Fascículo XV

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En el Fascículo Catorce se enunciaron las causas de la guerra y a partir de este empezamos su desarrollo, en el mismo orden en que ya fueron enunciadas. 1. LA EXTENSIÓN TERRITORIAL Y EL AISLAMIENTO La extensión territorial del Estado y su aislamiento es un antecedente del con- flicto de los que más se deben destacar y una causa del mismo. Por esto comple- mentando lo ya expresado, el aislamiento tuvo un efecto decisivo sobre el proceso de industrialización; llegó tardíamente el progreso de las comunicaciones en la dé- cada del veinte y en forma más articula- da en la de los años cincuenta. Lo ante- rior explica por qué hasta los setenta se habló de un Plan de Integración Nacional como muestra del aislamiento geográfico, 15 Fascículo www.hsbnoticias.com para Manual La Paz para Manual La Paz Por Ricaurte Losada Valderrama* *Ex Senador de la República, Analista, Investigador. El país vive inmerso en una cultura violenta. La diversidad cultural es una de las más importantes riquezas de Colombia que se ha dejado convertir en problema. factor determinante en la gestación de la violencia que acorraló la protesta pacífica, la cual, en vez de haber sido estimulada, se ha pretendido solucionar los conflictos con la razón de la fuerza. 2. LA DIVERSIDAD CULTURAL Al problema geopolítico debe sumarse un factor positivo que el país ha dejado conver- tir en negativo: nuestra importante diversi- dad cultural. De ahí surge una razón funda- mental para proponer la regionalización del país, que responda a esa necesidad y que evite restringir la expresión de las distintas manifestaciones étnicas, folclóricas, racia- les y culturales, así como que cada región pueda ser dueña del diseño y ejecución de su destino para que responda por él. 3. LA CULTURA VIOLENTA La última violencia de Colombia, vivida en sesenta y siete años -1946 en adelan- te-, después de un tiempo, con el acicate del narcotráfico, ha reforzado la cultura violen- ta que traía el país luego de haber vivido once guerras civiles nacionales declaradas y muchas otras provinciales. De modo que se trata de una acumula- ción de violencia que ha generado una cul- tura violenta, iniciada desde la misma con- quista y colonización, cuando los nativos fueron despojados de su tierra, hecho que es el epicentro del conflicto y esta cultura se ha desarrollado y consolidado sin accio- nes efectivas y adecuadas del Estado. La atención casi exclusiva y excluyente

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Decimoquinto Fascículo del Manual para la Paz. Un especial de quince temas que El PERIÓDICO DE BOGOTÁ entrega a sus lectores los días viernes, donde su autor, el analista político Ricaurte Losada Valderrama, ilustra los intentos realizados en búsqueda de la paz, hasta llegar al actual, promovido por el Presidente Juan Manuel Santos. "Para que una paz sea duradera y estable, debe ser una conquista de todos, o por lo menos de la gran mayoría. Por ende, debemos prepararnos para contribuir a hacerla posible"

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En el Fascículo Catorce se enunciaron las causas de la guerra y a partir de este empezamos su desarrollo, en el mismo orden en que ya fueron enunciadas.

1. LA EXTENSIÓN TERRITORIAL Y EL AISLAMIENTO

La extensión territorial del Estado y su aislamiento es un antecedente del con-flicto de los que más se deben destacar y una causa del mismo. Por esto comple-mentando lo ya expresado, el aislamiento tuvo un efecto decisivo sobre el proceso de industrialización; llegó tardíamente el progreso de las comunicaciones en la dé-cada del veinte y en forma más articula-da en la de los años cincuenta. Lo ante-rior explica por qué hasta los setenta se habló de un Plan de Integración Nacional como muestra del aislamiento geográfico,

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Por Ricaurte Losada Valderrama*

*Ex Senador de la República, Analista, Investigador.

El país vive inmerso en una cultura violenta.

La diversidad cultural es una de las más importantes riquezas de Colombia que se ha dejado convertir en problema.

factor determinante en la gestación de la violencia que acorraló la protesta pacífica, la cual, en vez de haber sido estimulada, se ha pretendido solucionar los conflictos con la razón de la fuerza.

2. LA DIVERSIDAD CULTURAL

Al problema geopolítico debe sumarse un factor positivo que el país ha dejado conver-tir en negativo: nuestra importante diversi-dad cultural. De ahí surge una razón funda-mental para proponer la regionalización del país, que responda a esa necesidad y que evite restringir la expresión de las distintas manifestaciones étnicas, folclóricas, racia-les y culturales, así como que cada región pueda ser dueña del diseño y ejecución de su destino para que responda por él.

3. LA CULTURA VIOLENTA

La última violencia de Colombia, vivida en sesenta y siete años -1946 en adelan-te-, después de un tiempo, con el acicate del narcotráfico, ha reforzado la cultura violen-ta que traía el país luego de haber vivido once guerras civiles nacionales declaradas y muchas otras provinciales.

De modo que se trata de una acumula-ción de violencia que ha generado una cul-tura violenta, iniciada desde la misma con-quista y colonización, cuando los nativos fueron despojados de su tierra, hecho que es el epicentro del conflicto y esta cultura se ha desarrollado y consolidado sin accio-nes efectivas y adecuadas del Estado.

La atención casi exclusiva y excluyente

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sobre los delitos de alto impacto provenientes del conflicto interno ha puesto un velo sobre lo que puede ser aún más grave: los colom-bianos solemos resolver hasta los problemas más nimios a través de la agresión y la hosti-lidad, razón por la cual el país se mueve en un estado contravencional permanente.

En este sentido, como se trata en el Punto

Quince de este Capítulo del Manual y en las consideraciones sobre las soluciones del con-flicto, se requiere el diseño y ejecución de una profunda reforma educativa que sea capaz de construir un ser humano con propensión al entendimiento, al diálogo, a la concertación, y por ende, que construya una cultura de paz, y en consecuencia, de vida.

Además, las leyes y normas suelen ver-se como un estorbo y no son acatadas como instrumentos de civilización y marcha organi-zada de la sociedad. Y como si esto no fuera poco, no hay conciencia sobre los deberes, mientras casi siempre se exaltan únicamente los derechos.

De otra parte, los elementos y factores de identidad nacional se han desvanecido y no hay un referente claro que permita identificar-nos como colombianos.

4. LA CONFRONTACION LIBERAL CON-SERVADORA

La guerra en Colombia viene de las confron-taciones decimonónicas entre liberales y con-servadores; la violencia partidista fue el em-brión de las FARC. Manuel Marulanda Vélez huyó del Quindío hacia el sur del Tolima cuan-

do los conservadores la emprendieron contra su papá y sus tíos, liberales; así se hizo gue-rrillero liberal en 1949.

Pero esta guerrilla dejó de ser de partido para hacer el tránsito hacia una guerrilla mili-tar. Actualmente el conflicto tiene connotacio-nes totalmente distintas, pero así nació.

En esta triste historia hay responsabilidad de la dirigencia elitista de los dos partidos his-tóricos. Ante su incapacidad por generar las transformaciones mediante métodos dialéc-ticos, llevaron a las masas ignorantes e irre-dentas a la confrontación armada.

5. EL PROBLEMA DE LA TIERRA

Debe tenerse muy presente que la lucha por la tierra es el origen de la violencia colombia-na desde el primer momento. Problemas como el desplazamiento están ligados a este impor-

tante factor de producción, lo cual hace ver que la nuestra no es una guerrilla de guerri-llas convencional sino que está basada en el control territorial y de la población.

La conquista consistió en arrebatarles la tie-rra a los habitantes primitivos, lo que aún no ha cesado; al contrario, tiende a concentrarse más. Luego, en los años 20 y 30 del siglo XX, la población creció, las tensiones en el campo au-mentaron, se empezaron a agotar los baldíos accesibles, y ya, absurdamente el campo no es de los campesinos. Parece increíble: en 1920 los campesinos constituían el 70 por ciento de

La lucha por la tierra es el origen de la violencia que propicia desplazamiento y desarraigo, entre otras múltiples consecuencias.

No hay un referente claro que permita identificarnos como colombianos.

La conquista consistió en arrebatarles la tierra a los habitantes primitivos, lo que aún no ha cesado; al contrario, tiende a concentrarse más.

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que posibiliten una redistribución del ingreso y de la riqueza y a través de ello, una real de-mocratización económica y política. Este es el verdadero desafío para alcanzar la paz, pues hace tiempo el país debió entender que mejor propósito que acabar con los ricos, es terminar con la pobreza. Como decía John F. Kennedy, si una sociedad libre no puede ayudar a sus muchos pobres, tampoco podrá salvar a sus pocos ricos.

Debe tenerse en cuenta que este aspecto fue desarrollado en el punto referido a los antece-dentes del conflicto armado.

7. EL DIÁLOGO SIN OFERTA REAL

De los más de sesenta años que lleva nues-tro último conflicto, hemos gastado veinte dila-pidados entre el diálogo inconcluso y la guerra destructora, cuya razón esencial es no haber hecho a la insurgencia una oferta real y llama-tiva que la motive y la lleve a negociar. Se ha

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la población colombiana; en los 60 ya era un 50 por ciento; antes de comenzar la década del 90 un 31 por ciento y al inicio del nuevo mile-nio no llegan al 24 por ciento, es decir, menos de diez millones, lo cual indica, así sea redun-dante expresarlo, que en los sectores rurales se quedó únicamente el 20 por ciento.

De continuar este vertiginoso descenso los campesinos quedarán sólo en el recuerdo. Este hecho es insólito tratándose de un país con una inmensa vocación agropecuaria y sector con el que se podría competir en el mer-cado internacional, y por supuesto, abastecer la demanda interna.

Es más, el 83 por ciento de la tierra per-tenece al siete por ciento de los colombianos. En consecuencia, es necesario ligar el pensa-miento sobre el conflicto al futuro agrario. Se impone la redistribución de la tierra para que el campo se convierta en centro fundamental de trabajo y desarrollo y así crezca la semilla de la paz.

Entonces del sólo problema agrario se des-prende una lamentable conclusión: hay una dominación económica que es política y so-cial. Por lo tanto, este factor nos ha hecho vio-lentos; de allí arranca gran parte de nuestra intolerancia.

6. LA CONCENTRACIÓN DEL PODER

A lo anterior se aúna otro factor igualmente desequilibrante: en Colombia sólo seis grupos económicos generan el 34 por ciento del Pro-ducto Interno Bruto, es decir, controlan más de la tercera parte de la economía: Sindicato Antioqueño, Santo Domingo, Luis Carlos Sar-miento Angulo, Carlos Ardila Lule y los grupos Holguín y social.

Concentrados los medios de producción, y en consecuencia, el ejercicio político, se im-pone la necesidad de brindar oportunidades

olvidado que la democracia, entre muchas co-sas, es concertación. Para corroborarlo basta recordar que inmediatamente después de la ruptura del proceso de paz, durante el Gobier-no Pastrana Arango, los gremios estuvieron prontos a aportar dinero para hacer la guerra, pero no han tenido el mismo compromiso con las soluciones sociales que la paz necesita.

1. LA INJUSTICIA

Ante todo y por sobre todo, se necesita justi-cia. Por ende, extirpar los altísimos niveles de impunidad, de desconocimiento del derecho y de violación al debido proceso.

Pero también son caldo de cultivo para la violencia, el desempleo, la exclusión, y en ge-neral, la falta de oportunidades, es decir, se requiere justicia social. Mientras haya gente en la miseria y la exclusión será complejo lle-gar a la paz.

El conflicto no se ha terminado por falta de oferta real a la guerrilla, entre otros aspectos.

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La principal causa de la guerra es la injusticia, expresada en muy distintas formas, entre otras, en el hacinamiento carcelario.

Entonces, los colombianos, sin excepción, tenemos la obligación de terminar con la injusticia que genera violencia, concibiendo y convirtiendo la justicia en un verdadero sistema social que haga realidad la uni-dad, la imparcialidad y, por ende, la igual-dad, la libertad, la cual, además de ser una construcción social que se consigue y amplía paso a paso, es un soporte básico del desarrollo.

La injusticia y la violencia son directa-mente proporcionales. En Colombia, a la sombra de una inaceptable ausencia de justicia, la que conlleva impunidad, se fragua la cadena de asesinatos que he-mos padecido. Es el sangriento torbellino de nuestra realidad que persigue la deses-tabilización nacional.

La libertad consagrada en la Constitu-ción de 1991 tiende a ser sólo de papel, mientras la real o material quedó en la prác-tica demasiado limitada, por lo que a la pri-

mera es necesario redefinirla en el nuevo orden institucional que se establezca, con-sagrando bases sólidas para hacer efectiva la segunda.

La principal causa de la guerra es la in-justicia. Justicia es equidad y por ende paz, entendida como la concibió el pensador Ul-piano: dar a cada cual lo suyo. Es la idea básica sobre la cual debe inspirarse no sólo el derecho sino todos los actos humanos; es el valor jurídico por excelencia.

Sin justicia, la ley ni ordenamiento jurídi-co alguno tienen razón de ser, a tal punto que estamos sujetos al Estado precisamen-te para buscarla, y cuando al ser exigida se responde con violencia, el gobierno pierde

legitimidad y alimenta las condiciones para el alzamiento de los afectados y de los sec-tores inconformes.

Sin justicia no hay libertad, paz, segu-ridad, igualdad, tolerancia y tampoco de-mocracia. Es el punto de partida de estos principios y derechos; por eso la máxima aspiración de la humanidad es la igualdad ante la ley y ante los hombres, factores es-tos, entre muchos, que muestran la ne-cesidad, muchas veces aplazada de una reforma de fondo y estructural a la justicia colombiana.

Como está corroborado que ser justos es difícil, para algunos es más cómodo el con-flicto y la violencia. Por ello, el primer deber del Estado y de la sociedad es prevenir los factores que los generan.

En las sociedades donde no existen nues-tros abismales desequilibrios sociales, hay paz. Su fundamento es la justicia, el respeto a la Constitución y a la ley, y el acatamiento a las decisiones judiciales.

La paz proviene del respeto al derecho ajeno; debe ser el conjunto de garantías reales y efectivas para todos por igual. Es decir, es necesario que exista justicia formal en correspondencia con la real o material. O lo que es lo mismo, códigos, leyes y administración de justicia ade-cuados y justos, así como condiciones socioeconómicas equilibradas. La prime-ra, de no existir la segunda, es entele-quia y engaño.

La paz proviene del respeto al derecho ajeno; debe ser el conjunto de garantías reales y efectivas para todos por igual. Es decir, es necesario que exista justicia formal en correspondencia con la real o material.

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