que no es el caso tratar aquí se ubicaba enuna posición combativa.

El conglomerado UIA-ACIEL, más inclinado arechazar la incidencia de la dirigencia sindical en lavida nacional, consideraba que la política democráticaincrementaba el margen de maniobra de los sindicatosy llevaba a una profundización del estancamientoeconómico y a la inflación. Dentro del contextopretoriano, este conglomerado había tejido fuerteslazos con las Fuerzas Armadas, especialmente con elsector Azul que había triunfado en las luchas internasde 1962. De todas formas, también la CGE buscaríael apoyo militar aunque no siempre de los mismosgenerales.

En esta búsqueda de un lugar en un espacio políticocada vez más conflictivo, en 1965 las posturas entreambas entidades comenzaron a parecerse, aunqueadoptando énfasis diferentes: mientras la UIA alertabasobre las concesiones a los sindicatos, la CGE atacabala política antiinflacionaria y definía a la políticaeconómica como anti-industrialista y anti-empresaria(TENDENCIAS ECONÓMICAS, 1966, p. 64). En estesentido, el grueso de la intensidad estaba colocado enla idea de que el gradualismo del gobierno de Illía tendíaa convivir con una inflación que superaba el 20% anual.

La CGE cuestionaba la negativa gubernamental aconformar el Consejo Económico y Social, que podríaser útil para canalizar influencias sectoriales al interiordel Estado y resolver cuestiones pendientes que afligíana las empresas todavía afectadas por la recesión.13

Sus declaraciones públicas fueron acompañados demanifestaciones más concretas. El 10 de junio de 1966,muy poco antes del golpe, la CGE promovió un apagónempresario nacional para protestar por la modificaciónde la ley de despidos que consideraban lesiva para losintereses empresarios, con lo que objetivamenteacompañaban la operación golpista que se avecinaba.

La presencia de un “futuro estimado” gravitabasobre un universo empresario que comenzó adecodificar los indicadores económicos en el sentidode un gradual empeoramiento (O’DONNELL, 1982,p. 41-42). A ello ayudaba también la sensación de queexistía un estancamiento económico que lasestadísticas posteriores contribuirían a demostrar

12 Concepción fue miembro del consejo titular de la UIA en elperíodo 1962-3 y Secretario de Estado de Industria y Comercio,Blanco fue ministro de Economía de la Revolución Libertadoray luego del presidente Illía (NIOSI, 1974, p. 131).

13 Según declaraciones de Gelbard previas al golpe militar:“[…] necesitamos una línea de estabilidad que dure diez añospara que sepamos que tenemos que proyectar para esa década.Y sobre todo tenemos necesidad de que se nos consulte y seresuelva la cuestión del presupuesto, que se oriente el crédito[…]” (Gelbard apud SEOANE, 1998, p. 150-151)

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como inexistente.

Desde la perspectiva de la UIA en particular y ACIELen general había una “alienación” – y por endeinadecuación – entre el sistema político y la sociedad.La ineficiencia democrática debía ser reemplazada porel eficientismo tecnocrático y autoritario que conamplio consenso en el mundo empresario, buscaría“normalizar” la economía.

II.5. El empresariado frente al régimen militar de laRevolución Argentina (1966-1973)

Vistos los antecedentes no puede extrañar elconsenso favorable a favor de la Revolución Argentinaque incluía a empresarios y sindicalistas, además dela actitud benévola del propio Perón que en el exilioacompañó al golpe de Estado de junio de 1966. Seinstauró un régimen que fuera definido por O’Donnelcomo Burocrático Autoritario justificado en lanecesidad de dar impulso definitivo al proceso dedesarrollo social guiado por el Estado. Este régimeneliminó la actividad parlamentaria y político-partidaria.Pronto se delinearon varias corrientes al interior delnuevo régimen militar que pueden ser resumidas endos: la liberal y la “paternalista”. Dentro de esta última,y con el apoyo del presidente de facto, Juan CarlosOnganía, asomaba una propensión al corporativismoque en verdad retomaba tentativas de organización deese estilo observables en distintos momentos: 1930,1943 y el peronismo. El corporativismo abría laspuertas a la colaboración no sólo de las organizacionesde las clases propietarias sino también de lostrabajadores, tal como efectivamente ocurrió.

Pero la Revolución Argentina se otorgaba unamisión histórica precisa: organizar un orden post-peronista. Tanto la CGE-CI como ACIEL-UIAconfluyeron en este momento en la apuesta por latransformación económica argentina que permitierala “normalización de la economía” y que otorgara alos empresarios el rol acorde a las expectativas queeste sector tenía de sí mismo, dentro de la lógica delos roles tecnocráticos. De acuerdo a Castellani, la“normalización” comprendía el reordenamiento socialcon la eliminación de la actividad política; el desarrolloeconómico en base al aumento de la inversión públicaa través de una elite tecnoburocrática que adoptara elrol de “agente modernizador” con un amplio grado deautonomía en la regulación económica(CASTELLANI, 2004, p. 2).

Este orden se habría de alcanzar por medio de tresetapas denominadas sucesivas cuyos objetivosprioritarios quedaban definidos desde el comienzo:tiempo económico, tiempo social y tiempo político.La tarea de los ministros de Economía tenía pues una

especial trascendencia. Néstor Salimei, uno de losdueños de la empresa alimenticia SASETRU, fue elprimero en ocupar la cartera, pero su gestión fuevacilante. Una de sus propuestas se orientaba a unacuerdo entre empresarios y trabajadores. Salimei,(ligado a los paternalistas) era miembro, como susecretario de Hacienda Fernando Aguilar, de laFederación Económica de la Provincia de Buenos Aires(FEBA), próxima a la CGE. Su gestión concitaba elapoyo de esta entidad y de alguna forma el ministrointentaba ser el nexo de esta con el resto del gobierno.

La prohibición de la acción política no eliminaríasin embargo las usinas de la inestabilidad. Despuésdel fracaso de un plan de lucha sindical, el gobiernoadoptó una política laboral más inclinada aldisciplinamiento obrero y a una política económicamás radicalmente anti-inflacionaria. Salimei fuereemplazado por Adalberto Krieger Vasena quien lanzóel Plan de Estabilización y Desarrollo a principios de1967. Este plan que incluía una macrodevaluacióncompensada, un acuerdo voluntario de precios, uncongelamiento salarial y una promoción a lasexportaciones industriales, consiguió resultados nosdesdeñables aunque fue cuestionado por facilitar laextranjerización de empresas.

La UIA se pronunció más abiertamente en favordel nuevo plan. Este apoyo al régimen fue acompañadopor el ingreso de algunos de sus miembros en sitialesde importancia en el organigrama político, comoEmilio Van Peborgh, presidente del Banco Industrial.Su apoyo al plan estaba en consonancia con el reclamode estabilidad que había sido el eje de la aprobacióndel nuevo régimen14. Este paquete era más favorablea la industria que otros ensayos en la medida queatribuía las causas de la inflación a los costos y a lasexpectativas y no al excedente de demanda. Ademásesta central en particular veía con buenos ojos el girogubernamental hacia una mayor represión a lossindicatos obreros15. Sin embargo, el apoyo de la UIAal nuevo plan no era total. Seguía considerando quelos costos eran muy altos y que el Estado mantenía

14 La relación de la institución con la política era bastanteintensa a partir de que muchas figuras de actuación políticafiguraban como asesores de sus comisiones especiales. RoqueCarranza ex director del CONADE bajo el gobierno de la UCRP,Rodolfo Martínez (h), ministro de Defensa de Frondizi y delInterior de Guido, el ex canciller Mario Amadeo y el consultoreconómico Carlos García Martínez.15 Freels argumenta convincentemente que la UIA se mostrabaen favor del sistema español de las élites formadas por gruposde interés cuyas raíces debían estar fuera del proceso político(FREELS, 1970, p. 53-54).

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importantes bolsones de ineficiencia. Tambiénpensaba que el plan tenía rigideces que era necesariosuperar (UNIÓN INDUSTRIAL ARGENTINA, 1968,p. 28). Para que las empresas pudieran crecer eranecesario remover obstáculos “ambientales”, fruto dedeficiencias de la sociedad o de la política económica.No se hacían en verdad ninguna alusión a laslimitaciones emergentes del gerenciamiento empresariopresuponiendo que este siempre era el correcto. Porlo demás no miró con buenos ojos el coqueteo queOnganía con la dirigencia sindical, especialmente conVandor aunque luego esta política laboral fuemorigerada.

Por su parte, la CGE prestaría según se anticipóun apoyo al nuevo régimen. Algunos hombresprovenientes de sus filas desempeñarán cargos designificación especialmente en las provincias. El aportemás trascendente fue el de Guillermo Iribarren,empresario viñatero riojano fundador e integrantedestacado de la CGE16, que asumió como gobernadorde la Provincia de La Rioja, ubicada en el noroeste delpaís. Aunque algunos la veían como un agrupamientode hombres de negocios poco identificados con elsustrato central de la nacionalidad17, la presencia dela CGE en un gobierno de provincia demostraba lafalsedad del prejuicio, máxime cuando allí se estaríaponiendo en marcha el “modelo riojano” o “plan de laCGE” que era atacado por los que se oponían alverdadero “camino nacional” (GELBARD, 1967, p.12).

Sin embargo, la asunción del equipo del MinistroKrieger Vasena que no tenía vínculos con la asociación,propició un cambio en la actitud de la CGE frente lapolítica económica. El plan económico de 1967 eraimpugnado por considerar que apoyaba en exceso ala gran empresa, especialmente de capital extranjero,como también por su política crediticia que dificultabael acceso a las PYMES al tiempo que limitaba lasposibilidades de desarrollo de las pequeñas cooperativasfinancieras que estaban directamente ligadas a laentidad y a su principal líder, Gelbard. En 1968 dio aconocer la Declaración de Córdoba, primer manifiesto

contrario a la política económica del régimen por partede sectores empresarios. Aun cuando reconocía queel programa de Krieger Vasena había logrado avancesconsiderables en términos de crecimiento e inflación,había beneficiado especialmente al área metropolitanay a las empresas trasnacionales.

La pérdida de popularidad del gobierno de Onganía,a los que no era ajena su falta de pericia política y suautoritarismo, y los problemas de gobernabilidad quecomenzaron a vislumbrarse, favoreció ciertoengrosamiento de las filas cegeístas con laincorporación de entidades como la FATAP (FederaciónArgentina del Transporte Automotor de Pasajeros, querepresentaba a los pequeños patrones del transportecolectivo urbano e interurbano) y la FAA (FederaciónAgraria Argentina, vieja entidad de la clase media rural).Ambas incorporaciones hicieron más notable surepresentatividad cuantitativa y social.

Un aspecto que preocupaba a los empresarioscualquiera fuera la entidad a la que pertenecían era elfuncionamiento del acuerdo de precios, o de preciosconcertados que llevaba a cabo el gobierno bajo elplan de 1967. Este acuerdo en el que entraron unas3500 empresas, de las que sólo 500 se considerabangrandes, generaba tensiones en las cadenasproductivas que se visibilizaban en las diversasentrevistas que tenían los altos funcionarios delgobierno con los industriales (LOS EMPRESARIOSDIALOGAN, 1968). La salida de Krieger del gobiernomodificó las expectativas de los empresarios respectodel régimen en general. Los sucesores de aquél,Dagnino Pastore y Moyano Llerena, intentaronmantener en lo fundamental el camino iniciado en 1967pero con menor confianza de los actores económicos.El mecanismo estabilizador ya no seguía siendoconsiderado un instrumento adecuado para controlarla inflación. Por otra parte, el congelamiento de salariosresultaba insostenible después del Cordobazo de 1969.

Las relaciones de la CGE con los altos mandoscontinuaban aún después de su alejamiento de la gestióndel Palacio de Hacienda. La salida de Onganía de lapresidencia y el arribo de un desconocido generalMarcelo Levingston a la Casa Rosada18, llevó aleconomista heterodoxo Aldo Ferrer el Ministerio deEconomía, quien con su apoyo a las empresas decapital nacional fue directamente apoyado por la CGEaunque una vez más su gestión resultó corta. Con el

16 Según María Seoane, Iribarren era un “radical compadrito”que había dirigido hasta 1955 la Federación Económica de LaRioja (SEOANE, 1998, p. 103).17 Según Seoane la conexión con Salimei permitió a la CGEevitar la intervención de la entidad que estaba impulsada ademáspor ciertas corrientes antisemitas y profundamenteanticomunistas que acusaban a Gelbard de tener contactosocultos con el comunismo, acusación que tal vez casualmenteno era del todo infundada (ídem, p. 151-152).

18 De acuerdo a Seoane el nexo con los militares era elprosecretario primero de la CGE José D. Shaw, antiguo afiliadoa la UIA y miembro de una tradicional familia de negocios(idem, p. 165).

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arribo de Lanusse a la Presidencia de la Nación setejieron otros vínculos políticos y económicos. Másallá de la política cotidiana, se anudó un acuerdo entrela CGE y las Fuerzas Armadas, especialmente la FuerzaAérea, que tenía por objetivo principal la fabricaciónde aluminio. En este proyecto se involucró la cúpulade la entidad empresaria a través de la participacióndirecta de Gelbard y de Julio Broner, otro dirigente depeso de la entidad. La construcción de la planta dealuminio que se radicaría en Puerto Madryn, provinciadel Chubut en la Patagonia, implicaba además laconstrucción de una represa hidroeléctrica enFutaleufú para dotar del fluido eléctrico necesario alemprendimiento. Este proyecto aunaba varios reclamostradicionales de la CGE. Por una parte se potenciabael desarrollo regional extrapampeano, se alentaba a unaempresa de capital nacional y aparecía elfinanciamiento estatal necesario como siempre habíasido vislumbrado como elemento central. Las FuerzasArmadas entendían que el aluminio era una materiaprima fundamental para la Defensa Nacional,especialmente por su aplicación en la Aeronáutica.

Durante estos años la UIA registró los cambiosevidenciados en las firmas y en la conformación delproducto industrial. Un análisis de la nómina de losintegrantes de la Junta Directiva presente señala comoprimera evidencia el fuerte avance de los ejecutivos:ya son 17 de los 37 miembros. En cambio, losempresarios tradicionales seguían prevaleciendo en elsector textil (seis de siete representantes) y elalimenticio (cuatro de seis). Pero seguía respetándosetodavía la tradición de que el presidente debía ser unempresario neto, representante de intereses personalesa la vez que societarios y además debe representar ala industria del consumo, textil, o yerbatera algo quelos metalúrgicos aceptan no sin reticencias.

Al mismo tiempo se venía generando un fuertecrecimiento patrimonial19 con la proyección una nuevasede, a tono con las expectativas de sus directivosque comenzaría construirse en la zona de CatalinasNorte, en el barrio de Retiro, con la intención de podercobijar allí a todas las federaciones, asociaciones ycámaras que la integraban.

II.6. La vuelta del peronismo, el Acuerdo Social yuna política fallida (1973-1976)

El retorno del peronismo al poder en 1973 reactivólos mecanismos que disponían para el empresariadoel control de la economía, según la concepción ya

manifestada por Perón con Miranda. Poco antes delllegar al gobierno los empresarios industriales sereunieron en una sola entidad. En efecto, tras difícilesnegociaciones UIA y CI se fusionaron en la CINA(Confederación de la Industria Argentina) que pasó aocupar el edificio de Catalinas Norte que habíaconstruido la UIA en el barrio porteño de Retiro. LaCINA pasó a ser parte entonces de la CGE.

José Ber Gelbard, histórico dirigente cegeísta,ocupó el Palacio de Hacienda, rodeado en principiodel apoyo empresarial. Este soporte envolvió tambiénla firma del Acta de Compromiso Nacional, entre elEstado, las centrales empresarias y la CGT, y ellanzamiento del Plan Trienal o Plan Gelbard, que sebasada en el control de precios (inflación “cero”), conredistribución de ingresos e impacto moderado sobrela tasa de ganancia. Entre los empresarios, estasmedidas fueron aceptadas como mal menor ante laamenaza de medidas más radicales ya que reteníancapacidad de maniobra frente a los sindicatos que eranmayoritariamente peronistas. Pero por otra parte, estacoincidencia además de fruto de la presión de lascircunstancias políticas sobre la UIA fue tambiénresultado de las coincidencias que existían entre UIAy CGE ya mencionadas en torno a las políticaseconómicas.

Con el Ministerio de Economía en sus manos ycon una presencia visible dentro y fuera del gobierno,la CGE fue reforzando su imagen de organización delempresariado nacional; utilizó su mayor cuota de poderpara movilizar a los pequeños y medianos empresariostras las banderas del nacionalismo económico y elfederalismo político y social. El control del Ministeriode Economía por la CGE redefinió la relación defuerzas entre CGI y UIA.

Durante el primer año de aplicación del plan, tuvoresultados positivos en términos de crecimiento delproducto y de estabilización de precios. Pero comoaconteciera con otros planes de estabilización, lapolítica de precios fue minando las relaciones entregobierno y empresarios. La inflación importada fuehaciendo cada vez más difícil mantener los precios enel nivel que los había fijado el gobierno. La presión dela CGE encontró eco en el gobierno y en abril de 1974el gobierno anuncia la flexibilización de precios. Elcambio de situación externa hacía imposible la inflacióncero. Los nuevos precios todavía insuficientes paralos empresarios, desataron una lucha distribucionistaque hizo que la economía escapara del control delequipo económico.

A tono con el mayor número, la política decontroles de precios fue más favorable a las PYMES,ya que la política de control fue menos severa con

19 Aun así, la entidad su presupuesto era una parte pequeñacomparado con el de la Sociedad Rural Argentina pero de grantamaño si se lo compara con el de la CGE.

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ellas que con las grandes empresas. Según Canitrotcon su aplicación se provocó una redistribución deingresos desde las grandes empresas, que estabanobligadas a respetar las regulaciones, hacia las firmaspequeñas y medianas que podían eludirlas(CANITROT, 1975, p. 342).

Por el lado obrero, los aumentos de salariosbeneficiaron a los más bajos que a los más altos, peroestos estaban mejor organizados y tuvieron mayorcapacidad de negociar acuerdos salariales voluntariospor empresa al margen del pacto social. Si a esto seagrega que la inflación importada se hacía sentir conmás fuerza en las grandes empresas, hay un panoramadifícil de reducir a una “generalización lineal”. Lasituación dependía de variables como proporción deltrabajo en los costos totales, número de acuerdosvoluntarios llevados a cabo y capacidad de evadirregulaciones de precios, proporción de insumosimportados en los insumos totales, ritmo decrecimiento, demanda, monto de ventas en mercadonegro, tecnología. No todas las firmas que Gelbardintentó perjudicar fueron efectivamente perjudicadasy no todas las que quiso beneficiar fueron beneficiadas.Ni todos los integrantes de la CGE estaban felices conel programa económico ni todos UIA estaban infelices.El grado en que fueron afectadas o beneficiadas losdiferentes sectores dependía de su capacidad depresión política sobre el gobierno. El carácteraparentemente contradictorio de las medidas de políticaeconómica adoptadas en el período reflejó laheterogeneidad de las presiones que enfrentaba elestado al mismo tiempo que su debilidad para hacerfrente a las mismas (DE RIZ, 1987, p. 143).

Sin embargo, quedaban al descubierto las supuestasintenciones reformistas que estaban detrás de esteprograma. El programa económico tenía debilidadestécnicas fundamentales, especialmente por el lado dela política monetaria y fiscal que no se compadecíacon el congelamiento de precios y salarios. Estasincongruencias resultaban llamativas si pensamos enque la CGE había desarrollado desde los primeros ’60una gran cantidad de estudios sobre la economía no

desprovistos de conocimiento técnico20.

El plan encontró importantes obstáculos a partirdel cierre del mercado europeo a las agroexportacionesy la crisis del petróleo. Por otra parte el plan provocaríadesabastecimiento y conflictos al interior delperonismo.

Finalmente en 1975 Gelbard abandonó el Ministeriode Economía y la CGE perdió posiciones políticas,junto a un incremento de la tensión interna por laacción de grupos ex UIA. La agudización de la crisiseconómica y política llevó a la formación de una nuevaentidad de cuarto grado, APEGE, que aglutina a lasentidades que antes habían participado de CIEL, aunqueesta vez la UIA se excluyó, para oponerse al gobierno.(ACUÑA, 1988, p. 33).

III. CONCLUSIONES

Como primera aproximación, podemos concluirque el agravamiento de la crisis política, o sutransformación en un modelo permanente tuvo unaconsecuencia directa tanto sobre la forma de gestionarla economía desde el Estado como de articular losintereses privados de la sociedad civil. Aun así, el paísatravesó durante los años 1963-1974 la etapa de mayorcrecimiento económico desde 1930. En este contextode inestabilidad institucional y de carencia de formasaceptadas de contacto entre los actores económicosy el Estado, en sus distintos niveles, el empresariadose vio sometido a violentos cambios de rumbo que loobligaron a adaptarse a una situación de incertidumbrepero también de choque de legitimidades. La respuestaa esta situación fue la búsqueda de una protecciónestatal que generara condiciones para enfrentar eseescenario de incertidumbre.

Normalmente se ha entendido que la Argentinacarecía de una verdadera burguesía y esta carenciaexplicaba la ausencia de una fuerza social directamenteimplicada en el desarrollo industrial. Muchas veces –como se ha visto – se ha considerado que asociacionesindustriales como la UIA no defendían interesesespecíficamente industriales sino genéricamenteestaban a favor de la multiplicación de los beneficiosen cualquier sector de la economía.

Sin embargo, la idea de una “burguesíaconquistadora” a la Morazé para los países endesarrollo entendida como un actor colectivo dotadode coherencia es discutible en la medida que laheterogeneidad está en su misma génesis y por otraparte la condición periférica dificulta el dinamismoeconómico que le de sustento.

Por esta razón la diversidad organizativa secohonestaba con las condiciones políticas,

20 De esto no puede deducirse como lo hace De Riz que laCGE estaba mucho más cerca de ser un grupo de presión antesque una clase dirigente capaz de articular a un proyecto contodos los sectores propietarios, como podría presuponerse apartir de la fusión de entidades. Esta conclusión resulta bastantelógica si nos atenemos al hecho de que la construcción de unactor no puede deberse a una situación coyunturalmomentáneamente favorable a una institución representativa.Ella es el resultado de un proceso histórico que lejos estuvo dehaberse verificado en el caso estudiado (DE RIZ, 1987, p.144).

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institucionales y económicas argentinas. La diversidad,si bien en determinados momentos operaba como unabarrera para alcanzar acuerdos duraderos, en la medidaque estos acuerdos carecían de sentido en país sinpolíticas duraderas, facilitaba los medios para que lasdistintas asociaciones que intermediaban intereses secomplementen – lo que suponía en la práctica que elsistema de representación de intereses, compuesto poruna variedad de asociaciones, con acceso a los policymakers. Ciertos contenidos mínimos facilitaban estacomplementariedad: rechazo a las políticasmonetaristas que restringieran la demanda interna, al

incremento de la presión tributaria como remedio alos déficits fiscales, oposición al aumento del gastopúblico no productivo, por el apoyo a las políticas decrédito industrial. Pasado el período 1955-1958 queen UIA predominaba un posicionamientoabsolutamente anti-estatal y pro-mercado, en la décadade 1960 se fue afirmando una posición de más próximaal estructuralismo que sin eliminar la brecha que lasseparaba, permitió la generación de lo que pudo serun sistema más cercano al corporativismo.Nuevamente la acechanza de la política terminó conesa posibilidad.

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REVISTA DE SOCIOLOGIA E POLÍTICA V. 21, Nº 47: 157-160 SET. 2013

ABSTRACTS

THE ARGENTINEAN INDUSTRIAL ORGANIZATIONS IN THE “AGE OF DEVELOPMENT” (1955-1976).

Aníbal Jáuregui

The topic analysed in this article is the interest associations Argentine in the industrial developmentalismperiod. We emphasize the involvement of industrial organizations in the political conflicts and in turn to studyhow impact these conflicts internally. The research was conducted based on the journals and documents ofassociations, to which we add the tracking in newspapers and general interest publications. The data obtainedhere were tested by the method of qualitative analysis. It shows a close dependence between the organizationsof the political system and a political crisis in those years. We have also seen that despite political andorganizational differences between them we didn’t found a favorable business sector and other industrialdevelopment contrary to it. Our idea was therefore to show that there wasn’t a radical contrast between aUIA. anti-industry. and CGE pro-industry, contrast that is usually accepted in several studies related to theissue. Finally it seeks to overcome the tendency to think in terms of absolute contradiction actors withinArgentine political and social historiography.

KEYWORDS: Argentine; associations; industry; developmentalism.