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UNIVERSIDAD AUTONOMA DE CHIAPAS

ESCUELA DE CIENCIAS SOCIALES

ACADEMIA DE SOCIOLOGIA

Notas sobre

la historia de la sociología en México

y su desarrollo en Chiapas

Antonio Mosquera Aguilar

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Notas sobre la historia de la sociología en México

y su desarrollo en Chiapas

Por Antonio Mosquera Aguilar Profesor de teoría sociológica

Escuela de Ciencias Sociales

Universidad Autónoma de Chiapas.

Índice Página

Presentación 1

1Primera Parte

I. Antecedentes de la fundación de los estudios de sociología 2

II. Inicio de la sociología académica 4

III. De los grandes pensadores a los sociólogos profesionales 6

IV. La sociología mexicana 10

V. Crisis de la sociología mexicana 22

Segunda parte

La sociología en el Estado de Chiapas 26

Bibliografía 34

Presentación.

Este material se hizo sobre una ponencia anterior que se presentó en el VIII Congreso

Centroamericano de Sociología celebrado en Guatemala del 10 al 25 de octubre de 1988.

Aunque se ha enriquecido con otros datos, no pretende ser un producto original ni

acabado, sino más bien, una exposición didáctica sobre el tema.

En la década de 1980, los universitarios guatemaltecos se vieron enfrentados a una

extensa campaña de genocidio dirigido por las autoridades gubernamentales. A quiénes se

les truncó en su vocación de análisis de la sociedad, está dedicado este trabajo.

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Primera Parte

LA SOCIOLOGIA EN MEXICO

I. Antecedentes de la fundación de los estudios de sociología.

La crisis del Estado colonial español a principios del siglo pasado, se debía en parte, a la

aparición de sectores sociales cuyo destino no se identificaba con la continuación de ese

régimen. La protesta social incorporó a las ideas atemperadas de la ilustración francesa

como ideología.

La organización de los intelectuales afectos a las ideas de los cambios políticos se expresó

en la fundación de sociedades secretas y asociaciones filantrópicas que facilitaron la

elaboración de puntos de vista individuales y la difusión de éstos para la polémica.

La independencia empezaría el largo camino por fundar al Estado mexicano que tuvo que

sufrir como último dolor de parto a la guerra de intervención que finaliza con el

fusilamiento del "Emperador" Maximiliano. En dicho proceso se fueron imponiendo las

ideas cada vez más decididamente partidarias de la ilustración francesa.

Precisamente a la caída del Imperio, uno de aquellos intelectuales que se había refugiado en

Guanajuato, pronuncia una oración cívica, el 15 de septiembre de 1867, donde afirma la

existencia de leyes que dominan el devenir histórico y aplica de manera personal, la

sucesión de los tres estadios comtiana a la vida de México. Este personaje era Gabino

Barreda (1818-1881) que unos años antes había estado en París, donde se había

familiarizado con las ideas de Augusto Comte (1798-1857), muy populares a raíz de la

fundación de la Sociedad Positivista (1848). Barreda, médico, había sido discípulo de

Comte en París en los años 1847 a 1851, cuando regreso a México, se integró en un grupo

que propagaba el positivismo formado por Ignacio Ramírez, Río de la Loza, Manuel Payno

y los hermanos Francisco y José Covarrubias. Según este pensador, las guerras intestinas de

México se generaban por la ignorancia y las teorías contradictorias que fomentaban

distintas escuelas. Para superar ese estado, era necesario buscar en la ciencia el campo

neutral y objetivo que posibilitara la unión de los mexicanos.

Barreda cambia el lema de Comte: amor, orden y progreso por libertad, orden y progreso.

Continuador de la idea de José María Luis Mora, propugnaba por cambiar la mentalidad del

habitante de la Nueva España; así, la independencia de México sólo sería posible por la

emancipación intelectual. Este médico liberal, partía de una visión negativa de México: la

joven nación carecía de confianza en sí misma por el malinchismo. La educación era el

medio para transformarla pues los mexicanos debían pasar del estadio militar a la era

industrial.

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Barreda reformó la enseñanza elemental que comenzó a ser gratuita y obligatoria, modificó

los planes de la escuela Normal y propuso en 1870 la fundación de la Escuela Nacional

Preparatoria utilizando para el efecto la jerarquía de las ciencias del positivismo con

algunas modificaciones. Dado que su finalidad no era especializar sino formar a futuros

dirigentes del país tenía afanes enciclopédicos. Así los futuros bachilleres debían seguir una

escala ascendente en complejidad que empezaba con matemáticas para pasar a cosmografía,

física, geografía, química, botánica, zoología y lógica. Las humanidades se reducían a

idiomas vivos como el francés e inglés, etimologías, un curso de literatura universal, una

moral spenceriana y una psicología experimental. La religión y la metafísica fueron

excluidas por principio.

La influencia positivista tuvo como resultado que los alumnos de esa Escuela asumieran

como una ocupación de carácter personal, el estudio de la sociología que se presentaba en

dos corrientes: la de Comte y la de Herbert Spencer (1820-1903). Pero también tuvo como

efecto no deseado que el estudio de Aristóteles y Santo Tomás de Aquino se refugiara en

los seminarios, especialmente de Guadalajara y Michoacán; que contra lo esperado,

prosperaron bastante.

En resumen se puede señalar que a principios de siglo, los intelectuales interesados en la

sociología habían adoptado la perspectiva de la ilustración francesa en su versión

conservadora. En primer lugar, afirmaban que la participación política de las masas sólo era

posible si estaban educadas. En segundo lugar, había que aceptar en un momento inicial a

un gran hombre presidiera el sistema político y que gobernara ayudado del consejo de

científicos. Y por último, en tercer lugar, persiste hasta finales del siglo, una lucha

enconada contra la Iglesia Católica Romana pues se le señalaba como interesada en

sostener la antigua organización colonial y pretender monopolizar el ejercicio intelectual

con sus conocidas prácticas autoritarias.

Algunos opositores como Hilario Gabilondo atacaron la educación positivista

argumentando que creaba una generación sin fe religiosa ni política. Para Ezequiel Montes,

el positivismo acababa con la generosidad y el sacrificio. José María Vigil en la Revista

Filosófica afirmaba que "en México trata de implantarse un orden mediante una doctrina

cuyos principales exponentes: Comte, Spencer y Mill no han podido ponerse de acuerdo".1

En esta época la lucha de posiciones intelectuales se realizó entre los partidarios de Comte

y los de Krause, terminando por imponerse lo partidarios del primero.2

1 Cfr. Leopoldo Zea. Apogeo y auge del positivismo. México: El Colegio de México. 1944. Página 138. Las

vicisitudes de la lucha contra el positivismo quedan mejor expresadas en la materia de Lógica, donde el texto

de ese curso de John Stuart Mill, fue sustituido por el Ingeniero Juan José de la Garza, en 1880, por uno de

Tiberghien que introduce a Krause. En 1882, se cambia por Las nociones de la lógica de Luis E. Ruiz. Al año

siguiente, le sucede un texto de Paul Janet, que es nuevamente sustituido por un resumen de Mill que elabora

Ezquiel A. Chávez. Éste se utilizó hasta 1903, en que se reemplaza por uno de Porfirio Parra, Nociones de

lógica inductiva y deductiva. 2 Karl Christian Friedrich Krause (1781-1832) se identificaba como el pensador social más popular en la

masonería con raíces españolas. Fundó una ciencia que llamó biótica general que se ocupaba del estudio de la

realización humana, a través del arraigo natural (Grundselbwesen) en las personas morales: familia, la

vecindad, la tribu etc. Tales personas morales han pasado como el hombre por una infancia, juventud y

madurez. De manera creciente irán surgiendo personas morales que abarquen a más seres humanos, viviendo

en armonía, hasta comprender a toda la humanidad. No estando exentas de esta busca de paz universal, las

“humanidades de otros mundos” y la conciencia religiosa.

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Los que comenzaron a reflexionar por esos años, sobre la realidad social, formaban parte de

la Asociación Metodófila "Gabino Barreda", fundada en 1877, en donde discutían

abiertamente temas que se identificaban como sociológicos. En general se trataba de

historia social, es decir, interpretaciones sobre las bases del desenvolvimiento temporal de

México, historias monográficas tales como, de la medicina, la literatura o la significación

social de líderes de movimientos o documentos políticos. Entre los representantes más

destacados se puede nombrar a Manuel Flores, Jorge Hammeken y Mejía, Emilio Pardo

Aspe, Justo Sierra (1848-1912), Porfirio Parra (1854-1912), Ricardo García Granados, Luis

F. Ruiz y Miguel S. Macedo entre otros. En sus trabajos, libros y discursos se advertía la

orientación de Spencer o Comte. Además, la Asociación se identificaba con la Sociedad

Positivista Francesa con la que sostenía correspondencia.

II. Inicio de la sociología académica.

La enseñanza de la sociología aparece en el nivel universitario, en las unidades de

jurisprudencia. En 1893, la escuela de Puebla comenzó a impartir anualmente un ciclo de

conferencias sobre la sociología, así mismo la de Michoacán fue la primera en aprobar un

curso de sociología general, que se acompañaba en el primer año, de otro de sociología

criminal.

En 1895, se celebró el Concurso Científico Mexicano donde se presentaron varias

propuestas sobre el sistema educativo. Una era de Jacinto Pallarés que proponía la

fundación de cinco institutos: ciencias abstractas, ciencias naturales generales, ciencias

naturales especiales, ciencias morales y sociales, así como, bellas letras y bellas artes. En el

instituto de ciencias morales y sociales se estudiaría antropología, sociología, economía

política, historia de las instituciones políticas, historia y bibliografía del derecho, filosofía

del derecho, lógica, psicología, historia universal, filosofía general e historia de la misma, y

por último, aplicaciones de las diferentes ramas del derecho. Con su ponencia: El Estado y

la instrucción pública, demostraba Pallarés un criterio que con el tiempo se afirmaría en la

educación superior.

En el mismo evento científico, Emilio Pardo Aspe que se declaraba opuesto a todos los

tipos de socialismo, basado en la economía y sociología, proponía igualmente que se

instaurara la enseñanza de la sociología entendida como la generalización sugerida "por el

estudio, la observación y la comparación de fenómenos sociales". Adversaba también que

se identificara a la sociología con el positivismo.

Como resultado del evento científico se inauguró la cátedra de sociología en la Escuela

Nacional Preparatoria en 1896, encomendándosele al médico, ingeniero y general de

brigada, Alberto Escobar.

En 1905, una reforma de los planes de estudio de la Escuela Nacional de Jurisprudencia

aprobó que en el primer año se desarrollaran los cursos de sociología y de economía

política (impartido en años superiores desde 1869). El primer profesor de la cátedra fue

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Carlos Pereyra. En 1907, Justo Sierra justificó la impartición de "Principios de Sociología"

pues sería útil al estudio de las leyes "cotejándolas con las conclusiones a que los sistemas

sociológicos han podido llegar". Además se crearon varias especialidades para el derecho:

Estudios superiores de Sociología, Derecho Constitucional, Criminología, Psicosociología

entre otros. Cada especialidad contaba cuando menos con una materia de sociología.

En el mismo año de 1907, la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara incluyó la cátedra

de sociología, en el primer año de la carrera, ocupando su titularidad un católico

tradicionalista: Miguel Palomar y Vizcarra. Con este nombramiento se pretendía revertir la

decisión estatal, tomada en 1901, por la Secretaría de Justicia e Instrucción Pública que

había prohibido a los ministros del culto, la docencia de historia general, lógica, pedagogía,

económica política, psicología, moral y sociología. Empero, la opinión de los católicos

manifestada en congresos religiosos solicitaba que se incluyera a la sociología en las

materias que se impartían en los seminarios. Así la reflexión sociológica se incorporaba al

pensamiento católico.

La fundación de la sociología académica no estuvo desprovista de polémica en el campo

positivista. La Revista Positiva, recogía en 1905 la opinión de Eduardo Prado en el sentido

de que las ciencias sociales sólo existían "en la poderosa y fecunda imaginación de los

sociólogos; estas ciencias en su ardiente fantasía, revisten formas más disímbolas y

variadas que las de Proteo". Según él, sólo existían cuatro "ciencias sociológicas": las de

Comte, Spencer, Glumplowicz y Novicow. En cambio para Agustín Aragón, las escuelas

sociológicas eran tres: la histórica, la biológica y la psicológica; así mismo señalaba que

debería admitirse que los fenómenos sociales estaban sujetos a leyes.

Para Aragón, la sociología rivalizaba con las matemáticas, no en precisión sino en "espíritu

científico, por su condición de racional". En 1907, Porfirio Parra, médico, en la lección

inaugural de la Escuela Nacional Preparatoria sostuvo que la sociología no era teósofa ni

reveladora ni deicida ni atea sino neutral.

Además, el 6 de enero de 1905, un grupo de catedráticos de la Escuela Nacional de

Jurisprudencia crearon la Sociedad de Estudios Sociales para animar a la formación de

teoría jurídica o "de cualquier otra naturaleza, desde el punto de vista social". De los

premios que otorgaron, Antonio Caso Andrade (1883-1946) obtuvo el segundo premio.

Este joven era conocido por sus dotes oratorias, con las que habría de saludar ese mismo

año el nombramiento de Justo Sierra como Secretario de Educación, y al siguiente rindió

homenaje a John Stuart Mill (1806-1873) en el centenario de su nacimiento.

Por ese tiempo, el entusiasmo por el positivismo iba amainando. Incluso entre los difusores

del mismo se comenzaba a mostrar escepticismo. En 1908, Justo Sierra en una velada

organizada para honrar la memoria de Barreda, negó que la ciencia fuera vehículo de paz y

que el orden sea posible en el mundo de las ideas: "Dudemos: en primer lugar, porque si la

ciencia no es más que el conocimiento sistemático de lo relativo, si los objetos en sí

mismos no pueden conocerse, si sólo podemos conocer sus relaciones constantes, si ésta es

la verdadera ciencia, ¿cómo no estar en perpetua lucha, en perpetua evolución?” 3

3 Justo Sierra. Prosas. México: UNAM, 1939. Página 160.

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Un año antes, un grupo de jóvenes intelectuales: José Vasconcelos, Alfonso Reyes, Pedro

Henríquez Ureña y Antonio Caso habían mostrado abiertamente su escepticismo frente al

positivismo. Esta actitud crítica frente al positivismo culminará en 1909, cuando el joven

Antonio Caso es escogido para sustituir al fundador de la cátedra de sociología Carlos

Pereyra, así se cerrará la etapa de inicio de la sociología en la educación superior.4

III. De los grandes pensadores a los sociólogos profesionales.

Caso iniciará los estudios profesionales a pesar de ser un pensador autodidacta. Siempre

promovió el gusto por la sociología y consiguió una gran erudición, desde su

nombramiento en la cátedra hasta el decenio de 1940 cuando se retiró. Su influencia será

decisiva en la unificación nacional de los planes de estudio en México y Guatemala. El

mismo ejerció la cátedra por 35 años, con intervalos en los que asumió desde los cargos de

Rector de la Universidad Nacional, hoy UNAM, director de la Escuela de Altos Estudios,

hasta los de profesor de la Universidad Popular o en varias instituciones como la Escuela

Nacional Preparatoria.

La influencia del círculo de amigos de Caso se ha hecho sentir en México durante el siglo

XX. Además de los arriba mencionados, se unieron otros varios jóvenes intelectuales a la

tertulia que tenía lugar en la biblioteca de la familia de Caso. En 1906, publican la revista

Savia moderna bajo dirección de Alfonso Cravioto y Luis Castillo. Ese mismo año

organizan una exposición de pintura donde exponen Ponce de León, Francisco de la Torre y

Diego Rivera. Posteriormente fundaron una sociedad de conferencias en el Casino Santa

María. El 9 de junio de 1907, Caso disertó sobre "La influencia de Nietzche en el

pensamiento moderno", en 1908 sobre "Max Stirner y el individualismo exclusivo". A fines

de 1909, la sociedad se transforma en el Ateneo de la Juventud, cuyo primer presidente fue

el recién graduado de derecho, Antonio Caso.

Como quedó dicho, en 1909 hubo de ser nombrado profesor interino de sociología en la

Universidad. Antes, en 1906, había intentado una oposición a la cátedra de historia en la

Escuela Nacional Preparatoria que le fue negada por el temor de los sinodales a su

juventud. Allí se manifiesta especialmente adherente al organicismo.

En 1910 se aprueban como textos de la materia: el de René Worms (1869-1926), La

filosofía de las ciencias sociales, el de Guillaume de Greef, Las leyes sociológicas (1893) y

el de Richard, El compendio de sociología. René Worms era el primer secretario del

Instituto Internacional de Sociología, continuaba fiel al pensamiento comtiano, sobre todo a

que la sociología era la ciencia general de las sociedades. No obstante, el Instituto trataba

más bien de convocar en su seno a todos los cultivadores, de la sociología de los diferentes

4 El clima académico de la decadencia de los primeros positivistas queda expuesto en la siguiente descripción:

“No alcanzamos ya la vieja guardia, los maestros eminentes que disfrutó la generación inmediata o sólo los

alcanzamos en sus postrimerías, seniles, fatigados y algo automáticos”. Alfonso Reyes. Pasado inmediato.

México: El Colegio de México, 1941. Página 20, citado por Rosa Krauze de Kolteniuk. La filosofía de

Alfonso Caso. 3 ed. México: UNAM, 1985. Página 18.

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países sin distingo alguno. Por ello, en 1915, Worms reconoció a Caso, como representante

de la sociología mexicana.

La conceptualización de la sociología hecha por Caso varió en el tiempo. En 1927 sostenía

que era el "tratado de las cosas sociales, de los fenómenos que se producen en la

convivencia humana, ya fueren éstos económicos, familiares o genésicos, jurídicos,

políticos, religiosos, artísticos, científicos, etc. Toda manifestación de la vida colectiva en

el tiempo, se engloba o se abarca dentro de la denominación sintética de sociología". Un

poco más adelante señalará que la sociología tiene por objeto al "estudio de las

instituciones". (Sociología)

En 1932 volvió sobre el criterio de la síntesis de Comte cuando apuntó que el objeto de la

sociología era "No el contenido ni la estructura de cada forma social, económica, jurídica,

familiar o política. Esto queda reservado a las ciencias sociales especiales; pero la síntesis

de las formas y su estudio científico no pueden abarcarse, por definición, ni dentro de la

historia de la familia humana, ni en la economía, ni en el derecho, ni en la teoría del

estado". (Sociología genética y sistemática).

Ya en 1941, señala que la sociología buscaba el "estudio científico de los hechos sociales

(...) conocimiento científico de las relaciones que median entre los hombres, al convivir, a

través del tiempo y del espacio". (El Positivismo).

Tales variaciones han sido explicadas distinguiendo dos etapas intelectuales. La primera de

1906 a 1933, donde se mostrará abierto a las diferentes corrientes intelectuales, lo que le

valdrá que en 1911, Agustín Aragón lo acuse de ecléctico. Durante esa etapa sostendrá una

polémica sobre Santo Tomás de Aquino con Samuel Ramos y Alfonso Junco. En 1920

controvertirá el carácter científico de la historia mostrándose partidario de Benedetto Croce,

su oponente será Agustín Aragón. En 1923 escribe El concepto de la historia universal,

donde comenta las tesis bergsonianas sobre la intuición, manifiesta su acuerdo con

Schopenhauer y ataca a Xenopol. En ese trabajo empieza a separarse del organicismo, más

adelante (1933), citando a Spencer, Schaefle, Gumplowitz y Letourneau, valora la

separación de la idea de progreso de los estudios históricos.

La obra característica de la primera etapa es la que publica en 1927, cuya primera edición

dedica a José Manuel Puig Casauranc, Secretario de Educación Pública, que le había

encargado la redacción: Sociología. Esta obra se editará varias veces, en su última edición

en 1945, se advierte un cambio de concepción importante. En efecto, en su primera edición

la sociedad era un hecho natural, en su última, un hecho cultural.

Sociología se convertirá en el libro de texto de las universidades de México y unificará la

discusión de los temas de la materia. La obra parte de situar el estatuto científico de la

sociología (capítulos I a III); luego reflexiona sobre la naturaleza de la sociedad, es decir

sobre las formas sociales (comunal o societal), base etológica, hombre primitivo y manejo

energético (Capítulos IV a VII); en seguida pasa a considerar los determinantes sociales:

industrialismo, geografía, raza y demografía (Capítulos VIII a XIII); continúa con la

actividad intelectual de la sociedad: imitación, invención, lenguaje, religión, arte y ciencia

(capítulos XIV a XX); y termina estudiando las manifestaciones de la solidaridad social

(capítulos XXI a XXV). Para Caso, el origen de la sociedad se encontraba en dos factores:

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el egoísmo y la simpatía. Retomando a Lester Ward (1841-1913) señala que la fuerza que

sinergiza a la sociedad es el "dolor humano" que provoca la necesidad de terminarlo,

creando para el efecto, las instituciones que lo mitigan. Pero para no utilizar una tesis

exclusivamente material acude a Franklin H. Giddings (1885-1931) y fundamentarse en la

solidaridad humana.

La segunda etapa intelectual se situaría de 1933 a 1946, año de su fallecimiento. Durante

este período, Caso abandona cada vez más decididamente las filas del positivismo

buscando en las corrientes filosóficas europeas una orientación más centrada en el actor y la

existencia. El estudio de Croce, Bergson, James, Husserl y Scheler entre otros marcará esta

intención. Aquí, es célebre la disputa intelectual que sostendrá con Vicente Lombardo

Toledano (1894-1968). Los dos intelectuales, cerrarán la fase de los grandes pensadores

como orientadores de la labor sociológica, en medio de los fuegos de artificio de sus

argumentos polémicos.

Lombardo Toledano combinó en sí, al universitario, el militante sindical y el dirigente

político. La obra de este pensador es extensa y recoge su evolución intelectual influida por

los acontecimientos nacionales y mundiales. En 1919 se gradúa con su tesis: El derecho

público y las nuevas corrientes filosóficas. En 1926, fruto de su interés en el movimiento

laboral escribe La libertad sindical en México, a la que seguirá en 1927, La doctrina

Monroe y el movimiento obrero. A partir de 1930, abandona las posiciones difusamente

socialistas y se comienza a reclamar marxista. Durante su vida siempre estará ligado a la

cátedra, primero en la Universidad Nacional y después en la Universidad Obrera. Será

organizador de la Confederación Revolucionaria de los Obreros Mexicanos -CROM-,

después de la Central de Trabajadores Mexicanos -CTM- y por último de la Central de

Trabajadores de América Latina -CTAL-. Igualmente será dirigente político en el Partido

Laborista, el Partido de la Revolución Mexicana -PRM- y por último del Partido Popular

(hoy Partido Popular Socialista de México, PPS perdió el registro en 1997).

Entre 1934 y 1935, Caso polemizó con los adherentes al socialismo. El 21 de diciembre de

1934, Caso publica en El Universal, "El dilema del socialismo materialista". Este artículo

es contestado por Francisco Zamora que calificó a Caso, como el caballero que perdió su

sombra. Caso reposta llamándolo el caballero de los espejos. A esa altura interviene

Lombardo con un artículo titulado "Antonio Caso, testigo de Jehová". Lombardo en la

polémica, le reprocha a su antiguo maestro su "involución política" que iba del positivismo

al intelectualismo, de allí al intuicionismo y por último a la metafísica religiosa. Caso

respondió en varios artículos justificando sus intereses filosóficos en busca de la verdad, en

cambio señalaba que Lombardo para sostener una actitud acomodaticia había abandonado

el cristianismo por el marxismo. Lombardo en cambio le señalaba que a pesar de haber

manifestado que el Manifiesto Comunista era "el documento filosófico más importante del

siglo XIX" jamás había dado a conocer su contenido. Fuera de las saetas envenenadas que

se lanzaban los contendientes, conviene señalar que el centro de la polémica fue la

reflexión sobre el papel del hombre en la historia.

El autor de Sociología, se oponía a que se enseñara el marxismo en la universidad. Debe

recordarse que se trataba de la versión stalinista de la historia aunque para el caso daba lo

mismo. Según él, la universidad podía estar a favor del proletariado pero no con "una teoría

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económica circunscrita, porque las teorías son transitorias en su esencia y el bien de los

hombres un valor eterno". Además la historia no podía estudiarse como evolución de

estadios e instituciones sino como conocimiento del hombre.

Lombardo Toledano en cambio sostenía que el individuo sólo podía conocerse como un

resultado social, aunque admitía que podían existir grandes hombres en cuanto actores

históricos, éstos desempeñaban su acción en las condiciones dadas por la sociedad.

En la polémica ingresaron Eduardo Pallares que atacó a un aliado de Caso, Alfonso Junco y

después Droghichesco, un diplomático rumano aliado a Lombardo, la polémica se

transformó dejando atrás a la Lombardo para pasar a sendas discusiones sobre la religión y

otra sobre Kant en 1936.

Al final de su polémica con Lombardo, en 1935, Caso llamó la atención sobre el papel de

los valores en la historia y señaló que la interpretación materialista de la historia (que en

esos años iba imponiendo la Internacional Comunista) era una versión intelectualista

igualmente válida que la teoría de los estadios de Comte.5 Por lo tanto, la tradición marxista

como la comtiana se debían integrar en una explicación.

Cuando ya se había impuesto Stalin en la URSS,6 Caso tomó decididamente distancia con

esa forma social que se justificaba como socialista. En La persona humana y el Estado

totalitario (1941), señala como base de su pensamiento social a la persona humana y

considera a la sociedad como una relación interpersonal que debe contener la libertad

política.

Ajeno este escrito al deseo de maquillar el pensamiento de Caso, se debe afirmar que a

través de elogiar la propiedad privada y la persona de Dios, hallaba argumentos para

oponerse al socialismo. De la misma manera, se mostraba crítico del partido único que

surgía en Rusia excusado en lo que llamaron marxismo-leninismo, pero era ciego al partido

único que se instalaba en México. Paradójicamente, él mismo había explicado esta ceguera

a partir de lo que llamaba bovarismo nacional (concebirse distinto a cómo en realidad se es,

vicio atribuido a Jules Gautier el personaje de Flaubert) de la que trágicamente, su persona

era un ejemplo.

Además, Caso se mostró escéptico a la integración étnica mexicana en un país moderno, a

la creación de un pensamiento propio ajeno a la copia de la reflexión en el extranjero y a la

instauración de un régimen verdaderamente democrático. No obstante confiaba que la

práctica de la justicia y la generalización de la educación, podía posibilitar la redención. El

verdadero patriotismo consistía en reconocer al prójimo como semejante y no hacer

discriminaciones, la alianza nacional debía ser con Latinoamérica para lograr un auge

civilizatorio.

5 Se trata de la teoría de la sucesión de los cinco modos de producción expresada finalmente con la autoridad

de Stalin en Historia del Partido Comunista (Bolchevique) de la URSS (1938). 6 La Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas fue un Estado federativo formado a partir de la instauración

de un gobierno de consejos obreros en noviembre de 1917 en la mayor parte del Imperio Ruso. El Estado

logró conjuntar en julio de 1949 a 16 repúblicas. Se disolvió la noche del 24 de diciembre de 1991, bajo la

presidencia de Mijail Gorbachov.

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La sociología, después de Caso, ya no discurriría bajo la guía de un pensador sino se crearía

a partir de una base institucional que permitiese la formación de sociólogos profesionales.

Este hecho queda marcado con la fundación en 1939 del Instituto de Investigaciones

Sociales (IIS) en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

IV. La sociología mexicana.

Con el concurso de Alfonso Caso, Narciso Bassols, Lombardo Toledano y Miguel Othón

Mendizábal se estableció el IISUNAM, cuyo objetivo principal era el estudio científico de

los problemas sociales para ofrecer soluciones. Posteriormente se nombró director a Lucio

Mendieta y Núñez (1895-1988) quien funda, en 1936, la Revista Mexicana de Sociología y

crea la colección de Estudios Sociológicos para dar a conocer la labor de la institución.

La revista pretendía "dar a conocer los trabajos del Instituto de Investigaciones Sociales;

estimular la investigación sociológica en nuestro país; dar a conocer los más recientes

estudios sociológicos modernos de Europa y América; estrechar relaciones y promover

intercambios con las principales instituciones de cultura e intelectuales dedicados al estudio

de las ciencias sociales". (RMS No. 1 1989)7

Otro acontecimiento en México, vino a darle un renovado impulso al desarrollo de la

sociología: se trata de la migración de intelectuales a raíz de la guerra civil en España

(1936-1938). Un número grande de intelectuales entre los que se puede mencionar a José

Gaos, José Miranda, Wenceslao Roces, José Medina Echavarría etc. Le dieron vida a la

Revista Mexicana de Sociología y a las cátedras de esta materia en México. La fundación

de la Casa de España en 1938 daría impulso a una institución de estudios superiores pues, a

instancias de Alfonso Reyes, se convertiría dos años después en El Colegio de México, que

entre sus objetivos buscaba impulsar la docencia e investigación en ciencias sociales.

José Medina Echavarría tuvo particular influencia en este nuevo ímpetu sociológico. En

1940 se había formado la editorial Fondo de Cultura Económica y se nombra a Medina

Echavarría para dirigir la sección de sociología, desde donde decidirá la traducción de las

obras de Durkheim (1858-1917), Pareto, Von Wiesse, Thorstein Veblen, Georg Simmel. El

mismo participa en la traducción de varias obras de Weber que se conocerán en español

antes que en inglés. También colabora en la fundación del Centro de Estudios Sociales del

Colegio de México en 1943, de corta duración, donde dirigirá la colección Jornadas. En

1941, Medina publica Sociología: teoría y técnica donde manifiesta que no puede existir

una ciencia sociológica sin teoría y sin una técnica pues además de infecunda "invita a la

acción siempre dispuesta del charlatán y del audaz". En esa obra se dará noticia de los

sociólogos jóvenes del mundo y las orientaciones teóricas que se discutían en esos tiempos

difíciles para la humanidad.

Por su parte, el guatemalteco Luis Recaséns Siches (1903-1977) que había hechos su

7 Citado por Carlos Martínez Assad en Presentación. Revista Mexicana de Sociología. Año LI, No. 1, enero-

marzo 1989. Página 1.

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carrera académica y política en España, encontró en México, un espacio que le negaban los

aciagos acontecimientos de la guerra civil. Recaséns vigorizará la vieja cátedra de

sociología de las escuelas de derecho con Vida humana, sociedad y derecho y Lecciones de

sociología (1948), que se transformaría con el tiempo en la monumental obra Tratado

general de sociología cuya primera edición fue en 1956.

Durante la década de 1940, los autores estuvieron obsesionados por definir a la sociología,

su cientificidad, el campo de estudio, los conceptos, métodos y técnicas, así como sus

relaciones con otras ciencias. Además, se hicieron análisis cuantitativos, en especial

estudios demográficos y tipologías, se estudió el conflicto social, los valores, la dinámica

social y los problemas sociales tales como delincuencia, estado de la familia etc. Los

estudios teóricos recurrían a autores como Comte, Durkheim, Weber, Simmel, Parsons,

Sorokin, Wiesse, Lasalle, Croce, Merton, Heidegger, Bogardus, Tarde, Tönnies y Antonio

Caso.

En lo referente, a la definición de la sociología, Luis Recaséns Siches afirmaba que "La

sociología no se funda como ciencia dedicada especialmente a la captación de los

fenómenos colectivos hasta el comienzo del siglo XIX" (RMS No. 1 de 1939).8 René

Barragán afirmaba que gracias a las revoluciones de la sociedad industrial europea (siglos

XIX y XX) se pudo analizar la esencia autónoma de lo social por una ciencia que se nutría

de dos tradiciones: la científica cercana a la ciencia experimental centrada en las

mediciones y la filosófica que buscaba el espíritu social común a los hechos singulares

influida por el hegelianismo. Barragán pasaba revista a Tönnies, Wiesse, Weber, Tarde,

Scheler y Spengler (RMS No. 1 de 1940). Recaséns había llamado historicista y formalista

a esas tendencias en lucha.

Tal debate tenía como representante de los primeros a George A. Lundberg (1895-1966),

Presidente de la American Sociological Society, llamada después de la Segunda Guerra

Mundial, American Sociological Association, que escribía en la revista: "Hay que partir de

las verdades o axiomas que pueden tener validez para dirigir y delimitar la investigación

(...) su valor científico práctico depende enteramente de la posibilidad de deducir de ellos

los teoremas que describan correctamente las conductas de un gran número de

acontecimientos concretos observados. La demostración objetiva de que dichos teoremas se

ajustan a los hechos tiene que esperar el desarrollo de las divisas calculadas para la

estandarización de las relaciones humanas a fin de que los individuos puedan corroborar o

refutar sus observaciones entre sí. Los postulados que deberán adoptarse finalmente

dependen únicamente de su relativa capacidad para abarcar un gran número de casos"

(RMS No. 4, 1941).

Por la otra parte, Gastón Bouthoul (1896-1980) señalaba que los sociólogos buscaban

entender a la sociedad como "un grupo de hombres de la misma mentalidad, la cual no está

creada ni por la vecindad ni por la analogía física" sino por la identidad psicológica en el

mismo ideal que crea una lógica de vida (RMS No. 4 de 1949).

8 Las citas que siguen deben su noticia a Sara Sefchovich. Los caminos de la sociología en el laberinto de la

Revista Mexicana de Sociología. En Revista Mexicana de Sociología, Año LI, No. 1 enero-marzo 1989.

Páginas 5 a 101. La selección e interpretación, cuando existe, son responsabilidad del autor de este trabajo.

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Lucio Mendieta y Núñez completaba la definición de la sociología recalcando un

compromiso social; afirmaba que el afán de construir un mundo mejor era la vocación

sociológica. Por tanto la sociología debía ser rica "En crítica precisa, procediendo por

aproximaciones, de un conjunto complejo extrae los grupos sociales, su organización y

desarrollo, la influencia de los factores externos e internos de la dinámica social" (RMS No.

1 de 1939). Lundberg añadía que la contribución concreta del sociólogo se establecía en

tres ámbitos: el primero y principal, el conocimiento real dentro de las alternativas de

acción que existan bajo determinadas condiciones y las probables consecuencias de cada

una de ellas; la segunda, debe saber indicarse lo que la masa humana desea bajo

determinadas circunstancias; y finalmente, la tercera debe desarrollar su ciencia a través de

las técnicas administrativas para satisfacer más eficiente y económicamente esos deseos

(RMS No. 4 de 1941).

Sin embargo también se tenía una actitud más contemplativa de la sociología. Así, Pitirim

Sorokin afirmaba que las ciencias sociales en el siglo XX deben orientarse al cómo y al

porqué del cambio sociocultural y sus uniformidades (RMS No. 2 de 1944). Manuel Gamio

también señalaba igual objeto de estudio: los modos de ser y desarrollarse de la población,

su forma de constituirse y sus procesos mentales (RMS No. 2 de 1939). Mario Lins

señalaba que la finalidad de la sociología era construir un sistema de coherencia lógica

(RMS No. 2 de 1949).

Mientras tanto otros tenían una visión experimental pero igualmente ajena al compromiso

social. Por ejemplo, Dimitri Gusti opinaba que se trataba de verificar las generalizaciones

mediante la prueba empírica (RMS No.2 de 1947).

A pesar de la Segunda Guerra Mundial, la actividad teórica en la sociología mexicana se

mantuvo con un nivel de apertura y notable profundidad. Se discutían las ideas de Sorokin,

Redfield y Ogburn, la mayoría de los citados visitaban y conocían a sus colegas mexicanos.

Estaban presentes las preocupaciones marxistas de Rodolfo Mondolfo, las humanistas de

Alfredo Povina y las filosóficas de Uranga. No obstante empieza a manifestarse cada vez

más un divorcio entre los intelectuales que se convierten en difusores de una corriente o

pensador europeo y aquellos que reclaman nutrirse de la tradición de pensamiento

latinoamericano. Estas dos posiciones se habrán de ahondar con el transcurso de los años

siendo extremas en la actualidad, como se verá adelante.

Por una parte estaban, García Máynez que daba a conocer a Hartmann, Francisco Larroyo

que reclamaba atención al neokantismo, Samuel Ramos difusor de las ideas de Ortega y

Gasset. Los eminentes profesores españoles, Joaquín Xirau, García Bacca, Roura Parella y

Eduardo Nicol difundían el historicismo alemán sobre todo Dilthey, el existencialismo de

Sartre y de Heidegger.

Por la otra parte se encontraban Pablo González Casanova, Rafael Heliodoro Valle, Alvarez

Andrews, Carneiro Leao, Patrón Irigoyen, que reclamaban atención a las ideas de Bello,

Rodó, Sarmiento, Vasconcelos, Mora, Mariátegui, Martí, Varona. Toda esta reflexión se

daba en el marco de recalcar la unidad latinoamericana.

Un vistazo a los temas que se discutieron con ocasión del Primer Congreso Nacional de

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Sociología da cuenta de las preocupaciones a inicio de la década de los años 1950.9 Las

mesas eran: 1) enseñanza e investigación de las ciencias sociales; 2) la familia; 3) las clases

sociales; 4) la opinión pública; 5) sociología criminal; 6) sociología y antropología; 7) la

educación; 8) sociología de la cultura; 9) la sociología y las ciencias auxiliares; 10)

métodos de investigación social; 11) temas libres sobre la sociedad en general o sobre algún

aspecto de la sociedad en México.

La década del cincuenta sería importante por otro hecho: el aparecimiento de los estudios

profesionales. En efecto, al final de la segunda guerra mundial se fundó la Organización de

Naciones Unidas para la ciencia y la cultura, UNESCO, que impulsó la formación de

carreras profesionales en áreas de ciencias sociales y políticas. Lucio Mendieta y Núñez,

organizador de la Asociación Mexicana de Sociología, afiliada a la entidad internacional,

propuso la creación de la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

En 1951, año de su fundación se inscribieron 142 estudiantes de los que sólo 3 estudiarían

sociología. En 1977 había inscritos 7 mil estudiantes de los cuales la mitad estudiaba

sociología.

En esta década, el desarrollo de la sociología estuvo afectado directamente por los

acontecimientos internacionales. Si bien es cierto que se había establecido la guerra fría a

fines de la segunda guerra mundial,10

el estallido de la guerra de Corea provocó el

aparecimiento del macartismo que precipitó a los intelectuales estadounidenses en la

intolerancia a discutir la pertinencia de medidas de gobierno o posiciones filosóficas del

socialismo europeo.11

El apego servil que mostraron la mayor parte de los sociólogos

norteamericanos a esa posición les empezó a dar mala fama. Sin embargo, la presencia de

intelectuales enviados en algunos casos por la UNESCO y otras veces por las misiones

diplomáticas de Europa occidental ayudó a que no hubiera un rechazo tan terminante para

los funcionalistas norteamericanos. Entre estos sociólogos se pueden citar a los

estadounidenses Sorokin, Gouldner, Zimmerman, Young, Jones, Klineberg; franceses como

Bougle, Aron, Lenoir, Sirol, Bastide, Chevalier, Gurvitch; e italianos como Povina,

Germani y Bossano. En los años de 1950 destacan los estudios de José Iturriaga, La

estructura social y cultural de México; Julio Durán Ochoa, Población; Arturo González

9 Es oportuno señalar los temas de los congresos de sociología: el de 1951 fue igualmente comprensivo de

varios temas; el de 1952: sociología criminal; el de 1953: sociología de la educación; el de 1954: sociología

económica; el de 1955: sociología rural; el de 1956: sociología urbana; el de 1957: sociología del derecho; el

de 1958: sociología de la revolución; el de 1959: sociología de la planificación; el de 1960: sociología de la

política; el de 1961: sociología del trabajo; el de 1962: sociología de la reforma agraria; el de 1963: sociología

de la seguridad social; el de 1964: sociología de la reforma agraria; el de 1965: sociología del conflicto y la

cooperación. 10

Se llama “Guerra Fría” al enfrentamiento originado por el rechazo del Plan Marshall en la esfera de

influencia del ejército soviético en 1947, provocó la organización del mundo en alianzas militares a partir de

1948 con la Organización del Tratado del Atlántico del Norte, OTAN, que fue contestada por otra que

hegemonizaba la URSS. La Guerra Fría finalizó en 1992, con la aceptacón de las reglas de la organización

económica mundial bajo hegemonía de EUA por parte de Rusia que renunció a la URSS y los Estados

vasallos de Europa del Este. 11

Movimiento de depuración ideológica impulsado por el senador republicano de Wisconsin, Joseph

McCarthy (1907-1957) que dejó en claro que los intelectuales y funcionarios de EUA, debían profesar el

anticomunismo definido como oposición a cualquier expresión que reivindicara los pensadores o medidas

políticas del socialismo europeo, y en especial, la versión ideológica sistematizada por la Academia de

Ciencias de la URSS bajo el gobierno de Stalin.

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Cosío, Clases sociales en México; así como, Lucio Mendieta y Núñez, Los partidos

políticos, y, Las clases sociales.

A fines de la década de 1950, la Escuela de Ciencias Políticas de la UNAM recibe a

profesionales que han hecho postgrados en el extranjero. Entre ellos se destacan Víctor

Flores Olea, Enrique González Pedrero, Francisco López Cámara y Pablo González

Casanova (1922-..) que será nombrado en 1958 director de ésta. A partir del año siguiente

se amplía la carrera de 4 a 5 años y se refuerza la impartición de cursos de metodología y

técnicas de investigación.

Muchos de los nuevos egresados continuaron su formación en la Facultad Latinoamericana

de Ciencias Sociales (FLACSO) que tenía su primera sede en Santiago de Chile. Esta

institución académica buscaba coordinar el esfuerzo que realizaban otras instituciones

inspiradas por las Naciones Unidas, tales como: Comisión Económica para América Latina,

CEPAL, Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y Social, ILPES etc.

El desarrollo académico coincidía en México, con una serie de movilizaciones sociales

(médicos, maestros, ferrocarrileros) y la represión que vino a caracterizar a los sucesivos

regímenes del Partido Revolucionario Institucional, PRI. Mientras, internacionalmente,

Latinoamérica se sacudía con el triunfo de la revolución cubana y su radicalización

posterior. Así se fue gestando un sentimiento de insatisfacción y deseo de cambio.

El estado de la sociología a inicios de la década de 1960 queda expresado en la siguiente

descripción: "La decadencia de la vieja sociología latinoamericana es evidente; su

formalismo legal, su retórica fácil, sus especulaciones superficiales, le van haciendo perder

el viejo prestigio que tenía, encerrándola en las aulas y las ceremonias oficiales o

difundiéndola en libros famosos y pedestres (...) El sociólogo profesional -empirista- (...) se

quiere especialista y técnico au dessus de la política y la ideología, de la intuición y la

moralización, del partido y la lucha (...) Este tipo de sociólogo cae en un mal estilo, en un

español anglicizante, en una teoría de influjo parsoniano que en él sustituye a la filosofía,

en una noción del cambio social que anula la perspectiva histórica y en una posición

ideológica que no afecta al statu quo interno e internacional. Es una sociología que se niega

a la síntesis, que busca la monografía y pierde la perspectiva nacional e internacional, que

rechaza el escritorio y va al campo con los marcos teóricos de los escritorios de Harvard y

Columbia, (...) Fue así como algunos de los grandes temas clásicos de la sociología

latinoamericana, que obedecían a un intento de investigación basado en las perspectivas

políticas de la independencia y el liberalismo, se convirtieron en temas ridículos y tabúes:

el tema de la autonomía cultural, del imperialismo, de la revolución y el deber, son los

típicos temas rechazados".12

Sin embargo, los sociólogos que deseaban romper con ese estado de cosas formaban parte

de una generación de sociólogos latinoamericanos. Así se comienzan a acuñar nuevos

términos. En la discusión sobre urbanismo, se utiliza y disputa sobre el significado de

"marginalidad" para referirse a los habitantes urbanos de barrios miserables. El

12

Parte del discurso de Pablo González Casanova en su toma de posesión como director del IISUNAM en

1966, citado por Sara Sefchovich. Op. Cit. Página 28.

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pensamiento de la CEPAL comienza a estudiarse para entender los "cambios estructurales"

que deben emprenderse para enfrentar los problemas sociales de los países

latinoamericanos: a. urbanización; b. crisis rural: baja precios de la agroexportación y

decadencia de sistemas de tenencia de la tierra; c. incapacidad de absorver a la fuerza de

trabajo nueva; y, d. relaciones político económicas con los países industrializados.

El estudio de lo producido por la CEPAL, propagado por Osvaldo Sunkel y Celso Furtado

da lugar al aparecimiento de nuevos conceptos como el de "dependencia" de Teothonio Dos

Santos, Ruy Mauro Marini, Enzo Faletto o el de "revolución para terminar con el

subdesarrollo" de André Gunder Frank (1929-2005). Estos teóricos latinoamericanos

hubieron de terminar residiendo en México debido a la represión indiscriminada, masiva y

brutal que se empleó en Sudamérica para reprimir el descontento popular y los

movimientos armados de cambio social.

Los sociólogos latinoamericanos contaron en México con un espacio para desarrollar a

nivel teórico sus afanes académicos así como los problemas de la revolución. Por ejemplo,

Orlando Fals Borda escribe en la Revista Mexicana de Sociología sobre los movimientos

que inspirándose en las ideas de Ernesto "Che" Guevara aspiraban a transformar

revolucionariamente la economía latinoamericana (RMS No. 3 de 1968).

A partir de 1967, la Escuela de la UNAM se convierte en Facultad de Ciencias Políticas y

Sociales al ofrecer cursos de postgrado en sociología, ciencia política, estudios

latinoamericanos y relaciones internacionales.

No sólo la UNAM abre estudios de postgrado en sociología ya que en 1960 la Universidad

Iberoamericana (católica) organiza el propio. En 1973 se establece el centro de Estudios

Sociológicos en el Colegio de México bajo la dirección de Rodolfo Stavenhagen que ofrece

un programa de doctorado. En 1976, la sede México de la FLACSO que había sido

establecida tres años antes, abre maestrías en ciencia política y en sociología.

En 1974 se crea el Centro de Sociología de Oaxaca que culminará en 1981 con la fundación

del Instituto de Investigaciones Sociológicas de la Universidad Autónoma Benito Juárez de

Oaxaca. En 1983, la Universidad de Guadalajara ofrece igualmente estudios de postgrado

para los egresados de las universidades de provincia en sociología.

Al generalizarse el estudio universitario, aumentaron los trabajos de análisis. En este

sentido es importante recalcar la fundación de la Editorial Siglo XXI bajo la dirección de

Arnaldo Orfila Reynal (1897-1997) antiguo director del Fondo de Cultura Económica, que

se dedicó a promover los textos de la nueva generación de sociólogos latinoamericanos;

cabe destacar igualmente en este sentido, la labor desempeñada por el gerente de la misma,

Rodrigo Asturias Amado (1939-2005).13

La influencia de Pablo González Casanova desde los años 1960 será muy importante, él

mismo publicará La democracia en México en 1965, donde inicia un nuevo tipo de estudios

13

Rodrigo Asturias Amado es también conocido como Gaspar Ilóm, uno de los comandantes de la Unidad

Revolucionaria Nacional Guatemalteca. A pesar de su posición privilegiada, no editó su obra consistente en

una interpretación de la historia de Guatemala, así como varios textos sobre el racismo en Guatemala.

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e insiste en una versión crítica de las ciencias sociales. La posición de González Casanova

servirá para que los sociólogos no se uniformen con los norteamericanos en el fomento de

la guerra fría, en ese libro trata de conciliar los enfoques del empirismo norteamericano con

el marxismo europeo. Igualmente no desestima el uso de categorías novedosas como

"marginalismo" y "colonialismo interno". González Casanova volvió sobre el tema del

`bovarismo' de Caso pero de manera crítica: encuentra que detrás del régimen de muchos

partidos se esconde la realidad del partido único, la formal división de poderes esconde que

el poder legislativo aprueba sin discusión cualquier iniciativa presidencial, etc. Su tesis

consistía en afirmar la imposibilidad de un nuevo movimiento armado en México y que

debía emprenderse una lucha por la democracia para el progreso social del país,

reanimando los sectores populares de la revolución mexicana (el cardenismo, los allegados

a Lombardo Toledano etc.).

Después de un corto período en la Rectoría de la UNAM que fue frustrado por activistas de

derecha ligados a la seguridad estatal ("porros" en México), González Casanova publicó

Sociología de la explotación (1970), ataca el "falso rigor empirista" y el "marxismo

ortodoxo y dogmático" que renuncia a las grandes tradiciones del propio marxismo. En Las

categorías del desarrollo económico y la investigación en ciencias sociales (1967) había

criticado a los especialistas en la defensa del statu quo como los que habían trabajado en los

proyectos "Camelot", "Colonial" y "Simpatico" del Departamento de Defensa de los EUA.

Sostuvo que los sociólogos norteamericanos adoptarían categorías análogas a las marxistas

y los sociólogos de los países socialistas de esa época los instrumentos empiristas.

Un hecho social importante para el desarrollo de la sociología fue el movimiento del 68 en

México. Iniciado como una protesta estudiantil rápidamente tomó amplitud cívica que

permitió organizar a sectores que habían sido segregados de manera creciente por la

represión gubernamental. Con el movimiento de 1968 se popularizaron los marxismos:

cercanos a Bernstein que encabezaba el eurocomunismo, a Trotsky, Gramsci, a la

Academia de Ciencias de la URSS, a Mariátegui, al "Che", a Mao Ze Dong, y así otros

más. También aparece la reflexión ligada a la iglesia católica de latinoamérica que sería

conocida después como teología de la liberación. Una definición de esta teología la ofrece

Germán Guzmán que la concibe como "identificarse con el pueblo en la lucha por su

liberación (...) dando testimonio de cristianismo auténtico" (RMS No. 2 de 1970).

El optimismo reina en la sociología latinoamericana, esta actitud la expresa Florestán

Fernandes que considera al científico social (como se empieza a llamar a los sociólogos)

como el agente del cambio social, la sociología es clave para la solución de cualquier

problema social porque sólo ella permite la explicación macrosocial de la transición social

latinoamericana, así como la propuesta de alternativas de cambio e instrumentación de

soluciones (RMS No. 2 de 1966).

No obstante la realidad de la práctica sociológica enfrenta desde esos años la compra de

conciencias a través de proyectos directamente financiados por los servicios de inteligencia

de los países de la OTAN, como el plan Camelot (denunciado por Johan Galtung en la

RMS No.1 de 1968). Esos planes buscan combatir las teorías que están por el cambio en

Latinoamérica. Esta actitud culminará en el XI congreso latino-americano de sociología

celebrado en San José Costa Rica del 8 al 12 de julio de 1974, cuando bajo la presidencia

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de un exmilitante de la juventud comunista de Guatemala se condena a la teoría de la

dependencia por inexacta, ideológicamente dañina y políticamente desviacionista, con los

auspicios de la fundación FORD.

En la década de 1970, se puede señalar que las características principales de la sociología

son la aparición de escuelas de pensamiento y la organización de círculos cerrados para el

control académico y de recursos.

La primera característica, es decir, la aparición de corrientes de estilos de trabajo y

teorización, permite una agrupación en tres principales así como en tres nudos de discusión

importantes. Las escuelas están constituidas por la de la conducta social, la de instituciones

y sus funciones y las corrientes marxistas. Los temas de discusión más importantes se

componen por los estudios sobre el campesinado, los obreros y la conceptualización de las

clases sociales.

La segunda característica se desarrollará adelante al mencionar como su manifestación

obvia, la centralización de la actividad académica en la ciudad de México. Menos obvia

será la imposición de temas de reflexión académica a través de condicionar fondos de

investigación pero más efectiva.

La corriente de la conducta social trata de partir de los datos para con ellos elaborar teorías

regionales (teorías de alcance medio diría Robert K. Merton 1910-2003). Algunos han

comparado el estilo de esta escuela con la labor de los universitarios norteamericanos:

primero revisa toda la bibliografía, después diseña la encuesta, contrata encuestadores y

construye índices, por último compara los resultados con otras experiencias a las que les

asigna el rango de teoría a pesar de haber resultado de una situación totalmente diferente.

Entre los muchos estudios se podría citar como pionero el de Rafael Segovia, Politización

de niño mexicano, (1975).

La otra posición, se centra en el estudio de las instituciones y las funciones que

desempeñan. Algunos han mencionado que se puede calificar de estructural-funcionalista,

pues recuerda los estudios de A. R. Radcliffe-Brown (1881-1955). Aquí, se insiste en

buscar la particularidad de una institución que se considera básica para explicar la vida

social de un grupo o hasta del país. La insistencia en señalar la particularidad exclusiva

frente al mundo de los mexicanos se enmarca en los estudios de esta corriente; se habla por

ejemplo de la política mexicana, la forma de arbitrar por parte de estado mexicano, etc.

Entre los estudios que destacan se mencionan los de Fernando Pérez Correa, La revolución

mexicana, clases sociales y proyectos políticos (1971); José Luis Reyna, Control político,

estabilidad y desarrollo en México (1974); Jorge Montaño, Los pobres de la ciudad en los

asentamientos espontáneos: poder y política (1975); y Larisa Lomnitz, ¿Cómo sobreviven

los marginados? (1975).

No se puede hablar de un enfoque marxista único pues, en general, se desarrolló un debate

muy vivo entre los seguidores de las corrientes estructuralistas (a la manera de Nicos

Poulantzas), los partidarios del estudio de la práctica ideológica (inspirándose en Gramsci)

o aquellos que responden, atendiendo a sus intereses partidarios, a las preguntas teóricas,

naturalmente omitiendo a muchos se enlista a Gastón García Cantú, El socialismo en

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México (1969); Alonso Aguilar, Teoría y práctica del desarrollo latinoamericano (1967);

Víctor Flores Olea, Socialismo y política en América Latina (1966); Arnaldo Córdova, La

ideología de la Revolución Mexicana (1973); y, La formación del poder político en México

(1972); Miguel Basáñez, La lucha por la hegemonía en México, 1968-1980 (1981); Juan

Felipe Leal, México, Estado, burocracia y sindicatos, (1975) y Adolfo Gilly, La revolución

interrumpida (1971). Por su alto grado de identificación con las tesis de la Academia de

Ciencias de la URSS se encuentran los trabajos de Héctor Díaz Polanco, La teoría

indigenista y la integración, (1979).

En la otra clasificación de la sociología, se anota la discusión sobre el problema agrario que

durante el decenio de 1970 y primeros de 1980 provocó un vivo debate en el que

participaron no sólo sociólogos sino también estudiosos de otras ciencias sociales.

Entre muchos se puede mencionar sólo como ilustración a Jorge Martínez Ríos, Tenencia

de la tierra y desarrollo agrario en México (1970); Roger Bartra, Estructura agraria y

clases sociales en México (1974); Arturo Warman, Y venimos a contradecir: los

campesinos de Morelos y el Estado nacionales (1976); y, Luisa Paré, El proletariado

agrícola en México: ¿campesinos sin tierras o proletarios agrícolas? (1978).

Un punto de interés durante la década de 1970 fue la historia de la clase obrera mexicana.

Entre quiénes se dedicaron a estos estudios se encuentran: Pablo González Casanova,

Alejandra Moreno, Enrique Florescano, Juan Felipe Leal, Salvador Hernández, Sergio de la

Peña, Luisa Paré, José Ma. Calderón, Ricardo Pozas H., Roger Bartra, José Rivera Castro,

Samuel León, Arnaldo Córdova, Jorge Basurto, José Luis Reyna, Aurora Loyo, Raúl Trejo,

Octavio Rodríguez Araujo, Víctor Manuel Durand, David Maciel, Manuel Camacho,

Arnoldo Martínez Verdugo, Arturo Martínez Nateras y Gerardo Unsueta.

En cuanto al tema de las clases sociales, destaca el estudio particular de ciertos grupos. Así

por ejemplo, se cuentan los estudios de Ricardo Cinta, Burguesía nacional y desarrollo

(1972); Salvador Cordero y Rafael Santin, Los grupos industriales: una nueva

organización económica en México, (1977); y, José Luis Hoyo, Grupos empresariales:

dominación y hegemonía (1974).

A fines de la década de 1970, la influencia de las fundaciones que financian el trabajo

académico logra imponer el estudio del Estado como objeto privilegiado de atención. Las

primeras investigaciones habían sido hechas a fines de la década anterior y habían

elaborado una tipología: Estado populista estudiado por Basurto y Ianni entre otros; Estado

militarista por Zemmelmann y otros; y el Estado fascista por Agustín Cueva, Eliseo Borón

y Teothonio Dos Santos. Para los académicos sudamericanos no era tan difícil entender a

sus Estados, pero para los mexicanos era un acertijo. Roger Bartra escribe: "El Estado

mexicano es de un carácter avanzado y sofisticado, tan autónomo de las luchas de clases,

tan bonapartista, tan excepcional, tan revolucionario, tan nacional y tan arbitral que es

capaz de autorreproducirse y autoalimentarse sin necesidad de intervención de las fuerzas

sociales. El Estado se supone que es el gestor determinante de la sociedad, es quien da la

vida a las clases sociales y quien ordena y decide la forma de desarrollo económico" (No. 2

de 1976). Estas afirmaciones coincidían cuando el Estado mexicano gracias al control de la

renta del petróleo pensaba impeler a la sociedad mexicana al nivel de los países

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industrializados del mundo.

Sudamericanos y mexicanos acuden al reto de explicar el Estado mexicano. Manuel

Antonio Garretón piensa que la clave está en la ideología autoritaria; Sergio Zermeño en el

manejo de la política de masas; Julio Labastida en la aceleración del desarrollo del

capitalismo industrial en relación con el capital monopólico internacional; Norbert Lechner

en la agudización de la lucha de clases sin cambios en la antigua estructura estatal. Todos

los temas de investigación siempre guardan un capítulo para referirse al "enigma" del

Estado mexicano. El español Manuel Castells, profesor de la Universidad de Berkeley,

elabora sus tesis de crisis urbana con vista a la relación: ciudad de México y Estado (No. 4

de 1977). Raúl Benítez, Humberto Muñoz, Brígida García y Orlandina de Oliveira al

estudiar la población tienen que hacer referencia a las decisiones políticas tomadas por el

Estado (No.1 de 1978). Manuel Reyna piensa que el Estado tiene como necesidad en

México controlar al movimiento obrero (No. 3-4 de 1972).

Tal situación fue revertida hasta la década de 1980 pues los "estadólogos" a través de

estudios puramente teóricos acaparaban fondos de investigación y puestos de dirección en

centros de investigación. El lenguaje se volvía esotérico y sólo los iniciados podían ser

objeto de atención por las editoriales y revistas especializadas. Pablo González Casanova al

denunciar que "la mayor parte de los estudios sobre la sociedad y el Estado en América

Latina se inscriben en los marcos del `sistema' con un lenguaje marxista, estructuralista o

funcionalista o con una mezcla de todos esos lenguajes. Se describe al sistema y se explican

sus estructuras, su funciona-miento, sus contradicciones" (RMS No. 2 de 1981), pedía el

análisis concreto de situaciones concretas.

No obstante la presencia de sociólogos procedentes de los países industrializados se

incrementó: Gerrit Huizer, Robert Carty, Pierre Vilar, Alain Touraine etc. influencian la

práctica local a través de canalizar fondos e imponer temas de reflexión. La política del

garrote y la zanahoria hacía caminar a la sociología mexicana. José Serra y Fernando

Cardoso se quejaron de esa situación: "No es fácil ser intelectual en las sociedades de la

periferia del sistema capitalista. Menos aún ser intelectual de izquierda. Las tentaciones de

imitar son tan grandes y la realidad circundante tan evasiva que frecuentemente las palabras

adquieren un contorno mágico y los conceptos se diluyen entre medias verdades y plagios"

(RMS No.1 de 1987).

Además había un serio desperdicio de la capacidad profesional que se formó para los

centros dedicados a la investigación debido a la existencia de prácticas de discriminación y

obstaculización de los dirigentes académicos. En efecto, la práctica de la sociología muestra

una centralización absorbente en la ciudad de México. De acuerdo con los datos obtenidos

en la encuesta relativa a las Ciencias Sociales y Humanidades, en 1982 había 39 centros

dedicados a la sociología en México. Resulta significativo resaltar que de 761

investigadores, el 80.5% se localizaba en el Distrito Federal y de 316 proyectos a nivel

nacional, el 69.9% se centralizaba nuevamente en dicha ciudad.

De los 39 centros, 36 corresponden a entidades académicas y de estos la mitad está

localizado en la provincia. Estos centros no metropolitanos, tenían una corta vida

institucional. Si hacemos la cuenta, resulta que entre 1970 y 1974 se crearon 4 institutos,

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entre 1975 y 1979 sólo 2 y entre 1980 y 1984 se abrieron 12. La opinión de los

investigadores es sintomática sobre las condiciones en que se trabajaba:

México, 1984. Evaluación de los centros del sector académico dedicados a la sociología

por localización geográfica

Lugar / Condiciones Tiene Tendrá No reúne

México (área metropolitana) 4 13 1

Provincia 5 9 4 Fuente: Raúl Benítez Zenteno. La Ciencias sociales en México. México: CONACYT, 1987. Elaborado con

base en el cuadro 19.

De donde resulta que la labor que hubieron de realizar los sociólogos en provincia fue

digna de encomio pues sostuvieron un esfuerzo encaminado al progreso de una ciencia para

la ilustración de las conciencias de sus localidades. Entre los principales problemas a los

que se enfrentaban se hallaba el insuficiente o nulo apoyo financiero a los proyectos; el

secreto con que se administraban las invitaciones a eventos científicos; la murmuración por

parte de las autoridades académicas al difundir infundios sobre una supuesta baja calidad

académica o la "peligrosidad social" de las opiniones de los investigadores; el

financiamiento de actividades que tendían a obstaculizar, desinformar o sabotear cualquier

esfuerzo académico, así por ejemplo, cuando se proponía un proyecto de estudio era

corriente invitar a un profesional de la ciudad de México a que asista a dictar una

conferencia sobre el mismo tema ya sea para desautorizar la iniciativa si el proponente no

debatía con el invitado, o para que si se entraba en polémica quedaba demostrada la

agresividad, falta de tacto o cualquier otro calificativo que se sancionaba con la falta de

apoyo; no mencionamos otras actividades cerriles de las que se hubo de echar mano pues

nos desviamos del propósito del escrito. Igualmente, solía ocurrir que se bloqueaba el

trabajo de las universidades estatales desviando recursos y proyectos a otras instituciones

más dóciles a los dictados políticos de los gobernantes locales.

La publicación de los resultados en provincia también fue problema. El sociólogo era

obligado a entregar copias mecanoscritas de sus resultados en "auditorías" y "evaluaciones"

a las que llaman las autoridades que antes no han apoyado de ninguna manera al proyecto.

Estas copias eran puestas en directo conocimiento de investigadores que trabajaban el tema

en la ciudad de México, los que de esta manera obtenían datos e informaciones de primera

mano, sin haber realizado esfuerzo alguno pues para ellos si les otorgaban suficientes

viáticos y financiamiento las autoridades académicas de provincia.

A pesar de todo ello, en la década de 1980 se inició la sociología regional. Carlos Martínez

Assad fue quien impulsó este campo de estudio: "La cuestión regional, vinculada a la

construcción de la nación primero y luego a la modernización del Estado, fue la bandera de

algunos movimientos políticos y también señalamiento de las tareas que debía cumplir la

administración gubernamental. La consolidación en México de la centralización a nivel

nacional obligó a definir un proyecto que ha sido resultado de las distintas oposiciones

regionales" (No. 1 de 1983). Muchos sociólogos contribuyeron en este empeño como Pilar

Calvo, Jorge Zepeda e Irma Corra-les, así como los que residían en las distintas entidades

que conforman la Federación.

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No obstante lo que más concitó el interés de los sociólogos fue el ingreso a una etapa de

crecimiento negativo, devaluación monetaria, baja del precio internacional del petróleo,

decremento de la producción agrícola y desorden financiero. Un ejemplo de esta situación

es la obra de Pablo González Casanova y Héctor Aguilar Camín, comps. México ante la

crisis (1985).

Durante esta década se impulsó decididamente el estudio de unos pocos sociólogos que

eran el antecedente teórico de la escuela funcionalista de Harvard. A estos se les comienza

a llamar: los clásicos. Se trata de Max Weber, Emile Durkheim y eventualmente Pareto. Un

ejemplo relevante es la Revista Mexicana de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales,

que dedica, a la discusión de estos autores, su sección "perspectivas teóricas".14

Por otra parte, la reflexión sobre la democracia se vio alentada por la reforma política

ocurrida en México al aceptarse como conveniente que existieran varios partidos políticos y

no sólo el oficial. La discusión que se lleva a cabo a nivel político tiene como referentes

teóricos a Umberto Cerroni, Norberto Bobbio, Luhman, Altvater, Puga, Suárez etc.

Otros, en cambio, señalaron que era nocivo fomentar los estudios teóricos: "el excesivo

desarrollo de un aparato teórico conceptual ha determinado una pérdida de sensibilidad por

parte de los investigadores frente a las formas de abordar la realidad" escribe Hugo

Zemmelmann y afirma: "Debemos aprender a librarnos de las estructura teóricas, y a captar

el presente-que-está-dándose".15

De esa cuenta, el Centro de Estudios Sociológicos puso su

acento en los estudios específicos.

En contra, Sociológica, revista fundada en 1986 de la unidad Azcapotzalco de la

Universidad Autónoma Metropolitana, persiste en la bondad de reflexionar sobre las

distintas teorías sociológicas. En la misma tónica una nueva revista de la coordinación de

Sociología de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM se dedica a

desarrollar la teoría. La mayoría de las revistas, en general publicadas en las grandes

instituciones académicas del centro de México, se dedicaron durante esa década a

popularizar o repetir enfoques de teóricos de moda en EUA y Europa.

Nuevamente se cree que la repetición de teóricos de moda que desafortunadamente

conlleva el menosprecio de lo que piensa la persona que se encuentra al lado, el

ocultamiento de las ideas del que disiente y un falso sentimiento de cosmopolitismo puede

superar los problemas concretos que enfrenta la sociedad. El debate sociológico deja de ser

un problema sentido por los protagonistas para pasar a ser una barata "orquestación

propagandística".

14

Referido por Lidia Girola y Gina Zabludovsky. La teoría sociológica en México en la década de los

ochenta. En Sociológica. Año 6, número 15, enero – abril 1991. Página 20. 15

Citado por Girola y Zabludovsky. Op. Cit. Página 21.

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V. Crisis de la sociología mexicana.

Hay quiénes mantienen una mirada optimista sobre el estado de la sociología al inicio de la

década de 1990. En ese sentido, podemos citar a la socióloga Sara Sefchovich que parte de

un balance positivo de la década pasada para sustentar el presente: "Los años ochenta se

caracterizaron por ser críticos de todo y por devolver a las ciencias sociales al camino de la

humildad: ya no los grandes estudios, los grandes planteamientos teóricos-políticos, las

militancias, sino la utilidad de los conocimientos concretos sin por ello caer en el estilo

empirista de los años cincuenta, sino aprovechando todo tipo de bagage de la historia, la

economía y la teoría de los sesenta y setenta".16

Pero la riqueza de enfoques y estudios existentes en esos años no basta para desconocer

otros hechos preocupantes tales como la poca importancia que se concede a estos estudios

por parte de quienes dirigen el desarrollo científico, la baja en la matrícula de estudios

profesionales de sociología, el cierre de centros de estudios profesionales y de investigación

y la inutilidad de la producción teórica.

Una manifestación de la incomprensión sobre el significado del quehacer sociológico se

encuentra en la definición de especialidades de la sociología en el listado del sistema

nacional de investigadores que fomenta el Estado mexicano. Allí no aparece la teoría

sociológica, ello apunta a desconocer la importancia de formular textos comprensivos de la

materia para ofrecer la posibilidad de pensar la realidad social desde diferentes puntos de

vista.

En consonancia con este hecho, ha comenzado una tendencia a cerrar los estudios

profesionales a nivel de licenciatura en la carrera de sociología, aduciendo baja en la

matrícula de los mismos. Es cierto que la baja en la matrícula es una razón de peso para el

cierre de los centros de enseñanza pero hay también otros factores que no se consideran,

recuérdese que sólo con 3 estudiantes se iniciaron los estudios de este tipo en la UNAM.

El problema consiste en que los sociólogos han dejado de ser funcionales, en el sentido de

que la institución que los emplea se forja más problemas en lugar de satisfacer una

necesidad. En México, la mayor parte de los sociólogos serán empleados por el Estado, de

donde los funcionarios del régimen de partido único desconfiarán de quiénes están

entrenados para poner en duda el discurso explícito de los gobernantes. Por ejemplo, a

partir de la década de los noventa se comenzó a utilizar como justificación política la

necesidad de impulsar un proceso de modernización. Dicha prédica ya tenía varias décadas

de análisis en la sociología latinoamericana. Así, cuando se propuso como justificación del

cambio en América Latina, los sociólogos constataron en la realidad que los procesos de

modernización industrial no consistían precisamente en utilizar tecnología de vanguardia

sino en adquirir maquinaria usada de los países industriales que por su carácter atrasado no

podía competir efectivamente en esas economías. Se enviaba a la periferia para que

siguieran operando gracias a los bajos salarios que se pagaban en nuestros países. En suma,

el proceso de modernización, más bien se trataba de una deslocalización geográfica para

obtener ventajas de situarse en una zona atrasada, que siempre seguiría en ese estado puesto

16

Cfr. Sara Sefchovich. Op. Cit. Página 73.

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que la maquinaria moderna no contaminante sólo se implantaría en los países

industrializados.

De donde el sociólogo se convierte en una especie de profesional crítico encaminado a

expresar la discordancia entre las ilusiones del político y la realidad. Esa característica lo

vuelve una persona impertinente para el sistema de dominación, más interesado en la

alabanza que en conocer la realidad. No obstante, la pregunta obligada consiste en el

porqué una década antes era necesario y ahora no.

Dicha interrogante fue explicada por Alvin Gouldner17

cuando manifestó que contar con

profesionales críticos era una necesidad en los Estados interventores de la postguerra pues

antes que alabanzas necesitaban conocer exactamente donde estaban los problemas para

remediarlos. Con esta posición se ayudó a poner en crisis a la sociología occidental que se

identificaba con la que cultivaba la escuela de Harvard conocida como funcionalismo, cuyo

protagonista principal era Talcott Parsons, y al pensamiento social esbozado por la

Academia de Ciencias de la URSS en manuales que eran una peculiar interpretación de la

obra de Marx y Engels. En América Latina, fuera de los intelectuales encuadrados en

organizaciones bajo control de los EUA o la URSS, la mayoría de sociólogos supieron

mantener distancia a esos extremos.

Sin embargo, al agotarse el régimen socialista soviético que determinó la disolución de la

URSS, los vencedores se han creído en la necesidad de imponer sus puntos de vista de

manera absoluta. El cultivo de una sociología como la latinoamericana que se inicia con la

idea de la independencia y autonomía consustancial a la nacionalidad se convierte en el

nuevo enemigo. De esa cuenta, cesa el impulso internacional para la sociología pues los

problemas sociales y la protesta que acarrea pierden su carácter subversivo para convertirse

en expresión de desorden pero no de construcción de una alternativa.

Esto explica el porqué, los sectores académicos más ligados a los intereses centrales del

imperialismo,18

se desentienden de promover a la sociología. Lo mismo que funcionarios

cuya vida académica se ha desenvuelto en los centros industrializados metropolitanos

ataquen la formación académica en sociología.

Una consecuencia de esta nueva situación consiste en volver a la idea de grandes

17

Cfr. Alvin Gouldner. La crisis de la sociología occidental. 1 reimp. Trad. Néstor Míguez. Buenos Aires:

Amorrortu editores, 1979. Allí se lee: “Por lo tanto, el Estado necesita no sólo una ciencia social capaz de

facilitar la intervención planeada para resolver determinados problemas sociales; también la necesita como

retórica para persuadir a sectores renuentes o indecisos de la sociedad de que tales problemas realmente

existen y tienen proporciones peligrosas. Una vez comprometido a llevar a cabo tal intervención, el Estado

adquiere intereses creados propios en „publicitar‟ los problemas sociales cuya solución procura financiar.

Necesita, en otras palabras, investigadores sociales que puedan denunciar los problemas sociales que se

dispone a abordad”. Página 322 a 323. 18

Por imperialismo se entiende la apropiación de recursos de otro país a través de un acuerdo con la

oligarquía criolla. Ésta entrega el control del mercado, empresas o territorio; la producción de ciertos bienes,

en especial materias primas; y, hasta la utilización del trabajo local barato; a cambio de participar en el

consumo de bienes de lujo a los que accede rápidamente por disponer de fondos facilitados como préstamos,

donaciones, trueque o intercambio. El imperialismo supone la ingerencia del país dominante en los asuntos

políticos del subordinado bajo pretexto de apoyar a sus aliados. No obstante, también impulsa la

desorganización encubierta para conseguir mayores beneficios económicos.

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pensadores que uniforman las ideas sobre la sociedad. Un nombre, casi siempre

norteamericano, alemán o francés, se menciona hasta el cansancio, la prensa publica sus

artículos sin citas bibliográficas, los profesores charlatanes lo mencionan señalando que lo

leyeron en su idioma original y por ello no pueden referir bibliografía. Estos personajes casi

siempre ligados orgánicamente a proyectos de inteligencia, se convierten en `visitadores'

que autorizan y rechazan proyectos de investigación en los países a los que son invitados

justificándose su actuación por "su excelsa calidad, formación de excelencia, o sus

plusdoctorados" así como otras alabanzas a las que están prestos intelectuales serviles al

poder y los financiamientos.

A pesar de todas estas razones, existe todavía otra de mayor peso que llega al corazón

mismo de lo que se llama sociología. Se trata de que el proyecto de profesionalización de la

disciplina está agotado en México. En primer lugar, las autoridades académicas en general

desconocen la utilidad, finalidad, interés o campo de desarrollo de la sociología. Esta

característica no es sólo de esta disciplina sino también de otras, tales como la lingüística,

filosofía, etnología, letras etc. De ahí que inventen nuevos títulos como por ejemplo

desarrollo regional o estudios fronterizos. Es obvio que tales estudios los deberían

desarrollar sociólogos como una especialización o concreción de su profesión. Pero para la

administración académica tal conexión no forma parte de su conocimiento en razón del

trato aislado y localizado que le dan a los problemas de la realidad a estudiar.

En segundo lugar, la profesionalización no supuso el desarrollo de habilidades técnicas

entre los graduados. Tales capacidades que eran conocidas como sociografía o demoscopía,

siempre fueron dejadas de lado o presentadas como materias que se deben sufrir en los

pensum de estudios. De donde otros profesionales desarrollaron esas pericias: i.e. se

contrata a un técnico en mercadeo si se quiere una encuesta de oferta o demanda, a una

trabajadora social si se desea conocer la situación socioeconómica de un barrio, un

publicista para hacer una encuesta de opinión, etc.

Correlativa a esta característica se encuentra la idea que basta contratar a un sociólogo para

lograr un conocimiento del que se carece. Algo parecido a la adquisición de un banco de

datos: sabe cuántos campesinos desean créditos, cuántos demandan servicios en la ciudad

etc. Y si se comprueba que lo ignora es un indicio de la mala formación de los graduados.

Entre la burocracia de las más diversas instituciones no se acepta la idea que todo

conocimiento tendrá un costo en tiempo y dinero; así pues, la contratación de un

profesional de sociología debía ir acompañada de recursos correspondientes a tres veces su

sueldo para que pueda generar conocimientos útiles a la institución que se trate.

En tercer lugar, la formación académica no se interrogó convenientemente sobre el campo

de trabajo en la sociedad donde se desenvolvía la enseñanza. La carga del historicismo en la

formación en ciencias sociales de América Latina es muy grande y empata con la tradición

religiosa de sus universidades.19

De ahí que la preocupación por promover acciones

concretas en la sociedad no se considere en la formación académica.

19

Se utiliza el término historicismo como la corriente filosófica que divide al conocimiento científico en

natural e histórico. Afirma que éste último posee una validez que descansa en principios diferentes al primero.

Entre sus exponentes resalta Wilhelm Dilthey (1833-1911).

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En una universidad de América Latina, cualquier persona puede referir una discusión en los

patios de una universidad norteamericana otorgándosele un estatuto académico superior a

lo expuesto por Antonio Caso, o también elevar a nivel de Summa Theologiae un cajón

lleno de papelitos con ocurrencias de un generoso donante a un instituto filosófico por

encima de los llamados a la independencia, la autonomía cultural y la dignidad nacionales

de Juárez o de cualquier otro partidario de la independencia nacional. No es que el referido

patio y el susodicho cajón carezcan de valor, lo que acontece es que por extrapolarlos de la

sociedad donde tienen plena significación y llevarlos a las aulas de nuestras universidades

en América Latina generan una amnesia colectiva que amenaza con convertirnos en una

masa obscura sin rostros ni personalidad, que olvida lo que existe fuera de las aulas, piensa

que nieva en el trópico, que la excelencia está en el padrón de CONACYT y lo pésimo

donde él estudia. Y acompañando a esa denigración colectiva, los felices enanos

académicos boicotean las iniciativas de los que quieren reivindicar a la universidad de

América Latina, de los que llaman al pensamiento para la autonomía nacional, de los que

no se avergüenzan de ser indios, de los que quieren ser intelectuales orgánicos de un gran

movimiento que lleve a la unidad de los latinoamericanos sin la tutela de los EUA donde se

combata la miseria y se viva con dignidad. De esa cuenta se prefiere lo superfluo, la vida

contemplativa y la autoconsideración de ser totalmente extraño a lo que le rodea y por lo

tanto si perece ese medio, el intelectual servil piensa que él se salvará con las universidades

del padrón de excelencia de CONACYT.

Por ello es que la sociología no podrá progresar en un futuro cercano porque sus enemigos

son muchos y poderosos. No obstante no perecerá pues siempre quedarán aquellos que

deseen interrogarse sobre lo que provoca las guerras, las intervenciones, la conformidad

ante el totalitarismo. Habrán quiénes encuentren placer en la literatura que habla sobre los

psicohistoriadores, igualmente quiénes se sentirán identificados con Domingo F.

Sarmiento, Marx, Engels, Martí, Saint-Simon, Comte, Caso, Spencer, Teothonio Dos

Santos, Weber, González Casanova, Durkheim, José Cecilio del Valle, José Carlos

Mariátegui, Ernesto "Che" Guevara, Orlando Fals Borda, Anibal Quijano, Talcott Parsons,

Robert K. Merton, Wrigth Mills etc. Estos lectores tienen la vocación sociológica y esa es

la base para la práctica. Nuevas organizaciones que agrupen a Sociólogos se fundarán,

nuevas publicaciones aparecerán y de todo ello quedará constancia para los que se acerquen

a las bibliotecas a conocer lo mucho que se ha escrito y lo poco que se sabe sobre la

naturaleza social de la especie humana.

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Segunda Parte

La sociología en el Estado de Chiapas.

El conocimiento y difusión inicial de la sociología como disciplina estuvo ligado a los

personajes liberales de inicios de siglo en el Estado de Chiapas. Entre ellos destaca la figura

de Belisario Domínguez (1863-1913). Recibió el título de doctor en medicina en 1889 en la

Universidad de París, ciudad donde al igual que otros médicos se unió al movimiento

positivista. Domínguez organizó su biblioteca de acuerdo a las recomendaciones de Comte,

del que conocía su obra, al igual que la de Herbert Spencer. Su pensamiento estuvo influido

por Reclus, Darwin, MacAulay, Eduardo Hartmann y otros pensadores de gusto liberal.

No menos importante fue Emilio Rabasa Estebanell (1856-1930) que fundó la Escuela

Regional Preparatoria para emular la existente en el Distrito Federal, cuya consecuencia fue

la creación de la cátedra de sociología.

Otro personaje ligado al desarrollo de la sociología fue Arqueles Vela Salvatierra (1899- ),

originario de Tapachula, que realizó la primera obra de teoría sociológica de un chiapaneco:

Historia materialista del arte (1936), como periodista participó en la sección temas

sociológicos de El Nacional (1939).

No sólo entre los liberales se cultiva la sociología, pues el presbítero Eduardo Flores Ruiz

(1890- ) que estudió sociología en Roma, publica varias obras sobre temas históricos.

También se debe mencionar que la descripción y reflexión sobre la sociedad estuvo

presente entre los luchadores sociales, en especial en el período comprendido entre 1920-

1927, en el sur del Estado. Destacan los dirigentes e intelectuales del Partido Socialista

Chiapaneco, Ismael Mendoza y Ricardo Alfonso Paniagua. Fuera de consideraciones sobre

el origen y función que cumplía esa agrupación política (se debe reconocer su dependencia

de un sector del gobierno), lo cierto es que difundió como digno de considerar la necesidad

de entender a la sociedad en su conjunto para explicar fenómenos como la explotación en el

trabajo y otros temas ligados al socialismo.

Durante mucho tiempo la práctica y representación de la sociología chiapaneca estuvo

encomendada a los abogados, Andrés Serra Rojas (1904- ), originario de Pichucalco, que se

desempeño como catedrático de sociología en la UNAM, Instituto Politécnico y la Escuela

Nacional Preparatoria, destacándose sus estudios sobre teoría del Estado; y, Gloria León

Orantes, originaria de Tuxtla-Gutiérrez, que durante la década de 1960 asistió a los

congresos nacionales de sociología en atención al cargo de magistrada del Tribunal

Superior de Justicia.

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El establecimiento de los estudios universitarios de sociología en Chiapas obedece a varios

factores que ocurrieron alrededor de la mitad de los años 1970. En efecto, en septiembre de

1974 se funda la Universidad Autónoma de Chiapas. Durante el primer año define su

estructura académica, habiendo resultado que el campus III con sede en San Cristóbal de

Las Casas tenía como mandato: organizar un departamento de Sociología dentro del Area

de Ciencias Sociales que contaría además con los departamentos de Economía,

Antropología Social y Administración Pública como nuevas unidades docentes que se

unirían a la Escuela de Derecho ya en funciones.

Así mismo, se estableció a fines de 1974 el Centro de Investigaciones Ecológicas del

Sureste, como continuación de un programa de descentralización científica que

patrocinaron el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología -CONACYT-, la Universidad

Nacional Autónoma de México y el gobierno del Estado de Chiapas. Este centro científico

ayudó en el intento de arraigar profesionales de las Ciencias Sociales pues fundó un Area

Socio-económica.

Sin embargo tenemos que insistir en la importancia de la fundación de la carrera de

sociología pues será el eje a partir del cual se desarrollará con denuedo la investigación y la

docencia en forma original de esta disciplina. La base para el establecimiento de la carrera

fue la cátedra de sociología que existía en la Escuela de Derecho. Hay que anotar que la

mencionada escuela estaba organizada desde el siglo pasado y seguía los planes de la

UNAM, por ello contó con un curso de Sociología Jurídica en el primer año. Aún hoy,

existe este curso que languidece entre su orientación confesionalista y el estudio de los

temas que destacan lo curioso antes que el análisis de la realidad chiapaneca.

En 1975 se pensó que los profesores que tenían experiencia en esa cátedra podían ser los

indicados para impartir la docencia de la nueva carrera. No obstante, los estudiantes a fines

del ciclo decidieron buscar entre profesionales de otras instituciones que se habían radicado

en la ciudad. Debido a esta iniciativa, en 1977, la planta se integró con profesores que

participaban en trabajos de investigación social o se habían interesado en estudiar la

realidad chiapaneca. De esa cuenta fueron profesores, José Ignacio Ruiz de Francisco,

español, que después de laborar en los postgrados de la Universidad de Chapingo y de

Oaxaca buscaba a continuar su labor pionera en Chiapas, así mismo también haría lo propio

el antropólogo Manuel Coello, que estaba relacionado con el IISUNAM, y por último no se

puede dejar de mencionar al historiador Antonio García de León del Ins-tituto Nacional de

Antropología e Historia -INAH-.

El malestar de las autoridades de la Escuela de Derecho ante una alternativa académica a su

organización derivó en un conflicto donde los ánimos se fueron caldeando. Cuando esta

situación se unió a otros conflictos por los que atravesaba la UNACH, provocó que las

inexpertas autoridades universitarias decidieran suprimir la carrera por la vía del retraso de

pagos a maestros y el patrocinio de grupos de estudiantes que vandálicamente saquearon las

oficinas, archivos y se liaron a golpes con los estudiantes de las nuevas ciencias sociales

diferentes a Derecho.

Imposibilitada la universidad de acometer su trabajo científico por tales desórdenes, las

tareas de investigación social se desarrollaban en los centros de investigación existentes en

San Cristóbal de Las Casas o por comisionados desde la ciudad de México. El trabajo de

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Ricardo Pozas e Isabel H. de Pozas. Los indios en las clases sociales de México (1980),

inscrito en la corriente funcionalista descrita arriba, sirvió para problematizar el cambio

social y la cuestión étnica. Los trabajos que tratan de la estructura agraria son numerosos

pero destaca una colección bajo el título de Economía campesina y capitalismo dependiente

(1978). Allí se encuentran trabajos de Manuel Coello, Antonio García de León, Isabel H. de

Pozas y Ricardo Pozas entre otros.

También el Centro de Investigaciones Ecológicas del Sureste contó con la colaboración de

sociólogos. No obstante, se puede afirmar que los responsables de tales trabajos tenían una

formación diferente a la de ciencias sociales. De allí que en los equipos, a pesar de

integrarse con economistas, sociólogos y antropólogos sociales, la visión de profesionales

ligados a la ingeniería predominara. Sin embargo, los estudios pioneros para la descripción

de la realidad chiapaneca, son todavía referencia obligada para quiénes deseen estudiar a la

entidad. Destacan el de Mauricio Leguízamo et al. Las regiones agrícolas de Chiapas

(1979), que influyó en la planificación gubernamental pues los planes Chiapas comenzaron

a considerar a las regiones. Coetáneo a este trabajo fue el de Beatriz Canabal Cristiani et al.

El desarrollo de la economía campesina (1980), que también contribuyó a la formulación

de acciones encaminadas a favorecer a los campesinos de los altos.

Desde el Estado también se impulsaron proyectos de investigación social destaca entre ellos

el de Jesús Agustín Velasco. El desarrollo comunitario de la Sierra Madre de Chiapas: un

modelo de integración (1979). En el esfuerzo participaron funcionarios que pugnaban por

la creación de unidades especializadas para la planeación al interior del gobierno de la

entidad.

En 1978, la carrera de sociología de la UNACH, volvió a integrar la planta de maestros, del

grupo inicial continuaron los maestros José Ignacio Ruiz y Antonio García de León. Entre

los nuevos profesionales que vinieron a unirse a la Academia de Sociología (nombre como

se conoce a la reunión de maestros responsables de la carrera pues nunca se organizó el

departamento), se contaron a la socióloga Alma Barbosa y al politólogo Juan Blasco López,

español. La construcción de un edificio en la colonia Revolución Mexicana y el

consecuente traslado de las carreras de sociología, economía y antropología social, permitió

que amainaran los conflictos en el campus. Uno de los resultados de estos avatares en el

personal académico consistió en que la Escuela de Ciencias Sociales se rigiera por

autogobierno, es decir, los estudiantes constituían una asamblea de representantes que

ordenaba todos los aspectos de la vida universitaria y los profesores contaban apenas con el

10% del total de votos de esa asamblea que se llamaba Consejo Técnico.

En 1981, en nuevos concurso de oposición se unieron al Área de Ciencias Sociales de la

UNACH, maestros universitarios que provenían de Guatemala. Este país vivía un período

de masacres campesinas y asesinatos de intelectuales, muy extenso. Entre quienes quedaron

a cargo de los cursos de investigación social se encontraban Luis Raúl Salvadó y

Baldomero Arriaga Jerez. En la Academia de Sociología, Walda Barrios Ruiz y Antonio

Mosquera Aguilar que se unieron a los demás profesores José Ignacio Ruiz, Alma Barbosa,

Juan Blasco, Antonio Padilla Arroyo, Mariano Castillo Franco y Javier Quiñonez.

Todavía en 1982 ante el desarrollo de una sociología crítica en el seno universitario, las

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autoridades recurrieron nuevamente a las prácticas del año 1977 (suspensión de pagos,

saqueo biblioteca y patrocinio de bandas de estudiantes armados bajo la dirección de una

profesora argentina), empero el desarrollo académico ya no pudo frenarse en virtud del alto

número de estudiantes en la matrícula y la respuesta unida de los docentes en sostener el

trabajo académico a pesar de las amenazas. Todo ello pudo realizarse gracias al cambio de

administración, pues tomó posesión el Dr. Heberto Morales Constantino como nuevo

rector. Las nuevas autoridades académicas decidieron no obstaculizar el desarrollo

académico de las nueva carreras del Area de Ciencias Sociales.

De esta manera, desde 1983, los trabajos se realizaron con respeto a las diferentes

ideologías que existen en la universidad, se afirmó la libertad de conciencia y adscripción

personal partidaria así como se consideraba deseable tener una universidad autónoma con

integración democrática de sus órganos de gobierno.

El plan de estudios de la carrera de sociología fue aprobado de una propuesta de los

profesores, Antonio Padilla Arroyo y Antonio Mosquera Aguilar, que recogieron la

experiencia de trabajo que se había ido plasmando en cursos que se impartían a los

estudiantes de manera regular. De esa cuenta resultó que se aceptó la exigencia

administrativa de que hubiera un tronco común de dos años con las carreras de Economía y

Antropología. La carrera supuso además cinco semestres, organizados en 6 grupos de

materias: teoría sociológica, teoría de la superestructura, formación social mexicana,

historia social, investigación sociológica y sociología agraria.

Acorde con las corrientes existentes en esa época, la teoría sociológica se iniciaba pasando

revista a los soció-logos conocidos como clásicos: Saint-Simon, Comte, Emile Durkheim y

Max Weber; después se revisaba a los funcionalistas en especial Talcott Parsons y se

terminaba con una visión sobre lo que era calificado como la crisis del funcionalismo. A la

par que se conocía a estos exponentes de la teoría sociológica se estudiaba el pensamiento

del movimiento socialista, en especial la corriente denominada Neomarxismo integrada por

Marcuse, Horkheimer, Adorno, Habermas, Frömm etc. y enriquecida por teóricos no

europeos como Ernesto "Che" Guevara, Fidel Castro, Mao Ze Dong, Nguyen Giap, José

Carlos Mariátegui; así como teóricos de la liberación nacional tales como Frantz Fanon,

Albert Memmi, Jean Loup Herbert, etc.

Esta iniciativa académica plasmaba la propuesta de una ciencia social ecléctica pero

altamente crítica de la realidad. En esos años, se propugnaba por dar fin a la guerra fría a

través de enunciar que lo mejor era entender las propuestas teóricas de los sociólogos con el

ánimo de incorporarlas a la práctica de la investigación antes que caer en discusiones

bizantinas sobre si tenían razón los funcionalistas o la sistematización de la Academia de

Ciencias de la URSS. Los partidarios de ambas posiciones conllevaban visiones de muy

corto alcance que negaban hechos reales con tal de sostener afirmaciones dogmáticas.

No obstante, una buena parte de los profesores del Area de Ciencias Sociales había sido

formado en la década de 1970, de donde desarrollaron posiciones bastante intransigentes en

relación a estudiar autores distintos a la sistematización de la Academia de Ciencias de la

URSS. Uno de ellos, de la carrera de economía, responsable estatal de un partido nacional

llegó al colmo de utilizar a sus activistas para hacer rótulos en las calles de la ciudad contra

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lo que mencionaba era una intervención "imperialista" en los planes de estudio.

Otros profesores ligados a los aparatos de control político del Estado protestaban de manera

encubierta ante el análisis que se sometía al sistema político nacional y estatal. Argüían que

esa ciencia social crítica era una intromisión política en la vida universitaria y preparaba las

carreras para optar a puestos de los profesores de sociología. Para no revelar su adscripción

partidaria oficial encubrían sus posiciones con el discurso de la Academia de Ciencias de la

URSS que se proclamaba como única forma de pensamiento social.

No obstante, el plan consiguió demostrar sus bondades al impulsar trabajos de

investigación académica en la universidad, impedir la manipulación de los estudiantes por

las fuerzas políticas dominantes en el Estado (todas en el partido oficial) y privilegiar el

trabajo académico por encima del fácil discurso politiquero. Este hecho se confirmó con la

graduación de los primeros egresados de la carrera:

María Teresa Castillo Burguete. Evolución social de la tenencia de la tierra en Chiapas: el

caso de Cintalapa, 1900-1940. San Cristóbal de Las Casas: tesis de sociología de la

UNACH, 13 de julio de 1984.

Gonzalo Isaías Hernández Díaz. El cultivo del café en la zona norte de Chiapas. San

Cristóbal de Las Casas: tesis de sociología de la UNACH, 10 de noviembre 1986.

José Manuel Díaz Coutiño. La fuerza de trabajo migratoria en la sub-región San

Cristóbal: el caso de tres comunidades. San Cristóbal de Las Casas: tesis de Sociología de

la UNACH, 9 de octubre de 1987.

Además, se organizó el Programa de Investigaciones de la Academia de Sociología que

integró en programas institucionales de investigación a docentes y alumnos habiendo

resultado de éste empeño académico los siguientes estudios:

Antonio Padilla Arroyo. El semiproletariado:conciencia y organización; una historia

inconclusa. México:UNAM tesis enep-Acatlán, 1984.

María Isabel Pérez Enríquez. Impacto de la organización político-religioso en los

movimientos migratorios de la zona Tzotzil de los altos de Chiapas. San Cristóbal de Las

Casas, Chiapas: mecanoscrito 1985.

Antonio Mosquera Aguilar. Los trabajadores guatemaltecos migrantes a Chiapas, México.

Guatemala: Editorial Tiempos Modernos, 1990.

La carrera se había estabilizado y desarrollaba con normalidad sus trabajos. En 1984, las

maestras Ana Santamaría Galván y Walda Barrios Ruiz iniciaron los trabajos del taller de

estudio sobre la situación de las mujeres en los altos de Chiapas, Anzetik. Entre sus

primeras acciones estuvo la publicación de tres boletines donde expusieron varios trabajos

de estudio feminista que no se editaban por la indolencia de funcionarios académicos. La

revista Anzetik tuvo muy buena acogida en todos los ambientes intelectuales locales e

incluso fue solicitada por organizaciones feministas alejadas de la localidad.

Este taller feminista tuvo también dificultades similares a las apuntadas para la docencia

cuando empezaron a realizar su trabajo. Debido al rápido crecimiento, algunas de sus

miembros insistían en relacionar al taller con líderes de la CNOP que por transmutaciones

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propias de su discurso resultaban ser la vanguardia del feminismo revolucionario. Ante la

defensa de una actitud responsable en el marco de la autonomía universitaria que permite el

diálogo respetuoso entre muchas opciones políticas, sin parcializar ni sectarizar, las

promotoras de tales alianzas que se presentaban como aliadas del profesor de economía

antes referido, tuvieron que salir del mismo.

Durante los años de 1985 y 1986, cuando la UNACH se conmovía por movimientos

salvajes (saqueos permanentes de la rectoría, tomas armadas de escuelas, robo de autos de

la universidad etc.), el Área de Ciencias Sociales realizaba su labor académica ciertamente

en medio de enfrentamientos como se ha mencionado, pero sin desbordar los límites de una

política civilizada. Al final, las confrontaciones se resolvían recurriendo a la elección

periódica del Coordinador de las carreras que conformaban el Área. Y aunque es cierto, que

muchas veces el electo se dedicó a entorpecer la labor de investigación, a recoger las

máquinas de escribir, sacar a los investigadores de sus cubículos etc., reflejaba el ánimo

transitoriamente mayoritario de una posición política intoxicada por la versión escolástica

de la Academia de Ciencias de la URSS, en donde coexistían activistas de partidos políticos

con esa visión y personas vinculadas a los aparatos de seguridad política disfrazados de

estudiantes o maestros.

En 1987, la Academia de Sociología estuvo integrada por los profesores: José Ignacio Ruiz

de Francisco, Juan Blasco, Oscar Gordillo, Juan Carlos Cabrera, Manuel Coello, Guillermo

Peláez, Juan González Esponda, María Isabel Pérez, Walda Barrios Ruiz y Antonio

Mosquera Aguilar. Los trabajos académicos se realizaban con regularidad y se estaban

generando crestomatías para uniformar un conocimiento bibliográfico mínimo exigible por

curso. Se iniciaron intercambios académicos que permitieron a profesores extranjeros servir

cursos y se inició un programa para incrementar el grado de los profesores.

De acuerdo a un balance efectuado en 1988 se decía que en Chiapas no se podía hablar más

que de una etapa inicial en el desarrollo de la sociología. No bastaba con la existencia de

una unidad docente dedicada a la sociología pues los estudiantes de esa época (en su

mayoría trabajaban de maestros de educación primaria y secundaria) tenían a la disciplina

como complementaria de su actividad profesional. Tampoco el Área Socioeconómica del

CIES permitía afirmar una madurez científica en este ramo. En principio, los estudios

académicos no se publicaban pese a contar la institución con una unidad de impresión

moderna. Entre los pocos editados referentes a la estructura social se puede nombrar a:

Carlos H. Castillo. La estructura agraria y social del Soconusco. Un siglo después (1985).

César Ordóñez M. Contexto socioeconómico de la producción agrícola (1985). Roberto

Wasserstrom. La tierra y el trabajo agrícola en Chiapas Central: un análisis regional

(1985). Además, los dirigentes de esa institución carentes de conocimientos sobre el

significado de las ciencias sociales pensaban que se trataba de algo secundario, lo que los

llevó a cerrar plazas y hacer recortes presupuestales en la mencionada Área.

Paradójicamente, en el CIES, los resultados de investigación los manejaban en el más

absoluto secreto para la comunidad académica haciendo informes que eran enviados

solamente a las altas autoridades gubernamentales. Hay que señalar que algunos

investigadores científicos quisieron protestar organizando un sindicato, lo que motivó una

actuación vergonzosa de parte de la dirección antes de decidir su despido.

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No obstante, la enseñanza de la sociología mostraba todavía dinamismo pues en ese año de

1988, cuando cumplían cinco años de ejecución los planes de estudio, los profesores

decidieron iniciar un proceso de discusión que llevara a su modificación. Para el efecto, se

llamaron a varias asambleas de la carrera para discutir el proceso, las instancias de decisión

y la formulación de propuestas. En esta asambleas se contó con la presencia de la mayoría

de estudiantes y profesores. Aunque los trabajos no avanzaban rápidamente, se generó la

conciencia de que debían cambiarse los contenidos pues algunos amenazaban convertirse

en obsoletos.

En 1989, se organizó un Congreso Regional de Sociología que sirviera de aliciente a los

trabajos y de revisión crítica del trabajo académico. Durante el mismo se insistió en la

necesidad de estudiar lo que se llamó una sociología de la religión, los académicos

avizoraban en el horizonte la existencia de problemas por enfrentamientos en las co-

munidades de los altos en este aspecto. La participación política en el sureste de México fue

objeto de especial atención tomando en cuenta la importancia de la dirección de los

gobiernos en la conformación cultural y social de las entidades.

En estos y similares trabajos se encontraba la comunidad universitaria, cuando de

improviso, sin consulta, la legislatura constitucional del Estado de Chiapas decidió la

modificación de la Ley Orgánica de la universidad en agosto de 1989. El primero y más

obvio resultado consistió en terminar con el autogobierno. No obstante, dicho cambio no se

resintió inmediatamente porque el Mtro. Pedro Ovalle Muñoz, economista, que se

encontraba de coordinador y pasó a ser director, continuó consultando sus decisiones.

Terminó su gestión organizando nuevas elecciones de director que fueron desconocidas por

la Rectoría, nombrando un interventor el 24 de agosto de 1990.

Aunque la intervención de la Escuela de Ciencias Sociales a cargo de un nosólogo fue

breve, dejó como secuela un ánimo contrario a la carrera de sociología. El 7 de marzo de

1991 se nombró a un nuevo director que ha intentado volver sobre el proyecto académico.

Tal hecho no se podido concretar en razón de la existencia de un ánimo contrario al cambio

de planes de estudio en la nueva Escuela de Ciencias Sociales, en especial referido a

Sociología.

Los profesores que conformaron en 1993 la academia de sociología fueron: María Isabel

Pérez Enríquez, Leticia Pons Bonals, Amalia Nivón Bolán, Keila Sotomayor Guadarrama,

Marta Patricia Ochoa Fernández, Walda Elena Barrios Ruiz, Juan Blasco López, Manuel

Coello Hernández, Oscar Gordillo Guillén, Francisco Javier Hernández Domínguez,

Eduardo Paulino Hernández Aguilar, Guillermo Muñoz Román, Juan Carlos Cabrera

Fuentes, Juan González Esponda y Antonio Mosquera Aguilar, además se contó con la

presencia de Emilio Sánchez Cartas por intercambio académico con la Facultad de Filosofía

e Historia de la Universidad de la Habana, Cuba.

El principal problema que enfrenta el desarrollo de la enseñanza de sociología que se

supone será la base para la formación de un conjunto de profesionales capaces de

desarrollar la disciplina es la existencia de un ambiente autoritario propio de la estructura

política del Estado de Chiapas que privilegia la decisión en manos de los encargados

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administrativos por encima de los académicos. Así es corriente que un ingeniero o un

patólogo, sean quiénes tomen las decisiones sobre las necesidades de estudio para las

ciencias sociales. Sin embargo, el futuro no permite lugar para el pesimismo pues con la

ampliación de la democracia en Chiapas, también la sociología logrará desarrollarse.

El programa inmediato de los sociólogos en Chiapas es claro: unirse en una asociación

independiente de los intereses que privan en el gobierno y el partido oficial sin que

signifique que es contraria a ellos y los combate; concretar nuevos planes de estudio en la

UNACH y desarrollar asociaciones de investigación científica autónomas de los poderes

administrativos.

San Cristóbal de Las Casas, 15 de mayo de 1993.

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