Historia Economica de La Europa Preindustrial - Cap. 3

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  • 120 HISTORIA ECONMICA DE LA EUROPA PREINDUSTRIAL

    camas y dos mesas, y una habitacin para los vendedores (camera vendito-rum), con una cama. Es decir, los obreros y los dependientes vivan y dor-man en la fbrica, que al mismo tiempo era la casa del dueo.79

    La historia raramente se adecua a tipologas esquemticas: por el con-trario, predominan las formas hbridas y de transicin, como la unidad pro-ductiva de Giovan Pietro, que ya no era un taller pero todava no era una f-brica.

    79. Cipolla, Storia dellavoro, pp. 12-13.

    Captulo 3 PRODUCTIVIDAD Y PRODUCCIN

    1. PRODUCTIVIDAD

    El nivel y la estructura de la demanda efectiva son el resultado de un do-ble orden de opciones: una opcin entre cunto gastar y cunto no gastar, y una eleccin de cmo gastar entre un infinito nmero de posibles tipos de gasto.

    Estas opciones tienen el valor de una votacin, porque al comprar el pro-ducto A y no comprar el producto B, se empuja al alza el precio del produc-to A y se deprime el precio del producto B. Esto ocurre por el lado de la de-manda.

    En el lado de la oferta, los operadores econmicos deciden cunto, cun-do y qu producir sobre la base de las indicaciones de los precios. sta es una opcin. Una vez decidido qu producir y cunto y cundo producir, los ope-radores deben elegir la mejor combinacin posible de los factores de pro-duccin. Tambin sta es una opcin.

    Todo el proceso econmico es, pues, un problema de opciones -por par-te de los consumidores y por parte de los productores. En ltimo extremo, las opciones son necesarias porque los recursos son limitados respecto a las necesidades.

    Justamente porque los recursos son limitados, cuando se produce una cosa no se produce otra. Si se decide producir caones es preciso limitar la produccin de mantequilla. Toda produccin es fruto de una eleccin y toda eleccin implica un sacrificio. Lo que se sacrifica representa el coste econ-mico, o coste alternativo de la produccin. Si no produzco mantequilla para producir caones, el coste de los caones est representado por la man-tequilla que me falta. Si construyo piscinas en vez de escuelas, el coste de las piscinas vendr dado por la falta de escuelas. Cuanto ms insensata sea la eleccin, ms alto ser el coste.

    La economa es la ciencia de las opciones y la produccin es el resultado de todas las elecciones realizadas tanto a nivel individual como pblico, tan-to por el lado de la demanda como por el de la oferta.

    Los factores de produccin -trabajo, capital y recursos naturales (opor-tunamente combinados a consecuencia de determinadas elecciones)- son los inputs de un sistema productivo. De su combinacin brota el output (pro-

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    ducto), O sea la produccin. Es bastante obvio que cualquier mezcla particu-lar de inputs puede dar diferentes productos, diferentes en calidad y/o canti-dad. La productividad es el factor que determina la cantidad y calidad del producto dada la cantidad y calidad de los inputs.

    La produccin puede aumentar porque aumentan los inputs, o porque aumenta la productividad, o por ambas cosas a la par. Todo esto quizs pa-rezca trivial. Pero si pretendemos hilar fino, las cosas resultan de inmediato tremendamente complicadas.

    Numerosos estudios han puesto de relieve que en bastantes sociedades contemporneas el aumento de la produccin ha sido mayor de cuanto se hubiera producido de haber estado slo en juego los incrementos de los in-puts; en otras palabras, ha habido un sensible aumento de la productividad. La conclusin es interesante, aunque su validez depende de la validez de toda una serie de suposiciones e hiptesis que constituyen la base de com-plicados clculos sobre cunto se habra producido de no haber existido otros elementos en juego adems del aumento de los inputs.

    Pero el problema no termina aqu. Incluso si se hubiera alcanzado algn acuerdo acerca de la magnitud del factor residual (la diferencia entre lo que se produjo y lo que se hubiera producido) y sobre su consistencia, queda en pie el problema de su naturaleza y sus orgenes. Suelen mencio-narse los siguientes factores: 1

    a) aumento de la divisin del trabajo entre individuos o economas dife-rentes, a travs del desarrollo del comercio;

    b) economas de escala; c) designacin ms eficiente de los factores de produccin; d) progreso tecnolgico; e) nivel de instruccin ms alto.

    Las clasificaciones de este tipo resultan tiles y en cierto sentido tambin indispensables para un anlisis de tipo lgico-anatmico, pero son artificia-les. En la realidad de los hechos no existen cajas separadas, sino que todo confluye en el gran magma de la vida. Por ejemplo, el desarrollo tecnolgi-co no es algo en s, desarraigado del resto. Procede del cerebro de la gente -es decir, del trabajo- y se encuentra incorporado en las mquinas y he-rramientas que usamos, es decir, en el capital.

    Pero an hay ms. Dudo que la lista pueda completarse nunca y me temo que haya siempre un residuo destinado a permanecer en el misterio. En 1947, anticipndose a las diatribas de los aos sesenta, Schumpeter escribi que slo en rarsimos casos el desarrollo econmico puede ser explicado por factores causales como un aumento de la poblacin o un aumento en la oferta de capital. Una economa y una empresa logran a menudo hacer algo

    1. Gould, Economic Growth, p. 299, ha construido un esquema grfico que indica vi-sualmente las posibles conexiones entre los diversos elementos.

    PRODUCTIVlDAD y PRODUCCIN

    ms, y este algo ms es algo que desde el punto de vista del observador, aun provisto de todos los elementos pertinentes, slo puede entenderse ex post; jams puede definirse ex ante, es decir, no puede preverse sobre la base de la induccin lgica de los hechos preexistentes.2 Schumpeter daba a este algo ms el nombre de reaccin creativa de la historia. En mi opinin, cuando escriba estas cosas, Schumpeter tena una profunda intuiCin, pero al querer reducir lo intangible a lo tangible, cometi el error de reducir el todo a una parte, en este caso especfico a la actividad empresarial.

    La actividad empresarial es un elemento importante y necesario, pero no creo que sea un elemento suficiente. Como ya se ha dicho al hablar del fac-tor trabajo, es la vitalidad humana de toda una sociedad la que en de-terminado momento -si existe- puede entrar en juego con un valor deter-minante para desencadenar la reaccin creativa de la historia.

    Lo malo de la mayora de los modelos, tanto si se expresan en formas de lgica simblica como si se expresan en el lenguaje corriente, es que presen-tan las cosas de tal manera que trata a los hombres como si fueran tomos que operasen en el vaCo. El presentar un modelo consistente obliga a redu-cir las variables operativas a un nmero irrealmente limitado y a atribuir valores ms o menos constantes a sus parmetros. En la vida las cosas son in-mensamente ms complicadas. Aunque a corto plazo predominen sustancial-mente unas cuantas variables, cuyos parmetros permanecen constantes, a largo plazo acaban por desencadenarse multitud de variables del tipo ms impensado, que alteran los parmetros existentes. Adase a ello que la pre-sentacin modelstica tiende a hacer hincapi en las variables susceptibles de ser medidas cuantitativamente, siendo as que no est nada claro que tales variables sean siempre y necesariamente las ms relevantes. Soy el primero en reconocer que recurrir a expresiones como el clima sociocultural signi-fica reconocer la propia incapacidad para precisar de manera satisfactoria ciertas relaciones. Pero tambin estoy convencido de que es mejor reconocer en cierto momento nuestra incapacidad que pretender enmascararla con un lenguaje cientfico, en medio de una niebla de abstractas sutilezas.

    Admitamos honradamente que cuando se habla de ambiente sociocul-tural se habla de algo sumamente vago e indefinido, que significa esencial-mente la ca-presencia de un nmero incontrolable de variables y de par'-metros inestables. El ambiente sociocultural es en parte una suma de intangibles, es decir, de cosas que no se logra tocar ni medir, como las ideo-logas, los humores de la gente, sus creencias y quimeras, su bienestar men-tal y la interdependencia de estas cosas con las instituciones existentes.

    Antes he hablado de vitalidad. Cuando una sociedad demuestra ser vi-tallo hace en todos los niveles, y no slo en el econmico, y tiene ms xito que otras sociedades que aparentemente disponen de iguales recursos. No es un azar que cuando los comerciantes italianos contribuyeron enormemente al desarrollo econmico europeo, Dante escribiera la Divina comedia, Giotto

    2. Schumpeter, The Creative Response.

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    innovara en pintura y Mondino de Luzzi revolucionara los estudios de anato-ma. En el siglo XVII, cuando los Pases Bajos se convirtieron en el principal motor del comercio internacional, al tiempo que producan grandes empre-sarios y comerciantes como De Geer o los Tripps, tambin produjeron juris-tas como Grotius, experimentadores como Huyghens y Leuwenhoeok, mdicos como Boerhaave y pintores como Rembrandt, De Keyser, Van de Welde y Frans Hals.

    Los economistas que tratan de repartir el producto de esa vitalidad hu-mana atribuyndolo arbitrariamente a este o aquel factor me hacen pensar en un tipo que ante un cuadro de Giotto decidiera medir qu parte de la be-lleza del cuadro se debe al tipo de pincel usado, qu parte a la combinacin de los colores, qu parte al tiempo empleado por el artista, y as sucesiva-mente. Para comprender lo que sucedi en ciertas sociedades es preciso com-prender globalmente una atmsfera de entusiasmo colectivo, de exaltacin y de cooperacin que permitieron aprovechar al mximo los recursos disponi-bles. En sentido opuesto, tristes casos como el de Italia en los aos 1968-1978 proporcionan el ejemplo de sociedades donde recursos fsicos y humanos quedaron inutilizados o incluso fueron derrochados en una atmsfera amar-ga de roces y conflictos, recriminaciones y desconfianza mutuas.

    En ciertos perodos histricos puede tratarse de una exaltacin religiosa, y baste aqu, por citar un caso, el episodio de la construccin de la catedral de Chartres, en torno a 1144, cuando

    la gente se puso a arrastrar a fuerza de hombros carros cargados de piedras y madera y de todo lo necesario para la construccin de la iglesia... 3

    El silencio y la humildad dominaban, escribi Hugn,4 y otro cronista coment: Quien no ha visto estos hechos nunca ver nada semejante.5 Cuando en 1066 el abad Desiderio inici la construccin de una baslica en la cima de Montecassino, la primera gran columna de mrmol fue llevada a hombros montaa arriba por gente llena de fervor mstico.

    En otros casos actu la ideologa poltica; en otros, el entusiasmo por nuevas tierras, el espritu de la frontera, el sentimiento de liberacin de las restricciones impuestas por la escasez de recursos o por instituciones socia-les y polticas osificadas. Cuando se admiran ciertas exquisitas obras de arte de humildes artesanos del pasado, sabiendo cun mseros eran los incentivos econmicos, no se puede sino admitir que factores intangibles e incon-mensurables, como la pasin creadora, el amor al propio trabajo, el orgullo por la propia capacidad y el amor propio, cuando existen, hacen posibles los milagros, y donde no existen deprimen la produccin tanto en sentido cuali-tativo como cuantitativo. Los socilogos, al analizar estos hechos, han acu-

    3. Chronique de Robert de Torigny, p. 238. 4. Espistole Hugonis, pp. 318-319. 5. Chronique de Robert de Torigny, p. 238.

    PRODUCTIVIDAD Y PRODUCCIN

    ado numerosos y diversos trminos, tales como motivacin, entusiasmo colectivo, cooperacin o, en sentido contrario, alienacin, egosmos de grupo, biorritmos destructivos. Los trminos no faltan, lo que nos fal-ta es capacidad para analizar estas cosas en un sentido funcional, es decir, para entenderlas ex ante como elementos causales, en vez de ex post como un factor residual -positivo o negativo- que sigue siendo sustancialmente misterioso.

    Quisiera agregar tambin que hay que estar en guardia contra la tenden-cia a considerar estos elementos residuales como algo claramente deslinda-do de los otros factores, como por ejemplo la formacin de capital. Como ya se ha dicho, la formacin de nuevo capital es un elemento indispensable para la aplicacin de nuevas tecnologas, y en tal caso no cabe separar razonable-mente progreso tecnolgico e incremento del input capital. Cabe agregar que una psicologa colectiva de tono constructivo, propicia a la cooperacin y a la produccin, puede incrementar no slo la productividad sino tambin la cuo-ta de renta destinada a inversiones. Y, por el contrario, un clima de rebelda y conflictos no slo reduce la productividad de los factores sino que tambin fa-vorece la desinversin y el atesoramiento. No tiene mucho sentido tratar de disecar estas influencias. Se hace la diseccin de un cadver, pero la vida es

    /una corriente que no se presta a la diseccin anatmica. Cuando se habla genricamente de productividad se entiende producti-

    vidad del factor trabajo. Pero para ser precisos sera necesario distinguir en-tre productividad del trabajo, productividad del capital y total factor produc-tivity, es decir, la productividad del conjunto de los factores productivos implicados. Omitiendo hacer esta distincin se puede incurrir en graves erro-res. Por ejemplo, es lugar comn el repetir que la productividad del farmer americano es notablemente superior a la del campesino mexicano. Pero esta afirmacin deriva del hecho de que se basa la consideracin de la producti-vidad sobre el factor trabajo. Si se computaran todos los factores producivos empleados por el farmer americano (valor energtico de las herramientas utilizadas, gasolina y petrleo para accionar la maquinaria usada, cantidad de abonos y desinfectantes usados), se vera que, proporcionalmente a cuanto produce, el campesino mexicano consume mucho menos; en otras palabras, la total factor productivity de la agricultura mexicana es superior a la de la agricultura americana.

    Como veremos ms adelante (cap. 6, apartado 1), en los siglos de la Edad Media y el Renacimiento hubo un notable progreso tecnolgico. No cabe duda de que los niveles de productividad predominantes en Europa a finales del siglo XVI eran considerablemente ms altos de lo que haban sido seis-cientos aos antes. Pero para nuestros estndares seguan siendo abismalmen-te bajos. Hay que considerar que: a) se parti de niveles desesperadamente bajos; y b) hasta el siglo XVII falt un criterio sistemtico de experimentacin e investigacin, por lo que toda innovacin sigui dependiendo de un trabajoso y tosco empirismo. La productividad del factor trabajo estuvo influida nega-tivamente por la pobreza y escasez de bienes de equipo y por los bajos nive-

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    les de instruccin de la propia masa trabajadora. La productividad del factor capital permaneci deprimida a causa de los bajos niveles tecnolgicos y de la limitada disponibilidad de fuentes de energa, que seguan siendo esen-cialmente las de origen animal o vegeta1.6 Los recursos naturales disponibles se limitaban fundamentalmente al factor tierra que, adems, por deficiencia de abonos, de conocimientos y de aperos, tena una rentabilidad muy baja.

    Todo esto es interesante pero sumamente vago. Adjetivos como bajo, re-ducido, limitado son como la niebla: dejan demasiado a la imaginacin. Tra-temos de salir de la niebla con unas cuantas cifras empezando por la agricul-tura. Un pionero de los estudios cuantitativos sobre la historia de la productividad agraria, el profesor Slicher van Bath, calcul medias sintticas de rendimiento para el trigo, el centeno, la cebada y la avena, obteniendo los resultados que se resumen en la tabla 30a.

    TABLA 30a. Rendimiento medio por unidad de simiente de trigo, centeno, ce-bada y avena en diversos pases europeos: 1200-16997

    Perodos Inglaterra Francia Alemania

    1200-1249 3,7 1250-1499 4,7 4,3 1500-1699 7,0 6,3 4,2 Fuente: Slicher van Bath, Yield Ratios, p. 16.

    Obviamente, medias de este tipo han de tomarse con ciertas precaucio-nes.8 El ingls Titow, que tambin recolect pacientemente gran cantidad de datos sobre los rendimientos agrcolas de la Inglaterra medieval, ha demos-

    6. Sobre la influencia de las fuentes de energa en la historia de la humanidad vase Cipolla, Uomini, tecniche e economie.

    7. Segn Slicher van Bach, en Inglaterra los rendimientos medios fueron, slo para el trigo:

    1200-1249 2,9 1250-1299 4,2 1300-1349 3,9 1350-1399 5,2 1400-1449 4,1 1450-1499 4,9

    Vase Slicher van Bath, Accounts and Diaries, p. 22. 8. E. Le Roy Ladurie, en un momento de polmico escepticismo, ha definido las ci-

    fras antes citadas como un mirage chiffr (un espejismo cifrado). En realidad diversos in-vestigadores, en contraste con las tesis de Slicher van Bath, tienden a considerar que has-ta el final del Ancien Rgime predomin un estancamiento del ndice de rendimiento semilla/producto, aun admitiendo fluctuaciones a breve o medio plazo: vase entre otros Le Roy Ladurie, Paysans de Languedoc, y Morineau, Les faux-semb/ants.

    PRODUCTIVIDAD Y PRODUCCIN

    TABLA 30b. Rendimiento medio por unidad de simiente de trigo en Inglaterra: 1200-1349

    Perodos Segn Slicher van Bath Segn Titow

    1200-1249 . . . . . . . . . . . . . . . . . 2,9 3,8 1250-1299 . . . . . . . . . . . . . . . . . 4.2 3,8 1300-1349 . . . . . . . . . . . . . . . . . 3,9 3,9

    Fuente: Titow, Winchester Yields, p. 4. La discrepancia entre los datos de Slicher van Bath en esta tabla con respecto a los del mismo autor en la tabla 30a se deriva de que los datos de la 30a son medias de rendimiento de trigo, avena, cebada y centeno, mientras que los de la tabla 30b son solamente medias de rendimiento de trigo.

    trado que, si se ampla la muestra, se obtienen resultados que difieren noto-riamente de los conseguidos por Van Bath (tabla 30b).

    En cierto sentido, ms que las medias pueden resultar indicativos los mximos y mnimos de rendimientos recogidos en la tabla 30c. Los datos de esta tabla tienen tambin la ventaja de referirse no a reas dispares sino a una nica rea homognea, aunque vasta. La tabla 30d contiene datos anlogos de diversas reas de Italia, desde la frtil llanura del valle del Po (Imola) hasta las granjas toscanas y las pobres tierras de los Apeninos li-gures (Montaldeo).

    Basta una mirada superficial a las cifras recogidas en las tablas 30a, b, c y d para darse cuenta de que los rendimientos agrcolas variaban enorme-mente de un ao a otro y de una zona a otra, segn las diferencias de terre-nos y climticas. La obra entera de un ao de trabajo intenso por parte de un campesino, puede verse destruida en un cuarto de hora por una tempestad furibunda o por la inesperada aparicin de parsitos cuya devastadora accin puede prolongarse durante aos parejos. Los aos de las vacas flacas no re-presentaban casi nunca eventos aislados sino que se seguan en series que constituan la causa de las carestas apocalpticas. Pero incluso cuando se to-

    TABLA 30c. Mximos y mnimos de rendimiento de cereales en las propie-dades del obispado de Winchester (Inglaterra), en el perodo 1200-1349

    Rendimiento por unidad Rendimiento por acre de simiente de tierra en bushels*Cereales

    mx. mino mx. mino

    Trigo .................. 5,3 2,6 13,8 5,8 Centeno ............... 5,6 2,8 27,6 11,0 Avena ................. 3,4 1,8 16,0 7,5

    * Un acre equivale a 0,40 hectreas y un bushel a 36,4 litros. Fuente: Titow, Winchester Yields, p. 14.

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  • fIISTORIA ECONMICA DE LA EUROPA PREINDUSTRIAL PRODUCTIVIDAD Y PRODUCCIN 129 128 TABLA 30d. Rendimiento del trigo por unidad de simiente en varias zonas de TABLA 31. Peso de bovinos en la zona de Montaldeo (Italia septentrional): Italia: siglos x/V-XVI/ siRIo XVJJ

    Area Aos Rendimiento Area Aos Rendimiento Peso en kilosEdad del Aos1386 5,3 1545-1554 6,3 animal macho S 1 Areno 19 o XVll Siglo xx 1387 11 1555-1564 5,2 1390 6a7 1565-1574 6,0 1684 ...... 5 meses 32,5 113,8 Siena 1569-1586 6 1585-1594 5,6 1690 ...... 1 ao 58,6 245 1593-1594 4 1595-1604 5,1 1686 ...... 2 aos 108,7 400 1594-1595 6 1605-1614 6,4

    1595-1596 4 1615-1624 5,4 1675 ...... 3 aos 146,4 500 1596-1597 6 1625-1634 5,6 1675 ...... 4 aos 215 600 1598-1599 4 1635-1644 5,7 1675 ...... 5 aos 255,7 700 1599-1600 5 1645-1654 4,9 1600-1601 4 1655-1664 5,5 Fuente: Doria, Uomini e terre, p. 57. 1602-1603 5 1665-1674 6,6 1606-1607 4 1675-1684 6,0

    1640 5 1685-1694 6,6 1676 5 1695-1704 4,8 TABLA 32. Caractersticas del arte de la lana en Florencia a comienzos del 1682 5 Montaldeo 1560

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    vaca produce como media anual casi 3.000 litros, con un alto contenido de gra-sa. Como los animales eran pequeos y flacos, tambin producan poca carne. La tabla 31 muestra datos recogidos en la zona de Montaldeo.

    Los datos disponibles para el norte de Europa no eran mucho ms hala-geos; tambin all, donde los pastos eran ms ricos, el peso de un buey os-cilaba en torno a 150-200 kilos, y el de una vaca en torno a los 110 kilos.I

    El mismo hombre, poco instruido, mal alimentado y mal cuidado, daba como media rendimientos muy bajos. En el siglo XIV en Inglaterra un hom-bre-jornada consegua recoger en la poca de la cosecha de 130 a 180 kilos de trigo al da.!!

    Sobre los sectores no agrcolas estamos mucho peor informados. A co-mienzos del siglo XVII la situacin de las manufacturas laneras en Florencia era como sigue:

    De la tabla 32 se derivan los siguientes cocientes: I2

    1604 1627

    Nmero de tejedores por empresa!3 . 19,6 30 Nmero de telares por empresa . 12,6 15 Nmero de tejedores por telar . 1,6 2 Nmero de piezas producidas anualmente por empresa . 117,6 154 Nmero de piezas producidas anualmente por telar .... 10,6 10 Nmero de piezas producidas anualmente por tejedor .. 6,6 5

    Las piezas eran anascotes y paos ricos y perpianes, es decir, pa-os ms pobres; la palabra italiana era capo, que segn el Dizionario Uni-versale del padre Alberti expresa la pieza entera. La longitud de una pie-za oscilaba en torno a los 33 metros.

    En las ciudades del norte de Italia, entre los siglos xv Y XVII un tejedor de seda no consegua producir ms de un metro de terciopelo por jornada la-boral.!4 Ms concretamente, durante el perodo de 1458-1462, un tejedor tar-

    10. Slicher van Bath, Agrarian History, pp. 182, 334-335, YBenassar, L'Alimenta-lion d'une ville espagnole, p. 53.

    11. Slicher van Bath, Agrarian History, pp. 184-185. 12. Las cifras revelan que, durante la decadencia de la industria en el perodo 1604-

    1627: a) sobrevivieron las empresas mayores, y b) entre los tejedores, el empleo de teje-dores varones disminuy en mucha mayor medida que el empleo de las mujeres, obvia-mente porque el coste de la mano de obra femenina era ms bajo.

    13. Los tejedores no estaban concentrados necesariamente en los talleres, es decir, en las empresas. Solan trabajar a domicilio, por cuenta de los comerciantes. Vase ca-ptulo 2, apartado 5.

    14. Vanse los datos y la bibliografa recogidos por Massa, Un 'impresa serica, pp. 109-110, a los cuales se puede aadir un documento que me indic amablemente el profesor Sella y que se conserva en el Archivo de Estado de Miln, Commercio, Parte Antica, b. 228.

    PRODUCTIVIDAD Y PRODUCCIN

    daba entre 4 y 5 semanas para producir unos 30 metros de tafetn; para pro-ducir la misma cantidad de satn empleaba entre 6 y 10 semanas, para la seda casi 8 semanas y para el terciopelo entre 10 y 14 semanas.I5

    En el siglo xv en Inglaterra un minero podra extraer un mximo de 30-40 libras de mineral de plomo.!6

    Hacia mediados del XVII, en el norte de Italia, un alto horno lograba como media producir 10-13 quintales de hierro colado al daY

    En 1620, John Browne se jactaba de que en la fundicin de Brenchley, en Inglaterra, poda forjar 200 caones de hierro en doscientos das, y segn to-das las apariencias 200 representaba el nmero de jornadas laborales al ao en una fundicin de la poca. En torno a esos aos, en Suecia una fundicin produca entre 100 y 150 toneladas anuales de caones de hierro fundido. lB

    En Italia, otra vez en el siglo XVII, la mayora de las papeleras tenan slo uno o dos tanques, y la produccin media diaria de un tanque no sobrepasa-ba un mximo de 4.500 hojas, es decir, 50 kilos de papel. I9

    Una vez establecido y aceptado cuanto precede, es preciso hacer una im-portante reserva. Los datos en que nos basamos normalmente para medir la productividad del pasado se refieren exclusivamente a la cantidad y dejan de lado la calidad. No es cierto que todos los productos de la poca preindustrial fueran de mejor calidad que los de la poca industrial. Nuestros mapas, aun-que menos artsticos, son cualitativamente mejores que los de la era preindus-trial, y lo mismo ocurre con nuestros telescopios y nuestros microscopios. Pero si se dice tan slo que la produccin media de un tejedor era de tantos metros de pao al da, la de un ebanista de tantos muebles al ao, o la de un cerraje-ro de tantas cerraduras a la semana, se ignora el hecho de que algunas de es-tas telas, muchos de aquellos muebles y muchas de aquellas cerraduras eran exquisitas obras de arte infinitamente ms hermosas y mejores que anlogos productos actuales. Si pudiera tomarse debidamente en cuenta el elemento cualitativo, la productividad de ciertos artesanos de la era preindustrial resul-tara asombrosamente alta. Es evidente que tal productividad, de carcter esencialmente cualitativo, iba en detrimento de la cantidad y favoreca, por tanto, la douceur de vivre de restringidos crculos de personas.

    2. PRODUCCIN POSITlVA

    La cantidad de los factores productivos empleados -trabajo, capital y recursos naturales- y la eficacia con que se combinan determinan la pro-duccin.

    15. Edler de Roover, Andrea Branchi, p. 248. 16. Blanchard, Labour productivity, p. 3. 17. Frumento,lmprese lombarde, p. 118, YTucci, L'industria, vol. 11, p. 431. 18. Cipolla, Velieri e cannoni, pp. 129-130. 19. Scavia, Industria della carta, p. 10.

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    ''"00'' 11 _ ,"",")t. Recursos+ Desechos +

    - - , --+

    FIGURA 8. El flujo de la produccin.

    La produccin viene dada por el conjunto de las cosas ms dispares. La produccin incluye la manzana y el barco, la aguja y la madera de construc-cin, el servicio de la criada y la operacin de un cirujano. Para analizar un conjunto de cosas tan dispares suele recurrirse a diversas clasificaciones al-ternativas, todas ellas ms o menos artificiosas. Cabe distinguir el producto en a) bienes y b) servicios. O bien puede distinguirse en a) producto del sec-tor agrcola, b) producto del sector manufacturero, y c) producto del sector terciario. O bien cabra tambin distinguir entre a) bienes duraderos, b) bie-nes perecederos, y c) servicios; o tambin en a) bienes de consumo y servi-cios, y b) bienes de capital. Ninguna de estas clasificaciones alternativas es mejor que las dems. Todo depende de lo que se quiera analizar y probar.

    Se ha observado que la distribucin de la riqueza era tan poco igualita-ria que resultaban posibles sustanciosas cuotas de ahorro-inversin. Pero hay que tener en cuenta que por las razones que se han ilustrado ya (cap. 2, apar-tado 3), buena parte de la acumulacin de capital adoptaba la forma de re-servas. Las reservas son un capital de tipo estabilizador y no de un tipo que facilite el desarrollo. Ms an: el propio hecho de que la formacin de aho-rro fuese fruto de una fuerte concentracin de la riqueza favoreca el desti-no del ahorro a inversiones de carcter militar (torres, bastiones, castillos), religioso (catedrales, iglesias, monasterios) y suntuario (palacios, obras de arte), en detrimento de las inversiones de carcter productivista. Por otra parte es preciso recordar tambin que mientras los recursos naturales apro-vechables para la produccin de energa eran los que eran, y el grueso de la energa disponible se limitaba slo a la energa animal y vegetal, la acumula-cin de capital reproducible de tipo productivista estaba condenada a renta-bilidades rpidamente decrecientes. El profesor Postan escribi a propsito de la agricultura medieval que la razn de las limitadas inversiones no era tanto una inadecuada potencialidad de ahorro cuanto que las oportuni-dades de inversin productivista eran sumamente limitadas. Esta observa-

    PRODUCTIVIDAD Y PRODUCCIN

    cin vale, a mi entender, no slo para la agricultura medieval sino tambin para los otros sectores de la economa de la Europa preindustrial. El con-junto de estos diversos factores contribuye a explicar los bajos niveles de produccin de las sociedades preindustriales y el crculo vicioso de pobreza al cual se encontraron condenadas esas sociedades.

    Hay otras observaciones que hacer que estn estrechamente relaciona-das con lo dicho hasta aqu. Simplificando las cosas al mximo cabe afirmar que con relacin a la estructura de la demanda (como antes se defini en el captulo 1), la mayora de la produccin de la Europa preindustrial se con-centraba en los sectores de la alimentacin, el textil, los materiales de cons-truccin y los servicios domsticos. La Inglaterra de finales del siglo XVII, gracias a su comercio internacional, posea una economa excepcionalmente desarrollada respecto a las otras economas de la Europa preindustrial. Y sin embargo hacia 1688 la agricultura contribua an en no menos del 50 por 100 a la renta nacional inglesa, las manufacturas textiles en cerca del 8 por 100, la industria de la construccin en ms del 5 por 100 y los servicios domsti-cos en cerca del 10 por 100. Aunque la mayora de la produccin se concen-trara en unos cuantos sectores bsicos, desde el punto de vista geogrfico es-taba enormemente diseminada. Haba algunos centros especializados en la produccin de cosas que otros no saban producir. Durante buena parte del siglo XIII Lucca conserv el monopolio de la produccin de tejidos de seda. Otro tanto hizo Fabriano con el papel. Hasta finales del siglo xv Venecia pudo mantener la supremaca en la produccin de vidrio y jabn. Pero para la mayora de los productos de consumo corriente no existan divisiones geo-grficas del trabajo. Antes se ha visto (cap. 2, apartado 2) que la poblacin de las zonas agrcolas se hallaba muy lejos de estar totalmente absorbida por las faenas agrcolas. Puede decirse que no slo cualquier ciudad, sino cada pueblo, tena sus tejedores, sus sastres, sus zapateros, carpinteros, herreros, etc. Paralelamente, en la mayora de las comunidades sigui producindose in situ gran parte de los productos de amplio consumo. En la agricultura tam-poco se conoca apenas el monocultivo. Los campesinos trataban de produ-cir en sus fincas la mayor variedad posible de productos. Y todo ello iba, des-de luego, en detrimento de la productividad.

    3. PRODUCCIN NEGATIVA

    Hasta ahora hemos hablado de la produccin en sentido tradicional, es decir, de lo que se puede llamar produccin positiva. Pero las sociedades hu-manas, combinando trabajo, capital y recursos naturales, tambin originan una produccin negativa. Hay dos tipos bsicos de produccin negativa:

    a) destruccin voluntaria de hombres y riqueza; b) contaminacin y destruccin del medio ambiente.

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  • 135 134 HISTORIA ECONMICA DE LA EUROPA PREINDUSTRIAL

    Analicemos por separado estos dos tipos de produccin negativa. En to-das las sociedades humanas hay perturbados mentales que se complacen en la destruccin de vidas humanas o bienes reales. Estn los sdicos, los maso-quistas, los pirmanos y otros manacos por el estilo declarados como tales. Estn los que pertenecen a esas mismas categoras y encubren idnticas ten-dencias perversas con la ideologa, la religin, la sutileza jurdica. Sustancial-mente todos ellos son artfices de destruccin. El asesino es fuerza de tra-bajo que a travs del uso de capital (por ejemplo, un arma de fuego) realiza una produccin negativa al destruir capital humano. El pirmano es fuerza de trabajo que, en combinacin con capital (cerilla y lata de ga-solina) destruye capital fsico. El terrorista es fuerza de trabajo que ha-ciendo uso del capital (bomba) destruye al mismo tiempo capital humano y capital fsico. La masa de perversos que, con una excusa u otra o sin nin-guna excusa, destruyen en vez de construir, vara evidentemente segn las sociedades y segn las pocas. Sin embargo, su nmero potencial es siempre ms elevado que su nmero efectivo, porque la sociedad se defiende asig-nando recursos -trabajo y capital- a delimitar el fenmeno. Si en una so-ciedad dada se potencian las actividades de produccin negativa mientras que se debilita la productividad de las actividades positivas, el resultado es un proceso que a nivel macro-econmico-social equivale al suicidio.

    En un nivel macroscpico, la produccin negativa de mayor importancia es la guerra. Como alguien ha escrito, la primera vctima de toda guerra es la verdad. No hay guerra que no haya sido encubierta con mentiras y argu-mentos especiosos dirigidos a convencer a la gente de su oportunidad o ne-cesidad, del mismo modo que no hay ningn terrorista que no trate de con-vencerse a s mismo y a los dems de la necesidad o el valor de su acto criminal. En el transcurso de la historia humana ha habido matanzas de ham-bres y destruccin continua de riquezas y se han cometido los crmenes ms absurdos y crueles siempre en nombre de algn remoto ideal, a veces reli-gioso, a veces poltico, a veces social y econmico. Sea cual sea su motivacin ltima, la guerra sigue siendo sustancialmente la organizacin de trabajo (ejrcito) y capital (armas y equipo) con el objetivo declarado de destruir la mxima cantidad y calidad de trabajo y capital del llamado enemigo. Prcticamente todos los animales carnvoros y herbvoros se ganan la vida destruyendo otro animal o una planta. Un carcter tpico de la vida animal es que es eminentemente parasitaria. El hombre se diferencia de los otros animales en que consigue producir, es decir, reconstruir los elementos dis-ponibles segn esquemas de creciente improbabilidad. Por otra parte, tam-bin es cierto que, en el mundo animal, slo el hombre y la hormiga han de-sarrollado una organizacin de masas para la destruccin de sus semejantes y de su producto. Hemos visto que la capacidad productiva del hombre est en funcin de la calidad y cantidad de capital disponible, y del estado de las artes, as como de un determinado clima de psicologa colectiva. Lo mismo puede decirse de la capacidad destructiva del hombre. El capital, la tecnolo-ga y la capacidad organizativa que le sirven en sus actividades productivas

    PRODUCTIVIDAD Y PRODUCCIN

    tambin le ayudan en sus actividades destructivas. En una sociedad industrial un criminal tiene un potencial destructivo infinitamente superior al de su co-lega en la sociedad preindustrial. Del mismo modo, un ejrcito industrial po-see un poder destructivo infinitamente superior al de un ejrcito preindus-trial. Un batalln de cualquier repblica centroamericana de hoy aniquilara los ejrcitos de la Roma imperial en unas pocas horas.

    Estas consideraciones han de tenerse presentes cuando se habla de las guerras del pasado. Se ha dicho que el balance de muchos conflictos de la era preindustrial fue unos millares de combatientes, unos centenares de muer-tos. Sin embargo, aunque las guerras de tiempos pasados no fueran muy mortferas de manera directa, podan causar graves destrucciones de capital fsico y provocar indirectamente alta mortalidad por la diseminacin del hambre y las enfermedades. Los ejrcitos de paso mataban o confiscaban el ganado, se apoderaban de las reservas, y a menudo destruan las instalacio-nes fijas, incendindolas. Dado que los ejrcitos del pasado infligan los peo-res daos a las reas rurales, las sociedades en cuestin, que eran esencial-mente agrcolas, resultaban perjudicadas en la propia base de su estructura econmica. Desde un enfoque puramente econmico, la guerra era un mal mucho peor que la peste, y tanto peor cuanto ms padecan las sociedades en cuestin de relativa escasez de capital con relacin a la poblacin existente. La peste destrua hombres, pero no capital, y los que sobrevivan solan en-contrarse en condiciones econmicas ms favorables. La guerra, en cambio, afectaba sobre todo al capital, por lo que los supervivientes se hallaban en condiciones de la ms desoladora miseria. En las crnicas y documentos de la poca abundan las descripciones de ciudades y zonas rurales reducidas a humeantes ruinas y de nios que, llorando e implorando pan, moran de hambre en las calles.20 El malevaje de los soldados de la poca no tena lmi-te; baste citar el siguiente caso: en octubre de 1500 un destacamento del ejr-cito papal entr en la regin de Perugia y se aloj durante cuatro das en Tor-ciano, Diruta y Bettona:

    y aqu los soldados cometieron actos exorbitados; y sobre todo comieron hasta que no qued comida y hasta que no qued vino, porque con aqul la-varon los pies a los caballos y aquel que no pudieron beber lo tiraron por el suelo. Y al partir usaron an de esta gentileza: que en todas las botas de vino moscatel defecaron de manera que nadie quedara con bien. (Matarazzo, Cro-naca.)

    En general, tales descripciones no son exageraciones retricas. El histo-riador logra a menudo sustituir la prosa por cifras, y confirmar con datos de hecho los lgubres y angustiosos relatos de la poca. En Cheshire (Inglate-

    20. Vase, por ejemplo, la relacin de los embajadores ingleses sobre la Lombarda de 1529 recogida ms adelante en el captulo 9, apartado 7.

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  • 137 136 HISTORIA ECONMICA DE LA EUROPA PREINDUSTRIAL

    rra), de un total de 264 pueblos, 52 quedaron totalmente devastados en las invasiones normandas de 1066. En 1070, a consecuencia de las campaas de Guillermo el Conquistador, esta cifra haba subido a 162.21 En 1384, a con-secuencia de las devastaciones de la guerra en curso, las propiedades de la abada de Lys, en Francia, se encontraban en la siguiente situacin:22

    Bosques: de 460 fanegas, 300 quemadas. Viedos: de 32 fanegas, 22 destruidas. Tierra cultivable: de 190 fanegas, 90 abandonadas.

    En el territorio de Saarburgo (Alemania), durante la guerra de los Trein-ta Aos, la consistencia del patrimonio zootcnico se redujo del modo si-guiente:23

    Nmero de cabezas existentes Animales antes de despus de

    la guerra la guerra

    Caballos . 2.651 116 Bueyes . 5.077 36 Cerdos . 5.927 10 Ovejas . 18.267 Cabras . 2.749

    Ignorancia, inadecuado desarrollo tecnolgico, egosmo, falta de sentido social son fuentes de otros males, entre los cuales se pueden distinguir: a) destruccin de los recursos naturales; b) contaminacin del entorno con de-sechos de consumo; e) contaminacin del ambiente con subproductos inde-seables de la actividad productiva, y d) daos a la salud de quienes se dedi-can a la produccin.

    Desde todos estos puntos de vista, la capacidad de produccin negativa de las sociedades preindustriales europeas era infinitamente menor que la de las sociedades industriales. En primer lugar, la poblacin era escasa y la pro-duccin per capita limitada. Adems, la pobreza predominante obligaba a la gente a reducir los desechos al mnimo, por lo que los bienes duraderos se volvan a utilizar de manera continua, reduciendo as considerablemente la acumulacin de desechos. Por ltimo, no haba un uso muy amplio de mu-chos productos, como el petrleo y el carbn, que son los principales res-ponsables de la contaminacin atmosfrica en el mundo contemporneo. Consideraciones de este tipo llevaron recientemente a afirmar:

    21. Darby, A New Historical Geography, p. 61. 22. Fourquin, Histoire conomique, p. 335. 23. Franz, Dreissigjiibrige Krieg, p. 45.

    PRODUCTIVIDAD Y PRODUCCIN

    La contaminacin, la destruccin del ambiente y la congestin del trfico son, evidentemente, resultados de la industrializacin y de la tecnologa mo-derna y no tienen equivalentes en las sociedades preindustriales. Ms an, cuanto ms se investigan las sociedades campesinas tradicionales ms claro aparece que estas sociedades consiguieron encontrar una acomodacin casi milagrosa a la naturaleza, equilibrando el uso actual y la preservacin para el futuro con un grado de xito al que raramente se ha aproximado la moderna mquina econmica.24

    Una visin tan edulcorada, sin embargo, es ms una quimera que una realidad histrica. Lase el siguiente pasaje:

    Hace pocos aos, surgi una violenta disputa entre un negociante mode-ns que tena una fbrica de sublimado en Finale y un habitante del pueblo. ste llev a los tribunales al comerciante, exigindole que trasladara el taller fuera del pueblo porque sus obreros envenenaban a todo el vecindario cuan-do, para fabricar sublimado, calcinaban vitriolo en el horno. En prueba de la veracidad de la acusacin, el querellante aportaba un certificado de un mdi-co del pueblo y adems una lista de defunciones, llevada por el prroco, de la que se desprenda que en el pueblo y en los barrios ms prximos al taller el nmero anual de muertos era superior al de las localidades circunvecinas. El mdico aseguraba adems que los habitantes de aquellos parajes solan morir de consuncin y de enfermedades del pecho, y atribua la causa principal-mente a los vapores de vitriolo que envenenaban la atmsfera, hacindola no-civa y perjudicial para los pulmones. El defensor del comerciante era Bernar-dino Corrado, comisario de artillera en el Ducado de los Este. El abogado del ciudadano de Pinale era D. Casina-Stabe. Se publicaron muchos escritos de una y otra parte y se discuti con habilidad y violencia sobre los daos provo-cados por las emanaciones. Por fin los jueces dieron la razn al comerciante y el vitriolo fue declarado inocente, y absuelto.

    No parece una pgina actual, tomada de una revista dedicada a los de-sastres ecolgicos? Pues se trata, en cambio, de un pasaje sacado del clebre libro De Morbis Artificum Diatriba (cap. 4), del mdico Bernardino Ramaz-zini, libro publicado por primera vez en Mdena en 1700. Indudablemente, la capacidad de las sociedades preindustriales para alterar los equilibrios ecolgicos era infinitamente menor que la de las sociedades industriales. Pero a pesar de esta limitacin es preciso admitir que tambin las sociedades preindustriales hicieron lo suyo. La desaparicin de los bosques y la fre-cuencia de las epidemias en centros urbanos, donde la suciedad se combina-ba con una excesiva densidad de poblacin, son indicios de situaciones anor-

    24. Gould, Economic Growth, p. 9.

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  • HISTORIA ECONMICA DE LA EUROPA PREINDUSTRIAL PRODUCTIVIDAD Y PRODUCCIN 138 139 males y deletreas creadas por una actividad humana no racionalizada ade-cuadamente.

    Por lo que respecta a la destruccin de los bosques en diversas zonas de Europa, podra mencionarse el ejemplo de la Italia central, donde la pro-duccin negativa en reas montaosas y de colinas no signific slo destruc-cin directa de un rico capital, sino que determin tambin el deterioro del medio ambiente en las llanuras prximas, causando en unas zonas inunda-ciones y en otras acumulacin de aguas estancadas, que a su vez se convir-tieron en focos de malaria.

    Sobre la situacin ambiental dentro de las murallas urbanas debemos te-ner cuidado de no dejarnos deslumbrar por la presencia de magnficas cons-trucciones, como las catedrales, el castillo, los grandes palacios de los ricos o la casa consistorial. Como escribi Robert Dallington a comienzos del siglo XVII, a propsito de Toscana,

    no es oro todo lo que reluce en Italia, aunque muchos viajeros, mirando slo la belleza de sus ciudades y la decorada fachada de sus casas, piensan que es el nico Paraso de Europa.25

    Al objeto de vivir al amparo de las murallas, la gente se aglomeraba en reas relativamente reducidas, creando densidades de poblacin peligrosas, dados los niveles de higiene y sanidad pblica. La casi total carencia de ins-talaciones higinicas creaba graves problemas respecto a la eliminacin de los desechos humanos. La gente utilizaba calles y plazas como letrinas pbli-cas y tiraba cualquier cosa por la ventana sin preocuparse de quin pasaba por debajo. En pleno siglo XVII la madre del regente de Francia escribi:

    Pars es un lugar horrible y apestoso. Las calles son tan mefticas que no se puede permanecer en ellas a causa del hedor de carne y pescado que se pu-dren y por la multitud de gente que orina en las calles.

    A los desechos de los hombres se aadan los desechos de los animales. Los humos expulsados por los automviles son nefastos. Los excrementos de los numerosos caballos en las estrechas y poco aireadas calles de las ciu-dades preindustriales no eran quizs tan peligrosos para la salud, pero no eran mucho ms agradables. A partir del siglo' XIII, las administraciones municipales tomaron numerosas medidas para hacer frente a tales inconve-nientes, amenazando con penas ms o menos graves a los infractores. Es di-fcil decir hasta qu punto fueron eficaces dichas medidas, pero el hecho de que las prohibiciones y las amenazas se repitieran de continuo hace sospe-char que la gente no se preocupaba mucho por las disposiciones y que las penas no eran aplicadas con la debida severidad. En alguna ocasin las au-

    25. Dallington, Survey 01 Tuscany, pp. 15-16.

    toridades municipales y seoriales no se limitaron a vedar y prohibir, sino que tomaron medidas positivas. Vale la pena recordar aqu una medida to-mada en Siena, hacia finales del siglo XIII, que ilustra bien las caractersti-cas generales de la poca. Los regidores municipales, preocupados por la basura y suciedad que se acumulaba diariamente en la Plaza del Campo, confiaron la limpieza de la plaza a un tal Giovannino di Ventura, que llev all una cerda y cuatro cerditos para que comieran la abundante cantidad de desechos que encontraban.26 Dicho de otro modo, la limpieza se con-fiaba a los cerdos!

    Desde finales del siglo XIII en prcticamente todas las ciudades de Euro-pa se encuentran disposiciones cada vez ms frecuentes para la proteccin del ambiente urbano.27 A medida que nos acercamos a la Revolucin indus-trial el problema ecolgico va revistiendo caracteres semejantes a los que hoy conocemos. A partir del siglo XVI, el creciente uso del carbn en Ingla-terra, primero para usos domsticos y luego para industriales, abri la puer-ta a la Revolucin industrial pero tambin a nuestros problemas de conta-minacin. En 1661, John Evelyn escribi:

    En Londres la gente camina y conversa perseguida y agobiada por este humo infernal. Sus habitantes slo respiran una impura y espesa neblina, acompaada por un vapor sucio y fuliginoso, que les causa mil achaques, co-rrompiendo los pulmones y arruinando la salud de todo el cuerpo, por lo que catarros, tisis, toses y consuncin hacen ms estragos en esta sola ciudad que en toda la tierra alrededor.

    Muchas actividades productivas no slo perjudicaban el entorno sino tambin la salud de los hombres que las practicaban. El fundador de la me-dicina del trabajo fue el bolos Bernardino Ramazzini, profesor de medi-cina prctica en la Universidad de Mdena desde 1682 a 1700, y en la Uni-versidad de Padua desde 1700 a 1714. Basta abrir al azar las pginas de su obra maestra, citada lneas arriba, De Morbis Artificum Diatriba, para en-contrar innumerables ejemplos de las fatales consecuencias de muchas ac-tividades:28

    Mineros: Sea cualquiera el metal que excavan acaban siempre atrayndo-se temibles enfermedades. que con excesiva frecuencia desafan a todos los remedios ...

    Doradores: Nadie ignora las terribles enfermedades que contraen los or-febres que se ocupan de dorar objetos de plata y cobre. Como esta operacin

    26. Garosi, Siena, p. lI. 27. Para las ciudades italianas vase, entre otros muchos, Carabellese, Sanitii Publi-

    ca; Garosi, Siena, pp. 3-69, Yla amplia bibliografa citada en l. Para las ciudades inglesas, vase Talbot, Medicine, pp. 154-158.

    28. Ramazzini, Le malattie dei lavoratori, pp. 6, 11, 20.

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  • 140 HISTORIA ECONMICA DE LA EUROPA PREINDUSTRIAL

    se realiza slo amalgamando oro y mercurio y volatilizando despus el mer-curio al fuego, por muchas precauciones que tomen estos obreros, como vol-ver el rostro a otro lado, no pueden evitar el recibir los vapores venenosos que rpidamente les hacen sufrir vrtigos, asma y parlisis y les confieren un as-pecto cadavrico. Pocos de ellos envejecen en este oficio, y si no sucumben en breve tiempo, se reducen a un estado tan miserable que es deseable la muer-te ...

    Alfareros: Para barnizar los platos necesitan plomo quemado y pulveri-zado, por lo que, despus de breve tiempo, se resienten de gravsimas enfer-medades: comienzan con temblores en las manos, tienen fenmenos de par-lisis, sufren del bazo, se vuelven hidrpicos, caquticos, pierden los dientes, de modo que es difcil ver un alfarero que no tenga un rostro plmbeo y cadav-rico. En el diario mdico de Copenhague se recuerda el caso de un alfarero al cual, en la autopsia, le encontraron el pulmn derecho desplazado hacia las costillas, casi seco y tsico ...

    Vidrieros: Ms graves son los males de los que fabrican vidrios colorea-dos para pulseras y otros adornos de las mujeres del pueblo. Para colorear el cristal deben utilizar brax calcinado, antimonio y cierta cantidad de oro... Ocurre, pues, a menudo que algunos caen al suelo exnimes y sufren sofoca-ciones, y con el transcurso del tiempo tienen la boca, el esfago y la trquea cubiertos de llagas y terminan con los pulmones ulcerados, formando parte de la familia de los tsicos, como resulta claro en las autopsias.

    Es intil continuar. La lista de los posibles ejemplos resulta tan larga como triste.

    Segunda parte

    HACIA UNA DESCRIPCIN DINMICA

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