Historia de Caudete, por Jesús Sánchez Díaz, de 1956

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Al lectorEl amor, nicamente el gran amor que profesamos a esta Villa, cuna y sepulcro de nuestros mayores, donde hace exactamente veintiocho a o s constituimos una nueva familia caudetana y en cuyo partido o paraje de Borbn quedaron enterrados, de 1936 a 1939, nuestras ms caras esperanzas e ilusiones, nos ha llevado, en alas de un verdadero espritu de servicio y sacrif icio, a efectuar este trabajo de modestas proporciones ciertamente, pero que no ha estado exento de dif icultades, esfuerzos y pacientes investigaciones por la insuf iciencia de medios de que hemos dispuesto y por el hecho de ser la primera de esta clase de obras que se escribe sobre Caudete. Y nos hemos decidido a ello porque nos dola en el alma que nuestra Villa, de relativa importancia dentro de la provincia de Albacete, de ilustre abolengo y con honrosos ttulos, que testimonian un glorioso pasado, careciese de historia escrita, que es casi como no tenerla, pues no puede considerarse completa la nobleza sin expresin de su ejecutoria, siendo as que otros pueblos inferiores al nuestro por todos conceptos, se ufanaban mostrando la suya a propios y extraos. No pretendemos, en modo alguno, haber realizado nada def initivo. Este librito puede considerarse como un primer paso para una Historia completa y bien documentada, que esperamos realicen, en lo futuro, otros hijos de esta noble tierra que cuenten con ms medios, tiempo y competencia que nosotros. Ha sido una satisf accin comprobar el entusiasmo que nuestro propsito ha despertado y la colaboracin que espontneamente se nos ha prestado por los buenos caudetanos a quienes nos hemos dirigido. Vaya, en primer lugar, y a este respecto, a nuestro nuestros agradecimiento compaeros por de la el aliciente, directrices de

crtica

constructiva

Junta

pro-Historia

Caudete, constituida en octubre de 1955, a saber, el seor Cura Prroco-Arcipreste, don Vicente Dimas Soler; el hijo predilecto de la localidad, T.

Excmo. seor don Cristbal

Gracia Martnez, Consejero nacional

de F. E.

y de las J . O. N. S. por esta provincia y Gobernador civil de La Corua; el ilustre M. I. caudetano P. Elas Ban, 0. C.; el seor Alcalde-Presidente del

Ayuntamiento, don Jos Puche Soriano, gran entusiasta de este pueblo

de su adopcin; el seor Juez comarcal, don Luis Martnez Requena, de antigua y distinguida Presidente de familia de la la M . caudetana; I. el farmacutico de la Virgen Jos don de Jos Gracia; Gracia. Esteve y el Recorque

Martnez, joven damos,

Mayordoma local, y

directivo as

Accin

Catlica

don

Conejero a los

mismo,

con

complacencia

agradecimiento

convecinos

nos han prestado libros costosos que no poseamos y descritos de la mayor importancia datos y para nuestro cometido, as como a quienes nos han facilitado por temor cmo no el

restos

prehistricos

e histricos, cuya lista

no publicamos sobre todo,

a incurrir expresar Ilmo.

en lamentables nuestro sincero del

e involuntarias reconocimiento Colegio Notarial

omisiones. Y a de nuestro Burgos,

eximio don

paisano, Pedro

seor

Decano

Snchez

Requena, que valora esta humilde obra con la rica aportacin de su Prlogo, singular ejemplo de belleza literaria y acendrado caudetanismo? Queda este lando libro: a bien servir de a manifiesto la patria a nuestro chica, propsito al a sacar su a la luz y pblica estimudignos 1

contribuyendo

esplendor para

nuestros

paisanos

una constante

superacin

hacerse

del pasado y contribuir al bien propio y al de esta tierra cuyo suelo pisamos y con cuyos paisajes, cargados religiosidad, principalmente rincn dezas de nos deleitamos. los de historia y pictricos de patriotismo excitar en los de por slo forma y de fuera, este granparte

Tambin

pretendemos un

entre

comprovincianos, en la

respetuoso de

inters que que

Albacete, aportar

empotrado a la

provincia

Alicante, de la

quiere

jurisdiccin

administrativa

desde hace ya casi 125 aos, y que a todos invita vengan, cuando menos, por las fiestas septembrinas, a solicitar, de nuestra excelsa Patrona las gracias que a manos llenas derrama desde su trono caudetano. Caudete, 15 de agosto de 1956 JESS SNCHEZ D A Z

PRLOGOAl paso de las Invasiones, a travs de los siglos, sufri nuestro viejo solar, fueron surgiendo pueblos, a todo lo largo y ancho de nuestra pennsula; se fue haciendo la historia de otros, y, sobre los sedimentos de las distintas culturas que atravesaron nuestro suelo, se levantaron villas y ciudades, que son hoy legtimo orgullo de nuestra Patria. De la mayor parte de nuestros ncleos urbanos, podra en justicia decirse, que tienen historia y que hicieron Historia, porque todos tuvieron un momento estelar, o fueron encrucijada de un quehacer en la comn y grande Historia de nuestra Espaa. Este es el caso de nuestro querido Caudete; su enclave en la confluencia de los lmites de antiguos reinos, le hizo tomar parte en memorables avatares del medioevo y actor destacado de luchas y sucesos, que en tiempos modernos ensangrentaron nuestro suelo; por eso Caudete tiene historia y, lo que es ms importante, hizo Historia. Es deber esencial de los buenos caudetanos, que ese hacer Historia, no tenga solucin de continuidad, porque otra cosa sera convertir a Caudete en el pueblo que slo vive de su pasado, para agonizar lentamente, hasta convertirse en un recuerdo histrico. Esa continuidad en el quehacer histrico, que debe constituir nuestra ms entraable aspiracin, no puede seguir, en los tiempos que corremos, las mismas rutas de antao, ha de orientarse por otros derroteros, encaminados a enaltecer y cultivar los valores del espritu y a conseguir el engrandecimiento de nuestro pueblo, con el trabajo, las Iniciativas y la actividad de cada uno. La revalorizacin del patrimonio espiritual que nos legaron nuestros antepasados, tiene un punto de partida, una premisa, de la que no se puede

prescindir, si queremos actuar con el rigor que exige la tarea de mantener a Caudete, en la lnea de los pueblos que sienten la actual hora de Espaa y se han identificado con este renacer de sus valores eternos. Ese punto de arranque, es el conocimiento y divulgacin de nuestro pasado; es recoger y ordenar el tesoro documental que atestigua lo que fuimos y evitar que se pierda, como se perdieron gloriosas piedras y otros elementos histricos, que seran hoy el mejor ornato de nuestra villa. La aspiracin de llevar a la letra impresa, la historia de nuestro pueblo, es ya antigua entre los caudetanos; los mejores de los nuestros, sintieron su primera inquietud, cuando, al empezar a deletrear, vean el nombre del Presbtero Luis Golf, rotulando la principal de nuestras calles, y de pregunta en pregunta, empezaron a sospechar que Caudete tenia un ayer glorioso, que esperaba el hombre de voluntad que desempolvara de los archivos, pergaminos, legajos y pleitos, que dan fe de los blasones de nuestro escudo y son testimonio fehaciente de la vitalidad, la fe y. las virtudes, de nuestros antepasados. Felizmente, aquella aspiracin de recopilar nuestra historia, es ya una realidad, gracias a la iniciativa de una Corporacin Municipal, entusiasta de nuestros valores, y a la labor, llena de abnegacin, de nuestro paisano don Jess Snchez Daz, que con una dedicacin fervorosa, ha compilado en las pginas que siguen, lo ms destacado de nuestro pasado. Hacer una critica razonada y constructiva de su trabajo, exigira disponer de un punto de referencia, del que carecemos; el libro es un mensaje a todos los caudetanos, para decirles que tenemos un ayer pletrico de grandeza, que fuimos alguien en ciertos momentos de la Historia, que nuestros precedesores supieron, en todo instante, estar a la altura de lo que exiga el acontecer histrico, que tenemos una misin que cumplir, en el tiempo en que nos ha correspondido vivir, y es la de seguir haciendo His ria, aportando lo mejor de nuestro ser, para conseguir el engrandecimiento espiritual y material de nuestro Caudete. Jess Snchez Daz, ha replanteado con su trabajo, el esquema de nuestra Historia, y ste es el ms acabado elogio de su labor, para que otros estudiosos y entusiastas de nuestros valores, completen su tarea, para llegar a la compilacin histrica que Caudete merece. Soria y junio de 1956. PEDRO S. REQUENA

PRELIMINARESEl territorioVersa esta breve Historia sobre los hechos principales de la vida de Caudete, pueblo o pueblecitos que han tenido un territorio de unos doscientos kilmetros cuadrados, situado en el sureste de la Pennsula Ibrica, cuyo centro se halla a los 38 y 42' de latitud norte y 2o 40' longitud este del meridiano de Madrid o a 1 y 44" oeste del de Greenwich (1). Esta porcin de terreno es de formacin geolgica dominante diluvial con emergencias cretceas (2). Dantn Cereceda, en su "Nueva Geografa Universal" viene a clasificarlo en eocnico y diluvial infracretceo. Los terrenos diluviales estn constituidos principalmente por materiales de sedimentacin arrastrados por las aguas, y en ellos abunda el slex o piedra pedernal, habiendo masas de arcilla que se utilizan para la fabricacin de los diversos productos de la cermica o alfarera. El periodo geolgico conocido con el nombre de cretceo se llama as por aparecer en l la creta formando grandes masas, aunque en algunos terrenos se halla sustituida por areniscas y calizas arcillosas o silceas. Entre la creta se encuentran con frecuencia incluidos ndulos de pedernal. En la formacin cretcea suelen abundar las rocas calizas y margas, de gran utilidad para la fabricacin de cales y cementos.

Aspecto fsicoAl pie de la sierra Oliva o de Santa Brbara, de 1.150 metros de elevacin sobre el nivel del mar y de la del Rocn, ambas como el resto montaoso del trmino, pertenecientes a los sistemas bticos, se extiende una extensa vega, accidentada en su centro por las colinas de Santa Ana y de los Cadal-

(1) El meridiano de Madrid tiene una diferencia de 3, 41' y 16" con el del observatorio astronmico de Greenwich (Londres). (2) Tomado de la descripcin catastral de este trmino remitida por la Jefatura del Catastro de Rstica de Albacete a la Direccin General.

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sos, que mide unos veinte kilmetros de larga y de diversa anchura, a la que afluyen las ramblas principales que dan origen al ro Vinalop, dos de ellas

Grfico del trmino municipal.

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formadas a ambos lados de la citada sierra Oliva, otra entre las sierras Lcera y Lengua y otra en la vertiente meridional de la sierra del Rocn. En el sitio de confluencia de todas ellas se form una laguna pantanosa (el actual paraje de los "Prados"), por efecto de cerrar el paso al curso de las aguas unas alturas situadas cerca del extremo sureste de la expresada amplia vega. A travs de ese lecho de antigua laguna corre el lmite entre los trminos de Caudete y Villena. El terreno caudetano es en general frtil, sobre todo en la parte sur y la caada del noreste, y dentro de ellas los lechos de antiguos embalses naturales como el de las "Suertes" y el expresado de los "Prados". El agua es muy abundante y a escasa profundidad, por lo que resulta fcil y econmico el riego. La altura media del terreno caudetano es de 557 metros, bastante menos que el resto del territorio de la provincia de Albacete y de los pueblos limtrofes con excepcin del de Villena (1).

Clima y produccionesCaudete disfruta un clima de transicin entre el mediterrneo y el de la meseta castellana. El termmetro oscila entre -3 y +35, pero hay aos en que la temperatura desciende bastante por debajo de esa mnima, helndose algunos frutos, netamente levantinos, adelantados en los das tibios y primaverales que muchas veces se presentan en los meses del centro del invierno. Hay aos en que nieva bastante, habiendo alcanzado ms de sesenta centmetros en 1926, el "ao de las nieves". El cielo es de hermoso azul; la atmsfera, por lo general, clara y difana, y las estrellas brillan con intensidad en la inmensa mayora de las noches del ao. Los vientos mas frecuentes son el Norte, Poniente, Leveche (ESE), Levante y Morisco. Los ms lluviosos, el Leveche y Levante. Las plantas silvestre ms comunes, adems de las conferas, que cubran grandes extensiones en pasados siglos, son el romero, enebro, aliagas, lentisco, espliego, tomillo, sarjolia, t de monte, manzanilla, esparto y otras. En los terrenos de regado se cultivan con profusin patatas, hortalizas de consumo en fresco, maz, etc., y se obtienen frutas muy diversas (principalmente manzanas), uva de mesa, aceitunas y almendras. La profusin de olivos, vides y almendros en los terrenos de cultivo ms elevados, dan al trmino un marcado aspecto levantino.

(1) El nivel caudetano citado es el que tiene el portal de la iglesia parroquial de Sta. Catalina, V. y M. Almansa se halla a 712,80 m. de elevacin media; Yecla a 600 m., Villena a 504 y Fuente la Higuera a 571, Estos ltimos datos los debemos a los seores Secretarios de las poblaciones citadas.

CAPITULO ICaudete en la Prehistoria

Pocos datos poseemos para trazar un cuadro exacto de la vida humana en nuestro trmino municipal durante la Prehistoria, aunque s sabemos con toda certidumbre que hubo aqu una poblacin de cultura bastante adelantada, basndonos en los restos y vestigios hallados de aquellos remotos y oscuros tiempos. Los historiadores, como es notorio, dividen la Prehistoria en Edad de Piedra y Edad de los Metales, subdividiendo, a su vez, la primera, en los perodos Paleoltico, Mesoltico y Neoltico; y la segunda, en los del Bronce y del Hierro. El Paleoltico se desarroll durante la Era Cuaternaria o perodo preglacial; el Mesoltico corresponde a la etapa epiglacial, y el Neoltico se sucede a lo largo de la actualidad geolgica. En la Era Cuaternaria, el clima de Caudete, como el de todo el sureste de la Pennsula, fue benigno en comparacin de lo riguroso que se present en la Meseta, sirviendo esta parte suroriental de refugio a las faunas calientes en las pocas de mayor fro. Hubo por entonces aqu hipoptamos, caballos, toros, bisontes, ciervos, jabales, cabras montesas, rebecos, etc., as como osos, tigres, lobos y otros animales carnvoros.

La vida humana en el Paleoltico

(De 30.000 a 15.ooo aos a. C.)

Los hombres del Paleoltico inferior vivan al aire libre o utilizaban refugios naturales, como cavernas y abrigos rocosos. Se agrupaban en pequeas hordas para poder vencer mejor el medio ambiente en que vivan, y andaban errantes en busca de su sustento. Eran cazadores y recolectores nmadas. Se alimentaban de la caza y de la pesca, y sobre todo de productos vegetales, frutas, races, tallos, algunas hojas, hierbas, etc.

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Nuestro trmino les ofreca magnficas condiciones para subvenir a tales necesidades, pues a los productos y caza de sus bosques y riachuelos, se aadan las numerosas y suculentas aves acuticas, principalmente patos silvestres, que pululaban por los terrenos pantanosos de los actuales "Prados", y por lo mismo, dada, adems, su privilegiada situacin geogrfica, es ms que probable que sirviera de eventual residencia a los nmadas del Paleoltico. Aunque los utensilios ms antiguos usados por el hombres fueron de madera y de hueso, las primeras industrias, cuyos restos conocemos, son las de la talla de la piedra, en las cuales cabe distinguir dos tcnicas: la de hachas y la de lascas o fragmentos de piedra disgregados por percusin. De ambas tcnicas se han hallado numerosos ejemplares en este trmino, y nosotros poseemos algunos. El hombre del Paleoltico Superior habit preferentemente en cavernas y abrigos naturales, y tambin se han hallado restos de campamentos, lo que demuestra que el hombre vivi al aire libre, a pesar de la inclemencia extraordinaria del tiempo que hubo por entonces. La Cueva Santa y los numerosos abrigos rocosos que ofrecen la sierra Santa Brbara y dems montaas circundantes, juntamente con los vestigios

Vista panormica del Arrabal.- Al fondo la sierra del Rocn.

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encontrados, en la sierra Lacera, dan pie para sostener con toda certeza que Caudete estuvo tambin poblado en el Paleoltico Superior.

El Neoltico y el comienzo de la Edad de los Metales en CaudeteA pastores, rocheros, cazadores y cuantos frecuentan la sierra Santa Brbara, el cerro del "Cinchao" y el cabezo del Rosario, les haba venido extraando la abundancia de tiestos y piedras raras observadas por esa parte oriental de nuestro muralln montaoso. En una pequea excavacin practicada en el "Cerrico Moro", junto al del "Cinchao", hemos recogido restos de unas vasijas de cermica negruzca pulida y de formas sencillas, as como diversos objetos de piedra y hueso prehistricos. En el expresado "Cerrico" hay dos explanadas separadas por un reguero, de unos cien metros de anchura cada una, con una elevacin en el centro. Ambas estn bien resguardadas de los vientos, y su parte meridional, muy soleada, termina al borde de un terreno muy escarpado. Por el contrario, a Poniente, tienen las explanadas fcil acceso, y aqu es donde precisamente ofrecen restos de fortificacin y las seales inequvocas de un foso primitivo de defensa. La clase de cermica hallada, los otros objetos encontrados y la disposicin del terreno, nos dicen claramente que se trata de una estacin de la Cultura llamada de Almera, que desarroll en el sureste de nuestra Patria, unos 2.500 aos a. C, es decir, hace unos 4.500 aos, el pueblo iberosahariano procedente de la regin del Shara (entonces habitable). Esta cultura se denomina tambin de los poblados, porque quienes la practicaron vivan en poblados sitos en lugares prominentes o cabezos completamente fortificados. Otros elementos tpicos de esta cultura son las puntas de flecha con pednculo y aletas laterales, cuchillos finos y hachas pulimentadas, objetos de adorno (cuentas de collar, brazaletes, etc.), y los enterramientos en pequeas cistas, adems de la cermica negruzca citada. Algunos de estos objetos han sido hallados tanto en el cerrico del Moro como en el montculo que hay cerca de la Toconera, lugares que en unin de otros del trmino, como la "Atalaya de la Perdiz"' y la via de los herederos de Juan Antonio Medina Requena en el paraje de Bogarra, deberan ser metdicamente excavados y estudiados por los arquelogos oficiales. As, pues, sabemos con toda certeza que Caudete contaba con uno o dos poblados, cuando menos, de la Cultura Almeriense dos mil quinientos aos antes de Jesucristo. Por otra parte, don Joaqun Roa y Erostabe, en la pgina 175 del tomo segundo de su "Crnica de la provincia de Albacete (edicin 1896)" seala que "all por el ao 1879 se descubrieron en las tie-

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rras de la labor llamada Alcoraya (prxima al poblado neoltico de que hemos hecho mencin), unos sepulcros de piedra labrada, de grandes dimensiones, conteniendo en su interior dos momias humanas que debieron pertenecer a personas de grande estatura, casi gigantescas, y dos nforas antiqusimas".

Caudete en la Edad de HierroEl hierro lo introdujeron en Espaa los pueblos colonizadores fenicio, griego y cartagins, dndolo a conocer por el sur y levante unos 650 aos antes de Jesucristo. Como nuestro pueblo est dentro del sureste histrico y tiene fcil comunicacin con el litoral mediterrneo, se benefici directamente del contacto con los pueblos expresados, de superior civilizacin, que aportaron notables influencias culturales de todo orden. Caudete figur desde un principio en la vanguardia hispnica del progreso. El cannigo don Juan Lozano, en la Disertacin 111, prrafo 1, de su obra "Bastitania y Contestania del Reino de Murcia", atribuye a Caudete slo una antigedad de 200 aos a. C, pero debi referirse a la villa o actual casco y a nuestra Bogarra, pues si hubiese tenido noticia del poblado neoltico de que hemos hablado, le habra atribuido la misma longevidad que nosotros. De la Edad de Hierro es, sin duda alguna, el pueblecito ya histrico OLIVA, que exista cuando vinieron a Espaa los romanos, siendo uno de los que atrajeron el trazado de una va imperial por sus inmediaciones, como se dice,en el captulo III de esta obra.

CAPITULO IICaudete Prerromano

Hacia mediados del siglo VIII a. C. Espaa fue invadida por los celtas, arios procedentes d Centroeuropa; pero aunque las gentes de estirpe celta llegaron a predominar poltica y culturalmente en la Pennsula, en el sur y levante fueron los indgenas preclticos o iberos quienes absorbieron a los invasores europeos y continuaron siendo el elemento racial preponderante.

El reino de TartessosEl nombre CAUDETE parece derivarse de CAPDETUM, contraccin que

El barri o de Sta. Ana visto desde l a torrecil l a. En ul timo trmi no, estribaciones de l a Si erra Ol i va o Sta. Brbara

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debieron hacer los romanos de Caput Deitanorum o Cabeza de los Deitanos, tribu ibrica del sureste espaol, y no por ser la principal poblacin deitana, sino por estar a .mayor altura (1). La mayora de los historiadores sitan a nuestro pueblo dentro del territorio de los Contestanos, limtrofe del de los Deitanos. Ello pudo haber sido algn tiempo, pues realmente, Caudete estaba entre ambos, como luego entre los reinos de Valencia y Murcia, pero deba pertenecer a los Deitanos al advenimiento de las legiones romanas, pues de otra forma no se explica satisfactoriamente su nombre casi seguro de CAPDETUM que le dieron los nuevos invasores. Todo ayuda a creer que el trmino caudetano qued englobado en laSituacin geogrfica de los principales pueblos ibricos

federacin estatal que a travs de los romanos conocemos con el nombre de "Reino de Tartessos", que exista ya con anterioridad al ao 1000 a. C. y que lleg a abarcar toda Andaluca hasta Sierra Morena y el Cabo de la Nao, incluyendo en sus dominios todo el territorio de los "Deitanos". Dicho reino constituy la nica gran creacin poltica de los primitivos habitantes de la Espaa antigua. Este imperio, muy floreciente por cierto, tanto por su minera como por la metalurgia y el comercio martimo, fue conquistado por los fenicios, que convirtieron a la Espaa meridional en un(1) El Caudete de las Fuentes (Valencia) puede prevenir de "Caput Edetanorum" Cabeza de los Edetanos por la misma razn apuntada para el nuestro.

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dominio suyo y tuvieron bajo su influencia a todos el resto del poderoso reino. El gegrafo greco-romano Estrabn dice que los tartesios eran los hispanos ms cultos, y que conservaban anales escritos y poemas y leyes en verso. Hoy sabemos que tenan, efectivamente, un sistema de escritura de races muy remotas, y del cual deriva la escritura ibrica de los pueblos de la zona mediterrnea oriental. La sociedad estaba dividida en privilegiados (prncipes, nobles y sacerdotes), hombres libres (Agricultores, mineros, artesanos, traficantes, etc.) y esclavos. Como vestigio religioso de este imperio ibrico puede sealarse el que indica don Gaspar Escolano en el libro IX, pgina 1285, de su Historia, que dice as: "Cavando el ao 1608 algunos curiosos de Caudete en un punto cercano a la Villa, hallaron en una grande cavidad un oso de piedra muy disforme, que estaba asentado en una losa en forma de altar, y al contorno de aquella cmara o cncavo, muchos vasos con cenizas y huesos humanos, indicio claro de que los gentiles de aquel lugar veneraban aquel dolo, y que, segn costumbre gentlica, quemaban los cuerpos de los muertos, y echadas las cenizas en vasos, las enterraban alrededor de aquel altar, como los cristianos en las iglesias. Tras esto, en otra caverna han sido hallados por los mismos muchas armas inusitadas y de tiempos antiguos, con algunas joyas de oro". Entre los reyes tartessos han pasado a la Historia Gargoris, Habis, Gern y Arganthonios, quien, segn Herodoto, rein ochenta aos, desde el 630 al 550 a. C.

Contacto con los pueblos colonizadoresPor pertenecer al reino de los Tartessos, dominado por los fenicios, Caudete hubo de relacionarse con stos forzosamente, y de ellos aprenderan nuestros aborgenes el cultivo del olivo y de la vid, as como la elaboracin del aceite y del vino. Desde fines del siglo VII a. C. empez a declinar el podero fenicio de Tiro, y la colonizacin del Mediterrneo Occidental pas a manos de los griegos focenses o de Focea, ciudad jonia del Asia Menor prxima a la actual Esmirna. Cerca de donde est Denia, no muy lejos por tanto de Caudete, estos griegos fundaron la ciudad de Hemeroskopeion, y bastante ms tarde, la de Molibdana, en la comarca de Cartagena, y Ello, entre Montealegre y Yecla, notable ciudad, emporio de cultura y de riqueza, que ejerci una influencia extraordinaria en toda la regin. Pero este podero griego dur poco, unos 50 aos tan slo, hasta me-

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diados del siglo VI a. C, en que fueron derrotados por dos cartagineses y sus aliados los etruscos en el combate naval de Alalia (Crcega) (535 a. C), y a partir de entonces el predominio fue de Cartago, la poderosa ciudad-estado fenicia del Norte de frica, que termin por enseorearse de Crcega y de las factoras fenicias de Espaa. Sin embargo, los griegos, que slo haban conservado en nuestra Pennsula Hemeroscopeion, Ampurias y Rosas, bajo la proteccin de la gran ciudad griega de Marsella, resurgieron en los siglos V y IV a. C. y los masaliotas (marselleses) fundaron en la costa alicantina Alonis (tal vez Benidorm) y Akra-Leuke (Alicante), que perduraron hasta la segunda guerra pnica (finales del siglo 111 a. C.) en que pasaron a poder de Roma.

Dominacin cartaginesaDerrotados los griegos en Atalia, dueos los cartagineses del Medioda de Espaa, del Sur de Italia y de Cerdea, trataron de enseorearse tambin por completo de la grande y frtil isla de Sicilia, pero se lo impidieron los romanos y la rivalidad entre Roma y Cartago origin las clebres Guerras Pnicas entre el 264 y el 146 a. C. Al perder Cartago Sicilia, puso los ojos en la Pennsula Ibrica para convertirla en base de aprovisionamiento y continuar con mayor mpetu la guerra contra Roma. La conquista de Espaa la realizaron los cartagineses acaudillados por los generales de la familia de los Brquidas, Amlcar Barca, Asdrbal y el gran Anbal. Amlcar Barca derrot a los tartesios de Andaluca y a otras tribus aliadas, y despus de dominar el Sur de la Pennsula, vino al Sudeste, pero perdi la vida al levantar el sitio que haba puesto a la ciudad de Hlice (seguramente Elche de la Sierra, al sur de Albacete, segn M. a Comas), en cuyo socorro acudi el rey de los orisios u oretanos, Orisn (228 a. C). Muerto Amlcar, le sucedi en el mando su yerno Asdrbal, jefe de la flota. Para vengar la derrota sufrida por su suegro, Asdrbal atac con fuerte ejrcito a los oretanos, apoderndose de doce de sus ciudades. Mas, temiendo la reaccin de los indgenas, procur atrarselos, se cas con una princesa hispana y logr establecerse slidamente en el Sureste, donde fund Cartagena, que fue una magnfica base de operaciones para el ejrcito reclutado en la Pennsula, que contaba con 50.000 soldados, 6.000 caballos y 200 elefantes. Viendo Roma los progresos cartagineses, firm con stos el ao 226 a. C. el Tratado del Ebro, por el cual se fijaba este ro como lmite de las respectivas zonas de influencia en Espaa.

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Cundo muri Asdrbal, los cartagineses dominaban el Medioda, y Sureste de la Pennsula hasta el golfo de Valencia y los territorios de las actuales provincias de Albacete y Ciudad Real. Caudete qued, por tanto, muy al interior de la zona dominada por los cartagineses, y debi dar a stos importantes contingentes de guerreros y abastecimientos, siendo, adems, escenario de sucesos trascendentales para el estallido de la segunda guerra pnica en la que tan activa parte tom nuestra Patria. Ni los romanos ni los cartagineses tuvieron firme propsito de cumplir el pacto del Ebro. Los cartagineses pensaban, ciertamente, en proseguir su expansin ms all del gran ro en cuanto estuviesen en condiciones de hacerlo, pero fueron los romanos quienes se adelantaron en dicha violacin, toda vez,que Roma se ali con Sagunto, ciudad hispana situada en lugar inaccesible y que era excelente atalaya para vigilar la costa levantina, notificando a Cartago que sus tropas no deberan atacar a Sagunto ni cruzar el Ebro. Pero el nuevo jefe cartagins en Espaa, el gran Anbal, hijo de Amlcar Barca, que haba logrado la formacin de un extenso Imperio hispano-cartagins, que llegaba hasta Salamanca y Toro, contando con el beneplcito del Senado cartagins, que haba rechazado el ultimtum romano, estuvo luchando contra Sagunto por espacio de ocho meses, hasta que en el otoo del ao 219 a. C. logr quebrantar la desesperada resistencia opuesta por los saguntinos, que en vano haban esperado la ayuda ofrecida por sus aliados, y se apoder de la ciudad reducida a un montn de ruinas. La lucha entre cartagineses y saguntinos no qued reducida a los muros de la ciudad levantina. Comprendiendo los hispanos que si los cartagineses rebasaban la zona montuosa que separa el Sureste de la llanura levantina, se hallaran en grave riesgo de ser cercados y destruidos, presentaron primeramente batalla a sus contrarios en la amplia vega existente al sur de Caudete, esto es, en el lugar denominado desde entonces "Campo saguntino". Los nombres geogrficos obedecen a algo. La "Historia de la Virgen de Gracia", como se ver ms adelante, nos dice el por qu de dicho nombre, y no hay motivo alguno para refutar la aseveracin de que en el llano del monasterio de San Martn de Sahagn, llamado posteriormente Partido de los Santos, se librara una gran batalla entre cartagineses y saguntinos.

Los romanos en EspaaComo quiera que Anbal, despus de tomada Sagunto, llev su ejrcito

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a Italia, los romanos decidieron atacar la principal base d los cartagineses, es decir, Espaa. Tras algunos xitos iniciales y fracasos posteriores, los romanos lograron al fin llegar por la costa hasta Cdiz (206 a. C), aduendose de todo el Sureste y Medioda de la Pennsula que antes tenan los cartagineses. Caudete empez, desde entonces, a estar dominado por los romanos.

CAPITULO IIICaudete romano ( 2 0 6a. C. 413 d. C.)

Aunque la conquista de Espaa por los romanos dur unos doscientos aos (del 206 al 19 a. C), la zona en donde est enclavado Caudete, que haba sido muy amigo de los griegos focenses, no ofreci resistencia a los nuevos dominadores y desde un .principio empez a romanizarse, adoptando la lengua, costumbres y religin de los itlicos, aunque sin perder enteramente su peculiar manera de ser.

Vas Augusta y Pretoria

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CapdetumEn las diferentes divisiones territoriales que hicieron los romanos de Espaa, Caudete fue sucesivamente de la Hispania Citerior, provincia tarraconense, convento jurdico de Cartagonova dependiente de la prefectura de las Galias. En todas ellas figur el trmino con el nombre de Capdetum, contraccin, como se ha dicho, de Caput Deitanorum. Varios eran los ncleos de poblacin que entonces haba en el trmino caudetano. Del actual Caudete slo haba viviendas en las faldas meridionales de Santa Ana o Cerro de San Cristbal. Luego estaban Oliva, Almizra (no sabemos el nombre que podra tener un poblado existente junto a la Toconera) y Bogarra} en cuyos antiguos emplazamientos tantos restos se han encontrado. Los romanos construyeron muchas calzadas o vas militares a travs de todo su vasto Imperio, mediante las cuales les fue posible atender a la gobernacin de la inmensidad territorial dominada por Roma. Las de Espaa quedan bien definidas e indicadas en el Itinerario de Antonino Po Caracallia, hecho el ao 216. Al hablar de la Va Augusta o Herclea, que era la ms importante de la Pennsula y que una a Cdiz con Roma, seala las siguientes estaciones entre Chinchilla y Jtiva: Saltigi (Chinchilla), Ello, Aras (Altos de Madariaga), Turres ('Fuente la Higuera) y Saetabis. Ello era la mayor ciudad de estos contornos, y a su dicesis perteneci Caudete, juntamente con Aspis (Las Pesas), Monvar, Jumilla, Yecla, Montealegre y Almansa (1). Estaba situada entre Montealegre y Yecla, y desde ella parta la va para Cartagena, que pasaba por Aspis e Illice (Elche), como puede verse en el mapa del tomo ESPAA de Espasa Calpe, entre las pginas 888 y 889. Fausto Soriano Torregrosa, en su "Historia de. Yecla", siguiendo a A. Fernndez Guerra en su obra "Deitania y su ctedra episcopal de Begastri", dice que las estaciones de dicha Va Augusta desde Ello a Fuente la Higuera eran: ELLO-MONTE ARABI-VENTA DE LOS HITOS-LOS HITOS-encrucijadaMARI ESPARZA-TOBARRILAS-LOMAS DE TOBARRILAS-OLIVA-ALTO DE MADARIAGA-TURRES SAETABITANAE (Fuente la Higuera). No cabe duda alguna que la citada gran va romana cruzaba nuestro trmino de este a oeste al pe de la sierra Santa Brbara u Oliva, a cuyos extremos estaban el poblado de Oliva y las Lomas de Tobarrillas. Pasara seguramente al pie del Cabezo del Rosario, cerca, del emplazamiento de la(1) Rodrigo Amador de los Ros, "Espaa: Murcia y Albacete" 1869.

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estacin neoltica de que hemos hecho mencin, por terrenos de la Casa del Rincn, seguira por delante del antiguo convento de Capuchinos y Palacio Episcopal e ira por los Molinos de la Herrada a buscar lo que ahora es la carretera de Montealegre del Castillo. Por eso no deben extraar los restos, ruinas, sepulcros y dems vestigios romanos que han ido hallndose en las proximidades de dicha va a travs del tiempo. Las vas romanas hicieron populosas, ricas, florecientes y progresivas las ciudades y comarcas por donde pasaban. Capdetum, es decir, los poblados de nuestro trmino, estaran muy habitados (Espaa tena entonces ms de cuarenta millones de habitantes), vendera a buen precio los productos de su tierra, poseera las mercaderas de uso ms preciadas, contara con casas suntuosas y tendra un alto nivel tcnico, cultural y econmico.

El Cristianismo en EspaaReinando Tiberio fue injustamente acusado y crucificado Nuestro Seor Jesucristo cuando contaba treinta y tres aos. Pero sus enseanzas religiosas, la mayor revolucin que conocen los siglos, pues a la pluralidad de dioses opuso el monotesmo, frente a la desigualdad social y la esclavitud declar la igualdad de todos los hombres ante Dios, y al concepto pagano que consideraba el trabajo como obligacin de los pobres, impuso a todos el deber de trabajar, no murieron y perduran cada vez con mayor fuerza a travs de su Santa Iglesia. El Cristianismo lleg muy pronto a Espaa, en donde lo predicaron los apstoles Santiago el Mayor y San Pablo, as como los Siete Varones Apostlicos, difundindose rpidamente por todas las regiones de nuestra Patria, principalmente por la Btica, Cartaginense y Tarraconense. Caudete fue de la provincia eclesistica de Toledo, y perteneci a la dicesis eclesistica de Ello, probablemente desde antes del siglo IV. De la forma en que prendi la nueva religin en los pechos caudetanos, dan fe los numerosos mrtires que dieron por ella su vida en el lugar que por dicho motivo, se conoce con el nombre de "Partido de los Santos", durante el reinado de los emperadores Diocleciano y Maximiano, no siendo de extraar que no hayan llegado hasta nosotros los nombres y proezas de aquellos paladines de la fe porque los perseguidores tuvieron buen cuidado de destruir cuantos documentos pudiesen hacer referencia a los valerosos mrtires cristianos.

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Libertad para la IglesiaA pesar de las persecuciones, y debido a ellas, pues sabido es que siempre fue la sangre de los mrtires semilla de nuevos cristianos, la Iglesia de Dios se propag con rapidez inusitada por todo el Imperio romano. En las postrimeras de ste, seis jefes nada menos se disputaban el trono imperial de Roma. Los dos contrarios que contaban con mayores fuerzas eran Constantino y Majencio, a quienes apoyaban los cristianos y paganos, respectivamente. Un da, cuando Constantino caminaba con su ejrcito hacia Roma, vio aparecer en el cielo una cruz brillante rodeada de esta leyenda: IN HOC SIGNO VINCES (Con este signo vencers) Habindose aparecido el mismo Jesucristo al Emperador, mandndole pintar la cruz en una bandera, la cual debera, preceder a todo el ejrcito, Constantino obedeci y orden hacer el estandarte, denominado "Lbaro", con la cruz y las iniciales del nombre de Cristo en griego, XP, emblema que usa ahora la juventud catlica. Despus de una lucha favorable en el puente Milvio, Constantino entr triunfalmente en Roma en octubre del ao 312, y en enero del 313 public el clebre edicto de Miln por el que se conceda .libertad para practicar pblicamente la religin cristiana. Los fieles pudieron desde entonces salir de las catacumbas, levantar iglesias, ensear la doctrina de Jesucristo y ponderar las excelencias de su religin. En Capdetum, donde tantos haban testimoniado heroicamente la verdad de su fe, el regocijo que el Edicto de Miln, causara, sera enorme, desapareceran los altares de los dolos y se alzaran, algunos templos, aunque de modestas proporciones, donde dar el culto debido al nico y verdadero Dios.

Invasin de los BrbarosTan romanizada haba estado Espaa, que lleg a dar cinco emperadores: Galba (68-69), elegido por las legiones de Espaa y de las Galias, sublevadas contra Nern; Trajano (98-117), Adriano (117-138), Mximo (387-388), que rein juntamente con Graciano, y Teodosio (379-395). Este ltimo dividi el Imperio entre sus hijos Arcadio y Honorio, dndoles, respectivamente, el Oriente y Occidente. En el transcurso del siglo V se derrumba el Imperio romano de Occi-

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dente ante el empuje cada vez ms violento de los pueblos jvenes y belicosos llamados brbaros, que vivan ms all del Rhin y del Danubio, mientras que el Imperio de Oriente o bizantino, resisti las acometidas y conserv el podero imperial y la cultura clsica greco-romana hasta el ao 1453. El Imperio romano occidental haba cumplido su misin, y, como todo lo que aparece en este mundo, por grande y fuerte que sea, tuvo su fin, habiendo servido su magnfica red de comunicaciones, su lengua y organizacin, para unificar a los pueblos del Occidente y facilitar la expansin del cristianismo a lo largo y ancho de su extenso territorio. Con la desintegracin del Imperio romano termina la Edad Antigua y se abre la Medieval, durante la cual se forman las naciones europeas, que luego lucharon por conseguir la supremaca a lo largo de los siglos de la Edad Moderna.

CAPITULO IVDominacin visigoda ( 4 1 4 - 7 1 3 )

Los vndalos, suevos y alanos franquearon el ao 405 la frontera del Rhin, devastaron la Galia y llegaron a Espaa en el 409. Al atravesar los Pirineos, los invasores recorrieron como tromba terrorfica el pas, destruyndolo todo a su paso, despus de lo cual acabaron por estabilizarse: los suevos en Galicia, los vndalos en la Btica y los alanos en la Cartaginense. La provincia Tarraconense sigui perteneciendo a los romanos. As, pues, el territorio de Capdetum, como incluido en la Cartaginense, correspondi a los alanos; pero stos se mantuvieron poco tiempo en ella,

Vista de l a parte central de Caudete Al fondo l as al turas en donde se asentaba Ol iv a

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porque los vndalos se corrieron de la Btica hacia el Sureste y desalojaron de aqu a los alanos. Ms tarde se extendieron hasta estas tierras los suevos y entonces pasaron al frica (429) los vndalos y los restos de alanos que haban quedado anteriormente. Con todo este trasiego, los poblados de nuestro trmino, tan florecientes en la poca romana, fueron lastimosamente saqueados, incendiados y parcialmente destruidos. Muchos de los habitantes se refugiaran, llevando consigo algunos animales domsticos y los enseres que pudieran salvar, en las cuevas y refugios de las montaas circundantes que haban ocupado los trogloditas muchos aos. atrs. La provincia cartaginense estuvo sometida al rey suevo Rkhila, al que sucedi Rekhiario, que se convirti al catolicismo. Por el ao 414 los visigodos, que se haban establecido en el sur de Francia, entraron tambin en Espaa, y un rey visigodo, Teodoredo o Teodorico 1 (418-451), venci a los suevos del Sureste y Capdetum pas a formar parte del reino visigodo, que se sostuvo hasta el ao 711, si bien nuestro trmino fue regido por visigodos hasta el ao 779. En la dominacin visigoda hay que distinguir dos etapas, la arriana, hasta Leovigildo, y la catlica, hasta la invasin rabe.

El monacato y su difusin por OccidenteMuchos cristianos que buscaban la perfeccin se apartaron del mundo en los primeros siglos del Cristianismo para entregarse enteramente a Dios. Esta vida religiosa presenta tres fases: ascetas, solitarios y cenobitas o monjes, que establecieron el monacato. El hecho de mayor importancia para el desarrollo del monacato en Occidente fue la fundacin de la Orden benedictina por San Benito de Nursia. La regla dada por este santo a sus monjes de Monte Casino y de los otros once conventos que fund, se caracteriza por la disciplina moral y el valor atribuido al trabajo de los religiosos. La mxima que presida su vida era: Ora et labora (Reza y trabaja), y dividan el tiempo entre los siete oficios divinos y el trabajo corporal. Los monasterios deban bastarse a s mismos, y de hecho se convirtieron en importantes granjas y factoras, en centros de oracin y de saber. La accin benfica de la orden benedictina se difundi mucho por todo el occidente europeo, y el pequeo Caudete puede enorgullecerse de haber contado en su trmino, desde el ao 521 con uno de esos centros de oracin, trabajo y saber, viviendo aun el santo Fundador que, nacido el ao 480, falleci en el 543.

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Surge la pregunta de cmo pudo fundarse un monasterio benedictino en Espaa antes de la conversin de Recaredo al catolicismo, hecho que ocurri en el 589. A esto debe responderse que exista una gran tolerancia con los catlicos por parte de los arrianos, como lo prueba plenamente el que San Leandro, huido de la provincia Cartaginense con el resto de su familia a Sevilla, hacia el ao 556, ante la ocupacin bizantina de la regin costera comprendida entre la desembocadura del ro Jcar y la del Guadalquivir, destin sus riquezas a la fundacin, en .pleno territorio arriano, de dos monasterios, uno para hombres, en el que se educ su hermano menor, San Isidoro, la gran lumbrera de la Edad Media, y otro para mujeres, en donde ingres su hermana Florentina. Luego, a partir del reinado de Atanagildo (554-568) ya no pudo haber dificultad alguna para el desenvolvimiento de las actividades catlicas en Caudete porque nuestro pueblo qued incluido en la faja litoral cedida por el nuevo monarca godo a los bizantinos como compensacin a la ayuda prestada por stos para obtener el poder en contra de Agila, y sobre cuya zona no ejercieron los visigodos autoridad efectiva alguna hasta el primer tercio del siglo VII. De la existencia de este monasterio benedictino no cabe la menor duda y el hecho real de su existencia se impone con fuerza irresistible. De ese monasterio, en efecto, habla San Gregorio Turonense o de Tours en su obra "De gloria Confessorum", Libro V, captulo 38, segn cita que hace Saavedra Fajardo en su "Corona Gtica", as como el Padre Juan de Mariana en "De Rebus Hisp.", libro I.-; cap. 12. Refiere San Gregorio Turonense que en la guerra entre Leovigildo y su hijo Hermenegildo, las tropas del primero, conducidas para guerra de Religin, hicieron graves daos en las tierras de los catlicos, y entre otros lugares sagrados, saquearon un monasterio de San Martn, entre Sagunto y Cartagena, en donde habiendo huido los religiosos, qued slo el Abad, que por su mucha vejez, no se haba podido retirar; y que habiendo un soldado levantado el brazo para matarle, sin respetar lo venerable de su persona, cay muerto a sus pies, lo cual sabido por el Rey, mand restituir al monasterio cuanto le haban robado. (El texto aparece en latn y castellano en la pgina 228 del libro de don Diego Saavedra Faxardo, titulado "Corona Gtica"). Abundando sobre este mismo asunto, dice un manuscrito del siglo XVIII, citado por don Joaqun Roa y Erostarbe en las pginas 185-187 de su citada obra: "Fin de la conclusin y prueba que antecede, ser cierto que huvo tal Monasterio del orden de San Benedicto Abad en el trmino de esta Villa de Caudete: sguese de la autoridad de San Gregorio Turonense; primeramen-

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te, que el Monasterio de San Benedicto Abad, construido inter Saguntum et Carthaginem Spartariam, dedicado a San Martn Obispo, en donde sucedi el caso de que hace relacin San Gregorio, del saqueo y muerte de aquel soldado, cuyas ruinas se dexan ver y reconocer en la circunferencia de la Santa Casa de Nuestra Seora de Gracia, sita en este trmino, extramuros de la misma villa de Caudete, en el Campo Saguntino de ella, a cuyo campo dicen Xativa algunos, otros de los antiguos entendieron Xvea, y como la mitad de la distancia que hay desde Sagunto, que es Murviedro, hasta Cartagena Espartaria, es este Campo Saguntino de Caudete: por ser cosa manifiesta que desde Caudete a Murviedro se cuentan veinte y una leguas en esta forma: de Caudete a Xativa, ocho leguas; de Xtiva a Valencia, nueve; y de Valencia a Murviedro, que es Saguntho, quatro leguas, que todas suman veinte y una leguas. Y assimismo, caminando desde Caudete a Orihuela son doce leguas, y desde Orihuela para dicha Carthagena, nueve leguas. Y es ass que la ciudad de Xtiva (oy San Phelipe) ni la villa de Xvea, no tienen Campo capaz para formar en ellos los exrcitos para darse batallas, como la dieron los Romanos a los Carthaginenses en este de Caudete; partiendo por convenio de los Generales el camino que media entre los Alczares de los Romanos de Sagunto y los Carthaginenses de la Gran Carthago de frica, existentes en el Alczar de Carthagena Espartaria de nuestra Espaa; por lo que es visto que el Monasterio de San Martn entre Saguntho y Carthagena, que refiere San Gregorio Turonense, en el caso de Leovigildo, es el mismo idntico, cuyas ruinas todava se demuestran al presente, y el mismo en que fue venerada la milagrosa Imagen de Nuestra Seora de Gracia, desde la debastacin del Monasterio de Monte Casino en Italia perpetrada por los Longobardos".

El problema religioso visigodoEl rey visigodo ms importante del perodo arriano fue Leovigildo (528-586), quien puede considerarse como el verdadero fundador de la monarqua visigoda. Se apoder del territorio que dominaban en el noroeste los suevos, venci a los vascos rebeldes y redujo bastante la zona bizantina. Pero si resolvi en gran parte el problema territorial, no consigui lo mismo en el religioso. Su hijo Hermenegildo, nombrado por l gobernador de Hispalis (Sevilla), se hizo catlico a ruegos de su esposa y por influencia de San Leandro. Los catlicos de la Btica levantaron bandera a su favor, le proclamaron jefe y se sublevaron contra Leovigildo, desencadenndose una guerra civil (580-585) que alcanz el territorio caudetano, segn aparece del episodio contado por San Gregorio Turonense y del que acabamos de dar amplia

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referencia por ser prueba fehaciente de la importancia que ya tena nuestro pueblo en el siglo VII. Pero el martirio de San Hermenegildo, los padecimientos de los cat-

La Cruz del camino de la Virgen lugar de confluencia de los antiguos caminos de Biar, Villena, el Salero y Pinoso en el centro del "Campo Saguntino"

licos y las destrucciones que se produjeron en la contienda civil, no fueron estriles, y en el reinado siguiente, pocos aos despus de concluida la guerra civil, rein la paz en los espritus al producirse la unidad religiosa de nuestra Nacin, que fue un bien inmenso para la Patria y el vnculo ms fuerte que ha permitido la perpetuidad del robusto catolicismo espaol a travs del tiempo y en contra de todos los avatares y luchas que ha tenido que soportar.

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Venida de la sagrada imagen de Mara Santsima de Gracia al trmino de Caudete (ao 6 0 7 d e nuestra Era)Cuenta una antigua tradicin caudetana, de la cual habla con amplitud el clebre historiador italiano Flavio Blondo Forliviense, muerto en Palma de Mallorca el ao 1463, autor de la "Historia de mil aos", asi como el P. Juan de Villafae, S. J., en su "Compendio histrico de las milagrosas y devotas imgenes de la Reina de cielos y tierra, Mara Santsima, que se venera en los ms clebres santuarios de Espaa", referenciado por el P. Roque Fac, en un libro impreso en el siglo XV111, lo siguiente: Previendo el santo patriarca San Benito de Nursia con espritu proftico la destruccin y ruina de su monasterio de Monte Casino, que haba de suceder por la persecucin de los Duques de Benevento (cuya desolacin ocurri a los cuarenta aos despus de la muerte de dicho santo Patriarca), dej mandado que una imagen de Mara Santsima, con el ttulo de Gracia, que reverenciaba en su oratorio, se enviase y trasladase despus de su feliz trnsito a los reinos de Espaa, para evitar as los ultrajes que pudieran ejecutar en aquel venerable simulacro de Mara los brbaros que cometeran semejantes desmanes. Concluy su gloriosa carrera el gran Benito el ao 543, y le sucedi en el gobierno del santo monasterio el Abad Gerundo (la Crnica de San Benito le llama Constantino), el cual, despus de algunos aos de reposo pacfico, conociendo que se aproximaban los das de amargura, de horror y llanto anunciados con tantas lgrimas por su santo Patriarca, trat de llevar a efecto con puntualidad lo que le dej tan expresamente mandado antes de su feliz y dichosa muerte. El allanamiento impo con que los Lombardos o Longobardos hollaban las cosas ms sagradas no intimidaba ya al abad Gerundo: su corazn era apremiado del ms inminente riesgo y su imaginacin slo se ocup en los medios de dar salvoconducto al santo simulacro de Mara, que haba sido el ms dulce embeleso de su Patriarca. Pero el desprenderse de prenda tan amable le era tan sumamente sensible, que slo de pensarlo se le hacan dos fuentes de lgrimas los ojos. Mas, obediente al expreso mandato del Fundador se prest a su cumplimiento, y, adorando humildemente los designios de Dios, dispuso una caja decente donde, como en brusca concha, coloc la ms preciosa Perla. Ya todo preparado, el Abad y los monjes se postran ante la Santsima Imagen, la veneran con el ms profundo respeto, se encomiendan en tan triste situacin a su maternal cario, y, llenando los aires de ternura y lamentos, entre sollozos y suspiros, acomodan en la caja con pulcritud y aseo el dulce encanto de sus corazones, Nuestra Madre y Seora de Gracia.

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No es para explicar el sentimiento de aquella santa comunidad en el acto de desprenderse de tan buena Madre y hacer entrega de ella en manos del monje dicono Ciprin Espaol. La orden del Patriarca acercare la traslacin de Nuestra Seora a Espaa y de su colocacin en el monasterio de Sahagn, se intim al dichoso dicono con ms lgrimas que palabras, presentando los monjes en lo triste del semblante la afliccin grande de sus espritus. Entre tan deshecha y horrible borrasca, entre tan furiosas olas de tribulacin como provocaron los longobardos en Italia, Cipriano salva la sagrada imagen de Mara Santsima de Gracia del horroroso incendio de Monte Casino (el cual qued convertido en inculto bosque y fue poblndose de fieras), y descans sin duda en la Santa Casa de Letrn hasta llegar el tiempo sealado por la Divina Providencia para que tomase velas hacia Espaa y siguiese el destino que le haba dado el gran Benito. Lleg el da deseado, y Mara, la Estrella resplandeciente del mar, puesta ya sobre sus aguas, corre el Mediterrneo con la ms prspera navegacin y aporta felizmente en Alona (Benidorm-Alicante) en el ao 607. El muy devoto dicono, rico con la gran Joya del Cielo, a la que hace de ngel Custodio, desde este punto extiende alegre la vista de su consideracin hacia la comarca del ro Cea que, bajando de las montaas de Asturias, va a juntarse con el ro Carrin, sobre cuyas riberas se deja ver la villa de este mismo nombre, la que cree ser el trmino feliz de su larga peregrinacin y la dichosa concha que ha de encerrar en su seno la ms preciosa Perla, por existir en su trmino el monasterio de Sahagn (1), consagrado a Dios en honra de San Facundo y San Primitivo mrtires. Pero, cuan distintos son los designios de Dios sobre el santo simulacro de Mara Santsima de Gracia! Otra, otra es la casa dichosa que ha de ser honrada y bendecida con la morada dulce de su augusta Madre. En efecto, sale el Dicono de Alicante con direccin al Norte y a las diez u once leguas de camino, ve frustarse todas sus ideas. El Cielo, con voz muda, pero clara y convincente, le hace palpable su determinacin bondadosa. Ya haba andado ms de una hora por trmino de la actual villa de Caudete, cuando al salir del camino que hoy se denomina de Villena, y hallndose a igual distancia de un cuarto de hora entre lo que hoy es el casco de la poblacin y un magnfico santuario situado en su partido de los Santos, queda totalmente inmoble el mulo que conduca y sustentaba carga tan preciosa. Admirado el Dicono de tan repentina novedad, no dej medio que tocar para inclinarle y moverle hacia la izquierda, para el emplazamiento que(1) La tradicin caudetana, como se ve, difiere de lo consignado por la Historia y da por existente dicho monasterio de Sahagn en el siglo VII.

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hoy tiene la villa de Caudete: industrias las ms vivas, halagos los ms atractivos, rigores los ms imponentes, todo cuanto pudo alcanzar su viva imaginacin hizo al intento hasta apurar todos los recursos. jPero en vano! Viendo tan constante resistencia, levantando enternecido sus ojos al Cielo, exclama Qu es esto, Seor? Es por ventura este suelo aquella tierra bendita que elige para s vuestra augusta Madre, para hacerlo feliz con la plenitud de sus gracias? Repite, pues, sus esfuerzos con el mayor conato y nada adelanta. Inclina el mulo hacia la derecha, para el Santuario, y, de improviso, tom la caballera aquella direccin muy de su agrado y sin la menor resistencia. Lleg el monje Ciprin al dicho Santuario, y hall que era monasterio de San Benito, y que se llamaba tambin de Sahagn. Denominse este sitio de los Santos por los muchos cristianos que en l padecieron martirio en la cruel persecucin de Diocleciano y Maximiano, emperadores tiranos que reinaron desde el ao 285 al 305. El Prefecto o Presidente Daciano, a la manera que verti la sangre de Santa Engracia en Zaragoza y la de San Vicente en Valencia, as tambin hizo correr la de muchos fieles en Caudete. Tambin se llam a este Campo glorioso de Sahagn o Saguntino, por las batallas que en l tuvieron los saguntinos y cartagineses, que se convinieron en sealar para la lid el punto medio entre Sagunto y Cartagena, como se ha dicho, que es, exactamente, la villa de Caudete. A este sitio dirigi la Divina Providencia al monje Ciprin, para dar fin honroso a su gloriossima comisin. Conoci, pues, con luz superior el Custodio de tan sagrado depsito, ser voluntad de Dios que en dicho santuario tomase asiento y morada la santa Imagen y adorando la disposicin Divina, con tiernas expresiones y amorosas palabras a nuestra Reina y Seora Santsima de Gracia, y con voces de alegra y congratulacin a sus hermanos los monjes, hizo formal entrega del Simulacro de Mara Santsima al Abad de Sahagn de Caudete, Fray Rodulfo. Dile cuenta exacta de su honrosa comisin, hacindole saber que haba sido expreso mandato del gran Patriarca San Benito, cuando viva, que aquella sacratsima Imagen se trasladase a Espaa y fuese venerada con esmero en este su monasterio, lo cual habase puesto en ejecucin despus de la muerte feliz de San Benito, por el Abad que entonces era del monasterio de Monte Casino, cumpliendo as la voluntad del santo Fundador. A fin de que tan feliz entrega tuviese la ostentacin y solemnidad posibles, se realiz a presencia de los monjes y de los hijos de Caudete, y el Abad y todos la admitieron con universal gozo de sus corazones. Erigironle capilla con la posible grandeza y adorno, donde recibi tan dulce Madre los ms tiernos obsequios de sus nuevos hijos, que slo cifraban ya

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su dicha y felicidad en la posesin de la santsima imagen de Mara de Gracia. Rindironle los ms cordiales afectos avivados con la multitud de gracias que continuamente reciban de tan amorosa Madre en los ciento siete aos que gozaron de su amabilsima presencia hasta la general devastacin de Espaa por los moros de frica en el ao 714.

Acabamos de referir lo que omos desde muy pequeitos a nuestros padres sobre el origen de la venerada imagen de Nuestra Seora la Virgen de Gracia, y cuya historia siempre consideramos poco menos que artculo de fe, habindonos servido para el relato, en lneas generales, del texto transcrito en la "Historia de la Santa y Milagrosa Imagen Mara Santsima de Gracia", impresa en 1922, bajo el cuidado y direccin del sacerdote caudetano don Francisco Daz Alcover, que la ampli con la resea de los centenarios de 1907 y 1914. Nada atae a nuestra devocin mariana lo que a este respecto pueda decir la crtica. Sin embargo, bueno ser que nuestros lectores conozcan el, criterio actual de los arquelogos sobre las imgenes antiguas, que hemos visto consignado en un libro hace poco aparecido (1) y que, inopinadamente, ha llegado a nuestras manos,: "Mas esta representacin de la Virgen en imgenes comenz por la iglesia de Constantinopla (La Virgen sentada y con el Nio sobre Ella entre sus dos rodillas, como "fruto bendito de su vientre"). Segn los estudios ms recientes, hasta el siglo X no se comienza en Espaa a imitar las imgenes bizantinas, y en los siglos XI y XII ya existe profusin de imgenes marianas. Las del X y XI estn sentadas en un trono con el Nio Dios sentado de frente en ambas rodillas y la mano derecha en actitud de bendecir, mientras que en el siglo XII ya se ven bastantes con el Nio sentado en la rodilla izquierda. Las del siglo XIII y XIV son de un tipo que puede llamarse de transicin del romnico al gtico. Las del siglo XV son ya de tipo humano, con la Virgen de pie y el Nio en el brazo izquierdo".

Etapa catlica visigoda y cada del poder godoConvertida al catolicismo la monarqua visigtica con la abjuracin que hizo del arrianismo Recadero I en el III concilio de Toledo, el ao 789, expulsados los bizantinos de la Pennsula y albergando en su trmino el

(1) P. Manuel Ibez, O. Carm. "Historia de la Virgen del Henar y su Santuario" Segovia, 1955 pag. 17-18.

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JESS SNCHEZ DAZ inapreciable tesoro de la Virgen de Gracia, Caudete conoci ms de cien aos de paz paradisaca que no enturbi nube alguna. "La antigua regin mastiana pas a formar parte del estado visigodo con el nombre de provincia Aurarila, a cargo de su correspondiente duque, como autoridad suprema, dividido el territorio en siete gobiernos dependientes o condados establecidos en Aurariola (Orihuela), Valentila (Guadix), Lukant (Alicante), Mola (Villaricos), Bukjaro (Bujjar), Eio (Ello, Monte Arab) y Lorka (Lorca). Esta provincia de Aurariola di origen al condado o reino de Todmir" (1) en el que qued incluido Caudete hasta el 779. Durante el reinado del ltimo rey godo, don Rodrigo, debido a la traicin del conde don Julin, que se ha querido explicar como una venganza del conde contra el Rey D. Rodrigo, que cuando la gestin del conde don Julin en 709 an no haba ceido la corona, fuerzas rabes del Norte de frica, dirigidas por Tarik, lugarteniente del gobernador musulmn Muza, desembarcaron en la costa espaola del Estrecho (Gibraltar), y siguiendo la calzada romana que bordea el litoral, acamparon entre la laguna de la Janda y la costa atlntica. El Rey Rodrigo les sali al encuentro con un ejrcito de 100.000 hombres, en el que haban muchos vitizanos, enemigos del monarca, y a consecuencia de haberse pasado stos al campo contrario, el 27 de julio del 711, fue desbordado el ejrcito real en dicha batalla, que fue llamada de Guadalete, aunque tal vez con alguna impropiedad. El resultado fue que en siete aos, a partir de entonces, casi toda la Pennsula estaba en poder de los musulmanes, quienes aun pasaron los Pirineos y se apoderaron del Sur de Francia hasta Poitiers.

(1) F. Soriano Torregrosa "Historia de Yecla" (Valencia, 1950, pg. 61).

CAPITULO VDominacin musulmana ( 7 1 3 - 1 2 4 0 )

Durante 527 aos nominales y 461 efectivos, permaneci Caudete bajo el dominio musulmn, en cuyo tiempo se perfil su personalidad urbana, tom el nombre de Capdete, que conserv durante muchsimo tiempo, y se hizo un pueblo agricultor de primer orden.

Reino de TodmirDesde el 713, por espacio de sesenta y siete aos, Caudete pudo conservar ntegramente su catolicismo y manera de ser anterior sin que nadie le molestase, como parte integrante que era del Reino de Todmir, en el que, como hemos dicho, qued convertido el antiguo condado de Aurariola, gracias a la estratagema empleada por su conde Todmir o Teodomiro, quien puso en las murallas de Orihuela un gran nmero de guerreros, disfrazando de tales a las mujeres, cuando estuvieron a la vista las huestes mahometanas. Por lo sugestivo, copiamos el texto de la honrosa capitulacin de dicho reino, tomndolo de la obra citada de Soriano Torregrosa: "En el nombre de Allah, el Clemente, el Misericordioso. Escritura de Abdul-Aziz-ben Muza-ben Nossair para Todmir_ben Gobbos, por la cual conviene en la paz. La bendicin de Allah sea sobre l. Salud.No har violencia (Abdul-Aziz) contra l (Teodomiro), ni contra ninguno de los suyos, ni contra los que le sucedan; no ser (Teodomiro) despojado de su reino; no sern muertos ni cautivados; no sern separados de sus hijos ni de sus mujeres; no sern violentados en su religin; no sern destruidas por el fuego sus iglesias; no sern despojados de sus bienes por no convertirse. (al Islam) y permanecer ntegros.Ofrece aquel con quien estipulamos cumplir religiosamente est pacto y que ser cumplido en las siete ciudades

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de Auriola (Orihuela), Valentila (Guadix), Alicante, Mula, Buqusaro (Bujjar), Eio (Ello) y Lorca; que no dar acogida a nuestros enemigos; no mover guerra a nosotros; no ocultar noticia del enemigo de que tenga conocimiento; que l (Teodomiro) y cada uno de los suyos pagarn un dinar cada ao, cuatro almudes de trigo, cuatro de cebada y cuatro cntaros de vino aejo, cuatro de vinagre, una de miel y una de aceite. El siervo pagar la mitad de esto. Atestiguan de la verdad de "esta estipulacin: Ostmn-benAb-Abdah al Coreix, Habib-ben Ab-Obaidah, etc. fue escrito este convenio en la luna de Rcheb, cuatro y noventa de la Hgira (abril a mayo de 713)". Caudete respir, y, aunque con cierta tensin, sigui su vida habitual, no notando la presencia de los musulmanes, dueos de la casi totalidad de la Pennsula y del (Medioda de Francia, sino por la contribucin impuesta por Abdelaziz en el tratado con Teodomiro, contribucin, por otra parte, insignificante para este trmino tan frtil y magnfico productor precisamente de las especies exigidas por el musulmn.

Ocultacin o entierro de las santas de Nuestra Reina y Seora Mara de Gracia y del santo obispo y mrtir San Blas

imgenes Santsima

Segn lo da a entender la Historia de la Virgen de Gracia, citada anteriormente, a pesar de la tranquilidad que se disfrutaba en el reino de Teodomiro, verdadera isla de paz en medio del turbulento y agitado mar de la Espaa de entonces, los monjes del monasterio caudetano no se confiaron, y, enterados de la suerte que en otras partes haban corrido las cosas y personas sagradas, decidieron dejar la santa Casa de San Martn y trasladarse al reino de Asturias, no sin antes guardar en lugar seguro las sagradas imgenes de la Virgen y San Blas. Estos hechos, si hemos de dar crdito al autor annimo de la expresada "Historia de la Virgen de Gracia", ocurrieron el ao 714. No creemos que pueda darse con exactitud la fecha del enterramiento u ocultacin de las santas imgenes, que aparecieron milagrosamente el ao 1414. El Padre carmelita Fr. Manuel M.a lbez, refiere en su obra citada (1) la ocultacin de la Virgen del Henar con motivo de la invasin rabe de Espaa y dice sobre el particular: "Y cuanto al fondo de verdad de la tradicin sobre el ocultamiento de la imagen a la llegada de los moros, tiene fcil compaginacin, si se tiene presente que la invasin del 711 fue bastante tolerante, hasta el punto de

(1)

"Historia de la Virgen del Henar y su Santuario", pg. 20.

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poder seguir los cristianos con su culto an en las poblaciones sometidas al yugo sarraceno (mozrabes). Hay otra invasin ms terrible para Espaa y posterior: la de los almohades en 1144, en que entraron cometiendo ms crimines y derramando ms sangre que los rabes en el 711. Colocar el tiempo de la ocultacin de la Virgen del Henar en el ao de la invasin de los almohades es lo ms probable y lo que mejor armoniza con la arqueologa, nico documento cierto que poseemos de la imagen nuestra, como de tantas otras imgenes envueltas en otras tantas leyendas". Sea como y cuando fuere, ao ms o ao menos, seguiremos con nuestra tradicin caudetana. Y ahora pasemos a or los pormenores de la despedida de los monjes benedictinos del monasterio del partido de los Santos y del entierro de las veneradas imgenes de la Virgen y San Blas, segn nos los cuenta el annimo autor de la "Historia de la Santa y Milagrosa Imagen Mara Santsima de Gracia": "Oh trance verdaderamente triste! El Monasterio de Caudete se halla ya en las mismas crticas circunstancias en que se encontraba el de Monte Casino cuando desampar su suelo la Santsima Virgen y Madre Mara Santsima de Gracia. En Italia Agilulfo (rey longobardo) llen las casas de luto, de horror y de sangre; en Espaa hace lo mismo Muza, asociado del vil Conde don Julin. En aqulla, lloraban los fieles los incendios y asolaciones de las iglesias y santuarios, las profanaciones sacrilegas e irreverencias hechas a Jess, a Mara Santsima y a los Santos; en sta, vierten a ros las lgrimas a la vista de desastres y desencantos semejantes a aqullos. En fin, el horroroso espectculo digno de toda lstima, que presentaba Italia a la faz del Universo, por los furores de Agilulfo, era nada en comparacin del triste y lastimoso cuadro de Espaa invadida y asolada por los mahometanos. Slo puede gloriarse justamente el Monasterio de Caudete, entre tantos desastres, de poseer los carios de Mara Santsima de Gracia, que lo eleva al ms alto punto de distincin y honor. "El Abad Fray -Ruperto, sin sosiego ya por la brbara mortandad que hacan los sarracenos, determina guarecerse en Asturias en compaa de sus monjes, pero antes haba que tomar una pronta y eficaz decisin sobre la joya ms rica que guardaba el Monasterio, Mara Santsima de Gracia. Aqu son las ansiedades de su alma toda puesta en los castos amores de tan dulce Madre. Pensar en la separacin de tan Santo Simulacro es una aguda y penetrante espada que le parte el corazn; llevrselo consigo fuera todo su consuelo; pero ve y conoce que su traslacin del Monasterio de Monte Casino a la casa de San Benito de Caudete y su detencin y morada en esta villa haba sido por disposicin del Cieio; y esta justa consideracin pone en estado de inaccin sus ms fervorosos deseos. Slo acudir a Dios e instarle con tiernas lgrimas le explique su santsima voluntad, es su ltima resolucin.

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"Pstrase, pues, ante el trono de la dulce Mara: le dice de sus ansias amorosas; pero conforme en un todo con los altos designios de Dios, que adora humilde, y cuyas luces implora para obrar en el caso con agrado del Seor; y el Padre celestial condesciende bondadoso a sus splicas. "La dulcsima Reina del Cielo, al tiempo mismo que le anima en su gran tribulacin, le hace manifiesta su voluntad de quedarse con sus hijos de Caudete, permaneciendo oculta bajo tierra en el mismo Santuario. "Oh villa dichossima!exclama el devoto Abad. Oh Caudete, entre las mismas desgracias feliz! La Gracia es contigo". Mara, como cariosa y tierna Madre, aparta sus ojos para no ver, digmoslo as, las desgracias inevitables que llenarn a sus hijos de amargura y de dolores; pero no los deja: aqu se queda cerca de ellos, como hijos de su amor, para explicarles algn da su ms alta proteccin y misericordia. "Para llevar a efecto las rdenes de Mara Santsima, manda el Abad con la ms diligente cautela hacer una excavacin profunda dentro del recinto del Monasterio, en cuyo seno queda depositado el ms rico tesoro del Cielo. Constryense, para su mejor resguardo, dos pequeos arcos de yeso para colocar en el cncavo del uno la santsima imagen de Mara de Gracia, y en el otro, la de San Blas, Obispo y Mrtir. Acomodadas all ambas en dos tabernculos de madera en forma de doseles, fueron cubiertas de tablas por todas partes para su mayor conservacin. Puso tambin en el mismo sitio una Cruz, una caja de reliquias, una imagen de San Martn, pintada en una tabla de cinco palmos de altura, una campana y una lmina de plomo en que grab la causa motivo de la ocultacin de estas santas imgenes y el origen del Simulacro de la Reina de los cielos y tierra, Mara Santsima de Gracia. "Habiendo, pues, ejecutado cuanto su devocin y dolor le dictaba, acompaado el Abad de sus monjes, desamparando el monasterio, enderez su camino para Asturias. "El gran sigilo que se observ en la ocultacin de la sagrada Imagen,dio margen a la villa de Caudete para persuadirse que haba sido transporta-

da tambin entre las dems alhajas del Monasterio la ms rica de todas, la amable Virgen de Gracia, cuya desaparicin lloraba con amargura, hallndose en circunstancias de tanta penuria y dificultad sin la tierna y dulce Madre, que era para ella el Iris hermoso que le anunciaba, en las ms terribles tempestades, la deseada bonanza y seguridad".

Emirato independiente, Califato y Reinos de Taifas ( 7 7 9 - 1 2 4 0 )A mediados del siglo VIII los Omeyasque durante un siglo haban

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dominado en Damascofueron depuestos por los Abbases; pero un prncipe omeya, Abd-al-Rahman, logr escapar de la matanza realizada en su familia y vino a Espaa el ao 756, proclamndose Emir independiente. Este emir quiso imponer su autoridad en la Pennsula, y el ao 779 rompi el pacto que haba firmado Abdelaziz con Teodomiro, y este territorio cristiano qued convertido en una provincia o cora de la Espaa musulmana. A partir de ese momento, el trmino de Caudete fue de rgimen comn islmico. El cambio de jurisdiccin, a pesar de los tonos sombros que hemos visto expresarse a la tradicin en el punto anterior, no present ningn carcter terrorfico ni catico, pues los musulmanes, que no eran ningn pueblo en marcha, como lo haban sido los germanos, sino guerreros de un pas culto, casaron en su mayora con mujeres espaolas, y as se hizo muy rpidamente la fusin de razas. Adems, casi todos los siervos abrazaron el Islam, porque de esa forma se convertan en hombres libres (maulas). La mayor parte de la gente pobre hizo lo mismo para no tener que pagar tributos, y hasta muchos nobles se pasaron al mahometismo para conservar sus riquezas. A estas gentes se les llam renegados muladies. Los que siguieron fieles al Cristianismo se llamaron mozrabes. A no dudar, durante la dominacin musulmana, en Caudete se form el actual barrio denominado la "Villa" o ncleo principal de la poblacin. Dan base a creerlo, el ser el castillo construccin rabe, segn dictamen de cuantos entendidos han visto lo que queda del mismo. De traza y antigedad rabe era tambin la casa prxima a la fortaleza, la que haba entre los actuales nmeros 8 y 9 de la plaza de la Iglesia, segn poda verse a principios del siglo actual. As, pues, el Capdete rabe estaba constituido: a) por la villa, edificada al pie del castillo, del que salan las murallas que la circundaban a lo largo de la calle del Muro (hoy de la Virgen de Gracia), calle Ancha y calle Nueva, con tres puertas, una en la "Lonja", otra en el extremo de la calle Ancha (La puerta de la villa) y la tercera en la Canal. En este barrio viviran los principales musulmanes y caudetanos distinguidos. Fuera del recinto amurallado seguan los barrios prximos del Cerro de San Cristbal y San Sebastin, habitados por los maulas y mozrabes, que seran los artesanos y cultivadores de la huerta; y ms lejos, a una hora de camino, los poblados de Oliva, Bugarra (ms importantes que el propio Caudete en tiempo de los romanos) y el de Almzra, asentado al pie de la sierra Lacera, a Levante de la misma, del que anteriormente no hubo noticia y que dio el nombre al clebre tratado firmado en el castillo de Campo de Mirra o Almizrn, por Jaime I y su yerno el Prncipe Alfonso de Castilla,

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Una de las calles altas de la poblacin En ltimo trmino la ermita de Santa Ana

que ha de ocuparnos en el capitulo siguiente, y en donde residiran labradores y aparceros, pastores, colmeneros y leadores. Muy cerca del castillo, a Levante de la fortaleza, estaba la mezquita, bien en lo que hoy es la capilla de la Comunin y archivo y sala de San Antonio, o quiz en la actual nave central de la iglesia parroquial, hasta el crucero, toda vez que tcnicos en la materia han asegurado ser sta de construccin rabe, aunque no falta quien diga que esa parte ms antigua del templo era de estilo gtico decayente y porterior al 1240. La iglesia de Santa Ana puede ser reconstruccin de la ermita de San Cristbal, y sta tal vez fuera uno de los dos mil y ms templos edificados por Jaime I el Conquistador en las tierras arrebatadas a la morisma por sus victoriosas huestes, o antiguo santuario o mezquita musulmana para los vecinos de los citados barrios altos, convertida luego en iglesia cristiana por los conquistadores. Nuestro Capdete o los Capdetes, incluyendo los diversos poblados de su trmino, prosper muchsimo durante la dominacin musulmana. De una casi expresin geogrfica que era en el 713, con varias aldehuelas diseminadas, hicieron los moros un bien ordenado ncleo urbano amurallado, con arrabales inmediatos llamados los Tres Puntos, es decir, los que hoy constituyen Santa Ana y las Cuevas de la Rambla, Moto y don Tadeo, o quizs las inmediaciones de las ermitas de San Antn, San Cristbal y San Sebastin, ms numerosas alqueras y los mencionados pueblecitos de Oliva, Bugarra y Almizra. No podemos saber el nmero de habitantes que poda tener nuestro trmino, pero tal vez no bajasen de siete mil. Bajo los rabes Caudete cont con una huerta feracsima, regada regu-

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lar y metdicamente, cosa que antes nunca haba conocido. Los moros, tan amantes del agua y de la agricultura, convirtieron los alrededores del pueblo en un vergel delicioso y paradisaco. Sacaron, a no dudarlo, el agua de Arriba, as como las de las Suertes y Bogarra, adems de numerosas norias para huertos y huertas particulares. Hicieron la alberca conocida con el nombre de "Balsa del Moto" y formaron los magnficos bancales fertilizados por ella, venciendo enormes y difciles desniveles, cercndolos de paredes, muchas de las cuales an subsisten, y asignndoles su correspondiente dotacin de calderas, unidad de caudal de agua que an perdura en el heredamiento del agua de Arriba. Entre la balsa y el castillo, detrs de las casas de la calle Nueva (hoy Den Martnez) y ms all de la del Muro, las huertas, favorecidas por el clima tan benigno que se disfruta en el paraje, siempre han presentado esbeltas palmeras datileras, cargadas de precioso fruto, y hasta naranjos, limoneros y nispereros, adems de los consabidos granados, higueras, albaricoqueros y otros frutales tan del gusto de los rabes, y que no podan faltar en un sitio donde tan bien aclimatadas estn las chumberas y piteras que an hoy en da forman el seto de algunas heredades. El resto del trmino tena tambin terrenos de huerta, como acabamos de decir anteriormente y en los buenos terrenos de secano se cultivaban satisfactoriamente los cereales, olivos y viedo. Lo no cultivado apareca cubierto de espeso bosque, sobre todo por el Norte, que era una mancha boscosa sin solucin de continuidad hasta las tierras de labranto de Almansa, y por el Oeste, en donde se hallaba primeramente el gran pinar Doncel, que se continuaba ininterrumpidamente hasta los linderos de Yecla y Montealegre. Tambin aparecieron por entonces las industrias derivadas de la agricultura, muy rudimentarias anteriormente, recibiendo gran impulso sobre todo, las almazaras, molinos harineros y bodegas vincolas, aprovechando para los molinos el caudal del Agua de Arriba que, precipitndose por los arcaduces, mova sin esfuerzo humano, lo mismo que hoy, los pesados artefactos y muelas de que estaban dotados. Mecido por las auras de sus bosques y pinares, el murmullo de sus manantiales y el rumor de las ingeniosas mquinas industriales; alimentado por los frutos de sus ubrrimas huertas y feraces campos, que se almacenaban en los trojes o graneros y en las orzas y tinajas de los stanos de sus casas, llamados aqu bodegas; apacentando y aprovechando los productos de sus numerosos rebaos; ocupado en el trabajo placentero del campo, en el ejercicio de la caza., en los rezos y prcticas de prescripcin cornica, Capdete vio transcurrir los largos aos en que al Emirato independiente sucedi el esplendor del Califato de Crdoba, y a ste los tumultuosos reinos de Taifas, que fueron causa del establecimiento y desaparicin de los im-

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perios almorvide y almohade. En medio de precauciones y recelos presenciara el paso por su trmino del victorioso jefe almorvid Yusuf ben Tasufn, camino de Valencia, ciudad que arrebat a doa Jimena, viuda del valeroso Cid Campeador, en 1102. Luego habra de sufrir el yugo del emperador almohade Abu Yacub Yusuf I, que acab sometiendo el reino murciano de, Muhammad ben Mardanis, el clebre Rey Lobo. Seguira con inters la batalla de Alarcos (en la Mancha, al W de Ciudad Real), contraria al rey Alfonso VIII de Castilla, y despus la resonante y decisiva de las Navas de Tolosa (16 de julio de 1212) en que, coaligados los monarcas cristianos de Castilla, Navarra y Aragn, infligieron una terrible derrota al soberbio Abd Alfah Muhammad, el Miramamoln de las crnicas cristianas. Al deshacerse el poder almohade, Caudete pas a formar parte del reino taifa de Murcia, el ms importante y extenso, que lleg a ejercer dominio sobre casi toda la Espaa musulmana, pero su fundador, Muhammad ben Hud al-Mutawakkil, pronto busc la proteccin de Castilla, para hacer frente a las dificultades interiores, hacindose vasallo del rey Fernando III el Santo. Antes de producirse hecho tan trascendental, ocurrido el ao 1241, aparecieron en los confines caudetanos las victoriosas huestes del monarca aragons don Jaime I el Conquistador, que en 1238 haba ocupado la ciudad de Valencia, y a su fuerte empuje se desmoron la resistencia musulmana de toda esta comarca, con excepcin de Biar, conociendo seguidamente nuestro pueblo, a partir del ao 1240, la mayor transformacin racial, lingstica, poltica y religiosa que registra su historia, como veremos en el captulo que sigue. El cannigo don Juan Lozano, en su obra sobre la Batistania y Contestania del Reino de Murcia presume que los moros fundaron el pueblo de Caudete sobre las ruinas de la antigua Bigerra, posteriormente Bugarra (aldea de 80 a 100 vecinos en 1488, y hoy despoblado, a media legua de Caudete). Este autor, que no vacila en conceder a nuestro pueblo una antigedad de 2100 aos, aproximadamente, es de parecer, segn lo acredita en la Disertacin 111, prrafo 1 de su citada obra, que el Santo rey don Fernando se posesion de Caudete a la vez que de Bugarra, Villena y Sax, y que despus don Jaime I el Conquistador rindi de nuevo a estos pueblos, cuya morisma se haba sublevado en 1240. En el siguiente ao, 1241, los dio en posesin a los caballeros de Calatrava, y en 1243 fueron restituidos a Castilla.

CAPITULO VIReconquista cristiana y ajuste de fronteras ( 1 2 4 0 - 1 3 0 5 )

De 1240 a 1305 tienen lugar en nuestro territorio los acontecimientos ms trascendentales en la Historia de la villa, que por unos aos acapar la atencin, no slo de toda Espaa, sino de la Cristiandad entera. Poco despus de efectuarse el paso de Caudete a manos cristianas, muy cerca de nuestros lmites se celebr el pacto peninsular de mayores resultados prcticos, debido sin duda a la actitud de los nuevos pobladores cristianos de este trmino, fieles hasta el herosmo a su rey y seor. Por ser Caudete una villa fronteriza entre los reinos de Valencia y Murcia, es decir, de las Coronas de Aragn y de Castilla, hubo inestabilidad fronteriza durante algn tiempo; pero aunque no enteramente definitivo, sealamos el ao 1305 como limite de tal inestabilidad, porque a partir de esa fecha, si bien es cierto que hubo ciertos cambios, ya fueron teniendo Caudete un indiscutible sello Aragons.

La reconquistaEl Rey don Jaime primero, llamado el Conquistador, terror de las huestes moras y del cristiano, caudillo, se acerca; vuestro castillo en trmino de dos horas a sus armas sea entregado; pues que de otra manera hoy, por su hueste guerrera, ser a lanzadas tomado.

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Estas son las palabras que ponen los "Episodios Caudetanos" (1), escena IV del acto 2., en labios de don Gimeno cuando viene a parlamentar, en nombre del ejrcito aragons, con el alcaide moro de la fortaleza caudetana para intimarle a la rendicin sin condiciones. Bien se echa a ver, por la contestacin del moro Celauro, tan conocida de todos los caudetanos, as como por las manifestaciones de Abenzoar, que la defensa musulmana de los pueblos de los reinos de Valencia y Murcia no se desmoron ni se debilit por la cada de la ciudad del Turia en septiembre de 1238. Don Jaime I, en efecto, hubo de emplearse a fondo en una nueva campaa para llegar hasta Caudete y Almizrn (2) despus de tomar Alcira y otras plazas valencianas, aunque no Jtiva. Por fin, en una radiante maana de la primavera de 1240, el castillo de los Capdetes cedi ante el empuje Aragons, y. hubo de rendirse sin lucha al comendador de Alcaiz, que capitaneaba las fuerzas almogvares, entre las que figuraban muchos nobles caballeros que luego se asentaron en la villa, como los apellidados Ortn u Hortn, Mart, Conexero, Snchez, Daz, Agull, Golf, Gimeno, Beltrn, Tallada, Benito, Garca, Medina, Urgells y tantos otros, verificndose el cambio de dominio y poder de los mahometanos a los cristianos, al cabo de ms de cuatro siglos y medio que haba imperado en nuestro pueblo la Media Luna. Empez entonces para Caudete un nuevo y glorioso ciclo de ms de 450 aos en que esta laboriosa y antigua villa fue una joya preciada de la Corona de Aragn, como comprendida en el nmero de las 29 villas reales que tuvo desde un principio el Reino cristiano de Valencia, de conformidad con lo acordado en las Cortes de Monzn del ao 1236 (3).

El tratado de AlmizraLos Reyes de Castilla y Aragn haban celebrado diversos tratados para

(1) Drama en tres actos que se representa en la plaza de la Iglesia todos los aos en los das 7, 8 y 9 de septiembre. (2) En un volumen que tenemos a la vista, suscrito por el Dr. don Francisco Escolano, de fecha 2 de octubre de 1696, referente al pleito movido por Caudete contra Villena sobre la posesin y disfrute de los Alhorines d la Contencin, se denomina el Almizrn al lugar o villa en que se firm el tratado de Almizra (la actual villa de Campo de Mirra), distinguindosele as de nuestra Almizra que, segn fuerte tradicin caudetana, avalada por las ruinas y restos encontrados, era un pequeo poblado sito al pie de la Sierra Lacera o Alcera, segn se ha dicho, pero que, si pudo ser punto de partida de la comitiva del Prncipe Alfonso para entrevistarse con el monarca aragons, no fue en modo alguno el lugar en que se alojaba la familia real aragonesa al tiempo del famoso tratado, por cuanto al Rey, su esposa e hija, ambas del mismo nombre, se hospedaban, segn los autores y testigos presenciales, en el castillo que coronaba la Villa de Almizra (el Almizrn del citado documento caudetano), siendo as que ni por tradicin, ni por vestigios, es tan siquiera presumible que en nuestra Almizra del pie de la sierra Lacera haya existido castillo ni poblacin digna de merecer el nombre de VILLA. Queda, pues, deshecho el equvoco que tanto ha circulado entre nosotros sobre Almizra y el lugar en que se firm el convenio de su nombre, al que daba pie la afirmacin que aparece en la pgina 35 de la Historia de la Stma, Virgen de Gracia ya citada. (3) Lorenzo Matheu y Sanz - "Tractatus de regimini regni Valentise (Lugduni, 1704).

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repartirse el territorio dominado por los moros, conforme lo fueran conquistando. A Caudete le interesan los pactos o convenios de Tudiln (Tdela, segn Modesto Lafuente), Cazola o Carzorla y Almizra. E1 primero lo firmaron en 1150 Alfonso VII de Castilla y Ramn Berenguer IV, prncipe de Aragn, y por l cedanse al aragons todas las tierras de Valencia y Murcia. Luego, Alfonso VIII de Castilla y su homnimo, el segundo de Aragn, se reunieron en Cazorla el ao 1179 y acordaron un nuevo reparto de los referidos territorios, adjudicndose a la Corona de Aragn todo el reino de Valencia, con Jtiva, Biar y Denia; y a la de Castilla, el de Murcia. El tratado se revis ms tarde por el mismo Alfonso VIII y Pedro II de Aragn, por no satisfacer a ste el reparto anterior, y de esta revisin sali mejorado don Pedro. Por no estar muy claros los lmites en esta regin fronteriza entre los reinos de Valencia y Murcia, don Jaime el Conquistador no dud en apoderarse de los Capdetes, as como de Bugarra, Villena y Sax. De esta forma, adems, responda a unas actividades poco claras de su yerno, el hijo de Fernando III. Pero dejemos que nos exprese este asunto la acreditada pluma de Gaspar Escolano (1): "La ocasin y oportunidad que tuvo el Rey para declarar este amojonamiento del Reino, se la di el infante don Alfonso de Castilla, su yerno; que con celos de verle tan adelante en la conquista de Jtiva, favoreca de secreto a los moros porque no se le rindiesen; y aun haba enviado un caballero llamado don Pedro Nez de Guzmn, que de antemano se apoderase en su nombre de las villas de Onteniente y Enguera, que eran de la gobernacin de Jtiva, y recaan en la parte del rey de Aragn. El Rey don Jaime I que vi el nimo de su yerno, procur de pagarle con la misma moneda; y arrebatle de la mano de sus alcaides a Villena y Sax; de los moros mesmos, por concierto, los Capdetes y Bugarra, que pertenecan a la conquista de Murcia, que era de su yerno. A esta ocasin, escribe en su Crnica, que se vieron los dos entre Mizra (que dicen es Almansa) y los Capdetes, por componer sus discordias". Bien se echa de ver que el Dr. Escolano alude al tratado de Almizra, pero no sita bien la localidad de este nombre. Es cierto que hubo entrevista entre Caudete y Almizra, pero, no fue la definitiva entre las altas partes contratantes, sino entre representantes del Rey de Aragn y del Infante de Castilla, como detalladamente nos lo dice Zurita. Al ao siguiente de haberse apoderado Jaime I de los Capdetes, bien fuera por conquista o por concierto con los moros, el monarca moro murciano, para no perderlo todo, se declar vasallo del de Castilla conforme a(1) Dcadas, captulo XXI

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las capitulaciones de Alcaraz, y el Infante don Alfonso, luego Alfonso X el Sabio, que era el prometido de doa Violante, hija de don Jaime I de Aragn, y de su esposa doa Violante de Hungra, tom posesin de la ciudad de Murcia en 1241 y en 1243 ocup la ciudad (entonces villa) de Yecla, situada, como es sabido, en el extremo NE. del reino murciano. Mucho enojo caus al hijo de don Fernando III el Santo saber que los aragoneses se haban apoderado de los Capdetes, Bugarra, Villena y Sax, que eran de su jurisdiccin en virtud de los tratados de Tudiln y de Cazla, y desde Yecla se tralad a las proximidades de Caudete con un nutrido ejrcito dispuesto a tomarlo por la fuerza. Era la primavera de 1244. Sent el castellano sus reales al pie de la sierra Lacera y frente a la fortaleza caudetana, en el sitio denominado desde entonces "El Real", e invit a sus defensores a que le entregaran el castillo y villa, que le pertene-

Sitio denominado "El Real"De aqu parti el infante don Alfonso para entrevistarse con su suegro el rey don Jaime I en el castillo de Almizra, cuyo emplazamiento se hallaba en las montaas que se divisan al fondo. En el llano intermedio estaba el pueblo de Bogarra.

can, pues de lo contrario, se vera obligado a tomarlos por la viva fuerza. "Nosotros estamos por el Rey de Aragn", fue la respuesta dada unnimemente por aquellos caudetanos de nobleza baturra y firmeza catalana, dispuestos a morir, como los numantinos, antes que faltar a la fidelidad jurada a su monarca. Y ciertamente hubiese procedido el Infante al asalto del fuerte a no haber sido por la rpida y enrgica, aunque respetuosa intervencin del

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Maestre de Calatrava y otros Ricshombres que le acompaaban, aconsejando prudencia al hijo de Fernando III y una previa entrevista con el monarca aragons que se hallaba acampado a solamente tres leguas de distancia, antes que romper las hostilidades. Accediendo a tan sabio consejo, el Infante castellano envi una emba jada a don Jaime I, que a la sazn se encontraba en el castillo de Almizrn (Campo de Mirra), que se divisaba desde el Real caudetano, dirigiendo las operaciones contra Biar, ltimo baluarte moro del reino de Valencia, que no se rindi hasta el ao 1245. informado don Jaime del curso de los acontecimientos y de la conminacin hecha por el Infante a sus leales caudetanos, mont en clera,