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GABRIEL AYALA PEDRAZA EN UN PAÍS VERDE

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GABRIEL AYALA PEDRAZA

EN UN PAÍS VERDE

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PRIMERA EDICIÓNAbril de 2005

DIAGRAMACIÓN, IMPRESIÓN Y ENCUADERNACIÓN(Sic) Editorial

Proyecto Cultural de Sistemas y Computadores S.A.Centro Empresarial Chicamocha Of. 303 Sur

Tel: (97) 6343558 - Fax (97) 6455869Bucaramanga - Colombia

E-mail: [email protected]

ISBN: 958-96801-6-X

La corrección de la edición y los contenidosson responsabilidad del autor.

La edición de la primera convocatoria del Fondo BibliográficoRegional se gestionó bajo la representación de Jaime Rojas � Consejero

de Literatura.

Prohibida la reproducción parcial o total de esta obra,por cualquier medio, sin autorización escrita del autor.

Impreso en Colombia

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LA MEMORIA DE PAPEL

Parafraseando a Borges, quien dice: “El libro es laextensión de la memoria” quiero iniciar la presentación deesta colección de literatura regional, para difundir los valoresde nuestro terruño y resaltar la importancia de lapreservación de la memoria colectiva.

El orgullo, esa manifestación de los pueblos que seexpresa, en parte en las tradiciones, y en parte en lamentalidad popular, son los rasgos que llamaron mi atenciónen esta edición que hemos llamado “Fondo BibliográficoRegional”, colección que reúne la producción de jóvenesautores regionales en las modalidades de cuento, poesía,novela y ensayo; abrimos una puerta a estos creadores paraque presenten su propuesta. Más allá de los comentariosque suscite, iniciamos esta aventura bibliográfica comomuestra efectiva de una política cultural, y a su vezpromocionar el buen hábito de leer y publicar libros.

Para el Instituto Municipal de Cultura y para mí, esmotivo de especial satisfacción poner en manos del públicolos libros de esta colección, desafiando abiertamente el letargoque envuelve a las personas cuando se les habla del ejercicioeducativo de la lectura. Una de las funciones del InstitutoMunicipal de Cultura es el resguardo de los activosculturales, con estos títulos queremos reconocer la labor deestos escritores y su decisión de enfrentar la variable y casiindefinible “realidad” con la capacidad poética del creador

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y su técnica narrativa; esa muestra de las tradiciones de lascuales hablaba al comenzar la presentación, producen elorgullo en los pueblos; un abrazo para cada uno de losautores, quijotes sin escudero, dementes necesarios contranuestro aburrimiento, soldados de la libertad, soñadoresirreductibles.

Fraternalmente,

RICARDO ARTURO PINZON KNEPPER

Director I. M. C.

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PROEMIO

EN UN PAÍS VERDE en una novela corta para ser leídade frente y de sesgo. La narración sugiere y suscita, el lectorcon su sensibilidad ve, lee y llena lo que en ella se habosquejado. La obra no esta construida respetando el ordencronológico de los acontecimientos, renuncia a la disposiciónlineal de una coincidencia entre el tiempo de la historia y eltiempo de la narración, y antes que un sentido paradójico,mantiene una agudeza de improporción y disonancia.

Espero, amable lector, que el texto sea un vínculo queaccione su interpretación y usted pueda completar el juego,y así estos anagramas sean algo más que una música deciudad.

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EN UN PAÍS VERDE

Tener un más hermoso país ignoto y verde, y las nubes,se dicen, sedosas resbalando.

Aurelio Arturo.La muerte es un país verde

como un pájaro cantando en esa rama última.

Tomas Vargas Osorio.

Al despertar su mente no está extraviada, pero sí un pocoinsegura. Lo asedian sin que logre dilucidar aquello queevocan, imágenes intempestivas que le causan inquietud.Desde su cuarto oye el golpe al cerrarse la puerta de lacalle. Leticia se ha despedido pero él no sabe si es la hora enque temprano va al mercado, o cuando después delmediodía sale para su empleo frente al parque San Pío. Leviene un leve aturdimiento y luego voltea la cabeza quepesada sostiene sobre la superficie del colchón. Por la ventanasalpica su cara un rayo de luz, mas no es posible que abralos ojos aún, de nuevo representaciones inconsistentes llenansu mente acompañadas de una náusea progresiva. Una babaamarga se acumula en su boca y la habitación es el centroalrededor del cual gravitan todas las cosas. ¿ Qué ha sido demí? Las respuestas no son satisfactorias. Tendido de brucestiene la intención de lanzar un escupitajo pero no encuentraaliento para hacerlo, su cabeza pesa más que todo lo que

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existe, despacio abre los ojos y recorre las dimensiones delcuarto. Entreborroso ve la pipa, su camisa apelmazada demanchas rojas, blancas y amarillas, libros y otras prendasesparcidas por el piso. Como puede se encoge en unapostura fetal, mete las manos por entre las piernas y se dacuenta que húmedas conserva puestas las botas y el pantalón.Gotas de sudor invaden su frente y la espalda, exuda licorpor completo, la náusea se mezcla con un sentimiento deculpa y su cuerpo se crispa. Él, que se manifiesta prudenteintenta repasar los actos de la noche anterior y aunque confíaen su razón, su conciencia no se encuentra satisfecha.¿Cuánto de todo aquello que piensa son creaciones suyaspuramente fantásticas? Hasta donde vislumbra, ha sidocuerdo y como los que aciertan a resolver el problema de lavida, mantiene su empeño en medir las palabras y sus actos.Toqui tic, toqui tic, llegan a su mente imágenes, suena en elbar la canción: cuando era un chiquillo que alegría, laescucha sin tristeza. ¿La canta sin intención? Cada cual dicelo que piensa sobre el asunto. Cuando argumentan,cuestionan sin justificación, porque no se sabe con quién sehabla. Así que toqui tic, toqui tic, se marca cada segundo yen la barra y las otras mesas, los hombres mayores oyen ensilencio, sienten la aflicción que causa la proximidad de loya vivido. Jugar a la guerra noche y día y el tiempo nodeviene, hasta que llegan los asustadizos con el bulo. ¿Quépaso ? Se han metido duro en la ciudad. La oscuridad másallá de la esquina arrastra sombras, las lleva por un laberintoeterno y detrás, tintinean los pasos de Bailarín. ¿Alcanza asalir en la edición de hoy? Los mosquitos forman una nubeal girar alrededor de las manchas de su camisa. De cuandoestuvieron en el anfiteatro es poco lo que recuerda. Los

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deudos lloran sobre el mesón donde reposa el ahorcado, lointerrogan del porqué, mas, del tramite en ese lugar notiene reprensiones. ¿Llueve aún? Una gota de sudor seacumula en su ceja y la sed que le asiste lo reseca. Si el hígadodegrada en promedio un trago de alcohol por hora, ¿cuántotiempo he de esperar? A veces la propia muerte viene acobrar. Le preocupa que el exceso traspase el umbral yproduzca la embolia, son muchos los que esperan su decesopara ocupar la vacante, siempre ha sido demasiadoimaginativo y a veces lo perjudica. Si irse, abandonar elempaque y no volver a gestar, lo peor es que no sea letal yhaya convalecencia. Implicación: entablar cotidianidad conMiriam la enfermera. Eso es lo que pasa: la mezclabarbitúrica alucina todo ese superlativo del yo que le hacefalta resolver y espera los dividendos de una oportunidadpara atropellar a los otros. No hay claridad en la turbaciónde su conciencia, se recrimina por perder la memoria y sabeque no queda más remedio: dormitar hasta que se controlela crisis, así organizará mejor las ideas y si le es posible, estarátranquilo porque podrá aclarar lo ocurrido con Mario y losotros amigos, como se ha roto la empatía, donde hanquedado al final de esa noche vertiginosa en la que cadatrago es un intento por beberse de una vez la vida. El olorintenso del licor destilado se esparce por el cuarto y él,mojado en sudor sucumbe en un intenso escalofrió querecorre toda su carne.

La tarde entra en la oscuridad del firmamento nocturnoy los últimos arreboles se quedan pegados en la bruma dejulio. Aún cuando el pronóstico es bueno, con loimpredecible del tiempo es mejor asegurarse, así que se viste

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de chaqueta y bufanda y toma la carrera treinta y dos en elsentido sur. No planea una salida larga esta noche, a pesarde todo lo que se puede ver en la calle. Caminados unospocos metros la brisa helada amenaza con desbordar en unchubasco, sólo él que no soporta el encierro nocturno desu cuarto deambula como es su costumbre, mientras laciudad calla y se adormece. De esa manera disipapensamientos que ofrecen posibilidades: el advenimientode la falange, sus delirios de amor y todas esas cosas queocupan su mente. Las gotas que caen apenas humedecen lachaqueta, es temprano aún para ir al Boggie Salsa por unacerveza, el eco de una bocina exige tránsito libre y en lastabernas de la Zona Rosa se escuchan músicas diversas. Larealidad se encuentra reunida en este sitio: los artistas, laopulencia, los beodos, la religión, los maricas, la miseria, lospolíticos, la falange. Un perro descarga su orín amarillo enun poste, en los lugares comunes se tienen los mismosderechos. Salvo algunos estudiantes que vagan, la gente sequiere ir y se va, a eso hemos llegado, el drama de la especiedebajo de las nubes, la materia que adquiere conciencia seencuentra de afanes, una niebla que borra palabras con laprisa y deja el peso humano, la condición terrestre que nosmantiene atados a los minúsculos problemas de la vidacotidiana. ¿Quién en esta tarde gris y sigilosa se decide acaminar por la alameda? El vendedor de una caseta recogesu ventorrillo, él se acerca y le pide un cambio de monedas.Sólo me queda una, responde con maña y guarda las revistasy los sobrantes de periódicos. La acepta, va hasta el teléfonoy marca el número, el vendedor vuelve afuera y descuelgala tapa frontal que suena al golpe con su base metálica. ¿QuéEusebio esta muerto? Le confirman la pregunta en la línea.

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¿Anfiteatro? Se ajustan los candados. Chao, se despide ycuelga. La portezuela de la caseta se cierra y queda unbloque de doce metros cúbicos que sustrae al espaciopúblico, eso dice el Alcalde. ¿Hacia dónde se dirige ahoraque sabe lo que sabe? Por supuesto que un horóscopo nopasa de ser un juego infantil, hoy es un día semejante atantos otros, pero en lo transcurrido del día está convencidode lo que en la mañana le ha vaticinado el Tarot de losColores. Divaga hasta alcanzar la cincuenta y seis, dobla aloccidente y se deja ir vaporoso. Cuando sale de su casaquiere estarse por ahí, andando hasta que el cansancio leobligue a regresar en busca de un sueño tranquilo, peroahora que sabe lo que sabe cambia de parecer y se encaminahacia el Taller, recorre silencioso la carrera veintisietegolpeado por el viento que viene en el otro sentido. ¡AyGabriel! Piensa y mira la estatua del parque. Con la cabezacaída un poco hacia atrás como acostumbra para ver elespacio sideral, se sienta y recuerda la fábula que lo trajouna noche hace dos décadas a este lugar. El argumento delmédico y el telégrafo. La ciudad fresca, frugal y burocráticalo acoge en sus brazos, es un mar en cuyas coordenadas estáel imán, la cortadura entre norte y sur, por esos añoscomienza a formarse la maraña de los buses y a las seis,cuando en los templos suenan las campanas la gente corre,buscan la ruta que los acerca a los suburbios. Está en esteparque donde ocurrió la historia pues quiere deconstruirla,en el lugar habita ahora un conglomerado de familias conidentificación social cinco y seis y no hay quien puedarecordarla. Julieta nunca coge la bocina para contestar, eseinvento es la encarnación del demonio, no puede aceptarque las personas se hablen sin que puedan verse. Entonces

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el doctor que permanece en el laboratorio en su casa deCabecera del Llano levanta el auricular, escucha el motivo:por lo que requerimos lo mas pronto de su presencia doctor.Es la primera noche que suena el Ring Ring del aparato,un paciente lo solicita de urgencia. Da dos, tres vueltas conla manivela y el motor del auto se enciende, piensa en elgallo pero no en la serpiente, sube y se va por la carreterade Don Andrés, las luces de los cocuyos traseros del vehículose pierden para siempre a lo lejos por el llano, con rumbo alcentro de la ciudad. ¿Señora Julieta? ¿Si? El cadáver deldoctor lo tendrá en su casa esta tarde, después de las dos.¿Quién en esta ciudad tiene interés en matar a un hombreque lo único que hace es servir? Así, sentado en el escañorepasa lo que sabe de la historia esa noche de mediados dejulio décadas atrás, el cielo manchado entre oscuro y azulcuando de pronto en la ciudad se apaga la luz. Al unísonose escucha un vocingleo de desaliento que sale por lasventanas, corren los cerrojos, un poco de alboroto yrecriminaciones para la empresa de energía. Bucaramangaes una charca que se silencia cuando se suspende la luz.Mira hacia el firmamento, enjambres de estrellas y al sur,en su encantamiento con la bóveda celeste ve sin que losepa Escorpión. Los años que han pasado desde aquellanoche y los tantos que ha intentado volverlo a ver cada docede julio. ¿Dónde está el centro de todo esto? Ahora ya losabe. ¿La conciencia traspasa el agujero? Una y más veces loasedia la pregunta. Como en otras ocasiones decide caminarpor el sector, busca en el parque su asiento predilecto pararelajarse y espera cuando en el cenit haga su recorrido unanube para ver, pero la ciudad nunca se ha vuelto a oscurecerigual que aquella noche. Esta vez que está en los alrededores

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donde se forma el tercer centro, supone cómo serían lascosas si la historia hubiera ocurrido de la otra forma.Modificar un acto pasado es cambiar sus efectos, el centrose deteriora y se pierde, o se lo llevan. Existen infinitasposibilidades, reflexiona y se aleja del parque, baja por latreinta y siete y toma la carrera veintiséis. Paseo Inglaterra,se llamaría esta calle si Carlos Desnaux no se para firme enla toma del castillo en Cartagena. ¿Un francés? Loimportante no es donde se nace, sino donde se lucha, siguesus cavilaciones. La lluvia no arrecia pero tampoco cesa ensu inicio, camina entre los pequeños charcos que cubrenlos adoquines y lee en la fachada el treinta y tres cincuentay ocho, cruza la puerta del Taller y deja la ciudad afuera,dormida en su sopor festivo.

Realmente no recuerda en qué momento se fue al trastetoda su mesura, pues da mucho gusto cuando un artistatropieza con quien se las entiende. Al entrar lo reciben dealborozo y le brindan una copa. Daliv lo saluda de mano lomismo que Mario y Alberto. Devuelve los saludos, pasa yhace lo mismo con Iveth y Eliana, a quienes da un beso enla mejilla. Le ofrecen una silla, la toma y siente la músicaque se confunde con el palabreo que allí se ventila. Lo quete digo es así, ¿Se soluciona algo con esto? Insiste Daliv queintenta convencer a Alberto y a los otros de lo que afirma.Esos no son tu ojos Daliv, qué te pasa, le interroga Iveth enun momento. Lo de siempre mujer, mi relación con Danielame afecta más de lo que sé explicar. Ella que lo conoce bienlo observa: su rostro contraído, un tanto inseguro. No tepuedes sustraer a eso, continúa, la obra de arte no sólo debetener un carácter de goce y convivencia, sino tambien ser

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formativa, agrega. Cuando habla mantiene un zigzagueocon la diestra en el aire y se nota perfecto el puño de lacamisa abrochado a su muñeca. ¿Tú qué opinas? Indaga alrecién llegado. Éste se ve tocado a responder: no estoy deacuerdo con lo segundo, el artista es un fingidor, piensadecir, pero antes se pregunta, ¿debo intervenir ahora enesta conversación? Algo le dice que no, es mejor esperar.Entonces sonríe y calla. La combinación de alcohol ytrementina se esparce en el ambiente y el aroma que serespira es fuerte. Mario pasa la botella y cada uno se sirve lacopa. No te puedes sustraer a eso, continua Daliv, tú queeres artista lo sabes más que nadie. Por sobre el hombro deIveth, Mario le hace una seña y los dos se retiran hastadetrás del biombo, cargan la pipa y aspiran sendos pipasos.¿Y todo bien? Si bien. Hay bastante trabajo, afirma Mario,conteniendo la respiración. Esos bastidores están porentregar, añade y deja escapar el humo comprimido que leproduce un acceso de tos. Sobre la mesa y en los caballetesse ve la pequeña galería en cuyas telas aparecen los primerosmanchones. Allá sigue la controversia, el tono se pone másalto, todos quieren intervenir. No se trata de cambiar elorden, interviene Alberto. Daliv está molesto pues no leagradan las respuestas de sus interlocutores que dice secargan de ambigüedad. El viento húmedo levanta papelescuando penetra en el interior y el golpe de las gotas pegaseguido sobre el cobertizo, tanto que poco se oye laconversación. Si es así, es la muerte del artista, habla Albertoy de inmediato arguye Daliv con un palabreo entrecortado.Mario deja el espacio del biombo, va, sube el volumen de lamúsica y frente a ellos baila. Qué lindo que es el amorcuando se quiere de veras, canta y se contorsiona, bebe de

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la botella que pasa Eliana. ¿Qué hora es? Vive, el tiempo esdiscreto esta noche. Él observa ensimismado como los otrosdesbordan de alegría. Contrario a lo que ocurre con Mario,la hierva lo pone lento y así se siente bien. Conociendo aesta gente es mejor que estés tranquilo porque la rumbasigue hasta el amanecer, cuida de aquellos fantasmas quese te meten y te quitan el freno. Pero me acuerdo de Ella,pienso en sus ojos vacunos con lentejuelas azules, cuando selevanta y esbelta sabe relucir su cola, se acerca dócil paraque acaricie sus tetillas de durazno tierno. ¡Salud! Losorprende uno de los brindis. Daliv viene y choca su copa.No me digas que te vas a quedar toda la noche tan metafísico¡Vamos pilósofo!, nuestras palabras aunque frívolas eindiferentes te sirven para que finjas sonreír. ¿Por qué piensaeso de mí? ¿Es que no entiende que también me afectan losdemás? Luego regresa al grupo, recuerda la muerte deEusebio, el otro se une tras él. Orvalla a borbotones, el aguase cuela por una gotera, cae y golpea los lienzos que estánsobre la mesa. Qué hacemos: corremos la mesa o quitamoslos lienzos. Las mujeres traen café caliente que mezclan enlas copas con el aguardiente y así, el ansia de vivir les dabuen humor. Hablan de triunfar, que no falte salud y buenavoluntad para no desfallecer y Mario, el más disoluto, sueñacon un querer. La noche discurre lenta y húmeda, la arropael manto de la lluvia. Durante largo tiempo todo pasa bien.El fin del arte es el arte, asegura Daliv y como todos parecenestar de acuerdo con él, los desconcierta. El arte sucede, notiene fin. Varias veces pasa la pipa y por momentos ocurreque actúan según los sentidos, más que con la razón. Albertosuplanta a Daliv que se nota bebido y con sentida vanidadtoma la palabra y excita los ánimos. ¿Noble tú? ¡ja! Ja! ¡ja! Se

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burla uno. ¡Pobre innoble serás! Replica otro. Todos lovituperan pero él lo observa y no le recrimina porque creeque Alberto habla en sentido metafórico. Entonces Dalivtoma la paleta y por un tiempo raya con un pincel en unlienzo, combina colores y lanza bramidos frente al caballete,su estilo se nota en la cara, en la forma de tocar, de coger lascosas, suena un solo de piano y tumbadoras. La verdaderanobleza es la que se crea a pesar de la adversidad, amigo. Elque la coge grande por culpa de la traidora facilidad vaperdiendo poco a poco sus poderes nativos. ¿Sera cierto?En adelante él intenta hacer algunas consideraciones, peroDaliv deja el lienzo, va delante de sus amigos y forcejea durocon ellos. ¡Miren mi nobleza! Y con la alegría, el orgullo y larebeldía que siente el artista ante su creación, señala elbastidor. Mi Donna Gentile, si la viera Daniela, se diceatrapado un poco por lo sentimental y muestra lo que plasmaen el lienzo. Es una imagen preciosa, comenta Alberto conaires de entendido.Una obra perdurable, agrega. De cercalos trazos no parecen más que un simple esperpento, pero acierta distancia brota la delicada figura de una maja. Ellosobservan y después de pocos segundos en silencio, gritan:¡Le salió! ¡Dinero! Y todo se vuelve ahora festejo. Luego deun tiempo, ven que no hay licor en las botellas, entonces semiran y al unísono deciden: ¡A la licorera de la treinta yseis!

Estaba previsto que nuestros personajes, terminada lareunión continuaran cada uno su rutina hasta que Parcadispusiera cortar el hilo de sus vidas. Pero como el altercadocontribuye a acrecentar la empatía, dejan de lado la disputay tan contentos van ahora por la carrera veintiséis, que

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quienes los ven pasar así radiantes pensarán que en elloshay felicidad. Sin tiempo para volverse, el aguacero queretorna se precipita rápido sobre ellos y en el instante quedanempapados. ¡Agua pa mí!, ¡Agua pa ti! canta eufórico Dalivy hasta quiere tenderse en los riachuelos que se forman a lavera. Ebrios y entre la lluvia caminan por la ciudad, buscandónde refugiarse. ¿Vamos al centro? Él, sin el deseo de volverpronto a casa los acompaña desprendido ya de esacontabilidad incisiva de sus acciones, mas en el introito desu bien documentada y construida paranoia que va increscendo, los confunde. El centro está en todas partes, dicea Daliv y le ofrece múltiples explicaciones. Por ejemplo, hoyno es un día para cazar planetas, mira hacia el cenit, lasgotas caen y se ven cuando se iluminan por debajo de la luzde las bombillas. Allá está Escorpión, apunta al sur, y másallá el centro. ¿Entonces el centro está en todas partes? Esuna esfera con centro en todas partes Daliv, pero me refieroes al centro nuestro, al de los ciudadanos de aquí. ¿Laconciencia traspasa el agujero? Sempiterna y sin resolver lapregunta. Discuten largo tiempo y al fin, sin decisión, siguenpor las calles mojadas y vacías. Al bajar a la dieciséis despuésde dejar el Mercado, Daliv corre por el separador enestampida, ¡aaaaah! grita desaforado, he traspasado lamateria, aquí está el edificio de las telecomunicaciones, lopalpito, ¿Alguno de ustedes lo conoció? Lo más grande quevi en mi niñez. Extiende los brazos como para atraparlo,anoche en un sueño como un madero rumbo a la hogueramis amigos me llevan en andas, recuerda el poema, loderrumbaron para construir esta avenida, todo esto que soyy ya no es mío, se lamenta, después desfila amanerado paraincitar a los travestis que para evitar el serenillo se arrinconan

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en la acera. Se le giró la rosca a este borrachito, replica elmás obsesivo. Todos pasan y se ríen sin atender losimproperios que se escuchan después. Cualquiera puedepensar que con la inclemencia del tiempo, sólo a estosbebedores se les ocurre esta noche desafiar la intemperiepara saciar su sed, pero cuando Alberto advierte una músicay todos convienen orientarse hacia allá, aparece Claudioque sale de ronda nocturna. Nadie sabe de dónde viene aestas horas con su cara funeraria, en medio del parloteo dela lluvia. ¡Hola amigos! Saluda y es correspondido. Daliv yMario lo abordan más de cerca mientras los otros intentanseguir el camino. Sí, ese es el propósito, hay que salir acaminar para sustraerse del asunto, dice Claudio que se notadescontento. ¿De qué hablan ellos allá? No sé, todavía noles entiendo, observan él y Alberto que se han retirado unosmetros y aprovechan para prender fuego a la pipa. Adviertoaquí que por la lluvia las mujeres se sienten indispuestas ypor lo tanto disponen no salir como acostumbran encompañía de sus amigos. Ahora a usted lo preparan, locondicionan desde el gen para que responda de equis o yemanera, ¿Se da cuenta lo que eso significa? Habla Claudiocon una facundia no esperada en él. Sin reparo Daliv yMario escuchan. Yo veo más ansiedad personal queconocimiento en lo que está diciendo, el arte de vivir delarte le ha sido difícil, comentan y ríen él y Alberto. ¿Seimagina la estigmatización social? Continúa su discursoClaudio. Por su impermeable se deslizan algunas gotas quecaen de su pelo largo y desordenado. Luego hace unaexposición sobre el acceso a los datos genéticos y planteauna ética sobre el empleo, regulación y responsabilidad desu uso. Condescendientes Daliv y Mario lo escuchan un

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tiempo y luego de su desahogo lo despiden y Claudio semarcha por la Diagonal Quince dando bufidos y reproches,como si buscara dónde es que nace el viento. Dicen que losmomentos más significativos para los hombres son los delos encuentros y las despedidas. Al dar con el bar donde seoye la música, hallan un amigo que frente al programadorhace una selección, traen restos de una botella deaguardiente. Aquel amigo soy yo. En aquel tiempo, exentosde arrogancia, entre parásitos y filósofos vivíamos como losdioses aquella vida de bohemia, pletórica de sueños,Bucaramanga era el centro del mundo, pero el Duce setomó el poder y a todos nos tocó perdernos. Años después,cristalizada en la geometría de sus laberintos y por raracoincidencia, la ciudad nos permitió encontrarnos en elParque de los Niños, entonces reconstruimos esta historia.

Bailarín baja y cruza la avenida, toma la calzada opuesta,medita sobre la respuesta dada al mentor. ¿Cómo he dehacerlo? Piensa en los que de ser así, pertenecen al otrobando, muchos son sus amigos. ¿Puedo atentar contra ellos?Si mis amigos huyeran, huirían de mí los mejores tesoros.Hace la lista y entre los que le igualan son trece. Piensa enlos suyos y cuenta siete que por la causa exponen su vida.Cuando camina lleva los brazos adelante, enrosca una delas manos y golpea con la otra abierta, marca el ritmo declave, su Zen le protege tanto del exotismo como del falsoidealismo, eso cree, se detiene un poco y teje el comienzode un paso de salsa. ¿Cómo será la sorpresa para todosmañana? Los dos, un joven y un viejo nos observamosmutuamente, sospechando el uno del otro algo que no noses alcanzable a nosotros mismos. Increíble verlo en la página

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judicial y todo por no seguir el consejo de su mentor, que loes tambien de los del otro bando, existen relaciones abiertasy secretas entre ambas partes, eso se sabe. ¿Soy un elegido?Puedo serlo, reflexiona otra vez Bailarín, la vida se puedeconvertir en una larga cita, levanta la cabeza más de loacostumbrado y observa en todas direcciones. Los años quehan pasado, piensa. Las fachadas de las casas con arquitecturarepublicana han desaparecido. La contención formal y laexpresividad simbólica de la Casa de la Paz, tan grata a lossectores fascifizados del Régimen tambien. ¡Edificios,edificios! Una sola maraña gris sobre millones de columnasde concreto, murallas de estructuras ahuecadas, barrerasdescomunales en absoluta inmovilidad aparente, esto eshoy la Zona Rosa. La brisa golpea las copas de los árboles yen las carpas de las tabernas se amontonan pequeñosremolinos, luego se levanta sobre las casas que aún seconservan y entre las fachadas de los edificios. Reposado ensí mismo Bailarín cuida que en algún charco no se mojensus zapatos de goma grises, rápido mueve sus pies ligeros.¿Estás nervioso? Un poco, la sicología de la cita, tú sabes.Ah... ya. Bueno amigo, dejas de ser observador positivo, diceel mentor y le argumenta otras cosas más. ¿Dominar losacontecimientos? Sí, pero no desde los bandos, meditacauteloso, mira las orejas murcielaguinas del mentorcontraídas por el frío, escucha el discurso de la hipnosiscolectiva y al final la última recomendación. Luchadoractivo, no es más. ¿Estás dispuesto Bailarín? Recuerda losamigos desaparecidos, Herman el epiléptico, no tenerlosfuera de la organización. ¿Qué más exigencias para unhombre como usted?

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-¡Om! las burbujas se cruzan y se tocan con sus áureas,algunas de la presión revientan, entonces se ven las caras.

-¡Om!¡Om! reflexiona y camina las calles en busca delbar. ¿Se ha visto cadáver? Sí, una vez en el reflejo del aguade un estanque, las orejas yertas y estiradas. Sentí escalofríocuando vi en las ondas el rostro mío. Uno sale y no sabe sivuelve, no se puede tener todo calculado.

-¡Hey Bailarín! un saludo en la entrada del bar.

-¡Vaya! contesta él y entra. Como siempre entra,tarareando la música y bailando contoneado.

Catherine es una de las mujeres del bar que lo recuerda.Lee la página judicial y asegura que ha sido unaequivocación. ¿He de contar todo esto? Defectos de lo quees humano, pero es lo que ocurre, los caprichos de estapequeña ciudad. La noche discurre normal, la genteindistinta de siempre, por eso el rebumbio de cuando ellosllegan molesta. Con sonora hilaridad discuten frente a labarra, después vuelven a la entrada. Al fin dos quedan en lapuerta y se van, los otros ingresan y piden servicio, seacomodan en la mesa de Silvano. ¡Abran paso! dicen losenviados del censor que en el momento llegan, las caras seponen pálidas, yo las vi, por eso puedo afirmarlo. Esa noche,la amenazadora presencia de Tiritara en el bar causadesagradable impresión. Aparece al caer la noche luego delargo tiempo de ausencia, ronda las calles en compañía detres sicarios. Bailarín está acorralado, los que conocen aTiritara saben que su presencia es una sombra negra. Sientopena decirlo, en el bar se sabe todo, quién entra y sale seindaga, si no se conoce salen en busca de Sócrates, que está

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por ahí muy cerca. Sócrates es de cuerpo encorvado, viste alo proletario: pantalón de jeans y camisa de librea. Estampauna sonrisa en su cara redonda. No tiene aureola pero enlugar de ella lleva dos hilillos imaginarios verdes, de cincocentímetros cada uno, que parten de su coronilla y terminanen dos espejos rojos, de un centímetro de diámetro. Formanasí unos tentáculos que giran alrededor de su cabeza. Cuandopor alguna circunstancia los apéndices blandos se vuelvenantenas, los ojos de Sócrates miran penetrantes, escrutan ,arrojan luz como linternas. La cosa se pone rara cuandoSócrates no sabe de alguien y de Bailarín se conoce todo, oes lo que se supone. Catherine piensa en él, en las nochesque aparece por primera vez en el bar. En esa época rondaseguido el informante oficial, que baila lo más de bien.Bailarín ve mi movimiento y se atreve a invitarme a la pista.Le permito que se luzca. Entonces manda su ritmo que gustay es bienvenido en el bar. Agente de Copyright, si no meconoces te digo quién soy. Al principio nos relacionamosasí, pero después no. Todos nos olvidamos y lo llamamosBailarín, hasta la noche que desapareció. Y la orden llegade arriba, por eso viene Tiritara, pues el censor que siempreanda haciendo cuentas lo envía. Sócrates, estás dormido, ledice y finge sonreír. ¿Cómo es que ha estado tanto tiempo atu lado? Sócrates reflexiona, metástasis de la infiltración,siente terror, pero piensa que en el fondo pudo ser unaequivocación. Ahora que no sabe si sentirse culpable, losapéndices que flotan de su cabeza se han erguido, su errorpuede causar gran daño a la Organización. Esa noche sesabe de todos, la información es clara: un infiltrado esta enel bar, así que se miran los dos.¡Estás vivo o estas muerto!.Durante largo tiempo Bailarín danza tranquilo y como todas

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las noches, con su paso pegado a las tumbadoras lograconmover a muchos de los asistentes y hasta los lleva a la risay el aplauso, pero en un instante dos personajes lo llaman yluego lo sacan a empujones. Termina en ese instante el showde medianoche, por lo que pocos se dan cuenta. ¿Who amI? Pregunta Angélica, mientras Sandra y Grundies sedesvanecen de la escena. Se llevan a ese tipo, dice Daliv asus amigos, mas ninguno le presta atención. Discutenexaltados y consumen el pedido. Daliv y Lazarillo cerveza,Mario y Silvano whisky y Oscar, el clarinetista de la orquestaque los conoce viene a saludarlos, se sienta y pide agua. Paracerrar el show: el gato que está en la oscuridad, suena lacanción. Prefiero escuchar Mambrú, dice Daliv, al menoses más sincera: que horror, que horror que pena, no sé sivolverá. ¿No sé si volverá? ¡Se llevaron al Bailarín! AlucinasDaliv. Los visitantes habituales del bar fuman y escuchanen silencio, con nostalgia recuerdan su infancia, imágenessin tiempo, hablan de un primero, idílico y único amor,después suenan acordes, pitos y golpes de timbales, seprepara para intervenir la orquesta, la gente que llega seaglomera en la entrada para dejar caer un poco el agua desus ropas, palabras sueltas, conversaciones distintas se oyenen la barra, en los recodos y en las mesas, el aire enrarecidoque no logra ser filtrado por los extractores se expande en elsalón, teje volutas iluminadas por el espectro de las lucesque se enredan en los cuerpos de la gente que circula y delas damiselas que se esfuerzan por atender los pedidos. Laguerra es dulce para quienes no la conocen, habla Mario,todas esas canciones tienen un propósito, el plan divino ysecreto de la historia, ¡imagínenselo! la nueva barbarie.Quiere continuar con su discurso, pero suena la orquesta y

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nadie le pone atención, todos escuchan el repertorio, en lapista la gente baila y Daliv se levanta e intenta moverse unpoco pero desiste, pues su estado apenas le permite mantenerel equilibrio. Afuera, varias cuadras al oriente del bar,Alberto espera intranquilo, fuma la pipa en la esquinamientras escucha el bullicio del mercado callejero. Joven, leadvierte una verdulera, es mejor que se vaya, usted tienebuen aspecto y este lugar es peligroso. El coronel que repartepasquines baja cauteloso, Alberto lo ve pasar, debajo de subrazo el sobre enrollado con las hojas de papel, caminalento por debajo de los alares, se protege de la lluvia y él,que se ha ido con la percanta no regresa. Ella lo conducepor un laberinto poco iluminado, drogos a la vera, caminadesconfiado. Vamos, le dice la percanta. Usted no meconsigue nada. Vamos insiste ella, es más adelante, dame eldinero, y se lo quita rápido y fácil. La sigue unos metros,pero se siente perdido, la percanta lo ha engañado, no ledará la nieve ni le devolverá el dinero y en la olla donde estáes para tener cuidado. Sin embargo se le acerca y la tomafuerte del brazo, ¿qué pasa? Ella de inmediato se da vuelta,lo mira a la cara con sus ojos idos, como si no lo hubieravisto nunca y se deja caer despacio en el anden húmedo. Elcallejón esta vació pero huele a bazuco y cuando él se dacuenta la percanta arma un cigarro. Con una reacción pocode su naturaleza le da un par de patadas y sin violencia ellaprotesta. El intenta seguir golpeándola, pero cuando sepercata, el chulo de la percanta cae como un rayo. ¿Dedonde aparece? nos ha seguido todo el tiempo, se acercarápido y esgrime un cuchillo que saca de su pretina, ochopulgadas, parecido al que utiliza Rumalda en el mercadopara cortar las asaduras. Entonces retrocede en estampida,

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siente el peligro que acosa y sin pensarlo dos veces arrancacon toda su velocidad, corre en sentido contrario al chulo,busca la salida y alcanza a evadir la primera embestida. Elchulo lo persigue insistente, lo tiene cerca pero no tantocomo para hacerle un lance y él, mantiene la distancia, seentrega a la carrera con todo su ser. Otras veces ha estadoen la misma situación y ha salido ileso, mas ahora debeocurrir lo mismo, porque Alberto espera en la esquina y losotros en el bar, los pasos del chulo se sienten ligeros atrás, ellaberinto que recorre no es el mismo, ¿Dónde está labifurcación? No hay tiempo que perder, sigue disparadopor la senda confiado en que esta tiene salida, hasta que alfinal escucha un barullo que le da confianza, sale a los puestosde vendedores de verduras y frutas del mercado. ¡Cójanlo!Grita detrás el chulo y se arma una algarabía. Él correindefenso entre la gente y los bultos, de todos lados le caeun torrente de tomates, guayabas, verduras y desperdiciospodridos, es una fiesta para los vendedores que a esa horaempacan sus productos, ninguno va en su apoyo, todosrechiflan sin parar. Sin aliento consigue dar con la calle,intenta reconocerse, trota despacio y para su bien, se dacuenta que el chulo se ha quedado, siente la intensidad delos latidos de su corazón, suda a pesar de la llovizna y mientrasva, piensa y se recrimina. ¿Cómo es que he caído en estasituación? La vida se acaba en un segundo, ¿Dónde está surazón para alejarlo del peligro? Sigue siendo un proyectoinacabado, no puede desperdiciar el tiempo en estos líos,sufre para ser señor de su propio destino, ¿Por qué se justifica?No todo le da igual. Ella por ejemplo, ¿Qué pasará cuandonote que ha desaparecido? ¿Se pondrán tristes sus ojosvacunos con lentejuelas azules? De su camisa caen trozos

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de fruta mezclados y le dejan un colorin de manchas, prontoabandona el linde de la zona del mercado, huele a pared detierra mojada, Alberto no esta en la esquina. ¿Vale contarlesla verdad? Como puede sacude los empachos de su camisay menos turbado retorna al bar.

Tampoco te sugiero que estudies música erudita, pero sípuedes mejorar los temas, los cuatro clarinetes por ejemplono tienen nada que hacer durante un largo tiempo, debereducirse su número y repartir su tarea entre toda laorquesta para evitar sobrecargas de trabajo, si fuera necesariouna intensidad sonora esta podría ser lograda por intermediode un amplificador. ¿Entonces no te gusta el concierto? Elconcierto sí, como oyes los temas que se tocan son clásicos,la percusión es central, y no es que piense que son ustedesunos incompetentes con suerte, no, en mi opinión esteejemplo evidencia que los costos y la racionalizaciónconsiderados aisladamente, llevan a un camino erróneo.¿Cómo mejorar entonces? No puedes subordinar la razón ala tradición. El director de la orquesta escucha atento. Enel caso mío es combinatoria, veintiocho grafías con las quepuedo escribir infinitos anagramas, una ilimitadaconstrucción de conceptos y una bola de nieve, puede serigual con lo tuyo, agrega y ríe Silvano. El buhonero se acercacon sus baratijas pero ellos no le prestan atención, hablan yríen satisfechos. El locutor anima el concurso de baile,distribuye una papeleta para que cada pareja participantese asigne un número, luego anticipa la programación delmes: julio 17 taller de poesía y son, lanzamiento del CDmontaña azul, la orquesta sigue el concierto, Mario queaprovecha los últimos temas para bailar regresa, sorprendido

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porque ahora que lo ve, nota la ausencia de Alberto, entoncesse sienta a su lado. ¿Dónde estabas? Daliv pretendeintervenir en la conversación para mostrar su desacuerdo,pero ebrio es poco lo que puede balbucir y no le prestanatención, en la mesa con una chica está Vladimir, desde lapuerta él alcanza a distinguirlos, así que entra y se acomodaen la silla vacía al lado de la mujer que lo acompaña.

Y llevan a un camino erróneo porque en lo racionaltambién hay un momento impredecible, habla Silvano, lacrisis de las certezas, tú sabes. ¿La muerte es predecible? Loque empieza termina, así es el tiempo, ya ves. ¿Que te pasóen la camisa? Todos lo miran. Incidente citadino.¿Impredecible?. Para mí, porque para el chulo erapredecible, en busca de nieve. Yo tengo aquí, mira en mibolso le insinúa Silvano. Por el momento me repongo, dicey sacude la camisa. No me esperaste Alberto. Esa olla espeligrosa. Irrumpe de nuevo la música. Yo pienso que no estanto así como lo propones Silvano, el artista no es Sebastiántraspasado por lanzas y menos con alas de angelito, la obraartística se propone descubrir, ocultar al artista, crear sinsentir y nada más. ¿Y entonces el argumento? Argumentosí, claro, pero sin que sea una flagelación, creo que Dalivestá de acuerdo conmigo. Daliv aprueba, intenta articularalgo inconexo, mueve la cabeza y no dice nada, Albertoescucha serio y con su silencio se muestra de acuerdo,Vladimir abraza a su compañera. Claro que no es que pienseque no necesitamos otro orden, una distribución más justade la riqueza, continua Mario, sino que el arte es otrodiscurso, no exige su reconocimiento como realismo. Nohabrá masas de burgueses que se regocijen con tus obras

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Mario. No las habrá, sus efectos se determinan por otrasformas de percepción, no sólo la razón y los sentidos, sonobras reciclables y perecederas, ego altivo, más allá de losdividendos, ¿Entiendes? Más allá, siempre ir más alla, de lasestrellas, de lo social, más allá del más allá, ¿La concienciatraspasa el agujero? La conciencia es mercancía de moralistase inquisidores, interviene Daliv, que por momentos recobrasu lucidez, no hay más allá, y de haberlo me llevaré estaciudad, sus calles, que anteriores a mi son mi centro. ¿Quéte pasó en la camisa? Lo mira con detenimiento. Unincidente en la olla. ¡Pero cómo te vas a meter en ese lugar!Ímpetu varonil. Cuídate si lo tienes, pudiste aumentar lacifra de las estadísticas y estás reservado para mejores cosas,le da una palmada brusca en el hombro y vuelve su atenciónen busca de la cerveza. No te fijes un solo punto Mario,continua Daliv, uno nace en cualquier parte, pero es dedonde lo atrapa la cultura, la tierra es una bola grande ytodos giramos colgados de ella, ¡muévete! puede que seaotro el lugar donde triunfes como artista. ¿Qué sitio te llamaen este momento? Mario lo mira dos segundos, lleva el índicederecho a su boca y responde. El sol de oriente me espera,un paraje grande y lejano, Yakarta, para allá va la colmena,de acuerdo a las últimas circunstancias del Imperio piensoque es donde debo estar. Daliv lo mira y sonríe. Todos nosengañamos un poco en los aspectos de la vida; mi utopíaestá en Bucaramanga, este es mi útero, donde lucho y buscola imagen para definir mi ser, Bucaramanga me ha hechosuyo, aquí los atardeceres siempre se visten de color, no sési es un mal razonamiento que guía mi destino. Los dossonríen. Pero no han contestado la pregunta, insiste Silvano.

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Es un tema trascendente. Entonces uno muere y se acaba.Pienso que sí, el hombre es un ser microscópico que puedever tanto lo pequeño como lo grande, el horizonte del másallá, pero no tiene capacidad de resucitar, la muerte es eterna.¿No queda la memoria? Resulta difícil que así sea, ¿sabescuánto es mi memoria comparada con todo el tiempo?infinitesimal, la desatomización del cuerpo me dice todo,post mortem nihil est, lo que se integra se desintegra y noqueda nada.

Ruger trece de satélite, ruger trece de satélite, suena elboqui toqui de Fabiola que desde la barra observa y tomacerveza, lleva la mano a la cintura y lo apaga, Ellos suspendenla conversación, ¿Le tocaron la campana? Castellanos quebueno baila usted, la música no para, penetra en las parejasque en la pista dejan su energía, algunos cantan y llevan elcompás desde sus mesas, otros que les gusta ser observadosbuscan un lugar y solos, bailan exhibiendo sus mejoresmovimientos, en la oficina principal Lizardo limpia unrevolver, pasa el paño por el alma y penetra los orificios deltambor, mira a través del vidrio de seguridad, Fabiola dejade espiar, abandona la barra y sale, la pista empieza a cedersu cerco a las parejas, el programador bosteza y ellos quehan perdido el hilo de la plática, aprovechan y se dan unpase, Lizardo los ve desde allí, Sócrates que es su compañerose ha ido, no se sabe que pasaría porque no ha regresado,¡vaya con ese agente de copyright! yo no puedo decir nada,nunca tuvo conmigo un discurso abierto y en este caso laorden viene de arriba, piensa. Timbra su celular y toqui tic,toqui tic, el tiempo se desgrana.

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Hubo un tiempo que en verdad no sé, o mejor, no puedoficcionar para mi realidad lo que pasó. Cuando recobro miatención ellos están hablando:

Puede ser que pienses que soy un principiante, pero enarte es distinto. Silvano piensa que él como poeta le vastacon sus anagramas y no intenta proponerle argumentos,sabe que se siente aludido por lo que ha dicho y deja queMario hable. Uno puede pasarse la vida sin hacer una obrade arte, si no siente necesidad de ello. Cuando habla llevala mano hasta su boca y sostiene como siempre el dedo índicesobre el labio inferior, no acostumbra como Daliv a pasar lamano para acariciar su barba. A propósito Daliv tarda, hacerato salió para el baño y no regresa, en un momento hablacon un personaje frente a la cabina del programador, lorecuerda, y en efecto minutos después aparece entre lasluces, se despide de alguien, atraviesa la parte de la pistaque está más sola, anda desequilibrado, se queda unmomento en suspenso, Alberto consume la cerveza y losotros hacen lo mismo con sus bebidas. Daliv se sienta,enciende un cigarro, volutas de humo salen de su boca, sedesvanecen en el ambiente multicolor. ¿Qué le dijo esepersonaje? Insiste en que hablemos. Pero solo contigo. Pareceque sí. ¿Qué comentan ustedes? El pasquín. Daliv busca enel bolsillo de su camisa, saca las gafas. Muestra, le dice aVladimir que sostiene el escrito enrollado en sus manos peroéste atento a lo que se habla no lo advierte, entonces Dalivlee lo que se puede apreciar en las cinco primeras líneas dela página ocho del pasquín: golpes de estado, represiones,elecciones, unidades políticas internacionales, rupturaspolíticas internacionales, inversiones, es decir, el poder

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mundial de los centros financieros es tan grande que puedenprescindir del signo político de quien detente el poder enuna nación, si se garantiza que el programa económico nose altera. Vladimir ve a Daliv interesado en el pasquín y selo ofrece, no te preocupes, lo rechaza, con lo que acabastede decir me basta, no necesito más, se levanta como paramarcharse, retira un poco las gafas y mira por sobre ellas,interrumpe la conversación, quiere decir muchas cosas perola lengua no le obedece. Espera un momento Daliv, le diceMario que trata de controlar el orden, Alberto fuma yescucha serio y silencioso, cálmate Daliv que estás ebrio, esque así es, insiste, la saliva se le derrama por entre las comisurasde los labios y sin que pueda impedirlo salpica a los máscercanos, ¿Qué es lo que el poder económico no toca?Aunque mi razón esta un poco achacosa ahora entiendomejor, hasta a los sueños les marca el rumbo, sí, con lo quedijiste al final me cambias todo, la acción democrática notiene facultad sobre el establecimiento económico, no esmás, ¡Cántame la canción! Daliv no se quiere sentar pero alfin lo hace y como ninguno lo atiende, habla para sí conuna mímica bastante expresiva convencido de que todos loescuchan. De cualquier manera nada se pierde al creer,aunque algún día te encuentres con la confirmación de locontrario. Nada se pierde, vienes con ese cuento y no hasdicho nada Mario. No soy quien debe decírtelo Silvano, noconozco bien el tema y pienso que un hombre que no tieneconocimiento claro de un asunto no puede hablar conpropiedad de él. ¿Tú que opinas? Puede ser, responde él, secomponen constructos que soportan místicas, entonces seinstrumentalizan los miedos y te sientes culpable, no sé sivalga creer o no creer, pero aparecen estos manuales, y señala

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el pasquín, liberarnos no es fácil, se miran a la cara, culturade la protección.

Afuera es la noche y la lluvia se desgrana, la pestañina secorre en las líneas de los ojos y muestra los rostros ajados delas mujeres, perdida su gracia y la persuasión. Pues eso ocurreen una sociedad en la cual la religión es el principiofundamental, la dependencia emocional infunde miedo,habla Silvano. ¿Y entonces los valores?. Los valores sonpropios de la naturaleza humana, continúa, el control de lapsique es lo primero, de ahí que lo sientas tan inherente,pero no es que sea así, o no hay que permitirlo, aunqueestemos abiertos al flujo de los momentos místicos debemostener un ser propio bien delimitado. ¿Esa es la constante?Sí, lo que debe suceder para que se cumpla la historia. Otravez Daliv refunfuña y es poco lo que logra decir. No Daliv,si no estás despierto no puedes entender completo el cuento,el héroe debe sucumbir ante los rudos poderes. ¿Hablas delBailarín? No estás atento, le dice Silvano. Es que exponesrazones equívocas en las que apenas se halla sentido. El artenecesita contención y dominio de sí mismo Daliv, recuerdaque la inmortalidad es el juicio perpetuo, no por fabularun fresco en la ciudad la has ganado, quizás no sepa muchascosas de ti, cuéntame. No conoces mi proceso Silvano. Sólouna persona constante y sobria puede lograrlo Daliv. Tengoresistencia, y aunque ya me he desprendido de losconceptos, conservo el tormento de la búsqueda, el arte esun ser vivo que me punza, replica, contiene el misterio y elasombro, me sirve para extraviarme, nada más le pido. Luegode sus últimas palabras Daliv levanta el rostro y lo mantienesereno unos segundos en alto para reafirmarse, después lo

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deja caer. Pero entonces qué Daliv, le habla Silvano, ¿Estásde este lado del péndulo? Daliv mueve otra vez su cabeza,repetidas veces, de abajo hacia arriba, pinto con la izquierda,dice. Silvano aprueba. Yo también, corrobora Mario.Alberto, que después de la mofa en el taller se ha pasadotodo el tiempo como el búho, no habla pero se fija mucho,serio frunce el seño, una raya se hace en su cara y corta sufrente, es difícil seguir sus pensamientos, pues no se sabe sielabora planes o imagina otras contingencias, no parece estarde acuerdo. Vladimir abraza a su compañera, aprueba y él,los mira, sonríe y calla, porque en el momento en que debehablar interviene Tayín, que ha llegado hace unos instantes.¡Ah! Sí, dice, tras escuchar la conversación. Como superanen número los del grupo que se identifican, revientan eneuforia, chocan entre si sus copas, se abrazan conexageración. No, no niego mis inclinaciones y espero querespeten mi derecho, hasta para equivocarme, dice Silvano.Después consumen con holgura la bebida que aún resta ensus copas.

Las mesas una a una quedan vacías, desde la oficinaprincipal Lizardo sigue la conversación, ¿Comprometidos?Se pregunta, al tiempo que apaga los micrófonos de lasmesas que se desocupan y modula mejor el de aquella queaún esta ocupada. Y cuando todo parece proceder depersonas razonables empieza entre ellos una algarazaincontrolable. Perseguidora de los códigos de barra, muchotilín tilín y las copas vacías. Silvano reconviene a Marioporque en lugar de pedir más trago, negocia un viaje a lacama con una de las mujeres. ¡Eso es ridículo! Le dice aAlberto que deja sobre la mesa unas monedas para ayudar

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a pagar la cuenta. Daliv busca el peculio de su DonnaGentile, alucina que ha vendido la maja y conserva el dineroen alguno de sus bolsillos. He escuchado el mantra de ungurú salvaje, se define Tayin en su vestido: toga, diadema ysandalias tres puntá, permanece atento por si unainterlocución audaz de Silvano, a quien considera unascendente mayor, lo pone a trastabillar, pero Silvano lo dejaser y no ofrece interpelación, recrimina a Mario no porquese quiera ir con las putas, sino porque se olvida de lanecesidad general del grupo y no invierte el dinero en mástrago. Lizardo tiene todo en cuenta, simpatizantes, se dice.A las cinco de la mañana, se oye en el micrófono la voz deun barman que pasa, luego burda conversación.

Atendiendo a que un extraño es un amigo por conocer,Daliv mueve la cabeza con un gesto que significa aceptación,permite que el personaje con quien habló antes en la barralo acompañe a la mesa, mas como después de saludos ypalabras invita a un menú: crema de cebolla, cebiche decamarones, lomos a la palomita, codorniz sofreído envinotinto; ¡ah! saben de qué se trata la vida, piensa Lizardoal escuchar lo que cada cual pide; es bien recibido. ¡atchiís!estornuda Daliv luego de comer y se traga su estornudo,con lo que su oído queda obstruido durante largo rato.¿Hachis?, ¿Quieres hachis? La pipa esta en mi bolso, le diceSilvano. Pero Daliv se pierde en su adentro, no oye, intentalevantar un brazo mas no puede llevarlo a donde quiere,canta para recordar, aprieta los dientes después de un trago,en la conmoción interna de su mente acumulaincertidumbres y angustias, piensa en sus cosas que máscuentan: utopía en Bucaramanga, la carta de su vida, y

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buscando en ti Daniela me hiciste olvidar a otra, así son lascosas, adorable tormento, siempre metes la cucharada perono entiendes nada, si vieras la Donna Gentile que hiceanoche, pero se lo que vas a decir, ¿Es el primer boceto? Lefalta el sentido de la armonía, ¿no vas a terminar esa obra?Nunca entiendes nada Daniela, lo que sea es algo nuevo,pensé que serías flor de un día y vivo esperando a otrapersona, si encontrara una mujer más fascinante, pero no,me ataste a tu vida y a mi edad esa pretensión es ridícula, nopuede cumplirse, ya no me voy de aquí, tengo una familiade encantadores hijos por cuyo bienestar debo trabajar hastael fin. Me encontraste Daliv, ahora soporta mi karma, jamásserás feliz sin mí, dices. Pero no es eso Daniela, no me iréporque Bucaramanga es un país verde, mi ladera cósmica,aquí estan mis amigos, esta es la ciudad de mis recuerdos,veras que sí podré sin ti. Por su mente pasan veloces las calles,vaga a través de laberintos en el tiempo infinito de suinfancia, amigos de juventud, y después adaptarse alambiente de Daniela, a sus parafilias que lo hacen sentirinmortal, cuando íbamos a buscar crisantemos a los lagos,las canciones que fueron nuestras, el tiempo feliz nos llevaba,intenta recordar los bellos momentos que quedan delpasado, aroma de su inspiración. Los seres normales en algúnmomento desean la muerte de aquellos a quienes aman,ahora lo entiendo, en ves de compañera te conviertes enarpía, es el odio el que ayuda a mantenernos, nuncaentiendes nada Daniela, quizás algún día te darás cuentaquién es el hombre que has dado como padre a tus hijos. ¿Ysi Daliv no vuelve? Piensa a Daniela en casa tendida en sucama, y como de costumbre después se duerme. Quieresimponerme deberes, pero no sabes lo que hay en la

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naturaleza de un artista, me he sometido todos estos años,pero, ¿Vivo bien? ¿No es absurdo sacrificarlo todo por unafamilia? La vida de un hombre es tan poco, quisiera no tenerya mujer ni hijos que me recriminen, piensa Daliv en sudelirio, tanta madurez me ha hecho muy impresionable,entonces resume lo pensado, oído y visto durante su vida:instintos, evolución intelectual, su lucha por vencer latimidez sin importar el ridículo. No, no permitiré que mehagas sentir asco, no es tu poder lo que me inclina Daniela.¡Ah! Cuando más grande es un problema mayor ha de serla calma al enfrentarlo, ¿Acaso quién soy para quejarme? Yasí, entre el leve susurro de sus cavilaciones descansa sufatiga y sin pensar más se duerme, queda petrificado en lasilla como ícono desvencijado.

De todos modos sin atender reparos Mario se va con unabailarina que en poco tiempo se despoja hasta de su sonrisa,y queda sólo la caparazón, el esqueleto humano, elmovimiento y ligereza de su arte que maneja con gracia.Después de los efectos provocados por ella en el falo quechupa con unas ganas violentas como si fuera un helado dechocolate, Mario que es un hombre que se hace le pide quese vuelva porque es lo que quiero yo; le dice, mas ella accedey sólo le preocupa que el condón no se reviente, le cuenta lahistoria del hombre que le reventó dos porque el látexalgunas veces no aguanta. No me abras tanto. Mariodomeñado obedece y se resuelve en quejidos, ese hombreme quería pringar. El paso cadencioso de las damiselas y elavance ordenado de los maitreses ha terminado. Ahora,como máquinas en movimiento, todo es prisa por acabar lalabor. En la calle, el humo que sale del asador de los chuzos

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y mazorcas levanta y se confunde con las gotas menudas dela llovizna que en el otro sentido caen vertiginosas. Es mejorque no salgamos, sugiere Alberto, cuyos ojos no se fijan ennada pero escuchan, si lo hacemos nos mojamos, reitera,mas persuadidos por el verbo de Silvano salimos. Daliv, quea intervalos recobra la razón, lo bastante como para darsecuenta de su estado, se siente cubierto por una espesa nube,ve que lo asedian las miradas, todo flota delante de él. Silvanoprefiere hacerse original y para no seguir como los demásdespliega su trikylistos rodante y se hace llevar por sulazarillo.

Mira la lluvia caer, mírala caer, pero Daliv perdido no veni entiende nada, se deja llevar. ¿Cómo no creer? Por esohago esto, responde Traqueto a Silvano que desconfiadoasedia con su interrogadora. Es lo que existe en el país, másallá de lo real, lo político. ¿Lo poético? Interviene Albertoque piensa en su viejo barrio, aunque atentos a lo que hablanTraqueto y Silvano, ninguno lo atiende. Arpegios rápidosdespiden los instrumentos de un grupo de serenateros, delos otro bares igual sale gente y la calle se llena de voces,risas, insultos, bululú ambulante y maldiciones. ¿A qué serefiere? Se mezcla Traqueto en la plática de Alberto, paraevadir un poco el asedio de Silvano. Extinción de latranquilidad, ruido y congestión, proliferación de negociosy burdeles, vagabundos y extravagantes de todo tipo, ya noes este el paraje ameno de antes, explica Alberto y recuerdade su infancia imágenes del lugar. Pienso en Gabriel, en elescaño vacío del parque, en el argumento del médico y eltelégrafo, entonces le pregunto. Mi abuelo contaba que lacasa duró vacía muchos años, hasta que el sector se pobló y

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el centro se vino para esta parte de la ciudad. Una partidade paisanos que en esa época se mantenía del hurto de cafétuvo un altercado, y como uno de los heridos era unprestante ciudadano bumangués, después que lo curóalguien quiso que el médico no siguiera investigando y lomataron, nos cuenta Alberto la versión de don David, suabuelo. Es un decir, una versión que circuló y nada más.¿Hay entonces que cambiar la historia? No Vladimir, lahistoria no se puede cambiar, la historia hay que hacerla. Yolo miro por el lado de lo poético, corrobora Malena, lacompañera de Vladimir. Se debe acabar de confundir esto,dar rienda suelta a las posibilidades del interrogante,profanar, profanar las palabras, el pastiche histórico: antesque el águila calva caiga, cerrad niños la muralla. ¿Y eso estodo? No es todo, es el alimento. Se da un corto silencio,miran la lluvia caer, luego los dos se despiden, corren hastala calle y se meten en un taxi que se va. Con la cabeza pegadaal cilindro del gas y acostado dentro de un cajón que essoporte de una estufa, un niño duerme esa noche. Doña, leadvierte Alberto a la vendedora de chuzos y mazorcas, esun peligro ese niño ahí. La mujer apenas lo mira mientrassopla con el abanico, da vuelta a las mazorcas y a los trozosde carne ensartados en los chuzos, atiende y da cambio a losclientes. Es la hora de la mejor venta, sin embargo ella logradespués interpelarlo. ¿En qué otro lugar lo puedo dejar?Total, no se puede tener todo completo. Lo mira ahora y leda una sonrisa, le muestra su boca cubierta de pintalabios.Silvano que no se fía de Traqueto dice que nos vayamos,entonces nos vamos, andamos rápido porque el aguaceroarrecia y al dar a la esquina, glu glu glu, el agua se ahoga enlas alcantarillas y aparece Traqueto con el campero. Al

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subirme al vehículo vi el maletín, levanté la tapa, miré y deinmediato la cerré. Dinero, mucho dinero, esta pinta es untorcido, pensé. Al instante aparece en la ventanilla la jíbara.¿Tienes sunchine? Interroga Silvano que no se cansa dehacer mezclas. No, responde la mujer. Véndame entoncesdos tubos de perico, se apresura a pedir. Y llevándose trasde sí al campero y los artistas, rueda Traqueto la ciudad,antes de ir a cumplir su cometido.

En el momento en que dan con Quebrada Seca, comono funcionan a esa hora allí los semáforos, en el cruce losdos vehículos se encuentran. Tiritara que los ve pasar velocesse sorprende y ordena que se pongan a la marcha delcampero. ¿Quiénes son? Sócrates los identifica y devela.Pobres diablos, dice Tiritara al enterarse y continúa con elpaseo al Bailarín. A ti te corresponde ahora cumplir la ordenSócrates, desconéctale el cerebro, no tengas compasión,cometió una falta y debe pagar su pena. Para Tiritara esfácil mandar, piensa Sócrates, para él todo está concluido,pero para mí que acostumbro a tener confianza en misamigos es difícil, de todos modos tengo que hacerlo, porquees un riesgo demorar las órdenes de arriba. Ahora símudarás, como me dijiste que era la muerte Bailarín, noveremos otra vez la aurora igual que tantas veces cuandoterminada la rumba dejábamos el bar, tremendacamaradería. El campero se aleja y Tiritara que pareceentretenido con el girar del limpia vidrios manda dejarlos.Las gotas caen como canicas de plata. Ellos ni se percatanque los han seguido, alegres festejan haberle ganado el crucede Quebrada Seca al otro vehículo y continúan su rumbo.Ojala me hubiera tocado ejecutar a otro, se dice Sócrates

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que tampoco se siente libre, sus antenas se mueven sueltas ysin coordinación. ¿Qué pasa? Insiste Tiritara. No sé por quépero me parece que te sientes culpable, apresúrate, en vanoprolongas la fatiga, el supervisor de los trabajos es severoSócrates, que no advierta que te retrasas, ¡porque ay de ti yde mí! No hay remedio, piensa Sócrates, esto es penoso,excepto él, nadie puede hacerme reproches.

Nada me llega de improviso, piensa Bailarín, debosoportar del modo más sereno, nuevos decretos dominansin respetar a los grandes de antaño y contra mí se maquinaun ultraje, lo sé, ¿Acaso me he precipitado en mis propósitos?De antemano conozco mi futuro, es cuestión detemperamento, por la necesidad me veo sometido a estosrigores. Sobre la ciudad un manto de niebla poco densasustituye la lluvia pertinaz y como el rumor corre confacilidad, cuando entran al club unas mujeres que loconocen y han oído hablar a sus varones del asunto, loseñalan. Bailarín comprende que debe actuar normal, poreso sorprende a las mujeres y se acerca como de costumbre,cuando viene con el Cuarto Regente, para invitarlas a bailar.En la pista descubre a Majuja, le mira sus enormes manosde estrangulador. A ti no te he quitado nada, le dice. Nosoy quien va a ejecutarte, se ríe Majuja burlón, pues Bailarínha sido testigo de sus actos perversos, cumpliendo órdenesde Sócrates. Bailarín va tranquilo por la pista, hace una yotra vuelta, seguro marca el ritmo a su pareja, esto seprolonga, piensa, si logro que amanezca puede disminuir elasedio, mañana me dejaran quieto, el destino baraja lascartas, nosotros las jugamos, es posible que así sea. ¡OyeSandunguera! Intenta que ella interceda. ¿Qué es lo que

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pasa? Espanta con tus gestos de amor a mis sicarios, piensadecirle. No, no pasa nada, se arrepiente, los profetas sólonecesitan de sus palabras. ¿Cómo es que te has metido enestas brazas? Si quieres hablo con él, le dice ella, segura depoder detenerlo, por lo menos desde Tiritara. No tepreocupes, es un malentendido y nada más, creo que todosaldrá bien. Cada uno actúa a su modo, me desagrada lanovedad, piensa ella y sigue su danza ligera, hace el cicloque le marca Bailarín, lo mira a la cara, no parece redentor,y tomada de su mano baila por toda la pista.

Esto te pasa Bailarín, si quieres hablar te escuchamos,puede ser que se cambien las cosas, le dice Tiritara cuandoregresan a la barra para mostrarse benevolente a los ojos deSandunguera. Algunos meseros acostumbrados a verlo conel Cuarto Regente, se extrañan que lo traiga Tiritara.Cumpla las órdenes, le responde, aquí nada tengo que decir.Sócrates lo mira, unas veces elevado y muy experto, otrastímido, sin poder alinearlo en este momento, entre losamigos o entre los enemigos. A ti te toca cumplir Sócrates,le recuerda Tiritara. Majuja acompañado de dos mujeres,espera atento en una mesa del fondo una orden de Sócrates,pero ésta no se le encomienda y después de un tiempo lostres salen del club, cosa rara en Sócrates, que cuando manejaun asunto a esta hora ya lo tiene resuelto, es un ministroinexorable, pues no dilata ejecución.

Yo conozco esa poética tuya Silvano, exceso deintelectualismo y falta de sensibilidad, debe ser posible unapoesía en palabras que yo pueda entender. Traqueto los vecomo disputan bebidos, mas no le importa nada. Y como lapasión paraliza el sentido crítico, con esto que dice Alberto,

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con quien silvano mantiene una amistad no muy grata,acaban los argumentos de la discusión, entonces se van degolpes dentro del vehículo, por lo que se detienen en losalrededores de Guarín. Lazarillo interviene y evita que siganforcejeando y Daliv, que con el altercado despierta y se sientemás repuesto recrimina a Alberto: Odio y no controlas, esasson tus dos cosas Alberto, le reprocha. Es difícil y a veceshasta penoso decir la verdad, como prosiguen elevándosecargos mutuos intervengo en la mediación. Tanto los poemascomo el tipo de análisis hecho sobre los mismos presentanincongruencias, aunque pretenden un significadoprofundo, colocar por adherencia mecánica esas palabrasahí es truco y el arte ya no va con trucos, hay lectores quedesean entender, porque, ¿Qué sería de un panadero quecociese panes únicamente para panaderos? Pero Silvano noacepta razones y defiende sus textos. Se trata de unimaginario con ordenes asociativas diferentes, dice, luegose arregla el pelo y la camisa que estan desordenados. Losartistas suelen ocultar al público sus obras de primera épocaSilvano. Eso lo sé, también produje hace años una obratemprana que no he publicado con la cual todavía estoy deacuerdo. Sólo son aceptados los artistas cuando estan encondiciones de corregirse a sí mismos. Estoy de acuerdo,por eso estos textos pretenden provocar nuevas lecturas,crean resistencia al sentido común. No se hasta qué puntoel arte esté predestinado a cambiar el mundo, le digo. Memira con su mirada severa. De eso se trata amigo, retomarel sentir, ver desde otra parte, mejor dicho, sin ojoscolonizados. ¡Así que pretendes ser artista rey! El tiempohablará. Y con esta parla se acercan y encuentran refugio

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en una caseta aledaña a la plaza de mercado que abierta aesta hora expende licor.

La historia no cuenta todo amigo, el coronel Guarínencabeza el levantamiento, la caravana con toda la tropadel batallón Galán apenas ha avanzado un kilómetro cuandose oyen los disparos. ¡Detenerse! Llega la orden. Más disparosde arma corta, adelante confusión de vehículos, durantelargo tiempo sólo corren susurros entre el griterío.¡Mataronal coronel Guarín! Se oyen por doquier las voces, eso fue eldiez de julio, por esta época, en mil novecientos cuarenta ycuatro, militares alzados amarran al presidente en Pasto, esedía se frustró un golpe de estado, el ministro de guerra fueleal, retomó el poder y se lo entregó al mandatario, desdeentonces este lugar y Bucaramanga han cambiado mucho.¿Te sigue gustando la ciudad? Pregunta el menor de losseptuagenarios que beben y conversan en la caseta. Sí, tantola amable que conocí de niño, como esta que veo ahora enla prensa y que me impacta.

El viento pasa veloz por encima de nosotros y se pierdeen la penumbra, orvalla lento ahora. Cuando las gotas caense sueltan por millares y más allá, las nubes iluminadasforman parches de arreboles. Al otro extremo de la casetaAlberto ve un amigo que no logra recordar, piensa en variosnombres, es un poeta, ¡chist, chist! Pide callar a Daliv quepresume contar que ha hecho no sé qué proezas. Al fin lorecuerda, ¡Nando! De los tiempos universitarios. Va lo saluday hablan. Mas como Traqueto, que no pierde su propósitocompra un litro de aguardiente y sugiere que a esta hora laciudad es para ser vivida no desde la barrera, sino recorridacon exceso y libertad, para andar a la moda y decididos a

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cruzar territorios prohibidos, regresamos al campero.

Abstraídos de todo, el recorrido en el inicio es difícilporque mientras Silvano pide que vayamos de relax alMirador de las Américas, Alberto dice que no, que visitemosa Pedro en Terrazas y le llevemos aguardiente. Pedro es buenpintor pero si no esta bebido no pinta nada. Así comienzaotra vez el forcejeo. Traqueto sin olvidar su intenciónconduce despacio, espera que se defina el itinerario y entanto que esto sucede pone a sonar una música de charroque exaspera más los ánimos. Las gotas de lluvia nos vigilan,son pequeños ojos que alucinados fluyen, en la esquina unapareja se inyecta susurros entre sus dientes, se abrazan unay otra vez sin que les importe la lluvia, nosotros vemos desdela ventanilla empañada, una vez mas pasa la pipa, Albertotose repetidas veces, el humo inunda la cabina del vehículo,luego para los que quieran se ofrece el tubo, Daliv se da unpase, la punta de su nariz queda blanca y luego se vuelca acomentar, con poca articulación y abundante mímica,algunas discontinuidades de su mobiliario mental, mientrasmantiene el litro de licor en sus manos, sin que beba, nipermita que otro pueda tomarlo. En uno de los semáforospermanentes el talento de unos artistas callejeros invade lacebra, improvisan una obra corta, lanzan un objeto al aire,caminan en las manos y rematan con un show de fuego ymalabarismo, otros que no pertenecen al acto circense seabalanzan a limpiar los vidrios de los automóviles o pidenayuda para los desplazados, las luces son pequeños ojos rotosque nos siguen: luces en cada gota de lluvia, en la frente deDaliv, en las hojas de los árboles, ¿Serrapios? ¿Búcaros?¿Tulipanes? En lo que a mí respecta soy una cosa que flota y

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delira máscaras, veo fuentes de luz que se desplazan, durantelargo tiempo no sé donde estoy, hasta que advierto la fila dela gente que intentan entrar de visita a la cárcel y quinientosmetros más abajo, en el anfiteatro, Traqueto estaciona allado de un portón. No recuerdo en qué momento le hecomentado la muerte de mi amigo. ¿Cómo se llama eldifunto? Eusebio, Eusebio, el celador repasa la listanecrológica. Una mujer pregunta por su hijo. ¿Y ya lo buscóen clínicas y hospitales? Sí señor, responde ella al celador,pero en todas partes me dicen que no. ¿Y fue a la policía y albatallón? Ya lo hice, pues hace varios días que desapareció ynadie me da información. La doña desconcertada abandonala ventanilla y seca las lágrimas con un pañuelo, entoncesTraqueto se acerca, habla y ofrece un soborno al celador.Pasen, pasen ustedes dos, hace poco tiempo llegaron unoscadáveres de los que aún no tengo notificación. Daliv y losotros se quedan en el campero, mientras nosotros cruzamosuna y otra puerta hasta dar con el salón. Las mesas estanocupadas por cadáveres pero con el cuerpo de Eusebio, no.Alrededor de una de ellas una familia llora a su difunto,cuando nos acercamos un hombre que está un poco alejadodel grupo nos cuenta lo sucedido. ¡Ay, no nos dejes! ¡Vuelvea la vida! Repite una y otra vez la viuda y acaricia la cabezadel ahorcado, mira cuántos motivos tienes para vivir, agregay se abraza con las otras mujeres del grupo. La luz tenue y elpenetrante olor a formol enrarecen el ambiente, desde elcuello hacia arriba, la cabeza es una bola amoratada a laque la mujer intenta cerrarle sus ojos brotados. Lo grave es,que como fue suicidio solo le paguen medio seguro y nosabemos si le concedan cristiana sepultura, nos comenta enconfianza el hombre. Traqueto le ofrece sinceras

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condolencias y salimos. El médico llega a las siete de lamañana y esos cadáveres estan de turno, nos informa elcelador. Le damos las gracias, la doña sigue llorando lapérdida de su hijo, otras personas que han llegado laescuchan y mientras tomamos aire fresco retornamos alvehículo, para continuar nuestro recorrido de lotófagos, porlas calles húmedas y abandonadas de esta ciudad en la quellueve. Como Silvano siente que lo consumido no essuficiente, pide a Traqueto que nos conduzca a un lugardonde es posible embalsamarnos. Le temo a las inyecciones,creo que no puedo inyectarme, dice Daliv, pero cuando enel Palacio de la Heroica se la aplican no opone resistencia,después un leve calor recorre todo su cuerpo y cualquiersentimiento de tristeza pena o dolor han desaparecido, luegodiscurrimos sin finalidad ni rumbo, de un punto para otro,y sin saber por qué, con su sentido mecánico, Alberto resultaimpartiendo lecciones sobre los placeres que proporcionael ingresar al mundo del motor. Si no puedes tener unvehículo nuevo, cómprate uno usado, ojala que seas elsegundo tenedor, esos carros tienen pocos inconvenientes ymuchos kilómetros por recorrer. Alberto puede no saber laedad de su querida, pero cuando Lazarillo le pregunta elprecio de un vehículo de las reconocidas marcas no dudaen responder. Frente a una portezuela Traqueto se detiene,dos mastodontes vigilan la entrada, uno de ellos se comunicapor boqui toqui al interior, iluminaciones intermitentesrecorren la fachada del lugar, al rato una chica aparece porla portezuela y viene hasta donde Traqueto, le dice frescoese dinero ya está ganado, espere que lo llamen, y se lo llevaadentro. Qué cosa tan jodida, se lamenta Silvano que no lehace la menor gracia esperar ni recibir órdenes, sin sentir el

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tabique de las fosas nasales, pasa cada instante la mano porla nariz pues le parece que se le han de salir los mocos,bandidos nos circundan, examinan el vehículo, pero losmastodontes los ahuyentan, el maletín sigue a mi lado, lotoco, pero no, es mejor dejar eso quieto y al cabo de tantosdenuestos, por la portezuela aparece sonriente Traqueto ytoma el volante del campero. Otra vez las luces nos persigueny las gotas, como rutilantes ojos rotos alucinadas fluyen.

Quién lo creyera, en el viaje por estas primeras callestatuadas de niñez, es Daliv, cuya conciencia centellea en sucabeza, el que al mirar el color del final de la noche descubreen el cenit a Escorpión. Acostado en la línea del sur, comosi se tratara de una rotunda despedida, entre la luminosidadtenue titilan lejanas sus estrellas. Qué pequeñez, me dueleel ser que vivo, especula en su interior, y después de lossatélites de chatarra imagina un tropel de gigantescos globosencendidos, que remolinados vienen hacia la tierra y seapagan como perinolas. Como para protegerse cubre lacabeza con sus manos. Siempre he pensado que todo giraalrededor del centro, millones de enanas blancas mecircundan, ¿Cuál es la realidad? Mi nivel de satisfacción yseguridad personal, se dice, mientras entramos al ParqueGarcía Rovira. En la alcantarilla cercana cuando el aguallega devuelve una rata que lucha por pasar la malla. A pesardel delirio de la embriaguez Alberto conserva un hilo declarividencia. Bolívar vivió en Bucaramanga entre el primerode abril al ocho de junio de 1828, le cuenta a Lazarillomientras arman otro cigarro, porque la pipa se ha tapado.Traqueto parquea frente al edificio incinerado de la alcaldía.Durante estos dos meses vaga en las tardes por los llanos y

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lagunas de la pequeña aldea, espera los resultados de laconvención de Ocaña, vive tranquilo en aquella casa, Albertomuestra la construcción de la esquina, recibe agasajos, aúnluce sus ojos relampagueantes y en cada brindis las palabrasbrotan de sus labios, ¿Qué otra cosa puede hacer? No tienemás que consultarse a sí mismo. Y a su logia, intervieneSilvano que asegura pertenecer a las mismas, recuerden queen París recibe el grado de compañero siendo capitán delejercito español. ¿Entonces la independencia es obra de lamasonería? Inquiere Alberto ofuscado. Existen diversasmaneras de interpretar los hechos históricos, habla Silvanosereno para apaciguar los ánimos, pero no es tan buenocreer la historia a quienes nos la contaron por confianza yfe, se sabe cómo son los protagonismos propios de cualquierfilantropía. En ese mismo año Bolívar prohíbe todas lasórdenes secretas, no creo que fuera muy devoto de lafraternidad, su mérito es el de un hombre que es capaz decargarse un pueblo, de entregarle su decoro: la libertad,¿En las sombras de las logias? Lo dudo, concluye Alberto, yse sorprende con la sonrisa sardónica de Daliv. El hierro dela malla en la alcantarilla suena cada vez que la rata la sueltadespués de levantarla con el hocico. Qué sería deBucaramanga si por un tiempo no la hubiera habitado elLibertador, habla con displicencia Silvano. Sería lo que es,responde Alberto que no deja su contrapunteo. Su historiasería muy pobre, esta plaza por ejemplo, centro en el formatocolonial, a sus alrededores: chicha, guarapo, tabaco, elmercado semanal de los domingos, los pregones reales, lugarde ajusticiamientos, no se tendría más de que hablar. Esano es la historia Silvano, esa es la crónica de la ciudad, noconfundas, Bucaramanga era una ranchería de guaqueros,

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lavadores de oro, así empieza la ciudad, y como la tierra senombra por sus árboles, búcaro, así se llamó a este lugar,¿Qué otra función puede cumplir la plaza? Aglutinadorasocial, lo que ocurre es que cuando te conviene eres undesviacionista, no te guías por principio alguno y pretendesconfundirnos. Y como la razón produce tanta razón que sepierde la razón, una de sus propias enfermedades, se armala ventolera que tanto se ha evitado, y tras esquivarempellones y disputas nos subimos de nuevo al campero.

Poco a poco, de manera sistemática, como saben hacerlolas personas honestas pero intolerantes, se conduce hasta elvalle de la circunvalar a Bailarín. Pálido sacude nervioso lacabeza, sabe que lo llevan a la cueva del perro y en la cuevadel perro no hay oxígeno, para intimidarlo le quitan uno auno sus vestidos. Nosotros seguimos en el vehículo, la lluviaparece que se queda en las ramas de los árboles, el tiempopasa y no hay nada que podamos hacer, cada cual seconcentra en sus miedos, Lazarillo piensa en su tía, Silvanoen Traqueto y Traqueto en cómo involucrarnos en su asunto.Entonces suena el timbre del celular, Traqueto lee el mensaje,el que entra a la cueva del perro se queda sin oxígeno, piensay acelera el campero. Al fin de entre su música de charro semezcla un guaguancó y yo, que ido pienso en Ella, ¿Quéestará haciendo a esta hora? En sus ojos vacunos conlentejuelas azules, vuelvo a mis coordenadas.

Tranquilo, no tengas miedo de ir más lejos conmigo, enatreverse está la cuestión, intenta convencer Traqueto aSilvano, que lo mira con sus ojos fulgurantes por encima delas gafas. Hasta el mayor de los crímenes tiene una disculpa,le responde Silvano, y a pesar de su dominio, sus labios

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palidecen y su mirada se turba. Hemos llegado al momentoen que la resistencia necesita estos actos individuales deheroísmo. Se destapa al fin Traqueto y cuenta de lo que setrata su asunto. Estoy hastiado de ignorantes convencidos,asevera Silvano que no se permite ligerezas. Desde hace sigloslas banderas se suceden unas a otras pero ninguna devuelveal hombre al umbral del edén, recalca según me parece encontra de su pensar. ¡Nos quedamos en la Puerta del Sol!Decide enfático, intenta esconder su aire de temor y asumeuna mirada tan imperiosa que hasta para nosotros se sientela alusión.

Traqueto nos deja, ustedes no son más que imitadores dedandis, con pretensiones aristocráticas y proclividad a lavida social de la burguesía, nos dice y se larga furioso,chirrían las llantas con el pavimento húmedo y deja unaleve estela de gases. El tipo se va a estrellar, pienso, pero no,arranca decidido, equilibra el vehículo y se pierde lejos, enla penumbra de la avenida. Lazarillo comparece ante lavirulencia verbal de su protector, pues, en la torpeza de losmovimientos al bajarlo del campero por poco lo sienta en elpiso, y no en su trikylistos como debía hacerlo, lo maltratahasta el punto de hacerlo sentir por completo inútil, cosaque no tolera Lazarillo y a no ser por nuestras súplicas se va.Pero cómo dejar en esta aurora a vuestra maestría, leinsinuamos, así que un bareto en forma acelerada solucionael impase y Lazarillo se traga su rabia. Con el humo Albertotose a reventar, mi cáncer, se justifica, la lluvia es lenta, lasluces de los casinos y bares del lugar aún refulgen, la quemás se siente es la del local de los animes, totoro, se lee lamanga favorita, al mirar hacia arriba densas nubes y un olor

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a mojado circundan el ambiente, estamos entre una burbuja,un rocío leve nos acaricia y cuando apenas hemos avanzadounos metros aparece la policía. Una requisa, contra la pared,no hay armas, ¿Qué hacen a esta hora por aquí? Regresamos,responde Silvano. Identificación Social, pide el agente y mirala cara y el documento de cada uno, se detiene encantadocon el rostro aquilino de Daliv, ¿Porqué tiene esos ojos así?Alberto no responde. Usted necesita tratamientopsicológico, le dice el agente, ¿qué lleva en el bolso?Sombreros chinos, le habla Alberto ahora sí, tanteando algode ingenuidad en el uniformado, soy artesano agrega. Ycomo no hay reporte de la central de inteligencia la patrullase va, entonces Silvano que reconoce haber disfrazado depacifismo su cobardía, pide un pase para festejar. ¿Y tú qué?Habla Daliv a una mujer que se acerca. En la resaca de suborrachera y con el pase recobra la lucidez, frío y tranquilo,examina y escucha a Virginia, como dice llamarse la mujer.Me parece que alguien los ha reportado afirma ella que seha fijado en la revista de la policía, dicen que fulanita informapor aquí, quizás estoy equivocada. ¡Vamos al centro! ¡Quieroir a mi centro, al que me congrega desde niño! Pide Dalivanimado. Virginia nos sigue, no creo que sea necesario quevendas tu cuerpo por la mesa y el vestido, le habla Silvano.Las calles por donde transitan hombres como sus opinionesson muy variadas, lo hago por el pan de mis hijos, dice ella,¡Cuídense! La realidad es más fuerte que la palabra, agregay después de acompañarnos un considerable trayecto nosdeja.

Después de la lluvia la caída lenta de las gotas y la brumase acumulan alrededor de nosotros. El olor a mojado y a

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flores podridas nos indica el portal del Cementerio Central.Alberto ensimismado mira por la reja hacia el interior,pendiente de una lápida, una rosa de plástico que mueve elviento apenas se sostiene. Aunque estés en la sepultura note sientas triste, le recomienda Daliv. Alberto que poco ríe,sacude sus ropas, enciende un cigarrillo y esboza una levesonrisa. Nosotros guardamos la línea para que el gusanodespués nos coma y ahí termina todo, ¡ja! ¡ja! ¡ja!, ¿No espara reír eso? Agrega Daliv y nos mira a todos. Para mí creoen posteriores vidas, responde Alberto. ¿Entoncesresucitaremos? ¿Nos veremos en el más allá y hablaremos deesta vida? Insiste Daliv. No sé si nos veremos, peroreencarnaremos en otras vidas que son como alambiquesen cuyo fondo quedan las impurezas de la vida anterior yasí, hasta llegar a Dios. Se nota una influencia nociva de lareligión en tu vida, le interpela Silvano, debes entrar encontradicción con el pensamiento establecido, después dela muerte no hay nada, sólo un cuerpo que se descomponey termina en huesos o cenizas, los gusanos tambien semueren, se secan y quedan como pequeñas líneas de tinta,y si tuvieran lenguaje asumirían dioses e imágenes en el cortotiempo que nos sobreviven, porque entre el gusano ynosotros esa es la única diferencia. Es una experiencia quetrasciende nuestra capacidad racional, lo sé, mas es lo queme satisface Silvano. Nacemos una sola vez Alberto, todo sereduce a los hechos de este mundo y nada más. Juegas a ladesesperación y al vacío, pero en el fondo halagas la vanidad.No, Alberto, todos los hombres tarde o temprano advertimosun choque esquelético con nuestro ser real, preste atencióna la naturaleza, elimine su ansia de inmortalidad. Albertochupa fuerte los últimos restos de su cigarrillo, por su boca

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y nariz expulsa ráfagas de humo, luego tira y pisotea lacolilla. Esas son opiniones comunes de esta época, en la cuallos consumos comerciales parecen ser el único motivo paraprolongar la vida, agrega y se mantiene serio. Me horrorizael retorno de la fe, más que opiniones, son razones dehombres enfermos y nerviosos como tú y como yo, pero note angusties, la vida es sensible, la muerte es insensible, undulce no ser, le dice Silvano y me mira, escruta mi opinión.Respecto a eso de las religiones creo que se debe tender unpuente entre el fundamentalismo apartado de la realidad yel secularismo sin Dios, dar paso en ambas vías, en fin, irmuriendo y cantando, procurando los medios de hacersoportable lo presente. Ninguno sugiere nada. Avesnocturnas revolotean alrededor del pórtico, mariposas,murciélagos, una de ellas viene y hace varios giros frente anosotros, al interior del cementerio se oyen ruidos extraños,han de ser las piedras que tiré de niño a los árboles de mango,aún caen, nos persuade Daliv. En los desaguaderos de laquebrada La Rosita, aúllan los perros. ¡Andemos antes quela vida haga todo falso! Pide insistente Daliv que se mantieneexpectante, el presente es lo único que no termina, dejemosesta puerta porque es fácil que nos trague, como lo hizodías antes con Arnulfo, mi alumno del Colegio Santander,¡Vayámonos! Este cementerio no hace más que chuparse laciudad. Y al abandonar el Parque Romero, dadle para ellala luz perpetua, se escuchan los responsos en las casasfunerarias que circundan el lugar. Lo que ocurre estandovivos es antes de morir, no me pregunte la gente quién fueel que lo hizo porque no soy delator, es todo lo que recuerdo.De cualquier manera adelanto que él, con la lengua y laboca hechos un trozo de estopa, impregnadas de una

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sustancia biliosa, aún desvaría en su cuarto de eso queMiriam la enfermera llama beriberi. Estos hechos hay quedenunciarlos, piensa, pues el silencio pone en riesgo la vidade los artistas. Alucina que la bala puede entrar por laventana y que hasta cuenta con posibilidad de llegar alquirófano.

Agapedy Brizael.