Homenaje 15 de Noviembre 1922

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Masacre obrera, Guayaquil-EcuadorCruces sobre el agua

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En el marco de los 93 años del “Bautizo de sangre de la clase obrera ecuatoriana”, el Partido Comunista Ecuatoriano y la Juventud Comunista del Ecuador, realizan un justo homenaje a los obreros ecuatorianos mediante distintos textos de análisis que presentamos a continuación. Resulta vital conmemorar e investigar los hechos ahí ocurridos, el 15 de noviembre fue el resultado de una serie de acontecimientos protagonizados por la clase obrera mediante un movimiento amplio conjuntamente con la participación de la mujer trabajadora. La actuación de la oligarquía y el apoyo dado desde múltiples espacios retardatarios como el propio Estado que respondía a los intereses del Banco Comercial y Agrícola, la prensa que censuro los hechos, el apoyo de la Iglesia que manifestó públicamente que aquella fecha fue necesaria para controlar y no permitir el desorden en las calles, los altos mandos del ejército que emitirían la orden de ejecución de cientos de inocentes que pagarían con su sangre la lucha por la justicia, nos muestra el carácter criminal de las clases dominantes. Esperamos que estos textos logren aportar a la construcción de la memoria histórica tan necesaria para la construcción y radicalización de nuestros procesos políticos. Comisión Nacional Ideológica Partido Comunista Ecuatoriano Noviembre 2015

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EL MOVIMIENTO OBRERO EN EL ECUADOR ANTES DE 1922

Ricardo Paredes en su artículo “El movimiento Obrero en el Ecuador”, publicado en la revista de la Internacional Sindical Roja (1928) caracterizaba al Ecuador de la época (años 20) como un país eminentemente agrícola, con una naciente industria:

“[…] hoy existen, en el Ecuador, numerosas industrias relativamente bien desarrolladas. El primer lugar pertenece a los tejidos; después vienen la producción del fósforo y una serie de empresas para la transformación de los productos agrícolas (molinos, destilerías, etc.). La industria más importante sobre el litoral, es la del azúcar que ocupa a varias decenas de millares de trabajadores. Por lo que se refiere a la industria minera, notamos la extracción del oro y del petróleo. Un número importante de asalariados trabajan en las industrias del tabaco y del alzado. Los depósitos y talleres de los caminos de hierro, así como toda clase de empresas de la industria alimenticia, se encuentran en numerosas regiones. Sin embargo, es la pequeña industria la forma que domina por todas partes en la producción.”

Con una clase proletaria en desarrollo y caracterizada por dos contradicciones fundamentales en su composición la clase y la etnia:

“En el Ecuador, como en la India, la clase obrera pertenece a la casta inferior. La mayor parte de los trabajadores son los representantes de una raza mitigada; los indios puros no son los más numerosos más que en las regiones de algunas provincias. La clase obrera está pues sometida a un doble yugo: opresión de raza (prejuicio de la "raza inferior") y opresión económica. Bajo esta doble opresión, los trabajadores del Ecuador

toman poco a poco conciencia de sus distintos intereses de clase.”

Esta descripción del Ecuador de los años 20, en el que se desarrollaría la gesta del 15 de Noviembre, fue producto de las profundas transformaciones económicas, políticas y sociales de la Revolución Liberal, que permitió la transición de un modelo de producción semi-feudal a un capitalismo más moderno.

Por otra parte, las organizaciones de trabajadores no eran nuevas el país donde, siguiendo la tradición medieval española los artesanos y trabajadores se encontraban agrupados en gremios y cofradías, para 1898 por ejemplo Guayaquil contaba con 39 gremios que agrupaban a la mayoría de trabajadores y artesanos de la ciudad, estas asociaciones propias del modelo feudal, se dedicaban a prestar ciertos servicios de ayuda a sus miembros y sobre todo a la formación profesional pero carecían de una clara posición de clase y estaban dotadas de un profundo misticismo religioso.

Tras la revolución de 1895, la presencia de sectores radicales dentro del bloque liberal (Alfaristas), determinó una política de apoyo y difusión de las organizaciones de trabajadores (entre 1896 y 1914 se formaron solamente en Guayaquil 22 asociaciones nuevas), obteniendo un primer crecimiento importante en la organización de las masas laborales a través de sociedades de apoyo mutuo. La constitución de sociedades obreras adeptas al liberalismo a su vez determino un proceso de reacción del clericalismo militante a través de la constitución de los primeros Centros y Círculos de Obreros Católicos auspiciados fervientemente por el clero y miembros de la oligarquía como Jacinto Jijón y Caamaño y otros líderes conservadores. También durante este periodo empezaría la constitución de los primeros grupos de clase, básicamente de

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orientación radical como la Asociación de Vendedores de los Mercados o Hijos del Trabajo en Guayaquil.

Pese a que varios autores han otorgado la categoría de anarquistas a los grupos de obreros más radicales como los dos anteriormente mencionados, siendo justos con la verdad, hablar de una clara definición ideológica de las primeras organizaciones de obreros de la época no es posible, Así por ejemplo dos de los principales dirigentes del movimiento obrero Miguel Albuquerque1 y José Vásconez2 provenían de las filas del liberalismo radical y eran correligionarios de Alfaro, aunque claramente avanzados para su época hablar de ideas concretas de anarquismo en estos líderes es desconocer que su labor más que anclada en una clara posición ideológica se centraba

1 Albuquerque de origen cubano fundo la sociedad obrera Hijos del Trabajo 1895, y la Confederación Obrera del Guayas (1905) fue un íntimo amigo de Alfaro, miembro de la junta revolucionaria de José Martí y ayudante de campo del Gral. Maceo, en su libro el Anarquismo en el Ecuador Alexei Paez duda de la filiación anarquista del cubano, sobre todo por la profunda vinculación de las sociedades obreras de su creación al Partido y Estado Liberal de Alfaro.

principalmente en una acción practica donde se confundían varias corrientes doctrinarias.

De acuerdo a Alexei Páez la prensa e ideas anarquistas como tales hacen su aparición en el Ecuador alrededor de los obreros jamaiquinos vinculados a la construcción del ferrocarril transandino, textos de Bakunin y Kropotkin se vendían a través de la librería española de Guayaquil en 1911, sin embargo este mismo académico destaca el ingreso de textos revolucionarios al Ecuador tanto de corriente Marxista como anarquista en la década de 1910 a 1920, cuyas ideas fueron adoptadas principalmente por la intelectualidad debido a la escasa preparación académica de la población, intelectualidad que en algunos casos se vería influenciada por ambas corrientes ideológicas y sobre todo por la Revolución Bolchevique. De acuerdo a

Ricardo Paredes durante la jornada de 1922 las organizaciones de trabajadores colocaron carteles en los principales edificios del puerto principal firmados por el “soviet” de Guayaquil. Lo que nos da a entender la paulatina ideologización de las masas proletarias, mismas que ya para inicios de los años 20 se encontrarían influenciadas por grupos con una mayor claridad ideológica aunque aun muy reducidos a la intelectualidad. Sin embargo pese al mayor o menor

2 Vásconez fue un reconocido militante del liberalismo radical, junto con Albuquerque pugno por el control de la Sociedad Artística e Industrial del Pichincha, que se encontraba en manos de dirigentes allegados al Partido Conservador y que velaban por los intereses de la oligarquía quiteña, tras el fracaso en controlar esta organización junto con Albuquerque crearon la Unión Obrera, organización que recibiría apoyo del gobierno liberal e incluso un local en el casco colonial de la ciudad, la actual casa del obrero.

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grado de confusión ideológica que reinaba en la época el movimiento obrero ecuatoriano incremento su accionar y su consolidación de un movimiento reivindicativo y pasivo a un movimiento de tipo clasista y combativo que ira poco a poco creciendo hasta la jornada del 15 de Noviembre de 1922.

Este proceso evolutivo estuvo caracterizado además por la creciente combatividad de los trabajadores, se destacan por ejemplo la huelga de los carpinteros de Guayaquil (1896) donde los trabajadores por primera vez obtenían en base a la lucha reivindicativa una reducción de los tiempos de trabajo (9 horas) y una estabilización de su jornal, la huelga de 1919 de los tipógrafos en Quito que de acuerdo a Ricardo Paredes fue desarrollada por un grupo radical-socialista, la huelga de los trabajadores auríferos de 1921, la huelga de ferroviarios de 1922 desarrollada por la Federación Regional de Obreros del Ecuador adscrita al Partido Socialista de Chimborazo, y en Noviembre del mismo año la huelga de los tranviarios de Guayaquil que tras la llamada de la Federación Regional a la huelga general arrastraría consigo a la gran mayoría de organizaciones sindicales de la ciudad e incluso a la Confederación Obrera de Guayaquil (por aquel entonces en manos de sectores conservadores), y que culminaría en la masacre de al menos 800 obreros guayaquileños.

Para Paredes, con anterioridad a 1922 “la clase obrera no había participado en la vida política del país más que como un apéndice de los partidos burgueses y de los líderes revolucionarios burgueses.”, la irrupción violenta del proletariado en la política nacional a través de la lucha de masas invoco a la más cruda represión por parte de la burguesía, quien tras la masacre disolvió a la gran mayoría de organizaciones y persiguió a sangre y fuego a sus dirigentes.

Pese a esto el accionar criminal de la burguesía no hizo sino consolidar el carácter de clase de la organización sindical en el país, en términos del propio Paredes “las matanzas del 15 de noviembre tuvieron como resultado la inspiración al proletariado de Guayaquil de un odio irreductible hacia la burguesía. Se puede decir que, a partir de ese momento, perdió todo el apoyo de las masas”, obligando a los obreros del país a adoptar mejores estrategias de lucha y organización que desembocarían en la creación del Partido Comunista Ecuatoriano.

c. Jorge Almeida Comité Central

Partido Comunista Ecuatoriano

Bibliografía:

PAREDES, Ricardo, "El movimiento obrero en el Ecuador”; La Internacional Sindical Roja 1 (Agosto 1928).

PAEZ, Alexei, “El Anarquismo en el Ecuador”; Colección Popular 15 de Noviembre, Corporación editora Nacional.

MILK, Richard, “Movimiento Obrero Ecuatoriano: el desafío de la integración.”; Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Instituto de Investigaciones Económicas 1997

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POR LA MEMORIA DEL 15 DE NOVIEMBRE DE 1922

Hace ya 93 años en el Ecuador se dio un hecho que marcaría el inicio de un nuevo momento nacional, el 15 de noviembre de 1922 en Guayaquil ocurre la gran matanza de la clase obrera que la conoceríamos en la historia como “El bautizo de sangre de la clase obrera” o “Las cruces sobre el agua” en referencia a las ofrendas que son lanzadas en el rio Guayas cada año en memoria de los muertos de aquella fatídica fecha.

Pero en realidad este bochornoso hecho fue casi borrado de la memoria colectiva, hecho que en su momento tuvo un fuerte carácter ejemplificador puesto que las oligarquías intentaban mostrar que no temblará su puño para seguir manteniendo el statu quo, que contará con el apoyo de los sectores más retardatarios y violentos como lo fueron la iglesia, oligarquía bancaria, oligarquía agro exportadora que respondían a los intereses del imperialismo, el ejército y una serie de personajes que apoyaban la brutal masacre de esta clase como Luis Tamayo presidente en ese entonces.

Una terrible situación económica azotaba a la clase obrera, el descenso de la exportación del cacao producto suntuario para el imperialismo en ese momento, por el cual decide bajar su precio afectando terriblemente a nuestra economía dando como resultado la devaluación de la moneda, medida que “ayudaría” a fomentar las exportaciones y salvar a la economía, esta medida traería consigo el alza de los productos de primera necesidad, mientras que los salarios se

mantuvieron y aumentó el nivel de desocupación obligando a los campesinos a trasladarse a las ciudades en busca de mejores condiciones de vida.

Ante esta situación que era insostenible da como respuesta que amplios sectores de la sociedad salieran a las calles a luchar por sus derechos, la lucha comienza con reivindicaciones de carácter económico pero rápidamente toma un carácter altamente político.

La participación de la clase obrera en este hecho es alta puesto que para 1922 ya había un movimiento obrero bastante consolidado, así lo demuestra las cifras pues participaron en la huelga aproximadamente un centenar de organizaciones; el movimiento inicia con la huelga de los ferroviarios de Durán donde pedían una serie de reivindicaciones como el alza de salarios y el respeto a la jornada de ocho horas laborales , entorno la huelga de los ferroviarios existió un marco de solidaridad muy alto de varios sectores de trabajadores como la Federación Regional de Trabajadores Ecuatorianos, la Asociación Gremial del Astillero así como varias organizaciones de trabajadores de la ciudad de Guayaquil.

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Se debe recalcar que este movimiento obrero que se fue generando viene ampliamente influenciada por los últimos acontecimientos ocurridos en Rusia en el año de 1917 que inspirarían a la clase proletaria del mundo para luchar por la toma del poder y la próxima construcción del Socialismo y en un contexto más latinoamericano también se ve influenciado por la revolución Mexicana y sus consignas encaminadas a la reforma agraria. Este movimiento obrero creció tanto desde finales de octubre a noviembre que logró paralizar a la ciudad de Guayaquil tomo el carácter de huelga general. Situación muy incómoda el pronto desarrollo y organización del movimiento obrero, Tamayo debía hacer algo para lograr desarticular y dar respuesta, entonces se toma dos caminos el primero la violencia, el camino de la fuerza que desembocaría en la matanza del 15 de noviembre y el segundo el de infiltrar al movimiento y desequilibrarlo desde adentro, dividirlo para que no logre llegar a sus objetivos. El éxito de estas respuestas es evidente pues para la represión se concentraría en Guayaquil a los Batallones Constitución, Zapadores del Chimborazo, Montufar, Cazadores de los Ríos, Artilleria Sucre No 2 y a la Policía nacional, se logró infiltrar en el movimiento obrero consignas e ideas que no respondían a sus reivindicaciones confundiendo a sus integrantes. El terrible resultado de aquella jornada es de aproximadamente mil quinientos muertos, las terribles escenas que allí se dieron solo pudieron ser relatas por Joaquín Gallegos Lara en su obra las “Cruces sobre el Agua”, sumamente sanguinario fue ese acontecimiento su repudio debe ser tal pues no solo que mancharon de sangre sino que bautizan a la clase obrera nacional, tal vez uno de los hechos más comunes cuando pasan este tipo de cosas es que existe una total la distorsión de la realidad. Claro ejemplo es el papel de la prensa que responde a los intereses de la oligarquía y en este

suceso no fue la excepción, las calumnias que ahí se tejerían ayudarían a degenerar y distorsionar los hechos hablarían de aquellos muertos como ladrones y saqueadores que solo pretendían robar en la ciudad. Ante tantas calumnias y falta de memoria histórica sobre la importancia de este suceso, es vital ir despejando de la historiografía los hechos que si han marcado la historia desde las construcciones colectivas como lo es ese 15 de noviembre que representa el doloroso bautizo de la clase obrera; el comienzo de un movimiento político e ideológico que a futuro se llamaría Partido Socialista (posteriormente Partido Comunista) que pretende ser la herramienta de esta clase. De esa manera ahora se procura superar los errores de ese pasado para organizar a la clase obrera y que nunca más se repitan fatídicos días, que así se logre construir una clase que tenga una conciencia en sí y para sí , que tenga claro cuáles son sus objetivos, que logre identificar a los verdaderos enemigos y que no se pierda en el camino con aquellos que solo pretenden desviar y dividir al movimiento obrero, es necesario la acertada alianza obrero- campesina que se pueda superar cualquier desigualdad y que luche por los intereses colectivos ,esta alianza es indispensable para la victoria . Es así como aquella sangre que fue derramada hace ya casi un siglo hoy sigue siendo un ejemplo de la valentía del pueblo, pero también de la más alta cobardía y muestra del servilismo de aquellos que sí han tenido precio, se debe recuperar la memoria porque de estas lecciones es de donde nace la fuerza moral y surge la inspiración para la lucha.

c. Evelyn Moreno Juventud Comunista del Ecuador

Comisión Nacional Ideológica PCE

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LAS TAREAS HISTÓRICAS DEL 15 DE NOVIEMBRE

Cada 15 de noviembre se recuerda en el Ecuador la gesta heroica de los trabajadores del puerto principal quienes se levantaron en contra del mal gobierno plutocrático que encabezaban los banqueros del Banco Comercial y Agrícola a la cabeza de una burocracia y policía indolente.

Siempre que se recuerda esta gesta se la plantea desde el desconocimiento de las tareas históricas que dejó en la organización de los trabajadores. Así se la recuerda como una gesta lejana y regional a través de la masacre de centenas de trabajadores y otras veces se la recuerda como un acto de los sindicatos de corte anarquista.

Ni una ni la otra, al recordar esta gesta debemos extraer de su seno las lecciones históricas y tareas concretas que son el verdadero legado para la construcción madura de un sindicalismo político y revolucionario, que luche por la transformación del sistema y la toma del poder.

Tomando las reflexiones sobre el asunto del c. Pedro Saad Niyaim del folleto “15 de noviembre de 1922 y el papel de la clase obrera en el movimiento de liberación del pueblo”, establecemos a continuación las cinco conclusiones y a partir de este ejercicio recordamos las lecciones históricas y las tareas actuales de la organización económica y política de los trabajadores ecuatorianos.

Las conclusiones del 15 de noviembre.

La primera conclusión es que la clase obrera antes de 1922 no tenía una clara conciencia de clase por lo tanto no existían objetivos revolucionarios que aglutinen y permitan a la propuesta de los trabajadores rechazar las maniobras políticas de la clase dominante. Se debe tomar en cuenta entonces que era necesario en ese tiempo, como lo es ahora, la estructura política de los

trabajadores y trabajadoras que organicen, catalicen y orienten a la lucha de clases.

La segunda conclusión es que la clase obrera no tenía una perspectiva revolucionaria clara, por lo tanto, en la lucha que tomó aproximadamente dos meses hasta el fatídico 15 noviembre, no se plantearon concepciones de transformación revolucionarias decisivas, sino que apenas se buscan reformas dentro del modelo feuda burgués imperante desde las necesidades de las élites. Por tanto no se tenía una concepción clara y científica del por qué y para qué luchamos, sino simplemente se da respuesta a unos problemas puntuales desatados en medio de la crisis cacaotera y de circulante.

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Una tercera conclusión fundamental es que el movimiento de noviembre del 22 significa una maduración de la concepción de lucha, enterrando el anarco sindicalismo por formas más precisas de lucha, especialmente tomando en cuenta que el anarquismo es un pensamiento y curso de acción pequeñoburgués que no tiene relación clara con los objetivos de la clase proletaria, la toma del poder y la supresión del sistema de clases.

Una cuarta conclusión es que el fracaso se debió a la falta de una organización nacional de trabajadores, por cuanto en el momento de la lucha los poderosos sindicatos porteños eran de ámbito local, y fuera de Guayaquil apenas existieron algunos actos en el contexto de las marchas.

Una quinta y última conclusión es que la falta de alianza obrero campesina restringió de manera notoria la lucha y no pudo vincular con la masa campesina explotada el clamor de transformaciones concretas de los trabajadores y trabajadoras. Esta vinculación estratégica se debe dar asumiendo las reivindicaciones de la plataforma campesina como propias del movimiento obrero, cuestión que no se dio.

¿Y ahora qué?

De las conclusiones, que son lecciones históricas para el movimiento de la clase trabajadora, debemos extraer con visión autocrítica el momento exacto que estamos, y cuáles son las tareas fundamentales a cumplir.

Lo primero es la conciencia de clase, en este momento se puede observar que el sistema hegemónico de la cultura burguesa ha atacado de forma decidida a un hecho científico concreto: la sociedad está dividida en clases sociales y la clase alta vive del trabajo de las clases bajas.

Desde los medios de comunicación y los políticos oportunistas engañan al pueblo planteando que esta es una idea del pasado. Nada más falso, ¿acaso no trabajamos para un patrón que lo tiene todo mientras nosotros no tenemos nada?

Allí tenemos una primera tarea concreta: elevar el nivel de conciencia de clase, entendiéndolo como un movimiento de clase en sí hacia clase para sí; entendiendo que somos trabajadores y que los patrones viven de nuestro sudor y trabajo, y que la única forma de liberarnos es organizarnos para lucha decididamente en contra del régimen de explotación del trabajo asalariado.

Una segunda tarea es la construcción de la organización política del pueblo, de los trabajadores y campesinos, un partido que no se encuentre dentro de las necesidades de la burguesía, sino que sea la guía y el orientador para la liberación definitiva de la opresión burguesa formulando un programa político de lucha antimperialista, anti-oligárquico, democrático y nacional y popular.

Una tercera tarea es la consolidación de organizaciones de trabajadores de nuevo tipo, democráticas y que respondan a los intereses del pueblo, así como la consolidación de una organización nacional de trabajadores.

Una cuarta conclusión es la necesidad de la vinculación en alianza obrero campesina y por lo tanto la construcción de los sindicatos de clase en el campo.

Para culminar con este breve sumario cabe destacar que el 15 de noviembre es más que un hecho de sangre, es el punto demostró que la organización de trabajadores debe estar unificada en torno a los intereses de la clase y que con independencia debe caminar hacia la construcción del socialismo.

c. Carlos Andrade Secretario Nacional Frente Trabajadores

Partido Comunista Ecuatoriano

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15 DE NOVIEMBRE DE 1922, DEL NACIMIENTO DE LA CLASE OBRERA

ECUATORIANA A SU BAUTIZO

Las experiencias internacionales e históricas de los procesos y movimientos de transformación social son herramientas que permiten ir comprendiendo el desarrollo de cualquier proceso hasta la actualidad, pero de la misma manera son experimentos, intentos o ensayos que dejan datos reales y objetivos que deben ser considerados para los futuros procesos revolucionarios.

El 15 de noviembre de 1922, es una fecha que ha pasado a la historia como uno de los peores y más trágicos episodios del movimiento obrero ecuatoriano, su cualidad trágica incentiva a un análisis más profundo que permita caracterizar sus aciertos y errores para no repetir la historia como sainete.

Entre las múltiples causas que desembocaron la matanza en Guayaquil, existe una que por su importancia tiene vigencia hasta la actualidad: la inauguración de la clase para sí.

El 15 de noviembre de 1922 responde a una época determinada de la historia nacional y mundial, caracterizada por la dependencia económica nacional al mercado internacional, el principal producto que generaba dinámica económica era el cacao, “coincidenciamente” los grandes dueños de las tierras productoras de cacao eran quienes manejaban el destino político del Ecuador como los Urbina, Plaza o Tamayo; esto significaba a su vez, la subordinación política por su dependencia económica con el imperialismo. Una burguesía rentista y comercial que dura hasta la actualidad.

En el ámbito mundial la crisis económica producida por la Primera Guerra Mundial se hacía presente en nuestro país y demás países exportadores de materia prima. Las crisis económicas propias del capitalismo afectan en gran medida a los países exportadores de materia prima por la disminución de compra de los países de quienes depende. Tal como señala Albornoz Peralta “Según el banquero Emilio Estrada, la venta de cacao produjo s/.49.891.000 en 1920 bajando a s/.26.320.000 en 1922, es decir, a cerca de la mitad. Así, en esta cuantiosa

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suma, nos perjudicaron los monopolios extranjeros. Mas, para no perjudicarse ellos, los oligarcas recurrieron a la devaluación de la moneda, pues así recompensaban, percibiendo más sucres, por la menor cantidad de dólares que recibían. De s/.2,80 que valía el dólar en 1918 subió a s/.4,00 en 1920 (cambio oficial). Se justificó este hecho con la cantaleta tantas veces repetida de que era una medida necesaria, imprescindible para fomentar las exportaciones y salvar la economía nacional”.

Sobre este tema vale hacer un pequeño paréntesis comparativo sobre la situación actual.

La burguesía rentista, comercial y banquera, desde tiempos remotos, no ha tenido empacho en realizar medidas anti-populares para garantizar sus privilegios. En las décadas de los años 20, 40, 70 y toda la etapa neoliberal, los famosos recortes de presupuesto, de salarios, despidos, devaluación de la moneda, endeudamiento externo, disminución de los derechos de la ciudadanía, entre otros; eran las características y fórmulas para superar las crisis. Actualmente, con las hostiles condiciones de la economía mundial que ha disminuido el precio del petróleo a aproximadamente 40 dólares, cuando llegó en el 2012 a una cifra record de 120 dólares, y acompañado de la arremetida feroz del imperialismo sobre los gobiernos de los países progresistas; no ha existido la aplicación de las fórmulas en favor de la burguesía sino todo lo contrario, la garantía necesaria para mantener la estabilidad económica y política alcanzada.

Solo esta pequeña comparación entre los gobiernos de la oligo-plutocracia y un gobierno que se encuentra impulsando un proceso de liberación nacional y social, nos muestra

además la falta de claridad histórica, política y económica de la izquierda opositora y el movimiento obrero dirigido por el FUT en medio de la Revolución Ciudadana.

Como hemos visto, los factores externos dirigían de cierta medida el rumbo del pueblo ecuatoriano. Este era el contexto económico-social del Ecuador de los años 20.

Por su parte la organización de los sectores de trabajadores había tenido un inicio como espacios asociativos y gremiales. Con el apoyo de la Revolución Alfarista desde 1895 hasta 1912, Alfaro y el cubano Miguel Albuquerque, impulsaron el movimiento sindical, Albuquerque será quien además incentive la Sociedad de Hijos del Trabajo en 1896, organización participe del 15 de noviembre del 22.

El movimiento obrero ecuatoriano iba naciendo desde las pequeñas, pero importantes, asociaciones de artesanos hacia espacios sindicales, con el paso del tiempo y de sus necesidades propias.

Como es lógico, la economía ecuatoriana al ser dependiente de forma exclusiva a la exportación, consolidará epicentros que atraigan población y trabajadores. Guayaquil, al ser puerto, se convirtió en el centro de gravitación económica y por ende social.

Estos factores permitieron dar dinámica al naciente movimiento obrero.

Sin embargo, las idas y venidas de barcos al Puerto de Guayaquil no solo llevaban materia prima, traía ideas y textos nuevos de distintas corrientes que hablaban de construir una sociedad más justa; anarquistas, revisionistas y comunistas formaron parte del amplio espacio.

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La incipientes ideas de estas corrientes comenzaron a tener eco en medio de los trabajadores, la noticia de una revolución de los trabajadores en Rusia llenaba de esperanza el destino de la población, parafraseando a César Endara, fundador del Partido Comunista Ecuatoriano, ni Lenin y ni los Soviets era analizados por los trabajadores pero eran sinónimos de victoria y libertad para el movimiento obrero. Por este motivo, distintos letreros del 15 de noviembre eran alusivos a los Soviets. Más importante aún, la primera organización que intentó ser un núcleo revolucionario fue la histórica Célula Lenin de la Ciudad de Guayaquil, participante del 15 de noviembre y posteriormente quien formará parte de la conformación del PCE.

Del transcurso de la Revolución Alfarista a la matanza de noviembre del 22, no es solamente un cúmulo de momentos que concluyen con un triste acontecimiento, es un proceso que para el marxismo, en amplia diferencia con el revisionismo y anarquismo, significa el planteamiento teórico que transita de la “clase en sí” por su nacimiento como movimiento obrero hacia el acto simbólico del bautizo como “clase para sí” al iniciar la defensa de sus intereses como clase.

La experiencia de dar el salto a “clase para sí” significó la matanza de miles de trabajadores, esto refleja el grado de brutalidad y violencia típico de la burguesía y pequeña burguesía, pero al mismo tiempo es una lección para el movimiento revolucionario, ya que todo avance debe ser entendido y realizado minuciosamente. Los sucesos del 15 de noviembre se rigen en un momento determinado con condiciones objetivas, tanto de los dominantes y dominados que defendieron sus intereses de forma “primitivamente natural”.

El éxito de un proceso revolucionario no está en esperar la voluntad que la clase dominante, de forma civilizada, deje el poder y sus privilegios como cree la conciliación de clases del revisionismo, peor aún, en el actuar espontáneamente de forma violenta que daría como resultado un baño de sangre, como pretende el anarquismo pequeño burgués, el éxito está en análisis exhaustivo de las condiciones concretas para realizar las mejores tácticas que signifiquen grandes avances para la revolución y el menor sacrificio para el pueblo.

La trascendencia del 15 de noviembre no está en sus conquistas gremiales, que no las tuvo, incluso es un acto de lesa humanidad que hasta la actualidad no posee culpables, su trascendencia se presenta en el salto histórico cualitativo, en su esencia, en su bautizo que logró reconocerse y luchar para sí mismo como clase trabajadora.

En las actuales condiciones que transitan la revolución nacional democrática en el Ecuador, el movimiento obrero, debe encontrar otro momento de bautizo, cuyo rol transite de las luchas reivindicativas a la toma del poder. La historia demanda un nuevo bautizo sin sangre y por la conducción clasista del proceso político.

c. Juan Francisco Torres Secretario Ideológico

Partido Comunista Ecuatoriano

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TEXTOS HISTÓRICOS

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EL MOVIMIENTO OBRERO EN EL ECUADOR

Riquezas naturales. Industria y Comercio

El Ecuador es un país tan grande como Francia, pero su población no pasa de tres millones de habitantes. Sus riquezas naturales son considerables, su suelo es maravillosamente fértil. Encontramos todos los climas en el Ecuador: desde el ardiente clima de las regiones forestales, en el nacimiento del Amazonas y en el litoral del Pacífico, hasta el clima glacial, en los picos de la Cordillera de los Andes. Los valles que separan las cadenas de les Andes tienen un clima moderado: en ellos reina la primavera perpetua, como por ejemplo en Quito, capital de la República. Los industriales de toda nacionalidad penetran en los inextricables bosques del Amazonas, para buscar el caucho, la quina y la madera de mangle. La población de estas regiones se compone casi exclusivamente de indios semisalvajes, que son explotados atrozmente por aventureros internacionales de toda especie.

El Ecuador es un país agrícola en el cual comienzan a implantarse los métodos de cultura moderna, particular mente, en los valles "Interandina". Aquí se cultiva el centeno, el maíz, toda clase de cereales, la patata, diversas legumbres y árboles frutales. En el litoral del Pacifico se ve, particularmente, la cultura del cacao, del café, del caucho, del algodón, del arroz, de la caña de azúcar, de toda clase de frutos, y, particularmente, de plátanos. En la región Este se cultiva, principalmente, el plátano y la yuca (patata americana); la caña de azúcar se cultiva en el

archipiélago de Colón. La cría de ganados y las pesquerías representan una fuente importante de la renta nacional. Se encuentra en gran abundancia el bacalao, grandes tortugas llamadas "galápagos" que han dado el nombre al archipiélago, y ballenas, casi inexistentes hoy en los otros mares. Hay actualmente, en el Ecuador, explotaciones de yacimientos auríferos y, en menor cantidad, minas de plata, de cobre y de mercurio. La explotación de petróleo comienza a desarrollarse en una escala bastante grande. Las minas de carbón, las canteras de mármol y de

alabastro comienzan a ser explotadas apenas. Se explotan también las canteras de yeso, de piedra, de rocas volcánicas, que convienen muy bien a la construcción.

La industria ha entrado en pleno período de desarrollo a partir del siglo actual. Durante todo el período colonial, y más tarde, hasta fines del siglo XIX, toda la industria había consistido en la producción de tejidos y de tapices sobre materias primitivas. Pero la grande industria textil y azucarera comienza a desarrollarse en el siglo veinte, y hoy existen, en el Ecuador, numerosas industrias

relativamente bien desarrolladas. El primer lugar pertenece a los tejidos; después vienen la producción del fósforo y una serie de empresas para la transformación de los productos agrícolas (molinos, destilerías, etc.). La industria más importante sobre el litoral, es la del azúcar que ocupa a varias decenas de millares de trabajadores. Por lo que se refiere a la industria minera, notamos la extracción del oro y del petróleo. Un número importante de asalariados trabajan en las industrias del tabaco y del alzado. Los depósitos y talleres de los caminos de hierro, así como toda clase de empresas de la industria

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alimenticia, se encuentran en numerosas regiones. Sin embargo, es la pequeña industria la forma que domina por todas partes en la producción.

El comercio, cuya parte más importante está concentrada en las manos de los extranjeros, ha alanzado un grado de desarrollo bastante grande en ciertas regiones, y notablemente en Guayaquil, que es un gran puerto y el gran centro comercial en este país, así como en Quito y en Manta.

La gran burguesía de las principales villas del Ecuador persigue con gran energía la concentración de capitales, arruinando a la pequeña burguesía y explotando a los trabajadores. Todas las ramas de la economía nacional, bajo todas las formas —inmuebles en las ciudades, industria, dominios feudales, etc.— pasan poco a poco a las manos de la casta privilegiada. Los grandes dominios (latifundios), que constituyen el mal crónico del Ecuador, son particularmente, una herencia del período colonial y parcialmente, un producto de origen moderno. La mayor parte de las tierras de baldío pertenecen también a los grandes propietarios cuyos dominios alcanzan a tener varias decenas de miles de kilómetros cuadrados. Bien es verdad que en las provincias tales como el Azuay, Loja, Tulcán, Mana(, así como en ciertas villas, no se observa tal contraste en la repartición de las heredades. En efecto, existen numerosas regiones que han guardado trazas del gran Imperio comunista, el primer Estado fundado sobre el socialismo agrario que conoce la historia. Existe una comuna agrícola que representa una forma de economía primitiva parecida a las fuerzas económicas que se han conservado hasta estos tiempos últimos en otros países agrarios (principalmente en los Estados eslavos). La comuna rural continúa existiendo bajo una forma modificada en numerosas regiones del Ecuador, y resiste tenazmente a la ofensiva del propietario de la tierra. Esta lucha creciente entre la propiedad privada y el régimen comunal que los indios continúan defendiendo enérgicamente, coloca a los indígenas ante la perspectiva de una expropiación completa; y esta eventualidad ejerce sobre ellos una influencia revolucionaria.

La clase obrera del Ecuador

En el Ecuador, como en la India, la clase obren pertenece a la casta inferior. La mayor parte de los trabajadores son los representantes de una raza mitigada; los indios puros no son los más numerosos más que en las regiones de algunas provincias. La clase obrera está pues sometida a un doble yugo: opresión de raza (prejuicio de la "raza inferior") y opresión económica. Bajo esta doble opresión, los trabajadores del Ecuador toman poco a poco conciencia de sus distintos intereses de dase. El proletariado se encuentra, particularmente, concentrado en las tres provincias donde la industria está más desarrollada y cuyas grandes villas constituyen el centro del movimiento revolucionario más intenso. Guayaquil y Quito son las villas eminentemente revolucionarias. El proletariado de las otras provincias, con una vida económica más atrasada, comienza apenas a salir de la masa predominante de los artesanos.

Las primeras organizaciones obreras y la confederacion obrera del Ecuador

En el siglo XIX, dado el gran retraso económico del país, el Ecuador no poseía un proletariado numeroso. Las organizaciones obreras del Ecuador tenían, exclusivamente, el carácter de sociedades de socorro mutuo, de las cuales fueron saliendo poco a poco las organizaciones "socialistas", término que sólo se puede aceptar convencionalmente, pues, al lado de los obreros, formaban parte algunos pequeños patronos.

Hasta 1912, las organizaciones obreras del Ecuador han permanecido desmenuzadas y sin ningún centro nacional. Gracias a la actividad de ciertos miembros de la "Sociedad Artística Industrial del Pichincha", en Quito, fue creada la Confederación Obrera del Ecuador (C. O. E.) de la que tomaron parte casi todas las organizaciones del país. Hasta 1923, la C.O.E. no efectuó Casi ningún cambio en el movimiento obrero del Ecuador. Pero las grandes organizaciones que formaban parte de esa central, sufrieron una

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evolución rápida; no solamente su ideología se desplazó a la izquierda, sino que ellas modificaron considerablemente la organización híbrida primitiva, a la cual adherían a la vez asalariados y pequeños patronos, dándole el sentido de una organización puramente sindical. Así sucedió con la Federación obrera de la provincia del Guayas, la sección más fuerte de la C.O.E. A fines de 1927, se reunió el Congreso Obrero del Ecuador cuyos resultados no conocemos aún. Hay que esperar que los esfuerzos del partido socialista del Ecuador, que ha buscando dar al primer Congreso obrero un carácter sindical de clase, y que la actitud de las organizaciones obreras, afiliadas a este partido, contribuirán a llevar alguna modificación a los estatutos.

Composicion de la C.O.E.

Existen tres clases de organizaciones en la C.O.E.: 1) corporaciones (guildes) que predominan aún y que agrupan asalariados y a pequeños patronos al mismo tiempo; 2) organizaciones puramente sindicales de obreros asalariados de ciertas profesiones, tales como panaderos; matarifes, albañiles, y que no admiten patronos en sus filas; 3) organizaciones mixtas que agrupan, al mismo tiempo, a obreros y a patronos de diversas profesiones. Los guildes y las organizaciones mixtas se modifican poco a poco, adquieren un carácter sindical de clase, notablemente en las grandes villas del Ecuador donde la concentración capitalista se deja sentir más vigorosamente.

Bajo el punto de vista ideológico, la C.O.E. se ha conducido siempre como una organización nacional, impregnada de espíritu conservador, servilmente atenta con el gobierno de la burguesía y absolutamente inútil para los intereses del proletariado. U política funesta de la C.O.E. por el puñado de pequeños burgueses que se han emboscado en la dirección central. La más fuerte de las secciones, la Sociedad "artesana e industrial" de la villa de Quito, que hemos citado mis arriba, ha dado siempre los cuadros principales de la C.O.E. reclutados casi exclusivamente entre las personas ligadas a la burguesía y al gobierno. La incapacidad, el

servilismo, las intrigas, tales eran los rasgos característicos de casi todos los que estaban colocados a la cabeza del Directorio nacional de la C.O. E. y de la Sociedad artesanal e industrial.

Las organizaciones socialistas y el movimiento obrero

Se han formado, en ciertas partes del Ecuador, guildas y uniones obreras mixtas con tendencia socialista; ellas desarrollan una actividad bastante grande, y se transforman poco a poco en verdaderos sindicatos de clase. Existen algunas organizaciones de esta especie en Guayaquil y en las provincias interiores. La mayoría de los sindicatos autónomos de Guayaquil han constituido, en 1922, una Federación regional de obreros del Ecuador. Es preciso observar, muy especialmente, a esta organización que está adherida al partido socialista de la provincia de Chimborazo, y cuyo domicilio se halla en la Villa de Riobamba. Esta organización ha progresado grandemente en el camino de la reorganización, y ella es la que facilita excelentes militantes al movimiento obrero.

El movimiento de clase de los obreros y de los campesinos se hace activo, durante el período en que José Luis Tamayo fue presidente (19201924); es en esta época cuando la supremacía del gran capital ha llegado a su punto culminante, en el Ecuador.

Hasta en 1922, la clase obrera no ta participado en la vida política del país más que como un apéndice de los partidos burgueses y de los líderes revolucionarios burgueses. En el litoral del Pacífico, ella fue siempre el amparo del liberalismo. Los clericales conservaban un gran poder sobre la mayoría de la población en las provincias in teriores del país. En Guayaquil, puer- to principal y centro industrial del país, se ha formado una corriente sindicalista y anarcosindicalista bastante fuerte.

Veamos las huelgas más importantes, impregnadas de una cierta conciencia de clase.

La huelga de tipógrafo de Quito, en 1919, la primera victoriosa, fue dirigida por un grupo

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radical-socialista que sostuvo, por otra parte, la candidatura del doctor Gonzalo Córdova en las elecciones presidenciales de 1921.

En 1921, una gran huelga en los yacimientos auríferos de una compañía yanqui fue aplastada por el gobierno.

En 1922, huelga de los ferroviarios. La clase obrera de Guayaquil, sometida a condiciones verdaderamente penibles, atravesaba un periodo de agitación bastante grande. Los ferroviarios, qué habían creado una Federación impregnada de una ardiente espíritu revolucionario, hablan tropezado con la negativa opuesta a las reivindicaciones que habían presentado a la compañía yanqui de los caminos del Sur. La Fe deración regional del Ecuador se puso al frente de la huelga llevándola a la victoria. De esto resultó, para la Federación, un crecimiento de su influencia: numerosas organizaciones obreras, nuevas, le dieron su adhesión.

En noviembre del mismo año 1922, los tranviarios de Guayaquil presentaron a la Compañía un cuaderno de reivindicaciones que los patronos rechazaron. La Federación regional intervino entonces y declaró una huelga, invitando a todos los trabajadores de Guayaquil a unirse a la lucha para romper la obstinación patronal. Casi todas las organizaciones respondieron a este llamamiento, salvo la Confederación Obrera de Guayaquil; aunque, al cabo de algunos días, empujada por las masas, que mostraban un estado de espíritu revolucionario, ella fue obligada a unirse a la huelga general.

Toda la vida se encontró paralizada en Guayaquil. Un gran pánico se extendió por la burguesía, a la vista del entusiasmo de la clase obrera. El 14 de noviembre, una grandiosa demostración obrera tenía lugar en esta villa; el 15 de noviembre, más de 40.000 trabajadores recorrían las calles de nuestra capital comercial. Las tropas estaban apostadas en las encrucijadas en espera de los manifestantes. Se veían carteles sobre ciertos edificios, firmados por el "Soviet" de Guayaquil. Y hecho remarcable: ni un sólo crimen se ha

registrado en el transcurso de las jornadas en que toda la villa estuvo en manos de la clase obrera.

Cuando los manifestantes se encaminaron hacia la prisión para libertar a los camaradas que las autoridades habían encarcelado en gran cantidad, los soldados tiraron sobre la muchedumbre. La matanza revistió los caracteres más atroces, y más de 800 obreros, mujeres y niños quedaron tendidos sobre las calles de Guayaquil. La burguesía aplaudía ruidosamente este acto, desde lo alto de los balcones, y tiraba tiros de revólver sobre las manifestantes.

Cuando fue conocida la noticia del crimen perpetrado por la burguesía y su gobierno, los obreros de diversas villas de la república descendieron a la calle para protestar. En Quito y Riobamba, la policía dispersé violentamente las reuniones obreras. La prensa burguesa hizo la conspiración del silencio alrededor de estos trágicos acontecimientos.

Entonces se empezó a perseguir a los jefes obreros; ciertas organizaciones fueron disueltas, y el movimiento obrero de Guayaquil se debilitó grandemente. Pero, por lo menos, las matanzas del 15 de noviembre tuvieron como resultado la inspiración al proletariado de Guayaquil de un odio irreductible hacia la burguesía. Se puede decir que, a partir de ese momento, perdió todo el apoyo de las masas. El 15 de noviembre de 1922 iluminó a todo el país con los acontecimientos de Guayaquil y señaló la entrada del proletariado ecuatoriano en la vía de la revolución social.

Las luchas electorales de 1923

Las elecciones presidenciales de 1923 tuvieron gran importancia. El gobierno y el partido liberal sostenían la candidatura Córdova, mientras que otra parte de la burguesía liberal, y más particularmente la pequeña burguesía, así que una íntima parte del proletariado, apoyaban la candidatura Intriago. Un tercer candidato, el coronel Juan Manuel Lasso, que puso al frente un programa radical-socialista, adquirió gran popularidad

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en las provincias interiores. Es preciso señalar también la agitación electoral llevada a cabo entre los trabajadores de la "Interandina", así como las reivindicaciones obreras incluidas en el programa Lasso, que entusiamaron a las masas populares. El periódico de Lasso Humanidad hizo una intensa campaña socialista hasta el 15 de noviembre de 1923, época en que fue suspendido por haber publicado un artículo consa grado a la memoria de las víctimas de la matanza de Guayaquil. El estado de espíritu de las masas obreras tomó un carácter netamente revolucionario, causó grandes molestias al gobierno que recurrió a violentas represalias en varias villas.

La revolucion militar y socialista de 1925

En 1925, el movimiento obrero comenzó a tomar vida, a lo que la cam- paña del partido socialista había con- tribuido en gran medida. El gobierno Córdova (este candidato gubernamen- tal y liberal había sido elegido presi- dente) condujo al país a una ruina eco- nómica completa. La hegemonía del capital financiero, y notablemente de la plutocracia de Guayaquil, se había hecho insoportable. La situación de la economía nacional se agravaba de día en día, y al mismo tiempo, la vida de las clases pobres empeoraba rápida- mente. En este momento, hemos co- menzado una campaña violenta contra el gobierno, denunciando todos los crí- menes de nuestra burguesía. La ruina del país era tan evidente, que, incluso los periódicos burgueses, exceptuando algunos, tomaron una actitud hostil al gobierno, sosteniendo nuestra campaña contra los desvíos de la plutocracia. Los principales grupos políticos de la oposición eran: el bloque socialista radical, dirigido por Luis N. Dillon; la Liga secreta de los oficiales subalternos y nuestro pequeño grupo socialista. La revolución era inminente, y nosotros lo decíamos

abiertamente en nuestro periódico La Antorcha. "La próxima revolución tendrá una carácter económico", scribíamos, creyendo que las capas inferiores del cuerpo de oficiales serían uno de los factores de esta revolución. Desde este momento, nuestros esfuerzos tendieron a imprimir al movimiento revolucionario una buena orientación, estableciendo contacto entre los círculos militares y las organizaciones obreras. En julio de 1925, la Liga militar comprendía a todos los oficiales subalternos. Los miembros de la Liga estaban en contacto estrecho con las masas de soldados.

El 9 de julio, la revolución estalló. El presidente de la República, el ministro y los funcionarios superiores, así que el alto mando del ejército, fueron detenidos. Fue constituida una "Junta", y Dillon recibió la cartera de Hacienda. Por todas partes se formaban Soviets militares, agrupados orgánicamente por la Junta militar superior. Los obreros celebraban grandes reuniones y enviaban sus diputados a las Juntas militares para exponer sus reivindicaciones. El programa de las Juntas comprendía toda una serie de artículos anunciando reformas sociales; el gobierno revolucionario prometía el saneamiento de las finanzas nacionales, lo que suscitó la aprobación unánime de la clase obrera. Sostenido por los militares y la dase obrera, el gobierno realizó, en el curso de los primeros meses, una serie de importantes reformas, atacando seriamente a la influencia del capital financiero. Por primera vez en la historia del Ecuador, los grandes financieros y funcionarios superiores, prevaricadores, fueron aprisionados.

La revolución de julio dió un impulso grande al movimiento socialista.Este reunió, en 1926, con la participación de los grupos socialistas y los sindicatos obreros, un Congreso muy importante que decidió afiliarse a la

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internacional Comunista. Numerosos sindicatos obreros fueron reorganizados, y se fundaron muchos nuevos.

Provocación burguesa

La revolución de julio debía su fuerza a la estrecha ligazón entre la clase obren, el gobierno y los elementos militares revolucionarios. Pero la burguesía llevaba a cabo una ofensiva vigorosa contra el ministro de finanzas que efectuaba un programa económico radical, y por otra parte, trataba de romper el frente revolucionario. La burgesía recurrió al procedimiento de la provocación para engañar a los elementos militares. Ella proclamó que la clase obrera de Guayaquil se preparaba a un nuevo golpe de Estado que sería un golpe de Estado comunista. Se difundió, incluso, un falso programa que llamaban comunista y donde se hablaba de incendios, de asesinatos, etc. Se detuvo a numerosos trabajadores, los periódicos fueron suprimidos, ciertos sindicatos disueltos. Para defenderse contra la llamada ofensiva comunista, la burguesía de Guayaquil formó guardias cívicas, y trató de atraerse a su campo al comandante de la guarnición local, pan atacar al gobierno. Finalmente, el gobierno tomó medidas enérgicas, desarmó a las guardias cívicas e hizo detener a los culpables. No obstante, el frente de los obreros y de los oficiales fue roto por las intrigas de la burguesía. Esta logró provocar una crisis en el seno de la Junta, y los ministros tuvieron que presentar la dimisión. A partir de este momento comenzó la bancarrota de una revolución que merecía muy bien el nombre de socialista.

Fue bajo el segundo gobierno revolucionarlo cuando comenzó, en la provincia de Cayambe, un movimiento comunista, relacionado con la ocupación de las tierras comunales por los grandes propietarios

terratenientes. Por orden del partido socialista, yo me puse al frente de este movimiento. Logramos obtener una victoria sobre la burguesía y dar gran prestigio al partido. Pero esta victoria desencadenó una violenta reacción burguesa. El movimiento de Cayambe puso de relieve el tan importante papel revolucionario de los indios del Ecuador en la lucha contra el yugo capitalista. Es en Cayambe donde organicé la primera Unión campesina entre los indios.

En 1926, conseguimos reunir, bajo la iniciativa socialista, la primera Confederación sindical. Los delegados de 14 organizaciones obreras acudieron a esta reunión, pero, desgraciadamente, el Comité elegido, y que fue encargado de convocar un congreso obrero, permanece absolutamente inactivo.

El gobierno laborista del Ecuador y la clase obrera

El Ecuador está actualmente gobernado por un gobierno laborista semejante al de Calles (Méjico), pero que es, en muchos casos, más radical. Este gobierno busca asegurarse una base sólida en el país; pues toda la gran burguesía no cesa de tramar intrigas contra las realizaciones revolucionarias. El gobierno se disponde, en consecuencia, a crear una organización análoga a la C.R.O.M. (Confederación del Trabajo de Méjico) y ha contribuido a la convocación del Congreso obrero. Se comprende que el partido socialista se alarmase por este peligro reformista. Nuestras organizaciones debían entrar en lucha, en el Congreso obrero, contra esta tendencia que desvía la moral revolucionaria de las masas. Ignoro, por desgracia, el resultado del Congre- so pues éste ha sido abierto después de mi salida del Ecuador.

Las relaciones de la clase obrera del Ecuador con el proletariado internacional son

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precarias. La C.O.E. mantiene alguna relación con la Federación Panamericana del Trabajo. La I.S.R. se ha limitado a dirigir un manifiesto a nuestra Conferencia Sindical; la Internacional de Berlín y los Obreros Industriales del Mundo han querido arraigarse en el Ecuador pero vanamente. No tenemos ninguna clase de contacto con Amsterdam. La clase obrera del Ecuador se ha desenvuelto en pleno aislamiento, sin el sostenimiento del proletariado internacional. Por la iniciativa del partido socialista las organizaciones obreras afiliadas han establecido relaciones con la I.S.R. y han elegido representante para el próximo Congreso de ésta.

La similitud del movimiento obrero del Ecuador con el de los otros países de América Latina

Se puede decir que el movimiento obrero se ha desarrollado de una manera casi idéntica en Colombia y en el Ecuador, a consecuencia de la similitud de numerosos factores económicos, religiosos, topográficos y climatológicos. En el Ecuador, igualmente que en Colombia, el proletariado tiene un estado de espíritu revolucionario. En mayo de 1926 se reunió, en el Ecuador, un primer Congreso socialista donde atuvieron representados, no sólamente grupos socialistas, sino también organizaciones sindicales. Algunos meses mis tarde se abría el Congreso socialista de Colombia donde, lo mismo que en el Ecuador, se había formado un partido socialista, con tendencia favorable al comunismo. Este Congreso ha decidido hacer gestiones para la afiliación a la III Internacional. En Colombia, como en el Ecuador, las organizaciones obreras han contribuido a organizar el partido. En general, el movimiento obrero del litoral del Pacífico de América del Sur (Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia) presenta rasgos

comunes. Debemos esto, en buena parte, a la debilidad numérica de la inmigración procedente de Europa. Además, el movimiento obrero de todos los países de América Latina está interesado en la lucha común contra el imperialismo que oprime a nuestras jóvenes naciones. Estamos obligados a luchar en dos frentes: contra el enemigo de clase en el interior y en el exterior.

Lo que explica, también, la similitud del movimiento revolucionario de estos países, es la supremacía numérica de las tribus indias en su población. Estas tribus, formando un potente factor revolucionario, presentan perspectivas de revolución social más amplias en Méjico, Perú, Bolivia, Ecuador, etc. comparativamente con los otros países. La población india de América Latina y, notablemente, la del Perú, Bolivia y del Ecuador, que eran en otro tiempo elementos constitutivos del Estado agrario socialista de los Incas, guardan hoy todavía fuertes tradiciones comunistas, e incluso restos de instituciones comunistas. El espíritu de clase está muy extendido entre los indios.

c. Ricardo Paredes Partido Comunista Ecuatoriano

1928

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El ROL DE LA MUJER EN EL 15 DE NOVIEMBRE

La mujer en nuestra patria siempre ha estado presente en sus grandes acontecimientos y en sus grandes combates. Y ha sido en ellos, flor entre espinas y abrojos, sedante en medio del dolor y el sufrimiento.

Está presente en los levantamientos indios de los tiempos coloniales. Las hermanas Manuela y Baltazara Chuiza son condenadas a la horca por haber participado en Guano en la lucha contra el censo general. Lorenza Avemañay, en la rebelión de Columbe y Guamote en 1803, surge como paradigma de combatiente valerosa. Y más tarde, ya en la república, cuando Daquilema se levanta, está a su lado, como capitana de sus huestes, Manuela León, la bella, así retratada por el ojo de la tradición.

También está presente en las luchas emancipadoras. Y desde el alba, desde el inicio. Allí está Manuela Cañizares que, en agosto de 1809, señala con su coraje el camino del futuro. Está Manuelita Sáenz, la Caballeresa del Sol de la novela histórica de Demetrio Aguilera Malta, que en Lima se convierte en conspiradora, y que después, como coronela, acompaña a los ejércitos libertadores por las breñas de los Andes. Está Rosa Campuzano, asimismo Caballeresa y empedernida conspiradora patriota en la capital peruana, y que, además, tiene el mérito de que su

nombre haya figurado en el registro secreto de la Inquisición limeña, según nos cuenta don Ricardo Palma en sus Tradiciones peruanas. Está, en fin, doña Rosa Zárate, fusilada y decapitada en Tumaco, en 1813, por su adhesión a la causa de la emancipación americana.

Tampoco podía faltar su presencia en las luchas liberales. Son muchas, muchísimas las mujeres que se cobijan con las banderas del liberalismo y

ayudan con fervor para su triunfo. En todas las jornadas: unas veces son transmisoras de comunicaciones y noticias, otras veces acogen y esconden a los perseguidos, no faltan las que apoyan la causa con su dinero, inclusive, algunas toman las armas y participan en la campaña. Unos pocos ejemplos: María Gamarra –la ñata Gamarra– que redime de sus deudas a los conciertos de su hacienda La Victoria para que puedan incorporarse a las guerrillas alfaristas: son los célebres chapulos que durante todo el régimen de Caamaño, sin escatimar sus vidas, combaten al ejército conservador. Después, dos mujeres

intervienen directamente en la contienda. Son las coronelas Joaquina Galarza y Filomena Chávez. A la primera, según nos cuenta Eugenio de Janón Alcívar, en su libro El Viejo Luchador, el propio general Alfaro, en pleno combate, le confiere su grado militar por méritos de guerra. Y la segunda, pelea al lado del coronel Zenón Sabando en el verdor de las selvas manabitas, y más tarde, cuando Alfaro es incinerado en las piras de El Ejido, se adhiere a la revolución del coronel Carlos Concha para protestar contra el crimen.

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Después de escritas tantas páginas de heroísmo ¿cómo podía estar ausente de los trágicos acontecimientos del 15 de noviembre?

No podía estar ausente. Y allí está, ahora, en forma masiva como pocas veces, en representación de la mujer trabajadora. Está al lado de sus compañeros obreros y artesanos, llevando en sus brazos a sus pequeños hijos para reclamar justos salarios y protestar contra su vida miserable. Tal como en otras ocasiones, la decisión y el valor rubrican todos sus actos. Segundo Ramos, ese gran dirigente obrero, dice que dos mujeres, América Delgado y Tomasa Garcés, esta última con sus cuatro tiernos hijos, junto con veinte trabajadores huelguistas, se tiran a los rieles de la línea férrea y obligan al maquinista a parar el tren junto a sus cuerpos.[1] Una lavandera analfabeta, la negra Julia –se desconoce su apellido– le arroja la bandera nacional a un capitán del ejército y pide que la respete, actitud que desconcierta a los militares y que permite que muchas personas salven sus vidas.[2] Otras como la cocinera María Montaño y la lavandera Sebastiana Peña, se convierten en oradoras y voceras del pueblo. Y así, el coraje brota a raudales, por todas partes.

Pero el precio que cuesta ese coraje es muy alto: según algunas fuentes, el número de mujeres victimadas, va de doscientas a trescientas. Junto a ellos, en muchos casos, sus inocentes y pequeños hijos.

Empero, la participación de la mujer en el 15 de noviembre adquiere mayor relieve, si se toma en cuenta que por primera vez en nuestra historia están presentes dos organizaciones femeninas: los Centros Feministas “La Aurora” y “Rosa Luxemburgo”, a los que queremos rendir homenaje aquí recordando su historia, aunque sea en pocas líneas.

Empecemos por el Centro Feminista “La Aurora”.

Esta organización se establece en Guayaquil el 1° de mayo de 1918, gracias a las gestiones del dirigente obrero Agustín Freire, teniendo como principal objetivo la protección de la mujer. Sus

fundadoras, cuyos nombres merecen no ser olvidados, son las siguientes: “Heraclia de Lombeida, Clara Aurora de Freire, Eufrasia Montes, Mercedes de Gutiérrez, Ángela Pincai y las señoritas Genoveva Valenzuela, Abigail Pincai, Ángela Auria, Herminia Gutiérrez, Hortensia Bonoso, Mercedes Candelli y Berta García M.” [3] Su primer directorio es este: presidenta, la señora de Lombeida, tesorera, la señora de Freire y secretaria, la señorita Berta García.

Al año siguiente –1919–, el Centro crea su propio órgano de propaganda: la revista La Mujer Ecuatoriana dirigida por Clara de Freire.

Poco después, en 1920, el Centro “La Aurora” asiste al II Congreso Obrero Ecuatoriano, siendo, por consiguiente, la primera organización femenina que concurre a un congreso obrero, ya que en el I, reunido en Quito en 1909, no está presente ninguna. Sus delegadas son Leonor Mesone de Darquea y María Reyes.

Al principio hay alguna resistencia por parte de la Comisión de Calificaciones para la concurrencia de esta organización femenina, que manifiesta en su informe que el Congreso debe estar constituido sólo por personas que pertenezcan a la clase obrera. Después de alguna discusión es aceptada su delegación, pues se aclara que sus miembros son trabajadoras que han combatido por los ideales obreros y que su Centro, por tanto, pertenece a esa clase. Además, se dice, que su representación será de gran ayuda cuando se trate de los problemas relacionados con la mujer y el niño.

Su actuación, en efecto, es de gran importancia. Se pide que la ley consagre la igualdad del hombre y la mujer por parte de la señora Mesone de Darquea, intervención que es apoyada por la delegada Reyes en la siguiente forma:

“Me adhiero a las palabras de mi distinguida colega, y creo que ya es tiempo de que el Ecuador se penetre y comprenda que a la mujer debe concedérsele amplias facultades en todas las esferas sociales, atenta la igualdad que ha

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demostrado tener comparativamente con el hombre, en tratándose de sus facultades físicas, intelectuales y morales”.[4]

Se solicita asimismo que se conceda vacaciones a las obreras por un determinado tiempo para la lactancia de los niños. Y se denuncia que se obliga a las obreras a trabajar hasta altas horas de la noche, “con perjuicio, no sólo de la salud de las obreras, sino también de la moralidad”.[5]

Al final, el Congreso acuerda dar apoyo a todas las organizaciones obreras femeninas, formar escuelas y talleres para ellas, adjuntas a las sociedades obreras, exigir el alza de sueldos y salarios para las obreras y empleadas, entre algunas otras reivindicaciones a favor de la mujer trabajadora.

Y por fin, el 13 de noviembre de 1922 –en vísperas de la masacre– el Centro Feminista “La Aurora” envía su adhesión al movimiento obrero e interviene en sus actuaciones, ya sea organizando colectas de dinero o ayudando en múltiples tareas.

El Centro Feminista “Rosa Luxemburgo”.

El nombre puesto a esta organización femenina indica ya la filiación política de izquierda de sus componentes. Rosa Luxemburgo es la heroica luchadora comunista asesinada en Berlín, junto a Carlos Liebknecht, por una bárbara soldadesca. Toda su vida y todo su talento –Franz Mehring dice que es la más genial discípula de Marx– los pone al servicio de la causa proletaria.

El centro se crea en 1921 y forma parte de la Federación de Trabajadores Regional Ecuatoriana que se constituye en octubre de 1922, es decir, en vísperas de la tragedia. Son obreras que trabajan como escogedoras de cacao y café para las firmas que exportan esos productos. Sobre su participación en las jornadas de noviembre el historiador Elías Muñoz Vicuña apunta lo que sigue:

“Merece especial mención la presencia y adhesión a la huelga del Centro Femenino “Rosa Luxemburgo”, que el 15 de noviembre dejó un recuerdo histórico por su heroico papel en esa

jornada. Las delegadas del “Rosa Luxemburgo” –las personas que concurren a la Gran Asamblea del día 13 para ofrecer su apoyo al paro acordado– fueron: Rosario González, Mercedes María de Rojas, Otilia Marchán, Clara Rodas, Zoila Posligua, Virginia Sarco, María Santos, Vicenta Rodríguez, Lucelinda Pacheco, Mariana Moncayo y Lidia Herrera”.[6]

También el gran escritor guayaquileño Joaquín Gallegos Lara, en su hermosa novela Las cruces sobre el agua –novela que como toda verdadera obra artística es reflejo de la realidad–, recuerda a esas trabajadoras y pone de relieve su decidida y valiente actuación. He aquí unas líneas, que son históricas, sacadas de ese libro:

–¿Quiénes son esas gallas?

–Del Rosa Luxemburgo.

Cada jornada se formaban comités populares de sostén de las huelgas: Vengadores de Eloy Alfaro, Luz y Acción, Pueblo Monterista, otros. Entre ellos nació uno, de obreras, al cual el viejo artesano Mena, que lo asesoraba, le puso el nombre de la jefe de la revolución alemana de hacía tres años, leído con remota pasión en los diarios. Las del Rosa Luxemburgo hacían colectas para las familias de los huelguistas, cosían banderas rojas, acudían a las asambleas y desfilaban en las manifestaciones, cantando el himno Hijos del Pueblo. El cristal femenino de sus voces dulcificaba el canto viril y hacía más hombres a los hombres.[7]

Muchas de las gallas del “Rosa Luxemburgo”, dada su combatividad, sucumben en la trágica jornada. Sus cadáveres irían a parar en las fosas colectivas o en el fondo del río Guayas. Varias de esas cruces sobre el agua de que nos habla Gallegos Lara, eran cariñosos recuerdos de sus deudos, seguramente.

Sí, es inmensa la cuota de sacrificio de las muchachas del Comité Femenino “Rosa Luxemburgo”, pues el mismo historiador, Elías Muñoz, afirma que el ejército se ceba sobre ellas, pues su decisión, y las banderas rojas que portan, exasperan a la burguesía y a sus servidores.

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“Un cronista imparcial” de debilidad mental manifiesta, ya que muestra estupor porque las mujeres intervengan en la jornada, se alegra al afirmar “que el centro “Rosa Luxemburgo” no se reunirá más en Guayaquil”, dando a entender que sus miembros han desaparecido. ¿Y cómo no iban a desaparecer, si según él, “la tropa ha disparado como con medida: los tiros justos para hacer el efecto necesario”?[8]

Su sacrificio, y el de las otras mujeres que mueren a su lado, no es estéril. Es ejemplo y semilla. Pronto, con igual coraje estarán nuevamente presentes en las luchas por nobles ideales. Nela Martínez, Luisa Gómez de la Torre, Isabel Herrería, Ana Moreno, Alba Calderón, Nelly Cereceda, Laura Almeida, Dolores Cacuango, Tránsito Amaguaña y muchas otras, levantaron la misma bandera justiciera.

No, su sacrificio no es estéril, es ejemplo y semilla, repetimos.

c. Oswaldo Albornoz Peralta Partido Comunista Ecuatoriano

Bibliografía

[1] Segundo Ramos, Rasgos salientes de la tragedia histórica de noviembre de 1922, Litografía e Imprenta de la Universidad de Guayaquil, Guayaquil, 1983, p. 5.

[2] Isabel Herrería y Ketty Romoleroux, Noviembre de 1922: El proceso penal contra el pueblo de Guayaquil, Editorial de la Universidad de Guayaquil, Guayaquil, 1989, p. 15.

[3] José Buenaventura Navas, Evolución Social del Obrero en Guayaquil, Imprenta Guayaquil, Guayaquil, 1920, p. 53.

[4] Actas del II Congreso Obrero Ecuatoriano, Tipografía y Litografía de la Sociedad Filantrópica del Guayas, Guayaquil, 1921, p. 83.

[5] Ídem, p. 64.

[6] Elías Muñoz Vicuña, El 15 de noviembre de 1922. Su importancia histórica y sus proyecciones, Departamento de Publicaciones de la Facultad de Ciencias Económicas, Guayaquil, 1978, p. 61.

[7] Joaquín Gallegos Lara, Las cruces sobre el agua, Ediciones de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Guayaquil, 1946, pp. 202-203.

[8] Un historiador, Para la historia. El 15 de noviembre de 1922, Imprenta El Ideal, Guayaquil, 1922, p. 23