Arquitectura 50 - 1922

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Page 9: Arquitectura 50 - 1922

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quitectos.- Creación oe Ligas municipales.- Arqto. Raúl Lerena

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Presidente . • ' • • •

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Vocales . •

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~OBOA CouRlbÁS DIEGO. -1\-f. Barreiro 151- Pocito 'l PEDEMONTE JUAN J.- Rivera, 2209. PRAT ·PEDRO. - Eduardo Acevedo, 1027. Rwcr Y TORIBIO CARLOS.- Suárez, 2925. SAMBUCETTI ÜCTAVIO. - ·Gil 31. VÁZQUEZ VARELA JACOBO.- Buenos Aires, 51!) bis. VÁZQUEZ ANTONINO. -Aldea, 152. ZERBINO iLUIS.- 18 de Julio, 909.

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VÁzQuEz BARRmRE GoNzALO.- Ituzaingó, 1467. WnJLIMAN JosÉ CL~UDIO. - A. Brasil y Ellauri (PocitQs) URANGA JoAQUÍN, J-:. Inca, 2075.

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Page 11: Arquitectura 50 - 1922

ORGANO OFICIAL DE tt\ SOCIEDAD DE ARQUfTECTOS

AÑO VIII ENERO DE 1922 No. L

T E AS DE El carácter de la Arquitectura y su estética, son pro·

blemas que siempre han de apasionar por su complej idad.

No existe un acuerdo, u na sola manera de encararlos.

¿La arquitectura es solo un arte de formas impues·

tas por las leyes d el equilibrio o fuera de ellas el genio

del hombre ha podido realizar la belleza sin sujetarse a

sus dictados? T rataremos de analizar el pensamiento de

algunos filósofos que se han expresado sobre Ar.quitectura.

Dice Nietzsch e h ablando de este arte:

" L a piedra, es hoy más piedra que antaño.-En ge­

" neral. no compren dem os la arquitectura de la misma

" manera como compre ndem os la m úsica. (1) Hemos

" crecido fuera d e la simbólica de l as líneas y de las

" figuras como nos h em os desacostumbrado a los efectos

•• sonoros de la retórica y nosotros h·emos dejado de re·

•• cibir desde el primer momento de nuestra vida, esta

" espe·cie de leche mater nal de la educación. En u n edi­

" ficio griego o cristiano, todo en e l origen significaba

" alguna cosa con relación a u n orden superior; esta idea

" de una significación inagotable quedaba alrededor del

" edificio, semejante a u n velo en cantado. La belleza n o

" entraba sino como accesono en el sistema, sin intere·

, ( 1) Para N iet2sche, la música, no es en si ni por s i de tal

motlo s ig nif icativ·a de n uestro ser intimo, tan profundamente e.mo­tiV'a, q ue pueda pasar por el lenguaje inmediato uel sentim¡iento, s ino que su a ntigua unión con la ¡)Qesía ha puesto tan to s imbolis­mo en el movim iento rí tm ico, en las fuerzas y en las debilidades del sonido, qu e a hora tenemos la ilusión de que habla d irectam ente a l ser íntim o 'Y· proviene del .mismo. La música dramática no es posib le sino cuando el arte de los sonidos ha conquistado un in ­menso imperio de m edios simbólicos por la cancion, la ópera y cien ot ras for~mas de ensayo de pintura por el sonido.

Anterior a l leng'Ua je es a ún la im ita;ción de •los gestos q ue se l)l·o<J uce involuntaria mente y todavía hoy, ap-esar de una restric­ción general del lenguaje de los gestos y un dominio adqu irido de los músculos, es tan fuerte que no podemos m irar un rostro en movimien to s in innervación ael nue s t ro. El gesto invitado llevaba. a l im itador al sentimiento que dicl:o gesto expresaba en el rostro o e l cuer po del im itado, y de a.hi nada una ~anera. de comprenderse. Entend iéru:looe por gestos, podía naoer a su vez una simbólLca de los gestos, es Cleeir, un lenguaje de ::;onidos, a condición <.le pro­ducir Primero el sonido y l·uego el gesto al cual aquel se agregaba como símbolo; m ás tarde solament e e l sonido. Así, de antiguo, ht m úsica fonma ba un solo cuerpo con la poesía, la mímioa y la danz~L ( lengooj e de g'estos), ¡y si desprovistos de estos elem entos que Ja ex plican no er a más que un v.ano ruiido, el oido, por un la rgo h á bito a esta asociación de ~úsica y de movimiento, apren­d ió a inte r pre tar de inmeda;to las figuras de los son idos y .Jlegó al ·n n a un g rado .de comprensión rápido en el cual no hay necesidad ele! movimiento v is ible para comprender al compositor. Se habla entonces de música .a:bsomta, donde todo se co.mprende simbólica­mente s in nec esidad ·de l socorro de la poesía o el movimiento, desp ués que una la r ga evolución ha cargado la forma musical de .idea s y sent imientos. L os hombres que han quedado retrasados en la evoloción de la músi·ca p uede sent ir el mismo -trozo de un a manet'a pura me n te formal, donde los más avanzad-os oyen simbo­licamente. E n sí, ning una música es profunda o signiücati va; no h a bla de vohmtad, (A ) de cose¡, en sí. Es el intelecto q uien ha intro­d ucido la significadón en los sonidos, de ·la misma manera que ha pue.sto ¡,g·ua lmente en l·as rela-ciones de líneas y de m asas en arquitectu ra, una s ig nificación que en si es completamente extraña a las leyes de la m ecá.nica. -( A) Se refiere Niet;r.sclle al valor ele la voluntad en la fi-losorra de ISchopenhauer .

ES T E TI CA " sar esencialmen te e l sentimiento profundo de siniestra

" s u bl imidad, d e consagración por la vecindad de los

" dioses y la magia; la belleza dulcificaba extraordinar ia· " mente

" d ic ión

" d za e

el horror, pero este horror era siempre la con·

primera. ¿Que es ahora para nosotros la belle­

u n edificio? La misma cosa que el hermoso

" rostro de u n a m ujer s in espíritu : algo así como una

" másc ara. (Nietzsche: H umano. af. 218) ".

Segú n lo que dejamos citado, nuestra manera de

comprender la arquitectura es puramente formal. De este

formalism o n o está desterrada la belleza según el mismo

pensamiento nietzscheano, pues siguiendo el paralelo bos•

quejado en tre la Arquitec·tura y la música, la interpreta·

ción form al , e s u n a interpretación grosera en la .cual la

medida del sonido y sus diferentes acentos, en general,

producen placer sin l.legar por eso a colmar el grado más

alto de la em oción. Pero mientras en la música el hombre

puede alcanzar la interpretación simbólica por una su·

pervivencia in consciente de la relación entre el sonido y

la significación del gesto, en Arquitectura se ha perdido

por completo todo simbolismo y hoy el ordenamiento de

masas y de líneas no evoca e n n uestro espíritu la verda­

dera s ignificación que pudo haber tenido para los prime·

ros pueblos que la crearon.

La manera de pe nsar d e Nietzsc·he en estos proble­

mas está indudablemente sistematizada dentro del espÍ·

r itu que h a presidido a la elaboración de la obra citada.

Como él m ism o lo dice :

" Todo idealismo m e es extraño. El título de mi libro

quiere decir esto: donde vosotros veis cosas ideales, yo

veo . ... cosas humanas, más que humanas! Si se le mira

de más cerca, se descubre u n espíritu despiadado que

con oce todos los vericuetos en que se abriga el ideal,

donde se encuen tran sus e scondijos y su úLtimo refugio.

Armado de u na antorcha, cuya .Uama no tiembla, proyecta

una luz cruda e n este m u ndo suhterraneo del ideal. Es

la guerra, pero la guerra sin pólvora ni humo, sin actitu·

des guerreras, s in gestos paté ticos ni contorsiones por·

qu e todo eso sería idealismo" (Ecce Homo, Capítulo Hu­

mano más que Humano).

Volvie·n do a nuestro problema, es muy posible que

bajo una forma simbólica, los templos antiguos habla­

r an a las m u l titudes de fieles de una manera m uy dis­

tinta a la que hoy lo hacen. Casi todos los tratadistas,

procurar siempre en una forma más o menos tímida, ex·

plicar ciertas relaciones o proporciones de masas y de

líneas por un s imbolismo que de ser facilmente com·

- 1 -

1

'

Page 12: Arquitectura 50 - 1922

Ak()UttECTURÁ

prendido, agregaría a la belleza del monumento una sÍg'·

nificación que hoy no tiene para nosotros. Huysman, al

hablar de las catedrales góticas, no deja un solo elemento

sin atribuirle una virtud simbólica. Puertas, ventanas,

botareles, colaterales, etc., etc., todo tiene su significa• ., , , . ,

c1on, y ya esten en un numero o en otro, ya esten ag'ru·

pados en una forma o de manera distinta, ya existan o

dejen de existir, la Teología le proporciona siempre mate·

rial para e firmarse en sus teorías. Todo es-te lujo de eru­

dición pesada y fastidiosa ostentada en un libro del que

León Bloy asegura no haber nadie en el mundo que haya

sido capaz de leerlo íntegro, tiene e.fectos contraprodu·

centes, por cuanto el análisis se resiste a la aceptación de

teorías demostradas con tanto rebuscamiento.

Pero muy bien puede haber existido en la ordenación

de los elementos en forma agena, como dice Nietzsche, a

las necesidades de la mecánica, un simbolismo oculto y

es quizá quimérico querer subordin·ar a consideraciones

puramente de técnica constructiva la génesis de las combi­

naciones formales. Solo que, el tiempo pasando en lento

aluvión sobre la humanidad, ha borrado para siempre la

facultad preciosa de alcanzar en todo su significado el

valor integral de los monumentos que heredamos del pa·

sado. El ·problema no tiene solución para nosotros, y por

eso mismo es justo ponerse en guardia contra teorías

exclusivistas que al pretender explicarlo todo en una for•

ma unilateral, dejan enormes claros que luego son lle·

nados con grandes palabras sin significación precisa y sin

límites reconocidos.

La significación religiosa del gran arte era un ele·

mento más de emoción pero no constituía en sí la emo•

ción estética: se superponía a ésta. Nietzsche lo dice cla·

ramente: La belleza no entraba sino como accesorio en el

sistema (a f. citado). Creadas las formas, se les asignaba

un valor de símbolo, se las agrupaba, como las palabras

de una frase, para que hablaran al alma de las muche·

dumbres creyentes, pero no estaba en eso la belleza.

De manera pues que Música y Arquitectura represen•

tan dos grados distintos de evolución de una estética se· •

mejante: la primera habla todavía con el valor del sím·

bolo y evoca ideas y sentimientos con formas cuyo signi·

ficado de convención nos aparece ahora •como valor esen·

cial, mientras la segunda, detenida su evolución, se .

manifiesta sólo como belleza formal sin ninguna signi·

ficación simbólica. En la primera la supervivencia del

símbolo refuerza ad.mirab.lemente la belleza pero en la

seg'und·a ¿hemos de aceptar por la carencia de un simbo·

lismo preciso, la falta del sentimiento? Contestamos ense·

guida no, y todo aquel que dotado de alguna ·sensibilidad

se haya encontrado alguna vez frente a un monumento con·

testará de la misma manera con nosotros. Si se ha per·

dido un significado, hemos hallado otro. Y .la belleza de

un edificio está muy lejos de ser lo que es el rostro de

una mujer hermosa y sin espíritu.

Es imposible que una cosa bella, por mas formal que

sea su belleza de líneas o de masa, sea sólo un placer

para los ojos y no despierte afinid·ades simpáticas en otros

órdenes, capaces de hacer nacer a su vez ideas y sentÍ· • m1entos.

En la realización de toda obra arquitectónica a todo

problema artístico va unido un postulado de orden prác·

tico: es necesario someterse lo mas habilmente posible a

las leyes de la gravedad y existiendo Ía facultad de eÍec ..

ción en las propor·ciones de .los materiales, hay ritmo y

en consecuencia fijación y trasmisión de una emoción

personal. En esta forma expresa J ean D'Udine (2) el

problema arquitectónico. Sin duda, agrega, las líneas de

un monumento por el hecho que nuestro ojo las percibe,

crean en nosotros los ritmos motores que acompañan

todas nuestras sensaciones visuales cinemáticas, pero esto

no es sino una sensación artística secundaria, juxtapues·

ta a la emoción arquitectural, de orden puramente está·

tico. Buscar cuando se construye un monumen·to, a rea·

lizar primerame·nte la belleza de la línea, es cometer un

error anti·artístico que data del Renacimiento. La be­

lleza Óptica de las formas monumentales debe ser una

consecuencia del equilibrio de las ·masas grávidas: estas

no deben someterse a priori a un ·postulado de la visión

de las formas. Solamente toda construcción perfectamen­

te lógica, proporciona a posteriori un placer a nuestro

sentido motor visual.

El templo griego bien construido para su destino y la

iglesia gótica que se esfuerza en subir hacia el cielo para

dar mucho aire y mucha luz a una muchedumbre abrigada

de la lluvia bajo un clima húmedo, realizan un conjunto

de líneas que seducen nuestras miradas. Pero la ojiva y

el contrafuerte no son dibujos inventados para que gus·

ten por sus formas, sino que son órganos que per.fecta·

mente adaptados a su función estática, crean movimien­

tos que nuestros ojos encuentran hermosos por añadidura.

La belleza que nuestro intelectualismo moderno cree

descubrir en las piezas de un museo de historia natural,

no es beHeza artística.· De la misma manera la belleza

arquitectónica de un monumento no existe en sus formas,

sino en su equilibrio material, en su ritmo estático, en

la imitación mas o menos perfecta de la gravedad que nos •

sug1ere.

He ahí, claramente definida la belleza formal.

La arquitectura sería así un arte mimético, y es in­

dudable que si esas juiciosas reflexiones no expresan

toda la verdad están muy cerca de ella.

Pero si allí estuviera definida toda la estética que•

daría aun un claro muy grande que llenar pues eso solo

no basta para explicar en su totalidad todo el carácter

emocionaL La vista de un hermoso monumento conmueve

toda nuestra sensibilidad artística, no solamente nuestro

sentido visual líneal y cromático, sino también nuestro

sentido musical pues la rítmica espacial puede traducirse

en ritmos de duración, sugestivos siempre de sonorida­

des melódicas.

Según J ean d'Udine, en el fondo tal cosa es un

fenómeno sinestésico (traducción de una sensación de

un orden a otra sensación de orden distinto). Si pensa·

mos que el tacto (dentro siempre de su teoría) ha edu­

cado todos nuestros sentidos y se asocia todavía a todas

sus operaciones, comprendemos tam-bién que está como

impregnado de emociones de nuestros .diversos cantones

sensoriales y que por lo tanto la división de .las art.es en

artes sinestética~, (poesías, danza, etc.) artes cinemá·

ticas (música .. pura") y ·artes estáticas (arquitectura)

no es sino un artificio de análisis. Cada vez que uno

de nuestros sentidos se halla estéticamente interesado,

todos los otros se conmueven indirectamente porque

' ( ~) L' Art et le Crt>ste.

-2-

Page 13: Arquitectura 50 - 1922

ARQlritséTURÁ ' '

tiuestro tacto, entrando siempre en función, arrastra por

medio de ligaduras indestructibles, la resonancia de

nuestros otros órganos. De tal manera que no existe

prácticamente sino artes sinestésicas y que la mas sim­

ple y la más mecánica de todas, la arquitectura, no puede

conmovernos sin que nuestras sensibilidades plásticas y

musicales se despierten enseguida.

No trataremos explicar los fundamentos de estas

afirmaciones, de un atrevimiento poco común. Solo dire­

m os que si el tacto interviene en tal forma en la estética

de J ean d'Udine es porque este af·irma que e l fenómeno

natural de donde derivan en último análisis todas las

formas de arte es la gravedad, y aquel no comporta so·

lamente actividades motrices, sino que es ante todo el

sentido del peso de las cosas y es como sentido de.l peso

que viene en ayuda de nuestro sentido de la visión de

líneas y colores y de la audición de sonidos. El mismo

D'Udine no deja de reconocer que todo esto es dema­

siado obscuro. Su experiencia no sobrepasa casi a las in­

tuiciones de la humanidad que desde hace m ucho tiempo

se expresa sobre lo mismo en términos sujestivos. Por­

que no solamente los epítetos motores de "ritmo" y de

"movimiento"' se han unido, con el consentimiento uni­

versal, a las formas de las obras plásticas, de las frases

musicales y literarias, sino que la potencia atractiva de

la tonalidad, los límites naturales de 1os versos y de las

estancias, la densidad de los vocablos revelan todavía, a

quien quiere comprenderlo, su verdadera naturaleza por •

este admirable término de •• cadencia, ( cadere, caer) que

pinta tan maravillosamente la obediencia de la materia

artística a las exigencias de la gravedad.

. ' D e manera que en el fenómeno de .la emoción érqui~

tectural hay la producción de dos sinestesias: sinestesia

visión-tacto, sinestesia tacto-sonido. Y el ritmo de Hneas

y de masas se traduce en un r.itmo musical de espacids

y acentos, en un conjunto melódico. Pero entiéndase

bien! no es la audición del sonido material la que se pro­

voca, sino justamente la sugestión simbólica musical, las

ideas y s entimientos que puede hacer brotar el ritmo so•

noro y de los cuales é ste no es más que el símbolo. De

esta manera comprendemos bien que aun habiéndose

perdido todo el simbolismo que Nietzsche asigna a las

líneas y mas.as arquitecturales, no por eso estas dejan

de hablar al espíritu pues a este por las sensaciones vi·

sua.les, se abre todo el campo de la simbólica musical,

tan llena de sugestiones de diverso orden.

Las coilsideraciones que dejamos expuestas, comple­

tan las a-firmaciones de Nietzsche sobre la belleza formal

y reputan su opinión de que esa mis!,lla belleza es so.lo ,

una mascara.

En todo lo que antecede solo he tratado de exponer

algunas 'ideas sobre estética; la verdad de las distintas

afirmaciones es tarea superior a mis fuerzas para que yo

intente emprenderla. De todas maneras, creo que algún

interés despertará en los afectos a esta clase de proble­

mas y es a ellos a quienes me dirijo, pues en Arquitec•

tura no todo debe ser construcción y cálculo. Si es justo

recurrir a la ciencia para perfeccionar la técnica, no olvi·

demos tampoco la ayuda de la filosofía y el prove,cho que

de ella puede sacar el arquitecto para conocer y escudri·

ñar en el fondo de los obscuros problemas de •la estética.

f:,eo{wldo Carlos Agorio.

. •. '

ODia e conv esc1entes Resultado de un concurso

Transcribimos a continuación el fallo del jurado que

entendió en el concurso de proyectos para la Colonia de

Convalescientes a construirse con la donación Saint Bois,

como así mismo publicamos como complemento del

fallo la fotografía del proyecto que mereció el primer •

premto.

. . . .. . Proyecto Lema: "Colonia"- Primer Premio Fachada

' "Montevideo, Diciembre 181921. - Señor Director

General de la Asistencia P. Na·cional, Doctor ]osé Mar· • 1

hrene. ~ '1 ~ ~~t El jurado designado para dictaminar sobre los pro·

yectos presentados al Concurso para la Colonia ~e Con­

valescientes a construirse con la donación Saint Bois

después de estudiados los 12 proyectos en particular por

cJu. de sus miembros y en conjunto por todos ellos, en

las varias reuniones efectuadas con ese objeto, resuelve:

1." Proceder por unanimidad a la eliminación de los

proyectos "Fe''. .. Ombú,, 'Caridad'', "Ubi bene, ¡.. . • , ··e v d , ··E •• ··e uot patna , ruz . er e , speranza y on-

dor ,, por considerar que no responden de una

manera conveniente a las exigencias del prog'ra·

ma, excediendo además algunos de ellos el costo •

Arqtos. Carlos C. Massa y Enrique G. Quincke

fijado como máximo por la base 3." del mismo.

2.0 Después de un estudio detenido de la compo•

sición arquitectónica y de una estimación deta·

llada de los presupuestos de los cinco proyectos

(··e 1 · •• ··v d d'' ··n · b •• "C restantes o onta , er a , 1m a , ruz

Dorada,, y "Mirland") proceder a la eliminación

de los tres últimos ( .. Bimba'', .. Cruz Dorada, y

"Mirland" por exceder su costo de la suma es·

tablecida en la base 3." del programa.

Page 14: Arquitectura 50 - 1922

ARQUitECtU~A

3.0 Otorgar por u nanimidad al proyecto "Colonia,

el primer premio por llenar de una manera con·

veniente las exigencias del programa, contener

todos los locales pedidos dispuestos en forma que

facilita el funcionamiento del establecimiento y

contemplar al mismo tiempo sus condiciones

higiénicas.

u n o ,

mas

de ellos un estudio meritorio y digno ade­

de estímulo, por la labor realizada, una

remuneración de quinientos pesos a cada uno.

Abiertos los sobres de los proyectos premiados re·

sultaron corresponder el lema "'Colonia, a los Señores

Arqtos. Carlos C. Massa y Enrique G. Quincke y el lema

"Verdad" al Sr. Arqto. Alejo Martínez (hijo).

Planta del proyecto que obtuvo el Primer Premio

• •

Otra de las plantas del mismo proyecto

4," Otorgar por cinco votos sobre siete el 2.0 premio

al proyecto "Verdad" por constituir también una

solución conveniente aunque inferior a la del

proyecto "Colonia".

5." Solicitar se acuerde a los proyectos "Bimba .. ,

"Cruz Dorada,, y "Mirland" por representar cada

-4 -

Saludamos al señor Director muy atentamente.

Firmados: ]. Martirin é. - A. ]ones Brown. - ]. A. Scasso. - H. Acosta y Lara. - ]. S cre·

mini.- M. M oreau.- G. Arri­

:zabalaga.

Page 15: Arquitectura 50 - 1922

ARQUITECTURA

La o 11 uncton de !a ~~· crn"aca SU INFLUENCIA EN AR~UITECTURA

A fin de que sea conocido y meditado por todos nues­

tros arquitectos, consideramos de utilidad reproducir el

interesante art1culo del Arqto: Dn. Carlos A. Herrera M ac

Lean sobre "La /unción renovadora de la cr1tica ...

Hasta ahora, ,Por una mal entendida solidaridad pro­

fesional , todos nuestros colegas pre,Parados y eruditos,

han cre1do o,Portuno ccz.llar sus apreciaciones sobre el

desarrollo de la obra arquitectónica en nuestro ,Pa1s en·

tendiendo en esta forma evitar enfriamientos que pudie·

ran traer aparejados trastornos capaces de dañar la ar·

mon1a que ha caracterizado siem,Pre las relaciones entre

arquitectos. Creemos que esto no ha de suceder; la cul­

tura de nuestros ,Profesionales es garantia suficiente d e

que sabr~n ace,Ptar toda cr1tica hecha con altura y tenien·

do sólo en. cuenta el progreso arquitectónico.

Por otra parte, si los ,Profesionales no han olvidado

aun su vida de ta17er, deben recordar que la labor Jel~

profesor no es más que labor de cr1tica y que si esta es

necesaria para la pre,Paración del alumno, lo es tanto o

más ,Para el arquitecto , muchas v eces inca,Paz de reaccio­

nar an.te las sugestiones de una moda o las exigencias de

un ,Pro-Pietario, olvidando as1 lo que la cr1tica podr1a ha­

cerle recordar: que al aceptar su misión de arquitecto, ha

contra1do la obligación de educar al público sirviendo los

verdaderos intereses del Arte.

Si el arte es el •• espejo de la vida., y nuestra arqui­

tectura, por ende, refleja nuestra hora actual inquieta,

apresurada, vanidosa, ¿quiere decir esto que es necesario

esperar con paciencia ·musulmana a que cambie nuestra

vida para que ese cambio se marque en nueva arquitectu·

ra, ya como un avance, ya como un atraso? Si así creyé­

ramos, estas modestas crónicas no tendrían un objeto

inmediato y eficaz porque ¿a que lamentar un mal que

no tiene remedio y que debe sujetarse a una inevitable

evolución? Más no creemos así:

Nuestra arquitectura, como no encierra valor artís·

tico, no puede ser fiel reflejo de nuestra vida. Ha sido

levantada sin espíritu y ante nosotros aparece muda.

Acusa sí. nuestros defectos, pero calla nuestras virtudes.

Nos muestra utilitarios y egoístas y oculta nuestra sen­

cillez, nuestra buena fé, nuestra generosidad, nuestro don

hospitalario, nuestro entusiasmo viril, nuestra exponta· neidad, nuestra juventud.

Por todas esas virtudes que no delata la arquitectura,

cabe esperar su renovación. La ductilidad espiritual de

nuestro pueblo lo hace apto para todas las reformas. Y si

en ese intercambio de ideas y tendencias extranjeras, que

acepta a veces su preocupación de su valor intrínseco,

pierde personalidad, vive por .lo menos. abierto a las co·

rrientes civilizadoras, Que es preferible no for·mar una

envoltura característica, a solidificar una rígida y porfia­

da cristalización de raza.

Nuestra sutil envoltura, que cubre agitada mezcla de

sangres conquistadoras, tiende, creemos, a independizar·

se. Y mientras se forma la corteza nueva, no nos ·es dado

a nosotros, glóbulos activos que circulamos con la fresca

savia, ver la floración original y definitiva de nuestra

planta. Pero ella se efectúa con lentitud en ambiente de

fecundo eclectisismo.

Este eclecticismo es beneficioso en el campo de las

ciencias y de las otras arte~. Es fatal para la arquitectura.

Poco importa que sean extranjeras, las últimas máquinas '

que simplifiquen nuestra vida o las últimas creencias que

l il exaltan, o la última frase sonora, la última vibración

del verso, la última forma de la estatua. Pero la arquitec­

tura quieta y adherida al suelo no puede .sufrir las in­

fluencias nove.dosas y a la moda. Debe estar sujeta a las

órdenes del cielo que la cubre y de la tierra, que la so­

porta, únicas órdenes que le dan unidad y que le hacen

vivir en el ambiente .

Pero con el eclecticismo que ha removido nuestra

ciudad. dándole aspecto de abigarrado catálogo de arqui­

tecturas diversas. con él podremos entrar dentro de la vía

renovadora. Donde han triunfado las tendencias más ab­

surdas importadas de los blancos países nevados, o de

las ariscas tierras montañosas, podrán entrar las nobles y

calmas tendencias que nos convienen. Si antes triunfó la

vanidad y la moda no nos será difícil hacer triunfar la

· verdad de nuestra hora, la verdad de nuestro cielo, de

nuestra tierra, de nuestro espíritu.

Es necesario y es posible infundir como un fermento,

virtudes nuevas en nuestro pueblo. Virtudes revoluciona·

doras, virtudes que formen en el organismo endeble de la

arquitectura las defensas necesarias para cuidar su vida

del contagio extranjero y para mantenerla con noble y

fuerte fibra.

Estas virtudes pueden inocular.se por medio de la

crítica, pueden y deben ser inoculadas. El juicio crítico

es el juicio renovador por excelencia. uEn una época sin

crítica de arte, dice Osear Wilde, el arte no existe o por

lo menos permanece estancado, herático, limitándose a re•

producir modelos consagrados.

Hay épocas de crítica que no fueron creadoras en el

sentido vulgar de la palabra, el espíritu humano solo ten•

taba poner en orden sus tesoros, separando el oro de la

plata y la plata del plomo, contando las joyas y dando

nombre a las perlas. Pero no ha existido jamás época

creadora, que no fuera al mismo tiempo crítica. Porque es

el espíritu crítico el que inventa formas nuevas. La crea­

ción tiende a repetirse. Al instinto crítico debemos el na­

cimiento de toda nueva escuela, de todo nuevo molde

q ue el arte encuentra preparado para cuando quiera em• plearlo ...

Esto que es ley general ·para todas las artes, tiene

más verdad aún para la arquitectura, arte hecho de sere·

nidad y de lógic a, arte que debe ser discutido y pesado,

arte que debe unir la rigidez de la fórmula matemática al

r itmo ondulante de la línea, arte que no admite los arre•

batos extraños y fantásticos de las nuevas estéticas. Por

eso, del estado de pobreza y de decadencia en que vive la

arquitectura en todo el mundo, hacemos culpable a la

crítica. La crítica que fuera una vez el nervio de su be­

lleza y que desde hace tiempo, herida o despreciada, se

- 5-

Page 16: Arquitectura 50 - 1922

ARQUITECTURA

alejó de la piedra a cuya sombra acostumbraba dictar su cátedra · del buen g'usto.

En las épocas gloriosas en que el arte pertenecía al

pueblo, en que había gerarquías y valores, '})ero no aisla·

miento, el hombre, elevado artista o humilde obrero, dió

vida a su arquitectura por dos medios: por .la acción y por

la crítica. Con su cerebro que creaba formas, con su brazo

nervudo que aparejaba los muros, con su ma·no hábil que

esculpía el ornamento, con sus ojos refinados que aplica·

ban el color . .. y además con su espíritu crítico. El en tu·

siasmo por el arte despertaba la crítica. Y el pueblo hacía

y criticaba. Así tomando la arquitectura desde Grecia,

primera época de inspiración y lógica, .allí encontramos el alto florecimiento de la crítica.

Con un sentido crítico, 5teniales ordenadores de la

carg'a lujosa y fantástica del Oriente, los griegos pudieron

obtener los inmortales efectos de equilibrio, de armonía,

de perspectiva, de ritmo, de luminosidad, de contraste. Su

gusto, como una herramienta filosa y prolija, fué puliendo

los perfiles, afinando el galibo de sus columnas, aligeran­

do el equino de los capitr les. Y los sútiles detalles que ha

encontrado la arqueología y que parecían accidentes for·

tuitos, no, no lo son, son consecuencias de la crítica. De

esa crítica serena, modelo de crítica, ejercitada al aire

libre, a la som·bra de los blancos muros o a la sombra

de las verdes copas, como los ritos solemnes, como los

dramas pomposos, como los jueg'os olímpicos. J ueg'o ella

misma del espíritu en tensión continua, vibra·ndo en el

aire transparente y azul de la península, que cual inmenso

anfiteatro se abría para el canto salvaje de las olas, para

la blanca decoración de los templos y los dioses de már·

mol, para sus poetas, para sus filósofos.

Mientras Platón divagaba sobre belleza y Sócrates

sobre filosofía, los oyentes afirmaban sus facultades es·

pirituales. Y aprendían a discernir y a discutir la belleza

natural y a emparentarla con la deleznable belleza que

pueden hacer los hombres.

Roma vencedora arrastra su lujoso botín de esclavos

y de arte. Roba los mármoles de Grecia. Contrata sus ar·

tistas. Esclaviza sus obreros. Y ebria de aparato y de

grandilocuencia, al traer de Grecia Dioses y mármoles,

deja olvidada a la Crítica. La olvida, o esta diosa sútil se

esconde entre las ruinas para llorar la belleza en derrota.

La obra del imperio no acusa espíritu de selección ni de

lógica. Para los Cesares, todo siendo enorme y rico, todo es .arte; el gusto muere aplastado por el amontonamiento

de lujo y de trofeos. Y el inspirado equilibrio de Grecia

desaparece de la inmensa mampostería romana que ya no

se levanta con espíritu ~rítico.

La crítica olvidada en Roma volvió a dar sus lucidos

consejos al brillante estilo de Bizancio y al litúrgico y sa·

cerdotal románico. Pero adquirió su antiguo dominio con

el lirismo del gótico. Lirismo ordenado, sabio lirismo de

la fuerza que soporta y que empuja, lirismo del orna·

·mento afilado que decora. El pueblo vivió día a día con su

arquitectura en contemplación y en juicio. Y las agudas

flechas penetraban en los plomizos cielos del Norte em•

pujadas hacia arriba por miles de ojos que junto a su es•

píritu de fe y de entusiasmo, ponían su espíritu observa· dor y crítico.

Vino después con la decadencia del Gótico el período

sabio y erudito del Renacimiento.

Entonces se establecieron las categorías y las dig­

nidades. Se catalogaron las ocupaciones humanas y se

dispensaron títulos. El jefe se aisló del pueblo que cons·

truía y este perdió su libertad de juicio. En el día en que

nació el Renacimiento puede decirse que murió la crítica.

No fué muerte rápida y decidida, sinó agonía dolorosa.

Tal día se estableció la honda y triste diferencia que hoy

persiste entre el artesano y el artista. Se creó el esca·

lafón de méritos, no reales sino aparentes. El pueblo per·

dió su facultad de admirador juzgando y ·pasó al elogio

servil. Poco demoró en ir a la más fría indiferencia. Mien•

tras tanto todo se reglamentaba: carreras, profesiones, es·

tudios, títulos, medallas, diplomas. Se abrieron escuelas,

academias, cenáculos. Y el arquitecto, sujeto a un difícil

régimen de "estudios clásicos", era el único capacitado

para hacer arquitectura, para hacerla y para juzgarla.

Así repetía sus conocimientos flamantes, no ya más ex•

traídos de la vida, sino importados de Grecia o de Italia.

Cualquier problema lo resolvía por medio de los órdenes

griegos. Y el triglifo, la voluta, y el acanto se distribuye·

ron por doquiera. Desde ese día, arquitectura llevada al

rango de un conocimiento hermético, se volvió un privi·

legio de círculo, como la ciencia de conocer los astros,

como la ciencia de curar los cuerpos, como la ciencia de

endulzar las almas. La crítica quedó como privilegio de

los iniciados. Se hizo al oído, de un colega a otro colega.

Y el pueblo dominado de respeto por los valores acadé­

micos enmudeció o admiró por imposición extraña. Y así

sin entusiasmo, si a veces hizo algo glorioso por orden

de un cerebro privilegiado, lo hizo a despecho de ese ais· !amiento en que vivía la arquitectura.

Este aislamiento se hizo sentir más en arquitectura

que en las otras artes. En música, en pintura, en escultu·

ra, en lit·eratura, el pueblo fué más irreverente con las

dignidades togadas~ le pareció que en estas artes no ha·

bía nada de ciencia infusa y que le bastaba ver u oír para poder juzgar.

Las artes pasaron por todas las revoluciones. T uvie·

ron períodos críticos, períodos de difícil gestación, períodos

dolorosos como partos, pero siempre una época traía un

aporte nuevo sobre la época pasada. La burla, el sar•

casmo, la ironía cayeron sobre los heróicos defensores

de las ideas nuevas. Era la crítica siempre en acción, fe·

cunda y renovadora, ya abriendo horrible boca para el

colérico insulto, o ya dejando escapar de suaves labios la almibarada lisonja. Pero muda y opaca para la ar·

• quitectura que siguió porfiada distribuyendo sus sabias

ordenaciones clásicas. Las griterías de los grupos reno•

vadores pasaron a su lado sin mirarla y sin herirla. Los

muros se erguían cada vez más ufanos de esta indife·

rencia, que ellos interpretaban como dignificante res·

peto.

Después de este viaje rápido a través de las glorias

pasadas de la arquitectura, nos cuesta volver a la mo•

destia de nuestra vida cotidiana. Pero en ella. como ve·

remos después, se han repetido los fenómenos que he·

mos anotado. Nuestra arquitectura vive dormida y mu·

da, por que no la alienta la crítica. Pero es necesario des· pertarla. Despertarla por boca de esa crítica, aún gri·

tando, si fuese necesario. Así iremos al análisis, al jui·

cío razonado, a la rigurosa valorización. Así aprenderemos

a ver. Limpiaremos con la discusión nuestros ojos de

-6-

Page 17: Arquitectura 50 - 1922

1

ARQUITECTURA

tanto polvo que los cubre~ y nos parecerá que por ve~

primera están abiertos cuando veámos nuestra arquitec­

tura con nuestras facultades sin auxilio de libros, ni de

cátedras, ni de dogmas, sin prejuicios-clara y sencilla-

mente-llenos de amor, como vemos florecer las mar•

garitas de seda en el verde manto primaveral o las

margaritas de plata en el negro manto nocturno.

C. A. Herrera Mac Lean.

CASAS CONSISTORIALES DE ARAGON (NO.TA§ DE EXCURSIONISTA)

El Concejo o Municipio medieval comprendía geo·

gráficamente un centro urbano (villa o urbe), con el

ter11itorio que le rodeaba (término municipal). Este te­

rritorio había sido separado, por concesión especial, del

Condado o de la jurisdicción feudal de la cual había

formado parte, o bien era un dominio real adquirido por

conquista. El comes o el señor feudal y su5 oficia.les

judiciales fueron reemplazados por el iudex y. por los

alcaldes, que, elegidos en la Asamblea de vecinos, ejer•

cían jurisdicción dentro de los límites del Municipio (1).

La tradición de la Casa Consistorial o del Consis­

torio en donde se reunían los ciudadanos designados

para regir la ciudad, es romana. Avanzado el régimen

' . ... .. ...

Lena (Huesca) Casa Consistorial

;,.; . . ~~ :;, •. .

feudal, los ciudadanos lograron del señor el reconoci­

miento de ciertas libertades, como imponer tributos,

administrar justicia, organizar milicias o somatenes, re­

parar las fortificaciones o defensas, poseer sello, rela­

cionarse con otros Concejos en hermandad para defen­

derse de los malhechores, dividir la villa (si era popu•

losa) ·en cuartones o distritos para designar ciudadanos que eligiesen los jurados y demás cargos concejiles, etc.

En Aragón, .desde el siglo XII, la cabeza de la ciudad

era el justicia~ le seguía el ·prior de jurados o jurado

en cap, los jurados, almutazafe, el zalmedina, y más

tarde el padre de huérfanos, el regidor del hospital, etc. (2).

( 1) E . rle Hinojosa, Estwlios sob1·e la H istol'ict clel D erecho (.Madrid, 19 03).

( 2) Véanse las Onli11nr:iones <le la citul<tcl <le Cantqoca (z • • vols .. Zaragoza, 1908), por D. Manuel Mora y Gaudó; el Fonon

Ttwolii (Zaragoza, 1905), por D. Francisco Aznar Navano; la Cm·ta de población de l<t ciud<ul de Santa Ma1·ia de Alban·acín (Z'a.ragoza, 1915), por D. Carlos Riba y Garcfa: las 0 1·ditUtciones v paramientos de la cittdad de BarbastJ·o, p or D. Mariano Pano , e n la Revista <le Arag6n (años 1903 1y s iguientes) ; mis A¡Juntes sob1·e el antiguo 1·égimen mtmicipal de H uesca (Huesca, 1911 ) ; lla Colecoión de fueros y ca1·tas ¡n¿ebl.as, de Muñoz Rome ro: los Doc1t11tetttos histln-kos de Dm·oca 11 stt comtmidad, edición Cam­pillo ( 1915) ; el T?·atadu del f.}nt1·onado. . . de Calatayttd, por 1\fartlnez del Villar (Zaragoza, 1598), y la historia de esta ciu­dad, por Lafuente, etc.

A medid·a que se fué desenvolviendo el régimen

municipal, aument·aron las prerrogativas concejiles. El

domim·o de Concejos y Regim~entos comen:zó, 'Como dice

Lampére~ (3), muy humilde o de prestado, como tantas

otras Instituciones medievales. Iglesias, -corrales, mer­

cados, gradas, torres, y otros impropios loca•les daban

pobre albergue a los Concejos. Pero, av·anzada la Edad

Media, se observó la necesidad, a favor del auge de la

Institución municipal, de poseer el Concejo casa pro{Jia

( 4) ~ y entonces esta casa del Consistorio pudo tener,

cual otra cualquiera mansión noble, una o dos torres, el

escudo de ar·mas de la ciudad sobre la puerta, signifi­

cativos adornos en el hastial de fachada, etc., alusiones

sensibles a los privilegios comunales que otorgaron re­

yes o señores, y del incremento de >los Municipios.

En los siglos XIII y XIV, el Concejo oscense se reu­

nía en la que se denominaba C:asa de la Caridad. ¿Dónde

estaba ésta 1 Lo ignoramos. Lo cierto es que así se la

denomina en las Ord-enanzas del siglo XIII~ y para su

conservación se destinaba una parte (la tercera gene­

ralmente) de las multas que se imponían por infrac­

ciones de las disposiciones concejiles. En el siglo XV la

Casa comunal es lla·mada Casa o Casas de la Ciudad, y

también Casas de la Corte. Esta, que debió habilitarse

para tal objeto el año 1461, estaría probablemente situa­

da en el mismo lugar que la actual, construída desde

1577, o aquella muy ampliamente modificada. Que eran

distintas la Casa de la Caridad y la de la Ciudad, es

decir, que fueron dos edificios, que el s·egundo sucedió

en destino al pri·mer~ en el siglo XV. lo prueba un privi­

legio del rey Juan II, dado desde Calatayud, a 20 de

Noviembre de 1461, por el que concedió licencia al Con­

cejo para mudar la Caja de los Oficios de las Casas de la Oaridad a las de la Ciudad. Mas ola corte o audiencia •

del justicia de Huesca, para dictar sentencias en los

agr.avios, se tenía en el siglo XII en el palacio real.

Es de suponer que los Consejos ordinarios no se tendrían en el real palacio donde todavía habitaban tem·

4

poralmente los monarcas aragoneses, sino en algún tem-plo, o alguna casa, o algún atrio.

Los Consejos Generales solían celebrarse antigua­

mente en el cementerio o fosal de la iglesia de San

Miguel (vulgarmente llamada d·e las Miguelas). Entre

otros ejem·plos, lo prueba que en el ·año 1450 dictó el

( 3) Las cittda(les es11a1iolas y stt m·quitecttt1"<t m.unicipal . al · finaliza1· la Eda<l M edi a (Madrid, 1917, pá,g. 65 ). En AJlcalA.. se­

gún el F1te1·o, se r eun11a en un patio o corral ; en. Burgos, en ~1 palacio de San Llorente, en la. catedral TomA.nlca, en una torre <'le la muralla., en el claustro .de la catedral gótica y e n el me r­cado de madera¡:; ; en Sevilla, en las g1·adas d e la oatedml , que era aün aa mezquita purificada; en Barcelona, en el siglo XII. e l CQ11ce jo .alquHaba casas particulares para sus reuniones ; en GtJanad•a, en la mad1·aza m ora, a primeros del siglo XVI, y en Ma drid. en la misma fecha, en un salón de la iglesia del Salvador.

( 4 ) Al comenzar el •sig lo XIV, Burgos habita una torre <le la muralla; Valladolid construy-e en 1338 un. edificio exprofeso. En 1480 los R{!!Yes Católicos ordenaron que todas las ciudades y villas que no tuviesen Casa Consistorial propia. la construyesen en e.l término de d os aoos. (Lampérez, ob. el t., pA.g. 66.)

-7-

Page 18: Arquitectura 50 - 1922

ARQUITECTURA

Concejo un estatuto acerca del número de cabezas de

ganado que ·la aljama de los judíos debería tener, y de

la forma en que se llevarían ·a pacer, y al final del do­

cumento se previene que .. los presentes estatutos y or·

dinaciones no puedan ser r evocados sino por el C on­

sejo general de los que se tienen en el fosal de San Mi­guel .. . "(1). Y el cronista Aynsa afirma en la página

607 de s u obra (2) que los del gobierno de la ciudad te­

nían en lo antiguo sus J untas y Consejos en el cernen-

-

Graus (Huesca) - Plaza Mayor y Casa Consistorial (A la derecha )

terio de esta iglesia de San Miguel (antiguamente fu.é parroquia), "de que dan claro ·testimonio m uchos actos

y deliberaciones hechas en este puesto; y el año 1501

(debe de ser 1510) a un duraba este uso, pues se halla

dieron entonces en é l leyes y estatutos a los sastres".

Esto nos hace sospechar que en el siglo XII, fre­

cuentemente se reu niría el Consejo en la Iglesia de San

Miguel, pues esta tradición en el siglo XV, evidentemen­

te anterior, revela antiguo origen y costumbre. También

se tendría en otros sitios ocasionales, y, como anterior­

mente se dice, de prestado, como a conteció en otras par­

tes, en aquel siglo d e embrión para la organización mu·

nic ipal, que no comienza a desarrollarse en forma hasta

el final de esta centuria duodécima. '

No se conserva en Aragón Casa Consistorial de fá-

brica anterior al siglo XV. Ya se ha dicho que en este

tiempo debía ser lamentable el estado material de los

Ayu ntamientos, puesto que los Reyes Católicos se vieron

en la precisión de mandar, en un ordenamiento de 1480,

que todas las ciudades y villas donde los Concejos no

tuviesen edificio propio, lo construyesen en el término

de dos años (3) . . La mayor parte de aquellas no lo tendrían y los irían

levantando lentamente, y a entrado el siglo XVI; y en

las que, como Zar agoza y Huesca, lo tenían, el renaci­

miento, con su pomposidad, substituyó las medievales

Casas de la Cort, h umildes, que en bien poco se diferen·

ciarían de las demás ciudadanas, por edificios de dila­

tadas proporciones, aunque difiriendo apenas en lo ex­

terno de las mansiones nobles o señoriales de la ciu­

dad. El tipo de la Casa Consistorial en Aragón es el ___. ___ _

( 1 ) Yl'a~c mi cs.tutlio a ce n :a de In J ude ría de H uesc.a. e n e l /Jolctín ele la R eal A ca<lcnda <le la H istoria, n6mero ele A bril d (• 1!11 5.

( 2 ) FuHda c:ió n, c.x:cel e1td(l:; , !JI"Ciltclc ::a s y cosas 1/ICIIIOI'ables d r l a m rt iQ11fsi1rw d w lud ele Huesca ( Huesca. 1619 ).

( 3 ) Lo t·en zo de Santa yana. Go bi er1to JWiítico ele los Jlltebl os de .1!.'~ 1)((.ii(t (Za ragoza, 1742) , citado Jlor Lamp é rez, página 66.

de la gran solariega, aunque con locales obligados y de·

pendencias privativas pertinentes; y su manera, en la

mayor parte, más se acerca a la italiana que a la fran·

cesa, en la cual última nación se conservan notab)es

Hotels de Vi77e de los siglos XIII y siguientes, de un

tipo más feudal por su aspecto y más minucioso y cuidado .

Es muy corriente que la Casa Consistorial se alce

sobre una plaza rodeada de arcadas, o porches en Ara·

gón, ya semicirculares, ya ojivales, que perpetúa el /orum

antiguo. Tal en Graus (Huesas), La Fresneda (Teruel)

etc. La base de la fachada es asímismo un pórtico con

arquería, caso bastante común, tanto en Francia como

en Italia y España, desde el siglo XII; y transpuesta

esta especie de lonja o atrio, se ve la entrada a las de­

pendencias municipales, y la de la cárcel al lado. Así,

en Bielsa, Loarre, Sena, Alcolea de Cinca, Graus, en la

provincia de Huescas, y Valderrobres, en la de T eruel.

Y en este porche se reunían, y se reúnen, mercaderes,

generalmente forasteros, que allí realizan sus contrata· •

ctones.

Por lo mismo que el tipo corriente de Casa Consis­

torial es el de la solariega ciudadana, están en minoría

los edificios consistoriales que, recordando la torre feu­

dal o señorial, la poseen a modo de donjón municipal. El

más severo y característico, en este orden, es el de

Huesc a, que tiene dos torres de flanco, con mirador de

arquería y su espadaña en el remate y en ella la campa-

Casa Consistorial en Huesca

na para llamar al pueblo a las Asambleas comunales o

a correr el apellido, como se decía el toque de somatén.

La Casa Consistorial de Barbastro tiene una que aún

conserva también la campana. La de Bielsa ostenta en

un flanco un tambor aspillerado, con todo y ser obra del

siglo XVI.

Realmente~ estas torres simbolizaban los privilegios

comunales, como el donjón o la torre del Homenaje la

condición señorial.

(Cune/u iní ) Ricardo del Arco.

-8-

Page 19: Arquitectura 50 - 1922

ARQUITECTURA ~ ••

Trabajos presentadO$ al Cong~reso

Pallll Am®ricano de Ar«¡uite<etcs CREACION DE LIGAS MllJNHCIPALES

Las aglomeraciones url-,anas, focos de la civilización

m oderna, son organismos cuyo crecimiento no debe li­

brarse al azar. Los Gobiernos y los pueblos tienen el

deber ineludible de intervenir en su transformación fí­

sica y moral, y de hacerlas bellas, sanas y atrayentes.

La mayor parte de las ciudades latino americanas,

es necesario constatar, no han abordado todavía en

forma amplia y previsora, ese inmenso programa que

comprende el estudio de sus n umerosos y variados pro·

blemas de urbanización. Las autoridades municipales se

han limitado en la generalidad de los casos a atender las

n ecesidades más inmediatas y dar trámite a asuntos de

interés secundario promovidos por la iniciativa privada.

La a cción de los municipios se ha esterilizado con la

aplicación de ese estrecho criterio de administración.

Altamente perjudicial para el desarrollo de las ciu­

dades es ese criterio. Postergar indefinidamente la so·

lución de los problemas fundamentales y vitales, es falta

grave de previsión, cuya responsabilidad recaerá fatal­

mente en el futuro sobre aquellos m unicipios que no han

cumplido con su deber o n o han comprendido su misión.

Esa misión es la de asegurar la circulación, defender

la salud pública comprometida, proyectar los ensanches, . . .

embellecer y adaptar las c iudades a los progresos y al

confort modernos. Pero como la vida de las ciudades n o

es limitada como la vida humana, y se desarrolla ante

un horizonte siempre abierto, esos objetivos, destinados

a ser alcanzados en largas etapas, deben ser previstos

con la mayor amplitud.

¿Pueden los municipios cumplir tan vasto programa

sin elaborar previamente un m editado plan de conjunto

que prevea todos los t rabajos necesarios y cordine los

esfuerzos para ejecutarlos sistemáticamente 1 Imposible.

Un gran plan de acción, aunque sea. esquemático, se con·

sidera imprescindible para abordar cuestiones tan com·

plejas cÓmo son las de urbanización.

El establecimiento de planos generales de extensión

y de embellecimiento para cada aglomeración urbana,

que prevean ampliamente los problemas de circulación,

de higiene y de estética, debe ser pués, la primera preo·

cupación de los municipios. La importancia de los pla­

nos reguladores, desde cualquier punto de vista que se

les considere, es indiscutible. Toda obra, en efecto, que

implique un progreso para una ciudad está directa o in­

directamente relacionada con su plano regulador .

El estado anormal de cosas determinado por la iner­

cia de los municipios y la indiferencia del público, exige

una soluc·ión. La experiencia demuestra que las Ligas

Municipales, constituidas por elementos seleccionados,

pueden jugar un rol decisivo combatiendo aquellas cau­

sas, y provocando movimientos en favor del renacimiento

de las ciudades.

Las Ligas Municipales tendrían por misión contro•

lar, asesorar y estimular la acción municipal, a la vez

que abordar la obra de la educación del público, incul-

cándole nocion es de higiene, despertándole ideales de

belleza e interesándole por medio de vigorosas propa­

gandas y de encuestas en la solución de los más .vitales

problemas de las ciudades . .

De acuerdo con las consideraciones precedentes y

basadp en los magníficos r esultados que la obra de las

Ligas MuQicipales ha alcanzado en Europa Y. especial­

mente en los Estados Unidos de .. América donde ha he­

cho prodigios, tengo el honor de someter a la _ conside­

ración del Primer Congreso . Pan Americano de .Arquitec­

tos las siguiente.s conclusiones :

1." Las Ligas Municipales desempeñan un rol efi­

caz en 1~ obra de ensanche, transfor mación y embelleci­

miento de las aglomeraciones urbanas.

2." Los arquitectos, Sociedades de Arquitectos .. y d e­

más entidades interesadas deben tomar la iniciativa en

el sentido de fundar una Liga Municipal en cada ciudad

de América .

3." Las Ligas M u nicipales que se organicen, mante~­drán entre si estrecha relación con el fin de facilitar el

in tercambio de ideas y asegurar la unidad de acción. •

Montevideo, M arzo de 1920.

Raúl Lerena Acevedo.

C O N 1F E R E N C 1 A ·s Las artes, al igual de aquellas otras ramas de la hu­

mana producción cuyo orígen está regido por 1os distintos

sentimientos y temperamentos a la par de la razón pura,

tienen la característica, en sumo grado, de ser fiel re­

flejo de un m edio ambiente o de una idiosindracia de­

terminada. Y aunque fijen reglas generales los cánones . determinantes de muchos de sus variados aspectos de

concepción y presentación, por ser sus producciones re­

sultado exclusivo de ese medio ambiente o de esa idio­

sincracia, son desde luego - y salvo muy raras excep­

ciones - hijas de un punto de vista reducido por las

cüriosas limitaciones que le significan el criterio de una

hora particular y los convencionalismos de una época

dada.

No otra cosa resulta-excepción hecha de los proce­

dimientos de ejecución-la serie indefinida de escuelas

que, en ciertos países primero y luego en el mundo cuando

su propagación escalara las cumbres, han fijado, en sus

aspectos generales y en sus finalidades quintaesencia·

das, el sentir de las naciones y de las razas para dejar

al margen de la historia, con las hijas de su ingenio, el

acuse de su existencia misma.

Y es así como, después que los siglos han pasado,

req u e braj ando con el andar del tiempo las telas sedien­

tas de barniz y dejando en los mármoles de ·los monu­

mentos la verdinegra ·pátina de los años muertos, puede

el crítico estudioso, a la manera de Taine, descubrir,

por el arte, los pueblos, o por la historia de los pueblos

la razón de su arte, en el más · seguro y eficiente aná­

lisis estético.

Page 20: Arquitectura 50 - 1922

ARQUITECTURA

Porque el hombre en su perp.ét~a ansia de avanzar.

que en resumen constituye el :iJe;al ae su tiempo. al

producir obra en las distintas ramas de las bellas artes.

no hace más que fijar. con la mate·mática precisión de

las reglas obligadas, ese sentir que tiene de suyo solo

el quantum de genialidad con que lo expresa, pues es él

exclusivo patrimonio de su patria o de su familia étnica.

que lo produjera a cada instante en el •parto portentoso

de todos sus dolores y de todas sus esperanzas.

Siguiendo este orden de ideas. ·la arquitectura-án­

fora de alabastro desbordante de Chipre-al satisfacer

con su continente la expresión de belle:$ de IU hora y

con su contenido las necesidades materiales de •u época,

vino a constituir para los pueblos la síntesis de -arte que,

como ninguna otra. reducía a un solo término la com•

plicada fórmula de sus ideales y de sus necesidades.

De este modo, eligiendo de la historia sus m4s

notables modelos de expresión y objetivo, resumen la

prepotencia de su autocracia, las pirámides de los Farao­

nes; la espiritualidad de los siglos medios, las enhiestas

catedrales de los góticos; la serenidad del dogma budis­

ta, las columnas de Acoka que decoran las orillas del

sagrado río; y el remate de .la civilización quéchua el

formidable conjunto de Tiahuanaco. -Con las sucesivas jornadas de ·los tiempos que se

hacían pretéritos, van poco a poco adquiriendo las masas

arquitectónicas ese justo equilibrio que, resultante del

fin a que se destinaba la obra y .de los medios con que

se contaba para erigirla, producen despues de la inquie·

tud de los ensayos, las clásica5 proporcione5 modulares

salvadas del olvido hasta nosotros ·por la perseverante

tarea del Baro:zi.

En adelante-poco son los siglos en la evolución del

mundo-todos habrían de deber en esa Castalia de las

inspiraciones esenciales, los principios viñolescos, sea

para seguir sus huellas, sea para tratar de erigir sobre

sus cimientos las atrevidas líneas de las nuevas crea-• • • ~ ..... - · -~¡· • .,...

ctones. · '

De tal manera, como las ideas, como los hombres, co·

mo la vida, se renovaron los estilos, sin que se pudiera a

ciencia cierta asegurar que no fuera cáda uno de ellos~ en

sus novedosos aspectos, como obligadas reencarnaciones -permítaseme el término-de concepciones pasadas, de

elucubraciones anteriores; al igual que en lo humano nadie

salvó los lindes de su nacimiento sin estar sujeto a las

influencias de la herencia, de las vidas anteriores, de

los muertos.

Por tal motivo fué que en lo grande resultara la

originalidad casi imposible de llevarse a la práctica,

dentro de los lineamientos de la civilización occidental.

salvo en la fa: puramente utilitaria de las distribuciones.

Y solamente en u'n orden más relativo de cosas, aunque

el más voluminoso en su carácter numérico, ·la · edificación

de la casa privada, adaptándose a cada medio ambiente,

como los hombres a quienes servía, produce la variedad

considerable de aspectos con que el ••Jtome •• de los in­

gleses se repite siempre, gramaticalmente hablando, pa·

d , ''h .. d d d. ra ser en ca a pa1s otro ome a ecua o a una 1s·

tinta necesidad. Es este, sencillamente, el principal aspecto de la

arquitectura de hoy. sujeta a reglamentación. a medida

y a prejuicios, para dejar de ser. en sus grandes líneas,

el gentil resultado de una manifestación artística y vol­

verse, llanamente, un intrincado problema de técnica civil.

Súmese a lo anterior el estudio de los distintos as•

pectos con que se presenta la cuestión fundamental: pues

mientras se pinta ésta como la ciudad moderna con el

enorme fárrago de sus exigencias, son aquellos la fina•

lidad del edificio, su adaptación al medio, la idiosincracia

de sus propietarios y su valor de construcción.

De ahí, pues, la diferencia entre el alarife de ayer y

el arquitecto de hoy.

De ahí también, la suma de atención que debe mere•

cernos, en esta oportunidad de intercambio panamericano

de ideas, todo aquello que tienda a ampliar y mejorar,

aún dentro de lo relativo de estas cuestiones, el bagaje

de conocimientos que constituye el exponente de progre·

10 cultural de nuestra profesión.

Especializados en los problemas de la enseñanza,

tomaremos por esta senda.

Las más de las escuelas de arquitectura de América,

son de reciente data. Fundadas en una copia formal de

establecimientos similares exóticos, han iniciado y con·

tinuado el desarrollo de sus respectivos programas a ba­

se de planes de estudio y procedimientos de enseñanza

vaciados en los modelos europeos. Europeos también han

sido y son buena parte del selecto conjunto de sus profe­

sores. A la europea, for:osamente, ha sido el resultado

obtenido hasta el presente.

Particularidad que explica en forma ámplia el por

qué en las calles de las principales ciudades de la América

meridional se suceden, en una alarmante monotonía, los

elementos preponderantes de los estilos Luises; particu·

laridad que aclara también el retardo que nuestra obra

gremial acusa al no haber hallado todavía solución defi­

nitiva para el problema de nuestra edificación de campaña.

Y es que cerrados los esfuerzos de los estudiantes de

nuestras escuelas por el límite reducido de una aplica•

ción que se repite a modo in~efinido, puede llegar,-y

llega-a ser francamente académica, pero no siempre prác·

tica conforme al sano criterio que enseña a producir de

acuerdo al medio. hasta satisfacer la ley de adaptación. El fin que perseguimos tiende a reducir·. en lo posi­

ble, los efectos de esta marcada tendencia.

Mucho contribuirá a ello la obra directa y la bené­

fica influencia del Primer Congreso. El estudio por parte

de nuestros profesionales de los temas capitales y la

exposición de arquitectura con la eficiente representa•

ción de los estudiantes, constituirá buena base y ex·

periencia como punto de partida, para conocer el estado

actual de nuestro gremio y las amplias esperanzas que

en nuestros sucesores podemos cifrar.

Y como, dentro de la finalidad 'que cada una per·

s-igue, el ambiente particular de las escuelas de arqui­

tectura puede reaccionar por distintos caminos, bueno

·Será que una firme vinculación de todas ellas sea la

fuente de futuros éxitos panamericanos.

Que así, cuando busquemos nuevas rutas a la en•

señanza y nuevos métodos para la práctica aplicación,

nos sorprenderá en el mútuo trabajo por hallar el desi­

'deratum de nuestra arquitectura americana, el saber que

-10-

Page 21: Arquitectura 50 - 1922

• .

'•

ARQUITECTURA

hemos cumplido, con fraternal satisfacción el .. todo nos

una, nada nos separa.. del clásico dicho.

Que así igualmente, cuando por el esfuerzo de la

obra común, contemplemos alborozados el templo de

nuestros ideales iluminado por las siete lámparas de la

crítica ruskiniana, podamos volver con satisfacción el

pensamiento a la pasada hora en que, sembradores de

una feliz idea, derramamos en el seno de la juventud

estudiosa la semilla que tales frutos iba a producir.

Persiguiendo tales resultados, propicio ante este .Pri·

mer Congreso y solicito su aprobación para la práctica

y viable idea que encierra mi conclusión:

•• Propóngase a las universidades de América que

•• propendan a un intercambio cultural panamericano,

•• con vistas al mayor progreso de la enseñanza de la

•• arquitectura y todas sus materias afines, por el esta·

•• blecimiento de ciclos anuales de conferencias a carg'o

.. de catedráticos de las diversas Escuelas de Arquitec·

.. tura, para cuyo fin gestionará cada una el envío de los

•• conferencistas que considere más oportuno, proveyen•

" do a los gastos de viaje y estada",

Buenos Aires, Febrero de 1920.

... CarlCJs E. Becker.

Arquitecto.

. . . • ~ ..... K •

·a. • ..r.·- """ -~ ~··"' ~'$.! -

.·.,/~t . ..,.~~ . CASA-=HABITACION S 0 R 1 A N O 1318 - A r q u i t e e t o s A Z Z A R 1 N 1 . y V 1 L A M A J 6

La casa propiedad del señor Don Pilar Muñoz Silva,

cuyas plantas y fachada, proyecto de los arquitectos

. Azzarini y Vilamajó, llenan hoy el espacio destinado por

ARQUITECTURA a las nuevas construcciones partícula-

res de nuestra ciudad, presenta una car-acterística que es

bueno hacer notar sobre todo por la necesida.d, en que

se encuentra hoy el arquitecto, de ubicar en terrenos de

poco frente, como son la mayoría de los que dividen nues·

Fachada

- 11 -

Page 22: Arquitectura 50 - 1922

ARQUITECTURA

- .

Hall

tra ciudad, una gran cantidad de elementos distintos, que

acusados al exterior hacen, por su distinta importancia

dificilísima la composición arquitectónica, dando a cada

uno de ellos la debida importancia, en fachadas de espa­

cio muy reducido. Es fácil comprender esto con solo

observar muchas de nuestras construcciones en las que

se muestra, en pocos metros, aberturas diversas como

ser: entrada principal, entrada de servicio, puerta de

garage, etc. Es casi imposible conservar con esos ele­

mentos tan distintos la tranquila sucesión de línea, que

requiere una buena composición arquitectónica.

La disposición adoptada para esta casa soluciona

este inconveniente haciendo que la independencia de los

diversos locales se haga en el interior mismo de la casa,

a la que se accede por u na entrada única la que adquiere

por eso mismo una mayor importancia. El garage y al­

gunos servicios, están dispuestos en la planta baja. Las

habitaciones tienen en el primer piso la debida indepen-:.

dencia. La parte destinada al servicio del comedor se co­

munica con este, de un modo directo e independiente

también, lo que evita hacer de la galería y Hall, lugar

de pasaje obligado para todo el servicio de la casa.

La iluminación y ventilación de la casa se hace

lateralmente lo que facilita la conservación de u na tem­

peratura constante. Los demas detalles de ubicación van

indicados en las plantas correspondientes.

. . 12 . - --

Comedor

: 1

• •

. ' l 1

,/ l

Page 23: Arquitectura 50 - 1922

A~QUtTBCTURA

Por r eputarla de alto interés parn. los prof.&sionales, transcribimos a. continua·ción la opinión del Arqultlec­to Carlos Pér e7. Monte ro, profesor ad junto de Arquitectura legal en la. l<'"'acultad de Arquitectura, sobr e um~ consulta <le med ia ne1ría que l:e !1icier a. el arquitecto Leopol do J . To~L D ic ha

opin16n contribu~·e a -aclarar un punto qu>e ha v enido d i:;cutiénclose en vn ríos núnler os de Al'tQUl'l'ECTUHA.

Montevideo, Diciembre 24 de 1921

Señor Arquitecto Leopoldo ] . T osi

Presente

Muy estimado colega:

Acuso recibo a su m uy estimada fecha 29 de Noviem·

bre ppdo. en la que V d. hace la siguiente consulta: .. He construido una casa haciendo uso de una pared

• .. divisoria que ya estaba construida, pero no ocupo toda

•• la pared sinó una parte. Esa misma parte que he ocu­

•• pado se divide en dos fra.cciones, porque una e·s ocu­

•• pada con edificio y la otra simplemente como muro de ,, . ,,

cerram1ento .

"Ahora bien: yo deseo saber si al pagar la mediane·

" ría tengo dereoho a deducir un sexto del valor de la

•• pared que queda de exclusiva propiedad del lindero y •• d .. por concepto e recargo .

He estudiado detenidamente el caso que V d. me con·

sulta y he llegado a la conclusión de que V d. no tiene de­

recho a cobrar a su vecino por concepto de recargo la

sexta parte del valor de la pared que ya estaba constru1da

y que queda de exclusiva propiedad de su vecino.

Lo único que V d. puede y debe hacer, es tener en

cuenta la sobrecarga al tasar el muro medianero el que

tendrá un valor menor que si no estuviera cargado.

1

A pesar de ser un punto bien especificado en el ar·

tículo 602 de nuestro Código Civil. últimamente se ha

discutido entre lo·s Arquitectos, apareciendo varias opi­niones en la Revista .. ARQUITECTURA" (números de

Junio, Julio. Setiembre y Octubre de 1921). Los que opinan que se tiene derecho a cobrar la

sexta parte sostienen: "Que siendo el principio estable­

•• cido en el Código indemnizar un perjuicio que se c~usa,

•• en este caso el de soportar el muro común, un mayor

.. peso de la propiedad de uno solo de los condominios

•• de la pared medianera, no puede admitirse que ese

•• perjuicio existe cuando prim-ero se levant~ una parte y

.. luego la otra y no existe, cuando el muro se ha levan-. " tado de una vez en aquella misma altura total".

Los otros sostienen que el ar tículo del Código es

bien claro, y que solo se pagará la· sexta parte cuando

se trata de una nueva obra "la sexta parte de lo que valga la nuevamente levantada".

Es interesante en ese sentido un artículo firmado

por A. aparecido en dicha revista (número de Octubre)

en el que trascribe la opinión de Guillot sobre este purt~ to. Opina este distinguido comentarista, lo siguiente:

1.0 Que al constr uirse la pared, su propietario ha he­

cho uso de una facultad absoluta en el sentido de

que no estaba obligado, a indemniz.ar al vecino

qu e no era entonces condueño del muro.

2.0 Que el vecino podría hacerse condomino de una

parte de la pared sin pagar nada, alegando la . ,

compensacxon.

3.0 Q ue con es>a interpretación, se podría facilmente

b urlar la ley en perjuicio de los derechos del dueño primitivo de la pared divisoria, puesto que

el vecino que tuviese la intención de comprar la

medianera de toda la pared, empezaría por com­

prar la parte inferior de la misma, para poder

así alegar la compensación y luego adquiriría el

r esto de modo que sería ·co-propietario de todo el

m uro pagando menos de lo que establece clara· mente la Ley.

Y por ·último Guillot dá la solución sobre lo que se debe hacer y dice a ese respecto:

. "Al fijar el precio de la parte inferior de la pared, " los peritos tendrán en cuenta el menor valor de ella, " por el aumento de peso que soporte, pero prescindiendo •• de lo que dispone el Núm. 2 del Artículo 577. (hoy ar­.. t1culo 602)".

En esta forma se contempla el perjuicio a que alu·

den los que sostienen que se tiene derecho a cobr ar la sexta parte.

II

El artículo 658 del Código Francés que trata sobre el

alzamiento de la pared medianera es diferente al nuestro. Dice dicho artículo:

" El con.domino puede levantar más la pared media­

.. nera, pero debe pagar solo el costo de la mayor altura,

•• la.s composturas de conservación de la pa.rte nueva·men­

•• te edificada y ·además la carga en razón de la mayor .. altura y según su valor ••.

El "Manuel des Lois du Batiment" de la sociedad

Central de los Arquitectos Franceses comenta este ar· tículo del Código y dice entre otras cosas:

"La indemnización por el aumento de peso está mo· " tivad,a por el perjuicio que causa al muro medianero, la

" parte nuevamente levantada la que debido a su peso,

" disminuye la duración del muro. Esta indemnización

u estaba fijada por la Coutume de París (Art. 197) en la -•• sexta parte del valor de la pared levantada pero el

.. Código Civil no ha indicado nada en este sentido.

"La experiencia ha demostrado que esta avaluación es

.. exagerada en la m"ayor parte de los casos debiendo

•• variar dicha indemnización entre 116 y 1112 según las ' ,. . .

c•rcunstanc1as •

" La indemnización por sobrecarga no puede jamás " igualar el valor del muro cargado".

Y Pothier dice :

" Porqué es evidente que por medio del peso que

•• se le hace soportar el muro no durará tanto y tendrá

•• necesidad de ser reparado más pronto que si no tuvie·

•• r a encima aquel peso; es pues justo que el otro vecino

•• con quien se tiene el muro en común sea indemnizado ••.

- 13-

Page 24: Arquitectura 50 - 1922

ARQUITECTUftA '!' anto eÍ uno como el otró sé refieren al caso gene·

ral de muro nuevamente levantado.

Refiriéndose al caso especial que se consulta, Fremy·

Ligneville en el Traité de la Legislation des Batimets Tomo II N.o 551 dice:

•• Aquel que solo compra la medianería de un muro

•• hasta la altura del cerramiento no puede recl•amar más

•• tarde en virtud del artículo 658 del Código Civil, una

•• indemnización por concepto de sobrecarga en razón del

•• excedente que carga sobre la parte medianera; se pre·

•• sume que se han tenido en cuenta los inconvenientes

.. de la sobrecarga al avaluarse el precio de adquisición.

•• Por lo demás el artículo 658 no obliga a pagar una in·

•• demnuación sinó en el caso de haber abado la pared

•• sobre un muro que ya es medianero y en razón de la

·•• sobrecarga que viene a imponérsele y no por el exceso

•• de muro que ya existía antes de la adquisición de la •• d. , ,,

me 1anena •

Y Lepage en su libro .. Lois des Batiments" página

86, Tomo l, dice :

•• Un vecino hace solo medianera su pared hasta la

•• altura de un muro de cerramiento. Pero cuando sea

•• co-propietario de dicho muro de cerramiento ¿no podrá

•• pedir en virtud del artículo 658 del Código Civil el pago

.. de una indemnización por la sobrecarga producida por el

•• excedente de altura del muro? El caso a que refiere el

•• artículo citado no sucede sino cuando el nuevo muro

•• se alza posteriormente al estado de medianería; mi en·

.. tras que en el caso en cuestión se supone que existe un

•• muro elevado perteneciente exclusivamente a uno de

•• los vecinos, habien·do obtenido el otro vecino solamente

•• la medianería de una parte .de dicho muro. En el caso

.. previsto por el Código la propiedad común habiendo

•• sufrido un desmérito a causa del al:zamiento hecho

•• posteriormente evidentemente el que alza su pared

.. debe una indemnización al otro. Ahora bien: el que

•• compra la medianería hasta la altura de un muro de

•• cerramiento compra ese derecho por el valor actual de

•• la pared y en este caso, en la avaluación debe haberse

•• tenido en cuenta que la parte de muro hecho media·

•• nero tenía la sobrecarga del muro ya existente no me· •• d' ., 1anero :

•• De manera pues que el vecino que solo compra la

•• medianería hasta la altura del cerramiento no puede

•• más adelante quejarse por la sobrecarga . que existía

•• cuando hizo su convenio ni por consiguiente reclamar

•• una indemni~ación por lo que excede de la ·altura del

•• cerramiento; puesto que el precio que ha pagado ha

•• sido tanto menor cuanto mayor era la sobrecarga pro·

•• ducida por el muro existente".

Como puede verse tanto Gui.Uot como Fremy Leg­

neville y Lepag'e opinan que al hacerse medianera solo

una par·te del muro existente no debe pagarse una in·

demnización por sobre•carg'a puesto que al ava•luarse la

pared que se ha hecho medianera debe haberse tenido

en cuenta esa sobrecarga; en otras palabras, que al pa·

gar la medianería, como el valor de la pared es menor

debido a la sobrecarga, existe de hecho una índemniza•

ción a favor del que compra una parte de muro con so•

brecarga.

IIÍ

En la República Argentina le han dado tan poco

valor a la sobrecarga que no se paga nad~ por ese con·

cepto, cuando se trata de pared nuevamente levantada.

El artículo 2732 dice : .. Cada uno de los condominos

•• puede alzar a su costa la pared medianera sin indem• " nizar al vecino por el mayor peso que cargue sobre . " 11 n e a •

Los codificadores argentinos se han inspirado en

el Código Civil de Freitas (artículo 4395).

Como hemos dicho se trata en este caso de pared

nuevamente levantada. En cuanto al punto consultado

puede aplicarse nuestra tésis pues el artículo 2736 del

Código Civil Argentino dice:

.. Todo propietario cuya finca linda inmediatamen·

" te con una pared ó muro no medianero, tiene la facul­

•• tad de adquirir la 'Medianería en toda la extensión de

.. la pared, o solo en la parte que alcance a tener la fin·

.. ca de su propiedad hasta la altura ·de las paredes di­

.. visoria•s, reembolsando la mitad del valor de la pared

"como esté construida, o de la porción de que adqui­

.. riera medianería".

Y a·l tasar el valor de la pared como está construída

deberá tenerse en cuenta el desmérito producido por la

sobrecarga • De manera pues, que aún en este caso existe di­

ferencia fundamental .si se trata de muro medianero con

sobrecarga ya existente o de muro nuevamente levantado

sobre la medianera.

IV

Estudiado pues el punto consultado bajo sus diver·

sos aspectos y después ·de oir la opinión del estimado

profesor Dr. Luis V arela, he llegado a la conclusión re·

ferida al principio de esta carta, es decir "que cuando " existe un muro divisorio no medianero, propiedad úni· " ca de A. si el vecino B. adquiere la medianer1a de

" una parte de ese muro, A no está obligado a pagar a " B la sexta parte del valor del exceso de muro ya exis­" tente. Al fijarse el valor del muro medianero los peritos " tendrán en cuenta el desmérito que produce la sobre· .. . '' carga ex1stente •

Pido a V d. disculpa por la tardanza en contestar a

su consulta, pero como se trataba de un punto que desea·

ba dejar bien aclarado he preferido estudiarlo con dete·

nimiento, ya que puede servir de precedente para casos • semeJantes.

Respecto ·a lo que V.d. me dice sobre que "la pared

•• más alta lo perjudica porque le tapa el sol, perjudi­•• cando la higiene de su casa" debo manifestarle que el

vecino puede alzar su muro hasta la altura que las leyes

y reglamentos vigentes se lo ·permitan, sin que V d. pueda

impedírselo.

El perjuicio a que V d. alude, sería fácilmente rebatido

por su vecino que le podría decir que V d. al construir su

casa debió prever de que en el futuro sus linderos podían

edificar hasta la altura reglamentaria.

Esperando haber satisfecho su pedido de consulta,

lo saluda su siempre afectísimo amigo. y colega.

• ••

Arq. Carlos Pérez Montero,

Profesor adjunto de Arquitectura Legal

1 -14-1

Page 25: Arquitectura 50 - 1922

ARQUITECtURA

FACULTAD DE AROVITECTURA

.,

Prof. Arq.: José P. Carré Fachada Alumno: Leonida·s Chiappara

Proye<eto de arquatectura Vll Y. Vlll - Segundo proyecto - Alñ\o 1911 - Tema- Un ediflcio para los <eon<eursos de Gran PR""emio.

De nuestro número anterior correspondien·

te a Diciembre, publicamos, conjuntamente

con las bases de este tema, el trahajo ej ecu•

tado por el alumno Evaldo Roux. Las exigen·

cías de la com-paginación no no~ permitió dar 1"

los dos trabajos que sobreslaieron en este

tema, razón por la cual insertamos el poster•

gado en este número, obra del alumno Leo•

nides Chia·ppara.

Las bases a las cuales hubo necesidad de

sujetarse para la ejecución de este trabajo,

puede encontrarlas el lector en la página 159

de ARQUITECTURA N." XLIX de la misma.

'

- ' . • •

Planta • J ~ - • . .

CRÓNICA

En honor del A rqui­teeto Horacio Acos-

• ta y Lara.

El sábado J 4 de Enero del corriente año se verifkó en el Hotel Lanata el banquete que en homenaje al arquitecto Horacio Acosta y Lara le tributaban sus colegas y amigos por su bri· liante actuación en el Decanato de la Facultad

de Arquitectura que dejó por expiración de su mandato legal. Alrededor de la mesa, artísticamente preparada, tomaron

asiento los · señores Horacio Acosta y Lara, doctor Manuel Quin­tela, arquitecto Jacobo Vásquez Vareta, arquitecto Leopoldo Car­los Agorio, docto~s Ernesto Quintela y Julio C. Bauzá, arqui­tectos Daniel Rocco, Carlos Pérez Montero, Elzeario Boix, Emilio Conforte, José BeUoni, Iglesias Higes, Alfredo Nin, Rodolfo Amargós, M. Cravotto, Armando Acosta y Lara, Pedro &Uoni y

Gadea, Román Berro, Mario Coppetti, J. Lerena Juanicó, Eugenio Baroffio, Claudio Williman, Arrarte Vidoria, Carcavallo, Gómez Ferrer, Durán Guani, J. Ma;zara, Vázquez Barderi, José P. Ca­rré, A. R. Campos, O. Sambucetti, Alberto Muiños, Herran ,José Gimeno y Antonio Vázquez y señores Perfecto López Campaña, ltalo Di~hiero e Ignacio P. Ferro.

Al descorcharse el champagne, el señor Belloni y Gadea leyó adhesio~s de los señores Rector de la Universidad doctor Emilio Barbaroux, ingeniero Donato Gaminara, arquitectos Millot Grané, Horado Auarini y Quartino, y señor Luis Zerbino • •

Acto continuo, el señor Daniel Rocco, presidente d·e la So-ciedad de Arquitectos, ofreció la demostración en un conceptuoso discurso en el que puso de relieve la obra que ha impreso a la

- 15 -

Page 26: Arquitectura 50 - 1922

A ~QU ITECttJ~A ' .,

F~a1tad efe Arquitectura et homenajeado, obra que por si sola aica~:a para consagrar una personalíd~d. Se extendió en otra serie de consideraciones tendientes a poner de manifiesto las re­levantes condiciones de laboriosidad e inteligencia que carac­terizan al señor Acosta y Lara.

A continuación, éste pronunció el siguiente discurso agrade­ciendo la demostración.

Señores: Hay una recompensa muy grande para los que han tenido la oportunidad alguna vez de hacer algo en favor de una causa común, recompensa que es la estimación general y el apre­cio de los amigos, que Vds. me ofr.ecen esta noche y que me

·-:_permitirá en el futuro perfumar mis recuerdos de Decano con el aroma que dejará en mí espíritu esta fiesta de amistad.

Me falta le elocuencia que necesitaría para poder agradecer solo con la palabra esta adhesión a la poca obra personal que haya podido realizar, pero puedo decir con entera sinceridad que esa falta la suple toda la inextinguible gratitud que este ado hace nacer en el fondo de mí alma.

Y o debo a todos, miembros del Consejo Directivo de nuestra Facultad, profesores, colegas, estudiantes y demás personal de la misma, un profundo agradecimiento por la valiosa cooperación que me prestaran para su organización y funcionamiento y me proporciona un gran placer el poder expresárselos ahora.

La cooperación que ya he recibido de todos ellos y la forma en que la recibí, fué siempre mí mayor estímulo y será en el futuro el más grato recuerdo de mí vida universitaria.

Yo ·Creo que durante .estos primeros años de vida, en la Fa­cultad se ha hecho todo lo que humanamente se ha podido hacer, todo lo que los medíos y las circunstancias han permitido hacer, peto posiblemente no se ha hecho todo lo que era necesario hacer.

Institución ;oven, la F acuitad de Arquitectura necesita acla­rar un pasado para abrirse un porvenir. Tiene que abrirse camino a través de una trama de prejuicios que influyen para que la profesión del arquitecto y la arquitectura no sean comprendidos tal cual deben ser, resultando así un estado de cosas poco favo­rable para su progreso.

Es por eso que esta F acuitad tiene un vasto programa que desarrollar y grandes compromisos que cumplir. Primero con los jóvenes a quienes va a formar otorgándoles el hermoso título de arquitecto y luego con la sociedad a quien a modo de foco debe iluminar, devolviendo amplificado y modificado en un solo haz de luz todos esos elementos que caracterizan un arte y que dispersos sin unidad ni dirección nada valen.

Por eso mis votos son para que no decaiga en el esfuerzo sino que al contrarío se intensifique, porque para progresar, para avanzar, para elevarnos no solo nos es necesaria la fuerza capaz de vencer la gra vítadón natural de las cosas que las atrae hacia abajo o la inercia que las inmoviliza, sí no la pujanza vigorosa que nos haga marchar hacía adelante o la conquista de todo lo que sea necesario para dignificar a nuestra querida Facultad, dig­nificando así nuestra profesión y dignificándonos nosotros mismos

Señores, por la felicidad y prosperidad de todos Vds. Por el progreso de la F acuitad de Arquitectura.

la elección de Deca­no '" la Facultad de Arquitectura.

Realizase el día 20 de Enero la elección de Decano de la Facultad de Arquitectura, saliendo triunfante la candidatura del Arquitecto Don Ja-cobo V azquez V arel a.

El nuevo Decano, Señor V azquez V arela, es ante todo, un distinguido universitario, y es este uno de los mayores elogios que pueden hacerse de su persona, sobre todo en una época en que la mayoría de los que han pasado por nuestra Universidad, olvidan lo que esta es y lo que a ella deben. Dota­do de una clara inteligencia y de una gran bondad, conserva frescos en su espíritu, el entusiasmo, el optimismo y la fe por la gran acción educadora y de renovación que incumbe realizar a nuestra Universidad.

Como miembro del Consejo Central Universitario o del Con­sejo de la F acuitad de Arquitectura, su acción desinteresada siempre tuvo por finalidad el beneficio de la enseñanza y la afirmación de nuestros prestigios comunes. Al difícil cargo que le toca desempeñar !h_ora, no exento de preocupaciones y sinsabo­res, llevará el rico caudal de experien-cia recogida en su larga actuación universitaria.

Por otra parte, la destacada obra profesional del Señor V az­quez Vareta, unida a su meritoria labor de profesor d,esarrollada

en su cátedra de la Facultad .de Arquitectura, permiten caracteri­zarlo como una de .las. personalidades de mayor relieve y de más sanos. prestigios entre nuestros colegas.

ARQUITECTURA, que no puede ¡::ermanecer agena a la marcha de la Facultad de Arquitectura, al saludar al nuevo Decano Arqto. Dn. Jacobo Vázquez Vareta, hace votos porque el éxito más amplío acompañe su elevada misión.

El eJC Decano de la facultad de Altquitectul'a.

Por terminación de su mandato, ha dejado de desempeñar el alto cargo de Decano de la Fa­cuitad de Arquitectura, el Arqto don Horado Acosta y Lara. Historiar la larga y meritoria labor de este distinguido colega, sería relatar

todos los progresos que desde su .creación ha venido realizando la F acuitad de Arquitectura. Sus condiciones de organizador y su reconocida laboriosidad, han sido puestas a prueba durante los seis años de su ejercicio, saliendo triunfante de todas las difi­cultades con que debía tro¡::ezar la joven F acuitad al dar sus

• primeros pasos. ARQUITECTURA, al saludar al Decano saliente, se

adhiere al homenaje c!,e los arquitectos nacionales y une sus felicitaciones por el éxito de la labor realizada.

El Presidente de la República y la So­ciedad de Arqui· tectos.

El Presidente de la República, doctor Baltasar Brum ha pasado a la Sociedad de Arquitectos la nota cuyo texto a continuación transcribimos.

"Montevideo, Diciembre 22 de J 92J. Señor Presidente de la Sociedad de Arquitectos Dn.

Daniel Rocco. Distinguido Señor: Deseando responder a las distinciones con que me ha honrado

el Centro que V d. dignamente pr·eside, tengo el proyecto de donar, como ya lo he hecho a la Sociedad de Arquitectos de Buenos Aires, una medalla para que sea otorgada como premio al estu­diante vencedor en el próximo concurso anual de arquitectura.

Al efecto de la acuñación de la medalla que ofrezco le ruego me comunique los datos necesarios para la leyenda a poner en la misma.

Saluda a V d. con mí consideración más distinguida

Baltasar Brum.

Con este número se reparte el índice del tomo In dice del tomo VIl, VII, correspondiente al año J 92J, a fin de que

año 1921. los suscriptores puedan encuadernar la colecdón.

Los interesados que por cualquier circunstancia . no lo reci­bieran, pueden reclamarlo a la Administración ·de la Revista.

::;QCI EDAD DE .-\RQL'ITE>C'L'OR

!Com o en núme1·os anteri or(>s, damos cab i tla t>n p~,t<' al balnnl '(' d<> Dic•it'mbr e. ele l>ft Sociedad de .-\.r quit.€'c·tos. ·

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E l T esorer o,

Cm· los P ér e::: .lf 011 tao

Montevideo, ~ 1 de D iciembre 1921.

E l Presidente D mliel R n('(:O.

-16 -

Page 27: Arquitectura 50 - 1922

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2.o Adquisición de fincas de propiedad de par­ticulares, parn cuyo fin el Banco otorga prés­tamos hasta el 85 oJo del valor del inmueble a adquirirse.

~ o Obtención de préstamos para edificar. acor­dándose hasta el 85 ofo del valor del terreno, y de la construcción a efectuarse.

También en estos dos últimos géneros de ope­raciones, el préstam~ se atiende por cuotas men~uales, que comprenden el interés y la amor­tización -y cuyo pago se s&tsrantiza con la afec­tación del sueldo del empleado, obrero o jubi­lado. hasta un máximum de 40 o/o de la respec­tiva asignación mensual.

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Page 28: Arquitectura 50 - 1922

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e arpinterías Andrés Latapie, Chaná 2175. Carlos Mosca, Avenida Gonzalo Ramírez 1672. Car1os Sacchi, Miguelete 1g78. "Gran Casa Barrios", Uruguay 163g. Alfonso Bazet (hijo) y Cía., San Salvador

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